El Mito de Sísifo
El Mito de Sísifo
El Mito de Sísifo
fundamental de la filosofía.
Se trata de evidencias
perceptibles para el corazón, pero que se debe profundizar a fin de hacerlas claras
para el espíritu.
(lo que se llama una razón para vivir es, al mismo tiempo, una
excelente razón para morir).
Siempre se ha tratado del suicidio como de un fenómeno social. Un acto como éste se
prepara en el silencio del corazón, lo mismo que
una gran obra. El propio suicida lo ignora. Una noche dispara o se sumerge
En el apego de un
hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo
Como las grandes obras, los sentimientos profundos declaran siempre más de lo que dicen
conscientemente.
En el fondo
de toda belleza yace algo inhumano, y esas colinas, la dulzura del cielo, esos dibujos
de árboles pierden, al cabo de un minuto, el sentido ilusorio con que los revestíamos
y en adelante quedan más lejanos que un paraíso perdido
Así como hay días en que bajo su rostro familiar se ve como a una
extraña a la mujer amada desde hace meses o años, así también quizá lleguemos a
desear hasta lo que nos deja de pronto tan solos. Pero todavía no ha llegado ese
momento. Una sola cosa: este espesor y esta extrañeza del mundo es lo absurdo
nunca se
asombrará demasiado ante el hecho de que todo el mundo viva como si nadie "lo
supiese' .
Aquí lo
más que puede hacerse es hablar de la experiencia de la muerte ajena.
Si el hombre reconociese
que también el universo puede amar y sufrir, se reconciliaría
No
procura calmar el dolor de la espina que siente en el corazón. Lo excita, por el
contrario y, con la alegría desesperada de un crucificado contento de serlo, construye
pieza a pieza, con lucidez, negación y comedia, una categoría de lo demoníaco. Este
rostro a la vez tierno e irónico, estas piruetas seguidas de un grito que sale del fondo
del alma son el espíritu absurdo mismo en lucha con una realidad que lo supera.
Pensar es
aprender de nuevo a ver, a estar atento; es dirigir la propia conciencia, hacer de cada
idea y de cada imagen, a la manera de Proust, un lugar privilegiado
Y la razón es impotente
ante ese grito del corazón
El
hombre absurdo, por el contrario, no realiza esa nivelación. Reconoce la lucha, no
desprecia absolutamente la razón y admite lo irracional.
Buscar lo que
es verdadero no es buscar lo que es deseable.
La negación es el Dios de los existencialistas. Exactamente,
ese dios sólo se sostiene gracias a la negación de la razón humana. Pero lo mismo
que los suicidios, los dioses cambian con los hombres.
El filósofo
abstracto y el filósofo religioso parten del mismo desorden y se apoyan en la misma
angustia.
Ha desaprendido a esperar.
Anteriormente se trataba de
saber si la vida debía tener un sentido para vivirla. Ahora parece, por el contrario,
que se la vivirá tanto mejor si no tiene sentido.
Se
conoce la alternativa; o bien no somos libres y Dios todopoderoso es responsable del
mal, o bien somos libres y responsables, pero Dios no es todopoderoso.
en la medida en que
espero o me preocupa una verdad que me sea propia, una manera de ser o de crear, en
la medida, en fin, en que ordeno mi vida y pruebo con ello que admito que tiene un
sentido, me creo unas barreras entre las que encierro mi vida. Hago como tantos
funcionarios del espíritu y del corazón que sólo me inspiran aversión y que no hacen
otra cosa, lo veo bien ahora, que tomarse en serio la libertad del hombre.
El universo aquí
sugerido no vive sino por oposición a esa excepción constante que es la muerte. Por
eso ninguna profundidad, ninguna emoción, ninguna pasión ni ningún sacrificio
podrían hacer iguales a los ojos del nombre absurdo (aunque lo desease) una vida
consciente de cuarenta años y una lucidez que abarca sesenta años
La locura y la
muerte son sus elementos irremediables.
Habiendo
partido de una conciencia angustiada de lo inhumano, la meditación sobre lo absurdo
vuelve al final de su itinerario al seno mismo de las llamas apasionadas de la rebelión
humana
¿Qué es,
en efecto, el hombre absurdo ? El que, sin negarlo, no hace nada por lo eterno. No es
que le sea extraña la nostalgia, sino que prefiere a ella su valor y su razonamiento. El
primero le enseña a vivir sin apelación y a contentarse con lo que tiene; el segundo,
le enseña sus límites. Seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de
su conciencia perecedera, prosigue su aventura en el tiempo de su vida.
