Cañeque, H. (1991) Juego y Vida.
Cañeque, H. (1991) Juego y Vida.
Cañeque, H. (1991) Juego y Vida.
Teniendo en cuenta estos supuestos, resultará sin duda interesante tener un primer
contacto con el tema a partir del pensamiento de notables estudiosos argentinos y
extranjeros de diferentes tiempos históricos. Quedarán consignadas aquí ideas sobre los
alcances del Juego, datos sobre sus orígenes, descripciones del fenómeno l údico a partir
de diferentes puntos de vista, planteos acerca de sus características esenciales y hasta
alguna forma poética de abor-darlo. Obviamente, dentro de este material, está la
definición de J. Huizinga, aquel notable historiador holandés, que por 1938 como ya
dijimos, pudo arribar a la primera definición sistemática, adquiriendo por este logro y
por su obra (Homo Ludens) el mérito de ser considerado padre intelectual del tema.
J. Huizinga:
El juego es una acción o una actividad voluntaria, realiz ada en ciertos límites fijos
de tiempo y lugar, según una regla libremente consentida pero absolutamente
imperiosa, provista de un fin en sí, acompañada de una sensación de tensión y de
júbilo, y de la conciencia de ser de otro modo que en la vida real.
Roger Caillois:
La función propia del juego es el juego mismo. Ocurre que las aptitudes que
ejercita son las mismas que sirven para el estudio y para las actividades serias del
adulto [...] El juego, aun bajo su forma de juego de dinero, resulta rigurosame nte
improductivo [...1 Es una característica del juego el no crear ninguna riqueza,
ninguna obra. Por esto se diferencia del trabajo o del arte. Al final de la partida
todo puede y debe quedar igual que como estaba, sin que haya surgido nada
nuevo...
J. Chateau:
El niño mayor de tres años no es llevado a jugar por una tendencia invencible, sabe
por qué juega; es en los motivos, por consiguiente, donde conviene buscar el principio
motor del juego.
F. J. J. Buytendijk:
Tanto el animal como el hombre juegan con imágenes: la imagen es la expresión
misma del carácter "páthico" que el sujeto proyecta sobre la realidad; es esencialmente
ficción, combinación espontánea y símbolo.
M. Wundt:
El juego es el niño del trabajo, no hay forma de juego que no encuentre su modelo en
alguna ocupación seria que le precede en el tiempo.
F. Schiller:
Quede bien entendido que el hombre sólo juega en cuanto es plenamente tal, y sólo es
hombre completo cuando juega.
A. Aberastury:
El mundo lúdico se origina en los primeros juegos de pérdida y recuperación,
encuentro y separación.
José Ortega y Gasset:
El juego es un esfuerzo, pero que no siendo provocado por el premioso utilitarismo que
inspira el esfuerzo impuesto por una circunstancia del trabajo, va reposando en sí
mismo sin ese desasosiego, que infiltra en el trabajo la necesidad de conseguir a toda
costa su fin.
Henri Wallon:
En el juego puede entrar la exigencia y la liberación de cantidades mucho más
considerables de energía que las que pediría una tarea obligatoria.
[...] La característica principal del juego en el adulto parece residir en el "permiso"
S. Lebovici-Diatkine:
El juego es una expresión del llamado al otro y en particular al adulto, al que el niño
imita o contraría y al que luego reemplaza por la regla del juego.
Melanie Klein:
Los juegos y las fantasías en que se basan, son una elaboración de la escena primitiva.
D. W. Winnicott:
El jugar tiene un lugar y un tiempo... No se encuentra "adentro" [...] tampoco está
"afuera". [...I Jugar es hacer, [...] Es bueno recordar siempre que el juego es por sí
mismo una terapia. [...] En él, y quizá sólo en él, el niño o el adulto están en libertad de
ser creadores.
S. Fraiberg:
El juego es un sitio donde los sueños prohibidos pueden renovarse eternamente,
donde la magia y la omnipotencia pueden ser practicadas sin daño, donde los deseos
traen su propia gratificación.
Florencio Escardó:
El juego comienza por ser en el bebé una actividad vital muy poderosa que encauza el
entrenamiento motor, postural, sensorial y la comunicación con el mundo externo. Poco
a poco va adquiriendo poderosas cualidades psíquicas y centra la época del
pensamiento mágico y de la simbolización, para llegar por fin a ser la escuela de la
actividad organizada y la aceptación de reglas, compromisos y sanciones...
S. Freud:
Podríamos decir que cada niño, en su juego, se comporta como un poeta, ya que crea un
mundo propio, o, mejor dicho, reordena las cosas de su mundo en una nueva forma
que le agrada [...] Lo opuesto al juego no es lo serio sino lo real... A pesar de toda la
emoción que caracteriza al mundo lúdico, el niño establece bien su diferencia y
experimenta placer al unir sus objetos y situaciones imaginarias con las cosas tangibles
y visibles del mundo real. Esta unión es lo que diferencia el juego de la fantasía [...] La
actividad lúdica está determinada por un deseo en particular, el deseo de ser grande, el
niño siempre juega a ser grande e imita aquello que sabe de la vida de los adultos [...] El
niño no tiene motivos para ocultar su deseo de ser adulto...
Entre las peculiaridades psicodinámicas del juego se destacan: a) se basa en el principio
del placer; b) logra la transformación de lo pasivo en activo, merced a lo cual el niño
obtiene la vivencia de dominio de sus experiencias traumáticas; c) satisface la
compulsión a la repetición por el aprendizaje que con él se logra y por el placer derivado
de la repetición misma.
Lin Yutang:
Lo que define al juego es que uno juega sin razón, y que no debe haber razón para
jugar. Jugar es razón suficiente, en él está el placer de la acción libre, sin trabas, con la
dirección que el jugador quiere darle, que tanto se parece al arte, al impulso creador.
R. D. Laing:
Están jugando un juego. Están a que no juegan un juego. Si les demuestro que veo
que están jugando, quebraré las reglas y me castigarán. Debo jugarles el juego de
no ver que veo el juego.
Jean- Piaget:
El juego es el producto de la asimilación que se disocia de la acomodación antes de
reintegrarse en las formas de equilibrio permanente, que harán de él su
complementario en el pensamiento operatorio o racional. En este sentido, el juego
constituye el polo extremo de la asimilación de lo real al yo, y participa al par,
como asimilador, de esa imaginación creadora que seguirá siendo el motor de todo
pensamiento ulterior y hasta la razón.
"¿Qué es lo que hace que el juego se realice, cuál es la búsqueda del jugador, el motor
del juego, el objeto bajo la trama del jugar?...
¿Qué hay en el juego, qué es lo que posibilita que haya juego, lo que moviliza, activa a
la persona que se pone en jugador?... Porque el juego no nace del deseo del otro, no
puede ser ordenado. El desafío, aunque desconocido, ignorado, inconsciente, surge a
partir de la posición subjetiva del jugador. Así, la actividad voluntaria, si es utilizada no
es el origen del juego. De la misma manera que una necesidad no se racionaliza, ya que
es vivida, es impresión y expresión, el juego se juega, existe en el acto, no se fija en una
representación mental. De allí lo inefable del juego, ya que es presencia, e xperiencia,
devenir.
Pero uno no juega a cualquier cosa, ni con cualquiera. El juego no es pues gratuito (sin
contar con que en nuestras sociedades modernas se paga para jugar), gratuito o
aleatorio, no, como si fuera posible jugar siempre por decisión (pues, si se juega
siempre, es por desconocimiento, por ilusión necesaria).
El desafío del juego no se sitúa pues en la voluntad, aun si el torero tiene una voluntad
encarnizada de ganar el trofeo de oro... allí hay un desgaste activo pero medido y
controlado, para a la vez, cortarle la oreja al toro; la apuesta no es el fetiche
conquistado, no es el corte de la oreja; aunque todo juego se inscribe en la realidad
exterior, el objeto externo no aparece como el objetivo real, aunque lo parezca, es
simplemente un objeto pretexto, un cebo del motivo y no la motivación misma. Sólo hay
que ver cómo uno se cansa rápido de jugar... quiero decir, de ganar en un juego, de
servirse de un mismo desafío exterior. El juego se agota si no hay creatividad sobre el
desafío externo que debe cambiar para conservarse en calidad de tal (juegos deportivos:
siempre más alto; la barra, la distancia, la velocidad).
El juego se muere si el desafío aparente, manifiesto, externo, se realiza. Hay una
tristeza cuando se acaban los juegos olímpicos. Lo mejor es pensar en el próximo
estadio. Es pues que los juegos olímpicos en algún espacio del inundo no "resuelven" del
todo su motivo real, motivo que se sitúa en el campo psíquico, afectivo. Hay que repetir
las apuestas externas para satisfacer el desafío afectivo del juego... hay que jugar y
volver a jugar al juego de la oca, sin cesar, y es por eso que es tan difícil no
transformarse en psicópata del juego, en jugador entregado, como en régimen de droga,
ya que entonces se trata de la imposible regulación del objeto interno por un objeto
externo. El círculo de encierro que cerca al jugador en su juego sin fin proviene de la
cadena: desafío afectivo inconsciente (tensión, necesidad) - desafío externo consciente
(ejercicio y placer del juego ) desafío afectivo inconsciente con intensificación del placer
- desafío consciente del juego - etc. ¿Qué personalidad, por otra parte, no contiene en
su "buen" funcionamiento estos ciclos, estos círculos, donde algo se salda (sin
arreglarse), donde algo se arma, para no desarmar, los que funcionan sobre el mismo
modo que el desafío del juego del jugador? ¿Quién no tiene en su "economía secreta"
alguno de estos objetos-cebo (materiales o imaginarios) en los cuales invertir y reinvertir
sin cesar, desafíos de su propio juego afectivo?
El desafío del juego se inscribe entonces en las dos realidades: la psíquica y la exterior;
corriendo el riesgo de que el jugador no pueda regular el desafío real subjetivo a través del desafío
exterior. Si el jugador, por ejemplo, pierde siempre, corre verdaderamente el riesgo de perder en
eso su vida (psíquica y aún física). El jugador —el ello— rechazará el juego de la vida porque el
descontento no está regulado por alguna primacía del placer del juego. Si él gana demasiado en un
momento, y se deja seducir por el desafío externo, fijado a su objeto-cebo por el placer
descubierto y organizado sobre el principio del juego, el jugador —el ello—rechazará la realidad
externa que no pertenezca al círculo de su juego como jugador. De esta manera, si el juego es un
modo de tentativa de equilibrio entre principio de placer y principio de realidad, el animal jugador,
arriesga perder "algunas plumas": — Ya sea que el desafío externo haya podido seducirlo y surge
entonces la manía del juego, — o bien sea que el desafío interno no haya podido cargarse en
alguna instancia de juego en el campo exterior y la realidad de la muerte se prepara, se anuncia y
se juega.
Remarquemos que en estas dos perversiones, en estas dos formas fracasadas del juego, es
Tanatos que triunfa sobre Eros. Ni demasiado, ni muy poco. Eros, para ganar su juego de muerte
con la muerte, trabaja en un régimen óptimo: el equilibrio entre dos vértigos; entre lo máximo y lo
mínimo se encuentra lo óptimo, lo justo. Quizás, en este punto se encuentre la regla del juego,
fundamento del verdadero juego. La ley es fundadora, pero para eso, habrá que jugarla.
Algunas de las ideas principales que presumiblemente elaboró el prof. R. Testayre en su planteo
del tema "El desafío del juego"
1. El juego nace del deseo del jugador, por lo tanto no puede ser ordenado por otros.
2. El desafío propio del juego surge desde la posición subjetiva del jugador, es decir de su relación
afectiva o ilusoria con el objeto externo.
3. El juego existe en el acto, es decir en aquello que es en un determinado momento.
4. El juego es selectivo, no se juega con cualquier persona o cosa. No es por la decisión de jugar, es
por la elección de jugar.
5. El desafío del juego no es voluntario, a pesar de que todo juego se inscribe en la realidad
exterior.
6. El objeto real es un objeto pretexto, es un "cebo del motivo" y no la motivación misma.
7. El juego se agota si no hay creatividad sobre el desafío externo.
8. El juego se muere si el desafío externo se realiza. Aparece una tristeza importante cuando el
juego se acaba.
9. Al repetir la apuesta externa, el jugador regula su objeto interno, dándole más libertad. En el
caso de escenas de juego ciegas o trabadas es imposible regular el objeto interno por uno externo.
10. El desafío inconsciente (deseo-tensión) conduce al desafío consciente de juego y esto revierte
sobre el material inconsciente y así sucesivamente.
11. El jugador y obviamente sus deseos, rechazarán todo dato de la realidad externa que no
pertenezca al círculo de su propio juego.
12. El juego es una forma de intentar equilibrar el principio del placer y el principio de realidad.
Hablamos de equilibrio justo entre los instintos de vida y de muerte. En ese equilibrio
precisamente es donde se ncuentra la regla del juego, fundamento basal de la actividad lúdica.
Pero ella, a su vez, sólo existe en tanto es jugada.
1.8. CREENCIAS QUE HAN IMPEDIDO UN ABORDAJE CORRECTO AL TEMA DEL JUEGO
1. Como ya lo señalamos en otros momentos del trabajo, hay en el mundo una tendencia
generalizada a despreciar el juego, en cuanto actividad inútil, en el sentido de que no
produce bienes ni servicios.
2. Asimismo aparece en la vida cotidiana con bastante frecuencia la idea de que "el juego
es cosa de niños". Seguramente viene como desglosada de la propuesta anterior y
resulta paradójica, porque en apariencia el adulto se ocupa del niño, pero en la realidad
trata de cercenar su conducta de juego.
