Monografía Psicología Positiva - Almendra García

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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE EDUCACIÓN, CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y


HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

“MONOGRAFÍA SOBRE PSICOLOGÍA POSITIVA”

ESTUDIANTE: Almendra Xiomara García Cahuachia


PROFESOR: Yefer Andrés Torres Gonzales
CURSO: Psicología Clínica y de la Salud
SECCIÓN: “B”
FECHA DE ENTREGA: 11/09/2021

TACNA - PERÚ

2021
RESUMEN
La psicología positiva surgió hace algo más de 10 años por la iniciativa de Martin
Seligman junto con otros renombrados psicólogos norteamericanos. El motivo fundamental
de su creación fue fomentar el interés de académicos e investigadores sobre un área muy
desatendida hasta ese momento: el estudio de los aspectos psicológicos positivos del ser
humano. A partir de entonces, y tras realizar un importante esfuerzo para reunir la
investigación previa realizada, han sido muchos los investigadores que han comenzado a
estudiar aspectos como la resiliencia, la satisfacción vital o la capacidad de agradecimiento.
El presente trabajo de investigación pretende hacer una introducción acerca de la
psicología positiva, así mismo dar a conocer los temas que aborda, cuáles son sus pilares, sus
modelos teóricos, instrumentos, métodos o estrategias. Y también sus intervenciones y
críticas.
Palabras clave: Psicología positiva, Psicología, Emociones positivas, Optimismo,
Bienestar, Resiliencia, Felicidad, Humor, Creatividad.
INTRODUCCIÓN
Si hacemos el ejercicio de preguntar a diferentes personas de todo tipo y condición
por el objetivo de la psicología y el papel de aquellos que a ella se dedican, seguramente
encontremos una respuesta predominante: tratar y curar los trastornos de la mente.
Ciertamente, durante muchos años la psicología se ha centrado exclusivamente en el estudio
de la patología y la debilidad del ser humano, llegando a identificar y casi confundir
psicología con psicopatología y psicoterapia. Este fenómeno ha dado lugar a un marco teórico
de carácter patogénico que ha sesgado ampliamente el estudio de la mente humana. Así, la
focalización exclusiva en lo negativo que ha dominado la psicología durante tanto tiempo, ha
llevado a asumir un modelo de la existencia humana que ha olvidado e incluso negado las
características positivas del ser humano (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000) y que ha
contribuido a adoptar una visión pesimista de la naturaleza humana (Gilham y Seligman,
1999). De esta manera, características como la alegría, el optimismo, la creatividad, el humor,
la ilusión… han sido ignoradas o explicadas superficialmente. Las limitaciones de esta
focalización en lo negativo comienzan a ser puesta en evidencia en los últimos años y en
diferentes trastornos. Así, por ejemplo, los trastornos depresivos parecen encontrarse
deficientemente explicados desde un modelo basado exclusivamente en emociones negativas.
La depresión no es sólo presencia de emociones negativas, sino ausencia de emociones
positivas, algo fundamental, por ejemplo, a la hora de elaborar tratamientos. En este sentido,
las técnicas y terapias elaboradas para luchar contra la depresión se han centrado
tradicionalmente en la eliminación de emociones negativas como la apatía, la tristeza, la
indefensión, etc. Sin embargo, investigaciones llevadas a cabo en los últimos años han
comenzado a desarrollar estrategias de intervención basadas en la estimulación en el sujeto
deprimido de emociones positivas como alegría, ilusión, esperanza, etc.
Gran parte de la investigación y el esfuerzo teórico realizado por los psicólogos en los
últimos años ha estado centrada en buscar la manera de prevenir el desarrollo de trastornos en
sujetos potencialmente vulnerables (sujetos de riesgo). Sin embargo, no puede obviarse, que
aún hoy, la psicología se ha mostrado incapaz de dar solución a esta cuestión. El modelo
patogénico adoptado durante tantos años se ha mostrado incapaz de acercarse a la prevención
del trastorno mental. Quizá la clave de este fracaso se encuentre en que la prevención siempre
ha sido entendida desde los aspectos negativos y se ha centrado en evitar o eliminar las
emociones negativas.
De hecho, los mayores progresos en prevención han venido de perspectivas centradas
en la construcción sistemática de competencias (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). En este
sentido, se ha demostrado que existen fortalezas humanas que actúan como amortiguadoras
contra el trastorno mental y parece existir suficiente evidencia empírica para afirmar que
determinadas características positivas y fortalezas humanas, como el optimismo, la
esperanza, la perseverancia o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos
trastornos.
La perspectiva reduccionista ha convertido a la Psicología en una “ciencia de la
victimología” (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). De forma histórica, la psicología ha
concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que reacciona ante los estímulos del
ambiente. El foco de la psicología aplicada se ha centrado en curar el sufrimiento de los
individuos y ha habido una explosión en la investigación de los trastornos mentales y los
efectos negativos de estímulos estresores. Los profesionales tienen el cometido de tratar los
trastornos mentales de los pacientes dentro de un marco patogénico en el que es crucial la
reparación del daño. Sin embargo, la psicología no es sólo un brazo de la medicina centrado
en la enfermedad-salud mental, es mucho más que eso. En los últimos años se han alzado
voces que, retomando las ideas de la psicología humanista acerca de la necesidad del estudio
de la “parte positiva” de la existencia humana han aportado un sólido soporte empírico y
científico a esta parte descuidada de la psicología.
En esta búsqueda de lo mejor del ser humano, de las cosas buenas que hacen que
florezca su potencial, la psicología positiva no confía en sueños dorados, utopías, espejismos,
fe, ni autoengaño, sino que adopta el método de la psicología científica, ampliando el campo
tradicional de actuación y distanciándose de dudosos métodos de autoayuda o filosofías
espirituales que tanto proliferan en nuestros días.
La Psicología Positiva es un nuevo enfoque de la psicología que estudia lo que hace
que la vida merezca ser vivida. Es el análisis de lo que va bien en la vida, desde el nacimiento
hasta la muerte (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). Dicho enfoque estudia la experiencia
óptima, esto es, a las personas siendo y dando lo mejor de sí mismas. Los resultados de las
investigaciones de la psicología positiva tienen el propósito de contribuir a una comprensión
científica más completa y equilibrada de la experiencia humana y transmitir lecciones
valiosas acerca de cómo construir una vida feliz, saludable, productiva y significativa (Park y
Peterson, 2009).
La psicología positiva no debe ser confundida en ningún caso con una corriente
dogmática que pretende atraer adeptos ni seguidores, y en ningún caso debe ser entendida
fuera de un riguroso contexto profesional. La psicología positiva es una rama de la psicología
que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las
cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la
psicología.
La vida de todas las personas tiene picos y valles y la psicología positiva no niega en
absoluto el sufrimiento humano. Su premisa es más equilibrada: lo que es bueno de la vida es
tan genuino como lo malo y por lo tanto merece igual atención por parte de los psicólogos
(Peterson y Park, 2003). Así, la psicología positiva parte de la idea de que la vida implica
algo más que evitar o resolver problemas y que las explicaciones de lo que es una buena vida
deben hacer más que centrarse en el reverso de los problemas.
La psicología positiva fundamenta, con un enfoque cognitivo y emocional, que las
personas tienen la posibilidad de encontrar (en medio de sus problemas) un camino de salida,
utilizando sus propios recursos; este camino los conduce hacia un campo de placer y
gratificación, utilizando sus fortalezas y virtudes, para encontrar el sentido de su vida
(Seligman, 2002).
La psicología positiva cuestiona los supuestos del modelo de enfermedad. Exige
prestar tanta atención a la fortaleza como a la debilidad, tanto interés a la construcción de las
mejores cosas de la vida como a la reparación de las peores y tanta atención a lograr una vida
plena para las personas sanas como a curar las heridas de las personas enfermas. Es necesario
entonces que los psicólogos interesados en promover el desarrollo del potencial humano
partan de unos supuestos diferentes y planteen preguntas distintas a las de sus colegas que
asumen tan solo un modelo de enfermedad (Park y Peterson, 2006).
De esta forma, la psicología positiva parte de la premisa de que la excelencia y la
bondad humana son tan auténticas como la enfermedad, el trastorno y el sufrimiento. En
consecuencia, los psicólogos positivos sostienen que estos temas no son en absoluto
secundarios ni derivados. El marco de la psicología positiva proporciona un esquema integral
para describir y entender en qué consiste una buena vida (Park y Peterson, 2009). Este campo
se puede dividir en cuatro áreas relacionadas entre sí: Experiencias subjetivas positivas
(felicidad, plenitud, fluir), Rasgos individuales positivos (fortalezas del carácter, talentos,
intereses, valores), Relaciones interpersonales positivas (amistad, matrimonio,
compañerismo), Instituciones positivas (familias, escuelas, negocios, comunidades).
Esta división asume de modo implícito la siguiente teoría: las instituciones positivas
posibilitan el desarrollo de relaciones positivas, lo que facilita el surgimiento de rasgos
positivos y, al mismo tiempo, facilita experiencias subjetivas positivas (Park y Peterson,
2003). La palabra “posibilitar” evita el estricto lenguaje causal. Las personas pueden ser
felices o estar contentas aun en la ausencia de buen carácter, y el buen carácter puede
funcionar en contra del contexto interpersonal e institucional. No obstante, las personas
alcanzan su mejor estado cuando las instituciones, las relaciones, los rasgos y las experiencias
convergen. Consecuentemente, el buen funcionamiento en la vida es el resultado de la
combinación de estos cuatro dominios.
Cabe mencionar que la psicología positiva es criticada en algunas instancias por su
implacable énfasis en ser positivo, feliz y alegre (Coyne y Tennen, 2009). Esta crítica refleja
un malentendido, ya que los psicólogos positivos simplemente proponen que lo positivo
acerca de la vida es digno de estudio, además de lo negativo. La felicidad es sólo uno de los
muchos temas de interés para la psicología positiva. Entre los temas que también se estudian
se encuentran las fortalezas del carácter, como la gratitud y el optimismo, la resiliencia, el
significado y el propósito, el compromiso y las buenas relaciones.
Los psicólogos positivos no niegan los problemas que experimentan las personas. No
ignoran lo negativo, como las tensiones y las adversidades, en su intento de comprender lo
que significa vivir bien (Park y Peterson, 2003). De hecho, lo que supone un mayor reto en la
vida puede establecer el escenario para lo que resulta más gratificante. En este sentido, a
menudo observamos que en las experiencias emocionales complejas se entremezcla lo
positivo y lo negativo; que el optimismo se hace más evidente cuando las personas se
enfrentan a contratiempos y fracasos; que las crisis revelan las fortalezas del carácter; y que
el desafío constante es un prerrequisito para la experiencia de flujo en un momento dado y
para lograr algo importante en la vida (Peterson, 2006). En este sentido, identificar y utilizar
lo que uno hace bien puede ser una manera eficaz de abordar y resolver problemas
psicológicos al aprovechar las fortalezas y las cualidades personales.
CAPÍTULO I
GENERALIDADES DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA
1.1. Definición de la psicología positiva
El término “psicología positiva” ha sido desarrollado por Martin Seligman,
investigador que, habiendo dedicado gran parte de su carrera al trastorno mental y al
desarrollo de conceptos como la indefensión aprendida, ha dado un giro radical en su
orientación, elaborando y promoviendo una concepción más positiva de la especie humana.
La psicología positiva tiene como objetivo mejorar la calidad de vida y prevenir la aparición
de trastornos mentales y patologías. La concepción actual focalizada en lo patológico se
centra en corregir defectos y reparar aquello que ya se ha roto. Por el contrario, la psicología
positiva insiste en la construcción de competencias y en la prevención. Para Seligman, el
concepto de psicología positiva no es nuevo en la psicología, ya que antes de la Segunda
Guerra Mundial los objetivos principales de la psicología eran tres: curar los trastornos
mentales, hacer las vidas de las personas más productivas y plenas e identificar y desarrollar
el talento y la inteligencia de las personas. Sin embargo, tras la guerra, diferentes eventos y
circunstancias llevaron a la psicología a olvidar dos de esos objetivos y a centrarse
exclusivamente en el trastorno mental y el sufrimiento humano (Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000).
En esta búsqueda de lo mejor del ser humano, de las cosas buenas que hacen que
florezca su potencial, la psicología positiva no confía en sueños dorados, utopías, espejismos,
fe, ni autoengaño, sino que adopta el método de la psicología científica, ampliando el campo
tradicional de actuación y distanciándose de dudosos métodos de autoayuda o filosofías
espirituales que tanto proliferan en nuestros días. En palabras de Martin Seligman, la
psicología positiva surge como un intento de superar la resistente barrera del 65% de éxito
que todas las psicoterapias han sido incapaces de sobrepasar hasta hoy. Las técnicas que
surgen de la investigación en psicología positiva vienen a apoyar y complementar las ya
existentes. Gracias a la investigación teórica en torno a esta área, el abanico de la
intervención se verá ampliamente enriquecido. En este sentido, la relación de variables como
el optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de salud se alza como
uno de los puntos clave de la investigación en psicología positiva. A lo largo de los próximos
años es de esperar una gran cantidad de resultados empíricos que vayan dando forma a una
nueva teoría de la psicología
“Tiene el propósito de contribuir a una compresión científica más completa y
equilibrada de la experiencia humana y transmitir lecciones valiosas acerca de cómo
construir una vida feliz, saludable, productiva y significativa” (Park y Peterson, 2009).
“Es la investigación y la práctica psicológica cuyo propósito es descubrir y promover
los factores que les permiten a los individuos y a las comunidades vivir plenamente”
(Sheldon, Frederickson, Rathunde, Csikszentmihalyi & Haidt, 2000).
“La psicología positiva se define como el estudio científico de las experiencias
positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los
programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos” (Seligman 2005;
Seligman & Csikszentmihalyi, 2000).
La psicología positiva no pretende reemplazar a la psicología tradicional, ni descarta
la importancia de entender los trastornos mentales, sino que propone una psicología
equilibrada en la que se estudien tanto las dificultades como las fortalezas y los recursos de
las personas, una psicología que incluya tanto los problemas como lo que funciona bien y lo
que hace que la vida valga la pena (Tarragona, 2012).
