Ensayo de Derecho Internacional Privado

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Educación


Universidad Nacional Experimental
de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora
UNELLEZ
Vice-Rectorado de Planificación y Desarrollo Social
Programa de Ciencias Sociales y Jurídicas.
Aldea Universitaria del Municipio Sosa - Barinas.

DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Cátedra: Derecho Internacional Privado.


Profesor: Luis Escobar. Alumno:
Abogado. Iván José Pérez Molero.

Ciudad de Nutrias, agosto de 2020.


Introducirse con buen pie por la senda propuesta en el presente Ensayo, exige diferenciar
de entrada el objeto de las distintas normas que rigen en el ámbito espacial y temporal del
Derecho Internacional Privado, pero sin quedarse anclado en la simple diferenciación de dichos
factores.
La dinámica propia de la investigación y los temas subsidiarios, permiten agregar nuevos
elementos: Las fuentes del Derecho Internacional Privado, Los Tratados y la Legislación
Interna, la Ley de Derecho Internacional Privado, su Codificación y Tipología, así como
algunas interrogantes que despiertan ciertas disposiciones respecto a los Congresos de Panamá
y Montevideo por una parte y, por la otra, el Reenvío y la Teoría de la Codificación, el sistema,
jurisprudencia y doctrina venezolanas. El balance investigativo de todos estos tópicos es rico en
respuestas, en dudas y en sugerencias para el futuro desarrollo del Derecho Internacional
Privado en Venezuela.
Algunos de los planteamientos no requerirán mayores comentarios, otros, en cambio sí.
Estos últimos trataré de analizarlos en forma más exhaustiva. También trataré con mayor
amplitud, aquellas regulaciones e instituciones que han sido objeto del desarrollo previo a la
promulgación de la Ley, como, por ejemplo, el Reenvío y algunos aspectos del Derecho
Procesal Civil Internacional.
Al final de este ensayo incluiré un comentario propio sobre lo que consideró debería ser una
genuina preocupación para la comunidad de docentes, juristas, operadores Jurídicos y, para el
Estado propiamente y no es más que, el cierto grado de mengua que el Derecho privado está
experimentando, debido a la correlativa expansión del Derecho público y, de manera más
precisa, del Derecho Constitucional. Generando tal expansión, por una parte, que las normas
deban reflejar directamente principios constitucionales, con lo cual muchas de ellas pueden
incluso ser calificadas como internacionalmente imperativas; y, por otra parte, la necesidad de
interpretar todas las normas del sistema a la luz de la Constitución.
Cargado de todas estas tareas, acometo el inicio de esta labor, encomendada por la cátedra
bajo la digna dirección del Profesor Luis Escobar, con el enorme deseo de responder a las
necesidades propias como estudiante, por un lado, y por el otro, el de corresponder a las
preocupaciones y altas expectativas que ha transmitido el docente de sus alumnos, viendo en
esta materia un ámbito importante para su ejercicio profesional y un campo inagotable para la
investigación. A ello se suma el estímulo de que, a los fines de aprobar el curso, me será
necesario desempolvar los conocimientos de los tres años anteriores, para resolver los
problemas que se presentan en el amplísimo campo del Derecho Internacional Privado. Por
ello, considero que mis anhelos, ya se cumplieron con creces.
Para hacer ingreso a la Dimensión Espacial del Derecho Internacional Privado, lo haré
citando al Jurista Alfredo Mario Soto1, cuando expresa:

“Los ámbitos del D.I.Pr., se refieren entre otros, a la materia, el espacio y el


tiempo. Como todo caso se desarrolla en un espacio y tiempo determinados,
nos vamos a centrar especialmente en el espacio y el tiempo en sus
despliegues activos y pasivos. El aspecto activo se enfoca desde la fuente y el
pasivo desde el caso”. [ CITATION Sot11 \l 8202 ].

Así a la luz de lo expuesto por[ CITATION Sot11 \l 8202 ], parece lógico inferir entonces, que el
ámbito espacial activo se pregunta por dónde se aplica una fuente; el ámbito espacial pasivo se
interroga sobre dónde deben haber ocurrido los casos para que se aplique una fuente, el ámbito
temporal activo se cuestiona cuándo se aplica una fuente y el ámbito temporal pasivo establece
cuándo deben haber ocurrido los casos para que se aplique una fuente. Es decir, nos
encontramos con dos problemas, que se cuestionan ¿Quiénes aplican el derecho internacional
privado de un país, y saber dónde deben realizarse los casos a los cuales el derecho
internacional privado de un país se aplica?

Ámbito Espacial Activo; o ¿Quiénes aplican el Derecho Internacional Privado?


La aplicación corresponde desde luego a las autoridades, jueces, funcionarios
administrativos y jurisdiccionales de la república dentro del estado, pero en la medida en que
actúan oficialmente fuera del país, lo hacen los agentes diplomáticos, ministros y cónsules
habilitados para las funciones jurisdiccionales de aplicación de normas internas en el
extranjero.

Dado que el Derecho Internacional Privado sigue al juez como su propia sombra, las
fuentes del DIPr venezolano son aplicadas por las autoridades venezolanas, sea que actúen en
el territorio nacional o fuera de él, según lo hacen los diplomáticos y cónsules patrios en el
extranjero. También aplican Derecho Internacional Privado venezolano convencional las
autoridades extranjeras, en virtud de Tratados referidos a la materia (por ejp.: las autoridades
uruguayas, en virtud de los Tratados de Montevideo) e incluso autoridades extranjeras cuyo
Derecho los remita al Derecho venezolano en su integridad, incluso el Derecho Internacional
Privado venezolano.
La determinación básica de la jurisdicción y la referencia básica de fondo del juez nacional
sólo pueden hacerse según el Derecho Internacional Privado nacional.

1
Alfredo Mario Soto, extraídos de su libro “Temas estructurales del D. I. Pr.”.
El problema del ámbito del Derecho Internacional Privado queda en el derecho internacional
privado, como sucede normalmente en el derecho público debido a su territorialidad. En
cambio, el derecho privado interno puede ser excluido por el Derecho Privado extranjero, en
virtud del derecho internacional privado nacional.
Las normas referentes al ámbito espacial activo del Derecho Internacional Privado no han
sido legisladas, por ello puede estimarse como parte del Derecho Consuetudinario.

Ámbito Espacial Pasivo; o ¿Dónde deben haber ocurrido los casos para que se aplique
el Derecho Internacional Privado?
El Derecho Internacional Privado Interno se aplica a cuantos casos lleguen al conocimiento
de competentes autoridades venezolanas, siempre que no resulte aplicable el conjunto de los
tratados de Montevideo. Esta norma sobre el ámbito espacial pasivo del Derecho Internacional
Privado en Venezuela al tener carácter de Derecho Consuetudinario; la aplican únicamente
tribunales y autoridades administrativas.

  Pero esta norma, después de releer 2 es imprecisa por cuanto no se puede indicar con claridad
donde deben desarrollarse los casos que encuadren en los Tratados de Montevideo. Y esta
pregunta no recibe ninguna contestación en normas convencionales o consuetudinarias.

Habiendo contacto procesal con Venezuela, de tal modo que el juez parta de su propio
derecho internacional privado, se aplicaría la fuente convencional de acuerdo con el contacto de
fondo ("punto de conexión") que dicha fuente establezca, siempre que ocurra dicho contacto en
un país distinto del nuestro que sea parte de dicha fuente.

Por ejemplo: en los Tratados de Montevideo, si un contrato se celebra en París para


cumplirse en Buenos Aires, debe aplicarse en la Venezuela dicha obra convencional, porque los
Tratados establecen que el lugar decisivo es el del cumplimiento del contrato, que pertenece a
uno de los países del marco convencional referido. Si la situación fuera inversa y el contrato se
hubiese celebrado en Buenos Aires para cumplirse en París, Venezuela debería aplicar su
Derecho internacional privado de fuente interna.

Partiendo de lo dicho anteriormente, podría esquematizarse de manera sencilla el ámbito


espacial tanto activo como pasivo del DIPr., de la siguiente manera:

2
Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia, No 10, 2018
AMBITO ACTIVO: ¿Quiénes aplican DIPr? (DIMENSION NORMOLOGICA)
ESPACIAL
del DIPr. PASIVO: ¿Dónde se debe haber realizado el caso al cual se aplica DIPr?

En cuanto a la Dimensión Temporal del Derecho Internacional Privado, el aspecto activo


se enfoca desde la fuente y, el aspecto pasivo desde el caso.
De nuevo nos enfrentamos con dos problemas:

1) Cuando comienza y cuando termina la vigencia del conjunto de normas del DIP
(Dimensión Temporal Activa). Artículo 2 del Código Civil

2) Cuando deben haberse realizado los casos para que les sea aplicables un determinado
conjunto de normas del DIP (Dimensión Temporal Pasiva). Artículo 3 del Código Civil.

Ámbito Temporal Activo


A decir de [ CITATION Gol09 \l 8202 ], hay una contradicción y, la expone en su libro: Derecho
de la tolerancia, basado en la teoría trialista del mundo jurídico:
“Este se cuestiona cuando se aplica una fuente del derecho internacional privado o
cuando empieza y termina la vigencia, de manera que las normas Iusprivatista
internacionales convencionales entran en vigor y cesan en su vigencia en virtud de las
reglas generales sobre ese tema (se aplica respecto del comienzo y final de la vigencia
de los tratados)”.

En el Ámbito Temporal Activo, se trata la Vigencia y Cesación del D.I.Pr., donde se toman
en cuenta la vida de las normas Iusprivatista internacionales según sean Convencionales o
Legales.

a) Convencionales: Entran en vigencia desde la ratificación, si es tratado bilateral con la


ratificación del otro país. Si es multilateral, con la ratificación del número mínimo previsto en
el tratado.
El cese de estas normas se produce con: la denuncia del tratado o el transcurso del tiempo
establecido en el convenio, o bien, por la imposibilidad de cumplir con el objeto.
No debe confundirse ratificación que es un acto internacional y que realiza el jefe de
Estado, con la aprobación de un tratado que constituye un acto interno de derecho
constitucional a cargo del congreso o sea autoriza, no obliga al presidente a ratificar el tratado.
b) Legales: Entran en vigencia después de su publicación y desde el día que determinen, si
nada se dice son 8 días después de la publicación. Ese tiempo entre publicación y entrada en
vigencia se denomina "vacancia de la ley"

El cese se da cuando la ley lo indique (ley temporal) o cuando sea derogada en forma
expresa o tácita (surge una ley posterior de contenido incompatible o por derogación orgánica –
codificación). [ CITATION Gol09 \l 8202 ] admite también la derogación por usos y costumbres
(contra legem).
En éste ámbito, se aplican las reglas generales respecto del comienzo y el final de la
vigencia de los Tratados (por ejemplo, los arts.24.1 y 54 y ss. de la Convención de Viena sobre
el Derecho de los Tratados), las fuentes internas (por ejemplo, el art. 2 del Código Civil), etc.

El Ámbito Temporal Pasivo distingue o trata el problema de cambio de estatutos en donde


se dan distintas situaciones así:

1) El caso permanece, la norma cambia; ó,


2) La norma permanece, el caso deambula de una norma a otra, lo que se conoce como
"cambio de estatutos".

Cuando el caso permanece, y las normas del DIP cambian, el artículo madre a tener en
cuenta es el Art. 3 del CC., que establece el principio de la irretroactividad de las normas, salvo
disposición expresa en contrario. Por lo tanto, la norma que es derogada provoca una ultra
actividad, y por el otro lado nuestra doctrina establece la aplicación inmediata de la nueva ley.
A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes. No tienen efecto retroactivo, sean o no de orden
público; salvo disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley en ningún caso
podría afectar derechos amparados por garantías constitucionales. A los contratos en curso de
ejecución no son aplicables las nuevas leyes supletorias.

Al igual que en el apartado anterior referente al ámbito espacial, el Ámbito Temporal del
DIPr., tanto activo como pasivo, al esquematizarse luciría de la siguiente manera:

ACTIVO: ¿cuándo comienza y cuándo termina la vigencia del DIPr o de


AMBITO la fuente interna? (DIMENSION NORMOLOGICA).
TEMPORAL
del DIPr. PASIVO: ¿Cuándo deben haber sucedido los casos para que se aplique
DIPr venezolano?
Al momento de referirnos a las Fuentes del Derecho Internacional Privado, podemos
aseverar que los autores no se han puesto de acuerdo en la clasificación de las fuentes del
Derecho Internacional Privado. Unos las han clasificado en Directas e Indirectas o Generales o
Especiales, otros las han dividido en Generadoras Y Testificativas, de Conocimiento e
Investigación. Otros, las han clasificado en Didácticas e Imperativas.
De estos esquemas planteados, adoptaré por su sentido práctico y pedagógico, la
clasificación de las Fuentes en Directas e Indirectas.

1.- Fuentes Directas:


a.- La Ley Nacional.
b.- Los Tratados Internacionales.
c.- La Convención entre Particulares.

2.- Fuentes Indirectas:


a.- La Costumbre.
b.- La Jurisprudencia Nacional e Internacional.
c.- La Doctrina.
d.- Los Principios Generales del Derecho Internacional Privado.

Conviene acotar que el término "fuentes" (en general) alude a la manifestación humana,
actividad creadora del derecho, ley, costumbre, jurisprudencia, doctrina, etc. Son fuentes del
DIPr.: La Ley, los Tratados, los Usos y Costumbres Internacionales, la Jurisprudencia
Internacional, la Actividad Científica Colectiva, las Instituciones Científicas Colectivas.

Además de las ya citadas, existen fuentes inspiradoras y productoras. Las primeras, refieren
a las que exponen y publican los especialistas y estudiosos de la materia. Las segundas, son los
modos en que se originan y producen las normas que disciplinan el Derecho internacional
privado.
Para los efectos de este ensayo y, más allá de la clasificación de las fuentes establecidas por
connotados juristas como Berta Kaller de Orchansky3 y [ CITATION Gol09 \l 8202 ], voy a
enfocarme en describir las Fuentes del Derecho Internacional Privado en Venezuela desde dos
aristas; a saber: La Internacional y la Interna.

1. Fuentes internacionales
La codificación internacional e interna en el ámbito del Derecho Internacional Privado,
demuestra que el proceso de revisión en los últimos años es irreversible y que, tanto en las

3
Profesora Emérita de la Universidad Blas Pascal, Córdoba, 18 de marzo de 2014.
fuentes internacionales como internas encontramos diversos ejemplos de esta nueva concepción
de nuestra disciplina.
“Venezuela no está ajena a estos procesos y en la actualidad se encuentra
más involucrada en ellos que en cualquier otra época. Desde los comienzos
del siglo XIX, nuestro país comenzó a demostrar un interés especial por el
Derecho Internacional Privado. Esto se refleja en la participación en el
Congreso de Panamá, convocado por el Libertador en 1824, en el Congreso
de Lima (1877) cuyo resultado fue el primer Tratado de Derecho
Internacional Privado y la Convocatoria del Congreso Boliviano que se
celebró en Caracas en 1911 y en el cual se incluyó el tema referente a la
Ejecución de Actos Extranjeros, que culminó con la aprobación del primer
tratado, ratificado por Venezuela, en materia del Derecho Procesal
Internacional”.[ CITATION Gon76 \l 8202 ].

El Acuerdo Boliviano sobre Ejecución de Actos Extranjeros, cuenta con amplia


jurisprudencia, sin embargo, en algunos casos, la Corte Federal y de Casación y,
posteriormente, la Corte Suprema de Justicia, aplicó directamente las disposiciones respectivas
del Código de Procedimiento Civil, sin tomar en cuenta el contenido del Acuerdo.

También es muy significativa la participación de Venezuela en las discusiones del Tratado


de Derecho Internacional Privado, aprobado con el nombre de su principal proyectista, Antonio
Sánchez de Bustamante y Sirven, por la VI Conferencia Internacional Panamericana, celebrada
en La Habana, Cuba, en 1928. Venezuela ratificó el Código Bustamante en 1932 con 44
reservas especiales. Estas reservas atañen, en su mayoría, al ámbito de Derecho Civil
Internacional.
El Código Bustamante ocupa un lugar especial en el desarrollo de Derecho Internacional
Privado en Venezuela. Su aplicación por los tribunales a los supuestos conectados con los
diversos ordenamientos jurídicos ha sido frecuente, tanto en forma directa (cuando se trata de
los Estados parte) como por analogía, o como principios de Derecho Internacional
generalmente aceptados (Estados no parte).
Es curioso constatar la poca diferencia que se nota en la aplicación por la Corte Suprema de
Justicia, de estas dos fuentes supletorias. A partir del año 1975 comienza la nueva fase de la
codificación interamericana. En este proceso Venezuela es uno de los países más activos.
Desde la sugerencia de los temas, pasando por la elaboración y discusión de los proyectos de
las convenciones, finalizando con la aprobación y ratificación de las mismas, Venezuela juega
un rol protagónico. A partir del año 1984, nuestro país ha ratificado doce convenciones
interamericanas y dos protocolos adicionales. A estos deben agregarse cinco convenciones de
La Haya y dos de las Naciones Unidas.
Las convenciones interamericanas, las de La Haya y las aprobadas por la Asamblea General
de las Naciones Unidas, ratificadas por Venezuela no constituyen letra muerta. Aunque con
ciertas restricciones, los tribunales venezolanos las han aplicado y siguen aplicándolas en la
actualidad. La mayor parte de las convenciones se refiere a la cooperación judicial
internacional, poderes para ser utilizados en el extranjero, tramitación de exhortos, evacuación
de pruebas en el extranjero, prueba e información acerca del derecho extranjero, así como la
eficacia de la sentencia extranjera. También encontramos en la jurisprudencia la aplicación de
convenciones sobre arbitraje comercial internacional, derecho aplicable a los contratos
internacionales, adopción internacional,4 restitución internacional de menores y otras. Lo más
importante es que se ha creado plena consciencia de la prelación de fuentes y de la necesidad
de aplicar, en los casos con elementos foráneos, en primer lugar, los convenios internacionales.

