La Desmitificación Del Oscurantismo Medieval
La Desmitificación Del Oscurantismo Medieval
La Desmitificación Del Oscurantismo Medieval
Oponer lo que denominaba las historiae antiquae, los siglos luminosos de la Roma
antigua, a las historiae novae, los tiempos que comenzaron en el momento en que
«el nombre de Cristo comenzó a ser célebre en Roma y a ser adorado por los
emperadores».
Sin embargo, el mismo Heers sugiere que tal admiración por Roma guardaba
intereses profundamente políticos. La pluma de Petrarca, de una «superioridad de
los tiempos antiguos sobre los tiempos del pasado más o menos reciente», se
traduce efectivamente en un derrumbamiento de los valores y en una crítica de los
tiempos «de la Iglesia»1 Al respecto, ya propiamente en el contexto de Petrarca,
Baura señala que la impresión que el Papado francés -de Aviñón- causó en este
no fue precisamente positiva: lo describió como la nueva «impía Babilonia». 2
Heers afirma que, entre otros intereses políticos derivados de la exaltación del
pasado romano, se encuentra un notorio interés «nacionalista», término que,
situado en la Italia del siglo XIV, termina cayendo en el anacronismo. Si bien es
comprensible el sentido del concepto, es improcedente su uso para este contexto
en tanto la aparición del concepto data y, por tanto, su uso definido, solo a finales
1
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 48 - 50
2
Baura, Origen Concepto Historiográfico Edad Media, pp. 14
del siglo XVIII. No obstante, este «nacionalismo» ciertamente se apoyó en parte
por una «superioridad intelectual» que los renacentistas creían poseer, lo cual
veremos más adelante. Según afirma Heers, al enaltecer el legado romano,
también se exaltaba «la herencia que las ciudades de Italia, y Roma en primer
lugar, creían haber conservado; una herencia -que según ellos estaba-
desgraciadamente alterada durante siglos por una gran cantidad de aportaciones
extranjeras poco dignas de estima». Quizás el mejor ejemplo de ello puede
evidenciarse cuando el autor en cuestión explica que lo más detestable para los
renacentistas italianos fue la «invasión dé formas y tradiciones bárbaras, de
pueblos que no sabían nada o casi nada de arquitectura; -en palabras de los
renacentistas italianos- esas gentes no eran más que albañiles (muratori), orfebres
o pintores, y construían los edificios a su modo».
El mismo Heers señala que de ahí nace el llamado renacimiento, es decir, este
movimiento nació del rechazo y exclusión a todo lo que «procedía del otro lado de
los Alpes, -todo ello- se podía rechazar como bárbaro y decadente». 3 La invitación
que necesariamente se desprende de esto es a repensar las afirmaciones
heredadas de estos autores, aquellas específicamente heredadas en el contexto
latinoamericano, y así mismo a cuestionar y a repensar los juicios de valor
acríticos que elaboramos a partir de estos planteamientos.
3
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 61 - 62
4
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 50 - 52
aproximación al tema en cuestión desde otros posibles enfoques de análisis que
pudo haber ofrecido por el autor.
Esta idea fue, según el mismo Baura, malinterpretada por los renacentistas a
causa del carácter infravalorado de la vida humana, dando como resultado al
sentido peyorativo que dieron los últimos al espíritu medieval. Como se pudo ver,
el hecho de que Heers jugara un papel más destacado en este escrito que el
mismo Baura se debe a que el segundo, en su artículo, dedicó más líneas a los
antecedentes y metodología que al propio desarrollo de ideas sobre el tema. Lo
cual -aun comprendiendo las limitaciones que conlleva un artículo de revista para
la exposición de ideas- afectó considerablemente su exposición, llevando a
desarrollar, más bien, una presentación superficial de sus ideas, aun más de lo
que de por sí representan estas en un formato de revista.
5
Baura, Origen Concepto Historiográfico Edad Media, pp. 9 - 14.
renacentistas italianos y el protestantismo, y el segundo fue inconsciente para los
mismos medievales pero determinante desde la historiografía medieval. Lo que en
apariencia fue la defensa de las letras y el arte antiguo, sumado al llamado a una
renovación de su tiempo, realmente ocultaba intereses personales -que subyacían
a dicha idea- de una reducida minoría que, por sus inconformidades y
motivaciones políticas, se propuso a degradar y tergiversar el medioevo sin prever
las consecuencias de sus actos.
Bibliografía: