SOBRE LOBOS de Mariana Silva (Apuntes)

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SOBRE LOBOS

de Mariana Silva Yrigoyen


Mariana Silva Yrigoyen

Guionista y dramaturga. Dejó la carrera de Filosofía para estudiar actuación con Alberto
Ísola. Luego, regresó a la PUCP pero a la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación.
En la especialidad de Artes Escénicas descubrió que su verdadera vocación estaba en la
dirección y dramaturgia.
Dirigió la obra Ventana sobre una mujer (2001), escribió ¿A dónde vas? (2002- dirección
Marlene Banich), Interior F (2002, dirección Miguel Rubio) y ¿Te has visto al espejo?
(2003, dirección Rodrigo Benza). Después de tentar como guionista en la televisión local,
siguió un programa para escritores de telenovelas de Telemundo (2005).
Silva ha escrito siete documentales para Discovery Channel Latinoamérica, varias
telenovelas, series y radionovelas.
Después de 11 años sin hacer teatro, regresó con la escritura y dirección de Sobre lobos.
Esta obra fue una de las ganadoras del Festival de dramaturgia "Sala de parto" en el 2013.
Al año siguiente, fue puesta en escena y nominada al Premio Luces y a los premios AIBAL
2014 como mejor dramaturgia nacional.
Silva también ha incursionado en el teatro infantil y pronto lo hará en el cine.
PERSONAJES

GLORIA PEÑASCAL
Unos 60 años, famosa ex vedette de la televisión. Cabello largo y revoltoso. Tinte barato,
rojo incendio. Ojos felinos. En su cuerpo y en su voz la soledad, las huellas del descontrol,
el exceso de alcohol, de fiestas y de hombres casados. A pesar de las arrugas y el
sobrepeso, todavía se logra vislumbrar la brutal belleza de ese mujerón.

JULIA MARTÍNEZ
Tiene 24 años, pero podría parecer de mucho menos. Muy delgada. Aire de fragilidad, pero
mirada aguda y penetrante. Estudió lingüística y se dedica a la corrección de estilo. Pasa
desapercibida, pero si uno se toma el trabajo de analizarla descubre su particular belleza.

FEDERICO, FEDE
35 años, atlético. Un hombre positivo. Vivió 12 años en España y regresó a Perú hace dos.
Es ingeniero y está casado con una española. La sociedad lo catalogaría como un hombre
exitoso.

TIEMPO
2014

LUGAR
Distrito de Miraflores, Lima. Frente a un parque y rodeada de modernos edificios,
sobrevive una típica casona antigua del distrito. El estado de la casa es lamentable: grafitis
y pintas en la fachada que da al parque, paredes descoloridas y corroídas por la humedad,
parte del techo destruido, desorden, objetos abandonados, basura. El deterioro es similar al
interior.
Sobre lobos se estrenó, bajo la dirección de Mariana Silva, en setiembre de 2014 en la
Alianza Francesa de Miraflores y con el siguiente elenco:

GLORIA Lilian Nieto


JULIA Gisela Ponce de León
FEDE Gerardo García Frcovich

“He was the boy. The boy who’d escaped from wolves. An animal of the dusk. Invisible.
Silent. Living in a world others never saw, a world of fireflies. Unseen, except as a flare in
the corner of your eye. Vanished by the time you turned your head toward it.”

Mystic River, guión de Brian Helgeland


basado en la novela de Dennis Lehane

“Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado


y se puede sin embargo volver
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado
el otro lado.”

Poesía vertical 7, Roberto Juarroz


ESCENA 1
EN BUSCA DE UN REFUGIO
Acciones:
GLORIA: Presionar a que se quede
JULIA: indagar si este es el lugar para desaparecer

Un dormitorio amplio. Las paredes fueron pintadas hace más de dos décadas y hoy lucen
descoloridas. Son visibles las huellas de la humedad. Una ventana con las rejas abiertas y
vista al parque. Preside el cuarto, una enorme fotografía de GLORIA a los treinta años.
Lleva un sensual y llamativo traje al estilo de las divas españolas Rocío Jurado, Isabel
Pantoja y Lola Flores.
La puerta se abre de golpe e ingresa GLORIA, a sus sesenta. A pesar suyo, decadente.
Detrás, la joven JULIA. Lleva un par de maletines, bolsas y el periódico con anuncios de
alquiler.
GLORIA: ¿No es una cancha de fútbol? ¡Qué vas a compararlo con los cuartos
de ahora, que abres la puerta y te empotras con la cama! Y estos
muebles son bien finos, italianos. ¿Tienes pareja, hombre, mujer?
JULIA: Soy sola.
Mientras JULIA deja las bolsas e investiga el cuarto, GLORIA se sienta en la cama y
prueba la elasticidad del colchón.
GLORIA: Yo también ando de vacaciones forzadas, pero si mi cama hablara…
Uy, carajo, yo sí que me he gozado esta vida. Prueba con confianza,
cholita, estas camas italianas son bien resistentes.
JULIA: Disculpe, no es lo que busco.
JULIA camina hacia la puerta, pero se detiene por el dolor de una ampolla en el pie.
GLORIA: ¡Está horrible! Voy a ver qué hay en el baño para curarte.
JULIA: Deje, estoy bien.
GLORIA: (Bromeando) Lo hago para que te sientas comprometida.
GLORIA entra al baño.
GLORIA: Después tienes que ver el baño. En esta tina entras con un zambo de
dos metros y su hermano.
GLORIA trae alcohol y algodón a JULIA. Ella se cura.
GLORIA: Es un cuarto de lujo, cholita. ¡Y por 300, un regalo! ¡Miraflores es lo
más exclusivo que hay! Mira, te lo puedo dejar en 250 y ¿sabes cuál
es la verdadera ventaja de alquilar aquí? Yo. Conmigo no te tienes
que inhibir de nada. ¿Quieres armar una orgía? A buena hora y mejor
si invitas. Felizmente, a mí el mundo de la televisión me quitó todos
los prejuicios. ¿Ya, ya me reconociste? Sí, soy Gloria Peñascal.
JULIA: ¿Usted no era vedette?
GLORIA: ¡La mejor! Y si un amiguito tuyo quiere que le firme un autógrafo
caliente, yo encantada, cholita. Nunca me he negado a mí público.
¿Qué dices? ¿Te animas por el espacio?
JULIA: Como le dije, no es lo que---
JULIA acaba de descubrir la tranca y las dos cerraduras de la puerta.
GLORIA: ¿Puedes creer esa ridiculez?
JULIA: ¿Funcionan?
GLORIA: Supongo. Ahora dónde habrá guardado las llaves.
GLORIA busca las llaves.
GLORIA: El antiguo inquilino creía que los extraterrestres lo querían
secuestrar, que conspiraban para robarle sus pensamientos y sus
millones. Y resulta que no tenía un centavo. Yo misma pagué el
cajón.
GLORIA encuentra las llaves.
GLORIA: Aquí están. Las de la casa, las del cuarto, los dos seguros y el cantol.
JULIA: Lo tomo.
GLORIA: ¿De verdad? Ni has visto la vista al parque.
JULIA: El mes de garantía y el de adelanto.
JULIA saca el dinero, lo cuenta y le paga a GLORIA. GLORIA cuenta el dinero y, luego,
lo guarda en el sostén.
GLORIA: También puedo hacerte menú. Te preparo un arroz con pollo, un
seco, un locro de chuparse los dedos, cholita.
JULIA: Con el cuarto está bien. Si me disculpa, quiero acomodar mis cosas.
GLORIA: Sí, claro. ¡Bienvenida, Julia! Estoy segura que la vamos a pasar
bomba.
GLORIA se retira. JULIA coloca todos los seguros de la puerta. Luego, cierra las rejas de
la ventana y baja las persianas viejas y torcidas. Queda atrapada. Saca del equipaje unas
pastillas, toma una, dos, tres, cuatro...
Oscurece.
ESCENA 2
HAMBRE
Acciones:
GLORIA: Reclamar su falta de atención hacia mi/ reclamar su compañía
JULIA: Descalificar su procedencia para que deje de molestarla y poder desaparecer.

JULIA duerme. El televisor está encendido en la telenovela mexicana “Los ricos también
lloran”. GLORIA toca la puerta cada vez más fuerte.
GLORIA: ¿Julia? ¡Julia!
JULIA: ¿Qué pasa? Estoy durmiendo, señora.
GLORIA: Eso me vienes diciendo hace días, pero ni sales del cuarto. ¿Qué está
pasando ahí? ¡Abre! ¡Ábreme ahora, Julia, o llamo a la policía!
JULIA retira los pestillos y abre la puerta. Entra GLORIA.
GLORIA: ¡Por Dios santo, Julia! ¡Huele a muerto!
GLORIA sube las persianas e intenta abrir la ventana.
JULIA: ¿Qué hace?
GLORIA: Pásame las llaves para abrir la reja.
JULIA: ¡¿Y que se meta cualquiera?!
GLORIA: Ay, cholita, ¿no conoces a esta gente? Los ratas han privatizado el
parque.
JULIA: La voy a dejar.
GLORIA: Bueno. ¿Y tú qué tienes?
JULIA: Ya le dije que estoy de vacaciones y quiero descansar.
GLORIA: ¿Has estado jalando?
JULIA: No.
GLORIA: ¿Y qué has comido todos estos días?
JULIA: Tenía galletas.
GLORIA: Nadie vive de galletas.
JULIA: ¿Me va a supervisar lo que como?
GLORIA: Me preocupo por ti, cholita. Ya me estaba imaginando tragedias.
¿Terminaste con el novio?
JULIA: No, señora.
GLORIA: Ni me señorees, que eso es para viejas. A mí me dices Gloria. ¡Ay,
mira, veinte años después y siguen pasando esta telenovela! (Canta.)
“No te quiero mentir, no esperaba tu amor porque tú no sabías amar.
Yo que puedo sentir de tu piel el calor, por amor, aprendí a llorar”.
No sabía que eras fan de Verónica Castro.
JULIA: No soy. Me quedé dormida con el televisor prendido.
GLORIA: Yo le puse a mi hijo Rogelio, por el bombón de Rogelio Guerra. ¡Qué
hombre! ¡Lo que hubiera dado por tirármelo!
JULIA apaga el televisor.
JULIA: Si no le molesta, quisiera---
GLORIA: Me lo presentaron una vez que viajé a México, pero me dio
escrúpulos levantármelo. Es que justo andaba con otro. ¡Una
estúpida! ¡Las oportunidades hay que tomarlas siempre, Julita!
JULIA: ¿Podría llevarse su retrato?
GLORIA: Pero te arma el espacio, Julita.
JULIA retira el retrato.
GLORIA: Al antiguo inquilino le encantaba. Era un gran admirador de mi
trabajo en “Sábado picante”. Sabrás que tuve un par de incursiones
en telenovelas.
JULIA: ¿No que era vedette?
GLORIA: ¿Estás usando un tonito despectivo?
JULIA: Sólo describo un hecho.
GLORIA: El hecho es que fui la mejor vedette que parió este país. Una artista
completa: baile, canto, actuación. No como los mamarrachos de
ahora. ¡Yo era famosa por mis imitaciones de las divas españolas!
¡Lola Flores, la Pantoja, la Jurado!
JULIA: Muy interesante, señora, pero me duele la cabeza.
GLORIA: ¿Qué te traigo? Juanito era de lo más hipocondriaco. Dejó una bolsa
repleta de pastillas. Que aspirina, que migracín…
JULIA: No se preocupe, tengo en el baño.
GLORIA: Dale, cholita. Yo te espero.
Sin fuerzas para contradecirla, JULIA entra al baño y cierra la puerta. GLORIA
aprovecha la ausencia para inspeccionar la habitación. Sin hacer ruido, abre algunos
cajones de la cómoda. Mientras:
GLORIA: Sabes que fue por mis imitaciones de la Jurado que se dieron cuenta
de que el drama me brotaba bien natural y me llamaron para actuar en
una telenovela de Antena 3. ¡La ola de envidiosas que vaticinaron mi
fracaso, pero el público quedó fascinado! Entonces me contrataron
para una segunda novela, el futuro que me esperaba y más salada
¡salgo preñada! Uy, al canal no le gustó nadita y se fue mi
oportunidad.
GLORIA encuentra un billete, lo guarda en el sostén. Pero se siente culposa y lo devuelve.
GLORIA: Pero al menos a mi hijo le va bien. Vive en los Estados Unidos él.
Vieras qué bien le va. Es financista, Rogelio. Usa unos ternos que uf,
cholita, nomás de verlos se te cae el calzón. Eso sí, tiene el trato muy
sencillo.
Descubre una carta que le llama la atención. Lee el remitente y está por abrir el sobre
cuando JULIA la sorprende.
GLORIA: No es como los atorrantes del parque. Mi Rogelio heredó mi don de
gentes.
JULIA: ¿Qué hace?
GLORIA: Te ordenaba un poco, cholita. ¿Esta es la dirección de tu anterior
casita?
JULIA: ¿Leyó mi correspondencia?
GLORIA: Sin querer vi algo.
JULIA: No tiene derecho a tocar mis cosas.
GLORIA: Conmigo no te avergüences, Julita. ¿Quién está libre de polvo y paja?
Nadie, cholita.
JULIA retira de la habitación el retrato de GLORIA.
GLORIA: A ese mismo juzgado me citaron un par de veces cuando agarraron a
un amigo narco. Pobre Castañita, más generoso. Nunca se negaba a
darte unas rayitas y yo---
JULIA: No me interesa, váyase. ¡Salga ya!
GLORIA: Bien, disculpa. Voy a estar en el jardín cualquier cosa.
GLORIA sale. JULIA coloca nuevamente los pestillos. Baja la persiana. Se echa en la
cama muerta de hambre.
En seguida, GLORIA aparece en su terraza con dos platos de arroz con pollo. Los deja
sobre la mesa. Coloca en un equipo de música portátil un cassette de Rocío Jurado. Se
acomoda en una vieja poltrona. Canturrea, se retoca un poco y comienza a leer un
periódico, muy pendiente de lo que sucede en el parque. Disimuladamente, saca de un
escondite una botella de ron, bebé un sorbo. Aparece trotando el vecino, FEDERICO.
GLORIA: Buenas, mi Fede.
FEDERICO: Hola, guapa. ¿Qué novedades se trae la farándula?
GLORIA: (Lee titular y comenta) “Otra bailarina demanda al productor Julián
Portocarrero por abuso sexual”.
FEDERICO: Paso.
GLORIA: (Lee titular y comenta) La bruta de Candela Arrieta niega
reconciliación con su pelotero. Ah, y estrena tetas. ¿Le quedan bien,
no?
GLORIA le muestra la imagen.
FEDERICO: Parecen dos globos, mujer.
GLORIA: Como las que se acaba poner nuestra vecinita deportiva. ¿La viste?
FEDERICO: Sí. Pobre.
GLORIA: Pobre, yo. Esa debe estar billetona para andarse rellenando. Se te ha
extrañado en la semana.
FEDERICO: Tuve unos días de mucho ajetreo.
GLORIA: Por acá lo mismo. Vino una prima de visita. Se va a quedar un
tiempito…
FEDERICO: ¿Y está buena la prima?
GLORIA: Conmigo rompieron el molde, amor. Oye, ¿y la ratita esa que tienes
por perro? ¿No sale hoy de paseo? ¿Qué, qué pasó? ¿Se comieron a
la rata, la atropellaron?
FEDERICO: Se la llevó Malena. Se regresó a España.
GLORIA: ¿A visitar a la familia?
FEDERICO: Consiguió un trabajo allá. Un buen trabajo. Sí. Casi el doble de
sueldo.
GLORIA: ¿Y tú te vas con ella?
FEDERICO: No quiso. Nos separamos, Gloria.
GLORIA: Ay, corazón, no me sale decirte “qué pena”. Es que esa Malena es un
frigider. ¡Cómo va a poner su carrera antes que el amor! ¡Una
cacasena! Te lo advertí: las anoréxicas son mezquinas de cuerpo y de
alma. Pero tú tranquilo que cuando una vela se apaga, se enciende
otra más intensa.
FEDERICO: Por ahora me conformaría con poder dormir.
GLORIA: Tengo ron, ¿quieres?
FEDERICO: Tengo demasiados pendientes en el trabajo.
JULIA observa entre las persianas lo que sucede en la terraza. Tiene hambre.
GLORIA: Al menos almuerza conmigo, corazón. Preparé para mi prima, pero
salió con amigos y me dejó sola con el arroz con pollo.
FEDERICO: Se ve delicioso, pero no puedo. Después de esta vuelta me voy a la
oficina. Me espera un cliente.
GLORIA: Está bien. No insisto, amor mío. Pero cuando te haga falta una buena
comida de casa… aquí siempre tienes las puertas abiertas.
FEDERICO: Gracias, Glorita. Buen día.
Por la ventana, JULIA ve al hombre alejarse. GLORIA empieza a comer su arroz con
pollo. JULIA se dirige a la puerta, abre los cerrojos y sale del cuarto. A los pocos
segundos, asoma al jardín.
JULIA: ¿Le queda almuerzo?
GLORIA: Te está esperando.
JULIA toma el plato sobrante, los cubiertos y se dirige a interiores.
GLORIA: ¿A dónde vas?
JULIA: Tengo cosas que hacer.
GLORIA: ¡Julia, no me dejes comiendo sola! ¡No seas maleducada!
A solas, GLORIA, abre su botella de ron y se toma unos buenos sorbos.
JULIA entra a su cuarto. Pone todos los cerrojos. Comienza a comer después de días sin
alimento. Engulle, devora la comida cada vez más rápido.
Oscuridad.
ESCENA 3
EL HIJO

