La Eucaristia

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CURSO DE CATECISMO de la IGLESIA CATÓLICA

LECCION # 16

SACRAMENTOS II
EUCARISTÍA

1. ¿Qué es la Eucaristía?

Es el Sacramento en el cual Jesucristo entrega su Cuerpo y su


Sangre –se entrega a Si mismo- por nosotros.

Es decir: el sacrificio histórico de Jesús en la Cruz se hace


presente durante la Transubstanciación, la cual tiene lugar en la
Santa Misa en el momento de la Consagración. Se borran las
barreras de tiempo y espacio, y la Muerte de Jesús en la Cruz tiene
lugar ante nosotros.

No la vemos. Este gran misterio sucede de un modo oculto,


pero los Católicos creemos que realmente en el momento de la
Consagración estamos en la Misa, pero estamos también en el
Calvario…o mejor dicho, el Calvario viene a nuestros altares.

Esto es parte del misterio de la Misa que debe asombrarnos


cada día, para que podamos evitar el acostumbrarnos a la Misa y el
tomar como un derecho adquirido el estar en Misa cada día. Es un
misterio inmenso el que cada Misa no sólo recuerda los eventos que
nos trajeron la salvación, sino que –de veras- los hace presente.

Esta entrega de Jesús en la Cruz que se reactualiza en cada


Eucaristía, requiere de nuestra parte que también nosotros nos
entreguemos a El y nos unamos a El en la Sagrada Comunión. Así
nos unimos al Cuerpo de Cristo en la Comunión. Y el Cuerpo de
Cristo es su Iglesia. Es un gran Misterio!

El Compendio del Catecismo expresa esto así:


La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la
Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar el
sacrificio de la Cruz hasta su segunda venida. (CIC-C #271)

2. ¿Cuándo instituyó Jesucristo la Eucaristía? (CIC-C #272)

Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, «la


noche en que fue entregado» (1 Co 11, 23), mientras celebraba con
sus Apóstoles la Última Cena.

3. ¿Cómo instituyó la Eucaristía? (CICI-C # 273)

Después de reunirse con los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús


tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad y
comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado
por vosotros». Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les
dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada
por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los
pecados. Haced esto en conmemoración mía»

4. ¿Por qué la Eucaristía es tan importante en la vida de la


Iglesia?

La celebración de la Eucaristía es el corazón de la comunidad


cristiana. En la Eucaristía la Iglesia se hace Iglesia.

No somos la Iglesia de Cristo porque nos llevamos bien o


porque pertenecemos a un grupo eclesial o a una determinada
Parroquia. Somos Iglesia, porque en la Eucaristía recibimos el
Cuerpo de Cristo y continuamente estamos siendo transformados
en el Cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

Por eso el Catecismo enseña que la Eucaristía es fuente y


culmen de toda la vida cristiana.

5. ¿Qué otra realidad vivimos en la Eucaristía?


Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia
del cielo y anticipamos la vida eterna. (CIC-C #274)

En realidad hay una sola Liturgia Eucarística eterna, hay una


sola Misa, y ésta tiene lugar en el Cielo de manera continua… todo
el tiempo.

El sacrificio de Cristo en la Cruz siempre está presente ante


el Padre Celestial, porque Dios vive en un eterno presente.
Entonces ese evento sacrificial que la Trinidad vive de manera
perenne, se nos hace presente en nuestro tiempo y lugar, cada vez
que estamos en Misa.

Cuando estamos en la Iglesia en Misa, estamos encerrados en


nuestro propio tiempo y espacio, y solemos pensar que estamos sólo
allí, unidos al Sacerdote y con los demás para ofrecer nuestra Misa
particular. Pero en realidad Cristo nos está invitando a traspasar el
velo del tiempo, para elevarnos fuera de nuestro tiempo hasta el
eterno presente divino, al santuario del Cielo, donde El nos lleva a la
presencia del Padre (cf. Hb. 10, 19-21).

Por eso el Catecismo explica que realmente nuestra liturgia


terrenal “participa de la liturgia celestial”. (CIC #1088 y #1090).
No estamos solamente asistiendo a Misa, estamos unidos con
Cielo y tierra celebrando esa única Liturgia eterna.
“Vamos al Cielo cuando vamos a Misa… Y esto no es sólo un
simbolismo, una metáfora, una parábola, una figura literaria. Es
real… ¡De veras vamos al Cielo cuando vamos a Misa! Y esto es
verdad en cada Misa que asistimos, no importa la calidad de la
música o el fervor de la predicación… La Misa –y me refiero a cada
Misa en particular – ¡es el Cielo en la tierra!” (Scott Hahn, La Cena
del Cordero)

El Padre Pío corrobora este concepto por la vía mística. Para


él también la Misa no sólo era el Calvario, sino el Paraíso. Y la
Santísima Virgen María era su compañera constante en el altar.
Cuando se le preguntó sobre esto, explicó que la Virgen está
presente en cada Misa, junto con los Ángeles y toda la Corte
Celestial. En las Misas que celebraba él veía los Cielos abiertos, la
gloria de Dios y el esplendor de los Ángeles y Santos.
6. ¿Qué significa Eucaristía?

Eucaristía significa acción de gracias. En los cuatro relatos de


institución de la Eucaristía, aparece nuestro Señor dando gracias.
Esto nos indica que, según la mente y el corazón del Señor, la
oblación del sacrificio eucarístico va estrechamente unida a la acción
de gracias.

Es esencial al culto de Dios darle gracias por los beneficios


recibidos. Y ¡qué mayor beneficio que Jesucristo mismo entregado
por nosotros! Y nosotros con Cristo, unidos a Él en la Misa , es la
mejor acción de gracias.

7. ¿Qué otros nombres recibe este Sacramento?

Santa Misa: La palabra Misa viene de la frase de despedida en


latín “Ite, missa est”, que significa literalmente “Vayan, son
enviados”. Quiere decir que somos enviados en misión
evangelizadora después de cada Misa.

Sagrada Comunión: Dado que en la Santa Misa recibimos a


Cristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, es decir, con todo su
ser de Hombre y todo su ser de dios, sabemos que nos unimos con
El, por eso hablamos de Comunión: común-unión.

Santísimo Sacramento del Altar: Santísimo, porque es el


Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las
especies eucarísticas guardadas en el sagrario.

8. ¿Cómo se desarrolla la celebración de la Eucaristía?


(CIC-C #277)

La celebración eucarística se desarrolla en dos grandes


momentos, que forman un solo acto de culto: la liturgia de la
Palabra, que comprende la proclamación y la escucha de la
Palabra de Dios; y la liturgia eucarística, que comprende la
presentación del pan y del vino, la anáfora o plegaria eucarística,
con las palabras de la consagración, y la comunión.
En la Santa Misa podemos diferenciar tres partes:

LITURGIA PENITENCIAL:

Al comienzo de la Misa recordamos nuestros pecados y nos


reconocemos culpables ante Dios por haberlo ofendido. Pero una
de las bellezas de la Liturgia Penitencial es que nos reconocemos
culpables, pero nadie nos acusa. “Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante ustedes hermanos que he pecado…”.
Y después de reconocernos culpables y de pedirle perdón a
Dios, nos lanzamos en los brazos de la Misericordia Divina con el
Kyrie: “Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad”.

LITURGIA DE LA PALABRA:

Se leen las lecturas correspondientes a ese día: Primera y


Segunda Lectura tomada del Antiguo Testamento y/o de algunas
de las Cartas de los Apóstoles, rezamos el Salmo y luego oímos el
Evangelio. El Sacerdote expone la Homilía explicativa de las
Lecturas. Homilía viene del griego “exhortar”.

LITURGIA EUCARISTICA:

Ofertorio:

La LITURGIA EUCARISTICA comienza con el Ofertorio. Y el


Ofertorio suele pasar casi inadvertido, entre el movimiento de la
colecta y el canto. Pero es un momento importantísimo, tal vez el
de mayor participación nuestra: es el momento de ofrecernos
nosotros, con todo lo que somos y tenemos. Y esa ofrenda luego
nos la regresa el Señor transformada en El mismo.

El Sacerdote hace esto evidente por las palabras que debe decir
al verter vino y una gotita de agua en el Cáliz: “Que por el misterio de
este agua y vino podamos participar de la Divinidad de Aquél que se dignó
a participar de nuestra humanidad”.
Esta acción que pasa desapercibida es de un simbolismo
determinante: representa la unión hipostática de la divinidad y
humanidad de Cristo. Pero representa también la unión de nuestra
ofrenda con la ofrenda perfecta de Cristo en la Cruz y en cada
Misa.

Santo, Santo, Santo:

El Santo, Santo, Santo nos recuerda que estamos celebrando


aquí en la tierra la liturgia eterna que sucede en el Cielo. Así
concluye el Prefacio, que es la oración que nos introduce el Sanctus:
unidos a los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria. Y
la respuesta es: Santo, Santo, Santo. Y esa respuesta no es sólo mi
canto de alabanza: ¡es que estoy uniéndome al canto eterno de los
Ángeles y Santos!

Consagración:

La Consagración es el momento más importante de la Santa


Misa, porque tiene lugar la Transubstanciación.

Transubstanciación significa la conversión de toda la


sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de
toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Esta
conversión se opera en la plegaria eucarística con la consagración,
mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del
Espíritu Santo. Sin embargo, permanecen inalteradas las
características sensibles del pan y del vino, esto es las
«especies eucarísticas». (CIC-C #283)

Agnus Dei:

El Cordero de Dios recuerda la Cena Pascual de la Antigua


Alianza en la que se sacrificaba un cordero. Y recuerda la Ultima
Cena, en la que Cristo se convierte en el nuevo Cordero
sacrificado en la Cruz. Ya no se vierte sangre de animales, sino la
sangre del mismo Cristo para sellar la Nueva Alianza. (“Este es el
Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será
derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los
pecados”).
Unos momentos después el Sacerdote levanta Hostia
Consagrada, es decir, muestra al Cordero como aparece en el
Apocalipsis: “de pie, aunque había sido sacrificado” (Ap. 5, 6). Y dice:
“He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1, 36),
repitiendo las palabras que San Juan Bautista usó para mostrar a los
Apóstoles el Mesías.

Comunión:

Entonces, después de declararnos indignos de recibir al Señor,


repitiendo las palabras del centurión romano: “Yo no soy digno de
que entres en mi casa …” (Mt. 8, 8), nos disponemos a recibir ¡a Dios!
-a Jesús Dios y Hombre verdadero.

Para aprovechar mejor las gracias eucarística, debemos


percatarnos de que la Comunión no consiste solamente en que
recibimos la Hostia Consagrada, sino en que recibimos ¡una
Persona! ¡que es Dios! Y esa Persona-Dios quiere unirse
íntimamente con quien lo recibe.

9. ¿Quién preside la celebración de la Eucaristía?

En realidad es Cristo mismo quien preside cada celebración


eucarística. El Sacerdote representa a Cristo. Por eso se dice que el
celebrante está in persona Christi.

Esto quiere decir que los Sacerdotes no sólo actúan en lugar de


Cristo o por orden de El, sino que debido a su ordenación
sacerdotal, realmente es Cristo quien actúa a través de ellos.

10. ¿Qué sucede en la Iglesia cuando se celebra la Eucaristía?

Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía y “come” el


Cuerpo de Cristo, se convierte en el Cuerpo de Cristo, que es otro
nombre para la Iglesia.
Nosotros podemos unir nuestra vida al sacrificio de Cristo.
Nuestro trabajo y nuestro descanso, nuestras alegrías y nuestros
sufrimientos, todo lo podemos unir al sacrificio de Cristo. Al
ofrecernos así, somos transformados.

Se piensa que la Iglesia es sólo una asociación de personas más


o menos buenas. En realidad, la Iglesia es lo que se realiza
diariamente de un modo misterioso en el Altar: Dios se entrega
por cada uno de nosotros y quiere transformarnos mediante la
Comunión con El.

11. ¿Cómo está Jesucristo presente en la Eucaristía? (CIC-C


#282)

Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e


incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y
sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su
Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en
ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies
eucarísticas del pan y del vino.

12. La fracción del pan, ¿divide a Cristo? (CIC-C # 284)

La fracción del pan no divide a Cristo: Él está presente todo e


íntegro en cada especie eucarística y en cada una de sus partes.

13. ¿Cuánto dura la presencia eucarística de Cristo? (CIC-C


#285)

La presencia eucarística de Cristo continúa mientras subsistan


las especies eucarísticas.

14. ¿Cuándo obliga la Iglesia a participar de la Santa Misa?


(CICI-C #289)

La Iglesia establece que los fieles tienen obligación de


participar de la Santa Misa todos los domingos y fiestas de
precepto, y recomienda que se participe también en los demás días.
15. ¿Qué se requiere para recibir la sagrada Comunión?
(CIC-C #291)

Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente


incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es
decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de
haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la
Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Son también
importantes el espíritu de recogimiento y de oración, la
observancia del ayuno prescrito por la Iglesia y la actitud
corporal (gestos, vestimenta), en señal de respeto a Cristo.

16. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (CIC-C


#292)

La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo


y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia,
recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en
el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona
los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales
para el futuro.

17. ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria


futura»? (CIC-C #294)

La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma


de toda gracia y bendición del cielo, nos fortalece en la
peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida
eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la
Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos.
«En la Eucaristía, nosotros partimos
"un mismo pan que es remedio de inmortalidad,
antídoto no para morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre"»
(San Ignacio de Antioquía).

18. ¿Qué son los Ciclos Litúrgicos?

Imprimir el gráfico del Año Litúrgico que aparece aquí:


http://www.mscperu.org/liturgia/calendlit/grafico_ciclo_anual.htm

En el gráfico se observan los diferentes Ciclos del Año Litúrgico:


1. ADVIENTO: 4 Domingos en preparación a la Navidad.
Color Morado en señal de penitencia y preparación.

2. NAVIDAD: desde el 25 de Diciembre hasta la Fiesta del


Bautismo del Señor. Se ve en amarillo pero el Color es Blanco, en
señal de fiesta, gozo.

3. TIEMPO ORDINARIO (primera parte): variable, pero son


aproximadamente 6 Domingos antes de la Cuaresma. Verde es el
color del Tiempo Ordinario.

4. CUARESMA: comienza con el Miércoles de Ceniza. Son 5


Domingos de Cuaresma. Color Morado en señal de penitencia y
conversión.
5. SEMANA SANTA: comienza con el Domingo de Ramos en
rojo (la realeza de Cristo, a quien el pueblo proclama como Rey ese
Domingo antes de su Pasión y Muerte). Continúa con el Jueves
Santo (Blanco) día de la Institución de la Eucaristía. Viernes Santo
en rojo (pues se derrama la Sangre de Cristo en la Cruz) y el
Domingo de Pascua o Resurrección (Blanco) en señal de gloria y
triunfo.

6. PASCUA: 40 días desde el Jueves Santo hasta la Ascensión


del Señor al Cielo. Forma el Tiempo Pascual que termina en
Pentecostés. Blanco es el color por el gozo de la Pascua.

7. PENTECOSTES: a 50 días después del Jueves Santo viene


el Domingo de Pentecostés. Color rojo simbolizando el fuego del
Espíritu Santo.

8. DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD en Blanco.

9. DOMINGO DE CORPUS CHRISTI en Blanco.

10. TIEMPO ORDINARIO (segunda parte) en verde con una


cantidad variable de domingos, pero siempre cerrando el Ciclo
Litúrgico con la Fiesta de Cristo Rey, color blanco.
ORACION

Gracias, Jesús, por tus Sacramentos,


esos canales de Gracia que nos dejaste
para que pudiéramos tener tu Vida,
esa Vida que Tú nos ganaste con tu Muerte y Resurrección.

Gracias, muchas gracias, por la Sagrada Eucaristía,


porque un día, cuando estaba pequeño, con mucho entusiasmo,
te recibí por primera vez, Jesús.
Renueva en mí esa ilusión y ese entusiasmo
que tuve el día de mi Primera Comunión,
para que pueda recibirte con un verdadero deseo
de estar fuertemente unido(a) a Ti.

Perdona las veces, Señor, que te he despreciado,


que he despreciado tu Amor cuando me has buscado
para que reciba el Sacramento de tu Cuerpo y tu Sangre.

Quiero amarte, Señor, porque Tú me amas tanto


y deseas que esté unido(a) a Ti.
Amén.

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