2. Fuentes Internas
El sistema interno venezolano de conflicto de leyes, como la mayoría de los ordenamientos
jurídicos latinoamericanos, nace primordialmente bajo la influencia de dos factores que lo
acompañan a lo largo de su evolución: la recepción del Código Napoleón con su estructura
estatutaria y, posteriormente, de la escuela italiana de Mancini; y el apego al territorialismo del
Código de Andrés Bello. Efectivamente, las disposiciones internas de esta materia aparecen en
el primer Código Civil venezolano, en 1862, y guardan extraordinaria similitud con el artículo
3 del Código Napoleón. Bajo esta influencia, el primer Código Civil de Venezuela, incorpora
los tres estatutos en los artículos, 8 (actualmente 9), 9 (actualmente 10) y 11 (actualmente 11
también).
El artículo 8 del Código Civil de 1862 regula, mediante una norma unilateral, el estado y
capacidad de los venezolanos que se someten a la ley venezolana. No se señala expresamente
cuál es la ley competente para regir el estado y la capacidad de los extranjeros.
Al comentar los Códigos de 1867 y 1873, [ CITATION Lui73 \l 8202 ] expuso literalmente lo
siguiente:
“Vi en el silencio del legislador una laguna de la ley y procedí a llenarla
declarando aplicable al estado y capacidad de los extranjeros su respectiva ley
nacional. Sólo en 1880 el codificador incluyó la disposición contenida en el
actual artículo 26 del Código Civil (con poca modificación desde su
redacción originaria) que permite aplicar al estado y capacidad de los
extranjeros su ley nacional.5
4
CSJ/SPA, N° 53, Augusti Reinhold Yannikis y otra del 19/02/1998, en JCSJ/OPT, N° 2, pp. 219-224.
5
Art. 17 del Código Civil de 1880: “Los extranjeros gozan en Venezuela de los mismos derechos civiles que los
venezolanos, con las excepciones establecidas o que se establezcan. Esto no impide la aplicación de las leyes
extranjeras relativas al estado y capacidad de las personas en los casos autorizados por el Derecho Internacional
En cuanto al estatuto real, los Códigos Civiles de 1862 y 1867 someten los
bienes inmuebles situados en Venezuela, a la ley venezolana y los bienes
muebles a la ley del domicilio de su propietario.
Los Códigos de 1873 y 1880 sólo se refieren a los bienes inmuebles y los
regulan por la ley del lugar de su ubicación. Sobre los bienes muebles existe
un silencio total. Las causas de este silencio han sido motivo de distintas
interpretaciones, la más veraz, probablemente, es la que lo atribuye a cierta
reserva de someter también los bienes muebles a la lex sitae, de acuerdo con
la doctrina europea imperante. En los Códigos sucesivos (189655, 1904,
1916, 1922, 1942 y 1982) ambas categorías de bienes se rigen por la ley del
lugar de su ubicación”.

En relación con el estatuto mixto, el Código de 1862 menciona la exigencia de documento


público para ciertos actos y somete su forma a la ley del lugar de su otorgamiento. El Código
de 1867 regula la forma y solemnidades de los contratos, testamentos y todo instrumento
público por la ley del lugar de su otorgamiento. Los Códigos de 1873 y 1880 repiten la solución
referente a la forma de los actos y consagran la aplicación de la ley venezolana a los actos
celebrados por los venezolanos en el extranjero ante autoridad venezolana competente. En los
Códigos de 1896 y 1904 se extiende este derecho a los extranjeros domiciliados en Venezuela y
en los sucesivos (1916, 1922, 1942 y 1982) no se hace distinción alguna entre venezolanos y
extranjeros.6

Junto con el sistema estatutario, basado en el factor de conexión “nacionalidad”, aparece en


el primer Código Civil venezolano una norma absolutamente territorialista (art. 7, actualmente
art. 8), transcripción exacta del artículo 14 del Código Civil chileno de 1855, redactado en su
mayor parte por Andrés Bello. Esta norma impone la aplicación a todos los habitantes de la
República de las leyes venezolanas.7 La influencia de Bello está reforzada por el contenido del
ordinal tercero del artículo 3 del Código Napoleón, pero no acoge la calificación que hace este
último al referirse a las leyes de policía y seguridad. La disposición encuentra su antecedente
legislativo venezolano en el artículo 218 de la Constitución de 1830, según el cual los
extranjeros en Venezuela estaban sometidos a las mismas leyes que los ciudadanos
venezolanos.

Privado.
6
Los textos de los artículos y su historia legislativa los he tomado del Código Civil de Venezuela, arts. 1-18,
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1989.
7
Artículo 14 del Código de Bello establece: “La Ley es obligatoria para todos los habitantes de la República,
incluso los extranjeros.”
- Artículo 7 del Código Civil de 1862: “La Ley es obligatoria a todos los habitantes de la República, incluso a los
extranjeros.”
De la lectura de todo el material de la época que tengo a la mano, deduzco la preocupación
de los doctrinarios por encontrar una interpretación congruente al artículo 8 del Código Civil. 8
Así, Lorenzo Herrera Mendoza consideró aplicables los términos del artículo 3 del Código
Napoleón a las normas de orden público. 9 Esta interpretación no fue totalmente convincente,
por cuanto, la calificación de una norma como de orden público corresponde al legislador y no
al intérprete.
Buscando otras vías, notables internacionalistas venezolanos (Joaquín Sánchez Covisa y
Gonzalo Parra Aranguren) interpretaron la norma que obliga a aplicar el derecho venezolano a
todos los habitantes del territorio de la República, como una afirmación general de la unidad
del ordenamiento jurídico que incluye también al Derecho Internacional Privado, de prioritaria
aplicación en los casos con elementos extraños.
Si estas normas ordenan la aplicación del derecho extranjero, el juez deberá obedecer su
mandato. Esta interpretación ha permitido, no sin obstáculos, el desarrollo más congruente del
Derecho Conflictual. La dificultad principal la constituía la existencia misma del “hibridismo
antagónico” del sistema venezolano, como llamó Lorenzo Herrera Mendoza al divorcio entre la
personalidad y territorialismo.10

Creo pertinente destacar, y es mi percepción producto de todo lo digerido en torno a este


punto de las fuentes internas del Derecho Internacional Privado venezolano que, apoyados en el
contenido territorial del artículo 8 del Código Civil, los tribunales venezolanos se preocupaban
poco por sus normas de conflicto que conducían a la aplicación del derecho extranjero, pues les
era más fácil aplicar el derecho propio y no preocuparse por las engorrosas investigaciones
acerca de diversos aspectos de fuentes foráneas. Sin embargo, también merece reseñarse que, a
pesar de las dificultades, la idea de poder contar con un instrumento legislativo que resolviera
estos problemas nunca abandonó ni ha abandonado al foro jurídico venezolano.

Los Tratados y la Legislación Interna


Los Tratados Internacionales constituyen, junto con la Ley, las primeras fuentes del Derecho
Internacional Privado.

8
Tatiana B. de Maekelt: Derecho Internacional Privado a finales del siglo XX, en El Derecho venezolano a finales
del siglo XX, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1998, pp. 123-148,
especialmente pp. 124-128
9
Lorenzo Herrera Mendoza: La Escuela Estatutaria en Venezuela y su Evolución hacia la Territorialidad. En:
Estudios sobre Derecho Internacional Privado y Temas Conexos, El Cojo, Caracas, 1960, p. 124.
10
Lorenzo Herrera Mendoza: Estudios sobre Derecho Internacional Privado y Temas Conexos, El Cojo, Caracas,
1960, pp. 140-151.
La Ley; es de las dos, sin duda alguna, la primera y más importante fuente del Derecho
Internacional Privado, teniendo en cuenta que cada Estado establece mediante sus leyes su
propio sistema de normas de conflicto que determina cuando puede aplicarse y cuando no el
Derecho Extranjero, además solo la ley de cada país puede determinar quiénes son sus
nacionales y quienes no lo son, así como los derechos que pueden ejercitar estos últimos.
La ley es la expresión de la norma del Derecho Internacional Privado que será directa,
sustantiva o material para algunos tipos legales o indirectamente adjetivas de colisión o de
conflicto para nosotros.
Al acentuarse las diferencias entre las instituciones del Derecho Internacional Privado de
los diferentes países surgen los Tratados, como una necesidad de codificación de la comunidad
internacional, es decir, de la elaboración de normas o reglas comunes a dos o más países para la
solución de los conflictos de leyes.
Los tratados dependen del grado de desarrollo de cada país y las características de su
Derecho Interno, entre los tratados y la ley interna debe existir unas diferencias mínimas, a los
efectos de no repetir en un Tratado, lo dispuesto por la legislación interna de los Estados, y esa
diferencia debe tener un límite, pues de lo contrario el tratado sería ineficaz.

Podemos decir que los tratados han sido divididos en dos clases:
a) Tratados Públicos; en los cuales está interesado la soberanía del Estado y constituyen
actos políticos; y,
b) Los Tratados Leyes; que regulan conductas, obligaciones o derechos de los
particulares, los cuales podrían ser llamados actos particulares.

A la luz de los acontecimientos contemporáneos, el tratado es sin duda el instrumento más


utilizado modernamente para regir esta materia. Recalcamos que a la par de los tratados, se
encuentran las leyes internas de cada país. Debe anotarse que los sujetos de unos (los tratados),
y otros (leyes) son distintos, pues los primeros se dirigen a reglar las relaciones entre Estados,
mientras los segundos regulan los órganos estatales internos de cada nación.

Ley de Derecho Internacional Privado


Cabe recordar que el DIPr., venezolano como disciplina jurídica autónoma nace en las aulas
universitarias del país, no obstante, el interés de la academia se extendió al ámbito legislativo,
aprobándose así la primera Ley autónoma en materia de Derecho Internacional Privado en el
continente americano.
Entre los países que han modificado sus normas de Derecho Internacional Privado,
regulándolas de manera conjunta y agrupándolas en un único cuerpo normativo o ampliando
los existentes, podemos citar: Albania, Australia, Austria, Bélgica, China, Eslovenia, Estonia,
Hungría, Italia, Japón, Polonia, Portugal, Rumania, Suiza, Turquía y Venezuela. Y entre los
que han iniciado un camino en esta dirección, destacan los Proyectos de Argentina, Uruguay,
México y España.
Los sistemas de Derecho Internacional Privado del hemisferio americano no escapan de la
dispersión normativa a la que estamos acostumbrados. Salvo Venezuela con una regulación
especial en la materia, nuestros países se encuentran distribuidos y fraccionados por distintos
cuerpos legislativos y leyes especiales, en algunos casos se incluyen normas de Derecho
Internacional Privado en el título preliminar del Código Civil.11

En este contexto, la Ley venezolana ha servido de impulso e inspiración a varios países. En


consideración a la necesidad de una ley especial en materia de Derecho Internacional Privado,
la Docente e Investigadora Argentina[CITATION Fel15 \l 8202 ] consideró que:
“No puede amputarse el objeto de la disciplina e ignorarse la necesidad de su
tratamiento legislativo en una futura, añorada y esperada ley de derecho
internacional privado, en un código de derecho internacional para la
República Argentina. Quizás alguien escuche nuestro sincero clamor”.

En la misma línea, el Maestro mexicano Jorge Alberto Silva Silva, 12 al analizar la nueva Ley de
la República Popular China sobre la materia, nos advierte:
“Las leyes de Derecho Internacional Privado especializadas para cada Estado
de la comunidad internacional parecen que van proliferando en el mundo, lo
que es signo de que cada país está consciente de su participación en las
relaciones internacionales y que éstas se han intensificado”.

Sirvan las líneas que preceden para presentarles la experiencia venezolana, tanto académica
como legislativa, para alcanzar la autonomía normativa en esta materia, así como sus más
importantes logros a veintiún años de la promulgación de la Ley de Derecho Internacional
Privado.
Puedo señalar de manera sucinta, que las primeras tentativas de reforma del sistema interno
de Derecho Internacional Privado venezolano, se producen a comienzos del siglo XX.
Así, en agosto de 1912, el jurista Pedro Manuel Arcaya presenta el Proyecto de Ley de
Aplicación del Derecho Internacional Privado de 1912.

11
La nuestra, es una ley especial, antes de ella, solo se contaba con 4 artículos del Código Civil.
12
Doctor en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores. Actualmente, es profesor investigador en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Por primera vez, las ideas de autonomía legislativa en esta materia se hacen sentir, con una
propuesta concreta de codificación interna.
Arcaya propone que se eliminen de todos los códigos las disposiciones de Derecho
Internacional Privado y se reúnan en una ley especial.
El proyecto no llegó a ser presentado para su discusión. Sin embargo, logró influir en la
reforma del Código Civil de 19166.
La doctrina internacional vio en el Proyecto Arcaya un trabajo serio, digno de estudio, al
que lamentablemente no se le prestó la atención que merecía.

En 1958 fue nombrada una comisión especial, por el entonces Ministro de Justicia Andrés
Aguilar, integrada por los juristas Joaquín Sánchez Covisa, Roberto Goldschmidt y Gonzalo
Parra Aranguren, para preparar el Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional
Privado, retomándose así la idea de reformar el sistema interno de Derecho Internacional
Privado venezolano. En 1963, la comisión presenta el Proyecto de Ley de Normas de
Derecho Internacional Privado, 1963-1965 y aun cuando no fue discutido por el Congreso
venezolano, la doctrina nacional se manifestó a su favor.
A pesar de la publicación del proyecto en 1963, el más profundo silencio fue la categórica
respuesta del medio jurídico venezolano. (Resaltado propio).
Considerado relevante destacar que este proyecto de 1963 que incluía 60 artículos
distribuidos en 12 capítulos, constituye la base fundamental de la actual Ley de Derecho
Internacional Privado.
El Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional Privado de 1963, fue ligeramente
modificado en 1965.
El Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional Privado de 1965, aunque no fue
objeto de discusión por parte del entonces Congreso de la República, encontró amplia difusión
tanto en Venezuela como en el extranjero. Además, el proyecto a decir de Parra-Aranguren13:

“Sufrió el impacto de los trabajos emprendidos por la comisión revisora del


Código de Procedimiento Civil, designada por el Ministerio de Justicia. En
1975 fue concluido el proyecto que reguló tanto la competencia procesal
internacional como el reconocimiento y la ejecución de las sentencias
extranjeras”.

Dichas modificaciones fueron hechas tomando en cuenta los preceptos establecidos en la


materia por el Proyecto de Ley de Normas.

13
Parra-Aranguren (2001) p. 169.
Entre las razones por las cuales este proyecto no se convirtió en Ley se mencionan: la falta
de madurez del foro venezolano para la aplicación práctica del Derecho Internacional Privado;
las dificultades inherentes a su adaptación a la legislación vigente debido a lo novedoso de sus
soluciones, así como la falta de interés por la materia, lo cual se redujo a las aulas universitarias
y a las corporaciones científicas.

En el Camino Hacia la Promulgación de la Ley de Derecho Internacional Privado, considero


como vital el papel de las Reuniones Nacionales de Profesores de Derecho Internacional
Privado En 1995, que se gestó a iniciativa de todas las cátedras de Derecho Internacional
Privado de las universidades venezolanas, a partir de lo cual, los profesores de la materia se
reunieron en Caracas, en la sede de la Universidad Central de Venezuela, el día 15 de
diciembre, para proceder a la revisión y actualización del Proyecto de 1963-1965.
En dicha reunión se acordó la elaboración de dos cartas: una dirigida al Ministro de Justicia,
Dr. Rubén Creixems, y otra a la Comisión Permanente de Política Exterior del Senado de la
República. En ellas, los profesores de Derecho Internacional Privado solicitaron a los
respectivos despachos, apoyar la iniciativa ante el Congreso de la República.

Una Segunda Reunión Nacional de Profesores de Derecho Internacional Privado fue


celebrada en Caracas, el día 27 de abril de 1996, en la sede de la Universidad Católica Andrés
Bello.
Como producto de la Primera Reunión Nacional de Profesores, el Ministerio de Justicia
recibió el Proyecto de Ley de Derecho Internacional Privado en 1995, acompañado de la carta
suscrita por todos los profesores de las cátedras de Derecho Internacional Privado del país, y
este Ministerio decidió consultar al respecto a la Procuraduría General de la República. Este
despacho, a su vez, solicitó un estudio al Consejo de Asesoría Jurídica de la Administración
Pública (CAJAP), el cual analizó el Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional
Privado, en su sesión del día 18 de septiembre de 1995.
Finalmente, se emitió un memorándum, de fecha 20 de noviembre de 1995, en el cual se
expresó apoyo al mencionado proyecto en la voz de Tatiana B. de Maekelt, Directora del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica
Andrés Bello:
“Por contener ideas pertenecientes a corrientes acordes con las concepciones
jurídicas más modernas en Derecho Internacional Privado”. Se concluye que
“sin menoscabo de cualquier observación y actualización que posteriormente
pueda realizar el Congreso de la República al proyecto en cuestión...
coincidimos en la necesidad de su pronta discusión en el foro parlamentario
de forma tal que, en el corto plazo, podamos contar con un nuevo instrumento
legal capaz, dada la calidad en su contenido, de dirimir un sinfín de
problemas que produce su inexistencia”.[ CITATION Mae05 \l 8202 ]

En el suceder reglamentario, los debates en el órgano legislativo nacional comenzaron a


darse, es así como la primera discusión del Proyecto de Ley se llevó a cabo el 27 de mayo de
1997. En primera discusión en la Cámara del Senado, se declaró aprobado el Proyecto de Ley
de Derecho Internacional Privado y se ordenó su remisión a la Comisión Permanente de
Política Exterior del Senado, a los efectos de la segunda discusión, el 26 de noviembre de 1997.
Remitido a la Comisión Permanente de Política Exterior para su segunda discusión, la
comisión lo sometió a consideración de la Subcomisión de Tratados, Legislación y Asuntos
Jurídicos, la cual en reunión extraordinaria consideró el proyecto y emitió un informe favorable
a la aprobación del mismo.
La segunda sesión de la Cámara de Diputados fue celebrada el día 9 de julio de 1998. En
esta sesión se sometió a aprobación, en segunda discusión, del Proyecto de Ley de Derecho
Internacional Privado, de acuerdo al texto aprobado en primera discusión, declarándose
aprobado.
El Proyecto de Ley de Derecho Internacional Privado se convirtió en Ley el 6 de agosto de
1998 con una vacatio legis de 6 meses; por lo tanto, entró en vigencia el 6 de febrero de 1999.
El acto de aprobación fue celebrado en el Palacio de Miraflores (sede del Poder Ejecutivo
Nacional), con la presencia de los Doctores Gonzalo Parra Aranguren, Tatiana de Maekelt e
Hilarión Cardozo, Ministro de Justicia, así como de otros representantes del gobierno nacional
y de la cátedra de Derecho Internacional Privado venezolana.

En este recorrido por la resumida historia de esta importante herramienta, no puedo dejar de
mencionar las características de este instrumento normativo nacional, en torno a ello, comienzo
por decir que se trata de una Ley especial que consagra la autonomía legislativa en la materia,
lo cual se corresponde con la tendencia actual.

La Ley establece normas generales en materia de Derecho Internacional Privado


venezolano. En efecto, se prefirió incluir normas generales relativas al Derecho Civil
Internacional, lo que serviría de base para resolver otros problemas del Derecho Privado, en
particular del Derecho Mercantil. Así, no regula materias de Derecho Público como:
Administrativo y Financiero; Derecho Penal; Derecho Mercantil como títulos valores y
sociedades; Derecho Laboral; y Derecho de Autor y Propiedad Industrial.
En general, la Ley de Derecho Internacional Privado venezolana adopta a mi entender el
método analítico analógico propuesto por Savigny, abandonando de esta manera el esquema
estatutario, unilateral y manciniano que caracterizaba el sistema derogado.

