12 Abril Miguel Poradowski Teología Negra

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LA TEOLOGIA NEGRA

POR

MIGUEL PORADOWSKI

El marxismo y las luchas raciales.

El marxismo —como un movimiento revolucionario, preocupado


ante todo por el problema político, es decir por la conquista del po-
der, por medio de los conflictos sociales— siempre está buscando
algunas fisuras en las estructuras de cada sociedad, para poder fo-
mentar artificialmente el odio entre los distintos grupos sociales que
la componen. En los países donde la sociedad está estructurada a base
de las distintas clases sociales, el marxismo se sirve de la lucha de
clases; en los países donde la sociedad está compuesta de las distin-
tas razas, se sirve de las luchas raciales; en los países Con pocas dife-
rencias sociales y económicas, se esfuerza provocar y fomentar los
conflictos entre las "generaciones", oponiendo a los "jóvenes" contra
los "viejos"; en los países con la población compuesta de las distin-
tas nacionalidades, se aprovecha de las diferencias culturales, histó-
ricas, lingüísticas, etc., oponiendo unas nacionalidades a las otras,
siempre fomentando el odio.
En los tiempos de Lenin, inmediatamente después de la primera
guerra mundial, el marxismo revolucionario, preocupado por la con-
quiste del poder en América Latina, dado el hecho que los conflictos
socíal-económicos latinoamericanos eran muy débiles en ésta época,
elaboró para el continente latinoamericano un programa de luchas ra-
ciales, pretendiendo de esta manera reemplazar la lucha de clases con
la lucha de razas, oponiendo los indios (las razas indígenas) a los
blancos (la razas de origen europeo). Es sabido, que este programa
—la realización de cual fue encargada a la APRA de entonces— fra-
casó y por esta razón el marxismo revolucionario volvió en América

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Latina, después de la segunda guerra mundial, a su modelo principal,


es decir a la lucha de clases, pues, mientras tanto, el desarrollo eco-
nómico creó para ello las condiciones social-económicas adecuadas
(la aparición de la dase obrera industrial). Pero una vez elaborado el
programa de lucha de razas (en vez de lucha de dases) no fue olvi-
dado: se lo aplica actualmente en los Estados Unidos de América del
Norte, donde la buena situadón económica de los trabajadores de la
industria los inmuniza contra d virus de la lucha de dases. No pu-
diendo fomentar el odio sodal por la lucha de dases, el marxismo
pretende hacerlo actualmente, en los Estados Unidos, por la lucha
racial, oponiendo artificialmente los negros a los blancos, fomentando
los conflictos raciales hasta el punto de poder llevar el país al en-
frentamientó fratricida. A este fin diabólico sirve la teología negra.

El autor de la Teología Negra y sus obras.

. El principal (pero no el único) representante de la teología negra


(en adelante vamos a usar la abreviación T. N.) es James Cone. Nacido
en 1938, en d seno de la comunidad negra en los Estados Unidos,
inida sus estudios teológicos en d Shorter College de North Litde
Rock (Arkansas) y en el Philander Smith College de la misma du-
dad. Obtiene su licenciatura en Teología en 1961 en el Seminario
protestante de Evanston (Illinois) y d doctorado en 1965 en la
Northwestern University. Casado y padre de varios hijos, se desem-
peña como profesor de teología en el Union Theological Seminary de
Nueva York. Su primer y d más importante libro Teología Negra
y Poder Negro (BLACK THEOLOGY AND BLACK POWER/The Seabury
Press, N. Y.) sale en 1969, lo sigue la Teología Negra de la libera-
ción (A BLACK THEOLOGY OF LIBERATION, J . B . Lippincott Co.,
N. Y.) en 1970 y en 1972 1o completa con the Spirituals and the
blues: an Interpretación, James Cone es también el autor de muchos
artículos, publicados en las revistas protestantes; el participante en
numerosos cursos, conferencias, congresos y jornadas tanto protes-
tantes como ecuménicas, especialmente en las organizadas por el Con-
sejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra.

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¿En qué consiste su T. N.?


Como el mismo autor lo explica (1), cada teologia marxista toma
en cuente el contexto social del lenguaje teológico. Por esta razón la
teología de la liberación —según Cone— tiene, como punto de par-
tida, el fenómeno social de la "clase'V mientras que la T. N. el "co-
lor". Ambas teologías se presentan como "el estudio racional del ser
de Dios en el mundo a la luz de la situación existencial de la comu-
nidad oprimida, relacionando las fuerzas de la liberación con la esen-
cia del evangelio, que es Jesucristo" (2),
La principal obra de James Cone, en la cual expone de una ma-
nera más complete y ordenada sus pensamientos, es la Teología Negra
de la liberación (en seguida vamos a citarla con la abreviación T. N.).

El autor la divide en siete capítulos, a saber:

I. El contenido de la Teología negra.


II. Fuentes y norma de la Teología negra.
IIL El significado de la revelación.
IV. Dios en la Teología negra.
V. El hombre en la Teología negra.
VI. Cristo en la Teología negra.
VII, Iglesia, mundo y escatologia en la Teología negra.

Veamos el contenido de ellos.

£1 contenido de la Teología Negra.

De manera parecida a como lo hacen todos los teólogos marxistes,


James Cone rechaza el concepto tradicional de la teología, diciendo al

(1) En su intervención durante el Symposium sobre la TN y la XL, en


Ginebra, mayo 1973, organizado por el Consejo Mundial de Iglesias. Vea:
RISK (publicación oficial del CMI), voi. 9. N.9 2, 1973, pág. 62.
(2) James Cone, «A Black Theology of Liberation»; aprovechamos aquí
su edición en la traducción castellana «Teología Negra de la Liberación», Ed.
Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1973, pág. 15; en adelante vamos a citar esta
obra usando la sigla T. N.).

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respecto: "Nunca la teología cristiana se reducirá a mero estudio racio-


nal del ser de Dios" (T. N., pág. 17). No le interesa nada de lo que no
tenga una relación directa con la revolución de los negros (en Estados
Unidos): "Nuestra atención se ha de centrar en otro punto, a saber:
la libertad política, social y económica del pueblo negro" (T. N.,
pág. 52). Y agrega: "hay que romper con las preocupaciones teoló-
gicas tradicionales" (T. N., pág. 36). Para J. Cone la teología es un
"estudio de la acción liberadora de Dios en el mundo, de su acción
en favor de los oprimidos" (T. N., pág. 17), porque "la teología deja
de ser teología del evangelio cuando no surge del seno de la comu-
nidad de los oprimidos" (T. N., pág. 15). De estas afirmaciones tan
absurdas se deduce lógicamente que sólo un pueblo cristiano opri-
mido (social, económica y políticamente) puede tener una teología y
otros quedan sin teología.
Si la teología —como lo dice el autor— espontáneamente "surge
del seno de la comunidad de los oprimidos" (T. N., pág. 15) es una
obra colectiva, comunitaria; más todavía: solamente una comunidad
de los oprimidos es una comunidad cristiana (T. N., pág. 17). Para
el autor sólo existen los negros y los blancos; los primeros son los
buenos y los segundos son los malos. Consecuentemente considera que
"la teología blanca es teología del Anticristo" (T. N., pág, 20), mien-
tras que la teología negra es teología cristiana (T. N., pág. 20). Así
surge su concepto de la teología negra como la única teología autén-
ticamente cristiana. El razonamiento del autor es el siguiente: "Nos
hallamos siempre ante teología identificada con una comunidad de-
terminada. Y lo estará con quienes oprimen o con quienes son víc-
timas de la opresión. La teología de estos últimos es auténtica teología
cristiana; la de los primeros es teología del Anticristo. En la medida,
pues, en que la teología negra es teología que surge de la identifi-
cación con la comunidad de los negros oprimidos y trata de interpre-
tar el evangelio de Jesucristo a la luz de la liberación de esa comu-
nidad, es teología cristiana. Y la teología blanca (estadounidense) es
teología del Anticristo, en la medida en que surge de la identifica-
ción con la comunidad blanca derramando aprobación de Dios sobre
la opresión blanca de la existencia negra" (T. N., pág. 20). Según el
autor "... la teología blanca ... no merece llamarse teología cris-

