Tema 8-El Planeamiento Urbanístico

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BLOQUE 3º.

URBANISMO

CAPÍTULO 12. EL PLANEAMIENTO


URBANÍSTICO
1. EL PLANEAMIENTO URBANÍSTICO
Por planteamiento territorial y urbanístico se entiende aquella
operación técnica con reflejo documental por la que:
1. se anticipa la utilización y usos que ha de darse a un
determinado territorio, y,
2. se concreta el alcance del derecho de edificar.
El planeamiento territorial lo es a escala más amplia y el
urbanístico a escala más reducida (normalmente del ámbito
municipal).
Los Planes son proyectos de obra pública para diseñar un
conjunto de instrumentos que anticipen y controlen todas las
operaciones y todos los usos que puedan desarrollarse sobre el
territorio.
En la actualidad, la competencia para regular el planeamiento
(instrumentos de ordenación territorial y urbanística) corresponde a
las Comunidades Autónomas y están recogidas en sus respectivas
Leyes. Se trata de una planificación superior o estratégica que
permite condicionar y controlar desde las Comunidades Autónomas,
los planes de ordenación municipales, que son los propiamente
urbanísticos, pues en ellos se anticipan todas las operaciones
necesarias para reformar o ampliar la ciudad.

A) Las indisponibles competencias estatales


Lo dicho anteriormente no supone que el Estado no pueda imponer
por sí mismo algún tipo de planificación o determinar la ubicación de
una infraestructura. Por el contrario, puede ejercitar sus
competencias sectoriales haciendo uso de los instrumentos que
estime idóneos (como el denominado Plan Director de
Infraestructuras), así como establecer las adecuadas fórmulas de
coordinación adoptadas en el ejercicio de tales competencias.
La Ley del Suelo supone una cierta recuperación de la
competencia del Estado, que se refleja en numerosas
prescripciones sobre ordenación territorial y urbanismo (como la
obligación de someter a evaluación medioambiental todos los
Planes y programas que se elaboren con respecto a la ordenación del
territorio urbano y rural, o la ubicación del suelo), derivadas
mayormente de la incorporación a nuestro Ordenamiento Jurídico de
la normativa comunitaria.
Igualmente, la participación de la Administración General del
Estado en los procedimientos de ordenación territorial y urbanística
también se recoge en la disposición adicional 8ª de la Ley del
Suelo.

B) Las relaciones entre los instrumentos de ordenación


territorial y urbanística. Naturaleza jurídica

Relaciones entre los instrumentos de ordenación territorial y


urbanística:
La competencia sobre ordenación territorial y planeamiento
urbanístico más detallado o específico corresponde a las
Comunidades Autónomas y a los municipios.
Las relaciones entre los Planes de carácter supralocal o directivo que
emanan de las Comunidades Autónomas en relación con los
municipales se basan en el principio de jerarquía. Los
instrumentos de ordenación territorial o directivas de la
Comunidad Autónoma vinculan la redacción de los Planes de
urbanismo propiamente dichos, que son los Planes Generales
Municipales. A su vez, los Planes Parciales no pueden redactarse sin
acomodarse a un Plan General Municipal o a las Normas Subsidiarias
del Planeamiento.

Naturaleza jurídica de los Planes:


¿Cuál es la naturaleza jurídica de los planes? Al margen de los planes
territoriales estatales o de las Comunidades Autónomas que se
aprueban con normas con rango de Ley, a los planes generales de
ordenación municipal, la doctrina mayoritaria les otorga carácter
normativo, dado que contienen prescripciones vinculantes tanto para
la Administración como para los particulares, lo que confirma el art.
134 del Texto articulado de 1992: «los particulares, al igual que la
Administración, quedarán obligados al cumplimiento de las
disposiciones sobre ordenación urbana contenidas en la legislación
urbanística aplicable y en los Planes, Programas de Actuación
Urbanística, estudios de detalle, proyectos, normas y ordenanzas
aprobadas con arreglo a la misma». La concepción del plan como
norma más que como acto administrativo domina también en la
jurisprudencia (STS de 22 de mayo de 1974, de 2 de octubre de
1979, de 29 de septiembre de 1980 y de 11 de febrero de 1991) y ha
sido reconocida así mismo por el Consejo de Estado (Dictamen de 11
de julio de 1974). Se trata, en todo caso, de una tesis discutible,
puesto que, en sus escalas inferiores, sobre todo a partir de la
figura del plan parcial, tiende a desdibujar la naturaleza
reglamentaria y general y aflorar la concreción y
particularismo propio de los actos administrativos.

Cee) Los riesgos del planeamiento municipal


El principal riesgo que conlleva es la discrecionalidad en la
determinación del suelo urbanizable frente al que no tiene esta
condición y sus aprovechamientos edificatorios.
En el urbanismo del s. XIX los proyectos de reforma debían ser
aprobados por el Ministerio del Interior. Hoy, por el contrario, la
autonomía local atribuye a los Ayuntamientos la competencia
en la redacción, tramitación y, en buena medida, en la
aprobación definitiva de sus propios Planes, algo inconcebible y
sumamente peligroso dado el alto nivel de minifundismo municipal en
España (el 44% de los municipios españoles tiene menos de 500
habitantes).
Por tanto, no resulta razonable ni conveniente poner en manos de
estos mini-municipios el planeamiento urbanístico porque, aparte de
la incapacidad para ello de la mayoría, nadie debe ser planificador
y, al mismo tiempo, interesado directo en el planeamiento.
La conciencia de esa peligrosa competencia municipal ha llevado a la
legislación autonómica a tratar de condicionar el poder municipal
sobre el planeamiento, superponiendo a éstos otros Planes o
directivas de ordenación territorial de ámbito superior aprobados por
Leyes autonómicas, vinculantes para los municipios.

2. CLASES DE PLANES O INSTRUMENTOS DE ORDENACIÓN


TERRITORIAL Y URBANÍSTICA
El Ordenamiento Jurídico urbanístico aborda la ordenación del
territorio mediante 2 clases de planes:
1. Los Planes de Ordenación territorial o supramunicipal, y,
2. Los Planes Generales de Ordenación Municipal.

A) Los planes supramunicipales


Una figura general de planeamiento que adopta la mayoría de las
leyes autonómicas es la de las directrices territoriales. No se descarta
tampoco la acción sectorial en este marco territorial bajo la fórmula
de planes territoriales sectoriales o de programas o de ordenación del
medio físico natural tendentes a asegurar la protección específica del
suelo no urbanizable.
A destacar que la regulación de estos instrumentos de ordenación
territorial, directrices territoriales o planes, pone especial cuidado en
diferenciar las determinaciones contenidas según su respectivo valor
de eficacia frente a los inferiores planes municipales; es decir, se
distingue por materias entre las que son vinculantes en sus propios
términos, de aquellas otras en que obligan sólo respecto de los fines
y objetivos perseguidos al margen de las técnicas arbitradas para ello
y, en fin, en otros casos las prescripciones previstas son simplemente
orientativas o de mera recomendación.

B) Los planes municipales. El plan general de adecuación


Los planes urbanísticos propiamente dichos comienzan por:
1. El Plan General Municipal, o,
2. Las normas complementarias, o,
3. Las normas subsidiarias del Planeamiento en el municipio sin
plan, y continúan con los Programas de Actuación Urbanística,
Planes Parciales, Planes especiales, Estudios de Detalle.
En esta exposición nos limitaremos a los instrumentos de ordenación
urbanística local que, por lo ya dicho, están subordinados a los
diversos instrumentos de ordenación territorial autonómicos. Y es que
el Plan General Municipal de Ordenación es, a la vez, un Plan
originario (en el sentido de que su formación no requiere la
preexistencia de ningún tipo de Plan), pero al mismo tiempo
necesario, pues sin él no cabe el desarrollo pleno del sucesivo
proceso de planeamiento y la realización, con base en el mismo, de la
actividad urbanizadora y edificatoria.
En cuanto a su ámbito, el Plan General de Ordenación ordena
urbanísticamente el término municipal, pero puede abarcar la
ordenación de más de un término municipal, lo que tiene lugar
cuando sea conveniente la extensión de la zona de influencia de un
municipio sobre otros y, asimismo, cuando sea procedente la
ordenación urbanística de una comarca.
En el Plan General de Ordenación se incluyen las prescripciones más
importantes del planeamiento urbanístico propiamente dicho, lo que
comprende:
1º. La clasificación del suelo.
2º. La definición de los elementos fundamentales de la
estructura general de la ordenación urbanística del territorio.
3º. El programa para su desarrollo y ejecución.
4º. El plazo mínimo de su vigencia.
Como la función del Plan General de Ordenación es distinta en cada
una de las clases de suelo objeto de ordenación, además de las
determinaciones generales aplicables a todo el suelo comprendido en
su ámbito, ha de contener determinaciones específicas para dichas
clases.
Las determinaciones generales se refieren a la clasificación del
suelo (urbano, urbanizable, no urbanizable) y a su calificación
urbanística (residencial, industrial, etc.), delimitación de áreas de
reparto de cargas y beneficios y fijación de los aprovechamientos tipo
o medio, usos, intensidades y tipologías edificatorias, estructura
general y orgánica del territorio integrada por elementos
determinantes del desarrollo urbano y, en particular, los sistemas
generales de comunicación, espacios libres destinados a parques y
zonas verdes públicos, medidas para la protección del medio
ambiente, conservación de la naturaleza y defensa del paisaje,
elementos naturales y conjuntos urbanos e históricos, señalamiento
de las circunstancias con arreglo a las cuales sea procedente, en su
momento, la revisión del Plan y plazos para la aprobación del
planeamiento parcial.

Funciones:
1ª. En el suelo urbano, donde ya existe por definición una
urbanización y ordenación anterior, el plan la completará o
modificará de tal modo que quede reglamentado el uso de los
terrenos y las edificaciones. El Plan General opera, pues, en
suelo urbano como un plan directamente ejecutivo, no
necesitado de desarrollo a través de un Plan Parcial, por lo que
debe prever una ordenación detallada directamente aplicable.
2ª. En el suelo urbanizable programado o delimitado, el
Plan General debe contener una programación para la
conversión de suelo rústico en urbanizado, proceso que será
activado por los Planes Parciales, cuya aprobación es conditio
sine qua non para abordar las obras de urbanización y de
edificación. De acuerdo con ello, el objeto específico del Plan
General en esta clase de suelo será «definir los elementos
fundamentales de la estructura general de la ordenación
urbanística del territorio; establecer, según sus categorías, una
regulación genérica de los diferentes usos globales y niveles de
intensidad y fijar los programas de desarrollo a corto y medio
plazo, referidos a un conjunto de actuaciones públicas y
privadas».
3ª. Por contra, en el suelo urbanizable no programado o
no delimitado el Plan General debe regular la forma y
condiciones con que esta clase de suelo podrá incorporarse al
desarrollo urbano mediante los correspondientes Programas de
Actuación Urbanística, o por los ahora denominados planes de
sectorización.
4ª. Por último, en el suelo no urbanizable la función
específica del Plan General consiste en la preservación de dicho
suelo del proceso de desarrollo urbano y, en su caso, el
establecimiento de las medidas de protección del territorio y del
paisaje que se estimen precisas para la conservación y
protección de todos y cada uno de sus elementos naturales,
bien sea el suelo, la flora, la fauna o paisaje, con el fin de evitar
su degradación y de las edificaciones y parajes que por sus
características especiales lo aconsejen. De aquí que el Plan
General pueda limitarse a la simple clasificación de parte del
territorio como suelo no urbanizable o, además de esa
clasificación, dictar normas de protección.

Contenido:
1. Los Planes Generales deberán incluir un Programa de
Actuación que contenga las previsiones para la efectiva
realización en el tiempo de las determinaciones del Plan en
general y, fundamentalmente, las referidas al suelo urbano y el
suelo urbanizable programado o delimitado.
2. La Memoria es el documento explicativo y justificativo de los
contenidos del Plan General. Es, con otras palabras, su
motivación. Como dice la Sentencia del Tribunal Supremo de 9
de julio de 1991, «no se trata de un documento accidental que
pueda existir o no, sino una exigencia insoslayable de la Ley,
ya que la profunda discrecionalidad del planeamiento, producto
normativo emanado de la Administración y que pese a ello está
habilitado para regular el contenido de la propiedad […], explica
la necesidad esencial de la Memoria como elemento
fundamental para evitar la arbitrariedad. De su contenido ha de
fluir la motivación de las determinaciones del planeamiento».
3. El contenido económico del Plan General se ha de reflejar en un
Estudio económico y financiero sobre la evolución del coste
de la ordenación prevista y de los recursos públicos y privados
con que se cuenta para hacerle frente.
4. El texto refundido de la ley del suelo de 2008 introduce ahora,
como documentos específicos que encajan en el Plan General
de Ordenación, según vimos, el informe de sostenibilidad
que deberá incluir un mapa de riesgos naturales del ámbito
objeto de ordenación. Asimismo se refiere a un informe o
memoria de sostenibilidad económica, en el que se ponderará
en particular el impacto de la actuación en las Haciendas
Públicas afectadas por la implantación y el mantenimiento de
las infraestructuras necesarias o la puesta en marcha y la
prestación de los servicios resultantes, así como la suficiencia y
adecuación del suelo destinado a usos productivos.

Cee) Las normas de ordenación complementarias y subsidiarias


del planeamiento
Tienen por objeto 1completar las deficiencias de los Planes
Generales o 2suplir la ausencia de éstos, proporcionando un
mínimo de ordenación. Por tanto, tienen la misma naturaleza
(reglamentaria) que los Planes a los que suplen y complementan, y
su mismo rango jerárquico.
Límite: No podrán modificar la calificación del suelo ni alterar
las determinaciones (generales y/o específicas) de los Planes que
complementen.
1º. Finalidad Suplir la falta de Planeamiento general:
1. Limitadamente a un municipio (normas Subsidiarias de
ámbito municipal).
2. O para la totalidad de una provincia o parte de ella
(normas Subsidiarias con ámbito provincial).

2º. Contenido Deben contener las determinaciones


precisas en orden a la clasificación y uso pormenorizado
del suelo, e incluir los planos necesarios para asegurar su
operatividad y eficacia.

D) Los Programas de Actuación Urbanística


Los Programas de Actuación Urbanística (Plan de Actuación
Urbanística) tienen por objeto la ordenación del suelo
urbanizable no programado.
Los Planes de Actuación Urbanística nacen unidos a la idea del
urbanismo concertado y sobre la distinción entre:
1. suelo urbanizable programado (una pequeña parte y la de
mayor valor que se reserva a los propietarios para su
desarrollo en Planes Parciales y sistema de
compensación), y,
2. suelo urbanizable no programado (terrenos más alejados
de los núcleos y normalmente de menor valor), a
desarrollar por los Planes de Actuación Urbanística.
1º. Contenido Los Planes de Actuación Urbanística deben
incluir todas las determinaciones propias de los Planes
Generales.
2º. Finalidad Aumentar la oferta del suelo cuya escasez
deriva, en parte, de la restricción de lo urbanizable programado
a una parte muy pequeña del territorio.

E) Los Planes Parciales


El Plan Parcial es el último escalón del planeamiento operativo. Su
objeto es el suelo clasificado como urbanizable (programado o
delimitado), para 1desarrollarlo mediante la ordenación
detallada de una parte del Plan General y 2desarrollar los Plan
de Actuación Urbanística.
Con el Plan Parcial comienza la fase de ejecución del
Planeamiento (construcción de infraestructuras), siguiendo la
edificación de los solares conforme a lo que determinen las
correspondientes licencias de construcción.
El Plan Parcial puede completarse o adaptarse a través de un
Estudio de Detalle.

Contenido:
1º. La asignación y ponderación relativa de los usos
pormenorizados y tipologías edificatorias.
2º. Delimitación de las zonas y la división en unidades de
ejecución.
3º. Reservas de terrenos para parques y jardines, zonas
deportivas y de recreo y expansión, centros culturales y
docentes.
4º. Emplazamientos reservados para templos, centros
asistenciales y sanitarios y demás servicios de interés público y
social.
5º. Trazado y características de la red de comunicaciones, de
las galerías y redes de abastecimiento de agua, alcantarillado,
etc.
6º. Evaluación económica de la implantación de los servicios
y de la ejecución de las obras de urbanización. Y,
7º. El Plan de Etapas, para el desarrollo de las
determinaciones del Plan, con fijación de los plazos para
dar cumplimiento a los deberes de cesión,
equidistribución y urbanización de las unidades de
ejecución que comprenda el sector, y de solicitud de
licencia de edificación una vez adquirido el derecho al
aprovechamiento urbanístico.
Además, los Planes Parciales de urbanizaciones de iniciativa
particular deberán precisar:
1. El modo de ejecución de las obras de urbanización.
2. Su contenido documental (planos de información, de
proyecto, estudios justificativos, etc. ).

F) Planes Especiales y Catálogos


Los Planes Especiales son planes sectoriales y tienen el carácter de
derivados, pues requieren de la existencia de un planeamiento
superior. No podrán sustituir a los Planes Territoriales, a los
Generales Municipales ni a las Normas Complementarias y
Subsidiarias del Planeamiento, por lo que no podrán clasificar
suelo.
Su objeto es establecer las estructuras básicas relativas a:
1. Las comunicaciones terrestres, marítimas y aéreas;
2. El abastecimiento de aguas, saneamiento, suministro de
energía y otras análogas;
3. La ordenación de recintos y conjuntos histórico-
artísticos;
4. La protección del paisaje, de las vías de comunicación,
del suelo y del subsuelo, del medio urbano, rural y
natural, para su conservación y mejora en determinados
lugares y cualesquiera otras finalidades análogas.
Para ello, pueden hacerse acompañar de los Catálogos, que son
instrumentos complementarios que contendrán relaciones de
los monumentos, jardines, Parques Naturales o paisajes que,
por sus singulares valores o características, hayan de ser objeto de
una especial protección.

G) Estudios de Detalle
Tienen por objeto 1completar o 2adaptar las determinaciones
establecidas en los Planes Generales (suelo urbano) y en los
Planes Parciales.
Finalidad. Señalamiento de alineaciones y rasantes y/o la
ordenación de los volúmenes de acuerdo con las especificaciones
del Planeamiento, manteniendo siempre las determinaciones
fundamentales de éste, sin alterar el aprovechamiento que
corresponde a los terrenos comprendidos en el estudio. No podrán
ocasionar perjuicio ni alterar las condiciones de la ordenación
de los predios colindantes.
Como su formulación es potestativa, se discute si los Estudios de
Detalle forman o no parte del Planeamiento, o si se integran en los
documentos de ejecución del mismo Por la circunstancia de que los
Estudios de Detalle sirven a la definición última de los
contornos del derecho de edificar, precisando los volúmenes de
edificabilidad, cabe entenderlos como Planes.

H) Proyectos de delimitación de suelo urbano


Deben formularse por los municipios que carezcan de
instrumento de Planeamiento General.
El Proyecto de Delimitación de Suelo Urbano marca el
perímetro de los terrenos que deban ser comprendidos en el
mismo (por contar con acceso rodado, abastecimiento de agua,
evacuación de aguas y suministro de energía eléctrica, o por estar
comprendidos en áreas consolidadas por la edificación al menos en la
mitad de la superficie), quedando el resto del suelo como suelo no
urbanizable.
No es un auténtico Plan, sino un medio a través del cual se
constata, aplicando los criterios obligatorios de la Ley del Suelo, qué
suelo es suelo urbano, y qué otro, por exclusión, es suelo no
urbanizable; todo ello para aplicar a esos suelos, automática e
inexorablemente, la ordenación directa, obligatoria y exacta que, a
falta de Planeamiento, determine la legislación.
No obstante, la inexistencia del Planeamiento General no
impide la actividad constructora en el suelo urbano, por lo que
el Proyecto de Delimitación, además de señalar el perímetro de los
terrenos comprendidos en suelo urbano, podrá también contener
determinaciones sobre alineaciones del sistema viario
existente, completando las insuficiencias de dicho sistema, así
como la reglamentación de las condiciones de edificación
contenida en las correspondientes Ordenanzas.

i) Los proyectos de urbanización


Son proyectos de obras cuya finalidad es llevar a la práctica, en
suelo urbano, las determinaciones correspondientes de los
Planes Generales, y en suelo urbanizable, las propias de los
Planes Parciales. También pueden ser necesarios para la ejecución
de Planes Especiales de Reforma Interior.
Son a la urbanización lo que las licencias de obras son para la
edificación de los solares resultantes de aquélla. Por ello, no
pueden contener determinaciones sobre ordenación, régimen del
suelo o de edificación, ni modificar las previsiones del Plan que
desarrollan.
En cambio, sí pueden efectuar las adaptaciones de detalle exigidas
por la ejecución material de las obras (detallando y programando las
obras con la precisión necesaria para que puedan ser ejecutadas por
técnicos distintos del autor del proyecto, etc. ).

3. ELEMENTOS REGLADOS Y DISCRECIONALIDAD EN LA


PLANIFICACIÓN
La planificación urbanística es una actividad administrativa de
carácter técnico, regida por los criterios que proporciona el
urbanismo como disciplina científica. Jurídicamente esos criterios
no son directamente vinculantes, salvo a través del principio
general del Derecho Administrativo, que obliga a la Administración a
actuar racionalmente.
Desde la Ley del Suelo de 1956, la elaboración de los Planes quedó
prácticamente entregada a la discrecionalidad del buen (o mal) hacer
urbanístico de cada planificador y a las correspondientes presiones de
los intereses del entorno.

A) Los estándares urbanísticos

Los estándares urbanísticos son indicadores numéricos de un


determinado nivel de equipamiento de una zona a urbanizar y
edificar. Imponen una mayor vinculación técnica, y por ello,
reducen la discrecionalidad administrativa y permiten un
mayor control de la legalidad de los Planes posteriores en la
cadena del Planeamiento (que incurrirían en nulidad si se aprueban
contrariando lo dispuesto en los estándares).
Los estándares urbanísticos están previstos en la legislación
autonómica. No obstante, la Ley del Suelo impone uno de carácter
general: Destinar suelo adecuado y suficiente para usos
productivos y para uso residencial, con reserva de una parte
proporcionada a vivienda sujeta a un régimen de protección
pública que permita establecer su precio máximo en venta,
alquiler u otras formas de acceso a la vivienda.
Esta reserva se determinará por la legislación sobre ordenación
territorial y urbanística y, como mínimo, comprenderá los terrenos
necesarios para realizar el 30% de la edificabilidad residencial
prevista por la ordenación urbanística en el suelo que vaya a
ser incluido en actuaciones de urbanización. No obstante, dicha
legislación podrá también fijar o permitir excepcionalmente una
reserva inferior para determinados municipios o actuaciones.