Y finalmente; en su estructura, la Ley consta de 64 artículos, repartidos en 12 capítulos:


como a continuación esquematizo para un manejo más pedagógico y práctico.

Estructura de la Ley de Derecho Internacional Privado


La Ley de Derecho Internacional Privado, es como se puede apreciar de una conformación
muy sencilla, consta de 64 artículos, divididos en 12 Capítulos, el primero de esos Capítulos
contiene 10 Artículos referidos a las "Disposiciones Generales", y en ese orden sucesivo nos
encontramos con:
 Capítulo II "Del Domicilio";
 Capítulo III "De las Personas",
 Capítulo IV "De la Familia";
 Capítulo V "De los Bienes";
 Capítulo VI "De las Obligaciones",
 Capítulo VII "De las Sucesiones";
 Capítulo VIII "De la Forma y Prueba de los Actos";
 Capítulo IX "De la Jurisdicción y de la Competencia";
 Capítulo X "De la Eficacia de las Sentencias Extranjeras";
 Capítulo XI "Del Procedimiento"; y,
 Capítulo XII "Disposiciones finales".

La Ley señala el orden jerárquico de las fuentes del Derecho Internacional Privado en el
artículo 1, Regula las "Instituciones Fundamentales" en los artículos del 2 al 10, Disciplina dos
materias:
 El Derecho Civil Internacional; y,
 El Derecho Procesal Civil Internacional.

El hecho de que la Ley comprenda esencial, y casi exclusivamente, normas de Derecho


Civil Internacional, obedece a que "de igual manera que el Derecho Civil constituye, en el
Derecho material o interno, la matriz nuclear del Derecho Privado, en el Derecho Civil
Internacional se encuentran las bases esenciales para la construcción del sistema de normas de
Derecho Internacional Privado".
La Ley de Derecho Internacional Privado contiene la normativa del Derecho Venezolano
"interno" en los supuestos de hecho contentivos de elementos de extranjería (los "tratados"
constituyen, por así decirlo, la normativa de carácter "internacional").
Dicho de otro modo: cuando un caso de la vida real, jurídicamente relevante, sólo guarda
relación con el sistema legal venezolano, porque sus protagonistas son venezolanos, los hechos
acontecen en Venezuela y cualesquiera otros de sus elementos están vinculados a nuestro país,
no cabe duda alguna acerca de la procedente y exclusiva aplicación del derecho interno
venezolano. Cuando, a diferencia de la hipótesis anterior, un supuesto de hecho dado se halla
vinculado a varios ordenamientos jurídicos simultáneamente vigentes, se plantea entonces la
necesidad de determinar cuál de esos ordenamientos es el aplicable. La norma de Derecho
Internacional Privado, o "norma de conflicto" (terminología acuñada por el derecho anglosajón
y ampliamente difundida), es la preceptiva encargada de hacer ese señalamiento.
El artículo 1 de la Ley de Derecho Internacional Privado: establece el orden escalonado y
jerárquico de fuentes en materia de "conflictos de leyes", en los siguientes términos:
"Los supuestos de hecho relacionados con ordenamientos jurídicos
extranjeros se regularán por las normas de Derecho Internacional Público
sobre la materia, en particular las establecidas en los tratados internacionales
vigentes en Venezuela; en su defecto, se aplicarán las normas de Derecho
Internacional Privado venezolano; a falta de ellas, se utilizará la analogía y,
finalmente, se regirán por los principios de Derecho Internacional Privado
generalmente aceptados".

Por último, es válido indicar que la Ley de Derecho Internacional Privado, en sus artículos
del 2 al 10, ambos inclusive, los cuales forman parte del Capítulo I, titulado "Disposiciones
Generales", disciplina las llamadas "instituciones fundamentales", es decir, las que pueden
considerarse relevantes, cardinales o nucleares en materia de "conflictos de leyes", las cuales
tienen que ver básicamente con el comportamiento o funcionamiento de las normas de Derecho
Internacional Privado.

En cuanto a la Codificación del Derecho Internacional, puedo explicar de lo leído, que la


entiendo como la manifestación, en el orden jurídico internacional, del fenómeno general de la
codificación que existe en la triple operación de recopilación de las reglas existentes,
modificación de las mismas y elaboración de reglas nuevas, en una unidad sistemática. La
codificación internacional tiene una manifestación en el plano universal o cuasi-universal y otra
en los diferentes ámbitos regionales.
Aunque con pasos lentos, la codificación de Derecho Internacional Privado continúa, a pesar
de la interrogante sobre la necesidad o no de la norma codificada frente a la progresiva
flexibilización de las soluciones. Quienes abogan por el equilibrio entre la seguridad jurídica y
la solución equitativa de cada caso, defienden la necesidad de la codificación.
Sin disminuir la importancia de otros, son tres los foros de mayor relevancia para la
codificación en materia de Derecho Internacional Privado:
1. La Conferencia de La Haya que, a partir de 1893 ha aprobado una serie de
convenciones sobre los más diversos temas y que constituye un elemento fundamental en el
desarrollo del Derecho Internacional Privado universal;
2. Naciones Unidas, cuya Asamblea General tiene facultades de aprobar tratados
internacionales y cuyos aportes, especialmente en materia de arbitraje, y en general en el
Derecho Comercial Internacional, son de innegable valor; y,
3. La Organización de Estados Americanos (OEA), que es el motor que determina la
corriente codificadora actual en el continente americano en opinión de [ CITATION Mae05 \l
8202 ]
Esta última, que tiene en su haber seis (6) conferencias especializadas y veinte (20)
convenciones aprobadas, dos (2) protocolos adicionales, una (1) Ley Modelo14 y un (1)
documento uniforme,15 juega un papel fundamental en la aceleración de la integración regional
y subregional.
Los veintisiete años de la Conferencia Interamericana Especializada de Derecho
Internacional Privado es una propicia ocasión para referirse al presente y futuro del proceso
codificador en América. Mucho se han criticado las convenciones aprobadas en estas
conferencias a decir de[ CITATION Sam80 \l 8202 ], pero también había y hay voces a su favor.
La doctrina venezolana siempre ha apoyado dicho proceso, pionero en ello ha sido [ CITATION
Ara75 \l 8202 ] considerándolo no sólo como importante instrumento de desarrollo, como
elemento útil dentro de la creciente globalización, sino también como fundamento para la
aceleración de la integración regional y subregional.
Las críticas que se han esgrimido son parcialmente justificadas. En numerosas
oportunidades he expresado mi preocupación por el insuficiente estudio previo del temario; por
la carencia de un criterio maduro y unívoco en la elaboración de los proyectos; por la falta de
coordinación permanente del proceso y de sus relaciones con foros universales y de otras
regiones, debido a la inexistencia de un organismo competente para ello; por la insuficiente
14
Ley Modelo Interamericana sobre garantías mobiliarias. CIDIP VI/Res.5/02 del 27/02/02
15
En sus dos versiones: Carta de Porte Directa Uniforme No Negociable y otra Carta de Porte Directa Negociable;
ambas para el transporte internacional de mercaderías por carretera. CIDIP VI/Res.8/02, del 05/03/02.
ratificación de las convenciones; por falta de seguimiento de su aplicación práctica. Pero a
todas estas críticas, o más bien, insuficiencias de un proceso en desarrollo que se pueden y
deben corregir, se contraponen numerosas ventajas, inherentes a la unificación legislativa que
facilita notablemente la solución de casos con elementos foráneos y constituye una sólida base
para la integración.
Los que creen en la necesidad de la codificación regional, abogan a favor del proceso. Por
ello, entre recomendaciones que se han formulado en repetidas oportunidades, recobraré dos:
a) La creación de un organismo permanente ad hoc que podría ser una dependencia de la Sub-
Secretaría de Asuntos Jurídicos de la OEA; o,
b) La Instauración del Comité Jurídico Interamericano, a fines que asuma la responsabilidad
de la coordinación de todos los aspectos inherentes a la CIDIP y la designación de una Reunión
de Expertos, gubernamentales e independientes para evaluar las conferencias especializadas y
sus resultados y para sugerir, después de un serio debate, las soluciones para el futuro.
En el marco reducido de este ensayo, sólo quiero insistir en la importancia de la unificación
regional de normas de Derecho Internacional Privado para los procesos de integración, debido a
que la doctrina ha sido escasa, salvo algunas excepciones, sobre la influencia directa que existe
entre los objetivos de la integración y la solución congruente de conflictos dentro de la
comunidad internacional.
Es entendible perfectamente, aun para estudiantes de nacientes aprendizajes, advertir que, en
cualquier proceso de integración, el Derecho Internacional Privado cobra una relevancia muy
especial. Como dice José Carlos Fernández Rozas:
“… constituye una “unidad funcional” que se vincula muy estrechamente a los
principios y a las libertades que genera el establecimiento y el funcionamiento
de un ente intergubernamental o, según los casos, supranacionales”. [ CITATION
Jos03 \l 8202 ].
Por ello, cualquier proceso de integración regional repercute en la regulación del tráfico
privado externo, pero esta regulación tiene que encontrar modelos propios para cada etapa del
proceso.
En este sentido, y si bien se ha avanzado en materia del derecho aplicable, jurisdicción
competente y cooperación judicial internacional, las conferencias interamericanas deben
adecuarse a un modelo de integración pragmático y flexible, que reclama la nueva orientación
del Derecho Internacional Privado.

En síntesis, en la remoción de los obstáculos jurídicos a la integración debe darse una


primera etapa en la cual se identifiquen los problemas y necesidades de la región.
En la segunda deberá elaborarse, ordenada y sistemáticamente, un inventario de los grandes
temas jurídicos que aparecen en la integración y criterios generales para su solución.

La codificación internacional e interna en el ámbito del Derecho Internacional Privado,


demuestra que el proceso de revisión en los últimos años es irreversible y que, tanto en las
fuentes internacionales como internas, encontramos diversos ejemplos de esta nueva
concepción de nuestra disciplina.

Venezuela no está ajena a estos procesos y en la actualidad se encuentra más involucrada en


ellos que en cualquier otra época. Desde los comienzos del siglo XIX, nuestro país comenzó a
demostrar un interés especial por el Derecho Internacional Privado. Esto se refleja en la
participación en el Congreso de Panamá, convocado por el Libertador en 1824, en el Congreso
de Lima (1877) cuyo resultado fue el primer Tratado de Derecho Internacional Privado y la
Convocatoria del Congreso Boliviano que se celebró en Caracas en 1911 y en el cual se incluyó
el tema referente a la Ejecución de Actos Extranjeros, que culminó con la aprobación del
primer tratado, ratificado por Venezuela, en materia del Derecho Procesal Internacional.

También es muy significativa la participación de Venezuela en las discusiones del Tratado


de Derecho Internacional Privado, aprobado con el nombre de su principal proyectista, Antonio
Sánchez de Bustamante y Sirven, por la VI Conferencia Internacional Panamericana, celebrada
en La Habana, Cuba, en 1928. Venezuela ratificó el Código Bustamante en 1932 con 44
reservas especiales.16 Estas reservas atañen, en su mayoría, al ámbito de Derecho Civil
Internacional.

El Código Bustamante ocupa un lugar especial en el desarrollo de Derecho Internacional


Privado en Venezuela. Su aplicación por los tribunales a los supuestos conectados con los
diversos ordenamientos jurídicos ha sido frecuente, tanto en forma directa (cuando se trata de los
Estados parte)17 como por analogía, o como principios de Derecho Internacional generalmente
aceptados (Estados no parte). Es curioso constatar la poca diferencia que se nota en la aplicación
por la Corte Suprema de Justicia, de estas dos fuentes supletorias.

A partir del año 1975 comienza la nueva fase de la codificación interamericana. En este
proceso Venezuela es uno de los países más activos. Desde la sugerencia de los temas, pasando
16
Gaceta Oficial (G.O.) N° 17.698 del 09-04-1932
17
Ver extracto en recientemente, decisión del Tribunal Supremo de Justicia, Sala Político Administrativa
(TSJ/SPA), N° 736, Valdona Limited LTD. vs. Válvulas de Aragua, C.A. y otros, del 30-03-2000.
www.tsj.gov.ve.
por la elaboración y discusión de los proyectos de las convenciones, finalizando con la
aprobación y ratificación de las mismas, Venezuela juega un rol protagónico. A partir del año
1984, nuestro país ha ratificado doce convenciones interamericanas y dos protocolos
adicionales.18 A estos deben agregarse cinco convenciones de La Haya y dos de las Naciones
Unidas.

Las convenciones interamericanas, las de La Haya y las aprobadas por la Asamblea General
de las Naciones Unidas, ratificadas por Venezuela no constituyen letra muerta. Aunque con
ciertas restricciones, los tribunales venezolanos las han aplicado y siguen aplicándolas en la
actualidad.
La mayor parte de las convenciones se refiere a la cooperación judicial internacional,
poderes para ser utilizados en el extranjero, tramitación de exhortos, evacuación de pruebas en
el extranjero, prueba e información acerca del derecho extranjero, así como la eficacia de la
sentencia extranjera. También encontramos en la jurisprudencia la aplicación de convenciones
sobre arbitraje comercial internacional, derecho aplicable a los contratos internacionales,
adopción internacional, restitución internacional de menores y otras. Lo más importante es que
se ha creado plena consciencia de la prelación de fuentes y de la necesidad de aplicar, en los
casos con elementos foráneos, en primer lugar, los convenios internacionales.

En cuanto a la Tipología de Codificación de normas conflictuales, podemos decir que ha


sido una preocupación constante en América. Muchos han sido los intentos para lograrla, desde
el Congreso de Panamá, convocado por Simón Bolívar en 1824 y celebrado entre el 22 de junio
y el 15 de julio de 1826, en el cual se presentó una moción para la pronta iniciación de los
trabajos de codificación del Derecho Internacional Privado. (Resaltado Propio).
Esta preocupación no ha disminuido con el correr del tiempo y, a pesar de las controversias
sobre el contenido, metodología y la necesidad misma de la codificación, se ha intensificado en
la actualidad. Con un criterio más general, se ha dividido este proceso en dos grandes fases: la
primera, contiene los intentos por llevar a cabo una codificación global del D.I.Pr., y la
segunda, describe la nueva etapa abierta con la labor de las CIDIP, la de la codificación gradual
y progresiva.

Codificación Global (Primera Etapa)


18
Convención Interamericana sobre Conflicto de Leyes en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas
(1975), ratificada en 1985. - Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional, (1975),
ratificada en 1985. - Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Rogatorias (1975), ratificada en 1984.
En la primera etapa, que puede ubicarse entre los años 1826 a 1928, 19 dominó la
determinación de integrar en un solo tratado o en un conjunto de tratados vinculados entre sí, la
regulación de todos los asuntos que componen el Derecho internacional privado. En virtud de
esta ambiciosa aproximación a la regulación convencional de la materia, se ha catalogado a esta
primera etapa como Globalista.
Para entender las características de la codificación americana es necesario dividirla en dos
grandes etapas conocidas como las de idealismo y de pragmatismo. En la primera etapa, que
precedió a los movimientos europeos de unificación jurídica, los países latinoamericanos data
emprendieron un ambicioso proyecto de codificación global del Derecho Internacional Privado.
El primer tratado sobre la materia, firmado en Lima, en 1878, a pesar de no haber entrado en
vigencia, es buen ejemplo de estas inquietudes. Se trató de abarcar toda la materia y se afrontó,
en las discusiones previas, la controversia que aún se manifiesta en nuestro continente:
orientación personalista vs. territorialismo. El Congreso de Montevideo, celebrado diez años
después, en 1888, fue la respuesta a la crítica de la concepción nacionalista de Lima. Los
tratados que fueron firmados se alejan del globalismo absoluto y regulan diferentes materias, lo
cual facilitó su ratificación y su aplicación práctica. Tal vez el éxito de los Tratados de
Montevideo se debe a estas características, sin desmedro de algunas soluciones especiales, aun
hoy en plena vigencia.
En los años 50 los esfuerzos de la OEA y de sus organismos técnicos se orientaron a
estudiar la posibilidad de armonizar las disposiciones del Código Bustamante con los Tratados
de Montevideo y el Restatement of the Law of Conflict of Laws de los Estados Unidos. El
resultado de estos estudios fue la elaboración de un proyecto de código preparado por J.
Caicedo Castilla, ilustre jurista colombiano, quien durante varios períodos ejerció la
presidencia del Comité Jurídico Interamericano, no contó con el apoyo de los gobiernos del
hemisferio planteándose la necesidad de abandonar la técnica de codificación global, por una
técnica sectorial y progresiva.

La etapa Globalista conoció los primeros movimientos y esfuerzos de unificación del


Derecho internacional privado, entre ellos podemos mencionar:
 Congreso Anfictiónico de Panamá efectuado en 1826;
 Tratado de Lima (1878);
 Tratados de Montevideo (1888-1889);
19
Se trata de una aproximación parcial que ofrezco a los efectos de facilitar una ubicación temporal de las etapas.
Ante la imprecisión cronológica, tomo como referencia final la fecha de la Sexta Conferencia Panamericana, en la
cual se suscribe el Código Bustamante. Considerado este instrumento como el último ejemplar de la etapa
globalista.
 Congreso Boliviano (1911); y,
 Conferencias Panamericanas; se realizaron un total de seis reuniones.

En la Sexta Conferencia, reunida en La Habana, Cuba en el año 1928, se presentó el Tratado


de Derecho Internacional Privado y fue aprobado. Este tratado se conoce como Código
Bustamante, en honor al presidente de la comisión que lo redactó, el jurista cubano Antonio
Sánchez de Bustamante y Sirven.

Codificación Sectorial y Progresiva (Segunda Etapa)


La segunda etapa, contada a partir de 1928, se caracteriza fundamentalmente por la
regulación gradual y progresiva del Derecho internacional privado, por medio de tratados que
comprendan parcelas específicas o categorías de supuestos sobre la materia. Tal característica
ha dado lugar a que se designe a esta segunda etapa como Sectorialista, en oposición al
carácter globalista de la anterior.
El método sectorial y progresivo implica concentrar los esfuerzos en el examen de las
materias concretas consideradas más importantes para los Estados Miembros de la OEA. Este
objetivo se ha cumplido principalmente en el marco de las cinco Conferencias Especializadas
de Derecho Internacional Privado, celebradas periódicamente desde 1975 y en las cuales se han
aprobado veintiún (21) convenciones interamericanas y dos (2) protocolos adicionales.
Estos instrumentos, de gran actualidad, requieren una mayor promoción y difusión por parte
de la OEA, cuya tarea no debe limitarse a codificar, sino participar en actividades tendientes a
promover la ratificación de las convenciones y velar porque los Estados partes las apliquen
efectivamente. Sin este seguimiento de la Organización, el gran esfuerzo de investigación que
implica la elaboración de estos textos, caracterizados por su excelencia, sería inútil pues de
nada sirve la aprobación de convenciones si estas no se ratifican y, en caso de ser ratificadas,
no se aplican en la práctica.
En esta nueva etapa de codificación, la tipología utilizada es sectorial, pragmática,
progresiva y desarrolla la materia dentro de una concepción universalista. Es, en principio,
conflictual, pero con significativa presencia de normas materiales. Podría pensarse que estas
normas materiales tienen carácter auxiliar, pero su misión, sin desatender aquella, va más allá,
es decir, pretenden resolver o cubrir determinados aspectos de un problema, sin acudir a
normas de conflicto.

