El Príncipe Rana
El Príncipe Rana
El Príncipe Rana
Grimm
Hace muchos, muchos años vivía una princesa a quien le encantaban los objetos
de oro. Su juguete preferido era una bolita de oro macizo. En los días calurosos, le
gustaba sentarse junto a un viejo pozo para jugar con la bolita de oro. Cierto día,
la bolita se le cayó en el pozo. Tan profundo era éste que la princesa no alcanzaba
a ver el fondo.
La princesa miró hacia abajo y vio una rana que salía del agua.
—¿Y qué puedo hacer yo con una corona? —dijo la rana—. Pero te ayudaré a
encontrar la bolita si me prometes ser mi mejor amiga.
Aunque la princesa pensaba que aquello eran tonterías de la rana, accedió a ser
su mejor amiga.
Enseguida, la rana se metió en el pozo y al poco tiempo salió con la bolita de oro
en la boca.
La rana dejó la bolita de oro a los pies de la princesa. Ella la recogió rápidamente
y, sin siquiera darle las gracias, se fue corriendo al castillo.
En ese momento, el rey miró con severidad a su hija y ella tuvo que acceder.
Como la silla no era lo suficientemente alta, la rana le pidió a la princesa que la
subiera a la mesa. Una vez allí, la rana dijo:
Sin otra alternativa, la princesa procedió a recoger la rana lentamente, sólo con
dos dedos. Cuando llegó a su habitación, la puso en un rincón. Al poco tiempo, la
rana saltó hasta el lado de la cama.
Para demostrarle que era sincera, la princesa le dio un beso de buenas noches.
FIN