Salmo Que Escribió FR

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Salmo que escribió Fr.

Jerónimo Verduzco y que título “Desagravio


Ecológico”
Perdónanos; Francisco, cantor de las criaturas,
porque hoy asesinamos, impunes,
la alborada con vandalismo torvo.
Y porque ante la música del sideral silencio
del espacio infinito permanecemos tristemente sordos.

Fray viento, ayer dulce y transparente,


hoy es oscuro y gris, como malla de plomo.
Arrasamos los bosques, pulmones del planeta,
donde ayer sonreían las hermanas orquídeas,
como prodigio insólito.

En los hermanos ríos no palpitan los peces,


submarinos de escamas, ni florecen los lotos.
En las urbes modernas, islas de asfalto y ruido,
respiramos el humo del veneno más tóxico.

Los hermanos cenzontles, orfebres los trinos,


no anidan en las ramas del viejo sicomoro.
Ya no de vuelan los ánades sobre el foso agrietado
de la seca laguna, hoy un erial de polvo.

Los lirios y los árboles, asfixiados y débiles,


aspiran cada instante el smog y el encono
del tumulto agobiante de trenes y automóviles
y el ruido lacerante de cláxones monótonos.
Sor agua, tan humilde, tan preciosa y casta,
es hoy cristal en fuga de hediondez y de escombros
en los oscuros caños de las grandes metrópolis
ennegrecidas de odio.

El Creador está triste con tristeza infinita,


pues mira en las criaturas apagado su rostro.
Perdónanos Francisco, cantor de las criaturas,
metáforas silentes que nos hablan del Otro.

Las criaturas son huella de los divinos pasos,


son la intacta inocencia, sin pecado y sin dolo.
Todos los seres cantan la gloria del Altísimo.
Son eco de sus gritos, son espejos atónitos
de Aquél que, con mirarlos, los reviste de gracia,
de esplendor, de hermosura, de bondad y de asombro.

Enséñanos, Padre Francisco, a salvarlas salvándonos,


a mirarlas de nuevo con renovados ojos
y a convertir la tierra en altar magnifico
del que las ha creado con su divino Soplo
y las eriges en peana del hombre y su destino
con excelsos designios y preclaros propósitos.
Sortilegio, fragancia, plenitud, poesía,
las Hermanas Criaturas hoy reclaman simposios,
cortesía, compasión, reverencia, cariño,
porque son nuestra estancia, porque son nuestro entorno.

¿No es matarlas matarnos? ¿No es perderlas perdernos?


¿No son obras maestras del Artista Supremo,
nuestro Dios, nuestro Todo? Perdónanos Padre Francisco,
cantor de las criaturas, cortés y delicado, sencillo y ecológico.

Hoy te pedimos, Padre, te quites las sandalias,


para que no lastimes, con tu cruz en los hombros,
a las hermanas piedras, imágenes de Cristo,
del camino cercado por los cactus hermosos.

Ahora guardaremos unos momentos de silencio para pensar de qué forma


nosotras hemos atentado contra la dignidad de la creación en esta semana
en que la Iglesia nos ha pedido orar por la Creación, por la casa común.

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