JULIA trabaja en su laptop. GLORIA se acerca al cuarto con un azafate. Toca la puerta.
GLORIA: Cholita, ya está el almuerzo.
JULIA: Déjelo afuera.
GLORIA: Se va a enfriar.
JULIA: No importa.
Suena el teléfono. GLORIA duda si contestar o no. Finalmente, sí lo hace.
GLORIA: (Al teléfono) ¿Aló? ¡Ay, Rogelio, corazón mío! ¿Cómo estás? Aquí,
pues, con una nueva inquilina, muy simpática, muy habladora ella.
¿Y yo? Extrañándote, pues. ¡Qué me voy a ir para allá, hijo! ¿Qué me
hago en un país tan ordenado y desinfectado? Me muero del
aburrimiento. Pero tú, ¿vendrás en Navidad? Por algo eres gerente.
Exige que te den libre, hijo. Ya, pues. Anda nomás, yo te llamo más
tarde. Yo también te quiero.
GLORIA cuelga, pero no se mueve. Observa la puerta de JULIA. La joven cree que
GLORIA se ha ido y abre para recoger su almuerzo.
GLORIA: Llamó mi Rogelio. Casi seguro que viene a pasar navidad. ¿Tú vas a
pasar fiestas con tu mamita?
JULIA: Está muerta.
GLORIA: Ay.
JULIA entra a su cuarto con el azafate y cierra rápidamente la puerta. Come. GLORIA no
se anima a tocar la puerta. Detiene su mirada en las marcas que dejó un cuadro, hoy
ausente. Luego, toma el costoso jarrón que está al lado del teléfono. Lo observa con
nostalgia y se lo lleva. Aparece en la terraza con el jarrón. Lo mete a su canasta y sale por
el parque para venderlo.
Oscuridad.
ESCENA 4
EL PASADO

Noche. En su cama, JULIA permanece con una linterna encendida. Es atormentada por un
recuerdo. De pronto, descubre que la puerta del baño está abierta y siente miedo. Asoma
con su linterna para ver si hay alguien. No hay nadie. Cierra la puerta. Se asegura de que
todos los seguros estén puestos. Después, fija su mirada en la cama. Lentamente, se acerca
y mira debajo. No hay nadie. Ilumina con la linterna todos los rincones de la habitación.
Termina refugiada en el sillón, sosteniendo con fuerza su linterna.
Oscuridad.
ESCENA 5
LOS COLMILLOS

En el patio, GLORIA lleva puesto un abrigo de piel. Se pelea con alguien que no vemos.
GLORIA: ¿Crees que no conozco mis derechos? ¿Me has visto cara de
ignorante? ¡Este patio es mi propiedad! ¡Mía!
GLORIA voltea y encuentra a JULIA.
GLORIA: ¿Y ese milagro?
JULIA: El almuerzo.
GLORIA: En la mesa.
Efectivamente, allí está el plato de comida. JULIA lo toma y se dispone a regresar a su
cuarto.
GLORIA: ¿No me puedes dar 20 minutos? Digo, sería bueno que me dejes de
tratar como una mosca insignificante que te molesta. Es bien hiriente
tu actitud.
GLORIA saca del escondite su botella de ron y sirve un chorrito en un vaso de limonada.
Toma.
GLORIA: Yo soy una persona, Julia, te preparo la comida, vivo contigo y ni me
diriges la palabra. ¡Qué fuerte! ¿Te vas a sentar conmigo o no?
JULIA se sienta.
GLORIA: Verdad, te llegó correspondencia. Ya te la traigo. No, ni te muevas de
aquí.
GLORIA va a interiores. JULIA queda sola en el patio. Pasa FEDERICO, se detiene.
Instantáneamente, JULIA toma el tenedor para defenderse.
FEDERICO: Hola. Tú debes ser Julia.
JULIA: No.
FEDERICO: Soy amigo de Gloria, mujer.
JULIA: ¡Gloria!
FEDERICO: Vivo en el edificio de allá. ¿Estás bien?
JULIA: ¿Qué quiere, qué le pasa?
JULIA quiere huir hacia la casa, pero se encuentra con GLORIA. La mujer percibe el
miedo de JULIA.
GLORIA: Veo que ya se conocieron con mi prima.
FEDERICO: Pensé que se había inventado una prima. Como nunca sale.
GLORIA: Es que no le gusta ventilarse. Pero hoy me accedió a almorzar en el
jardín. Te invitaría, corazón, pero como ando a dieta preparé para
Julita nomás.
FEDERICO: No te preocupes. Gusto conocerte, Julia.
GLORIA: Adiós, corazón de melón.
FEDERICO parte. GLORIA se sienta.
GLORIA: Se te va a enfriar, Julita.
JULIA se calma y luego se sienta. GLORIA muestra la carta.
GLORIA: Increíble, tu mamacita te escribió del más allá. Ay, no, las estampitas
son de Italia.
JULIA toma el sobre.
GLORIA: Tampoco me debería tomar a lo personal tu hostilidad, si andas
matando así como así a tu madre. Y no digo que yo me llevara bien
con la mía, pero de ahí matarla.
JULIA: No quería hablar ese día. Estaba ocupada.
GLORIA: ¿Y qué tanto escribes en la computadora? ¿Eres escritora? Uy, te
harías rica contando mi vida, cholita… ¿No me digas que eso estás
haciendo encerrada en el cuarto?
JULIA: Soy correctora.
GLORIA: ¿De qué?
JULIA: Corrijo redacción, gramática, ortografía.
GLORIA: ¿Eso no lo hace la computadora?
JULIA: No tiene el mismo criterio.
GLORIA: Ah, mira, tú. Suena bien… bien aburrido tu trabajo. Con todo
respeto, cholita. Claro que si a ti te gusta… ¿Te gusta?
JULIA alza los hombros.
GLORIA: ¿Te gusta mi comida?
JULIA: Sí.
GLORIA: Gracias. No son necesarios tantos cumplidos. Me has emocionado
hasta las lágrimas.
JULIA: Cocina muy bien.
GLORIA: La buena comida ayuda a purgar el mal de amores.
JULIA: No tengo mal de amores.
GLORIA: Ahí tenemos una información interesante, aunque creo que mientes.
Lo mismo que con tu mamacita y con eso de que te dedicas a corregir
la ortografía. ¡Qué zamarrada es esa! Ni que la computadora se fuera
a equivocar---
JULIA: Se equivoca.
GLORIA: ¿Y tú la corriges? Carajo, debes haber ido a un colegio bien ficho.
JULIA: Era un parroquial.
GLORIA: ¿Distrito?
JULIA: Pueblo Libre.
GLORIA: Es ficho. Aquí tienes a una ilustre hija del Rímac. Ahora lo digo así,
sin vergüenza. Pero hace treinta años, si me preguntaba la prensa
decía: de Lince. Y así y todo, a ver si un gerente del canal me
invitaba a su casa. Al hotel, todos. Pero a su casa… ¡Qué se iban a
imaginar que terminábamos de vecinos en Miraflores! Lo que darían
estos pitucos por sacarme de su parque. (Hacia los edificios) ¡Pero
de aquí me sacan muerta! (A JULIA) ¿De qué hablábamos?
JULIA: Ni la menor idea.
GLORIA: Ya la memoria no me funciona como antes… ¿Qué me decías? Ah,
sí, que estudiaste en un colegio ficho. Yo en un nacional de quinta.
Pero la hice linda en la televisión. No tienes idea de lo que llegué a
ganar en los buenos tiempos. ¡Miles! ¡Y en dólares! ¿A ti te pagan
bien?
JULIA: Esta sociedad paga mucho mejor a los negocios relacionados con la
banalidad.
GLORIA: No, yo en eso no trabajaba. Trabajaba en entretenimiento.
JULIA: Entretenimiento banal, ¿o aportaba algo trascendente?
GLORIA: La gente se reía, la pasaba bien.
JULIA: Y por eso ganan 20 veces más que un profesor.
GLORIA: ¡Ah, eres comunista!
JULIA: No. Es criterio.
GLORIA: ¿Y qué es lo bueno de tu trabajo? ¿Tiene paga fija?
JULIA: Sí.
GLORIA: Ahí está. Algo bueno porque la televisión es una montaña rusa. Un
día estás arriba, ganas una fortuna y todos te aman. Y al otro día,
pasaste al olvido. Se van las fiestas, los amigos, los amantes. La
pobreza es el mejor repelente.
JULIA: Lo sé mejor que usted, mi familia no hizo millones en la televisión.
GLORIA: La cosa es no malgastarlos, chola. Felizmente, yo invertí todo en esta
casa. Una casa en Miraflores. Yo me tracé ese objetivo. Ahorré mi
platita, mes a mes, año a año, hasta que encontré el terreno… y ya un
amiguito me ayudó a levantarla. Yo era su amante. No creas que era
un artistucho. El innombrable era gerente. Se encargaba de todas las
contrataciones en Antena 3. Abogado, inteligente, de buena familia.
Siempre oliendo rico, siempre impecable. Es el hombre más
impecable que he conocido. Y, frente a semejante hombre, ¿qué
opción tiene una chiquilla del Rímac?
JULIA: Podría decirle que se vaya a la mierda.
GLORIA: ¿Me estás juzgando, Julia? Es terrible juzgar a alguien cuando te está
abriendo el corazón.
JULIA: No la juzgo. A mí no me importa lo que usted haga con su vida.
GLORIA: Ah, entonces te soy indiferente. ¡Eso es mucho peor! ¡Si vivimos tres
meses juntas! Somos como familia a la fuerza.
JULIA: Usted y yo no somos familia.
GLORIA: Yo te siento así. La típica sobrina rara. Medio autista, malgeniada,
pero no sé, me inspiras ternura. ¿Por qué te llevas mal con tu mamá,
chola?
JULIA: No me llevo mal.
GLORIA: ¿La vas a visitar a Italia?
JULIA: ¿Quiere encargarme más muebles picados y finísimos?
GLORIA: Au, qué buenos colmillos tenías, cholita. ¿Y qué hace tu mamá por
allá?
JULIA: Cuida viejos. Como de su edad.
GLORIA: Parezco de más porque me he subido unos kilitos, pero espera nomás
que haga efecto mi dieta.
JULIA: Seguro.
GLORIA: Es una pena que tu mamá se haya ido, amor, porque se te ve muy
solita, sin una guía. ¿Quieres mi consejo?
JULIA: No.
GLORIA: Igual te lo voy a dar. Es mi deber moral advertirte, cholita: no es
buen negocio meterse con un hombre casado. Son lobos, Julita, y los
lobos son depredadores. Se van a comer tu juventud, tus sueños… y
cuando ya no tengas nada más que ofrecer, te van a desechar con
asco, como si fueras un huevo podrido.
JULIA: Gracias por la indigestión.
JULIA deja la comida. Está por irse cuando...
GLORIA: ¿Vienes huyendo de uno, verdad? Eso es lo que pasa.
JULIA: No, señora. Nunca me he metido con un hombre casado.
GLORIA: Pero estás huyendo de una mala relación.
JULIA: No.
GLORIA: Estás haciendo tu luto metida en ese cuarto. Y no te das cuenta que
los años pasan demasiado rápido, Julia. Escúchame a mí, que un día
abrí los ojos y ya habían pasado treinta años. No desperdicies tu vida
por culpa de un hombre.
JULIA: Suélteme.
GLORIA: Perdón, es que yo soy un poco intensa. Pero con la mejor intención,
cholita, porque me parte el alma verte tan encerrada, sin amigos, sin
que nadie te venga a buscar.
JULIA: Igual que a usted.
JULIA se retira y deja a GLORIA muda. Al rato, GLORIA pone play en la casetera de su
antiguo equipo de música. Escuchamos la canción “Punto de partida” de Rocío Jurado.
JULIA entra al cuarto y abre la carta de su madre. Es una tarjeta de cumpleaños. La
rompe.
En el jardín, GLORIA acaricia por última vez su abrigo de piel. Luego se lo saca, lo
guarda en su canasta y cruza el parque alejándose de su casa.
Oscuridad.
ESCENA 6
VISITA A LA CÁRCEL

En su dormitorio, JULIA se alista para salir. A los pocos segundos, aparece GLORIA en
el corredor. Toca la puerta.
GLORIA: Julita, ¡te busca un taxi!
JULIA: Ya estoy saliendo, gracias.
GLORIA: ¿A dónde vas?
JULIA: Trabajo.
GLORIA: ¿No trabajas desde la computadora?
JULIA: Es una reunión de trabajo.
A JULIA la arremeten terribles arcadas. Corre al baño a vomitar.
GLORIA: ¿Quieres que avise al taxi que ya sales? ¿Estás vomitando, Julia?
¡Julia! ¿Qué tienes?
JULIA: ¡Nada, Gloria!
JULIA jala la palanca del inodoro, se moja la cara en el lavatorio, se seca con una toalla.
Toma valor, toma su bolso y abre los pestillos para salir de la habitación, cuando se
encuentra con GLORIA.
GLORIA: ¿Has vomitado?
JULIA: Algo me cayó mal.
GLORIA: ¿Qué, mi comida?
JULIA: No. Un dulce que estaba pasado. ¿Me deja salir?
GLORIA: Solo un segundito, cholita. Justo quería hablar contigo sobre el menú.
Tendrías que ir al mercado para ver cómo suben las cosas. Diez por
día ya me queda ajustado, con quince creo que llego. Tú has visto que
sirvo buenas porciones.
JULIA: Está bien.
GLORIA: Y tú serás flaquita, pero comes duro.
JULIA: Me parece bien quince.
GLORIA: Y otra cosita… mira, la casa es bien grande y claro, tú no eres mucho
de usar las áreas comunes. Ya varias veces te he ofrecido que hagas
una fiesta con tus amigos---
JULIA: Estoy tarde, Gloria.
GLORIA: Necesito subirte el alquiler, Julita. Trescientos.
JULIA; ¡Trescientos! No sé si me alcance. Tendría que sacar cuentas. ¿Lo
podemos conversar después?
GLORIA: Sí, claro, cholita, dale.
JULIA: Permiso, voy a cerrar.
Ambas salen. JULIA pone las cerraduras de la puerta.
Pronto, GLORIA aparece en la terraza. Le da el encuentro FEDERICO.
FEDERICO: Buen día, guapa.
GLORIA: Ay, mi Fede. ¡Qué susto!
FEDERICO: ¿En dónde anda esa cabeza?
GLORIA: Es demasiado subido de tono para las ocho de la mañana.
FEDERICO: Quién como tú, Glorita.
FEDERICO le entrega una caja de dulces.
FEDERICO: Unos chocolates porque no me gusta nada eso de que estés a dieta.
GLORIA: ¡Qué hombre! ¿Cafecito? Es pasado.
FEDERICO: Cómo me tientas, mujer. Bueno, pues.
FEDERICO se sienta. GLORIA le ofrece un chocolate, pero él pasa. Ella sí prueba uno,
dos, tres, mientras saca de la canasta de picnic un termo y una taza. Sirve un café.
FEDERICO: ¿Cómo estás, Gloria?
GLORIA: He tenido mejores días.
FEDERICO: ¿Te puedo ayudar en algo?
GLORIA: Tu compañía es suficiente. Cuéntame cómo va tu trabajo
FEDERICO: Ganamos un proyecto para construir unos caminos desde unas
comunidades pequeñas hasta la ciudad de Huancayo.
GLORIA: Felicitaciones. ¿Qué puede ser mejor que un hombre que construye?
FEDERICO: Más parezco un malabarista del presupuesto. Al menos termino
cansado todos los días, sin mucho tiempo para pensar en Malena.
GLORIA: Eso es lo mejor, amor. No pensar en esa frigider.
FEDERICO: No llamó, no escribió. Un frigider.
GLORIA: Pasó la página y ahora te toca hacer lo mismo.
FEDERICO: Regresar al ruedo.
GLORIA: A mí me parece excitante.
FEDERICO: Agobiante, Gloria. Sabes que ahora todo es con mensajes de texto. Y
a mí eso de escribir en los teléfonos…
GLORIA: A mí tampoco. Yo prefiero el cara a cara.
FEDERICO: ¿Sabes qué sería buenísimo? Evitar toda esta etapa donde debes
demostrar que eres mejor de lo que eres, donde debes oler mejor de
lo hueles.
GLORIA: Tú siempre hueles bien, corazón.
FEDERICO: Pienso en todo ese gileo y me da una flojera terrible.
GLORIA: ¿Flojera o miedo?
FEDERICO: ¿Qué novedades se trae la farándula?
GLORIA: Ando desinformada, amor. Me peleé con el canalla del repartidor. Me
entregaba el periódico mojado, arrugado, el peor servicio.
FEDERICO: Yo podría traerte los míos en las tardes.
GLORIA: Eres un amor, mi Fede. Cómo no vas a encontrar un amor devoto y
apasionado.
FEDE: Dios te oiga.
Entra JULIA.
JULIA: Disculpa, Gloria. Mi celular está sin crédito, el teléfono de la casa
está cortado y necesito hacer una llamada urgente.
FEDERICO: (Le entrega su celular a JULIA) Toma. Llama a donde quieras.
GLORIA: Qué amable, amorcito. Yo más tarde veo qué pasó con el teléfono.
¡Qué raro!
JULIA: Ya vengo.
JULIA se aleja para hacer la llamada.
GLORIA: (A FEDERICO) Tiene sus cosas la chica…
FEDERICO: ¿Qué le pasó?
GLORIA: Creo que también tiene mal de amores. ¿Qué tiene mi café?
FEDERICO: Está un poco tibio…
GLORIA mete el dedo a la taza.
GLORIA: ¡Helado! Te lo caliento ahorita.
GLORIA entra a la casa. FEDERICO observa a JULIA hablar por el celular en un rincón
del parque.
JULIA: (Al celular) Julia, Julia Martínez. Sí vino la unidad, pero yo pedí una
conductora mujer. No, tiene que ser mujer. Eso se lo dije cien veces a
la persona que me tomó el pedido. ¿Y ahora, cuánto va a demorar
otra unidad? Lo antes que pueda, por favor.
JULIA termina la llamada y regresa a devolver el celular.
GLORIA acaba de salir a la terraza con el café para FEDERICO.
GLORIA: Ahora sí, caliente, caliente, como lo mejor de la vida.
JULIA: Fue una llamada corta. No sé cuánto le debo.
GLORIA: Ahora no solo me señoreas a mí, sino al pobre Fede.
FEDERICO: No es nada, Julia.
JULIA: Prefiero pagarle.
FEDERICO: ¿Qué te parece un beso y estamos a mano?
JULIA se desconcierta.
FEDERICO: Es una broma, mujer.
GLORIA: Venga acá que yo le doy ese beso.
GLORIA le estampa un beso en la boca.
GLORIA: ¿Cuenta saldada?
FEDERICO: Muchas gracias por el café, Glorita. Yo… ya… ¡Buen día!
GLORIA se despide de FEDE, agitando la mano. JULIA se dirige al interior de la casa,
cuando GLORIA la detiene.
GLORIA: ¿Qué pasó con el taxi?
JULIA: El carro estaba fallando. Van a mandar a otra unidad.
GLORIA: De tu cuarto no se escucha el timbre. Acá sí y te puedo invitar un
chocolate. Me los mandó mi hijo, de los Estados Unidos.
JULIA: No, gracias.
GLORIA: ¿Ya te dije que de repente viene en navidad?
JULIA: 100 veces. Y las 100 veces le pedí que me avise con anticipación.
GLORIA: ¿Te dije que está soltero? Bueno, tiene un chimichurris con una
gringa, ¡entretenida ella como chupar clavo! Pero se le va a pasar y
yo feliz de hacerte el corralito.
JULIA: No, gracias.
GLORIA: Te advierto que salió guapísimo, como la madre.
JULIA observa las plantas, se detiene en una.
JULIA: Está con hongos. Un montón. Tiene que comprar un fungicida.
GLORIA: A ver si consigo uno bien letal para eliminar a la garrapata de la
vecina. ¡Mírala pues! ¡En malla fucsia! ¡Esa zorra nos quiere quitar al
Fede, Julita! ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? ¡Ja! ¡La dejó hablando sola!
Ay, ese Fede. ¿Qué opinas del bombón que nos devuelve la madre
patria después de 10 años?
JULIA: Nos devolvió a todos con la crisis.
GLORIA: Pero este es único.
JULIA: Un atorrante.
GLORIA: ¿Por el beso? Ay, cholita, el pobre estaba desesperado buscando una
excusa para besarme. Y ya está, le cumplí el deseo porque en esta
vida uno tiene que ser generoso. ¿Le has visto el culo?
JULIA: No.
GLORIA: ¿Eres lésbica?
JULIA: No.
GLORIA: Pareces un poco.
JULIA: No todas las mujeres tienen que vestirse de bataclanas.
GLORIA: Me podría sentir ofendida, pero mira ve, resulta que los escritores
como tú se pasan la vida contando historias de las bataclanas. ¡Nos
aman! ¡En el fondo se mueren por ser como nosotras, pero no se
atreven! ¿Sí o no?
JULIA: No podría decírselo porque no soy escritora. Soy correctora.
GLORIA: Verdad, una persona que se pasa la vida corrigiendo. ¡Qué jodido!
Una labor de nunca terminar porque, carajo, la vida es tan imperfecta.
Eso sí, muy divertida, si te atreves a salir de tu cuarto. ¡Cuánto te
dura ese mal de amores!
JULIA: No todo se reduce a los problemitas de amor, señora.
GLORIA: No me señorees.
JULIA: Hay cosas mucho más importantes.
GLORIA: ¿Qué el amor? Imposible.
JULIA: Le recomiendo que lea en su periódico algo más que la sección de
espectáculos. Qué suerte la suya de tener una mirada tan pobre y
egocéntrica de la realidad.
GLORIA: ¿Y tú que no sales del cuarto, sí sabes más de la realidad? Criticar,
como les gusta a los intelectuales, pero cuando se trata de hacer, de
embarrarse, de hundir los pies en la vida, ahí mejor no. Eso es mucho
vértigo, mucha libertad. ¿Me equivoco?
JULIA: Yo no soy una intelectual.
GLORIA: ¿Ah, sí? Pruébame que no solo eres de avanzada desde tu cuarto.
Dime algo osado que hayas hecho.
JULIA: No tengo que demostrarle nada.
GLORIA: No te harías tanto rollo si tuvieras algo jugoso. ¿Quién sabe y hasta
virgen eres? ¡Dios mío, eres virgen!
JULIA: No.
GLORIA: Julita, ¿alguna vez te han besado?
JULIA: Y mi primer beso fue con una mujer. Con mi mejor amiga.
GLORIA: No te creo.
JULIA: Queríamos aprender a besar, nos pareció una buena idea.
GLORIA: ¡Lo es! ¡Qué maravilla, cholita! Ya hubiera querido tener una amiga
así. Lamentablemente, en la televisión solo hay rivales. O de repente
yo las veía así, por obsesiva. Ya ves que lo único que importaba era
estar con el innombrable. Me refiero al infeliz que me tuvo de
amante.
JULIA: Sé a quién se refiere.
GLORIA: Nunca digo su nombre. ¡Jamás! A ese miserable no hay que
convocarlo. Ni a él ni a sus mentiras. Es como la física, si no liberas
el espacio, ¿cómo entra lo nuevo? Y yo quiero que entre y quiero
que sea nuevo, grande y macizo.
Suena el timbre de la casa.
JULIA: Bien por usted. Mi taxi. No me espere a almorzar.
GLORIA: Oye, llevas cinco meses acá. He visto tus calzones en el tendal ¿y no
me puedes dar un beso?
GLORIA se acerca a darle un beso.
GLORIA: Sí, eres bonita. Deberías arreglarte más. No es bueno cerrar el
corazón a tu edad.
JULIA sale. GLORIA queda pensativa.
Oscuridad.
ESCENA 7
MI OSCURIDAD

Noche. La puerta del baño entreabierta. Tiene la luz encendida. JULIA vomita. Desde el
corredor, GLORIA toca la puerta.
GLORIA: Julia, abre.
JULIA: ¡Estoy bien!
JULIA sale del baño. Se echa en la cama.
GLORIA: Llevas días vomitando. Abre o te juro que voy llamar a los bomberos
y que se tumben la puerta con todos tus candados. ¡Julia!
JULIA: ¡Déjeme en paz, váyase!
GLORIA saca un manojo de llaves y logra abrir las tres cerraduras de la puerta. Entra.
JULIA: ¿Qué mierda hace acá?
GLORIA: Te traje sales hidratantes.
JULIA: ¿Tiene llaves? ¿Las llaves de mi cuarto? ¡Deme las llaves!
GLORIA: ¿Y qué me hago si hay una emergencia?
JULIA: ¡Me deja morir tranquila!
GLORIA: Cómo te gusta hablar tonterías.
JULIA le arrancha las llaves. GLORIA abre la cortina e intenta abrir la ventana.
GLORIA: No huele bien tu cuarto, hay que ventilarlo. La energía está densa. Se
te ve densa.
JULIA: ¡Salga!
GLORIA: ¿Estás embarazada, Julita?
JULIA: No.
GLORIA: Yo te puedo ayudar, a tenerlo o a no tenerlo. Lo que decidas, no te
voy a juzgar.
JULIA: ¡No estoy embarazada!
GLORIA: ¿Entonces, qué te pasa? Desde el día en que te fuiste con ese taxi a la
cárcel---
JULIA: ¿Cómo sabe que fui a la cárcel?
GLORIA: Me lo contó el taxista.
JULIA: ¿Quién se cree para meterse en mi vida?
GLORIA: Disculpa, no debí.
JULIA: ¡Salga de mi cuarto!
GLORIA: Te voy a preparar una sopita.
JULIA: ¡No quiero nada! ¿Qué espera para irse?
GLORIA: Es que estás pálida, sin energía. ¿Sabes qué te haría bien para romper
con toda esta negatividad? Un baño de florecimiento. Yo soy una
experta. Con todo el amor del mundo te preparo uno.
GLORIA intenta acariciar a JULIA.
JULIA: No me toque. No se acerque. ¡Yo no voy a ser su labor social para
que usted se sienta útil, valiosa y toda esa porquería!
GLORIA: No lo hago por eso.
JULIA: ¿Entonces por qué mierda está obsesionada en ayudar a una
desconocida?
GLORIA: Me da pena verte sola. Me recuerdas cuando estaba más chiquilla.
JULIA: Imposible. Yo no soy, ni he sido puta.
GLORIA: Cuidado, Julia.
JULIA: ¿Lo niega? ¿No ha sido puta? Al menos tenga la valentía de ponerle
todas sus letras. ¿O me va a decir que nunca se acostó por dinero?
GLORIA: Muy pocas veces.
JULIA: Puta, era puta.
GLORIA: Principalmente hacía shows. Imitaba a la Jurado, a la Durcal…
JULIA: Esas son señoras y usted se ganaba la vida enseñando el culo. ¿De
dónde saca que tenemos algo en común? Yo no me vendo, ni vivo
con una doble moral buscando los caminos torcidos. Usted y yo no
tenemos nada en común. ¡Nada! Y a ver si de una vez por todas
entiende que no quiero su ayuda.
GLORIA: Bien, entonces me quedo de brazos cruzados y dejo que hagas de
estas cuatro paredes tu ataúd.
JULIA: Exacto, porque ese no es su problema. Su problema es que está sola y
aburrida, que no tiene amigos y que su adorado hijo se cagó en su
navidad.
GLORIA: No pudo venir por el trabajo.
JULIA: O porque usted se pasa alcoholizada la mitad del día, todos los días,
mientras esta casa se cae abajo.
GLORIA: Voy a arreglarla cuando me entre algo de dinero.
JULIA: ¿Y eso cuándo será? Porque no creo que consiga más inquilinos si los
recibe con esa facha de loca y les cuenta sus estúpidas historias de la
televisión peruana.
GLORIA: Son parte de la historia de este país.
JULIA: ¡No! La historia de las vedettes no es de trascendencia nacional, ni
cuántos viejos casados se tiró.
GLORIA: Si eso es lo que piensas…
JULIA: Eso pienso. Y no tengo la culpa de que usted no tenga con quién
hablar. ¡Vaya a joder a su exitoso hijo o al españolete de mierda, no
a mí! ¡No me interesa escucharla! ¡No quiero escucharla!
GLORIA: Bien, si prefieres una relación distante, será así.
JULIA: No, la verdad es que ni distante. Mañana me largo.
GLORIA: ¿No te vas a ir por esto, no? Yo solo quería ayudarte, Julia. No quería
que te deshidrataras.
JULIA: ¿Se va?
GLORIA se dispone a salir de la habitación cuando de golpe se va la luz.
GLORIA: ¡La cagada! Voy por velas.
JULIA: No, no se vaya. Aquí tengo una linterna. ¿Dónde está? ¡Mierda,
mierda!
GLORIA: Tranquila, ahorita traigo velas de la sala…
JULIA: No se demore.
GLORIA sale. La respiración de JULIA se escucha más agitada.
JULIA: ¿Ya las encontró?
GLORIA: (Off) Un ratito.
JULIA: Hay un candelabro en su comedor. ¡El candelabro tiene velas!
GLORIA: (Off) Ya lo traigo.
JULIA se asoma a la ventana, ve a través de las persianas.
JULIA: Creo que hay alguien en el parque. ¡Gloria, hay alguien en el parque!
GLORIA: (Off) Debe ser un sereno. Pasan a medianoche.
JULIA: Se está acercando. ¡Gloria! ¿Ya tiene el candelabro? ¿Por qué se
demora tanto?
GLORIA: (Off) No sé dónde dejé los fósforos.
JULIA: (En ataque de pánico) Ya venga, con velas o sin velas.
GLORIA: (Off) Ten paciencia.
JULIA: ¡Por favor! ¡Venga! ¡Gloria! ¡Gloria!
Entra GLORIA con el candelabro. JULIA tiene un ataque de pánico.
GLORIA: ¿Qué tienes? ¿Qué tienes, Julita?
JULIA: ¡Esta casa es una mierda! No, no se acerque.
GLORIA: Está bien. Disculpa, solo…
GLORIA le alcanza el vaso con sales hidratantes. JULIA bebe. Cuando está más
calmada…
GLORIA: Te dejo el candelabro. Solo apaga las velas cuando te vayas a dormir.
JULIA: No, no se vaya. Quédese… por favor.
GLORIA se sienta en el sillón. Silencio entre las dos.
JULIA: ¿Se habrán quemado los plomos?
GLORIA: Cortaron la luz. No pude pagar la deuda. Tienes razón, soy un
desastre y esta casa… es mi reflejo.
Silencio.
JULIA: Su hijo podría ayudarla. Como gerente debe ganar bien.
GLORIA: No quiero pedirle.
JULIA: Debería vender su casa, por un terreno como el suyo le darían un
montón…
GLORIA: No está en venta. Pero no te preocupes, ya me las arreglaré. Bien
dicen que mala hierba nunca muere. Me quedan algunas cosas para
vender y este diamante.
GLORIA le muestra la cadenita que lleva colgada y que tiene de dije un diamante.
GLORIA: Debe valer sus cuatro mil, cinco mil dólares. Me lo dio el
innombrable. No me podía dar un anillo de compromiso porque, ya
ves, estaba casado con su señora. “Pero por mientras”, me decía,
“para reservarte, hasta que sea libre”. Bueno, pues, nunca fue libre.
¿Qué importa si ahora lo vendo, no?
JULIA: No me voy a ir de la casa. Puedo llegar a 300 y me depositaron un
bono de navidad, podría ayudar con la deuda de luz.
GLORIA: No, de eso me encargo yo.
JULIA: Tiene buena voz.
GLORIA: Gracias.
JULIA: Pero debería cambiar su cassette de la Jurado. Esas canciones dan
dolor de barriga.
GLORIA: Te estremecen el alma. Por eso son clásicas, Julia.
JULIA: Hay una que escuchaba mi mamá como disco rayado… Se nos
rompió el amor de tanto usarlo.
GLORIA: (Canta)
De tanto loco abrazo, sin medida.
De darnos por completo, a cada paso,
se nos quedó en las manos un buen día.
Se nos rompió el amor de tan grandioso.
Jamás pudo existir tanta belleza.
Las cosas tan hermosas duran poco,
jamás duró una flor dos primaveras.
Me alimenté de ti por mucho tiempo,
nos devoramos vivos como fieras.
Jamás pensamos nunca en el invierno,
pero el invierno llega, aunque no quieras.
Tu mamacita debe ser una mujer muy apasionada. De las que aman
con todo.
JULIA: Definitivamente. Renunció a su trabajo, pidió prestado a todo el
mundo, dejó bien endeudado a mi papá y se largó a Italia, a perseguir
a un nuevo amor.
GLORIA: ¿Pero viene a visitarte?
JULIA: ¿Sabe qué me irrita? Toda esta aura de santidad que hay alrededor de
la maternidad. Hay que ser idiota para tragarse el cuento de su
bondad infinita. Basta darle una mirada al mundo que engendraron.
No desborda amor, señora, desborda mierda…
GLORIA: Se hace lo mejor que se puede…
JULIA: ¿Sí?
GLORIA: Pero no es por un tema con tu madre que andas toda enrejada y con
candados. ¿A qué le tienes tanto miedo, Julia? ¡Julia!
JULIA: Yo estoy jodida, señora. Bien hundida, al final de un pozo negro.
Usted se detiene con toda su buena voluntad. Trata de sacarme, abre
las ventanas, las cortinas y jala con todas sus fuerzas, pero tarde o
temprano se va a cansar y me va a soltar para no hundirse conmigo.
Es simple sobrevivencia. No la podría culpar, solo quiero ahorrarme
otro abandono.
GLORIA: Claro, eso es muy inteligente, porque de un pozo negro no te saca
nadie. Solo tú puedes trepar. Y lo harás. Por algo no te has matado, a
pesar de ese arsenal de pastillas de tu cajón. ¿Por qué no lo sueltas,
Julia? Dime qué te tiene jodida.
JULIA: No le conviene abrir esa puerta, de verdad. Usted piensa que soy una
chica rara, deprimida, pero correcta. Me despierto, me baño, hago mi
trabajo. Pero no se da cuenta de que conmigo donde uno pone el
dedo, salta el pus. Si presiona, todo este equilibrio que me mantiene
caminando se va a romper y entonces, Gloria, me voy a olvidar que
me dio de comer y la voy a morder.
GLORIA: Muerde nomás. A estas alturas a mi nada me asusta. ¿Qué pasó,
Julia? ¿Te tiraste al novio de tu vieja?
JULIA: No.
GLORIA: ¿Te metiste con un terruco comunista?
JULIA: No, Gloria.
GLORIA: ¿Tuviste sexo por dinero, traficaste con droga, abortaste?
JULIA: ¡No!
GLORIA: Yo sí. Todas las anteriores. Tres veces salí embarazada del
innombrable y las tres veces me faltó valor para enfrentarlo y aborté.
Ya a la cuarta vez no fue de él, sino de un empresario y al doctor le
dio miedo: “Ya no vas a poder tener hijos después, Glorita. Mándate
nomás, cuántas mujeres lo tienen sola”. Y bien sola que lo tuve a mi
Rogelio, porque el padre ni me lo firmó y yo no hice ni el menor
esfuerzo por compensarle esa ausencia. Fui, literalmente, una madre
de mierda como esas de las que hablas. Solo quería que el
innombrable me perdonara. ¿Cómo me había metido con otro, cómo
me había atrevido a tener un hijo de otro? ¿Y él, él que todas las
noches se acostaba con su mujer, que le dio los tres hijos que a mí me
quitó? ¿Qué me tenía que perdonar? Pero yo no quería entender,
cholita. El amor puede ser veneno y yo, Julia, estaba agonizando.
Entonces, comencé a culpar a mi hijo. Me iba de fiesta, lo dejaba
chiquito, solo en la casa. Al colegio siempre lo llevaba tarde, con el
uniforme sucio, hasta sin desayunar. Otras veces, regresaba de noche
y lo encontraba sentadito en el jardín, esperándome. Me había
olvidado de él y el pobre no tenía cómo entrar a la casa. Mi Rogelio
sabía lo que yo sentía, se daba cuenta de que me pesaba. De repente
fue por eso… De repente por la cantidad de droga que corría en este
parque. Al principio, no le di importancia. Pero ya ves, se iba
perdiendo el televisor, mis joyas y después venía y descargaba todo
su rencor. Rompía las ventanas, las puertas… Vinieron las
rehabilitaciones, las recaídas y un montón de promesas sin cumplir.
¿Sabes cuánto cuesta un drogadicto? Cada fin de semana tres, cuatro
shows en casinos, en cumpleaños de viejos verdes, despedidas de
soltero. Hasta que un domingo no doy más. Llego de madrugada,
molida, y lo único que quiero es dormir el día entero, pero me levanto
seis de la mañana con la luz que me cae directo a los ojos. Es Rogelio
que ha abierto la cortina y entonces lo veo bien. Lo veo y me asusto:
está flaco, ojeroso y quiere más dinero. Pero yo ya no siento pena, no
siento angustia. No, cholita. ¿Sabes lo que siento? Cansancio. Me
levanto, camino a su cuarto, saco todas sus cosas, las meto en
maletines, en bolsas, me arranco la medalla que me dio mi madre, se
la pongo aquí: ¡no vuelvas nunca más! ¿Querías conocer mi
oscuridad? Ahí la tienes, Julia. Me cansé de mi propio hijo, no lo
supe querer. Lo hice a un lado por un hombre que no iba a arriesgar
nada por mí. Lo traicioné, lo largué de mi casa hace once años… y
mi Rogelio, cuánto le habrá dolido, me dio un beso y hasta el día de
hoy.
JULIA: ¿Pero si llama, le mandó chocolates?
GLORIA: Me lo invento. Todo me lo invento. La realidad es que él ya no está.
Me dejó en esta casa, sola con mis remordimientos. Tantos… ¿Pero
sabes qué es lo más extraño? Que todavía tengo esperanza, yo sí creo
que va a regresar. Por eso no vendo la casa, aunque se caiga a
pedazos, aquí me quedo porque de repente un día regresa mi Rogelio,
viene a decirme que me perdona y aquí estaré, esperándolo en mi
casa, en su casa. ¿Puede pasar? Puede pasar, Julia.
JULIA: Sí.
GLORIA: Duerme. No me voy a mover de aquí.
JULIA se recuesta. GLORIA comienza a cantar un extracto de la canción “Punto de
partida”, de Rocío Jurado. JULIA susurra parte de la canción. Acaban de comenzar su
amistad.
Oscuridad.
INTERMEDIO