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tiana" (T. N., pág. 24). "Para ser cristiana, la teología blanca debe-
ría dejar de ser teología blanca y transformarse en teología negra,
renegando de la blancura como forma adecuada del existir humano y
afirmando la negritud como la intención de Dios para la humani-
dad" (T. N , pág. 25).
James Cone sostiene que Dios está exclusivamente con el negro y
por consiguiente contra el blanco (T. N., pág. 21). J. Cone no alcanza
a comprender que Dios no está ni con negro, ni con blanco, ni con
amarillo o rojo, sino con el "justo", es decir con la persona que
respeta la Ley de Dios, y que este "justo" puede ser negro o blanco
o de cualquier otro color.
La T. N. está completa y exclusivamente al servicio de la revolu-
ción de los negros: "Todo obrar que impida la lucha por la autode-
terminación negra —Poder Negro— es anticristiano y obra de Sa-
tanás" (T. N., pág. 25). "La situación revolucionaria obliga a la
teología negra a dejar de lado todos los principios abstractos acerca
de lo "recto" o "equivocado" del curso por seguir. Sólo un princi-
pio guía el pensamiento y el obrar de la teología negra: una entrega
sin reservas a la comunidad negra..." (T. N., págs. 25, 26).
La T. N. tiene como finalidad excitar y rebelar a los negros con-
tra los blancos. Escribe James Cone: "... la revolución está en mar-
cha. Con la seguridad de que Dios está de nuestro lado, empezamos
a prepararnos para lo inevitable: el encuentro decisivo entre la exis-
tencia blanca y la negra. Los llamados blancos a "conservar la calma
y hablar" carecen de sentido" (T. N., pág. 28). "Ahora no permitire-
mos que unos blancos cualesquiera traten de enfriar las cosas con su
ética piadosa; encenderemos y aumentaremos nuestra hostilidad y la
llevaremos adelante hasta que la copa rebose" (T. N., pág. 28). " Y
pues maduramos nuestra decisión en medio de la vida y la
muerte, del ser y del no ser, el papel de la teología negra es articular
esta decisión apuntando con el dedo a la revelación de Dios en la
lucha negra por la liberación" (T. N., pág. 28).
La T. N. es contraria a la reconciliación entre los blancos y los
negros (T. N., pág. 11), contraria también a la asimilación e inte-
gración de los negros en la sociedad blanca (T. N., pág. 29). Al con-
trario, la T. N. es, para los negros, "una teología de la superviven-

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cia, porque trata de suministrar las dimensiones teológicas de ludia


por la identidad negra" (T. N., pág. 29). "El pueblo negro sabe que
en la presente sociedad sólo hay una existencia auténtica, a saber:
la que obligue a una confrontadón radical y revoludonaria con las
estructuras del poder blanco, a través del "sí" a la esencia dd ser
negro. El papd de la teología negra consiste, pues, en decirle al
pueblo negro que centre todos sus afanes en la propia autodetermi-
nación como comunidad, preparándose para llevar a cabo cuanta cosa
la comunidad crea necesaria para su existenda" (T. N., pág. 31). "En
la teología negra alentamos al pueblo negro a que se rebele contra
las estructuras del poder social y político blanco" (T. N., pág. 33).
Bastan estas citas para constatar que James Cone reduce la teo-
logía a la política contingente.

Fuentes y norma de la Teología Negra.


El autor empieza por definir el concepto de las fuentes y la nor-
ma de la teología. Según James Cone "las fuentes son datos que re-
visten real importancia para el quehacer teológico" (T. N., pág. 37),
"mientras que la norma determina cómo se usarán los mismos"
(T. N., pág. 37).
Aquí el autor sigue el camino de los teólogos protestantes Karl
Bardi y Paul Tillich, a los cuales cita copiosamente (T. N., pág. 37);
ellos aceptan como fuentes de la teología la Biblia y la "cultura".
James Cone da preferenda a la posidón de Tillich para quien la
"situación del hombre moderno" debería constituir d punto de par-
tida (T. N., pág. 38). "Y si Tillich apela a la situadón cultural en lo
que a la norma respecta, Barth es kerygmático, ya que define al hom-
bre Jesús cual de él dan testimonio las Escrituras, como la única
norma, para todo hablar sobre Dios" (T. N., pág. 38).
James Cone se da cuenta perfectamente de las diferentes posicio-
nes de Barth y de Tillich. La posición de Barth no le conviene; la re-
chaza como "corrupción dd pensamiento blanco" (T. N., pág. 39) y
se pronuncia al favor de la posidón de Tillich, pues ésta le permite
reducir su T. N. a la pura política contingente, prodamada por d

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Poder Negro (Black Power). "Fuentes y norma son los presupuestos


que determinan las preguntas que se formularán y las respuestas
dadas. Y por eso Bartfa, quien cree que el Cristo bíblico es el criterio
único de la teología acerca del hombre, no sólo plantea preguntas que
brotan del estudio de la cristología, sino que deriva las respuestas del
mismo hombre Jesús. Y, por el contrario, a Tillich le interesan las
preguntas que surgen de la situación cultural del hombre y moldea
las respuestas en consonancia con esa situación. £1 enfoque de am-
bos está condicionado por sus perspectivas teológicas. Y pues la pers-
pectiva se refiere siempre al ser total del hombre en el contexto de
una comunidad particular, las fuentes y la norma de la teología negra
deben estar en consonancia con las perspectivas de la comunidad
negra" (T. N., págs. 38, 39).
"Cuando la teología blanca quiere hablar al pueblo negro acerca
de Jesucristo, invariablemente presenta el evangelio a la lu2 de los
intereses sociales, políticos y económicos de la mayoría blanca. (Ejem-
plo de lo dicho es la interpretación del amor cristiano como no vio-
lencia). Construyendo la teología a partir de fuentes y de una norma
apropiada a la comunidad negra, la manera de trabajar de los teólo-
gos negros ha de ser tal que destruya la influencia corruptora del
pensamiento blanco" (T. N , pág. 39).
Después de estas reflexiones generales, el autor pasa a indicar
concretamente las fuentes de su T. N. Estas fuentes son las siguien-
tes: en primer lugar la experiencia negra (T. N., pág. 39). Según el
autor, para que la teología sea auténtica tiene que tomar en cuenta
la experiencia concrete de un pueblo dado; por este razón la T. N.
tiene que recurrir a la experiencia negra, la cual es: el sufrimiento y
la vida de humillación del pueblo negro. De esta manera, según el
autor, se evita que el evangelio se transforme en palabras huecas
(T. N., pág. 40). La experiencia negra es la toma de conciencia de
ser negro: "... esta toma de conciencia podemos definirla como Po-
der Negro, poder de la comunidad negra de tomar decisiones en lo
que respecte a su identidad. Cuando esto ocurre, el negro toma con-
ciencia de su negritud; y tener conciencia de sí quiere decir fijar
límites precisos a la conducta de los demás frente a uno. La expe-
riencia negra significa decirles a los blancos cuáles son esos lími-

