Testigos de La Esperanza
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TESTIGOS DE ESPERANZA
PRESENTACIÓN
3
TESTIGOS DE ESPERANZA
INTRODUCCIÓN
1 Con estas palabras del Evangelio (cf Lc 5,7), el Papa Juan Pablo II invitó
a la Iglesia y a toda la humanidad, con ocasión de las celebraciones que
tuvieron lugar para culminar el comienzo del tercer milenio de cristianismo,
a caminar hacia el futuro1.
1
JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte. 6 de enero de1.2001, n.1.
6
2 Vivimos, es cierto, tiempos difíciles: no somos una sociedad armónica en
la que se dé una verdadera coherencia social y, como consecuencia de
esto, somos una sociedad en la que la pobreza y el sufrimiento han
golpeado de manera inmisericorde sobre todo a los más humildes,
mientras la violencia alcanza entre nosotros los más altos índices de
intensidad que se conocen en la actualidad en el mundo.
14 Para que este mensaje pueda producir los frutos que se propone
invitamos a las distintas comunidades cristianas a adoptar la metodología
que estimen más conveniente y a «¡Caminar con esperanza!, para poder
iniciar y continuar este proceso de reflexión.
*****
4
Novo Millennio Ineunte, No. 58.
6
Cfr III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO: La evangelización en el presente y el
futuro de América Latina, Puebla, 1979, No. 282.
11
Jesús Euse y de la Madre Laura, cuyo testimonio de santidad ha sido
reconocido recientemente por la Iglesia universal.
12
PRIMERA PARTE
ATENTOS A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
7
CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n. 4 (7 de diciembre de 1965); II
CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO. Conclusiones (Medellín). 1968. Cfr CELAM,
Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe, Col. Documentos CELAM No. 165, Bogotá:
Esfera Editores Ltda, 2003, pág. 162: “Leer los signos de los tiempos: nueva contemplación”.
8
Conocemos la doctrina clásica del Magisterio de la Iglesia al respecto por la Constitución dogmática Dei Filius
sobre la fe católica, del Concilio Vaticano I, capítulos 1 y 2, y por la relectura de esta doctrina que ha hecho el
Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei Verbum.
13
contemplamos con una mirada optimista, porque el Dios en quien creemos
es el Dios de la esperanza.
9
Cfr McLUHAN, Marschall. La aldea global. Colección El Mamífero parlante. Ed. Gedisa, reimpresión 1996.
14
La globalización
22 A esta realidad actual de la integración del mundo es a lo que se ha
venido dando el nombre de globalización, uno de los fenómenos de
alcances e impactos mayores en las últimas décadas, también para
nosotros. Por su importancia y complejidad y porque plantea grandes
desafíos para la humanidad y para la Iglesia, merece algunas precisiones
conceptuales.
010
CELAM, Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe, 1999-2003, p. 11-12.
11
Ibid., p. 20. Humanizar la globalización: este ha sido el tema de la Conferencia Internacional organizada por el
Pontificio Consejo Justitia et Pax en colaboración con la UNIAPAC (Unión Internacional de Empresarios Cristianos)
los días 5 y 6 de febrero de 2004 sobre el tema “El empresario cristiano: responsabilidad social y globalización”. En:
http://www.zenit.org/ spanish, febrero 6 de 2004.
15
212
Un ejemplo de esto es la tesis del profesor de Harvard, Samuel Huntington, sobre el “choque de civilizaciones”,
que ha sido divulgada por publicaciones como el Boletín de información para religiosos y religiosas, publicado en
Madrid para los meses de abril/junio de 1997.
16
una visión unilateral, conocida como la Nueva Estrategia de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos de América.
Globalización de la solidaridad
33 Es necesario afrontar este fenómeno de la globalización de manera
inteligente y responsable como lo que es: un reto de integración entre los
313
Cfr Estrategia de Seguridad de los Estados Unidos. Servicio Noticioso desde Washington, septiembre de 2002.
En http://usinfo.state.gov/espa ol/.
414
CELAM, Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe, p. 15.
515
Cfr STIGLITZ, J. E. El malestar de la globalización. Taurus, Madrid, 2002.
17
pueblos y naciones del mundo. Es necesario poner en relación con él la
actitud que ha sido recomendada con tanta insistencia por la Iglesia en los
últimos tiempos: la actitud de diálogo en todas direcciones y en todos los
niveles de la convivencia humana.
5
JUAN PABLO II. “Es preciso globalizar la solidaridad”. Discurso al final de la misa presidida con ocasión del jubileo
de los trabajadores, 1 de mayo de 2000.
616
Cfr de manera especial las intervenciones de los Presidentes de Brasil y España en la 59 Asamblea General de la
ONU, septiembre de 2004.
717
Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la misión de la Iglesia en el mundo actual; CONFERENCIA
EPISCOPAL COLOMBIANA, XXV Asamblea Plenaria, La Iglesia ante el cambio, 1969.
18
37 Con la vigorización del proceso de modernización industrial, con el
proceso de urbanización acelerado y desordenado que se ha dado, con las
transformaciones políticas producidas como consecuencia del Frente
Nacional, aparecen en nuestra patria nuevos cambios en los referentes
culturales tradicionales en un contexto que nos permite hablar en términos
de acercamiento al mundo de lo moderno.
58 Se puede decir que no hay un rasgo particular que caracterice todas las
formas del proceso de violencia que afectan a nuestro país. Hay violencias
de todo orden: violencia desde las instituciones, violencia contra las
instituciones, violencia contra la propiedad y desde la propiedad, y, desde
otro punto de vista, violencia desde las ideologías extremas de izquierda y
de derecha.
Las negociaciones de los TLC han motivado la discusión social sobre las
condiciones en que se firman y el impacto particularmente sobre sectores
económicos como la agricultura, las pequeñas empresas, textiles y los
trabajadores asalariados, además del riesgo de que se amplíe la base de
la exclusión social.
22
Recordar al respecto la advertencia del Papa Juan Pablo II con ocasión del derrumbamiento del socialismo real:
Encíclica Centesimus Annus (1 de mayo de 1991) 42.
30
82 Para 1998 ya existían en el país al menos 93 mil hectáreas cultivadas
entre coca, marihuana y amapola, lo que representaba el 3% de las
extensiones dedicadas a la agricultura -excluyendo la ganadería- en todo
el país. Igualmente, para este año, los cultivos de hoja de coca, amapola y
marihuana produjeron 69 mil empleos, el equivalente al 2% de los empleos
que generó la agricultura en el país.
323
Cfr ROCHA GARCÍA, Ricardo. La economía colombiana tras 25 años de narcotráfico. Siglo del hombre editores,
Bogotá, 2000.
31
la fuente principal que alimenta la guerra de los grupos guerrilleros y de los
grupos denominados paramilitares.
92 Hay que tener en cuenta también la relación que existe entre corrupción
y narcotráfico, y corrupción y conflictos armados. Por lo pronto, es
necesario reconocer las expectativas generadas por los cambios políticos
más recientes y por las reformas, tanto las de iniciativa del Ejecutivo como
las realizadas a instancias del Congreso de la República. Su impacto real
en temas como la corrupción, el narcotráfico y los propios conflictos
armados están por verse, y nuestra esperanza es que en la medida en la
cual podamos enfrentar estos problemas, los colombianos estaremos
allanando el camino hacia la paz.
UN BALANCE PROVISORIO
424
Esta realidad es señalada explícitamente desde sus primeros planteamientos por la Constitución Pastoral
Gaudium et Spes.
34
98 La tarea específica que nos corresponde realizar, en cuanto creyentes,
no consiste propiamente en señalar las respuestas concretas que nos
piden los distintos problemas en el sentido en el que pueden presentarlas
los expertos. Pero sabemos que tenemos la posibilidad de ofrecer un
aporte de mucha importancia para la construcción de un mundo mejor:
nuestro aporte específico consiste en la realización de una misión
profética, que nos permite señalar con la lucidez y la sabiduría del
Evangelio el mal que nos afecta y del que todos somos responsables, y
asumir con decisión una actitud constructiva que tiene una gran eficacia de
transformación: la actitud evangelizadora.
100 En relación con todo esto, hay algo en lo que tenemos que insistir
siempre con toda decisión: al participar en esta empresa, la Iglesia que,
como se ha dicho, está llamada a ser agente de cambio en la sociedad, no
puede aceptar de ninguna manera que la solución de los problemas y la
transformación de la sociedad se dé por el camino de la violencia. Los
cristianos tenemos que rechazar radicalmente la violencia en virtud de
nuestras convicciones religiosas, e inclusive por razones puramente
humanas.
101 Por eso acogemos de nuevo con el mismo entusiasmo con el que lo
hicimos en su momento el mensaje sin ambigüedades que nos dejó el
Papa Paulo VI en el discurso de inauguración de la II Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano (Medellín, 1968), en un momento crucial
de la historia de nuestro sub-continente, cuando se llegaba aún a buscar la
35
legitimación teológica del movimiento guerrillero: “La violencia no es ni
cristiana, ni evangélica”.
104 Los creyentes tenemos pues un aporte valioso que hacer para
contribuir a realizar el propósito de edificar un mundo más humano y
fraternal. Pero es necesario, para lograrlo, que nos esforcemos por
renovarnos nosotros mismos en cuanto creyentes y en cuanto Iglesia. Por
esta razón, conscientes de los retos que nos plantean los problemas de
nuestra patria y manteniendo siempre una actitud positiva de esperanza,
queremos ahora recordar con nuestros hermanos y hermanas en la fe, en
525
Se da en la actualidad en nuestros países una intensa discusión acerca de tratados como los TLC y de las
negociaciones sobre el ALCA. Es fundamental mirar con qué criterios se realizan esos tratados: no se puede aceptar
una integración que sólo beneficie a una de las partes y deje como resultado un empeoramiento de la suerte de las
poblaciones más golpeadas de la sociedad.
36
una segunda parte de este mensaje, el sentido en el cual debemos
comprometernos con una renovación que nos ayude a convertirnos en el
sujeto capaz de hacer realidad este noble propósito.
37
SEGUNDA PARTE
RENOVARNOS COMO IGLESIA PARA REALIZAR FIELMENTE
NUESTRA MISIÓN EN EL MUNDO
108 Los desafíos que hoy se nos plantean7 nos exigen reafirmarnos una
vez más en nuestra identidad cristiana y eclesial. Lo queremos hacer con
626
Recientemente el Papa se refirió a las raíces cristianas de Europa: Exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia
in Europa (2003). En términos semejantes podemos hablar nosotros de nuestra historia.
727
CONCILIO VATICANO II. Constitución dogmática Lumen Gentium, capítulo 1, 8. Es también el pensamiento
acerca de la Ecclesia semper reformanda que ha sido constante en las expresiones de los últimos Pontífices.
6
El Papa Juan Pablo II "pide perdón a la humanidad por los pecados de la Iglesia". Novo Millenio Inneunte, No.6
7
Compendio de la DSI…Idem. No. 16. Tres desafíos actuales. Los nuevos aerópagos modernos. Tercio Milenio
Adveniente No. 57 y Redemptoris Missio No. 37.
38
una actitud de apertura, humilde y sincera, para emprender con valor todo
aquello que el Señor nos pide que hagamos. Queremos tener la actitud
que Juan Pablo II recomendó a toda la Iglesia con ocasión del comienzo
del tercer milenio: una actitud de conversión28.
828
JUAN PABLO II, Carta apostólica Tertio Millenio Adveniente, No.1. 10 de nNoviembre 10 de 1994.
8
Gaudium et Spes, No. 1.
929
Cfr La doctrina sobre la Sagrada Escritura y la Tradición como fuentes de la transmisión de la revelación:
CONCILIO DE TRENTO, Decreto sobre la aceptación de los sagrados libros y tradiciones (1546); CONCILIO
VATICANO I, Constitución dogmática Dei Filius sobre la fe católica (1870), cap. 2; CONCILIO VATICANO II,
Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación (18 de noviembre de 1965), cap. 2.
39
en este rincón del mundo que es nuestra patria, nos debemos sentir
comprometidos con entusiasmo.
030
El Documento de Puebla, como bien se sabe, incorporó esta recomendación del Santo Padre, que constituye en
cierta forma la esencia misma de su alocución, en la inauguración de la Asamblea episcopal como iluminación
doctrinal para fundamentar todo el discurso y las conclusiones de la Asamblea.
131
1 Cor 11,23-25. Cfr Mc 14,22-25 y par. Somos memores Christi, es decir la comunidad de los hermanos que
mantienen viva en el mundo la memoria del Señor.
40
115 Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos observaron
con fidelidad este mandamiento del Señor, al celebrar la fiesta anual de la
Pascua y al celebrar los encuentros más frecuentes de la comunidad en el
“día del Señor” (dies dominica). Hoy seguimos acogiendo con igual
entusiasmo este encargo que hemos recibido del Señor: al celebrar cada
año la fiesta de la Pascua y al celebrar con frecuencia el sacramento de la
eucaristía se renueva en nosotros la memoria viva del Señor y nos
convertimos en portadores de ella en el mundo. Así se realiza, al mismo
tiempo que nuestra unión personal con el Señor, la comunión fraternal que
constituye la Iglesia32.
116 No es necesario recordar aquí en detalle todos los lugares del Nuevo
Testamento que, según los distintos escritos, nos permiten ilustrar y
fundamentar este aspecto esencial de la existencia cristiana que es
nuestra referencia a la persona del Señor. Pero de manera breve podemos
enunciar tres grandes momentos que la tradición evangélica de la Iglesia
nos ha conservado en este sentido.
232
JUAN PABLO II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia (2003): la Iglesia vive de la Eucaristía, pero también se puede
afirmar, según la tradición, que la Iglesia nace continuamente de la Eucaristía. La Iglesia celebra (hace) la
Eucaristía, pero al mismo tiempo la Eucaristía hace la Iglesia.
41
esta tradición, en los cuales se nos presenta de alguna manera la
iniciación de Jesús en su ministerio, son especialmente significativos. Por
ejemplo, el relato de Lc 4,1ss sobre la visita de Jesús a la sinagoga de su
pueblo, Nazareth, en la que Él se aplica a sí mismo la profecía del tercer
Isaías: ungido por el Espíritu, Él es enviado a realizar la misión de anunciar
la buena noticia de la salvación a los pobres y a poner en marcha el
proyecto de Dios, su Padre, desde el presente.
119 En tercer lugar, a partir del misterio pascual nos remontamos también
hasta la infancia de Jesús en Nazareth, según el testimonio de la tradición
evangélica. En los Evangelios de la infancia (Mt y Lc 1-2), que en realidad
son testimonios tardíos de las primeras comunidades cristianas acerca de
Aquel que murió y resucitó, recogemos la rica espiritualidad de los pobres
de Yahveh (Os 2,6-8; 8,4-8) y encontramos al mismo tiempo la semilla de
lo que se designará posteriormente como el misterio de la encarnación.
125 Con su testimonio y con su palabra Jesús nos enseñó que los criterios
del Reino de Dios no son los de los poderosos de este mundo (Lc 6,24-
26), quienes con sus actitudes desfiguran más bien el rostro del Dios
verdadero (Mt 23). Al compadecerse de su pueblo, que andaba como
rebaño sin pastor (Mc 6,34), y al afirmar que son los pobres los verdaderos
llamados a hacer acontecer el Reino de los cielos (Mt 5,1s), Jesús nos
enseñó un estilo de vida que debe ser adoptado por todos sus discípulos.
130 A estas afirmaciones del Concilio Vaticano II nos tenemos que remitir
siempre para dar razón de nuestra identidad eclesial en estos tiempos de
renovación en todos los niveles: en el nivel de la Iglesia universal, en el de
las Iglesias de cada país, en el nivel local. Ellas han sido profundizadas en
nuestra Iglesia de América Latina, sobre todo desde la época de la III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, reunida en Puebla
434
En este sentido podemos leer la Palabra de Dios en textos como Is 11,1-9, o Ap 21,1s.
535
Los dos primeros capítulos de la Constitución dogmática Lumen Gentium son un punto de partida fundamental en
la eclesiología renovada de nuestros días: el primero está dedicado a la temática de la Iglesia como misterio y como
sacramento, el segundo a la temática del Pueblo de Dios.
en 1979, cuando se habló de comunión y participación para concretar el
sentido conciliar de la eclesiología36.
132 Hay en este contexto dos expresiones que tienen mucha importancia:
las nociones de misterio y sacramento 37. Definir a la Iglesia como misterio
de comunión significa afirmar que ser comunidad constituye para ella su
sentido profundo, su misterio. Definir a la Iglesia por medio de la noción de
sacramento significa afirmar que en ella se hace manifiesta una realidad
profunda en dos sentidos: en el sentido de la revelación de la realidad
misma del misterio trinitario de Dios que es misterio de comunión y en el
sentido de la aspiración profunda a ser una fraternidad, que anima a toda
la humanidad38.
636
Cfr La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Puebla, 1979.
9
Compendio de DSI. Idem. No. 32 y 327..1.2.1 Una Iglesia misterio y sacramento de comunión, creadora de
comunidad.
737
Son muy ricas en significación estas dos nociones y vale la pena que sean bien comprendidas para entender
mejor la eclesiología del Concilio. Ellas aparecen expresamente en el primer capítulo de la Constitución dogmática
Lumen Gentium. Para precisar la noción eclesiológica de comunión cfr también la CARTA DE LA CONGREGACIÓN
PARA LA DOCTRINA DE LA FE Communionis notio (28 de mayo de 1992).
838
Es lo que podemos ver en el trasfondo del primer capítulo de la Constitución dogmática Lumen Gentium, según
la bella expresión Ecclesia de Trinitate.
en ella todas las personas, los pueblos, las culturas (Ef 2, 14). La Iglesia es
la gran comunidad de los seguidores de Jesús.
134 Ella debe ser además creadora de comunidad en todos los niveles de
la vida. Tenemos, como decimos recientemente de acuerdo con las
palabras de Juan Pablo II, la misión de ser casa y escuela de fraternidad,
casa y escuela de comunión39. Ella, por ejemplo, tiene una misión muy
importante en relación con el fomento de la unidad original comunitaria de
la vida humana que es la familia, pero a partir de lo que ella es, también la
misión de hacer posibles muchas otras formas de comunión.
138 No es suficiente decir que la Iglesia debe ser una Iglesia de los pobres
en cuanto comprometida solidariamente con ellos. Ella tiene que ser
también una Iglesia animada por un espíritu radical de libertad, que le
permita no tener puesta su confianza en criterios distintos a los del
Evangelio sino en la fuerza salvadora del Dios de Jesucristo. La Iglesia
tiene que demostrar con su testimonio que es una Iglesia pobre 42, una
Iglesia que entiende el poder como servicio y está comprometida
radicalmente con la suerte de los pobres y, desde ellos, con la suerte de
toda la humanidad.
141
Se recuerda al respecto la intervención del Cardenal Lercaro y se explica, desde ahí las palabras de la
Constitución dogmática Lumen Gentium, capítulo 1, 8.
242
En la Iglesia debe estar resonando siempre el mensaje de las bienaventuranzas, a las que se han designado
como el “manifiesto” del Reino de los cielos: Mt 5,1s; cfr Lc 6,20-23.
343
Constitución dogmática Lumen Gentium, cap. 1, 8.
manifiesto en nosotros en el espíritu de la fidelidad al Evangelio: la
austeridad, el desinterés, la libertad44.
848
Cfr Constitución dogmática Lumen Gentium, cap. 6 y, de manera especial el Decreto Perfectae caritatis del
mismo Concilio sobre la renovación de la vida religiosa.
10
Compendio de la DSI, Nos. 541,549, 550 y 579.
decir, desde la condición laical49, como se puede deducir del sentido
mismo bíblico de la cifra doce, la que además de hacer referencia en las
fuentes evangélicas al ministerio de los patriarcas de la comunidad (el
ministerio que designamos hoy como ministerio jerárquico), indica también,
en un profundo sentido simbólico, la realidad de toda la comunidad,
entendida como pueblo.
149 Cada día debe crecer más la conciencia eclesial del laicado, no
solamente por la participación activa de todos los miembros de la Iglesia,
hombres y mujeres, en la vida litúrgica de la comunidad, sino además y
probablemente sobre todo por el aporte específico de todos, desde los
valores de la fe, a la realización de las tareas humanas que conducen a la
edificación de un mundo mejor 51. Desde esta perspectiva se comprende
muy bien que en esta Iglesia-comunión haya que valorar todos los dones y
carismas de los miembros de la comunidad y que ella misma se organice
ministerialmente con el propósito de ser casa y escuela de comunión y con
el propósito de realizar la misión evangelizadora.
153 Este Pueblo de Dios, que es la Iglesia, está llamado pues a realizar el
proyecto de Jesucristo, el siervo de Dios, que no vino para ser servido sino
para servir (Mc 10, 41-45), un proyecto cuyos mejores protagonistas son
los “pobres en el espíritu” (Mt 5, 1s) a quienes el Dios de Jesús ha
constituido en los verdaderos constructores de su Reino desde esta misma
historia humana.
160 Sin embargo, no han sido solamente las grandes declaraciones del
Magisterio de la Iglesia las que han dado razón de esta actitud diaconal de
la Iglesia, sino también y sobre todo la presencia misma de muchos
cristianos en sus comunidades y en todos los lugares de la vida, presencia
humilde y casi desapercibida en la mayor parte de los casos, la que ha
constituido un gran testimonio en la historia de la humanidad del sentido de
servicio que debe tener la misión de la Iglesia en el mundo.
55
PAULO VI, Alocución a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York “Au moment de prendre”, 4
de octubre de 1965, AAS 57 (1965), 878-885.
656
Recordar la misma Constitución dogmática Lumen Gentium, cap. 2,17 y sobre todo el Decreto sobre la actividad
misionera de la iglesia Ad Gentes.
162 La Iglesia de América Latina ha tenido mucho que ver con la
comprensión de la misión pastoral de la Iglesia como servicio de
Evangelización. La II Conferencia General del Episcopado
latinoamericano, reunida en Medellín en 1968, fue una especie de anuncio
de lo que habría de afirmarse en el Sínodo de la Iglesia universal en el año
1974, y este Sínodo, a su vez, inspiró en gran parte el espíritu que animó
la III Conferencia General del Episcopado latinoamericano, reunida en
Puebla en 1979.
La nueva Evangelización
163 Con ocasión de la IV Conferencia General del Episcopado
latinoamericano reunida en Santo Domingo en 1992 para celebrar los
quinientos años del descubrimiento de América, los quinientos años de la
primera Evangelización de nuestros pueblos, Juan Pablo II convocó a esta
Iglesia nuestra a emprender la realización de un gran proyecto: el proyecto
de una nueva Evangelización57. Desde entonces este propósito se ha
extendido a la Iglesia universal. Valoramos ciertamente el don de la fe
cristiana y eclesial, fruto de una primera de nuestro mundo, pero
reconocemos que es urgente emprender un proceso de nueva, que nos
permita renacer como cristianos y como Iglesia.
2.3 Servicio de Evangelización que hay que realizar con actitud profética
757
IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO. Documento Final, Santo Domingo,
1992.
858
PAULO VI, Exhortación Apostólica Post-.sinodal Evangelii Nuntiandi (8 de diciembre de 1975) 1.
959
Ibid. 14.
165 Otro aspecto de mucha trascendencia, dentro del espíritu de
renovación que ha vivido la Iglesia en estos años, lo constituye el aporte
surgido especialmente desde nuestras Iglesias del tercer mundo y en
particular desde nuestro mundo eclesial latinoamericano: lo que podríamos
llamar el re-descubrimiento del sentido profético de la misión de la Iglesia.
11
Cfr Gaudium et Spes, Capítulo IV.