Al ampliar los estudios sobre los estados mentales positivos y emocionales, estos
actúan como barreras de los trastornos psíquicos, y tienen un efecto preventivo e incluso
rehabilitador como lo indican varios autores, estos actuarían como escudos protectores ante
los trastornos psíquicos (Carpio, 2015).
Cabe mencionar que la psicología positiva es criticada en algunas instancias por su
implacable énfasis en ser positivo, feliz y alegre (Coyne y Tennen, 2009).
Esta crítica refleja un malentendido, ya que los psicólogos positivos simplemente
proponen que lo positivo acerca de la vida es digno de estudio, además de lo negativo. La
felicidad es sólo uno de los muchos temas de interés para la psicología positiva. Entre los
temas que también se estudian se encuentran las fortalezas del carácter, como la gratitud y el
optimismo, la resiliencia, el significado y el propósito, el compromiso y las buenas relaciones
(Park, Peterson & Sun, 2013).
1.2. Objeto de la psicología positiva
El objeto de este interés no es otro que aportar nuevos conocimientos acerca de la
psique humana no sólo para ayudar a resolver los problemas de salud mental que adolecen a
los individuos, sino también para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar, todo ello sin
apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica propia de toda ciencia de la salud.
La psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología
y la salud mental que viene a complementar y apoyar al ya existente.
1.3. Qué no es psicología positiva
A menudo, cuando se hace referencia al término de psicología positiva se tiende a
interpretar como alguna nueva corriente de filosofía espiritual o un nuevo método milagroso
de autoayuda. La psicología positiva no es un movimiento filosófico ni espiritual, no pretende
promover el crecimiento espiritual ni humano a través de métodos dudosamente establecidos.
No es un ejercicio de autoayuda ni un método mágico para alcanzar la felicidad. No pretende
ser un abrigo bajo el que arropar creencias y dogmas de fe, ni siquiera un camino a seguir por
nadie. La psicología positiva no debe ser confundida en ningún caso con una corriente
dogmática que pretende atraer adeptos ni seguidores, y en ningún caso debe ser entendida
fuera de un riguroso contexto profesional. La psicología positiva es una rama de la psicología
que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las
cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la
psicología.
La psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que entender la
psicología y la salud mental que viene a complementar y apoyar al ya existente.
1.4. Temas que aborda la psicología positiva
1.4.1. Emociones positivas
La mayoría de los investigadores que se han dedicado a estudiar las emociones se han
centrado exclusivamente en las negativas y hasta cierto punto puede resultar lógico si
consideramos que emociones como el miedo, la tristeza o la ira son señales de alarma que si
se obvian sistemáticamente pueden generar problemas de una magnitud considerable. La
tendencia natural a estudiar aquello que amenaza el bienestar del ser humano ha llevado a
centrar el interés en aquellas emociones que ayudan a hacer frente a peligros o problemas
inminentes.
Además, existen otras razones que explican el olvido al que han sido relegadas las
emociones positivas en la ciencia. Las emociones positivas, por ejemplo, son más difíciles de
estudiar, debido a que comparativamente son menos en cantidad que las negativas y a que son
más difíciles de distinguir. Así, considerando las taxonomías científicas de las emociones
básicas podemos identificar 3 ó 4 emociones negativas por cada emoción positiva. Ese
balance negativo queda muy bien reflejado en el propio lenguaje cotidiano, de forma que
cualquier persona tendrá siempre mayor dificultad para nombrar emociones positivas.
También existen diferencias en cuanto a la expresión de unas y de otras. Así, las
emociones negativas disponen de configuraciones faciales específicas y propias que hacen
posible su reconocimiento universal (Ekman, 1989). Por el contrario, las emociones positivas
no poseen expresiones faciales únicas y características. Incluso, a un nivel neurológico, las
emociones negativas desencadenan diferentes respuestas en el sistema nervioso autonómico,
mientras que las emociones positivas no provocan respuestas diferenciadas.
Otra razón que explica el desequilibrio entre el interés científico por un tipo de
emociones frente a otras podemos encontrarla en la propia forma de abordar su estudio. Así,
cuando los investigadores se han aproximado al estudio de las emociones positivas, lo han
hecho siempre desde el marco teórico propio de las emociones negativas. Desde esa
perspectiva, las emociones están, por definición, asociadas a impulsos de acción. Las
emociones negativas tienen un obvio valor adaptativo, representan soluciones eficientes a los
problemas a los que se ha venido enfrentando el hombre desde sus orígenes. Sin embargo, el
valor adaptativo de las emociones positivas es más complejo de explicar y durante años ha
sido ignorado. Pero si realmente tuvieran poco valor, cabría preguntarse por qué han
permanecido con nosotros a lo largo de miles de años de evolución.
Las emociones positivas resuelven problemas relacionados con el crecimiento
personal y el desarrollo. Experimentar emociones positivas lleva a estados mentales y modos
de comportamiento que de forma indirecta preparan al individuo para enfrentar con éxito
dificultades y adversidades venideras (Fredrickson, 2001).
Afortunadamente, en los últimos años, muchos expertos han comenzado a investigar y
teorizar en este campo, abriendo una nueva forma de entender la psicología humana. Una de
las teorías que de manera más sólida representan esta corriente es la desarrollada por Bárbara
Fredrickson. Esta autora reivindica la importancia de las emociones positivas como medio
para solventar muchos de los problemas que generan las emociones negativas y cómo a través
de ellas el ser humano puede conseguir sobreponerse a los momentos difíciles y salir
fortalecidos de ellos. Según este modelo, las emociones positivas pueden ser canalizadas
hacia la prevención, el tratamiento y el afrontamiento de forma que se transformen en
verdaderas armas para enfrentar problemas (Fredrickson, 2000).
1.4.2. Felicidad
La felicidad es una sensación tranquilizadora o fortalecedora de que en la vida hay
una búsqueda interior, que cuenta con sentido y dirección (Rovira, 2003) Seligman nos
menciona que la felicidad es cuando le damos un significado a la vida que vivimos, que
puede contar tanto con emociones positivas como con las negativas, dado que la vida también
incluye situaciones que nos causan tristeza, dolor, furia, etc., pero es parte de, asimismo, se
amplía hasta tener una trascendencia (Caruana et al., 2010).
Además, se aborda a la felicidad como rasgo y estado, la felicidad como estado se
obtendría de los estados situacionales de felicidad y el rasgo se valoraría como aquel
sentimiento general que nos hace ver las diferentes situaciones de la vida positivamente
(Hernández y Valera, 2001).
1.4.2.1. Factores asociados a la Felicidad. Según Seligman en su libro “La Autentica
felicidad”, se halla la ecuación sobre aquellos factores que componen la felicidad, los cuales
son: F= R+C+V.
F, vendría representando la felicidad perdurable, la que está en cada momento de la
vida. R, vendría a ser el rango fijo, hace referencia a la herencia genética, no es influenciable
ni controlable, pero tampoco es completamente determinante, es una predisposición. C, hace
referencia a las circunstancias o situaciones externas, como pueden ser los factores
sociodemográficos (nivel económico, los estudios, salud, etc.). V, son los factores internos, es
decir la voluntad, aquella que si está bajo el propio control del individuo (las decisiones,
actitudes, comportamientos, etc.) (Seligman, 2003).
1.4.2.2. Felicidad y Características de Personalidad. Los rasgos de personalidad,
que tendrían relación con la felicidad son la extroversión y la estabilidad emocional.
Asimismo, también menciona Vera (2008) que las personas con el rasgo de extroversión
suelen ser optimistas, expresivos, asertivos, enérgicos, activos y sociables, además
informaron sobre más felicidad quienes tuvieron un puntaje elevado en extroversión y
estabilidad emocional y, por el contrario, los neuróticos, suelen experimentar mayor afecto
negativo.
1.4.2.3. Función. La felicidad favorece a percibir e interpretar las diversas situaciones
del ambiente de forma positiva, asimismo, permite vivenciar con disfrute la vida misma,
generando actitudes positivas con los demás y uno mismo. Contribuyendo a los siguientes
aspectos: aprendizaje, creatividad, memorización, solución de problemas, rendimientos
cognitivos y estrechamiento de vínculos sociales (Caruana et al., 2010).
1.4.3. Bienestar emocional
Según explica Godoy (2004), el bienestar tiene dos aspectos básicos, el primero, es
que su dimensión es de carácter subjetivo, mientras que el segundo, lo compone tanto los
estados de ánimo del individuo en relación a su vida, es decir aquellos aspectos afectivos
emocionales, y la forma en como el individuo evalúa la satisfacción respecto a su propia vida,
es decir los aspectos cognitivos-valorativos. Asimismo, se comprende que el individuo puede
evaluar su vida en forma de cogniciones o afectos.
Por otro lado, Diener et al., (1999, citado en Godoy, 2004), lo define como “un área
general de interés científico y no una estructura específica que incluye las respuestas
emocionales de las personas, satisfacciones de dominio y los juicios globales de satisfacción
de vida”. Y Schultz y Schultz (2010) añade que el termino bienestar subjetivo o satisfacción
con la vida se emplean cuando se habla de una personalidad feliz.
Se define entonces, como una evaluación general que hace el individuo sobre su vida,
al sacar conclusiones cognoscitivas o afectivas, ya sea especificando primero, que piensa o
siente sobre esta. Y generalmente, cuando se percibe la vida con satisfacción, hay felicidad, y
esta misma también es el bienestar subjetivo a tal experiencia, donde aparte de percibirla con
satisfacción se sienten más emociones agradables (Diener et al., 1997).
1.4.4. Humor
El humor y su manifestación externa más común, la risa, son un importante pilar de la
investigación en psicología positiva. Aunque la idea de que la risa y el humor fomentan la
salud no es nueva, es en las últimas décadas cuando han comenzado a proliferar terapias e
intervenciones clínicas basadas en esta materia. La investigación científica ha demostrado
que la risa es capaz de reducir el estrés y la ansiedad y mejorar así la calidad de vida y la
salud física del individuo.
El humor “sirve como una válvula interna de seguridad que nos permite liberar
tensiones, disipar las preocupaciones, relajarnos y olvidarnos de todo”, afirma el Dr. Lee
Berk, profesor de patología en la Universidad de Loma Linda, en California y uno de los
principales investigadores en el mundo sobre la salud y el buen humor. En una serie de
estudios examinó las muestras de sangre de sujetos antes y después de que vieran vídeos
cómicos, y las comparó con las de un grupo que no vio los vídeos. Berk descubrió
importantes reducciones en las concentraciones de hormonas de la tensión y un incremento
en la respuesta inmune de quienes vieron los vídeos.
1.4.5. Optimismo
El optimismo es una característica psicológica disposicional que remite a expectativas
positivas y objetivos de futuro y cuya relación con variables como la perseverancia, el logro,
la salud física y el bienestar (Peterson y Bossio, 1991; Scheier y Carver, 1993) han hecho de
esta materia uno de los puntos centrales de la psicología positiva.
El interés moderno por el optimismo nace de la constatación del papel jugado por el
pesimismo en la depresión (Beck, 1967). Desde entonces son muchos los estudios que
muestran que el optimismo tiene valor predictivo sobre la salud y el bienestar, además de
actuar como modulador sobre los eventos estresantes, paliando el sufrimiento y el malestar de
aquellos que sufren, tienen estrés o enfermedades graves (Peterson, Seligman y Vaillant,
1988). El optimismo también puede actuar como potenciador del bienestar y la salud en
aquellas personas que, sin presentar trastornos, quieren mejorar su calidad de vida (Seligman,
2002). Desde un punto de vista evolucionista es considerado además como una característica
de la especie humana selecciona por la evolución por sus ventajas para la supervivencia
(Taylor, 1989).
El sentido común nos dice que es positivo mirar al futuro con optimismo y numerosos
trabajos empíricos apoyan esta idea. Así, por ejemplo, estudios con población general
muestran una clara tendencia de las personas a sobreestimar el grado de control que tienen
sobre las situaciones (Langer, 1975), mientras que las personas deprimidas estimarían de
forma muy precisa su grado de control real (Alloy y Abramson, 1979). Esta ilusión de
control, junto con otros mecanismos, contribuyen a explicar por qué unas personas no se
deprimen y otras sí.
¿Qué distingue a una persona optimista de una pesimista? ¿Es bueno ver la vida un
poco mejor de lo que en realidad es? ¿Los pesimistas son realistas y los optimistas viven de
ilusiones? Estas y otras preguntas son las que pretenden ser resueltas con el estudio científico
de esta materia. Así, el optimismo promete ser uno de los tópicos más importantes en la
investigación en psicología positiva.
Según Seligman (2003), las personas optimistas frente a los problemas, suelen tomar
una posición de calma, interpretando que estos son propios de la situación, controlables y
pasajeros, en cambio, los pesimistas, toman una posición no calmada, dado que interpretan
que aquellos problemas son de larga duración, que no tienen fin, que no se pueden resolver,
que fracasaran en el intento y que no son capaces de controlarlos.
1.4.5.1. Estilo Explicativo Optimista y Pesimista. El estilo explicativo, se les
denomina a aquellas explicaciones que nosotros damos a cualquier acontecimiento normal o
estresante. En el caso de un individuo pesimista su estilo explicativo seria interno (algo que
está en sí mismo), global (algo que afecta a sus conductas y experiencias) y estable (algo
inmodificable, perdurable). En cambio, las explicaciones de un individuo optimista serian
externas (algo que está en las situaciones exteriores), especificas (afecta a esta situación en
concreto, es decir, se ubica el problema y en que específicamente afecta) e inestables (algo
transitorio). Se entiende entonces que estos estilos explicativos influyen en nuestro
comportamiento respecto a las diversas situaciones (Caruana et al., 2010).
Aunque con el pasar del tiempo, tomaron importancia solo dos aspectos, la
permanencia (estable - inestable) y la ubicuidad (global - especifico).
1.4.5.2. Origen del Estilo Explicativo. Según Seligman, nos menciona que las
personas son optimistas por naturaleza, aunque diferentes situaciones nos llevan a adquirir
cierto estilo explicativo, ya sea optimista o pesimista. Peterson y Steen (2005) nos plantean
dos formas de adquisición, la directa e indirecta, en los siguientes elementos: (a) influencia de
los padres, mediante el modelado, las interpretaciones que se hace sobre la conducta de los
hijos, (b) influencia del profesorado, mediante el comentario o valoración que hace el docente
sobre el actuar del estudiante, (c) medios de comunicación, si se muestra reiteradamente
eventos de violencia más explicaciones pesimistas, formando explicaciones pesimistas al
espectador, (d) experiencias traumáticas.
1.4.6. Creatividad
La creatividad es la capacidad de crear, de producir cosas nuevas. Es la capacidad que
tiene el cerebro humano para llegar a conclusiones e ideas nuevas y resolver problemas de
una forma original. En su materialización puede adoptar formas artísticas, literarias,
científicas, etc., y también puede desplegarse en el campo de la vida diaria, mejorando la
calidad de la misma. Esto último probablemente no deje una huella en la historia de la
humanidad, pero en esencia es lo que hace que la vida merezca la pena (Csickszentmihalyi,
1996).
La creatividad es, por tanto, considerada como un proceso clave para el desarrollo
personal y para el progreso social y por ello se incluye de lleno dentro del campo de interés
de la psicología positiva. Sin embargo, el potencial de este hecho se ve disminuido cuando se
asume generalizadamente que la creatividad es una característica diferencial dicotómica que
unos tienen y otros no. Las investigaciones sobre creatividad han contribuido a fomentar esta
creencia porque durante años han estado centradas el enfoque de rasgos, es decir, en
identificar las características de personalidad (estables y poco modificables) de las personas
creativas. Como resultado, algunas otras áreas importantes han sido descuidadas, como por
ejemplo el estudio de los contextos físicos y sociales en los que las personas creativas han
desarrollado sus producciones o el estudio de las habilidades específicas que han aprendido.
Además, se ha asumido que la creatividad no puede ser alterada y que las personas creativas
pueden producir trabajos creativos a todas horas u en todos los campos.
A la luz de la investigación actual, ninguna de estas suposiciones parece ser
totalmente cierta. Hoy entendemos que la creatividad no depende exclusivamente de rasgos
estables de personalidad, sino que resulta de una constelación particular de características
personales, habilidades cognitivas, conocimientos técnicos, circunstancias sociales y
culturales, recursos materiales y también de suerte (Amabile, 1983; Csikszentmihalyi, 1996;
Sternberg y Lubart, 1995). La creatividad puede ser desarrollada y fomentada en todos los
campos de la vida y puede ser considerada también como otro de los recursos de las personas
para afrontar circunstancias adversas. Cualquier persona, además, puede desarrollar su
potencial creativo y mejorar la calidad de su vida diaria, y ello, aunque el resultado final no
dé lugar a descubrimientos trascendentales para la humanidad o a realizaciones
unánimemente valoradas.
1.4.7. Resiliencia y crecimiento postraumático
Vivir un acontecimiento traumático es quizá una de las situaciones que más
transforma la vida de una persona. Sin quitar un ápice de la gravedad y horror de estas
experiencias, no podemos dejar de resaltar que es en situaciones extremas cuando el ser
humano tiene la oportunidad de volver a construir su forma de entender el mundo y su
sistema de valores, tiene la oportunidad de replantear su concepción del mundo y de
modificar sus creencias, de manera que en esta reconstrucción puede darse, y de hecho se da
en muchos casos, un aprendizaje y un crecimiento personal (Janoff-Bulman, 1992; Calhoun y
Tedeschi, 1999). Sin embargo, la psicología tradicional ha tendido a asumir que todos los
acontecimientos traumáticos dejan heridas psicológicas en las personas y ha tendido a obviar
el estudio de fenómenos como la resiliencia y el crecimiento postraumático, basados en la
capacidad del ser humano de resistir y rehacerse frente a los embates de la vida.
Resiliencia y crecimiento postraumático surgen como conceptos de investigación en la
psicología positiva, a través de los cuales se pretende determinar por qué algunas personas
consiguen aprender de sus experiencias e incluso encontrar beneficios en ellas. La resiliencia
se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y
parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo
vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y
viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera
desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados. Aunque durante mucho tiempo las
respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e incluso patológicas por los
expertos, la literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es
una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la
adversidad.
Acontecimientos como los últimos atentados terroristas vividos en Nueva York y en
Madrid pueden proporcionar una buena base científica sobre la que analizar estos fenómenos
y aunque todavía es enormemente superior la cantidad de estudios dedicados al trastorno de
estrés postraumático, se han realizado algunos centrados en emociones positivas,
afrontamiento y resiliencia.
1.5. Los pilares de la psicología positiva
La psicología positiva propone un enfoque equilibrado en el que se estudia la forma
de construir mejores condiciones para la vida, así como reparar las que no funcionan; llenar la
vida de gente sana y reparar las heridas de los que sufren (Peterson, 2006).
La psicología positiva, con un enfoque científico, busca entender las emociones
positivas, incrementar las fortalezas y las virtudes, promover el potencial humano y la
búsqueda de la excelencia.
Una premisa fundamental de la psicología positiva es que el bienestar humano y la
búsqueda de la excelencia son tan auténticos como la enfermedad y los desórdenes
psicológicos. A continuación, se explican los 4 pilares que son el eje vertical de la Psicología
Positiva:
 Emociones y Experiencias Positivas: Las emociones positivas y las
experiencias óptimas o de flow, son fenómenos que duran poco tiempo, pero
tienen un efecto acumulativo que contribuye al bienestar.
 Rasgos Positivos y Fortalezas de Carácter: Incluyen las fortalezas de
carácter, talentos, intereses y virtudes. Se trata de características relativamente
estables y duraderas en las personas. además de habilidades específicas como
la inteligencia, capacidad atlética y apreciación estética.
 Relaciones interpersonales positivas: Se trata de comportamientos que
contribuyen a mantener buenas relaciones con los demás, por ejemplo, la
empatía, la escucha activa, la capitalización en las relaciones, los estilos de
apego, entre otros.
 Organizaciones e Instituciones Positivas: Va más allá de los rasgos
individuales y se enfoca en las características de las organizaciones que
trascienden a los individuos y son más duraderas; como las familias, escuelas,
organizaciones, comunidades y sociedades.
CAPÍTULO II
MODELOS TEÓRICOS DEL BIENESTAR
2.1. Modelo de Marie Jahoda
Debido a que la Joint Commission on Mental Illness and Health (Comisión Conjunta
sobre la Enfermedad y la Salud Mental), en 1958, le encomendó a Jahoda alistar un informe
sobre el concepto de salud mental. De esta manera, es como presenta su modelo, donde ella
concibe que la salud mental es más que solo contar con buena salud física, sugiere que es
necesario, pero no es suficiente (Ovidio et al., 2016).
2.1.1. Actitudes hacia Sí Mismo
Este criterio comprende las siguientes dimensiones: accesibilidad del yo a la
conciencia (autoconocerse, siendo consciente de nuestros valores, deseos, etc.,), concordancia
yo real con el yo ideal (percibirnos de forma realista y objetiva, diferenciando lo que somos,
de lo que nos gustaría ser), autoestima (aceptación global, incluyendo aspectos que nos hacen
sentir satisfechos como aquellos que no), y sentido de identidad (integración del sí mismo)
(Serna, 2016).
2.1.2. Crecimiento y Autoactualización
Este criterio comprende las siguientes dimensiones: a) la motivación general hacia la
vida, aludiendo a conservar dirección de desarrollo y crecimiento a contemplaciones
superiores, y b) la implicación en la vida, que alude a la participación activa del individuo en
las diversas actividades ajenas a él, ya sea familiares, laborales, sociales, etc., (Navarro,
2008).
2.1.3. Integración
Hace referencia este criterio a los atributos y procesos de una persona. Además,
comprende las siguientes dimensiones: a) el equilibrio psíquico, es el equilibrio entre los
fenómenos psíquicos como el inconsciente, consciente y preconsciente, b) la visión integral
de la vida, es la filosofía de la persona, la cual le va a dar dirección y significado a su
comportamiento y su crecimiento, y c) la resistencia al estrés, que serían las estrategias de
afrontamiento que utiliza el individuo ante situaciones estresantes (Barradas et al., 2007).
2.1.4. Autonomía
Este criterio tiene las siguientes dimensiones: a) la autorregulación, involucra que bajo
nuestros propios estándares nos regulemos, y b) la conducta independiente, refiere a la
discriminación consciente sobre lo que podemos rechazar o aceptar de los factores
ambientales, conllevando a la toma de decisiones, además de que, al rechazar, estaríamos
encarando las diversas circunstancias con serenidad (Barradas et al., 2007).
2.1.5. Percepción de la Realidad
Este criterio refiere que la percepción con el exterior debe ser lo suficientemente
cercana a la realidad u objetiva, para permitir interacciones eficientes con los demás y el
medio, además tiene las siguientes dimensiones: a) la percepción no distorsionada, incluye el
término de adaptación a la realidad, y b) la empatía o sensibilidad social, refiere poder
comprender diversos puntos de vista de otros (Navarro, 2008).
2.1.6. Dominio del Entorno
Este criterio refiere a los términos de éxito (enfatiza el logro), y la adaptación
(enfatiza el proceso), además tiene las siguientes dimensiones: a) capacidad de amar, b)
adecuación en el amor, el trabajo y el tiempo libre, c) adecuación en las relaciones
interpersonales, d) habilidad para satisfacer las demandas del entorno, e) adaptación y ajuste
y e) resolución de problemas (Serna, 2016).
2.2. Teoría de la Autodeterminación de Ryan y Deci
Los teóricos Ryan y Deci, para crear su teoría se basaron en algunos postulados de
ciertos principios humanistas, como: a partir de un óptimo funcionamiento psicológico se
consigue bienestar más que por constantes experiencias satisfactorias. Entonces, a partir de la
teoría de autodeterminación, un saludable funcionamiento psicológico debe implicar que se
satisfaga las necesidades psicológicas básicas e innatas, como la vinculación, autonomía y
competencia, además de contar con un sistema de metas coherente y congruente, es decir, las
metas del individuo deben ser en su mayoría de carácter intrínseco, y ser congruentes con sus
valores, intereses y necesidades psicológicas entre sí (Garassini, 2018).
En cuanto a las necesidades psicológicas básicas, a partir de su equilibrio, como
efecto se obtendrá satisfacción y una autoestima positiva, además de ser la base para una
personalidad integrada y automotivada. Contribuyendo al bienestar psicológico y desarrollo
social, a partir de las implicaciones antes mencionadas (Puente, 2011).
Asimismo, los autores de esta teoría proponen que, en caso de tempranas experiencias
de deprivación de ciertas necesidades básicas, tendrían como consecuencia la aparición de
motivos compensatorios o necesidades substitutivas (p.e. el deseo de dominación o
admiración, etc.), cuya aparición tendría la función de disminuir la insatisfacción sentida
(Vázquez y Hervás, 2008).
2.3. Modelo del Bienestar Psicológico de Carol Ryff
Este modelo multidimensional, incluye las teorías del funcionamiento mental positivo,
del ciclo vital y del desarrollo humano, y surge porque la autora busca conceptualizar la salud
mental positiva, planteando así seis dimensiones que describen el funcionamiento psicológico
óptimo característico del bienestar psicológico, además, se considera a cada una, un nivel
deficitario y un nivel óptimo (Cuadra y Florenzano, 2003).
Son: a) control ambiental, es la capacidad de dominar el entorno, controlando las
adversidades, b) crecimiento personal, es la capacidad de ser consciente de potenciales
propios, así como el desarrollo de más recursos, c) propósito en la vida, refiere a contar con
objetivos claros, además de tener la capacidad de darle dirección y significado a estos,
sintiendo valiosa la propia vida, d) autonomía, es la capacidad de dirigir la vida misma, de
autoevaluarse y autorregularse, bajo los criterios que uno se impone, e) autoaceptación, es la
capacidad de aceptarnos, sintiéndonos cómodos con nosotros, y f) relaciones positivas con
otros, refiere a establecer relaciones interpersonales de calidez, dependiendo de la capacidad
empática propia (Vázquez y Hervás, 2008).
Estas dimensiones vendrían a ser componentes no hedónicos o índices del bienestar
psicológico, más no predictores de este. Asimismo, la autora, considera que el bienestar se
modifica según la edad, sexo y cultura, por otro lado, construyó un cuestionario para poder
evaluar dichas dimensiones (Domínguez y Ibarra, 2017).
2.4. Modelo de Bienestar y Salud Mental de Keyes
Keyes para explicar la salud mental positiva plantea en su modelo tres ámbitos
diferentes: a) el bienestar psicológico, considera el modelo de las seis dimensiones de Ryff,
b) el bienestar emocional, determina el afecto negativo bajo y el afecto positivo alto, además
de la satisfacción con la vida elevada, y el c) bienestar social, es la principal contribución de
la autora, abordando componentes de la percepción satisfactoria y positiva con el entorno
cultural y social, midiendo como el entorno desde nuestra perspectiva es satisfactorio, además
de conocer el estado de salud de los demás (Vázquez y Hervás, 2008).
Respecto al bienestar social, se planteó cinco dimensiones: a) la coherencia social, es
la percepción y entendimiento de la organización, operación y funcionamiento de la
comunidad, b) integración social, es sentirse parte de la comunidad, y que se tiene algo en
común con los demás, c) contribución social, es considerarse valioso y vital para la
comunidad, aportando cosas útiles, d) actualización social, es la percepción de que la
comunidad crece y permite el crecimiento del individuo, e) y aceptación social, hace
referencia a las actitudes positivas con los otros, como confiar en los demás (Garassini,
2018).
Keyes (1998, citado en Mesurado, 2017) nos manifiesta que: “Una persona sana no
piensa que vive en un mundo perfecto, pero mantiene el deseo de darle sentido a su vida” (p.
8).
2.5. La Teoría del Flujo de Csíkszentmihályi
También conocido como flow (flujo en español), el cual es definido por
Csíkszentmihályi (2009) como “un estado subjetivo que las personas experimentan cuando
están completamente involucradas en algo hasta el extremo de olvidarse del tiempo, la fatiga
y de todo lo demás, excepto la actividad en sí misma” (p. 183). Entonces se entiende este
estado, como una experiencia óptima o placentera que es disfrutada por el individuo mismo,
al poder controlar su consciencia, de tal manera que aparta las preocupaciones o
distracciones, y potencia la autorrealización. Y al ser entendida como proceso o estado, se
disfruta más este mismo que, el resultado en sí, siendo la satisfacción más duradera
(Fernández et al., 2013).
Por ello, tendría relación con el bienestar psicológico, dado que se experimentaría
bienestar subjetivo al tener esta sensación de sentirse cómodo con la vida, por las
experiencias placenteras que se vivirán, que se viven y que se han vivido. Puesto que, estas
experiencias y sensaciones añaden significado, y son la motivación principal de la vida
(Domínguez y Ibarra, 2017).
2.5.1. Estructura del Flow
La fórmula original de Csikszentmihalyi, presentaba que la experiencia óptima se
obtenía cuando las capacidades y los retos estaban en equilibrio, siendo esta una condición
imprescindible que sustentará a las demás dimensiones. Sin embargo, por investigaciones
hechas después, se modificó dicha fórmula, porque para vivenciar este estado óptimo se debía
tener ciertos parámetros, como el que las dimensiones en general deberían ser superiores a la
media, como los desafíos y habilidades no deberían ser bajos, sino estar entre moderado y
alto (Izquierdo, 2016).
Asimismo, Csikszentmihalyi, en 2009, presentó ocho estados de experiencia
fenomenológicas, en las cuales se ven los diferentes niveles de las capacidades y los desafíos:
a) experiencia de control, habilidad alta y un reto moderado, b) experiencia de activación,
habilidad moderada y un reto alto, c) experiencia de flujo, habilidad alta y un reto alto, d)
experiencia de relajación, habilidad moderada y un reto bajo, e) experiencia de aburrimiento,
habilidad alta y un reto bajo, f) experiencia de ansiedad, habilidad baja y un reto alto, g)
experiencia de preocupación, habilidad baja y un reto moderado, yph) experiencia de apatía,
habilidad baja y un reto moderado.
2.5.2. Dimensiones del Flujo
2.5.2.1. Existencia de Metas Claras. Son imprescindibles para la concentración de
una actividad determinada, dado que focalizamos la energía y nuestras capacidades en dicha
meta, por ello se debe aprender a instaurar metas adecuadas, porque ayudan a conservar los
niveles de motivación de manera correcta (Mesurado, 2017).
2.5.2.2. Necesidad de Feedback Inmediato. Es la retroalimentación que el individuo
se proporciona de manera inmediata, para así obtener mayor motivación para concentrarse y
volver a realizarlo, lo que condiciona a que sea muy probablemente exitosa (Izquierdo, 2016).
2.5.2.3. Habilidades Personales ajustadas a los Retos. El individuo requiere de
cierto grado de desafíos en la vida, además de contar con las habilidades para hacerles frente,
asimismo, tanto los retos y las capacidades deben oscilar entre medianas y altas, es decir,
debe haber un equilibrio entre ambas, para que proporcionen una calidad de experiencia alta
al individuo (Mesurado, 2017).
2.5.2.4. Concentración en la Actividad. Consiste en tener una atención selectiva y
concentración profunda, enfocándonos en el presente, de tal manera que van desapareciendo
los estímulos distractores de nuestra vista, así como las preocupaciones y los problemas
cotidianos (Izquierdo, 2016).
2.5.2.5. Unión de Acción y Conciencia. Cada acción va poder ser realizada si hay
concentración por parte del individuo, habiendo confluencia entre acción y conciencia para
realizar una determinada actividad (Mesurado, 2017).
2.5.2.6. Control Potencial. Si hay equilibrio correcto entre los retos y las capacidades
del individuo, entonces experimentará que tiene bajo control la situación y el resultado,
desapareciendo así el miedo al fracaso (Izquierdo, 2016).
2.5.2.7. Pérdida de Autoconciencia. El individuo está enfocado, atento y
concentrado solo en la actividad que le proporciona la experiencia de flow, por ello se
desvanece la propia conciencia (Mesurado, 2017).
2.5.2.8. Percepción Alterada del Espacio Temporal. Al estar realizando la actividad
que permite el estado de flow, el tiempo empleado en este puede acelerarse o ralentizarse, es
decir, los minutos percibidos puede ser horas, o las horas percibidas pueden ser minutos
(Izquierdo, 2016).
2.5.2.9. La Experiencia se convierte Autotélica. Las actividades que se realizan,
proporcionan estado de flow, y son para nuestro propio placer de la experiencia, por nosotros
y para nosotros, no se realiza para conseguir un objetivo externo, por lo tanto, es de carácter
intrínseco. Entonces, si los individuos autotélicos perciben las actividades que realizan como
gratificantes (cuando comen, cuando están en familia, cuando se encuentran solos, etc.), ya
no necesitan cosas materiales, fama o poder, es decir, gratificaciones externas; por ello no son
manipulables ante cosas externas, porque son independientes y autónomos (Mesurado, 2017).
2.5.3. Beneficios del Flow
Los siguientes efectos, considerados por Csikszentmihalyi son: a) creatividad, las
personas creativas suelen disfrutar aquello que les direcciona a sus metas, la pasión sentida
guía sus acciones y las novedosas ideas, b) máximo rendimiento, dado que en la experiencia
óptima uno da lo mejor de sí mismo, adquiriendo un desempeño óptimo, c) desarrollo del
talento, d) productividad, la experiencia optima hace que el individuo se sienta pleno y
satisfecho, por lo tanto se esfuerza y muestra más dedicación a las diversas actividades, e)
autoestima, ya que al fluir, el individuo se siente mejor con el mismo, aumentan sus
expectativas, y se siente valioso, y f) disminución del estrés, porque, experimentan más
bienestar, motivación y menos tensión (Izquierdo, 2016).
Por otro lado, un efecto negativo, del estado óptimo, es aquel donde perdemos la total
conciencia y control de nuestra vida, y de los aspectos desagradables de la vida, al estar
inmiscuidos totalmente en dicha actividad. Por ello, debemos ser conscientes del adictivo
poder potencial del flujo, para hallar el equilibrio justo (Izquierdo, 2016).
2.6. Modelo de las Tres Vías de Seligman
Cuando se hace uso de las fortalezas personales, se desarrollan las emociones
positivas, lo cual conlleva al goce de la vida, cooperando también a la formación de
instituciones positivas, de esta manera, se eleva la experimentación de los individuos a la
felicidad o bienestar (Garassini, 2018).
2.6.1. Emociones positivas
También conocida como nivel subjetivo y vida placentera. Consiste en acrecentar las
emociones positivas, la mayor parte del tiempo, para vivir momentos felices, ya sea a partir
de la experimentación de gratificaciones y placeres (Lupano y Castro, 2010).
Vivenciando entonces ocasiones felices, ya sea enfocándonos en el: a) pasado,
practicando la gratitud y el perdón, además de recordar o interpretarlo de manera
constructiva; b) presente, por medio del mindfulness (es la atención focalizada en acciones,
pensamientos o sensaciones propias) y el savoring (hacer uso de todos nuestros sentidos para
disfrutar el proceso) alcanzar la felicidad; y c) futuro, a través de la esperanza y el optimismo,
cambiando pensamientos pesimistas del futuro por pensamientos optimistas (Meneses et al.,
2016).
2.6.2. Rasgos positivos
También conocida como nivel individual y vida comprometida. Consiste en la
dedicación y el compromiso total a una actividad. Su base es el reconocimiento y el
desarrollo de las fortalezas del individuo, asimismo de la experimentación de actividades
gratificantes que potencien dichas fortalezas, aplicando sus habilidades y experimentando el
flow (Puente, 2011).
2.6.3. Instituciones positivas
También conocida como nivel grupal y vida con sentido. Prácticamente, consiste en
que el individuo utilice sus fortalezas o capacidades para dedicarse a algo más significativo
que él, puede ser a una organización, un ideal, etc., cualquier cosa que lo trascienda a sí
mismo (Meneses et al, 2016).
2.7. Fredrickson y el Modelo de Ampliación y Construcción
La autora distingue diez emociones positivas, como la gratitud, esperanza, diversión,
asombro, interés por el mundo, serenidad, orgullo, amor, gozo e inspiración. Además,
menciona que las emociones negativas, son adaptativas, sin embargo, sus funciones solo son
de corto plazo, Y especifica que las emociones positivas, transforman, construyen y amplían:
a) amplían, se extienden las acciones y pensamientos del individuo por la experimentación de
las emociones positivas, b) construyen, se generan recursos personales ante situaciones
estresantes, c) transforman, o los cambios que se generan por la construcción, son la
creatividad, conocimientos más amplios de los eventos, etc., (Greco, 2010). Según
Fredrickson trae beneficios adaptativos más duraderos, como más experimentación de
emociones positivas, la resiliencia psicológica, el bienestar subjetivo y la optimización de la
salud (Greco, 2010).
2.8. Teoría del PERMA de Seligman
Cada factor para ser considerado dentro de este modelo, debía cumplir con tres
características esenciales, las cuales son: a) que se haya medido y definido de manera
independiente de los otros factores, b) que los individuos escojan al factor respecto al propio
bien y voluntad, y c) que contribuya o genere bienestar (Ramirez, 2019). El eje transversal de
la teoría del PERMA, son las fortalezas humanas, ya que si las identificamos las usamos para
potenciar, desarrollar y contribuir a la sociedad como a nosotros.
2.8.1. Positive Emotions o Emociones positivas
Incrementar el uso, desarrollo y experimentación de emociones positivas para obtener
mayor felicidad, bienestar o calidad de vida, pudiendo experimentarla encontrando formas
que la activen, y, asimismo, disfrutarla cada día, contrarrestando el perturbador efecto de las
emociones negativas. De modo que cultivemos las emociones positivas y no solo nos
cuidemos de las situaciones negativas, que traen como consecuencia emociones negativas
(Fernandino, 2017).
2.8.2. Engagement o Compromiso
Contar con acuerdos con nosotros mismos, y alcanzarlos haciendo uso de nuestras
habilidades o fortalezas, y virtudes, a fin de también experimentar el flow. Dado que el
individuo al fluir, está dedicando esfuerzo, tiempo y compromiso en una determinada
actividad, está teniendo una experiencia óptima, haciendo uso de sus capacidades, y su
constancia lo vuelven experto (Garassini, 2018).
2.8.3. Relationships o Relaciones
Los seres humanos somos seres sociales, entonces, este factor se hace imprescindible,
dado que siempre estamos en constante interacción con los demás (amigos, familia, colegas,
comunidad, etc.), ya sea en mayor o menor medida, conllevando a que estas relaciones nos
proporcionen apoyo y protección, además de manejarlas de manera constructiva, produciendo
bienestar (Fernandino, 2017).
2.8.4. Meaning and purporse o propósito y significado
Se atribuye significado a cada objetivo alcanzado o situaciones, un significado que va
más allá de nosotros, y le da un sentido o propósito a la vida que se vive. Utilizando nuestras
habilidades para el bien común, dejando un legado desde nuestros diversos ámbitos
(Garassini, 2018).
2.8.5. Accomplishment o Logro
Refiere a plantearnos metas u objetivos, los cuales tanto al alcanzarlas o en el mismo
proceso, nos haga sentirnos perseverantes, competentes y autónomos y finalmente con
sensaciones de plenitud y satisfacción, así como también, nos permite creer en nosotros, al
saber que podremos alcanzarlos. Entonces es necesario una disposición psicológica positiva
(Fernandino, 2017).
CAPÍTULO III
INSTRUMENTOS DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA
Uno de los retos de la psicología positiva supone el desarrollo de instrumentos de
medida válidos y fiables que sean capaces de medir y delimitar las variables propias de esta
área.
La evaluación tradicional y los modelos surgidos a partir de ella, han hecho patentes
la enfermedad y la debilidad del ser humano. Es necesaria la creación de instrumentos que
permitan evaluar los recursos y emociones positivas, para conseguir desarrollar modelos más
funcionales, dinámicos y saludables.
En este sentido, es pionero el esfuerzo realizado por Martin Seligman y Christopher
Peterson quienes han diseñado un instrumento de medida basándose en una clasificación de
los recursos positivos del individuo.
8.1. Inventario de fortalezas (VIA)
El Inventario de fortalezas (VIA) es un cuestionario de 245 ítems tipo líkert con 5
posibles respuestas cada uno, que mide el grado en que un individuo posee cada una de las 24
fortalezas y virtudes que han sido desarrolladas por el Values in Action Institute bajo la
dirección de Martin Seligman y Christopher Peterson.
Las 24 fortalezas que mide el VIA y a partir de las cuales se ha realizado el manual de
clasificación Character Strengths and Virtues se agrupan en 6: sabiduría y conocimiento,
coraje, humanidad, justicia, moderación y trascendencia.
El estudio de Martin Seligman y Park Peterson con más de 4000 participantes ha
revelado que, de las 24 cualidades o fortalezas evaluadas por el cuestionario VIA, existen 5
que se relacionan de forma consistente con la satisfacción con la vida en mucho mayor grado
que los 19 restantes. Estas cualidades son: gratitud, optimismo, entusiasmo, curiosidad y
capacidad de amar y de ser amado.
8.2. Escala de Felicidad de Lima (EFL)
La felicidad es caracterizada sustantivamente: como un sentimiento de satisfacción
que vivencia un individuo en su vida interna; un “estado” de la conducta en que la felicidad
puede ser duradera, a la vez que perecible; supone la posesión de un objeto, de naturaleza
variada, al que se le atribuye valor. El objetivo de esta escala es evaluar la felicidad como
comportamiento complejo que está integrado por dimensiones claramente distinguibles
identificados por análisis factorial: Sentido positivo de la vida, Satisfacción con la vida,
Realización personal y Alegría de vivir. Consta de 27 ítems tipo Likert con cinco alternativas,
que han sido desarrolladas por Reynaldo Alarcón Napurí (2006).
