QHAPAQNANSISTEMAVIALANDINO

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 254

“Los yndios de las prouincias del perú es gente muy

diestra en hacer e abrir caminos e calzadas e


fortalezas y otros edificios de piedra e tapieria e de
sacar agua de acequia tanto que visto que los
edificios dizen que nos hazen mucha ventaja a
nosotros ….”

Carta a Carlos V, por el Licenciado Espinoza el 10 de


octubre de 1533.

El año 2001 se inicia un complejo y largo proceso


ante UNESCO, primero inscribiendo el Qhapaq Ñan,
Sistema Vial Andino en la Lista Indicativa, uniendo en
este proyecto a los países actuales que conformaron
el Tawantinsuyu: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia,
Ecuador y Perú. Luego se construyó el expediente de
candidatura del Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino, y
la UNESCO lo inscribió en la Lista de Patrimonio
Mundial, en Doha – Qatar, el 21 de junio de 2014, en la
categoría de Itinerario Cultural.

Un insumo de crucial importancia fue el texto


desarrollado por los doctores Luis G. Lumbreras
Salcedo (Perú), Myriam Noemí Tarragó (Argentina) y
Victoria Castro Rojas (Chile), y que hoy presentamos
en formato de libro para el acceso del público en
general.

De cara al Bicentenario, para reconocernos como


sociedad de altos logros en el contexto mundial y de
todos los tiempos, este libro es un ejemplo del camino
de la hermandad, como testimonio de lo que fuimos
capaz de realizar en el pasado y que si activamos
ese espíritu transformador que portamos todos los
andinos de hoy, podemos cambiar nuestra realidad
y construir un mundo mejor para nuestros hijos y las
generaciones venideras.
QHAPAQ ÑAN
SISTEMA VIAL ANDINO
QHAPAQ ÑAN
SISTEMA VIAL ANDINO

Luis G. Lumbreras / Myriam Tarragó / Victoria Castro


© QHAPAQ ÑAN. SISTEMA VIAL Ministro de Cultura
ANDINO Alejandro Neyra Sánchez
Luis Guillermo Lumbreras Salcedo
Myriam Noemí Tarragó
Victoria Castro Rojas Viceministra de Patrimonio Cultural e
Industrias Culturales
© De esta edición:
Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco Leslie Urteaga Peña
Calle Maruri 340, Palacio Inka del Kusikancha.
Cusco Coordinador General de la Secretaría Técnica
Central telefónica (051) - 84 - 582030
Proyecto Qhapaq Ñan Sede Cusco del Qhapaq Ñan - Sede Nacional
1a. edición - Noviembre 2020 Elías Mujica Barreda

Revisión y edición:
Elías Mujica Barreda Coordinador del Área de Gestión y Supervisión
Carlos Rengifo Chunga de Áreas Declaradas Patrimonio Mundial,
Octavio Fernández Carrasco Qhapaq Ñan - Sede Nacional
Axel E. Nielsen
Ricardo Chirinos Portocarrero
Corrección ortográfica y de estilo:
Carlos Rengifo Chunga Director de la Dirección Desconcentrada
Juan Carlos Bondy
de Cultura Cusco
Diagramación: Fredy Escobar Zamalloa
Saúl E. Ponce Valdivia

Diseño de Portada: Coordinador General de la Secretaría Técnica


Saúl E. Ponce Valdivia del Qhapaq Ñan, DDC Cusco
Octavio Fernández Carrasco
Imagen de portada:
Intihuatana de Pomacocha, distrito de Vischongo,
provincia Vilcashuamán, Ayacucho. Foto Gerardo Coordinador del Área de Uso Social
Quiroga, Qhapaq Ñan Perú. del Qhapaq Ñan, DDC Cusco

ISBN: Anthony Cáceres Olarte


Hecho el Depósito legal en la Biblioteca
Nacional del Perú N°

Impreso en:
GD Impacto S.A.C.
Calle Mártir Olaya 129, Of 1905
Miraflores - Lima
Tiraje, 1000 ejemplares

Impreso en Perú
Printed in Perú
Perú suyupi ruwasqa

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier medio o procedimiento sin autorización expresa y por
escrito de los editores. y de la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco
Estados Parte de los seis países Qhapaq Ñan,
Sistema Vial Andino

Argentina: Ministerio de Cultura | Secretaría de Patrimonio


Cultural | Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano

Estado Plurinacional de Bolivia: Ministerio de Culturas


y Turismo

Chile: Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio


de Chile | Subsecretaría del Patrimonio Cultural | Servicio
Nacional del Patrimonio Cultural

Colombia: Ministerio de Cultura | Instituto Colombiano


de Antropología e Historia | Universidad de Nariño (ICANH)

Ecuador: Ministerio de Cultura y Patrimonio | Instituto


Nacional de Patrimonio Cultural (INPC)

Perú: Ministerio de Cultura | Dirección Desconcentrada


de Cultura del Cusco

Secretarías Técnicas del Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Argentina: Victoria Ayelén Sosa


Estado Plurinacional de Bolivia: Leonor Cuevas Verduguez
Chile: Claudia Prado Berlien
Colombia: Claudia Afanador Hernández
Ecuador: Mónica Bolaños Pantoja
Perú: Elías Mujica Barreda, Sede Nacional y
Octavio Fernández Carrasco, Sede Cusco
Sumario

Presentación 11
Prólogo 13
Introducción 17

1. El Tawantinsuyu o Imperio Inca 21


1.1. Las jerarquías políticas anteriores al Tawantinsuyu 22
1.2. Origen del Tawantinsuyu 51
1.3. La expansión territorial de los incas 66
1.4. La sociedad inca 73
1.5. La economía en el Tawantinsuyu 77
1.6. Estructura político-administrativa 87
1.7. Las lenguas habladas en el Tawantinsuyu 90

2. El Qhapaq Ñan 95
2.1. Las rutas del Qhapaq Ñan 112
2.1.1. El Chinchaysuyu 112
2.1.1.1. El camino de la costa 129
2.1.2. El Kuntisuyu 138
2.1.3. El Antisuyu 139
2.1.4. El Qollasuyu 140
2.2. Usos del Qhapaq Ñan y formas de recorrerlo 168
2.3. La construcción del Qhapaq Ñan 174

3. Historia de la investigación del Qhapaq Ñan en relación 221


con las fuentes de investigación

4. Respecto al Qhapaq Ñan en la actualidad 225

Bibliografía 233

9
Presentación

El año 2001, el Dr. Valentín Paniagua Curazao, cusqueño él, siendo Presidente Transicional, con
ese espíritu visionario del Perú, el subcontinente y de sus pasado, decidió que uno de los logros
más significativos que forjó la sociedad Andina, se investigara, conservara y pusiera en uso social:
Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, logro que representa los conocimientos, la tecnología, la
gran capacidad transformadora que desarrolló la gente de esta parte del continente americano
y que con justeza se debería inscribir en la Lista de Patrimonio Mundial por sus atributos, con-
diciones y Valores Universales Excepcionales por UNESCO. Con tal propósito generó toda una
normativa con la misión precisa, estructura operativa participativa y los recursos necesarios para
hacer realidad la visión Andina contemporánea de su legado y presente activo.

El Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, es la síntesis, la amalgama de los medios, mecanismos
de comunicación, transporte y circulación de los recursos, bienes, servicios y también, ideales,
sentimientos y utopías de las sociedades de todos los tiempos, que desde sus albores organizó un
territorio tan complejo, diverso y que en los siglos XV y XVI, cuando los occidentales irrumpen el
proceso autónomo americano, había integrado de la forma más dinámica, eficiente y exitosa reali-
dades, condiciones socioculturales y políticas heterogéneas, de un territorio de casi 4 millones de
kilómetros cuadrados. Tal integración fue posible gracias al Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino,
y que posterior a 1532, funcionó disminuido por la implantación de políticas del Estado colonial,
que obedecieron a la lógica y racionalidad eurocéntrica.

El año 2001 se inicia un complejo y largo proceso ante UNESCO, primero inscribiendo el Qhapaq
Ñan - Sistema Vial Andino en la Lista Indicativa, uniendo en este proyecto a los países actuales que
conformaron el Tawantinsuyu: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Activando ese
milenario principio andino de reciprocidad, se construyó el expediente de candidatura del Qhapaq
Ñan – Sistema Vial Andino a la Lista de Patrimonio Mundial, el mismo que se entregó en febrero
del año 2013. Destacamos que el sustento y soporte que le dio a dicho expediente es el discurso
formalizado de los científicos más importantes de latinoamerica: los doctores Luis G. Lumbreras
Salcedo, Myriam Noemí Tarragó y Victoria Castro Rojas, el mismo que presentamos en formato de
libro para el acceso del público en general. Es con dicho soporte que la UNESCO inscribió el Qha-
paq Ñan – Sistema Vial Andino, en la Lista de Patrimonio Mundial, en Doha - Qatar, en el solsticio
de invierno, el 21 de junio de 2014, con la referencia N° 1459, categoría de Itinerario Cultural.

11
De cara al Bicentenario, para reconocernos como sociedad de altos logros en el contexto mundial
y de todos los tiempos, alcanzamos a la sociedad cusqueña, peruana y andina, este libro de Qhapaq
Ñan, Sistema Vial Andino, como testimonio de lo que fuimos capaz de realizar en el pasado y que si
activamos ese espíritu transformador que portamos todos los andinos de hoy, podemos cambiar
nuestra realidad y construir un mundo mejor para nuestros hijos y las generaciones venideras.
Con el deseo que las generaciones actuales lean con una reflexión crítica para fortalecer nuestra
identidad sociocultural y conciencia histórica.

Fredy Escobar Zamalloa


Director de la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco

12
Prólogo

Desde la presencia temprana del hombre en los Andes, se inicia el proceso de configuración de las
rutas y la estructuración territorial, conforme las vocaciones de los territorios, paisajes y recursos;
por otro lado, la necesidad de satisfacer necesidades humanas primarias y también, espirituales.
En este marco, espacios de abundancia de alimentos, animales de caza, pesca sean coyunturales o
permanentes favorecieron construir los senderos de acceso a recursos. La obtención de materia-
les para la elaboración de instrumentos, lugares místicos como las montañas, nevados y volcanes
fueron cruciales y aún hoy lo son. Así empezó la historia de la configuración y consolidación de
los caminos. Con la formación de asentamientos y posteriormente la emergencia de sistemas polí-
ticos integrados y centralizados, muchas de estas rutas se formalizaron. Otras se desarrollaron por
otras necesidades, varios caminos son regionales, interregionales y macroterritoriales.

En los siglos XV y XVI, los cusqueños retomaron, reestructuraron e innovaron la mayoría de la red
vial de lo que sería el Tawantinsuyu o “el mundo de las cuatro regiones”, concordante con la cons-
trucción de un proyecto político de integración panandino, basado en principios de reciprocidad,
se configura una cosmovisión coherente a los intereses de Cusco y locales, y fueron articulados a
una trama ideológica solar y al emblema político que encarnaba el Inca: Waqchakhuyaq o “favo-
recedor de los pueblos”.

El Proyecto Qhapaq Ñan Sede Cusco, se congratula en presentar a la sociedad Andina en general,
el estudio de tres expertos destacados en temas Andinos prehispánicos, los doctores Luis G. Lum-
breras Salcedo, Myriam Tarragó y Victoria Castro que prepararon el presente trabajo para sustentar
el Expediente de Candidatura del Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, a la Lista de Patrimonio
Mundial de la UNESCO, el mismo que se logró y celebramos oportunamente los pueblos Andinos.
Los autores desarrollan un discurso desde una perspectiva diacrónica para develar los diferentes
procesos diferenciados y acotan lo gravitante en la complejidad y discontinuidad territorial; la bio-
diversidad ecológica de los Andes, la pluriculturalidad y multilingüística de un extenso territorio,
con sistemas sociopolíticos desde los más simples hasta los más complejos. Los autores enfatizan
que tal complejidad fue asumida con respuestas creativas y la generación de estrategias y desarrollos
tecnológicos, organizativos y niveles disciplinarios. Asimismo, perciben modelos sociopolíticos que
delinean políticas públicas, sobre todo, en los escalones superiores del proceso sociocultural en los
Andes relacionados con la edificación de infraestructura vial con componentes diversos y necesarios.

13
Para los autores, el camino no sólo es el eje articulador de territorios, pueblos, culturas, sino, arti-
culador de tiempos y espacios que posibilitan explorar realidades, ámbitos y sociedades como pro-
ceso histórico, desentrañando y develando hechos esenciales de la construcción de un universo,
una lógica y racionalidad, en fin, una cosmovisión singular, diferente a occidente y que los retos y
complejidades que la naturaleza, el territorio le impuso al hombre andino de estas latitudes, éste
con creatividad transformadora, esfuerzo, organización, unidad, disciplina y anhelos permanentes
supo domesticar y humanizar este difícil y complicado territorio del “nuevo mundo”. Como resul-
tado de esa perseverante lucha y trabajo, el legado arqueológico de todos los tiempos, tanto en la
costa, la sierra, el altiplano y la selva y que se coronó previo a la irrupción occidental en 1532, todo
lo edificado y logrado se desarrolló en condición autónoma y que hoy es admirado por propios y
extraños y es ejemplo para el mundo y las generaciones venideras.

A partir y a través del Qhapaq Ñan, los autores recorren nuestro proceso histórico, abscultando
sus características, sus roles, funciones, significado y sus potencialidades, de eje articulador, unifi-
cador de tiempos, espacios, realidades y concreciones socioculturales. El Qhapaq Ñan se presenta
como esencia, símbolo y crisol que doblegó la adversidad y complejidad, lección para hoy y el
futuro, considerando que la unidad, la integración es capaz de lograr el bienestar de los pueblos,
fundado en la solidaridad y la armonía social.

De cara al Bicentenario, se alcanza a la sociedad cusqueña, peruana y andina en general, el pre-


sente libro que desde la perspectiva del Qhapaq Ñan, el camino de la hermandad de los pueblos
andinos, sintetiza con maestría y amenidad paradigmática nuestro proceso histórico autónomo y
que será una fuente e inspiración fundamental para reconocernos como sociedad heredera de una
gran civilización que supo superar con creces las adversidades con capacidad transformadora que
a diferencia de otras latitudes y tiempos, supo vencer y erradicar la miseria y el hambre, que pro-
bablemente, pareciera utópica para las sociedades medievales del viejo mundo, que sin embargo,
entre los siglos XV e inicios del XVI, en esta parte del mundo, fue una realidad.

El Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino, también jugó un rol y función crucial en el proceso eman-
cipador y la independencia de la América Andina, por donde circularon no sólo los combatientes,
sino, también, los ideales, anhelos, sueños libertarios, de justicia y proyectos políticos. Aún hoy,
mantiene tal vitalidad con los trajinantes y gentes que los transitan. Por otro lado, la obra de los
expertos Lumbreras, Tarragó y Castro, constituirán en paradigma y derrotero para profundizar
los estudios no sólo de los caminos, sino, también, de nuestro pasado y presente proyectado hacia
el futuro, para afianzar y configurar nuestra identidad propia y conciencia histórica depurada de
distorsiones y misticismos.

Octavio Fernández Carrasco


Coordinador General del Proyecto Qhapaq Ñan Sede Cusco

14
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

15
“Mapa Mvndi del Reino de las Indias”. Felipe Guamán Poma de Ayala,
Nueva Coronica y Buen Gobierno, 1615.
Introducción

Cuando los españoles llegaron al Perú en 1532, ingresaron a un territorio de más de 4400 kiló-
metros de largo, cruzado por una compleja red vial, que permitía el desplazamiento a través de
caminos bien trazados, por donde circulaban trajinantes y bienes con rapidez y seguridad. Gracias
a ello, los pueblos de todos los extremos del país recibían con prontitud los recursos requeridos
para su bienestar. Asimismo, los incas disponían oportunamente de noticias y medios que hacían
posible una eficiente gestión estatal en ese inmenso territorio, y permitían administrar el trabajo
y la producción de regiones alejadas en decenas, centenas e incluso millares de kilómetros de la
ciudad del Cusco, capital del imperio.

La red caminera tenía como eje la cordillera de los Andes, que se desplaza de norte a sur en para-
lelo al océano Pacífico, a lo largo del borde occidental de Sudamérica. La opción tecnológica de
la época condujo a una solución peatonal. El camino debía facilitar el tránsito de personas a pie,
generalmente acompañadas por recuas de llamas, y conducía a los viajeros por senderos firmes y
bien trazados. Se recorría longitudinalmente la cordillera, salvando las pendientes con el uso de
escalinatas, cruzando las quebradas con puentes, plataformas o extensos tramos elevados, y en los
puntos donde la naturaleza imponía tales soluciones.

La mayor parte de esos caminos fueron habilitados a lo largo de los siglos, a partir de usos y recur-
sos locales, pero, en el siglo XV, pasaron a formar parte de una red articulada, que era el compo-
nente integrador de un proyecto político de alcance multiétnico. Así, la red caminera se ponía al
servicio de la organización de un Estado identificado por los españoles como Imperio de los Incas,
denominado por los incas como Tawantinsuyu y tenía su capital en la ciudad del Cusco.

Desde todos los rincones era posible llegar a la red. Con ella se podía ir a todas partes, y desde
cualquiera de esos lugares al Cusco. Eso generaba una base estructural de gran impacto unificador,
que llamó mucho la atención de los recién llegados, pues equilibraba los contrastes y dificultades
del paisaje andino, agrietado y diverso, donde se registran juntos casi todos los paisajes que hay en
el planeta, desde los ambientes con nieves perpetuas, con páramos y estepas frías en sus vecinda-
des, hasta las quebradas con bosques húmedos o secos, al igual que las sabanas y valles, templados
o cálidos, junto a arenales y desiertos, selvas y bosques siempre verdes, estepas y roquedales. El
sistema vial era un eje articulador que abarcaba cerca de 40 000 kilómetros de una red de caminos,
que en términos de patrimonio arqueológico es, sin duda, el mayor monumento que se conoce en
el continente americano, y es hoy en día compartido por seis países andinos.

17
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

18
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

19
1

El Tawantinsuyu o Imperio inca

Al llegar al Tawantinsuyu, los españoles en- de Gamboa (1572), Miguel Cabello Valboa
contraron una sociedad que funcionaba con (1586), Bernabé Cobo (1653) y otros, trata-
complejos niveles de organización, bajo un ron de estudiar y examinar1.
régimen político que en su momento com-
pararon con el que tuvieron los romanos en Lo que vieron y describieron los espa-
la antigüedad. La constatación de las grandes ñoles, a través de sus cronistas e historiado-
obras de infraestructura vial y de otros cam- res, fue un Estado que tenía su capital en la
pos de la producción, habitualmente asocia- ciudad del Cusco y cuya historia se reducía a
dos a las grandes civilizaciones, hablaba de las noticias que, por medio de cantares y le-
un sistema con capacidad de manejar y mo- yendas, eran transmitidas oralmente. No ha-
vilizar recursos humanos y naturales a gran bía registro histórico escrito. Era una historia
escala. Las noticias que pudieron obtener contada a partir de los hechos de reyes suce-
sobre la forma en que todo aquello se había sivos, cuyos nombres y hazañas la tradición
originado y desarrollado sin que ellos —los recordaba u olvidaba según las circunstancias
europeos— tuvieran conocimiento promovió e intereses políticos. Era, en eso, similar a las
diversas especulaciones sobre el posible arri- historias que los chinos, judíos, griegos, ro-
bo de “pueblos perdidos” de otras latitudes. manos y los propios españoles registraban de
sus periodos legendarios, donde el poder y la
Finalmente, descartadas las más varia- jerarquía de los gobernantes se justificaban a
das especulaciones sobre orígenes extraños, partir de orígenes fantásticos y sobrenatura-
la percepción histórica del Tawantinsuyu
1 Véanse, en el apéndice bibliográfico, las referencias a las
quedó ligada a los incas y al contexto po- principales obras de estos historiadores y cronistas del siglo XVI
lítico y social que los españoles pudieron o inicios del XVII. A ellos deben agregarse los nombres del Inca
Garcilaso de la Vega y Guaman Poma de Ayala, nacidos en el
personalmente conocer y que varios de sus
Perú, mestizo el primero e indígena el otro, así como a Martín
eruditos, como Pedro Cieza de León (1553), de Murúa, que trae un códice similar al de Guaman Poma, pero
Juan de Betanzos (1551), Hernando de San- en colores, y sirve de buena fuente sobre los pueblos de la época.
Hay muchos otros cronistas e historiadores, pero se presentan
tillán (1563), Juan Polo de Ondegardo (1571), solo aquellos que ofrecen descripciones orgánicas sobre la época
Juan de Matienzo (1567), Pedro Sarmiento de los incas y que tuvieron informes directos.

21
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

les, con ilustres antepasados mediatos e in- milenio anterior a nuestra era, se había desa-
mediatos. En el Perú eran los incas del Cusco, rrollado una sociedad urbana de base agraria,
aunque también había historias paralelas de sustentada fundamentalmente en agricultura
los señoríos de Lambayeque y Chimú, pode- de riego, con diversos niveles de compromiso
rosos señores de la costa norte, que habían hidráulico, complementada con una economía
sido sometidos por los incas. marinera muy generosa y un sólido componen-
te ganadero. La explotación de los recursos mi-
nerales, así como el dominio alcanzado sobre las
1.1. Las jerarquías políticas anteriores al fibras animales y vegetales y el aprovechamien-
Tawantinsuyu to de la diversidad biótica andino-amazónica,
permitieron un desarrollo manufacturero muy
El siglo VI fue el escenario de significati- vasto, que hizo de la metalurgia y las artes tex-
vas condiciones de cambio en los Andes cen- tiles, amén del manejo de las arcillas y los tintes
trales, ubicados entre los grados 5 y 16 de la naturales, un espacio social con especialistas de
latitud sur. En ese territorio, desde el tercer diverso grado de calificación.

Fig 1. Mapa del Mar del Sur y el Virreinato del Perú con sus jurisdicciones. Ambito del Tawantinsuyu. Siglo
XVI, Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil, Ecuador.

22
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Ellos fueron los que en el siglo VI ocu- distancia, por mar y tierra, la tendencia era
paban las funciones sociales más destacadas, la creación de formas regionales o locales
de modo que, junto con los especialistas en el de dominio, de modo que se hacían cami-
manejo del culto y las artes religiosas, lograron nos circunscritos al ámbito de manejo de
montar una civilización que tenía a los centros los centros ceremoniales, que mayormente
urbanos de carácter ceremonial como su lugar
de vida. Generalmente había un centro princi-
pal y varios menores en cada valle, aun cuan-
do algunos, como Moche o Tiwanaku, tenían
un compromiso mayor, con dos o más valles
dependientes. Eso debía suponer una estruc-
tura de poder jerarquizada, con señores o jefes
principales y secundarios, a quienes se deben
agregar los miembros “comunes”, que en el si-
glo XVI eran llamados hatunruna (“adultos”),
e identificados como cabezas de familia para
fines tributarios.

Desde los centros ceremoniales, los es-


pecialistas en el culto, constituidos en sabios
asociados al poder de los dioses, mantenían
controles teocráticos derivados de su función
sacerdotal, en forma de jefaturas o señoríos
de diverso grado de poder. Sin duda, los más
poderosos en los primeros siglos de la era
cristiana eran los de los valles ricos de la costa Fig 2. Era anterior a los incas. Guamán Poma de
norte de Lambayeque y Trujillo, seguidos por Ayala, 1615.
los del Callejón de Huaylas y, tal vez, Lima y
Nasca, con un aún más poderoso señorío en
las proximidades del lago Titicaca, en el sur.
Es un poder que se puede apreciar físicamen-
te en las grandes obras públicas levantadas en
los centros ceremoniales, donde destacan es-
pecialmente los templos piramidales y otros
espacios sagrados, como la parafernalia aso-
ciada al culto de los muertos.

El examen arqueológico de ese tiempo Fig. 3. Tiwanaku, Bolivia. vista posterior de la


indica que, si bien existían vínculos de larga “Puerta del Sol”.

23
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 4. Subtramo Camino a Achupallas - Ingapirca, provincias Chimborazo Cañar. Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural. Foto Mónica Bolaños.

cubrían uno o dos valles vecinos. Eso indi- Wari introdujo nuevos modelos de com-
ca un régimen estatal, o de jefaturas, que se portamiento, basados en las formas concre-
rompió en el siglo VI a raíz de la irrupción tas de su existencia, inclinada a la producción
de los waris, que desataron un proceso de manufacturera y la circulación de bienes.
conquista de los centros ceremoniales y su Ayacucho es una tierra donde la producción
ámbito de influencia, e instalaron un pro- agrícola resulta laboriosa y difícil. En cambio,
yecto político de vocación transregional. es abundante en materias primas adecuadas
Dicho proyecto tomó la forma de un Esta- para la manufactura, especialmente textil y
do que incorporó bajo su dominio a pueblos alfarera. Así fue que al desatarse en el siglo
de diversas lenguas y costumbres, en un te- VI una aguda y sostenida crisis agraria en los
rritorio de más de 1500 kilómetros de lar- Andes centrales —debido, entre otras cosas,
go, entre Cajamarca y Piura, por el norte, a cambios climáticos bastante drásticos— los
y Cusco y Arequipa, por el sur, tanto de la ayacuchanos enfatizaron su dominio sobre
sierra como de la costa, con algunos avances esos recursos, especialmente los textiles, para
hacia el oriente amazónico, especialmente enfrentar la crisis. La depresión movilizó a
en la cuenca del río Apurímac. las gentes de todas partes, y provocó guerras

24
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 5. Qollqas de Chacamarca en Junín, Perú. Foto Edgardo Solórzano Palacín, Qhapaq Ñan Perú.

y migraciones que rompieron los modelos de bilizaban los servicios y bienes con ayuda de
desarrollos regionales y locales. los khipus2 y, desde luego, con el apoyo de una
red caminera bien montada, que conectaba
La crisis debilitó a los señoríos de Mo- Wari con sus capitales provinciales, desde
che, Recuay, Lima y Nasca, que pudieron ser Cajamarca hasta Cusco.
incorporados al proyecto expansivo de Wari,
que a su vez encontró en la conquista el me- Los centros ceremoniales fueron progre-
dio gracias al cual podía resolver sus deman- sivamente reemplazados por centros pobla-
das alimentarias y dar un destino óptimo a dos, donde primaban las obras civiles, como
su producción de manufacturas, que experi- palacios y talleres, sobre obras de corte reli-
mentaron un acelerado ascenso. El asunto era gioso, como templos, santuarios y adorato-
disponer del trabajo de los comuneros y las rios. Eso estaba obviamente acompañado de
tierras de los valles conquistados, y a partir cambios en la composición de la población,
de eso obtener los bienes de subsistencia ne- donde una nueva capa de “señores”, segura-
cesarios para el sustento de su población. El mente vinculados a la guerra y la conquista, se
control se ejercía bajo la presencia de funcio- agregó y sobrepuso a la de los sabios especia-
narios ubicados en establecimientos habilita- listas en el culto, los amautas.
dos en las zonas sometidas —como Pikillaqta 2 El khipu o quipu es un sistema de contabilidad hecho a base
en el Cusco, Viracochapampa en Huamachu- de cuerdas polícromas y nudos que, al parecer, se usaba también
como un medio de recordación o memoria, que fue conocido en
co, Willka Waín u Honco Pampa en Huaylas,
pleno uso en el siglo XVI. La versión más primitiva que se conoce,
o Wari Willka entre los wankas— que conta- por ahora, es de la época wari.

25
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 6. Camino Pomata a Puno, a la vera del Lago Titicaca. Foto Qhapaq Ñan Perú.

Los señores de la guerra eran sinchis y los Wari tenía su capital en Ayacucho, y a
funcionarios asociados a las diversas activi- su imagen y semejanza, siguiendo un modelo
dades productivas o de servicios eran kama- formalizado de sus edificios públicos, el im-
yuq (o camayos), mientras que los habitantes perio mandó levantar ciudades menores en
que aportaban su tributo mediante el traba- las cabeceras de los territorios incorporados
jo eran conocidos como mitayuq (o mitayos). a sus dominios, vinculadas mediante la red
Todo indica que, además, se agregaron a ellos caminera que seguía el eje cordillerano. El ca-
los yanacuna (o yanaconas), comunidad do- mino nacía en Wari y se dirigía linealmente
minada y obligada a servir en perpetuidad al hacia el norte, con dirección a Huamachuco y
ayllu del inca y los mitmaq (o mitimaes), que Cajamarca, donde hubo una ciudad en Vira-
eran grupos y a veces comunidades enteras cochapampa, en la cuenca del Crisnejas, y un
trasladadas de un lugar a otro para propósitos santuario en Cerro Amaru.
estatales. En la cuenca del Jequetepeque, se
han hallado pobladores presuntamente lime- Al centro del trayecto estaban los asen-
ños, trasladados en el siglo VIII y mezclados tamientos del Callejón de Huaylas, donde
con los habitantes locales3. fue muy fuerte la presencia Wari, tal como
se aprecia en los centros urbanos de Wi-
llka Waín e Ichic Willka Waín, o también
en Honcopampa. En toda esta región, hubo
3 Ver Castillo, Luis Jaime y Donnan, Christopher (1994). La
ocupación moche de San José de Moro, valle de Jequetepeque. un desarrollo urbano previo, que fue lo su-
En Moche, propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre ficientemente fuerte como para que las ciu-
la Cultura Moche, Trujillo 1993 (S. Uceda y E. Mujica, eds.): 93-146.
Travaux de l’Institut Français d’Études Andines 79. Lima.
dades nuevas debieran adoptar el modelo

26
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

metros de alto antes de llegar a sus también


amuralladas instalaciones (McEwan 1987).
Ese trayecto llevaba a los ayacuchanos por la
cuenca del río Pampas, que estaba dentro de
sus dominios tradicionales y que es la tierra
que los incas llamaban “de los chancas”, sus
enemigos históricos.

Aún conocemos poco sobre la cultura


Wari, pues recién están apareciendo algu-
nas noticias arqueológicas. Hasta la década
de 1960 no se la conocía y solo en forma de
hipótesis la mencionaban los arqueólogos Ju-
lio C. Tello y Rafael Larco Hoyle. Hace po-
cos años, todavía quedaban estudiosos que
no aceptaban su existencia; sin embargo, lo
poco que se sabe indica que su dominio in-
cluía, además de los pueblos serranos indi-
cados, aquellos de las mismas latitudes en la
costa. En algún momento habían sido some-
tidos los mochicas de Lambayeque y Trujillo,
Fig. 7. Sección Escalerilla -Casa Blanca - Cerro
y se habían hecho incursiones hacia Piura, e
Huaylillas - Cushuro, camino en plataforma con incluso la región de Cuenca en Ecuador, y
muro de contención. Foto Qhapaq Ñan Perú. Chachapoyas en el Utucubamba.

Wari con una clara impronta local. Vira- En la costa entre Lima y Nasca hubo un
cochapampa en Huamachuco, y tal vez una dominio muy claro. Pachacamac ocupaba un
buena parte de Honcopampa en Áncash, lugar destacado, equivalente al de la segunda
tuvieron una definida configuración estatal ciudad del imperio, a tal grado que gran parte
Wari, con kanchas cuadrangulares amuralla- de los productos litúrgicos de Wari eran, al
das, dispuestas dentro de un ordenamiento parecer, procedentes de este sitio. Debido a
ortogonal característico (Schreiber 1987). que Max Uhle, en los inicios de su investiga-
ción, identificó los primeros rasgos de Wari
Igualmente, desde Wari nacía una ruta como una versión costeña de una presunta ex-
hacia el sureste, con un nudo principal en pansión tiwanakense preincaica —y los ubicó
el Cusco, que vinculaba la ciudad capital precisamente en Pachacamac—, se hablaba
con Pikillaqta, que era la cabeza regional de de un “Tiwanaku de la costa”. Ahora se sabe
este Estado, a la que se llegaba por un ancho que no hubo una tal expansión altiplánica, y
camino protegido por muros de más de 6 que lo que ocurría en esa época en Ayacucho

27
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 8. Camino inca en dirección a Turi. Foto Andrea Rojas, Qhapaq Ñan Chile.

y su ámbito de influencia era en todo similar go de una serie de guerras de conquista, u otras
a lo que ocurrió con los incas del Cusco entre formas de “alianza”, sobre otros señoríos y cu-
los siglos XIV y XV. La diferencia radica, cla- racazgos (jefaturas) que ocupaban cada uno de
ro, en que la secuencia de Ayacucho permite los territorios agrícolas y ganaderos que for-
un registro desde los inicios hasta la disolu- man la extensa cuenca del río Vilcanota. Eso es
ción del fenómeno, a lo largo de más de cinco lo que cuenta la leyenda.
siglos, en tanto que el proceso cusqueño tuvo
apenas un siglo de plenitud y tal vez dos de También dicen los cantares que Inca
maduración previa, con una fase muy corta Roka, a quien se atribuye la canalización del
que pudo ser descrita y parcialmente docu- río Watanay en la ciudad del Cusco, se encar-
mentada en crónicas. gó de consolidar el dominio cusqueño sobre
los condesuyu o kuntisuyu, que conecta al
Según se ha podido saber a partir de las Cusco con el mar. Su sucesor —un tanto os-
noticias producidas por los españoles del siglo curo—, Yawar Waqaq (“el que llora sangre”),
XVI, hasta el gobierno de Pachakuti el Cusco apenas estuvo en el poder, pues fue asesinado
era una especie de señorío regional, cuyo po- por condesuyos sublevados que se infiltra-
der no iba más allá de los valles de Urubamba ron en el Cusco. Hasta entonces solo estaban
y Vilcanota, es decir, la provincia del Cusco. controladas las vecindades inmediatas de la
Para lograr ese control, los incas, que no eran ciudad y la región Qheswa y Kuntisuyu, en
otra cosa que un grupo tribal asentado en tor- tanto que en todas partes había guerra entre
no al río Watanay, hubieron de imponerse lue- unos y otros pueblos. Los vecinos del Collao

28
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 9. Camino a la comunidad de Azafranal, en Desaguadero, Bolivia. Foto Alfredo Pacheco Solares,
Qhapaq Ñan Bolivia.

tenían una larga guerra —entre los qollas go- asentamiento wari más importante —Piki-
bernados por Zapana y los lupacas por Cari— llaqta—, y más al sur, en el Alto Vilcanota, a
, mientras que los chancas luchaban con los los k’anas y qanchis, donde también habían
qheswa, con quienes aparentemente estaban sido fuertes los waris, quienes le impedían
en guerra permanente. el paso a las tierras del Titicaca. Los incas
se aseguraron de ese modo que toda la cuen-
Le tocó pues, según la historia, al inca ca del Vilcanota y gran parte del Urubamba
Wiraqocha, consolidar la presencia del Cus- quedaran sujetas al Cusco. La relación con
co en su territorio. Así, inició acciones de los qollas, de la cuenca norte del Titicaca,
guerra contra aquellos vecinos que no ha- fue de “alianza”, como lo era con los qheswas
bían querido la amistad de los incas pasados de la parte alta del Apurímac.
y avanzó con numerosas tropas sobre ellos.
Se dice que condujo sus primeras conquistas Esos eran los territorios del Cusco cuan-
hacia Calca, al norte del Cusco, y sobre las do se produjo la guerra con los chancas: la
gentes del valle de Yucay. Luego se dirigió al cuenca del río Vilcanota, desde sus nacientes
sur, con destino a la tierra de qollas y lupacas hasta su definición como Alto Urubamba. En
—que estaban en pie de guerra y eran pode- esta guerra apareció la mágica figura de Pa-
rosos—, con la propuesta de una alianza de chakuti. Son tal vez tres siglos de historia re-
paz. En el camino hubo de conquistar a los unidos en una confusa leyenda de ocho incas,
muynas y pinaguas, donde había estado el algunos de ellos más legendarios que otros.

29
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 10. Templo de Wiraqocha, Raqchi, tramo Cusco - Sicuani. Foto Qhapaq Ñan Perú.

“Wiraqocha” y su recuerdo deben resumir las Urubamba, al norte, entre otros, para tener el
conquistas que eran necesarias para la forma- control de la extensa cuenca del Cusco y esta-
ción del imperio, en un tiempo que se pierde blecer contacto con los qollas y los qheswas,
en la memoria, de hechos en los que tal vez con quienes estuvieron aliados en la famosa
transitan dos o más siglos de confrontaciones guerra contra los chancas.
entre los cusqueños, sus vecinos y los no tan
lejanos chancas del río Pampas. Los pinawas y muynas, rivales de largo
tiempo, fueron herederos directos de Wari.
La arqueología dice que la leyenda no es En sus tierras estuvieron los principales en-
del todo fantasiosa: antes del Tawantinsuyu, claves del viejo imperio ayacuchano, como
que inicia con el gran Pachakuti, en el Cusco la ciudad de Pikillaqta. Ellos se diferencia-
hay una fase que los arqueólogos identifican ron, por muchos años, de los cusqueños, en
con el nombre de K’illke, cuyo ámbito era aspectos tan significativos como la cerámi-
precisamente la región a la que hacen refe- ca —que los arqueólogos bautizaron como
rencia los cantares que hablan de los ocho Lucre— y en varios de sus hábitos de vida.
incas legendarios. Los ayar-makas, habitantes Hay un asentamiento de esa época, llamado
del Cusco originario, tuvieron que luchar con Choqepukyo, que permite saber que la orga-
los pinawas y muynas, del Vilcanota Medio, y nización urbana en el Cusco continuó con la
con los k’anas y qanchis del Alto Vilcanota, tradición wari y, por lo tanto, a diferencia
al sur del Cusco, y las maras y anawarqes del de lo que ocurría en otras partes de la sie-

30
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

rra, en esta región se mantuvo y desarrolló planteamiento urbano y no presenta signos


la vida en pueblos de corte urbano. de fortificación, los cusqueños de las vecinda-
des vivían en asentamientos fortificados, en
Cada vez más, se confirma que debajo estado de guerra, tal como lo indican las cró-
de la ciudad inca en el Cusco hay una ocupa- nicas cuando se refieren a ellos (De las Casas
ción preínca y que los edificios elegantes de 1550). Por eso, la mayor parte de sus pobla-
la época imperial continuaron, en gran medi- dos fueron construidos en partes altas y con
da, los modelos urbanos establecidos, con los algún refuerzo de fortificación. Sus poblados
cambios de formas y dimensiones que cono- no indican vida urbana, sino, más bien, un
cemos y que ahora están mayormente debajo predominio de la vida rural, con proximidad
de la ciudad colonial hispánica. En las excava- a zonas de producción agropecuaria, a dife-
ciones que se hicieron en el templo del Sol, en rencia de lo que ocurría en tiempos de Wari,
el Qorikancha, se encontró cerámica k’illke y cuando las ciudades estaban amuralladas,
construcciones previas a la arquitectura inca mas no los asentamientos rurales. Solo en
imperial. Existen varios indicios de que una tiempos tardíos, tal vez en el siglo XIV, los
parte de Saqsaywaman —la llamada “fortale- pueblos bajaron a los valles y cuidaron de la
za” que está en la parte alta de la ciudad— fue estructura y orden de sus viviendas, más que
también construida en este tiempo, del mis- de su protección. Eso es indicio de la instala-
mo modo que se aprecia en las recientes exca- ción de un Estado capaz de garantizar la paz,
vaciones en el palacio de Pachakuti, conocido a cambio de sujeción y tributación.
como Kusikancha, y como hay en todos los
lugares de la ciudad donde se ha procedido a De algún modo se mantuvieron institu-
remover algo de los espacios urbanos creados ciones como la de los mitmaq (o mitimaes), así
por los españoles. como el sistema de contabilidad y recorda-
ción que conocemos con el nombre de khipus,
Los hallazgos arqueológicos indican pues todo eso, que ya existía en la época wari,
que, con excepción del Cusco, que tiene un estaba vigente en tiempos del Tawantinsuyu.

Fig. 11. Aríbalos incaicos.

31
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Los jerarcas de las dinastías legendarias, los


sinchis y mancos de quienes habla la leyenda,
guardaron y seguramente desarrollaron las
viejas normas de conducta que incluían, de
modo notable, el régimen de comunicaciones
conocido como Tawantinsuyu o “de los cua-
tro rumbos” y su red vial asociada.

El mito guarda el recuerdo de las vie-


jas relaciones del Cusco con el Altiplano del
Titicaca, que son anteriores a las que hubo
de mantener con Wari a partir del siglo VII.
Se remite pues al periodo Formativo, mil o
más años antes de la era cristiana, en la época
Marcavalle, cuando los cusqueños agriculto-
res, aunque principalmente pastores, vivían
en aldeas dispuestas en el valle y falderías ve-
cinas, y estaban conectados con los qaluyus
del frente septentrional del lago. Son viejos
nudos los que permitieron que en ambos te-
Fig. 12. Camino inca y ushnu de Soledad de Tambo,
rritorios se compartieran dioses y creencias, Ancash. Foto Qhapaq Ñan Perú.
como una divinidad que tenía una cabeza
radiante, a la que en las imágenes complejas solo se desarrollaba en la región circum-Ti-
posteriores se representa de cuerpo entero ticaca. Se trata de poblaciones ciertamente
con dos varas sostenidas en las manos de dos marginales en términos urbanos, y política-
brazos abiertos, y que muchos creen que po- mente organizados en jefaturas de rango lo-
dría ser la imagen del viejo dios Wiraqocha, cal. Los recientes fechados radiocarbónicos
de gran estima en tiempo de los incas. de la zona, asociados a la ocupación inca,
indicarían que, en esta región, sería anterior
Los charcas, soras, carangas, caracaras, a cualquier otra de todo el Tawantinsuyu, e
lipes y chichas, que vivían en el Altiplano incluso anterior a Pachakuti, si es que segui-
boliviano y los valles orientales, fueron in- mos la cronología de los historiadores, que
corporados en forma plena por los incas, al le atribuyen una edad correspondiente al
parecer desde muy temprano y con una fuer- primer cuarto del siglo XV. Si así fuera, se
te impronta sobre sus formas de vida. Ellos confirmaría una parte de la historia legen-
tenían una forma de vida tribal, y los valles daria de los incas, que indica que los qollasq
de Cochabamba y Chuquisaca, y tal vez Ta- estaban asociados y aliados a los incas en su
rija, habían absorbido algo de Tiwanaku, enfrentamiento con los chancas, lo que im-
pero sin incorporarse a la vida urbana, que plica una anterior relación Cusco-Qolla.

32
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

El Memorial de Charcas describe a las mento de la llegada de los españoles se halla-


naciones de Charcas de la siguiente manera: ban confederados junto a los aullagas-huru-
quillas, de la porción suroeste y sur del lago; y
En nuestra provincia de los charcas, antes los sevaruyos-aracapis que habitaban las tie-
de los ingas y después de ellos solia hauer rras al extremo sur (Barragán y Molina 1987;
señores naturales mayores de a diez mil Abercrombie 1998, 1996; Espinoza Soriano
vasallos y otros de a ocho mil indios y 2003). Los urus, u “hombres de agua” como
otros de a seis mil indios y vasallos. Otros se autodenominaban, vivían en las márgenes
dichos señores y caualleros eran superio- del gran eje acuático del lago Titicaca, el río
res de los demas caciques y señores que Desaguadero, el lago Poopó y el lago Coipasa
habian en cada nación. Y ansi el uno fue (Posnansky 1947; Watchtel 1988, 1990).
de los Charcas y el otro de los Caracaras y
el otro de los Soras y el otro de los Quilla- Las investigaciones arqueológicas con-
cas y el otro de los Carancas y el otro de ducidas por Marcos Michel (2008) en el área
los Chuis y el otro de Los Chichas, cada de Quillacas, que incluyeron la prospección
uno diferente en la nación (Memorial de de cobertura total del área, permitieron re-
Charcas [1582], publicado en Espinoza flexionar y analizar el patrón de asentamien-
Soriano 2003: 287-331). to, los componentes culturales y los estilos
cerámicos que presentan una considerable
Para la cuenca del lago Poopó se men- variabilidad en la cuenca sur del lago Poopó
cionan los siguientes grupos: soras, que eran a nivel regional, local y también en contextos
mitimaes del inca asentados al norte del lago arqueológicos menores.
Poopó, junto a los casayas, que tenían acceso
a los ricos valles orientales de Cochabamba La prospección de la región de Quilla-
(Del Río 1996). En el margen oeste del Poo- cas dio a conocer un largo proceso de ocupa-
pó habitaban los carangas, con una extensión
de territorio más amplia, que cubría casi la
totalidad del actual departamento de Oru-
ro en su porción occidental, y se prolonga-
ba hacia los valles costeros de Arica (Rivière
1983). El margen este del lago y la cordillera
Oriental estaban dominados por la Confede-
ración Charcas, compuesta por varios grupos
como los charcas y cara caras, chuis y chichas
(Harris 1987, Harris et al. 1987, Rasnake 1987,
1989; Platt 1996, Del Río 1996). Los quillacas
poseían la porción sur de la cuenca del Poopó
Fig. 13. Platos patos “gemelos” de Doncellas, Jujuy.
y los azanaques, la suroeste. Ambos tenían te- Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti de
rritorios y relaciones con los valles. En el mo- Buenos Aires, piezas 39438 y 39439.

33
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

ción de la zona, desde el periodo Formativo basalto y su uso en diferentes momentos. La


hasta la actualidad, con importantes trans- amplia dispersión del basalto negro, desde
formaciones en la ubicación y las caracterís- el Altiplano central hacia el Altiplano nor-
ticas de los sitios en diferentes periodos. Sin te y los valles en los periodos Formativo y de
embargo, no pudimos identificar mayor evi- Desarrollos Regionales, son una muestra de
dencia material sobre Quillacas como “lugar que estas redes de interacción e intercambio
central”, debido a que el sitio había sido des- habían alcanzado un desarrollo considerable
truido en gran parte por la construcción del desde épocas muy tempranas.
pueblo colonial y moderno. Quillacas cum-
plía todas las características para constituir Michel concluye que los sitios arqueo-
un importante centro administrativo y polí- lógicos de Quillacas, Casca Kollu, San Mi-
tico dada su posición central en la parte sur guel de Uruquilla, Pampa Aullagas, Sevaru-
del lago Poopó, sus importantes recursos de yo, Queremita y Huari, en la cuenca sur del
basalto negro, llanuras para la ganadería y lago Poopó, permiten apreciar lo complejo
por ser el centro religioso de mayor impor- y dinámico del poblamiento y formación de
tancia (Michel 2008: 74). importantes centros poblacionales y pro-
ductivos desde periodos tempranos. Los pri-
Los sitios de Quillacas, Casca Kollu, meros asentamientos se relacionan con los
San Miguel de Uruquilla, Pampa Aullagas, ríos y humedales de la cuenca, y constitu-
Sevaruyo, Queremita y Huari son los princi- yen sitios sedentarios de larga duración, que
pales yacimientos arqueológicos, debido a su posiblemente tuvieron su antecedente en el
extensión. Estos conformaron generalmente periodo Arcaico.
continuas ocupaciones de considerables ex-
tensiones, utilizando y transformando el pai- En cuanto a la llegada de los incas a la
saje, formando en algunos sectores áreas de cuenca sur del Poopó, Michel considera que
ocupaciones superpuestas. Como resultado corresponde con la implementación de una
de los transectos, identificamos en la región considerable infraestructura arquitectónica
de Huari extensas terrazas agrícolas y sitios visible en el sitio de San Miguel de Uruqui-
habitacionales que constituyeron los asen- lla y en el llamado Tambo Inca de Sevaruyo.
tamientos de mayor extensión y jerarquía La implementación de estos tambos posible-
económica y política de la región, lo que se mente fue facilitada por una temprana alian-
infiere a partir de su amplia variabilidad en za entre los gobernantes locales y el inca, lo
el patrón de asentamiento, con importantes que permitió el establecimiento de los tam-
centros de población (Michel 2008: 74-75). bos de Quillacas y San Miguel de Uruquilla
como capitales administrativas y políticas
En cuanto a la abundancia del basalto del Tawantinsuyu en la zona, integrados a
negro en la cuenca sur del Poopó, Michel in- su vez a la red de caminos del Qhapaq Ñan
dica que posiblemente esté relacionada con o Camino Real Incaico, que pasa por la re-
la explotación de varios afloramientos de gión y luego se interna al extremo sur hacia

34
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Tupiza y Villazón (Michel 2008: 114-115). Sin un carácter económico primordial y mantuvo
embargo, queda claro que la cuenca sur del inclusive una actitud prudente en la disposi-
lago Poopó no formaba parte de Tiwanaku ción de sus asentamientos, distinta a la confi-
del lago Titicaca como un enclave, apéndice guración que muestran los sitios wari (Bruce
estatal o diáspora, puesto que su principal Owen 1994, en Albarracín-Jordán 1996: 259).
característica, así como la de sus centros, fue
precisamente su autonomía. Para el norte de Chile se han vertido
variados argumentos con el fin de explicar
Sobre los mecanismos de complementa- la presencia de materiales Tiwanaku. Kolata
ción zonal en los Andes centro-sur, Stanish (1983) sostiene que el carácter de Tiwanaku
(1992) deduce el establecimiento de enclaves se encuentra plasmado en los restos arqueo-
poblacionales que atraviesan un proceso de lógicos del norte chileno, y que esta imposi-
jerarquización, que eventualmente culmina ción de satélites se habría ya generalizado a
en la autodeterminación de las “colonias”, mediados del primer milenio de nuestra era.
donde durante lapsos de estabilidad política
los mecanismos de complementación zonal Sobre la hegemonía Tiwanaku 1000-1100
se fundamentan, principalmente, en el in- d.C., Albarracín-Jordán y Matthews (1992)
tercambio. La “colonización” Tiwanaku en indican que el sistema organizativo se estruc-
el valle Osmore (costa sur del Perú) presentó tura políticamente en una jerarquización in-

Fig. 14. “Templo de la Luna” en la Isla de la Luna o Isla Koati, en el lago Titicaca, departamento de La Paz, Bolivia.

35
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

clusiva que no puede concebirse como un ente festaciones materiales del orden hegemónico
homogéneo y estático. Las identidades locales Tiwanaku (Albarracín-Jordán 1996: 223).
hicieron la estampa del Estado segmentario
de Tiwanaku. Sobre las jerarquías inclusivas, Cieza de León escribió lo siguiente acer-
las investigaciones arqueológicas tratan la na- ca de Tiwanaku:
turaleza de la configuración de los sitios en el
valle bajo, así como la presencia y distribu- Tiaguanaco no es pueblo muy grande, pero
ción de una iconografía compartida, lo que es mentado por los grandes edificios que
demuestra que el sistema de asentamiento tiene que cierto son cosa notable y para
regional articulaba una variedad de nódulos ver. Cerca de los aposentos principales está
o grupos territoriales y segmentos sociales. un collado hecho a mano sobre grandes
Por lo tanto, esta red de integración, como lo cimientos de piedra. Más adelante deste
ha comprobado en el registro arqueológico, cerro están dos ydolos de piedra del talle
estaba compuesta por elementos comparti- y figura humana muy primamente hechos
dos por la colectividad en su conjunto. Los y formadas las fayciones, tanto que pa-
medios de expresiones e identidades locales, resce que se hiziera por manos de grandes
el núcleo urbano y los asentamientos del área artífices o maestros. Son tan grandes, que
circundante representan un sistema de arti- parescen pequeños gigantes: y veese que
culación entre élites políticas, económicas, tienen forma de vestimentas largas dife-
religiosas y los productores. Estas jerarquías renciadas de las que vemos a los naturales
se encontraban en cada grupo y formaban el destas provincias [...] Otras cosas ay más
nexo entre las bases de la colectividad y la cú- que dezir deste Tiaguanaco, que passo por
pula política de la hegemonía Tiwanaku. Las no detenerme: concluyendo que yo para mí
pruebas demuestran que la variabilidad entre tengo esta antigualla por la más antigua
los materiales de los distintos nódulos Tiwa- de todo el Perú. Y assí se tiene, que antes
naku fue intrínseca del sistema en su conjun- que los Ingas reynassen con muchos tiem-
to, y que pese a la gran esfera de interacción pos, estauan hechos algunos edificios des-
económica (probablemente amalgamada en la tos: porque yo he oydo afirmar a Indios,
convergencia de segmentos en distintos nive- que los Ingas hizieron los edificios grandes
les de nucleamiento), las identidades locales del Cuzco por la forma que vieron tener la
configuraron la estampa del Estado segmen- muralla o pared que se vee en este pueblo.
tario Tiwanaku. Hacia fines del primer mi- Y aun dizen más, que los primeros Ingas
lenio de nuestra era, el mosaico étnico de la practicaron de hazer su corte y asiento
hegemonía Tiwanaku amplificó, en cierta me- della en este Tiaguanaco (Cieza de León
dida, los patrones establecidos durante gene- [1553] 1995: 282-284).
raciones previas, aunque con modificaciones
significativas en su carácter regional, No cabe Stanish (1992) entiende la expansión
duda de que estos cambios debieron tener re- Tiwanaku como selectiva, con mecanismos
percusiones múltiples en varias de las mani- marcadamente distintos a los empleados por

36
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

los incas. Como tal, se basa en una forma- te de Bolivia, el noroeste de Argentina y la
ción política poderosa que emerge en el si- mitad de Chile.
glo II d.C., inicia la expansión alrededor del
600 d.C., culmina cerca del 800 d.C., y hacia La arqueología ha ayudado a la percep-
el 900 d.C. declina como poder regional. Su ción de que los Andes meridionales fueron
poder reside en la capacidad de incorporar marginales a los intereses del inca. Sin em-
otros sistemas políticos, así como movilizar bargo, hay amplia evidencia de actividades
el trabajo a una escala mayor, tanto en su te- estatales, a juzgar por la densidad de las ins-
rritorio central como en algunos enclaves. Su talaciones que, según Rodolfo Raffino (1988)
economía se basa en la agricultura en came- y otros investigadores, han catalogado en más
llones y de secano, la crianza de camélidos, la de 300 sitios incaicos o sitios locales con sec-
explotación de recursos lacustres, la produc- tores incas intrusivos desde el borde del Alti-
ción de bienes, el intercambio a gran escala plano hasta el extremo sur del imperio.
y las relaciones de coloniaje a través de los
Andes surcentrales. Su control fue heterogé- La expansión inca no solo se pone de
neo y no continuo. manifiesto a través de la ocupación efectiva
del espacio, sino también a través de la inten-
El gran poder y la influencia de Tiwa-
naku, sin embargo, se manifiestan claramente
en el transcurso de los siglos. Los tiwanakus
crearon y participaron de una tradición que
les brindó no solamente ideología religiosa
e iconografía, sino también nuevos modos
de organizar sus patrones de asentamiento
(Mathews 1992, Albarracín-Jordán 1996), su
espacio (Bermann 1993, 1994; Vranich 1999)
y su producción artesanal (Burkholder 1997,
Bencic 1999).

Cuando los incas avanzaron hacia el su-


reste del Cusco, ingresaron a un territorio
impresionantemente variado y habitado por
poblaciones muy diversas. El Qollasuyu es
el suyo más largo del Tawantinsuyu, y abar-
ca desde los señoríos altiplánicos, los valles
templados intermontanos, el desierto ataca- Fig. 15. Restos del tambo de Zapahuira, en sus
meño, y los picos más altos picos nevados de alrededores se observan elementos del paisaje
andino. Putre, Chile. Servicio Nacional del
la cordillera de los Andes. Esta región hoy Patrimonio Cultural del Ministerio de las Culturas,
comprende una porción del Perú, gran par- las Artes y el Patrimonio. Foto Jorge López.

37
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

sificación de la producción y diversificación


tecnológica que se registra ampliamente du-
rante dicho periodo. Se han obtenido am-
plios registros de los intereses del incanato en
la región sur, sobre las fuentes de minerales
presentes en todo el territorio y también en
las técnicas que se utilizaban para trabajarlos.
La intensificación es notable, además, en la
multiplicación y profunda expansión de las
fronteras agrícolas en los valles fértiles inter-
montanos del sur.

A pesar de que existe relativamente poca


información documental sobre la composi-
ción étnica de los Andes del sur, se ha com-
probado que ha sido muy diversa. Las socieda-
des locales estaban organizadas en complejas
etnias o grupos étnicos. Mediante un recorri-
do sintético por la estructura y los patrones
de asentamiento, la arquitectura pública, la Fig. 16. Constructores especialistas inca. Guamán
Poma de Ayala, 1615.
agricultura y las prácticas mortuorias, desde
una perspectiva arqueológica, se puede tener
una amplia noción de lo complejas que fueron
dichas organizaciones políticas.

En el actual territorio argentino, en las


regiones centro y noroeste, a lo largo del pri-
mer milenio antes de la era cristiana, fueron
surgiendo sociedades con un modo de vida
aldeano y economías que combinaban la pro-
ducción de alimentos con prácticas extrac-
tivas como la caza y la recolección (Albeck
2000, Scattolin 2007). Estas sociedades se ca-
racterizaron también por utilizar nuevas tec-
nologías, como la fabricación de cerámica, y
por ser, en algún grado, sedentarias. Si bien
fueron mayormente autosuficientes, la amplia
distribución de ciertos estilos tecnológicos, Fig. 17. Chullpas de Sillustani, Puno, Perú. Foto
motivos iconográficos y el consumo de bienes Gerardo Quiroga, Qhapaq Ñan Perú.

38
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

alóctonos sugieren que hubo un grado de mo- La quebrada de Humahuaca y los va-
vilidad, así como la existencia de amplias re- lles Calchaquíes, de Santa María, Hualfín y
des de interacción social. No existe evidencia Abaucán fueron escenario de sociedades que
de que estos primeros pueblos agroalfareros habitaron en pequeñas ciudades con un pa-
hayan configurado estratos en el seno de sus trón de asentamiento jerarquizado durante el
grupos sociales, por lo que podría hablarse de periodo Intermedio Tardío o de Desarrollos
sociedades simples o igualitarias. Regionales, entre los siglos X al XVII.

Entre los siglos VIII y IX d.C. surge un Dicho periodo previo a la llegada de
nuevo patrón de asentamiento con residen- los incas fue testigo del surgimiento de
cias aglomeradas, cercadas en algunos casos este nuevo tipo de organización sociopo-
por vallados perimetrales y en superficies lítica y territorialmente centralizada. Un
topográficamente elevadas. Por ejemplo, el incremento demográfico exponencial fue
sitio “Morro de las Espinillas” (Catamarca) acompañado por el afianzamiento de una
evidencia un incremento de la complejidad cohesión social interna. Las diferencias je-
social, que llegaría a su apogeo durante el rárquicas en aumento llevaron a construir
periodo de Desarrollos Regionales. Se pudo entidades cuyo poderío político y económi-
probar que gradualmente hubo un incremen- co entraba en competencia con otros nú-
to en la diversificación de la dieta y la explo- cleos de poder esparcidos por toda la región
tación de nuevos recursos faunísticos. (Tarragó 1995).

Fig. 18. El Shincal, sierra de Quimivil, en la actual provincia argentina de Catamarca, Argentina. Fotografía
de dominio público.

39
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 19. Pukara de Turi fue la ciudad fortaleza más grande la cultura atacameña. Calama, Región de
Antofagasta, 3.100 msnm. Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile.

Un rasgo particular de las organiza- con el refuerzo y la consolidación de élites


ciones sociales del periodo fue el patrón (Tarragó 2000, Nielsen 2007).
de asentamiento. La ubicación y dispersión
en el espacio se hizo a través de poblados La base del sustento de estos núcleos
aglomerados, en terrenos altitudinalmente contemplaba actividades productivas agrí-
elevados. El rasgo arquitectónico caracterís- cola-ganaderas. Sumando logros tecnológicos
tico fue la construcción de pukaras (centros tradicionales a la utilización de nuevas téc-
residenciales con estructuras defensivas, nicas agrícolas (ampliación de zonas cultiva-
emplazados en la cima de un cerro, con am- bles, canales de irrigación, terrazas, etc.), di-
plia visibilidad del entorno). Desde ellos, se chas sociedades intensificaron la explotación
ejercía un control del espacio circundante, de los recursos. Asimismo, complementaron
sobre todo de las viviendas de los campesi- su disponibilidad con el control de otros ni-
nos que se distribuían en los terrenos bajos chos ecológicos y establecieron poblados de
cercanos a ambientes productivos. Sumado colonos en zonas estratégicas a través de re-
a los espacios domésticos, se instalaban ta- des de intercambios socioeconómicos activos
lleres para la producción de objetos de alto entre los diversos territorios: valle de Belén,
valor social y simbólico por parte de arte- valle de Yocavil, etc. A mayor distancia, con-
sanos especializados. Este factor se vincula tinuaban activos los circuitos caravaneros.

40
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 20. Pukara de Aconquija, en las serranías de lo que hoy es el oriente de Catamarca, Argentina. Fotografía
de dominio público.

