Contratos Preparatorios Final
Contratos Preparatorios Final
Contratos Preparatorios Final
CURSO:
DOCENTE:
CUSCO - PERÚ
2020
INTRODUCCION
No cabe duda que el Código Civil peruano de 1984, introdujo una serie de
modificaciones de la mayor relevancia en materia contractual, bajo una manifiesta
influencia del Código Civil italiano de 1942. Dichas modificaciones no sólo
significaron una mejor sistematización de diversos tópicos en la parte general del
Libro VII, Fuentes de las Obligaciones, sino también la introducción de aspectos
que modernizaron diversos temas no legislados en el Código Civil de 1936.
Entre aquellos aspectos que regula el Libro de Contratos correspondiente a la
Parte General, el legislador resolvió incluir la relativa a los llamados Contratos
Preparatorios, que conforman un acápite especial dentro de la parte general. De
esta manera, nuestro Código vigente desde el 14 de noviembre de 1984, regula
normativamente los denominados Contratos Preparatorios, y a su vez, y de
manera especial regula las clases del Contrato Preparatorio: el Contrato de
Compromiso de Contratar y el Contrato de Opción, en sus artículos 1414 al 1425.
El legislador al optar por incluir a los llamados Contratos Preparatorios, vio por
conveniente regular como contratos especiales o típicos, a aquellos acuerdos a
través de los cuales las partes quedaban comprometidas de a celebrar otro
contrato llamado “definitivo”, que por alguna razón, no resultaba posible de ser
celebrado de inmediato. La justificación que encontró el legislador probablemente
radicó en su deseo de resolver una serie de situaciones que representaban los
acuerdos u ofertas previas o preparatorias, que merecían tutela dada la ausencia
de regulación normativa, que no sancionaba de ninguna forma el incumplimiento
de tales acuerdos, desalentando su uso e incentivando su incumplimiento.
En cada tipo contractual preparatorio asistimos a figuras que dada la temporalidad
que gobierna a este tipo de contratos, generan situaciones de pendencia entre su
celebración y la celebración del contrato definitivo que desplegarán efectos que
merecerán tutela frente a terceros. Y es que una vez celebrado un contrato
preparatorio, es posible – dado el carácter obligatorio de los contratos en nuestro
código civil – que antes de la conclusión del contrato definitivo alguna de las
partes se obligue con terceros respecto del mismo objeto del contrato, o disponga
del bien materia de la prestación con las consecuencias que esto supone.
Para abordar el tema del contrato preparatorio, comenzaremos con una breve
exposición del desarrollo histórico de esta institución, desde su inicio en el derecho
romano hasta la moderna teoría precontractual, en donde se postulan los
principios Fundamentales que, en materia de la promesa de contrato, comparten
las distintas legislaciones del mundo. Enfatizando cómo las diversas normas
desarrollaron soluciones diferentes para una misma necesidad jurídica: el formar
un contrato por virtud del cual, una o ambas partes asumen la obligación de
celebrar un contrato futuro, permitiendo así, asegurar su formación cuando no
es posible efectuar inmediatamente por impedimentos subsanables, jurídicos o
financieros.
Dentro de esta exposición se señalará el impacto que tuvo la teoría precontractual
en las legislaciones: internacionales, para terminar con un comentario de la
legislación actual peruana, marcando las principales diferencias que pueden
encontrarse en la ley civil local.
1. MARCO HISTORICO
1.1. DESARROLLO HISTORICO
Como toda institución jurídica, el contrato preparatorio, proveniente del Derecho
Francés e Italiano, donde se ha desarrollado más ampliamente, debemos
remitirnos a sus orígenes en el Derecho Romano, donde era insuficiente el simple
consentimiento para dar vida al contrato; era menester además el reconocimiento
del Derecho Civil. Este sólo reconocía cuatro tipos de contrato: compraventa,
locación, sociedad y mandato. Fuera de ellos los convenios no alcanzaban la
dignidad de contratos; eran solamente pactos, y no producían acción, sino solo
obligación natural, protegida por una excepción. Estos últimos lentamente, fueron
provistos de efectos civiles, algunos por edicto del pretor (pacta praetoria, otros
por rescripto del príncipe (pacta legítima), otros por haberse añadido a contratos
de buena fe, haciéndose valer con la misma acción del contrato ( pacta adiecta).
Dichos tres tipos de pactos recibían el nombre genérico de pacta vestita, porque,
aunque indirectamente, tenían efectos civiles. Los pactos no comprendidos en
estas categorías y desprovistos de efectos civiles eran llamados “pactos nudos”
(nuda pacta).
DERECHO ROMANO
Primeramente, encontramos que en los tiempos del derecho romano clásico no se
contaba con la figura del contrato preparatorio. Recordemos que los
romanos solamente consideraban a los contratos strictis juris, que exigía n
rigurosas formalidades legales, y en el caso de no cumplirlas cabalmente las
partes carecerían acción para exigir el cumplimiento. Fue en este contexto en
donde una promesa de un contrato futuro no encontraba cabida, y en caso de
formularse las partes carecían de acción, pues si bien, dadas las necesidades de
la sociedad en aumento, si surgían convenios similares a un contrato preparatorio,
las partes carecían de toda acción.
