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CONSIDERACIONES SOBRE EL CIRCUITO ARTÍSTICO PLATENSE Y LOS

ESPACIOS AUTOGESTIONADOS. ESTUDIO DE CASO: EN ESO ESTAMOS

María Cristina Fukelman, Clarisa López Galarza, Justo Ortiz


Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Bellas Artes, Instituto de Historia del Arte Argentino y Americano
[email protected], [email protected], [email protected]

Palabras clave: circuito artístico – autogestión

Es preciso destacar que en los últimos años en Argentina y más específicamente en la


ciudad de La Plata, se ha producido una multiplicación de espacios artísticos y culturales,
que incrementan los ámbitos de circulación artística tradicionales tales como centros
culturales y museos. Estos espacios emergentes, que comprenden no sólo espacios
físicos sino también instancias de difusión virtuales, trabajan de forma autogestionada,
tienden a la participación colectiva, al cruce de diferentes disciplinas y se constituyen en
nuevos espacios de sociabilidad. La ciudad de La Plata asume una serie de posibilidades
respecto a su geografía social y mapa cultural que hace necesario un análisis que repare
en sus peculiaridades a la hora de producir, difundir y consumir las diferentes expresiones
artísticas contemporáneas.

Cultura y artes pueden resultar fenómenos que se perciben como


retroalimentándose o bien como fenómenos inversamente
proporcionales. A la vez, la gestión en relación con ambos puede
ser vista como beneficiosa, necesaria y hasta imprescindible o
contrariamente como mercantilizante, banalizante.
Consecuentemente, la incursión de gestores y gerentes en las
artes y la cultura, o la incursión en el ámbito de la gestión de
actores culturales y artísticos, es algo cargado de sentido y
difícilmente neutro.1

Es en este sentido que se ha considerado la situación particular de la ciudad de La Plata,


aunque es necesario destacar que este proceso iniciado hacia el año 2008 - 2010, se ha
desarrollado en todo el territorio de Argentina, mientras que esta investigación centra su
interés en lo local considerándolo en la medida de lo posible en el proceso más amplio.
La Plata es capital de provincia y también es una ciudad universitaria; es preciso destacar
la cercanía con la ciudad de Buenos Aires que genera también particularidades en la
correlación arte y consumo. Más allá de las relaciones geográficas es preciso pensar el
consumo cultural de la ciudad referenciándolo con los numerosos grupos de artistas que
permanentemente nacen, mutan en las diversas formas de asociaciones y producciones.
Por estas particularidades es preciso preguntarse: ¿Cómo funciona y se desenvuelve la
escena cultural en la ciudad de La Plata?
Sin lugar a dudas atendiendo a la emergencia de ámbitos de presentación, exhibición y
circulación de producciones culturales, específicamente de producciones visuales -

1
Bayardo García, R. Cultura, artes y gestión. La profesionalización de la gestión cultural. Disponible en:
http://sic.conaculta.gob.mx/centrodoc_documentos/66.pdf.
dibujos, ilustraciones, grabados, video-instalaciones, fotografías, grafitis, pintura -
considerando que los espacios autónomos incluyen en sus actividades el teatro, los
talleres de música popular y artes plásticas es parte de este proceso, de mutaciones
permanentes pero con una impronta de ampliación permanente. En este estudio es
pertinente indagar la construcción da las propuestas en cuanto a la agenda y curaduría;
por el lugar asignado a los productores y a los espectadores; comparar los vínculos con
los espacios institucionales - estatales, quienes generan en el ámbito de la exhibición
también la promoción de los artistas y si existe un posicionamiento sobre estos.
Entre los modelos que surgieron simultáneamente en varios países a partir del año 2001,
luego del período que llamado barcelonización de la cultura que se extiende desde fines
de los ochenta2 hasta la crisis económica española de 2012. Este proceso trajo consigo
un conjunto nocional que incluyó categorías reversionadas tales como la de industria
cultural, centros culturales y espacios independientes y que se desplegó como política
cultural pública financiada por gobiernos extranjeros y empresas
multinacionales3; además - y lo que es tal vez más importante - afectó el modo en que se
conciben las políticas de Estado de las naciones donde éstos tienen presencia. Este
proceso se fue ampliando de tal modo que en la ciudad de La Plata se constituyó como
una alternativa:

Existen una serie de espacios que surgen ya pasados varios años


del 2001, en momentos de una economía en recomposición, y
sobre todo, de una institucionalidad recuperada. Son también
iniciativas más pequeñas, abocadas en muchos casos a la
especificidad de alguna práctica artística particular, se fundan
sobre todo en lógicas de la amistad para la formación y la
organización y lejos de pretenderse como actores sociales o
políticos en el sentido explícito que lo hicieron los espacios
surgidos inmediatamente post 2001, trabajan fundamentalmente
con dinámicas micropolíticas4.

Así, producto de la recuperación institucional y de credibilidad de la práctica política


partidaria específicamente, la militancia vuelve a encuadrarse en el marco partidario, por
lo que pareciera que la esfera artística recupera cierta autonomía, en todo caso relativo.