Durante el periodo en cuestión, estos últimos dores contemporáneos, no ocupa más de un


se vieron reducidos al interior de los espacios siglo. Se supone que el fundador del Tawan-
demarcados por etnias cada vez más diferen- tinsuyu fue Pachakuti Inca, que fue sucedi-
ciadas por disputas territoriales. do por el inca Thopa Yupanki y, finalmente,
por Wayna Qhapaq. Visto así, solo hubo tres
En coincidencia con la llegada de las co- incas en el Tawantinsuyu. El último aún vi-
mitivas cusqueñas, el proceso de crecimiento vía cuando los españoles ya estaban en Amé-
edilicio y demográfico se habría incrementa- rica y, según parece, su muerte se debió a
do de manera más acelerada hacia fines del si- que fue alcanzado por una peste de “viruela”
glo XV. La presencia incaica se vincularía con (enfermedad llegada de Europa) que se ex-
el aprovechamiento de las capacidades técni- tendió desde Panamá hasta los Andes en la
cas de los artesanos especialistas de la región tercera década del siglo XVI. Como se sabe,
(metalurgia, alfarería y otras artesanías). la empresa de Pizarro y sus socios se inició
en aquel tiempo, aunque llegaron al Tawan-
Todo lo anterior es previo al Tawantin- tinsuyu recién en 1532.
suyu. Este tuvo una historia política breve,
relativamente corta. Si nos atenemos al cál- La actual región de Arica y Parinacota
culo de tiempo que han hecho los historia- pertenece a la subárea de valles occidentales

41
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 21. Apacheta mirando el apu Cunurana. Puno, Perú. Foto Qhapaq Ñan Perú.

de los Andes centro-sur, emplazada entre el Aparte de los señoríos altiplánicos,


océano Pacífico y las cumbres y volcanes de existía en la región una población local que
más de 6000 metros de la vertiente occiden- poseía tradiciones culturales propias que la
tal de la cordillera. distinguían de las altiplánicas o aimaras. En
la sierra de Arica, habitaba un grupo cultu-
Durante la época preincaica existían, ral que ha sido identificado por su cerámica
en la banda oeste y al sur del lago Titicaca, como Charcollo, mientras los grupos que ha-
varios señoríos altiplánicos o aimaras, que bitaban la costa y los valles han sido identifi-
extendieron sus dominios hacia las regiones cados como cultura Arica.
contiguas de Arica, Parinacota y Tarapacá
en el norte de Chile, así como también ha- En este territorio multiétnico se daba
cia los valles del extremo sur del Perú. Los la coexistencia de varias sociedades que po-
señoríos vinculados a la zona de Arica fue- seían su propia organización social y cultu-
ron el Lupaqa, el Pacaje y el Caranga, quie- ral. Mantenían relaciones de colaboración,
nes, al tanto de las potencialidades produc- integración política y de intercambio, pero
tivas de cada piso ecológico de la vertiente también de competencia y antagonismo. En
occidental de los Andes, buscaron maneras el periodo Intermedio Tardío se inició la
de obtener productos de la sierra, los valles construcción de pukaras, que cumplieron fun-
y la costa. ciones defensivas, y se localizaban en sectores

42
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

A partir del siglo V, Atacama entró en la


órbita de influencia de la cultura Tiwanaku.
De este periodo data el gran número de table-
tas para inhalar cebil que han sido encontradas
en el área atacameña, aunque esta práctica era
anterior a la presencia de Tiwanaku en la re-
gión. Con el declive de Tiwanaku, comenzó una
nueva fase en la historia de las poblaciones ata-
cameñas, que se conoce con el nombre de Desa-
rrollos Regionales durante el periodo Interme-
dio Tardío, momento en que las poblaciones se
organizaron de forma autónoma sin el dominio
Fig. 22. Mojón. Subsección Incahuasi-Lasana. Foto o injerencia directa de otras sociedades andinas.
Qhapaq Ñan Chile. (Ch-In-06 / Cs-2009).

estratégicos de las aldeas. Un ejemplo de es- Alrededor del siglo X, en el área del salar
tos asentamientos es el pucará de Chapicollo, y el Alto Loa existían diversos señoríos, lide-
ubicado al norte de la pampa de Zapahuira. rados política y económicamente por un se-
ñor principal o curaca, quien gobernaba junto
Más al sur, en la actual región de Taracapá, con una élite secundaria. Algunos investiga-
el territorio era ocupado por las sociedades Pi- dores han planteado que dicha época estuvo
ca-Tarapacá. Presentaba una gran variedad marcada por un clima de violencia y confron-
de ambientes y ecosistemas, y las poblaciones tación, mientras que otros han propuesto que
asentadas podían desarrollar una amplia varie- existía una tensión latente. Estudios recientes
dad de especializaciones socioeconómicas entre indican que para entonces hubo una gran se-
la costa y el Altiplano (Núñez 1984, Ajata 2001). quía, cuya principal consecuencia fue la lucha
por el control de los bienes y recursos cada
La actual región de Antofagasta, en el vez más escasos, sobre todo entre 1245 y 1310.
área centro-sur andina, y particularmente
en la subárea circumpuneña, que incluye Los pukaras que albergaron a los seño-
parte del noreste argentino, destaca por la ríos se emplazaron en lugares altos, porque
predominancia de un régimen hiperárido de esta forma podían vigilar lo que sucedía
caracterizado por el desierto más seco del en los alrededores. Entre las aldeas fortifica-
mundo: el desierto de Atacama. Aunque das que existen en la zona del Alto Loa, des-
este es un ambiente muy hostil para el desa- tacan los pukaras de Turi y el de Lasana, con
rrollo de la vida, las poblaciones atacameñas casi medio millar de recintos, localizados en
domesticaron su entorno y se establecieron el interior del cañon del Loa.
en torno a los escasos recursos hídricos de la
región: las vegas y afluentes del río Loa, y los La región de Atacama corresponde al lí-
oasis y quebradas del salar de Atacama. mite sur del desierto de Atacama y es, al mis-

43
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Entre los primeros grupos sedentarios


en la región, figura la cultura El Molle, que
se desarrolló entre los valles de Copiapó y Li-
marí, y presentó características distintivas en
cada zona. La cultura El Molle data de princi-
pios de la era cristiana, lo que en la periodifi-
cación regional corresponde al periodo Agro-
alfarero Temprano. Posteriormente, hacia el
700 d.C., las poblaciones locales cambiaron
sus manifestaciones culturales y originaron
una nueva tradición conocida con el nom-
bre de cultura Las Ánimas. Desarrollaron la
agricultura y la pesca, y también realizaron
trabajos metalúrgicos en cobre.

Durante el periodo Medio, las pobla-
ciones que habitaron los territorios de la
Fig. 23. Las tabletas para inhalar alucinógenos del
zona de Copiapó consolidaron relaciones
área atacameña se distinguieron de las elaboradas con grupos transandinos de la cultura Agua-
en Tiwanaku porque poseían incrustaciones de da. También construyeron aldeas con carác-
piedras. Esta tableta fue encontrada en Caspana y
en ella se aprecia un personaje central que toca la
ter defensivo. En cuanto a sus expresiones
anthara o zampoña, junto a dos figuras de felinos. culturales, desarrollaron un tipo de arte ru-
(J. Pérez de Arce, 1995). pestre particular, realizado con pintura roja.
Este estilo se presenta en varios sitios de la
mo tiempo, su parte más árida. Entre los úl- región; entre ellos, Finca de Chañaral, Que-
timos oasis del área atacameña —como Peine brada de Las Pinturas y La Puerta.
y Tilomonte— y el fértil valle de Copiapó, se
sitúa un extenso territorio de 400 kilómetros Aproximadamente hacia el 1000 d.C.,
que desde tiempos coloniales es conocido con las poblaciones de Las Ánimas de Copiapó
el nombre de Despoblado de Atacama. dieron paso a un nuevo grupo social que se
caracterizó por su estilo cerámico negro so-
A pesar de lo inhóspito del entor- bre rojo. Estas poblaciones corresponden a la
no, esta área tuvo desde tiempos preincaicos denominada cultura Copiapó, que predomi-
una gran importancia para las poblaciones nó en la zona hasta los inicios del siglo XV,
locales, especializadas en las actividades mi- hasta la llegada de los diaguitas y los incas.
neras, especialmente en la explotación de
turquesa. Constituyó una zona de interac- Más al sur, entre los ríos Copiapó y
ción y contacto entre comunidades de dis- Choapa, en un territorio semidesértico, vivie-
tintas procedencias culturales. ron los diaguitas. La zona se caracteriza por un

44
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 24. Pukara de Lasana, en el tramo del Qhapaq Ñan que corre paralelo al río Loa. Foto Jorge López, Servicio
Nacional del Patrimonio Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile.

ambiente semiárido, atravesado por múltiples


valles y cadenas montañosas que unen la cor-
dillera de los Andes con el océano Pacífico.

Los diaguitas llegaron desde el actual no-
roeste argentino al norte chico chileno, hacia
los siglos V y VI. Reemplazaron al complejo
agroalfarero de Las Ánimas y poblaron los va-
lles de Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí, Casapa
y Choapa. Limitaban hacia el norte con los ata-
cameños y al sur con los picunches, y se convir-
tieron en el pueblo prehispánico más avanzado
de Chile. Se cree que la sociedad diaguita estaba
organizada en pequeñas aldeas independientes
dirigidas por líderes de la comunidad. Con la
invasión incaica, la sociedad diaguita fue reor-
ganizada en sistemas duales, donde cada valle
tenía una autoridad que gobernaba la parte alta
Fig. 25. Pictogramas en Finca de Chañaral, Portal
y otra que gobernaba la parte baja; esta última del Inca, subsección Chañaral. Foto Qhapaq Ñan
estaba subordinada a la primera. Chile. (Ch-Pf-34 / Cs-2010).

45
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

los primeros grupos humanos se incluyen


en la cronología correspondiente al periodo
Precerámico o cazadores, recolectores y pes-
cadores especializados, que se establecieron
en pequeños reductos provisionales en la lla-
nura costanera, en la región andina y en la
Amazonía.

De acuerdo con la evidencia arqueológi-
ca, se trataría de sociedades igualitarias, com-
puestas por grupos de entre treinta y cien in-
dividuos. Practicaban una movilidad cíclica
o trashumante, sin un lugar de residencia
permanente. Su subsistencia se basaba en la
apropiación directa de los recursos naturales
mediante la caza de animales grandes y me-
dianos y la recolección de plantas. Los sitios
arqueológicos más representativos en la sie-
rra se encuentran en El Inga, un campamento
Fig. 26. Restos de la kallanka del sitio inca Potrero taller, y Chobshi, una cueva utilizada por ca-
de Payogasta. Salta, Argentina. Foto Qhapaq Ñan
Argentina.
zadores recolectores como campamento base.

El territorio que se extiende al sur del Formas de vida del periodo Arcaico se
río Choapa era habitado por una serie de gru- encuentran en el litoral costero, específica-
pos que, según la evidencia recogida por los mente en los sitios Las Vegas, donde se ini-
cronistas españoles, hablaban mapudungun, cia la domesticación de plantas. Aprenden
la lengua que aún usan los mapuches. De es- a manejar las especies y trasladarlas a otros
tos distintos grupos, el que mejor se conoce nichos ecológicos. Así comienza la horticul-
hoy y que tuvo una fuerte interacción con el tura, e inclusive se notan indicios de varios
Tawantinsuyu es el que los arqueólogos han entierros asociados a conchas, bolas de ca-
llamado Aconcagua, ya que se identificó pri- liza, percutores de piedras, lascas y estruc-
mero en la cuenca del río del mismo nombre, turas habitacionales, como la excavada por
aunque se extendió por el sur casi hasta las Stothert (1985). En estos sitios se da la géne-
riberas del río Cachapoal. sis de la sociedad agrícola, que se consolida
en la cultura Valdivia.
El proceso de poblamiento en el actual
territorio del Ecuador, anterior al adveni- Consecuentmente, se establecen nuevas
miento inca, se inició en el periodo del Ho- formas de vida: el inicio de la agricultura, los
loceno, entre el 11000 a.C. y el 4000 a.C. Así, primeros indicios de sedentarismo, la nave-

46
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

la que la bivalva Spondylus princeps y el con-


sumo de plantas alucinógenas, como la hoja
de coca, juegan un papel de importancia. La
bivalva constituyó un símbolo de fertilidad
asociada a la feminidad y a la lluvia. En los
ritos agrícolas la mujer tiene un rol de gran
importancia en la sociedad.

El acceso a la agricultura y la cerámica
se asoció con el establecimiento de rutas de
intercambio de productos y manufacturas,
indicios que se notan en los datos arqueo-
lógicos recuperados en los sitios de filiación
Valdivia, Machalilla y Chorrera para la costa,
en los sitios Cotocollao, Narrío, Challuabam-
ba en la sierra, y La Cueva de los Tayos en
la Amazonía. Esto evidencia la influencia de
Fig. 27. Aríbalo del complejo arqueológico de procedencia costeña y viceversa. Es pertinen-
Culebrillas, Ecuador. Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural del Ecuador. Foto José
te destacar los datos obtenidos en Real Alto
Chancay. (3800 a.C.-1500 a.C.) de cimientos iniciales de
estructuras circulares. Debido al aumento de
gación, el intercambio y la manufactura de la población, se incrementan las viviendas, se
utensilios de arcilla cocida, que corresponde extienden y se transforman en construcciones
al modelo de organización denominado pe- rectangulares, y en el centro se deja una gran
riodo Formativo o Agricultores y Aldeanos, plaza. Estas edificaciones fueron construidas
que transcurre entre el 4000 a.C. y el 300 a.C. con materiales precederos, y tenían como fin
Esto llevó a estas sociedades a estructurar realizar actividades rituales y comunales. La
un complejo sistema de organización social, evidencia recuperada constituye una de las
agrupación multifamiliar extensa, confor- primeras aldeas agrícolas del Nuevo Mundo,
mada por grandes agrupaciones de seres hu- con presencia de edificios ceremoniales tem-
manos que ocuparon un territorio de forma pranos (Ontaneda 1998).
continua y permanente. Ello dio lugar a la
aparición de las aldeas sedentarias, con obli- El periodo de Desarrollo Regional o So-
gaciones mutuas y permanentes de respeto, ciedades Teocráticas (circa 300 a.C.-400 d.C.),
con vínculos de parentesco, lo cual originó el se caracteriza por unas comunidades de rango
derecho a la tierra de sus padres y abuelos. estratificado, regidas por un sistema de go-
bierno que se deriva de una autoridad religiosa
Este tipo de organización tuvo efectos ceremonial. Los sacerdotes instituyeron a los
en sus prácticas ceremoniales y religiosas, en dioses representados en imágenes, elaborados

47
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

en diferentes materiales: metal, cerámica, pie- central denominado cacique mayor o cacique
dra, entre otros. La iconografía evidencia el supremo, y se identificaron dos sistemas de
manejo de figuras con rasgos de animales di- administración y manejo político-social y
vinizados, como el felino, el águila harpía o la económico: el costero y el serrano. El primer
serpiente. Los “chamanes” o sacerdotes tenían sistema se desenvolvió en la costa del Pacífi-
ciertos conocimientos médicos, eran guías es- co, en la cuenca del Guayas con Milagro Que-
pirituales, herbolarios y parteras. vedo. Los chachis y niguas, de la cuenca de
Santiago Cayapas, se constituyeron en socie-
Los trabajos metalúrgicos alcanzaron un dades bisagra de comercio entre la sierra y los
desarrollo tecnológico y especializado, que se mercaderes marítimos del litoral. Debido al
puede apreciar en el material arqueológico acumulamiento de bienes de prestigio y con-
manufacturado en oro, platino o cobre. Se trol del comercio y tráfico a larga distancia,
perfeccionaron las técnicas alfareras, que se se formaron sociedades más complejas, como
conservan en los restos arqueológicos de este los manteño-huancavilcas, que estuvieron or-
periodo, como las tolas, montículos de tierra ganizados en varios señoríos étnicos y crea-
utilizados como bases de vivienda o de uso ron una confederación denominada Liga de
funerario. En la producción se incorporan Mercaderes para el manejo de puertos mer-
nuevas variedades de cultivos, como la yuca cantiles para la Sierra los Pastos, Quito, Ca-
y el maní. Los trabajos especializados estu- ranqui, Panzaleos, Puruhaes, Cañaris Paltas
vieron al servicio de los políticos y religio- y para la Amazonía, Napo Omagua (Moreno
sos. Evidencia de esto se registra en espacios 1983: 27-134, Marín de Terán y Pino 2005: 61,
geográficos de la cultura Tolita, Bahía, Jama Marcos y Bazurco 2006).
Coaque, en la costa, y el sitio La Florida, en
Quito. La producción de estos artículos lujo- Jerárquicamente, los cacicazgos tienen
sos y de carácter espiritual demandó mante- un origen de parentesco de manera heredi-
ner un control de estos objetos. Las ensena- taria, a cargo de las familias más importan-
das o bahías se constituyeron en importantes tes, que, mediante diferentes mecanismos y
puertos en el tráfico marítimo. alianzas, conformaron las grandes confedera-
ciones. Según los datos etnohistóricos y ar-
Entre el año 400 d.C. y el 1500 d.C., queológicos, este periodo se caracteriza por el
correspondiente al periodo de Integración, aspecto político-territorial de las sociedades,
las poblaciones se asentaron en un espacio la progresiva anexión de nuevos territorios,
geográfico y étnico complejo, con diferentes la ocupación de la producción en distintos
sistemas de producción, en el cual los pro- pisos ecológicos, y el acceso a una variedad
cedimientos de intercambio tuvieron una de productos para satisfacer sus necesidades,
esencial importancia para el desarrollo eco- siempre y cuando estos productos fueran ob-
nómico y sociopolítico. De acuerdo con los tenidos en una o en pocas jornadas de tra-
datos arqueológicos y etnohistóricos, hubo bajo, sin desplazarse a grandes distancias, lo
cacicazgos jerarquizados regidos por un jefe que Oberem (1976) denomina como “micro-

48
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

rientes, permitieron obtener una mejor pro-


ductividad agrícola, construcción de obras
de gran envergadura, como canales de agua,
terrazas, camellones, caminos, tolas, montí-
culos, bohíos y terrazas.

La zona septentrional del Chinchaisu-
yu, que estaba en proceso de incorporación
al Tawantinsuyu al momento de la conquista
Fig. 28. Dos botellas Inca Paya, la de la izquierda
proviene de Cochinoca, Jujuy , y la de la derecha de española en 1532, era habitada por los quilla-
Cafayate, Salta. Museo Etnográfico Juan Bautista cingas en la zona andina centro-norte, y por
Ambrosetti de Buenos Aires, piezas 25165 y 25364.
los pastos en la zona centro-sur del departa-
mento de Nariño, República de Colombia, y el
verticalidad” para la sierra y Ramón (1987) Altiplano Carchi en la República del Ecuador,
llama “comercio vertical” en la costa. desde el siglo VI d.C. (Gómez del Corral 2006).

El proceso de intercambio y transporte La región limítrofe Carchi–Nariño
de los bienes de intercambio a corta y larga es una sola unidad geográfica y constituyó
distancia fue ejecutado por los mindalaes o desde épocas prehispánicas tempranas una
mercaderes, quienes conocían las rutas de ac- unidad cultural. Las sociedades preíncas de
ceso a otras zonas de la costa, sierra y Amazo- esta región se caracterizaron por una estruc-
nía. Existían mercados o “tiangues”, que eran tura política de cacicazgos regionales (Uribe
lugares donde se intercambiaban los produc- 1995a), cuyos jefes políticos estaban invo-
tos de otras regiones y que se convirtieron lucrados en redes de intercambio de bienes
en otro mecanismo de alianza. Los produc- exóticos a larga distancia, que incluían mullu
tos de intercambio de bienes suntuarios fue- (objetos elaborados con la concha del mo-
ron la sal de mina, la hoja de coca, la concha lusco marino Spondylus), oro, objetos de or-
Spondylus, el ají, las hierbas medicinales, los febrería y pedrería, usados para fortalecer y
adornos de metales, las piedras preciosas, las justificar su posición social (Salomón 1980,
mantas, entre otros. Este proceso fue com- 1988; Uribe 1992, 1995b).
partido por los distintos pueblos de la costa,
sierra y Amazonía de este periodo, y gracias La producción metalúrgica se centró en
a los diferentes mecanismos de alianzas com- adornos para el cuerpo, objetos de uso ritual,
partieron zonas estratégicas de producción instrumentos musicales y herramientas. Los
(centros multiétnicos). materiales empleados fueron el oro, el cobre
y la plata. Las aleaciones fueron trabajadas
La organización del trabajo comuni- con gran destreza de diferentes formas: oro
tario y el intercambio de bienes exóticos, y cobre, oro y plata, cobre y plata, como oro,
controlados por el cacique y su grupo de pa- cobre y plata. “En las técnicas de decoración

49
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 29. Wallqa, pectoral de conchas marinas mullu (spondylus princeps), con sostén confeccionado en lana de
camélido y pequeños detalles trenzados de cabello humano. Tamaño aproximado 25 cm. Museo de Arqueolo-
gía de Alta Montaña, Salta, Argentina. Foto Lisardo Francisco Maggipinto.

y acabado es palpable un gran conocimien- cialistas llamados mindalaes o “comerciantes”,


to y desarrollo tecnológico y un gran sentido quienes recorrían una red de caminos que
de la estética; así lo demuestra la presencia facilitaba el contacto con regiones vecinas
de técnicas de acabado tan sofisticadas como (Uribe 1976, Salomón 1988).
los diversos tipos de dorado y plateado (por
fusión y oxidación), el pulimento radial, el Los cacicazgos pastos ocupaban una
raspado zonificado y el uso de lo bicolor y lo región físicamente muy variada. Esta hete-
bitextura” (Gómez del Corral 2006). rogeneidad está relacionada con un sistema
de manejo de variabilidad medioambiental
La organización económica de estos ca- característico —diferente al descrito para
cicazgos se basaba en la agricultura de papa y los Andes centrales (Murra 1972)— llamado
maíz, así como el aprovechamiento de anima- “microverticalidad” (Oberem 1981). La mi-
les domésticos y especies silvestres. Exceden- croverticalidad consiste en que los habitan-
tes de la producción de sal, coca, ají y maíz tes contaban con campos agrícolas situados
eran usados en el intercambio, especialmente en diversos pisos térmicos que se lograban
con las regiones de la costa del Pacífico y la visitar en un día, por lo que no requerían de
región amazónica. Existía un sector de espe- múltiples residencias.

50
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Uribe y Lleras (1983: 350), basados en la base que permitió la consolidación del
información funeraria, han propuesto que la Tawantinsuyu, el último de una serie de Esta-
microverticalidad y el intercambio de bienes dos originarios que surgieron en el área de los
exóticos habrían caracterizado a los cacicaz- Andes. Antes de este, sistemas sociales como
gos tempranos, mientras que los cacicazgos Chavín en el primer milenio a.C., Moche y
tardíos, influenciados entre otras cosas por la Nasca (siglos II a VI), Wari y Tiwanaku (siglos
expansión incaica, se habrían dedicado más a VI a X), Chimú y Chincha (siglos XI a XV),
la intensificación agrícola. extendieron su influencia sobre amplias zonas
de los Andes centrales.
La etnia de los pastos estaba rodeada en
tiempos prehispánicos por etnias menos den- El enorme territorio del Imperio inca,
sas demográficamente (Uribe 1992), y orga- que abarcó más de 980 000 km² (superficie
nizadas en diversos niveles sociopolíticos de equivalente a las de Francia, Bélgica, Holan-
menor complejidad. Al norte se encontraban da, Luxemburgo, Suiza e Italia juntas), fue di-
los abades; al noreste, los quillacingas; al este, vidido en cuatro grandes suyus o “cuadrantes”
los quillacingas de montaña; al sureste los su- que partían en las cuatro direcciones cardina-
cumbíos; al sur y suroeste, los caras; al oes- les desde Hauk’aypata, la plaza del centro del
te, los barbacoas, y al noroeste, los sindaguas Cusco: Chinchaysuyu hacia el noroeste, Kun-
(Romoli 1979, Uribe 1985, Groot y Hooykaas tisuyu hacia el suroeste, Antisuyu al noreste y
1991, Cárdenas 1996). La comparación entre Qollasuyu al sureste, cada uno gobernado por
patrones funerarios de sitios arqueológicos un Apu. Los suyus estaban a su vez divididos
excavados en el extremo sur de Nariño (Uribe en provincias que podían albergar hasta 40
1978, Uribe y Lleras 1983) y los investigados 000 tributarios.
más al norte en lo que fue el territorio qui-
llacinga en la Colonia (Cárdenas 1994, Fer- Los sucesos que condujeron a la con-
nández 1994) apoya la idea de que en tiempos formación del Estado Inca y el ritmo de su
prehispánicos las poblaciones de ambas re- desarrollo expansivo han suscitado diversas
giones ya estaban organizadas en sociedades discusiones entre los especialistas respecto
complejas, pero con diferencias más marca- del lapso temporal, entre los historiadores,
das en la zona Pasto (Cárdenas 1995: 50). por un lado, y los arqueólogos, po el otro. En
particular, se discute sobre cuándo comenzó
la gran conquista incaica, y cuán rápidamen-
1.2. Origen del Tawantinsuyu te se extendió por toda el área andina. Sin
embargo, en la actualidad existe consenso en
El Estado Inca fue el más grande de Améri- que la cronología más plausible es la propues-
ca del Sur en tiempos precolombinos y una ta por John H. Rowe (1945, 1946), basada en
de las civilizaciones sobresalientes de la épo- las informaciones de las crónicas de Cabello
ca preindustrial. Las sociedades andinas que de Balboa (1586), Cieza de León (1553), Juan
lo precedieron, numerosas y diversas, fueron de Betanzos (1551) y Sarmiento de Gamboa

51
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 30. “Mapa Mundi” de Guaman Poma de Ayala (1615), la ciudad del Cusco es centro de este Universo.

Fig. 31. Los “Hijos del Sol” Manko Qhapaq y la Qoya. Guamán Poma de Ayala, 1615.

52
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

(1572), y las modificaciones que se han ido de la época de Manko Qhapaq hasta Wayna
realizando con nuevos documentos regiona- Qhapaq, fallecido poco antes de la llegada
les y dataciones proporcionadas por los ar- de los españoles.
queólogos (Bauer 1992: 43; Pärssinen 1992).
En algún momento del siglo XIII, los in-
La reconstrucción de la historia de los cas lograron establecer su hegemonía sobre el
incas antes de la expansión es dificultosa, triángulo determinado por los ríos Tullumayu
pues se mezcla con narraciones míticas. No y Watanay, hasta el cerro donde se construiría
obstante, la tradición histórica transmitida posteriormente la fortificación de Saqsaywa-
a los cronistas Betanzos (1551) y Sarmiento man. El ataque al Cusco de los chancas, una
de Gamboa (1572), por medio de informan- unidad política que tenía su centro en An-
tes directos de la administración incaica y dahuaylas (no en el Cusco), a fines del gobier-
con el apoyo de registros en khipus, contiene no de Wiraqocha, se vincula con el ascenso de
informaciones indirectas sobre el Cusco pri- Pachakuti Inca Yupanki, hijo de Wiraqocha, y
mitivo (Julien 2002: 23). Esta historia habla noveno inca. La información documental per-
de la llegada al Cusco del grupo de cuatro mite sostener que la expansión fue iniciada
hermanos con sus hermanas. La estirpe de por Pachakuti, que, en forma personal, ocupó
los incas se remonta a uno de ellos, Manko los territorios de los chancas, soras, lucanas
Qhapaq, y su hermana Mama Oqllo o Mama y otras naciones vecinas hasta Vilcas, y hacia
Wako. La adscripción se determina por lí- el noreste ocupó todo el valle de Urubamba
nea masculina. La transmisión dinástica hasta Vilcabampa. En el Qollasuyu fue derro-
menciona once generaciones de incas des- tado Qolla Qhapaq, con lo cual los incas ex-

Fig. 32. Saqsawaman, Cusco. Perú.

53
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 33. Tambo Paredones de Culebrillas, Ecuador. Foto Álvaro Samaniego.

tendieron su dominio a toda la región del lago hasta la costa ecuatoriana, pero no logró
Titicaca y los territorios al suroeste, hasta el dominar de manera efectiva esta región. Sin
océano Pacífico. A partir de ese momento, a embargo, controlaron las rutas terrestres y
mediados del siglo XV, las posesiones terri- marítimas por las que se transportaban las
toriales incaicas superaron a las de cualquier conchas rojas llamadas mullu (Spondylus sp.),
otra unidad política de la época. Lo que se bienes que eran utilizados en ritos y ceremo-
había iniciado como una mera confrontación nias especiales. Estos fueron algunos de los
entre grupos en la zona del Cusco se converti- motivos que tuvieron los incas para conquis-
ría en un Estado (Julien 2002). tar las regiones de Manta, Portoviejo y La
Puná (Rostworowski 1999: 116, Fresco 2010:
Después de estas conquistas, mientras 235), lo que se confirma con los hallazgos
que Pachakuti permanecía en el Cusco or- de entierros incaicos en la Isla de la Plata
ganizando la capital y la administración del y en Agua Blanca. (Marcos y Bazurco 2006).
Estado, sus jefes militares dominaron los va- A continuación, incorporó a los poderosos
lles de Chincha y Pisco en la costa peruana. señoríos de la costa norte peruana (reino
En la sierra, Thopa Inca continuó la con- del Chimor o Chimú). Por su parte, Amaro
quista del Chinchaysuyu hasta Cañar (Ecua- Thopa y otros generales ocuparon el Qolla-
dor), se extendió por el territorio cañari, y suyu hasta Chicha y el Kuntisuyu al menos
posteriormente avanzó por el callejón inte- hasta Arequipa.
randino hasta llegar al actual Quito (Ros-
tworowski 1999: 126, Cieza de León [1553] Durante el gobierno de Thopa Inca,
1996: 163-164, Marcos y Bazurco 2006, Fres- la frontera norte estaba establecida cerca
co 2010: 236). Después de varios años, llegó de Quito, Ecuador, y la frontera sur en el

54
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 34. Ushnu de Huánuco Pampa, Perú. Foto Yanoa Pomalima Carrasco, Qhapaq Ñan Perú.

curso superior de Madre de Dios, donde


los incas sufrieron varios reveses militares,
pero dominaron algunas etnias (Renard Ca-
sevitz et al. 1988).

En la época del décimo primer inca,
Wayna Qhapaq, permanecían sujetas las
áreas antes anexadas y se conquistaron algu-
nas nuevas en Ecuador, el sur de Colombia
Fig. 35. Apacheta, tramo Jayllihuaya - Ichhu. Foto
Qhapaq Ñan Perú (Pe-Cd-11 / C-2011).
(Pasto) y al este de Cochabamba. El soberano
hizo edificar un centro en Samaipata y otros
río Maule, Chile. También fue sojuzgada la fuertes fueron levantados entre el Guapay y
costa central en los alrededores de Lima. el Pilcomayo, a fin de proteger la frontera de
En el Qollasuyu fueron incorporadas mu- las invasiones de los chiriguanos que asola-
chas naciones, como Cochabamba (Incalla- ban Charcas. Cuando Wayna Qhapaq falleció
jta), Samaipata (Santa Cruz de la Sierra), en Quito, entre 1528 y 1530, dejó un enorme
Tucumán, y Mendoza, Argentina. Hacia el Estado y una estructura administrativa com-
oriente, fueron anexadas las provincias de pleja. En tiempos de Waskar, se habría con-
Chachapoyas, Moyobamba, el valle medio quistado la región Pomacocha, al norte de
y superior del río Huallaga, y tribus en las Chachapoyas, y explorado el Alto Mamoré.
márgenes de los ríos Tambo y Urubamba La penetración de la frontera oriental prose-
(Pärssinen 1992: 139-140, mapa 11). La “pro- guía con el inca Atahualpa a la llegada de los
vincia de los Andes” designa las laderas del españoles en 1532.

55
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 36. Cerro Pillucho, último refugio de los chancas en la guerra con los incas. Provincia de Vilcas Huaman,
Ayacucho. Foto Elías Mujica, Qhapaq Ñan Perú.

El Tawantinsuyu entró en una oscu- esta información, lo cierto es que hay indi-
ra etapa de grandes desasosiegos en todo el cios arqueológicos que dan cuenta de que era
mundo andino y desde luego en el Cusco. posible que eso estuviera ocurriendo.
Había guerras por aquí y allá. En la costa, los
chimúes habían invadido los valles al norte Es en medio de estas condiciones que los
y sur de Trujillo, e incorporaron los reinos o chancas —que ocupaban las tierras nucleares
señoríos de Lambayeque y a los habitantes de de los waris—, entre los siglos XIV y XV, man-
los valles vecinos. Los qollas y lupacas, habi- tenían al Cusco en una especie de “sitio” de la
tantes del frente occidental del lago Titicaca, ciudad, que no sabemos cuántos años pudo
estaban en guerra entre sí y no cabe duda de haber durado, pero cuya liberación se había
que los cusqueños también, especialmente convertido en la tarea principal de los cus-
con los condesuyos, que eran sus vecinos del queños. Algunos cronistas cuentan que luego
oeste y ocupaban un territorio muy impor- de muchos intentos y el evidente fracaso del
tante para que los cusqueños tuviesen acceso octavo inca, Wiraqocha, finalmente se orga-
al mar. Eso dicen las crónicas, de acuerdo con nizó una defensa exitosa bajo el comando de
lo que narraban los cantares. Sea o no exacta Kusi Yupanki, hijo de aquel inca, quien luego

56
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

ta a la tierra”. Se asume que es un héroe mági-


co, casi mítico, que rehizo el Cusco, al fundar
un Estado nuevo y muy poderoso. Construyó
gran parte de la ciudad y la mayor parte de
las obras maestras incaicas son atribuidas a
él. La casa donde nació y vivió en su infancia
y juventud está frente al templo principal o
Qorikancha. Es un palacio que ha sido recien-
temente excavado por arqueólogos cusque-
ños. Se le llama Kusikancha, en referencia al
nombre kusi (“alegre”), que era el que tenía Pa-
chakuti antes de volverse el gobernante de los
cusqueños. Machu Picchu, el santuario cons-
truido al norte del Cusco, fue, según todos los
indicios, el mausoleo del inca.

Desde luego, por mucho que se haya sa-
cralizado y divinizado la imagen de este inca,
Fig. 37. Inca Pachakuti según Guamán Poma de la evidencia es que sí existió y que hubo una
Ayala, 1615. persona concreta a quien los incas llamaban
Pachakuti. Su cuerpo momificado existió y
de la victoria se identificó con el nombre de fue capturado a comienzos de 1560 por el
Pachakuti Inca Yupanki. Además de tener los gobernador del Cusco Juan Polo de Onde-
atributos de gran guerrero, Pachakuti poseía gardo, por orden del virrey de Cañete. Cap-
las habilidades y conocimientos propios de turada la momia, fue conducida del Cusco
un amauta o sabio. Asimismo, se hizo recono- hasta Lima, al parecer junto con la momia
cer como hijo del dios Inti (Sol), con lo que de Wayna Qhapaq y de su madre. Allí fue
adquirió la condición de una divinidad. visitada y descrita por el clérigo Joseph de
Acosta, antes de que, por orden de los espa-
Los historiadores contemporáneos dis- ñoles, fuera enterrada sin que pudiera tener-
cuten mucho acerca de si este Pachakuteq o se noticias de ella nunca más. La momia de
Pachakuti era un solo personaje o el símbolo Pachakuti se encontró junto con la momia
de toda esta etapa de liberación del Cusco de del sometido jefe de sus enemigos chancas, a
ese “sitio” —que pudo durar siglos— al que les quien tenía capturado consigo, aun después
tenían sometidos sus enemigos chancas, que, de muerto. Si los cálculos son correctos, ha-
por cierto, eran descritos como bárbaros e bían muerto unos 100 años atrás. Era una
indeseables invasores. El nombre Pachakuti persona concreta, cuyo culto era mantenido
quiere decir “el que devuelve la tierra”, pero por su panaca o familia del inca. También
también puede leerse como “el que le da vuel- existían “sus” casas y tierras respectivas.

57
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 38. Conjunto de Las Hornacinas en el sitio Huaycán de Cieneguilla, valle de Lurín, Perú. A la vera del
tramo Xauxa – Pachacamac. Foto Qhapaq Ñan Perú.

Al parecer, los chancas estaban en guerra guerra muy larga y quizá el “sitio del Cusco” fue
con sus vecinos los quíchuas, quienes tenían solo un aspecto anecdótico o “emblemático” de
relaciones con los cusqueños. Deben tratarse este proceso; posiblemente fue el evento final
de guerras más o menos permanentes, en tan- del mismo o el más significativo para la consoli-
to existía como fuente de conflicto la indefi- dación de los incas en el poder. Pachakuti fue el
nición de “fronteras” en el acceso a los pastos héroe catalizador de todo aquello.
para el ganado y a las tierras agrícolas, que son
lo característico de esa región, con fuertes res- Así nació el Tawantinsuyu, que pronto
tricciones para la intensificación agrícola. incorporó bajo su poder a “las cuatro partes
del mundo”, pacificando la tierra y abriendo
La guerra de los chancas con los cusqueños un nuevo proyecto de coexistencia entre los
pudo ser categorialmente distinta, dado que de- pueblos. Si es válido el cálculo, en apenas un
bió de tratarse de una secuela del viejo señorío siglo (desde 1430 hasta 1532) logró la unidad
Wari y no un conflicto de contornos domésti- de las diversas formaciones políticas incor-
cos. Tal vez por eso el Cusco le concedió tanta poradas al imperio, la multiplicación de sus
importancia en su propia historia. Del triun- recursos y la integración de los logros eco-
fo de esta guerra nació un nuevo Estado, con nómicos y sociales de un territorio de 5000
voluntad y capacidad expansiva. Pudo ser una kilómetros de largo.

58
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 39. Sección Portachuelo – Piticocha, camino bajando hacia la laguna Escalera. Perú.

Albarracín-Jordán (1996) sostiene que tender el plan de integración —que ya existía


la organización social aymara pudo haber entre la costa y la sierra— a un exitoso pro-
tenido sus propias características. La in- grama político y económico de extensivas re-
fluencia inca en la cuenca del Titicaca, por laciones norte-sur. De este modo, el sur árido
ejemplo, no puede ser considerada como un y el norte fértil se complementaron con los
torrente cultural quechua en medio de una húmedos Andes del norte ecuatorial y los
sociedad aymara desprovista de niveles orga- duros desiertos meridionales. También se
nizativos y perspectivas culturales, propias avanzó mucho en la aproximación a los bos-
y amplias. Todo lo contrario, la estructura y ques tropicales, tal como se aprecia por sus
principios de jerarquía social aymara pare- contactos con los ocupantes de sitios como
cen anteceder lo que comúnmente se ha ca- el del Gran Pajatén (o Abiseo) de los chachas
racterizado como influencia incaica. En ese de las montañas húmedas siempre verdes.
siglo, se duplicaron o triplicaron los progra-
mas de intensificación y expansión agraria ya El examen de las interminables terra-
existentes, y se multiplicó la producción en zas agrícolas que fueron construidas en estos
los diversos campos de la manufactura, al ex- años, a lo largo de cientos de kilómetros de

59
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

desiertas laderas en la cordillera occiden- Dicen los cantares que Pachakuti mandó
tal (“andenes”), indican una política agraria ampliar el Cusco y fue el gran arquitecto que
de intensificación agrícola basada en la am- determinó su diseño urbano. Se cuenta que
pliación de tierras mediante la creación de entendía mucho de las estrellas y de los mo-
una infraestructura que no afectaba espacios vimientos del Sol, y era por tanto un amauta
previamente utilizados. Este plan se comple- con conocimientos especializados, que deter-
menta con una red de canales de riego en la minó la estructura política del Estado Inca.
costa y en la sierra, aun cuando, en muchos Quizá es una exageración atribuir todo eso
casos, eso fue realizado en siglos anteriores. A a un solo gobernante; sin embargo, es cierto
eso se suma el plan vial que conectaba el país que el diseño urbano del Cusco fue trazado
desde Nariño (Colombia), Carchi e Imbabura como parte de un proyecto compacto, al que
(Ecuador), hasta Santiago (Chile) y Mendoza incluso se atribuye una composición formal
(Argentina), cruzando todo el Perú y Boli- que inscribe la imagen de un puma agazapa-
via, con ramificaciones de una red operativa do. Sobre ese diseño la ciudad creció hacia
de comunicaciones al servicio de los reque- las laderas de los cerros. El que los edificios y
rimientos de complementariedad económica espacios urbanos no estuvieran dispuestos al
de los pueblos. azar indica que fue obra de un planificador.

Fig. 40. Plaza Hauk’aypata (Centro Histórico del Cusco), origen de los caminos Qhapaq Ñan de los cuatro suyus.

60
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Asimismo, Pachakuti fue un estadista neamente sostener una administración efi-


que conocía muy bien el mundo andino en su ciente, ambas cosas bajo la conducción del
multiplicidad, pautas y consignas. Obviamen- inca. Permite entender también cómo el inca
te, Pachakuti no creó todo eso de la noche a Wayna Qhapaq podía vivir tanto tiempo en
la mañana; sabemos bien que había antece- Tomebamba (actual Cuenca, Ecuador), ale-
dentes que él debió conocer, manejando una jado a casi 2000 kilómetros de distancia del
sabiduría milenaria. La red vial, por ejemplo, Cusco, donde estaba el aparato de conduc-
que implica un gran dominio de los caminos ción política del Estado.
existentes y el sentido e importancia de las ru-
tas. La creación de la infraestructura agraria La política de integración económica
supone un manejo significativo de los recur- de los incas parece, pues, haberse sustentado
sos locales, que incluye la mano de obra y, por en un gobierno que tenía una suerte de inca
cierto, el acceso al agua y a las tierras fértiles. “volante”, que se trasladaba según las deman-
das del dominio territorial, y otro radicado
Todo indica que el gobierno era asumi- en el Cusco, encargado de la administración
do por dos personas, una del Cusco Alto y del Estado en su conjunto. Eso solo era posi-
otra del Cusco Bajo. El inca de la parcialidad ble gracias a que se disponía de un sistema de
Hanan Cusco (de “arriba”) era siempre el más relaciones y contactos muy bien tramado, lo
importante y el representativo. Generalmen- que era dable con la red de caminos y el uso
te estaba encargado de las tareas de la guerra de los khipus para la contabilidad del tributo
y la conquista, de modo que permanecía poco que servía de renta al Estado, y una organiza-
tiempo en el Cusco. El inca de la parcialidad ción administrativa manejada con eficiencia.
de “abajo” o Urin Cusco, en cambio, se que-
daba en el Cusco y aparecía siempre como “el El régimen económico, basado en la ex-
segundo de a bordo”. Esas son conclusiones plotación de la fuerza de trabajo, requería un
a las que han llegado algunos historiadores, control muy preciso de la población, pues solo
pero las cosas no están del todo definidas, a partir de ello el Estado podía programar los
pues aun cuando es probable que durante el costos de su inmenso equipo de funcionarios,
reinado de Thopa Inca Yupanki hubo un inca obras públicas e inversión de largo plazo en la
correinante —su hermano—, se hace mucho intensificación agrícola.
esfuerzo por ubicar al cogobernante de Way-
na Qhapaq. Se piensa que pudo ser Waskar, Los incas tuvieron una política poblacio-
su hijo, al menos durante un tiempo. nal muy definida en la relación entre la fuer-
za de trabajo y sus posibilidades productivas.
La idea de la “diarquía” (cogobierno de Para eso requerían tener un conocimiento
dos) encaja bien con lo que ocurría en otros actualizado de la cantidad de la población y
niveles de organización social y política del los recursos que permitían su reproducción.
mundo andino. Sin duda, permite entender El control de la población se hacía mediante
cómo podían darse las conquistas y simultá- una suerte de censo permanente, que dividía

61
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 41. Pisac, sector Intiwatana. Cusco, Perú.

a los “tributantes” en decenas, centenas y mi- diverso tipo, que formaban la renta estatal.
llares de adultos hatunruna, y creaba obliga- Con esa renta, el Estado “retribuía” el traba-
ciones de las comunidades según la cantidad jo hecho en su beneficio, mediante mecanis-
de mano de obra disponible en ellas. Chunka mos redistributivos.
(10), pachaq (100), waranqa (1000) o hunu (10
000), cada cual con sus respectivos kamayuq, Dicen los cronistas que el país que cons-
eran las unidades de población que permitían truyeron los incas era un mundo de bienes-
regular la relación Estado-población en los tar e igualdad. Sin embargo, no es cierto que
grupos étnicos, y programar la renta disponi- fuera igualitario, pues la existencia del Esta-
ble para garantizar la reproducción y el poder do Inca mantenía relaciones desiguales entre
económico del Estado. los funcionarios y los comuneros, e incluso
internamente entre ellos. Los incas tenían el
Los mitmaqcuna, aqllacuna, yanacuna y poder, la fuerza y el gobierno; los campesinos,
mit’ayuqcuna realizaban las tareas específicas su trabajo. La tierra, el agua y todo el conjun-
de la producción estatal. Su trabajo cubría to de bienes naturales pertenecían a los que
todo el espacio productivo que estaba por eran capaces de transformarlos en riqueza.
encima de las necesidades del kawsay (“lo Debido a que el principal medio de produc-
necesario para vivir”), desde alimentos hasta ción era la fuerza de trabajo, la propiedad di-
obras de infraestructura y manufactura de recta era ejercida sobre ella.

62
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 42. Dos khipus. Museo Arqueológico San Miguel de Azapa. Universidad de Tarapacá. Arica.

En cambio, sí es cierto que había bien- de oro y plata; con almacenes inmensos, lle-
estar en términos de la capacidad de sustento nos de lienzos finísimos y toda clase de lujos
de la población. La producción alimenticia para vestir y adornarse, y repletos también
era eficiente y excedentaria, lo que permitía de granos, papas, carne seca y toda clase de
mantener una política de seguridad social a alimentos para ser consumidos en cualquier
mediano y largo plazo, gracias a los depósitos momento por muchísima gente.
de bienes de consumo que tenía el imperio
esparcidos por todo el país, y a los que las Por las calles del Cusco transitaban
comunidades agregaban hábitos de conser- fundamentalmente los nobles con sus ya-
vas y reservas. Esto era parte de la costumbre nas y adjuntos. Eran personajes vestidos con
andina de prevenir los desastres climáticos o elegantes atuendos de fina lana y algodón
tectónicos que ocurren con cierta frecuencia seleccionado, a veces con mantos cubiertos
en el territorio. con plumas escogidas de pájaros exóticos de
la selva o lentejuelas de oro o plata. Algunos
El Cusco se convirtió en un lugar de le- iban en literas, cargados por súbditos y se-
yenda, solo similar al de aquellas ciudades que guidos por sus mujeres, su guardia personal y
describen los cuentos ostentosos de la mito- otros sirvientes. Por doquier brotaba el agua
logía oriental. Lleno de palacios y templos re- de surtidores tallados bellamente en piedra,
lucientes, con muros cubiertos con planchas agua limpia que llegaba por canales también

63
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

labrados en piedra. Y los señores disponían Las seleccionadas (aqllacuna) pasaban a vivir
de baños especiales para su aseo personal, en unos palacios llamados aqllawasi (“casa de
como en el templo llamado Qorikancha. las escogidas”), donde dedicaban su tiempo a
preparar comidas y bebidas para los nobles
Por supuesto, no solo en el Cusco se tenía a quienes los españoles llamaban “orejones”,
toda esta riqueza. En las colonias del inca —en pero sobre todo para hilar y tejer las finas
los centros administrativos provinciales— ocu- piezas de tela que usaban el inca y sus alle-
rría algo parecido. Se dice que en la ciudad de gados. Eran los tejidos “estatales”, cuya finura
Vilcashuamán, cerca de Ayacucho, el ushnu de llama aún hoy la atención. Las maestras, las
la plaza central estaba totalmente cubierto con más expertas, llamadas mamakuna (señoras),
planchas de oro, así como los sillones y otros eran ilustradas en tales artes, pero, además,
monolitos que aún hoy se conservan en el sitio. producían bellas piezas textiles para el inca,
en asociación con los maestros artesanos lla-
Por cierto, a lo largo del camino, en mados qompikamayuq.
cada ciudad o pueblo e incluso en medio de
los caminos, cerca de los hospedajes llamados Las aqllas, en determinadas circunstan-
“tambos” (tampu), los españoles encontraban cias, podían o debían ser conservadas en esta-
qollqas, que eran depósitos con sus abasteci- do de virginidad y quedar destinadas al servi-
mientos de comida y abrigo, siempre llenos, cio de los templos y especialmente al culto so-
en las épocas de bonanza y de escasez. lar. En el Cusco, a las aqllas de origen noble se
les llamaba ñustas. No obstante, mientras que
Claro que no era realmente el oro o la unas podían ser entregadas por el inca como
plata lo que indicaba el grado de riqueza de esposas a sus súbditos o incorporadas por él
estas ciudades de fantasía, pues lo eran más mismo a su extenso harén, la mayoría retor-
las manufacturas como los tejidos. Así, una naba a sus comunidades de origen después de
ciudad bien provista de telas de lana de al- cumplir con el “servicio obligatorio” que les
paca, vicuña y llama, como también de algo- era asignado en el aqllawasi.
dón, era considerada una ciudad rica. El em-
perador, llamado Sapan Inca (“el único”, “Él”, Desde luego, las aqllas no eran las únicas
el inca), ameritaba sus simpatías y gratitud personas que debían cumplir con un servicio
para con sus leales al hacerles obsequios de obligatorio para el Cusco o los centros urba-
vestidos, y a los más cercanos les entregaba nos provinciales. En realidad, todo el trabajo
mujeres y otros privilegios. Un acto de gran estatal dependía de gentes que, como ellas,
poder y riqueza era acompañado de una que- “debían” una especie de tributo consistente
ma de telas, en señal de extrema bonanza o en “tiempo a disposición del Estado Inca”,
para ofrenda a los dioses. de manera que, obligatoriamente y por tur-
nos, todos los habitantes del Tawantinsuyu
Cada año, el inca hacía reunir a las muje- lo hacían mediante el sistema de la mit’a. La
res jóvenes de todos los pueblos del imperio. mit’a consistía en servir al inca en tareas que

64
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

jos de manufactura textil, de artes plumarias,


de elaboración de materia prima (tinturas,
pigmentos o preparación de pieles), de car-
pintería, de alfarería o de orfebrería. La ma-
yoría de ellos tenía su centro de trabajo en
el espacio urbano mientras duraba su mit’a.
Luego volvían a sus comunidades de origen y
a su habitual forma de vida rural.

Es importante destacar este punto, por-
que se trata de habitantes urbanos distintos
a los que estamos habituados a conocer en
nuestro tiempo. Se trata igualmente de ciu-
dades diferentes a las que actualmente habi-
tamos. La mayor parte de sus ocupantes no
eran permanentes, sino gentes del campo, de
comunidades campesinas, que ocupaban de
manera temporal y posiblemente cíclica el
Fig. 43. Figurilla inca encontrada en el sitio Pirámides espacio urbano. Solo unos pocos habitantes
de Túcume, departamento de Lambayeque, costa eran realmente perennes: una élite de funcio-
norte del Perú. Foto Proyecto Arqueológico Túcume.
narios (kamayuq) y de nobles (“orejones”), en-
se señalaban a cada una de las comunidades tre los que seguramente deben incluirse a los
del país. Quienes sí pagaban sus “impuestos” amautas o sabios, ligados a los templos junto
se llamaban mit’ayuq, o simplemente mitani, y a los sacerdotes.
trabajaban bajo la dirección de algún tipo de
kamayuq, capataz o especialista encargado de Muchos kamayuq eran especialistas,
conducir la actividad. como los qhipukamayuq —que entendían de la
lectura e interpretación de los khipus (sistema
Los trabajos de las mit’a eran muy varia- de registro contable por nudos), seguramente
dos, pero, desde luego, era una actividad muy una especialidad que concluía en el grado de
importante para el Estado, pues gracias a ella amauta—, hasta los qompikamayuq, que se en-
los incas disponían de renta y podían mante- cargaban de dirigir los talleres dedicados a la
ner y construir ciudades como el Cusco. Ha- elaboración de tejidos finos. Sería muy largo
bía, pues, unas mit’as para la construcción de enumerar todos los tipos de especialistas que
edificios, caminos y todo tipo de obra civil, existían, ya que cubren las tareas de arqui-
bajo la dirección de arquitectos o técnicos tectos constructores, ingenieros hidráulicos
—kamayuq— expertos en los secretos de la expertos en caminos y en puentes, mineros y
construcción de edificios. Del mismo modo, metalurgos, orfebres y otros, sin mencionar a
como las aqllas, había mit’anis para los traba- los que tenían por función el dirigir los gru-

65
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

pos de “guardias” que cumplían las más varia- (o mitimaes), pero sobre todo los yanas, eran
das funciones de seguridad (del inca, de las producto de la guerra. Los mitmaq eran co-
kanchas y los centros urbanos, de las aqllas, los munidades sometidas por los incas, que per-
tambos, etc.). Todos ellos, los especialistas y dían la libertad de mantenerse en su territo-
“responsables” de función, vivían en el Cusco rio de origen y eran trasladadas al destino que
o en las ciudades provinciales mientras dura- les fuera señalado por el Estado (el inca y sus
ra su encargo, mas luego se reintegraban a sus camayos), que les había expropiado el derecho
comunidades originarias. de residencia. Por lo demás, estaban obliga-
dos en la mit’a y demás deberes de cualquier
Las “masas urbanas” no eran, por tan- habitante del Tawantinsuyu.
to, “ciudadanas”, sino rurales. Solo la élite lo
era, conformada por las panacas de los incas,
los amautas y otros funcionarios religiosos, 1.3. La expansión territorial de los incas
los sinchis y otros especialistas en la guerra y
los funcionarios —kamayuq— especializados. El Cusco era el centro del aparato político y
La “masa urbana” estaba constituida por las militar de los incas. También la sede del poder
aqllas, los mit’ani y por dos otros grupos de social, como lo fue Roma de su imperio. Allí
gentes que se conocían como yanacuna y mit- vivían el inca y una compleja corte. Era a la vez el
maqcuna, todos ellos campesinos con un régi- eje político y un gran centro ceremonial, donde
men temporal de tareas urbanas. Los mitmaq se rendía culto al dios Inti (el Sol) y a los demás
dioses del panteón andino, y donde estaban los
centros principales del conocimiento, como
el Poqenkancha (una suerte de “biblioteca”
de tablas con imágenes de la historia de los
gobernantes del Cusco) o el Yachaywasi (“casa de
la sabiduría”), junto con el Aqllawasi principal,
con las ñustas del Sol. Estaba en el centro de los
cuatro suyus y, por tanto, era el punto de salida
y destino de los caminos que iban a formar
la red del Tawantinsuyu. En el Cusco vivían
los representantes de todos los pueblos que
habían sido sometidos por los incas, y cuyos
“principales” —uno de cada suyu— habrían
constituido, según Guaman Poma de Ayala,
una suerte de Consejo de Estado.

Era un centro poblado importante, y tal


Fig. 44. Calle Cabra Kancha, muestra del poder como mencionan los cronistas llegados con
imperial. Foto Elías Mujica, Qhapaq Ñan Perú. Pizarro, era:

66
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

tan grande y tan hermosa que sería digna otros Estados o de grupos tribales de condi-
de verse aún en España, y toda llena de ción local o regional. Uno de los medios era
palacios de señores, porque en ella no vive la negociación de los términos de coexistencia
gente pobre ni cada señor labra en ella su de acuerdo con un ofrecimiento de apoyo en
casa y asimismo todos los caciques, aunque tareas conjuntas de desarrollo económico local
estos no habitaban en ella de continuo. La frente a la prestación de servicios de la fuer-
mayor parte de estas casas son de piedra y za de trabajo para obras públicas, y apoyo en
las otras tienen la mitad de la fachada de la confrontación con eventuales enemigos. El
piedra; hay muchas casas de adobe, y están otro medio era la guerra, una instancia segura
hechas con muy buen orden, hechas calles cuando fallaban los intentos de negociación.
en forma de cruz, muy derechas, todas em-
pedradas y por en medio de cada una va un Indudablemente, en esas circunstan-
caño de agua revestido de piedra (Sancho cias guerreras —a las que hay que agregar
de la Hoz [1534] 1938: 176-177). la posibilidad de construir refugios o for-
tificaciones, el volumen de soldados más
El Cusco cumplía un papel de centro que sus propias habilidades de lucha— te-
movilizador de todos los procesos políticos nían un gran peso en la definición de las
o económicos que emanaban del proyecto batallas. El sometimiento por negociación
expansivo de los incas. El triunfo sobre los era impuesto, en esa perspectiva, con so-
chancas les abrió un esquema de conquista metimiento de los más débiles, mientras
que fue creciendo progresivamente y que se las guerras podían definirse como simples
hacía más fuerte a medida que avanzaba. Pa- confrontaciones de volúmenes de soldados
chakuti marcó el camino con sus conquistas, o con verdaderas carnicerías. Hay recuer-
que cubrieron un ámbito mayor que el del dos de todo eso en el proceso de organiza-
Imperio wari, aun cuando estaba muy cerca ción del Tawantinsuyu.
del que este había logrado cubrir, con la no-
table diferencia de que el territorio de Tiwa- Existe la tendencia a uniformar las ins-
naku, que era autónomo en tiempos de Wari, tituciones, y desde luego las formas de vida
era una de las partes aliadas del proyecto inca de las gentes a partir del modelo más comple-
y, según parece, desde la guerra con los chan- jo y desarrollado. Por esta razón, se presen-
cas, su más fuerte compañero. Thopa Yupanki taban como instituciones preincaicas a una
amplió considerablemente el territorio incai- serie de formas institucionales que estaban
co, pero fue Wayna Qhapaq quien lo condujo en plena vigencia en el periodo de auge de
más allá de las fronteras de los Andes centra- los incas. Se dice, por ejemplo, que las ban-
les, sobre todo hacia los Andes septentriona- das, tribus y otras formas de organización
les, a las tierras de los cañaris y quiteños. previas a la existencia del Estado eran formas
anteriores a los incas. No lo eran. Estaban
Los incas establecieron su régimen uti- plenamente vigentes cuando funcionaba el
lizando diversos medios de incorporación de Tawantinsuyu, y en realidad eran parte sus-

67
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 45. Qollqas de Chacamarca en Junín, sierra central del Perú, y la acumulación de excedentes productivos.
Foto Edgardo Solórzano Palacín, Qhapaq Ñan Perú.

tantiva de su ordenamiento jurídico. Si bien fragmentación también está caracterizada


las bandas u hordas de cazadores-recolecto- la dinámica segmentaria andina, por lo cual
res habían ciertamente desaparecido de los se han resaltado las formaciones de centros
Andes, y se mantenían marginalmente en el regionales poderosos que a través del tiem-
Chaco o el extremo sur del continente, había po adquieren una autonomía cada vez mayor
algunos vestigios de este orden en los gru- respecto al eje nuclear y de base. Es en este
pos —también marginales— de los llamados sentido que la reproducción de los sistemas
changos y los urus de los Andes meridionales. locales adquiere cada vez mayor significado y
Las tribus, en cambio, en todas sus formas y llevan a un segundo plano los propósitos que
variedades, eran la base de la organización de se relacionan a un sistema globalizado.
las comunidades de agricultores, pescadores
y pastores, que sustentaban la estructura co- Durante el periodo Formativo Tar-
munera del Tawantinsuyu. dío, si es que no antes, surgieron principios
fundamentales de organización, sobre los
Luego de la desintegración de la hege- cuales muchos grupos de la sociedad andi-
monía Tiwanaku alrededor del 1100 d.C., na fundamentaron sus estructuras políticas,
se dejó una imagen de la estructura original económicas y religiosas. Estas estrategias
en las distintas agrupaciones que quedaron de coordinación, como lo sugieren los ele-
como herederas. Como menciona Albarra- mentos simbólicos en determinados sitios,
cín-Jordán (1996), dentro de este proceso de estuvieron acompañadas por un cuerpo

68
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

pañola. El establecimiento de centros mayo-


res, hacia finales del siglo XV, tuvo el propó-
sito de facilitar y coordinar la extracción de
la fuerza de trabajo y del tributo en la región.
En forma análoga a varias otras regiones, la
base del Estado Inca dependió de la promo-
ción de las élites locales (Pease 1982, Hastorf
1986, D’Altroy 1992, Moseley 1992: 49-80).

Sin embargo, la fundación de estos cen-
tros no trajo cambios radicales en la distri-
bución del valle en su conjunto. Al parecer,
la influencia inca se vio limitada a la institu-
cionalización de una norma administrativa,
la cual en cierta medida fusionó a parte de la
población en núcleos mayores. La dispersión
Fig. 46. Camino al Kuntisuyu, en el Centro Histórico
de sitios que caracterizó al Pacajes Temprano
del Cusco. Actual calle Santa Clara. Perú. siguió siendo una característica de la región
(Albarracín-Jordán 1996: 308).
ideológico globalizante, que proveía el nexo
indispensable entre lo natural y lo cultural, Respecto a la producción en el valle
así como entre lo natural y lo sobrenatural. bajo de Tiwanaku, Albarracín-Jordán sos-
No se puede juzgar como insignificante el tiene que es aún prematuro afirmar si los
rol que desempeñaron los principios ideo- campos de cultivo en terrazas (parte sur del
lógicos compartidos, o aquellos que se ins- valle) servían como zonas de producción
tituyeron antes de formarse entes sociales de excedente. En el caso de los camellones,
más amplios, en la integración de diversas ubicados en la parte norte del valle, es pro-
etnias. El registro arqueológico en distintas bable que ya no hayan servido las funciones
regiones muestra el rico contexto simbólico agrícolas de otras épocas. En tal sentido, el
de estos desarrollos. La iconografía de Tiwa- variado número de asentamientos mayores
naku es claro testimonio de esta opulencia, que los incas establecieron en uno y otro
aunque todavía no se haya podido descifrar sector del valle, parecen relacionarse con
el verdadero significado de sus íconos (Al- esta contingencia en el potencial agrícola de
barracín-Jordán 1996: 138). la región (Albarracín-Jordán 1996: 308).

En cuanto al sistema de asentamiento, El Estado Inca era una entidad cuya
la influencia incaica en el valle bajo de Tiwa- fuente social originaria eran las tribus, que
naku y, por ende, en gran parte del territorio en su forma más compleja y avanzada adqui-
Pacajes, fue limitada debido a la conquista es- ría la forma del llamado ayllu, una estruc-

69
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

tura de parentesco de fuente consanguínea El discurso jurídico era, desde luego,


y ampliada con componentes asociados por impuesto como norma general. Sin embargo,
afinidad. El ayllu es una comunidad con una queda claro que había una diversidad de apli-
relación particular con el Estado, que le per- caciones, según el lugar donde se ventilaban
mitía definir su participación civil mediante los casos, a partir del reconocimiento de los
una forma de tributación de servicios en los valores étnicos tradicionales.
que involucraba su estructura tribal sin afec-
tarla. Dicho de otro modo, la base social del El aparato punitivo del Estado estaba li-
Incario era tribal, tributaria de una estruc- gado a su reproducción, y el cumplimiento de
tura urbana sustentada en la formación de la deuda tributaria era una de las principales
una casta de hábitos y costumbres urbanas preocupaciones del aparato ideológico y admi-
que, de otro lado, no dejaba de mantener sus nistrativo del Tawantinsuyu. La renta del Esta-
vínculos rurales a través de su comunidad de do estaba regulada por ese tributo que, si bien
casta, llamada panaca. Los habitantes de las se manifestaba en la forma de trabajo, su expre-
ciudades, incluyendo el inca, eran simbóli- sión concreta eran los bienes que se guardaban
camente campesinos, que incluso se invo- en los depósitos que para el efecto mandaba
lucraban figuradamente en las tareas de los construir el inca. La obra pública se financiaba
trabajadores del campo. igualmente mediante el tributo-trabajo y por

Fig. 48. Agricultura de granos altoandinos,


Fig. 47. Camellones de Lampa, altiplano del
complementarios a los productos mesotérmicos del
Titicaca. Foto Elías Mujica (2002).
valle de Cusco. Salar de Uyuni, Bolivia.

70
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

la redistribución que se aplicaba a los bienes La intensificación implicaba normal-


almacenados, todo ello para solventar las nece- mente la creación de nuevas áreas de cultivo,
sidades de consumo de sus trabajadores. mediante la instalación de una infraestruc-
tura nueva, sea de modificación del régimen
La política incaica no hacía una dis- de aguas o la creación de nuevos mecanismos
tribución de tierras sin tener en cuenta su de acceso a ellas, o la construcción de infraes-
productividad, sino que, por el contrario, el tructura agraria agregada.
proceso de distribución de la tierra en ter-
cios de destino se realizaba a partir de una De esta manera, la comunidad local no
cuidadosa evaluación de su potencial pro- percibía ninguna disminución en el acceso a
ductivo. Esa evaluación determinaba, casi los bienes de consumo a los que estaba habi-
siempre, la ampliación del área productiva tuada, y disponía de nuevas tierras para pro-
para lograr un programa de intensificación ducir. Hay que considerar que los produc-
eficiente, con producción excedentaria. Des- tos de esas nuevas tierras tenían un destino
de luego, la intensificación medía la relación también nuevo y que únicamente revertían
entre la población productiva, el índice de a las comunidades como parte de las obliga-
consumo previsible, y la cantidad y calidades ciones redistributivas del Estado, ya sea para
de las tierras locales. cubrir los costos que demanda la labor de

Fig. 49. Camino de la costa en la zona de Quebrada de la Vaca. Arequipa, Perú. Acceso a recursos marinos.
Foto Qhapaq Ñan Perú.

