Comentario Cap 1 Una Palabra Tuya

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UNA PALABRA TUYA, ANÁLISIS LINGÜÍSTICA, CAPITULO I

El capítulo I de la novela española Una palabra tuya escrita por la célebre Elvira Lindo en
2005, presenta un número elevado de unidades fraseológicas pertenecientes tanto a un registro
estándar como a un nivel más coloquial del habla. El presente trabajo lingüístico tratará de
clasificar dichas unidades siguiendo el modelo propuesto por Gloria Pastor en su Manual de
fraseología española (1996) y atendiendo, cuando necesario, a los estudios de Carolina
Travalia. Se proporcionará, de tal manera, una profundización teórica en las tres esferas
lingüísticas individuadas por Gloria Pastor: colocaciones, locuciones y enunciados fraseológicos
cuidando de relacionar dichas unidades fraseológicas con ejemplos procedentes del capítulo I de
la novela. El listado de ejemplos no seguirá el orden cronológico de aparición en capítulo, sino,
más bien, se proporcionarán en primer lugar las unidades fraseológicas de la primera esfera,
luego las de la segunda y, por último, las que forman la tercera esfera. Finalmente, se realizará
un breve comentario sobre la función estilística de las unidades fraseológicas coloquiales.
Con el término colocación se indican aquellas unidades fraseológicas libres (generadas, sin
embrago, a partir de reglas) fijadas solo en la norma y que no constituyen enunciados
completos. Sus elementos coaparecen de forma habitual y presentan cierto grado de restricción
combinatoria determinada por el uso; se diferencian de las locuciones por su alta transparencia
semántica y flexibilidad sintáctica. Como señalado por Travalia en su ensayo Las colocaciones
coloquiales en español, “una colocación se puede considerar coloquial porque presenta una de
las siguientes características: contiene constituyentes coloquiales, se contrapone a otra
colocación estándar con la misma base o tiene ambas características”. 1
Señalamos como coloquial en el primer capítulo las siguientes colocaciones: echar la bronca ya
que está formada por un constituyente coloquial: el sustantivo “bronca” corresponde a la base y
tal rasgo lingüístico basta para que toda la colocación sea coloquial.2 Ocurre lo mismo con cara
de imbécil; cara de gilipollas donde los dos adjetivos son coloquiales y, por tanto, convierten
toda la combinación en coloquial. Con calor africano en cambio se cumple el segundo requisito
puesto que calor africano encuentra un equivalente estándar: calor tremendo.
Clasificamos, en cambio, como estándar:
-sustantivo+ adjetivo: armario empotrado, mito falso, vida eterna, frases hechas, noche
cerrada, horno crematorio, pena espantosa, frutilla seca, doble fila.
-verbo (+ preposición) + sustantivo/adjetivo: cerrar con llave, llegar tarde, juego de azar.
-verbo+ adverbio: escuchar atentamente.