Hablar de autonomía relativa supone, pues, por un lado, analizar


las prácticas en el sistema de relaciones en que están insertas, es
decir, según las leyes de juego propias de cada campo, leyes que
mediatizan la influencia de los demás espacios de juego, pero
supone también la presencia de los demás campos que coexisten
en el espacio social global, cada uno de ellos ejerciendo su propia
fuerza, en relación con su peso específico.5

2
Sepúlveda, J. y Petroni, I. Algunas hipótesis sobre las cuestiones autónomas de arte contemporáneo.
Disponible en: http://www.curatoriaforense.net/niued/?p=2348#sdfootnote4sym.
3
Empresas multinacionales como Telefónica España (y sus sucursales latinoamericanas), Itaú Cultural, etc.
4
Alicia B. (2003). “A modo de Introducción: los conceptos centrales en la sociología de Pierre Bourdieu en
Bourdieu”. En Creencia artística y bienes simbólicos. Ciudades de Córdoba y Buenos Aires. Buenos Aires:
Aurelia Rivera, p. 12.
5
Ana W. (2009). “Una mirada sobre la esfera de la cultura en procesos de globalización”. En Revista
Encuentros. Serie sobre desarrollo y cultura. Volumen II. Desarrollo, cultura y procesos de globalización.
Cartagena: Colombia, pp 15-25.
En el marco de estos nuevos emprendimientos se encuentra la constitución de nuevas
subjetividades que alternarían con aquellas conformadas de acuerdo a los procesos del
capitalismo globalizado, aludiendo a:

La idea de que es posible desarrollar modos de subjetivación


singulares, aquello que podríamos llamar «procesos de
singularización»: una manera de rechazar todos esos modos de
codificación preestablecidos, todos esos modos de manipulación y
de control a distancia, rechazarlos para construir modos de
sensibilidad, modos de relación con el otro, modos de producción,
modos de creatividad que produzcan una subjetividad singular.
Una singularización existencial que coincida con un deseo, con un
determinado gusto por vivir, con una voluntad de construir el
mundo en el cual nos encontramos, con la instauración de
dispositivos para cambiar los tipos de sociedad, los tipos de
valores que no son nuestros6

También es necesario destacar la existencia de numerosos espacios en la ciudad de La


Plata - y la necesidad de organización y apoyo para la consecución de sus objetivos,
actividades y permanencia- que se han organizado en torno a tres grandes coordinadoras
de espacios culturales: UCECCA (Unión de Centros Culturales Alternativos y Artistas)
RECA (Ronda de Espacios Culturales Autogestivos) y REC (Red de Espacios Culturales)
mientras que ENECA reúne el encuentro nacional. En Eso Estamos se halla en RECA,
dado que cada coordinadora ha tomado una posición en torno a la ordenanza municipal y
a las últimas modificaciones propuestas desde los concejales de la municipalidad de La
Plata.7
En referencia al tema de esta presentación se realiza una breve descripción del espacio
En eso estamos sito en una antigua casa, alquilada por los organizadores, en el radio
céntrico de la ciudad. Es en esta vivienda donde se realizan diversas actividades que
incluyen variadas expresiones musicales y visuales, las actividades se desarrollan en un
espacio denominado La Salita, la cual también funciona como sala de exposiciones de
artistas noveles.
La convocatoria inicial del grupo surge de una modalidad que reúne el azar y la cocina,
según cuenta Virginia, una de las jóvenes entrevistadas, participante desde el inicio en el
año 2010 junto a otros jóvenes estudiantes de carreras universitarias tales como
comunicación, diseño, plástica, música, letras y humanidades.8
De acuerdo con el relato las cenas se organizaban los días domingo, partiendo de un
grupo inicial con invitados azarosos: “La convocatoria era de un desconocido: te llegaba al
celular un mensaje donde te invitaban a una cena. No sabías muy bien qué iba a pasar y
tenías que ir solo. La propuesta era armar una cena con 6 o 7 personas que no se
conocían. Además de la comida, pasaba algo. Cada cena tenía una temática diferente,
que dependía de las intenciones del grupo que lo hacía en ese momento: intervenciones
más teatrales, alguna con música, con mucha intervención del espacio. Sólo vine a una
cena de miércoles pero nunca estuve en la organización”