71
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

las tierras o los que demandan las obras pú- donde se ubicaba Pacaritambo, proclamado
blicas a las que los comuneros debían asistir lugar de origen de los incas.
como mitayos.
De las divisiones costeras se reconocen
Circulaban en el Tawantinsuyu mu- 38 desde Tumbes a Arica, vinculadas a valles
chos dioses y muchas lenguas en medio de fluviales; entre ellos: Lambayeque, Pascama-
una multitud de costumbres, pero todo yo, Chimú con su gran capital Chan Chan;
bajo un mismo régimen y una misma jerar- Paramonga, con su fortaleza; Chancay, Lurín
quía. Un hilo conductor cruzaba todas esas con el santuario más famoso de la costa en
diversidades, el Qhapaq Ñan, y junto a él, Pachacamac; Chincha con una población de
o como parte de sus servicios, transitaban alrededor de cincuenta mil habitantes; Ica,
las lenguas locales acompañadas de una Nasca, Camaná, Moquegua y Arica, con co-
“lengua general” y los dioses locales junto al lonos aymaraparlantes. Más al sur, había al-
Inti, el “dios Sol” con toda su corte de estre- deas pesqueras dispersas en la costa desértica
llas y la Luna. Los incas estaban montados de Tarapacá (Levillier 1942: ver mapa, Rowe
en esa diversidad, conduciendo un proyecto 1946: 186-192).
de integración de muchas naciones.
Las estrategias incaicas de incorpora-
Los incas manejaron el concepto de de- ción de una unidad política pueden ser vis-
marcación territorial utilizando líneas fron- tas como un continuum entre el control hege-
terizas definidas. En el transcurso de sus con- mónico y el control territorial. En el primer
quistas establecieron distintos tipos de pro- caso, el poder político era ejercido en forma
vincias. Algunas se crearon en torno a centro indirecta, a través de la élite que retenía una
urbanos, mientras en otras, como Cochabam- considerable autonomía en el manejo de los
ba y las propiedades rurales de los soberanos, asuntos locales, pero que era forzada a acep-
esos centros no existían. tar: la sumisión militar, la entrega del tributo
en forma de trabajo y de productos especia-
Un gran número de unidades políticas les, así como la eliminación de las relaciones
pasaron a integrar el Estado Inca. En la sie- económicas con los grupos étnicos vecinos.
rra, Rowe registra 44 provincias y entre las Esto parece haber ocurrido en la sierra cen-
más importantes señala a: Cajamarca, cuya tral y norte de Ecuador, en muchos de los
capital contaba con elaborados edificios ce- grupos orientales que se incorporaron en el
remoniales; Huánuco, donde construyeron Antisuyu y al suroeste, en el Qollasuyu.
Huánuco Pampa; Chinchaycocha o Pumpu
en Junín; Huanca, con capital en Hatun Jau- El control territorial, en contraste, era
ja, tres sayas y veinticinco mil tributarios; ejercido mediante la presencia directa del
Vilcas, con capital en Vilcashuamán; Vil- Estado Inca sobre entidades políticas que
cabampa, con capital en Vitkus; Quechua, habían sido poderosas. Estas regiones experi-
alrededor de Abancay y Curahuasi; Chilque, mentaron una considerable reestructuración

72
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

de su organización económica y sociopolíti- jas o hermanas de aquellos como esposas se-


ca, y una supervisión administrativa a cargo cundarias. De esta forma, la organización de
de oficiales estatales. El control permitía un parentesco de los incas estuvo fuertemente
nivel elevado de extracción del tributo, pero vinculada a la organización política del im-
el grado de intervención suponía un alto cos- perio. Los lazos eran confirmados por medio
to en la administración. Esto implicaba una de grandes festividades en la región o en el
mayor inversión de tropas y recursos por par- Cusco, donde el inca ofrecía a los señores una
te del Estado. Las regiones nucleares del Perú serie de obsequios, tales como finas prendas
y de la cuenca del Titicaca, en Bolivia, fueron de vestir, bienes metálicos (patenas, vasos y
controladas en forma directa debido a su cer- adornos de oro y plata, y armas de bronce)
canía con el Cusco, y a la necesidad de pro- y objetos rituales, para obtener así su obe-
fundizar la seguridad y el acceso a recursos. diencia. Estas dádivas formaban parte de las
relaciones redistributivas y de reciprocidad
Tales fueron los casos del reino del Chi- que consolidaban los lazos por medio del uso
mor en la costa norte, de los wankas en la político-simbólico de los objetos de prestigio
sierra central del Perú (D’Altroy 1992), y de (Murra 1958, 1978).
los reinos Qolla y Lupaca en el Altiplano
(Julien 2002 y 2004). Después de vencida la resistencia ar-
mada, se procedía a inspeccionar la región y
efectuar censos de población, tierras y pro-
1.4. La sociedad inca ductos para organizar los grupos tributarios.
Otra forma de coerción para subyugar a los
Los incas aplicaron de un modo pragmá- jefes y al pueblo fue de carácter cultural y
tico diversas modalidades de manejo de las consistía en enviar al Cusco a sus más im-
provincias. Las formas de coerción para ejer- portantes wak’as e ídolos. De esta forma, se
cer su dominio incluyeron, en primer lugar, prevenían las posibilidades de una rebelión
la fuerza de las armas, y, en segundo lugar,
la diplomacia y promoción de alianzas. Ape-
nas se apaciguaba una región recién sojuzga-
da, comenzaba el proceso más profundo: la
institucionalización política de la domina-
ción. Cuando un conquistador inca domina-
ba una provincia, los jefes o curacas locales
quedaban vinculados en forma personal al
rey inca. Esta relación podía confirmarse por
medio de alianzas matrimoniales. Así, el inca
ofrecía su hermana, hija o pariente cercana
Fig. 50. Aisana, tamaño aproximado 6 cm x 6 cm.
para que se casaran con los jefes provinciales Museo de Arqueología de Alta Montaña. Salta,
principales y, a su vez, el inca solía tomar hi- Argentina. Foto Lisardo Francisco Maggipinto.

73
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 51. Santuario de Pachacamac, calle Norte-Sur, proyección del Qhapaq Ñan Perú.

(Rostworowski 1988). Del mismo modo, una pequeña muestra de la enorme variedad
los hijos de los curacas eran enviados como de vajilla cerámica y otros objetos que entra-
rehenes a la capital donde se les enseñaba ban en este intercambio de dones (Bingham
el idioma, las normas del Estado y los pre- 1930, Julien 1981). Del mismo modo, los ajua-
ceptos de la religión solar. Para mitigar la res de personajes importantes de las pro-
situación de exilio se les regalaba prendas vincias muestran prendas tejidas de estilo
del vestuario imperial, que podían enviar a cusqueño, cerámica, maderas y amuletos de
su hogar como signo de la benevolencia del piedra pulida, como en La Paya, Humahuaca,
inca (Murra 1975: 164-165). Arica, Ica, y en la sierra de Ecuador (Ambro-
setti 1902, von Rosen 1924, Salas 1945, Men-
Las vestimentas y los símbolos de pres- zel 1971, Hyslop 1976, Meyers 1998, Aldunate
tigio, como tocados cefálicos, cetros, ador- y Cornejo 2001).
nos personales y vasos de oro, plata o madera
decorada, constituyeron formas de legitimar Existían pautas bien establecidas acer-
el poder del Estado Inca en las provincias. ca del modo de vestimenta del inca, las pa-
Fuentes documentales y mucha evidencia ar- nacas, los curacas y la gente del común. El
queológica indican que en las ceremonias y Sapa Inca era considerado hijo del dios Inti
funciones políticas el inca redistribuía bie- y, como tal, toda su vida y el ejercicio de su
nes producidos en estilo imperial, pero, al cargo estaban sometidos a rigurosas reglas.
mismo tiempo, era reverenciado con la en- Su poder provenía del Sol. Dicha categoría
trega de bienes suntuarios de lejanas provin- lo convertía en el mediador entre el mundo
cias. Las ofrendas mortuorias de Saqsaywa- terrenal (Caypacha) y el de las divinidades
man, Ollantaytambo y Machu Picchu son del firmamento (Ananpacha).

74
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

era portado sobre una litera suntuosa, ador-


nada con oro, plata y piedras preciosas. Es-
taba prohibido mirarlo de frente, y cuando
hablaba lo hacía detrás de una tela o biombo
ligero. Presidía las ceremonias más impor-
tantes del calendario anual como el Inti Ray-
mi y Qhapaq Raymi.

El atavío de un curaca guardaba corres-
pondencia con su categoría en la escala so-
cial, sus trajes y adornos variaban según las
regiones. Entre los señores de la costa norte el
lujo de sus vestimentas debió ser impactante
con los exquisitos uncus, mantos, pelucas y
Fig. 52. Unku Inca en miniatura procedente de Pa- plumerías, junto con el acompañamiento de
chacamac. Museo de Berlín. Foto Claudia Obrocki. narigueras, tiaras, collares, patenas y orejeras
Fuente: Colección digital del Staatliche Museen zu de oro y plata. En documentos sobre extir-
Berlin, Alemania. Publicado por Textiles Quispe –
Handwoven. pación de idolatrías se mencionan a curacas
ataviados con sus antiguas prendas de cum-
El día que asumía, el sumo sacerdote bi, y con sus símbolos de autoridad, como
lo nombraba Intichuri, y en el Qorikancha le chipana de oro y plata, cuando participaban
hacía entrega de sus insignias reales: la mas- como oficiantes. Todo señor tenía su tiana o
caipacha o rapacejo, y el cordón, llauto; el asiento que ocupaba en las ceremonias pú-
yauri (cetro), el sunturpáucar (especie de pica blicas. En documentos referentes al reino del
emplumada), así como el trono de oro para Chimor, hay noticias que el número de car-
sentarse durante los actos oficiales. A veces, gadores simbolizaba el estatus y la categoría
se sumaba la napa, una llama blanca vestida de un señor. Las trompetas formaban parte
con tela roja y adornada con cintas (Espinoza del ajuar de un jefe, junto con los portado-
Soriano 1987: 297, Morris y Hagen 1993: 181). res de tinajas con bebidas, que acompañaban
el señor cuando salía de su morada. Cuanto
La ropa del inca era tejida con lana de más importante era el personaje, mayor era la
vicuña y alpaca por las mamaquna del Cusco cantidad de bebidas a repartir entre la gente.
y de Coatí. El uncu era de colores determi-
nados y tenía hileras de tocapos y dameros Otra señal de alto rango era el transpor-
(Rowe 1978). Jamás usaba dos veces el mismo te en andas y la posición que un señor ocupa-
traje ni las sandalias. Tan solo se desplazaba ba en relación con el lugar donde se ubicaba el
a pie en su palacio y en los templos solares soberano. En los sucesos de Cajamarca, el cu-
bajo un quitasol portado por servidores ena- raca de Chincha fue el único señor conducido
nos y jorobados. En las restantes ocasiones en andas, aparte del inca. Al preguntarle Piza-

75
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

cipio universal de la mit’a, o rotación cíclica


de miembros de la población que llegaban al
campo de batalla con sus propios jefes étni-
cos y con sus armas tradicionales. Marcha-
ban en diversos escuadrones, de acuerdo con
sus provincias y naciones de origen, según lo
relata Cobo (1653).

Mientras estaban en campaña, tanto
las tropas como la burocracia esperaban ser
agasajados con alimentos como el maíz, un
cultivo de carácter suntuario menos accesi-
ble que los tubérculos, y la papa deshidratada
(chuñu), guardados en los depósitos estatales
que jalonaban los caminos principales. En
una dura campaña militar en el norte, los
cusqueños se rebelaron. Para apaciguar a las
tropas amotinadas, entre ellos parientes del
inca, dicen las crónicas que este repartió en
forma generosa tejidos y maíz.
Fig. 53. Camino en Pomata, Puno, frente al lago
Titicaca. Foto José Luis Matos, Qhapaq Ñan Perú.
Los episodios de rebelión y la expansión
rro al cautivo Atahualpa la razón de ese privi- rápida del imperio constituyen dos facetas
legio, contestó que era amigo suyo “el mayor del mismo proceso. El desafío producido por
Señor de los Llanos y que disponía de cien mil el crecimiento de la población y la enorme
balsas en la mar” (Rostworowski 1988). extensión de los territorios incorporados hi-
cieron que el reclutamiento militar por me-
Por otro lado, desde tiempos de Wiraqo- dio de la mit’a resultara ineficiente.
cha estaba estipulado que la gente del común,
tanto hombres como mujeres de cada pueblo y El inca optó por una solución innova-
lugar, tuviera su señal e insignia. En el traje y dora al elegir a ciertos grupos étnicos que
en la cabeza debían portar señales diferenciadas fueron excusados de otros deberes y propor-
para que cada uno se pudiera reconocer de dón- cionaron hombres de guerra seleccionados
de era natural, “con pena de la vida que ninguno según su bravura. Hubo cuatro naciones del
fuese osado de ponerse en el traje, insignia de Qollasuyu —los charcas, caracaras, cuis y chi-
otro” (Collapiña et al. [1542-1608] 1974: 37). chas— que se desempeñaron como soldados
desde la época de Pachakuti hasta el reinado
La prestación de servicios en el ejército de Wayna Qhapaq, por lo que fueron excu-
se hizo al comienzo, bajo la forma del prin- sados del tributo y de otros trabajos, según

76
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

testificaron observadores en el Memorial de 1.5. La economía en el Tawantinsuyu


Charcas en 1582 (Espinoza Soriano 1969).
En cuanto a la organización económica, el “mo-
Un grupo especial de mitimaes cum- delo del control vertical” de múltiples pisos
plían funciones militares en las fortalezas ambientales parece haber constituido la base
controladas o levantadas por los incas en las de la estructura económica y social del Estado
fronteras, como en Huánuco y al oriente de Inca. Desde mucho antes del surgimiento del
Bolivia. Los jefes militares de alto rango for- Tawantinsuyu, grupos serranos y altiplánicos
maban parte de los incas de sangre. Muchas compensaban las limitaciones climáticas de
veces eran hijos o hermanos del inca reinan- sus asentamientos en las alturas procurando
te, como el general Thopa, durante el reina- ampliarlos a través de colonias instaladas en
do de Pachakuti. diversos ecosistemas complementarios, inte-
gradas por unidades domésticas que seguían
Mientras los incas se encontraban en manteniendo sus lazos de pertenencia con el
las campañas del extremo norte del Tawan- núcleo de origen (Murra 1972, 1978).
tinsuyu, el soberano realizó otro paso en la
transformación del ejército al convertir a los Los datos acerca del funcionamiento de
rebeldes cañaris en un privilegiado grupo mi- este patrón de asentamiento salpicado —el
litar. Cuando finalizó la campaña, los cañaris archipiélago vertical— se encuentran deta-
fueron reubicados en el valle de Yucay, cerca lladamente registrados en el valle alto del
del Cusco, dedicados a atender asuntos del Huallaga, donde se levantaba el centro ad-
rey y del ejército. Estos datos indicarían que ministrativo incaico llamado Huánuco. Sus
durante los momentos tardíos de las campa- pobladores, los chupaychus y los yachas, co-
ñas norteñas se manifestaba el embrión de un municaron a los visitadores en 1549 el detalle
ejército profesional, un proceso nunca visto de sus deberes para el poder inca, tanto en el
antes en los Andes (Murra 1986, 1999). lejano Cusco como en su localidad, y fueron

Fig. 54. Fragmento textil inca. Museo Etnográfico.

77
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

registrados por los khipukamayuq mediante


el sistema de nudos. Se llevaba cuenta de los
compatriotas que servían al inca sin salir del
valle, como también de los que se desplaza-
ban a dos días de camino. El registro descri-
bía también las relaciones de los chupaychus
con sus colonias periféricas, ubicadas río aba-
jo, en los bosques tropicales de la parte media
del río Huallaga. En esta zona, cada núcleo
mantenía decenas de unidades domésticas
aprovechando las condiciones del clima tro-
pical para cultivar hojas de coca y cortar la
madera de árboles de esa región.

Del mismo modo, se efectuaba una dis-
tribución de cosechas, miel silvestre, plumas
de pájaros tropicales y otros bienes. Por en-
cima de los asentamientos centrales, en la
puna, estaban la sal y los rebaños de camé-
lidos (Murra 1967, 1972). Otras fuentes colo-
niales informan de casos similares en el valle
de Chillón y en el Altiplano del lago Titi-
caca, los reinos Aymara y Puquina, hablan-
tes de los lupacas. Estos señores mantenían
Fig. 55. Calzada empedrada en Soledad de Tambo, y controlaban, desde su centro en Chuchito,
Conchucos, Ancash. Foto Renzo Giraldo, Qhapaq
Ñan Perú.
colonias permanentes en ambas vertientes,
en valles de la costa pacífica y en las yungas
(Murra 1999).

Este modelo, importante en la sierra,
se combinó en el proceso de desarrollo del
Estado Inca con el “modelo costeño”, que in-
cluyó la especialización laboral y el mecanis-
mo del trueque a través del transporte por
rebaños de llamas cargueras y mediante la
navegación marítima costera. Diversas men-
ciones en los documentos regionales sobre
“rescates de ganado, lana y ropa” indican
Fig. 56. Maza estrellada de bronce. Perú. que en alguna época del año se efectuaban

78
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

los intercambios. Esto fue posible porque El área andina es uno de los centros
desde tiempos antiguos se establecieron en mundiales de domesticación de plantas, y
la costa dos actividades diferentes: la pesca durante siglos sus habitantes han vivido de
y la agricultura. Se formaron grupos separa- la agricultura. Aunque menos visible en el
dos con jefes propios y se estableció entre registro arqueológico, esta actividad se vin-
ellos un intercambio de productos, si bien cula con el desarrollo de la red vial incaica.
con una subordinación de los primeros a los En el Altiplano se complementaba con el
señores de la agricultura. pastoreo de llamas y alpacas en prados de
altura (Flores 1977, 1979).
La Relación de Chincha informa sobre
la presencia de una población de treinta mil La lista de las plantas cultivadas en los
tributarios que incluía diez mil pescadores, Andes supera las cuarenta especies, la mayor
doce mil cultivadores y seis mil “mercade- parte de las cuales fueron domesticadas en
res”, entre quienes se constata una división esta área, y poseen nombres en quechua. El
laboral no detectada hasta ese momento maíz (sara), el producto estatal por excelencia,
en el mundo andino (Rostworowski 1977, era considerado sagrado, por lo cual partici-
1988). La progresiva acumulación de rique- paba en diversos ritos y festividades. Se plan-
za por la élite local propició el boato y el taba en los valles de alturas medias, con buena
desarrollo de las expresiones artísticas. Se irradiación solar y abundante regadío. Su cul-
dio así una diversificación entre los artesa- tivo se completaba con los porotos y el zapallo
nos dedicados a trabajar la metalurgia, los (cucurbitáceas). Los incas traían productos de
textiles, la cerámica y otros oficios, como los valles más cálidos, en especial el pimiento
salineros, tintoreros, carpinteros, cocineros o ají (rocoto), el algodón, la achira y la coca. El
y fabricantes de bebidas (chicheros). Cada maní, la yuca (mandioca dulce), el tomate, la
oficio era cumplido por determinadas per- palta, la batata y unas doce plantas más cons-
sonas, sin que nadie pudiese cambiar su tituyeron también productos valiosos de esos
labor. Entre todos, los plateros poseían valles (Rowe 1946: 210). Los alimentos básicos
mucho prestigio. Los incas aprovecharon de la gente del común fueron los tubérculos
los artesanos de los valles costeños y los en- cultivados originalmente en los valles altos y
viaron al Cusco a trabajar para el Estado en el Altiplano (papa, oca, olluco), y los gra-
(Rostworowski 1988: 266). nos como la quinua y la cañigua.

La obtención de materias primas y la El trabajo de las tierras se distribuía
producción de alimentos constituyeron la en tres partes: una para el inca, otra para el
base de la economía sobre la que se sostuvo el culto al Sol y la restante para la comunidad.
Tawantinsuyu. Las provincias proporciona- Este esquema genérico no refleja la diversi-
ban fibras animales y vegetales, plumas, ma- dad de situaciones de tenencia que se fueron
deras, minerales; y producían textiles, cerá- gestando durante el incanato. Dentro de las
mica y objetos metálicos, entre otros rubros. tierras del inca se encontraban las tierras del

79
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Estado en general, ubicadas en distintas par- la gente del lugar. La producción se remitía
tes del imperio y, en segundo lugar, las tierras ya sea al Cusco, Jauja, Pachacamac, Huánu-
de los ayllus reales, situadas en los alrededo- co Pampa o al centro administrativo que co-
res de la capital. Por último, existían tierras rrespondiera. Datos al respecto se conocen
adjudicadas a un determinado soberano en en Chincha y en el valle de Chillón, Perú
calidad de posesión personal, cuyos produc- (Rostworowski 1988: 241). La intensificación
tos constituían sus rentas particulares. Las y el aumento de escala de la producción agrí-
wak’as recibían el usufructo de tierras cuyos cola se vinculan con las terrazas de cultivo —o
productos eran destinados a las ofrendas y a andenes— que se construyeron por todo el
la preparación de bebidas para los asistentes perfil andino, siempre asociadas a una com-
a las celebraciones y ritos. Cada ayllu poseía pleja red de irrigación por canales. Durante
sus tierras de cultivo, sus pastos, y los recur- el Imperio inca se amplía el área productiva
sos hídricos necesarios para el riego. Todo a lugares baldíos, notables por su implanta-
hatunruna poseía un tupu de tierra y con cada ción en taludes o lugares estériles, gracias a
nuevo hijo se le aumentada la parcela. una depurada tecnología de control de suelos,
temperatura y humedad, como en el caso de
En las provincias, los funcionarios seña- los ríos Urubamba en el Perú (Fejos 1944), To-
laban en cada guaranga y sus pachacas las tie- conce en Chile y Coctaca en Argentina.
rras para el inca, que debían ser cultivadas por
La región de Cochabamba, al oriente
del Qollasuyu, fue un centro especializado
en el cultivo del maíz. Wayna Qhapaq colocó
mitimaes procedentes del Cusco hasta Chile:
quillacas, carangas, chisques, qollas de Azán-
garo, uros, soras de Paria, caracaras, chichas,
charcas, yamparaes y chiles (Espinoza Soriano
1969, Wachtel 1982). Según Polo, se colocaron
dos categorías de personal: mitimaes perma-
nentes que atendían los graneros, y mitayos
que eran renovados anualmente y que hacían
el trabajo más pesado. Wayna Qhapaq organi-
zó también la producción de coca a gran esca-
la en Pocona, al este de Cochabamba, al llevar
colonos desde regiones meridionales.

En el Altiplano del lago Titicaca, a 3800
metros de altitud, los nativos idearon dos sis-
temas notables en su sofisticación tecnológica.
Fig. 57. Andenería. Puerta de Tucute. Jujuy,
Argentina. Por un lado, los campos elevados o camellones,

80
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

waru-waru, llegaron a abarcar en momentos La cría de ganado fue el otro pilar de


prehispánicos unas 82 000 hectáreas (Smith la economía de los incas. Los camélidos do-
et al. 1981: 28). Túmulos de tierra preparada, mésticos, la llama y la alpaca, estaban presen-
angostos y alargados, se construían en terre- tes en el ciclo de vida de la población y en
nos anegadizos, dispuestos en complejas hi- el calendario anual de ceremonias estatales.
leras entre canales. Sobre estos camellones se Sacrificios de animales, quema de grasa, etc.,
cultivaban diversas especies que, en su aso- forman parte de las ceremonias incaicas a
ciación, contribuían a la protección contra lo largo de toda la vida de las comunidades
las heladas. El sistema se habría iniciado hace (Murra 1978). La principal función de los re-
unos 3000 años, y permitió la combinación baños de llamas fue la especialización logra-
de la economía de pastoreo con el cultivo de da por el hombre andino para convertirlo en
tubérculos y quenopodiáceas. un animal de transporte ligero. Adaptado al
tránsito por terreno escarpado, podía trans-
La otra modalidad fueron las qocha portar hasta unos 35 kilos de carga.
(Flores Ochoa y Paz 1986). Son depresio-
nes en forma de lagunillas, que almacenan Por otro lado, el aprovechamiento de
el agua de lluvia posibilitando una agricul- subproductos de la llama fue extensivo. La
tura de secano. Poseen un canal de desagüe carne se consumía fresca, de lo cual hay ras-
por donde manejaban la entrada y salida del tros en los sitios arqueológicos. Secada al sol
agua. En la costa, diversos sistemas hidráu- y deshidratada, se almacenaba en los depósi-
licos permitían cultivar los deltas de los va- tos como charqui. La lana se empleó para tejer
lles y parte de los desiertos adyacentes. Cabe las prendas de uso común, ahuasca, junto con
mencionar, además, el régimen de “hoyas” o el algodón en la costa. En cambio, la lana de
“chacras hundidas” y su agricultura tradicio- vicuña y de alpaca se usó para confeccionar
nal que aumentaba las áreas agrícolas (Par- las vestimentas finas (Murra 1975, 1978). La
sons y Psuty 1981, Rostworowski 1988: 250). división de los hatos de camélidos por colores
para la producción textil estaba relacionada
Los incas desplegaron su tecnología en con los ritos, pues se sacrificaban animales
los proyectos de irrigación y de control hí-
drico. Muchos ríos fueron canalizados y sus
cauces, rectificados. Los muros de contención
son visibles a lo largo del río Urubamba, arri-
ba de Ollantaytambo. Bingham (1916) ilustra
una sección del río Pampacahuana, cuyo ca-
nal está revestido con muros de factura in-
caica. Los ríos Watanay y Tullumayu fueron
canalizados, y el lecho del primero fue em-
pedrado en su paso por la ciudad del Cusco
(Gasparini y Margolies 1977: 60). Fig. 58. Llamas. Jujuy, Argentina.

81
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

según su color. Había blancos, negros, par-


dos y “moromoro”, o de varios colores (Flores
Ochoa 1977).

Los trabajos artesanales cuya produc-
ción adquirió una importancia creciente lle-
garon a alcanzar grados notables de especia-
lización. Los bienes producidos circularon a
larga distancia por la red vial. En el Cusco,
Tomebamba, Cajamarca, Huánuco Pampa,
Chucuito y otros, se concentraban kamayuq
especializados en metalurgia, orfebrería, te-
jeduría, alfarería y lapidaria. Los productos
se acopiaban en los almacenes (qollqas).

La producción metalúrgica fue uno de
los oficios más especializados en la América
precolombina. Al parecer, junto con los lapi-
Fig. 59. Metalurgia inca.
darios y orfebres, los metalurgos eran especia-
listas a tiempo completo. Estaba prescrito que
los productos de oro y plata en lingotes o ma- para las festividades estatales. Las ceremonias
nufacturados debían enviarse al Cusco, don- que tenían como escenario las grandes plazas
de se acopiaban en grandes cantidades (Ber- de los centros urbanos requerían de vajilla
thelot 1986). Por otro lado, la tecnología del para la distribución de alimentos y para servir
bronce permitía obtener herramientas de cor- la chicha. Había pueblos de “olleros” en diver-
te, como el tumi para hacer varias operaciones, sos puntos, como en las provincias Lupaca y
hachas y cinceles para el trabajo de la madera, Huánuco (Murra 1978). Las formas de platos
y mazas estrelladas para la guerra (Lavallée y patos, cántaros (aríbalos), botellas y q’eros
Lumbreras 1985, Morris y Hagen 1993). pueden aparecer en los sitios incaicos, tanto
en estilo cusqueño como en estilos mixtos o
Los orfebres de los señoríos del Chimor y provinciales: Inca Pacajes, Inca Paya, Inca Ica
Lambayeque, como los metalurgos de los An- o Inca Cañar (figura 1). También, circulaban
des meridionales, jugaron un valorado rol, y otros estilos no incaicos, pero de alto presti-
sus productos circularon a lo largo del Qhapaq gio, como las botellas negras bruñidas de la
Ñan. Este es el caso de las placas de bronce de cultura Chimú (Menzel 1959, Julien 1987-1989,
estilo Santa María del noroeste argentino, que Hayasida 1995, Meyers 1998).
han aparecido como ofrendas en Saqsaywa-
man, Moquegua y Catarpe (González 1992). La Para las libaciones ceremoniales se fa-
fabricación masiva de cerámica era necesaria bricaban q’eros de madera grabados con moti-

82
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 60. Izquierda: par de keros con tallado zoomorfo. Museo Arqueológico San Miguel de Azapa. Universidad
de Tarapacá. Arica, Chile. Derecha: Keros “gemelos” de madera grabada, de Doncellas, Jujuy. Museo
Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti de Buenos Aires, piezas 39438 y 39439.

vos geométricos o laqueados, con dibujos po- adornadas con bandas de toqapus polícromos,
lícromos que representaban escenas religiosas tableros con llaves incas y dameros blanco y
o actividades campestres, desfiles y cacerías negro (Rowe 1978, Lavallée y Lumbreras 1985:
de la élite (Espinoza Soriano 1987: 273-274). 382-383). También circulaban piezas de esti-
Son frecuentes en tumbas de personajes pro- los regionales como en Qollasuyu (Aldunate
vinciales importantes, como en el Loa (Chi- y Cornejo 2001: 52). Las prendas para la gen-
le), en La Paya (Argentina), en la costa sur del te del común se hacían en color café liso o en
Perú y en la sierra ecuatoriana. La persisten- franjas verticales de tonos naturales.
cia de su fabricación durante el periodo de la
Colonia demuestra su aceptación dentro del La lapidaria alcanzó enorme desarrollo
nuevo mundo hispanoamericano. y calidad. Se expresa en la arquitectura cus-
queña y rasgos asociados, como nichos, vanos
Como lo atestiguan los cronistas, los teji- y dinteles (Gasparini y Margolies 1977), así
dos constituyeron el bien más apreciado en el como en esculturas de piedra pulida, como
Imperio del Tawantinsuyu. Su aparición no es morteros esculpidos con felinos y pequeños
común en el registro arqueológico, no solo por recipientes de ofrendas para coca o grasa de
problemas de conservación, sino también por- llama (qonopas). Aquellas con forma de ani-
que los indígenas preferían quemarlos antes de males, especialmente llamas y alpacas, apare-
entregarlos a los españoles. Estos mostraron cen distribuidas por distintas provincias del
admiración por su fineza “como la seda”, su imperio (Lavallée y Lumbreras 1985: 370-371).
diseño y colores. Los tejidos cumbi o qompi, de
varios tipos, estaban destinados en forma ex- En los Andes existieron varios tipos de
clusiva para el inca y su clase (Murra 1958). Se intercambio. Caminos adaptados al perfil que-
conservan varias túnicas (unku) de estilo inca brado de la cordillera ponían en circulación
estandarizado, realizadas en técnica de tapiz, productos desde la selva tropical hasta la costa

83
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 62. Qonopa tallada en piedra. Las qonopas


con forma de animales, especialmente llamas
y alpacas, aparecen distribuidas por distintas
provincias del imperio.

hasta Cusco y el Qollao, donde obtenían


mineral de cobre, y otro hacia el norte, por
Fig. 61. Estatuilla antropomorfa femenina, vía marítima hasta Puerto Viejo y de ahí a
confeccionada en plata - tamaño aproximado 15 Quito. Desde allá traían la concha Spondylus
cm. Museo de Arqueología de Alta Montaña. Salta,
Argentina. Foto Lisardo Francisco Maggipinto. parcialmente procesada, “chaquira de oro y
esmeraldas” para los curacas de Ica, según
del Pacífico, y desde los Andes áridos del sur consta en el Aviso de Chincha. Estos merca-
hasta los páramos de Ecuador. deres usaban “moneda” porque compraban y
vendían con cobre que obtenían del Altipla-
Las tropas de llamas, adaptadas a esta no. Este intercambio involucraba también
ecología, constituían el medio de transporte, pescado seco, hojas de coca y recipientes de
junto con cargueros. Uno de los móviles que calabaza pintadas y decoradas (Lagenaria sp.)
estimuló el intercambio, además del aspecto por los especialistas artesanos de Chincha, y
económico, debió de ser la necesidad de la éli- que resultaban muy apreciadas en pueblos
te de poseer bienes suntuarios y tesoros, espe- del Altiplano como en Chuchito (Rostwo-
cialmente el mullu, para brindar el alimento rowski 1977: 109).
necesario al dios Sol.
Los chinchanos se dirigían al norte en
Más allá del trueque local y regional, los balsas, cuyo número en época de Atahualpa
mercados fueron limitados, a excepción de ascendía, según Pedro Pizarro, a “cien mil
la costa del Perú y en Ecuador. En Chincha balsas en la mar”, una cifra que expresa la
era efectuado por “mercaderes” o tinguises, magnitud del tráfico costero. Las embar-
que en el siglo XV ascendían a seis mil. Estos caciones podían ser de troncos de madera
realizaban dos clases de viajes: uno terrestre “balsa” (Ochroma sp.) o de grandes mazos de

84
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 63. Estatuillas antropomorfas confeccionadas en oro y plata - tamaño aproximado 6 cm x 6 cm. Museo de
Arqueología de Alta Montaña. Salta, Argentina. Foto Lisardo Francisco Maggipinto.

totora (Scirpus sp.) unidos entre sí, a los que guarnecidos de plata y tazones para beber;
se les daba dirección con las guare-tablas de joyas con cuentas de esmeraldas, calcedo-
madera, colocadas entre los troncos, que se nias y otras piedras semipreciosas; vasijas
hundían y levantaban cumpliendo las fun- varias, pero sobre todo el navío iba cargado
ciones de timón y quilla. Una de estas balsas de conchas de mullu con los que “ellos ha-
de Chincha fue quizá la apresada en la costa cen cuentas coloradas y blancas” (Rostwo-
ecuatoriana por el piloto Bartolomé Ruíz, rowski 1977: 116-117, 1988).
durante el segundo viaje de Pizarro. Según la
Relación Sámano Xeres, era una balsa capaz Los rescates de los mercaderes de la cos-
de transportar a una tripulación de veinte ta norte del Perú consistían principalmente
hombres, además de la numerosa carga, que en lana, algodón, chaquira, frijoles y pesca-
incluía finas mantas de lana y algodón, ca- do seco. Es posible que estos señores mantu-
misas y prendas tejidas en varios colores gra- vieran un trueque esporádico con Guayaquil
na, carmesí, azul y amarillo y decoradas con como puerto de intercambio. Existen noti-
dibujos de peces, aves y animales. cias de señores que desarrollaban el trueque,
usando como medio de cambio unos artefac-
Había diversos objetos de oro y pla- tos de cobre llamados “hachas-monedas”. Es-
ta, como coronas, diademas, cintos, espejos tas eran muy delgadas y sin filo y, según el es-

85
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 64. Estatuilla de oro en miniatura, con plumas exoticas. Foto Museo de Arqueología de Alta Montaña
MAAM. Salta, Argentina

Fig. 65. Hachas moneda. Izquierda: hacha moneda manteña, Museo Numismático del Ministerio de Cultura
y Patrimonio del Ecuador. Foto Fernando Espinoza. Centro: Museo de Ingapirca, Ecuador. Foto Fernando
Espinoza. Derecha: Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador, foto Juan García.

tudio de Olaf Holm (1970), parece que tenían lugar central, el tianquiztli, según la palabra
tamaños y pesos de acuerdo con una escala de náhuatl, que hace referencia a una plaza de
valor. Eran comunes en la zona Milagro-Que- mercado indígena, mientras que los españo-
vedo y en la sierra ecuatoriana. les se referían al “tiangue” como una instala-
ción fija y no una reunión fortuita o movi-
En el señorío de Quito, los datos docu- ble. Este lugar era el contacto de los pueblos
mentales hablan acerca de la existencia de un de diferentes nichos ecológicos, y donde se

86
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

intercambiaban productos exóticos como qorikamayuq (Uribe 1977-1978). Asimismo,


sal, coca, ají, algodón, y géneros exóticos de proveían de productos o se encargaban de
oro, plata, esmeraldas y perlas. Esto implica buscarlos para los mindalaes que los visitaban
la existencia de una red adquisitiva de largo periódicamente para el intercambio.
alcance (Salomon 2010: 186).
Es posible también que, desde los puertos
En este mercado, además de la gente ecuatorianos, estos intercambios se prolonga-
común que llegaba a negociar, hubo un gru- ran hacia el norte por la costa del Pacífico.
po de especialistas llamados “indios minda- Hace años, Olaf Holm señaló la presencia de
laes”, que residían en el centro poblado de similares hachas-monedas en el México pre-
Quito y no en su llaqta (los mindalaes eran hispánico (Rostworowski 1977).
mercaderes al servicio de un curaca, se orga-
nizaban en torno a él y, por lo tanto, vivían
donde este radicaba y no en su pueblo de 1.6. Estructura politico-administrativa
origen; llaqta es asentamiento o poblado).
Este grupo de mercaderes en el extremo del La naturaleza de la estructura político-admi-
Chinchaysuyu (Quito, Cayambi, Carangue, nistrativa que sostenía al Imperio del Tawan-
Pasto) recibían el nombre de mindalaes y tinsuyu ha sido objeto de muchos debates
tuvieron un rol de importancia tanto en la teóricos y de búsqueda de referentes empí-
política de la llaqta como a nivel regional ricos. Desde aquellos niveles iniciales de los
en épocas preincaicas y posincaicas). Con- incas como jefes locales en la sierra peruana,
formaron un grupo unitario arraigado en fue organizándose una clase gobernante de
un distrito privilegiado del centro poblado tipo monárquico, con el poder unificado en
inca, y se encontraban exonerados de ayni, la figura del “rey” inca, que asumió una natu-
minga y mit’a (Salomon 1980: 158, 164, Espi- raleza divina como hijo del Sol. A él se debía
noza Soriano 1997:283-284). reverencia y veneración absoluta. Como due-
ño teórico de los medios de producción, de la
Hacia el norte en las jefaturas de la et- tierra y de los demás recursos naturales y de
nia de los pastos, los mindalaes articulaban el los instrumentos de trabajo, se comprometía
intercambio de productos sunturarios, como a proteger y sostener a sus súbditos en el ciclo
los objetos recubiertos de la resina obtenida de vida, así como ante todo tipo de imprevis-
del mopa-mopa (barniz de pasto), collares de tos. A cambio, los súditos se veían compeli-
alas de insecto, plantas medicinales, entre dos a responder con una obediencia total y
otros, a mediana y larga distancia. El sistema brindaban su fuerza de trabajo.
de intercambio se complementaba con las
colonias extraterritoriales de esta etnia, con- La clase de los incas “por lazos de sangre”
formadas por indios pastos, que habitaban ocupó los cargos importantes de la estructura
permanentemente en territorios de otras et- política. La panaca del inca gobernante con-
nias para trabajar las huertas de coca o como formaba el centro del poder. De este ayllu

87
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 66. Vestimenta inca. Fotos Museo de Arqueología de Alta Montaña MAAM. Salta, Argentina

surgían muchos miembros del gobierno en el sinen 1992: 412). Cada tipo de actividad era
ámbito político, militar y económico. Al am- supervisado por un encargado; por ejemplo,
pliarse la escala, se incorporaron individuos el señor que velaba por los cultivos o el que
destacados en el grupo de los incas “por pri- reunía a las mujeres para los aqllawasi (apu
vilegio” debido a sus condiciones personales, panaca o warmi cococ). La fuerza de trabajo
su desempeño en el ejército y por sus labores era el mayor factor rentable de la economía
profesionales. Con el correr del tiempo, estos incaica, lo que llevó a promover los matri-
cargos se hicieron hereditarios. Podían resi- monios. Un visitador recorría los pueblos y
dir en el Bajo Cusco o en ayllus en los alrede- efectuaba las uniones. Los depósitos esta-
dores (Bauer 1992: 21-22). tales tenían sus khipukamayuq que llevaban
cuenta de los ingresos y egresos de alimen-
El tercer nivel de la jerarquía era ocu- tos y de objetos manufacturados. Cada hatun
pado por los curacas, que eran señores de las curaca conservaba sus khipus contables, como
regiones dominadas, quienes al ser incorpo- el curaca wanka al presentar su khipu con lo
rados a la élite desempeñaron un papel fun- entregado al ejército de Pizarro. Había tam-
damental. Fue a través de ellos que el impe- bién un supervisor (toqrikamayuq) de los ar-
rio ejerció su poder a nivel local en muchas tesanos que eran trasladados para cumplir
provincias y estableció una dominación de ciertas labores, sea en la condición de mitmaq
naturaleza indirecta. Esto ocurrió en regio- o de yana (Espinoza Soriano 1987, Rostwo-
nes de la costa norte del Perú y en el Qolla- rowski 1988: 203-4). La organización territo-
suyu. La articulación entre ellos era realizada rial adoptó la modalidad de cuatripartición
por funcionarios que ejercían la inspección que integraba en su seno divisiones en dos
administrativa y de justicia en las provincias, mitades (saya), a veces tripartitas. El sistema
como el corregidor tukuy rikuq, oficial real fue dinámico y progresivo.
que dirigía a los encargados de vigilar cada
camino importante y los tambos vinculados; Pachakuti y su hijo Thopa habrían sido
el administrador suyuyoc apu y el señor prin- los autores del complejo sistema que imple-
cipal de provincia qhapaq apo wamani (Pärs- mentó el Estado para el dominio de las pro-

88
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

vincias, el ejercicio del poder y las formas de trativos. Otra prestación básica fue la mit’a
tributos. Dentro de cada provincia, la pobla- textil, dirigida en particular a las mujeres,
ción estaba organizada en unidades de diez, dado que los textiles eran obsequiados por el
cien, mil, diez mil tributarios o jefes de fa- inca a los jefes provinciales y locales durante
milia (chunka, pachaq, waranqa, hunu). Cada las celebraciones (Murra 1958).
agrupación, a cargo de un jefe, era periódica-
mente censada, y los khipukamayuq registra- El traslado de población de una provin-
ban el tributo según su especie. Cuando las cia a otra fue un mecanismo básico y com-
provincias superaban los diez mil tributarios, prendía varias categorías de personas bajo el
eran divididas en mitades. Las secciones es- apelativo de mitmaq o mitimaes. Grupos de
taban integradas por ayllus, grupos de pa- familias con sus jefes étnicos eran enviados a
rentesco o de corresidencia compuestos, en otras regiones para cumplir tareas específicas,
forma teórica, por cien unidades domésticas. como labores agrícolas en tierras baldías, la
A partir de esta estructura decimal, estaban colonización de nuevos territorios, la cons-
organizadas las cuotas de trabajos por turnos trucción de obras públicas y el laboreo en las
o mit’a. La prestación rotativa de servicios era minas del inca. Conservaban sus propias cos-
en época de los incas un concepto andino de tumbres y el modo de vestir, lo que permitía
vieja raigambre, y fue una de las bases de fi- a los administradores diferenciarlos de los lu-
nanciación de la economía estatal. gareños. A pesar del alejamiento, mantenían
sus vínculos de reciprocidad y las relaciones
Los hatunrunas u hombres adultos, de parentesco con sus centros de origen. Sin
comprendían a la mayoría de la población embargo, a medida que el Estado se expandía
de origen campesino. De sus filas, el Esta- y miles de kilómetros separaban a los mitimaes
do extraía a los soldados para el ejército, los de sus pueblos, esta reciprocidad se debilitó
mitmaq de diversas clases y los servidores o en forma sensible (Murra 1975, Rowe 1982).
yana. La gran demanda de mano de obra obli-
gó a establecer categorías de edades, como Otra modalidad de prestación de tra-
lo documenta Guaman Poma, lo que facili- bajo está representada en la elusiva categoría
taba el registro en los khipus. La franja de la de yana o yanakuna. Estas poblaciones tenían
población activa, entre 25 y 50 años, era la la condición de “servidores” dependientes
más importante. La cuota de trabajo exigida de un señor o del inca. Santillán, en 1563, los
a las comunidades estuvo dirigida al trabajo caracteriza como vasallos personales que se
agrícola y ganadero; en las regiones costeras, habían destacado, y que eran premiados con
la mit’a pesquera, y en los cerros ricos en mi- puestos de responsabilidad (Rowe 1982: 100).
nerales, la mit’a minera. A estas exigencias Su prestación era de tiempo completo y su
se sumaba el trabajo en la construcción y el condición hereditaria. Servían al inca, al Sol,
mantenimiento de obras públicas, de la red la qoya, las panacas y las wak’as. El Qorikan-
caminera y de los tambos, el cuidado de los cha y las principales wak’as tenían yanas a su
depósitos estatales y de los centros adminis- servicio, como informa Cieza de León para la

89
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 67. Estatuillas antropomorfas femeninas, confeccionadas en oro, plata y spondylus - tamaño
aproximado 15 cm. Museo de Arqueología de Alta Montaña MAAM. Salta, Argentina. Foto Lisardo
Francisco Maggipinto.

wak’a de Huanacaure y de Huarochirí. Algu- 1.7. Las lenguas habladas en el


nos “orejones” del Cusco y los hatun curacas de Tawantinsuyu
los grandes señoríos disfrutaban de tales ser-
vidores. Podían incluso sustituir como servi- La imposición del quechua (runa simi) como
dor de confianza del inca, a un señor natural idioma oficial contribuyó en forma sustanti-
de una región. La contraparte femenina de la va a la vertebración del Imperio del Tawan-
categoría yana fue la mamakuna. Jóvenes mu- tinsuyu y al funcionamiento del gobierno. Se-
jeres eran sacadas de sus hogares para alojar- gún los khipukamayuqs, la primera ordenanza
las en los aqllawasis, donde cumplían funcio- de Wiraqocha Inca fue que “la lengua quichua
nes específicas (Rostworowski 1988: 224-226). fuese la general en todo el reino, del Cusco
para abajo, por ser la más clara y fácil”. “Y
El cargo de oficiales kamayuq estaba des- desde Canas y Canches hacia las tierras altas,
tinado a tareas especializadas, y podían ser hasta el último de los Charcas y todo Con-
yana o mitmaq. Por ejemplo, una pachaka de desuyos, les dio por lengua general, la lengua
alfareros de Collique fueron trasladados a Ca- aymara, por ser muy común en la región”
jamarca por Thopa Inca; perqakamayuqs chu- (Collapiña et al. [1542-1608] 1974: 37).
paychos a Cusco; coca kamayuq de Cayambe
(Ecuador) al borde tropical de Angaraes por La lengua general y el clima de “pax in-
Wayna Qhapaq. En Huánuco había pueblos caica” brindaron los medios de circulación de
de tejedores. El programa kamayuq debilitaba la información, así como la posibilidad de im-
las lealtades locales y creaba bandos fieles al partir la educación bajo las nuevas normas del
inca (Rowe 1982: 102-105). imperio y los principios de la religión estatal,

90
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

que se impartía en el Cusco y en los centros de los pescadores, existió una lengua mencio-
principales para adiestrar a los funcionarios nada como “la pescadora”. Es posible que fuera
y los hijos de curacas sojuzgados. Los incas una “lengua franca”, cuya misión era facilitar el
exigían a los nobles de las provincias que de- trueque y la navegación de la costa (Rostwo-
bían realizar una residencia en el Cusco de al rowski 1988: 221). Los españoles encontraron
menos cuatro meses por año. Esto significaba al quechua como un medio muy adecuado para
disponer de algunos servidores que pudieran tratar con las poblaciones nativas, del tal modo
proveerle de los servicios necesarios. Los no- que nunca se preocuparon por conocer en pro-
bles debían también enviar a sus hijos y otros fundidad las lenguas locales. Así, muchas se
parientes cercanos, como los hermanos, a la extinguieron poco después de la conquista sin
corte a aprender la lengua y todo lo que se es- dejar rastro.
peraba de ellos como futuros dirigentes.
En el norte del Chinchaysuyu hoy están
Los niños eran enviados a la edad de 14 extintas todas las lenguas que aparentemen-
o 15 años, por un lapso de cuatro años, para te estaban asociadas al tronco macro-chib-
completar su educación. La dirección de la en- cha. De varias de ellas hasta se ha perdido
señanza en el Cusco estaba a cargo del amauta el nombre, como ocurre con todas las que
o maestro (yachachiq), quien dirigía la educa- estaban en Ecuador, donde fueron suplan-
ción de los hijos del inca y de las panacas. Por tadas por el quechua incluso en regiones tan
este medio se los integraba al poder político y alejadas del Cusco como Imbabura y Chota.
simbólico de los incas. Uno de los ojetivos del En Piura se hablaba el sec; en Lambayeque,
programa de educación era asegurar que, en el muchik; en Cajamarca y Huamachuco, el
la segunda generación, los nobles provinciales kulli. El quechua, conocida como “lengua
hablaran la lengua inca en forma fluida, según general” por los españoles, era la lengua do-
lo comentan Cieza de León (1553) y Sarmien- minante en el Chinchaysuyu, especialmen-
to de Gamboa (1572). Por otro lado, para que te en las regiones sur y central del Perú. El
tal orden fuera efectiva se requerían también quechua cusqueño, fuertemente influencia-
sistemas locales de enseñanza. No obstante, a do por el aymara, se hablaba en las diversas
nivel local se respetó la diversidad de lenguas, provincias del Cusco y Apurímac. En cam-
así como los estilos de vida y de vestimenta. bio, el quechua chanca, hablado en Ayacu-
cho, Huancavelica y Andahuaylas, era una
Otros idiomas ampliamente difundi- lengua que también se hablaba en Chincha,
dos fueron el aymara, en todo el territorio del Ica y tal vez Nasca. No así en Lima y Áncash,
Qollasuyu, junto con el puquina (Torero 1974, donde se hablaba el quechua-waylas, una va-
Cerrón-Palomino 2004). El muchic o yunga era riedad norteña que aún se habla desde la tie-
hablado en el Chinchaysuyu, desde Huarmey rra de los wankas hasta Huánuco y Áncash.
hasta el norte del reino del Chimor. Por otro Quedan, de manera dispersa, algunos encla-
lado, funcionaron muchos dialectos locales y re- ves de una lengua aru en la sierra de Lima,
gionales. En la faja costera y asociada a la clase conocida como kauki o hak’aru.

91
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

En el Qollasuyu había una gran va- Chile central, en la tierra de los picunches,
riedad de lenguas vinculadas, la mayoría se hablaba una variante del mapudungun,
de ellas, al tronco aru. Alrededor del lago que según parece era la lengua general hasta
Titicaca se hablaba el uru-pukina, mientras Copiapó. Entre los huarpes se hablaban el
que en la costa de Arica y Tacna se hablaba allentiac y el millcayac. Esas eran las lenguas
el chango o uru costeño. El aymara o hake- en los bordes del Tawantinsuyu.
aru era la lengua general del territorio Cir-
cum-Titicaca. En Atacama se hablaba el Pero, desde luego, la diversidad iba
kunsa, lengua llamada también likanantai mucho más allá del lenguaje, y se expresaba
o lipe, cuyo ámbito era el norte grande de en una multitud de costumbres, vestidos y
Chile, y tal vez llegó hasta la puna de Jujuy, comidas. La música registra incluso instru-
donde se hablaba una variante de omaguaca. mentos diferenciados, y los dioses no eran
En el noroeste argentino se hablaba el kakán, los mismos aun cuando Wari y los incas
que según parece se extinguió a fines del si- hicieron comunes a muchos de estos dio-
glo XVII, y se hablaba en Salta, Catamarca ses, como Wiraqocha, Kon y Pachacama,
y Tucumán, entre los grupos étnicos iden- así como Inti (el Sol) y Killa (la Luna), que
tificados como diaguitas o calchaquíes. En eran dioses sureños.

92
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

93
2

El Qhapaq Ñan

Los caminos encontrados por los españoles El Qhapaq Ñan está asociado al Cusco
en el Tawantinsuyu fueron llamados Cami- y, de algún modo, llegar a este camino des-
nos del Inca, debido a que estaban funcionan- de cualquier parte del Tawantinsuyu garan-
do como parte del Estado que conducían los tizaba la ruta hacia la capital del Imperio
incas. Estaban en plena operación. Ya hemos del Tawantinsuyu. Era, pues, un sistema que
visto que es una red que los incas lograron facilitaba el vínculo territorial de los incas
montar a partir de caminos y rutas ya exis- con todos los pueblos sujetos al Cusco. Los
tentes, completando los tramos que podían cronistas aseguran que los incas lo constru-
faltar, construyendo totalmente aquellos que yeron con ese objetivo, y sin duda las obras
no existían, y mejorando y manteniendo ade- que condujeron Pachakuti, Thopa Yupanki
cuadamente los que ya existían. Donde era o Wayna Qhapaq tenían ese propósito. Con
necesario, se agregaron los puentes, túneles eso lograron montar una de las maravillas del
y plataformas junto a murallas, enlosados y mundo andino de todos los tiempos.
empedrados. Del mismo modo, se habilitaron
“tambos” y servicios diversos a lo largo de los Los primeros españoles —incluido Her-
caminos, y convirtieron la red vial en un sis- nando Pizarro, hermano de Francisco Piza-
tema que facilitó enormemente el desarrollo rro, el conquistador— opinaban que no había
social y económico del Tawantinsuyu. obra mejor que esta en la cristianidad, de don-
de ellos procedían (Pizarro, Hernando [1533]
Qhapaq Ñan (“camino principal” o “ca- 1938). Hernando fue encargado de conducir
mino señorial”) es el nombre con el que era una expedición de españoles para visitar el
identificada la red troncal en el siglo XVI. santuario de Pachacamac y verificar el envío
Ñan (en quechua del sur) y Nani (en quechua del tesoro que estaban esperando los españo-
del norte) quiere decir “camino”; Qhapaq es les para el “rescate” del inca. Saliendo de Ca-
“señor principal”. Chakinani quiere decir jamarca por Guamachuco, demoró veintidós
“camino peatonal”, y así son llamados los días en llegar a Pachacamac, quince por la sie-
caminos en general. rra y siete por la costa. Es un recorrido de cer-
ca de 1000 kilómetros. Fue en enero de 1533, es

95
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 68. Camino del subtramo Acostambo - Huanuco Pampa, que cruza la laguna Goytoc con calzada elevada y
drenajes intermedios que debieron ser cubiertos por puentes, en las inmediaciones del centro administrativo de
Huánuco Pampa. Foto Yanoa Pomalima Carrasco, Qhapaq Ñan Perú.

decir, en pleno verano, pocos meses después indios que la aguardan; estos indios cobran
de haber llegado los españoles al Perú, cuando portazgo de los que pasan (Hernando Piza-
llueve en la sierra, mientras en la costa hace rro [1533] 1938: 259-260).
mucho calor y, desde luego, no llueve.
Luego comenta:
Hernando Pizarro escribió que:
en la costa [...] seguimos el camino real,
El camino de la sierra es cosa de ver, por- hasta ir a dar en ella [la mezquita de Pa-
que, en verdad, en tierra tan fragosa, en la chacamac]. El camino va muy ancho, ta-
cristianidad no se han visto tan hermosos piado de una banda e de otra. A trechos ca-
caminos, toda la mayor parte de calzada. sas de aposento hechas en él, que quedaron
Todos los arroyos tienen puentes de piedra o de cuando el Cusco (el inca) pasó por aque-
de madera. En un río grande, que era muy lla tierra. Hay poblaciones muy grandes.
caudaloso e muy grande, que pasamos dos Las casas de los indios de cañizos; las de los
veces, hallamos puentes de red, que es cosa caciques, de tapia, e ramada por cobertu-
maravillosa de ver. Pasamos por ellas los ra, porque en aquella tierra no llueve [...]
caballos. Tiene cada pasaje dos puentes: la Desde el pueblo de San Miguel hasta aque-
una, por donde pasa el señor de la tierra o lla mezquita había 170 o 180 leguas, por la
sus capitanes. Estas tienen siempre cerrada e costa, de la tierra muy poblada. Toda esta

96
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 69. Camino de los Llanos, o longitudinal de la costa, de ancho considerable, encerrado por muros dobles
pasando por el cerro Antival, provincia de Casma, región Áncash en el norte del Perú. Foto Qhapaq Ñan Perú.

tierra atraviesa el camino tapiado (Her- mino y que el resto se ha destruido o aún no
nando Pizarro [1533] 1938: 259-260). se ha localizado. El punto de partida de los
estudiosos ha sido siempre la fuente docu-
El cálculo que tenemos de la “ruta de la mental, aunque algunos investigadores como
sierra”, desde Quito hasta Mendoza y Santia- Hyslop han preferido el registro arqueológico
go de Chile, es que tuvo una longitud de 5658 que, obviamente, da información directa so-
kilómetros en su eje central (según Hyslop bre el estado en el que encuentra el camino
1984: 54), en tanto que se calcula que la “ruta y, además, la relación que este tiene con las
de la costa” tendría unos 3943 kilómetros, comunidades o poblaciones que actualmente
desde Tumbes —donde se inicia— hasta Chi- existen en su entorno.
le. Estos cerca de 10 000 kilómetros lineales
no toman en cuenta los caminos —también El conocimiento original del camino se
principales— que vinculan ambas rutas, ni los halla en casi todos los documentos existentes
ramales asociados a cada uno de los centros sobre el proceso de organización de la colonia
importantes del imperio, como las ciudades o española en los países andinos. De hecho, son
santuarios. Hyslop logró hacer un mapa de 23 las rutas que siguieron los conquistadores, las
189 kilómetros, documentados por él y otros que les interesaban o les eran accesibles, y por
investigadores, lo que debe estimarse que co- esta causa, en general, las noticias tienden a ser
rresponde aproximadamente a un 50% del ca- parciales, casi siempre referidas solo al Qha-

97
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

paq Ñan o camino principal, sin referirse de Uno de los primeros en mencionar el ca-
manera articulada a la red vial en su conjunto. mino en sus escritos es el naturalista alemán
Alexander von Humboldt, que visitó los Andes
En realidad, si bien no existe un docu- a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Si
mento que describa la red, hay datos impor- bien ese no era el objetivo de su visita —llegó
tantes en la lista de tambos que mandó hacer hasta Lima—, ofreció notas muy valiosas sobre
la administración de Vaca de Castro hacia el Qhapaq Ñan. Fue seguido por otros cientí-
1543, y que de algún modo es la guía más com- ficos, especialmente naturalistas, que estaban
pleta sobre la ruta, que acompaña a la lista interesados en examinar el comportamiento
de tambos que también realizó años después definidamente diferente de los Andes frente
Guaman Poma de Ayala (1615). Pero, en am- a las montañas europeas, y también por aven-
bos casos, tampoco se abarca la red vial en tureros y exploradores, algunos de ellos asocia-
su conjunto, pues no se ocupan de los cami- dos a los intereses comerciales e industriales
nos secundarios y, además, Vaca de Castro se que en ese momento habían despertado las
limita a los tambos del Perú y Bolivia, y se exigencias de la Revolución Industrial.
ocupa parcialmente de Ecuador, mientras que
Guaman Poma —que, en cambio, se refiere a Los caminos incaicos eran peatonales,
los caminos en Colombia— cubre Ecuador, adaptados para el tráfico de caravanas de
Perú y Bolivia, y prescinde de los caminos de camélidos y el tránsito de miles de com-
Chile y Argentina. Lo que aparece en el res- ponentes de los ejércitos imperiales. Eran
to de documentos son descripciones o refe- preparados para la circulación de gente,
rencias que solo cobran importancia en un animales y carga, y en verdad es que tanto
contexto descriptivo mayor. En ese sentido, la ingeniería aplicada, como el trabajo de
seguramente la descripción más completa mantenimiento y servicios, le dan a la obra
del siglo XVI es la de Pedro Cieza de León, un valor considerable.
aunque tanto él como los cronistas Pedro Sar-
miento de Gamboa, Juan Polo de Ondegardo, Alexander von Humboldt, que recorrió
Juan de Matienzo, Reginaldo de Lizárraga, la región norte del Tawantinsuyu como natu-
Bernabé Cobo o el propio Inca Garcilaso de ralista, comentaba que:
la Vega solo conocieron las rutas principales,
y hay una cantidad notable de tramos y rutas La impresión severa que producen estos de-
enteras del camino que nunca han sido cono- siertos de las cordilleras se intensifica de un
cidas o mencionadas después de la llegada de modo extraño e imprevisto, por el hecho de
los españoles. que en estas regiones subsisten aún admi-
rables restos de la gran vía construida por
Los exploradores del siglo XIX, en espe- los incas, esa obra gigantesca que establecía
cial los naturalistas, los recorrieron y describie- una comunicación entre todas las provin-
ron, debido a que muchas de las rutas estaban cias del imperio, en una extensión de más
operativas y tuvieron que usarlas. de 1850 kilómetros. A los costados del ca-

98
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

mino, y a intervalos casi siempre iguales, se situadas las ruinas conocidas con el nom-
ven habitaciones talladas regularmente en bre de Paredones del Inca4, que se supone
piedra. Están construidas con el propósito pertenecieron al palacio del inca Túpac Yu-
de ser estaciones, una especie de caravanse- panqui. Partiendo de este punto, el camino
ras (posadas), llamadas tambos o inca-pir- de que acabo de hablar se dirige hacia el
ca, de la palabra pircca, que probablemente sur a Cuenca y va a parar en la fortaleza
significa ‘muro’. Algunas están rodeadas de del Cañar, la cual ocupa poco sitio, pero se
atrincheramientos; otras, provistas de cañe- conserva muy bien, y data probablemente
rías que conducían agua caliente, hállanse de Túpac Yupanqui o de su hijo, el beli-
dispuestas como baños; los mayores de estos coso Huayna Capac (Humboldt 1801-
tambos estaban reservados a la familia del 1802/2004: 127-128).
inca (Humboldt 1801-1802/2004).
Humboldt sostenía que el gran camino
En el paso de los Andes llamado el páramo incaico era una de las obras más útiles y, al
de Azuay, camino muy frecuentado que mismo tiempo, gigantescas jamás realizadas
lleva de Alausí a Loja, y atraviesa la lade- por el ser humano5.
ra de Cadlud a 4700 metros sobre el nivel
del mar, casi a la altura del Mont-Blanc, Pero, desde luego, no era solo Humbol-
nuestros mulos, cargados con exceso, no dt quien reconocía esta grandiosidad. Todos
habían podido avanzar sino con gran fa- los que han usado o examinado el Qhapaq
tiga por el suelo pantanoso de la meseta Ñan desde el siglo XVI en adelante coin-
de Pullal, mientras que cerca de nosotros ciden en los mismos términos de admira-
seguía la vista sin interrupción, y en una ción, incluyendo al norteamericano George
extensión mayor de una milla alemana, los Squier en su visita por tierras incaicas publi-
restos del grandioso Camino de los Incas, cada en 1877, al naturalista italiano Antonio
de siete metros de anchura aproximada- Raimondi (1875), al francés Charles Wiener
mente, y que descansa sobre construccio- (1880) y, por cierto, a los cronistas españoles
nes que penetran a gran profundidad en el que acompañaron el proceso de instalación
suelo. Constituyen su piso trozos de pórfido europea en este territorio.
trápico de color pardo negruzco. Ninguna
de cuantas vías romanas he visto en Ita- Squier, Wiener y Raimondi recorrieron
lia, en el mediodía de Francia y en Espa- parte del camino, al igual que otros viajeros
ña, era más imponente que estas obras de de su tiempo. Raimondi fue el primero en
los antiguos peruanos; y lo que es más, me elaborar un mapa del sistema vial incaico,
aseguré por medidas barométricas de que pese a que se limita al tramo que hay entre
se encuentran a la altura de 3400 metros Quito y el lago Titicaca. Se conocen mapas
sobre el nivel del mar, unos 320 por enci- del siglo XVIII donde se menciona y apare-
ma del pico de Tenerife [...] En el paso del
4 Se refiere a las ruinas de Ingapirca.
Azuay, también a esta misma altura, están 5 Citado por John Hyslop, 1992: 45.

