Requerimientos Nutricionales en Adultos Mayores
Requerimientos Nutricionales en Adultos Mayores
Requerimientos Nutricionales en Adultos Mayores
Un factor que hemos de tener presente en las personas mayores, es que la alimentación está
condicionada por las alteraciones estructurales y funcionales que como consecuencia del
envejecimiento, acontecen en sus diferentes órganos y como consecuencia de ellas, en no pocas
ocasiones, no puedan disfrutar con la alimentación, haciendo que sea una fuente permanente de
insatisfacciones y quejas. Entre estos cambios, los que más afectan a la alimentación son los
siguientes:
REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES
Ingestas dietéticas de referencia: DRI (Dietary Reference Intakes) Se engloban con este nombre
a los valores de referencia de ingesta de nutrientes cuantitativamente estimados para la
planificación y asesoramiento de la alimentación de personas sanas, para prevenir las
enfermedades deficitarias, reducir las enfermedades crónicas y alcanzar una salud óptima.
Expresan el promedio de las necesidades que el organismo tiene de cada nutriente. Incluyen
varios elementos:
Es el gasto de energía mínimo, que se necesita para mantener las funciones vitales orgánicas en
condiciones normales. Este gasto es variable, disminuyendo a medida que aumenta la edad, y
está influenciado por el sexo, por la composición corporal, por la temperatura ambiental y por la
presencia de enfermedades. Representa aproximadamente un 60-70% del Gasto Energético
Total. Se calcula a través de la ecuación de Harris y Benedict en kilocalorías/día. En las
personas mayores parece que decrecen en un 7-10% del total respecto al adulto Existen una
serie de fórmulas para conocer el requerimiento energético en reposo, la más sencilla es la de la
OMS: Varones: 13,5 por peso en kilos + 987. Mujeres 10,5 por peso en kilos más 596. También
hay otras fórmulas sencillas como Peso (kg) x 30 kilocalorías/día.
Sabemos que el Gasto Energético Basal se ve influenciado por la actividad o el ejercicio físico y
el estrés; por ello, en función de estos, se deben aplicar unos índices correctores.
La OMS considera que se produce una disminución del gasto calórico de aproximadamente un
10% cada diez años a partir de los sesenta años de edad.
El aporte energético diario precisa una distribución horaria adecuada en las principales comidas,
en función de las actividades que se realicen a lo largo del día, que podría venir definida por la
siguiente: 25-30% en el desayuno, 5% en el sobredesayuno, 35-40% en la comida, 5-10% en la
merienda y 20-25% en la cena.
Los ancianos presentan características especiales que hacen que sus hábitos dietéticos sean
distintos de los de otros grupos de edad. A continuación destacamos y comentamos algunos de
estos hábitos.
Existe una gran variabilidad en las IR de las personas de edad pues cuanto mayor es la persona
más complejos son sus requerimientos y mayores las variaciones en la capacidad de ingerir,
digerir, absorber y utilizar nutrientes. En algunas ocasiones, las IR se han obtenido por
extrapolación de las de adultos jóvenes y sorprende la falta de diferenciación que se hace en este
colectivo tan heterogéneo, cada vez más numeroso, especialmente entre los de mayor edad. En
la actualidad, se considera más adecuado, aunque puede no ser definitivo, distinguir dos grupos
de edad: de 60 a 69 años y más de 70 años. Hay que asumir que aún existen no sólo
discrepancias sino también muchas lagunas.
La estimación de los requerimientos de energía para las personas adultas mayores se rigió
entorno al siguiente esquema:
Energía y macronutrientes
Minerales
Los minerales constituyen un grupo amplio que, si bien no suministran energía al organismo,
tienen importantes funciones reguladoras y plásticas. Forman parte de los huesos, dientes,
encimas y hormonas. Hay dos grupos de minerales:
Macrominerales. La dieta los aporta en cantidades elevadas. Entre ellos destacamos el calcio,
fósforo, magnesio, potasio y cloro.
Vitaminas
Son sustancias orgánicas necesarias para el buen funcionamiento del organismo. El organismo
no puede sintetizar la mayoría de las vitaminas, por lo que deben ser ingeridas con la dieta. Las
vitaminas no tienen valor energético propio y son activas a bajas dosis.
El déficit vitamínico en edades avanzadas es más grave que en los adultos o en los jóvenes. Hay
muchos factores que favorecen la hipovitaminosis, como la administración de antibióticos, muy
frecuente en los grupos de edad avanzada.
Las recomendaciones sobre la cantidad de vitaminas que se debe ingerir diariamente están
dictadas por las RDA, y aunque se ha estudiado la posibilidad de hacer unas tablas especiales
para la población anciana, actualmente aún no se dispone de ellas.
El déficit de vitaminas hidrosolubles suele relacionarse con la disminución del aporte calórico
total y con la malabsorción. Dentro de este grupo cabe destacar los problemas asociados con la
carencia de vitamina B12, ya que su absorción disminuye en gran parte debido a la aclorhidria,
que suele manifestarse frecuentemente durante el envejecimiento.
Ácido fólico: La ingestión recomendada para esta vitamina hidrosoluble es actualmente de 400
u/g por día. Con esta cantidad se asegura tener niveles de ácido fólico tanto en las células rojas,
como para disminuir los niveles de homocísteína. Con respecto a las recomendaciones para los
macro y micronutrimentos es importante considerar que las cantidades antes recomendadas
tienen como objetivo la prevención de algunas enfermedades crónicas y permitir una función
fisiológica óptima.
