Clínica de Adultos - Resumen - Lombardi
Clínica de Adultos - Resumen - Lombardi
Clínica de Adultos - Resumen - Lombardi
La clínica es de origen médico, no psicológico. A fines del siglo XVI, se empiezan a construir
ciertos saberes acerca de la experiencia que tenían los médicos con los pacientes. Se decía
que para curar, 1º era necesario saber en que consistía la enfermedad, y para saber en que
consistía la enfermedad, se creo el método clínico. Dicho método consistía en ciertos pasos:
Estos pasos (observación, descripción, correlación, clasificación), les abría a los médicos dos
puertas:
Dimensión del poder: poder en tanto la posibilidad de intervenir y hacer algo sobre esa
enfermedad vía la terapéutica.
Estos son los comienzos de la medicina, de la ciencia donde el discurso de la razón toma el
padecer del sujeto y construye un saber respecto del padecimiento subjetivo.
Pero la ciencia tiene una pasión, que es la objetividad, la pasión de hacer de su objeto de
estudio, un objeto. La ciencia en su ambición de aislar el padecimiento, va dejando cada vez
mas afuera al sujeto, al sujeto padeciente, y se ocupa cada vez mas de la enfermedad, del
órgano enfermo, de la sustancia que está en déficit o en exceso y deja de interesarle el
sujeto. El ideal de la medicina es que el paciente no hable, que el paciente se introduzca en
esa maquinaria de análisis, radiografías, resonancias, etc. al final se le dice: “padece de x”,
así la subjetividad queda totalmente dejada de lado.
La clínica psicoanalítica
En la clínica psicoanalítica opera la hipótesis del inconciente, dicha hipótesis dice que ese
sufrimiento que tiene el paciente está sostenido por algún enunciado, por alguna
representación o por algún significante reprimido, para llegar a este significante reprimido es
necesario que el paciente diga sin controlar, sin cuidarse en relación a su decir, que produzca
un discurso singular, que es el discurso de la Asociación Libre.
En la Asociación Libre, no se trata de hablar de cualquier cosa, Freud decía que es un relato
que tiene que diferenciarse de la conversación ordinaria: “Usted observará que en el curso de
su relato le acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar con ciertas objeciones
criticas. Tendrá la tentación de decirse: “Esto o aquello no viene al caso, o no tiene ninguna
importancia, o es disparatado, y por ende no hace falta decirlo”. Nunca ceda a esa critica,
dígalo a pesar de ella y aún justamente por haber registrado una repugnancia”. Lo
desagradable, lo que uno no querría decirle a otro, lo que muchas veces uno piensa, pero en
la relación con el otro resulta inconfesable, lo que no se puede decir. En un psicoanálisis uno
tendría que decir lo que habitualmente no querría decirle al otro.
En dicha clínica, el saber esta del lado del paciente, este no sabe que el saber está de su lado
ya que es un saber inconciente.
La clínica, tiene una base: es lo que se dice. En relación a esto habrá una serie de reflexiones
en relación a que se escucha en lo que el paciente dice, además de esto esta base (lo que se
dice), sirve para discernir cosas que importan.
Para ese discernimiento de cosas que importan hay que dejar un registro. En psicoanálisis, lo
que conocemos como los registros son los historiales, que Freud los caracterizaba como
lagunares y fragmentarios.
El objeto de estudio es un sujeto dividido, esto implica saber que hay una parte del saber que
está excluida de la conciencia, que hay un saber no sabido, de aquí las lagunas mnesicas, los
actos fallidos, sueños, lapsus.. Por eso los sujetos no funcionamos como un mecanismo, no
podemos cumplir las normas, hacemos todo al revés, siempre tropezamos con la misma
piedra, hacemos lo que no nos conviene… el sujeto funciona de una manera impredictible.
En la clínica psicoanalítica, se piensa que funciona una estructura, en esa estructura hay una
parte que es un mecanismo y otra parte que es el sujeto. La parte de mecanismo es la
estructura del lenguaje, que funciona como un mecanismo S1 S2, entre esos stes. Hay un
intervalo donde se va a ubicar ese sujeto dividido. Ese mecanismo tiene un elemento que es
ese sujeto barrado, que hace que el mecanismo funcione de manera impredecible.
En esta clínica el Otro tiene un lugar preponderante, por eso se llama que es una clínica bajo
transferencia. Lo que el paciente dice, es un decir dirigido al Otro.
Cuando aparece el Otro, aparece también el enigma de qué quiere ese Otro y frente a ese
enigma aparece que quiero yo de ese Otro. El padecimiento es un mensaje dirigido al Otro.
Entonces, la clínica tiene una base y es lo que se dice, en relación a eso habrá una
serie de elucubraciones (reflexiones) en relación a qué se escucha en lo que se dice,
además esta base sirve para discernir cosas que importan. En cuanto a que la clínica
es lo real, como lo imposible de soportar, la clínica trata de tomar lo real del
padecimiento del sujeto, de un sujeto que padece. EL INC. ES A LA VEZ LA HUELLA Y
EL CAMINO POR EL SABER QUE CONSTITUYE, HACIENDOSE UN DEBER REPUDIAR TODO
LO QUE IMPLICA LA IDEA DE CONOCIMIENTO.
El programa de la materia tomará como eje la reflexión sobre las elecciones del ser
hablante. El termino “elección” esta presente desde el comienzo de la obra de Freud y es
esencial a toda clínica del psicoa. Esta se basa en los resultados de elecciones ya realizadas y
de las que el sujeto debe hacerse cargo (elección de objeto, de sexo, de síntoma y de tipo
clínico), y en las consecuencias sintomáticas de elecciones demoradas (que producen
conflicto, irresolución, duda, división subjetiva, culpa e inhibición en cuanto a la acción). Se
enfocarán aquellos momentos e instancias electivas en la constitución del ser hablante que
tienen consecuencias decisivas desde la perspectiva de la clínica psicoa. Y que permite hacer
valer una causalidad del síntoma que en algún punto preciso se aparta de todo determinismo
automático (genético, neurofisiológico, incluso simbólico). La concepción psicoa. De la cura
permite resaltar algunos momentos decisivos en el tratamiento, en los que la causalidad
electiva y el consentimiento advertido son la clave de la operatoria psicoa. El comienzo del
tratamiento, la percepción del síntoma por parte del paciente (eso que solo él conoce de sí,
pero sin reconocerse en ello), la exploración de las posiciones subjetivas del sujeto respecto
de los actos que podrían satisfacerlo (si admitiera pagar el precio de la perdida que requiere
toda elección). Los momentos cruciales de la experiencia clínica son aquellos que el clínico y
también el paciente deben tomar decisiones.
Hablar del fantasma, ya es hablar de lo que tapona, de la pantalla por el trabajo del ppio. De
placer (proceso primario).
El fantasma va a ser siempre algo que vela, algo que tapa, algo que disimula. La conciencia
también funciona como pantalla, la conciencia tiene idéntica función al fantasma.
El deseo de dormir, es la homeostasis del fantasma, pero pareciera que ese deseo
quisiera querer ir más allá.
Si hay realización de deseo en un sueño de angustia, es porque el objeto que va
contorneando ese sueño es un objeto que se sitúa más allá del ppio. De placer.
Realidad vs real:
Realidad: Es siempre una realidad sospechosa, decimos que es lo que está afuera de
nosotros. La realidad, es la realidad del fantasma, es el campo donde todo es posible,
en el fantasma.
Real: Se opone al sentido, no tiene ste. No tiene imagen, por eso la relación del
sujeto y lo real, es una relación no mediada por el ste. En relación al trauma, ese real
se anuda, en la medida en que es ese encuentro que no puede ser mediado por el
ppio. De placer, por el proceso primario.
El sueño es una cadena, que si lo tomo en dirección del sentido, no deja de fabricar
fantasmas, pero también se puede llegar a un ste. Que no tiene compañero, que
queda reducido a su estupida literalidad, no quiere decir nada, y eso es lo que busca
Lacan, el encuentro con lo real es el instante que despierta, pero apenas, pero
apenas despertamos agregamos nuevos fantasmas, nuevas significaciones a eso que
soñamos.
La alucinación es un ste. En lo real, es una voz, una frase, una sensación, un síntoma
en el cuerpo, que no se encadena con otro ste.
No solo los psicoticos presentan un ste. En lo real, también los neuróticos tenemos
estos fenómenos, de repente a uno le viene una frase. Si se pone a asociar, podría
significarse esa frase, pero hay ciertos automatismos metales que no se pueden
pensar más que como los stes. En lo real. Una cosa es estar pensando en esa idea,
fabricándola y otra cosa es cuando esa frase nos sorprende, nos interrumpe, cuando
no estamos a su escucha, cuando esta fuera de nuestro campo y adquiere todo su
valor sorprendidos como estamos por esa formulación que nos llega como un
murmullo del exterior.
El síntoma es lo que viene de lo real, como mensaje dirigido al Otro. El síntoma es lo
que retorna de lo real, se articula con lo que vuelve siempre al mismo lugar como
repetición, el síntoma se mantiene siempre en el mismo lugar en la dimensión de
suplir una satisfacción imposible.
1. Lo real es estructurado por lo simbólico, cuando queda atrapado por este. Porque la
simbolización mortifica, vacía la plenitud de lo real del cuerpo. Hay algo del goce que
es evacuado, el cuerpo es entonces, un cuerpo vaciado de goce. No hay referencia del
cuerpo, lo único que queda como operación de lo simbólico, son ciertos lugares como
reservas naturales de goce, que son las zonas erógenas. De allí que los retornos de
goce en el cuerpo aparecen como modos de sintomatización. El cuerpo implica una
falla de lo simbólico, el retorno del goce en el cuerpo. (Ej.: histeria, psicosis).
2. Lo real es producto de lo simbólico. Luego de la operación de lo simbólico sobre lo
real, quedan ciertos restos, objetos a, llamados PLUS DE GOCE. Son objetos que
recuperan ese goce perdido. PRIMERO EL NUCLEO DE LO REAL ES EL GOCE, EL GOCE
ES LA BASE SOBRE LA QUE ACTÚA LA SIMBOLIZACIÓN, PERO LUEGO ES EL RESTO, SON
ESOS OBJETOS QUE INTENTAN RECUPERAR EL GOCE PERDIDO.
El encuentro con lo real implica una plenitud, nada puede faltar en lo real. Cuando
hay falta, es introducida por lo simbólico. Lo simbólico introduce la falta, en lo real
no falta nada.
