Modulo Escuelas Filosoficas I
Modulo Escuelas Filosoficas I
Modulo Escuelas Filosoficas I
CAMBIOS
PARADIGMÁTICOS I
PROGRAMA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA TERRITORIAL
Director
HONORIO MIGUEL HENRIQUEZ PINEDO
Subdirector académico
CARLOS ROBERTO CUBIDES OLARTE
Edición
Corrección de estilo
Diagramación
Acabados
Espacio–
Problemática
Tiempo y Pública
Territorio
ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA
Gestión del TERRITORIAL Problemática
Desarrollo del Estado y
del Poder
Economía de Organizaciones
lo Público Públicas
Formación
General
Cada uno de los siete núcleos temáticos que componen el programa tiene una
valoración relativa en número de créditos y, en consecuencia, varía también en el
número de asignaturas que lo conjugan. El primer momento en cualquier proceso
de formación ha de establecer las particularidades del programa, de ahí que sea
necesario dar a conocer los núcleos temáticos con su respectiva valoración en
número de créditos: Problemática pública, once (11) créditos; Problemática del
estado y del poder, 23 créditos; Organizaciones públicas, 24 créditos; Espacio–
tiempo y territorio, 22 créditos; Gestión del desarrollo, 16 créditos; Economía de lo
público, 18 créditos; y Formación general, 21 créditos.
En este sentido el desarrollo del núcleo Problemática Pública, según Ramiro Vélez
2005 se orienta, desde su mirada histórica, en tres dimensiones básicas: Las
condiciones que han definido lo público como un fenómeno socio-cultural y
político; las reflexiones que en torno a él se han generado (enfoques, doctrinas,
teorías) y las situaciones específicas que configuran la problemática pública
colombiana.
1
Tomado del Documento de Condiciones Iniciales, Factor No 4 Estructura Curricular. Escuela Superior de
Administración Pública. Programa a Distancia. 2004.
ASIGNATURAS DEL NÚCLEO PROBLEMÁTICA PÚBLICA CRÉDITOS SEMESTRE
1. Escuelas Filosóficas y Cambios Paradigmáticos I 2 1º
2. Escuelas Filosóficas y Cambios Paradigmáticos II 2 2º
3. Introducción a La Problemática Pública 2 3º
4. Pensamiento Administrativo Público 2 4º
5. Problemática Pública Colombiana 2 7º
E
ste Módulo parte de la necesidad de situar a los estudiantes en una
dimensión reflexiva, donde reconozcan el papel de la disciplina filosófica en
la comprensión de distintos modos de pensamiento, que constituye el
desarrollo de saberes contemporáneos como la Administración Pública.
El quehacer filosófico no es muy distinto de la labor desarrollada por
cualquier persona cuando intenta resolver problemas y situaciones en las que se
encuentra involucrada. Hay, sin embargo, aspectos que hacen relevante a la
filosofía y que demarcan su especificidad. Tal vez el principal aspecto radica en
que, a la filosofía, le interesa el desarrollo de nuestro pensamiento porque dicho
recorrido señala qué tenemos las personas en común, y qué estrategias
empleamos para la construcción y ampliación de nuestro conocimiento.
El objetivo general de este Módulo es ofrecer al estudiante herramientas
analíticas, cognitivas y epistemológicas provenientes de la filosofía como
punto de partida para el abordaje y la comprensión del panorama de motivos
y problemas a los que se enfrenta el saber administrativo público. En este
Módulo ocupará un lugar central la formulación y el tratamiento de problemas de
índole filosófica que sirvan de referente a tratamientos generales en las ciencias
sociales y en la Administración Pública específicamente.
Una advertencia general sobre la estructura de este Módulo en lo que a su
contenido se refiere: tiene que ver con que la idea de que la intención didáctica de
este trabajo no se propone hacer un seguimiento histórico o enciclopédico acerca
de un conjunto de escuelas filosóficas, puesto que la naturaleza misma del Módulo
es su articulación a un Programa Curricular específico, a saber, el diseño
académico de la carrera de Administración Pública Territorial. Bajo esta
perspectiva, el interés común (tanto de los tutores como de los estudiantes y el
autor) tendrá que ver principalmente con la comprensión y la aplicación de
herramientas de análisis, en lugar de alcanzar el conocimiento erudito sobre la
disciplina filosófica en general. Por esta razón habrá pocas referencias a los
filósofos y a las obras filosóficas que tradicionalmente acompañan nuestra común
educación secundaria, aunque no se descuidará el recurso a algunos textos y
documentos que ilustran tanto el planteamiento de los problemas como algunas
soluciones propuestas.
Por último, la metodología apoyada en la formulación de problemas hace
énfasis en el reconocimiento de temas y abordajes específicos de la
Administración pública, a partir de los cuales los distintos ejercicios y propuestas
de evaluación no serán distantes ni generarán extrañeza con respecto a la labor
centrada en esta carrera.
U NIDAD I
PREGUNTAR, ANALIZAR,
ARGUMENTAR Y DAR
RAZONES
Objetivos de la Unidad
E
stas y otras preguntas similares pueden considerarse filosóficamente
relevantes debido a que las personas, cuando intentan responderlas,
revelan su comprensión no sólo de las situaciones problemáticas sino de su
lugar en el mundo, de su desempeño en él y de los distintos referentes a los que
puede acudir al actuar de una u otra manera. De esta forma, cuando las personas
recurrimos al sentido común, a un saber más elaborado producto de la formación
académica, o a la experiencia adquirida a lo largo de la vida, ofrecemos indicios de
cómo se relaciona el conocimiento con la acción y, en todo ello, la filosofía ofrece
una mirada acerca de lo que ocurre en nuestras mentes y fuera de ellas.
El interés de este capítulo radica, entonces, en el desarrollo de un conjunto
de estrategias que permita al estudiante identificar cuándo un problema está bien
formulado, cómo ha de formularse una pregunta de manera provechosa y que
apunte directamente al centro de la cuestión, así como qué tipo de argumentos se
emplean a la hora de defender un punto de vista, una tesis o el contraste de
perspectivas diferentes.
En la primera sección de este capítulo nos ocuparemos del preguntar y de
la relación de esta actividad con el surgimiento de problemas. En la segunda
sección se mostrará cómo el análisis filosófico es una herramienta útil para la
identificación de las consecuencias e implicaciones de las afirmaciones que se
encuentran en textos y documentos. Por último, la tercera sección reconstruye las
estrategias argumentativas y las razones que se emplean regularmente en el
desarrollo de respuestas a preguntas cuya dificultad radica en que son relativas a
contextos y generan interpretaciones distintas.
Preguntas Previas
II. ¿Indique cuáles son los criterios básicos que se requieren para realizar
un proceso de análisis?
1. Preguntar
La importancia del preguntar, para los seres humanos, consiste en que, a través
de esta actividad, nos ponemos inicialmente en contacto con los demás. Durante
mucho tiempo la filosofía se ha ocupado de las preguntas porque reconoce que
cualquier camino hacia el conocimiento, que cualquier indagación sobre lo que
acontece, hace manifiesta la demanda de orientación que acompaña a toda
pregunta.
Podría señalarse que, de las distintas explicaciones sobre cómo se lleva a
cabo la socialización de las personas, es decir su ingreso en el mundo social de la
mano de los padres y las instituciones, la comunicación juega un papel central y,
dentro de ésta, el intercambio más familiar es aquél que se da alternando
preguntas y respuestas. Por ejemplo, los niños se familiarizan con su entorno a
través de las indicaciones que los adultos le dan sobre cómo se llaman las cosas y
cómo es posible su descripción.
Los niños muy pequeños (de seis meses en adelante) manifiestan una
conducta altamente compleja cuando el adulto estira el brazo para señalar un
objeto determinado y éstos dirigen su mirada no al brazo, ni a su movimiento, sino
a la trayectoria que describe el gesto, es decir, cuando convierten al brazo en un
signo que señala algo que está más allá. Aunque parezca extraño, el preguntar se
va a convertir en una especie de evocación de esa primera señal que permitió
dirigir la mirada hacia una dirección específica. Todo preguntar es un señalar y
toda pregunta se convierte en un signo que apunta hacia un determinado lugar: el
lugar de la incertidumbre y la extrañeza. De acuerdo con esto, es claro que
usamos el lenguaje para estar en el mundo, para habitarlo.
Dado que nuestro conocimiento del mundo es una empresa que no se
puede realizar de manera aislada o en soledad, se entiende entonces que la
mayoría de nuestros usos del lenguaje pueden describirse como interacciones
sociales.
Las interacciones sociales se fundan en la función comunicativa que cumple
el lenguaje, esta evidencia exige una exploración en dos sentidos: por una parte,
la interacción lingüística, esto es, la forma en que entramos en contacto con otros
a través del lenguaje, tradicionalmente se entiende como un intercambio a través
del cual se introducen 'temas', 'problemas' y 'asuntos' que, o bien se relacionan
con situaciones inmediatas de la vida cotidiana como decidir cuáles son las
prioridades en las actividades programadas para el día siguiente; o bien pueden
ser demasiado abstractos, en el sentido de que dichos asuntos, temas o
problemas requieren análisis detenidos y consideraciones sobre cálculos
determinados, como por ejemplo, establecer qué tipo de inversión económica es la
más conveniente o cómo se debe escoger una carrera universitaria.
Pero, por otra parte, hay otro sentido en que los 'problemas' con los que nos
enfrentamos provienen de un mundo distinto a nuestro entorno, en este caso, nos
encontramos en un ámbito teórico y, generalmente, allí los problemas son
prefabricados. La mayoría de las veces estos problemas se encuentran en los
libros escolares y los manuales a manera de propuestas que servirán de ayuda y
orientación al tipo de labor realizada en las aulas y en los laboratorios. La
naturaleza de un problema viene, entonces, definida por las formas del preguntar.
Esto último tiene sentido en la medida en que reconozcamos lo que está en juego
en todo preguntar. El filósofo alemán Martin Heidegger,2 sostenía que, en todo
preguntar hay una triple estructura que puede resumirse así:
2
. Heidegger; Martin. El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica. 1993. Pág. 14ss.
