El Dios de Jesús

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EL DIOS DE JESUS

Colegio San Agustin (Marianistas)


Primer momento
Según los evangelios, el Dios de Jesús es el Padre, del que él habla constantemente. Es el Padre bueno. Y
es bueno con todos. El Padre que manda su sol sobre justos y pecadores; y la lluvia sobre buenos y
malos. El Padre que acoge al hijo perdido, sin reprocharle nada, sin pedirle explicaciones, ni exigirle
cuentas. El Padre que quiere tanto a su hijo extraviado, que, cuando vuelve a la casa, muerto de hambre,
le pone lo mejor que tiene y le organiza una fiesta por la alegría de recuperarlo con vida. Pero, sobre
todo, para los cristianos, es el Padre que se nos da a conocer y se nos revela en Jesús. De forma que,
cuando Felipe, uno de sus discípulos, le dice a Jesús "enséñanos al Padre", Jesús le contesta: "Felipe,
¿todavía no me conoces?". Y añade el mismo Jesús: "Felipe, el que me ve a mí, está viendo al Padre" (Juan
14, 8-10).
Viendo a aquel hombre, Jesús, que acababa de cenar con los demás y como los demás, aquel hombre
que se desvivía por la gente, le quisieran o no, se veía a Dios, se conocía a Dios. En el hombre Jesús, se
revelaba el Innombrable. Es decir, en Jesús conocemos a Dios. Por eso, es una tesis fundamental de la
teología del Nuevo Testamento que Jesús es el Revelador de Dios y la Revelación de Dios.

Partamos de esta pregunta que nos ha dejado el mismo Jesús....

Leemos 15, 13-17


Al llegar a la región de Cesarea de
Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: «¿Qué dice la gente
sobre el Hijo del hombre? ¿Quién
dicen que es?». Ellos le
respondieron: «Unos dicen que es
Juan el Bautista; otros Elías; y otros,
Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿Quién
dicen que soy?». Tomando la
palabra, Simón Pedro respondió:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón,
hijo de Jonás, porque esto no te lo
ha revelado ni la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en el cielo.

https://www.youtube.com/watch?v=YH36FTwTcms
Para orientar el compartir

Después de haber visto la lectura y compartido el video contesta las siguientes


preguntas...
1.- ¿Quién dice la gente que es Jesus, que escuchas por ahi sobre Él?
2.- Para vos... ¿Quién es Jesús?

La cuestión del Dios de Jesús es inseparable de


la cuestión de la persona de Jesús. En efecto,
Jesús une indisolublemente la llegada del Dios
del Reino a su ministerio; y su persona. hizo de
ambas una forma de revelar y manifestación a
Dios. Padre e Hijo son una realidad indisoluble,
con el Espíritu Santo.
No es fácil de comprender, pues tampoco es
fácil de poner en palabras y criterios
meramente humanos. En el vientre de Maria es
la misma divinidad, el ser de Dios, quien asume
la condición humana. Aquel que es más allá del
tiempo y del espacio, realidad en la que se
enmarca toda la creación, todo lo que el ser
humano es y puede llegar a comprender, se
hace carne, asume la condición humana, se
hace pequeño para meterse en la historia
humana.
Así lo explica Pablo a los cristianos de Filipos
(Fil: 2, 6- 11) El, que era de condición divina, no
consideró esta igualdad con Dios como algo
que debía guardar celosamente: al contrario, se
anonadó a sí mismo, tomando la condición de
servidor y haciéndose semejante a los
hombres. Y presentándose con aspecto
humano, se humilló hasta aceptar por
obediencia la muerte y muerte de cruz. Por
eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está
sobre todo nombre, para que al nombre de
Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la
tierra y en los abismos, y toda lengua proclame
para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el
Señor».
Nos acercamos a la Palabra

Filipenses 2, 6-11
PERSPECTIVA CATÓLICA
El, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios El Verbo se encarnó para que
como algo que debía guardar
celosamente: al contrario, se anonadó
nosotros conociésemos así el
a sí mismo,
tomando la condición de servidor
amor de Dios: "En esto se
y haciéndose semejante a los manifestó el amor que Dios nos
hombres.
Y presentándose con aspecto humano, tiene: en que Dios envió al mundo
se humilló hasta aceptar por
obediencia la muerte a su Hijo único para que vivamos
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó por medio de él" (1 Jn 4, 9).
y le dio el Nombre que está sobre todo
nombre, para que al nombre de Jesús,
"Porque tanto amó Dios al mundo
se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los
que dio a su Hijo único, para que
abismos, y toda lengua proclame para todo el que crea en él no perezca,
gloria de Dios Padre:
«Jesucristo es el Señor». sino que tenga vida eterna" (Jn
3, 16). (CIC - 458)

Volvamos a ese Dios trinitario que se da totalmente en permanencia. La Encarnación, en la


historia de la Creación, es la expresión perfecta y total de este don absoluto. En la Creación
Encarnación, la kenosis, el anonadamiento de Dios se hace carne. No se trata sólo de la
kenosis de Cristo. Sin esta fuente en el don trinitario, la Encarnación crística sería un simple
paseo anecdótico, a la manera de los dioses del Olimpo griego. Pero, sin la Encarnación
histórica de Jesús de Nazaret, tampoco nunca podríamos alcanzar ni participar del Dios AMOR
en nuestra propia carne.