TERCERA PARTE
177 Uno de los grandes aportes que hace la Iglesia a la humanidad actual
tiene que ver con que es un signo de esperanza en medio de las
dificultades. La Iglesia partícipe de los gozos y las esperanzas, de las
angustias y de las tristezas de los hombres, es solidaria con cada hombre
y cada mujer, de cualquier lugar y tiempo, y les lleva la alegre noticia del
Reino de Dios, que con Jesucristo ha venido y viene en medio de ellos (GS
1). En la humanidad y en el mundo, la Iglesia es el sacramento del amor
de Dios y, por ello, de la esperanza más grande, que activa y sostiene todo
proyecto y empeño de auténtica liberación y promoción humana. La Iglesia
es entre los hombre la tienda del encuentro con Dios -“la morada de Dios
con los hombres”12-, de modo que el hombre no está solo, perdido o
temeroso en su esfuerzo por humanizar el mundo, sino que encuentra
apoyo en el amor redentor de Cristo. La Iglesia es servidora de la
salvación no en abstracto o en sentido meramente espiritual, sino en el
contexto de la historia y del mundo en que el hombre vive (GS 40), donde
lo encuentra el amor de Dios y la vocación de corresponder al proyecto
divino.13
12
Ap 21,3
13
Compendio de la DSI, No. 60
178 Muchas personas se preguntan: ¿Cómo es posible que se dé en una
nación con un porcentaje de más de un noventa por ciento de católicos
una barbarie como la que se da en nuestra patria? ¿Nuestra religión es
capaz de cambiar el corazón de los hombres y mujeres y transformar
nuestra realidad en un mundo auténticamente humano? Se trata de
interrogantes que tocan el aspecto de la eficacia de la fe y de la existencia
eclesial: ¿Qué puede lograr realmente la religión en una sociedad? ¿Qué
puede lograr la Iglesia en la actual situación de injusticia social y de
violencia que vivimos?
262
Varios aniversarios de la Rerum Novarum han sido celebrados por medio de la publicación de otras Encíclicas o
documentos: los cuarenta años, por la publicación de la Encíclica Quadragesimo Anno del Papa Pío XI (15 de mayo
de 1931); los setenta años por medio de la publicación de la Encíclica Mater et Magistra del Papa Juan XXIII (15 de
mayo de 1961); los ochenta años mediante la publicación de la Carta Apostólica Octogesima Adveniens del Papa
Paulo VI dirigida al Cardenal Maurice Roy (15 de mayo de 1971); y el centenario por medio de la publicación de la
Encíclica Centesimus Annus del Papa Juan Pablo II (15 de mayo de 1991).
14
Compendio de DSI, No. 62.
60
Imagen perfecta de Dios, Revelador de Dios al hombre y del hombre a sí
mismo”.15
186 Una mención especial tenemos que hacer en este lugar de la dignidad
de la mujer. Vivimos una época en la cual se ha ido haciendo posible, por
lo menos dentro de las intenciones universalmente aceptadas, la
superación de todo tipo de discriminación entre las personas y, dentro de
este proceso de crecimiento de la humanidad, tenemos que alegrarnos de
la superación de la discriminación de la mujer, un propósito que tiene que
ser fundamental también para la Iglesia, en la que ella no solamente ha
desempeñado un papel admirable, sino que está llamada a asumir con
todo derecho sus responsabilidades y su misión64.
192 Debemos por lo tanto reconocer con toda generosidad que se necesita
realizar una mejor distribución de las riquezas, que tenemos que aportar
todo lo que esté de nuestra parte para que todos nuestros hermanos y
hermanas tengan acceso a lo que necesita cada persona para vivir y
desarrollarse dignamente. No podemos negarnos a participar en las tareas
que se emprenden para que nuestra sociedad vaya siendo más justa,
aunque ello implique renunciar a privilegios. Se comprende por eso muy
bien el clamor que se percibe en nuestra sociedad en el sentido de dar
prioridad en todo proyecto político a la preocupación por lo social.
197 El que cree en el Dios de Jesucristo no puede cerrar los ojos ante el
sufrimiento del hermano. Nuestra responsabilidad en el sentido de la
solidaridad en estas circunstancias es ineludible, en virtud de nuestra
condición humana: en realidad bastaría que tuviéramos una auténtica
sensibilidad humana para que nos sintiéramos llamados a asumir esta
responsabilidad de ser solidarios con los que sufren. Sin embargo, puesto
que tenemos además una actitud de fe, puesto que creemos en el Dios del
amor infinito, contamos con una motivación mucho más radical para
comprender y asumir esta responsabilidad (Mt 26, 1s).
199 Nos tenemos que sentir interpelados por el dolor del hermano que
estamos constatando a cada paso. Ningún dolor humano nos puede dejar
indiferentes. Debemos acudir inclusive, aún desde nuestra situación de
pobreza, a aliviar todo dolor de la humanidad, donde quiera que se dé. La
solidaridad a la que nos invita el Evangelio no conoce fronteras. Miradas
las cosas así, desde el gran contexto del mundo y de las naciones, se
comprende muy bien el repetido llamamiento de Juan Pablo II, al que ya
nos hemos referido, a reafirmarnos en el espíritu que tiene que iluminar el
ideal de la convivencia humana: en un mundo que va creciendo en el
sentido de la globalización es necesario “globalizar la solidaridad”.
201 En estrecha relación con el ideal de la civilización del amor hay que
hablar también, de acuerdo con la inspiración de las fuentes primeras de
nuestra fe, de una cultura de la misericordia. El espíritu del cristianismo no
es un espíritu de principios mínimos necesarios para asegurar solamente,
inclusive en el sentido del amor, una convivencia humana civilizada. El
Evangelio de Jesús nos propone grandes ideales, profundos y radicales,
que trascienden toda medida que podamos tener para emprender nuestros
proyectos. Son estos ideales los que nos permiten hablar y vivenciar el
18
Compendio de DSI, No. 391, 582.
65
amor en el sentido de la misericordia, es decir, el amor llevado hasta sus
últimas consecuencias.
205 Por eso, al mismo tiempo que nos debemos solidarizar con todos los
esfuerzos honrados que se hacen en nuestra patria, desde la
responsabilidad de las autoridades, en favor del bien común y de la
restauración del tejido social, necesitamos proclamar los principios con los
cuales podemos contribuir mejor a la realización de las aspiraciones más
868
Cfr JUAN PABLO II, Encíclica Dives in misericordia (30 de noviembre de 1980).