Al extremo positivo se le otorga 5 puntos y al extremo negativo 1 punto. Puede
administrarse a adultos a partir de los 18 años de edad hasta los 69. Su aplicación es
individual o colectiva y emplea un tiempo variable. El EFL es para fines de investigación y
medición en las áreas de psicología clínica, educativa y organizacional.
8.3. Escalas de Afectos Positivos y Negativos (EA – PN)
Los afectos positivos son experiencias emocionales placenteras y los afectos negativos
experiencias emocionales muy desagradables, que experimenta internamente una persona.
Ambos tipos de afectos son dimensiones diferentes, distintas y complementarias, que
correlacionan con variables diferentes. Los afectos suelen experimentarse en términos de
grados de intensidad y frecuencia.
Su objetivo es evaluar los afectos positivos y negativos que predominan en la persona
evaluada, a partir de un ordenamiento o jerarquización de los mismos en base a la intensidad
y frecuencia con que se experimentan. Se caracteriza por ser escalas compuestas de dos listas,
una de 08 ítems de afectos positivos (alegre, animoso, buen humor, calmado/tranquilo,
entusiasta, feliz, lleno de vida, satisfecho, y otra lista de 08 afectos negativos (culpable,
desdichado, desesperado, desilusionado, intranquilo, inútil, nervioso, triste), que han sido
desarrolladas por Reynaldo Alarcón Napurí (2003).
Puede administrarse a adultos a partir de los 18 años de edad. Su aplicación es
individual o colectiva con tiempo variable. De alta confiabilidad y validez factorial. Así
mismo, su aplicación es para fines de investigación y medición en las áreas de psicología
clínica y organizacional.
8.4. Escala de Gratitud (EG)
La Gratitud se concibe como un comportamiento afectivo que manifiesta la persona
ante el beneficio recibido, éste se convierte en un estímulo motivador para comportarse de
forma prosocial con el dador, procurándole bienestar.
Tiene como objetivo evaluar la Gratitud como respuesta emocional inicial que
evoluciona a sentimiento, con componente moral y que lleva a un estado emocional de
satisfacción muy privada, a partir de tres factores identificados: Factor I: Reciprocidad;
Factor 2: Obligación moral y Factor 3: Cualidad sentimental. Características: Instrumento
integrado por 18 ítems que expresan afirmaciones favorables, neutras y desfavorables hacia la
gratitud; con cinco alternativas de respuesta, en que el puntaje más alto es 5 e indica mayor
gratitud y el más bajo 1 menor gratitud; presenta tres ítems de puntuación a la reversa, las
cuales han sido desarrolladas por Reynaldo Alarcón Napurí (2010).
Puede administrarse a adultos a partir de los 18 años de edad hasta los 69. Su
aplicación es individual o colectiva y emplea un tiempo variable; además, que es para fines
de investigación y medición en las áreas de psicología clínica, educativa y organizacional.
8.5. Escala de Optimismo Atributivo (EOA)
El optimismo atributivo se concibe como una “construcción de representaciones
positivas del futuro, conectada con la expectativa subjetiva de un futuro positivo personal,
social o material con claros elementos evaluativos, predictivos y atributivos concernientes a
las acciones o eventos por ocurrir”.
Su objetivo es evaluar el optimismo basado en atributos o características que tienen
las personas para responder a las situaciones futuras que se enfrenta y lo hace con
perseverancia y actitud positiva. Es un instrumento que consta de 10 afirmaciones tipo Likert
de cinco opciones de respuesta. Puede administrarse a adultos a partir de los 18 años de edad
hasta los 69. Fue desarrollada por Reynaldo Alarcón Napurí (2012).
Su aplicación es individual o colectiva y emplea un tiempo variable. Y es para fines
de investigación y medición en las áreas de psicología clínica, educativa y organizacional.
8.6. Escala de Bienestar Psicológico (EBP)
El EBP fue elaborada por Sánchez, J. (2013), tiene como objetivo evaluar el bienestar
psicológico subjetivo, el bienestar material, el bienestar laboral y de las relaciones con la
pareja. Consta de 65 ítems, con valoraciones que van desde 1 a 5. En un principio, se incluyó
dentro de la escala el Inventario de Felicidad de Oxford (Oxford Happiness Inventory; Argyle
y cols., 1989); pero posteriormente, se separaron ambos cuestionarios.
Los ítems fueron redactados específicamente por el equipo de investigación teniendo
en cuenta los datos aportados por el propio estudio. Algunos autores distinguen entre dos
medidas del bienestar psicológico: una propiamente psicológica y otra referida al bienestar
material. Con objeto de lograr una mayor especificación se añadieron también 10 ítems
referidos al bienestar laboral y 15 a las relaciones de pareja como integrantes de la escala
total. En su primera edición, la consistencia interna de la prueba es muy elevada para
bienestar psicológico subjetivo (alfa de Cronbach= 0,93), y para bienestar material (alfa de
Cronbach= 0,90).
En la segunda edición, reporta coeficientes de consistencia interna a través del Alfa de
Cronbach de 0.941 para la escala combinada (65 ítems) y de 0.886 para la escala ponderada
(24 ítems). En cuanto a la consistencia interna para cada una de las subescalas reporta: en
Bienestar Subjetivo un α = 0.935; para la subescala de Bienestar Laboral de 0.873; para la
subescala de Bienestar Material de 0.907; para la subescala de Bienestar en las Relaciones
con la Pareja de 0.870.
Tiene una duración aproximada: 20-25 minutos. Es aplicable a adolescentes y adultos
con edades comprendidas entre los 17 y los 90 años. La escala de Relaciones con la pareja
sólo se aplicará a partir de los 26 años. Aplicable de forma individual y colectiva.
CAPÍTULO IV
TÉCNICAS O ESTRATEGIAS DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA
4.1. Técnicas de intervención derivadas de la psicología positiva
Los psicólogos positivos han demostrado que una variedad de intervenciones breves
puede, a corto plazo, aumentar el bienestar y reducir problemas como la depresión (Seligman,
Steen, Park y Peterson, 2005). Estas intervenciones desempeñan un papel evidente no sólo en
la reducción del sufrimiento ante la adversidad, sino también en la construcción de recursos
que atenúen los efectos negativos de la adversidad. A continuación, se describen algunas
técnicas de intervención de la psicología positiva de potencial valor en la prevención,
promoción y tratamiento.
4.1.1. Técnica del saboreo
La técnica del saboreo consiste en tomar conciencia del placer e intentar
deliberadamente que permanezca. Una forma de cultivar emociones positivas es maximizar el
impacto emocional de las cosas buenas que suceden en nuestra vida. Bryant y Veroff (2006)
examinaron los efectos de saborear acontecimientos positivos, encontrando que las personas
que lo hacen están más satisfechas. También identificaron estrategias sencillas para saborear,
como compartir acontecimientos positivos con otros, en el momento o después del hecho;
crear recuerdos de dichos eventos (por ejemplo, fotografías, diarios, recuerdos); felicitarse a
uno mismo cuando suceden cosas buenas; prestar más atención a las percepciones durante la
experiencia de eventos buenos; y quedar totalmente absorto en el placer sin pensar en otros
asuntos. Los profesionales también pueden promover el uso de estas estrategias por parte de
sus clientes con el fin de maximizar experiencias tan sencillas y cotidianas como comer o
caminar. Las personas que saborean habitualmente son más felices y optimistas, además de
estar menos deprimidas que aquellas que no saborean.
4.1.2. Técnica de sentirse agradecido o agradecimiento
En las diferentes etapas vitales, las personas que están agradecidas muestran mayor
satisfacción con la vida (Park, Peterson y Seligman, 2004). La gratitud puede ser incluida en
el repertorio de los individuos a través de una intervención deliberada y varios estudios
realizados por diferentes grupos de investigación han demostrado la eficacia de ésta en niños
y adultos, aumentando la satisfacción con la vida y el optimismo y reduciendo la depresión
(Emmons y McCoullough, 2003). Habitualmente, se pide a los participantes anotar al final de
cada día las cosas que salieron bien durante el día y por las cuales se sienten agradecidos. Los
detalles de esta intervención pueden variar en el número de aspectos incluidos en la lista y en
la frecuencia con que son listados. Es importante tener en cuenta que este ejercicio puede ser
modificado según la edad y situación del cliente. Para evitar que el ejercicio resulte muy
costoso para algunas personas, especialmente niños, puede realizarse sólo unas pocas veces a
la semana y contar uno o dos motivos de agradecimiento. Aunque se requiere mayor
evidencia para comprender el efecto que ejercen diferencias en la frecuencia y cantidad de
agradecimientos sobre los resultados en grupos de edad diferentes, un estudio informó del
efecto negativo que se produce cuando este ejercicio llega a ser excesivo y constituye una
carga (Sheldon y Lyubomirsky, 2006).
En nuestra investigación, hemos pedido a los participantes que escribiesen las razones
por las que cada cosa buena había ocurrido, alentándolos a ser más conscientes (Seligman,
Steen, Park y Peterson, 2005). Los participantes, específicamente aquellos que continuaron
haciendo este ejercicio, informaron de menores niveles de depresión y mayor felicidad. El
efecto se mantuvo incluso después de 6 meses. Los mecanismos responsables de estos efectos
no han sido estudiados muy de cerca, pero es probable que existan varios mecanismos. Este
ejercicio podría ayudar a las personas a prestar más atención a los aspectos positivos de la
vida, a apreciar más la vida, a ser más optimistas y a experimentar más emociones positivas.
Cuando las personas experimentan adversidades, pueden encontrarse demasiado abrumadas
para apreciar las cosas buenas de la vida. Por ello, los programas de intervención pueden
proponerse como objetivo ayudar a los clientes a reconocer, recordar y celebrar los aspectos
positivos de su vida.
4.1.3. El enfoque basado en fortalezas: Identificar y utilizar las fortalezas del
carácter de nuevas maneras
Nuestras medidas multidimensionales de fortalezas del carácter pueden ser aplicadas a
un solo individuo (por ejemplo, en forma de ranking) para identificar sus fortalezas
características y diferenciarlas de sus otras fortalezas. Creemos que todo el mundo tiene
fortalezas independientemente de cómo se encuentre en comparación con otras personas. Este
enfoque basado en las fortalezas es especialmente útil para trabajar con personas con una
historia de discapacidad, bajo rendimiento o baja autoestima. A estas personas a menudo les
resulta difícil encontrar algo en lo que se consideren buenas. Sin embargo, si comparamos las
24 fortalezas en una misma persona, podemos identificar las fortalezas que tienen mayor peso
en su caso. De esta forma, los profesionales pueden ayudarles a utilizar estas fortalezas en sus
vidas.
Cuando los clientes han identificado sus principales fortalezas del carácter mediante
cuestionarios en línea, se les anima a utilizarlas de nuevas formas en su vida cotidiana
(Seligman et al., 2005). Nuestros resultados han mostrado que este ejercicio reduce la
depresión y aumenta la felicidad y dicho efecto es evidente incluso después de 6 meses,
mientras la gente siga realizando el ejercicio.
Una vez que los individuos aumentan su confianza usando sus fortalezas
características, pueden aprender a utilizarlas para superar sus debilidades o fortalezas menos
desarrolladas. Asimismo, si las discusiones y las intervenciones comienzan haciendo hincapié
en las fortalezas de los clientes —los aspectos en los que son buenos— esto puede aumentar
el rapport y la motivación.
En conclusión, la evidencia empírica en esta área todavía se está acumulando. No
obstante, se han llevado a cabo suficientes estudios de resultado para concluir que los
enfoques del cambio basados en las fortalezas son más que prometedores. No se conoce en la
mayoría de los casos cómo estas terapias ampliadas funcionan en comparación con los
tratamientos tradicionales para los problemas clínicos y cuáles son los mecanismos
implicados en el cambio. En conclusión, consideramos esencial que la intervención preste
atención tanto a las fortalezas como a las debilidades, ya que no resulta útil considerar estos
objetivos terapéuticos como mutuamente excluyentes.
4.2. Estrategias Propuestas por Otros Autores
4.2.1. Estrategias Propuestas por Fordyce
Fordyce (1983, citado en Gemin, 2019) nos propone catorce métodos para aumentar
la felicidad: a) estar en constante actividad, mantenernos ocupados, b)incrementar el tiempo
para actividades sociales, c) respecto al trabajo que se esté realizando, ser productivo en este,
y que el mismo tenga significado y/o sentido para uno mismo, d) mantener un orden en lo que
vayamos a hacer, ser organizados y planificadores, es decir, gestionar adecuadamente nuestro
tiempo, e) detener las preocupaciones excedentes, f) evitar el exceso de aspiraciones o
expectativas demasiado altas o “mágicas”, establecernos metas adecuadas.
Continuando con las estrategias, son: g) cultivar el pensamiento optimista y positivo,
h) ser conscientes del presente y vivirlo, i) tener una personalidad saludable, para ello se debe
practicar aquello que nos haga obtenerlo, j) promover la personalidad extrovertida y social, k)
no aparentar aquello que no somos, sino, actuar a partir de nuestras cogniciones y afectos
propios, ser nosotros mismos, l) minimizar las emociones negativas y alejar las
preocupaciones, m) conservar las relaciones íntimas de forma sana, y n) apreciar la felicidad
y/o bienestar (Fordyce, 1983, citado en Gemin, 2019).
4.2.2. Estrategias Propuestas por Tal Ben-Shahar
El doctor en psicología Tal Ben-Shahar, nos propone algunas lecciones para
incrementar la felicidad: a) permítete ser humano, es decir, no debemos tratar de aparentar
sonrisas y felicidad, permítete sentir emociones negativas o no agradables, ya que de esta
manera se podrán marchar o superar más rápido, no las incrementemos tratando de evitarlas,
aceptémoslas y experimentémoslas, para dar paso después a las emociones positivas, b) la
unión entre el significado y el placer, consiste en experimentar actividades o labores que sean
placenteras y significativas para uno mismo, se recomienda al menos tener este tipo de
experiencias entre una o dos horas a lo largo de la semana (Villajos, 2018).
Las siguientes lecciones son: c) tener un estado de ánimo óptimo, consiste en que la
mayor parte de nuestra vida, debemos centrarnos en lo positivo de las situaciones que pasan,
ya que, de nuestra interpretación y enfoque de los eventos externos, depende nuestro
bienestar, d) no atormentarnos con demasiadas actividades en poco tiempo, simplifiquemos,
no comprometamos nuestra felicidad en hacer mucho, e) la unión entre cuerpo y mente, es
decir, hay una influencia entre ambos, por ello, debemos de cuidar nuestro organismo, se
debe dormir adecuadamente, hacer ejercicio y alimentarse balanceadamente, puesto que
influyen en la salud mental y física (Villajos, 2018).
Y continuando las ultimas lecciones son: f) practicar el agradecimiento, apreciemos y
disfrutemos lo bueno que nos sucede, las personas que nos ayudan, la naturaleza, etc., y g)
prioricemos relaciones saludables, disfrutemos y apreciemos el momento que pasemos con
otras personas significativas para nosotros, incrementemos ese tiempo (Villajos, 2018).
4.2.3. Estrategias Propuestas por Lyubomirsky
La primera actividad, es manifestar agradecimiento. La segunda actividad, es
desarrollar o practicar el optimismo, procurar ser objetivo en su evaluación, teniendo en
cuenta tanto aspectos negativos como positivos. La tercera actividad, es evitar pensar en
exceso, es decir, no agobiarnos o atormentarnos con pensamientos reiterativos, evitar la
rumiación (Lyubomirsky, 2008).
La cuarta actividad, es evitar compararnos con los demás, es decir, valorar y estimar
aquello que tenemos y somos, no competir para ganarle al otro, debemos ponernos retos por y
para nosotros. La quinta actividad, es practicar la amabilidad, dado que esta acción
proporciona bienestar propio, siendo útiles, y brindando bienestar a los demás. La sexta
actividad, es proteger las relaciones, es decir, se debe de interactuar con los demás de manera
adecuada, tomando en cuenta las necesidades propias y de los otros (Lyubomirsky, 2008).
La séptima actividad, es desarrollar estrategias para afrontar acontecimientos
estresantes y/o difíciles. La octava actividad, es aprender a perdonar, el individuo debe
aprovechar los eventos de poco valor, para empezar por perdonarse a sí mismo, como a los
otro, practicándolo de tal manera que no haya un perdón pendiente (Lyubomirsky, 2008).
La novena actividad, es realizar actividades o tareas importantes, es decir, hacer
aquello que disfrute el individuo de forma cotidiana de tal manera que experimente
experiencias óptimas. La décima actividad, es disfrutar (saborear) cada momento cuando se
experimente las alegrías de la vida. La onceava actividad, es comprometernos con objetivos,
contando con el autocontrol y perseverancia para conseguirlo (Lyubomirsky, 2008).
La doceava actividad, es fragmentar la meta u objetivo en subcomponentes, dado que,
al dividirlos en pequeñas acciones para su logro, se consigue facilitar el proceso para este. La
treceava actividad, es practicar la espiritualidad. La catorceava actividad, es encargarnos del
propio cuerpo, en su cuidado, teniendo adecuados hábitos de alimentación, de ejercitación y
de sueño (Lyubomirsky, 2008).
4.2.4. Estrategias Propuestas por Garassini
Se plantean doce hábitos saludables que se deben de poner en práctica para un
bienestar completo. Contemplan los siguientes hábitos: a) frecuentemente realizar ejercicio
físico, b) tener una alimentación balanceada, c) dormir siete horas aproximadamente
(descansar), d) no consumir demasiado alcohol, solo moderadamente, e) evitar fumar, f)
disminuir el evocar o sentir emociones negativas diariamente, g) practicar técnicas de
relajación, de reflexión, etc., h) ser optimista y tomar las adversidades con cierto humor, i)
practicar actividades culturales o artísticas, como la música, pintura, etc., j) dar y contar con
apoyo social, k) escribir o hablar sobre nuestros problemas o sobre lo positivo que nos pasó,
como una forma de terapia, l) identificar, cuestionar y eliminar los pensamientos o creencias
no racionales que se tengan (Garassini, 2018).
4.3. Estrategias Propuestas para otros Ámbitos
4.3.1. Estrategias en el Ámbito Educativo
Se sugiere que en las instituciones educativas se desarrollen y promocionen
programas psicoeducativos para los padres de familia o cuidadores del niño, con el objetivo
de promover un apego seguro por medio de la enseñanza, que desarrollen la capacidad de
responder adecuadamente ante las necesidades del menor, sobre estilos de comunicación
saludables, sobre diversas formas de disciplina, etc.,; otro punto que se sugiere es que en las
mismas instituciones se fomente las actividades artísticas, culturales y/o lúdicas, contando
con espacios de recreación (Greco, 2010).
Asimismo, otra recomendación es que los estudiantes aprendan estrategias de
afrontamiento adecuadas ante situaciones estresantes, por ello se propone el fomentar el
entrenamiento de las habilidades interpersonales y las técnicas de relajación. Y también
implementar programas a los docentes, específicamente sobre las conductas agresivas entre
los estudiantes y sobre como fortalecer relaciones adecuadas entre ellos (Greco, 2010).
4.3.2. Estrategias en el Contexto Familiar
Asimismo, Seligman (2005, citado en Palomera, 2018) nos plantea un decálogo que
las familias deben implementar: a) aumento de las emociones positivas, se consigue mediante
el contacto físico y/o cercanía con los niños, dado que un niño que se siente valorado,
protegido, etc., tendrá una visión del mundo más amena y positiva, así como con el mismo y
con los demás y b) utilización de juegos sincrónicos, se deben escoge de acuerdo al desarrollo
del menor, y son juegos donde cada acción tiene una reacción o consecuencia, de esta manera
predispone en el niño un locus de control interno, que lo hace sentir que puede controlar sus
consecuencias.
Y los siguientes decálogos son: c) menos no y más sí, se distingue entre decir “no”
ante situaciones aversivas y decir “no” ante cada pequeña molestia por parte del cuidador, el
segundo predispone la baja autoestima y negatividad en el niño, asimismo se plantea que no
solo se debe decir “no”, se debe añadir una alternativa, d) elogios selectivos y limitación del
castigo, e) fomentar conductas de victorias, para evitar la rivalidad entre hermanos, es
necesario que ambos se sienten importantes equitativamente, f) juegos antes de dormir, los
miembros de la familia dicen algo positivo que haya pasado en el día, y sobre lo quieren que
pase al día siguiente, g) hacer tratos positivos, h) hacer metas anuales, y i) desarrollar
fortalezas (Palomera, 2018).
CAPÍTULO V
LA PSICOLOGÍA POSITIVA: INVESTIGACIÓN Y APLICACIONES
5.1. Los resultados de las investigaciones
Los resultados de las investigaciones provenientes de la psicología positiva que se van
acumulando ilustran la importancia de una atención explícita a lo positivo y bueno. A
continuación, mostramos algunos resultados de dichas investigaciones que arrojan luz sobre
las diversas maneras de construir una vida resiliente y próspera.
5.1.1. Las emociones positivas y la satisfacción con la vida.
En contraste con la noción común de que la felicidad es el resultado de las cosas
buenas que nos ocurren en la vida, los resultados de las investigaciones experimentales y
longitudinales demuestran que emociones positivas como la felicidad y la satisfacción
general con la vida conducen realmente a mayores éxitos académicos y profesionales,
mejores matrimonios, buenas relaciones, mejor salud mental y física, así como mayor
longevidad y resiliencia (Lyubomirsky, King y Diener, 2005).
Las emociones positivas ensanchan y construyen los repertorios psicológicos, sociales
y conductuales de las personas. Aunque las emociones, tanto negativas como positivas,
desempeñan papeles importantes en nuestras vidas, tienen funciones diferentes. Cuando uno
experimenta una emoción negativa (p. ej., miedo, ansiedad, ira), esto alerta del peligro,
reduce las opciones de respuesta y conduce a actuar de forma urgente para evitar, escapar o
solucionar el peligro alertado. En cambio, las emociones positivas indican seguridad y la
respuesta inherente a ellas no es reducir las opciones sino ampliar y construir recursos
duraderos (Fredrickson, 2001).
Las emociones positivas están relacionadas con la capacidad de recuperación ante la
adversidad. Por ejemplo, las personas que experimentaron niveles más elevados de
emociones positivas antes de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York se recuperaron
más rápido de los efectos traumáticos de dichos eventos (Fredrickson, Tugade, Waugh y
Larkin, 2003). La experiencia habitual de emociones positivas no es sólo en gran medida
independiente de la experiencia habitual de emociones negativas, sino que tiene unas
consecuencias propias que superan y van más allá del mero hecho de tener una baja
emocionalidad negativa (Fredrickson, 2001). Si bien las emociones negativas contribuyen a
nuestra supervivencia y seguridad, las emociones positivas contribuyen a la resiliencia y
prosperidad. Parece justificado entonces tomar en serio la felicidad y la satisfacción con la
vida si nuestro objetivo es construir y sostener una vida resiliente y próspera.
Se han realizado estudios de manera continuada para comprender qué factores
contribuyen a la felicidad. Las conclusiones hasta la fecha sugieren que la experiencia
frecuente de felicidad es más relevante que la intensidad (Diener, Sandvik y Pavot, 1991).
Por otro lado, mantener buenas relaciones con los demás, involucrarse en lo que uno hace,
tener sentido y propósito vitales, sentirse competente utilizando las capacidades y talentos
personales, ser capaz de encontrar humor en la vida cotidiana, saborear las cosas buenas,
liberarse de los rencores, sentirse agradecido y expresar gratitud construye la felicidad
(Peterson, 2006). De hecho, no es la adquisición y posesión de cosas materiales lo que nos
hace felices, sino la implicación en actividades y las buenas relaciones. Aunque las personas
que son tan pobres que no pueden satisfacer sus necesidades básicas están descontentas, por
encima de la línea de la pobreza, el aumento de los ingresos tiene una importancia
decreciente en la felicidad (Diener, 2008).
5.1.2. El optimismo y el pensamiento positivo
El optimismo es la expectativa global de que ocurrirán más cosas buenas que malas.
En el lenguaje cotidiano, optimismo significa pensamiento positivo. El pensamiento positivo
tiene connotaciones ilusorias y de ingenuidad, pero las investigaciones muestran que el
pensamiento positivo tiene numerosos beneficios. El optimismo ha sido estudiado
ampliamente por los psicólogos, bajo diferentes acepciones: el optimismo disposicional
propuesto por Carver y Scheier (1981), la esperanza defendida por Snyder (2000) y el estilo
explicativo descrito por Peterson y Seligman (1984). Desde todas estas tradiciones de
investigación se evidencia que el optimismo –el pensamiento positivo– se asocia con un
mejor estado de ánimo, mayor satisfacción con la vida; éxito en la escuela, el trabajo y los
deportes; buena salud; y una vida más larga (Peterson, 2000). Asimismo, las personas que
piensan positivamente también son menos propensas a experimentar “accidentes” traumáticos
(Peterson et al., 2001).
Las investigaciones revelan que el optimismo protege contra los efectos debilitantes
de los eventos negativos (Peterson, 2000). El optimismo es beneficioso en gran parte porque
se asocia con una resolución activa de problemas. En este sentido, el éxito de la terapia
cognitiva para la depresión depende de la capacidad del tratamiento para cambiar el
pensamiento negativo de un paciente a uno positivo (Seligman et al., 1988). Del mismo
modo, los programas de prevención que promueven un pensamiento más optimista a través
de estrategias cognitivas y conductuales hacen menos probable la depresión posterior
(Gillham, Reivich, Jaycox y Seligman, 1995). Se ha mostrado que una visión positiva se
asocia con el bienestar físico, psicológico y social (Peterson, 2000).
Los datos que evidencian que las ilusiones positivas son beneficiosas muestran un
marcado contraste con los argumentos teóricos desarrollados por los psicólogos clínicos
tradicionales acerca de que el realismo y la precisión son los rasgos distintivos de la salud
(Taylor, Kemeny, Reed, Bower y Gruenewald, 2000).
Los efectos que un evento tiene en nosotros no se deben únicamente al evento mismo,
sino a cómo lo percibimos e interpretamos. El pensamiento positivo implica un
replanteamiento positivo, así como las actitudes positivas pueden motivarnos a participar en
una acción constructiva. Cuando las personas piensan que les ocurrirán cosas buenas, son
más propensas a esforzarse porque sienten que lo que hagan marcará la diferencia en el logro
de un buen resultado.
5.1.3. Los rasgos positivos
La psicología positiva ha centrado la atención de los investigadores y profesionales en
fortalezas del carácter como la esperanza, la sabiduría, la amabilidad y el trabajo en equipo
(Peterson y Seligman, 2004; Peterson y Park, 2009a). La mayor parte de nuestro trabajo
durante la década pasada ha implicado identificar, definir, y medir rasgos positivos e
investigar acerca de sus correlatos y consecuencias (Park, 2004b; Park y Peterson, 2006,
2008; Park, Peterson y Seligman, 2006; Peterson y Park, 2009b). Nuestro proyecto se centra
en lo que es correcto acerca de las personas y más específicamente en las fortalezas del
carácter que contribuyen al desarrollo óptimo a lo largo de la vida. Hemos considerado las
fortalezas del carácter como un concepto multidimensional, un conjunto de disposiciones
positivas. Así, identificamos 24 fortalezas del carácter ampliamente valoradas, clasificadas
bajo 6 virtudes, y desarrollamos modos de medirlas.
La virtud puede tener en sí misma su recompensa, pero también tiene ventajas
demostrables en muchas esferas de la vida. Aunque todas las fortalezas del carácter
contribuyen a la plenitud –a la felicidad plena– ciertos rasgos positivos se asocian más
específicamente con ella que otros (Park, Peterson y Seligman, 2004). Estas fortalezas del
carácter son la gratitud, la esperanza, el entusiasmo, la curiosidad, y quizás la más
importante, el amor, definido como la capacidad de construir y mantener relaciones cercanas
con otras personas. Hemos descubierto que estos cinco rasgos se asocian intensamente con el
bienestar tanto de jóvenes como de adultos. Incluso entre niños de tan sólo tres años, los
descritos como entusiastas, optimistas, y cariñosos también fueron descritos por sus padres
como felices (Park y Peterson, 2006a). Así, para una buena vida, los individuos necesitan
cultivar en particular estas fortalezas del carácter. Por ejemplo, la satisfacción con el trabajo
está fuertemente asociada con una de las fortalezas del carácter: el entusiasmo (Peterson,
Park, Hall y Seligman, 2009). Por su parte, el éxito escolar puede predecirse no sólo por la
perseverancia —lo cual no es sorprendente— sino también por las fortalezas orientadas
socialmente como la gratitud y el amor (Park y Peterson, 2006).
En cuanto a los orígenes de las fortalezas del carácter tenemos un menor
conocimiento que de sus consecuencias, pero existen algunos resultados interesantes que
sugieren que la vivencia de eventos difíciles puede aumentar los rasgos positivos de las
personas. Por ejemplo, Peterson y Seligman (2003) estudiaron las fortalezas del carácter de
adultos estadounidenses antes y después de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York.
El aumento de las llamadas virtudes teológicas —la fe (la religiosidad), la esperanza y el
amor— fue evidente después de estos ataques. En esta misma dirección, Peterson, Park, Pole,
D’Andrea y Seligman (2008) estudiaron las fortalezas del carácter como una función de la
historia de traumas —accidentes con peligro para la vida, asaltos, enfermedades y desastres
naturales— y encontraron aumentos en fortalezas como la amabilidad, el amor, la curiosidad,
la creatividad, el amor por el aprendizaje, la apreciación de la belleza, la gratitud, el
entusiasmo, la valentía, la honestidad, la perseverancia y la religiosidad/espiritualidad,
precisamente los componentes del crecimiento postraumático discutido por Tedeschi y
Calhoun (1995). En conjunto, estos resultados sugieren que los acontecimientos
potencialmente traumáticos pueden provocar el crecimiento de ciertos rasgos positivos, que a
su vez puede utilizarse como potenciador en las intervenciones posteriores con personas que
han sufrido traumas
5.1.4. Las relaciones positivas
Quizás el hallazgo más consistente en la psicología positiva es que las relaciones
buenas con otras personas —amigos, familiares y compañeros de trabajo— son el factor que
contribuye de manera más importante a la buena vida psicológica. Cabe indicar que los
aspectos que muestran correlaciones más fuertes con la felicidad son de naturaleza social: por
ejemplo, la extraversión, el apoyo social, el número de amigos, las actividades de ocio, el
matrimonio y el empleo (pero no los ingresos) (Peterson, 2006). Las buenas relaciones
proporcionan apoyo emocional e instrumental en momentos de estrés y desafío, pero también
proporcionan un sentido de conexión y la oportunidad de celebrar las cosas buenas de la vida.
Las investigaciones de la psicología positiva arrojan alguna luz sobre cómo construir
relaciones buenas y duraderas. Por ejemplo, la investigación ha encontrado que responder a
las buenas noticias transmitidas por la pareja de una manera activa y constructiva es signo de
una buena relación (Gable, Reis, Impett y Asher, 2004). Este hallazgo es importante porque
gran parte de la terapia y el consejo psicológico a parejas se centra en resolver los conflictos,
discutir de forma justa y ser asertivo. En cambio, una respuesta activa y constructiva es
entusiasta, comprometida y positiva. Por ejemplo, cuando una persona dice, ‘Conseguí una
promoción en el trabajo’, la otra persona puede responder diciendo, ‘Eso es fabuloso. Te lo
mereces. ¿Qué dijo tu jefe? Quiero saber todos los detalles’. Estos resultados también pueden
ser aplicados a cualquier tipo de relación. De forma general, sabemos que una buena relación
es aquella en la que la comunicación positiva supera considerablemente la comunicación
negativa (Gottman, Coan, Carrere y Swanson, 1998).
5.1.5. El propósito y el significado de la vida
Definimos una vida con significado como aquella en la que las personas se sienten
conectadas con algo más grande que ellas mismas (Peterson, Park y Seligman, 2005). “El
sentido” es por lo general evaluado mediante entrevistas o encuestas de autoinforme, bajo el
supuesto de que una vida significativa se entiende mejor desde el punto de vista de la persona
que la está viviendo. A veces la búsqueda de sentido se distingue de la presencia de sentido
(Steger, Frazier y Oishi, 2006).
La investigación vincula consistentemente la presencia de sentido al bienestar (Park,
Park y Peterson, 2010). Los individuos con un sentido de propósito y significado informan de
mayor satisfacción con la vida, un afecto más positivo, niveles más altos de optimismo y
mejor autoestima. A esto cabe añadir que resulta menos probable que presenten problemas
psicológicos. Sin embargo, la búsqueda de sentido se relaciona con menor satisfacción con la
vida. Parece que, aunque tener sentido y propósito es beneficioso, el proceso de encontrar el
significado de la vida puede implicar desafío y confusión.
Las investigaciones muestran que una vida dotada de sentido es más satisfactoria que
una vida centrada en el placer. El antiguo debate dentro de la filosofía entre el eudemonismo
(vivir una vida con sentido de acuerdo con la virtud interior) y el hedonismo (buscar el
placer) tiene una resolución empírica. Ésta consiste en que el eudemonismo triunfa sobre el
hedonismo (Peterson, Park y Seligman, 2005; Waterman, 1993).
Por otro lado, la investigación todavía no ha descubierto cómo se origina y desarrolla
el sentido y el propósito de la vida. Cuando experimentamos acontecimientos trágicos, a
menudo formulamos preguntas existenciales y tratamos de dar sentido a lo que nos ha
sucedido. Pero el asunto del sentido y el propósito es aún más relevante en la etapa posterior
a la adversidad. Aunque no está claro cómo la gente dota de sentido a las experiencias
traumáticas, parece plausible que el sentido y el propósito podrían desempeñar un papel
importante para promover la resiliencia y el proceso de recuperación. En cualquier caso, los
profesionales no deben forzar a sus clientes en el proceso de encontrar el sentido, sin importar
lo buenos que sean los resultados. En cambio, es necesario que sean cuidadosos y apoyen a
las personas cuando no encuentran el sentido, pero lo están buscando.
5.1.6. La amabilidad y la generosidad
Ya hemos discutido la importancia de las buenas relaciones sociales, y un aspecto
especial de tales relaciones consiste en ayudar y dar a los demás. Los estudios muestran
consistentemente que el trabajo voluntario, la acción de ayudar y de dar están asociados a una
elevada satisfacción con la vida y una buena salud. De hecho, el acto de dar parece ser más
beneficioso para el donante que para el receptor (Brown, Nesse, Vinokur y Smith, 2003).
La implicación de estos hallazgos es que podría ser beneficioso animar a la gente que
ha experimentado eventos difíciles a dirigir su atención hacia los demás. Al hacerlo, cambia
la forma en que las personas que ayudan piensan sobre sí mismas, adquiriendo una visión
más positiva que las hace más felices y saludables (Schwartz y Sendor, 2009).
Quizás animar a la gente a tomar parte en actividades prosociales o de servicio a los
demás la empoderaría y aumentaría su sentido de la propia valía. Dichas actividades no
tienen por qué ser actividades de voluntariado organizadas. Incluso llevar a cabo sencillos
actos de amabilidad en la comunidad, seguidos de una reflexión sobre ellos, como llevar un
diario, podría tener eficacia terapéutica. Por ejemplo, en un estudio con estudiantes
universitarios japoneses, sólo con pedirles que relataran los actos de amabilidad que
realizaban durante el día aumentó su nivel de felicidad y los comportamientos amables que
llevaban a cabo (Otake, Shimai, Tanaka-Matsumi, Otsui y Fredrickson, 2006).

CAPÍTULO VI
INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS PARA LA PROMOCIÓN DE LA FELICIDAD
Y EL BIENESTAR
6.1. Intervenciones positivas sobre el pasado
Las emociones referidas a la valoración de los sucesos pasados pueden ir desde el
orgullo o la satisfacción, hasta la ira, tristeza o amargura, pasando por la serenidad y la
aceptación. Tales emociones, con un importante papel en cuanto a la determinación del bien
estar hedónico de la persona, vienen definidas por los pensamientos sobre el pasado, esto es,
por la forma de acceder, recuperar, valorar e interpretar la información referida a los sucesos
vitales que ocurrieron en el pasado de cada persona. En este sentido, las intervenciones
positivas que se centran sobre sucesos pasados se formulan bajo diferentes planteamientos
pero todas con un objetivo común de incremento de los niveles de bienestar. (Vázques,
2009).
6.2. Técnicas narrativas sobre sucesos positivos pasados
Burton y King (2004) diseñaron un estudio con una intervención de escritura sobre
sucesos positivos, bajo la hipótesis de que escribir sobre emociones positivas se relacionaría
con un incremento en el afecto positivo frente a un grupo control. Igualmente, plantearon
analizar si el uso de más palabras de contenido positivo respecto a palabras negativas, al igual
que una alta frecuencia de palabras altas en insight cognitivo, podría reportar beneficios para
la salud de las personas.
En el grupo de intervención positiva se usaron las siguientes instrucciones: “Escribe
sobre los momentos más felices de tu vida, intenta situarte allí y escribe sobre las emociones
asociadas con esa experiencia que viviste, de forma detallada”. Este estudio, por tanto,
sugiere la posibilidad de integrar técnicas narrativas positivas a protocolos de intervención
más amplios como una forma de aumentar la percepción positiva del propio pasado así como
para generar más emociones positivas en el presente y mejorar la salud física de los
participantes. (Vásquez, 2009).
6.3. Intervenciones basadas en la gratitud
La gratitud se define como un estado afectivo positivo que es consecuencia de dos
procesos cognitivos.
1) El reconocimiento por parte del sujeto de haber obtenido un resultado positivo.
2) El reconocimiento de que hay una fuente externa para ese resultado positivo.
Emmons y McCullough (2003) intentaron ir más allá, con el fin de analizar las
relaciones causales entre ambas variables. Para ello, diseñaron ejercicios para inducir estados
de gratitud y evaluaron posteriormente su efecto en el nivel de bienestar. La inducción de
estados de gratitud se realizó a través de unas sencillas instrucciones: “Hay muchas cosas en
nuestras vidas por las que podemos estar agradecidos. Piensa en la última semana y escribe
unas líneas sobre cinco cosas en tu vida por las que estás agradecido”.
6.4. Entrenamiento en memoria autobiográfica positiva
Serrano y cols. (2005), diseñaron un entrenamiento en memoria autobiográfica basado
en la revisión de vida para personas mayores con depresión, cuya finalidad es la modificación
del estilo cognitivo típico del depresivo en la recuperación de los recuerdos a través de un
programa centrado en preguntas específicas sobre sucesos positivos autobiográficos.
Los resultados indican que el acceso a este tipo de sucesos positivos y específicos
permite mejorar el estado de ánimo, el sentimiento de desesperanza y la satisfacción con la
vida, es decir, que este tipo de intervenciones de reminiscencia pueden ayudar no sólo a
incrementar los niveles de bienestar, sino también a reducir sintomatología o desórdenes
emocionales presentes en algunos tipos de personas. (Vásquez, 2009)
6.5. Intervenciones basadas en el perdón
Consiste en actuar sobre los recuerdos de tipo negativo que generan emociones
intensas como por ejemplo rencor o rabia. Este tipo de pensamientos negativos intensos y
frecuentes sobre el pasado pueden acabar bloqueando la experimentación de las emociones
positivas.
En este sentido, Bono y McCullough (2006) consideran cuatro factores comunes en
todos estos tipos de intervención como los definitorios de su funcionamiento y su efectividad
en la promoción del perdón:
A) Empatía con el agresor: El perdón es estructural y funcionalmente
similar a las conductas de tipo altruista, en cuanto a que ambas ocurren como
consecuencia de una reacción de empatía. Para realizar tal aseveración, McCullough
se basa en los resultados de un primer estudio que muestra que el hecho de recibir una
disculpa facilita la conducta de perdón por medio de un incremento de la empatía con
el agresor. En general, los estudios parecen indicar que aquellos sujetos que perdonan
a su “agresor” tienden a mostrar altos niveles de empatía con ellos. Además, las
personas con un alto nivel disposicional de perdón (entendido como característica de
personalidad positiva o fortaleza personal) tienden igualmente a mostrar altos niveles
de empatía (Maltby et al., 2002).
B) Reconocimiento de las faltas propias y defectos: Takaku (2001)
menciona que una vía para incrementar la empatía y, por ende, el perdón puede
consistir en inducir en el sujeto sentimientos sobre sí mismo de disonancia, en cuanto
a que la víctima de la “agresión” acceda a recuerdos de su propio pasado en los cuales
él actuara de forma similar en circunstancias similares o actuara con otros con
conductas de ofensa parecidas, lo cual generaría un disonancia cognitiva que actuaría
facilitando la empatía con el agresor.
C) Tipos de atribución y valoración de la conducta del agresor: En la
medida en que se atribuya al agresor una alta responsabilidad de su conducta, más
compleja será la generación de perdón.
D) Rumiación sobre la agresión: Éste quizá es uno de los factores
cognitivos de mayor peso para explicar el mantenimiento del deseo de venganza en la
víctima de la agresión, y los estudios parecen indicar que aquellos sujetos con mayor
tendencia rumiativa ante situaciones de ofensa o daño suelen ser los más vengativos o,
cuando menos, con una menor tendencia al perdón (McCullough, Bono y Root, 2007).