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tes" (T. N., pág. 41). La experiencia negra es "... poder de amarnos
a nosotros mismos porque somos negros; disposición y prontitud para
morir si los blancos quisieran obligarnos a conducirnos de otra ma-
nera" (T. N., pág. 41). "La experiencia negra es el sentimiento que
lo embarga a uno cuando, atacando al enemigo, arroja una bomba
Molotov contra un edificio de propiedad blanca y contempla las
llamas que lo envuelven. Por supuesto, no ignoramos que librarnos
de la maldad incluye mucho más que quemar algunos edificios; pero
por algo hay que empezar" (T. N., pág. 41).
"La experiencia negra es fuente de teología negra porque ésta
trata, precisamente, de relacionar la revelación bíblica con la expe-
riencia del hombre negro... y esto significa que la teología negra no
puede hablar de Dios y de su acción... sin identificar a Dios con la
liberación de la comunidad negra" (T. N., pág. 41, 42).
La "historia negra" constituye la segunda fuente de la T. N. Aquí
el autor se refiere a la historia de los negros en tos Estados Unidos,
"... a la manera en qué los negros fueron traídos a esta tierra y en
ella tratados" (T. N., pág. 42). Se recuerda los abusos por parte de los
blancos y los malos tratos que sufrieron los negros, para fomentar hoy,
con estos recuerdos del pasado, el odio del negro hacia el blanco.
La T. N. "... no puede ignorar la historia de las inhumanidades
blancas perpetradas contra ... el negro" (T. N., pág. 42). "Historia
negra... empezó cuando el primer negro decidió que estaba harto del
dominio blanco. Empezó cuando las madres negras decidieron matar
a sus hijos antes que verlos crecer en la esclavitud... Son los esclavos
que envenenan a sus amos... Esta es la historia que la teología negra
ha de tomar en serio antes de empezar siquiera a hablar de Dios y del
pueblo negro" (T. N., pág. 42). "Como el Poder Negro, la teología
negra tampoco es nueva. Nació cuando los ministros de las Iglesias
tomaron conciencia de que dar muerte a los amos de esclavos era
cumplir la obra de Dios" (T. N., pág. 42).
"La teología negra centra su mirada en la historia negra como
fuente desde donde interpretar teológicamente la obra de Dios en el
mundo, porque la acción de Dios es inseparable de la historia del
pueblo negro. Nadie entenderá la teología negra si no tiene con-
ciencia de que su existencia se nutre en una comunidad que vuelve

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la mirada hacia su pasado único, visualiza la realidad del futuro y


luego decide en cuanto a las posibilidades del presente" (T. N.,
pág. 43). "La teología negra se niega a aceptar un Dios que no se
identifique totalmente con las metas de la comunidad negra. Si Dios
no está con nosotros y contra los blancos, Dios es un asesino y es
mejor que le demos muerte. La tarea de la teología negra es matar
a los dioses que no conducen ni forman parte de la comunidad ne-
gra; y al tomar como fuente la historia negra, aprendemos que esta
responsabilidad no es tarea fácil ni sentimental" (T. N., pág. 43).
El tercer lugar —como fuente de la T. N.— lo tiene la cultura
negra. El autor aclara que "con el término "cultura" nos referimos a
la manera en que un hombre vive, se mueve en el mundo y controla,
dispone y maneja sus modos de pensar. La teología negra tiene obli-
gación de lomar seriamente en consideración las experiencias cultu-
rales de la comunidad que representa, si eñ verdad quiere hablar a la
condición negra en términos enjündiosos y significativos. Por supuesto,
la teología negra no ignora qué arriesga identificar la palabra del
hombre con la palabra de Dios" (T. N., pág. 44). "La revelación di-
vina viene a nosotros, pero lo hace a través de la situación cultural
de los oprimidos. Su Palabra es nuestra palabra, nuestra existencia. Y
éste es el significado de la cultura negra y su relación con la revela-
ción divina. Cultura negra, pues, es la manera de obrar de Dios... y su
participación en la liberación negra" (T. N., pág. 45).
Sólo en cuarto lugar, James Cone coloca a la revelación como
fuente de la T. N. Además concibe la revelación de una manera com-
pletamente secularizada, asmo la manifestación de Dios en los acon-
tecimientos humanos. Dice al respecto: "... no se puede entender la
revelación, sin comprender primero la manifestación concreta de la
misma en la comunidad negra cual se manifiesta en la experiencia
negra, la historia negra y la cultura negra" (T. N., pág. 46). "Para
la fe cristiana, la revelación es un evento, un acontecer de la historia
humana. Es Dios que se da a conocer al hombre a través del acto
histórico de la liberación humana. Revelación es lo que Dios hizo en
el acontecimiento del Exodo" (T. N., pág. 46). "Como teólogo negro,
me interesa saber lo que la revelación de Dios significa aquí y ahora,

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mientras la comunidad negra participa en la lucha por la liberación"


(T. N., pág. 46).
Como autoridad en esta materia, James Cone está citando a Karl
Batth: "A partir de Karl Barth, este análisis sobre el sentido de la
revelación no es nuevo en los círculos protestantes" (T. N., pág. 46).
De esta manera, para el autor "la revelación es un acontecimiento
negro, y esto quiere decir: lo que el pueblo negro está llevando a
cabo para su liberación" (T. N., pág. 47). Es decir que la revela-
ción —para James Cone—• como fuente de la teología negra es lo
mismo que, anteriormente citado, la experiencia negra, la historia ne-
gra y la cultura negra. El autor se da cuenta que de esta manera cae
en el panteísmo: "Me doy cuenta cabal de la distorsión panteísta
que encierra mi análisis" (T. N., pág. 47). Pero eso no le preocupa
mayormente; al contrario, pues dice: "... quienes tanto se preocupan
por el panteísmo, caen sin remedio en la distorsión teísta de la fe;
pero el dios del teísmo no merece vivir" (T. N., pág. 47). "Si la
teología cristiana quiere seguir pesando en la actual situación revo-
lucionaria, no podrá evitar el riesgo que oculta la manifestación con-
temporánea de Dios, y hacerlo implica tomar partido" (T. N.. pág. 47).
Y el autor se pregunta: "¿Identificaremos la acción de Dios con los
opresores o con los oprimidos?" (T. N.. pág. 47). James Cone no se
da cuenta que un cristiano no puede identificar a Dios ni con tutos
ni con otros, pues en cada caso sería tomar una posición panteísta. El
autor concluye: "La teología negra asume el riesgo de la fe e identi-
fica, por ende, sin reservas la revelación de Dios con la liberación
del pueblo negro" (T. N., pág. 47).
En el quinto lugar, como fuente de la T. N., coloca James Cone
las Escrituras Santas, pero niega que la revelación de Dios se en-
cuentre en la Biblia: "Verdad es que la Biblia no es la revelación de
Dios" (T. N., pág. 47). Pero "La Biblia nos sirve de guía para veri-
ficar la interpretación contemporánea de la revelación de Dios cer-
tificando que nuestra interpretación está en todo de acuerdo con el
testimonio bíblico" (T. N., pág. 48). Tampoco acepta la inspiración
bíblica: "Cuaíitos esfuerzos se hagán o se han hecho para probar la
inspiración verbal de las Escrituras, muestran el fracaso de quienes
no han captado el verdadero significado del mensaje bíblico..."