B) Las determinaciones legales de directa aplicación


Las instalaciones, construcciones y edificaciones deben
adaptarse al ambiente en que estuvieran situadas, a tal efecto, en
los lugares de paisaje abierto y natural, en las perspectivas
que ofrezcan los conjuntos urbanos de características
histórico-artísticas, y en las inmediaciones de las carreteras y
caminos de trayecto pintoresco, no se permitirá que la
situación, masa, altura de los edificios, muros y cierres, o la
instalación de otros elementos, limite el campo visual para
contemplar las bellezas naturales o rompa la armonía del
paisaje.
Para ello, la Ley del Suelo debe adecuarse a las disposiciones
contenidas en otras normas, como la Ley de Carreteras, de Costas o
de Navegación aérea.

Cee) La reducción de la discrecionalidad en la elaboración de


los planes y su control judicial
A pesar del incremento de los elementos reglados que
condicionan el ejercicio de la potestad de planificación, y cuyo control
judicial ejercen los Tribunales Contencioso-administrativos son
muchos aún los márgenes de discrecionalidad y las tentaciones
que en un urbanismo de obra privada y discriminatorio como el que
tenemos, se ofrecen al planificador.
Tanto la Doctrina como la Jurisprudencia se han planteado la grave
cuestión de las formas de control de la discrecionalidad mediante
la apreciación o valoración de los hechos determinantes:
1. Por la vía de verificar la existencia y realidad de los
hechos y de su calificación jurídica por parte de la
Administración
2. Empleando los Principios Generales del Derecho:
1º. Prohibición de la arbitrariedad. Afecta a aquellas
decisiones administrativas. que respetan la legalidad, pero
que son absurdas, ilógicas, y no conformes con las mínimas
exigencias de la racionalidad.
2º. Principio de proporcionalidad. Exigencia de equilibrio
y ponderación entre los intereses generales y los particulares
implicados en la ordenación urbanística.
3º. Principio de igualdad. Si bien la desigualdad es algo
consustancial al plan de urbanismo, ésta ha de ser
justificada y compensada.

4. LA PRIVATIZACION DEL PLANEAMIENTO. LOS CONVENIOS


URBANÍSTICOS.

Los Convenios urbanísticos de planeamiento suponen el


reconocimiento legal de acuerdos y pactos, por parte de la
Administración titular del derecho a urbanizar, y por parte de
los propietarios y promotores, que condicionan la potestad del
Planeamiento urbanístico.
La práctica de los Convenios de planeamiento ha sido el motor y
guía orientadora de las estrategias municipales del
planeamiento: Se llega a acuerdos con los promotores o
propietarios interesados, y después se plasma lo acordado en
los Planes. Es decir, el objeto de los Convenios es el ejercicio de
potestades administrativas, mediante las cuales se pactan el
modificaciones del Planeamiento entre Ayuntamientos y
promotores/particulares interesados, asumiendo estos
particulares cesiones no previstas en la Ley.
Nuestra Jurisprudencia, que se venía enfrentando a reclamaciones
de propietarios promotores contra el incumplimiento del Convenio por
la Administración, o de terceros que pretendían la anulación del
Planeamiento precisamente por no haberse ajustado la
Administración a un Convenio previo, ha establecido que no son
constitutivos de un delito de prevaricación, sino contratos que,
o se cumplen, o se indemnizan los daños y perjuicios derivados
de su incumplimiento, equiparándolos a contratos válidos.
Además, la legislación autonómica reconoce y solemniza la forma de
su tramitación, por lo que estamos ante una nueva modalidad de la
planificación, la Planificación contractual.
La Ley del Suelo ni admite ni condena explícitamente los Convenios,
manteniendo la confusión precedente.
El profesor Parada opina que los Convenios deberían estimarse
nulos de pleno derecho por no ser el Planeamiento susceptible
de transacción o condicionamiento alguno.

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