La Infidelidad
La Infidelidad
Este artículo recoge los resultados de una investigación que tuvo como objetivo
comprender el significado de la infidelidad a partir del análisis de las narrativas de
hombres y mujeres pertenecientes a familias populares que habitan en un barrio de la
ciudad de Caracas.
Se desarrolló una investigación cualitativa, con estrategia de estudio de casos que más
que adelantar conclusiones, permite formular algunas hipótesis. En la actividad de
campo participaron tres grupos familiares que habitan en casas vecinas del mismo
sector, viven en condiciones de pobreza extrema y presentan estructuras y constitución
diferentes.
Los resultados de la investigación que se presentan en este artículo forman parte del
proyecto «Género y familia. Un estudio de significados», financiado por el Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Este proyecto constituye una línea de investigación que se adelanta en la Unidad de
Desarrollo Humano y Familia en el Instituto de Psicología de la UCV.
La consolidación de la familia, así ésta signifique mujeres sin pareja estable y con hijos,
se produce, entre otras cosas, por las difíciles condiciones de vida que tiene que
enfrentar la mayor parte de nuestra población. Estas condiciones llevan a asumir como
estrategia de sobrevivencia la colaboración mutua, colaboración que no es tan intensa
entre los vecinos que no son miembros de la misma familia.
... una relación familiar que consiste en una serie de familias nucleares reunidas sobre
una base igualitaria para la ayuda mutua. Además, al reunirse, estas familias nucleares
no se vinculan por requerimientos de cercanía geográfica o semejanza ocupacional.
Difiere de la clásica en que no tiene un jefe autoritario, ni cercanía geográfica, ni
dependencia ocupacional; y de la familia nuclear se distingue porque entre los
miembros de la familia extensa modificada existe una ayuda mutua considerable y, en
consecuencia, la familia nuclear no se enfrenta al mundo como unidad aislada
(Litwak,1968, en Hurtado, 1999:48).
Este tipo de familia, por lo tanto, sobrevive a la adversidad que significa la escasez y las
condiciones generales de marginalidad.
Las razones del dominio del varón son varias y todas tienen la misma dirección: el
reforzamiento de la familia patriarcal. En primer lugar, pueden encontrarse razones
económicas: el esposo precisa el control sobre la independencia sexual de la esposa a fin
de afirmar su dominio sobre los hijos. En este sentido Rousseau refuerza el énfasis del
siglo XVIII sobre la castidad y monogamia femenina (Cobo, 1995: 234).
Citando a Rousseau dice Rosa Cobo que: «Importa, pues, no solamente que la mujer sea
fiel, sino que sea considerada como tal por su marido, por sus familiares, por todo el
mundo; importa que sea modesta, atenta, reservada, que lleve a los ojos de los demás,
como a su propia conciencia, el testimonio de su virtud» (Cobo, 1995:239).
Hay, entonces, un dictamen social que afecta a todos los niveles sociales, así los de
menos recursos económicos no sean beneficiarios de todo lo que la modernidad
proporciona, ya que se encuentran al margen de ella. Hay una ideología que impone el
grupo dominante, ideología difícil de cambiar por los escasos recursos educativos con
los cuales cuenta este grupo humano. Vemos de esta manera toda una simbología
alrededor de la figura del varón, jefe de familia, proveedor y protector, aun cuando en
realidad no lo sea. Este hecho dificulta la independencia afectiva por parte de la mujer,
pues se valora la presencia de un hombre en la casa como un respaldo y una garantía de
respeto para la mujer y los hijos frente al vecindario. Una mujer sola sería más
vulnerable al abuso de los demás (Cáceres y otros, 2002).
Entender la estructura y las relaciones dentro de la familia popular que aparecen como
contradictorias, según lo demuestran el caso del padre ausente con presencia (Moreno,
1994, 1995, 2002) o el valor dado a la figura masculina como proveedora sin serlo,
requiere indagar sobre el significado que le dan los miembros de la familia a su
experiencia de vida dentro de la dinámica de relación que sostienen. Es relevante para
dar respuesta a estas inquietudes tomar en cuenta las ideas de Jerome Bruner alrededor
de la «construcción de significados». A través de esta corriente centrada en la
interpretación, se valora la existencia de muchos mundos posibles cuyo origen se ubica
en la creación de diversos significados y realidades, así como en el acuerdo que permite
la construcción de nuevos significados; este acuerdo actúa, a la vez, como mecanismo
regulatorio de las relaciones entre los individuos. De tal forma que los actos de
construcción y negociación permiten que el acceso a la realidad múltiple sea el producto
de la creación y no del descubrimiento del ser humano heredero y recreador de la
cultura (Bruner, 1998). En tanto actúa como representante y reproductor de la cultura,
«... el sujeto lleva en sí toda la realidad social vivida, en él está en su concreción cada
grupo social a que ha pertenecido y toda la cultura en la que ha transcurrido su
existencia. Conociendo al sujeto, se conoce el grupo y la cultura tal y como se dan en
concreto: de manera subjetiva, vivida» (Moreno, 1994: 31).
Para el estudio de los significados sobre la infidelidad que se construyen dentro de una
estructura social y familiar determinada se desarrolló una investigación cualitativa cuyo
objetivo es el estudio de la vida cotidiana desde el enfoque que dan los propios actores
(Marshall y Rossman, 1989; Strauss y Corbin, 2002). Se utilizó como estrategia
el estudio instrumental de casos (Stake, 1999), el cual permite abordar la diversidad y
profundizar en la comprensión de cada grupo. En la actividad de campo participaron un
total de nueve informantes: adultos y adolescentes miembros de una familia extensa
modificada. Su distribución fue la siguiente: 3 madres, 2 padres, 3 adolescentes hembras
y 1 adolescente varón.
Familia 1: tiene la estructura de pareja unida en concubinato con hijos. Desde hace
quince años mantienen vida juntos. El padre tiene 29 años y la madre 36; de la unión
han nacido tres hijos (12 años, 10 años y 8 años), en esta familia vive también un hijo de
la madre (15 años).
Las relaciones consanguíneas de esta familia con la familia 2 son las siguientes: el padre
de esta familia y la madre de la familia 2 son hermanos, por lo tanto, los hijos de ambas
familias son primos entre sí. Las relaciones consanguíneas de esta familia con la familia
3 son las siguientes: la madre de esta familia y el padre de la familia 3 son hermanos,
por lo tanto, los hijos de ambas familias son primos entre sí.
Familia 2: presenta la estructura de madre sola con sus hijos. La madre de 35 años tiene
diez hijos (dos varones de 18 y 5 años respectivamente; ocho hembras con edades
comprendidas entre los 19 años y los 2 1/2 años).
Las relaciones consanguíneas de esta familia con la familia 3 son las siguientes: el padre
de la familia 3 es padre de los seis primeros hijos de esta familia, por lo tanto, los hijos
de la familia 3 son hermanos de los seis primeros hijos de la familia 2.
A los fines de conocer las perspectivas que tienen los diferentes miembros que
conforman el grupo familiar, en la recolección de la información se utilizaron
«entrevistas cualitativas en profundidad» (Taylor y Bogdan, 1990), con el uso de
guiones semiestructurados diferenciados por género y edad. En la recolección de la
información se consideró el género de las y los entrevistadores con el fin encontrar
puntos de identificación con los entrevistados y facilitar, de este modo, la efectividad de
la relación intersubjetiva.
A través del discurso de los diferentes informantes se manifestó la importancia que para
ellos tiene la familia, concebida a partir de diferentes puntos de vista y perspectivas. En
consonancia con los hallazgos de varios autores (Moreno, 1995; Otálora y Martínez,
1999), el término «familia» tiene una connotación diferente para el hombre y la mujer
adultos. Así, para la mujer su familia son sus hijos y para el hombre su mujer, sus hijos
y su familia de origen:
La familia para mí es algo muy importante, porque tú sabes que la familia de uno son
sus hijos, mañana o pasado ellos crecen y ya uno cuenta con ellos o ellos contarán con
uno, uno no sabe porque ellos también se van y ya se olvidan de las madres, la familia
es muy importante, para mí es muy importante tener mis hijos es muy importante. Y
darle cariño darle amor eso es muy importante para mis hijos (FAGB).
Mis hijos ... bueno y él, apartando a mi mamá y mi papá claro, pero mi familia son mis
hijos, porque a la hora de cualquier problema salen ellos. Por lo menos yo me enfermo
están pendientes, más que todo el varoncito: «mami tómate ésto», o sea, están
pendientes (FAB).
Bueno la familia, es lo principal de uno el hombre, ¿no?, y la mujer igualmente, y las
relaciones deberían ser conjuntamente mutuas.
Mi otra familia, bueno, viven aparte, son hombre y mujer ya casados y viven separados
cada quien por su parte (MAGB).
