PANTOMIMA
PANTOMIMA
PANTOMIMA
ANTECEDENTES
En Grecia, el mimo era una farsa nacida de la comedia, en la que los actores,
acompañ ados de danzas y mú sica, parodiaban escenas de la vida cotidiana o de
argumentos basados generalmente en temas mitoló gicos. Las primeras formas
preliterarias conocidas se remontan al siglo v a.C. en los fragmentos que se
conservan del comedió grafo Epicarmo. Otros escritores griegos, como Sofró n de
Siracusa (hacia el añ o 430), Herondas y Teó crito (siglo III), e incluso Só crates y
Plató n en sus diá logos, concedieron al mimo categoría literaria equiparable a la de
otros géneros.
En la península itá lica, el mimo nació de las farsas callejeras, las danzas má s o
menos lascivas, las bufonadas y los cuadros realistas de un teatro popular, cuyos
orígenes son imposibles de precisar. Décimo Laberio y Publilio Siró (siglo I a.C.)
fueron los principales cultivadores del mimo en Roma, que se caracterizó por la
mordacidad y tono licencioso de sus temas y por la creació n de tipos
representativos de personajes populares y grotescos (Buceo el estú pido, Dosseno
el jorobado, Maceo el senil) que, posteriormente, autores como Plauto y Terencio
recogerían en sus comedias.
A fines del siglo I a.C, los espectá culos de danzas mímicas fueron eclipsados en
Roma por la aparició n de la pantomima, que ya desde sus inicios adquirió gran
auge con actores como Pílades y Batilo de Alejandría, y se convirtió en una parte
esencial de las representaciones teatrales. A diferencia del mimo, la pantomima
(etimoló gicamente, imitació n de todo) representaba, só lo con gestos, toda acció n,
tanto trá gica como có mica. Acompañ ado de un coro que recitaba o cantaba el texto
y de una orquesta, el pantomimo, vestido con una larga tú nica y cubierto el rostro
por una má scara, interpretaba las piezas trá gicas o có micas mediante gestos y el
movimiento de sus manos.
En Francia, las barreras lingü ísticas impuestas a los actores italianos privaron de la
palabra y dieron nuevas características a los personajes de la comedia del arte:
Arlequín o Picrrot alcanzaron enorme popularidad en las pantomimas clá sicas
francesas del siglo XIX, que cuentan entre sus mimos má s célebres a los hermanos
Jean-Gaspard y Jean-Charles Debureau y a Paul Legrand. Iniciado el siglo XX, Louis
Rouffe, Severin Cafferra y Georges Wague dieron un nuevo impulso, con sus
creaciones del Pierrot, a la pantomima clá sica que, ahogada en sus propias
limitaciones, no tardaría en desaparecer ante el redescubrimiento del movimiento
y del cuerpo humano y la revalorizació n de una nueva mímica, la definida ahora
como el arte de expresar sentimientos y no un medio de expresar palabras a través
de gestos.
Marcel había revitalizado este arte del gesto desde finales de los añ os 40, se había
inspirado para ello en los grandes actores del cine mudo, como Buster Keaton,
Harry Langdon y sobre todo Charles Chaplin (otro genio de la Pantomima por su
forma tan peculiar de caminar y actuar y sus películas graciosas), por el que desde
niñ o había mostrado admiració n y al que le gustaba imitar.
El objetivo del mimo corporal dramá tico es de introducir el drama dentro del
cuerpo. En este medio, el mimo debe aplicar al movimiento físico esos principios
que estén en el corazó n del drama: pausa, vacilació n, peso, resistencia y sorpresa.
El mimo corporal dramá tico quiere representar lo invisible; emociones,
tendencias, dudas, pensamientos.
El actor puede interpretar piezas con o sin texto, eso es una elecció n estilística, y
no una condició n sine qua non del mimo corporal.
Por estos elementos pedagó gicos, el mimo corporal hoy se utiliza como una
herramienta en el mundo de las escuelas y de las universidades de teatro, está
enseñ ado como una técnica de interpretació n corporal.