ESCENA 8
VERANO

Día de sol. En la terraza, una pared tiene una inscripción con aerosol que dice: Fuera
puta. Las plantas de la jardinera se ven más sanas. GLORIA aparece veraniega, con un
gran sombrero y lentes de sol. Lleva una jarra de limonada y una canasta.
GLORIA: Apúrate, Julia.
JULIA asoma con un sombrero idéntico al de GLORIA, pero en otro color.
JULIA: Se me ve ridícula.
GLORIA: Es un sombrero español. Finísimo, cholita.
JULIA: ¿Por qué no podemos almorzar adentro?
GLORIA: Porque no solo se trata de almorzar, sino de tomar sol.
GLORIA se saca la blusa y queda con un bikini atigrado.
JULIA: ¡¿Qué hace?! ¡Quiere ganarse otro problema con serenazgo!
GLORIA: Es mi propiedad y en mi propiedad yo soy libre de hacer lo que me
dé la gana.
JULIA: Su pequeño reino está en medio del parque, rodeado de edificios.
GLORIA: Y que les aproveche la vista. (A un vecino curioso) ¿Están mejor que
las de su mujer, verdad?
JULIA: ¡Gloria!
GLORIA: Afloja un poco, Julita. (Saca de su canasta un bloqueador) ¿Me
echas?
GLORIA se sienta en la poltrona. JULIA le echa el bloqueador.
GLORIA: Es muy bueno esto de salir. Estuve leyendo que si uno no cambia la
rutina, las neuronas se atrofian y se jode la memoria.
JULIA: Usted se inventa cada cosa.
GLORIA: ¡Está en el periódico! ¡En la sección salud! Te lo traigo, si quieres.
JULIA: No. gracias. Ya está.
JULIA deja el bloqueador. Sirve dos vasos de limonada. Mientras:
GLORIA: ¿Quieres que te preste un bikini?
JULIA: Me quedaría un poco grande.
GLORIA: ¿Qué talla eres arriba?
JULIA: Treinta y dos.
GLORIA: Te quedarían bailando mis sostenes. ¿Bonitas tus tetas?
JULIA: No.
JULIA le entrega su vaso a GLORIA.
GLORIA: ¡Por nuestros seis meses de convivencia!
JULIA: ¡Salud!
Ambas toman un sorbo.
JULIA: Está buenísima.
GLORIA: Le puse pisco.
JULIA: Ya sé.
GLORIA se echa a tomar sol. JULIA lee un libro.
GLORIA: Estaría mejor si fuera pisco sour, pero la licuadora murió. Después de
haber preparado tantos, mínimo tendremos que hacerle un entierro
digno en el jardín. (Observa a JULIA leyendo su libro) ¿Qué esperas
para echarte a tomar sol?
JULIA: Así estoy bien.
GLORIA: Hazme feliz. Nunca sales de ese cuarto.
JULIA: La acompaño al mercado.
GLORIA: Gran salida y ni mencionar tus misteriosas escapadas el primer
domingo de cada mes. Pero ya ves, ahora ni hago preguntas.
JULIA: Porque sabe que no se las voy a responder.
GLORIA: Pensaba: domingo es el día de visitas en la cárcel. Y gracias al boca
floja del primer taxista, lo más lógico es que vayas allí.
JULIA: Está loca.
GLORIA: ¡Eso también pensé: que ibas a un manicomio a ver a tu madre, que
en realidad no está en Italia sino que zafó un tornillo!
JULIA: Está en Italia.
GLORIA: O a tu papá, a un hospital, que está enfermo.
JULIA: Mi papá no está enfermo. Se volvió a casar, vive con su nueva
familia.
GLORIA: ¿Por qué no te fuiste con él?
JULIA: No tenía lugar para mí.
GLORIA: Si eres un tallarín.
JULIA: ¿Tengo que reírme?
GLORIA: ¿Y por qué nunca te llaman?
JULIA: No sé, Gloria. De repente les recuerdo su fracaso.
GLORIA: ¡Qué fracaso, ni ocho cuartos! Pero tú también tienes que poner de tu
parte, podrías comunicarte, ¿Escribes, llamas?
JULIA: Sí.
GLORIA: Si les hablas tanto como me hablas a mí, sinceramente, cholita…
¿Hace cuánto que no los ves?
JULIA: ¿Por qué es así?
GLORIA: ¿Cuánto? ¿Cuánto? ¿Cuánto?
JULIA: Mi papá, de repente dos. Me visitó después de mi graduación. Dijo
que íbamos a celebrar la siguiente semana, que llamaría. Obvio que
no llamó. Fue hace tres años. Mi mamá se fue cuando tenía quince y
ya tengo veinticuatro. Nueve, son nueve años sin verla. ¿Contenta de
recordarme todo esto?
GLORIA: Si se trata de poner cara de víctima, comencemos conmigo que ni
conocí a mi padre. Tengo cincuenta y tres años sin verlo.
JULIA: De golpe se bajó una década.
GLORIA: Calla insolente. Y si seguimos con la lista de víctimas, mi Rogelio
tampoco conoció a su donante. Y no es para sentirse mal, cholita, este
es un país de bastardos. Los ricos jamás reconocen a sus hijos pobres.
Y los pobres, ya ves, viven copiándose. Estadísticamente tres
huevones reconocen a sus hijos. Tú eres una privilegiada.
JULIA: ¡Yeee!
GLORIA: Realmente estás pálida. ¿Por qué no te sacas el polo?
JULIA: No, gracias.
GLORIA: Recargas energía, cholita. En el ombligo está la chakra amarilla, que
es el centro de fuerza.
JULIA: Su Fede tiene que dejar de mandarle los periódicos.
GLORIA: ¿Se te hace gay?
JULIA: No.
GLORIA: Nunca se me ha insinuado.
JULIA: De repente, usted le parece un poco mayor.
GLORIA: Seré mayor, pero soy un mujerón. ¿Me escuchaste, mocosa?
JULIA: Ya, no se moleste.
GLORIA: Y tengo actitud jovial y eso es todo en la vida. No como tú, que andas
tapada hasta el cuello. Solo falta que te acompleje tu cuerpo. En la
vida hay que liberarse, Julia. Mira mis rollitos, no tengo problema en
mostrarlos.
JULIA: Claro, si se ganaba la vida mostrando las tetas, el culo. Pero no todas
somos como usted, Gloria.
GLORIA: ¡Qué feo! ¡De verdad! Eso sonó discriminatorio y despectivo.
JULIA se levanta a observar las plantas.
JULIA: Tómelo como quiera. (En referencia a las plantas) Tienen brotes,
pequeñitos.
GLORIA: Buen trabajo. Yo nunca tuve manos para las plantas. Mucha agua,
muy poca, si viven es obra y gracia del espíritu santo.
JULIA: Sólo hay que observarlas. Ellas le dicen lo que necesitan.
GLORIA: No es lo mío. Siempre he sido… excedida, pero me alegro de que te
encontraran. ¡Qué rico sol, Dios mío! ¡Qué rico! Cierra los ojos,
Julita, siente esta maravilla. El olor de este jardín, el viento… ¡Esta
es la vida!
GLORIA cierra los ojos. JULIA se anima a cerrar los ojos, empieza a respirar y a
relajarse.
GLORIA saca de la canasta una pequeña cajita y, de esta, un cigarrillo de marihuana.
Fuma. JULIA siente el olor.
JULIA: ¿De dónde sacó eso?
GLORIA: Un admirador del mercado. Con lo rígida que eres, podría hacerte
bien.
JULIA: Me da paranoia.
GLORIA: Mucho demonio luchando por salir.
JULIA: Y prefiero mantenerlos encerrados.
GLORIA: Entonces, de repente acierto con mi historia de la cárcel. Había
pensado que ibas a ver a tu novio.
JULIA: No tengo novio.
GLORIA: Que está metido allí por tu culpa.
JULIA: No hable tonterías. Y deje de fumar esa cosa.
GLORIA: Tráfico de drogas, de repente. Los dos se fueron de burriers y a ti te
atraparon…
JULIA: Ni siquiera tengo cara de burrier.
GLORIA: No hay una cara de burrier, cualquiera puede ser burrier. La cuestión
es que te atraparon y, para conseguir tu libertad, le tiraste dedo. Lo
traicionaste al flaco y te come la culpa.
JULIA: Claro.
GLORIA: Y ahora tú vives en esta cárcel y él en la suya.
JULIA: No.
GLORIA: Y solo el primer domingo de cada mes se encuentran para tirar como
bestias.
JULIA: ¡Cállese!
GLORIA: Cinco, seis polvos al hilo por la culpa.
JULIA: ¡Gloria!
GLORIA: El sexo con culpa puede ser realmente bueno. Un sexo intenso,
desesperado…
JULIA: ¡No!
GLORIA: Brutal, feroz, carnívoro…
JULIA: Basta.
GLORIA: Nada está prohibido. Porque en el amor todo vale. En el amor---
JULIA: No es amor. No tiene nada que ver con el amor. Ese hombre me
violó. Voy a ver al hombre que me violó.
GLORIA: Julita.
En ese momento, aparece trotando el vecino.
FEDERICO: Buen día, guapas.
JULIA: ¿Una limonada?
FEDERICO: Bueno, sí.
FEDERICO se sienta en la sombrilla. JULIA le sirve la limonada.
FEDERICO: ¿Qué novedades se trae la farándula?
GLORIA: No hay novedades.
JULIA: Sí hay.
JULIA le pasa a GLORIA el periódico para que lea los titulares.
GLORIA: (Lee y comenta los titulares) Chocó un actor borracho, una figurante
de Loco amor enseñó a la prensa al bebé peludo que acaba de parir.
No hay más, amor mío, pero mañana te tengo novedades. Ahora
sigue con tu deporte.
JULIA: No le ha dicho que celebramos mis seis meses aquí.
FEDERICO: ¡Tanto ya! ¡Qué bien! ¡Salud entonces!
JULIA y GLORIA: Salud.
FEDERICO: ¿Tiene pisco?
JULIA: Poco, casi nada.
FEDERICO: Me dijo Gloria que eres escritora.
JULIA: Correctora.
GLORIA: Como imaginarás, amor, el trabajo más aburrido sobre la tierra. Así
que aprieta el paso si no quieres ganarte con una charla de ortografía.
FEDERICO: No me molesta.
JULIA: Y sobra almuerzo, puedes quedarte.
FEDERICO: Me encantaría, pero… justo quedé con una amiga. Con Paola.
Siempre sale a correr temprano.
JULIA: La de la licra fucsia…
FEDERICO: No me he fijado…
JULIA: No, claro.
FEDERICO: Salimos un par de veces, parece una buena persona. ¿Qué piensa,
Gloria?
GLORIA: Que vayas y le eches un polvo, corazón. Y andando, que no es bueno
llegar tarde a la cita.
FEDERICO: Gracias por la limonada.
FEDERICO se va. JULIA y GLORIA le hacen adiós. Ya a solas:
JULIA: Perdón, no sabía que estaba saliendo con la vecina.
GLORIA: ¡Qué me importa el Fede, Julia! ¡Me acabas de lanzar una bomba!
JULIA: Allí está, ni siquiera tiene buen cuerpo.
GLORIA: Julia, tenemos que hablar.
JULIA: Siliconas, bótox, hasta la nariz operada. Es toda falsa.
GLORIA: ¿Has hablado con tu mamá?
JULIA: Falsa de pies a cabeza. Usted es mucho mejor.
GLORIA: ¿Le has contado a alguien lo que pasó?
JULIA: Se van tan deportistas, tan felices, tan adecuados para este parque.
GLORIA: Vamos a llamar a tu mamá y le vas a contar todo.
JULIA: Tienen estos departamentos y estas vidas que parecen perfectas.
GLORIA: No vas a volver a esa cárcel. No puedes volver.
JULIA: ¿Es posible una vida perfecta o mienten? Eso pensaba cuando llegué
acá y me he pasado horas, días, observándolos. Y claro, tienen sus
grietas.
GLORIA: No me interesa, quiero saber por qué vas a ver a ese hombre a la
cárcel.
JULIA: Están las familias que nunca se sientan juntas a cenar. Adictos a la
televisión, al celular, a las compras. Ese ve demasiada pornografía.
Infiel. Maltrata al perro. Ella se aburre con sus hijos. Esa otra trae a
un hombre nuevo cada fin de semana, creo que se siente sola. Llora.
Definitivamente, tienen sus grietas, pero eso no me conmueve. Ni un
poquito. Los veo y no puedo evitarlo, siento un profundo odio.
GLORIA: ¿Por qué?
JULIA: Porque que ellos tienen algo que yo ya no podré tener.
GLORIA: ¿Una pareja, una familia? Claro que puedes, eres joven, inteligente y
si te arreglaras más…
JULIA: No, Gloria, estoy hablando de algo que se queda impregnado en la
mirada, en el cuerpo. Ellos tienen sus grietas, sí, pero yo estoy… rota.
Rota como usted. Nos han roto en pedacitos. Por eso dijo que nos
parecíamos…
GLORIA: No, no fue eso. Era otra cosa. Era… no tengo claro qué era, pero---
JULIA: Era eso.
GLORIA: Puede que estemos rotas como dices, pero la magia está en volverse a
armar.
JULIA: ¿Y si faltan piezas, si se perdieron, si están tan trituradas que ya no
sirven?
GLORIA: Se pega lo que hay y para adelante con los huecos y todo.
JULIA: Suena tan prometedor.
GLORIA: No pues, hija, hay que tener fe en la vida.
JULIA: ¿Cómo? si lo único que siento es un miedo constante y agotador. A la
noche, a lo largos que pueden ser los días, a que cualquier hombre se
acerque y a no volver a estar con un hombre. Miedo a salir a la calle
y terror de morir encerrada en ese cuarto. ¿Cómo de un momento a
otro este miedo se comió todo lo demás?
GLORIA: De repente tu cuerpo está en alerta. Alerta para protegerte del peligro.
¡Es eso! Pero escúchame, poco a poco te vas a ir relajando…
JULIA: ¿Lo afirma? ¿Cómo sabe que eso va a pasar?
GLORIA: Por experiencia.
Se sirven limonadas, se sientan, beben en silencio.
JULIA: ¿Por qué? Eso quisiera saber.
GLORIA: La vida es caos. No tiene lógica.
JULIA: Esta falta de lógica, este caos es insoportable. Yo nunca hice trampas,
Gloria. Solo estudiar, trabajar, “ser seria con los chicos, amable con
el prójimo y a amar a Dios por sobre todas las cosas”. Así nos
enseñaban en el colegio parroquial de mierda, a cantar “el Señor es
mi pastor y nada me falta”. Y ahora quisiera preguntarles a esos
pingüinos de mierda, ¿dónde está la recompensa? ¿Era sentir este
miedo?
GLORIA: ¿No dicen que después de la noche sale el sol? Yo creo que es
verdad, Julita. Y siento que si no cierras ese corazón, volverás a
deslumbrarte con la vida. Lo acabas de ver, las plantas vuelven a
crecer, el tiempo cura todo.
JULIA: ¿La curó a usted? Yo no la veo curada, yo la veo rota, como vidrio
partido. De eso cualquiera se da cuenta.
GLORIA: De repente, pero desde que llegaste, yo me siento menos vidrio
partido y más agradecida. Pienso: por algo habrás llegado a esta casa,
conmigo. Porque la vida te habrá dejado muerta de miedo, pero no te
dejo sola, Julia. Yo estoy aquí.
Oscuridad.
ESCENA 9
TERAPIA ALTERNATIVA