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(T. N., pág. 48). La Biblia, pues, tiene sólo el valor de un mensaje
de la liberación del hombre; una liberación exclusivamente de ca-
rácter político; es decir, de la independización de un pueblo del do-
minio del otro pueblo, como ha ocurrido con el pueblo de Israel, sa-
cado por Moisés del Egipto (T. N., págs. 48 y 49). De ahí la con-
clusión: "Leyendo el relato de la acción de Dios en el mundo, re-
gistrado en la Escritura, la comunidad del siglo x x logra la experien-
cia de lo que es la acción de Dios en el mundo de hoy" (T. N., pá-
gina 49).
En el último lugar, como fuente de la TN, el autor coloca la
tradición, pero también da a ésta un sentido muy especial, pues,
para él, la tradición es sólo "... la reflexión teológica de la Iglesia
sobre la naturaleza del cristianismo, desde los días del cristianismo
primitivo hasta el presente" (T. N., pág. 49); es decir, no tiene nada
que ver con la revelación divina, pero sí tiene relación con las Es-
crituras, con el Nuevo Testamento, el cual, según el autor "es resul-
tado de ella" (T. N., pág. 49).
Para James Cone la tradición tiene valor sólo hasta el siglo iv,
pues la "Iglesia constantiniana ya no es una Iglesia de Cristo" (T. N.,
pág. 50). Más todavía: "La teología negra está convencida de que el
espíritu del evangelio auténtico muchas veces se refleja mejor en la
tradición "herética" que en la "ortodoxa" (T. N., pág. 52). La tra-
dición tiene valor solamente en la medida "... en que su interpreta-
ción del evangelio incluye la liberación política, económica y social"
(T. N., pág. 52). "A la teología negra sólo le interesa la tradición
cristiana que es útil en la lucha negra por la liberación" (T. N., pá-
gina 53).
Veamos ahora lo que el autor nos dice respecto a la norma de T. N.
"La norma teológica es el principio hermenéutico que adquiere ca-
rácter decisivo cuando se trata de especificar la manera en que se
usarán las fuentes, mediante evaluación de su importancia y distin-
ción de los datos salientes de los que no lo son" (T. N., pág. 53). "La
teología negra trata de crear una norma teológica que esté de acuerdo
con la condición negra y con la revelación bíblica. Por otra parte, la
norma no tiene que ser norma privada de un teólogo particular, sino
brotar de la comunidad misma. Y esto significa que, para la comuni-

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dad negra, no puede haber norma donde no se toma en serio la


realidad de ella en el mundo y lo que esto significa en una sociedad
racista blanca. La teología no puede permanecer indiferente ante la
negritud, mediante no sé que suerte de sallo existencial más allá de
la negritud hacia un universalismo indefinido" (T. N., pág. 54). "El
pueblo negro está harto de oír hablar acerca de Dios. Quiere, en
cambio, saber lo que Dios tiene que decir acerca de la condición ne-
gra" (T. N., pág. 54). "La teología negra forzosamente tiene que
reconocer que el Jesús blanco no cabe en la comunidad negra y que
es tarea suya hacerlo trizas. A ese Jesús tenemos que reemplazarlo
por el Mesías Negro" (T. N., pág. 56). Y el autor se pregunta: "¿Qué
es, en definitiva, la norma de la teología negra? La norma de todo
hablar sobre Dios que quiera ser hablar negro es la manifestación de
Jesús como Cristo Negro, que nos aporta el alma para la liberación
negra" (T. N., pág. 56).
Y las conclusiones del autor son muy prácticas: "¿Qué significa
el nombre de Jesús cuando los negros queman edificios y los blancos
responden con despliegues de policía antimotín? ¿De qué lado está
Jesús? La norma de la teología negra, que identifica la revelación con
la manifestación del Cristo Negro, dice que Cristo son los negros,
los mismos negros contra quienes la sociedad blanca dispara sus ar-
mas" (T. N., pág. 57).
"Por supuesto, esta manera de interpretar la teología parecerá
peregrina a los ojos de la mayoría de los blancos, ni faltarán tampoco
negros que se pregunten, sorprendidos, si en verdad Cristo es negro.
Pero la verdad de este enunciado no depende de las afirmaciones blan-
cas o negras, más de solo Cristo que quebranta hoy el poder del
racismo blanco. Esto, y sólo esto, es la norma de todo hablar negro
acerca de Dios" (T. N., pág. 57).

El significado de la revelación.
En el tercer capítulo el autor vuelve al "significado de la reve-
lación". Empieza con una breve presentación de la enseñanza de la
teología protestante sobre la revelación, recordando las posiciones: de

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Friedrich Schleiermacher, según el cual "la teología no descansa ni


en las verdades encontradas por la razón, ni en las verdades de la
Escritura comunicadas por vía de autoridad, sino en la autoconciencia
religiosa de la comunidad cristiana" (T. N., pág. 62); de Karl Barth
y su escuela que sostienen "que la revelación nada tiene que ver con
verdades acerca de Dios comunicadas mediante la Iglesia, la Escritu-
ra o la razón" (T. N., pág. 63); de Paul Tillich quien dice que "la
revelación... es... el encuentro existencial en una situación de inquie-
tud" (T. N., pág. 63); de Rudolf Bultmann para quien "la revelación
era el medio por cual el hombre alcanza la propia autenticidad"
(T. N., pág. 63); y a muchos otros autores, llegando a la conclusión
que "la teología blanca ha convertido la revelación y la redención en
un esotérico juego de palabras carente de todo significado para el
mundo real" (T. N., pág. 64).
Frente a estas posiciones, que el autor llama "blancas", surge la de
la T. N., a saber: "La revelación divina no consiste en el descubri-
miento racional de los atributos de Dios, ni en el asentimiento a
proposiciones bíblicas infalibles, ni mucho menos en un aspecto de la
autoconciencia humana. Por el contrario, la revelación se refiere a
Dios en persona, en cuanto Dios está en relación con el hombre ha-
ciendo efectiva en la historia su voluntad divina" (T. N., pág. 65).
"La revelación es una automanifestación de Dios al hombre en una
situación de liberación" (T. N., pág. 65). "La revelación de Dios
significa liberación, emancipación de las estructuras políticas, eco-
nómicas y sociales de la sociedad. Este es la esencia de la revelación
bíblica" (T. N., pág. 65).
"Cuando aplicamos esta concepción de la revelación de Dios a la
situación del pueblo negro existente en los Estados Unidos, nos damos
cuenta en seguida de que en este país la revolución negra es la reve-
lación de Dios. Revelación significa Poder Negro, esto es: La total
emancipación del pueblo negro de la opresión blanca por cuantos
medios el pueblo negro juzgue necesarios" (T. N., pág. 65) (3). Es

(3) Aquí el autor cita una frase de su libro «Black Theology and
Black Pcrwer».

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MIGUEL PORADO WSK1

decir que —para James Cone—la revelación divina se identifica con


la actual revolución marxista (4) de los negros, en los Estados Unidos.
En esta ocasión el autor trata también el problema del concepto
de pecado. Según James Cone, el pecado siempre tiene el carácter
social: "Pecado es el reconocimiento, por parte de la comunidad, de
que ha perdido la identidad de su ser" (T. N., pág. 71). "La teología
negra no niega que todos los hombres sean pecadores" (T. N., pág. 71),
pero eso no quiere decir que existan los pecados individuales, perso-
nales, pues esto significaría aceptar "las reflexiones blancas sobre el
pecado" (T. N., pág. 71). El pecado de la comunidad negra "radica
en querer 'comprender' al esdavizador, en querer 'amarlo' en términos
que son los del opresor. A medida que la comunidad oprimida des-
cubre su situación a la luz de la revelación de Dios, se da cuenta de
- que su deber es dar muerte al esclavizador en vez de 'amarlo'" (T. N.,
pág. 71).

Dio» en la Teología Negra.