La etapa Sectorialista a partir de 1928, también conjugó esfuerzos por la unificación y


codificación del Derecho internacional privado, entre ellas las siguientes:
 Séptima Conferencia Panamericana; realizada en Montevideo en 1933;
 Octava Conferencia Panamericana, efectuada en Lima, 1938;
 Novena Conferencia Panamericana, se lleva a cabo en Bogotá el año 1948;
 Entre 1950 y 1966 el Comité Jurídico Interamericano, intentó retomar con nuevo
ímpetu la tarea de codificación, pero todos estos esfuerzos estuvieron signados con la
aproximación globalista, de allí su fracaso.
 Conferencia Especializada Interamericana sobre DIPr., llevada a cabo en el seno de la
Asamblea General de la OEA, en el año 1975, la cual tuvo lugar en Panamá.

Por Resolución, desde entonces, bajo los auspicios de la OEA, se han venido convocando y
efectuando estas Conferencias comúnmente designadas con las siglas CIDIP.
Todas estas convenciones se amoldaron a la metodología Sectorialista, conformando entre
ellas, un proceso de codificación verdaderamente gradual y progresivo. Así, se han celebrado 6
CIDIPs:
 CIDIP I, Panamá 1975.
 CIDIP II, Montevideo 1979.
 CIDIP III, La Paz 1984.
 CIDIP IV, Montevideo 1989.
 CIDIP V, México 1994.
 CIDIP VI, Washington 2002.
 CIDIP VII, Washington 2009.
En el marco de estas Conferencias se han suscrito 21 Convenciones, 2 protocolos adicionales,
una Ley modelo y una regulación uniforme; de estos instrumentos Venezuela ha ratificado 14:20

Dos (2) Relativas a la parte general del Derecho Internacional Privado:


 Normas generales; y,
 Domicilio de las personas físicas.

Nueve (9) Relativas al Derecho Mercantil Internacional:


 Letras de cambio, pagarés y facturas;
 Cheques;
 Arbitraje comercial;
 Sociedades mercantiles;
 Contratos de transporte internacional de mercaderías por carretera;

20
Aún no se han publicado los trabajos resultado de la CIDIP VII.
 Carta directa de porte negociable interamericana para el transporte internacional de
mercaderías por carretera;
 Carta directa de porte no negociable interamericana para el transporte internacional de
mercaderías por carretera;
 Ley modelo sobre garantías mobiliarias.

Seis (6) Relativas al Derecho Civil Internacional;


 Contratos internacionales;
 Adopción;
 Obligaciones alimentarias;
 Restitución de menores;
 Tráfico de menores; y,
 Personalidad y capacidad de las personas jurídicas

Nueve (9) Relativas al Derecho Procesal Civil Internacional


 Eficacia extraterritorial de laudos y sentencias;
 Competencia en la esfera internacional para la eficacia de sentencias;
 Régimen legal de poderes otorgados en el extranjero;
 Exhortos y cartas rogatorias;
 Recepción de pruebas en el extranjero;
 Prueba e información del derecho extranjero;
 Medidas cautelares;
 Protocolo adicional sobre exhortos; y,
 Protocolo adicional sobre recepción de pruebas.

España se adhirió a las Convenciones sobre exhortos y cartas rogatorias y sobre prueba e
información acerca del Derecho extranjero.

La dinámica cambiante y progresiva del presente ensayo, me coloca en el compromiso de


hacer un esfuerzo considerable para lograr sintetizar y resumir de manera pedagógica el
discurrir histórico de los acontecimientos del Congreso de Panamá, que más allá de la
diplomacia, del equilibrio de los poderes, del papel de las naciones hispanoamericanas y de
Inglaterra, apuntaban allí a tres fines esenciales: la paz, el desarrollo y la reforma social.
Esta magna asamblea llamada a fundamentar una gran nación que por extensión, población
y riquezas naturales estaría llamada a jugar un papel de primer orden en el mundo, en su marco,
presentó una moción para la iniciación de los trabajos de “unificación” del Derecho
Internacional Privado.
Al hablar de Génesis del proceso codificador es inevitable referirse a aquellos que se dieron
prácticamente en el vacío, sin ningún tipo de apoyo doctrinal, y con un objetivo muy diferente
al que se trazaría más tarde. Y es así como aparece la figura de Simón Bolívar 21, con una idea
que superaba con creces la de la codificación del Derecho internacional. Con más exactitud,
podríamos decir que esta se presentaba como un mero instrumento del imperativo político que
marcaba el paso siguiente de la independencia: la construcción de la "Patria Grande"
americana. Para ello era menester establecer una alianza política entre todos los países centre y
sudamericanos.

Es en ese contexto complejo, en el cual se produce el Congreso de Panamá de 1826, en


virtud de una convocatoria hecha por Bolívar dos años antes. Esta se apoyaba en tres pilares
fundamentales: El establecimiento de una liga de las naciones americanas, basada en una ley
común internacional; la instauración de una autoridad arbitral; y la constitución de una
alianza militar defensiva. Concurrieron a Panamá, delegados de Colombia (que abarcaba
también las actuales Repúblicas de Ecuador, Panamá y Venezuela), la entonces República
Mayor de Centroamérica, México y Perú. Los gobiernos de Chile, Estados Unidos y Brasil,
habían aceptado la invitación, pero los representantes de los dos primeros llegaron tarde, y el
ultimo prefirió finalmente no enviarlos. Por su parte, desde el Rio de la Plata, llegó una tajante
negativa vinculada, en parte, al protagonismo que venía desempeñando Colombia.
De la agenda de la reunión, Puede apreciarse estaba dominada por apremiantes temas
relativos a las relaciones internacionales, aunque una incipiente idea codificadora del Derecho
internacional público se hizo presente en las sesiones del Congreso, mediante la moción del
delegado peruano Pando en la cual se solicitaba la pronta iniciación de los trabajos de
codificación del "Derecho de gentes" en el continente americano, que no fue aprobada. El
Congreso adoptó, no obstante, el 15 de julio de 1826, un Tratado de Unión, Liga y
Confederación, en el cual se establecía claramente la validez territorial de las leyes de cada uno
de los Estados parte y, en una disposición adicional, se planteaba la necesidad de codificar el
Derecho internacional. Por su parte, los artículos 24 y 25 del Tratado contemplaban cuestiones
relativas a nacionalidad y extranjería consagrando la llamada ciudadanía continental.

21
Destaco esta figura no por constituir un lugar común, sino porque su iniciativa fue la primera que se cristalizó en
un texto concreto de Derecho internacional para los Estados americanos.
Dicho Tratado ha sido visto después como el primer antecedente de posteriores pactos
constitutivos de organizaciones internacionales de carácter universal o regional. a mi entender,
si cabe algún parentesco con el mismo, sólo puede referirse (y muy lejanamente, por cierto) al
controvertido Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, firmado en 1947 en el
marco de la Conferencia Interamericana para el mantenimiento de la paz y la seguridad del
continente, celebrada en Rio de Janeiro. Finalmente, cabe mencionar que una segunda sesión
del Congreso de Panamá debía reunirse, según lo habían acordado los delegados allí presentes,
en 1827 en Tacubaya (México). No obstante, la presencia en este lugar de representantes del
país anfitrión, Centroamérica, Nueva Granada y Estados Unidos, no se llegaron a realizar ni
siquiera las sesiones preparatorias.

El Congreso se instaló en Panamá el 22 de junio de 1826. Las delegaciones estuvieron


integradas de la manera que sigue: Antonio Larrazábal y Pedro Molina, ambos guatemaltecos,
por Centro América; Pedro Briceño Méndez y Pedro Gual, venezolanos, por la Gran Colombia;
José Mariano de Michelena y José Domínguez Manso, por México; Manuel Lorenzo Vidaurre
y Manuel Pérez de Tudela, por el Perú. Como observadores y con rango de consejeros,
participaron Eduardo Santiago Dawkins, por Inglaterra, y Jan van Veer, por Holanda.

De los delegados de Estados Unidos, uno Ricardo C. Anderson, falleció antes de llegar a
Panamá, y el otro, John Sergeant, llegó a la sede del Congreso cuando este había concluido ya
sus deliberaciones. Brasil, Chile y Argentina, no acreditaron delegación alguna.

Tampoco estuvo Bolivia representada, aun cuando había designado sus plenipotenciarios.

Las conferencias del Congreso de Panamá se celebraron en la sala capitular del Convento de
San Francisco, entre los días 22 de junio y 15 de julio de 1826. Cada sesión es presidida de
manera rotativa por los representantes de Colombia, Centroamérica, Perú y México.
La agenda del Congreso, en gran parte estaba definida por Bolívar, quien no asistió, ni debía
asistir tampoco al Congreso por él convocado, pues era una reunión de plenipotenciarios, no de
jefes de Estado.
La agenda del Congreso, constaba de diez puntos, a saber:
1. Renovación de los tratados de unión, liga y confederación;
2. Publicación de un manifiesto en que se denuncie la actitud de España y el daño que ha
causado al Nuevo mundo;
3. Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las islas
Canarias y Filipinas;
4. Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados;
5. Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina Monroe en contra de las
tentativas españolas de reconquista;
6. Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional;
7. Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado;
8. Establecer la contribución de cada país para mantener contingentes comunes;
9. Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas
repúblicas; y,
10. Establecer las fronteras con base en el uti possidetis de 1810.
La sesión inaugural tuvo lugar el jueves 22 de junio de 1826, con asistencia de los
delegados de 4 Repúblicas: Colombia (la Grande); Guatemala (Centro América); México, y
Perú. En realidad, equivalían a las siguientes naciones actuales: Colombia, Ecuador, Panamá,
Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Perú: 11 en
total.
Por sorteo, le correspondió presidir la primera sesión al eminente internacionalista
venezolano Pedro Gual. En la segunda sesión, que fue la primera de trabajo, se leyó y contestó
una comunicación del enviado inglés Dawkins, quien les comunicaba su presencia; como
observador, él no participó en las sesiones, pero tuvo numerosas reuniones privadas con los
plenipotenciarios, en especial con Gual.
En esta sesión los delegados empezaron a estudiar los proyectos de tratados de ayuda y
defensa mutua. Durante los días siguientes, hasta el 10 de julio, hubo muchas consultas
privadas entre los miembros de las 4 delegaciones, a fin de lograr acuerdos. A partir de ese
último día se reanudaron las sesiones conjuntas, que fueron 10 en total, incluyendo la inaugural
y la de clausura.
En el transcurso de esta última, celebrada en la noche del 15 de julio de 1826, los
plenipotenciarios procedieron a firmar los documentos emanados del Congreso: un tratado de
unión, liga y confederación perpetua, una convención de contingentes navales y terrestres y un
acuerdo para reanudar en 1827 las sesiones en la villa de Tacubaya, muy cercana a Ciudad de
México. El tratado constaba de 31 artículos más un artículo adicional. En el artículo segundo se
especificaba del modo siguiente su principal propósito: «...El objeto de este pacto perpetuo será
sostener en común, defensiva y ofensivamente si fuese necesario, la soberanía e independencia
de todas y cada una de las potencias confederadas de América contra toda dominación
extranjera; y asegurarse desde ahora para siempre los goces de una paz inalterable y promover
al efecto la mejor armonía y buena inteligencia, así entre sus pueblos, ciudadanos y súbditos,
respectivamente, como con las demás potencias con quienes deben mantener o entrar en
relaciones amistosas...».
En suma, en este tratado, el más importante de los aprobados en Panamá, además de
declarar la solidaridad de las naciones firmantes, se afirmaba el carácter irrevocable de la
independencia hispanoamericana; se expresaba el deseo de lograr una paz justa con la antigua
metrópoli; se establecía el principio de la conciliación y el arbitraje para resolver los conflictos
internacionales; se concedía la ciudadanía común a los habitantes de las naciones contratantes;
se rechazaba la trata de esclavos, que era declarada un crimen contra la humanidad y se
esbozaban los lineamientos de una futura organización internacional que solo vino a ser
realidad en el siglo XX.
El segundo instrumento diplomático firmado en Panamá el 15 de julio de 1826 fue la
convención de contingentes, que establecía un ejército y una armada común de las Repúblicas
confederadas y señalaba el aporte en hombres y buques de cada una de ellas; un acuerdo
especial especificaba detalladamente la organización de esas fuerzas armadas comunes, así
como sus escalafones de mando.
El tercer documento declaraba que las sesiones se reanudarían unos meses después en la
villa de Tacubaya. Algunos han considerado que el Congreso de Panamá fue un fracaso,
concepto este que está fuera de la realidad. Es cierto que en Tacubaya no se logró nada, pues
las sesiones no llegaron a reanudarse formalmente y los tratados de Panamá no entraron en
vigencia oficialmente. Sin embargo, lo de México no ha de tomarse como base del fracaso del
que se ha hablado. Fracasó lo de Tacubaya, pero no lo de Panamá.

A mi real entender, si bien no se alcanzaron todos los objetivos propuestos por Bolívar, es
innegable que, dentro del cuadro de esos objetivos, hubo logros de alta significación para
Hispanoamérica y el mundo, dentro de ellos:

 En primer término, fue la primera vez que un puñado de naciones libres se sientan
alrededor de una mesa a dialogar como hermanas sobre los problemas del presente y los
programas a llevar a cabo en el futuro;
 Segundo, porque se suscribe el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua
entre las Repúblicas participantes en el Congreso;
 Tercero, porque de esa memorable asamblea emerge un nuevo derecho para
Hispanoamérica, tal como lo concibió el Libertador: el arbitraje, o sea el procedimiento
pacífico de someter las disidencias entre 2 naciones a un tercero cuyo fallo pone fin al
conflicto. Con esta modalidad no estaban de acuerdo las potencias europeas acostumbradas a
obtenerlo todo por la fuerza;
 Cuarto, porque se creó una mentalidad hispano americanista tendiente a asegurar la
integridad de los respectivos territorios y cooperar a la eliminación del tráfico de esclavos; y,
 Quinto, porque dentro de la mentalidad creada en Panamá se da singular significación a
la amistad y solidaridad que ha de reinar entre las naciones participantes y la prohibición de
intervenir en ligas o tratados con Estados extraños a la confederación.

Por lo anteriormente expresado, insisto en aseverar, lo del istmo no se perdió. El solo


levantamiento de puentes de amistad entre los hombres y los pueblos que allí tuvo lugar en la
primera etapa del histórico Congreso, basta para asegurar que aquella fue una reunión exitosa,
positiva, que ha servido de simiente para el nacimiento en este siglo de instituciones
internacionales que laboran por la paz, la justicia, el derecho, la concordia y el progreso
de los países que pueblan el mundo.

A la hora de evaluar la trascendencia del Primer Congreso Sudamericano, el Congreso de


Montevideo de 1888-1889; no deberá desdeñarse el dato significativo de que constituye el
primer intento a nivel mundial de codificación internacional del DIPr., que alcanzó vigencia
efectiva, dato que se ve realzado por la aplicabilidad actual de los tratados de allí emanados.
Es notable que instrumentes firmados hace más de cien años (aunque mínimamente
reformados) sean invocados una y otra vez por la práctica jurisprudencial de los países
vinculados, especialmente en Argentina y Uruguay.
Los efectos de los Tratados de Montevideo de 1889 no se limitan a su aplicación en los
países ratificantes.
Por el contrario, han excedido estas fronteras ejerciendo una gran influencia en algunos
países no vinculados a la obra del Congreso Sudamericano. Esta afirmación puede comprobarse
observando los tratados concluidos en los Congresos celebrados por los Estados
centroamericanos (Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y El Salvador) en 1897
(Guatemala) y 1901 (San Salvador), que demuestran una total inspiración montevideana.
Si bien los instrumentos allí pergeñados no alcanzaron a gozar de vigencia efectiva, los
principios en ellos consagrados se trasladaron a las legislaciones internas de los países
implicados, en particular, el que establece la elección de la conexión domiciliar para regir las
cuestiones atinentes a estado y capacidad de las personas.
Unas influencias similares recibieron los Acuerdos sobre ejecución de actos extranjeros,
propiedad literaria y artística, patentes, privilegios de invención, y títulos académicos,
celebrados entre Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, en el marco del Congreso de
Caracas de 1911, también llamado Primer Congreso Boliviano. No obstante, lo hasta aquí
afirmado, no puede olvidarse que las apetencias de los iniciadores de esta empresa iban mucho
más allá y que, por lo tanto, en este sentido, el cuadro de incorporaciones recibido por los
Tratados de Montevideo de 1889, no puede considerarse satisfactorio en su totalidad.
Autorizadas opiniones atribuyen estos "resultados negativos" al hecho de que haya sido un
grupo reducido de Estados el que tomó la iniciativa codificadora, para después intentar su
generalización, en vez de ser una obra verdaderamente colectiva. En tanto, otros hacen hincapié
en lo prematuro de la idea que se intentaba llevar a cabo, a esto debe sumarse que, pese al
aparente clima de confraternidad, entre los países participantes había más de un motivo de
disputa por cuestiones políticas o de fronteras, lo que conspiraba contra el buen funcionamiento
del Congreso y contra el logro de resultados óptimos, convirtiendo a aquél en un "foco de
susceptibilidades, de recelos, de intransigencias, que motivaron su fracaso parcial". 22 Mas,
aunque la situación haya sido realmente así, lo cierto es que el Congreso de Montevideo ejerció
un considerable impacto en la doctrina, a uno y a otro lado del Océano Atlántico.
Más de un autor europeo llamó la atención sobre la superioridad científica de su obra
respecto a regulaciones de D.I.Pr. en Europa. Así, pudieron leerse en España, por ejemplo,
opiniones de aliento a la aceptación por parte de este país de:
"... los Códigos de Montevideo que, con todos sus defectos, están inspirados en
corrientes verdaderamente científicas, en contraposición a los arcaicos criterios
que informan muchas legislaciones europeas, casi exclusivamente por respeto a
la tradición e influencia de la doctrina estatutaria".[CITATION JTe62 \l 8202 ]

Puede decirse, sin vacilación, que fue este el primer capítulo de una historia que habría de
ocupar buena parte de las páginas dedicadas al estudio de la codificación internacional del
D.I.Pr.; muchas veces escritas con la rigurosidad que exige la Ciencia del Derecho, otras con la
superficialidad propia de un trabajo realizado por mera curiosidad.