Como se ve, la distinción de los tres niveles inscritos en todo preguntar es de
carácter analítico, es decir, se trata de una separación teórica que, generalmente,
las personas no realizamos de manera consciente o intencionada. Sin embargo,
un ejercicio central para comprender la naturaleza y función de las preguntas
consiste en proporcionar unas claves para realizar preguntas con fundamento y
que, económicamente, no representen confusiones innecesarias o se conviertan
en malentendidos.
Tipos de pregunta
2. Analizar
3
Crack, Francis. La búsqueda científica del alma. Una revolucionaria hipótesis para el siglo XXI.
Debate. Madrid, 1995.
recurriendo al principio según el cual hay que descartar la hipótesis extrema,
porque resulta costosa para cualquier explicación. Muchos filósofos obran así
cuando, por ejemplo, se ven enfrentados a la posibilidad de explicar algo tan
sencillo como el movimiento voluntario de un brazo realizado por una persona que
puede ser explicado de dos maneras distintas: a) Existe un sistema físico-químico
de reacciones neurobiológicas que, siguiendo una orden del cerebro, conducen al
movimiento del brazo, o b) El movimiento voluntario del brazo se debe al deseo de
esa persona por realizar ese movimiento. En donde se considera que la
explicación b es circular y equívoca porque, entre otras cosas, del deseo se puede
hablar de cualquier forma, mientras que de la bioquímica no.
Por último, la formación analítica se hace manifiesta cuando las personas
recurren a la creación de juicios en donde se formulan posibles situaciones y se
reconoce exhaustivamente los distintos planos o dimensiones en los que está
ensamblada la realidad. La complejidad no disminuye ni se atenúa por el esfuerzo
analítico sino que, precisamente, se comprende y se explica por qué algo ha
devenido complejo. A través del análisis se logra determinar con bastante agudeza
qué tipo de reglas, principios o leyes, rigen la constitución problemática y compleja
del mundo.
3. Argumentar
4. Dar Razones
Para Reflexionar
Grupalmente
El preguntar, potencia la habilidad de indagar problemas que se toman de la
realidad y genera nuevas miradas sobre los fenómenos que se observan de un
contexto, imagen, o texto. A continuación encontrarán una fotografía4 con su
referencia correspondiente. Teniendo en cuenta la imagen, realicen las siguientes
actividades:
) Realicen un análisis de la imagen y del texto que la acompaña y describan
en forma narrativa, la percepción del grupo frente al contenido de la imagen
y lo sucedido con el Fotógrafo.
Individualmente:
4
La fotografía y respectiva referencia fueron tomadas de la Pagina de Internet:
www.soberania.org/Articulos/articulo_1802.htm
planteadas, indique las razones por las que suceden este tipo de
problemas y plantee cuales serían las posibles soluciones.
¾ Indique por qué son pertinentes las soluciones que plantea y no otro
tipo de soluciones.
U NIDAD II
Objetivos de la Unidad
Introducción
D
urante mucho tiempo, a la filosofía le ha tocado enfrentarse al permanente
reclamo de que esta disciplina poco o nada tiene que ver con la realidad.
Considerada como una forma de abstracción por ciertos círculos
académicos ajenos al desarrollo de la misma, en el imaginario cotidiano se ha
creado la idea de que la filosofía es un asunto netamente especulativo, sin ningún
tipo de asidero en los problemas concretos y acuciantes de la vida misma. Lo
interesante de este tipo de reclamos y prevenciones es que, pocas veces, quienes
así se expresan se enteran de qué es a lo que se dedica la filosofía en general.
La filosofía, en efecto, se ocupa de muchas cosas pero, en cierto sentido,
se ocupa de ellas de la misma forma: estableciendo vínculos, interrogando ciertas
conexiones y, la mayoría de las veces, poniendo en evidencia lo que se da por
descontado o, que se asume acríticamente en distintos campos de reflexión. Tal
vez una de las tareas de la filosofía, por no decir la principal, es la crítica. Esa
dimensión del pensamiento a partir de la cual las personas reconocen que no todo
lo que ocurre se acepta sin examen.
Históricamente por culpa de algunos filósofos que vieron en el modelo de la
ciencia el punto de partida del desarrollo del pensamiento filosófico, se pensó que
el sentido común (SC) era una manera espuria y poco eficaz del uso del
pensamiento en donde las personas se perdían en el enmarañado mundo de las
sensaciones y las percepciones inmediatas, las cuales usualmente, terminan
siendo engañosas. El recurso a la razón, como elemento característico de nuestra
inteligencia, mostraba que a la hora de comprender e interpretar lo que ocurría en
el mundo, tal vez era adecuado suspender el juicio común y dedicarse a la
exploración de la complejidad que traía consigo la tensión entre certeza, evidencia
y reflexión.
Pero, en el último siglo, la transformación de esa actitud frente a la
disposición del orden del mundo y de la sociedad, puso en evidencia que los seres
humanos somos característicamente seres de la cotidianidad, hasta el punto de
que nuestra experiencia y nuestros cambios de perspectiva inciden fuertemente en
la manera como vemos a los demás y al mundo en general.
Este capítulo está dedicado al recorrido de cómo los seres humanos
habitamos el mundo bajo una perspectiva básica de nuestro conocimiento
inmediato que en ningún caso puede confundirse con una forma espontánea de
vida. Se mostrará la complejidad de la vida cognitiva de las personas incluso en
situaciones donde, aparentemente, no hay presuntas exigencias de análisis y
cargadas reflexiones filosóficas, como antiguamente se creía que ocurría.
Preguntas Previas
2. La Formación de Enciclopedias
5
Eco, Humberto. Los límites de la interpretación. Editorial Lumen. 1992.
sociales e interpretaciones que posee una comunidad lingüística en un momento
determinado. Señalemos, por lo demás, que en dicha comunidad el predominio del
sentido común (SC) es el elemento epistémico central para la acción y vida de los
individuos, mientras que el saber teórico funciona como un trasfondo interpretativo
más elaborado y, por la misma razón, menos disponible que el otro. En efecto, si
bien la mayor parte de la información manejada a través del SC permanece
inconsciente, ésta tiene la virtud de estar inmediatamente disponible ante los
diversos requerimientos de las situaciones concretas en la que se encuentran los
individuos en cada ocasión. En el caso del saber teórico tal disponibilidad está
fuertemente mediatizada por la intervención más intensa de lo que llamaba
Vigotsky los Procesos Psicológicos Superiores. Esto, en modo alguno, significa
que tales procesos no estén presentes en la actividad cotidiana de los individuos,
sino que la información comportada en el saber teórico requiere de operaciones de
contrastación y abstracción que, la mayoría de las veces, no ofrecen una solución
efectiva e inmediata frente a problemas de índole práctica. Sabemos, por lo
demás, que el tipo de conciencia requerida para participar en actividades de
carácter teórico es gradualmente distinta a la requerida en la vida cotidiana;
distancia que tradicionalmente es abarcada desde un saber qué a un saber cómo.
Tenemos: C1: M1
Tenemos: C2: M2
Observaciones:
C2: puede tomarse como una Enciclopedia que, retóricamente hablando, consiste
en un conjunto de cosas de las que sabemos que no sabemos, es decir, que
ignoramos.
Para Reflexionar
LA MENTE HUMANA Y LA
REPRESENTACIÓN MENTAL
Objetivos de la Unidad
L
a discusión filosófica contemporánea acerca de la mente, continúa el
desarrollo de los grandes filósofos desde Platón. No cabe duda que, para los
seres humanos, mucho más importante que la invención del fuego o del
lenguaje, la invención del alma fue el gesto que permitió el despliegue de la vida
humana hacia nuevas dimensiones más allá de la realidad. La cuestión de la
mente es, básicamente, la cuestión de cómo unas criaturas se desvanecieron del
mundo animal y pasaron al exilio de la conciencia de su propia existencia.
Es extraño que ese paso se haya dado en el ámbito mismo de lo inmaterial,
primero fue la muerte como algo inaceptable, luego como destino y luego la
tensión entre mortalidad e inmortalidad. Pero la filosofía moderna alcanzó su
máximo esplendor cuando empezaron a romperse todas las continuidades entre el
cuerpo y la mente. Ahora, en los trabajos contemporáneos, parece que se trata de
lo contrario, de un proceso de unificación; a veces desde una perspectiva
materialista, a veces desde una perspectiva funcionalista, en fin, asistimos a los
grandes movimientos en los que la cuestión de la mente, se ha convertido en la
cuestión del conocimiento y de la realidad.
En este capítulo toma su hilo conductor la pregunta por la forma en que la
mente puede identificarse, a través de los pensamientos, las vivencias y las
manifestaciones de la vida con inteligencia. Nos ocuparemos de las
representaciones mentales, un fenómeno muy interesante debido a que, a través
de ellas, somos capaces de reproducir el mundo y de llevarlo con nosotros
mismos.
Los trabajos contemporáneos muestran cómo las distintas indagaciones
sobre la mente humana pasan por el conocimiento del cerebro; siempre será
problemático establecer distinciones cuando la mente depende del funcionamiento
del cerebro y, por eso mismo, tal vez lo que deba reconocerse es que en cada
caso se habla desde un punto de vista diferente. Ahora es difícil sostener que la
mente y el cuerpo son irreconciliables o que una y otro, se desenvuelven en
ámbitos completamente distintos. Los trabajos de la neurociencia proporcionan
información que no puede dejarse de lado en la caracterización de la mente. Pero
aunque siga siendo objeto de interesantes reflexiones la cuestión de saber qué es
la mente, mucho más interesante se revela ahora responder a la pregunta: ¿cómo
es posible entrar en contacto con las otras mentes?
Preguntas Previas
1. La Mente Humana
6
Braunstein, Néstor. Psicología: ideología y ciencia. Editorial Siglo XXI. 1983. Págs. 233-260.
7
Crick; Debate, 1995.
interesa tratar. Lo fundamental es que pueden establecerse diversos mecanismos
sobre aspectos de la conciencia que, de todas maneras, no es estudiada de
manera unificada: el hecho de que un estudio experimental se relacionen aspectos
sectorizados de comportamiento celular, hace necesario que se trabaje
separadamente los diversos estados de la conciencia o diversas formas de
conciencia tales como: la visión, el pensamiento, el dolor, etc. Por ejemplo, en el
caso de la visión, la idea es que las personas perciben un color especifico si y solo
si, las neuronas de su cabeza se comportan de determinada manera. Del hecho
de que un comportamiento neuronal de otra persona sea idéntico al de la primera
persona, en una circunstancia determinada, se sigue que perciben lo mismo y de
igual manera, aunque de nuevo, las variables son muchas y las evidencias muy
pocas, debido no sólo a la gran ambigüedad de la percepción sino a su
complejidad.
Pensemos, por ejemplo, en una circunstancia determinada: se somete a
varios individuos a una prueba que busca establecer qué sucede en sus cerebros
al percibir el color azul, para lo cual se ubica en una mesa varios objetos que
posean esta cualidad; los individuos al ver el objeto desarrollan una actividad
neuronal específica, sin embargo, debe tenerse en cuenta varios aspectos.
Primero, la persona en cuestión tiene ante sí un objeto con diversas cualidades:
color, forma, tamaño, etc., que se encuentra ubicado sobre otro objeto con otras
características y, que a su vez, se encuentra en otras circunstancias, esto sin
contar la cantidad de pensamientos alternos que pueda estar teniendo lugar en el
cerebro de esta persona.
Como se ve, es altamente difícil establecer que lo que ocurre en el cerebro
de esta persona se refiera al color de los objetos ubicados sobre la mesa, por lo
que el investigador deberá solicitar al individuo que, en acto sin precedentes de
atención, se fije exclusivamente en el color de los objetos, momento en cual
tenemos por lo menos dos niveles: primero la persona esta pensando que debe
fijarse sólo en el color de los objetos, segundo, mira los objetos y debe discriminar
fijando el color, estos dos momentos pueden ser sencillamente indiferenciables
teniendo en cuenta la dimensión sobre la que pretende ubicarse este
investigación, y en ambos vemos claramente la elaboración lingüística, que ha
ejercido una función directiva; ahora pensemos que el investigador lejos de poder
someterse a tanta contingencia va a tratar de establecer los rasgos neuronales
comunes a la percepción del color en cuestión para lo cual su única posibilidad es
encontrar por medio de su propia percepción y referencia el momento de atención
reflejada neuronalmente en la percepción del color, es decir: yo veo azul, mi
atención esta fija en el color de los objetos, lo que ocurre en este cerebro
responde exactamente a la percepción de este color, por supuesto aquí también
tendríamos al menos los mismos dos niveles de atención.
Con lo anterior se ha querido señalar que las respuestas encontradas por la
neurociencia, obedecen a correspondencias establecidas conceptualmente por el
marco del experimento en cuestión. De manera que la asignación de dicha
correspondencia depende esencialmente de este parámetro. Esto quiere decir
que, si bien, ha podido pensarse que los estados mentales son básicamente
actividades neuronales cuyo funcionamiento puede determinarse, dicho
establecimiento depende del campo de acción conceptual que esta ciencia no
parece estar en condiciones de justificar.
En un ámbito puramente físico, parece entonces necesario diferenciar,
entre encontrar una repercusión física de los diversos estados mentales, y tratar
de descifrar la correspondencia concreta entre un estado mental y la actividad
neuronal en términos unívocos e individuales con matiz causal es, por tanto,
importante reconocer que, en términos filosóficos, esta tentativa lejos de
conducirnos a una evidencia esclarecedora de los estados mentales de la forma:
si se da un estado neuronal ϕ podemos establecer que a percibe p, con tendencia
a inferir que de un establecimiento similar se puede deducir algo de la forma: a
cree que p, presenta un hecho que puede tomarse de manera referencial, pero
sobre el cual aún es muy difícil basar afirmaciones contundentes de orden
epistemológico en términos de contenidos de pensamiento que puedan ser
inferidos causalmente de un determinado estado físico.
Tenemos entonces, que la conciencia es una función específica del cerebro
entre otras tantas y, para el psicoanálisis, consiste en un espacio de disponibilidad
de los contenidos inconscientes cuya posibilidad está enmarcada en el comercio
semántico con lo exterior y lo normativo, esto esencialmente querría decir que
siendo la conciencia producto de interiorizaciones culturales, el material disponible
para la comprensión de las instancias cerebrales se encuentra mediada por estos
preceptos y en general la propia actividad conciente, aunque el psicoanálisis no
tenga como objeto problemas epistemológicos como tal, parece relevante pensar
en este supuesto como correlativo científico experimental de las tesis de la
neurociencia, ésta por su parte, evalúa la actividad neuronal buscando en ella el
correlato de los contenidos cognitivos, entonces tendríamos que en términos
psicoanalíticos la marca cultural y exterior desplazaría la reflexión en términos de
lo que ha sido interiorizado y la manera en que lo ha sido, y no, de las propiedades
o potencialidades netamente físicas.
2. La Representación Mental
8
Citado por Putnam, Hilary en Cómo renovar la filosofía. Cátedra. Traducción de Carlos Laguna.
Madrid, 1994. Pág. 55.
conocimiento surge de dos fuentes del psiquismo: la sensibilidad y el
entendimiento. La primera tiene que ver con la capacidad del ser humano para
recibir representaciones procedentes del mundo externo, y la segunda consiste en
la capacidad para conocer objetos a través de dichas representaciones. A través
de la sensibilidad, sostiene Kant, se nos da el objeto y gracias al entendimiento
podemos pensarlo en relación con la representación; de esta forma, Kant entiende
que el papel central de la representación consiste en aportar la determinación del
psiquismo, es decir, la representación permite el pensamiento del objeto como tal.9
El giro epistemológico de la noción de representación radica, para la
filosofía moderna encarnada en Kant, en la asignación de una función específica
dentro de la explicación del conocimiento humano, a saber, la capacidad que
tienen los individuos para traducir e interpretar los fenómenos del mundo externo.
Según esta perspectiva, la representación se inserta de manera estructural en el
centro del funcionamiento cognitivo de los individuos, con lo cual ésta se desplaza
—a la manera de una profunda interiorización— del mundo de lo público
escenificado de los griegos, al mundo de la categorización y del esquematismo
trascendental kantiano. No obstante, aún a pesar de que la caracterización
kantiana del conocimiento marca una trayectoria ineludible para la filosofía, es
importante señalar algunas limitaciones de su reflexión con miras a comprender
las sutiles transformaciones hacia la actual noción de representación.
La principal limitación tiene que ver con el hecho mismo de que la
representación queda encubierta, y en cierto sentido, comparte las mismas
funciones de las distintas facultades —sensibilidad y entendimiento—. Si bien ella
es tomada como mediadora y vehículo de manifestación de los objetos ante el
psiquismo, al mismo tiempo la representación se opone a los objetos dado que
sólo de esta manera es posible pensar la relación que tales objetos mantienen con
ella misma ¿cómo es esto posible? ¿A través de qué órgano o facultad se logra
entrar en contacto con el mundo externo si, según la perspectiva kantiana, las
representaciones son internas?
Parte de la confusión radica en que, para Kant, los datos de los sentidos no
juegan un papel decisivo en la caracterización del conocimiento. De hecho, para él
la constitución interna del psiquismo es la principal fuente del conocimiento. Este
argumento se defiende a partir de la convicción de Kant de que no se puede
obtener los mismos conocimientos —aquellos a los que tienen acceso los seres
humanos— si no se comparte la misma estructura psíquica. Asimismo, es
importante señalar que aunque Kant no niega la existencia del mundo externo, de
manera enfática advierte sobre las limitaciones del conocimiento humano ya que,
según él, no hay manera de llegar a conocer las cosas tal y como ellas son. La
única vía de acceso al conocimiento de las cosas se da a través de sus
manifestaciones o fenómenos, los cuales se configuran a través de las
representaciones que tenemos de ellos. Como se puede observar, esta posición
abre una 'brecha explicativa' acerca de cómo es posible acceder efectivamente a
9
Kant, Immanuel. Crítica de la razón pura. Editorial Alfaguara. Traducción de Pedro Ribas. Madrid,
1994. Págs. 92-93.
la 'verdadera estructura del mundo', dado que la realidad es sustancialmente
incognoscible.
Un tercer momento histórico del tratamiento filosófico de la representación
está animado por las investigaciones adelantadas en el campo de las ciencias,
sobre todo en la psicología, la lógica y las matemáticas a finales del siglo XIX.
Precisamente el filósofo y matemático de origen austríaco Gottlob Frege, avanzó
en una dirección novedosa al indagar por el papel que juega el lenguaje en la
comprensión y asimilación de las teorías científicas. Hacia 1875 Frege se dedica a
la elaboración de un sistema conceptual (la conceptografía) capaz de emplearse
como metalenguaje de la aritmética, que logre cierta 'transparencia enunciativa'
que garantice el suficiente rigor explicativo evitando la ambigüedad típica del
lenguaje natural empleado como recurso para dicha exposición. Al avanzar en
esta dirección muy pronto Frege encuentra en el lenguaje natural un conjunto de
cualidades que marcan la distancia con las características lógicas buscadas en su
conceptografía. El resultado obtenido es un conjunto de escritos sobre semántica
filosófica que, a la par del trabajo filosófico de Edmund Husserl, han permitido
asignarle un papel determinante a las investigaciones lógicas en el campo del
pensamiento y el lenguaje. La semántica filosófica se ocupa, desde entonces, de
extraer las consecuencias lógicas y epistemológicas del uso de los conceptos, al
igual que del tratamiento del significado lo que ha permitido interpretar muchos de
los resultados provenientes de la psicología, la matemática y otras ciencias, en el
camino por determinar cómo se relaciona el lenguaje humano con el mundo.
En 1918 Frege publica un artículo titulado: «El pensamiento. Una
investigación lógica»,10 documento que, a mi modo de ver, transforma la
perspectiva filosófica acerca de la representación más allá del primer impulso que
la había vinculado a las teorías del conocimiento herederas de la filosofía
moderna. Aunque Frege no comparte la tesis sobre el papel de las
representaciones en la determinación del conocimiento, en este artículo reconoce
que éstas se involucran íntimamente con el desarrollo de los procesos mentales.
Para Frege es claro que el hombre posee un mundo interno, distinto del mundo
externo, el cual está constituido por impresiones sensibles, creaciones de la
imaginación, sensaciones, sentimientos, estados de ánimo, es decir, un mundo de
deseos e inclinaciones al que él llamó abreviadamente representación. (Valdés et
al., 1996: 34) Sin embargo, este filósofo desestima el papel que cumple la
representación en la determinación del pensamiento y los juicios derivados de
éste, los cuales generalmente se asumen como los constituyentes fundamentales
del conocimiento.
