Donoso, E. - La Ética en Aristóteles

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“LA ÉTICA EN ARISTÓTELES”

EMMANUEL MADHU DONOSO ARÁNGUIZ

INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE “PÍO X”


PROFESORADO DE FILOSOFIA
ESPACIO CURRICULAR: ÉTICA
CURSO: TERCER AÑO
PROFESORA: LIC. GRACIELA ROLANDO
CÓRDOBA
2017
LA ÉTICA EN ARISTÓTELES

1. ¿Cuál es el fin del hombre?


El fin del hombre para Aristóteles, según lo expresado en la Ética a Nicómaco, es la
felicidad. Lo podemos ver claramente en el Libro I del mismo:
“Cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos
los que pueden realizarse. Sobre su nombre, casi todo el mundo está
de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la
felicidad” (Aristóteles, 1998, pág. 134).
En los primero párrafos de esta obra, afirma que la política es la ciencia que procura el
bien del hombre valiéndose de las demás ciencias, por lo tanto su fin primordial al igual que
todos será el de lograr que el hombre alcance la felicidad. La cual es considerada el fin
perfecto o último, ya que es el bien que se quiere en sí mismo y no para alcanzar otro fin, es
decir no es un medio. Para Aristóteles la función del hombre, como dijimos anteriormente, es
realizarse como hombre y esto es según su virtud, y ésta búsqueda es una actividad del alma
que implica la razón, y puesto que las virtudes son varias debe buscar la mejor y más
perfecta. Pero el problema es lo que se entiende por felicidad, cuestión que trae muchas
diferencias y diversos puntos de vista.
En primer lugar afirma que la felicidad no es el placer, la riqueza o el honor, como lo
consideraba el vulgo, ni tampoco se trata del hábito porque “de serlo pudiere pertenecer al
que fuere víctima de las mayores desventuras”. Ahora bien, la felicidad, siendo ésta una
actividad, debe situarse entre las apetecibles por sí misma, no entre las apetecibles a causa de
otras; porque la felicidad no carece de nada, sino que se basta a sí misma.
De esta manera nos damos cuenta que no es fácil llegar a la plenitud de ser feliz, ya
que, aunque toda la sociedad coincide en que es la meta a alcanzar, los analfabetos, los
jóvenes, los plebeyos se encuentran distanciados del conocimiento y sabiduría, por lo que no
logran vislumbrar claramente el cómo alcanzarla y se desvían en otras formas que creen los
hacen felices, como son los vicios.
Para concluir y volviendo a lo que Aristóteles concibe como felicidad: Consigo la
felicidad realizando razonamientos y buscando alcanzar la sabiduría, es parte por lo tanto, de
mi alma racional. Aquí entonces la acción más perfecta es la contemplación, es decir el
estudio, el dedicarse a pensar y reflexionar sobre lo que ocurre, ya sea dentro de nosotros
mismos o en la relación con los demás y nuestro entorno.
Ahora bien, personalmente concuerdo en varias cuestiones con Aristóteles. En primer
lugar en considerar que la vida del hombre tiene un fin, y nada más que uno. También que
éste sea la felicidad del mismo me parece importante y bueno. En lo que podría disentir es en
pequeñas cosas como por ejemplo en considerar que la felicidad, estrictamente, es en relación
a la potencia del entendimiento, ya que considero, por el tiempo en el que estoy, que no sólo
se lo permite la contemplación como de desarrollo de la inteligencia, sino también, y
especialmente el darse y vivir por otra(s) persona(s), en cierto sentido esto tampoco es que lo
deja totalmente fuera, pues habla de la amistad.