Anonadamiento trinitario del Padre en el Hijo y del Hijo en el Mundo por el Espíritu: tal es el
sentido absoluto de la Encarnación, tal como la presenta San Juan en su prólogo y en el
capítulo 17 de su evangelio. Estos dos textos firman tanto la humanidad originaria de Dios
como la divinidad en proceso en la humanidad, envuelta de Mundo.
Los cristianos de oriente afirman que la cruz de Cristo está en el corazón del Padre desde
antes de la creación y Pascal proclama que Cristo sufre en la Cruz hasta el fin del mundo, aún
resucitado y glorificado: dos iconos geniales de esta encarnación cósmico-histórica sin
comienzo ni fin.

La Trinidad necesita de la Creación-Encarnación para revelarse. Esta, a su vez, revela la


vocación trinitaria de la humanidad y del mundo: ¡la kenosis, el vaciamiento, el anonadamiento
recíproco! Como el Padre se vacía en el Hijo y este en el mundo, así nuestra vocación divina es
vaciarnos, en una reciprocidad universal, interpersonal, intercultural, inter-género e inter-
cósmica

En síntesis, esta kenosis dice la eternidad de Dios en su movimiento oblativo. No es solamente


un momento, una ocurrencia, un paréntesis. La kenosis es la “gloria” de Dios. Es así como
interpreto la famosa fórmula de San Ireneo: “la gloria de Dios es el ser humano vivo y la vida
del ser humano es la visión de Dios”.

Para orientar el compartir

Te proponemos que elijas una frase del texto, solo una y luego
trascíbela aquí debajo.

Jesús llama «Padre», «Abba», a Dios y lo experimenta como un misterio de amor y misericordia,
de infinita bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e
hijas a buscar siempre el Reino de Dios y su justicia.
Para Jesús este misterio último de la realidad que llamamos «Dios» es una Presencia cercana y
amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a
nosotros, una vida más humana.
Jesús no separa nunca a ese Padre de su proyecto de transformar el mundo. No puede pensar
en él como alguien encerrado en su misterio insondable, de espaldas al sufrimiento de sus hijos
e hijas. Por eso, pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia
de su proyecto, unirse a él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar
siempre que su justicia, su verdad y su paz, para que sea también en este mundo como en su
Reino.

segundo momento
Escuchamos la canción "Creo" de Callejeros y subraya lo que te resulte mas significativo

https://www.youtube.com/watch?v=ezlpwCLgiE8

Creo que con una canción


La tristeza es mas hermosa
Creo que con una palabra
Puedo decir mil cosas
Pero no creo en el circo
De la información
Toda decanta en tu amor
Y en mi dolor
Creo que es mejor morir de pie
Que vivir de rodillas
Creo que el viento me alcanza
El olor de tu mejilla
Creo en mi guitarra,
Creo en el sol
(Si me cura las heridas)
Creo en tu voz
Creo en la vida, en la noche
En tu alma y no creo
En todo lo demás
Creo en tu estrella
En aquella que busco
En mi sueño mejor
Para poder luchar
Creo en esas tarde que viví
Jugando a la pelota
Creo que educar es combatir
Y el silencio no es mi idioma
Creo en tu sonrisa
Creo en mí si te veo hoy
Y me pedis que no me rinda
Sigo por vos
Creo en la lluvia cuando…
La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una
adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo
mediante sus obras y sus palabras. "Creer" entraña, pues, una doble referencia: a la persona y a
la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua. No debemos creer en ningún
otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo. La fe es un don sobrenatural de Dios. Para
creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo.

"Creer" es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona


humana.
"Creer" es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe.
La Iglesia es la Madre de todos los creyentes. "Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a
la Iglesia por Madre" (San Cipriano de Cartago, De Ecclesiae catholicae unitate, 6: PL 4,503A).
"Creemos todas aquellas cosas que se contienen en la Palabra de Dios escrita o transmitida y
son propuestas por la Iglesia [...] para ser creídas como divinamente reveladas" (Pablo VI, Credo
del Pueblo de Dios, 20).

La fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirma: "El que crea y sea bautizado, se
salvará; el que no crea, se condenará" (Mc 16,16).
"
La fe [...] es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida
futura" (S. Tomás de A., Compendium theologiae, 1,2).

https://www.youtube.com/watch?v=OycibgDkwx8

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la


tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto, y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a
los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a
muertos.
Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Para profundizar

A partir de todo lo compartido te proponemos


redactar tu propio Credo. ¿Cómo es el Jesús en el
cual crees?

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