El cuarto capítulo de la T. N. está dedicado a "Dios en la teolo-


gía negra". El autor empieza su estudio rechazando todo lo que
sobre Dios enseña la teología blanca: "aceptar el Dios blanco, ver
el bien en el mal, es perder de vista la meta de la revolución: la des-
trucción de cuanto huele a 'amo' en la sociedad" (T. N., pág. 79).
"Emancipación de la opresión blanca significa también liberación de
las influencias irreligiosas de la religión del hombre blanco" (T. N.,
pág. 79).
A James Cone no le basta rechazar el concepto de Dios, elaborado
por los teólogos blancos: hay que "... dar muerte al Dios blanco,
a fin de que el Dios dd pueblo negro pueda hacer manifiesta su
presencia en el choque de negros y blancos. El Dios blanco es un
ídolo fabricado por los bastardos racistas, y nosotros, el pueblo negro,

(4) Que se trata de una revolución «marxiste» consta de la vinculación


que el autor mismo hace entre la TN y el Poder Negro, a lo largo de su libro
«Black Theology and Black Power».

760
LA TEOLOGIA NEGRA

debemos cumplir la tarea iconoclasta de reducir a polvo las falsas


imágenes" (T. N., págs. 81 y 82). "La religión, sin referencia a la
liberación negra, carece de significado e importancia. Tratar de se-
parar la liberación negra de la religión negra es un error, porque la
religión negra solamente es auténtica cuando se identifica con la lucha
por la libertad negra" (T. N., pág. 81). Por consiguiente, el autor
considera conveniente "no decir nada acerca de Dios si no se ajusta
a la emancipación del pueblo negro" (T. N., pág. 82). Porque "... el
teólogo negro... tiene que ser sumamente cauto, no sea que ponga
este vino nuevo (la revelación de Dios cual se expresa en el Poder
Negro) en odres viejos (la religión del hombre blanco)" (T. N.,
pág. 84). "El Dios de la comunidad negra no se confunde con el
Dios de los seminarios blancos" (T. N-, pág. 84).
El autor tampoco tiene confianza a sus colegas marxistas blancos:
"Ante los ojos de la teología negra ni siquiera los así llamados teó-
logos revolucionarios blancos escapan a toda sospecha" (T. N., pá-
gina 85). "Porque el pueblo negro se conoce a sí mismo como negro,
y porque la negritud es la razón de su amor por sí mismo y de su
odio por la blancura, a Dios sólo cabe conocerlo en términos de su
autorrevelarse en la negritud. La negritud de Dios, y cuanto ella im-
plica en una sociedad racista, es la médula de la doctrina de Dios
en teología negra. Un Dios sin color no tiene cabida en la teología
negra" (T. N., pág. 86). "El teólogo negro está obligado a rechazar
toda manera de concebir a Dios... como Dios de todos los pueblos"
(T. N., pág. 86).
He aquí lo esencial de su teología: "La negritud de Dios signifi-
ca que descubrimos la esencia de Dios en el concepto de liberación.
Valorando de verdad la visión trinitaria de la divinidad, la teología
negra afirma que, como Padre, Dios se identificó con Israel oprimido
participando en el movimiento que lo llevó a constituirse como pue-
blo; como Hijo, se hizo el Oprimido por excelencia para que todos
puedan ser libres de toda opresión; como Espíritu Santo, es el Espí-
ritu del Padre y del Hijo que trabaja hoy en el interior de las fuer-
zas de liberación humana de nuestra sociedad. En los Estados Uni-
dos, el Espíritu Santo es el pueblo negro tomando decisiones sobre
su reunión y unidad, lo que implica prepararse para el choque con el

761
MIGUEL PORADO WSK1

pueblo blanco" (T. N., pág. 87). Y agrega: "Los pensadores blancos
son incapaces de percibir la negritud de Dios porque su blancura
satánica es una negación de la esencia más propia de la divinidad"
(T. N., pág. 87).
La T. N. no acepta el concepto de Dios como Padre de todos los
hombres, todas las razas, todos los pueblos, enseñado por Cristo; más
bien quiere acaparar a Dios sólo para los negros, como tantas veces
lo hacían otras teologías y en nuestros tiempos lo actualizó el pan-
teísmo hitlerista. "El pueblo negro quiere saber de qué lado está
Dios y que decisión ha tomado acerca de la Revolución Negra"
(T. N., pág. 93). "Jamás aceptaremos a un Dios que está de parte
de nadie, lo que encierra que ama a todos, a pesar de ser lo que son,
y que trabaja... para reconciliar consigo a todos los pueblos" (T. N.,
pág. 93). "La teología negra no puede aceptar una concepción de
Dios que no lo muestre como estando con los negros y, por ende,
en contra de los blancos" (T. N., pág. 93). "De nada sirve un Dios
que ama a los blancos al igual que a los negros" (T. N., pág. 93).
"Lo que necesitamos es el amor divino cual se expresa en el Poder
Negro, que es el poder del pueblo negro de destruir a sus opresores"
(T. N., pág. 93). "Según la teología negra, es una blasfemia decir
que Dios ama al pueblo blanco, a no ser que el amor se interprete
como ira y actividad de Dios contra los blancos y contra cuanto la
blancura representa en el mundo" (T. N., pág. 94). "La teología negra
sólo aceptará un amor de Dios que implique participación en la des-
trucción del enemigo blanco" (T. N., pág. 96).
¿Cómo está concebido, por la T. N., este "Dios Negro"?
"A la teología negra no le interesa debatir los méritos filosóficos
y teológicos de la aseidad de Dios, a no ser que podamos relacionarla
con la emancipación de los oprimidos" (T. N., pág. 99). Eso quiere
decir que a la T. N. no le interesa saber algo de Dios como tal, sino
exclusivamente en relación con la revolución negra, a la cual Dios
debería servir.
La T. N. habla de la inmanencia y de la transcendencia de Dios,
pero sólo en relación con la revolución negra: "La inmanencia de
Dios significa que Dios sale siempre a nuestro encuentro en una
situación de liberación histórica" (T. N., pág. 100). "Dios no es otra

762
LA TEOLOGIA NEGRA

cosa sino nuestra experiencia de liberación" (T. N., pág. 100). "Para
el pueblo negro, esto significa que Dios ha asumido la negritud
comprometiéndose en las dimensiones de la lucha negra por la
liberación" (T. N., pág. 101).
"La trascendencia de Dios impide que deifiquemos nuestras pro-
pias experiencias, lo que nos llevaría al panteísmo" (T. N., pág. 101).
Y explica en qué consiste esta trascendencia: "Dios es siempre más
que la experiencia que de él tenemos" (T. N., pág. 101). "La tras-
cendencia se refiere al propósito del hombre cual viene definido por
el infinito en la lucha por la liberación" (T. N., pág. 102).
La T. N. no acepta ni la enseñanza de Cristo sobre el sufri-
miento, ni "la teología de la Cruz": "La teología negra no puede
aceptar una concepción de Dios qué, siempre de manera indirecta,
implique aprobación del sufrimiento humano" (T. N., pág. 105).
James Cone cita a Alberto Camus (y parece que lo aprueba): "Si
Dios es omnipotente y permite el sufrimiento humano es un ase-
sino" (T. N , pág. 103.

K1 hombre en la Teología Negra.