El sujeto: En clínica psicoa. Se opera con un sujeto dividido, esto implica saber que
hay un saber que esta excluido de la cc, hay un saber no sabido. La estructura del
lenguaje funciona como un mecanismo, es un par ste S1 S2, en ese entre stes hay un
intervalo donde se ubica el $ (esto hace que el mecanismo sea impredictible),
1. No omisión: Decir todo lo que a uno le pasa por la cabeza. Lacan confronta la
atención entre decir lo importante, lo relevante vs... Decir lo cotidiano, lo ordinario.
2. No sistematización: Acompaña la regla de abstinencia, atención flotante… Uno debe
liberar todas las cadenas del relato, hablar de lo cotidiano, de lo ordinario, también
eso tiene una significación según el orden que ocupe en esa sucesión.
Lo que dice un paciente, alguien que asocia libremente, puede no tener ningún
sentido, pero lo que le dice encubre un sentido. La Asociación libre como tal
determina la situación de la transferencia, un decir vinculado a la Transf... Vinculado
al otro.
El analista paga con su persona, todo lo que constituye su lazo con los otros, debe ser
cancelado. La posición del analista es hacer un semblante de objeto.
PACIENTE –
1. Asociación libre.
2. Ruptura dimensión imaginaria.
3. Uso del diván (no excluyente)
ANALISTA –
1. Atención flotante.
2. Apartamiento del juicio cc.
3. Quiebre de la dimensión imaginaria, (al no escuchar bajo el modo de selección).
4. Tipo de escucha analítica es artificial.
5. Neutralidad: alude a la función de analista, el que da las interpretaciones y soporta la
Transf... deberá ser neutral, no intervenir como individualidad psicosocial.
6. El analista debe abstenerse de todo consejo, ser neutral con respecto a las
manifestaciones Transf.
Entrevistas preliminares:
Es de suma importancia ubicar las condiciones de una entrada en análisis, para pensar
desde allí los efectos y las posibilidades del trabajo analítico. Si hay en el lugar del
oyente un practicante del análisis, un analizado, podrá situarse de tal manera que se
produzcan efectos de carácter analítico, aun en el marco de dichas entrevistas y aun
cuando no se hayan producido todavía las condiciones de una entrada en análisis. En
esta perspectiva, el encuentro con un analista puede constituirse en el
acontecimiento que abra el camino a posibles modificaciones subjetivas y que ponga
en juego, aun en la brevedad del encuentro, lo real en juego para cada sujeto. Freud
propone un tratamiento de ensayo destinado a tomar conocimiento del caso y decidir
si es apto para el psicoanálisis. “Este ensayo previo es ya el comienzo del análisis y
debe obedecer a sus reglas”.Las entrevistas preliminares son análisis en tanto
ponen en juego una doble articulación:
1. El valor dado a la palabra del sujeto, a la suposición de una verdad en juego en ella, a
la suposición de un saber que le otorga a esa palabra un valor que no se encuentra ni
en la psiquiatría ni en otras vertientes terapéuticas. El analista sostiene allí lo que
Lacan llamó “sumisión absoluta a las posiciones subjetivas del enfermo”.
2. 2- Son también análisis, en tanto hay un oyente que no es cualquiera. Es un
analizado, alguien que ha pasado por la experiencia del inc. Y de la castración, es
alguien entrenado para escuchar en los dichos, el decir, para localizar al sujeto de la
enunciación y no quedar atrapado en los enunciados, en el yo. Es alguien que ha sido
entrenado para interrogar la demanda y con sus intervenciones producir una
modificación en la posición del sujeto respecto de sus dichos, respecto de su síntoma,
respecto de su realidad, alguien que puede orientar sus intervenciones al encuentro
con lo real. Un oyente que puede convertir esa palabra en algo diferente al discurso
del yo, dando lugar a la producción del sujeto y haciendo posible, por vía de la
interpretación, una transmutación subjetiva, algo que puede marcar para el sujeto un
antes y un después. Es la presencia del analista, del analizado lo que permitirá hacer
de las entrevistas preliminares o no, algo diferente a una simple recopilación de datos
o a un mero trabajo de sugestión.
Tal vez lo esencial de la posición del analista es su versatilidad para situarse como
objeto en la transferencia. El analista debe saber tomar para cualquier sujeto, el
lugar desde el cual poder actuar. Su lugar de oyente le permite estar atento al
momento en que una intervención pueda abrir la posibilidad de un movimiento
subjetivo.
Lo que ocurre durante la experiencia analítica depende tanto de las coordenadas
subjetivas del paciente y de su posición como de la posición del oyente. No es lo
mismo un oyente atento que otro para quien jamás será posible salir del plano de la
comprensión o de la sugestión. La posibilidad de estar atento a la oportunidad de
escuchar en el enunciado, la enunciación, de interrogar el deseo, de situar un
impasse, sólo es posible si hay un analista allí, que ocupe ese lugar.
Para Freud los objetivos del ensayo previo son: conocer el caso y decidir si le es
aplicable o no el psicoanálisis. Es un medio de prueba, un período de prueba de
algunas semanas que tiene una motivación diagnostica. Freud dice que tampoco
puede afirmarse que tal ensayo facilite siempre un diagnostico seguro, pero que es
una precaución más. Quedan excluidas del método analítico patologías como:
histerias como anorexias, melancolías, psicosis. Para Freud el ensayo previo se
diferencia del análisis en que se deja hablar al paciente y no se le suministra mas
explicaciones que las indispensables para la continuación de su relato, pero este
ensayo previo es ya el comienzo del análisis y debe obedecer a sus reglas ( Asociación
Libre – Atención flotante – apartamiento del juicio cc.
No hay entrada posible en análisis sin entrevistas preliminares. Las entrevistas
intentan provocar un cambio en la posición de quien consulta a través de lo que dice.
Es responsabilidad del analista introducirlo en el saber inc. Iniciando así una
rectificación subjetiva.
No hay entrada posible en análisis sin entrevistas preliminares, decía Lacan en 1971.
Las entrevistas preliminares constituyen la modalidad técnica que responde a: “en el
comienzo del psicoanálisis está la transferencia”. Un psicoanálisis es el trabajo de la
transferencia y en las entrevistas preliminares lo que está en juego es poner a
trabajar la transferencia.
Lacan decía, “se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un umbral,
que haya para ellos una verdadera demanda”. En esa demanda algo debe forzarlos a
hacer un esfuerzo, “es preciso que algo empuje”. Sólo el sujeto supuesto al saber,
como pivote de la transferencia, permite situar aquello que hace del síntoma una
“demanda verdadera”. El síntoma se vuelve analizable, solo a condición de
incluirse en la transferencia.
Es preciso que ese analista venga a sostener para el analizante la función de sujeto
supuesto al saber.
El acto analítico está en juego desde esas entrevistas, se ubica ahí en el lugar de la
causa y su efecto es el empuje-al-trabajo de la transferencia. La justa inserción del
paciente en la transferencia no es del orden de la aptitud. Depende de la posición del
sujeto en su relación con el Otro.
1. Rectificación subjetiva
2. Transferencia
3. Interpretación
El deseo se encuentra entre los dos niveles de la demanda, lo que no alcanza a ser
significantizado es lo que va a producir el deseo.
Es desde la Transf. Que el analista responde, el analista debe maniobrar para salirse
del lugar donde fue ubicado por el paciente o incluir ese lugar eventualmente. Lacan
plantea que las interpretaciones serán recibidas por el sujeto desde el lugar que está
ubicado el analista en Transf. La maniobra del analista consistirá en correrse de esos
lugares donde lo ha ubicado el paciente en transferencia.
La Transf. no es una relación dual, Lacan ubica una disparidad analítica, donde el
analista se ofrece para representar a todos los stes. Del paciente. El analista es al
menos dos, el lugar del analista deberá ser un lugar de falta en ser, para poder alojar
a los Otros del sujeto. El analista debe reconocer ese lugar que ocupa para el
paciente y evitar intervenir, responder desde ese lugar. (Caso Little). El amor en
Transf.. se produce automáticamente (automaton), se produce el amor que tiene que
devenir en amor al saber, siempre el saber despierta el amor, se ama el saber, no hay
manera de que un análisis transcurra sin que esté el amor al saber. No hay que pensar
a la Transf. siempre como repetición, porque también hay un rasgo particular y
nuevo, hay algo nuevo que se añade que puede emerger por ejemplo, a nivel del
rasgo, que ha llevado al paciente a elegir ese analista, hay algo de lo particular, lo
novedoso.
¿En que lugar se ubica cada sujeto, para dirigirse al sujeto al que se supone saber?
Para el paciente esta función ya está encarnada por alguien determinado (en una
figura asequible a el), para quien se encargue de su análisis, surgirá una dificultad
para hacer obrar la Transf. el analista se da cuenta de esto, lo reconoce y dirige al
analizado hacia lo que sigue siendo para él el sujeto al que se supone saber. El
analista ocupa ese lugar en la medida en que es objeto de la Transf. El psicoanálisis
muestra que sobre todo en la fase inicial, lo que mas coarta la confidencia del
paciente, el que se entregue a la regla analítica, es el peligro de que el psicoa. Se
deje engañar por él.
Transferencia como amor al saber, es posibilitado por la posición del analista, se le
supone un saber al analista, este saber hay que ubicarlo del lado inc. Hay algo en la
escucha que no sanciona, que produce un quiebre porque habilita otra dimensión,
quiebra el sentido. Esa dimensión que queda habilitada hace que se signifique de otra
manera o que no se encuentre significación. La manera de escuchar del analista
rompe con la dimensión imaginaria. Lacan apunta a la transferencia simbólica.
El analista ocupa el lugar del muerto en cuanto a sus prejuicios, Lacan va a proponer
que el analista es el que interpreta aprovechando la Transf. El analista paga con su
persona, hay algo que tiene que ver con el yo, todo lo que constituye su lazo con los
otros que debe ser cancelado. Hay un semblante, no es que el analista es un objeto,
la posición del analista es hacer un semblante de objeto. Poner en acto este
apartamiento de su persona.
Freud decía que hay una razón estructural que nos permite entender el
enamoramiento de la entrada en análisis. Hay un enamoramiento de entrada porque
el sujeto tiene la idea de que el analista le da un espacio que no se encuentra en
ninguna parte en la vida. El encuadre del discurso capitalista es bien evidente que en
nuestro tiempo nadie escucha a nadie. Además incluso en el caso de que se escuche,
esto no implica que haya dialogo. En el encuadre de la relación amorosa se intenta
desarrollar una cierta circulación de palabra, pero sabemos bien que cada uno habla
su idioma, un idioma sin traducción, un idioma del fantasma de cada uno.
La formula interpretativa de los años 50: A esta altura hay una prevalencia de lo
simbólico
1. Puntuación
2. Corte de sesión
3. Desciframiento
4. Alusión
Lacan habla “del dedo levantado de san Juan de Leonardo” para referir
metafóricamente a esta formula interpretativa, es la interpretación que designa, que
muestra sin nombrar, que consiste en hacer escuchar al analizante, sin hacerlo pasar
por el dicho. Esta idea de señalar, de mostrar sin hacerlo pasar por el dicho, es un
llamado al silenciamiento de los analistas pos freudianos, no apunta ni al S1 ni al S2,
apunta al intervalo entre los stes. Una cosa es una formula interpretativa silenciosa,
que está en la orientación de diga mas, quiero escuchar mas de usted, que el analista
mudo. El analista mudo, puede activar el fantasma habitual de muchos sujetos de “el
otro me rechaza”. Otra cosa es cuando ya se está en análisis, el silencio funciona con
el imperativo de “a ver algo mas”.
Puntuación: Hay algo del “tu lo has dicho”, tiene que ver con puntuar el discurso del
sujeto, retroactivamente da otra significación.
Alusión: Interpretación que designa, que muestra sin nombrar, consiste en hacer
escuchar al analizante sin hacerlo pasar por el dicho.
A la altura de los años 60: A esta altura pone el mismo grado de importancia a lo I,
S, R: Aparece de alguna manera reformulable el inc. Estructurado como un lenguaje,
diciendo que el inc. Está y desaparece, que el inc. Se hurta, que está en el intervalo
entre S1 y S2. (El inc. Vursatil). Ya no es la idea de que el inc. Está en las palabras,
sino que se aloja en los intervalos. La interpretación a esta altura apuntaría a ir
contra la significación. Apunta al sin sentido, va contra el sentido, (altura del
seminario 11).
1. La cita
2. El enigma
La cita: la define como extraer un enunciado del texto, que el sujeto se confronte de
alguna manera con lo dicho, es parecida a la puntuación. Es extraer de todo el
párrafo del analizante un recorte de determinada frase, que esta desalojada de esos
stes que la acompañaban. Extraer cierto enunciado del texto del analizante, consiste
de alguna manera en poner “comillas” a determinada frase, y hasta de alguna manera
la saca de contexto en el que fue enunciada.
1. Equivoco gramatical
2. Equivoco semántica
3. Equivoco homofonito
Si la interpretación pretendemos unilateralizarla del lado del analista, como su
intervención, su acto, su dicho, su decir, entramos en un callejón sin salida. Es el
analista que hace alusión, cita, enigma, revela. Si esto es asi, es porque quien hace
eso mejor que el analista, es el inc. Mismo. “El Inc. interpreta y el analista, si
intepreta, interpreta a continuación suyo”
La política tiene que ver con ese sujeto que deviene hacia final de análisis. El analista
ha devenido analista en tanto ha atravesado el mismo por el análisis y ha arrivado a
su fin de análisis.
El discurso del Amo: existen los Amos y los Otros, que implican al esclavo, la
mujer y el hijo. El Amo tiene que saber mandar, dar órdenes, esto producía la
ordenación respecto a lo que ocurría a nivel del otro. El Amo se identifica al S1, a la
orden. El otro, (el esclavo), debe saber ejecutar, debe saber hacer lo que el Amo
debe saber ordenar.
Discurso Universitario: Surge en el siglo XIII, alguien cree poder hablar desde una
posición de saber, tiene que encarnar ese semblante, esa posición de saber para
dirigirse a quines vienen a aproximarse al saber en la universidad.
Discurso Histérico: Discurso de un sujeto dividido, partido. El histérico en relación a
las órdenes, es alguien que se ubica en una posición intermedia, no obedecerlas, ni
identificarse totalmente con ellas, la histeria cuestiona la orden.
Hasta se podría pensar que el lazo social analítico es algo que implica un ida y vuelta
respecto del discurso histérico.
El psicoanalista no se dirige al plano del yo, sino al subjetivo, esto implica producir
una inversión de lo imaginario sobre lo simbólico, al predominio de lo simbólico sobre
lo imaginario. Lo imaginario con el discurso común, la dimensión del plano del yo, la
relación a a’. El paciente va a dirigir la demanda al analista y muchas veces va a
exigir la respuesta a esa demanda. Ese lugar vacío que debe ocupar el analista es
porque no hay la respuesta a esa demanda. Lo que frustra, es el lenguaje mismo, la
respuesta que el analista no da es porque no hay la respuesta, porque hay falta en
el origen mismo de la constitución del sujeto. Responder sería caer en el engaño,
sería hacerle creer al sujeto que es posible encontrar ese objeto perdido. El error es
ir al lugar donde el analista es demandado, responder a la demanda es caer en la
trampa neurótica. En el seminario 10 Lacan dice: “todas las trampas en que ha caído
la dialéctica analítica, se deben al hecho de que se ha desconocido la profunda parte
de falsedad que hay en la demanda del neurótico. La existencia de la angustia está
ligada a la circunstancia de que toda demanda siempre tiene algo engañoso. La
angustia surge del colmamiento total de cierto vacío a preservar… los pos Freudianos
cayeron en esa trampa”. Cuando alguien quiere algo poco tiene que ver con lo que
efectivamente desea y a veces es su opuesto. El sujeto mismo debe encontrar la
respuesta. No tiene sentido responder a la demanda porque es siempre demanda de
otra cosa.
Es mas allá del discurso donde se acomoda nuestra acción de escuchar, tomo en ello
el camino de oír y no de auscultar (termino médico, escuchar sonidos y ruidos
internos del organismo para realizar un diagnostico).Lo que escucho es de
entendimiento, el entendimiento no me obliga a comprender.
A lo que oigo sin duda, no tengo nada que replicar, si no comprendo nada de ello o si
comprendiendo algo, estoy seguro de equivocarme. Me callo. Todo el mundo está de
acuerdo en que frustro al hablante y también a mi mismo. Si lo frustro, es que me
pide algo, que le responda. Pero él sabe bien que no serían más que palabras. Me
pide, por el hecho de que habla, su demanda es intransitiva, no supone ningún
objeto. Por supuesto que su petición se despliega en el campo de una demanda
implícita, aquella por la cual esta ahí: la de curarlo, revelarlo a si mismo, hacerle
conocer el psicoa, hacerlo calificar como analista. Pero esa demanda puede esperar.
Su demanda presente no tiene nada que ver con eso, incluso no es la suya, porque
después de todo soy yo quien le ha ofrecido hablar: con oferta, he creado demanda.
Momentos en la cura de Frieda que Lacan ubica en el seminario 10. ¿Por qué son
intervenciones eficaces para Little y por qué para Lacan?: Lacan ubica en el
seminario 10, dos momentos, dos intervenciones, que efectúa la analista, donde algo
decisivo se moviliza en la relación transferencial que esta en juego, donde hubo una
ruptura en la línea de sentido con la que Little y su paciente venían trabajando.
Estas intervenciones son ligadas a una intervención posterior realizada por Little,
cuando Frieda llega conmovida por la muerte de una amiga de sus padres, a la que no
veía desde hace mucho tiempo. La analista le confiesa que ya no entiende nada, que
verla así le da pena, sentía pena con ella y por ella.
Para Little estas son intervenciones eficaces porque muestran lo vivo del sentimiento
del analista, esta implicación (sentía pena por ella), es lo que configura la “respuesta
total”, es el elemento clave. La confesión de parte del analista de los sentimiento
realmente mostrados o expresados, nombra un compromiso y una implicación del
analista, necesarios para el éxito del análisis. Para Little el haber expresado sus
sentimientos con respecto a la muerte de ilse y el haberlos ligado con los
sentimientos expresados en las dos intervenciones anteriores, habían logrado por
primera vez que la paciente ubique a la analista como una persona real y muy
diferente a su madre, ya que anterior a esto, cada intervención era escuchada por
Frieda por vía materna, lo cual significaba “eres una persona horrible”.
Estas intervenciones son eficaces a partir de los efectos que producen en la cura,
para Frieda lo que se pone de manifiesto es que “había una persona para quien ella
podía ser una falta”. Con la función del corte se introduce el lugar de la falta, lugar
de la castración simbólica, que permitiría acceder al saber de que hay algo perdido,
el objeto eternamente faltante, un hueco, un vacío, el objeto a.
Las intervenciones de Little venían siendo escuchadas por la paciente por vía
materna, lo cual significaba “eres una persona horrible” aquí la analista había sido
ubicada en lugar materno y desde allí las interpretaciones van a ser recibidas por la
paciente como provenientes de la persona que la transferencia supone que es. Little
logra correrse de ese lugar mediante una serie de intervenciones donde se puede
señalar un punto de falta del lado del analista, estas intervenciones producen efectos
de función de corte y hace posible su caída del lugar del Otro completo. El analista
debe reconocer ese lugar que ocupa para el analizante y evitar intervenir responder
desde ese lugar.
Crítica de Lacan al pos freudiano: La crítica principal es en relación al uso que estos
le dieron a la contratransferencia introduciendo los sentimientos del analista y
orientando las interpretaciones desde ellos, lo cual reduce la posición del analista a
una posición dual, de persona a persona, situada en el registro imaginario. Lo grave
seria que el analista crea que su obligación como analista sea buscar las razones de la
actitudes de los pacientes en lo que contratransferencial// sienten con respecto a sus
pacientes.
Bajo el nombre del psicoanálisis, muchos se dedican a una reeducación emocional del
paciente, esto ocurre cuando la interpretación es unilateral, del lado del analista,
obedeciendo a un discurso Amo que responde a un deseo único “el deseo de curar”
que conduce sus intervenciones. El inc. Es el que interpreta, y el analista si
interpreta, interpreta a continuación suyo. “Lo que importa no es tanto lo que el
analista dice o hace, como lo que es “.
Kris toma el trabajo del colega de su paciente y lo compara con el de este, llegando a
la conclusión de que no son trabajos coincidentes “Usted no está plagiando, puede
publicar tranquilamente porque no hay plagio alguno en lo que ha escrito”. Según
Kris, sus intervenciones fueron aceptadas por el paciente. Habiéndose asegurado que
su paciente no es plagiario, cuando cree serlo, pretende demostrarle que quiere serlo
para impedirse a si mismo serlo de veras, esto es lo que llaman analizar la defensa
antes de la pulsión, que aquí se manifiesta en la atracción hacia las ideas de otros.
Esta intervención puede presumirse errónea por el solo hecho de que supone que
defensa y pulsión son concéntricos, y están moldeados la una sobre la otra.
El paciente, soñando un instante le replica que desde hace algún tiempo, al salir de la
sesión, ronda por una calle que abunda en restaurant atractivos, para atisbar en los
menús el anuncio de su plato favorito: “sesos frescos”.
Para Kris esta acción del paciente tiene que ver con lo acertado de sus
intervenciones.
Lacan toma este caso para dar el ejemplo de una interpretación que en vez de operar
a partir de lo que dice el paciente, de considerar que la verdad del sujeto esta mas
allá de lo que el dice. El analista Kris, va a ver en la realidad si es V o F va a
confirmar que es lo que le está diciendo. Este paciente produce una respuesta que
tiene el valor de corregir al analista, vemos la puesta en acto de una escena, la
mostración, lo que llamamos el acting out que esta considerado por Lacan como una
forma de decirle al analista erró en el blanco.
El paciente robaba o sacaba sus objetos del campo del Otro, (dulces, libros, peces,
ideas, sesos…), Lacan dice “Nada”, se trata de ese objeto intercambiable, de la
apropiación de ese objeto que figura en ese Otro con el que está dialogando sobre el
fondo de una escena de goce.
La confesión del paciente parece tener el valor correctivo del acting out, se trata de
un síntoma transitorio que advierte al analista que erró en el blanco. No es que su
paciente no robe lo que importa aquí. Es que no, quitemos el “no”, “es que roba
nada”. No es una defensa contra la idea de robar, lo que le hace creer que roba. Es
que pueda tener una idea propia de lo que no tiene ni la menor idea. La dirección de
la cura en Kris, apunta a corroborar en la realidad si lo que dice el paciente
ocurre realmente.
El acting out, es una entidad clínica que sirve para mostrar cómo se advierte en los
análisis que hay algo que no funciona, por eso tiene valor correctivo. El paciente, en
transferencia sostiene que el plagia, se queja de eso, y el analista, en lugar de aludir
en su interpretación a lo que puede causar ese deseo, intenta reducirlo afirmando
que es una fantasía, que ese es un fantasma arcaico y que debe ser reconducido por
las conductas actuales. Sólo el analista (Kris), está en condiciones objetivas, en tanto
poseedor de un yo fuerte y sano, provisto con criterio de realidad adecuada de
decidir si allí hay o no plagio.
Un acting es cierto tipo de acción inmotivada para el analizante, quien no puede dar
cuenta de eso, porque es una acción que no obedece a los patterns de conducta
(actitudes del paciente), establecidas por la demanda del Otro.
La ética del análisis implica que sea el analista quien sostenga el espacio del deseo en
la medida en que el fantasma vacila o es atravesado. Cuando el analista cae de su
lugar es cuando el acting se produce.
El acting out aísla un objeto, un objeto que no es tan importante por lo que tiene de
ste ni lo que tiene de imaginario, como por lo que tiene de real. Este objeto es
aislado. Sólo el análisis mal conducido lo vuelve usual en este caso. El acting aísla un
objeto, lo aísla para indicar que hay otro objeto que es el que está en juego en la
Transf... Lo que el acting out aísla es el objeto a, ese objeto del que, por el
fantasma, el sujeto no aparece separado. El análisis va en contra del goce
fantasmatico, en la medida en que se trata de recortar al sujeto de ese objeto, de
separarlo. En la medida en que el sujeto lo acepte, como realmente está, como
objeto perdido, ese objeto, esa perdida, bastará para causar el deseo.
Lacan denomina al acting out como “la acción del hombre” (en direcc/ de la cura)
Lacan habla del acting out en su valor de Hint, de pequeño indicio, de señal dirigida
al analista, que puede tener un valor correctivo para el analista, como señal de que
hay algo que no esta escuchando, que esta operando demasiado por el lado de la
sugestión, produciendo un efecto de asfixia del deseo, esta confundiendo la
transferencia con la sugestión. Está usando el poder que le da la Transf. en el sentido
de la sugestión y por lo tanto esta dilapidando ese poder. El acting out tiene ese valor
correctivo q se encuentra en el ejemplo del caso de Kris.
El sujeto responsable del acto no es tanto el que lo comete (siempre hay algo del “yo
no sabia” antes del acto), como el sujeto que resulta de ese acto.
El sujeto, en el acto, atraviesa su fantasma que le dice cómo hay que portarse, cómo
hay que estar bien vestido, cómo hay que disfrutar de las cosas.
En el seminario de “La lógica del fantasma” Lacan define por 1º vez el acto,
establece 3 puntos en su definición:
1. El acto es un ste
2. El acto es un ste que se repite
3. Como efecto del acto el sujeto queda marcado por una denegación, un
desconocimiento.
En el instante en que se comete un acto, las referencias del saber cambian y sobre
todo en lo que tienen de fantasmaticas.
El acto opera por una suspensión de la relación del ste S1 en juego, del ste que se
repite, con los otros stes.
Hay varias formas clínicas de entrar en contacto con ese ste autorreferente:
Lacan en el seminario 10, para trabajar esta modalidad del acto, hace un cuadro
tomando: la inhibición, el síntoma y la angustia.
+ dificultad: síntoma
++ dificultad: angustia
EMOI ACTING
Hay que estar un poco mas allá del narcisismo para acercarse al objeto del deseo,
está en estado de impedimento frente al deseo, por el resguardo de la imagen de si,
por el cuidado extremo al narcisismo (por no quedar como el pelotudo de América).
“Esto es sostenido por ciertos ideales y estupideces que nos atraviesan en la vida
cotidiana”.
Diferencias del acting out y pasaje al acto como modalidades del acto:
El acting es fuera de las esferas del recuerdo, fuera de la esfera de lo que se dice.
Hay que pensarlo como lo pulsional que se impone sin pasar por el decir. Se puede
pensar el acting como una manifestación salvaje del inc. Del acting el sujeto no se
queja. No hay una pregunta por su sentido. No hay una implicación del sujeto con el
acting, pasa a ser una implicación cuando le da estatuto de síntoma. Si bien esta en
juego la verdad, tanto en el síntoma como en el acting, lo que los diferencia es el
lugar en el cual esta el sujeto, en el síntoma y en el acting.
Para los psicoanalistas del yo hay tres técnicas para el tratamiento del acting:
1. La prohibición
2. La interpretación. Limitada a pacientes que poseen egos bien integrados.
3. Fortalecer el yo.
Lacan dice al respecto de estas técnicas: Prohibir el acting, en los análisis se prohíbe
demasiado, como seria prohibir el acting? Interpretarlo, no se puede interpretar
porque no hay una pregunta de parte del sujeto acerca de ese acting. Para ser
interpretado se necesita la transferencia, la introducción del Otro. Y fortalecer al yo
no es algo que lacan comparta.
El acting esta hecho para ser interpretado y por lo tanto interpretarlo lleva al
analista a caer en la obviedad.
Ese objeto extraño que aísla el acting es la verdad que se dice sobre lo reprimido
profundamente, lo primordial de lo reprimido, y cuando emerge algo de eso emerge
con una inmensa angustia o de una manera que comporta extrañeza para el sujeto,
que no se reconoce en esa verdad revelada. En el acting lo que se dice es verdad pero
no sujeto.
¿Qué puede hacer un analista ante una situación de acting? Tener en cuenta ese
resto, que es bien real, resto que nos lleva a preguntarnos qué hacen allí los sesos
frescos, que tienen que ver. El analista ubicándose en su posición de analista, para lo
cual debe abandonar esa otra posición que es la del que insiste en la demanda, la del
que sugiere, la del que le recrimina al analizante que no se da cuenta de que lo que
dice no es mas que resistencia, etc. Desde su lugar de analista con una verdadera
interpretación, la que va del decir del paciente al decir del paciente que la verifica,
puede conducir al sujeto por la vía del análisis, que es una vía de subjetivación de un
lazo de separación con el objeto. Solo sobre la base de la aceptación de que está
perdido podemos armarlo auténticamente.
Si hay algo que falta en el acting es el motivo, la motivación está ausente del acting,
conviene preguntar cuál es el motor del acting, cuál es la causa del acting.
¿Por qué Lacan dice que el acting puede tener valor correctivo? Porque aísla el objeto
que debiera ser aislado en el análisis cuando esto no ocurre.
Lacan dice que el acting out es como una suerte de brusca explosión que abre el
espacio al deseo. En ese momento del análisis el acting es lo único que vuelve
tolerable el encuentro con la analista que ya era insoportable porque iba
exactamente en el sentido del goce, vale decir de un achatamiento del espacio del
deseo. El acting out es llamado a la presencia del analista, cuando esta presencia se
ha desvanecido.
Muestra algo para alguien y es una escena dirigida hacia el Otro (A) con mayúscula.
Pero un A (Otro) que desfallece en su función de soporte de la transferencia lugar y
función sujeto supuesto saber.
Se tratará e intentará hacer pasar el acting out a la dimensión del síntoma, trama que
nos muestra cuando un significante que no logra ser articulado a la dimensión
simbólica es arrojado a lo real. Podemos decir que el acting tiene que volver a
sintomatizarse, volver a la estructura de la cadena significante, volver a la
transferencia para que después pueda devenir material de análisis y de
interpretación. Para que el acting out retome el discurso, con un adecuado manejo
de la dirección de la cura se produce una maniobra de inserción de ese eslabón que
quedó fuera de la cadena para que se restablezca, es decir que se sintomatice. A
diferencia del síntoma que es interpretable, el acting out no es interpretable porque
se juega por fuera del registro de lo simbólico.
Pasaje al acto: Es salirse de la escena, caerse de la escena. El sujeto queda ahí identificado
a ese objeto de resto y se deja caer. El pasaje al acto hay que entenderlo como un no
referido al Otro, hay que entenderlo como la separación del Otro verdaderamente lograda (x
ejemplo el suicidio), El pasaje al acto es lo que no se quiere decir, lo que se rechaza decir
pasa al acto, es rechazo de saber, se opone al trabajo analizante, se opone al trabajo del ste.
Este dejar caer, es el correlato esencial del pasaje al acto. El dejar caer es visto del lado del
sujeto. El pasaje al acto está del lado del sujeto, en tanto que éste aparece borrado al
máximo por la barra. El momento del pasaje al acto es el del mayor embarazo del sujeto, con
el añadido comportamental de la emoción como desorden del movimiento. Es desde allí
donde se encuentra, se precipita y bascula fuera de la escena. Esta es la estructura del
pasaje al acto.
En el pasaje al acto el Otro (A) esta ahí, esta demasiado presente en forma absoluta pero el
sujeto no espera ya nada de el. Se ofrece al Otro (A) en esta posición de resto, de desecho.
Se arroja en forma sacrificial sin ninguna esperanza ya de hacerse escuchar. El sujeto y el
objeto caen así; podemos concluir que tanto en el acting out como en el pasaje al acto, la
clínica nos muestra la relación entrañable de un sujeto con el objeto a. En el pasaje al acto el
sujeto se identifica con el objeto a y la escena cesa.
En ambos casos se trata de un significante forcluido, de un significante expulsado a lo real
acting out y pasaje al acto cuestiones ambas que nos provocan a redoblar nuestra apuesta en
la clínica en función y posición de analistas re-interrogando y cuestionando nuestra praxis y
abriendo quizás nuevas perspectivas y modalidades diferentes de asistencia.
Decir que el sujeto es lo representado por un ste para otro ste, podría llevar a suponer que
hay un ste que representa bien al sujeto, que habría una buena identificación del sujeto del
inc. Una representación adecuada y esto no es así. Cualquier trazo unario que ustedes
encuentren en un síntoma, es una manera de identificar al sujeto. Algunas son muy obvias
(ejemplo del tartamudo en la fiesta).
Ningún sujeto se siente, durante mucho tiempo plenamente confortado por su identificación a
un ideal. Llega un momento en que eso asfixia.
Logró eso por lo que tanto había luchado y resulta que ahora que lo tiene, ahora que es
reconocido como tal, como psicólogo por ejemplo, eso no soluciona los problemas que tenía
sino que a lo mejor le crea otros suplementarios. No sabe que hacer, pero ¿No sabe que hacer
con qué? Allí surge toda la problemática del deseo, que se moviliza cuando el sujeto sale de
la universidad-madre.
Cualquier ste que representa al sujeto retorna sobre él diciéndole: “eres esto”. Ese
significante, por mas ideal que sea (hermoso, genio, o cualquier otro), toma forma de
mandamiento, de insulto se podría decir. Hay algo insultante en el ste, en cada ste. El sujeto
necesita para poder vivir que en alguna parte él no sea eso. Hay algo que resiste a ser
significantizado en el sujeto y que las formaciones del Inc. no hacen sino producir. Es decisivo
no creerse demasiado los halagos, o los títulos, porque en cualquier momento muestran su
otra faz de insulto.
Lo que rescata al sujeto de la identificación ideal es ese objeto, ese efecto de pérdida de
identidad en que consiste el producto del trabajo del Inc., el objeto a. Ese objeto asegura al
sujeto su existencia en otro lugar, en otro lugar fuera de esos stes que lo mortifican. “Un
sujeto que fuera sujeto puramente del ste sería un sujeto muerto”, esta muerto, pero es
inmortal al mismo tiempo.
Esa producción del Inc., el a, que viene a funcionar como causa del deseo del sujeto, es lo
que detiene el efecto mortificante del ste, lo que hace que el sujeto quiera algo.
Estos reproches, esta voz que le retorna de lo real al melancólico, es un objeto a, pero en el
cual el sujeto no reconoce la causa de su deseo, él no quiere saber nada con su deseo.
El neurótico tampoco parece querer saber nada con la causa de su deseo, porque le teme. Le
teme a su deseo, lo angustia, porque si lo sigue éste lo lleva por vías que implican una
pérdida de identidad, una pérdida de referencias simbólicas, de las referencias ideales que
trae consigo desde la infancia. Eso no le gusta, prefiere evitarlo, prefiere disfrazar la causa
de su deseo en su fantasía.
El fundamento, el motor del acto, causa de la acción del hombre, es ese objeto que causa el
deseo. Pero para ponerlo en juego hay que dejar de lado ciertas identificaciones, ciertos “yo
soy esto”, porque la experiencia del acto transforma al sujeto en algo que ya no es eso que él
creía que era.
El objeto a es el núcleo elaborable de los goces. No hay goce que no lo implique de algún
modo. El sujeto se excita pensando en tal o cual imagen del fantasma, pero la fuerza libidinal
viene de la mirada oculta que organiza la escena. El a en el fantasma es condición de goce,
condición necesaria, pero no suficiente. Lo que debe producirse para que haya goce
fantasmatico en el estilo de la neurosis es que el objeto a sostenga la presencia del falo. No
hay otro falo que el que puede producirse detrás del velo, cuando la mirada se deja engañar.
Porque la mirada puede por el contrario, fuera del uso en el fantasma neurótico, hacer valer
la castración en lugar del falo.
Ese mismo objeto a es capaz de funcionar, en cambio, como causa del deseo, por su
condición de objeto perdido, perdido e irrecuperable, pero presente, no falta. Decir que algo
falta es diferente a decir que está perdido, lo que falta es representable, lo que está perdido
no. El falo, por mas que falte, por mas que sea objeto del deseo, no es causa del deseo,
porque es esencialmente ausencia, una ausencia representable, pero ausencia.
Cuando el objeto se despega de toda representación falica, cuando se quitan los velos,
cuando la castración del Otro es una evidencia, el objeto se retira de toda manifestación, de
todo fenómeno perceptible, la demanda es llamada a silencio, la voz calla, la mirada se
ciega, el deseo surge con toda su fuerza, tanta que a veces fuerza al acto.
En la dinámica efectiva del análisis no tiene mucho sentido hablar de estructuras clínicas. Es
mejor hablar de tipos clínicos que se definen por la estructura del síntoma, del síntoma
analítico.
Si el análisis funciona, la estructura obsesiva en determinado momento se quiebra y surge eso
que Freud llamó el núcleo de histeria que existe en toda neurosis obsesiva. Entonces, ¿Cambia
el tipo clínico? En cierto sentido sí. Puede ser que una histérica al poco tiempo del análisis ya
no tenga síntomas conversivos. ¿Entonces porqué llamarla histérica? Porque habla en discurso
histérico, pero también el obsesivo habla, a partir de cierto momento del análisis, en discurso
histérico.
La fijeza del síntoma es mucho mayor de lo que puede parecer. La terapia analítica lleva
muchas veces a hacer otra cosa con su síntoma (con su síntoma que no cesa de venir de lo
real a pesar del análisis), no deja de ser obsesivo, pero hace algo con su pensamiento, algo
distinto de la paja mental con que antes se atormentaba. También hay casos en que el
síntoma desaparece, desplazado por la actividad del sujeto, del sujeto destituido. Allí hay
un cambio en el tipo clínico.
Cuales son las condiciones requeridas para que alguien pueda decirse: “yo soy psicoanalista”
Lugar del analista: sujeto se caracteriza como siendo del orden de la falta.
El análisis esta para enseñarnos que la astucia está en la razón porque el deseo está
determinado por el juego ste, el deseo es lo que surge de la marca del ste sobre el ser
viviente y lo que se trata para nosotros de articular es: ¿qué es lo que pueda querer decir las
vías que trazamos del retorno del deseo a su origen ste? ¿Qué quiere decir que haya hombres
que se llaman psicoanalistas? Es evidente que en ese registro el psicoanalista se introduce en
1º lugar como sujeto supuesto saber, es él mismo quien soporta el estatuto del síntoma. El
psicoanalista es llamado al lugar del sujeto supuesto saber.
El síntoma sería necesario definirlo como algo que señala. Como un sujeto que sabe que eso
le concierne, pero que no sabe lo que es.
En el síntoma hay una indicación del saber al que el síntoma mismo alude, que esa indicación
sea o no tenida en cuenta permite distinguir entre la clínica Freudiana y todas las demás. Es
evidente, de distintas maneras en cada uno de los tipos clínicos. En la neurosis porque lo inc.
Que se expresa transpuesto, desfigurado, deformado en el síntoma o en otras formaciones del
inc. Tiende a organizarse como un saber a partir de la presencia de alguien que escucha.
¿Dónde ubicar ese saber? ¿En el Inc.? ¿En el clínico? Es una experiencia común para quienes
han pasado por un análisis, que las raíces inc. Del síntoma condescienden a manifestarse con
menos rodeos en la medida en que media una suposición de saber en quien escucha.
El analista debe estar advertido de esto, que sepa manejar los resortes que mueven ese
saber.
Un lapsus, un ste de esos que se repiten ya a lo largo de una primera entrevista, muestran
muchas veces muy rápidamente, por la insistencia repetitiva misma, que hay un goce al que
el sujeto ha quedado fijado y que inmoviliza su deseo. Esos stes que se repiten pueden ser
entendidos por el clínico como manifestaciones de algo que incita al sujeto a gozar.
¿Qué puede querer decir saber en ese contexto? Un saber es lo que Freud llama Complejo
inconciente, es decir, una articulación de stes. Que encierra a clave de un goce afectado por
la represión. El saber, en psicoanálisis, es una articulación de stes que funciona como medio
de producción de goce.
El síntoma, dice Lacan, es el modo peculiar a cada sujeto de gozar del inc.
El ste del síntoma, el ste que se repite, busca hacerse reconocer a nivel del que escucha. Es
eso lo que en primera instancia encarna el clínico: el Otro que por escuchar debe recibir ese
saber, debe incluso transformarse en la sede de ese saber.
¿No les parece sorprendente el hecho de la Transf. pensado en términos de saber? ¿No les
parece curioso que el saber Inc. pueda suponerse en el analista?
El psicoanálisis cambia el estatuto del síntoma, que pasa a ser claramente un síntoma “para”,
para el analista, aliviando su incidencia sobre el cuerpo. El analista queda incluido en la
estructura del síntoma.
En el caso de una neurosis, se trata de un síntoma que ya en las entrevistas deja entrever una
estructura de sustitución, presenta un ste que sustituye a otros según la forma de la
metáfora, y es ese ste el que comanda cierto goce para el sujeto, cierto goce que es ya una
interpretación sicoanalítica del sufrimiento del síntoma. Con el neurótico, suele suceder, que
nos quedamos en la suposición. Podemos suponer en efecto que tal síntoma que tiene el
paciente es un síntoma de análisis pero nada de lo que sucede después nos lo verifica.
Es muy común que lo que parece un síntoma analizable no tenga nada que ver con el orden
causal del psicoanálisis. (ejemplo del paciente que temía tener sida, y luego tiene sida y no
fue mas a la terapia).
Otra eventualidad en la que algo que parece un síntoma neurótico no es verificado como tal
por el análisis, es cuando el sujeto no reconoce a su síntoma como tal, atribuyéndolo a su
carácter, a la herencia, a una causa
Orgánica o la mala suerte. De ninguna manera cree que eso pueda ser un síntoma, con el que
él tenga algo que ver como sujeto del deseo.
Se puede definir como momento 0 (cero) del síntoma, el de la represión bien constituida.
¿Qué es el saber?
El saber puede ser una suposición, es decir, nada real. Puede ser un semblante,
encarnado por ejemplo por un profesor universitario que no se califica tanto por lo
que sepa sino por su función tiene que mostrar un semblante de saber, al menos hasta
que gana el concurso.
O puede ser un saber que tiene algo más que ver con lo real, que atrapa algo de lo
real.
El sujeto supuesto saber es una instancia, efecto del dispositivo analítico, que no se
confunde con el analista, tanto el psicotico como el sujeto neurótico cree que se sabe
en alguna parte, pero no precisamente en la cabeza de su analista. El analista hace
semblante de causa del deseo, no de saber. El psicoanálisis tiene como objetivo ético
interrogar, cuestionar radicalmente toda suposición de saber.
Freud llamo complejo inc. Es una articulación de stes que tienen la capacidad de
apresar cierto real que es goce, tenerlo como guardado y listo para ser usado, si se
activa ese grupo S2 de stes pueden surgir síntomas.
Tenemos por un lado la palabra que activa el complejo y por otro tenemos el
complejo que es una articulación inc. De stes que implican cierto saber sobre como
gozar, de modo masoquista, anal, etc.
Además del ste que activa esta la articulación el vínculo entre ambos, esa
articulación se zambulle en la panza del saber, no hace más que engordar el S2.
También eso es S1, es decir la articulación del ste S1 con el saber S2. La única forma
de extraer el S1 de allí es plantear el vínculo con el saber como imposible.
Porque hay Otro hay articulación de stes y se producen este tipo de cuestiones,
porque hay otro se produce algo del orden de un saber.
Para el sujeto en alguna parte se sabe (S2) que quiere decir eso que le concierne, aún
si él no puede situar donde.
El síntoma: Es una manera de gozar. En el momento en que se conecta con el saber el
síntoma pasa a ser síntoma de análisis. En el momento en que se expresa en una
demanda. Hay que tener en cuenta que la demanda puede ser demanda de otra cosa,
demanda de algo distinto que la satisfacción que aparentemente pide. La demanda
que se descifra, la demanda oculta, en el análisis es demanda de amor: todo lo que
dice el analizante, veladamente es una demanda de amor. Una demanda de
reconocimiento del ser. (Reconocer el ser tampoco es dar gran cosa)
Se es en el ste, que se es un falso ser, pero sólo en la medida en que se logra cierta
inscripción que se “socializa” a nivel del s2.
El síntoma es la particularidad, es aquello que nos hace a cada uno un signo diferente
de la relación que tenemos en tanto que hablantes- seres con lo real. Esto es
indispensable saberlo en la admisión de alguien, es a lo que nosotros nos
comprometemos: es el síntoma lo que está en el centro de la regla fundamental.
La mujer: Se define por el no toda y surge de ellas mismas. Ellas mismas son no
todas, no se prestan a la generalización falocentrica.
El ser humano es un ser hablante, ser que también debe poder escuchar, escuchar
forma parte de la palabra.
Como el nombre lo indica, los autistas se escuchan a ellos mismos. Escuchan muchas
cosas, esto desemboca incluso en la alucinación que siempre tiene un carácter más o
menos vocal. Todos los autistas no escuchan voces, pero articulan muchas cosas y se
trata de ver donde escucharon lo que articulan.
Lo que hace que no escuchemos flautista es justamente que ellos no nos escuchan,
pero sin duda hay algo para decirles.
¿Lo simbólico se aprende?, ¿existe algo en nosotros desde el nacimiento que hace que
estemos preparados para lo simbólico, para recibir el mensaje simbólico, para
integrarlo? Se trata de saber porque hay algo en el autista o en el esquizofrénico que
se congela.
Psicosomáticos: Todo sucede como si algo estuviese escrito en el cuerpo, algo que nos
es dado como un enigma. Un enfermo psicosomático se asemeja más a un jeroglífico
que a un grito.
Goce del psicosomático: goce congelado. Hay una fijación en un goce especifico,
esperamos darle el sentido de aquello de lo que trata. Lo psicosomático está en su
fundamento arraigado en lo imaginario.
Ser subjetivado es tener lugar en un sujeto como válido para otro sujeto. Todo lo que
para nosotros significa sucede siempre en el lugar del Otro.
Para que algo signifique es preciso que sea traducible en el lugar del otro.
El niño tan pronto sabe afanarse y desenvolverse con el ste se introduce en aquella
dimensión que hace que les plantee a sus padres las preguntas más inoportunas: ¿Qué
es correr? ¿Qué es un imbecil? Cuando el sujeto se encuentre en el ¿Qué soy? Estará
mucho menos avanzado (salvo si esta analizado), pero si no lo está cuando se pone en
cuestión mediante un ¿Qué soy? Se vela a sí mismo, preguntarse qué soy es franquear
la etapa de la duda por el ser, porque al plantear de este modo la pregunta da de
lleno en la metáfora, sólo que no se da cuenta. Para nosotros, analistas, lo mínimo es
tenerlo presente, para evitar renovar este antiguo error, siempre amenazante en su
inocencia bajo todas sus formas, e impedirle que se responda, por ejemplo, incluso
con nuestra autoridad, soy un niño. Lo que esta en juego en toda pregunta formulada
no se encuentra en el plano del ¿Qué soy yo? Sino en el plano del otro, en la forma
que la experiencia analítica nos permite desvelar del ¿Qué quieres? Se trata se saber
que deseamos al plantear la pregunta. Y ahí es donde interviene la falta de ste que
esta en juego en la phi del falo. El analista ha descubierto que con lo que el sujeto se
enfrenta es con el objeto del fantasma. El objeto verdadero, autentico, del que se
trata cuando hablamos de objeto, no es de ningún modo aprehendido, transmisible,
intercambiable. ¿Cuál es la relación del sujeto con el ste? En el plano de la cadena
inc. Sólo tenemos signos. Es una cadena de signos. Este ste esta siempre escondido,
velado. La relación innombrable (indecible), del sujeto con el ste puro del deseo se
proyecta en el órgano localizable, situable en alguna parte corporal. Es alrededor de
este punto imaginario donde se elaboran los efectos sintomáticos del complejo de
castración.
¿Qué hace la histérica? ¿UE SOY YO? TIENE PARA ELLA UN SENTIDO. Dora recurre a
todas las formas de sustituto que puede dar de este signo phi mayúscula. Sr. k le dijo
“mi mujer no es nada para mí”, a saber, no me la pone tiesa, si ella no te la pone
tiesa, entonces ¿para que sirves? Porque para Dora la cuestión, como para toda
histérica, es ser procuradora de este signo en su forma imaginaria.
Prefiere que su deseo este insatisfecho a lo siguiente, que el Otro conserve la clave
de su misterio.
Si se descuidara cierto rincón del inc. Del analista, de ello resultaría verdaderas
manchas ciegas. De ello resultaría en la práctica ciertos hechos más o menos graves o
molestos, (no reconocimiento, intervención fallida, inoportunidad de alguna otra
intervención, incluso error). Toda experiencia del inc. Se lleva a cabo en 1º lugar
como inc. Del Otro. Fue en 1º lugar en sus enfermos donde Freud se encontró con el
inc. Y para cada uno de nosotros, la idea de que un aparato semejante pueda existir
se abre en primer lugar como Inc. del Otro, aunque este elidido. Una vez admitida la
función del Otro, todavía es preciso que encontremos allí el mismo obstáculo que
encontramos en nosotros mismos en nuestro análisis, cuando se trata del inc.
En cuanto al reconocimiento del inc. No tenemos forma de plantear que por si mismo
deje ala analista fuera del alcance de las pasiones. Esto sería suponer que es siempre
del Inc. de donde proviene el efecto total, global, toda la eficacia de un objeto
sexual o de algún otro objeto capaz de producir una aversión cualquiera, física.
¿Porqué un analista con el pretexto de que está bien analizado, sería insensible al
surgimiento de cierto pensamiento hostil que puede percibir en una presencia que se
encuentra ahí?
Del fantasma al acto: El neurótico depende de la demanda para sostener su deseo, está en
dependencia de que estos dos usos de la demanda se mantengan diferenciados, si estos dos
usos de la demanda se juntan lo que se produce es un achatamiento del espacio del deseo.
Ernest Jones decía que hay algo que teme mas el neurótico que su castración, es el
desvanecimiento del deseo.
Si en general esto no sucede es porque hay algo que sostiene estos dos usos de la
demanda como diferentes para el neurótico, que es el fantasma. La fantasía detiene,
no permite que se peguen estas dos líneas.
El neurótico suele ser alguien muy atareado, pero que posterga lo que sería el acto
con el que realizaría su deseo. Sostener el deseo a partir del fantasma, y no del acto,
es el modo neurótico de sostener el deseo. No es el único, sino el análisis no tendría
ninguna finalidad. Al neurótico obsesivo su tarea le disgusta, lo fatiga, esta siempre
mas o menos cansado, es que él hace su tarea como si lo obligaran a hacerlo,
sosteniendo su deseo de un fantasma fundamental por el que parece que lo que
regula su vida es la demanda, o el deseo del Otro. Al suyo, no lo pone en juego, o no
lo reconoce como suyo.
El análisis apunta a que el sujeto sostenga su deseo sin el recurso del fantasma.
Las variables principales, además de las variables poblacionales clásicas como sexo,
edad, nivel de escolaridad, etc. Son el diagnostico según DSM-IV, el proceso
diagnostico psicoanalítico, la implicación causal del sujeto y los efectos terapéuticos
característicos del psicoa.
Esto supone que hay más de un modo de satisfacer lo que en el ser hablante viene al
lugar del instinto: la demanda en tanto exigencia ste, pulsional en los términos de
Freud. Hay distintas formas de posicionarse respecto de esa demanda: se la puede
padecer, se la puede repetir, se la puede transferir, se la puede actuar, y también
llevar al plano donde se juega el acto humano por excelencia.
El efecto terapéutico del psicoa. Puede no ser mera catarsis, sino experiencia del inc.
Que se añade al inc. Que subyace a los síntomas solo como hipótesis teórica.
Tenemos en el análisis un doble carril: lo que puede ser dicho, lo que puede ser
recordado, las cadenas asociativas que va produciendo el sujeto, pero en esas mismas
cadenas se va a articular algo que no tiene palabra, podríamos llamarlo desde freud
algo del orden de lo pulsional, que en Lacan estaría remitido al objeto a, a lo real, al
goce.
Cuando uno escucha a un sujeto, no solamente hay que escuchar la repetición ste,
que es importante, (stes que abren puertas a todo lo que es el trabajo del Inc.),
también en esa repetición ste, lo que se va escuchando es una posición fantasmatica,
ósea aquello que nos va a ir abriendo la puerta a la dimensión de lo real, de lo que
vuelve siempre al mismo lugar, una de las definiciones de lo real.
Por ejemplo en el hombre de las ratas: el ste Raten demanda goce, están
condensados toda una serie de stes: matrimonio, deudas, dinero, etc. En un material
clínico, por ahí uno rápidamente puede empezar a recortar esa cadena ste. Uno va a
puntuar esos stes, va a hacer el trabajo que el paciente asocie, trabaje y despliegue
esa cadena ste. Esos stes condensadores de goce, el sujeto no puede dejar de usarlos,
son propios. Al mismo tiempo hay que estar atentos a aquello que no aparece en la
cadena ste que tiene que ver con esta dimensión del objeto, de lo pulsional. En la
repetición ste, uno va a ir aislando los stes que comandan goce, stes privilegiados,
van a ver que Lacan los denomina stes de la transferencia, que son los stes propios de
cada sujeto, cuando uno se encuentra con un nuevo paciente, uno no sabe cuales van
a ser esos stes que representan su modalidad de goce. El ste aparece en el orden de
algo que se repite sin que el paciente se dé cuenta, rápidamente, a veces se puede ir
recortando ese ste.
Iniciación al tratamiento: Forma parte de los escritos técnicos de Freud, lo que Freud
hace es mera recomendación técnica, de lo que debe hacer un analista, del
procedimiento, esta diciendo lo que es propio de una cura, introduce la regla
fundamental, la asociación libre desde el inicio, desde que conoce a la paciente,
Freud explicita la regla fundamental, Freud habla de un período de prueba, donde no
lo diferencia demasiado con la iniciación al tratamiento porque ahí ya hay una
iniciación al tratamiento y desde el vamos le anuncia al paciente la regla
fundamental, “diga todo lo que se le ocurre, no omita nada, aunque le parezca
desagradable, aunque le parezca que no tenga importancia”.
En iniciación al tratamiento, Freud decía que es imposible que alguien que venga a la
1º entrevista no tenga tema, esa ya es una resistencia.
Freud pronuncia la regla fundamental desde el vamos, acá hay una diferencia con las
entrevistas preliminares de Lacan. Lacan hace una diferencia importante entre las
entrevistas preliminares y la iniciación al tratamiento.
En las entrevistas preliminares hay mucho trabajo que se hace pero la iniciación al
tratamiento, la entrada en análisis está determinada por toda una secuencia de
cuestiones, en las cuales la enunciación de la regla fundamental muchas veces
coincide con la entrada en análisis, con el pasaje al diván si es el caso de un
consultorio.
El analista puntúa, recorta, tiene que ver mas con la escucha activa del analista.
Lo que Freud quiso transmitir con esto de Inc. a Inc. es que la posición del analista
tiene que ver con no intervenir desde su yo, ósea de sacarlo del dialogo convencional.
Cuando se puntúa algo, se recorta algo, no es desde la convención no es desde lo
imaginario, tampoco es desde el inc. Sino que en esa escucha analítica se empieza a
escuchar S1 S2, algo de lo pulsional, del objeto a.
La posición del analista no está como la de un sujeto que dialoga con el otro, no
mete lo que el piensa como persona. El analista tiene sus ideales, sus conceptos sobre
el bien y el mal, sus afectos, todo esto tiene que quedar afuera del consultorio.
Cuando el analista mas haya atravesado su propio fantasma, más haya atravesado su
propia cura de un análisis, más este advertido de sus prejuicios, más este advertido
de cómo sus ideales empañan las asociaciones, mas cómodo va a estar en el lugar de
semblante de a. Si uno logra la posición de semblante de a, no está como sujeto,
entonces no queda afectado, no queda dividido. Cuando el analista sale cansado del
consultorio, con dolor de cabeza, tenemos la obligación ética de preguntarnos ¿Qué
pasó? Algo a quedado registrado en el cuerpo, es importante registrar que pasó. En
general semblante de a no es una posición incomoda, porque uno descansa de sus
fantasmas, de sus ideales. Cuando el analista no puede sostener la posición de
semblante de a hay algo de su propia resistencia, de sus propios puntos ciegos. Freud
decía: 2Ningún análisis va a llegar mas allá del punto ciego del analista”. Cuando uno
elige su analista, esta eligiendo adonde va a llegar su propio análisis.
En la medida en que nosotros trabajamos sobre nosotros mismos, nos es más fácil
escuchar. Cuando estamos advertidos de nuestro fantasma que no quiere decir que
tengamos que haber llegado al atravesamiento del fantasma que está mas del lado
del fin de análisis, sino nadie podría analizar hasta haber llegado a su final de
análisis. En la medida en que uno este advertido de su fantasma podrá escuchar más
el fantasma del otro.
Cuando la cura comienza bajo una transferencia positiva, nos permite penetrar en los
recuerdos, pero cuando la transferencia se hace hostil, el recuerdo queda sustituido
en el acto por la repetición y a partir de ese momento las resistencias van marcando
la sucesión de las repeticiones.
El enfermo extrae del arsenal del pasado las armas con las cuales se defiende contra
la continuación de la cura y de las cuales hemos de ir despojándole poco a poco.
El analista se dispondrá a iniciar con el paciente una continua lucha por mantener
en el terreno psíquico todos los impulsos que aquel quisiera derivar hacia la
motilidad y considera como un gran triunfo de la cura conseguir derivar por medio
del recuerdo algo que el sujeto tendía a derivar por medio de un acto.
Hay que dejarle tiempo al enfermo para ahondar en la resistencia, hasta entonces
desconocida por él, elaborarla y dominarla, continuando a su pesar el tratamiento
conforme a la regla analítica fundamental. Sólo al culminar esto, llegamos a descubrir
en colaboración con el analizante, las pulsiones reprimidas que alimentaban la
resistencia. El analista no tiene que hacer mas que esperar y dejar desarrollarse un
proceso que no puede ser eludido ni tampoco apresurado.
Esta elaboración de las resistencias constituye parte de la labor que ejerce sobre el
paciente mayor acción modificadora y la que diferencia al tratamiento analítico de
toda sugestión.
Con respecto a los sintomas neuróticos, freud va a decir que los efectos del trauma
son de índole doble: positivos y negativos.
Negativos: Tienen un carácter defensivo, su expresión común son las evitaciones que
si se acrecientan podemos entrar dentro de las inhibiciones y las fobias. Y esto
también va a contribuir a la formación del carácter. Tanto los sintomas, como las
alteraciones del yo, como las alteraciones del carácter tienen naturaleza compulsiva.
Las impresiones tempranísimas de la 1º infancia recibidas en una época en la que el
niño apenas tiene acceso al lenguaje exteriorizan en algún momento un carácter
compulsivo.
¿Qué relación existe entre los enunciados de la regla fundamental y este decir
ético que nosotros le suponemos? El párrafo de la regla fundamental dice: “no
excluir de la comunicación ocurrencia alguna por mas que: la sienta desagradable, no
pueda menos que juzgarla disparatado, las considere demasiado nimias, piense que
no viene al caso respecto de lo que busca”. Si lo desagradable para decir de lo cual
habla Freud es asimilable al displacer, aquel que no nace de simples procesos de
pensamiento, sino de una palabra que se hace efectiva. El concepto de regla
fundamental, concierne al decir del paciente. Decir lo displaciente y el riesgo
inherente a toda comunicación del fantasma desagrada al decirlo.
No omitir nada, no es tampoco la orden de decirlo todo, lo cual no haría sino redoblar
la exigencia 1º y someter aún mas al hablante al orden del placer y de sus
preferencias.
La cláusula de NO OMISIÓN ordena decir algo mas, algo tan singular que no sabríamos
reconocerlo en ninguna de sus particularidades: no excluir nada, no omitir un cierto
nada. Lacan formula en el seminario Aún: “Decir cualquier cosa, sin vacilar ante las
necedades que se puedan decir”.
La cláusula de NO OMISIÖN aparece como aquello que del decir de la regla, tiende
a atraer la palabra que se somete a él hacia un mas allá del principio de placer,
hacia una realización puntual de la inversión del displacer en goce, a la
aproximación de la singularidad de una cosa que no es reductible a la serie de
representaciones placientes o displacientes.
El análisis es algo que nos indica que solo existe el nudo del síntoma, hay que sudar
en tal forma que uno puede hacerse de allí un nombre.
Nuestra intención consiste en incitarle a pasar por el buen agujero de aquello que le
es ofrecido como singular.
Este amor no se compone ni de un solo rasgo nuevo nacido de la situación actual, sino
que se compone en su totalidad de repeticiones y ecos de reacciones anteriores e
incluso infantiles y nos comprometemos a demostrárselo al paciente.
La resistencia misma no crea este amor, sino que lo encuentra y se sirve de él.
Sabiendo que el enamoramiento del paciente ha sido provocado por la iniciación del
tratamiento analítico de la neurosis, tiene que considerarlo (el analista), como el
resultado inevitable de una situación médica, análogo a la desnudez del enfermo
durante un reconocimiento médico o a su confesión de un secreto importante.
De los sintomas neuróticos, sabemos que son efecto de un conflicto surgido en derredor de un
nuevo modo de satisfacción de la libido. El síntoma es el resultado de una formación de
compromiso entre dos fuerzas en conflicto, una de las dos fuerzas es la libido insatisfecha,
alejada de la realidad y obligada a buscar nuevos modos de satisfacción. Entonces la
formación de compromiso (síntoma) es entre las representaciones reprimidas y las
representaciones represoras. La libido si sigue insatisfecha recurrirá en último término a la
regresión y buscará su satisfacción en organizaciones anteriores y en objetos abandonados en
el curso de su desarrollo. Lo que atrae a la libido por los caminos de la regresión son las
fijaciones que fue dejando en sus diversos estadios evolutivos. Cuando las regresiones no
despiertan ninguna oposición por parte del yo, no aparece la neurosis y la libido logra una
satisfacción. Si la regresión no produce contradicción en el yo, no hay síntoma, por lo tanto
no hay neurosis. La libido obtiene una satisfacción real, aunque anormal (PERVERSIÓN) La
neurosis se produce cuando esta regresión genera conflicto en el yo. Cuando el yo no acepta
estas regresiones, surge el conflicto. La libido encuentra cerrado el camino y se ve obligada a
buscar otro camino conforme a las exigencias del principio de placer. Deberá separarse del
yo, y lo conseguirá apoyándose en las fijaciones que fue dejando a lo largo del camino de su
desarrollo y contra las que el yo hubo de protegerse por medio de represiones.
Neurosis:
¿Dónde encuentra la libido las fijaciones de que precisa para abrirse paso a través
de las represiones? En las actividades y los sucesos de la sexualidad infantil, en las
tendencias parciales abandonadas y en los primitivos objetos infantiles.
1. La disposición hereditaria
2. La disposición adquirida en la 1º infancia.
2. Fantasías primordiales:
a. amenaza de castración
b. Observación del coito
c. Seducción
Tales hechos son patrimonio de las neurosis, cuando no son aportados por la realidad,
lo son por el fantaseo, por lo que hay entre realidad y fantasía una relación de
complementariedad.
El niño llena las lagunas de su vivenciar real con el vivenciar prehistórico. Con la
fantasía.
“No se vuelve loco el que quiere”, pero tampoco no al que quiere alcanzan los
riesgos que rodean la locura. No bastan un organismo débil, una imaginación alterada,
conflictos que superen a las fuerzas. Puede ocurrir que un cuerpo de hierro,
poderosas identificaciones y las complacencias del destino, inscritas en los astros,
conduzcan con mayor seguridad a esa seducción del ser.
El medico, aquel que le opone al loco que lo que éste dice no es cierto, no divaga
menos que el loco mismo.
En la medida en que el histérico reconoce en otro los índices de su deseo, ósea que
ese otro se encuentra frente al mismo problema de deseo que el histérico, se produce
la identificación, con todas las formas de contagio, de crisis, de epidemia, de
manifestaciones sintomáticas, tan característico de la histeria.
El fantasma participa del orden imaginario, pero sólo adquiere su función en la economía
por su función ste.
Es la latencia de algo que es totalmente concebible como cadena ste. Hay en el Inc. cadenas
stes que subsisten en cuanto tales, que desde ahí estructuran, actúan sobre el organismo,
influyen en lo que surge en el exterior como síntoma.
Cuando vemos a un obsesivo en bruto o en estado de naturaleza, vemos a alguien que nos
habla ante todo de toda clase de impedimentos, de inhibiciones, de obstáculos, de temores,
de dudas, de prohibiciones. Sabemos de entrada que no será en ese momento cuando nos
hable de su vida fantasmatica, sino gracias a nuestras intervenciones terapéuticas o sus
tentativas autónomas de solución, de salida, de elaboración de su dificultad propiamente
obsesiva. Entonces nos confiará la invasión de su vida psíquica por fantasmas.
El obsesivo siempre está pidiendo permiso. Pedir permiso es tener como sujeto una
determinada relación con la propia demanda de uno. La negativa y el permiso se implican.
Lo que vemos es que durante la regresión, el sujeto articula su demanda actual en el análisis
en términos que nos permiten reconocer una determinada relación respectivamente oral,
anal, genital, con cierto objeto.
Interesa, porque en ese momento de su demanda fue cuando para él se plantearon los
problemas de sus relaciones con el Otro, que luego resultaron determinantes para el
establecimiento de su deseo.
Todo lo que obedece a la demanda en lo que ha vivido el sujeto es cosa pasada, de una vez
para siempre. Las satisfacciones, las compensaciones que podamos darle nunca serán más que
simbólicas y dárselas puede considerarse incluso un error, si no es imposible. Creo que es un
error de orientación del análisis, porque deja sin verificar las cuentas, al final del análisis, de
las relaciones con el Otro.
Esta forma de hacerle sostener el propio deseo al Otro es ambigua, porque un deseo prohibido
no quiere decir un deseo extinguido. La prohibición esta ahí para sostener el deseo, pero para
que se sostenga ha de presentarse.
La agresividad del obsesivo, toda emergencia de su deseo sería para él ocasión de aquella
proyección o de aquel temor de venganza que inhibiría todas sus manifestaciones.
Toda tentativa de reducir el deseo a algo cuya satisfacción se demanda tropieza con una
contradicción interna.
La ilusión, el propio fantasma que está al alcance del obsesivo es que a fin de cuentas el Otro
consienta su deseo.
Los procedimientos que encuentra por sí mismo el obsesivo, en los que busca la solución del
problema de su deseo, son mas adecuados, porque al menos este problema se lee en ellos de
una forma clara.
Entre las formas de solución, las hay por ejemplo que se sitúan en el plano de una relación
efectiva con el otro. La forma en que el obsesivo se comporta con su semejante, cuando
todavía es capaz de hacerlo, cuando no está sumergido por sus síntomas, es en si misma
suficientemente indicativa.
Efecto del superyó: se infligen toda clase de tareas duras, agotadoras, y por otra parte lo
consiguen, tanto mas fácilmente cuanto que es lo que desean hacer y lo consiguen muy muy
brillantemente y por eso tendrían todo el derecho a unas pequeñas vacaciones. En el
obsesivo, el trabajo es algo muy eficaz, está hecho para liberar el tiempo de partir a toda
vela,
Lo que el obsesivo quiere mantener ante todo, aunque no lo parezca, aparentando pretender
otra cosa, es este Otro en el que las cosas se articulan en términos de ste.
La palabra del paciente, toda palabra llama a una respuesta. No hay palabra sin respuesta,
incluso si no encuentra mas que el silencio, con tal de que tenga un oyente, y éste es el
meollo de su función en el análisis.
La posición subjetiva del ser depende de una pregunta que la estructura. El orden de la
pregunta pertenece al eje simbólico pero se encarna en el eje imaginario. Como dijimos al
principio de nuestro texto, esa pregunta para la histeria será ¿soy hombre o mujer? dirigida a
la otra mujer; para la obsesión será ¿estoy vivo o muerto? arrastrando “en la jaula de su
narcisismo los objetos en que su pregunta repercute, en la coartada multiplicada de figuras
mortales”.
Hay que recordar que la neurosis obsesiva es una enfermedad moral donde el sujeto se
reprocha su cobardía y tiene ideas mortificantes de culpa y deuda. Para poder ayudar a un
obsesivo a salir de las aporías de su fantasma se necesita saber cuál es la problemática ética
que está en juego en el deseo como imposible.
En la histeria la división del sujeto está más acentuada en su falta en ser o alienación al
deseo del Otro. En la obsesión el sujeto puede llegar a resignar todo contacto con el otro en
un aislamiento absoluto para defenderse del deseo, sumido en sus rumiaciones y denegando la
división subjetiva que produce el inconsciente. Esto puede manifestarse en formaciones
reactivas, como por ejemplo, frente a un impulso asesino la contrapartida de una exagerada
compasión por los seres vivos.
En cuanto a la subjetivación forzada de la deuda o trance obsesivo, se hace necesario
ubicarla en el orden simbólico porque allí está en juego el deseo y la ley, lo prohibido y lo
permitido, el goce y su legitimación. La deuda simbólica, de la que el sujeto es responsable
como sujeto de la palabra, es una hiancia imposible de colmar y sus efectos se observan en la
subjetivación forzada con síntomas, inhibiciones y angustia. El deseo aparece como deseo
ilegítimo o deseo de contrabando.
En el campo del Otro cada sujeto formula una reivindicación de su derecho al goce vinculada
a la deuda. Lacan llegará a ubicar la posición masculina como cuenta deudora: tiene derecho
al falo pero no sin contraer una deuda; y la posición femenina como de reivindicación fálica o
de crédito impugnado.
El problema del goce tanto en la neurosis como en la perversión tiene dos ejes: el fálico y el
pulsional. En la psicosis, por la forclusión del falo, el goce se hace presente como goce del
Otro. En la histeria y en la obsesión la reivindicación del derecho al goce se sitúa con relación
al falo porque es el significante del goce.
Lacan extrae de Hegel la fórmula del deseo como deseo del Otro. El deseo no es deseo de un
objeto natural sino de reconocimiento. El sujeto trasciende del nivel animal al nivel humano
como deseo, como falta y lo que falta es el reconocimiento del otro deseante. La duda y la
procastinación, dos rasgos de carácter del obsesivo presentes en su fantasma imaginario, son
explicados como consecuencia de la servidumbre del obsesivo al amo, colocándose a la vez
como amo virtual, y de la dimensión de la espera de la muerte del Otro, único límite al goce
que encuentra como defensa. Esta espera, ese suspenso, esa dificultad de elegir, la duda
entre algo y su contrario son inherentes a la obsesión.
El analista, con un buen manejo de las sesiones breves, puede correr al obsesivo del trabajo
forzado que se propone por sus resistencias, introduciendo así una mediación con la muerte.
Tanto en la neurosis histérica como en la obsesión el fantasma es una respuesta. En la histeria
con relación al sexo y en la obsesión con relación a la existencia; de aquí que se pueda pensar
con relación al engaño fantasmático que en la histeria se intenta engañar al deseo y en la
obsesión se intenta engañar a la muerte.
El analista deberá operar para no quedar enredado en la retórica de estos síntomas, con la
finalidad de devolver al sujeto la responsabilidad sobre su goce: cuando no anda y cuando
vuelve a andar.