1
Cfr. C. TRAVALIA, Las colocaciones coloquiales en español, Universidad Autónoma de Madrid, p. 166.
2
Ivi, p. 167.

1
Dentro de la primera esfera cabe prestar atención también a las unidades sintagmáticas verbales:
unidades fraseológicas que presentan un verbo conjugado que suele detener el significado
gramatical del sintagma, y un componente nominal que proporciona el significado léxico de la
unidad. Se trata de unidades que a menudo pueden tener un equivalente simple en la lengua.
Entre ellas se encuentran: ponerse tenso (tensar), hacer el ridículo (ridiculizar), hacer frente
(enfrentarse), hacer fija (contratar a alguien de forma indefinida).
Por lo que concierne la segunda esfera, Elvira Lindo recurre a menudo al empleo de las
locuciones: unidades léxicas en las que se tiende a perder el significado individual de sus
componentes a favor de un significado más bien idiomático. Las locuciones presentan cohesión
interna, semántica y morfosintáctica y se caracterizan por fijación interna, unidad de
significado, institucionalización y función denominativa. Diferentemente de los compuestos, sus
elementos léxicos no vienen unidos gráficamente. En el capítulo primero se hallan distintos
tipos de locuciones: nominales, o sea, las que están formadas por sintagmas nominales como,
por ejemplo, todo el mundo (‘la generalidad de las personas’); pronominales: lo que: introduce
una oración relativa explicativa con antecedente oracional expreso. Locuciones adjetivas: “al
igual que los adjetivos desempeñan funciones oracionales básicas de atribución y de
predicación”3, por ejemplo: de chiste (locución adjetiva con connotación coloquial), como una
rosa (locución adjetiva basada en una comparación estereotipada cuyo significado remite a la
hermosura, frescura de una mujer evocada por la gracia, belleza pura de la rosa), como si fuera
un mono de Gibraltar (locución adjetiva también basada en un estereotipo; mediante esta
comparación la madre de la protagonista expresa su desacuerdo a que un día la quemen en un
horno crematorio y luego usen sus ojos para objetivos científicos. Es decir, no quiere que los
científicos investiguen sobre su cuerpo como se hace, en cambio, con los monos de Gibraltar).
Hallamos también las locuciones conjuntivas que diferentemente del resto de las locuciones “no
forman sintagmas por sí mismas ni pueden ser el núcleo de estos” 4; algunos ejemplos: por
mucho que (sinónimo de “por más que”; ambos sirven para para ponderar la imposibilidad),
sin embargo (tiene un valor adversativo), cada vez que (presenta un valor condicional), para
que (introduce una cláusula final).
En el primer capítulo abundan también las locuciones adverbiales en cuyo grupo contamos
también los sintagmas prepositivos. Serían locuciones prepositivas: en nombre de alguien/algo
(en nombre de la amistad), encima de (en la parte superior de algo), a pesar de (no obstante).
Mientras que, clasificamos como adverbiales las temporales un rato (un momento), otra vez
(reiteradamente), a veces (en alguna ocasión), de pronto, (apresuradamente), al final (por
último),
3
G. CORPAS PASTOR, Manual de fraseología española, Gredos, 1996, p. 97.
4
Ivi, p.106-107.

4
en mi vida (se emplea para enfatizar una negación temporal: por ejemplo: no cosería en mi
vida, es decir jamás en la vida cosería; no cosería nunca), más tarde o más temprano (cumple la
función de modificador oracional. Se aplica a sucesos que ocurrirían inevitablemente, aunque
no se sepa cuando)5, en principio (se usa para referirse a lo que provisionalmente se acepta o
acoge en esencia, sin que haya entera conformidad en la forma o los detalles)6, cada dos por
tres (con frecuencia). Destacamos, además, otros tipos de locuciones adverbiales: desde luego
(locución adverbial de afirmación: sin duda alguna), de rebote (expresa rechazo), de pie
(significa estar erguido, levantado), para nada (de ningún modo, en absoluto), como
la palma de la mano (a fondo, con todo detalle y precisión), por delante (locución adverbial de
lugar).
Además, este capítulo contiene un número importante de locuciones verbales tanto estándar
como coloquiales. En el primer grupo encontramos: no hacer falta (no ser preciso para algún
fin), hacer frente (enfrentarse a alguien; plantar cara), echar una mano a alguien (ofrecer ayuda
a alguien), llamar la atención (persona o cosa que despierta interés o curiosidad;
provocar o atraer la atención), hacer sombra (obstaculizar el paso de la luz/ hacer que los
méritos de una persona aparezcan atenuados), perder de vista ( dejar de ver alguien/algo),
hablar por hablar (decir algo sin fundamento). Forman parte del registro coloquial:
dar alguien la torta a otro (dar una paliza, dar una serie de golpes alguien), no tragar a
alguien o algo (sentir bastante antipatía hacia alguien/algo; mi madre nunca había tragado a
Milagros), mirar a alguien por encima del hombro (desdeñar a alguien, mirar con desprecio),
quemársele a alguien la sangre (disgustarse o enfadarse hasta impacientarse o exasperarse),
poner en la calle (expulsar alguien, echar a la calle), no tener ni  idea
(desconocer por completo algo), sacar la cara por alguien (dar la cara por alguien: salir en
defensa de alguien/ respaldarlo, responder por él), dar vueltas y más vueltas (dar vueltas: ir de
un lado al otro buscando algo), echar alguien chispas
(mostrarse sumamente enfadado y furioso). La autora en su libro echa mano también de las
formulas rutinarias y de las paremias (ambas constituyen la tercera esfera) aunque aparezcan en
menor cantidad, por lo menos en el capítulo elegido. En primer lugar, identificamos como
formulas rutinarias aquellas unidades fraseológicas del habla con carácter de enunciado y cuyo
significado puede ser social, discursivo o expresivo. Se distinguen de las paremias por carecer
de autonomía textual ya que su aparición se ve determinada por situaciones comunicativas
precisas. En el primer capítulo se emplean las siguientes formulas rutinarias: a ver (formula de
apertura discursiva que expresa curiosidad por parte del emisor), qué pasa, tía (pertenece a la
5
Ivi, p. 101.
6
<https://dle.rae.es/principio?m=form> consultado el día 11/08/2020.