99
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

ce el Qhapaq Ñan. El historiador William través de los caminos. Unos años después,
Prescott (1847) hizo un valioso recuento de y conectándose con la Segunda Expedición
lo escrito por los cronistas y escritores del si- de la Universidad de California que orga-
glo XVI sobre el camino, y hacían una clara nizó John H. Rowe en 1956, el explorador
presentación de las dos grandes rutas —de la Victor H. von Hagen hizo un recorrido de
sierra y la costa— que cruzaban el Tawantin- gran parte del camino, basándose en in-
suyu. Es una línea similar a la que Clements formación etnohistórica compartida con
Markham usó para la elaboración de su mapa arqueólogos de la talla de Dorothy Menzel
del Perú en tiempo de los incas. y Hans Disselhoff, que luego publicó en li-
bros de divulgación popular. Pero no fue
Durante el siglo XX se hicieron una sino gracias al estudio de Leon Strube Erd-
serie de aproximaciones al reconocimiento mann (1963) que tuvimos una aproximación
y estudio del camino, constatando los tér- sistemática al conocimiento de la red vial.
minos de su trayectoria y los recursos tec- Este trabajo presenta una versión documen-
nológicos y naturales implicados. Varios his- tada por el mismo investigador, así como la
toriadores, como Horacio H. Urteaga (1931), mención de terceros en las rutas de Chile y
hicieron una presentación de la red vial ba- Argentina, y una presentación global de las
sándose en los documentos del siglo XVI, al diversas rutas.
tratar de reconstruir el ámbito territorial
del Tawantinsuyu. Pero el tema del Qhapaq Si bien incompleto, el de Strube es el pri-
Ñan adquirió un efectivo interés particular mer trabajo donde se combina información
gracias al estudio que publicó el ingeniero documental con verificación directa, medio
Alberto Regal en 1938, también basándose de estudio que siguieron varios arqueólogos,
en los documentos del siglo XVI, pero, sobre en diferentes momentos, en los diversos paí-
todo, siguiendo la lista de “tambos” que se ses andinos. Fueron, sin embargo, visitas o
habían recogido en las Ordenanzas de Vaca estudios parciales, generalmente destinados
de Castro en 1543. El estudio de Regal, más a verificar si existían o no los caminos que
que dedicarse a exaltar los valores monu- aparecían en los registros documentales, o
mentales del camino, se propuso hacer un exámenes casuales dentro de investigaciones
examen de las condiciones materiales, es- sobre la época o las regiones, que tenían por
pecialmente de orden técnico, en las que se lo general otros objetivos.
sustentaba la red vial.
El trabajo mayor que adicionalmente
En una dirección igualmente general reúne la información previa es el que hizo
de la red vial, Roberto Levillier (1942), in- el arqueólogo John Hyslop (1984, 1992) en-
teresado en reconstruir la instalación del tre 1978 y 1981, en conexión con el Institute
Virreinato español, logró confeccionar un of Andean Research. Hyslop, además de ve-
mapa de la red, que tomó en cuenta los rificar las fuentes escritas y recorrer los ca-
grupos étnicos que estaban conectados a minos, seleccionó recorrer aquellos tramos

100
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

que no habían sido aún visitados en años el trabajo más completo que se ha hecho so-
recientes. Así, en compañía de arqueólogos bre el Qhapaq Ñan. A raíz de los estudios de
locales, según la documentación aerofoto- Hyslop y la movilización que hizo entre los
gráfica y cartográfica, así como una exhaus- arqueólogos que trabajaban en distintas re-
tiva revisión de las fuentes locales, hizo un giones, se produjo una ola de estudios sobre
registro de su estado de conservación, de las el tema, con una metodología similar, con-
condiciones del medioambiente recorrido, ducida por quienes ya habían estudiado el
de las variaciones en las arterias principa- camino en épocas anteriores o por gente re-
les y los caminos secundarios. Se preocupó cién motivada. Esto incrementó de manera
de consultar los diversos proyectos de ma- notable la información arqueológica sobre
pas regionales existentes, anotando los to- la red vial en los últimos años, de modo que
pónimos y el uso actual de palabras como los 20 700 kilómetros de camino presenta-
chaski, tampu, ñan, chaka y otras. Su proceso dos por Leon Strube, convertidos en 23 189
de estudio se inició con la consulta de los kilómetros por los estudios de Hyslop, han
cronistas y trató de registrar toda la infor- ido aumentando año tras año.
mación existente sobre tambos, rutas de los
conquistadores e informes administrativos A partir de 2002, se desarrolló en el Perú
de la época colonial, a lo que agregó la in- un intenso programa de estudio y registro del
formación obtenida en el siglo XIX. El si- camino, en el que están participando más de
guiente paso consistía en examinar la infor- cien arqueólogos, unos doce etnólogos, diez
mación arqueológica regional, tratando de geógrafos y otros tantos especialistas en geo-
identificar los segmentos del camino que ya mática. Con sedes en Lima y Cusco, se pre-
eran conocidos y los asentamientos o sitios tenden cubrir todos los trayectos existentes
arqueológicos asociados, y revisar, además, del camino y de lo que está asociado a él, en
la literatura arqueológica existente, a fin de términos de asentamientos, instalaciones de
establecer los conocimientos que existían apoyo (tambos) o restos de la infraestructura
sobre posibles caminos preincaicos y, desde instalada en su entorno para fines de explota-
luego, sobre la naturaleza y formas de exis- ción de recursos naturales (como las minas),
tencia de los pueblos que estaban en la fase así como para la producción (por ejemplo, las
de intervención incaica en cada región. redes hidráulicas, los campos de cultivo en
terrazas, hoyas o camellones).
El paso final, previo a su recorrido, con-
sistió en las consultas hechas con los colegas En Colombia, Ecuador y Bolivia se han
de cada región, especialmente aquellos que reiniciado los estudios del camino, y en Chi-
ya conocían los tramos que se pretendía exa- le y Argentina se ha intensificado el interés
minar, y los invitó a acompañarlo en el estu- por consolidar su conocimiento, de modo
dio. Luego, junto con ellos, Hyslop publicó que los países con sus organismos especiali-
los primeros alcances de su investigación. El zados continúan con la investigación que se
nivel de su documentación es excelente y es venían realizando.

101
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Estas investigaciones han corroborado necesario crear caminos sobre rocas, desier-
que muchas de las vías locales fueron anexa- tos arenosos, campos de tierra, estepas o zo-
das, perfeccionadas y centralizadas por el im- nas fangosas e inundables. Pedro Cieza de
perio para generar una eficiente red de comu- León ([1553: cap. XXXVI] 1995: 118) describe
nicación entre el Cusco y las provincias (Lat- así estas condiciones:
cham 1938, Mosnty 1949, Hyslop 1992, Núñez
y Dillehay [1978] 1995). No quiero yo tratar agora de lo que los reyes
Ingas señorearon: que fueron más de mill y
Sin duda, uno de los temas centrales dozientas leguas: mas solamente diré lo que
de esta maravilla es el manejo de la diversi- se entiende Perú, que es desde Quito hasta la
dad, dado que la red cruza territorios muy villa de Plata: desde el un término hasta el
diferenciados morfológica y ecológicamente. otro. Y para que esto mejor se entienda: digo
La cordillera cruza la línea ecuatorial y toda que esta tierra del Perú son tres cordilleras o
la franja tropical, y llega por el sur hasta las cumbres desiertas: y adonde los hombres por
proximidades de las latitudes antárticas. El ninguna manera podrán bivir. La una des-
núcleo, donde se asentó el Tawantinsuyu, está tas cordilleras es las montañas de los Andes,
en las bandas ecuatorial y tropical. La ocu- llena de grandes espessuras, y la tierra tan
pación incaica se inicia a menos de 2 grados enferma, que si no es passado el monte, no
al norte del Ecuador. Hay dos rutas mayores, ay gente, ni jamás la ovo. La otra es la serra-
aun cuando la “más principal” es la de la sie- nía que va de luengo desta cordillera o mon-
rra, que cruza la cordillera. La otra es menor taña de los Andes: la qual es frigidíssima, y
y paralela, a lo largo de la costa. La condición sus cumbres llenas de grandes montañas de
tropical de la cordillera genera una particular nieve que nunca dexa de caer. Y por ningu-
distribución de los climas y paisajes, que no na manera podrían tampoco bivir gentes en
solo se diferencian por su latitud, sino tam- esta longura de sierras, por causa de la mu-
bién por su altitud, de modo que en lugares cha nieve y frío: y también porque la tierra
muy próximos puede hallarse un mosaico de no da de sí provecho, por estar quemada de
ecosistemas, y desde luego generar esta pe- las nieves y de los vientos que nunca dexan
culiar condición de diversidad que configura de correr. La otra cordillera hallo yo que es
un país con nieves, selvas y desiertos vecinos. los arenales que ay desde Túmbez hasta más
Gran parte de la franja costera es desértica, adelante de Tarapacá: en los quales no ay
la sierra discontinua tiene páramos, tundras y otra cosa que ver que sierras de arena y gran
valles de propiedades diferenciadas, en tanto sol que por ellos se esparze: sin aver agua, ni
que las selvas y pajonales del frente oriental yerva, ni árboles, ni cosa criada sino páxa-
son siempre verdes. ros, que con el don de sus alas pueden atra-
vesar por donde quiera.
Esta diversidad geográfica exigió una
igualmente diversa gama de soluciones para Y se refiere a los caminos (Cieza [1553: cap.
la habilitación de los caminos, dado que fue XV] 1996: 40-41) diciendo:

102
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Una de las cosas de que yo más me admiré donde avía montañas de árvoles y çéspedes
contenplando y notando las cosas deste reyno lo hazían llano y enpedrado, si menester
fue pensar cómo y de qué manera se pudie- fuese [...] Entendido de la manera que yvan
ron hazer caminos tan grandes y sobervios hechos los caminos y la grandeza dellos, diré
como por él vemos y qué fuerças de hombres con la façilidad que eran hechos por los na-
bastaron a lo poder hazer y con qué herra- turales sin que se les recreçiese muerte ni tra-
mientas y estrumento pudieron allanar los vajo demasiado; y era que, determinado por
montes y quebrantar las peñas para hazerlos algúnd rey que fuese hecho alguno destos ca-
tan anchos y buenos como están; porque me minos tan famosos, no era menester muchas
pareçe que si el Enperador quisiese mandar provisiones ni requerimientos ni otra cosa
hazer otro camino real como el que va del que dezir el rey: “Hága[se] esto” […]
Quito al Cuzco [o] sale del Cuzco para yr
a Chile, çiertamente creo con todo su poder La diversidad del territorio fue un factor
para ello no fuese poderoso ni fuerças de hon- enriquecedor en la creación de alternativas
bres lo pudieran hazer, si no fuese con la hor- para resolver las facilidades que el trasporte
den tan grande que para ello los Yngas man- requería, y generó una tecnología construc-
daron que oviese. Porque si fuera camino de tiva con múltiples soluciones. Los objetivos
çincuenta leguas o de çiento o de dozientas estaban asociados a lograr vincular unas lo-
es de creer que aunque la tierra fuera más calidades con otras dentro del menor tiempo
áspera no se tuviera en mucho, con buena posible y, por tanto, ahorrar distancias evi-
diligençia hazerlo; mas éstos eran tan lar- tando las curvas y tratando de inducir hacia
gos que avía alguno que tenía más de mill extensos tramos rectos. También se requería
y çien leguas, todo echado por sierras tan reducir las dificultades propias de las calida-
agras y espantosas que por algunas partes des de los terrenos y su morfología. Simul-
mirando abaxo se quita la vista y algunas táneamente era necesario reducir los riesgos
destas sierras derechas y llenas de pedreras, de confusión de rutas mediante una adecuada
tanto que era menester cabar por las laderas señalización de los caminos.
en peña viva para hazer el camino ancho y
llano: todo lo qual hazían con fuego y con El cruce por zonas rocosas, superficies
sus picos. Por otros lugares avía suvidas tan inundables, pendientes o llanuras o campos
altas y ásperas que hazían desde lo baxo es- de cultivo implica procedimientos y técnicas
calones para poder subir por ellos a lo más distintas. En algunos casos, se formaron sen-
alto, haziendo entre medias dellos algunos das por el uso constante de los caminantes, de
descanços anchos para el reposo de la jente. modo que aparecen trazos terrosos sin piedras
En otros lugares avía montones de nieve que o vegetación, rocas desgastadas que no nece-
era más de temer y esto no en un lugar sino sariamente fueron hechas intencionalmente.
en muchas partes, y no así como quiera, sino Pero, si bien eso es lo general para los caminos
que no va ponderado ni encareçido como ello domésticos, no lo es en el Qhapaq Ñan, donde
es ni como lo vemos; y por estas nieves y por los trazos tienden a estar siempre esclarecidos

103
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 70. Camino longitudinal de la costa, tramo entre Fig. 71. Tramo del camino con muros laterales en Po-
Tambo Real y Tambo Pósope, departamento de Lam- mata, cruzando humedales cubiertos con totorales.
bayeque. Foto Joseph Berbané, Qhapaq Ñan Perú. Puno, Perú. Foto Qhapaq Ñan Perú.

mediante delineaciones de los bordes del ca- resistir a las heladas nocturnas y los deshielos
mino u otros medios. Son caminos cuyo ancho diurnos, con enlosado o empedrado, canales y
puede ser de 3 hasta 10 metros, e incluso más alcantarillas. Algunos llegan a tener 16 metros
anchos, en tanto que los caminos domésticos de ancho y, en casi todos los casos, los bordes
suelen ser angostos e irregulares en su trazo. estaban delimitados con piedras que, en algu-
Estos caminos domésticos son llamados chaki- nos casos, son simples alineamientos, en tanto
ñan o chakinani (“camino peatonal”). El camino que en otros, se hacían muros de contención. En
principal es Qhapaq Ñan, aunque también se los terrenos agrícolas y cerca de poblados hay
usa, en algunas partes el nombre de incañan. la tendencia a la construcción de muros latera-
les altos, de mampostería hecha con piedras de
Los caminos más anchos y mejor conser- campo o con tapiales.
vados son los de las alturas, especialmente los de
las punas. Eran caminos sólidos, con capacidad Eso es en terrenos relativamente llanos
para soportar los violentos cambios de tempe- y de poca pendiente, que aparecen en los al-
ratura que hay diariamente en la alta montaña. tiplanos o los desiertos y los valles. Pero en
Tenían obras de drenaje y pavimentación, para la cordillera eso no es lo general, pues ahí

104
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 72. Camino de trazo rectilíneo en el despoblado de Atacama, subtramo Camar - Peine. Foto Qhapaq Ñan
Chile (Ch-Cs-14 / C-2010).

predominan las pendientes, ya sean abruptas, cinas. Algunas de ellas tienen miles de esca-
con mucha pendiente, o suaves y ondulantes. lones, generalmente con puestos de reposo.
En aquellos terrenos de gran pendiente, las Algunas presentan un trato estético de los
trazas pueden seguir el uso de los caminantes escalones inclinados u horizontales o agrupa-
habituales, generalmente zigzagueando (ha- dos de modo alternante. Hay también, tra-
bitualmente conocidos como chakiñán), dado mos con escaleras talladas en las rocas.
que se forman caminos por el trajín, pero la
formalización de estas rutas se resolvía gene- En el caso de pendientes suaves, se nota la
ralmente mediante la construcción de escali- tendencia a acompañar las ondulaciones del te-
natas o rampas, aun cuando eso no necesaria- rreno, y en el caso en que era necesario superar
mente implica que los caminos evitaran el zi- vallas que se podían resolver mediante cortes
gzagueo para superar pendientes que podían en los cerros, la tendencia era más bien de cons-
estar cerca en torno a los 45 grados o más. truir terrazas, sin hacer obras de relleno o cor-
tes, o simplemente encimar el terreno, lo que
Las escalinatas se usaron con frecuencia no ocurría en las laderas, donde normalmente
y varían en su forma y dimensiones en cada era necesario incorporar muros de contención
lugar. Son hechas con piedra de acceso local y los caminos no podían ser muy anchos, dado
y, desde luego, requieren un mantenimiento que para que así fueran requerían obras costo-
cuidadoso por parte de las comunidades ve- sas de remoción de tierras. Hyslop (1992: 82)

105
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 73. Troncal de la sierra ascendiendo por la cordillera. Parque Nacional El Cajas. Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural del Ecuador. Foto María Moreira.

menciona casos en los que hubo necesidad de En la costa, desde Tumbes hasta Tara-
remover tierra y agregar terraplenes, así como pacá, el paso de un valle a otro —que puede
en otros casos fue necesario hacer terrazas esca- ser de 50 a 100 kilómetros— requiere medi-
lonadas, a modo de parapetos. Algunos muros das diversas. Según J. Hyslop, cuando el tra-
llegan a los 3 metros o más de altura, y por tra- mo era de más de 100 kilómetros, sin acceso
yectos de varios kilómetros de extensión. al agua, la alternativa era evitar el cruce y
rodearlo, aunque eso implicara doblar la dis-
Una de las dificultades a enfrentar fue el tancia. De otro modo, el recorrido, que po-
cruce de los desiertos costeros. El cruce de los día llevar dos a tres días, estaba ligado a pun-
arenales requiere la combinación de diversas tos donde era posible abastecerse de agua.
estrategias para reducir los riesgos derivados Es así como el camino de la costa no nece-
de la naturaleza de estos desiertos, llenos de sariamente cruzaba en línea recta el paso
peligros naturales, incluidas las noches muy de un valle a otro, como lo hacen ahora las
frías con días extremadamente calurosos, con carreteras, sino que escogía los bordes cor-
vientos que pueden fácilmente superar los dilleranos, próximos a fuentes de agua. Esa
100 kilómetros de velocidad, en forma de pa- debe ser la causa por la cual el camino de la
racas (“lluvias de arena”), o de remolinos de costa se comienza a apartar del litoral en los
todos los grados de potencia, junto a la pér- desiertos de Ica, para hacerlo definidamente
dida de las rutas y los trazos de los caminos. desde Arequipa, dado que al sur de Atico y

106
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

en el cruce de los desiertos del trópico de


Capricornio, en Antofagasta y Atacama, va
en busca de los oasis, y de ese modo no sigue
una línea recta generalizada.

La otra dificultad del desierto es el


mantenimiento de los caminos y las rutas.
En muchos casos los caminos son sendas he-
chas por el tráfico, sin mayores elementos
constructivos. Eso determina una diversidad
de huellas en los desiertos no arenados. En
otros casos, las sendas se originan en super-
ficies limpiadas “barridas”, como es el caso
de caminos en los que la diferencia reside en
el retiro de los guijarros en su traza. En los
caminos más formales, estos son delimita-
dos con alineamientos de piedras, con muros
laterales e incluso con líneas de postes. En
los casos de caminos amurallados, ellos eran
hechos normalmente cerca de poblados y Fig. 74. Camino subiendo laderas en valle
interandino. Tramo Colpa – Hauricashash, provincia
especialmente en los valles y no propiamen-
Dos de Mayo, Huánuco. Foto Edgardo Solórzano,
te en el desierto. Según parece, tenían fines Qhapaq Ñan Perú.
ceremoniales asociados a la imagen del inca
o de los “principales” o, incluso, fines estric- empedrar o enlosar el camino, según la situa-
tamente rituales o religiosos, como parece ción. En otros casos, la modalidad era cons-
haber sido el caso de una serie de caminos truir calzadas elevadas o terraplenes sobre
que, en el valle de Chincha, se irradian en di- los espacios inundados o inundables. Son im-
recciones distintas, desde la sede central del pactantes los caminos sobreelevados, rellena-
señorío, en Tambo de Mora. dos con tierra y piedras, y algunas veces con
muros laterales de piedra que aparecen como
No obstante, en los Andes también hay “flotando” sobre la superficie del agua. Son
zonas donde el problema es exactamente una suerte de inmensos puentes, que también
lo contrario, esto es, exceso de agua, lo que se hacían en asociación con los campos ele-
genera superficies inundables de modo per- vados o waru-waru, generalmente conocidos
manente o constante, o con laderas o terre- como “camellones”.
nos húmedos ocasionales. De acuerdo con lo
observado por Hyslop, estos terrenos eran Hoy mismo, pese a que han sido aban-
evitados a veces, pero las técnicas usuales donados, se pueden apreciar en varios pun-
consistían en construir canales de drenaje o tos de Ecuador, Perú y Bolivia. Algunos se

107
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

men de lluvias muy intenso y más frecuente,


con laderas que exigieron empedrado o en-
losado para mantener su condición camine-
ra, dado que cruzan pajonales, matorrales y
bosques. En realidad, responden a un trato
que tecnológicamente fue desarrollado por
las poblaciones locales desde mucho antes
de la presencia de los incas, de modo que se
asocian a poblados típicos de medios húme-
dos como el llamado Gran Pajatén, en San
Martín, y que también se conocen en la ver-
tiente oriental de los Andes ecuatorianos.

Igualmente, uno de los aspectos deriva-


dos de la diversidad ambiental es la materia
prima empleada en las obras. Los caminos
no eran uniformes, aun cuando la técnica
pudiera ser similar, debido a que los ma-
teriales de construcción y la mano de obra
Fig. 75. Camino transversal que presenta corte en eran locales. Además, los caminos respon-
talud, tramo Xauxa - Pachacamac. Foto Qhapaq dían a tradiciones ancestrales de las comu-
Ñan Perú.
nidades locales, aunque dependiendo de las
usan y hasta han sido habilitados como ca- condiciones naturales, las obras necesarias
rreteras. En el área del lago Titicaca hay ca- podían ser muy costosas, si bien se evitaban
minos visibles y varios de ellos en uso, pero los desiertos sin puntos de agua o los terre-
también los había en el Cusco y hasta en nos abruptos o muy altos. El acceso al agua
Lambayeque y tan lejos del Cusco como las era un factor fundamental.
proximidades de Tumibamba, en el Azuay.
Estos tramos estaban generalmente empe- Los ríos, y también algunas quebradas,
drados o enlosados. exigían puentes u otros medios para cruzar-
los y, desde luego, se organizaba el trazo de
Los tramos empedrados son relativa- los caminos buscando los puntos adecuados
mente cortos, aun cuando hay casos excep- para la construcción de los puentes, el ten-
cionales como un camino de unos 20 kiló- dido de “oroyas” o la habilitación de vados,
metros al sur de Huánuco Pampa, con un lo que obligaba en muchos casos a rutas más
trazo de casi 16 metros de ancho (Hyslop largas. En los ríos anchos se cruzaba con bo-
1992: 70). El frente oriental de la cordillera, tes y en muchos casos se buscaba secciones
que da a la Amazonía, tiene un mayor nú- del río con poca profundidad y poco volu-
mero de territorios húmedos, con un régi- men de agua para poder vadearlos. En otros

108
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 76. Camino tallado en roca en Yanaca, provincia de Aymaraes, departamento de Apurímac. Foto Alfredo
Bar, Qhapaq Ñan Perú.

casos, se construía unos estribos que hicieran en las partes que hacen estos puentes de
posible la colocación de maderos para que redes, donde los ríos son crecidos, por es-
sirvan como puente. Excepcionalmente usa- tar poblada la tierra adentro lejos del mar,
ron grandes lajas de piedra, como ocurría con casi no hay alguno que sepa nadar; y por
el puente de Chavín. Esta habilitación de los esta causa aunque los ríos sean pequeños
cruces de los ríos fue uno de los temas que y se pueden vadear no obstante les echan
más llamaron la atención de quienes usaron puentes; de este modo, que si las dos ori-
los caminos andinos. Fue especial el recono- llas del río son pedregosas levantan en ellas
cimiento de los puentes colgantes hechos con una pared grande de piedra y después po-
fibra vegetal, dado que en muchos casos eran nen cuatro bejucos que atraviesan el río,
un verdadero despliegue de las artes textiles, gruesos de dos palmos o poco menos, y en el
desde las gruesas sogas que servían de base medio a manera de zarzo entretejen mim-
para la estructura, como las redes y los lien- bres verdes gruesos como dos dedos, bien
zos desplegados en los lados y el piso. tejidos, de suerte que unos se queden más
flojos que otros atados en buena forma, y
Pedro Sancho, el secretario de Francisco sobre estos ponen ramas atravesadas de
Pizarro, al referirse a su paso por el río Man- modo que no se ve el agua y de esta manera
taro, cuenta que: es el piso del puente. Y de la misma suerte
tejen una barandilla en el borde del puente

109
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 77. Sección de camino del tramo Vitkus - Abra Choqetakarpo - Choqek’irau, departamento de Cusco,
Perú. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

con estos mismos mimbres, para que na- Los caballos españoles y el gobernador pa-
die pueda caer en el agua, de lo cual no saron por el uno de estos puentes [...] sin
hay a la verdad ningún peligro, bien que que peligrase ninguno, aunque todos caye-
al que no es práctico parece cosa peligrosa ron porque se movía el puente y temblaba
el haberlo de pasar, porque siendo el trecho todo, pero como se ha dicho estaba el puen-
grande se dobla el puente cuando pasa uno te hecho de manera que aunque doblasen
por él, que siempre va uno bajando hasta los cuatro pies no podían caer abajo al
el medio, y desde allí subiendo hasta que agua (Sancho [1534] 1968: 296).
acaba de pasar a la otra orilla, cuando se
pasa tiembla muy fuerte, de manera que El Inca Garcilaso de la Vega (1609) des-
al que no está a ello acostumbrado se le va cribe la forma en que se construían estos
la cabeza. Hacen de ordinario dos puentes puentes, en referencia al que había sobre el
juntos, porque dicen que por el uno pasan río Apurímac, que fue uno de los más famo-
los señores y por el otro la gente común [...] sos por su largo de más de 45 metros, y cierta-
los que guardan estos puentes tienen cerca mente por estar en el punto de tránsito entre
sus casas y de continuo tienen a la mano la tierra de los incas y la de los chancas, lo que
mimbres y zarzo y cuerda para componer era históricamente de mucha importancia en
los puentes cuando se van estropeando y el Incario. Dice que:
hacerlos de nuevo si menester fuera [...]

110
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Para hacer una puente de aquellas juntan rante y no se afloje con su mismo peso, que
grandísima cantidad de mimbre, que aun- es grandísimo; pero por mucho que la tiren
que no es de la misma de España, es otra siempre hace vaga y queda hecho arco, que
especie de rama delgada y correosa. Hacen entran descendiendo hasta el medio, y sa-
de tres mimbres sencillas unas criznejas len subiendo hasta el cabo, y con cualquier
muy largas, a medida del largo que ha de aire que sea algo recio se está meciendo.
tener la puente. De tres criznejas de a tres
mimbres hacen otras de a nueve mimbres, Tres criznejas de las gruesas ponen por
de tres de aquellas hacen otras criznejas, suelo de la puente, y las otras dos ponen
que vienen a tener en grueso veintisiete por pretiles a un lado y a otro. Sobre las
mimbres, y de tres de estas hacen otras que sirven de suelo echan madera delgada
más gruesas, y de esta manera van multi- como el brazo, atravesada y puesta por su
plicando y engrosando las criznejas hasta orden en forma de zarzo que toma todo
hacerlas tan gruesas y más que el cuerpo el ancho de la puente; la cual será de dos
de un hombre: de estas muy gruesas hacen varas de ancho. Echan aquella madera
cinco criznejas. Para pasarlas de la otra para que guarde las criznejas, porque no
parte del río pasan los indios nadando o se rompan tan presto, y átanla fuertemen-
en balsas; llevan asido un cordel delgado, te con las mismas criznejas. Sobre la ma-
al cual atan una maroma como el brazo de dera echan gran cantidad de rama atada
un cáñamo que los indios llaman chahuar. y puesta por su orden [...] De las criznejas
A esta maroma atan una de las criznejas bajas que sirven de suelo, a las altas que
y tiran de ella gran multitud de indios, sirven de pretiles, entretejen mucha rama
hasta pasarla de la otra parte; habiéndo- y madera delgada, muy fuertemente ata-
las pasado todas cinco, las ponen sobre dos da, que hace pared por todo el largo de la
estribos altos que tienen hechos de peñas puente, y así queda fuerte para que pasen
vivas, donde las hallan en comodidad, y por ella hombres y bestias. La de Apurí-
no hallándolas, hacen los estribos de can- mac, que es la más larga de todas [...] Mu-
tería tan fuerte como la peña [...] Los es- chos españoles vi que no se apeaban para
tribos hacia la parte de tierra son huecos, pasarla, y algunos la pasaban corriendo
con fuertes paredes a los lados. En aquellos a caballo [...] En tiempo de los incas se
huecos, de una pared a otra, tiene cada renovaban aquellas puentes cada año,
estribo atravesadas cinco o seis vigas tan acudían a las hacer las provincias comar-
gruesas como bueyes, puestas por su orden canas, entre las cuales estaba repartida la
y compás como una escalera de mano; por cantidad de materiales, conforme a la ve-
cada viga de estas hacen dar una vuelta a cindad y posibilidad de los indios de cada
cada una de las criznejas gruesas de mim- provincia (Garcilaso de la Vega [1609: lib.
bre de por sí, para que la puente esté ti- III, cap. VII] 1963: 93).

111
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

2.1. Las rutas del Qhapaq Ñan tro poblado del Cusco era en realidad un gran
centro ceremonial donde vivía el inca, que
2.1.1. El Chinchaysuyu era un dios, hijo del dios Sol (Inti). No era
Las diferencias entre los poblados eran muy la ciudad un centro de producción de manu-
grandes y notables. No solo no seguían las facturas o de circulación de bienes. Quienes
mismas reglas constructivas, sino que tenían vivían allí, ya sea temporalmente o de modo
un rango diferencial que no se puede des- estable, eran funcionarios del Estado cuya re-
conocer. Los asentamientos del rumbo del lación con el conjunto social se derivaba de
Chinchaysuyu son los más grandes y elegan- su vínculo con el inca, mediante una partici-
tes. En general, desde Quito hasta el lago Ti- pación concreta en las actividades del Estado.
ticaca hay una arquitectura preciosista en los La ciudad era “sagrada” y de circulación res-
edificios principales de las ciudades, con mu- tringida. Los palacios eran de los reyes-dioses
ros hechos con sillares prolijamente labrados, o de sus más próximos allegados, donde tal
siguiendo el modelo de los más finos edificios vez los únicos funcionarios no ligados al inca
del Cusco. Eso no ocurre al sur del Titicaca o eran los sacerdotes especialistas —amautas—,
en el frente oriental de los Andes. cuyo origen puede deberse a sus habilidades y
conocimientos más que a su adhesión.
Esta situación puede deberse a que la
mayor parte del Chinchaysuyu era ya tierra Si bien la distribución de los espacios
urbana desde el segundo milenio anterior a públicos era diferente en cada época y región,
la era cristiana. Durante los casi tres mil años puede decirse que un rasgo general es que los
de historia previos a la presencia de los incas, espacios domésticos, en todos los casos, eran
había acumulado una larga evolución en esa marginales, de modo que, aun en las ciudades
forma de vida y organización de los poblados. más populosas, los palacios y templos cubrían
En verdad, hasta el siglo VII, lo que había allí la traza urbana a plenitud, y solo de manera
eran asentamientos ceremoniales, o más bien tangencial aparecían rodeados de viviendas o
cultistas, asociados a grupos de templos y ser- asentamientos de carácter doméstico o popu-
vicios religiosos ligados al agua y la agricul- lar. En general, las viviendas comunes estaban
tura. Solo a partir de ese siglo comenzaron a fuera del espacio urbano, lo que condice con
ser dominantes los edificios públicos civiles, el carácter esencialmente rural de sus habi-
dispuestos para la vivienda de personajes des- tantes, que eran el sector dominante de la po-
tacados, para talleres, cuarteles u otros fines blación. Por eso, no debe extrañarnos que esta
no religiosos, aun cuando, desde luego, los sea la zona donde había una mayor cantidad
templos seguían siendo importantes. de ciudades y centros elegantes de corte ur-
bano en el Qhapaq Ñan. Además, es la zona
Por cierto, no podemos dejar de desta- donde el camino mismo tiene las mejores con-
car el hecho de que la estructura urbana de diciones y tratamiento. De algún modo, una
las ciudades andinas nunca abandonó su con- tradición caminera similar a la incaica en el
dición cultista o ceremonial. El mismo cen- territorio que estuvo bajo el dominio de Wari.

112
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 78. Puente Q’eswachaka sobre el cañón del río Apurímac, Cusco, Perú. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

En realidad, ninguno de los caminos que cindades de Huarocondo, para luego bajar
iban en las otras direcciones tenía las calida- hacia Limatambo, ingresando a la región de
des del Chinchaysuyu, a tal grado que había sus aliados quíchuas, donde debía cruzar-
cierto tipo de regularidades en los acabados se el famoso puente sobre el río Apurímac.
de los caminos, que no se veían en las otras Posteriormente iba en dirección a Concacha
direcciones. La ruta tenía caminos que en ge- o Saywite, donde, luego de pasar Curawasi,
neral superaban los 3 metros de ancho y varios aún quedan los restos de un soberbio adora-
superaban los 10 e incluso 16 metros. En gran torio, con rocas esculpidas que llaman mucho
parte de la ruta se encuentran caminos parale- la atención. En verdad, pocos kilómetros más
los, uno más ancho y más elegante que el otro, adelante ya se ingresa a la tierra de los chan-
asociado a la estratificación social vigente. cas, cuyas pirámides escalonadas comienzan
de algún modo en Concacha. Tampuorqo,
Los caminos que salían del Cusco en cerca de Abancay, es uno de los últimos sitios
dirección al Chinchaysuyu, luego de pasar antes de llegar al dominio de los chancas.
por las vecindades de Anta y las tierras de
los quíchuas en la cuenca alta del Apurímac, Hasta este punto las estructuras y mo-
ingresaban al territorio de sus enemigos tra- dos son básicamente los mismos que hay en
dicionales, los chancas. El camino pasaba de la cuenca del Vilcanota y en Urubamba, aun
las pampas de Anta hacia Zurite, en las ve- cuando en esas zonas se encuentra lo más ela-

113
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

borado del Incario, especialmente en el Valle tura de Pomacocha se asocia con una laguna
Sagrado (Vilcabamba) del Urubamba, donde delimitada con finos trabajos de albañilería,
están los asentamientos incaicos más caracte- cuyas aguas estaban destinadas a regar una red
rísticos, desde Machu Picchu, que se ha con- de andenerías que dan al valle de Pomacocha.
vertido en una suerte de ícono de la elegante Pomacocha es uno de los sitios incaicos mejor
arquitectura cusqueña, hasta Písaq, y, desde elaborados que hay en el camino, con destino
luego, Ollantaytambo, Chincheros, Huch’uy- claramente ceremonial, y al servicio y cuidado
qosqo (Uchuy Cusco) y otros sitios menores. de la laguna. Los campesinos de la zona inten-
Allí también los caminos son especiales y tan recuperar los procedimientos incaicos de
muy cuidadosamente elaborados, incluyendo explotación del agua y uso de la tierra.
los que van a Choqek’irau, un santuario muy
bello sobre el cañón del Apurímac. Desde ese punto, el camino cruza la di-
visoria de aguas del Pampas-Apurímac y del
El Qhapaq Ñan ingresa a la tierra de los Mantaro, y se divide en dos ramales. Uno se
chancas por Cocharcas y Huancarama, en di- dirige hacia la costa, cruzando las punas de
rección hacia Curamba y Sóndor, dos centros Castrovirreyna en dirección a Pisco, donde
urbanos que, si bien pudieron ser contempo- existen los centros urbanos de Huaytará e
ráneos con los incas, en realidad responden a Inkawasi, de fino estilo cusqueño, en la parte
una tradición que es propia de esta región. Un alta de la cuenca. Finalmente, ya sobre el valle
ejemplo del peso de esa tradición es la ciudad de Pisco, el imponente tambo incaico conoci-
incaica de Vilcashuamán, la primera ciudad de do como Tambo Colorado, a unos pocos kiló-
gran magnitud en la ruta del Chinchaysuyu. metros del mar. De Tambo Colorado se puede
En efecto, aparte de los edificios claramente dirigir al valle de Chincha, luego de pasar por
cusqueños que se hicieron frente a la plaza el poblado Lima La Vieja a través de un ca-
principal, como el llamado Templo del Sol, en mino muy elegante y recto que cruza el valle
Vilcas hay una pirámide escalonada del estilo y se dirige hasta la capital del reino de Chin-
chanca que también hay en Sóndor, en Cu- cha, en Tambo de Mora, donde hay un palacio
ramba y en otros sitios de la región. Son pirá- inca, aparte de los restos de una ciudad chin-
mides cuyo escalonado deriva de una suerte de cha preincaica. Este camino es parte de una
estructura en “caracol”, o en espiral, en vez de compleja red de caminos radiales que nacen
la superposición de plataformas. Entre Sóndor en Tambo de Mora (La Centinela) y se dirigen
y Vilcashuamán se cruza la laguna de Pacucha, hacia el este, el sur y el sureste. Es donde se en-
que era una pacarina chanca, y los fértiles va- cuentran los caminos con murallas muy altas
lles de Andahuaylas, que era la tierra señalada de tapial que mejor se han conservado hasta
por los incas como residencia de los chancas. ahora. También se puede llegar a Chincha por
Luego de pasar por Uranmarka y Pillucho, se la cuenca del río San Juan, que la conecta con
llegaba a Vilcas y también a Pomacocha, el las tierras de los Chocorvos en Huancavelica,
asentamiento que hace pareja con Vilcas y se pero no se conocen asentamientos tan impor-
ubica en las alturas de Vischongo. La arquitec- tantes como los mencionados.

114
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 79. Camino longitudinal de la sierra por el Chinchaysuyu cruzando la zona de Hatun Xauxa, provincia de
Jauja, departamento de Junín en la sierra central del Perú. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

El otro ramal que nace de Vilcas es el de los restos de esas épocas usando las pie-
que, siguiendo el Qhapaq Ñan propiamente dras para sus edificios u ocupando espacios
dicho, lleva hacia el norte a Ayacucho, donde con restos de arquitectura preciosista, de los
hay un grupo de valles muy angostos forma- que quedan pocos vestigios. En Huanta hay
dos en el punto medio de la cuenca del río instalaciones incaicas de rango más significa-
Pongora-Huarpa, que concluye en el valle tivo, aunque queda claro que el eje de interés
de Huanta. Es la zona donde estuvo la ca- económico y político se había desplazado a
pital del Imperio wari y que en tiempos de la cuenca del río Pampas, más al sur, y, por lo
la conquista incaica debe haber estado ya tanto, no hay más centros de primer orden
arruinada. Los registros arqueológicos indi- hasta la tierra de los wankas, sobre el valle
can que no estuvo vigente más allá del siglo del río Mantaro.
XIII. En esta zona hay trazos del camino en
varios lugares, pero se confunden con los de Es un largo trayecto el que hay desde
la época wari, que llegaban al valle de Hua- Huanta hasta Jauja, pues luego de seguir la
manga, donde está la actual ciudad de Aya- ruta del Mantaro por las montañas de la ban-
cucho, y que fue un lugar ocupado tanto por da occidental, se llega al valle de este río, que
los waris como por los incas y, desde luego, es una de las zonas agrícolas más anchas de la
por los españoles. Estos cubrieron gran parte sierra central y sur, junto con las del Cusco.

115
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Jauja era una ciudad mencionada como uno no, como ocurre con el ramal que se dirigía
de los grandes centros del Incario, pese a que a Incawasi, una de las importantes ciudades
ahora casi no se ven vestigios de ella. En rea- incaicas de la costa, en Lunahuaná, valle de
lidad, en el valle del Mantaro, y en general en Cañete, y que era un camino abierto en el
todo el ámbito de los wankas, no hay nada Qhapaq Ñan antes de llegar a Jauja. De otro
equivalente a Vilcashuamán-Pomacocha. lado, desde Pumpu salía un camino que se di-
rigía a los valles de Lima y Chillón.
Cieza de León, al referirse a Jauja, dice
que había más de treinta mil habitantes en Desde Jauja seguía el camino principal
el valle en tiempo de los incas, repartidos en en dirección a Tarmatambo, cerca de la ac-
tres parcialidades, y que en Jauja mismo: tual ciudad de Tarma, donde si bien hay va-
rios restos de ocupación incaica, ninguno es
[...] avía un grande cercado, donde estavan ponderable. Del tambo de Tarma —el mis-
fuertes aposentos y muy primos de piedra: mo Cieza dice que: “Había en Tarama en los
y casa de mugeres del sol: y templo muy ri- tiempos pasados grandes aposentos y depósi-
quíssimo: y muchos depósitos llenos de to- tos de los reyes incas” (Cieza de León 1553)—
das las cosas que podían ser avidas. Sin lo quedan muy pocos restos, como los de los de-
qual avía grande número de plateros, que pósitos en las faldas de los cerros que hay en
labravan vasos y vasijas de plata y de oro los alrededores de Tarma y Tarmatambo.
para el servicio de los Ingas y ornamentos
del templo. Estavan estantes más de ocho De Tarmatambo, si bien se ha perdido
mill Indios para el servicio del templo, y el camino, se iba hacia el gran lago de Junín,
de los palacios de los señores. Los edificios donde había otro asentamiento mayor cono-
todos eran de piedra. Lo alto de las casas cido como Pumpu (Bombón), ubicado en el
y aposentos eran grandísimas vigas, y por extremo norte del lago, justo donde nace el
cobertura paja larga (Cieza de León [1553: río Mantaro. Pumpu, al parecer, estaba en
cap. LXXXIV] 1995: 242-243). proceso de construcción cuando llegaron los
españoles, y tenía una traza correspondiente
Solo quedan restos de los depósitos en a la de un centro urbano mayor incaico, con
las colinas de los alrededores de la ciudad y una plaza principal, rodeada de complejos de
el resto fue absorbido por las viviendas de casas dentro de kanchas del modelo incaico,
adobe que allí se construyeron desde tiempos con un ushnu, edificios abiertos tipo kallanka
coloniales. Ahora en la ciudad no se aprecian y una gran cantidad de depósitos. Es una ciu-
restos de la época inca. dad construida en plena puna.

De Jauja salía el camino que iba hacia Unos pocos kilómetros al norte de Pum-
el santuario de Pachacamac, en Lima, aun- pu, en Pachacoto, el camino se divide en dos
que en realidad los contactos con la costa se grandes ramales, el del este, que se dirige hacia
establecían desde diversos puntos del cami- Huánuco, y el del oeste, que conduce a los ca-

116
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 80. Portada con felinos en el centro administrativo inca de Huánuco Pampa, en el camino longitudinal
de la sierra. Una de las seis portadas trapezoidales alineadas que conectan la plaza principal con dos plazas
menores. Provincia La Unión, departamento de Huánuco. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

minantes por la ruta del Callejón de Huaylas, con un grado de importancia equivalente al
de donde además se desprenden los caminos de Vilcashuamán que se llama Huánuco Pam-
transversales que conectan el Qhapaq Ñan pa, y también Huánuco Viejo. A diferencia de
con la costa de Áncash. Ambos se unen al fi- Vilcas, este camino fue íntegramente planifi-
nalizar las tierras de Conchucos. cado y habilitado por los incas, sin imposicio-
nes de construcciones o tecnologías previas.
Por el camino de noreste, vencida la Es un trayecto totalmente desarrollado en las
llanura de Bombón, se va hacia Yanahuanca alturas, en torno a los 4000 msnm y es, ade-
(Chawpi Waranga). Al norte, en Pasco, están más, uno de los más bellos y mejor conserva-
las ruinas de Warautampu, también sobre el dos. Según John Hyslop (1992: 133), este es uno
Qhapaq Ñan, y que nuevamente tiene sillería de los caminos construidos íntegramente por
del estilo arquitectónico cusqueño, fina y muy los incas en el siglo XV.
bien cuidada, en el llamado “tambo real”, en
medio de casas de estilo menos elegante. Este Huánuco Pampa es también, un centro
ramal del camino serrano del Chinchaysuyu poblado, levantado a una altitud de 3800
continúa en dirección a Huánuco, donde exis- msnm. Es uno de los asentamientos incaicos
te otro centro de primer nivel en el Incario, más grandes después del Cusco, dado que

117
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

tiene alrededor de cuatro mil recintos cons- Los yarush o yaros, yachas y chupachos,
truidos y, por cierto, cuenta con una plaza habitantes de la región a mediados del si-
principal con su respectiva plataforma sa- glo XV cuando los incas la incorporaron al
grada o ushnu. Los edificios están hechos con Tawantinsuyu, tenían ya una larga tradición
sillería de estilo cusqueño, y se sabe que en urbana, nacida en los lejanos tiempos de Ko-
este lugar había instalada un aqllawasi para tosh, dos o tres mil años atrás. Hay evidencia
retener mujeres al servicio del Estado. El di- de asentamientos compactos muy desarrolla-
ligente Cieza de León comentaba que: dos en Tantamayo y en La Unión, con edifi-
cios funerarios y ceremoniales de varios pisos,
En lo que llaman Guánuco avía una casa rodeados de recintos habitacionales de piedra.
real de admirable edificio: porque las pie- Sin embargo, el urbanismo inca era totalmen-
dras eran grandes, y estavan muy pólida- te innovador, dado que no hay en Huánuco,
mente assentadas. Este palacio o aposento como sí existen en otras cuencas serranas, evi-
era cabeça de las provincias comarcanas a dencia de una significativa ocupación wari,
los Andes: y junto a él avía templo del sol que de algún modo antecedía a los patrones
con número de vírgines y ministros. Y fue urbanos incaicos.
tan grande cosa en tiempo de los Ingas:
que avía a la contin[u]a para solamente La ruta de los Andes orientales seguía
servicio del más de treynta mill Indios el curso del río Taparacu, donde se había
(Cieza [1553: cap. LXXX] 1995: 233). instalado una red bien conservada de cami-

Fig. 81. Camino empedrado que desciende de Huaga rumbo a Tambillo, en el departamento de Ancash. En
esta zona se le conoce como Inca Naani. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

118
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

nos construidos con mucho detalle, donde partió deste pueblo, y fue a dormir a otro
hay restos de una serie de tambos y tambi- pequeño que se dice Pina, y no se halló en
llos igualmente conservados. Era tierra de él gente, porque se ausentaron de miedo.
los pincos, que poblaban las alturas del lla- Esta jornada fue muy mala, porque había
mado Callejón de Conchucos, y que si bien una bajada de escaleras hechas de piedra,
había tenido un papel muy destacado dos muy agra y peligrosa para los caballos.
o tres mil años antes, con la instalación del Otro día a hora de comer llegó a un pue-
complejo ceremonial de Chavín, en tiempos blo grande que está en un valle; en medio
de los incas era ciertamente solo un territo- del camino hay un río grande muy furioso
rio más de campesinos aldeanos. Algunos de (Santa); tienen dos puentes juntos hechos
ellos, sin embargo, agregados en poblaciones de red, desta manera que sacan un gran
mayores como la de Waritambo, cerca de la cimiento desde el agua y lo suben bien alto,
actual ciudad de Huari. Seguramente tam- y de una parte del río hay unas maromas
bién eran importantes varios de los sitios que hechas de bejucos, a manera de mimbres,
hay siguiendo el camino al norte de Huari, tan gruesas como el muslo, y tiénenles ata-
en Piscobamba o Pomabamba, o finalmente das con grandes piedras, y de la una a la
Conchucos, donde se registra una larga lista otra hay anchor de una carreta, y atravie-
de poblados con una relativa densidad de edi- san recios cordeles muy tejidos y por de-
ficios de piedra, que seguramente cumplieron bajo ponen una piedras grandes para que
el papel de tambos en su momento. apesgue la puente. Por la una destas pasa
la gente común, y tiene su portero que pide
El brazo occidental que sale de Junín a portazgo, y por la otra pasan los señores y
la altura de las nacientes del río Huaura es sus capitanes: ésta está siempre cerrada, y
el camino que usó Hernando Pizarro cuando abriéronla para que pasase el capitán y su
se dirigió de Cajamarca hacia Pachacamac, y gente, y los caballos pasaron muy bien (en
que cruza el Callejón de Huaylas hasta llegar Pumapaccha). Al día siguiente [...] fue a
a Conchucos. Hernando Pizarro ponderaba comer a un pueblo pequeño [...] y junto a
mucho este camino. En la descripción de este este pueblo se pasó otra puente de red como
viaje, hecha por Miguel de Estete6, se consig- la otra y fue a dormir dos leguas de allí a
na que antes de abandonar “el camino real otro pueblo [...] Esta jornada fue por un
que va al Cusco” en Pachacoto, y tomar el valle abajo de maizales [...] y a la noche
que les llevaría a la costa, había recorrido este llegaron a otro pueblo [...] El día siguiente
Callejón, luego de pasar por Corongo, Puma- partió el capitán de aquel pueblo, y por el
paccha y Huaraz. valle fué a comer a un pueblo grande que
se dice Guarax (Jerez [1534] 1968: 245).
Cuenta que luego de salir de Corongo:
De ahí pasó a Sucaracoay, un pueblo
grande, donde luego de descansar fue a Pa-
6 El texto, escrito en 1533, fue transcrito por Francisco de Xerez,
secretario de Francisco Pizarro, en su crónica de 1534.
chacoto y retomó el camino principal con

119
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 82. En su recorrido hacia el norte, el camino longitudinal de la sierra mantiene una arquitectura magnífica,
con piso empedrado y drenajes bien acabados, y muros laterales de fina confección. Tramo de camino inca en
Soledad de Tambo, departamento de Ancash. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

dirección a Pumpu. Queda claro que la ruta a los de lengua kulli. No hay tampoco grandes
de Huaylas no tenía para los incas el mismo asentamientos incaicos; en cambio, sí son vi-
valor que la de Huánuco, pues no existen los sibles los de la época wari.
asentamientos que distinguen esta ruta.
Hyslop piensa que es posible que el ca-
Desde los Conchucos, el camino se diri- mino que se desarrolla entre Huamachuco y
ge al norte en dirección a Huamachuco y Ca- Cajamarca es un trazo que precede a los incas
jamarca. El camino se mantiene en buen esta- y que fue obra del Imperio wari:
do de conservación en este tramo y con unas
pocas interrupciones, hacia las alturas de Ya- Existe alguna posibilidad de que la carretera
mobamba y las nacientes del Crisnejas, para Cajamarca-Huamachuco funcionara en la
entrar finalmente a los valles de Cajamarca, época del Imperio wari, cientos de años antes
donde termina la tierra de las punas y se in- de la expansión inca en el siglo XV. Si más
gresa a la de los páramos, con los cambios que estudios y excavaciones prueban que el sitio
eso significa en la flora y la fauna y, desde lue- de Yamobamba7 es Wari, entonces su estrecha
go, en las costumbres de las comunidades. Es asociación con el camino ayudará a fechar
el tránsito también de los quechuahablantes 7 Parece que, en efecto, el sitio Yamobamba es de época wari.

120
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

ese tramo. La proximidad del Camino Inca Julio C. Tello hizo un intento de recons-
al sitio Wiracocha Pampa, un sitio wari, es truir la Cajamarca incaica basándose en los
evidencia adicional que sugiere que el camino pocos datos disponibles:
tuvo orígenes wari (Hyslop 1984: 67).
Al centro de la vieja ciudad de Cajamarca
Luego de dejar Conchucos a la altura de existía una plaza grande como de 400 me-
Andamarca, en las nacientes del río Tabla- tros de largo y 200 metros de ancho, amu-
chaca, se inicia el descenso por Huamachuco rallada y dentro de ella tres pabellones con
hacia los valles de Condebamba, que baja fi- ocho aposentos, cada uno alrededor de un
nalmente hasta el puente del Crisnejas, desde patio en cuyo centro había un reservorio
donde se inicia el ascenso hacia Cajamarca, de agua conducida por tuberías de piedra.
que es la otra ciudad mayor en el camino. Hay Por el lado este de la muralla, dentro del
que señalar que en Huamachuco y Cajabamba actual dominio del convento de San Fran-
hubo un desarrollo urbano considerable desde cisco, se levantaba, a la manera de un cas-
el periodo Formativo, y hay un asentamien- tillo o fortaleza, el templo que los españoles
to muy grande en Marcahuamachuco, que al llamaron Fuerte del Inca. Era este una pi-
parecer se usó desde antes de la ocupación rámide cuadrangular, truncada, con doble
wari. Se continuó utilizando en este tiempo escalera y cuya plataforma superior estaba
—cuando además se levantó la ciudadela de protegida por un bajo muro o parapeto [...]
Viracochapampa y el santuario de Amaru— y Resto de uno de los tres pabellones es el lla-
se mantuvo vigente y en uso en la época de mado Cuarto del Rescate, que está dentro
los incas. del dominio del actual hospital de Belén
[...] A poco más de 100 metros al occiden-
El ascenso a Cajamarca desde el Crisne- te del muro, que limitaba la plaza por este
jas es otra parte del camino que contiene mu- lado, se halla el peñón de tufo volcánico
chos tramos en buen estado de conservación. llamado hoy Santa Apolonia, el cual había
Pasando por San Marcos y Yamobamba se sido cortado y labrado a la manera de un
llega al poblado de Baños, donde se hallaba el castillo. El peñón tenía forma tronco-cóni-
inca Atahualpa cuando llegó Francisco Piza- ca, con una escalera que ascendía dando
rro con sus soldados en noviembre de 1532, y tres vueltas en caracol. En la cima había
desde allí hay pocos kilómetros de distancia a una pequeña plaza de contorno circular
Cajamarca, la ciudad donde se juntaron am- con asientos labrados en la roca y protegi-
bos en desigual batalla. De lo que fue la ciu- da por un parapeto (Tello 1941: 3-5).
dad de Cajamarca casi no queda nada en pie,
con excepción del llamado Cuarto del Resca- Tello pensaba que el Templo del Sol y el
te, que es parte del edificio donde los espa- aqllawasi estarían en las proximidades, pero
ñoles mantuvieron preso al inca mientras se dentro de un esquema disperso que no con-
reunía el tesoro del “rescate”, gracias al cual, dice con el patrón constructivo de los incas.
supuestamente, iba a ser liberado Atahualpa. Señaló, además, que no tiene noticias sobre

121
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

los depósitos o qollqas que deberían estar aso- ciudad de San Miguel, aunque después la tras-
ciados a la ciudad. ladó al valle de Piura. Desde ahí tomó el cami-
no de la costa, bordeando el desierto piurano
Los españoles entraron a Cajamarca y de Olmos, para pasar a Motupe y Cinto en
desde Piura y Tumbes, en la costa, por uno Lambayeque, y luego de llegar a La Ramada,
de los tramos secundarios de la red vial. en Jequetepeque. Así pudo ingresar al camino
Francisco Pizarro y sus soldados desembar- que va a Cajamarca.
caron al suroeste de Tumbes, a fines de abril
de 1532, en el poblado tumbesino de Cabe- Pero Pizarro no estaba aún caminando
za de Vaca, a pocos pasos del sitio Corrales. sobre el Qhapaq Ñan, ni era esta una vía de
Desde allí se dirigieron hacia Piura, bordea- tanta importancia como las que conectaban
ron los cerros de Amotape (Petersen 1941) y a Cajamarca con Trujillo, donde estaba la
siguieron el camino que comunicaba Tumbes capital del reino del Chimor. Solo cuando
con el Qhapaq Ñan. llegó a Cajamarca entró en contacto con el
Camino Real, que se dirigía hacia Cajamar-
Este viaje fue descrito por Jerez, el secre- ca desde el Cusco, y desde este punto del ca-
tario de Pizarro, de la siguiente manera: mino Chinchaysuyu se dirigió a Tomebam-
ba por la sierra de Piura.
El primero día que el gobernador partió de
Tumbez, que fue a 16 de mayo de 1532, llegó De Cajamarca salía también otro ra-
a un pueblo pequeño, y en tres días siguien- mal, que iba a la tierra de los chachas, en
tes llegó a un pueblo que está entre unas sie- los Andes orientales, luego de cruzar el
rras [...] y en otras tres jornadas llegó a la Marañón, para luego penetrar hacia Suta y
ribera de un río (Piura) que estaba bien po- Levanto en la Amazonía. Siguiendo a Inge
blada y bastecida de muchos mantenimien- Schjellerup (2005: 248), también se llegaba
tos de la tierra y ganado de ovejas (llamas): a tierra de Chachas siguiendo el camino que
el camino está todo hecho a mano, ancho y pasaba por Huánuco Pampa, cruzaba las
bien labrado, y en algunos pasos malos he- instalaciones incaicas de Cochabamba, en
chas sus calzadas. Llegado a este río, que se la provincia de Chachapoyas, y continuaba
dice Turicarami, asentó su real en un pueblo al norte hacia Leimebamba. Este camino era
grande llamado Puechio (Poechos); y todos económica y políticamente muy importante
los más caciques que había río abajo vinie- para los incas, ya que mantenían una estre-
ron de paz [...] Antes de llegar a este pueblo cha relación con los grupos de esta región
a un tiro de ballesta hay una gran plaza con y trasladaban mitimaes de Chachas a lugares
una fortaleza cercada y dentro muchos apo- estratégicos del Cusco.
sentos (Jerez [1534] 1968: 205).
El santuario de Choqek’irau, cerca de
Desde allí se dirigió a Tangarará, al sur, Machu Picchu y de Abancay, es un ejemplo
sobre el río de La Chira, donde se fundó la particular de arquitectura inca hecha por

122
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 83. Centro administrativo de Aypate, en la sierra de Piura. Es el último centro administrativo inca
relevante del camino longitudinal de la sierra antes de pasar hacia la provincia de Loja, en territorio
ecuatoriano. Foto Roberto Guerrero, Qhapaq Ñan Perú.