El hombre
absurdo no puede admitir sino una moral, la que no se separa de Dios, la que se dicta.
Pero vive justamente fuera de ese Dios
Todas las morales se fundan en la idea de que un acto tiene consecuencias que
lo justifican o lo borran. Un espíritu empapado de absurdo juzga solamente que esas
consecuencias deben ser consideradas con serenidad.
Todo lo
más consentirá en utilizar la experiencia pasada para fundamentar sus actos futuros.
En el
mundo absurdo, el valor de una noción o de una vida se mide por su infecundidad.
Causan bastante indignación (o esa risa cómplice que degrada lo que admira)
los discursos de Don Juan y esa misma frase que sirve para todas las mujeres. Pero
para quien busca la cantidad de los goces sólo cuenta la eficacia
Es un seductor ordinario15
, con la
diferencia de que es consciente y por ello absurdo.
Lo que Don Juan pone en práctica es una ética de la cantidad, al contrario del santo,
que tiende a la calidad.
yo no
conozco del amor sino esa mezcla de deseo, ternura e inteligencia que me une a tal
ser.
El hombre absurdo multiplica también a este respecto lo que no puede unificar. Así
descubre una nueva manera de ser que le libera por lo menos tanto como libera a
quienes se le acercan.
Desconfiad de quienes
dicen: "Conozco esto demasiado bien para que pueda expresarlo." Pues si no pueden
es porque no lo saben o porque por pereza se han limitado a la corteza.
Un hombre lo es más por las cosas que calla que por las que dice.
Yo
he hecho mía esa angustia al mismo tiempo que he querido jugar en ella mi partida.
Hasta los hombres sin evangelio tienen su Monte de los Olivos. Y tampoco en el suyo hay
que dormirse.
El corazón aprende
así que esa emoción que nos transporta ante los rostros del mundo no procede de su
profundidad, sino de su diversidad
Pensar es, ante todo, querer crear un mundo (o limitar el propio, lo que equivale
a lo mismo).
Reflexiónese en ello: eso explica las peores novelas. Casi todo el mundo se cree capaz de
pensar y, en cierta medida,
bien o mal, piensa efectivamente. Muy pocos, por el contrario, pueden imaginarse poetas o
forjadores de frases. Pero
desde el momento en que el pensamiento ha prevalecido sobre el estilo, la multitud ha
invadido la novela. Esto no es
tan malo como se dice. Los mejores tienen que exigirse más a ellos mismos. En cuanto a
los que sucumben no
merecían sobrevivir.
Hay, por lo tanto, dioses de luz e ídolos de barro. Pero es el camino medio que lleva
a los rostros del hombre lo que se trata de encontrar.
"El hombre no ha hecho más que inventar a Dios para no matarse. Así se resume la historia
universal hasta este
momento."
Dostoievski
desarrolla su posición en las siguientes entregas del Diario y concluye así: "Si la fe
en la inmortalidad le es tan necesaria al ser humano (que sin ella llega a matarse) es
porque se trata del estado normal de la humanidad. Siendo así, la inmortalidad del al-
ma humana existe sin duda alguna"
Si la Iglesia ha sido
tan dura con los herejes es porque consideraba que no hay peor enemigo que un hijo
descarriado.
La
creación es la más eficaz de todas las escuelas de la paciencia y de la lucidez
Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de
una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado
con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin
esperanza.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse
también con alegría.
Es conocido el chiste del loco que pescaba en una bañera; un médico que tenía cierta
idea de los tratamientos psiquiátricos, le preguntó: "¿Y si mordiesen?...”, y el loco le
respondió con rigor: "Pero, imbécil, ¿no ves que es una bañera?”. Este chiste es del
género barroco. Pero se advierte en él de una manera sensible cuán ligado está el
efecto absurdo a un exceso de lógica. El mundo de Kafka es, en verdad, un universo
inefable en el que el hombre se permite el lujo torturante de pescar en una bañera
sabiendo que no saldrá nada de ella.
Pero el remedio que se propone en él no cura. Lo
único que hace es que la enfermedad entre en la vida normal. Ayuda a aceptarla. En
cierto sentido (pensemos en Kierkegaard) la hace quere
cuanto más
trágica es la situación de que informa Kafka tanto más rígida y provocativa se hace
esa esperanza.
quizá la grandeza de esta obra, consiste en que lo ofrece todo sin que confirme nada.