3
categoría de las fórmulas rituales y es una directiva de información con un rasgo coloquial: tía),
ya ves (formula psico-social expresiva), pero vamos (formula discursiva de transición). El
refrán: se le había pasado el arroz (se dice de una persona cuando ha cumplido ya una edad en
la que encontrar pareja, tener hijos o cosas así se hacen cada vez más difíciles) en cambio, lo
clasificamos como paremia.
Aparece incluso una estructura idiomática encabezada por una preposición: a toda hostia
(expresa velocidad).
Por último, no faltan las expresiones coloquiales con connotaciones, tal vez, vulgares o
argóticas. Estas juegan un papel fundamental en la caracterización de los personajes de la
novela ya que dan cuenta de dos mujeres, Rosario y Milagros, que viven en relación la una a la
otra, una relación basada en el diálogo. Las conversaciones entre las dos no solo hacen que se
desarrolle la novela, sino que van construyendo los dos personajes a medida que hablan. Por
eso, las unidades fraseológicas coloquiales desempeñan un papel fundamental en la novela
porque subrayan el mensaje transmitido y dejan entrever el carácter, los deseos de sus
personajes. Mediante un uso frecuente de palabras vulgares, Rosario y Milagros parecen
esconder la fragilidad que las caracteriza. La debilidad, inseguridad de Rosario encuentra sus
principales raíces en sentirse marcada como “la rara” 7, mientras que Milagros sufre por no poder
tener un hijo. Este lenguaje fuerte, violento les restituye, por lo menos aparentemente y a nivel
lingüístico-social, el coraje, la valentía y la capacidad de vencer sus debilidades. Entre las
expresiones coloquiales del primer capítulo se destacan unas estándares: estar a dos velas
(quedarse sin dinero), tener dos buenas piernas( se usa para indicar que una persona es joven) y
unas con connotaciones vulgares: váter hecho una mierda, dar el coñazo( actuar de forma
pesada, ser molesto), pillar el embuste (descubrir mentiras), ni puto caso (expresión coloquial
que se usa para indicar que algo no se toma/ no debe ser tomado en consideración). Subrayamos
también los coloquialismos: aguafiestas, chollo (ganga, negocio), una mierda, pillarse unas
fiebres (pillar es el verbo coloquial de coger), una mentira de mierda, jodido, canuto (es el
sustantivo coloquial de porro), chivarse, nena, retrasada, subnormal, jabata, verborrea, peste a
chocolate, camella, canalla, tías, guarras, puercas, tres duros. En conclusión, el rasgo
coloquial parece impregnar consistentemente todo el primer capítulo, aunque la autora arrime
tal registro a uno mas estándar para no exceder en un lenguaje demasiado bajo, vulgar. Como
susodicho el empleo de los coloquialismos trasciende la mera función lingüística ya que la

7
Yo estoy marcada, marcada. Rosario, ésa es mi marca. La marca del niño que es raro. Y Milagros
reconoció mi marca desde el principio. Desde ese curso, quinto o sexto, en el patio de la escuela. La
rara, que era ella, la rara recién llegada del pueblo reconoció a la rara que era yo. Los raros nos
olemos. La diferencia es que yo me he esforzado durante toda mi vida en ser normal y apartarme de mi
tribu. Pero no me han dejado. Máxima aspiración en mi vida: ser normal.
E. LINDO, Una palabra tuya, Seix Barral, 2005, p.6.

4
escritora tiene el propósito de caracterizar a sus personajes pasando por un tipo de lenguaje
específico: el lenguaje oral, sencillo y argótico que la autora, en una entrevista, afirma haber
anotado tras observar a unos barrenderos en la Puerta de Toledo (Madrid):

justo debajo de mi casa había un cantón de basureros, que es el lugar donde se cambian y se
duchan, se organizan […]. Pero al observarlos todos los días debajo de mi casa, haciendo
sus preparativos, se despertó toda mi atención. […]. Me fijaba en su forma de relacionarse,
de realizar sus rutinas, de hablar entre ellos etc. Entonces surgió la idea de escribir sobre
personajes pertenecientes a ese mundo.8

<https://ita.calameo.com/read/003663576dbac382b3934> consultado el 12/08/2020.


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