Chachas, con tecnología y recursos orna- Pachakuti. Este modelo constructivo, aparte
mentales propios de esa gente. Al igual que de evidenciar la existencia de mitimaes cha-
en los edificios chachapoyanos, donde se chas en el Cusco, indica el grado de influen-
adornan los paramentos con frisos en relie- cia que llegó a tener en el imperio.
ve hechos con piedras de las mismas estruc-
turas —tal como se aprecia en Kuelap o en Según la arqueóloga danesa Inge Schje-
las ruinas del Gran Pajatén o Abiseo—, en llerup, en la región de Leimebamba existe
Choqek’iraw los adornos son figuras de lla- evidencia de los caminos de penetración a
mas hechas con piedras de color diferente a la selva amazónica, donde ha examinado los
las de los paramentos. De otro lado, la tec- que llevan a Atuén, Las Quinoas y Huaya-
nología de la construcción es chachapoyana bamba. Ha hecho también la identificación
y no incaica, aun cuando la traza del lugar y y descripción de muchos de los tambos de
sus elementos arquitectónicos formales son, la ruta. Aquí los caminos estaban pavimen-
sin duda, de estilo inca. Se presume que Cho- tados con piedras: “con un sistema de bor-
qek’iraw fue construido en tiempos de Thopa des de mampostería cuando eran necesarios
Inca Yupanki, después de Machu Picchu, que y con cunetas de drenaje para que fluyera el
se presume fue hecho durante el reinado de agua de lluvia”. Los caminos de Cochabamba

123
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 84. Por su paso por Ecuador, el camino longitudinal de la sierra conecta asentamientos de gran importancia,
como el Complejo Arqueológico de Ingapirca. Foto Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador.

a Leimebamba tenían un ancho promedio de El Camino Real que sale de Cajamarca


3 metros, pero, lamentablemente, están ahora hacia el norte tiene algunos restos aún visibles
destruidos. Se nota una gran prolijidad en sus que pasan por Porcón e Ingatambo, en direc-
acabados, incluyendo cunetas, drenes, puen- ción a Chota y Huambos, donde hay restos de
tes y otros recursos camineros. arquitectura de estilo cusqueño. Siguiendo el
curso del río Chotano y luego el del Huanca-
La ruta principal del Qhapaq Ñan se- bamba, pasa por una serie de tambos bastante
guía hacia el norte por la sierra de Piura, en bien servidos, entre los que destacan los pobla-
el frente occidental, dado que en el frente dos de Caxas, Paredones y, finalmente, Aypa-
oriental estaba interrumpida por el cruce te, cerca de Ayabaca. El sitio es un importante
del río Marañón, que da origen al Amazonas complejo incaico, formado por un grupo de
rompiendo la continuidad de las montañas edificios en forma de kanchas de estilo cusque-
andinas. En realidad, con las obras chachas ño, que seguramente cumplían una función
se interrumpe también la ocupación incaica, ceremonial y administrativa fortificada.
que más al norte obedece claramente a los pa-
rámetros de las poblaciones del Alto Amazo- Desde Aypate, que Polia (1995: 92) iden-
nas, que son significativamente diferentes a tifica como la antiguamente llamada Aya-
las de los Andes centrales. baca, centro principal de los guayacundos

124
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 85. Sección de camino Juan Montalvo – Cabuyal, provincia del Carchi, Ecuador. Llegando a la
frontera con Colombia, el camino longitudinal de la sierra reduce sus dimensiones y desaparecen sus finas
características constructivas. Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador, foto Fredy Ramos

ayawacas, el camino se dirige hacia Loja y llega a dos asentamientos mayores de estilo
posteriormente a la ciudad de Tomebamba, inca con mampostería fina: uno es la ciudad
en Cuenca. El paso hacia Loja tiene al me- de Tomebamba, o Tumipampa, que está cu-
nos dos tambos identificados y fragmentos bierta por la ciudad de Cuenca y que repro-
bastante grandes del camino. Es tierra de duce una serie de edificios iguales a los del
los paltas, que, hasta donde sabemos, tenían Cusco (cuya construcción se atribuye al inca
condiciones de vida muy rigurosas debido a Wayna Qhapaq, que aparentemente vivió allí
la naturaleza de su medioambiente. Está muy por varios años), y otro que es su par en la
cerca de las tierras yungas de Tumbes y de la misma zona, conocido como Ingapirca, con
Amazonía, y en esta zona, de algún modo, se edificios hechos con gran esmero y acabados
inician las características de los Andes ecua- muy finos. Esto es en el extremo norte del
toriales, definidos por su proximidad a los Tawantinsuyu, donde no existía una tradi-
ambientes húmedos, como se ve en el tramo ción arquitectónica equivalente, aun cuan-
entre Loja y Cuenca, y sus salidas hacia los do más al norte, en la región de Imbabura,
bosques orientales, por Zamora o El Paute. había unas pirámides con rampa asociadas a
las fases últimas de ocupación preincaica, con
Siguiendo el camino, al norte, en la pro- mampuestos concertados de sillería a base de
vincia de Cuenca y en territorio Cañar, se un material volcánico compacto conocido

125
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

como “cangagua”. En esa misma línea, tanto tos arqueológicos que ya había identificado
en la costa ecuatoriana, en el Guayas y Ma- Max Uhle a comienzos del siglo XX, como el
nabí, como en la zona amazónica vecina, ha- palacio del Inca, el complejo de Todos Santos
bía una tradición constructiva similar a la de y otros restos vecinos, que serían el Qorikan-
Imbabura, con edificios en forma de “tolas” o cha, el Aqllawasi (que Uhle llamó Mullucan-
montículos macizos, organizados de una ma- cha) y otros menores. A este conjunto, Idrovo
nera similar a los centros urbanos preincaicos le agrega una serie de restos extramuros y pe-
de la costa peruana, pero diferentes a los mo- riféricos, y desde luego las calzadas que for-
delos urbanos de origen cusqueño. man el Qhapaq Ñan, que son parte del con-
junto. Este camino, “a su paso por Tomebam-
La región septentrional andina tiene sus ba, se lo descubre al norte en su entrada por
características propias que afectan el curso Machángara y la actual Calle Vieja. Se dirige
del camino. Es el tramo de los Andes donde a al sur mediante dos vías principales de salida:
ambos lados de la sierra hay una selva húme- la avenida Loja hacia el occidente y la avenida
da, tierra de yumbos o selváticos. La cordillera Huayna-Capac al oriente”. Hacia Quito iban
aparece como un macizo con lluvias regulares dos calles, y hacia Loja y la costa otro “camino
que favorecen una agricultura de secano, bien Real”, pero también existían los que iban a
servida incluso cuando los excesos de lluvia la costa, primero Guapondelic y luego Tome-
pueden conducir a tener que hallar medios de bamba en Cajas, en las rutas ahora identifi-
preservación de inundaciones. En la región de cadas desde la laguna de Mamamac, hasta el
Imbabura, al norte de Ecuador, se hizo nece- pueblo de Migüir. Otro tramo sale desde la
sario el riego y el manejo de un sistema ar- laguna de Inca Carretero, y un tercero des-
tificial de habilitación de tierras de cultivo, de Atugyacu, y al parecer se unen a la altura
conocido como “camellones”, del mismo tipo de Paredones. La ruta a Puerto Bola, identi-
de los que se usaba en las zonas de bosque tro- ficada también durante la Colonia como el
pical lluvioso como en la cuenca del Guayas “camino de Guayaquil” o “de la costa”, y que
de Ecuador, en las tierras bajas del San Juan, en su recorrido inicial desde Tomebamba iba
al norte de Colombia, o en el Beni, en Bolivia. paralelo al río del mismo nombre, en lo que
actualmente constituye la calle Larga, partía
De Tomebamba quedan pocos edificios al parecer del barrio incaico de Pumapungo.
visibles, porque la ciudad colonial y contem- En este sentido se pronuncia al menos la si-
poránea de Cuenca los ha cubierto. Según Jai- guiente cita de comienzos del régimen colo-
me Idrovo (2000: 83), la ciudad de Tomebam- nial, en el siglo XVI: “el camino real que va
ba fue hecha a imagen y semejanza del Cusco: desta ciudad a la de Guayaquil hazia mano
fue planeada en tres sectores básicos, pero ysquierda y linde con el río Grande que va
quedó inconclusa debido a la guerra de suce- junto al dicho camino de Guayaquil y que sa-
sión que se produjo entre los hijos de Wayna lían desde la Calle Larga de Cuenca y los que
Qhapaq. El núcleo central estaba en el barrio iban al oriente, a Paute y Zamora” (Cabildo
de Pumapungo, donde se ubican los conjun- de Cuenca [1579-1587: fol. 147] 1988: 352).

126
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

El camino entre Cuenca y Quito cruza indios que era justo hacerle camino nuevo
la tierra de los volcanes y las hoyas de campos por donde volviese victorioso de la conquis-
fértiles naturalmente irrigados con paisajes ta, porque había sujetado a la provincia,
serranos siempre verdes, interrumpidos por hicieron un camino por toda la cordillera
los páramos húmedos y fríos de los puntos de la sierra, muy ancho y llano, rompiendo
intermedios entre hoya y hoya, donde mora- e igualando las peñas donde era menester,
ban los puruháes y panzaleos. El Qhapaq Ñan y igualando y subiendo las quebradas de
vinculó los dos centros mayores del Incario mampostería; tanto que algunas veces su-
en el septentrión andino Tomebamba-Inga- bían la labor desde quince y veinte estados
pirca con Quito-El Callo, lo que generó una de hondo; y así dura este camino por espa-
particular unidad que indujo a concebir la cio de las quinientas leguas. Y dicen que era
existencia de un autónomo “reino de Quito”. tan llano cuando se acabó, que podía ir una
En realidad, no sería de extrañar que se hu- carreta por él, aunque después acá, con las
biese formado una entidad de esa naturaleza, guerras de los indios y de los cristianos, en
dado que, en efecto, los Andes ecuatoriales muchas partes se han quebrado las mam-
definieron conductas singulares ligadas espe- posterías destos pasos por detener a los que
cialmente al comercio y la formación de mer- vienen por ellos, que no puedan pasar [...]
cados y de mercaderes especializados —los Y no contentos con haber hecho tan insigne
mindalaes—, que obviamente organizaron los obra, cuando otra vez el mismo Guaynaca-
espacios de circulación con características di- ba quizo volver a visitar la provincia de
ferentes a las de los cusqueños. En verdad, la Quito, a que era muy aficionado por ha-
conquista de esta región y su inserción den- berla él conquistado, tornó por los llanos,
tro del Tawantinsuyu no fue igual que el resto y los indios le hicieron en ellos otro camino
de conquistas en territorios con los que los de casi tanta dificultad como el de la sierra
incas estaban familiarizados a través medios (Zárate [1555: lib. I, cap. X] 1968: 137).
y procedimientos comunes.
Llegados a este punto extremo del Taw-
Quizá por eso, el camino mismo fue natinsuyu, cerca de Quito, en San Agustín
considerado como especial. Según el cronista del Callo —que pudiera haberse llamado
Agustín de Zárate: Mulahalo en el siglo XVI— hay restos de edi-
ficios que en nada difieren de la más fina fá-
Cuando Guaynacaba fue desde la ciudad brica cusqueña. En las proximidades, si bien
del Cusco con su ejército a conquistar la no han sido aún arqueológicamente exami-
provincia de Quito, que hay cerca de qui- nados, hay un territorio de qollqas y restos de
nientas leguas de distancia, como iba por la lo que parecen haber sido obras de infraes-
sierra, tuvo grande dificultad en el pasaje tructura agraria. Es presumible que hayan
por causa de los malos caminos y grandes existido sitios similares en la ciudad de Qui-
quebradas y despeñaderos que había en la to, pero ahora no son visibles. Se atribuyen
sierra por do iba. Y así, pareciéndoles a los a la administración del inca Wayna Qhapaq,

127
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 86. Valle medio del río Guaitará, Nariño, Colombia. En la ladera a la derecha se observa la huella de un
tramo del camino Guapuscal Bajo - El Salado. Altitud: 2000 msnm. Foto A.M. Groot, año 2006.

y por lo tanto deben considerarse obras de diante estudios de prospección con sensores
fines del siglo XV o inicios del XVI. Hay al- remotos. Así se determinó la presencia de
gunos restos de muros y hallazgos aislados otros edificios y estructuras hidráulicas, y se
de tumbas y objetos de origen incaico en la evidenciaron muros con hornacinas. Certifi-
ciudad de Quito. La ruta continúa hacia el can que los elementos arquitectónicos iden-
norte y pasa por la cuenca de los ríos Mira, tificados “en Caranqui forman parte del cen-
Chota y Guayllabamba. Hasta el momento tro administrativo inca fundado en Caran-
solo se reconoce la habilitación de un pobla- qui, complejo que el cronista español Cieza
do menor, mencionado como Huaca en los de León llegó a conocer en 1547”. El material
documentos. En Caranqui hay restos de un cultural recuperado en los estratos geológi-
edificio que se dice que fue mandado cons- cos indica que, posiblemente, en este sector
truir por el inca, pero es más la leyenda que deben haber restos de ocupaciones pre-Ca-
la evidencia, aun cuando en toda la región, ranqui, Caranqui, inca y española de los si-
especialmente en Cochasquí y Zuleta, se han glos XVI y XVII (Echeverría y Bray 2016).
encontrado restos de origen incaico. En Ca-
ranqui hay restos de un edificio que se dice Es necesario reconocer que esta tierra
fue mandado construir por el inca, sitio que de los caranquis, cuyo centro principal era
se encuentra en proceso de investigación me- Otavalo (Sarance es el nombre original), y

128
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

los Cayambe, cuenta con un grupo numero- te de Arequipa, donde nuevamente se desvía
so de asentamientos con “tolas” ceremonia- hacia los estribos de la cordillera.
les, habitacionales y sepulcrales, que forman
centros urbanos de aspecto monumental. Sin El camino reproduce en gran parte las
embargo, en Cochasquí y Zuleta, se han ha- rutas trazadas por los chimúes y por Wari.
llado restos de origen incaico. En tiempo de En el primer caso, incluso debería recono-
los incas, en las proximidades no se habilita- cerse que se trata de los mochicas, con an-
ron pueblos incaicos, aun cuando las fortale- tecedentes en el Formativo, en tiempos de
zas de Pambamarca y otros edificios de este Cupisnique y Chavín. En este último caso,
tipo indican una intensa actividad cohari. incluso es necesario recordar que las cone-
xiones entre la sierra y la costa estaban bajo
La ruta serrana, que es la que propia- dominio de los valles costeños, porque así lo
mente se ha identificado como Qhapaq Ñan, exigía un temprano surgimiento de los asen-
llega hasta Colombia por el norte, en la sec- tamientos urbanos.
ción que era ocupada por los pastos, hasta la
cuenca media del río Guáytara, en el departa- Los recientes hallazgos de Ruth Shady
mento de Nariño. Era una zona en proceso de en el yacimiento Arcaico (precerámico) de
incorporación al Estado Inca y, por lo tanto, Caral, en el valle de Supe, le han hecho pro-
no existen vestigios muy firmes de ocupación poner un también temprano surgimiento de
incaica, a tal grado que hasta se dudaba de las vías de comunicación formalizadas por
que hubiera restos del camino. Sin embar- una entidad con capacidad de ordenamien-
go, los recientes estudios de la Universidad to político para el tráfico de personas y bie-
de Nariño, bajo el liderazgo de Claudia Afa- nes, desde Supe hacia los valles aledaños y
nador Hernández, indican que sí existe tal la sierra de Lima y Áncash. Paul Kosok hizo
evidencia, con características similares a los un estudio del tema y sustentó la tesis de
caminos del Chinchaysuyu. que los caminos eran producto necesario de
una voluntad política, y no simples medios
de traslado de bienes o gentes. Para Kosok,
2.1.1.1. El camino de la costa los caminos eran requeridos porque:
La ruta del Chinchaysuyu se completa con
el llamado Camino de la Costa, que si bien Desde un punto de vista económico, los ca-
podría decirse se inicia en Tumbes, en reali- minos fueron el medio para transportar los
dad el primer tramo (el cruce que hace por el tributos hacia el centro político, reforzando
desierto de Sechura Olmos) es lejos del mar, así su poder e influencia. Pero lo más impor-
bordeando el desierto en las proximidades de tante fue que constituían los únicos medios
la sierra. En cambio, a partir del valle de Je- físicos para mantener la administración
quetepeque, ese camino corre paralelo al lito- política y militar de los valles conquistados
ral, cubriendo los desiertos y los valles de La (desde el centro mismo del poder) [...] Los
Libertad, Áncash, Lima, Ica y el extremo nor- caminos “políticos” entre valle y valle de-

129
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 87. Cabeza de Vaca, en el departamento fronterizo de Tumbes con Ecuador, marca el inicio del camino
longitudinal de la costa, o camino de los llanos. Sobresale el llamado “Templo del Sol”. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

ben haber comenzado a aparecer junto con en las 22 leguas (110 kilómetros) que hay en-
las primeras conquistas permanentes entre tre Piura (San Miguel) y el valle de Motupe,
estos valles (1978: 617-618). era un trayecto dificultoso y seco y con muy
poco acceso a agua.
Según lo que hemos recogido de cronis-
tas como Cieza de León, que describe con Se supone que ese es el primer camino
mucho detalle el camino de Piura a Trujillo, que conocieron los españoles en su viaje a
así como las noticias contenidas en las Or- Cajamarca. En realidad, Cieza ve el Qhapaq
denanzas de Tambos que mandó hacer del Ñan en Motupe, pero de algún modo llama la
licenciado Vaca de Castro en 1543, que ubi- atención que la comunicación entre los talla-
ca tampus en Trujillo, Chicama, Pacasmayo, nes de Piura y los mochicas de Lambayeque
Zaña, Collique, Cinto y Túcume, podemos no tuviera un tratamiento cuidadoso, pues
saber que el camino de la costa, paralelo Cieza sugiere que el camino entre Motupe y
al de la sierra, era un camino bien servido, Piura no era de construcción formal, lo que
pero con una serie de limitaciones, como lo no condice con los datos y comentarios de los
menciona Hyslop (1984: 40-41). Este autor primeros conquistadores españoles que usa-
hace una glosa de las descripciones que hace ron el camino en su viaje desde Piura a Ca-
Cieza de León, que al describirlo dice que, jamarca. Cuando Cieza recorrió el camino,

130
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 88. En el camino longitudinal de la costa sobresale el uso de materiales propios de la región, la tierra. Vista
del tramo de Cabeza de Vaca hacia el sur, casi paralelo al litoral. Foto Qhapaq Ñan Perú.

en 1548, este estaba ya bastante descuidado. gos, indican además que la navegación no les
Claro que al sur de Olmos cruzaba todos los era ajena, y que, por el contrario, era uno de los
valles de Lambayeque y también los de Jeque- rubros importantes que tenían como medio de
tepeque que usaron para viajar a Cajamarca. comunicación con poblaciones costeñas como
Luego seguían los de Chicama y Moche, que la de los manteños, que eran navegantes con
solo conocieron después. la misma capacidad de viajar lejos (a Panamá,
por ejemplo), y desde luego a las islas vecinas
El reino del Chimor, formado en el siglo de las costas peruanas y ecuatorianas.
XII —aunque en realidad su historia debe con-
siderarse desde la época llamada Mochica o Las leyendas de origen de los reinos cos-
simplemente Moche— tenía un ámbito de in- teños se refieren con frecuencia a héroes fun-
fluencia que abarcaba desde el valle de Chillón dadores llegados desde el mar en complejas
o Carabayllo, al norte de Lima, hasta Piura, embarcaciones, y hay abundante información
con una fuerte presencia en Tumbes e influen- gráfica en las obras de arte de la costa norte
cias detectadas tan al norte como Manabí, en peruana, donde aparecen los varios tipos de
Ecuador. La presencia de restos procedentes de embarcaciones y sus posibles usos. Otros “bal-
trujillanos de varios momentos de su historia, seros” eran los mercaderes de Chincha. Como
en lugares tan alejados como las islas Galápa- se sabe, el medio más avanzado de transporte

131
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

marítimo era, precisamente, las balsas o em- de la red del Tawantinsuyu para servir a los
barcaciones hechas con troncos y juncos, cuya intereses políticos del inca, aun cuando hay
capacidad de carga era suficiente como para indicaciones sobre un proceso de construc-
trasladar un cierto número de personas jun- ción de sus propios caminos, que al pare-
to con sus mercaderías e incluso con llamas, cer se estaba iniciando cuando llegaron los
como las que los navegantes españoles pudie- españoles. El sitio incaico de Chiquitoy es
ron apreciar en las costas ecuatorianas duran- parte de ese proyecto.
te las travesías que hicieron como parte del
“descubrimiento” del Tawantinsuyu. Siguiendo a Kosok, es probable que en
la región de Lambayeque existiera un camino
Kosok describe los caminos del reino principal, tal vez equivalente al Qhapaq Ñan:
Chimú, especialmente los que están al sur del
valle de Jequetepeque, en la sección meridio- que partiendo de la ciudad de Lambayeque
nal del dominio trujillano. Él encuentra que conectara los diversos y antiguos asenta-
todavía existen restos de un camino recto que mientos indígenas de Mochumí, Túcume,
va desde Motupe hasta Chao, y que además Íllimo, Pacora y Jayanca, y que debe haber-
quedan rastros del camino en los valles de se extendido en el norte hasta Motupe y en
Santa, Nepeña y Casma, que corresponden el sur hasta el borde del valle. Sin embar-
al límite sur del dominio mochica, y de la go, tanto el antiguo camino colonial como
sección mejor asentada de la cultura Chimú, la actual Panamericana pasan sobre esta
previos al territorio ocupado por grupos ét- misma ruta, de modo que no han quedado
nicos ligados a tradiciones propias de Áncash restos del antiguo camino. El único Camino
y sobre todo de Lima. Inca que aún existe en la región de Lamba-
yeque-La Leche va directamente de Pátapo,
Señala que entre los valles de Jequete- en el valle de Lambayeque, a Batán Grande
peque y Chicama había un camino paralelo, y La Viña en el valle de La Leche, bordean-
que debe haberse desarrollado entre Saña y do los centros poblados mencionados ante-
Chan Chan, y que obviamente servía a esta riormente (Kosok 1978: 619).
ciudad en su papel de capital de aquel in-
menso reino. John Hyslop (1984: 40) hizo Continúa Kosok diciendo que hacia el
un seguimiento de esos caminos, especial- sur de Casma no se han descubierto restos de
mente los que corresponden a la sección caminos antiguos, aunque no menciona que
septentrional del reino del Chimor, desde sí hay restos bien determinados de trazos de
Chicama hasta Túcume, con el interés de camino al sur de Moche, tanto en los valles de
identificar los que habían sido mandados Chao y Virú como en Santa y Nepeña. Pare-
hacer o habían sido usados por los incas. Su ce comprensible que el límite de las grandes
conclusión es que la mayoría de los caminos, obras camineras se detenga en Casma, que en
si es que no todos, eran preincaicos, y que, cierta manera es también el límite de la ex-
tal como estaban, fueron integrados dentro pansión mochica y de la sección más sólida

132
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 89. Segmento del camino de los llanos ingresando al valle de Moche (Trujillo, Perú), a la altura de la pampa
El Alto, bordeando el cerro Campana. Foto Proyecto Qhapaq Ñan Perú.

del reino del Chimor. Kosok menciona que se dras y reparados con adobe, lo que debe ser
ha informado de la existencia de un trecho en indicio de épocas diferentes, donde tal vez
las proximidades del valle de Chancay, pero hay una parte de intervención en el periodo
sus indagaciones se detienen allí. Wari, que parece equivalente al incaico, dada
su poca participación transformadora en las
Las observaciones de Kosok muestran obras públicas.
que la diversidad de los caminos de la costa
es un rasgo importante. Él reconoce que los La segunda categoría de caminos se ca-
caminos no tenían una estructura similar y racteriza porque la plataforma del camino
habla de hasta cinco categorías diferentes de no era solamente aplanada, sino que además
caminos formales. La primera es la del cami- era levantada, tal vez asociada a las eventua-
no simplemente aplanado, con paredes late- les crecidas del río o a eventuales procesos
rales de adobe o piedra, de un ancho prome- de inundación provocados por el fenómeno
dio de 8 metros, con algunos tramos de 5 me- de El Niño. La tercera clase de camino es
tros, que conducía a Chan Chan en el valle de igual al anterior, solo que con cunetas a am-
Moche, con secciones de cerca de 24 metros, bos lados, tal como se aprecia entre Saña y
y las paredes tenían algo menos de 1 metro de Lambayeque. El cuarto tipo es también con
altura. Algunos muretes eran hechos con pie- plataforma levantada, pero con muros late-

133
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 90. Calzada del camino de los llanos encerrado por muros en la zona del cerro Antival, provincia de Casma,
Áncash. Foto Qhapaq Ñan Perú.

rales que pueden ser muy distantes el uno del do claramente existían este tipo de sitios
otro, de 25 a 50 metros, o incluso de cerca de en la ruta. Las ciudades costeñas, incluidas
100 metros, con campos de cultivo al interior las que estaban anexas al reino del Chimor,
de las murallas. Un camino de esta categoría respondían a un régimen de explotación de
atraviesa la pampa de Tecapa en el valle de los recursos agrícolas de los valles en los que
Jequetepeque. La quinta categoría reúne to- ellas tenían asiento. En cambio, las ciuda-
dos los atributos de los anteriores, es decir, la des del Qhapaq Ñan, con excepción tal vez
plataforma del camino, los muretes laterales, de Vilcashuamán, eran asentamientos juris-
los canales de drenaje a modo de cunetas, los diccionales, es decir, obedecían a propósitos
campos de cultivo laterales y los muros exter- políticos que no necesariamente respondían
nos en forma de montículo. Por cierto, estos a los intereses económicos de su entorno in-
cinco tipos de caminos son parte de un pro- mediato, sino al proyecto imperial. Eso es
grama vial señorial y no de simples senderos lo que ocurría con ciudades como Huánuco
para el tránsito de personas o llamas. Pampa y seguramente Ingapirca, y probable-
mente también Pomacocha, entre otras. En
Las ciudades de la costa, a diferencia cambio, ciudades como Apurlec, o Túcume
de las del programa incaico, no eran par- en Lambayeque, Farfán en Jequetepeque, o
te del camino. No eran tambos, aun cuan- la misma Chan Chan, responden a propó-

134
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

sitos y condiciones históricas de larga data de ella. Se ubicaba paralela a las márgenes
totalmente vinculadas a sus localidades. Los del río Santa. Había varias otras murallas
caminos entre unas y otras deben ser consi- similares, como dividiendo territorios a lo
derados desde el ángulo de servicio econó- largo del camino.
mico y administrativo que eso implica.
Todas estas secciones del Chinchaysuyu
Un factor a tener en cuenta es que los están asociadas a una historia urbana muy
pueblos de la sierra requerían conexiones larga, como es notable en los valles de Ne-
multidireccionales, que incluían pueblos y peña y Casma, donde hay sitios de la mag-
parajes tanto del lado occidental costeño nitud de Pañamarca, de época mochica, en
como del lado oriental amazónico, y al mis- el valle de Nepeña, o complejos fortificados
mo tiempo servían de contacto entre esos como los de Chankillo, y ciudades como las
extremos y los pueblos que vivían al norte y de Purgatorio en el valle de Casma. En una
sur de la cordillera. En cambio, los pueblos de tradición urbana igualmente antigua están
la costa priorizaban sus conexiones norte-sur también los sitios y caminos de los valles de
con los valles vecinos, y solo complementa- Pativilca, Supe y Huaura, donde hay ciuda-
riamente con los pueblos de la cordillera. des como las de Chimú Capac o Vilcahuau-
ra, que, si bien no alcanzan las dimensiones
Esa diferencia de perspectiva es la que de las del norte, están dentro del margen de
seguramente permite explicar por qué ha- desarrollo que nació en la costa a partir de
bía un esquema de conflicto permanente Wari, manteniendo el impulso hasta la épo-
entre las partes altas y los valles de la costa a ca de los incas.
lo largo de todo el territorio mochica y pos-
teriormente chimú. En efecto, lo más carac- En los valles de Chancay y Chillón, que
terístico como obra estatal en las cuencas son el límite sur del reino del Chimor, donde
altas de los valles es la construcción de fuer- su impacto es apenas visible, el impacto de
tes y diversos sistemas defensivos. La obra Wari fue un factor importante en el desarro-
militar era dominante desde comienzos de llo urbano de la región. Allí vuelven a apa-
la era cristiana, de modo que no estaba re- recer grandes ciudades, cuya característica
ferida solamente a las incursiones de Wari o particular es un fuerte peso hacia las unida-
de los incas. Había barreras fortificadas en- des de vivienda aglutinada y compacta, visi-
tre Cajamarca-Áncash y Lambayeque-Tru- ble en asentamientos como el de Cuyo, di-
jillo, tal vez desde tiempos de Cupisnique ferentes a otros de carácter menos popular,
y Chavín. Dentro de eso se inscriben obras como el que hay en el sitio de Makatón o en
complejas como la Gran Muralla del Nor- Pisquillo. Más al sur, en los valles de Lima, el
te, que tenía varios kilómetros de largo, con desarrollo urbano es igualmente significati-
una estructura maciza de más de 3 metros vo, y es aquí donde Pachacamac se convirtió,
de alto en gran parte de su trayecto, y un desde tiempos de Wari, en un punto de refe-
grosor superior a los 2 metros en gran parte rencia de todo el territorio peruano.

135
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Pachacamac debe considerarse como aparece como uno de los tambos. Hay varios
un santuario y sitio de peregrinaje donde sus en Cañete y han sido presentados general-
oráculos se convirtieron en el factor princi- mente como fortalezas, como es el caso de
pal para la habilitación de los caminos que Ungará, llamada también la Fortaleza de
allí se dirigen. Existió desde los inicios de Chuquimanco, en referencia a un héroe le-
la era cristiana y siguió ocupado aun en los gendario de los huarcos, o Herbay Bajo, que
primeros años de dominio español. Su fun- está asociado al camino y que tiene todos
ción religiosa y ceremonial era de tipo local, los visos de ser de la época inca, y de varios
y mantuvo ese carácter incluso en el interreg- otros sitios que están cerca del camino o son
no entre Wari y los incas. Formó una suerte cortados por él.
de entidad política que se recordaba con el
nombre de Ischma en el siglo XVI. Es proba- El camino sigue hacia Chincha y de allí
ble que la mayor parte de los grandes edificios va a Pisco. En Chincha tenía su centro urba-
sean de esas épocas. Sin embargo, queda claro no de base en Tambo de Mora, donde la Hua-
que el templo principal al dios Pachacamac ca de la Centinela contiene una ocupación
era de época wari, y que los incas introduje- de la época del reino de Chincha y otra de la
ron el llamado Templo del Sol. Hay muchos época incaica. Los de Chincha viajaban con
edificios de la época inca con estilo e inclu- mucha frecuencia a Pachacamac, y estaban
so elementos del Cusco, como los muros con aliados con los incas con un reconocimiento
sillería fina, y hornacinas características de particular de su rango. Era una zona de alta
los recintos sagrados incaicos, que aparecen concentración poblacional. En el valle había
en el palacio de las mamakunas o Aqllawasi. al menos tres grandes ciudades y muchos po-
Desde allí se puede uno dirigir a la sierra, con blados concentrados, con alrededor de trein-
dirección a Jauja y desde luego al Qhapaq ta mil pobladores.
Ñan. Esa es la ruta de retorno que siguieron
los españoles que llegaron a Pachacamac con Desde allí el camino se dirige a la sierra
Hernando Pizarro. y al sur, hacia Pisco, pasando por importan-
tes tambos, como el de Ranchería, el de San
El camino de la costa continúa cruzan- Pedro y Lurinchincha, en el centro y el ex-
do los valles al sur de Lima, pasando de Lu- tremo sur del valle. En la ruta a la sierra, que
rín (Pachacamac) a Chilca, Mala y luego a destaca por un elegante camino amurallado,
Cañete. En este lugar nuevamente destaca la que aún se conserva en los terrenos de Larán,
importancia de los asentamientos incaicos, hay por lo menos dos tambos bastante bien
y es notable la ocupación de Lunahuaná, en abastecidos. El camino hacia Pisco, que tiene
el valle medio, y luego de Cerro Azul, fren- unos 10 metros de ancho, se dirige a Lima La
te al mar. En la Fortaleza de Huarco hubo Vieja y luego a Tambo Colorado.
también sillería de estilo cusqueño, sobre un
promontorio que está encima de un acanti- Chincha era tierra de mercaderes. Los
lado marino. En la lista de Vaca de Castro registros documentales indican que los chin-

136
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 91. En el extremo sur del Perú, el camino longitudinal de la costa discurre entre el mar y las laderas
abruptas de la cordillera de la Costa. La actual carretera Panamericana Sur sigue el mismo trazo del
camino inca, unas veces más arriba, otras más abajo. Vista de norte a sur. Foto Gerardo Quiroga Díaz,
Qhapaq Ñan Perú.

chanos traficaban con sus mercaderías por mediante un camino de 8 metros de ancho y
todo el Altiplano hacia el sur y por toda la de unos 40 kilómetros de largo, que va desde
costa y con seguridad, la vecina sierra de Ocucaje hasta el oasis de Santa Cruz, don-
Huancavelica y Ayacucho. Por mar, se diri- de se inicia la cuenca de los ríos que forman
gían a muchos puertos costeños y dicen los Nasca. En Nasca está el sitio conocido como
escritos que tenían como diez mil embarca- Paredones, que es de época inca, aunque en
ciones en sus puertos. Su fama de mercaderes este mismo tiempo había también una se-
estaba dispersa en todas partes. Fue uno de rie de asentamientos urbanos de tipo local.
los primeros grupos étnicos de los que tu- Desde Nasca se puede subir a la tierra de los
vieron noticia los españoles recién llegados a Rucanas a través de las pampas de Galeras y
Tumbes, y, adicionalmente, el señor de Chin- Puquio, y dirigirse por esa ruta hacia el río
cha estaba junto con el inca en Cajamarca, en Apurímac, por tierra de soras y quíchuas, con
andas y con rango de importancia. destino al Cusco. Otra ruta de Nasca va hacia
el sur, hacia Chala. Pero ya este es el domino
La ruta de la costa cruza el desierto, si- del Kuntisuyu, que es la ruta que saliendo del
guiendo los oasis del río Ica, y llega a Nasca Cusco se dirige hacia el mar.

137
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

2.1.2. El Kuntisuyu las nacientes del Apurímac y cruzar las pu-


El camino del Kuntisuyu es corto. Saliendo nas de Chumbivilcas, para pasar a las cuencas
del Cusco hacia el poniente pasa por tierra de los ríos de Acarí, Yauca, Caravelí y Ocoña,
de aymaras y chumbivilcas para Condesuyos, hasta Camaná sobre el río Colca. Allí había ya
Cabanas y Collawas, desde donde se llega a las una tradición urbana instalada desde la época
costas de Camaná, Arequipa y Moquegua. No en que ese territorio había sido ocupado por
son caminos espectaculares, aun cuando están Wari, que había logrado avanzar incluso hasta
muy cuidados y con una secuencia consistente las tierras de los tiwanakus en Moquegua.
de tambos y tambillos. Al parecer, el puerto
o caleta más socorrido era el de Quebrada De hecho, en Cotahuasi, Caylloma y
de la Vaca, al pie de las lomas de Atiquipa, Chuquibamba, la presencia Wari había permi-
desde donde se abastecía de peces y maris- tido instalar asentamientos urbanos relativa-
cos al Cusco. Existe la historia de que estos mente complejos, con caminos y tambos bien
productos marinos llegaban “frescos” hasta el construidos. Es tierra de qollawas, quienes
lugar donde el inca los consumía. Siguiendo absorbieron además la tecnología incaica en
a Santiago Agurto (1980: 117-118), el camino la vida agraria, al desplegar un programa muy
al Kuntisuyu —o Contisuyo— debía salir con activo de terracerías y mecanismos de irriga-
dirección a Tambobamba, y luego subir por ción, y habilitar una gran cantidad de tierras

Fig. 92. Centro administrativo Quebrada de la Vaca, en el tramo Tambobamba - Quebrada de la Vaca
del camino de los llanos. Arequipa, litoral del sur peruano. Foto Qhapaq Ñan Perú.

138
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

fértiles, donde casi no hubo antes agricultura. 2.1.3. El Antisuyu


Según avanzan los estudios, parece que ese era El camino al Antisuyu, hacia el oriente, era
parte de un proyecto iniciado en tiempos de igualmente corto y en realidad poco defi-
Wari, aun cuando la actividad desplegada en nido. Su destino era obtener madera, coca,
la época inca era realmente notable. cera, miel, plumas y drogas para el servicio
del culto inca. Al igual que los caminos de
Como se ve en el cañón del Colca, y en la costa norte, estaban mediados por una lí-
realidad en todo el frente occidental de la cordi- nea de fortificaciones habilitadas en las cum-
llera, la naturaleza fue totalmente transformada bres de los cerros intermedios. El ancho del
en un paisaje escalonado y verde. El esquema camino principal del Antisuyu era de 3 a 5
político tenía necesidad de solo unos pocos metros en la salida del Cusco, al sur de Saq-
centros urbanos concentrados, como Churajón, saywaman. Este camino es corto y se ramifica
Pocsi, Qosqopa o Chivay, dado que era esencial- rápidamente. En algunas partes debe ser en-
mente rural, con pequeñas unidades familiares, losado, y en trayectos como el que va a Machu
donde los asentamientos mayores estaban casi Picchu o a Choqek’irau es además elegante.
exclusivamente reservados a servir como tam- Los caminos de “la montaña” son difíciles y
bos. Los destinos marítimos de Chala, Camaná costosos en términos de su mantenimiento
y Matarani son el final del camino. y construcción, debido a las condiciones llu-

Fig. 93. Choqek’irau, impresionante asentamiento inca camino al Antisuyu. Tramo Vitkus –
Choquequirao. Foto Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, Ministerio de Cultura.

139
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

viosas del medio y las fuertes pendientes de escaleras y muros de contención. Sin duda no
los cerros. Los referentes del Antisuyu eran se trata de obras maestras, con excepción de
Ollantaytambo, Paucartambo y Marcapata las calzadas que hay sobre las bahías del lago
(saliendo de Urcos). Titicaca. El carácter modesto de los acabados
contrasta con el hecho de que el tránsito por
esta ruta era tan intenso como lo eran los ca-
2.1.4. El Qollasuyu minos del Chinchaysuyu, y por aquí iban ca-
La otra ruta mayor del Qhapaq Ñan se dirige ravanas muy cargadas de bienes que llegaban
hacia el Qollasuyu, al sur, siguiendo el cur- desde el actual territorio boliviano, argenti-
so del Vilcanota hasta alcanzar las nacientes no y chileno, con destino al Cusco. Su traza,
del río y cruzar la divisoria de aguas con la al igual que el camino norteño, cubre varios
cuenca del Titicaca. Es un camino de élite, miles de kilómetros, aun cuando su tránsito
igual que el del Chinchaysuyu. Luego de salir es siempre por zonas rurales y no por trayec-
del curso del río Watanay, pasa sobre el lago tos con hábitos y mano de obra urbana.
de Muyna y debajo del canal de Rumiqollqa.
Hasta este punto, el camino es de unos 10 Puede decirse que el punto de partida
metros de ancho, para subir en dirección a del Qollasuyu está en Raqchi, del mismo
Urcos y luego a Raqchi. Hasta este punto, es modo como se podría decir que en Limatam-
tierra que fue dominio de Wari, cuyo límite bo y Curawasi estaba el del Chinchaysuyu.
meridional está en el sitio de Yanamancha, en En Raqchi está el santuario atribuido al cul-
San Pedro de Cacha. Más adelante, en Quis- to del dios Wiraqocha, y se trata del último
picanchis, Canas y Canchis, se ingresa a la gran centro urbano de élite en esta ruta. Está
frontera inca, donde propiamente se inicia el protegido por una muralla que lo circunda y
Qollasuyu, cuyos primeros componentes son tiene una vistosa kallanka que conserva gran
precisamente los qollas de la cuenca norte del parte de sus muros y columnas originales, con
lago Titicaca, luego de pasar por los tambos sus bases de sillería fina. Las partes altas de las
de Ayaviri y Pukara. Al noroeste de Pukara, paredes y columnas están hechas con adobes
cerca de Ayaviri, el camino se divide en dos: de estilo inca. Hay, como en Ollantaytambo,
uno toma el nombre de Umasuyu, y va hacia una red de fuentes de agua asociadas a una
la costa oriental del Titicaca, mientras que el serie de espacios abiertos claramente desti-
que va al oeste es llamado Urcusuyu. nados a ritos de diversa clase. Asimismo, es
parte del santuario un número considerable
La ruta de Urcusuyu cubre tierras qollas de depósitos y cuartos dispuestos a manera
y lupacas, en tanto que la Umasuyu va por la de un cuartel. La distribución de los depósi-
región de Umasuyus y en parte de Pacajes. El tos recuerda a los que se conocen en la ciudad
tramo de Urcuyu es un camino de 3 a 7 me- de Pikillaqta, de época wari, pero la distribu-
tros y no estaba tan elaborado como los cami- ción y tipo de recintos presuntamente desti-
nos del norte. Su característica más saliente nados a vivienda u otros usos domésticos o
son los muros laterales de piedra, hay pocas civiles, se parece en todo a los que hay en las

140
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 94. Terminando el valle de Cusco, en un abra que lo separa del valle de Vilcanota camino hacia el
Qollasuyu, se encuentra “la muralla” de Rumiqollqa, originalmente un acueducto que abastecía de agua a la
ciudad wari de Piquillaqta. Foto Elías Mujica, año 2012.

terrazas de Machu Picchu, de modo que no reino altiplánico, donde el rey se llamaba
hay ninguna duda respecto a su atribución a Zapana (de sapan, “el único”). Es un asenta-
la época de los incas. miento extenso, aunque no hay visibles restos
incaicos en la superficie, con excepción de
En verdad, con excepción de los manan- algunas piedras de estilo cusqueño en edifi-
tiales de agua caliente que brotan en la puna, cios actuales. El Camino Inca entra al pue-
en las proximidades del lugar llamado La blo desde cuatro lugares: la ruta sur se dirige
Raya, en el camino hacia Puno, no hay nada hacia Sillustani, en tanto que la ruta este va
especialmente importante en este trayecto hacia Paukarqolla y Chucuito, y la oeste ha-
hasta llegar a los centros urbanos de Hatun- cia Cabana, con destino a la costa. El camino
qolla y Paucarqolla, a los que se asocian las del norte se dirige hacia Cusco. La traza del
chullpas de Cutimbo, Sillustani, Mallku Ama- pueblo actual parece corresponder al original
ya y otros elegantes mausoleos de una tierra diseño incaico, incluida la plaza que es trape-
efectivamente rica, agrícola y ganadera. zoidal. El otro sitio es Paukarqolla, ubicado
en la llanura del lago, a unos 2 kilómetros, y
Hatunqolla es el nombre del asenta- tiene también muy pocos vestigios incaicos
miento que se atribuye a la capital de un visibles. Es señalado como uno de los tambos

141
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

del camino, aunque parece que no estaba en Ballivián, Goytia y Michel (2010) veri-
uso cuando llegaron los españoles. ficaron la existencia de los caminos Urco y
Uma en el Altiplano de Bolivia. Cada uno de
Más al sur está la margen occidental estos caminos estaba constituido por una su-
del lago, tierra de lupacas, y se inicia con el cesión de tambos en el eje norte-sur.
sitio de Chucuito, al pie de la actual ciudad
de Puno, a orillas del Titicaca. En este lugar Los caminos Urco y Uma expresaban
sí existen restos de arquitectura incaica, con la organización social y espacial dual de los
piedras labradas como las que hay en las chu- ayllus. Fueron trazados en relación con el eje
llpas de Sillustani y Mallku Amaya. El lugar acuático que forman el río Azángaro, el lago
incaico es conocido como Inca Uyu, y es un Titicaca, el río Desaguadero y el lago Poopó,
cercado simple que está asociado a un grupo considerado como un centro sagrado para las
de clavos destinados a servir de amarras para confederaciones qolla y charcas (Bouysse-Cas-
la construcción de techos. Debido a la forma sagne 1986, Zuidema 1989).
de estos clavos, la imaginación popular los
identifica con falos, sugiriendo un culto fáli- Los urcosuyos se distinguían como
co que no existió en el mundo andino. gente de habla aymara, superior y guerrera;
mientras que la mitad complementaria, los
En la lista de tambos de Vaca de Castro, umasuyos, eran hablantes de idioma puqui-
hecha en 1543, luego de Chucuito figuran los na, uruquilla y uru, considerados inferiores y
sitios de Acora, Ilave, Juli, Pomata y Zepita, sometidos a los urcosuyos (Bouysse-Cassag-
los que coinciden con la lista que también ne 1986, 1987). El Urcosuyo estaba dividido
hizo Guaman Poma de Ayala. Estos lugares, a su vez en otra mitad: alaa yungas o “yunga
con excepción de Yunguyo, que no es men- de arriba”, e incluía los valles del Pacífico. El
cionado en esos documentos por estar fuera Umasuyu se dividia en manqha yunga o “yun-
de la ruta del Qhapaq Ñan, corresponden a ga de abajo”, e incluia los valles de orientales
los asentamientos que caracterizan el domi- amázonicos. Aparentemente, el Qhapaq Ñan
nio de los señores Cari y Cusi del reino de recorría los tambos ubicados en las cabeceras
los lupacas. de cada suyu en el Altiplano, en una mitad
climática fría, ambas civilizadas, benévolas y
El camino de Omasuyu se desprende fértiles (Sánchez 2008: 76).
del Qhapaq Ñan en Ayaviri, y desde este
punto se dirige hacia el lado oriental del El primer camino Urco desarrollaba
lago Titicaca, pasa por Azángaro en direc- un extenso recorrido desde el Cusco hacia
ción a Puerto Acosta, y luego por Carabuco, la margen oeste del Titicaca, hasta Des-
Achacachi, Pucarani y Laja, llega a Viacha aguadero, y de allí ingresaba a las localida-
y, finalmente, desde Viacha va hacia Paria, des de Machaca, Caquiaviri, Caquingora,
que es un lugar varias veces mencionado en Callapa, Totora, Chuquicota, Andamarca,
la literatura de la época. Aullagas y Porco.

142
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

En el camino Desaguadero-Jesús de el agua dulce traída también de forma arti-


Machaca, las investigaciones arqueológicas ficial de la serranía. Los camellones ocupan
conducidas por Ballivián, Goytia y Michel la parte inferior inundable entre el dique de
(2010) han identificado camellones al sur represamiento de agua, la población de Des-
de la población de Desaguadero boliviano, aguadero y el Qhapaq Ñan Urco que pasa
que corresponden al denominado patrón por la margen oeste en el sector más alto y
“lineal” de Smith et al. (1981), debido a que seco (Ballivián, Goytia y Michel 2010: 14-15).
están orientados en dirección este-oeste,
son largos y angostos, paralelos entre sí, y El tamaño del área de represamiento de
de 400-500 metros de largo. Fueron dis- agua dulce puede ser calculado en una super-
puestos en la enorme llanura inundable del ficie de aproximadamente 60 hectáreas en las
Desaguadero; sin embargo, revisten especial que estaban dispuestos los camellones. En la
atención porque para su utilización se efec- actualidad, el sistema se encuentra bastante
tuaron grandes alteraciones de paisaje, que deteriorado por el crecimiento urbano y por
crearon un gran dique de represamiento de las actuales actividades productivas de la zona.
agua dulce en el sector de la orilla del Des- El camino Qhapaq Ñan Urco que pasa al oes-
aguadero, el que impedía el ingreso de agua te del sistema agrícola se encuentra en regular
salada de este río, y por otra parte retenía estado de conservación y posee una plataforma

Fig. 95. Vista del contexto del parque arqueológico de Raqchi, santuario atribuido al culto del dios
Wiraqocha, y el último gran centro urbano de élite en la ruta al Qollasuyu. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

143
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

elevada de 30 centímetros de alto con un ancho De acuerdo con las investigaciones de


de 4 a 6 metros, que posteriormente es cortada Ballivián, Goytia y Michel, en la población de
por la nueva carretera internacional a más de 1 Jesús de Machaca pudieron constatar que el ca-
kilómetro de su salida del sector del cruce del mino Qhapaq Ñan ingresaba directamente por
río (Ballivián, Goytia y Michel 2010: 17). el sector norte del pueblo hasta la iglesia del
periodo de la Colonia, pasando al lado de una
Continuando el camino en su incursión laguna artificial o qocha. La presencia de lagu-
al sur, y a partir del último eslopón de la se- nas artificiales o humedales en los tambos in-
rranía, la ruta se separa de las montañas y co- caicos fue fundamental para el abastecimiento
rre paralela al río Desaguadero. En este sector de agua, posiblemente de ejércitos y caravanas
el camino ha sido reutilizado como parte de de llamas. En cuanto al camino a Nazacara, po-
la carretera que se dirige a Jesús de Machaca. blación ubicada a orillas del río Desaguadero,
Algunos sectores erosionados muestran res- como a 23 kilómetros de la población de Jesús
tos del antiguo empedrado. A una distancia de Machaca, identificaron que el camino se
de 4,6 kilómetros del río Desaguadero, el nue- halla regularmente conservado debido a que
vo camino carretero corta un montículo, y el es usado por vehículos. Es posible apreciar la
Camino Inca pasa a un lado de este. El mon- plataforma del camino, los canales de drenaje
tículo es una formación artificial correspon- y dos montículos naturales correspondientes al
diente a la tradición Tiwanaku, con un largo Horizonte Medio, Desarrollos Regionales Tar-
de 200 metros y una altura de 3 metros. El díos y del Horizonte Inca. Es posible que ambas
hecho de que el camino llegue directamente elevaciones correspondan a santuarios preco-
al montículo de filiación tiwanaku constituye lombinos. (Ballivián, Goytia y Michel 2010: 22).
un importante indicio de que originalmente
fue construido y utilizado por esta cultura. El camino a Jiwacota, se dirige al su-
Aproximadamente a una distancia de 4,6 roeste hacia Pallimarca, por una extensa lla-
kilómetros, el camino carretero se bifurca y nura desde Jesús de Machaca hasta cerca de
continúa por los pies de la serranía, mientras Caquiaviri. Hacia esta población en la cima
que la plataforma precolombina continúa de Pukarpata, a una altura de 4300 msnm, as-
casi en medio de la pampa con dirección a ciende un camino prehispánico que recorre la
Titicani Tacaca, en mejor estado de conser- cresta este de una pukara de filiación Pacajes.
vación debido a que es menos utilizada como
camino vecinal. El camino llega a la pobla- En la población de Caquiaviri existe un
ción de Titicani Tacaca, donde confluye con tambo, desde el cual el camino Urco ingresa
la nueva carretera a los pies de la serranía. A en una quebrada para ascender hasta la cima
una distancia de aproximadamente 6,25 kiló- de la pukara por un tramo que se encuentra
metros de Titicani, el camino continúa hasta en mal estado. Pero aún es posible notar al-
la población de Jesús de Machaca por encima gunos restos del empedrado y las escaleras de
de la huella del camino antiguo (Ballivián, piedra. Esta ruta constituye la vía más directa
Goytia y Michel 2010: 17-19). para atravesar la serranía.

144
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Los autores llegan a la conclusión de dillera de los Andes en uno de sus puntos más
que el Qhapaq Ñan Urco atraviesa una gran bajos. Desde ahí desciende hacia la población
llanura inundable al lado, y a veces por enci- de Takesi, cruza el río del mismo nombre, en
ma de amplios sectores de camellones, entre donde se puede observar las bases del anti-
Desaguadero y Jesús de Machaca. Su origen se guo puente prehispánico. El camino llega a
relaciona con montículos y poblaciones agrí- Yanacachi, antigua población precolombina.
colas de Tiwanaku, como Titicani, Tacaca, Casi por el filo de una serranía en descenso,
Nazacara, y en tal sentido esta ruta inicial- se prolonga hacia Tawakosi. En Cerro Takuri,
mente fue utilizada y tal vez construida por en la parte superior, existe un gran sistema
esa tradición. de andenes, Chupe, Tikoniri, y baja hasta la
confluencia de los ríos Unduavi y Takesi en
En esta región debe concederse especial las inmediaciones de Puente Villa.
importancia a los caminos que fueron abier-
tos y construidos en tiempos de Tiwanaku, El primer ramal cruzaba el río Ta-
que era un Estado teocrático con un régimen mampaya, dirigiéndose hacia la población
equivalente cuando menos a lo que fueron los de Coripata, con proyección hacia la zona
mochicas en la costa norte. de Coroico (noryungas). Un segundo ramal
acompañaba la orilla izquierda del río Ta-
Hay una serie de caminos en las Yungas mampaya, y unía la antigua población de
de La Paz, en Cochabamba y Mizque, pero Chokechaka (hoy Villa Barrientos) que llega
también en Uyuni, San Pedro de Atacama, hasta el cantón de La Calzada. El camino lle-
La Paz (Chuquiabo), así como en Moquegua ga hasta la zona de La Asunta, en la región
y otros puntos de la costa con los cuales el del Alto Beni. Se nota la integración de las
Altiplano mantenía relaciones. Sin duda, los tierras finales de la porción subandina.
sitios más importantes asociados a Tiwanaku
fueron los del Altiplano alrededor del lago, El tercer ramal es aún mucho más largo.
pues con excepción de esta zona y del centro Desde Puente Villa unía a Chulumani (su-
ceremonial de Omo en Moquegua, práctica- dungas), Irupana, la actual plazuela ubicada
mente no conocemos sitios de rango urbano. sobre el río La Paz, cruzando las Yungas de In-
quisivi, uniendo poblaciones antiguas como
Bollinger y Sundt (1997) describen el ca- Suri, Arcopongo y la Muralla de Sacambaya.
mino del Takesi. El camino del Takesi, en los Esta población precolombina, cercada por
Yungas de La Paz, tiene una calzada empedra- una impresionante muralla que en su parte
da, muros de contención peldaños para ami- superior tenía una saliente balconera, está en
norar la pendiente, sistemas de drenaje de el límite entre los departamentos de La Paz y
agua, como sumideros y canales subterráneos. Cochabamba. Sube el camino hasta la provin-
El camino de asciende hacia el abra o apa- cia Independencia, y de allí se proyecta hacia
cheta de Takesi, situada a 4675 msnm. Es el el valle cochabambino con 400 kilómetros de
punto más alto del camino, y atraviesa la cor- extensión (Bollinger y Sundt 1997).

145
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Otro camino importante que conectan Tawantinsuyu, pero no es el más lejano, dado
el Altiplano norte con las tierras bajas es apa- aún está Samaypata, o Samaipata, camino al
cheta Chukura, desde las proximidades de La oriente cruceño.
Paz hasta las cercanías de Coroico. Otro ca-
mino es el Yunga Cruz, que une las poblacio- En Incallajta, Muñoz (2002) ha investi-
nes de La Paz, Alto de las Ánimas, Apacheta gado un camino doble, que ha sido interpre-
Pakuni, Chuñavi. Chungamayu es un impor- tado como una ruta de peregrinación hacia
tante ramal del anterior que se desprende este centro. Marulanda ha reportado un ca-
desde Chuñavi para bajar al sitio arqueoló- mino empedrado de filiación inca de unos 3
gico de Pasto Grande, donde se encuentran metros de ancho en la franja limítrofe hacia
grandes plataformas agrícolas y varios restos los rasos de Grigota, en la ciudadela o forta-
de importancia. leza de Parabanocito, en el departamento de
Santa Cruz de la Sierra.
En Cochabamba ocurría lo mismo,
aunque Incallajta es un sitio inca particular, En 1584, el Mc. Fernando de Cazorla y
con un patrón incaico ligado a los sitios de Narváez dice que el mejor camino de Santa
la misma época que hay en las islas del lago Cruz al Perú es por la vía del Fuerte de Sa-
Titicaca. Está en los límites orientales del maipata: “Con la población de los Sauces, que

Fig. 96. Camino empedrado en Conima, parte del Umasuyu, provincia de Moho, departamento de Puno. Foto
Ivan Ccachura, Qhapaq Ñan Perú.

146
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

hace el capitán Pedro de Cuéllar, que cae a rio Carangas se situaba al oeste del Poopó,
Tomina i la que irá con brevedad a hacer el hasta la cordillera y los valles occidentales
maesse de campo Fernando Cazorla por la costeros. De acuerdo con Rivière (1984), el se-
parte de Mizque i Cochabamba en el valle ñorío Caranga abarcaba las provincias Saja-
de Sabaypata, que como he dicho está a 50 ma, Litoral, Atahualpa, San Pedro de Totora,
leguas de nuestra frontera i nueva de las ca- Carangas, y parte de las provincias de Tomás
sas de los chiriguano” (citando Relación de la Barrón, Cercado, Saucari y Ladislao Cabre-
Guerra [1584] 1912: 269). ra del departamento de Oruro y la provincia
Daniel Campos en Potosí. Ejercían el control
Algo similar ocurría en el noroeste ar- vertical directo de los valles de la costa del
gentino y el norte y centro de Chile. Desde Pacífico, como Azapa, Lluta, Codpa y Timar,
los valles bolivianos, el camino se dividía en donde se cultivaba maíz y coca (Rivière 1983),
dos ramales: uno con dirección a la tierra de e indirecto en los valles de Cochabamba, en
los diaguitas de Argentina y otro hacia Ata- Tiquipaya y Popco-Chuquisaca, Tarija y Are-
cama y los diaguitas de Chile. quipa (Barragán y Molina 1987, Rivière 1984-
1988, Saignes 1986).
El camino que sale de Oruro y cruza el
Altiplano meridional, pasando por los salares Sánchez (2008), en sus investigaciones
del Poopó y Uyuni, encuentra un camino que de los valles de Cochabamba, indica que
se dirige al suroeste hacia Atacama, donde se el repartimiento de “pastizales” hecho por
vuelve a dividir, mientras una sección se diri- Wayna Qhapaq muestra la relación de pue-
ge al norte, hacia Tarapacá y los oasis de Pica blos de Llamacamayoc Sipi Sipi, ubicados en
y del Tamarugal, para llegar a Arica. Otro ra- una territorialidad discontinua a modo de
mal se dirige hacia Iquique y luego a Chuqui- “cuentas de collar”.
camata, y se desplaza por las punas atacame-
ñas para continuar bordeando el desierto con Los pueblos de Llamacamayoc señala-
dirección a Copiapó, y finalmente La Serena. dos son Sipe Sipe, Saubze, Quillacollo, Coll-
Desde este punto hay un camino mejor perfi- qapirhua, Coña Coña, Sumumpaya, Canata,
lado que va hacia Santiago de Chile, donde se Jayhuaico, Chacollo, Guayllani, Chimboco,
pierde en asociación con los últimos pukaras Chiñata, Laquiña y Colomi. Se trata de una
que hay al borde de los caminos. cadena de establecimientos que se ubican en
el Valle Bajo, Valle Central, valle de Sacaba,
Al oeste del Poopó, un ramal del camino hasta llegar a la puna de Colomi.
continuaba desde Paria hacia el oeste y lle-
gaba a Andamarca, tambo mencionado en la Queda claro que todos estos pueblos
incursión de Almagro al sur por este camino estaban unidos por un camino que debió ser
(Barragán 2001), y Chuquicota, un impor- “ancho”, ya que por ahí debían circular anual-
tante tambo y capital de los carangas desde mente miles de llamas llevando productos.
tiempos del inca Wayna Qhapaq. El territo- Este camino y los pueblos se hallaban cerca

147
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

de áreas de inundación del río Esquilán (ac- el camino de Vacas, y el tercero se dirigía al
tual río Rocha) y de las lagunas de Esquilán Valle Alto, para caer posiblemente a la zona
y Alalay, donde existían extensos bofedales de San Benito, donde Schramm (1990) ha re-
donde las llamas podían pastar. Además, cru- portado documentalmente un segmento del
zaba por los complejos de almacenamiento “camino real” y donde se halla un importante
centralizado del inca: Cotapachi, Jahuantiri, sitio arqueológico de la cultura incaica.
Villa Urqupiña, entre los más importantes
(Sanzetenea 1975; Byrne de Caballero 1975a, El otro ramal corría muy cerca de la
1975b; Pereira y Sanzetenea 1995, Gyarma- chácara Viloma (Wila Uma) y cruzaba el ac-
ti y Varga 1999). Este camino de llameros se tual río Rocha por ese sector (AHMC. ECC.
conectaba con el Valle Alto y con los valles Vol. 13, nro. 9, 1558). Se dirigía posiblemente
de Pocona y Totora. De hecho, sabemos que hacia el tambo de Kharalaus (Pereira 1982:
un ramal que salía de Sacaba llegaba al Valle 17). De ahí continuaba hacia el Valle Alto por
Alto, lugar donde se ubicaban áreas inunda- Santivañez, a la zona de San Benito, donde
das por el río Sulti, y donde pastaba “ganado hemos visto existía un asentamiento incaico,
del inca” que era cuidado por Llamacamayoc para luego dirigirse a Arani, otro importan-
Turpa (Schramm 1990). te centro del imperio. Desde Arani, un ca-
mino subía a la puna de Vacas (wak’a) y otro
El camino que iba por el lado norte, de ramal, posiblemente un camino secundario,
donde salían varios ramales que penetraban se dirigía a la zona de Pocoata, donde vivían
a los yungas, llegaba al tambo “real” de Paria los indios Quta y Chuy (Schramm 1990). El
(Bouysse-Cassagne 1987), lugar donde ade- ramal de Vacas era principal y se dirigía ha-
más confluían varios caminos. De este tambo, cia los valles de Pocona (Ellefsen 1972, San-
un ramal corría hacia Tapacarí, para desde zetenea 1979, Pereira 1982, Céspedes 1982,
ahí descender al Valle Bajo en Cochabamba Muñoz 2002, 2006).
(Sanzetenea 1979; Pereira 1979, 1982; Hyslop
1984, 1992; De Gutiérrez 2006). En el Valle En el valle de Pocona, el “camino real” se
Bajo, el “camino rreal” se dividía en otros dos dividía en tres ramales: uno penetraba hacia los
ramales (Sanzetenea 1979, Pereira 1982). yungas de Aripuchu, el otro corría a los valles
de Mizque para continuar hacia el territorio
Un ramal seguía hacia el norte, donde del “Señorío” Yampara, y el tercero descendía
se ubicaban las chácaras repartidas por Way- hacia los valles Totora, Pojo, Comarapa, Pul-
na Qhapaq para, de ahí, dirigirse al Paso y quina, hasta llegar a Samaipata. Vásquez Ma-
Tiquipaya. De estas zonas continuaba por la chicado señala que el camino a Samaipata fue
falda de la sierra al valle de Sacaba, cruzando construido para dar paso a los constructores de
por la zona de la actual Taquiña. En el valle los “fuertes” de Comarapa, Samaypata, Pulqui-
de Sacaba, el camino se dividía en tres rama- na, puestos allí para detener a los chiriguanaes
les principales: uno se dirigía al norte, a Lara- y extender el dominio del inca hacia los “rasos
ti; otro seguía a Tiraque para conectarse con de Grigota” (Vásquez Machicado 1955: 503).