Su argumentación puede resumirse en el carácter privado y, hasta cierto
punto, intransferible de las representaciones. Según esta perspectiva una
representación está íntimamente ligada con su poseedor, es decir, ella hace parte
de los contenidos de conciencia de cada individuo. Por esta razón, las
representaciones dan cuenta tanto del mundo interno del sujeto, así como de
10
Valdés, Margarita (Comp.). Pensamiento y lenguaje. Problemas en la atribución de actitudes
proposicionales. UNAM. Traducción del artículo de Carlos Pereda. México, 1996. Págs. 23-48.
algunas formas puntuales en que éste interactúa con el mundo externo. Sin
embargo, de esto último no se sigue que ellas incidan en la constitución del
conocimiento —el cual supone la objetividad—. Las representaciones tienen,
estrictamente hablando, un carácter subjetivo y fortuito.
Este último aspecto es defendido por Frege a partir de la idea según la cual
el criterio central de la objetividad (científica) depende del contenido de los juicios
y/o pensamientos que determinan el conocimiento. Dicho contenido se entiende
como aquello que está disponible y puede contrastarse bajo la perspectiva de la
identidad. Precisamente, la cuestión de la identidad es algo que no puede
depender de la historia causal de las vivencias individuales, carácter éste que
Frege le atribuye a las representaciones. Como se verá más adelante, este punto
va a convertirse en un aspecto decisivo para establecer cómo se caracteriza a la
primera persona, por una parte, y para determinar qué es y a qué nos referimos
cuando sostenemos que tenemos algo en mente.
11
Gilbert Ryle, El concepto de lo mental, Paidós, Barcelona, 1969. Tr. Eduardo Rabossi, p. 16
primer lugar porque «la existencia no es un género» (Ryle, 1969: 24) y, como
consecuencia de ello, no pueden equipararse en su sentido.
La estrategia argumentativa de Ryle puede resumirse en la siguiente
máxima: Cuando hay diferencias en el tipo lógico —cuando no se pertenece al
mismo tipo o hay una diferencia de nivel como en el caso de los edificios y la
universidad— el uso de nociones o conceptos involucrados, así como de los
predicados que con ellos se puedan formar, tendrán sentidos diferentes. De esta
forma, la estrategia analógica de la DO conduce a la inconmensurabilidad entre la
mente y el cuerpo, lo que genera desconcierto en la medida en que debe
emplearse otra estrategia argumentativa para resolver los problemas insolubles
dentro de la perspectiva de la DO, a saber: la mutua influencia entre el cuerpo y la
mente, la corriente de la conciencia y la cuestión de la accesibilidad a los estados
y procesos mentales de los otros, así como la distinción entre mentes y máquinas.
Precisamente bajo este tipo de consideraciones el modelo de la 'máquina
de Turing' fue tomado como punto de referencia por numerosos filósofos para
mostrar que la relación entre mentes y máquinas no era una simple analogía o un
procedimiento metafórico para explicar el funcionamiento de la mente. En lo que
sigue caracterizaré brevemente qué es ser como una máquina y, acto seguido,
presentaré las principales objeciones a dicha tentativa por parte de la filosofía; en
este documento me detendré en la discusión propuesta por el profesor Garreth
Thomson a manera de ejemplo, pero como es fácil imaginarse las objeciones son
numerosas y provienen de distintos sectores.
La idea central según la cual el modelo que explica cómo funciona la mente
es el de la máquina, tiene que ver con el hecho de que en el cerebro se
desarrollan procesos informáticos caracterizados por la especificación desde un
nivel macro a uno más simple de un conjunto de subrutinas, jerárquica y
lógicamente organizado. De la misma manera que un programa de computacional,
que está diseñado a partir de reglas de formación y transformación, la mente
estaría vinculada con las características centrales de la sintaxis lógica. Para
quienes estamos familiarizados con la lingüística, podemos reconocer, en el
trabajo de los años 60's de Noam Chomsky, una reflexión similar a propósito de la
estructura del lenguaje. La 'posición funcionalista' desarrollada a partir de estos
planteamientos asume que hay una interacción causal de manera que los estados
físicos del cerebro determinan el sentido de los estados mentales, hasta el punto
de que, efectivamente, para cada estado mental existe un estado cerebral del cual
el primero es instanciado o especificado. En este sentido, antes de que el
funcionalismo se ocupara con intensidad de la representación, asumió la actitud
que tradicionalmente tenemos frente a una 'caja negra' —en este caso la
mente/cerebro— de la cual conocemos los datos introducidos y las respuestas
obtenidas. Entre unos y otras se encuentra el 'mecanismo' en virtud del cual se
puede explicar por qué se organizan y se procesan los datos de la manera
especificada por los resultados. Es fácil comprender por qué el modelo mecánico
fue paradigmático, dado que los modelos informáticos se encargaron de abrir la
caja negra, trabajo realizado a la par con las investigaciones de la neurociencia.12
Sin embargo, tal y como lo habían señalado Frege y Ryle la mente no está
únicamente caracterizada por creencias y pensamientos, sino que, además, está
constituida por deseos y sentimientos, es decir, además de lo propiamente
cognitivo está lo conativo.13 Como lo señala Garreth Thomson, quienes equiparan
la mente humana con una máquina deben estar en condiciones de explicar qué
estado de la máquina se corresponde con el deseo, la humillación o la ira.
Parafraseando a Thomson ¿podría desear un computador? Parte de la respuesta
que se pueda dar, ya sea a favor o en contra de los deseos de los computadores,
ésta tiene que resolver cómo se pueden eliminar los estados intencionales de los
seres humanos. En este punto me refiero a aquellos estados que, como sostenía
Frege respecto a la representación, no pueden equipararse a través de la
sustitución por identidad. Mientras que estamos en condiciones de realizar
sustituciones en oraciones declarativas salva veritate, cuando nos encontramos
con enunciados en los que intervienen verbos de carácter psicológico como creer,
desear, anhelar, etc., la sustitución falla y no conserva la verdad de los
enunciados. Por ejemplo, alguien podría haber conocido a Nixon de joven —quien
era conocido en su vecindario como 'Richie'— y desconocer que éste llegó a ser
presidente de los EE.UU., hasta el punto que para esta persona no serían
equivalentes (1) 'Nixon perdió la guerra contra el Vietnam' y (2) 'El Presidente de
los EE.UU. perdió la guerra contra el Vietnam'; dado que para esta persona no hay
ninguna relación de identidad entre el joven Nixon que conoció (Richie) y el
presidente de los EE.UU.
De esta manera, los estados intencionales revelan un carácter
completamente distinto y, en cierto sentido, irreductibles a los estados
computacionales de la máquina, dado que, en el segundo caso éstos son siempre
especificables a través de protocolos y subrutinas que disuelven, como criterio
para la selección y decisión, cualquier ambigüedad interpretativa. Si este no fuera
el caso, una máquina estaría en condiciones de interpretar en más de un sentido
una instrucción, lo que asumiría la posibilidad de una variación interpretativa
bastante compleja, hasta el punto que abandonaría el criterio de especificación
sintácticamente derivado. Nuevamente nos encontramos con la advertencia de
Ryle, pero en esta ocasión dirigida a la posibilidad de reducir la semántica a la
sintaxis. Como sostiene Thomson:
12
Cfr. Putnam, Hilary. Representación y realidad. Un balance crítico del funcionalismo, Gedisa.
Barcelona, 1995 y Mohyelding, K. A. Said, W. H. Newton-Smith, R. Viale & K. V. Wilkes (eds.);
Modelling the Mind, Clarendon Press-Oxford. New York, 1990.
13
Thomson, Garreth: ¿Es usted una máquina? De la compilación de Juan José Botero, Jaime
Ramos y Alejandro Rosas, Mentes reales. La naturalización de la mente. Siglo del Hombre,
Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2000, Págs. 121-135.
tienen significado. Al parecer, entonces, no es posible tal reducción. (Botero, et al.,
2000: 131).
14
Cfr. Searle, John R.. The Mystery of Consciousness.The New York Review Books. New York,
1997. Espec. Cap. 5.
interacciones más complejas. Según este modelo existen dos tipos de procesos
básicos en la constitución del aparato cognitivo humano. Por un lado se
encuentran los procesos periféricos que se organizan de manera discriminativa a
través del funcionamiento especializado de los órganos de los sentidos y que —en
la perspectiva funcionalista manejada por estos autores— puede entenderse como
procesos encargados de descodificar todo aquello que aparece como input en el
modelo. Por otra parte, se encuentran los procesos centrales, los cuales se
encargan de relacionar de manera compleja y holista la información almacenada
tanto en la memoria como en la enciclopedia, a través de deducciones e
inferencias no demostrativas. (Sperber & Wilson, 1994: 87ss)
El modelo es representacionalista en la medida en que proporciona una
explicación de nuestro contacto con la realidad a través de la mediación de
nuestro dispositivo de procesamiento y almacenamiento de la información en un
nivel que exige interconexiones y operaciones de selección y combinación. Para
algunas perspectivas —sobre todo fisicalistas— entramos en contacto con nubes
atómicas y partículas elementales que, en realidad, es la manera como está
constituido el universo y, obviamente, nuestro entorno inmediato. Según esta
perspectiva, la mesa que vemos es realmente una nube de átomos cuya
estructura depende de la frecuencia con que vibran las partículas que le dan esa
'aparente consistencia' que nosotros percibimos. Estrechamente ligada a esta
ontología está la postura de que nuestro contacto con dichos estímulos y objetos,
genera —previa actualización, descodificación y discriminación de los hechos
relevantes— nuestra representación del mundo. Sperber & Wilson hablan, en este
sentido, del empleo de un conjunto de supuestos fácticos que se encargan de
'administrar' la fuerza de nuestras hipótesis y su posible confirmación. Lo
importante es que la noción de representación juega un papel decisivo gracias a
que toda comprensión semánticamente completa —es decir, susceptible de ser
evaluada en términos de verdad y falsedad— depende del mantenimiento de
dichos supuestos fácticos. Estos últimos se encargan, de aportarnos
«descripciones verdaderas del mundo».15
El modelo nos muestra, entonces, aquello con lo que entramos en contacto:
objetos del tipo RO'. Estos objetos son los constituyentes centrales de la
representación para nuestra mente de lo que pasa en el mundo. En este punto es
necesario hacer una aclaración: de ninguna manera se trata de una forma
relativista de explicación de nuestro conocimiento. Según este modelo, los objetos
no son 'construidos' por nuestra experiencia, de hecho, ellos existen
independientemente de que entremos en contacto con ellos. Pero nuestra manera
de vérnoslas con ellos es como la que acabamos de describir. Se trata, en cierto
sentido, de un proceso de 'traducción' que nos permite volver asimilable nuestro
entorno y, de esta manera, nuestro aparato cognitivo funciona como un mapa
semántico y pragmático que nos permite interactuar con el mundo. Dicho mapa
15
Sperber, Dan & Wilson, Deirdre. La relevancia. Comunicación y procesos cognitivos. Visor.