JULIA y GLORIA ven en el viejo televisor una comedia romántica “The rebound”,
dirigida por Bart Freundlich y protagonizada por Catherine Zeta-Jones y Justin Bartha.
JULIA: Lo va a terminar al chibolo.
GLORIA: Porque es una bestia. El chico está guapísimo, la ama y ama a sus
engendros.
JULIA: Pero ella es quince años mayor, una periodista exitosa y él es la
niñera. Obvio que esa relación no va a funcionar.
GLORIA: Huevadas, teorías idiotas de gente con miedo a ser feliz.
Ambas escuchan en silencio un diálogo conmovedor de la película. De pronto, el televisor
se apaga.
JULIA: ¿Qué pasó?
Intentan arreglar el televisor.
GLORIA: Mueve el enchufe. Nada. Parece que murió.
JULIA: ¿De la nada?
GLORIA: Más seguro de vejez. Al menos tuvo una larga vida, llena de
comedias románticas.
JULIA: ¿Y cómo vamos a ver el final?
GLORIA: Yo ya la vi. Tú podrías verla en tu computadora.
JULIA: No funciona la cosa de los discos.
GLORIA: Todo envejece en esta casa.
JULIA: ¿En qué termina?
GLORIA: Así que te interesaba la historia.
JULIA: Después de soportar sesenta minutos, quiero saber si el final tiene
alguna lógica.
GLORIA: Interesada en la lógica. Bueno pues, resulta que el pobre churro,
destruido por la ruptura, se va a recorrer el mundo: que Tailandia, las
pirámides de Egipto, la India…
JULIA: ¿Y Catherine Zeta Jones?
GLORIA: Sigue adicta al trabajo para olvidar lo infeliz que es. Me recuerda a
alguien. En fin, la ascienden, le dan su propio programa de noticias,
pero ya ves, sigue sola como un champiñón año tras año tras año. Y
un buen día ¡zas! ¡Se lo encuentra en un restaurante!
JULIA: La fregaron con ese encuentro gratuito.
GLORIA: La vida está llena de esos encuentros.
JULIA: Para qué discutirle.
GLORIA: Ella se ve que no lo ha olvidado, está bien nerviosa. Y la cara que
pone cuando llega corriendo un niño, cinco añitos a lo más, lo abraza
al churro y le dice: “papá”.
JULIA: ¿Tuvo un hijo con otra? ¿Pero qué clase de comedia romántica es
esa?
GLORIA: Adoptó al niño en su viaje a la India. ¿No te la esperabas, verdad?
Viajó por todo el mundo, probó la independencia, pero lo que
siempre quiso fue una familia. Y la Zeta Jones al verlo con el niño
recién cae en cuenta de que la cagó.
JULIA: La cagó.
GLORIA: Lo invita a cenar a su mesa. Los hijos de ella felices de verlo. Y de
pronto…
JULIA: Él le dice que todavía la quiere.
GLORIA: No, hija, si ella la cagó, ella la arregla. Le agarra la mano al churro
debajo de la mesa.
JULIA: ¿Y él?
GLORIA: Se la sostiene. Fin y corren los créditos. Llora nomás.
JULIA: No quiero llorar.
GLORIA: Tuvimos suerte con mi casero del mercado.
JULIA: No sé quién es más huachafo, si usted o su casero.
GLORIA: Dirás que no te gustan, pero te las ves todas.
JULIA: Para que no se sienta frustrada con su terapia alternativa: curar el
trauma con sobredosis de comedias románticas.
GLORIA: No se trata de curar el trauma, se trata de volver a desear el amor.
JULIA: ¿Qué amor? El amor de esas películas es lo más irreal del mundo.
GLORIA: ¿Y cómo es el amor, por favor? Que hable la experta.
JULIA: A mí nunca me han querido así: a pesar de todo, contra todo,
apoteósicamente.
GLORIA: ¿Y tú, has querido así?
JULIA: Eso hacen estas películas: dejarnos a todos como mediocres del amor.
GLORIA: Yo no me siento mediocre.
JULIA: Usted es kamikaze, que es diferente. ¿Su innombrable la quiso así?
GLORIA: No pero---
JULIA: Pero seguro conoció a un hombre como Richard Gere, que la quiso
rescatar del puterío.
GLORIA: Hay casos.
JULIA: Pero no le pasó a usted. Tampoco a mí.
GLORIA: No hemos llegado al final de nuestras películas. ¿O sí?
JULIA: Su ilusión es deprimente.
GLORIA: Deprimente es que cierres las puertas al amor tan joven.
JULIA: ¿Saca los diálogos de esas comedias o de las telenovelas? “Que
cierres las puertas al amor tan joven”.
GLORIA: Cuidadito con imitarme, cholita, que te reviento y te dejo vegetal
como el televisor. Morirse justo ahora que mi casero me consiguió
Medianoche en París. Dice que me identificaría bastante porque salen
las precursoras del vedetismo, las cabareteras del Moulin Rouge.
JULIA: En el mercado hay un técnico.
GLORIA: No deben ni existir repuestos para este vejestorio. Pero tú podrías
comprar uno nuevo…
JULIA: Claro, aquí tengo el vuelto del menú.
GLORIA: Eres una universitaria y tienes cara de haber sido de las chanconas.
Podrías salir a buscar un mejor trabajo.
JULIA: Así estoy bien.
GLORIA: El otro día Fede me comentó que tiene un amigo español que está acá
de gerente de una editorial, que hace textos escolares.
JULIA: ¿Me está buscando trabajo?
GLORIA: No tengo tanta influencia, pero el Fede puede conseguirte una
entrevista.
JULIA: ¡No!
GLORIA: Dicen que la editorial es grande, un ambiente bonito, con gente
joven.
JULIA: No me interesa.
GLORIA: Entonces será nuestra última comedia romántica y adiós Medianoche
en París.
JULIA: ¿Por qué no vende su cadenita famosa? Le alcanza para viajar a París
y ver allí mismo Medianoche en París.
GLORIA: Yo conozco París, cholita. Y conozco Italia, donde vive tu mamacita.
Si ganaras mejor, podrías ir a visitarla.
JULIA: No me interesa.
GLORIA: Eres una necia.
JULIA: Le haré de espejo.
GLORIA: Apura que tenemos que ir al mercado…
JULIA: Paso.
GLORIA: No pienso cargar todo sola. Yo ya estoy vieja, cualquier día de estos
me da un patatús y espero que por lo menos puedas salir a la calle a
pedir ayuda.
JULIA: No dice que mala hierba nunca muere.
GLORIA: Con todo respeto, cholita, ándate a la mierda. Eso sí, después de
ayudarme con el mercado. Y ponte algo decente que viene Fede a
almorzar.
JULIA: ¿Por qué?
GLORIA: Porque se muere por mí y por fin tomó el valor para probar mi
comida.
JULIA: Pise tierra. Él sale con la vecina tetona.
GLORIA: No, hija, eso no funcionó. Como lo predije. Y, bueno, si se presenta
la oportunidad y él me busca, ¿yo por qué lo voy a rechazar?
JULIA: Lo debe de haber vuelto loco para que venga.
GLORIA: ¡Este es el cuarto de los paranoides! Tú y el antiguo inquilino, viendo
conspiraciones en todas partes.
JULIA: Entonces no va a tocar el tema del trabajo.
GLORIA: Bueno, no le he pedido su menú de conversación, la verdad. Pero ya
tú le das tu explicación: que no puedes salir del cuarto, qué máximo
al patio. Y eso que la editorial es aquí, en Miraflores. La línea “s” te
deja a tres cuadras de la casa.
JULIA: Tres cuadras bastan.
GLORIA: Tú sí que eres exagerada.
JULIA: Así me paso. Ni eran las 7 de la noche. Una cuadra, caminar una
cuadra, cruzar el parque y en la siguiente esquina doblar a mi casa.
Pero pasa un carro, baja la velocidad. ¿Ha escuchado eso de que el
peligro se huele? Esa noche lo olí, supe en un instante que me había
tocado a mí. Y no voy a dejar que vuelva a pasar.
GLORIA: ¿Entonces de aquí al mercado, por el resto de tu vida? ¡Julia,
contesta! ¿Cómo te puedo ayudar si no hablas? Tenemos que
conseguir un doctor. Ya son ocho meses desde que llegaste y sigues
totalmente paralizada por el miedo. Al menos dale batalla como
hiciste ese día, porque la luchaste, ¿verdad? Sino no estarías aquí.
Mírame, ¿luchaste?
JULIA: ¡No! ¡No luché, no luché!
GLORIA: No te creo. Serás flaquita, pero tus colmillos son filudos.
Oscuridad.
ESCENA 10
FAMILIA

GLORIA y JULIA esperan en la terraza.


JULIA: No va a venir.
GLORIA: Tampoco es que se ha retrasado tanto.
JULIA: Más de dos horas. Almorzar dos sábados seguidos lo sobrepasó o le
salió un plan mejor con la tetona.
GLORIA: ¿Te callas? De repente tú lo pones nervioso, te pones toda autista, no
creas ambiente. Todo el esfuerzo del entretenimiento me lo dejas a
mí.
JULIA: Voy a preparar tallarines. ¿Quiere?
GLORIA: No tengo hambre.
JULIA: ¿Qué sonó? Creo que los aliens que viven en su estómago necesitan
alimento.
GLORIA: Ya te he dicho que no tengo hambre.
JULIA: Como quiera.
GLORIA: Ahí está. ¡Fede! ¡Fede!
FEDE llega apurado, con un par de pizzas.
FEDERICO: ¡Qué bueno que siguen aquí! Mil perdones. Me demoraron en la
municipalidad.
GLORIA: Lo demoraron…
JULIA: ¿Sábado?
FEDERICO: Y caigo en cuenta de que no tengo sus móviles.
JULIA: Se dice celulares.
FEDERICO: Perdón. No tenía cómo avisarles. Traje pizza, espero que esté bien.
GLORIA: Nos encanta, sobre todo que estés aquí sano y salvo. Ya te imaginaba
en un accidente, en algo terrible. Ya sabes que yo era protagónica de
telenovelas y el drama lo tengo impregnado como una segunda piel.
FEDERICO: Glorita, ¿vegetariana o carnívora?
GLORIA: Carnívora.
FEDERICO: ¿Y tú, Julia?
JULIA: No tengo hambre.
GLORIA le hace gestos a JULIA para que acepte comer.
JULIA: ¿Qué? No tengo.
GLORIA: Es que las dos estamos a dieta, pero yo fin de semana me doy mis
gustitos.
FEDERICO: Antes de que me olvide, apunto ya mismo sus móvi… sus celulares.
Glorita.
GLORIA: El de la casa se volvió a malograr. Y el celular…
JULIA: (Para ponerla al descubierto) ¿Qué pasó con su celular?
GLORIA: (Miente) Me lo acaban de robar, horrible, me arrancharon la cartera.
Qué ciudad más violenta. Ni quise contarles para no preocuparlos.
Pero apenas me compre el nuevo, serás el primero que tendrá mi
número.
FEDERICO: ¿Qué te parece si te traigo uno de la oficina? Me sobra un equipo y a
ti no te costaría nada.
GLORIA: ¿En serio?
FEDERICO: Mañana te lo dejo.
GLORIA: Gracias, corazón.
GLORIA le echa miradas de emoción a JULIA, que blanquea los ojos.
FEDERICO: ¿Y el tuyo, guapa?
JULIA: No me sé el número.
GLORIA: Anda en su mundo.
FEDERICO: Y se le respeta. Fui a la municipalidad para hablar de la carta que
están enviando los vecinos… ¿Sabes de esta carta, Gloria?
JULIA: ¿Qué carta?
FEDERICO: Los vecinos están juntando firmas---
GLORIA: Quieren sacarme de su parque.
FEDERICO: Parece que un vecino conoce a alguien en la municipalidad y
descubrió que tiene una deuda de arbitrios.
GLORIA: ¿Y qué? Con eso no me pueden quitar la casa, ¿o sí?
FEDERICO: No es tan simple, Gloria, son quince años de deudas y con las
moras…
JULIA: ¿Cuánto debe?
FEDERICO muestra un documento. Las mujeres ven la cifra preocupadas.
JULIA: (A GLORIA) ¿Por qué no me dijo? (A FEDE) ¿La pueden embargar?
FEDERICO: Podría vender la casa. Como está el mercado, le darían una fortuna.
¿Estos son 700, 800 metros cuadrados? ¡En Miraflores y frente a un
parque! Estamos hablando de 2 millones de dólares.
GLORIA: No voy a vender.
FEDERICO: Podría comprarse el departamento más caro en este mismo parque.
GLORIA: Estas son cajas de fósforos. Dios sabe si resistan un terremoto. Esta
casa ha sobrevivido cuatro.
FEDERICO: Con ese dinero puede vivir sin preocupaciones, muchos años.
GLORIA: No puedo, Fede. No puedo. Toda mi vida está aquí. Y si me quieren
sacar, me sacarán muerta.
JULIA: De repente podemos fraccionar la deuda.
FEDERICO: Sí, claro, yo puedo acompañarlas a hacer la gestión.
GLORIA: Muchas gracias, amor.
JULIA: Sí, gracias.
GLORIA: Y que no se hablé más de dinero en la mesa que es muy
desagradable.
Comen en silencio, preocupados.
JULIA: Gloria me dijo que tienes un amigo en una editorial. ¿Crees que
necesite correctoras?
Oscuridad.
ESCENA 11
EL AMANTE