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2. ¿Con qué medio alcanza ese fin?
Para alcanzar ese fin los hombres debemos ejercitar la función que es propia de
nuestra naturaleza: el razonar, ya que confiando en la razón podremos llegar a la felicidad.
Así afirma Aristóteles: “No es sin razón el que los hombres parecen entender el bien y la
felicidad partiendo de los diversos géneros de vida” (Aristóteles, 1998, pág. 136).
Es cierto por lo tanto que necesitamos de nuestra razón, capacidad humana que nos
permite discernir. Pero también es cierto que no se puede ser feliz sin salud, sin recursos
materiales, etcétera, aunque estos sean elementos externos forman parte de mi meta de ser
feliz.
Para llegar a la felicidad como una virtud es importante analizar las acciones y las
pasiones del hombre y su implicancia en esta búsqueda, porque son las acciones las que
causan la formación de los diversos modos de ser (aquello de lo cual el hombre ese comporta
bien o mal respecto de las pasiones), porque como dice Aristóteles: “La virtud del hombre
será también el modo de ser por el cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien su
función propia” (Aristóteles, 1998, pág. 168). Para esto el hombre debe actuar según la recta
razón como lo decíamos antes.
En cuanto a las pasiones, son el placer y el dolor las que acompañan a las acciones
que realizamos, las cuales nos acercan o alejan según cómo afecten al hombre. Y en cuanto a
las acciones, el hombre puede elegir qué realizar y el modo de hacerlo. Como está movido
por las pasiones, el hombre puede caer en una actitud o acción errónea ya sea por exceso o
por defecto, a las que llamará vicios. La virtud se encuentra en el justo medio, que es obrar
según lo harían los hombres buenos y justos. Éste justo medio dice Aristóteles que “[...]
siendo término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que
decidiría el hombre prudente” (Aristóteles, 1998, pág. 171); si bien está dentro de lo
delimitado por lo que la polis enmarca como bueno y justo, pero en última instancia es propio
de cada individuo el justo medio en cada situación particular a la que se enfrenta.
Otro aspecto fundamental para alcanzar la felicidad es la amistad, definida como que
puedo entregar a otro, más de lo que corresponde, quiero el bien del otro, una amistad
verdadera tomada como virtud. Esta amistad más que un afecto es una elección, con lo que se
refiere a que es un hábito, y por lo tanto un ejercicio que con el tiempo se aprende haciendo
amigos y siendo amigable, noble y bueno.
En cuanto a lo que plantea el autor concuerdo en que es necesario, a la hora de tomar
una decisión de cómo actuar, una virtud o modo intermedio mediante el ejercicio de la razón,
al mismo tiempo que un autoconocimiento de la persona para tener un mejor comportamiento
y libertad interior a la hora de elegir. Si bien esto lleva todo un tiempo de aprendizaje, como
dice Aristóteles, llegará a ser éste un hombre prudente. Esto luego ayudará al hombre a la
amistad, que algo interesante es que lo plantea como una elección, lo pone en el plano de la
libertad, y no de un mero sentimiento, por lo que hay también en esta relación con los amigos
una responsabilidad de parte de la persona y un compromiso.

3. ¿Cuál es el criterio para establecer la bondad o maldad del acto moral?

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Para poder saber la bondad o maldad del acto moral, Aristóteles señala los actos
humanos como los hechos para poder ser analizados, estos pueden ser buenos o malos, los
cuales están dominados por nuestra razón y prudencia. El hombre, de esta manera, debe
esforzarse por ser feliz, para ello es necesario realizar actos, ser una persona que logre vivir
según las virtudes. Aristóteles afirma que:
“la virtud es un término medio, en qué sentido, y que es término
medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y que es tal
virtud por apuntar al término medio en las pasiones y en las
acciones” (Aristóteles, 1998, pág. 177)
Así entonces, las virtudes que me llevaran a alcanzar la meta de ser feliz, se van
conformando como hábitos. Por ello la virtud se alcanza mediante la educación y la práctica
reiterada de buenas acciones. Es aquí donde el ser virtuosos nos mantendrá en el equilibrio
necesario entre el exceso y el defecto. Si nuestra vida se va orientando en torno a ella, nos
será más fácil el poder comprender el valor de los actos que estamos haciendo.
Como dijimos anteriormente, no hay un criterio común para todos los hombres de cuál
sea el término medio en todas las acciones o situaciones, sino que hay que atender al
momento, la situación, la acción y la relevancia que tenga dicha actividad. Aristóteles
aclarará la importancia de que el hombre se conozca para poder elegir más libremente frente
a las pasiones:
“Debemos, por otra parte, tomar en consideración aquellas cosas
hacia las que somos más inclinados (pues unos lo somos por
naturaleza hacia unas y otros hacia otras). Esto lo conocemos por el
placer y el dolor que sentimos, y entonces debemos tirar de nosotros
mismos en sentido contrario, pues apartándonos lejos del error
llegaremos al término medio” (Aristóteles, 1998, pág. 178).
En este sentido, las circunstancias son los diferentes elementos que están presentes
ante un determinado acto humano. Por lo que también son tomados en cuenta al momento de
establecer la bondad o maldad de un acto moral, centrándose más en el acto en sí que en la
persona como buena o mala.
Poder llegar a este punto de decidir correctamente en cada situación lleva todo un
tiempo de aprendizaje y ejercicio de la virtud, no viene con la naturaleza del hombre esta
capacidad, sino que el hombre debe aprender a tener estas virtudes que lo llevarán a ser un
hombre bueno, justo y virtuoso en la polis (para nosotros, en la sociedad). Pero, si bien es
dificultoso y trabajoso encontrar este justo medio, es digna de reconocimiento para aquél que
la encuentra y la realiza. Así entonces la virtud no quiere decir que censuremos
completamente nuestro actuar frente a una determinada situación, sino que actuamos bien si
controlamos y adoptamos una posición mesurada frente a lo que estamos viviendo.
En cuanto a la búsqueda de un término medio personal referente a la situación, la
relación, el momento, etc. Comparto con el autor, ya que no siempre se dan en las mismas
condiciones o las oportunidades para tomar una decisión de estas. Me parece interesante que
si queremos ser virtuosos, nos llevará tiempo, trabajo y reflexión sobre nosotros mismos.
Igualmente, coincido con las cosas a tener en cuenta que propone el autor, pero me parece
importante agregar también que se debería tener en cuenta las consecuencias que estas