148
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Un importante camino subía de Tiqui- Un camino formalmente construido co-


paya hacia la cordillera de Cochabamba para necta los yungas y el valle de Sacaba por una
dirigirse hacia las “montañas arcabuco”. Es vía que sube hacia Larati. Este camino posee
probable que esta sea la ruta que siguió, hacia sectores de tierra afirmada, así como segmen-
1564, Diego Alemán en su “Entrada” a Moxos. tos empedrados y amurallados. En algunos
El informe señala que Alemán, luego de an- trechos se han construido bordes alzados de
dar “veinte leguas de puna donde hay mucha piedra en las laderas del camino.
caça de guanacos, vicuñas y ciervos” (pampas
de Altamachi), de entrar en “tierra caliente Es posible que este camino haya co-
de montaña y a partes de cabana”, de pasar nectado dos pueblos llamados Corani, que
por los pueblos de Uroma y Siquilanque, y se ubican tanto en la puna y en los yungas,
atravesar el río Viane y los pueblos de Seme- ya que sugieren podría tratarse de una mis-
rique y Machioco para caer en Ico, llegó a los ma unidad que haya manejado de manera
llanos de Moxos (Alemán [1564] 1897). complementaria dos ecotipos: puna/yunga
(“monte”). En la actualidad, muchas comu-
En los yungas, Céspedes ha reportado nidades de la puna de Colomi poseen tierras
segmentos de un camino con soladura de pie- en el “monte”, donde “botan” su ganado para
dra cerca del río San Jacinto (1986). La ruta, que engorde, o donde producen ají, locoto o
en partes empedrada entre Totora-Chuquiu- frutales (Sánchez 2007).
ma, ha sido prospectada a mediados de la dé-
cada de 1970 por el equipo de arqueólogos de En Larati, este camino se divide en dos
la Universidad Mayor de San Simón (Depar- ramales: el primero continúa subiendo hacia
tamento de Arqueología 1976). Otro camino la puna de Pisle-Pallq’a, y el segundo se dirige
con segmentos que conservan soladura de hacia la puna de Colomi. El primer camino,
piedra como los yungas de Aripuchu, ha sido que sube a Pisle-Pallq’a, está formalmente
reportado por Paolillo (1990) y por Ricardo construido. Conserva en ciertas partes seg-
Céspedes, quienes conectan estos yungas con mentos empedrados, y en algunos sectores
las zonas de San Pedro, Icuna y Antahuaqana pasa junto a estructuras aparentemente ha-
(Sánchez 2007). bitacionales y “corrales”. Desde la puna, el ca-
mino desciende a los yungas de Tablas Mon-
En la cordillera de Tiraque, Céspedes ha te por un sendero formalmente construido,
reportado segmentos de caminos empedra- empedrado en partes y con escalinatas en sus
dos en la zona de Candelaria. En la Puna de zonas abruptas. En la actualidad, gran parte
Pisle existen fragmentos de un camino conec- de este camino ha desaparecido por su aban-
tado a Larati. Conserva aún soladuras hechas dono. Llega al pueblo de Tablas Monte por la
en piedra y rampas, cerca de zonas donde junta de los ríos Pisle y Jatun Mayu.
existían posiblemente corrales. Este camino
se conecta con el camino que va hacia Tablas Tablas Monte es un destacado comple-
Monte (Sánchez 2007). jo arqueológico donde hay evidencia de una

149
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 97. Camino sobreelevado del Urcusuyu atravesando humedales entre los ríos Tanana y Colline en el tramo
La Raya - Desaguadero, región Puno. Foto Gerardo Quiroga, Qhapaq Ñan Perú.

presencia poblacional importante desde por res a las de Tablas Monte y evidencia cerámi-
lo menos el Horizonte Medio, visible no solo ca “local” y estilo tiwanaku (Sánchez 2009).
en los restos de cerámica (“local”, Qochapam- Conserva rastros de segmentos hechos con
pa, Tiwanaku, Ciaco, inca, “tierras bajas”), soladura de piedra en algunos sectores y po-
sino en un paisaje cultural agrohidrológico see un ancho de 1 a 2 metros en varios tramos.
sofisticado (Sánchez 2008). De este camino salen delgados senderos que
se dirigen a varios asentamientos ubicados en
En Tablas Monte, el camino cruza el río el cerro Machu Peñón.
Jatun Mayu (río Grande) por un puente de
piedra incachaca (“puente inca de piedra”) y El segundo ramal que sale de Larati se
desde ahí sube al pueblo. De Tablas Monte dirige hacia Colomi. De la puna de Colomi
salen varios ramales: uno, empedrado en cier- salen dos caminos formalmente construidos
tos sectores, se dirige a Maica Monte; otro, hacia los yungas de Inkachaca-Paracti. El pri-
llamado en la actualidad Incañan, desciende mero corre desde la actual zona de Aguirre
hacia el río Qonchumayu y se dirige a otro hacia la serranía de Murmuntani. Cruza por
complejo prehispánico que se despliega alre- un puente de piedra (rumichaca: “puente de
dedor del macizo llamado Machu Peñón. En piedra”), para de ahí descender en zigzag por
ese lugar se han reportado estructuras simila- un camino formalmente construido hacia los

150
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 98. Portada con tramo del camino inca en el poblado de Juli, Puno. Foto José Luis Matos Munasqui,
Qhapaq Ñan Perú.

yungas de Inkachaca. Este camino posee di- Para los yungas de Inkachaca-Paracti y
versos sistemas constructivos típicamente in- Tablas Monte, tenemos evidencia de fuertes
cas: rampas laterales hechas de piedra, muros interacciones con los valles y los llanos amazó-
de contención adyacentes, desagües simples y nicos en el Horizonte Medio (Sánchez 2007b;
dobles, y escalinatas (Sánchez 2007). 2007d, 2007f, 2008) visibilizados por la pre-
sencia de cerámica “local” junto a cerámica de
El segundo camino, llamado el Camino estilo Tiwanaku, y otra cerámica proveniente
del Inca, parte del actual pueblo de Colomi. desde las “tierras bajas”, estilos que se prolon-
Este camino, muy bien conservado y empe- gan durante todo el periodo Intermedio Tar-
drado casi en su integridad, posee escalinatas dío (1100 d.C.-1400 d.C.) (Sánchez 2008).
y canales de desagüe simples y dobles. Se diri-
ge hacia el cerro de Abra k’asa y cruza la cor- Hay que destacar que estas complejas y
dillera por un profundo corte (de ahí su nom- densas redes viales que articulan valles-pu-
bre) que se abre a modo de puerta. De Abra na-yungas, y que debieron llegar sin duda
k’asa, el camino desciende por la cuchilla de hasta los llanos amazónicos del Chapare, son
los cerros para caer en los yungas de Inkacha- una fuerte evidencia que rompe la tan men-
ca, donde coincide con el camino que baja tada imagen “fronteriza” de Cochabamba,
desde el río Supay Huark’una (Sánchez 2007). enfatizada sobremanera para el periodo inca,

151
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 99. Tramo de camino que se dirige al poblado de Pomata, Puno. Foto José Luis Matos Munasqui,
Qhapaq Ñan Perú.

hecho que ha llevado a los investigadores a go de ambas vertientes de la cordillera de los


mostrar “cadenas” de “fortalezas” en los valles, Andes, con uniones transversales entre ellas
donde destacaría Incallajta (Sánchez 2008). a través de los pasos cordilleranos, además
de otros ramales menores e incluso algunos
A partir del gobierno de Pachakuti Inca, ciegos, como las sendas que iban a los adora-
entre 1438 y 1471, se dio inicio al dominio de torios de altura.
lo que hoy es Chile, que entró a participar de
la esfera de interacción del Tawantinsuyu. No Este sistema vial se articuló desde el ex-
obstante, es a partir de Thopa Inca cuando se tremo norte en el límite con Perú, hasta la
materializaron las obras que denotan la presen- cuenca del río Cachapoal, lo que abarcó lon-
cia incaica en el territorio chileno, con la cons- gitudinalmente 1800 kilómetros, y aseguró la
trucción de nuevos caminos, infraestructura circulación de bienes y tributarios mediante
vial, puestos de control, y la incorporación de la red de caminos que conectaba numerosos
nuevos asentamientos y población foránea. establecimientos incaicos: tambos y tambillos,
centros de abastecimientos y administrativos,
Al sur del Qollasuyu, la red caminera se chaskiwasis o postas para los chaskis, puestos de
estructuraba en torno a dos rutas principales control estratégicos, depósitos de alimentos,
que corrían más o menos paralelas a lo lar- adoratorios y otras estructuras.

152
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 100. Apacheta en Cumbre de Sánchez, en el camino que une Pelechuco con Queara. La Paz, Bolivia.
Foto Cecilia Ganem, Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia.

En el extremo norte del actual territorio el camino longitudinal altoandino se integra


chileno, el Tawantinsuyu ejerció un dominio al territorio chileno por el portezuelo Tam-
político directo, especialmente por el signi- bo Quemado en Changará, continúa por el
ficado de los valiosos excedentes minerales Altiplano bordeando los salares, hasta llegar
extraidos, incluyendo los bienes y materias al río Loa, donde convergen con el que viene
primas de estatus que circulaban mediante el desde Arica. Este último se conoce como “la
tráfico macrorregional preexistente. ruta costera inca”.

En el sector del Qollasuyu de la ver- La ruta que corría entre la cordillera


tiente occidental, el inca instituyó dos rutas andina y la sierra de Huaylillas proviene del
longitudinales: una por las tierras altas de la principal camino incaico desde el Cusco
vertiente occidental andina, uniendo altipla- que se dirigía hacia el Qollasuyu, y se enla-
nos y salares, y una segunda ruta que atravie- zaba con otras rutas transcordilleranas de
sa por tierras más bajas. Es probable que esta Bolivia y del extremo sureste del Perú, que
última es la que siguió Pedro de Valdivia du- conectaban a las tierras altas de Arica. Des-
rante 1540, comenzando en la costa de Arica, de aquí continúa articulándose con los pai-
internándose en el valle central, hasta ingre- sajes de Putre y avanza hacia Socoroma por
sar a las nacientes del río Loa. Por otra parte, laderas y planicies altas de los cerros en la

153
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

mayor parte del recorrido. En él se vinculan Desde el gran asentamiento de Tarapacá


tambos, pascanas, chasquiwasis y apachetas, Viejo, el camino discurría al sur como una sola
enclavados en torno a los 3000 metros de vía por el borde oriental de la pampa del Ta-
altura. Continúa desde Socoroma hacia el marugal, en dirección a la quebrada de Guata-
sur por laderas bajas y a través de quebra- condo, pasando por el oasis de Pica y el Puquio
das y planicies, hasta llegar al centro admi- Núñez, para caer a esa quebrada a la altura de
nistrativo incaico de mayor envergadura en Tamentica. Varias rutas transversales se des-
el sector de Zapahuira. Desde el tambo de prendían del camino de la precordillera y des-
Zapahuira se articulaba la red de control de cendían hacia la costa por los valles de Lluta,
bienes y expansión del imperio hacia el sur. Azapa, Codpa, Camarones y Camiña. En Tara-
Por otro lado, se controlaba el movimiento pacá también se han detectado trazas de estos
de poblaciones y bienes provenientes de las ramales secundarios. Estas parecen originarse
tierras altas. en centros incaicos importantes del Altiplano
central de Bolivia. Una de ellas viene del Alti-
El camino continúa al sur en dirección plano de Oruro, pasa entre Isluga y Cariquima,
a Belén, Taruguire y Mulluni, y une las cabe- muy cerca del tambo de Inkaguano, y se dirige
ceras de los valles del extremo norte de Chile con rumbo noreste-suroeste hacia Chusmisa y
hacia la costa del Pacífico. Posteriormente se Tarapacá Viejo. La otra procede del istmo que
dirige a la vertiente occidental de la precor- separa los grandes salares bolivianos de Coipa-
dillera, y la vertiente oriental del cordón de sa y Uyuni, pasando por Cancosa, el poblado
Huaylillas, a través de la sierra de Arica, para de Lirima, el valle de Collacagua y el salar del
juntarse con la ruta que venía de Lluta y Aza- Huasco, para de ahí descender al oasis de Pica.
pa en la quebrada de Tarapacá. Ambas vías parecen conectar con el Camino
Real de la Costa o de los Llanos en su tramo
El camino se encuentra intersectado tarapaqueño, aunque la primera puede haber
por otras vías menores, que pueden ser de- cruzado la arbolada pampa del Tamarugal en
finidas dentro del concepto de ramales que dirección a la costa, hasta la mina de plata de
conectaban la vía principal con poblados Huantajaya y el adoratorio incaico del cerro
alejados de los centros administrativos y Esmeralda en Iquique.
económicos principales, que buscaban con-
trolar el suministro de agua para los canales En el extremo norte de Chile, los incas
de regadíos, así como supervigilar el trabajo ocuparon en forma escalonada cuatro gran-
de las poblaciones sometidas al Tawantin- des pisos ecológicos: la puna o altiplanicie, la
suyu. En el presente caso, se trata de rama- sierra o precordillera, el curso medio de los
les transversales este-oeste que conectan valles y el borde costero. Ejemplo de esto es
distintos pisos ecológicos. Buena parte de el emplazamiento del tambo de Chungara en
estos ramales se han mantenido en activi- el Altiplano, el centro administrativo de Za-
dad por parte de viajeros y arrieros de las pahuira en la precordillera, y la aldea de Pam-
poblaciones tradicionales. pa Alto Ramírez en un curso medio.

154
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 101. Saywas (marcadores) en Incahuasi, en el extremo sur de la Región de Atacama. Foto Qhapaq Ñan
Chile (Ch-Ln-09 / Cs-2009).

la probable excepción de la pampa del desviarse hacia el oasis de Quillagua, para de


Tamarugal, la ocupación incaica en la región ahí dirigirse a ese destino a través del oasis
de Tarapacá se estableció también en todos de Chacance, en el Loa, remontando el curso
los pisos ecológicos, desde el Altiplano hasta medio de este río.
el mar. Saguara, Cerro Esmeralda e Inkagua-
no ejemplifican algunos aspectos rituales de En Tamentica había una ruta transversal,
esta ocupación. El sitio de Saguara es un ex- no detectada todavía en terreno, que remonta-
celente ejemplo de la arquitectura provincial ba la quebrada de Guatacondo. Pasaba por el
de los incas en el extremo norte de Chile. Se pequeño oasis de altura de Copaquire y cerca
encuentra más al sur del conjunto de sitios del enclave minero de Collahuasi, empalmaba
precedentes, en una quebrada tributaria del con el camino que venía del Altiplano central
curso superior del río Camarones, muy cerca de Bolivia por Pabellón del Inca en dirección
del actual poblado aymara de Pachica. a Miño. Esta última es una localidad situada
en las nacientes del río Loa. Desde ese punto,
En Tamentica, el Camino de los Llanos conocido también como Kona Kona, el cami-
que venía de Tarapacá Viejo puede haber no incaico descendía por la banda oriental de
continuado hacia el sur por la falda de la pre- este río, tocando puntos como Esquiña y Che-
cordillera directamente hacia Calama, o bien la Inga, cruzaba a la otra banda a la altura de

155
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 102. Subsección Cupo - Catarpe. Foto Qhapaq Ñan Chile (Ch-Tn-11 / Cs-2009).

la posta de correo colonial de Ólcar, y seguía al mundial, y genera ramales hacia los enclaves
sur enhebrando sitios incaicos como Lequena mineros como Collahuasi, El Abra y Chu-
Viejo, Bajada del Toro, Cerro Colorado, posi- quicamata.
blemente Santa Bárbara e Incajasi, y llegaba a
Lasana y Chiu Chiu. Es probable que en Chiu Chiu el ca-
mino incaico del Alto Loa se haya bifurca-
Este trayecto está acompañado de asenta- do en uno que seguía directamente a San
mientos alineados en un eje norte-sur de más Pedro de Atacama, y otro hacia la cuenca
de 130 kilómetros, en el que dos de los sitios alta del río Salado, principal afluente del
más relevantes fueron centros administrativos: río Loa. La segunda ruta empalmaba con un
Miño y Cerro Colorado. El tambo de Incahua- camino que venía del sur del salar de Uyu-
si y los restantes son tambillos y chasquiwasis, ni, en el Altiplano de Lípez. Hacía escala
como es el caso de Esquiña, Chela, Desencuen- en lugares como Ayahua, Cañapa, Rama-
tro, Lequena Viejo y Bajada del Toro. dita y otros en Bolivia. Cruzaba la actual
línea de frontera por Portezuelo de Inca y
Una de las particularidades de este tra- seguía por Chac Inca hacia Turi. La vega
yecto es que su trazado corre paralelamente de Incaliri y Turi serían fuentes de pastos
a la cadena montañosa que cuenta con uno permanentes para el ganado camélido, que
de los mayores recursos cupríferos a nivel abastecía el tráfico de caravanas.

156
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

En la zona asociada a la vega de Turi y can los volcanes Licancabur, Jurique, Laskar,
el río Salado, las redes de caminos no solo co- Tumiza, Socompa, Llullaillaco, entre otros.
municaban a centros de población, de interés Hacia el poniente desde el camino, existe un
económico y enclaves mineros, sino que tam- amplio dominio visual de la amplia cuenca
bién conducían a sitios sagrados andinos. En del salar. En sus 100 kilómetros iniciales, el
este contexto, el camino presenta desvíos ha- camino incaico va por el borde oriental del
cia los santuarios de altura de la región, como salar de Atacama y pasa por Tambillos, los
es el caso del Paniri, León y Licancabur. Es bajos de Socaire, Camar, Peine y Tilomonte.
constantemente jalonado por vías transversa-
les que permitieron un mejor control y acceso En el desierto de Atacama, el inca se
a lugares de importancia ritual, económica y encontró con el mayor desafío ambiental
demográfica, como sucede para el caso de los para su empresa de dominio. Generó su ex-
asentamientos de Topain, Paniri y Toconce. pansión mediante un sistema vial planifica-
do, diseñado en un paisaje único de extremas
Desde Turi, el camino continúa con condiciones de aridez y altura. Había una
rumbo sureste hacia los yacimientos de co- férrea voluntad y necesidad de expansión
bre de Cerro Verde en Caspana. Pasa por en estas tierras, motivada principalmente
Tambo Salado, se dirige a las minas de San por la obtención de recursos minerales, lo
Bartolo e Incawasi, y desde allí continúa que quedó de manifiesto en la gran cantidad
rumbo al suroeste en un eje más o menos de redes de caminos y sitios arqueológicos
paralelo al del río San Pedro, para acceder ligados a la explotación minera. La hazaña
al centro administrativo incaico de Catarpe, del inca en este territorio se logró concre-
sitio que habría articulado el dominio del tar gracias al intercambio que sostuvo con
Tawantinsuyu en San Pedro de Atacama. las poblaciones locales, quienes les transfi-
Desde ahí se administraba a la población y rieron la suma de conocimientos ancestrales
los recursos de los oasis del salar de Ataca- necesarios para el dominio y la travesía del
ma, y se constituye además en el primer oa- desierto más árido del mundo.
sis para la continuación del trayecto hacia el
Despoblado de Atacama. A partir de este último oasis comienza el
tramo más duro y desolado, apropiadamen-
Al sur de San Pedro de Atacama es pre- te conocido como Despoblado de Atacama,
ciso cruzar 550 kilómetros de desierto para cuya travesía significó tantas penurias a la
llegar al valle de Copiapó. El camino retoma hueste de Diego de Almagro en su regreso al
desde el sitio de Catarpe, pasa por los oasis de Perú en 1536, y a la de Pedro de Valdivia en su
San Pedro de Atacama y Toconao y bordea el expedición de conquista de Chile cuatro años
salar de Atacama, guiándose por la cordillera más tarde. Debido a la gran distancia existen-
de los Andes y por el margen oriental del sa- te entre las fuentes de agua y a lo escuálido de
lar de Atacama, desde donde se obtiene una ellas, no es un camino para rápidos desplaza-
visual de toda la cordillera, en la que desta- mientos de tropas, ya que las columnas de-

157
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

ben ser divididas en pequeñas cuadrillas, con se aprecian, hacia el norte, las altas cumbres
previsibles consecuencias desde un punto de de sus montañas, y hacia el sur la silueta del
vista militar. Más probable es que haya ope- cerro Indio Muerto, donde se halla el actual
rado como vía de comunicación para chaskis mineral de El Salvador, lugar por donde tam-
y como ruta de transporte de minerales, ya bién pasa el camino del inca.
que la vía está regada con fragmentos de tur-
quesa y ónix. Lo jalonan una gran cantidad Hacia el sur de Vaquillas, el camino con-
de pequeños tambos, chaskiwasis y refugios tinúa por el sector del Chaco y la aguada de
que dividían el trayecto en varias jornadas, lo Incahuasi, para proseguir hasta el sector de las
que permitía recuperar fuerzas a los viajeros vegas de Juncal, trayecto con poca presencia
y animales de carga. Flanqueado al este por de estructuras incaicas. El camino reaparece
una cadena de volcanes sagrados, su rumbo a unos 3 kilómetros de la ciudad de El Salva-
general noreste-suroeste va uniendo puntos dor, en el sector Portal del Inca, atravesando
tales como Tambo El Cráter, Tambo Meteo- el llano de San Juan. Se conforma como un
rito, Aguada de Puquios y Tambo Río Frío. A sendero de tierra construido principalmente
partir del Tambo de Vaquilla y del imponen- por raspado con un trazado mayoritariamen-
te volcán Llullaillaco, el paisaje se torna más te rectilíneo; desciende en la quebrada del río
soportable, ya que aumenta la provisión de de la Sal, llegando al sitio arqueológico incai-
agua y aparecen verdes manchones de vegeta- co Tambo de la Sal, ubicado en la ribera de
ción (Berenguer 2011). este río. Posteriormente el camino recorre un
sitio arqueológico de menor envergadura lla-
En este trayecto, se encuentra una con- mado Tambo del Jardín, ubicado a un costa-
tinuidad de pequeñas estructuras de carác- do de la carretera que se dirige a El Salvador.
ter habitacional, tambillos, estructuras de El recorrido continúa con el cruce en zigzag
señalización o demarcatorias del territorio, de un abrupto relieve que enmarca la zona
así como tambos. En su trayectoria se des- denominada Pampa del Inca o llano del To-
prenden ramales transversales hacia la cor- pón azul. En este sector, el camino desciende
dillera de los Andes, y en conexión con la hacia el sur donde cordones montañosos ba-
vertiente oriental que conduce a los santua- jan desde el macizo cordillerano andino hacia
rios de altura, como es el caso de los volca- el océano, interrumpiendo el desarrollo nor-
nes Licancabur y Llullaillaco. mal de la pampa.

Desde el sector de Río Frío, el camino A lo largo del recorrido se observan in-
conduce hacia el sector de Vaquillas, aleda- numerables hitos demarcatorios, estructuras
ño a la sierra de Vaquillas Altas, al oeste de y sitios asociados al camino; destaca una gran
la cordillera de Domeyko. En el sector de concentración de ellos en el sector Tambo
Vaquillas fueron registradas una serie de es- La Guanaca. Continuando con el recorrido,
tructuras hasta llegar al portezuelo del mis- el Qhapaq Ñan atraviesa las últimas laderas
mo nombre a 4100 metros de altura, donde sinuosas de las formaciones montañosas, lo-

158
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 103. Catarpe. Foto Qhapaq Ñan Chile (Ch-Cn-12/Cs-2009).

grando posicionarse en algunas cumbres des- en su relato de la llegada de Pedro de Valdivia


de donde se obtienen preciadas visualizacio- a Chile (Bibar 1966), habla del camino entre
nes de la vastedad de este territorio, para des- Finca de Chañaral y Copiapó, donde este pri-
cender finalmente al oasis de Finca Chañaral, mer lugar controlaba el tráfico entre el Norte
conocido también como un importante sitio Grande y el Norte Chico, como un centro ad-
arqueológico en donde el arte rupestre, como ministrativo incaico ligado al valle de Copia-
recurso cultural de gran significado, ha ocu- pó. La Finca se constituía como el último oasis
pado un lugar destacado en el paisaje local con agua y alimentos antes del cruce del cami-
otorgándole una belleza muy singular. El ca- no del desierto hacia San Pedro de Atacama,
mino retoma hacia el sur el árido desierto en y aquí se controlaba el tráfico de minerales
dirección a Inca de Oro, para luego dirigirse preciosos, como las turquesas provenientes
al valle de Copiapó. del mineral de El Salvador, explotado desde
tiempos prehispánicos. De allí se extiende el
Las descripciones del camino del inca en camino incaico a Copiapó, el cual, según el
la región de Atacama se remontan a la época cronista, poseía una longitud de 18 leguas.
de la llegada de los españoles a la región, y so-
bre todo a partir del siglo XIX. Poseemos di- El valle de Copiapó jugó un papel muy
versos relatos que dan cuenta de su existencia importante en la expansión del Tawantin-
y magnitud. Ya en 1558, Gerónimo de Bibar suyu hacia el sur. Es el primer gran valle po-

159
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

le que acaparó una parte de la producción


minera de cobre del país, y uno de los pocos
documentados en el mundo andino.

Hacia el sur entre Copiapó y Choapa,


existe evidencia de incursiones militares y
presencia cusqueña directa, la cual fue in-
tercedida por las poblaciones diaguitas que
habitaban en este sector. Para el inca solo
el contacto fue suficiente para asegurar la
producción especializada de minería que el
Estado requería. A fin de cumplir estos re-
querimientos y continuar con la anexión
del Qollasuyu, se conformó el camino desde
Copiapó hacia las orillas del río homónimo,
para internarse a la cuenca del río Huasco.
En este territorio, otro elemento a destacar
es la presencia de relevantes ramales trasan-
Fig. 104. Sección Quebrada Grande - Las Escaleras, dinos, y otros que se dirigen hacia el sector
provincia de Jujuy. Foto Qhapaq Ñan Argentina. oriental de la cordillera, como los pasos de
La Ollita, Peña Negra y Pircas Negras. Otro
blado después del desierto de Atacama, con ramal toma el río Nevado, abriendo el acce-
un enorme potencial minero y agropecuario, so a las cuencas de los salares de Maricunga
centro de aprovisionamiento obligado antes y Pedernales, que comunican con la banda
de emprender cualquier viaje hacia el este o oriental de la cordillera.
el norte, y trampolín vital en el control de
los valles de más al sur. En la cuenca alta de El camino incaico al sur de la cuenca del
este río, el abanico fluvial formado por sus Copiapó aprovechó una fractura longitudinal
ríos formativos, el Jorquera, el Pulido y el de la cordillera que se extiende por gran par-
Manflas, ofrece numerosas vegas, riachuelos, te del territorio chileno. Este notable acci-
yacimientos mineros y rutas naturales diri- dente geológico con el tiempo se transformó
gidas hacia todos los puntos cardinales. Para en un valle amigable, con abundantes vegas,
su apropiación, el Tawantinsuyu debió tomar lagunas y minerales. Se inicia a altitudes de
por asalto el pukara de Punta Brava. Allí los 4000 metros en las cuencas de los ríos Huas-
incas construyeron más de treinta asenta- co (falla Valeriano) y Elqui (falla La Coipa).
mientos, incluyendo el sitio de Iglesia Colo- Desciende a 2000 metros de altitud entre el
rada, el centro administrativo de La Puerta, y río Hurtado y Alicahue, y baja a altitudes de
el establecimiento de Viña del Cerro, el único 500 a 600 metros desde el valle del Aconca-
centro metalúrgico incaico conocido en Chi- gua al sur. Tan notables condiciones fueron

160
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

sabiamente aprovechadas por el Tawantinsu- Florida y el ya referido El Tambo hacen lo


yu para establecer allí su principal ruta hacia propio con el tramo cisandino.
el sur, sobre todo si se tiene en cuenta que
la geografía accidentada y el clima semiárido La llegada del inca al valle de Aconca-
hacen muy difícil el tránsito de caravanas de gua mediada por las poblaciones diaguita, a
llamas por otro sector (Stehberg en Aldunate través del trabajo obligatorio local (mit’a), se
y Cornejo 2001). representa poco institucionalizada en Chile
central, debido a que esta parte del Qolla-
En una quebrada tributaria del río El- suyu recientemente incorporada al mundo
qui, muy cerca de la moderna ciudad de La incaico no había concluido. La exploración y
Serena, Los Infieles es el sitio incaico de ma- conquista se encontraban activas hasta pocos
yores dimensiones encontrado hasta ahora en años antes de la llegada de los españoles. Por
el corazón del territorio diaguita. Su medio esta razón, los territorios ubicados al sur del
centenar de recintos está sobre una meseta a río Choapa probablemente se incorporaron
media altura del cerro de ese nombre, en una al imperio durante los últimos años de Thopa
zona rica en recursos mineros y cerca de un Inca Yupanki, o a comienzos del gobierno de
probable cruce de rutas incaicas. El asenta- su hijo y sucesor Wayna Qhapaq, aproxima-
miento comprende cinco principales unida- damente entre 1485 y 1490.
des arquitectónicas, la mayoría asimilable al
concepto de kancha. La ocupación inca se centró en los valles
aledaños al río Aconcagua, para continuar a
El sitio habría funcionado como campa- los valles de los ríos Mapocho y Maipo. En
mento para los mitayos que cumplían turnos de las cuencas del Mapocho y del Maipo hubo
trabajo en las faenas mineras de las vecindades. una bien establecida ocupación inca, que se
refleja sobre todo en la gran cantidad de ce-
El camino longitudinal que venía del menterios donde se mezclan cerámicas inca,
Norte Chico se unía en Putaendo, con el que diaguita-inca y aconcagua, esta última co-
atravesaba la cordillera desde Argentina por rrespondiente a la cultura local de Chile cen-
el portezuelo de Valle Hermoso, para formar tral. No se puede dejar de mencionar entre
el tramo entre Los Patos y El Tambo, este úl- los restos incaicos el adoratorio del cerro El
timo situado a poca distancia al norte de la Plomo, que domina la ciudad de Santiago.
ciudad de San Felipe. En este punto se junta- Sin embargo, es claro que hubo amplios es-
ba con otro camino transversal que provenía pacios en ambas cuencas donde el dominio
de Mendoza a través del paso de Uspallata. cusqueño no alcanzó, o a lo menos no estuvo
Mientras sitios como Tambillo, Ranchillos tan firmemente instalado, como en las regio-
y Tambillitos marcan el tramo trasandino, nes más septentrionales del país.
puntos como La Calavera, Juncal, Ojos de
Agua, El Camarico, Salto del Soldado, Río Las fuentes etnohistóricas tempranas
Colorado, Primera Quebrada, El Guapi, la indican que una vez que el Camino Inca

161
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

cruzaba el río Aconcagua en dirección a Cu- Alcántara, y un camino colonial bien deli-
rimón, corría con franco rumbo al sur a tra- mitado por una muy bien trabajada muralla,
vés del cordón de Chacabuco, las Casas de sugieren que pudo continuar más al sur (Al-
Chacabuco, Colina La Vieja y Huechuraba. dunate y Cornejo 2001).
En Quilicura se le unía por el oeste el cami-
no que venía de Quillota por la cuesta de La En este contexto, el cronista Gerónimo
Dormida y Lampa. Obviamente, en ningún de Vivar8 (1979: 164) menciona la existen-
punto al sur del valle de Aconcagua el Ca- cia de un poblado incaico y la frontera del
mino Inca puede verse en su forma original. Tawantinsuyu:
Aparentemente, el camino entraba en la ac-
tual ciudad de Santiago como una vía única cerros que hacen una angostura. Y aquí
al valle del Mapocho, por la actual avenida llegaron los ingas quando vinieron a con-
Independencia, cruzaba el río por donde al- quistar esta tierra. Y de aquí adelante no
guna vez estuvo el puente de Cal y Canto, pasaron [...] Y allí poblaron un pueblo, los
pasando por Paredón y Tambillos del Inca. cuales simientos están hoy en día. Y no
Posiblemente seguía al sur por la calle Ban- digo de ellos por estar tan arruinados.
dera en dirección a Calera de Tango, el ce-
rro de Chada, la angostura de Paine y Cerro Las fortificaciones incaicas localizadas
Grande de La Compañía. al sur del río Maipo revelan cierto clima de
inestabilidad y la necesidad de defensa de
Carecemos de información sobre su grupos hostiles más meridionales. La guerra
continuación más al sur, pero el cronista Ge- para los incas estaba estrechamente relacio-
rónimo de Vivar, en 1558, relata la existencia nada con la religión, y los combates con sus
de dos puentes colgantes incaicos sobre el río adversarios estaban cargados con un fuerte
Maipo, uno de los cuales posiblemente coin- contenido ceremonial. En el caso del pukara
cida con el actual puente Los Morros. Estos de Chena, al sur de Santiago, este sitio incai-
debieron conectar con el camino reciente- co se levanta sobre una estribación del cor-
mente descubierto en el río Yeso, tributario dón de Chena, desde donde domina visual-
andino del río Maipo, el que parece dirigirse mente el curso medio del río Maipo, la an-
a la cuenca trasandina del río Tunayán. gostura de Paine y la wak’a incaica de Chada,
que controlaba un asentamiento de la cultura
Hacia el sur, el camino pasaría por Alto Aconcagua situado a los pies de este cerro-is-
Jahuel hasta llegar al río Cachapoal, sobre la. Al sur de la angostura de Paine, en el cerro
el cual habría existido otro puente colgante grande de La Compañía, conocido también
incaico y posteriormente uno colonial. Su como Cerro del Inga, está el asentamiento
continuación se desconoce, pero algunos ves- más meridional del Tawantinsuyu.
tigios antiguos situados al sur del Cachapoal,
como el cementerio de Rengo, la fortaleza de
8 Vivar, G. 1979 (1558). Crónica y relación copiosa y verdadera de los
La Muralla, el petroglifo Sol de San Pedro de Reinos de Chile. Ed. Leopoldo Sáez Godoy, Berlín.

162
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

situado al sur del río Cachapoal y frente a la


laguna de Tagua Tagua, presenta muros con
características foráneas, pero no se ha esta-
blecido aún su afiliación incaica.

Así, a 2500 kilómetros del Cusco, La


Compañía marca por ahora el límite me-
ridional del dominio efectivo de los incas,
después del cual se extendía una amplia e
inestable zona de frontera, plagada de grupos
belicosos, donde la penetración incaica tenía
el carácter de simples incursiones.

De allí al sur, los avances cusqueños


tomaron la forma de expediciones, contac-
tos esporádicos y conquistas fallidas. Esto
se debió quizá a que la organización de sus
habitantes no se acomodaba al sistema de
Fig. 105. Subsección Santa Ana - Valle Colorado,
tramo Quebrada Grande - Las Escaleras. Foto dominación incaica, porque no había el tipo
Qhapaq Ñan Argentina (Ar-Qge-01 / C-2011). de recursos mineros que interesaba al Tawan-
tinsuyu, o simplemente debido a que la tenaz
El fuerte revela que los incas encaraban resistencia ofrecida por los habitantes de esas
amenazas de grupos sureños. A los cronistas tierras generaba costos en vidas y recursos
europeos, por ejemplo, se les dijo que Thopa materiales que superaban ampliamente los
Yupanki decidió fijar el lindero meridional beneficios (Berenguer 2011).
del imperio en el río Maule. Quizá fue una
manera decorosa de decir que los ejércitos del El otro camino que se dirige hacia el sur
inca se toparon allí con las mismas tribus que nace en Cochabamba y Chuquisaca, e ingresa
tanta resistencia opusieron posteriormente a al norte y centro andino de la actual Repúbli-
los españoles en la Guerra de Arauco. La ba- ca Argentina. La red vial incaica se extiende
talla del Maule, mencionada por varios cro- por siete provincias: Jujuy, Salta, Tucumán,
nistas, donde las tropas incaicas habrían sido Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.
derrotadas, señala probablemente este punto En ese ámbito geográfico, los incas construye-
de inflexión en los afanes de conquista de los ron alrededor de 3000 kilómetros de camino,
cusqueños hacia el Chile austral. que cruzaban la alta puna, valles y quebradas
de las antiguas provincias hispánicas del Tu-
De hecho, no se han encontrado asenta- cumán y Cuyo, y llegaban al actual Chile a
mientos probadamente incaicos más allá del través de varios pasos cordilleranos, entre los
bastión de La Compañía. El sitio La Muralla, cuales el más austral era el de Uspallata.

163
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 106. Construcción de barro en Angualasto, tramo Angualasto - Colangüil. Foto Qhapaq Ñan Argentina
(Ar-Anc-13 / Cs-2011).

Hoy sobreviven más de un centenar de Constituyó una suerte de red que comu-
segmentos de vialidad inca en diferentes ám- nicó todo el territorio bajo el dominio político
bitos naturales y paisajes culturales de Argen- del inca. Dibujada dicha red en un mapa, se
tina. Por otro lado, no era menor la cantidad puede apreciar su trazado serpenteante desde
de tambos y otras instalaciones enlazadas por el Cusco al Titicaca, a Potosí y hasta Uspallata,
tal red caminera. Construidos en barro y pie- con un sentido general coincidente con el del
dra, se han relevado restos de alrededor de 180 macizo andino, y ubicado principalmente en
de tales estructuras, que van desde grandes territorios ubicados entre los 2000 y los 3500
fortalezas, como los pukara de Andalgalá o del metros de altura sobre el nivel del mar.
Aconquija, hasta pequeños puestos camineros.
Ramales secundarios comunicaban, por
El Qhapaq Ñan debe ser considerado no ejemplo, las principales explotaciones mine-
como una única vía, sino más bien como varios ras con los centros de poder y consumo. Así,
ramales conectados y complementados por vías por el salar de Diablillos pasaba una senda
secundarias y transversales. El tronco principal que comunicaba las vetas cupríferas de Abra
del camino ingresa al territorio argentino en de las Minas con Coyparcito, en la región de
el Tambo Real de Calahoyo (actual límite con Antofagasta de la Sierra. En la sierra riojana
Bolivia) y se ramifica profusamente hacia dife- de Famatina quedaron restos de las vías traza-
rentes puntos neurálgicos de variadas regiones. das en busca del oro y cobre en Pampa Real,

164
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

lo mismo que de los vínculos entre Chaquia- Por lo general, el Qhapaq Ñan, sus ra-
go y Andalgalá y Quillay en valle de Hualfín, males y sus tambos de apoyo fueron construi-
con el cobre de Capillitas, y con Ingenio del dos en lugares que reunían las condiciones
Arenal con el Nevado de Aconquija. naturales apropiadas, como agua potable,
pasturas para los camélidos de carga, terre-
Otros ramales se apartaban del camino nos aptos para la agricultura y suelos firmes
principal en busca de ambientes naturales de alejados de las zonas pantanosas.
mayor fertilidad, más aptos para la actividad
agrícola, o se dirigían a zonas favorables para Los segmentos de camino técnicamente
la instalación de almacenes o qollqas, como en más elaborados se localizaban en las quebra-
Coctaca, Rodeo de Humahuaca, Titiconte de das del Toro y de las Capillas, Iruya, Santa
Iruya y los Colorados, con su conexión por Ana-Valle Colorado en Valle Grande, Jujuy y
el oriente con el Shincal de Quimivil y Los el Shincal de Quimivil. En ellos aparecen tra-
Graneros de La Poma. mos empedrados en cornisa, con escalinatas
de piedra para salvar las pendientes más pro-
Algunos ramales del Qhapaq Ñan se di- nunciadas. Otros tramos iban encerrados en-
rigían a guarniciones fronterizas del borde tre muros y están elevados, como por ejemplo
oriental del imperio, como se infiere de las en las vecindades del Shincal, Tastil, Queta,
conexiones del pukara de Aconquija con Cha- Ranchillos, Titiconte, La Huerta, La Ciuda-
quiago de Andalgalá. cita o Nevado del Aconquija, Chaquiago de
Andalgalá y Tilcara.
Las características técnicas de la red vial
alcanzan desde la simple senda o rastrillada, Como ya se ha mencionado, el tronco
fruto del propio tráfico, pasando por las va- principal del Qhapaq Ñan ingresaba en el ac-
riantes de sendero despejado y amojonado, tual territorio argentino en el Tambo Real de
sendero en cornisa y con escalinatas pétreas. Calahoyo, situado en el límite con la actual
Es decir, distintas formas han ido aparecien- Bolivia, a la altura del paralelo 22º S. Según
do en una sucesión creciente de segmentos el cronista Antonio de Herrera ([1601-1615]
1730), provenía directamente del Cusco por
En otros casos, la senda iba por zonas Puno, Sillustani y Chucuito al poniente del
llanas en el fondo de bolsones que, por su am- lago Poopó, por Oma Porco de Aullagas, la
plitud, permitieron ubicarla a cierta distan- parte oriental del salar de Uyuni, Tupiza y
cia de los ríos, como en Yocavil (Santa María) Talina, hasta el mencionado tambo de Ca-
Calchaquí y Hualfín. En las planicies pune- lahoyo, Rinconadilla y el Moreno. Un ramal
ñas, el camino era una recta marcada por la importante se dirigía hacia la Quebrada de
remoción de piedras y en algunos tramos por Humahuaca, pasando por los tambos Alto
mojones. Pero en los valles serranos tenía un Zapagua y Hornadita, y conectaba las ins-
trazado serpenteante, en concordancia con la talaciones de Juire, Putuquito, Coctaca, Ro-
topografía de cañones y serranías. dero, Peñas Blancas, Cerro Chisca, Yacorai-

165
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 107. Camino subsección Putre - Zapahuira. Foto Qhapaq Ñan Chile (Ch-Ps-01 / C-2009).

te, Campo Morado, La Huerta, Puerta de la Calchaquí, que recorría longitudinalmen-


Huerta, Perchel y Tilcara. El Camino del Inca te. En este valle, de norte a sur, los estable-
conectaba todos los enclaves, desde Maimará cimientos conectados eran Corralito, Ca-
hasta Inca Cueva (Alto Zapagua) y en ciertos pillas, Corral Blanco, Potrero de Payogas-
sitios consistía en la remodelación de trazas ta, Cortaderas, Puerta de la Paya-Guitian,
anteriores. Hay todavía segmentos claramen- Angastaco y Animaná.
te visibles en Inca Cueva, Zapagua, Horna-
ditas, Chisca, Yacoraite, Campo Morado, La Entre la gran cantidad de los picos
Huerta, Perchel, Puerta de Juella y Tilcara. montañosos de la región, incluyendo el nor-
Desde Humahuaca hacia el naciente había te de Chile, sur de Bolivia y noroeste de Ar-
ramales del Qhapaq Ñan que enlazaban te- gentina, el volcán Llullaillaco, en la provin-
rritorios orientales como las quebradas de cia de Salta, destaca por su altura e impor-
Iruya, Santa Victoria Oeste y el Valle Grande. tancia. En él se ha registrado el adoratorio
de altura más importante de la Argentina,
En la puna, el Qhapaq Ñan descen- a juzgar por la energía invertida en la cons-
día hacia la quebrada del Toro por Punta trucción de los numerosos edificios que van
Ciénaga, y torcía hacia el suroeste por las desde la base hasta la cima, el camino y tam-
Cuevas IV hasta el suburbio noroeste de bién las características de las ofrendas allí
Tastil, de donde se dirigía hacia el valle depositadas hace cinco siglos.

166
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

El camino recorría después el faldeo visibles ruinas muy deterioradas de un tam-


occidental del valle de Yocavil, y enlazaba pu. Atravesaba la sierra de Copacabana para
importantes instalaciones como Tolombón, arribar a la Tambería de los Cazaderos, y
Pichao, Quilmes y Fuerte Quemado, donde luego seguir por el valle y la sierra de Fama-
han sido estudiadas importantes minas in- tina, donde subsiste arquitectura incaica en
caicas. En el extremo meridional de ese valle Tambería Inca, Pampa Real y Negro Overo,
se levantaba el importante establecimiento y superar el valle de Vinchina por Rincón del
de Punta de Balasto, o Ingamana, según el Toro y Guandacol.
topónimo histórico. A partir de este último
y del de Hualfín, situado en la cabecera del Una serie de caminos transversales
valle homónimo, los reconocimientos del te- atravesaba la cordillera de los Andes y co-
rreno son escasos. municaba los territorios situados allende y
aquende de esta, en lo que hoy son Argen-
Ingamana constituyó una especie de tina y Chile. El macizo andino fue cruzado
nudo caminero, un lugar de unión o tinkuy en tiempos preincaicos, incaicos e históricos
del cual se desprendían varios ramales. Uno por innumerables senderos, mediante dife-
se dirigía al sureste y ascendía a los nevados rentes formas de transporte. Los pobladores
del Aconquija por los tampus de Huehuel (o originarios lo sortearon a pie, y luego va-
Becovel) y Campo Colorado, a 3700 y 4700 liéndose de la llama como animal de carga.
metros de altura, respectivamente. Otro se Con el advenimiento del caballo se abrieron
desprendía hacia el occidente, en dirección al nuevas posibilidades, después vinieron las
valle de Hualfín, y pasaba por el Campo del vaquerías o traslado de vacunos en pie, y por
Arenal o de los Pozuelos. Otro conectaba los último llegaron los vehículos sobre ruedas,
establecimientos Ingenio del Arenal y Méda- primero con tracción a sangre y luego mo-
nos con Chaquiago de Andalgalá, pasando torizados. En cada caso, los caminos fueron
por las sierras de Capillitas. Es probable tam- adaptados a la respectiva modalidad.
bien que desde el último se desprendiera un
ramal en dirección al pukara de Aconquija. Un poco más al sur, otra senda une la
A partir de los Nacimientos y de Hualfín, el presente región sanjuanina de Jáchal, Angua-
Qhapaq Ñan retomaba su rumbo sur-suroes- lasto, Tocota y el Parque Nacional de San Gui-
te y conectaba los establecimientos imperia- llermo, por el paso de Agua Negra, con la zona
les de Hualfín, Quillay, Shincal, Tambillos de minera hoy denominada Almirante Latorre y
Zapata y Watungasta. Desde allí comenzaba Vicuña, en Chile. En ellas se han reconocido
una lenta ascensión a la cordillera de los An- varios tambos y rastrilladas incaicas que co-
des en dirección al valle chileno de Copiapó. nectaban los valles preandinos sanjuaninos
con la región hoy chilena de Calingasta, a las
El Sistema Vial Andino Qhapaq Ñan regiones de Illapel o Combarbalá. Sobre su
continuaba hacia el sur y entraba en terri- traza se han encontrado varios restos de pre-
torio riojano por Costa de Reyes, donde son sencia inca a ambos lados de la cordillera.

167
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Finalmente, el Camino Inca más austral que fueron especialmente adiestradas desde la
conectaba el sur de la actual San Juan con el infancia, para operar dentro de un sistema de
alto valle de Uspallata (hoy Mendoza), y en- postas de corredores que llevaban mensajes y
cadenaba las instalaciones incaicas de Cié- pequeños objetos en el curso de unos pocos
naga de Yalguaraz, El Leoncito, Tambillos, días, a lo largo de los diversos asentamientos
Ranchillos y Tambillitos. Desde allí trasponía del Tawantinsuyu. Gracias a los chaskis y su
los Andes al sur del cerro Aconcagua, en di- dominio sobre las rutas en las que ellos ope-
rección a las presentes áreas chilenas de Qui- raban, los incas y los demás funcionarios del
llota, Colina, Mapocho, Maipo y Cachapoal, Tawantinsuyu podían recibir información de
donde igualmente se ha reunido evidencia de las ocurrencias en lugares muy alejados del
ocupación efectiva inca. Cusco, en el lugar donde ellos estuvieran.

La red de chaskis, al parecer, así lo per-


2.2. Usos del Qhapaq Ñan y formas de mitía. Estaban ubicados en unos lugares lla-
recorrerlo mados chaskiwasis, donde vivían con su fami-
lia. Estos chaskiwasis estaban distribuidos en
Si bien no había caballos en tiempos pre- ciertos puntos del camino, a distancias sufi-
vios a la llegada de los españoles, es menes- cientes como para que los mensajeros pudie-
ter tener en consideración que estos puen- ran llegar velozmente de una posta a otra, y
tes y caminos estaban al servicio de per- transmitir o entregar su “correo” en tiempo
sonas, pero también de animales de carga, mínimo. Los mensajes, al parecer, estaban
como las llamas, que eran los acompañantes consistentemente asociados a los khipus, don-
habituales de los caminantes. Los ejérci- de estaba recogida la base de la información
tos incaicos que transitaban por ellos eran que los especialistas khipukamayuqs podían
cientos, y a veces miles de personas, acom- descifrar a partir de los códigos que ellos co-
pañados siempre con llamas en una canti- nocían. No se sabe de otra forma de registro
dad igualmente considerable. La imagen documental, aun cuando queda por examinar
de los caminos peatonales simples, para el los códigos que están detrás de unas figuras
tránsito de una o dos personas debe restrin- geométricas asociadas a los tejidos, llamadas
girse seguramente a los caminos domésticos tokapu, así como aquellas aún misteriosas “ta-
y, en todo caso, tal vez relacionarlo solo a blas” con las historias de los incas, a las que
los chaskis y caminantes ocasionales. se refieren algunos documentos del siglo XVI.
De cualquier modo, lo que sabemos es que los
Los chaskis son ciertamente un compo- chaskis llevaban khipus.
nente importante de la red vial, dado que
ellos cumplían una función de correos para el El trajín de los chaskis debe haber sido
traslado oportuno y eficiente de las noticias cotidiano, manteniendo la red operativa
que el aparato político requería para el fun- todo el año. Pero el uso más importante, y
cionamiento del Estado. Se trata de personas que seguramente requería un aparato per-

168
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 108. Tambo Incawasi de Huaytará, estratégicamente ubicado en el camino transversal que baja de
Vilcashuaman a la costa, conectando centros administrativos inca como Tambo Colorado o anteriores como
La Centinela, construido originalmente por los chinchas. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

manente de mantenimiento, con constantes funcionarios que debían cubrir las tareas
reparaciones, parece asociarse al traslado de su especialidad en diversos lugares del
masivo de los ejércitos y las comunidades imperio, para conducir talleres textiles, de
íntegras de mitimaes, hechos con fines eco- orfebrería o alfarería, u obras de ingeniería
nómicos o estratégicos entre lugares a veces hidráulica, agraria, civil o arquitectónica.
muy distantes. Todos ellos, además del inca y su corte, que
se asocia a los traslados de los ejércitos, ha-
No debe dejar de considerarse que el cían uso de esta red vial.
uso de los caminos incluía el tránsito cons-
tante de los trabajadores mit’ayoq que debían Los soldados andaban en grupos de
cumplir obligaciones para el Estado fuera de magnitud muy variada, y con frecuencia iban
su ámbito doméstico de operación, o el tras- premunidos de un avituallamiento estratégi-
lado de los curacas con sus respectivas cortes co caudaloso, aun cuando el imperio contaba
en sus visitas a las comarcas de su dominio. con un sistema muy cuidado de almacenes o
depósitos de víveres, ropa y armas a lo largo
Asimismo, debe tenerse en cuenta el de los caminos principales. De modo que una
necesario desplazamiento de los kamayuq, caravana militar estaba ciertamente cons-

169
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 109. Camino delimitado por muros saliendo a Raqchi. Sección del tramo Cusco - Desaguadero, provincia
de Canchis, Cusco, en el camino al Qollasuyu. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

tituida por el doble, o más del doble, de los caminar más de dos o tres personas juntas,
soldados en sí mismos, así como de una can- unas al lado de otras. Había caminos de 2 o 3
tidad notable de llamas, que además de facili- metros de ancho, y varios de ellos eran largas
tar el transporte de carga de los bastimentos, escalinatas que obviamente deben haber lle-
proporcionaba carne y eventualmente lana y vado más tiempo para su traslado que aque-
cuero. Si se advierte que una campaña militar llos que tenían más de 10 metros de ancho.
podía demorar meses e incluso años, este tipo
de aparato logístico era necesario. Los cami- Si bien hay la sugerencia que había ca-
nos de la red lo permitían. minos militares y otros administrativos, es
posible que los primeros se reduzcan a aque-
Sabemos que si bien muchos de los tra- llos que estaban operativos en las zonas con-
mos del Qhapaq Ñan eran lo bastante anchos sideradas fronterizas en su momento, donde
como para permitir el desplazamiento de además estaban instaladas fortalezas y otros
grandes cantidades de personas, organizadas recursos propiamente militares. Ese debe ser
seguramente mediante el sistema decimal que el carácter que tenían los caminos del extre-
servía de referente a la contabilidad estatal in- mo norte, en la región del Guayllabamba, el
caica, muchos de los caminos eran bien angos- Chota y el Mira, en tierra de los Caranquis y
tos, de modo que en varios tramos no podían Pastos, así como los caminos de penetración

170
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 110. Templo del Sol y de La Luna en Vilcashuaman (Ayacucho, Perú), punto intermedio entre la ciudad de
Cusco y el centro administrativo de Huanuco Pampa, conectados por el Qhapaq Ñan o camino troncal de la
sierra. Evidencia recurrente de la imposición del poder español construyendo sus iglesias sobre los principales
asentamientos originarios. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

hacia la Amazonía y los que estaban en tierra sarrollaron con gran éxito. Había pueblos
Mapuche y Huarpe en el extremo sur. Es lo cañaris de Ecuador, o de Chachapoyas, o de
que deberían ser, igualmente, los caminos ve- Trujillo en los valles del Cusco, pero también
cinos a los Chiriguanos del oriente boliviano. cusqueños y mochicas en otros puntos del
Tawantinsuyu, que cubrían tareas produc-
De algún modo, todo el Qhapaq Ñan, tivas eficientes. Comunidades enteras eran
especialmente en las rutas que conectaban trasladadas de un punto a otro para resolver
las ciudades más importantes, estaba pre- problemas de sobrepoblación, de subocu-
parado para transportar a los ejércitos, y pación, o de carencia o exceso de mano de
eso servía igualmente para el traslado de los obra, sin importar la distancia. El Qhapaq
mitmaq, que forma el segundo contingente Ñan hacía posible los traslados de cientos de
masivo de caminantes. personas de todas las edades y género. Con la
misma facilidad podían retornar a sus lugares
La administración de mitmaq (o mi- de origen, tal como ocurrió durante el pro-
timaes) era de una de las estrategias tanto ceso de conquista de los españoles. En pocos
políticas como económicas que los incas de- días quedaban deshabitadas zonas y ciudades

171
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

enteras incaicas, haciendo que lugares como tes de bienes podían tener como dirección el
Huánuco Pampa o Pumpu quedaran en poco Cusco, pero frecuentemente servían también
tiempo convertidos en pueblos fantasmas, a los mecanismos de complementariedad
totalmente desocupados. que caracterizan la economía andina. Así,
los caminos transversales, que permitían el
Pero, en realidad, no se debe pensar que intercambio de productos de diversos pisos
los caminos eran habilitados para solo ser- ecológicos, constituían un factor integrador
vir a los intereses administrativos o econó- vital para los pueblos que se beneficiaban con
micos del Estado, aun cuando todos tenían esos intercambios, y para el Estado, que de
una conexión en ese sentido, dado que co- ese modo podía cubrir sus programas redis-
municaban los centros de poder de los incas tributivos de manera eficiente.
y permitían la distribución y circulación de
los bienes producidos para esos fines. En mu- Si bien la tributación estaba especial-
chos casos, los caminos ayudaban a levantar mente orientada hacia la explotación del
nuevos centros de producción o impulsaban trabajo de las comunidades incorporadas al
el desarrollo de zonas de baja productividad, Incario, el traslado de los bienes era una par-
habilitando sistemas de riego o terrazas agrí- te importante del régimen, y constituía, de
colas cerca del camino, aun con inexistencia algún modo, la renta que el Estado asumía
de centros poblados, propiciando así proce- como base para, a través de la redistribución,
sos de poblamiento en lugares deshabitados mantener su poder. Es así como el trabajo de
pero aptos para determinadas formas de pro- los mitmaqkuna de Cochabamba, en Bolivia,
ducción o explotación de recursos. se traducía en cuantiosas cargas de maíz que
eran llevadas al Cusco por extensas caravanas
Desde luego, varios caminos fueron he- de llamas, y ocurría lo mismo con los carga-
chos en la dirección de cubrir comunicacio- mentos de hojas de coca, que además tenían
nes con centros administrativos incaicos, y centros de almacenaje, como los de Huánuco
esto puede asignarles una originaria función y Paria, ligados a las “montañas” orientales
administrativa, del mismo modo como varios donde se producían.
caminos fueron claramente programados y
construidos con destinos explícitamente eco- La investigación de Walter Sánchez
nómicos, vinculados especialmente a puntos (2008) aborda los procesos de cambio ocu-
de explotación de materias primas, como mi- rridos en los valles y yungas de Cochabama
nas, o a lugares de interés agrícola-hidráuli- durante el Horizonte Inca (1400-1538 d.C.).
co, como las lagunas de origen del agua para Enfatiza la importancia de comprender los
riego de algunos valles o cuencas. Asimismo, procesos de cambio social relacionales gene-
servían para transportar los minerales, ma- rados por la presencia incaica en los valles y
deras, plumas, materiales textiles como lana, los yungas, en donde se orienta a compren-
algodón u otra clase de fibras, alimentos o der el proceso histórico de restructuración
bienes destinados al culto. Estos transpor- poblacional local.

172
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 111. Aqllawasi, restaurado por J. C. Tello, quien lo llamó “Mamaconas”, y laguna de Urpi Wachac. A la
llegada de los españoles, en 1533, Pachacamac era el santuario más importante de la costa. Foto Rommel
Ángeles Falcón, Museo de Pachacamac, Ministerio de Cultura del Perú.

Sánchez, realiza un acercamiento estrictamente esa función, como la de co-


descriptivo a la red vial que conectaba los municar a los pobladores de una región con
valles, la puna y los yungas de Cochabam- la cumbre más alta de ella o de la laguna,
ba. Examina los entramados relacionales donde estaba el Apu principal o la pacarina,
que se establecieron entre estas zonas, que a los que se debía rendir culto en épocas de-
incluyeron sistemas de intercambio de terminadas del año.
productos, ideas y tecnologías (Sánchez
2002, 2007a, 2008). Es probable que muchos de los apus y
pacarinas fueran servidos por caminos comu-
Por cierto, la red vial no se agotaba en nes, domésticos, pero algunos tan importan-
los servicios económicos o militares en los tes como el de Copacabana, en la península
que, sin duda, basaban su existencia. Hay de ese nombre en el lago Titicaca, tenían
también razones de origen cultista o religio- caminos igualmente importantes. Si bien el
so a las que debemos asociar la construcción caso de Pachacamac es especial, dado que
de los caminos. Muchos de los caminos iban no solo era el santuario más importante del
y se originaban en la existencia de lugares Perú, sino también el segundo centro urbano
sagrados o de santuarios. Algunos tenían en importancia después del Cusco, hay que

173
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

decir que el camino a Pachacamac era ori- 2.3. La construcción del Qhapaq Ñan
ginalmente uno de los mejor elaborados y
servidos. Lo era desde la época del Imperio La traza de los caminos incaicos es el resto
wari, tanto en la ruta de la costa (por la que arqueológico contiguo más grande que existe
viajaron en 1533 los primeros españoles desde en Sudamérica. Como los incas carecieron de
Cajamarca hasta este lugar que llamaban “la sistemas de transporte con ruedas, las dimen-
mezquita”), como por la de la sierra (el Qha- siones y rasgos constructivos viales se adapta-
paq Ñan), que lo enlazaba con Jauja en el en- ron a la geografía y al tránsito de peatones y
torno de la antigua capital del Imperio wari, al arreo de llamas. Por ende, sus dimensiones
por el que retornaron los primeros españoles y características constructivas respondieron
que viajaron por el país. a estas necesidades de circulación de perso-
nas y de bienes en su máxima extensión.
El Qhapaq Ñan pasaba por los peque-
ños y grandes centros poblados del Tawan- Los propósitos que guiaron su construc-
tinsuyu o cerca de ellos. En realidad, no ción, o transformación de los caminos prein-
siempre cruzaba los poblados y muchas ve- caicos, responden a un conjunto de factores
ces el camino principal se conectaba con la imprescindibles para la expansión del Tawan-
ciudad mediante un tramo especial que era tinsuyu: los políticos, militares (desplazamien-
construido con ese fin específico. De modo to y abastecimiento de los ejércitos, recorrido
que uno podía avanzar por el camino sin de las provincias por el inca, funcionarios y
tener que entrar a la ciudad. Es la manera administradores), económicos (movilización
como estaban conectados los centros cordi- de la fuerza de trabajo, productos agrícolas,
lleranos de Quito, Tomebamba, Cajamarca, materias primas y bienes manufacturados),
Huánuco Pampa, Pumpu, Xauxa, Vilcashua- socioculturales (vinculación e integración ét-
mán, Cusco, Raqchi, Hatuncolla, Chucuito, nica de las múltiples unidades políticas que
Chuquiabo, Paria, Catarpe, Tilcara, La Paya, lo conformaban), y religiosas (acceso y pere-
Andalgalá, Chilecito, Uspallata, y otros cen- grinación a las principales wak’as, ceremonias
tros menores de más al sur, y es la manera anuales y rituales de la Qhapaq Hucha).
en que todos estos centros estaban, a su vez,
conectados con los de la costa y con otros Gran parte del Qhapaq Ñan existía an-
de segundo y tercer rango. Los centros cos- tes de la expansión inca. El despliegue de in-
teños más sobresalientes eran los de Túm- geniería civil y de movilización laboral en las
bez, Chiquitoy, Chan Chan, Chimú Capac, provincias supone una capacidad organizati-
Pachacamac, Incahuasi, Tambo Colorado y va y de mando que los incas heredaron de las
Paredones de Nasca9. experiencias políticas y logros tecnológicos
de gobiernos previos, como Wari, Tiwanaku,
Mochica, Chimú y Lupaca, llevándolos a una
nueva escala espacial y estructural (Hyslop
9 Los nombres aquí consignados están puestos siguiendo la
ortografía castellana. 1984, Lumbreras 1999: 114-116).

174
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 112. Subtramo Quebrada Huatuchi - Plaza del Inca -Las Aradas, Ecuador. Foto Mónica Bolaños, año 2011.

Para financiar semejante obra, se requi- Dos caminos principales corrían a tra-
rió la movilización de una enorme fuerza de vés del Tawantinsuyu: uno a lo largo de la
trabajo, como lo comenta Cieza de León: costa y el otro en las tierras altas, mientras
que caminos transversales conectaban a to-
[...] los veedores yban por las provinçias das las poblaciones importantes con estos
marcando la tierra y los yndios que avía de caminos y entre sí (Hyslop 1984: figura 1.1).
una a otra, a los quales mandava que hizie- El camino de las tierras altas comenzaba en el
sen los tales caminos: y así se hazían desta río Ancasmayo, sobre la actual frontera en-
manera que una provinçia hazía hasta otra tre Colombia y Ecuador, corría hacia el sur
a su costa y con sus yndios y en breve tienpo a través de los centros de Quito, Tumipam-
lo dexavan como se lo pintavan, y otra hazía pa, Huancapampa, Cajamarca, Jauja, Vilcas y
lo mismo y aun, si era necesario, a un tienpo Cusco hasta Ayavire, donde se dividía en dos
se acava[va] gran parte del camino o todo él. para ir bordeando el lago Titicaca. En Bolivia
Y si allegavan a los despoblados, los yndios atravesaba el Altiplano hasta Chuquisaca, y
de la tierra dentro que estavan más çircanos luego bajaba a través de Tupiza hasta Tucu-
venían con vituallas y herramientas a lo mán, Argentina. Un ramal corría hasta la cos-
hazer, de tal manera que con mucha alegría ta, en Coquimbo, y seguía bajando por ella
y poca pesadunbre era todo hecho (Cieza hasta la cuenca de Santiago de Chile, mien-
de León [1553: cap. XV] 1996: 41-42). tras que otro atravesaba Argentina hasta las

175
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

de los incas” que conducía del valle de Apolo


a Ixiamas, hacia el río Madre de Dios, cuyos
vestigios eran todavía visibles dos siglos más
tarde, según Armentia en 1890 (Saignes 1985:
18). El dominio incaico sobre las colinas del
alto Beni queda bien probado mediante la
presencia de una calzada que atestigua su pe-
netración en profundidad. La zona fue erigi-
da en “provincia de los chunchos”, cuya cabe-
cera administrativa era el pueblo de Ayaviri,
Cane o Zama, según los cronistas. Este fue el
pueblo que cruzaron las primeras expedicio-
nes españolas desde el Collao, y que en 1563
constituía todavía el límite nororiental de la
Audiencia de Charcas (Saignes 1985, Renard
Casevitz et al. 1988).

El gran camino de la costa comenzaba en


Fig. 113. Sección del camino Shuid - La Moya,
Tumbes, donde un ramal lateral lo conectaba
cantón Alausí, provincia de Chimborazo. Talud con el camino de las tierras altas. Seguía por
alto para proteger camino en ladera. Instituto la costa atravesando los valles por lo menos
Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador. Foto
Fernando Espinoza.
hasta Arequipa. Este camino de la costa po-
día alcanzar los 4 y 5 metros de ancho. Cuan-
proximidades de Mendoza, antes de cruzar do pasaba a través de valles irrigados, estaba
los Andes. Ramales transversales conectaban revestido con paredes de barro moldeado, y
Cusco y Nasca, Cusco y Arequipa, Chuchito a veces, según Estete (1534), estaban pintadas
y Arequipa, Jauja y Pachacamac, Chan Chan con figuras de animales y otros dibujos.
y Cajamarca (Rowe 1946: 230).
Según testimonio de Xerez, en 1534, una
Una gran trama de caminos secunda- acequia corría a lo largo de su vera y en algu-
rios unía cada población del Tawantinsuyu, y nos lugares árboles frutales sobrepasaban las
otros se extendían hacia el oriente, hasta las paredes para dar sombra. Sin embargo, cuan-
provincias de Chachapoyas en el norte y Pau- do cruzaba desiertos arenosos, el camino era
cartambo en el sur. Por la región Carabaya, al una simple huella en la arena, marcada a in-
este del lago Titicaca, los incas lograron pe- tervalos mediante marcas o postes. Cuando
netrar en los Andes orientales. Pruebas ma- cruzaba cerros empinados o promontorios
teriales atestiguan esta penetración: caminos rocosos, se estrechaba hasta un metro de an-
y fuertes. Misioneros franciscanos recorrie- cho y estaba cortado en la roca o sostenido
ron desde Carabaya una “ancha calzada real mediante un muro de contención. Si ame-

176
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

nazaba un derrumbe desde arriba, se cons-


truía otro muro en el interior para detenerlo
(Cobo [1653] 1890).