Entonces los convenios análogos a las hoy promesas de contrato, encontraron
como primeros antecedentes históricos: los pactos (pactum) y la stipulatio romana.
Los pactos, se entendían como los convenios que surgían en el día a día de
las relaciones comerciales en Roma, los cuales por no contar con las formalidades
requeridas solamente constituían una obligación natural, por lo que el
cumplimiento de la obligación quedaba a la buena fe de las partes, ya que en caso
de incumplimiento la contraparte carecía de acción legal.
Con el paso del tiempo, dada la importancia que estos acuerdos fueron
alcanzando, los pretores y la jurisprudencia, les dotaron de acción civil en ciertos
casos: como el pacto de constituto, el receptum y el pacto de juramento. Así, los
convenios (conventio) se dividieron en dos tipos por la legislación romana: los
contratos (contractum), de derecho estricto; y los pactos (pactum) que por regla
general no daban acción para su cumplimiento y solamente en específicos casos
tenían valor legal pleno
Un segundo antecedente del contrato de promesa que encontramos en la
legislación romana es: la stipulatio. Para comprensión de la stipulatio es
importante recordar que en la actualidad estipular se define como convenir,
concertar o acordar; pero en el derecho romano era considerada en un sentido
diferente, fue la antítesis de la promesa; así quien estipulaba en un contrato
provocaba una promesa a su favor. De tal manera que la estipulación romana fue
un contrato con un carácter general, formulado a través de una pregunta del
acreedor y la respuesta del deudor, ambas en términos solemnes, que llenaba
espacios que actualmente ocupa el contrato de promesa.
Mas seré breve en este punto, para no abordar temas que el profesor Rolf
Knütel expondrá en su ponencia “La interpretación de la estipulación en el derecho
romano clásico”.
Únicamente, cabe señalar que en los casos anteriores si bien se cubrían algunas
de las necesidades jurídicas que ahora se satisfacen por contratos preparatorios;
en ninguno de los casos se pretendía dar una promesa para formular un contrato
futuro diferente, sino que el pactum y la stipulatio se daban como partes o
accesorios de un sólo convenio.
Además de estas dos figuras, los romanos también conocieron a la policitación,
entendida como una promesa aún no aceptada, pero que solamente fue válida en
contados casos, como en el derecho público; esto es: cua ndo se hacía una
promesa a una ciudad. Al respecto de la policitación, debe considerarse que no se
trata de un contrato o convenio por no existir acuerdo entre las partes; y en
consecuencia no es equiparable a un contrato preparatorio o de promesa de
contrato.
Así, en el derecho romano no existió propiamente un contrato de promesa
en específico, solo se contó con distintas figuras que se desarrollaron para
satisfacer las exigencias del comercio de su tiempo, figuras que se podrían ver
como una promesa, pero no llevaban la obligación de celebrar un contrato futuro;
característica esencial del contrato de promesa actual.
El Código Civil francés, dispone en su Art. 1589 que "la promesa de venta equivale
a venta cuando hay consentimiento reciproco de las dos partes sobre la cosa y
sobre el precio". Al respecto, el insigne jurista Marcel Planiol enseña que, la
promesa de venta "es un contrato por medio del cual una persona se obliga a
vender a otra una cosa, sin que esta consienta inmediatamente en comprarla". De
lo expuesto, podemos colegir diáfanamente que, el Código Civil de Napoleón,
mantenía únicamente como contrato preparatorio típico la promesa de venta, que
era un convenio de naturaleza unilateral, por cuanto de no reunir la característica
de la unilateralidad y al existir un oferta y aceptación, el contrato preparatorio
mutaba en contrato final. Esta confusión entre la promesa y el contrato final,
definitivamente es equívoca, puesto que cada contrato tiene fines diferentes,
mientras los contratos preparatorios solo conllevan a una obligación de hacer
(entendida como la celebración de un contrato final), el contrato final puede
contener obligaciones de hacer, no hacer y de dar. Felizmente, esta discusión fue
superada en cierta medida, por la jurisprudencia francesa, puesto que en diversas
sentencias se reconoció que la promesa de venta puede contener una condición
suspensiva. Adicionalmente, debemos recordar que en el derecho francés anterior
al Código de Napoleón existió un desarrollo extenso del contrato de promesa,
prueba de ello, es que el insigne jurista Robert Pothier, definió a la promesa
unilateral como una convención por la cual uno se obliga hacia otro a venderle una
cosa. Nótese que el derecho civil francés, regulo una modalidad de contrato
preparatorio, solo para el contrato de compraventa; obviando por completo todas
la variada gama de posibles contratos típico y atípicos existentes en esa época.
No obstante ello, en definitiva, es el Art. 1589 del Código Civil de Napoleón, el
antecedente positivo más claro y remoto de la existencia de los contratos
preparatorios.
En tal virtud, la promesa a la que hace referencia el art. 1392 en mención, al igual
que la promesa contemplada en el Código Civil de Napoleón, es de carácter
unilateral y por consiguiente constituye una oferta obligatoria per se para su autor.
En lo que respecta al plazo, el art. 1393 estableció que: "En la promesa de
comprar o vender, se designará el plazo. Este plazo no puede pasar de dos años,
si la cosa es inmueble o derecho sobre inmueble, ni de un año si es mueble. Si no
hay plazo convencional se entiende fijado el que designa este artículo.
Dentro del contexto del contrato como un concepto abstracto planteado por Hegel,
hacemos la diferencia entre la promesa y el contrato basándonos en el hecho de
que la promesa es algo futuro, de poder hacer, dar o prestar, pero que es algo que
permanece todavía en la subjetividad. En cambio, la estipulación de un contrato
viene a ser la existencia de mi resolución de voluntad manifestada externamente y
por la cual dejo constancia indubitable en el sentido de que he aceptado la
enajenación y que mi propiedad sobre el objeto la admito ahora como propiedad
de otro.
Por ello, el Código Civil establece los requisitos de validez de todo acto jurídico,
que son la participación de personas capaces, que el objeto del acto sea física y
jurídicamente posible, que su finalidad sea lícita y que se celebre de acuerdo a las
formalidades que establezca la ley para cada acto.
2.2.12 . Obligaciones
Las obligaciones a las que hacemos referencia, a efectos del presente informe,
son aquellas de carácter patrimonial y pueden consistir en prestaciones de dar,
hacer o no hacer. En las obligaciones de dar, la persona obligada debe entregar
un determinado bien a favor de otra, como sucede en los contratos de
compraventa.
2.2.13 . Contrato
Y ahora estableceremos el concepto de lo que es un contrato.
En efecto, el Código Civil dispone que el contrato crea, regula, modifica o extingue
una relación jurídica patrimonial.
Una relación jurídica es el vínculo que se genera entre dos o más personas en el
cual una asume una obligación frente a la otra, que como contrapartida, tiene
derecho a exigir el cumplimiento de la obligación en cuestión. Esta relación jurídica
será patrimonial cuando el contenido de la obligación sea, justamente, de carácter
patrimonial o económico. Este contenido patrimonial o económico es lo que
diferencia a los contratos de otro tipo de acuerdos celebrados entre dos personas
y que no poseen el carácter de un contrato.
En tal sentido, un acuerdo por el cual dos o más personas regulen relaciones
jurídicas que no tengan contenido patrimonial, no podría considerarse como un
contrato.
En cualquier caso, aun cuando no haya obligación de celebrar el contrato bajo una
formalidad establecida por ley, es recomendable que haya al menos un
documento en el que se establezcan las condiciones y características de las
prestaciones a las que se obliga cada una de las partes, pues de esa forma se
podrá determinar con claridad cuándo se ha cumplido con la obligación o cuándo
se ha producido un incumplimiento.
Centrándonos en el tema del presente informe, importa también tener en claro que
existen contratos que se pueden considerar como definitivos y que se distinguen
de los que se denominan como contratos preparatorios.
En un contrato definitivo las partes han acordado todos los elementos de una
relación contractual que surtirá efectos por sí misma y que no requiere de ningún
acuerdo adicional para regular los aspectos esenciales, en función del tipo de
contrato que se esté celebrando.
Así, nuestro Código Civil regula dos formas en que se pueden dar los contratos
preparatorios, el compromiso de contratar y el contrato de opción.
2.2.14. Precio:
El precio es la valoración de un bien, expresada en dinero. Todo precio debe ser
necesariamente en dinero. Precio es la forma monetaria del valor. Asegura
además la movilidad de la mercancía. Puede el precio estar librado a la decisión
de un tercero, se trata de un precio no determinado, pero determinable.
2.2.15. Cosa:
2.2.16. Plazo:
Hasta el mes de febrero del año 2001, el plazo máximo establecido por la ley para
el compromiso de contratar era de un año, y de seis meses para el contrato de
opción. La libertad contractual de las partes se encontraba limitada, ya que no se
podía pactar un plazo mayor. La razón esgrimida por el Codificador del 84 para
establecer un plazo legal imperativo consistía en evitar que las partes quedasen
sujetas a un vínculo indefinidamente, lo cual conllevaba a un freno en el tráfico
contractual; asimismo tendía a evitar abusos del contratante de mayor poder.
Es así que mediante Ley N°27240 publicada el 07 de febrero del año 2,001, se
modificaron los artículos 1416 y 1423 del Código Civil, estableciéndose que el
plazo en ambos contratos preparatorios será determinado o determinable por los
contratantes, y sólo a falta de acuerdo entre ellos, el plazo máximo será de un
año. En consecuencia se eliminó el plazo imperativo establecido por ley para dejar
en libertad de los contratantes, lo cual es conveniente.
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ANEXOS: