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HlfTO~IA IJE
lA M A G IA
RE fUM EN DE fUf Pi;O CE DI·
MIE NTO f, ~ITOf YU ifTE RIO f ~~ 11

'VERSIÓN EfPA'ÑOLA IJE EN·


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113LIOTEC~ DE L MJ \S "-L L
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HISTORIA DE LA MAGIA

...

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Fig. J.- Pen tágrama de lo absoluto

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~ (})_. ++3- i'-12
ELIPHAS LÉVI 3 '
tfsCío9
HISTORIA DE L A MAGIA
RESUMEN DE SUS PROCEDI-
MIENTOS, RITOS Y MISTERIOS.

VERSIÓN ESPAÑOLA. DE EN-


RIQUE BA.REA.. PRÓLOGO Y
NOTA.S DE RA.FA.EL URBA.NO.

' .

BIBLIOTECA. DEL MÁS A.LLÁ.


L 1 STA., 6 6 .-M A. D R 1 D
... . ·1Q22......., - .•

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.TIP. DB •EL ADELANTADO DB ~EGOVIA•

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ELIPHAS

EL MAGO PERDIDO

¡Qué destino tan curioso el de este hombre!


Colocado en el vórtice de un~ tempestad del mun-
do, sintiendo todas las solicitacignes de la vorá-
gine, pero con conciencia de sí mismo, rerpa
con todas sus energías, hasta que, al fin, vuelve
al pu~rto de salida, empapado en agua, trayen-
do sobre los hombros la barca en que temera-
riamente se ha,lanzad'o a explorar un mundo des.-
conocid0. . ,. ·
En 1816 cuando nace en París Alfonso Luis
Constant, -este era su verdadero nombre,- la ,
obra de la revolución Francesa, como legado a
Humanidad.,, está en plena adjudicación a los he-
rederos. Las clases superiores, han llegado al
Imperio; el cleró, ha procurado sus reivindicacio-
nes y el pueblo sigue pidiendo la realización de
las promesas sociales.
El refugio místico v:olvía a ser entonces, como
siempre en los momentos de angustia, un bien
solicitado. Pasó el soplo del milenio, se soñó en
un nuevo mesianismo y se dijo que el verdddero
-o-
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E L 1 P lf A 8 L E V. ¡

Anticristo, estaba sobre la tierra, asegurándose ,


/
en fin, que las siete semanas de Daniel estaban
transcurriendo en la edad.
Los profetas que habían menudeado en los
postreros días de Luis xv1, volvían a surgir de
nuevo; pero lejos de ser hombres de situación
independiente , eran en ~u mayoría obreros. No
pedían la libertad, ni la fraternidad, sino la igual-
dad que había quedado como menos importante
en la _adjudicación de los bienes a repartir, por
obra del 95.
Eliphas Lévi, Hamémosle así, puesto que él es-
cogió este nom@re, fué hijo de un humilde zapa-
tero. Favorecido pgr el cura de su parroquia en-
tró el joven en el Seminario de San Sulpicio, con
una piedad y una fé tan ardientes como las que
llevaron al mismo Centro algunos años más tar-
de a Ernesto Rénan.
Alcanzó el diaconado e hizo el voto de casti-
dad, obligándose al celibato.
En 1859 es arrojado del Seminario. Se ha con-
tami nJdo con el racionalismo del siglo, pero más
que racionalista es un visionario y un soñador.
La obra social del Cristo, que un obscuro profe-
ta socialista, Gauneau, predica entre reducidos
amigos, le cautiva y le arrastra a difundirla y pu-
blicarla a los cua1ro vientos. La Biblie de la li-
berté condensa sus ideas, sufre la prisión seis
m.e ses· y el 20 de Marzo de 1841 su obra es con-
11
denada por un decreto de la Iglesia Romana e in-
cluída en el Indice, La misma suerte está reserva-
da· a su segunda ol:ira: La mére de Dieu.
-6-.

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'.

H 1 S T O n 1 A D ;e L A M A O 1 A

'
Un silencio, un paréntesis de siete años, que
no han p0dido llenar sus biógrafos, aparece ~n
esta ép.oca de su vida. ,
Rompe sus votos en 1848 y se casa ·con la se-,,
ñorita Nmtmi Cadiot, Una joven de diez y ·seis
años _que escribe con el pseudónim0 'de C/aude
Vignau . Publica en 185'1 un' recomendable Dic-
tionnaire de fa lifferature chretienne y vuelve al
celibato por haper obtenido su mujer l'a am~laoión
del matrimonio. ·
-Entregado a sí mismo empkza entonces su
existencia de mago, de ocultista y de foliculario.
Sucesivamente van apareciendo el Dogma y ri-
. tual de la magia superior, la Historia de la ·
Magia, la Clave de Jos grandes misterios y 1~
Ciencia de los Espíritus.
Esas obras que han sido tvaducidas a todos.
los idiomas, que llan sido saqueadas para la con-
fección de estudios análogos, que .han sido las
fuentes más abundantes para todas las exposi-
ciones místicas \
y ocultistas desde entonces a la
fecha, que han pasado sobre la literatura france-
sa, dignific ?lndo el misterio, e insp.irando infinitas
produccioBes ... le han llenado de gloria demasia-
do tarde, cugndo en .1875 acabó su vida, pobre,
triste, valerosa, sosteniéndola con un miserable
puesto de verduras, como tuvo que sostener la
suya, también en sus últimos instantes, el cél~bre
Max Stirner, el filósofo más alto de la anarquía y·
del egoísmo humano, el autor de El ú,nico y su
propiedad.
Alfonso Luis Constant, «El ,abate Constant»,
-7~

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EL 1 P HA S L . E V ./

-r-IIamémosle ahora así,_:_ arrepentid o de sus


errores murió en el seno de la Iglesia Apostólic a
Romana, que recogió sólo su cadáver. Eliphas
Lévr, como habrá que llamarle siempre, entró
desde entonces en la corriente de la cultura, y el
Mago perdido, en su viaje más lejano es cierto~
que toda su vida la consagró a la magia.
De todas sus obras, la más invufnerable es
esta. Historia de la Magia y no de las prácticas
mágicas, sigue paso a paso el influjo de la mara-
' villa en el mundo y es como una historia subte-
# rránea, oculta, del móvil de la historia universal .
En este esbozo, que no puede ser muy exten-
so, algunos extremos , que ya se indican opor·
tunament e en esta adGptación, se han abreviado ,
amplificando aquellos otros sobre los que hay
mayor informaci ón. ·
Es como realmente debe hacerse.

RAFAEL URBANO

...

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/

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HISTORIA DE LA MAGIA

LIBRO PRIMERO

LOS ORÍG ENES MÁG ICOS

CAPÍTUL O PRIMERO
ORIGE NES FABU LOSO S

cHubo, dice el libro apocrifo de Henoch, ángeles que


cayemn del cielo para amar a las hijas de la tierra. Por-
que en aquellos días, cuando los hijos de los hombres se
hubieron multiplicado, nacieron hijas de una gran belleza.
Y cuando los ángele3, los hijos ·del Cielo, las vieron, se
prendaro n de amor por ellas; y se decían entre· ellos: «Es-
cojamos esposas de la raza de los hombres , y engendr a-
remos hijos. Entonce s sÚ jefe Samyac a les dije: e Tal vez
no tendréis el valor de cump lir esta resoluci ón,. y seré yo
el único responsa ble de vuestra caída. Pero ellos le res-
pondiere n: Juramos G¡ue no nos arrep<:!ntiremos y que cum-
ylirem.o s nuestro des ignio. Y eran doscient os que descen-
dieron sobre la montaña de 'Armon . Y desde entonce s
es cuando esta montañ1;1 se llama Armon, lo que ,quiere de-
cir montaña del Juramen to. He aquí los nombres de los je-
fes de estos ángeles: Samyac a, que era el primer~ de to-
dos, Uraka-b arameel, Azíbeel, Tamiel, Ram)lel, Danel,
Azkeel, Sarakuy al, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zave-
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L 1 p H A S L E V 1

be, Samzabeel, Ertrael, Turel, Gomiael, Azazial. Tomaron


esposas con las cuales se unieron, enseñándole s la ma- ·
gia, los encantamient os y la clasificación de las raíces y
de los árboles. Amazarac enseñó todos los secretos de Jos
encantadores ; Barkaial, fué el maestro de los que obser-
vaban los astros; Akíbeel, reveló los signos y Azaradel el
movimiento de la Luna:..
Este relato del libro cabalístico de Henoch, es el relato
de la misma profanación de los misterios de la Ciencia
que vemos representar, bajo otra imagen, en la historia
del pecado de Adán.
Los ángeles, los hijos de Dios, de quienes habla He-
noch, eran los iniciados en la magia, puesto que después
de su caída la enseñoron a los hombres vulgares por me-
dio de las indiscrecione s de las mujeres. La voluptuosi-
dad fué su escollo, amaron a las mujeres y se dejaron sor-
prender los misterios d_e la realeza y del sacerdocio.
Entonces la civilización primitiva se derrumbó, los gi-
gantes, es decir, los representante s de la fuerza brutal
y de las ambiciones sin freno se disputaron el mundo,
que sólo pudo salvarse de ellos, abismándose en las
aguas del Diluvio, que borraron todas las trazas del pa-
sado.
Este diluvio significaba la confusión universal, en que
necesariamen te cae la humanidad cuando ha violado y
desconocido las ar.monías de la Naturaleza. El pecado de
Samyaca y el de Adán se asemejan; ambos son motivados
por la flaqueza del corazón, los dos profanaban el árbol
de la ciencia y son rechazados lejos del árbol de la vida.
¡No dicu_tamos las opiniones, o más .bien las candideces,
de los que quieren tomarlo todo a la letra y piensan que la
ciencia y la vida han podido brotar antes bajo formas de
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HISTORIA DE LA M A O 1 A

árboles, pero admitamos el sentido profundo de los símbo-


los sagrados! El árbol de la ciencia, en efecto, dá la muer-
te al que ab~orbe sus frutos; éstos frutos son la gala del
mundo; estas manzanas de oro, son las estrellas de la tie-
rra. Existe en la Biblioteca del Arsenal un manuscrito muy
curioso que tiene por título: El libro deJa penitencia de
Adán. En él, la tradición cabalística, está presentada bajo
la forma de leyenda y he aquí lo que cuenta: cAdán tuvo
dos hijos, Caín que representaba la fuerza brutal; Abe!,
que-representaba la dulzura inteligente. No pudieron po-
nerse de acuerdo y pereció el uno víctima del otro, y así
su herencia fué entregada a un tercer hijo llamado Seth».
Claro aparece el conflicto de las dos fuerzas contrarias, '
resultando en provecho de una potencia sintética y combi-
nada. Y Seth, que era justo. pudo llegar hasta ia entrada
del Paraíso terrenal sin que el querubín le apartase con su
espada flamígera.» Es decir, que Seth representa la inicia-
ción primitiva. Seth vió entonces que el árbol de la ciencia
y el árbol de la vida se habían unido y sólo formaban _
uno.
Acuerdo realizado entre la CienCia y la Religión en la
cábala superior.
cY el Angel le dió tres granos que contenían toda la
fuerza vital de este árbol.:. Es el ternario cabalístico.
«Cuando Adán murió, Seth, siguiendo las instrucciones
del Angel, colocó los tres granos en la boca de su padre
muerto, como prenda de vida eterna:
cLas ramas que salieron de estos tres granos formaron
la zarza ardiente, en medio de la cual Dios reveló a Moisés
su nombre eterno:
«El ser que es, ha s\ do, y será:., <Moisés; tomó una
triple rama del espino sagrado , de la que hizo la vara de
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E L 1 p H A S L E V 1

los milagros . Esta vara, aunque separada de la raiz, ·no


dejó de vivir y fldrecer, y fué de este modo conservada
dentro del arca>.
cE! rey DJvid volvió a plantar esta rama viva en la mon•
taña de Sión, y Salomón más tarde tomó la madera de
este árbol de t•riple tronco para hacer con ella las dos co-
lumnas, Jakin y Boaz, que estaban a la entrada del templo,
las ~:evistió de bronce, y colocó el tercer trozo del madero
místico en el frontón de la pue&ta principal. Era un talis-
mán que impedía la entrada en el templo a todo aquello
que fuese impuro>.
e Pero los levitas corrompidos . arrancaron durante la
noche esta barrera de las iniquidades y la arrojaron al
fondo de la piscina probática, cargándola de piedras. A
partir de este momento el Angel de Dios agitó todos los
años las aguas de ·la piscina y las comunicó una virtud
milagrosa para impedir que los hombres fuernn a buscar
en ella el árbol de Salomón. En tiempos de Jesucristo, la
piscina fué limpiada, y habiendo los judíos descubierta
esta viga, inútil según ellos, la llevaron fuera de la ciudad
y la colocaron de través sobre el torrente de Cedrón. Por
este puente pasó Jesús después de su arresto nocturno en
el huerto de las Olivas, y desde lo alto de esta tabla fué
precipitado por sus ver\iugos para que fuese arrastrado
por el torrente, y en su pqemura ,por preparar cuaAto an-
tes el instrumento de suplicio se ·llevaron el puente, que
éra una viga de tres piezas, compuesta de tres maderas
diferentes, y con. él hicieron una cruz>.
Esta alegoría encierra todas las altas tradiciones de la
cábala y les secretos, hoy dÍ'a tan compleíamente ignora-
dos del cristianismo de S:~n Juan .
De este modo Seth, Moisés, David, Salomón y el Cris-
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HISTORIA Df; LA MAO/'A

to, sacaron del mismo árbol cabalístico sus cetros de re-


yes y sus báculos de pontífices, máximos.
Podemos comprender ahora por qué el Salvador fué
adorado en la cuna al nacer por los magos.
Volvamos al libro de Henoch, que tiene sin duda mayor.·
autoridad dogmát.ica que un man'l!l¡;crito ignorado. El libro
de Henoch es citado, en efecl'o, en el ..Nuevo Testamento
por el após·tol San Judas. La tradición atribuye a Henoch
la invención de las letras. A él, pues, se remontan ·l as tradi-
ciones cbnsignadas en el Sepher Jezirah, este libro ele-
mental de la cábala, cuya redacción, según lo¡;¡ rabinos ,
debe atribuirse al patriarca Abraham , heredero de los se-
eretos de Henoch y padre de la ·iniciación en Israel. He-
noch parece por tanto ser el mismo personaje que el Her-
mes trismegista cle los egip~ios, y el famoso libro de·Thot,
escrito todo él en jeroglíficos y en cifras, debe ser la Biblia
oculta y llena de misterios, anterior a los libros de Moisés,
11 la que el iniciado Guillermo Poste! hace frecuentemente

alusión en sus obras, designándola bajo el nombre de


\
Génesis de Henoch. \

Dice la Biblia que Henoch no murió, sino que Dios le


transportó de una vida a otra. Debe volver para oponerse·
·al Antecristo , al fin de los tiempos, y será uno de los últi-
mos mártires o testigo~ de la verdad que se mencionan ,
en la Apocalipsis de San Juan. Lo que se dice, de He-
noch , se ha dicho de todos los grandes iniciadores. de la
cábala.
San Juan mismo no debía morir, decfan los primeros
cristianos, y durante mucho tiempo se ha cre'ído verle res-
pirar en su tumba, porque la ciencia absoluta de la vida,
preserva contra la muerte, y el instinto a los pueblos así
lo h a~e i.Hiivio¡¡r,
' - 13 .....

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E L 1 p H A L E V 1

En todo caso quedarían de Henoch dos libros: el uno


geroglífico, aJegórico el otro, conteniendo el uno las cla-
ves hieráticas de la iniciación, y el otro la historia de una
gran profanación que trajo consigo la destrucció n del mun-
do y el caos tras el reinado de los gigantes.
San Methodio, obispo de los primeros.)ligios del Cristia-
nismo, cuyas obras se encuentra n en la Biblioteca de los
Padres de la Iglesia, nos ha dejado una profecfa apocalfp-
·tica donde la historia del mundo se desenvuelve en una
serie de visiones. Este libro no se encuentra en la colec-
ción de obras de San Methodio, pero ha sido conserva do
por los gnósticos y nos lo volvemos a encontrar impreso
en el Líber mirabilis , bajo el nombre alterado de Berme-
chobus, que algunos impresor es ignorante s le han dado
en vez de Bea-Meth odius, abreviaci ón de Beatus Metho-
dius.
Este libro concuerd e en varios puntos con el tratado
alegórico de la penitencia de Adán. En él vemos que Seth
se retira a Oriente con su familia, hacia una montaña ve-
cina del Paraíso terrenal. Esta fué la patria de los inicia-
dos, en tanto que la posterida d de Caín inventaba la falsa
magia en la India, país del fratricidio, y ponía los malefi-
cios al servici0 de la impunidad.
San ~ethodio predice después los conflictos y el reinado
sucesivo de los ismaelitas , vene~dores de los romanos; de
los franceses vencedor es de los ismaelitas ; luego un gran
pueblo del Norte, cuya invasión precederá al reinado per-
sonal del Antecristo. Entonces se formará un reino uni-
versal qu~ será reconquis tado por un príncipe francés, y
la justicia brillará durante un largo período de años.
No hemos de ocuparno s aquí de la profecía. Lo que nos
importa anotar es la distinción entre la buena y .lit mala
¡;, -14-

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ltl.STORIA DE LA M A OlA

magia, entre el santuario de los hijos de Seth y la profa-


nación de las ciencias por los descendientes de Caín.
La alta ciencia, en efecto, .está reservada a los hombres
que son dueños de sus pasiones, y la casta naturaleza no -
entrega la llave de su Gámara nupcial a los adúlteros. Hay
dos clases de hombres: los hombres lib11es y los escla-
vos; e·l hombre nace esclavo de sus necesidades, pero
puede liberarse por la inteligencia.
Erttre l<;>s que se han liberado ya y los que no lo están
todavía, la igualdad es· imposible. A la razón correspon-
de reinar y a los instintos el obedecer. De otra suerte, si
encomendáis a un ciego que sea el lazarillo de otros de-
~erán todos ~n e aoismo . La libertad, no lo olvide-
mos, no es la licencia de las pasiones emancipadas de la
ley. Esta ficenda sería la más monstruosa de las tiranías.
\
La libertad es la obediencia voluntaria a la ley; es el dere-
"--' - -

cho de cumplir la obligación y sólo los hombres raz~:>na-


bles y justos son li~res. Ahora bien; los hombres libre~
han de gobernaF a los esclavos y éstos son los llamados
a liberarse, no del gobierno de los hombres libres, sino
de la servidumbr~ de las pasiones brutales que los con-
dena a nd existir sin sus amos.
¿Admitís con nosotros la venhd de las altas ciencias;
suponéis por un instante que existe, ~n efecto, una fuerza
de la que podemos apoderarnos, y que somete a la volun-
tad de los hombres los milagros de la Naturaleza? Decid-
nos ahora si puede C'Onfiarse a las brutalidades de la cons-
cupiscencia los secretos de la simpatía y de la riqueza; a
los intrigantes el arte de la fascinación; a los que no sa- 1
ben conducirse por sí so¡os el imperio sobre las ajenas
voluntades... Asusta pensar a qué trastornos nos podría
conducir -semejante profanación. Sería preciso un cata-
- 1ó-

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1 P H A S L E V 1
1
clismo para lavar los crímen es de la tierra cuando lodo
1 1 haya caído en el fango y en la sangre . ¡Pues esto es lo
que nos revela la histori a alegóri ca de la caída de los án·
geles en el libro de Henoch, lo que nos revela el pecado
de Adán y sus consec uencia s fatales. Ved el diluvio y sqs
tempes tades, y más tarde la maldición de Chana án. La re-
velación del ocultis mo está represe ntada por la impUdicia
del hijo~ mostra ndo la desnud ez paternal. La embriaguez
de Noé es una lección para el sacerd ocio de todos los
tiempos. ¡Desdi chados aquello s que exponen a las mira-
das impura s de la plebe los secreto s de la gene~ación di·
vina! ¡Tened bien cerrad o el santua rio los que no querái s
entreg ar vuestro padre dormid o a las burlé!s de los imita-
dores de Pan!

• Tal es, en las leyes de la jerarquía humana ., la tradi-


ción de los hijos de Seth, mas no fueron. esas las doctri-
nas de la familia de Caín. Los cainita s de ra India inven-
taron un Génes is par·a consag rar la opresió n de los más
fuertes y perpetu ar fa ignor'ancia & los débiles; la inicia·
ción llegó a ser el ~rivilegio exclusivo de las castas su-
premas , y razas enteras de hombr es fueron conden adas a
esclavitud eterna a pretexto de un nacimiento interior, ya
que, según se decía, proced ían de los pies o de las rodi-
llas de Brahma!
La natura:eza no engend ra esclav os ni reyes; todos los
hombr es nacen par~ el trabajo.
Quien pensar a' que el hombr e nace perfecto, y que la so-
ciedad le degrad a y pervierte, sería el más salvaje de los
anarqu istas, si no .era el más poético de los insens atos.
Juan Jacobo podía ser todo lo sentimental y soñado r que
se quiera, pero su fondo de Misantropía, desarro llada por
la lógica de sus sectari os, produj o frutos de destruc ción
- 16-

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Fig. 2.-La cabeza mágica del •Zohar•

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Fig. 3.-Bl gran sfmbolo cabalístico del •Zohar•

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HI ST OR {A DE L A M A O 1 A
y odio s. Los reali zado res conc ienz udos
de las utop ías del ~
tierno filósofo de Gine bra, fueron Rob
espi erre y Marat.
La Soci edad no es un ser abst racto ' al que pueda hacer-
. se aisla dam ente resp onsa ble de la
perv ersid ad de Jos
hombres: la soci edad es la asoc iació
n de ésto s,, y cpm o
tal, tiene el de~ecto de sus vicios y la
subl imid ad de sus •
virtudes; es sant a com o lo es la relig
ión, con la que es·tá
unida inse para blem ente . La religión,
en efecto, ¿qué es
sino la soci edad de Jas ·más altas aspi
racio nes y de los
más gene roso s esfu erzo s?
Por eso a la' mentira de las cast as priv.
ilegiadas por la .1
naturaleza, resp ondi ó la blasfemia de
la igua ldad antis o-
cial y del dere cho enemigo de todo debe
r; solo el crist ia-
nismo había resu elto la cues tión dand
o la supr ema cia al
espíritu de abne gaci ón, y proc lama ndo
com o ~1 más gran -
de a aquél que sacrific.ar a su orgu llo
ante la soci edad y
~us apet itos ante la ley.

Los judío s, depo sitar ios de la tradición


de Seth ,_no la
cons erva ron en toda su pureza, dejá ndos
e conq uista r por
las injus tas amb icion es de Jos desc endi
ente s de Caín . Se
creyeron una raza esco gida y pens aron
que Di0s les ha-
bfa dado la verd ad más bien com o un ' com o
patrimonio que
un depó sito perteneciente a la hum anid
ad entera. Encuél,l-
trase, en efecto, en los talmudist·a s,
al lado de las subl i-
mes tradi cion es del Seph er Jerizah y
del Johaz, revelacio-
nes bast ante extr añas . Y así no vacilan
en atribuir al mis-
mo patriarca Abra ham la idola tría de
las naci ones , cuan do
dicen que éste ha lega do a los israe lista
s su herencia, es
deciF, la ciencia de los verd ader os
~ombres divinos; la
cábala, en una pala bra, debió s·e r la
prop ieda d legítima y
hereditaria de Isaa c; pero el patr iarc
a-di cen- dió pres en-
tes a los hijos de sus conc ubin as y
entenqían ·por tales
- · 17 -
"
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E L f · p H A S L V 1

presen tes unos . dogma s velado s y unos nombr es obscu-


ros que se materializaron bien prortto, transfo rmánd ose
en ídolos. Las falsas religiones y sus misteri os absurd os,
las supers ticione s orienta les y sus horribl es sacrificios ...
¡qué presente de un padre a su familia descon ocida! N.<;>
· era. bas.tante clesterrar al desierto a Ajar y su hijo: era ne-
cesario darles, con el pan único y el cá ntaro de agua. la
pesada carga de la mentira para amarg ar, envene nar su
éxodo.
La gloria del Cristia nismo está en haber conduc ido to-
dos los hombr es a la verdad , sin clistinción de pue~los ni
castas, pero no sin distinción de las intelig encias y vir-
tudes.
cNo lancéis nunca vuestra s palabr as ante los puerc os-
ha dicho el divino fundad or del cristia nismo -, os expo-
néis a que las pisotee n y a que, volvién dose contra vos-
otros, os devoren:o.
La Apocalipsis, o revelación de San Juan, que contien e
,
todos los secreto s cabalís ticos del dogma de Jesucri sto ,
es un libro no menCJs obscur o que el Zohar. Está escrito
jeroglíficamente con cifras e imágen es, y el apósto l hace
con frecuencia llamamiento a la inteligen~ia de los inicia-
dos: cQue aquel que posea la Ciencia , compre nda; que
aquel que compre nda, ct~lcule:o-dice alguna s veces, des-
pués de una alegorí a o del enunci ado de un númer o-San
Juan, el apósto l predilecto y el deposi tario de todos los
secreto s del Salvad or, tampoc o escribí a para ser compren-
dido p.o r la multitu. d . \
El Sepher Jerisah , el Z0har y el Apoca lipsis, son las
obr.as cumbr es del ocultis mo; encierr an más sentido que
palabr as, y en ellos la expres ión es figurad a como en la
ppesía y exa,cta como los númer os. El Apoca lipsis resu-
~ 1~ -

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H IS TO RI A DE L. A M A O 1 -A
me, completa y sebr epa sa toda
la ciencia de Abrah~m y
de Salo món , com o dem ostr arem
os al explicar las clas es
de la cába la supe rior .
El comienzo del Zoh ar asom bra
poJT la profundidad de
pel'cepción y la gran dios idad de sus
imá gen es. He aqu í lo
que en él leernos:
cLa inteligencia del ocultismo, es
la ciencia del equili-
brio. Las f¡,¡erzas que se producen
sin esta r equ ilibr adas.,'
perecen en el vacío. Por eso han
perecido los reye s del
antiguo mundo, los príncipes de
los giga ntes . Han caíd o
·c,omo árbo les sin raíces, y nunca
ya ha podido encontrar--
se su emplazamiento. Por este
conflicto d~ fuerzas no
equilibradas, la tierra dev asta da esta
ba desn uda e informe
cuando el sop lo de Dios se abri ó
pas o en el Cielo y aba-
tió la maza de las agu as. Tod as las
aspiJTaciones de la na-
tureleza, tendieron ento nces haci
a la unidad de la forma,
hacia la sínt esis viva de las pote
ncia s equ ilibr adas , y la
frente de Dios, aure olad a de luz,
se elevó sob re el anc ho
mar y se reflejó en -las agu as inferior
es. Sus dos ojos apa-
recieron radi ante s de claridad, lanz
and o dos flechas flamí-
gera s que se cruz aron con los rayo
s del reflejo. La frente.
de Dios y sus dos ojos , formaban
un triángulo en el Cielo,
y el reflejo formaba un trián gulo
en las agu as. Así se ,re-
veló el número seis , que fué el de
la creación universal.
Traducirnos aquí., al explicarlo, el
texto que no pod ría ha-
cerse inteligible de trad ucir lo liter
almente.
El auto r del libro cuida, por su
parle, de adv ertir nos
que esta forma hum ana que da a
Dios, no es sino una
imagen de su verbo, y q~e Dios
no pod ría ser exp resa do
por ningún pen s.amientp ni p0r ning
una forma. Pas cal h.a
dicho qLJe Dios es un círculo cuy
o cent ro está en toda s
partes y cuya circunferencia ~n ning
una. Pero ¿có mo con -
-1.Q -

© Biblioteca Nacional de España


1 p A S L E 1
E • L

a la in-
cebir un cfrculo sin circunferencia? El Zoha r torna
y sin incon venien te poarí a
versa esta parad ógica figura,
ia está en
decir del círculo de Pasca l. que la circunferenc
es a un
todas partes y el centro en ningu na. Pero no
za, a lo que comp ara el equili brio
cfrculo, sino a una balan
está en todas partes
uni':e rsal de las cosas . cE! equilibrio
el punto
-dic e-y por eso se ·encue ntra en todas partes
nos el
central del que pende la balanza.> Aquí hallar
Zoha r más fuerte y más profu ndo que Pasca l.
sínte-
61 autor del Zoha r contin úa su sueño sublime. La
ascien de
sis del verbo , formu lada por la figura humana,
levanta.
lentamente y sale de las aguas corno el sol que se
se hace la luz; cuand o la
Cuan do los ojos han apare cido;
palab ra se deja
boca se muest ra, creán se los espíri tus y la
r dfa de
óir. La cabeza entera se destac a, y este es el prime
el pecho,
la creación. Aparecen los •homb ros, los brazo s y
divina aparta con una
y el trabaj o empieza. La imagen
y monta - '
mano los mares y con la otra alza continentes
. Supo -
fiqs. Se agran da, se agran da, y sigue agran dando
dos los seres se multip lica-
tencia · gener atriz apare ce y ·te
la tierra y el
rán; ya está, al fin, de pié; pone un pié sobre
en el
otro sobre el mar, y cGmternplándose todo entero
a su
Océan o de la creaci ón, sopla sobre su reflejo, llama
re-ha dicho -¡y el
imagen, a la vida J Creer nos el homb
n poeta
homb re fué creado! No conoc ernos en ningú
llevada
nada tan bello come esta visión de la creación
huma nidad . El homb re es
a cabo por el tipo ideal de la
entaci ón
~sí ¡la somb ra de una somb ra!; pero es la repres
mano s
de la potencia divina. El también puede extender las
que la
de .Oriente a Occidente; la tierra se le entreg a para
el Adán primit ivo de
domine. Ved .a quí el Adán Kadrnon,
hacen un gi-
los cabal istas, el que, con el pensa mient o, le
- 20 ~

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/f!STOR~A DE LA M A O 1A

gante; y por qué Swedenborg, perseguido en sus fanta~


sfas por los recuerdos de la cábala, dice que la creación
entera, no es sino un hombre gigantesco, y. que estamos
hechos a image_n del universo.
El Zohar es una génesis de luz, el Sepher Jerizah es una
escala de verqades . Ahí se explican los treint1) y dos sig~
nos absolutos de la palabra; los números y las letras;
cada letra reproduce un número, una id ~a y una forma, de
manera que las matemáticas se aplicán a las ideas y a las
formas, no menos rigurosamente que a los números por
una prop0r.ción exacta y una cor~esp,pn<;lencia perfecta.
Por la ciencia del Sepher Jerizah , el espíritu humano es
iniciad·o eo la verdad y en l.a razón, y puede darse cuepta
de los progresos posibles de la inteligencia por las evolu~
dones de los números. El Zohar representa, pues, la ver~
dad absoluta; y el Sepher Jerizah da los meclios de alean~
zarla, de apropiársela y de usarla.

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CAPÍTULO 11
MAGIA DE LOS MAGOS

Zoroastro, muy probablemen te es UFI nombre simbólico


como el de Thot o el de Hermes. Eudo;>io y Aristóteles le
hacen vivir seis mil años antes del nacimiento de Platón;
otros, por el contrario, le hacen nacer quinientos años an-
tes de la guerra de Troya. Unos lo creen rey de la Bac-
triana; otros afirman la P.Xistencia de dos o lres Zoroas-
t·r eros diferentes. Eudosio y Aristoteles únicamente pa-
recen haber comprendido la personalidad mágica ·de Zo-
roastro al colocar la edad cabalística de un mundo entre
el nacimiento de su dogma y el reinado teúrgico de la filo-
sofía de Platón. Hay, en efecto, dos Zoroastros, es decir,
dos reveladores~ el uno, hijo de Oromás y padre de una
escuela luminosa; el otro, hijo de Arimán y ¡¡utor de ~.:na
divulgación profana; Zomastro es la encarnación del Ver-
bo de los Caldeos, de los Medos y de los Persas. Su le-
yenda parece una predicción de la de Cristo, y debe haber
tenido también su Antecristo, según la ley mágica del equi-
librio universal.
Al falso Zoroastro hay que atribuir el culto de! fuego
material y el dogma impío del dualismo divino que ha pro-
ducido más tarde la gnosis monstruosa de Manés y los
• principios eFrores de la falsa Masonería. El falso Zoroas-
tro es el padre de esta magia materialista que ha causado
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HISTORIA fJ E L A- M A O 1A

el ani~uilamiento de los magos, proscribiendo y relega_n-


do a\ olvic:lo la verdadera magia. La Iglesia inspirada
siempre por el espíritu de la Verdad ha tenido que proscri-
bir bajo los nombres de magia , de maniquismo, de ilumi-
nismo y de masonería todo lo que de cerca y de lejos se
, relacionaba con esta profanación primitiva de los miste-
rios. La Historia de los Temolarios, incomprendida hasta
el presente, es un ejemplo contundente de el:o.
Los dogmas del verdadero Zoroastro son los mismos
que los de la Cáb11la pura, y sus ideas acerca de la divin-i-
dad S01'1 las mismas que las de los Padres de la lgles,iq.
Sólo los nombres difieren-: así la denominación triada es
lo que nosotros llamamos trinidad y en cada número de
la triada se vu~lve a hallar el ternario completo. Es lo que
nuestros teólogos llaman la ciraun-insección de las per-
sonas divinas. Zoroastro encierra en esta multipHcación
de la triada la razón absoluta del número nueye y la clave
universal de toaos los números y de todas las formas. Lo
que nosotros llamamos las tres personas divinas, Zóroas-
tro lo denomina las tres profundidades. La profundidad
primera o paternal es la fuente de la vida; la segunda o
del Verbo es la fueRte de la verdad; la tercera o a'cción
creadora es la fuente del amor. Puede consultarse para
convencimietlfo de lo que aquí decimos, la exposición de
Psellus sobre los dogmas- de los a_ntiguos asirios, en la
Magia filosófica de Francisco Patricius, pag. 24, edición
de Hamburgo, 1595. Sobre esta escala de nueve grados,
Zoroastro estableció la jerarquía celeste y de todas las
armonías de la Naturaleza.
Cuenta por tres todas las cosas que ema.nan de la idea;
por cuatro todo lo que se relaciona con la forma; lo que
le da el número siete para tipo de la creación-. Aquí termi·
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E L 1 p H A S L V. 1

n!'J la iniciación primera, y comienzan las hipotésis de la


escuela; los números se personifican, las ideas encarnan 1
en emblemas que más tarde se convertirán en ídolos. Ved
llegar los Sinoqueos, los Teletarcos y los Padres, s ervi-
dores del triphle Hécata; después los tres Amilietes y
los tres rostros de Hy:pezocos; más tarde los ángeles: lue-
go los demonios; despué~? las almas humanas. Los astros
son las imágenes y los reflejos de los esplendores intelec-
tuales y nuestro sol es el emblema del sol de la verdad ,
sombra de esta primera fuente de donde manan todos los
! esplandores. Por esto los discípulos de Zoroastro salu-
daban la salida del sol, y pasaban entre los bárbaros por
adoradores del sol.
Tales eran los dogmas de los magos, que p~seían, ade-
más, secretos que I,e s hacían dueños de las fuerzas ocultas
de la naturaleza. 1
Estos• secretos, cuyo conjunto podría
llamarse pirotécniq transcendental, se referían todos a la
ciencia profunda y al gobierno del fuego. No hay d'uda
que los magos conocían la electricidad y tenían medios
de producirla y de di~:igirla descon<~cidos aún para nos-
otros.
Numa, que estudió sus ritos y fué iniciado en sus miste-
rios. poseía , al decir de Lucio Pisón , el arte de forjar y di-
rigir el rayo. Este secreto sacerclotal, cuyo iniciador ro-
mano le quiso hacer ei patrimonio de los soberanos de
Roma, lo perdió Tulo Host'ilio que dirigió mal la des-
carga eléctrica y quedó carbonizado. Plinio, cita estos
hechos como una antigua tradición etrusca (1) y cuen-
ta que Numa se sirvió con éxito de su batería de rayos
contra un monstruo llamado Vo/ta, I!!Ue .a solana las cam-

(1) Plln., lib. 11, cap. ~.

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HISTORIA DE LA M A O I A

piñas de Roma. ¿No es cierto que, parece, al leer esta re-


velación, que el físico Volta es un mito y que la denomi-
nación de pilas volt~icas se remonta al siglo de Numa?
Todos los símbolos asirios aluden a esta ciencia del
fuego , que era el gran arcano de los magos; por doquier
encontramos al encantador! que traspasa a los leones y
domina a las serpientes . El león es el fuego celeste, las
serpientes son las corrientes eléctricas y magnéticas de
la tierra. A este grande secreto de los magos debe atri-
buirse todas las maravillas de la magia hermética, euyas
tradicio;;es, aun hoy día, dicen que el secreto de la gran
obra está en el gobierno del fuego.
El sabi0 Francisco Patricius ha publicado, en su Magia
filosófica, los oráculos de Zoroastro, recopilados en los
libros de los platónicos, en la The-urgia de Proclus, en lc;>s
Comentarios sobre Parménides, en los cle Hermías sobre .
Fedro , en las' notas de Olim¡;>iodoro sobre el Filebo y el
Fedon . Estos oráculos son primero la fórmula neta y pre-
cisa del dogma que a~abam0s de expone"r; después vienen
las prescripciones del ritual mágico, y he aquí los térmi-
nos en que están expresadas:

LOS DEMONIOS Y LOS SACRIFICIOS

cLa naturaleza nos enseña por inducción que e'!:isten


.demonios incorpóreos, y que los gérmenes clel ·m~l que
hay en la materia tienden al bien y a la ulilidad común.
Pero estos son misterios que hay que enterrar en Jos más
recónditos repliegues del pens·amiento. El fuego sjeinpre
agitado y saltando en la atmósfera puede tomar una con-
figuración parecida a la de los cuerpos. Digamos mejor:
afirmemos la existencia de un fuego lleno de imágenes y
de ecos. Llamemos, si queréis, a este fuego luz supera-
\
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© Biblioteca Nacional de España


E L p H A S L E ·V . 1

bundante que irradia, que habla y que se enrosca. Es el


corcel fulgur.ante de la luz, o más bien, es el niño de hom-
' bros poderosos que dóma y somete el ~orce! celeste. Vís-
tasele de llamas y oro , o preséntesele, desnudo como el
.Amor, dotándole igualmente de flechas . Y si tu medita-
ción se prolonga, reunirás todos estos emblemas bajo la
figur-a del león. Entonces ya no se ve nada, ni de la bóve~
da del cielo, ' ni de la masa del universo. Los astros han
cesado de brillar, y la lámpara de la luna está velada. La
tierra tiembla y todo se drcunda tde relámpagos. Enton-
ces, no llamad al simulacro visible del alma de la natura-
leza . Porque no deberás. verle> antes de que tu cuerpo sea
purificado poF las pruebas santas. Dulcificando las almas
y arrastrándolas siempre lejos de los trabajos sagrados,
los canes terrestres salen de los limbos de la materia y
muestran a la mirada de los mortales l.as apariencias,
siempre engañosas, de los cuerpos. Trabaja alrededor de
los círculos descritos por el r0mbo de Hecate. Nada cam-
bies a los nombres bárbaros cle la e\olocación, porque son
los ·nmnbres panteísticos de Dios; están imantados de las
,adoraciones de la multitud y su poder es in efable. Y cuan-
do, después de todos los fantasmas, veas brillar este fue-

go incorpóreo, este fuego sagrado, cu~as flechas ¡¡travie-
san a la vez todas las profundidades del mundo, ¡Escucha
lo que te diga!~
Esta· página extraña, que traducimos por entero del la-
tín de Patricius, contiene todos los secretos del magnetis-
mo ccm Jllrofundidades que. jamás han sospechado los Du-
P0tet y los Mesmer .
. En ella vemos: 1. 0 , la luz.astral perfectamente descrita
con su f:uerza c0nfigurMiva y su .potencia p'a ¡a reflejar ~~
verbo y hacer repercutir la voz: 2. 0 , la voluntad .del adepto
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© Biblioteca Nacional de España


lf!STORIA DE LA M A O lA

figurada por el niño de amplios hombros montado sob¡·e


el caballo blanco: jeroglífico que hemos vuelto a encontrar ..
sobre una arrtigua baraja de la -Biblioteca Imperial: 5. 0 , el
peligro de alucinaciones en las operaciones magicas mal
dirigidas; 4. 0 , ef instrumento magnético que representa el
rombo, especie de juguete i'nfanNl tallado de madera que
gira alrededor de sí mismo con un zumbido siempre cre-
ciente; 5. 0 , la razón de los encantamientos por las palabras
y los nombres bárbaros; 6. 0 , el fin de la obra mágica,,que
es el aquietamiento de la imaginación y de los sentidos, el
estado de sonambulismo completo y la perfecta lucidez (1).
Resulla de esta cerelación del mundo antiguo, que el éx-
tasis lúcido es una aplicaeión voluntaria e inmediata del
alma al fuego universal, o más bien, a esta luz llena de
imágenes que irradia, que habla y que' se enrosca alre-
dedor de todos los onjetos y de todas ·las esferas del uni-
verso.
Aplicación que se opera por la persistencia de una vo-
luntad alejada ·de los sentidos y afirmada por una serie de
pruebas . Este era el comienzo 'de la iniciación mágica. El
11depto que llegaba a la lectura inmediata en la luz, conver-
tí ase en vidente o profeta; después, una vez puesta su vo-
luntad Len comunicación con esta luz, ¿~prendía a dirigirla
como se dirije la punta del daFdo; enviaba a su voluntad la
duda o la paz a l·a s almas, comunicaba a distancia con los
demás ade~ tos y se apoderaba, por fin, de esta fuerza re-
presentada por el león celeste.
Esto es 10 que significan esas grandes figuras asirias
que tienen bajo sus brazos leones domeñados. Y es la luz

(1) Este rombo, objeto de !!dlvlnación, es sencillamente el famoso


diábolo, juguete que ha estado tan en boga hace unos anos.-(R. U).

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1 E L 1 p H A S L E 1

astral la que representan esas gigantescas esfinges que


tienen el cuerpo de león y la cabeza de mago. La luz astral,
convertida en el instrumen,to dP. la potencia mágica, es la
espada de oro de Mithra· inmolando al toro sagrado. Es la
flecha de Febo atravesando la serpiente Piton.
Reconstruyamos ahora: en espíritu esas grandes metró-
polis de la Asiria, Babilonia y Nínive; coloquemos ·en su si-
tio los colosos de granitos, rectifiquemos sus templos mg-
cizos sustentados por elefantes o esfinges, erijamos de
nuevo los obeliscos sobre los ¡;:uales se ciernen los dra-
gones de ojos fulgurantes y alas distendidas.
El templo ,y el palacio, dominan sobre este conjunto de
mar¡'lvillas. En ellos se ocuitan revelándose sin cesar por
sus milagros las dos divinidades visibles de la tierra: el
sacerdocio y la realeza.
El templo, a voluntad de los sacerdotes, se rodea de
sombras o brilla eñ claridades sobrenaturales; a veces se
hacen durante el día las tinieblas, también a veces la
noche se ilumnina; las lámpar~s del templo se encienden
ellas solas, los dioses irradian luz, óyese rugir el rayo;
¡desgFaciado el impío que hubiese atraído sobre su ca-
beza la maldición de los iniciados! El templo protege al
palacio y los servidores del rey combaten por la religión
de los magos: ¡el rey es sagrado, es el dios de la tierra;
.se prosternan a su paso y el insensato que osara franquear
sin su permiso el recinto de su palacio, sería inmediata-
mente castigado con la muerte!
¡Cast·igado con la muerte, sin maza ni espada; castigado
por una mano invisible, muerto por el rayo, derribado por
el fuego del cielo! ¡Qué religión y qué potencia, qué gran-
'
l des sombras las de Nemrod, de Belus y , Semiramisl
¿Qué podían, pues, ser la~:! ciudades casi fabulosas donde
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··'
H / 8 TO ,d l/A

estas inmensas realezas domin·a ron en <'>\J:O:;> tiempo,s, las,


J ' ,
capitales de estos gigantes, de E;S!O'S mág-'ic0s; €fUe las 'tra-
diciones •confunden con los · ángeles, y hasta los llaman
hijos de Dios y principes del cielo? Qué mistet:ios duer-
men en las tumbas de las naciones; y (;AO es infantil enor~ ·
gúllecerse de nuestras luces y de nuestros progresos ' si
evoc~mos estós ..,.,
tenebn~sos Pecuer.d0s?'-: '
.;-

En su Lil1ro so1Jre la Magia, Mr. Du Pote!, adelanta,


· no siR cierto temor, €fUe es posible' mediante una potente
emisión de flúido magnético ar.iql,lilar a un' ser viv.iente (1).
La potercia mágica se e'Ktiende más . lejos, peFo no se
trata solamente del pretendid0 'flúido magnético. Es f? d!'l
la luz astral, es el elemento de la el~ctricida~ y del rayo ;
que puede ser puesto al servicio de la voluntad humana;
¿y qué hay que hacer para a,d,quirir esta formidable pt:>'-
tencia? Zoroastro viene a deelrnoslo: hay que conocer es"
·fas misteriosas leyes del equilibrio que sujetan al imperio
del bien las potencias mismas del mal; precisa haber pu~i­
ficado el cuerpo para las santas pruebas, luchando c0ntra
l0s fantasmas de la alucinación, y conquista.do, cuerpo ·a ·-
éuerpo, la luz; como Jacob en su lucha con el ángel, hasta
domar les canes fan·tástit os' que ladran ~n l0"s sueños; es
necesario, en umi palabra, haber oído-para servirnos de
la expresión tan enérgica• del oráculo-,' hablar a lá Iuz. '
Entonc~s se es maestro, entonces puede dirigírsela, c0mo
Numa, contra los enemigos de los saHtos misterios; pero
aquel que no es perfectamente pur0, ·que está bajo el doc
mini0 de una pasión fatal que le somete a las tempestades
de la··vida, se quemará en el fuego que ha encendido; será

(1) Du Potet, La Mag/e devoilée, o Principios de ciencia oculta, 1852,


un vol.-ln.-4. ' ·• '
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L 1 p H A S L V 1

l'resa de la serpiente q'ue ha desencaden ado, y perecerá


arrasado como Tulo Hostilio.
No es conforme a las leY.es de· la Naturaleza que el hom~
bre pueda ser devorado por las bestias salvajes. Dios le
afmó de poder para resistirlas: ¡:¡uede fascinarlas con la
mirada, gobernarla s con la voz, detenerlas con un signo ...
Y en efecto, vemos que los animales más feroces temen
la fijeza de la mirada del hombre y parecen temblar al oir
su voz. Las proyeccion es de la luz astral los paraliza y
los llena de pavor. Cuando Daniel fué acusado de falsa
magia y de impostura, el rey de Babilonia le sometió igual
que a sus acusadores , a la prueba de los leones. Los ani-
males no atacan más que a los que les temen o a aquellos
a quienes ellos mismos tienen miedo. Un hombre intrépido
y desarmado haría seguramen te retroceder a un tigre por
el magnetism o de su mirada.
Lo.s magos se servían de este imperio, y los soberano~
de Asiria tenían en sus jardines tigres mansos, leopardos
dócilea . y leones domesticad os. Alimentaban otras fie-
ras en los subterráne os de los. templos para las pruP.bas
de la indic:;ación. Los bajo relieves simbólicos lo atesti--
guan; no son sino luchas de hombres y animales, y se ve
siempre al adepto cubierto con la vestimenta sacerdotal
dominándo los con la mirada, y deteniéndo los con un
gesto de la mano.
Varias de estas figuras son simbólicas ; sin duda, cuan~
do los animales reproducen alguna de las formas de la es-
finge; pero hay otras en que la bestia está representad a al
natural y en que el combate parece ser la teoría de un ver-
dadero encantamiento.
La magia es una ciencia de la que no se puede abusar
sin perderla y sin perderse a sí mismo. Los soberanos .Y
-50

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HISTORIA DE LA M A O 1A

los sacerdotes del pueblo asirio, er-an demasiado gran-


des para estar expuestos a ser vencidos si caían: _pero
se hicieron orgullosos y cayeron. La gran época mágica
de la Caldea es anterier a los reinados de ~emiramis y de
Nino. I:.s en esta época cuando la religión se materializa y
la idolatría corpienza a t,riunfar. El culto de Astarté suce-
de al de la Venus celeste, la realeza se ·hace ~dorar bajo
los nombres de Baal y de Be! o Bélus Semíramis, humilla
la religión y coloca por cima de ella la política y la& con-
quistas, y reemplaza los viejos templos misteriosos por
los fas tuosos e indiscretos monumentos; la idea mágiea,
a pesar de todo, domina todavía las ciencias y las artes e
imprime a las maravillosa~ construcciones de esta época
un carácter inimitable de fuerza y de grandiosidad. El pa-
lacio de Semíramis es una síntesis construida y esculpida
de todo el dogma de Zoroastro. Volveremos a hablar de
ello cuando expliquemos el simbolismo de las siete obras
maestras de la antigüedad, que se llaman las maravillas
del mundo.
El sacerdocio se hizo inferior al imperio al queFer ma'te-
rializar su propio poder; el imperio, al caer, debía aplas-
tarlo y esll' fué lo que sucedió bajo d afeminado Sar.daná-
palo. Este príncipe, amante del lujo y de la molicie, pros-
' tituyó la ciencia de los magos. ¿Para qué el poder de ope-
rar las maravillas si eso no daba placer? ¡EFJcantadores,
obligad al invierno a que dé rosas; aumentad el sabor del
vino; emplead vuestro dominio sobr-e la luz y haced res-
plandecer la belleza de las mujeres come> la de las divini-
dades! Obedecen y el rey se embriaga. Entretanto la gue-
rra se declara, el enemigo avanza.
¿Qué importa el enemigo, al infame que goza " y que
duerme?

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E 1 p lf A L E V J

¡Pero esto es la ruiña, es la infamia, es la muerte! ¡Sar-


danápalo no la teme, cree que es un sueño sin fin ; pero él ,
sabrá sustraerse a los traba.jos y a las afrentas de la ser-
vidumbre! La noche suprema ha llegado; el vencedor es tá -
a las puertas, la ciudad no puede Fesistir más; mañana ha-
brán dado cuenta del reino cle Asiria ... El palacio de Sar-
danápalo se ilumina e irradia tan maravillosos resplan-
dores, que alumbra toda la ciudad consternada. Sobre
montones _de telas preciosas, de pedrerías, de vasos de
oro, el rey pasa su última orgía . Sus mujeres , sus fa-
voritos, sus cómplices, sus envilecidos sacerdotes le ro-
dean; los clamores de la embriaguez se mezclan con el
ruido de mil instrumentos, los leones domesticados ru-
gen y el humo de los perfumes que sale de los subterrá-
neos del palacio, envuelve ya todas las construcciones en
una espesa nube. Las lenguas de fuego, atraviesan ya los
artesonados de cedrp. Los cantos báquicos ceden a los
gritos de espanto y a los estertores de la agonía ... Pero la
magia que. no ha podido conservar el imperio de Ni no en
las manos de sus degradados adeptos, va a mezclar al
menos, sus maravillas a los terribles recuerdos de este gi-
gantesco suicidio. Una claridad inmensa y siniestra, como
nunca habían visto las noches de Babilonia, parece re-
pentinamente que rechaza y ensancha la bóveda celeste. Un
ruido que parece al de todos los truenos q~e estallasen al
mismo-tiempo, conmueve la tierra y sacude la ciudad cu-
yas murallas se derrumban... La profunda oscuridad
vuelve a caer. El palaei0 de Sardánapalo ya no' existe y al
día siguiente los vencedores ·no encontrarán nada de sus
riquezas, ni su cadáver, ni sus objetos de placer.
Así termina el primer imp.erio asirio y la civiliz~ción que
habfa real'izado el verdadero Zoroastro. Aquf termina la
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Fig. 4.-EI misterio del equilibrio univer sal, segun ·las mitologfas
hinda y japonesa

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Fig. 5-Yinx pantomorfa, clave veinliuna d.el Tarot

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fi!-S 10R /A DE M A O 1 A

magia propiamente dicha y comienza el reino de la cábala.


Abraham cuando salió de Caldea, se llevó sus misterios.
El pueblo de Dios creció en silencio y pronto encontr are-
mos a Daniel, comb~tiendo con los miserab les encanta do-
res de Nabuco donoso r y de Baltasa r (1).

(1) Deben consultar se para ampliació n de estos estudios: Ante


todo
In obra de F. LBNORMA NT. Les sciences occultes en As/e 2
vol. Par!s
187..,5. Le Magie Asyrlenn e de C. Foasev, 1 vol. Par!s 1902,
y el Así
hellaba Zaratust ra de F . N!CTZSCH B. Curiosa y sugestiva Interpreta
-
ción de un hombre de occidente de la magia de la fuerza (R.
U .)

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...

CA.PITU~O 111

LA MAGIA I:>E Li\. INDIA

La India, que la tradición c,a balístic a nos dice que fué


poblad a por los descen dientes ,de Caín, y a donde se reti·
raron los dE-scendientes de Abraham y Cethur ah, es por
excelencia el país de la goe~ia y de los prestig ios . La ma-
gia negra se perpetúa · con las tradiciones origina les del
fratricidio, lanzado por los· poder0 sos contra los débiles ,
continu ado por las cas tas oficios as y expiado por los fa ·
cios.
Se puede deéir que la lndia( es la sapien te madre de
todas las idolatr ías. ' '
Los dogma s de los gimno sofista s, serían las claves de
la suprem a sabidu ría., si no dejasen
. abierta s las puerta s del
embrutecimiento y de la muerte. La asomb rosa riqueza del
s imbolismo indio hacfa supone r que es anterio r a los de·
más, tanta origin i'! lidad primitiva hay en sus poéticas
concepciones; pero parece un árbol que· ha sido mordido
en la raíz por la serpiente infernal. [.,a deificación pet
Diablo, contra la cual hemos protest ado enérgicamente,
se presen ta con gran impudicia. La trimurti ) errible de los
brahm anes se compo ne de un CFeador, de un destructor Y.
de un repara dor. Su Addha-Nari, que simb_oliza la divini·
dacl de la madre o la natural eza celeste , s~ llama tam·
blén Bouha nia y los Tuggs , o extrang ulador es le ofren·
1

-34 -
i

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f/ISTOniA D .e L A }.fA 0/A

dan asesinat os. Vishnú el reparado r, 's e encarna al'-


guna vez para matar un diablo subalter no, . que otra 'vez
vuelve a nacer, porque está favoreCido pmr Rutram 0 Siva,
Dios de la muerte. Se percibe que Siva es la apoteqsi s de
Ca,í.n, pero nada en esta mitología recuerda la dulzura ?e
Abe!. Sin embargo , sus misteriq s tienen una poesía gran-
diosa, sus alegoría s una profundidad extraord inaria. Es,.
'ta cábala profanad a; así que en lúgar de fortificar el. alma
aproximándol¡;¡ a la suprema sabidurí a del brahman ismo la
.em~J~Uja y hace q¡xe caiga p·or· medio de sus sabias
teorías
en lqs abismos ,de la locura.
Los nogótico s tomaron de la falsa cábala de .la India
sus fantasías , unas veces horrible s y otras obscena s, La
. 1
magia india, al presenta rse primero ·en el dintel de las
ciencias ocultas, espanta con sus ~il deformidades a los
espíritus razonab les y provoca los 'anatema s de todas las
i~lesias se.nsatas . Esta ciencia falsa y peligr0s a que ha ·
. sido frecuentem~nle confundida por lds ignorant es ,y los
semisab ios con la verdade ra ciencia, ha hecho que se en-
vuelva a todo lo que lleva el nombre de ocultism o con un
anatema, el cual ha sido suscrito por el mismo que escribe
estas páginas cuando todavía no había encontra do la
cl.ave del Santuar io mágico. Para l0s teólogos de los Ve-
das, Dios se manifiesta en la fuerza. El p~ogreso y la
revelación se represen ta por la victoria. Vishnú se encarna
en los mostruo sos leviatanes del mar-y en los: jabalíes
enormes que labran la tierra a dentellada~.
Es un maravill oso génesis 'del panteísm o, y sin embar-
go, ¡qué s0nambu lismo lúcido el de los autores de las fá-
bulas!
El número diez de los avatares correspo nde al d~ los
Seflrotes de la cábala. Vishnú reviste &).lceslvament~ tres
~ 2515.,...

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L 1 p H A S L E 1

formas de animales, las tres formas elementales de la


vida; después se convierte en esfinge, y por fin aparece
como figura humana; ent0nces el brahman, y con apa-
riencia de humildad fingida , invade la tierra; enseguida se
hace niño para ser el ángel consolador de los patria1·cas;
se hace guerrero para combatir a los opresores del mun-
do; encarn'a la política para oponerla a la violencia y pa-
rece que abandona la forma humana para tomar la agili-
dad del mono. La política y la violencia se han anulqdo
recíprgcamente; el mundo espera un redentor intelectual y
moral. Vishnú se encarna en Chrisna; aparece proscripto
en la cuna, vigilado de cerca por un asno simbólico; es
ocul1ado para sustraerle a los asesinos, crece y predica
uila doctrina misericordio sa y bienhec)10ra. Desciende a
los infiernos, aherroja a la serpiente infernal y vuelve a
subir glorioso al cielo; su fiesta anual se conmemora en
el mes de Agosto bajo la advocación de la virgen. ¡Qué
e:Ktraña intuición de los misterios del cristianismo! Y cómo
.. nos debe parecer extraordinari a si se tiene en cuenta que
los libros sagrados de la India han sido escritos varios sir
glos antes de la Era Cristiana. A la revelación de Chrisna
sucede la de Buddha, que reune la más pura religión y la
más perfecta filosofía. Entonces la felicidad del mundo se
realiza y los hombres ya no espe~an más que la décima y
última encarnación, cuando Vishnú vuelva con su verda-
dera figura conduciendo el cabalio del juicio final, caballo
terrible, que tiene una de las manos levantadas, con la
que destrozará el mundo cuando la deje caer.
En esto debemos reconocer los números sagrados y los
cálculos proféticos de los magos. Los gimnosofista s y
los inici~dos por Zoroastro, han bebid0 en lí:! verdadera
- fuente ... pero el· falso Zoroastro, el Zoroastro negro , ha
-56-

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HISTORIA D E -L A M A a 1A

quedado como maestro de la teología de la India: los últi-


mos secretos de la d0ctrina degenera da,· son el panteísm o,
y su consecu encia, el materialismo absoluto c0n la aparen-
fe negación absoluta de la materia . ¿Pero qué importa que
se materialice el espíritu, o que se espiritualice la materia
desde el momento. que se afirma la igualdad y aun la iden-
tidad de los dos términos ? La consecu encia del panteísmo
es la destrucción de la moral; no hay crímenes ni virtudes .
en UJl mundo ~n que todo es Dios.
Puede compren derse que siguiend o estos dogmas , los
brahman es, en un quietismo fanático, se hayan embruteci-
do progresivamente, pero parece que eso no es suficiente y
su gran ritual mágico, el libro del ocultismo indie Upnek-


hat, les enseña los medios físicos y mora·les para consu-
mar la obra de su ~nsi"mismamiento y llegar gradu¡¡lmente
-
a la locura furiosa que sus brujos llaman estado divino . El
Upneck-hac, es el ¡mtepasa do de todas las gramma rias '
y el m~ento más curioso de las antigüed ades de la-
,LO$-C.Íl!.. ·Está dividido en cincuenta seccione s: es como
una noche obscura su1·cada por relámpa gos. Se encuen"
l
tran sentenci as sublimes y orácul0s falsos, .Alguna s. ve-
ces se cree estar leyendo el Evangel io de San Juan, cuan-
do se encuetran por ejemplo, en las seceione s undécima y
cuadrag ésimaoc tava, estas frases:
«El angel del fuego creador es la palabra de Dios. La
palabra de Dios ha producid o la tierra, los ·vegetales que
en ella se crían y el calor que los madqra. La palabra del
Creador es por sí misma el Creador y es su único hijo.»
Oiras veces, se encuentran ensueño s dignos de los he-
resiarca s más extr.avagantes:
«La materia no es más que una ·aparienc ia engañad ora:
el sol ; los astros, los elementos mismos son genios, los
- 37:_

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E L 1 p fl A L e V 1
anima les son demo nios y el homb re un espíritu
gañad o por las aparie ncias de los cuerp os. :o ...puro en~
Y ya que estam os edificados de una mane ra sufici
ente en
el dogm a, volva mos al ritual mágic o de los encan
tadore s
de la India. «Para hacer se Dios es precis o recog
er su
aliento. Es aecir, absor berle todo el tiempo que se
pueda y
satura rse de él plenamente. En segun do lugar , guard
arle
todo cüant 0 se pueda y en este estad o pronu nciar
cuare n-
ta veces el nomb re divino QM. Terce ro, expira
r lo más
despa cio que se pueda, envia ndo mentalmente el
aliento a
través de los cielos para qHe se una al éter universal.
Para
este ejercicio hay que poner se en estad o de cegue
ra y sor-
dera, e inmóvil como una estatu a de palo. Hay que
poner se
apoya ndo los codos en las rodillas, la cabeza entre
las
mano s y de cara al Norte. Con un dedo se tapa
uná fosa
nasal, por la otra se aspira el aire, despu és se la cierra
con
un dedó, mientras tanto se piensa que Dios es el
Cread or,
qu'e está en todos los af)imales, lo mismo en la
hormiga
que en el elefante: se debe perma necer abstra ído
en este
pensa mient o. Prime ro se dice OM doce veces;
durante
cada aspira ción hay que decir OM ochen ta veces
y des-
pués tantas veces como se pueda ... Haced esto
durante
tres meses , sin temor , sin pereza, comiendo y durmi
endo
poco; en el cuarto mes lós devas se dejará n ver.
En el
quin!o habré is adqui rido las cualid ades de los devot
os. En
el sexto os ha.b réis salva do 1 y os encon traréi s ante
Dios :o.
Es evidente que al sexto mes, el fanático basta nte
imbé-
cil para perse verar en tal práctica, estará muerto
o loco .
.s¡ resist e a e.~ta ejecución ,de fuelle místico el Upne k-
hat, que no quiere dejarle a mitad de camin o va a hacer
le
que pase a otros ejercicios.
•Con el talón tapad .el ano; despu és sacad o el
aire de
-38-

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DE L A M A O '¡ A
fi/STORIA

que dé 't res VJiel-


abajo arrib a por. el laclo dere cho, .hace d
cuerpo;· clesde ahí
tas alred edor de la segu nda región del
desp ués a la cuar-
conducidle al omb ligo que es la tercera;
la quinta t¡ue es la
ta que es el centro del cora zón; luego a
la parte interior de
garg anta y por último a la sexta que es
viento que se ha
la nariz en el entrecejo; allí se contiene el

convertido en el aliento del alma universal
ente un método paía
Esto nos pare ce que es sencillam
a una cong estió n
magnetizarse a sí mismo y dar 'ocasión
cerebral.
ek-h at - pens ad
«Ent 0nce s-co ntinú a el auto r del Upn
Crea dor, la voz uni-
en el gran OM que es el nombre del
e todo; esta voz
versal , la voz pura e indivisibie que invad
cha de diez mane-
es el mismo Crea dor; el pose ído la escu
un gorr ión; el se"
ras. Al primer soni do es com o la voz de
ro com o el de un 1
gundo, doble que el primero; el terce
wna carac ola; el
cfmbalo; el cuar to com ó el murm urio de
de lira indi a-; el
quinto com o el cant o de la vina -esp écie
llam a tal (1); el sép-
sexto com o el del instr ume nto que se
cada cerca de la
timo pare ce al soni do de la flauta colo
udg cuan do s e
oreja; el octawo al del instr ume nto paka
trompeta y el déci-
tóca con la mano; el noveno al de una
ddá, ddá ... »
mo a una tormenta que ruge y hace ddá,
pasa a diferen-
«A cada uno de esto s soni dos el pose ído
se eonvier!e l¡!n
tes estad os · hasta el décimo, en el que
s de su cuer po se,l'e
Dios». Ecn el primero, todo s los pelo
le embotan. En el
erizan. En el segu ndo, los· mie~bws se'
fatiga que sigu e a
tercero, ,siente en todo s los miembros la
za le da vu~l-
los ~laceres del 'amo r. En,el cuar to, la cabe

bosquea aagradoe de 111 Inéfa


(1) Espec ie de flauta usado en los
(N. Dlil. T.)
-"- 39 -

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L 1 p H A S L E V 1
tas, está com o borr acho . En el quinto,
el agua de la vida
fluye hacia el cerebro. I;n el sexto , el agua
se espa rce en
todo él y se nutre con ella. En el séptimo,
se hace dueño
ele la visión, ve dentro de los c,orazone
s, oye las voce s
más alejadas. En el noveno, se sient e tan
sútil que puede
trans porta rse donde quiera y, com o los
ánge les, ver todo
sin ser visto. En el décimo se convierte
en la voz univer-
sal e indivisible, es .el gran Creador., el
ser etern o exento
de todo y que, convertido en el repo so perfe
cto, distr ibuy e
el repo so en el mundo.
Se puede nota r en esta pági na tan curio
sa que la des-
cripción completa de los fenómenos del
sona mbu lism o lú-
cido está mezclada con la teorí a completa
del magn etism o
:solitario. Es el arte de llega r al éxtas is
por tensión de 1~
voluntad y fatiga del siste ma nerv ioso:
Recomenda~os a
los mag netis tas el estud io profu ndo del
Upnek-hat.
El grad uado empleo de los narc ótico s
y el uso de una
gam a de disco s colo read os prod uce efect
os anál ogos a
los que describe el brujo indio, y M.
Rag:ór¡ ha dado Ja
-
fórmula en su Libr o de Masonería ocult
a, que es conti-

-
-~ .
nuación de la ortod oxia masó nica , pág. 499. .
El Upn ek-h at a un meCiio más sencillo
para perder el
conocimiento y llegar al éxtasis: es mira
r con los dos ojos
el exterior de la nariz y perm anec er en
esta forma o más
bien en esta mueca, hasta lleg·ar a la conv
ulsió n del ner-
vio óptico.
Toda s esas prác ticas son dolo rosa s y
tan pelig rosa s y
ridículas que no las acon sejam os a nadie
; no duda mos que
se realicen, efectivamente, en un espa cio
de tiempo más o
menos largo , segú n la sens ibilid ad de los
sujet os, el éxta-
sis, la catal epsia y hasta el desv anec imie
nto letárgico.
Para proc urars e visio nes, para llega r a
los fenómenos
~ 40-

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ffl.S70R!A DE LA M A O lA

de doble vista, hay que llegar a un estado que linda con


el sueño, la muerte y la;locu ra. En e.s to especialmente .es .
en lo que los indios son hábiles y hay qne atribuir q sus
secreto s las facultades extrao rainari as de ciertos mediums.
americanos. Podría definirse la magia negra como el arte 1

·de propor ciónar se a sí mismo y a los demás la locura arti-


ficial. Esta es por excelencia la ciencia de Jos envenena-
mientos . Pero lo que no sabe todo el mundo es ¡;¡ue
M. Du Potet es el primero que ha descubierto que se pue-
de matar por conges tión o por substra cción súbita de la
luz astral, cuando con una serie de ejercicios casi imposi-
bles, parecid os a los que describe de brujo inqio, se con-
sigue que el propio aparato nervio so, diS'puesto a todas
las tensiones y a todas las fatigas, sea una especie de
pila galván ica viva, capaz de conden sar y proyec tar con
fuerza la luz que. vivifica y que fulmina.
Pero no se detienen aquí los secreto s mágic;os del
Upnel(-hat; hay uno final que el hiemfa nte tenebr oso
confía a los iniciados como el suprem o arcano , que es ~n
efecto lñ sombr a y el inverso del gran secreto de la su-
prema magia.
El gran arcano de los verdad eros magos es el absolu -
to en moral, y por consec uencia , en dirección de las obras
y en libertad. El gran arcano del Upnek -hat es el abso-
luto eri inmoralidad, en fatalidad y en quietismo mortal.
El autor del libro indio se expres a así:
<<Se permite mentir para facilitar los matrimonios y exal -
tar las virtude s de · un brahm an o las cualida des de una
. vaca.• «Dios se llama verdad y en él la sombr a y la luz son
una so1a cosa. El que sabe esto no miente nunca porque
si quiere mentir hace que su mentira sea una verdad . •
«Cualquier pecado que .cometa, cualquier mala acción
-41-

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1 p fl A L l: V /.

que haga no es nunca :ulpabl e. Aupque fuese dos vecea


parriCida, aunque matase a un brahma n iniciado en los
misteri os de los Vedas, haga lo que haga, no disminui-
rá su luz porque Dios dice, soy el alma universal, en mf
están' d bien y el 'llal que se corrige n mutuamente. El que
sabe esto no es pecado r nunca, es universal como yó»
-(tlpne k-hat instrucc ión 108, páginas 85 y 92 del tomo
primero de la traducción de Annquefil) .
Tales doctrin as están muy lejos de ser civilizadoras y
·además en la India inmovilizada, la jerarrqufa social, la
anarquí a se desarro llaba en las castas; la socieda d vive
por el intercambio. Ahora bien; ..!sfo es imposible cuando
unos poseen toao y otrbs no poseen nada. ¿De qué sirven
los peldaño s sociale s de una pretendida dvilización en la
q¡.¡e nadie puede subir ni bajar? Aquí se ve el castigo tar-
dío del fratricida, ca~tigo que envudv e toda su raza y le
conden a a muerte. Venga otra nación orgullo sa y "gofsta
que sacrifique a la India como .las leyenda s oriental es
cuentan que Lame! mató a Caín·. Per0. maldición para el
asesin0 de Caen, dicen los oráculo s sagrad os de la BI-
blia (1 ).

{1) Sobre lt~ mt~gla en lo India ee dlgnll de consult11 le


ob!"ll de
V. HeNRY. La Magle dtm5 1'/nde antique, estudio documen
tado, terlo
y de un hombre que el!be t~lgo más que lll magia {R. U.)
'

-42-

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CAPÍTULO IV
M~G .IA HER M-É TIC A

com0 ciencll!
En Egip to es dond e la Magia se comp lda
a perfe cto. Nada aventaja
universal y se formula en dogm
inas del mundo
ni' nada igual a, como resumen de las doctr
Hermes sobr e
antiguo, las poca s sente ncias grab adas por
re de tabla
una piédra preci osa y cono cidas bajo el nomb
la de las armo nías, ya
de esmeralda; la unidad del ser y
a prog resiv a y
aean .asce nden tes o desce nden tes: la escal
equilibrio y el
proporcional del Verbo; la ley inmutable del
rsale s: 'la re~
prog reso pro;:>orcional de la~ analo gías unive
la ineai da de la que
ladó n entre la idea y el Verbo dand o
máticas nece-
existe entre el Crea dor y el creado; las mate
das de un solo
saria s del infinito, prob adas por las medi
halla expr. esado por esta
rincón .de lo finito; todo eso se
sola prop osici ón del gran hierofante egipcio.
inferior, y lo
«Lo que es supe rior, es com0 lo que es
para formar
que está abajo es como lo que está en ' alto,
las maravillas de la cosa única:» · · ·
n sabia del
Viene desp ués la revelación y la descr ipció
gran medio de
Agente Crea dor, del fuego pantomorfo, ·del
l en una palab ra.
la potencia oculta, de la luz astra
el vient o la halle -
cE! sol es su padre, la luna su madre,
ema a del sol,
vado en sus entra ñas» . Asi que esta luz
de las influen-
recibe su forma y su m0vimienio regul·a r
- 43-

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E L 1 p H A L V

cías de J·a luna, tiene la atmósfera por recep


táculo y por
prisión.
«La tierra es su nodriza» .
Es decir, que se equilibra y pone en movimiento
por el
calor central de la tierra.
cEs el principio universal, el TBLBS MA del mund
o. »
Hermes mues tra a continuación cómo de esta
luz, que
es también una fuerza, puede hacer se una palan
ca y un di-
solve nte universal, así como un agente forma
dor y coa-
gulad or.
Y cómo es preci so extra er de !os cwerpos en
los que se
halla latente, esta luz en estad o de fuego, de
movimiento,
de ,esple ndor, de gas lumin oso, de agua ardie
nte, y en fin,
de.'tierra ignea, para imitar, con ayud a de estas
subst an-
cias, tod_éJS las creac iones de la naturaleza.
La tabla de esme ralda es t0diJ la magia en una
página.
Las demá s obras atribu ídas a Hermes, tales
como Pi-'
mander, el Ascle pio, la Minem<a del mund o,
etc., son
~iradas generalmente por los críticos c6mo produccion
es
de la escue la de Alejandría. No dejan de conte
ner también
las tradic;ones herméticas, conse rvada s en los
santu arios
de la teurgia. Las doctr inas de Hermes no puede
n perder-
se para aquel que posea las clave s del simbo
lismo . Las
ruina s 1del Egipt o son como págin as dispe
rsas con las
cuale s puede todavía, agrup ándo las, recon
struir se por
completo el libro, ¡éste prodi gioso libro en
el que las le-
tras mayú scula s eran templos; en que las frase
s eran ciu-
dades puntu adas con obeli scos y esfinges!
La misma división del Egipt o eral una sínte sis
mágica;
los nomb res de sus provincias, corre spond ían
a las figu-
ras de los nomb res sagra dos; el reino de Seso
stris se divi-
día en tres partes: el alto Egipt o o la Tebaida,
figura del
- 44-

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f / I S T O R /"A " DE L A M A O 1 A

mundo celeste y patria del éxtasis; el bajo Egipto símbolo


de la tierra, el Egipto medio o central, país de la ciencia y
de las a!tas iniciaciones. Cada una de estas tres partes se
hallaba dividida en diez provincias llamadas nomos, y ea-
locadas bajo la p.·otección especial de un Dios. Estos dio-
ses, en número de treinta, agrupados de tres en tres, ex-
presaban simbólicamente todas las concepcion es del ter-
nario en la década, es decir, la triple significación natural,
filosófica y religiosa de las ideas absolutas ligadas primi-
tivamente a lo_s números. Así, la triple unidad o el teFnario
original, el triple binario o el espejismo del triángulo, que
forma la estrella de Salomón; el triple ternario o la idea
completa bajo cada uno de estos tres términos; el triple
cuaternario , esto es el número cíclico de las revoluCiones
astrales, etc. La geografía del Egipto, bajo Sesostris, es ,
pues, un pautado, es decir, un resumen simbólico de todo
el dogma mágico de Zoroastro, vuelto a hallar y formula-
do de un modo más preciso por Hermes.
La tierra egipcia era, pues, un gran libro y las enseñan-
zas de este libro se repelían, traducidas en pinturas, en es-
culturas y arquitectur as, en todas las ciudades y en todos
los templos. El mismo desierto encerraba sus eternas en,
señanzas, y su verbo de piedra se asentaba francamente
sobre la base de las pirámides, ese límite de la intel'igen-
.
cia. humana ; ante el cual meditó, durante tantos siglos-
una esfinge colosal, hundiéndo se lentamente en la · arena.
Aun hoy su cabeza, mutilada por los siglos, se 'alza sobre
su tumba, como esperando para desaparece r que una voz
humana venga a explicar al mundo nuevo el proble_mé! de
las pirámides.
El Egipto es para nosotros la cuna de las ciencias y de
la sabiduría; porque reviste de imágenes, si no más ricas
---" 45-

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1 e, { r J. p H 11 A e V 1

al menos más e>,cactas y p¡.¡ras que las de la India, el dog-


ma antiguo del primer Zoroastro. El· arte sacerdotal y el
arte real fo~111aron en Egipto adeptos por la iniciación, y
la iniciación no se encerró en ¡os límites egoístas de car-
tas. Vióse a un esclavo ,hebuep iniciarse y llegar al rango
de primer ministro, y tal vez de gran hierofante, puesto que
casó con la hija de un sacerdote egipcio, y sabido es que
el sacerdocio no transigió jamás ton matrimonios inferio-
res. José realizó en Egipto el sueño del comunismo; hizo
9e1 sacerdocio y del Bstado los únicos propietarios, árbi- _
tros, por consiguiente, del trabajo y cle la riqueza. Abolió
de este modo. la miseda, y cpnv,irtió el Egipto entero en
una familia patriarcal. Sabido es que José debió su encum-
bramiento a su ciencia en la interpretación de los sueños,
'ciencia en la que los cristian0s de hoy día -hablo incluso
de los cristianos fieles-, no creen, no obstante admitir
que la Biblia, donde se relatan las maravillosas adivina-
ciones de José, es la palabra del Espíritu Sant0.
La ciencin de José no era sino la inteligencia de las rela-
ciones na•t urales existentes entre· las ideas y las imágenes,
entre el Verbo y sus figuras . Sabía que durante el sueño,
el alma, SUmergida en la luz é>Stral, ve los reflejos de SUS
más ocultos pensamiento s y hasta de sus presentimien-
tos; no ignoraba que el arte de traducir los jeroglíficos del
suefio es la clave de la lucidez universal, ya que tod ser
inteligente tiene revelaciones durante el sueño. (1)
· La .~iz~cia jeroglífica absoluta tenía po~ base un alfabeto
en que todos los dioses eran letras, todas las letras ideas,

(t ) Sobre esta materia véase la obra de ,An:rBMIDORO DB DALDIA, Lll


lnterpretacl6n de Jos sue/los, puellcada en esta misma BXBLIOTBCAI llill.
MAs ALLÁ.-N. del T.)
~- 46-

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f '
HIST ORIA De LA M A O 1A
. .
todas _las ideas números, todos los nú'!leros signos per~
rectos .
Este alfabeto jeroglífico· del %que hizo Mois~s el gran se-
' ,
creto de su cábala, y que tomó de los Egipcios , ·pues
según el Sepher Jerizah, procedía de Abraham; este alfa-
beto-deci mos-es el famoso libro de. Thot, que Court
,de •Gebelín sospecha, se ha conservado hasta nuestr'os
días bajo la forma de su juego de na,ipes raros que se
llama. el taJTot; mal adivinado después por Eteilla en quien
una pers everancia de treinta años no bastó a suplir el bu~n
sentido y la educación elemental que le faltaban; que existe
aún, e~ efecto, entre las ruinas de los monument os egip-
cios, y cuya clave más curiosa y· c'ompleta se halla en !·a
gran obra del padre Kircher sobre Egipto. Es .la copia de
una tabla isiaca que perteneció al célebre cardenal Bembo.
Esta tabla era de cobre con figur.as de esmalte; desgracia-
damente se ha perdido, pero K.irch,er da una copia exacta,
y este sabio jesuita ha adivinado, aunque sin poder ir más
allá en su explicac!ón, que contenía la clave jeroglifica de
los alfabet.os sagrados.
"
Esta tabla está dividida en tres partes iguales; en la
parte alta las doce mansiones celestes¡ en la inferior las
doce estaciones laboriosas del año, en el centro Jos vein-
tiún signos sagrados correspond ientes a las letras.
En medio de la región central se asienta la imagen de '
IYNX, pantomorlo , emble~a del ser universal correspon
diente al jod hebreo, la letra única de la que salen todas
las otras~lreded0r de IY.NX se ve la triada afisciél ce-
rrespondie nte a las tres letras madres de los alfabetos
egipcio y hebreo; a la de'recha las dos triadas ibir1.1orfa y
serapea, a. la izquierda la triada nephtenita la de Hécate,
figuras del octavo y pe! pas ivo, de lo volátil y de lo
..... -47-

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/,

E ' L 1 p ff A S L E 1

fijo del ruego fecundador y del agua generadora. Cada


pareja de triadas, combinada c0n el centro, da un septena-
rio; el mismo centro c0ntiene uno. Así los tres septena-
rios dan el absoluto universal de los tres mundos, y el
número completo de las letras primitivas, a las cuales se
añade u-n signo complementario, así como a los nueve
caracteres numéricos se les agrega el cero.
Los diez números y las veintidos letras constituyen lo
que se llama en cábala las treinta y dos vías de la ciencia,
y su descripción filosófica es el tema del libro primitivo y
·venerado que se llama el Sehpér jezirah, y que puede en-
contrarse en la colección de Pistorio y otras partes. El al-
fabeto de Thot no es el original · de nuestro tarot sino de
modo adulterado. El tarot que poseemos es de origen ju-
dío, y los tipos de sus figuras no se remontan más allá
del reinado de Cc:rlos VII. El juego de naipes de Jacque-
min Gringonneur es el primer taro! que conocemos, pero
los símbolos que reproduce son de ia más remota anti-
güedad. E&te juego fué un ensayo de algún astrólogo de
la época para dar al rey razón por medio de esta clave,
oráculo, cuyas respuestas, resultado de la ·combinación
" variada de los signos, son siempre exactas como las ma-
temáticas y mesuradas como las armonra·s de la natura-
leza. Pero es harto preciso disponer de discernimiento
para saber servirse de un instrumento de ciencia y de ra-
zón; el pobre rey, caído en la idiotez, no vió sino un ju-
guete de niños en las pinturas de Grigonneur, e hizo un
juego de naipes de los alfabetos misteriosos de la cábala.
Moisés nos cuenta que al salir de Egipto los israelitas,
lleva !Ion consigo · los vasos sagrados de los' Egipcios,
Esta historia es alegórica; el gran profeta no habría inci
tado a su pueblo al , robo. Esos vasos sagrados son loe
...:. 4R-

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HI.STOQ IA DE L. A M A O 1A

secretos de la ciencia egipcia que Moisés había aprendido


en la corte de Faraón. Lejos-' de nuestro ánii'I)O la idea de
atribuir a la magia. los milagros .de este homore inspirado
por Dios; pero la misma Biblia nos enseña que Jannes y
Mambves, l~s magos de Faraón, es dacir, los grandes
Hierofantes de Egipto, llevaron antes a cabo,, por medio
de su arte, maravillas parecidas a las suyas. Así transfor-
mllron varitas en serpientes y serpientes en varitas, lo que
pudiera atr.ibuirse a prestigio o fascinación. Convirtieron
el agua en sangre, hicieron aparecer instantáneament e una
gran cantidad de-ranas, pero no pudieron traer moscas ni
otros insectos parásitos cuando se declararon vencidos.
Moisés triunfó y llevó a los israelitas fuera de la tierrll
de esclavitud. En esa época; la verdade~a ciencia se per-
día en Egipto, pues los sacer.dote:;;, abusando de la gran
confianza del pueblo, lo clejaba envilecerse en ~na embru-
tecedora idolatría; ese era el gran escollo del esoterismo.
Era preciso velar la verdad al pueblo, sin ocultársela; im-
pedir que e~ simbolismo se desprestigiase cayendo en el
absurdo; era necesario mantener, en toda su dignidad y en
toda su primitiva belleza, el velo sagrado -de Jsis . Y es lo
que el sacerdocio egipcio no supo hacer. El vulgo imbéci l
tomó por realidades vivas las formas jeroglíficlls de Osi-
ris y de Hermanubis. Osiris llegó a ser un buey, y el sa-
bio Hermes un peFro. Osiris, ya buey, no tardó en pas·ear-
se con los mismos oropeles del buey Apis, y los sacerdo-
tes no impidieron q,ue el pueblo adorase una carne pre-
destinada para sus cocinas.
Ya era tiempo de salvar las santas tradiciones. Moisés
creó un pueblo nueyo, y le prohibió severamente el culto ~
las imágenes. Por desgracia este pueblo había convivido
,ya con los idóiatras, y las añoranzas del buey Apis le per-
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E L 1 p H A S L E V J

seg·uían en el desierto. Sabida es la historia del becerro de


A oro, que Jos hijos de Israel siempre han adorado un poco.
No quiso, sin embargo , Moisés, desterrar al olvido los je-
roglíficos sagrados, y los santificó consagrándolos al
culto purificado del verdadero Dios . Ya veremos cómo to-
dos Jos objetos que servían al culto de Jehovah eran sim-
bólicos y recordaban los signos venerados de la r evela-
ción primitiva.
Pero antes es necesal'io acabar con el gent il ismo y se-
guir, a través de las civilizaciones paganas, la histor ia d<i; ,
los jeroglíficos matnia lizados y de los antiguos ritos en-
vilecidos (1).

(1) Para el estudio sobre los naipes pu ede ver se la hermo sa o::> ra
de D. )osé Brunet: Lo joch de Naips ó cartas, honra de la eru dición
española.- (R. U.)

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CAPÍTUL0 V

LA MAGIA EN GRECtA

Llegamos a la época en que las cie¡;¡cias exactas de la


magia se revisten de su forma ·natural: la belleza. Hemos
visto en el Zohar al prototipo del hombre elevarse en el
cielo reflejándose en el Oc-éano del Ser. Este_hombre ideal,
·esta sombra del Dios pañtamorfo, este fantasma viril de la
forma perfecta no quedará aislado: una compañera va· a
nacer para él, bajo el dulce cielo helénice. ta Venu~ celes-
te, Venus casta y fecunda, la triple madFe de las tres Gra-
cias, surge a su vez, no ya de las dormidas a.guas de·!
caos sino de las 0ndas vivas y agitadas de es1e archipié-
lago murmurador de poesía, en que las islas empavesadas
de árboles verdes y flores parecen ser las naves de los
riioses.
El septenario mágico de los caldees se .tnan~_forma en
música sobre las siete cuerdas de la 11ira de Orfeo. Es la
armonía que penetra a través de los bosques y desiertos
· de Grecia. Al canto poético de Orf~o ·las rocas se ablan-.
dan, las encin11s se a1>aten, y las bestias feroces se some-
teñ al hombre. Por una magia semejante Amphion cons-
truyó las murallas de Tebas, la s·abia Tebas, de Cadmo,
la ciudad que guarda las siete maravillas del mundo, la
ciudad de la iniciación. Orfeo es quien ha dado vida a los
números, Cadmo, quien ha ligado los peQ_samientos a los
-M-

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é L 1 p H A .$ L E V /

caracteres. El uno ha hec·ho un pueblo de amantes de to-


das las bellezas; el otro ha dado a este pueblo uno patria
digna de su genio y de sus amores.
Bn >las tradiciones de la Grecia antigua vemos aparecer a
Orfeo entre los héroes 'del vellocino de oro, estos conquis-
tadores primitivos de la gran obra. El toisón de oro es un
despojo del sol. Es la luz apropiada a los usos del hom-
. bre; es el gran secreto de li:!S obras mágicas, es la inicia-
ción, en fin, que van a ·b uscar al Asia los héroes alegóri-
cos del toisón de oro. Además Cadmo es un desterrado
voluntario de la gran Tebas de Egipto. Trae a Grecia las
letras primitivas y la armonía que las agrupa. Al movi-
miento de esta armonía, la ciudad típica, la ciudad sabia,
la nueva Tebas se construyó por sí misma, pues la ciencia
está por completo en las armonías de los caracteres jero-
glíficos fonéticos y numeFales ·que se mueven por sí solos,
según las leyes de las matemáticas eternas. Tebas es cir- t
cular y su ciudadela cuadrada, tiene siete puertas como el
cielo mágico y su leyenda será pronto la epopeya del
ocultismo y la historia profética del genio humano.
Tadas estas alegorías misteriosas, todas estas tradicio-
nes sabias son .~1 alma de la civilización en Grecia pero
no hay que bus.c ar la historia real de los héroes de estos
poemas fuera de las transformaciones del simbolismo
oriental llevado a Grecia por hierofantes desconocidos.
Los grandes hombres de aquel tiempo escribían solamen-
te la historia de las idea·s y se preocupaban poco de in1-
·ciarnos en las miserias humanas de la génesis de los im-
perios, Homero ha seguido también este camino; da forma
a los dioses, es decir, los tipos inmortales del pensamien-
to y si el mundo se agita no es sino una consecuencia del
fruncimiento de cejas de Júpiter . .Si Grecia entra a sangre y
..... 62-

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HISTORIA ' DE LA ,M .A o r .4
fuego en Asia es -para vengar los ultrajes a la cienCia y a
la virtud sacrificadas a la voluptuosidad. Es para qevol-
ver el cetro del mundo a Mi'nerva y Juno a despecHo de-l.a
blanda Venus, que ha perdid~ a todos los que la amar@n
demasiado.
1 '
Tal es la sublime misión de la poesía: sustituy~ los Dio-
ses por los ·hombres, es decir, las causas "po~ los efectos
y las concepciones eternas por las minúsculas encarnacio-
nes de las grandezas terrenas. Son las ideas las que ele-
,van ~ hacen caer los imperios. En el fondo de toda gran-
deza hay una fe y para que sea poética, es decir, creadora,
es necesario• _q ue proceda de una verdad. La verd~derll
historia digna de ·interesar a los .sabios es la de la luz
siempre victoriosa de las tinieblas. Una jornada de este

la humanidad, pero lleva en sí las personificaciones d~ to-


' das las fuerzª:s. !Jércules, que simboliza la fuerza brutal, -
no ha de prestar su concurso a la obra; se pierde'. en el ca-
mino persiguiendo SUS jndign<~S amores; los otros "llegan .
al país de la iniciación, a la Cólquida, doqde aún se con--
servan algunos de los secretos de Zoroastro, pero ¿cómo
conseguir la entrega de la clave de estos misterios? La
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E L 1 p H A S L E 1

ciencia, una vez más, es traicionada por una mujer. Me-


dea entrega a Jason los arcanos de la gran obra, y en-
tre~a el reino y !"a vida de .su padre, porque es una ley

fatal del santuario oculto que . la revelación de los &ecre-


tos acarrea la muerte de aquél que no ha sabido guar-,
darlos.
Medea enseña a jason cuáles son los monstruos que ha
de combatir y de qué m_anera logrará vencerlos. Primera-
mente, ·es la serpiente alada y terresf.re, el flúido astral, que
es preciso sorprender para arrancarle los dientes y sem-
brarlos luego en una llanura previamente labrada, uncien-
,.
do al arado los toros de Marte. Los dientes ·del dragón
son los ácidos que deben disolver la tierra metálica, pre-
parada por un doble fuego y por las fuerzas magnéticas de
.la tierra . Entonces ;se produce una fermentación, un gran
combate; lo impuro es devorado por lo puro, y el Toisón
· brillante es la recompensa del adepto.
As í termina la historia mágica de Jason; viene en segui-
da la de Medea, pues en ellas lií! antigüedad griega ha que-
rido encerrar la epopeya de las ciencias ocultas. Después
de la magia hermética, viene la goecia, parricida, fratrici-
da, infanticida, sacrificándolo todo a sus pasiones y sin
gozar jamás del fruto de sus crímenes. Medea traicionó a
su padr~ , como Cam; asesinó a su hermano, como Caín.
Apu~ala a sus hijos, envenena él su rival y sólo consigue
el odio de aquel por quien quería ser amada. Puede extr~­
ñar que Jason, dueño del Toisón de Oro, no se mostrase
más juicioso, pero no hay que olvidar que debe el descu-
brimiento de sus secretos a la traición. No es un adepto
como Orfeo; es un raptor como Prometeo. Lo que busca
no es la ciencia, es el poder y la riqueza. Por eso acabará
miserablemente, y las propiedades inspiradoras y sobera-
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HISTORIA DE L A M A O 1A

nas del Toisón de Óro, sólo serán comprenclidas por los


discípulos de Orfeo. /
¡Prometeo, el Toisón de Oro, la Tebaida, la Iliadéi y la
Odisea! ¡Cinco grandes epopeyas, llenas de los grandes
misterios de la naturaleza y de los destinos humanos,
componen la Biblia de la Grecia antigua, monumento in-
menso, hacinamiento de montañas sobre montañas, de
'
obras maestras sobre obras maestras, de formas bellas
como la luz sobre pensamientos eternos y grandes como
la verdad!
Y fué a su propio riesgo como los hierofantes de la poe-
sía iniciaron al pueblo gri~go en las maravillosas ficcio-
nes conservadora s de la verdad. Esquilo. que osó sacar¡:¡
escena las luchas gigantescas, los lamentos sobrehuma-
nos y las·esperanzas divinas de Prometeo, el terrible poe-
ta de la familia de Edipo, fué acusado de haber traiciona-
do y profanado los misterios, y a duras penas, se vió libre
de una severa condenación. No podemos ahora compren -
der todo el alcance del atentado del poeta . Su drama era
una trilogía, y en él se veía toda la historia simbólica de
Prometeo. Esquilo había pues, osado mostrar ante el pue-
blo a Prometeo libertado por Alcides y arrojando a Júpiter
de su trono: el supremo poder del genio que ha sufrido y
.
la victoria definitiva de la paciencia sobre la fuerza. Es-
pectáculo hermoso, sin duda; pero las multitudes ¿no po··-
dían ver ahí los triunfos futuros de la impiedad y de la
anarquía?
El Promeleo, vencedor de Júpiter, ¿no podía ser tomado
por el pueblo emancipado un día de sus sacerdotes y de
sus reyes? Y así ¿no habría acaso muchas culpables es-
peranzas en los aplausos prodigados al revelador?
Debemos obras maestras a estos desfallecimie ntos del
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J

., .
l

e L' 1 p H A L . r, V 1

.dogma hacia la poe~ía ; y no somos, de esos iniciados


austeros que quisieran, como' Platón, de's terrar a los poe-
tas después de haber!0:;¡ .coronado;, los verdaderos poetas
son envi'ados pe Dios sobFe !•a li~Fra,.. y los que los recha-
.
, zan, m> merecen la bendición del'. ciel0.
El gran iniciador de Grecia y su primer civilizador, fué
a la vez su primer poeta; p0rque, aun admitiendo que Or-
feo, no fuese sino un personaje místico, o fabuloso, "ha-
·brfa que creer en la existencia de ' Museo y atribuir a éste
los versos que llevan el no¡nbre de su maestro. Pero poco
nos importa que uno de los argonauJas se· llamase o no
Orfeo; el personaje poético ha .hecho algo más que viv-ir: ,
'yive siempre ¡es inmortal! La f~bula de Orfe9 es todo un \
dogma, es una revelación de los de.s tinos sacerdotales, es
un nuevo ideal desprendido del •cullo de la bellez-a. Es,,
desde luego, la regeneracitn y la redención del amor. Or-
feo desciende a los infiernos e11 busca de Eurfdice, y ha de
traerla consigo sin mirarla. As í el hombre puro debe
crearse una compañera, debe elevarla hasta él consagrán-
dose a ella, sin c0diciarla. Unicamente ,remmciando al ob-
jeto de su pasión, merece el hombr·e alcanzar el verdadero
amor. Ya aquí se p.resienten los sueños tan castos de los
caballei'Os cristianos. Para arrancar a) infierno su Eurfdi-
ce ¡no deberá mirarla ... ! Pero el, hierofante es todavía un
/ hombre; desmaya, duda, mira.

¡Ah fnisera'm Euryllicen ... !

:Ya está- perdida. La; faltq ha sido cometida y la expiación


comienza: Orfeo está viud0, y permanece·casto. [.lega a la
viu de:z; sin hal:ier tenid_o tiempo de con<)~er a Eurídice. Viu-
do de una vivgen, quedará virgen· él mismo, p,orque el
·po~ta no tiene dos cOVé!Zii>ne~ y los hijos_de la r,a za de los
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lfi:JT OR!A DE L A M A O 1 A

diose~ aman eternamente. ¡Aspiraciones eternas, suspi-


.
t
ros por un ideal que volverá a encontrars e más allá
de la tumba, yiudez consagrada a la m~sa &agrada! ¡Qué
avance revelador de las futuras aspiraciones! Orfeo, lle-
vando en el corazón una herida que 'sólo la muerte podrá
curar, se convierte en el médico de las almas y d'e los
cuerpos; muere, al fin, victima de su castidad; muere con
la muer!~ de los 'iniciadoJTes y de los profetas; 'muene des-
pués de haber proclamad o la unidad de Dios y la unidad
del Amor, y este ha sido más tarde el fondo de los miste-
rios de la· iniciación órfica.
Tras de haber&e most~ado tan superior a 'su época 1 de-
' bfa quedarle a Orfeo la reputación de brujo y encantador .
..
A.tribúyesele, como a Salomóo, el conoéimiento de los sim-
ples y de los minerales, la ciencia de la Médicina celeste y
\
de la piedra filosofal. Conocía todo eso, sin duda, puesto
que pers'bnificaba en su leyenda la hiciación primitiva, la
caída y la reparación , es decir, las tres parles de la gran
obra de la humanidad. Véase en qué términos, según Ba-
llanche, puede resumirse la iniciación órfi,ca:
«El hombre¡ después de haber experimentado la influen-·
cia de los elementos, debe hacer sentir a los elementos su
propia influencia'. La creación, es el acto de una ma.gia di-
vina continua y eterna. Para el hombre, existir, realmente,
es tconocerse . La responsabi lidad es una conquista del
hombre; el mismo sufrimient_o del pecado, es un nuevo me-
dio de conqu!star . Toda vida reposa sobre fa muerte. La
palingenesia es la ley rep¿¡radora. El matrimonio es la re-
producción en !la humanidad del gran mister¡o cosmogó-
nico. Debe ser uno, como Dios 1y la naturaleza son uno.
El matrimonio es la unidad del árbol de la vida; la crápu-
la es la división '!la muerte, El árbol de la vida es único y
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E L 1 p H A

corresponden las ramas que ~extienden en el cielo y


s)t: ~ 1

florecen en estrellas a las raí es ocultas en la tierra. La


astrología es una síntesis;? conocimiento de las virtudes,
ya medicinales, ya mágicas de las plantas, de los metales,
de los cuerpos, en lo ~ife reside más o menos la vida, es
una síntesis. La,} otencias de la organización, en sus dis-
tintos grados ilfflon reveladas por una síntesis. Las alea-
ciones y las afinidades de los metales, así como el alma
de las P.lantas, y todas las fuerzas asimiladoras, son igual-
me ~ reve!adas por una síntesis (1). »
e ha dicho :que lo bello es el resplandor de la verdad.
or consiguiente, a esta gran luz de Orfeo debe atribuirse
la belleza de la forma revelada por primera vez en Grecia.
A Orfeo se remonta la escuela del divino Platón, padre
profano de la alta filosofía cristiana. De él tomaron sus
misterios Pitágoras y los iluminados de Alejandría. La
iniciación no cambia. Volvem0s a encontrarla siempre
igual a través de las edades . Los últimos discípulos de
Marlínez Pasqualis son todavía los hijos de Orfeo, si bien
adoran al realizador de la filosofía antigua, al verbo encar-
nado de los cristianos.
Hemos dicho que la primera parte de la fábula del Toi-
'
són de Oro encierra los secretos de la magia órfica, y que ·
la segunda está consagrada a sabias advertencias contra
los abusos de la g?ecia 0 de la magia negra.
La goecia, o falsa magia, conocida en nuestros días
por brujería, no puede ser :una ciencia: es el empirismo
de la fatalidad. Toda pasión excesiva produce una fuerza
artificial de la qu~ la voluntad no podría adueñarse, pero
que obedece al despotismo de la pasión. Por eso decía

(1) Ballanche, Orfeo, lib . VIII, pág. 169. Edición 1833.

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HISTORIA DE LA M A O 1 A

Alberto el Grande: «No maldigáis a !nadie cuando estéis


coléricos.» Es la historia de la maldición de Hipólito por
Teseo. La pasión excesi:va es una locura y ésta una em-
briaguez o congestión de luz astral. Por eso la locura es
contagiosa y las pasiones en general traen consigo un
verdadero maleficio. Las mujeres, más fácilmente arras-
trables por la embriaguez pasional, son en general mas
aptas para la brujería que los hombres. La palabra brujo
designa frecuentem.ente las víctimas de la1 suerte o por me-
jor decir, los niños, estas víctimas de su envidia y por con-
siguiente de su odio, eran ·sacrificado s por ellas. Unas
-como la Canidia de que nos habla Horacio-J os ente-
rraban hastá'"la cabeza, y los dejaban morir de hambre; ro-
deándoles de alimentos que no podían alcanzar; otras les
cortaban la cabeza, los pies y las manos, y reducían su
grasa y su carne en vasijas de cobre, hasta conseguir un
ungüento que mezclaban con jugos de beleño, belladona
y adormidera s negr s. Colmaban de este ungüento sus ór-
ganos cohstantem ente excitados por sus innobles deseos,
se frotaban con él las sienes y las axilas, después caían
en un letargo lleno de sueños desenfrena dos y lujuriosos,
hongos venenosos de la fatalídad.
Las brujas en Grecia, y especialmente en la Tesalia,
practicaban horribles en,señanzas y se entregaban a abo-
minables ritos. - Eran, generalmente, mujeres locas de
deseos que ya no podían satisfacer , cortesanas envejeci-
das, monstruos de inmoralida d y de fealdad. Envidiosas
del amor y de la vida, estas miserable$ mujeres no tenían
amantes sino en las tumbas, o mejor dicho, violaban los
sepulcros para devorar. con inmundas caricias la carne he·
lada de los adolescentes. Robaban niños y ahogaban sus
grito.s apretándole s contra sus flácidas manos. "Las lla-
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E L 1 p H A S L V 1

maban lamias, strygas, empusas. Hay que atreverse a de-


ci~.lo: tales son los orígenes de la magia negra; tales los
secretos que se perpetuaron hasta nuestra Edad Media, y
/, véase cual~s fueron las llamadas víctimas inocentes que
la execración publica, más que la sentencia de los inquisi-
dores, condenaban a morir en la hoguera.
En España, y en Italia, principalmente, pululaban todavía
las ralas de las strygas; y quienes duden pueden consultar
a los más sabios criminalistas de estos países, reasumidos
por Francisco Torreblanca, abogado real de la Cancillería
de Granada, en su Epítome delíctorum.
Medea y Circe' son los dos tipos de la magia malvada
en Grecia. Circe es mujer viciosa que fascina y degrada a
sus amantes. Medea es la envenenadora osada que a todo
se atreve y que pone - la misma naturaleza al servicio de -
sus crímenes. Existen, en efecto, seres que seducen como
CirciT, y al lado de los cuales se envilecen las almas, mu-
jeres cuyo amor degrada; no saben inspirar sino pasiones
brutales: os. excitan, os desprecian después. A estas mu -
jeres, es necesario, como Ulises, dominarlas y subyugar-
las por el terror, y saber luego abandonarlas sin pena.
Son monstruos de belleza, no tienen corazón; sólo la va-
nidad las hace vivir. La antigüedad las representaba balo
la figura de sirenas.
) · En cuanto a Medea, es la criatura perversa, que anhela
el mal y que lo causa. Esta es capaz de amar, pero su
amor es más temible todavía que su odio. Es mala madre
y matadora de pequeñuelos. Ama de noche y a la luz de la
luna, va co~iendo plantas maléficas para componer sus ve-
nenos. Mag:neliza el aire, hac~ mal de ojo a la tierrra, infec-
ta las aguas, envenena el fuego. Los reptiles le prestan su
baba: murmura' horribles palabras; por doquier la siguen
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ffl.ST0 /1/A DE L A M ' A O /A

rastros de sangre y de sus· m'1lnos caen miembros corta-


dos. Sus c<!msejos enloquecen, sus caricias ca~:~san hc¡>rror.
Es1a es la mujer que ha querido colocarse por enCima
de su sexo, iniciándose por sí misma en las ciencias pro-
hibidas. Los hombres vuelven la faz y los niños se ocul-
tan cuando pasa. Vive sin razón ni amor, y las decepcio-
nes de la naturaleza que se vuelve entre ella, son el supli-
cio renovado de su orgu!lo (1).

(1) Hay una obra fundamental, y definitiva sobre lnndlvlnncló'n nnti-


gan, 111 de A. BOUCHÉ-LBCLBR CO. lf!Bfo/re d!l/11 Divlnifil18 deuB 1'11ntl•
quite, 4 vol. París Leroux 1879 (R . U.)

\ 1

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J
CAPÍTULO VI
MAGIA MATEMÁTICA DE PITÁGORAS

Numa, cuyos conocimientos mágicos ya hemos indica~


do, había teniüo por fniciador a un cierto Tarchon, discí-
pulo de un caldeo llamado Tages.
La ciencia tenía entonces sus apóstoles, los cuales reco-
rrían el mundo sembrando sacerdotes y reyes , Incluso, a
veces, la persecusión coadyuvaba al cumplimiento de los
designios de la Providencia, y así fué como . hacia la se~
senta Y. dos olimpiada, cuatro generaciones después del
reinado de Numa, llegó a Italia, escapando de la tiranía de
Polícrates , Pitágoras , de Samos.
El gran vulgarizador de la filosofía de los números, ha-
bía ya recorrido todos los santuarios del mundo; había ido
a Judea, donde se hizo practicar la circuncisión para po-
der ser iniciado -en los secretos de la cábala que le fueron
comunicados, no sin cierta reserva, por los profetas Eze-
1
. quiel y Daniel. Después consiguió, no sin trabajo, ser ad-
mitido en la iniciación egipcia, con la recomendación del
rey Amasis. El poder de su genio suplió las imperfectas
comunicaciones de los hierofantes, y llegó a ser él mismo
' un maestro y un revelador.
Pitágoras .definía a Dios como uAa verdad viviente y ab-
soluta revestida de luz. Decía que el verbo era el número
manifestado por la 'f orma . Hacía descender todo de la te~
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HIS10RIA DE LA M A G 1 A

tractys, es decir, del cuaternario. Dios- seguía diciendo-


es la música suprema cuya armonía.es la naturaleZia. Se-
gún él, la expresión miis elevada de la justicia es el culto;
el uso más perfecto de la ciencia es la ;nedici na; lo bello
es la armonía, la fuerza es la razón, la dicha es la perfec-
ción, la verdad práctica es que debemos desconfiar ·de la
debilidad y de la perversidad de los hombres.
Cuando vino a establecerse a Crotona, lqs magistrados
de la ciudad viendo el dominio que ejercía subre los espí-
ritus' y sobre Jos corazones, )e i!COgieron primefO COn re-
celo , después le consultaron. Pitágoras les aconsejó s a-
crificarse .a las musas y que conservasen entre ellos la
más perfecta armonía , pues, según les decía, los conflictos
entre los superiores sori los que sublevan a los servidores;
· seguidamente les dió el gran precepto religioso, político y
social: «No hay ma·l que no sea preferible a la anarquía>>,
Sentencia de una, aplieación universal y de una profun-
didad casi infinita, pero que nuestro propio siglo no está
aún capacitado para comprender. Nos quedan de Pitágo -
ras, aparte las tradiciones de su vida, sus Versos Dorados
y sus símbolos . Sus versos dorados han llegado a ser lu-
gares comunes de la moral corriente, tal ha sido su éxito
a través de las edades. Véase una traducción de ellos:

Presta cultó a los dioses. inmortales


según las santas leyes han dispuesto.
A los héroes , después, rinde homenaje ,
y acata los solemnes juramentos.
Respeta y haz legales sacrificios
a las divinidades del infierno;
honra a tus padres,. honra a tus parientes
y ten por tus qmigos a los buenos.
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L 1 p H A L V r

Inclínate a las obras provechoaa11,


no pongas resistencia al buen con11ejo,
ni por liviana falta, mientras puedas,
vean en ti, tus amigos, duro ceño.
Aprende a dominar el apetito
del comer y beber; dom'ina el sueño,
la lascivia y la cólera; nada hagas
que fuere torpe y de pureza ajeno
ni con otros ni a solas; a ti mismo
mfrate con pudor y con respeto.
Practica la justicia y te acostumbrt~ s
a estar en tu razón y sano acuerdo
pensando que es morir cosa segura
y Jos' bienes del mundo pasajeros.
La parte que te <;upo de los males
dados al hombre pm: el hado adver11o ,
soporta con dulzura , y sin airarte;
aplica a tus dolores su remedio,
de las ·Cuitas hurpanas contemplando
ser la P!!rte menor para los buenos.
Bn los hombres verás nobles discurso•
y verás los ruines y perversos:
no te causen asombro ni consientas /
en desviarte de tu buen intento.
' Si alguna vez te hablaren con mentira ,
calla y escucha· con paciencia, pero,
que ninguno a decir, o hacer te obligue
lo que en tu buen sentir no fuere honesto.
Antes de, dar principio a tu trabajo.,
piensa, para evitar los desaciertos.
Sé prudente; no ofendas a los hombres
con actos o con dichos indiscretos.
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HISTORIA DE ¿A M. A O 1 A .

Obra, por el contrario , cosas tales


que nunca llores su dañoso efecto.
No te ocupes cle aquello que no entiendes; '
dócil pide a la ·ciencia sus secFetos;
con estas reglas de vivir, tus días
serán dulces, tranquilo s y risueños.
Te conviene además ser cuidad0s o
en lo que mira a la salud del cuerpo;
en bebidas, comidas, en ejercicios ,
pon saludable tasa y just0 medio .
Sea sobrio tu vivir; tal lla:neza
de tu •casa y persona en el goáierno ,
que no exista la envidia; nunca gastes
con torpe indiscreción fuer.a de tiempo;
mas no(seas ava no; que es en todo
una jusJa medida el dar perfecto.
í Haz lo que no te dañe; vaya siempre
1
delante cle la obra el pensamie nto.
A la hora_del descanso , no a tus ojos
..., '
concedas , hijo, el regalado sueño ,
sin antes ver lo que pasó en el día
y cada cosa examinar atento .
¿Dónde estuve? ¿Qué hice? ¿Qué oára útil
dejé sin acabar? Y discurrien do .
' de todo, de lo malo te arrepient as ,
ten dulce regocijo dé lo bueno.

Hasta ahora los Versos Dorados n0 parecen sino las


lecciones de un pedagogo .
Tienen sin embargo muy dist'into alcance. 8<'HJ las leyes
preliminares de la iniciación . mágica , es la primer.a parte
de la gran -obra, es decir, la creación del qdepto perfecto.
- hli -

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e L 1 p lf A L e 1

l.n conticuación lo deja ver y lo prueba:

Medita y aprovec ha. estas lecciones;


ama, por tu bien propio, estos consejos :
que ellos te han de poner, si los practica •
de la virtud divina en el sendero .
Por Aquél que nos dió las cuatro fuentes
de vida perennal, te lo prometo.
Tu obra al comenzar, ruega a los dio~e:t
que le den venturos o acabamiento,
y en viéndola acabada reconoc e
que es instable, pues viene a tierra luego
cuanto el hombre fabrica, y lo que sal"
de la mano de Dios, es sólo eterno.
Ser la naturaleza igual en todo
reconoce también; vive contento
si alcanzas la verda-d; esto nos cumple.
que esperar lo imposible es loco ~peño~
Reconoce también que por su arbitrio
se cercan los mortales de tormento s.
¡Infelices! No ven, no ven ni escucha n
estando cerca el bien. ¡Cuán pocos de ellos
rompen su esclavitud! Tan crudas hieren
las parcas el humano entendimiento,
y, rodando , rodamos 'por la tierra,
sólo para llorar males inmens~s.
Con el hombre ha nacido, y es del hombre
funesta compañe ra acá en el suelo
la discordi a fatal, la que sus dardos
. ~rroja y huye a su escondid o puesto.
No quieras provoca rla, más te vale
• sus itas evitar siempre cediendo.
~ 66-

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fii.S _ TOR !A DE LA M A O 1 A

¡bh I!>ios padre! Del mal, del mal nos J.ibres


y en la elección del bien danos aderto. -
Pero ten confianza, que Jos hombres
de linaje divino descendieron,
y la santa, la próvida natura,
les irá revelando sus misterio s.
En tanto, de los males que te agobien,
si cumples mis mandato s ,' serás dueño,
y salvarte podráe; más piensa, piensa;
haz de tu refllexión constant e objeto ·
purificar y redimir el alma.
Estas cosas medita ,con buen seso.
A todo tu razón se sobrepo nga t
que es el mejor auriga, y cuando, el cuerpo
abandon ado al éter libre suba,
será la eternidad su digno premio (1),

Pitágora s decía: cDel mismo modo que hay tres pocio-


nes divinas y tres regiones inteligibles, hay' también un tri-
ple verbo, puesto que el orden jerár~uico se manifiesta
siempre por tres. Hay la palabra simple, la palabra jero-
glífica y la palabra simbólica; en otr0s términ os e:xiste el
verbo que expresa, el verbo que oculta y el verbo que sig-
nifica; toda la inte!.igencia hierática está en la ciencia per-
fecta de estos tres grados» .
Rodeaba, pués, la doctrina de símbolo s, pero evitaba
celosam'ente las personif icacione s y las imágene s que, se-

(1) Hemos cre!do más oportuno dar esta versión clásica de


don Jo-
naro Alenda, que hacerla nosotros de la francesa que ofrece el autor.
Sobre Pltágoras puede consultars e con fruto a A. DACIBR. - Pi/ágo-
ras: su vida, sus simbo/os, y los Versos Dorados, con los comenta-
rlos ~e Hierocles, versión y prólogo de Rafael Urbano. Barcelona, 1906
1 vol, en. B.o.-(R. U. j '

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l. p H L E V 1
E. L

idola tría. Se le ha
gún él, engendran tarde o temp rano la
los poetas, pero es
llega do a acu1sar, inclu so, de odiaF a
es Pitág oras nega-
únicamente a lo~ !}lalo s poetas a quien
ba el derecho a hacer verso s.
tu lira.»
«No haga s sona r tus verso s, si no canta
homb re no podía ignor ar
dice en sus símbolo&. Este gran
pens amie ntos subli-
la relac ión exacta que existe entre los
das, y sus mism os
mes y las bella s expre sione s figura
símb olos están lleno s de poesía.
coron as. »
«No deshojéis las flores que form an las
que no empe-
De este .nodo aconseja a sus discí pulos
hi¡en aque llo que
queñezcan nun.ca la g:loria y que no marc
de glori ficar .
el mund o parece tener necesidad
sejar el celibato
Pitág oras era casto, pe11o lejos de acon
dos hijos~ Cítase
a sus discí pulos , casó él mism o y tuvo
oras: preguntá·
una herm osa frase de la esposa de Pitág
tener trato con un hombre
ron!~ si la -muje r que acaba de
y que cuán to tiempo
no necesitaría algun as expia cione s·
entemente pura (!1ara
después podía cons idera rse !0 suflci
s. En segu ida-c onte s·
pode r acercarse a las cosa s santa
con otro hombre,
,tó-s i, &á sido con su marid o; si ha sido
,. ._ , jamá s.
esta pureza de
Con esta seve ridad de princ ipios , con
los miste rios de la na-
costu mbre s, 'es como .se inicia ba en
así es como se con- ,
turaleza en la escuela de Pitág oras, y
mism o para dirigi r
seguía el suficiente impe rie. sobre sí
ía esa facultad que
las fuerzas elementales. Pitág 0ras pose
que entonces se Ua-
noso tros deno mina mos doble vista y
sus discí pulos a la
. maba adivi naci( )n. Un día estaba con
el horiz onte: ' e Maes-
·orilla del mar. Una na.ve apare ció .en
is que yo sería rico
' ..
tro, le dijo uno de sus discí pulos , ¿creé
si me diera n el carga ment o de ese barco
? -Os sería bien

-68-

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HIS70Rl.A D 'E L A ~- M A (] ' 1 A.

inútil, díjo 'Pitágor as-. Entonce s lo guarclaría para mis


herederos. -'- ¿Querrfa is, pues, legarles dCi>s cadáveres? . \; 1
· Bl barco entró en el puerto instantes después; traía el •
cuerpo del hombre que había querido ser enterrad,o en su ··
patria.
Cuéntase que los animales obedecían a Pitágor.a,s. tln
día, en los juegos olímpico s , llamó a un águila c¡ue atra-
vesaba el espacio; el águila descendió dando vueltas Y '(
continuó su vuelo de un.,alerazo Cl!lando le hizo un sig.nG>
1

para que se alejara. ·Una osa monstnuosa asolaba la Pu- ,

glia. Pitág0ra s, la hizo postrars e a sus pies . y le ordenó


dejar el país. El animal no volvió a aparecer. Y como se
le preguntase a qué ciel'lcia debía tal'l singular pocler-, r es- t .

pondió: -A la Ciencia de la luz.


Los seres animado s, en efeeto, son encarna ciones de la ·
l~:~z; las formas salen de las penumbr as de la fealdad
para
llegar progresi vamente a los esplendores de la belleza; los 1
instintos son pr.oporcionales a 'las formas , y eL hombre, '
que es la síntesis de esta luz de la que los animales s.ori
' -
el análisis, ha sido creado para mandarl os; pero c0rrio e·n
lugar d~. ser su amo , se ha .hecho su persegu idor y su
verdugo, las bestias le temen y se vuelven contra él. Dében
no obstante sentir la p0tenda de una voluntad excepcional
que se manifies ta pa.r a ellos benévola y directriz , se sienten
entonces invencib lemente magnetiz ados, y gran número
de fenómenos moderno s pueden y deben hacerno s com-
1
prender la posibilid ad ?e los milagros de Pitágora s. '
Los fisonom istas han notado que l a mayor parte de los
hombres evocan por algunos rasgos de su fisonomí¡¡ la
semejanza con algúr.J animal. Esta semejanz.a puede mu¡y
bien no ser si~o imagina ria y producir se a causa de la
impresión~producida en nosotros pmd as diversas fisono- ·
- 6.9"-

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e•. ,E p ' H A 8 \. L E 1

míás, revelándonos los rasgos flalientes del carácter de


las personas. De este modo encontramos que un hombre .
retraído, se asemeja a ' un oso, un h'ombre hip6crita a un
gato y así otros. Esta 'clase de juicios se exageran en Ia
Imaginación y se completan en los sueños, donde frecuen-
temente las personas que nos han impresionado desagra-
dablemente durarite la jornada, se transform<m.en animales
y nos hacen experimen!ar las angustias de la pesadilla.
Ahora bien, los animales estáh como nosotros, y más que
nosotros, bajo la influencia de la imaginación, pues care-
cen del raciocinio para rectificar los errores. Así se impre-
sionan baJo nuestras miraclas, según sus simpatías o an-
tipatías exaltadas por nuestro magnetismo. No tienen,
además7 conciencia ·alguna de lo que .constituye la forma
humana y no ven en nosotros sino otros animales ·que les
dominan. Por eso' el perro , toma a su amo por un perro
más perfecto que él. Bn la buena dirección de este instinto
consiste el secreto del _imperio sobre los animales. Hemos
visto a un célebre domador de fieras fascinar sus leones
mostrándoles un rosrrt:r feroz y trasfigurarse él mismo en
un león furioso; (aquí se aplica a la 1etra el proverbio po-
pula·r : e hay, que rugir con el león y balar con los corderos".
De otra parte, .cada fo~ma animal represen!a un instinto
particular, una aptitud o un vicie . Si hacemos predominar
en nosotros el carácter bestiaJ, tomaremos cada vez más
su exterior, hasta el punto de imprimir su imagen ·
fo~ma
perfecta en la luz astral y veremos nosotros mismos, en
eJ estado de sueño o éxtasis, tal como podríamos ser vis-
tos por sonámbulos o iluminados y ' tal como parecemos
ein duda a los animales. Que la razón se extinga en ese
momento; que el sueño persistente se convierta en locura
y hétenos convertidos en bestias como Nabucodono sor.
-70-

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fl l ...S 1 O R l- A De L A M A O 1A

A.sf se explican las historias de los /oups-;garon3 algunas


de las cuales han sido jurídieamente comprobada~. Los
hechos eran exactos, lo que se ignnraba es que los testi-
gos no estaban menos alucinad os que los mismos /oup3-
f!t1rons.
Los hechos de coincidencia y correspo ndencia en los
sueños no son raros ni extraord inarios. Los extáticos se
ven y se hablan de un extremo a otro del mundo, en el es- (
fado de éxtasis. Vemos una persona por la primera vez;
nos parece que la conocem os de antiguo. Es que la hemos
encontrado a menudo en nuestros sueños. La vida está
llena de estas singular idades, y en cuanto a la transform a-
ción de seres humano s en animales , encontra mos de ello
ejemplo a cada paso. ¡Cuánta s cortesan as decrépit as y
glotonas, reducida s al estado de idiotismo, después de ha-
ber conocid o todos los placeres de la existencia, no son
sino viejas gatas únicamente prendad as de su gato!
Pitágora s creía por encima de todo, en la inmortalidad
del alma y en la eternh:lad de la vida. La sucesión conti-
. nua de los veranos y de los inviernos. de los días y de las
noches, del sueño y del desperta r, le explicaban bastante
/
el fenómeno de la muerte. La inmortalidad especial del
alma humana, consistía , según é), en la prolonga ción del
recuerdo. Pretendía acordars e, según se dice, de sus. exiJ-
téncias anterior es, y si e's ver_?ad que pretendía esto, es
que encontra ba, en efecto, algo parecido en sus reminis-
cencias, porque este hombre no ha podido ser un charla-
tán ni un loco. Pero es probable que creyese encontra r es- -
tos viejos recuerdo s en sus sueños, y que se haya toma-
do por una afirmación positiva lo que no era de su parte
sino una investigación y una hipótesis ; sea de ello lo que
fUere, su pensami ento era grande y la vida real de nuestra
-71-

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L 1 p Ji A S L E 1

individuálidad, no está sino en la memoria. La fuente de


olvido de los antiguos era la verdadera imagen filosófica
de la muerte. L.a Biblia parece clar a esta idea una aproba-
ciól) divina cuando elice en el Libro cle los Salmos: «La
vida del justo estará en la eternidad de la memoria (1).»

(1) In, memoria &tern8 erit justus.

- 72

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CAPÍTULO VII
LA 'S ANTA C Á B A LA

Remontémon os ahora a la~ fuentes de.la verdadera cien-


cia; volvamos a la santa cábala o tradición de los hi-
jos de Seth que Abraham tomó de Caldea, que fué ense- ., 1

ñada al sacerdoeio egipcio por José, recogida y depurada


por Moisés, 0cultada por los símb0los en la Biblia, reve-
lada por el Salvador a San Juan y conteqida todavía en su
forma completa en las figuras hieráticas análogas a las de ,
toda la antigüedad en el Apocalipsis de este Apóstol.
Los cabalistas rechazan todo lo que se parece a la
idolatría; sin embargo, .dan a Dios la figura humana; pero
es una figura puramente geroglífica .
Consideran a Dios como el infinito inteligente que ama
y vive. Para ellos no es la colección de los seres ni la abs-
'
tracción del Ser, ni un ser filosóficamente definible. Está·
en todo, distinto de todo y más grande que todo. Su mis-
mo nombre es inefable aunque este nom.bre r.o expr~séi
más que el ideal humano de su divinidad . No está permiti-
da al hombre c0mprender 10 que Dios es, por sí mismo.
Dios es el absoluto' de la fé; pero el absoluto ·de la razón
es el Ser.
El Ser es por sí mismo y porque es. La razón de ser del
Ser es el serjmi.smo. Puede preguntarse: ¿Por qué eX'iste
algo, es decir, porque tal o· cual ·cosa existe? Pero no se
-73

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L 1 p ¡¡ A L e V ;

puede sin ser absurdo preguntar: (!Por qué el Ser, es?


Esto sería sup@ner al Ser antes del Ser.
La tazón y la ciencia demuestran que los.modos de exis-
tencia del Ser se equilibran, según leyes armónicas y je-
rárquicas. Pero la jerarquía se sin'tetiza al ascender y sé
hace cáda vez más monárquica. La razón, sin embargo,
no puede detenerse en un jefe único sin as mbrarse de los
abismos que prevee por encima de este supremo monarca ,
se calla y la fé que adora le substituye.
bo que es seguro a.ún ·para la ci~ncia y para la razón ea
que la idea de Dios es la más g~ande, santa y útil de to-
das las aspiraciones del hembre; y que en esta creencia
eepara fa moral con :su sanción eterna. Esta creencia es
en la humanidad el más real de los fenómenos del Ser y si
fuese falsa, la naturaleza afirmaría el absurdo, la ~ nada
. informaría la vida, Dios sería, y al mismo tiempo no
sería.
Los cabalistas dan un nombre a esa realidad filosófica
insontestable que' se llama la ~dea de Dios; en este nombre
están contenidos todos los demás. Las cifras de este nom-
bre producen todos los npmeros, los geroglfficos de las
letras de ese ·nombre expresan todas las leyes y todas las
c0sas de la naturaleza.
,No insistiremos en lo que yéi hemos dicho en nuestro
Dogma de la magia superior del tetragrama divino; sola-
/ mente añadiremos qué los cabalistas lo escriben de cuatro
maneras principales: J. H. V. H. que ne pronuncian, pero
que deletrean: Jod, He, \lau, He, y 'que pronunciamos Je-
hováh, lo que es contrario a toda analogía porque eltelrél-
. gráma ·asf desfigurado estaría compuesto de seis le-
tras: A.D N 1 que pronu.nciamos Adonai, lo que qf.!iere de-
cir Señor. A.l:i 1 H, que se pronuncia Eiei , c;¡ue significa
74-

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lfi.STORIA DE L A M A O lA

Ser, A G LA que se pronuncia como s·e escribe y que con-


tiene geroglíficamente todos los misteriGs de la cát>ala.
En efecto, la letra Aleph es la primera del alfabeto hebreo;
expresa l'a unidad, representa en geroglífico el dogma 'de
Hermes, «lo que está arriba es igual a lo que está abajo».
Esta letra, en efecto, tiene dos brazos que uno señala-la
tierra y otro el cielo con un movimiento análogo .
La JJtra Ghimel es la tercera del alfabeto, expresa numé-
ricamente el ternario y geroglíficamente el nacimiento. La
letra Lamed es la duodécima, es la expresión del ciclo per-
fecto. Como signo geroglífico repr~senla la circulación
del movimiento perpétuo y la relación de la circunferencia
al radio.
La letra Aleph, repetida, es la expresión de la síntesis.
Por eso el nombre Agla significa: la unidad que por_el
ternario realiza el ciclo de los números para volver a la
unidad; el principio fecundo de la naturaleza que hace uno
cbn él; la verdad primera que fecunda a la ciencia y la hace
volver a la unidad; la silepsis, el análisis , la ciencia y la
síntesis; 'las tres personas divinas que forman un solo
Dios, es decir, la luz astral fijada por una emisión sobe-
rana de voluntad, lo que los adeptos figuraban por una
serpiente atravesada por una flecha formando con ella la
letra Aleph.
Además, las trés 0~eracione~. disolv~r, sublimar, fi-
jar, que correspoiJden a las tres substancias necesarias;
sal, azufre y mercurio, todas expresadas por la letra Cihi-
mel. Y las doce claves de Basilio Valentín-expresadas \
por Lamed. En fin la obra realizada conforme a su princi- r
pío y que reproduce el principio mismo .
Este es el origen de la tradición cabalística que coloca
toda la magia en una palabra. Saber leer esta ' palabra y
-75-

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L l p H E

prolmnciarla , es decir , 'comp.rencler sus misterios y tr.adu- ·


cir en acciones los conocimientos absolutos, es la clave de
las ma-ravi-Has. Para pronunciar el nombre Agla , hay que
v·oÍvers~ hacia el o 'riente, es decir, unirse con la intención
. ~ .
y con ·la ciencia a la tradiei0n 011ieRtal. No debemos olvidar
que según ra cábala el veroo p~r eclo·es la palabra realiza-
da en actos . De ahí viene esta expresión que se encuentra
varias veces en la Biblia: Hacer u'na palabra-facere ver-
búm-'en· el, sentido de reaHzar una acción. Pronunciar ca-
balística·m·ente el nombre de Agla, es sufrir todas las prue-
bas de la iniciación y te11minar t e da~ las obras.
liemos dicho en nuestro Dog:na de la magia cómo
el nombre de Jehovah se descómpon·e en setenta y dos
nombres' explicativos que se llaman Sehemhamphoras. El
arte de empleC!r los setenta y dos nombres y encon trar en
ellos las claves de la ciencia ¡.¡niversal, es lo que han lla-
mado'los 'cabalistas las clavículas de Salom ón: en efecto,
al final de las recopilaciones, de las evocaciones y rogati-
vas que llevan este título, ~e encuentran ordinariamente se-
tenta i dos círculos mágicos formando treinta y .seis
talismanes. Esto es , cualro por nueve, es decir , el número
absoluto multiplicado por el cuaternario. Los talismanes
nevan ·cada uno dos de los ' setenta . y dos nombres con el
~

signo emblemático de su número y el de las cuatro letras


del nombre de Jehova a que corresponden.
Es to es lo que ha propdrcipnado a los cuatro décan
emblemáticás de la cartomancia: el palo figurando la jed;
la copa figurando la IJe; la espada 'r epresentando el vaf, y
'la he final. En la .,.cartomaAcia se ha añadido el comple-
mento de la decena ; que Fepite sintéticamente la unidad.
•Las tradiciones populares de la magia decían que el po -
seedor de las clavículas de Salome n puede cenversar con
-7-6

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HISTORIA DE L A /ti] AOIA
/
• 1
los espíritus de todos los órdenes y hacer que le obedez-
can las fuerzas naturales. Estas clavículas, que se han
perdido y encontrado varias veces, n0 son otra cosa Q,ue
los talismanes de, los setenta y dos nombres y los miste-
rios de los treinta y dos caminos geroglíficamente rep¡:o-
ducidos en la cartomancia . Con <Jyudé! d~ estos signos y
por medio de sus combinaciones, infinitas como la de los
números y las. letras, se puede llegar a la revelación natu-
ral y mqtemática de lodos los secretos de la naturaleza y
·entrar, por consiguiente, en comunicación con la jer.arquía
entera de las inteligencias y de los genios.
Los sabios cabalistas se ponen en ,guardia contra los
ensueños de la imaginació n y la s alucinaciones de la vigi-
lia. También evitan las evocaciones malsanas que con-
mueven el sistema nervioso y extravían la razón, Los ex-
perimentadores curiosos de los fenómenos de visión sobre~
natural, no son mucho más sensatos que los hubiluados
al opio y al haschisd. Son niños que se perjudican
.
por
1
placer. Pueden dejarse sorprender por la embriguez; pue-
deR también olvidarse voluntariamente, hasta. el punto de
querer sufrir el vértigo; per.o el hombl'e que se estima con
una experiencia tiene bastante, y la g.ente honrada no se
embriaga dos veces.
El conde José de Maistre dice que algún día se burla~án
de nuestra estupidez actual, como nos burlamos de la bar-
barie de la Edad Media . ¡Qué hubiese pensado si hubiese
visto a los simuladore s que hacen a las mesas moverse, o
si hubiese oído a los constructor es de teorías sobve el r
mundo oculto de los espíritus! ¡Qué infelices somos: nos
escapamos de un absurdo para ir al absurdo c0ntra'rio! El
siglo xvm creía pnotestar contra la superstición negando
la religión , y nosotros protestamos contra la impiedad
- 77 -

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• [; L 1 p fl A L E V 1

deí siglo xvm. echándonos en brazos de los cuentos de


nuestras abuelas; ¿no se podría ser más cristiano que
Voltaire y no creer en los aparecidos?
Los muertos no pueden volver a la tierra que han aban-
donado, más fácilmente que un niño podría volver a en- '
trar en el seno de la madre.
Lo que llamamos muerte es el nacimiento a una vida
nueva. La naturaleza no deshace lo que ha hecho en el or-
den de las progresiones necesarias de la existencia, y no
podría dar un men:ís a sus leyes fundamentales.
El alma humaná servida y limitada por los órganos, no ·
puede, sino por medio de estos órganos, ponerse en rela-
ción con la& cosas del mundo visible. El cuerpo es una
envoltura proporcional al medio material en el que el alma
debe vivir. Al limitar la acción. del alma la concentra y la
hace posible. En efecto, el alma sin cuerpo esti'lría en todo
sitio, pero de una manera tan tenue que-no podría obrar
en ninguno; estaría perdida en el infinito; sería absorbida
y anulada en Dios.
Suponed una gota cle agua dulce ·encerrada en una am-
polla y arrojada al mar: mientras la ampolla no se rompa,
la gota subsistirá con su propia naturaleza; pero si se
ompe, podéis buscarla en el mar.
Dios, al crear .los espíritus, no ha p0dido darles una
érsonalidad consciente de sí mismos, sino dándoles una
t>nvoltura que centraliza su acción, y que al ser limitada
impide que se disperse.
Cuando el alma se separa del cuerpo, cambia necesaria-
mente de medio, puesto que cambia de envoltura. Parte,
revestida solamente de su forma astral, de su en\'oltura de
luz, y asciende por sf misma por encima de la atmósfera,
como el aire sube por encima del agua. · ··
-78 ~

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H/tJTORIA DE LA M A O 1 A

El aire atmosférico se hace sólido para los cuerpos de


luz, infinitamente más ligeros que él, y no podrían vo l~
ver a bajar sino recargándose con una vestidura máe pe~
sa da. ¿Pero dónde tomarían esa vestidura por encima C!e
nuestra atmósfera? No podrían volver a la tierra más que
encarnándose de nuevo, su vuelta sería ura caída, mori·
rfan como espíritus libres y volverían a emprender el no-
viciado. Pero la religión c_9 tólica no admite que esta vuelta
sea posible.
Los cabalistas formulan en un solo axioma toda la doc-
trina que acabamos de exponer. El espíritu, dicen, s~ en·
vuelve para descender, y se despoja para subir. La vida de
las inteligencias, es absolutamente ascendente; el niño, en
el seno de la madre, vive una vida vegetativa y recibe e l
alimento por un lazo que le une a ella como e!' árbol a la
tierra, y como él se nutre por la raíz .
Cuando el niño pasa de la vida vegetativa a la vida ins-
ti~tiva y animal, el lazo se rompe y puede marchar. Cuan·
do el" niño se hace hombre, se desliza de las cadenas del
Instinto, y puede obrar como ser razonable. Cuando el
hombre muere, escapa a las leyes de . la gravedad que le
hacían caer siempre sobre la tierra. Cuando el alma ha
expiado sus faltas, se hace suficientemente fuerte para de-
jar las tinieblas exteriores de la atmósfera terrestre y su-
bir hacia el sol.
Entonces comienza la ascensión eterha de la santa es-
cala, porque la eternidad de los elegidos no pod.ría estar
ociosa; van de virtud en virtud, de felicidad en felicidad,
de triunfo en triunfo, de esplendor en esplendor.
Sin embargo, la cadena no se puede interrumpir, y los
que están situados más altos pueden ejercer influencia so-
bre los inferiores·, pero según el orden jerárquico, lo mis-
- 79-

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.B 1 p H A L E V

mO (!JUe en rey al gobernar. sabiamente haee feliz ha'stp el


úJt.imo de sus súbditos.
De esea'lón en escalón sube!llas plegarias, y las gracias 1
'bajan .sin equi.tocarse nunca en el camino.
Pero los espíritus, una v:ez que suben, no vuelven a ba-
jar, porque a medida que ~~calan los peldaños se sqlidifi ·
"can al contacto -de sus pies.
El gran caos se fortaleció, dice ABraham c0¡¡ la pará-
bola del rico malo, y los que están aquí no pueden descen-
der más bajo. El éxtasis ¡?ued~ exaltar las fuerzas del cuer-
po sideral hasta el punto d~ 1\acerl<:_ ,que arrastre con ese
impulso el cuerpo material, Jo que prueba que el destruir
del alma es subir. Los fenómenos ·de susp'e nsión de áe1·ea
·son posibles; pero no hay ejemplo, de que un hombre haya
podido vivir en la tierra ni en el agua.
Sería igualmente imposible que un alma separada del
cuerpdpudiese·vivir ni un sólo. instan.te dentro de la pro-
fundidad de nuestra atmósfera . Las almas qe los muertos
no están a nuestro alrededor como suponen los espiritis-
tas. Los seres queridos pueden! vewos y aparecérsenos ,
pero sola.mente por espejismo y por r~flejo de la luz.
Ya no pueden i?teresarse en, las cosas mor~ales y no
están ligados a nosotros más que por ·sentimientos que
séan bastante elevados, p.ara ten e~ algo de conforme o aná-
logo. a su :vida-.eú la 'eternidad .
Estas son las revelaciones d~ la gran cábala, contenidas
.y ocultas ('n el -libro del Zohar. Revelaciones indudable-
/ '
mente hipotéticas para la c;iencja; pero apoyadas en una
seri~_ de ind1;1cciones rigurosas que part~n de los hechos
que la ciencia considera como inás ciertos. Ahora es pre-
ciso abordar aquí uno de )os se~retos más peligrosos
de~~ rnagia, es la hipótesis, m.áS que J?PObabJe de la exis-

. ...... BO ·-

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lf/3 TO RIA De L A M A (} 1 A

tencla de larvas flufdicas, conocida~ en)a antig:ua th,e urgia


con el nombr e de espírit us elementales. Ya hemos dicho
unas cuanta s palabr as sobre esto en nuestro Dogma y
Ritual de la Magia- Superi or y el desgra ciado presbí·tero
de Villars, que se había burlad o de estas terrible s revela-
ciones, pagó con su vida la imprudencia. Este seereto es
peligroso porque está muy cerca del gran arcano mágico.
Evocar los espírit us elementales, es poder coagul ar los
Oúidos por proyección de luz .astral; pero esta fuerza así
dirigida, tiene quepro duc!r desórd enes yde~gracins, como
lo probar emos despué s. Ahora la teorí'a de la hipótes is,
con las pru~bas de la probqbilidad.
El espíritu está en todo y anima la mater,ia; se despre nde
de la graved ad perfeccionando su envoltu ra, que es e~u for-
ma. Vemos, pues, la forma · progre sar con los instint os
hasta la inteligencia y la bel1eza; son lo.s esfuerzos de la
luz solicitada por la atracci ón del espíritu, es el misterio
de la generación, progre siva y universál.
La luz es el agente eficiente de las formas y de la vida ·
porque es al misl1)0 tiempo movimiento y calor. Cuand p
lle!{a a fijarse y JiiOiariz ¡ rse alreded or de un centro, produ-
ce un ser viviente que luego' atrae para perfeccionarle y
cl>nservarle toda la •s ubstan cia plástica necesa ria. ·Esta
substancia plástic a, formada en último análisi s de tierra y
Hgua, se ha llamad o con razón en la Biblia el limo de la
tierra
Pero la luz no es de ninguna manera el espíritu , como
creen los hierofa ntes indios y todas las escuel as de Ore-
~
CJa; es solamente el instrum ento del espíritu. No' es el
cuerpo del pr0top lasma, como dejaba n, entender los te-
hurgos de la escuela de Alejandrfa; es la primera mani-
festación física del soplo divino. Dios la crea e.t ername nte
- 81 6

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1 p H A L V 1
L

parece multi-
y el homb re, a image n de Dios, la modif ica y
plicar la.
el fuego sa-
Prome teo , dice la fábula, que había robad o
y por este
grado , animó figura s hechas con tierra y agua
ado por júpite r. Los espí-
crime n fué encadenado y fulmila
en sus libros más
ritus elementales , dicen los cabal istas
nacie ron en
secretos, son los hijos de la soled ad de Adán;
Dios no le
sus sueño s, cuand o aspira ba a la mujer que
había dado todav ía.
lment e, en
Pa racels o dice que la sangr e perdid a natura
1

puebla el am-
'
sueño, por los célibes de ambo s sexos ,
nte claramente
biente de fantasmas. Creem os indica r basta
, sin que sea
el origen , según los maes tros, de esas larvas
cuerp o aéreo
precis o explic arlo más. Las larvas tienen un
ban la-san gre
formasJo de vapor y sangr e. Por esto busca
ntaba n con el humo de
dispe rsa y en otro tiemp o se alime
s de las pesadi-
- los sacrif icios. Son los hijos mons truoso
os. Cuand o
llas impur as que se llama ban incúb os y sucúb
para ser vistos , es un vapor 1
están bastante conde nsado s
tienen vida pro-
colore ado por el reflejo de una image n: no
c~mo la som-
pia, pero reprod uce la vida del que los evoca
. Se manif iestan , es~eci almenle ,
bra reprod uce al ~uerpo
inmor ales que su
alrede dor de los idiota s y de los seres
iosas. La CQ-
aislam iento entrega a las costu mbres licenc
es muy débil,
hesi.ón de las partes de su cuerp o fantás tico
la llama viva, y sobre todo
por esto toman el aire libre,
cierto modo ,
la punta de las espadas. Se convie rten, en
sus padres,
'én apren dices vapor osos del cuepo real de
han creado o
puest o que viven la v.ida de los que les
De sueFte , que si se
que se los aprop ian al evoca rlos.
result ar real-
hiere sus cuerp os apare ntes, el padre puede
a realmente
mente herido , como el niño nonna to result
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H l 8 T O R rA DE L A M A O lA

herido o desfigu rado por las imagina ciones de la madre.


' El mundo entero está lleno de fenómenos
que justifica n
estas revel~ciones singula res y que solamen te ellas pue-
dan explicar lo. Las larvas atraen a sí el calor vital de las
personas sanas y agotan rápidam ente a las que son débi-
les; de aquí provien en las historia s de vampiro s, historia s
espantosámente, reales y -periódic amente compro badas
como todos saben. Por esto en la proximi dad de los me-
diums, es decir, de las persona s obsesio nadas por las lar-
vas, se nota un enfriam iento en la atmósfe ra . Las larvas 1
deben la existencia aJas mentira s de la imagina ción exal-
1
tada y al desarre glo de los sentido s, y AO aparecen jamás
en presencia de una persona que sabe y puede descuh rir
el misterio de su monstru oso nacimie nto (1 ).

(1 ) Sobre la Rábala se consultar á, siempre con fruto, la


obra de
An. f'RANCK: La Kabbale, París 1843, obra fundamental. dentro
de lo
elemental que puede ser una obra sobre este asunto en las
reducidas
páginas de un volumen en s.o.- Entre nosotros es muy recomend
able la
preciosa exposició n del ilustre maestro Rafael Canenge: Zepher
Zohar.
Liqro del esplendo r. (Biblia de la Cábala), Madrid s. a. (1920.-(
R. U.)

/
.(
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1

1
'\

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''

LIBRO 11
' 1
FORMACIÓN Y REALIZA CIÓN DEL. DOGMA

CAPÍTULO PRIMERO
SIMBOLISMO PRIMITIVO DE LA HISTORIA

No nos correspond e explicar la Sagrada Escritura desde


el punto de vista religioso y dogmático. Sometidos ante ,
todo al orden jerárquico; de)amos a los doctores 'de la
Iglesia la Teología y entrega~os a la ciencia humana todo
lo que pertenece á! dominio de' la experiencia y de la ra-
zón. Aunque aparezca, al hablar de. un pasaje de 'la Biblia
o del Evangelio, que exponem0s yna interpretación nueva,
siempre será salvando el respeto a las decisi<'>nes ecle-
siásticas. No dogmatizam os ,. sino que sometemos a las
autoridades legítimas nuestras observacio nes y estudios.
to primero que· nos asombra cuando leemos en el libro
sagrado de Moisés la historia original del género humano,
es la descripción del paraíso terrestre que se resume en la
figura de un pantaclo perfecto. Es circular o cuadrado,
puesto que lo riegan igualmente cuatr0 ríos dispuestos en
cruz y en cuyo centro se encuentran los dos árboles que
representan la ciencia y la vida, la inteligencia estable y el'
movimiento progresivo , la sabiduría y la creación.
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1 p H A S L E V 1
E L

Alrede dor del árbol de la ciencia se enrosc a la serpiente


de Asclep ios y de Hermes: al pie del árbol, están el hom-
y el
bre y la mujer, el activo y el pasivo , la inteligencia
y el
amor. La serpie nte, símbo lo de la atracc ión origin al
a la mujer que es la más
fuego central de la tierra, tienta
n-
débil y ésta arrast ra al hombr e; pero no cede a la serpie
la
te sino para domin arla despu és: un día la aplast ará
cabeza al dar un Salva dor al mundo .
La ciencia entera está simbo lizada en este admirab!Q
al
cuadro . El hombr e abdica el dominio de la inteligencia
a el
ceder a las solicit udes de la parte sensiti va; profan
tar el alm ~ al emple ar-
fruto de la ciencia que debe alimen
la en uso de satisfa ccione s injus tas y materi ales y pierde
. Se
entonc es el sentimiento de la armon ía y de la verdad
anima l porqu e la forma física se
reviste con una piel de
a las dispos icione s
confor ma siemp1·e, antes o despu és
ríos
moral es_; se le arroja del círculo regad.o por los cuatro
era
'de vida y un querub e armad o con una espad a flamíg
entrar en el domin io
que agita .consta nteme nte, le impide
que en he-
de-la unidad. Voltaire, que había descub ierto
breo, querub e singni ficaba buey, se divirtió grande mente
si
con esta anécd ota. Ya hubies,e reído un poco menos
toro, la image n del
hubies e visto en el ángel de cabeza de
los
simbo lismó obscu ro y en la espad a flamfgera y móvil
que
destel los de la verdad mal conceb ida y engañ adora
de la caída origin al a la ido-
dieron tanto crédito despu és
latría de las nacion es.
el
La, espad a flamígera repres entaba también la luz que
hombr e ya no sabía dirigir , y, sufría sus fatales conse-
~uencias en lugar de g:ober nar su poder.
La gran obra má-
is-
g¡ca, consid erada de una }Tlanera absolu ta, es la conqu
Es el
ta y la dirección de la ~~pacta fiamígera del querube.
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HISTORIA D E L A M A O 'l :A.

ángel o alma de la tierra, representada en los antiguos


misterios bajo la forma de un tow.
Así en los símbolos mitriacos se. ve al dueño de la luz
domando un toro terrestre, y hundiéndole en los hijares la
espada, que hace que salga la vida ·simbolizada en las go-
tas de sangre.
La primera consecuencia del pecado de Eva es la mu~r-
te de Abe!. Al separar el amor de la inteligencia, Eva le ha ",.,
separado de la fuerza; ·la fuenza, cegada y esclavizada por
las ambiciones terrestres, en·vidia al amor · y le mata. Des-
pués los hijos de Caín perpetúan el crimen de su padre.
Dan al mundo hij0s de belleza fatal, hijÓs sin c;mor, .naci-
dos para condenación de los ángeles y para escándalo .de
los descendientes de Seth. \
Luego el diluvio, y a consecuer;Jeia de la prevaricación
de Caín, cuyo misterio hemos indicado, los hijos de los
hombres quie~en realizar Nn proyecto insensato: quieren
construir un pantacli-0 y un palacio universal. Es un g·i-
gantesco ensayo de socialisme igualitar-io y e'l falansterio
de Fousier es una idea muy mezquina al lado de la torre /
de Babel. Era un ensayo de prote~ta contra la jerarquía de·
la ciencia, una fortaleza construída contra tas inundacio-
nes y el rayo, un promontorio desde el cual la cabeza del
pueblo divinizado se coioca¡:ía encima de la 11tmósfera y
de las lempestacles. Pero a la ciencia no se lleg-a por esca-
lera de piedra; los grados jerárquicos del espíritu ne se
eonstruyen con hormigón como los pisos de una torre .
La anarquía protesta cont;·a la jeFarquía materializada.
bos hombnes no pudierqn entenderse en adelante, lección
fatal, tan incomprendida por los que en nuestros días sue-
ñan con otra !Órre de ~be!. Á las doctrinas brutal y ma-
\ terialmente j~11árquicas responden las negaciones igualita-
- 87-

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L 1 p H A L 1

.
rias: cado vez que se construya una torre . habrá disputas
por la cúspide, y la tendencia de las multitudes será deser-
tar la base; para satisfacer todas ' las ambiciones habrra
que hacer la cúspide más ancha que la base, lo que
serra tan imposible que al menor soplo·de aire vendría al
s uelo.
La dispersión de los hombres fué el primer efecto de la
maldición lanzada contra los profanador es, descendien -
tes de Caín. Pero, a la Paza de l:ian, alcanzó especialmen-
te el peso de la maldición que debí-a hacer que su posteri-
dad fuese· anatematizada.
La castidad conservado ra de la familia caracteriza las
Iniciaciones jerárquicas : la profanación y la rebeldía son
siempre obsc.enas y tienden a la promiscuid ad infanticida.
Lo dfSh0nra de los misterios del nacimiento, el atentado
éontra los niños, eran el fondo de l0s cultos de la antigua
Palestina, entregada a los tenribles ritos de la magia negra.
El Dios negro de la India, el monstruos o Rutrem de for-
mas priapescas', reinaba con el nombre · Belfegor, Los tal-
mHndistas y el judío platónic0 Filón, cuentan cosas tim
vergonzos as del culto de éste ídolo, que al sabio juriscon-
~m lto Seldeno le p·arecen in'Creíbles.
_Era, dicen, un ídolo barbudo, con la boca abierta y que
tenía por lengua un gigantesco palo; se descubrían Jos fle-
Jes im¡:¡údicos anteresta figura y la presentaba n ofrendas es-
tercolarías. Lo¡;¡ ídolos de Moloch y de Ca mos, eran máqui-
ñas homicidas que unas veces deshacían a los niños con'
tra su pecho de bronce y otras les daban muerte con sus
::>razos puestos al rojo. ~ara n0 oir los ¡;,ritos de las vfctl·
mas, se bailaba delante de esos ídolos al son de trompe·
tas y tambores y las madres de las víctimas dirigían la
danza. -Ei:l incesto, la sodomía y la bestialidad era.n.de oso
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lf 1 3 1 O R 1 'A De L A M A O 1 A

corriente en estos pueblos infames y hasta _formal:ian parte


de lps ritos sagrad os.
¡Conse cuenci a fatal de las armon ías universales!; no se
fuerza impunemente a la verdad . El hombre, rebelado con~
Jra Dios, llega a pesar suyo, al ultraje de la Natur'aleza.
Así las misma s causas produc en siempr e los mismo s efec-
.tos; el aquela rre de los hechic eros de la Edad M~dia, era
una repetición de las fiestas de Camos y de Belfegor. La
Naturaleza misma pronunció una senten cia de muerte eter-
na contra estos crímenes. Los adorad ores de los Dioses
negros. los apósto les de.Ja pr0mis cuidad , los teorizado-
res cle la impudicia públiéa, los enemig os de la familia y
de la jerarquía, los anarqu istas en religión y en política,
son enemigos de Dios y de la, Humanidad y si no se les
separa del mundo se consie nte que lo envenenen: así ra~
zonab'cm los inquisi dores. Muy lejos estamo s de añorar las
crueles ejecuciones de la Edad Media y menos de desear
su vuelta . A medida que la socied ad se haga más cristia-
na, comprenderá cada vez más, que es preciso cuidar a
les enfermos y no matarl os. ¿Los instint os cl'iminales no
son una de las 'más horribl es enfermedades mental es?
No olvidemos que la magia supedo r se llama arte sac~
dotal y arte real; y que compartió en Egipto, en Roma y
en Gnecia las grande zas y decade ncias del sacerd ocio y
de la realeza.
Toda filosofía enemiga \ del culto y de sus misterios, es
necesariamente hostil a los grande s podere s públicos, los
que pierden su grande za si cesan a los ojos de las multi-
tudes de ser imagen del pdder divino. La corona se r0mpe
cuando choca con la tiara.
Robar el fuego del cielo y destro nar los dioses es eterno
suefio de Prometeo; y el Prome teo popula r desligaclo del
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E L 1 p H A S V 1

Oáucaso por Hércules que simboliza el trabajo, arrastrará


consigo los clavos y las cadenas , llevará siempre su bui-
tre inmortal suspendido en la herida abierta, mientras no
llegue a:¡¡aprender la obediencia y la resignación a los pies
del que, habiendo nacido rey de los reyes y Dios de los
dioses, tuvo a bien tener sus manos clayadas y el pecho
abierto para la conversión de todos los espíritus reb el-
des.
Las institucione s republicana s al dejar el camino del po-
der abierto a la intriga, conmoviero n hasta sus rafees los
principios de las jerarquías. Ya no se confió al sacerdocio
el cuidado de formar los reyes, y fué sustituído por la he·
renci,a que entrega el trono a las contingenc ias del naci-
miento, o bien por la elección popular, colocada fuer a de
la influencia religiosa. Así se formaron---los gobiernos que
presidieron sucesivamente los triunfos y las . decadenci as
de Grecia y de Roma.
La ciencia encerrada en los santuarios fué despreciada
·.Y algunos hombres de audacia o de genio que no fueron
acogidos por los iniciadores , inventaron otra ciencia que
opusieron a la de los sacerdotes, en la que dudaban o ne-
gaaan los secretos del ,templo. Estos filósofos, siguiendo
su imaginació n aventurera , llegaron pronto a lo absurdo
y culparon a la Naturaleza de los defectos de su propio
sistema. Heráclito se puso a llorar; Demócrilo lo tomó él
risa; tan loco era el uno como el otro. Pirron terminó por
1
no creer en nada, lo que no le impedía seguir sin saber
nada. En este caos filosófico, Sócrates trajo algo de luz y
de sentido común al afirmar la existencia pura y simple de
la moral. ¿Pero qué es una moral sin religión? El deismo
abstracto de Sócrates se traducía ene! pueblo por ateísmo;
Sócrates no tenía en absoluto dogma, Platón , su discf-
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H / 8 1 0 /i lA DE L A M A O 1A

pulo, trató cle darle uno y Sócrates le confesó que no ha-


bía pensad<:> nunca en ello.
La doctrina de Platón hace época en la historia del ge-
nio humano, pero este filósofo no la había inventado y
comprendiendo que no hay verdad fuera de la religión fué
a consultar a los sacerdote s de Memphís e hizo que •le inr-
ciasen en sus misterios . Hasta se cree que conoció los li-
bros sagrados de los hebreos. Sin embargo no pudo reci-
bir en Egipto mas que una iniciación imperfecta porque los
mismos sacerdotes habían perdido el significad o de los
geroglífic os primitivos . Tenemos la prueba en la historia
del sacerdote que pasó tres días para descifrar una inscr.ip-
ción hierática encontrad a en el se.Pulcro de Alemene.
Cornuphi s que era, sin duda alguna, el más sabio de los
hierofantes, consultó todas las antiguas recopilaci ones de
signos y caracteres y descubrió , por fin, que.esta inscripei0 n.
estaba hecha en carácteres de protheo; pero el protheocr a,
el nombre que se daba en Grecia al libro de Thoth cuyos
geroglíficos móviles podían tomar tantas formas como
combinaciones posibles hubiese, mediante los caracteres .,
!,es númer0s y ,las figuras elementales. Y como el libro de
Thoth que era la clave de los oráculos y el libro elemental
de la ciencia, ¿qué instrucció n en el libro sacerdota l había
tenido ·cornuphi s, que tuvo que buscar tanto tiempo, has-
ta reconocer I0s signos? Otra prueba del oscurecim ient0
de las verdades primitivas de la ciencia, en esta época, es
que los oráculos adolecían de un estilo e¡ue era incom-
prendido.
Cuando Platón a su vuelta de Egipto viajaba con Sim-
mfas por los confines de Caria encontró hombres de Delos
que le rogaron les explicase un oráculo de Apolo. El orácu-
lo decía que para hacer cesar los males de Grecia había
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e L 1 p fl A L E Jt ,¡

que doblar la piedra! cúbica. Los de DeJos habían tratado


de doblar una !piedra que se eneontraba en el templo de
Apolo, pero al doblarla por todos lados habían llegado a
hacer un poliedro de veinticinco caras y para volver a la
forma cúbica tuvieron que aumentar veinliseis veces el
volumen primitivo de la piedra . Platón envió los emisarios
del· pueblo de DeJos al matemático Eudosio y les dijo que
el orácul~ les acompañaba el estudio de la Geometría. No
podríamos decir si es que él mismo no comprendió la sig-
nificación profunda de esta figura o que no se dignó ex-
plicársela a los ig norantes. Pero lo que es cierto, es que la '
piedra cúbica y su multiplicación explican todos los secre-
tos de '!Qs números sagrados y sobre 1odo el del movi-
miento perpetuo oculto por Jos adeptos y buscado por los
necios e ' n el nombre de euadrd!ur.a del círculo. Con esta
aglomeración cúbica de veintiseis cubos alrededor de un
cubo central, el oráculo había entregado a los delios los
elementos de la Geo metría y la clave de las armonías de
.la creación, explic<J das po r el encadenamiento de las for-
mas y de los números .
El plano de todos los grandes 'templos alegóricos de le
antigüedad, se encu entran en esta multiplicación , primero
el cubo, que fo rm ando una cruz, puede inscribirse en an
círculo, después la cruz cúbica que puede moverse en un
globo. Todas es tas nociones que una figura haría com-
prender mejor, han sido conservadas hasta nuestros días
en las inici aciones masón icas y justifican perfectamente el
nombre ~ado a esas asociacione~ modernas porque son
los principios fu.ndamentales de la arquitectura y de la
ciencia de la construcción.
Los delios habían creído resolver la cuestión geométri-
ca, disminuyendo en la mitad la multiplicación de la pie- ·
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'
HIST ORIA MA.fJI A

dra cúbica, pero hallaron que el volumen ere ocho veces


el de la piedra originaria.
•También se puede aumentar a v<;>luntad el número de los
ensayos; esta historia quizá no sea más que un problema
propuesto por Platón a sus discípulos·. Si admitimos como
un hecho la respuesta del oráculo, hallaremos un sentido
más extenso todávía porque doblar la piedra cúbica es ha-
cer con la unidad el binario, la forma c0n la idea, la acción
con el pensamiento. Es realizar, en el mundo la exactitud
de las matemáticas eternas, es. establecer la política sobre
la base de las ciencias exactas, es conformar el dogma re-
ligioso con la filosofía de los números.
Platón tiene más elocuencia que Pitágoras, pero no tanta
profundidad. Trata de conciliar la filosofía de ' los razona-
dores con Jos dogmas inmutables de los vid~ntes; no quie-
re vulgarizar, sino reconstruir la ciencia. 'S u filosof~a debía'
prestar después al cristianism o naciente teorías hechas y
dogmas que podía vivificar. Un genio, exclusivamente cal-
culador, Aristóteles, debía hacer que en las escuelas se
pusiera todo en duda, que todo fuese sometido a Jªs prue-
bas de las evolucione s n_urnerales y de la lógica de Jos cál-
culos. Aristóteles., que excluye la fé platónica, quiere pro-
bar todo y encerrarlo en su categoría; traduce el ternario
en silogismo y el binario en entimema. La cadena de los
seres es para él un sorites. Quiere abstraer todo y ra-
zonarlo; el Ser mismo se hace para él una abstracción
perdida en las hipótesis de la ontología. Los padres de ·
la Iglesia se inspirarán ·en Platón; Aristóteles será el
maestro de Jos escolástico s de la Edad Media; y Dios
sabe cuantas tinieblas se amontonar án alrededor de esta
lógica que no cree en nada y que pretende explicarlo
todo.
- 9o

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E L 1 P· H A S . L E V 1

/
se· p¡¡epara ,:_una segunda Babel y no está lejos la confu-
sión de las lenguas. "
El Ser es el Ser , la razón del Seu está· en el Ser. En el
pr_incipio, es el Verbo y el Verbo-Jogos~es la lógica
formulada en palabras, la razón hablada; el Ve~bo está en
Dios y el Verbo es Dios misrn0 manifestado en la inte-
li gencia. Est0 está por encima de todas las filosofías. Lo
que hay que creer, so pel'!a de no saber nuncá nada y caer
en la duda absurda de Pirro. El sacerd0cio guardador de
la re reposa completamente en esta base de la ciencia y
hay que saludar al principio divino del Verbo .eterno en su
enseñanza.


9.4 -

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/

1,
CAPÍTULO 11
EL MISTICISMO

Pertenece de tal forma al sacerdocio la legitimación del


derecho divino, que sin ella el verdadero sacerdocio no
existe. La iniciación y la consagración son una consecueñ-
cia de ella. Así el santQario es inviolable para los profa-
nos y solamente los elegidos pueden franquearle.
· Las luces de la revelación divina se distribuyen por la
suprema razón, y descienden con orden y arm0nía. C>ios
no alumbra al mundo con meteoros y rayos, sino que .
hace gravitar suavemente los universos, cada uno alrede-
dor de su soL Esta armonía atormenta ciertas almas im-
pacientes del deber, y vienen hombres que no pudiendo
obligar a la revelación a ponerse de acuerdo con sus vi-
cios se colocan en reformadores de la moraL «Si Dies ha
l
hablado-dicen como Rousseau-, ¿por qué yo no he
oído nada?» Otras veces dicen: «Ha hablado, pero a mi»";
así se lo figuran y acaban por creeFlo. De es1a manera co-
mienzan los sectarios, los fautores de la anarquía religio-
sa, que nosotros no desearíamos que se les quemase,
pero que convendría que se les encerrara como locos con-
tagiosos.
Así se formaron las escuel.as misticás profanad®ras de
la cieneia. Ya hemos visto por q).lé procedimientos los -fa-
kir.es de la India a los eretismos nerviosos y" a las conges-
- 95' -

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1···
L i p· fl V 1

tiones cerebr<?l~s los llamaban la luz increada. Egipto


también tu:vo sus hechiceros ·y sus encantadores y Tesa-
Ha estuvo lle¡;Ja de conjuros y maleficios. Ponerse en rela-
ción directa con los demonios y dio:;¡es; es como suprimir
el sacerdocio, socavar la pase ·del tro11·o; el instinto anár-
quico de los sedicentes ilum'.i nados se daba perfecta cuen-
ta. Y por el atract (vo de la licenei<?, esperaban reclutar di~­
cfpulos y daban de antemano la abs?lución a todos los es-
cándal.os contra las costumbres, contentándose con la ri-
'" '
gidez en la rebeldía y la energía en la protesta contra la
legitimidad sacerdotal.
Las bac~ntes que ¡:!esgarraron a Orfeó se creían inspi-
radas· por un dios y saerificaron ·al gran' hierofante a su
embriaguez divinizada. Las orgías de,Baco eran excitacio-
nes. místicas y los sectarios de la l0cur.a proeedieron siem-
pre con movimientos desordenados, excitaciones frenéti-
cas y asquer-osas convulsiones; desde los sacerdotes afe-
minados hasta los ·gnósticos; desde los derviches hastll
los epilépticos de la tumba d~l di.á cono París, el carácter
de la ·exaltación super§ticiosa y fan~tica es siempre el
mismo. Siempre con el pretexto de depurar el dogma y en
nombre· de un espirituaHsmo tfuii'Jtaesenciado los místicos
de todos lo;:¡ tiempos han mateiializadp los sigrws·del eul-
to. Lo mism0 han h~cho los profanad0res de la ' ciencia de
lo~ magos, •porque no debemos ohüdar- que la magia es el

arle' sacerdotal primitivo. Reprueba todo lo que se hace


fuera de la jel'arquía legítim'a, y asiente, si no en el supli-
·cio, sí en la coQdenación de los sectario,s y de los hechice-.
ros. Unimo8 adrede estas dos calificaciones; todos lo~ .
s.e ctari0s han sidó evocadores de espírritus y de fantasmas
que presentaban al mundo como dipses, se ajababan de
hacer milagros J?Or m.e dios cle sus mentiras. A estos tftu-
~ · 96-

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HI~TO!l/A De L A M A O 1A

lo:! respon den los goecia nos, es decir, los verdad eros ma-
nipuladores de la magia negra.
'-- La anarqu ía es el punto de partida y la característica
distintivq. del misticismo disidente; es impasible la con-
cordia religiosa entre los sectari os, pero ellos se entien-
den a maravilla sobre un punto: el odio a la autorid ad
jerárquica y legítima. En eso consis te realmente su reli-
gión, porque es el único lazo que ata a los unos con los
otros. Es siempr e el crimen de Caín; es la vulneración del
principio de la familia, es el ultraje infligido ' al padre, d.el
- cuál, todos los disidentes proclaman muy alto la embril!-
guez y cuya desnudez descub ren con risa sacríle ga .
Todos los místicos anarqu istas confunden la luz inte-
lectual con la lu.z astral; adoran la serpiente en vez de re-
verenciar la sabidu ría obediente y pura que le pone el pie
sobre la cabeza. Se entrega n a los vértigo s y alucinacio-
nes y no tardan en caer en los abismo s de la locura.
Todos los locos son visiona rios, y, según ellos, se les
puede creer taumatui:gos; pero como la alucinación es
contagiosa, sucede , o parece ocurrir , alreded or de los lo-
cos cosas inexplicables . De otra parte, los fenómenos de
la luz astral, proyec tada con exceso, son de tal naturale-
za que pueden descon certar a los semi-s abios.
Acumulada sobre los cuerpo s, les da, por la distensión
violenta de las ~oléculas, tal elasticidad, que, los kuesos
, se pueden torcer y los múscu los alargar se.
Se ·forman como tromba s de luz que suspen den los
cuerpos más pesado s y pueden sosten erlos en el aire du-
rante un tiempo propor cional a la fuerza de la proyección.
/ Los enfermos se sienten a p~nto de estalla r y solicitan au-
xilios por compr ensión o percusión. Los g0lpes más vio-
lentos y la opresió n más fuerte, estand o. equilibrada por
- - ·" 7 - 7

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L i P 'H A L I! . Ji 1

lll tensión flúidica, no producen hi contusiones ni her.idas,


y alivian al paciente en vez de ahogarle .
Los locos le tienen horror. a los médicos, y los místicos
alucinados detestan a los sabios, huyen cle ellos y les per-
s iguen implacablemente, aun a su pesar; para los vicios
son dulces e indulgentes; la rC,Jzón, sumisa a la autoridad,
les vuelve implacables; los sectarios, en ap,ariencia más
dulces, son aco)lletidos de furGi' y de odio e~ cuanto s.e
les habla de ·sumisión y de jerarquía. Siempre las here-
gfas han traído turbulencias. S'i un .falso profeta no está
pervertido, es preciso que mate. Reclaman a grandes gri-
tos la tolerancia para ellos, pero se guardaA hien de usar-
la con los otros. Los protestantes declamaban contra las
hogueras de Roma en la época misma en que Juan Calvi-
nq, con su autoridad privada, hacía quemar a Migué! Ser-
ver. Estos son Jos crímenes de los donatistas y de tantos .
1
otros que han forzado los principios católicos, y la Igle-
sia misma ha hecho abandonar a los culpables.
¿Son inocentes esos SOJT!bríos purita-nos de Escocia y
de Inglaterra, que con el puñal en
una mano y la Biblia en
la otra van predicando el extert;ninio de los católicos? Una
sola iglesia, en medio de tantas represalias y horrores,
ha mantenido siempre como un ·principio su horror a lll
sangre: la Iglesia jerárquica y legítima.
"La lglesia, al admitir la posibilidad de los milagros dia-
bólicos, reconoce la existencia de un.a fuerza ·natural que
puede ser utilizada, ya,para el bien ya para el mal. Por eso
ha establecido sabiamente ' ~:~ue si la santidad de la doctri-
,
na· puede legitimar el milagro, s01o éste n0 puede nunca
autorizar lé!S novedades de la doctrina.
Decir que Dios, cuyas fuyes son perfectas y no se con·
.fradicen jamás -se sirve de ,.un medio natural para hacer
-98 ~

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HIS10RIA D .E LA M A O 1A
las cosas que nos pare.cen ·sabre.n-a1urales, es afirma
r ·llt .~
razón supre ma y el poder inmutable de Dies, es agtan
dar '
la idea que nos sugie re su pr,?videncia; 'ni es negar
·su in-
tervención en las mara'villas que se opera n en fa;vor
de la
verdad, q1,1e los católi cos since res comprenden bien.
·
Los fals~s milag rea ocasi onado s por las conge stione
s
astral es, tienen siemp re una tendencia anán¡ uica
e inmo-
ral, porqu e el desor den atrae al d.esorden. Por~ so
los ·dio-
ses y los genio s de los sectar ios., están á vide~ de
sangr e
y prometen 0rdin ariam ente su protección
al precio del
martirio. Los idólat ras .de Siria y d.e Jud~a creab
an sus
...orácule>s c.on las .c abeza s infantiles que arranc aban
violen-
tamente del cuerp o de estas infeliees criftu ras. Hacía
n .di-
secar estas cabez as, y despu és de haber las puest o
pajo la
lengua umi lámina de oro con carac teres desco ' nflcidos,
las c0locab.an en huec0 s abiert os en las mural las;
)es for~
maban un cuerp o con planta s mág·ic as env,ueltas''en
v.en-
das, encendían una , lámpa ra fr.ente a t.an ·honib les
ídplos ,
ofrecíanles incieos@ e iban a consu ltarle s religiosame
nte; ·
se figuraban escuc har palab ras de esta cabeza,
cuyos
últimos gritos de angus tia, habían sin eluda impres
i<:>nade
su imaginación. Ya hemo.s dicho, que 1¡;¡ sangr.e atrae
a las
larvas . En los sacri•fi.cios infernales, los antig.u os ·cavab
am
una f0sa y la llenaban de s~ngre tibia y 'humea~te;
veían
enot0n.ces arrast rarse, subir, descender, surgir d,el
·ho·y o de
la tierra, de todas ·l as profu ndida des de la noche s0mb~
as
tenues y Jilálidas.
Trazaban con la punta de la e_spada sangr ienta el círcul
a
·de las ev0caciones, encendían ,fuegos de laurel y
cle Qiprés
sobre altare s aclam adas de asfod elos y ¡verbenas;
Ja noche
parecía enton ces más fría y más negra , la luna ~e ·esct:
mdía
en•tre celaje s y se oía el tenue rum~:r. de los .f:cp¡rnt,asnHJS
que
- ~;- -

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1 p Ji A L V
L

aullaban
~e aproximaban al círculo en tanto que les canes
lamentablemente en la campiña.
el prin-
Para poderlo todo· hay que osari o tod0: este era
cipio de los encan tamie ntos y de sus horro res.
se creían
Los falso s mago s se aliaban por el crimen y
n conse gui-
capac es de asust ar a los demá s, cuand o había
do asust arse ellos mism os.
horribles
Los ritos de la magia negra qued aron tan
las asoci a-
como los culto s impíos que produ jo. Tanto en
las civiliza-
cione s de malh echor es que consp iraba n contr a
os bárba ros. Es siem-
cione s antig uas, como en los puebl
re las mismas
pre el mismo amo a las tinieblas, son siemp
ienta s.
profa nacio nes, las mism as presc ripcio nes sangr
hechicero
La magia anárq uica es el culto a la muerte. El
de su razón , renun cia n
se aband ona a la fatalidad, abjura
hijo;>. Re-
la esper anza de la inmortalidad e inmola a sus
de crápula
nuncia al matrimonio hoJlesto y hace votos
de su locur a, se embriaga
estéril. Así goza de la plenitud
creer la todop ode-
·en su propia maldad hasta el punto de
acion sees
rosa, y trans form ando en realid ades sus alucin
infierno.
cree dueño de evoca r a su antojo la tumba y al
s desco nocid os y aun
Las palab ras bárba ras y los signo
es en ma-
los absolutamente insignificantes, son los mejor
icas ridícu-
gia negra. Se alucina más fácilmente con práct
o fórmulas
las y evoca cione s imbéciles que con ritos
genci a. Mr. Du
capac es de mantener despier-ta la inteli
de ciertos
Potet, afirma hal'>er experimentado el intlu)o
los signo s
signo s sobre los que se ·hallan en trance, y
ocult o con preca ución y
que traza de su mano en su libro
seme jantes a
~misterio, son análo gos si no absol utam ente
en las anti-
las ~upuestas firmas diabÓlicas que apare cen
lario mágic o. Las mismas
iluas ediciones del gran formu
- 100 -

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li/STOR!A De LA · MAOíA

ca u~as deben producir siempre los mismos efecto~ y nad6


havnuevo bajo la luna de los hechi~eros del mismo,modo
que bajo el sol de los verdaderos sabios.
El estado de alucinación permanente es una muerte o
una abdicación de la conciencia q!le nos entrega a todos
los azares de la fatalidad de los sueños. Cada recuerdo
aporta su reflejo, cada cual desea crear una imagen, cada
remordimiento engendra ·una pesadilla. La vida, se con-
vierte en animal, pero de un animal espantadizo y atormen-
tado. No se tiene conciencia de la moral y del tiempo, las
realidades no e,xisten, todo baila en el torbellino de las
formas más insensat¡;¡s. Una hora, a veces, parece dura r
siglos; .::ños enteros pueden pasar con la rapidez de una
hora.
Nuestro cereb~o. todo fosforescente de luz ast~al, está
lleno de reflejos y de figuras innumerables. Cuando cerra-
mos los ojos, nos-parece con frecuencia, que un panora-
¡na tan pronto brillante como sombrío y terrible, desfila
ante nuestra vista. Un enfermo febril apenas cierra los
ojos durante la noche; se ve deslumbrado por una inso-
portable claridad. Nuestro sistema nervioso, que es un
aparato eléctrico completo, concentra la luz en el cerebro,
que es el polo negativo del aparato, o la proyecta por .las
extremidades que son las puntas destinadas a devolver la
circulación a nuestro flúido vital. Cuando el cerebro atrae
violentamente una serie de' imágenes análogas, a una pa-
sión que ha roto el equilibrio de la máquina, ya no se ve-
rifica el cambio de luz, la respiración astral se detiene y ·la
luz desviada se coagula en cierto modo en el cerebro. Por
eso los alucinados tienen sensaciones falsas y perversas.
Algunos gozan cortándose la piel en tiras y en arañarse
lentamente, otros comen y saborean las sustancias menos
- 101-

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E L 1 p H A L E V 1

apropósito para alimentos, El <;Ioctor Bien•e de B·oismonl


en su sabio Tratado de las alucinaciones (1) ha recopilado
varias series de observaciones en ex¡tremo curiosas; todos
!0s excesos de la vida, tanto los buenos mal comprendidos
com0 los malos no combatidos, pueden exaltar el cerebro y
¡:i'Pod~eir en él esta•ncamient~ de luz. La ambición excesiva, las
pret'-ens:ones orgullosas de santidad, una .conlinencia llena
de eserúpulos y de deseos, de'pasion·e s vergonzosas .sa-
tisfechas, a pesar de'las a,d vertencias del remordimiento,
todo ello conduce al desmayo de la razón., al éxtasis mór-
bido, a la histeria, a las visiones, a la locura.
Un hombre no está loco, hace notar el sabio doctor,
poPque sufra visiones , sino porque cree más en ellas que
en el sentido común. Es solamente por la obediencia y la
austeridad como pueden salvarse los místrcos; si tienen en
sí mismos una obstinada confianza ya no hay remedio:
son los excomulgados de la razón y de la fé, son. los se-
parados de la car.idad universal. Se creen más sabios que
la· sociedad; creen formar una religión y están sólos,
piensan haber descubierto para su uso personal las llaves
secretas de la vida y ·su inteligencia ha caído ya en la
muerte.

(1) Brierre de Bolsmont, Des hal/ucinllfions ou histoire rllisom~e


des apparitfons, des vi.sions, des songes, de l'extase, du magne-
ti.smf! et du somnambulisme. í!.• edición, 4852.

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INICIACIONES y Pi:UlÉBAS

Lo q~e lo~ adeptos 'llaman la gran obra,· no e~ ~olam~n­


te la trasm.u tación de los metal~s. sino también': y sobre
todo, 'la medicina universal, es clecir, el re~edio de· toaos
los, males, incluso la muertr.
La obra que crea la medicina universal, es. la regenera-
cien mera! del nombre. De este segundo nacimiento··habla
·el Salvad:e r al doctor de la ley, Nicodemo, si~ ser por éste
comprendido; Jesús le decí·a: c¡Sois ·jefe en Is¡ael e. igno-
ráis este misterio!»¡ -como querienC!o darle a entender que se·
trataba de los .·.princiP,iOS
.
fundamentales ae la ciencia reli-
~iosa y que era imperd,Gmabi:: en un jefe i-g;norarlo·s . " ·

.,.
BI gran'· misterio de la vida. y de sus pruebas, está re-
presentado en la es•fera celeste y en el ciclo del a·ño. Las
~ '
cuatro formas de la esfif.lge corr-esponden a los cuatw ele-
mentos y a lils cuatro estaciones. Las' figuras · simbólicas
del escuclo de Aquile's tienen, en Homero, una .significa-
ción análoga a la de los doce trabajos de HéFcu·Jes. Aqui~
les .habrá•de morirr,. como Hércules, desp.ués de haber ven-
cido a los elementos y · combatido contra los · dioses.
Hércules, ,vencedor de todos los · vicios qÍ.1e l'o s animales
que ha de combatir representan, sucumbe un ir.~stante al
más peligroso de todos, al amor; pero logra al fin' arrancar
de su pecho,.con {os girones de su ·c arne, la túnica ardo~0-
t
- N!J3 -- .

© Biblioteca Nacional de España


L p H A L 1

SI! de Déjanise; y mientras ella queda culpable y vencida, él


muere libertado e inmortal.
Todo hombre que piensa, es un Edipo llamado 11 desci-
frar el enigma de la esfinge o a morir. Todo iniciado ha de
ser un Hércules que lleve a cabo el ciclo de un largo año
de trabajos, haciéndose digno, por los sacrificios del c.o-
razón y de la vida, de los tiempos de la a"Joteosis.
Orfeo no es rey de la lira y de los sacrificios, sino des-
pués de haber, sucesivamente, conc¡uistado y perdido 1!
Eurídice. Baphale y Dejanire envidian a Hércules. La unl!
quiere envilecerle, la otra cede a los consejos de una rival
cobi!rde que la incita a envenenar al libertador del mundo.
Pero ésta va a curarle de una más funesta ponzoña: Ja1de
su indigno amor. La llama de la hoguera va a purificar
este cerazón harto débil; Hércules expira con toda su fuer-
za y puede sentarse victorioso cerca -del trono de Júpiter!
Jacob, antes de ser el gran patriarca de Israel tuvo que
combatir durante toda una larga noche contra un ángel.
La prueba, he aquí la gran palabra de la vida: la vida es
una· sierpe que se reproduce y se devora sin cesar. Es me-
nester escapar a sus anillos y hay que aplastar su cabeza.
Hermes, al multiplicar a la víbora , la •opone a ella misma;
y en un equilibrio eterno, hace de ella el talismán de su
poder y la gloria de su caduceo.
Las· grandes pruebas de Memphis y de Eleusis, tenían
por ebjeto formar reyes y sacerdotes, confiando-la ciencia
a hombres valerosos y fuertes. Para ser admitido en estos ·
pruebas, era preciso entregarse en cuerpo y alma al sacer-
dote y renunciar a la vida. Se descendía a subterráneos
oscuros donde había que atravesar hogueras encendidas,
rápidas corrientes de agua profunda, puentes móviles sobre
abismos, y todo ello sin dejar caer ni apagarse una lám-
- 104-

1 © Biblioteca Nacional de España


HIS TORI A D l! L A M A 0 ·1 A

para que se lle'v aba en la man0. Quien vacilaba o sentía


.
miedo, no volvería nunca a ver la luz; el que con paso se-
'

guro franqueaba todos los obstácuk>s, era recibido entre les


\
mystes, esto es, era iniciado en los pequeños mistedos,
Pero atin quedaba por probar su fidelidad y su silencio y
solo, al cabo de c,Jigunos,años,, llegaba a ser épopte, t(iulo·
que equiwale al de adepto.
La filosoffa, rival del sacerdocio, imita -est·a s prácticas
y s omete a sus disci¡mlos a pruebas. Pilágoras exigía el
silencio y la abstinencia clurante cinco años. Platón no ad-
mitfa en su escuela sin0, geómetras y músicos, reservaba
además una parte de sus enseñanzas para lo ~ ini.ciados y 1
su filosofía tenía sus misteri0s. Así hace que el mundo
sea creado por los demonios, y que todos los animales
salgan del hombre. Los demonios de Platón no son otros
que los Eloim de Moisés, es decir, las fuerzas, con cuyo
concurso y armonfa , el principio supremo ha c¡;eado. Al
. · decir que los · animales salen del hombre, quiere decir que
los animales son el análisis de la forma viviente, cuya
sfntesis es el hombre. Plató n es el primero que ha procla-
mado la divinidad del verbo, es decir, de la palabra, y· pa-
rece presentir la próxima encarnación de este verbo-creador
sobre la tierra. Augura les sacrificios y el s uplicio del per-
fectd just0, reprebado por la iniquidad.del mundo. '
Esta filosofía sublime del verbo, pertenece a la cábala
pura, y no es invención de PI'at? n. Tampoco él lo oculta y
proclama muy alto que en ninguna ciencia debe acogerse
- sino aquello que está en acuerdo con las verdades eter-
nas y con los oráculos de Dios. Dacier, de quien toma-
mos la cita, añade' que e por tales ve rdad~s eternas, entien-
de PlatóR una antigua,.tradición que, según él , recibieron
de Dios los primeros hombres y que éstos transmitieron· a
- 105

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p lf A S . L 1

eus descendientes». En verdad que, a menos de nombrdr


claramente la cábala, no podrfa precisar,se más. Es la de-
finición en lugar del nombre: es algo más preciso, en cierto
modo 1 que el. nombre mismo.
cNo son•llils libros, dice todawfa Plat0n, los que dañ es-
tós altos conocimientos; fia¡y que e)(ltr.aerlos de sf propio
por una meditación profunda y buscar' el fuego sagrado
en su propi·o origen ... Por eso nunca he escrito nada de
tal·es revelaciones ni he de hahlar de ellas jamás; Todo
hombre que se proponga vulgarizarlas, se lo propondrá
en vano, y todo el fruto que obtendrá de sus trabajos, será
que, exceptuando un corto númer@ de hombres a quienes
Dios dotó de inteligencia bastante para ver en sf mismo es-
tas verdades celestes, hará nacer en lo~ unos el desprecio
para en·as, ·y en los otros una vana y temeraria confia·ñza,
como qui~nes creen saber cosas maravill'osas , ·que sin
embar'2'o ignoJTan (1).»
Escribe a Di'enisio el Joven:
«Necesito decl11rar a Archedemo, lo que es mucho más
preciso y divino y lo que tantos deseos tenéis de saber,
puesto que me habéis mandado aquel exprofeso; puee ,
según me ha dicho, no consideráis que os he· explicado
suficientemente lo que pienso acerca del primer principio.
Habrá que escribirlo por medio de enigmas a fin de que,
si mi carta fuese interceptada por mar o ¡:ror tierra, aquel
que la lea nada pueda entender. Todas las cosas están al-
rededor de su rey, son por causa suya, y es sola causa
de las cosas buenas; y segundo, para lo 11egundo; y ter-
cero, para los terceros.»

(1) Dacier, /a Doctrinll de Plllfón (/j/bllotecll d• los ffló&ofo• lln-


tfguós) t. lll , pág. 81.

----" 106 -

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1-
/:1/S ,'FOR./A - DE ! A MA OlA

· En estas pocas pal'ali>ras se .encien:.a un nesutnen com~


pleto-cle la teología de los sefiso1as__,., El rey, es Elnseph,
el ser supref!IO y absoluto. Todo irradia ,de este centro q1ue
está en todas p,artes, •pero que concebimos s'obre t0do, de
tres maneras y en tres ~sfel\as diferen·tes ~ En el mundo di~i,­
no, qu~ es el de la pr-imera causa, es únko·y primero. Bn el
mundo de la cienc;ia, que es el de las causas 'segundas, la '
influencia. del primer principio se deja senmr, .pero ya no se
le concibe, sino como la primera de las causas segundas;
manifiéstase por el b'inari:> y es el. principio cr-eador pasi~
vo. En fin, en e'! tercer f!IUndo, que · es el ·de, las formas, .
se revela c0mo la forma perfecta, el verbo encarnaclo, la
belleza y la bondad supremas, la perfecci0n creada; es por ·
tanto, a la vez el primero; el segund0 y el tercero, puesto
que es todo en todo, el -centre y la cal-!sa de 1edq. No a d.:
miremos aquí el' gel)iO de Platón; con ozcamo.s solamente
la ciencia exacta del iniciado.
No se nos diga más que nuestro gran apqst0! San Juan
ha tomado de la filosofía de Platón el principio d.e su Evan-
gelio. Es Platón, por eJ cc>n1rario, quien había bebido en
las mismas _fue~tes que San Juan , pero no había recibido "'
el espíritu que vivifica. La file.s efía clel más gr-ande de lo~
ve1.'e[adores Usumanos, pudo .. aspirar ·al verbo hecho
hombre; sólo el Evangelio podía_darlo al mundo.
La cábala enseñada a los griegos por Plat.ón tomó más
tarde el nombre de Teosofía y llegó a abarcar todo el
dogma mágico. A este conjunto de doctrinas 0cultas se
fuenon agregando ' ' .
·sucesivam~nte .todas las conqulstas.de
lo;> investigador:es. Q~ísose p-asar·de la',teoría a la prácti-
ca y hacer realidad la palab~a con obras. Los. pe!ígr0so's
experiment0s de la adivinación enseñaron a la Ciencia
cómo p~ede pre·s cíndirse del sacerdocie; el santuario era
\- .
~ 107 -

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L ¡ p H A L J

traicionado y hompres profnnos se ntrevfan n hncer hll-


blar a los dioses. Por tal causa, la teurgia participó de los
mismos anatemas que la magia negra y se hizo sospecho-
sa de reproducir sus crímenes, porque no podfa defender-
se de compartir su impiedad. No se levanta impunemente
el velo de lsis, y la· curiosidad es una blasfemia contra la
re, cuando de cosas divinas se trata. «Dichosos los que
creen sin haber visto», nos ha dicho el gran revelador.
Las experiencias de la teurgia y de la nigromancia son
funestas siempre a quienes se entregan a ellas. Cuando se
hll puesto una vez el pie en el recinto del otro mundo, se
1 muere y casi siempre de modo trágico y terrible. El vérti-
go es el principio, la catalepsia y la locura el fin. Cierto
que en presencia de algunas personas, y tras una serie de
actos excitantes, se produce en la atmósfera una perturba-
ción , el maderamen cruje, las puertas tiemblan y gimen.
Extrafios signos, a veces sangrientos, parecen imprimirse
por sí s'o los sobre intactos pergaminos o lienzos. Estos
signos son siempre los mismos y los magistas los clasi-
fican con el nolnbre de e~crituras diabólicas. La sola vis-
.
ttl de tales caracteres hace caer a los visionarios en con-
~

v,Uisión o en éxtasis; creen ver a los espíritus, y Satán, es


decir, el genio del error, se transfigura para ellos en án -
\ gel de la luz. Estos supuestos espíritus requieren p~ra
mostrarse excitaciones simpáticas producid11s por la apro-
ximación de los sexos; es necesario juntar las manos con
llls manos; los pies con los pies·, aproximar los rostros,
siguiendo a veces éxtasis obscenos. Los iniciados se apa-
sionan por este género de embriaguez, se creen los elegi-
dos de Dios y los intérpretes del Cielo, y consideran fa-
natismo la obediencia a la jerarquía. Son los sucesores de
la raza· cafnica de la India . Son halchichims y faquires.
- 108-

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lfi3TORIA De L A M A O 1A

Las advertencias no abrirán sus ojos· y perecerán porque


han querido perecer.
Los sacerdotes de Grecia empleaban para curar estas
enfermedades una especie de homeopatía; los aterroriza-
ban exagerando el mismo mal en una sola crisis y los ha-
cían dorm~r en · la caverna de Trophonius. Preparábanse
para este sueño por medio de ayunos, lustraciones y vigi-
lias, descendiendo luego al subterráneo, donde quedaban
eneerrados sin luz. Gases enervantes, muy semejantes a
los de la Gni'ta del Perro que se ve cerca de Nápoles, se
escapaban de la caverna, y no tardaban en aterrar al vi-
sionario, que era entonces víctima de espantosos suefios
producidos por un principio de asfixia. Socorrí.anle a tiem-
po, llevándole todo palpitante, pálido y con los cabellos
erizados a un trípode, en el que profetizaba antes de des-
pertarse del todo . Esta clase de pruebas causaban un tras-;
torno tal en el sistema nerviose, que los sujetos a tales ·
crisis no podían recordarlas sin escalofrío, ni osaban ya
nunca hablar de evocaciones y fantasmas. Alguno hubo,
que desde entonces no pudo nunca estar alegre ni sonreír.
Y la impresión general era tan penosa, que dió lugar a un
proverbio, diciéndose al hablar de una persona que no
desarrugaba el ceño nunca: e Ha dormido en la caverna de
Trophonius .,.
No es en los libros de los filósofos, sino en el simbolis-
mo religioso de los antiguos, donde hay que buscar las
huellas de la ciencia y encontrar de nuevo sus misterios .
Los sacerdotes egipcios conocían mejor que nosotros las
leyes del movimiento y de la vida. Sabían atemperar o afir-
mar la acción por la reacción, y preveían fácilmente la
realización de los efectos cuyas causas habían establecí ·
do. Las columnas de Seht, de Herme, de Salomón y de
-109-

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L 1 p H A L V 1

Hércutes han simb0lizado en lils tradiciones mágicas esta


ley universal del equilibri0; y .la ciencia del eguilibrio llevó
a l0s iniciados a la de la <g na:v:it.~oión 'l!lniv.ersal alre.de.d or
de los centr0s de vida, de calor y de luz. También 'en los
calendarios sagrados de los egipcios, en les que cada mes,
como es sabido, colocado bajo la ·protección de tres déca-
das o ger¡ios de diez días, el' p;;imer década del signo del
león está represe'ntado por una cabéza humana de siete !a-

~
la barbilla. Por debajo de esta· cabeza se ve el nombre de
.
yos con u¡:¡a ·c ola de escorpión y el sign0 de Sagitado bajo

' . IA:O; Ilamábase a esta figura Khnoubis; palabra egipcia,


Ql;le significaba oro y ·luz. l'hales 1f Pit~g:oras aprendieron
en -los santuarios .de Egipto que •la •lierr a gira alrededor del
s<¡>l. pero no tuvieron interés en extender este clescubri ..
miento, por(fue les hubiera sido ,p,r~ci:so· p¡ara ellq revelar
uno cle l0s gr.ancles secretos del tern-p)o, la doble ley de
atracción y de irradiación que es' el principio de la crea- ,
ci~n y la causa perpetu·a ele la vida. Y: así el escritor cris-
tiano, Lactancio, ¡;¡ue hapía oído .hablar de esta tradición
mágica y del efecto., .p.ero no de la causa, se mofaba gr_an-
demente de estos .teurgos soñadores que h.acen dar vuel-
tasª 41· tierra y nos .dan antfpodas que m;ie.ntras nosotros
andamos con la cabeza en alto, · d~berían tener, seg1ún él,
los pies en alto y la cabeza abajo. Y además-añé;!de inge- •
nua,mente Lactance con la lógica ddos' ignorantes y de los
niños-tales h0mbres ~o ·podrían sostenei·se .en la tierra y
cae~ían de c.a beza .a los ciclos inferiores. De este m0Gio ra-
zonaban l0s fiíósofos, en tanto l0s sacerdotes, sin Fespon-
derles ni som:eir si¡;¡uiera de SI!IS e11rore~. escribían en ·je-
roglÍficos cr¡adores de t0dos 'Jos dogmas y de todas las
po.e sías los se.cretos de la verdad.
BQ -su descripción alegórica de .:los infiernos., 1os .hiero~
110-

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1
HI:S10RIA DE L Á 'M A O 1 A

fantes gliiegos habían ocultado los grandes secretes q~ la


magia. En ella se encuen'lran cuaJr.o ríos', como en el pa-
raíso terrenal, mas un quinto que se11pentea siete.veces en-
tre los otros. Un río de .dolores y gemidos, el Cocyto y un
1
río de olvid0, el Leteo; luego un :río de corriente r.ápida
irresistible que todo lo arraslra y¡.que .corre ~n sen_tid0
1
opuesto al de un ·río de fuego. ·Es.tos dos níos mi~teriosos
son el Aqueronte y el PhlegeJo.n, de los cuales uno repre-
senta e.l flúido negativo y el otro el positivo, volvié.ridose
eternamente el uno cont~a el otro. El Phlegeton enci!mde
las. aguas frías y negras. del Aqeeronte y éste cubre los va-
pores ~spesos, las llam<~s líquidas dei.Phlegeton. De estos
vapores surgen por millares larvas, imágen.e s, ranas . de
cuerp0s q.u é han vivido o que no viven todavía. Pero, que
hayan .o no b.ebido en el río de los .dolores, todos .asp.ira.o
"'"' hab;:á de .de:volr
al río del 0lvido, cuyas ag.uas balsámicas
verles la juventud y la paz. Tan sólo l0s sabios no quieF~n
olvidar, por,que sus recuerdos s.ón ya su recompensa. Y
son realmente los únicos de ver:da.d inmortales, poFq~e
sólo ellos Jienen la C(')nciencia cle su inm0rtalidad.•
Los suplicios de Tántalo son pinturas werdaderameute
divinas de los vicios y un castig0 eterno . .La concupiscen-
cia de Tántalo, la ambición de Sísifo no ser,án ,nunca ex-
p.iadas, p.0rque nunca llegarán a estar satisfecfuas. Tántalo
arde en sed en ~1 agua, Sísifo hace rodar e¡;¡ lo alto de una
piedra, sobre la que quiere sentarse, pero que cae siempre
s0bre él, arrastrándole al fondo del abismo. Ixi6n, etama-
dor sin freno., que ha querido violar a la relna del cielo, es
azotado por las furias infernales. No ha p<'>dido, sin emb.ar-
go, gozar ,de su crimen y 'no ha ab~azado sino a un fantas-
ma. Este fantasma parece tal vez que ha condescendido ,ll
sus furores y que le ha amado ¡pero el amor, cuando ·se

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!! -L p ff A S L V 1

apart11 del deber, cuando se satisface 11 cost11 del s11crile-


gio, no es más que el odio en flores!
, No es más allá de la tumba, sino en la misma vida don-
de hay que buscar los misteFios de la muerte. La salvación
o el castigo comienzan aquí abajo y el mundo terrestre tie-
·ne también su cielo y su infierFIO. Es más, siempre en la
~ lierra es ·recompensada la virtu!!l, siempre es castigado el
vicio, y si a veces llegamos a creer en la impunidad de los
malvados, es porque la riqueza, instrumento del bien y del
mal, parece a menudo complacerse en prodigársela 111
azar . Pero ¡oh desdicha de los hombres injustos! Cuando
poseen la llave de oro, ésta, sólo abre para ellos las puer-
tas del sepulcro y del infierno.
Todos los verdaderos iniciados han reconocido la in -
mensa utilidad del trabajo y del dolor. El dolor -ha dicho
un poeta alemán- es el perro de ese pastor 'desconocido
que conduce el rebaño de los hombres. ¡Aprender a su-
frir, aprender a morir, es la gimnasia de la Eternidad, es
el noviciado inmortal!
Tal es el sentido moral de la Divina Comedia, del Dan-
te, esbozado ya en tiempos de Platón en el c,Úadro alegó-
rico de Cebes. Este cuadro, cuya descripción nos ha sido
conservada, y que algunos pintores de la Edad Media han
reconstitufdo basándose en ella, es un mo~umento a 111
vez filosófico y mágico. Es una síntesis n oral muy com-
pleta, y al mismo tiempo es la más audaz demostración
que se ha hecho del gran arcano, ese secreto, cuya reveld-
ción trastornaPía cielo y tierra, Nuestros lectores no espe-
rarán seguramente que se la expliquemos. Quien descu-
bre este misterio comprende que es inexplicable por su
naturaleza, y que da la muerte igualmente al que lo ha
sorprendido-que al que lo ha revelado.
-1H' -

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H 1 S 1· O R 1 A DE L A M A O i A
Este secretp es la realeza del sabio, es la ,corona del
iniciado que vémos de nuevo descender triunfador del pi;.
náculo de las pruebas en· l'a bella alég@ría de Cebes. El
gran arcano le hace dueño del oro y de la luz que están en
el fondo de la cosa misma, ha resuelto el problema de la
cuadratura del círculo, del movimiento continuo y posee la
piedra filosofal. Esto, los adeptos me lo comprenderán.
No hay interrupció n en su trabajo ni laguna en su o-bra.
Las armonías del cielo corresponden a las de la tierra, y
la vida eterna ejecuta sus evolucione s, según las mismas
leyes que la vida de un día . Dios ha dispuestó tocfo con
peso, número y medida -dice la Biblia-, y esta luminosa
doctrina era también la de Platón. En su Phedon hace dis-
currir a Sócrates sobre los destinos del alma de completo
acuerdo con las tré!diciones cabalísticas . Los espíritus pu-
rificados por la prueba vense libres de las leyes de la gra-
vedad y, sobre todo, de la atmósfera de las lágrimas; los
otros se arrastran en las tinieblas y estos son los que apa-
recen a los hombres débiles y criminales. Los que se han
liberado de la miseria de la vida material no vuelven nun-
ca más 'a contemplar sus crímenes y a compartir sus erro-
res: una vez ya es bastante.
El cuidado que tenían los antiguos de amortajar a los
1 •
muertos, estaba abiertamente en pugna con la nigroman-
cia, y siempre han sido aquéllos mirados .como impíos
que turbaban el reposo de la tumba. Llamar de nuevo
a la tierra los muertos, equivaldría a condenarles a morir
dos veces, y lo que máH que na-da hacía temer a los hom-
_bres piadosos del antiguo culto, quedar en su sepultura
después de muerto era el miedo a que su cadáver pudiese
ser profanado por las stryg(Js o sirviese a los encanta-
mientos. Después de la muerte, el alma pertenece a Dios

115-

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L ¡, H A L l

y el cuerpo/1 la madre cor,nún, que e~ la tierra. ¡Desgracia-


qos los que se atrevan a atentar contra estos refug~osl
Cuando el santuario de las tumbas había sido turbado, los
antiguos ofrecían sacrificios a los manes irritados, y en el
fondo de esta práctica había un pensamiento santo. En
efecto, 1 si era permitido a un hombre atraer hacia él, por
u,na serie de conspiraciones, las almas que flotan en las
. '
tinieblas aspirando a la luz, engendraría hijos retrógrados
y: póstumos que debería alimentar de su san gre y alma.
Los nigrománticos son enge~dradores de vampiros; ¡no
lo's compadezcamos , pue~. si mueren roídos por los
muertos!

- 114-

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l

CAP!TULO IV

' MAGIA DEL cllLTO ~UBÚ~O

Llle idells pr,pducen.léjs formas y a su vez la~ form ~s re-


flejan y reproducen las ideas. Por lo ,que toca a los sentl-
. mientos, la asociaci0n los multiplica en la reunión de los
que los comparten, de suerte ci,ue todos s·e sienten- elec-
trizados por ~1 enrqsiasmo de todos. Pe>r eso si. up hQmbre
del pueblo, en particular, se equivoc() con facilidad acer-
ca de lo justo y de lo bello, ,el pueblo en Jhasa aplaudirá
siempre jo sublime cen un esrusiasmo no menos sublime.
Estas d0s grandes leyes· de ,la naturaleza observadas
por los antiguos magos, les hizo eompnender la necesidad
de un cul!_9 público, ~nico , ob\igatorio., jerárquica y simbó- ,.,
lico, como la religi0n entera', esplénclielo coma la '¡
verdad,
deo y variado cual la naturaleza, estrell,aclo como 'el cielo,
. pleno de perrfumes como la ti'er11~, culro que al fin consti-
tuyó más tarde Moisés, que Salomón' hapía de realizar. ,e.n
toda su ·grandeza y qae,. transformado ·u na vez más¡ Fesi~'e .
.?.......
actualmente en la gl'an Metr-ópoli de San P.edro de Roma .
La humanidad, no tuvo nunca · realmente más que una
religión y un culto. Esta luz universal ha padecido ,sus
espejismos, sus reflejos en gañosos y sus sombras, p~~o
siempre, f.~as las nocpes de err6;, la vemos reaparecer
única y pura como ~1 soL · ,u
Las m'lgnificencias .del culto son la vida de las r~lig¡ones,
,.... JHi-'"""

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E L_ 1 p H A S L 1

y si Cri~to quiere ministros pobres, su divinidad soberana


no gusta de altares pobres. Los protes.!_antes no han com ~
prendido que el culto es una enseñanza, y que en la imagi-
nación de las multitudes no debe crearse un Dios mezqui-
no o miserable. Ved esos oratorios que semejan alcaldías
y esos honrados ministros con aspecto de ujieres o comi-
sarios ¿no inducen realmente a tomar la religión por una
formalidad, ya Dios por un juez de paz? Los ingleses que
tanto oro prodigan en el adorno de sus viviendas y que
tanto se jactan de amar la · Biblia ¿no deberían acordar-
'
se de las pompas y de la magnificencia del templo de Salo-
món y encontrar sus iglesias hasta frías y desnudas?
\

Pero lo q?e da aridez a su culto es la sequedad de sus co-


razones , porque ¿cómo queréis que con este culto sin ma-
gia, sin deslumbrami entos y sin lágrimas se estremezcan
los corazones?
La ortodoxia es el carácter absoluto de la alta magia.
Cuando la verdad nace, la estrella de la ciencia lo advierte
a los magos .y estos vienen a adorar al niño creador del
pqrvenir. Gracias a la ciencia de la jerarquía y a la prác-
tica de la obediencia se obtiene la iniciación, y un verdade-
ro iniciado no será jamás un sectario.
Las tradiciones ortodoxas fueron traídas de la Caldea
por Abraham y reinaban en Egipto, en tiempos de José, 1

con el conocimiento del verdadero Dios. Koung-Tseu


quiso establecerlas en China, pero el misticismo imbécil
de la India, había de prevalecer, bajo la forma idolátrica
del culto a Jó , en éste gran imperio. Moisés importó la or-
todoxia de Egipto, del mismo modo que Abraham ae la
Caldea y en las tradiciones secrelas de la cábala encon-
tramos una teología completa, perfecta, única, semejante a
Jo que tiene la nuestra de más grandiopo y mejor explicado
\
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HIST ORIA DE L A M A O 1 A

por los padres y los doctores, todo ello con una armonía y
unas luminosid ades que aún no es dado al mundo com~
prender.
1
El.Zohar, que está a la cabeza de los lib¡¡os santos, abre
a la luz todas las prrofundidades y aclara todas las obscu~
ridades de las mitologías :antiguas y de las ciencias
guardada s primitivamente en el santuario . Verdad es que
hay que conocer el secreto de la clave para utilizarlo y que
aun para las inteligencias más pen_etrantes, pero no inicia~
das en el secreto, el Zohar es en absoluto incompreil~ihle
y aun ilegible. ·
Esperamo s que los leelores que siguen con atención
nuestros escritos sobre la Magia, encontrar án por sí mis~
mos este se·creto, y llegarán a su vez a descifrar primero,
a leer después este libró que contiene la lxpliéaci ón de
tantos misterios .
Siendo la iniciación la consecue ncia obligada de la je~
rarquía, principio fundamental de las_realizaciones mági~
cas, los or-ofanos, despu,és de haber ensayado inútilmente
forzar las puertas del santuario , adoptaron el partido de
poner altar frente altar, y de oponer las divulg.aciones ig~
norantes del cisma, a las reticencias de la ortodoxia . D~
los magos se <;onlaron historias horribles; los brujo11 y
las strygas hicieron recaer sobre ellos la responsab ilidad
de sua crímenes: eran unos bebedore s de sangre humana
y se comJan a los niños. Esta venganza de la ignoranci a
presuntuo sa contra, la ciencia discreta, ha tenido en todas
las épocas urt1éxito que ha perpetuado su uso. ¿No ha ha-
bido un miserable que se ha permitido imprimir en qna
sátira que había oído en cierto Club al autor de este libro
pedir se hicieran con la sangre de los ricos morc;:illas,
para alimentar al pueblo fqmélico? Cuanto mayor- es la
- 117-
© Biblioteca Nacional de España
L 1 p A L V 1

calumnia, tanto mayor impresión cousa en los necios.


Los acusadores de lc:>s magos cometían ellos mismos
las maldades que achacaban a aquéllos y .se entregaban
con frenesí a la brujería más desvergonzad a ; No se habla- /
ba más que de apariciones y prodigios. Los propios dioses
descendían en forma visible para dar realce a las orgías.
Los cfrculos furiosos de los· llamados
/
iluminados remon-
tan hasta las bacantes que asesinaron Orfeo. Un panteis-
a
mo místico y lujurioso multiplicó después constantemente
estos círculos fanáticos y clandestinos en los que la pro-
miscuidad y el crimen se mezclaban a los éxtasis y a las
plegarias. Pero los fa tales destinos de esl~ dogma absor-
bente y destructor están descrjtos en una de las más her-
mosas fábulas de la mitología griega. Unos piratas Ayrre~
nienses han sorprendido a Hiacchos dormido y se lo llevan
en su nave. ~e figuran que el rey1 de la i!lspiración es su
~scfavo, pero de repente, en pleno mar, el barco se transfi-

gura, sus m;:lstiles se convierten en cepos, 'el cordage en


viñas; por todas partes aparecen sátiros que danzan con
linces y panteras; la confusión se hace entre los de la do-
taci_ón que se ven transformado ~ en machos .cabríos, y se
precipitan al mar.
Entonces· Hiacchos aborda en Beocia y se dirige a Te-
bas, ·la ciudad de la iniciación, donde se informa de que
Panthée había usurpado el poder. Panthée a su vez quiere
aprisionar al dios; pero la prisión se abre por sí sola y el
cautivo se alza vencedor en medio de Tebas. Panthée se
enfurece y las hijas de Cadmo, convertidas en bacantes, le
hacen pedazos creyendo inm0lar un toro joven.
El panteismo, en efec'to, no podría ser una síntesi~ y ha-
brá de ·perecer dividido por las ciencias, hijas de Cadmo.
Después de Orfeo, Cadmo, Edipo y Anfiaro, los ¡rrandea
' - 118-
© Biblioteca Nacional de España
1
ff"l 3 T O 11 1 A LA /tiAtJ/A

lípos fabulosos. del sacerdocio mágico en Grecia son Ty-


resias y Calchas, si bien Tyresias es un hierofante sin in-
teligencia e infiel :
Un día encuentra dos serpientes entrelaz?das; se figura
que están luchando· y la& separa golpeándolas con su bas-
tón : no ha comprendido el símbolo' del caduceo. y q4iere
dividir las fuerzas de la naturaleza, quiere separar la cien- ~
cía de la fe, la inteligencia del amor, el hombre de la mu '
jer. Las ve enlazadas como luchadores y, cree que luchan,
las hiere al apartarlas, y he aquí , que él mismo pjerde el
equilibrio; será unas veces hombre, otras mujer, pero
nunca de modo completo, pues la realización del matrimo-
nio le está prohibida. Aquí se revelan todos los misterios
del equilibrio universal y de ·la ley creadora. Es, en efecto,
el androginismo humano el que engendra: el•hombre y la
mujer, en tanto están separados, permanecen estériles,
como la religión sin la ciencia, y recíprocamente, como
la inteligencia sin el amor, como la dulzura sin la fuer-
za 9la fuerza sin la dulzura, como_la justicia sin misericor-
dia y la misericordia sin juslicia. La' ar,monía resulta de la
analogía de los contrarios; hay que distinguirlos para
unirlos y no separarlos para elegir entre ellos. El hombre,
se dice, va continuamente de lo blanco a lo negro en sus
opiniones y se equivoca siempre. Así debe ser, pues la for-
ma visible, la forma real, es blanca y negra, y se produce
aliando la sombra y la luz sin confundirlas. Así se empa-
rejan todos los contrarios en la naturaleza y el que preten-
da sepanirlos se expone al castigo de Tyresias. Oíros
dicen que quedó ciet;d vor haber· sorprendido a Minerva
de!muda, es decir, por haber profanado los misterios. Es
distinta alegoría, pero es siempre el mismo símbolo.
Sin duda por haber profanado los misterios es por lo que
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1
e 1 p H A L V 1

Homero hace errar 11,1 sombra de Tyresias en las tinieblas


· Cimmerianas, y nos lo muestra ¡:egresando con ·las larvas
maléficas que g ustan abrevar en la sangre. Cuando Ulises
consulta a los espíritus con ceremonial mágico y formida,
bl_e es bien· distinto de l3 s gesticulaciones de nues tros me-
diums y los papelitos inocentes lile nuestros nigrománticos.
El sacerdocio es casi mudo en Homero, ' el divino Cal-
chas no es ni un soberano pontífice ni un gran hierofante.
Más bien p_a rece un servidor de los reyes cuya cólera teme,
y no se atreve a decir a Agamenón verdades desagrada-
bles sino después de haber implorado la protección de
Aquiles. De este modo fomenta la división entre estos jefes
y se hace causante de los desastres del ejército. Homero ,
cuyos relat!JS todos son importantes y profundas leccio-
nes, quiere también, en este ejemplo, probar a Grecia
cuán importante es que el misterio divino sea independien-
te de las influencias temporales. La tribu sacerdotal no ha
de d~ pender sino del supremo pontificado, y el gran sa-
cerdote se v"erá en la irr¡potencia si falta a su Tiara una
sola corona; tien ~ que. ser 1•ey temporal para ser él igual
de los soberanos de la tierra, rey por la inteligencia y por
la ciencia , rey, en fin , por su misión divina. En tanto no
exi sta un sacerdocio asf, parece decir Homero, faltará algo
al equilibrio de los imperios.
El divino Teoclímenes hace en la odisea casi el .papel de ·
un parásito; paga a los perseg uidores de Penélope su hos-
pitalidad poco acogedora con un consejo inútil, y ~1 punto
se retira ant~s de que se produzci! la calamidad que preve.
¡Cuán lejos el cometido dz estos echadores de.la buena
o mala ventura, del de aquellas sibilas que habitaban en
santuarios donde se hacían invisibles y a los que se lle-
gaba temblando. Nuevas Circes, sólo cedfan ante la auda-
120

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lf!S10RIA DE LA M A í' O 1 A

cia: era preciso penetrar con ingenio o por fuerza en su re-


tiro, cogerlas por los cabellos, amenazarlas con la espada
y arrastrarlas hasta el potro fatal. Entonces enrojecían y
palidecían alternativamente y trernantes, con el cabello eri·-
zado, lanzaban palabras incoherentes y escapaban furio-
sas, es,cribiendo sobre hojas de árboles pal_a bras que
combinadas debían formar versos proféticos y lanzaban al
viento 'estas hojas, se encerraban luego en su retiro y no
contestaban si eran de nuevo llamadas.
El oráculo tenía tantos sentidos diferentes que podían
hallarse combinando las hojas de todas las maneras posi-
bles. Si las hojas, er. (ugar de palabras, contenían signos
jeroglfficos, el número de interpretaciones era aún mayor
y se hubiese podido consultar la suerte, agrupándolas al
azar. Es lo que todavía hacen hoy Jos adeptos de la carto-
mancia, sirviéndose de los gr~ndes alfabetos mágicos del
tarot cuyo valor ignoran generalmente. en estas operacio-
nes, la suerte elige solamente Jos signos que han de inspi- ·
rar al _intérprete, y si éste no posee una facultad especialísi-
ma de intuición y de doble vista, las frase:s indicadas por
la agrupación de las letras sagradas y las revelaciones ex-
presadas por la reunión de las figuras, profetizarán al azar.
No todo consiste en agrupar las letras, sino que hay que
saber leerlas. La cartomancia, bien comprendida , es u¡1a
-verdadera consulta de los espíritus sin nigromancia ni sa-
crificios; requiere, pues, la asistencia de un buen medium.
Su ejercicio es, por lo demás, peligroso y por eso a nadie
la aconsejarnos. ¿Es que no bastan, en efecto, las mise-
rias que al pre'Sente agravan nuestros dolores , para que
vayamos a aumentarlas con la ansiedaq cruel de lo futuro,
sufriendo todos los días por anticipado cortas catástro-
fes que no podernos evitar?
- 121

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CAPITULO V
MISTERIOS DE 'LA VIRGINIDAD

El imperio romano no fué sino una tran~figuración del


¡rriego. Italia era la Oran Greci~. y, cuando ya el helenls-
\ mo perfeccionó sus 'dogmas: y sus misterios, ' faltaba co-
menz~r la educación de los hijos de la loba: Roma ya es-

.taba en el ll]Undo. ..
Un· sel.lo especial caracteriza la iniciación dada a los to-
man os por Numa y es la importan'Cia típica concedida a la
mujer a ejemplo de los egipcio·s que a=oraban la' divini-
daq suprema bajq el nombre de :· Isis.
!}ara los griegós el dios de la injeiación e_s lacchos, el
ve11cedor de la India, el ~esplandeciente Andrógino de los\
cu'ernos de Ammon, ~1 Panthée que sos·tiene la copa de los
sacrjficios y haee desbordar en e!Ia el vino de la vida · uni-
versal; Iacchos, el del'rayo y el domador de tigres y leo-
nes·; pero· p~:ofanandd los secret,os de Jléicchos, es como las
bacantes han conseguida destrozar a Orfeo; lacchos, con
el nÓmbre romano de Bacchus, no será ym sino el dios de
(

la emb~:iaguez, y Nurna pedirá ~us inspiraciones a la pru-


dente Egeria, la diosa del mis'terio y de la soledad.
Preciso es dar una madre a estos salvajes niños aban-
denados que Íw han podido ser esposos, sino raptando mu-
jeres por sorpresa o traición. Ló que ha 'de asegurar el por-
venir de Roma, es el culto a la patria y a la familia. Nu-
- 1'2~· -

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!fltJTOOIA De L A M A CJ 1 A

ma lo comprende y de Egeria aprende cómo se honra a la


madre de los dioses. Elévala un templo esférico J?ajo cuya
cópula arde un fuego que jamás será eJ{tinto. Este lo ali-
mentan cuatro vírgenes que se llamarán vestales y que es-
tarán rodeadas de extraordinari os honores si son fieles, y
que serán castigadas con un rigor excepcional si faltan !i
su dignidad. El honor de la virgen es el de la madre, y la
familia sólo será santa en tanto que la pureza virginal se
reconozca posible y gloriosa. Ya aquí la mujer se eman- ·
cipa de la antigua servidumbre; ya no es la esclava orien-
' tal, es la divinidad del hogar, la guardiana del hogar, el .
honor del ~adre y del esposo. Roma' se convierte en
el santuario de las costumbres y a título de tal será la so-
berana de las naciones y la metrópoli del mundo.
La tradición mágica de todos los tiempos co11cede a la
virginidad un don sobrenatural y divino. Las inspirado·
ryes proféticas buscan a las vfrgenes, y es· por odio ·i!l la
inocencia y a la virginidad por lo que Id Grecia sacrifica a
niños en cuya, sangre reconoce, sin embargo, una virtud
sagrada y expiatoria. Luchar contra el incentivo genésico
es ejercitarse en- vencer a la muerte, y la suprema casti-
dad era la corona más gloriosa ofrecida a los hiemfan'-
tes. Derrochar la vida en aproximacion es humanas es ir
1

echando raíces en la tumba. La castidad es flor sin tallo


que la ligue a la tierra, que al halago del sol que la invita
a subir hacia él, puede fácilmente escapar y volar como
un pájaro.
El fuego sagrado de las vestales era el símbolo de la fe
Ydel casto amor. También era el emblema del agente uni-
versal, del que Numa sabía extraer y dirigir la forma eté·c-
trica y fulminante. En efecto, para encender nuevamente
el fuello de las vestales, si po~; una negli!lencia havto pu-
- 123 ~

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E L 1 p H A S L [; V 1
/

nible lo habían dejado apagar, eran necesarios el sol o el


rayo. Este fuego era renovado y consagrad o al principio
de.cada año, ¡Jráctic~ conservada hasta nuestros días y
observ~da la víspera de Pascuas.

Se ha acusado injustamente al cristianism o de haber


hecho suyo Lo más bello de los antiguos cultos. El cris-
tianismo, esa última forma de la ortodoxia universal, ha
conservado todo lo que le pertenecía, y no ha rechazado
sino las prácticas peligrosas y las vanas supersticio nes.
El fuego sagrado representab a igualmente el amm- a la
patria y la religión del hogar. A esta religión, a esta invio-
labilidad del santuario conyugal, se sacrificó Lucrecia.
Lucrecia personifica toda la majestad de la Roma antigua;
pudo sin duda sustraerse al ultraje abandonan do su repu-
tación a la calumnia, pero nobleza obliga . En materia de
honor, un escándalo es más deplorable que la falta mis-
ma. Lucrecia puso su dignidad de mujer honrada a la al-
tura del sacerdocio , sometiéndo se al atentado para expiar~
. ~

lo enseguida y castigarlo.
En memoria de est¡;J ilus1re romana, la alta iniciación en
el culto a la patria y al hogar fué confiada a las mujeres,
con exclusión de los hombres. En aqnel ejemplo debían
1
aprender éstas que el verdadero amor es el que inspira
l.as mayores abnegacion es . Decíanlas que la verdad~ra
belleza del hombre está en el heroísmo y la grandeza; que
la mujer capaz de abandonar o traicionar a su marido,
marchita a la vez su porvenir y su pasado y, pone en su
frente la mancha imborrable de una prostitució n retros·
pectiva agravada todavía con un pe.rjurio. Dejar de amar
a aquel ·a quien ha entregado la flor de su juventud, es la
mayor desgracia que puede afligir el pecho de una mujer
honrada; pero declararlo en voz alta es renunciar a la pro-
- 124-

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HISTORIA DE L A M A O 1A
bidad del corazé n y a· la integridad def honGr, e§ la última
y ·la más irreparable de las vergüenzas. <- •
Tal es la religión de Roma;· a la magia de esta moral de-
bió todas sus grandeza~. y cuando para ella el matrimo-
nio dejó de ser sagrado, la decadencia nO" se hizo es-
'-
perar.
Si es verdad que en tiemp0 de Juvenal lGs misterios de.
la buena diosa eran misterios de impureza (lo que acaso
sea algo dudoso, porque ¿habían de denunciarse a sí mis-
mas las mujeres admitidas a estas supuestas orgías?~ ad-
mitiendo, decimos, que ello sea cierto, ya que todo era po-
sible después de los reinados de Nerón y de Domicianó,
¿qué consecuencia hemos de. sacar· si no que el reino mo-
ral de la madre de los dioses había ya pasado , y que de-
bía dejar sitio al culto popular., más universal y más puro,
de ·María, la madre de.Oios?
Numa , iniciado en las leyes mágicas y conociendo las
influencias magnéticas de l,a vida común, escuelas de sa-
cerdotes y de augures, sometiéndolas a reglas, era la idea
primera de los conventos, una de las grandes fuerzas de
la religión. y a de antiguo en Judea, los' profetas se reunían
en círculos simpá.ficos , juntando sus inspiraciones y .pie
garias. Parece que Numa debió conocer las tradiciones
de la Judea; sus flámenes y sabios se exaltaban con evo-
luciones y danzas que recordaban la de David ante el atea.
No instituyó Numa nuevos oráculos, capaces de rivalizar
con el de Delfos, pero instruyó a sus sacerdotes en el arte
de"los augures, es decir, gue les reveló cferta teoría de los
pr~entimientos y de la doble vista, determinados por las
leyes secretas de la ·naturaleza. Despreciamos hoy el arte
de los arú§pices y augures, porque hemos perdido ·la
cien<;ia profunda de la luz y de las analogías universales
- 1~ó-

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L 1 p H A L V

de sus reflejos. Voltaire, en su delicioso cuento Zadig, es -~


boza, jugando, una ciencia de ~divinación completamente
natural, pero que no deja de ser maravillosa , pues supo-
ni! una, finura de obser"\'aciÓn en extremo excepcion~al y una
serie de deducciones ·que escapa de ordinario a la lógica
tan limitada del. vulgo.
Cuéntase que Parménides ,'' maestro de Pitágoras, hll-
biendo gustado del agua de una fuente, predijo un tem-
blor de tierra próximo; nada hay en ello de extraño, pues
el sabor bituminoso y sulfuroso de que el agua estaba sa-
turada, pudieron advertir al filósofo del trabajo interior de
las tierras vecinas. Acaso el agua estuviese solo agitada
de un modo insólito. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es
que también prevemos los rigores del invierno por el vue-
lo de los pájaros y podríamos· prever igualmente. ciertas
influencias atmosféricas inspeccionando los órganos di-
' '
gestivos y respiratorios de los animales.
Ahora bien; las· perturbaciones físicas de la atmósfera

.
obedecen _con frecuencia a causas morales. Las revolucio-
nes se traducen en el aire, por grandes tormentas, el alíen-
to de los pueblos agita al cielo. El éxito marcha con las
corrientes eléctricas y los colores de la luz viva reflej11n
los movimientos del 11ayo. «La atmósfera está cargadll•
dice el pueblo con su instinto profético. Los arúspices y
los augures aprendían a ' le~r lbs caracteres que va trazan·
do por doquier la luz, y a reconocer las señales de lasco·
rrientes y de las revoluciones astrales.
Sabían por qué los pájaros vuelan aislados o juntos,
cuáles influencias les hacen ir hacia el Norte o el Mediodía.
hacia Oriente u Occidente, ~osa que nosotros, que nos
reimos de los_áugures, no sabemos. ¡La burla es tan fácil
y es tan difícil aprender bien!
126-
i
© Biblioteca Nacional de España
HIS10/l!A DE L A M -A O 1 A
"
Por este prejuicio que nos lleva a denigrar y a negar
todo lo que no comprendemos, algunos hombres de inge- ;
nio, como Pontenelle,_y algunos sabios como Kircher, han
escrito juicios tan temerar-ios sobre los antiguos, oráculos.
Para estos espíritus fuertes, todo son m~niobras y super-
cherías. Inventa~ est'ltuas articuladas, voces ocültas, ecos
combinados en los subterráneos de los templos. ¿Por qué
esta calumnia constante al s antuario? ¿Es qué no pudo
haber, entre los hierofantes de ·Ceres o Apolo, hombres
honrad,os y convencidos? ¿Acaso eran estos engañados
como los clemás? ¿Pero quién podría engañarlos constcm-
temente, duran te siglos y siglos, sin descubrirse? Porque
fas supercherías no pueden ser inmortales. Recientes ex-
perimentos demuestran que el pensamiento'puede transmi-
tirse, traducirse a escritura e Imprimirse por la sola fuerz11
de la luz astral. Misteriosas manos escriben todavía en
los. muros como e~ el festín de Baltasar. ;;Recordemos es-
tas juiciosas palabras de un sabio que no será, ciertamen-
te, de fanatismo ni de credulidad. Arago decía que, fuera
de las matemáticas p,u ras, era un imprudente quien pronun-
cillra la palabra imposible.
El calendario religioso de Numa está calcado en el de
los magos: es una serie de fiestas y misterios que recuer-
dan toda la doctrina secreta de los iniciados y que adap-
tan p~rfectamente los actos públicos del culto a las leyes
universales de la naturaleza. La disposición de los meses y
de los días ha quedado la misma bajo la influencia conser-
vadora de la regeneración cristiana.
Como los romanos de Numa, todavía santificamos por
medio de la abstinencia los días consagrados al recuerdo
de la generación y de la muerte; pero para nosotros el día
de Venus está santificado -gor la expiación del calvario. El
¡ .
- 127

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A S L B V 1

dfa ~ombrfo de Saturno es aquel en que nuestro~ Dios en-


carnado duerme en su tumba; pero habrá de resucitar, y
la vida que nos promete e~botará la guadaña de Cronos .
El mes que los romanos consagra!Jan a Maya, la ninfa de
la juventud y de las flores, la joven madre que sonríe a las
primicias del año, es consagrado por nosotro;S a María , la
rosa mística, el lirio de pureza, la madre celestial del Sal-
vador. Es decir, que nuestras prácticas religiosas son tan
antiguas como el mundo, nuestras fiestas se parecen a las
de nuestros padres, y el Salvador de los cristianos no ha
venido a suprimir ninguna de las bellezas simbólicas ni
religiosas de la antigua iniciación: ha venido, como él
mismo decfa a propósito de la ley simulada de los israeli-
tas, a acometerlo todo y a realizarlo todo.

- 128-

© Biblioteca Nacional de España


CAPÍTULO VI
LAS SUPER STICIO NES

Las supers ticione s son formas religio sas que sobrev iven
a las ideas perdidas. Todas han tenido su razón de ser
en
una verdad que ya no se conoce o que ha sufrido trans-
formación. Su· nombre , dellatf n superster, signific a lo
que
sobrevive; son los restos materiales de las ciencias o
de
las opinion es antiguas.
Las multitudes, siempre más inst~ntivas que reflexivas,
se
ligan a las ideas por las formas , y difícilm ente cambia
de
costumbres. Cuand o se pretende comba tir las supers ticio-
nes, el pueblo cree siempre que se ataca a la religión mis-
ma; por eso San Grega rio, uno de los papas más grande
s
de la cristian dad, no quería que fuesen suprim idas las prác-
ticas. •Purific ad los templos, escribía a sus mision eros,
mas no los destru yáis, porque mientra s el pueblo
vea
subsistir sus antigu os lugare s de la oración : acudirá
a
ellos por costumbre, y lo ganar.éis más fácilmente para
el
C!JIIo del verdad ero Dios•.
•Los bretones, añade tan santo papa, celebran, en deter-
minados días, sacrific ios y festines. ¡Dejadles sus festine
s,
no suprimáis sus sacrific ios. Dejadles la alegría de
sus
fiestas, pero esta alegría pagana, conver tida dulce y pro-
gresivamente en cristian a!»
La relig·i ón conser vó incluso casi los mismo s nombre
s
- 129- 9

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p lf A S L E V

de las piadosa.s costumbres, que ella reemplazó por miste-


rio,s .. Así los antiguos cel·e braban todos los años un ban-
quete llamado las carisfias; a ellos invitaban las almas de
sus antepasados haciendo de este modo acto de su fé en la
vida universal e inmortal. La Eucaristía, esto es, la caris-
tía por excelencia , ha reemplazado a aquéllas, y ~omulga­
mos por Pascuas con todos nuestros amigos de la tierra y
del ciel.:-. Lejos de fomentar con semejante progreso las
antiguas supersticion es, el cristianismo devolvía el al m a
y la vida a las prácticas que sobrevivían de las creencias
universales.
La magia, esta ciencia de la naturaleza que tan unida
está a la religión, pues que inicia a los hombres en los se-
cretos de - la divinidad; la magia , repetimos , esta ciencia
olvi~ada ya, vive íntegra en los signos jeroglíficos que ha

dejado.
Así, por ejemplo, la observancia de los números y de los
días, es una reminiscencia ciega del primitivo dogma má·
gico. El viernes, día consagrado a Venus, era mirado por
los antiguos com 0 un día funesto , porque recuerda los
misterios del nacimiento y de la muerte. Entre los judíos,
no se emprendía labor algun.a dicho día, pero se daba re·
mate a todo el trabajo de la semena, por ser la víspera del
día del sabbal o del reposo obligatorio. El número trece,
que sigue al ciclo perfecto de doce ·represen!a igualmente la
muerte después de los trabajo:;; de la vida . En el símbolo is-
raeli ta, el artículo rela1ivo a la muerte , es el trece. A conse·
''
cuen cia del desmembramien to de la familia de José en dos
tribus se reunieron trece invitados en la primera Pascua de
Israel , en la tierra de promisi0n, es decir, frece tribus a re-
partirse la cosecha de Canaan. Una de estas tribus fué ex·
terminada, y fué la de Benjamín, el más joven de los hijos
- 150-

© Biblioteca Nacional de España


.ff 1 S 1. O R 1 A D .E • L A MAQJ.A

de Jacob . De ahí viene la tradición según la cual , cuando


se sientan tvece a la mesa , el más 1 joven habra 'de morir
pronto.
Los magos se abstenían de la C¡l,rne de ciertos anim'ales
y no comían sangre. Moisés convirtió esta práctica en pre-
cepto, diciendo, por lo que s-e refiere a la sangre, que el
. alma de los animales está dentro de ella, y que no debían
nutrirse de almas animales.
Estas alma·s animales ,' conte.n idas en la sangre, son
a modo de un fósforo de luz rstral coagulada y corrompi-
da que puede trocarse en gef\men de·un crecido n(¡mero de
enfermedades; la sangre de los .animales asfixiados se di-
giere mal .y predispone a la apoplegía y ¡¡ las peséldillas .
.I.:a carne de 'Jos carní~o'i·ós es igualme·nte malsana a causa
de los instin tos feroces de que ha sido animada·.y de l·a
cantidad de corrupción y muerte que ya h.a absorbido.
cCuando el alma de un animal es separada con violen-
cia del cuerpo, -dice P.or;fir.i o- no se aleja \l'Unca de-él, y
como las almas humanas que .una muerte violenta ha des-
hecho,· pe~manece cerca de su cuerpo. Po~ consiguiente,
al matar a los animales , sus almas se complacen en la pr-o-
ximidad de los cuerpos que les han obligado a abandonar.
Nada pu~de alej·a rlas de ellos, y una . corriente de si'iri-
pafía las retiene a . su lado. Han se visto algunas que
gemían junto a sus cuenpos. Por eso, las almas de los
hombres cuyos cuerpos no han sido inhumados, permane-
een al lado de sus cadá\(eres; los magos abusan de éstas,
principalmente para sus .operaclones, obligándolas a obe-
de.cerles, una vez dueños del cuerpo muerto, ya sea en t()-
tal o en parte. Los teósofos instr.uídbs en estos misterios ,
Y que conocen la simpatía d~ las almas animales por los
cuerpos de ' que ha íl sido separadas y el placer con que
' ~ ~

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A L E V 1

vuelven a su lado, han prohibido con razón el uso de


ciertas carnes, a fin de evitar seamos infectados de almas
ajenas.»
Porfirio añade que se puede llegar a ser profeta alimen-
tándose de corazones de cuervos, topos y gavilanes. En
esto el teúrgico de Alejandría viene a parar en las recetas
del pequeño Albert; pero pronto cae en la superstició n,
y es que ha torcido el camino, pues el punto de partida
era la ciencia.
Los antiguos, para designar las propiedade s secretas
de los animales, decfan que los dioses err la época de la
guerra de los gigantes, habían tomado diversas formas
para ocultarse y que a veces se complacían en adoptarlas
de nuevo. Así Diana se transforma en loba; el sol en toro,
en león. en dragón y en gavilán; Hécate en caballo,·en leo·
na, en perra. El nombre de Pherebate le ha sido puesto a
Proserpina , según algunos, teósofos, porque ésta se ali-
mentaba con tórtolas. Las tórtolas son la ofrenda que co-
múnmeñte hacían a Maya las sacerdotisa s de esta diosa,
que es la Proserpina de la tierra, la hija de la rubia Ceres,
nodriza del género humano. Los iniciados de Eleuxis de·
ben abstenerse de pájar.os domésticos , pescados, hab11s,
melocoton es y manzanas; no se acercan nunca a una mu-
jer en cintZJ o que tiene sus reglas. Porfirio, de quien to·
mamas todos estos detalles, añade esta frase:
cQuien haya estudiado la ciencia de las visio.1es, sabe
que es preciso abstenerse de toda clase de pájaros si M
quiere estar libre del yugo de las cosas terrestres y tener
puesto en el cielo entre los di ~ses». Pero no nos explica el
por qué.
Según Eurfpides, Jos iniciados en el culto secreto de Jú·
piter en Creta, se abstenían de la carne de los animales.
132 -

© Biblioteca Nacional de España


HJS 10R JA D E:. LA M A O 1 A

Véase como hace hablar a dichos sacerdotes (es el coro


que se dirige al rey Minos) :
e Hijo de una Ticiana de Fenicia , descendiente de
Europa
y del gran Júpi ter, rey de la isla de Creta, fan.osa por cien
ciudades, venimo s a ti, abando nando los templos de los
dioses constru fdos con madera de encinas y cipreses l abra-
das por el hierro; llevamo s una vidá pura. Desde la época
en que he sido nombra do sacerdote de júpiter, no tomo ya
parte en las comida s nocturn as de las bacanales , ni como
carnes sangran tes, si bien o frezco tro·zos a la madre de los
dioses; soy sacerdote entre los sacerdotes de Efeso reves-
tidos de blanco; me aparto de la cuna de los hombre s-,
evito también sus tumbas, y nada ingiero de lo que ha sido
animado por el soplo de la vida.»
La carne de los pescados es fosforescente y por consi-
guiente afrodisi aca . Las habas son ardientes y hacen el
sueño profund o. Sin duda podría encontr arse una justifi-
cación poderos a a todas las abstine ncias, lejos del terre-
no de las superst iciones. Hay ciert(! s combin aciones de ali-
mentos que son contrar ias a las armoníaf> de la naturaleza.
cNo hagáis cocer el cabrito en la leche de su madre•
decía Moisés , prescrip ción notable como itlegorfa y sabia
en su relación c:on la higiene .
Los griegos , al igual de los romano s, aunque en menor
grado que estos, creían en los presagi os; conside raban
las serpientes como de buen augurio cuando gustaba n de
las ofrendas sagrada s. Según tronase a derecha o izquier-
da, el augmio .era favorab le o funesto. Los mismos estor-
nudos eran presagi os, y como tales conside raban también
otros accidentes naturale s, tan ruidoso s pero menos de-
centes que los estornu dos. En el himno a Mercur io, Home-
ro cuenta que Apolo, al cual el rey de los ladrone s, que a la

- 155-

© Biblioteca Nacional de España


E. L 1 p fl S L E l

sazón

estaba todavía,
~n

Ja ,1 cuna, acaba de robar sus
bueyes, coge al niño y le sacude fuertemente paranacerle
confesar el l'atrocinio.
Entre los romanos todo se consideraba presagio. Un
guijarro con el que se tr.ope_z~ba, el g rito de un mochuelo,
ellaqrido de un perro, un vaso roto, una vieja que miraba'
. la;primera, un animal que se encontraba,. Estos vanos te-

.
rrores tenían· por fundamento esta ciencia grande de la
magia que- no desperdicia ningún 'indicio, y para la cua\,
.
·uFJ efectó desapercibido par~ ' el vulgo, se relaciona' con
una serie de {:a usas que .ella enlaza e'ntre sí. Sabe; por
eje~.plo, que las influencias afm0.sféricas que hacen aullar
1
· al perr0, son mortales para ci'ertos, énf~rmos; que la pre-
se,ncia y el acoso de lo ~ cuervos am,mcian cadávere~ aban-
do nados; 1o que siempre e's de siniestro augt¡rio . Los cuer-
vos frecuentan gustosos :l as regiones del suplicio y del cri-
. ,. ' ~ '
men. El paso de ciertas aves a'nuncia un invierno rigur0so,
otros, cen 'sus gritos pla,íiiide¡-0s I~C:!bre el mar, son el he-
r~ rde las tempestad~s. ' Lo ¿Úe la ciencia aualiria, la
ignorancia lo nota y lo gene~aliza: La primera encuentra
en.'t~d0S . l ?Jdqs advertencias· Óli)es, la segunda se inquieta
.por todo y· se a~usta á sí m_isma .
. Los r~má!los ~ra n tarhbién grandes observadores de ~ue­
ños;. el artede . expli~arlos /
está
. unido ,'·
a la ciencia de la luz
~

vital Y.. al conocimiento de su dir"ección y de sus reflejos.


L0s hombres versados, en las matemáticas transcendenta -,
les saben bién que no p~e~e ~xistir imagen sin luz, ya di-..
recta, ya refleja, ya refract·a.da, y po: la dirección del rayo,
cuy9 camino de1retroceso Jpo<;lrán · conoce~ . por medio de
la ref~acción, l{egarán siempre, por un' ~álculo exacto, al ·
foco luminoso, ' cuya fuerza universal o ' reiativa les .será.
cfq·d o aprr:!ci;a r, Tam,bién tendrán cuenta . dei. estado sa1.1.0 o ·
134 _ .

© Biblioteca Nacional de España


.
.'
.,
'

fl 1 .S T O R J A ' D E. •L A. M :A. ·6

enfer~izo del apar,ato • visual, ·.ya 'e~terior, ya interior, al "


cual atribuirán•la defermación .o la rectit.ud aparente <!le las
imágenes. Para ·estos, los sueños s,e rán toda una 1evela~
ción. El ensueño es 1Un disimul'a,d or de inmorta'!idad en es"'a
muerte de todas las no,c hes ~ue llamamo~? .sueño. En los
sueños vivimos la vida universal sin condenc;ia del bien
ni del mal, del .tiempo ni clel espaci0. Revoloteamos sobre
. los árboles, · danzamos sobr.e el agua, sÓplamos ante las
prisiones y é&tas se desmenonan, o bien nqs sentimos pe-
sados, tr.istes, perseguidos, encadenados, según .el estad9
de nuestro ser y a veces el de nuestra conciencia. Todo,'
esto, sin duda, es· digno pe ser observado, ¿pero qué po-
drán deducir de ellos los que no saben ni quieren aprer¡:
der nada? , ,,.
La acción todopoderosa de la armonía para exaltar el
alma y hacerle dueña de )os sentidos, era hart0 c<:>nocida
por lqs antiguos sabios, per.o lo que ellos utilizabáA . para
calmar, los encantadores lo enÍplea11on pqra exaltar y em-
briaga~-. Las !Jrujas de Tesalia y las de Roma estaban con-
vencida1:1 de lo siguiente: que .la luna, era arrancada del
cielo por. los versos bárbaros que 'ellas· recitaban, y caía
en la tierra, toda pálida
. y sangrante.
'
La. mon<!>tortía de sus ' '

rezos, los pases de &u vari1a mágica, sus vuellas alrede-


dor de los círculos, las magnetizaban, las ex'allabé!n. las
llevaban pregresivamente al fur01;, al éxtasis, a la catalep-
sia. Entonces tenían sueños despiertos y ve.ían· abrirse las
tumbas, car~arse el aire de nubes d~ · <!lemonios y caer la
luna de§de el cielo.. '· "
La luz as~ral es el alma viviente de la tierra, é!lm'a mate-
rial y fatal, necesaria para• las ley~s eternas d'el equilibrio
en .sus producciones y movimientos. Esta luz que envuel-
ve Y penetra todos '! os cuerpos pu'ede anular l·a gravitación
135

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A S L E V 1'

y hacerlos girar alrededor de un centro poderosamente


·a bsorbente. fenómenos que no han sido suficientemente
examinados y que se reproducen en nuestros días, han
demostrado la verdad de esta teoría. A esta ley natural
deben atribuirse los torbellinos mágicos., en cuyo centro
se situaban los encantadores; el secreto de la fascinación
ejercida sobre los pójaros por algunos reptiles y sobre
las naturalezas débiles por las naturalezas negativas o
absorbentes. Los mediums son por regla general seres
enfermos sobre quienes se hace el vacío, y que en tal mo-
mento atraen hacia sí la luz como los abismos atraen el
agua de los torbellinos. Los cuerpos más pesados pueden
entonces ser levantados como pajas y arrastrados por la
corriente. Estas naturalezas negéltivas y mal equilibradas,
cuyo cuerpo anímico es informe, proyectan a distancia su
fuerza de atracción y esbozan en el air'e miembros su
plementarios y fantásticos. Cuando el célebre medium
Home hace aparecer a su alrededor manos sin cuerpo, tie-
ne él mismo las manos muertas y héladas. Podría decirse
que los mediums son criaturas fenómenos en quienes la
muerte lucha visiblemente contra la vida. Del mismo
modo hay que juzgar a los fascinadores, los echadores
de suerte, las personas que tienen mal de ojo y los hechi-
zadores. Son unos vampiros, ya voluntarios, ya involun-
tarios; atraen la vida que les falta y turban así el equilibrio
de lé;! luz. Si lo hacen voluntariamli!nte, son malhechores
dignos de castigo; si involuntariamente, trátase de enfer-
mos peligrosos cuyo contacto deben evitar las personas
delicadas; y sobre todo las nerviosas.
Véase lo que cuenta Povfirio sobre la viaa de Plotino.
cEntre los que hacían profesión de filósofos, había uno
llamado Olimpio; era de Alejandría. Había sido durante
-156-

© Biblioteca Nacional de España


HISTORIA DE LA M A O 1 A

algún tiempo discípulo de Anmonio, y trató a Plotino con


desprecio porque quería alcanzar mayor reputación que
él. Empleó ceremonias mágicas para perjudicarle; pero
habiendo notado que su procedimiento se volvía contra él,
convino ante sus amigos en que el alma de Plotino debía
ser bien poderosa, puesto que devolvía a sus .enemigos
sus malos designios. Plotino sentía la acción hostil de
Olimpio, y a veces llegó a decir: cOlimpio tiene ahora
convulsiones» . Y habiendo observado éste en distintas
ocasiones que experimentaba él mismo los males que
quería hacer padecer a Plotino, cesó al fin en su perse-
. cución.:o
El equilibrio es la gran ley de la luz vital; si la empl.Jja-
mos con violencia, y se ve rechazada por una naturaleza
mejor equilibrada que la nuestra, vuelve sobre nosotros
con la misma violencia. ¡Desgraciados, pues, los que pre-
tendan emplear las fuerzas naturales en pro de la injusti-
Cia, porque la naturaleza es justa y sus reacciones son
terribles!

- 137 - -

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CA.PÍTI:ILO VII
, 1
MONUMENTOS MAGICOS

Hemos dicho que el antiguo Egipto era un pantaclo, y


otro tanto pudiera decirse de todo el mundo antiguo. Cuan-
·to más cuidado ponían los grandes hierofantes en ocultar
su cienc;ia, más agrandaban y multiplicaban los símbolos .
Las pirámides triangulares, cuad radas por su base, repre-
sentaban su metafísica basada en la ciencia de la natura le-
. za. Esta ciencia de la naturaleza tenía por jefe sfmbólico
esta forma gigantesca de la esfinge que se ha abierto un
lecho profundo en· la arena veJando al pie de las pirámi-
des. Los siete grandes monumentos hamados las maravi-
llas del mundo, eran los •magníficos comen1arios de las
siete líAeas de que se componían las pirámides y de las
s iete puertas misteriosas de Tebas. En Rodas, estaba el
pantaclo del sol. El dios de la luz y de la verdad, apare-
cía bajo una forma humana revestida de oro; elevaba en
su mano derecha el faro de la .inteJigencia; en su mano
izquierda esgrimía la flecha del movimiento y de la acción.
Sus pies reposaban a derecha e izquierda sobre unas mo-
les que figuraban las fuerzas eternamente equílibradas de
, la natura leza, la realidad y la libertad, el activ~ y el pasi-
vo, lo fijo y lo volátil, las columnas de Hércules.
En Efeso e~tab·a el pantaclo de la luna: era el templo de
Diana pan lea. 'Este templo estaba hecho a imagen del uni-
- 138-

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hiSTORIA DE LA MA a 1 A

verso: era una cúpula sobre una cruz; con una galería
cüadrada, y una muralla circular como el escudo ·de '
Aquiles. La tumba de Mausoleo era el pantaclo de la Venus
púdica y conyugal: tenía una forn';a lingámica. Su muralla
, era circular, l'a parte alta cuadrada; en el centro del cua-
drado se elevaba UI~a pirá.(llide truncada, sobr.~ la cual, ha-
bía un earro tirado por cuatro caballos dispuestos en
cruz. Las• pirámides eran el panlaclo de Flermes o de Mer-
curio. El Júpiter olímpico era el de Júpiter; los muros de
Babilonia y la fortaleza de Semíramis eran el pantaclo de ,
Marte': En fin, el templo de Salomón, ese panta.clo un.iver-
sal y absoluto que debía acabar con todos los otros, era
para el gentilismo el pantaolo terrible de Saturno. La filo-
sofía septenaria de la iniciación entre los antiguos podía
resumirse así: •
.. ., ' 1 ' ' o\; 1 ~ 1 ' ;, '

Tres principios absolutos c;¡ue no son sino uno; cuatro


formas elementales que no son sino. una, formando ·. un ·
todo único compuesto de idea y de forma .
Los. tres principios .eran estos: 1. o EL SeR es EL SER.-
En filosofía,, identidqd de la idea y del Ser o verdad; en re-
ligión, el prime~ principio, el Padre. 2.f'· ci. SER ES RBAC.-
En filosofía, identidad del saber y del Ser o realidad, en
religión el Looos de Platón, el Demiurgo, el Verbo. 5. 0
EL SER ES Lóotco.-f?n fi!'osofía identidad de !·a ra~ón y de
la realidad; en religión la Providencia, la acci6n divina
que realiza el bien; el amor recíproco a la verdad y al bien,
lo que en el cristianismo llamamos el Espíritu SaF1to. ·
Las cuatro formas elementales eran la expresión de dos
leyes fundamentales: la . r,esistencia y el· movimif;nto; la
inercia que resiste o lo fijo, la vida que· ob(a o lo volátil;
en otros términos más generales, la materia y el espíritu; la
materia era la nada formulada en afirmación pasiva, el es-
- 159-

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E L J p H A S V

píritu era el principio de la neces idad absol uta en


la ver-
dad . La acción negativa de la nada material sobre
el espí-
ritu se llama ba el mal principio; la acción positiva
del es-
píritu sobre la nada para llenarla de creaci 0n y de
luz era
llamada el buen principio. A estas dos concepcion
es co-
rrespo ndíán la Humanidad, de una parte, y de la
otra la
vida razonable reden tora de la Humanidad c0n cabid
a en
el pecado, es decir, en la nada, a causa de su gener
ación
material.
Tal era la doctrina de la iniciación secret a. Tal es
la ad-
mirable síntes is que ha venido el cristia nismo a
vivificar
con su soplo , a iluminar con sus respla ndore s, a
divinizar
con su dogm a y a realizar con sus sacra mento s.
¡Sínte sis que ha desap arecid o bajo el velo que la conse
r-
va pero que la huma nidad encon trará de nuevo,
cuand o
Ileg:ue el momento, en toda su primitiva belleza y
en toda
su fecundidad maternal! (1)

(1) Sobre ·el misteri o de IB!I plrlimldes, véase la


curiosa obra de
P1Az2a. SMITH. La gran pirám ide.-(R . U.)

- 140 -

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LIBRO III

SÍNTESIS Y REALIZ~CIÓN DIVINA DEL MA-


GISMO POR LA REVELACIÓN CRISTIANA

CAPÍTULO PRIMERO

CRISTO ACUSADO DB MAGIA POR LOS JUDfOS

En las primeras línea:5 del Evangelio, según San Juan,


- hay unas pé!labras que la Iglesia Católica no pronuncia sin
doblar las rodillas. Estas palabras son: El Verbo .se ha
hecho carne.
En estas palabras está contenida la revelación cristiana
enTera. Así, San Juan da por criterio de ortodoxia la con-
versión de Jesucristo en carne, es decir, en realidad visi-
ble y humana.
Ezequiel, el más profundo cabalista de los antiguos pro-
fetas, después de I:Jaber coloreado vivamente los pantaclos
Y los geroglíficos de la ciencia con sus visiones; después
de haber hecho dar vueltas las ruedas en las ruedas; en-
cendido ojos vivos alrededor de las esferas y hecho mar-
cbar los cuatro animales misterioso:5, Ezequiel ya no ve
más que una llanura cubierta de osamentas monclas; habla
Y las formas vuelven, la carne cubre los huesos, una be-
lleza triste flota sobre los despojos de la muerte, una belle-
- 141-

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E L 1 p H A S L é V 1

za fría y sin vida. Estas eran las doctrinas y las mitoro-


gías del mundo antiguo, cuando del cielo bajaron ráfagas
de caridad. Entonces las formas muertas se. levantaron ,
· ]o~ sueños filosóficos huyeron ante los hombres verdade·

ramente sabios; la palabra se encarnó y se hizo viva; no


hubo más abstracciones, todo fué real. La fé que se prue-
ba en la s obras, substituyo a las hipótesis que conducen
a la fábula. La magia se transforma en santidad, los pro-
digios se coiwierten en milagros· y las multitudes rechaza·
das en la iniciación antigua, fueron llamadas a la realeza
y al sac"erdocio de la virtud.
La realización, es la esencia de la religión cristiana. Y su
dogma presta cuerpo a las alegorías más evidentes. To·
'
~avía .se enseña en .Jerusalem la casa del f11alo rico y has-
ta se podría, b1.JSCando bier¡, encontrar algÚna lámpara
4uehubiese p·ertenecido a las vfrge n ~s locas .. li':stas creduli-
dades ingénuas no son ,excesivamE¡nte peligrosas y sola-
mente prueban la virtualidad, realizadora de la fe cristiana.
Los judíos la ácusan de haber materializado las creen-
cias y haber ideal izado las cosas terPestres . Ya hemos ex-
plicado en nuestro Dogma y ritual de la magia superior,
la parábola muy ingeniosa del Spher Toldos Jeschut que
prueba esta acusación. En .el Talmut, se cuenta que Jesús
Ben-SabJa o el hijo. de la Separada, que había estudiado
en Egip.to los misterios profanos', elevó eri·Israel una falsa
piedra al)gular y arrastró al pueblo a la iclolatría. Sin em·
bargo, r.e conocen que el sacerdocio israelita se ha equivo-
cado al !Tialclecirle con las dos manos, y con este motivo se
encuentra en el Talmut este sabio precepto que unirá un
día á Israel con el cristi•a nismo: «No maldigáis nunca con
las dos manos , a fin de que os quede siempre una para
perdonar y p.ara bendecir.
142-

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H I S 1 0 R IA lJ E L A M A O l .A

El sacerdocio judio fué, en efect0, injust@ con ese apaci- •


ble ma·estro q.ue ordenaba a sus di~cí6ulbs ob~decer a 'la
jerarquía constituída. ~Elios ocupan la cátedna de Moisés
-decía el Salvador,-haced lo que os dicen, pero nó ha-
gáis lo que hacen». Otro día ordena el Maestro a diez le-
prosos· que vayan ante !'os sa~er,dotes y mientras iban se
curaron. ¡Admirable abnegaciÓn del divino taumaturgo que
envía a sus enemigos mortales hasta el honor de sus mi-
lagros!
Además, para acusar a Cristo de haber colocado una
piedra angular falsa, habría que saber dórde estaba la ver-
dadera. La piedra ' angular, la piedra 'c6bica, 1~ piedra fi-
losofal, que todos estos nombres s.imbólicos significan lo
mismo, esta piedra fundamental del templo cabalíst(co,
cuadrada en 'la base ·y triangular· en la cÜs)Jide como las
' ' '
pirámides .. ¿Los judíos del tiempo de los fariseos, no ha-
bían perdido la •ciencia de' este cono-:imiento?
¿Al acusar a Jesús de ser un novador, no denunci'!ban
su olvido de la antigüedad? ¿Aquella lqz que Abraham ha-
bía visto con escalofrío de, alegría no l'a habían ·_apagado
los hijos infieles de M;isés; cuando Jesús la -encontró y la
hizo que brillara con nuevo esplendor?
Pa'ra estar seguro de ello, hay que cor:nparar con elEvan-
gelio y el Apocalipsis. de San Juan •. las' misteriosas doctri-
nas del Sepher; jesirah y· del Zohar. Entonces se com- •
prende que :_1cdstiat1ismo, en lugar de ser una her~gía jtí- ,
día, era la verdadera tradición del judaismo y que los es-
cribas y fariseos eran los apóstatas .
La ortodoxia cristian a es un hech'o probado por la adhe·
sión del mundo ~ pot: . la s~presión en los judíos del ~obe-
' .... .
rano sacerdote y del sacrri.ficio perpetuo, dos señale's cier-
tas de una verdadera religión.
- 143-

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e L 1 P H A L V 1

El judaísmo sin tem¡;>lo, sin gran sacerd'o te y sin sacri-


ficio, existe sólo cómo 0pinión contradictoria. Algunos
hombres han continuado judíos; el templo y el altar se han
hecho cristianos.
Se encuentra en los Ev.angelios apócrifos una bella ex·
posición alegórica de este criterio de certidumbre del cris·
tianismo que consiste en la evidencia de la realización.
Unos niños se divertían haciendo pájaros de barro y el ni·
ño Jesús jugaba con ellos. Cada uno de los precoces ar·
tistas alababa exclusivamente su obra. Jesús no decf a na·
da, pero cuando terminó sus pájaros, les tocó con la mano
y les dijo: volad, y volaron . Así las instituciones cristianas
s~ han mostrado superiores a las del mundo antiguo. Es ·
fas han muerto y el cristianismo ha vivido.
Conside~ado como la expresión perfecta realizada y vi·
viente de la cábala, es deci~. de la tradición primitiva, el
cristianismo es todavía desconocido y por esto no se ha
explicado aún el libro cabalístico y profético del Apoc11·
lipsis.
Sin las claves cabalísticas es perfectamente inexplicable
y casi incom¡;>rensible. Los j0anistas o discípulos de .S11n
Juan, conservaron niucho tiempo la explicación tradicional
de la epopeya profética, pero los gnósticos vinieron a em·
baru!larlo todo y a que todo se perdiese como ya explica·
remos más tarde.
Se lee en las Actas de los apóstoles, q~e San Pablo
reunió en Efeso, todos los l'ibros que trataban de cosa8
curiosas y los quemó públicamente. Nadie duda de que se
trataba de los libros de la goecia y de la nigromancia de
los antiguos. Es sensible esta pérdida, J'Orque sin duda
de los mismos monumentos del error pueden sa,lir destellos
/ · de verdad y énseñanzas preciosas para la ciencia.
144-

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.1
!

Fig. 10.- Las siete maravillas del mundo

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1
1

1
1

il
1

Fig. 11.-Disputa entre San Pedro y San Pablo con Simón Mago
y calda de éste. (Grabado del siglo XV)

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1-

HIS TOR IA De L A M A (J 1A
"
todo el mundo sabe que. a la venida de Jesucris to, l0s
oráculos se callaron en todo el mundo y una voz gritó
sobre el mar: el gran Pan, ha muerto. Un escritor pagano
se enfada con estos asertos y declara que los oráculos no
se callaron, sino que ya no se encontró nadie que los ¡;on-
sultara. La rectificación es preci0sa y tal justificación es
más concluyente que la pretendida calumnia.
Hay que decir lo mismo de los prodigio s que fueron
desdeñados cuando se produjer on .Jos verdade ros mila-
gros , y en efecto, si las leyes superior es de la naturaleza
obedecen a la verdade ra superior idad moral, los milagros
se hacen sobrenat urales, como las virtudes que los pro-
ducen. Nuestra teoría no disminu ye en nada el poder de
Dios y la luz asti·al, obedecie ndo a la luz superior de la
gracia, represen ta realmente para nosotros la serpfente
alegórica que viene a colocar su cabeza vencida bajo e
pie de la reina del cielo.

-WI -

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CAP.Í:J'ULQ. II
1 ' '
VERDAD DEL CRISTIA:NISMO EN LA MAGIA

-· La magia, que es la ci,enciá ~el eql!lilibrio universal y que


tiene pdr principio abs0luto verdad-realidad-razón del ,
ser, deshac.e t0das Jas antinomias y c0ncilia todas las rea-
lidades opuestas eníve ell¡¡s c~n este principio generador
de todas las slntesis; la armonía resulta ·de la analogía de
los cont.r arios.
Para el iniciado en esta cie¡:¡cia, no se puede du-dar deJa
-religión, puesto que existe: no se duda de lo que es, El ser
· , es el Ser.
1
La oposición aparente' de la relig.jón y la razón, da fuerza
' <:
a una y "a otra, estableciéndolas en sus dominios distintos
y separados y fecundando el lado .negativo de cada una
con el lado, afirmativo de la ot,ra: es, 1
eomo acabamos de
decirlo, la armonía por la ana·l ogía de los ·contrarios. Como
consecuencia de la i~,norancia de esta,gran ley, que ha cau· 1

sado tpqos los'error.es y tO'das ,l as confusiones religiosas,


. '
se h~ querido hacer de la religión uná filosofía, y de la filo-
sofí'a una teligión; Se ha quérido/1
someter
\ ....
las cosas de la
.fé a J0s proceclimientos de. Ja ciencia, CO~a tan ridícula
como s0meter la ciencia _a las opediencias-:c iegas de la fé:
no corresponde ' con' más razón a u'n teólogo el demostrar
. u~ absurdo m~temático o negar la demostración de un
teorema -que a ur¡ s'a bio el argÜir por o contra los miste·
ríos c\el dogma.
- 146

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h.STO!l/A DE LA M A O 1A

Preg untad o a la Acade~ia de Cien cias si


es matemáti-
camente ciertG que hay tres person~s en Dios
, y si se pue-
de demo strar, , por medio de la ciencia, que
María, madr e
de Dios, conc ibió sin pecad o. La Academia
de Cien cias
se decla raría incompetente y con razón: los
sabio s no tie-
nen nada que ver. en eso, que es del domi nio
ste la fe.
No se discu te qn artícu lo de fe: se le cree o
no se le cree;
pertenece preci same nte a la fe -porq ue escap
a al examen
de la ciencia.
' Cuan do el cond e. de Mais tre aseg ura que
algún día se
hablará con extra ñeza de nues tra estup ipez
actua l, alude
sin duda a esos supU estos espír itus fuerte
s que dicen to-
dos los días: Cree ré, ' cuan do la verda d del
dogm a me sea
probada científicamente. Es decir, c~eeré
cuan do ya no
tenga nada que creer y cuan do el dogm a sea
destr uido co-
mo dogma, conv irtién dose en un teore ma cient
ífico.
Lo que quiere decir en otr9s térm inos.:
no admitiré el
infinito hasta que esté pard mí explicado, deter
mina do, cir-
cun.scrito, definido, en una palab ra finito ..
1 Cree ré en. el in-
finito cuan do esté segu ro que no existe el
infinito. Cree ré
en la inme nsida d del océa no cuan do lo haya
visto embo te-
llar. Pero, buen homb re, lo que se ha prob
ado clara ment e
ya no se cree, se ~abe.
Por otro lado, si se os dice que el Papa ha
decidido que
dos y dos no sean cuatr o y que el c¡uadrado
de la hipote-
nusa no es igual a la suma de los cuad rado
s de los cate-
tos, diríais con razón : el Papa n0 ha decid
ido eso porg ue
no lo puede decidir, no le impo rta y no dogm
atiza rá sobre
ello. Preci same nte lo contra~io, excla maría
un dis~ípulo
de Rousseau, la lgle~ia no orde na creer cosa
s formalmente
contrarias a las mate mátic as. Las male mátjc
as nos dicen
que el to.do es mayo r ·que la parte. Pero cucn
do Jesu~risto
- 1 ~ 7 .,..,.

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E ~ L 1 p H A S L E V

su cuer-
ha comu lgado con sus discíp ulos, tuvo que tener
de la boca.
po entero en la mano y poner la cabez a dentro
eau.
Esta broma de mal gusro se encue ntra en Rouss
Es fácil respo nder a esto, que el sofist a confu nde aquí
el orden sobre-
la ciencia con la fe y el orden natura l con
comunión
natura l o divino . Si la religió n dice que en la
naturales
de la cena, nues tro Salva dor tenía dos cuerp os
a dimen sión, y que el uno
de la mism a forma y de la mism
ho a protes -
se ha comid o al otro, la ciencia tendrí a derec
ro estaba
tar . Pero la religió n dice que el cuerp o del maest
divina y sacram ental en el signo,
conte nido de una mane ra
o la aparie ncia natura l de un . pedaz o· de pan .
que se
Una vez más se trata de creer o no creer; pero el
sobre la
ponga a razon ar y quiera diseut ir científicamente
mater ia, merec erá pasar por imbéc il.
nes
La verda d en la cienci a se prueb a con demostracio
unanim i· '
exacta s; le; verda d en religió n se !prueb a con la
el de·
dad de la fe y la santid ad de las obras . El que tiene
os, dice el Evang elio, puede
recho de perdo nar Jos pecad
es verda·
decir al paralítico: ~l.:.evántate y anda . La religió n
a de la re
dera s i rea liza la moral más perfecta. La prueb
son las obras .
sa de
El crislia nismo ha consti tufdo una socied ad inmen
la obedie n·
· homb res que tiene como principio la jerarq uía,
lo que se
cía como regla y la carida d como ley. Esto es
pregu nte. Si la cienci a res·
puede perm itir a la cienci a que
pero han fal·
ponde , según los docum en tos histór icos; sí,
palabras,
lado a la carida d. Os cojo por vuest ras mism as
a. ¿Con-
se podría respo nder a los 'intérp retes de la cienci
que se puede faltar a
fesáis que la carida d existe , puest o
ella?
¡La Carid ad! ¡Gran palab ra y gran cosa! Palab
ra que
- 148 -

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hiSTORIA DE L A M A O 1A

no existía antes del crisfianismo, cosa que forma .la reli-


gión entera.
El espíritu de caridad ¿no es el espíritu divino que se ha-
ce visible en la tierra? ¿No ha hecho este espíritu existen-
cia sensible por medio de actos, monumentos y obras in-
mortales? En verdad, no concebimos, cómo un incrédulo
de buena fe puede ver una hermana de la caridad, sin sen-
tir ganas de caer de rodillas ante ella y rogar.
El espíritu de caridad es Dios: es la inmortalidad del al-
ma; es la jerarquía; es la ob~diencia; es el perdón de las
injurias; es la sencillez y la integridad de la fe.
Las sectas separadas mueren en su principio, porque han·
r
faltado a la caridad al separarse y al más elemental sen-
tido común al querer razonar sobre la fe. En estas sectas
el dogma es absurdo, por lo mismo que dicen que es razo-
nable. Luego tiene que ser un teorema científico, o no es
nada. En religión se sabe que la letra mata y que el espíri-
tu vivifica ¿pues de qué espíritu puede tratarse sino del es-
píritu de caridad~
La fe que transporta las montañas y que hace soportar
el marfirio, la generosidad que da, la elocuencia que habla
la lengua de los hombres y d~ los ángeles, todo eso no es
nada sin la caridad - dice San Pablo. - La ciencia puede
desfallecer, añade e! mismo apóstol; la profecía puede ce-
sar; lo caridad es eterna.
La caridad y sus obras ; esa es · la realidad en religión:
ahora bien, la razón verdadera no rechaza nunca la reali-
dad, porque la realidad es la demostración del S er, que es
la verdad. Así como la filosofía da la .nano a la religión
sin querer ocupar nunca su dominio, también con esta con-
dición la religión bendice, anima, e ilumina la filos ofía con
sus caritativos esplendores.
- 149-

© Biblioteca Nacional de España


E L J p H A S L E V 1

I,.a caridad es el ·lazo misterioso con que soñaban los


iniciados de la Helenia para conciliar Eros y Anteros. Es-
te es el coronamiento de la puerta del templo de Salomón
que debía unir las dos columnas Jakim y Boaz; es la ga-
rantía mutua de los derechos y de los deberes; de la auto-
ridad y de la libertad; del fuerte y del débil; del gobierno y
del puebld; del hombre y de la mujer; es el sentimiento di-
vino que debe vivific1r la ciencia humana; es lo absoluto
del bien, como el principio Ser, Realidad, razón; es lo ab·
s 9luto de la verdad. Estas aclaraciones eran necesarias
para hacer comprender mejor el hermoso símbolo de los
magos ad¿ rando al Salvador en la cuna. Son tres, uno
blanco, otro de color tostado y otro negro. Ofrecen oro,
incienso y mirra. La conciliación de los contrarios está
expresada por esle doble ternario que es lo que acaba-
mos de explicar.
El cristianismo esperado por los magos era, en efecto,
la consecuencia de su doctrina secreta; pero· al nacer el
Benjamí!J del antiguo Israel, debía causar la muerte a la
madre,
La magia de luz, Ía magia .del verdadero Zoroastro, d~
Melquisedec, y de Abraham. debía terminarse con la venida
del gra n realizador. Eri un mundo de maagros los prodi-
gios debían ser un escándalo; la ortodoxia mágica se ha-
bía transfigurado en ortodox-ia religiosa; los disiden tes
tenían que ser iluminados y hechiceros, el mismo nombre
de magia tenía que tomarse en su mal sentido y bajo esta
maldició n tendrán que seguir, en adelante, las manifesta·
ciones mágicas a través de todas las ed.ades. Bl primer he-
resiarca de que hacen mención las tradiciones de la igle-
sia, fué un taumaturgo del que la leyenda cuenta innume·
rables m<Jravillas: era Simón el mágico, cuya historia por
- 150

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HIST ORIA DE L A M A O 1A

derecho nos correspond e y vamc;>s a tratar de restablecer -


la, a través ' de las fábulas populares.
Simón por su nacimiento era judío y cree ·que· había na-
cido con Gitón de Samaria.
Su maestro en magia, fué un ad,epto llamado Dositéo,
que decía que era el enviado de Dios y el Mesías anuncia-
do por los profetas. Simón aprendió de su maestro, ade-
más del mrte de los prestigios, cierto.s secretos naturales
que pertenecen realmente a la tradición secreta de los ma-
gos: conocía la ciencia del fuego astral y le atraía en gran,
des corrientes, lo que le hacía en apariencia impasible e
incombustible. También conocía el poder de elevarse y sos-
tenerse en el aire, cosas que se han hecho sin ninguna
ciencia, por accidente natural, por entusiast·a s embriaga-
dos de luz astral , como los convulsos de San Medardo ,
fenómeno que. se reproduce en nuestr.os días·, en los éxta -.
sis de los mediums. Magnetizaba a distancia a dos que
creían en él y se les aparecía co11 diversas figuras . Produ-
cfa jmágenes y reflejo visible hasta el pun,to de hacer apa-
recer en .pleno campo, árboles fantásticos e imaginario s
que todo el mundo creía ver. Hada q,ue se mo\;'ieran las
cosas inanimadas y cuando queríg entrar o salir en una
cas~a, las puertas crujían, se agitaban Y terminaban por
abrirse ellas s0las.
Simón realizó estas maravillas ante la. gente más esco -
gida y el pueblo de Sa~~ria; las exageraron más y el tau- .
maturgo pas0 por un ser divino. Pero como ·para llegar a
este poder lo había !lecho por excitaciones que h·abían tu r-
bulado su razón, se creyó un personaje tan extraordinari o
que se arr.ogó sin am9ajes honores divinos y pensó mo-
destamente en conseguir la adoración del mundo entero.
Las crisis y los éxtasis, producían en su. cuerpo efedos
- 151 -

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E 1 p H A S L

extrao rdinar ios, tan pror¡to se le veía pálido, arruga


do,
extenu ado que parecí a un viejo caduc o; como otras veces
el flúido lumin oso reanim aba su sangre , hacía brillar
sus
ojos, estirab a y s_uavizaba la piel de su ..:ara de maner a
que
parecí a de repente regene rado y rejuvenido . Los orienta
les,
g randes amplificadores de marav iilas , sosten ían que la
ha-
bían visto pasar de la infancia a la decrepitud y volver
de
ésta a aquélla. En fin, sus milagr os metieron tal ruido
que
fué el ídolo de los judíos de Samar ia y de lps países
cer-'
canos .
Pero los adorad ores de lo marav illoso son generalmen-
te ávidos de emoci ones nueva s y se fatigan pronto de
lo
que antes les había extrañ ado. San Felipe , cuand o fu
é a
predic ar el Evang elio a Samar ia, causó una nueva corrien
-
te de entusi asmo que hizo que Simón perdie se t9do
su
prestig io. Sintié ndose deprimido por su enfermedad, lo
que
él tomab a por impotencia y viéndo se anulad o por otros
magos más sabios que él, se decidió a unirse a los após-
toles para estudi ar, sorpre nder o compr ar sus secret
os.
€ierta mente , Simón no había sido iniciad o en la magia
,
porqu e s i no hubier a sabido que para dispon er de las
fuer-
zas secret as de la Naturaleza y dirigir las sin ser arrolla
-
do hay que ser un sabio y un santo, que para jugar
con
estas terribles armas sin conocerlas hay que ser un loco
y
que una muerte cercan a y terribl e acecha a los profan
ado-
res del seyntuario de la Naturaleza. Simón estaba devorl
l-
do por la sed implacable de los borrac hos: privad o de
los
vértig os, creía que había perdid o su felicidad; enfermo
por
sus pasad as embria guece s , creía curars e volvié ndose
a
embri agar. No se vuelve con facilidad a ser un simple
mor-
tal despu és de haber aspira do a ser un dios. Para encon-
trllr lo que había perdid o, Simón se somE.tió a todos
los
-15 2-

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!t/S10RIA DE LA' MAÓIA

rigores de la austeridad apostólica, practicó vigilias, rezos


y ayunos, pero los prodigios no volvieron.
«Después de todo, se dijo un día, entre judíos podemos
entendernos», y ofreció dinero a San Pedro, y el jefe de.
los apóstoles le despidió indig nado . Simón no lo compren-
día, él que recibía con tanto gusto las ofrendas de sus dis-
cípulos, abandonó en seguida la sociedad de estos hom-
bres tan desinteresados y con el dinero que San Pedro ha-
bía rechazado compró una esclava llamada Elena.
Las divagaciones místicas están muy cerca del liberti-
naje. Simón se prendó perdidamente de su sirviente; la pa·
sión al debilitarle y al exaWtrle, le devolvió las catalepsias
y los fenómenos morbos os que él llamaba su poder y su
mi'agro . Una mitología llen a de reminiscencias mágicas,
mezclada con sueños eróticos, salió construida de su ce-
rebro; entonces se puso a viajar como los apóstoles, lle-
vaba consigo a Elena, dogmatizaba y se dejaba ver por los
que le querían adorar y seguramente pagarle también.
Según S imón, la primera manifestación de Dios había
sido un esplendor perfecto que produjo inm ~diatamente . el
reflejo . Este sol de las almas era él, y su reflejo era Elena
que él llamaba Selene, nombre que en griego significa lu-
na, pero la luna de Simón había descendido al principio
de los siglos sobre. la tierra que Simón había aboC!tado
en sus sueños eternos; aquí se hizo madre, porque el p.en-
'1
samiento de su sol la había fecundado, y hechó al mundo
los ángeles que crió para ella sola y sin hablarle a su pa-
dre de ellos.
Los ángeles se revolvieron contra ella y la encerraron
en un cuerpo mortal. Entonces el esplendor de Dios se vió
obligado a descansar a su vez para liberar a Selene y el
judío Simón vino a la tierra . Debía vencer la muerte y lle-
- 155-

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L 1 p lf A S L e 1

vársela viva a través de los aires, seguida del carro triun-


fal' de los elegido~. El resto de
los 'h0inbres quedaría aban-
donado en la tierra 11·la tiranía eterna de los án:;eles.
Así este heresiarca plagiario del cristianismo , pero en
sentido inverso afirmaba el reino eterno de la rebeldía y
qel mal, hacía que el mundo estuviese creado o por lo me-
nos exterminado por los demonios, destruía el orden y la
jerarquía y se colocaba él con su concubina como la úni-
ca vía de la verdad y de la vida.
Es el dogma del Antecristo y no muere con Simón, sino
que se perpetúa hasta nue~tros días: y las tradiciones pro-
féticas del cristianismo afirman .asimismo que tendrá su ·
reino un momento, y' su triunfo, prel~dio de las más terri- ,
bies calamidades.
Simón se hace llamar santo, y por una extraña coinci-
dencia, el jefe de una secta gnostica moderna que recoge
iodo el misticismo sensual del primer heresiarca, el inven-
tor de la mujer libre, se llama ~aint Simón. El cainismo,
tal es el nombre que se puede dar a todas las falsas revela-
éiones emanadas de est,a fue,nte impura. Ellos son los dog-
mas de maldición y de od'io contra la armonía universal y
contra el .orden social; SOIJ las pasiones desordenadas,
afirmando el derecho en lugar del deber; el amor pasional
en vez del amor casto y abnegado; la prostituta, en lugar
de la madre; Elena, concupina de Simón, en ·lugar de Ma-
ría, madre del Salvador.
Simón, convertido en personaje;" va a Roma, donde el
emperador, curioso de todos los espectáculos extraordi-
narios, se dispone a acogerle: este emperador era Nerón.
/ El iluminado judío as ombró al loco coronado con un
golpe de efecto análogo al de los escamoteadores en nues-
tros teatros. Se hace cortar la cabeza para después salu-
- 154-

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f/IS10RIA DE L A M A O ~~

dar al emperador con su cabeza. sobve las e~paldas; hace


mover los muebles, abrir las puertas, se comporta, en fin,
como un verdadero medium, y termina siendo el brujo
obligado de las orgías neronianas y de los festines de Tri-
malozon.
Según las leyendas, fué pa ra preservar a los judíos de
Roma de la doctrina de S imón, por lo que San Pedro se
trasladó a esa ciudad. Nerón fué ape11cibido bien pronto
por sus más bajos e,s pías de que un nuevo taumaturgo is-
raelita habfa llegado para hacerle la guerra a su encanta-
dor. Entonces resolvió ponerlos frente a frente y: divertir-
se con el conflicto. Petronio y Tigelino tal vez estaban p):'e-
sentes en la fiesta.
•¡Que' la paz sea con vosotros!», dijo al entrar el prín-
cipe de. los apóstoles.
- e Nosotros .no tenemos que hacer tu paz, respondió Si-
món, porque es por la guerra, como se descubre la ver-
dad. La paz entre adversarios es el triunfo de uno y la de-
rrota del otros.
San Pedro, repuso:
. -«¿Por qué rechazas la paz? Esos s'On los vicios de los
hombres que han creado la guerra; la paz acompaña siem-
pre a la virtud.
-La virtud es la fuerza y la habilidad, dijo :simón. Yo
resisto el fuego, me elevo en los aires, . res'ucito las plan-'
las, convierto las piedras en pan; ¿y tú que h\lce.s ?
-Yo Fuego por ti, dijo San Pedro, a fin de que tu no pe-
rezcas víctima de tus prestigios.
-Guarda tus oraciones: ellas no llegarán tan pronto co~
moyo al cielo.»
Y he aquí al ma.go que se lanza por una ventana y que se
eleva~ los aires. ¿TI'nía algún aparato aerostático bajo

- 155-

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E L 1 p H A S L E V 1

' sus largos vestidos, o se elevaba como los convulsiona-


ríos del diácono Páris, p'o r una exaltación de luz astral?
Esto es lo que no sabríamos decir .
Durante este tiempo, San Pedi'Ojpermanec ió de rodillas y
rezando; de pronto Simón lanzó un gran grito y cayó: se
le recogió con las piernas rotas. Nerón hizo prender a San
Pedro que le parecía un mago menos divertido que Simón ;
éste murió de su caída.
Toda •esta historia, que tiene su origen ~en las habladu-
rías populares de aquel tiempo, está hoy relegada, quizá
equivocadamente, entre las leyendas apó~rifas no es en
efecto de la menos notables, digna de ser conservada.
La secta de S imón no se extihgue con él , pues tuvo por
sucesor a uno de sus discípulos llamado Menandro. Este
no· s e tituló nunca Dios, contentándose con la cntegoría de
profeta; cuando :bautizaba a sus prosélitos con fuego visi-
ble descendía sobre el agua; les prometía la inmortalidad
del alma y del cuerpo por, medio de este baño mágico, y
había todavía en el tiempo de San Justino menandrianos·
que se creían firm emente inmortales. La muerte de uno no
cjesengañaba a los etros, porque el difunto era inmediata-
mente excomulgado y considerado como un falso hermano.
Los menandrianos, consideraban la muerte como ..una ver-
dadera apostasía y completaban su falange inmortal, su -
mando
.
nuevos pros élitos. Los
1
que saben ha~ta dónde suele
llegar la locura humana, no se extrañarán de que nosotros
les digamos de que existen todavía en América y Francia
continuadores fanáticos de la secta de los menandrianos.
La calificación de mago aplic ~da al nombre de Simón,
hizo a los cris tianos toma r horror a la magia; pero no po_r
eeo deja de honrar el recuerdo de los Reyes Magos que
habfan admado al Salvador en su cuna.
- 156 -

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CAPÍTULO 111

DEL DIABLO

El cris:ianismo, al formular netamente la concepción di-


vina , nos hace co¡nprende~ a Dios como el am<:>r más puro
y más -absoluto y define con claridad el .espíritu que se
opone a Díos. Este espíritu de oposición y de odio es Sa-
·tán. Pero e§te espíritu no es una personalidad y no es pre-
ciso comprenderle como una especie .de dios negro; es una
perversidad común a todas las inteligencias extraviadas .
«Yo me llamo Legión-dice en el Evangelio-porque nos-
otros somos una multitud •.
La intelig-encia naciente, puecle ser comparada a la estre-
lla de la mañana, y si cae voluntariamente en las tinleblas
después de haber brillado un instaRte, se le puede aplicar
este apóstrofe <,le lsaías al r ~ y de Babilonia: «¿Cómo has
caído tú del cielo, bello Lucifer, brillante estrella de la ma-
ñana?~ ¿Pero es decir esto, que el Lucifer celeste, que la

estrella mat.inal de la intelige_nyia . divina sea convertida en


llama del infierno? ¿El nombre de porta-luz está dado jus-
tamente al angel de los extravíos y de las tinieblas? No lo
eremos a menos que se comprenda como nosotros lo hace-
mos, según las tradiciones mágieas, <!fUe el infierno perso-
nificado en Satán y simb0lizado por la antigua serpiente,
fuego central_que se enrosca alrededor cle la tierra, devora
todo lo que produce y se muerde la eola como l<l serpiente
de ·Crénos, es la luz astral, de la cual el Señor hablaba
- 157 -

© Biblioteca Nacional de España


·'. '

•E L 1 A L E V 1

c;:uando a.~cíaa Caín: «si obras mal, el' pecado vendrá a tu


puerta, es deci·r, el desorden se apoderará de tus sentidos;
he son~etido a ti la ambición d'e·la', muerte; a ti te corres pon-
/ • tl 1 ' '

de dor;ninarla». · ' ' '


1
, La' personificación real y d'asi 'ctivina de Satán , es un
error q!le se remonta al falso Zoroasfro, es decir al dog-
ma al~eradfu por los segundos 'ma'_g os, los magos materia-
listas de Persia; de los dos p,olos del mundo intelectual,
habíqn he·ého dioses; y de la 'fl!lert.~:a pasiva, habían hecho
una divinidad opuesta a la 'fuerza activa.
En la mitología de la India hemo ~ encontrado el mismo
error monstruoso. Arirrian o Siva es el padre del Demonio,
, como lo comprenden los •legendarios supersticiosos; por
,esto decía el Salvador; «el dia'b l0, el mentiroso como su
padre~.

La lglesict en esta cuestión se' apoya e!l los textos del


Evan¡telio, y en sus dog~T~atizaciones no ha definido nunca
al·· Diáblo. Los buenos cristia~ os hasta evitan nombrarle y ,
los moralistas religiosos r!ecomiendan a los fieles que no
·.Se ocupen 'cte él, sino que le resistan pensando en Dios.
;fenen:'los ''que admirar la prudente teserva de la enseñan·
' ' .~ .
. za sacer.dotal. ¿Por qué el dogma iría a esclarecer con su
' luz al que es 'la .obscuridact' ÚJte-lect~al y la sombría noche
' ' • '¡ '

del corazótl? ¡Permanez'íi:a desconocido el espíritu que


~'q 'uiere apattarno~ d~·l conodmie~·to de 'Dios!
No ~~etendemos hacer aquf, lo qu~ no ha hecho la Iglesia;
sÓ"lo haremos comi'far qu~ esto fÚé obJetO•de la iniciación
secreta en las ciencias ocultas.
Deeí<an que e-1 gran ageqte ~ágicó ·jus!ainente llamado
Lucifer, 'por que es el vehículo de ia h:1z· y el receptáculo de
todas las. formas, és una fuer:?a interm-~d¡'aria disper_sa en ·
toda la· creación; sirve ¡jara érear y !destruir; la caída de
- 158 ~

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HIS10RIA DE LA M A O 1 A

Adán fué una embriaguez erótica que hizo a su generación


esclava de esta luz fatal; la pasión amorosa que invade los
sentidos es un torbellino de esta luz que quiere arrastrar-
nos hacia el abismo de la m1;1erte; la locura, las alucina-
' ciones, las visiones, los éxtasis, son exaltaciones peli,gro-
sísimas de este fósforo in~¡:wior; finalmente, esta luz tiene
ra misma naturaleza que el fuego, cuyo us~ inteligente ca-
lienta y vivifica, y pot· el contrado, el exceso quema, di-
suelve ·y anula.
El hombre está llamado a adueñarse soberanamente de
esta luz y por este medio conquistar su inmortalidad; pero
al mismo tiempo está amenazado de caer embriagado, ab~
· sorbido, 'ctesrruído eternameme por ella.
• Esta luz, . al mismo tiempo que devoradora, vengadora
y fatal, es el fuego cl.el 'in'fierno, la serpiente de la leyenda;
el error atormenta do que la inunda , los llantos y el re'~hi­
namiento de dientes de los seres abortados que dev0r'a; el
fantasma de la vida que se le escapa y parece insultarle en
su suplicio, todo eso sería el Diablo o Satán.
Las acciones mal dirigidas por l'l vértig.o de la luz astral-,
los engaños del placer, de la riqueza y de la glor-ia de que
están llenas las alucinaciones, serían la obra y la pompa
del infierno.
Hilarión Tiss.ot, cr_ee que los enfermos nerviosos, que
tienen aluci¡;¡aciones y delirios, 's on pp!)esos, y'' C:ompren-
diendo las cosas en el sentido de los cabalistas tendría
razón plena.
Todo lo que entrega nuestra alma a la fatalidad de los
vertigos· es verdaderamente infernal, puesto que el cielo es
el reino eterno del orden, de la inteligencia y de la libertad.
Según el Evangelio_, los posesos huían ante , jesucristo
Y los oráculos se callaban ante los apóstoles; los enfer-
-.- 15"

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E L 1 p H A L E V 1

mos de alucinac iones han manifest ado siempre invencible


repugna ncia hacia los iniciado s y los sabios. La cesa-
ción de los oráculos y qe las posesion es era una prueba
del triunfo de la libertad humana sobre la fatalidad. Cuan-
do las enferme dades astrales se manifiestan nuevamen-
te, es signo fifnesto que anuneia el debilitamiento de las
almas. A las conmoci ones fatales siguen siempre esta·s
manifest aciones. Las convulsi ones duraron hasta la Revo-
lución fra ncesa, y los fanático s de Saint Medard ·predijeron
las sangrien tas calamida des.
El célebre criminalista Torrebla nca, que ha estudiad o a
fondo las cuestion es de magia diabólica, al hablar de las
operacio nes del demonio, describe precisam ente todos los
fenómenos de perturba ción astral. He aquí algunos núme~
ros del sumario de su capítulo XV de la Magia Opera~
dora:
1. El esfuerzo continuo del demonio tiende a lanzarnos
al error. 2. Et demonio engaña los sentidos él! turbar la
imaginación que sin embargo no podría cambiar de natu-
raleza. 5. De las aparienc ias que llaman la atención del
hombre se forma inmediat amente un cuerpo imagina rio en
el entendimiento, y mientras dura el fanta~:.ma le acompa-
ñan las aparienc ias. 4~ El demonio destruye el equilibrio de
la imaginación, turbando las funcione s vitales, ya por en-
fermedad, ya por ,irregula ridades en la salud. 5 y 6. Cuan-
do el equilibrio de la imagina ción y de la razón se destru-
y~n por causa morbosa se sueña en vigilia y se puede
ver
con apariencia real lo que no existe realment e . .7. La vista
cesa de ser clara cuando el equilibrio se turba con la per-
cepción mental de las imágene s. 8 y 9. Ejemplo s de enfer-
medades en las que se ven los objetos dobles, etc. 10. Las
visiones salen de nosotro s mismos y con reflejos.de nues-
- 160-

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Fig. 12.- ·La magia hermética

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Fig. 13.-La cruz filosóf ica o planta del tercer
templo profetizado
por Ezequ iel y que quiere n edifica r los templa
rios

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ff/STORIA o e L A MA (}fJ .

tra propia imagen. 11. Los arÍfiguos conoc ían


dos enfer-
medades que llama ban, un11 frenes! que hacía
ver forma s
ímaginariás, y la otra coribantismo que hacía
oír voces y
sonid os que no existían, etc.
Resulta de estas afirm acion es, por cierto muy
notab les,
que Torre blanc a atribu ye las enfer meda des al
Demonio, y
porque Demonio entiende la enfermedad mism
a; con gus-
to estarí amos de ilCI;lerdo con él, sí la autor idad
dogm áti·
ca lo permitiera.
Los erectos conti nuos de la luz astral para disol
ver y ab•
sorber los seres , corre spond en a su misma· natur
aleza; s a-
caba como el agua a causa de la corrie nte conti
nua; devo-
ro como el fuego por que es la misma esenc ia
del fuego y
su fuerza disolvente.
El espíritu de perve rsida d y el amor a la destr
ucció n en
los seres que domina, es el instinto de esta luz.
Así es un
resultado del sufrimiento d<i!l alma que vive un11
vida in-
completa y se siente desga rrada por atrac cione
s contr a-
rias. :Aspira a acaba r y teme morir solo; quisi era
que con·
sigo se destr uyese la creac ión entera.
Esto perve rsida d astral se manifiesta ordin
ariam ente
por el odio a los niños . Una fuerza desco nocid
a empujo a
estos enfer'mos a mata rlos, voces imper iosas les
piden su
muerte. El Docto r Bricr re de ·Bois mont , cita ejeri1
plos Je-
rribles de la manía que nos recuerda los críme
nes de Pa-
pavoine y de Henrriette Com ier (1).
Los enfer mos de perve rsión astra l, s on malév
olos y les
entristece la alegría de Jos demá s. Sobr e todo,
no quiere n
Qúe se esperen: encue ntra-n las palal:lras más
desco nsola -
doras y deses peran tes, aun cuand o traten de conso
lar, por-

(1) •·Histolre des Halluc lnallon s• : segunda


edi ción 1853,
161 ti

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[.. 1 P fl A S L 1

que para ello~ en un sufrirniento la vid<ty ti~nen el vértigo


' '
· de la muerte.
También por perversión <;~s.t~al y de~eo de muerte, hacen
que se abuse de las obras de la generaci ón, llegan o per-
vertir el uso, o a .marchitarl as een burla.s sacrflegos y bro·
was vergon¡¡;osas. k.a obscenidad es una blasfemia c:ont~(l
. .
la vida.
Caclq uno de estos vici.os se per's onifica en un íd.olo ne-
gro o en un demonio que. es imagen negativa y desfigura·
da de la divinidad que da la vida, son los ídolos de lü
muert~. Moloch es la fatijlid,ad c¡¡ue ~evora los niños. Sa·
tán yt
Nisr0.eh,¡
son los dioses del· odip, de la fatalidad y
,. '-

de la desesperación. A~?ta u te, Lilith, Nahe:ma Astarolb,


son los fdofos del libertinaje y del abort0. Adramselc h es el
dios Q.el homicidi0. B,elial, el oe la r,ebeldía eterna y la
anarquf~. Concepciones .fúnebres de una razón próxima a
e).{ti·nguirse., que adora e0bardem.ente a su verdugo par!l
obten,gr de -él que acabe de devorarla y cese su suplicio.
El vei-dadero nombre de Sati]n, dleen los c.al>alistas, e5.
el nombre de Jeov<lh invertid0, pu,es Satán no es un. gios
negrQ, sino 111 negación de, Dios. El Oiablo es la personifi·
cad~n del ateis~o y de la. idol<;~trfa.
r Para los iniciados no es una persona, es una f¡¡,erze
creaqa pqra el bi en que puecle ser.vir para el mal: es el in&·
.trumento de la libertaq. Representaba a esta fuerza que P,re·
side la generación física <::<'l A lq forma mitológica y c-0r·
nuda del dios Pan; de ahí proviene el cabrón del alqqeqa·
rre, her,ma.no de la antigué1 serpieAte y portaluz o fósf0~Q
del qqe los poe.tas han l:Je~ho el falso Lueifer de la 1~­
yenda. (i)
(!) Véase sob•·e el Diablo el libro que le he •consagrado• en est~ bl·
blloteca El Dlo/Jiq, p,or Rqfalll U;f?l!no.-1 vol, flq;;,~<l.dP -(R. U,.)
' .

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1

CAJlliT UL0
LOS ,U LTIMO S PA.GANOS

El milagrq eterno. de Dios,, es el' ord~!1 inmutpble de


su
providencia en ,l as armon ías de la NatuFal~za~ i9S prodig
ios
son desórd¡mes que deben ser atribq_ído:p a los desfall
ecí•
mient,os de las criaf.ur.as. E(¡milagro divino eS" una rea,eció
!l
providencial para restab lecer el orden turb.a d9. Cuand
1 o
Jesús curab!J a los poseíd os, lo~ calf11aba y su,s actos
ma~
r¡¡villosos desapa~:ecfqn; cu-ando los após(o ies calma
ban
la exaH~ción de las pitoni sas termin aba. la adivinaci0n.
El
~sp(ritu del er ~or es un espíritÍ:l _de agitac ión
y de subve r-
siór¡; ~1 espíFilu de la verdad llega a todos s-itios y .con
él
la calma. y la paz .
. Esta fué l¡1, acción, civilizad!)ra. del cristia nismq _en
sus
primeros ti~mp,os; pero \as pa~iones propicias. a la turb\!~
_lencia no deb(an ·pe~mitirla obtene r sin comba te la palma
de li! vLctoria._ El polit,e ismo agoniz ante pedía fuerzas
a ·la
magia de le,s antigu os S<!,nl~arios; a los · r:nisterios,
del
Evangelio todavía s~ •opone n los de Eleusi s. Apolonio
de
Tiana (ué puesto en par.angón con el Salva dor del mundo
;
Filostralo se encarg ó. de hacer una- leyend a a ~ste nuevo
Dios, luego vino el-emp erador Juliano, el cual hubies e
lle~
gado a ser adorad~ si la .flecha ('!Ue le ma,tó no hub!er
a
sido et' golpe mortal a la idolatr íq cesari ana; el renacl~
miento violento Y, caduc o de una religión muerta en
sus
f0rmas , f!le UJ! v~c¡Iadere a~qr;·o .yJulia~o, ~l perecer. . ~rra:s

=:; ~99 =
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e L 1 p lf )1 S L [; 1

tr6 al hijo decrépito que se esforzab11 en lanzar al mundo.


Apolonio y 'Juliano fueron personajes tan grandes y cu-
riosos, el uno como· el otro, y su historia marca una época
en los anales de la magia. En ese tiempo las ieyendas al e-
góricas estaban de moda; los maestros encarnaban sus
doctrinas en su persona y · !'os discípulos iniciados escri
bfan fábulas en las que encerraban tos secretos de la ini·
ciación. La historia de Apolonio por Filostrato, absurca si
::e la toma literalmente, es muy curiosa si según los d~tos
de la ciencia se examinan los símbolos. Es una especie de
Evang.elio pagano, opuesto a los Evangelios del cristia·
nismo; esto da una doctrina secreta que podemos explicar
y reconstruir.
Así, el capítulo primero del libro tercero, de Filostrato,
está consagrado a la descripción del Hyphasis , río mara·
villoso que tiene su fuente en una llanura y se pierde en
regiones inaccesibles. El Hyphasis representa 'a ciencia
mágica, cuyos primeros orígenes son simples y la& conse·
cuencias muy diFícil es de deducir. Los matrimonios s on
irtrecundos, dice Filostralo, si no se consagran con el aro·
ma de los árboles que crecen en las riberas del Hyphasis.
Los peces de este río están consagrados a Venus y tie-
nen la cabeza azul, las escamas de diferentes colores y la
cola de color dé oro; levantan la cola cuando quieren. Tam·
bién hay en este río un animal parecido a un gusano blanco.
Este insecto, derretido, da un aceite caliente que solamen-
te se puede guardar en vasijas de vidrio. Unicamente' se
pesca este animal para el rey, ~porque es de una fuerza tal
que podría derribar las murallas; la grasa expuesta al aire
se incendia y con nada del mundo se lograría apagarla.
Apolonio ve en los pescados del río Hyphasis, la con·
figuración universal, azul en un extremo, polícromo en el
-164-

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hi$T OR. IA DE LA · MAO IA

centro, dorada en el otro polo, como lo han demost rado


las experiencias magnét icas. El gusano blanco del Hipha,..
sis es la luz astral que sublima da tres veces se resuelv e
en aceite que es la medicina URivers¡¡J. Solame nte se .pue-•
de conserv ar este 11ceite en vasijas de vidrio, porque el
vidrio no es condue tor de la luz astral a causa de su falta
de porosid¡¡d; este secreto lo guarda el rey, es decir, .el
iniciado de primer orden, ,porque se trata de una fuerza¡
capaz de arruina r las ciudade s. Los grande s secreto s se
indic¡¡n aquí con la mayor claridad .
En el capítulo siguien te habla de los unicorn ios. Dice
que con sus cuernos se hacen vasos, y que bebiend o en
ellos se está preserv ado de todos Jos veneno s. El cuerno
único represe nta la unidad jerárqui ca: así según Damis,
dice Filostra to, estos vasos están reserva dos para Jos re-
yes. cDichos o aquél, dice Apolonio, que no se embriag ue
más que bebiend o en estos vasos».
Da~is dice que Apolon io encontr ó una mujer blanca
hasta el seno y negra desde el seno para arriba. Sus dis-
cípulos estaban espanta dos de este prodigi o; pero Apolo-
nlo, que sabia lo que era , le ten~ió la mano. «Es la Venus
de las Indias, y Jos dos colores son ·los del buey Apis,
adorado por los egipcios>. La mujer blanca y negra es la
ciencia mág·ica; la parle blanca con las .formas <m~adas ry
la parte· negra es 1-a cai!Jsa suprem a ignorad a de los hom-
bres. Filostra to y Da mis lo sabían y escribía n con .disore-
ción sobre los emblem as y doc1rinas de Apolon •io . Los ca- .
· pftulos V, VI, VII, Vlll, IX y. X del tercer libro .de la ·vida de
Apo/onio, por Filoslra to, contienen el secreto de la gran
obra. Se trata de Jos drag·on es que defienden el ·palaci0 cle ,
los sabios. Hay tres. clases de dragon es: los de los panta-
nos, los de la llanura y los de la montañ a. La montañ a es el
-165 -

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S ' - L e~· :v 1- .,

1 '
azufre,:·-el · ~antane e's 1el 'mercHr('o, 11a'• l'lanur.a•·es la sa;Pde
loálf!ló.sb"fl!l_s·:I..;os :drago'9es :de la' Hla,r:ura tienen en el,lomo
p.utiltas ren ·f¡;¡rma de sierml¡.
¡ :.¡
" ~:fl , pqder áciclo de la sal; los
es 1 1

dragones d'e las monítañas tienen las escamas <le co'lor do-
,¡ '· !

r.ado.~Una ,barba d¿' f:Heg<:ÚY, éua:FJdo trepan hacen un ruido


¡1areeid0 ·al ·de las sonlé,lj-qS d~ , c9qre~ •-tienen en la cabeza
unfl piedra que ope11a todos !'o s ~ila:gros; habitan •en las
costas del mar ~ojo, se los c,a za· con una tela -roja eri la ·
"' •· que se han bmdado unas· let-ras cle''0 ro; reposan la cabez11
en la;5 letras encantadas y.~etd~e~men, entonces se les cor-
tti..la' cabez'!l con un•fia·c'ha. ''
¡ '(,Q.uién..no reconoce-la 'p.iedra·de lds filosofo3: en lo rojo,
el mqgi~terio,. y el famoso · pegimen -iguis o gobierno del
fuégm exp.resado.con.l las ··l'e lras qe 01"0?
Con el nom.bre de ciudade!a -'de los sa'b ios, Filos~rato
d~scribetdespués el Atha'n 0r. Es !lna •collna que ésMsiem-
pre envuelta por la bruma y at>ierta por el lad0 -meridio-
" ~ ' . ..
na!; cbhti'ene un pozo· tle cuat110 ,pjes ,¡ de anchura de1 que
sale ~;~n vapor :1zulado que ·s~~e y rque, calentado por el sol,
~esplieg,a todos los .colores del .avs0 iris; el fond? del po-
zo. está cubÍerto de arsé~i~@ 'roj@; eerca del pozo hay es-
tanque IJenó aé fuego del t:¡Ue sale úna ' llama· pl0miza sin
olor y sin humq que no es ni más bil:ja ni má~ aTta qÍ:ie los
b0rdes del estanque; allf •Se énaue¡¡;th:i:n( también dos reci-
pien1es,o c;le pi~dra. m;gra ~ue contiene'l,· una la•lluvi·a, ofta
el Vcient® Cuando la sequía es excesiva se abre el 'dep6si-
to·de 1la!llu-vül¡y, sálen hub~s-qwe' humecleceFJ tod0 el país.
~.No poí:lrfa o~s·cribirse mas- exact~mé;ri(e el' ·i uéto secreto
de~ tos filósofos y". lo' ~u e llaman su b-a)i'o María. 'En 'este ·
¡ ./ ' ' '·

paDaje se , ve que los an:tig,uos alquiP,iJtas; en su gra'n


:obra, emp:le-ahan YaeieéJrici'elácl,, el inágnetismfry el vapor. ·
: F~~-~trato•Jtabta .des·p ués de 1'!1 pie'dra filo'sofal que' Il¡;ma
_,__ 166 t- -
/

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l f / S T O R !A D l! LA M A O 1A

incliferenteme'nte pl~drifJ o luz. cNo se 'permite a nir'lgún


profano buscaJ1la, pélr que se desvaneee si no se sape co-
gerla con los proceclirtJientos del aFie. Solamente l«>s sa-
bios, mediante ciertas palabras y ciertos ritos, puedeñ en-
contrar la pantarba, que es el nombre de esta piedra, que
inflamada y chis-peante tien t! por la nothe la apíirie'ncia del
fuego; si ~re la mira por el dfa, deslumbr~. ·Bsta luz s de
una matéria sutil, de una ·~uerza admirable 1 atrae' todo lo
que está cerca». ~Filostrat0. Vida de Apolonio de Tyana,
libro 111, capflulo XLVI). Esta revelación de las doctrinas
secretas de Apolonio, prueba c;¡ue la piedra filos'0'fal no es
otra cosa que un imán universa'l -formado de luz astral con- ·
densada y fijada alrededor de un centro . Es un fósforb arti-
ficial , que tantas alegc!Jrías y tradiciones impiden c0nside-
rar como dudosa ·su existencia y en el que ·se concentran
todas las Viirtudes del calor ' generador~del riundo.
'Toda -la vida de Apolonio escrita por Filostrato, según
Damis el Asirio, es iJn tejido de apélogos y de parábolas.;
entonces era así la moda de escri-b ir la doctrina oculta de
los g~:andes iniciaclores.
No se ·dítbe uno extrañar de las fábulas que contiene .es-
te relato, sino comprender la ciencia oculta de los hiero-
fantes que sé encue1,1tt an bajo la ale'gorfa de las fábulas.
A pesar de su gran ciencia y ~us brillantes virtudes, no era
el Gontinuador de la escuela jerárquica de los magos.
l?u inicia'Cién procedía de la llildia y se entregaiM, para
inspirarse,·a las prácticas ·enervan tes de los brahammahes;
predicaba abiertamente ·Já rebeldía y e·J regicidio; era un
gran carácter extraviado. La figura del emperador Juliano
nos ,párece más· poét·ica y más bella que la de · A¡polo-
nio, )tiliáno puso en -el !tono del ~u'ndo ~a a;rs1eridad
de un Babio; querfa hacer transfusión de sabia joven
~

• - 167 -

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E L 1 . p H .A S L e V 1

del cristianis mo en el cuerpo . envejecido del helenismo.


Insensato , pero noble, solamente culpable de ama'r con
exces0 los recuerdos de su patria y las imágenes de los
dioses de sus padres. Juliano, para contrapesar. el poder
rea!izado r del dogma cristiano, llam~ a su ayuda a la ma-
gia. negra· y se hundió, siguiendo a jamblico y Máximo
de Efeso, en tenebrosa s evocacion es; sus 'dioses, cuyas
bellezas y ju~entud querí¡¡ resucitar, se le aparecieron vie·
los y decrépito s, inquietos ante la vida y la luz y dispues-
tos a huir ante el signo de la cruz.
El Galileo había vencido para siempre al helenismo . Ju·
liano murió como -un héroe sin blasfema r de su vencedor,
como se ha pretendid o falsamente .
.Sus últimos momento s, que Amiano Marcellin nos
cuenta prolijame nte, fueron los de un guerrero y un filó·
soro; las maldicion es de! sacerdoc io cristiano resonaron
largo tiempo sobre su tumba y sin embargo el Salvador
que ama tanto las almas nobles ¿no habrá perdonad o a
adversari os menos interesantes y generoso s que juliano?
Después de la muerte de este emperado r, la idolatrfa 11
la magia fueron envueltas en una mismé) y universal re·
pr oba.c ión. Entonces nacieron las sociedades secretas de
adeptos a las que luego se unieron los gnósticos y Jos ma·
niqueos; sociedades depositar ias de una tradición mezcla·
da de verdades y errores, pero que se transmilía n, sellado
con el juramento más terrible, el gran arcano de la antl·
gua. toda-potencia y léis espe~anzas fallidas siempre de Jos
cultos exting-uidos y de los sacerdote s depuestos. (1)

(1) Mr. O. R. S. Meed ha hecho el meJor estudio de Apolonio dr


Tyapa, que ha tenido el honor de verter al castellano y prologar, estu·
dlando su lnfluendá en Es'pafla.-MeED: Apolonio de TytiOa 1 vol. Bar·
ce!ona· (s. a.)-190ji.- (R. U.)
1

......, 168-

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CAPÍTULO V
LAS LEYENDA-S

Los relatos contenidos en la leyenda dorada, por muy


fabulosos que sean, no dejan de remontarse por eso a la
más remota antigüedad cristiana. Más bien _q ue historias,
son parábolas; el estilo es simple y oriental como en los
Evangelios, y su existencia tradicional prueba que se había
Inventado una especie de mitología para ocultar los miste·
rios cabalfsticos de la iniciación joanista. La Leyenda dora-
da es un Talmud cristiano escrito en alegorías y en apólo-
gos. Si se estudia bajo este punto de· vista, novísimo ll
fuerza de ser antiguo, la leyenda dorada se convierte en
un libro de grandísimo interés e importancia.
En uno de estos relatos de la leyenda, llena de misterios,
caracteriza el conflicto de la magia y del cristianismo na-
ciente de una manera muy dramáJica y conmovedora. Es
así como un boceto anticipado de Los Mártires de Cha~
teaubriand y del Fausto de Goe~he, fundidos en una pieza.
Justina, era una jovén y hermosa virgen pagana, hija de
un sacerdote de los ídolos que por su belleza era el tipo
de Cimodocea. Su ventana daba a un patio próximo a la .
iglesia de los cristianos. Desde alli ofa todos los días la
voz pura y recogida de un diácono que lefa en .alta voz tos
Santos Evangelios. La palabra-desconocida llegó hasta su
corazón y la conmovió hasta tal punto en que una nqche
- 1{~9-

© Biblioteca Nacional de España


e . L 1 p ff 'A L V

que su madre la vefa pensativa 'y la requerfa para que le


confiara las pr.eocupaciones de su alma, Justina se arrojó
a sus pies diciéndole: madre, bendfceme o perdóname; soy
cristiana.
~a madre lloró al mi1sm0 tiempo que abrazaba a su hija
y fué a buscar a su esposo a quien confió la nueva. Luego
se fueron a dormir y Jos dos tuvieron el mismo sueño. Una
luz divina descendía sobre el·los }:' una voz dulce les llama-
ba diciendo: •Venid a mí los que estáis afligidos, y os
,f consolaré; venid Jos elegidos de mi padre, y os daré el
reino que tenéis preparade desde el principio del mundo».
A ·l a mañana siguiente, e~ padre y la madre bendijeron e
su hija. Los tres se i·nscribiéron en el número de los cate-
cúmenos y después de ·las pruebas acostumbradas fueron
bautizados.
justina vo)vía de la Iglesia, blanca y radiante, entre su
padre y su madre, cuanao dos hombres de aspecto dudoso
envueltos en las capas, pasaron como Fausto y Mefistófe-
les cerca de Margarita: eran el mago Cipriano y su discl·
pulo Acladio. Los dos hombres se detuvieron deslumbra•
dos como ante una aparición; justina pasó sin verlos y con
su faffiili'a entró en su casa. "'
_ La escena cambia, estamos en el laboratorio de Cipria·
no donde hay círculos trazados, una vfclima degollada que
· paípita cerca de pn horniHo humeante; ante el mago se
' .
apareee de pie el genio de 'las tinieblas:
• -:l\quf me tienes; habla · puesto . que me has llamlldO.
¿Qúé quieres de ·mf?
··-Amo a una virgen.
-.Sedúcel a.
-Es cristiana.
-Denúnciala .
-líO

l.
© Biblioteca Nacional de España
f!JSTORJ.A D E t. .A M ' .A p 1A
-No quien> pmlerla, sino poseerla. ¿Pueaes.hacer algo
en mi 'favor?
-Secluj~ a Eva, q~e er:a ,Inocen1~,Y que hélblaba .todlits
lós días' familiarmente con el mismo 'I?Hos. Aunque ' 1 es~ ·
virgen sea cristiana, has de ~aber que he hecho' que cruci-
fiquen a Cristo .
1
..,¿Luego me la entrega rás? ''
-Toma este ungüento mágico; con él untarás el dintel
de su morada; de lo demás ~o -me encargo.
Ahora
. Justina duerme en su cuúto pequeño, casto y se•
' .
vero. Cipria no está ·a la puerta murmuran~o palabras sa-
crflegas y realizando horribles ritos; Satán se' d¡:!sliza has-
ta la"cabecera de la joven y le infunden sueños voluptuo-
sos con la imagen de Cipriano que cree encor.!r ar todavía·
a la salida de ia iglesia; pero esta vez ella le mira, le éscu- "
cha y ·le dice cosas q~e t~tban su cotazón; de repénte 1se
a~ita, se despierta y hace la señal de la cruz; e¡''demonio
desaparece, Y, el seductor, que está de centinela a la puer-
ta, espera· inútilmente !oda la noche.:· · ·
A la mañana stguiente tepite la~ eVcocaciones y dirig'e
amargos reproches a su cÓmplice infernal; 'é ste ctmffest¡
su impotencia. Cipriano J·é arroja vergonzosamente y ha-ce
que comparezca un diablo · de orden superior. El recién
llegado se transforma sucesivamente en doncella y. en
apuesto mancebo ·para tentar a Justlna con consejos y ca•
ricias· respectivamente. La virg'en va a sucumbir, pero el
buen ángel la guarda; besa el signo de fa cruz y arroJa,
al espfritu mal0. ', En'ronces C ipria no invoca al rey de los
iilflerhos. S atán acude en persona. Hace sufr,ir a :Justina
todos los dolores de Job y propaga una espantosa peste
en Antloqufa; al ..mismo tiemp~ impulsa a los oráculos,a
decir qÚe cesará' la pesre c~and·~ Justin~ aplaque a Vebus'
- 171-

© Biblioteca Nacional de España


e L ·) p S L E V 1

y al amor desairado . Justina ruega públicamente por el


pueblo y la peste cesa. Al ver también vencido a Satán,
Cipriano le obliga a confesar su impotencia ante el ~igno
de la cruz, y le desafía h~ciendo este signo. Abjura de la
magia, se hace cristiano, llega a ser obispo y encuentr ~ a
Justina en un monasterio de vírgenes, entonces se am an
con el amor puro y duradero de l<1 caridad celestial, sien-
do perseguidos; los detienen al ~ismo tiempo, son eje·
cutados el mismo dfa, van a consumar al seno de Dios su
matrimonio místico y eterno.
~a leyenda presenta a San Cipriano como obispo de
Antioquía, mien iras que la historia eclesiástica le conside-
ra como obispo de ~artago . Poco importa qu~ sean o no..
el mismo. Uno es un personaje poético y el otro es un pa·.
dre de la Iglesia y un mártir. Encontramos en los antiguos
formularios de magia una oración atribuida a San Cipria·
no de la leyenda y que quizá sea el Santo Obispo de Car-.
lago. Las expresiones obscuras y figuradas de que está
llena, habrá motivado la suposición de que antes de ser:
obispo y crist Lmo se hubiese entregado Cipriano a las fu·
nestas prácticas de la magia negra.
Esta es la traducción: ,cYo, Cipriano, servidor de nues-
tro Señor jesucristo! he rogado a Dios padre, todopodero· .
so, y he dicho: tú eres Ql Dios fuerte. Dios mfo todopodero·
so, que habitas en la gran luz. Eres santo y digno de ala-
banza y desde el primer tiempo has visto la malicia de tu
servidor y las iniquidades a las ~ue se había lanzado por
la mali¡::ia del demonio. Entonces no sabía tu verdadero
nombre; pasaba por .en medio de las ovejas y estaban sin ·
¡
pastor. Las nubes no daban el rocfo. a la tierra , los ár:
boles no fructificaban y las mujeres no podían ser libera·
das de -la esclavilud. Ahora, señor mío jesucristo! que J¡e
-172-

© Biblioteca Nacional de España


ff ( S T O R 1 A o e LA M A O 1 A

·conócldo tu santo nombre y h~· ·he amado, me-he "coñvertr-


do a ti con todo mi corazón , con toda mi alma, con todas
ni\5 entrañas y me sepa•ro de la enormidad de mis faltas;
para marchar por tu amor y seguir tus mandamientos que
son mi fe y mi oración. Es el verbo de la verdad, la pala-
bra única del padre, y áhora te conjuro pa!'a que rompas la
· cadena de las nubes y descienda sobre lus hijos la lluvia
bienhechora como la leche, sueltes l0s rfo's y hagas libres
a las criaturas cjue nadan y que vuelan; te conjuro para
que rompas todas las cadenas y 10clos los impedimentos
con lét virtud de tu santo nombre:o .
Esta oración es. evidentemente muy antigua y encierra
muy notables recuerdos de las figuras· ~primitivas del eso·
,lerismo cristiano de los primeros siglos.
La calificación cle aurea Q dora da, dada a la l~yenda fa-
bulosa de los santos alegóricos, indica por demás el ca-
rácter de ésta. El oro , en opinión de los iniciados, es la
luz condensada; llaman números de oro a los números
s<lg'rados de la cábala; versos dorados de Pitágoras a las
enseñanz¡¡s m€>rales .de este filósofo y por esta ' misma ra~
zón a un libro misterioso de Apuleyo en el que un asno
desempeña un gran papel se' Ie ha llam·a do el Asno de Oro.
Los ~áganos acusaban a los cristianos de adorar a un
asno, injuria que no habían inventado ellos porque pr·oce-
dfa' de los juclíos de Samaria, los que al materializar los
d¡¡tos de la cábala sobre la divinidad, con los símbolos
egiptios, representaban la inteligencia con la estrella má·
gic11 adorada con el m>mbre de Rempham , la ciencia eón
el emblema de Anubis, cuyo nombre cambiaron en el · de
Nibbas y la fué del vulgo o la credulidad con la figura de
Thartac, Dios que se representaba con un' libro, un mant-ón
Y una cabeza de asno; según los doctores 5amaritan0s, · el
- 173-

© Biblioteca Nacional de España


'
L 1 p lf A S L ~ !f!' ·V .,

cristianism o,er,a .el reino de Thart~c; ~ra que la fé ciega y


1~ credulidad vulgar, erigidas¡¡~ oráculo universal se pre-
ferían a la inteligenci~ y a •la- ciencia. Y por este, en sua
relaciones con los ~enfiles, cuando se creían confundidos
con los cristianos, protestaban y rogaban que no se les
confundiese con lo& adoraderes exclusivos de la c~bez~
de asno.
Esta suplilesta rev.elación hizb que los filósofos se· riesen
mucho, y TertuUano habla de una caricatura romé)na ex·
pueMa en su tiempo en l'a que se ve(a a Thartac en toda SJI
gloria con esta inscripción que hizo r.eir al mismo Tertu·
liano, ~mtor como se sab~ del famoso credo quÍa absur-
bum: cabeza de asno. Dios de los cristianos.
El Asno de Oro,;. de Apul,eyo, es la leyenda oeulla de
Thartac. Es una epopeya má¡~'ica ·Y· una sátira· contr11 el
cristianism o, !en la que sin· duda el auter había creído du·
rante aígnjn tiempo. Bsto al menos es Jo qu.e parece decir
bajo la alegría de la metamorfo sis en asno.
Este es el asunto"del libro: Via,ja pÓr Thesalia, país de
' .
las encanramientos; recibe hnspital·i dad en la casa de un
hombre cuya mujer es bruja; sedil,ce a I!'J criada de esta
muJer. y cr,ee haber 'sorprendrdo por este meQ.io los secr-e-
tos de la. dueña. En efecto, la crh1da.• entnega a s1,1 ama,nte
una composició n mediante la que 'la br-uja se transforma
en pájaro~ pera se eq1,1ivoca de eaja Y· Apuleyo se encuen'

Ira .cambiado en ~sno. La torpe amante le consuela dicién·


dole que para volver él su primera forma le basta comer
rosas, la wsa es la fler de la iniciación. ¿pero cómo é.n·
contrar rosas e'ñ la n.oche? Hay qúe l."sperar al día s¡guien·
te: La criada lleva a:l asnó a 1~ cuadra, llegan unos ladro·
nes, cogen el asno y se le J!evan. Desp~és ·no hay me·
dio de p,oder apN~irria~se (a las rosas,; las rosas ~o se
-: 1.74 -

© Biblioteca Nacional de España


H/8TOR IA DE DA ·M A O 1 A
1
erran para los asn0s y los jardineros le echan a. palos.
Durante su largq y triste cautividad oye contar la histo-
ria de Psiquis, historia maravillosa y simbólica que e~ co··
mo el alma y la poesía d'e la ::¡uya. Psiquis ll'a que!'ido so~­
prencter los secretos .ctel amor como Apuleyo los de la ma-
gia: ella ha perdido el amor y él la forma •humana; ella está
errante, desterrada, sometida a la cólera de Ven1,1s, él es
esclavo ele los la¡:lrones. Pero Psiquis, debe subir al ciel0
después de haber atravesado el infiern<:> y los Dioses se
opiadar~n de Lucio Apuleyo. Iris se le aparee en sueño.s
y le promete que su sacerdote, ptevenido por Hna r~vela ­
ción, le dará rosas durante las solemnidades de su fiesta
cercan/l. Llega la fiesta y Ap4Jeyo describe pr,oliiamente la
proce'5ión de lsis, qeseripeión preci?sa· para la eiemcia-,
porque en ella se halla la clave de los !Jlisterios de Egipto;
hombres disfrazados marchan deJante, siendo portadores
de animijles grotescos: son Las fábt,~las vulgares; después
vienen muje~:es que van sembrando flores y que ' llevan e,n
la espalda espejos que reflejan la imagen de la divinic:lad.
Así los hombres vqn delante y ifemnulan los dogmas que
la.s muieres embellecen, y reflejan sin darse cuenta com su
instint0 maternal, verd~de~ más elevadas; hombr,es y mo·
ieres vienen des~ués llevando la l¡,¡z: es. la alianza de·'los
dos términos, el activo y el pasivo, generadores de la cien-
cia y de la ~ida. !'

Después de la luz viene la armonía representada por mú-


sico~ jóvenes. Luego las imágenes deJos dioses en núm e~
r.o de tres, seguidos por el gran hierofante que lleva, no la
lmágen, sino eJ símbolo de la gran lsis, upa bola de or-o
que lleva encima un caduceo.
Lucio Apuleyo ve en la ma¡:¡o d~l . gran sacerdot~
una e0rona d'e wsa·s,, , · ~e i!lprqxif11a, y com0 ne se

17~ -

© Biblioteca Nacional de España


P .ti .A L 'f; 1

la rechaza , se come las rosas y vuelve a ser hombre.


Todo esto está admirablemente escrito y entremezclado
con episodios, unas veces heroicos, otras veces picantes
como conviene a la doble naturaleza de Lucio y del amo.
Apuleyo ha sido al mismo tiempo el Rabeláis y el Swedeu·
vorg del mundo antiguo que expiraba.
Los grandes realizadores del cristianismo no compren·
dieron o afectaron no compr.ender el misticismo de Apu·
ley o. Si:ln Agustín, en la Ciudad de Dios, se pregunta con
el aire más serio del mundo si hay que creer que realm en·
te Apuleyo había sido metamorfoseado en asno. Este Pa·
dre, se muestra asl mismo dispuesto a admitirlo, pero so·
lamente como un fenómeno excepcional que no tuvo
consecuencias. 'Si esto es una ironía [por parte de San
Agustrn, hay que convenir que es muy cruel; -¡si es un
candor! .. .
... Pero San Agustín, el hábil polemista, no tenía el bábi·
to de ser candoroso.
¡Bien ciegos y bien desgraciados, en efecto, eran aque·
!los iniciados en los antiguos misterios que se reían del
asno de Belén sin vislumbrar lll ñiño-Dios que resplande·
era sobre Jos pacíficos animales del establo, y sobre cu·
ya frente reposaba la estrella conciliadora del pasado Y
del porvenir!
¡Mient1·as que ía filosofía convencida de su impotencia
Insultaba al cristi;a nismo triunfante, los Padres de la lgle·
si a se apoderaban de todas las magnificencias de Platón Y
creaban una filoso Ha nueva fundada sobre la realidad viva
del Verbo divino, siempre presente en su iglesia, renacien·
fe en cada uno de sus miembros, inmortal en la humani·
élad; sueño de orgullo más grande que el de Promete0, si
no hubiera sido al mismo tiempo una doctrina de abnegn·
-176 -

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Fig. 14.-Sellos de la Ora Obra ·y de la magia oculta y dos y as de
copas del Taro!_Egipcio

·,

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Fig. 15.-Los siete planetas y sus gen io~

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f!ISTORIA DE L A M A O 1A
ción y de devoción, humana por que
es divin a, divin a por
que es humana. (1)

(1) Véase sobre San Clprl ano, El


Fausto y el estud io de Sllnc hu
Moguel El mági co prodl glo5o .
Sobre el libro de Son Clprl ano puede
consu ltarse la edició n de Ene·
die/ Saha iah.
Sobre lo fllbulo de Psiqu is ee excel
ente y ónlco el libro de A. BO!IILLA.
SAN MA¡¡ TlN-. lf/ mito de fs/qu js-Ba
rcelo no, 1908; 1 vói.- (R. U.)

.... •-.,
l"'

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CAP!TULO VI

PINTURAS CABALISTICAS Y EMBLEMAS SAGR AD03

La Iglesia primitiva, obediente al precepto formal del Sal·


vador, no entrega ba sus más santos misteri os a las pro-
fanaciones de la muchedumbre. No se era recibido al bau·
tismo y a la comunión más que por iniciaciones progresi·
vas. Se tenían oculto s los libros santos , pues la lectura en· ,
tera y la explicación sobre todo estaba n reserva das al
s acerdocio. Las imágen es eran entonc es menos numerosas
y sobre todo menos explícitas. Se abstenían de reproducir
la figura del Salvad or; las pintura s de las catacu mbas son
la mayor parte de los emblemas cabalísticos: es la cruz
edénica con los cuatro ríos a los que acuden a beber los
ciervos ; es el pez misteri oso de Jonás, luego reemplazado
por una serpiente bicéfala; es un hombre saliend o de una
caja como aquella de Osíris. El gnostic ismo hace pros·
cribir más tarde todas esas alegor ías de las que había abu·
sado por materializar y pr0fan ar las tradicionQ!es de la cá·
bala de los profetas.
El nombre de gnóstico no estuvo siempre proscrito en
la Iglesia. Aquellos Padres en los que la doctrina se re·
montaba a San Juan, emplearon esta denominación p11ra
design ar al cristian o perfecto y se la encuentra en San !re·
neo y en San Clemente de Alejandría. Nosotr os no habla·
remos aquí del gran Sinesi o que fué un cabali!!ta perfecto,
perG un ortodo xo dudoso .

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ff/ ST OR IA DE LA M A O lA
Los falso s gnó stico s fuer on los
rebe ldes en· el orde n je-
rárq uico que quis iero n nive lar la
cien cia con la· vulg arid ad,
susl iluir la intel igen cia con las visi
ones , la relig ión jerá r-
quica con el fana tism o !per sona l
y, sobr e todo , la sabi a
sobr ieda d crist iana y la obed ienc
ia a las leye s; mad re de
los cast os matr imo nios y de la temp
eran cia cons erva dora ,
con la licen cia míst ica de las pasi
one s sens uale s.
Prod ucir el éxta sis por med ios
físic os y reem plaz ar la
sant idad por el sona mbu lism o,
fué siem¡>r~ la tend enci a
de esta s sect as caínitas. cont inua
dora s de la mag ia negr a
de la Indi a.
La Igle sia tenía que repr obar las
con· ener gía y no dejó
de haée rlo: sólo es de lame ntar que
el buen gran o cienlífi-
co haya sufr ido tamb ién al emp lear
el hier ro y el fueg o en
la dest rucc ión de la mala hier ba.
Ene mig os de la gene raci ón, y de
la fami lia, los fals os
gnós ticos se esfo rzab an en prod ucir
la este rilid ad, fom en-
tando la inco ntin enci a; quis iero n,
decí an, e:3piritualizar la
ma~teria y mate riali zaba n el
espí ritu de la man era más re-
pugn ante . Sólo habí a en su teol
ogía acop lami ento de
Eon es y cont acto s luju rios os. Ado
raba n com o los brah -
manes, la mue rte bajo la figu ra Fal0
, Su crea ción era un
onan ismo infin ito y su rede nció n
un abor to eter no.
Espe rand o esca par de la jera rquí
a por el mila gro, com 0
si el mila gro apar te de ella pudi era·
trae r otra cosa que el
desorden o el eng año , los gnó stico
s Msd e Sim ón el Mag o
eran gran des real izad ores de prod
igio s; sust ituy endo el
culto regu lar pór. los ritos imp uros
de la mag ia negr a, ha-
eran apar ecer sang re en vez del vino
. euca rísti co, y sust i-
tu[an el dulc e y puro bünq uete del
cord ero cele stial por
comuniones de antr opó fago s. El here
siarc a Mar cos·, disc f-
. PUlo de Vale ntfn , decí a la misa c9n
dos cálic es: en el má~
- 179 -

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, L E- 'V
B L 1 . p ti A 8

la fórmu la má-
peqUeño vertía ·vino, pronu nciab a después
e de un líquid o
gka y entonces se veía llena r al más grand
os, que no era
sangr iento que subía en ebull ición . Marc
que .Dios le había
sacerdote, quería demo strar con esto
Invita ba a todos
reve·s tido de un sacer docio milag roso.
la mism a ma-
sus discíp ulos a que realiz aran ante su vista
obten ían .un éxito_ seme-
- ravill á. Las mujeres, 's obre todo,
s y en éxtasis.
lante al suyo , después caían en convu lsione
a su demencia'
Maré os soplaba sobre ellas y les c<Dmunicab
y por el espíritu
· h.asta el punto de hacer las olvid ar por él
de religi ón todó recato y pudo r.
fué siempre
Esta intrus ión de la mujer en el sacer docio
de es111
~1 sueño de los falsos gnós ticos, porqu e nivela ndo
la anarq uía en la famili a y po-
. clase los sexos , intmd ucían
o de escán dalo. El
nian en medio de la socie dad un motiv
mate rnida 1 el d y
verda dero sacer docio de la mu)er es la
r . Los gnósti-
culto de esta religi ón del hoga r era el pudo
lo comp rendí an dema-
cos no comprendían esto o acaso
de la madre ,
siado , y extra viand o los in$tin tos religi osos
ía a sus deseos
romp ían la barre ra sagra da que se opon
licenc iosos .
franqueza del
No tenían, sin emba rgo , todos , la triste
exageraban por
impu dor. Algun os, como los Mont anist as,
la impracticable.
el contr ario la mora l con ·el fin de hacer
seduj eron el genio ex-
Mont ano, cuyas ásperas doctr inas
abandonaba con
tremado y parad oja[ de Tertu liano , se
se hoy sus so·
··Pris cila y Maxim ila·, sus profe tisas -diría
y éxtasis. No po·
nán;¡bulas - a toda clase de desen freno s
·día faltar a los autor es de tal~s exces os el natur al casti·
en el suicidio.
go, y así 'acab aron en la locur a furios a y
La locur a de los marc osian os era una cába
la profanada
lo había creado todo
y materializada; pretendíán que Dios
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1i/8T O'RI A DE L A ·, M A O 1 A

por medio de las letras del 'alfabeto ; pero estas jetras e¡:an
otras tantas emanaCiones divinas que .por mismas po- sí
seían 1~
potencia generatr iz de los seres; q11e las palabras
eran t0dopod erosas y operaba n virtud y realmente _pro-
digios. Todo esto es verdad en. cierto sentido, per.o no era
el de los sectario s de Marcos. Suplían las realidad es por
las alucinac iones y creían hacerse in:visibles, porque en el
estado de sonamb ulismo se transpor taban mentalmente a
donde querían. Para lo~ falsos místicos la vida se confun -
de a veces con el sueño, hasta que al fin este sueño triun -
fante supera a la realidad ; llega entonces el reinado com-
pleto de la locura.
La imaginac ión, cuya función natural es evocar las i!lJá ~
genes de las formas , puede también, en un estado de exal-
tación extraord inaria , producir las formas mismas, como
Jo prueban los fen"ómenos de embara.z os monstru osos y
muchos hechos análogo s que la ciencia oficial serra mejor
estudiase en lugar de negarlos co n obs·linac ión .
Tales son l as creacion es drsorden adas, que la religión
ha proscrito bajo el nombre de milagros diabólico s, y esos
eran los milagros de Simón, de ·los Menand rianos y de
-Marcos .
En nuestro tiempo tod avía , un falso gnóstico llamado
Vintras y - que resielió en Londres , hacfa aparecer · sangre
en los cálices vados y sobre las h0stias. profanad as.
Ese desdicha do caía entonces en éxtasis cbmo Marc0s,
Y profetizaba el trastorn o de 1·~ jerarquía y el próxjmo
triunfo de un pretendi do sacerdoci'o, todo de visiones , ex-
•pansiones libres y amor. No hay nada nuevo bajo el sol.
Después del panteísm o polimorf o de los gnóstico~. vie-
ne el dualismo de Manés. Así se formula en~ dogm a t~li­
giosq la falsa iniciació n de los pseudo- mag0s de l'll p~r

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E L l p ff A S L E V 1

sia. Bl mal personif icado adivina un dios rival de Dios


mismo. Tiene un rey de la luz y un rey de las tinieblas, y
es a esta época a la que h11y que hacer remonta r la idea
funesta, contra la cual nosotro s · protesta mos con todas
nuestras fuerzas, de la soberan ía y de la ubicuidad de Sa-
tán. Nosotro s no pretendernos aquí negar Pi afirmar la
tradición de la caída de los ángeles, nosotro s nos rerni-"
limos corno siempre en materia de fe a las decision es su-
premas e infalibles de la Iglesia católica, apostóli ca y ro·
mana. Pero si los ángeles caídos tenían un jefe antes de
su caída, esta caída debió haberles precipitado en una
completa anarquía , atemper ada solamen te por la justicia
inflexible de Dios; separad o de la divinidad, que es el prin-
cipio de la fuerza y más culp11ble que los otros, el prínci·
pe de los ángeles rebeldes no sabría hacer más que el úl-
timo y el más impotente de los réprobo s.
Si existe en la naturale za un11 fuerza que lleva a las cria-
turas olvidadi zas de Dios hacia el pecado y hacia la- muer-
te, esa fuerza que nosotro s no rehusam os reconoc er corno
capaz de servir de instrume nto a los espíritus descarri ados.
será la luz a's tral; volvien'do sobre esta idea nos interesa
explicarla perfectamente para que se compren da bien su
ortodoxi a y su alcance.
La revelación de uno de los grandes secretos del ocul-
tismo·hará compren der el gran peligro de las evocaciones,
de las experien cias curiosas , del ·abuso del magnetismo,
de 'las rnes11s que dan vuclt11 y de todo lo que correspo nde
11 los p'eligros y a las alucinac iones.
Arrío había preparad o el éxito del manique ísmo con la
creación híbrida de un hijo de Dios, diferente de Dios mis-
mo: esto era suponer el dualism o en Dios; era ·admitir la.
desigual dad en Jo absoluto , la inferiori dad en el supremo
- 182-

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fliST Ofl/A DE L A MAO IIJ

poder . .La .posibilidad del conflicto, y aún su necesidad,


entre el padre y el hijo, puesto que la desiguald ad entre
los términos del silogismo divino debía conducir fatalmen-
te a una conclusió n_ negativa. ¿El verbo de Dios, debía ser
el blen 9 el. mal? ¿Dios mis·mo o el Diablo? ¡Tal era el al-
cance inmenso de un digtongo a·ñadido a la pc:~Iabra grie·
ga omousios para hacer con ella omoioqsi osl Al declarar
al hijo consubsta ncial con el padre, el Concilio de Nicea
salvó al mundo, lo que no pueden comprend er los que no
saben que los principios constituy en en realidad el equlli-
' brio del universo.
El gnosticism o, el arrianism o y el maniqueísmo , proce-
dían de la cábala mal entendida. La Iglesia entonces tuvo
que prohibir, entonces debió impedir a los fieles el estudio
oigo peligroso de esta ciencia, de la cual el supremo sacer-
docio debía sólo reservars e las claves. La tradición caba·
lfatlca parece en efecto, parece haber sido conserva da por
los soberano s pontífices , al menos hasta León 111, al que s e
le atribuye un ritual oculto que había donado este pontífice
al emperador Carlomag no y que reproducí a todos los ca·
racteres, hasta los más secretos de las clavículas de Salo-
món. Este pequeño libro que debió quedar oculfo, habien-
do sido divulgado más tarde, fué condenad o por la lglesill
Y cayó en el dominio de la magia negra. Se le conoce to-
davía bajo el nombre del Enchiridión, de León 111, y nos-
otros poseemos un antiguo ejemplar muy raro y muy cu-
rioso.
La pérdida de las claves cabalístic as no puede acllrrear
la infalibilidad de la Iglesia, s iempre asistida del Espíritu
Santo, pero ocasiona grandes oscuridad es en la exégesia
Yvuelve completamente ininteligibles las grandes figuras
de la profecfa de Ezequiel y de la Apocalipsis de San Juan.
- 185-

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A L' e V 1

¡Pueden los aucesores legf't imos de San Pedro aceptar


el homenaje de este libro y bendecir los trabajos del más
humilde de sus hijos, que cree haber en~ontrado una d!!
las claves de la ciencia, y que acaba de ofrendarla a los
pies de aquél, sólo a quien pertenece abrir y cerrar los te·
soros de la inteligencia y de la fé!

- 184 -

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CA.P(TULO VU
PILOSOFO S DE LA ESCUELA I>E ALEJANDRIA

La escuela de Platón, próxima a extinguirse , proyectó


S'Obre Alejandría una gran luz; pero ya el cristianism o,
triunfador después de tres sig.l os de lucha, se hahía asi-
milado cuanto había de verdadero y durable en las doctri-
nas de la antigüedad . Los últimos 'advérsari0 s de la nue-
va religión, creían detener la marcha de los hombres vi-
vientes galvanizan do momias. La lucha no podía ya ser
seria, y los paganos de la escuela de Alejanclría labora-
ban, a pesar suyo y sin saberlo, en el monumento que ele-
·vaban los discfpulos de Jesús de Nazaret para dominar ~
los siglos.
Ammonio Sacas, Plot.ino, Porfirio, Proc.lo, son grandes
nombres pera la ciencia y para la virtud. Su teología ·era
elevada, su doctrina moral, sus C<i>stumbres austeras. Pero
la más grande y notable figura de esta época, la estrella
más refulgente de esta pléyade, fué Hypatia, hija de Theon,
la casta y sabia doncella cuya inteligencia y virtudes la
hicieron acreedora al bautismo, pero que murió mártir de
la liber.tad de conciencia cuando pretendiero n conducir-
la a él.
En la escuela de Hypatia fórmase Sinesio de Cjrene,
obiq~o más tarde de Ptolemaida : uno de l~s más sabios
Hl6sofos y el más grande poeta del cristianism o de los pri-
meros siglos; él era quien escribía: <<El pueblo se burlará
- 185-

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e L 1 p ff A L e V J

siempre de las cosas fáciles de comprender: necesita im·


posturas:o.
Cuando se pretendió elevarle a la dignidad eplscoplll,
decía en una carla dirigiaa a uno de su~ amigos: e Un es·
pírilu amigo de !u sabiduría y que contempla de cerca la
verdad, se ve forzado a disfrazarla para que sea aceptada
por las multitudes. Hay, en efecto, una gran analogía entre
la luz y la verdad, como entre nuestros ojos y las inteli-
gencias comunes. Si el ojo recibe repentinamente una luz
demasiado intensa, quedará deslumbrado, y así los res·
plandores suavizados por sombras, son más útiles a a que·
llos cuya vista es todavía débil; por eso, en mi sentir, las
ficciones se hacen necesarias para el pueblo, y por eso la
verdad es funesta para aquellos que no tienen la fuerza de
contemplarla en todo su fulgor. Si, pues, las ley~s sacer·
dotales cons·ienten la reserva en los juicios y la alegoría
de las palabras, yo p·o aría aceptar la dignidad que me ofre·
cen, á condición de que se me permita ser fllósofo en mi
casa y, fuera de ella, narrador de apólogos y parábolas ...
¿Qué pueden, en efecto, tener de común la vil multitud y la
sublime ciencia? La verdad debe guardarse secreta y las
masas necesitan enseñanza proporcionada a su compren·
sión imperfecta».
Sinesio se equivocó al escribir tales cosas. ¿Cabe, en
- 1
efecto, mayor torpeza que la de dejar traslucir semejante
prejuicio cuando se está encargado de una ens~ñanza pú· -
blica? Todavía en nuestros días, y apoyándose en estas
Indiscreciones, . muchos continúan repitiendo: e Hace falla
una religión para el -pueblo». Pero, entendámonos: ¿Qué
es el pueblo? Nadie quiere serlo, cuando de inteligencia Y
de moralidad se trata.
El libro más notable de Sinesio es un Tratado de /o3
- 186-

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ff!STOll/A DE ' LA M A O lA

sueños. En él desenvuelve las puras 'doctrinas cabalísti-


cas y se eleva como teósofo a alturas que oscurecen su
estilo y que. le hacen sospechoso de herejía, pero no hay
en él ni la testarudez ni el fanatismo de un sectario. Vivió
y murió en la paz de la Iglesia, exponiendo francamente
sus dudas, aunque s0meri·é ndose a la aut0ridad jetárqui-
.
',

ca; su clero y su pueblO' no quisieron exigir hada más.


Según Sinesio, al sueño prueba la especialidad y la In-
materialidad del alma que en tal estado 'se crea un cielo,
campiñas, palacios inundados de luz o·cav,ernas sombrías,
.según sus efectos y deseos. Puede juzgarse del progreso
m0ral, por los hábitos de los sueños, pues en ese estado
queda en suspenso el libre albedrío, y la fantasía se en-
trega por completo a los instintos dominantes·. Las imá-
genes se producen· ya como un reflejo, ya como una sqm-
bra del pensamiento. Los presentimientos toman cuerpo, -
los recuerdos· se mezclan con la esperanza. El libro de lo,s
sueños se escribe entonces en caracteres que pueden ser
espléndidos· u obscuros, pero pueden hallarse reglas se-
guras para descirrarlos y leerlos.
Jerónimo Cardan ha escrit0 un largo comentario sobre
el Libro de los sueños, de Sinesio, y lo ha completado en
cierto modo con un diccionario que contiene todos los sue-
ños .con su expliéación. Este trabajo nada tiene que ver
con esos libritos ridículos que se encuentran en la librería
de pacotilla, y pertenece realmente a la biblioteca seria de
las ciencias ocultas.
Algunos críticos han atribuído a Sinesio los libros, en
• extremo nota·bles, que llevan el nombre de San Dionisia el
Aeropagita; lo que hoy se reconoce generalmente es que
son apócrif0s y pei'teneeen a la buena épeca de la escuela
de Alejandría. Estos libr.os, cuya sublimidad no puede
-1.87-

© Biblioteca Nacional de España


L p H A L V 1

comprenderse si no se está iniciado en los secretos de la


. alta cábala,· son el verdadero monumentp de la conquis•ta
de esta ciencia por el cristianiSUlO. Los principales trata-
dos son los de los Nombres divinos, de la Jerarquía en el
deJo y de la Jerarquía en la Iglesia. El tratado de los Nom-
bres divinos explica, simplificándolos, todos los misterios
de la te0logía rabínica .- Dios -'-dice el autor- 'es el prin·
cipio infinito e indefinible perf~ ctamente· uno e indecible,
pero le damos nombres que expresan nuestra admiración
hacia su perfección divina-. El conjunto de estos nom·
bres, en relación con los números,' componen lo que hay
de más elevado en el pensamiento humano, y la teología
no es tanto la ciencia de Dios como la de nuestras aspira·
ciones más sublimes. El autor establece enseguida sobre
la escala primitiva de los números "todos los grados d~ la
j'erarquía espiritual regida siempre por el ternario. Las ór·
denes angélicas son en número de tres y cada orden com·
prende tres coros. Sobre este modelo debe ser también
establecida en la tierra la jerarquía. La Iglesia presenta el
tipo de jerarquía más perfecte: tiene los príncipes de la
Iglesia, !'os obispos y los simples ministros. Entre los prín·
cipes se cuentan cardenales-obispos, cardenales-sacerdo-
tes y cardenales-diáconos; entre los obispos, hay los 11r·
zobispos , los obispos y los prelados coadjutores; entre
los ministros están los curas, lds simples sacerdotes Y
los diáconos. Llégase a esta santa ·jerarquía por tres gra-
dos preparatorios, el sub-diaconato, las órdenes menores
y la clevicatura. Las funciones de todas estas órdenes co-
rresponden a las de los ángeles de los santos, y deben
glorificar. los nombres divinos tl'iples para cada una de las
tres personas, puesto que en cada una de las . hipóstesis
divinas adórase la trinidad entera. Esta teolo.gfa transcen·
- 188-

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HISTORIA DE LA M A O 1 A

denlal era la de la primitiva Iglesia, y t~caso no haya sido


atribuída a San Dionisio el Aeropagi!a, sino a causa de
una tradición que se remontaba a los propios tiempos de
los apóstoles y de San Dionisia, corno los rabinos redac-
tores del Sepher Jezirah han atribuido este libro al pa-
!riarca Abraharn por el hecho de corúener los principios ·
de la tradición conservada de padres a hijos en la familia
del patriarca. Sea de ello lo que fuere, los libros de San
Dionisia el Aeropagita son preciosos para la ciencia, con-
sagran la unión de las antiguas iniciaciones con la reve-
lación del cristianismo, aliando la~ p~rfecta inteligencia de
la suprema filosofía con l.a ortodoxia más completa e ·irre-
prochable. ·

18CI -

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LIBRO IV

LA MAGIA Y LA CIVILIZA:CIÚN '

CAPÍTULO PRIMERO
LA MAGIA ENTRE LOS BÁRBAROS

La magia negra" retrocedía ante: la luz del cristianismo.


Roma era conquistada por la c::ruz y lrs prodigios se refu-
giaban en el circulo de sombra, formado por los bárbaros
en torno al esplendor romano. Entre Giros numerosos fe-
., nómenos ex¡raños, véase uno que fué comprobado baJo el
1
reinado del emperador Adriano: '

En Tralles (Asia), una joven noble llamada Filinnil!,


originaria de Corinto e hija de Demóstrates y de Carito,
habíase. prendado de un hombre de condición humilde lla-
mado Macates. La boda eF<:~ imposible; 'filinnia, como :ya
hemos · dicho, era noble y era además hija única y rica
heredera. Maca1es era un hombre del pueblo y tenía una
hostería (1). La pasión de FiHnnia exasperóse con los obs- J,

táculos; se escapó de la casa paleFna y fné en busca de


Macates. Una unión ilegítima se estableció en.tre elles,
unión que duró seis imeses, pasados _los cuales la joven·

(1) Bsta circunstancia, no s~nalada por f'le¡rón, ba &lelo añadlclll PQr


loa demonó¡r11foa frllncesea.-{N. 'DEl. A.)
..... 1/')1 -

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é L 1 p H A L E V 1

fué descubierta por sus padres, recogida por éstos y se-


. cuestrada severamepte. Tomaron incluso medidas para
abandopar el país y llevar a Filinnia a Corinto; pero ésta,
que desde que fué separ:ada de su amante, desmejoraba
sensiblemente, fué presa de una dolencia lánguida, dejó de
sonreír, de dormir y comer, y por úhimo, murió.
Lo~ padres renunciaron entonces a su marcha, adquirie·
ron una cueva funeraria donde la hija fué depositada y cu-
bierta con las más ricas vestiduras. Esta sepultura estaba
en un cercado propiedad de la familia, en el que nadie vol·
vió a entrar, pues los paganos no tenían la costumbre de
Ir a rezar cerca de la tumba de sus muertps.
Macates ignoraba qué había sido de su amada; todo
había ocurrido en el mayor secreto, tan grande era el te-
mor de esta familia noble al escándalo. La noche siguien-
te a la en que Filinnia fufo sepultada, disponíase el joven a
. acostarse cuando la puerta de la habitación se abrió lenta-
mente. Avanzó lá,mpara en mano y reconoció a Filinnia
magníficamente ataviada, si bien pálida y trfa, y ·mirándo-
la con ojos de una fijeza aterradora.
Macates corrió hacia ella, la tomó en sus brazos, hízola
mil preguntas y caricias, pasaron, en fin, juntos la noche;
pero antes de nacer el día levantóse Filinnia, de~aparecien·
do, mientras su amante estaba sumido en el más profundo
sueño.
Tenía la joven una vieja nodriza que la lloraba y a la cual
. había querido tiernamente. Acaso esta mujer había sido
cómplice de los extravíos de la pobre muerta y, desde que,
su niña amada había recibido sepultura, no podía conciliar
el sueño, y muchas noches se levantaba del lecho, en una
especie de deiirio, par,a rondar alrededor de la casa de
Macates. Algunos días después de lo que · á.cabamos de \
- 1'12 -

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Fig. 16.-EI gran arcano hermético, según Basilio Valentln

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1'11

Fig. 17.-Exposición gráfica d¡¡ 1¡¡ do~trln¡¡ ca!>allslic<~

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HI S1 0R IA DE LA M A O 1A

narrar, pasab a ·¡a· nodriza a hora avanzada .de


la noche,
por cerca del domicilio del joven, y obser vó luz
en la ha-
bitación de éste. Aproximóse y mirando por entre
las ren-
dijas de la puerta, reconoció a Filinnia que' estab
a senta da
a} lado de su amante, contemplándola sin decir
palabra y
abandonándose a sus caric iás.
La pobre mujer, aloca da, corrió a casa de ·sus
amos ,
despertó a la madre y le contó cuant o había visto:
La ma-
dre la trató al principio de visionaria, pero, venci
da al fin
por su insistencia, se dirigió a la casa de Maca
tes. Todo.
dormía ya en ésta. Llamó la madre, nadie respo
ndió; miró
por la rendija de la puerta: la lámpara estab a
apaga da,
pero un rayo de luna alumbraba la estancia.
Sobr e unll
silla, Carito reconoció los vestid os de la hija y
en el lecho,
no obstante la obscu ridad del cuart o, distinguió
la forma
de dos perso nas que dormían.
La madre, presa de terror , volvió vacilante a
su casa,
,.. no tuvo valor para ir a visitar la tumba
de su hija y
pasó el resto de la noche entre agita dos sollo
zos. Al día
siguiente volvió al domicilio de Macates y le
interrogó
dulcemente. El joven confesó que Filinnia venía
a verle
todas las noches. c¿Po r qué negármela~dijo a
la mad re-·
si somos ya prometidos ante los dioses?» y, abrie
ndo un
catre, mostró a la madr e el anillo y el cíngulo
de su hija.
•Me los ha entre gado la última noche, añadió,
jurándome
no ser de nadie más que yo. No tratéis más de separ
arnos ,
puesto que una prom esa mutua nos une».
-«En ese caso -dijo la madr e-ten drás que
ir a bus-
carla a su tumba. Filinnia ha muerto hace ya cuatr
o días,
Ysin duda se trata de alguna bruja o stryg a que
ha toma-
do su forma para engañ arte; eres el novio de
la ·muertll,
rnafiana blanquearán tus cabellos, pasad o mafía
na podrá s
- 10'1· - -

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E L p M A S L .E

también ser sepultad0, y de esta manera es como vengarán


los dioses el honor de una familia ultrajada."
-Mácates palideció y tembló al escuchar estas palabras;
temió haber sido juguete de las potencias infernales. Y
propuso a Garito que llevase aquella misma noche a su
marido , que se ocultaran los dps cerca de su cuarto y .que
cuando el fantasma entrase, él les haría una señal para
pt~evenirles.

-Acudieron, en efecto, y a la hora acostumbrada Filin-


nia entró en casa de Macates que se había acostad o vesti·
do y que simulaba dormir. La joven se desnuda y va a co-
locarse al lado de Macates; éste hace la señal convenida.
Demóstrates y Garito entran, y lanzan un grito al recono-
cer a su hija .
Filinnia entonces Jeva~ta 'la pálida frente, se incorpora
después sobre el lecho y, con una voz profunda y terrible,
dice: «Oh, padres míos, ¿ppr qué habéis envidiado mi di-
cha y por qué me perseguís más allá de la tumba? Mi amor
habrá violentado los dioses infernales, la potencia de la
muerte estaba en suspenso... ¡tres días más y hubiera
vu.elto a la vida! Vuestra curiosidad cruel desJruye el mi-
l,agro de la naturaleza; ¡me quitáis la vida por segunda
1

vez! .. »
-Al te~Zmirtar estas palabras cayó sobre el lecho como
una masa inerte. Sus facciones .se agostaron súbitamente,
un hedor cadavérico invadió la estancia y ya no se vió
sino Jos restos desfigurados de .una joven muerta hacía
cinco días.
Al día siguien'te, t0da Ill ciudt~d se con~9vió con la no-
ticia del prodigio. La muchedumbre se ianzó al circo don-
de el hecho fué .públicamente relatado, 'i luego se trasladó
a la 1umba de Filinnia. La joven y,a no estaba, ,pero rué
- 1Cl4 -

© Biblioteca Nacional de España


htS10RlA DE LA M A OlA

hallado en su ,mism o sitio un anillp de híer~o


y una copa
dorada que había recibido eomo presentes
de Macates.
Encontróse el cadáver en el cuarto de la hoste
ría, de l.a
que Maescat había desaparecido.
J Consulta~os los adivin os, m<;~nd (lr
on éstos, enterr ar los
restos de Filinn ia fuera del recinto de la ciudad
. Hiciér on-
se sacrificios a las Furias y a Mercu rio terrestre,
conju ra-
ron a los dioses mar¡es y le hicier on ofre!Jd
as a Júpiter
hospitalario. -
Flegón, liberto de Adria no, €JUe fué testigo
ocula r de
estos hechos y que los narra en una earta partic
ular, aña-
de que se vió obliga do a interp oner su autoridad
para cal~
mada población agitada por tan extrao rdinar
io aconteci-
miento, y termina su relato con estas palabras:
cSi juzgáis conveniente inform ar de esto al empe
rador,
hacédmelo saber con el fin de que os envíe alg~n
os de los
testigos de todos estos hechos.~
Es, ¡pues, .una histor ia bien comprobada la de
Rilinnia .
Un gran poetá alemán, ha hecho de ella· el argum
ento de
una balada que todo el mundo, S<tbe de memo
ria y que
se titula La novia de Corinto . Imagi na 'que los
parientes
de la muchac·ha sdn cristia nos, lo que le da ocasió
n para
presentar una lucha poética eF!tre las pasiones
humanas y
los deb:eres de la religió n . Los demo nógra fos
de la Edad
Media no hubieran dejado de explicar la resurr ecció
n o aca-
so la muerte aparer;¡te de la.. j<'>ven g-riega por una
obsesión
diabólica. Por nuestra parte, s0lo vemos en este
hecho una
letargia histérica acompañada de sonam bulism
o lúcido ;
los padres de Pllinn ia la m:.tar on al despertarla
y la i111a- .
ginación del pueblo exageró todas las circun stanc
ias de es-
ta historia.
El Mercurio Terrestre, a quien se hicier on ·~acrif
icios por ·
- 195 -
© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p H A L 1

<?rden de los adivinos, no es sino la luz astral personifi-


cada. Es el genio flúidico de la tierra, genio fatal para los
hombres que lo excitan sin saber dirigirlo, es el hogar de
la vida física y el receptáculo imantado de la muerte.
Esta fuerza ciega que la potencia del cristianismo iba a
encadenar y arrojar al p,ozo del abismo, es decir, al cen-
tro de la tierra, tuvo sus postreras convulsiones e hizo sus
últimos esfuerzos entre los bárbaros, produciendo engen-
dros monstruosos . No existe religión en la que los pre-
dicadores del Evangelio no hayan tenido que combatir
contra animales de forma horrenda, encarnacione s de la
idolatría agónica. Las gárgolas, las tarascas, no son so-
lamente alegorías. Es cierto que los desórdenes morales
engendran fealdades físicas y producen en cierto modo es-
pantosas figuras que la tradición atribuye a los demonios.
Las osamentas fósiles, con cuya ayuda 1& ciencia de Cu·
vier ha reconstituido gigantescos monstruos, ¿pertenecen
realmente todas a épocas anteriores e; nuestra creación?
¿Es una alegoría ese inmenso dragón que Régulo tuvo que
combatir con máquinas (de guerra y que fué encontrado,
al decir de Tito-Livio y de Plinio, en las orillas del río Ba·
gra.da? Su piel, que tenía ciento veinte pies de larga, fué
enviada a Roma y conservada en esta ciudad hasta la épo·.
ca d·e la guerra contra Numancia. Era una tradición entre.
los antiguos que los dioses, irrilados por crímenes ex·
traordinarios , enviaban a la tierra monstruos, y tal tradi·
ción es sobrado universal para no estar basada en hechos
re.ales: los relatos que con ella se relacionan, pertenecen
más frecuentemente a la historia que a la mitología.
En todos -los vestigios que nos, quedan de los pueblo~
bárbaros en la época en que fueron conquistados a la ci·
viUzación por el .c rislianismo, encontramos , con los úlli·
- 196-
© Biblioteca Nacional de España
lf/S TO/ l/A D e L A M AO 1 A
mos rastros de la última iniciación :mág'ica extenaido an-
tes por todo el universo, las pruebas del oscurecimiento
sufrido por esta reyelación primitiva y del envilecimiento
idolátrico en CiJUe cayó el ant:guo mundo; en todas par-
tes reinaban, en vez de los magos, los adivinos, los he-
chiceros y los encanta dores. Roma había dado el ejemplo
a sus provincias y la apoteos is de l0s Césare s había en-
señado al mundo la religión de los dioses de sangre. Los
germanos, bajo el nombre de lrminsul, adoraba n a Armi-
nius o Hermann, y le ofrendaban víctimas humana s. Los
galos daban a Breno los atributo s de Taranis y de Teu·
tates, y quemaban en su obsequ io colosos de mimbre lle-
nos de romano s. Por doquier imperaban el materialismo,
pues no otra cosa es la idolatría y la superst ición, siem-
pre cruel, porque es cobarde .
La Providencia, que predest inaha la Galia a ser más tar-
de la Francia tan cristian a, había sin embarg o hecho bri-
llar la luz de las verdade s eternas . Los primero s druidas
hablan sido los verdade ros hijGs de los magos, y su ini·
ciación procedía del Egipto y de la Caldea, es decir, de las
purl!s fuentes de la cábala P!"imitiva: Adorab an la trinidad
bajo los hombre s de Isis o 1/ésus, la armoní a perfecta;
Beleu o Be/, que significa en 11sirio el Señor, nombre co-
rrespondiente al de Adona'I; y Camul o Camaiil que en la
cábala perso·1ifica la justicia divina. Por bajo de este
triángulo de luz suponía n un refkjo divino, compue sto
también de tres rayos personificados: primero Teutates o
Teuth, el mismo T'hoth de los egipcios, el verbo o la inte·
ligencia formulada, despué s la fuerza y la belleza cuyos
nombres variaba n así como los emblemas. Comple taban,
en fin, el septena rio sagrado con una imagen misterio sa
que representaba el progres o del dogma y sus realiza do·
- 197-
© Biblioteca Nacional de España
L '1 p ff 'A S L 1

nes futuras: una joveneita envuelta en velos con un niño en


brazos, y esta imagen la dedicaban a la virgen que .será
má.s tarde madre (1).
: Los antiguos druidas vivían en una completa abs~inen­
cia, guard?ban el más profundo secreto acerca de sus mis-
terios, estudiaban )as ciencias na.turales y no admilfan en-
tre ellos nuevos adeptos, 'sino después de largas iniciacio-
nes . .Tenían en Autun un colegio célebre cuyos blasones,
según Saint-Foix, subsisten todavía e'n la ciudad: compó'
nenlos unas serpientes sobr~ campo de azur, bajo un muér·
.dago de encina, adornado con sus bellotas de sinople;
para distinguirlo de los otros muérdagos, es por lo que el
blasón adorna al muérdago de la ·encina con bellotas, que
sólo pueden ostentar, las ramas de aquélla. El muérdago,
como es sabido, es una planta parasitaria que no fructifica
como el árbol que la alimenta .
Los druidas no construían templos , celebraban los ritos
de su religión bajo los dolmens y en los bosques . No se
comprende .con qué poderosas máquinas pudier on levan-
tar las piedras c0losales que formaban sus altares y que
todavía hoy se alzan sombrías y misteriosas bajo el cielo
nublado de la Armórica . Los ant.i guos santuarios tenían
~us secretos, que no han llegado hasta nosotros.

Los druidas predicaban que el alma de los antepasados


está ligada a los niños, que goza con sus glorias y se
atorll'\enta con sus fracasos; que los genios protectores se
filan a Jos árboles y a las piedras de la patria; E¡ue el gue·
r-rero que mu~re por su país ha ·expiado todas sus culpas
~ cumpl,i do dignamente su mi;sión; en tonces _se convierte

(1) Se ha hallado en Chartres una estatua drufdlca de esta forma Y


con l.a siguiente tnser!pción: •V.IRO!Nl PARI'PURE•.-(N. DBL A,)•

- 198-

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HISTORIA DE L A M A O 1 A
)

en un geni0 y ejerce en lo sucesivo el poder de los dioses.


También entre los Galos el patriotismo era una Teligión;
incluso las mujeres y los niños, si era preciso , se arma-
ban para detener al invasor, las Juana de Arco,Jas Juana
1
Hachelte de ~eauvais, no !han hecho sino continuar las
tradiciones de estas nobilísimas .hijas de los Galos.
Lo que nos ata al suelo patrio, es la magia de los re-
cuerdos. Los d~uidas eran sacerdotes y médicos: curaban
por el magnetismo y atribuían su influencia flúidica a
amuletos. El muérdago de enci-na y el huevo de serpier.te
eran, su panacea universal, po~ ser substancias qu·e atraen
de modo particular la luz astral. La s~lernnidad con ~ue
recolectaban el muérdago, atraía sobre esta rama la con-
fianza popular. Así, operaba curas maravillosas, sobre
Jodo cuando e~a aplicada por los eubages por meqio de
conjuraciones y encantamientos. No acusemos a .nuestros
padres de exceso de credulidad; !acaso supiesen ellos lo
que nosotros ignoramos.
Los progresos del magnetismo, permitirán descubrir alr
gún día las propiedades abs0rbentes del muérdago de en-
cina, sabremos entonces el secreto de ·estas excrecencia~
esponjosas que atraen el lujo inútil de las plantas y que ~e
saturan de colorido y de sabor; las setas, las trufas, las
distintas especies de muérdago, serán ernp!eados con dis-
cernimiento por una medicina nueva· a fu~rza .. de se~ anti-
gua . No causará entonces risa Paracelso recogiend9 el
usnée sobre el cráneo de I0s ahorcados; pero no hay"que
ir más a prisa que la ciencia, que no retrocede si·no para
avanzar con mayor impulso.

199

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CAPÍTULO 11
INFLUENCIA DE LAS MUJERES

Al imponer a la mujer los deberes tan severos y dulces


de la maternidad , la Providencia le ha dado el derecho a
la protección y al respeto del ~?mbre. Sujeta por la natu·
raleza misma a la·s consecuen cias de los afectos que son
su vida , conduce a sus dueños con las cadenas que el
amor le presta; cuanto más se somete a las leyes que cons·
tituyen y protegen su honra, 'tanto mayores CO!J su poder
y el respeto que inspira en el santuario de la familia. Para
la mujer, sublevarse , es abdicar, y predicarle una supuesta
emancipación es aconsejarla el divorcio, entregándola por
anticipado a la esterilidad y al desprecio.
Sólo el cristianism o ha p0dido emancipar legftimamente
a la mujer, llamándola a la virginidad y a la gloria del ea·
crificio. Numa había presentido este .misterio cuando ins·
tituyó las vestales;· pero los druidas llegaban más allá que
el cristianism o al escuchar las inspiracion es de las vírge·
nes y concediendo honores casi divinos a las sacerdoli·
sas de la isla de Sayne.
En la Galia, no reinaban las mujeres por su coquete·
rfa ni por sus vicios, sino solamente por sus consejos. No
se hacfan la guerra o la paz, sin antes consultarla s; los in·
tereses del hogar y de la familia eran de este modo defen·
didos por las madres y el orgullo nacional se encontraba
atemperado por el amor maternal.
-200-

© Biblioteca Nacional de España


h l tiTORIA DE L A /YJ A 0 1 A

Chateaubrland ha calumniado a Veleda cuando la hace


sucumbir al amor de Eudoro, ya que Ve/eda vivió y murió
virgen. Era ya vieja cuando los romanos invadieron las
Galias: era una especie de pitia (sacerdotisa de Apolo)
que profetizaba en las grandes solemnidades y cuyos
oráculos eran escuchados con veneración. Estaba vesiida
con una larga túnica negra sin mangas, cubierta la cabeza
con un velo blanco que la llegaba hasta los pies. Llevaba
una corona de verbena y en la cintura una hoz de oro; su
cetro tenfa la forma de un huso, su pie derecho lo calzaba
una sa~dalia y el pie izquierdo cubierto con un calzado en
punta. Más tarde se tomaron las estatuas de Veleda por
Berta, la del largo pie. La gran sacerdotisa llevaba en •
efecto las insignias de la divinidad protectora de las drui-
das; era Flertha o Wertha, la joven !si~ Gala, la reina del
cielo, la virgen que había de concebir. Representábanla con
un pie en la tierra y el otro sobre el agua, porque era reina
de la iniciación y porque presidía a la ciencia universal de
las cosas. El pie que posaba sobre el agua estaba coloca-
do en una barca análoga a la barca o la concha de la an·
tigua lsis. El huso de las Parcas lo llevaba cargado de una
luna blanca y negra, porque preside a todas las formas y
a todos los "símbolos y porque teje las vestiduras de todas
las ideas. La daban también la forma alegórica de sirena,
mitad mujer y mitad pez, o el torso de unn bella joven y
piernas de serpiente, para significar la mutación y movili·
dad continua de las cosas y la alianza analógica de los
contrarios en la manifestación de todas las fuerzas ocultas
de la Naturaleza. Bajo E'sta última forma, Hertha tomaba -el
nombre Melusina o Me/asina (la música, la cantora) es
decir, la sirena reveladora de las armonías. Tal es el ori·
gen de li!s imágenes y de las leyendas de la reina Berta y del
- 201-

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e L 1 p · H A L e
hada Melusina. Esta .última, según se dice, se mostró en
el' sigl'o XI ,a un señor del Lusignan; fué amada por él y
consintió en h·acerle feliz a condiciÓn de que no pretende·
rfa nunca espiar los misterios de su existencia; se lo pro·
metió aquel individuo, pero los.cel0s le hicieron curioso y
peFjuro; espió a Melusina y la· sorprendió en sus meta·
mo!lfosis, pues una vez a la semana volvía a adoptar sus
piennas de serpiente. Lanzó un grito, al que respondió otro
más desesperad o y más terrible . Melusina había desapare·
cido, pero volvió otras veces lanzando gemidos siempre
que una persona de la casa de Lusignan se hallaba en
trance de muerte.
Es1a leyenda es una imitación de la fábula de Psiquis y
se alude como ésta al peligro de las iniciacione~ sacrile·
gas o a la profanació n de los misterios de la religión y del
amo~: el relato está tomad0 de las tradiciones de los anti·
guos bardos y procede evidentemente de la sabia escuela
de los druidas. El siglo x1 se la ha apropiado y la ha
puesto a la moda pero era más .antigua.
En· Francia la inspiración parece pertenecer especia l·
mente a la mujer; las elfinas y las hadas precedieron a las
·s antas, y casi todas las !santas f¡;ancesas tienen algo de
ellas en su leyenda; Santa C/otilde ha hecho a Jos fran·
eeses cristianos, Santa Oenoveva los ha conservado fran·
ceses al rechazar con el. poder de su 1irtud y de su fé la
amenazado ra invasión de Atila, Juana de Arco .. . pero esta
más bien era de la familia de las hadas que de la jerarquía
de las santas; murió como Hypatia, víctima de los dones
que le otorgó la naturaleza y mártir de su carácter gene·
ro~o. Ya volveremo s ha'blar ·de ella más tarde. Santa Clo·
tilde hace todavía milagros en nuestras provincias. Hemos
visto en Andely3 masas de peregrinos aglomerars e aire·
202 -

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• 1·

HISTORIA DE L A MAOI'A

dedor de una piscina donde todos. los años es sumergida


la estatua de la santa; el primer enfermo que d~sciende
después al agua, es curado inmediatamente; al menos esto
es lo que proel·a ma a voces la confianza popular . Esta
Clotilde era una mujer enérgica y una gran. reina , y pade-
ció tos más vivos d0lores; su primer hijo murió ~espués
de recibir el· bautismo, y su muerte fué considerada como
el resultado de un maleficio; el segundo cayó enfermo
y ya iba a morir ... La _entereza. de la santa no decayó y
. como el sicambro tuviese en cierto momento necesidad de
una energía sobFehumana, se acordó del Dios de Clotilde.
Viuda, después de haber convertido y fundado en c-ierto
modo un gran reino, vió estrangular, por decirlo así, ante
sus ojos, a los dos hijos de· Clodorriro. ¡Por semejantes
pruébas. las reinas de l'i:l tierra se asemejan a la de los
cielos! · '
Tras la grande y resplandeciente figura de Clotilde.
vemos aparec~r en la historia, como .un retoño hedion·-
do, el funesto personaje de Fredegunda, mujer cuya mira-
da es un maleficio, hechicera que da muerte a los prínci-
pes .. Fredegunda complacíase en acusar a sus rivales de
magia y las hacía morir en medio de los suplicios que ella
sólo mevecfa . Quédabale a Ghilperico un hijo de la prime-
t'a mujer: el joven p_ríncipe., que se llamaba•Clovis;se habí\'1
prendado de una muchacha del pueblo 1 cu~a madPe eRa te-
nida por bruja. Acusaron a la· madre. y a la hija de haber
trastornado por medio ·de filtros la razón de Clovis y de
haber hecho morir por maleficios mágicoe los dos hijos de
Fnedegunda . Las dos desdichadas mujeres fueron arresta-
das; Klodswinta, la joven, fué apaleada; cortáronla los
hermosos cabellos que la · propia Fredegu'nd~ ató a h~
PUerta de la habitación del príncipe, y después fué juzga-
- 201>-

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p lt A V ·1

da . .Sus respue stas ingenu M y firmes asomb raron a


los
jueces: al¡;uno propu so-dic e un croni sta-qu e fuese
so-
metida a la ¡prueba del agua hirviente; un anillo bendito
rué arroja do al fondo de una gran ~uba coloca da sobre
una enorm e hogue ra, y la acusad a, vestida de blanco , des·
pués de haber confes ado y comul gado, tuvo que sumer-
gir su brazo en la cuba y busca r el anillo. Por la inmovi
li-
dad de las facdon·e s de Klodswinta, todos creyeron en
la
realización de un milagro, pero un :grito de reprobación
y
de horror se alzó cuand o la desgra ciada criatur a retiró
el
brazo con horrib les quema duras . Pidió entonc es permis
o
para hablar y dijo a sus jueces y al pueblo: «Pedíais
a
Dios un milagro para proba r mi inocencia. Dios no gusta
de que le tienten y no deja en suspe nso las leyes de la
na·
turaleza con sujeción al capric ho de los hombr es; pero
da fuerzas a los que creen en él, y l'a realizado por mí
una
maravilla más grand e que la que a vosotr os os ha negado
.
El agua me ha abrasa do, pero he sumer gido por comple
to
en ella mi brazo y encon trado el anillo. No he gritad o, ni
he
palidecido, ni desma yado durant e esta horrib le tortura
. Si
hubiese sido bruja, como . asegu ráis, habría empleado
-al·
gún maleficio para no quemarme, pero soy cristiana y Dios
me concede la gracia de proba rlo por contin uados marti·
rios.» Esta lógica no era de naturaleza a ser comprendida
en una época tan bárbar a. Klodswinta fué encarcelada
de
nuevo en espera del último suplicio, pero Dios se apiadó
de ella y la llamó a su seno, según dice la crónica de don·
de hemos lomad o estos (detalles . .Si no se trata más
que
de una leyenda, hay que conve nir· en que es bella y digna
de ser conse rvada.
fredeg unda perdió una de sus víctimas, pero las otra5
dos no se escapa ron. La madre de Klodswinta fué llevada
- 204 -

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f/!STORIA DE LA M A O 1A

al suplicio y, vencida por los tormentos, confesó cuanto


· quisier0n, incluso la culpabilidad de su hija. y la complici-
dad de Clovis. Fredegunda, armada de estas confesiones
consig-uió que el feroz e imbécil Chilperico abandonara a
su hijo. El joven príncipe fué encarcelado y apuñalado en
la prisión. Fredegunda declaró que se había suicidado
para escapar a los remordimientos. El cadáver del desgra-
ciado Clovis fué puesto ante los ojos de su padre cuando
aún el puñal estaba en '¡a herida. Chilperico contempló
fríamente este espectáculo; estaba enteramente dominado
por su mujer que le engañaba descocadamente con los
oficiales de su guardia. Tan poco lo ocultaba aquélla, que
el rey tuvo, bien a pesar suyo, prueqas de su deshonra.
En vez de dar muerte al instante a la reina y a su cómpli-
ce, marchóse sin decir nada, de caza. Hubiera tal vez su-
frido el ultraj~ sin una queja, por temor de disgustar a Fre-
degunda, pero ésta sintió vergüenza por él, le hizo el ho-
nor de creerle colérico y así tuvo un pretexto para asesi-
narle; el rey la había saciado de crímenes y de bajezas, y
ella lo hizo matar por hastío .
Fredegunda, que hacía quemar por brujas a mujeres
cuya única culpa era haber incurrido en su desagrado, se
ejercitaba ella misma en la magia negra y protegía a los
que consideraba realmente brujos. Agérico, obispo de
Verdúm, había hecho prender a una pitoni~a que g~naba
cuantiosas sumas, haciendo que pareciesen los objetos
extraviados y denunciand:) a los ladrones; verosímilmente
se trataba de una sonámbula. Esta mujer fué exorcitada;
el d-iablo declaró que no saldría en tanto le tuviesen en-
cadenado, pero que si dejaban sola a la pitonisa en
una iglesia, sin vigilantes ni guardas, saldrfa inmediata-
mente. Cayóse en la trampa y la mujer fué quien s¡:¡lió;
- 9.05 -

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E L 1 p .. " s. L E V 1

refugióse al lado de Frepegun da, quien la ocultó en


su palacio y acabó por sustraerl a a los exorcism os y,
probablemente, a la hoguera; realizó, pues, esta vez
un,a buena acción por erwr y _ por el placer de hacer
el mal.

- 206 ~

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CAPÍTULO ·.III .¡, .'' ·
LEYES SÁLICAS CONTRA L,O S HECHICEROS

Bajo Jos reyes de Francia de la yrimera raza, el crimen


de magia no 9carreaba la muerte ,sjnQ, a los grandes, y
había quien tenía. a gran honr.a 11'1011ir PC!r. un crimen que lo ·
elevaba sobre el ·vulgo. T¡m era asC que el general M).1m-
mol, torturado por orden de F11edegunda,
' , '
'declc¡ró no
haber sufrid'b nada, y él mismo prov.ocó los espantosos '
suplicios que le produjeron ia muerte~·' desafian~o 'a sus.'
verdugos lil.Ue en presencia de tanta constancia, se vi~rori
. )

en algún momen to ·inclinados a absolve~:le. ' ' ,


En las leyes sálicas q'ue: Si~eberto atribuye a Fara~bnd ·
y .que supone fueron promulgadas en 424, se encuentra.n
las disposiciones siguientes: .,.
•Si alguien ha llamado en voz al.ta a olrQ,. hereburg·o q ._
stríoporte (es el nombre del que: lleva .~Fvas.o de .~oQre ~~ ·
lugar en .qué las strigas ejecutan . S!lS ' en~anta~ienfos), : ~ ·,
no puede probárselo\ será conden 1¡1do .a Hila multa de siete
~~- ' ' . '
mil quinientos dir1eros, q]Je hacen cientt> ochentp suelcl'?s
Y medio. Si algU'ien trat·a a 1:1na mujei' l·ih're eje stryga o de
prostituta; sin pode¡; demostrar s~- aseveración, ·será con-
denaclo · a una , muUa de. dos .mil quiri.ientos dineros,' ,q,t,~e
haceiJ sesenta. y dos sueld0s y me~i<;>. Si una str-yfi!.a ha
de~óra do a un hombre y es cpsa ·' comp.ro.bad'a; ~~rá con-
denada a pagar ocho mil dineros, que hacen .dos~ie~tos
suelclos> ;

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e L 1 p li A L E V 1

Se ve que aquello s tiempos de antrop ofagia era posible


a cambio de dinero, y que la carne human a no era muy
costos a.
Pagáb anse ciento ochent a y siete ~ueldos y medio por
calumniar a un hombre; vor doce sueldo s y medio más
podía ahogár sele y comérsele, que resulta ba más leal y
más completo.
Esta extraña legislación nos recuerd a un pasaje no me·
nos singula r del Talmu d, pasaje que el célebre sabino Je·
quiel explica de una manera notabl~ en presencia de una
reina, cuyo nombre no dice el libro hebreo, pero que debe
sin duda ser la reina Blanca, puesto que el sobrin o vivía
en tiempo efe San Luis.
- Tratáb ase de contes tar a las objecio nes de lin judío con·
verso llamad o Douin, y que en el baulizo había recibido
el nombr e de Nicolás. Despu és de alguna s discusiones
acerca de los textos d~l Talmu d, se llega a este pasaje:
•Si alguno ha ofrecido sangre de sus hijos a Moloch, será
castig~do de muerte~. Es la ley de Moisés
.
El Talmud añade a modo de comen tarios: «Según esto,
el que haya ofrecido, no ya la sangre , sino toda la san·
gre y toda la carne de sus hijos, en sacrificio a Moloch,
no cae dentro de las prescri pcione s de la ley, y ningún
castigo pesa sobre él~. ,
Al leer tan incomp rensibl e razonamiento, todos Jos asís·
lentes quedar on atónito s, y mientr as unos sonreía n piado·
samente, otros temblaron de indignación.
Rabbi Jequiel consig uió hacer la calma y le siguieron
escuch ando, pero en un ambiente desfav orable propicio a
conden ar de antema no cuanto pudiese decir.
cLa per¡a de muerte entre nosotr os, dijo entonces Je·
quiel. no es una venganza: es una expiación, y por consi·,
- ~f\.ll ·-

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H/8 100 /A DE LA M A O lA

guiente, una reconciliZlción. Todos los que mueren por la


ley de Israel, mueren en la paz de Israel; reciben la recon-
ciliación con la muerte y duerme n con nuestr os padres .
Ninguna maldición baja con ellos al sepulc ro; viven en la
inmortalidad de la casa de Jacob. La muerte, pues, es una
gracia suprem a, es una curació n por el hierro de la herida
envenenada; pero no aplicam os el hierro a los incurab les,
no tenemo s ya- ningún derech o sobre aquéllo s, cuyo cri-
ll!en es tan grande que los ~xcluye para siempr e de Israel.
Estos eslán muerto s, y no nos es dado ya abrevi ar el
suplicio de su repr0b ación sobre la tierra; pertenecen a la
cólera de Dios. El hombr e no tiene derech o a hacer· daño .
más que para curar; por esQ no se lo hacem os a los incu-
rables. El padre de familia sólo a sus hijos caslig:a; a los
extraños se conten ta con cerrarl es la puerta. Los grande s
culpables para los que nuestra ley no señala pena alguna ,
quedan por este solo hecho, excom ulgado s. para siem-
.
pre, y esta· reprob ación es un castigo más grande que la
muerte.•
Esta respue sta de jequiel , es admira ble, y a lravés de
ella alienta lodo el genio patriar cal de la antigua Israel.
Los judíos son verdad eramen te nuestr os padres en la cien-
1:i¡¡ y si, en vez de perseg uirlos, hubiér amos tratado de
comprenderlos, estaría n ahora, sin duda, menos alejado s
de nuestra fé.
Esta lradición talmúd ica, prueba cuán antigua es entre
los judíos la creenc ia en la inmort alidad del alma. ¿Qué
es, en efecto, esta reinteg raci0n del culpab le a la familia
de Isr¡¡el, por medio de una muerte expiato ria, sino una
protesta contra la misma muerte y un sublim e acto de fé
en la perpetuidad .dé la vida? El conde José de Maistr e
comprendía bien e3ta doctrin a cuando elevab a a una espe-
-209 - 14

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l! L 1 p ff A L l!

cíe d~ sacerdo cio excepcional la misión sangrie nta del


Verdugo. El suplicio suplica -ha dicho el gran escritor -
y la efusión de sangre no ha dejado de ser un sacrificio.
Si la pena -capital no fuese una suprem a absoluc ión, no
serfa sino una represa)ia 'criminal; el hombre que sufre su
pena cumple toda su pen'itencia y entra por la muerte en la
&ociedad inmortal de los hijos de Dios .
Las leyes sáli9as eran las de un pueblo todavía bárbaro
en el que ·todo se rescata ba, como en la guerra, pagando
lo estipulado. La esclavitud todavía existía y la vida huma-
na no tenía sino un válor discutible y relativo. Siempre
puede compra rse lo que hay derecho a vender, y sólo se
·debe dinero por la destrucci0n de un ot>jeto que cuesta di-
nero. .
1
· La única legislac ión fuerte de aquella ·época era la de la
Iglesia , y los concilios prescrib ierón contra las strygas y
los envene nadores que tomaba n el nombre de hechiceros,
las más severas penas. · El concilio de Agde, en el Bajo
Langu.edoc, celebra do en 506, los excomulga ; el primer
Concili o de Orleans , celebra do en 5J 1, prohibe terminan -
temente las operaci ones adivina torias; el de Narbona ,_en
589, la.nza. contra los }\rujos una excomunión sin esperan-
za, y manda que sean hechos exclavos y vendidos a favor
de los pobres. Este mismo Concilio•orden a fustigar públi-
camente a los aficiona dos al diablo, esto es , sin duda, lo5
que se o~upan del diablo, lo temen, lo invocan y le atribu-
yen una parte de la potencia de Dios. Felicita mos sincera·
mente a los discípu lós del señor conde de Mirville por no
haber vivido en aquella época.
MJentras 1estas cosas pasaba n en Francia, un extátit:o
acababa de fundar en Oriente una religión y un imperio.
¿Mahoma era un farsante o un alucina do? Para los mu-
- 210-

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fi!STO!l!A DE ·t A M A Q 1 .A

sutm·a nes es todavía h'oy un profeta; y para..Ios sabios que


conocen a fo~do la lengua áraoe, el Coran será siempre
una obra maestra. '·
Mahoma era un ilett:ado, un simple conduet or de came-
llos, y creó el monume nto más perfectq de la lengua de su
paJs .' Sus éxitos han podido pasar por milagros , y el entu-
siasmo guerrero de sus sucesore s comprom etió por un
instante la libertad del mundo entere; pero: todas las fuer-
zas del Asia se estrellar on un día contra la mano de hierro
de Carlos Marte!. Este rudo guerrero no: predicab a cuan~
do hacía falta combatir ; si necesita ba dinero lo tomába en
los monast~rios y en las iglesias, concedie ndo incluso be-
neficios eclesiást icos a :soldado s. Dios, ·en el sentir del
cleró, no podía bendecir sus almas; por eso sus 'l(ictorias
fueron atr%uída s á la magia. Este prí-ncipe' había de•fal mo-
do concitad o contra sí la opinión religiosa , que el venera-
ble San Eucher, obispo de Orleans , lo vió ya en los iofier-.
nos.:El santo obispo, entc;mces en éxtasis, supo por un a n-
gel que le conducí a en espíritu a través de las reg~ones de
ultratumba, que los santos cuyas iglesias había profanad o
o despojad o 0arlos Marte!, prohibie ron a éste la entrada
en el cielo y habían llegado ·a sacar su cuerpo de la sepultu-
ra, precipi:árrdolo al fondo del abismo. E;ucher di6 aviso
de esta revelació n a ~onifacio, obispo de Mayence y a ful-
rad, archicap ellá n de Pepino el Breve. Abrióse la _tumba de
Carlos Marte!: el cuerpo no est~ba ya en ~lla; la piedra
interior apareció ennegrec ida y como chamusc ada, levan"
lóse una humared a infeda y una enorme serpiente salió
de la ·turnba. Bonifaci o dirigió a I"epino el Breve y a Car-
lomagno el preceso verbal de la exhumac ión, o mejor .de,
la apertura del sepulcro de su padre, imitándo les a apr0•
vechar tan íer.rible ejemplo y a respetar las cosas santas ..
- 211 ...:,_

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l P ff A S E y i

Pew ¡:,es realmen-te respetaulas, vi·o lar de este modo la se-


pÚitura de un hérce, fiando e~' 'Lln s-ueño, para atribuir al
infierno el trabajo de destrucción tan. rápido y completa·
men1e llevado a caeo por la muerte?
Baj0 el reinado de Pepino el Breve, se mostraron. públi-
calrnente en Francia fenómenos en extremo singulares. El
aire estaba Heno de figuras humanas, el cielo reflejaba
apariencias de palacios, de jardines, de agitadas olas, de
naves. ron las vetas desplegadas y en orden de combate.
La -atmósfera sernejab,a un gran su·e ño. Todo el mundo po-
día ver y distinguir los detalles de tan fantásticos cuadro:s.
¿Tratábase· de una epidemia que actuaba sobre l0s órga-
nos de la vi~ión o bien de un·a perturbación atmosféricQ
que proyectaba espejismos en el aire condensado? ¿No se-
ría más bien una alucinación universa producida por al·
gún principio turbador y deluido en la atmósfera? Lo que
haría más probélble esta última suposición, es que estas
visiones exasperaban al pueblo; creí ase ·distinguir en el
aire brujos que derramaban a \nan0s llenas los polvos ma·
léficos y los venenos. Los campos 'eran atacados de este·
rilidad, bestias las perecían, y la mortalidad se extendía
hasta a los hombres :
Con:ió entonces un(l fáb¡.¡la llamada a tener tanto mayor
éxit0 cu-anto que era completamente extravagante. Había a
la sazón un famoso cabalista llamado Zedeqaias, qué di·
rigfa qn·a escuela de ciencias ocultas y enseñaba , no ya la
cábala, sino las divertidas hipótes'Ís a que la cába-la puede
dar lu<gar y que constituyen la parte esotérica de esta cien·
cia siempre hermética para el vulgo. Zedequias, distraía,
pile~. los espíritus, ~on la mitología de esta cábala fabu·
losa. Contaba como Adán, el primer hombre, creado a!
principio en un eslado casi espiritual, habitab~ encima de
- 212 --

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H 1 S T O Y 1 A D E L A "M A (J 1 A.

nuestra atmósfera, donde_la luz hacfa nace¡: paré! él y a su


antojo las ,más maravill'osas vegetaciones; veía·s e a-11( ser~
vido por muHUud de ,seres de la ma;yor belleza, creados a
imagen del hombre y de l·a mujer, de quienes eran el J¡efle· "
)o animado, y foFmados con la mc].s pura substancia cde 10s
elementos: eran los silfos.• las salamandras, las ondinas
y los gnomos; pero, en su estado de inocencia.• Adán no.
reinaba sobre los gnomos y las ondinas sino por media~·
ción de los sil•fos y de las salamancl,ras que eran los úni~
cos que podían elevarse hasta el par<Jíso aéreo.
Nada podía igualar. la felicidad cde la primitiva pareja
servida por silfos; estos espíritus mortales poseían una
increíble habilidad para construir; tejer y hacer florecer la
luz en mil formas tan va uiadas que la más eXé'\ltada y fe~
cunda imaginación no podía concebir. El p-araíso terre:nal,
llamado así porque reposaba soore la atmósfera de la tie~
rra, era, pues, la residenei~ de los encantos: Adán y Eva
dormían en palacios de perlas y záfiro·s. las rosas naCían
a su alrededor y formaban perfumados tapices a sus pies;
se deslizaban sobre el agua ·en c<_>nchas de nácar conduci-
das por cisnes, los pájaros les hablqban en una música de-
liciosa, l·a s florres se inclinaban para acuriciarles. La ca( da
les hizo perder lodo al precipitarles a la· lien:a; los cuerpos
materiales de que fu.e wn cubiertos, son las pieles de an,i-
males de que habla. la Biblia. Em:ontrárdnse solos y d~.s­
nudos sobre una tierra que ya no obed.?cía a los caprichos \

de su pensamiento; olvidaron la-vida edémica y solo _la en·


trevieron ya en sus recuerdos cl!>m'e·un sueño; sin embargo
continuaban extendidas por encima de la a.imósfera, las re~
gi\)nes paradisiacas, ,habita9as solamente por los silfos y
las salamandras que de este modo quedaron gu·a rdaclo·
res de los dominios del hombre, como afligidos servi·
~ 215-

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!!¡}

E ' !.·., J ' ~ p · . 'ff" A '.' .S , L · 'E 1

dores de un .casti'Uo, cuyo· dueño no. ha de volver q él.


·Las imaginaciones estaban .llenas de estas maravillosas
ficciones cuando ap~ve'Ciei10A los ·e spejismos . del cielo y
las figuras humanas ·~n las nubes. Ya no cabía duda: eran
los silfos y las salamandras de Zedequias que venían en
busca de sus , antigue>s· !'Irnos; c0nfundieron con ello los
sueños, y algunas personas se creyeron transportadas por
1 '

los seres aéreos; no se habló sin<¡> de viaje~ al país de los


sjlfos, como entre nosotre>s .s e h'abl,a hoy de muebles ani·
'mados y de manifestaciones fl,úidicas. La locura prendió
en.las más fir~es C¡lbezas' y fué ai .fin preciso que la Jgle-
' .ne>, y,e con buenos ojos lasco-
sia interviniera. La lgle;>ia
tn'un~ia'acíones soJJremilürales hechas' a la mullitud; se me·
)antes ~evelacibm!s, <l¡¡Je destruyen' e), respeto debido a la
autoridad y a ·la ' ca den,a jerárquiaa ,de la enseñanza~ no
podían ser atribuída.s al ,.esr?írit u del orden y ·de la luz. Los
fantasmas de las nubes s e vieron., pues, alcanzados pró-
bá.n dose q-ue eran,::ilusiones del h1fierno; el pueblo enton-
ces deseoso. de cerra~: con.t.ra al'guien, descargó su ira
·· contra los t¡echiceros .. La · lpli:l!lfa páblica terminó en una
crisis de :furor: los desconocidos que eran encontrados en
lds campos. eran acusados me descen?er del .cielo y eran
muertos sin misericordia; algunos maniáticos declararon
que há~ían sido raptad(ClS por silfos p por demonios; OÍFOS
que ya se .habfan vanagloriado de lo mismo, no quisieron
o no, pudieron desmecirse; f,ue,ron quemados, anojados al
agua y, según G.arinet (t ), cuesta t·r abajo creer el gtan
número qe ellos ¡;¡ue hieier0n p.~r.ecer así en todo eJ ·reino.
Este es de ordinario ,el desenlace iile los dramas cuyos
¡:;rimeros papel;s están representa'dos p,o r la ignorancia''y
' '
el miemo.
(1) Oarlnet; P!.teTOIRB DB LA MACIA a~ PR.MIClliA, 1818.
- 214

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ffiSTOntA DE LA M A O JA

Estas epidemias visionarias se reproducen en los reina-


dos siguientes y todo el pode¡: d'e Carlomagno tuvo que
intervenir para calmar la agitación pública:
Un edicto, renovado después por Luis el Bondadoso,
prohibió a les 'silfos mostrarse, bajo las p1ás severas pe-
ntls. Claramente se comprendió que, a falta de silf0s, esas,
pen·a s alcanzarían a aquellos pueblos ,que alardeaban ha-
berlos visto, y el resultado fué que no se las vió nunca más
las naves aéreas entraron en el puerto del olvido y nadie
pretendió ya liaber realizado ningún viaje al cielo. Otros
frenesíes populares reemplazaron a la loc,u ra anteriormente
mencionada y los esplendores románticos del gran reina- .
do de Carldmagno proporCionaron a los devotos de le•
yendas otros ·prodigios en qué creer y otras maravillas
que contar.

-216-

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CAPÍTULO IV
LEYENDAS DEL REINO DE CARLOMAGNO

Carlom agno es el verdade ro príncipe de los encanta·/


mientes y de las maravillas, su reino es como un alto ser
lemne y brillante entre la barbari e y la Edad Media; es una
aparición de majestad y de .g randeza que recuerda las pom·
pas mágica s del reino de Salomó n y es una resurrección y
una profecía., Con él, el Imperio romano , sobre los oríge·
nes galos y frapcos reapare ce "en todo su esplend or, con
él también, como con un tipo evocad o y realizado por di·
vinación, se muesira de antema no el imperio perfecto de
las edades cj,e la vieja civilización y luego el i~perio coro·
nado por el sacerdo cio, que apoya su trono en el altar.
Con -Carlom agno comienza la era de la caballería y la
epopeya maravil losa de los romanc es; las crónica s del
reino de este príncipe, se esparce n a la historiad~ los cua·
tro hijós de Aymon o de Oberón el encanta dor. Los p~ja·
ros cantan para conduc ir por buen camino al ejército fran·
cés que se había extravia do en los bosque s; colosos de
bronce se-levantan en medio del mar y señalan al Empera·
dor los camino s franqueables del Oriente. Rolando, el pri·
mero de los paladin es, posee una espada mágica, bautiza·
da como una cristian a y llamada Duraudarte; el hombre
de pró habla con su espada que parece comprenderle; no
hay nada que resista el esfuerzo de este acero sobrenatu·
ral. Roland o posee también 'una trompa de marfil, tan ar·
-. 216-

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HI ST· OO/A De LA /t1AOIA

1ísficamente hecha, que al menor soplo se produce un rui-


do que se oye a yeinte leguas ,a la red'Onda y que hace tem-
blar las montañas cuando Rolando , en Roncesva)Ies, más
bien aplastado que vencido, se incorpora como un gigan-
te en medio de un diluvio de árboles y roéas que vien.en
roda ndo hacia él, tocé! la trompa y los sarracenos huyen.
Carlomagno, que está a más de diez leguas de allí, oye la
trompa de Rolando y quiere ir a socorrerle; pe~o no puede
porque el traidor Gauclou ha vendido al ejército francés a
los bárbaros. Rolando al verse abandonado, abraza por
última vez a su Duraudart.e y luego reuniendo todas sus
fuerzas la golpea con las dos manos sobre una montaña,
con la esperanza de romperla para que no caiga en poder
de los infieles; hiende la montaña sin que Duraudarte se
melle. Rolando la estrecha contra el pecho y muere con un
aspecto tan· altivo, que los sarracenos no se atreven aba-
Jar y mucho menos a acercarse y temblando lanzan una
lluvia de flechas contra el vencedor que ya no existe.
Carlomagno, dando un trono al papado y recibiendo a
ca mbio el imperio del mundo, !'esulta el más grandioso de
todos los personajes de nuestra l1istoria.
Ya hemos hablado del Euchiridion, ese librito que en-
cierra, con las más bellas oraciones cristianas, lo~ carac-
teres más ocultos de la cábala . La tradición oculta, atribu-
ye el libro a León 111 y afirma que se lo dió a Carlomagn.o
como el más exquisito de todos !'os presentes.
'El soberano , propietario del libro, que su piese servirse
de él con dignidad, debfa ser el dueño del mundo. No de-
biera desdeñarse.
Esta tradición supone: 1. 0 La existencia de una revela-
ción primitiva y universal que explica todos -los secretos
de la naturaleza y los pone de acuerdo con los misterios
- 2171-

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L 1 p 11 A L E V 1

de la gracia, concilia la razón con la fe, porque las dos son


hijas de Dios, y concurren a ayudar a la inteligencia con
su doble luz. 2. 0 La necesidad de ocultar esta revelación a
la mültitu'd por· miédó de que abuse de ella haciendo ma·
las interpretaciones y que utilice éontra la fe la fuerza de la
razón, o los poderes de la misma fe para extraviar la ra·
zón que el vulgo 'no lleg~ a entender nunca bien. 3. 0 La
existencia de una tradición secreta que reserva a los So-
beranos Ponlífices y a los directores temporales del .mun·
do, e'l conocimiento de estos misterios. 4. o La perpetui-
dad de ciertos signos o pantaclos, que expresan estos
misterios de una ,manera jeroglífica y que solamente co-
u nocen los adeptos.
El Euchiridion sería una recopilación de las oraciones
alegór.icas, cuyas clayes son los misteriosos pant¿¡clos
de la cábala .
Vamos a explicar las figuras de los principales panta .. 1
clos del Euchiridion.
El primero, que está 5rabado en la misma cubierta delli·
bro, representa un triángulo equilátero con un vértice en la
parte inferior, inscrito en un doble círculo. En el triángulo
están escritñs de manera que forman la tau profética, las
d0s palabras Eloim y 8abaoth que significan el Dios de los
Ejércitos, el equilibrio de las fuerzas naturales y la armonía
de los números. En los lados del triángulo están los nom-
bres de jehovah, Adonais y Agla; encima del nombre de
jehovah está escdto en latín formatio, en el de Adonais,
reformatío, y en el de Agla, transformatio. Así la crea ·
ción s~ atribuye al Pa'i:lre, la redención o reforma al Hijo
y la santificación o transformación al Espí'!'itu Santo, se-
gún las leyes mátemáticas de la acción, de la reacción Y
del e9uilibrio. Jehovah es también el génesis la forma· 'o
- 218 .:_

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.,
HISTORIA D B LA M A O 1A

ción del dogma po~ la significación elemental· de· las cua-


tro letras del tetragrama sagrado; Adonais es la Fealiza-
ción del do~ma en forma humana, en el Se~or visible..que
es él Hijo ele Dios o el hombre perfeclo·:·,y. Agla, como ya
lo hemos explicado prolijamente, expresa la síntesis de
todo el dogma y de toda l'a ciencia' cabalística, e indica
claramente con los 'geroglíficos q!le for~an este nombre '·
admirable, el triple secreto de ra gran obra. ·
E'! segundo pantac/o ~s una cabeza con tres caras co-
ronada con una liara,~que sale de una vasija llena de agua·.
Los que están iniciados en los misterios del Zohar com-
prenderán la alegría de esta cabeza. El terc~ro es el doble
. triángulo o estrella de Salomón. El cuarto es la espada
mágica, con esta leyenda: Deo duce, comite ferro, em-
blema del gran arcano y del máximo poder C!el iniciado.
El quinto es el problema de la talla humana del Saiwador,
resuello con el riúmeto cuarenta; es el número teológico
de los Sephirotas, multiplicado por el de las realilaciones
naturales . .El sexto es el pqntaclio del espíril~ significad()
con huesos que forman dos E y do~ taus T. El séptimo,
y más importante es el gran monograma m·ágico que ex-
plica las clavículas de Salomón, el tetragrama, el signo qel
lábaro y la palabra suprema de los adeptos.
Este carácter se lee dando vueltas a la página como a
una rueda y se pronuncia rota, taro! o lora · (Véase Gui-
llermo Poste!, C/avis abscon'ditorum a Constitutione
mundi).
La letra A se reemplaza frecuentemente en este caráctef;
con el número de la misma letra que e-s 1.
Encontramos también en este signo la figura y el valol'
de los cuatro emblemas geroglíficos de los iJ,Ie,go~· de cllr-
tas; la moneda, 1~ copa, la espada y. la masa'. Estos cuatrb
- 21<J -

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t 1 p H A · .S L e V 1
_geroglíficos elementale~ se em;uentran ~n todos lÓs monu·
mentes sagrado s de)os egipcio s y Homero los hace figu-
rar en la descripción del escudo de Aquiles , colocán dolos
en el mismo orden que -l os autores del E!_uchiridíon.
Pero estas explicaciones, si hubiese que apoyarl as con
todas las pruebas , nos llevarían fuera del asunto de este
libro y exigirían un trabajo especial que algún día tratáse-
mos de poner en orden para publicarlo.
La espada o puñal mágico que figura en el Euchridion
parece que ha sido. el símbolo secreto del tribunal de los
jueces libres. En efetco, esta espada está hecha en forma
de cruz, está oculta y como envuelta en la leyenda; sólo
Dios la dirige y el que hiere con ella no tiene que dar a na·
die cuenta de sus estocad as. ¡Terrible amenaza ¡¡ no menos
.terrible privilegio! El pufial vehmico castiga ba a los cul·
pa'bles en la sombra , cuyo crimen quedab a frecuentemen te
oculto. ¿A que hechos se refiere esta espanto sa just-icia?
Habría que peQetrar en las sombra s que la historia no ha
podido aclarar y pediv a las tradicio nes y a las leyendas
una luz que la ciencia no nos da. Los jueces libres fueron
una socieda d secreta opuesta , interesa da en el orden y en
el gobiern o, a las socieda des secreta s y revolucionarias.
Las supers ~i ciones son tenaces , y el druidismo d~ge ne·
rado ha echado raíces profund as en las tierras salvajes
del norte. Las insurre cciones frecuentes de los sajones
atestigu aban un fanatism o en c.onstante movimiento que
la fuerza moral era impotente para reprimir; todos los cul·
tos vencido s, el paganis mo romano , la idolatría germana,
el rencor judío, se ligaban contra el cristian ismo victorio·
so. En asambl eas nocturn as, se reunían los conjurados
donde cimentaban su alianza con sangre de víctimas hu·
manas; presidía los festines un ídolo panteísticó con cuer·
-220 -

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ff/S10RIA De LA M A O 1 A

nos de macho cabrío y ,formas mostruosas; se hubiera pq-


dido llamar a estos festines ; los ágapes del odio. ma_que·
!arre se celebraba todavía en t0dos los bosques y en to-
dos los desiertos de las [provincias aun salvajes;- los
adeptos que acudían estaban enmascarados y desconocl·
dos; cuando el alba rompía, la asamblea apagaba las .luces
y se dispersaba; en todas partes estaban los culpables y
en ninguna se les podía echar mano. Carlomagno resol-
vió combatirlos con sus propias arma·s.
Por el mismo tiempo las tiranías feudales, de acuerdo
con los sectqrios, conspiraban contra la autoridad legíli,o
ma: las brujas eran :1·as prostituidas de los castillos; los
bandidos iniciados en el aqueh1rre, compartían con los se-
ñores el fruto sangriento de la rapiña; la justicia feudal se
vendía al mayor postor y las cargas públicas sólo pesll-
ban sobre·los débiles y sobre los ~obres.
Carlomagno envió a Vestralia donde era mayor el daño,
agentes fieles, en misión sccr;~ ta. Los agentes atrajeron a
sí, y se obligaron con el juramento y la vigilancia mutua,
11 todo lo que entre los opr-imidos. había de energía y ama-
ba todi!vía la justiciá, ya se encontraran en el pueblo o en-
tre la nobleza; descubriP.ron a sus adeptos las plenipoten~ ·
cías que tení1m del Emperador y consti tuyeron el trlbunill
de los jueces libres • .
Era una policía secreta que podía disponer de las vi.d!ls.
( El misterio que rodeab:: a los juicios, la rapidez de las eje-
cuciones; produjo gran sensación en estos pueblos bárb~­
ros todavía. La san!'; Vehme tomó proporcion es gigan·
tescas; se temblaba al oir !hablar de aparici0nes de hom-
1 hres enmascarados, de citaciones clavadas en las puertas
de los señores más poderosos en medio de sus guardias
/ Y de sus orgías, de jefes de t-an doleros encontrados muer-
.- 221 -

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A L 1

tos con el terrible puñ~l cr-uciforme en el pecho y atado al


puño el extracto del juicio de la Santa Vehme.
El ·•tribunal afectaba eri sus reuniones las formas más
fantást•,icas : el culpable, citado en una apartada encrucija·
dll, era c~gido p'Or un homb¡;e , negro que le vendaba Jos
ojos y le conducía silenciosamente; esto era siempre por
l.a noche a una hora avanzada, porque las sentencias no
se pronunciaban hasta las doce. El criminal, introducido
en un vasto subtevráneo, . sufría el, interroga torio de un11
sola persona, luego se le quitaba la venda de los ojos; el
subterráneo se iluminaba en su inmensa latitud y se vela
a Jos juece.s libres completamente vestidos de negro y en·
mase<arados. Las sentencias no eran siempre de muerte;
las cosas que pasaban se han sabido, a pesar de que nun·
ca. u'n juez libre ha revelado el menor detalle, porque en el
mismo instante el revelador hubiera sido herido de muerte,
Esta~ asambleas eran a'veces tan numerosas que paredan
un ejército de exterminadores; una noche el mismo empe·
rador Segismun do presidía la santa Vehme y más de mil
jueces libres le asistían ,1\entados alrededor de él.
En 1400 había en Alemania cien mil jueces libre.s. Las
gentes de conciencia intranquil a tenía a sus parientes y a
s¡;¡s amigos: csi el duque Adolfo Sleiwyek viene a visitar-
me, decía un día, Guillermo de Brunssvic , tendré queman·
darle prender· si no quiero .que me ahorquen».
Un príncipe .qe la misma familia, el duque Federico de
B'runssvic, que fué emperador un momento, había rehusa·
do presentarse a una citación de los jueces libres; con
ese motivo no salía más que a11mado de·todas las armas Y
rodeado de ·· guardias, pero un dla, se separa un poco
de su séquito y tiene necesidad de desembarazarse su
armaduJta:· no volvió más. Sus guardias penetraron en
- 222

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ti 1 .'!t T O R· l A D l! L A M A O 1 A

el pequeño bosque dónde el duque habfa querido estar


sólo un instante; el desgraciado expiraba teniendo clavado
en los riñones el puñal de la santa .Vehme y la sentenc'ia
colgada del puñal. Se mira a todos lados y sólo se ve a
un hombre enmascarado que ,se alejaba marchando con
paso s~lemne ... ¡Ninguna persona· osó pers,egu'irle!
. Se ha imprimido en la Reichstheater .de MülleF el codigo
del tribunal vehmico encon.ti·ado en fos antiguos archivos
de Vestfalia: éste es el título de este documento histórico:
cCódigo y Estatutos del Santo Tribunal secreto de Jos
nobles y libres y jueces libres que han sido publicados en
el año 772 por el emperador Carlomagno, corregidos en
1404 por ('1 rey Roberto, el cual ha cambiado varios puntos
. '
y hecho los aumentos que exigía la administración de j1:1s~
licia después ·de haberl,as revestido nu~vamente con su
autoridad.»
' ' En la primera página h,ay un aviso que prohibe todo a
profano, bajo pena de muerte, pasear su mirada por este '
libro.
El nombre de iluminados que se da aquf a los afiliados
del tribunal secreto, descubre por entero su misión; tenfan
que seguir en las sombras a Jos adoradores de las tinie~
bias; espiaban misteriosamente a .Jos que conspiraban
contra la socjedad favorecidos por el misterio; eran Jos
soldados ocultos .de la luz, qqe debían hacer resplandecer 1
ante todos y sobre todas las tramas ~riminales; esto es lo
que significaba el ,resplandor súbito que ~ilu!llinaba al tri~
bunal cuando dictaba una sentencia.
Las disposiciones públicas de la ley del reihado de Car~
lomagno autorizaban esta guerra santa contra Jos tiranos
de la noche. Puede verse en las Capitulares, con qué
penas debían se¡· castigados Jos hechice~:os, adivinos en~
-223-

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e r., 1 P lf A L V

cántadorea, los que hacían maleficios contra el matrimO-


nio, los qtie evocaban al diablo y !'o:;o envenenadores por
medio de sedicentes filtros amorosos.
Las mismas leyes prohiben e~presamente turbar el aire,
excitar las tempestades, fab~icar caracteres- y 1alismanes,
hacer adivinanzas, hacer maleficios, hacer figuritas de
cera, ya fuera contra los hombres o contra los rebaños.
Los hechiceros, astrólogo adivinos nigromantes, matemá·
ticos ocultos, son declarados execrables y castigados con
ras mismas penas que los envenenadore s, los ladrones y
los asesinos. Podrá comprenderse tal severidad si se re-
cuerda .lo que ya hemos dicho de los horribles ritos de la
magia negra y de sus sacrificios infanticidas; ante un peli·
gro tiln grande, era necesario ~ue la represión se manifes·
tase con formas múlliples y severas.
La caballería andante fué otra institución que remontaba
a los mismos orígenes que la santa Veh me. Los caballeros
and<mtes eran una espeeie de jueces libres que apelaban a
Dios y a su lanza contra todas las injusticias de los seño-
res y contra toda la malicia de los nigrom antes. Eran mi·
1 sioneros armados que arremetían contra los descreídos
después de haber hecho la señal de la cruz; así merecfan
el recuerdo de alguna . dama noble y santificabán el amor
con el martirio de una vida de sacrificios. ¡Qué lejos esta·
mos ya de esas cortesanas pagadas a las que se inmola·
. .
ban esclavos y por lils cuales Jos conquistador es del an·
tiguo mundo quemaban las ciudades! A las damas cristia·
nas hay que hacerlas otra clase de sacrificios; hay que
ex¡:oner la vida por el débil y el oprimido, hay que libertar
Jos ·coutivos, castigar a los profanadores de las santas
afecciones, y entonces las domas bellas y blancas, con
faldas blasonadas, de manos pálidas y delicadas, .mado·
-224-

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HIS10R!A D!:! LA M A O lA

nas vivientes y altivas, como lirios, que vuelven de la igle~


sia con sus libros de horas bajo el brazo, y el rosario a la
cintura, se quitarán su velo bordado de oro o plata y se le
darán como prenda al caballero que de rodillas ante ellas
le ruega pensando en Dios.
Ya no nos acordamos de los errores de Eva, que están
mil v.eces perdonados y compen~sados con la gracia inefa·
ble de las nobles hljas de María.

- 223-.
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CAPÍTULO 'V
MAGOS

El dogma fundamental de la alta ciencia , aquel que con·


sagra la ley eterna del equilibrio, había obtenido su reali·
zación completa en la constilución del mundo cristiano.
Dos columnas vivientes sostenían el edificio de la civiliza·
ción: el papa y el empeFador.
Pero el imperio se había dividido al escapar de · las dé·
hiles manos de Luis el Satisfecho y Carlos el Calvll. El
poder h~mporul abandonado a los azares de la conquista
y dE la intriga, perdió esta unidad providencial que le colo·
caba en armonía .c on Roma. El papa se ve obligado a in·
tervenir como gran justiciero y arrostrando riesgos y pelí·
gros.' reprimi! las a:n!:>iciones y la audacia de los sobera·
nos divididos.
La excomunión era entonces una pena terrible, porque
estaba sancionadJ por las crei!ncias universales y produ·
da, por un efecto misterioso de esta caJena magnética de
' reprobaciones, los fenómenos que espantaban a la multi·
tud. Es así que Roberto el Piadoso, habiendo sufrido esta
terrible pena por mJtrim:>:lio ilegílimo, liene un hijo mons·
truoso parecido a esas n·~uras de demonios que la Edad
M~dia sa!>ía ha:ér tan co:n~leta y ridículamente deformes.
Este triste fruto d~ una -unión .reprobada, pone de maní·
fiesto las torturas de conciencia y .(os sueños de terror
que habian agitado a la madre. Roberto vió en ac¡u~llo una
-226-
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ffiST OPIA D ¡; LA k A O 1 ¡A
.
pr.peba. de la cólera ·<ie Dies y ~e someJi~ {1 la §entenc;ia
pontifical; renuncia a un matrimon io que la <!gJ.esi(l declaró
Incestuoso; repudia a Berta p·~.ril desposar~e con Coo~·
tanza de Provenza, pero en el cará,eter ,altivo de su Pl¡l.CYa
esposa creyó ver un segun_¡lo castigo c'el cielo.
Los cronistas de este <tiempo parecen e,st,imí;lr mQcbo las
leye,ndas diabólica.s, per<;> ellos mues.tran en ,sus. re'latos
más cr~dulidad que bl,len gusto. Todas las pesa.djllas de
monjes, todos los sueños dolientes de las·relig·io sas; son
considerados ,como aparicienes •reales. Son fanta.s mago-
rías a~querosas, alocuc.iones es·t¡.ípidas, ·transfjg~racipnes
imposibi'e~ a las cuales no f.-lita, para ·5er divertidas, más
qu~> el verl>o artís-tico de Callo·! y Cyrano de Bevgerac.
· Nada de 1l<;>do aquello, desae el reinaclo de .Rober-to hasta
el de San .Luis, nos parece digno de ser, contado. ~ .
Bajo d reinadQ. de ,San Luis ~lv.ió_ el f~.moso .ra~ino fé·
chiel, gran cabalista y físico muy distinguid o. Todo lo que
se ·ha ~icho ·de sLJ.lám;uJra y de su c[avo mágic0, Jm~eba
que había descubierto la electricidad, o al me.nes, que .co-
' nocía sus, principale s efectos, pprq,ue e~te conoc;imie.nto,
, tan antiguo como la magia, se transmitía como una de l(ls
claves de la alta iniciaci.ón.. _ . .
Cuando ll.egabaJa noche, aparecía en la .morada· de Jé·
. chiel una· estrell'a .radiante; su luz era tan viva que_no se
podía mirarla sin deslumbrarse y p~oyectaba una irradiá·
ción m,atizada d~ los color.es· del a~co · iris. No, se veía ja-
más a la estrella debilitar¡¡e y se sabía ,que su lJIZ no es.taba
alimentaqª 1C0!1 aceite ni con ninguna de las sustancias
combus:tibles entonces c0noeidas.
Un día, un jrnporruno omn mal inte~cio~ado ensayó i.n·
traducirse en casa de I,échiel, y .para ello comenzó a pal-
pear el aldabón de SlJ puerta; el r¡¡b.ino, entoccs·-g_olpe.a. so-

- . 227-
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E L 1 V . 1

bre nn clavo que tenia clavado en su gabinete y se escapa


- al mismo tiempo de la cabeza del clavo y del llamador de
la puerta una chispa a·zulada que sacudió al malaventurado
-impor.tuno de tal manera, que le hizo quitar pidiendo mi-
sericordia, porque creyó que la tierra se abrfa bajo sus
, pies. ·otra vez, una muchedumbre hostil se presentó delan-
te de su puerta profiriendo murmullos y amenazas; iban
agarrados los unos a los o!ros por los brazos para resist ir
ala conmoción que esperaban y il un temido temblor de tie-
rra. El más atrevido sacude el al(,)abón de la puertil con
furor. Jéchiel toca su clavo. Instantáneamente los asaltan-
tes caen unos s0bre otros y gritan como si se hubieran
quemado; estaban seguros de haber sentido que la tierra
se abría y les tragaba hasta las rodillas, no explicándose
cómo habian escapado de aq.uel trance: por nada del mun-
do aquella gente volvería a escandalizar a la puerta del
«brujo».
Jéchiel conquistó así su tranquilidi!d por el .lerror que
despertaba.
San Luis, que ad~más
de un gran católico era un gr~n
rey, quiso conocer a Jéchiel; para ello le hizo ir a su corte;
tuvo con él numerosas entrevis'tas y quedó plenamente sa·
tisfecho de sus ex¡11icaciones; le protegió contra sus 'ene·
· migos y, mientras vivió, no cesó de testimoniarle su esti·
ma y de hacerle bien.
En esta misma época vivía Alberto el Grande, quepa·
sabá a.nte el pueblo por el gran maestro de todos los ma·
gos. Las crénicas ase~uran que poseía la piedra filosofal
y que había llegado, después de treint11 años de tr11bajo, a
la solución del problema del androide; es decir, que había
· fabr-icado un hombre artificial , viviente, parlante, y que_
respondía a todas las cuestiones con tal precisión y ·suti·

-.228 - ·
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HI STOR IA DE LA M A O lA

leza, que Santo Tomás de Aquino, molesto por no poderle .


reducir a silencio, le rompió de un palo. Tal es la fábula
popular; ~eam0s lo que ella significa.
El misterio de la formación del hombre y de su apari-
ción primitiva sobre la tierra 'ha preocupado siempre gran-
demente a los curiosos que buscan los secretos de la na· •
turaleza . _¿El hombre, en .efecto, aparece el último en eL
mundo fóxil, y los dfas de la creaclón, según Moisés, han
descubierto sus restos, atestiguando que esos días fueren •
larga s épocas? Entonces, ¿cómo se forma la humanidad?
El Génesis nos dice que Dios hizo el primer hombre de
barro y le infundió vida; nosotros no dudamos un instante
de este aserto. Lejos de nosotros la idea herética y antr?- ·
pomorfa de un Dios modelando el barro con sus manos.
Dios no tiene manos; es un espíritu puro y hace salir sus
creaciones, las unas de las otras por las fuerzas mismas
que él da a la Naturaleza. Si el Señor ha · construido a
Adán de limo cle la tierra, nosotros debemos comprender
que el hbmbre ha salido de la tierra bajo la influencia de
Dios, pero de una manera natural. El nornbre de Adán en
hebreo significa tierra roja. ¿Qué puede ser esta tierra
roja?
He ahí lo que buscaban :los. alquimistas , porque el se-
creto de la gran obra no era la transmutac ión de los me-
tales, resulta ~ do in<:liferente y aecesorio; era el arcano
universal de la vida; .era la investig.ación del pUnto central
de la transforma ción donde la luz se hace materia y se con-
densa en una tierra que contiene en sí el principio del mo-
vimiento y de la vida; era la generalización del fenómeno
que colora la sangre en rojp por la coloración de sus in-
numerables glólmlos imantados como los mundos y vi-
vient~ como los animales. Los metales para los discipu-

- 2i9-

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B ~ L· · ¡ · P . . H A S ' L e·v 1

los de Hermes eran la sangre .de la tierra ·c oagulada, pa-


sando, como la del hombre, del blanco al negro y del negro
al bermejo, siguiendo el .trabajo de la luz. Poner este flúi-
do en movimiento por el calor y darle la fecundación colo-
rante de la luz, mediante la electricidad; tal era la primera
parte de la obr.-, de los sabios; pero al fin era más difícil y
más sublime, pu~s se proponía encontrar la tierra adánica
que es la sangre coagu·l ada. de la tierra viviente; y el sue-
fio supremo de los filósofos era te~minar la obra de Pro-
. '
meteo, .imitando el tra•b'ajo de Di.os, e-s decir, haciendo na- ·
cer un hombre, hijo de :a cien'cia tomo Adán fué hijo de la
o~nipo1encia divina: este sueño quizá fuese insensato,
pero era bello.
La magia negra, que imita siempre la magia de la luz,
pe·lt() tomándola cc;m recelo, se preocupa también qemasiá-
do del androide, del que quiere hacer e·l instrumento de sus
pasiones y el oráculo del infierno. Para ello había que ha•
cer viofencia a la naturaleza y obtener una especie de han·
go venenos® lleno de maficia humana concentrada, una
reali'z,aeiÓn vivieme de todos Jos c rímenes. También se
buscaba· la man,drágora debajo del patíbulo de los ahorca- ·
dos; para arrancarla se ataba un perro a la raíz y se le
daba ·urr golpe mortal: ·el pe'rro debía arrancar la mandrá·
' .
gora en las convulsiones de la agonía. El alma del perro
pasaba entonces a la de la planta y ésta recogía 'la del
a'horcado .. . Pem esto erun lrorrores y absurdos. Los cu•
·riosos- de una ciencia pare'c ida pued·en consultar el tratadó
de·mag.i•a vulgarmente conocido con el nombre cl~ Peque-
Ita AtiJerto y verán cóm0 se puede hacer también la' man·
d~ágora bajo la forma de un gallo con cabeza human·a·. ·

ha est~:~pi'dez en todas sus reeetas llega a· lo inmundo Y


es que no se p.ued<: ultrajar volunlari'amente ¡a,
nat.urale•
- 2ó0,.,....

© Biblioteca Nacional de España


h 1S T O R 1A ~D e LA hAO iAr
za sin trastoca r ill mismo tiempo las leyes de la ra'zón.
Alberto El grande no era ni infamicid a ni deicida, no
había comeHclo el crimen de Tántalo, ni el de Promcte o,.
pero él tww que acali>ar de creilr esta teología pliram'ente
escolástica, separada de las eategorí ils de Adstótel es y de
las sentencia~ de Pedro h.o'llband, esta ,lógi ca del silogis~
mo que argumen ta en lugar de razonar y que encwentra
respuesta a todo, sutilizan do sobre los téJtminos. Es, me-
jor ~ue una filosofía , un· autómat a filosófico respo·nd iendo
por reso rte v¡ desenvo lviendo sus ·tesis como un movi-
miento de ruedas; no es el Verbd' humano , es el grillO' me>..
nótono de una máquina , .la pa·l abra inan'imacla de un an·
dr.oide; es la ~recisión fatal de la mecánica, en lugar de.la
libre aplicació n de las necesidades racionale s. San l'o To·
más de Aquino derriba de un solo golpe este andamia je
de palabras artificios<Js, proclam ando el imperio eterno de
la razón, por esta magnífic a sentencia: cUna cosa no es
justa porque Dios la quiere, perO' Di'C!fs·la quiere por(;!Ue es
justa. :o La consecuer~cia· inmediat a cle esta proposic ión, ar·
gumentando de lo alto a lo bajo, es asi : cUna· cosa no es
verdad porque Aristótel es la haya dicho,. pero Aristótel es
no h.a podido" ~azon<Jblernente dec·irla si ella no es verdad.
Buscad pues, ante tocio, la verdé!d y la justicia , y la ciencia
d~ Aristótel es os será- dada' en ab'und<Jncla».
AFistóteles, galrvanizado por la escolést ica, es el verdade -
ro an·droide de Albert..> El grande; el báculo magistra l d~
Santo Tomás de Aquino, es la doetFina de la Summa fed-
lógica, obra maestra de fuerza y de ~a:t0n que se estudia:.
rá siempre en nuestras escuel·as de Teología cuando se
quiera volver seriamente a los estudios fuertes y sanos.
Cuan··to a l1d piedra filosofal tra·nrsmitida por Santo Do-
mingo a. Alberr0 él grande y per é·S'Ie a Santo Tomás ·de
- 2c1. --

© Biblioteca Nacional de España


L 1 P H A · S L V 1
At:¡uino, es precis o entend erla solame :1te como
la base
filosóf ica y religio sa de las ideas de esta época. Santo
Do·
mingo si !lubier a sabido hacer la gran obra, hubier
a com·
prado para Roma el imperi o del mundo , que tanto
desea·
ba para la Iglesia ; hubies e emple ado para calent ar
los cri·
soles el fuego que quemó tantos hereje s. Santo Tomá
s de
Aquin o cambi aba en oro todo lo que tocaba , pero
sola·
mente en el sentid o figura do y toman do como oro
el em ·
blema de la verdad . Esta es la o..:asión de dl!cir
alguna s
palabr as más sobre la ciencia hermética, cultiva da
desde
los prime ros siglos cristia nos por Ostan es, Roma
rius, la
reina Cleop atra, los árabes Géber , AHara bi y Salma
na,
Morie u, Arteph ios y Ariste o. Estas cienci as tomad
as de
una maner a absolu ta , pueJe llamar se la cábala realiza
do·
ra o la magia de las obras; tiene tres grado s análog
os: la
realiza ción religio sa, la fi10sófica y la física. La
realiza·
c;ión religio sa es la fundac ión <iurudera del imperi
o y del
sacerd ocio; la realiza ción filosóf ica es el establecimiP.n
to
de una doctri na absolu ta y de una enseña nza jerárqu
ica; la
realiza ción física es el descub rimien to y la .aplica
ción en
el micro cosmo s o peque ño mundo de la ley creado
ra que
puebla incesa nteme nt:! el gran univer so. Esta ley
es la del
movim iento combi nado con la sustan cia, de lo fijo
con lo
volátil , de lo húmed o c0n lo sólido ; este movim iento
tie·
ne por princip io !!1 impul so divino y por instrum ento
la luz
univer sal, etérea en el infinito , astral en las estrell
as y en
los.pla netas, metáli ca especí fica o mercu rial en los
meta·
les, vegeta l en las planta s, vital en los anima les, m<Jgné
ri·
ca o perl'on al en los hombr es.
Esta luz es la quinta esenci a de Parac elso que se
en·
·cuent ra en estado latente y en estado radian te en-
todas
su;¡!qnci9S creada s; esta quinta esenci a es el veidad
ero
- 2~2-

© Biblioteca Nacional de España


HlSTO niA De LA M A O lA

elix:r de la v!da que se extrae de la tierra con el cultivo de


los metales con la incorporación , rectificación, exallación
y sin tesis de las plantas por la destilación y la cocción;
de los animales por la absorción; de los hombres por la
generación; del aire por la respiració¡t. Lo que hace decir
11 Aristeo que hay que tomar el aire del aire; a J).hunrath,

que él hace el merc~rio viviente del hombre perfecto fo r-


mado por el andrógino; a todos los demás que hace ex-
traer de los metales la mdicina de l0s metales, y que es-
ta medicina, en el fonclo la misma para todos los reinos,
es entretanto graduada y especificada según las formas y
las especies. El uso de esta medicina debe ser trrple: por
simpatía, por re pulsióa o por equilibrio. La quinta esen-
cia graduada no es otra que el auxiliar de las fuerzas; la
medicina de cada reino se debe obtener de ese reino mis-
mo con adición de mercurio primordia.l'pa ra el terrestre o
mineral y de mercurio viviente sintetizado para ' el magne·
tismo humano.
Tales son los extractos mj~ abreviados y más rápidos
de esta ciencia, vasta y profunda como la cábala, miste-
riosa como la magid, real como las ciencias exactas, pero
difamada por la avaricia engañadora de los falsos adep-
tos y las obscuridades en que los verdadero-'3 sabios han
envuelto sus teorías y sus afectos.

- 233-

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1

C~PÍTULO VI
PROCESOS CÉLEBRES
Las socied ades del antigu o munclo pereci eron por
el
egoísm o materi alista de las castas que al inmovilizar
y di·
vidir·a las multitudes en una reprob ación sin espera
nzas
habían privad o al poder, cautiv o, entre las manos de
un
peque ño númer o de elegid os del m:)vimii!nto circula
torio
qu-e es el principio del progre so, del movimie~to y
de la
vida.' Un poder sin an tagoni smos , sin competencia y
por
consig uiente sin fiscalización, había sido funesto P?ra
las·
realez as sacerd otales ; por otra parte las repúbl icas habían
pereci do ert el confliCto de las liberta des que en ausenc
ia
de todo deber jérárq uico y fuertemente sancio nado
son
otras tantas liraníá s rivales las unas de las otras.
Pará
encon trar un medio establ e ent~e Jos dos abism os,
Jos
hierofantes cristia nos idearo n l!lna socied ad ded icada
a la
abneg ación con votos solem nes, proteg ida por reg)am
en•
tos severo s que sería recluta da por la in iciación y
que,
única depos itaria de Jos grand es secret os religio sos
y so·
ciales, hada las veces de los reyes y de los pontífices
sin
expon erse a las corrup ciones del poder. Ahí está el secre·
lo del reino de Jesucr isto que sin ser de este mundo
go·
bernar ía todás las grand ezas.
Estd idea presid ió h fundación de las grand es órdene
s
religio sas, en pugna con frecuencia, con las 'autori dades
-23 4-

© Biblioteca Nacional de España


H I S10Rl A DE l.A M A O '1 -A

secular-es, ya e'c lesiásticas, ya civiles. Sq realizaCión rué el


sueño de las sectas disidentes de los gnósticos de los ilu-
minados que pretendían unir su fe a la tradición pnimitiva
del cristianismo de San Juan. Después fué una amenaza
para la Iglesia y para la sociedad cuand0 una orden rica y
disoluta iniciada en las misteriosas doctrinas de la cábala
pareció dispuesta a luchar contra la autoridad legítima de
los principios conservadore s de la jera·rquía y amenazó al
mundo con una revolución.
Los templarios cuya historia se conoce tan mé:l, fueren
los terribles conspiradore s y ya es hora de revelar el se-
creto de su caída y absolber la memoria1 de Clemente V y
de Felipe el HerAlOso.
En 1118 nueve cali>alleros cruzados de :<Drie.nte, en cuyo
número estaba Godofred0 de Saint Omer y Hugo de Pa-
yeus se consagraron a la religión y les tomó juramento el
Patriarca de Constantinop la, solio hostil, seo. el o o públi-
co, al de Roma, desde Focio. El fin que contemplaban los
templarios era proteger a los cristia·nos que iban _a visitar
los Santos Lugares; el fin secreto era la reconstruccié n del
templo de Salomón con el modelo profetizado por Eze-
quiel.
Esta reconstr.ucció n, fqrmalmente predicha por,Ios mrs-
licos judaizantes halJía llegado a ser el des1~0 secreto de
los patriarcas de OrieAte. El remplo de Salomón, recons~
titufdo y ··c onsagrado al culto ~aróli<!o, se convertía en la
metrópo.li del universo; Ori·enre dqminaba a Occidente y
los patriarcas de Constantinop la se apoderaban .del Pa-
pado.
Los historiadores , para explicar el nombre de templa··
rios, que se daba a esta orden militar, pretenden que Báu•
duin·Jl, rey de Jerusalén, les. había dado lilntil>~asa, situa>-
-·235' '-

© Biblioteca Nacional de España


e L 1 p H A L E V 1

da cerca del templo de Salomón. Pero cometen un enorme


anZJcronismo, puesto que en esa época, no solamente d
templo de Salomón ya no existía, sino que no quedaba ni
una piedra del segundo templo que construyó Zorobabel .
sobre las ruinas del primero, y hubiese sido deficiente in·
dicar con precisión el sitio.
De aquf se deduce que la que dió a los templarios Be·
duino estaba situada, no cerca del templo de S alomón,
sino cerca dei terreno, sobre el que estos misioneros, se·
cretas, y armados del Patriarca de Oriente, tenían inten·
ción de reconstruirlo. ,
Los templarios habían sacado' los modelos de la Biblin,
de los masones guerreros de Zorobabel, que trabajaban,
teniendo la espada en una mano y la paleta en la otra. De
aquí que la espada y la .paleta rueser. las in~ignias de· los
lefllplarios, los que después, como ya se verá, se oculta·
ron bajo el nombre de hermanos masones. La paleta de
los templarios es cuádruple, y las hoja& tr:angulares es·
tán dispuestas en forma de cruz, lo que compone un pan·
tado cabalístico, conocido con el nombre de e r uz de
Oriente.
El pensamiento secreto de Hugo de Payeus, al fundar
la orden, no había sido precisamente servir la ambición
de los patriarcas de Constantinopla. Existía en Oriente a
la sazón, una secta de cristianos joanita •que pretendía
ser la única iniciada en los verdaderos misterios de hi re·
ligión del Salvador. Pretendían conocer la historia real de
jesucristo y al adoptar en parte la~ tradiciones judías Y
lo~ relatos del Talmud, sostenían que los hechos que se

cuentan en los Evangelios, n0 son otra cosa que alego·


rías, de las que San Juan de la· clave, cuando dice: «Podría
llenarse el mundo de libros escritos sobre las palabras y
-236-

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tt 1 S · ~¡ O ll 1 A D E .L Á ;i.;f A ·a [A

Jos actoe de Jesucristo»; palabras, que según ellos, serian


una exageración ridícula si no se tratase de una alegoría
y de .una leyenda ·que puede saciarse y prolongarse hasta '
el infinito.
En cuanto ·a l0s hechos históricos y reales, Jos joánl·
tas cuentan lo que sigue:
Una doncella de Nazareth, llamada Mirjam, prometida a
un joven de ' su tribu, lla mildo Jochllniln, fué sorprendida
por un till Pandira o Panther, que ilbusó de ella por la
fuerza, habiéndose introducido en su cuarto con los vesti-
dos y el nombre de su pmmelido. jophanan, al conocer la
· desgracia, la abandonó sin comprometerlil, puesto ·que
era inocente, y la joven parió un niño, al que se llamó Po-
suah o Jesús.
El niño fué adoptado por un rabino, llamlldO José, que
se lo llevó a Egipto; allí fué iniciado·en las cienci11s secre-
tas: y los sacerdotes de Osiris reconocieron en ·él la ver~
dadera encarnadón de Horus, anunciada desde lárgo tiem ·
po a los adeptos, y le consagraron Soberano Pontífice de
· la religión univers·al. Poswah y José volvieron a Judea, d0n·
de la ciencia y la virtud del jb'>len le atrajeron la envidia ,
el odio de los sacerdotes qu~ un día le re procharon púbH-
camente la ilegitimidad de su nacimiento. Josua h, que ama·
ba y veneraba a su madre, inte.rrogó a· su protector. y pm•
él supo la historia del crimen de Pmtdira y de la desgra·
cía de Mirjam. El primer impulso {ué renegar de ella pú·
blicamente, diciéndole en, un festín de boda: «Mujer, ¿qué ·
hay de común entre usted y yo?~; pero ense-guida, .pensan·
do que a un.:1 pobre mujer no se la debe hacer vícti ma
de lo que no ha podido impedir exclamó: e Mi madre
no ha pecado, no ha perdido su ·in0cencia; es virgen. y
~in embargo es madre; debe r;econocérsele un doble honor.
- '257 ~

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1 P tf A. ~

Bn cuanta a mr, no tengo padre en .la


tierra ; soy el hija de
DiQ.S ;y de le humanidad • .
No cont inua remo s co.n esta ficción aflict
iva para los ce•
razones crist iano s; bást-e:10s decir·,
que los jo,anita;l, lle·
gaban hasta ha~er responsaLle a $an
Juan Evangelista de
esta supuesta tradi ción , y atribuían al
após tol la funda ,ci6n
.de su igíesia secreta. ·
Los grandes pon.l ifices de esta secta
tomaban el iflulo
de Cris to, y p~elendían que se suce
dían desde San Juan
sin inter rupc ión en la trans misió n
de podere5. El que se
· exornaba en la época de la fundación
de la orden templa·
ria con estos privi legio s extra ordin
arios se llamaba Tes·
cielo. Cono ció a Hug o de Payeus, le
inici é en los miste·
ríos y en las .esperanzas de .su igles
ia, le . s~dujo con la
idea del soben:mo sace rdoc io y de
la suprema realeza y,
por fin, le desig nó com o su suc :sor.
Asr la orden de los caba llero s temp
larios fué tacha.da
desde su orige n de cisma y cons pirac
ión contra lo,s reye_s.
Esta s tendencias quedaron envuel.las
en un profundo
mist erio y la ord~n hacía profe sión exte
rior de pe~fecta or·
todo,.ia. Solamente los jefes sabían
a donde iban; los de·
·más les seguían confiados.
Adqu irir influe11cia y riquez:~, lueg o intrig
ar y cuando se
·necesitase com batir para establecer
el ·dogma joanita, era
el fin .Y los medios _propUeSIGS a Jos
her.manos iniciados.
Ved, se les decía, al Papado y lás mon
arqu ías rivales, an ·
dar en regal.eos hoy, c.o mpra rse, corro
mperse, y qui¡:ás
mañana dest ruirs e mutuamente. Todo
esto será la herencia
del templo; en breve el mun do nos
pedirá sober.anos Y
pontífices. Pond remo s el univ ers9 en
equi librio y seremos
los árbit ros de los dueños del mundo.
L~~ lempl<!rios tenían dos •<10c
trinas, una oculta y reser·
.- ~33 -

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HISTORIA De .LA M A O lA

va da a los maestros que era la del joanismo; 'la otra v.úbli~


' '
ca, que es la cloct;ina católico romana. Así eng{lñ aban a
los ~dversarios ~ue aspiraban a suplantcr. El joanismo de
los adeptos em la cábala de los gnósticos, muy pronto
degenerada en un panteism9 místico, llevado hasta la idola-
tría de la naturalP.za y el odio de todo dogma revelado.
J'.lara poder triunfar mejor, y conquistar .partiuarios, sos te~
rifan las rencillas de los cultos cardos y las espeFanzas de
los cultos nuevos, prometiendo a todos la libertad de con-
ciencia y nueva .ortodoxia que sería Ja, síntesis de todas
' las creeAei·as perseguidas. Por este camino llegéiron h.asta
reconocer el simbolismo panteístico ~E!'Ios grandes maes-
tms de magia negra, y para separarse más de la obedien-
cia a la religión que lo3 condenaba de antemano, rindieron
honores divinos al ídol0 monstruoso de Baphom~t. como
en otro tiempo las tribus disidentes habfan adorado 'los
becerros de oro de Dan y de Bethel.
, Monumentos recientemente descubiertos y .documentos
preciosos que datan del siglo xm prueban de una m·anera
suficiente lo que acabamos de d<icir. En los aria les y sím-
bolos de la masonerí·a ocu'lta se descubren otras pruebas
todavía.
lierida de m,uei-te en ·su mlsmo princip io, y aná"quica, .
porque era dlsidente la orden di:' los caballeros del Templo,
había c0ncebido una gran obra qwe era incapaz de ejecu·
tar porque no conocía ni la humildad ni la abnegacipn per-
sonal. Además los templarios no tenían instrucción en su
mayor parte· y solamente eran capaces de manejar bien la
espada; no tenían nada de lo necesario para go-bernar y
encadenar, si fuese preciso , a l·a Peina d'el mundo que se !la-
ma opinión. Hu¡;o de Payeus no tuvo la claridad de , ,isión
·que después distinguió a un militar, fundador también de
-239-

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f! L · l. P .if A· S L · e V 1
· una milicia temible para los reyes. Los templarios eran
le·
suítas fracasados.
Bu .santo. y sefia era hacel'se ricos para corr.prar el mun·
do. Lo fueron en efecto. En 1312. poseían solamente
en
Europa más de nueve mil señoríos. La riqueza fué su
es·
eolio; se hiciero n insolentes y dejaron ver su despre
cio
hacia lJs instituc iones religios as y sociales , que aspira•
ban a derriba r. Son muy conoci das las palabras de Ricar·
do Corazó n de León y de un eclesiástico al que permiif
a
· grandes familiaridades: c~eñor, tenéis tres hijliS que
OS
son muy costosas y que os se1ía muy conveniente aban·
donarl as, son la ambició:1, la avaricia y la lujuria» ,
-cEs verdad, dijo el rey; pues bien, vamos a casarlas;
doy la ambición a los templ arios, la avaricia a los monjes
y la lujuria a los obispo s. Y estoy seguro de que todos
estarán conformes.»
La ambición de los templa rios fué fatal para ellos; se
adivinaba claramente sus proyec tos y se estuvo en guar·
d.ia contra eJlos. Et Papa Clemente V, y el rey Felipe
el
Hermo so, dieron a Europ·a la señal y los templarios,
en·
vueltos por decirlo ·asi en una inmensa red, fueron cogidos
.
desarmados y encarcelados.
. Nunca se h ~ realizado un golpe de Estado con tal
uni·
dad de acción. El mundo entero quedó asombrado y
se
esperó las revelaciones emocionantes de un proceso
que
debía causar tanto ruido a través de todas la edades.
Era imposi ble desarr ollar ante el pueblo el plan de la
conspi ración de los templarios; eso hubiera sido iniciar
a
la multitu d en los secretos de los maestros. Se recurrió
a
la acusación de Magia y se pudo encont rar ·denunciantes
y testigos. Los templarios cuando eran recibidos escupía
n
al Cristo, renegaban de Dios, daban al gra!J maestre beso:~

-.240 -:-

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1i 1 S T. O R 1 A _D e L.
1
A - J.¡ A O 1 A
obsce nos, abraz aban unu cabez a de cobre qu~
tenia ojos
de carbu nclo, conv ersab an con un galo negro -;·
muy grand e
y yacían con diabl esas. Y no hubo temo res al
acum ularle s
seriame nte de estas cosas . Ya se conoc e el
fin del dram a
y como jecob o de Morl ay y sus .-::ompañer
os perec ieron
en la hogu era; pero antes de morir el jefe del
Temp lo or-
ganizó. o sustiJUyó la masonería oculta. Desd
e la prisió n,
el gran maes tre organ izó cuatr o logia s metro
polita nas.
en Nápo les para el Orien te, en Edim burgo
para el Occi-
dente, en Estoc olmo para el Norte y en París
para el Sur.
El papa. y el rey murie ron en breve plazo y de
una mane ra
extraña y repen tina. Squín de floriá n, princ ipal
denun cian-
te de la orden , fué asesi nado . Al romp er la
espad a de los
templarios se com·i rtió en puñal y las palet
as prohi bidas
no const ruían más que tumb as.
Deiémosles ahora desap arece r en las·tinieb las
en que se
ocultan } dond e trama n la venga nza. Cuan do
llegue la re-
volución les verem os reap11reccr y los recon ocere
mos por
sus signo s y· por sus obras .
El proce so de magi a máf import11nte despu és
del de los
templarios es el cle una virge n y casi una·
s11nta. Se ha
acusado a la Iglesi a de servi r en esta ocasi ón
los infam es
resentimien tos de un partid o venci do y se ha
pregu ntado
ansio samen te qué at~atemas había lanza do el
Papa conir a
los asesi nos da ju11na de Arco. Hay que decir
a los que no
lo saben, que Pedro Canc hón, el indig no obisp
o d.: Beau -
vais, herido morta l y súbit amen te por la mano
de Dios,
fué excom ulgad o despu és de su muer te por el
Papa Calix -
to IV y sus hueso s sacad os del camp osant o
y arroj ados a
un mulad ar. No fué la Iglesi a la que juzgó y
cond enó a la
doncella de Orlea ns , sino un mal sacer dote y
un apóst ata.
· Carlo s Vil que aband onó a In noble donce
lla a los ver~
- ( )Al -

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e L 1 P H A .S L E. . V 1

clugos, estuvo desde entonces sometido a la providencia


vengadora; se dejó morir de hambre por temor de ser en·
venenado por su ' hijo. ti mied0 es el suplicio de los infa·
mes. El rey había vivido p<lta un<l cortesana y por ella ha·
bía cargado de deudas el reino que una virgen le de·
fendió. Los poetas nacionales han dedicado cantos a la
cortesana y a la virgen. Voltaire a Juana de Arco y Beran·
ger a ~na Sote!.
1
Juana murió inocente, pero las leyes contra la magia des·
1

cargaron pronto y castigaron un gran culpable. fué uno


de los más valientes capitanes de Carlos VI! y los serví·
cios que había prestado í'll Estado no pudieron equilibrar
el número y la enormidad de sus crímenes.
Los cuentos del ogro y de Pulgarcito fueron realizados
y aventajado s con las acciones de este fantástico perdidQ
y su historia ha quedado en la memoria de los· niños con
el nombre de Barba-azul .
Gi!les de Lava!, señor de Railz, tenía efectivamente la
bmba tan negra, que parecíll que era azul, como se puede
ver en el retrato que está en la Sala c!e los Mariscales del .
Museo de Versalles; era un mariscal de Bretaña, bravo co-
liJO buen francés, fastuoso porque era rico, y hechicero
porque era loco.
La perturbació n de las facultades del señor de Raítz se
manifestó al principio con una devoción lujosa como mag·
"'
n.ificencia exagerada. Siempre le precedía la cruz y el es·
landarte; sus capellanes iban cubiertos de oro y adorna·
dos como prelados; en su casa tenía todo un colegio de
pajes o de monacillos , vestidos con gran riqueza. Todos
los días uno de estos iba a las habit<Jciones del mariscal Y
sus camaradas no le volvían a ver: otro nuevo reemplaza·
ba al que había iáo y se les
prohibía severament e infor·
- 245}-'
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HI ST OO IA DE LA M A O 1 A

marse de la suerte que .corrí an los que había n desapa


recí~
do y hasta habla r de esto entre ellos. .
El maris cal tomab a estos niños de entre las· famili
as -po-
bres, a las que se las deslu mbrab a con prom esas
y las que
se obliga ban a no volve rse a ocupa r de los niños
a los que
el señor de ~ailz asegu raba, deda él, un porve nir
brillan te.
Ahora vamo s a ver lo que pasab a:
La devoc ión era la careta que servía de pasap orte
a he-
chos infam es. El maris cal arruin ado 'con los
gasto s de
loco, quería a toda costa crear riquez as; la alquim
ia había
agotado sus último s recursos~ .muy proni·o los
~réstarnos
usurar ios iban a serie negad os; enton,c esres ol\'ió
intenttlr
las últimas expe~iencias de la magia negra y fabric
ar oro
con medio s infern ales. Un cura apóst ata de la dióce
sis de
Sain't Maló, un florenti_no llama do Prelat i y el intend
er':t.e del
mariscal, llama do Sillé, eran sus confid entes y cómp
lices:
tiabía casad o con una joven de alta alcurn ia y
la tenía ,.
encerrada en d Castil lo de MachecG>ul; había en
el castil lo
una torrecilla con la puerta conde nada. Amena¡¡aba
ruina,
decía el maris cal, y nadie intent aba entrar allí; sin
emba r-
go, lél señor a de Raitz a la que su mat:id o dE.'jaba
con fre- '
cuencia sola por la noche , había visto en la torre
luces ro-
jizas que iban y venían . No . se atrevi ó a interr
ogar a su
marido cuyo carác ter n:ro y somb río le inspir aba
cada vez
más temor. El día de Pascu a del año 1440, despu
és de ha-
ber ~omulgad 0 solem neme nte en la capill a, se desptd
ió el
mariscal de la castel lana, anunc iándo le que pilrtía
parc11
Tierra Santa ; la pobre mujer no le pregu ntó más,
tanto
temblaba en su presen cia; estaba en cinta desde
hacía va- .
ríos meses. El maris cal permi tióla que vinies e su
herma na
11 su lado con el fin de que tuvier a comp
añía e.n su aus·en -
cia, La s~ñora de R<tilz usó del perm iso y mand
ó a bu$ca r
_._ 243 -

© Biblioteca Nacional de España


e L 1 P N A [.. E 1

a su hermana; Gilles de Lava!, montó enseguida a caballo


y se puso en marcha.
· Entonces la señora de Railz hizo de su hermana la con-
fidente de sus inquietudes y temores. ¿Qué pasaba en el
Castillo? ¿Por qué el señor de Rialz estaba tan somb1 ío?
¿Por qué las ausencias tan frect.:entes? ¿Qué erd de los ni-
ños que desaparecían lodos los días? ¿Por qué las luces
nocturna s de la torre condenada? Estas preguntas excita·
ron al máximo la curiosid ad de las dos mujeres.
¿Y qué hacer? El marisca l había p.rohibido de una ma·
nera absoluta aproximarse. a la 10rre peligros a y antes de
partir había reiterado formalmente la prohibic ión.
Debía existir una entrada secreta; la señora de Railz y sti
hermana Ana se pusieroñ a la busca; explorar on las salas
bajas del. castillo, rincón pcr rincón y piedra por piedra; al
fin, en la capina y é:Jltrás del altar, encontra ron un botón
de cobre, oculto en el artesonado , que cedió a la presión
de la mano; cayó una piédra y las dos curiosas palpitan·
fes vieron los primeros peldaños de una escalera. •
La escalera condujo a las mujeres a la torre conde·
nada. En el primer piso encontra ron una especie de capi·
lla, en la que la cuz esldba hacia bajo y los cirios eran ne·
gros; sobre· el aliar se hallaba colocada una figura repug·
nante que representaba sin duda el demonio. En el' segundo
había hornillos , retortas, alambiques, carbón, en fin todos
los· aparatos de los alqu:mistas. En el tercero no entraba
la luz; se respiraba un aire pE'sado y fétido que obligó a
las dos jóvenes visilcmtes a marcharse. La señora de Railz
tropezó con un vaso que cayó, y al mismo tiempo sintió
que el vestido y los pies se habían manchado con un Hqui·
do denso; cuando salió al rellano de la esc¡1lcra, con la luz
vió que estaba manchada de sangre.
-244 -

© Biblioteca Nacional de España


lfiSTOl llA DE LA MAOIA
1
· Su hermana Ana quiso huir, pero en ello fué más fuerte
la curiosidad que el h0rror y que el miedo; bajó, cogió la
lámpara de la capilla infernal y volvió a subir al tercer piso
donde vió un tenible espectáculo.
Había unos barr.:ños de cobre llenos de sangre que es-
taban colocados ordenadamente a lo largo de la pared con
etiquetas que marcaban las fechas, y en medio de la habi·
tación en una m1sa de mármol negro, el cadáver extendido
de un niño que habían oegollad0 hacía poco.
Uno de los barreños había sido derribado por la señora
de Raitz, y . la sangre negra se había extendido por el suelo,
de madera apolillada y mal barrido.
Las dos mujeres estaban muertas de espanto. La señora
de Raitz quiso a toda costa hacer desaparecel' los indicios
de la indiscreción; fué en busca de agua y una esponja para
lavar las tablas, y lo que hizo f¡,¡é extendl!r la mancha, que
de negruzca que era, se convirtió en sanguinolenta y ber-
meja. De repente un grcm 11umor corrió por el castillo, los
criados gritaban llamando a la señora de Raitz y ella dis-
tingue muy bien estas palabras: Monseñor está de vuelta.
Las dos mujeres se precipitan hacia la escalera, y en el
mismo instante oyen en la capilla del dia·blo ruido de voces
Yde p'a sos; Ana huye y sube hasta las almenas de la to-
rre; la señora de Raizt desciende tambaleándc·se, y se en·
cuentra frente a frente con su marido que subía seguido
del cura apóstata -Y de Prelati.
Gilles de Lava!, coje a su señora por los brazos y sin
decirle nada la arrastra il la capilla del diablo; entonces
Prelati dice al mariscal: cYa veis qu~ es necesario y que
la víctima ha venido expontáneamente>>,
-Pues bien; sea, dijo el m.lriscal; que comience la misa
negra.~

- 243 -~

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L 1 p 11 ·• )1 ·L e V 1

El eura ·apóatata se dirige al aliar, el señor de Railz abre


un armarito embutido en el mismo altar y coge un gra1. cu•
thillo; luego va a sentarse al lado · de su mLJjer que está
desvanecida y caída en un banco junto a la pared de la ca·
pi·lla; las ceremonias sacrílegas comienzan.
. Hay que saber qu~ el señor de R<1ilz, en lugar de tomar
al p11rtir, el camino de Jerusa·lén , tomó el de Nantes, donde
vivía Prelati; ent.ró como un lqco furioso en casa de este
miserable con amenazas de matarle si no le daba los me·
dios .de obtener del diablo lo que le p!;!día hacía tanto liem·
po. Prelati, para ganar tiemp·o, le había dicho que lt1s con·
diciones absolutas del amo eran terl'ibles y que ante todo
er'a preciso que el mari.scal se decidiese a sacrificar al dia·
·b lo su último hijo arrancaclo por la fuerza del seno de la
madre.
Oilles di! Lava! no respondió nad a; volvió al instante a
Machecoul, llevándose con él al hechicero florentino y al
cura. Encontró a su mujer ·en la torre y ya se sabe Jo
demás.
·Sin embargo Alna, olvidada en la plataforma de la lorr.e•
y como no se atrevía a bajar, se había quitado el velo Y
haéia con ·él señal es de socorro a las que respondieron dos
caballero~. seguidos de -algunos servidores armados que

galopaban hacia el castillo; eran sus dos hermanos que


con0ciendo la sim,l!lada partida del señor de Lava!, venían a
visitar y consolar a la señora de Raitz. Muy pronto entra·
ron con estrépito en el patio del ca::.tHio; Gilles de Lava! in·
terrumpió la horrible ceremonia y dijo a su mujer:
. ~c .Señora, os concedo la gracia.; no se volvaá a tratar '¡
de esto si hacéis lo que os digo: id a vuestro cuarto, cam·
biad de vestido, e id a buscarme a la sala de honor donde
voy a recibir a vuestros hermanos; si delánte de ellos,
..:.. 246-

© Biblioteca Nacional de España


Hl. STOOIA D l! LA MA

decis una p11labra por la que puedan sospechar algo, os


tr¡¡igo aquí cuando. se vayan , continwaremos la ~isa n.e-
gra en donde la hemos dejado. y moriréis en la consagra·
ción. Fijáos bien donde dejo el cuchillo•.
Entonces se levanta, conduce a su mujer a la puerta de
su cuarto y baja a la sala de honor en dond~ recibe a los
dos gentiles-1hombres c0n su séquito, diCiéndoles que su
mujer se dispone a venir a abrazar a sus hermanos.
M')ment os después aparece la ,señora de Raitz, pálida
como un difunto. GiJles de Lava! no dejaba de mirarla con
fijeza y de dominarla ·con la mirad·¡¡. ¿Estáis mala, herma-
na mía?.- No, son las mole1;tias del embarazo, y .bajo, afia·
de la pobre mujer, quiere matar111e; salvadme.
De repente, Ana, que había logrado salir de IJ torre, lle·
,ga a la sala gritando:. ¡Salvi~:dnos,llevadnos con vosotros,
hermanos míos; este hombre es un asesino!-y sefiata.~a
a Gilles de Laval.
El mariscal llamil a sus gentes en su socorro. La escol-
ta de los dos hermanos rodea a las dos mujeres y _pone
mano a la espa da; pero las gentes dd señor de Raitz, vién·
dote fuera de si, le desarman en lugar de obedecerle. ~ien­
tras tanto la señora de Raitz, su hermana y sus hermanos,
.llegan al puente levadizo y Si:llen d !l castillo.
Al día siguien te, el Duque Juan V, sitia Machecoul, y Oi·
lles de La val qwe ya no contaba con _su gente, se rinde sin
resistir. El Parlamen to de Bretaña había decretado pren-
derle como homicida; los jueces ecle~iásticos se dispusie·
ron a juzgarle, primero como hereje, sodomita y hechice·
ro. La voz que por el terror había estado tanto tiempo c·a·
liada, se elevó por ·todos sitios para pedirle cuenta de los
niños desaparecidos. Tocla la provincia estuvo de duelo y
e5talló en un clamor general; se I.Juscó en los castillos de
-241

© Biblioteca Nacional de España


e L 1 P H A L

Machecoul y de Chautocé y se enc.-ontrólos restos de más


de doscientos esqueletos de niños; los demás habían sido
quemados y consumido s completamente.
Gilles de Lava! compareció ante sus jueces con suprema
arrogancia .
-¿Quién sois?--.se le preguntó según costumbre.
-Soy Gilles de Lava!, r.1ariscal de Bretaña, sefior de
Raitz, Machecoul, Chantocé y otros lugares. ¿Y vosotros
que me interrogáis , quién sois?
-Somos vuestros jueces. Los mllgislrado s del tribunal
de la Iglesia.
-¡Vosotro s mis jueces! ¡Vamos. vl!mos!; os· conozco,
eois simoniacos y libertinos; vendéis a Dios para come
prar los goces del Diablo. No hablé!s de juzgarme, por
q•re si soy culpable, ciertamente que sois vosotros mis
instigadore s y m.i s cómplices, los que me debíais dar
·ejemplo.
-Cesad en las injurias y respondednos.
-Prereriría que me ahorcaran a responderos, y me ex·
fraña que el Presidente de Bretaña os deje juzgar estos
asuntos. Sin duda interrogáis paru instruiros y hacer co·
sas peore:-; que las que habéls hecho.
Esta altanería insolente decayó ante la amenaza deltor·
mento. Entonces conresó ante el Obispo de Saint-Bricu c y
el Presidente, Pedro de l'Hopital, los crímenes y sacrile·
gios; pretendió que la muerte de los niños era motivada
por una voluptuosid ad execrable que experimentaba du·
rante la aP,onía.
El presidente no ' pareció convencido y preguntó de nue·
vo al mariscal: - «Desgraciadamente, dijo con brusque·
dad éste-, os atormentáis inútilmente y al mismo tiempo
a .mí-. No 0s atormento, replicó el presidente, sino que
-243-

© Biblioteca Nacional de España


HISTO RIA DE LA M A O 1 A

estoy altamente maravillado de lo que me decís y no ¡me·


do pasar por ello, as! como as!. Deseo y quisiera saber la
pura verdt!d. »
t i marisca l le respondió: cVerdaderam enttno habfa otra
causa ni otra intención que lo que os he dich(;: ¿qué más
queréis? ¿No es esto bastante para condenar a muerte a
diez mil hombres?
Lo qU(! G.lles d~ R1itz no q"Jería decir, es que buscaba
la piedra filosofal en la san~r~ de los niños d egollados. La
avaricia le impelía a esa monstruosida d; creía haciendo
té a los nigromantes que el agente universal de la vida de-
bía ser súbitamente coagulado por la acción y reacción
combinada del ultraj e a la Naturaleza y d el crimen; recogía
después la película irisada que se formaba en la sangre,
cuando empezab:~ a enfriarse; la hacia sufrir diversas fer-
mentaciones y ponía a disolver el producto en el huevo
filosófico de Atanor. añadiéndole sal , azufre y mercurio.
Sin duda había sacado esta recela de alguno de los viejos
formularios hebreos que hubiesen bastado de SPr cono-
cidos, para que !os judíos fuesen execrados en toda la
tierra.
Co'llo estaban persuadi·dos que el acto de la fecunda-
ción humana, atrae y coagula la luz aslri'll, reaccion<mdo
por simpatía e n los seres sometidos al magnetismo del
hombre, los hechice ros israelitas, habían llegado a los dis·
parares qu.e le había reprochado filón en un pasaje.. que
copia el astrólogo Gaffarel.
Injertaban. los árboles, mujeres que colocaba n el injerto,
mientras que un hombre ejercía sobre ellas actos contra
natura. Siempre que se trata d e magia negra se ven los
mismos horrores. porque el es píritu de las tinieblas es muy
poco inventivo. Gilles de Lava! fué quemado vivo en el
-249 -

© Biblioteca Nacional de España


~ L ! P ll •A {J L e. V 1

prado de la Magdalen:t, cerca de Nantes; obtuvo permiso


para ir a la muerte con todo el fausto de que se acom:;¡a-
fíaba en vida, corno si quisiera desprestigiar con la igno·
minia de su suplicio, ei fausto y la avaricia que le habían
degradado y perdido.

- 250-

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CA.PfTULO VIl

SUPERSTICIONES REtAIIVA S AL DIABLO

Ya tenemo_s dicho cuánto s.e ha preocupado la ·Igle•


sia de las d~cisiones relativas al geniq del mal: ella
enseña a no cree·;. en é1 y recomienda a sus hijos no ócu-
parse del diablo ni pronunciar jamás su nombre. Ent~etan­
to la inclinación de las imaginaciones enfermils y de las
cabezas débiles por lo monstruos o y horrible, dá durante
los malos días de la edaa medi,a, una importancia formida -
ble, y las formas más amenazadoras a ese ser tenebroso
que merece el olvido, porqu·e desconoció eternamente la
verdad y la luz.
Esta realización aparente del fantasma de la perversidll d,
fué como una encamación de la locura humana; el diablo
viene a ser la pesadilla de los claustros, el. espíritu huma-
no s.e hizo miedoso y se vió a los seres pretendidamente
razonables temblar delfnle de sus propias quimer-as. Un
monstruo negro y deforme parecía haber extendido sus
alas de murciélago entre ·el cielo y la tierra para impedir a
la juventud y a lá vida, confiarse en las· promesas de1 s.o l
Y en la posible serenidad de las estrellas. Esta harpía de
la supersticiórJ, emponzoñaba iodo con su aliento, infecta- •
ba todo con su contacto,; no se . podía beber ni corr.er sin
temor de trag-arse el reptil; no osaba mirar la belleza; si se
reía: se creía es·euehar como un ee0 fúnebre la risa sarcás-
- 251 - ·

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l e · L 1 P H A

ticll de atorm entad or eterno ; si se llorab a. se


Insult ar a las lágrim as. El diablo parrcí a tener
L

sione ro en el cielo, e impon er a los homb res sobre


rra la blasfe mia y la deses perac ión. Las super
V

le crefa ver
a Dios pri·
1

la tie·
sticio nes
conde nan siemp re a la inepci a y a la demen cia;
nada más
deplo rable y más fastid ioso, que la serie de
histor ias
de aparic iones diabó licas, en las que los
escrit ores
vulga res de la· histor ia de la magia han espig
ado con
exces o st<s comp ilacio nes. Pedro el Vener able,
vió ol dia·
blo tirars e de cabez a a las ·c etrina s; otro cronis
ta le reco·
noció bajo la forma de un gato que se parec ía
a un perro,
y que brinca ba como un simio ; un señor de Coras
a tenia
a sus órden es a un diabli llo llama do Orión , al
que se le
apare ció bajo la forma de una cerda prodi giosa
mente blan·
ca y desca rnada . Guille rmo Edelin , ·prior de San
Germá n
de los Padre s, declar a haber lo visto e bajo la
forma y se·
· · mejan za de un carile ro que le parec ía, en aquel
instan te,
· besar brutal mente bajo la cola en señal de r ::veren
cia y de
honor .:.
Much as desgraciada~ mujer es viejas , se acusa
ban de le·
nérle por amant e; el maris cal Trivu lcio murió de
terro r es·
grimi endo estoq ues y tablas contra .los diablo s
que él vd1
llenan do su habita ción; se quem aron por cente
nas dcsg-ra·
ciado s idiota s y locos que tuvier on comer cio
con el ma·
Jigno; no se escuc haba habla r más que de íncub
os y su·
cubos ; los jueces acogí an gravement..' revela cione
J. s que era
1 precis o fallar, enviá ndola s a los médic os, y la
opinió n pú·
~ .
blica ejercí a sobre ellos una presió n irresis tible
y la indul·
genci a para los hechi ceros expon ía a los magis
trados a
todos los furore s popal ares. Lil persec ución que
se hacía
a los locos , propa gaba la locura , y los madiá ticos
se des·
trozab an mutua men·te; !os golpe aban haslil matar
los, los
- 252 ,;....

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it i S10R IA De LA M A O 1 A

quemaban a fuego lento, sumergía n en dgua helado:~ a los


desgracia dos que el rumor público acusaba de magia, para
obligarles a deshacer los hechizos, y la juslicia no inter-
venía más que par.a termina r en una hoguera lo que había
comenzado la ciega cólera de la multitud.
Al con·tar la historia de Gilles di! Lava!, hemos probado
suficientemente que la magia negra puede ser un crimen
real y el mayor de los crímenes, pero la ceguera delliem- ·
' .
po hizo confundir a los enfermos con los criminale s. y
castigaba a los que había que cuidar con paciencia y
caridad.
¿DJnde comienza la responsabilid:~d en el hombre?
¿Dónde termina? Este es un problema que tiene que in-
.quietar con frecuencia a !os depositar ios de la justicia h:t-
mana. Calígula, hijo de G ~ rmanico, parecía habar hereda -
do todas las vi1 ludes de su padre; un veneno que le dan,
turba su razón y se convierte en el espanto del mundo. Ha
sido verdadera mente culpable y no debe achacarse única-
mente sus hazañas a los cobardes romanos que le o!:>ede-
cían, en lugar de encerrarle .
El Padre Hilarión Tissol, que ya hemos citado, llega
m:ís lejo.s que nosotros y dice que lodo consentim iento al
crim'i!n es una locura; desgracia dami!nle explica la lo cura
por la obsesión d<!l espíritu ·malo. P.:> dríamos pregunta r a
este buen religioso lo que pensaría de un padre de familia
que después de haber c<.rrado su puerta a un granuja ca-
paz de cualquiel' mal , le dejara d:!recho de frecuenta r i.l sus
hijos, de aconsej; rlos y pasearlos y obsesiona rlos.
Admitim::>s para ser verdadero s cristianos que el diablo,
osea lo que seá, no obsesiona más que a los que se dan vo -
luntariamente a él, y ellos son responsab les de todo lo que
él pueda sUSl'erirles, como el borracho debe ser responsa -·
- 25~-

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L 1. p H A L E V 1
ble de tod os los des órd ene
s que pue da cau sar bajó
fluencia de la bor rac her a. la•in·
La em bri agu ez es una loc
ura pas aje ra, y la loc ura
em bri agu ez permilnente; una una
y otr a est án cau sad as por
áto mo de fós for o en los un
ner vio s del cer:ebro que des
el equilibrio lum ino so y priv truy e
a del ins tru me nto de precisi
al <:lma. El alm a espirituol ón
y· per son al, pélrece ent onc
Mo isé s ata do y baj ado en es a
su cun a de betún y aba ndo
al bal anc eo de las agu as nad o
del Nilo; es arr ast rad a por
alm a flúidica y ma teri al del el
mu ndo , agu a mis teri osa
bre la cual pas a el al ien so-
to de Eloim, cua ndo el
div:no . pro nun ció est as Ver bo
lum ino sas pal abr as: cH
la luz». ága se
El alm a del mu ndo es un
fuerza que tiende con stan
mente al equilibrio; es pre te-
cis o que triunfe sob re la
la d o que la vol unt ad triunfe vol un·
sób re ella . To da vida incom
plet", la ato rme nta · com o -
una mo nst ruo sida d y ella
esf uer za sie mp re en rea bso se
rbe r los abo rto s intelectual
por est o , los maniát ico s es;
y los alu cin ado s se sienten
pul sac los irre sist ible me nte im·
a la des tru cci ón y a la mu
la anu lac ión les par ece un et•te,
bien y no sol am ent e quisier
.morir, sin o que se~ían dic an ,
hos os vie ndo .mo rir a los dem
Sie nte n que la vida se les ás.
esc apa , la con cie nci a· les
y les d~sespera; su existen pena
cia no es sol am ent e el sen
miento de la muerte, es el tl·
sup lici o del infierno.
Uno oye una voz imp erio
sa que le ord ena ma tar a
hijo en la cun a. Lucha , llor !~U ·
a, hu ye y aca ba por cog
hac ha y ma tar al niño; ot~ er un
o . y est a esp ant osa
reciente, per seg uid o por his tor ia es
voc es que le pedían cor azo
ma ta a ~us pad res , les abr nes ,
e el pec ho .y roe los cor azo
sem i-d esg arr ado s. Qu izn nes
com ete del ibe rad am ent e
inala a,cción da am1s a la una
des tru cci ón ~terna y no pue
de
-2 64 -

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HISTO RIA De t.A MAOIA

preveer hasta dónde re llevaría este funesto !ralo con el


espíritu del mal.
El ser es subtancia y vida; la vida se ma:r'!ifiesta con el
movimiento y el movimiento se perpetúa con el equ~librio;
as! pues, el equilibr~:> es la ley de la inmortalidau.
La consciencia es el sentimiento del equilibrio y este es
la exactitud y la justicia. Cualquier exce~~ cuando no es
mortal, se corrige con un exceso co,ntrario; es la ley eter-
na de las reacciones, pero si el exceso se precipita fuera
de todo equilibrio, se pierde en las tinieblas exteriqres y
se convierte en la muerte eterna.
El alma ue la tierra arrastra en el vértigo del.movimien ·
lo astral todo lo que no le resiste con las fuerzas equili·
bradas de la razón. En cualquier sitio que se manifies,te · ,
una vida imperfecta y mal formada, hace afluir sus fuerzas
para destruirlas como los espíritus vitales ac uden para
cerrar las llagas. De esto provienen los desórdenes atmós-
féricos que se manifiestan alrededor de algunos enfermos,
las conmociones flúidicas, los movimientos de los mue-
bles, las suspensiones , las pied~as que se mueven, las
distensiones aéreas que hacen aparece¡· a distanda, e,l es·
peiismo sens.iblc y tangible de las manos o de lo's pies del
obrero.
La Naturaleza se atormenta alrededor de un cáncer que
,QLtiere extirpar, alrededor de una lla~a que qu~ue cel'rar,
alrededor de una especie de vampiro que quiere matar para
volverle a la vida.
Los movimientos espontáneos de los objetos inerles,
tienen qu~ proceder de un trabajo de la s fuerz¡;¡ s que iman·
tan la tierra; un espíritu , es decir, un pensamiento. no le·
vanta ncda sin palanca. Si no fuese así el trabajo casi in·
finito de la Naturaleza para la creación y perfeccio"'amiento

- ~~--
© Biblioteca Nacional de España
L 1 p H A L e " 1
de lps órganos, no tendría objeto. Si el espfrittJ, separc:do
de los sentidos pudiera hacer obedecer a la materia a su
gusto, los muertos ilustres serían los primeros que se nos
revelasen, con movimien tos armonios os y regulares ; en
vez de ésto, vemos movimien tos incoherentes y febriles
·que se producen tJirededor de seres enfermos, inteligentes
y caprichosos. Estos seres son imanes desconcertados,
que hacen desbarrar el alma de la tierra; pero cuando· la
tierra delira a consecuencia de la erupción de los seres
abortados, sufre ella también al atravesar una crisis que
ha de terminar con violentas conmociones.
Hay verdaderamente mucha puerilidad en ciertos hom·
bres que pasan por serios. Tal el marqués de Mirville que
atribuye al diablo todos los fenómenos inexplicables. Pero,
querido señor, ¿si el diablo tuviera el poder de alterar el
orden natural, no lo utilizaría inmediatamente, de manera
que lo trastocara todo? Dado el ~arácter que se le supone,
no se detendría ante ningún escrúpulo.-1 .~ h! me cont~s·
taríu, es que la potencia de Dios se opondría a ello-. Poco
a poco; el poder de Dios·se opondría o no se opondría. Si
se opone, el diablo no podría hacer nada; si no se opone,
el diablo quedaría el amo ... Mr. de Mirville nos dirá que
Dios lo pem:ite un instunte, el necesario para eng11ñar o
los pobres hombres, paru turbar su inteligencia, tan fuerte
ya como sabem0s. En este caso, efectivamente, no es el
di.:lblo el amo; es Dios quien sería. .. ¡pero no queremos ter·
minar la frase: ir más lejos sería una blasfemi<ll
No quieren comprenderse bien las armonías del ser que
se distribuye n por la serie, como di ce muy bien el m ~ nia·
co de fourier. El espíritu obra sobre los espíritus por el
Verbo. La materia recibe las huellas del espíritu y comuni·
c:.a con él por medio del organism o perfecto; la armonía de
- 256 "--

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H/S10R/A D E LA MAO IA

las formas, se asemeja a la armonía de las ideas, el


mediador común es la. luz: la luz que es espíritu y vida;
la luz que es la síntesis de los colores, el acorde de
las sombras , la armonía de las formas: la luz cuyas
vibraciones son las matemát icas vivientes. Peno las ti-
nieblas · y sus fantástic os efectos, l0s err0res forfores -
centes del sueño, las palabras estériles del delirio, nada
crean, nada realizan; todo es to, en una palabra, no
existe: son los limos de la vida, los vapores de la
embriaguez astral, los deslumb ramiento s nervioso s de
los ojos fatigado s. Seguir tales fulgores , es marchar
por un callejón sin salida; creer en semejan tes reve-
laciones, es adorar la muerte: la misma Naturaleza J-o
dice.
Las mesas giratorias sólo escriben incohere ncias e in-
jurias; son los ecos más ínfimos del pensami ento, los sue-
ños más absurdo s y más anárquic os; las palabras , en
fin, de que se sirve el populach o para expresar el despre-
cio. Acaba mos de leer un libro del barón de Guidens tsu-
ve que pretende comunic ar por medio de letras con el
otro mundo. Obtuvo resP, u estas, ¡y qué respuest as! Dibu-
jos obscenos, jeroglfficos desespe rantes, y una locución
griega, el soplo muerto, o mejor dicho el espíritu de
muer/e.
He aquí la última palabra de las revefaciones feno-
menales, si se la separa de la autorida d sacerdo -
tal Y se la quiere hacer indepen diente de la inspecci ón
de la jerarquía. No negamo s nosotros ni la realidad ,
ni la importancia de los fenómenos, ni la buena fé de
los creyentes, pero debemos advertirle de los peligros
a que se exponen si no dan preferencia al espíritu de
sabiduría, dado jerarquía y divinamente a la Iglesia,

17

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e L 1 p H A L e V

sobre las comunicaciones desordenadas y oscurM, en


las cuales el alma flúidica de la tierra, refleja maquinal·
mente los espejismos de la inteligencia y los sueños de la
razón (1).

(1' V PtJse sobre el pl'rtfcular la documenttJda obra de P. OIBI!In /JI


Espiritismo, publictJda P,or e.sta mlslJla biblioteca (N. DEl. B.)

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LIB RO V

C.II.PfTULO PRIME RO
SACERDOTES Y PAPAS ACUSADOS DE MAG
IA
Hemos dicho que, despu és de las profan acion es e
impie·
dades de los gnóst icos, la Iglesia habfa prosc rito
la Ma-
gia. El proce so de los templ arios completó la wptur
a y, a
partir de esta época , obliga da a oculta rse para plane
ar en
la somb ra su venga nza, la Magia -prosc ribió a su
vez a la
Iglesia.
Más prude ntes que los heres iarcas que alzaba n públic

mente altar frente a altar, entregáncjose asf ellos
mism os
al destierro y a la hogue ra, los adept os disim ularon
sus re- -
sentimientos y sus doctri nas; se unieron entre sí por
jura·
mentas terribles, y, sabien do cuánt o importa ganar
desde
luego una causa en el tribunal de la opinió'n, volvie
ron
contra los acusa dores y sus jueces las acusa cione
s sinies -
tras que pasab an ellos y denun ciaron al puebl e el
_sacer·
docie como una escue la de Magia negra .
En tanto n; asient a sus convi ccion es y creen cias
sobre
la base inconmovible de la razón , el homb re se apasi
ona
desgraciadamente igual por la verda d que por la
mentira,
Ypara los defen sores de una y otra las reacc iones·
son
crueles, ¿9uié n podrá hacer cesar esta guerr a?
Sólo el"
- 2."19 -
© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p H A .S L E 1
¡. espíritu de aquel que ha dicho: «No devolváis el mal por
1
el mal, sino triunfar del mal haciendo el bien>.
Ha sido acusado el sacerdocio católico de ser persecu-
tor, y, sin embargo, su misión es la del buen Samaritano.
Por eso ha sucedido a los levitas inhumanos que siguen
su camino sin sentir compasión del pobre herido de Jericó.
Ejerciendo la humanidad es como prueQan su consagra-
ción divina. Es, por tanto, una suprema injusticia arrojar
sobre elsacerdocio la mancha de los crímenes de algunos
que ostentaban torpemente tal investidura . Un hoiT.'bre,
sea quien sea, puede ser un malvado; un verdadero sacer·
dote es siempre caritativo.
Los falsos adept0s no lo e'ntendían así. El sacerdocio
cristiano, según ellos, estaba plagado de nulidad y usurpa-
ción después de la proscripción de los gnósticos. «¿Qué
es, en efecto-decían- una jerarquía en la que la conciencia
n0 constituye ya los distintos grados?> La misma ignoran-
cia de los misterios y la misma fé ciega lanzan al mismo
fanati~mo o a la misma hipocresía a los primeros jefes y

a los últimos ministros del santuario. Los ciegos son con-


ductores de ciegos. La supremacía entre iguales, no es
más que un resultado de la intriga o del azar. Los pasto-
res consagran las santas especies con una fe grosera; ·son
escamotead0res de pan y devoradores de carne humana.
Ya no son taumaturgos, son brujos: esto es lo que decían
los sectarios.
En apoyo de esta calumnia, inventaron fábulas; los pa-
pas, según ellos, estaban entregados ,al espíritu de las ti-
nieblas desde el siglo x. 'El sabio · Gerbert, que fué coro-
nado con el nombre de .Silvestre 11, lo había confesado
al morir. Honorio lll, el que confirmó la Orden de Santo
Domingo y predicó las Cruzadas, era él mismo ·un abomi-
260-
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HISTORIA D E L A M A O 1A

nable nigromante, autor de un tratado que aún lleva su


nombre y que está exclusivamente reservado a los sacer-
dotes. Enseñaban y comentaban este tratado, pretendien-
do así 'volver contra la Santa Sede el más terrible de todos
los prejuicios populares en aquella época; el odio mortal
de todos los que, con razón o sin ella, pasaban pública-
mente por brujos.
\
Se encontró historiadores malévolos o crédulos para
acreditar estas. falsedades. Así Platino el cronista escan-
daloso del papado, repite, tomándolo de Martín Polonius
las calumnias contra Si!.vestre 11. A creer tales fábulas,
Gebert, que estaba versado en las ciencias matemáticas y
en la cábala, ha~ía evocado al demonio y le había pedido
su ayuda para llegar al pontificado. El diablo se la prome-
tió, anunciándole además que no moriría sino en Jerusa-
lén, y ocioso es decir que el mago hizo interiormente voto
de no ir jamás a esta c:iudad; llegó, pues, a ser papa, pero
un día, estando diciendo misa en una iglesia de Roma, se
sintió gravemente enfermo, y recordando entonces que la
capilla en que había oficiado se llamaba la Santa Cruz de
jerusalem, comprendió que había llegado su hora; hizo,
pues, que le tendieran sobre un lecho en la misma capilla
y llamando a su alrededor a sus cardenales, confesó haber
tenido co~ercio con los demonios y ordenó que, después
de su muerte fuera colocado en un carro de madera nuevo
al que habían de engancharse dos caballos vírgenes, uno
blanco y otro negro, disponiendo que se diera a estos
rienda suelta, sin conducirlos, y que se le sepultase allí
donde los caballos se detuviesen. El carro atravesó de
esta forma todo Roma y se· detuvo ante la iglesia de La-
Irán. Oyense entonces grandes gritos y lamentos; a poco
todo volvió al silencio y pudo procederse a la inhuma-
- 261-

© Biblioteca Nacional de España


e L J p H A L E 1

ción. Así acaba esta leyendl! digna de la biblioteca azul.


Este Marlín Poloniu s, de quien transcri be Platino tales
fantasí~s, las había tomadq a su vez de un cierto
Galfride
y de un cronista llamado Gervas io, al cual denomina Nau-
de ce! más grande forjador de fábulas , y el más insigne
embust ero de cuantos han maneja do la pluma•. Documer-
tándose en tan serios hist oriadores han 'publicado los pro·
!estante s la leyeríd'a escanda losa y apócrifa de una supues·
¡

ta papisaJua11a , que fué también bruja como es sobido, .Y


a la ..¡ue igualmente se atribuyen libros de magia negra.
Hemos hojeado una historia de la papisa por un autor pro·
. testllnte y hemos encontr ado dos grabad os muy curioso s.
Son antiguo s retratos de la heroína , s egún pretende el his·
toriado r, pero ~n realidad son dos viejos tarots represen ·
!ando a lsis coronad a de una tiara. Sabido es que la figu·
ra jeroglífica del número dos en el taro! se Jlarria todavía
papisa; es una mujer· que ostenta una tiara sobre ia que se
ven las puntas de la media luna o de los cuernos de lsis.
La del libro protesta nte es más notable aún: -tiene los ca·
bellos largos y flotantes, una cruz solar sobre el pecho,
está sentada entre las dos column as de Hércules y detrás
de ell¡¡ se extiende el Océano con flores de loto que se
abren sobre el agua. El segund o retrato represe nta la mis·
m a diosa con Jos atributo s del soberan o sacerdo cio y su
hijo Horns en brazos. Estas dos imágen es son, pues, de
gran precio como docume ntos cab,alísticos, pero nada va•
·¡
le~ para los partida rios de)a papisa Juana.
En cuanto a Gerbert , p¡¡ra que la acusaciOn de brujería
I·anzada contra él, caso de ser seria, cayese por tierra, bas·
tarf¡¡ con decir que era el hombre más sabio d.e su siglo y
que, habiendo sido precept or de dos soberan os; debió su
·encumbramiento ll la gratitud de uno de sus augusto s dis·
-262 -

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H 1 8 T O R, 1 A· D e LA MAGIA

cfpulos. Poseía a fondo las ' m.C!,temáticas y sabía acas~


más física .de la que ·podía 'conocers'e ·en SU tiempo; era
persona .de una erudicióñ tinive·rdal y de una habi'lidad e.x-
trema, como puede comprobarse leyendo las epístelas que
ha dejado; no era un azote. de rey e~ como lo fué el terrib'le·
Hildebrandó. Prefería instruir a los Príncipes a excomul-·
, garlas y, poseyendo el. favor de dos reyes'-de Francia y ·de
tres emper.ado~es, no tenía necesid51d, como 1o hace notar
juiciosamente Naude, de entregarse ' al aiablo para alean~
zar sucesivamente los arzobispados de 'Reiins y Rárena, ·y
por fin el papado. Verdad que en cierto mo.do llegó a ellos'
a pesar de su mérito, pues era aquel un siglo' en que los
grandes políricos eran .tenidos por posesos, y los sabies
por encantadores. Gerbert era no sól0 tin gran matemáti- ,
coy un astrónomo, notable, sino que sobresalía también en
la mecánica, y en la ciudad de Reims construyó, según
asegura Guillermo Malmesbery, máquinas hidráulica's · ~an
maravillosas, que en ellas el agua ejecutaba por sí sola
sinfonías con los más agradables ritmos; cOnsJruyó. tam-
bién, según Ditmare, en. Magdeburgo"un reloi que marca·
. '
ba todos los movi'n1ientos del cielo y ·la hora de salir y .de
ocultarse las estrellas; es también el autor, dice; este Naude
que tanto nos· c·? mplacemos en citar aquí, de «J,a Cabeza
de metal tan ingeniosamente q:ons·truída qt,~e logró engañar
al propio Guillermo Malmesbery y·a 'ciiad0; quien la tomó ·
por cosa de mag·ia; también Onufri6 dice haber visto en la
biblioteca de los :rarne's ios un docto tratado 'de geome'frf¡;¡
compuesto pdr Ger.bert; y p0r·;mi parte estimo que, si~ ne-
cesidad de pronunciarnos a favor de la opin1·6 n de Erfor-
diensis y otvos que Ie suponen auto¡: de .Jos r~lojes y de J¡¡
Aritmética que actualmente poseernos, son harto suficien· ·
tes aquellas pruebas para comprender que qtÜenes nunca
- 263 ......

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A L E

oyeron hablar de cubo, paralel og.ram o, dedoca edro, almi-


eántara , valsag ora, almagr ipa y otros vocabl os vulgar~s
y corrien tes para los entend idos en matem áticas, habían
de opinar que se trataba de alguno s espírit us a quienes in-
vocaba , y que tantas cosas raras, sólo cabían en un hom-
bre que disfrut ara de favor extraor dinario , convirtiéndole
sin más en mago.:.
Demos trando hasta qué punto llega la impertinencia y la
mala fe de los cronis tas, Platino , este eco maliciosamente
ingénu o de todas las pasqui nadas roman as, asegur a que
la tumba de Silvest re 11 es todavía bruj11; que anuncia llo-
rando proféticamente la caída de todos los papas y que al
declinar la vida de cada pontífice se oyen temblar y entre-
chocar unos con otros los huesos réprob os de Gerbert.
«Un epitafio grabad o sobre esta tumba da fé de tamaña
maravilla», añade imperturbablemente el bioliotecario de
Sixto I'V. Véanse qué prueba s parecían suficientes a Jos
histori adores para deducir la existencia de un curioso do·
cumento históri co. Platino era el .bibliotecario del '-;aiica-
no; estaba escribi endo su Histori a de los papas por encar-
go de Sixto; mantenía corresp ondenc ia con Roma, donde
hubiera sido fácil compr.obar la falseda d o exactitud de
aquella asever ación, y sin embarg o el supues to epitafio no
ha existido nunca más que en la imaginación de los auto·
res a quienes Platíno confía con increíble ligereza (1 ), cir·
cunsta ncia que inspira una justa indignación al honrado
Naude.. Véase lo que dice en su Apolog ía de los grandes
hombr es acusad os de magia.
«Bs una pura impost ura y una falsedad manifiesta, tanto

(1) •Que los ¡nspoa lo compru eben-'d lce-que o ellos es .11


quien In·
teree11.•

-264 -

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HISTO RIA DE LA M A (J 1 A

por lo que respecta al fenómeno (se refiere a los &Upaes~


tos prodigios de la-tumba de· Silvestre II) que nadie ha ob~
servado, cuanto a la inscripción de este sepulcro, que fué
compuesta por Sergio IV y la cual, lejos de hacer alusión
a t0das estas fábulas y fantasías, es por el contrario uno
de los mejores testimonios que podemos tener de la exce~
lente vida de Silvestre y de la integridad de sus acciones.
Es verdaderamente vergonzoso, que muchos católicos se
hagan eco de semejante maledicencia, de la cual ni Maria~
no Scotus, ni Glaber, ni Ditmare, ni Helgando, ni Lambert,
ni Hermañ Contrae!, que fueron sus contemporán eos, ha~
cen mención alguna.» ,
Ocupémosno s ahora del Orimorio de Honorio.
A Honorio III, es decir a uno cle los más celosos pontí-
fices del siglo xm, atribúyese este libro impío. Honorio lii
debe, en efec(o, ser odiado por los sectarios y los nigro~
mánticos, los cuales quieren deshonrarle haciéndole su
cómplice. Censio Savelli, coronado papa en 1216, confir~
mó la Orden de Santo Domingo tan fonnidable a los albi~
genses y a los vandeanos, hijos de los maniqueos y de los
brujos. Fundó también los franciscanos y los carmelitas,
predicó una cmzada, gobernó sabiamente la Iglesia y dejó
algunas decretales. Al acusar de magia negra a un papa
tan eminentemente católico, deÍaban flotando la misma
sospecha sobre las grandes órdenes reUgiosas instituídas
por él, y el diablo no podía menos de salir ganancioso
con ello.
Algunos ejemplares antiguos del Grimorio de Honorio
llevan el nombre de Honorio II en lugar de Honorio JIJ;
pero es imposible hacer un hechicero de este sabio y el e~
gante cardenal Lambert que, después de su promoción
al soberano pontificado, se rodeó de poetas a los cu1!les
-265-

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e L 1 p H ' A 1
daba o~ispados a camb io de elegfa s, co mo hizo
con Hil-
deber to, obisp o de Mans, y con sabio s teóiog
os como
Hugo de Saint- Vícto r. No obsta nte, este nomb re
de Ho·
norio JI es para posot ¡;os un rayo de luz y va a condu
cir·
nos al descu brimi ento del verda dero autor de este
horri·
ble Grimo rio de Hono rio.
En 1061, cuand o el Imperio come nzaba a sentir
celos
-del papad o y pretendía usurp ar la influencia sacerd
otal
fomentando el desor den y la divisi ón en el sacro
colegio,
los obisp os de Lomb ardía, citado s por Gilberto de
Parma,
protes taron contra la elección de Anselmo, obisp
o de
Luac, que acaba ba de ser llama d9 al pontificado
bajo el
nomb re de Aleja ndro 1/. El empe rador Enriq ue IV
púsos e a
favor de los diside ntes y les autori zó a procla marse
otro
papa , prome tiendo apoya rles. Aquél los eligieron
un inlri·
gante llama do Cadu lus o Cadu lous, obisp o de
Parmll,
homb re capaz de todos los críme nes y públicament
e reco·
nocid o como simon íaco y concu binari o. Este Cadal
ous
tomó el nomb re de Hon'Orio Il y march ó contra Roma
al fren·
te de un ejército. Fúé derro tado y conde nado por
todos los
obisp os de Alemania y de Italia; volvió a la carga
, se apo·
deró de una parle de la ciuda d santa , entró en
la iglesia
de San Pedro , de 1.1 que fué arroja do, refug iándo
se en el
castil lo de Santo Angelo, de donde consi guió salir
pllgan·
do un fuerte rescat e. Y enton ces fué cuand o Otón,
enviado
por el Empe rador , osó acusa r públi-:amente a Alejan
dro 11
de haber usurp ado la Santa S.ede. Si bien un monje
, llama·
do Hi!debrando, tomó la defem~a del papa legítim
o, y lo
hizo con tanto brfo que el envia do imperial se alejó
confun •
dido, y el propio Empe rador le implo ró el perdó n
por sus
atenta dos . Es que Hilde brand o para los desig nios
de la
Providenci'a, erél y·a el formidable úrego rio VII y daba
prin·
-26 6-

© Biblioteca Nacional de España


ff 1 -ti T O R 1 .A o e l. A M A O lA
·~

cipio a la obra de su :vida. El antipapa fué juzgado en el


concilio de Mantua. y Enrique IV obtuvo su perdón. Cada~
lous se halló en la obscuridad y es probable ,que qui,sier!l
' entonces eregirse en gran .sacerdote de los hechiceros y de·
los apóstatas, cabe, por tantq, que hayll redactado, con e 1
nombre de Honorio Il, el Grimorio ~ue lleva este nomb¡;e.
Lo que se conoce del carácter de este antipapa no haría
sino justificar sobradamente acusación semejante; era

- .
audaz ante los débiles y servil ante los poderosos, intri-
gante y libertino, y falto de fe y vicioso, no veía en la reli"
gión sino un instruméntb ~e impunidad y de rapiña. Para
hombre de tlll condición, fas virtudes cristianas eran un
obstáculo y la re del clero una dificultad que había que •
vencer; hubier(!, pues, querido formarse sa~er dotes a su
gusto y constitbirse un clero de hombres Ci'lpaces de todos
los lltenti'ldos y sacrilegios: este parece, efectivamente,' el
fin que se había propuesto el autor del grimorio de Ho-
norio.
Este grimorio no deja de tener importancia para los
amantes de la ciencia. A primera viata parece un tejido
de absurdos; pero para los iniciados en los s ign os y se-
cretos de la Cábala, un verdadero monumento. de la perJ,
versidad humana; en él se presenta al diablo como un ins·
trumento poderoso. Servirse de la credulidiild humana y
valerse del espanto que la domina para sujetarla a los ca-
prichos del adepto, tal es el secreto de esle grimorio; Irá-
tase de aumentar las tinieblas en los ojos de la mul!i;ud,
11mparándose con la antorcha de la eienci'a, que en mano.s
del audaz puede llegar a ser, en caso necesario, la tea del
incendiario o del verdugo. Imponer la fe con la esélavitud,
reservándose el poder y la libertad. ¿No es soñar, en efec·
to, con el reinado de Satán en la tierra? ¿Y habrá de ex-
- 267 ·-

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A S L E V

trañarnos que los autores de una conspiració n semejante


contra el sentido común y la religión, se gloríen de hacer
aparecer y encarnar sobre la tierra al fantástico soberano
del mal?
La doctrina de este grimorio es idéntica a la de Simón y
a la de la mayo• parte de los g nósticos: es el principio pa-
sivo sustituyend o al principio activo ; la pasión, por con-
siguiente, preferida a la razón, el sensualism o deificado,
la mujer antepuesta al hombre, tendencia que se señala en
todos los sistemas místicos anticristian os . Esta doctrina
está representad a por un pantaclo colocado a la cabecera
_ del libro. La luna isiaca ocupa el centro; alrededor vénse
tres triángulos que forman uno solo; sobre este triángulo
una crín con asas y dobles brazos; en torno al triángulo
que está inscripto en un círculo y en el intervalo formado
P.Or los tres segmentos del círculo, se ve a un lado el sig-
no del espíritu y el sello cabalístico de Salom ón, al otro
el cuchillo m¡jgico y .la letra inicial del binario, y debajo
una cruz .invertida formando la figura del falo y el nom-
bre· de Dios igualmente invertido; alrededor del círculo se
leen esta~ palabras trazadas en forma de l~yenda: Obede·
ced a nuestros superiores y prestad/es sumisión por·
que ellos cuidan de vosotros.
Este pantaclo, traducido en símbolo o profesión de fe,
es textualmente como sigue: <<La fatalidad reina por las ma·
temáticas y no hay más Dios que la naturaleza. Los dog·
mas son el accesorio del poder sacerdotal y se imponen a
la multitud para justificar los sacrificios. El iniciado está
porencima de la religión de que se sirve, y dice de ella todo
lo contrario de lo que c1·ee. La obediencia !JO se motiva,
se impone; los iniciados están hechos para mandar YJos
profanos para obedecer».
-268

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hiSTORIA DE LA M A O /A

Los que hayan estudiado las ciencias ocultas, saben que


los antiguos magos no escribían nunca su dogma y lo
formulaban únicamente por !medio de los caracteres sim-
bólicos de los pantaclos.
En la página segunda, vemos dos sellos mágicos-circu-
lares . El pdmero encierra el cuadrado del tetragrama
con inversión y sustitución de nombres . Así, en lugar de
Eieie; Jehóvah, Adona'i, Agla, disposición que significa:
El ser absoluto es jehovah, el Señor en tres personas,
Dios de la jerarquía y de la Iglesia; el autor del grimo-
nio ha dispuesto los nombres en esta forma: Jehovah,
A.dona'i, D'rar, Eieie, lo que significa: jehovah, el Señor,
no es sino el principio fatal del renacimiento eterno per-
sonificado__ por este mismo renacimiento en el Ser abso-
luto.
A.lr.ededor _del cuadrado, en el círculo, encontramos el
nombre de Jehovah derecho e invertido,· el nombre de Ado-
na'i a la izquierda , y a la derecha estas tres letras: A E V
seguidas de dos puntos, lo que significa El cielo y el in-
fierno son reflejo uno del otro; lo que está arriba es
como lo que está abajo, Dios es la humanidad. (Humani-
dad está representada por las tres letras A E V, iniciales
de Adán y Eva).
Sobre el segundo sello se lee el nombre de ARARIT A y
d~bajo RASCH, alrededor veintiséis caracteres cabalísti-
cos y debajo del sello diez letras hebreas. El todo es una
fórmula de materialismo y de fatalidad cuya explicación
aquí fuera demasiado larga y acaso peligrosá . Enseguida
viene el prólogo del Grimorio; lo transcribimos por ente-
ro. «La Santa Sede Apostólica, a quien ha sido entregada
la llave del reino de los cielos por estas palabras de Jesu-
cristo a San Pedro: Te doy las llaves del reino de los
- 2()9-

© Biblioteca Nacional de España


L 1 P . H A L e
cielos, tiene sólo p.)der para mand ar en el príncipe
'de las
tinieblas y en sus ánge les,. <Los cuale s, igual
que serví·
dores 11 sus amos , le deb,en hono r;·glo ria y obedi
encia, en
virtud de estas otras ¡palab ras dirigi das por
Jesucristo al
_ pr0pi o Satán . No servi rás sirie a un solo amo.
"
<Por el poder de las llave s, el Jefe de la Iglesi
a ha :sido
hech o señor de los infier nos., ,
cHas ta ahora , los soberano~ pontrfices son los
únicos
que han tenido el deber. de evoca r los espír itus
y mandar
en ellos; pero Su Santi dad Hono rio ll, en su solici
tud pas·
toral, ha querido comu nicar la ciencia y el poder
de las
evoca cione s y del imperio sobre los espír itus
a sus vene·
rabie s hermano':! en jesuc risto con las conju racio
nes habi·
tuale s, todo ello conte nido en la bula sigui ente.
lit
He aquí ese pontificado de los infiernos, en sacerd
ocio
sacrí lego cle los antip apas al que parece haber
querido
estigm a tizar el santo con este ronco grito escap
ado a uno
de los príncipes de su infierno: .fPap e Salan ! ¡pape
Salan!
¡aleppe! Que el papa legítimo sea el príncipe
del cielo,
al antipapa Cada lous le basta ser el sober ano
de los in•
fiemo s.

Que él sea el dios "el bien, yo soy el dios delm!l


l;
Estam os divididos, mi poder, es Igual .

.Sigue la bula del infernal ponrífice: El miste


rio de las
ev0ca cione s teneb rosas está expu esto en la
misma, con
una aterra dora ciencia escon dida biljO formas
supersticio·
sas y sacríl egas. El ayun o , las vigilias, los miste
rios pro~
fa nado s, las cerem onias alegó ricas, los sacrif
icios san·
grien tos están comb inado s con un arte lleno
de malicia;
las evoca cione s no dejan de tener poes!a y
entusiasmo
mezclados con horro res: Asf por ejemplo, el
autor quiere
-27 0-

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BI S . TORJA D . /3 LA M A O 1 A

que el jueves de la primera semana de las evocaciones, se


levanten los invocaC!o~es a media noche, rieguen su cuar-
to con agua bendita y enciendan un cirio preparado el
miércoles y dispuesto en forma de cruz. Al fulgor teinblo·
roso de este ci rio, tendrán que marchar sólos a una igle-
sia y ya en ella leer en voz baja el oficio de difuntos, susti-
tuyendo la novena ll'cción de los maitines por esta invo-
cación rftmica que recuerda las •Cancion.es:. monótona~
de las brujas del antiguo m~ndo.

·- ~71 -

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CAPÍT ULO 11
APAR ICIÓN DE LOS BOH EMIO S NÓM
ADAS

En los comie nzos del siglo xv, vióse cómo


se difundían
por Euro pa unas band as de viajer os ateza
dos y descono-
cidos . Llam ados por algun os Bohe mios
, porqu e decfan
venir de la Bohe mia, cono cidos también
bajo el nomb re de
Egip cios porqu e su jefe toma ba el título de duque
de Egip-
to, ejercían la adivin ación , el latroc inio y
el mero deo. Eran
horda s nóma das, que vivaq ueaban bajo
;chozas const ruí-
das 'por ellos mism os. Su religi ón era
desco nocid a; sin
emba rgo, se decían cristi anos , aunqu e su
ortod oxia fuese
basta nte dudo sa. Pract icaba n entre si el
comu nismo y la
prom iscuid ad y para sus adivin acion es
se servía n de una
~erie de signo s extra ños que repPe
senfaban la forma ale-
góric a y la virtud de los núme ros.
¿De dónd e rroce dían? ¿De qué raza maldi
ta ·Y desapa-
recida eran los res1os vivien tes? ¿Eran ,
según lo creía el
pueb lo supe rsticio so, los hijos de las bruja
s y de los de-
moni os? ¿Qué salva dor expira nte y traici
onad o les había
conclenado a camin ar siemp re? ¿Eran , acaso
, la famili a del
judío erran te? ¿No sería n el resto de las
diez tribus de Is-
rael, perdi das en la cauti vidad :t. encadenada
s durante lar-
go tiemp o por Gog y por Mí'!go g en clima
s desconoci-
dos? Esto es lo que todos se pregu ntaba
n llent>s de in-
quiet ud al ver pasa r estos extra njero s miste
rioso s que, de
- 979. -

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HitJ1lO RIA De LA hAO/A

una civilización deSllparecida', parecían .g uardar sólo las ·


supersticiones y los vicios. Enemigos del. traba[o, no res~
petab,an ni la 'propiedad ni la fa mili~. Arrastrab-an con ellos
mujeres y niños, y . con sus supuestas adivinaciones se
complací1m en tur)>llr la. paz .de los hogares honrados.
Oigamos al cronista que· relata cómo acampc:lr«>n por pr.i~
mera vez en las proximidad~s de Rarís.
A·l año siguiente, 1427, el primer domingo de ta segun-
da quincena de Agosto, que fué el 17 del mes, llegaron a
los alrededores de Pa~ís doce de ellos, diciéndose peni-
tenciarios, a saber: un duque, un conde y diez hombres, a
caballo todos, los cuales se presel'ltaban ·como muy .b.ue-
nos cristianos y originari0s del: bajo Egipto. Asegutaban
que fueron creyentes en otro tiempo, y que otros creytn~
tes los habían subyugado y devuell0 al cristianismo; gue
lo.s que se .habfan mostrado reacios fueron condenados a
muerte y ,.los que por el contrario, se habían hecho bau'li~
zar habían quedado como señores del país, eomproinetién~
dose, bajo su palabro, a ser buenos y leales y a guardar
la fe de Jesucdsto, hMta la muerte. Añadían que en ._su
pafs tgnían rey y reina, ' l«;>s cuales pe11manecieron en sus
dominios, porque se hicieron cristianos. Decían también
que, lllgún tiempo después de haberse convertido al cJtis-
lianismo, fueron asaltados ,por los sarracenos. fvtuchos,
poco cfirmados en m;est11a fe, no queriendo . padecer la
guerra, sin defender su país como debían, se sometieron,
se hicierón Mrracenos y abjuraron de Nuestro Señ0r. Y
afiadfan que el emperador de Alema~ia, ;1:1 rey. de Polonia
Y otros sefiores, enterados de·que con, lenta facilidad ha~
bfan renun~iado a la fe y tan prestamente se _habían hecho
sarracenos e idólatras, corrieron tras· ellos, venciéndolos
&In dificultad, como si tuvieran empeño .en dejarlos en su

- 273- ta
© Biblioteca Nacional de España
t. 1 p lf A L V

país para traerlos de nuevo al cristianismo; pero el empe-


rador y los , demás señores, ,tras deliberar en consejo,
acordaron que jamás tendrían tierra en su país, sin el con-
sentimiento del papa; que a este fin tenían que ir a Roma,
y que fueron todos, grandes y pequeños, trabajosamente
por causa de los nifios, que habían confesado su pecado;
que el papa, una vez oídos, les había dado la penitencia
de andar durante siete años por el mundo sin dormir so-
bre lecho; que había ordenado que todos los obispos y
abades con báculo les entregaran, una vez para siempre,
diez libras torneras ·para subvenir a sus necesidades; que
les había facilitado cartas en que todo esto se l}acía cons·
· tar, y les habíCI dado su bendición; y que ya hacía cinco
oños que recorrían el mundo.
«Algmnos días después, el día de San Juan Degollado •.es
decir, el 29 de Agosto., llegó el común, al cual no se per·
mitió la entrada en París, pero por justicia fueron alojados
en la Chapelle-Saint-Denis. Su número ascendía a ciento
veinte personas aproximadamente, tanto hombres como
mtijeres y niños. Aseguraron que al dejar su país, eran de
mil a mil doscientos y 'que el resto, entre ellos el r~y y la
reina, habian muerto en el camino; que los supervivientes
esperaban aún poseer bienes en este mundo, pues el Padre
Santo les había prometido país bueno y fériil para cuando
hubiesen cumplidb su penitencia .
»Nunca se había visto tanta _gente en la bendición del
Landil como cuando los bohemios estuvieron instalados
en la Chapelle. Tanto de San Dionisia, como de París Y
sus alrededores, multitude~ acudían a verles. Sus peque-
fios niños y niñas, eran los más hábiles prestidigitadores.
Casi todos íenfan las orejas taladradas y en cada oreja
uno o dos anillos de plata, lo que decían era costumbre
- .i74-

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tt!S70RIA DE LA M A O /A

graciosa de su país; eran muy morenos y de pelo encres-


pado. Las mujeres eran de lo más feas y negras que puede
darse; rodas tenían el rostno oobierto de llagas, los cabe-
llos negros como la cola de un caballo, y .llevaban, por
toda vestimenta, una vieja esclavina sujeta al hombro por
una cuerda o por un trapo, y debajo una especie d~ cami-
sa. En una palabra, eran los seres más miserables l!¡iie
jamás se habían visto en Francia. Y a pesar de su pobre-
za, había entre eilos algunas brujas que después de exami-
nar las manos de las personas, adivinaban a cada una lo
que les había sucedido y lo que le.s ·reservaba el porvenir;
y llevaban la desgracia a los hogares, pues decían al ·ma-
rido: «Tu mujer ... tu mujer ... tu mujer te la pega•; a la
mujer: «Tu marido.:. te engaña • y lo que era más triste,
mien(ras hablaban,, pQr arte mágico o habilidad, v¡¡¡ciaban
las bolsas de los incautos que las consultaban y llenaban
las suyas. El ciudadano dé París que da cuenta de .e stos
hechos añade: cY lo cierto es que, en las tres o cuatro
veces que fuí a hablar con ellos, no me apercibí de la me-
nor falta de dinero; sin embargo, de tal modo los acusaba
la gente, que llegó a oídos del obispo de París, y éste fué
a verlos, llevando consigo a un fraile menor, llamado ja-
cobín, el cual, por orden del obispo; les dirigió un hermo-
/ so sermón, excomulgando a cuantos se habían dejado exa-
minar las manos y habían creído en ello, cleter~inando
que se marchasen, como así lo hicieron el día de Nuestra
Señora de Septiembre, el 8, ·dirigiéndose hacia Pontoise.»
Se ignora si ::ontinuaron su viaje dirigiéndose siempre
hacia el Norte de la capital, pero lo cierto es que ha· que-
dado recuerdo suyo, en uno de los rincones del departa-
. mento del Norte.
<Existe, en efecto, en un bosque próximo al pueblo de
- '275-

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 P H A L e V 1
Hamel y a quinientos--pasos de un monum ento de seis
pie·
dras, druídi cas, una fuente llamad a Cocina de las brujas
,
y dice la tradición que allí· es donde reposa ban y refresc

ban los Cara maras, que segura mente son los Caras'
mar,
esto es, bohem ios, brujos y adivin os ambul antes, a
los
cuales las antigu as carlas del pafs flamenco acorda ban
el
clerecho a ser mante nidos por los habita ntes. Aband
ona·
ron París, pero otros vinieron en su lugar y Franci a no
es
menos explot ada por ellos que lo:s otros pafses. No se
les
ve desem barcar en Inglat erra ni en Escoc ia, y sin embar-
go, pronto son cerca de cien :mil en este último reino
(1).
Lláma nles allí seard o caird, como si dijéram os
arte·
sanos , obrero s, pues· esta palabr a escoce sa se deriva
del
K+ r sánscr ito, de donde viene el verbo Ker-aben de los
Bohem ios, y del latín cerdo (zapat ero de viejo), lo que
no

son. Y si tampo co se les halla po~ esta época en el Norte
de Españ a, donde l'os cristia nos se refugian contra la
in·
vasión musul mana, es sin duda porqu e se encuentra
más
a gusto en el Sur c0n los árabes ; pero, bajo el reinad
o de
Juan 11, se les disting ue bien de estos último s, aunqu
e se
ignore de dónde vienen. El hecho , es que, a partir de
esta
época , son ya conoc idos en todo el contin ente europ~
o.
Una de las banda o del rey Sindel se presen tó en Ratis·
bona en 14M, y · acamp a en Babie ra con sus reserva
s
en 1459. Parece llegar de Bohem ia, pues los bárbar os,
ol·
vidánd ose de que Jos de 14M se pFese·n taron como egip·
cios, los llaman Bohemio:J. Bajo esta denomin11ció
n es
como reap11rece en Franc ia, y asf es como en lo suces'lv
o
se les llama. De mejor o peor grado se les tolera. Unos
re-
corren las monta ñas y busca n el oro en los ríos, olr08
for·

(1) Borrow.

-27 6-

© Biblioteca Nacional de España


HIS10RIA DE LA MA0/4

Jan herraduras y cadenas de perro; otros merodeador-es


que peregrinos, se deslizan por todas pavtes huroneándole
todo y robando y escamoteando cuanto pueden. Los hay
que se deciden por establecerse en el país y fatigados de
armar y desa~mar sus tiendas, cavan sus bordei!s., cho·
zes cuadradas de cuatro a seis pies, baj0 tie,rra, cubiertas
con techos de ramajes, cuya arista, descansande ·sbbre dos .'
maderos en forma de Y, no levantan más de dos pies sobre
el suelo. En esta cueva de la que no ha quedado en fran·
cla otro más recuerdo que el nombre, se acinaban mezcla·
· dos unos con otros, la familia; en este tabuco, que no lie·
ne más aberturas que la pué!rta y el agujero para el humo,
es donde el padre forja, mientrns los hijos, acurrucados
alrededor del fuego, hacen funcionar el fuelle y la madre
cuida del puchew, donde sólo cuece el fruto de algún hur·
to; en esta gué!rida, donde se ven colgando de largos cla-
vos de madera, algunos viejos andrajos y un saco, ¡¡ cuyo ·
mobiliario se compone de un yunque, unas pinzas y un
martillo; en esta guariada, repito, es donde se dan cita la ·
credulidad y el amor, la señorita y el caballero, la caste-
llana y el paje, para entregar las blancas y desnudas ma·
nos a la mirada penetrante de la sibila; allí es donde el
amor se vende, la felicidad se compra y la mentira se paga;
de allí es de donde salen los saltinbanquis y los hechado·
res de cartas, el traje estrellado y .el ,bonete puntiagudp .
del mago, los !ruanes y el argot, las bailavinas de la calle·
Y las rameras. Es el reino de la vagancia, de los villa nos
Yde los gorrones; son gentes capaces de hacerlo todo con
tal d.! no hacer nada, como dice un ingenuo cuentista de la
Edad Media. Uo sabio tan distinguido como modesto,
mister Vaillant, autor de una Historia especial de l<Ys
Rom-Muni o Bohemios, de la que citamos aquí algunas
- 277

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A S L E V 1

páginas, no hace de ellos un retrato halagador, no obs-


tante concederles gran importancia en la historia sacerdo-
ta.J del antiguo mundo. Así, nos cuenta cómo estos extra-
ños protestantes de las civilizaciones primitivas, al pasa·r
a través de las edades como una maldición sobre la frente
y la rapiña en las manos han ido excitando, primero la cu-
riosidad, la desconfianza· luego, y por fin ·la proscripción
y el odio de los cristianos de la Edad Media. Se compren-
dió bien cuán peligroso podía ser este pueblo sin pa~
tria, pnrásito del mundo. entero y ·ciudadano de ningún si-
tio; estos beduinos que atravesaben los imperios como si
fueran desiertos, estos bandidos errantes, que en todas
partes insinuaban y en ningún sitio arraigaban. Por eso,
bien pronto se convirtieron para el pueblo en brujos e in-
cluso demoniós, en echadores de carta s y ladrones de ni-
ños; y algo de verdad había en todo ello. Por todas partes
se les acusa de celebrar en secreto horribles misterios.
Pronto el rumor se hace general; les atribuyen todos los
crímenes desconocidos y todas las desapariciones miste~
riosas, ·y les acusan, como hicieron los griegos de Damas-
co:con los judíos, haber cometido asesinatos para beber la
sangre de las víctimas, asegurándose que dan la preferen-
cia a los jóvenes de doce a quince años. Es sin duda un
medio seguro de hacerlos terribles y de alejar de ellos a la
juventud, pero este medio. es odioso, porque el pueblo Y
los niños son harto crédulos y el miedo engendra el odio
y de éste nace la persecución. ¡Y así sucede, en efécto! No
sola,meRte se les evita y huye, sino que se les niega la sal
l ... y el agua; Europa se ha ~onvertido para ellos en la India
y todo cristiano en iun [brahaman. En algunos países, si
una joven, ap.iadada, se acerca a uno de ellos para so-
correrle con una monedll: c¡Cuidado, señorita_:__le dice ho-
278 -

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fl/S70RIA DE LA M A O lA

rrorizada su dueña-es un Katkaon, un ogro que vendrá


esta noche i:l chupar vuestra sangre mientras dormís », y la
joven, naturalmente, retrocede temblando; si· algún mucha-
c~o pasa cerca de ellos para que su sombra pueda dibujar-
se en el muro junto al cual descansan o comen o toman el
sol: c¡Escapa, muchacho-le grir·a su preceptor-estos
Strigoi' (vampiros) van a cogei- tu sombna y tu alma dan-
zará con ellos toda la eternidad!>>De es te modo el odiq del
cristiano resucita en contra suya las lemuras y los duen-
des, los vampiros y los ogros; IY cada <;na! haoe su co-
mentario: -¿No serán-dice uno-l os descendientes de
a q~el Mambrés que osó rivalizar en milagros con Moisés?

¿No estarán envia dos por el rey de Egipto para espiar a


los hijos de Israel y hacerlos des graciados? -¡Yo creo-
dice otro-que son los verdugos que utilizó Herodes par12
exterminar a los recién nacidos de Belén. -Os equivo-
cáis-dice un tercero-estos paganos no entienden una
palabra de egipcio; su lengua encierra, por el contrario,
mucho de hebreo. N<i> son, por consiguiente, sino los reto-
ños impuros de aquella raza abyecta que dormía en Judea
dentro de los sepulcros, despué,s de haber devorado los
cadáveres que encerraban-. ¡Error, error!-exolama un
cuarto-son simplemente esos mismos judíos descreído~
que fueron torturados y · quemado~ en 1548, por haber en-
venenado nuestros pozos y nuestras cisternas, que vuel-
ven para empezar de nuevo. -Y.bien ¿qu.é imporla?-aña-
de el último-Egipci~s o Judíos, Faraónicos o Caphtoria-
nos, Balistaris de Asiria o Filisteos de Canaan, son unos
renegados; lo han dicho así en Sajonia, en Francia, en to-
das partes; habrá, pues, que ahorcarlos a lodos. :o
Bien pronto la misma proscripción alcanza al libro ex-
traño que les sirve para consultar la suerte y para sus
-279-

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E- L 1 P H A 8 L V 1

oráculos .. Estos. cartones abj,gavrados de figuras incom-


prensibles y que ~on (no hay que dudarlo) el resumen·
monumental de todas. las revelaciones del antiguo mundo,
la clave de los g:eroglíficos egipcios, las clavículas de Sa.
lomón, los escr'itos pr.imitivos de Heno eh yde Hermes. Aquf
el nutor que acabamos de citar da prueba de una sagaci-
dad extraordinari a; 'habla del taso! como hombre que no
acab.a todavía de comprenderlo, pero· que lo ha estudiado
profundamente; veamos, en efeeto, lo que dice:
e La forma, la disposición y c0locació¡;I de estas tabletas
y la~ figuras que representan, aunque modificadas por e
tiempo, son tan manifiestamente alegóricas y las alegorías
están tan de acuerdo con la doctrina civil, filosófica y re·
ligiosa de la· antigtled<Id, que no podemos por menos de
reconocérlas como una síntesis de todo Jo que consti·
,tufa la fe de los antiguos pueblos. Por lo que preced~.
hemos dado a entender suficientemente que es una deduc· ·
ción del libro sideral c;le Henoch que es Henochia; que
está modelado sobre la rueda astral de Albor, que es As·
tasoth; que, semejante ·al of·@fara inclio, oso polar o ore~
tusa del Septentrion, es la fuerza mayor (farie) sobre que
de apoyan la solidez del mundo y el firmamento si[Jera! de
la tierra; que, por consiguiente, al igual del oso polar-eón .,..
el q~e se han hecho el C<Ivro del sol, la carwza de. David.
y de Arturo_, es la buena dicha griega, el destino chino, el ·
azar egipcio, la suerte de los Bohemios; y que girando sin
cesar al l'ededor del•oso del. polo; los astros extienden por
la tierra lo fausto y Jo nefasto, la luz y la sombra, el calor
y el frío, de d0nde emm~afi el bien y el mal, el amor y el
odio que hacen la felicidad y la desgraeia de los hombres.10
e Si el prigen de este libvo se pierde ·ea la noche de los
tiempos, ha~la el punto de ígnoranse dónde y cuándo fué

-280-

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ti/6101</A De LA M A O lA

Inventado, todo induce a creer que es de procedencia indo-


tártara y que, sucesivamente modificado por los antiguos
pueblos, según los matices.de sus doctrinas y el carácter
de sus sabios, era uno de los libros de sus ciencias ocul-
tas y aún acaso uno de sus libms sibilinos. Hemos hecho
en¡rever suficie111emente la r.uta que ha podido seguir para
llegar hasta nosotr.os; hemos visto (!JUe debió ser conocido
de Jos romanos, y que pudo llegar a ellos, no sólo en los
comienzos del imperio, sino ya en los primeros tiempos'
de la república por aquellos a~orosos ext~anjeros que~
llegados de Oriente e iniciados en los misterios de Baco
y de ls!s, aportaron su ciencia a los herederos de Numa.:.'
Mr. Vaillant no dice que los cuatro signos Jeroglíficos•
del tarot,' los bastos, las copas, las es'Padas y los dineros
o ciclos de oro (oro), se encuentran en Homero, escu lpí-.'
l
dos sobr.e el escudo. de A:quHes, pero según él:
«Las copas representan los aFcos 0 arcadas del tiempo,
los vnsos o naves del cielo. Los dineros (oros) represen•
tan los astros, las estrellas; las espadas el fuego, las lla-
mas, los rayos; los bastos las sombras, las piedra·s , los
árboles, las plantas. El as de copas es el vaso dei-Uni-
véi'so, ·a!co de la verdad del· cielo, principio de la tierra.
~1 · as de oro,s es el sol, ojo único del mundo, alimento y
elemento de la vida. El as cle espadas es la lanza de Mar-
te, fuente de guerras, de d~sgra oi'as y victorias. El as cle
hastos es el ojo de la serpiente, el cayado del pastor, el
aguijón de los boyeros, la maza de Hércules, el emblema
de la Agricullura. El 2 de copas es Ja vaca lo o lsis y el
buey Apis o mneris. El 3 de copas es i~is, la luna, dama y ·
reina de la noche. El 3 de oros es O~isis, el sol, señor- y
, rey det día. El 9 de oros es ·el mensajero Mercurio o el
Angel Gabriel. El 9 de. copas es la gestación del buen
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E L 1 p lt A L E V 1

destino, de donde nace la dicha. En fin, nos dice mister


Vaillant, existe un cuadFo chino, compuesto de caracteres
que forman grandes compartimien tos rectangulares, todos
iguales, y precisamente del mismo tamaño que las cartas
del tarot. Estos compartimientos están distribuí dos en seis
columnas perpendiculares; las cinco primer·as encierran
catorce compartimientos cada una, en total setenta, mien-
tras que la sexta, que sólo está llena a medias, contiene
siete. Este cuadro está formado según la misma combina-
ción del número 7; cada columna llena es de 2 veces 7 = 14,
y la que sólo lo está a medias contiene 7. Tanto se parece
al tarot, que los cuatro,c'olores de éste llenan sus cuatro pri-
meras columnas, y de sus 21 triunfos 14 llenan la quinta
columna y los otros 7 la sexta. Esta sexta columna de
los 7 triunfos es, pues, la de los seis días de la semana de
la creaci.ón . Ahora bien; según los chinos, este cuadro se
remonta a las primeras edades de su imperio, cuando el
desecamiento de las aguas del diluvio por lAO; puede,
por tanto, concluirse que es el original o la copia del tarot
y que; en toclo caso, el tarot es anterior a Moisés, se re-
monta a los orígenes de los siglos, a la época de la con-
fección del Zodiaco y, por consiguiente, cuenta 6.600 añgs
de existencia.
Tal es el taro! de los bohemios del que los hebreos por
contraposición h.an hecho 1a~foPah o ley de Jehová. Lejos
de ser, como hoy, un juego, era entonces un libro, un li-
bro serio, el libro de los símbolos y de los emblemas, de
las analogías o relaciones entre los astros y los hombres,
el libro del destino, con cuyo auxilio el brujo descorría el
velo de· la suefte misteriosa. Sus figuras, sus nombres,
SQS números, los augurios que de él salían, hicieron, na-

turalmente, que fuese considerado por los cristianos como


-282-

© Biblioteca Nacional de España


h/STO/l/A DE LA

el instrumento de un arte diabólico, de una obra mágica.


Puede comprenderse·, por tanto, con cuánto rigor habían
de proscribirlo, tan pronto les fué conocido por los abu-
sos de confianza que la indiscreción de los Sagi corp~tfa
con la credulidad públiea. Y: entonces, perdida la fe, en sus
oráculos, el tarot se convirtió en juego, y sus cartones se
modificaron según el gusto de los pueblos y el espíritu del
siglo. De este nuevo aspecto del tarot han salido nuestras
cartas de juego, cuyas combinaciones son tan inferiores á
las del tarot, como las del juego de damas lo son a las del
ajedrez. Por lo tanto, es erróneo atribuir, como se viene
haciendo, el origen de las cartas modernas, a la época del
rey Carlos VI; pues en 1552, los iniciados en la Orden de
la banda, establecida por Alfonso XI, r·ey de Castilla, ha-
cían ya juramento de no jugar a las cartas. Bajo Carlos V,
dice Le Sage, San Bernardo de Siena, condenaba al f~e- .
go las cartas, llamadas entonces triunfales, por el jue-
go de triunfo que ya se jugaba en honor del ·triunfador
Osipis u Ormuz, una de las cartas del tarot; además, el
mismo rey citado, las proscribió en 1569, y el pequeño
Juan Saintré disfrutó de sus favores precisamente porque
no jugaba a las cartas.
•En!onces las llamaban en España naipes, y en Italia
mejor: naYhi, porque las naYhi son las diablesas, las sibi-
las, las pitonisas.»
Pero Vaillant, a quien acabamos de oir, supone pues
que el tarot ha sido modificado y cambiado, lo que es cier-
to en cuanto a los tarot.s alemanes de figuras chinas, pero
no lo es por lo que respecta a los italianos, que sólo han
sido alterados en algunos detalles, ni tampoco por le que
se refiere a l()s .tarots de Besancón, en los cuales todavía
se ~ncuentran trazas de los geroglíficos egipcios primiti~
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e L 1 P ff A S L l! V 1
vos. I:Iemos dicho en nu~stro «Dogma y Ritual de la Alla
Magia,., cuán desdich ados fueron los trabajo s de Elleilla
o de A.llietre sobre el lar<;>!. Este peluquero iluminado sólo
consigu ió, en efecto, despué s de treinta años de combina"
cienes, crear un taro! bastard o, cuyas claves están inter·
vertjda s y cuyos número s no concue rdan ya con los si¡z·
nos, un t¡¡rot, en fin a gusto de Etteilla y a la medida de su
inteligencia que estaba lejos de ser maravil losa.
Mas no creemo s, como Vaillant, que los bohemi os fue·
~en los prepiet arios le.gítimo s de esta clave de
las inicia·
ciones. La del:!ían ,indudablemente, a infedilidad o impru·
dencia de algún :cabalis ta judío. Los bohemi os son ori·
ginariq s de la India: su historia dor lo ha probad o con
bastant e verosimilitud•. Pero el taro! que hoy poseemos y
que es ,el de los !:>ohemios, ha venido de Egipto pasando
poll la' Judea. Las claves de este tarot, en efecto, están en
11elaci6n con las letras del alfabeto hebreo, y al¡:unas de
, sus figmas hasta rep11oducen la forma de los caracle res de
este alfabeto sag~ado.
6Quién es eran, pues, estos bohemi os? Eran, como )o bll
di(hp el poeta;

El resto Inmundo
De un viejo mundo: f

eran nna secta de gnóstic os indios, cuyo comunismo los.


desterr aba de toda la tieFra~ Eran, como casi lo dicen ellos
mismos , unos profana dores del g.ran arcano condenados
.
a una maldición .fatal. Rebafio descarr iado por algún fa·
-
quir entu~iasia, se habran he¡;ho viajeros sobre la tierra,
protestando contra todas las civilizaciones en nombre de
un l?rel~ndido der¡;cho natural que casi les dispensaba de
toda obligac ión. Pero el derecho que quiere imponerse,
- 284 - .

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lf 1 ti .T O O 1 A O E l. A M A O, l,A

desligándose del deber, 'es la ágresión,' es el pillaje 'y


la rapifta, es el brazo de Caín alzado contra su herma~
no y la sociedad, al defenderse, parece vengar lil muerle
de Abe l.
1
En 1840, unos obreros del arrabill qe 5an Antonio, can-
sados, según decfan, de ser engañildos por los periodis~
las y de servir de Instrumen to a la ambición de alganos
parlanchines, resolvieron fundar y redactar ellos mismos
un periódico de un radlcallsmo puro y de una lógica sin
subterfugios ni ambages.
Se reunieron y celebraron consejo para establecer cla-
ramente sus doctrinas; tomaron por credo la divisa repu-
blicana: libertad, igualdad y lo demás~ La libertad les pa-
recfa im'posible con la obligación de trabajar, y lo mismo
la igualdad con el derecho a adquirir, y acabaron en el
comunismo. Pero uno de ellos hizo observa¡· que en el
comunismo los más inteligentes presidirían el reparto y
se llevarían la porción mejor. En su vist11 se ?ecidió que
naclie tuviese derecho a la superioridad intelectual. Aiguien
hizo notar qtie la misma belleza física, constituye una
nristocracia, y entonces se decretó la igualdad · de la feal-
dad. Después, teniendo en cuenta que cultivando la· .tierra
se toma apego a ella, se decidió que, como los verdaderos
comunistlls no podían ser agricultores, porque sólo tenían
el mundo por patria y la humanidad por familia, debían
organizarse en Clll"avanas y dar eternamente la vuelta al
mundo. Lo que contamos aquí no es una fantasía; hemos
conocido los personajes que .asistieron a esta delibera-
ción; hemos leído el primer número de su periódico, intitu~
lodo El Humanitario, que fué perseguido y suprimido
en 1841 (ver los procesos de la· prensll de esta época). SI
el periódico de que hablamos hubiera podido seguir pu-
-28D-

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L p H A L V 1

blicándose, si la naciente secta hubiese rec~utado adeptos,


como precisamente entonces lo hacía el procurador Cabe!
para la emigración icárea, una nueva banda de bohemios
se habría organizado, y la truanería errante contaría con
un pueblo más (1).

(1) Sobre el Tarot merece coneultarse /e Ttlref des boémiens de


Papús. Parls, 1889. Canélod. Sobre los gitan(l s, desde luego las obras
de Borrow. Los gitanos y la Biblia en España. Un estudio de conjunto
admirable; puede verse en el tomo 1 de la obra de A. KuvPBR. Autow
de l'ancienne mer. Bruselas. 1910.-(R, U.)

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C.APfTULO lii
LEYENDA E HISTORIA DE RAIMUNDO LULIO

La Iglesia, como ya lo hemos dicho, había proscrito la


iniciación por odio a las pr'o fanaciones de la gnosis.
Cúando- Mahoma en el Oriente armó el fanatismo ~onlra la
fe, vino a oponer la credulidad salvaje que combate en
contra de la piedad que ignora y que reza. Sus sucesores
se instalaron en Europa y pronto amenazaron invadirla.
«La Providencia '1os castiga •, decfan los -cristianos; y los
mulsumanes respondían: «Somos el juguete de la fata-
lidad.»
Los judíos cabalistas que temían ir a la hoguera por he-
chiceros en los países católicos, se refugiaron al lado de
los árabes que a su pare~er' eran herejes pero no idólatras.
Recibieron a ,algunos en el conocimiento de sus misterios,
Y el islami{mo que ya triunfaba por la fuerza, pudo aspirar
al triunfo por la ciencia sobre los que los árabes letrados
1
llamaban con desdén los Barbaras de Occidente.
El genio de Francia había opuesto a los invasores por
la fuerza, los golpes terribles de su martillo. El dedo <;le un
guante de hierro había trazado una línea ante la marca
creciente de las armas mahometana s y la voz tonante de
la vitoria había gritado a la ola: cNo pasarás de aquí.»
El genio ,de la ciencia inspiró a Raimundo Lulio, el cual
reivindicó para el Salvador, h,ijo de David, la herencia de
-287-

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E L 1 p lf A L e l' . 1

5alomón y llamó por vez primera a Jos esplendores delco·


nocimiento u_niversal, hijos de ·la creer¡cia ciega.
Todav.fa se ve cómo hablan despreciativamente de este
gran hombre los falsos sabios. Pero el instinto popular le
ha vengado. El romance y lzt leyenda se han apoderado de
su historia. Nos le representan amante como Abelardo,
iniciado como Fausto, alquimista como Hermes, penitente
y sabio como-San. jerónimo, :viajero comG> el judío errante,
piadoso e iluminado como San Francisco de Asís, mrlrtir
como San Esteban, y glorioso en la muerte como el Sal·
vador del mundo.
Comencemós ·por la novela; es una de las más con mo·
vedoras y más bellas que conocemos: un domingo del
afio 'de 1250, m Palma, de la isla de Mallorca, una honra·
da y bella dama, que tenía por nombre Ambrosia di Cas·
!ello, nacida
.
en Génova,
. .
se dirigfa a la Iglesia. Un jin'et¿ de
hermosa presencia y ric 1mente vestido pasaba por la ca·
lle; y viendo a la dama, se parzt como herido por el rayo
mientras ella entra en la iglesia y desaparece en la som·
bra del pórtico. El jine'te, sin dJrse cuenta de lo que hace,
lanzc:~ al caballo y ehtra detrás· de ella por entre los flele5
eSpantados·; se produce el consiguiente escándalo. El jine·
te es persona conocida, es el señor Raimundo Lulio, se·
nescal de las islas y alcalde del Palacio: tiene mujer y tres
-hijos, dos varones, uno 'llamado Raimtmdo •como e1 y el
oiro Guilletmo y la hija ·se llama Magdalena. La señor~
Ambrbsia di Castello, también está casada y además
·goza .de una reputación intachable. Raimundo Lulio pl!Sll·
ba a la SllZón por un. gran .seductor. La entraoa ecuestre
en la. iglesia de Palma, dió mucho ique hablar en, la villa.
Ambrosía, muy ·confuM, consultó a su marido que era un .
hombre que sin duda tenía sentido común y al que no le
-$88-

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hi~TORIA De L A M A O 1 A~

pareció que su m¡¡jer resulta·s,e ofendida porqu e sü belleza


hubiere trasto rnado la cabeza de un joven y brillante
s e-
flor; pero aconse jó a Ambro sía que curase a su loco
ado-
rador con la misma causa de su locura . .Raimu ndo Luli,
o
había escrito ya a la dama pa11a excus arse o para acusa
rs e
más.cLo que ella le había inspir ado, decía, era extrañ o,
so-
brehumano, fatal: respet aba su honor y sus afecto s que
su-
bía que eran de otro. Pero el rayo re había tocado y era
prec-
clso hacer sacrifi cios y abneg acione s , .realizar milagr
os,
penitencias de estilita, pr0eza s de caballero andan te.>
A.mbrosia le respon dió:
•Para corres ponde r a un amor que decfs que es sobre-
nlltural , necesi taría una existen cia inmort al. Sería precis
o
que este amor, s acrificado heróic a y entera mente a nues-
tro deber, mientr as vivan los seres. que nos son querid
os
(y deseo que vivan mucho tiempo) pudies e
crear una eter-
nidad para nosotr os en el ,moment:o en que Dios y el mun-
do nos permitiesen amarn os. Dicen que existe un eli xir
de
vida: buscad le y cuand o estéis seg uro del descub rimien
to
venid a verme. Hasta entonc es vivid para vuestr a mujer
y
vuestro s hijos, como yo viviré para mi marido a quien
amo y. si me encón tráis en la calle, haced como si no
me
conoci éseis.»
Esto era una g racios a maner a de darle un plazo al ena-
mo rado gentil hombr e ad kalend as grecas; ·pero él no
lo
entendió así y a partir de aquel día, desapa reció el brillan
-
fe señor, dejand o en su lugar a un sombr ío y grave l!)qui-
mista . Don Juan se había conve rtido en Fausto . Pasar
on
los años. La mujer de Raimundo Lulio murió; Ambro
sía
di Casteijo también quedó viuda; pero el alquim ista pare-
cía .que la había olvida do paret no ocupa rse más que de
la
gran obn1. · Por fln un dí11 que se er\cqntrab.a sehr la viuda,
......, 9~Q ·- 1Q

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L 1 p H A L 1

le anuncian a Raimundo Lulio y ve entrar a un viejo pálido


y calvo que llevaba eri la mano un frasco lleno de un eli-
xir de un color rojo como el fuego; avanza tambaleándose
y la ' busca con la mirada; está ante él y no la reconoce
porque en su pensamiento sigue joven y bella, como en 1~
iglesia de Palma: «soy yo, dice, ¿qué queréis de mi?•. Al
oir la voz, el alquimis-ta, tiembla, la ha reconocido y cree
ver todavía a la joven . Se arrodilla y delirante le alarga el
frasco: «Tened, le dice, bebed de esto que es la vida; me
ha costado treinta años de ·la mía pero lo he ensayado y
estoy seguro es el elixir de la inmortalidad •.
-¿Cómo lo habéis ensayado, dice Ambrosa sonriendo
tristemente.
-He bebido una cantidad de elixir igual a esta y duran-
te dos meses me he abstenido de todo alimeuto. El ham-
bre m·e ha retorcido las entrañas y no solamente no me he
muerto sino que puedo decir que siento en mí más vidll Y
más fuerza que nunca.
-:-Os cr¡:!O, dijo Ambrosia; pero este elixir que conser-
va la vida no devuelve la juventud, amigo mío; miráos, Y
le presenta un espejo .
Raimundo Luiio retrocedió, nunca durante treintll l!fios
se le había ocurrido mirarse.
Ahora Raimundo, miradme, dice Ambrosia, mientras
descubría sus ca-ñ as; luego desabrochán dose el vestido le
enseña un seno qu~ estaba casi entereramcnte roído por
un cáncer: ¿es esto lo que queréis inmortalizar?
Y viendd al alquimista consternado le dijo: «Escuchad-
me: hace treinta años que os amo y no quiero condenaros
a prisión perpetua en el cuerpo de un viejo; no me conde·
néis a mi. Concededme 'la gracia de esa muerte que se
llama la vidtJ. Dejadme transformarm e para revivir; hun-
- 290

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hiSTORIA D l! L A M A O lA

dámonos en la juven1ud eterna. No quiero vuestro' elixir


que prolonga la noche de la tumba; yo aspiro a la inmor-
talidad.»
Raimundo Lulio ,a rroja entonc es a tie11ra el pequeñ o fras-
co, que se rompe.
cOs libero, dice, y yo quedo en prisión por vos. Vi•vld en
la inmortalidad del cielo, que yo estoy conden ado para
siempre a la muerte viviente de la tierra.»
Y ocultán dose el rostro ea las manos y solloza ndo,
huyó. Unos meses despué s un monj,e de_la orden de Sa.n
Francisco, asistfa a Ambro sía di Castel lo en sus últimos
momentos: e.! monje era Raimundo Luho. En e_ste p1m:tb se
termina e! romanc e y comienza la leyenda.
La leyenda quiere que los tres o cuatro Raimu ndes Lu-
lios que han existido en diferentes époeas , sean un solo
hombre y da al alquimista arrepen tido varios siglos de
existencia y de expiación. El día en· que por. ley natur.al el
pobre adepJo debía morir, sentía las angust ias deJa ago-
nía, hasta que el'l una crisis suprem a la vida vel'lía a apo-
derarse de él, como el buitre de Pro me leo, recome nzaba el
festín. El S alvado r clel mundo que le tendía ya la mimo, se
volwía a entrar tristemente en el cielo, que se cerraba , y
Raimundo Lulio se encont raba en la t-ierra sin espera nza
de morir alguna vez.
Se dedicó a orar y al ejercicio de las buenas obras. Dios
le concedía todqs fas gracias ,"meno s la muerte y, ¿qué ha~
cer con ellas, sin la muerte que debe comple tarlas y coro-
narlas? Un día el árbo! de la ciencia se le aparec ió c.a rgado
•Con sus lumino sos frutos; así compre ndió el ser y sus a-r-
monías, adivinó la cábala , trazó las bases y el pl.an cl~ una
ciencia universal, y desde entoBces no se le Uam~ de oJra
maner.a que el doctor iluminado.
- 2.Q1 -

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E L 1 p H A · .S (L E

Había encon trado la gloria fatal recom pensa del :rabajo


los
que Dios con su miseri cordia , no envía casi nunca a
porque a
grand es hombr es hasta despu és de su muerte,
do
los vivos los deslum bra y los enven ena. Pero Raimun
Lulio que no había clejado a la gloria paso con su muerte
pare-
debía temer verla morir antes que él y esta gloria le
cía que era una irrisió n de su mortal infortunio.
Sabía fabricar el oro y p·o día compr ar el mundo con to-
con-
dos sus movim ientos , al mismo tiempo que no podía
seguir una tumba .. pra el mendi go inmortal. Iba por todos
sitios mendi gando la ¡nuert e y nadie podfa concedérsela.
Había luchad o cuerpe a cuerpo con la filosofía de los
fa-
árabes y la había vencid o, aunqu e tenía que temer al
natism o de los ¡>ectarios. del islami smo; tenía que temer,
a
es decir, que podía espera r algo, porqu e lo que esperab
un joven árabe de los
, era la muerte. Tomó por criado a
doc-
más fanáticos y se cÓiocó ante él como barrer.a de la
que
trina de mahom a. E.! árabe intentó asesin ar a su amo
era lo qu~ Raimu ndo Lulio espera ba, pero no murió como
era su deseo, y al no poder obtene r el perdón de su asesi-.
de la
no, tuvo un remor dimien to en la conciencia en lugar
Apena s estuvo curado de las herí·
tranqu ilidad y la paz.
das se embar ca y parte a Túnez; allí predic a pública men·
y su
te el cristia nismo., pero el bey, admir ando su ciencia
valor, le ampar a contra el furor :del pueblo y le embarca
con todos sus libros .
de
Raimu ndo Lulio vuelve y predica en otras ciudades
Africa; los musul manes ,estup efacto s no se atreven a hacer-
en
. le ningún mal. Vuelve por fin a Túnez, reune a la gente
o del país, pero que
las calles y exclama que le han echad
aY
vuelve para confun dir los dogm as im~fos de Mahom
morir por Jesucr isto. Bsta vez ~es impos ible toda protec·
-29 2-
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H!S 10R IA DE LA M A O 1 A

ción; el pueblo furioso le persigue y e's una verdader a se-


dición ; f;¡uye para excitarlo s más, está destroza do por los
golpes, cubierto de sangre, con heridas por todo el cuer-
po, y continúa viviendo . Está realrr¡ente enterrad o por. una
montaña de piedras.
A la noche siguiente , dos mercade res genoves es llama-
dos Esteban Coló n y Luis de Pastorga , desde alta mar
ven que se eleva en el puerto de Túnez ~n·a gra'n luz. Se
¡
aproximaron y vieron un montón de piedras'· del que salía
este milagros o esp,lendoF; quitaron las piedras y encon-
traron a Rairnundo Lulio enteram,e nte de~hecho , pero vi"Vo
todavía.
Le embarca ron en su bajel y le condujer on a Mallorca ,
su Patria, y cuando estaban a ·la vista de la isla, el mártir
expiró por fin; Dies con un milagro· le había liberado : la
penitencia estaba cumplida.
Esta es la odisea del Raimund o Lulio, .fabuloso; ahor.a
vamos con las realidad~s h_istóricas . RaimuJ;Ido Lulio el
filósofo y el adepto, el que mereció el sobreno mbre de
•doctor iluminado» era el hijo del senescal de Mallorca ,
célebre por' su pasión no correspo ndida por Ambr0si a di
Castello. No compuso elixir de inmortal idad, pero fabricó
oro en lnJ.flaterr a para el rey Eduardo lll; a este oro le lla-
maron oNo de Raimun do y existen todavía piezas muy r<~­
ras verdader amente que los colecci~nadores llaman rai-
mundinas . · ·
Luis Figuier supone que las raimund inas son los lla-
mados •n'o bles de la zona• acuñado s en el reino de Eduar-
do lll y señala, quizá con alguna ligereza , que la alquimia
eje Raimundo· Lulio era una simulaci 0.n del oro, difíci! .cle
reconocer en aquel tiempo en el que los procedim ientos
químicos estaban. muchos más atrasado s que en nuestros
-293 -

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L 1 p ff A S L E JI

días. Este sabio no deja de reconocer el valor cienlffico


de Raimundo Lulio y véase ,cómo le juzga (Doctrines él
travaux des alchimistes. P. 82):
<<Raimundo Lulio, cuyo genio' ejerció en todas las ramas
del conocimiento humano y expuso en su libro Ar.s mag-
na un vasto sistema de filosofía que resumía los princi-
pios enciclopédic0s de la ciencia de su tiempo, tenía que
dejar a Jos químicos una herencia útiL Perfeccionó y des·
cri11i>ió cuidadosamente diversos compuestos que se usan
mucho en química. Le debemos la preparación del carbo-
nato de potasa por medio del tártaro y de las cenizas ve•
getales. La rectificación del espíritu de vino, la prepara-
ción de los aceites esenciados, la copelación de la plata y
la preparación del mercurio."
Otros sabios, convencidos de la pureza del oro de •los
nobles de la raza,., han pensado, dado que la química
práctica usaba, en la Edad Media, procedimie¡;¡tos muy
lmperfect0s, que las transmutaciones de Lulio y otros
adeptos eran realmente la separación del oro de los mine·
rales de plata y purificado por medio del antimonio, lo que
está designado, en efecto, con un gran número de simbo·
los herméticos, como el elemento eficiente y principal de la ,
pólvora de proyección.
Convendremos con ellos que la química no existía en la
Edad Media, y añadiremos además que los adeptos la
crearon, o más bien, que los adeptos que guardaron entre
sí los secretos de la síntesis, tesoro de los santuarios má-
gicos, enseñaron ~ sus contemporáneos algunos procedí·
mientas del análisis, procedimientos que han sido perfcc·
donados después, pero que no han conducido todavía a
nuestros sabios a encontrar la antigu;:: síntesis, que es,
hablando con propiedad, la filsoffa herm~tica.
-294-

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¡ H/ST OYIA DE LA M A O 1 ~

Raimundo Lulio encierra en su testamento filosófico to-


dos los principios de esta ciencia, como era de uso y de-
ber entre todos los adeptos: también compuso una clave
del testamento y luego una clave de la clave: · es decir, un
codicilo, que es, a nuestro parecer, el más impo~tante de
todos sus escrilos de alquimia. Los principios que se en-
cuentran y los procedimie ntos que se· exponen no tienen
nada de común con la sofisticación de los metales puros
ni con la separación deJas aleaciones. · Es una teoría de
acuerdo con los principios de Geber y de Arnaldo de Vi-
llanova en la práctica y con los más altos conceptos de
la cábala en la doctrina. Las personas serias, que no se
dejan arredrar pbr el descrédito en que la ignorancia hace.
caer a algunas grandes cGsas, deben para continuar según
los más potentes genios del antiguo mundo, la investiga-
ción de lo absoluto, estudiar primero y me~itar cabalfsti-
camente después el codicilo de Raimundo Lu!io.
Toda la vida de este ma~avilloso adepto, el primer Ini-
ciado después de San Juan que se había dedicado al apos-
tolado jerá,rquico de la santa ortodoxia, toda su vida, re-
pelimos, la pasó haciendo fundacione s ¡i)iadosas, predica-
ciones y trabajos científic.o s inmensos. Asf, el año 1276,.
fundó en Palma un convento d~ franciscano s dedicados al
estudio de las lenguas orientales y especialmente de la
lengua árabe, con la misión especial de refutar los libros
de los doctores mahometan os y de predicar a los moros
la fe cristiana. Juan XXI confimó la institución en un br.eve
fechado en Viterbo el 16 de lils C1llendas de Diciembre
del primer año de su pontificado.
Desde el año 1293 hasta 1511 solicita del papa Nicolás IV
Yde los reyes de Francia , de Sicilia, de Chipre y de Ma-
llorca el establecimiento de varios cole¡rios para el estudio
-2%-

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L 1 p A ' -' . L - /!!. V 1

dé las lengu,11s. En todos sitios enseña su gran arte que


/ es una Síntesis un'iversal de los conocimiento s humanos
y que tiene por fin que los ~ombres no tengan más que
una lengua como no tendrán más que un pensamiento. Va
a París y maravil111 a los más sabios doctores; después a
España, se detiene en Alcalá donde funda una Ac11demia
·Central' para el estudio de las lenguas y de las ciencias;
reforma varios conventos, viaja por Italia y reclut11 sol-
dados para la nueva ord_en militar cuya institución solí-
cita al mismo Concilio de Viena que condena a los tem-
plarios.
La ciencia católica, 111 verdadera iniciación de San Juan
quiere arranc11r de las manos de los infieles la espada de-
fensora del templo. Los grandes de la tierr11, se burlan del
pobre Raimundo Lulio, o pesar de lo cual, hacen lo que él
desea. El iluminado que se ha llamado por irrisión Raí-
mundo el f<mtástico, parece ser el Papa de los Papas y el
Rey de los Reyes: es pobre eomo Job y da limosna a los
soberaJ;Jos; se confunde a los lfiscretos. El ·mejor político
de su tiempo, el cardenal Jiménez de Cisneros, un espíritu
tan abierto como· serio, al hablar de él, siempre le llama el
divino Raimundo Lulio y el doctor iluminado. Murió según
Genebrád en 1314 o en 1315, según el autor del prefacio de
las «Meditations» de I'Ermite Blaquerue. Tenía ochenta
años y el último día de sri laborios11 y santa existencia fué
el de la fiesta y martirio de los apóstoles San Pedro y San
Pablo.
· Discfpulo de los grandes cabalistas quería propagar
una filosofía Universal y absoluta que sustituyese· a las·
11bstracciones convencional es de los sistemas , la noción
fila d~ las realidade~ de la na~uralez11 y d los términos am-
biguos de la escolástica, un verbo simple y Mtural. Re-
- 296-

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HiS TORIA DE L A M A O 1A

prochaba a las definiciones de l0s s~bi0s de ~u tiempo,


que eternizasen las discusiones con ineocactiludes y anfibo-
logía. El hombre es un animal razonable, dijo Aristóteles;
el hombre no es un animal, se puede responder, y muy.rara
vez razonable. Además animal y razonable son dos térmi-
nos ¡mtre los que no hay concordancia. Un loco según no
sería, un hombre, etc. Raimundo LuUo define las cosas' con
su mismo nombre y no con sinónimos· o circunlocuciones;
además explica los nombres con la etimología. Así a esta
pregunja , ¿qué es el hombre? respondería: Esta palabra
tomada ~n su acepción general signi-fica la condici6'n hu~
mana y en su acepción particular designa la persona hu-
mana. ¿Pero qué es 1~ persona humana? Originariamente '
es la persona que Dios ha hecho, cuando" da un soplo de
vida a un cuerpo hecho de tierra (humus); actualmente,
sois vosotros, soy yo, es Pedro, es Pablo, etc. La gente ,
acostumbrada a la jerga científica, va a protestar y dirá al
doctor iluminado que cualquiera podría decir lo mismo;
que razona como un niño'; que con ese método todo el
mundo sería sabio y que se preferiría el sentido común
del pueblo a la doctrina de las Academias: Pues eso es lo
que quiero, respondería sencillamente Raimundo Lulio. De
aquf sale el reproche de puerilidad de que se acusa a la
teoría sabia de Raimundo Lulio que e'n efecto era pueril,
pueril como la moral del que ha dicho: ·si no os hacéis pa-
recidos a los niño:> . no entraréis_nunca en el reino de los
cielos. El reino de los cielos, ¿no es también el reino de
la ciencia, puesto que 1~ vida celeste de los hombres y de
Dios, es :inteligencia y amor.
Raimundo Lulio , ·qu'ería oponer la cábala que se había
convertido en cristiana a la magia fatalista de los árabes ,
las tradiciones del E¡¡¡'ipt0 a las de la India, la magia blan-
- 297-

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E L 1 p lf A L /';

ca a la magia negra; d.ecía que era los t1ltirrtos tiempo~. las


doctrinas del Antecristo serían un realismo materializado
y que resucitarían todas las monstruosid<::des de la magiq
mala; preparaba los espíritus a la vuelta de Enoch , es de-
cir, a la última revelación de esta ciencia cuya clave está en
los alfabetos geroglíficos de Enoch y cuya luz conciliado-
ra de la razón y de la fe, precederá al reino mesiánico y
universal del cristi<mismo en la tierra. Para los verdaderos
cabalistas y los videntes, este hombre era un gran profeta
y para los escépticos que por lo menos respetan los gran-
des caracteres y las grandes aspiraciones, era un soñador
sublime.

- i91i-

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CAPÍTULO IV

LOS ALQUIMISTAS

Flamel pertenece exclusivamente a la alquimia; por eso


sólo haremos mención de él al hablar del Ii9ro geroglífico
de Abraham el udío; en el eual el escriior de la calle
Saint-Yacques-la-Boucherie encontFó las clayes absolutas
de la -gran obra.
Este libro estaba combinado sobre las. claves Tarot y no
era :sino un comentario geroglífico-herméJic0 del Sepher
Jezizah. Vemos, en efecto, en la descripción que de él
hace Flamel, que sus hojas eran veintiuna , o sea-n veintidos
. con el título, y se dividían en tres septenarios con una
boja sin escritura ~ada siete páginas.
Observemos que el Apoc.a lipsis, este sublime resumen
cabalístico y profético de todas las formas ocultas, divide
también sus imágenes en tres septenarios, después de
cada cual se hace un silencio ·en el cielo, analogía s0rpren-
dente con la hoja en blanco del libro místico de Flamel.
Los septenarios del Apocalipsis son al principio siete
sellos sin abrir, es decir, siete misterios a conocer y siete
dificultades a vencer; siete trompeti'\S a sonar, es decir,
siete palabras a comprender, y siete cop'ás a vertir, es de-
cir, siete substancias a volatilizar y a fijar.
En el libro de Flamel; la p.rimera séptima hoja osten112
POr jeroglífico la v'a r.a de Moisés, triunfante de la~ ser~
- 299 -;;:-

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L /' p H A L E V 1

píen tes lanzadns por los ·encanta dores de l"'araón y que se


devoraro n entre sí, figur.a análoga al triunfador del Tarot,
unciendo a su carro cúbico las esfinjes blanca y negra de
la magia egipcia.
Esta figura correspo nde al séptimo dogma del símbolo
de Maimónides: sólo tenemos un profeta y ese es Moisés.
Represen ta la unidad de la ciencia y de la obra; repre'-
senta también el mercurio de los sabios que se forma por
la dir;>olución de l0s mixfos y por la acción recíproc a del
azufre y de la sal de los metales.
La figura del segundo septenar io represen taba la ser-
piente de bronce fija sobre una cruz. La cruz represen ta !11
uni0n del azufre y de la sal purificad os y la condens ación
de la luz astral; el número 14 del Tarot represen ta un an-
gel, es decir, .eJ espíritJ de J¡¡ t·ierra mezclando los líquidos
de un vaso de oro y de un ·vaso de plata. Es pues el mis-
mo ~fmbolo, represan tado de distinta manera.
En el último septenario del libro de Flame-1 , veíase el de-
sierto, fuen-tes y serpient es que corrían en todos sentidos ,
ímngen del espacio y de la vida universa l. En el Tarot el
espacio está represen tado por los cuatro signos de los
puntos cardinal es del cielo, y la vida por una joven desnu-
da que corre dentro de un circulo. Flamel no dice el nú-
mero de fuentes y serpient es. Podían ser cuatro .las · fuen-
tes brotando del mismo manantia l, como en el pantaclo
eé!énico, con cuatro, siete , nueve, o diez serpiente s.
· · En la cuarta hoja veíase el Tiempo dispuest o a cortar
los pies a Mercurio. Cerca había un ·rosal florido cuya raíz
era azul, blanco el tallo, las hojas rojas y las flores de oro.
El nú,J;Tiero cuatro es el de la realización elemental: el
tiempo es el nitro atmosfér ico: su guadaña , el ácido que
de él se puede obtener y que fija el mercurio transformán-
- 300-

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ti/STORIA DE L A M A O 1 A
\
dolo en sal; el rosal, es la obra co.n sus trascolorea suce-
sivos: es el magisierio al negro, al blanco y al roj0, que
hace germinar y florecer al oro.
En la quinta hoja (el número cinco es el del gran mist~­
rio) se veían al pi.e del rosal florido, a unos ciegos . rebus-
eando en la tierra el gran a.gente que está en to~as· par'tes;
algunos de ellos más avispado,s examinaban un a5ua
blanca semejante a aire solidificado; ·en reverso de · la pá -'
gina veíase la matanza de los inocentes y al sol y a la
lu.na que venían a bañarse en su sangre. Esta alegoría q,ue
expresa en efecto el gran secreto· del arte hermético, tiene
relación eon este arte de forl]lar el aire en el aire d~ qu~
habla Aristeo, o para expresarnos en lenguaje inteligible,
de emplear el aire como fuerza, dilatándolo p0r medio de
la lu~ astral, como .se dilat·a el agua en vapor por la .acción
del fuego, lo que _pued~ hacerse con ayuda de la elecir:iei-
. dad, de los imanes y' de una pr0yecció'n potente de la vo-
luntad del operador, dirigida por la ciencia y el buen de-
seo. La sangre de los niilos representa esta luz esencial
que el fuego filosófico extrae de los cuerpos elementales,
y en la cual el sol y la luna ,- se bañan, es decir, que la plll-
ta se tiñe en oro y el oro adquiere un grado de pureza que
transforma ·e! azufre en verdadero polvo de proyección .
No hacemos aquí un tratado de Alc;¡uimia, aun cuándo
esta ciencia sea realmente la alta magia puesta en acción.
Nos reservamos para otras obras más especiale~ y más
extensas las revelaciones y las maravillas.
La tradición popular asegura que Flamel no h11 muerto
Y que ha enterrado un tesoro bajo la torre de Saint-jac'-
ques-Ja-Boucherie.
Este tesoro encerrado en un cofre de cedro, revestido
de lámina& de siete metales, no puede ser otra cou, al de-
- ~01-

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L 1 p !f A S L !! 1

~ir de los adeptos, que el ejemplar original del famoso li-


bro .de Abraham el judío con sus explicaciones escritas de
mano de Flamel, y muest.ras del polvo de proyección en
cantidad suficiente para cambiar el Oceano en oro, si el
Oceano fuese de mercurio.
Deipués de Flamel vinieron Bernard le Trevicán, Basi-
le Valentín y otros alquimistas célebres. Las doce claves
de Basilio Valer:~tín son a la vez cabalísticas, mágicas y
herméticas. Posteriormente en 1480 apareció Juan Tritemo
que fué el maestro de Cornelio Agripa y el mago dogmáti-
co más grande de la Edad Media. Tritemo era un abad de
la orden de San Benito: de una irreprochable ortodoxia y la
más regular conducta. No cometió la imprudencia de escri-
bir abiertamente acerca de la filosofía oculta, como su dis-
cípulo el aventurero Agripa; todos sus trabajos mágicos
versan sobre el arte de esconder los misterios; en cuanto a
su doct•rina la ha expresado en un pantaclo, a usanza de
l0s verda.cleros adeptos. Este pantaclo, extremadamente
raro, se encuentra únicamente en a·lgunos ejemplares ma-
nl!lscrilos del Tratado de las causas secundarias.
Un gentil-hombre polaco, que es un espíritu elevado y
un noble corazén, el conde Alejandro Branistki, posee un
curioso ejemplar que ha tenido a bien mostrarnos. Este
pantaclo está c0mpuesto de dos triángulos unidos p0r la
base, uno blanco y otro •negno; bajo el vértice del ·t-riángu-
lo negro está rescostado un loco .que· .alza trabajosamente
la cabeza y mira con un gesto de espanto su propia ima"
•gen reflejada en la obscuridad del t·r iángulo; sobre el vér-
t.ice del lriángul'o blanco se ap0ya un hombre viril westido
de caballero y con la mirada firme y la acti<tud de mandar
enérgica, pero suavemente. Bn el tdángul0 blanco es1án
trazados los caracteres del tetragrama divino.
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fi/STOR/A D E! L A M A O lA

Se podría explicar este pantaclo, con la siguiente leyen-


da: cE! justo se apoya en el temor del verdadero Dios, el
insensato se deja aplastar por el miedo de un falso -dios
hecho a su imagen». Este es el sentido natural y exotérico,
pero al meditarlo en el conjunto y en cada una de sus par-
tes, los adeptos podrán encontrar en él la última palabra
de la cábala, la fórmula indecible de! gran arcano: la dis-
tinción entre los milagros y los prodigios, el secreto de
las apariciones, .la teoría universal del magnet,ismo y la
ciencia de todos los misterios.
Trilemo ha compuesto una historia de la magia en. pan-
lacios, con este título: Veterum sophorum sigi!la e ima-
gines magici'E; luego en la estenografía y en la poligrafí-a
da la clave de todas las escrituras ocultas y explica en tér-
minos velados la ciencia real de las encantaciones y de las
evocaciones. Tritemo es en magia el maes!Po de los maes-
tros y no vacilamos en proclamarle el adepto más sabio y
más honrado.
No pasa lo mi$mO con Cornelio Agripa, que toda su
vida fué un investigador y no encontró ni Ia verdaderll
ciencia, ni la paz. Los libros de Agripa están ·llenos de
erudición y de atrevimiento; él mismo era un carácter .fan-
tástico e independiente por lo que se le tuwo por un abomi-
nable hechicero y fué perseguido por el clePo y pqr los
príncipes; escribió contra las ciencias que no le habían
dado la felicidad y murió en la miseria y en el abandono.
Por fin llegamos a la figura noble y resplandeciente del
sabio y sublime Poste!, la que no se conoce lilás que por
el amor excesivamente místico que tuvo por l!ll'la sol1ero-
na iluminada. Hay bastantes más cosas en Postél que l'ZI
cle. ser discípulo de la vieja Juana; ·lllero los espírihis 'VUl-
gares son tan propicios .a denigrar para evitúse iener qu·e
- ~03-

© Biblioteca Nacional de España


l! L p H , ..4 L E y 1

aprend~r. que en esto no querrán ver otra cosa. No ee,


pues, a ellos, a los que vamos a revelar el genio de Gui-
llermo Postel.
Poste! era hijo de un pobre a.Jdeano de las cercanías de
Barenton de Normandía : a fuer:z¡a de perseveran cia y de
sacrificios llegó a instruirse y pronto fué el hombre más
sabio de su tiempo; !a pobreza le acompañó siempre hasta
el punto de que alguna \ez tuvo que vender los libros.
Poste!, siempre resignado y manso, trabajaba corno jor-
nalero para ganar un pedazo de 'pan y cuando volvía a su
casa se ponía a estudiar: aprendió todas las lenguas co ..
nocidas y todas las ciencias de su tiempo; descubrió ma-
nuscritos preciosos y raros, entre otros los Evangelios
apócrifos y el Sepher Yezirah; se inició por sí mismo
en los misterios de la alta cábala y ~n su ingenua
admiración por esta verdad absoluta, por esta razón su-
prema de todas las filosofías y d~ todos los dogmas, qui-
so revelarla al mundo. Habl ó claramente la l engua de los
misterios, escribió un libro titulado La c/ef des chosea
eacheés depuis le c;_ommencement du monde. Envió el
libro a los padres del Concilio de Trento y les conjuraba
para entrar en el camino de la conciliació n y de la síntesis
universal. Nadie le comprendió ; unos le acusaro n de he-
reje, otros más moderados se contentaron con decir que
. estaba loco.
La Trinidad , decfa, ha -hecho al , hombre a su imagen Y
semejanza. El cuerpo humano es doble y su unidad terna·
ría se compone de la unión de dos mitades; el alma hu-
,mana también es doble: es animus y ánima, espíritu y ter-
nUI:a; tiene dos sexos, el sexo paternal que asienta en la
cabez~. sexo maternal en el corazón; la realización de J·a
redención tiene que ser doble en la humanidad : el espíritu

- 1104

© Biblioteca Nacional de España


HISTORIA DE L A MA Ol :A

con su pureza tiene que paga r los· extr-avíns del


q>razón y
que el coraz ón con su gener osida d redi ma de
los secos
egoísmos de la eabez a. El cristi anism o, añade
, no ha sido
comprendido más que por, las cabez as que razon
an, no ha
llegado hasta los coraz ones. El verbo se ha
hecho hom-
bre; pero hasta que no se haga mujer el mund
o no se sal-
vará. El genio mater nal de la religión enseñ ará
a los hom-
bres las subli mes grand ezas del espíri tu de carid
ad y en
tonces la razón se .conc iliará con la fe porqu
e cdmp ren-
derá, explicará y goberna1•á las santa s locur
as de la
nbnegación.
Ahora ved, añade , de qué se comp one la religi
ón de la
mayoría de los cristi anos: una parci alidad
ignor ante y
persec utora, una obsti nació n super sticio sa y
estúp ida, y
sobre todo de miedo , el infamante miedo . ¿Y esto
por qué?
Porqu e no tienen coraz ones de mujer , porqu
e no siente n
los divinos entus iasm os del amor maternal que
les expli -
carían toda la ueligión. Ei poder que se ha apode
ra do de
su cerebro y de su espíritu no es el del Dios bueno
·, inteli-
gente y longamine, sino el del millvado, cobar
de y créti-
co Satan ás, siente n más el temo r al diabl o que
el amor de
Dios. Son cereb ros estre chos y petrif icaao s como
maus o-
leos sobre coraz ones muertos . ¡Oh! ¡Cua ndo
la graci ~ re"'
sucite en los co razon es , qué despe rtar para las
inteligen-
cias! ¡Qué renacimiento para la razón! ¡Qué
triunfo para
la verdad! ¿Por qué soy el t>rimero y por qué
el único en
com prenderlo? ¡Qué puede hacer un sólo resuc
itado entre
loS"muertos que todavía no pueden oir· nada!
Venga, ven- ·
ga ese espírilu matern al que se me ha apare cido
en Vene-
cia en el alma de una virgen inspiraCila por Dios
y que· en -
seña a las mujeres del nuevo mundo su misió
n reden tora
Yen apostolado de amor santo y espiri tual.

- 305 - 20

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A L 1

Poste! debía estas nobles inspiracioneg a una piadosa


mujer llamada ~uana que había conocido en Venecia; fué
el confidente espiritual de este alma y arrastrado por la
corriente de poesía mística que giraba como un torbellino
alrededor de ella. Cuando le dió la comunión la vió radian-
te y transfigurada, tenia más de cincuenta años y confiesa
ingenuam ente que no le hubiese dado más de quince, de
tal manera las simpatías de sus corazones, la transfigura-
ba. Extravíos extraños de dos almas puras, matrimonio
místico de dos virginidades, puerilidades líricas, alucina-
ciones celes1es; para comprender todo esto hay que haber
practicado la vida ascética. Ella decía entusiasmado, es el
espíritu de Cristo que vive en ella y que debe regenerar el
mundo. La luz del corazón que debe arrojar de todos los
espíritus el repugnante espectro de Satán, no es una quÍ"
mera de mis sueños, la he visto, ha aparecido ante el mun-
do, está encarnada en una virgen, en ella he saludado a la
madre del mundo venidero. Con esto más bien que tradu-
cir a Poste!, le analizamos , pero el rápido resumen que
damos de sus sentimientos y de su lenguaje, no basta para
hacer comprender que todo eso se dice figuradamente Y
que como h~ce nota r juiciosamente el sabio jesuíta Desbi-
llons, en su narración de la vida y las obras de Poste!, es-
taba muy lejos de su pensamiento, como se ha sostenido,
un á segunda encarnación y una divinidad de la pobre her-
mana hospitalaria que le había seducido únicamente con
el brillo de sus humildes virtudes. Creemos muy sincera-
mente que los que habían calumniado al buen Poste! y se
habían burlado de él, valían menos que Juana.
Las relaciones místi cas ~e Poste! y de esta religiosa du-
raron cinco años aproximadamente hasta que Juana murió.
Había prometido a su confesor no separarse nunca de él Y
-306 ~

© Biblioteca Nacional de España


HI ST OR IA DE LA M AO JA
asistirle cuand0 se viera desligad
a de las cadenas de la
vida.
• Ha cum plido su pala bra, dice Post
e!, ha veni do a visi·
tarme en París, me ha ilum inad o con
su luz, ha conc iliad o
mi fe con mi razón. Su subs tanc ia
y cuer po espi ritua l ha
descendido a mí dos años después
de su ascensión al cie-
lo y se ha extendido sens ibl emente
por todo mi cuerpo,
hasta tal punto, que es ella y no yo
quien vive en mí.>
Desde esta época Poste! no se llam
ó de otra mamua que
el resucitado, firmaba Posf el/u s resti
tutu s y se realiza un
singular fenómeno, sus cabe llos
blan cos volv ieron (a ser
negros, las> arru gas desapareciero
n, volv ió a tener en el
rostro el colo r rosa do de la juve ntud
, que antes era pálid o
y extenuado por las austeridades y
las vigil ias; los bió-
grafos burlo nes sostien~n que se teñía
el pelo, que se pin-
taba: como si no fuese bastante habe
r presentado un loco ,
quieren además que un hom bre de
tan nobl e y gene roso
carácter fuese un simu lado r y un
char latán .
· Hay algo más prod igios o que la
elocuente sin razón de
los corazones entu sias tas y es la
tonte ría o la mala fe de
los espíritus escépticos que los juzg
an.
«Se ha imag inad o , escribe el padr
e Des billó n, y veo que
todavía se cree hoy qpe la regenera
ción que él supo ne que
hizo la madre Juana, es el fundame
nto de su sistema, e-l
sistema del que no se sepa ró nunc
a si no es acaso algu -
nos años antes de su muerte subs
istía por entero, antes
que él hubiese oído habl ar de la mad
re Juána.
Se había meti do en la cabeza que
el reino evang.élico de
Jesucristo, establecido por los após
toles, ya no podía sos-
ten erse .entre los crist iano s, ni prop
agar se entre los infle ·
les sino por las luces de la razó n.
A este princ ipio que la
interesaba personalmente, unía otro
que cons istía en que
-30 7-

© Biblioteca Nacional de España


L 1 S L E V 1
E

uni-
un rey de Franci a esiaba destin ado a ser el monar ca
camin o con la conqu ista de los
versal , había que abrirle el
us para que no
cora~ones y la convic ción de los espírit

hubiese en el mundo más que una s<?la creencia y queJe-


una
sucris to reinas e con uo solo rey, una ley única y
sola fe.»
Esto prueba según el padre Desbillons que Poste! esta-
r·ei-
ba loco. Loco por haber vensa do que la religión debe
razón suprem a del dogma y que
nar en los espírit us por la
·
la monar quía para ser fuerte y durade ra tiene que encade
nar los corazo nes con las conqu istas de la prospe ridad
pública-y de la paz. Loco por haber creído en el adveni-
días
miento del reino de aquél a quien pedim os lodos los
en la razón y en la
que' su reino llegue. Locó porqu e creía
justicia en la lierra. . --
Pues bien, no sé equivo can: el pobre Poste! esta·ba loco.
La prueba de su locura es que escrib ió como ya hemos
rles
dicho a los padres del Concilio de Trento para suplica
as
que ben¡;Iij esen a todo el mundo y no lanzas en anatem
: trató de que se co nvirtie sen los
contra nadie. o'tra locura
jesuita s a sus ideas, que predic asen la conco rdia univer·
sal entre los hombr es, la paz entre los sobera nos, la razón
.
a los presbí teros y la bonda d a los príncipes del mundo
ó los bienes terrest res Y
Ultima y suprem a locura : desdeñ
el favor de Jos granriles, .vivió siemp re humilde y pobre-
Y
mente, no posey ó n.ada más que su ciencia y sus libros
ambicionó solam ente la verdad y la justicia.
¡Dios - le~ga en paz el alma del pobre Guille
rmo Poste!.
s-
Era tan bueno , tan tratab le ·que sus superi ores .eclesiá
lemente
, "' ticos tuvieron piedad de él y pensa ndo probab
como ha dicho más tarde La Fontai ne, que era más tonto
to
que malo, se conten taron con encerr arlo en un conven
-308

© Biblioteca Nacional de España


ti/.S10RIA DE LA M A O 1 A

hasta su muerte. Poste! les agradeció la calma que le pro-


curaban al final de su vida y murió apaciblemente retrac-
tánd0se de todo lo que sus superiores quisieron. El hpm-
bre de la co~cordía universal no podía ser anarquista y
era ante todo el católico más sincero y el cristiano más
humilde.
Algún dfa se encontrarán las obras de Poste! qtie se
leerán con extrañeza.
Pasemos a otro loco que ,s e llamaba Teofrasto 'Aureolq
Bombas! y que es conocido en el mundo mágico con el cé-
lebre nombre de Paracel;w .
No vamos a repetir lo que ya hemos dicho de es!e maes~
tro en el Dogme el Ritue/ de la haute magie; solam·ente
añadiremos alg unas notaciones sobre la medicina oculta,
de la que Paracelso fué el renovador.
, Esta 'medicina verdaderamente universal, reposa en una
vasta teoría de la luz que los adeptos llaman oro flúido
potable. La luz, agente creador cuyas vibraciones dan a
tqdas las c0sas movimiento y vida; la luz latente en el éter
universal, radiando alrededor de los centros absorbentes
que habiéndose saturado de luz, proyectan a su alrededor
movimiento y vida, forman así corrientes ereadoras; la
luz astralizada en los astros, animalizada en loª animales,
humanizada en los hombres; la luz que vegeta en las plan-
tas, que brilla en, los metales, ,q ue produce todas las for- ·
mas de la naturaleza y las 'equilibra todás con las leyes de
la sjmpatía uniyersal; la luz que produce los fenómenos
de mag·netismo adivinados por Paracelso, que 'c olorea ¡a
sang~e al desprenderse del aire aspirado y devuelto por el
fuelle hermético de los pulmones; la sangre se convierte
entonces en un verdadero elixir de vida, los .glóbulos ro-
jos imantados con luz viviente, nadan en un flúido lige-
- 509

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A L E V 1

ramente dorado. Estos glóbulos son verdaderas simien-


tes dispuestas a revestir todas las formas del mpndo, cuyo
resumen es el cuerpo humano, pueden sutilizarse y coa-
gularse, renovando así los espíritus que circulan por los
nervios y afirmando la carne alrededor de los huesos;
irradian hacia fuera o más bien al espiritualizarse se dejan
arrastrar por las corrientes de luz y circulan en el cuerpo
astral, cuerpo interior y, Juminoso que la imeJginación de
los estáticos dilata de manera que algunas veces la san-
gre va a colorear a distancia objetos que el cuerpo astral
penetra para identificarse con ellos. Ya demostraremos en
una obra especial de medicina oculta , lo que decimos aquí
por muy extraño y paradógico que pueda parecer a los
hombres de ciencia. Estas eran las bases de la medicina
de Paracelso, el cual curaba por simpatía de luz, aplica-
ba los medicament0s, no al cuerpo exterior y·material, €fUe
es pasivo, el que se puede cortar y desgarrar sin que sien-
ta nada cuando el cuerpo astral se retira, sino a ese me-
dium interior, a ese cuerpo, principio de las sensaciones
que reaviva la quinta esencia, con quinta esencia simpá-
tica. Así, por ejemplo, curaba las heridas aplicando po-
tentes reactivos en la sangre, de la cual enviaba el alma
física y la savia purificada hacia el cuerpo. Para curar un
miembro enfermo hacia un miembro de céra en el cual en-
filtraba por el poder de su voluntad el magnetismo del
miembro enfermo: aplicaba a la cera vilriolo, hierro y fue·
go que reaccionaban por su imaginación y corresponden·
cia magnética sobre el enfermo. mismo y del cual se ha bía
hecho el miembro de cera apéndice y suplemento. Para·
celso conocía los misterios de la sangre, sabía por qué Jos
sacerdotes de Baal para hacer bajar el fuego del cielo se
hacían incisiones con cuchillos; sabía por qué los orienta·
-310-

© Biblioteca Nacional de España


HIS10~/A D /! L A M A O /A

les que quieren in~pirar a una mujer el amor físico, derra-


maban su sangre ante ella; sabía cómo la sa~gre derra-
mada pide venganza 0 misericordia y llena el aire de án-
geles o de demonios . Efectivamente, ·la sangre es el ins-
trumento de los sueños y la qu~ hace acudir a nuestro
cerebro durante el sueño las imágenes, por que la sangre
está saturada de luz astral. Los glóbulos sanguíneos son
bisexuales imantados y de naturaleza férrica, simp~ticos y
repulsivos. Del alma física de la sangre se pHede hace!\ .
que salgan todas las formas y todas las imágenes del
mundo. Leamos el relato de un ';(iajero veraz:
«En Baroche, dice' el viajero Tavernier, lbs ingleses tie-
nen una hermosa mot·ada y recuerdo que al llegar un. día
de viaje de Agra a Sur ate con el presidente de los ingleses,
,vinieron unos charlatanes a preg untarle si quería que hi-
ciesen algunos juegos de su oficio, a lo que accedió por
curiosidad.
Lo primer0 que hicieron fué encender una gran hoguera
y poner al rojo unas cadenas de hierro, las que se rodea-
ban al ·cuerpo , simulando que sufrían algún dolor, pero en
realidad, no sufrían ningún daño. Después cogieron un
pedacito de madera que clavaron en tierra y preguntaron
a los presentes qué fruto querían. Se les contestó que se
deseab¡m mangos, y entonces un0 de los charlatanes, cu-
bierto con un sudario se agachó cinco o seis veces. Tuve .
la curiosidad de subir a un cuarto para ver desde lo alto
por una abertura del sudario lo que hacía el hombre y vi
que se contaba bajo los sobacos, con una navaja de afeitar
Yfrotaba con la sangre el pedazo de madera. A cada vez
que se levantaba se veía crecer el palito y a la tercera vez
sacó ramas con yemas; ala cuarta se cubrió de hojali, y a
la quinia floreció.
' -311-

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p ff A S L E V 1

El presidente de los ingleses, tenía en su compañía al


ministr0 religioso que había conducid o a Madabat para
b¡;¡utizar a un hijo de un holandés y cu yo padrino erá él;
ha,y que adverliF que los holandeses no tienen ministros
más que en l os lugares donde tienen un conjunto de mer-
caderes y soldados . El ministro inglés protestó primera-
mente porque no podía consentir que cristianos asisHesen
a tales espectáculos; pero en cuanto vió que de un pedazo
de palo seco producían en menos de media hora un árbol
de cuatro o cinco pies de alto con hojas y flores como en
la Primavera , se creyó en el deber de que aquello term()l~­
se y dijo en alta voz que no darfél nunca l a comunión a
ningu no de los que continuas en viendo aquellas cos as . El
president e se vió obligado a despacha r a los charlatanes•.
El doctor Clever de Ma'ldigny , de quien tomamos esta
cita se apena de que los magos se quedaran en medio del
camino, pero no trata de explicar el fenómeno. Nosotros
creemos que era una fascinaci ón por el magn etismo de la
luz radiante de la sangTe; era lo que ya hemos definido
o1ras . veces; un fenóm,eno de electricida d magnetiza da,
idéntico al que se llama palingen'esia y que consiste en ha-
cer aparecer una planta viva e.n un vaso que conliene l ail
cenizas de esta misma planta muerta anteriormente.
Estos eran los secr.etos que conocía Paracelso y adap-
, tando a los usos de la rpedicina las .fuerzas ocultas de la
naturaleza se hizo tantos admirado res y tantos enemigos.
Paracel so, que estaba muy lejos de ser u.n pobre horr¡bre
como Poste!, era por n~turaleza agresivo y batallador ; su
genio famjliar estaba oculto, decía, en el pomo de su enor-
me espada que siempre tenía consigo. Su vida fué una lu-
cha 'incesante; viajaba y disfrutaba ; escribía, enseñaba.
Era má-s curioso de los resultado s físicos que de las con-

-512-

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hiSTORIA DE L A /YJAOIA

quistas morales, 1así•fué el primero de los magos oper.ado-


~es y el último de los adeptos just0s. Su filosofía, llena pe
sagacidad, la titu laba él mismo Philosophia S,aga,~. '.Ha <
adi),/ina do más que nadie, sin haber'sabido nada con1plet~­
mente. Solam ente iguala a sus intuiciones la temeridad de
sus comentari os. Era el hombre de las experienci{ls atr~~ ·
vidas que se embriagaba con ,sus opiniones y ~ u pala.b ra,
aunque tambi éf1 se embria gaba de otra rilanerá ·si )/él a
creer a sus croni stas . Los escrito s que ha dejado son pre-
.closos para la ciencia,- pero hay I!Júe l eet•los con precau-
ción; se le puede ll amar el divino' I,>aracel so tomando este
adjetivo en el sentido de adivinar;. es un oráculo, pero no
es un verdadero ma estro; es grande especialmente como
médico, porq ue había encontrado l a. meclicina universal;
sin emba rg o, no pudo ebnservar su,pr.o pia vida, muri <!i"jo~
ven toda vf a, agotado p0r el trabajo y el exceso, deja)ld0
un nombre de gloria fantástica y dudosa fundada en des~

cubrimientos qu'e sus con·tem,porá'neos no supieron ree0:;·


ger. Murió sin haber clic,h o la últ·ima palabra y es, uno de ·
esos personajes misteriosos de. !•o s que se puede ~-~~i'r
como de En~c h y de San Juar¡; no es tá muerto y v .:·lverá a
la 1ierra antes de su ·nn.

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CAPÍTULO V
HECHI CEROS Y MAGO S CELEB RES

~e han multiplicado los coment arios y estudio s sobre


la
obra del Dante y no háy persona alguna, que nosotro s se· '
pamos, que no haya señalad o sus principales ca1·acteres.
La obra del gran gibelino es una declara ción de guerra al
papado por la revelació11 atrevida de los misterio s. La epo·
peya del Dante es joanita y gnóstic a, es una atrevida apli·
cación de las figuras y de los nombre s de la cábala al dog-
ma cristian o y una negació n secreta de todo lo que hay de
absolut o en esos dogmas ; su viaje a través de los mundos
sobrena turales, se realizó como la iniciación a los miste·
rios de Eleusis y de Tebas. Es Virgilio quien le conduce Y
le protege en los círculo s del nuevo Tártaro , como si Vir·
gilio, el tierno y melancólico poeta de los destino s del hijo
de Pollion , fuese a los ojos del poeta florentino el pad1·e
ilegítimo, pero verdade ro, de la epoya cristian a.
Gracias al genio pagano de Virgilio, Dante escapa del
abismo a la puerta del cual había leído una sentencia de
desespe ración; escapa ponien do su cabeza en Jugar de
los pies y sus pies e.n lugar de su cabeza, es decir, to·
mando lo contrar io del dogma, y entonce s se
remonta a la
luz, sirviénd ose del demoni o mismo, como de una escala
monstr uosa; escapa al miedo a fuerza de miedo, 11 lo ho·
rrible a fuerza de horror. El infierno, parece decir, no eíl
- 314-

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HIS10RIA DE LA MA· OJA

un laberinto sin salida más que para aquellos que no 'sa-


ben retornar; toma el diablo a contrapelo: si se me permite
emplear esta expresión vulgar, y se emancipa por su au-
dacia. Es ya el protestantism o dejado atrás, y el poeta d~
los enemigos de Roma, 'ya adivina a Fausto subiendo al
cielo sobre la cabeza de Mefistófeles vencido. Hagamos
notar también que el infierno del Dante no es ·más que un
purgatorio negativo. Expliquémos nos: su purgatorio pa-
rece formado en su infierno como en un molde, es como
la tapadera o el tapón del abismo., y se compnende que el
titán florentino en escalando el paraíso, quisiera arr~jar
de un puntapié el purgatorio en el infierno.
Su cielo se compone de una serie de círculos cabalísti-
cos divididos por una cruz, como el pantaclo de Ezequiel;
en el centro de esta cruz florece una rosa y entonces ve-
mos aparecer públicamente por primera vez, y muy cate-
góricamente explicado, el símbolo de los rosa-cruz.
· Decimos por primera vez porque Guillermo de Lorris,
muerto en 1260, cinco años antes del nacimiento de Ali-
ghieri, no había terminado su Romance de la Rosa, que fué
continuado por Clopinel medio siglo más tard~.
No se descubrirá sin extrañeza, que el Romance de la
Rosa y la Divina Comedia son dos formas distintas de
una misma obt·a: la iniciación es la independencia del espí-
ritu , la sátira de Todesco, lasin~>tituciones contempo -
ráneas y la fórmula alegórica de los grandes secretos de
la Sociedad de los rosa-cruces. ·
Estas importantes manifestacion es del ocultismo coin-
. cidieron con la época de la caída de los templarios, puesto
que Juan dé Meung o Clopinel, contemporán eo de la vejez
del Dante, floreció durante sus más bellos años en la cor-
te de Felipe el Hermoso. E l Romance de la Rosa es la
-515-

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L J p H A ,S L E V 1

epopeya de la vieJa Francia. Es un libro profundo bajo


una forma ligera; una revelación tan sabia como la de
, Appleyo, de los misterios del ocultismo. La rosa de Fla-
mel, la de Juan de Meung y l.a del Dante, son rosas nacidas
del mismo rosal. Dante era demasiado genial para ser un
heresiarca.
Los. grandes hombres imprimen a la inteligencia un mo-
vimiento que se prueba más tarde por los actos en que la
iniciativa pertenece a mediocridades inquietas. Dante ml
puede haber sido jamás leído y ciertamente jamás com·
prendido por Lutero. Entof'e ·tanto la obra de los gibelinos,
fecundada por el potente pensamiento del poeta, subleva
lentamente el imperio contra el papado, perpetuándola bajo
diversos nombres de sig·lo en siglo y haciendo, en fin ,
protE-stante a Alemania .
No es ciertamente Lutevo quien h·a hecho la Referma,
pero la Reforma se ha apoderado de Lutero y le ha empu-
jado hacia delante . Este despreocupado monje no tenía
más que enc((prichamientos y audacias, vero fué el instru-
m,ento preciso a las ideas · revolucionarias. Lutero es el
Dantón de la teología anárquica; supersticioso, se cree
obsesionado por el diablo; el diablo le dicta los argu· ·
mentos contra la Iglesia, y el diablo le hace razonar,
desvariar ·y, sobre todo escribir. Este genio inspirador de
todos los Caines, no pec;!ía P<?r .el momento más que segu-
ro de que la tinta.que fluía por la pluma de Luter0 haría en
breve correr arroyos de sangre. Lutero lo presentía y odia-
-
ba al diablo porque ,- ~l·lién era un amo; un dia le lanzó la
.,
escribanía a la cabeza como si quisiera hartarle con esta
violenta libación. Lutero al arrojar el iintero a la cabeza del
diablo no.s .recuerda a · aquel regicida socarrón que al fir·
mar la muerte de Carlos 1 manchó de tinta a sus cómplices .
. - .516 -

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HIS10RIA DE L A M A O 1A

•Antes turco que péJpistéJ», era l a divisa de Lutero; y en


efecto, el protestantismo es en el fonG,Ó, com o el i~lamis­
mo, el deísmo puro organizado y no se diferencian 'entre
sí más que en pequeñas cosa s. Los protestantes son: des-
de el punto de vista de la negaci ón del dogma católico,
musulmanes con algu nas supersti'ciones más y urd:n tl feta l\'
' ' ' 1 l't
t
\
menos. Los hombres renuncian más fácii !Jletite· a ))Íos q'ue i!!';;t"
al diablo. Todos los apóstatas lo han. probado suficien ~e~
mente.
Los discípulos de Lutero, los di vidió pronto la anarquía
y, ya no tenían entre ellos más que un l ¡¡zo de creencia. co-
mún, todos creían eh S atán y este espectro creciente a
medida que el espíritu de rebeldía los alejaba de Dios, to-
maba proporciones terribles. Carlos Tatd arcbidi ácoAo de
Wurtemburgo cuando estaba un día en el púlpito, vió en-
trar en el templo un h'o mbr,e negro que se sen tó f11ente a él
y le miró duran te todo, el tiempo del sermón, con terribl e
fijeza; se turba , baja del púlpito, interr oga a los presentes;
nadie ha visto al fantasma.
Carlos Tatd vuelve a su ca sa presa de espanto; el más
', ' '
pequeño de sus hijos llega a su encuentro y le cuenta que.
un desconocido vestido de negro ha venido a preguntar
por él y ha dicho que volvería dentro de tres ·días .
Ya n'o hay duda para el alucinad o ; el visita nte es el es-
pectro de la visión. · ',.
Aterrorizado y febril se mete en la cama y muere antes
del tercer día. ·
Los ,desdichados sectario s tenían miedo de su sombra,
su cdnciencia continuaba católica y los conden aba despia-
dada.mente. [utero paseando una noche con su mujer Ca-
talina de Bora, miró al cielo magnificéfmente estrellado, y
dijo a media voz suspirando;
- 151Z

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 H A S L .v 1

-¡He rmo~o cielo que no veré nunca!

-¿Pues qué, dijo la mujer, pensáis ser condenado como


un réprobo? ¡Quién sabe-dijo Lutero -si Dios no nos cas-
tig-ará por haber sido in·fieles a los votos! Quizá si enton-
ce~ Catalina al verle dudar de sí mismo le hubiera abando-
nado maldiciéndole, hubiese reconocido el reformador,
deshecho por esta admonición divina, cuán criminal había
sido al traicionar é1 la Iglesia, su primera esposa, y hubiera
dirigido la mirada hacia el claustro que había abandonado .
Pero Dios, que resiste ante los soberbios, no le pareció
digno, sin duda, del dolor saludable. La comedia sacríle-
ga del matrimonio de Lutero, había sido el castigo provi-
dencial de su orgullo y como perseveró en el pecado, el
castigo le persiguió y le puso en ridículo hasta el fin. Mu-
rió entre el diablo y su mujer, horrorizad o por el uno y
molesto por la otra.
La corrupción y la superstició n marchan fácilmente jun-
tas . La época del Renacimiento libertino, persecutora y
crédula, no fué ciertamente el renacimiento de la razón. Ca-
talina de Médicis era bruja, Carlos IX consultaba a los ni-
gromantes, Enrique 111 org·anizaba actos de devoción y de
libertinaje. Entonces era el buen tiempo de los astrólogos ,
aunque de cuando en cuando se torturase a algunos, para
que cambiasen las prediccione s.
Los hechiceros de la corte de esta época estaban siem-
pre un poco complicado s en los envenenam ientos y tenían
suficientes méritos para ir a la cuerda.
Trois-Eche lle, el mago de Carlos IX era prestidigitador
y canalla; un día se confesó con el rey y resultó que sus
hazañas no eran pecados veniales; el rey le perdonó pero
con amenaza de colgarle en caso de reincidencia. Trois-
Echelle reincidió y fué ahorcado.
- 51/J ~

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H!STOll/A DE L A M A O 1A

Cuando la Liga hubo jurado la muerte del débil y mise-


rable Enrique lll, recurrió a las figuritas de la magia negra.
L'Etoile asegura que la imagen de cera del rey estaba co-
locada en los altares en que los curas Iigueros decían misa
y se atravesaba la imagen con un cortaplumas, mientras
se pronunciaba una oración de maldiciones y anatemas.
Como el rey no moría bastante pronto, se dedujo que era
hechicero. Corrieron sátiras en las que se representaba a
Enrique men conventículos , donde los crímenes de Sodoma
y Oomorra eran solamente el preludio de otros más inau-
ditos y espantosos. El rey, se decía, tenía entre sus efebos
un personaje desconocido que era el diablo en persona;
se raptaba a las muchachas vírgenes que el príncipe pros-
tituía violentamente en honor de Belcebú; el pueblo cr-eía
estas fábulas y por fin hubo un fanático para ejecutar ma-
terialmente el hechizo de las figuritas de cera.
)acobo Clément , tuvo visiones y oyó mandatos imperio-
sos que le inducían a matar al rey. Este alucinado fué al
regicidio como un mártir, y murió riendo como los héroes
de la mitología escand0ava. Algunos cronistas escanda-
losos, han sostenido que una gran señora de la Corte ha-
bía unido a las inspiraciones solitarias del monje, el mag-
netismo de sus caricias: esta anécdota carece de verosimi-
litud. La castidad del monje alimentaba su exaltación, y
cuando comenzó a vivir la vida fatal de las pasiones, una
sed insaciable de placeres se apoderó de todo su ser y no
tuvo más remedio que morir .
Mientras las guerras religiosas ensangrentaban el mun-
do, las sociedades !secretas de iluminismo, que no eran
más que escuelas de teurgia y de alta magia, adquirían
gran importancia en Alemania. La más antigua de esas so-
ciedades, parece haber sido la de los «rosa-cruz:., cuyos
-519-

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E 'L 1 p H A ' S L 'E V 1

símbolos se remontan a los tiempos de güelfos y gibeli-


nos, como lo vemos 'en las alegorías del poema del Dante
y en las figuras del Romance de la R_osa.
La rosa, que ha . sido en todo tiempo el emblema de la
belleza, de la vida, del amor y del placer, expresa mística-
mente el pensamiénto secreto de todas las protestas mani-
festadas en el Renaci!'niento. Es la carne revolviéndose
contra la opresión del espíritu; es la naturaleza declarán-
dose hija de Dios, como la gr.acia; es el amor que no quiere
ser ahog·aclo por el celibato; es la vida que no quiere ser
estéril, es la humanidad aspirando a una religión natural,
toda de razón y de amor, fundad a sobre la revelación de
las armonías de ser, en la que la rosa es para los inicia·
dos el símbolo viviente y florido. La rosa, en efecto, es un
pahtaclo, es de forma circular, laE> hojas de la corola tie-
nen la forma de corazón y se apoyan armoniosamente
unas sobre otras; S\l color tiene Jos matices más dulces
de los colore:=t primitivos, su cáliz es de púrpura y de oro.
Así hemos visto que Flamer:y el libro del judío Abraham,
haCían el signo geroglffico.de la revelación de la gran obra
Tal es la clave del romance de Clopin el y de Guill'ermo de
Lorris. La conquista de la rosa es el problema puesto por
la in iciación a la ciencia, mientras que la religión trabaja-
ba para preparar y estabjecer el triunfo univer¡:¡al, exclusi-
vo y definitivo de la crqz.
Reunir la rosa a la cruz, es el problema planteado por la
alta iniciación, y, en e.fecto, siendo una síntesis universal
la filosofía oculta, se debe tener muy ·en cuenta todos los
fenómenos del Ser. La reli gió n, considerada únicamente
como un hecho fisioló'giéo, es la ·revelación y la satisfac-
ción de una necesidad de las almas. Su existencia es un
hectio científico: negarla, sería negar a la humanidád mis-
- 320-

© Biblioteca Nacional de España


T
' '

hiSTORIA De L A M A O 1 A.

ma. Ninguna perso na la ha inven tado: ella se


forma eomo
las leyes, como las civilizaciones, por las neces
idade s de
la vida moral; y consi derad a solam ente desde
el punto de_
vista filosófico y restri ngido , la religión ·debe
ser mirad a
como fatal, s i se explica todo por la fatalidaq,
y c'om.0 di-
vina, si se admite una inteligencia supre ma
al orige n
de las leyes natur ales. Se deduc e de esto, que
el carác-ter
de toda religión propi amen te dicha, proce de
direc tamen te
de la divinidad por una revel ación sobre natur al;
y no otro
modo de trasm isión que no dé a1 dogm a una
sanci ón su-
ficiente\ de lo que se concl uye que la verda dera
religión
naturill, es la religión revel ada.
Partiendo de este principio rigur osam ente racio
nal, los
•rosa-cruz• llegan a sus concl usion es respe cto
de la reli-
gión dominante, jerárq uica y revel ada. En conse
cuenc ia,
ellos no podían ser más enem igos del papad
o que de la
monarquía legítima y si ellos consp iraba n contr
a los pa-
pas y los reyes , es que los consi derab an perso
nalmente
como los apóst atas del deber y los fauto res
sup~emos
de la anarquía.
¿Qué es, en efect<il, un déspo1a , seil espiri tual,
sea tem-
poral , sino un anarq uista coron ado?
Es por esta consi derac ión, por la qÚe se puede
expli car
el protestantismo y aun el mism o radic alism
o de cierto s
grandes adept os, más catól icos que cierto s papas
y más
monárquicos que cierto s reyes , adept os excén
tricos tales
como Enrique Kunrath y los verda deros ilumi
nador es de
su escuela.
Enrique Kunrath, es un personZije poco conoc
ido de
a_quellos que no han hecho de las cienc ias ocult
as un es-
tudio particular; se le consi dera un maes tro y·
un maes tro
de· primer orden ; es un príncipe sober ano de la
Rosa -Cruz ,
-32 1- it

© Biblioteca Nacional de España


B L 1 p H A S L 1

digno, según tomos los informes, de este título cientffico y


místico. Sus pantaclos son espléndidos como la luz del
Sohar, sabios como Tritemo, exactos como Pitágoras·, re-
veladores de la gran obra como el libro de Abraham y de
Nicolás Flamel.
Enrique Kunrath, químico y médico, habia nacido en
1502 y tenía cuarenta y dos años cuarrdo llegó a alcanzar
la alta iniciació n teosófica. El más notable de sus libros,
sti A•n fiteatro de ia sabiduría eterna fué publicado en 15981
pues la aprobación del. emperador Rodolfo, que está aneja
a la obra , está fechada en 1. 0 de julio del mismo año. El.
autor no obstante haber hecho profesión de protestantis-
mo radical, reivindica en él exaltadament e el nombre de
católico y ortodoxo; declara tener en su poder, aunque .
guardánd'ola secretamente como cumple, una clave del
Apocalipsis, clave t·riple y única como la ciencia u.niven¡al.
La división del libro es septenaria y repartida en siete gJ•a-
dos Ja iniciación en la alt'a filosofía; el texto es un cbmen· .
tario místico de los oráculos de Salomón; la obra termiila
con unos cuadros sinópticos que son la síntesis de la alta
magia, en todo lo que puede ser escrito y dicho. verbal-
mente. El resto, es deCir, la parte esotérica e impublicable
de la cierrcia, está expresado por mag níficos pantaclos
dibujados y grabados con esmero. Estos pantaclos son
nueve:
El primel'o contiene el dogma de Hermes. El segun-
do la realización mágica. El tercena representa el .camino
de la sabiduría y los trabajos prep aratorios de la obra. El
cuarto t:epresenta la puerta del santuario iluminada·. por
siete rayos místicos. El quinto es una rosa de luz, en
cuyo cent11o una forma humana extiende sus brazos en for-
ma d¡;: cruz. El sexto representa el l~boratorio mágico de
-322-

© Biblioteca Nacional de España


HI ST OR IA .- DE L A M•A O 1 A
Kunrath, con su orat orid caba lís tico
para dem ostra r:Ia ne-
cesidad de unir la orac ión al tr'abajb .
El s.éptimo es la sin ·
tesis abso lu1a de la eiéncia. El oeta vo
ex-presa el equi11br10'
universal. El nove no resu me la doct
rina p·arNcula ·r de
Kunrath, con una enér gica prot~sta.
cont ra tod@s Sli'S de-
tractores. Es un pant aclo hermético denf
ro ae una'cark a-
tura alem ana y llena de fanta sía y con
una ingé nua sátir a.
Los enem igos ·del fiÍósofo están
repre sénta do's por
insectos, ánsa res, buey es' y asno s, te
do ello1 a'dor nado cdn
leyen das iatin ae y burd os epig ram as
en alemán; Kunratk ,'
aparece a dere cha e izquierda con' ropa
de calle y Topa de
casa, haciehdo fre~te a sUs adve rs ario
s de urlcil' man era y
otra; en tr-aje l!)e-.aalle está arma do de
'
ima 'esp ada y 'cab al-
ga en la <!ola de un esca .
rpió n;· en Íraje dorhéstieo está ar- ·
mad0 de unas ~enaza s y f11ón't'a sob're
lij cab-eza ·de una ser-
piente; fuera dem uest ra. y en· su mor
ada efl'seña, c0m o 10
hacen com pren der sus gestos~ · siem
pre la mism a ·véttlaH
sin temor al aliento impu ro de sus enem
igo's ; tán pestil(m-
te ·que l0s pája ros del cielo · caen muer
f@s a sus pies.
Esta lámina tan curi 0sa falta en•g ran1
núm er0 de ejem--
plares del Anfiteatro de Kunrath.
Este libro extra ordi nario cont iene t0do
s los mist erios de
la más alta iniciación.; es eom o el mism
o auto r decl ara en
el título cristiano-cabalístico, divin o-má
gico, físico-quf-
mico, triple únieo y universal.
Es· un· verd ader o rñ'anw.al de alta' mag
ia y de ffios0fia
herm ética, y n0 p<Ddl'ia JialláFse en otra
obra , co.mo·no sea
en el Seph er jeZ'ir-ah y ef ZóhaJ?, u-na
más com pleta y per-
fecta inkia elón .
En los cuat ro· coro lario s iinp0r ~ante
s ·que sigu e·n- a la
expliéación de la terce ra figura, Kuri' rath
estab lece primer<}:
~ue el gast o a hac~f para la gran
obra' (apa rte el- énfrete~ ·
- 323"-
© Biblioteca Nacional de España
E D J , p H A L E V

nimiento y los .gastos personales del operador) no .qebe


exceder de la suma de treinta ta!ers; <<hablo, dice· el autor,
con co~ocimiento, porque lo he aprendido de quien lo sa"
bfa. » «Los que gastan más se engañan y pierden su, dine-
ro. » Estas palabras prueban gue Kunrath no ha descubier-
to la piedra filosofal, o no Jo, quier.e decir PaJ:a evitarse
persecuciones.
Kunrath establece e¡;~ seguida la obligación para el adep·
to de no consagrar a .sus usos personales sino la décima
parte de su riquez,'! y dedicar todo lo demás a la glorill de
Dios y a las obras de .caridad·.
En tercer. lugar afi~ma que los misterios del cristianismo
y los de la NaJuraleza, explicándose e ilustrándose recf·
procamente, que el Mesianismo, el reinado futuro del Me-
sías, se establee~ sobre la doble base de la ciencia y de la
fe, de modo que como libJ'0 de la Naturaleza confirma los
oráculos del Evangelio, podrá convencerse por la ciencia
y. la razón a los judíos y maliiOmetanos de la verda,d del
cristianismo, de. igual manera_que con el concurso de lo
gracia divina serán infaliblemente eonvertido~ a la rellgión
de la unidad; y termina, en fin, con esta sentencia:
Sigillum Nafurée, 'et artis simplicitas.
distinti:vo de ,la naturaleza y del arte, es la simpl!·
(~1
cidad.)
En el tiempo de Kunrath, vívfa otro médico iniciado; tlló'
sofo hermético y continuador de la medicina de Paracelso:
era OsV¡~ldo Crollius, au,t or dl?,l ,Libro de ,fas firmas o de·
Jo verpt~dera y viviente anotomía del grande y pequeño
mundo. En esta obra, cuyo pretacio es un compendio muy
bien hecho de)a filosofía hermética, Crollius trata de ·est~­
bJecer que DiO§· y la Naturaleza .han firmado, en cierto
modo, I}US obras, y que todos los productos de una fuer;,
- ~24_, -

© Biblioteca Nacional de España


HJST O!l/A D E. L A M A O 1A

za· cualquiera de la Naturaleza · llevan, 'por decirl0 ·aSí,- la


estampiHa de esta• misma !fuerza impresa •en ·caracteres in-
delebles. de suerte que el iniciado en las escrituras ocultas
pudiese leer domo en libro abierto las simpatías y las an-
tipatías de las cosas, las propiedade s de las sustancias y
los otros secretos de la creación. Los caracteres de las
diferentes escrituras debieron ser primitivamente tomados
de esas firmas natural:es que existen en las estrellas y en
las flores, S0Qre las montañas y s0bre el más humilde gui-
jarro. Las figuras de los cristales: las quebradura s de los
minerales serían las impresione s cl'el pensamien to que el
Creador tenía al formarlos . .Esta idea está llena de p0esfa
y de grandeza, pero se echa de rflen0s una gramática para
esta misteriosa lengua de los mundos, un v'ocabulari o rll-
zonado para esre:Verbo p'rimitivo y' absoluto . .El rey Sale-
\..món es el únic0 que pasa.por haber llevado· a cabe este 'tra-
bajo; pero los libros ocultos de Salomón, se han perdido.
Crollius emprendió la tarea, no de rehacérlos, sino dé en-
contrar l0s principios fundamentales de esta lengua uni-
versal del Verbo creador.
Por estos principios se reconocerá que los gerogUficos
primitivos, formados de los elementos mismos 'de la geo·
metría, cerrespond erán a las leyes constitutiv as y esencia-
les de las formas, determinad as por los movimientos· af-
lernos o combinado s que deciden las atraccione~ equili-
bradas: se reconocerá por su sola figura dteriol' los sim-
ples y los compuesto s y por las anal0gías· de lás ·figuras
con los nombres se podrá hacer una clasificación mate-
mática de todas las substancia s; reveladas por las lÍneas
de sus superficies. Hay en el fondo de estas asp!racione s!
que son reminiscen cias de la ciencia edenica, tocio un mun-
do de descubrimi entos a hacer por las ciencias. Paracelso
·- 325-

© Biblioteca Nacional de España


1 p H :A . S L E Jr 1

Jos·b~bía ,p_r-esentiao, 'Cr<i>'llius !los indicó, otro vendr~ para


realizarlos y demostra~los. jLa 1os::ura ,de ayer será el ge-
Jili.o ,de mañan¡;1 y el •prog11eso saludará a esos sublimes
bu:s~pdores que .habían adivinado ese muqdo perdido y

vuelto 1a ~ncontrm·, ~sa Atlantida del s¡¡ber humano!


El coi?ienzo del siglo xvn fué la gran época de ]q alqui-'
nía, ento1,1,ces .aparecen, ,fie/if?e Jvluller, Juan Tornebug,
Miguel Mayer Orte,Iius, _Poterius, Samuel Northou, el
hanón de Beauso!eil, Dardd Planiscawpe , j,uan Duche8·
ne, Jl,oherto Flud, IJ,enjamín Mustapha, el presidente de
Espagne, el cesmopoHta que se•hacía nombrar el primero
,de Nuisement, gue ha ded,ucid0 y publicado los no1ables
¡e~oritos del .cosmopplita, Juan Bautista Van Helmont,
ken{!o Philath,ele; Rodo!f0 0/auber, y el sublime zapate-
ro }?Jr::obo Boehn¡. Los . pr·incipales de estos iniciados se
.dedicaba o a las in:ve.s·tjgacion~.s qe la a1ta magia y apa~en·
terpe,nté emp,leaban,su cliligencia en !.as investigacion es her-
métlcas. El Mel!CJ:lfiO de , los sabios c¡ue ellos quer-ían en-
coqtrar y dar a s~s ,discípulos, es la síntesis científica y re-
ligiosa, es la paz que reside en la soberana unidad. Los
místicos no eran ,entonces, más que los. creyentes ciegos,
los verd,ade.rq.s i!11minados. y el iluminismo, propiamenle
dicho, 110 es rná~ que ·la ciencia universal de la luz. En
.'J.6,2a, en Primavera, se encuentr.a fijada en las calles de
París ,estg extra,ña p,rocla,ma:
_«Nosotws, diputados de .Íos hemnano·s rosacruz, hacien-
do sede vis-ible e invisible de esta ciudad, p0r la gracia del
Mu~·Allo, hacia el cual se vuelv.e el corazón de los sabios;
e11s~ña¡m;¡s sin ~ninguna clase de medios .exteriores a ha-
bla-r las ·l enguas de los países que noso~ro.s habiJamos, Y
liQram0s ,\1 los hombres n_u estms semejantes del terr0r Y
.de la muerte.

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!i/S10RIA D E. LA M A O 1 A

Si alguien quiere vernos por curiosidad solamente, no


comunica jamás con nosotros; pero si en voluntad le lleva
realmente y de hecho a inscribirse en los registros de
nuestra confraternidad, nosotros, que juzgamos por los ·
pensamientos, le haremos ver la verdad de nuestras pro-
mesas de tal manera q4e no indicamos el lugar de nuestra
morada, porque el pensamiento, unido a la voluntad real
del lector, será capaz de hocer que nosotros le conozcamos
.a él y él a nosotros .·:.
La opinión se preocupó vivamente d.e este manifiest<:~
misterioso, y si alguien preguntaba. en alto quiénes er~n
los hermanos ·rosacruz, s urgía un personaje [email protected]~o
que llevaba a parte al ql!l.e le preguntaba y le decía grave-
mente . .
•Predestinados a la reforma que se debe r.ealizm· muy
pronto en !@do el universo, los .rosaeruces son los depon-
tarios de la suprema sabiduría y los apacibles poseedoFe'S
de todos los dones de la .naturaleza que .ellos pueden d-is-
pensar a· su voluntad . .En cualquier lugar que ellos se en-
cuentren conocen mejor todas las cosas qu.e pasan .en el
resto ,del mundo que si estuviesen ¡i)resentes; no están su-
jetos ni al h.ambre ni a la sed, y no tienen ~ue tem~r t:Ji la
vejez ni las enfermedades : Pueden mandar a los .espíritus
Y a les genios más poderosos . Dios les ha cubierto de
una 11ube para ·defenderl@s de sus enemigos y m> se ·les
puecle.yer más que cuando ellos quieren, aun teniendo los
ojos más penetrantes que los .del AguiJa. ·menen sus asam-
bleas generales en las pirámi~es. de Egipto.' Peto estas pi-
rámides SOn para ellOS COmO la FOCa donde brotaba el ma-
nantial de Moisés; marchan con ellos por el desierto y les
siglienltasta s.u entrada en latienra prometida.:.

'~27.-

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CA.PÍTtlLO VI
PROCESOS DE MAGIA

El autor griego que ha escrito la descripción del la Tablll


alegí5rica de Cebes acaba la obra con esta conclusión ad-
mirable:
e No hay más que un verdadero bien que se puede desear:
la cordura; no hay más que un mal que s e puede temer,
que es la locura.» El mal moral, la maldad, el crimen, son
verdaderas locuras; y el padre Hilarión Tissol tiene todas
las simpatías de nuestro corazón cuando repite sin cesar
en sus folletos de un valor loco, que en lugar de castigar ll
los criminales habría que cuidarlos y curarlos .
Decimos las simpalfas de nuestro corazón porque nues·
Ira razón protesta contra esta excesivamente caritativa in-
lerpu'tación del crimep cuyas consecuencias serían des-
truir la sanción de la moral al desarmar a la ley . Compa-
ramos la locura1con la borrachera, y considerando que la
embriaguez es casi siempre voluntaria aplaudimos la pru-
dencia de los jueces que sin considerar como una excusll
la pérdida espontánea de la razón casligan sin piedad los
delitos y los crímenes cometidos durante la borrachera.
D!a llegará en que la embriaguez sea quizás incluí da entre
las circunstancias agravantes y de aquí que todo ser inte-
ligentE" que voluntariamente se coloque fuera de la razón
se encontrará fuera de la ley. ¿La ley no es la razón de la
humanidad?
-328-

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ffl:ST ORIA DE LA M A O 1A

¡Desgracia do el hombre que se emborrach a ya sea con


vino, con orgullo, con !odio y aunque sea con amor, es
ciego, es injusto, es él juguete de la fatalidad; es una pla-
ga que anda, una calamidacl viva: puede matar, puede vio-
lar, es un loco en libertad; malhaya sea. La sociedad tiene
derecho a defenderse; tiene más que derecho, es su deber
porque tiene hijos.
Estas reflexiones las hacemos pensando en los proce-
sos de magia de los que tenemos que dar cuenta. Muchas
veces se ha acusado a la Iglesia y a la Sociedad de la
muerte jqdicial de los locos; admitimos que los he¡
chiceros eran locos sin duda; pero eran locos · perver-
sos; si de entre ellos han perecido algunos inocentes,
son desgracias de las que no pueden s,e r responsabl e ni la
Iglesia ni la Sociedad . Todo hombre condenado según las
leyes de su país y las f0rmas judiciales de su tiempo, está
justamente condenado ; su posihle inocencia no compete
más que a Dios; ante los hombres debe continuar ·como
culpable.
Luis Tieck en una notable obra titulada •El aquelane de
las brujas» pone en escena una pobre mujer, una pobre
vieja agotada por los cilicios, con el seso debilitado por los
ayunos y las oraciones, horrorizada por los hechiceros y
dispuesta por exceso de humildad a• acusarse de todos los
crímenes, acaba por creerse realmente hechicera y convicta
por error y prevención y luego quemada viva. ¿Esta histo-
ria aunque fuese verdad, qué probaría? Que el err.or judi-
cial es posible: ni nada más ni nada menos.
Pero si el error judicial es posible de hecho, no lo pue-
de ser de derecho: de otra manera, ¿qué llegarí-a a ser !·a
justicia humana?
Sócrates, condenado a muerte, hubiera podid0 huir y ,
-329-

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.E .¿ l p H A L E ·V 1

.sus jueces mismos le .Iaubiese.n dado !cí.s medios, per.o res-


p,etó las leyes· y ~uiso mor.ir :
, A, las leyes, y ·•m> 'a !0s tribunales de la Edad M.edia, hay
que ·atr.ibuir el .rigor de eiertas sentencias. Pero Gil! es .de
1 '
Lava!, cu yos crímenes y suplicios ya hemos contado ¿fué
condenad0 injustamente y debía absorbérsele p0vque era
loco? ¿Eran inocentes. las horribles locas que componían
.filtws ,c@n la médula de ·los niñe>s? La magia negra era la
Jocur.a general en .esta desgraciada época: los jueces, a
fuerza' de estudiar.las cues·liones de hechicería , acababan
por cr.eerse hechicerios ellos mismos. La brujería se hadll
epidémica en alguna.s localidades y los suplicios paredan
que multiplicaban los culpaj)Jes.
Puede verse· en los demonógraf@s, como Delanc11e Del-
río, 6preng.er, B0dín, Tor.retilaAca·y los tlemás, los relatos
:ae gran númer.o de J!Jrocesos, cuy.os detalles son tan fas"
ti di osos como .indig-t:wntes. !Los ,condena dos son en sli rña-
o/Or •parte,. tiGliotas y alucimados; pew i diotas malvados y
alucinados peligrosos; las pasiones eróticas, !a ambición
Y' el odio ; son las causas prir.{cipah:;s del extrav1o de su ra-
zÓ~; eran capa,ees d'e t~do: .Spre~ger, dice que las brujas
estaban en r.e·Jaciones con •las pa~te~as pnra comprnrles los
cadá.venes de los niños recién A·aéidos. Las .parteras mata-
ban .a ,JQs inoce¡;¡tes e11 el misme .mo'mento del nacimiento,
hundiéndoles agu jas muy largas en e.! cerebl'O, se declara-
ba que ,eJ niñ e había na,c ido muerto, y se le enterrab.a.
Cua,ndo llég.aba La ~noche, l·a.s brujas desenterraban el ca-
dáver que ponían a· cocer en una caldera con hierbas arG-
máticas·y venenosas, .después destilaban y hacíc;n meicla
co.n · esta g: Iatjna J¡qm'ana . .El líquido servía de elixir de
larga vida y el só'Iido era molid0 e incorp<;>rado a las g.ra-
sas •ele g.ato negro· mezcladas con orfn. que usaban para Jas
-55.0-

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HISTORIA D E L A .M ~A: O 1A

fricciones mágicas. Pr.oduce asco •Id l ~clul\a de estas n~ve­


:laciones abG>rninables, y la indignad0n , hace que .enmu-
dezca Iá piedad; pevo cuando se llega a los procedimien-
tos, cuando se ve la credulidad y la crueldad de los jue-
ces, las falsas promesas de pe1•dón que empleaban para
obtener las cGmfesiones,}as visilps o~scenas, las pllecau-
ciones v,erg¡onz0sas y ridículas y después deioelo esto, la ho~
guera en la plaza pública, la pmtección irrisoria del clero
que entrega el brazo secular al mismo .tiempo que • pide
graciapa¡;a los que condena a muerte, se deduce forzosa-
_mente que en medio •de todo este .caos, )a religión úntca-
mente permanece ~anta, pero los hombres son todos
igualmente idiotas o malvados.
Así en 1598, un sacerdote limusín llamado Pedro Aupe-
Jit, es ¡:¡uemado vivo ·por ric;Iículas confesiones que 'le han
arrancado con la tortura. En Oole, en 'l599,¡queman a una
mujer llamada Aplide Cmllas, porque su confermación se~
xual .e1:a aJg-o fenomeiJal y se creyó que no se podía expli-
car más que con un comercio infame con Satán. La des-
graciada fué sometida varias Yeces •ai.tormento, despelle-
jada, sondeada, vi.s itada· en presencia de los médicos y. de
r
los jueces, agobiada de vergüenza y de dolores, cenfesó
por acabar de una vez.
Enrique Bogue!, i.uez de S ·an Cla.udio, cuenta•él mismo
que hizo atQFmentar una mujér pG>r hechicera porque)e
faltaba algo a la cruz de .su r.osario signo indudable de
hechicerfél, según este fer0z imbéc'¡¡,
. Un niño de doce años ádiestrado por Jos ·inquisidores
. va a acusar a .su padre de haberle llevado al aquelar.re.
.a
El Padre muere ,en la pris·ión conseél,leAcia del ·termento ·
Y se propor¡e que se queme al hijo. Boguet, se opone 'Y de
~s1a clemencia se hace mérito.

- .551

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A L E V

Una mujer de treinta y cinco años, Rolanda de Bernois1


meti'da en un irripace glacíal se ofrece a acusarse de magia
si se la deja acercarse al fuego. En cuanto s iente el calor
cae presa de· espantosas convulsiones, le entrp fiebre y
delirio; en este estado se la lleva al tormento, dice todo lo
que se quiere que diga y moribunda la arrastran a la ho·
guera. Estalla una tormenta y la lluvia apaga el fuego; .en-
tonces Boguet se felicita por su sentencia que ha pronun·
ciado, puesto que evidentemente, esta mujer que el cielo
parece defender debía estar protegida por el Diablo. El
mismo Bogue! hace quemar dos hombres más por haber
andado en la noche el uno con forma de liebre y el. otro
con forma de lobo.
Pero el proceso que dió más ruido al principio del si·
glo xv11 fué el de Luis Gaufridi, cura de la Parroquia de
Accoules de .Marsella. El escándalo de este asunto dió un
ejemplo funesto que se· repitió con frecuencia. Un sacerdo·
te acusado por los sacerdotes, un cura llevado a los tribu·
nales por sus colegas. Constantino habfa dicho que si
veía a un sacerdote cleshonorarse con un pecado vergon•
· zoso le cubriría con su púrpura: son bellas las palabras
reales. El sacerdocio debe ser impecable, c~mo es infalible
la justicia ante la moral pública .
En Diciembre de 1610, una muchacha de Marsella, u~­
mada. Magdalena de la Palud, yendo en peregrinación ~1
Santo Bálsamo de Provenza, fué presa de éxtasis y conr
vulsiones. Otra devota llamada Luisa Capeau, sufrió a
poco eJ, mismo má l. Algunos dominicanos y• capuchinos,
creyeron en Ja presencia del Demonio e hicieron exorcis·
mo. Magdalena de la Palu<fy su compañera dieron enton·
ces el espectácl!llo que un siglo más tarde se reprodujo tan
frecuentemente cuando la epidémia de las convulsiones.
332-

© Biblioteca Nacional de España


HIS10RIA DE LA MA 014.

Gritaban, se retorcían, pedflm que las apalearan y las pa-


tearl!n . .
Un día ~eis homb•es se pusieron al mismo tiempo sobre
el pecho de Magdalena que no sintió ningún dolor; en este
estado se acusaba de los extravíos más raros; se nabf,a
entregadq al Diablo en cuerpo y alma decía ella; la ,lJabfa
casado con el Demonio un sacerdote llamado G.apfridi. En ,
de encerrar a esta loca, se le hizo caso y los pagres
l ~g:ar

~xorcitas enviaron a Marsella a tres capuchinos para infor-

mar secretamente a los superiores ~c l es iásticos, de lo que


pasaba en el Santo !!álsamo y conducir , si era J?osible, sin
violencia y sin escándalo al cura Gaufridi para confortar-
le con las supuestas demoniaca s. ·.
Sin embargo, principiaba n a escribirse las inBpiracion es
infernales de las dos histéricas, ~ran discursos de devoción
ignorante y fanática que presentaba n a la religión .coma la
comprendían los mismos .e x0rcistas_. Las ~oses-as pa~e~­
cían contar los sueños de los que las interrogaba n : era
exactamente el fenómeno de las mesas girat0rias y de los
mediums, de nuestro tiempo. Los diablos se daban oom ·
bres tan incongruen_tes como los de Jos espíritus america-
nos; declamaban contra la imprenta y contra los libros;
pronunciaban sermones dignos de los capuchinos más
fe~vientes. En presencia de estos demonios, hechos a su
imagen y semejanza, no dudaron de que estaban poseHios
por los espiritus infernales. Los fantCJsm ae- de sus imagi-
naciones enfermas, tomaban cuerpo y se aparecían vivos
en ·las dos muieres,~.en sus confesione s obscenas el)cilaban·
su curiosidad y su indignación , lle~as de dese0s secretos,
se pusieron furiosos y necesitaron una víctima: en estas
disposiciones estaban, c;uando por fin traj_e ron ñl desgra-
ciado Luis Gl!ufridi.
-Mli-

© Biblioteca Nacional de España


E L p lt L E V 1

Gaufridi era un sacerdote un (poco mundano de ·figura


agradable, carácter débil y moralidad sospechosa. Había
sido' confesor de Magdalena -y le había inspirado una pa-
sión viol~nta; esta pasión que los celos habíañ cambiado
en odio, se había convertido en fatalidad, la cual arrastró
al infelill sacerdote en el torbe1lin0 de locura que le condu-
jo a la hoguera.
Todo lo que decía el acusado para defenderse, se volvía
contra él. Ponía ¡Jor testigo a Dios y a Jesucristo, a su
Santa Madre y a su precursor San Juan Butista, y le
respondían : redtáis maravillosamente las letanías del
aquei'C!rre, en vez de Dios, entendéis Lucifer, en vez
de Jesucristo, Belcebú, e.n· vez de la Santa Virgen, la:
madre apóstata ·del antecristo, en vez de San Juan Bau-
tista, el falso profeta precurs0r de Gog y de Magog ...
Luego se le ponía en el tormento y se le prometía perdón ;
si firmaba las declaraciones cle Magdalena. El pobre cura,
trastornado, acusado y extenuado, firmó todo lo que se
quiso: lo bastante para ser quemado que era !0 que se ·
deseaba. L0s cap~chihos de Provenza dieron · al pueblo
este espantoso espectáculo, enseñaron a violar· los ¡1rivi-
legios del santuario, le mostraron como se mata a los sa"
cetdores y desp"tiés el pueblo se acordó:
¡Oh,-santo templo!; tlecía un ral:5ino, testigo presencial de
los pr.ocligios tque prececlieron a la destrucción de Jerusa-
lén; ¡oh santo templo! ¿Qué tienes? ¿Por qué te das miedo
a.li mismo?
Ni la .Santa. Sede ni los ·obi spos protestaron eontrella ··
muerte de Gaufridi; pePO el .siglo xV:m venía trayeñdo en
su seno la Revolución.
Una de las . po~esas que ha-bían contribu·ído a matar a
Gaufridi, declaró un día que el Demonio la dejaba para ir'
-354-

© Biblioteca Nacional de España


' '

H/51 O R, JA D E b A ' M ~·A


(} 1 A .
''
·a preparar la pérdicla de. et~o , sa(aerd0te, cuyo nt])m!Jre. dio••
proféticamen1e ~in conocerle; le llamé hlrban0 Graudie~.
Entonces, reinaba ·el terible cardenal de!RicheiieU ~u e en,-,
tendía :qae la autoriclad abs.e luta es la salvación de l0s es- •
. '
lados; desgrac:iaclamente, 'las tendencias del eai:clenal eran¡
' l

más bien políticas y de habilidad, que ,y,erdaderamemte.


cristia¡ras. Este genio, estaaa limitado por ·cierta pequeñez
de cora:z¡ón, que le ,hacía s e.n siple a: la ofensa person.al e n
irn placa9le en las :venganzas. Lo. que menos perclonaba al,
talento, era la independencia; prefería que la gente,d'e in~
teligencia fuese su ,aux;Hia'n a que fuese su ·adulador-a•: go-
za!1a.en destr.air t0do .lo ¡;¡ue veí11· b11illar ~uera de .él. }·
HHbía en Loudum un eclesiástico' de notable talento y..,
gran carácte1';
., tenía ciencia y . talento; pero . poea · circuns-
pección; sabiendo agraclar a' la¡s m'uHitu_des y a•t raerse•las
simpatías de los grandes, p'o día, ¡si'llegab<:J la·o<zasión, ;e~
un peligroso secmrio; ·El protes tantismo conmoVía, en-
tonces a Francia y el ctm~ de ·San Pedro .de Louduni, fav.e-
rabfe ·a las ideas nuevas por lo poco que le atraía el celi~
bato .eclesiástico, podía ser a la €abeza !del paFticlq. un pro- ,
pagandista más brillante que Calvin0 y tan ahdaz . c0m0
Lutero: se lla,maba Urbano· Graudier. 'A!lgunas diferencias
serias qpe había tenid0 con su obispo, habían ·demostrad:o
su ca ~á cter i:nflexible y su habilidad; babVidad desgracia-
da e inhábil, además puesto. que había apelado en c0ritra ,.
de sus poderosos enemigos, .al rey, no al caridenal;·el rey·
le había dado la razóri, y ei cardenal d~bía quitársela:.
Graudiér'haQía vuelto triunfante a Loudum, y tuvo la fanfa-
rronada·,poco. clerical de eFJtrar, cowuna rama de l'a urel en
la ·mano. Desde este día estaba perdido.
La§ religiosas Jirsulinas de ·1!.0udum, tenía·¡;¡ ·ccimo sup:e-
riora con el n·ombr~ de m'adFe Juana· ae lo~ AngeJ_e s, •un'a;.' ~
- 555 ~ - ·

© Biblioteca Nacional de España


e 1 p fl A S L E

cierta ~uanf.l de Belfiel, nie¡a del barón de Cose. Esta reli-


giosa n0 .era ferviente con exceso, y su convento, no pa-
recía un0 de los más regulares; pasaban escenas noctur-
nas que se atribuia a los espíritus. Los padres retiraban a
las pensionistas y el convento iba a encontrarse muy pron -
to desprovisto de r ecursos.
Graudier sostenf'a unas intrigas que no se cuidaba de
ocultar y era además un personaje bastante saliente para .
que la ociosidad de una ciudad pequeña no murmorase de
sus debilidades. Las pensionistas de la s ursulinas qían
habJaiT misteriosa.mente en casa Cile sus padres, las religio-
sas hablabCJn entr.e ellas deplorando el escándalo, y todas,
preocupadas con el personaje escandaloso, soñaban con
él; le vieron durante la noche aparecer en los dormitorios
de conformidad a lo que se decía de sus costumbres, gr i·
taron, se creyeron posesas y ya encontramos al dioblo en
el convento.
Los directores, enemigos mortales de Graudier, vieron
el partido que se podí-a -sacar de este asunto en beneficio
de su odio y clel convento • .Se exorcisó primero secreta-
lamente, después en público. Los amigos de Graudier adi ~
vina.ron que se tr.amaba algo y acuciaron al cura de .San
PedTo para que permutase sus beneficios y se marchar<!
de 1:.oudum. En cuanto se viese que se marchaba , todo se
apaciguaría; pero Graudier que era un hombre bravo no
podía ceder ante Ja calumnia, se quedó y fue detenido al
entrar en su iglesia, revestido con los hábitos sacerdo-
tales.
·En cuanto estuvo prel!lo Graudier se vió acusado de cri-
men contra el Estacte, sus papeles fueron confiscados, los
muebles quedaron bajo sello, y él fué conducido a la for-
taleza de Angers. Mientras tanto se le preparaba en Lou-
-M6-

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H!. ST OR IA D /! L A M A O 1 A

dum una mazm orra, que parecía mej01· destin ada


para un
animal feroz que para un homb re. Richelieu, sabed
or de
todo, había envia do a Lamb ardem ont para que
acaba se
con Oraud ier, y había prohib ido al Parlam ento que
se ocu-
pase de este asunt o.
Si la condu cta del cura de San Pedro había sido
la de
un mundano, la de Oraud ier prisio nero y acusa do
de ma~
gia, fué la de un héroe y un rnartir .. La aG!versidad
revela
así las almas grand es, y es much o más fácil sopor
tar el
sufrimiento que la prosp eridad .
Escribía a su madre: «Sopo rto la aflicción con pacien
-
cia, y me duele más la vuest ra que la mía. Sufro
much as
incom0didades, no tengo cama, haced lo posib le
para que
me traigan la mía, porqu e si el cuerp o no repos a,
el espí-
ritu sucumbe. Adem ás, envia dme un brevia rio, una
Biblia
y un Santo Tomá s para qu'e pueda n servir me de consu
elo;
de lo demás ·no os aflijáis; esper o que Dios esclar
ecerá mi
inocencia ... ,
En efecto, Dios, antes o despu és se pone del lado
de la
inocencia oprimida, pero no siemp re la libera de
sus ene-
migos terres tres o de la muerte. Oraud ier debía entera
rse
muy en breve.
Sin embar go, no hagam os a los homb res peore
s que
son: los enemi gos de Oraud ier no creían en su inoce
ncia,
le perseguían con rabia, pero creían perse guir a
un gran
culpable. Se conoc ía mal a la sazón lqs fenómenos
histé-
ricos y se ignor aba comp letam ente el sonam bulism
o: las
contorsiones de 1M religi osas, sus movim ientos
fuera de
las costumbres y de las fuerzas huma nas, las prueb
as es-
P;antosas que daban de doble vista, todo parec ía sufici
ente
Para convencer a los más incréd ulos . Un célebr
e ateo de
aquel tiempo, el señor de Keriblet, conse jero del
Parla-

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L 1 p_ H A · ~ L

mento de Bretañ a va a ver los exorcis mos para burlarse


de ellos. Las 11eligiosas que no le habían visto nunca, le
.apostr ofaron pot• su nomhr e, y revelaron en voz al!a pe-
cados que el Censej ero estaba seguro que nadie conocía .
Se trastor nó su conciencia y pasó de un extremo a otro,
como hacen todos los que son impulsivos por tempera-
mento; lloró, se confesó y se entregó hasta el fin de sus
días al ascetis mo más riguro so.
El sofism a de los exorcis ta·s de Loudum, era el absurdo
parado jismo que todavía Mr. de Mirville trata de soste-
ner en nuestr os días: e/ diablo es autor de todos los fe-
nómen os que no se explica n con las leyes conoci das de
la Natura leza. A este aforism o ilógico unían otro del que
hacían hasta cierto punto a~lículo de fé: el diablo exorci-
sado debida mente se ve obliga do a decir la verdad y se
le puede admiti r c0mo testigo en justici a:
El desgra ciado ,Graud ier no estaba en manos de des-
almado s, sino que se las tenía que haber con locos furio·
sos, con seguro s de su conciencia que dieron a este terri-
ble proces o la mayor publicidad. Nunca había afligido a la
Iglesia tan gran escánd alo: las religio sas gritaban desafo-
radamente, se retorcí an, hacían expres iones obscenas.
blasfem aban, trataba n de arrojar se sobre Graudier, como
las bacant es sobre Orfeo: Ademá s las cosas más sagra-
das de la religión, se mezclaban a este repugnante espec·
táculo y se arrastr aban en el fango; Graudier, solo, tran-
" quilo, se encogía de hombr os, se defendía con dignidad Y
dulzura; los jueces, pálidos , fuera de sí, sudaba n a gotero-
nes; Lauberdemont con la toga se cernía_ por encima del
li!Onflicto como el buitre que espera un C"dáver.
Así fué el proces o de Urbano Graudi er. Digamos alto en
henor de la Humanidad: un complot semejante al que supon-
- pi 'l ·-

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HI. S1 0R IA DE LA M A O 1A

dría el asesin ato jurídico de ese homb re, si no ·se a


!!Imite-la
buena fe de los exorcist·as y de los jueces, es pór
fortuna
imposib\e. Los mons truos son lan raros como ¡os
héroe s;
la masa se comp one de medianías tan incap aces
de los
gPandes crímenes como de las grand es virtudes. Los
per-
s<!maje s más santo s de aquel los tiempos, creye ron
en la
posesión de Loudum; San Vicente de Paul no· fué
ajeno a
esta historia, pues fué llamado a dar su_conse jo. El
mismo
Richelieu que· en todo caso hubiese encon trado medio
de
desha cerse de Graud ier, acabó cr eyéndole culpab
le. Su
muerte fué el crimen de la ignor ancia y los prejuicios
de Sl,l
tiempo y más que un asesin a to fué una catást rofe.
No afligiremos a nuest ros lectores con el cletalle de
1 sus
torturas; permanece firme, resign ado, sin cólera , y.
no con-
fiesil nada; no apa~enta meno sprec ia r a sus jueces
y toma·
con dulzura los exorc ismos :
•Padr es míos, les dice a los exorc istas, mode rad
el ri-
gor de mis torme ntos y no. llevéis mi alma a la ¡:!eses
pera-
ción. » S.e siente detrás de es te sollozo de la natura
le~a
compadecida, toda la mans edumbre del cristla.no que
per-
dona. Los exorc istas para oculta r s u emoción le
respoQ-
dían con invecti\·::..:s y los ejecutores lloraban.
Tres religi osos en un momento lúcido fueron a proste
r-
narse ante el tribun al gritan do que Grauclier era inocen
te;
se creyó que el demonio las hacía habla r y esto precip
itó
el suplicio. Urbano Graud ier fué quem ado vivo
el J 8 de
Agosto de 1654. Fué ' paciente y resign ado hasta
el fin.
Cuando bajó de la ca~reta como tenía las pierna
s rotas,
cayó dando con la cara violentamen!e en el suelo
sin que
..por esto lanzase un sólo gemidp. Un franciscano,
el padre
Grillau atrave só la multitud y fué a levaAtar al
caido,
a) que abraz ó lloran do: os vengo <1 tra~r, le gj.jo,
J.a
- 33<} -
© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p H A L E JI

a Dios por
bendición de vuest ra madre; ella y yo rogam os
ndió Graudier,
vuest ra alma. -Gra cias, padre mío, respo
a mi pobre
solam ente usted tiene piedad de mí, conso lad
muy 'enter-
madr e y servi rle de hijo. El teniente prebo ste
la parte que por oblig~­
necido le dijo: Seño r perdo nadm e
s ofend ido,
ción tomo en vuest ro suplicio. -No me habéi
lir los debe-
respo ndió Grau dier, y estáis oblig ado a cump
res de vuest ro cargo .
arle pero
Se le había prom etido ahorc arle antes de quem
ésta le en·
cuand o el verdu go quiso tirar de la cuerd a,
cayó vivo al
redó, y el desgr aciad o cura de San Pedro
ruego.
y el padre
Los principales exorc istas, el padre Tranquilo
frenéticos
Lacta ndo, murieron poco despu és víctimas de
Surín que le suced ió perdió
accidentes nervi osos; el padre
ayuda do en la
la razón; Manonry el ciruja no que había
fantasma de
tortur a de Grau dier murió perse guido por el
una manera
la víctima. Labo urdem ont perdió a su hijo de
acia; las religi osas se
trágic a y él mismo cayó en desgr
de una enfer-
queda ron idiotas; verda d es que se tratab a
l del celo
medad conta giosa y terrible: la enfermedad menta
extremado y de la falsa devoc ión.
propias
La Provi denci a castig a a los homb res con sus
ias de sus
fallas y les instru ye por las triste s consecuenc
error es.
de Orau-
Apenas trans curri dos diez años de la muerte
dalos de Lou-
dier. se renov aron en Norm andía los escán
sacerdo-
dum. Unas religi osas de:Louviers acusa ron a dos
y uno de estos sacer dotes habla
tes de haber las embr ujado
tumb a para arranc ar
ya muerto; viola ron la majestad de la
los mis-
el cadáv er; los fenóm enos de la posición fueron
y que en Saint e-Bau me: Estas histéri -
mos que en Loudum
- 340 -
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hli5 TO RIA DE L A M A O 1A

cal! traducían en lengua je obscen o las pesadi llas de sus


directores. Los dos sacerd otes, muerto el uno, vivo el otro,
fueron conden ados a la hoguer a y ¡accción horrible! ¡fue-
ron atados al mismo madero el ser viviente y el cadáver!
El suplicio de Mezence, la ficción del poéta pagano , halló
cristianos capace s de realizarla, un pueblo cristian o asis-
tió fria mente a esta ejecución sacríle ga y los pastor es ,no
comprer.dieron que, profan ando de este modo el sacerd o-
cio y la muerte, daban a la impiedad un espant oso ejemplo.
Llamábase al siglo xvm; éste vin0 a apagar el fuego de
las hoguer as con la sangre de los sacerd otes y come casi
11iempre ocurre, pagaro n buenos por pecado res.
Había ya comen zado el siglo xvm y continu aban que-
mándose hombr es; la fe se había perdido y, por hipocr esía,
abandonaban al joven Labarre a los más espant osos tor-
mentos por habers e negado a saluda r al paso de-una ' pro-
cesión. Voltaire estaba ya entonc es en el mundo y dentro
de su corazón crecía una vocaci ón semejante a la de Atila.
Las pasion es humana& profan aban la religión y Dios en-
viaba a este nuevo devast ador para arreba tar la religión a
un mundo que ya no era digno de ella.
En 1731, la señorit a :catali na Cadiere,de Tolón, acusó
a 11u confesor, e! padre jesuíta Girard , de seducc ión y de
magia; era aquélla una extática estigm atizada , tenida du-
rante mucho tiempo por santa: fué una histori a inmund a
de espasm os lascivo s, de flagelaciones secreta s, de des-
varíos lujurio sos ... ¿en qué antro infame hallar los miste-
rios que en.cierra una imaginación célibe y desequ ilibrad a
por un peligro so mistici smo? La Ca diere no fué creída por
su palabra, y el padre Girard pudo escapa r a los peligro s
de una condenación. El escánd alo no dejó sin embarg o de
ser enorme y el ruido que produj o tuvo por eco una carca-

- 341 -

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A S L E 1

jada: ya hemos dkho que Voltaire estaba en el mundo.


Los supersticiosos habían explicado hasta entonces los
fenómenos extrao~dinarios por la intervención del diablo .

y de los espíritus; la escuela de Voltaire, no menos absur-


da, negó contra toda ,evidencia la existencia de tales fenó-
menos.
Todo lo que no podemos ex¡illicarnos, es obra del diablo,
decían los unos. Los que no nos podemos explicar, no
existe, respondían los otros. Y la naturaleza, reproducien -
do siempre, en C~rcunstanciélS análogas, Jos mismOS 'he-
chos extraordinarios y maravillosos, protestaba contra la
ignorancia presuntuosa de los unos y la ciencia limitada
de los otros.
En todo tiempo se ha visto que ciertas enfermedades
nervi0sas han veniJo acompañadas de perturbaciones físi-
cas; los locos, los epi'lépticos, los catalépticos , los histé-
ricos, están sujetos a alucinaciones contagiosas y produ-
cen, a veces, ya sea en la at'llósfera, ya sea en los objetos
que l es rodean 1 conmociones y desequilibrios. El alucina-
do proyecta sus sueños en derredor suyo, y se ve ator-
mentado por su sombra; el cuerpo se rodea de sus refle-
jos deformados por los sufrimientos del cerebro; se ve en- •
tonces reflejado en cierto modo en la luz astral, cuyas
c0rrientes excesivas, actuando a modo de imán, desplazan
y hacen girar los muebles; óyense ruidos y voces como
en los sueños. EstGls fenómenos, tan repetidos hoy que
han llegado a ser vulgares, eran atribuidos por nue5tros
padres a fantasmas y a los demonios. La filosofía volteri ana
consideré más sencillo negarlos, tachando de imbéciles e
idiotas a los testigos oculares 1de los hechos más incon-
téstables.
¿Qué hecho más comprobado, en efecto, que las .m11rll-
- 542-

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'l
HISTORIA DE L A M A O 1 A

villas de las convulsiones en la tumba del diácono Páris


y en las reuniones de los extáticos de Saint-Médard?
¿Cómo explicar esta.s extrañas peticiones de auxilios de
los convulsionarios,estos millares de golpes sobre la cabe-
za, estas presiones capaces de aplastar a un hipopótamo,
la misma crucifixión con clavos hundidos en pies y manos?
¿Y las contorsiones sobrehumanas y las ascensiones
aéreas? Los volterianos no han querido ver en ello sino
piruetas y malabarismos, los jansemistas hablaban de mi-
lagros y los verdaderos católicos gemían; pero la ciencia,
que era la llamada a intervenir para explicar esta fantásti-
ca enfermedad, se mantenía apartada; sin embargo, no
sólo a ella incumben ahora las ursulinas de Loudum , las
religiosas de Louviers, los convulsionarios y los me-
diuns americanos. Los fenómenos magnéticos ¿no la po-
nen en camino de nuevos descubrimientos? Por otra parte,
la síntesis química que se prepara ¿no conducirá a nues-
tros físicos al conocimie-nto de la luz astral? Y una vez
conocida esta fuerza universal ¿quién podrá impedir que
puedan determinarse la potencia , el número y la dirección
de sus imanes? Será una verdadera revolución en la cien-
cia y habremos vuelto a la Alta Magia de los Caldeos.
Se ha hablado mucho del presbiterio de Cidevi-
1/e; Mirville, Gougenot Desmonsseaux, y otros creyen-
tes sin crítica han visto en las cosas extrañas que en
él ·pasaban, una revelación conte'm poránea del diablo:
pero los mismos fenómenos han ocurrido en Saint-Mur,
en 1706, y todo París acudía a presenciarlos. Oíase dar
fuertes golpes contra los muros, los lechos rodaban sin
que nadie los tocara, los muebles cambiaban de sitio;
todo acabó en una crisis violenta, . acompañada de un
profundo desvanecimiento, dura-nte el cual el dueño de 111
- ,34D-

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e· L l p H A S L V 1

casa, joven de veinticuatro 'a veinticin_co años, de una


constitución débil y Aerviosa, creyó oir espíritus que le
hablaban, sin que p~diese .nunca repetir una palabra de
lo que le habían dich~.
Ved una historia de aparición de principi0s del s i-
glo xvm; la simplicidaddelrelatoes prueba de su autentici-
dad, porque tiene cierto~ caracteres de verdad que los in-
ventores no habrían acertado a darle.
hln buen sacerdote ~e Valongnes, llamado Bezue/, invi-
tado a almorzar el 7 de Enero de 1708 en casa -de una se-
ñora emparentada con el abad de San Pedro, en compañía
de éste, contó a sus comensales , '? instancia ·de los mis-
mos, cómo doce años antes, en pleno día, se le habían apa-
recido sus compañeros.
<<En 1695, les dijo Bezl!lel: sie ndo yo un joven e.s tudiante
,¡ de unos quince ·años, trabé cpnocimientos con los dos hi-
jos del procurador Abaquene, es colares como yo. El mayor
era de mi edad, el piro tenía dieZ y ocho meses menos y
se llamaba Desfontaines; paseába~os y nos divertíamos
siempre juntos, y ya fuese p-orque Desfontaines sintiese
más .inclin'a ción hacia mí, o porque fuera más alegre, com·
placiente y espiritual que ~u , hermano, el caso es r; ue yo 1

también sentí por él mayor simpatía.


En 1696, estando él y yo paseando por el claustro de los
Capuchinos, me s:ontó que acababa de leer una historia de
dos amigos que se habían prometido mútuamente que el
que primero muriese vendría a traer noticias de su estado
al vivo; que el múerto yolvió, en efec!o , y contó al otro co-
sas sorprendentes. En seguida Desfontaines me di jo que
quería pedirme una gracia que deseaba ardientemente: que
le hicierll yo una promesa semejante y que él, por su par-
te, me la haría a mf. Ye le respondí que no quería hacerlo.
~ 344--

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HJS 10RI A DE LA M A O /A

Insistió sobr.e lo mismo en distintas ocasione s y con toda


ser,iedad; yo resistía siempre. Al fin, hacia el mes de Agos-
to de 1696, como tuviese q':e marchar para continuar. ,sus
estudios a Caen, me instó tanto, con ta,ntas lágrimas en
Jos ojos , que al fin consentí. Sacó al momeqto dos papeli-
tos escritos que tenía preparado s, uno firmado con su pro-
pia ~angre en el que nÍe prometía, en caso de muerte, ve·
nir a' darme noticias suyas; otro en el que yo me compro-
metía a lo mismo . Me pinché en el dedo, salió una gota de
sa ngre con la cual firmé con mi nombre; encantado de po-
seer ~i 1>illete, me hizo mil caricias y me dió efusivamen·
te las gracias.
Algún tiempo después partió con su hermano. La sepa-
ración nos causó gran pena; nos escribíam os de vez en
cuando y hacía apenas seis semanas que había recibido
carta suya, cuando me sucedió lo que voy a contarles:
El31 de Julio de 1697, un jueves (lo recordaré toda la vida)
el seijor de Sortoville, hoy difunto, en cuya proximida d
vivfa y que me había hecho objeto de grandes _bondades ,
me rogó que fuera a un prado que poseía cerca de Corde-
liers con el fin de hacer que sus obreros activaran la reco-
gida del heno. No llevaba en cuenta la hora en el prado
cuando, a eso de las dos y media, me sentí repentinamen-
te cómo at\-)rdido y lleno de debilidad; me apoyé en vano
sobre mi horquilla, tuve que recostarm e sobre un montón
de heno donde pasé cerca de media hora hasta recobrar-
me. Aquello pasó, mas como nunca me había ocurrid0
cosa semejante, no dejó de sorprende rme y hasta supuse
una enfermedad naciente, pero sólo me impresion é ligera-
mente durante el día, si bien también por la noche dormí
menos que de ordinario .
!'<1 día silluiente, a la misma hora, cuando me dirlr¡ía al
. ~345-

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p lf A L E V 1
prado con M'r. Saint- Simón , nieto de Mr. de Sorto ville,
que
ten fa enton ces diez añds, me atacó en medio del camin
o la
mism a debilidad del día anteri or, y me senté sobre
unalp! e-
dra ' a la somb ra. Aquello pasó tambi én y contin
uamo s
nuest ra ruta; nada volvió a ocurr irme duran te el
día, 1pero
po'r la noche no pude dormi r.
Por fin, al día siguie nte, 2 de A.gosto, en contrándo~1
e en
el gr:anero donde almac enaba n el heno que traían
del pra-
, do , y precisamen1e a la misma hora, fui presa del
-mismo
aturdimiento y de la mism a debilidad, pero con más
inten -
sidad que en días anteri ores. Me desma yé y perdí
el cono-
cimiento. Uno de" los criado s se apercibió. Me
dijeron
que al pregu ntarm e qué me s¡.¡cedía, hube de respo
nder:
«He visto lo que nunca hubiera podido creer»,
pero no
guard o recue rdo ni de la pregu nta ni de la respu
esta. Sin
. emba rgo, aquella conte stación está de acuer do con
lo que
me parece record ar haber visto enton ces; algo como
una
perso na desnu da de medio cuerp o, pero a quien
no pude
recon ocer. Me ayuda ron a bojar de la escale ra;
me man-
tenía bien en los pelda ños, pero corno viese a Desfo
ntai-
nes, mi cama rada, al pie de la escale ra , volví a desfal
lecer,
y de nuevo perdí el cm:JOcimiento. Me bajar<D
n a tierra y
hicieron repos ar sobre un made ro que servía de
banco en
la gran plaza de los Capuc hinos ; dejé enton ces
de ver a
Mr. de Sorto ville y a sus criado s aunqu e todos
estaban
presen tes; mas apercibiendo siemp re a Desfontaine
s que
estaba al pie de la escale ra hacién dome señas de
acercar-
me a él, reculé un poco sobre mi asient o, como .hacié
ndo-
le sitio, movimiento que fué notad o por los que
me esta-
ban viendo, a los cuale s no veía yo a pesar de
tener los
·ojos abiert os.
Comq quiera qu·e no venía a mi lado, me levanté para
- 1546 -

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ff/S10RIA DE L A MA Q, JA

acercarme a él; avanzó entonces •hacia mi, me tomó del


' '
brazo izquierdo y me condujo como a unos treinta pasos
de allf, a una calle apartada, llevánd0me siempre cog'ido
del brazo. Los criados , creyendo que mi malestar habia ·
pasado y que me alejaba para satisfacer alguna necesi-
dad, se marcharon a reanudar el trabajo, salvo un peqwe-
ño lacayo que corrió a informar 'al señor de Sortoville ,de
que estaba yo hablando solo. Este señor creyó que me en -
contraba ebrio; se acercó a mí y me oyó proferir algunas
_p reguntas y respuestas que después me dijo.
Permanecí en aquel sitio cerca de tres cuartos de hora
hablando con Desfontaines . «OS prometí- me dijo-que si
morfa antes que usted, vendría a decírselo. Me he ahoga-
do anteayer. en el rfo de Caen. Próximamente a estas ho-
ras estaba paseando con fulano y zutano, hacía un calor'
grande y decidimos bañarnos; durante el baño me dió un
desvanecimiento y caí al fondo del río. El abate de Menii -
Jean, mi compañero , acudió en mi auxilió·: Logré coger su
pie , pero, s ea porque temió-tal era la fuerza con que•me
así -- , que se trataba de un salmón, o porque quisiera ga-
nar prontamente la superficie, s'acudió ·con tal ímpefu la
pierna, que me dió un gran golpe en el pecho y me lanzó
al fondo del río, que es en aquel sitio profundísimo».
Desfontaines me eontó después todo lo que les había
acontecido durante e'! paseo , y de qué habían estado ha-
blando. Por m~s preguntas que le hic~ acerca d·e ·si estaba·
salvado 0 condenado o si se hallaba en el purgatorio, y si
yo me encontraba en estado de gracia y tardaría poco en
seguirle, contin~ó su discurso como si no me hubiera
oído o no qui siere oirme.
He aproximé a él varias veces para abrazarte, pero me
pareció que nada estrechaba entre mis brazos; sentía ~Jin
-M7. -

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L 1 p fl A L E V

embBrgo, que me Bpret.ab..;'J fuertemente el brBzo y notaba


que, cuan\lo hada adem.án de volver el rostro para no
verle, porque su vista me afligía, me sacudía violentamen-
te del brazo para obligarm e a mirarle y escuchar le.
Se me antojó entonces más alto que nunca y más alto
aún que cuando murió no obstante haber podido crecer en
los diez y ocho meses que no nos habíamo s visto. Le vf
siempre de medio cuerpo para arriba y desnudo , descu-
bierta la cabeza cle hermoso s bucles rubios y con un Cllr-
telito, medio oculto entre sus cabellos , sobre la frente, en
el cual había una leyenda en que pude leer estas palabras:
In, etc.
Era el mismo son de su voz; no Je' hallé alegre ni triste,
sino más bien en una situación apacible y tranquila; m~
rogó que, cuando regresa.ra su hermano le dijese algunas
cosas que éste había de trasmitir a sus padres; también me
suplicó que dijera yo los siete salmos que le habían im-
puesto de penitencia el domingo precedente y que aún no
había recitado. Me recomen dó nuevamente que no dejara de
hablar a su 'hermano y se alejó diciéndome: «Adiós, adiós•
que era la expresió n de despedid a que habitualmente em·
pleaba cuado nos separáb amos para retirarno s a nuestrlls
casas.
Me dljo también que , cuando se estaba ahogand o su
hermano , que estaba haciendo una traducción, habíB sen-
tido.inquietud por no haberle acompañ ado, temiendo al-
gún accidente; me describi ó también el sitio en que se ha-
bía ahogaclo, y el árbol de la avenida de Louvigni en que
habfa escrito algunas palabras , que dos afio~ más tarde,
hallándo me con el hoy difunto Caballer o de Gotot, uno de
los que le ac0mpañ aban cuando el accidente, señalé a éste
exactamente el lugar en que había ocurrido y tras de con-
- 348-

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hiSTORIA D é L A M A O 1 A

lar un número delerminado de árboles que Desfontaines


me había especificad<', dí sin titubear con la inscripción
que en uno de ellos' había hecho. El citado caballero me.
dijo que lo de los salmos era igualmente cierto, pues al
terminar la confesión se habían comunicado mutuamente
las penitencias. También el hermano me dijo después que
era exacto qu'e en el momento de la desgracia se hallaba
haeiendo su versión y que le reprochó en efecto de no ha-
berle acompañado.
Como transcurrió más de un mes sin que pudiese yo
cumplir el encargo que Desfontaines me diera para su her-
mano, se me apareció otras dos veces, antes del almuerz0
en una casa de campo adonde iba_a comer, a dos leguas
de aquí. Me encontré indispuesto; dije que me dejaran, que
no era nada y que.volvería pronto, y me retiré a un rincón
del jardín. Desfontaines se me apayeció, rne hizo reproches
por no haber visto todavía a su hermano y me estuvo ha-
blando dur·ante un cuarto de hora sin querer responder a
mis preguntas.
A la mañana siguiente, cuando me dirigía a Nuestra Se-
ñora de la Victoria, se me apareció imevamente, pero esta
vez por menos tiempo, y me instó siempre para'que habla-
se a su hermano y se despidió con su acostumbrad o
«Adios, adiós:o y sin querer c¡:mtestar tampoco a mis pre-
guntas.
Digno de notarse es que he sentido constantemen te do-
lor en la parte del brazo que me sujetó la primera· vez hasta
que hube hablado con su hermano. Estuve tres días sin
poder conciliar el sueño, tal era el asombro que me em-
bargaba. A raíz de la primer entrevista, dije a Mr. de Va-
ronville, mi vecino y camarada de Colegio, que Desfon-
taines se había ahog~do, y que él mismoacaba ba de apare-
- 549-

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E L 1 ' p H A S L E V

c'é rseme y de defrmelo. Corrió a casa de los padres, para


·saber si era cierto: allí acababa n de recibir la noticia pero
por un equívoco, pensó que el accidente había ocurrido al
hermano mayor . Me aseguró que ·había visto. una carta
de Desfonta¡nes y que por eso lo creía así. Yo le sestuve
que no podía ser tQl cosa, pues Desfonta ines, él mismo,
se me había apareci.do; volvió sobre sus p¡:¡sos, ·regresó
' ' luego y me dijo llorando : «Desgra ciadame nte estás e11lo
cierto.»
Nada ha vuelto a sucPderme después, y ahí tenéis mi
aventura tal como ha sucedido . lia sido relatada de diver-
sos modos, pero yo sólo la he contado tal como la habéis
oido. El difunto caballer o de Gotos me aseguró que Des-
fontaines se había aparecid o también a Mr. de Menil·
Jean. Pero no conozco a éste; vive a veinte leguas de este
lugar, del lado de Argenta n, y nada más puedo añadir.»
Preoiso .es tener en cuenta el carácter de sueño que mues·
tra en todas sus partes esta v.isión de un hombre despier·
to pero asfixiado a medias por las emanaci ones del heno.
Reconóc ese la embriag uez astral producid a por la conges·
tión del cerebro, y el estado de sonambu lismo que es en
consecu ción, y que hace ver a Mr. Bezuel el último refle·
jo vivo que su amig0 ha dejado en la luz. Le vé desnudo
y sólo apercibe la mitad del cuerpo porque el resto queda
oculto en el agl,!a. La banda vista entre el pelo, era sin duda
un pañuelo o un cor¡:lón que sirvió al bañista para sujetar
los cabellos . Bezuel tuvo entonces la intuición sonámbula
de todo lo que había ocurrido , y que él creyó haber apren·
dicto de los propi0s labios cle su amigo. Este no le pareció
triste ni alegre modo de exp_resar la impresión que le hizo
esta imagen sin vida hecha toda de reminisc encias y refle•
jos. Cuando •esta visjón se le apar,eció p0r prime~a ve~.
' - 350.,....

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HISTORIA L A M A O II A

Mr. Bezuel, mareado por el olor del heno, cae de' la es-
calera y se lesiona un brazo; cree entonces, con la lógi-
ca de los sueños, que es ,su amigo q~ien le aprieta el br~zo
y, al despertar, con.tinúa sintiendo dolor, lo que se explica
naturalmente por el golpe recibido . Por los demás, los dis-
cursos del difunto, .son todos retrospectivos, npda dicen
de la muerte ni de la otra vida, lo que prueba una vez más
cuán infranqueable es la barrera que separa este . mundo
del otro.
' La vida en la profecía de EceG¡uiel está repr,esen1acla por
ruedas que giran unas dentro de otras; las formas elemen-
tales simuladas por lds cuatro animales, suben y bajah con
la rueda y se persiguen sin alcanzarse jamás como lo:;~
signos del Zodiaco. Nunca las ruedas del movimiento per-
petuo vuelven sobre sus marchas ; nunca las formas re-
troceden hacia las estaciones que dejaron alrás; par·a vol-
ver al punto de partida es necesario haber dado la vuell.a
al círculo en un movimiento siempre fijo y siempre nue-
·'
vo. En conclusión, que todo lo que se . nos pone de mani-
fiesto en esta vida es un fenóme no de esta vida misma, y
que no es dable en este mundo ni a nuestro pensamien-
to, ni a nuestra imag·inación, ni siG¡uiera a nuestras aluci-
naciones o a nuestros sueños , fra_nquear, aunque sólo
sea por un instante, las temibles barreras de la muerte.

- 1!"1 ...,...

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CAPÍTULO VII
.ORÍGENES MA'G ICOS DE LA MASONERfA

La gran asociación cabalística conocida en Europa bajo


el nombre de masonería aparece bruscamente en el mun-
do en el moment0 en que la protesta contra la Iglesia aca-
ba de desmembrar la unidad cristiana. Los historiadores
de esta Orden no saben cómo explicar su origen; unos la
consideran hija de una asociación de albañiles formada al
construirse la catedral de Estrasburgo; otros atribuyen su
fundación a Cromwell , sin detenerse analizar si los ritos
de la masonería in.glesa no están establecidos en contra
de este jefe de la anarquía puritana; hay bastantes ig-no-
rantes que achacan a los jesuítas, si no la fundación, al
merios la continuación y dirección de esta sociedad secre-
ta durante mucho tiempo y misteriosa siempre. Aparte
esta última opinión, que se refuta por sí sola, pueden con-
ciliarse todas las demás, diciendo que los hermanos ma-
sones tomaron de los constructore s de la catedral de Es-
trasburgo su nmnbre y los emblemas de su a ~te; que ~e
organizaron por primera vez en Inglaterra a favor de las
instituciones radicales y a despecho del despotismo de
Crom-vell.
Puede añadirse que han tenido por modelo a los Tem-
plarios, los Rosa-Cruces por padres y los Joanitas por
antepasados. Su dogma es el de Zoroastro y el de Her-

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hiS TO RIA DE L A M A O 1 A

mee, su regla es la iniciación progresiva, su princi


pio la
igualdad regulada por. la jerarquía y 111 fraternidad
univer-
sal son los continuadore3 de la escuela de Alejandría,
he· .
redera de todas las iniciaci0nes antigu as; son los depos

!arios de los secre tos del Apocali psis y del Zohar
; el
objeto de su culio es la verdad representada por
la luz:.
toleran todas las creencias y profesan una sola filoso
fía;
no buscan sino la. verdad, ni enseñan sino la realid
ad y
quieren llevar progresivamente todos los conocimien
tos a
la razón. El objeto alegórico de la masonería es la recon

tracción del templo ge Salom ón; el objeto real es
la re"'
constitución de la unidad social mediante la alianz
a de la
razón y de la fe, y el restablecimiento de la 'jerarquía,
se·
gún la ciencia y la virtud, por medio de la iniciación
y las
pruebas por grado s.
Nada tan hermo so, como ae ve, nada tan grand e como
eetas ideas y tendencias, pero desgraciadamente las
doc,.
trlnz:s de la unidad y la sumisión a la jerarqufll no se
con·
servaron en la masonería unive,rsal. Pront o hubo una
ma·
llOnería disidente, opues ta a la maso nería ortodoxa,
y las
grandes calamidades de la revolución francesa no
fueron
sino el resultado de es·ta escisión.
Los franc-masones tienen también su leyenda sag~a
da,
es la de Hiraun completada por la de Cyro y Zorobabel.
Véase la leyenda de Hiram; cut~ndo Salom ón hizo .Jevan
-
tar el templo, confió sus plano s a un arquitecto llamt~
do
Hirarn. Este arquitecto, para poner orden en los trabaj
os
dividió a los obrer os según su habilidad, y corno
su ml-
mero era grande, a fin de reconocerlos, tanto para ocupa

los según sus méritos como para remunerarlos en' propo
r-
ción a su trabajo, dió a cada categoría, a los apren
dices,
a los compañeros y maest ros palab ras de pasos y
signo
- M3 - 2!

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L 1 p H ' A · 3

particulare3. Tres compañeros quisieron usurpar el rango


de los maestros sin mérito par<~ ello. Se apostaron en las
tres entradas principales del templo y cuando Hiram se
disponía a salir ,uno de aquellos le pidió la palabra sagra-
da de los maestros amenazándol e con su regla. Hiram le
responde: e Yo no he recibido la palabra que me pedís •. El
compañero furioso golpea a Hiram con su regla de hierro
y le hace una primera herida. Hiram corre a otra puert~
donde encuentran al ' segundb compañero; la misma pre-
gunta, la misma respuesta y esta vez Hiram fué her,ido con
una escuadra, y otros dicen que con una palanca. En 1~
tercera puerta estaba el tercer asesino que acaba con el
maestro de un golpe de mallete. Los tres compañeros
ocultal'on enseguida al cadáver bajo un montón de escom·
bros, y plantaron sobre esta tumba improvisada, una
rQma de acacia; después huyeron como Caín después de
la muerte de Abel. Entre tanto, Salomón, viendo que no
volvía su arquitecto, envía nueve maestros para buscarlo;
la rama de acacia les descubre el cadáver, remueven los
escombros y como había permanecido así bastante tiempo
exclama~on al levantarle: ¡Mac Benach!; lo que signific~:
la carne se desprende de los huesos. Se le hicieron a Hi·
ram los honores fúnebres y luego Salomón, envió a vein·
tisiete maestros en busca de los asesinos. El prim ero fué
sorprendido .en una caverna, una lámpa ra ardía cerc11 de
él, tenfa un puñal para la defensa y a sus pies corría un
arroyo; el maestro que penetró en la caverna reconoció al
asesino, cogió el puñal y le hirió gritando: ¡Necum!; lo
que quiere decir venganza; llevaron su cabeza a Salomón
que al verla se estremeció y dijo al que habfa matado al ase-
sino. Desdichado ¿ao sabías que me estaba reservado el
derecho de castigM? Entonces todos los maestros se pos·
~4

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h ¡ ·s T O R 1 A DE LA , lrfA OIA

terna ron y pidieron perdó n para el que :se había dejado


ne-
var por su celo. El segun do asesin o, fué entreg ado
por un
hombre que le había · dado asilo; estab a oeulto
en umt
roca,.cerca de una_zarza ardien do, sobFe la cual
brillaba
el arco iris; un perro estab a acost ado a sus pies,
cuya vi-
gilancia hubo que esqui var; se apoderaro"n del culpab
le,
le ataron y le condu jeron a Jerusalén donde perec
ió en el
último suplicio. El tercer asesin o fué muerto por
un león
al que hubo que vencer para apode rarse del cadáv,er;
otras
versiones dicen que se defendió a cuchi!ladas contra
los
maestros, los que por fin le desar maron ·Y le condu
jeron
ante Salom ón, el cual le hizo e~piar el crime n.
· Esta es la prime ra leyenda y ahora véase la.
explica-
ción.
Salomón es la personificación de la ciencia y de la
sllbi-
durfa supre ma. El templ'o es la realización y la figura
del
reino jerárquico, de la ve,r dad y de la razón en la
tierr11.
Hiram es el homb re que llega a la dj,r;_ección por la
creen-
cia y por la sabid uría: Gobie rna con la justicia y
con el
orden y da a cada uno según su obra ..·Cada grado
de la
orden posee una palab ra que expre sa !·a inteligencia.
Para
Hiram, no hay más que una palab ra, pero ésta ~:le
pronu n-
cia de tres mane ras ·diferentes: De una mane ra para
los
aprendic<:s, y pronu nciad a por ellos significa natura
leza y,,
se explica con el trabajo. De otra mane ra para los
eompa~
fieros, entre los cuale:s significa pensamiento y se
expliCll
con el estudio. De otra mane ra para los maest ros;
en su
boca significa verdad, palab ra q.ue se explica con la
sabid u-
' Esta palabra es la que se emplea pa11a desig
rfa. nar a Dios
cuyo verdadero nomb re es indecible e incomunicab
le. Así,
pues, hay tres grado s en la jerarquía, como .hay tres
puer-
tas en el templo. Hay tres rayos en la luz. Hay tres
fuerzas
- 355' -

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E L 1 P ;fl A L V 1

en 111 natur-11leza. Estas fuerzas están represen tadas por la


regla que une la palanca que levanta y el mallete que afir·
ma. La rebelión de los ·instinto s b:-utales contra la aristo-
cracia jerárquica de la sabidurí a, se arma sur.esivamente de
tres fuerzas que separa de la armonía . Hay tres rebeldes tf·
picos. El rebelde a la naturaleza. El rebelde a la ciencia. El
rebelde a la verdad. En el infierno de los antiguos estaban·
represen tados en las tres cabezas del Cerbero . Están figu-
rl!dos en la Biblil! por Coré, Dathan y Abirón. En la leyen·
dl! masónic a están designa dos por nombres que v11rfan se·
gún los ritos. El primero se llama ordinariamente Abirán,
·o asesino de [Hiram hiere al Gran Maestro con la regla.
Es la historia del justo que las pasione s humana s m11t ~n
en nombre de la ley. El segundo , llamado Miphi Coseth,
por el nombre de un desgraci ado y ridículo pretendiente a
la realeza de David, hiere a Hiram con la palanca o con la
escuadra . .Asf, la palanca popular, o la escuadra de una
igualdad loca se convierte en el instrume nto de la tiranía,
en las manos de la multitud y lesiona aún más que la re·
gla a l'a realeza de la sabidurí a y de la virtud. El ter~
ro da fin de Hiram con el mallete. Como hacen los intintoa
brutales , cuando quieren poner orden con la violencia y el
miedo aplastan do a la inteligencia. La rama de acacia de la
tumba de Hiram, es como ·la cruz de nuestros altares. Ea
el signo de la ciencia que sobreviv e 11 la ciencia; es la · ra;
ma verde que anuncia otra primave ra. Cuando Jos hom·
bres han turbado el orden de 111 naturaleza, la Providencia
interviene para restablec erlo; como Salomón para veng~
la muerte de Hiram. El que ha asesinad o con la regla,
muere con el puñal. El que ha herido con la palanca o la
escuadra , morirá bajo la cuchilla de la ley. Es la senten·
cia eterna de los regicida s. El que ha triunfado con el ma·
- oo6-
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ltlt5TORIA DE LA M A O 1 A

llete, caerá víctima de la fuerza de que ha abu~ado y será


extrangulado por el león. El que ha asesinado con la re-
gla es denunciado por la misma lámpara que le alumbra y
por la fuente que le sacia la sed.
Es decir que se le aplicará la pena del talión.
El que ha asesinado con la palanca, será sorprendido,
cuando ce~e la vigilancia, como un perro que duerme y
será entregado por sus cómplices; porque la anarquía. es
la madre de la traición. El león que devora al que ha asesi-
nado con ~1 mallete, es una de las formas de la esfinge de
Edipo. Y merecerá suceder a Hiram, el que venza al león.
El cadáver putrefacto de Hiram enseña que las formas
cambian y el espíritu queda. La fuente de agua que corre
cerca del primer asesino, recuerda el diluvio que ha~ cas-
tigado los crímenes contra la naturaleza. La zarza ígnea y
el arco iris que hacen descubrir al segundo asesin(), re-- .
presentan Id luz y la vida y denuncian los atentados con-·
tra el pensamiento. Por fin, el león vencido representa el
triunfo del espíritu sobre la materia y la sumisión definiti-
va de la fuerza a la inteligencia.
Desde el comienzo del trabajo espiritual para construir
el templo de la unidad, Hiram ha sido muerto muchas
veces, pero resucita siempre. Es Adonis, cuando le mata
el iabalf, ~s Osiris cuando le asesina Tifón. Es Pilágoras
proscripto, es Orfeo destrozado por las bacantes, es Moi-
sés abandonado en las cavernas, es Jesús condenado a
muerte por Caifás, Judas y Pilatos. Los verdaderos maso-
nes son los que persisten en el deseo de construir el tem-
plo, según el plano de Hiram. Esta e:-. la mayor y princi-
pal leyenda de la Masonería; las demás son tan bellas y
profundas; pero creemos que no debemos divulgar IC!ls
misterios; aunque la iniciación que hemos recibido proce-
- 3.5 7-
© Biblioteca Nacional de España
L 1 p 1t A L e V 1

de de >Dios y de nuestros trabajos consideramos el secre-


to .de alta masonería como nuestro.
Hemos llegado .por nuestro esfuerzo a un grado cientr-
fico que nos impone el silencio y nos creemos más obliga-
dos por nuestras co'nvicciones que por un juramento. La
c.iencia es una noblezaJqne oblig,a, y nosotros no desme-
receremos la :corona principal de los :rosa-cruces. Nos-
otros también creemos en la ¡:esurrección de Hiram.
·'Los ritos de la masonería se lienen.por objeto transmi-
tir el_ recuerdo de las leyendas de la iniciación y cons'er-
varle entre los hermanos. Se nos preguntará, pues, cómo
si la masonería es tan sublime y tan santa, ha podido ser·
proscripta y con frecmencia cond.enada por la Iglesia.. Ya
hemos respondido a esta pregunta al hablar de las escisio-
nes y de la~ profanaciones de la masonería. La masonería
es la g;nosis, y los (alsos gnósticos han mQtivado que se
condene a los verdaderos.
Lo ,que les obliga a ocultarse no es el temor a la luz; la
luz es lo que desean, lo que buscan, lo que ' adoran. Pero
temen a los profanadores; es decir, a los falsos intérpre-
tes, a los calumniadores, a los escépticos de risa estúpida
Y" enemigos de las creencias y de la moral. Además, en
·nuestro tiempo, hay un gran número de hombres que se
creen francmasones, que ignoran el sentido de sus ritos Y
han perdido la clave de los misterios. No comprenden ni
los cuadros simbólicos, ni entienden en absoluto los sig-
nos geroglífic0s con que se ádornan las pi;!redes de las
logias; estos cuadros y estos signos son páginas del libro
cte la ciencia absoluta y universal. Pueden leerse median·
tE;- las· claves ··cabalísticas y no ocultan nada al ' iniciado
que posee las clavículas ·de Salomón.
La masónerfa, no solamente ha sido profanqda, ilno que
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• lilS10RIA DE LA M A O lA

ha serv\do de velo y pretexto a los complots de la anar-


·qufa por la influencia oculta de los vengadores .de ,Jacobo
de Mola y y de los continuador.es de la ob~a cismá~iea •<;lel
lf mplo. En lugar de vengar la muerte de Hiram han venga-
do a los asesinos. Los anarquistas han cogido escua- Ia
dra, la regla y el mazo y sopre ellos han escrite libertad,,
igualdad y fraternidad; es decir, libertad para las ambicio-
nes, igualdad en las bajezas y fr-aternidad para destruir .
Estos son los hombres que la l~lesia ha c;ondenado i"!lsta- •
mente y que ·c ondenará siempre.

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LIBRO VI

.lA MAGIA 'y LA REVOLUCION

CAPÍTULO PRIMERO
AUTORES NOTABLES DEL SIOI'..O XVIII

Hasta el fin del siglo xvn, poco más· o · menos, ha sido


desconocida China para el resto del mundo. Es en e3ta
época cuando el vasto imperio, explorado por nuestr-os
misioneros, nos es revelado por ellos y se nos aparece
como una necrópolis de todas las c:encias del pasado. Los
chinos parecen un pueblo de momias. Nada progresa en
su nación, y ellos viven en la inmovilidad de sus tradicio--
nes, como si el espíritu y la vida hubiesen desaparecido
hace mucho tiempo. Nd saben nada nuevo, pero se recuer-,
d~n vagamente de todo. El genio, el esp.fritu de China es
el dragón de las Hespérides que defiende las manzanas del
jardín de la ciencia. Su tipo humano de la divi.nidad· en lu-
gar de vencer al dragón como Cadmo, está agachado,
fascinado y m·agnetizado por el monstruo que hace res-
plandecer ante él los reflejos cambiantes de sus escamas.
Sólo lo misterioso está viviente en China; la ciencia e5t6
en letargo o al menos duerme profundamente y no habla
más que en sueñCI.
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l! L 1 p ff A S L l

Hemos dicho que China posee un farol calculado sobre


los mismos datos cabalísticos y absolutos del Sepher
jezirah de los hebreos, y posee también un libro jerogH-
flco compues1o únicamente de combinaciones de dos figu-
ras: este libro es el Y-Kim atribuído al emperador Fo-hi,
y Mr. de Maisón en sus Lettres sur la Chine, lo declara
perfectamente indescifrable.
No es, por tanto, más qu~ el Zohar del que parece ser un
complemento muy curioso y un precioso apéndice. El
Zohar e~ la 'explicación d~l trabajo de la balanza o del
equilibrio universal: el Y-Kim es su demostración jeroglí-
fica y cifrada.
La clave de este libro es un pantaclo conocido bajo el
nombre de los Trigramas de. Fo-hi. Según la leyenda rela-
tada en el Vay-Ki, recogida de una gran autoridad de
China, y que fué c·ornpuesta hace setecientos u ochocientos
años, El emperador Fo-hi meditando un día al borde de un
río sobte los grandes secretos de la naturaleza, vió salir
d~l agua una esfinge, es d.ecir, un animal alegórico que
tenía la forma mixta de un caballo y de un dragón. Su ca-
beza era alargada como la del c:'lballo, tenía cuatro pies y
terminaba su cuerpo en una , cola de serpiente; su lomo
estaba cubierto de ·escamas, y sobre cada una de éstas
brillaba la figura de los misteriosos Trigramas, más pe-
queños cevca de las extremidades, más largos sobre el pe·
cho y sobre la espalda, pero ~n perfecta armonía los unos
con los otros. Este dragón se miraba en el agua y su re-
flejo tenía 'las mismas formas y llevaba las mismas imáge-
nes que él, per0 en sentido inverso de las formas y de las
imágenes reales. Este caballo-serpiente inspirador o más
bien portador de inspiraciones como el Pegaso de la mi•
tología griega, símbolo de la vida universal, como la ser-
""7' 362 -'-

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IJISTORJA DE L A M A O 1 A

piente de Cronos, inicia a Fo-hi en .la ciencia universal. Los


Trigramas le servirán de introducción; cuenta !as escamas
del caballo serpiente y combina los Trigramas de tantas
maneras, que concibe una síntesis de las ciencias, compa-
radas y unidas entre ellas por las armonías preexistentes
y necesarias de , la naturaleza: la redacción ·de ·las tabl,as
del cY-Kim .. fué el resultado de esta maravillosa combina-
ción. Los números de Fo-hi son los mismos que los de la
alta cábala; su pantac/o es análogo al de Salomón; sus
cuadros corresponden a las treinta y dos vías y · a las cin-
cuenta 'puertas de la luz; y el cY-Kim» no resultará oscu-
ro f'Jara los sabios cabalistas que conocen la clave del
Sepher Jezirah y del Zohar.
La ciencia de la filosofía absoluta, ha existido, pues, en
China. Los Kins no son más que los comentarios de este
absoluto oculto a !.os .profanos y ellos son a el cY-Kim:.,
lo que el Penta~euco de .Moisés e,s a las revelaciones ' del
Siphra de Zéninta que es el lib\O de los misteriÓs, y la
clave del Zohar de los Hebreos. Kong-fu-tzée, o Confu-
cio no ha sido ot\O que el revelador de esta cábala, que si
' '
él negó, puede ser. que fuer,a para des~iar las investiga~
ciones de los profanos, como el sabio Talmudista Maimó-
nides, niega las realidades <;le la clavícula de Salomón;
después viene el materi·aJ.iS@ Fo, que sustituye las tradi-
ciones de la hechiceFÍa .india COtl Jos recuerdos de la <ÍJta
'
magia de los Egipcios. El culto de Fo paraliza en China el
progreso de las ciencias y la civilización abortada de este
gran pueblo cae. en la rutina y en el embru ~ecimiento.
Un filósofo muY, 'profupdo y de llna admirable sagaci-
dad, el sabio Leibnitz, que ha sido biep digno ~de ~er ini-
ciado en las verdades supremas de la ciencia absoluta, .
cree ver en el e Y•Kim» su pr-opia invención de. la aritmética •
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E L 1 p H A L V 1

binaria, y en la 'línea recta y la línea quebrada de Fo-hi,


encuentra los caracteres 1, O, empleados por él mismo en
SU:\ cálculo s; está bien cerca de la verdad
, pero no entre--
vé más que uno de sus detalles, porque no puede abarcar
el conjunto.
Unas disputa s teológ icas· han sido ocasió n de hacer im-
portan tes averiguaciones acerca de la religiosidad de Chi-
na en Jos tiempos antigu os. Se trataba de saber si los
jesnftas tenían razón para tolera~: entre Jos chinos converll-
dos al Cristianismo, el culto del cielo de la misma manera
que sus antepa sados; en otros términos si se debía admi-
tir que por el cielo entendían los letrados de China c1 Dios \
o era eimplemente para ellos el espacio la naturaleza.
Era muy natural informarse por los letrado s mismos y por
el buen sentido público, pero eso no eran autoridades teo-
lógicas , asi que se argumenta, se escribe mucho, se intrl·
ga demás y los jesuflas, que tenían razón en el fondo,
fueron convencidos de no tenerla en la forma, y con ese
motivo se les crearo n nuevas ldiflcultades que todavía no
han sido salvad as y que hace, en estos días mismos, co-
rrer en China la sangre de nuestr os infatigables mártires.
Mientras que se disputaba así la religión sus conquistas
en Asia, una inmensa inquietud agitaba a Europa. La fe
crlstiana, parecía pronta a extinguiJ'se y no surgían de to•
dos lados rr.ás que nuevas revelaciones y milagros. Un
hombre ventajosamente conocido en la ciencia y el mundo,
Manuel Swede nborg asomb ró a Suecia por sus visiones
y Alemania estaba llena de nuevos iluminados; el misticis-
m"o disidente conspi raba, para reemplazar Jos misterios de
la religión jerárquica por los misterios de la anarquía; una
inmensa catástrofe se preparaba,
Swedenborg, el más honrad o y el más dulce de los pro-
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!1/.S10 RIA DE LA M A 0 1 A

fetas del falso iluminismo, no era por esto menos peligro-


eo que los otros. En efecto, {pretender que todos los hom-·
bres sean llamados a c0municar directamente con el cielo,
es reemplazar la enseñanza religiosa regular y la iniciación
progresiva por todas las divagaci<;mes del entusiasmo y
todas las locuras de la imaginación y de los sueños. Los
iluminados inteligentes comprendían bi'en que siendo la
religión una de las grandes necesidades de la Humanidl!d,
no se la podrá destruir jamás; también querfan hacer de la
religión misma, y del fanatismo quP. ella entraña como
consecuencia fatal del entusiasmo inspirado a la enseñan ~
za, armas para destruir la autoridad jerárquica de la Igle-
sia, contando con ver salir de los conflictos del fanatismo
una jerarquía nueva de la que ellos esperaban ser los fun-
dadores y los jefes.
cSeréis como los dioses, conociéndolo todo sin ha-
ber tenido el trabajo de aprender nada: seréis como los
!'eyes, poseyéndolo todo sin haber la fatiga de adquirir
nada.»
Tales son en resumen las promesas del espíritu revolu-
cio'nario a las multitudes envidiosas. El espíritu revolucio-
nario es el espíritu de muerte, es la antigua serpiente del
Génesis, y sin embargo, es el padre del movimiento y del
progreso, porque lás generaciones no se remuevan más
que por la muerte; por esto adoraban los Indios a Siva, el
despiadado destructor, cuya representación simbólica era
la del amor ffsico y de la generación material.
El sistema de Swedenborg no es ótra cosa que la cába·
la, menos el principio de la jerarquía; es el templo sin bó-
veda y sin cimiento; es un inmenso edificio, felizmente to-
do fantástico y aéreo, .porque si se hubiese realizado sobre
la tierra, hubiera :caído sobre la cobeza. del primer nifio
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E L 1 p ff A L e: v 1

que se hubiera apoyado ~olamente contra una de su~ prin-


cipales columnas.
Organizar la anarquía; tal es el problema que los revo-.
luciona.rios tienen y tendrán eternamente que resolver; es
la roca de Sísifo que caerá siempre sobre ellos; para exis·
tir un solo instante, están y estarán siempre fatalmente re·
ducidos a improvisar un despotismo sin otra razón de ser
que la necesidiiid, y que, por consecuencia, es violento y
obcecado. No se escapa de la .monarquía armoniosa de la
razón, sino para caer bajo la dictadura desordenada de la
locura.
El medio, propuesto indirectamente por Swedemborg
para comunicar con el mundo sobrenatural, es un estado
intermedio entre el sueño, el éxtasis) la catalepsia. El ilu-
minado sueco afirma la posibilidad de este estado, pero
no da la teoría .de las pl,'á<;ticas para Jlegar a él; puede ser
que por esto sus discípulos, para rellenar estalaguna, ha·
yan recurrido al ritual mágico de la India, hasta que un
hombre de genio vino a completar por una taumaturgia na-
tural las intuiciones proféticas y cabalísticas de Sweden·
borg. Este hombre era un médico alemán llamado Mesmer.
Mesmer tuvo la gloria de encontrar sin iniciador y sin
conocimientos ocultos, el agente universal de la vida y de
sus prodigios; sus Aphorismes de los sabios de su tiem·
po debían mirar cómo otras tantas paradojas, resultaron
un día las bases de la síntesis físicas.
Mesmer reconoce en el ser natural dos formas que .son
la substancia y la vidi'l·, de donde resulta la fijeze y el mo·
virr¡iento que constituyen el equilibrio de las cosas . Reco·
noce la existencia de Un·a primera materia flúida, .univer·,
sal, capaz de la fijeza y de l0s movimientos, que en guie·
tud determina la constitución de las substancias y que su
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H!S10R!A D E L A M A O 1A
1

movimiento modifica y renueva las form11s. Est11 materia


flúida es activa y pasi'ia: como pasiva se atrae a sí .mis-
ma, como activa se repel~. Por ella los mundos y los se-
res vivientes que los pueblan, se atraen y se repeleq; p. as~
de-unos a otros por una circulación comparable a la de la
sangre. Conserva y renueva la vida de t0dos los seres, es
el agente cle su ~uerza y puede llegar a ser el instrume(lto
de su voluntad. Los prodigios son los resultados cle las
fuerzas o de las voluntades ex¡;:epcionales. Los fenómenos
de cohesión, de elasticidad, de densidad o de flúiclez de
los cuerpos, son proqucí.d os por las diversas combinacio-
nes de las ·d os propiedades ciel flúido univer:sal o de· la pri-
mera materia .. La enfermedad, como todos los desórdenefl
físicos, viene de un desarreglo del equilibrio normal de la
primera materia en un :cuerpo organizado. Los cuerpos
organizados son simpáticos o antipát-icos. los unos a los
otros, pasa según su equilibrio especial. Los cuerpos sim-
páticos pueden curarse los unos a los otros restablecien-
do mutuamente su equilibrio. Esta propiedad de los cuer-
pos de equilibrarse los unos con los otros P.Or 111 atra·cción
o la repulsión de la primera materi'a, la denomina Mesmer
magnetismo, y COil!O ella se especifica según las especiali-
dades de los seres, cuando estudia. los fenómenos de los
seres animados se la llama magnetismo animal.
Mesmer prueba su teoría por sus obras, y sus experien-
ci~s fueron coronadas 'por un completo éxito. Habiendo
observado la analogía que existe entre los fenómen0s de
magnetismo animal y los de la electricidad: hizo u¡;¡o de
conductores metálicos que terminaba!1 en un depósito co-
mún que contenía ¡ierra y agu·a, para absorber y para re-
chazar ·las dos fuerzas; después se:ha abandonado el apa-
PHto complicado de las cubetas, que se puede reemplazar
- 'ti67 -

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L 1 p H A L V 1

por uno c11dena '.liviente de manos superpuestas a un cuer·


po circul11r y mal conductor como la madera de una mesa,
la cinta de seda o de lana de un sombrero, etc. A c0ntinua·
ción aplica a los seres vivientes y organizados los proce·
dimientos de la imantación metálica y recibe Ja certidum·
bre de la realidad y de la similitud de los fenómenos sub-
siguientes. Un solo paso le queda por hacer y es decli•rar
que los efectos atribuí dos en física a los cuatro flúidos Im-
ponderables, son las manifestaciones diversas de una sola
y misma fuerza diversificada por sus usos, y que esta fuer·
za inseparable de la materia primera y universal que ella,
hace mover, t11n pronto espléndida, tlln pronto ígneo, tan
pronto eléctrica o magnética, no tiene más ·que un solo
nombre indicado por Moisés en el Génesis, cuando la hace
cparecer al llamamiento del Todopodero so ante todas las
sustancias y ante tod11s las formas: La Luz. Y entret11nto
no temamos decir de antemano lo que se ha-de reconocer
más tarde.
La gran cosa del siglo xvm no es 111 Enciclopedia, no es
la filosofía burlona e irrisoria de Voltaire, no es la metafí-
sica negativa de Diderot y de d'Aiemberl, no es la filan tro·
pía rencorosa de Rousseau: ¡es la ffsica simpática y mi·
Jagrosa de Mesmer! Mesmer es grande como Prometeo,
porque ha dado a los hombres el fuego del cielo que f'ran·
klin no había sabido más que diferenciar, que alejar.
No falta al genio de Mesmer ni la sanción del odio, ni la
consagración de las persecuciones y sus injurias; había
sido expulsado de Alemania y se burlan de él en Francia,
~ donde h11ce una fortuna, porque sus curas eran evidentes
y los enfermos a.cuden a él y le pagan, aunque después se
dicen curados por azar para n0 atraer sobre ellos la ani-
madversión de los sabios. Las corporacione s no hicieron
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H!S10R!A DE LA M A O 1 A

al tauma-turgo el h0nor de examina r su descU:bri'm iento, y


el gran hombre debió resigna rse a pasar pdr un astu_to
charlatán.
No eran sólo los doctores los hostiles al mesme rismo;
los hombres sincera mente religios os se alarmar on de los
peligros del nuevo descub rimiento y los superst iciosos
gritaban temiendo al escánd alo y a la magia. Los discPelos
preveían abusós , l os insensa tos no admitía n el usp, de
este maravil loso poder. ¿No se llega hasta a negar en nom-
bre del magnet ismo, los milagro s del Salvad or y de los
santos, según unos?; y según 'Jos otros ¿qué va a ser del
poder del diablo?
Y sin embarg o, la religión, ~que es verdade ra, no debe te-
mer 'él descub rimiento de cualqui er verdad; además al dar
la medida del poder humano , el magnet ismo ¿no dá a los
milagro s divinos una aprobac ión nueva en lugar de
destruirlos? Es verdad que los necios atribuir án al.,di~blo
menor cantida d de prodigi os, lo que les proporc ionará
menos ocasion es para ejercer su odio y sus furores; pero
~o son ciertamente las persona s pi,a dosas las que pensa-
rán en quejarse: el diablo debe perder terreno cuando la
luz se hace y cuando l a ignoran cia se retira; pero las con-
quistas de la ciencia ~y de la luz afirman y hacen amar cada
vez más el imperio y la gloria de Dios.

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't

Ci\P{TULO ll

PERSONAJES MARA VILLO SOS DEL SIGLO XVlll

El siglo xvm sólo ha tenido credulidad para la magia,


sin
pues las vagas creenc ias son la religión de las almas
an re·
fe: negáb an se los milagr os de jesucr isto y se aJribuí
r
s urrecc iones al C.onde de Saint- Oermain . Este singula
mister ioso a quien se achaca ba
person aje era un teósof o
de
posee r los secret os de la gran obra y de la fabricación
los diama ntes y piedra s precio sas; era hombre de mundo,
ma·
de,conve~:sación agrada ble y de gran distinción en sus
te su infanc ia, le veía
neras. Mme. de Ger.~lis, que, d!Jran
re·
casi a diario, asegu ra que sabía dar a pedrer ías que
pr-esentaba por medio de la pintura, todo su brillo natural
y un fulgor del que ningún químico, ni ningún
pintor po·
día adivin ar el secret o. ¿Habí a hallad o el medio de fijar la
na·
luz sobre el lienzo, o empleaba alguna prepar ación de
po·
car o alguna incrus tación metálica? Esto es lo que no
queda ningun a de sus
demos s aber, puesto que no nos
pintur as marav illosas .
El Conde de Saint- qerma in .hada profesión de catolici s·
d,
mo y observ aba las prácti cas religios~s con gran fidelida
sospe chosa s Y de
liablá base sin embar go de evoca ciones
aparic iones extrañ as, y él se jactaba de posee r el secreto
de la juventud eterna . ¿Era esto mistic ismo? ¿era locura?
Nadie conoc ía a su familia,: y, al oírle hablar de las cosas
- i'i71\-

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hiS TOR IA DE LA . MAO IA

del tiempo pasado , creerías e que había vivido varios si•


glos. Hablaba poco de todo lo relacion ado con las cien-
cias ocultas, y cuando alguien solicita ba ser iniciado por
él , se excusab a alegand o que nada sabía; él mismo elegía
sus discípulos y les pedía ante todo una obediencia pasi-
va, hablánd oles despué s de un reinado ;al que habían de
ser llamados, el de Melquisedec o de Salomó n, el reinado
de los iniciado s, que es también un sacerdo cio. «Sed la
antorcha del mundo, les decía; si vuestra luz no es más
viva que la de un planeta, no seréis nada ante Dios; pero
yo os reservo un esplend or a cuyo lado el del sol no es
sino una sombra ; entonce s dirigiréis la marcha de las es-
trellas y gobern aréis ·a los que reinan sobre los imperios».
Estas promes as, cuya significación bien comprendida
nada tiene que pueda extraña r a los verdade ros adeptos ,
han sido copiada s, si no textualmente, al menos en cuanto
al sentido de las palabra s, por el autor anónim o de una
Historia de las Sociedades secretas en Alemania y bastan
para comprender a qué iniciación pertenecía el Conde de
Saint-Germain .
Véanse ahora algunos detalles, hasta ahora desconoci-
dos, acerca de este iluminado:
Nació en Lentmeritz (Bohemia) a fines del siglo XVII, era
hijo natural o adoptivo de un Rosa-C ruz que se hada lla-
mar Comes cabalicus, esto es, compañ ero catalístico,
nombre que fué burlescamente transfor mado ep Conde de
Oahalís por el desgrac iado abate de· Villars: nun<;_a Saint-
Permain hablaba de su padre. A los siete años, solfa de-
cir: me ví desterra do y errando , en compañía de mi madre,
por los bosque s. Esta madre de que hablaba , era la ciert-
cia de los adeptos; su edad de siete años, la de los inicia-
dos promovidos al grado de maestro s; los bosque s son
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E L 1 p lf A L E V 1

Jos imperios desprovis'tos, según los adeptos, de la ver-


dadera civilización y de la.verdadera luz. Los principios de
Saint-Germain eran los de Jos Rosa-Cruces, y había funda-
do en su patria una sqciedad de la que se separó más tar-
de cuando las doctrinas anárquicas prevalecieron en las
Asociaciones ·de los nuevos sectarios de la gnosis. Así, se
vió descalificado por sus hermanos, incluso acusado de
traición, y algunos autores de memorias acerca del ilumi-
nismo llegan a insinuar que fué precipitado en Jos calabo-
zos del castillo de Ruel. Mme. de Genlis, por el contrario,
dice que murió en el duquesado de Holstein, atormentado
por la conciencia y agitado por el temor a la otra vida. Lo
cierto es que desapareció repentinamente de París, sin que
haya podido saberse a ciencia cierta adonde se reti_ró, y
que los iluminados dejaron recaer sobre su memoria, en
cuanto les fué posible, el silencio y el olvido. La sociedad
que había fundado bajo el título de San-Jakin, del que se
formó el de San Jo?quín, duró hasta la Revolución y des-
apareció entonces, o se refonmó, como tantas otras. Véa-
se, a propósito de esta sociedad, una anécdota que se en-
cuentra en ciertos escritos satíricos hostiles al iluminismo
y que está sacada de una corresponden cia de Viena. Como
se ve, la cosa no ofrece grandes caracteres d~ autentici-
dad; sin embargo, he aquí la anécdota:
«Gracias a su recomendación, fuí muy bien acogido por
M. N. Z ... Estaba ya advertido de mi llegada. La armónica
obtuvo su completa aprobación. Me habló primeramente
de ciertos ensayos particulares de los que no comprendí
absolutamente nada, y para cuyo conocimiento sólo des-
de hace poco poseo la inteligencia necesaria. Ayer, a la
caída de la tarde, me condujo a sus campos, cuyos jardi·
nes son bell(simos: templos, grutas, cascadas, laberintos
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HI610R .IA D(!! LA M A O /A

y subterráneos prestan a los ojos inacabable encanto; pe~o


un muro altísimo, que pone cerca a todás estas bellezas, y'
que me impresionó desagradableme nte, hurta a las mira-
das tan delicioso paraje.
»Había llevado la armónica a instancias de M. N. Z. con
el fin de tocarla en un sitio determinado y a una señal con-
venida . Después de nuestra visita al jardín, me condujo a
una sala situada en la parte delantera de la casa, y ense-
guida me dejó solo alegando no sé qué pretexto. Era ya
muy tarde y no volvía; el fastidio y el su~ño comenzaban
a apoderarse de,mí, cuando me ví sorprendido c0n la lle-
gada de algunas carrozas. Abrí la ventana; era ya de no-
che y nada pl,lde ver; y menos aún pude comprender el
murmullo apagado y misterioso de los que parecían pe-
. netrar en la casa. Pronto el sueño me venció por comple-
to;. y después de haber dormido durante una hora apro~·¡.
madamente, fuí despertado bruscamente por un criado en-
viado para guiarme y llevar el instrumento. Marchaba éste
muy de prisa y a bastante distancia delante de mí; yo lo
seguía mecánicamente, cuando los sones de unas trompe-
tas que parecían salir de las profundidades de una cueva,
llegaron hasta mí. En ese momento, perdí de vista a mi
guía y aproxim<lndome al lado de donde parecía proceder
el ruido, bajando hasta la mitad de una escalera que se
presentó ante mí y que cond~.¡c'ía a la cu'ev~u ¡juzgad de mi
sorpresa! En ella salmodiaban un canto fúnebre. Apercibí
distintamente un cadáver colocado en un ataud abierto; a
uno de sus lados un hombre que estaba vestido de blanco,
aparecía cubierto de sangre y me pareció que le habían
abierto una vena del brazo derecho. A excepción de los
que le prestaban su ministerio, los otros estaban envuel-
tos en grandes ·c apas negras, con la espada desnuda én .la.
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E L 1 p 11· A L V

mano. Y en medio del terror de que me hallaba poseído,


pude ver que la entrada de la cueva estaba llenn de mon-
tones de huesos . revueltos unos con otros. La luz que
alumbraba tan macabro espectáculo me parl?ció producida
por una llama sem~jante a la del espíritu de vino ardiendo.
»Temiendo no encontrar a mi guía, me apresuro a reti·
rarme; le encuentro a pocos pasos buscándome; tenía la
mirada esquiva, me tomó la m ~no como con cierta inquie-
tud y me arrastró hasta un jardín particular al que me creí
transportado por arte de magia. La claridad que proyecta·
ban gran número de lamparillas, el murmullo de las cas-
cadas, el canto de los ruiseñores artificiales, el perfume
que en él se~tespiraba exaltaron mi imaginación. Fuí colo·
cado detrás de un cenador cuyo interior estaba ricamente
adornado y al cual llevaron inmediatamenre a una persona
desmayada (verosímilmente la que aparecía dentro del
ataud en la cueva); enseguida me hicieron una señal para
/
que tocase mi instrumento.
»Dada mi emoción durante esta escena, muchos detalles
han debido escapárseme (1); pude, sin embargo, observar
qqe el individuo desmayado volvió en sí en cuanto hube
tocado el instrumento y ~ue hizo, lleno de sorpresa, es·
tas preguntas: ¿Dónde estoy? ... ¿qué voz es esta que
escucho? ... Exclamacion es de alegría acompañadas de
trompetas y tim@ales fueron la respuesta, y todos salie .

(1) B l neófito de quien se habla en esta carta y que fué tomado por
un · cadáver, estaba en el estado de sonambulismo producido por el
magnetismo. A propósito del cenador en cuesti ón y de los efectos de la
armónica, puede consultarse un curioso trabajo Historia crítica del
magnetismo animal, por Delenze, 2.' edición, 1829. Contiene noticias
sabrosas acerca de la cadena y baterla magnética, los árboles magnetl·
zados, la m~slca, la voz del magnetizador y el instrumento que emplea.
Bl autor, además, es partidario del mesmerismo, lo que no hace sos·
pechosas sus doctrinas. (N. DBL A.)

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H!810RIA. DE LA MA OlA

ron corriendo, desapareciendo en el interior del jardín.


»Os escribo lleno de agitación todavía ... Sí no hubi'ese
tomado la precaución de anotar esta escena en el momen-
to, la tomaría hoy por un sueño.»
Lo que es más inexplicable en este hecho, es la presen-
cia del profano que lo relata. ¿Cómo se exponía así la aso~
ciación a la divulgación de sus misterios? Nos es imppsi-
ble contestar a esta pregunta, pero por lo que atañe a los
misrrios misterios, podemos fácilmente explicarlos.
Los sucesores de_los antiguos Rosa-Cruces, desviándo-
se poco a poco de la ciencia austera y jerárquica de sus
antecesores en iniciación, habían derivado a una secta mís-
tica; habían acogido con entusiasmo los dogmas mágicos
de los ·templarios y se creÍan los únicos de'positarios de
los secrefos del evangelio de San Juan; veían en los reJa-
los del Evangelio una serie alegórica de ritos propios o
completar la iniciación y creían que la historia de Cristo
había de realizarse en la persona de cada uno de los adep-
tos; contaban una leyenda gnóstica según la cual el Sal-
vador, rodeado de perfumes y de bandeletas, no había
sido encerrado en el sepulcro nuevo de José de Arimatea,
y había vuelto a la vida .en la propia casa de San Juan.
Era este supuesto misterio el que celebraban a los sones
de la armónica y de las trompretas. El recipiendario era
invitado a hacer el sacrificio de su vida y sufría, en efecto,
una sangría que le producía un desvanecimiento; este des-
vanecimiento decíanle que era la muerte y, cuando volvía
en sí, estrépitos de alegría y gritos de triunfo saludaban
su resurrección. Estas emociones diversas, estas escenas
sucesivamente lúgubres y brillantes, tenían que impresio-
nar para siempre su imaginación y hacerle fanático o vi -
dente. Algunos pensaban que era una resurrección real y
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e· L 1 p H l. 1

se creían asegurados ya contra la muerte. Los jefes de la


asociación ponían de este modo al servicio de sus ocultos
designios el más temible de todos los instrumentos, la lo-
cura, y se granjeaban, por parte. de sus adeptos, una de
esas adhesiones fatales e infatigables que el desequilibrio
mental produce con más frecuencia y seguridad que la
amistad.
La s.ecta de SaJnt-jakin era, pues, una sociedad de gnós-
ticos entregados a las ilusiones de la magia fascinadora;
participaba de los Rosa-Cruces y de los templarios; su
nombre de Saint-jakin procedía de uno de los dos graba-
dos en iniciales sobre las dos principales columnas del
templo de Salomón, jakin y Booz. La inicia( de jakin en
hebreo es lajod, letra sagrada del alfabeto, inicial del nom-
bre de jehovah, sirviendo el de jakin para velarlo a los
profanos. Por eso es por lo que la llamaban la secta de
Sain-jakin.
Estos . sectarios eran teósofos que se ocupaban exce-
sivamente de teurgia.
Todo lo que se cuenta del misterioso conde de Saint-
Germain, hace creer que se trataba de un físico hábil y
químico distinguido. Asegúrase que poseía el secreto de
soldar entre sí los diamantes, sin que apareciese la menor
huella de la operación; sabía el arte de pulimentar las pe-
drerías, dando de este modo un gFan yalor a las más im·
perfectas y comunes. E l autor imbécil y anónimo que ya
hemos cita'do, le reconoce este talento, pero niega que
nunca fabricas~ el oro, como si al fabricar piedras precio·
sas no se fabricara también oro. Saint-Oermain inventó
también, según' el mismo autor, y lo legó a las ciencias
industriales, el arte de dar al cobre mayor brillo y ductibi-
lidad, otra invención bastante a hacer la fortuna de su
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HISTORIA D B .LA MAOI4

autor. Estos méritos son suficientes para perdonar al con-


de de Saint-Germain el haber c0nocido tanto a la reina
Cleopatra y el haber inclusq hablado familiarmente con la
reina de Saba. Era, además, un hombre bueno y galante,
que amaba a los niños y se complacía en fabricarles él
mismo deliciosos bomj>ones y maravil10sos juguetes. Era
moreno y de corta talla ', vestía siempre con riqueza: pero
con gusto, y gustaba de todos los refinamientos del lujo.
Se asegura que el rey Luis XV le recibía familiarmente y
se ocupaba con él de diamantes y pedrerfas, Es probable
que este monarca, totalmente d?minado por las corte-
sa,nas y Jos placeres, cediese, al invitar a Saint-Germáin a
algunas audiencias particulares, más bien a algún capri-
cho de curiosidad femenina qQe a un amor serio hacia la
ciencia. Saint-Ger.main estuvo. por un momento, de moda,
y como era un amable y juvenil anciano que sabía mezclar
la charla ligera del mundano con los éxtasis del teósofo ,
hizo furor en ciertos círculos, sin perjuicio de ser pronto
reemplazado por otros caprichos, que· así marcha el
mundo.
Se dice que Saint-Germain no era sino aquel misterioso
Althotas que fué el ;maestro de magia de un adepto de
quien hemos de ocuparnos pronto, y que usaba el nombre
cabalístico de Acharat. Nada menos fundado que esta su-
posición, como vamos a verlo al estudiar este nuevo per-
sonaje.
Mientras el conde de Saint-Germain estaba de moda er.
París, 'otro adepto misterioso recorría el mundo reclutando
apóstoles para la filosofía de Hermes. Era un alquimiata
que se hacía llamar Lascaris y se decía archimandl'ita de
Oriente, encargado de recaudar limosnas para un conven-
to griego; sólo que, más bien que solicitar limosnas, Las- ·
-577-

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L 1 ~p L 'E V ¡r
>

" A
!
1
caris parecía· sudar oro, pues lo iba derramand0 por to-
das partes. Pm: doquiera que iba, no hacía sino aparec~r;
y sus apariciones evan siempre bajo formas dis'tintas. En
un sitio c:pareeía como ·un anciano, en otros era todavía
joven . No fabricaba públicamente el OFO , pero lo hacía fa-
bricar a sus discípulos, a los cualés dejaba al separarse de
ellos, un poco de polvo de' proyección. Nada más compro-
bado ni mejor establecido que las transmutaciones opera-
das por los emisarios de Lascaris. Mr. Luis Figuier, de
su sabio trabajo sobre 1'0s alquimistas, no pone en duda
ni su importancia ni su verismo. Y como no hay nada tan
inexorable, en física sobre todo, como los hechos, habría
que sacar de éstos la c·onclusión de que la piedra filosofal
no es un sueño, si la inmensa tradición del ocultismo, las
mitologías antiguas y los trabajos serios de los más gran-
i:les hombres de todas las edades, no hubieran demostra-
do ya suficientemente su existencia y su reálidad.
•Un químico moderno, que se ha apresurado a publicar
su secreto, ha llegado a extraer el oro de la plata por un
procedimiento ruin0so, pues la plata que ha tenido que
destruir no le ha producido sino la décima parte de su va·
lor en oro. Agrippa, que no consiguió nunca descubrir el
disolvente universal, fué, .sin embargo., más feliz que nues-
tro alquimista , pues consiguió hallar en oro un valor equi-
valente al de la plata empleada; no había perdido por con-
s igui~nte, más que su trabajo, si es trabajo perdido el em·
pleadó en el descubrimiento de los grandes secretos de la
naturaleza.
Empeñar a los hombres, con el aliciente del oro, en pes-
quisas que los condujeran a la filosofía absoluta, tal pare-
.ce· haber s ido el objeto de las propagandas de Lascaris,
f
ya ::¡ue el estudio de los libros herméticos debía llevarles
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lt/S101 </A D E ' L A M A O 1 A

necesariamente al conocimiento de lla cábala. Los inicia-


dos, en efecto, pensaron en el siglo xvm que había llegado
el momento, para Jos unos de fundar una nueva jerarquía,
y para Jos otros de derribar toda autoridad y pasear so-
bre las eminencias del orden social el nivel igualatorio.
Las sociedades secretas enviaban sus exploradores a tra-
vés del mundo para sondear y despertar, si era"preciso, la
opinión: después de Saint-Oerma in y Lascaris, Mesmer;
después de éste, Cagliosfro. Pero todos no eran de la mis-
ma escuela; Saint-Oerma in era el hombre de los ilumin a~
dos teósofos; Lascaris representaba a los naturalistas
apegados a la tradición de Hermes.
Cagliostro era el agente de los Templarios, y así, escri-
bía en un~ circular dirigida a los francmasone s de Lon-
dres que había llegado la hora de poner mano a la obra de
reconstruir el templo del Eterno. Como los Templarios,
Cagliostro se entregaba a las prácticas de la magia negra,
y practicaba la ciencia funesta de las evocaciones; adivi-
naba el pasado y el presente, predecía el porvenir, reali-
zaba curas mari;Jvillosas y pretendía fabricar el oro. Había
introducido en la masonería un nuevo rito, que llamaba·
rito egipcio,_ y ensayaba resucitar el culto misterioso de
Isis. Y él mismo, poniéndose unas bandeletas alrededor
de h:1 cabeza y poniéndose como las esfinges de Tebas,
presidía ciertas solemnidade s nocturnas en estancias lle-
nas de jeroglíficos y antorchas. Tenía como sacerdotisas,
jovencitas a las que llamaba palomas y que exaltaba has -
ta el éxtasis para hacerlas pronunciar oráculos por medio
de la hidromancia, ya que el agua era un excelente con-
ductor, un reflector poderoso y un medio muy refrigerante
para la luz astral, como lo prueban las refracciones del
mar y de las nubes.
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L 1 p ff A L E 1

Como se ve, Caglio¡;¡tro era un continua dor de Mesmer y


había vuelto '<1 hallar la clave de Jos fenómenos de,medio-
maníp, y él mismo era un medio, es decir, hombre de or-
ganización nerviosa excepcionalmente impresionable; unía
a ello una gran sutileza y aplomo, y la exagerac ión públi-
ca y sobre todo, la im~gin'Cición de las mujeres, suplían el
resto. Cagliost ro tuvo un gran é'Cito; s_e lo disputaban, y
en todas partes se veía su busto con esta inscripción: el
divino Cag!iostro. Desde este momento, pudo preverse
una reacción igual a lé:: boga obtenida: después de haber
sido una divinidad, pasó a ser un intrigante, un charlatán,
un proxeneta de la mujer, un criminal, en fin, al que la.
imaginación romana creyó hacer favor conqenándole sólo
a prisión perpétua. Lo que hizo sospech ar que vendía a su
esposa, fué el que su esposa lo vendiera. Conocid o a una
trampa, cayó en ella y Jo procesar on, publicán dose del
proceso aquello -que se quiso. En esto llegó la revolución
y todo el mundo olvidó a CagliGstro.
Este ade,pto no deja, sin embargo, de tener transcenden-
cia en la Historia de la Magia; su sello es tan importante
como el de Salomón y atestigu a su iniciación en los .más
altos secretos de la ciencia. Este sello, explicado por las
letras cabalísti cas de Jos nombres de Acharat y de Altho-
tas, expresa los principales caracter es del gran arcano
de la gran -obra. Es una serpiente atravesa da por una fle-
cha, figurando la letra a!eph, imagen de la unión del acti-
· vo y del pasivo, del espíritu y de la vida, de la voluntad y
y de la luz. La .flecha es ta del antiguo Apolo, la serpiente
es la Pitón de la fábula, el dragón verde de los filósofos
herméticos. La letra aleph, represen ta la unidad equilibra-
da. Este pantaclo se reproduc e bajo diversas formas en
los -t alismane s de la antigua magia, pero tan pronto la ser-
- 380 .,-

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HISTO!l!A DE LA M- A O / 'A

piente está reemplazada, por el pavo de Juno, o el' pavo


real d'e pluma multicolor, emblema de la luz analizada, el
ave de la gran obra cuy0 pluma le resplandece de oro;
tan pronto, en lu~ar del pavo coloreado, se ve el cor.dero
blanco, el cordero o carnero solar atravesado por la
cruz, como todavía lo encontramos en los escudos cle
la ciudad de Rouen . El pavo, el cordero y la serpiente,
representan~ el mismo signo jeroglífico: e! del principio
pasivo y el cetro de Juno; la cruz y la flecha, son el prin-
cipio activo, la voluntad, la acción mágica, la coagu-
lación del disolvente, la fijación del volátil por la proyec-
ción, la penetración en la tierra por el fuego . La unión de
los dos, es la ponderación universal, el gran arcano, la
gran obra, el equilibrio de Jákin y de Booz.
El trigrama L . ·. P . ·. D . ·. que acompaña a esta fig\Jra,
quiere decir: libertad, poder, deber; también significa
luz, proporción, densidad; ley, principio y derecho .
Los francmasones han alterado el orden de las letras y
al escribir L . ·. D . ·. P . ·. expresan las iniciales de la frase
libertad de'pensar que escriben sobre un puente simbólico,
y que traducen para los profanos en libertad de pasar. En
las actas del proceso a 'Cagliostro se consigna que ~1 mis
mo dió a estas tres letras otra significación, traduciéndo-
las por esta leyenda: Lilia destrue pedibus, pisotea las
lises; y puede citarse, en apoyo de esta versión, ·Una me-
dalla masónica del siglo XVI o xvn, en la que se ve una es-
pada cortando una rama de lis con estas palabras por le-
yenda: Talem dabit u/tío messem.
El nombre de Acharat que tomaba Cagliostro, escrito
cabalísficamente en hebreo, perpendicular y a dos le-
tras expresa la triple unidad: unid.a d de principio -y de
equilibrio; unidad de vida y perpetuidad del movimien-
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E L 1 p Ji A L V 1

lo regener ador; unidad de fin en una síntesis absoluta.


El nombre de Althotas, maestro de Caglios tro, se com-
pone del nombre Thot y de las sílabas al y as que, leídas
cabalísticamente, son Sala, que significa mensaje ro, en-
viado; el nombre entero significa, pues, Thot, mesías de
a
los Egipcio s, y éste era en efecto a quien Cagliostro. re-
conocfa como verdade ro maestro .
La doctrin a del gran Cophto (tal era, es sabido el título
c¡ue adoptab a Caglios tro) tenía un doble objeto: la regene-
ración moral y la regener ación física .
He aquí los precept os del gran Cophto para la regenera-
ción moral: «Sube al Sinaí con Moisés, sube al Calvario,
después al Tabor con Phaleg y al Carm elo con Elías . En
lo más alto de la montañ a constru irás tu tabernáculo. Es-
tará dividido en tres edificios reunido s y el del medio será
de tres pisos. El bajo, o primer piso, será el refectorio. El
piso del centro será una cámara redonda con doce lechos
alreded or y uno en medio; será la cámara de los sueños.
La cámara superio r, la del tercer piso, será cuadrad a y
tendrá diez y seis ventana s, cuatro de ca da lado; será la
cámara de la luz. Allí, rogarás tu solo durante cuarenta
días y dormirá s durante cuarent a noches en el dormitorio
de los doce maestro s. Entonc es recibirás las signaturé.\s
de los siete genios y obtendr ás de ellos el pentagr ama tra-
zado sobre la hoja de pergam ino virgen. Es el sigr.JO que
nadie conoce, a excepción del que lo recibe. Es el carácter
oculto del guijarro blanco de que se habla en la profesía
del más joven de los doce maestro s. Entonc es, tu espíri-
tu se verá iluminado de un fuego divino y tu cuerpo será
puro como el de un niño. Tu penetración no tendrá
límites, tu poder será inmenso; entrará s en el reposo
perfecto, que es el principio de la inmortalidad y po·
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HISTO RIA DE LA M A O 1Á

drás d~cir con razón y:sin orgull'o: - Yo soy el que es.»


Este enigma significa que, para regenerarse moralmen-
te, es preciso estudiar, comprender y realizar la alta cá-
bala.
Las tres cámaras son la alianza de la vida física, de las
aspiraciones religiosas y de la luz filosófica; lps doce
maestros son los grandes reveladores, cuyo símbolo es
preciso comprender;. la signatura de los siete espíritus es
la iniciación en el gran arcano, etc., etc. Todo ello es, pues,
alegórico, y no se trata aquí de construir en realidad un
edificio de tres pisos, como no se trata en la masonería de
levantar un templo en Jerusalén.
Vengamos ahora al secreto de la regeneración física.
Para llegar a él, es necesario, siguiendo siempre las
prescripciones ocultas del gran Cophto.: Hacer cada cin-
cuenta años, un retiro de cuan;nta días, a modo de jubi-
leo, duranle la luna d.e Mc;~yo. En el campo, y en la única
compañía de una persona fiel. Ayunar durante cuarenta
días, bebiendo el rocío de Mayo, recogido sobre los
trigos en un lienzo puro y blanco, comiendo hierbas tier-
nas. Comenzando la comida con un gran vaso de rocío
Y terminándola con un bizcocho o una simpl'e corteza de
pan. El décimo-séptimo día, una sangría ligera. Tomar
seis gotas de bálsamo de azote por la maña na y otras
seis por la noche, aumentando dos gotas dia.rias hasta
1 llegar al trigésimo-seg undo día . Repetir entonces la peque~
fia emisión lde siilngre a la hora del crepúsculo matutino,
dormir enseguida y quedarse en el lecho hasta el fin de la
cuarentena. Tomar al !despertar por primera vez después
de la sangría, el primer grano de la medicina universal.
Se experimentará un desvanecimiento que debe durar tres
horas, después convulsiones , transpiracion es y evacua-
- 5~~ -

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L ¡ · p H A S L E fl ' 1

ciones conside rables: ensegui da se cambia rá de ropas y


de Jecho. Inmediatamente habrá que tomar un consommé
de vaca sin grasa, sazona do con ruda, salvia, valeriana ,
verbena y meliza . Al día siguiente, segund o grano de me-
dicina universal, es _decir,. de mercurio astral combinado
con azufre de oro. Al otro día, tomar un baño templado.
El 'trigésim o-sexto dfa, beber un vaso de vino de Egipto.
El trigésim o-séptim o día, tercero y último grano de medi-
cina universal. Seguirá un sueño profundo. Los cabellos,
los dientes y las uñas, se renovar án; la piel se renovará
también . El trigésim o-octav o día, baño prepara do con las
hierbas aromáti cas ya enumer adas. El trigésimo-noveno
día·, tragar, en dos cuchara das de vino tinto, diez gotas
d~l elixir de Achara t. El cuadrag ésimo día, la
obra está
terminada y el anciano está rejuvenecido.
Por medio de este régimen de jubileo, es como Caglios-
tro pretendía haber vivido él durante varios siglos . Se tra-
taba, como se ve, de una nueva preparación del famoso
baño de inm0rtalidad de los gnóstic os menand rianos.
6 Creería seriame nte Coglio stro en la virtud del proce-
dimi.ent0?
Ante sus jueces mostró mucha firmez;a y serenidad, se
declaró católico y dijo que honora ba en el Papa al Jefe
Suprem o de la jerm:quía religios a . Cuanto a las preguntas
que le hicieron sobre las ciencia s ocultas respond ió de
una manera enigmática y, como le dijeran que sus res-
puestas eran absurd as e incomprensibles. -¿Cóm o po-
déis saber que son absurda s, contest ó, si las encont-ráis
inninteligibles? L<;>s jueces se encolerizaron y le pregunta-
ron bruscam ente l~s nombre s de los pecado s capitales.
Caglios tro nombrÓ la lujuria, la avaricia, la envidia, la
gula y la per~;a.- Olvidái s, le dijeroq, el orgullo y la có-
- ¡>).Cl¡{

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HIS TO !l/A DE' LA M A O 1 A
' .
Jera. -Perdo nad, respon dió el acusad o, no los olvido,
pero no quería· nombr arlos ~n vuestra presen cia por
res-
peto y por temor a ofende ros. Le conden aron a muerte
.
pero luego le fué conmu tada la pena por la de 'pri·sión
per-
petua. Ya en la cárcel, Caglio stro pidió ser confes ado
y él
mismo design ó sacerd ote: un hombre que tenía aproxim
a-
damente su mismo aspect o y talla. El confes or entró
en la
prisión y a·l poco tiempo se le vió salir; alguna s
horas
más tarde, el carcele ro, al entrar en la prisión , halió
ella el cadáve r de un hombr e extrang ul ado: este cadáve
en
r,
.
desfigu rado, vestía las ropas de Caglio stro; al sacerd
ote
no se le volvió a ver nunca.
Los amigos de lo marav illoso, asegur an que el gran
Cophto está actualm ente en Améric a y que es allí el
pontí-
fice suprem o e invisib le de los creyen tes en los espíritu
s
golpea dores.

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CA.PfTULO lll
PROFECfAS DE CAZO TTE

La escuela de los filósofos descon ocidos , fundada por


Pascua lis Martínez y continu ada por Saint-M artfn, pa-
rece haber agrupa do a los último s adepto s de la verdad e-
ra iniciación.
Saint-Martín conocí a la antigua clave del taro!, es decir,
el misterio de los alfabet os sagrad os y de Jos jeroglíficos
hieráti cos; ha dejado nlguno s pantac los en extrem o cu·
riosos que nunca fueron grabad os y de los que poseemos
copias . Uno de estos pantac los es 'la llave tradicio nal de
la gran obra, y Sain t-Marlín lo llama la llave del infierno,
por que es la llave de las riqueza s; los martin istas fueron
entre los ilumin ados, los último s creyen tes, y los iniciado·
res del famoso Cazott e ..
Hemos dicho que en el si glo xvm se produj o una esci·
sión en el iluminismo; los unos, conser vadore s de las Ira·
dicione s de la natural eza y de las ciencia s, querían restau-
rar la jerarqu ía; los otros, por el contrar io, pretend ían ni·
velarlo todo revelan do el gran arcano , que h 1cía imposi·
bies en el mundo la realeza y el sacerd ocio. Entre estos
últimos, los unos eran ambici osos y malvad os que espe·
raban rein::~r sobre las ruinas del mundo , y los otros eran
unos engaña dos y necios .
Los verdad eros iniciad os veían con espat:Jto que la so·
c~edad er¡;¡ lanzad a de este modo hacia el precipi
cio y vis·
-15?. 5-
l
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hiSTORIA DE LA M A O lA

lumbraban todos los ·horrores de lit anarquía. Esta revo-


lución que más tarde había de aparecer al genio agonizan-
te de Vergniaud bajo la sombría figura de Saturno devo-
r~ndo, a sus hijos, se presentaba ya amenazadora en los
sueños proféticos de Cazotte. Una tarde que se encontra-
ba rodeado de los instrumentos ciegos del jacobinismo
futuro, les predijo, a todos, su destinp: a los más fuertes
y a los más débiles, el cadalso; a lo~ más entusiastas, el
suicidio; y su profecía, que entonces pareció una broma
macabra, tuvo completa realización (1). E sta profecía, no
era, en efecto, sin0 un cálculo de probabilidades, y el cál-
culo resultó exacto, porque las probabilidades se habían .
convertido ya en consecuencias necesarias. La Harpe, a
quien esta predicción llenó de asombro, la añadió más
tarde algunos detalles para hacerla aún más maravillosa,
tales como el número exacto de navajazos que había de
dars.! uno de los convidados, etc.
Hay que perdonar estos ligeros toques poéticos a t?dos
los narradores de cosas extraordinarias; esos adornos, no
son precisamente falsedades, son simplemente poesía y
estilo.
Dar a los hombres, naturalmente desiguales; una liber-
tad absoluta, equivale a organizar la guerra social; y cuan-
do los llamados a contener los instintos feroces de las
multitudes, cometen la locura de desencadenarlos, · no
es necesario ser un mago profundo para profetizar que los
primeros serán devorados, porque las codicias animales
lucharán unas contri! otras hasta que llegue el cazador au-
dad y hábil que acabe con ellas ri tiros. Cazotte previó a.
Mara!, Marat preveía una reacción y un dictador.

(ll Deleuze, UemQJretJ sur lB faculté de pr4vlsl6n. 1~.

- ll87-

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E L 1 p H A S L

C9zotte había hecho sus ensayos en el mundo con algu-


nos opúsculo1> de litera'tura fr(vola, y cué.ntase que debió
su iniciación a la publicación de una de sus obras titulada
El diablo amoroso . Esta novela, en efecto, está ll ena de
intuiciones mágica ~ , y 1la más grande pasión del mundo,
el amor, está pre::;en tada a través de la verdadera,doctrina
de los adeptos ..
En efecto, et amor físico, esa fi eb re delirante, esa locu-
ra invisible para los que son juguete de la imaginación, no
es ::;ino un a seducc i ón de la muerte que quiere renovar su
cosecha para la na.talidad. La Venus física es la muer te,
maquillada y ataviada como. una cortesana; el am or es
destructor como su madre, y recluta víctimas para ella.
Cunndo la cortesana está ya satisfecha, la muerte se dPs-
enmascara y pide a su vez su presa. Por eso la Iglesia, que
deja a salvo la natalidad con la santid ad del matrimonio,
descubre y previene las acechanzas de la muerte al conde-
nar sin piedad todos los extravíos del amor.
Si la mujer amada no es un ;]ngel que se inmortaliza me-
diante el saarificio del deber en los brazos del que la ama ,
es una stryge que le devora, le agota y le milla, mostrán-
dose fin almente a él en toda la repugnancia de su egoísmo
brutal. ¡Desgracia<;las las víctimas del diablo amoroso!
¡Desgraci ados los que. se dejan seducir por l os halagos ·
lascivos de Bion de.tt.a! Pronto. el rostro gracioso de la jo-
ven se trocará para ellos en esa hor~ible cabeza de eame-
IIQ que aparece tan trágicamente al final del libro de Ca· .
zotte.
,H ay en los infiernos, según los cabalistas, dos reinas de
las Mryga1>: una es Lilith, la madre de los abortos; la otra, .
Nahema, la fatal y atormentadora belleza. Cuando ,un hom-
bre es infiel a la esposa que Ie . dest·ina!;>a el cielo, cua.ndo
- 38S-
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H 1 S 7 O R 1 A. DE L A !vi A O 1 A

se en trega a los desv.aríos de una pasión esteril, Píos le


arrebafa su esposa legítima y santa para entregarlo a los
abrazos de Nahema. Esta reina de las stryges sabe mos-
trarse con todos los"atractivos de la virginidad y del amor.
Desvía el corazón de los padres de familia incitándoles al
abandono de sus deberes y de sus hijos. Empuja 9 los
hombres casados a la viudez, y obliga a enlaces sacríle-
gos a los hombres consagrados a Dios. Cuando usurpa el
título de esposa, es fácil reconocerla; el día de la boda,
apanece calva, pues la cab ellera, que es en la mujer el velo
del pudor. le es.fá p110hibida en ese día; después de casada,
finge desesperación y cansancio de la vida, predica el sui-
cidio, y se separa, al fin, violentamtmte del hombre cbn
quien vivió, dejándole la marca de una estrella infernal en-
tre los ojos.
Naema puede llegar a ser madre; decí~n también, pero
nunca educar a sus hijos; los entrega a Lilith, su funesta
hermana para que los devore.
Estas alegorías cabalísticas que pueden leerse .en el li-
bro hebreo de la Revolución de las Almas, en el Diccio-
nario cabalístico del Zohar y en los Comentarios de los
talmudistas sobre el Sota, parecen haber sido conocidos
o adivinados por el autor de El diablo amoroso; también
. se asegura que después de la publ icación de esta obra re-
cibió la visita de un personaje desconocido, envuelto en
·una capa, a la manera de los jueces libre. Este pe.-sonaje
le hizo signos que Cazotte no comprendió, y por fin le
preguntó si r ealmente no estaba inieiado; a la respuesta
negaüva de Cazotte, el desconocido puso una fi'sonoinia
menos sombrí-a y le dijo: «:Y:a veo que no sois un deposi-
tario infiel de nuestro secreto, sjno el vaso elegido para la
ciencia. ¿Queréis. mandar realmente en las pasiones huma,..
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E L 1 p H A L E ·V

nas y en los espíritus impuros?• Ci:tzotte era curios0 y se


sucec;,ii0 una conversación larga, preliminar de otras varias,
de donde el autor de El diablo amoroso salió realmente
iniciado. La iniciación debía hacer de él un partidario ab-
soluto del orden y un. enemigo peligroso para los anar-
quistas, y en efecto, hemos visto que hay una montaña
sobre la que se puede uno elevar para regenerarse fegún
Jos símbo!os de Cagliostro, pero ' esta montaña es blanca
y Juminosá como el Tabor o roja por el fuego y la sangre
como el Sinaí o el Calvario. Hay dos síntesis cromáticas,
dice el Zohar: la blanca, que es la de la armonía y de la
vida moral; la roja, que· es' la de la gm~rra y de la vida ma-
terial; el _color de la luz y el de la sangre. Los Jacobinos
querían elevar el estandarte de la sangre y su altar se ele-
vaba ya en la montaña roja. Cazotte se había acogido al
estandarte de la luz, y su tabernáculo místico estaba colo-
cado en la montaña blanca. La montaña sangrienta triunfó
momentáneamen'te y Cazotte fué . proscripto. Tenfa una
hija, niña heróica qu~ le salvó de la matanza de la Abbaye.
La hija de Cazotte no tenía la partícula nobiliaria de , y esto
fué lo queJa· salvó de ser .quemada, por lo cual se inmor-
talizó la piedad filial de la señorita de Sombreuil, noble
joven, que para disculparse de ser una joven noble, tuvo
que b'eber la gracia de su padre en el vaso sangriento de
los degolladores .
Cazotte había profetizado su muerte porque su concien-
cia le impelía a luchar a muerte contra la anarquía. Conti-
nuó obedecienclo a su cóncierí'cia, fué detenido nuevamente
y compareció ante el tribunal r~volucionario; estaba con-
denade d'e antemano. ' El presidente, después de· leer la
sentencia, le dirigió una alocución extraña llena de esti-
mación y de pena: le invitaba a ser digno de sí mismo
- 390

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HISTORIA DE L A M A O 1 A

hasta el fin, y a morir C;) mo había v,ivido, como hombre


de corazón . La revoluci ón, hasta en el tribunal, era una
guerra civil, y los hermano s se saludaba n antes de darse
la muerte. Porque en los dos bandos, las convicci ones
eran sinceras y, por consecu encia, respetab les . El que
muere pbrque cree poseer 1~ verdad, es un héroe, aun
cuando' se engañe, y los anarquis tas de la montaña san-
grienta, tuvieron el atr'evimiento de llevar a los otros al
cadalso, pero también ·ellos, cuando subieron , lo hicieron
sin palidece r. ¡Que Dios y las ,posterid ades sean sus
jueces!

-391 -

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CAPÍTULO IV
LA REVO LUCIÓ N FRAN CESA

Había habido en · el Inundo un homb re profun damen te


indign ado porque se consid eraba infame y vicioso y cul-
paba de su vergüe nza a la socied ad entera. Este hombre
era amante desdeñ ado por la natural eza, y la naturaleza
en su cólera le había Zlrmado con la elocue ncia como con
una masa; trató de defend er en contra de la ciencia la cau-
sa de la ignora ncia; contra la civilización la barba rie;
contra todas las cumbr es sociale s, la de tod as las baje-
zas. El pueblo, por iustinto , apedre ó a este insensa to; pero
los grande s le acogie ron, las mujere s le pusiero n de moda,
obtuvo tanto éxito que su odio contra la human idad fué
'
en aumen to y acabó _por suicida rse de cólera y de asco.
Despué s de su muerte, el mu ndo se conmo vió para poner-
se a la realiza ción de los sueños de Juan Jacobo Rous-
seau , y los conspi radore s q~e desde la muerte de Santia-
go de Molay se habían jurado la ruina del edificio social,
estable cieron en ,Ja call e de la Yesería, en la misma casa
en que Juan Jacobo había vivido, una Logia inaugu rada
bajo los auspic ios del fanático de Ginebr a. Esta Logia se
convirt ió en el centro del 'movimiento revoluc ionario y un
príncip e de sangre real fué allí a jurar la pérdida de los
suceso res de Felipe el Hermo so, sobre la tumba de .San-
tiago de Molay.
-392 -

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HISTORIA DE M A O /A

La nobleza del siglo XVI'I cor11ompió al pueblo; los gcan-


des·de la· época se I:Jabían dado a una furia de igualdad
que había comenzpdo con las orgías de la regencia, se en'-
canallaban por gusto y la corte se divertía hablando. la
jerga d'e los mercados. Los registros de la orden de los
templarfos, atesligu.an ,q ue el regente era Gran Maestre de
la temible sociedad secreta, el cual tuvo por sucesor al
duque Qel Mai11e, los príncipes de Borbón-Conde y Bor-
bón-<Con ti y el duque de Cosse-Brissac. Cagliostro había
unido a su nito egipcio los, al'lxiliares de la segunda orden:
todo se disponía a obedecer al impulso secReto e inesisti~
1
ble que lanza hacia la .destrucción a las civilizacion·e s en
decadencia. Los acontecimientos no se hicieron esperar;
vimeron como Casotte les había previsto, se precipitaron
empujados por una m¡:¡?o invisible. El desgraciado Luis
XVI estaba .aconsejado por enemigos mortales; prepára-
ron e hicieron fracasar el desdichado pFoyecto de evasión
que trajo la catástrofe de Varennes, como habíar hecho la
orgía de Versalles, como ordenaron la carnicería del'10 de
Agosto; habían comprometido al rey y le salvaron del fu-
r0r del pueblo para el<ia.sperarle más y provocar el aconte -
cimiento <:¡ue preparaban desde hacía siglos; ¡se necesita-
ba un cadalso para la venganza de los templarios!
Bajo la presión de la guerra civil, la Asamblea nacional
declara ~1 rey suspendidb de un po'd,erío y le asigna · por
residencia el palacio de Luxemburgo, pero otra asamblea,
secretamente, había decidido otra cosa. La residencia del
rey caído debía ser una prisión, y esta prisión no podía
ser otra que el anti guo palacio de los templarios, que q,ue-
daba .todavía en pie con su torreón y ·sus almenas, para
destino df? este prisionero real llámado a un inexorable
porvenir.
-393-

© Biblioteca Nacional de España


L j' p H .A L E v- 1
El rey estaba en el Temple y lo más escogido·del clero
estaba en el destierro o en la Abad,ía. El cañón tronaba
sobre el Puente Nuevo y amen azadores pasquines manus-
criios proclamaban la patria en p¡:ligro. Entonces hombres
desconocidos organizaron la matanza. Un personaje re-
pugna nte, gigantesco, de larga- barba, estaba en todas
partes donde hubiera padres que victimar. «¡Toma, les de-
cía con risa salvaje, este por los Albigenses; toma, por los
templarios; toma, por la de S<Jn Bartolomé; toma, por los
proscritos de Cevennes! y les golpeaba con rabia y pega-
basi empre ::on el sable, con el machete, con la porra. Las
armas se rompian y se renovaban en sus manos, estaba
rojo de sangre de la cabeza a los pies, tenía la barba man-
chada y juraba con blasfemias espantables que no se la
lavarfa más que con sangre.
Este fué el hombre que propuso a 'Ja nación que se que-
mara a la angelical señorita de Sombrenil.
Otro ángel rogaba y lloraba en la torre del Temple ofre-
ciendo a Dios sus dolores y los de dos de sus hijos, para
obtener de él el perdón para la realeza y para Francia.
Para expiar todas las alegres locuras de las Pompadour
y de las Dubarry, eran precisas las lágrimas y los sufri-
mientos de esta mártir, la santa Madame Elisabeth.
El jacobinismo había tomado este nombre antes que la
hubiese escogido la antigua iglesia de los)acobinos para
reunir a los jefes de la conjuración; este nombre viene de
aquel de jacobo (Jacques) •. nombre fatal y predestinado a
las revoluciones. Los exterminad0 res son siempre llama-
dos en Francia los ]acques; el filósofo cuya fatal celebri-
dad prepara nuevas jacqueries y sirve los proyectos san-
grantes de Jos conspiradores Joanitas se llamajuan jaco-
bó, y los prom0tores ocultos de la Revolución francesa
-394-

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fi/:51 01</A DE LA M A O 1A

habían jurado el derrumba miento del trono y del altar so-


br·e la tumba de Jacobo de Molai.
Después de la muerte de Luis XVI, en el momento mis-
mo que acababa de expirar bajo el hacha de la Revoiución,
el hombre de la barba larga, este judío errimte del· martirio
y de la venganza , sube sobre :el patíbulo y ante la muche-
dumbre espantada , toma sangre real en sus dos manos y
sacudiénd ola sobre la cabez'a del pueblo grita con voz te- '
rrible: c¡Pueblo francés, yo te bautizo en nombre de jaco-
bo y de la libertad!
La mitad de la obra estaba hecha y de aquí en adelante
el ejército del Temple, dirigirá ' contra el papa todos sus
esfuerzos .
La expoliación de las iglesias, la profanaci ón de las co-
sas sagradas , las procesio nes grotescas , la inaugurac ión
del culto a la Razón.
Había habido en el estado eclesiásti co grandes abusos y
grandes escándalo s acarreado s por las grandes riquezas:
las riquezas desaparec ieron y volvieron las grandes virtu-
des. Estos desastres temporale s y este nuevo triunfo es-
piritual, habían sido profetizad os en el Apocalip sis de .San
Metodio, del que nosotros hemos hablado ya. Poseemo s
de este libro un ejemplar en letras góticas, impreso en
1527, y ornado de las más extrañas figuras: se ve primero
a padres indignos arrojando lils co:sas santas a los puer-
cos y después al pueblo revolucio nado asesinand o a los
padres y rompiénd oles sobre la cabeza los vasos sagra-
dos, se ve al Papa prisionero de hombres de guerra y des-
pués un caballero coronado que con una mano levanta el
estandarte de Francia y con la otra extiende una espada
sobre Italia; se ven dos águilas y un gallo que lleva una . .
corona sobre la cabeza y una doble flor de lis sobre el pe-
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L 1 p H A S L E Jr 1

eh o; se ve a la segunda águila qúe se une con los grifos y


los unicorni os para cazar al buitre en su nido, y muchas
otras c0sas sorprend entes. Este libro singular no es com-
parable más que a und ·edición ilustrada de ,las profecías
del abate Joaquín (de Calabria ), donde se ven los .retratos
de todos los Papas que lo han de ser en el porvenir , con
los signos ale_góricos de su reinado, hasta la· venida del
Antecris to.
¡Crónica s extrañas del porvenir relatado corno cosa pa-
sada y que hacen creer en una sucesión de mundos donde
los sucesos se renovará n de tal manera que la previsión
de las cosas futuras no será más que la evocació n de los
perdidos reflejos del pasado!

f.

- 696 --

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CAPÍTULO V
FENÓMENOS DE MEDIANI,SMO
. .
En 1772 un habitante de Saint-Mandé llamado Loiseaut,
estando en la _iglesia, creyó ver arrodillado cerca de él a
un personaje muy singular: era un hombre todo ennegre-
cido y que llev.aba por única vestimenta un calzón de lana
grosera. Este hombre tenía la banba larga, los cabell0s
crespos y alrededor del cuello una cicatriz roja y circular;
llevaba · un libro sobre el cual estaba lra7Jada en letras · d~
oro esta inscripción: t;cce Agnus Dei.
Loiseaut se extraña mucho vienO,o que el extraño perso-
naje había pasado. aesapercibi·do; a¡¡:aba sus oraciones y
se 'vuelve a su ca sa; encuentra aHí al mismo personaje,
que le esperaba, y cuando se acerca a él para preguntarle
quién era y qué quería , el visitador fantástico desap,arE:_ce
de golpe. Loiseaut se mete en .el· lecho con fiebre y no pue-
de dormirse: durante la noche ve de imprqviso iluminarse
su cuarto con un fulgor rojizo, cree que se trata de un in-
cendio y al incorporarse brusc.a mente, ve, en medio de la
alcoba, sobre su mesa, ~n plato dorado bañado completa-
mente de sangre y en ese platoJa cabeza d.el visitante de
la víspera. Esta cabeza ·estaba nimbada de · una aureola
roja, movía los ojos de una manera tertible y abriendo' la
boca como. para gritar, dijo: Espero las cabezas de /Q~
reyes y las de sus cortesano$, espero a Herodes y a H.e-
-~97

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L 1 H A L V 1

rodias; después la aureola se extinguió y el enfermo no


vió nada más. Algunos días después. se curó y pudo vol-
ver a sus negocios.
Atravesand o un día Loiseaut la plaza de Luis XV, fué
abor dado por un pobre que le pidió una limosna y al cual:
sin mirarle, arrojó una moneda que cae en el sombrero
del desconocid o: Oracias, le dice este hornbre, es una ca-
beza de rey, pero aquí, añade extendiendo la mano y se-
ñalando a la mitad de la plaza, aquí caerá otra y es aque-
lla que yo espero. Loiseaut entonces mira al pobre con
sorpresa y da un grito al reconocer en él la extraña figura
de su visión. <<Cállate-l e dijo el mendigo-p orque teto-
marían por un loco, pues nadie me puede ver excepto tú.
Veo que me has reconocido ; soy, en efecto, San j1:1an Bau-
tista el Precursor y vengo a anunciarte el castigo de los
sucesores de Herodes y de los herederos de Caifás; tú
puedes repetir to do esto que.. yo te digo. »
Desde esta ép oca, Loiseaut creía ver todos los días cer-
ca de él a San Juan Bautista. El aparecido le hablaba lar-
gamente de las desgraCias que iban a caer sobre Francia
y sobre la Iglesia.
Loiseaut cu enta su visión a alg unas personas que que¡
daron asombrada s y se hicieron visionarios como él, for-
mando entonces todos unidos una sociedad mística que se
reunía en gran secreto. Los miembros de esta asociación
se sentaban en círculo, agavrados de la mano, y espera-
ban las comunicac iones en silencio; esperaban muchas ho-
J:as seguidas hdsla que la figura de San Juan se aparecía
en medio de ellos; entonces caían todos en el sueño mag-
nético y veían desarrollar se bajo sus ojos las escenas fu-
turas de la Revolución y de la restauració n subsiguient e.,
El director espiritual de este círculo o de esta secta, era

- ñ9R-

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hiSTO RIA DI! LA MAOI A

un religio5o llamado dom Oerle y vino a se11 el jefe a la


muerte de Loiseaut, ocurrida en 1'788, después de la época
de la Revolución; h<}biendo sido ganado por el entusiasmo
republicano fué rechazado por l(ls otros sectarios que si-
guieron entonces las im¡piracion es de su principal sonám-
bula, la hermana Francisca André.
Dom Gerle, tenía también su sonámbula y vino a ejercer
en una bohardilla de París, el sistema entonces nuevo·, de
magnetizad or; la vidente, era una mujer vieja, casi ciega,
llamada Ca/a!ina Theot, que hacía prediccione s que se
realizaban, y curaba a muchos enfermos, y como las pFo-
fecías tenían casi siempre algo de políticas, la policía del
Comité de salud pública no tardó en preocupars e de ello .,
Una tarde Catalina Theot, rodeada de sus adeptos, se
encontraba en éxtasis: «Escuchad , decía, yo percibo el rui-
do de sus pasos; ¿es el· elegido misterioso de la Providen-
cia, es el ángel de la revolución; es aquél que será el sal-
vador y la víctima; es el rey de las ruinas y de la regl"ne-
ración; lo véis? El se aproxima y tiene también la frent~
circundada de la aureola sangrienta del Precusor; es el que
traerá todos los crímenes de aquellos que le quieren hacer
morir. ¡Oh, tus destinos son gran'des y tú en cayendo vas'
ll cerrar el abismo! Vedlo adornado como para una fiesta,

lleva en la mano flores ... que son las coronas de su mar-


lirio ... » Después co nmoviéndo se y derramand o lágrimas,
llñadió: «¡Qué crueles han sido tus pruebas, hijo mío!, gri-
taba. ¡Cuántos ingratos maldecirán iu memoria a través
de las edades! ¡Vedlo, vedlo e inclináos, helo ahí! Es el .
rey ... es el rey de los sangriento s sacrificios• .
En este momento s e abre la puerta sin ruido y un hom-
bre con el sombrero caído sobre los ojos y envuelto en
un¡¡ capa, entra en la habitaci6n; la asamblea se levanta, y
- ~!\Q -

© Biblioteca Nacional de España


L 1 ·P L E 1

Catalina Theot extendiend o hacia el recién llegado sus ma·


nos ,temblorosa s, le dice: «Yo sabía que tu habías de ve-
nir y -te esperaba; aquel que tu no ves, pero que yo veo a
mi derecha, le ha·presenta do a mi hoy cuando te ha sido
remitido un inforn:Ie contra noso(ros : se nos acusa de cons-
pirar por el rey, y en efecto, yo he hablado de un rey, de
un rey del que el Precusor me ha mostrado en este mo·
mento la corona tinta en sa-ngre. ¿"lf sabes tú, sobre qué
cabeza estaba suspendida ?. ¡Sobre la tuya, Maximilian o!•
A este nombre, el desconocid o, estremeciéndose como
si un hierro .candente le hubiese mordido en el pecho, lan-
za en rededor de él una mirada rápida e inquieta y después
tomando un continente impasible muriT\UI'a con voz sofo·
cada: .
,.,!_¿Qué quiere usted decir? Yo no comprendo .
-Yo no ·quiero decir, replica Catalir.a Th eot, que hará
un buen sol el día que un hombre vestido de_azul y tenien-
do en la mano un cetro de flores sea un instante el rey y
el ,salvador del rr·undo; yo qui er<;> decir que tu serás gran·
de como Moisés y como l)rfeo, cuando, poniendo el pie
sobr_e la cab éza del monstruo pronto a devorarle, tú digas
a los verdugos y a las víctimas, que existe un Dios. Cesa
de ocultarte Robespier re y .muéstrano s sin p¡¡lidecer esa
cabeza valerosa que Dios va· a árroj ar en el platillo vacfo
de su balanza·, la cabeza de Luis XYI·es muy pesada y sólo
la tiene para equilibrar el peso.
-¿Es eso una amenaza, dice fríamente Robespierre ,.
dejando caer su car.a, y se cree por esta ' farsa conmove
mi patriotismo e influenciar mi conciencia? ¿Pretendéis por
ameQazas fanáticas y chocheces de viejas, sorpre11der mis
resoJuciones, como habéis espi"'do mis pasos? ¡Me espe·
rabáis q lo que pare<;_e, y desgraciad a de vos por haberme

- 41'0-

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H!S10R/A DE LA MA 0/"A

esperarlo! por que habéis abusacto'' del cu rioso,


del visita-
dor desco nocido . Maxim iliano Robespierre, repres
entante
del pueblo, os denuncia al Comit é de Salud Públ'ic
a y hará
proceder a vuestr o arrest o.
'
Habien do dicho estas palabr as, Robes pierre recoge •s'u
capa y envuelve con ella su cabeza empol vada march
a ndo
con tiesura hacia la puerta ; ningun a person a osa
retener~
le ni dirigir le la palabr a . Catali na Theot junta las
manos
y dice: •Respetem~s sus voluntades; el es rey y pontífice
·de la era nueva; si nos hiere es que Dios quiere
herir-
nos; ofrezc amos la gargan ta al cuchil lo de la Provid
encia» .
Los in.i ciados de C:atalina Theot, 'e sperar on toda
la no-
che que v·iniesen a arrest arlos , p'ero no pareci ó
nadie; se
sepáraron durant e el día si g uiente; se pasaro n
otros dos
días y otras dos noche s, durant e cuyo tiempo los
miem-
bros de la secta no quisie ron oc1:1Ita'rse. Al quinto
día Ca~
faJina Theot y los que se ilamab an sus cómpl ices,
fueron
denunciados a los Jacob inos pór un enemi go secret
o de
Robespierre, el c~al insinu ó directament~ a los audito
res,
dudas contra el tribun o. Le habla de d'ictadura y
el .mism o
nombre ' de rey había sido pronu nciado . ¿Sabién.clolo
Ro-
bespierre, cómo lo había tolerad o? Robes pi erre ene0g
e los
hombros, y al día siguie nte Catali na Theot, dom
Gerle y
algunos otros fueron arras't rados y enviad os a sus
prisio~
nes que nb se abrier on más, una vez que habían
entrad o,
que para provee r la tarea cuolid iana del verdug o.
·
'La hist:->ria de la entrev !sta de R~bespierre, con
Ca~alina
Theot, trasce ndió al exterio r no se sabe cómo. Desde
en~
tonces l a contra -policí a de los futuro s therm idorian
os ex-
piaba al presun to dictad or y se' le acusaba de mistic
ismo,
porque creía ' en Dios. Robes pierre no era por
tanto ni
amigo. ni enemi go ,de la secta de los nuevo s
joanita s;
- 401 - 26

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p 11 A L y 1
L J

fenómenos
había ido a casa de Catal ina. para obser var los
profiri endo
y desco ntento de haber sido recon ocido , salió
ormar on su
amenazas que no realiz ó nunca. Los que transf
y de la
consp iració n, los conve ntícu los del viejo monje
salier a de ese proces o
vieja beata había n esper ado que
la reputa-
una duda o al me~ os un ridícu lo que empañara
ción del incorr uptibl e Maxim iliano .
la inaugu-
L11 profecía de Catal ina Theot , se realiz ó por
ión rápida de
ración del culto del Ser supre mo y la reacc
Ther~idor.
reunid o a la
Duran te ese tiempo, la secta que se había
<!scribía las revela-
hermana André , a la que un tal Ducy
gros. Su idea
ciones , contin uaba sus vision es y sus mila
el reino futu-
fija era la conse rvació n de la legitim idad por
, salva ron ellos en sueños
ro de Luis XVII; much as veces
ron tenerl o real·
al pobre huerfa nito del Temp le y creye
el trono de
mente salva do; antigu as profec ías prome tían
o. Santa
las lises a un joven que hubie se estad o c11utiy 1
rdo Tollar ol, Litehtem-
Brígid a, San1a Hildeg arda, Berna
mila grosa
berge r, anunc iaron todos una restau ración
anitas fueron
después de grand es desas tres. Los neo-jo
uador es de estas predicciones;
los intérp.retes y los contin
on sucesi vamen-
jamás los Luis XVI! los faltaro n, y tuvier
y no menos
te siete u ocho, todos perfectamente autén ticos
ncias de esta
perfectamente conse rvado s; es a las influe
o despu és las revela-
secta a lo que nosot ros hemo s debid
los prodigios
dones del paisa no Martí n (de Galla rdón) y
de Vintra s.
leas de
En ese círcul o magn ético, como en las asamb
Bretañ a, el entu-
cuáke ros o de tembl oroso s de la Gran
no en her·
siasm o era conta gioso y se transm itía de herma
André, la do· •
mano . Después de l.a muert e de la hermana
-40 2-
© Biblioteca Nacional de España
H / ·S 1 O R 1 A DE L A- M A O 1 A

ble vista y la facultad de profetizar fueron las dotes de un


llamado Legros, que estaba en ·charentó n cuando Martín
fué colocado provision almeme, y reconoció en él un her-
mano cmnque jamás lo había visto . Todos estos sectarios
a fuerza de querer a Luis XVII, creían en él de cualquier
manera, lo evocaban con tales alucinacio nes, que de me-
diums se convertía n en la im agen y semejanza del tipo
magnético y se creían realmente el niño real escapado del
Temple, atraían sobre ellos todos los reflejos de esta dul-
ce y débil víctima y se acordaba n de circustanc ias y de de-
talles solamente conocidas de la familia de Luis XVII. Este
fenómeno, aunque parezca extraño, no es inaudito ni im-
posible. Paracelso asegura que si, por un esfuerzo extraor-
dinario de voluntad, se pudiera uno figurar que es otra
persona distinta, sabía al instante el más secreto pensa-
miento de esa otra persona y se apoderarí a de sus más
íntimos recuerdos . Entre los falsos, Luis XVII hay que re-
conocer que algunos no eran impostore s y sí unos aluci-
nados entre los que se distinguió mucho un tal Naundorf f,
visionario como Swedenb org y de una convicció n tan con-
tagiosa que antiguos servidore s de la familia real creían
reconocerle y se arrojaban a sus pies llorando: tenía los
signos particular es y las cicatrices de Luis XVII, y conta-
ba su infancia con una verd ad sorprende nte, enteredo
en detalles insignifica ntes que son decish os para los re-
cueruos íntimos. Sus rasgos mismos eran los del huérfa-
no de Luis XV si hubiera vivido. Una sola cosa, en fin, le
faltaba para ser verdadera mente Luis XVII; no ser Naun-
dorff.
El poder contagios o del ma g netismo de este alucinado
era tal que su muerte no destruyó en sus creyentes el ad-
venimiento al reino futuro. Nosotros habíamos objetado

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E L 1 p H 'A L E

tímidamente, algunas veces, cuando se hablaba de la Res-


tauración próxima,, de lo que se llamaba la verdadera le-
gitimidad, que su Luis XVII estaba muerto .
.:¡Es más difícil a Dios resucil'arlo, que ha sido a nues-
tws padres salvarlo del Temple!», nos contestaban con
sonrisa ·triunfante y un poco·desdeñosa. A eso no teníanos
nada que contestar y nos era preciso inelinarnos ante tal
convicción.

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CAPITULO VI
LOS ILUMINADOS DE ALEMANIA·

Alemania es la tierra natal del misticismo ~etafísico y


de los fantasmas; fantasma ella misma del antiguo imperio
romano, parece siempre evocar la gran sombra de Her-
mam, consagrándole el simulacro de las águilas cautivas
de Varus. El patriotismo de los jóvenes alemanes es siem-
pre el mismo de los antiguos ge'rmanos: ellos' no sueñan,•
,
con la invasión d,e las tierras rientes de Italia y· lo aceptqn
todo lo más, como una revancha, pero 1:11orirían mil veces
POI' la defensa de SU suelo;· aman SUS viejos castillos y SUS

viejas leyendas de las riberas del Rhin; leen pacientem~nte


los tratados más oscuros da su filosofía y ven en las bru-
mas de su cielo y en el h,umo de sus pipas mil C?sas inex-
plicables que las inician en las maravillas del otro mundo.
Mucho antes que se hablara en América y en Francia de
mediums .Y de evocacíone~, .había en Prusia ilurrúnaclos y .
videntes que tenían conferencias con los muertos. Un gran
señor, había hecho levantar en B'erlín un edificio destinado
a l.a s evocaciones: el rey Federico· Guill.ermo que era muy
aficionado a los misterios se encerraba en esta casa con
un adepto llamado Steinerl; las impresiones que recibía
producían en él sensaciones muy vivas hasta el punto que
caía en un desvanecimiento y no volvía en sí hasta que le
daban 1-mas gotas cte un elixir. mágico análogo al de Ca-
- 405-

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L 1 p fl A S L 1

gliostro. En una COI!respo ndencia secreta sobre los prime-


ros tiempos del re inado de este príncipe, citada por el mar-
qués de Luche! en su Diatriba contra los iluminados. se en-
cuentra una descripción de la cámara oscura donde se ha-
cían las evocaciones: era cuadra da y dividida en dos por
un velo lninsparente ante el cual -se colocaba el hornillo
mágico y el altar de l¡;¡s perfumes; detrás del transparente
había un pedestal sobre el que se mostraba el espíritu.
Eckartshausen, en su l·i bro alemán sobre la magia, descri-
be todo el aparato de esta fantasmagoría. Es un sistema de
máquinas y de procedimientos para ayudaT a la imagina·
ción a crearse los fantasmas que ella desea y para sumir
a los que consul ta n en una especie de sonambulismo des-
pierto , muy semejante a la ·sobreexcitación nerviosa que'
produce el opio o el hatchis. Aqu ellos que se contentan
ce>n las explicaciones dadas por el autor que acabamos de
citar, no ven en las apariciones más que los efectos de la
linterna mágica, pero hay otra cosa ci ertamente y la linter-
na mágica no. es en ese asunto más que un instr.umento
útil, pero no absolutamente necesario a la producción del
fen.ó memo. No se hace salir qe los reflejos de un vaso de
color, fisonomías conocidas y evocadas por el pensamién-
. ~
to; no se hace hablar a las im~genes en puntadas de una
linterna, que tampoco pueden responder a las cuestiones
de la conciencia'. 1::.1 rey de Prusia, a quien pertenecía la
casa, sabía a maravilla cómo estaba preparada y no ¡;¡odia
creer, en una farsa, como el pr~tendido autor de la corres-
pondencia secreta. Los medios naturales preparaban pero
no realizaban el prodig io; pasaban las cosas realmente de
modo que asombraban al más enéptico y turbaban a Jos
más atrevidos. Schroepffer, por su parte, no empleaba la
linterna mágica ni el lienzo, pt:!ro daba a beber a sus visi·

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hiS TOR IA De LA M A O 1 A

!a ntes una especie de ponche prepara do por él; las figuras


que hacía aparece r eran como las del medium america no
Home, de. medio cuerpo, y producí an una sensaci ón e;xtra-
ña a los que se atrevían a tocárlas . Era algo análogo a
una conmoc ión eléctrica que hacía estremecerse la piel y
que no producí a sensaci ón alguna si antes de tocar la vi-
sió n, se mojaba n las manos . Schrop ffer obraba de buena
fe , como el ameri . ano Home: creía en la realidad de los es-
píritus que él evocaba y se mató cuando e~pezó a dudar.
Lavater, que murió también de muerte violenta , era
dado a la evocaci ón de los espíritu s y tenía dos a sus ór-
denes; formaba parte de un círculo donde se p nía en éx-
tasis por medio de la harmón ica, se hacía entonce s la ca-
dena y una especie ele idiota servía de interme diario al es-
píritu, escribie ndo bajÓ sus inspirac iones. Este espíritu
era el de un cabalist a judío, muerto antes del nacimie nto
de Jesucris to y hada escribir a medium cosa s dignas de
los sonámb ulos de Cahagn et(1) como por ejemplo esta re-
velación sobre las penas de la otra vida donde el espíritu
1 ' ·.
asegura ba que el alma del empera dor Francis co estaba
condenada en el otro mundo a llevar la cuenta y estado
exacto de todos los caracol es que existen o han existido
en todo el invierno . Revela también que los verdade ros
nombre s de los tres magos no eran, como decía la tradi-
ción, Gaspar , Melcho r y Baltasa r, sino Vrasahparmión,
Melchisedech, y Baleathrasaron. El espíritu declara otra
vez que él mismo está en ¡Jenitencia por haber levanta do
la espada mágica contra su padre y que estaba dispues to
a regalar a sus amigos su retrato. A su petición se coloca

de la vidtl
(!) M. Cahagne t, autor de las obr-as siguiente s: Arcanos
fu turá, Luz de los •IIUertos, Magia mavnétic a, Sautuari o del espirl
tismo y Revelaci ones de ultratum ba.
-407 -

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E L 1 p ti A S L E V 1

detrás de una pantalla colores y pinceles, se ve entonces


dibujar sobre la .pantalla la s ilueta de una mano pequeña y
s~ escucha un leve rozamiento sobre .el papel; cuando'el
ruido cesa, acuden todos y encuentran un retrato grosera-
mente pintado, representan do un viejo rabino vestido de
negro con una gorguera blanca que le caía hasta las es··
paldas y una gorra negra en la ' coronill a, costumbre un
poc;o heteróclita para un personaje an terio r a Jesucristo;
la pintura estaba desdibu jada e incorrecta y se parecía
mucho a la obra de un niño que se hu biera entretenido ~n
hacer .'un dibujo con los ojos cerrados.
Las instruccion es escritas por la mano del medium
bajo la inspira ción de .Gablidone, son de una oscuridad su-
perior a la de los metafísicos alemanes.
cNo hay que dar, dice,' el nombre de majestad a la lige-
ra; majestad viene de maga , porque Jos magos eran pontí-
fices y reyes, eran las majesta des. primeras. l)ecar mortal-
mente es ofender a Dios en ' su majestad, es decir, heri rle
como padre arrancando la muerte en las fuentes de la
vida. El origen del Padre es luz y vida , el del Hiio, sangre
y agua; la luz del Espírilu S a nto es fuego y oro. S e peca
contra el padre por la mentira, contra el.Hijo por el odio y
contra el Espíritu Santo por el libertinaje ~ue e.s obra de
muerte y d,e destrucción .» El buenq de Lavater recibía sus
comurJicac iones como orácul~s y cuando preguntaba al
espíritu ' algunos nuevos esclarecim ientos, Gablidone le
contestaba: «El gran iniciador -.:endrá y nacerá con el si·
glo próximo; entonces será conocida sobre el globo la re-
ligión de los patriavcas. Se explicará al mundo el · trigra-
ma de Agion, Helion, Tclragra'Il maton y el S eñor cuyo
cuerpo está ceñido de un triángulo, aparecerá sobre el
cuarto escalón del altar; el ángulo supremo será rojo y
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HISTORIA DE •L A M A Ci 1 A

la divisa . del triángulo será: Venite ad patre~ osphal.»


-¿Qué quiere decir osnha/?-preguntey. uno d~ l.os asis-
tentes al .espíritu. El medium escribe entonce;s ~;>tas tres
' palabras; Alphes, M: Aphón¡•Efiphismaíiz , sin dar otras
explicaciones; algunos intérpretes concluían que· el ma ~o.
prometido 'en el siglo XIJQ s~ lla'marfa .M?phón ,hijo .de Ei:Ii-
phisma: es una explicaciJn ~. n poco arde,s gada. :
Nada es más peligroso que el misticismo I?Orque produ-
ce la locura que anula todas las. combinaciones
'
de la sa ¡
biduría humana.. So.n siempre los l0cos los que,'t•rastornan
el mundo lo que los grandes .polí.Jiaos no preven :¡arp'á s,
son las chifladuras y los golpes d,e mano de lps insensa 1
tos. Elarquii.ecto del templp de Di ana, en Efes'0, se p,rome-
tía una gloria eterna, ·porque no ccmta(>a con Eróstrato.
a
Los girondino's no habían previ:;;to f1arat. ¿Q:ué h_ace ·
falta .
·. para alterar el equi'librio dél mundo? -dijo Pascai a '
.~

propósito de Cromwell:~ .«un gra no . de .arena formadp


~

por, azar en las entrañas de un hom bre>. ¡Qué grapde~ €0'- ,


s as se realiza n per causas que .no ~on nadq! Cuando ~~
templo de la civilización se qecrumlM, es siempre, ~n ciego
como S a.As<fln el que .h.a sacudido las columnas. Un mise-
rable de la hez del pueblo, cr.e~t ó en sus insomnios q~e e-s -
. taba llamado a librar al· mundo 'del Antecristo . Este hombr·e
apuñaló a Enrique IV y ~nseñó a Francia conr.ternadp. el
nombre de Ravai/lac. Los· taumaturf¡',0S alemanes veíaq en
NapoleóA el Apolleón del ApocaÜpsis y h~w un joven. ilu-
minado, casi un niño, llan:¡ado Stabs, . para matara · ese
Atlas mi!i.tar que,,eq ese momento, llevaba' ;>0Qre.sils espal-
das al m.undo a(r!Jncado .&~l caos de la anarquía; .pero esta
in.fiuencia magnética, q•ue el emperacjor llqrpaba s~.estrel}a,
era más pode~o.sa entonces que los círculos alemánes.
St¡¡bs no pucto..o•no se alrevi0 a her,{r, Napoleón rnisp10
_._ ,40!;} -

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L 1 p 11 A S L V 1

quiso interrogarlo y quedó admirado de su resolución y de


su audacia: sin embargo, como él conoda su grandeza no
quiso achicar al nuevo Scévola concediéndole su gracia,
y lo consideró lo bastante para tomarlo en serio y para ha-
cerlo fusilar.
Carl Sand que mató a Kotzebue, era también un ces-
graciado muchacho henchido de misticismo, extraviado
por las sociedades secretas donde se jura venganza sobre
los puñales . Kotzebue puede ser que mereciera desdén,
pero el cuchillo de San d le rehabilita y hace de él un mar-
tir. ¡Es bello morir víctima del enemigo, víctima de aque-
llos que se vengan por el asesinato!
Las sociedades secretas de Alemania tenían ceremonias
y ritos que se remon-taban a las de la antigua magia; en la
sociedad de los Mopsos, por ejemplo, se reproducía con
formas adecuadas la celebración de los misrerios del sá-
bado y de la recepción secreta de los temol_arios. El ma-
cho cabrío ha sido reemplazado por un perro, es Herma-
nubis en lugar de Pan; la ciencia en el sitio de la natura ·
leza, sustitución equivalente porque no se conoce la
naturaleza más que por la ciencia. Los dos sexos eran ad-
mitidos entre los Mopsos, como en el sábado; la recepción
era acompañada de ,c hillidos y gestos y, como entre los
templarios, se proponía al recipendiario· besar a su elec-
ción el trasero del diablo, el del gran maestre o el del
Mopso; el Mopso era una pequeñ a figura de cartón forrada
de seda representando un perro, llamado Mops en alemán.
En efecto, se debía, antes de ser r ecibido , besar la trasera
del Mopso, como se besaba la del macho cabrío Mendés
en las iniciaciones del sábado. Los M0psos no se enlaza,
ban los unos con los otros por medio de ningún juramen-
to; daban simplemente su palabra de honor, que es el ju -
- 410. -

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IIJS10/l/A DE LA M A O 1A

ramento más sagrado de la gente honrada;· sus reuniones


se pasaban, como las del sábado, en fiestas y danzas, so-
lamente las damas queban vestidas, con pequeños gatos
vivos colgados de sus cinturas y no comían niños: era un
sábado civilizado.
El sábado tuvo en Alemania su g.ran poeta y la magia
su epopeya: esta epopeya es el drami'l gigantesco de Faus-
to , esta Babel acabada del genio humano. Ooethe estaba
iniciado en todos los mi-s terios de la magia filosófica y él
mismo había practicado en su juventud la magia ceremo-
nial, y el resultado de sus tentativas audaces había sido
para él adquirir un profundo disgus'to de la vida y un vio-
.Jento deseo de morir. Y, en efecto, realizó su suicidio, no
en un acto sino en un libro: hizo la novela dG Werther,
esa fatal obra que predica la muerte y que ha hecho tantos
prosélitos; después, victorioso del _descorazonamiento y
del disgusto, alcanza las regiones serenas de la verdad y
de la paz y escribe Fausto. Fausto es el magnífico comen-
tario de unas bellas pág·inas del Evangelio, la parábola
del hijo pródigo. Es la iniciación al pecado por la ciencia
insumisa, al dolor por el pecado; a la · expiación y a la
ciencia armoniosa por el dolor. El gen io humano, repre:-
sentado por Fausto, toma por servidor al espíritu del mal,
que aspira a convertirse en su maestro, agota todo lo que
la imaginación pone de alegne en los amores ilegítimos,
atraviesa las orgías de la locura y después, atraído por la
calma de la soberana belleza, se eleva desde el fondo de
sus desencantos para subir hasta las alturas de la abs-
tracción y del ideal imperecedero; allá Mefistófeles no está
ya contento, el reidor implacable se ha tornado triste, Vol-
taire hace lado a Chateaubriand; a medida que la luz se
hace el ángel de las tinieblas se tuerce sobre sí mismo y
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B L 1 p H A S L E 1

se atormenta, los' ángeles )o encadenan, a los que admira


a su pesar, ama, llora , es vencido.
En la primera. parte del drama hemos visto a Fausto se-
parado violentamente de Margarita y voces del cielo que
gritaban: se ha salvado cuando la llevaban al suplicio:
pero Fausto que qui:tás está perdido porque le ama Mar-
garita, ti~ne el corazón poco predispuesto para ir al cielo.
La gran obra de la redención se realiza con la solidaridad.
¿La víctima, .s e consolaría algún día de sus torturas si na
convi rtiese a su verdugo? ¿El perdón no es la venganza
de las criaturas celestes? ~1 a mor que había llegado al
cielo el primero, atrae hacia él por simpatía a la ciencia: el
crist'ianismo se yergue en su admirable. síntesis. La nueva
Eva ha lavado con ,sangre de Abe! la mancha que llevaba
e¡:¡ la frente, y llora de alegría sobre sus dos hijos que ha
hecho que se abrazen .
El infierno es inú'til en adelante y se cierra. para que se
agrande el cielo . El problema del mal ha recibido la última
solución y el bien triunfante y único necesario va a reinar
en la eternidad.
Este es el hermoso sueño del poeta más grande que ha
e~istido, pero desgraciadamente aquí el filósofo olvida to-

das las leyes del equilibrio, quiere absorber la luz en un


esplendor sin sombra y el movimiento en un reposo abso-
luto, que recría :la paralización de la vida. Mientr.:ts que
haya una luz visible, habrá una sombra inversamente pro--
porcional a esta luz. El reposo no s erá nunca la felicidad,
si no está equilibrado con un movimiento análogo y con-
trario; mientras que la bendiéión sea libre, será posible la
blasfemia; mientras haya cielo,' habrá infierno. Esta es• la
ley inmutable de la naturaleza, la voluntad eterna de la
justicia que es Dios.
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CAPÍTULO VII
IMPERIO Y RESTAURACION -

Napoleón lle.riaba el mundo de maravillas y él mismo era


la mayor del mundo: su mujer la emperatriz josefina, cu-
riosa y crédula' como una criolla. pasaba :, de encanto ep
encanto. La gloria se la había· predi·cho, se asegura,, una
gitana vieja, y la gente aldeana cree todavía que Josefina ' 1

~ra el genio benéfico del emperador; era, en ' efecto, una


consejera amable y modesta que>le hubiese evitad0 bas'tan-
tes escollos si hubiesen escuchado sus consejos, pero la
fatalidad, o mejor dicho, la Pro\ idencia, le empujaba ha-
cia delante y estaba escrito lo que había 'de pasar.
En una profecía atril.iuída a San Cesáreo, pero que está
firmada por Juan Vati guerro y se encuentra en el Líber mi-
rabiles, recopilación de predicciones, imp.reso en ~524, se
leen estas asombrosas palabras:
«Las igl'e sias serán manchadas y profanadas, el culto
público te~minará ... El águila volará por el rnun'do ·Y so-
meterá a varias naciones .. ~ El príncipe más graAde y más
augusto de los soberanos de todo el Occidente, huirá des-
p.ués de una derrota sobrena·tu:ral. El ,nobilísimo príncipe
será cautive de sus enemigos y se afligirá al pensar en los
que estaban ligados con él... <<Hasta que la paz se resta-
blezca en Francia, los· mismos acontecimientos se repro-
ducirán varias veces ... El águila será coromlda con tres
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e L 1 p fl A S L e V

diademas y entrará victoriosa en su nido de donde no sal-


drá más que para elevarse al cielo ... Mostradnos, después
de predecir la expoliación de las iglesias y la muerte de los
sacerdotes, anuncia que un emperador nacerá cerca de
!falia, cuya soberanía costará mucha sangre a Francia a
quien los suyos traicionarán y acusarán de la sangre ver-
tida.»
e Un emperador nacerá cerca. de lfalia , que al imperio ha~
brá de costar caro, que mire bien a qué gente se alía; an-
tes que príncipe le dirán carnicero, de modesto soldado
llegará a emperador, trocará la guerrera por el manto im-
perial en la guerra valiente, en la iglesia malvado tratará
al sacerdocio de manera absorbente."
Es decir que en el mom ento de las mayores calamidades
de la Iglesia, colmará a los sacerdotes de bienes.
En una Recopilación de profecías, publicada en 1820,
de la que poseemos un ejemplar se encuentta desp11és de
una predicción que se refiere a Napol~ón 1, esta frase: •Y
hará el sobrino lo que el tío no pudo hacer>. Lacé ebr~ se-
ñorita Lenormand tenía en su biblioteca un volumen en
pasta, con el lomo de pergamino, que contiene el Tratado
de Olivarius sobre las profecías, s eguido de diez páginas
manuscritas donde el imperio de Napoleón y su caída es-
tán claramente anunciados . S e adivina comunicó dicho li-
bro a la emperatriz josefina.
Ya que hemos citado a la seflorita Lenormand, jÚsto es
que demos algunos detalles acerca de es te singular perso~
naje. Era una mujer grues a, muy fea, enrática en su modo
de hablar, oscurísima en el estilo pero sonámbula de cla-
ras percepciones y de una lucidez especial. Durante .el pri-
mer imperio y la restaurllción fué la vidente p'aesta en
moda. Nada . hay tan fastidioso como la lectu~a de sus
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HIST ORIA DE LA M A O 1A

libros. Manejó la carfoma¡¡¡cia con extraordina rio éxito.


Este arte adivinatori o, vuelto a hallar en Francia por \
Eteilla, no es otra cosa que la investigaci ón de suerte por
medio de signos previament e estipulados . Estos signos
combinado s con los números, inspiran l.o s oráculos al
medium que se magnetiza contemplá~;~dolos. Se sacan a la
casualidad , después de haberlos mezclado lentamente, y
se les coloca por orden numeral cabalístico . Siempre dis -
puestos así, responden al pensamient o de quien les inte-
rroga seriamente , de buena fé porque dentro de nosotros
llevamos todo un mundo de pr-esentimientos, los cuales
sólo necesitan una ocasión para surgir. Las naturalezas
impresiona bles y sensitivas reciben de nosotros el choque
magnético que les trctnsfiere la huella o marca de nuestro
estado nervioso. El medium puede entonces leer nuestros
temores y nuestras esperanzas, en las ondas del agua, en
la configuraci ón de las nubes, en las cosas lanzadas al
azar sobre la tierra, en los dibujos que deja sobre un pla-
to el bc:gazo del café, en las probabilida des de un juego
de cartas o de un taro t. El taro! ~:- obre todo, este libro ca-
balístico y sabio cuyas combinacio nes constituyen una
revelctción de las armonías preexistent es entre los signos.
las letras y los números, es de una aplicación positiva-
mente maravillosa . Pero no es posible que a nosotros
mismos nos arranquem os impunemen te los secretos de
nuestra comunicac ión intima como la luz universal. Las
consultas de las cartas y de los tarofs, signifiea una ver-
dadera evocación que no ,puede realizarse sin exposición
Y sin delito. En las evocacione s :>bligamos a aparecer a
/
nuestro cuerpo astral y en la adivinación le obligamos a
que nos hable. De tal su.erte damos existencia corpórea a
nuestras ilusiones y convertimo s en una realidad cercana
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p H A S L E V 1

ese porvenir' que será ciertamente el nuestro, cuando le


hayamos evocado _por el Verbo y adoptado por la fé. Con-
traer la costumbre . de la adivinación y de las consultas
magnéticas, equivale a establecer un pacto con el vértigo;
y ya hemos afirmado que el vértigo es el infierno.
La señorita Lenorma'nd eFa víctima de la locura egolá-
trica por su arte y su persona. Parecíale que el mundo no
podía girar sin su venia y que su intervención era indis-
pensable para mantener el equilibrio europeo. Cuando se
celebró el congreso de Aquisgran , la vidente se trasladó
con todo su mobiliario, dió qu e hacer en todas las adua-
nas, molestó de muchas maneras a todas las au toridades
para que, .sea como fuere, tuviesen que ocuparse de ella.
Se convirtió en el inaguantable moscón y ¡que mosconeo
el suyo! Al regreso dió a la publicida-d sus impresiones y
puso a la cabeza del libró una viñeta donde_está represen-
tada en medio de las potencias que acuden a consultarla
temblando de pavor.
Los graves aconteeimien tos qtie entonces habían ocu-
rrido en el mundo, inclinaron las almas hacia el misticis-
mo; ,una reacción reli giosa ganaba terreno, y los monarcas
que constituían la Santa Alianza, sentían la necesidad de
unir apretadament e ·sus cetros y la cruz. Particularmente
el emperador Alejandro, creyó llega da la hora en la santa
Rusia de convertir' al mundo a la ortodoxia universal.
La secta de los salvadores de Luis XVII, inquieta agru_
pación de intrigantes, quiso aprovechar las ci~cunstancias
para instituir un nuevo sacerdocio y consiguió poner junto
al emperador de Rusia uno de sus ·i luminados. Esta nueva
Catalina Theot, que los sectarios conocían por el nombre
de hermana Salomé, llamábase madame Ronche. Estuvo
diez y ocho meses eA la corte del emperador, habiendo
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hiSTORIA D E' L A M A O 1A

sosten ido con el sober ano yarias y secre tas conve


r~acio-
' nes; pero Alejandro tenía más impre sionjs mo .devoc
ional
que entusi asn¡o verda dero; gustá bale lo marav illoso
y que-
ría que se le divirtiera. Sus confidentes místieos,
1~ pre-
sentaron ' una profetisa nueva, que le hjzo olvida
rse de la
hermana Salom é: era .. la famos a mada me Krude
ner, la
amable coque ta de pieda d y de virtudes, que hizo
Valeria
sin llegar a serlo. Quiso que se le tomar a por la
heroi1H~
de su libro, y cuand o una de sus O.ntimas amiga s
la instó,
para que decla rase el nomb re del héroe, hubo de
señal ar
a un eminente perso naje de aquell"os ti~mpos . Pero
en tal
caso - dijo la amig a-el desen lace de ·tu obra no
est~ con-
forf]le con la realid ad d~ los hecho s, puest o que ese
señor
no ha fallecido. ¡Oh! Queri da, puedo asegu rarte que
nada
va ganan do en ello. Tal respu esta fué muy celebr
ada. Ma-
dame Krude ner. ejerció sobre el espíritu algo débil
de
Alejandro un ascen diente que llegó a inspir ar serios
temo-
res a los conse jeros· del sober ano.
Frecuentemente encer rábas e con ell~ para orar y
el ex-
ceso de entus iasmo fué el origen de su· desgr·acia.
Gierto
día, cuand o el empe rador iba a march arse, se
arrodill'ó
ante .él conju rándo le para que no salier a. Dios me
advier-
te, exclamó, que corréi~ un gran peligro; se inte1,1t
a arre-
_bataro s la vida . Un asesin o está oculto dentro
del pala-
cio. Alejandro se alarm ó, y llama ndo ·a sus guard
ias, hizo
que le rodea sen. Se efectuaron regist ros, acaba
ndo por
da r con la perso na de un pobre diablo, que tenía un
puñal .
Sujeto a interr ogato rio, se turbó y hubo de confe
sar que
había sido introducido por la propia mada me Krude
ner.
¿Sería Cierto? ¿Ha])ría desem peñad o en este asunt
o el pa-
pel de Latnte en el papel de '¡a Pomp adour ? ¿Serí
a falso,
siendo aquel individuo el envia do por los enem
igos ctel
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L 1 p H A .5 · 1

emperador , teniendo .por secreta orden, en el caso de que


el crimen no pudiese ejecutarse, lo de perder con sus pa-
labras a madame Krudener? De t0das formas, la profeti-
sa está perdida. El soberano lleno de vergüenza por verse
envuelto en la red de engaños de aquella mujer, la despi-
dió sin querer oir sus explicacion es y en verdad que pudo
darse por satisfecha con haber salido del apuro a tan poca
costa.
La iglesita de Luis' XVII, no se dió por vencida ante el
descalabro sufrido por madame Bouche, y aceptó la de la
Krudener, comd señal de un castigo de Dios. Continua-
ron, pue-s, haciendo sus profecías , intercalada s a veces
con tal cual milagro. Bajo el reinado de Luis XIII, desta-
caron a un campesino de la Beauce, llamado Martín,
quien afirmaba haber visto a un ángel. Esta angélica figu-
ra , que des cribía dando· detalles de su cara y de sus vesti-
duras, tenía todo el aspecio de un doméstico de bue-
na casa. Llevaba un redingote muy largo y muy ceñido
al talle, de un colol· amarillento o rubio. Su tez, era páli-
da, su cuerpo delgado y cubría su cabeza con un sombre-
. ro, posiblemente ·charolado y de galones.
Es lo más lorprendente y que bien prueba de nuevo
hasta dónde alcanzan los recursos y la eficacia de la tena-
cidad y de la osadía, que este individuo fué escuchado se-
riame.nte, y aun llegó a poder hablar con el rey. Se asegu-
ra que maravilló al monarca revelándole cosas de su vida
íntima, revelacione s que no tienen naC:a de imposible ni
't ampoco' de extraordinariO· desde que van siencl0 mejor CO-
·nOcidos los fenómenos del magnetism o animaí.
Por lo demás, Luis XVJ!l era lo suficientemente excép•
tico para que careCiese de condicione s de credulidad. Se
duda en presencia del ser y de sus armonías, el escepticis-
- 4f~-

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HJS10RIA DE LA M A O 1A

mo enfrente de las matem áticas eterna s y de las leyes


in-
mutables de la vida, que hacen a la divinidad presen
te y
visible en todas partes , ¿no consti tuye la más estúpi
da
supers tición y la más enexc usable y pelegr ina de todas
las
cred ulidad es?

-41 9-
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(

.,

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LIBR<} VII
.'

CAPÍTULO PRIMERO
LOS . MAGNETIZADORES MfSTICOS y LOS
MATERIALISTAS

· La negación del dogma fundamental de la religión cató-


ica, tan poéricamimte formulado en el Fausto, había pro-
ducido s·u s frutos en el mundo . Privada la moral de su san- ·
'ción eterna, v~lvíase dudosa y vacilante. 'un mísfico ma-
terialista invirtió el sistema de Swedenborg ¡para cre.a r en
la tierra el paraíso de las atracciones proporcionales a los
destinos . .~\:tracciones llamaba Fourier a las pasiones sen-
xuales, a las que prometía una expansión integral y abso·-
luta. Dios, en quien radica la ·suprema razón, ·ha s·e ñalado
con terrible estigma estas 'docirinas reprobadils. Los dis-
cípulos de .Fourier com enzaron en lo absurdo y concluye-
ron en la locura.
Creyeron seriamente en la·· próxima transformaCión ' del
Océano en un amplísimo bol de limonada; en la apari-
ción futura éle antileones y antiserpientes en la correspon-
dencia epistolar de unos planetas con los otros. Y esó que
nada decimos de la famosa cola, de treinta y dos pies de
~ 421-

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é L 1 p H A S L E V 1

longitud, con que querían obsequiar a la humana especie,


porque por propia iniciativa tuvieron la generosidad de
renunciar al largo apéndice, y de admitir el suceso, posi-
ble, según el maestro, como puramente hipotético.
A semejantes absurdos tenía que conducir la negación
del equilibrio. En el fondo de todas .est as locuras, hay más
lógica de la que puede ,im¡¡ginarse. La propia razón que
justifica la existencia de! dolor en la humanidad, hace in·
dispensable la amargura de las aguas marinas. Si admitís
, Gomo bueni:l la exR.~nsión integral de los instintos, no po-
dréis comprender la existencia de los animales feroces.
Dad al hombre, por toda moral, la aptitud para satisfacer
sus apetitos, y siempre. le veríais envidiando algo a los
orangutanes y a los monos. Negar el infierno es negar el
cielo, porque según la más elevada interpretación del dog-
ma .único de Hermes, el (nfierno es la razón equilibrante
del cielo, toda ve;z que la arrmonía resulta .de la analogía
de los ,~qntrarios. Quod .superiu.s, .sicut quod inferius;
la super.im;idad existe en virtud de la inferioridad: lo pro-
fundo. es lo ,flue determina 1 ~ altura, ,y si te_rrapl.enáis los
.va)les, haréis que 1desaparezcan las montañas. De idéntico
_mpdo, si suprimís la~ ~ombras, aniquilaréis la luz, que .
.sól@ es .per.ceptible por el ~0.ntraste graduado de la noche
y el día y causaréis Ja obscuridad universal por virtud de
_una inmensa iluminación. Hasta los colores solo existen
en la luz por efecto de las sompras. Es la triple alianza
"
del día y de la noche; es la imagen luminosa del dpgma;
es la·luz.hecha sombra como el Salvador, es el Ver.bo he-
cho hombre y todo esto descansa sobre la misma ley, la
.ley primera de la creació11 , la ley única y absoluta de la
. natur-ale?a; la de la distinción y de la ponderación armo-
niesa de ,las fuerzas con¡rarias e11 el equilibrio universal.
- r4 22-

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·H 1 S T O n 1 A DE L A M A O 1 A

No e8 precisamente el dogma del infierno,. sino las in,


terpretaciones temerarias de este dogma, las que sublevan
la pública c0nciencia. Los bárbar.o s sueños medioeyales-
sus torturas 9troces y obscenas .esculpidas en los pórticos
de las iglesias, esa infame caldera donde cuecen la Caíne
humana, eternamente viva para S).lfrir eternament~, c;uyo
aroma deleita a los dosificados; todo esto es absurdo e
impío y todo esto no perte!}ece al dogma sagrado de la
Iglesia. La crueldad atribuí da ,él Dios, constituye l:a más
espantosa blasfemia y dicha razón el mal jamás tendrá re-
medio mientras la voluntad del hombre se oponga a la di-
vinidad . Dios no impone a los condenados las torturas de
la reprobaciór¡, lo propio que no es causante de la muerte
de los suicidas.
-Trabaja para adquirir, y serás dichoso-dice al hom-
bre la justicia suprema.
- Yo quiero poseer y !frOZar sin el trabajo.
-Entonces robarás y sufrirás .
-Me sublevaré.
-En ese caso te destrozarás y sufri~ás más aún.
- Me sublevaré mientras pued<1.
-Entonce s sufrirá~ et~rnamente.
Tal es la sentencia de la razón absoluta y de la sobe-
rana justicia. ¿Qué puede objetar a esto el orgullo de la
lo.cura humana? La religión no tiene enemigo may,or que
el misticismo que toma las visiones de la fiebre, por reve-
laciones divinas. No <>On los teólogos Jos que han creado
el imperio de Satanás; dé,b ese a los falsos devotos Y,a los
brujos. Prestar crédito a una imaginación de nuestros ce-
rebros poniéndola por encima de la razón y de la piedad
públicas, tal es siempre el comienzo de la herejía en el
campo de la religión; de la locura en el orden de la humana
- 425-

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E L 1 ·P ff A S L E ~. 1

filosofía; .un loco no podría serlo desde el instante en que


'creyera en el sano juicios de los demás.
Lás visione~ nunca faltan en la espera de la piedad re-
belde,
\
como ocurre con las quim eras respecto de la razón
que se desorbita y•que se piercle. Desde este punto de vis-.
'
ta, ·el magnetism'o ofrece eierta:men-te sus riesgos, puesto
qu~ el estado de crisis deteFmina la producci0n de aluci-

naciones, lo propio que las determina el desarrollo de las


in~iciones hícida's . En la presente obra consagramos un
ca'pítu·lo especial a I<Ds magnetizadores, místicos unos y
mat'erialistas otros ~ y en ~ombre de la ciencia, les· adver-
tiremos los peli gr0s a que 'Se exponen. Las consultas acer-
ca cle las cosas veniderras, 1os experimentos de magneti-
zación y las evocaciones, corresponden al propio y único
orden de fenómenos. Y cle tales hechos no se puede abu-
sar impunemente; en ellos se compromete la razón y has-
ta la v·ida .
' Hace cosa· de treinta O· cuarenta años , un clérigo perte-
ne€ierÍ te al servicio de la fglesia Nuestra Señora de París,
hombre de sentimientos muy"'p iadosos y digno de la más
profunda estimación, se afidonó al magnetismo, dedicán- .
dose a experimentar frecuentemente , y a absorberse en lec-
t~ra de los' mísf.ice>s, eSJ?ecialmehte Swedenborg, con ma-
yor entusiasmo que el que hubiera convenido, según toda
·p robabilidad. Pron to sinti0 fatigado ·su cerebro; le asedia-
ban l0s insomnh;>s , y leva·ntá~close de la cama p'a ra buscar
en el estudio la tranquil'id ~ d p·e rdida, cuando no llegaba a
·a c0·nseguirlo, ~ogía la !l'ave cle la iglesia y entraba ,por la
puerta roja para ir :al cor0, ap'enas iluminado por la débll
luz de la lámpar~ del ai.~a r inayor don9e ocupaba su rilual
para entregarse al rezo y ·a profundas meditaciones hasta
bien entrado el día.
424 -

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HJ.STO RJA ' DE LA M A d 1A

Una no'che en la que el 0bjelb de . su meqitación era 'el


tema d<>. los eternos castigos, reflexionab a en el amenaza-
dor detalle de la doctr ina según la cual es tan' pequeño el
húmero de los elegidos, nó acertand0 a conciliar' esta ri-
gurosa exclusión de la mayoría con la bondad infinita de
Dios , que, según las Escrituras, quiere que todos los h,o m-
bres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la ver-
dad. Dis curría a propósito del suplfc)0' del fuego, pensan-
do que el déspota más cruel de J·a tierra ti o se atrevería a
aplicarle, aunque pudiese, durante todo u'n día, a suiene-
migo más odiado ; y triumfadora la duda se apoderaba de
su razón. Luego s e entregó a' pensar en las conciliadoras
interpretaciones de la teología. La Iglesia no define el fue-
go infern al; es eterno, según los Evangelio's; pero en nin-
guna parte está escrito , que la mayor p·arte de los Hom-
bres debe sufrirlo eternamente.
Muchos réprobos po9friln notar que soportar más que
la pena de daño: es r' ecir, la privación de Dios. Por último
la Iglesia prohibe expresamente que se supong<: la conde-
nación de nadie. Los paganos pudieron salvars e por 'el
bautismo de deseo; los pecadores es~ andalosos por una
contrición súbita y perfecta: en fin , hay qué tener esperan-
za pa·ra todos y roga'r ·por .todos, excepto por uno única-
mente, por aquél de quien dijo el Savador, que más le va-
liera no haber nacido . "'
El sacerdote se detuvo en esta postrera reflexión y pen-
só ?e pron to, que este único ho~ b re'; oflcialrnente, llevaba
sobre sí el peso de la reprobación én el transcürso 'de los
siglos; que Judas lsc ario!e, pues de tal persona es· de quien
se trata en el aludido párra fo dz las Es crituras, a 'pesar
de haberse arrepentido de su crimen que paga con la vi'da,
se transforma en la víctima propiciatoria de la humanidad,
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L p H A L E V 1

en el Altar del infie~no, en el Prometeo de la condenación.


¡Aquel Judas a quien el Salvad,or dispuesto a entregartse
a la muerte, había llamado su amigo! Entonces sus ojos
.se llenaron de lágrimqs; le pareció que la redención perdía
su eficacia, un0 podía salvar a Judas. «Por esto solo, por
esto, repetía en su exaltación, hllbiera querido morir una
segunda vez, puesto en el caso del Salvador, pero ¿Jesu-
cristo no es mil veces mejor que yo? ¿Qué hará allí en el
cielo, mientras que yo, su desgraciado apostol, lloro en la
tierra? ... ¿Qué hace?, aña r
el sacerdote con intensifirada
exaltación; se compadece de mí y me consuela: lo noto y
dice a mi corazón que el paria del Evangelio está salvado
y que será, en virtud de la dilatada maldición que pesa
todavía sobre su memoria, redentor de todos parias ... Mas
si esto es así,.existe un nuevo Evangelio que es necesario
enseñar al mundo ... el de la misericordia infinita, univer·
sal, en nombre de Judas regenerado ... Pero yo me extra-
vio y caigo bajo el poder de la herejía y de la impiedad .. .
Aún no, porque procedo de buena fe». Y luego, juntando
sus -manos con ferv0r:
. «Dios mío, dice, concederme lo que antes no negábais a
la fe, lo que no le negáis tampoco ahora ... concederme
un milagro que· me convenza y me tranquilice, concederme
un mila gro como prenda de una .nueva misión que hay que
cumplir.>>
El entusiasta devoto se levantó en el seno del silencio
de la •noche, de ese silenc;o formidable es(ando al pie del
altar, en l,a vasta amplitud de aquella iglesi a muda y s.om·
bría, y pronunció en vqz alta con t0no l ento y solemne,
-}a siguiente evocación.:
.c¡Tú a .quien se maldice día tras día hace diez y ocho
siglos por quien lloro, parece que el infierno sólo existe
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,H/.5701< /A DE L A '. M A O 1A

para que .estés eo él y para ,que nos ,dejes libre nuestr<¡>


lugar en el cielo; tú desgraciado Judas, si-es verdad que
la ,sangre del Maestro te ha purificado, si .y a)ú ere~:; reden-
to ven a imponer tus manos sobre mí, para el sacerdocio
de la misericordia y del amor!:• .
Dichas estas palábras, y mientras que despertado el eeo
de.l sagrado recinto, .las murmuraba bajo las b.óvedus del
templo, el sacerdote atravesó el coro ¡Jara ir a arrodillarse
ante el altar mayor. Entonces, refiere (porque él, en pe;:so-
na nos lo ha contado el suceso) sentí r ea! y positivarnen-
te .dos manos,, dos rnar¡os cálidas y vivas, que se posanon
sobre mi cabeza, corno se posan las dei obispo en el ins-
tante de la OPdenación. No es!aba trastornado, . no; no so-
ñaba; me dí cabal idea de mis sensaciones. Tratábase de
un contacto verídico que duró algunos rninut9s. ¡Dios me
había escuchado y el milagro estaba he.cho! Nuevos ,debe-
res se me imponían y una vida nueva comenzaba para.mí:
desde el siguiente día yo era otro hombre distinto ... >
¡Al día siguiente, en efecto, el desgraciado sacerdote,
estaba loco!
El sueño de una -gloria sin antros i~fernales, el sueño de
Fausto ha producido muchas víctimas en este siglo infe-
liz lleno de dudas y de egoísmo, que solo ha· llegado a
realizar un infierno sin mansión celeste. El propio Dips
resulta innecesario dentro de una manera de entender las
cosas donde todo está permitido, donde todo resulta bien.
Los hombres llegados .a no t_erner al Juez Supremo, halla-
ron muy sencillo prescindir del Dios de las buenas gen'tes,
menos Dios, en efecto que las buenas gentes mismas.
Los locos que .s e erigieron vencedores del diablo, llega~
ron a transformarse en dioses. Nuestra centuria es la de
las rnascar<~das con pret.ension~s de :ver c0sas divinas y
- 427 -

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L 1 p L E 1i 1

las hemos conocido de todas clases . El Dios Ganneau,


buena y poética persona, que fuera capaz de dar hasta la
camisa a los menesterosos y que rehabilitaba a los ladro-
nes; el dios Oanneau que admir'a ba al asesino Lacenaire,
que sin embargo no podría matar ni a una mosca; el dios
Cheneau, comerciante de botones- ' stablecido en la -talle
·'
Croix-des-Patita -Champs, visionario al estilo de Sweden-
borg que escribía sus inspiraciones a la mariera Jeannot:
el dios Touncil, excelente sujeto que diviniza a la mujer y
supone que Adam salió de Eva: el dios Augusto Comte,
que c0nserva todo en l'a religión ca·tólica, excepto dos co-
sas, dos nonadas; la existencia de Dios y la inmortalidad
del alma: el dios·Wr0nski, un sabio verdadero a quien cupo
la gl'oria y la satisfacción de volver a hallar los primeros
teoremas de la K'á bala y que habiendo cedido el descubri-
miento por ciento cincuenta mil francos, al rico imbécil
Anon, declara gravemente en uno de sus-libros más se-
rios , que el comprador a causa de h·a berse negado a pa-
garle íntegramente dich a cantidad , se ha convertido real y
positivamente en la bestia del Apocalipsis.
He aquí el curioso párrafo que queremos reproducir,
para que no se nos supqnga iQj ustos tratándose de una
personalidad cuyos trabajos nos resultan dignos de esti-
ma, y de la que hemos hecho los sinceros elogios que me-
rece ·en· m1esfras anteriores publicaciones.
Para obligar a Arzón al pago, Wronski publicó un folle-
tq titulad o SI o NO, es decir: ¿Me habéis eomprado mi des-
cubrimiento del absoluto por la suma de ciento cincuenta
mil francos, sí o no?
Véase de qué manera-en su libro Reforma de la Filoso-
sofía, Wronski recuerda al· universo entero (que maldito
S'i se preocupa), la publicación del indicado folleto. A:l pro- -
-428-

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h/STOR/'A DE LA M A O 1 A

pio tiempo se hallará en el párrafo una curiosa muestra


del estilo del negocia nte del absolut o .
, e Este hecho del descubr imient0 del absolut o, que
parece
revolucionar intensa mente a los hombre s, está ya, evieden-
ciado en un gran escánd~lo, el del famoso Si o No, tan
decisi.vo por el nesonan te triunfo de la verdad, que fué su
consecuencia, como notable p~r la súbita aparició n del
simbólico ser con que amenaz a· el apocali psis de ese
monstruo de la· crea ciÓ~ que liene e~crita en la frente la pac
labra MIST,ERIO, y que, ahora, temiendo ser herido mortal-
n;¡ente, no pudo ya reprimi r en las sombra s :sus repugna n-
tes convuls iones, y vino por medio de los periódi cos, Y•
ppr ·las demás vías por donde se arrastra el público, ha
hqcer exhibieión a plena luz de su infernal rabia y 'de su
extrema impostu ra, etc.» .
Bueno será adverHr que ese pobre Arzón a quien se acu-
sa de experimenta¡¡ rabia infernal y de ser la extrema im-
postura, había satisfec ho al hierofante cuarent a o cincuen ta.
mil francos .
El abs0lut o de W¡ onski, v¡;:ndido por él a tan alto precio,
nosotro s lo descubri~os después y lo hemos dado g-ratis
a nuestro s lectores , porqU'e la ·verdad pertenece a todo el
mundo y naclie tieAe el derecho de ap.ropiá rsela y hacer de
ella objeto de explota._ción y de mercad eo. Sirva este nu~s­
tro acto de reparad ora ju~ticia para suh~anar la falta de un
hombre ¡;¡ue murió en e~taCilo vecino de la misel'ia, despué s
de haber trabajad q mucho, no en beneficio de .la ciencia,
sino para enrique cerse por medio de ella, y ai;JJe la cual es
posible que no fuera digno ni de compr,e nderla ni de con-
quistar su posesió n. .

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CA:PfTULO IÍ
DE LAS ALU CINA CION ES

En el fond o del fana tismo de toda s


las sectas hay siem-
pre un princ ipio de amb ición o
de conc upisc encia . El
mism o Jesu cristo hubo d'e repre nder
con frecuencia seve-
ramente a aque llós de sus discí pulo
s que le acompañaban
en sus días de priva cione s y de dest
ierro sólo con la es-
peranza de disfr utar los prim eros pues
tos en el futur o rei-
no. Cuan to más locas son las espe
ranzas, tanto más se-
ducen a algu nas imag.inacion'es, y
en tales _caso s se paga
con el prop io pecu lio el pl·acer d€
esp'eraT. Así es como
el dios Wro nski arrui naba a algu nos
imbé ciles ofrecién-
doles el abso luto, y el dios Aug usto
Com te se labraba
seis mil libra s de re·n1a a costa cte
sus ador ador es, a los
.que, prev iame nie había distr i buí do
unas dign idad es fantás-
ticas , que serían reali dad cuarrao sus
doo'trinas hubieran
conq uista do al• mun do; y así es com0
algu nos magnetiza-·
dore s saca ron dine ro a· gran núm ero
d'e incau tos prome-
tiénd oles teso ros que los espí ritus
desb arata·n siempre•.
Alg.unos ~eq_f'11rios creen realmente
lo que prometen y es-·
tos.s on los más infatigable<> y atl'e
vidos ~ en sus iHtrig as:
el dine ro, los mila gms , las profe cías,
nada les falta por•·
que poseen ese abso luto de volun tad
y•'de•aeeión que·otll'al
realmente prod igios ; sqn unos mag
os sin sabe rlo. ,.
La secta de los salva dore s de Luis
XVII pertenece, bajo
..... 430 -

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HIST ORIA DE L A M A O 1 A

este aspecto, a la historia de la magia. La locura de esto&


hombres es contagiosa hasta el punto áe atraer a sus
creencia~ a aquellos mismos que van a su encuentro para
combatirlos . Se procuran las piezas más importante s y más
difíciles de hallar, utilizan los más singulares testigos·, evo-
can recuerclos ya perdimos, acaudillan el ejército de los
sueños, hacen aparecer ángeles a San Martín, sangre a
Rosa Timisier, un ángel en andrajos a Eugenio -vil'lt·r:_.as.
Esta última historia es curiosa a causa de les fenómenos
a que dió lugar, vamos y referirla.
En 1859, los salvadores de Luis XVII, que .habían llena-
do los almanaques de profecías para el año 1840 (contan-
do con que, puesto que el mundo esperaba una revolución,
ésta no se haría esperar) y que ya n0 tenían su profeta
Martín, decidieron teAer otro. A:lgunos de sus más celosos
agentes estaban en Normandía , de cuyo país-tenía el falso
Luis XVII la pretensión de ser duque; pusieron los ojos
en un obrero devoto , de un carácter e)(altado y corte de
inteligencia, y he aquí el truco die que se val-ieron: simula-
ron una carta dirigida, al príncipe, esto es, al pretendido
Luis XVII, llenaron esta carta de las más enfáticas prome-
sas acerca del futuro reino, junto a expresione s mísHcasJ
apropósito para impresiona r una cabeza débil, e hicier.on
que esta carta cayera en manos del o~rero, que se llama-
ba Eugenio Vintra{! , del modo que él mism0 nos va ve-•
ferir:

,,6 Agosto 1859.

~A las nueve, próximame nte, y hallándome ocupado en


escribir, sentí que llamaban a la puerta de mi hal1i.lación
Creyendo que se trataba de un- obrero con quien tenflr
a~mntos pendi'entes, respondo con cier-ta brusque-dad:;ErJ-
- 431 --.

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/:. ' 1 P. ~ lf A S L · t;

trad. G,rand~ :fué mi SOI'·)Jresa cuando , en luga¡¡ del obrero,


vr o ,un an~iqnQ anrlrajoso;· m~ limité a pregu11tarle .qué
deseaba.
»Con toda tranqu,j!jdad me respondió: No os enfadéis,
f f , r ~

Pedro Miguel (no¡nbres que¡ nadie emplea para designar-


me; en lpdo el p,aís me llaman Eugenio y hasta cuando
t!:!nge. que firmar algún escrito, omito siempre esios dos
nombres).
»Esta respuesta ,d~I anciano me 'c ausó cierta sensación,
la que aumentó c¡,¡a~d0. oí que me dijo: «l;:sto~ muy fatiga-
do; donde quiera ,q'ue me pre,s ento, me miran c01,1 despre-
cio o com0 a· un larlrqq. » Est~s últimas palabras me ate-
mo riza rol). mucho', ·a~rque fuer.on pronunciadas c0n un
cd·ejo triste y lastimero. Me levanté y tomé una mOnE;~a de
diez ~l)eldos, la cuiíl puse en su mano diciéndole: «Yo no
le t0mo por tal, auen hombre», ~. al decirle esto , le. dí a en-
tender mi deseo d~ despec\irle. No deseaba él otra cos~. y
me vclvió la espalda con aire conlristado.
:.Apenas hubo puesto el ~ i é en el primer p.eldaño de la
escalera, emp1,1jé la puerta y ·la cerré con llave·. Pero, no
oyéndole bajar, Jlamé .a un obrero rogándole que subiera a
mi cuarto. <;)uevía, con un J]l,retexto, hacerle recorrer con-
'
migo todos. .Jo~ rincones eri que juzgaba posibl~ que· se hu·
piera escondido el ancian0, al que nq había vis to salir.
Sabe el. obrero a, mi <m arto, sal~o con él después fle ce~ra r
~a puerta con llave, y recorro hasta loa más recónditos

sitios. No encontré nada .


" >>Me dispo nía a\ ntra r en la fábrica cuand~, de repente,
oigo t~car a mi~a.:iMe alegra pensar,;·que ·a pesar, del inci-
dente del anciano., podré asistir a: una ·mis a . . C orro enton-
ces a ,mi haoitación para busca r mi libro de o raciq,nes. En
eLsitjo,en que ·~~ es~ribía ; encuentro una ·carta , di rigida a
- t!?í\?-

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HIS1ÓR/A DE LA Jr!A OlA
...
Madam~ Genereg, ,de Londr.es. Esta carta estaba ·escrita y
firmada por mister Paul de Montflenry, .de. Caen, y conte-
nía una refutación de herejía y· una pro,fesión de fé er-
todoxa.
:~~Esta carta, aunque dirigida ~ Madame. de GenereB, es-

taba destinada a desplegar ante los ojos del duque de


Normandía las más grandes verdades de nuestra san ~ a
religión católica, apostólica y romana. Sobre la misiva es·
taba colocada la moneda que yo había dado ',al anciano.»
En otra carta, Pedro-Miguel confiesa que el rostro de
este anciano no le era desconocido, pero que, al verle en-
~rar tan repentinamente, fué presa de un terror: extraordi-
nario, cerrando la puerta con cerrojo y atran,cánd~la, así
que hubo salido: escuchando detrás de ella durante largo
tiempo por si le oía descender. Pero sin duda el viejo
mendigo se quitó el calzad0 para bajar sin hacer ruido,
pues Vintras nada oyó; ·corrió entonces a la' ventana, y ,po
le vié salir,. pues que debía haberlo hecho nacía ya fi'empo.
Entonces nuestro hombr~ pierde J·a cabeza, pide soeorro,
busca por todas partes, encuentra al fin la carta que que-
rían hacerle leer: es, eviclentemenle, una tarta llovida del
cielo. Y he aquí a Vintras conveJitido en ·devoto fiel de
Luis XVII, y visionario para el .resto de sus días., pues .la
imagen del viejo mendigo ya no se apartará de él jamás.
Este menqigo se convertirá en San Miguel, porque le ha
llamado Pedro-Miguel, por una asociación de ideas análo-
gas a las de los sueños. Los alucinados de Ja·secta de
Luis XVII habían adivinado con la doble vista de los manía-
cos, el preciso momento en que habían de atacav el débil
caletre de Vintras para hacer de él en el acto un iluminado
Y un profeta. . .,
La :secta de. Luil!l XVII se compone sobre todo de anti-
- 4M _; ,

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E L 1 p H A L E V 1

guos servidores de la monarquía legitimista. y por eso


Vintr11s, que se ha hecho su medium, es el reflejo de todas ,
estas imaginacio nes llenas de recuerdos románticos y de
misticismo anticuado. Vénse por todas partes, en las vi-
siones del nuevo profeta, lises bañadas en sangre, ángles
en tra je de caballeros , santos vestidos de tr0vadores.
Después aparecen hostias pega d11s sobre seda azul. Vin-
tras tiene sudores de sangre y en sangre se encuentra so-
bre las hostias dibujando en ellas corazones con leyendas
que tienen la esc;ritura y la ortografía de Vintras; cálices
que estaban vacíos, aparecen súbitament e llenos de vino;
. allí donde caen .gotas de este vino, aparecen manchas de
sangre. Los iniciados creen oir una música deliciosa y
respirar perfumes desconocid os, y algunos sacerdotes lla-
mados a comprobar estos prodigios, se ven arra strados
por la corriente del.entusia smo.
Un cura de la diócesis de Tours, un anci-ano y venerable
eclesiástico , abandona su curato y sigue al profeta. Hemos
visto a este sacerdote, nos ha contado las maravillas de
Vintras con acento de la más perfecta convicción, nos ha
enseñado algunas hostias inyectadas de sangre de una
manera inexplicable , nos ha mostrado procesos verbales
firmados por más de cincuenta testi gos, todos gente hono-
rable y de posición definida en el mundo, artistas, médicos,
hombres de leyes, un caballero de Rilzac, una duquesa de
Armaillé. Los médicos han analizado el fllúido bermejo de
las hostias y han certificado que se trataba realmente de
sangre humana; los mismos enemi gos de Vintr as , y los
tiene en.carnizad os, no niegan los milagros y se cont e~!an
con atribuirlos al d~monio. Pero ¿concebís, nos dice el
. ' . '
abate Charvoz, este cura de Turena de quien hemos l'!th ·
bll!do , al demonio falsificando la sangre de Jesucristo

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HIS70RIA Df? b A M A O 1 A

sohre las hostias realmente consagrad as? Porque el abate


Charvoz es un auténtico sacerdote y estas señales las ha
comprobado en las hostias que consagraba . Sin embargo,
la secta de Vintr'as es' anárquica y absurda, y Dios no ha
de hacer milagros en su obsequio. Queda la explicación
natural de los fenómenos y ya· en el curso de esta obra la
hemos indicado lo suficiente paPa que sea n~cesario des~
arrollarla aquí.
Vintras, . que sus sectarios presentan como un nuevo
Cristo, tuvo también sus lscariotes: dos miembros de la
secta, un tal Gozzoli y un llamado Alejandro Geoffroi, pu~
blicaron contra ·él las más odiosas revelaciones·. A creer~
les, los sectarios de Tilly~sur-Seules (casi se llama su
residencia) se entregaban a las prácticas más obscenas;
en su capilla particular, que ellos denominab an el cenácu~
lo, celebraban misas sacrílegas a las que los elegidos asis-
tían completamente desnudos; en un momento determina~
do, poníase a gesticular y sorprendie ndo en llanto, ·grita-
ban: c¡Amor! ¡amor!» lanzándose los unos sobre los
otros ... Se nos permitirá que suprima_m os el resto. Eran
las mismas orgías de los antigu0s gnósticos, 1Jero sin
tomarse la molestia de apagar las luces. Alejandro Geo{~
froi asegura que Vintras le inició en un género de rezo que
consistía en el acto monstruos o de Onan, ejecutado al pie
de los altares, p.e ro el denunciado r es harto odioso para
ser creído bajo su palabra. El abate Charvoz, a quien he-
mos hablado de estas ac~;~saciones infames, nos ha. mani~
festado que había que achacarlas al odio de estos dos
hombres arrojados de la asociación por haber eometido
ellos mismos los actos de que acusaban a Vintras. Sea de
ello lo que fuere, los desórdenes morales engendran natu-
ralmente los desórdenes físieos, y las sobreexcita ciones
-455-
© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p H A S L E 1

anormales del sistema nervioso producen casi siempre


desarreglos excéntricos en las costumbres; si, pues Vin-
tras es inocente, pudo y puede aún llegar a ser culpable.
El Papa Gregorio XVI, en un breve de 8 de Noviembre
de 1845, ha condenado formalmente la secta de Vintras.
He aquí una ·muestra de estilo de este iluminado, hom-
bre por lo demás sin instrucción y cuyos enfáticos escritos
están plagados de faltas de francés: 1
«Dormid, dormid, indolentes mortales; seguid, seguid
en vuestros blandos lechos; sonreíd a vuestros sueños de•
fiestas y grandezas; el ángel de la alianza ha descendido
sobre nuestras montañas y ha escrito su nombre hasta en
el cáliz de vuestras flores; ha tocado con los ;anillos que
engalanan sus pies, los ríos que constituyen vuestro orgu-
llo y vuestra esperanza; las encinas de vuestros bosques
han tomado por una nueva aurora el brillo de su frente; el
mar, con un estremecimiento voluptuoso. ha saludado su
mirada. ¡El mar le ha precedido! Inclináos del lado de la
tierra, pero no os asustéis de ese ruido tan activo de las
tumbas. Dormid, dormid aún; yo lo he visto hacia el
Oriente: burilaba su nombre en los picos más inaccesibles;
quitaba al tiempo de apresurar su bilrca , y he visto que le
sonreía el más viejo de los ancianos. De>rmid, dormid aún;
Elías, en el Occidente coloca una cruz a la puerta del tem-
plo; la t;ella con fuego y con el acero de un puñal!•
¡Siempre el templo, el fuego y el puñal! ¡Cosa extr11ñal
Los locos se reflejan los unos en los otros, todod los fa-
náticos intercambian sus inspiraciones, y el profeta de
Luis XVII es aquí el eco del grito de venganzl'l de los tem-
plarios.
Verdad es que Vintras no se cree responsable de sus es-
'
critos: véase cómo habla él mismo de ellos.
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HI~TO!l/A D !! LA M A O 1 A

c¡Oh, si mi espíritu tuviese alguna intervención en mis


escritos, ye inclinaría la cabeza, y el temor entraría en mi
alma. Pero no son obra mía; no les he prestado mi con-
curso voluntariamente. Todo es calma en mí; mi lecho no
conoce el insomnio; las vigilias no han fatigado mis pár-
- pados; mi sueño es tan puro como cuando dios lo creó:
puedo decir a mi Dios cc;>n el corazón libre: Custodi ani-
.. mam meam et erue me: non erubescan, quoniam speiCavi
inte.>
Otro pretendido reformador , el que se presentaba como
el mesías de las cárceles y del patíbulo, Lacenaire, al que
no comparam os ciertamente con Vintras, escribía desde su
prisión:
Como una casta virgen,
velo y me duermo entre amorosos sueftos,
¿qul~n podrfa ensefiarme lo que es remordimient o?

El argumento de Vintras para legitimar sus inspiracio-


nes, no es pues concluyent e, ya que le ha servido igual-
mente a Lacenaire para excusar a legitimar, no sólo sus
delirios, sino hasta crímenes.
Condenado s por el papa, los sectarios de Tilly-sur-S eu-
les condenaron a su vez al papa y Vintras, de su autoridad
privada, se ha erigido en soberano pontífice. La forma de
sus vestiduras sacerdotale s le ha sido revelada; lleva una
diadema de oro con un lingam indio soore la frente, se
reviste de un hábito de púrpura y ostenta un cetro mágico
terminado en una mano, cuyos dedos están cerrados, a
excepción del pulgar y el pequeño, los dedos consagrad os
a Venus y a Mercurio, jeroglífico del hermafrodi tismo an-
tiguo, emblema de los viejos cultos orgiásticos y de los
priapos del Sabbat. De est~ modo las reminiscen cias y re-
flejos de la magia negra, traídos por la luz astral, relacio-
- 457 ~

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E L 1 P, H A L 1

nan los misteri os de la India y el culto profan o a Bafome


t
con los éxtasis de este enferm o contag ioso cm{ a enferme
-
rí<;~ está en Londre s y que continú a hacien do allí proséli
tos
v víctima s.
La exaltac ión del ¡;>obre profeta no siempr e está exenta
de espant o y c.le r~mordimiento, pese a sus afirmac
iones
en contra rio, y a veces deja escapa r las más tristes confe-
siones . Yéase !o que encont ramos en una carta dirigida
a
uno de sus más íntimo s amigos :
«estoy siempr e espera ndo nuevos tormen tos. Mañan
a
llega la familia Verger ; en sus faccion es leeré la vureza
de
sus almas; se record ará toda mi dicha pasada; se citarán
nombre s que y o he p,ronunciado con amor en tiempo
no le-
jano. En fin, todo lo que hará ;Ias delicia s de los demás,
¡para mi será una nueva tortura ! Durant e la comida
' , ten-
dré que sonreír , mientra s me Clavan un puñal en el
cora-
zón. ¡Ah, no import a! Si esas terrible s palabr as que
he es-
cuchad o no fueran eternas, todavía seguirí a amancl
o mi
cruel suplici o. ¡Queri do amigo; no podría vivir sin adorar
a Dios!
«Escuc had: Si vuest.ra caridad de hombr e lo permite
' ~ ,
como ministr o de Di0s vivient e, no la reclam o, aquel
que
vuestro maestr o ha vomita do de su boca debe ser maldito
por vosotr os:
cEn la noche del doming o al lunes (D al 18 de mayo) un
sueño horribl e ha ipferid o un golpe mortal tanto a mi
alma
como a mi cuerpo . Me encont raba en Sainte- Pf!ix:
nadie
quedaba ya en el Castill o, pero las puertas estahan
abier-
tas. Subo pronta mente a la santa Capilla : me dispon
ía a
abrir la pÚerta cuand0 reo sobre ella, en caracte res de
fue-
go: c¡No te .acerqü es a este sitio, tú a quien he vomita
do
de mi bocal» No he podido ·retirarme; he caíd0 anonadado.
-458 -

/
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hiSTORIA DE LA M A O 1 A

sobre el _prim~r peldaño; pero juzgue usted de mi terror,


cuando sólo logro apercib ir ante mí un ancho y profund o
abismo, en cuyo fondo, unos monstr uos inmund os .¡me
llamaban su hermano!
»En aquel· momento pensé que el arcángel me Üamaoa ·
también su herman o. ¡Qué diferencia! ¡El me estreme cía el
alma de la más viva alegría, y cuarido oía a estos llamar~
me así me retorcía en convuls iones semejan tes a las que
.les había hecho experimentar a ellos la virtud que Dios
otorgó a mi cruz de gracia, cuondo su aparició n del 28 de
Abril!
"Tratab a de asirme a algo para evitar la caída en este
abismo sin fondo. Pedía a la madre de Dios, a la divina
María, que acudier a en mi socor.ro. ¡Permanecía sord'a a
mi súplica! ¡Durante este tiempo seguía rodeand o al tene-
broso abismo, dejando pedazo s de mi carne entre las sa-
lientes rocas! De repente, subienon hasta mí. unos torbelli~
nos de llamas que salían del fondo en que había de caer
pronto. Oía gritos de feroz alegría, y me .era ~a imposible
rezar. De pronto, una voz más e~pantos~ que el retumb ar
del trueno en las g.r andes temp es tad~s resonó ~n mis oídos.
Y oí estas palabra s: cCreías vencerme, y ya ves que te ven-
zo; te he enseñad o a ser humilde a mi manera: ven a gustar
de mis dulzu,ras, consigu e ser uno de mis mejores; aprende
a conecer al tirano del cielo: ¡únete a nosotro"s para vomitarle
blasfemias e imprecaciones!: toda otra cosa es inútH para"
ti en estos instante s». Luego, tras una carcaja da· prolon~
gada, me ha dicho : cMira a María, la que llamaba s tu es-
cudo contra nosotro s; ¡mira su sonrisa gracios a, escucha
s u dulce voz!»
»La he visto, querido , la he visto en el ·fon·do del abis-
mo: ¡Sus ojos de celeste azul se han llenado de fuego, sus
'-:- 459 -

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L 1 p ft A L E 1

labios b~rm~jos s~ han vuelto violáceo s, su voz tan sua-


ve y divina se ha alterado , tornándo se en dura y terrible!
Me ha lanzado como un nayo estas palabras : c!Baja, or·
gulloso, a estos lugares llenos de fuego que habitan los
demonios!»
»Toda mi sangre afluyó al corazón. Creí que había lle-
gado la hora en que el infierno terrestre iba a ser susii·
tuído por el infierno eterno. Aún pude combina r algunas
palabras del Ave María. No sé cuánto tiempo duró aqué-
llo; sólo sé que, al retirarme, encontré ya acostada a la
doméstica: ésta me dijo que era tarde.
•Ah, si hago conocer a Jos enemigo s de la obra de la
miserico rdia lo que me pasa ¿no es cierto quz cantarán
victoria? Dirían que esas son bien claras las pruebas de
una monoma nía. ¡Pluguie se al cielo que así fuera! ¡Sería
así menos digno de lástima! Pero nada temáis, si Dios no
quiere .escucha r mi voz por mí, yo rogaré, por él, que du-
plique mis sufrimientos, pero que los oculte a sus enemi-
goS.ll
Aquí la alucinación triunfante llega a lo sublime. Vintras
consient e en ser condena do, con tal de que no se diga qu~
es un loco; último instinto del valor inestimable de la ra-
zón que sobrevie ne a razón misma. El hombre ébrio no
tiene otra preocupación que la del temor a pasar por ebrio;
el insensat o y el monoma níaco prefieren la muerte antes
que confesar su delirio. Es que, ·s egún la hermosa senten-
cia de Cebes que ya hemos citado, para los . hombres
sólo hay un bien deseable: la sabidurí a que es el uso de la
razón, y sólo hay también una verdade ra y suprema des·
gracia que temer: la locura.

-440 -

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q.PÍTUL O lil

LOS MAGNE TIZADO RES Y LOS SONÁM BULOS

La Iglesia, en su alta sabidurí a, nos prohibe consulta r a


la suerte y violar con una indiscret a curiosid ad los secre~
tos del porvenir ; pero hoy ya no se escucha la voz de la
iglesia y las gentes vuelven a los adivinos y a las· pitoni~
sas. Los sonámb ulos se han converti do en el oráculo de
los que ya no creen en los preceptos del Evangel io, y no
se reflexion a que la preocup ación de un suceso ·predicho ,
suprime en cierto modo muestra libertad y paraliza nues~
Iros medios de defensa. Consulta ndo la magia para prever
los aconteci mi entos futuros , damos arras a la fatalidad .
Los sonámb ulos son las sibilas de nuestra época, como
las sibilas eran los sonáml;>.ulos de la antigüed ad. Afortu~
nados los consulta ntes que no ponen su credulid ad al ser~
vicio de magnetiz ,.dores inmorale s o insensat os, porque
comulga rían, por el mismo hecl«o de su benévola consul~
ta, en la inmortal idad o en la locura de los inspira dores
del oráculo: el oficio de magneti zador es fácil y el número
de incautos , es enorme.
Es, pues, de importan cia conocer quiénes, entre los que
se ocupan del magneri smo,.so n homb,res verdaderamente
serios.
Entre estos debemos colocar en primer término al barón
Du-Potet, cuyos concienz udos trabajos han hecho ya dar
-441 -

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p h S L E V 1

un gran paso a la ciencia de Mesme r. Du Pote! ha abierto


en París una escuela práctica de magnet ismo adonde pue-
de acudir el público para instruir se en los procedi mientos
y realizar los fenómenos.
El barón Du Pote! es un temperamento excepcional y par-
ticularm ente intuitivo . Como 'todos los contem poráneos,
incluso los más instruid os, ignora la Cábala y sus y mis-
terios, y sin embarg o , el magnet ismo le ha revelad o la ma-
gia; ha sentido la necesidad de revelar y ocultar esta cien-
da terrible aun para él mismo, ~ ha escrito un libro que
vende solame nte a· sus ·adeptos y bajo la consign a de un
secreto absolut o. Este secreto, aunque no se lo hemos
prbmet ido a mister Du Pote!, lo guarda remos por respe-
to' a '!as convicc iones del hierofan te. Básteno s decir que su
libro es el más notable entre toc\.as las obras de pura intui-
ción. No lo creemo s peligros o, porque el barón Du Pote!
habla de fuerzas cuyo uso no precisa. Sabe que puede ha-
cerse daño o benefici,ar, matar o salvar con l0s procedi -
mientos magnét icos; pero estos procedi mientos no los in-
dica de una manera clara y práctica , y de ello nos felicita-
mos; porque el derecho de vida y muerte supone u11a
soberan ía divina y nosotro s tendríam os por indigno a
quien, conocie ndo y poseyen do esa soberan ía, cor¡sintiera
en venderl a de algún modo.
J}u Pote! establece victorio Rament e la existencia de esta
luz univers al en la cual los sujetos perciben todas las imá-
genes y todos los reflejos del pensam iento; provoca pro-
yeccion es viviente s de esta luz por medio de un aparato
absorbe nte que'·él Ham'a el espejo mágico, y que es sim-
plemente . un círculo o un cuadrad o cubierto de carbón
pulveriz ado y tamizad o. En este espacio nEgativ o, la luz
proyect ada por el sújeto y el ~agnetizador reunido s, colo-
'
-442 -

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HJS10RIA DE L,A M' A O, lA

rea pronto y reali:ta todas ' las forQ"Jas correspondi~nte


a sus impresiones nerviosas. En este espejo verdadera-
mente mágico, aparecen para el sujeto sometido al sonam-
bulismo todos los sueños del opio o del hatchich, los
unos rientes, lúgui>Jres los otros; el enfermo debe ser
apartado de este espectáculo, si se quiere evitar que caiga
convulsionad o.
Estos fenómenos son análogos a los de la hidromancia
practicados por c 'a glioslro ; el agua, conte'nplada atenta-
mente, deslumbra la vista; entonces la fatigq de los ojos
1

favorece las alucinaciones del cerebro. Cagliostro quería


para estos experimentos sujetos , ·vírgenes y en perfecto
...
es-
'
~

tado de inociencia , a fin de alejar el temor a las divagacio-


nes nerviosas producidas por las reminiscencia s eróticas.
El espejo mágieo de Du Pote! ~s tal ' vez más fatig~so para
todo el sistema nervioso, pero los deslumbrami' entos de la .
hidromancia debían tener una influencia más peligrosa
para el cerebro .
Du Pote! es uno de estos grandes convencidos que so-
portan valerosament e los desdenes de la ciencia y los pre-
juicios de la opinión, repitiendo para sus adentros la pro-
fesión de fe secreta de Galileo: ¡Y sin embargo la tierra
gira! Muy lentamente se ha descubierto que las mesas
también giran, y que la imanta ciqn humana da a los mue-
bles sometidos a la influencia de lo5 sujetos un movimien-
to de rotación. Incluso las más pesadas masas pueden ser
Ievétntadas y paseadas en el espacio por dicha fuerza, pues
la gravedad no existe sino en razón al equilibrio· de las dos.
fuerzas de la luz astral y si se aumenta la acción de una de
ellas, la otra cederá inmediatamente. Por ta11to, s'i el apa-
rato nervioso aspira y respira esta luz haciéndola positi-
va o negativa según las sobreexcitaci ones pe~sonales del
- 4415-

© Biblioteca Nacional de España


L J p ff A L E 1

sujeto, todos los cuerpos inertes sometidos a su acción e


impreg~ados de su vida se harán más ligeros o más pesa-
dos, siguiendo el flujo, y reflujo de la luz que arrastra en el
nuevo equilibrio de su movimiento los cuerpos porosos y
malos conductore s alrededor de un centro viviente, del
mismo modo que los astros son transportad os y bcllan-
ceados en el espacio, y gravitan en derredor del sol.
/ Este poder excéntrico de atracción o de proyección su-
pone siempre un estado enfermizo en quien lo po~ee , y los
mediums son todos ellos seres excéntricos y mal equili-
brados; la medio01anfa supone o engendra una serie de
otras manías nerviosas, ideas fijas, apetitos desordena-
dos, erotomanía des.e nfrenada , inclinación al crimen o al
suicidio. En los seres que tales afecciones padecen, la res-
ponsabilida d moral parece no existir ya : hacen el mal con
la consciencia del bien; lloran de piedad en la iglesia '!f
pueden ser sorptendid os en las más repugnante s bacana-
les; y tienen su sistema de explicarlo todo: es el diablo,
son los expíritus que los obsesionan y Jos arrastran.
¿Qué queréis de ellos? ¿Qué váis a pedirles? No viven ya
por sí mismos; es un ser misierioso el que los anima, él
es quien obra por ellos, ¡este ser se llama legión!
Los ensayos reiterados de una persona sana para con-
seguir facultades de medium, la fatigan, la ponen enferma
y pueden trastornar su razón . Esto es lo que le ha ocurrido
a Victor Iiennequin, antiguo redactor de la Democraci a
pacífica, y miemb,ro, desde 1848, de la Asamblea Nacio·
na!. Era un joven abogado de palabra abundante y fácil,
que no carecía de instrucción ni de talento, pero que esta·
ba infatuado por los. delirios .de Ponrier; desterrado des·
pués del 2 ,de Diciembre, se entregó durante la inacción
de su retiro a los .experimentos de las ' me:;¡as giratorias;

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DE LA M A O JA
11/ .ST O/l /A
(L
el ins-
pronto fué ataca do de mediomtJnfa, y se creyó ser
s del alma de la tierra. Public ó.
trumento de las revela cione
o huma no» que era
un libro intitulado: «Salv emos al géner
iscen-
una mezcla de recue rdos falans terian os y de remin
s des-
cias cristia nas, en el que lodavía brillan los último
pero como quiera que los ex-
tellos de una razón muriente,
por triunf ar. En
perimentos contin uaron , la locura acabó
r vo-
su última obra, de la que sólo se ha publicado el prime
inmen-
lumen, Víctor Hennequin prese nta a Dios como un
la tierra con anten as y
so pulpo color ado en el centro de
a través de
tromp as en forma de barre na que van y vienen
luego
su cereb ro y el de su mujer Octav ia. Pront o se supo
un ec-
que Víctor Henre quin había muerto de result as de
ceso de demencia furiosa en una casa de locos .
o que
Hemos oído habla r de una señor a del gran munel
tus de
entablaba conve rsacio nes con los preten didos espíri
las're s-
los muebles y que, escan daliza da enormemente de
a Roma para denun-
puest as de su velad or, hizo un viaje
llevad o
ciar el mueble herético a la Santa Sede. Había
en la ca-
consi go al culpable, e hizo un auto de fé con él
Prefer ible es quem ar su mobi-
pital del mund o cristia no.
esta señor a el
liario, que volve rse loco, y realmente para
peligo era inminente.
al en
No nos riamo s de ella los hijos de un siglo racion
conde de Mirvil le atribu yen
el que homb res serios como el
natura leza.
al diablo los fenóm enos inexplicables de la
ares,
En un melod rama que se repres enta en los bulev
ar formi-
. vemo s a un mago que; para hacer se con un anxili
truo de garra s de león,
dable, crea un andro ides, un mons
la vida a esta
cuern os de toro, y conch as de leviatán; da
em-
esfinge híbrid a, y enseg uida, espan tado de su obr11,
le persig ue, apare ce entre él
prend e la fuga. El mons truo
-44 6-
© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p ll A S L E V
y su amad a, incendia su casa, mata a su padre
, rapta a su
hijo, le persi gue hasta el mar, sube tras
él a su barco ,
que hace hundir, y él misíño víctima del rayo.
Este espec-
tácul o hor¡;ible, visible a fuerza de espan to,
ha sido reali-
zado en la histo ria de la ?uma nidad ; la poes
ía ha perso ni-
ficado el fanta sma del mal, que le ha prest
ado todas las
fuerzas de la natpr aleza.
Quie re hé!cer de este espan tajo un auxiliar
de la mora l y
lue~o tuvo miedo de esta feald
ad cread a en sus sueñ os.
D.e sde aquel tiempo el mons truo nos persi
gue a travé s de
las edad es, apare ce gesticulant~ y odio so
entre noeo tros
y los objet os de nues tros amor es, pesad
illa inmunda,
asus ta a nues tros hijos duran te su sueñ
q; apor ta en la
creac ión, casa paternal de la hum·a niqad , el
incendio inex-
tinguible del infier no; quema y tortu ra
para siem pre a
nues tros padr es y nues tras madr es; extiende
sus alas ne-
gras para ocult arnos el cielo y nos grita : ¡No
hay esperan-
za! Monta en la grup a y galop a detrá s de
noso tros como
la pe,na; sume rge en el occé ano de la deses
perac ión nues-
última esper anza ; es el antig uo Arim anes de
los Persa s; es
el Typh on de Egip to, es el dios negro de
los secta rios de
Manés, del cond e de Mirville y de la magi
a ne~?,ra del dia-
blo ; es el horro r del mund o y el ídolo de
los malo s cris-
tianos. Los hom bres han inten tado toma rlo
a risa, pero le
tienen miedo. Hacen de él carit uras y tiemb
lan porque
creen ver qu~ estas mism as caric atura s
se animan para
burla rse de ellos . Sin emba rgo, su reina
do ha pasad o,
pero no perece~á aplas tado por el rayo del
cielo: la cien-
cia ha domi nado el fuego del rayo y ha hech
o con él an-
torch as y el mons truo se desv anec erá ante
los esplendo-
.res de la ciencia y de la verda d. ¡El genio
de la ignorancia
y de la noche, 'n o puede ser aniqu ilado por
la luz-!
,..... 446 -
© Biblioteca Nacional de España
CAPÍTUlO IV

LOS FANTASTIC OS EN MAGIA

'
Hace unos veinte años que Alfonso Esquirós, amigo
nuestro de la infancia, publicó, un libro de alta fantasía
titulado El Mago. Era por entohces lo más raro que podía
imagiq¡¡r el romanticismo ; el autor daba al Mago un serra-
llo de mujeres muertas pero embalsamada~ por un pro-
cedimiento que después había encontrado Gaunal. U n
androide de bronce que predicabá la castidad, un herma-
fo rclita enamorado de la luna con la que sostenía corres-
pondencia constante y muchas -otras cos a:;¡ de las que no
nos acordamos. Después :de la publicación de esta novela,
Alfenso Esquirós fundó una escuela de fantásticos en
magia, de la cu al, el representante !l'JáS disíinguido es En-
rique de Laage.
Enrique de Laage es escritor fecundo, ta1,1maturgo des-
conocido y fascinador hábil; en estilo es tan extraño como
las ideas de Alfonso Esquiró.s , su iniciador y maestro; así
pues, en su_libro Los resucitados, dice al hablar de uria
objeción contr_a el cri stianismo:
«Voy a coger esa objeción por el cuello y cuando la ...
suelte la tierra temblará sordamente, bajo el pes~ del ca-
dáver extrangulado .»
Es verdad qu,e no responde gran cosa a esta objeción;
¿pero qué queréis que se responda a una objeción extran-
'

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E L 1 p ff A S L E . V 1

guiada una vez que la tierra ha temblado sordamente al


peso de su cadáver?
Enrique de Laage es como ya lo hemos dicho un tauma-
turgo desconocido; ha confesado a una personll cono-
cfda nuestra, que en un invierno en el que se propagaba
despiadadamente la molesta afección de pecho que se
llama la gripe, no tenía él más que presentarse en un salón
para que estuviesen curadas inmediatamente todas las per-
sonas que en él se encontraban; es verdad que él era la
víctima del milagro, pues desde entonces se qu~dó con
una ligera ronquera que I ~ duró hasta su muerte.
Varios amigos de Enrique de Laage nos han asegurado
que tenía el don de ubicuidad, acababan de dejarle en l.a:s
oficinas de la Patria y le encuentran en casa de Dantu, su
editor, se van espantados a su casa y allí encuentran ... 11
de Laage que les esperaba.
Enrique de Laage, también era un fllscinador hábil; un11
señora de la alta sociedad que acababa de leer uno de s,._us
.libros, declaraba (ijUe no conocfa en el mundo nada más
bello, ni mejor escrito; pero de Laage no se limitaba a co-
municar la belleza solamente a sus libros. Un día que aca-
bábamos de leer una obra firmada por Florentino en la que
se decía que los encantos físico del joven mago igm.laban
y aún sobrepasaban a Jos de Jos ángeles, nos encontramos
con de Laage, al que preguntamos con curiosidad lo que
había de esta singular revelación. De Laage se mete la
mano en el chaleco, se pone en posición de tres cuartos y
dirige sonriendo los ojos al cielo ... Afortunadamente, lle-
vábamos encima el Enchiridi6n de León lll, que como se
sabe, es un preservativo contra los encantamientos, y}a
belleza angélica del fascinador quedó invisible para nues·
Ira mirada.
.......44,8-

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HISTO RIA DE L A MAOlA

Tributaremos a Enrique de Laage !elogios más serios


que los de los admiradores de su belleza; se declara sin-
ceramente catÓlico y proclama sin reparos el respeto y el
amor hacía !a religión.
A causa de su cualidad de publicista, hemos llamado a
este joven el primero entre los fantásticos de la ' magia.
Bajo otros aspectos este rango pertenecía al Conde de
Ourches, hombre venerable por la edad y que había con-
sagrado su vida y su fortuna a las experiencias magnéti.-
cas. En su casa, los mu,bles y las señoras en estado so-
nambúlico se lanzan a danzas desenfrenada s, los muebles
se f~tiga n y se rompen; pero las damas, según lo que ase-
guran, están cada día en mejor estado de salud. •
Durante mucho tiempo el conde de Ourches ha estado
dominado por una idea fija: e11emor de ser enterrado vivo,
y ha escrito varias memorias sobre la necesidad de com-
probar las defunciones de una manera más segura que
como se hace de costumbre. El señor de Ourches podía
temerlo con más razón, puesto que su temperamento y su
extrema sensibilidad nerviosa, excitada a diario con las
experiencias de las lindas sonámbulas le ponían muy cer-
ca de los ataques de apoplegía.
El señor conde de Ourches es en magnetismo alum-
no del cura Faria y en nigroma ncia pertenece a la escuela
del barón de Guldenstubb é. El barón de Quldenstubbé ha
publicado un libro titulado: Neupmato!ogie positfve el
experimenta/e; la realite des espris et le phénoméne
maravilleux de leur ecrilure direete.
Él mismo cueñta así su descubrimiento: cfué corriendo
el año 1850, tres años antes de la invasión de la epide·
mía de las mesas girátorias, cuando el autor quiso
introducir en Francia los círculos de espiritismo de
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E L i p H A L E V 1

América, los golpes misterio sos de Rochest er y la


escrituoa puramen te maquina l de los medjum s. Ha en-
contrado desgrac iadamen te muchos obstácul os por parle
de otros magneti zadores. Los fluidistas y aun los que se
titularon magneti zadores espiritistas, pero que en reali-
dad eran s onambu liiadore s de baja extracción, conside-
raron los golpes ~misteriosos del espiritism o americano
como locuras y divagaci ones . Y hasta al cabo de seis me-
ses el autor no pudo formar el primer círcqlo según el
modo de los america nos y graeias al concurs o celoso que
le ha prestado M. Robusta u, miembro de la sociedad de
magneti zadores espiritistas, hombre sencillo, pero lleno
de entusias mos por la·santa causa 'del espiritismo. Otras
varias persona s han venido 'a unírseno s, entre lé!S que hay
que citar al difunto cura Chale!, fundador de la l¡?lesia
francesa , que a pesar de sus tendenci as racional istas ha
terminad o por admitir la realidad de una revelación obje-
tiva y sobrenat ural, condición indispen sable del espiritis-
mo y de todas las religione s positiva s. Se sabe que los
cfrculos americanos están basados (haciend o abstracción
de cier.tas condicio nes morales ·igualme nte necesari as) en
la distinción de los principi os magnéti cos o positivo s Y
los eléctricos o negativo s.
>>Bstos círculos s.e compone n de doce persona s, seis re-
presenta n los elem entos positivo s y las otras seis los
negativo s o sensitiv os. La distinción de los elementos no
debe hacerse por el sexo de las persona s, aunque gene-
ralmente las mujeres tengan atributo s negativo s o sensi-
tivos y que los hombres estén provisto s de cualidades po-
sitivas o magnéti cas. Hay que estudiar bien la constitución
moral y física de cada uno antes de formar los círculos, por
que hay mujeres delicada s que tienen cualidad es masculi-
- 41)0 -
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Hl.S1 0lliA DE LA M A O (A

nas c0mo algunos hombres vigorosos son mujeFes m0~


ralmente. Se coloca una- mesa en un local espacioso y ,
aireado. El medium debe sentarse al extrem0 de la mesa
y estar completam ente aislado; sirve de conductor de la
electricidad por su tranquilida d y quietud contemplat iva.
Un buen son?imbulo es, en general, un excelente medium.
Se coloca las· seis naturale:z;as eléctricas o neg.a tivas que
se recon<<>cen generalmen te por las cualidades afectuosas de
corazón y por su ·sensibilida d a-la derecha del medium
y se pone inmediatam ente al, !ado (le/ medium la pers.o na
más sensitiva o negativa 'del círculo. Se hace le mismo
con las ·n aturalezas positivas que se c0locan a la izquier-
da del medium y la más inteligente y positiva debe que-
dar al lado del medio. Para formar la cadena las doce
personas, colocan la ~ano derecha encima de la mesa y: la
mano izquierda sobre la derecha del de al lado.
»En cuanto al medium o a los ·mediums quedan entera-
mente aislados de las doce personas que formé)n la ·ca-
dena.
>Al cabo de varias sesiones hemos obtenido fenómenos
notables, tales como sacudidas simultánea s, sufridas- por
todos los miembros del círculo en el momento · de la evo-
cación mental de las personas más inteligentes . Lo mi's mo
ha sucedido con golpes misterioso s y sonidos extraños;
'' 1
varias personas, algunas muy -insensible s, han tenido vi-
siones simultánea s aunque estuviesen en el estado ordina-
rio de vigilia.
»Ha habido sujetos sensibles que han adquirido la. admi-
rable facultad de los mediums de escrJbir maquinalmen-
te mediante una atracción invisible, la cual se sirve de un
brazo sin inteligencia para expresar las ideas. Adamás,
lo~ individuos insensibles sentían 'esta influencia misterio-

- 451-
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E L 1 p H A L V

sa de un soplo externo, pe11o no era bastante fuerte para


poner en movimiento sus miembro s. Por otra parte, todos
estos fenómen os obtenido s, siguiend o el modo de los es-
piritistas american os, tienen el defecto de ser más o menos
indirect os, porque no se puede prescind ir en estas expe-
riencias del intermed iario de un ser humano , de un me-
dium. Sucede lo mismo con las mesas giratorias y par-
lantes que invadier on Europa al principio del año 1853.
»El autor ha realizaclo muchas experiencias con las
mesas, con su honorab le· amigo el conde de Ourches , uno
de los hombres más versado s en magia y ciencias ocul-
tas. Hemos llegado poco a poco a poner las mesas en mo-
vimiento sin que nadie las tocase. El autor ha · hec~o que
anduvies en las mesas con gran velocidad sin que nadie
las tocase y sin círculo magnético. También ha realizado
el fenómeno de las vibracio nes de las cuerdas de un pia-
no, lo que ya se había hecho el 20 de Enero de 1856 en
presenci a de los condes de Szapary y de Ourches . Todos
estos fenómen os demuest ran claramen te la realidad de
ciertas fuerzas ocultas, pero estos hechos no demuestran
suficien temente la existenc ia real y subsJancial de las
inteligencias visibles independientes de nuestra voluntad
y de nuestra imagina ción, cuyo poder, en nuestros días, se
agranda , es verdad, desmesu radamen te. De aquí el repro-
che que se hace a los espiritis tas america nos de tener sola-
mente comunic aciones insignificantes y vagas con el mun- _
do de los espíritus , que no se manifiestan más que con' gol·
pes misterio sos y con la vibración de algunos sonidos.
»En efecto, no hay más que un fenómeno, di11ecto, inte·
ligente y materia l a la vez, indepen diente de nuestra vo-
luntad y de nuestra imagina ción como la escritura de los
espíritu s, que no se les ha evocado ni invocado , que pue~
-452 -
© Biblioteca Nacional de España
HJS 10R IA DE LA M A O 1A

da servir de prueba irrefutable de la realidad del mundo


sobrenat ural.
- »El autor, ·siempre en busca de una prueba inteligente y
palpable al mismo tiempo, .de la realidad substanc ial del
mundo sobrenat ural, a fin de demostr ar con he·c hos incon-
trovertibles, la inmortal idad del alma no ha cesado de di-
rigir plegaria s fervientes al Eterno, para que tuviese a bien
indicar a los hombres un medio infalible para afirmar la fé
en la inmortalidad, como base eterna de la religión. El
Eterno, cuya miserico rdia es infinita, ha accedido amplia-
mente a la débil plegaria . Un día, era · el 1 de Agosto de
1856, tuvo el autor la ide'a de ensayar si los espíritus po-
dían escribir directamente, sin intermed iario. Conoced or
de la escritura directa y maravillosa del Decálog o de Moi-
sés y de la escritura también directa de Daniel en el festín
de Baltasar y que además había oído hablar de los miste-
rios moderno s de Strattfor d, en América, en los que se ha-
bía hallado ciertos caracter es ilegibles y extraños trazados
en pedazos de papel, el autor quiso cGmproba'r la reali\lad
de un fenómeno cuyo alcance sería inmenso , si realment e
tuviese existencia.
»Puso un papel de cartas en blanco y un lápi~ afilado en
una cajita cerrada con llave, llevando siempre esta llave
consigo y sin comunic ar a nadie este experimento. Espe-
ró durante doce días en vano, sin notar la menor traza de
lápiz en el papel, pero cuál fué su asombro , cuando el 15
de Agosto de 1856 notó ciertos caracter es misterio sos en
el papel; apenas lo hubo notado hizo repetir el fenómeno
diez veces el mismo día, para siempre memorable, ponien-
do cada media hora una hoja distinta de papel en blanco
en la misma caja. Todas las veces el experimento se vió
coronad o con el éxito más completo.
-453 -

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A 8 iL E 1

»A l día siguiente, 14 de Agosto, el autor hizo unos vein-


te experimentos, pero dejando la caja abierta y sin perderla
de vista; entonces el autor veía cómo los caracteres y las
palabras en lengua estoniana se formaron; fueron dibuja-
dos en el papel sin que el lápiz s e moviera. Desde este mo-
menlo ·el autor viendo la inutilida.Q_ del lápiz, dejó de po-
nerle sobre el papel; coloca sencillamen te un papel blanco
encima de una mesa de su casa o en el ped estal de las es-
tatuas antiguas en los sarcófagos , en las urnas etc. , en el
Louvre, en Saint-Den is, en la iglesia de San Esteban del
Monte, etc. También ha hecho los experim entos en los di-
ferentes cementerio s de P arís. Aunq ue al autor no le gus-
tan los cementerio s, porque la mayor parte de lo:;: espíri-
tus prefieren los lugares que han vivido su carrera lerres-
tre, a los s itios donde reposan sus despojos mortales.»
No tratamos de poner e.n duda los singulares· fenómenos
• observado s ,ppr el barón, peFo le haremos o)Jservar que el
descubrimi ento había s ido hecho antes que él, por Lava-
ter. Ahora, en nombre de la ciencia, diremos a mister de
Gijldenstubbé, !JO para él, que no nos creerá , sino para los
observado res serios de estos fenómenos extraordina rios:
Señor barón, las escrituras que obtiene usted no provie-
nen del otro mundo, sino que usted mismo sin saberlo las
traza. Usted, con las experiencia s multiplicadas hasla el
exceso y por la excesiva tensión de su voluntad , destruye
el equilibrio de su cuerpo flúidico y astral y usted le obli-
ga ·a realizar sus sueños y a trazar con · caracteres toma-
dos de sus. recuerdos el reflejo de sus imaginacio nes y de
su pensamient o. · ·
Si usted estuviese sumergido en un sueño magnélico ,
perfectamente l,úcido, vería usted el espejismo luminos0 de
su mano alargarse como una s0mbra producida por . el
-454-

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HIS TO RIA DE -L , A M A O 1 A

-ado por
sol cuand o se pone, y trazar .en el papel prepar
usted o sus amigo s, los carac teres que le extrañ an.
, esíá
Esta luz corpo ral que eman a de la 1ierra y de ustecl
ada elas-
contenida en una envol tura flúidica de una extrem
se forma con la quinta es encia de
ticidad, y esta envol tura
sus espíri tus vitale s y 'de su sangr e.
volun -
Esta quinta esenc ia, toma de la luz por, la secret 9
usted
tad de usted un color determiQad0, se hace lo que
los carac teres se imprim en en el
desea que sea; enton ces
de los niños que no
papel como l0s signo s en los cuerp os
nació n de
han nacid o todav ía, bajo la influencia de la imagi
el pqpel
las madre s. La sangre que ve usted apare cer en
y transf igurad a. hlsted
es su misma sangr e enneg recida
pn Y, ¡;¡i conti-
se agota a medida que las escrit uras a ument
tará gua-
núa usted las exper iencia s, .su cereb r0 se· debili
en las
dualmente, su memoria desap arece rá; sentir á usted
es lancin antes y por
articu lacion es de los miem bros dolor
agoní a lenta,
fin morir á usted súbita mente o por una
para
acom pañad a de alucin acion es y cle demencias. Esto
el señor barón de Gulde nstub bé.
arán
Ahora direm os al conde de Ourc;hes: no le enterr
ucio-
vivo, pero arries ga la muerte con las mism as preca
nes que tóma para no serlo.
tie-
Las perso nas enterr adas vivas no pueden tener bajo
ión; sin
rFa más que un despe rtar rápido y de poca durac
por
embar go, pueden vivir allí much o tiempo, conse rvada
estad o de sonam bulism o
la luz astral de un comp leto
lúcido.
cuerp o
Enton ces sus almas están en la tierra, unida s al
almas
dormido con una caden a invisible; si se trata de
r la quinta esenc ia de la
ávida s y c~iminales, pueden aspira
natura l y
sangr e de las perso nas dorm idas con sueño
- 4ó~-

© Biblioteca Nacional de España


'E L 1 p H A S L E; 1

transmitir esta Mlvi·a a su cuerpo enterrado con la espe-


¡·anza vaga de que algún día vuelva a la vida. Este espan-
toso fenómeno es lo que se llama vampirismo , fenómeno
cuya realidad ha sido demostrad a en numerosas experien-
'
cías, también garantizad as como las más solemnes de la
historia.
Si usted duda de la posibilidad de esta vida magnética
del cuerpo humano en la tierra, lee; el relato de un oficia)
inglés llamado Osborne, relato cuya fidelidad ha garanti-
zado el general Ventura al señor barón Du Pote!.
«El seis de Junio-185 8-dice Osborne, la monotonía de
nuestra vida de campo fué interrumpida agradablem enie
con la ll¡>gada de un individuo célebre en el Pendjab . Goza
entre los Sikhs de gran veneración a causa de la facultad
que tiene de permanece r enterrado todo el tiempo que
quiere .. Se cuenta en el país referente a este hombre he-
cho~ tan extraordina rios, garantizad os por tantas perso-
nas respetables que deseábamo s en extremo verle. Nos
contó él mismo que ejercía lo que el llama su oficio-el de
dejarse enterrar-d esde hace varios años; en efecto, .se le
ha visto repetir esta extraña experiencia en diversos pun -
tos de la India. Entre l0s hombres graves y dignos de fé
que atestiguan esto, debo citar al capitán Wade, agente
político en Lodhiana. Este oficial me ha asegurado muy
en serio que él mismo ha asistido a la- resurrecció n del
faquir, después de un entie ro que se había verificado
unos meses antes en presencia del general Ventura, del
Rajá y de los principales jefes. Véase los detalles que le
habían dado del entierro y los que él añadía con su pro-
pia autoridad de la exhumaéió n.•
«Después d~ los preparativo s, q~_!! habfan durado algu-
nos días, y que el faquir no explicó, declaró estar dispuei-
- 456-

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HIS10RIA DE LA M A O·f A

to a la prueba. El Rajá, los jefes y el .general Ventura se


reunieron alrededor de una tumba, ~onstruída : de fábrica
exprt'sarnente para recibirle. A la vista de todos se tapó
con cera, exceptuando la boca, todos los orificios de su
cuerpo que podían dejar entrar el aire; después se quitó los
vestidos que llevaba; se le envolvió en ur. saco de lienzo y
obedeciendo a su deseo se le volvió la lengua hacia atrás,
de manera que !e tapase la entrada del gaznate; después
de esta operación, el faquir caía en una especie de letargo.
Se cerró el saco en el que estaba metido y el Rajá le selló.
Enseguida c<:>'locaron el saco en una caja de madera cerra-
da con un candado y sellada y se bajó a la tumba: encima
se arrojó una gran cantidad de tierra que se pisó mucho y
1

des¡més se sembró de cebada; además se col<:>caron cen-


tinelas alrededor, con orden cle vigilar noche y día.»
«A pesar de todas estas precauciones, el Rajá abrigaba
la duda; dos veces fué en el espacio de diez meses, tiempo
que estuve> el faquir enterrado, y ordenó que en su p.resen-
cia abri95en la tumba; el faquir estaba en el saco corno se
le había dejado, frío e inanimado. Al cabo de los diez me-
ses se hizo la exhumación definitiva del faquir. El general
Ventura y el capitán Wade, vieron abrir el candado, rom-
per los sellos y subir la caja a la superficie.
»Se sacó al faquir: no había pulsación ni en la muñeca
ni en el corazón; nada indic;:aba la presencia de la vida.
Como primera medida para reanimarle, una persona in-
trodujo muy suavemente un dedo en la boca y colocó la
lengua en la posición natural. Solamente se sentía calor
sensible en la bóveda craneana. Se vertió lentamente agua
caliente sobre el cuerpo, con lo que se obtuvo poco a
poco algunas señales de vida. A las dos horas de prestarle
~:uidado~. el faquir se· levantó y ·anduvo sonriente.
- 467-

© Biblioteca Nacional de España


L. 1 P H A L E 1

»Este hombre v.erdaderamente extraordinario, cuenta que


dur~nte , su entierro, tiene sueños deliciosos pero que el
moil'íente de despertar le es ·muy penoso; antes de volver
1
11 •

a la· consciencia de Sl!l propia exis tencia sufre vértigos:


»Tiene treinta años a'proximadamente, su cara es qes-
agradable y tien~ cierta expresi0n falaz.
, »Hablamos largamente con él, y nos ofreció dejarse en-
terrar en p~esencia nuestra. Le cogimos la palabra y nes
quedamos citados en Lahere, prometiéndole dejarle ente-
rrado mientras penmane~iésemos· en la ciudad».
Este es el reJato de Osborne. ¿Se dejó el faquir enterrar
también esta vez? La experiencia, podía ser dedsiva . He
aquí lo que pasó:
«Quince días después de la visifa del faquir al campa-
mento, los oficiales ing:Ieses llegaron a Lahore; allí es cor
· gieron el sitio que les. pareció más favorable, hicieron
construir una tuniba de fáDrica y una caja de madera bien
,sólida, y llamaron al faquir. Bste llegó al día siguiente
· asegqrándoles el «ieseo ardiente que sentía de P[ Obarles
que no era un i'nipostor. Hat>ía hecho ya, decía, los prepa-
rativ:os necesarios para la experiencia; su aspecto acusa-
ba, sin embargo, inquietud y abatimiento. Quiso saber an-
tes cuál' sería la recompens.a: le prometieron la suma de
rríil quinie~tas rupias y una renta de dos mil rupias anua-
,Ies ,que obtendrían del !'ey. Satisfecho en este punfo qui~o
, saber qué precaucio~es iban a tomar; los oficiales le en-
señaron . el candado y las llaves y le advirtieron ·que sol-
, cl~dos ingleses escogidos harían la centinela durante una
semana. El faquir .protesto y lanz.ó muchas injurias conh·a
'Jos Frenghis, contra los incrédHios que queríaiJ quitarle
la reputació'n, sospeehaba 'que se quisiese atentar con(r,a
su vida; se.negó a ' entregarse, así completamente a la vi-
l 458

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h/STOn/A DE L A M A (} 1 A

gilanda de los europeos, pidió · que se le diese una llave


de cada candado a uno de sus correligion arios, y sobre
tod0, insisti0 en G¡.ue los eentinelas no fueseFJ enemigos de
su religión. Los oficiales no se avinieron a estas concÜ-
ciones. Tuvieron diferen tes entrevistas sin resultado; ·al
cabo. el faquir hizo saber por medio de uno de lo~ jefes.
Sikhs que el Rajá le ha bía amenazado con su cólera, si no
cumplfa su compromis o con los il)gleses por lo que esta-
ba dispuesto a someterse a la p.r.ueba, aunq ue comP,leta~
mente convencido que el único fin (de los !oficiales era qui-
tarle la vida y que n<l> volv.ería a salir de su tumba. L0s
oficiales declararon que compartían, su opinión en este úl-
timo punto· y que como no querían arrepentirs e de .su
muerte, le relevaban de su pr0mesa.
>¿Las dudas y temores del faquir son pruebas contra él?
¿Se deduce que todas las personas que ~on anteriorida d
han afirmado que li!abían visto los hechos en qOIJ! se funda
su celebridad habrán querido asombrar a su auditorio o
habrán sido víctimas de una simulación habilísima? Nos-
otros tenemos que confesar que no podemos dudar, por
el número y carácter de los testigos, que el faquir se ha de-
jado enterrar ,con frecuencia y de una manera completa;
pero aun admitiendo que después del enterramien to haya
conseguido tener ·comunicación con el exterior quedaría
todavía sin explicación cómo ha podido quedar sin .respi-
ración durante el tiempo que transcur,ría entre el enterra-
miento y el momento en que sus cómplices acudí·a n en su
ayuda.
»Mr. Osbornes cita en una nota, un exft.acto de laTo-
pographie Medica/e, del doctor Mac Gregor, célebre
médico inglés que ha asist(do a un'a .de las exhu'macio nes,
Y que testigo presencial del estado letárgico del faquir y
- ,459

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L 1 p H A S L V 1

de su vuelta gradual a la vida, trata de explicarla seria-


mente. Otro oficial inglés, M. Boileau, en una obra publi-.
cada hace algunos anos, cuenta que ha sido testigo de
otra experiencia en la que todos los hechos pasan de la
misma manera.
:.Las personas que quieran satisfacer más ampliamente
su curiosidad, las que vieran en este relato los indicios de
un curioso fenómeno psicológico, pueden dirigirse con
confianza a las fuentes que acabamós de indicar.>>
Existen todavía namerosas comprobaciones sobre las
exhumaciones de vampiros. Las carnes estaban en un es-
tado asombroso de conservación, pero trasudaban san-
gre, los cabellos habían crecido de manera extraordinaria
y salían los mechones por entre las rendijas del ataüd. La
vida no existía en el aparato respiratorio, sino en el cora-
zón, que parecía que de animal se había convertido en ve-
getal. Para matar al vampiro había que atravesarle el pe-
cho con una estaca; entonces un grito terrible anunciaba
que el sonámbulo de la tumba se despertaba para caer en
verdadera muerte.
Para hacer que la muerte fuese definitiva, se rodeaba la
tumba del vampiro con espadas clavadas en tierra por el
puño y la punta en el aire, porque los fantasmas de la luz
astral se descomponen con la acción de las puntas metáli-
cas que, atrayendo la luz hacia el acumulador común, des-
truyen las concentraciones coaguladas.
Añadiremos, para tranquilidad de las personas tímidas,
que los casos de vampirismos, son por fortuna muy raros
y que una persona sana de espíritu y de cuerpo no puede
ser víctima de vampiro si 110 le ha entregado, cuando vivía 1
el cuerpo y el alma ppr complicidad en algún crimen o una
pasión irregular.-
- 460-

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h/ST 0/1/A DI! LA M A O /A

Tournefort, en su Voyage au Levan!, nos cuenta esta


historia de vampiros:« Fuimos testigos-d ice el autor- en
la isla de Mycone, de una historia singular con motivo de
uno de esos muertos que se cr.ee que se aparecen después
del entiérro. Los pueblos del Norte los llaman Vampiros;
los griegos los designan con el nombre de Broucolaques.
La persona cuya historia se va a contar, era un aldeano de
Mycone, por naturaleza apenad(]) y querellante; esta es una
circunstancia que debe tenerse en cuenta por ser inherente
a tales sujetos; se le encontró muerto en el campo, no se
sabe cómo fué ni cuándo.
Dos días después de la inhumación :en una capilla del
pueblo, corrió el rumor que se le veía-por la noche pasear-
se a zancadas; iba a las casas donde derribaba los mue-
bles, apagaba las lámparas, abrazaba a las gentes por
detrás y hacía mil diabluras. ·
Al principio causó risa; pero la cosa se puso seria
cuando las personas más decentes comenzaro n a quejarse.
Los papas (sacerdote s griegos) convenían en el hecho y
sin duda tenían sus razones. Empezamn a decir misas; sin
embargo, el aparecidofc ontinuaba haciendo lá misma vida,
sin corregirse. En varias· asambleas de los principales del
pueblo, sacerdotes y religiosos, se acordó que era preciso,
no sé c~>n qué ceremonial antiguo, esperar que transcurrie -
sen los nueve días del entierro.
El décim0 día, se dijo una misa en la capilla donde esta-
ba el cuerpo , a fin de echar al demonio que se creía ence-
rrado allf. Después de la misa !'le desenterró el cuerpo y
se le arrancó el corazón; el cadáver hedía tanto que hubo
que quemar incienso, pero el humo, confundido con el mal
olor aumentó éste y comenzó a caldear al público que lo
presenciab a. ·
- 461-

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E L 1 p H A L E V 1

Se dijo que del cuerpo salía un humo espeso. Nosotr'os


¡¡¡ue lo presenciábamos no nos atreveremos a decir que era
el del incienso.
Varios asistentes aseguraban que la sangre del desgra-
ciado era muy bermeja; otros juraban qu·e el cuerpo esta-
'ba c"aliente todaVía; de lo cfue se deducía .que el muerto
había cometido la gran equivocación de no estar bien
muer1o, o para decirlo mejor, de haberse dejado reanimar
por el diablo; esta es precisamente la idea que tienen de
rin broucolaque; este nombve hizo por entonces un ruido
asombroso . Multitud de ' gente ·que acudía, protestaron en
alta voz porque se habían dado cuenta de que el cuerpo no
estaba rígido, cuando se le llevó del campo a la iglesia para
enterrarlo y que en consecuencia era un verdadero brou-
colaque; esto había c0nstituído ya un estribillo.
Cuando se nos preguntó lo que creíamos de este muer-
to, respondimos que creíamos que estaba completamente
muerto y que en esa supuesta sangre se debía ver el cieno
hediente; ademáR, hicimos lo que pudimos para borrar o
por lo. menos para no excitar es fas imágenes de s u fanta -
sí.a e~aÚada, explicándole los supuestos vapores y el ca-
lor de un cadáver.
A pesar de los razonamientos, acordaron quemar el co-
razón del muerto, el que des pués de la ejecución no fué
más dócil que antes y que hizo más ruido toda.vía. Se le
acusó de que pegaba a las gentes por la/ noche, de derri-
bar las puertas, romper las ventanas, desgarrar los vesti-
dos y vaciar los cántaros y las botellas. Era un muerto
que tenía mucha seu. Si no recuerdo mal, la única casa
que respetó fué la del cónsul, donde estábamos alojados.
Todo el mundo tenía la imaginación trastornada. Las peR•
sonas inteligentes parecían tan emocionadas como Ias
- 462
© Biblioteca Nacional de España
HIS10RIA DE LA MA OlA'

otras. Era una verdadera enfermedad del cerebro, tan pe!i,..


grosa como la manía y como la 'rabia. Se veía a famiHas
enteras abandonar 'SUS casas para ir 8esde las extremida-
des ·del pueblo con sus yacijas a pasar la noche en léO! Pla-
za . Todos se quejaban de algún nuevo insulto y los más
sensatos se retirabqn al campo.
Los ciudadanos más celosos del buen público, creían que
se había faltado al punto más esencial de !'a ceremonia;
había, según ellos,. que celebrar la misa después de"haber
arrancado el corazón al muerto. Sostenían que con esta
precaución se hubiera podido sorpr.ender al diablo, y sin
duda hubiera tenido cuidado de no volver; en vez de que,
como se había comenzado con la mtsa, le había quedado
tiempo de huir pa ra volver cuando quis iese.
Después de todos estos:razon amientos, se encontraro n
en el mismo apuro que el primer día; celebraron sesiones
tarde y noche, s acaron procesione s durante tres días con
sus noches; obligaron a los papas a ayunar; se los veía
correr por las casas con el hisopo en la mano, arrojar
agua bendita hasta lavar las puertas; llenaron la boca del
pobre broucolaq ue de agua bendita.
Como la prevención era tan general, •t omamos el partida
de no decir nada. No solam·ente se nos hubiera tratado de
ridículos, sino hasta de infieles. ¿Qué podíamos hacer para
cambia-r de opinión a todo un pueblo? Todas las mañanas
nos contaban las nuevas locuras de este pájaro nocturno;
se le acusaba de haber cometido los pecados más abomi-
nables.
Sin embargo, repetimos con tanta frecuencia a los admi-
nistrado res del pueblo, que en caso:parec ido no se hubiera
dejado en nuestro país de vigilar por la noche para obser-
var lo que pasara, que por fin se detuvo a algunos vaga-
463 -

© Biblioteca Nacional de España


L 1 p H A L 1

bundos que seguramente eran Jos que causaban los des-


órdenes: pero se los soltó muy pronto: pues dos días des-
pués, para indemnizarse del ayuno que habían hecho en
prisión, volvieron a vac:,:iar las cántaras de vino en las ca-
sas de los que eran suficien tement¿ necios, para abando-
narlas durante la nmche . Se vieron, pues, obligados a vol-
ver a Jos rezos.
Un día, cuando se recitaban ciertas oraciones, después
de haber clavado no se cuantas espadas desnudas en la
fosa del cádaver, y que se le desenterraba tres o cuatro
veces al día a 'Capricho del primero que llegaba, un alba·
nés que allí se encontraba, dijo, con un tono doctoral, que
era muy ridículo en tal caso usar las es¡:,adas de los cris-
tianos. c¿No véis, pobre gente, decía, que la guarda de las
espadas forma una eru;¡; con el puño e impide al diablo
salir de este cuerpo? ¿Por qué no empleáis sables de tur-
cos?»
El parecer de este hombre hábil no sirvió para nada: el
broucolaque siguió tan intratable y ya no se sabía a qué
santo apelar, cuando unánimemente, como si se hubiesen
dádo una orden, se pusieron a gritar por todo el pueblo que
había que quemar al broucolaque entero; que después de
esto desafiab¡:,n al diablo a q,ue viniera a refugiarse en él;
que más valía recurrir a este extremo que dejar desierta la
isla. En efecto, había ya familias que hacían los equipajes
para irse a habitar otros lugares.
Se cogi0 al broucolaque por orden de la autoridad y se
le llevó a la punta de la isla de San Jorge, donde había una
hoguera preparada con alquitrán temiendo que la madera,
por muy seca que estuviese, no ardiera bastante deprisa.
Los restos del desgraciado broucolaque fueron consumi-
dos en poco ,tiempo. Era el primer día de Enero de 1701.
-464-

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HISTORIA DE L A M A O / ·A

Desde entonces no se qyeron más quejas contra el brou-


colaque; se contentaron con decir. que al diablo se h~ ha-
bía castigado bien esta vez y se hicieron unas canciones
para ridiculizarles>.
Hemos de notar que Tournefort, en su relato, admite la
realidad de las· visiones que espantaban al pueblo.
. Que no discute la flexibilidad ni el calor del cadáver, pero
·que trata de explicarla, y esto solamente con el fin muy
loable, sin duda, de tranquilizar a las gentes .
.Que no habla de la descompGsición del cadáver, sino
de su hedor; hedor natural·en los cadáveres vampirescos,
como en las setas venenosas.
Que finalmente asegura que una vez que fué quemado
el cadáver cesaron los prodigios y 'las visiones.
Pero hénos ya muy lejos de lo fantástico de la magia;
volvamos a ellos para olvida~: 1os vampiros y digamos al-
gunas palabras del echador de cartas Edm ón .
Edmón es el brujo favorito de las damas del barrio de
nuestra Señora de Loreto; ocupa en el número 30 de la
call~ Fontaine un piso muy coqueto; la antecámara está

siempre llena de parroquianas y algunas veces de parro-


quianos. Edmón es un hombre alfo, un poco obeso, pálido,
de fisonomía franca, de palabra bastante atrayente . .Parece
que cree en su arte y continúa concienzudamente los ejer-
cicios y la fortuna de los Eteilla y de las señ oritas de Le-
normand. No ~ot ros le hemos interrogado sobre los pro-
cedimientos y nos ha respondido {;On acento franco y mu-
cha cortesía que desde su infancia ha sido un apasionado
por las ciencias ocultas y que ha ejercido desde su juven-
tud la adivinación; qu'e ignora los seeretos filosóficos de
las ciencias supremas y no posee las claves de la cábala
de Salo món; pero que es sensitivo en el más alto grado y
-465-

© Biblioteca Nacional de España


E L 1 p H A S L E V 1

que la sola presencia de sus clientes le impresiona tan


vivamente que ve en cierto modo su destino.
eMe parece, decía, que oigo ruidos singulares, ruido de
ca denas alrededor de los predes1inados al presidio; grito~

y gemidos ante los que morirán de muerte violenta; olores


sobrenaturales me asaltan y me sofocan. Un día, que te-
nía ante mí una mujer que estaba cubierta con un velo y
vestida de negro, me puse a temblar al mismo .tiempo que
jlspiraba un olor de paja y de sangre: «Señora, le dije,
salga de aquí, está usted rodeada de una atmósfera de ho-
micidio. y de prisión. - ·.Pues bien, sí, dijo entonces la mu-
jer levantando el velo que cubría su pálido rostro, he es-
tado acusada de infanticid io y salgo de la prisión. Puesto
que ha visto usted el pasado, dígame también el por-
venir.»
Un amigo nuestro y discípulo en cábala, completamente
desconocido para Edmón, fué un día a consultarle; le ha-
bía pagado adelantado y esperaba las adivinaciones ,
cuando Edmón se levantó y le rogó respetuosamente que
cogiese su dinero. «No tengo nada que decirle a usted,
dijo, su destino está cerrado para mí con Id clave del .ocul-
tismo; todo lo que yo pudiera decirle lo sabe usted lo mis ~
moque yo». Y al despedirle le acompañó haciéndole mu-
chos saludos.
Edmó11 se ocupó también de astrología judicial, hace
a justo precio horóscopos y temas de natividad; tien e, en
una palabra , todo lo que se refiere a su profesión. Además
su oficio es triste y fatigoso: con cuántas cabezas enfer-
m.as y corazones malsanos tiene que estar contin uamente
en relaci ón, y luego, las necias exigencias de los unos, los
reproches de los otros, las confidencias embarazosas~ las
peticiones de filtros y embrujamientos, las obsesiones .de
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hiSTORIA DE LA M A O I A

los locos, todo esto verdaderamente le hace que el dinero


sea bien ganado.
Edmón, todo lo más, es un sonámbulo como Alexis. Se
magnetiza él mismo, con sus cuadros pintados con figu-
ras diabólicas, se viste de negro y hace la consulta en un
gabinete negro: es el profeta del misterio.

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CAPÍTULO V
RECUERDOS fNTIMOS DEL AUTOR

En 1859, el autor de este libro recibió una mañana la no-


ticia~vis-ita de Alfonso Esquirós.

-Venga usted a ver el mapah, me dijo este último.


-¿Qué es el mapah?
-Es un dios.
-Gracias, entonces; yo no adoro más que a los dioses
invisibles.
-Venga: es el loco más elocuente, más radiante y más
orgulloso que yo he visto jamás.
-Amigo mío, tengo miedo de los locos; la locura es
contagiosa.
-¡Ah, querido; pues yo bien vengo a veros!
-Es verdad; y porque usted viene a eso, ·vamos, pues,
a ver el mapah.
En un repugnante desván estaba un hombre barbudo,
de una figura magestuosa y profética, que llevaba habi·
t~almente sobre sus vestidos un abrigo de pieles, muy usa-

do, lo que ie daba un aire de pobre derviche y estaba ro-


deado ae muchos hombres barbudos y extáticos como él
y de una mujer de rasgos inmóviles y que parecía una so-
námbula dormida.
Sus maneras eran bruscas, pero simpáHcas, su elocuen·
cía sug~stiva, sus ojos alucinados; hablaba con énfasis,
-468-

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H J S 1. O R 1 A DE 'L A MA 0/'A
'
se animaba, se exaltaba hasta el punto cle que una espuma
blanquecina le bordeaba los labios. Alguien ha definido al
abate Lamemnais; c:el noventa y tres haciendo sus pas-
cuas»; .esta definición convendría mejor al misticismo del
mapah, y de ello se puede juzgar por este fragmento esca-
pado a su entusiasmo lírico: e La hw;nanidad debe flaquear:
así lo quiere su destino, a fin de que ella misma sea el ins-
trumento de su:reconstitución y que en la grandeza y lama-
jestad del laborar humano, pasando por todas sus fases de
luces y de tinieblas, aparecen mani~estamente la grandeza
y la majestad de Dios.
>Y la unidad primitiva se rompe por la caída; el dolor se
introduce en el mundo bajo la forma de serpiente; el árbol
de la vida se convierte en árbol de la muerte.
,y siendo así las cosas, Dio~ dijo a la mujer: Tú parirás t
con dolor; y deduce: !Es por ·ti pclr io que la cabeza de· la
serpiente será aplastada.
,y la mujer es la primera esclava; ha comprendído su
misión divina y el penoso alumBramiento ha comenzado.
>Es porque, desde la hora de la caída, la tarea de la hu-
manidad no ha sido más que una labor de iniciación, ta-
rea grande y terrible; y porque todos los términos de esta
iniciación, en la que nuestra madre común Eva es el alpha
y nuestra madre común Libertad el omega, son igualmente
santos. y sagrados a los ojos d'e Dios.
•He visto una inmensa nave provista de un mástil gigan-
tesco reri:Jatado en una colmena, y uno de cuyos lados mi-
raba a Occidente y el otro a Oriente.
>Y del lado de Occidente, este barco: se apoyaba en las
cimas nub0sas de tres montañas, cuya base se perdía t;n
un mar furi0so.
>Y cada una de ,estas montañas ostentaba su nombre
- 469-r-

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E L 1 p H L E 1

sangriento en el flaco. La primera :se llamaba Gólgota; la


segunda Monte San Juan; la tercera Santa Elena.
»Y en el centro del mástil gigantesco, estaba fijada una
cruz de cinco brazos sobre la cual una mujer expiraba.
»Sobre la cabeza de esta mujer se leía:

Francia:
18 junio 1815;
Viernes Santo.
· »Y cada uno de los cinco bFazos de la cruz, sobre la q4e
aquélla 'estaba extendida, representaba una de las cinco
partes del mundo; su cabeza reposaba sobre Europa y una
nube la envolvía.
»Y del lado del navío que miraba a Oriente, las tinieblas
no existían; y la quilla era detenida a la entrada de la ciu-
daq de Dios, sobre un arco triunfal que el sol ;iluminaba
con sus rayos.
»Y la misma mujer aparecía de nuevo, pero transfigura-
da y radiante. Y levantaba la puel\ta de un sepulcro; sobre
esta piedra estaba escrito:

Restauración, días de lé! tumba.


29 julio 1830
Pascuas.»
El mapah era, como se ve, un continuador de Catalina
Theot y de Dori Gerle, y ·esto no obstante, ¡extraña simpa-

-
tía de las locuras en contacto! nos declaró un día confiden-
cialmente que él era Luis XVII, vue!to a la tierra para una
obra de regeneración y que la mujer que vivía con él era
María Antonieta de Francia. Explicaba entonces sus teo-
rías revolucionarias hasta la extravagancia, como la últi-
ma palabra de las pl'etensiones violentas de Caín, destina-
-"- 470 -

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H/:510 RIA DE L A M A (} 1 A

das a atraer por una reacción fatal el triunfo del justo


Abe!.
Esquir,ós y yo fuimos a ver al mapah para divertirnos
con su demencia y nuestra imaginación quedó · maravi-
llada de sus discursos. Eramo5 dos amigos de colegio a
\'a manera de Lurs Lambert y de Balzac y con frecuencia
habíamos soñado juntos en heroísmos imposibles. Depués
de haber oíd0 a Gannieau, que así .se llamaba el que se
hacía denominar el mapah, nos pusimos a pensar que se-
ría bello decirle al..mundo la última palabra de la revolu-
ción y cerrar el abismo de la anarquía arrojándonos a él
como Curtius. Este orgullo de escolares dió nacimiento
al Evangelio del pueblo y a la Biblia de la Libertad, lo-
curas que Esquirós y su amigo han pagado caras .
Tal es el _peligro de las manías entusiastas; son conta-
. giosas y no podemos inclinarnos impunemente al borde
de los abismos de la demencia. Pero véase ahora algo más
terrible .
Entre los discípulos del mapah se encontraba un joven
nervioso y débil llamado :sobrier. Este perdió completa-
mente la cabeza y se creyó predestinado a salvar el mun- '
do provocando la crisis suprema de una revolución uni-
versal. (1)
Llegan los días de Febrero de 1848. Un motín había pro-
vocado un cambio de ministerio; acabó todo. Los parisien-
ses quedaron contentos y los bulevares se iluminaron.
' Un joven aparece de repente en las calles populosas del ¡
barrio de San Martín. Se hace preceder de dos chiquillos.
el uno con una antorcha y el otro toca llamada: se forma

(1) Lo curioso de todo esto es que el mismo Elipha Levi fué tam-
bién disclpulo de Ganneau. (N. del T.).

-471..,....

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E L 1 p H A S L V 1

una ;reunión numerosa, el joven se sube sobre un hito y


arenga a la multitud de cosas 'incoherent es, incendiaria s.•
cuya conclusión era que había que marchar al bulevard de
los capuchi.tos llevando al mi'nisterio la voluntad del pue-
blo·.
En todas las esquinas , el energúmen o repite la misma
arenga y camina delante de la muchedum bre, con una pis-
tola en cada mano y siempre precedido de la antorcha y el
tambor.
La muchedum bre de curiosos que ocupaba los bouleva-
res, se unió por curio¡¡idad al cortejo del orador. Bien
pronto esto no era una reunió n, era una masa impetuosa
de pueblo que rodaba sobre el boulevard de los l!alianos.
E n medio de esta tromba desaparecí an el joven y los dos
muchachos , pero delante del Hotel de los Capuchino s se
tiró un pistoletazo sobre la tropa . Este disparo .. de pistola
era la revolución y fué hecho por un loco .
Durante toda la noche dos volquetes carg ados de cadá-
veres se paseaban por las calles a la luz de las· antorchas;
al día s iguiente todo París estaba en las barricadas, y So-
brier, sin conocimien to, era transportad o a su casa. So-
brier sin saber lo que hacía, acababa de darle un empujón
al mundo.
Ganneau y Sobrier fueron muertos, y se puede por tan-
to, sin peiigros pat·a ellos, revelar el la historia este terri-
ble ej emplo del magnetism o de los entusiastas y de las.
fata lidades que pueden acarrear tras ellos las enfermeda-
des nerviosas de ciertos hombres. Nosotros tenemos por
seguro las cosas que contamos y pensamos que esta
revelación puede llevár un alivio a la conciem;ia del Beli·
sario de la. poesía, el autor. de la Historia de los Oiron-
dinos .
- ·472-

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t11S 100 /A DE LA M'A OlA

Los fenóme nos. magnét icos produci dos por Gannellu


duraron hasta
1
después de sq muerte. Su viuda, mujer •sin
instrucción y de una inteligencia muy obtusa, hija de un
honrado ciudada no, COntinuó en el S0nambuJismo estático
donde su marido la había sumido . Parecía como esos ni-
ños que conserv an las imagina ciones de sus madres ; y se
convirtió en una imagen viviente de María Antonieta , pri-
sionera en la conserjería. Sus manera s eran las de una
reina para siempre viuda y desolad a y sólo algunas veces
dejaba escapar llantos y gritos, manifestando que su sue-
ño la fatigaba , pero se indig naba soberan amente contra
aquellos que buscab an u la revelad ora; no tenía ningún
signo de enajenación mental, s u conduc ta exterior era muy
resonab le y su vida perfectamente honrada y regular . Nada
más chocan te, según nosotro s, que esta obsesió n perse-
verante de un ser locame nte ~ ma d o que se sobFevive en
una alucinación conyugal. Si Artemisa ha existido, es
preciso creer que Mausol eo era también un podero so
magnetizador y que había fijado para siempre las afeccio-
nes de una mujer, toda s ensibilidad, fuera de los límites
del libre arbitrio y de la razón .

. -475 -

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CAPÍTULO VI
DE LA.S CIENCIAS OCULTAS

El secreto de las ciencias ocultas es el de la naturaleza


misma, es el secreto de las generacion es de los ángeles
y de los mundos, jes aquél cle la omnipotencia de Dios!
¡Seréis como los Elohims, conociendo el bien y el ·mal, ha .
dicho la serpiente del Génesis, 1f el árbol de la ciencia se
convierte en el árbol de la mueJ>te! Desde hace seis mil
años, los mártires de la ciencia trabajan y mueren al pie
de este árbol para que se conviert'a en el árbol de la vida.
Lo absoluto buscado por los insensatos y enc<?ntrado por
los sabios, es, ¡la verdad, la realidad y la razón del equi-
librio universal! El equi!,ibrio, es la armonía que · resulta
de la analogía de los conirarios. Hasta el presente la hu-
manidad ha ensayado el tenerse sobre un solo pie, bien
sobre· uno, bien sobre el otro. Las civilizaciones se han
elevado y se han perdido, sea por la clemencia anárquica
del despotismo , sea por la anarquía despótica de la re-
vuelta. Unas veces los entusiasmo s supersticio sos, otras
Jos miserables cálculos del instinto materialist a han ex-
traviado a las naciones y Dios empuja el mundo hacia la
razón creyente y las creencias razonables . Habiendo teni-
do bastante de profetas sin filosofía y de filósofos sin re-
ligión, los creyentes ciegos y los excépticos coincidían y
venían a estar tan lejos, los unos como los otros, de la
salud eterna. En el caos de la duda universal y de los con-
- 474-

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ttiS70RIA DE LA M A fJ 1 A

flictos ce la ciencia y cle la fé , los grandes hombres y los


videntes no han sido más que artistas enfermos que bus-
caban la belleza ideal con riesgo y peligro de su razón y
de su vida. ¡Ved todavía, a esos sublimes much_achos,
fantásticos y nerviosos como mujeres, que por nada se
molestan, a quienes ofende la razón, que son injustos los
unos ~con los otros, y que no viven más que para ser co-
ronados; son 1os primeros a hacer ·en sus fantástieos hu-
mores, 'lo que Pitágoras prohibe de una manera emocio-
nante en sus símbolos admivabl~s: destrozar y pulverizar
con sus pies las coronas! Son los alineados de la gloria,
~ero Dios, para evitar que se ·conviertan eri peligrosos,
los contiene con las cadenas de la opinión.
El tribunal de J.á mediocridad juzga al genio sin apela-
ción, porque el genio siendo la luz del mundo, es mirado
c0mo nulo y como muerto cuando no alumbra. El entu-
siasmo del poeta es contrastado por la sangre fría de la
mul·titud . El entusiasta que el Quen sentido público no
acepta, no es un genio, es un loco. No diremos que los
grandes artistas son esclavos de la muchedumbre igno-
rante, sino que es de ella de la que su talento recibe el
equilibrio de la razón . La luz es el equilibrio 'de la sombra
y de la claridad. El movimiento es el equilibrio de la iner-
cia y de la actividad. La autoridacl es el equilibrio de la li-
bertad y del pod~r. La sabiduría es el equilibrio en los pen-
samientos. La virtud es el equilibrio en las afecciones; la
belleza es el equilibrio en las formas. Las líneas bellas son
las líneas justas y las manificencias de la naturaleza son
un álgebra de gracias y de esplendores. Todo lo que es
justo es bello; todo lo que es bello debe ser justo. El cielo
y el infierno sÓn el equilibrio de la vida moral; el bien y el
mal son él equilibrio de la libertad .
...,... 475

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L 1 p H A L V - J

La gran obra es la conquista del punto central donde


reside la fuerza equilibradora. En los demás puntos, las
reacciones de la fuerza equilibrada conservan la vida uni- ·
versal por el movimiento perpetuo del nacimiento y de la
muerte.
Por esto los filósofos herméticos comparan el oro con
el sol.
Por esto es por .lo que este oro cura todas las enferme-
dades del alma y dá la inmortalidad. Los hombres que
llegan a ese punto central son los verdaderos adeptos, son
los taumaturgos de la ciencia y de la razón.
Son maestros de todas las riquezas del mundo y de los
mundos, son los confidentes y los amigos de los príncipes
del cielo; la naturaleza les obedece porque quieren lo que
quier.e la ley que hace marchar a la naturaleza.
¡He ahí que lo que el salvador del mundo llama el reino
de Dios, es el sanctum regnum de la santa ·c~bala! Es la
corona y el anillo de Salomón , es el cetro de José ante el
cual se inclinan las estrellas del cielo y las mieses de la
tierra.
¡Esta omnipotencia que hemos encontrado, no la vende-
mos; y si Dios mismo nos hubiera mandado venderla no
encontraríamos compradores, aunque nos diesen toda su
fortuna; además les pediríamos, no para nosotros , sino
para ella, toda su alma y toda su vida!

-476-

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CONCLUS IÓN
. "'
Creer ,que no existe. en los seres un principio inteligente,
universal y absoluto, es la más temeraria y absurda de
todas las creencias.
Creencia, porqu~ es la negación de lo indefinido y ·de lo
indefinible. Creencia temeraria, porque es aisladora y de-
soladora; creencia absurda, porque supone la inás c0m-
pleta nada, en lugar de la más pedecta perfección.
En la naturaleza, todo se conserva por el equilibrio y se
renueva por el movimiento. El equilibrio, es el orden; el
movimiento, es el progreso . La ciencia del equilibrio y del
movimiento, es la ciencia absoluta de la naturaleza. El
hombre, por medio de esta ciencia, puede producir y diri-
gir fenómenos naturales, elevándose siempre hac;ia una
inteligencia más alta y más perfect.:; que la suya. El equili-
brio moral, es el concurso de la ciencia y la fe, distintas
en sus fuerzas y confundidas en su acción para dotar al
espíri¡u y al corazón del hombre una regla que es la razón .
Po·r que la ciencia que niega la fe es tan irrracional como
la fe que niega la ciencia.
El objeto de la fe no podía ser definido ni sobre todo
negado por la Ciencia , pero la ciencia es la llamada a com-
probar la base racional de las hipótesis de la fe. Una creen-
cia aislada no constituye la fe, porque 1é falta autoridad y, ·
por consiguiente, gar.antía moral; solo puede conducir al
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E L 1 p H A S L E 1

fanatismo o a la superstición. La fe es la confianza que


infunde una religión, es decir, una comunión de creencia.
'La verdadera religión se constituye por el sufragio univer~
sal. Es, pues, esencialment e y s iempre católica, esto es,
universal. Es una dictadura ideal, aclamada unánimemen-
te en el dominio revolucionar io de lo desconocido. La ley
de equilibrio, cuando sea comprendida mejor, acabará con
todas las guerras y todas las revoluciones del viejo m un·
do. Se censura actualmente a los Papas por su aferramien-
t·o al p0der temporal, sin tener en cuenta \'a tendencia pro-
testante de los príncipes a usurpar el pod.er espiritual.
Mientras los pr:íncipes tengan la pretensión de ser pa-
pas, el papa se verá obligado, por la ley del equilibrio, a
pretender ser rey . El mundo éntero ~ueña todavía con la
unidad de poder, y no comprende la .fuerza del dualismo
~quilibrado. Frente a los reyes lllsurpadores del poder es~

piritual, si el papa no fuese también rey, no sería nada. En


el orden temporal, el papa padece, como los demás, los
prejuicios de su siglo. No podría, pues, abdicar su poder
temporal, sabiendo que esta abdicación sería un escándalo
para m.edio mundo. Cuando la opinión soberana del uni-
verso haya proclamado muy alto que un príncipe temporal
no puede ser papa, cuando el Zar de todas las Rusias y el
soberano de la Gran Bretaña hayan renunciado a su sa-
cerdocio irrisorio, el Papa ya sabrá lo que tiene que hacer . .
Hasta
. entonces, debe luch ar y morir, si es preciso, por de~
.
fender la integridad del patrimonio de San Pedro.
La ciencia del equilibrio mor.al terminará con las quere-
llas religiosas y con las blasfemias filosófi cas. Todos los
hombres inteligentes serán religiosoa, cuando se haya re-
conocido bien que la religión no ataca . al libre examen, y
todos los hombres verdaderame nte religiosos respetarán
-47.8-

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HIS10RIA DE LA M A O 1 A

una ciencia que .reconozca la existencia y la necesidad de


una religión universal. Esta ciencia arrojará nueva luz so-
bre la filosofía de la historia y proporcionará un plano
sintético de todas las ciencias naturales . La ley de las fuer-
zas equilibradas y de la s compensaciones orgánicas, Feve-
lará una física y una química :nuevas; entonces, cle. des-
cubrimiento en descubrimiento, se llegará lile nuevo a la
filosofía hermética , y s e admirarán esos prodigios de sim-
plicidad y de claridad olvidados desde llace tanto tiempo.
Entonces la filosofía será exacta, como las matemáticas,
pues las ideas verda deras, es decir, idénticas al ser, que
constituyen la ciencia de la realidad, unidas a la razón. y a
la justicia, forman proporciones exactas y ecuaciones rigu-
rosas com-o los números. Por consiguiente, el error sólo
será posible a la ignoranda; el verdader0 saber no se equi-
vocar¡t' nunca.
La estética dejará lile estar subordinada a los caprichos'
del gusto que cambia como la moda . Si la belleza es el
resplandor de la verd·ad, hab~á que someter a cálculos in~
falibles el brillo de un a luz cuyo foco será incontestable-
mente conocido y .determinado con una rigurosa preci-
sión. La poesía no tendrá ya tendencias locas ni subver-
~ivas. Los poetas ya no serán esos encantadores peligro-
sos que Platón desterraba de su república después de
coronarles de flores; serán los músicos de la razón y los
graciosos matemáticos de la armonía.
¿Es esto decir que la tierra se convertirá en un Eldora~
do? No; porque mientras exista una humanidad, habrá
niños, es decir, s eres débiles, pequeños, igl}orantes y po-
bl'es. Pero la sociedad estará gobernada por sus verdade-
ros dueños, y ya no habrá males sin remedio en la ·vida hu-
mana. Se reconocerá que los milagros divinos son los del
- 479-

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E 1 P ' H S L E V 1

t orden eterno, y ya.· n0 se adorarán los fantasmas de la


imaginació,n creados por la fe en los prodigios inexplica-
,. bies. La rareza, de i<'ls fenómenos no prueba, sino muestra
ignoraneia frente a las leyes de la naturaleza. Cuando
Dios quiere darse a conocer a nosotros, · ilumina nuestra
.razón y no trata de confundirla ni admirarla. Se sabrá has-
ta dónde alcan~a .el poder del hQmbre creado a imagen y
semejanza de Dios. Se comprenderá que también ·él, dentro
de su esfera, es creador, y, que su bondad, dirigida· por la
eterna razón, es la providencia subalterna de los seres t¡Ue
la naturaleza ha puesto bajo su influencia y dominio. La re-
ligión entonces nada tendrá que temer del progreso, 'y asu-
mirá su dir.ección.
. l:ln doctor justamente venerad0 en la enseñanza del cato-
licismo, el l)iEin aventurado Vicente de Lerins, expresa ad-
mirablemente estf! acuerdo entre el progreso y la autori-
dad conservadora . Según ~1, la verdadera fe np es digna de
m¡estra confianza sinro por la autoridad invariale que hace
sus dogmas inaccesili>I es a I0s caprichos de la ignorancia
humana , cY sin embargo-añ<~d~ Vicente de Lerins-esa
es.la muerte; al contra rio, conservamos para el futuro una
inmobilidad FIO g.ermen ·de vida. Lo que hoy cre~mos sin
comprenderlo, el porvenir 10 comprenderá y se congratulá-
' .
rá de conocerlo, Posteritas inte!lectum gratuletus, quoa
ante .vetustas non . inte!le'ctum venePabatur. Por consi-
guiente, si nos pr.eguntan: ¿Es que la religión de Jesucristo
excluye todo progreso? Indudablemente, no, respondemos,
y por el contrario, de ella esperamos un progreso gflandf-
simo.
»¿Qué hombre habrá, en efecto; t!'Jn envidioso ,· de los
hombres y tan enemigos de Dios, que quien! impedir ~ 1
progreso? Pero hace falta que se trate realmente de un pro-
- 480-

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HI.STORJA DE LA M A O 1 A

greso y no de un cambio de creencia. El progreso es el


crecimiento del desarrollo de una cosa dentro .de su orden
y de su naturaleza.
:.El desorden es la ·confusión y la mezcla de las cosas y
de sus naturalezas. Sin du~a alguna tiene que haber,
tanto para los hombFes en general como para cada uno
en particular, y según~a marcha natural de las edades de
la Iglesia, distintos grados de . inteligencia, ciencia y sabi-
dur'a, pero de tal forma, que todo sea conservado y que el
dogma guarde siempre el mismo espíritu y -la misma · de-
finición. La religión debe atender al desarrollo sucesivo
<;le las almas , de igual modo que la vida l;lesarrolla los
cuerpos que crecen y no obstante son siempre los mismos.
>jQué diferencia entre la flor infantil d~ los primeros
años y la madurez de la senect~d! Sin embargo, los ancia-
nos son, en cuanto a 1¡'1 pe,rsona, los mismos que eran en
la adolescencia; sólo el exterior y las apariencias han. cam-
biado. Los miembros del niño er¡ la cuna son bien. frágiles,
y sin embargo tienen los mismos principios rudimentarios
que los de los hombres; crecen sin que aumente su núme-
ro, y el viejo no posee miembros que no haya poseído el
niño. Y así tiene que ser, so pena de deformidad o "de
muerte.
:oAsí sucede también con la religión de Cristo, y en ella
el prog_reso se desenvuelve en las [mismas condiciones y
con sujeción a las mismas leyes. Los años la hacen más
fuerte .y más grande, pero nada. añaden a lo que constitu-
ye su ser. Ha nacido completa·y perfecta en sus proporcio-
nes, las cuales pueden !crecer y extenderse sin cambiar.
Nuestros padres han sembrado trigo, nuestros nietos no
deben recoger cizaña. Las recolecciones inter,medias f)O
cambian en nada la naturaleza del grano; debemos cogerle
- 481- it

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L 1 p ff A L ll ·1

y dejarle siempre el mismo. El catolicismo ha plantado ro~


sas ¿debemo s· nosotro s subslitu irlas por zarzas? No, sin
duda. Y si asf lo hiciéram os, ¡desgrac iados de nosotros !
El báls¡;mo y la cinamon a de este parafso espiritual no de-
ben trocarse , en nuestras manos, en acónito y veneno.
Todo lo que en la Iglesia, la bella campiña de Dios, ha sido
sembrad o por los padres, debe ser cultivado y conserva -
do por los hijos, para que crezca y florezca y se des-
envuelva. Dios permite, en efecto, que los dogmas de esta
filosofía Celeste, sean en el transcur so del tiempo, estudia-
dos, trabajad os y pulimen tados en cierto modo; lo que no
se permite es alterarlo s; lo que c<:>nslituye un crimen es el
truncarl os y mutilarlos. ¡Que reciban una nueva luz y más
sabias prerroga tivas, pero que conserve n siempre su ple-
nitud, su integridad y su propiedad!:.
Conside remos, pues, como adquirid as en beneficio dé
la Iglesia universa l todas las conquis tas de la- ciencia du-
rante el pasado, y prometá mosla, con Vicente de Lerins, la
Herencia completa del progreso futuro .~ ¡Para ella, todas las
gMndes aspiraci ones de Zoroast ro y todos los descubri-
mientos de Hermes! ¡Para ella, la llave del arca santa, para
ella, el anillo de Salomón , puesto que ella representa la
santa e inmutable jerarquía! Sus luchas la han fortaleci-
do, sus caídas aparente s !á harán más estable. ¡Sufre para
reinar, cae para levantar se más fuerte, muere para resu·
citar!
«Debéis estar prepara dos-dic e el conde Joseph de Mais-
tre-par a un acontecimiento inmenso en el orden divino,
hacia el cual marcham os con una velocidad acelerada que
debe admirar a todos los observa dores. Por otra parte,
oráculos temibles anuncian que ha llegado la ·hora. Algu ~
nas profecía s c<:>ntenidas en la Apocalip sis se refieren a
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H/S10RIA DE LA M A 0 1 A

nuestms tiempos mo.demos. Un escritor ha llegado hasta


a decir que el acohtecimiento había ya empezado y que la
nación había de ser el gran instrumento de la más grande
de las revoluciones. No hay, seguramente, en Europa un
hombre verdaderamente religioso (hablo de la clase ins-
trufda) que no espere en los momentos actuales algo ex-
traordinario. Y bien, ¿no significa nada este clamor gene-
ral que anuncia grandes hechos? Remontáos a los siglos
pasados, transportáos . al nacimiento del Salvador; en
aquella época, ¿no hubo una voz elevada y mister.iosa,
salida de las regiones orientales que gritó: cEl Oriente
está a punto de triunfar ... El vencedor saldrá de judea ...
Un divino niño nos.. vq a llegar, descendiendo desde lo
alto del cielo, y traerá de nuevo la edad de oro sobre la
tierra»? E~tas ideas se exte'ndiemn universalmente, y
como se prestaba infinitamente a la poesía, el más grande
poeta latino, se amparó de ellas y las revistió de las más
brillantes galas en su Pollion. Hoy, Jo mismo que en Jos
tiempos de Virgilio, la humanidad aguarda. ¿Cómo des-
/
preciar tan grande persuasión y con qué derecho, conde-
nar a hombres que, advertidos por esas señales di-v inas,
se entreg-an a santas indagaciones?
»¿Queréis una prueba de lo que se prepara? Buscadla
en las ciencias; considerad bien la marcha de la química,
de la astronomía misma, y ya veréis a donde nos condu-
cen. ¿Creeríais, por ejemplo, que Newton nos trae nueva-
mente a Pitágoras, y que pronto quedará demostrado que
«los cuerpos celestes s Ón movidos pret::isamente, como el
cuerpo humano, por: inteligencias de que están dotados»
sin que se sepa cómo? Sin embargo, ello está a punto de
verificarse, y dentro de poco no habrá lugar a discusio-
ne.s. esta doctrina parecerá sin dudó paradógica y hasta
483
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L 1 p H A L é 1

ridíeula, teniendo en cuenta la opinión ambiente; pero es-


perad a que la afinidad natural entre la religión y la cien-
cia, reuna ambas en el cerebr0 de un hombre de genio . La
apari'ción d.e este hombre no puede estar lejana. Entonces
las opiniones que hoy nos parecen extravaga ntes o insen-
satas, serán axiomas de los que no nos estará permitido
dudar, y se hablará de nuestra estupidez actual, como
hoy hablamos de la superstic ión de la Edad Media (1).:.
En el tomo décimo de sus obras, página 697, Santo To-
más tiene esta bella parábola: «Todo lo que Dios quiere,
es justo, pero lo justo no debe llamarse así solo porque
Dios lo quiere:' non ex hoc dicitur justum quod Deus
1/ud vuJt.» La doctrina moral del porvenir está ahí encerra-
da por entero; y de ese principio fecundo puede inmediata-
' mente deducirse este otro: No solament e está bien, bajo el
punto de vista de la fe, hacer lo que Dios ordena, sino que
también, bajo el punto de vista de la razón, es bueno y ra-
zonable obedecerle. El Hombre podrá, pues, decir:· Hago
el bien, no solo porque Dios Jo quiere, sino también por-
que yo Jo quiero. De este modo la voluntad humana esta-
rá sometida y libre al mismo tiempo, pues la razón, de-
mostrand o de una manera irrecusab le la sabiduría de las
prescripc iones de la fe, obrará por su propio impulso, re-
gulándolo según la ley divina, d~ !a que vendrá a ser como
una ~anción humana. Entonces ya no habrá superstici ón
ni impiedad posible, como se comprend e fácilmente des-
pués de lo que :acabamo s de decir. Por tanto, en religión
y en filosofía práctica, es decir, en moral, existirá la auto-
ridad absoluta y sólo entonces los dogmas morales po~
drán revelarse y establece rse.

(1) José <;!~ !'1al:~tre, Soirée:J de t5l1inf-Péte rsbourg. 1821, piigi~


na,~,
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© Biblioteca Nacional de España
H!STO !l/A DE LA' MA filA

Hasta entonces, seguiremos viendo con ddlor y espanto


cómo se discuten a diario los más simples· y comunes ·
principios·del derecho y del deber entre los hombres. Sin ·
l
. duda, se hará callar a los bla-s femadores; pero una cosa
es imponer silencio, y otra muy distinta persuadir y con-
vertir.
Mientras la alta magia ha siao profan·a da por la maldad
de los hombres, la Iglesia ha tenido ·que· proseribirla: 'Los
falsos gnósticos han difamado el nombre tan ·p uro al prin-
cipio, del gnosticismo, y los 'hechiceros han dañado a los
descendiente s de los magos; pero la religión,' amiga' de la
tradición y guardiana de los tesoros de la antigüedad, no ·
podría rechazar por más tiempo una doctrina a'nteriór a la
Biblia, y que tan :armoniosam ente concilia el respeto· tra-
dicional al pasado y las_más vivas esperanzas en ·el progre-
so futuro.
Por el trabajo y 'la fe se inicia el pueblo en la prosperidad
y en la ciencia. Siempre habrá pueblo, como siempre ha-
brá niños; pero el día que la ari·s tocracia, dueña ya de la
sabidurfa, sea una madre para el pueblo; habrá quedado
abierto para todos el camino de la emanCipación, em:anpa-
ción personal, sucesiva, progresiv·a, gracias a la cual todos
los llamados podrán llegar a ser los eleg.idos·, mediante el
propio esfuerzo.
Este misterio del futuro es lo que la iniciación~ antigua
ocultaba entre sus sombras, ·y para esos elegidos del por-
venir están reservados los milagros de la naturaleza suje-
tos a la voluntad del hombre. El báculo sacerdotal debe
ser la vara de ·los milagros; ya lo ha sido en tiempós de
Moisés y de Hermes, y continuará siéndolo. El espectró
del mago ·v olverá a ser el del rey o emperador del inundo,
y ese sera en dere·cno 'el -pri'mero 'e ntre los h0mbres; y se
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© Biblioteca Nacional de España
E L 1 p H A S L E 1

mostra rá de hecho el más fuerte por su ciencia y virtud.


Entonc es la magia no será upa ciencia oculta má1:1 que
para los ignoran tes, y se la tendrá por una ciencia incon-·
testable. Entonc es la vevelación universal volverá a soldar
unos a otros los eslé!qones de su cadena de oro. La epo-
peya h1:1mana habrá termina do y les mismos esfuerzos de
los Titanes sólo habrán servido para realzar el altar del
verdade ro Dios. Entonc es todas las formas qu,e, sucesiv a-
mente ha revestid o el pensam iento divino, renacer án in-
mortale s y perf,ectas. Todos los rasgos esbozad os por el
~rte sucesiv a de las nacione s, se agrupar án y
formarán la
imagen c9mpleta de Dios.
Este dogma depurad o y sacado del caos produci rá na-
turalmente la moral infalible, y el orden social se consti-
tuirá sobre su base. Lqs sistema s que hoy cho~an entre
sí, son los sueños del crepúsc ulo. Dejémosle pasar. El
sol b,rilla y la tierra prosigu e su marcha: ¡insens ato será
quien dude del día!
Hay quien dice: cE! catolicismo es sólo un tronco árido ~
metamo s el hacha en él.>
¡lnsen,.satos! ¿No véis que bajo 111 corteza seca se renue-
va sin cesar el árbol viviente? La verdad no tiene pasa -
do ni futuro; es et,e rna. Lo que acaba no es ella, son
1
nuestro s sueños .
El ni artillo y el. hacha que son para los hombre s instru-
mentos de destruc ción, en la mano de Dios son sólo poda-
dera, y l11s ramas · muertas , es decir, las superst iciones y
las herejfas en religión, en c;:iencia y en política, sólo pue-
den ser descuaj adas, del Arbol de las creenci as y de las
Convic ciones eternas .
Nu~stra His~oria de lo Magio ha tenido por objeto
de-
mostr11r que, en prfncipio, los grande s símbolo s d~ la re-_
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fttS10RIA D E LA M A O 1A

ligión han sido al mismo tiempo los de la ciencia entonces


oculta.
¡Que la religión y la ciencia, reunidas en el porvenir, se
ayuden, pues, una a otra, y se amen como dos hermanas,
puesto que ambas han tenido la misma cuna!

FIN

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l.

© Biblioteca Nacional de España


'1

\
1

[N D 1CE

LIBRO 1
1
LOS ORÍGENES MÁGICOS

CAPÍTULO ' l.-Orígenes fabulosos .. '. . ..


H.-Magia de los magos . .. . .... .. .. , 2~

III . ....:._La Magia de la India. . . . . . . . . . . 34


IV.- Magia hermética ... . . . . . . . . . . . . 45
V. -La Magia en Grecia.. .. . . .'... . . . . 51
VI.-Magia matemática de P itágoras. . . 62
VIL-La s~ ñtd cábala . . ' . . .' ... . . . . . . . 7iJ

LIP!RO 11
FORMACIÓN Y REALIZA CIÓN DEL DOGMA

CAPÍTULO l.-Simbolismo primitivo d ~ la historia. 8á


II.-El misticismo .·. ....... .... ....... 90
III.-Iniciaciones y pruebas...... . ..... 105
!V. - Magia del culto público. : . . . . . . . . 11:;
V.-Misterios de la virginidad.... ..... 122
VI.-Las supersticiones . . .. . .. ...... ~ . 1'29
VIL-Monumentos mág icos .. .. . . .. : .. . 138
-.~ ,•.

LIBRO 111
SÍNTESIS Y REALIZACIÓN DIVINA DE L M AOISMO
POR LA REVELACIÓN CRISTI ANA

CAPÍTULO 1.-C!risto acusado de magia por los ju-


díos................ . .. . ....... 141
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1 N D 1 e E

Páginas

CAPÍTULO !l.-Verdad del cristi.a nismo en lama-


gia . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
' . 157
Ill.-Del diablo... ....... . . . . . . . . . . . . .
!V.-Los últimos paganos ........... . . 165
V.-Las leyendas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Vl.-Pinttl ras cábalí~Í icas y emblemas
sagrados ...... . . .. . . . .. . .. . . 178
Vli.-Filós ofos de la escuela de Alejan-
dría...... .. . . . ....... .. .... : . 185

LIBRO IV
LA MAGIA y LÁ CIVILIZACIÓN

CAPÍTULO l. La magia entre los bárbaros. . . . . . . 191


H.-Influen cia de las mujere~...... . . . 200
lll. -Leyes sálicas contra los hechiceros 206
!V.-Leyen das del rh no de Carlomagn o. · 216
V.-Mago s.. ... ....... . .... ... .... .. 226
VI.-Proce sos célebres. ......... . ..... 254
VII. -- Supersticio nes relativas al diablo.. 251

LIBRO V
CAPÍTULO l. -Sacerdot es y papas acusados de
Magia.,.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
H.-Aparic ión de los bohemios nóma-
das....... .......... .. .. . ..... . 272
111.-Leyl:mda e hi~torla de Raimundo
Lulio·.... ". ... . . . . • • . . . . . . . . . . . . . 287
!V.-Los alq¡jimi&t~s........... 299
, V. - ,Hechicero.s y magos célebres.. .. 31!Í
VI.-Proce sos de magia: . . . . . . . . . . . . 328
VIL-Oríge nes mágicos de la masonería. 352
-490-
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1 N D 1 e
LIBRO VI
LA MAGIA Y LA. REVOLUCIÓN

CAPÍTULO l.-Autores notables del siglo xvm... . 361


H.-Personaj es maravillosos del siglo
XVlll • • • • • • • . • • . • . • • • • • • • . . . • • 370·
111.-Profecías cJ.,e Cazotte... . . . . . . . . . 386
IV.-La revolución francesa . .... . . . . . 392
V. - Fenómenos de medianismo. .... . . . 1J97.
VI.-Los iluminados de Alemania . . . . . 403
VIL -Imperio y restauración. . .... . . . .. . 413

LIBRO VII
L A MAGIA EN EL SIGLO XIX

CAPÍTULO l.-Los magnetizado res místicos y los


materialistas ....... , . . . . . . . . . . . 42t
11.-De las alucinaciones . . . . . . . . . . • . . . 430
111. -Los magnetizado res y Jos sonám-
bulos...... .............. . . . .... 441
IV.-Los fantásticos en magia ...... . . ,. 447
V. -Recuerdos íntimos del auto r ... .. . 468
VI.-De las ciencias ocultas .. .. . . . . . . 474
Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 477

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