El camino de las tierras altas era más


angosto, pues el terreno quebrado exigía una
mayor habilidad de los ingenieros. En laderas
empinadas zigzagueaba para reducir el decli-
ve, y donde era necesario estaba provisto de
escalones de piedra. En lugares pantanosos o
en áreas sujetas a inundaciones corría sobre
una calzada construida con bloques de tierra
con césped. A veces estaban pavimentadas
con piedras planas y a ciertos intervalos te-
nían alcantarillas techadas con lajas (Cobo
[1653] 1890).

El camino de Phuyupata Marka a Sayaq


Marka, despejado por la expedición cientí- Fig. 114 Calzada ubicada en la zona de Rapaz,
fica Wenner-Gren (Fejos 1944) en la región provincia de Oyón, Departamento de Lima.
de Machu Picchu, tiene alrededor de un me-
tro de ancho. Está pavimentado con piedras En sus dimensiones y características, el
planas, y en laderas empinadas está sosteni- Qhapaq Ñan constituye un fenómeno no-
do mediante muros de contención de 3 a 4 vedoso que surgió en respuesta a las nece-
metros de alto. Rodeando un peñasco, pasa a sidades de la expansión inca. La disposición
través de un túnel de unos 5 metros de largo, de los dos caminos principales y los ramales
ensanchando una pequeña grieta natural de transversales muestran cómo se buscó llevar
manera que un hombre puede caminar ergui- a un máximo la circulación de productos
do a través del mismo. El piso del túnel está de los distintos pisos ambientales, desde el
cortado en escalones bajos (Fejos 1944). oriente de la cordillera hasta el océano Pa-
cífico. En este sentido, combinó variados
En épocas preincaicas existieron calza- paisajes naturales y culturales con gran di-
das y caminos regionales que fueron desarro- namismo y rapidez de desplazamiento. Per-
llando los señoríos. Tal vez el camino costero mitía la comunicación y la integración de
que conectaba las poblaciones de los valles un gran número de diferentes sociedades
—desde el territorio chimú hasta Pachaca- que fueron incorporadas al Estado Inca. Im-
mac— haya estado en uso muchos siglos an- portantes centros políticos preincaicos que-
tes. Lo mismo pudo ocurrir en tramos entre daron asociados a través del Qhapaq Ñan
centros importantes de la sierra. en zonas densamente pobladas, como los

177
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 115. Complejo arqueológico de Pumapungo, Cañari - Inca, en Cuenca, Ecuador. Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural del Ecuador. Foto Andrés Solano.

valles costeros del Perú, las hoyas serranas El trazado de la red vial incaica respon-
de Ecuador, o zonas pastoriles del Altipla- dió a factores geográficos (suelo arenoso, pe-
no. Otras áreas de los Andes poco pobladas dregoso, anegadizo; taludes, desiertos, cruce
cobraron importancia durante el desarrollo de ríos) y socioeconómicos (defensa militar,
del Tawantinsuyu. administración, acceso a minas, articulación
de centros poblados, religión). Otros factores,
Al menos 44 provincias quedaron vincu- como el monto de tráfico que debía sostener
ladas a través del camino troncal de la sierra. la ruta y la fuerza de trabajo disponible para
Entre ellas se cuentan importantes regiones su construcción y mantenimiento, también
como Cajamarca, Huánuco, Laguna de Junín; afectaron la naturaleza material de las vías.
Huanca, Vilcas, Chilque, Lupaca, Colla, Pa-
cajes, Charcas, entre otras. De las divisiones La tecnología desplegada en la cons-
costeras existen registros de 38 asentamien- trucción de los caminos estuvo a cargo de
tos desde Tumbes a Arica; entre los más im- personal especializado que adoptaba las téc-
portantes: Lambayeque, Pascamayo, Chimú; nicas apropiadas a las diversas situaciones de
Chancay, Lurín; Chincha, Ica, Nasca, Moque- la gradiente del territorio andino. La cons-
gua y Arica (Levillier 1942: ver mapa; Rowe trucción variaba en un amplio rango, desde
1946: 186-192; Hyslop 1984, 1990). el empleo de rasgos formalizados en caminos

178
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 116. Templo del Sol en Ingapirca, Cuenca, provincia de Cañar, Ecuador. Foto Jeaneth Coque.

principales (muros de contención, pavimen- En las zonas montañosas, el camino se


to, escalonados, calzadas elevadas, drenajes, planificaba evitando las pendientes mayores
puentes) hasta simples sendas. a 50º, pero las laderas eran inevitables. El ca-
mino de la sierra, del Cusco a Quito, es una
Varias condiciones ejercieron su in- sucesión de tramos ascendentes y descen-
fluencia en la ubicación y las direcciones dentes. Las rutas serranas incorporan curvas
que podía adoptar el Qhapaq Ñan. Los de- suaves y desviaciones para acomodar la traza
siertos atravesados por cursos de agua cons- a las laderas escarpadas, a los pasos montaño-
tituyeron serios obstáculos. En el norte del sos, a los afloramientos rocosos y a otros obs-
Perú, el sector que sale de Piura hacia el táculos. No existen segmentos longitudinales
sur bordea el desierto de Sechura y en las en los flancos de la cordillera, a excepción de
regiones costeras de Ica y Nasca. Donde no los valles áridos del noroeste argentino y nor-
hay buenas fuentes de agua, los caminos se te de Chile, donde los ríos permanentes son
desplazan hacia el interior. En el norte de poco frecuentes.
Chile evita la costa marítima muy seca y en
el desierto de Atacama, transcurre por el El trazado rectilíneo es más común en
piedemonte de la cordillera, donde existen los terrenos planos; por ejemplo, en el Al-
ojos de agua (Hyslop 1984). tiplano o en las zonas desérticas y llanuras

179
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 117. Ushnu de Pumpu, centro administrativo inca construido en la parte oriental de la pampa de Bombón,
distrito de Huayllay, provincia y región Pasco, a 4000 msnm. Foto Ivan Ccachura, Qhapaq Ñan Perú.

irrigadas de la costa peruana. Según Cobo, de terreno arenoso debieron cubrirse a lo


un tramo de unos 25 kilómetros atravesaba largo de la costa peruana y en el desierto de
el valle del río Rímac. Tramos rectilíneos fue- Atacama. La construcción formalizada po-
ron prospectados por Hyslop en el desierto día incorporar paredes laterales levantadas
de Atacama, el valle de Uspallata, el desierto con adobe, tapia o piedra, con un ancho que
entre los valles de Pisco y Chincha, y otro al oscilaba entre 4 y 35 metros. Otra forma era
norte de Santiago de Chile. En síntesis, los el camino marcado por una hilera simple de
incas no aplicaron principios rígidos en el piedras, como ocurría entre Chincha y Pis-
trazado, sino que se adaptaron a la naturaleza co, o simplemente mediante el barrido de
de los paisajes que atravesaban. los trozos de piedra en la traza de la ruta,
como en Atacama.
La edafología y la geología local debían
considerarse en la planificación de cada tra- Los caminos que atravesaban terrenos
mo. El tipo de superficie, ya sea terreno are- agrícolas tenían paredes laterales. Según los
noso, rocoso, anegable, tierras de cultivo y cronistas, esto tenía la finalidad de proteger
praderas herbáceas, generaron distintas res- los cultivos del paso de los viajeros y de los
puestas locales de técnicas de construcción animales de carga. La anchura del camino
(Hyslop 1984: 225-244). Grandes distancias podía variar entre 3 y 10 metros. En la costa

180
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 118. Ushnu de Aypate, centro administrativo inca construido en la sierra de Piura. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

del Pacífico, las paredes eran de tapia, como Picchu (Bingham 1930: 21-27, Fejos 1944: 54-
el tramo en Lunahuaná, valle de Cañete, 58), en Taquesi y en un ramal en Llactapampa
que conduce a Incawasi. Por otra aparte, en (Bolivia). Las calzadas elevadas sobre lechos
la sierra se levantaban con pircas, como en rocosos se rellenaban con tierra, y se solían
el suroeste del lago Titicaca (Hyslop 1984: recubrir con paredes laterales de piedra. La
231-232). El tránsito por praderas herbáceas más famosa es la calzada de Anta, en el Cus-
se daba en regiones por encima de los 4000 co, descrita por Cieza de León ([1553: cap.
msnm, aptas para el pastoreo de camélidos. XCI] 1995: 256).
Estos segmentos pueden observarse hoy en
día en las regiones de páramo en Ecuador En la ruta entre los valles de Lambaye-
y en la puna de Bolivia, hasta alcanzar 16 que y Zaña, la superficie elevada fue creada
metros de ancho. con el relleno extraído de los canales de irri-
gación que discurrían junto al camino (Kosok
La construcción de rutas en suelos hi- 1978: 619-620). En Huánuco, una corta calzada
dratados debía contemplar varias técnicas: atraviesa un pequeño lago al sureste del centro
canales de drenaje, pavimentación del piso y poblado. En los páramos al norte de Ingapirca,
calzadas elevadas. Tramos pavimentados son provincia de Cañar (Ecuador), hay una calzada
visibles en el Cusco, en el sendero a Machu que atravesaba una zona de inundación. En el

181
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

camino del Qollasuyu, una calzada que atra- lones están construidos en piedras de campo, o
vesaba dos bahías bajas al sur de Chuchito fue con poco desbaste, como en tramos de ascenso
descrita por el cronista Cobo (1653) y obser- a la sierra desde el valle de Pisco y en Huánuco,
vada en el terreno por Hyslop (1984: 234-235). donde es posible observar variedad de escaleras
de factura incaica (Hyslop 1984: figura 15.15).
Uno de los mayores desafíos para los
ingenieros estatales fueron las cuestas em- En esta forma, el Camino Inca podía co-
pinadas de los Andes. Hyslop señala cuatro nectar dos puntos en la mitad de la distancia
diferentes clases de cuestas: aquellas que re- requerida por una moderna ruta para vehí-
quieren que el camino ascienda o descienda culos. Las escalinatas exigían un manteni-
una montaña, las cuestas onduladas, los flan- miento continuo por parte de los mitayos que
cos de una serranía, y la combinación de la estaban a cargo, y muchos segmentos todavía
primera con la tercera. están en uso.

Los incas combinaron varias técnicas Por último, en los caminos principales o
constructivas; por ejemplo, los escalonados con sitios importantes pueden aparecer peldaños
muros de contención y excavaciones de la lade- excavados en la roca viva de la cuesta. Este tipo
ra, o con trazados en zigzag. Las escaleras tienen de escalinata exigía la misma clase de tecnolo-
la ventaja de permitir una ruta rectilínea en gía y de trabajo que el que se aplicaba en la
terrenos muy escarpados. En general, los esca- construcción de muros de fina mampostería

Fig. 119. Ushnu o plataforma ceremonial de Curamba, provincia de Apurímac. Foto Gerardo Quiroga,
Qhapaq Ñan Perú.

182
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 120. Plaza central del sitio arqueológico de Tarmatambo, provincia de Junín, sierra central del Perú. Foto
Renzo Giraldo, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 121. Detalle de pared con hornacinas en el sitio arqueológico de Tarmatambo. Foto Renzo Giraldo,
Qhapaq Ñan Perú.

183
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

de piedra. Cieza de León dice que tales esca- in situ hasta que el río fue canalizado. Algu-
lones eran fabricados usando picos y fuego. Es nos de los ríos más grandes son lo suficien-
tal vez significativo que esta clase de albañile- temente tranquilos como para ser cruzados
ría nunca se practicó al sur del lago Titicaca, y mediante balsas. Una balsa de pasaje operaba
sí se presentaba en el camino entre el Cusco y a través del río Santa, en la costa norte (Cieza
Jauja. En cambio, el trazado en zigzag para el 1553, Cobo 1653) y otra todavía se encontra-
ascenso y descenso de flancos montañosos se ba en uso a comienzos del siglo XX en el río
empleó desde Ecuador a Argentina. Azángaro, en Puno.

Los casos más comunes son los cami- Los valles fluviales anchos y profundos
nos en laderas cuando estas se disponen en se franqueaban mediante puentes colgantes
forma paralela a la dirección de la ruta. Si muy bien construidos. Estos se suspendían
la pendiente era menor de 15º, no requería desde cuatro pilares o torres de mamposte-
ningún agregado formal. La tendencia gene- ría, dos a cada lado del río. Para cada puen-
ral de caminos de más de 2 metros de ancho te se necesitaban cinco cables, de unos 40
era incorporar muros de contención latera- centímetros de diámetro, hechos de ramas
les como un medio para disminuir la pen- flexibles retorcidas y trenzadas. Los cables
diente, creando un plano horizontal para el se arrollaban en torno de los maderos de las
tránsito (Hyslop 1984). Una variante de esta torres de sostén, tan tensos como fuera po-
técnica se da en las laderas abruptas, entre sible, y se los aseguraba firmemente. Tres de
30º y 70º de inclinación, donde se usan mu- los cables formaban el piso del puente y los
ros más altos. Un logro notable de ingeniería otros dos las barandillas. Para el piso, se su-
se puede apreciar en un segmento escalona- jetaban palos cruzados a los cables pequeños
do de la ruta inca que corre por el cañón y se cubrían con palos más pequeños y paja.
rocoso del valle medio de Cañete, con una Las barandillas se formaban trenzando una
pendiente mayor a 50º. liana o cuerda hacia atrás y adelante, entre el
piso y los cables suspendidos. El centro de es-
Los ríos caudalosos y encajonados de tos puentes cedía por su propio peso produ-
los Andes requirieron variados recursos para ciendo una comba acentuada y se balanceaba
atravesarlos: construcción de puentes, cruces ante el viento más leve (Rowe 1946: 232-233,
en balsas u otros medios. Los cauces peque- Hyslop 1984: 317-329). Es famoso el puente
ños podían vadearse fácilmente, excepto en sobre el río Apurímac (Squier 1974: 295).
la estación lluviosa. Por estas razones, parte
del tráfico era estacional. A través de un río El Sistema Vial Andino servía de nexo
angosto se colocaban largas vigas y las cu- entre los diversos centros administrativos
brían con tablones y varas transversales. El que fueron instalados en todo el territorio, a
río Huatanay, en el Cusco, tenía un puente distancias de cuatro a seis días de viaje, desde
construido con grandes lajas de 3 a 4 metros el sur de Colombia hasta Mendoza (Argenti-
de largo, muchas de las cuales estaban todavía na) y el centro de Chile.

184
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 122. Vista panorámica del sitio arqueológico de Vitkus o Vitcos, también conocido como Rosaspata, en el
distrito de Vilcabamba, provincia de la Convención, Cusco. Foto Fabrizio Servan, Qhapaq Ñan Perú.

Los de primera jerarquía fueron Qui- si y Tambería del Inca de Chilecito. En los
to, Ingapirca, Tomebamba, Cajamarca, casos de reocupación urbana, los españoles
Huánuco Pampa, Pumpu, Hatun Xau- superpusieron a estos patrones el sistema en
xa, Vilcashuamán, Hatuncolla, Chucuito, damero, característico de todas las fundacio-
Santuarios del Titicaca, Chuquiago, Uma nes realizadas en América. Algunos de estos
Porco, Potrero de Payogasta-Cortaderas, centros han sido destruidos, como Tomebam-
Shincal, Turi y Lasana; por el camino de ba en la actual ciudad de Cuenca (Ecuador),
la costa, Incahuasi, Tambo Colorado y La pero otros se mantienen visibles, y por ende
Centinela (Hyslop 1985, 1990: 275, mapa 1; capaces de ser estudiados con metodología ar-
Raffino et al. 1991: 104-107). queológica, tal como ha ocurrido en Huánuco
Pampa (Craig Morris 1987, 1999), Pumpu en la
En los centros urbanos podía combinar- zona de Junín (Matos 1994), y Pisac en el Valle
se el patrón ortogonal, muy bien representado Sagrado (Kaulicke et al. 2003).
en la parte central del Cusco, Ollantaytambo,
Chinchero, Hatunxauxa, Hatuncolla y Chu- El plan arquitectónico de un centro
cuito. En otros, el patrón predominante de inca puede compararse con el de una ciudad
organización del espacio era el trazado radial, europea de la época. Ubicado en el Qhapaq
como en Huánuco Pampa, Pumpu, Incahua- Ñan, Huánuco Pampa presenta casi cinco mil

185
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 123. Vista del muro perimetral asociado a la plaza de Vitkus. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq
Ñan Perú.

construcciones, entre palacios, unos quinien- las calzadas principales y el área ceremonial
tos depósitos, cientos de edificios más rústi- constituida por el ushnu y la plaza. Otra po-
cos que parecen ser viviendas, templos, ob- sible excepción eran las mujeres que tejían y
servatorios, cuarteles y un ushnu ceremonial cocinaban, recluidas en el aqllawasi, la casa de
en la plaza central, de pura factura cusqueña. las tejedoras escogidas (Morris 1999: 42-43).

Aunque el estudio arqueológico estaría Tanto Huánuco Pampa como Pumpu


mostrando que gran parte de los edificios eran encajan perfectamente dentro de la defini-
ocupados temporalmente, había gente que re- ción de centros urbanos. Poseen arquitec-
sidía para cumplir sus turnos de trabajo como tura residencial de élite de estilo cusqueño,
almaceneros, servidores de los templos, kui- una gran plaza ceremonial, otros conjuntos
pukamayucs, albañiles, cocineros y picapedreros, edilicios, grandes barrios comuneros dife-
tal como aparecen censados por Íñigo Ortiz de renciados en términos de estatus socioeco-
Zúñiga en la visita de León de Huánuco, en 1562. nómico y de especialización laboral. Las lar-
gas estructuras rectangulares que circundan
Quizá entre los servidores del tem- la plaza central constituyen el corazón de
plo había especialistas que venían de lejos, la instalación (Morris 1987: figura 1, Matos
como también los arquitectos que diseñaron 1994: ver plano). Otra característica especial

186
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 124. Tramo de camino Levanto – Chachapoyas mejor conservado en la parte alta del valle de Utcubamba,
departamento de Amazonas. Foto Alfredo Bar, Qhapaq Ñan Perú.

de estos centros fue la enorme infraestruc- de menor altura alrededor de 3400 msnm. Las
tura para el almacenamiento de alimentos y diversas dependencias se consideran parte del
bienes manufacturados. mismo complejo debido a su proximidad en-
tre sí (Hyslop 1990: 155-190). En el oriente de
A los centros urbanos y los tambos de- Bolivia es donde se concentra el mayor núme-
ben agregarse las instalaciones militares que ro de sitios, entre otros: Condorhuasi en Tari-
cumplían la función de defensa en las fronte- ja, Oroncota en R. Pilcomayo, Incahuasi, 100
ras del Estado. La línea o red de fuertes fue- kilómetros al este, Incallacta en Cochabamba.
ron al parecer más importantes en algunas En el extremo sureste se elevaba el pukara de
regiones del Tawantinsuyu, como al norte de Andalgalá, defendiendo la frontera con las
Quito (Ecuador), donde se emplaza el puka- yungas y la pampa (González 1982). Para el
ra de Rumichuco. Más al norte es notable el área del Cusco se mencionan los centros forti-
complejo Pambamarca, que se extiende más ficados de Pumamarca y Huillca Raccay.
de 6 kilómetros desde la cima de una mon-
taña. Está conformado al menos por catorce Los rasgos más sobresalientes son los
recintos amurallados, separados entre sí por muros defensivos que circunvalan estos sitios,
varios cientos de metros. La unidad con ma- que en varios lugares desarrollan un patrón en
yor altura está alrededor de 4075 msnm, y la zigzag. Es notale también su posición estraté-

187
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 125. Tramo Escalerilla - Cushuro, en la zona de Huaylillas, provincia de Huamachuco, área cordillerana
del departamento de La Libertad. Foto Edgardo Solórzano, Qhapaq Ñan Perú.

gica en el paisaje circundante, como Incawasi maes. En el tambo había almacenes donde se
en Cañete (Hyslop 1985, 1987). Ramales del acopiaba forraje, alimentos, combustibles,
Qhapaq Ñan llegaban a estas ciudadelas para ropa, pertrechos y armas para los viajeros.
aprovisionarlas con todo tipo de bienes.
El mantenimiento de las qollqas y el
Las funciones palaciegas, administra- cuidado del sitio eran realizados por las co-
tivas, políticas y económicas de los centros munidades cercanas como parte de la mit’a
incaicos fueron cruciales para asegurar las (Rowe 1946, Strube 1963). Murra llama la
bases económicas, políticas y militares sobre atención sobre los individuos que tenían a
las cuales se sustentaba el Tawantinsuyu. su cargo el servicio del tampu. Parece que
eran los hombres de más edad, puesto que
La red de caminos incaicos generó un estaban incapacitados para otras obliga-
sistema de establecimientos denominados ciones (Murra 1980). Las categorías de es-
tambos (tampu), que se instalaron al borde de tablecimientos camineros dadas por Gua-
las rutas. La ubicación del tampu se estimaba man Poma de Ayala ([1615: 1082 (1092) -1093
en relación con un día de caminata. En él se (1103)] 1993, II: 879-887) comprenden ciu-
alojaban viajeros y grupos que se trasladaban dades y mesón real, pueblo y tambo real,
por asuntos estatales, como militares y miti- tambo real y tambillos. A lo largo de los ca-

188
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 126. Complejo inca de Huarautambo, en el distrito de Yanahuanca, provincia de Daniel Alcides Carrión,
región Pasco. Foto Ivan Ccachura, Qhapaq Ñan Perú.

minos había también pares de refugios para tes documentales y arqueológicas. A partir de
los corredores, o chaskiwasis. los datos derivados de la arqueología, Hyslop
hace una estimación de un mínimo de mil
Los restos arqueológicos de los tambos, tambos sobre la base de un promedio de 20
que pueden variar de veinte a cientos de me- kilómetros entre cada tambo, y de 24 000
tros de largo, ponen de manifiesto que estas kilómetros de extensión de la red, pudiendo
postas eran edificadas y organizadas con gran ascender a dos mil tambos o más (1984: 277).
flexibilidad, y que cada una de ellas refleja las En Huánuco, se encuentran Huarau Tambo,
especiales relaciones que se entablaban en- Taparaku, Tunsucancha y Tarma Tambo. En
tre las variadas necesidades del Estado y las el extremo sur del imperio hay una serie de
condiciones muy diversas del medio cultural tambos y tambillos, como Punta de Balas-
y natural local. Llegar a precisar el número de to, Tocota, Cazaderos, Leoncito y Tambillo
tambos que existió en la época inca es impo- (González 2000: 326, Bárcena 2001).
sible. Existe una lista de sitios registrados por
Vaca de Castro (1543) y Guaman Poma (1615), La unidad básica de la arquitectura inca
quienes mencionan unos doscientos lugares, fue el edificio de planta rectangular, a par-
pero omiten muchos puntos y rutas impor- tir del cual se daban las combinaciones ne-
tantes, que han sido revelados por otras fuen- cesarias. La unidad compuesta básica fue la

189
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

kancha, cuadrángulo ideal que encerraba tres y Chinchero (Hyslop 1990: figuras 1.17 y 18).
o más hileras de cuartos anexos a los muros Otro rasgo arquitectónico importante desde
perimetrales dejando un espacio abierto en el el punto de vista simbólico fue el ushnu, pues
centro. A partir de este compuesto, se podían se vinculaba con las plazas y las ceremonias
lograr bloques o estructuras más complejas, públicas. Podía ser una piedra natural, una
como en Ollantaytambo, cuyo patrón orto- concavidad en el terreno, el asiento del inca
gonal está formado por dos kanchas, o bien o una plataforma (Gasparini y Margolies 1977:
conforma la estructura de un tambillo cons- 274-288, Bock y Zuidema 1991).
tituido por una sola kancha con un espacio
central a modo de plaza. Una derivación del En algunos centros de los Andes centra-
edificio rectangular está dada en la estructura les y en el extremo norte y sur del Tawantin-
denominada recientemente kallanka, y que los suyu, el ushnu adoptaba la forma de una pla-
cronistas denominaron “galpones”. Eran edi- taforma piramidal con escalinatas de acceso,
ficios en forma de rectángulos muy alargados, como en Huánuco Pampa, Vilcashuamán,
sin divisiones internas, normalmente con te- Incawasi de Cañete, Shincal, Tambería del
cho a dos aguas con hastial. Estaban provistos Inca, Viñas del Cerro y pukara de Rumichu-
de varias puertas que abrían por lo general co en Ecuador (Zuidema 1964, Hyslop 1990:
hacia la plaza, como en Tomebamba, Huá- 86-95). En Pumpu, la escalinata mira hacia el
nuco Pampa, Incallacta, Potrero de Payogasta oriente (Matos 1994: 125, figura 31).

Fig. 127. Camino de ascenso hacia el abra Choqetakarpo, en el tramo Vitkus – Machu Picchu, Cusco. Foto José
Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

190
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 128. Saywite, soberbio adoratorio inca con rocas esculpidas relacionado al agua. Distrito de Curahuasi,
provincia de Abancay, departamento de Apurímac. Foto Gerardo Quiroga, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 129. Conocida como “la Piedra de Saywite”, es sin duda una de las principales manifestaciones del tallado
en piedra. Foto Qhapaq Ñan Perú.

191
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 130. Fuente ceremonial con molduras escalonadas en Ollantaytambo, Cusco. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Además de los tambos, diversos estableci- Del mismo modo ocurrió en el extremo sur
mientos administrativos se jalonaban a lo largo del Qollasuyu, donde en los centros locales
del camino, y las tipologías de la arquitectura de Turi, La Puerta, Tilcara, La Paya, Quilmes
inca se adecuaban o combinaban de forma flexi- y Fuerte Quemado, se agregaron compuestos
ble. Debido a la naturaleza heterogénea de las en- edilicios tipo kancha en lugares prominentes
tidades andinas en la época de la conquista inca, del asentamiento (Hyslop 1990: 251-265).
una política fue promover la organización en tor-
no a un número importante de centros urbanos. Cuando una unidad política era anexa-
da al Estado, ya sea a consecuencia de una
Estos eran resultado del nuevo urba- conquista militar o de una integración pací-
nismo impuesto por los incas a lo largo del fica por medio de coerción simbólica, acu-
camino real (Morris 1972: 393), o podían in- día a ella un grupo de administradores para
corporar centros preexistentes, como ocurrió establecer la organización incaica local. Lo
en las regiones donde florecieron los grandes primero que se hacía era preparar “maque-
señoríos tardíos. En el caso lupaca, existen tas de los valles”. Sarmiento de Gamboa
claras referencias arqueológicas de un urba- (1572) menciona que dichos modelos eran
nismo preínca a las que se sumaron villas a presentados al soberano, quien realizaba las
lo largo de la costa suroeste del lago Titicaca. modificaciones que le parecían convenien-

192
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

tes, y luego despachaba a los funcionarios


para que ejecutasen sus indicaciones. Se
procedía entonces al “amojonamiento” de
la tierra que sería del inca y del gobernante
a cargo, y a realizar los trabajos pertinentes
(Rostworowski 1988: 203).

El Qhapaq Ñan era recorrido por gru-


pos de personas vinculadas al Estado de
acuerdo con funciones diversas, tanto eco-
nómicas, políticas y militares, como religio-
sas y ceremoniales. El tráfico comprendía el
tránsito de soldados en pequeños grupos, o
ejércitos completos acompañados por muje-
res y jefes étnicos; mitmaes desde el Cusco
y otras regiones, mitayos que viajaban para
cumplir sus deberes, como los que transpor-
taban chicha; el inca y su séquito, oficiales Fig. 131. Camino con lajas de piedra que se dirige
a Choquecancha, provincia de Lares, Cusco. Foto
de la administración estatal, curacas con su
Elías Mujica Barreda, año 2017.
comitiva, caravanas de llamas con sus con-
ductores; los técnicos en varias materias, en “pies españoles”. En el camino de la sie-
como ingenieros de caminos, de puentes y rra, Garcilaso habla de 25 pies de ancho, y
arquitectos que planificaban la construc- Guaman Poma, de 11 pies. Según Cieza de
ción de edificios públicos y lugares ceremo- León y Cobo, había casos de hasta 40 pies
niales; artesanos (metalúrgicos, orfebres, pi- para los ingresos a los valles fértiles por el
capedreros, olleros, tejedores), especialistas camino de la costa, estimándose la media
en agricultura e irrigación. A esto se sumaba entre 11 y 15 pies.
una cantidad no determinada de tráfico pri-
vado o personal (Murra 1978). Hyslop evaluó las medidas en dieci-
nueve casos conocidos, desde Ecuador hasta
Informaciones etnohistóricas y ar- Chile y Argentina. Los mayores anchos se
queológicas aportan pistas sobre la frecuen- dan en Huánuco (10-15 metros) y en el valle
cia de uso del camino y los sistemas de con- de Pisco (6-10 metros). Por otra parte, los
trol que se ejercían. Según Hyslop, el ancho menores anchos están en la trocha a Machu
y el cuidado constructivo de la traza se rela- Picchu (1-2,5 metros) y en Tastil, Argenti-
cionaban con la frecuencia y la importancia na (1-2 metros) (1984: 255, tabla 17.1). Esta
del tránsito que soportaba, sobresaliendo información arqueológica permite sostener
entre todos los caminos el de Chinchaysu- que las anchuras que dan los cronistas son
yo. Varios cronistas proporcionan medidas definiciones en sentido genérico.

193
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 132. Vista aérea del Intihuatana de Pomacocha, en el distrito de Vischongo, provincia Vilcashuamán,
Ayacucho, a 3126 msnm. Foto Gerardo Quiroga, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 133. Como en el caso de Saywite, en Apurímac, en Pomacocha (Ayacucho) se encuentran también grandes
bloque de piedra tallada. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

194
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Factores medioambientales pudieron libres para el uso oficial. Cuando era nece-
afectar el ancho concedido a la traza, pero sario, el soberano hacía transportar piedra
sobre todo las características del camino de construcción, madera balsa, productos
venían condicionadas por la disponibilidad tropicales y de lujo a través de todo el im-
de mano de obra para la construcción y el perio. Guardias apostados en el ingreso a los
mantenimiento de cada tramo. En este sen- puentes y límites de provincias controlaban
tido, el número de trabajadores por mit’a y el movimiento de oro y plata, así como el
el tiempo que podían destinar a la construc- tráfico privado. Xérez (1534) y Estete (1533)
ción pudieron afectar el ancho máximo o la hablan de un derecho de peaje, pagado en
identificación de cuáles fueron los segmen- especie por los viajeros. Xérez afirma que los
tos que recibieron rasgos constructivos for- guardias velaban para que no se sacaran de
males o no. Hay casos en Chile y Argentina una provincia más mercancías de las que en-
donde el camino es un simple paso. traban. Las regulaciones estaban destinadas
a desalentar la realización de viajes no auto-
En cuanto a la reglamentación de uso, rizados por el Estado (Rowe 1946: 233, 271).
los viajes estaban restringidos a los asuntos
gubernamentales, a fin de mantener a los El inca medía las distancias de viaje
tributarios en su tierra y conservar las rutas por medio de pasos, que es la unidad más

Fig. 134. Detalle de muro inca de preciosa factura en Pomacocha y vista de canal ritual que cruza el complejo
inca. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

195
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 135. Vista panorámica del complejo arqueológico Incahuasi de Huaytará, tambo ubicado en el tramo de
camino que baja de Vilcashuamán hasta el litoral. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 136. Portada con graderías del tambo de Incahuasi de Huaytará, Huancavelica. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

196
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

conveniente para los que viajan a pie. Una El Camino Inca se diferenciaba de los
unidad mayor denominada topo (medida) caminos locales por una serie de atributos:
se utilizaba a lo largo de los caminos incai- su traza más directa entre dos hitos, y los
cos. El topo era, aproximadamente, equi- rasgos constructivos asociados que lo hacían
valente a una legua y media española según visible para el viajero. Por ejemplo, hileras
Cieza y otros (unos 7 kilómetros), o según de postes de madera marcaban la dirección
Murúa (1613) a seis mil pasos. En algunos al viajero, como ocurría en varios valles de la
caminos, especialmente al sur del Cusco, costa peruana y fueron descritos por Cieza
se colocaban señales similares a piedras de León, que los transitó durante su recorri-
mojones en cada topo o medio topo. Esto do en la década de 1540. El mismo fenómeno
se articulaba con el sistema de tambos, los es reportado por Lizárraga, que los recorrió
centros administrativos, las fortalezas, los más tarde.
santuarios, lugares extractivos de sal y gua-
no; minas de cobre, oro y plata; y los refu- Otra posibilidad estaba dada por una
gios, que a pares se disponían cada media o línea de piedras. Entre los valles de Jequete-
cuarto de legua, para los corredores (chas- peque y Chicama, la ruta inca se encontraba
ki) que efectuaban el servicio de correos marcada por una hilera simple de rocas de un
(Rowe 1946: 231). color más oscuro que el del desierto circun-

Fig. 137. Edificación conocida como “la silla del Inca” en el tambo Incahuasi de Huaytará. Foto José Luis
Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

197
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

dante. Del mismo modo, líneas de piedras dad, mandavan asímismo abrir los depósitos
se encuentran en la costa sur, cerca de Ica y prestar a las provinçias los mantenimientos
y Nasca. Al comienzo de áreas arenosas, la neçesarios” (Cieza [1553: cap. XIX] 1996: 55).
orientación del camino se indicaba median-
te pilas de bloques rocosos. La expedición en El almacenaje centralizado fue crucial
el desierto de Atacama registró docenas de para el financiamiento del imperio. Un impor-
estos amontonamientos líticos, a veces de a tante monto de excedentes era movilizado des-
pares a ambos lados del camino, y de 1 me- de el nivel comunitario hacia el Estado. En esta
tro de altura. Garcilaso de la Vega menciona instancia, los depósitos se constituyeron en
estas marcas en su relación sobre el camino piezas claves para implementar y reproducir
que atravesaba Atacama (Hyslop 1984: 226). el nuevo orden. Las cualidades concretas que
Los mojones y postes podían estar adorna- asumieron los sistemas de qollqas y su distribu-
dos y pintados. Los puentes (colgantes, de ción espacial en una región dependieron de la
troncos, de mampostería) completaban la interacción de varios factores: la capacidad de
infraestructura vial. control de los bienes almacenados por parte de
los funcionarios estatales, los circuitos de mo-
Al final de cada jornada de camino exis- vimientos de bienes y personas, las necesidades
tían, en toda la extensión de la red vial, tambos de aprovisionamiento estimadas por los admi-
de distinta jerarquía (tambos reales, tambos y nistradores y las características demográficas y
tambillos), donde el personal en tránsito po- productivas de la región (LeVine 1992: 131-136).
día descansar y alimentarse. Los mitayos y el La inclusión de los sitios de almacenaje dentro
ejército podían abastecerse de mantas, ojotas, del entramado vial resultaba un elemento de
herramientas y armas (Rowe 1946: 231). Había, primordial importancia para asegurar la ope-
por otro lado, grandes recintos acondiciona- ratividad en la planificación estatal (Morris
dos para el acopio de tejidos de lana y algodón, 1986: 63, Earle y D’Altroy 1989: 196, LeVine
finos y coloridos (cumbi) para la élite, y tejidos 1992: 19-20, Matos 1994, Valdez 1996).
bastos para la gente del común, así como ob-
jetos de bronce, piedra y cerámica, tal como Como se ha señalado, a lo largo de los
fue observado por los españoles en Cajamarca caminos los incas hacían construir a inter-
durante el apresamiento de Atahualpa (Xerez valos predeterminados, según la naturaleza
[1534] 1968: 232). de la geografía, grupos de almacenes con ali-
mentos y enseres, y refugios para la gente en
Muchos de estos bienes estaban destina- tránsito (tampu). Los tambos mayores y me-
dos a sostener las festividades que el soberano jor provistos se encontraban en los grandes
o representantes del gobierno oficiaban a lo centros que articulaban los caminos. Estos
largo de la ruta. Otro de los fines era la re- fueron llamados por los cronistas “tambos
tribución de servicios políticos en forma de reales”. Los tambos menores se construían a
obsequios, para los señores locales. Por otro intervalos de una conveniente jornada diaria
lado, si “venía algúnd año de mucha esterili- entre los tambos reales.

198
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 138. Arrieros del Pariacaca haciendo uso del tramo de camino inca Portachuelo – Piticocha, llevando
productos entre Tanta y Huarochirí, Lima. Foto del archivo de la Dirección de Patrimonio Inmaterial del
Ministerio de Cultura del Perú.

Fig. 139. Los caminos transversales que bajan por los valles corren por la mitad de las laderas, sobre
“plataformas colgantes” con muros de contención. Camino en la zona arqueológica La Toma, valle de Cañete.
Foto José Luis Díaz, Qhapaq Ñan Perú.

199
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 140. Tramo transversal del Qhapaq Ñan en Chontay, al lado del río Lurín, provincia de Lima. Foto José
Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Los caminos y tambos eran mantenidos densamente pobladas, como las regiones cos-
por hatunrunas de las aldeas próximas a la teras del Perú, los valles u hoyas serranas de
ruta, como parte de su cuota de trabajo por Ecuador, o las altiplanicies para el pastoreo
turnos, todo bajo la vigilancia de administra- y la agricultura atemporal del Altiplano de
dores especiales. La construcción de puentes Bolivia, dado que allí se encontraban fuentes
colgantes, tal como el Padre Cobo cruzó en de trabajadores potenciales.
Vilcas y en el río Apurímac, era una hazaña
arquitectónica. Su mantenimiento era rea- En lo económico, el transporte de mate-
lizado como parte de la mit’a, debiendo re- rias primas y de mercaderías se produjo por
construirse anualmente (Guaman Poma 1615, medio de caravanas de llamas que recorrían
Cobo 1653, Espinoza Soriano 1987). todos los tramos. La red vial era usada para el
transporte de metales, recursos alimentarios,
El papel jugado por la vialidad en la base pertrechos para el ejército, Spondylus (mullu),
estructural incaica abarcó todos los ámbitos plumas, maderas, coca y textiles, desde las
de la vida. Debido a que la riqueza del Tawan- áreas donde se recolectaban o producían. Las
tinsuyu, basada en el acceso a las cuotas de rutas laterales que conectaban las tierras altas
trabajo (Murra 1978, 1982), se puede concebir con los valles, y tierras bajas del oriente y oc-
al sistema vial como una enorme red prepa- cidente, tuvieron una particular importancia
rada para la obtención, manejo, movimien- económica dado que promovían y facilitaban
to y protección de la fuerza de trabajo. Los el intercambio de productos entre distintas
caminos conducían en forma directa a zonas regiones medioambientales.

200
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 141. Detalle del tramo transversal pasando por Chontay. Nótese el uso de las laderas para protegerse del
comportamiento del río, así como para no afectar las áreas productivas. Foto Qhapaq Ñan Perú.

La mayoría de las rutas cumplían fines talaron para sofocar las rebeliones locales.
administrativos. El camino troncal de la sie- Los soberanos solían dirigir las campañas
rra y de la costa, y algunas vías transversales, militares. Llevaban efigies religiosas y cele-
conectaban la mayoría de centros poblados. braban relevantes festividades, como el Ca-
Por ello, eran rutas aptas para ser usadas por pac Raymi en centros a lo largo del camino.
los oficiales de la administración estatal, los De esta forma, convalidaban simbólicamen-
técnicos especialistas y los chaskis. te el uso de las vías para fines religiosos, pues
había tramos que conducían a los santuarios
La movilidad y el abastecimiento del de alta montaña, o como los senderos que
ejército en los viajes fueron fundamentales conducían a la península de Copacabana y a
para la expansión del Estado. Las rutas con la Isla del Sol.
fines militares se caracterizan por constituir
brazos que llevan a las fronteras, donde lí- Los fines religiosos, militares, adminis-
neas de fortalezas protegían los límites es- trativos y económicos obligaron a los incas
tatales. El eslabón vial que une las fortalezas a construir tramos de rutas que conducían
en la ladera oriental de los Andes de Bolivia a muchas áreas específicas. Otras veces, los
es un buen ejemplo. diferentes requerimientos eran cubiertos por
una misma ruta. En general, puede afirmarse
Otro caso diferente son los caminos que el camino troncal sostuvo las más diver-
que conducen a fuertes en la región de Chu- sas actividades de tránsito.
paycho (Huánuco), donde parece que se ins-

201
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 142. Tramo de camino transversal inca en la quebrada de Canturillas, departamento de Lima, en la zona
de Nieve Nieve, algunos kilómetros más abajo que Chontay. Nótese la técnica constructiva en plataformas.
Foto Gerardo Quiroga, Qhapaq Ñan Perú.

La cosmovisión inca otorgaba importan- los ayllus, y de “cuatripartición”, en los cuatro


cia suprema al dios creador, Viracocha, al Sol suyus en que se dividía el imperio.
y a la Luna. La religión estatal ponía énfasis
en los mitos de creación y el lugar de origen Los cuatro caminos que partían de la pla-
que sacralizaba el dominio del inca. Según za principal Aucaypata materializaban esta
Guaman Poma, se habían sucedido cuatro Pa- división. El sistema del Qhapaq Ñan trasla-
chakuti o ciclos de creación y destrucción del daba de esta forma el patrón organizativo a
mundo, antes de la era de los incas. El culto y nivel global. La división en cuatro partes del
el complejo ceremonial estuvieron centrados mundo andino encontraba su equivalente en
en la ciudad del Cusco, núcleo religioso y po- la división similar del espacio celestial por
lítico del imperio, y paisaje sagrado altamen- medio el río sagrado mayu (Vía Láctea), que
te ritualizado. En el plano de la ciudad y en la estructuraba el cosmos en cuatro cuadrantes.
organización de los barrios se ponían en jue- Las wak’as, objetos y lugares sagrados tenían
go los principios fundamentales de “biparti- un papel trascendental en la definición de
ción”, expresados en Hanan Cusco y Hurin la topografía de los Andes y de la vida de la
Cusco, de “tripartición” en las secciones de gente. El sistema sek’e —líneas imaginarias de
diferenciación social collana, payan y cayao de wak’as que se proyectaban en forma radial des-

202
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 143. Conjunto de las ventanas en Huaycán de Cieneguilla, departamento de Lima, a pocos kilómetros del
litoral y del centro ceremonial de Pachacamac. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

de el Qorikancha— organizaba el universo de Los lugares principales fuera del Cus-


santuarios en forma similar a un khipu. Los co poseían también líneas sek’e que no co-
cuatro suyus estaban estructurados en 42 sek’e piaban exactamente la disposición del
o senderos rituales, que comprendían más de Cusco, sino que estaban referidos a puntos
330 wak’as en el área del Cusco. destacados de observación local. Polo de
Ondegardo registró más de cien villas del
La distribución radial del espacio — imperio que estaban divididas por sus sek’e
desde el centro hacia la periferia— con- y líneas. Estos centros contaban con insta-
solidaba el centro del orden cosmológico laciones para alojar a los nobles “orejones”,
andino. Además de las wak’as conectadas funcionarios estatales y lugares públicos de
por los senderos rituales, en las montañas ceremonias.
alrededor de la ciudad había doce o catorce
pilares (sucanca) que indicaban el comien- La Qhapaq Hucha era una compleja
zo de los meses, y existían puntos desde los celebración de veneración y sacrificio a las
que se hacían observaciones astronómicas wak’as que se realizaba, según Cobo, en oca-
para determinar la fecha de la siembra y de siones extraordinarias, aunque Cieza sugie-
la recolección. re que eran celebraciones anuales. Comen-

203
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 144. El aqllawasi de Pachacamac presenta diseño cusqueño en su arquitectura, construido en tierra con
escalinatas empedradas. Foto archivo del Museo de Pachacamac, Ministerio de Cultura del Perú.

204
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 145. Sin embargo, sobresale el uso de mampostería de piedra en los sobrecimientos de fino tallado estilo
inca. Foto archivo del Museo de Pachacamac, Ministerio de Cultura del Perú.

205
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 146. Ubicado en el balneario de Cerro Azúl, provincia de Cañete, El Huarco fue ocupado por una élite de
pescadores, y sus pobladores ofrecieron seria resistencia a la conquista inca. Foto José Luis Matos Munasqui,
Qhapaq Ñan Perú.

zaba en la plaza del Cusco, donde se reunía Casos destacados son los sacrificios hu-
gran cantidad de ofrendas (llamas, coca, manos en cerros nevados que se han preservado
conchas, telas, figurillas de plata y oro), que por congelamiento. Hasta el presente, se cono-
eran distribuidas en los santuarios según lo cen trece casos, sobre un total de 145 santua-
tenían registrados los kuipukamayucs (vilca- rios de alta montaña; entre otros: Coropuna,
camayos). Podía incluir sacrificio de niños Sara-Sara, Pichu-Pichu, Ampato, Llullaillaco,
y jóvenes sin mácula, que eran sacrificados Chuscha, El Toro. Algunas de estas huacas,
en la wak’a elegida. Cuando un nuevo inca como el Aconcagua y el Plomo, parecen señalar
subía al trono, una cantidad de doscientos las fronteras extremas del Tawantinsuyu.
niños entre 4 y 10 años eran ahogados en
el Cusco, y luego se enterraban con el oro La fiesta de Qhapaq Raymi era una
y plata en un cerro llamado Chuquican- compleja sucesión de rituales vinculados
cha, a media legua de la ciudad. Cuando el con la iniciación de los jóvenes y duraba
inca Waskar cayó en manos del ejército de más de un mes.
su hermano, los sacerdotes practicaron una
Qhapaq Hucha en la cual sacrificaron ni- Otros rituales comprendían la peregri-
ños, llamas y ropa. nación a las islas del Sol y la Luna (Titicaca)

206
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 147. Sometidos al Tawantinsuyu, el asentamiento principal de los huarcos sufrió modificaciones,
claramente reflejadas en este muro de fina cantería inca en los acantilados sobre el océano Pacífico. Foto José
Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

y a montañas sagradas, algunas de las cuales geografía local, eventos o mitos asociados al
siguen recibiendo procesiones hasta la actua- pasado y a los ancestros. Es en ese sentido que
lidad. Sobre los recorridos rituales, la mesa Abercrombie y Del Río (2005) concuerdan
ritual es muy importante y puede estar aso- que todos estos constituían elementos narrati-
ciada a otras funciones, como la culminación vos del paisaje, y generan un sentido de perte-
de un recorrido a una ratificación simbóli- nencia y legitimidad sobre un territorio. Hasta
ca del territorio de una comunidad. Thomas el presente, los mojones de origen colonial son
Abercrombie (2006) nos ilustra al respecto. El sacralizados como sitios de memoria social en
muyuriy, recorrido, vuelta o recorreo, según cuanto recuerdan el vínculo entre los actuales
los diferentes nombres con que se la conoce grupos sociales y las generaciones del pasado.
en la actualidad, consiste en la realización de
caminatas o pregrinajes a través de los mojo- Al momento de la conquista española,
nes que deslindan el territorio de una comu- había miles de wak’as de diversas caracterís-
nidad, depositando ofrendas. Habla también ticas a lo largo del Tawantinsuyu, pero la ma-
sobre los mojones que pueden ser naturales o yoría eran peñascos, montañas y manantiales
elaborados, que operaban como dispositivos sagrados. De ellas, unas veinte eran wak’as
que permitían fijar y a su vez recordar en la importantes, y una docena constituían

207
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 148. Estructuras principales del centro administrativo inca de Tambo Colorado, en el valle de Pisco,
departamento de Ica, costa sur del Perú. En la costa, el uso de tierra predomina sobre el uso de piedra para las
construcciones. Foto Qhapaq Ñan Perú.

grandes santuarios que recibían peregrinos ber instituido un culto al que se concedieron
de todo el mundo andino. Los tres más im- propiedades igual que a otras wak’as.
portantes fueron el Qorikancha, en el Cus-
co, donde había templos al Sol, la Luna, el El rol de los caminos y la memoria sobre
trueno, el arcoíris y otros elementos celestes los incas ha tenido una profunda incidencia
deidificados; en la costa central, el complejo en las costumbres y modalidades de las vidas
de templos dedicados al dios Pachacamac; y andinas. En varias tradiciones peruanas de la
las wak’as de las islas del Sol y de la Luna, Colonia y de la República se pueden rastrear
en el largo Titicaca. Los dos últimos congre- estos vínculos. Hacia 1640, tres mil llamas al
gaban gran cantidad de asistentes con sus cuidado de un centenar de indios se ocupa-
respectivas las ofrendas y reverencia (mocha), ban en transportar desde Arica hasta Potosí
de tal modo que las rutas del Qhapaq Ñan los azogues de Almadén y Huancavelica para
contribuían a las prácticas religiosas. Otra el maestre de campo Antonio López Quirós,
wak’a destacada estaba constituida por una de la villa imperial (Palma 1966: 83).
gran roca de piedra arenisca cercana al sitio
de Pucará, un lugar sagrado al menos desde La religión y la organización de la socie-
un milenio antes de los incas. Estos embelle- dad en Pacaritambo actual, y el registro de los
cieron el lugar con edificios, y podrían ha- mitos entre los rukanas en Puquio, realizado

208
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 149. Vista del “palacio norte” y “palacio sur” de Tambo Colorado, y de sus accesos laberínticos. Foto José
Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

por José María Arguedas, permiten analizar Las varias formas de intercambio de ma-
los vínculos entre la mitología prehispánica y terias y mercancías en tal escala espacial pro-
los cambios sufridos después de la época de la dujeron una enorme movilización de fuerza
Conquista, expresados en diversas versiones de trabajo que se aplicó no solo a la infraes-
del mito de Incarrí. tructura agropecuaria, sino a aspectos sim-
bólicos; verbigracia, la cuidada edificación
En muchos lugares de los Andes se si- de adoratorios y santuarios, la ejecución de
guen practicando procesiones a cerros sagra- representaciones en pinturas y grabados ru-
dos. En dos antiguos pueblos del norte de pestres, y la producción de exquisitos objetos
Chile —Ayquina y Toconce— se han regis- como las figurillas humanas y de camélidos en
trado relatos sobre el rey inca, la veneración oro y plata, tan recurrentes en las ofrendas a
a los cerros tutelares y la limpieza de canales las wak’as. En este sentido, el Camino Inca de
de regadío (Castro y Varela 1994, Castro y la costa fue importante, pero nunca alcanzó la
Aldunate 2003). magnitud del camino del Chinchaysuyu.

209
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 150. En Tambo Colorado, los muros presentan enlucidos de color rojo, tal vez de ahí su nombre. Foto José
Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 151. Vista del valle del río Cañete y su comarca dominados desde Ungará, llamada también
la Fortaleza de Chuquimanco, en referencia a un héroe legendario de los huarcos. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

210
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 152. Inkallajta es uno de los centros arqueológicos más importantes de Bolivia, ubicado en el municipio de
Pocona en el departamento de Cochabamba, a 2950 msnm. Claro contraste entre la arquitectura lítica serrana
y la de tierra costera. Fotografía de dominio público.

Fig. 153. Samaipata, en el departamento de Santa Cruz, Bolivia, ubicado en las primeras estribaciones andinas
orientales a 1670 msnm. Declarado Sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO como “Fuerte de
Samaipata” Fotografía de dominio público.

211
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 154. Detalle de la portada con felinos en el gran centro administrativo de Huánuco Pampa, provincia de
La Unión, departamento de Huánuco. Exquisita evidencia de arte constructivo inca. Foto José Luis Matos
Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 155. Qorikancha, conocido también como el templo al Sol, fue el principal adoratorio y lugar de culto del
Tawantinsuyu. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

212
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 156. Calle de la ciudad del Cusco, punto desde donde se proyectaba el camino principal hacia el
Antisuyu. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

Fig. 157. Hornacinas del sitio arqueológico de Q´espiwanka, en el tramo Chinchero - Urquillo - Q’espiwanka,
valle de Urubamba, Cusco. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

213
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 158. Grandes bloques pétreos propios de la cantería de Ollantaytambo, valle del Urubamba, Cusco. Foto
José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 159. Detalle del mantenimiento anual que las comunidades aledañas hacen al puente Q’eswachaka sobre
el cañón del río Apurímac, Cusco, Perú. Foto Qhapaq Ñan Cusco.

214
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 160. A diferencia del puente Q’eswachaka, colgante y construido a base de fibra vegetal. el puente de
filiación inca en Huarautambo, departamento de Pasco, es de bloques de piedra y corre muy próximo a las
aguas del río. Foto Ivan Ccachura, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 161. Las qollqas cumplieron la función de almacenaje y tuvieron diversas formas y ubicaciones. Qollqas
de Tarmatambo, en Junín, rectangulares y en las laderas del cerro. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq
Ñan Perú.

215
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 162. Qollqas del Tambo Real de Huaritambo, Ancash, rectangulares y alineadas a la vera del camino
cercano al río. Foto José Luis Matos Munasqui, Qhapaq Ñan Perú.

Fig. 163. Qollqas circulares de Chacamarca en Junín. Foto Edgardo Solórzano Palacín, Qhapaq Ñan Perú.

216
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 164. Qollqas circulares en Raqchi, Cusco, mostrando una nutrida conglomeración, que refleja la
importancia del sitio. Foto Joseph Bernabé, Qhapaq Ñan Perú

Fig. 165. Tropa de llamas trasladándose por el tramo transversal Xauxa - Pachacamac. Foto José Matos Pino,
Qhapaq Ñan Perú.

217
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

218
3

Historia de la investigación del Qhapaq Ñan en relación con las


fuentes de investigación

El curso general de los caminos incaicos se Diez años después el ingeniero Alberto
conoce muy bien, dado que existen descrip- Regal publicó un estudio exhaustivo sobre el
ciones detalladas de cronistas como Polo de sistema vial inca, en el que describió en detalle
Ondegardo, Matienzo, Vázquez de Espinosa, aspectos del mismo y reunió toda la evidencia
Lizárraga y Cieza de León, como ya se ha visto, publicada con anterioridad. Se basó en par-
que pudieron ver y observar las rutas principa- ticular en las Ordenanzas de Tambos de Vaca
les. En cuanto a las instalaciones que se distri- de Castro. Otro valioso mapa del Imperio inca
buían a lo largo de la red vial, resultan de inte- y sus caminos fue publicado por Roberto Le-
rés las listas de tampu de Vaca de Castro (1543) villier en 1942 y luego en 1956. En 1955, Victor
y de Guaman Poma de Ayala (1615). Sin em- von Hagen editó mapas del sistema caminero
bargo, estas fuentes reflejan solo parcialmente basado en un trabajo etnohistórico de Dorothy
el sistema, por lo cual era necesario incorporar Menzel. En Argentina, el padre Leon Strube
el estudio arqueológico y etnográfico. Erdmann, en el decenio de 1960, realizó uno de
los trabajos más detallados y mejores fundados
A comienzos del siglo XIX, las publica- sobre la vialidad imperial de los incas, desde
ciones de Humboldt sobre su viaje a Améri- Colombia hasta Chile y Mendoza. Su libro con-
ca describieron los caminos incaicos y desta- tiene las primeras referencias documentadas del
caron su monumentalidad. Sus comentarios sistema caminero en Chile y Argentina (1963:
despertaron el interés de los historiadores, 48-59, 87-94). La comparación de los cinco ma-
geógrafos, viajeros y naturalistas, entre los pas publicados hasta la década de 1980 posibi-
que destacan Squier, Condamine, San Ra- lita apreciar cómo se fue ampliando el área y la
món, Tschudi y Boman, entre otros. complejidad de la red vial incaica.

El primer mapa del Camino Inca fue La obra excepcional de John Hyslop
preparado en 1875 por Antonio Raimondi, sobre el Camino Inca ofrece un compendio
cartógrafo y explorador del Perú. Luego, detallado de todos los antecedentes previos
Horacio Urteaga editó en 1926 uno de los (1984: 215-224). El objetivo de su proyecto
mapas más conocidos. fue la implementación de una prospección

221
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

panandina que proporcionara datos relevan- en las repúblicas por las que pasa el Qhapaq
tes de zonas diferentes y distantes para poder Ñan: Cañar-Azuay en Ecuador; Lambaye-
encarar comparaciones en el más amplio sen- que-Moche, Cajamarca-Huamachuco, Huá-
tido. En la selección de la muestra se tuvieron nuco, Cañete, Pisco y el lago Titicaca en la
en cuenta la diversidad ambiental y cultural margen peruana; la región de Cochabamba
prehispánica, las estrategias incaicas en la en Bolivia; Atacama y Santiago en Chile; y
dominación de las provincias; la importan- dos zonas en Argentina, Calchaquí-Tastil
cia de las arterias principales y secundarias, y Uspallata-Mendoza. El trabajo de campo
y la dispersión geográfica. Se seleccionaron consistió en un recorrido y observación mi-
doce zonas, de 100 a 200 kilómetros de largo, nuciosa del camino y sus márgenes.

Fig. 166. Camino costero o «camino de los llanos», «camino de Guanuco» y «camino del Cuzco». Por Diego
Dávila Briceño, 1586. Real Academia de la Historia.

222
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

223
4

Respecto al Qhapaq Ñan en la actualidad

El Sistema Vial Andino se extiende en los El Qhapaq Ñan, con sus herencias mi-
territorios de cinco países del continente lenarias y sus potencias tecnológicas y artís-
sudamericano: Ecuador, Bolivia, Chile, Ar- ticas originarias, está en gran parte visible y
gentina y el Perú, y toca tímidamente el sur varios de sus tramos siguen todavía en uso.
de Colombia. Sus servicios de apoyo, con hospedajes y ca-
seríos, sus ciudades o santuarios de destino,
Por mucho tiempo, desde su inserción están aún allí, en condición de testigos de una
occidental en el mundo andino, las comuni- de las grandes obras de la humanidad.
dades, alguna vez articuladas por el Qhapaq
Ñan, fueron progresivamente desprendidas Durante el periodo colonial, previo a la
de su eje de cohesión, y muchas veces con- creación de los carros de motor que reempla-
denadas a una debilitante autarquía, que en zaron a las carretas y los caballos, los caminos
nada benefició su desarrollo. peatonales fueron sustituidos por los cami-
nos de herradura, destinados a permitir el
El sistema que constituyó su posibili- transporte de caballos, burros y mulas. El uso
dad de comunicación fue marginado por la de los caminos del Qhapaq Ñan por los ani-
introducción de vías carrozables, cuyos re- males traídos de Europa no fue bueno para
querimientos topográficos hacen costosa y los caminos y tampoco para los animales. No
difícil su habilitación en la cordillera. Eso eran para soportar los cascos y herraduras
nos enfrenta hoy a un contradictorio paisaje que ellos traían; por lo tanto, fueron muchos
de exitosos asentamientos antiguos y con- los tramos abandonados o reemplazados por
diciones de extrema pobreza a lo largo de caminos de herradura paralelos.
muchos tramos del Qhapaq Ñan. Pero nos
enfrenta también a territorios en donde el En realidad, las rutas de la red vial in-
abandono ha ayudado a conservar y mante- caica fueron respetadas y seguidas por los es-
ner activos los valores nativos, naturales y pañoles, quienes las fueron progresivamente
culturales, que permiten rescatar la notable abandonando a la par que abandonaban a las
diversidad del patrimonio andino. recuas de llamas para formar recuas de mulas

225
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Fig. 167. Llamas caravaneras provenientes de Tanta descansando cerca de la laguna Paucarcocha (Huarochirí),
tramo Xauxa – Pachacamac. Foto Yanoa Pomalima Carrasco, Qhapaq Ñan Perú.

y burros. Ya en el siglo XVII, pero sobre todo para rodar y no para caminar. Al articular las
en el XVIII, esto era lo general. Los indígenas nuevas tecnologías del transporte con una op-
mantuvieron sus caravanas llameras, pero ción económica exportadora, las estrategias
por lo general para tramos cortos, debido de comunicación se trasladaron abiertamen-
a que la naturaleza de sus cargas, principal- te hacia la costa —en conexión con los puer-
mente asociadas a los minerales que explota- tos—, donde había espacios susceptibles de
ban los españoles, eran más favorables para ser habilitados como terrenos horizontales,
los animales de origen europeo. En el siglo cortando los desiertos vecinos al mar.
XVIII, españoles e indígenas habían trasla-
dado sus sistemas de transporte al de herra- La consecuencia de la construcción de
dura, lo que agregó, además, la maestría de la carretera Panamericana, costeña, como la
forjadores de hierro en los caminos. gran vía longitudinal que conectaba el Perú
entero, fue un fuerte disloque en la comuni-
Tres siglos después, ya entrado el siglo cación del resto del país, dado que el esquema
XX, la instalación de los medios mecánicos de de comunicación resultante establecía una co-
transporte indujo a una política de comunica- nexión fluida de los pueblos de la sierra con
ción terrestre basada en el uso de los carros. Si los puertos de la costa, pero con ninguna o
bien lento, el abandono de los caminos peato- muy poca posibilidad de articulación de los
nales o de acémilas fue en ascenso, y provocó pueblos entre sí. En el Perú, el resultado fue
la habilitación de carreteras, que son caminos el ascenso de la incomunicación. Se instaló

226
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

Fig. 168. Mercaderes desplazándose en la actualidad en el camino de Huachis, Áncash. Tramo Huanuco
Pampa – Huamachuco. Foto Qhapaq Ñan Perú.

como norma la imposibilidad de promover solución peatonal, donde el camino debía fa-
un mercado interno que vinculase estruc- cilitar el tránsito de personas, séquitos y cara-
turalmente el campo con las ciudades y una vanas, muchas veces acompañados por recuas
creciente tendencia a la migración transver- de llamas, conduciendo a los trajinantes por
sal —de la sierra a la costa—, y la lucha por senderos firmes y bien trazados. Se recorría
construir costosas y no siempre eficientes ca- longitudinalmente la cordillera, salvando las
rreteras en todo el inmenso circuito de asen- pendientes con el uso de escalinatas, las que-
tamientos humanos que hay en el Perú. Con bradas con el uso de puentes, y habilitando
un esquema así, la Amazonía, desde la selva “pasos” en los puntos del camino donde los
alta cordillerana hasta los llanos, quedó en la macizos imponían soluciones como túneles o
marginalidad más absoluta. extensos tramos construidos.

Esta opción vial consolidó el centralis- La red vial que los incas rescataron
mo costeño en el Perú, y fue el eje del des- como proyecto de integración andina en el
articulado crecimiento urbano de la segun- siglo XV, usando todos los logros previos y
da mitad del siglo XX, que generó una red agregando aquellos que eran necesarios para
lineal de carreteras. Esta opción vial desplazó el montaje de su proyecto político imperial,
la vieja red de articulación andina que tenía tenía la virtud de consolidar la unión de los
como eje central la cordillera de los Andes. pueblos del mundo andino cordillerano en
La opción originaria andina conducía a una un eje norte-sur y a la par permitir la inser-

227
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

se corta la conexión y, en cierto modo, la su-


perposición de la red vial actual de Ecuador
con la del Qhapaq Ñan, que ha tenido y tie-
ne, además, un papel articulador semejante al
que tuvo en tiempos prehispánicos, donde las
conexiones entre el Guayas y el Cañar eran
tan activas como ahora, y donde el “camino
de la sierra” permitía el desarrollo y la cone-
xión de las ciudades que están en las cuencas
serranas de Quito, Latacunga, Ambato, Rio-
bamba y Cuenca.