Como una manera de agrupar y confluir en cuanto al criterio valorativo de los Congresos
tanto de Panamá como de Montevideo, mi apreciación sobre el resultado de los mismos y su
aporte a la cultura del DIPr., es incuestionable, es altamente positiva.
Que los móviles subyacentes en todas estas reuniones eran más políticos que jurídicos, y que
las mismas tendían a la formación de una alianza entre las naciones americanas que les
permitiera un desarrollo relativamente autónomo respecto a las grandes potencies, es fácilmente

22
R. Zuccherino, Los Tratados de Montevideo, Del Congreso..., op. cit., t. I, pp. 44 ss. y 66 ss.
constatable. Sin embargo, los elevados idéales perseguidos durante toda esta época chocaban
frecuentemente contra la misma realidad política que se intentaba modificar y que excedía, con
mucho, el ámbito de los acuerdos internacionales.
Hay que recordar que la vida independiente acababa de empezar en la mayoría de los países
de la región (no en todos) y reinaba una triple situación de precariedad:
a) De un lado, la amenaza de una contraofensiva española en América fue un fantasma al
que se le temió durante largo tiempo;
b) De otro, la delimitación de las fronteras entre los nuevos Estados no era precisamente
pacifica en muchos casos;
c) En tercer término, en la mayoría de éstos, se vivían difíciles situaciones internas, que
llegaban en algunos a constituir verdaderas guerras civiles, como en Argentina. Si a este
panorama se suma el escaso desarrollo científico del Derecho internacional, no es difícil inferir
que la situación no era la más propicia para un avance en la codificación de esta disciplina. Las
enormes distancias de la geografía americana, que impedían un buen conocimiento entre los
países del continente, han sido señaladas también como un obstáculo material al progreso de
este ideal; y,
d) Por último, no debe olvidarse el dato ya comentado de la ambigüedad existente en las
relaciones entre Latinoamérica y los Estados Unidos, ni tampoco las situaciones particulares
que ofrecían algunos países, como Brasil, Cuba o los Estados del Plata.23

De la conjunción de todos estos factores, puede obtenerse una idea bastante aproximada de
las condiciones en que irrumpió en el escenario americano, aquellos intentos de codificación y
la formación de las primeras obras integrales de D.I.Pr., en américa.

En lo personal; en mi análisis de los hechos acaecidos y de las circunstancias que rodearon


aquellos congresos, sus aportes y sus contextos, me quedo con la apuesta de grandeza y la
visión del Libertador en torno al congreso de Panamá, sin duda el hispanoamericano más
preclaro de su tiempo, perspectiva que contrastó con la cortedad de miras de los dirigentes
políticos de su generación.
De él y su gesta del congreso de Panamá, quiero dejar en estas agiles hojas con mucha
humildad, al igual que con mucho orgullo, el pensamiento de aquel venezolano sin igual,

23
Brasil, a partir de su independencia en 1822, era gobernado por un emperador perteneciente a la familia real de
Portugal; Cuba seguía bajo el dominio español; los Estados del Plata se mantenían ajenos a la realización de los
Congresos
escrito en Lima a principios de 1826, en vísperas de la celebración de aquel congreso, tal vez su
más grande sueño:
“El Congreso de Panamá reunirá todos los representantes de la América y un
agente diplomático del gobierno de Su Majestad Británica. Este Congreso parece
destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha
aparecido hasta el día sobre la tierra. La Santa Alianza [pacto político religioso
firmado en París el 26 de septiembre de 1815 por Alejandro I (Zar de Rusia),
Francisco I (Emperador de Austria) y Federico Guillermo III (Rey de Prusia)] será
inferior en poder a esta confederación, siempre que la Gran Bretaña quiera tomar
parte en ella, como miembro constituyente. El género humano daría mil
bendiciones a esta liga de salud y la América como la Gran Bretaña cogerían
cosechas de beneficios. Las relaciones de las sociedades políticas recibirían un
código de derecho público por regla de conducta universal.
1° El Nuevo Mundo se constituiría en naciones independientes, ligadas todas por
una ley común que fijase sus relaciones externas y les ofreciese el poder
conservador en un congreso general permanente.
2° La existencia de estos nuevos Estados obtendría nuevas garantías.
3° La España haría la paz por respeto a la Inglaterra, y la Santa Alianza prestaría
su reconocimiento a estas naciones nacientes.
4° El orden interno se conservaría intacto entre los diferentes Estados y dentro de
cada uno de ellos.
5° Ninguno sería débil con respecto a otro; ninguno sería más fuerte.
6° Un equilibrio perfecto se establecería en este verdadero nuevo orden de cosas.
7° La fuerza de todos concurriría al auxilio del que sufriese por parte del enemigo
externo o de las facciones anárquicas.
8° La diferencia de origen y de colores perdería su influencia y poder.
9° La América no temería más a ese tremendo monstruo que ha devorado a la isla
de Santo Domingo; ni tampoco temería la preponderancia numérica de los
primitivos habitadores.
10° La reforma social, en fin, se habría alcanzado bajo los santos auspicios de la
libertad y de la paz, pero la Inglaterra debería tomar necesariamente en sus manos
el fiel de esta balanza.
La Gran Bretaña alcanzaría, sin duda, ventajas considerables por este arreglo:
1° Su influencia en Europa se aumentaría progresivamente y sus decisiones
vendrían a ser las del destino.
2° La América le serviría como de un opulento dominio de comercio.
3° Sería para la América el centro de sus relaciones entre el Asia y la Europa.
4° Los ingleses se considerarían iguales a los ciudadanos de América.
5° Las relaciones mutuas entre los dos países lograrían con el tiempo ser unas
mismas.
6° El carácter británico y sus costumbres las tomarían los americanos por los
objetos normales de su existencia futura.
7° En la marcha de los siglos, podría encontrarse, quizá, una sola nación
cubriendo el universo: la federal.
Tales ideas ocupan el ánimo de algunos americanos constituidos en el rango más
elevado; ellos esperan con impaciencia la iniciativa de este proyecto en el
Congreso de Panamá, que puede ser la ocasión de consolidar la unión de los
nuevos Estados con el Imperio Británico.
Un Pensamiento Sobre el Congreso de Panamá, 1826, Lima, a principios de
1826.24

En cuanto a la figura del Reenvío, se hace necesario abrir el ítem presente, comentando
la procedencia de dicha Institución, indicando que éste emana, de la necesidad de establecer la
aplicación integral del sistema jurídico extranjero que ha sido elegido por la norma de conflicto
del juez del foro, pero su aceptación y límites han sido ampliamente discutidos, tanto en la
doctrina, como en los tratados internacionales y en la legislación de los diversos países del
orbe. En Venezuela, tal y como intentaré mostrar en este estudio, su tratamiento ha sido escaso
y, a la fecha, tanto a nivel central como en algunos entidades regionales y en el Distrito Capital,
su regulación se ha visto limitada a la materia civil, restringido su alcance al reenvío simple y
en segundo grado, reservada su utilización para aquellos problemas que se consideran con
“especiales circunstancias” y permitiendo su uso de manera “excepcional” (en casos que la
legislación no señala y que los diversos poderes judiciales tampoco han establecido). Por ello,
considero importante analizar el tratamiento del reenvío en la legislación nacional.

En mi criterio; el origen del Reenvío, como herramienta de trascendencia, es sin duda de


esas piezas que todo estudiante debe conocer. En tan importante aspecto, iré de lo general a lo
particular; es decir, de la experiencia y origen foráneo, a la práctica y uso nacional o interno.
Atendiendo a este criterio, tenemos que, en sentido universal, para el Iusprivatista es conocido
que el problema del reenvío se originó en la jurisprudencia francesa derivado de la sentencia
dictada por la Cour de Cassation de aquél país el 24 de junio de 1878 en el asunto conocido
como Caso Forgo. En efecto, este problema se refiere a una cuestión de transmisión hereditaria
de los bienes del señor Franz Xavier Forgo, quien nació en Bavaria, Estado Federal de
Alemania en el año 1801, producto de una unión libre, es más, se dice que realmente era lo que
se conocía en la época como hijo natural; hoy, hijo extramatrimonial. Cuando Forgo tenía la
edad de cinco años, su madre decidió emigrar a Francia estableciéndose en Pau localidad de

24
Manuel Pérez Vila (Compilador/Editor), Doctrina del Libertador, Documento 69, pp 216-218, Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1985.
Aquitania. Mientras permaneció en Pau, Forgo nunca adquirió domicilio en Francia de acuerdo
la legislación de este país, durante su vida se casó y amasó una gran fortuna constituida por
bienes muebles. Finalmente, falleció a los 68 años sin tener ningún tipo de ascendencia, ni
descendencia, ni relación conyugal conocida.
Tampoco realizó testamento, con lo cual su sucesión fue ab intestato. Una vez fallecido, se
abrió la sucesión, apareciendo el litigio entre unos parientes colaterales maternos y el Estado
Francés, actuando a través del fisco.
Fue aquí donde surgió la pregunta, ¿cuál es la ley aplicable a la sucesión? De un lado, los
parientes colaterales argumentaban que ellos eran los herederos, de acuerdo al Derecho bávaro,
basando su pretensión en el Codex Maximilianus Bavaricus de 1756, el cual rezaba que, a falta
de descendiente del causante, heredarían los parientes colaterales.
Mientras tanto el Fisco Francés argumentaba, que era el Estado francés el heredero, basando
su pretensión en el Código Civil Francés, más exactamente en el art. 768 que decía que la
sucesión se regía por el domicilio de derecho de acuerdo a la norma de conflicto. Para este
caso, como Forgo no había constituido nunca su domicilio en Francia, aunque había vivido toda
su vida allí, el Derecho aplicable era el Bávaro, porque era éste el lugar donde tenía el
domicilio de derecho, sin embargo, era necesario consultar la legislación Bávara para saber lo
que estipulaba al respecto.
El Fisco francés se encontró con que el Codex Maximilianus Bavaricus indicaba que la
sucesión se regiría por la legislación del domicilio de hecho del causante, en este caso Francia,
Ley bajo la cual, al no tener descendencia ni cónyuge alguno, permitía que automáticamente
que la herencia correspondiera al fisco francés. El quid del asunto básicamente consistía en que
la legislación francesa exigía la constitución de un domicilio en Francia, pero Forgo jamás lo
solicito. Posteriormente a ello, cierto es que se remitiría, como decía el Código Civil Francés, al
Derecho bávaro porque allí se encontraba su domicilio de derecho, pero la legislación bávara lo
que hacía era volver a remitir la sucesión a la legislación francesa.
El juzgado de Pau, en primera instancia, resolvió a favor del Estado francés, argumentando
que Forgo no tenía domicilio en Francia, sino en Baviera y como la legislación de este último
disponía que la sucesión de bienes muebles se regía por la ley del domicilio de hecho, había un
caso de reenvío de una legislación a otra.
Los parientes colaterales de Forgo recurrieron la sentencia ante el Tribunal de Pau, pero este
órgano jurisdiccional rechazó el recurso, con lo cual, se vieron obligados a recurrir ante la
Corte de Apelación de Burdeos. A diferencia del Juzgado de primera instancia este Tribunal
dictó sentencia a favor de los familiares de Forgo, justificando su decisión sobre la base de que
la legislación francesa era clara al decir que la ley aplicable era la correspondiente al domicilio
de derecho del causante, que era la legislación Bávara y que no había que entrar en más detalle,
ni en ningún tipo de análisis sobre dicha legislación. Asimismo, indicó que, al proceder, se
debía abrir la sucesión en Bavaria y hacer correspondiente entrega de bienes a los parientes
colaterales maternos.
El Fisco francés disconforme con esta decisión inició un estudio minucioso de la legislación
bávara y descubrió que allí había una regla de Derecho de Internacional Privado, mediante la
cual el reenvío aparecería por primera vez a través de la jurisprudencia. Por lo tanto, interpuso
recurso de casación ante la Corte de Casación Francesa, argumentando que, al aplicar
erróneamente la ley Bávara, el Tribunal violaba de manera indirecta la ley francesa.
El recurso fue estimado y la Corte resolvió que la ley aplicable a la sucesión de bienes
muebles era la ley Bávara, por ser el domicilio del dueño de las cosas y a su vez, definió el
Derecho bávaro, diciendo que por éste se debe entender el Derecho en su conjunto y que a
efectos de la aplicación del Derecho Internacional Privado bávaro, la ley indica que se debe
aplicar la ley del domicilio de hecho del causante y la ley del lugar donde están situados los
bienes y no cabe duda que ésta remite a la legislación francesa. Por estas razones, el heredero
de Forgo fue el Estado francés.

Habiendo partido de lo general, nos corresponde ahora, lo tocante al sentido estricto o


particular de la institución de Reenvío en Venezuela. Es curioso observar que esta institución
aparece en Venezuela, por primera vez, en un decreto de adopción dictado por la Corte
Superior del Distrito Federal en 1906, en el que se acepta el reenvío de primer grado.25
Este antecedente; y, el Reglamento Uniforme sobre Letra de Cambio, elaborado en La Haya,
en 1910 y 1912, determinaron la incorporación, en el Código de Comercio de 1919, de una
norma que consagra el reenvío de 2° grado en materia de capacidad para obligarse por una letra
de cambio.
Con la aparición de esta norma, y en virtud de la ausencia de una disposición general y del
silencio legislativo en otras materias, surgen, en la doctrina, posiciones encontradas acerca de la
posibilidad de aplicar el reenvío por vía analógica en otros ámbitos de Derecho Internacional
Privado.
Una parte de la doctrina consideró que admitir el reenvío suponía desvirtuar los fines
mismos de la norma de conflicto, y que el origen y contenido del artículo 483 del Código de
25
La Corte Superior del Distrito Federal estaba integrada por los doctores Nicolás Delgado, C.V. Soublette y
Lorenzo Herrera Mendoza. Ver texto del decreto en: Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Central
de Venezuela, N° 3, Caracas, 1955, p. 120.
Comercio no permitía deducir que el ordenamiento jurídico venezolano acepte el reenvío en
forma general. Mientras que otros veían en esta disposición una actitud positiva del legislador
venezolano frente al reenvío, lo cual favorecía su aplicación por vía analógica a situaciones
distintas a la contemplada en él.
Es determinante para la interpretación del reenvío en Venezuela, la sentencia del Juzgado
Segundo de Primera Instancia en lo Mercantil del Distrito Federal y Estado Miranda, dictada en
1966, en la cual se admitió el reenvío de primer grado en una materia distinta a la regulada por
el Código de Comercio venezolano (caso Quintana vs. Sión), es decir, se le dio carácter
general. Al proceder de esta manera, se aplicó, por analogía, el artículo 483 del Código de
Comercio y, además, se apoyó la decisión en el Proyecto de Ley de Normas de Derecho
Internacional Privado (1965) que consagra el reenvío de primer y segundo grados, y en el
Proyecto Arcaya (1912) que consagra expresamente el reenvío de primer grado.
La Ley de Derecho Internacional Privado responde a la evolución de la jurisprudencia y
doctrina venezolanas al incluir una norma que consagra el reenvío ulterior, así como el reenvío
de primer grado, excluyendo expresamente el de grados sucesivos y el circular, supuestos en
los cuales deberá aplicarse el derecho material del Estado que declara competente la norma
venezolana de conflicto (art. 4 de la Ley). La mención del reenvío ulterior en primer lugar tiene
un significado: al legislador venezolano le interesa más la armonía internacional de soluciones
que la aplicación de su propio derecho a través del reenvío simple.
Queda pendiente determinar el alcance de esta disposición ¿Se aplicará el reenvío a todos
los supuestos, sin excepción alguna?
Una excepción parece contar con el acuerdo tácito de la doctrina venezolana: el rechazo del
reenvío en materia de obligaciones convencionales.
Otra se refiere a la forma de los actos, cuya validez exige el cumplimiento de los requisitos
previstos en uno de estos tres ordenamientos jurídicos: el del lugar de celebración, el que rige el
contenido del acto, o el del domicilio del otorgante o del domicilio común de los otorgantes.
Esta excepción se basa en la interpretación del artículo 37, en forma congruente con el artículo
2 de la Ley que impone aplicar el derecho extranjero no sólo de acuerdo con los principios que
rijan en el país respectivo, sino de manera que se realicen los objetivos perseguidos por las
normas venezolanas de conflicto. Uno de estos objetivos, y siempre tratando de alcanzar la
solución equitativa, es mantener la validez del acto. Para ello la aplicación directa del derecho
material es la mayor garantía.
La tercera excepción, más controversial, se refiere a los hechos ilícitos que, según el artículo
32, se someten al derecho del lugar donde se han producido sus efectos. Sin embargo, el mismo
artículo prevé que la víctima puede demandar la aplicación del derecho del Estado donde se
produjo la causa generadora del hecho ilícito. Esta facultad de la víctima de elegir entre dos
ordenamientos jurídicos el que le resulta más favorable, también se protege mejor con la directa
aplicación del derecho material.26
Está claro que, estas excepciones obedecen al mayor grado de la seguridad jurídica deseable
en las materias señaladas. En todo caso, en este ámbito, como en muchos otros, sin temor a
equivocarme, la jurisprudencia tendrá la última palabra.
Como cierre de este aspecto, dejaré finalmente la definición de Reenvío esbozada por
[ CITATION Gue06 \l 8202 ] , y los presupuestos que deben conjugarse para la aplicación del
reenvío como institución, es por ello que desde el punto de vista conceptual, bajo la apreciación
de Sergio Guerrero:
“Es la posibilidad que una norma perteneciente a un ordenamiento envíe o remita
a un derecho extranjero y éste, a través de sus normas indirectas reenvíe al
primero o a otro ordenamiento diferente si los puntos de conexión de las
legislaciones y el caso lo permiten”.[ CITATION Gue06 \l 8202 ].

Para aplicar el reenvío es necesario que concurran tres presupuestos:

Primero, la existencia de varios puntos de conexión que utilizan las normas de


conflicto del ordenamiento jurídico que concurren en el supuesto o caso concreto. Por
ejemplo, refiriéndonos al caso Forgo (mencionado anteriormente) sería la ley del
domicilio y la ley del lugar de residencia habitual.

Segundo, la consulta de la norma de conflicto extranjera; y,

Tercero, la remisión de la norma de conflicto extranjera a otra ley. Ahora bien, la


forma de reenvió puede ser de primer grado también llamado de “retorno” o bien de
segundo grado. El reenvío de primer grado ocurre cuando la norma remite a la ley del
foro y el reenvío de segundo grado tiene lugar cuando la norma remite a una tercera ley.