6
Guattari, F. y Rolnik, S. (2005). Micropolíticas, Cartografías del Deseo. Editora Vozes Ltda: Petropolis. p. 44.
7
El día 4 de julio de 2015 se realizó un Foro en la Facultad de Trabajo Social de la UNLP donde se dio un
debate sobre los proyectos y las necesidades de los espacios autogestivos.
http://www.unlp.edu.ar/articulo/2015/7/3/1er_foro_regional_de_espacios_culturales_autogestivos. Disponible
el 16 de agosto de 2015.
8
En este trabajo la principal fuente de información ha sido la realización dos entrevistas por parte de los
autores de este trabajo a los participantes activos del espacio en estudio.
Es necesario referir que el conjunto de productores y participantes se halla conformado
por jóvenes, la mayoría estudiantes universitarios, que han integrado o continúan
haciéndolo diferentes colectivos culturales, con finalidades tales como la defensa de
género, tal es el caso de Lanzallamas9, la educación popular, difusión de ritmos
latinoamericanos, entre otros objetivos sociales.
De las entrevistas realizadas se desprende el interés de los organizadores por las
actividades culturales no masivas, donde exista la posibilidad de formarse y formar a los
posibles interesados en diversas actividades artísticas, musicales, teatrales y
audiovisuales, donde la experiencia en compartir y con un fuerte componente relacional
son determinantes a la hora de la toma de decisiones.
En la actualidad los días elegidos para las actividades nocturnas son viernes y sábados.
Las cenas y la comida son los principales atractivos junta a la actividad teatral organizada
por el colectivo La Joda Teatro, mientras que la difusión y práctica de samba y choro se
realiza los días jueves. Si bien las actividades se difunden mediante la comunicación oral,
también utilizan la red social Facebook 10 una de los medios más efectivos.
Octavio integrante del Club de Samba y Choro relata: “Nuestro grupo se sumó a principios
del año pasado a la casa. Nosotros venimos desde hace tiempo trabajando como
colectivo. Trabajamos música brasilera: el samba y el choro, específicamente, aunque
estamos tocando también otras cosas de Brasil. Trabajamos el contenido de la música.
Nuestro objetivo es difundir el choro, que es un estilo muy poco conocido. Con el samba
nuestra idea es separarlo de la idea de carnaval, las plumas… el samba es muchísimo
más que eso. Desde el año pasado, estamos haciendo rodas en la casa todos los jueves,
un formato típico de Brasil en el que se toda alrededor de una mesa, no hay escenario.
Estamos a nivel del suelo como la gente y tocamos un repertorio bastante tradicional de
ambos estilos. Lo venimos difundiendo principalmente por Facebook. Hemos estado,
sobre todo el año pasado, yendo a tocar a la Facultad de Bellas Artes, en radios,
fundamentalmente en Radio Universidad AM y FM y en otras radios. Hemos ido a tocar a
la Facultad de Humanidades. Además de Facebook ahora tenemos flyers y la difusión de
boca en boca. Antes hacíamos la roda en bares, que es otro contexto en el cual nosotros
como colectivo no nos sentimos tan cómodos. Venir a un centro cultural es interesante es
distinto, se trabaja cooperativamente, lo cual no quiere decir que se gana más dinero sino
que se trabaja de otra manera. Con el tiempo, sosteniéndonos en un lugar todos los
jueves con una propuesta tan específica en la ciudad, los encuentros se hicieron
conocidos y tienen un público bastante estable. Todos los jueves viene gente”.
Ante la pregunta por el proyecto inicial y los objetivos buscados Virginia relata: “En
principio era algo bastante abierto, se fue definiendo con los intereses de las personas
que nos fuimos sumando. En ese momento había mucha gente de la Facultad de
Comunicación, en los primeros encuentros a finales del 2010. En octubre empezamos a
juntarnos y en noviembre había que decir si seguíamos gestionando el espacio… Había
un proyecto de radio, la casa también siempre estuvo muy ligada al tema de la cocina, de
las cenas con música y teatro. Una propuesta cultural en el formato evento varieté… La
idea se fue definiendo en el camino, todo podía ser posible”.
Dado que este espacio reúne diferentes colectivos la organización inicial se dio por el
sistema asambleario: “En el 2010, cuando nos juntamos, si bien se acercaron colectivos,
la gestión de la casa fue desde la asamblea que se hacía los martes, inicialmente,

9
Este es uno de los colectivos que actuara en el espacio público de la ciudad de La Plata realizando
intervenciones y performances en defensa de las mujeres víctimas de la trata y en la lucha de género. En
línea: http://blogs.unlp.edu.ar/arteaccionlaplataxxi/ficha-de-datos-3. Disponible el 5 de agosto de 2015
10
Esta es una de las direcciones en Facebook donde se publican las actividades
https://www.facebook.com/enesoestamoslp?fref=ts. En línea, disponible el 5 de agosto de 2015.
después los lunes, y se tomaban todas las decisiones de la casa. Qué se hacía, cómo y
cuándo. Ahí repartíamos las tareas para hacer. En un momento, la gestión de la
economía era por seis meses, dos personas, y después se rotaba para que otros se
encargaran de eso. La limpieza también rotaba, aunque nunca funcionó mucho. Después
con el tiempo la asamblea fue perdiendo participación y empezó a haber un sistema de
representación por parte de los colectivos, no venían todas las personas del grupo, sino
dos o tres, que eran las que llevaban y traían información. Se fue reconfigurando el grupo
también, hubo gente que dejó el espacio y gente que se sumó”.
Con el transcurrir del tiempo fue organizando con reuniones semanales, mientras que en
la actualidad los organizadores se han auto designado con funciones estables “En otro
momento nos manejamos de otra forma, con tareas más rotativas. Desde el año pasado,
pero principalmente este año, asignamos tareas más fijas, generando puestos de trabajo,
empezando a rentar algunas de esas tareas, siendo personas fijas las que las cumplen”.
En este punto surge el interrogante sobre ¿cómo se solventa el alquiler de la casa que
alberga esta cooperativa? ¿Qué relación hay con la comunidad?
Virginia y Octavio responden sobre la producción y venta de viandas: “A partir de una
cooperativa, que sí tiene vínculos en términos de clientela, porque es una actividad
productiva directamente, que está ofreciendo un servicio. Después las actividades
culturales siempre se pensaron como una propuesta artística, más que como la
generación de una ganancia. Lo que perseguimos siempre fue mantener el espacio para
que siga sucediendo lo que ya sucede acá. Inicialmente era un público más universitario,
porque era el círculo más cercano de quienes estamos acá pero se fue ampliando a
medida que fue variando la propuesta de la casa: los talleres, la participación de más
personas en la casa o más actividades, fue ampliando esos horizontes a los que llegaba
la información de lo que estaba pasando acá. Hoy es un público bastante variado. En la
roda se nota esa diversidad”.
En cuanto a los talleres la oferta es muy variada, incluye desde actividad teatral, el dibujo,
la escritura creativa, instrumentos musicales, yoga, repostería y cocina, encuadernación
hasta el reciclaje artesana mientras que los asistentes son vecinos del barrio.
Entre otras actividades del centro cultural En eso estamos, lo que ocupa especialmente
en este trabajo es el espacio de arte “La Salita”, área del centro que no es un taller sino
que funciona como un espacio exhibitivo en una sala donde suceden las muestras que
gestionan dos estudiantes de Historia del arte y una de Artes Plásticas de la Facultad de
Bellas Artes de la UNLP: Victoria Trípodi, Lucía Palomeque y Guillermina Gutiérrez. Este
espacio viene funcionando desde mayo de 2014, y ha realizado, hasta el momento, 10
muestras de artes visuales combinadas con otras disciplinas y expresiones que
conforman un mismo evento cultural.
Con el objetivo principal de constituirse como un ámbito de difusión dedicado a la
exposición de artistas noveles, cuya producción no ha sido expuesta en otros espacios
artísticos de la ciudad, La Salita combina la reflexión sobre la obra de un/a determinado/a
expositor/a o grupo de expositores/as -es decir el trabajo abstracto de pensar una muestra
a partir de la idea o material que acerca el expositor-, con la puesta en escena de la
muestra en el espacio de la habitación más amplia de la antigua casa chorizo del centro
En eso estamos, donde La Salita se transforma en un espacio alternativo de exposición
de arte. De esta manera, como señala Victoria, este espacio deviene en una de las
primeras experiencias para los expositores: “Uno de los objetivos tiene que ver con que
no queremos que expongan en la Salita la gente que expone por todos lados, o que tiene
la posibilidad abierta de exponer en muchos espacios. Ser uno de los espacios que no
tienen una pretensión de ver el CV, ver si va a traer gente. Es por ahí alguien que todavía
está estudiando, o alguien que no es de la facultad y está más alejado de los circuitos de
circulación de la obra, que tengan en La Salita y en En Eso Estamos un espacio para
mostrar”.
En este sentido, es necesario destacar que la presentación y recepción de propuestas
exhibitivas está cimentada en lógicas de amistad y afecto, a través de conocidos o
habitués de En Eso Estamos: “Hasta el momento [las exposiciones llegan]por el boca en
boca, se enteran que alguna de las tres está en el espacio y vienen con la propuesta,
verbalmente o nos escriben por Facebook. También han escrito a En Eso Estamos,
mucha gente. En Eso Estamos no es súper conocido pero muchas personas pasan en el
año por la casa. Sobre todo músicos y artistas visuales escriben para pedir el lugar. Ahí
son enviados con nosotras, y de acuerdo a la agenda, los vamos distribuyendo”.
Esto que resulta un trabajo heterogéneo y transdisciplinar en la mayoría de las veces,
también es diferente en cada una de las distintas propuestas que se suceden en la
habitación, porque nunca las propuestas de los artistas llegan a la gestión del espacio de
la misma manera: puede ya haber una idea concreta de cómo se piensa la obra, una
selección de obras a montar no hecha o un texto escrito por otro participante que se suma
a la muestra. De este modo, las gestoras materializan la exposición a partir del trabajo en
conjunto con el artista, estableciendo criterios curatoriales flexibles que permitan
instancias de intercambio y reflexión en articulación con los productores.
Las exhibiciones deben, por otro lado, adecuarse a la dinámica propia de En Eso
Estamos. Como se ha señalado anteriormente, La Salita ocupa la habitación principal del
inmueble, en la que se registran también otros usos del espacio: es allí donde se llevan
adelante los talleres y las actividades nocturnas organizadas por el conjunto de colectivos
que gestionan el centro cultural. Es así que el espacio expositivo, durante la inauguración
de una muestra pueda disponerse un modo singular, pero que avanzada la semana, de
acuerdo con las distintas actividades de los talleres, puede variar su disposición, pueden
eventualmente correrse de lugar algunos componentes de la muestra para dar espacio a
las otras actividades. Este espacio expositivo que se puede considerar como
experimental, tiene una particularidad más cercana a un espacio compartido -relacionado
con la idea cooperativista del centro cultural y de casa habitada por muchos- más cercano
a lo familiar, con otros y no tanto como un espacio profesional en cuanto a lo
museográfico.
Esta última característica genera un lazo muy particular con lo que se muestra en La
Salita, debido a las condiciones con las que el espectador ingresa en el ámbito exhibitivo:
la experiencia podría definirse como ingresar a la intimidad de un hogar, donde las luces
cálidas y la estructura arquitectónica remiten a tal ámbito. Esto podrá analizarse desde las
dos muestras en particular que más adelante tomará el presente texto.
El modo de operatoria del grupo curatorial de La Salita, debe articular o negociar
permanentemente con el expositor o grupo eventual de expositores, en ese caso la labor
curatorial es exclusivamente política en el sentido en que lo plantea el curador mexicano
Cuauhtémoc Medina en relación a la curaduría en la periferia, cuando establece que la
curaduría es un oficio basado en hacer una serie de negociaciones con diversas esferas
sociales, y que principalmente en los ámbitos periféricos la curaduría resulta ser un
dispositivo de recorrido cultural, que se imbrica “con el radicalismo de los movimientos
culturales, cuestionando los espacios, canales y métodos de comunicación”. Esta
característica del curador se amplía en el siguiente párrafo:

Hay ciertas modalidades de práctica curatorial más o menos


estables, especialmente en el caso del curador de museo, el
llamado curador institucional. Éste define políticas de exhibición y
colección, negocia el flujo de discursos y recursos entre públicos,
patrocinadores, burócratas y artistas, y procura asegurar que la
sociedad tenga una bitácora confiable de los corrimientos del arte
contemporáneo con cierta diversidad. Sin embargo, hay toda una
franja que se define por reinventar continuamente el dispositivo de
producción y circulación cultural, induciendo nuevos retos de
visibilidad artística, imbricándose con el radicalismo de los
movimientos culturales, cuestionando los espacios, canales y
métodos de comunicación, y apoyando apasionadamente una
facción de artistas. Juzgar a la curaduría sobre la base de
preguntarse quién deja entrar determinada cosa al museo es una
ingenuidad: lo monstruoso de la curaduría estriba en no tener una
tarea predefinida, sino establecerse de acuerdo con las
necesidades de cada proyecto o circunstancia. También por esa
maleabilidad es una actividad política11.

El llamado de atención de C. Medina, resulta útil para explicar lo que sucede en La Salita
en cuanto a la articulación de toma de posesión y negociación de las decisiones
expográficas de las curadoras respecto de los artistas, los miembros del centro cultural
que no integran La Salita, y los visitantes de las muestras. Todo se funde en el obrar de
las curadoras. Especialmente en casos en que la muestra está armada de antemano, o en
casos en que haya elementos de una muestra que haya que adaptar de acuerdo a una
implicancia teórica o física del lugar, es allí donde se definen los roles del grupo de
curadoras.
Al respecto Victoria cuenta: “La curaduría la hacemos nosotras, excepto en los casos en
los que la propuesta ya venía pensada. En los que los artistas dicen ‘el texto lo tengo
hecho de la muestra anterior’ o ‘el texto lo va a hacer nuestra profesora de taller que
estuvo trabajando mientras nosotros realizábamos la obra’. Ahí dejamos lugar a eso y se
explicita quién escribe el texto, si es que está. Si no, tratamos de hacerlo nosotras. Hubo
muestras donde no hubo texto de sala, también. En la muestra de Paula no hubo, era la
primera, eran nuestros comienzos y no teníamos ni el tiempo ni la propuesta. Poco a poco
estamos tratando de ir mejorando, de profesionalizarnos. Tener criterios más uniformes
para todas las muestras.”
Esto también deja entrever que La Salita es un espacio que está en sus inicios y hay
diversas cuestiones que aún están en ciernes de definiciones, y eso lo hace también un
espacio experimental que se permite, como Medina explícita, una maleabilidad que
emana de una actividad política.
Así como sucede con las actividades de otros colectivos que conforman En Eso Estamos,
las inauguraciones de las exposiciones son difundidas virtualmente. Esta acción se realiza
a través de dos plataformas: la red social Facebook y el portal digital Agenda Cultural
ZAZ, que recupera y difunde actividades culturales -tanto institucionales como
autogestionadas- de la ciudad de La Plata. Resulta de especial interés señalar que dos de
las gestoras de esta página web han formado parte del colectivo que conformara
inicialmente el espacio cultural En Eso Estamos. Complementariamente, también se
colocan afiches en diversos espacios de uso común de la Facultad de Bellas Artes,
colaborando a definir un público posible para las exposiciones. Es necesario señalar que
las exhibiciones son visitadas por asistentes pertenecientes a una franja etaria
comprendida entre los veinte y los treinta y cinco años -en su mayoría universitarios-,
grupo al que también se adscriben quienes sostienen En Eso Estamos. De acuerdo a lo

11
Medina, C. Sobre la curaduría en la periferia. Disponible en: http://salonkritik.net/08-
09/2008/09/sobre_la_curaduria_en_la_perif_1.php.
señalado por Guillermina, se registran variaciones en el público en cada exposición: “La
gente viene depende la muestra. En la muestra de Kaloian, un artista cubano, era
principalmente gente de más de 30 años. Depende del que exponga. También se da que
los que exponen o los que tocan son amigos nuestros porque conocen el espacio, pero si
me pregunta una persona que quiere exponer, tiene 40, 50, 60 años, seguramente va a ir
gente de esa edad. Puede suponerse que un grupo integrante del público se halla
directamente vinculado al expositor”.
El flujo de visitantes ha variado de acuerdo al día en el que se realiza el evento de
apertura, tal como relata Lucía: “Tuvimos algunas inauguraciones a las que fue mucha
gente y otras que no. Al principio, el año pasado, inaugurábamos los domingos, y no iba
tanta gente. Era el único día disponible que teníamos en la casa. Ahora inauguramos los
viernes, y va gente que pasaba por la vereda, que ve que hay movimiento, pero no tiene
idea de qué se está haciendo adentro”. Se delinean aquí las dinámicas propias de un
espacio compartido, que implican también la constitución de un público que entra en
contacto con la exposición durante el desarrollo de las múltiples actividades realizadas en
este espacio físico.
Constituida como un ámbito de difusión, dentro de la corta trayectoria de La Salita no se
consigna, aún, un interés manifiesto por establecerse como agente relevante en la
valoración económica de las obras y producciones artísticas que alberga. No obstante, de
acuerdo a lo expuesto por M. López, es posible afirmar que este espacio se constituye
como un actor fundamental, junto a otros espacios culturales, en la valoración y
legitimación simbólica de productores emergentes. Sus gestoras no persiguen un lucro
económico con sus actividades: los gastos generados en el montaje y difusión de las
exhibiciones se solventan a partir de la venta de comida y de bebida durante las
inauguraciones; dinero que se destina, asimismo, al sostenimiento de la casa.
Entre las diez muestras que se exhibieron en La Salita, el grupo de investigación
seleccionó dos eventos que sirven para resumir el proceder del grupo de gestoras.
“Preservar” y “Saltimbanqui”, resultan ser dos exhibiciones cuyo resultado evoca
satisfactoriamente la manera particular de mostrar que hay en este sitio.
“Preservar” de Joaquín Caminos, la tercera muestra producida en La Salita, fue
inaugurada el 19 de octubre de 2014. En ella se exhibieron fotografías digitales en blanco
y negro, que documentan los paisajes visitados por el fotógrafo -originario de la provincia
de Chubut- en un recorrido por la Patagonia argentina, desde la cordillera hasta la costa
atlántica. Las imágenes retratan diversos elementos naturales que permanecen ajenos a
la acción humana. Es así como el título de la exposición admite dos lecturas posibles: por
un lado, exploran escenarios que se preservan intactos, vírgenes, deshabitados, a la vez
que invita a reflexionar sobre la importancia de la conservación de estos santuarios y
sobre la relación del hombre con la naturaleza.
Las fotografías, colocadas a la altura de la vista, conforman un relato lineal en un recurso
a lo natural, como señala Victoria: “sobre la pared comienza el montaje de las fotografías,
dispuestas todas a la misma altura, refiriendo a una línea de horizonte. Las obras están
ordenadas siguiendo un criterio pautado por el artista, reflejando el orden en que fueron
tomadas”. El resultado es un conjunto de fotografías de mediano formato, enmarcadas en
negro, dispuestas a lo largo de la sala, prologadas por el texto curatorial. El relato
expositivo se cierra con una serie de reproducciones en pequeña escala de las fotografías
expuestas, que se ofrecen al espectador para que las distribuya en espacios públicos;
replicando así una estrategia del artista para difundir sus fotografías, a partir de una
circulación de mano a mano que elude los mecanismos tradicionales de circulación de
arte. De esta manera, la relación fundamentalmente contemplativa que ofrecen las piezas
exhibidas se complementa con la invitación a realizar una acción que excede la instancia
de asistencia a La Salita.
Es importante señalar que tanto el título como el corpus de obras expuestas, su formato y
montaje es resultado de un trabajo conjunto entre el artista y las gestoras del espacio. De
acuerdo con lo expresado por Joaquín, el equipo que compone La Salita colaboró en
diversas instancias del proceso de elaboración de la propuesta exhibitiva: “Una vez hecha
la primera reunión propusieron una serie de encuentros entre todos para ir hilando si iba a
ser utilizando todas las paredes, que tamaño, texto curatorial. Su rol fue casi de tutoras,
esta era mi primera muestra y no sabía cómo armarla ni qué cosas se deben tener en
cuenta. Me aconsejaron sobre cómo darle un orden a las tomas, qué iluminación utilizar.
Yo les pedí ayuda y que tomaran total libertad para dar opinión. Fue un trabajo agradable,
había mucha adaptabilidad”. Si bien no se conocían previamente, estos vínculos fluidos
entre el fotógrafo y las gestoras se refuerza debido a que comparten un círculo de
conocidos común. Tal como se señalara con anterioridad, la conexión entre ambos
agentes se instala sobre lógicas de amistad y afecto.
Como se ha dicho, “Preservar” se constituye como la primera experiencia de exhibición de
Joaquín. En este sentido, puede decirse que La Salita contribuye a generar un espacio
que complementa la formación académica de los artistas, ofreciéndose como instancia
inaugural del trayecto profesional de los artistas que alberga. Se torna de relevancia
mencionar que esta exposición ha sido replicada en enero de 2015 en el Centro Cultural
Melipal de Esquel, Chubut.
En el caso de “Saltimbanqui, 28 años / 28 espacios”, de Josefina Gauzellino, la muestra
que se inauguró el 26 de junio de 2015 es el último trabajo de La Salita, y puede verse
cierto resultado del pequeño trayecto de más de un año de trabajo del grupo curatorial.
Esta muestra es curiosa en el sentido de que no es exclusivamente una exhibición de
artes visuales como venían siendo los anteriores proyectos, sino que el elemento
fundamental de la muestra es un relato que se viene a materializar con objetos visibles y
con fotografías que sirven de apoyo al relato, pero principalmente lo que se exhibe es el
producto literario de la expositora. La propuesta curatorial es el relato del recorrido de la
vida de la artista, a través de los 28 hogares donde vivió a lo largo de sus 28 años. El
recorrido de la muestra se establece de manera cronológica desde el inicio de su vida
hasta la última casa donde vivió el personaje principal. El elemento principal son los
escritos, los breves textos de cada casa que Josefina Gauzellino habitó. Esta historia
autorreferencial contiene condimentos muy íntimos sobre el punto de vista subjetivo sobre
las diversas situaciones que la protagonista pasó en su vida, teniendo como punto
disparador las fotos o distintos objetos que evocan un lugar, un personaje, un fragmento
de paisaje en el que por un tiempo fueron su hogar.