GLORIA sale al patio con un palo de escoba que lleva pegado un cartel del que se lee:
“No se vende esta propiedad. No incista”. Coloca su cartel en una maceta y se sienta en la
poltrona a leer el periódico. Al poco rato, aparece JULIA, algo más arreglada que de
costumbre.
GLORIA: ¿Café?
JULIA: Sí. ¿No me va a decir cómo me veo?
GLORIA: Muy profesional. ¿A qué hora pasa Fede para recogerte?
JULIA: Ya, ya es la hora. Gloria, me da nervios subirme al carro de Fede.
GLORIA: Cholita, ¿quién me regaló este celular? El pobre muere por mí, babea.
Y no va a hacer nada que le reste puntos conmigo.
JULIA: Si la timbro, usted me viene a buscar de donde esté.
GLORIA: Lo juro.
JULIA: ¡El cartel! “Insista” es con “ese”. Deme la pintura para cambiarlo.
GLORIA: No quiero que te ensucies. Ya lo cambio cuando te vayas.
JULIA: Júrelo.
GLORIA: Palabra de vedette.
FEDERICO se acerca.
FEDERICO: Buen día, guapas. ¿Qué novedades se trae la farándula?
GLORIA toma el periódico y lee los titulares.
GLORIA: Celulitis de Anabella Castaña es un horror, ¿alguien quiere ver?
FEDERICO y JULIA: Paso.
GLORIA: Pandoras resucitan después de veinticinco años. Ex vedette Dalmacia
Chacón muere junto a gerente…
Algo de la noticia impacta a GLORIA. Intenta disimular, cierra el periódico y trata de
encender un cigarro. No funciona el mechero.
JULIA: ¿Su gerente?
GLORIA: No, claro que no. Mi gerente, ¿qué gerente?
GLORIA se desespera intentando encender el cigarro. Al no poder, saca su botella de ron
y bebe sin reparos delante de FEDE.
JULIA: Su innombrable. Es su innombrable.
GLORIA: No.
JULIA: (A FEDE) No puedo ir a la entrevista.
GLORIA: Tienes que ir.
JULIA: (A FEDE) ¿Podrás pedir disculpas a tu amigo?
FEDERICO: Claro, no hay problema.
GLORIA: Sobre mi cadáver. Te juro que estoy bien, cholita.
FEDERICO: ¿Era amigo suyo el gerente?
GLORIA: Fui su amante y Julita, acá, está preocupada porque piensa que voy a
estar afectada. Pero no es así. Estoy bien. Lo nuestro terminó hace
muchos años.
JULIA: No tiene que hacerse la dura, la voy acompañar al velorio.
FEDERICO: Yo las llevo.
GLORIA: ¿Para qué? Las amantes nunca son bien vistas en los velorios. Ese es
el lugar de la esposa.
JULIA: Usted tiene derecho a despedirse.
GLORIA: No, yo no tengo ni tuve derecho a nada. Solo a sentir vergüenza. Eso
me enseñó él: a sentir vergüenza de lo que era. En cambio contigo…
¡Demuéstrales a esos de la editorial lo bien que corriges, carajo! Vas
a conseguir ese trabajo y quiero ver pronto un televisor nuevo en
casa. ¿Estamos?
JULIA: Sí.
FEDERICO: ¿Segura que estarás bien, Glorita?
GLORIA: ¿No me ves? Regia como siempre. Cuídala, Fede.
FEDERICO: Claro que sí. Nos vemos más tarde.
GLORIA le muestra a JULIA su celular.
GLORIA: Lo tengo junto a mí. Anda tranquila, cholita.
JULIA abraza a GLORIA. Esta la separa suavemente y le muestra una gran sonrisa.
JULIA parte con FEDE. A medio camino, regresa su mirada hacia GLORIA. La mujer,
firme y sonriente, le agita la mano despidiéndose. Ya a solas, se quiebra.
Oscuridad.
ESCENA 12
SEÑORA

Noche. En la terraza, FEDE y JULIA observan la poltrona vacía.


FEDERICO: Mañana podemos buscarla en los hospitales.
JULIA: Gracias. Voy a adentro.
FEDERICO: Cualquier cosa me llamas.
JULIA: Buenas noches.
JULIA entra a la casa. Al rato ingresa a su cuarto. Está preocupada, triste. Observa los
objetos de GLORIA.
Esta aparece en el parque y sostiene una cajita en su pecho. Camina a su terraza cantando
la canción “Señora” de Rocío Jurado.
JULIA la escucha. Se asoma a la ventana y la observa entre las persianas.
GLORIA se derrumba sobre la poltrona. Se duerme. JULIA sale con una frazada y la
cubre.
Oscuridad
ESCENA 13
MI CASA

GLORIA duerme en la poltrona, abrazada a su cajita. Sale JULIA con un café. Trata de
levantarla.
JULIA: Hola. ¿Quiere café?
GLORIA: No.
JULIA: ¿Por qué no se viene a ver una película al televisor nuevo?
GLORIA: No.
JULIA: Está haciendo frío, Gloria.
GLORIA: Qué raro porque yo siento fuego adentro. Será la rabia, Julita. Diez
años habrá sido la última vez que lo vi. Le dije todo lo que pensaba.
No me callé nada. Cerré el capítulo, pensé. Pero aquí me ves… ¿qué
me queda de él? ¿Su ropa, su colonia, miles de fotos juntos, cartas de
amor? No. (Abre la caja y le muestra su contenido) Solo dejó esta
estúpida corbata. ¿Por qué me duele la muerte de ese infeliz?
JULIA: Fue su gran amor.
GLORIA: Nunca fue amor. Solo mentiras, a su esposa, a mí y a otras. Se murió
junto a otra y yo no lo soporto. No puedo pensar en otra cosa.
Durante años “¿será feliz?”, eso me preguntaba. ¿Piensa en mí al
levantarse? ¿Extraña nuestros besos, mi olor, las risas en la cama? De
repente era un hombre que solo se quería a sí mismo. De repente
murió sin ser consciente del daño que me hizo. Tienes razón, Julia,
vivir en este caos es insoportable.
GLORIA busca su botella de ron en la canasta y los rincones del patio.
GLORIA: Humillación tras humillación, ese mierda se robó mi luz. Me
convirtió en este animal herido, oscuro, rabioso. ¡Y ahora se muere
sin pedir perdón! El miserable se muere y a mí me quema esta pena.
¿Dónde carajo está el ron?
JULIA: Lo boté.
GLORIA: ¿Por qué hiciste eso?
JULIA: Porque ya no quiero verla así. Me asusta. No quiero que nada malo le
pase. ¿Qué me hago yo sin usted?
GLORIA: ¿Qué haces? Pues eres feliz. Sí. Y este no es un buen lugar para ti.
Tienes que irte.
JULIA: No.
GLORIA: Mírame, Julia. Mírame bien. Soy igual que él. Un lobo. Destruí a mi
hijo, destruí todo lo que me rodeaba. ¡Ni la casa queda en pie! Y
ahora tú estás aquí. ¿Qué te puedo ofrecer yo? Una borracha, una
puta, no soy más que una mujer a medias, una amante…
JULIA: No diga eso.
GLORIA: Es la verdad. Y también es verdad que estoy envejeciendo. Y tú eres
joven. Estás llena de posibilidades y yo… No quiero que te quedes
aquí a ver cómo me apago, no quiero que termines ayudándome a dar
pasitos, a cagar y cambiarme los pañales. Si te quedas, eso va a pasar.
JULIA: Si llega el momento, lo haré con gusto.
GLORIA: Te quiero demasiado para permitirlo. Así que te vas.
JULIA: No puede botarme.
GLORIA se violenta, empuja a JULIA.
GLORIA: Vete, Julia. ¡Vete, mierda!
JULIA: ¡No! ¡Esta es mi casa!
GLORIA: Es solo mía y de mi hijo. Tú no tienes nada que hacer acá. Se acabó,
te quiero fuera de mi vida. ¡Vete! ¡Vete!
JULIA entra a la casa. Ingresa al cuarto. Saca un maletín y comienza a guardar su ropa.
En la terraza, GLORIA discute con alguien en el parque.
GLORIA: ¿Qué, qué miras? ¿Te parezco una loca? Pero diez veces más mujer
que tú. Pregúntale a tu hombre cómo se derretía viéndome bailar.
Claro, huye. ¿Crees que si caminas rápido no me vas a escuchar?
Pues te lo gritaré: “ese hombre es un gran necio, un estúpido,
engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y
presumido, falso enano rencoroso que no tiene corazón”.
GLORIA se derrumba. JULIA la observa desde su habitación. Sale hacia la terraza.
JULIA: Dice que es un lobo. Pero no creo que tenga claro el tipo de lobo,
Gloria. Sí, son muy conocidos los mitos donde aparecen como
criaturas violentas y voraces. Los hombres lobos, acusados de raptar
mujeres vírgenes.
GLORIA: Raptarlas y devorarlas.
JULIA: Pero también hay mitos de lobos que fundan clanes, dinastías,
ciudades.
GLORIA: No me marees con tus conocimientos.
JULIA: Esas historias eligen lobos porque tienen la fuerza para conducir a las
manadas.
GLORIA: Está claro que yo no soy ese tipo de lobo.
JULIA: Astutos, leales y compasivos. Y si hablamos de las lobas… hay
casos, Gloria, casos reales de lobas que encuentran niños perdidos.
Podrían comérselos y no… les dan de beber su propia leche. Lobas
que amamantan huérfanos y los protegen como si fueran suyos.
GLORIA: Los crían como salvajes. Les limitan la vida.
JULIA: Usted es mi familia.
GLORIA: Tu mamá está en Italia, corazón. Allá tienes que ir. (Se quita la
cadena con el diamante y se la entrega a JULIA) Toma, quiero que
lo vendas. Te darán buen dinero. Viaja a ver a tu mamacita. Quiero
que conozcas Europa y que conozcas el mundo.
JULIA: ¿Va a renunciar a mí?
GLORIA: Ahora duele, pero después me lo vas a agradecer, cholita.
JULIA: “Para reservarte”, le dijo, “hasta que sea libre”. Y usted lo esperó
todos estos años. Por eso no se la quitaba, porque en el fondo
esperaba que volviera. Pero ahora, Gloria, ya está libre. Ya no es una
amante. Ahora es una señora.
GLORIA: No hables tonterías.
JULIA: Una señora y mi familia. Porque no tendremos la misma sangre, pero
usted es de mi manada y las manadas permanecen unidas y se
protegen. Solo así sobreviven. Yo la necesito para sobrevivir. Y claro
que vamos a vender ese diamante. Mañana mismo.
JULIA se pone de pie y comienza a recoger la ropa y los objetos tirados por el jardín.
JULIA: Con lo que nos den tenemos que comprar pintura. La casa necesita
urgente una buena lavada de cara. ¡Y un jardinero! Hacer arreglos en
la cocina y los pisos…
GLORIA: No hagas esto.
JULIA: Ah y un par de buenas estufas para el invierno porque el pasado fue
insoportable.
GLORIA: Julita…
JULIA: Está bien, no crea que no pienso en usted. También compraremos una
de esas ridículas piscinas hechas en China. Ya la veo en la noche,
robando la manguera del parque para llenarla. ¡Qué ánimo de joder,
Gloria! ¡Sabe que se va a ganar un problema con los serenos, pero a
ver quién la detiene!
GLORIA: Nadie.
JULIA: Que se jodan los serenos.
GLORIA: Que se jodan. Esta es nuestra propiedad.
JULIA: Nuestra.
Ambas mujeres se quedan mirando un rato.
JULIA: ¿Va a ayudarme a limpiar o espera que haga todo sola?
GLORIA: Voy a ayudar.
JULIA y GLORIA recogen todo el desorden.
JULIA: ¡Mierda! ¡Allá viene su Fede! ¡Arréglese!
GLORIA: Carajo, ¿estoy apestando?
JULIA: No, y todas esas lágrimas la han adelgazado.
GLORIA: Para algo tenía que servir ese innombrable.
Llega FEDERICO.
FEDERICO: Buen día, guapas.
GLORIA: Buen día, bombón.
FEDERICO: ¿Cómo te sientes, Glorita?
GLORIA: Mejor que nunca.
JULIA: ¿Por qué no se sientan? Les voy a traer café y galletas.
GLORIA: ¡Espera! Fede, ya sabes que he estado un poco malita por la influenza
de mierda, y no he tenido tiempo de agradecerte por traerme a Julita
del trabajo, todos los días, sana y salva.
FEDERICO: Es un placer. Calladita como es su sobrina---
GLORIA: Prima.
FEDERICO: Despierta mucha curiosidad. Siempre me pregunto en qué piensan
esos ojos.
GLORIA se da cuenta del interés de FEDERICO por JULIA.
JULIA: ¿Con ese discursito impresionas a las chicas? Voy a traerle su café,
Gloria.
GLORIA: No, quédate con nosotros. Cuéntanos de tu trabajo.
JULIA: No hay nada que contar. Va bien.
GLORIA: ¿Pero te gusta?
JULIA: Sí. ¿Va a seguir con el interrogatorio?
GLORIA: Podemos pasar a la otra trinchera. ¿Cómo va el trabajo, mi Fede?
FEDERICO: Ya casi terminamos los caminos a la ciudad de Huancayo. La
próxima semana tendré que viajar. El paisaje es increíble, algún día
me gustaría llevarlas en la camioneta nueva.
GLORIA: ¡Una camioneta nueva! ¿La conoces?
JULIA: Sí.
GLORIA: ¿Qué tal?
JULIA: Ostentosa.
GLORIA: Es comunista, pero con lindos ojos.
JULIA: Qué gracioso, ¿no? Uno se rompe trabajando acá en su país y viene
este con un cartoncito de afuera y de frente le dan la gerencia.
FEDERICO: Tienes razón. Es injusto, pero yo vi una oportunidad de salir adelante
y la tomé.
GLORIA: Como debe ser. Las oportunidades hay que tomarlas, siempre.
JULIA: Y con esa filosofía de vida seguro que la estás pasando muy bien con
las peruanitas haciéndote el español: “hola guapa, ¿me das tu
móvil?”. ¿Cuántas vas sumando a tu lista de conquistas?
FEDERICO: Yo vine casado, Julia.
JULIA: ¿Y qué pasó, demasiada tentación?
FEDERICO: Yo quería un hogar y ella quería ascender en el trabajo, eso pasó.
JULIA: ¿Y la vecinita de las mallas? Seguro que ella estaría encantada de
jugar contigo a la familia feliz.
FEDERICO: Seguro, pero me aburre a muerte. Esa mujer es… ¿cómo dices,
Gloria? ¡Como chupar---
GLORIA: Clavo.
FEDERICO: No pegamos. Yo me la paso mejor con ustedes. Tu tía Gloria es como
una madre para mí.
JULIA: Gloria no podría ser tu madre, es mucho menor.
FEDERICO: Pero puro corazón como mi vieja. Corazón y pasión como esta
señora. Vieran qué historia de amor la que tuvo con mi padre, épica y
tormentosa. Ya se las contaré algún día.
GLORIA: Mañana podríamos estar muertas. Cuéntala hoy.
FEDERICO: Familias que se oponen, un viaje para separarlos, un reencuentro
veinte años más tarde y una fuga, con policía incluida.
GLORIA: Bravo.
FEDERICO: Mi madre me tuvo bien pasados los cuarenta, para esa época, mi
nacimiento fue casi un milagro. La pena es que antes de cumplir los
treinta ya los había enterrado a los dos. Entonces me juré que tendría
mis hijos joven. Quería tener muchos: cuatro, cinco. Una casa
grande, con mucha risa, mucho alboroto. ¿Qué iba pensar que
terminaría con una departamento vacío, hablando solo? No hay nada
que hacer, la vida hace lo que le da la gana. Eso sí, yo soy un firme
creyente de que al mal tiempo, buena cara. Y me gusta haber
regresado. Siento que este es el lugar al que pertenezco, tanto que...
estoy pensando en adoptar un niño. ¿Qué les parece?
JULIA: Lindo.
GLORIA: Sí, lindo.
JULIA y FEDE se miran. GLORIA observa a JULIA cuando esta se ve descubierta, se
pone de pie.
JULIA: Voy por las galletas.
JULIA sale.
GLORIA: (A FEDE) Perro que ladra no muerde. Invítala a salir, bombón.
Oscuridad.
ESCENA 14
TENGO AMOR PARA DAR

Noche. FEDE acompaña a JULIA hasta la casa.


JULIA: No es necesario que me acompañes hasta acá todos los días.
FEDERICO: Me gusta hacerlo.
JULIA: Chau.
FEDERICO: Me gustas, Julia. Disculpa, no soy bueno en estas cosas. Debí decirte
para ir a un café, al cine y de frente te suelto el me gustas. Y tú…
¿Ese es un no? ¿O sí?
JULIA niega.
JULIA: Perdón.
FEDERICO: No, no pidas disculpas. Al menos lo dije.
FEDE está por irse, pero decide regresar.
FEDERICO: ¿Por qué? Perdón, no quiero incomodarte, pero quisiera saber si es
algo mío que…
JULIA: No te convengo.
FEDERICO: Déjame decidir eso, al menos un café. Podemos ir al de la esquina.
Hablamos de ti, de mí. O no. Podemos quedarnos en silencio.
JULIA: No entiendes, si fuera tú saldría corriendo. ¡Corre! De verdad.
FEDERICO: Yo soy de los que se quedan, Julia, y no sé qué te ha pasado, pero sé
escuchar.
JULIA: Gloria me está esperando.
FEDERICO: Mañana paso por ti para ir al trabajo.
JULIA: No sé si sea una buena idea.
FEDERICO: Lo es. Subirás al carro, me ignorarás como siempre. Bajarás la
ventana. Apagaré el aire acondicionado, pondré música que creo que
te gusta, hablaré tonterías y de repente logro sacarte una sonrisa y
será un mejor día, ¿sí? No te pido nada más.
JULIA asiente.
FEDERICO: Hasta mañana.
JULIA ingresa a la casa.
En su dormitorio está GLORIA, lee unas revistas. Preocupada, revisa la hora en el
celular. Está por marcar a JULIA cuando esta aparece.
GLORIA: ¿Trabajaste hasta tarde?
JULIA: ¿Qué lee?
GLORIA: Nada importante. Cuéntalo todo, qué te dijo.
JULIA: ¿Quién?
GLORIA: ¡El Fede! ¿Fue romántico? ¿Te besó? ¿Qué tal besa? ¡Detalles, Julia,
detalles!
JULIA: ¿Usted…usted sabía? Pero está ilusionada con él. Le gusta.
GLORIA: Me gusta más para ti. Es para ti, Julita. Yo misma le dije que te invite
a salir.
JULIA: ¿Por qué hizo eso? ¡No se da cuenta, Gloria! Yo no puedo, no puedo.
GLORIA: No digo que sea fácil al principio, pero al menos tienes que
intentarlo.
JULIA: ¡No entiende! Ese hombre sigue en mi cuerpo. Está aquí, aquí.
GLORIA: ¿Dónde?
JULIA se quita la polera y le muestra el largo corte que tiene al centro del pecho.
JULIA: ¿Cómo quiere que le haga lugar al amor en este cuerpo, si está todo
marcado?
GLORIA: Todos los cuerpos tienen sus marcas. Las estrías, las caídas, cirugías,
quemaduras, golpes. Son parte de lo que somos. Cuéntame la historia
de esa marca.
JULIA: No.
GLORIA: ¿Quieres olvidar? No, pues, eso no va a pasar, cholita. Solo puedes
hacerle frente. Yo que tú la miraría cara a cara y le daría el lugar que
se merece. Vamos, Julia. Déjalo ir. Dime ¿cómo es ese hombre?
¿Alto, bajo, flaco, moreno?
JULIA: Moreno.
GLORIA: ¿Pelo largo o corto?
JULIA: Corto, es un corte militar. Parece militar y tiene los ojos inyectados.
GLORIA: Se acerca a ti.
JULIA: El carro se detiene. Baja la ventana. Me dice si quiero subir y yo
avanzo más rápido. Escucho que abre la puerta. Sale del carro. Viene
por mí. No puedo respirar. Me voy a desmayar. Solo dos cuadras.
Dos más. De lejos veo mi casa. Está mi casa allí. Debí correr más
rápido. Pero él me carga y me mete al carro.
GLORIA: Ya no puede hacerte nada. Ahora está en la cárcel, cholita. Tú lo
denunciaste y lo metieron a la cárcel.
JULIA: A él, pero no a su amigo.
GLORIA: Eran dos.
JULIA: El que maneja tiene un tatuaje de águila. El otro, trata de taparme la
boca para que no grite. Los gritos vienen de mí, sí, pero de una parte
que no conozco. No puedo parar de gritar. El frena el carro, gira y me
revienta el puño. No siento nada. ¿Por qué no siento nada? Mis
manos tratan de llegar al pestillo, no puedo llegar al pestillo, Gloria.
Solo siento otro golpe. La sangre está caliente. Veo las calles que se
alejan. Mi casa, mi vida, se pierden…
GLORIA: ¿Y después?
JULIA: No te muevas, me dice, nos vamos de aventura. Viernes, sábado. Le
pedía a Dios, le rogaba, que me mataran de una vez, pero llegó el
domingo y yo seguía viva. El del tatuaje me ajustaba con las manos
el cuello, de nada sirve ajustar porque te voy a dar más fuerte. Y
seguía a pesar de la mierda y la orina. Mi puerquita, me decía y
mandaba al milico a limpiarme. Él lo hacía rápido, casi por cumplir,
y cuando el del tatuaje no se daba cuenta, me susurraba al oído que lo
perdone. Quería que lo perdone, pero no hacía nada el hijo de puta.
Hijo de puta. Ni siquiera cuando su amigo cogió el cuchillo, “sigue
ajustando y te abro otra vagina entre las tetas. Asume, flaquita, eres
mía”.
GLORIA: No eres suya. Tú saliste, Julia. ¿Cómo saliste?
JULIA: El del tatuaje salió a taxear el lunes. Y el milico…Caminaba de un
lado a otro. Suéltame, por favor, pero ni volteaba a mirarme. Tomaba
y tomaba hasta que se quedó dormido y entonces… estaba dispuesta
a arrancarme la mano para salir, pero la cuerda cedió. Me paro.
Camino a la puerta. Un paso, dos. Parece que nunca voy a llegar,
pero mis dedos tocan la perilla, y allí está la calle. Y corro, corro,
corro hasta que escucho un grito. Es mío, pero suena como fiera.
Recién me doy cuenta que no tengo ropa, que hay sangre por todos
lados y llega la policía. Me cubren con una manta. Hacen preguntas
y parece que explicó los hechos, pero no reconozco mi voz porque
yo, ya no soy yo. La que conocía antes, ya no existe. Solo queda esta
otra. Y no me gusta. No me gusta nada. No me gusta vivir así, sin la
capacidad de confiar, huyendo, muerta de miedo, rogando que el
hombre que está libre no me encuentre…
GLORIA: ¿Por eso vas a la cárcel? ¿Para ver si el que está preso delata a su
amigo?
JULIA: Trate, sí traté de convencerlo. Pero ya me resigné, ahora sé que nunca
hablará.
GLORIA: Entonces, ¿por qué sigues yendo, Julia?
JULIA: Él acepta mis visitas. No dice nada. Siempre la mirada abajo. Yo sólo
estoy tratando de entender, cómo entender. Al menos me calma verlo
encerrado, me da tranquilidad y placer saber que él también perdió
todo.
GLORIA: Tú no has perdido todo.
JULIA: Dejé mi casa, me escondí aquí, pero el miedo sigue. No me lo puedo
sacar de la cabeza. Sus ojos, el odio de sus ojos. Pienso que va a
regresar para terminar conmigo.
GLORIA: No, Julita, ese hombre no te va a buscar. Conozco muy bien a los de
su clase. Buscan víctimas, Julia. Pero tú ya no eres una víctima. Tú
sobreviviste. ¡Eso! Eso fue lo que vi en ti el primer día que llegaste.
Eso fue lo que me conectó contigo, porque por afuera no tenemos
mucho en común, pero acá, adentro, ¡tú y yo somos sobrevivientes!
Y eso hay que celebrarlo. Hoy cumples un año conmigo y te tengo un
regalo. Espera.
GLORIA saca del baño una batea con miles de pétalos de flores y agua florida.
GLORIA: Es para hacerte un baño de florecimiento. Ya sé que no crees en estos
rituales, pero podrías verlo como una manera de cerrar una etapa de
dolor y comenzar una nueva etapa…
JULIA: ¿Qué tengo que hacer?
GLORIA: Quítate la ropa, sin vergüenza, Julia.
JULIA comienza a desvestirse. GLORIA echa agua florida en la batea y mueve los pétalos.
GLORIA: Esa es la marca que te hizo un hombre, sí, pero cuando mires tu
cuerpo también tienes que ver tus propias marcas. (Mostrando su
cuerpo) Todas estas, me las hice yo, para bien, para mal. En mi
cuerpo está escrita la historia que construí. Y ya es hora de que tú
salgas al mundo y te hagas tus propias marcas. Tienes que salir, Julia,
y cagarla y acertar. Correr el riesgo de amar, de gozar. Tienes que
sentir que tú también hiciste. Ese hombre, esos días, son parte de ti,
pero no son todo. Tú eres más y vas a ser más. ¿Quieres eso?
JULIA: Sí.
GLORIA ayuda a JULIA a entrar a la batea. GLORIA echa las flores sobre el cuerpo de
JULIA. Va cerrando la etapa de dolor y abriéndose a un nuevo comienzo.
JULIA: Los lobos… ¿Sabe que tienen visión nocturna? Como pueden ver en
la oscuridad, se les invoca como guías para no perderse en las
tinieblas, para llegar a la luz y salir del final de un pozo negro.
GLORIA: Eso hiciste conmigo, Julia. Tú me sanaste y ahora te toca sanarte a ti.
GLORIA indica a JULIA que sea ella misma la que se eche ahora las flores. La joven
limpia su cuerpo y el último puñado de pétalos lo aprieta contra su pecho.
Oscuridad.
Fin.