Madrid, 1994. Pág. 98.
ofrece ciertas condiciones a partir de las cuales podemos hacernos una imagen
bastante satisfactoria de cómo actuar y cómo referirnos al mundo.
Como se puede observar, a esta altura volvemos a encontramos muy cerca
de la concepción kantiana de la representación. Aunque vale la pena mantener
una diferencia importante respecto a la versión del filósofo alemán: en el caso de
la versión contemporánea de la representación, los filósofos y psicólogos
cognitivos no tienen dudas acerca de que aquello con lo que tratamos es la
realidad. Si existiera como lo ha sugerido Putnam una perspectiva del ojo de Dios,
desde donde se pudiera ver a través de una cámara cinematográfica nuestra
interacción con el mundo podríamos darnos cuenta de la imagen borrosa del
mundo.16 En tal caso, nosotros conoceríamos la constitución última de la realidad.
Lo interesante es que, desde esta perspectiva, objeciones como aquélla de que la
realidad la construyen los organismos, no sería en ningún caso relevante.
El argumento de los representacionalistas es tan fuerte que parece derribar
incluso críticas del tipo de aquellas con la que nos encontramos en la paradójica
situación de ser nosotros mismos los que fabricamos la cámara en cuestión. En
realidad, no se trata de fabricar una cámara de ese tipo —no es necesario—, de lo
que se trata es de explicar y concebir, por una parte cómo funciona nuestra mente
y, por otra, entender cómo nuestra historia evolutiva ha sacado partido del proceso
de adaptación como cualquier otro organismo.
Es importante insistir en esta dirección, ya que el modelo
representacionalista asume también una categorización interesante al reconocer
que la base de los supuestos fácticos son los conceptos y, de esta forma, se
entiende que las representaciones más básicas son las representaciones
conceptuales que son concebidas como siendo a la vez un estado mental y un
estado cerebral (Sperber & Wilson, 1994: 93). Esta curiosa identidad la entienden
estos autores como una identidad de ejemplares no de tipos (token identity) ¿Qué
significa esto? Aquí se abre una de las discusiones más interesantes a propósito
de las representaciones mentales. A continuación mostraré el 'estado de la
cuestión' sobre la presunta identidad entre estados mentales y estados cerebrales.
La intuición que me guía es que si se encuentra que dicha identidad es
difícilmente defendible, estaremos en condiciones de disolver uno de los
principales dogmas de la ciencia cognitiva y la filosofía de la mente.
Como ya se había mostrado a través de las objeciones de Ryle, hay una
profunda dificultad al intentar equiparar estados físicos y estados mentales dado
que se presupone de suyo que son categorialmente distintos. Sin embargo, esto
no ha desalentado a los investigadores en la ciencia cognitiva para realizar
16
En este punto asumo que una auténtica descripción de la realidad, de la cual hacemos parte,
implicaría que nos despojáramos de las evidentes limitaciones de nuestro sistema cognitivo. Por lo
demás, si la verdadera constitución —la constitución última— de las cosas son las nubes atómicas
y las partículas elementales, entonces dicha cámara debería tener la propiedad de registrar dicha
interacción atómica. Bajo este punto de vista nosotros mismos seríamos otro tipo de nube y, de
esta forma, el registro de la cámara ofrecería un panorama que difícilmente podríamos reconocer.
Esta paradoja deja mucho qué pensar acerca de la idea que podemos hacernos de lo que implica
alcanzar una auténtica descripción de la realidad.
estudios en donde se intenta poner en evidencia la superveniencia de lo mental a
lo físico. Con esta última expresión me refiero a lo que David Chalmers17 ha
caracterizado de la siguiente manera:
17
Chalmers, David. The Conscious Mind. In Search of a Fundamental Theory. Oxford University
Press, New York, 1996.
18
Noë, Alva & Thompson, Evan; Are There Neural Correlates of Consciousness? Journal of
Consciousness Studies 11. No. 1, 2004. Págs. 3-28.
problemática, pero antes podemos ver el papel que cumple en esta doctrina la
noción de superveniencia:
... hay una estrecha relación entre el isomorfismo restringido, la tesis del sustrato19 y la tesis de la
superveniencia. De acuerdo con el isomorfismo restringido, debería haber una proyección uno-a-
uno (en algún nivel de descripción) entre los rasgos de la experiencia y los rasgos del sustrato
mínimo neuronal. Como sostiene Jaegwon Kim, es natural apoyarse en este isomorfismo
psicofísico el cual está motivado por la siguiente doctrina de la superveniencia psicofísica: todos los
estados y procesos psicológicos supervienen a los contemporáneos e internos estados y procesos
del organismo. (Contemporáneos quiere decir que cualquier estado psicológico ocurrido en un
determinado tiempo superviene a un estado físico del organismo en el mismo tiempo). (Noë &
Thompson, 2004: 16-17).
Como se puede apreciar hay, en esta comprensión de la relación entre los estados
cerebrales y los estados mentales, una equiparación que no deja dudas acerca de
los nexos causales entre los hechos de nivel inferior y los de nivel superior. En
este sentido el modelo ilustra, en el nivel interno del sistema cognitivo, aquello que
puede tomarse como patrón de la interacción entre el organismo y el mundo. En
efecto, puede pensarse en que hay una diferencia bastante acentuada entre lo
que es un proceso interno y lo que es una interacción con el mundo externo pero,
evidentemente, podría apreciarse que en una interpretación amplia de la noción de
superveniencia el mundo constituido por nubes atómicas y estímulos ha de
entenderse como hechos físicos que intervienen y determinan los ulteriores y
sobrevinientes hechos cerebrales así como sus correlatos mentales. La
representación ha de ser entendida, dentro de este contexto, como el tipo de
ordenamiento especificado por la superveniencia de lo mental a partir de la
correlación estricta entre uno y otro nivel.
No obstante, una objeción sale a flote inmediatamente en la medida que la
imagen de la igualdad de contenido parece ofrecer mucho más de lo que
cabalmente puede cumplirse. En efecto, Noë y Thompson advierten sobre una
objeción que parece ser insuperable por los defensores de The Matching-Content
Doctrine y, en última instancia, por cierta versión fuerte de la teoría de la identidad
a través de la noción de superveniencia:
Es interesante observar que por más que se pueda defender cierta productividad
gramatical argumentando que podemos elaborar un reporte verbal lo
suficientemente detallado, es claro que nunca podremos abandonar
completamente el plano lingüístico del reporte. Es decir, así empleemos el recurso
verbal que queramos no podemos salvar la distancia semántica entre el lenguaje y
el mundo.
Si esto es correcto, y a mi modo de ver lo es, el asunto de las
representaciones conceptuales propuesto por Sperber & Wilson, se vuelve
problemático, dado que dentro del modelo debe poderse explicar en qué momento
y bajo que condiciones específicas algo que es físico-químicamente discernible se
convierte en (o es a la vez) algo mentalmente discernible. Incluso, si se pudiera
'explicar' de qué manera se da este dualismo de las propiedades de las
representaciones mentales o conceptuales según Sperber & Wilson; aun quedaría
por resolverse la cuestión de la identidad del contenido.
Desde una perspectiva semántica es muy difícil sostener, sin incurrir en
contradicción, que cierto estado neuronal específico es, o se compadece con, el
hambre o la tristeza; aunque en cada caso pueda haber distintas motivaciones
tanto para el hambre como para la tristeza. Desde una perspectiva internalista,
podría pensarse que, aislados del mundo, es decir sin contar con las posibles
causas o estímulos tan variados del mundo externo, puede encontrarse un patrón
específico a nivel neuronal que intervenga siempre que alguien tiene hambre o
está triste. Pero más allá de esta interesante, aunque engañosa, abstracción
terminamos nuevamente dentro del mundo, con todas sus determinaciones.
Una manera de explicar —aunque no me queda claro si defiende— la tesis
de Sperber & Wilson acerca de las representaciones conceptuales, es tener en
cuenta la tesis del monismo anómalo presentada por Donald Davidson a finales de
los años 60's.20 Según Davidson, el problema de la manera en que debe
presentarse cierto discernimiento entre lo físico y mental puede incurrir en ciertas
falacias que afectan la ontología misma desde donde puede ser estudiado el
problema. En efecto, es importante reconocer que si Ud. emplea un lenguaje en el
que distingue, por una parte, eventos y procesos mentales y, por otra, eventos y
procesos físicos; debe tener en cuenta que se proyecta la imagen de que no sólo,
en términos lógicos —como lo pensaba Ryle— sino, también, en términos
ontológicos, se está promoviendo la idea de un marcado dualismo. El problema
del dualismo quedó reflejado en el párrafo anterior a partir del enigma que surge
20
Donald Davidson; Filosofía de la psicología, Anthropos, Barcelona, 1994. (edic. Bilingüe) Tr.
Miguel Candel.
cuando se trata de explicar algo que —en términos de identidad— es físicamente
discernible y puede convertirse en algo mentalmente discernible.
Para Davidson es claro que este dualismo puede resolverse sobre una
comprensión de la superveniencia que evite la caída en discusiones ontológicas
perniciosas. En este sentido de la superveniencia tal y como la presentamos en la
versión de Chalmers, es interesante no dejar de lado la cuestión de la causalidad
como punto a través del cual la neurociencia busca explicar la causación de lo
mental a partir de lo neuronal. Según Davidson, no es necesario negar el vínculo
causal pero sí es importante determinar hasta qué punto lo que se quiere sostener
es que existen leyes psicofísicas que estén en condiciones de explicar la
dependencia entre uno y otro conjunto de hechos. La tesis, entonces, de Davidson
radica en observar como lo mental es mental sobre la base de una descripción no
sobre una base ontológica:
Como se ve, la idea de que una representación conceptual sea al mismo tiempo
un estado mental y un estado cerebral plantea un sinnúmero de confusiones y
desencamina la reflexión cognitiva dado que, bajo la égida de la identidad, las
representaciones mismas se vuelven ubicuas dentro del modelo cognitivo. Sin
embargo, hay muchas dudas acerca de que la posición de Davidson sea la
posición adoptada por Sperber & Wilson porque, entre otras cosas ellos aceptan
un modelo computacional de la mente que, obviamente, siguiendo el espíritu de la
anterior cita, es insostenible para Davidson. La posición de este filósofo sobre la
mente es tan interesante que, por ejemplo, no se puede equiparar a la concepción
searleana de la mente como un fenómeno biológico,21 puesto que dicha
21
Cfr. John R. Searle; El redescubrimiento de la mente, Crítica, Barcelona, 1996 y también en
(Searle, 1997). la idea fue anteriormente propuesta por Ruth Millikan; Language, Thought, and
Other Biological Categories: New Foundations for Realism, MIT Press, Cambridge, Massachusetts,
1984 Y ha sido apoyada en la perspectiva de la representación por Fred Dretske; Naturalizing the
Mind. The 1994 Jean Nicod Lectures, MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1995.
naturalización por más de que nos permita hacer descripciones desde el punto de
vista del observador, comete la falacia ontológica de pensar la mente como una
categoría biológica y, strictu sensu, una categoría biológica no es una categoría
mental.
En otra perspectiva, tal y como Sperber & Wilson lo han observado en
relación con las inferencias no demostrativas, es muy difícil alcanzar una
representación del mundo semánticamente completa y, en caso de que ésta se
lograra, aún se mantendría la brecha explicativa a propósito de la inconsistencia e
inconstancia de nuestros supuestos fácticos como aspecto decisivo de nuestra
condición humana.
Para Reflexionar
Individualmente:
22
Tomadas de: http://www.epdlp.com/pintor.php?id=224
U NIDAD IV
INTENCIONALIDAD,
IMAGINACIÓN, PERCEPCIÓN,
DETERMINISMO Y DUALISMO
Objetivos de la Unidad
U
na de las principales preocupaciones de los filósofos tiene que ver con el
estatuto de la ficción. Aunque a los filósofos nunca se les ha escapado la
existencia de las imágenes y de las fantasías de la humanidad, en general
siempre hubo un desprecio por estos productos espurios de la inteligencia
humana.
Los vínculos entre filosofía y literatura, así como las discusiones acerca de
la existencia de los mitos y el papel que cumplen en la eficacia simbólica de las
comunidades, han sido descuidados entre otras cosas porque la filosofía concibió
al conocimiento de la realidad, al conocimiento del mundo (entendido como el
fundamento último de las determinaciones objetivas), como los principales pasos
que había que dirigir hacia la comprensión sistemática de ese díada constituida
por el saber y la verdad.
Muchos argumentos provenientes de la investigación psicológica, le
permitieron al filósofo Brentano distinguir entre los fenómenos intencionales de los
no intencionales; aunque el ajuste realizado a las teorías de sus contemporáneos
sobre la vida psíquica dejó en claro que los fenómenos de la conciencia pueden
llegar a ser transparentes para el sujeto que los experimenta, siempre hubo un
asomo de duda acerca de si esas distinciones entre lo mental y lo no-mental,
podían superarse o si, por el contrario, propiciaban la existencia de dualismos que
invocaban y reactivaban el discurso metafísico.
Los grandes opositores a las reflexiones filosóficas apoyadas en las
preguntas de índole fenomenológico del tipo: ¿Cuál es el cuerpo percibido y vivido
a través de la conciencia? Lograron penetrar las seguras defensas de quienes
confiaban en las descripciones del mundo tal y como lo vemos; y consideraron
como sin importancia los pregones y la exigencia de respeto sobre temas como la
imaginación y la libertad, o sobre la creación de mundos imaginarios cuya base
sigue siendo la exploración de la intencionalidad.
Preguntas Previas
1. Intencionalidad
23
Edmund Husserl; Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica.
Fondo de Cultura Económica, México, 1997. P. 11.
el pensamiento, sobre lo que se piensa y sobre aquello en lo que se piensa a partir
de la evidencia de su comportamiento intencional.
La referencia a los actos significativos implica necesariamente una
aproximación a la descripción estructural del acto intencional; supone, en este
sentido, contar con las diferenciaciones inherentes a su comprensión, y con la
delimitación del rasgo distintivo del espacio propiamente significativo. La cuestión
a la que se dirige esta tendencia, relacionada con la forma en que la
fenomenología concibe la naturaleza del concepto, parte de la imagen según la
cual éste constituye fundamentalmente el centro del ejercicio significativo del
pensamiento, es decir, que sólo a partir de conceptos puede el pensamiento
efectuar, más allá de la facticidad de la vivencia de la conciencia, la predicación
con respecto al mundo. Esto quiere decir que, si bien es cierto, los objetos son
independientes del pensamiento —y que es a ellos a los que él se refiere—, se
requiere fijar o determinar el hecho mismo de dicha referencia como condición
fundante de la posibilidad de aprehenderlos.
Así, entender la forma en que un objeto aparece en el pensamiento, cobra
sentido para éste y puede ser fijado en conceptos, supone además de una
perspectiva eminentemente lógica una gama compleja de delimitaciones sobre la
naturaleza del objeto, del acto intencional, de su determinación significativa y,
primordialmente, del camino metodológico que permite alcanzar semejante
objetivo. La fenomenología de Edmund Husserl es una propuesta teórica que
permite pensar el problema del conocimiento, en la medida en que no limita su
comprensión a la estructura meramente formal de un enunciado que evidencie el
uso predicativo o conceptual, determinándolo por definición y ubicándolo como
presupuesto alejado de su comportamiento cognitivo.
Es por tanto, un aporte altamente significativo el que la fenomenología haga
posible el estudio y esclarecimiento del comportamiento intencional del
pensamiento, partiendo del horizonte epistemológico, y ligándolo fuertemente a la
reflexión ontológica y lógica. Puede afirmarse en este sentido que la propuesta de
la fenomenología sobre la necesidad de comprender que el conocimiento gira
entorno a la manera en que son pensados los objetos abrirá nuevas y vitales
posibilidades para diversos ámbitos de la filosofía contemporánea.
2. Imaginación y Percepción
La percepción
La recurrente preocupación humana por establecer si es posible conocer el
mundo, asoció rápidamente a su búsqueda la necesidad de comprender el
contacto más evidente que podemos tener con el mundo, sin duda, el único que
todos llamaríamos real: la percepción.
En un primer momento podemos asumir que nosotros conocemos al mundo
tal como es por que lo percibimos; esto en términos muy específicos querría decir
que yo sé que la mesa que tengo en frente es amarilla porque la percibo amarilla
y, si la percibo de esta forma es porque es amarilla y, para cualquiera que tenga
contacto con la mesa ésta será amarilla.
Sin embargo, esta versión inicial presenta problemas si se analiza más
detenidamente. Lo primero que debe tenerse en cuenta es que la percepción es
un hecho que tiene lugar en un momento determinado y que depende de múltiples
circunstancias, entre las que pueden contarse el tiempo, el lugar, las condiciones
ambientales, el estado de quien está percibiendo, etc.; así por ejemplo si se
percibe la misma mesa en las oscuridad no será amarilla, será negra como todo
lo demás, para un ciego o para alguien con otro tipo de condición visual tendrá
que ser diferente. ¿Por qué afirmamos entonces que la mesa es amarilla y, en
general, que el mundo es tal y como lo percibimos?.
Es por esto que puede establecerse que no necesariamente todos
percibimos lo mismo, ni siquiera que percibimos lo mismo todo el tiempo o
siempre, lo que puede inferirse de esto es que lo que percibimos del mundo no se
corresponde estrictamente con la forma en que el mundo es en realidad. De esta
forma no es entonces viable asumir sin más que conocemos al mundo porque
podemos percibirlo tal y como es; por esto, fue necesario encontrar caminos para
entender cómo se percibe y por qué es posible explicar que nuestra percepción se
equivoca o que acierta aún a pasar de no contar con la seguridad necesaria.
En términos concretos, la percepción es un proceso que involucra múltiples
aspectos para permitir que tengamos una imagen común del mundo en el que
habitamos, que podamos entendernos y vivir “en la misma realidad” aunque
nuestras percepciones puntuales no sean idénticas.
Para comprender lo anterior, basta con detenerse un poco en la forma
como un niño aprende a percibir su entorno. No nacemos con un sistema
perceptual desarrollado, ni con unos sentidos que se integren simplemente, si
tenemos en cuenta que nuestros órganos preceptúales son distintos y que
esencialmente no pueden comunicarse, pues no nos es posible percibir con la
vista lo que percibimos por el gusto o por el olfato, entendemos que algo distinto a
los sentidos, permite que unamos los datos que nos vienen de nuestros distintos
sentidos. Esto es lo que debe aprender un niño a unir los datos preceptúales y a
relacionarlos con cosas que le resulten vitales. De esta forma, el niño no va a
poder usar toda la información que le brindan sus sentidos hasta tanto no pueda
interpretarlos. Ahora bien, ¿qué significa que los seres humanos necesitamos
interpretar nuestros datos perceptuales?
Tenemos que tener en cuenta que nuestros órganos sensoriales no son tan
especializados como los de otros animales, si bien, perciben mucho más de lo que
somos capaces de entender y manejar y, que esto se debe principalmente a la
forma en que nos hemos adaptado a nuestro medio.
