Ceruti - Indicios de Complejidad Social. Rev Editores
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Carlos N. Ceruti
RESUMEN
Se da a conocer un enterratorio secundario complejo, excavado en las décadas de 1980-
1990 en el sitio La Palmera II, en la desembocadura del arroyo Hernandarias. Se trata de
los restos parciales de un individuo cubierto por bloques de arenisca y “tosca”, con ajuar
característico Goya-Malabrigo: cuentas de collar de valvas, puntas de proyectil de
hueso, apéndices zoomorfos y una plaqueta de cobre perforada, artefacto extraño al
área. Las piezas se encontraban agrupadas, rodeadas por bloques de “tosca” , y en las
proximidades se localizó una mano izquierda articulada, y una docena de falanges
humanas dispersas en el entorno. Las características únicas de este hallazgo permiten
atribuir los restos humanos a un personaje de alto rango en la comunidad, alertando
sobre la complejidad de este tipo de sociedades, descriptas durante décadas como
bandas nómades de “cazadores-recolectores” con estructura social indiferenciada.
ABSTRACT
INTRODUCCION
Desde su identificación como unidad arqueológica autónoma (“ribereños
plásticos”) por parte de Antonio Serrano (1946, 1954, 1972), la entidad arqueológica
Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. Antonio Serrano” (Paraná, E. Ríos) – Junta
Provincial de Estudios Históricos y Centro de Estudios Hispanoamericanos de Santa Fe.
Dirección: Quintana 1829 – (3000) Santa Fe
Email: [email protected]
Goya-Malabrigo fue caracterizada como el registro de una sociedad de organización
simple correspondiente a cazadores-recolectores, de la que se discutía el origen y
filiación cultural, cronología y capacidad para la construcción de estructuras artificiales
(“túmulos”). En las décadas de 1970-1990 se avanzó en la determinación de su
cronología (entre 2.000 años AP y la conquista europea), la definición del hábitat, las
condiciones de residencia y la previsibilidad en el uso de recursos, estableciendo su
condición de cazadores-recolectores-pescadores con relativamente alta capacidad para
movilizarse (“canoeros”) (Lafon 1971, 1972; Caggiano 1984; Nóbile et al. 1999; Ceruti
2003).
En los últimos años se planteó una redefinición de Goya-Malabrigo, poniendo de
relieve su condición de cazadores recolectores complejos o cazadores-pescadores-
recolestores y horticultores a pequena escala- . Esta nueva visión se basa en:
recolectores pequeña
Fig. 1. Ubicación de los sitios La Palmera I, II, III y IV-V. A la izquierda, río Paraná. A
la derecha, confluencia de los arroyos Hernandarias y Las Cruces
MATERIALES Y MÉTODOS
malla 5 mm
RESULTADOS
El perfil geológico general de la localidad de Hernandarias (Iriondo 1981)
presenta, del piso al techo, las siguientes formaciones geológicas aflorantes:
Formación Ituzaingó: arenas cuarzosas finas teñidas de ocre amarillento a rojo oscuro
por procesos epigenéticos. Depositada por el Paraná entre el Plioceno y el Cuaternario,
con estratificación fina a mediana y fauna fósil estuárica y continental. Equivalente a
las “arenas puelches” de otros autores. Indica ambientes más cálidos y húmedos que los
actuales.
Formación Alvear: predominio de limos gruesos y arenas finas de colores claros, con
abundantes concreciones de manganeso y precipitados de carbonato de calcio en forma
de tabiques y masas redondeadas. En muchos lugares la concentración es tanta que
formó una caliza utilizada para la extracción de cal. Edad: Pleistoceno Inferior.
Localmente sin fósiles.
Formación Hernandarias: limos arcillosos y arcillas motmorilloníticas grises, verdes
y marrones depositadas en ambientes lacustres, palustres y de barreal durante el
Pleistoceno Medio. Con eflorescencias yesíferas explotadas industrialmente. Contiene
los cauces correspondientes a la red hídrica actual de Entre Ríos. Localmente sin fósiles.
Corresponde a una cuenca con desagüe centrípeto, formada bajo clima frío y árido.
