Aguilar Perdomo, M. Del R.-La Utilización de Las Vidas Paralelas de Plutarco en El Felixmarte... (Art.)

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LA UTILIZACIÓN DE LAS

« VIDAS PARALELAS » DE PLUTARCO


EN EL « FELIXMARTE DE HIRCANIA ».
A PROPÓSITO DE SU AUTOR,
MELCHOR DE ORTEGA

En 1556 Francisco Fernández de Córdoba publica en su


imprenta vallisoletana la Primera parte de la grande historia del
muy animoso y esforcado príncipe Felixmarte de Hircania, escrita
por Melchor de Ortega, personaje enigmático y oscuro del que se
conocen pocos datos, como ocurre con gran parte de los autores
caballerescos peninsulares. La emisión de la única edición 'conser-
vada anota como título: Primera parte de la grande historia del muy
animoso y esforcado príncipe Felixmarte de Yrcania, y de su
estraño nascimiento. En la qual se tratan las grandes hazañas del
valeroso príncipe Flosarán de Misia su padre, según que la scrivió
en Griego, el grande historiador PhilosioAtheniense. Traduzidade
la lengua Toscana en nuestro vulgar, por el magnifico cauallero
Melchior Ortega, vezino de la cibdad de Úbeda. Dirigida a el
¡Ilustre señor luán Vázquez de Molina, del Consejo de stado de su
Magestad, y su Secretario, Comendador de Guadalcanal. Treze de
la orden de Sanctiago. Esta portada proporciona tres datos de gran
importancia para el esclarecimiento de la figura de Ortega. En
primer lugar, se alude a la condición aventajada y privilegiada de

1
Véase al respecto nuestro trabajo. Edición y estudio del Felixmarte de Hircania,
Madrid, Universidad Complutense, 1997, vol. II, págs. ii-vn; tesis doctoral inédita defendida
el 5 de diciembre de 1997. Más accesible es nuestra edición aparecida en la colección «Los
libros de Rocinante», núm. 4, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1998.
Todas las citas del Felixmarte provienen de esta edición.

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Melchor de Ortega, si se tiene en cuenta el título que se le adjudica,


"el magnífico caballero". En segundo lugar, señala a Úbeda como
probable lugar de nacimiento de Ortega, ya que la mención de
"vecino de Úbeda" puede entenderse como confesión de naturaleza.
Por último, relaciona a Ortega con el también ubetense Juan Vás-
quez de Molina, personalidad prestigiosa en las cortes de Carlos V
y Felipe II, a quien dedica la obra. Estos elementos servirán
entonces de hilos conductores en la elaboración del cañamazo bio-
gráfico de Melchor de Ortega.
Ciertamente la mención de su condición de caballero sugiere
la conciencia que el propio Ortega tenía de su pertenencia a uno de
los linajes más importantes de la muy noble y leal ciudad de Úbeda,
villa de la que es oriundo, tal como él mismo lo declara en la dedi-
catoria que hace del Felixmarte de Hircania a Juan Vázquez de
Molina en referencia a las bondades que este ha prodigado a su
ciudad: "no es mucho que los naturales de la insigne Úbeda ofrez-
camos en retorno de tan gran beneficio" (pág. 11). No obstante, a
pesar de la reputación y significación del linaje de los Ortega a lo
largo de los siglos xv y xvi en la villa ubetense, los testimonios
documentales conservados en los que se hace referencia a esta
familia2, provenientes en particular del recuento que de sus antepa-
sados hace don Martín de Ortega de los Cobos 3 en una especie de
crónica privada de los Ortegas, exceptuando las referencias quedan
a conocer su linaje, guardan un silencio sorprendente e inquietante
sobre el autor del Felixmarte.
Melchor de Ortega nació en el seno de una familia hidalga,
aproximadamente en la segunda o tercera década del siglo xvi. Era

2
El linaje de Ortega ha sido historiado por ENRIQUE TORAL PEÑARANDA, Historia del
linaje de Onega, Úbeda, Bellón, 1953, 3 vols., y, más recientemente, Historia del linaje
ubetense de Onega, en Boletín. Instituto de Estudios Giennenses, t. XLI, núm. 157, Julio-
Septiembre de 1995, págs. 7-87. Dalos complementarios sobre la familia Ortega pueden
encontrarse en la obra del mismo autor, Úbeda( 1442-1510), Jaén, Diputación Provincial de
Jaén, Boletín de Estudios Giennenses, 1975, donde incluye la transcripción de los documen-
tos encontrados en diversos archivos referidos al linaje, así como el árbol genealógico.
3
Este documento ha sido transcrito por ENRIQUE TORAL en Historia del linaje ubetense
de Ortega, art. cil. El profesor Toral me informa que dicho documento hace parte del archivo
personal de su pariente, ya fallecido, Rafael Fernández de Bobadilla y Mantilla de los Ríos,
Conde de Guadiana.

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hijo de Antonio Ortega y Catalina de Alaver, quienes habían muerto


antes de 1549, año en que sostuvo el pleito sobre su nobleza e
hidalguía, junto con sus hermanas Isabel y Catalina, en nombre
suyo y de su primo hermano Cristóbal de Ortega, por estar este
sirviendo al rey Felipe II en palacio 4 ; de dicho proceso se obtuvo
una sentencia favorable por parte del corregidor de Úbeda, don Juan
de Bazán, el día 30 de mayo de 1549. Los abuelos paternos de
Melchor fueron don Diego de Ortega y Lucía Ruiz de Ariza, hijo
aquel de Pedro de Ortega, quien aparece como vecino de la
collación de San Nicolás5 en la Sentencia Arbitraria de Úbeda, que
fue dictada el 16 de diciembre de 14466. Pedro de Ortega, a su vez,
era hijo de Juan de Ortega, cabeza del linaje ubetense, quien viviera
en los últimos años del siglo xiv y principios del xv.
Sus ascendientes y familiares fueron personajes sobresalien-
tes, en especial su abuelo paterno. Efectivamente, Diego de Ortega
acompañaba a su primo Martín Alfonso de Ortega7 cuando este fue
nombrado alcalde del castilloy fortaleza de la villade Alburquerque,
perteneciente a Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque. Don
Diego, como su primo, llegó a ser también criado de la casa del
duque y su embajador ante el rey de Portugal, como se patentiza en
las instrucciones precisas que Beltrán de la Cueva le da sobre lo que
debía decirle al soberano portugués con respecto a Juan Torres,

4
Cristóbal era hijo de Pedro de Ortega (hermano de Antonio, padre de Melchor) y Ana
Salido. Véase al respecto, ENRIQUE TORAL PEÑARANDA, Historia del linaje de Onega, II: los
ortega y sus enlaces, Úbeda, Bellón, 1953, pág. 13.
5
Úbeda estaba dividida en once parroquias o collaciones: San Isidro, la más populosa,
seguida de San Nicolás, San Pablo, San Millán, San Lorenzo, Santa María, San Pedro, Santo
Domingo, San Juan Bautista y San Juan Apóstol. Consúltese, ENRIQUE TORAL, Úbeda (1442-
1510), ob. cit., págs. xx-xxi.
6
La Sentencia Arbitraria de Úbeda "consistió en la averiguación y justificación de los
caballeros hijosdalgos de linaje de Úbda. que reconocidos tales, no debían pechar más de
cinco maravedises en cada repartimiento, declarando también, que debían mantener armas
y caballo la mayor parte del año, estando exceptuados de todos los pechos e impuestos que
pesaban sobre los demás vecinos que no eran hijos-dalgo de linaje", MIGUEL. RUIZ PRIETO,
Historia de Úbeda, ed. de A. ALMAGRO GARCÍA, J. R. MARTÍNEZ EVIRA, L. MONFORTE
GONZÁLEZ, A.MoRENoMF.NDOZAyJ. M. VALCÁRCELGONZÁLEZ, Úbeda, PabloOlavidc, 1982,
pág. 135, donde se incluye la lista de personas favorecidas y un recuento de su proceso.
7
Sobre esta otra rama del linaje y su filiación con la familia Ortega que es objeto de
nuestro estudio, veásc, enrique TORAL, Historia del linaje ubetense de los Ortega, art. cit.
págs. 7-34.

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antiguo alcalde de la villa que se había sublevado contra él,


obligándolo a firmar unas capitulaciones que le aseguraban su
entrada en el vecino país 8 . El aprecio que el rey don Enrique sentía
por Beltrán de la Cueva se refleja en su intervención para que Martín
Alfonso de Ortega, criado de la casa del conde, también fuese
incluido en la Sentencia Arbitraria de Úbeda, y en su posterior
llamado para que formara parte de su guardia personal, en condición
de vasallo, un título que era eminentemente honorífico. En efecto,
en la provisión real dada en Tordesillas el 2 de julio de 1463, don
Enrique ordena a la ciudad de Úbeda que incluya a Martín Alfonso
de Ortega y su hermano Andrés en la Sentencia Arbitraria de su
nobleza 9.
Como criado de la casa de don Beltrán, Diego de Ortega
recibió de los Reyes Católicos la concesión del perdón (3 de enero
de 1478), por haber participado en las revueltas que se produjeron
desde el 10 de diciembre de 1471 hasta el día en que los Reyes
tomaron posesión de sus reinos. Posteriormente, los mismos sobe-
ranos le nombraron Regidor perpetuo de la ciudad de Úbeda como
remuneración a los servicios realizados cuando doña Isabel era
princesa. Don Diego murió en la villa de Alburquerque, donde está
enterrado, según consta en el testamento otorgado el 11 de diciembre
de 1530 por Antonio Ortega, hijo de su primo Martín Alfonso 10.
Por su parte, Pedro de Ortega, hijo primogénito de don Diego,
heredaría el oficio de su padre, convirtiéndose en Regidor perpetuo
de Úbeda; un título que por derecho conservó su hijo Cristóbal,
quien además fue caballerizo de su Majestad la Emperatriz y
gentilhombre de la casa de Felipe II, otorgándole este merced de
hábito en la Orden de Santiago de la que llegó a ser Comendador.
El de Melchor de Ortega era, pues, un gran linaje y, evidente-
mente, no era sólo presunción de su parte el titularse "magnífico
caballero". Porque, adicionalmente, como su bisabuelo Pedro Or-
tega se contaba entre los privilegiados por la Sentencia Arbitraria de
Úbeda, por la cual se eximía a los hijosdalgos de pechar cinco
maravedís por repartimiento, siendo este un derecho que se hereda-
8
El documento con dichas instrucciones es transcrito por TORAL, ibid., págs. 23-24.
9
La carta se incluye en el artículo citado de ENRIQUE TORAL, pág. 10.
10
Ibid., pág. 24.

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ba; Melchor de Ortega pertenecía entonces a ese reducido número


de privilegiados—su número en 1524 era aproximadamente de 137
personas "—, que, según EnriqueToral, estaban dedicados a la
caballería, a la protección de la ciudad y a actividades militares,
pues estaban obligados por la Sentencia a mantener caballo y armas
durante todo el año, tenían inclinaciones por los estudios universi-
tarios, y se caracterizaban por su orgullo y la subestimación de los
hijosdalgos no privilegiados y del resto de los habitantes de la
ciudad, hombres buenos, que repartían su tiempo entre la ganadería
y la agricultura n. Los hidalgos, aunque tenían casas en el medio
rural, vivían en el casco urbano en hermosos palacios, ya que
muchos de ellos ostentaban las regidurías concejiles, como el
propio Cristóbal de Ortega—en cuyo palacete podemos imaginar
a su primo Melchor contemplando los hombres salvajes tallados en
la fachada con los mismos rasgos físicos que adornarían a los
salvajes del Felixmarte—, y se caracterizaban porque "en las
procesiones llevaban símbolos de distinción frente al común, las
varas de palio en Úbeda en la procesión del Corpus Christi. Se
casaban con personas de su mismo estamento jurídico. Usaban telas
diferentes para vestirse, así podían adornar con oro y plata sus sayas
o utilizar paños de seda. Su ropa de cama era más variada que la de
los demás vecinos pecheros. Por ejemplo sus sábanas eran de lino
y las del común de algodón o cáñamo l3 .
A pesar de que su primo hermano Cristóbal, conocido como El
Caballerizo, hacía parte de la Orden de Santiago, no consta que
Melchor de Ortega hubiese solicitado su ingreso en ninguna de las
órdenes militares, ni que se dedicara a oficios relacionados con la
caballería 'real' y la guerra —como sí lo hicieron varios de los
miembros de otra rama del linaje ubetense de Ortega l4—, la

1
' El datocs proporcionado porMA. JOSEFA PAREJO DELGADO, Baeiay Ubeda en la Baja
Edad Media, Granada, Don Quijote, 1988, pág. 154.
12
Úbeda (1442-1510), ob. cit., pág. xxi.
13
M. J. DELGADO PAREJO, ob. cit., p 155. Este hecho los diferencia de un grupo que
poco a poco se iría confundiendo con ellos, los caballeros, que "vestían aljuba o vestidura
morisca y más tarde tabardas de paño de Yrés de color canela", ibid, pág. 160.
14
Así, por ejemplo Martín Alfonso de Onega y su hermano Andrés, primos de su
abuelo Diego, participaron en el asalto y toma del castillo moro de Solera, comportándose
valerosamente al abrir el camino en lo alto de las murallas al resto de las tropas. Posterior-

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actividad que parece más consencuente adjudicarle al titularse


caballero, si se tiene en cuenta, además, el peso de la tradición
familiar y el entorno. En este sentido es muy significativo que su
nombre no figure en la lista de caballeros ubetenses que fueron
llamados por el emperador Carlos V para participar en las campañas
con Francia, en carta fechada en Monzón el 25 de julio de 1542 l5.
Tal vez la vidade Melchorde Ortega transcurrió la mayor parte
del tiempo en su Úbeda natal, por lo que no es descartable que
presenciara la entrada del emperador Carlos V a la ciudad el día 17
de diciembre de 1526, y los festejos que le hicieron en el recibimien-
to el corregidor Alvaro de Lugo y Francisco de los Cobos, secretario
de su Majestad, de los que no se conserva testimonio alguno l6 ; de
igual forma, pudo haber sido testigo de la agitación política en que
estaba sumida Ubeda desde el siglo xv, que se prolongó hasta los
primeros años de la segunda década del siglo xvi. Sin embargo, no
es descartable que se haya desplazado a Valladol id de la mano de su
primo Cristóbal, atraído por su influyente posición en la corte de
Felipe II, lo que probablemente también determinó la publicación
del Felixmarte de Hircania en esa ciudad.
Su Ubeda l7 natal, rodeada de murallas, era, entre finales del
siglo xv y las primeras décadas del xvi, una ciudad efervecente y en
crecimiento 18, afectada por una seria intranquilidad social y polí-
tica, debida al constante enfrentamiento de las familias Molina y de
la Cueva, que recuerdan las hostilidades que se producían por
monopolizar el poder en estos mismos años entre los linajes,
emparentados entre sí, de Chaves, Pacheco, Aguilar y Silva en

menlc, Martín Alfonso participaría en la guerra de Granada, falleciendo de enfermedad en


el real de la ciudad de Baza. Su hijo Bemardino moriría combatiendo sobre Santa Fe, sin
llegar a asistir a la entrega de la ciudad. Consúltese al respecto, E. TORAI, Historia del linaje
libélense de Onega, art. cil.
15
Véase, Ruiz PRIETO, ob. cil., págs. 189-192.
16
Da cuenta de ello MIGUEL RUIZ PRIETO, oh. cil., pág. 188.
17
Para la historia de Úbeda, véase, ENRIQUE TORAL, Úbeda (1442-1520). ob. cil.;
MIGUEL RUIZ PRIETO, Historia de Úbeda, ob. cit.; ALFREDO CAZABAN LAGUNA, Apunten para
la historia de Úbeda, Úbeda, 1992 [Ed. facsimilar de la ed. de 1887]; MA. JOSEFA PAREIO
DELGADO, ob. cit.
18
Según Toral, el número de habitantes sería de un poco más de quince mil, repartidos
entre el recinto amurallado y los arrabales, un número que no variaría mucho a lo largo del
siglo xvi, Úbeda (1442-1510). ob. cit., pág. xx.

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Ciudad Rodrigo l9. Las continuas rivalidades tuvieron su origenen


el deseo de lograr el dominio absoluto del Alcázar y de las institu-
ciones de gobierno; dichas enemistades ocasionaron una honda
división política y social en la ciudad, ya que los linajes más
relevantes terminaron tomando partido por alguna de las facciones.
Es así como el linaje de Ortega se había situado prontamente del
lado de la familia de la Cueva, pues don Diego de Ortega —abuelo
paterno de Melchor— era criado de la casa de Beltrán de la Cueva,
amigo íntimode Enrique IV. Las permanentes hostilidades entre los
bandos fueron parcialmente zanjadas en 1477 por los Reyes Cató-
licos con la restauración de los regidores, cuyo número oscilaba
entre veinte y veinticuatro, entre los que había miembros de ambas
familias. Estos regidores eran en principio vitalicios, pero luego se
logró que algún descendiente conservara el título.
. Concluida la guerra de Granada, en la que los habitantes de
Úbeda, incluidos los Ortega, participaron activamente2(), la ciudad
se enriqueció con los despojos de la guerra y la nobleza con las
generosas donaciones hechas por los Reyes Católicos para premiar
los valiosos servicios prestados. En el siglo xvi este apogeo de
Úbeda y la religiosidad de sus vecinos se materializaron en la
contracción de los mejores monumentos arquitectónicos de carác-
ter eclesiástico y secular; de igual manera, la ciudad creció en
importancia y población, y la enseñanza se impulsó considerable-
mente con la fundación de escuelas y colegios 2I.
Sin embargo, esta aparente calma se resquebrajó con nuevos
enfrentamientos entre los bandos, que obligaron a la reina doña
Juana, en 1508, a cerrar el Alcázar de la ciudad que estaba en poder
de los Molina, quienes debieron capitular. Este acontecimiento
motivó una nueva y relativa tranquilidad que se mantendría hasta

19
Véase M A . CARMEN MARÍN PINA. Nuevos datos sobre Francisco Vásquezy Feliciano
de Silva, autores de libros de caballerías, en Journal' of Híspame Philology, X V (1991), pags.
117-130, quien recuerda el ambiente mirobrigense a propósito d e estos dos autores.
20
TORAL PEÑARANDA, Historias del linaje ubelense de Onega, art. cit., pág. 2 9 .
21
Así, por ejemplo, Francisco de los Cobos fundó c o n autorización real u n colegiocon
la intención de q u e se enseñasen ciencias c o m o e n Salamanca. Sin embargo, sus deseos n o
serían colmados debido a la cercanía de la antigua Universidad de Baeza, limitándose e l
colegio a las lecciones de gramática, latinidad y retórica. Véase al respecto, Ruiz PRIETO,
Historia de Úbeda, pág. 181.