Similares concepciones comparten los jóvenes con respecto a la familia. Para quienes
por una suerte de «destino cultural» quedan bajo el cuidado, protección y crianza de la
madre, la familia se valora desde la grandeza como el soporte de los afectos y de la
resolución de los problemas; pero la ausencia del padre hace que la familia, además, se
signifique como un espacio vacío, incompleto, un cuerpo minusválido:
Yo ya tengo mi esposa y pienso tener una familia con ella. Así, estar siempre unidos ...
yo quiero tener una familia así, bonita, así con ella, o sea, siempre unidos nada de
problemas ni nada.
[La familia] significa algo bueno, pues, muy bonito, porque por lo menos la mamá y el
papá es lo más importante que uno puede tener, porque si no fuera por ellos uno no
existiera.
... yo pienso que la familia debe estar unida siempre, no debe estar en problemas entre
ellos mismos ni nada por el estilo; siempre tienen que estar unidos, que si se ayudan a
esto, que si se ayudan a aquello, usted entiende como es eso ¿no? (MJG).
Desde una concepción y una valoración distintas a lo convencional, en una familia que
se instituye desde la pareja pero que logra continuidad únicamente a través de la madre,
los hijos no sólo experimentan el abandono del padre, sino que para ellos la unidad de la
pareja se representa truncada y se reemplaza a la familia por una unidad de sentido que
conforman los hijos con la madre.
Algo bien. La familia es un conjunto, por lo menos aquí somos una familia de cinco,
somos una familia y somos cinco personas y nos sentimos bien, compartimos.
Yo, a los dieciséis años, me gusta ... tengo a mi mamá, a mi papá, mis hermanos y eso, y
bueno, me gusta como soy (FJB).
A partir de este conjunto de perspectivas que responden a una estructura y a la dinámica
de relaciones que suceden en el seno de estas familias nucleares, se perfilan dos
aspectos esenciales: la pareja como raíz constitutiva que es susceptible de transformarse
en el tiempo, y los significados que se construyen en torno de la madre y al padre. Aquí
presentamos los contenidos referidos a la pareja, aspecto que resulta vinculado
directamente con la infidelidad.
El significado atribuido a la pareja presentó variaciones; variaciones que nos dan una
idea de la interpretación que le dan a la relación los hombres y las mujeres, adultos y
jóvenes. Para el hombre, la pareja significa la continuación del hogar. A la mujer le
asigna un lugar de preferencia por el hecho de ser la madre de sus hijos. Estos aspectos
fueron considerados como ganancia de gran peso para su vida frente a la pérdida de
libertad, la cual fue evaluada como de menor importancia:
La pareja para mí bueno ... para mí, veo que la pareja es lo principal de uno el hombre.
Porque si uno, prácticamente, uno se salió de su hogar y consiguió una mujer es para
formar una ... y realizar un hogar, una pareja pues.
Perdí la libertad, la libertad de cuando uno está soltero anda para todos lados y sale
¿verdad? Ahora buscar una pareja gana uno una esposa y formar un hogar (MAGB).
... una pareja es lo más bonito que hay, yo, para mí ... lo más bonito que hay, yo veo
tipos, personas que no tienen una mujer, yo no sé por qué, y para mí, bueno, la mujer es
lo más sagrado que hay en este mundo pues, porque yo con mi mujer ... nosotros
pasamos, como yo te dije, yo para mí, soy feliz con mi mujer (MAB).
También hubo significados que hicieron referencia al sentido utilitario de la pareja para
solventar necesidades económicas y materiales. Ante la ausencia del hombre en el hogar
la mujer manifiesta nostalgia por la carencia de tales apoyos:
... uno necesita una pareja para que le ayuden a uno en los deberes de la casa, para que
lo ayuden a uno en muchas cosas, porque uno por lo menos va a arreglar algo en la casa
es por lo menos útil tener una pareja pero que lo ayuden a uno.
Bueno, por lo menos, yo que tengo ese poco de muchachos, que me ayude
económicamente y que me ayude a sacar a los muchachos adelante. Pero, por lo menos
yo no tengo esa suerte y ya no la tendré, porque ya me quedo sola ya (FAG).
Para una de las adolescentes entrevistadas, el significado de la pareja está teñido por la
experiencia vivida por sus padres, en especial su madre, y también por las vivencias de
sus coetáneas. La pareja fue asociada al embarazo y no a situaciones como el noviazgo,
que es prácticamente inexistente en este sector de la población. Para ella, la pareja
significa sufrimiento y abandono:
Yo le digo a mi mamá que no le diga [al papá] porque prácticamente le quiere dar como
una limosna, que cuando quiere le da veinte o veinticinco mil bolívares, entonces eso no
alcanza para nada. Entonces, un día ella llegó y se lo dijo, que él prefería dárselo a la
mujer aquella y a los hijos aquellos, aquellos necesitan, nosotros también necesitamos.