Las fotografías operan como apoyatura visual a los pequeños textos, ejecutadas en parte
por la misma Josefina, por Emiliano Chico y por Dan Ayala, exclusivamente registran la
fachada de cada uno de los hogares a los que la historia va haciendo referencia. En estas
imágenes, hay una función documental por sobre un aspecto estético.
En cuanto a su puesta museográfica, desde la entrada de la sala, de izquierda a derecha,
se dispusieron distintos objetos sobre la pared. La mayoría de ellos eran fotos, un papel
pegado o clavado sobre la pared acompañaba cada imagen, eran los textos de Josefina,
alrededor se ubicaba algún objeto, como por ejemplo una fotocopia del acta de divorcio de
sus padres, o un cajón de mandarinas en el que se invitaba a los espectadores a comer
una de las frutas evocando los mercados de trueque a los que asistía con su madre en un
momento de su vida en Junín. Estos elementos fueron ubicados de acuerdo a lo que el
texto iba mencionando. A lo largo de las paredes del recinto se ubicaron una sucesión de
fotos que respondían a una numeración -de 1 a 28-, eran los 28 hogares en los que habitó
Josefina. De todos modos la museografía no exigía estrictamente que el relato se lea de 1
a 28, sino que la lectura se podía dar desde el punto de vista que cada espectador
quisiera. La cartelería era muy pequeña, el acercamiento que se debía hacer como
espectador era demasiado, logrando una intimidad con lo que se leía y más aún con el
contenido de los textos, lo familiar del relato. Las luces cálidas generaban más aún ese
sentido. La idea de hogar se terminaba de cerrar con el ámbito familiar del centro cultural,
por eso La Salita resultó un dispositivo exitoso en esta muestra. La culminación del evento
con una comida de varios comensales en una sola mesa larga y en el espacio mismo de
la exhibición se puede determinar como un elemento más de la museografía, pero sí se
vinculó con la experiencia estética de la muestra, compartiendo mucho de lo que la obra
literaria de la expositora y la muestra evocaban. Esto último tiene mucho que ver con un
rasgo del compartir muy fuerte en la identidad del centro cultural En eso estamos y
especialmente está vinculado con el carácter cooperativista del lugar. El hecho de que
Josefina haya sido integrante de En eso estamos hace que se pongan otra vez en
preponderancia las lógicas de amistad y afecto. Esto salta a las luces cuando se le
pregunta a Josefina el porqué de la elección del espacio a mostrar su producción, ella
explica: Formé parte del colectivo En Eso Estamos desde 2010. “Esa casa es uno de los
grandes espacios de la muestra. Como integrante de la casa, viví el nacimiento de La
Salita y el trabajo de las chicas que la impulsaron. La idea de transformar episodios de la
intimidad más subjetivo en producción artística, surgió de esa confianza construida en los
años con Emi Chico, Vico Trípodi y Guille Gutiérrez, en principio. Difícilmente hubiera
mostrado por primera vez Saltimbanqui en otro espacio”.
La elaboración de la propuesta curatorial fue producto del trabajo entre el grupo de
expositores y el grupo de gestoras, Teniendo en cuenta que la idea inicial de Josefina era
un recorrido de sus textos a través de las fotografías, es fundamental el aporte del equipo
de La Salita al proponer la apoyatura en distintos objetos extraídos de la historia misma.
Josefina cuenta: “...pienso que yo caí con una idea y algo del material (textos y fotos) y
que el montaje fue producto de la creatividad compartida entre todos los que participaron
de la muestra: curadoras y fotógrafos. (...) Desde que las curadoras me propusieron
“instalar” algo de las casas, la idea se transformó por completo y me pareció maravilloso.
Pensar y seleccionar los objetos a mí me sirvió para recrear algo de esos mundos que se
narran con la imagen y el texto, para volver a cada lugar; pensando que ese recurso
también podría acompañar la sensibilidad de los transeúntes de Saltimbanqui”. Otro
aspecto a destacar es la relación con el espectador. En este sentido esto fue
preponderante para Josefina ya que desde el inicio de su proceso creativo, la idea de
compartir su intimidad con un potencial público, y conectarla con la intimidad de ese
público fue un objetivo concreto “...cuando decidí mostrar ese relato de mi vida, la
intimidad se transformó por completo en otra cosa y busqué generar un diálogo. Yo te
cuento mis tránsitos a ver si te estimulan a pensar los tuyos. ¿Quiénes somos, de qué
lugares venimos, cuántos de ellos dejaron marcas en nosotros y nosotras hasta
moldearnos de cierta forma? Creo que en algo de todo eso fui pensando para convertir la
idea inicial individual a algo factible de colectivizar, de interpelar y vincularme con quienes
la recorrieron y me leyeron. Saltimbanqui nació como una idea: hacer un recorrido
cronológico por los distintos lugares que habité, como una especie de retrospectiva o
análisis. Al estar tan presente el yo en la muestra, necesité agarrarme de conceptos o
abstracciones que me ayudarán a integrar a otros y otras que la recorrieran. Me gustaba
imaginar a una persona recorriendo Saltimbanqui y acordándose de momentos de su
propia vida; que sus recuerdos se le vinieran tanto a la memoria que hasta la muestra
pasara a ser sólo un puente a esa historia suya. Así encontré hilos conductores: los
tránsitos, el movimiento, la permanencia, etc. y fui armando a partir de ellos. (...) hubo
varias personas que decidieron iniciar el recorrido en distintas puntas, llamados quizá por
alguna particularidad estética. Esa elección (quizá inconsciente) dice algo del diálogo que
quería que se genere. Fue muy agradable observarlos andando de casa en casa,
imaginando qué estarían proyectando sus cabezas, mucho más allá de Saltimbanqui”.
Resulta significativo como las dos muestras de La Salita hayan tenido similitudes en
cuanto a las tomas de decisiones por parte de las curadoras. Desde el análisis de las
condiciones de producción, el aspecto que interesa de este espacio de producción de
exhibiciones artísticas de la ciudad de La Plata, es la cercanía de estas propuestas con lo
relacional, con aquello que tiene que ver con la producción en conjunto y lo afectivo e
íntimo. Y teniendo en cuenta las preguntas iniciales referidas a ¿cómo funciona y se
desenvuelve la escena cultural en la ciudad de La Plata?, estas experiencias extraídas
pueden ser útiles para al menos exponer un aspecto de la identidad de la escena cultural
de la ciudad, dentro de un escenario enorme de distintos espacios con distintos contextos
y particularidades.
Dada la existencia de numerosos espacios culturales autogestionados que conforman el
mapa de la producción contemporánea artística de La Plata, se puede dar un
acercamiento a un modo particular de difundir, producir, y consumir arte, desde este punto
determinado, relacionados con los pilares identitarios de En eso estamos, referidos a la
autogestión, la participación colectiva, el cruce de diferentes disciplinas y el carácter
asambleario entre otras cosas.
Se puede pensar que los procesos de gestión propuestos por los espacios autogestivos
espacios disputan las concepciones legitimadas y entienden la producción y circulación
por la socialización, derivación y transformación de los lazos sociales,