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1520, cuando Carlos V se embarcó para tomar posesión del imperio


de Alemania, dejando el reino en un estado de gran agitación por el
levantamiento de las Comunidades. Obviamente la inestabilidad así
creada repercutió en Úbeda, donde se reanudó y recrudeció la lucha
entre las facciones rivales; situación que se vería incentivada con el
nombramiento de Bernardo de Roxas como corregidor de la ciudad,
quien no tenía el menor reparo en ocultar su inclinación por la
familia de la Cueva. La intensificación de viejos antagonismos
llegó hasta tal punto que, en 1520, los Molinaasesinaron villanamente
al anciano Luis de la Cueva, jefe de su bando, desencadenándose
tantos hechos funestos en la ciudad que el Emperador se vio
obligado a intervenir para dar por concluidos los enfrentamientos,
instaurándose a partir de ese momento la concordia entre quienes
hasta hacía poco habían sido enemigos mortales.
Además de la revuelta política, Úbeda vivió a lo largo de las
primeras seis décadas del siglo xvi un florecimiento arquitectónico,
fruto del esplendor económico y social de la ciudad, producido por
la presencia de una emprendedora clase aristocrática convencida de
que la mejor manera de pasar a la posteridad era a través del
mecenazgo artístico. Es así como gran parte de los monumentos que
se conservan en la actualidad, en cuya construcción tomaría parte el
arquitecto Andrés de Vandelvira22, fueron levantados durante esos
años.
Pero, conjuntamente con las circunstancias sociales descritas
y el auge monumental de la ciudad, una particularidad que caracte-
riza a la Úbeda de la Edad Media y principios del Renacimiento es
la conformación de clanes familiares, cuyo origen está vinculado

22
Sobre Andrés Vandelvira y su etapa ubetcnse puede consultarse, ARSENIO MORENO
MENDOZA, El arquitecto Andrés de Vandelvira en Úbeda: una aproximación a la arquitec-
tura del Renacimiento en la Alia Andalucía, Sevilla, Fundación Cavellar-Ayuntamiento de
Úbeda, 1979; del mismo autor, Úbeda renacentista, Madrid, Electa, 1993, y LÁZARO GILA
MEDINA y VICENTE M. RUIZ PUENTES, Andrés de Vandelvira: aproximación a su vida y obra,
en IM arquitectura del Renacimiento en Andalucía: Andrés de Vandelvira y su época, Jaén,
Junta de Andalucía, 1992, págs. 81-118. Datos sobre los contratos efectuados por Vandelvira
para la realización de sus obras se encuentran en VICENTE MIGUEL RUIZ FUENTES, Contratos
de obra protocolizados ante los escribanos ubetenses durante el siglo xvi. Granada,
Universidad de Granada, 1991 (tesis doctoral publicada en microfichas).

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^ rimera parte déla grande fiíftoríadel
muy animofo y cíFor^ado principe Fclixmarte de Yrcania, y de fu eílra-
ño nafcimicnto.En la qual fe tratan las grandes hazañas del vaJerofoprirt
cipe Flofaran de Mida fu padrc,fegun que la fciiuio en Griego.cl grande
tiftoriadorPhilofio Athcniéfc.TraduzidadelcnguaTofcanacn nucftro
Vulgar.por el magnifico cauallero Melchior Ortega,vezino déla cibdad
de Vbcda.Dirigiaa a el Illuftre Tenor luán vazquez de Molina, del Con-
fejo del liado de fu Magcftad.y fu Sccretaiio>Comeildador de Guadalca
nal.Trcze déla orden de Santiago.
CCon Priuilcgio para Caftilla y Aragón. Eri cite año de 1J57.
CElu ca0ádo a dos marauedis dplieeo.quc mota. íjj.maraucdis.

Portada del Felixmarte de Hircania de Melchor de Ortega.


Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1556.

LÁMINA VIII
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con la repoblación del siglo xm 23 . Estos clanes se apoyaban en las


diversas ramas de un linaje con un tronco común, entre cuyos
miembros se distinguen, por una parte, los parientes mayores, es
decir, aquellos de rango superior, con un poderío económico y polí-
tico más elevado que se cristalizaba en la posesión de casas y torres
propias; y por otra parte, los parientes menores, de los que hacían
parte los hidalgos y caballeros24.
Probablemente en Úbeda llegaron a conformarse diez clanes,
entre los que se encontraba el de los Ortega, que exteriorizaban el
respeto por unos ideales comunes y su aspiración por mantener
vivas las virtudes militares de sus antepasados en los escudos de
armas, situados por lo general en las fachadas de la residencia
nobiliaria. De igual manera, los lazos de unión entre los miembros
del clan se constataban en el patronazgo; es decir, en la posesión de
una capilla particular destinada a ser el lugar de sepultura de la
familia. Pero si algo revelaba este hecho, era el deseo del linaje de
reunir a sus integrantes en torno a una misma fe religiosa y a una
comunidad espiritual. Ambas expresiones de reafirmación de la
condición noble se patentizan en la historia de los Ortega. Efectiva-
mente, el linaje dejaría una huella arquitectónica en su Úbeda natal
con la construcción del palacio de los señores de Alicún, que en la
actualidad se conserva con el impropio nombre de palacio de
Guadiana.
Asimismo, Cristóbal de Ortega, primo de nuestro autor, fue
propietario del Palacio del Caballerizo —que aún se conserva—,
conocido así por el rango que le había asignado Felipe II. En la
fachada de este palacio está tallado el escudo de armas de la familia,
que, curiosamente, es sostenido por dos hombres salvajes. De igual
manera, la abuela de Melchor Ortega, doña Lucía Ruiz de Ariza,
fundó una capilla en San Nicasio a la que fueron trasladados los
restos de Martín Alfonso de Ortega 25, primo hermano de su abuelo
Diego.

23
Acogemos las conclusiones ofrecidas p o r M A . JOSEFA PAREJO DELGADO, oh. cit.,
págs. 147-150.
24
Los términos parientes mayores y parientes menores son tomados d e M. J. PAREJO
DELGADO, ob. t-i/.. p á g . 147.
25
E. TORAL PEÑARANDA, Historia del linaje libélense de Ortega, an. cit., p á g . 33.