Tan importante como los puntos precedentes, es lo que atañe al tema que de seguido
esbozaré en el contexto de este ensayo, y es el relacionado con la Teoría de la
Codificación, estas hipótesis agrupadas para su análisis son cinco (5), como a
continuación esbozo:
1. Teoría de la Aceptación: Ésta teoría se refiere al derecho sustancial extranjero,
por lo cual el problema del reenvío no se plantea. Esta es la postura de Italia, en donde se

26
Esta interpretación está influenciada por la regulación consagrada en la Ley Italiana de Derecho Internacional
Privado, 1995 (art. 13) que prevé expresamente las excepciones al reenvío.
dieron solo aisladamente algunos fallos favorables al reenvío. La teoría dela aceptación
rechaza el reenvío, basa su postura en la idea de que el legislador del Derecho
Internacional Privado quiere que se aplique un caso dado a una solución determinada y
esta solución es la prevista en el Derecho material extranjero declarado aplicable, es
decir, se tiene en cuenta que la solución propuesta es la aceptación del envío.
2. Teoría de la Referencia Medida o del Desistimiento: La regla del Derecho
Internacional Privado del Juez cuando se remite al Derecho extranjero lo hace al Derecho
sustancial y al Derecho interno privado (reglas de conflicto o normas adjetivas), pero es
necesario que la regla extranjera acepte esa remisión y admita la aplicación de su propio
Derecho. Si la regla extranjera declara inaplicable su DIPr., para buscar puntos
subsidiarios que indiquen como aplicable cualquier otro Derecho que no tiene por qué ser
el Derecho material del juez.

3. Teoría de la Referencia Máxima o Remisión Integral: La regla del DIPr., que


declara inaplicable el Derecho extranjero se refiere a todo el derecho extranjero, es decir,
las normas materiales y las de conflicto extranjeros. Esta posición admite la teoría la
aceptación, el reenvío de primer grado, el reenvío de segundo grado, y el doble reenvío.

4. Teoría de la Sentencia Probable: Es la teoría de uso jurídico, entre cuyos


exponentes encontramos a Goldschmidt. La norma de colisión al declarar aplicable el
Derecho extranjero, hace referencia a la sentencia probable con el juez extranjero.

5. Teoría de la Coordinación: Este autor explica la teoría del reenvío por la


coordinación de las reglas de conflicto, sostiene que el legislador, al dictar su propia regla
de conflicto, previó una eventual coordinación de su regla con las extranjeras, teniendo en
cuenta las estructuras de los sistemas jurídicos.

Para adentrarnos en el próximo contenido, como lo es el Orden Público Internacional,


comenzaremos por definir que el mismo es a decir de [CITATION JOS13 \l 8202 ]
“Un mecanismo de exclusión del Derecho extranjero que sería normalmente
aplicable por mandato de la norma de Derecho Internacional Privado. Hay
casos en los que el Derecho extranjero es contrario a las instituciones
fundamentales del país receptor, o a sus intereses jurídicos, en un grado tal que
su aceptación conduciría a procurar una situación inconveniente o injusta. En
sus límites precisos, el orden público tiene un carácter defensivo y un
funcionamiento excepcional”.
A partir de lo expresado por [ CITATION JOS13 \l 8202 ] , es entendible que el orden público se
conciba como una necesaria medida de defensa del orden moral, social y jurídico del foro,
fundada en la consideración de que, al admitir la aplicación de leyes extranjeras en un Estado,
el legislador de Derecho Internacional Privado no ha querido dar cabida de manera absoluta, en
el seno de ese Estado, a todos los sistemas legales del mundo con prescindencia de su
contenido ideológico, político o cultural.

Como bien se ha dicho, el orden público excluye el funcionamiento de la norma de


conflicto, cuando ella tenga normas que sean manifiestamente contrarios al ordenamiento
jurídico del foro.
El orden público internacional, analiza los principios importantes y fundamentales que
gobiernan a los distintos Estados existentes.
No existen principios universales para todos los Estados, cada uno establece que es lo
verdaderamente importante desde su propia perspectiva, claro que pueden coincidir en algunos
casos. Hay autores que consideran que la expresión “orden público internacional” está mal
dicha, pues tal idea sugiere que hay principios universales para todos los Estados, aspecto que
de lo ya expuesto no es viable, porque cada uno desarrolla los principios fundamentales desde
su propia óptica, atendiendo a la realidad de su particular entorno, por lo que difícilmente
pueden compartir todos los Estados del mundo las mismas necesidades, y por supuesto, el
señalamiento de que es lo prioritario.
Los principios amparados por el orden público pueden cambiar en el tiempo, en vista de que
dependen de cada Estado y la evolución de sus objetivos e intereses, lo cual amerita su
variabilidad en el tiempo, de manera que al momento de determinarse si la “Lex Causae” es
incompatible con el derecho del foro, se tomarán en cuenta los principios vigentes para tal
momento determinado.
El orden público es flexible, gracias a que representa un juicio de valor que el juez debe
realizar, tomando como norte el grado de daño que puede ocasionar la norma extrajera en
nuestro derecho, según sea el caso concreto.
El artículo 8 de nuestra ley de derecho internacional privado de 1998, vigente actualmente,
reza:
“Las disposiciones del derecho extranjero que deban ser aplicables de
conformidad con esta Ley, solo serán excluidas cuando su aplicación produzca
resultados manifiestamente incompatibles con los principios esenciales del orden
público venezolano”
En el plano internacional, fuentes como el Código de Bustamante y la Convención
Interamericana sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado, ya se habían
referido a esta institución.
La profesora y experta en Derecho Internacional Privado, la Dra. Tatiana Maekelt, decía
que:
“El concepto de orden público internacional es utilizado para designar aquellas
leyes o normas territoriales que se aplican con carácter excluyente de cualquier
derecho extranjero”.[ CITATION Mae02 \l 8202 ]
De lo cual se traduce a mi juicio que, si se trata de una materia de orden público, el
juez aplicará siempre el derecho de su foro.
En la sentencia del 22 de septiembre de 1999, la sala Político administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia, en ponencia de la magistrada Hildegard Rondón De Sanso, 27 para decidir
sobre la eficacia de una sentencia extranjera referente a un divorcio entre un ciudadano
venezolano y una ciudadana de los Estados Unidos en nuestro país (Exequotur), en el cual
primero pasó, después de determinar su validez por ajustarse al artículo 53 de nuestra Ley de
Derecho Internacional Privado, a pronunciarse de la siguiente manera:

“Finalmente, esta Sala determina, de conformidad con lo dispuesto en el artículo


8 de la Ley Derecho Internacional Privado, si la sentencia contiene
manifestaciones incompatibles con los principios esenciales del orden público
venezolano, y al respecto observa que la misma solo contiene disposiciones de
derecho privado que de ninguna manera coliden o se hacen incompatibles con
los principios esencias del orden público venezolano”.

De manera que, el juez debe siempre tener presente que lo más importante es ese conjunto
de principios que sirven de base de nuestros intereses políticos y sociales, por encima de la
eficacia de normas extranjeras en Venezuela.

También podemos rescatar de la referida sentencia, que el juez, de conformidad con el


artículo 1 de nuestra ley especial de Derecho Internacional Privado, debe al momento de
decidir asuntos con elementos de extranjería, tomar en cuenta el orden de las fuentes sobre la
esta rama del derecho, que serían:

1) Normas de Derecho Internacional Público sobre la materia, en especial, los tratados


internacionales vigentes en Venezuela;
2) las normas de Derecho Internacional Privado sobre la materia;
3) la analogía; y,
4) los principios de Derecho Internacional Privado generalmente aceptados.
27
Jurista venezolana especialista en Derecho Administrativo y Derecho Contencioso Administrativo. Profesora y
Jefe de Cátedra de la Facultad de Derecho de la UCV. Juez de carrera por más de treinta años, hasta llegar a la
Corte Suprema de Justicia de Venezuela en su Sala Político Administrativa. Ha sido también juez del Tribunal
Administrativo de la OIT (Ginebra, Suiza).
En el derecho comparado, podemos encontrar ciertas disposiciones similares al de nuestro
artículo 8 de nuestra ley de derecho internacional privado, en Argentina, su código civil señala
en el artículo 14, en el título I, “de las Leyes”, el cual menciona expresamente que:
“las leyes extranjeras no serán aplicables cuando se opongan al orden público
o criminal de la República, a la religión del Estado, a la tolerancia de cultos, o
a la moral y buenas costumbres”.

En la legislación del Perú, también podemos apreciar la importancia del orden público,
como mecanismo para excluir la aplicación de la Lex Causae, en su código civil, artículo 2049,
que reza:
“Las disposiciones de la ley extranjera pertinentes, según las normas
peruanas de Derecho Internacional Privado, serán excluidas sólo cuando su
aplicación sea incompatible con el orden público internacional o con las
buenas costumbres”.

Colombia, también dispone entre sus fuentes internas, de preceptos como el señalado hasta
ahora, tal caso se configura en el artículo 16 de su código civil que señala, que no podrán
derogarse por convenios particulares las leyes en cuya observancia estén interesados el orden
público y las buenas costumbres, así como el artículo 6 de su código procesal civil, que expresa
que las normas procesales (colombianas) son de orden público.

Uruguay hace lo mismo, en su código civil, al poner en primacía al orden público.

Es importante hacer la aclaración de que los países mencionados como objeto de este
estudio comparativo tienen como parte de sus fuentes internacionales, el código de Bustamante
y las convenciones que a partir de 1975 se empezaron a realizar sobre la materia (las
convenciones interamericanas sobre Derecho Internacional Privado), así como distintos
tratados y convenciones que reconocen el Orden Público Internacional.

El estudio realizado, nos muestra que un Estado siempre tiene determinados intereses que
debe atender con demasía, por medio de la actuación de los encargados de dirimir
controversias, los cuales deben atender estos asuntos concernientes al Orden Público, cuya
observancia garantiza un correcto funcionamiento del Estado, para alcanzar sus fines, los cuales
son cambiantes en el tiempo, porque estos pueden variar dependiendo de las distintas realidades
sociales que los envuelvan, en distintas circunstancias y épocas.

Al orden público internacional le corresponde (como tradicionalmente se ha establecido) la


función de restituir competencia a la ley del fórum para regular, más allá de la designación de
la norma indirecta, las materias que en principio deberían estar sometidas a una ley extranjera.
Esta restitución opera en todo caso en que las concretas disposiciones de un Derecho extranjero
normalmente competente, deban ser calificadas de inadmisibles o incompatibles respecto del
foro a través de la valoración judicial.

El contenido del orden público internacional está caracterizado por la imprecisión. Puesto
que se trata de una valoración respecto a la diferencia entre dos leyes (la ley del tribunal que
conoce del asunto y la ley extranjera aplicable), su expresión no puede encerrarse en fórmulas
estrictas sino quedar abierta a las posibilidades de cambio. Según el mismo [ CITATION JOS13 \l
8202 ].
“El contenido del orden público es y debe ser impreciso, la noción es y debe
quedar abierta a desarrollos y cambios posibles. Se trata de juicios de valor
que no pueden encerrarse en fórmulas; una cláusula de reserva general es
indispensable”.

Si bien la imprecisión que rodea al concepto ha sido en algunos aspectos resuelta por
soluciones jurisprudenciales, el factor de incertidumbre ha permanecido en razón de la
variación a que el orden público está expuesto en el ámbito temporal.
En relación con el orden público internacional pueden destacarse las siguientes
características:
a) Es local, porque cambia de un país a otro. En el marco de esta característica tienen
cabida las notas que el tratadista Jean Pierre Maury asigna al orden público, de ser
esencialmente nacional y exclusivamente nacional.
b) Es actual, porque varía con el tiempo; está sometido a las contingencias de evolución y
desarrollo social y jurídico;
c) Es flexible, porque no se lo puede reducir a fórmulas rígidas en virtud de la imprecisión
del concepto; y,
d) Es excepcional, porque su aplicación sólo procede en los casos en que la evicción de la
ley extranjera obedezca a razones de manifiesta injusticia, grave perturbación e
indispensable defensa.

El concepto del Orden Público supone dos circunstancias:

a) Una diversidad ideología dentro de la comunidad de pueblos que aplican mutuamente


sus respectivos derechos; y,
b) El reconocimiento de una obligación jurídica de aplicar derecho extranjero.
El siguiente es un tema interesante, capcioso desde la concepción misma de su título. El
fraude a la ley, es, como en cualquier otra operación fraudulenta, la realización de un acto
lícito para la consecución de un resultado antijurídico.
Como institución de Derecho Internacional Privado, constituye una excepción a la
aplicación del derecho extranjero competente mediante la evasión de un derecho aplicable en
consecuencia del cambio fraudulento del factor de conexión, a fin de lograr la correlativa
aplicación de un derecho más favorable para la realización de un propósito determinado.
Esta institución no está exenta de dificultades que consisten en la prueba del acto
fraudulento que, a su vez, se integra por dos elementos:
1) Uno material; y,
2) Otro psicológico.
El primero, el material, generalmente no presenta dificultades, pero la prueba subjetiva de la
intención de cometer el fraude, resulta a veces difícil, por no decir imposible. Además, se
presenta la interrogante sobre los efectos del fraude a la ley.
La fórmula prevista en el artículo 6 de la Convención Interamericana sobre Normas
Generales incluye el elemento fundamental de la modificación voluntaria del punto de
conexión de la norma de conflicto, a fin de provocar la aplicación de un derecho extranjero más
favorable al interesado.
La expresión “principios fundamentales de la ley de otro Estado Parte” si bien amplía la
posibilidad de esgrimir la excepción, también hace más difícil concretarla en la práctica. La
prueba de la intención fraudulenta de las partes acrecienta la dificultad de aplicar la norma que
fue duramente criticada en la CIDIP II, en la cual se aprobó la convención. Se estimó que los
jueces difícilmente podrían determinar esta intención, sino que ella debería surgir de las
manifestaciones externas.
Se argumentó que la expresión empleada por el artículo era una concreción de la teoría
subjetiva, hoy superada por la teoría objetiva. Igualmente, se criticó la falta de indicación del
derecho en relación al cual se ha cometido el fraude y la ausencia de soluciones referentes a los
efectos del mismo. Las duras críticas de la fórmula incluida en el artículo 6 de la convención
permiten anticipar que su utilidad como instrumento unificador será muy limitada.
En sendos comentarios se ha planteado la interrogante sobre las causas de la exclusión del
fraude a la ley en nuestra novísima legislación venezolana.
¿Cuáles fueron las razones para ello? Por una parte, fueron determinantes las críticas que se
formularon a la regulación incluida en la Convención Interamericana sobre Normas Generales
y las tendencias de esta materia en el Derecho Comparado de reciente data.
Por la otra, la convicción de los miembros de las cátedras de Derecho Internacional Privado
de la Universidad Central y Católica Andrés Bello, abocados a la actualización del proyecto de
Ley de Normas de 1965, que la institución del fraude en la teoría general del Derecho
Internacional Privado es reemplazable por otras figuras jurídicas, tales como abuso del derecho
y, sobre todo, el orden público internacional.
También jugó un papel importante el deseo de disminuir las excepciones legislativas a la
aplicación del derecho extranjero, dejando la fórmula general de orden público (art. 8 de la
Ley) en su concepción restrictiva. Soy de la opinión que la ausencia de la norma expresa del
fraude a la ley en la teoría general del Derecho Internacional Privado no causará problema
alguno, ya que los casos del fraude comprobado podrán resolverse mediante otras instituciones.
Quedan por mencionar dos aspectos del fraude, distintos de su formulación general, que
pueden ser regulados legislativamente:
a) Supuestos del fraude de carácter específico: Estos deberían someterse a una regulación
especial. Tal es el caso de los ordinales 4 y 6 del artículo 11 de la Ley de Naturalización de
1955 (vigente) que contemplan la pérdida de la nacionalidad venezolana adquirida en forma
fraudulenta.
b) Normas preventivas del fraude: El ejemplo de estas normas es el artículo 23 de la Ley
de Derecho Internacional Privado, que somete el divorcio a la ley del domicilio del cónyuge
demandante y agrega al artículo una norma de carácter preventivo que exige el transcurso de un
año para que el cambio de domicilio surta efectos.
Otra norma de carácter preventivo del fraude se encuentra en el artículo 185-A del Código
Civil vigente, que prevé la disolución del matrimonio después de cinco años de separación de
hecho. En este caso, cuando la solicitud sea presentada por un extranjero que hubiere contraído
matrimonio en el exterior, deberá acreditar la residencia de diez años (segundo aparte del
artículo). La norma pretende prevenir divorcios fraudulentos en consecuencia del cambio de la
residencia a estos fines.

De conformidad con el artículo 2° de la Ley de Derecho Internacional Privado:


"El Derecho extranjero que resulte competente se aplicará de acuerdo con
los principios que rijan en el país extranjero respectivo, y de manera que se
realicen los objetivos perseguidos por las normas venezolanas de conflicto".