Referencias bibliográficas

Guattari, F. y Rolnik, S. (2005). Micropolíticas, Cartografías del Deseo. Editora Vozes


Ltda: Petropolis
Gutiérrez, A. (2003). “A modo de Introducción: los conceptos centrales en la sociología de
Pierre Bourdieu en Bourdieu”. En Creencia artística y bienes simbólicos. Ciudades
de Córdoba y Buenos Aires. Buenos Aires: Aurelia Rivera.
López, M. (2013). “Lugares de vida. Nueva escena de espacios culturales emergentes en
la ciudad de La Plata”. En Fernández, M. y López, M. D., Lo Público en el Umbral. La
Plata: Ediciones de Periodismo y Comunicación, Universidad Nacional de La Plata.
Racioppe, B. (2012). Liberar, compartir, derivar. La Plata: Facultad de Periodismo y
Comunicación Social, UNLP.
Wortman, A. (2009). “Una mirada sobre la esfera de la cultura en procesos de
globalización”. En Revista Encuentros. Serie sobre desarrollo y cultura. Volumen II.
Desarrollo, cultura y procesos de globalización. Cartagena: Colombia.

Fuentes de internet

Bayardo García, R. Cultura, artes y gestión. La profesionalización de la gestión cultural.


Disponible en: http://sic.conaculta.gob.mx/centrodoc_documentos/66.pdf
Medina, C. Sobre la curaduría en la periferia. Disponible en: http://salonkritik.net/08-
09/2008/09/sobre_la_curaduria_en_la_perif_1.php
Sepúlveda, J. y Petroni, I. Algunas hipótesis sobre las cuestiones autónomas de arte
contemporáneo. Disponible en:
http://www.curatoriaforense.net/niued/?p=2348#sdfootnote4sym

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