La Desmitificación Del Oscurantismo Medieval

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La desmitificación del oscurantismo medieval

Santiago Arenas Martínez


Universidad de Caldas

El objetivo de este escrito es exponer la idea de «oscurantismo medieval» a partir


de los diversos factores que durante el periodo renacentista la consolidaron y que,
a pesar de sus matices, aún perdura hasta nuestros días. Esta idea se construyó
fundamentalmente por intereses de los renacentistas italianos ligados al orden
personal y político, pero también por intereses del protestantismo por posicionar
su doctrina durante el renacimiento. Sin embargo, la historiografía medieval
también contribuyó inconscientemente a esta formación conceptual a raíz de su
división histórica y su ideología existencial.

Los autores estudiados, a saber, Jacques Heers y Eduardo Baura, concuerdan al


afirmar que fueron los renacentistas italianos quienes iniciaron la empresa que
pretendíó desvirtuar el periodo medieval, más precisamente Petrarca, el precursor
y principal exponente del oscurantismo medieval. Aunque Baura se adentra en la
intimidad de Petrarca al analizar sus restos epistolares, es Heers quien describe
con lujo de detalles los intereses personales y políticos que llevaron al
renacentista a difamar el medioevo, pues si bien el primero explica a grosso modo
su contexto político, es el segundo quien no solo profundiza en ello, sino que
también lo explica en virtud de la idea en cuestión. Pues bien ¿Cuáles fueron tales
motivaciones? En primer lugar, según Heers, su profunda admiración por los
valores, por el legado literario y artístico de Roma, la cual consideraba superior a
su propio tiempo y por esta razón criticó duramente el cristianismo al:

Oponer lo que denominaba las historiae antiquae, los siglos luminosos de la Roma
antigua, a las historiae novae, los tiempos que comenzaron en el momento en que
«el nombre de Cristo comenzó a ser célebre en Roma y a ser adorado por los
emperadores».

Sin embargo, el mismo Heers sugiere que tal admiración por Roma guardaba
intereses profundamente políticos. La pluma de Petrarca, de una «superioridad de
los tiempos antiguos sobre los tiempos del pasado más o menos reciente», se
traduce efectivamente en un derrumbamiento de los valores y en una crítica de los
tiempos «de la Iglesia»1 Al respecto, ya propiamente en el contexto de Petrarca,
Baura señala que la impresión que el Papado francés -de Aviñón- causó en este
no fue precisamente positiva: lo describió como la nueva «impía Babilonia». 2

Heers afirma que, entre otros intereses políticos derivados de la exaltación del
pasado romano, se encuentra un notorio interés «nacionalista», término que,
situado en la Italia del siglo XIV, termina cayendo en el anacronismo. Si bien es
comprensible el sentido del concepto, es improcedente su uso para este contexto
en tanto la aparición del concepto data y, por tanto, su uso definido, solo a finales
1
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 48 - 50
2
Baura, Origen Concepto Historiográfico Edad Media, pp. 14
del siglo XVIII. No obstante, este «nacionalismo» ciertamente se apoyó en parte
por una «superioridad intelectual» que los renacentistas creían poseer, lo cual
veremos más adelante. Según afirma Heers, al enaltecer el legado romano,
también se exaltaba «la herencia que las ciudades de Italia, y Roma en primer
lugar, creían haber conservado; una herencia -que según ellos estaba-
desgraciadamente alterada durante siglos por una gran cantidad de aportaciones
extranjeras poco dignas de estima». Quizás el mejor ejemplo de ello puede
evidenciarse cuando el autor en cuestión explica que lo más detestable para los
renacentistas italianos fue la «invasión dé formas y tradiciones bárbaras, de
pueblos que no sabían nada o casi nada de arquitectura; -en palabras de los
renacentistas italianos- esas gentes no eran más que albañiles (muratori), orfebres
o pintores, y construían los edificios a su modo».

El mismo Heers señala que de ahí nace el llamado renacimiento, es decir, este
movimiento nació del rechazo y exclusión a todo lo que «procedía del otro lado de
los Alpes, -todo ello- se podía rechazar como bárbaro y decadente». 3 La invitación
que necesariamente se desprende de esto es a repensar las afirmaciones
heredadas de estos autores, aquellas específicamente heredadas en el contexto
latinoamericano, y así mismo a cuestionar y a repensar los juicios de valor
acríticos que elaboramos a partir de estos planteamientos.

Para concluir la serie de motivaciones políticas que contribuyeron a percibir


equivocadamente el medioevo, es preciso mencionar una última razón relacionada
al carácter intelectualoide del que se autodenominaron los renacentistas italiano
-que no fue más que un pretexto para gozar de posicionamientos políticos-. De
acuerdo con Heers, estos se jactaban de «una renovación notable, de una
superioridad indiscutible de unos pocos artistas de su tiempo, eran, a saber,
Simone
Martini y Giotto». Sin embargo, estos pintores -favorecidos por Petrarca ante la
familia de los angevinos- hicieron todo tipo de encargos artísticos para ganarse un
lugar en la corte de esta familia, es por ello que estos artistas «debían fidelidad al
soberano, le prestaban juramento, y recibían de él protección y seguridad, además
de obtener en ese servicio una gran fama».