Formación Arroyo Feliciano: sedimentos de cauce y pantanos, bien seleccionados, con
paleocauces colmatados de tamaño dos a cuatro veces mayores que los actuales. Con
yacimientos fosilíferos abundantes, predominantemente de edad mamífero Lujanense.
Formada bajo clima cálido, más húmedo que el actual.
Formación Tezanos Pinto: loess pampeano depositado a fines del Pleistoceno (hasta
10.000-8.000 años atrás) bajo clima árido. Se trata de limos pulverulentos castaño
amarillentos, de origen eólico, con abundantes concreciones de carbonato de calcio en
forma de muñecas o nódulos (“tosca”). En la zona cubre en forma de manto un relieve
preexistente de colinas redondeadas. Contiene fauna fósil abundante de edad mamífero
Lujanense, principalmente mastodontes, gliptodontes y megatéridos.
En el sitio La Palmera II no aflora la Formación Ituzaingó; las formaciones
Alvear y Hernandarias fueron erosionadas o no se depositaron, y el sedimento que
contiene los materiales arqueológicos (arena soplada desde el cauce en el Pleistoceno
Final y Holoceno) se encuentra en discordancia sobre la Formación Arroyo Feliciano,
que hacia el E presenta un relieve de colinas cubiertas por el loess de la Formación
Tezanos Pinto. Llama la atención la presencia, entre los sedimentos fértiles, de nódulos
aislados de arenisca con matriz carbonática de hasta 0,50 m diámetro (“tosca calcárea”),
algunos de ellos friables, originados en la descomposición de la Formación Alvear,
aflorante 400 m al SO. Su presencia es de difícil explicación salvo por transporte
antrópico.
Campaña 1983
En la esquina SO de la C1, entre los 0,10 y 0,40 m de profundidad, afloró una
estructura de 1,20 x 0,60 m (0,72 m2), constituida por bloques de arenisca. Para
descubrirla totalmente se excavaron la C2 y T1. Tenía orientación NNE-SSO, y la
integraban 11 bloques de arenisca silicificada (Hocsman 2015), el mayor de 0,40 x 0,20
x 0,15 m y alrededor de 40 kg de peso; y cuatro nódulos de arenisca friable, procedentes
de la Formación Ituzaingó. Dado que la misma no aflora en el sitio, debieron traerse de
unos 2,5 km aguas abajo (antigua explotación de yeso de Aebi), o 15 km aguas arriba
(margen E de la Laguna Blanca, en la desembocadura del arroyo Feliciano), lo que
implica un esfuerzo considerable y el uso de un medio de locomoción, presumiblemente
canoa.
En asociación directa, distribuidos entre los bloques, y a 0,30 m de profundidad,
había 15 fragmentos cerámicos lisos; 4 núcleos y 3 lascas de arenisca; y 1 pendiente de
cobre parcialmente cubierto por el bloque de mayor tamaño. Este objeto suntuario es
una placa subrectangular de 3 x 4,5 cm 0,30x0,45 m, con los bordes redondeados, que
sobre el eje mayor presenta dos perforaciones (una en cada extremo) efectuadas por
rotación. Una de ellas afectó el borde, por lo que a un costado se realizó otra más
pequeña. En 1987 la Ing. Nora Prata, del SECEGRIN (Servicio Centralizado de
Grandes Instrumentos- CONICET) realizó un análisis metalográfico sobre la superficie
y un sector pulido a espejo de la plaqueta, utilizando microscopio electrónico de barrido
conectado con un espectrómetro de fluorescencia de rayos X EDAX, con los siguientes
resultados: cobre casi puro (Cu): 99,9%, con trazas de plata (Ag) y arsénico (Sn)
(Figura 4).