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Ciertamente, Melchor de Ortega pertenecía a uno de esos


linajes que ostentan en sus blasones el sueño de un heroico pasado,
tan belicoso como incierto, de una aristocracia que ha visto, durante
el reinado de Calos V, cómo el ideal caballeresco va desapareciendo
y se impone paulatinamente un estilo cortesano al que deberán
acoplarse para perdurar; y que, tal vez embebido por la nostalgia de
un pasado glorioso, emprendió la tarea de exaltar la vidacaballeres-
ca, la caballería andante, en un mundo idealizado en el que la
nobleza no había sido todavía absorbida por el poder regio.
Respecto a su formación y conocimiento sólo es posible hacer
suposiciones. Sin embargo, algunos detalles de su obra son signifi-
cativos y concomitantes a la hora de delinear el perfil intelectual del
ubetense. La utilización que Melchor de Ortega hace de un frag-
mento de las Vidas paralelas de Plutarco es muy sugerente en este
sentido, pues permite advertir que tal vez poseía un saber medio,
acorde con su condición de hidalgo y que, efectivamente, debió
tener a su alcance, si no el texo mismo de Plutarco, al menos ese
fragmento, que podía haberse difundido en las 'enciclopedias
secretas' e i n ventanos de citas que circularon durante el siglo de oro
español26. Adicionalmente, Ortega parafrasea el texto del filósofo
griego con evidentes fines historiográficos para dar a su obra el aire
de veracidad, verosimilitud y autoridad en el que tanto insistieron
los autores caballerescos en los prólogos de sus relatos. De acuerdo
con los tópicos del género, Ortega presenta su obra como fruto de
la traducción de un texto originariamente escrito en griego por el
historiador Philosio Atheniense, traducido posteriormente por
Plutarco al latín y al toscano por Francisco Petrarca, que es final-
mente la versión que él encuentra en la biblioteca dejada por el
hermano de Cristóbal Colón en el sevillano monasterio de San
Pablo y la que se dispone a verter al castellano. Con esta referencia,
que vincula al Felixmarte de Hircania con la famosa Biblioteca
Colombina, y recurriendo al trasegado artificio de la falsa traduc-
ción con la variante del original hallado 27, Melchor de Ortega

26
Véase al respecto, VÍCTOR INFANTES, De Officinas y Polyanlheas: los diccionarios
secretos del Siglo de Oro, en LUISA LÓPEZ GRIGERA y AUGUSTIN REDONDO, e d s . , Homenaje a
Eugenio Asensio, Madrid, Gredos, 1988, págs. 243-257.
27
Consúltese, Ma. Carmen Marín Pina, El tópico de la falsa traducción en los libros

THESAURUS. Tomo LIV. Núm. 1 (1999). María del Rosario AGUILAR PERDOMO. La ...
TH. L1V, 1999 FEL1XMARTE DE H1RCANIA 299

consigue para su obra la autoridad y prestigio requeridos. No


obstante, el autor del Felixmarte no se limita tan solo al tópico de
la falsa traducción, también se acoge al valioso recurso de la
historiografía, que le permite equipar su historia fingida con histo-
rias verdaderas. En este aspecto es de peculiar importancia la
introducción del fragmento biográfico de Plutarco, pues ello le
permitirá legitimar el linaje de los héroes de su relato, al quedar este
emparentado desde el comienzo mismo, gracias a lo señalado por el
filósofo queronense en la Vida de Cimóny Lúculo, con una estirpe
de personajes reales, de carne y hueso, que habían sobresalido por
su valentía y heroísmo.
En el capítulo primero del libro Ortega narra la genealogía del
rey Manisaldo Peripoltas de Misia —padre de Flosarán y abuelo de
Felixmarte— y lo hace descendiente del famoso adivino griego
Peripoltas de Tesalia, afirmando que el agorero había conducido al
rey Ophelta desde Tesalia hasta la provincia de Boecia. Continúa
Ortega con el relato de las hazañas realizadas por los descendientes
del linaje de Peripoltas y su participación en las guerras contra los
Medos y los Galos. A causa de su extrema valentía, que los hace
preferir la muerte a la deshonra, solamente sobrevive un pequeño
niño llamado Tronteo Peripoltas, el ascendiente del rey Manisaldo.
El apresurado recuento coincide ampliamente con lo referido por
Plutarco en el inicio de la biografía de Cimón y Lúculo, incluida en
sus Vidas Paralelas.
Es probable que Melchorde Ortega pudiera conocer este texto,
si se tiene en cuenta que de la gran obra biográfica del filósofo
griego circulaban en la Península en el siglo xvi varias traducciones
al castellano 28 , además de la primera versión de las Vidas paralelas
vertida al aragonés (h. 1379-1384) por encargo del Gran Maestre
Juan Fernández de Heredia 29 , traducción esta que abrió las puertas
para el redescubrimiento de las obras de Plutarco en Occidente. En
de caballerías, en Actas del III Congreso de la Asociación Hispánica de Lile rotura Medieval,
cd. de MA. ISABEL TORO PASCUA, Salamanca, Universidad de Salamanca, col. Biblioteca
Española del Siglo xv. 1994. vol. I, págs. 541 -549.
28
Consúltese al respecto, el clásico artículo de J. SÁNCHEZ LASSO DE LA VEGA.
Traducciones españolas de las « Vidas» de Plutarco, EF.CC, 6 (1961 -1962), págs. 451-514.
M
La edición critica del texto aragonés conservado puede verse en ADEUNO ÁI.VAREZ
RODRÍGUEZ, Vidas de hombres ilustres (núms. 70.71, 72 de la Biblioteca Nacional de París.

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300 MARÍA DEL ROSARIO AGUILAR TH. LIV, 1999

efecto, en 1491 se publica en Sevilla, en la imprenta de Pablo


Colonia, Juan de Nuremberg y Tomás Alemanes, la traducción
completa de las Vidas hecha por Alonso Fernández de Palencia 30,
en dos volúmenes, reeditada en la mismaciudad en 1508; quien para
su traslación se basó en las versiones latinas de diferentes humanis-
tas italianos, como Lapo, Guarino, Bruni, Bárbaro y Fidelio, entre
otros, como él mismo lo expresa en el prólogo. La versión de
Palencia, según Jorge BerguaCavero 3l ,a pesar de las dificultades
que entraña para su lectura, gozó de cierta difusión en España, y las
reediciones de 1508 y 1792 lo atestiguan, así como el hecho de que
hacia 1548 Diego Gracián de Alderete las conociera bien; un hecho
que, por lo demás, no es tampoco extraordinario si se tiene en cuenta
que la traducción de Palencia fue la única completa que estaba
disponible en castellano hasta el siglo xix. Con posterioridad, sería
precisamente Gracián de Alderete quien, junto con Francisco de
Enzinas, contribuiría de manera significativa al conocimiento de
Plutarco durante el siglo xvi. Efectivamente, en 1533 publica su
traducción de los Apophthegmas y tn 1548 se imprime por primera
vez su traducción de las Moralia.
Sin embargo, para la difusión de las Vidas Paralelas, la obra
de Plutarco que nos interesa, y sobre todo para conjeturar cómo
Melchor de Ortega tenía conocimiento al menos de una de las vidas
plutarquistas, es de gran trascendencia la aparición en 1547, sin
datos de autor, impresor ni lugar de impresión, de Las vidas de dos
ilustres varones, Cimón Griego y Lucio Lúcullo Romano, precisa-
mente la biografía de laque Ortega tomael linaje de sus héroes, cuya
traducción es atribuida a Francisco de Enzi ñas pues esta deja de ser

Edición y estudio, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1983, 2 vols. Véase, así
mismo, L. CLARA, La premiére traduclion des Vies Paralléles de Plularque, BAGB, 1968,
págs. 405-426.
30
En particular sobre esta traducción, puede consultarse e l artículo de J U A N ANTOÍNIO
LÓPEZ FÉREZ, La traducción castellana de las Vidas realizada por Alfonso de Palencia, en
MANUELA GARCÍA VALDÉS, ed., Estudios sobre Plutarco: ideas religiosas. Actas del III
simposio internacional sobre Plutarco (Oviedo, 30 de abril-2 de mayo de 1992), Madrid,
Ediciones Clásicas, 1994, págs. 359-369, que no ofrece nada muy distintoa lo consignado
por Lasso de la Vega en su artículo citado.
31
Estudios sobre la tradición de Plutarco en España (siglos xm-xvii), Zaragoza,
Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, 1995.

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un resumen, "para pasarde la imitación fiel a la adaptación creativa,


a la paráfrasis tan del gusto de la época" 32 .
El cotejo de los pasajes refleja evidentemente que Melchor de
Ortega utiliza como fuente este relato biográfico:
Quán celebrado aya sido entre los griegos el nombre y linage de los
Peripoltas, cosa muy notoria es a aquellos que han leído sus historias, en las
quales sus virtudes y heroicos hechos, sobre todo sus claros varones con in-
mortal fama se pregonan, especialmente aquel famoso Peripoltas de Tesalia,
que con esfuerzo de su invencible ánimo e industria de su claro ingenio, guió
al rey Ophelta seguramente, en extremo de gran necessidad, a la provincia de
Boecia, echando fuera de la tierra por su propia virtud a los bárbaros que
entonces la tenían ocupada. Los hijos y descendientes deste famoso varón de
su natural eran muy belicosos, sagazes, y de gran industria y maña; y dotados
de tanto ardimiento, que no dubdaban acometer qualquier alto hecho en ar-
mas por muy arduo y peligroso que a otros pareciesse. Oviéronse tan
valerosamente todos los que desta antigua sangre se hallaron en las batallas
de Grecia, assí contra con los Medos como contra los Galos, que juzgando
ser más victoria perder la vida con honor que conservalla con infamia, la
mayor parte d'ellos acabaron animosamente en estas guerras, quedando tan
pocos que la embidiosa fortuna estuvo a punto de poner fin a la generación y
glorioso nombre de los Peripoltas. Mas al tiempo destas crueles guerras, que-
dó en la cuna un nieto de Peripoltas, hijo de su hijo mayor, llamado Tronteo
Peripoltas [...] {Felixmarte de Hircania, pág. 13).

La traducción del fragmento, atribuida a Francisco de Enzinas,


que corresponde al inicio de la vida de Cimón, dice así 33 :
Peripoltas celebrado propheta en los tiempos que floresció fue hombre
de tan claro ingenio, que él solo con su industria fue bastante a guiar segura-
mente al rey Ophelta con otro gran número de populosas naciones que le

32
AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ, Plutarco y el humanismo español del Renacimiento, en
Estudios sobre Plutarco: obra y tradición. Actas del I Symposion español sobre Plutarco
(Fuengirola, 1988), ed. de AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ y GONZALO DEL CERRO CALDERÓN, Málaga,
Universidad de Málaga-Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía en
Málaga, 1990. págs. 237-238.
33
Por su pane, la versión de Palencia reza de la siguiente manera: "Plutarco
philósopho escrivió en griego la vida del ilustre varón Cimón. Bolvtóla en latín Leonardo
Justiniano. Y el cronista Alfonso de Palencia la traduxo en romance castellano. Pcripollas
adevino deduxo en Boetia al rey Ophelta y a sus pueblos desde Thesalia. E dende a muchos
tiempos ovo de dexar successión de muy noble familia. De la qual muchos moraron en la
cibdad Cheronia, donde primer tomaron su assicnto lancados dende los bárbaros por fuerza.
Desta stirpe muchos que eran a natura belicosos y viriles confiando de su soberana osadía
cayeron en las incursiones de los medos. Y en las batallas contra los gálatas. Remaneció un

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302 MARÍA DEL ROSARIO AGUILAR TH. LIV, 1999

acompannavan desde el reino de Thesalia hasta Boetia, donde tomó nuevo


asiento. Cobró tan ilustre renombre por este hecho tan señalado, que no sola-
mente escuresció la nobleza de sus mayores durante el tiempo de su vida,
pero aun dexó muy noble y copiosa familia, que duró mucho tiempo después
de su muerte. Muchas y muy señaladas personas d'ésta generación hizieron
su asiento en la cjbdad de Cheronea, que es la principal en la provincia de
Beotia, en la qual ellos moraron primeramente, echando fuera de la tierra por
su propia virtud a los Bárbaros que hasta entonces la tuvieron ocupada. La
mayor parte d'esta genealogía que digo de su propio natural era muy belico-
sa, sagaz, industria y mañera, y naturalmente dotada de tanto ardimiento, que
no dudava de acometer qualquier alto hecho en armas, por muy arduo y peli-
groso que a otros paresciese. Portáronse tan valerosamente todos los que d'esta
extirpe se hallaron en las batallas de Grecia, asi como los Medos, como con-
tra los Galos, que, juzgando ser más glorioso perder la vida con honor por
conservar en libertad la patria, que librarse de la muerte con infamia, princi-
palmente veiendo apremiada con triste servidumbre su patria, y puesta en el
orgulloso albedrío de tiranos crueles y bárbaros, la mayor parte d'ellos
perescJeron animosamente en la guerra, menospreciando [pág. 4] sus propias
vidas, por no venir a manos de sus enemigos. Quedaron de toda esta genealo-
gía muy pocos, y entr'ellos un señalado mancebo huérfano, privado de pady
madre, que tenía por nombre Damón, y por sobrenombre Peripoltas. Este
mancebo era dotado de una tan excellente virtud de ánimo, de tan animoso
esfuerzo, y de tan valeroso corazón, que se hazía sennalado entre todos sus
iguales, y fácilmente era juzgado por la flor de todos los mancebos que avía
en su tiempo. Y lo que paresce cosa digna de mayor admiración, principal-
mente en esta imperfection y flaqueza de la natura humana, es, que todo este
gracioso choro de virtudes divinas que ennoblescía su ánimo, era adornado
de una ¡Ilustre presencia y especiosa dispusición que agraciava por estremo
su cuerpo 34.

La presencia de la cita de Plutarco en el Felixmarte de


Hircania no es extraordinaria, yaque, en el siglo xvi, el autor griego
estaba teniendo bastante auge no sólo entre los humanistas españo-
mancebo huérfano Damón renombrado Pcripoltas. Aqueste en la fermosura del gesto y en la
altivez del ánimo a ninguno dava ventaja entre sus eguales. En lo ál tovo ingenio duro y ajeno
de ruego". La segunda parte de Plutharco, trad. de A. PALHNCIA, Sevilla, Paulo de Colonia,
Johannes de Nurembcrg y Tomás Alemanes, 2 de julio de 1491, fol. 2r. Cito por el ejemplar
conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura!. 315 (la transcripción es mía).
34 PLUTARCO, Las vidas de dos illuslrex varones, Cimón griego, y Lucio Lúcullo
romano, puestas alparagón la una de la otra, escritas primero en lenguagriegapor el grave
philósopho y verdadero historiador Plutarcho de Cheronea, y al presente traduzidas en
estilo castellano, s. 1., s. impresor, 1547, págs. 3-4. (Probablemente traducida por Francisco
de Enzinas. Copio por el ejemplar conservadoen la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura
R/31639; la transcripción es mía). La diferencia entre las dos versiones que circularon en el

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TH. LIV, 1999 FELIXMARTE DE H1RCANIA 303

les, influidos por el afecto que Erasmo sentía por su obra, particu-
larmente por los Moralia 35, sino entre historiadores, teólogos,
cronistas de Indias y escritores de diversos géneros 36, porque
la lectura de Plutarco en esta época es algo que desborda ampliamente
el círculo de los admiradores o imitadores del holandés. Todo tipo de escrito-
res podían encontrar algún aliciente en la vasta obra de nuestro autor, ya
fuera por la infinidad de datos, curiosidades y anécdotas de todo tipo que en
ella aparecen, ya por la moral fundamentalmente práctica y de sentido común
que destilan sus Moralia, ya por las nobles semblanzas de grandes personajes
en sus Vidas paralelas 3 7 .

Ciertamente, el prestigio del que gozó Plutarco desde finales


del siglo xv y a lo largo de todo el xvi como escritor grave, lo
convierte en un autor de primerísima importancia a la hora de
adornar eruditamente una obra. Es por ello que Ortega lo convierte
en 'traductor' de la versión griega al latín del Felixmarte de
Hircania, una mención que evidentemente otorga a su historia el
prestigio y autoridad que tanto necesitaban los libros de caballerías
ante las críticas acérrimas de los moralistas.
siglo xvi es evidente y se debe a los nuevos conceptos de traducción que empezaron a manejar
los humanistas españoles. Véase al respecto, AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ, La versión renacentista
de la Vida de Cimón y Lúculode Plutarco, o la traducción como pretexto, en Fidus Interpres.
Actas de las Primeras Jomadas Nacionales de Historia de la Traducción, cd. de JULIO CÉSAR
SANTOYO. ROSA RABADÁN, TRINIDAD GUZMÁN y JOSÉ LUIS CIIAMOSA, León, Universidad de
León-Diputación Provincial de León, 1987, págs. 140-147. La comparación de las dos
versiones inclina la balanza hacia la traducción aparecida en 1547, atribuida a Enzinas, como
la fuente más probable de Ortega.
35
JORGE B E R G U A C A V E R O , ob. cit., p á g . 2 4 .
36
Véase al respecto, AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ, Plutarco v el humanismo español del
Renacimiento, art. cit., donde el autor recoge una serie de citas y pasajes de obras de todo tipo
que testimonian la presencia de Plutarco a lo largo del siglo xvi; entre ellos, Cristóbal de
Villalón, Juan Luis Vives, Juan Huartede San Juan, fray Luis de León, Melchor Cano, fray
Antonio de Guevara, Fernández de Oviedo, fray Bartolomé de las Casas, por citar solo
algunos.
37
BERGUA CAVERO, ob. cit., págs. 26-27. Aurelio Pérez Jiménez insiste asimismo en
la intluencia notable que Plutarco luvo en el Renacimiento español, pues esta "no se observa
sólo en alusiones literarias a los temas tratados por el biógrafo y moralista de Queronea o a
la simple mención de su nombre; a veces su obra incluso estimula el genio creativo español
y convierte a Plutarco en un ingrediente básicode lacultura de nuestro pueblo. De esta forma,
fundido con otros elemenlos religiosos y medievales que conforman el mosaico peculiar de
nuestra cultura renacentista, Plutarco rompe los límites de su propia obra y cede a veces sólo
las cstucturas literarias, como soporte a la espontaneidad de nuestros creadores" (Plutarco
y el humanismo español del Renacimiento, art. cit., pág. 238).