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opciones pueden traer, que a mi entender Aristóteles no lo contempla a la hora de plantear la
situación de las acciones
4. ¿Promueve esta postura el bien común?
La ética de Aristóteles favorece la formación moral de la persona por medio de las
virtudes, las cuales deben ir formándose y ejercitándose en uno mismo para poder alcanzar la
felicidad. Para Aristóteles el hombre encuentra su felicidad en la polis, como ya dijimos, y en
esta felicidad están implicadas las demás personas con las que se relaciona. Dirá al hablar de
la amistad que: “Es también verdad que el hombre bueno hace muchas cosas por causa de sus
amigos y de su patria, hasta morir por ellos si es necesario” (Aristóteles, 1998, pág. 368).
Es por esto que la formación en las virtudes morales tiene que estar especialmente
destinada por las personas que gobiernan estas ciudades-estados, ya que ellos deben favorecer
que todos los ciudadanos alcancen la perfección: “los legisladores hacen buenos a los
ciudadanos haciéndoles adquirir ciertos hábitos, y ésta es la voluntad de todo legislador; pero
los legisladores que no lo hacen bien yerran, y con esto se distingue el buen régimen del
malo” (Aristóteles, 1998, pág. 161).
Podemos decir entonces que ésta postura promueve el bien común: primeramente para
el hombre consigo mismo. En su intento de lograr el fin de su esencia, primero tiene que
realizar todo un camino de aprendizaje -con ayuda de su intelecto- donde se va descubriendo
según su esencia, y va superando aquellas pasiones y deseos que lo llevan a elecciones de un
vicio; En segundo lugar el hombre busca el bien común con sus amigos. Al tener una relación
tal de amistad y de felicidad con otra persona superarán el nivel de una amistad por interés o
placer llegando al nivel supremo de la intimidad con el otro, donde se busca el bien del otro,
al mismo tiempo que el de uno mismo; Y finalmente promueve el bien común para la polis.
El hombre feliz, bueno y justo está preparado para la política y el gobierno, que tiene como
objetivo ayudar a los demás hombres de la polis a ser buenos y conseguir el fin propio de su
esencia. De esta forma el fin del estado es que cada ciudadano alcance la felicidad, por lo
tanto debe velar y ofrecer los medios para tales.
Estoy de acuerdo con Aristóteles en su planteo del bien común en tanto que se debe
dar en los niveles de lo personal, con los amigos y con las ciudades-estados. Esto, además,
lleva a realizar al hombre un camino de conocimiento de sí y de participación en la relación
de amistad y en la actividad política. Esta visión del bien común lleva al hombre a buscar no
sólo su propio bien, sino el de los demás, con una actitud de bondad y justicia, lo que permite
el crecimiento en la felicidad del hombre.

5. ¿Promueve esta postura la formación moral de la persona?


La postura de Aristóteles claramente promueve la formación moral de la persona, ya
que al considerar el fin último del hombre la felicidad, que se obtiene a través de las virtudes,
tanto morales como intelectuales, de esta forma se hace necesario que cada persona como el
estado con sus legisladores obren de manera tal que promuevan la formación moral de la
persona, para que ésta, a través de los buenos hábitos se adecue a vivir y buscar el justo
medio que lo hace virtuoso y lo lleva al bien supremo.

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De cierta forma es una moral social, pues nos dice Aristóteles en su Ética a Nicómaco
que “procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino
conseguirlo para un pueblo y para ciudades” (Aristóteles, 1998, pág. 133). Es aquí donde se
abre la ética a la sociedad, donde si bien es fundamental una formación moral personal, más
aún lo es la social, que no es más que la misma formación moral personal de cada integrante
del pueblo o ciudad.
Lo vemos explicitado por el mismo Aristóteles cuando afirma que “los legisladores
hacen buenos a los ciudadanos haciéndoles adquirir ciertos hábitos, y ésta es la voluntad de
todo legislador; pero los legisladores que no lo hacen bien yerran, y con esto se distingue el
buen régimen del malo” (Aristóteles, 1998, pág. 161). Finalmente es necesaria esta formación
en virtudes morales para que cada persona, especialmente los gobernantes de la polis,
aprenda buenos hábitos y se adecue a vivir en la polis, buscando el bien común, por medio de
la elección de acciones correctas, buenas y justas, las del término medio.
Considero que esta postura sí promueve la formación moral porque la plantea como
necesaria para lograr el fin del hombre, y las virtudes necesarias para él, en las que se
encuentran comprometida toda la polis en pos de esto, tanto que es propuesta para todos; y
por medio de esta formación, llegue el hombre a conocer y aprender cómo actuar y los
hábitos necesarios para alcanzar la felicidad plena. El valor de las personas en comunidad
como algo esencial para el desarrollo de cada uno me parece muy bueno que me pueda
realizar como persona, pero si puedo ayudar a que otros lo logren es un gesto mucho mejor y
más noble. Me es bastante significativa esta propuesta donde todos podemos ayudarnos a
lograr ser personas felices y en donde la amistad cumple un rol central.

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Bibliografía

Aristóteles (1998) Ética Nicomáquea – Ética Eudemia. Madrid. Editorial Gredos.

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