Pero ya nosotros sabemos que ya estamos grandes y mi mamá es la que nos ha sacado
adelante con los estudios y con todo y no necesitamos nada de él (FJG2).
Esta opinión sobre la pareja contrasta con la emitida por un adolescente del género
masculino. En ella es posible encontrar elementos asociados con la poca frecuencia y el
limitado valor del noviazgo, la presencia recurrente de las relaciones sin vínculo legal, y
la institución matrimonial, en especial la religiosa, como un ideal que se piensa para las
hijas.
Tener un empate es como no tener nada porque si uno tiene una novia por aquí ya uno
no tiene la misma responsabilidad que tener una mujer, porque si uno tiene una novia
por aquí y sale otra chama por allá uno que «¡ay! mira que esa chama si está buena que
me la voy a cuadrar», entonces si vienen otro «no mira que tú tienes tu novia», «ah pero
esa es mi novia no tengo tanta responsabilidad, esa es mi novia, no mi mujer, no tengo
responsabilidad con ella», y entonces yo puedo decirle a ella terminamos y ya y hago
esto con la otra, entonces ya es diferente, ¿entiendes? (MJG).
Es necesario señalar que la pareja no existe como un ente aislado, sino que está asociada
a un gran grupo familiar que sirve de apoyo para garantizar su supervivencia y
estabilidad. Son lazos que se tejen y que le dan fuerza y respaldo a la relación.
La única pareja del estudio que se estableció con vínculo formal lo hizo por razones
prácticas. Sin embargo, el procedimiento legal estuvo a punto de ser afectado por la
falta del documento de identidad:
Porque yo no tenía cédula, o sea, no tengo prácticamente. Entonces una señora me dijo:
«Tú te casas por la ...» en ese entonces venía el gobierno de Carlos Andrés y una broma
así era ... Bueno y ella me dijo tú te casas así, yo me casé por medio de unos abogados,
con el pasaporte, pero cómo me voy a casar si no tengo la cédula, me dice: «no, te casas
con el pasaporte», como yo tengo mi pasaporte. Bueno así fue, nos casamos pero en
casa. Bueno después estuve casada, me fueron a dar un papel y «lo vas a llevar para
extranjería que ahí te van a dar tu cédula que tú ya prácticamente pasas a ser venezolana
porque tú te casaste con un venezolano...» (FAB).
El matrimonio, con los valores de castidad, fidelidad, sumisión y dedicación a los hijos
por parte de la mujer es una creación de la modernidad, en donde no tienen cabida los
estratos populares, pero cuya ideología está presente en la relación de pareja
independientemente de que exista el vínculo. Las razones que podrían explicar la
inexistencia del matrimonio en la familia popular se ubican en el estilo de vida, la
dinámica que tienen las relaciones interpersonales, y la conformación de pareja sin
necesidad de que exista el vínculo como práctica instituida.
Hay momentos en la vida de los individuos en los que se produce un cambio estructural.
Estos momentos aparecen como una encrucijada, un punto de referencia en el que el
curso vital toma una nueva dirección. Estas situaciones conllevan la necesidad de
adaptación o cambio en la estructura de conductas y en roles que resulten apropiados
para enfrentar los cambios.
A estas encrucijadas, a estos puntos decisivos o regiones límite entre dos períodos de
relativa estabilidad, es a lo que la teoría de la crisis plateada por Slaikeu (Slaikeu, 1998
en Serra y otros, 1998) denomina transiciones. Hay dos tipos de transiciones:
transiciones evolutivas del desarrollo y transiciones circunstanciales de la vida. Las
primeras son esperadas y predecibles y las segundas son accidentales e inesperadas, por
lo que es difícil intervenir en ellas, excepto enriqueciendo los recursos personales,
fundamentalmente la madurez psicológica.
Fue común en todos los participantes del estudio considerar a la fidelidad como un valor
inherente a la relación de pareja y una condición para continuar con la relación:
Yo le digo una cosa, el que quiere y ama no engaña a su mujer ... Si L. me es fiel, yo
también con L., para toda la vida (FAGB).
[La infidelidad] es prácticamente una separación, eso sería una separación porque, ya
con tanto tiempo por lo menos viviendo con ... y llegara a pasar eso ... (MAGB).
Sí, digo yo que, porque él me ha dicho «algún problema así que F. me llegue a faltar ...»
Sí, hasta ahí llegamos. Pero gracias a Dios yo no, ni él tampoco... (FAB).
Desde los significados que se construyen a partir del decir y del hacer de los otros y no
de la vivencia propia, el joven entrevistado marca la diferencia entre la traición cuando
es realizada por una mujer y por un hombre. A su modo de ver, para el hombre, el
carácter distintivo lo da la aprobación tácita o tolerancia cultural; para la mujer, también
culturalmente, lo define la condición de ser un hecho censurable por el decir de la
gente. Los significados indican una clara diferenciación intergenérica: cuando ocurre la
traición, no es el hombre sino la mujer la que se raya, «los hombres nunca se rayan». Se
deduce de lo anterior que la poligamia reafirma a los hombres en su hombría en el plano
personal y social, a las mujeres las disminuye socialmente. Las mujeres sufren una
degradación que en el mejor de los casos finaliza en la censura que le otorga la etiqueta
de «loquita», adjudicándole, con ello, a su conducta el carácter de liviandad e
inmoralidad:
No, los hombres nunca se rayan ... no es igual que una mujer le monte cacho a un
hombre, a que un hombre le monte cachos a una mujer ... Porque la gente va a decir, la
gente siempre critica más a la mujer que al hombre. Entonces, si una mujer le monta
cacho a un hombre «no que mira, que ésta es una loquita que tiene su marido y mira con
quién está aquí», en cambio si un hombre está por ahí lo que dicen es «no mira, éste
tiene su mujer y mira como está aquí» y van y le dicen a la mujer, entonces, empiezan
los problemas. El hombre nunca se raya como la mujer, la gente lo que empieza a hablar
es que la mujer es una loquita, que tiene su marido, que está con otro, muchas cosas
malas pues (MJG).
Con algunas variantes que aclaran lo injustificable de la traición por parte del hombre,
sobre el juicio público que sufren las mujeres se hallan concordancias en el discurso de
una de las jóvenes:
... el hombre habla mal de ella, la que se raya es ella porque él es hombre, tampoco es el
caso de que sea hombre y le va a montar cachos a uno y uno porque es mujer se raya y
él empieza a hablar de la mujer (FJB).
Una certeza, confirmada por varios de los entrevistados: cuando el hombre sospecha
que es sujeto de infidelidad apela o puede apelar a un recurso seguro y contundente que
siempre tiene a la mano, el maltrato a la mujer. Es a través de los golpes que la honra se
limpia, pero con este acto también se reduce la amenaza de la traición. Con el maltrato
se intimida a la mujer y se garantiza su total sumisión, comportamientos, por lo demás,
altamente valorados culturalmente.
... la verdad, yo tuve un fracaso primero ... Yo calculo que fueron siete años de
sufrimiento ... La verdad que en siete años nos dejamos como diez veces, nos dejamos y
volvíamos y así estábamos.
... yo con ella yo no podía, yo trabajaba en San Martín y yo salía a las cinco y media y a
las seis yo ya tenía que estar en la casa porque si no estaba a las seis ya eso era un
problema que teníamos.
... uno lo que tiene que hacer es seguir la vida, pues, porque como yo te digo, unas son
de arena y otras son de cal, a mi me pasó, por lo menos en mi caso me pasó, yo me
separé de ella y me conseguí una buena mujer y ahí estamos ya yo, bueno, sin embargo
ella no, ella ha ido del tumbo al tambo y ahí está, sola, sin un compañero por lo menos
que la represente (MAB).
Hoy, tras la reflexión que permiten dieciocho años de vida en matrimonio, luego de la
traición y el abandono causados a la primera mujer, se juzga la experiencia como una
derrota en la vida. De este hecho se destaca la aceptación de un fracaso propio pero,
también, la negación para la antigua compañera de posibilidades de organizar una nueva
vida en pareja:
... ya yo tengo con mi esposa dieciocho años y yo no he tenido más mujer, sin embargo,
ya ella ha tenido varios fracasos, yo creo que a ella no le pegó como me pegó a mí pues,
yo creo que ya eso es una enfermedad, porque ya ella ha tenido ... tuvo una hija con
otro, después tuvo dos hijos con otro, después tuvo otra hija con otro y, yo creo, yo
siempre digo dentro de mí y le digo a mi esposa también, yo creo que esa mujer no me
quiso a mí, yo creo que lo que ella vivió fue una ilusión, porque yo conozco gente que el
marido la ha dejado pero ella no le da hijo a otro, los hijos de ella son hijos de ella y de
aquel primer amor que tuvieron y yo creo que por eso ... ella no piensa igual que yo, y
para mí es así, yo creo que ella nunca me quiso, no (MAB).
Contrariamente, ser traicionado por la compañera actual se estima como un hecho poco
probable, fundamentalmente porque desde las pautas culturales resulta ser una acción
inadmisible y, también, porque los dieciocho años que tiene la relación han servido para
consolidar la unión:
O es que tú no sabes que él tiene hijos, él tiene cuatro muchachos conmigo, entonces la
tenía recostada así de la pared, «no, señora», no señora nada, y le metí un solo puño por
toda la frente, esa mujer pegó a correr y yo atrás y ese poco de carros pitando, y yo atrás
coleando, y me metió en el módulo que está en el bloque marrón, allá, y se metió ahí, y
yo le dije «pues yo te voy a esperar a que tu salgas de ahí, pues yo te voy a enseñar a ti a
respetar. Ah mientras tú lo estas chuleando yo allá pasando trabajo con mis hijos, bien
bonito».
Pues en la noche agarré a L. y le di una paliza, le eché palo hasta que me cansé que la
cabeza se la rajé, le rajé todo, esa espalda se la puse colorada, le marqué el palo por
todos lados, y le dije: «la próxima vez que usted me vuelva a hacer una cosa de esas se
me va de la casa, se me va, le voy a echar palo y se me va a ir de la casa; deja de darme
algo para comprarle a mis hijos, para darle a otro que no es nada tuyo, bueno cuando
usted se emperre otra vez se me va de la casa, se me va, le echo una paliza y se me va de
aquí de la casa» (FAGB).
Tal reacción sin embargo, no significó una ruptura entre la pareja, sino más bien la
oportunidad para establecer las «reglas del juego» y advertir al cónyuge ofensor las
consecuencias en caso de que se repitiera el episodio.
Eso fue, bueno, un trago amargo que pasé cuando nosotros nos separamos, me pegó
bastante. El menor tenía como dos añitos, la mayor sus seis, ocho años; estaban
pequeños. Pero fue bastante fuerte.
... poco a poco uno va superando eso, porque al principio uno se siente demasiado solo y
ya por lo menos uno tiene años con una pareja, uno se separa y se quisiera morir, no sé,
ya uno no quisiera luchar, pero uno tiene que poco a poco ir superando esas cosas
(FAG).
La sospecha sobre la existencia de otra mujer forma parte del imaginario de las
entrevistadas. La infidelidad, de hecho, se significa en primer lugar como producto de la
existencia de problemas entre la pareja, en segundo lugar, como una consecuencia
directa de la presencia de otra que se interpone y es capaz de ofrecer nuevas
experiencias al hombre. Pasar del supuesto a constatar que se forma parte del triángulo
compuesto por la doble relación que sostiene la pareja con otra mujer puede generar
reacciones diversas. En algunos casos, la mujer tolera la situación y sostiene una
relación compartida, lo que no es otra cosa que establecer una especie de tregua
alimentada por la esperanza de una reconciliación o con el propósito de postergar el
abandono. Cuando este es el caso, la inminencia de la separación, la realidad del
abandono, ocasionan en la mujer abandonada un menoscabo en sus esperanzas e
ilusiones de vida, merman su interés por la lucha, el duelo de la separación se prolonga
en el tiempo y condiciona la selección de una nueva pareja. No obstante la experiencia
dolorosa, ante la posibilidad de desandar el camino recorrido, la mayor ilusión de una de
estas mujeres se coloca en volver nuevamente con la pareja abandonante.
Cuando eso ya él tenía la mujer con la que él vive y él estaba con ella y conmigo a la
vez y entonces, cuando yo descubrí que estaba con la mujer, bueno, decidimos
separarnos ... Él quería seguir viniendo y yo le dije que no. También, ahora después de
tanto tiempo ha querido insistir pero, no ... no es igual las cosas ya.
Si pudiera cambiar algo sería volver con él pues, pero eso es muy difícil ya, porque él
tiene otra mujer y ya no es igual ya (FAG).
La condición de formar parte de una familia constituida por ambos padres hace que las
adolescentes signifiquen la infidelidad como una imagen indeseable y eviten por ello
incurrir en situaciones de noviazgo donde puedan llegar a ser la otra que se interpone en
la pareja. Fiel al precepto no hagas a tu prójimo lo que no deseas para ti, se evita
cometer infidelidad precisamente porque no se aspira, que el padre pueda hacer lo
mismo a su propia familia o porque en la constitución de la familia de la que se es parte
ya él lo hizo.