3. Existe casi una "manía" de encaminar, metodizar, orga-nizar el juego, como si éste fuera
un asunto peligroso.
4. En la orientación de la formulación anterior, existe otra tendencia que insiste en clasificar
el juego: o por edades, o por aspectos de la personalidad, o por los móviles que lo
activan, o por los objetos que utiliza o por los niveles del desarrollo, etcétera. Aparece
como una gran fuerza tendiente a organizar aquello que se desconoce en sus
características esenciales, atentando contra lo que sería un conocimiento profundo del
juego en sus características esenciales y modos de desenvolvimiento.
5. Es muy frecuente que el adulto desde el campo de la vida cotidiana o desde el campo
profesional (por ejemplo Docentes - Psicólogos) minimicen las posibilidades de
libertad y control del niño y del adolescente Puede que se las adjudiquen para
otras actividades, pero no específicamente para jugar.
6. Hay consenso en considerar con temor el "juego solitario", asociándolo algunas veces a
lo patológico. Muy por el contrario, el modelo de juego antedicho requiere de
un grado de salud óptimo.
7. Es común el considerar al juego como resultante de una energía sobrante o también a
veces negativa. Esto es una manera exageradamente simplista y prejuiciosa de con-
siderar aquello que no se sabe en qué lugar ubicar,
8. Existe una tendencia generalizada a identificar "juego con locura". Esto hizo que el
juego quedara reservado para pocos y circunscripto a edades y lugares determinados.
Parece difícil visualizar que el juego, como cualquier otra conducta humana, se expresa
en el campo de la salud de muy diferente manera que en el de la enfermedad.
9. Hay una marcada tendencia a usar el juego como medio para seducir, convencer,
engañar, agredir. No se utiliza una lente correcta para apreciar estos procesos y
nuevamente la población adquiere una sensación de desconfianza o miedo por la
actividad lúdica.
10. Frente a los juegos reglados de competencia, hay una costumbre bastante
generalizada de no tolerar los resultados de las contiendas. Aparece una
tendencia a desfigurar o violar éstos, para no encontrarse con la aprobación o
desaprobación social frente a la dupla perdedor-ganador. Esto trae
inevitablemente resistencia hacia el juego.
11. Estímase que el adulto pierde su condición de tal al jugar, sobre todo con algún grado
visible de libertad. Aparece en general como ridículo, poco serio, despreocupado por las
obligaciones cotidianas. Esto hace que las generaciones jóvenes no tengan mo-
delos correctos y estimulantes frente a lo disparatado, alegre, aparentemente
desordenado, placentero y creativo.
12. Existe una inclinación generalizada a valorar o demandar aquellos juegos que
reportan utilidad, sea ésta de tipo comercial, afectivo, intelectual, etcétera, Esta
búsqueda lleva a resultados efectistas que impiden profundizar en los aspectos más
vitales del juego y disfrutarlos.
13. La sociedad aprueba en forma vehemente la conducta lúdica de sus ídolos (baile,
tenis, fútbol, etc.). No repara, de esta manera, en la pobreza imaginaria o catártica
que se hace carne en las multitudes. Ovacionan a otros, sin permitirse siquiera una
aproximación mínima al modelo, que no sea la de delegar deseos.
14. Los docentes creen que juegan bastante libremente con sus educandos y se
tranquilizan ante esta situación que suponen. Lo concreto es que muchas veces lo
que hacen no es juego, o confunden formas de encararlo. En resumen, caen en la
desorientación propicia para abandonar la tarea de jugar y hacer jugar.
15. Cuando el juego está referido específicamente a la canalización de la sexualidad
y la agresión, hay una tendencia muy marcada del que mira y observa a: no ver,
cortar o interrumpir, censurar o condenar dichas escenas.
No se puede vislumbrar desde afuera el campo de accionar de un jugador que
está "in situ". Sus operaciones están a "años luz" de la sola percepción del obser-
vador. Además, aquí se están desenvolviendo fuerzas sobre las que recaen
prejuicios de alta intensidad: podría suponerse que tras el juego sexual está
latente el temor a la penetración o detrás del juego agresivo subyacen fantasías
de destrucción o muerte.
Estos son sólo algunos de los esquemas mentales que decidió usar la comunidad en que
vivimos para no jugar, lo cual —al decir de Winnicott— es como "no vivir". Se los ha
presentado aquí con el expreso deseo de que sirvan como disparadores para la reflexión, el
juicio crítico, el replanteo o la irrupción creativa.
Hilda Cañeque “Juego y Vida. La conducta lúdica en el niño y en el adulto”. Editorial El
Ateneo. Bs.As.1991