Tradicionalmente se afirma que la herramienta más importante del
desarrollo de nuestra especie es el lenguaje y la forma en que este interpreta la
realidad y nos permite modificarla de acuerdo con nuestras necesidades
específicas. En este sentido, múltiples estudios han revelado que nuestra
percepción no depende tanto de lo que realmente percibimos como de las
condiciones que nos permiten interpretar eso que estamos percibiendo y de qué
tan útiles han resultado a nuestra supervivencia. Por esto podemos afirmar que no
importa si alguien capaz de comprender que el amarillo tiene múltiples gamas de
color, todas ellas diferentes, si es de noche, si alguien tiene problemas para ver
claramente un color, podremos aceptar que la mesa en cuestión es amarilla, el
cielo es azul y las manzanas rojas, que esto depende de la forma en que hemos
entendido el mundo en nuestra adaptación a él y que la manera en que lo
percibimos depende de muchos factores que van más allá de cómo sea lo que
percibimos, que giran en torno a nuestro lenguaje, a la forma en que pensamos y
a lo que nos hemos adaptado a ver, a oír, a probar, etc.
3. Determinismos y Dualismos
24
René Descartes; Meditaciones metafísicas, Editorial Libsa, Madrid, 2001
compuesta por dos tipos de sustancia diferente la forma que tenía y la materia de
la que el objeto estaba compuesto.
Si bien en versiones como la aristotélica, en realidad estos dos factores sólo
eran analíticamente distinguibles, se hizo patente que sólo una de las dos
sustancias era abordable por el pensamiento: la inmaterial. La razón puede aun
hoy resultarnos plenamente explicable, ni siquiera podemos todavía comprender el
pensamiento materialmente y, si el pensamiento es inmaterial, la esencia de lo
que pensamos debe responder a esta característica y, nos separa radicalmente de
lo que es pensado.
Tendríamos entonces dos polos diferentes que tienden a explicar algo sin
que ninguno de los dos pueda abordar la totalidad del objeto de conocimiento y
sea necesario asumir que una parte es sin más un punto ciego, o en las versiones
más extremas, que una de las partes no es necesaria para comprender la
verdadera naturaleza del objeto.
El problema del dualismo, es decir, la imposibilidad de abordar la totalidad
del objeto de conocimiento acabó siendo, a su vez, objeto de distintas teorías que
acabaron por resultar o reduccionistas o sostenedoras fervientes de la necesidad
de la explicación dualista.
Los reduccionistas apelan a la necesidad de comprender que no existen
dos tipos de sustancias sino una sola, siendo entonces o materialistas o idealistas.
En el primer caso se trataría de asumir que no existe un tipo de sustancia
inmaterial y que incluso la comprensión de los objetos depende de otro tipo de
mecanismos bioquímicos y eléctricos que pueden ser explicados materialmente,
tanto como las emociones, los deseos etc., del hombre siendo prescindible la idea
del alma o del pensamiento como algo ajeno a la materialidad del cuerpo.
La otra perspectiva involucraría una dirección según la cual o no puede
afirmarse la existencia de la materia o simplemente, no es necesario preocuparse
por ella pues no encierra en sí misma ningún elemento plenamente cognoscible.
Como puede observarse, no parece posible algún tipo de arreglo coherente
que permita a una teoría asumir algún elemento propio de la que le es opuesta y,
el problema radica en que una vez se ha abierto la brecha que hace a las dos
perspectivas, tanto como a las sustancias que representan, inconmensurables y
que no hemos encontrado aceptando esta diferencia esencial una perspectiva
diferente, resulta impensable una explicación que pueda dar cuenta del objeto
constituido por dos esferas tan distantes.
Ahora bien, si se acepta que no es posible comprender la mesa antes
mencionada a partir de la decisión teórica de que está compuesta por dos
sustancias inconmensurables, de las que sólo una es accesible al pensamiento y
que incluso el pensamiento puede poseer elementos que aun no se han hecho
explícitos podría ser posible representarse una perspectiva que logre superar un
sistema explicativo que contiene en su fundamento un elemento irreconciliable con
la naturaleza del objeto cognoscible.
Es un hecho, por ejemplo, que nuestro pensamiento da clara evidencia de
tratar eficientemente con la materia y, que prueba de esto, es nuestro cuerpo, que
esquivemos los obstáculos y que podamos abrir puertas, coger cosas, etc. Es
posible por tanto que la teoría de las sustancias deba aceptar que su espacio no
es nuestra praxis real sino las categorías que hemos impuesto teóricamente a la
realidad, que aun no manejamos completamente, simplemente porque nos hace
falta un sistema explicativo que de cuenta no de la teoría misma sino de la forma
en que realmente tratamos con el mundo.
Como en todo sistema teórico se formuló primero lo que se consideraba
posible y luego se le exigió a la realidad que cumpliera con las nociones
señaladas, para encontrar después que la realidad respondía a nociones
contradictorias entre sí, que igual nunca le fueron propias.
Lo que realmente puede llamar nuestra atención es que el esquema de la
explicación dualista puede aplicarse a múltiples esferas de la vida humana y que
las sorpresas, las decisiones radicales que tienen fuerte efecto en lo que vivimos
pueden y, de hecho lo hacen, duplicarse en la vida cotidiana en la que no son
simplemente una disputa entre teóricos; pensemos por ejemplo en una disputa
entre los preceptos morales y los acontecimientos. No son realmente equiparables
y pueden impedirnos la representación clara de lo que realmente debe tenerse en
cuenta.
Este es también el caso del lenguaje, de la verdad, de la economía, del
trabajo, etc. Para ampliar estas últimas perspectivas pensemos particularmente
en el fenómeno del trabajo, podemos afirmar dentro de una perspectiva teórica
qué es trabajo distinguiéndolo de lo que no lo es, cuántas horas podría un ser
humano trabajar, qué es el producto del trabajo, qué un contrato y qué es salario;
pero la pregunta por lo que no se representa en estas definiciones y la necesidad
de reconocer qué “parte” de lo que hace un trabajador en pos de un objetivo jamás
será definible ni exigible, nos pone en presencia inmediatamente de una discusión
de tipo dualista.
A partir de esto puede afirmarse que el problema del dualismo es
simplemente un ejemplo más de que los problemas más recalcitrantemente
teóricos nunca están alejados de la vida cotidiana de cualquier hombre, en tanto
están involucrados con lo que cada teoría ha terminado realmente por anunciar:
¿Qué somos? Y ¿cómo representamos nuestra realidad?
Para Reflexionar
Individualmente:
EXPLICACIÓN Y MODELOS
EXPLICATIVOS E
INTERPRETACIÓN
Todo cuanto nos rodea, en cierto sentido nos interpela, se involucra
con nosotros. El mayor recorrido que ha trazado el hombre no se mide
por distancias, ni cuantitativamente, sólo somos el reflejo de nuestras
dudas, nuestras angustias y nuestras creencias. Explicar es una forma
de traducir el extraño lenguaje del mundo.
Plan de la Unidad
1. Explicación y Modelos explicativos
2. Interpretación
Objetivos de la Unidad
A
finales del siglo XIX las reflexiones en torno al saber y la ciencia alcanzaron
su máximo desarrollo de la mano de grandes filósofos y científicos como
Dilthey, Darwin y Freud. Desde distintas perspectivas y atendiendo a
distintas metas explicativas estos hombres y otros más intentaron asegurarle a la
ciencia el privilegio de la explicación y la comprensión del mundo y del hombre
mismo; surgían, en el último caso, las ciencias del espíritu que luego fueron
llamadas ciencias humanas y hoy, también, algunas se inscriben bajo la etiqueta
ciencias sociales.
Este tránsito no ha sido solamente una migración temática, sino también
metodológica, para los estudiosos del tema, existe una clara diferencia entre
explicar y comprender, no sólo porque la primera es una operación propia de las
ciencias naturales donde se parte de una diferencia irreductible entre el objeto de
estudio y quien conoce, es decir, el investigador; sino que, en el segundo caso, en
la medida en que se estudia al hombre, hay una crisis de autorreferencia, esto es,
cualquier hallazgo sobre lo que ocurre con la existencia humana en sus múltiples
perspectivas, inmediatamente somete a crítica la labor del científico quien, por
supuesto, es tanto sujeto como objeto de investigación.
Por otra parte, gracias a que somos seres del lenguaje, para el hermeneuta
—es decir, para el filósofo encargado de establecer el vínculo entre la
interpretación y la manera de ser de los seres humanos en general—, el hombre
es un ser de la comprensión y de la interpretación. Lo que está en juego en esa
tensión entre la explicación científica y la interpretación es, principalmente, dos
modos de concebir la relación del hombre con su entorno: o bien estamos
atrapados en un mundo de objetos que reclama que se dé sentido a los mismo y
se pueda manipularlos; o bien hacemos parte de un continuo histórico que pone
en comunicación al hombre con distintas fuentes del pasado, con las tradiciones y
con la modificación del mundo gracias a que interpretar es, en cierto sentido, una
oferta de lo posible y de lo imaginable, sobre lo ya acontecido.
En este capítulo se da continuidad al debate comenzado en el capítulo II de
este módulo sobre la comprensión del mundo y se introduce un marco de
reflexión, mucho más amplio, introducido por la noción de interpretación. Se
reconoce, entonces, que el hombre habita de distintas maneras, los distintos
escenarios de la ciencia, la literatura y la cultura y, en esto consiste la base de la
riqueza y al inteligencia humana.
Preguntas Previas
Son, como todas las representaciones, sistemas de signos o símbolos. Por ello,
no creo que sirva de gran cosa expresar la diferencia entre teorías universales y
enunciados singulares diciendo que estos últimos son «concretos» mientras que
las teorías son meramente fórmulas simbólicas o esquemas simbólicos: pues
exactamente lo mismo puede decirse hasta de los enunciados más concretos [...]
Brevemente expuesto, mi punto de vista es que nuestro lenguaje habitual está
lleno de teorías, que llevamos a cabo toda observación a la luz de teorías, que el
prejuicio inductivista es lo único que lleva a muchos a creer que podría existir un
lenguaje fenoménico, libre de teorías y distinguible de un «lenguaje teórico» [...]
[La Lógica de la Investigación Científica, p. 57].25
25
Karl Popper, La Lógica de la Investigación Científica, Red Editorial Iberoamericana, México 1991.
En este sentido, valdría la pena preguntarse si, en nuestro lenguaje cotidiano
nosotros mismos no traficamos con enunciados generales tales como El amor es
lo más valioso de la vida o Los accidentes son frecuentes. La razón por la que se
ha caracterizado a C2 como problema teórico merece, entonces una explicación
desde esta perspectiva. Dado que, desde el punto de vista de Popper, es
completamente banal recurrir a la diferenciación entre lo concreto y lo abstracto a
nivel de enunciados, tradicionalmente se presentan interpretaciones confusas del
texto anteriormente citado cuya forma más usual es que, en la medida en que no
se gana nada con recurrir a lo abstracto y lo concreto en lo que a enunciados se
refiere, la distinción entre problemas teóricos y problemas de concretos
desaparece. Este tipo de observaciones son llamadas habitualmente en filosofía
nominalistas, es decir, se limitan al campo del uso terminológico sin establecer su
incidencia semántica y pragmática sobre el actuar humano.
Para diferenciar entre enunciados generales y singulares propongo recurrir
a Wittgenstein y a su Tractatus Logico-philosophicus, en donde, grosso modo, se
establece una determinación estructural entre estados de cosas, hechos y casos.
Siendo los primeros trasfondos contextuales en donde están insertos los objetos y
los individuos y cuya interacción delimita tanto lo que es posible que suceda
(hechos), lo que sucede singularmente (casos), como lo que no es posible que
suceda. En este sentido, los enunciados se refieren a Estados de Cosas (tanto a
Hechos como a lo que no puede ocurrir, es decir a casos hipotéticos) mientras que
los enunciados singulares se refieren a Casos, es decir a lo que efectivamente
concierne a un individuo en un momento determinado, es decir a un suceso. Los
problemas de índole práctica se refieren a estos últimos mientras que los
problemas de índole teórica se refieren a los primeros. Notemos que expresiones
como las anteriormente mencionadas (El amor...) remiten a Estados de Cosas
dada su generalidad y, en este sentido es posible rastrear la teoría que subyace a
este tipo de afirmaciones. Cuando ocurren enunciados singulares lo que hacemos
es referirnos inmediatamente al caso que, naturalmente se realiza de acuerdo con
un Estado de Cosas, pero es difícil por no decir imposible, realizar una evaluación
del Estado de Cosas a partir del caso y, si esto se logra, se debe al uso de
enunciados generales que directamente superan la 'singularidad' del caso. El
desconocimiento de esta 'regla' conduce a lo que Popper llama el Prejuicio
Inductivista donde se cree que al referirse a los casos los enunciados particulares
implícitamente (o metonímicamente) se refieren a los Estados de Cosas en
general. Situaciones de este estilo son las que representan expresiones del tipo:
Todos los hombres son iguales proveniente de la experiencia finita de un
individuo.
Dos de los principales malentendidos a los que conducen las versiones
populares de las teorías provienen del desconocimiento típico de lo tratado en el
capítulo 2 del módulo. En efecto, dado que tradicionalmente se pasa por alto que
las teorías son enunciados generales se supone, por un lado, que las teorías son
explicaciones y, por otra parte, que están hechas para resolver situaciones
concretas. Para aclarar estas confusiones es importante destacar que las teorías,
en tanto enunciados generales, presuponen la articulación entre conceptos y
Estados de Cosas, articulación que no es, en modo alguno, arbitraria ya que esta
conexión se logra vía creencias/experiencias/normas. La contradicción pragmática
tantas veces citada: 'El gato está en la alfombra, pero yo no lo creo' revela que
dicha articulación está reglada y funciona como criterio normativo. Lo que conduce
a la idea de incorrección enciclopédica cuando nos encontramos con desajustes
entre creencias y Estados de Cosas. De esta última consideración se deriva la
imagen de que existen relaciones causales entre creencias y Estados de Cosas,26
en donde el papel de la explicación es fundamental. En efecto, toda explicación
es, en último término, la manera de establecer nexos causales entre agentes y
acciones, entre fenómenos y eventos, entre Estados de Cosas y hechos. Pero, lo
que generalmente se olvida es que las explicaciones poseen contenidos, es decir,
están restringidas contextual y lógicamente de manera que no pueden desligarse
de lo que pretenden explicar.
Si las teorías son explicaciones, las teorías son respuestas efectivas
(puntuales o, en todo caso, singulares) a un problema o una pregunta
determinada. Esto quiere decir que, si las teorías son explicaciones ellas mismas
se agotan en la explicación. Las teorías (bajo la idea de la corrección) serían
Respuestas acertadas y, en última instancia, deben disolver o resolver el
problema.27 ¿Es extraña esta interpretación? Probablemente, sin embargo, creo
que una sutil confusión es lo que subyace a esta discusión: Un modelo de
explicación no es una explicación. Una objeción que puede provenir de las
Ciencias Sociales plantearía que, en realidad, las teorías no son explicaciones
sino interpretaciones generando la imagen 'relativista' pero esto, en modo alguno
riñe con la idea de que las teorías son modelos explicativos, por el contrario
refuerzan esta idea por razones que daré enseguida; sin embargo, dentro de los
imaginarios manejados sobre las ciencias 'duras', está la consideración de que las
teorías son explicaciones. Si una teoría es (cumple con la función) una explicación
esto quiere decir que, analíticamente hablando, otras explicaciones deben ser
excluidas como impertinentes a propósito del problema o de la pregunta que se
pretende resolver.
La razón principal por la que es importante tener clara la distinción Modelo
Explicativo/Explicación, es aquella por la que se diferencian tipos y ejemplares:
porque los primeros son expresiones metalingüísticas por excelencia mientras que
los ejemplares son instanciaciones de los tipos. A través de un ejemplo sencillo se
puede comprender esta idea: En el caso del ajedrez la forma en que éste puede
enseñarse está determinada por el aspecto 'reglado' del juego. En este sentido no
es posible enseñar el juego a una persona que lo desconoce completamente
26
Para una discusión contemporánea acerca del vínculo causal entre creencias y estados de
cosas, véase: Mentes Reales. La Ciencia Cognitiva y la Naturalización de la Mente. Juan José
Botero, Alejandro Rosas y Jaime Ramos (Comp.). Editorial Siglo del Hombre. Bogotá, 2000.
27
Reflexiones bastante valiosas sobre la idea de Problema han sido elaboradas sobre todo por
Michel Meyer en Wittgenstein et Válery: Deux figures de la modernité, en SUD Revue Littéraire
Bimestrielle (Hors série) 1986 dedicado a Ludwig Wittgenstein, Paris 1980 y en sus trabajos sobre
Problematología: De la problématologie: Philosophie, Science et Langage, Éditions Madarga, 1986.
haciéndolo jugar, de hecho, jugar al ajedrez presupone la existencia de un M1 que
permita al individuo recurrir a C1, por esta razón se enseñan las reglas dado que
con éstas se crea la competencia para jugar al ajedrez, es decir el novato quedará
capacitado para jugar partidas 'singulares' de manera que, al contrario, no se
podría lograr la competencia. Enseñar las reglas es tanto como instruir en los
rasgos formales que determinan de manera semántica, lógica y pragmática la
realización de partidas individuales. Los modelos de explicación cumplen con esta
condición: garantizar que puedan darse explicaciones a casos específicos. Las
teorías en tanto modelos explicativos funcionan como criterios para dar
explicaciones pero ellas mismas no son explicaciones. Responsabilizar a las
teorías acerca de que no pueden 'explicar' o dar solución a una situación
específica es tanto como responsabilizar a los padres de las acciones de sus hijos
adultos, siendo una característica del adulto la autonomía. El vínculo entre
Estados de Cosas y casos es de carácter lógico, no empírico, por esta razón los
casos no se identifican con los Estados de Cosas de los que provienen.
Un segundo malentendido está íntimamente relacionado con el anterior: se
tiene la idea de que las teorías están en condiciones de solucionar casos
específicos gracias a que se confunde constantemente entre problemas por un
lado y, eventos y fenómenos que requieren explicación, por el otro. En efecto, no
hay ninguna objeción a la idea según la cual los hallazgos teóricos de la ciencia en
general redundan en el hecho de que los fenómenos singulares directamente
concernidos con éstos quedan determinados por el tipo de solución presentada a
nivel teórico. Esta es la manera como funciona una vacuna. Sin embargo, la
reflexión que nos lleva a pensar en el poder de la solución proviene del prejuicio
inductivista antes mencionado según el cual sólo la efectividad de la vacuna en
cada uno de los caso confirma el valor teórico (general) de la solución. Esta idea
de la sumatoria de casos que da paso a la generalidad es uno de los principales
prejuicios con los que se ve enfrentada la posible solución de un problema de
índole teórica. No hay que negar que esta perspectiva ha sido usualmente
propagada por la retórica filosófica que nos ha impuesto la imagen de que la
'riqueza de una pregunta' consiste en su ausencia de una única respuesta y, acto
seguido, dada la estrecha relación entre pregunta y problema, se sugiere la idea
de que los problemas más interesantes y que motivan las más apasionantes
investigaciones son los que no poseen solución. La expresión esto es un problema
insoluble debe desaparecer del aula, en la medida en que se le transmite al
estudiante la idea de que los límites del conocimiento están determinados por
preguntas a las que nadie puede dar una respuesta efectiva y, por lo tanto, deben
considerarse como problemas o enigmas que la humanidad no puede resolver. De
este tipo de actitud, a la consolidación de un misticismo hay pocos pasos.
2. Interpretación
28
Rimbaud, Arthur, Poesía completa. Editorial Libros Río Nuevo. Barcelona, 1978. Pág. 196.
conocimiento. Es así que se reveló que nuestra comprensión de lo que nos rodea
depende de la comprensión de lo que actualmente somos, de nuestra cultura, de
nuestra historia y, por supuesto, de nuestro lenguaje.
A partir de esta conciencia, la teoría de la interpretación o hermenéutica ha
buscado la manera de garantizar el conocimiento de la realidad humana,
resaltando que no es posible aislar de éste lo que somos actualmente, ni de lo que
hemos sido. Es posible que lo único realmente susceptible de conocimiento sea
nuestra histórica existencia, sólo comprensible para nosotros mismos, para
nuestra cultura.
Para Reflexionar
Individualmente:
Contestar
) ¿Qué es exégesis?
) ¿Qué es un texto?
) Teniendo en cuenta lo visto en este capitulo y su propio criterio enuncie
cómo se realiza un Proceso de interpretación.
) ¿Qué es un modelo explicativo?
Grupalmente
Aristóteles. 2003. Acerca del alma. Gredos, Madrid. Tr. Tomás Calvo Martínez.
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