... el chamo me dijo que no tenía novia, ni mujer, ni hijos, y como a un mes me enteré
que el tipo tenía una mujer y un hijo y vivían juntos ... Yo le dije: es mejor que dejemos
esto hasta aquí porque yo no quiero tené problemas con tu mujer, porque a mí no me
gustaría que mi papá se empate con una mujer y venga a romper, entonces el chamo me
decía que no, que no, pero a mí me gustaba (FJB).
Punto aparte merece el análisis de las respuestas de las adolescentes que sufrieron en su
familia la infidelidad del padre y como consecuencia de este hecho se produjo el
posterior abandono. No solamente el hecho mismo de la infidelidad marcó la vida de
estas jóvenes y su visión hacia las relaciones con los hombres, sino que también ha
incidido en ellas la actitud asumida por la madre.
Es feo, porque si él está casado él no tiene que hacer eso, eso no me gusta a mí ... [Con
un compañero infiel] yo por mi parte no haría nada, lo dejaba tranquilo ... Porque no va
a estar como mi papá que estaba con mi mamá y estaba con la otra (FJG2).
Estas vivencias nos dan una idea sobre el valor asignado a la lealtad entre los padres y
en las relaciones de pareja en general, habida cuenta de que las condiciones materiales
son difíciles, la escolaridad es prácticamente inexistente y en ocasiones se mantiene
flexibilidad y tolerancia ante ciertas circunstancias, como la temprana erotización de los
jóvenes por el acceso sin límites a la pornografía, las relaciones de hecho entre jóvenes,
el embarazo adolescente.
Bueno mi papá que de vez en cuando pone películas pornográficas ... Yo voy y veo un
ratico, después me vengo ... En la tarde ya cuando no hay nadie por ahí ... A ella, a mi
hermano, a mi hermana ... Él las compró. Como él tiene el VHS... (FJG2).
Hechos como estos harían suponer la ausencia de valores que regulen las relaciones
interpersonales, sin embargo, los datos muestran la importancia que se le asigna a la
lealtad y al respeto a pesar de que difícilmente se manifiesten en los hechos. Estos
valores forman parte de una búsqueda que se traduce en el discurso de la personas y
representan, en algunos casos, motivo de sufrimiento cuando no se alcanzan.
Otro asunto que amerita ser analizado lo representa la continuidad del sostenimiento
económico de las familias que experimentan la infidelidad. Las condiciones materiales
constituyen uno de los aspectos que tiñe las relaciones, y dada la situación económica
tan difícil que atraviesan las familias estudiadas, explicar las decisiones que dos de las
mujeres tomaron ante la infidelidad: continuar con la pareja, buscar un nuevo
compañero. En el primer caso, el elemento material fue un factor que jugó un
importante rol en la decisión de continuar con la pareja, especialmente en lo relacionado
con la vivienda:
... si quiere que se vaya él, yo no lo voy a estar aguantando, pero yo no voy a estar
rodando con mis hijos por ahí, hasta que él no me haga mi casa muy bien, si él me hace
mi casa que se quede (FAGB).
Así pues, la protección y mantenimiento del techo para los hijos es defendido a toda
costa, defensa que significa la estabilidad y el puerto seguro de la familia en su
totalidad. El hombre se va, pero la casa, así sea precaria, queda, con todo lo que ella
representa. Esto se ilustra de manera dramática en la historia de vida de Pedro Luna
(Moreno, 2002). El hombre se queda sin nada, deambula de un lugar a otro con un bulto
sobre su espalda, único patrimonio que le pertenece una vez que termina una relación y
decide irse.
El aspecto económico también fue abordado pero no como una condición que pone la
mujer para mantener la relación, sino más bien como motivador de la infidelidad
(Cáceres y otros, 2002) y, agregaríamos nosotras, del abandono por parte del hombre.
Los autores mencionan que la imposibilidad del varón de cumplir con su rol de
proveedor hacia su familia provoca demandas y finalmente un distanciamiento por parte
de la mujer, quien termina por rechazarlo sexualmente.
[La situación económica ideal] el buen estado, el buen dinero y un buen trabajo ...
Bueno eso ... lo que pasa es que ahorita, hoy en día, hay muchas mujeres que no están
pendientes de mantener un hogar, sino estan pendientes de estar sacando, como se
dice ... fiesta, y estar sacando que le den todo lo que ellas exigen ...
La parte de no entenderse en el sistema [en la relación de pareja] en que la situación
monetaria pues, la situación monetaria y que como no hay ahorita lo suficiente para uno
gastar, entonces ya le van pidiendo a uno cosas que prácticamente no se pueden
comprar ahorita (MAGB).