El proceso de ruptura iniciado en Gua-


yaquil se desarrolló plenamente en lo que si-
gue del camino. El “camino de la sierra” fue
abandonado, y en cambio se dio prioridad
al “camino de la costa”, que, desde Tumbes,
pero sobre todo desde Piura, y siguiendo por
Lambayeque, Trujillo, Áncash, Lima e Ica,
desencadenó un exitoso eje costeño longitu-
dinal que se divorció de manera consistente
Fig. 169. En el tramo entre Pomata y Puno, frente
al lago Titicaca, las comunidades aún emplean el durante el siglo XIX, y produjo la quiebra de
sistema vial inca para transitar por condiciones los procesos serranos, sobre todo desde la ins-
inhóspitas. Foto José Luis Matos, Qhapaq Ñan talación de las redes de carreteras a partir de
Perú.
las décadas de 1920 y 1930. La sierra pasó a un
ción, dentro de este eje central, a los pueblos segundo plano, y desde luego el camino Qha-
de las vertientes orientales y occidentales de paq Ñan se abandonó totalmente para bus-
las subregiones andinas. Esto se rompió en car rutas que fueran accesibles a carros. Los
varios de nuestros países con las nuevas re- arrieros que existían hasta la década de 1940
des viales, aunque no fue igual en todas par- también desaparecieron y fueron reemplaza-
tes. El eje Colombia-Ecuador de los Andes dos por los camioneros. La “montaña” y la sel-
septentrionales se mantuvo, de modo que la va pasaron, finalmente, al traspatio del país, y
ruta que nace en Nariño, pasando por Quito la extrema pobreza reemplazó al camino.
hasta Cuenca, se conserva. El papel atractivo
de Guayaquil ha generado un proceso de al- La configuración del nuevo país que se
teración significativo, dado que establece un formó después de la década de 1940 muestra
circuito que ha impedido que el eje tenga las enormes ciudades costeñas, articuladas por
mismas calidades en el tránsito hacia Loja y una eficiente y generalmente bien cuidada
luego a Amazonas, Piura y Cajamarca. Allí carretera Panamericana, que sigue, de algún

228
Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino

modo, la “ruta de la costa” del Qhapaq Ñan. Pero, desde luego, no es solo el abando-
Cierto es que esta nueva carretera puede cru- no del Qhapaq Ñan lo que ha generado los
zar los desiertos de 100 kilómetros, o más, con desastres mencionados, pues hay otros facto-
tramos de alta velocidad, y se puede recorrer res que escapan a estas notas. Sin embargo, el
los 2000 o más kilómetros de costa en un par simple intercambio de los bienes contenidos
de días. Detrás comienza la pobreza, con las entre los pueblos que estuvieron vinculados
montañas secas de la cordillera occidental, por la red vial prehispánica muestra la virtud
donde se han instalado una serie de caminos de un rescate eventual de esa ruta para los
zigzagueantes que buscan que los más privile- nuevos caminos.
giados pueblos de la sierra se vinculen con esta
carretera y sus grandes ciudades. Son caminos Hay una ruta que reproduce el Qhapaq
que solo sirven para salir, y ese fue el papel que Ñan y que fue trazada en pleno siglo de las
han cumplido en los últimos cien años, va- innovaciones, el siglo XIX, cuando se instala-
ciando los pueblos de gente y de los bienes que ron las primeras y únicas redes ferrocarrileras
pueden interesar a las ciudades de la costa, o del país. Si bien estas redes fueron hechas con
a los puertos que los podrán llevar fuera. Los el interés de extraer los minerales de la sierra,
pueblos llamados ahora “del interior” no fue- los pocos ensayos que existen siguen las rutas
ron seriamente afectados por las transforma- del Qhapaq Ñan. Una de las principales es la
ciones que trajo el siglo XX y sus tecnologías que une Lima con La Oroya-Jauja y Huanca-
avanzadas. Por eso, sus ciudades maduraron yo, y que luego continúa hacia Huancavelica.
más como focos de interés turístico —por sus Es la ruta que —con algunas variantes— hizo
atractivos monumentos y bienes del pasado— Hernando Pizarro en su retorno a Cajamar-
que por los avances que podían ofrecer como ca. La red ferrocarrilera debía continuar ha-
parte del desarrollo del país. cia Ayacucho y Andahuaylas para proseguir
hacia el Cusco, según el plan que se desarrolló
Finalmente, la tercera franja del país, entonces. Lamentablemente no se hizo. Ese
con los pueblos que habitan en la cordillera proyecto hubiera permitido conectar todos
oriental y las tierras bajas de la Amazonía, esos pueblos con el ferrocarril que sí funcio-
pasó a ser un medio que solo sirve para la na entre Cusco y Puno, siguiendo totalmente
extracción de materias primas, sin cone- la ruta del Qhapaq Ñan, con una conexión
xión consigo mismo. La sierra y la selva hacia Arequipa que hizo posible el desarrollo,
perdieron la condición de enclaves con ca- en su momento, de las industrias textiles y de
pacidad de gestión de sus propios recursos, cueros de Arequipa, Cusco y Puno.
y se convirtieron en el factor generador de
la pobreza estructural del país. El traslado Hacia el norte, la ruta de los ferrocarriles
de sus pobladores hacia la oferta costeña vinculaba los puertos de Lambayeque y Trujillo
de bienestar ha generado las marginalida- con Cajamarca, y estaba dentro de los planes
des urbanas de extrema pobreza que sufre continuar con el tren de Cerro de Pasco, pasan-
una parte significativa del Perú. do por Huánuco o el Callejón de Huaylas, hacia

229
Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó, Victoria Castro

Cajamarca. Sin duda esa es la reposición con- bién en el imaginario colectivo y en mu-
temporánea del Qhapaq Ñan en el Perú, que chos casos es una suerte de ruta virtual,
tendría una posibilidad de conexión con los ca- contenida en una serie de mitos e historias,
minos de Bolivia, Chile y Argentina. donde el camino puede no tener concre-
ción ninguna y simplemente “existir”. Es
En Bolivia, los caminos actuales sí se su- parte de la ruta que recorren los chama-
perponen con los del Qhapaq Ñan, como ocu- nes actuales, que a veces vuela tocando las
rre con algunos de los caminos de la costa en el crestas nevadas de los apus y cruzando las
Perú, y como también ocurre con los caminos aguas de las pacarinas más vistosas, desde
de Chile. En el noroeste argentino, la superpo- Quito hasta Aconcagua, pasando por el sa-
sición es visible en gran parte de la ruta, pero grado lago Titicaca, pacarina principal. En
hay muchos sectores que se han perdido. las “mesas” de los yatiris y los pacos, cuando
han de adivinar el futuro, el camino es la
Pero el Qhapaq Ñan no es solo un ca- vía principal, solo comparable, según ellos,
mino físicamente verificable. Existe tam- con la Vía Láctea que está en el cielo.

Fig. 170. Camino Qhapaq Ñan al Kuntisuyu, saliendo de la ciudad y valle del Cusco, hacia la costa. Foto
Walter Hupiu, Qhapaq Ñan Perú.

230
BIBLIOGRAFÍA

ABERCROMBIE, Thomas ALBARRACÍN-JORDÁN, Juan y James


1996 “Qaqchas and to Plebe in ‘Rebellion’: MATTHEWS
Carnival vs. Lent in 18th Century Potosí”. 1992 Prehispanic and Early Colonial Settlement
Journal of Latin American Anthropology 2 (1): Patterns in the Lower Tiwanaku Valley.
62-111. Producciones CIMA, La Paz, Bolivia.
1998 Pathways of memory and power: ethnography
and history among an Andean people. ALBECK, María Ester
University of Wisconsin Press. 2000 “La vida agraria en los Andes del Sur”.
2006 Caminos de la memoria y del poder: En: Nueva historia argentina. Los pueblos
etnografía e historia en una comunidad originarios y la Conquista, editado por
andina (Vol. 4). Institut Français d’Études Miriam Tarragó, pp. 187-228. Editorial
Andines. Sudamericana, Buenos Aires.

AGURTO CALVO, Santiago ALDUNATE, Carlos


1980 Cusco: La traza urbana de la ciudad Inca. 2001 “El Inka en Tarapacá y Atacama”. En:
Proyecto PER 39-Unesco-INC, Lima. Tras la huella del Inka en Chile, editado por
1987 Estudio acerca de la construcción, Carlos Aldunate y Luis Cornejo, pp. 18-34.
arquitectura y planeamiento Incas. Cámara Museo Chileno de Arte Precolombino,
Peruana de la Construcción, Lima. Santiago de Chile.

AJATA, Rolando ALDUNATE DEL SOLAR, Carlos y Luis E.


2001 Ms. Arqueología del sistema vial de los CORNEJO (editores)
Inkas en el Alto Loa, II Región. Fondecyt 2001 Tras la huella del Inka en Chile. Museo Chileno
1010327. de Arte Precolombino, Santiago de Chile.
2004 Ms. Aproximación al espacio geográfico
del Complejo Cultural Pica-Tarapacá, ALEMÁN, Diego
norte de Chile: Una visión desde los [1564] 1897 “Entrada de Diego Alemán a los
sistemas de información geográfica. Mojos o Mussus”. En: Relaciones Geográficas de
Ponencia presentada en XV Congreso Indias. Perú IV, pp. 276-278. Editado por Marcos
Nacional de Arqueología Argentina, Río Jiménez de la Espada. Biblioteca de Autores
Cuarto. Españoles vol. 185, Madrid.

ALBARRACÍN-JORDÁN, Juan AMBROSETTI, Juan Bautista


1996 Tiwanaku, arqueología regional y dinámica 1902 El sepulcro de La Paya: últimamente
segmentaria. Plural Editores, La Paz. descubierto en los valles Calchaquies,
provincia de Salta. J.A. Alsina, editor,
Buenos Aires.

233
BALLIVIÁN, Julio, Andrea GOYTIA y Marcos BERMANN, Marc
MICHEL 1993 “Continuity and change in household life
2010 “El Qhapaq Ñan Urco y los tambos de at Lukurmata”. En: Domestic Architecture,
Machaca, Caquiaviri y Caquingora. Una Ethnicity, and Complementarity in the
aproximación arqueológica”. Anales de la South-Central Andes, editado por Mark
XXIV Reunión Anual de Etnología, tomo I, S. Aldenderfer, pp. 114-135. University of
pp. 169-189. La Paz, Bolivia. Iowa Press, Iowa.
1994 Lukurmata: Household Archaeology in
BÁRCENA, Joaquín Prehispanic Bolivia. Princeton University
2001 “Prehistoria del Centro-Oeste Argentino”. Press, Princeton, New Jersey.
En: Historia Argentina Prehispánica, editado
por E. Berberian y A. Nielsen, pp. 561-634. BERTHELOT, Jean
Editorial Brujas, Córdoba. 1986 “The extraction of precious metals at
the time of the Inka”. En: Anthropological
BARRAGÁN VARGAS, Mario history of Andean polities, editado por
2001 Historia temprana de Tarija. Gráfica Offset John V. Murra, Nathan Wachtel y Jacques
Kokito.Tarija, Bolivia. Revel, pp. 69-88. Cambridge University
Press.
BARRAGÁN Rossana y Ramiro MOLINA
1987 “De los señoríos a las comunidades: el caso BETANZOS, Juan Diez de
Quillacas”. Actas y Anales de la Reunión [1551] 1987 Suma y narración de los incas.
Anual de Etnología 1987, Parte I, pp. 299- Transcripción, prólogo y notas de Carmen Martín
334. Museo Nacional de Etnografía y Rubio. Ediciones Atlas, Madrid.
Folklore, La Paz.
BINGHAM, Hiram
BAUER, Brian S. 1916 “Further explorations in the land of the
1992 “Ritual pathways of the Inca: An analysis Incas”. National Geographic Magazine 29 (5):
of the Collasuyu Ceques in Cuzco”. Latin 431-473.
American Antiquity 3 (3): 183-205. 1930 Machu Picchu: A Citadel of the Incas.
2002 El espacio sagrado de los incas. El Sistema Publicado para la National Geographic
de Ceques del Cuzco. Traducido por Javier Society of America por la Yale University
Flores Espinoza. Centro de Estudios Press, New Haven, Connecticut.
Regionales Andinos Bartolomé de las
Casas, Cusco. BOCK, Edward de y Tom R. ZUIDEMA
1991 “Coherencia matemática en el arte
BENCIC, Catherine andino”. En: Los incas y el antiguo Perú: 3000
1999 Back to the grind: understanding lithic años de historia, editado por Sergio Purin,
technology at Iwawi, Bolivia. Tesis volumen 2, pp. 454-463. Ayuntamiento
doctoral, State University of New York at de Madrid, Centro Cultural de la Villa,
Binghamton, Anthropology Department. Madrid.

BERENGUER R., José BOLLINGER, Armin y Oswaldo RIVERA


2009 Chile bajo el imperio de los Inkas. Museo SUNDT
Chileno de Arte Precolombino, Santiago. 1997 Así construían los inkas: apuntes de
arquitectura en los Andes Centrales. Editado
BERENGUER R., José, Cecilia SANHUEZA, por Oswaldo Rivera Sundt. Editorial Los
Christián VITRY, Patricio OLAVARRÍA Amigos del Libro, La Paz.
y Andrea TORRES
2011 Qhapaq Ñan. Las rutas del inca en el norte
de Chile. Segunda edición. Consejo de
Monumentos Nacionales, Santiago.

234
BOUYSSE-CASSAGNE, Thérèse 1996 Toponimia, arqueología y territorios étnicos
1986 “Urco and Uma: Aymara concepts of en Nariño. Comentarios sobre el manuscrito
space”. En: Anthropological history of ‘Les Tribus Méridionales de la Colombie’, de
Andean polities, editado por J. Murra, N. Paul Rivet”. Documentos sobre lenguas
Wachtel y J. Revel, pp. 201-227. Cambridge aborígenes de Colombia del archivo de
University Press, Cambridge. Paul Rivet 3.
1987 La identidad aymara: aproximación histórica
(siglo XV, siglo XVI). Instituto de Historia CASTILLO, Luis Jaime y Christopher DONNAN
Social de Bolivia e Instituto Francés de 1994 “La ocupación moche de San José de
Estudios Andinos, La Paz. Moro, valle de Jequetepeque”. En Moche,
propuestas y perspectivas. Actas del
BURKHOLDER, JoEllen Primer Coloquio sobre la Cultura Moche,
1997 Tiwanaku and the Anatomy of Time. Tesis Trujillo 1993, editado por S. Uceda y
doctoral, Department of Anthropology, E. Mujica. Travaux de l’Institut Français
State University of New York, d’Études Andines 79: 93-146. Lima.
Binghamton.
CASTRO, Victoria y Carlos ALDUNATE
BYRNE DE CABALLERO, Geraldine 2003 “Sacred Mountains and Landscapes in
1975a “La atalaya de Incaracay”. Los Tiempos, the Highlands of the Central-Southern
enero 12. Cochabamba. Andean Area”. Mountain Research and
1975b “La arquitectura del almacenamiento en la Development 23 (1): 73-79. Berna.
logística incaica”. Diario, noviembre 30. La
Paz. CASTRO, Victoria y Constanza CERUTI
2018 “El culto a las montañas en los Andes”.
CABELLO DE BALBOA, Miguel En: El Imperio Inka, editado por Izumi
1951 [1586] Miscelánea antártica: una historia Shimada, pp. 429-472. Pontificia
del Perú antiguo. Prólogo de Luis E. Universidad Católica del Perú, Lima.
Valcarcel. Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, Instituto de Etnología y CASTRO R., Victoria y Varinia VARELA
Arqueología, Lima. GUARDA (editoras)
1994 Ceremonias de tierra y agua. Ritos
CABILDO DE CUENCA milenarios andinos. Fondo de Desarrollo
[1579-1587] 1988 Libro Quinto de Cabildos de de la Cultura y las Artes, Ministerio de
Cuenca, 1579-1587. Versión paleográfica de Educación, Santiago de Chile.
Juan Chacón Zhapán. Archivo Histórico
Municipal, Xerox del Ecuador, Cuenca. CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
2004 “El aimara como lengua oficial de los
CÁRDENAS-ARROYO, Felipe incas”. Boletín de Arqueología PUCP 8: 9-21.
1994 “Reconstrucción química de la paleodieta Lima.
en restos arqueológicos humanos del
territorio Muisca”. Eres. Arqueología/ CÉSPEDES P., Ricardo
Bioantropología 5: 71-81. 1982 “La arqueología del área de Pocona”.
1995 “Complejos cerámicos como marcadores Cuadernos de Investigación. Serie
territoriales: el caso crítico del Piartal- Arqueología nro. 1. Instituto de
Tuza en la arqueología de Nariflo”. En: Investigaciones Antropológicas y Museo
Perspectivas regionales en la arqueología del de la Universidad Mayor de San Simón,
suroccidente de Colombia y norte del Ecuador, Cochabamba.
editado por Cristóbal Gnecco, pp. 49-58. 1986 Camino Inka de San Jacinto. Uno más dentro
Universidad del Cauca, Popayán. del sistema de penetración a la selva. Los
Tiempos 13. Cochabamba, Bolivia.

235
CIEZA DE LEÓN, Pedro DE TERÁN, Marín e Inés de PINO MARTÍNEZ
[1553] 1995 Crónica del Perú. Primera parte. Introducción 2005 Algunas reflexiones sobre el Ecuador
de Franklin Pease G. Y. Nota de Miguel prehispánico y la ciudad inca de Quito.
de Maticorena E. Tercera Edición. Fondo Consejería de Obras Públicas y
Editorial de la Pontificia Universidad Transportes, Dirección General de
Católica del Perú y Academia Nacional de la Arquitectura y Vivienda.
Historia. Fondo Editorial. Lima.
[1553] 1996 Crónica del Perú. Segunda parte. Edición, DEL RÍO, María de las Mercedes
prólogo y notas de Francesca Cantú. 1996 Relaciones interétnicas y control de recursos
Tercera Edición. Fondo Editorial de la entre los aymaras del macizo de Charcas: Los
Pontificia Universidad Católica del Perú y Soras del repartimiento de Paria: Estrategias
Academia Nacional de la Historia. Fondo de acceso a tierras, siglos XVI-XVII. Tesis
Editorial. Lima. doctoral, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires-Argentina.
COBO, Bernabé 2005 Etnicidad, territorialidad y colonialismo en
[1653] 1890 Historia del Nuevo Mundo. Edición de los Andes: tradición y cambio entre los Soras
Marcos Jiménez de la Espada, Sociedad de de los siglos XVI y XVII (Bolivia). Instituto
Bibliófilos Andaluces, Vol. 1. Imprenta de de Estudios Bolivianos, La Paz, Bolivia.
E. Rasco, Sevilla.
DEPARTAMENTO DE ARQUEOLOGÍA
COLLAPIÑA, SUPNO y otros 1976 “Viaje a Llactapampa”. Los Tiempos, 7 de
[1542-1608] 1974 Relación de la descendencia, gobierno noviembre, Cochabamba.
y conquista de los incas de Collapiña, Supno
y otros quipucamayocs (conocida también EARLE, Timothy y Terence D’ALTROY
como Relación de los quipucamayocs 1989 “The political economy of the Inka
[khipukamayuq] al Gobernador Vaca de Empire: The archaeology of power and
Castro). Editado por Juan José Vega, finance”. En: Archaeological thought in
Editorial Jurídica S.A., Lima. America, editado por Lamberg Karlovsky,
pp. 183-204. Cambridge University Press,
CORNEJO, Luis New York.
2001 “Los Inka y sus aliados Diaguita en el
extremo austral del Tawantinsuyu”. En: ECHEVARRÍA, José y Tamara BRAY
Tras la huella del Inka en Chile, editado por 2016 “Las Tolas Pérdidas de Caranqui y su
Carlos Aldunate y Luis Cornejo, pp. 74- contexto histórico regional”. Cuadernos
89. Museo Chileno de Arte Precolombino, de Antropología 16: 131-153. Revista de la
Santiago de Chile. Escuela de Antropología de la PUCE,
2014 “Sobre la cronología del inicio de la Quito.
imposición cuzqueña en Chile”. Estudios
Atacameños 47: 101–116. Universidad ELLEFSEN, Bernardo
Católica del Norte. 1972 Importancia histórica de Incallajta.
Publicaciones de la Corporación de
D’ALTROY, Terence Desarrollo de Cochabamba, Cochabamba.
1992 Provincial Power in the Inka Empire.
Smithsonian Institution, Washington, ESPINOZA SORIANO, Waldemar
D.C. 1969 “El Memorial de Charcas: Crónica inédita
de 1582”. Cantuta 4: 117-152.
DE GUTIÉRREZ, María Beierlein 1987 Los incas. Economía, sociedad y Estado en
2006 La cerámica prehispánica tardía del la era del Tahuantinsuyo. Amaru Editores.
Altiplano de Sama (Departamento Tarija, Primera Edición. Lima, Perú.
Bolivia) y su relación con las regiones 1997 Los incas. Economía, sociedad y Estado en la
adyacentes. Ponencia, 52° Congreso era del Tahuantinsuyo. Amaru Editores.
Internacional de Americanistas, Sevilla.

236
2003 Temas de etnohistoria boliviana. GARCILASO DE LA VEGA, Inca
Producciones CIMA, La Paz, Bolivia. [1609] 1963 Primera parte de los commentarios reales,
qve tratan origen de los yncas, reyes qve
ESTETE, Miguel fveron del Perv, de sv idolatría, leyes, y
[1533] 1879 Relación del viaje que hizo el señor capitán gouierno en paz y en guerra: de sus vidas y
Hernando Pizarro por mandado del Señor conquistas, y de todo lo que fue aquel Imperio
Gobernador, su hermano, desde el pueblo y su Republica, antes que los Españoles les
de Caxamalca a Parcama y de allí a Jauja. passaran a el. Obras Completas del Inca
Biblioteca de Autores Españoles vol. 26, Garcilaso de la Vega, editado por Carmelo
Madrid. Sáenz de Santa María, Biblioteca de
[1534] 1986 Noticia del Perú. En: Raúl Porras Autores Españoles vol. 132. Madrid.
Barrenechea: Los cronistas del Perú, edición y
estudio preliminar de Franklin Pease G.Y., GASPARINI, Graziano y Luise MARGOLIES
bibliografía de Graciela Sánchez Cerro, 1977 Arquitectura Inka. Centro de
Félix Álvarez Brun y Oswaldo Holguín Investigaciones Históricas y Estéticas,
Callo. Banco de Crédito del Perú, Lima. Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Universidad Central de Venezuela,
FEJOS, Paul Caracas.
1944 Archaeological explorations in the
Cordillera Vilcabamba, Southeastern Peru. GÓMEZ, Luz
Anthropology 3. Viking Fund Publication, 2006 “Desarrollo y simbolismo dual de la
New York. metalurgia de Nariño y Carchi”. Jornadas
Andinas de Literatura Latinoamericana.
FERNÁNDEZ, Eduardo Universidad de los Andes, Banco de la
1994 Distribución espacial y temporal en el área República e Instituto Pensar. Bogotá,
Quillacinga. Tesis doctoral, Universidad de Colombia.
los Andes, Bogotá.
GONZÁLEZ, Alberto Rex
FLORES OCHOA, Jorge (compilador) 1982 “Las provincias Inca del antiguo
1977 Pastores de Puna. Uywamichig punarurakuna. Tucumán”. Revista del Museo Nacional
Instituto de Estudios Peruanos, Estudios XLVI, 317-380. Lima.
de la Sociedad Rural 5, Lima.
1979 Pastoralists of the Andes: the Alpaca herders GONZÁLEZ, Luis R.
of Paratía. Institute for the Study of 1992 “Fundir es morir un poco. Restos de
Human Issues. Philadelphia. actividades metalúrgicas en el valle de
Santa María, Provincia de Catamarca”.
FLORES OCHOA, Jorge y Percy PAZ FLORES, Revista de Arqueología 2: 51-70. Palimpsesto.
1986 “La agricultura en lagunas (qocha)”. En 2000 “La dominación inca. Tambos, caminos
Andenes y camellones en el Perú andino: y santuarios”. En: Pueblos originarios y
historia, presente y futuro, editado por la conquista: Nueva Historia Argentina 1,
Carlos De la Torre y Manuel Burga, pp. editado por Myriam Tarragó, pp. 301-342.
85-106. Consejo Nacional de Ciencia y Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
Tecnología, Lima.
GONZÁLEZ, Luis y Myriam TARRAGÓ
FRESCO, Antonio 2004 “Producción tecnológica e identidad
2004 Ingañán. La red vial del imperio inca en durante el dominio incaico en el Noroeste
los Andes ecuatoriales. Banco Central del Argentino”. Boletín de Arqueología PUCP 8:
Ecuador, Quito. 191-207. Lima.

237
GROOT, Ana María y Eva María HOOYKAAS HUMBOLDT, Alexander von
(editoras) 2004 Mi viaje por el Camino del Inca (1801-1802).
1991 Intento de delimitación del territorio de Antología, editada por David Yudilevich.
los grupos étnicos Pastos y Quillacingas Editorial Universitaria, Santiago de Chile
en el Altiplano Nariñense. Fundación de
Investigaciones Arqueológicas Nacionales, HYSLOP, John
Banco de la República, Bogotá. 1976 An archaeological investigation of the Lupaca
Kingdom and its origins (Vol. 1). Tesis
GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe doctoral, Departamento de Antropología,
[1615] 1993 Nueva corónica y buen gobierno. Franklin Columbia University.
Pease G.Y., editor. 3 Volúmenes, Fondo de 1984 The Inka road system. Academic Press.
Cultura Económica, México D.F. 1985 Inkawasi, the New Cuzco: Cañete.
Lunahuana, Perú. BAR international
GYARMATI, Janos y András VARGA series, Vol. 234, Oxford, England.
1999 The chacaras of war: an Inka state estate in 1987 “Inkawasi. El mundo en microcosmos”.
the Cochabamba Valley, Bolivia. Museum of Cuadernos del Instituto Nacional de
Ethnography, Budapest. Antropología y Pensamiento Latinoamericano
12 (1): 47-71.  Universidad de Buenos Aires.
HARRIS, Olivia 1990 Inka settlement planning. University of
1987 Economía étnica. HISBOL, La Paz, Bolivia. Texas Press, Austin.
1992 Qhapaqñan: el sistema vial inkaico. Instituto
HARRIS, Olivia, Larson BROOKE y Enrique Andino de Estudios Arqueológicos, Lima.
TANDETER
1987 La participación indígena en los mercados IDROVO, Jaime
surandinos: estrategias y reproducción social, 2000 Tomebamba: arqueología e historia de una
siglos XVI a XX. CERES. La Paz, Bolivia. ciudad imperial. Ediciones del Banco
Central del Ecuador. Cuenca, Ecuador.
HARSTORF, Christine A.
1986 “Agricultura, alimetación y economía de JULIEN, Catherine
los Wanka durante la época Inka”. En: 1981 “A late burial from Cerro Azoguini,
Actas y trabajos del VI Congreso Peruano: Puno”. Ñawpa Pacha 19: 129-154. Institute
Hombre y Cultura Andina, editado por F. of Andean Studies, Berkeley.
Iriarte, Vol 1, pp. 168-185. Universidad 2002 “Identidad y filiación por suyu en el
Inca Garcilaso de la Vega, Lima. imperio incaico”. Boletín de Arqueología
PUCP 6: 11-22. Lima.
HAYASHIDA, Frances 2004a Hatunqolla. Una perspectiva sobre el
1995 State Pottery Production in the Inka imperio incaico desde la región del lago
Provinces. Tesis doctoral, University of Titicaca, maestría en historias andinas
Michigan. University Microfilms, Ann y amazónicas, Universidad Mayor
Arbor. de San Andrés/Colegio Nacional de
Historiadores de Bolivia/Producciones
HERRERA y TORDESILLAS, Antonio de CIMA, La Paz.
[1601-1615] 1730 Descripción de las Indias Occidentales 2004b “Las tumbas de Sacsahuaman y el estilo
y historia general de los hechos de los Cuzco-Inca”. Ñawpa Pacha 25-27 (1987-1989):
Castellanos en las Islas y tierra firme del 1-125. Institute of Andean Studies, Berkeley.
Mar Oceano. Oficina Real de Nicolás
Rodríguez Franco, Madrid KAULICKE, Peter, Ryujiro KONDO, Tetsuya
KUSUDA y Julinho ZAPATA
HOLM, Olaff 2003 “Agua, ancestros y arqueología del
1970 “La cerámica colonial del Ecuador”. Boletín paisaje”. Boletín de Arqueología PUCP 7: 27-
de la Academia Nacional de Historia 116: 265- 56. Lima.
283. Quito.

238
KOLATA, Alan MATHEWS, James
1983 “The South Andes”. En: Ancient South 1992 Prehispanic settlement and agriculture
Americans, editado por Jesse Jennings, in the Middle Tiwanaku Valley, Bolivia.
pp. 241-285. Freeman and Company, San Tesis doctoral, University of Chicago,
Francisco. Department of Anthropology.

KOSOK, Paul MATIENZO, Juan


1978 “El transporte en el Perú”. En: Tecnología [1567] 1967 Gobierno del Perú. Editado por
andina, editado por Rogger Ravines, pp. Guillermo Lohmann.Villena, París.
615-625. Instituto de Estudios Peruanos,
Instituto de Investigación Tecnológica MATOS, Ramiro
Industrial y de Normas Técnicas. Primera 1994 Pumpu. Centro Administrativo Inka de la
Edición, Lima. Puna de Junín. Editorial Horizonte, Lima.

LAS CASAS, Bartolomé de MARCOS, Jorge y Martín BAZURCO


[1550] 1939 Las antiguas gentes del Perú. Colección de 2006 “Albarradas y camellones en la región
Libros y Documentos Referentes a la Historia costera del antiguo Ecuador”. En:
del Perú, Serie 2, Tomo 11. Imprenta y Agricultura ancestral camellones y
Librería Sanmarti y Cs., Lima. albarradas: contexto social, usos y retos
[1552] 2001 Brevísima relación de la destrucción de del pasado y del presente, Franciso
las Indias. Editado por Jorge A. Mestas. Valdez, editor. Actas & Memorias del
Madrid. Institute Francés de Estudios Andinos 3: 94-
108. Quito, Ediciones Abya-Yala, Instituto
LATCHAM, Ricardo Eduardo Francés de Estudios Andinos, Institut de
1938 Arqueología de la región atacameña. Prensas Recherche pour le Développement, Banco
de la Universidad de Chile, Santiago. Central del Ecuador, Instituto Nacional
de Patrimonio Cultural, Centre National
LAVALLEE, Danièle y Luis Guillermo de Recherches Scientifiques, Embajada de
LUMBRERAS Francia y Universidad de Paris I.
1985 Les Andes: de la préhistoire aux Incas: le
monde précolombien. Gallimard. McEWAN, Gordon
1985 “Excavaciones en Pikillacta, un
LEVILLIER, Roberto sitio Wari”. Diálogo Andino 4: 89-135.
1942 La historia índica de Sarmiento de Gamboa Departamento de Historia y Geografía,
que la mandó escribir [el virrey F. de Toledo] Universidad de Tarapacá, Arica.
cotejada con los Comentarios de Garcilaso y 1989 “The Wari empire in the southern
otras crónicas. Buenos Aires. Peruvian highlands: A view from the
provinces”. En: The Nature of Wari: A
LeVINE, Terry (editor) Reappraisal of the Middle Horizon Period in
1992 Inka Storage Systems. University of Peru, editado por R. M. Czwarno, F. M.
Oklahoma Press, Norman. Meddens y A. Morgan, pp. 53-71. Oxford,
BAR International Series 525.
LUMBRERAS, Luis G. 1991 “Investigations at the Pikillacta Site: A
1999 “Andean urbanism and statecraft (CE provincial Huari center in the Valley of
550–1450)”. En: The Cambridge History of Cuzco”. En: Huari Administrative Structure:
the native peoples of the Americans. South Prehistoric Monumental Architecture and
America, editado por Frank Salomon y State Government, editado por William H.
Stuart Schwartz, Part 1, Vol. 3: 518-576. Isbell y Gordon F. McEwan, pp. 93.119.
Cambridge University Press, Cambridge. Dumbarton Oaks Research Library and
Collection, Washington, D.C.
1996 Archaeological investigations at
Pikillacta, a Wari site in Peru. Journal of
Field Archaeology 23(2): 169-186.

239
MELGAR i MONTAÑO, Adrián 1999 “La arquitectura del Tahuantinsuyu”.
[1955] 2008 Historia de Vallegrande, tomo I (2° En: Los Incas: arte y símbolos, editado
edición). Secretaría Departamental de por Franklin Pease, Craig Morris, Julio
Desarrollo Humano, Santa Cruz. Santillana, Ramiro Matos, Paloma
Carcedo, Luisa Vetter, V. Roussakis y Lucy
MENZEL, Dorothy Salazar, pp. 1-59. Banco de Crédito del
1959 “The Inca occupation of the South Perú, Lima.
Coast of Peru”. Southwestern Journal of
Anthropology 15 (2): 125-142. MORRIS, Craig, y Adriana Von HAGEN
1971 “Estudios arqueológicos en los valles de 1993 The Inka Empire and its Andean origins.
Ica, Pisco, Chincha y Cañete”. Arqueología Abbeville Press.
y Sociedad 6: 9-100. Museo de Arqueología
y Antropología de la Universidad MOSELEY, Michael
Nacional Mayor de San Marcos, Lima. 1992 “Maritime foundations and multilinear
evolution: Retrospect and prospect”.
MEYERS, Albert Andean Past 3: 5-42. Cornell University,
1998 Los incas en el Ecuador: análisis de los restos Latin American Studies Program, Ithaca.
materiales. Abia-Yala, Quito.
MOSTNY, Grete
MICHEL, Marcos 1949 “Ciudades atacameñas”. Boletín del Museo
2008 Patrones de asentamiento precolombino del Nacional de Historia Natural 24: 125-201.
Altiplano Boliviano. Lugares centrales de la Santiago, Chile.
región de Quillacas, Departamento de Oruro,
Bolivia. Tesis doctoral, Uppsala University, MUÑOZ, María de los Ángeles
Uppsala. 2002 “Incallajta virtual: 600 años después”.
Revista Vida & Futuro, Los Tiempos 1 (4):
MORENO YÁNEZ, Segundo 9-12. Cochabamba.
1983 “La sociedad indígena y su articulación 2006 Patrimonio Cultural y Desarrollo Local
a la formación socioeconómica colonial Comunitario. El caso Incallajta. Cochabamba-
en la Audiencia de Quito”. Nueva historia Bolivia. UMSS-Asdi/SAREC-INIAM.
del Ecuador 5 Epoca colonial III, Perspectiva
general de la Colonia, editado por Enrique MURRA, John
Ayala Mora: pp. 93-136. Corporación 1958 “On Inca political structure”. En: Systems
Editora Nacional, Quito. of Political Control and Bureaucracy in
Human Societies, editado por Verne F.
MORRIS, Craig Ray, pp. 30-41. Proceeding of the 1958
1972 “State settlements in Tawantinsuyu: a Annual Spring Meetings of the American
strategy of compulsory urbanism”. En: Ethnological Society. University of
Contemporary Archaeology, editado por Washington Press, Seattle y Londres.
Mark Leone, pp. 393-401. 1967 “La visita de los Chupachu como fuente
1986 “Storage, Supply and Redistribution etnológica”. En: Visita de la Provincia de
in the Economy of the Inka State”. En: León de Huánuco en 1562, Iñigo Ortiz de
Anthropological History of Andean Polities, Zúñiga, Visitador, pp. 381-406. Tomos
editado por John V. Murra, Nathan I y II, editado por John V. Murra.
Wachtel, y Jacques Revel, pp. 59-68. Universidad Nacional Hermilio Valdizán,
Cambridge University Press, Cambridge. Facultad de Letras y Educación, Huánuco,
1987 “Arquitectura y estructura del espacio en Perú.
Huánuco Pampa”. Cuadernos del Instituto
Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano 2 (1): 27-45.

240
1972 “El ´’control vertical’ de un máximo OBEREM, Udo
de pisos ecológicos en la economía de 1976 El acceso a recursos naturales de diferentes
las sociedades andinas”. En: Visita de ecologías en la sierra ecuatoriana (siglo XVI).
la provincia de León de Huánuco en 1562, Fondation Singer-Polignac.
Ortiz de Zúñiga, visitador. Documentos 1981 “El acceso a recursos naturales de
para la Historia y Etnología de Huánuco diferentes ecologías en la Sierra
y la Selva Central, vol. 2, pp. 427-476. ecuatoriana (siglo XVI). En: Contribución
Universidad Nacional Hermilio Valdizán, a la etnohistoria ecuatoriana, editado por
Huánuco. Segundo Moreno y Udo Oberem, pp. 45-
1975 Formaciones Económicas y Políticas del 71. Banco Central del Ecuador, Abya Yala,
Mundo Andino. Instituto de Estudios Instituto Otavaleño de Antropología.
peruanos. IEP Ediciones Lima Perú. Otavalo.
1978 La organización económica del Estado Inca,
Vol. 11. Siglo XXI. Traducción de Daniel OWEN, Bruce
Wagner, Siglo XXI Editores, México. 1994 Were Wari and Tiwanaku in conflict,
1980 The Economic Organization of the Inca competition, or complementary
State, Research in Economic Anthropology coexistence? Survey evidence from the
Supplement 1. JAI Press, Greenwich. Upper Osmore drainage, Peru. 59th
1999 “El Tawantinsuyu”. En: Historia general de annual meeting of the Society for American
América Latina: Las sociedades originarias, Archaeology, Anaheim.
editado por Teresa Rojas y John Murra, pp.
481-494. Vol. 1. Editorial Trotta, Ediciones OWEN, Bruce y Paul S. GOLDSTEIN
UNESCO. 2001 “Tiwanaku en Moquegua: interacciones
regionales y colapso”. En: Huari y
MURÚA, Martín de Tiwanaku: modelos vs. evidecias. Segunda
[1613] 1987 Historia general del Perú. Edición de parte, Peter Kaulicke y William H. Isbell,
Manuel Ballesteros G. Historia 16, editores. Boletín de Arqueología PUCP 5:
Madrid. 169-188. Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú.
NIELSEN, Axel
2007 “mas significantes: tramas culturales, ONTANEDA, Santiago
guerra y cambio social en el sur andino 1998 “Arqueología de la sierra norte del
prehispánico”. Boletín del Museo Chileno de Ecuador: secuencia cronológica y
Arte Precolombino 12 (1): 9-41. Santiago de perspectivas regionales”. En: Intercambio
Chile. y comercio entre costa, Andes y selva.
Arqueología y etnohistoria de Suramérica,
NÚÑEZ, Lautaro editado por Felipe Cárdenas-Arroyo y
1984 Tráfico de Complementariedad de Recursos Tamara L. Bray, pp. 87-114. Departamento
entre las Tierras Altas y el Pacífico en el de Antropología, Universidad de los
área Centro Sur Andina. Tesis doctoral, Andes, Bogotá.
University of Tokyo, Tokio.
PALMA, Ricardo
NÚÑEZ, Lautaro y Tom D. DILLEHAY 1966 Más tradiciones peruanas. Selección.
[1978] 1995 Movilidad giratoria, armonía social Editorial Universitaria de Buenos Aires,
y desarrollo en los Andes Meridionales: Buenos Aires.
Patrones de tráfico e interacción económica.
Universidad Católica del Norte, PAOLILLO, Antonio
Antofagasta. 1990 “New discoveries in Bolivia”. Ligabue
Magazine 9 (17): 138-139. Italia.

241
PARSONS, Jeffrey y Norbert PSUTY PIZARRO, Hernando
1975 “Sunken fields and prehistoric subsistence [1553] 1938 Carta a los oidores de la Audiencia de
on the peruvian coast”. American Antiquity Santo Domingo. En: Los cronistas de la
40 (3): 259-282. Salt Lake City. Conquista, editado por Horacio H. Urteaga,
1981 “Chacras hundidas y subsistencia Biblioteca de Cultura Peruana, Tomo II,
prehispánica en la costa del Perú”. En: pp. 253-264. Desclée de Brouwer, Paris.
Runakunap kawsayninkupaq rurasqankunaqa.
La tecnología del mundo andino. Tomo I: PIZARRO, Pedro
Subsistencia y almacenamiento, editado [1571] 1978 Relación del descubrimiento y conquista
por H. Lechtman y A. M. Soldi, pp. 51- del Perú. Edición y consideraciones
89. Universidad Nacional Autónoma de preliminares de de Guillermo Lohman
México. Villena, Notas de Pierre Duviols. Fondo
Editorial de la Pontificia Univrsidad
PÄRSSINEN, Martti Católica del Perú, Lima
1992 Tawantinsuyu: the Inca state and its political
organization. Studia Historica 43. Suomen PLATT, Tristan
historiallinen seura. Finlandia. 1996 Guerreros de Cristo: cofradías, misa solar, y
guerra regenerativa en una doctrina Macha
PEASE G.Y., Franklin (siglos XVIII-XX) Vol. 5. Ediciones Asur, La
1982 “The formation of Tawantinsuyu: Paz.
mechanisms of colonization and
relationship with ethnic groups”. En: POLIA MECONI, Mario
The Inca and Aztec States 1400, 1800: 1995 Los guayacundos ayahuacas: una arqueología
Anthropology and History, editado por desconocida. Lima, Fondo Editorial de la
George A. Collier, Renato I. Rosaldo, y Pontificia Universidad Católica del Perú y
John D. Wirth, pp. 173-198. Academic Concejo Municipal de Ayabaca.
Press, New York.
POLO DE ONDEGARDO, Juan
PEREIRA, David [1571] 1916 Informaciones acerca de la religión y
1979 “La Red Vial Incaica entre Paria y gobierno de los incas. En Colección de libros
Tapacari”. Los Tiempos, octubre 21. y documentos referentes a la historia del Perú,
Cochabamba. Primera Serie, Tomo III, pp. 189-203.
1982 “La Red Vial Incaica en Cochabamba Imprenta y Librería San Martín, Lima.
(Estudio Arqueológico y etnohistórico)”.
Cuadernos de Investigación. Serie POSNANSKY, Arthur
Arqueología Nº 1. Instituto de 1947 “El Hombre Prehistórico de Tarija y las
Investigaciones Antropológicas y Museo manifestaciones de su cultura material.
de la Universidad Mayor de San Simón, La ciudad de Tullku-Marka”. En: Actas
Cochabamba. del XXVII Congreso Internacional de
Americanistas, Vol. 1, pp. 183-190.
PEREIRA HERRERA, David y Ramón
SANZETENEA PRESCOTT, William
1995 “Jahuintiri: Nuevo complejo de depósitos [1847] 2015 History of the Conquest of Peru. Creative
para el maíz incaico en Quillacollo”. En Media Partners, LLC.
Los Tiempos Május 7: 15, Cochabamba.
RAFFINO, Rodolfo
PETERSEN, Georg 1988 Poblaciones indígenas en Argentina. TEA,
1941 “La marcha de Francisco Pizarro”. Chasqui Buenos Aires.
3. Órgano de la Asociación Peruana de
Arqueología.

242
RAFFINO, Rodolfo, Axel NIELSEN y Ricardo RIVIERE, Gilles
ALVIS 1983 “Quadripartition et idéologie dans les
1991 “El dominio Inka en dos secciones del communautés aymaras de Carangas
Kollasuyu: Aullaguas y Vallegrande (Bolivie)”. Bulletin de l’Institut Français
(Altiplano de Bolivia y Oriente de d’Études Andines 12 (3-4): 41-62. Lima.
Humahuaca)”. Comechingonia 9, pp. 97-151, 1984-1988 “Dualismo y Cuatripartición en Carangas”.
Córdoba. Revista del Museo Nacional de Etnografía y
Folcklore. Ediciones MUSEF, La Paz.
RAMÓN VALAREZO, Galo
1987 La resistencia andina: Cayambe, 1500-1800 ROMOLI, Kathleen
(No. 14). Centro Andino de Acción 1979 “Las tribus de la Antigua jurisdicción de
Popular, Quito. Pasto en el siglo XVI”. Revista Colombiana
de Antropología 21: 11-55. Bogotá.
RASNAKE, Roger
1989 Autoridad y poder en los Andes. Los ROSEN, Eric von
Kuaqkuna de Yura. HISBOL, La Paz, 1924 Ethnographic Research Work During the
Bolivia. Swedish Chaco-Cordillera Expedition 1901-
1902. Fritze Bokh, Estocolmo.
REGAL MAZIENZO, Alberto
1936 Los caminos del inca en el antiguo Perú. San ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María
Martí y Cía, Lima. 1977 Etnia y sociedad: costa peruana prehispánica.
Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
1988 Historia del Tahuantinsuyu. Instituto de
REINHARD, Johan Estudios Peruanos, Lima.
1998 “The Temple of Blindness: An 1999 History of the Inca Realm. Traducido por
investigation of the Inca shrine of Harry B. Iceland. Cambridge University
Ancocagua”. Andean Past 5: 89-108. Latin Press, Cambridge.
American Studies Program, Cornell
University, Ithaca. ROWE, Ann Pollard
1978 “Technical features of Inca tapestry
REINHARD, Johan y María Constanza CERUTI tunics”. Textile Museum Journal 17, 8.
2010 Inca rituals and sacred mountains. A study of
the world’s higest archaeological sites. Cotsen ROWE, John
Institute of Archaeology, Los Angeles. 1946 Inca culture at the time of the Spanish
conquest. US Government Printing Office.
RELACION DE LA GUERRA 1956 “Archaeological explorations in southern
[1584] 1912 Relación de la guerra de los Chiriguanos Peru, 1954–1955: preliminary report
y estados en que se hallaba. En : Paraguay- of the fourth University of California
Bolivia. Exposición de los títulos que Archaeological Expedition to Peru”.
consagran el Derecho territorial de Bolivia American Antiquity 22 (2, Parte 1): 135-151.
sobre la zona comprendida entre los ríos 1982 “Inca Policies and Institutions Relating to
Pilcomayo y Paraguay, compilado por the Cultural Unification of the Empire”.
Ricardo Mujia, Anexos. Tomo II. Empresa En: The Inca and Aztec States 1400, 1800:
Editora de “El Tiempo”, La Paz. Anthropology and History, editado por
George Collier, Renato I. Rosaldo y
RENARD-CASEVITZ, France-Marie, Thiery John D. Wirth, pp. 93-118. Cambridge
SAIGNES y Christine TAYLOR Academic Press, New York/London.
1988 Al este de los Andes: relaciones entre las
sociedades amazónicas y andinas entre los SAIGNES, Thierry
siglos XV y XVII (Vol. 1). Editorial Abya 1985 “Algún día todo se andará: los
Yala e Instituto de Estudios Andinos, movimientos étnicos en Charcas (siglo
Quito XVII)”. Revista Andina 3 (2): 425-450.

243
1986 En busca del Poblamiento Étnico de los 2007b “Prehispanic agricultural landscape in
Andes Bolivianos (siglos XV y XVI). Avances Tablas Monte”. Cocha-banner 19: 4-5.
de Investigación 3. Museo Nacional de 2007c “Colomi-Inkachaca. The Inca road”.
Etnografía y Folklore, La Paz. Cocha-Banner 17: 8-9.
2008 “La presencia Inka: cambios poblacionales
SALAS, Alberto y relacionales en los valles y en los
1945 El Antigal de Ciénaga Grande, Quebrada de Yungas de Cochabamba”. En: Inkas,
Purmamarca, Prov. de Jujuy. Publicaciones “flecheros” y mitmaqkuna. Cambio social
del Museo Etnográfico 5, Facultad de y paisajes culturales en los valles y en los
Filosofía y Letras, Univerisdad de Buenos yungas de Inkachaca/Paracti y Tablas Monte
Aires. (Cochabamba-Bolivia, siglos XV-XVI). Tesis
de Doctorado, Segunda parte, pp. 67-106.
SALAZAR, Diego, Jose BERENGUER y Gabriela Uppsala University.
VEGA 2011 “Redes viales y entramados relacionales
2013 “Paisajes minero metalúrgico incaicos en entre los valles, la puna y los yungas de
Atacama y el altiplano sur de Tarapacá”. Cochabamba”. En: En ruta. Arqueología,
Chungara 45 (1): 83-103. Universidad de historia y etnografía del tráfico sur Andino,
Tarapacá, Arica. editado por Lautaro Núñez A. y Axel E.
Nielsen, pp. 177-197. Encuentro Grupo
SALOMON, Frank Editor, Córdoba, Argentina.
1980 Los señores étnicos de Quito en la época de
los Incas (Vol. 10). Instituto Otavaleño de SANTILLÁN, Hernando
Antropología. [1563] 1968 Relación del origen, descendencia,
1988 “Un complejo de mercaderes en el norte política y gobierno de los Incas. En
andino bajo la dominación de los Incas”. Biblioteca Peruana. Primera Serie, 3, pp.
Revista de Antropología 4 (2): 105-126. 377-463.
Universidad de los Andes, Bogotá.
SANZETENEA, Ramón
SANCHO DE LA HOZ, Pedro 1975 “Los establecimientos estatales incaicos
[1534] 1938 Relación para SM de lo sucedido en en el valle de Cochabamba”. Los Tiempos,
la conquista y pacificación de estas Cochabamba.
provincias de la Nueva Castilla y de 1979 “Los caminos incaicos en el valle
la calidad de la tierra, después que el de Cochabamba”. Los Tiempos 17,
Capitán Hernando Pizarro se partió Cochabamba.
y llevó a su Majestad la relación de la
victoria de Caxamarca y de la prisión del SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro
cacique Atabalipa. En: Los Cronistas de la 1942 [1572] Historia de los incas. Emece Editores,
Conquista, editado por Horacio Urteaga, Buenos Aires.
Biblioteca de la Cultura Peruana, Tomo
II, pp. 117-193. Desclée de Brouwer, Paris. SCATTOLIN, María Cristina
[1534] 1968 Relación para su Majestad de Pedro 2007 “Santa María antes del año mil. Fechas
Sancho de la Hoz. Biblioteca Peruana, y materiales para una historia cultural”.
Tomo 1, pp. 275-343. Editores Tecnicos En: Sociedades precolombinas surandinas:
Asociados S.A, Lima. Temporalidad, interacción y dinámica cultural
del NOA en el ámbito de los Andes Centro-
SÁNCHEZ C., Walter Sur, editado por Verónica Williams, pp.
2002 “Chonta y tembe: sistemas de paisajes 203-219. Buenos Aires.
y ocupación del territorio entre los
Yuracare”. Boletín del INIAN-Museo 4 (29).
Serie Etnohistoria. Cochabamba.
2007a “The inca trail in Arepucho and ‘the stone
with writings’”. Cocha-banner 18: 4-5.

244
SCHRAMM, Raimundo STRUBE ERDMANN, Leon
1990 “Trascripción e introducción de 1963 Vialidad imperial de los Incas: desde
Raimundo Schramm a la Visita de los Colombia hasta Chile central y Sur de
yndios Churumatas e yndios Charcas de Mendoza, Argentina, con inclusión de sus
Totora que todos están en cabeza de su proyecciones orientales. Serie Histórica
Majestad, 1560”. Serie: Fuentes Primarias. 33. Dirección general de publicaciones
MUSEF. La Paz. de la Uniersidad Nacional de Córdoba,
Córdoba.
SCHJELLERUP, Inge
2005 Incas y españoles en la conquista de los TARRAGÓ, Myriam
chachapoya. Instituto Francés de Estudios 1995 “Desarrollo regional en Yocavil: una
Andinos, Pontificia Universidad Católica estrategia de investigación”. Hombre y
del Perú, Lima. Desierto 9 (1): 225-235.
2000 “Chacras y pukara. Desarrollos sociales
SCHREIBER, Katharina tardíos”. Nueva historia argentina 1: 257-300.
1987 “Conquest and consolidation: A
comparison of the Wari and Inka TARRAGÓ, Myriam y Luis GONZÁLEZ
occupations of a highland Peruvian 2003 “Los Graneros: un caso de almacenaje
valley”. American Antiquity 52 (2): 266-284. incaico en el Noroeste Argentino”.
Runa 24: 123-149. Instituto de Ciencias
SMITH, Clifford T., William M. DENEVAN y Antropológicas. Buenos Aires.
Patrick HAMILTON
1981 “Antiguos campos de camellones en la TELLO, Julio César
región del Lago Titicaca”. En: Runakunap 1941 “La ciudad inkaica de Cajamarca”. Chaski 1
kawsayninkupaq rurasqankunaqa. La (3): 3-7. Órgano de la Asociación Peruana
tecnología del mundo andino. Tomo I: de Arqueología, Lima.
Subsistencia y almacenamiento, editado por
Heather Lechtman y Ana María Soldi, TORERO, Alfredo
Tomo I, pp. 25-66. Universidad Autónoma 1974 El quechua y la historia social andina.
de México, México. Universidad Ricardo Palma, Lima.

STEHBERG, Rubén URIBE, María Victoria


2001 “Los caminos inka en Chile”. En: Tras la 1976 “Relaciones pre-hispánicas entre la costa
huella del Inka en Chile, editado por Carlos y el altiplano Nariñenses, Colombia”.
Aldunate y Luis Cornejo, pp. 93-100. Revista Colombiana de Antropología 20: 11-20.
Museo Chileno de Arte Precolombino, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá.
Santiago de Chile. 1977- 1978 “Asentamientos prehispánicos en el
altiplano de Ipiales, Colombia”. Revista
SQUIER, George E. Colombiana de Antropología 21: 57-195.
1974 Un viaje por tierras incaicas. Traducido por Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá.
R. Peña. Buenos Aires, Argentina. 1985 Los Pasto y la red regional de intercambios
de productos y materias primas: Siglos IX a
STANISH, Charles XVI D.C. Colección Pendoneros, Banco
1992 Ancient Andean political economy. Texas Central del Ecuador. Abya Yala. Quito.
University Press, Austin. 1992 Limpiar la tierra: guerra y poder entre
esmeralderos. Colección Sociedad y
STOTHERT, Karen conflicto. Cinep, Bogotá.
1985 “The preceramic Las Vegas culture of 1995a Tendencias del desarrollo tardío de los
coastal Ecuador”. American Antiquity 50 cacicazgos andinos colombianos. Perspectivas
(3): 613-637. regionales en la arqueología del sur
occidente de Colombia y norte de Ecuador.
Universidad del Cauca, Popayán.

245
1995b “Los Pasto y etnias relacionadas: VACA DE CASTRO, Cristóbal
arqueología y etnohistoria”. En: Área [1543] 1908 Ordenanzas de Tambos distancia de
Septentrional Andina Norte: arqueología y unos a otros, modo de cargar los indios
etnohistoria, editado por José Echeverría u obligaciones de las justicas respectivas
y María Victoria Uribe, pp. 367-438. hecha en la ciudad del Cuzco, en 31 de
Ediciones Banco Central del Ecuador- mayo de 1543. Revista Histórica, tomo III,
Instituto Otavaleño de Antropología, pp. 427-492. Lima.
Abya Yala, Quito.
1995c “Los Pasto y la red regional de VALDEZ, Lidio
intercambio de productos y materias 1996 “Los depósitos inka de Tambo Viejo,
primas: siglos IX a XVI d. C” En: Área Acarí”. Tawantinsuyu: An International
Septentrional Andina Norte: Arqueología y Journal of Inka Studies 2: 37-43. Australian
Etnohistoria, editado por José Echeverría National University, Canberra.
y María Victoria Uribe, pp. 439-458.
Ediciones Banco Central del Ecuador- VÁSQUEZ-MACHICADO, Humberto
Instituto Otavaleño de Antropología, 1955 “Los caminos de Santa Cruz de la
Abya Yala, Quito. Sierra en el siglo XVI”. Revista de
Historia de América 40: 487-551. Instituto
URIBE, María Victoria y Roberto LLERAS Panamericano de Geografía e Historia.
1983 “Excavaciones en los cementerios
Protopasto y Miraflores, Nariño”. Revista VIBAR, Gerónimo de
Colombiana de Antropología 24: 335-379. [1558] 1966 Crónica y relación copiosa y verdadera
Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá. de los Reinos de Chile.. Fondo Histórico y
Bibliográfico ‘‘José T. Medina’’, Santiago
URIBE, Mauricio de Chile.
1999-2000 “La Arqueología del Inka en Chile”. [1558] 1979 Crónica y relación copiosa y verdadera
Revista Chilena de Antropología 15:63- de los Reinos de Chile 1558 (edición y
94. Facultad de Ciencias Sociales, notas de Leopoldo Saez-Godoy). Berlín:
Universidad de Chile. Santiago Colloquium Verlag. XIX-343. Biblioteca
Iberoaméricana 27.
URIBE, Mauricio y Rodrigo SÁNCHEZ
2016 “Los incas en Chile. Aportes de la VRANICH, Alexei
arqueología chilena a la historia del 1999 Interpreting the Meaning of Ritual Spaces: The
Tawantinsuyu (ca. 1400 a 1536 años Temple Complex of Pumapunku, Tiwanaku,
d.C.)” En: Prehistoria en Chile. Desde sus Bolivia. Tesis doctoral, Department of
primeros habitantes hasta los Incas, editado Anthropology, University of Pennsylvania
por F. Falabella, M. Uribe, L. Sanhueza,
C. Aldunate y J. Hidalgo, pp. 529-568. WACHTEL, Nathan
Editorial Universitaria- Sociedad Chile de 1982 “The mitimas of the Cochabamba Valley:
Arqueología, Santiago. The colonization policy of Huayna
Capac”. En: The Inca and Aztec States 1400,
URIBE, M., S. URBINA y C. DONLEY-ZORI 1800: Anthropology and History, editado por
2012 “La presencia Inka y la incorporación de por George A. Collier, Renato I. Rosaldo
Tarapacá al Tawantinsuyo (Norte Grande y John D. Wirth, pp. 199-235. Cambridge
de Chile)”. Actas XVIII Congreso Nacional Academic Press, New York/Londres.
de Arqueología Chilena, pp. 217-227. 1988 “Antropología histórica y sociedad
Valparaíso. andina”. En: Peruanistas contemporáneos
(temas, métodos, avances), editado por W.
URTEAGA, Horacio Kapsoli, pp. 49-63. Concytec, Lima.
1931 El imperio incaico. Imprenta Gil, Lima. 1990 Le retour des ancetres: Les Indiens Urus
de Bolivie 20e-16e siécle: Essai d’histoire
régressive. Gallimard.

246
WIENER, Charles ZÁRATE, Agustín de
1880 Pérou et Bolivie: récit de voyage. A. Lahure. [1555] 1968 The discovery and conquest of Peru: a
translation of Books I to IV of Agustín de
WILLIAMS, Verónica Zárate’s History of these events, supplemented
2004 “Poder estatal y cultura material by eye-witness accounts of certain incidents
en el Kollasuyu”. En: Identidad y and later historians. Reimpresión de la
transformación en el Tawantinsuyu y edición de 1581, traducción de Thomas
en los Andes coloniales: perspectivas Nicholas, Folcroft Library Editions.
arqueológicas y etnohistóricas. Tercera Philadelphia.
parte, Peter Kaulicke, Gary Urton y Ian
Farrington, editores. Boletín de Arqueología ZUIDEMA, Tom
PUCP 8: 209-245. Lima. 1964 The Ceque System of Cuzco: The Social
Organization of the Capital of the Inca. E. J.
XEREZ, Francisco de Brill, Leiden.
[1534] 1968 Verdadera relación de la conquista del 1989 “At the King’s table: Inca concepts of
Perú y provincia del Cuzco llamada la Nueva sacred kingship in Cuzco”. History and
Castilla. Biblioteca Peruana, primera serie, Anthropology 4 (1): 249-274.
Tomo 1. Lima.

247
QHAPAQ ÑAN. SISTEMA VIAL ANDINO
de Luis G. Lumbreras, Myriam Tarragó y Victoria Castro
se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
GD Impacto Sociedad Anónima Cerrada
en el mes de Noviembre del 2020
Luis G. Lumbreras Salcedo. Doctor en Etnología y
Arqueología, por la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Profesor Emérito de la Universidad
Nacional San Cristóbal de Huamanga y de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

En 1972 recibió el Premio Nacional de Cultura del


Ministerio de Educación del Perú; en 1994 el Premio A.
von Humboldt de Alemania, por sus contribuciones a
la Arqueología Prehistórica; en 1996 el Premio a la
Investigación Científica del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología del Perú; en 2006 el título de
Oficial de las Artes y las Letras del Gobierno de Francia;
en 2013 el Premio de Excelencia a la Investigación
Arqueológica en Latinoamérica y el Caribe por la
Society for American Archaeology de USA, además de
otras distinciones académicas nacionales y
extranjeras.

Myriam Noemí Tarragó. Comenzó sus estudios


superiores en la Universidad Nacional del Litoral, donde
obtuvo su Certificado de especialización en
Antropología. Doctora en Historia, especialidad en
Antropología, por la Facultad de Humanidades y Artes,
Universidad Nacional de Rosario en 1991.

Profesor Adjunto ad-honorem del Instituto de


Investigaciones Arqueológicas y Museo, Universidad
Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile, desde
1994. En Argentina, profesional consultora de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires, la Universidad Nacional de la Plata, la
Universidad Nacional de Salta y la Universidad
Nacional de Jujuy.

En 2006 recibió el premio Konex en el rubro


Arqueología y Antropología Cultural. En 2007 recibió la
distinción Women in Archaeology por sus aportes al
conocimiento en el campo de la arqueología. Forma
parte del grupo de científicos e investigadores del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) de Argentina y se desempeña
como directora del Museo Etnográfico Juan B.
Ambrosetti de Buenos Aires.

Miembro del Comité Científico del Proyecto de


Nominación del Qhapaq Ñan, Centro del Patrimonio
Mundial – UNESCO, entre los años 2006 y 2010.

Victoria Castro Rojas. Licenciada en Filosofía con


mención en Prehistoria y Arqueología por la
Universidad de Chile; Título profesional de Arqueóloga;
Magister en Ciencias Históricas con mención en
Etnohistoria y Arqueóloga por la Universidad de Chile
en 1985. Profesor de Estado en Filosofía, Universidad de
Chile, donde es profesora emérita desde el año 2007.

Ha obtenido varias distinciones por diferentes


instituciones académicas y científicas: Mujer destacada
de la Universidad de Chile (1988); Mejor docente de
Pregrado de la carrera de Arqueología (2001);
Distinción Académica Mujer Generación XXI (2003);
Medalla al mérito académico “Valetín Letelier” (2005);
Premio “Amanda Labarca” (2014); Premio a la
Excelencia en Arqueología de América Latina y el
Caribe (2018) y Reconocimiento de la Sociedad
Americana de Arqueología (2019); siendo la primera
mujer en ser reconocida por la Sociedad Americana
de Arqueología.

Integrante del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología


(FONDECYT) de Chile e investigadora asociada al Centro
de Investigaciones del Hombre en el Desierto (CIHDE),
fue Miembro del Comité Científico Internacional del
Programa Qhapaq Ñan, Centro del Patrimonio Mundial
– UNESCO, entre los años 2006 y 2010.

También podría gustarte