Figura 5. Cubierta del Enterratorio N° 1. Los restos humanos estaban debajo del bloque
de mayor tamaño, junto a la plaqueta de cobre
En el borde E de la C1 había un conjunto de valvas de Diplodon sp., separadas
pero sin evidencias de modificación antrópica. En la T1, al costado de la estructura, se
recuperaron 3 dientes humanos, 1 apéndice macizo (cabeza de felino), 1 fragmento
cerámico con decoración de surco rítmico y 1 punta hueca de hueso con la extremidad
curva, del tipo que Serrano (1946, 1972) denominó “en lengüeta de pájaro”, frecuente
en el Paraná Medio pero que no hemos visto ilustrado en publicaciones del Paraná
Inferior (Loponte 2008; Buc 2012). Por debajo de los 0,60 m de profundidad, los
sedimentos eran estériles.
Campaña 1985
Figura 7. Enterratorio N° 2.
Campaña 1991
La excavación realizada en 1991 (C4, C5, T3 y T4), con técnica más cuidadosa
que en las dos campañas anteriores, confirmó, a nuestro entender, la existencia de dos
ocupaciones sucesivas: la más antigua Cancha de Luisa y la más moderna Goya-
Malabrigo, cuyos enterratorios alteraron los niveles Cancha de Luisa. La Palmera II, por
tanto, sería un sitio bicomponente y de actividades múltiples, cuya secuencia de
ocupación sería la siguiente: la más antigua (Cancha de Luisa) comprendía los niveles 5
y 6 (0,40-0,60 m de profundidad), visibles especialmente al E del sitio. Los materiales
se depositaron uniformemente sobre toda la superficie, pero como el piso de ocupación
presentaba algunas depresiones, parte de los materiales aparecían hasta los 0,90 m de
profundidad. Posteriormente, el centro y O del sitio fue ocupado nuevamente, ahora por
Goya-Malabrigo: niveles 2 a 4 (0,10-0,40 m de profundidad), quien realizó
inhumaciones que alteraron parcialmente los niveles Cancha de Luisa.
Dado que los materiales extraídos no fueron estudiados en detalle, solamente
expondremos la distribución espacial y descripción sumaria de los mismos a partir de
los datos de excavación:
Hueso: 16 restos óseos de mamífero sin modificar (3 de un ejemplar grande, tal vez un
cérvido); 21 restos de mamífero cortados o marcados; 1 extremidad de cuerno de
Mazama sp; 1 hueso largo de mamífero seccionado en los dos extremos; 7 dientes de
coypo (Myocastor coypus); y gran cantidad de huesos de peces, muy chicos y
fragmentados. En zaranda se ubicaron cuentas de collar recortadas en valvas de
molusco. Los instrumentos localizados fueron: 1 perforador en diáfisis de mamífero, y 1
punta hueca “en lengüeta de pájaro”. Finalmente se recuperaron 7 falanges humanas
aisladas (1 de ellas una falange ungueal teñida de rojo), 1 molar temporario y 2 piezas
dentarias definitivas, fragmentadas.
Lítico: A) Como en la ocupación anterior, también predominaban las lascas (288) y las
esquirlas (199) en arenisca cuarcítica blanca y amarillenta, pero había más elementos
formateados. Se recuperaron lascas nucleiformes (6); lascas grandes y medianas con
retoques bifaciales (3); y raspadores sobre lasca (3). Se contabilizaron 17 núcleos (uno 1
de ellos grande, piramidal); 2 raspadores sobre núcleo; un1 artefacto nucleiforme
mediano con filo bifacial; uno1 grande, reutilizado como percutor; un1 artefacto bifacial
pequeño sobre rodado y 29 bloques (algunos partidos). B) en arenisca silicificada de
color rojo: 3 lascas; un1 artefacto monofacial y otro bifacial sobre rodado; 5 núcleos;
una1 concreción subesférica; 2 esferas chicas y 3 bloques (uno 1 de ellos de
aproximadamente 1 kg de peso). C) en anfibolita color rojo, un1 núcleo. D) en madera
silicificada, 12 núcleos, 3 de ellos agotados y 1 tronco fosilizado mediano sin modificar.
Además, se recuperó u 1 fragmento de “tosca” arborescente, varios bloques y 1
concreción subelipsoide de arenisca roja deleznable.