De ahí que estos artistas desempeñaran un papel nada despreciable no


solamente
por sus obras (retratos, escenas alegóricas o lecciones políticas), sino también
como hombres de corte, de consejo, como hombres capaces de negociar y de
convencer.4 Como ya vimos, Heers enfoca su exposición de ideas en el enfoque
político, lo cual con certeza lo hace, como ya dijimos, con lujo de detalles que
permitieron ampliar y comprender el espectro político que movieron las ideas
renacentistas. No obstante, consideramos que el hecho de que solo se haya
dedicado al mencionado enfoque, limitó su análisis, y por tanto, nuestra

3
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 61 - 62
4
Heers, La Invención de la Edad Media, pp. 50 - 52
aproximación al tema en cuestión desde otros posibles enfoques de análisis que
pudo haber ofrecido por el autor.

Volviendo al cristianismo, de la misma forma en que los intereses políticos


oscurecieron el medioevo responsabilizando a esta doctrina, así mismo ocurrió a
causa de intereses doctrinarios del protestantismo. Estos sostuvieron que la
Iglesia Católica, su rival a todos los niveles, además de oprimir tiránicamente al
pueblo, había pervertido el mensaje de Cristo, dando lugar a una Iglesia corrupta y
necesitada de una profunda y radical renovación. Esta idea fue utilizada
estratégicamente por lo protestantes para reforzar las bases de su doctrina
condenando a la iglesia, y a su vez, al medioevo.

Pasando de las razones intencionadas que nublaron el medioevo, veamos ahora


una razón que, pese a ser inconsciente para aquel entonces, contribuyó
posteriormente a la formación del oscurantismo medieval, se trata de la mismísima
historiografía del medioevo. Según Baura, San Agustín dividió la historia en 6
periodos: de la Creación al Diluvio Universal; del Diluvio a Abraham; de Abraham a
David; de David al cautiverio de Babilonia; del cautiverio al nacimiento de Cristo; y
del nacimiento de Cristo al fin de los tiempos. Esta última era de la historia tiene el
carácter de una edad intermedia entre la primera venida de Cristo, ya producida, y
la segunda –la esperada Parousía–, que precedería al fin del mundo. 5 De acuerdo
con el autor, San Agustín permeó ideológicamente a la sociedad medieval
afirmando que la existencia terrenal solo es un intermedio de espera, la antesala a
la verdadera vida celestial.

Esta idea fue, según el mismo Baura, malinterpretada por los renacentistas a
causa del carácter infravalorado de la vida humana, dando como resultado al
sentido peyorativo que dieron los últimos al espíritu medieval. Como se pudo ver,
el hecho de que Heers jugara un papel más destacado en este escrito que el
mismo Baura se debe a que el segundo, en su artículo, dedicó más líneas a los
antecedentes y metodología que al propio desarrollo de ideas sobre el tema. Lo
cual -aun comprendiendo las limitaciones que conlleva un artículo de revista para
la exposición de ideas- afectó considerablemente su exposición, llevando a
desarrollar, más bien, una presentación superficial de sus ideas, aun más de lo
que de por sí representan estas en un formato de revista.

Pese a esto, el aporte más valioso de Baura fue su indagación detallada y


exhaustiva de las influencias filosóficas, teológicas, literarias y fundamentalmente
historiográficas que llevaron a oscurecer el medioevo. Además, su aporte es
irreductible al número de fuentes utilizadas, pues también hay que destacar su
riguroso manejo en su investigación por la múltiple naturaleza de documentos que
analizó: cartas, manuscritos y diferentes tipos de libros.

En conclusión, la noción de oscurantismo medieval se fundó esencialmente en dos


sentidos: el primero fue deliberadamente político y doctrinario desde los

5
Baura, Origen Concepto Historiográfico Edad Media, pp. 9 - 14.
renacentistas italianos y el protestantismo, y el segundo fue inconsciente para los
mismos medievales pero determinante desde la historiografía medieval. Lo que en
apariencia fue la defensa de las letras y el arte antiguo, sumado al llamado a una
renovación de su tiempo, realmente ocultaba intereses personales -que subyacían
a dicha idea- de una reducida minoría que, por sus inconformidades y
motivaciones políticas, se propuso a degradar y tergiversar el medioevo sin prever
las consecuencias de sus actos.

Vimos cómo las inconformidades moralistas y personales de Petrarca con la


iglesia terminaron distorsionando la imagen de esta en el medioevo; la defensa del
arte romano fue la excusa utilizada por los renacentistas italianos para denigrar
toda aquella expresión arquitectónica y artística que no fuera de su región.
También evidenciamos que la supuesta superioridad de estos fue realmente la
excusa para ganar fama y un lugar entre la corte angevina; pero quizás lo más
criticable fue la vil malinterpretación que estos le dieron a la idea de la existencia
medieval en tanto la tergiversaron en función de sus «innovadoras» ideas. De la
mano de los renacentistas también se encuentra el protestantismo que, de manera
muy semejante a Petrarca, difundió una imagen claramente doctrinaria y funcional
para ganar adeptos en detrimento de la Iglesia.

Bibliografía:

Baura, Eduardo. El origen del concepto historiográfico de la edad media oscura.


La labor de Petrarca. En: Estudios Medievales Hispánicos, Año 1, 2012.

Heers, Jacques. La Invención de la Edad Media. Barcelona, Editorial Crítica, 2000


[1992].

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