Este tipo de intervenciones han demostrado ser eficaces, en general, en: a)
incrementar el nivel de autoestima, así como producir significativamente menores niveles de
ansiedad y depresión; b) modificar el tipo de actitudes sobre el agresor e incrementar
significativamente los niveles de esperanza
CAPÍTULO VII
INTERVENCIONES POSITIVAS SOBRE EL FUTURO Y EL DESARROLLO DE
POTENCIALIDADES
7.1. Intervenciones basadas en la esperanza
La teoría de la esperanza (Hope Theory) es un modelo cognitivo que plantea como
elemento central el logro de metas, teniendo en cuenta no sólo las expectativas sobre el
futuro, sino también la motivación y planificación necesarias para la consecución de dichas
metas. Este modelo enfatiza la importancia del factor de control del medio (uno de los
componentes del bienestar psicológico en el modelo de Ryff), y plantea que las situaciones
más relevantes en el logro de metas son aquéllas de un nivel de control moderado, frente a
otras en las que, por ser demasiado difíciles o demasiado fáciles, la motivación del sujeto es
menor (Averill, Catlin y Chon, 1990).
La mayor aportación de la teoría consiste en identificar dos componentes diferentes de
la esperanza, cada uno con su propia relevancia (Snyder, LaPointe, Crowson y Early, 1998):
A) Itinerarios (o “percepción de rutas”): Se refiere a la capacidad del
individuo para encontrar caminos prácticos que le permitan el logro de las metas. En
este sentido, el sujeto debe ser capaz de generar: una imagen del momento actual, una
imagen de aquello que desearía lograr, del punto de meta y una imagen de la ruta a
seguir desde el momento actual hasta la meta futura deseada.
B) Control (o “percepción de capacidad”): Se refiere a la habilidad o
capacidad del individuo para iniciar y mantener una actividad dirigida a la obtención
de la meta deseada, incluso ante impedimentos para su logro. En este sentido, las
personas con altas puntuaciones en este rasgo muestran una mayor frecuencia de auto-
afirmaciones positivas del tipo “Yo puedo hacer esto” o “Sé que lo puedo hacer”
7.2. Intervenciones basadas en fortalezas
Seligman y su grupo (2005) diseñaron un estudio que examinó la eficacia de
diferentes estrategias centradas en el incremento de las fortalezas personales o rasgos
potenciadores del bienestar. El aspecto más importante de este estudio es que a diferencia de
muchos de los estudios comentados se realizó un seguimiento a los 6 meses. Se compararon
diversas estrategias para comprobar su eficacia relativa, y para compararlo adicionalmente
con un tratamiento placebo.
Las intervenciones fueron las siguientes:
A) Visita de gratitud: Los participantes debían escribir una carta de
agradecimiento a otra persona, y compartirla con dicha persona.
B) Tres cosas positivas: Registrar una vez al día durante una semana tres
cosas positivas dignas de agradecer y sus causas (esto es, similar a las estrategias
narrativas como las revisadas de identificación y registro de sucesos positivos).
C) Tu mejor recuerdo: El participante debía escribir recuerdos sobre una
época en la que mostrara sus mejores características, y leerla cada noche durante una
semana con el objetivo de reflexionar sobre las fortalezas presentes.
D) Identificación de fortalezas: Realizar un cuestionario sobre fortalezas
para así poder identificar las más salientes en uno mismo.
E) Usar las fortalezas de una forma novedosa: Realizar ese mismo
cuestionario de fortalezas y reflexionar sobre las nuevas formas de usar en la vida
cotidiana las principales fortalezas de la persona, utilizando una de ellas en una nueva
forma no usada hasta ahora durante una semana
Tras la semana de intervención los resultados mostraron que en el postest la mayoría
de las condiciones producían un incremento de bienestar y de reducción de sintomatología
depresiva de forma significativa (incluida la condición control). No obstante, tras una semana
los índices en ambas medidas volvían a los niveles pretest en la condición control, así como
en los ejercicios “Tu mejor recuerdo” e “Identificación de Fortalezas” (Vásquez, 2009).

CAPÍTULO VIII
INTERVENCIONES CLÍNICAS
8.1. Terapia del bienestar de Fava
Siguiendo una de las estrategias clínicas más básicas del modelo cognitivo-conductual
los autorregistros, este autor planteó una estrategia de intervención positiva para promover
experiencias positivas y aumentar el bienestar. La intervención está diseñada como un
complemento a otro tipo de tratamientos ya sean de tipo psicológico o farmacológico. De
hecho, esta intervención fue planteada inicialmente como una estrategia de prevención de
recaídas en pacientes con trastornos afectivos los cuales, tras un tratamiento farmacológico,
experimentaban aún síntomas residuales. (Fava et al., 1998)
El objetivo de esta intervención es potenciar la sensación de bienestar de los pacientes
(a) mejorando la conciencia de los momentos positivos, (b) discutiendo y modificando los
pensamientos disruptivos que bloquean dichas experiencias, y (c) mejorando las carencias del
paciente.
8.2. Terapia de calidad de vida de Frisch
La terapia de calidad de vida es una intervención positiva muy completa que integra
algunos elementos de la terapia cognitivo-conductual con los conocimientos científicos
actuales sobre el bienestar, la autoestima, las emociones positivas, y otras variables de tipo
positivo. Esta intervención es completa porque el modelo propuesto integra una teoría sobre
el bienestar, instrumentos de medida específicos, una estrategia para realizar la formulación
de los casos, así como una serie de recursos o estrategias de intervención para cultivar
aspectos positivos y aumentar el bienestar. (Frisch, 1998)
Frisch plantea que el bienestar o felicidad de la persona es consecuencia en primer
lugar de la satisfacción con su vida y, en segundo lugar, del balance afectivo, definido como
una mayor presencia relativa de emociones positivas frente a negativas en la vida cotidiana
del individuo.
En cuanto al componente de satisfacción con la vida, Frisch adopta una perspectiva de
larga tradición que postula que la satisfacción con la vida es consecuencia de la satisfacción
asociada a distintos ámbitos vitales como el trabajo, la familia, el ocio, etc. En concreto,
Frisch propone hasta 16 ámbitos vitales de los que dependería la satisfacción global. Dentro
de esta lista se incluyen categorías habituales como salud, trabajo, economía, amor o hijos,
junto a otros ámbitos más novedosos como aprendizaje, creatividad, vecindario o solidaridad.
Según Frisch (1998), la satisfacción con la vida sería consecuencia de la satisfacción
en cada uno de estos ámbitos, pero a través de cuatro filtros o pasos. El primer paso lo
constituyen las circunstancias objetivas, que serían los elementos que caracterizan dicho
ámbito desde un punto de vista objetivo. El segundo paso serían las actitudes o circunstancias
percibidas, es decir, cómo la persona interpreta esas circunstancias objetivas en función de
sus actitudes personales. El tercer paso lo constituyen los estándares para la evaluación de
cada ámbito, es decir, el grado mínimo que pone la persona en relación a sus metas en dicho
ámbito. El cuarto paso estaría definido por el peso relativo de ese ámbito en relación al resto,
es decir, la importancia que otorga el individuo a ese ámbito específico.
8.3. Psicoterapia positiva para la depresión
La depresión es probablemente el trastorno psicológico en el que mejor encajan las
intervenciones positivas. El ya clásico modelo tripartito de la depresión y la ansiedad plantea
que la depresión se diferencia de la ansiedad por tener menos activación psicofisiológica y,
sobre todo, por presentar un nivel de emociones positivas mucho más bajo. Por tanto, la
relativa ausencia de emociones positivas es uno de los factores definitorios de la depresión
además de uno de sus síntomas principales. Sin embargo, hasta hace pocos años, todos los
tratamientos disponibles para la depresión estaban centrados en la reducción de diversos
síntomas y dinámicas negativas, pero ninguno incluía de forma clara y sólida un apartado de
fomento de emociones positivas o de reducción de la anhedonia. (Clark y Watson, 1991).
Recientemente desde diversos grupos de investigación se han comenzado a desarrollar
y contrastar las primeras intervenciones positivas para la depresión. En un primer estudio, se
comprobó la eficacia de dicha terapia con personas con índices de depresión moderados,
aunque sin un diagnóstico clínico (Seligman, Rashid, y Parks, 2006).
Los participantes fueron asignados de forma aleatorizada a dos condiciones, una de
Intervención Positiva (IP) y otra control, y el estudio incluyó además un seguimiento de un
año. En este caso, los resultados mostraron que tras la intervención existieron diferencias
significativas entre ambas condiciones, con unos significativos incrementos del índice de
bienestar y reducción de la sintomatología depresiva en el grupo de tratamiento IP. Pero, más
allá de eso, utilizando las medidas de seguimiento se encontró que, al año de finalizar el
tratamiento, estos efectos señalados se mantenían. (Vásquez, 2009)
Por su parte, Ho, Tong y Lai (2006) han tratado de responder a la misma cuestión
comparando una intervención positiva con la terapia cognitivo-conductual (TCC), un
tratamiento empíricamente validado en el tratamiento de la depresión. La intervención
positiva aplicada, basada en la propuesta de Seligman, pero dirigida con mayor énfasis a
trabajar las potencialidades en la vida cotidiana y en el reconocimiento de aspectos positivos
de uno mismo, estaba manualizada y constaba de 10 sesiones. Aunque los datos son aún
preliminares, los resultados obtenidos muestran que los niveles de depresión de todos los
pacientes, en las dos condiciones, se redujeron hasta alcanzar el margen de normalidad en
base a criterios de puntuaciones en el BDI-II.
Ho et al. (2006) concluyeron en base a esto que, aunque la psicoterapia positiva
parece ser también eficaz en la reducción de la sintomatología depresiva, puede que tenga
una mayor fluctuación en cuanto a los resultados terapéuticos en comparación con la terapia
cognitivo-conductual.
CAPÍTULO IX
CRÍTICAS A LA PSICOLOGÍA POSITIVA
Una de las primeras críticas, es acerca de su planteamiento principal. Prieto-Ursúa
(2006), nos menciona que, el enfoque a lo positivo y el estudio del bienestar subjetivo para
contrarrestar el estudio meramente de patologías y sobre lo negativo, además de salvaguardar
la salud mental, no es una proposición original, dado que ya había otros autores que hacían
dichas investigaciones sobre lo referente a términos de psicología positiva, como las
propuestas de Held o los postulados de Lazarus sobre su teoría cognitiva motivacional
relacional, además que ya en los años setenta, en la psicología de la salud, ya se comentaba
sobre la promoción la salud. (Alpízar y Salas, 2010).
La segunda crítica, es que la psicología positiva no haya hecho investigaciones más
exhaustivas y objetivas, con precisión y rigor (Avía, 2006), y considerado de esta manera, por
otros teóricos como un movimiento inconcreto y vago, sin mucho sustento, y con mínimos
beneficios y muchas presunciones (Alpízar y Salas, 2010).
La tercera crítica, es sobre la similitud que se encuentra entre los movimientos
espirituales y la psicología positiva. Así como nos menciona Lazarus (2003, citado en Prieto-
Ursúa, 2006) “parecen estar promoviendo un tipo de religión, una visión desde lo alto, que
esta falsamente revestida de una llamada a la ciencia que nunca se materializa” (p. 325).
La cuarta critica hace referencia a que se considera a la psicología positiva como una
amplitud de la psicología humanista, y no se visualiza diferencia alguna (Alpízar y Salas,
(2010).
La quinta critica, es sobre la propuesta de las emociones positivas, asumiéndolas
como placenteras y que darían pie a que se cumplan objetivos de un individuo, sin embargo,
se tildaría a las emociones no placenteras como aquello con lo que no se lograría lo anterior
mencionado, entonces, se hace hincapié a que la vida no es solo felicidad y bienestar. Y Avía
(2006) también nos menciona que, tanto pesimistas y optimistas al tener solo un enfoque,
presumen ser realistas, pero desde su propia perspectiva y/o realidad, por ello es que protegen
tal punto de vista.
La sexta crítica, es sobre la poca confiabilidad de los instrumentos que se suelen
utilizar en la psicología positiva para poder cuantificar las variables, como la importancia que
se les da a los denominados autoinformes, cuestionándolo por el factor de deseabilidad social
(Lazarus, 2003 citado en Prieto-Ursúa, 2006).
La sétima crítica, es el tener presente que obligatoriamente las emociones positivas
deben tener protagonismo y deben ser siempre la meta en la vida, Lazarus (2003, citado en
Prieto-Ursúa, 2006) sobre esto nos refiere que puede llevar a la persona evitar situaciones
adversas, por el hecho de solo querer alcanzar estas emociones positivas. El alejarnos de
cierta parte de la realidad, específicamente los problemas, y etc., llevaría a no aceptar la
realidad social de por sí.
Por otro lado, también se critica esta tendencia de movimiento de autoayuda o el
optimismo tiránico, aunque Seligman refiere que la psicología positiva se aleja de tal
movimiento. Sin embargo, añade Held (2002), que probablemente demasiados adeptos de la
psicología positiva, malinterpreten el mensaje verdadero, y lo confundan con la tiranía de la
actitud positiva, asumiéndolo de manera extremista, Y también añade que esta imposición a
siempre estar con actitud positiva, contribuya a lo contrario, y eleve a la infelicidad, por
ejemplo, de personas que no se visualizan como la psicología positiva lo plantea, y hacen
realce de sus defectos, etc.
CONCLUSIÓN
En conclusión, la psicología positiva no pretende reemplazar a la psicología tradicional,
sino complementarla mediante la ampliación de los temas de estudio legítimo con el objetivo
de obtener una descripción completa y equilibrada de la condición humana.
También cabe añadir que, el objetivo último de la vida no es meramente sobrevivir ante
la adversidad sino florecer y crecer. Todos merecemos una vida feliz, saludable y plena. Una
buena vida es posible para todos, pero requiere las estrategias adecuadas y trabajar duro en
ello. La investigación y las prácticas guiadas por la psicología positiva pueden contribuir de
modo significativo a lograr este objetivo.

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