De forma didáctica los alimentos se clasifican en grupos, que vienen definidos por los
Principales Grupos de Alimentos. Para cada uno de los alimentos que descansan sobre los
escalones de la pirámide, se establecen unas recomendaciones de consumo (número de raciones,
cuantía de la ración, periodicidad diaria, periodicidad semanal, etc.). En la base de la pirámide
se encuadran a aquellos alimentos que deben ser de consumo diario y de los que deben tomarse
mayor número de raciones. A medida que vamos subiendo escalones en la pirámide,
encontramos alimentos que precisan tomarse en menor cuantía y frecuencia, hasta alcanzar al
vértice de la pirámide, en el que están los alimentos de consumo más excepcional (embutidos,
dulces, etc.):
Primer escalón: definido por el agua (8 vasos), segundo escalón: pan-cereales, arroz,
pasta-patatas (4-6 raciones), a continuación verduras, hortalizas y frutas (> 5 raciones),
lácteos, etc.; y así, hasta llegar al vértice: se sitúan alimentos que solo deben consumirse
de forma ocasional como las grasas, mantequilla-margarina, dulces, bollería, embutidos,
etc. Así, de una forma sencilla y comprensible, se elabora una alimentación variada,
moderada y equilibrada, es decir, saludable, según las recomendaciones preestablecidas
de consumo para cada uno de los alimentos.
La reducción de la masa muscular y el aumento del tejido graso hacen que disminuya el
metabolismo basal del anciano. Por tanto, sus necesidades calóricas disminuyen de 2.700 a
2.100 kcal/día, si bien el aporte calórico no debe ser inferior a 1.800 kcal, para que su
alimentación no sea deficitaria en hierro, calcio, vitamina A o vitamina C6. Los requerimientos
calóricos deberían ser determinados de manera individual, ya que es importante que exista
equilibrio entre el nivel de actividad y la ingestión energética.
Con el paso de los años la masa ósea disminuye en ambos sexos, si bien ésta es más manifiesta
en las mujeres, especialmente posmenopáusicas. En ambos casos se va a producir osteoporosis,
que provoca un aumento en el riesgo de presentar fracturas óseas.
Mala salud bucodental: Las dentaduras en mal estado, la falta de piezas dentales o las
prótesis mal adaptadas van a modificar, en gran medida, los hábitos dietéticos de los
mayores, ya que les imposibilitan la ingestión de determinados alimentos7 (p. ej., la
carne, que les es casi imposible de masticar). Así, van a elegir alimentos de consistencia
blanda, obviando otros de un elevado valor nutricional por los problemas que ocasiona
su ingestión.
Anorexia: Generalmente la falta de apetito, sin causa que lo justifique, es un signo de
detección temprana de una enfermedad. Muchos mayores tienen etapas en las que se
despreocupan de su alimentación. Esto desencadena un descenso del aporte nutritivo y
en el agravamiento de patologías existentes o la aparición de otras nuevas.
Descenso de los ingresos: El descenso de los recursos económicos es un suceso común
a la mayoría de los ancianos, así, una reducción en los ingresos condiciona un menor
presupuesto para la adquisición de alimentos, lo que ocasiona que la nutrición sea
insuficiente y en ocasiones deficitaria en determinados nutrientes.
Procesos patológicos: Diversas enfermedades van a alterar la absorción, el metabolismo
y la utilización de nutrientes, incrementando en ocasiones sus requerimientos. El
consumo múltiple y continuado de fármacos hace que se produzcan interacciones entre
fármacos y nutrientes; por tanto, es importante valorar cada caso de manera
individualizada.
Deterioro sensorial y minusvalías: La agudeza visual, el olfato y el sentido del gusto
disminuyen con el paso de los años, produciéndose a veces una falta de interés por la
preparación y el consumo de determinados alimentos y, como consecuencia, una falta
de apetito. Por tanto, son recomendables las preparaciones culinarias sencillas que
tengan una presentación vistosa. El empleo de hierbas aromáticas puede contribuir a
reforzar el sabor y el aroma de los alimentos haciéndolos más apetecibles.
Las discapacidades y minusvalías en el anciano a menudo plantean problemas tanto en
la adquisición y preparación como en la ingestión de los alimentos.
BIBLIOGRAFIA
1. Gutiérrez L, Picardi P, Aguilar S, Ávila J, Menéndez J, Pérez A. Gerontología y
nutrición del adulto mayor. 2010. 1-412 p.
2. Gil Gregorio P, Ramos Cordero P, Cuesta Triana F, Mañas Martínez MC, Cuenllas Díaz
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anciano. Sociedad Española de Geratría y Gerontología. 2013.
5. Pérez Ríos M, Ruano Raviña A. La nutrición en el anciano [Internet]. Vol. 22, Offarm.
Doyma; 2003 [citado 27 de abril de 2019]. 100-106 p. Disponible en:
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-la-nutricion-el-anciano-13047750
6. Román Martínez Álvarez J, Ramos Cordero P, Paz Redondo del Río D, Alicia Camina
Martín D, Beatriz de Mateos Silleras D, Rosa López Mongil D, et al. ALIMENTACIÓN,
NUTRICIÓN E HIDRATACIÓN EN ADULTOS Y MAYORES [Internet]. [citado 27
de abril de 2019]. Disponible en: www.segg.es
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Disponible en:
http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/salud/guias_salud/adultos_mayores/Guia_adulto
smay_nutricion.pdf