James Cone confiesa que para él "la teología es antropología",


pues "de Dios sólo podemos hablar en cuanto se relaciona con el
hombre" (T. N., pág. 107). Además, el autor se solidariza con la po-
sición existencíalista diciendo: "la teología negra se asemeja al exís-
tencialismo" (T. N., pág. 109). Dios interesa sólo como el factor de
la liberación negra (T. N., pág. 108).
El autor se pregunta. "¿Qué es el hombre? Vale decir: ¿Qué hace
que el hombre sea lo que es y se distinga esencialmente del resto
existente? (T. N., pág. 112). Y, contestando a estas preguntas, recurre
al pensamiento marxista, citando a Marx y a sus modernos comen-
tadores. Concluyendo, dice: "ser hombre significa estar identificado
con quienes están cautivos y en la medida en que se rebelen contra
la maldad humana" (T. N., pág. 113); es decir, "hacerse oprimido
con los oprimidos" (T. N., pág. 113), porque "la existencia del
hombre tendremos que explicarla como 'ser en libertad', lo que sig-

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MIGUEL PORADO WSK1

nifica que el hombre se rebela contra toda forma de esclavitud"


(T. N., pág. 113); "ser hombre es ser libre" (T. N., pág. 113). "La
libertad es una realidad existencial" (T. N., pág. 115). "Ser libre
significa que el hombre no es un objeto y que no permitirá que
otros lo traten como tal" (T. N., pág. 115).
Pasando de la filosofía a la teología, el autor dice: "El ser del
hombre como libertad se expresa en la Biblia en términos de ima-
gen de Dios" (T. N., pág. 116).
"El pensamiento medioeval ... interpretó la imagen en términos
de analogía entis, la que significaba semejanza del ser del hombre con
el ser de Dios" (T. N., pág. 116). Esta posición tomista encontró
una fuerte crítica de parte de los teólogos protestantes, después de la
primera guerra mundial (Karl Barth, Rudolf Bultmann, Paul Tillich,
Reinhold Niebur, etc.), que el autor comparte diciendo: "No pode-
mos identificar la imagen de Dios en el hombre con una racionalidad
abstracta o con la libertad" (T. N., pág. 118). Dietrich Bonhoeffer,
refutando el concepto tomista de la analogía entis, habla de la ana-
logía relatioms "la cual no es una parte del hombre ni una estruc-
tura de su ser ni tampoco una capacidad. Es una relación dada, en la
cual el hombre es libre de ser para Dios porque Dios es libre para
éi en Cristo" (T. N., pág. 118).
Siguiendo el pensamiento de Bonhoeffer, James Gone lo corrige
y completa: "No vemos motivo pata que la teología negra no aprecie
el nuevo énfasis, pero creemos que no basta identificar la imagen
con la analogía relatioms" (T. N., pág. 1X9). "Si la imagen de Dios
incluye la libertad, Como el encuentro divino-humano definidamente
lo implica, entonces tiene que incluir también la liberación" (T. N.,
pág. 119). "La libertad no es una decisión racional fíente a posibi-
lidades alternativas: es participación de todo el hombre en la lucha
por la liberación" (T. N., pág. 119). "El concepto bíblico de imagen
Significa que el hombre ha sido creado de guisa que no puede obe-
decer las leyes opresoras y seguir siendo un hombre. Ser hombre es ser
a imagen de Dios, esto es, ser creativo... rebelándose contra todo lo
que va contra el hombre" (T. N., pág. 119). Aquí James Cone parece
olvidarse de que Dios no se rebelaba, sino Satanás y de que no debe
confundirse la libertad con la rebelión. El prometeismo como algo

764
LA TEOLOGIA NEGRA

divino, tan caro para la antigua mitología griega, recordado por


Nietzsche y Alberto Camus, está pesando en la teología contempo-
ránea, hasta llegar a confundir a Cristo con Satanás (Cardonnel). En
la teología negra de James Cone resuenan los ecos de estas confu-
siones, pues el autor concluye: "la imagen es el hombre en rebeldía
contra las estructuras de la opresión" (T. N., pág. 120). "Afirmar la
propia libertad implica siempre tropezar con las estructuras econó-
micas y sociales de la opresión" (T. N., pág. 124). "La liberación in-
cluye siempre la lucha contra los poderes establecidos" (T. N., pá-
gina 124). "... ser libre significa (5) aceptar la negritud como la
única manera posible de existir en el mundo" (T. N., pág. 129).
El autor, hablando del proceso de la liberación de los negros,
sigue, sin mencionarlo, el esquema del pensamiento de Marx, ex-
puesto en el "Manifiesto comunista", cuando Marx afirma que la
clase proletaria, liberándose, libera al mismo tiempo también a sus
opresores, es decir, a la clase burguesa, pues ésta deja de ser opresora
en una nueva sociedad sin clases. James Cone reemplaza el concepto
marxista de la clase proletaria (oprimida) por los negros y la clase
burguesa (opresora) por los blancos (T. N., pág. 130).
Al hablar del hombre, el autor también hace una referencia al
hombre caído, refiriéndose, una vez más, al pecado. Según el autor,
el pecado, en el sentido bíblico es "la separación del hombre de la
fuente de su ser" (T. N. pág. 131), lo que no significa para el
autor la separación del hombre de Dios, sino sólo la separación de
la comunidad a la cual pertenece (T. N., pág. 131); y agrega: "Estar
en pecado nada tiene qué ver con desobedecer leyes extrañas a la
existencia de la comunidad" (T. N., pág. 131). "Estar en pecado,
pues, es negar los valores por los que la comunidad es lo que es.
Es vivir en conformidad con los propios intereses privados y no
según las metes de la comunidad. Es creer que se puede vivir con
independencia de la fuente a la que la comunidad debe su existencia"

(5) Para James Cone ser libre quiere decir estar en armonía con el
partido (comunista) (T. N.» pág. 122). El autor cita las palabras del prota-
gonista del libro de J . P. Sartre «La edad de la razón».

765
MIGUEL PORADO WSK1

(T. N., pág. 131). "Estar en pecado significa negar la comunidad"


(T. N., pág. 132). "El pecado es alienación" (T. N. pág. 133).
Para el autor, el pecado es un acto contra la comunidad, con tal
que se trate de una comunidad oprimida: "el pecado es un concepto
que sólo tiene sentido para la comunidad oprimida" (T. N., pág. 133).
"La teología negra está persuadida de que la verdadera naturaleza del
pecado sólo se percibe en el momento de la opresión y la libera-
ción" (T. N., pág. 133), por consiguiente, en una comunidad libre
el pecado no existe.
La T. N. no acepta el concepto del pecado en relación con Dios,
pues ésta es la posición de la teología blanca: "En la teología blanca,
el pecado es una idea teórica y no una realidad concreta" (T. N.,
pág. 134). "Ahí andan Billy Graham y sus secuaces diciendo que el
mal del mundo está en que el hombre necesita a Dios" (T. N., pá-
gina 134). "Pero en vano esperamos todavía que digan lo que esto
significa en el preciso momento en que el pueblo negro se está
preparando para su revolución" (T. N., pág. 134).
Según la T. N., el pecado se identifica con la blancura: "Lo que
estamos en verdad necesitando es la destrucción de la blancura, fuente
de toda la miseria humana del mundo" (T. N., pág. 135). "Los blan-
cos no son capaces de percibir que ésta es precisamente la naturaleza
del pecado" (T. N., pág. 135), pues "la blancura es antitesis del
evangelio de Cristo" (T. N., pág. 137). "Pecado es el deseo de ser
blanco y no negro. Es el rechazo de ser lo que somos. Por consi-
guiente, pata el pueblo negro el pecado es la pérdida de la identidad;
es decir 'sí' al absurdo blanco: aceptar el mundo tal cual es, permi-
tiendo que los blancos definan la existencia negra. Estar en pecado
es contentarse con las soluciones blancas al 'problema negro' y no
rebelarse contra toda conculcación del ser negro por parte del ser
blanco" (T. N , pág. 138).

Cristo en la Teología Negra.