Hueso: 13 restos óseos sin modificar (entre ellos una1 falange y 2 huesos articulados de
mamífero) y 13 huesos cortados y con marcas. Entre los que pueden ser identificados,
había 1 diente de cérvido; 3 hemimandíbulas y 2 dientes de tuco tuco (Ctenomys sp.); 2
mandíbulas, un1 omóplato y 4 dientes de coypo. Se localizaron 14 restos humanos
aislados (2 molares temporarios y 3 piezas dentarias adultas, 2 fragmentos de huesos
largos cortados y con marcas, 5 falanges -1 ungueal- y un 1 fragmento de omóplato). Un
único artefacto óseo: punta lanceolada plana, pulida, con canal central natural,
fragmentada. En el último nivel (0,80-0,90 m) se localizó un 1 pendiente perforado en
valva de molusco.
La mayor parte del material lítico localizado en sitios de la costa entrerriana del
Paraná Medio está trabajado sobre areniscas locales, aunque éstas no son homogéneas
en cuanto a edad, aspecto o calidad. Todas son producto de la consolidación con
cemento carbonático o silíceo de arenas fluviales medianas finamente estratificadas de
la Formación Ituzaingó, acarreadas por el río Paraná desde el Macizo de Brasilia a partir
del Plioceno, y pueden o no contener óxido de hierro epigénico (hematita), que las tiñe
de tonos amarillentos, azafrán o rojo oscuro, a veces veteadas. Las más utilizadas fueron
las areniscas silíceas. Regionalmente existen arenas de origen marino (Formación
Paraná), pero se las encuentra 95 km al SO, aguas abajo de la ciudad de Paraná.
En el sitio La Palmera II la Formación Ituzaingó no aflora, pero sí lo hace aguas
arriba y abajo del mismo. Desde la Toma Vieja, un poco al N de la ciudad de Paraná
hasta el sitio La Palmera V, cercanas al piso de la formación se pueden localizar lajas y
concreciones tabulares de arenisca de color rojizo a morado de diversos tamaños,
originadas posiblemente en la acción de una antigua freática, que conforman en algunos
sectores un nivel casi continuo.
Asociadas a estas lajas suelen verse concreciones esféricas formadas por
acreción, con granos de arena cementados en torno a un objeto extraño, por ejemplo un
canto rodado. Estas bochas toman la forma y aspecto de bolas de boleadora, incluso con
el surco perimetral cuando el núcleo original se depositó entre dos estratos, llevando
fácilmente a confusión cuando están aisladas. En las proximidades de la Isla Chapetón,
52 km aguas abajo, se las encuentra en conjuntos de varias decenas, e incluso hemos
localizado bloques tabulares de arenisca con estas concreciones cementadas encima. En
el sitio La Palmera II excavamos una, y Ottalagano (et al 2015 op. cit., Figura 5-13)
ilustra otra.
En la base de la Formación Ituzaingó, en el contacto con la Formación Paraná,
marina, se pueden encontrar estratos con fósiles opalizados (“conglomerado osífero”),
originados en bancos de rodados acarreados y depositados por el Paraná a comienzos de
su historia. Estos bancos constituyen un muestrario de la fauna estuárica del Plioceno,
integrada fundamentalmente por peces y reptiles y en menor medida mamíferos. En
nuestras excavaciones extrajimos una articulación de radio de aleta de corvina, que por
efecto de la erosión presenta el aspecto de un pequeño corazón opalizado. El yacimiento
más cercano se encuentra en la desembocadura del arroyo El Chilcal, en Cerrito, 45 km
al SO. De estos bancos y de los niveles próximos a la antigua freática provienen
también los fragmentos de madera fósil.
Las areniscas blanquecinas o amarillentas se extrajeron, probablemente, de la
margen E de la laguna La Blanca, en la desembocadura del arroyo Feliciano, 15 km al
NE. Se presentan en forma masiva, conformando bloques de diferentes colores y
calidades (Hocsman, 2015op. cit.), muchas veces veteados. En la margen opuesta,
próximo a la desembocadura de la laguna en el arroyo Feliciano, se encuentran dos
sitios Goya-Malabrigo inéditos, con un gran taller lítico de 400 m de longitud en la
costa de la laguna, aunque en este caso se prefirieron las areniscas de color violáceo.
Como indicamos precedentemente, los nódulos de arenisca con matriz
carbonática, friable o consolidada, se originaron en la descomposición de la Formación
Alvear, que aflora 400 m al SO y lo mismo puede decirse de las concreciones de
manganeso. Otras rocas presentes en el sitio indican una procedencia más lejana: los
rodados de cuarcita y los núcleos de jaspe y ópalo proceden casi con seguridad del río
Uruguay (hay sitios Goya-Malabrigo, inéditos, hasta la cuenca media del Guayquiraró),
entre 190 y 200 km al E, pero para el cristal de cuarzo (componente de las pegmatitas) y
la anfibolita, una roca metamórfica, hay que pensar en las Sierras Chicas de la provincia
de Córdoba, 400 km al O.
La relación de Goya-Malabrigo con las rocas es distinta en cada yacimiento,
aunque nunca existió una verdadera industria lítica, prefiriendo el hueso, el cuerno de
cérvidos y posiblemente la madera para la elaboración del instrumental de caza y pesca.
Hay sitios donde el material lítico es muy escaso o nulo; otros, como Arroyo Largo I
(ms.), en la isla Curuzú Chalí, en que es tan abundante como la cerámica, y finalmente
tenemos el taller de la laguna Blanca (ms.) al que se trasladaron numerosos bloques y
nódulos desde la costa E de la laguna. En ambos casos hubo selección de la materia
prima, prefiriéndose las areniscas de grano mediano a grueso de color rojo oscuro, a
veces veteadas de negro.
DISCUSION Y CONCLUSIONES
El actual establecimiento “La Palmera”, fue poblado desde al menos 1.500 años
atrás. En poco más de un km de costa, desde la denominada “Ensenada de La Palmera”
hasta la desembocadura del arroyo Hernandarias, se ubican cuatro sitios de distintas
características y edades:
años
Malabrigo a partir del 1000 AP. En cuanto a la duración de cada una, nuestros datos no
son coincidentes: la presencia de microlascas y esquirlas abundantes a todo lo largo de
la secuencia, indicaría períodos de actividad prolongada. Esta situación, no obstante, es
contradictoria con la escasez de restos de subsistencia, consistentes en tortuga, yacaré,
coypo, peces pequeños, moluscos (fundamentalmente Ampullaria sp.), viracho
(Mazama sp.), ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) que hacen pensar en un
estacionamiento transitorio de ambas entidades, especialmente Goya-Malabrigo, que
habría tenido como objetivo definido practicar las inhumaciones. Consideramos que la
presencia de microlascas y esquirlas es, en gran medida, consecuencia de la fragilidad
de la materia prima disponible, que se astilla con facilidad y altera de esa forma los
registros.
Al sitio La Palmera II los ocupantes Goya-Malabrigo transportaron, desde 400 m
a 50 km de distancia, materiales líticos diversos (tosca; arenisca deleznable; y bloques,
lajas y nódulos de arenisca cuarcítica consolidada, roja o amarillenta) para cubrir o
acomodar sus muertos. Parte de ese material pudo fragmentarse accidentalmente antes
de colocarlo, pero también se produjeron y utilizaron diversos artefactos, y
eventualmente se reutilizaron otros abandonados por Cancha de Luisa. Hay que tener en
cuenta que la elaboración del lítico recuperado (lascas con filo natural, núcleos, bloques
partidos) no requiere de habilidades especiales: se lo puede producir mediante el
estallido de los nódulos al golpearlos uno contra otro o sobre un yunque. En la
actualidad, incluso, es común encontrar bloques partidos de esa forma por los
pescadores, con producción de lascas y esquirlas diversas para fines variados:
elaboración de piedras de afilar, anclas y lastre de embarcaciones, o construcción de
fogones, que se pueden confundir con material arqueológico.
Hasta donde conocemos, Goya-Malabrigo elaboró una relación compleja con la
muerte. Se han encontrado enterratorios primarios y secundarios en sitios de actividades
múltiples, y también en sectores circunscriptos específicos (“cementerios”). Los
primarios se presentan preferentemente decúbito dorsal (en menor medida decúbito
ventral), con los miembros estirados, a veces con una o ambas manos sobre la pelvis y
orientación generalmente SO-NE; en algunas oportunidades fueron sepultados
individuos a los que faltaban partes anatómicas: por ejemplo sin cráneo o sin los pies,
pero no sabemos si fueron mutilados ritualmente o si se trata de víctimas de un ataque.
Los secundarios (“paquetes funerarios”) pueden contener restos de uno o más
individuos de distintas edades, indicando transporte por parte de los deudos, y suelen
presentar marcas y cortes debidos a prácticas de esqueletización, a veces muy
profundas, y otro tipo de alteraciones, como fracturas y astillamientos.
Tanto unos como otros pueden presentar ajuar funerario; estar cubiertos por
fragmentos cerámicos y huesos de animales; coloreados con ocre o presentarse
absolutamente privados de acompañamiento fúnebre. En los sitios en que se combinan
enterratorios y otras actividades, o en los sitios multicomponentes, es difícil precisar qué
elementos están asociados al cadáver, y cuáles son consecuencia de perturbaciones
producidas al excavar la fosa funeraria, depositando encima los mismos sedimentos con
contenido cultural más antiguo (Ceruti 1980, Ceruti y Cornero 2001).
En el caso que nos ocupa, estaríamos ante una situación particular. No nos
quedan dudas en cuanto a la filiación Goya-Malabrigo de los enterratorios. Así lo
indican los numerosos elementos característicos asociados (apéndices zoomorfos y
antropomorfos; artefactos de hueso) depositados en fosos cavados al efecto o en
depresiones naturales; por otra parte el mapeo por separado de los fragmentos
cerámicos, bloques líticos y valvas de pelecípodos recuperados indican que la cerámica
presenta distribución relativamente uniforme (aunque los mejores ejemplares están en
relación directa con los restos humanos), mientras que los bloques y artefactos líticos
forman conjuntos con las valvas y los restantes artefactos, sirviendo de base para su
depositación, o conformando círculos o elipses sobre una superficie común.
Analizando los mismos, se plantea un interrogante: a) o bien Goya-Malabrigo
realizó varios entierros independientes en diversos momentos (al menos cuatro,
incluyendo el excavado por Ottalagano y colaboradores, uno de los cuales es una mano
articulada con ajuar); b) se efectuó un único enterratorio muy complejo; o, c) estamos
ante una combinación de las dos situaciones anteriores.
Atendiendo a los elementos de juicio disponibles, consideramos que Goya-
Malabrigo realizó el entierro simultáneo de dos paquetes funerarios, uno de ellos
complejo, con ajuar y posiblemente sacrificios rituales. El centro de la ceremonia se
desarrolló en torno a los restos reducidos de un personaje que se cubrieron con piedras y
al que se le ofrecieron diversas ofrendas, dispuestas en conjuntos y rodeadas por
material lítico y fragmentos cerámicos, o depositados sobre pilas o lechos de piedras:
instrumentos de hueso; cuentas de collar de valvas; y fragmentos cerámicos, incluyendo
apéndices antropomorfos y ornitomorfos. Junto a los restos, en lugar preferente, se
depositó el único elemento metálico: una plaqueta de cobre perforada. A menos de 3 m
al E se colocó un segundo entierro secundario y a 4 m, en una misma línea y a la misma
profundidad, una mano izquierda seccionada, rodeada de piedras y con ajuar fúnebre. El
entierro secundario excavado por Ottalagano podría formar parte de otro
episodio.Llama asimismo la atención el hallazgo de 8 piezas dentarias humanas
(definitivas y de leche) y 12 falanges humanas aisladas, incluso en sectores donde no
había otros restos. Cabe la posibilidad de que las mismas también correspondan a
ofrendas mortuorias, como las consignadas en las crónicas para los grupos indígenas del
Río de La Plata (Díaz de Guzmán 1969).