Desde la perspectiva de la madre sola, una vez que ocurre la separación, los cambios
que experimenta su propia rutina, el conjunto de funciones que se agregan a las propias,
las nuevas dificultades que se enfrentan y la experiencia de la soledad, le llevan a
significar la familia como un espacio de responsabilidades femeninas, un torrente que
demanda de lucha perenne. El quedar sola con varios hijos pequeños, sin otra seguridad
que aquella que ofrece la continuidad de un día tras otro día, lleva a la mujer a
desarrollar un conjunto de habilidades requeridas para la sobrevivencia. Habilidades que
le permiten hacer frente, en un primer momento, a las necesidades básicas de los
pequeños y a las que le son propias; ya vendrán otras oportunidades para construir
nuevos apoyos, estabilidades necesarias para los hijos que crecen. Una lucha que, por lo
demás, parece ser el signo con el cual se identifica la mujer como parte del «deber ser»
de su vida y que asume, también, como cuota de las condiciones que le impone la vida:
[las mujeres] de por sí debemos ser luchadoras y siempre nos toca, siempre nos toca ...
... yo siempre he sido sola para ellos, porque siempre cuando vivíamos con el papá de
las grandes, después nosotros nos dejamos, después entonces vino el papá de ellos,
igualito se fue y yo quedé sola con los muchachos (FAG).
Es esta, «la lucha a solas», una realidad que se admite como atributo común, una
experiencia coincidente con las otras madres solas con las cuales se comparte el
territorio, la vecindad. Una proximidad que hermana desde los hechos y que devela una
significación del hombre poseedor de condiciones especiales que le confieren el
privilegio de ser el que «pone los muchachos»:
Muchas por aquí, la mayoría por aquí, viven solas; ahorita los hombres están con uno,
uno tiene muchachos y después se van y se olvidan de que existe uno y existen los
muchachos, sobre todo los muchachos (FAG).
Por lo demás, frente a una privación que demanda desde la urgencia la ayuda
económica, el trabajo al que se accede puede ser tan variado como la necesidad lo
determine. En unas condiciones de falta de calificación para el desarrollo de tareas
específicas, tan buenas son las plazas de servicio doméstico, como las de obrero-
fabricante, vendedor en tienda o en la propia casa; sólo que estas ocupaciones resultan
inseguras y ofrecen estabilidad limitada porque dependen de condiciones estructurales.
De esta forma, construir sola el tejido de la estabilidad y de la seguridad para los hijos
es algo que se vive como una obligación que demanda un inmenso compromiso, esto
coexiste con la ilusión de que el compromiso no sería tal de contar con el apoyo de otro,
de no estar sola:
Una responsabilidad muy grande, demasiado, porque a veces si uno alcanza pa una
cosa no alcanza pa la otra y siempre no es lo mismo el tener el apoyo de una persona
que lo ayude a uno (FAG).
El hombre yo opino que se debe ir de la casa, la mujer se tiene que quedar, pero el
hombre tiene responsabilidades todavía con ella, porque si le tiene hijos tiene que
hacerse responsable de los hijos, ayudándolos, estar pendiente de ellos (FJG1).
... si ellos se separan de uno, el deber de ellos es ver de sus hijos, así tengan otra pareja,
ellos deberían de estar pendientes de sus hijos (FAG).
... mira L. si usted se quiere quedar aquí entonces quédate tu y yo me voy con mis
hijos ... El día que yo le consiga otra se me va, o que yo me entere de otra, se me va, yo
se lo dije: «El día que me entere de otra, usted se me va» (FAGB).
Las vivencias de pareja fueron diversas, y sus consecuencias igualmente variadas, sin
embargo, la ideología subyacente fue la misma y tuvo su mayor expresión en el hecho
de considerar a la mujer responsable del hogar y de los hijos en caso de ruptura, la
naturalización de la maternidad como destino de la mujer, el matrimonio como ideal
para las hijas, la conformación de pareja como una meta para las adolescentes, la
ausencia de sanción social y familiar para el hombre infiel diferente a la expulsión del
hogar y a la separación de los hijos, y la sobrevaloración de la figura masculina como
símbolo de protección y sostén de la familia.
La familia extensa como estructura, y los valores que coexisten con ella, parecieran ser
un muro de contención para la desintegración grupal y personal esperada ante las
difíciles condiciones de vida y la pobreza creciente.
Referencias bibliográficas
21. Vethencourt, José Luis (1974). «La estructura familiar atípica y el fracaso histórico
cultural en Venezuela», Revista Sic 362, pp. 67-69. [ Links ]