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304 MARÍA DEL ROSARIO AGUILAR TH. L1V, 1999

En efecto, en varias obras del siglo xvi, la referencia al


queronense se explica porque los humanistas y escritores en general
encuentran en Plutarco
unos textos entretejidos de reflexiones de carácter ético y con cierta
tendencia moralizante, en donde el adorno de la cita o la anécdota prestaban
recursos a una literatura en la que el argumento de autoridad era importante y
el alarde erudito también 38.

Y aunque la útil ización que Ortega hace del autor griego no sea
propiamente con fines moralizantes, la introducción de un fragmen-
to de sus Vidas paralelas sí supone un argumento de autoridad y un
elemento decorativo y erudito similar a los que se encuentran en
autores considerados más serios; además de convertirse en una basa
a la hora de insistir en el aspecto histiográfico de su obra; es decir,
en la afirmación de la condición didáctica y ejemplar de la historia
que se está narrando.
La cita erudita tomada de Plutarco no significa, sin embargo,
que se pueda deducir que Ortega fuese un hombre especialmente
cultivado y versado en la tradición clásica; de hecho sólo es posible
conjeturar que poseía un saber medio, acorde con su condición de
hidalgo. Por el texto mismo, poco más podemos inferir acerca del
propio Ortega o de su formación y cultura, tal como es habitual en
el género caballeresco.
No obstante, otro aspecto del Felixmarte de Hircania es elo-
cuente a la hora de complementar el bagaje cultural de nuestro autor,
pues a partir de él es posible especular que Melchor de Ortega sentía
gusto e inclinación por la cosmografía. Se trata de las menciones
geográficas hechas a lo largo de la obra, que conforman el marco
espacial, exótico y lejano pero real, en que se mueven los persona-
jes. La importancia de este aspecto reside en que la mayor parte de
las referencias espaciales incluidas en el Felixmarte son precisas y
pueden corroborarse en los repertorios geográficos que probable-
mente circulaban en el ámbito en que Melchor de Ortega se movía,
es decir, en los apartados referidos a las partes del mundo de las en-

38
MA. DOLORES RINCÓN GONZÁLEZ, LOS Reyes Católicos y sus modelos plutarquistas
en un drama humanístico del siglo xv, en Estudios sobre Plutarco: ideas religiosas, ob. cil.,
págs. 351-358.

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TH. LIV, 1999 FELIXMARTE DE HIRCANIA 305

ciclopedias medievales y en los compendios de geografía rena-


centistas, como las Etimologías de Isidoro de Sevilla, la Suma de
geografía de Enciso, el Libro de las propiedades de las cosas de
Bartholomeus Anglicus o la Cosmografía de Pedro Apiano. Cier-
tamente, el emplazamiento de ciudades, regiones, mares, islas,
incluso montañas, que el autor cita es, con pocas excepciones,
próximo a la realidad y permite seguir un itinerario verosímil. La
geografía del Felixmarte de Hircania no se limita asimismo a la
toponimia que crea unos marcos similares a los de la tradición como
sucedía con frecuencia en los libros de caballerías; por el contrario,
Melchor de Ortega se refiere a topografías poco conocidas y que, en
principio, siguiendo los cánones establecidos por la tradición caba-
lleresca, podrían ser consideradas imaginarias, tal es el caso de las
ínsulas de Preconesus y de Talca, dos enclaves pertenecientes a
seres extraordinarios como son el gigante Macadarte y la maga
Astrofonia. No obstante, estos parajes insulares están registrados en
la Cosmografía de Pedro Apiano, localizados justamente donde
Ortega lo hace: la isla de Preconesus en el mar Propontis y la de
Talca en el mar Hircano. Allí también los había situado con
anterioridad Pompilio Mela en su Geografía, y posteriormente los
ubicaría Alfonso de Santa Cruz en el Islario general de todas las
islas del mundo. De igual manera ocurre con la ínsula Cianeis, que
en la narración toma posteriormente el nombre de ínsula Riscosa,
debido al encantamiento que la sabia Olicana hizo en ella a la muerte
de su esposo Filón. Por las artes mágicas de la encantadora,
la ínsula pareció ser una brava montaña, porque todos los edeficios
d'ella se tornaron unos bravos riscos, cada uno del tamaño que el edeficio
era; y por esto, desde entonces, que ha gran tiempo, le dizen la ínsula Riscosa
(pág. 172).
La isla, según el texto, está ubicada en el "Ponto Euxinio",
pudiendo corresponder, en efecto, a la isla griega de Cianeas
localizada por Plinio en su Historia natural, Pomilio Mela y
Alfonso de Santa Cruz exactamente en el mismo mar.
Finalmente, es necesario referirse a una circunstancia más que
confirma el vínculo de Melchor de Ortega con su Úbeda natal e,
indirectamente, con la ciudad de Valladolid. Se trata de la dedica-
toria del Felixmarte a don Juan Vázquez de Molina, como recono-

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306 MARÍA DEL ROSARIO AGUILAR TH. LIV, 1999

cimiento a los beneficios otorgados por este a Úbeda y sus habitan-


tes. Este mismo Vásquez de Molina, en calidad de secretario y
consejero de Estado de Felipe II, firma en Valladolid el diez de
marzo de 1554 el privilegio otorgado a Ortega para la publicación
de su libro de caballerías. Ignoramos qué relación existía entre este,
y Vázquez de Molina, pero es posible pensar que pudieron haberse
conocido, al menos de vista, por ser ambos miembros de familias
prestantes y prestigiosas de la villa giennense; máxime si se tiene ai
cuenta que Cristóbal de Ortega, al igual que Vázquez de Molina,
estaba vinculado a la corte de Felipe II.
Las noticias de carácter histórico y genealógico, así como !as
referencias a los posibles conocimientos e inclinaciones de Melcb> >r
de Ortega que se desprenden del texto mismo, reseñadas en :as
páginas anteriores, permiten, pues, dibujar una imagen más diáfaaa
del hidalgo ubetense apasionado por las aventuras del valeroso
caballero Amadís de Gaula, tal como lo testimonia el propio
Felixmarte de Hircania.

MARfA DEL ROSARIO AGUILAR PH.'i « » '


Universidad Nacional de Colombia.

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