Si en la T. N. lo malo se identifica con lo bueno y lo bueno con lo


negro, es evidente que Cristo tiene que ser negro y, de no ser así, "si
Cristo es blanco y no negro, es un opresor y estamos obligados a darle

766
LA TEOLOGIA NEGRA

muerte" (T. N., pág. 140). Ni más ni menos. El autor es bien claro:
"La comunidad negra está hoy dispuesta a hacer algo con respecto
al Cristo blanco, a fin de que no se interponga en el camino de
nuestra revolución ni lo obstaculice" (T. N., pág. 140), pues la fina-
lidad de iodo es el bien de la comunidad negra; Dios, Cristo, Iglesia
son sólo los medios usados por la T. N. para este fin.
"La teología negra tiene que probar que la descripción de Jesús
como Mesías Negro, del reverendo Albert Cleage (6) no es un pro-
ducto de mentes 'distorsionadas' por su condición oprimida, sino la
única afirmación de nuestro tiempo plena de sentido cristológico"
(T. N., pág. 144). "La enseñanza de Jesús acerca del reino es el
aspecto de su mensaje más radical y revolucionario" (T. N., pág. 147).
"Jesús es el Oprimido por excelencia, cuya obra consiste en liberar
a la humanidad de la inhumanidad. A través de él, los oprimidos son
liberados para ser lo que son. Este, y sólo éste, es el significado de la
finalidad de Cristo, la que tanto ha sido camuflada con debates acerca
de su humanidad y divinidad" (T. N., pág. 147).
La pasión, muerte y resurrección de Cristo están explicadas por
la T. N. de una manera muy sencilla; pues la cristologia de la T. N.
está determinada por el interés actual de la comunidad negra: "¿Cuál
es la importancia que tiene él (Cristo) para la comunidad negra de
hoy? "... es lo que ha de determinar ... nuestra cristologia" (T. N.,
pág. 149). "Si Cristo no es negro como lo somos nosotros, entonces
la Resurrección tiene muy poca importancia para nuestros tiempos"
(T. N., pág. 150). "La definición de Cristo como negro es capital
para la cristologia si en verdad creemos en su presencia continuada
hoy" (T. N., pág. 150). "Toda afirmación acerca de Cristo hoy que
no acierte a tomar en consideración la negritud como factor decisivo
de su persona, es una negación del mensaje del Nuevo Testamento.
La vida, la muerte y la resurrección manifiestan que Cristo es el hom-
bre para los demás" (T. N., pág. 150). "La definición de Cristo como
negro significa que está en oposición complete con los valores de la
cultura blanca. Cristo es el centro de la copernicana revolución negra"
(T. N., pág. 151). "La copernicana revolución negra significa exaltar

(6) El autor se refiere aquí al libro «Sheep and Ward», 1968.

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MIGUEL PORADO WSK1

como bueno lo que los blancos han ignorado o han mirado como
malo" (T. N., pág. 151). "El Cristo Negro es quien concita en el
pueblo negro el ímpetu rebelde, a fin de que, en el momento opor-
tuno, la comunidad negra esté capacitada para responder a la comu-
nidad blanca colectivamente, con su 'bad nigger corporativo, embis-
tiendo y golpeando al enemigo del hombre" (T. N., pág. 152).
A lo largo de los dos mil años de la historia del cristianismo nadie
se atrevería abusar de una manera tan blasfema de la persona de
Cristo como lo hace la T. N.: "Si Cristo no es negro, entonces ¿quién
y qué es él? Se podrá decir que es el Hijo de Dios, el Hijo del
Homhre, el Mesías, el Señor, el hijo de David y cantidad de otros
títulos. Pero la dificultad que estos encierran no se halla precisamente
en su incapacidad para, describir la persona de Cristo, sino en que son
títulos del siglo primero" (T. N., pág. 152).
"Habrá blancos que pregunten si la teología negra cree que Cristo
fue realmente negro" (T. N., pág. 153). "Cristo no fue blanco en
ningún sentido de la palabra, literal o teológico. Por consiguiente, el
reverendo Cleage no anda muy equivocado cuando pinta a Jesús
como un judío negro; y ciertamente pisa sólido terreno teológico
cuando lo describe como el Mesías Negro" (T. N., pág. 153).
James Cone sugiere que si Cristo es negro, la actual revolución
marxista en Estados Unidos, promovida por la lucha de razas, tiene
carácter de la lucha por el "Reino de Dios": "La aparición de Jesús
como el Cristo Negro significa también que la Revolución Negra es
el reino de Dios hecho realidad en los Estados Unidos" (T. N.,
pág. 154). "El reino de Dios es un acontecimiento negro. Es el pue-
blo negro diciendo 'no* a los blancos" (T. N., pág. 154).
"Para Jesús, el arrepentimiento es una condición previa para
entrar al reino. Pero hay que señalar que el arrepentimiento nada
tiene que ver con la moralidad o con la piedad religiosa en el sen-
tido blanco... Significa reconocer la importancia del acontecimiento
del reino y a él jugarse hasta la última carta" (T. N., pág. 155). Es
decir, que quien toma parte en la revolución es un "arrepentido",
pues lucha por el reino de Dios (identificado con la revolución).
"Comparó Jesús el reino con un grano de mostaza y con el fermento
en la masa de pan. Ambas imágenes muestran un comienzo pequeño
768
LA TEOLOGIA NEGRA

y aparentemente insignificante y. un término radical y revoluciona-


rio" (T. N., pág. 156). Y así James Cone reduce la teología a la po-
lítica: "La revolución negra es la continuación de ese pequeño reino.
Los blancos no reconocen lo que está aconteciendo, y no son capaces,
por tanto, de enfrentar el problema. Para la gran mayoría de los blan-
cos en situación de poder, la comunidad negra es un engorro: algo a
lo que hay que atender solamente cuando los nativos comienzan a
agitarse. Pero los Estados Unidos blancos no llegan a darse cuenta
de la naturaleza explosiva del reino. Aunque los principios del mis-
mo son pequeños, tendrá efectos de largo alcance no sólo para la
comunidad negra, sino también para la blanca. Ha llegado el mo-
mento de tomar decisiones en cuanto a las lealtades, porque muy
pronto será tarde. ¿Nos sumaremos, sí o no, al reino Revolucionario
Negro?" (T. N„ pág. 156).
l a T. N. pretende llevar su "revolución copernicana" dentro de
la teología hasta las últimas consecuencias, cambiando el sentido de
todos los términos teológicos; cambia, pues, también el sentido de la
palabra "salvación": "La salvación se hizo blanca: un acto objetivo
de Cristo, en el que Dios 'lava' nuestros pecados para disponernos a
una vida nueva en el cielo. El resurgimiento de la Iglesia negra en la
lucha por los derechos civiles y la creación de la teología negra re-
presentan el intento de la comunidad negra por ver la salvación a la
luz de su liberación terrena" (T. N., pág. 158). "La salvación dice
relación primariamente a una realidad terrena" (T. N., pág. 159).

Iglesia, mundo y escatología en la T. N.

Según la T. N., la Iglesia es una "comunidad revolucionaria":


"La Iglesia tiene que ser la comunidad revolucionaria y quebrantar
las leyes que destruyen las personas" (T. N., pág. 162). La predica-
ción del evangelio por la Iglesia se reduce a la proclamación de la
liberación de las estructuras opresoras (económicas, sociales y polí-
ticas) (T. N., pág. 162).
En esta ocasión, James Cone también nos habla del concepto
nuevo de la oración: "Nada tiene que ver con esos versículos de la