Puede apreciarse claramente en este texto, que el legislador venezolano supera la inveterada
discusión sobre la naturaleza del Derecho extranjero, y admite la tesis "jurídica", según la cual
el derecho extranjero es derecho auténtico y como tal no puede ser asimilado a una cuestión de
hecho.
La circunstancia de su extranjería no le quita su esencia normativa ni su existencia formal.
El tratamiento procesal de este derecho, supone que se le coloque en pie de igualdad con el
derecho nacional, porque respecto de ambos, se tratará de la aplicación de un quid iuris. Es
importante destacar que la norma del artículo 2° de la Ley de Derecho Internacional Privado,
así concebida, es la primera vez que se establece en nuestra legislación interna.
Hasta ahora, el norte en esta materia venía dado por las pertinentes disposiciones del Código
Bustamante y la Convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho Internacional
Privado. La fórmula del artículo bajo examen constituye el punto culminante del desarrollo de
la doctrina venezolana especializada, que tiene cimera manifestación en la obra de Lorenzo
Herrera Mendoza28, mediante la cual expresaba que, asegurada la aplicación de la ley
extranjera, la obligación de los jueces consistía en investigarla y respetarla de la misma manera
como lo haría con la ley nacional, además de cuidar la interpretación que de ella se hiciera, para
que sea en un todo correcta, de manera que "por ser expresión de la justicia, escape a la censura
de casación".
Herrera Mendoza planteó su tesis científica sobre el punto en un trabajo titulado "La Misión
del Juez en la aplicación de la Ley Extranjera", en el cual resumió los argumentos a favor y en
contra de las opuestas tendencias, para concluir en reafirmar la facultad del juez para investigar
y aplicar de oficio las leyes extranjeras.
[ CITATION Gon76 \l 8202 ] destacó "el benéfico influjo" de las enseñanzas de Herrera
Mendoza en las siguientes generaciones de juristas, y la permanencia de su pensamiento en los
Profesores de Derecho Internacional Privado de las Universidades venezolanas; todos los
cuales (escritores y docentes) "defienden abiertamente la doctrina moderna frente a esporádicas
opiniones contrarias". El mismo Parra Aranguren y los profesores [ CITATION Gol09 \l 8202 ] y
Joaquín Sánchez Covisa, integraron la comisión designada en 1963 por el Ministerio de
Justicia, que elaboró el Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional Privado. Este
Proyecto consagraba en su artículo 2° Ut supra citado, una norma similar a la de la ley vigente.
Reactivado, revisado y actualizado el proyecto, a partir de 1995, con la determinante
participación en esta labor de la Profesora [ CITATION Mae05 \l 8202 ], la concepción moderna
inspira el régimen que se expresa en el artículo 2° de la Ley de Derecho Internacional Privado,
del 6 de agosto de 1998, vigente desde el 6 de febrero del presente año.
28
Alegaba que el sistema venezolano tenía bases estatutarias con el régimen de las personas asociado a la
nacionalidad. Dentro de esa calificación, el legislador no distinguió entre los grupos estatutarios por lo que no se
evidencia el predominio del estatuto real sobre el estatuto personal dejando en manos del sano criterio del Juez la
clasificación entre la personalidad y la realidad en caso de dudas. Pensaba que, si al extranjero se le permitía que
su estatuto personal fuera regido por su ley nacional, se estaría permitiendo en nuestro país la aplicación de leyes
extranjeras.
Al regular el tratamiento de derecho extranjero, el legislador adopta la solución idónea y
actual en esta materia. Por ella se obliga al Juez a aplicar el derecho extranjero, de la misma
manera como lo aplicaría el Juez del Estado de donde provenga el sector jurídico aplicable.
Advierte, sin embargo, el legislador que en esta función se deben alcanzar los objetivos
perseguidos por nuestras normas de conflicto, procurándose la solución equitativa del caso
concreto.
Para resolver los problemas de conflicto en el marco de la justicia material, no le bastará al
juez la ley extranjera, sino aplicarla correctamente; de acuerdo con el sentido y alcance que le
den los jueces del país respectivo y teniendo presente los principios del derecho internacional
privado venezolano a la luz del artículo 2° de la ley de la materia, resulta inadmisible cualquier
tipo de interpretación que aluda a una supuesta inferioridad del derecho extranjero respecto del
derecho venezolano.
Hay que aplicar la norma extranjera tal como se aplicaría por sus propios tribunales. Esta
solución dice [ CITATION Gon76 \l 8202 ] , se fundamenta en el deber de aplicar correctamente la
ley extranjera, pues "no tiene sentido que el legislador ordene regular la controversia por el
derecho holandés, pero permita su aplicación en una forma distinta de aquella en la cual se
encuentra vigente en Holanda".
Este principio presenta la única posibilidad para los jueces de diferentes Estados, cuando
aplican derecho extranjero, de obtener la misma solución y garantizar de esta manera la
armonía internacional de soluciones, postulado axiológico del Derecho Internacional Privado.
La solución asumida en el artículo 2° de la ley conduce a otras soluciones, contempladas en
otras disposiciones de la misma ley, como la aplicación de oficio de derecho extranjero, y la
revisión en instancia y casación de las sentencias que las partes consideren injustas o viciadas.
A esto atienden las previsiones de los artículos 60 y 61 que forman parte del capítulo de la
ley relativo al procedimiento. Dice al artículo 60:
"El derecho extranjero será aplicado de oficio. Las partes podrán aportar
informaciones relativas al derecho extranjero aplicable y los tribunales y
autoridades podrán dictar providencias tendientes al mejor conocimiento del
mismo".

Contempla esta disposición, la facultad que tienen las partes de coadyuvar con la misión
judicial de conocimiento del derecho extranjero, y establece, asimismo, la potestad del juez en
la indagación de lo que estime necesario del derecho que le corresponda aplicar.
En la proyección del principio iura novit curia a las legislaciones extranjeras, en la medida
en que los tribunales tienen el deber de determinar el contenido y el sentido del derecho
extranjero declarado competente por la norma de conexión. De ninguna manera se excluye la
necesaria cooperación de las partes, quienes podrían tener interés, que no la obligación, de
colaborar con la función judicial. Dice el artículo 61:

"Los recursos establecidos por la ley serán precedentes, cualquiera que fuere
el ordenamiento jurídico que se hubiere debido aplicar en la decisión contra la
cual se interponen".
En este artículo está comprendidos todos los recursos, ordinarios y extraordinarios,
permitidos en la ley del lugar del juicio. En particular referencia al recurso de casación,
debemos señalar que este procede, en los casos del derecho internacional privado, en cualquiera
de los siguientes supuestos:

a) Cuando el juez aplica derecho extranjero, siendo que le está expresamente ordenado
aplicar derecho nacional (indebida aplicación);
b) Cuando la sentencia de funda en la ley nacional y debió fundarse en la ley extranjera
(falta de aplicación);
c) Cuando la ley extranjera no se ha interpretado correctamente por la contravención u
omisión de los principios pertinentes del Estado a que pertenece la ley aplicada (errónea
interpretación).
Cabe recordar, que estos supuestos de procedencia del recurso de casación se encuentran
previstos en el artículo 412 del Código Bustamante, que conserva su vigencia;

"En todo estado contratante donde exista el recurso de casación o la


institución correspondiente, podrá interponerse por infracción, interpretación
errónea o aplicación indebida de una ley de otro Estado contratante a las
mismas condiciones y casos que respecto del derecho material".

Desde luego, que la procedencia del recurso (como lo expresa el Código Bustamante) está
supeditada a los requisitos para ello establecidos en el ordenamiento procesal venezolano,
como son los referidos a estos extremos: Cuantía para el acceso a casación del juicio donde se
dicta la sentencia recurrida. Naturaleza de la decisión recurrida, que la haga revisable en
casación.
La Legitimidad de la parte recurrente, la Tempestividad de la interposición (anuncio y
formalización) del recurso en esta área se vislumbra en la actitud por Venezuela, en cuanto a
la admisión del recurso de casación por infracción de la ley extranjera, puesta de manifiesto en
las Convenciones Internacionales de las cuales es parte y en el novísimo instrumento interno
(Ley de Derecho Internacional Privado), tiene un valioso antecedente doctrinal en el criterio
sustentado en 1906 por el Dr. César Rivas, que a continuación se reproduce:
"...tiene el principal encargo (la casación) de procurar la uniformidad de la
legislación; porque es del todo necesario que en la interpretación de las leyes
no existan criterios diferentes sobre un mismo punto, pues la justicia rechaza la
posibilidad de que a una misma situación jurídica puedan corresponderles
contrapuestas decisiones. Así, cuando se dice que el tribunal de Casación
persigue la uniformidad de la jurisprudencia, no ha querido expresarse el
absurdo de que sólo ha de ocuparse en sostener fallos que la mente del
legislador patrio inspira; también ha querido decirse que es deber suyo
invalidar las decisiones que no se ajustaren al principio que revela el texto
extranjero a que hubo de recurrirse".[ CITATION RIVss \l 8202 ].

Las disposiciones de los artículos 60 y 61 de la ley respecto de la aplicación de oficio, la


intervención facultativa de las partes y los recursos de información de las sentencias,
constituyen los efectos procesales de lo estatuido en el artículo 2° de la misma Ley, que es la
conceptuación del tratamiento del derecho extranjero en orden a su aplicación en los casos
concretos.
Todas estas previsiones legales están en concordancia con las normas de los artículos 2° y
4° de la Convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado
(CIDIP II. Montevideo, 1979).
Es importante destacar, que la Ley de Derecho Internacional Privado surge en un proceso de
sintonía de la nueva fase de la codificación interamericana desarrollada en las Conferencias
Especializadas de Derecho Internacional Privado.
Cabe, asimismo, señalar que, en algunas materias, los preceptos de nuestra ley
complementan o superan las fórmulas multilaterales. Este es el caso del artículo 2° que nos
ocupa, al exigir expresamente que se realicen los objetivos perseguidos por las normas
venezolanas de conflictos; es decir, que va más allá de la regla correspondiente de la
Convención (art. 2°), en el sentido de que facilita a los jueces, los criterios para la correcta
aplicación del derecho extranjero en el propósito vinculante de lograr la justicia material del
caso.
El artículo 2° de la convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho
Internacional Privado es del siguiente tenor:

"Los jueces y autoridades de los Estados Partes estarán obligados aplicar el


derecho extranjero tal como lo harían los jueces del Estado cuyo derecho
resultare aplicable, sin perjuicio de que las partes puedan alegar y probar la
existencia y contenido de la ley extranjera invocada".

La Dra.[ CITATION Mae05 \l 8202 ] aporta un criterio que nos resulta particularmente válido
para la inteligencia del artículo 2° de la ley interna, en estos términos:
"La fórmula de aplicación del derecho extranjero establecida ...tal como lo
harían los jueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable".

El anterior razonamiento, permite considerar que además del texto, el juez del foro debe
tener presente todos aquellos elementos que serían empleados por el juez cuyo derecho se trata
de aplicar.

La interpretación de la norma jurídica extranjera, por tanto, debe realizarse en el contexto


del sistema jurídico al cual pertenece.

Hay que destacar finalmente, que lo dispuesto en la convención contribuye a la unificación


normativa hemisférica de esta disciplina jurídica, y que las fórmulas empleadas en el artículo
2°, particularmente la referida al derecho extranjero, dotan a la norma bajo examen de la
flexibilidad necesaria para alcanzar la justicia y la equidad en los casos concretos. (Resaltado
Propio).

De manera que, cuando emparentamos la norma legal con la norma convencional, los
valores de justicia y equidad comprometidos en el tratamiento y aplicación del derecho
extranjero, aparecen como postulados comunes a ambos instrumentos normativos y a ellos debe
sujetarse la misión del juez cuando, frente a un problema de Derecho Internacional Privado,
debe aplicar derecho extranjero.

Por lo que hace el artículo 4° de la Convención sobre Normas Generales, basta con advertir
que es concordante con el artículo 61 de la Ley de Derecho Internacional Privado, en cuanto a
la admisión de los recursos procesales otorgados por la lex fori para revisar las decisiones
judiciales.
El elemento esencial de la norma de conflicto es el factor de conexión 29 y su elección es una
cuestión de política legislativa que exige valorar los diversos elementos presentes. En cada
sistema los puntos de conexión se determinan por razones históricas y de oportunidad; por ello,
pueden calificarse como criterios de regulación del tráfico externo que ponen de relieve la
concepción que de la justicia tenga un determinado ordenamiento en materia de Derecho
Internacional Privado. Por ejemplo, en 1998, el legislador venezolano, al asumir una necesidad
social y hasta política, cambió el factor de conexión nacionalidad por el domicilio para regular
todo lo que tiene que ver con el estado y capacidad de las personas y las relaciones familiares.

29
El factor de conexión tiene su origen en la noción de sede o asiento de la relación jurídica de Savigny. Debe ser
entendido a partir de la relación jurídica y no de la norma, debiendo analizarse la naturaleza de esta. Savigny,
Federico Carlos: Sistema de Derecho romano actual. Tomo 8. 6ª, F. Góngora y Cía. Trad. J
También podemos ver un claro ejemplo de esta situación con el cambio que experimentó la
regulación de la filiación entre el Proyecto de Ley de Normas de Derecho Internacional Privado
de 1963-65, antecedente directo de la Ley de Derecho Internacional Privado, vigente.
En efecto, el artículo 22 del Proyecto establecía que la legitimidad de la filiación estaría
sometida al Derecho del domicilio del padre al momento del nacimiento del hijo o, si el
matrimonio hubiere sido disuelto con anterioridad, en el momento de la disolución. Además, el
artículo 23 sometía la determinación de la filiación natural al Derecho del domicilio de la
madre en el momento del nacimiento del hijo y, si resultase imposible de precisar, por la ley del
lugar donde este hubiere nacido.
Finalmente, de acuerdo con el artículo 24, los requisitos necesarios para la validez de la
legitimación y de la adopción se regían por las leyes del domicilio del padre o adoptante y del
hijo o adoptado.
Estas normas fueron consideradas como contrarias al principio de no discriminación en
razón del sexo, consagrado en el entonces vigente artículo 61 de la Constitución de 1961. Por
tal razón, estas normas fueron sustituidas por una sola disposición en la cual se consagra el
llamado “estatuto autónomo del menor”. Nos referimos al artículo 24 de la Ley vigente, norma
de acuerdo con la cual el establecimiento de la filiación y las relaciones entre padres e hijos se
rigen por el Derecho del domicilio del hijo. Ahora bien, en el proceso de adaptación del sistema
conflictual a las exigencias de las relaciones modernas, el factor de conexión también se ha
transformado.
Justamente, este elemento ha constituido la base de todo el desarrollo del Derecho
Internacional Privado tendiente a la flexibilización del método conflictual, adoptando nuevas
formas para enfrentar las críticas realizadas a la tesis clásica de Savigny. Por ejemplo, el
recurso a criterios alternativos de conexión exige del operador jurídico una tarea teleológica,
debido a la existencia, en primer lugar, de una gama de factores de conexión y, en segundo
lugar, de un criterio orientador para la elección entre los sistemas potencialmente aplicables.

El primero de los casos citados se verifica en materia de Derecho aplicable a la forma de


los actos jurídicos. En esta materia, al privilegiarse el principio pro validitatis para impedir la
nulidad de un acto jurídico por razones de forma, se permite que el juez, sobre la base de las
circunstancias del caso concreto, pueda elegir entre el Derecho del lugar de celebración del
acto, el Derecho que rige su contenido y el Derecho del domicilio de su otorgante o del
domicilio común de sus otorgantes (artículo 37); y,
El segundo caso encuentra un excelente ejemplo en la regulación de los contratos
internacionales. En principio, el contrato se rige por el Derecho elegido por las partes. Así lo
establece tanto el artículo 7 de la Convención Interamericana sobre Derecho Aplicable a los
Contratos Internacionales (CIDACI), como el artículo 29 de la Ley de Derecho Internacional
Privado.
Se trata del reconocimiento de la llamada “autonomía conflictual”, la cual constituye un
reflejo en el plano internacional de la autonomía de la voluntad y, en consecuencia, del derecho
al libre desenvolviendo de la personalidad consagrado por el artículo 20 de la Constitución.
En ejercicio de la autonomía conflictual, las partes gozan de un amplio marco de actuación:
no se exige contacto alguno con el sistema elegido; la elección del Derecho puede producirse
antes, durante o después de la celebración del contrato, incluso, salvo la validez formal del
contrato y los derechos de terceros, la elección original puede cambiar durante la vida del
contrato (artículo 8 de la CIDACI).
Además, las partes pueden elegir un ordenamiento jurídico para cada parte del contrato o
elegir un Derecho solo para una parte del mismo, pues se permite el dépecage voluntario
(artículo 7 de la CIDACI). Esta regulación, en definitiva, potencia el desarrollo del comercio
internacional al reducir la incertidumbre en la regulación de las relaciones contractuales.
En ausencia de elección, o ante una elección inválida del Derecho aplicable, ambos
instrumentos ordenan la aplicación del Derecho más vinculado con el contrato. Es este,
justamente, el criterio orientador para el juez, a partir del cual habrá de construir una solución
para el caso concreto.
Así, para determinar ese ordenamiento, se aconseja al tribunal tomar en cuenta todos los
elementos objetivos y subjetivos que se desprendan del contrato (artículos 9 de la CIDACI y 30
de la Ley de Derecho Internacional Privado). El problema que esta solución plantea tiene que
ver con la determinación de lo que ha de entenderse por elementos objetivos y subjetivos del
contrato.
En tal sentido, la doctrina se encuentra dividida. Más me interesa destacar, a los efectos de
este ensayo, una de las tesis que se han expuesto para determinar el Derecho más vinculado al
contrato: la llamada “teoría de las vinculaciones” a que se refiere [ CITATION Gir23 \l 8202 ],
fundamentándose en el llamado “Informe Siqueiros”30. En su opinión, los elementos objetivos
son:
“… aquellas circunstancias de hecho que están vinculadas o con las partes o con
el acto jurídico en sí mismo”.
30
SIQUEIROS, José Luis Ley aplicable en materia de contratación internacional. Proyecto de Convención
Interamericana sobre Ley Aplicable en Materia de Contratación Internacional. OEA. 1991
Tales circunstancias coincidirían con los rígidos factores de conexión de las clásicas normas
de conflicto; es decir, el domicilio o residencia habitual de las partes, el lugar de
establecimiento o de constitución de las personas jurídicas, el lugar de celebración del contrato,
el lugar de ubicación de los bienes objeto del contrato, el lugar del tribunal elegido por las
partes o el lugar del arbitraje, el lugar donde se cumplen los requisitos de publicidad, entre
otros.
Además, [ CITATION Gir23 \l 8202 ] admite una especie de agrupamiento de contactos, al
expresar que en la medida que un contrato tenga más conexiones con un Estado determinado, la
relevancia de su ordenamiento jurídico puede ser más fuerte en la determinación del Derecho
aplicable.
Ahora bien, [ CITATION Gir23 \l 8202 ] estima que estas circunstancias objetivas están
complementadas con un elemento subjetivo, definido por el autor como la teoría jurídica que le
permite al intérprete valorar los elementos objetivos del contrato y decidir a favor de la
aplicación de uno de los ordenamientos jurídicos conectados con la relación a través de estos.
A pesar de que los elementos objetivos predominan en un primer momento sobre los
subjetivos, de manera que en un primer momento el Derecho más vinculado dependerá del
lugar en donde se ubique la mayor cantidad de elementos objetivos, no debe dejar de
reconocerse la posibilidad de introducir en este factor de conexión, criterios teleológicos que
contribuyan a la solución equitativa del caso concreto.
Pensemos en el juez que, en plena libertad de apreciación, considera elementos tales como
el principio del Derecho más favorable al consumidor, de manera de garantizarle a éste la
protección de sus derechos, con lo cual se ponen nuevamente en evidencia la facultad del juez
para buscar una solución justa para cada caso concreto.
Haciendo un Análisis Especial de los Factores de Conexión, podríamos decir que radican, en
que estos tienen por objeto, vincular la norma de conflicto con el derecho aplicable, es decir,
vincular:
1. Persona; 2. Cosa; y, 3. Relación Jurídica, con un Ordenamiento Jurídico nacional
específico que los regule.
Así mismo; los Factores de Unión podemos clasificarlos atendiendo a los siguientes criterios
de Conexión
1) Por su Contenido:

 Personales: Nacionalidad de Una persona o Domicilio;


 Reales: Situación Jurídica de la Cosa o Lugar de un bien mueble o inmueble;
 Lugar de ejecución de un acto Jurídico: Lugar donde se celebró el contrato; y,
 Voluntario: las partes pueden determinar a qué ordenamiento jurídico van a someterse.