969
Tiene mucho sentido utilizar aquí la noción de utopía que comprendemos no en el sentido de lo irrealizable, sino
del ideal que nunca se agota en sus realizaciones: la reserva escatológica, como hoy se dice. El Reino de Dios no se
agota en esta vida en ninguna de sus realizaciones.
19
Compendio de DSI, No. 166. 351.
66
profundas de todos. En este sentido tenemos que hablar de educación
para el diálogo y para la paz.
070
Tenemos que señalar de manera explícita en este lugar el papel tan importante del Catecismo de la Iglesia
Católica, que es un instrumento excelente en la comunidad para formarse y para crecer en la conciencia de la fe.
171
La evangelización en el presente y el futuro de la Iglesia de América Latina. Puebla, 1979.
272
JUAN PABLO II. Encíclica Veritatis Splendor (6 de agosto de 1993).
68
214 Hay que reconocer que nuestro mundo está afectado por una grave
crisis en este campo. El sentido de la vida se hace consistir con frecuencia
en cualquier logro hedonista o material, cuando se concibe por ejemplo el
éxito en el simple lucro, obtenido a cualquier precio.
215 En relación con la moral cristiana, ella constituye un don de Dios para
todos nosotros, los creyentes, pero también una extraordinaria tradición de
sabiduría, que fundamenta nuestra convivencia y nuestro crecimiento
humano y comunitario. La Iglesia es portadora de este mensaje moral, que
proviene de la época de la revelación del Dios Yahveh, y, en su sentido
evangélico, de la revelación de Jesús. Este mensaje ha contribuido
siempre a ennoblecer la sensibilidad ética de la humanidad. La moral
cristiana, bien entendida, no debe ser sentida como un peso, sino como
una gracia en el sentido de la mejor comprensión de la tradición religiosa
de nuestra fe: para el pueblo de Israel la Ley no constituía una carga, sino
la revelación que el Dios Yahveh le había hecho del camino de la libertad.
216 Más que códigos y leyes, este mensaje moral nos ofrece una
inspiración que ilumina las opciones particulares, la opción fundamental y
la manera como debemos asumir nuestras responsabilidades. La Iglesia,
que constituimos todos nosotros, debe hacer presencia con un sentido
evangelizador profético en este campo pedagógico, en el que se plantean
69
las responsabilidades éticas y morales. Hay que trabajar porque en todos
los lugares de la vida, principalmente en la familia y en la escuela, se
adquiera una sensibilidad ética y moral.
220 Es aquí donde se hace posible toda generosidad, donde se puede dar
una verdadera capacidad de superar radicalmente el egoísmo y de
servir sin limitaciones al prójimo, donde tiene pleno sentido el
compromiso en función del bien de todos. Así se hace posible la
capacidad de sanar radicalmente las situaciones que han destruido la
comunidad y que nos impiden convivir fraternalmente. Es aquí donde
373
Esta precisión se hace urgente entre nosotros porque con frecuencia, cuando hablamos del problema de la justicia
en el contexto de un mundo de violencia, reducimos el sentido de la justicia al campo de lo penal: la justicia perfecta
sería la de lograr que no se quede impune ningún delito. Sin embargo, en el contexto de la Doctrina Social de la
Iglesia, el verdadero sentido de la noción de justicia es mucho más amplio y lo podemos comprender mejor desde
una perspectiva profética.
70
se hace posible al final de cuentas un mundo en paz. En este campo
del amor y de la misericordia siempre tenemos todo por hacer.
222 Dentro del espíritu de la justicia profética y, sobre todo, dentro del
espíritu evangélico del amor y la misericordia, comprendemos mucho
mejor lo lamentable que es el desconocimiento de la dimensión de
alteridad que hay que reconocer por naturaleza a toda persona; lo
grave que es la falta de disposición para reconocer a la otra persona
“en cuanto otra” y, como consecuencia, lo lamentable que es la actitud
de intolerancia y la falta de capacidad para aceptar de manera
civilizada las posiciones alternativas. En un ambiente así se hace cada
vez más difícil la práctica de un diálogo sincero que permita la
convivencia fraternal, la constitución de una sociedad realmente
democrática, la solución de los conflictos y la construcción de la paz.
20
Compendio de DS, No. 63.
71
224 Es urgente que el conjunto de nuestras acciones esté enmarcado
dentro de una cultura política democrática, “ que no solo es el
resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es fruto de la
aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos
democráticos”21 y que nos permita entender que las diferencias
políticas se pueden resolver sin violencia. Necesitamos orientar todas
las tareas educativas y pastorales hacia la construcción de un estado
de cultura política de total aceptación del respeto de los Derechos
Humanos.22
21
Ibid, No. 407
22
Compendio de DSI, No. 157.
23
Ibid, No. 518.
72
lograr la reparación debida a las víctimas y la redención de los
culpables, su recuperación humana y social.
228 La memoria del sufrimiento tiene que ser sanada, si se quieren poner
los fundamentos últimos para la reconciliación y para la paz. Este tema
es muy conocido en nuestros días y ha generado reflexiones valiosas,
que exigen una buena fundamentación, no sólo desde un punto de
vista humano sino también y principalmente desde una lógica del amor
y de la misericordia, como la plantea nuestra fe. No podemos
contentarnos con un discurso simplista sobre el perdón: tenemos que
tratar de crear un rico discurso sobre la verdad, la justicia y la
reparación porque las víctimas tienen un derecho irrenunciable a la
reparación y los victimarios un derecho legítimo a la recuperación en
un sentido auténticamente humano74.
230 Nuestro compromiso con la paz debe ser total: “Antes que un don de
Dios al hombre y un proyecto humano conforme al designio divino, la
paz es, ante todo, un atributo esencial de Dios” 24. Implica
necesariamente el rechazo radical de toda violencia, venga de donde
viniere. Como lo dijo el Papa Paulo VI en el discurso de inauguración
de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que ya
hemos recordado, “la violencia no es ni cristiana ni evangélica”.
474
Cfr II Congreso de Reconciliación. Bogotá, 5 al 7 de mayo de 2003, Declaración Final.
575
Ibid.
676
Es también el momento para recordar de nuevo aquí la última Encíclica del Papa Juan XXIII, la Pacem in Terris
(11 de abril de 1963) con su mensaje sobre la verdad, la justicia, la libertad, el amor, de la que ha hecho memoria
con un énfasis especial el Papa Juan Pablo II en su mensaje de año nuevo de 2003. De la misma manera la
Encíclica del Papa Paulo VI, Populorum Progressio (26 de mayo de 1967).
24
Compendio de DSI, No. 488.
73
232 Los discursos que manejamos, desde todas las orillas, coinciden en
cierto sentido: seguridad democrática y corazón grande, oímos decir
por una parte; paz con justicia social, oímos decir por otra. Todas las
propuestas concretas que podrían caber dentro de estos
planteamientos deben apuntar a que se haga realidad el deseo sincero
de todos: la edificación de un mundo en paz, pero que sea un mundo
justo y auténticamente humano. La Iglesia comprende muy bien estos
planteamientos y tiene la misión de ayudar a que todos los actores del
conflicto dialoguen sobre ellos.
234 Con base en la inspiración del Evangelio que nos ayuda a concretar la
Iglesia con su Doctrina Social, tenemos que insistir en la necesidad de
considerar la vía negociada como el método más eficaz para la
solución definitiva de los conflictos armados. Es posible lograrlo: lo
queremos repetir una y otra vez con el espíritu que nos anima.
Queremos ser todos de verdad portadores de esperanza.
235 Pero también es necesario algo que parece una paradoja: hoy más
que nunca, en situaciones de tanta crueldad como las que presentan
los conflictos que vivimos, se hace imprescindible aceptar la
realización de acciones que permitan abrir caminos que conduzcan
por lo menos a la humanización de la guerra.
74
237 Hay que trabajar por sostener y hacer crecer una opinión pública
favorable al respeto de los Derechos Humanos y al Derecho
Internacional Humanitario. De ahí, que “la Iglesia exhorta a personas,
pueblos, Estados y Naciones a hacerse partícipes de su preocupación
por el restablecimiento y la consolidación de la paz destacando, en
particular, la importante función del derecho internacional” 25. Se trata
de un discurso que se escucha en todos los ambientes en los que
existe algún interés democrático.
241 Para que se pueda dar una paz real, comienzo de un futuro mejor para
todos, en el que se den las condiciones necesarias para edificar un
mundo fraternal, además de trabajar por el logro de un cese inmediato
de las hostilidades entre los actores armados, es necesario diseñar
planes y realizar acciones que hagan posible la rehabilitación de los
afectados por la violencia, no sólo la de las personas en particular, de
los combatientes y las víctimas, sino también la de las comunidades.
La esperanza que nos anima nos motiva para asumir como un reto
urgente la preparación de un futuro que no sea ya de guerra, sino de
paz. Pero ese no es sino un aspecto del sueño que nos anima: el
futuro que deseamos no puede ser bueno solamente para los
privilegiados sino para todos los seres humanos que conformamos
esta patria, de tal manera que no se quede rezagado en la medida de
26
Ibid, No. 159.
76
lo posible ningún hermano en el proceso del desarrollo y que nadie
sea excluido del banquete de la vida digna.
Es evidente que tenemos que ser solidarios con todos los esfuerzos que se
emprenden para poner remedio a los problemas que afectan a nuestra
patria. Debemos apoyar, con la actitud crítica que nos impone nuestra
responsabilidad, todo lo que se hace por parte de aquellos a quienes se les
ha confiado la responsabilidad de conducir los destinos del país, para que,
dentro del postulado de “libertad y orden”, no sólo se reconstruya un orden
quebrantado, sino que se construya un orden legítimo, justo y democrático,
verdaderamente humano.
248 Las reflexiones que hemos propuesto nos deben servir para
reafirmarnos en los compromisos que siempre nos han animado, pero que
queremos asumir con entusiasmo renovado en los momentos difíciles por
80
los que atraviesa nuestra patria. A la Iglesia se le pide siempre, pero
especialmente en estas circunstancias, una palabra iluminadora. La
palabra de la Iglesia no puede ser sino una palabra profética y una
propuesta evangelizadora.
30
Conferencia Episcopal de Colombia. LXIII Asamblea Plenaria Extraordinaria. “Proceso de empobrecimiento del
pueblo colombiano”. Febrero 7 de 1997.
82
253 Sentimos como una gran responsabilidad la de convocar a nuestros
hermanos y hermanas, en nombre del Dios de la vida, a solidarizarse
permanentemente ante el sufrimiento de las víctimas de la violencia, sobre
todo el sufrimiento de los inocentes, y a comprometernos en la lucha por el
respeto de la vida de todas las personas en todos sus momentos, desde el
comienzo hasta el final.
254 Todos tenemos que trabajar día tras día para hacer posible que la vida
de todo ser humano pueda ser una vida digna. El proyecto del crecimiento
de nuestra patria en un sentido social debe ser el gran marco desde el cual
se afrontan todas las demás responsabilidades tanto de parte del Estado
como de cada uno de los ciudadanos.
257 No podemos dejar de censurar y combatir día tras día los ataques a
poblaciones indefensas, la siembra de artefactos que lesionan a todo tipo
de personas, con frecuencia a personas humildes y trabajadoras, ajenas
completamente a los conflictos, la crueldad de las masacres. Queremos
convocar a todos nuestros hermanos y hermanas de la patria a colaborar
con todos los esfuerzos que se hacen para combatir toda clase de
terrorismo y a los responsables del mismo, y a cuidar con responsabilidad
de la vida, del medio ambiente, del bien común.
83
Rechazo del secuestro
258 Es imposible pensar que el secuestro pueda tener algún sentido o
alguna justificación, llámese como se llame. El derecho a la libertad es un
derecho inalienable de todo ser humano y no puede ser violado por
ninguna razón. El secuestro es uno de los delitos más abominables que
pueden afectar a una sociedad, si no el más aborrecible. Es además
absolutamente inaceptable convertir a las personas en instrumento de
transacción para lograr cualquier tipo de resultados, económicos o
políticos, o de cualquier orden.
264 Dios nos invita a crear riqueza honesta, a vivir dignamente, con
espíritu emprendedor y humanizante, a no convertir en un ídolo el dinero.
Rechacemos todos juntos, con total decisión, el narcotráfico y los males
que él trae consigo; hagamos todo lo posible por mentalizar a las personas,
en especial a la juventud, para renunciar a toda tentación que se pueda
presentar en este sentido.
Rechazo de la corrupción
265 El fenómeno de la corrupción se ha convertido en un obstáculo de
grandes proporciones para la edificación de una nación sana. Ha
penetrado de la manera más desvergonzada en todos los ambientes, aún
en el de las personas y de las instituciones que deberían ser un ejemplo de
honestidad en el manejo de la cosa pública. Por eso, invitamos a todos
nuestros hermanos y hermanas a colaborar con los propósitos que existen
por eliminar, con toda decisión, este mal que impide la realización del bien
común.
265 267. El hecho de ser Iglesia nos motiva a tener una actitud de
apertura universal que nos haga cada día más solidarios con la suerte de
todos los que sufren en cualquier lugar del mundo, sin encerrarnos dentro
de nuestras propias fronteras, de acuerdo con lo que nos recomendó una y
otra vez el Papa Juan Pablo II: la necesidad de globalizar la solidaridad. No
podemos negarnos a entrar en el proceso de integración de todos los
pueblos y las naciones del mundo, pero nuestro propósito debe ser por el
camino de la afirmación de la dignidad y del bienestar de todos, en
particular de los más pobres.
“Hay una convicción cada vez mayor por parte de grandes sectores de la
sociedad, de asumir la política como una obra colectiva. Encontramos
dirigentes y grupos que trabajan en la construcción de la nación y la
definición de los mecanismos que aseguran que todas las estructuras e
instituciones políticas estén efectivamente al servicio del bien común y no
de los intereses particulares de algunos dirigentes…. Observamos la
escasa participación de la ciudadanía en el control de la gestión pública y
en la actividad política. Todavía no estamos ejerciendo suficientemente los
derechos de participación que nos conceden la Constitución y la ley” 32.
“Crear las condiciones para que los laicos se formen según la Doctrina
Social de la Iglesia, en orden a una actuación política dirigida al
seaneamiento, al perfeccionamiento de la democracia y al servicio
efectivo de la comunidad”34
37
Conferencia Episcopal de Colombia. LIXX Asamblea Plenaria Ordinaria. “Habrá paz en nuestra patria cuando
descubramos que somos una sóla familia”. 7 de julio de 2000.000.
90
38
posible en ambiente de respeto a la verdad y la justicia” .
40
Cfr. Conferencia Episcopal de Colombia, LXXII Asamblea Plenaria Extraordinaria. “Diez principios para caminar
hacia la paz”. 8 de marzo de 2002.002.
92
4 Continuar con la promoción de un nuevo orden económico y
social que permita contrarrestar el empobrecimiento, el desempleo y
los altos índices de necesidades básicas insatisfechas.
44
SNPS/Cáritas Colombiana. Declaración Final del III Congreso Nacional de Reconciliación. , convocado por el
SNPS/Cáritas Colombiana. Bogotá, mayo 23 al 25 de 2005.
45
Conferencia Episcopal de Colombia. Boletín de prensa de la LXIII Asamblea Plenaria Extraordinaria. “Proceso de
empobrecimiento del pueblo colombiano”. Boletín de prensa de la LXIII Asamblea Plenaria Extraordinaria. Bogotá, 7
de febrero de 1997.
94
Dar a la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes, que se
realiza en la época de Cuaresma, un contenido cada vez más
profundo de solidaridad cristiana con los necesitados y los sin techo.
46
Conferencia Episcopal de Colombia. LXXII Asamblea Plenaria Extraordinaria. “10 principios para caminar hacia
la paz”. 8 de marzo de 2002..02.
47
Conferencia Episcopal de Colombia, L Asamblea Plenaria, “Exhortación pastoral sobre el narcotráfico y la
droagadicción. 14 de julio de 1998..988
95
Poner en marcha procesos de desarrollo solidario y globalización de
la solidaridad ante un mundo en el que se han globalizado las
finanzas, la economía y el comercio, para garantizar la supervivencia
de los pueblos y la participación de las comunidades menos
favorecidas.48
En este ámbito, como Iglesia, “optamos por una pastoral rural y de la tierra,
verdaderamente evangelizadora, orgánica, profética... que sin excluir a
nadie, se dirija especialmente a la promoción social y al desarrollo integral
de los hermanos campesinos más pobres”. Para ello 53:
- Optamos por una pastoral rural que tenga en cuenta las diferentes
dimensiones: económica, social, política, ambiental, cultural y
religiosa, cada una de ellas suficientemente definida e
interrelacionada.
48
Cfr Compendio de la DSI, No.321.
49
SNPS/Cáritas Colombiana. Declaración Final del , III Congreso Nacional de Reconciliación. Bogotá, mayo 23-25 de
2005.
96
50
Ecclesia in America, 52 – 64.
51
Compendio de DSI, No. 332.
97
de iniciativas que generen empleo, salud, educación y apoyar la
administración de justicia”52.
Por su parte la Iglesia, fiel a su misión pastoral, continuará con el vigor del
Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, la promoción del desarrollo
integral de la persona humana y de las comunidades:
52
Conferencia Episcopal de Colombia. Pronunciamiento del Comité Permanente ante la realidad del Plan Colombia.
20 de septiembre de 2000..000
53
Conferencia Episcopal de Colombia. “Unidos por el futuro de Colombia”. Mensaje del Comité Permanente. 10 de
mayo de 2002.
98
*****
JUAN XXIII:
Encíclica Mater et Magistra, 1961.
Encíclica Pacem in Terris, 1963.
Alocución de inauguración del Concilio, Gaudet Mater Ecclesia, 1962.
PAULO VI:
Encíclica Populorum Progressio, 1967
Carta Apostólica Octogesima Adveniens, 1971.
Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, 1975.
Documentación con ocasión de la visita apostólica a Colombia, 1968.
2. SITUACIÓN COLOMBIANA:
* Apertura económica
GARAY SALAMANCA, Luis Jorge (Dirección Académica). Colombia entre
la exclusión y el desarrollo. Propuestas para la transición al Estado Social
de derecho. Bogotá: Contraloría General de la República- Alfaomega,
2002.
* Narcotráfico
* Corrupción