Si bien hasta el presente no se ha descripto un caso similar, la aparición de uno
solo ya implicaría una diferencia cualitativa. No debemos olvidar las referencias
etnohistóricas relativas a jefes regionalmente prestigiados entre los timbúes: no
solamente Corundá, conocido y conocedor de lo que ocurría entre Santiago del Estero y
la desembocadura del Carcarañá (Piossek Prebisch 1986), sino también Cheraguazú,
regalado y luego asesinado por los hombres de D. Pedro de Mendoza, que proporcionó
esclavos guaraníes a Ayolas, y estaba perfectamente al tanto de la potencialidad de los
carios de Asunción (Schmidl 1944). Como no se cansaba de repetir en sus clases
Alberto Rex González, “…el que no sabe lo que busca, no interpreta lo que encuentra”
(González 2000): el método de excavación empleado décadas atrás facilitaba el
descubrimiento de individuos aislados, y no se prestaba atención a la presencia de
conjuntos particulares que podrían ser el resultado de un mismo acontecimiento
histórico (combates, epidemias o entierro de jefes). Quizás haya llegado el momento de
mirar con otros ojos algunos entierros múltiples descriptos habitualmente como
“cementerios”, sobre todo cuando los restos parecen presentar cierta coherencia
organizativa, como ocurre, por ejemplo, con el sitio Arroyo Aguilar 2, con sus entierros
primarios y secundarios dispuestos en círculo y a una misma profundidad (Echegoy
1994).
Para finalizar, queremos referirnos con cierta detención a la plaqueta de cobre
descubierta en La Palmera II: las áreas más cercanas donde se localizan
simultáneamente yacimientos de cobre, plata y arsénico son las Sierras Grandes de
Córdoba, y la Sierra de Famatina, en La Rioja (Angelelli 1984). Cuando Sebastián
Gaboto llegó a la boca del Carcarañá, advirtió que los querandíes, “vecinos del pie de la
sierra” poseían adornos de metal (“plumajes”):
"...vinieron ciertos indios de la nación de los querandíes, ... vecinos del pie de la
sierra … los cuales … les mostraron ciertos plumajes que traían en la cabeza,
hechos, a su parecer deste declarante, de oro bajo e buena plata, e que este
declarante se quisiera ir con ellos con la gente que tenía presta e les rogó que lo
hobiesen por bien, los cuales no quisieron, porque decían que no podrían sufrir
el trabajo del camino, porque en ocho jornadas no fallarían agua; y este
declarante les dijo que como ellos venían, que así irían ellos, los cuales dijeron
que ellos se sufrían dos o tres días sin beber e cuando bebían era sangre de
venados que mataban para este efecto..." (Sebastián Gaboto, en Medina 1908, II:
159; Astiz y Tomé 1987).
AGRADECIMIENTOS
A CONICET; Secretaría de Cultura de Entre Ríos; Agua y Energía Eléctrica Soc. del
Estado y Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. Antonio Serrano”, que
autorizaron y financiaron los trabajos. A la Municipalidad de Hernandarias, que
proporcionó apoyo logístico. Al personal del Museo “Antonio Serrano” (Lic. Eva
Vitarelli, Museól. Andrés Petric, Sres. Julio Peña y Jorge Flores) y personal local
contratado al efecto que intervino en las excavaciones. A los integrantes de Agua y
Energía Eléctrica que prestaron apoyo logístico. Al Prof. Carlos Echegoy, del Museo
Arqueológico y Paleontológico Municipal de Reconquista y la Prof. Nora E. Matassi,
del Museo Regional y Archivo Histórico de Venado Tuerto, que participaron en calidad
de invitados. A la Ing. Nora Prata y SECEGRIN-CONICET, que realizaron el análisis
metalográfico de la plaqueta de cobre. A los Sres. Luporini, De Mattei y flia.,
propietarios en distintos momentos del establecimiento La Palmera y personal de la
misma. Al Dr. Juan C. Echeverría y flia., quienes facilitaron en todo momento el
trabajo. A Roberto J. Ceruti, que tradujo el Abstract. Finalmente, y muy especialmente
al Dr. Martín H. Iriondo, con quien compartimos el trabajo de campo y orientó el
estudio geológico y geomorfológico del sitio.
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