2) Por su Naturaleza:
 Hechos Reales: la situación de un bien inmueble; y,
 Conceptos Jurídicos: Nacionalidad o el Domicilio de las personas Naturales y Jurídicas.

3) De acuerdo por el Carácter de Conexión:


 Conexión Única: Supone el empleo de un solo factor de conexión; y,
 Conexión Múltiple: Implica el uso de varios factores, como por ejemplo: Los
requisitos de fondo de un contrato y la celebración del mismo en otro lugar (extranjero).

4) Conexión Alternativa y Acumulativa:


 Conexión Alternativa: Se encuentran varios factores de conexión, con la particularidad
de que se va a emplear uno de ellos, debido a que este, es suficiente para que se
produzca los efectos jurídicos necesarios; y,
 Conexión Acumulativa: Se toman en cuenta dos o más factores, los cuales se hacen
depender la aplicación de varios derechos.

Si deseáramos esquematizar brevemente, los conflictos que plantean los Factores de


Conexión, estos atenderían a las siguientes disposiciones:
 La ley aplicable de un país competente: (Conexión múltiple)
 Nacionalidad: ejemplo aquellos venezolanos por naturalización, donde estos adquieran
dicha nacionalidad, teniendo otra.
 Domicilio: está sujeto a cambios de domicilio o residencia de una persona. Este cambio
determina la aplicación de un ordenamiento jurídico distinto al que primitivamente debería
conocer del asunto.
A los efectos de complementar la clasificación anterior, mostraré el articulado que sirve de
soporte a la estructura del Derecho extranjero. Es así como el siguiente artículo se refiere a la
forma de aplicación del derecho extranjero que resulte competente:
La norma contenida en el artículo 2, transcrito en el acápite con el que iniciamos es este
tema de la Ley, consagra la aplicación de oficio del derecho extranjero, de acuerdo con los
principios que rijan en el país extranjero, con una sola limitación: la aplicación de este derecho
extranjero deberá cumplir con los objetivos perseguidos por las normas venezolanas de
conflicto. Esto establece la base para una adaptación del derecho extranjero no al contenido de
la Ley venezolana, sino a sus objetivos
La disposición no debe interpretarse como la expresión de una tendencia, ya superada, hacia
la aplicación de la lex fori, sino como la reafirmación de la libertad del juez de encontrar el
objetivo de la determinada norma de Derecho Internacional Privado o, como fin último, la
solución equitativa del caso concreto.
Es así como el Artículo 3º,  se refiere a la forma de resolver los conflictos de normas en el
seno de derecho extranjero:

“Cuando en el Derecho extranjero que resulte competente coexistan diversos


ordenamientos jurídicos, el conflicto de leyes que se suscite entre esos
ordenamientos se resolverá de acuerdo con los principios vigentes en el
correspondiente Derecho extranjero”.

Este precepto, regula la hipótesis de que en el Derecho extranjero que resulte competente
coexistan diversos ordenamientos jurídicos; en tal eventualidad ("pluri legislativa"). Esta
previsión legislativa consagra una solución de "sentido común", intuitiva: el Derecho extranjero
declarado competente debe resolver los eventuales conflictos de competencia entre los diversos
sistemas que rijan en su derecho material interno. La norma comentada, por otra parte, resuelve
el tropiezo que podría encontrar el Derecho extranjero material para recibir aplicación, al ser
varios los sistemas que pugnan por la regulación del asunto. En alguna forma, la Ley ("lex
fori") nacionaliza primero a la norma extranjera dirimente del conflicto interno y luego a la
norma material que resulta escogida en dicho conflicto.
 La “lex fori” es un concepto propio del Derecho internacional privado, que significa la
ley del juez que conoce el asunto. 
En consonancia con lo anterior, el Artículo 8º se refiere al Orden público internacional en
los siguientes términos:

“Las disposiciones del derecho extranjero que deban ser aplicables de


conformidad con esta Ley, sólo serán excluidas cuando su aplicación
produzca resultados manifiestamente incompatibles con los principios
esenciales del orden público venezolano”.

Se consagra así la excepción de orden público internacional, también llamada "cláusula de


reserva". Esa excepción es precisamente eso: una situación que se aparta de la regla general de
que el Derecho extranjero es aplicable cuando así lo disponga la norma del conflicto.
Esta regla cede cuando la aplicación de ese Derecho extranjero produzca
resultados manifiestamente incompatibles con los principios esenciales del orden público
venezolano. 
Manifiestamente es adverbio que significa "con claridad y evidencia, descubiertamente";
"incompatibilidad" es repugnancia que tiene una cosa para unirse con otra sólo es sinónimo
de únicamente, y esenciales son los principios importantes y característicos.
Con estas barreras idiomáticas el legislador ha querido remarcar que la excepción de orden
público internacional no es aplicable en cualesquiera circunstancias, disparatada e
inconsideradamente. 
No se debe abusar de la "cláusula de reserva", su aplicación debe ser "restrictiva", con la
mente puesta en la idea de que la regla es la aplicación de la ley extranjera declarada aplicable
por la norma de conflicto.
Este artículo 9º, se refiere a La institución desconocida:

“Cuando el Derecho extranjero declarado aplicable al caso establezca


instituciones o procedimientos esenciales para su adecuada aplicación que no
estén contemplados en el ordenamiento jurídico venezolano, podrá negarse la
aplicación de dicho Derecho extranjero, siempre que el Derecho venezolano
no tenga instituciones o procedimientos análogos”.

La consagración de la institución desconocida, introduce también una excepción que


restringe la aplicación del derecho extranjero a los casos en que no sea posible encontrar
instituciones análogas del foro. En esta materia, al igual que en el orden público internacional
se observan las modernas tendencias del Derecho Internacional Privado de restringir al máximo
la no aplicación del derecho extranjero.
El artículo 10 se refiere a la norma de aplicación necesaria en los siguientes términos:

“No obstante lo previsto en esta Ley, se aplicará necesariamente las


disposiciones imperativas del Derecho venezolano que hayan sido dictadas
para regular los supuestos de hecho conectados con varios ordenamientos
jurídicos”.
La inclusión expresa de la aplicación necesaria de las disposiciones imperativas del derecho
venezolano pretende amparar frente a la aplicación del derecho extranjero, aquellas actividades
en las cuales existe especial interés del Estado con fines a protegerlas.
En esa misma línea conductual y reglamentaria, el Capítulo II del Domicilio, aporta lo propio
al decir que: Una de las modificaciones más importantes de la Ley es la sustitución del
principio de la nacionalidad por el principio del domicilio, como factor de conexión decisivo en
materia de estado, capacidad y relaciones familiares y sucesorias.
Las disposiciones de la Ley referentes al domicilio regulan su concepto general, el cual se
califica a través del término de residencia habitual, que resulta de fácil comprobación (artículo
11), así como los domicilios especiales, entre los cuales figura el de la mujer casada (artículo
12), otorgándosele plena autonomía frente al domicilio del marido.
Lo propio hace el Capítulo III referido a las personas, al incluir entre sus modificaciones
más importantes, frente al sistema venezolano consagrado en el Código Civil, las que se
derivan de la aplicación del principio domiciliario, tal y como ocurre en materia de familia y
sucesiones.
Además, se prevé la regulación de las personas jurídicas (artículo 20), según lo dispuesto en
la convención Interamericana en el Derecho Internacional Privado.
Luego tenemos el Capítulo IV, referido a la Familia, destacando entre sus regulaciones más
novedosas, El aspecto registral de las capitulaciones matrimoniales válidamente celebradas en
el extranjero (artículo 22), a fin de permitir su registro en cualquier momento. El divorcio se
rige por el Derecho del domicilio del cónyuge demandante, siendo una solución a la gran
cantidad de matrimonios mixtos que hay en Venezuela.
El contenido de las disposiciones referentes a filiación (artículo 24), adopción (artículo 25) y
tutela (artículo 26) tiene por norte el interés superior del niño, principio fundamental de la
Convención de Naciones Unidas sobre los derechos del niño, niña y adolecente.
En materia de bienes el Capítulo V de la ley se limita a consagrar la competencia del
Derecho de la situación (artículo 27) y a regular problemas de sucesión temporal de leyes
diversas (artículo 28).
En el Capítulo VI de las Obligaciones, trata particularmente de las obligaciones, en el caso
de las obligaciones convencionales (Artículo 29) se ha procurado resumir en un conjunto de
preceptos las orientaciones más relevantes de la Convención Interamericana sobre Derecho
Aplicable a los Contratos Internacionales, ratificada por Venezuela en 1995.

En el Capítulo VII de las sucesiones, se rigen por el Derecho del domicilio del causante.
Los descendientes, los ascendientes y el cónyuge sobreviviente, no separado legalmente de
bienes, podrán, en todo caso, hacer efectivo sobre los bienes situados en la República el
derecho a la legítima que les acuerda el Derecho venezolano.
Lo propio hace el Capítulo VIII de la forma y prueba de los actos; en este  capítulo se ha
verificado una reforma sustancial en materia de forma de los actos, otorgando un carácter
facultativo a la regla locus regit actum (artículo 37)  y reduciendo, por lo tanto, en las
relaciones jurídico-privadas internacionales, la posibilidad de nulidad de los actos por simples
razones de carácter formal. Así se recogen también las orientaciones dominantes en la doctrina
y en la legislación comparada, tanto internacional como interna. Por lo demás, la norma está
formulada con suficiente amplitud, a fin de que el criterio resulte aplicable a los requisitos
formales de los actos de última voluntad, del matrimonio y de la adopción, lo cual implica una
clara modificación de las disposiciones legales vigentes.
La regla locus regit actum de Derecho Internacional Privado dice que la ley del Estado en
que un acto se lleva a cabo, determina la forma de ese acto. 

El Capítulo IX de la jurisdicción y de la competencia establece que los tribunales


venezolanos tendrán jurisdicción para conocer de los juicios originados por el ejercicio de
acciones de contenido patrimonial cuando las acciones y demandas sean en el territorio de la
Republica.
El Capítulo X de la eficacia de las sentencias extranjeras, se refiere a los requisitos de fondo
cuyo cumplimiento es necesario para que la sentencia extranjera tenga efecto en  Venezuela
(art. 53); a la posibilidad de la eficacia parcial de la sentencia  (art. 54); así como a la remisión
a las respectivas normas de procedimiento (art. 55).
En el Capítulo XI del procedimiento, está referido a la competencia procesal internacional
o jurisdicción, a la eficacia de las sentencias extranjeras y al procedimiento, respectivamente; y
finalmente, las disposiciones finales, prevén la derogación de las disposiciones legales dictadas
con anterioridad sobre la materia objeto de esta ley.
Como una manera de cerrar este tema in comento, y luego de haber hecho un repaso del
andamiaje legal, soy de la opinión que la Ley venezolana es una digna representante del
Derecho Internacional Privado neoclásico, en los siguientes términos:

 Utiliza el método plural, flexibiliza la norma de conflicto y refleja   la tendencia


codificadora de la materia.
 Es una ley especial, acorde con el carácter autónomo del Derecho Internacional Privado.
 No excluye la aplicación de las disposiciones especiales relacionadas con el Derecho
Internacional Privado e incluidas en otras leyes, por cuanto sus regulaciones tienen carácter
general.
 Adapta sus regulaciones a la realidad social del país, a la doctrina y jurisprudencia
venezolanas, al contenido de los tratados ratificados por Venezuela y al desarrollo universal del
Derecho Internacional Privado.
 Incluye las instituciones generales, salvo la calificación y el fraude a la ley, así como las
disposiciones fundamentales del Derecho Civil y Derecho Procesal Internacional, con lo cual
refleja las tendencias actuales de la estructura de la materia.
 Sustituye el factor de conexión “nacionalidad” por “domicilio”, identificado con la
residencia habitual de la persona, lo cual representa un cambio fundamental del Derecho
Internacional Privado venezolano. Este cambio facilita el trabajo del operador jurídico y acerca
el sistema venezolano a las regulaciones continentales.
 Introduce innovaciones en materia de matrimonio y de protección de niños y
adolescentes. En el ámbito de estos últimos, reafirma la importancia de su interés superior
como norte de las decisiones judiciales.
 En obligaciones convencionales destaca la ilimitada autonomía de las partes para elegir
el derecho aplicable y, a falta de esta elección, consagra la facultad del operador de aplicar el
derecho con el cual se encuentra más directamente vinculado el contrato; y,
 Es una Ley que contiene soluciones adecuadas y positivas para el sistema venezolano,
pero también algunas lagunas e imprecisiones que generan interrogantes que deberán
ser aclaradas por la doctrina y la jurisprudencia. Esto no disminuye la importancia de la Ley, ya
que el valor de la legislación se juzga no sólo por sus regulaciones, sino por representar una
meta cuyo alcance determina el desarrollo de la respectiva disciplina.
Por todas las razones antes expuestas, indudablemente, la Ley de Derecho Internacional
Privado venezolana podrá servir de guía y de orientación para el desarrollo de la codificación
de esta materia en el continente americano.

Al emprender mi salida desde este ángulo conclusivo, lo haré rescatando lo que fue el final
del aspecto introductorio de este ensayo, cuando acotaba que “me era necesario desempolvar
los conocimientos de los años anteriores” como en efecto lo fue, y este comentario está
referido al estilo de abordaje propio de estos temas, asumidos con un compromiso férreo de
apego a la investigación y el análisis tratando siempre de elaborar una investigación digna que
traduzca respeto por el docente, por la profesión y que represente los valores y el decálogo
estudiantil. Es así como subsumido en ese sentido de pertenencia, me correspondió apelar a los
conocimientos adquiridos de Introducción al derecho, complementado con Derecho
Internacional Público (primer y tercer año respectivamente), para comprender las fuentes del
Derecho Internacional Privado; así mismo apelar a la filosofía del derecho (primer año) me
resultó indispensable para aprehender el concepto de justicia material.
Necesité del derecho procesal (tercero y cuarto año) para desentrañar los misterios del
derecho procesal internacional; el Derecho Mercantil (tercero y cuarto año) me fue
indispensable para comprender a cabalidad los contenidos del Derecho Comercial Internacional
y todos los contenidos de las cátedras de Civil (estudiados desde el primero hasta el cuarto año)
me fueron necesarios para resolver los problemas que se presentan en el amplísimo campo del
derecho civil internacional.
Especial mención merecen los ámbitos espacial y temporal del DIPr., entendido como
hechos culturales y principios territoriales, aplicado para el territorio para el que fue
sancionado. El derecho entendido como fenómeno natural, humano social, es universal en
tiempo y espacio, y se aplicaría a todo el mundo. Lo mismo ocurre con las costumbres,
prohibidas en un territorio y toleradas en otro. El problema inter espacial o intemporal está
vinculado a las codificaciones convencionales y legales del DIPr., porque solo en este supuesto
se dan normas precisas cuyo ámbito puede ser cuestionado. Al ser un fenómeno reciente, el
problema carece de una historia propiamente dicha.
Atento a lo analizado en este trabajo, considero que la aceptación legislativa del reenvío
debe ser amplia y que para todos aquellos casos en los cuales la legislación permite a los
particulares elegir el derecho de fondo aplicable para regular su acto jurídico, también debe
facultarlos para señalar si excluyen o permiten que se utilice la figura de reenvío para
determinarlo. No obstante, en todos los casos, su aceptación y permisión debe limitarse al uso
del reenvío simple o del reenvío en segundo grado, con la finalidad de evitar que, de surgir un
conflicto, se coadyuve al retraso de la administración de justicia.
Es menester comentar en este aparte último que, los intentos de autonomía legislativa en
materia de Derecho Internacional Privado son de vieja data. Fue muy largo el camino recorrido,
pero finalmente, gracias a la incansable tarea de un grupo de eminentes juristas en la materia,
quienes supieron impulsar y difundir sus ideas, desde el 6 de agosto de 1998, Venezuela cuenta
con una Ley de Derecho Internacional Privado. A 21 años de la promulgación de la Ley, el
balance es altamente positivo, tanto a nivel de la jurisprudencia patria como de la doctrina
nacional y extranjera, sirviendo incluso de inspiración a los países americanos para impulsar
sus reformas internas en la materia.
En este sentido, la Conferencia Especializada Interamericana de Derecho Internacional
Privado tiene un papel fundamental en el desarrollo jurídico del fenómeno integracionista,
como instrumento diplomático competente para la elaboración de normas internacionales
vinculantes con alcance interamericano, que serán las únicas capaces de dar fuerza a la
integración. Con estos elementos fundamentales: el pluralismo metodológico, la flexibilización
de la norma de conflicto y la codificación universal y regional, el Derecho Internacional
Privado refuerza su carácter autónomo e internacional.

En el marco de este desarrollo, se excluye cualquier intento de su "nacionalización" y se


mantiene el carácter universal, en el sentido doble del término: tendencia hacia la vigencia
universal de las reglas de Derecho Internacional Privado y amplia cabida del ordenamiento
jurídico extranjero, que sólo admite dos excepciones: normas imperativas del foro y los
principios del orden público internacional.

Pienso que, con este nuevo enfoque, el Derecho Internacional Privado logrará el balance
entre la solución equitativa de cada caso y la seguridad jurídica y será un derecho vivo, en
constante evolución y, en consecuencia, adaptable a los cambios del mundo actual. Por ello
será un útil instrumento para las más variadas relaciones entre particulares de diferentes países
y, por ende, un importante factor de desarrollo económico, comercial, científico y cultural.

En otro ángulo del mismo proceso, creo acertado comentar que la codificación en materia de
Derecho Internacional Privado en el continente americano ha alcanzado considerables logros.
Mantenerlos y continuar la unificación de las regulaciones jurídicas en los ámbitos de mayor
relevancia para nuestros países es la labor de todos los juristas de América.

Cada uno de los Estados americanos tiene el deber de fomentar, tomando en cuenta la
codificación común, su rol en la eliminación de obstáculos para la exitosa integración. Cada
uno tiene que contribuir para ello con sus ideas, preparación de proyectos de convenciones y
con el firme compromiso de apoyar el proceso ratificando las convenciones aprobadas y
divulgando la doctrina y jurisprudencia respecto a ellas, su consolidación, sería un merecido
homenaje al precursor en américa de todas ideas: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad
Bolívar Palacios Ponte Andrade y Blanco, sin duda el venezolano más preclaro jamás nacido.

Finiquito con una cita del Jurista alemán, Profesor de las universidades de Berlín y Basilea,
desde donde ejerció una gran influencia en el desarrollo de las doctrinas jurídicas modernas, al
considerar al Derecho más como un producto social que como una elaboración doctrinal.

De su libro “El fin en el Derecho”, desprendo esta frase de cierre:

"Imaginarse que el Derecho debe ser igual en todas partes es un modo de


concebir tan falso como el someter todas las enfermedades al mismo
tratamiento". R. von Ihering.

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