49 769
MIGUEL PORADO WSK1

Biblia" (T. N., pág. 165), dice despectivamente. "La oración no es


ese arrodillarse mañana, tarde y noche. Esa tradición es característica
de los blancos" (T. N., pág. 165). "La oración... es comunicación con
lo divino por la que conocen que en la lucha contra la maldad nada
tienen que perder y mucho que ganar. Lo único que podemos perder
son nuestras vidas físicas, pero podemos ganar lo que el escritor del
cuarto evangelio llama la vida eterna y los negros llaman la negri-
tud" (T. N„ pág, 165).
¡Hasta la vida eterna está reducida solamente a la ... negritud!
El autor lamenta que muchas Iglesias de los negros se despoliti-
zaron: "Las Iglesias negras son culpables de haber prostituido el
nombre de la Iglesia de Dios. Habiendo nacido originalmente porque
habían descubierto que el compromiso político en la liberación social
del pueblo negro equivalía al evangelio, es cosa triste que todas hayan
casi perdido en las décadas subsiguientes lo que fue la razón misma
de su existir" (X N., pág. 166).
El autor encuentra "estériles para el pueblo negro las charlas blan-
cas acerca del cielo y la vida después de la muerte" (T. N., pág. 169)
y por consiguiente, siguiendo el pensamiento de Rudolf Bultmann,
rechaza "todas las especulaciones apocalípticas que se centren en una
realidad no terrena" (T, N,, pág. 170). Influido por el pensa-
miento del marxista Ernst Bloch, a quien cita copiosamente, James
Cone considera que "las cosas pueden devenir de otra manera" (T. N.,
pág. 171) y entonces "la escatología se relaciona con la acción y el
cambio", lo que lleva a aceptar la posición de Jürgen Moltmann,
quien "dice que la principal debilidad del pensamiento tradicional en
materia de escatología consiste en que a ésta se la ha relegado al
fin de los tiempos, sin relación con el presente. Se la ha interpretado
como premio para quienes perseveren en la obediencia. Vistas así
las cosas, la resurrección de Cristo significa que la salvación está ya
completada, terminada. Y esto explica que la Iglesia haya mirado al
mundo no como lugar para morir, sino como lugar donde vivir pia-
dosa y sabiamente preparándose para el futuro porvenir. Si piensa
uno que la obra de Cristo está ya cumplida, sólo resta esperar la
Segunda Venida" (T. N., pág. 172). Este análisis de Moltmann, la
T. N. lo acepta: "El análisis de Moltmann es compatible con el pro-

770
LA TEOLOGIA NEGRA

pósito de la teología negra. A la esperanza hay que relacionarla con


el presente" (T. N., pág. 172).
"¿Qué decir de la vida más allá de la muerte?" (T. N., pág. 173)
y contesta: "La aparición del cielo... fue obra de los amos blancos"
(T. N., pág. 173). Según el autor la creencia en la existencia del
cielo "se debió a la incapacidad del negro para cambiar la vida aquí
en la tierra" (T. N., pág. 173), "pero el surgimiento del Poder
Negro y la teología negra significan un cambio en el enfoque del
pueblo negro" (T. N., pág. 173). Así, gracias a la teología negra, la
esperanza relacionada con la creencia en la vida eterna, se reduce a
la esperanza en una futura sociedad ideal terrena (T. N., pág. 174).
Y el autor termina su escatología de una manera evasiva: "El futuro
aún es el futuro. Y esto significa que la teología negra rechaza las
prolijas especulaciones acerca del final último" (T. N., pág. 174).

Consideraciones finales.

Una vez resumido el pensamiento del autor de la T. N., con sus


propias palabras, podemos sacar algunas conclusiones.
Salta a la vista que el autor está acomplejado por su pasado: por
la dolorosa historia de los negros en los Estados Unidos. Pero, en vez
de buscar una solución cristiana, es decir verdaderamente inspirada
por el Evangelio, quiere fomentar el odio de los negros contra los
blancos, usando para este fin la religión cristiana, dándole una inter-
pretación tendenciosa, torcida, materialista, racista y panteísta. James
Cone instrumentaliza a la Iglesia y su teología, pues quiere servirse
de ellas para fomentar k revolución marxista del movimiento po-
lítico llamado el Poder Negro.
No hay duda que di autor tiene razón cuando insiste que muchos
blancos, durante mucho tiempo se servían de la religión cristiana
para dominar más fácilmente a los negros. Pero esta instrumentaliza-
ción de la religión por esos bkncos, durante los siglos pasados, era
inconsciente, mientras que k T. N. quiere coscientemente servirse
de la religión en su lucha contra los blancos.
Toda k exaltación de la "negritud" que hace el autor queda en el

771
MIGUEL PORADO WSK1

aire si se coman en cuenta las teorías actuales antropológicas respecto


al origen ecológico de las características raciales. ¿Qué quedó hoy
día de las exaltaciones hitleristas de los valores "nórdicos"?
Conviene también preguntar: ¿hasta qué punto la T. N. es una
teología marxista? A primera vista, el lector de la teología negra de
James Cone puede tener impresión que su teología poco tiene que
ver con la teología marxista. Cone muy raras veces menciona a Marx
y a los marxistas; en su lenguaje tampoco usa la terminología mar-
xista (como lo hacen por regla Gustavo Gutiérrez y Hugo Assmann);
en sus enfoques, argumentos e ideas principales es ante todo racista,
hitlerista, etc. Pero un análisis más profundo de sus ideas demuestra
que toda su T. N está en la línea del pensamiento marxista: para
la T. N. no existe lo sobrenatural; el hombre debería estar concen-
trado exclusivamente en los problemas de la vida terrenal, temporal;
Dios (si es que existe) y todo lo trascendental tiene la importancia
para el homhre sólo y exclusivamente si le ayuda, si le sirve para
alcanzar sus fines temporales, políticos, contingentes; según la T. N.,
lo único importante en la vida de un pueblo es su praxis revolucio-
naria, basada en la dialéctica (la lucha de los opuestos); estos elemen-
tos de lucha, para James Cone, son los opuestos "blanco" y "negro";
la Iglesia la constituyen sólo los que toman parte en la actividad re-
volucionaria de Dios en la liberación política del hombre; Cristo
está identificado sólo con los oprimidos políticamente y los oprimi-
dos están identificados sólo con los negros, de ahí que Cristo es
esencialmente negro. Además, el autor insiste en la esencial (y no
solamente ocasional) vinculación de la T. N. con el Poder Negro y
es sabido que el Poder Negro está estrechamente vinculado con la
revolución marxista.
Con su T. N., James Cone se retrasó algo más de cien años, pues
más de cien años atrás, antes de la guerra civil norteamericana, una
T. N. (claro está no tan absurda, antiteológica, atea y materialista
como la que hoy nos presenta) tendría cierta razón de ser, peto des-
pués de den años de la abolición de la esdavítud de los negros en
Estados Unidos, presentar una teología negra en defensa de los es-
clavos es algo más que ponerse en ridículo y todavía más si se tiene
en cuenta que en nuestros días hay muchos Estados de los negros que

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LA TEOLOGIA NEGRA

tendrían derecho, deber y posibilidad de salir en defensa del negro,


si éste realmente fuese maltratado en cualquier parte del mundo.
Cuando, en la Iglesia católica, los negros, al igual que la gente de las
otras razas y de otro color, llegan a las más altas dignidades, como
obispos, arzobispos y hasta cardenales, y en otras Iglesias cristianas
también ocupan los más altos puestos, no se ve razón alguna para
todo este planteamiento de la T. N., no solamente exagerado, sino
histérico, acomplejado, absurdo y ridículo, perjudicial para la buena
opinión, estima y respeto de que tan justamente gozan hoy día los
negros.
La T. N. es no solamente perjudicial para la teología como tal
y para la Iglesia, sino también, y ante todo, para la misma causa del
negro. Tal como está planteada actualmente sólo sirve a la revolu-
ción marxista, fomentando el odio y llamando a la destrucción.

SOBRE LA "TEOLOGIA DE LA LIBERACION"


por Miguel Poradowski.

I. La Teología de la Liberación y el proceso de su marxis-


tización.
II. La "Teología marxista de la liberación".
a) "Libera a mi pueblo", de Alex Morelli.
b) "La teología de la liberación", de Gustavo Gutiérrez.
c) "Opresión-Liberación", de Hugo Assmcuin.

28 págs. 44 ptas.

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