La Psicoterapia Analítica Funcional Casa
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Caso
Los problemas que la paciente presenta en su vida diaria son los siguientes:
2. Historia relevante.
Era hija única, había dejado varios asuntos iniciados sin concluir. Por
ejemplo, abandonó los estudios en COU sin terminarlos. Su padre falleció de
cáncer dos años antes de la terapia. Éste le comunicó que padecía la enfermedad
solamente a ella y lo mantuvieron oculto durante meses, sólo se lo dijeron a la
madre y a algunos familiares pocos meses antes de morir.
Los malestares físicos (dolores de cabeza, mareos, sensación de perder el
equilibrio) comenzaron algún tiempo después de morir su padre y coincidiendo en
el tiempo con el fallecimiento de varias personas (de la madre de una amiga suya
y de que un primo sufriera un ictus). También había sorprendido a su sobrino de
16 años intentando abusar sexualmente de su hija cuando tenía cuatro años.
Serían las CCR tipo 1 que son equivalentes funcionalmente a los problemas
que se dan en la vida diaria. Se quejaba con mucha frecuencia de sus malestares
físicos. Se quejaba de su marido, de su trabajo y de algunos compañeros. A veces
mostraba cierta hostilidad con el terapeuta. Lloraba con frecuencia, y se quejaba y
preguntaba con reiteración por qué le pasaba eso. Evitaba ciertos temas y
palabras concretas. Respondía con llantos y evasivas a algunas cuestiones
relacionadas con éstos. En ocasiones se comprometía con el terapeuta para hacer
alguna actividad sencilla y no las realizaba dando razones imprecisas. Respondía
con frases del tipo «no puedo» o «no soy capaz» la mayoría de las veces que el
terapeuta se interesaba por las razones de algunas de sus conductas de evitación.
En ocasiones cancelaba algunas citas a última hora. Y a veces llegaba tarde.
– Afirma que para ella el dolor implicaba muerte. Sostenía que si se «sentía
mal» o «no se encontraba bien» no podía hacer cosas (trabajar, cuidar de su hija,
realizar tareas…). Por ejemplo: «…de repente me sentí tan mal que no pude hacer
las maletas». «… me dio una cosa muy rara en el cuerpo y me tuve que acostar».
«… de repente me pareció que me iba a morir y tuve que irme a urgencias». «… si
yo quiero jugar con mi hija, pero estoy tan mala». «… si yo sé que tengo que ir al
trabajo, pero me pongo tan mal». – Establecía relaciones causales o funcionales
de manera incorrecta; sobre todo, entre sus emociones y pensamientos y su
conducta, y entre éstos y lo que pensaba que podría sucederle en el futuro.
5. Los objetivos en la vida diaria, es decir, lo que se pretende conseguir y
generalizar a la vida de esa persona, y los cambios progresivos que se propone
alcanzar el cliente, conceptualizados por el terapeuta.
6. Los objetivos en sesión, es decir, las CCR 2, los cambios que se quieren
conseguir en la sesión clínica. Hablar de su malestar y sus dolores de manera
descriptiva. Distinguir estar mala de sentirse mal. Establecer relaciones
funcionales correctamente. Cambiar la función de estar mala como causa de casi
todo lo que evitaba. Hablar de experiencias pasadas dolorosas para ella: la
muerte de su padre, el intento de abuso sobre su hija…, hacerlo con naturalidad y
de manera congruente.
Intervención
En esta fase se constató que las quejas eran muy frecuentes, refiriéndose a
su estado físico (dolores de cabeza, mareos, vértigos, náuseas, taquicardias…), la
conducta de su marido y de sus suegros ( «no me ayudan, no me entienden» ), su
propia capacidad («no puedo», «no soy capaz», «no tengo fuerzas», «me da
igual», «y para qué»…), y la idoneidad de un psicólogo para tratar sus problemas (
«no sé qué pinto aquí si mi problema es físico» ). Todas estas quejas se
analizaron funcionalmente como una conducta de evitación, como Mandos
disfrazados o Tact impuros (Skinner, 1957; Kohlenberg y Tsai, 1991).
Entonces aparece la siguiente regla: «Si me sintiera bien haría lo que tengo
que hacer», una CCR 1 que sintetiza un aspecto esencial del problema. La
postura terapéutica consistió en promover la inversión de los términos de la regla:
si hiciera lo que tengo que hacer me sentiría bien.
B. Fase intermedia Este período comprende las sesiones de la sexta a la
duodécima.
En esta fase se insistió de manera más explícita en que Matilde usara un
lenguaje más descriptivo. Con objeto de generar un mayor repertorio de reglas
que facilitaran un control antecedente de la conducta, se abundó en el uso de
metáforas haciendo explícito, además, distintas relaciones funcionales de
contingencia al modelo ABC (Kohlenberg y Tsai, 1991).
Esta vez Matilde reconoció que quizá «no fuera para tanto» y se moldeó
una respuesta distinta a la evitación habida hasta ese momento con respecto al
chico y a sus padres. Algo parecido ocurrió en la décima sesión. Por primera vez,
con anterioridad lo había evitado, habla y explica con cierta claridad y naturalidad
la muerte de su padre y pronuncia por primera vez la palabra cáncer como la
causa de su muerte. Asimismo, refirió que su padre le había pedido que no le
dijera a nadie que estaba enfermo.
Fase final
Este período final comprende las sesiones de la decimotercera a la
decimoséptima.
En la sesión decimotercera se hace un listado con todos los progresos y los
objetivos que quedaban y plantea abiertamente la finalización de la terapia. Se
refuerza la petición, aunque la propuesta que se le hace es mantenerse en terapia
cuatro consultas más, espaciadas en dos meses para reforzar y mantener las
mejorías y el abordaje de proyectos de futuro. Los progresos se mostraron en la
forma de hablar de sus problemas con frases como éstas: «No estoy obsesionada
con si me duele algo y con la muerte. Antes no quería ni escuchar a la gente,
quería estar sola, sin ruidos». «Ya no me influye algún dolor para acostarme.
Ahora si me duele una muela o la cabeza, me duele la cabeza y punto». – «Ya no
me noto el nudo en el estómago. Como más e incluso tardo menos en comer». –
«Ya no cierro las persianas para simular que no estamos en casa. Aunque me
cuesta, hablo si es necesario con mis cuñados y mi sobrino». – «Salgo mucho
más con mi marido y con mi hija. Y no me molesta como antes que me pidan
cosas». – «No le echo la culpa de todo a mi marido, antes era desde recién
levantada. Además, hemos recuperado las relaciones sexuales».
conclusiones