VET - KookTae

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VET •• KookTae ••

Taehyung sabe que para llamar la atención de su jefe


de sonrisa perfecta, quizá deba ser mucho más
creativo...

"Yeontannie está enfermo, Jungkookie."


VET
Taehyung suspiró profundamente, apoyando sus codos sobre la superficie del
pequeño escritorio de recepción, dejando su cabeza descansar sobre sus manos
mientras sus ojos estaban fijos en el pelinegro tras aquella separación de cristal. No
podía creer que incluso haciendo algo tan simple como auscultar a aquel pequeño
perro, pudiese verse tan exageradamente bien. Era bastante injusto en parte porque
aquel detalle de su belleza no ayudaba a controlar sus pensamientos.

"Ah... Ya quisiera que me sonrieras de esa forma..."

Otro suspiro escapó de sus labios, sintiéndose tan atraído como cada día, y no iba
a negarlo, también algo decepcionado. Es que Taehyung no iba a pecar de falsa
modestia, pues sabía que su apariencia era bastante llamativa y que su atractivo podía
entrar fácilmente en lo que él llamaba "Sobre el promedio coreano". Aquello le había
permitido desde su adolescencia hacerse de una gran habilidad para conquistar al
chico que pudiese interesarle; pero eso había cambiado rotundamente cuando
decidió entrar en aquella clínica veterinaria el año anterior.

Había estado buscando un trabajo y no dudó demasiado cuando vio el anuncio.


Amaba los animales y la paga era buena, así que la ecuación fue bastante simple...
Y bien, no iba a negarlo, aquel veterinario era la principal razón de haberse postulado
incluso pese a su nula experiencia en ese tipo de trabajos. Agradecía infinitamente
que Jungkook no hubiese sido demasiado exigente, porque gracias a eso, había
podido conseguir el puesto de trabajo sin mayores problemas. En realidad, hasta
podía decir que la suerte lo golpeó como un tren...

Es que Jeon Jungkook, médico veterinario de excelencia, había resultado de todo


su gusto.

La imagen imponente de aquel hombre, la forma en que su cabello negro caía


grácilmente hacia un lado de su frente, sus ojos profundos, los músculos en sus
brazos que se marcaban incluso ante el menor movimiento, lo que le permitía hacerse
una idea sobre lo que aquel traje azul sin gracia ocultaba. Pero definitivamente, lo
que lo había arrastrado más allá de un simple gustar hacia un abismo de sufrimiento
por un amor unilateral, había sido su sonrisa.

Dios... Aquello había sido la ruina de Taehyung. La forma en que sus ojos fríos
se suavizaban, rodeándose de pequeñas arrugas; cómo sus labios se curvaban
dejando ver sus dientes... Eso había sido demasiado. La sonrisa de Jungkook lo había
dejado idiotizado por largos minutos la primera vez que lo vio. Aunque pronto
descubrió algo horrible: El único momento en que su jefe mostraba aquella sonrisa,
era cuando se relacionaba con sus pacientes.
Jungkook nunca le sonrió a alguien más... Ni siquiera a los dueños de las
mascotas. De hecho, el pelinegro podía haber pasado como el hombre más serio y
frío que Taehyung pudo conocer en su vida, si no fuera por el hecho de haber
descubierto aquel tesoro.

—Taehyung —. El castaño se enderezó, sosteniendo el borde de su camiseta con


fuerza para controlar el nerviosismo que solía sentir cada vez que su jefe hablaba.
Sus ojos recorrieron inconscientemente al pelinegro, tragando saliva al ver los
músculos de sus brazos flexionarse ante la forma en que Jungkook sostenía aquel
pequeño cachorro.

"Dios... Quisiera estar en tu lugar, pequeña cosita..."

—¿Sí? —Dijo suavemente, relamiendo sus labios antes de sonreír, intentando


ignorar el sonrojo que sabía, había adoptado su rostro. El pelinegro disparaba sus
niveles de ansiedad de manera impresionante, y se sorprendía que con toda la
experiencia que tenía, Jungkook consiguiera volverlo tan idiota como un adolescente
hormonal y enamorado.

—Llévalo a su canil, revisa que el resto de los pequeños esté bien con sus horarios
de alimentación, cambia el agua por agua fresca, revisa el inventario de
medicamentos y cuando termines, puedes cerrar. Estaré en mi oficina terminando la
ficha de este pequeño— Jungkook habló de manera automática, sin un atisbo de
emoción a la sonrisa de Taehyung, como cada vez que el castaño intentaba hacerse
notar—, ve con Tae y se un buen chico, precioso —dijo extendiéndole con cuidado
al pequeño cachorro, acariciándolo con afecto.

"Ahh... Yo también podría ser un buen chico para ti..."

Recibió al cachorro maldiciéndose mentalmente por sus pensamientos, sabiendo


que su atracción por Jungkook estaba alcanzando niveles desastrosos.

— ¿Algo más? —Preguntó sin dejar de sonreír, queriendo extender aquella


conversación el mayor tiempo posible y tentar a su suerte, esperando una sonrisa que
nunca llegó.

—No, sólo eso.

—Sí... Entonces... Eh... Las jaulas, sí...

Taehyung musitó, caminando hacia los caniles con expresión derrotada, dejando
al cachorro en su jaula y verificando que todo estuviese perfecto para la comodidad
del pequeño perro. Dejó caer su cuerpo junto a la jaula, acariciando una última vez
al perro y suspirando con desánimo.

—Ahh, no saben la suerte que tienen, pequeños. Yo quisiera que Gukkie me


sonriera de la forma en que lo hace con ustedes... La envidia es una cosa muy fea,
¿No? Oh... No vayan a contarle que lo llamo Gukkie... Me mataría y en serio quiero
seguir viendo su lindo rostro por mucho más tiempo.

Con algo más de ánimo gracias a su tiempo con aquellos animales, se levantó del
piso y se dedicó a seguir cada orden dada por Jungkook, sonriendo ampliamente al
terminar todo, esperando que la diligencia con la que realizaba su trabajo, fuese del
agrado del pelinegro.

Buscó sus cosas y cerró la veterinaria, sabiendo que Jungkook odiaba ser
interrumpido cuando trabajaba.

—Buenas noches... —susurró antes de volver a su apartamento, recordándose que


al menos, podía ver al pelinegro a diario y eso era mejor que nada.

Llegó a su edificio, tocando en el apartamento de su vecino y sintiendo su sonrisa


ampliarse cuando escuchó el suave ladrido del otro lado de la puerta. Esperó
pacientemente hasta que el pelirrosa lo recibió, abriendo para que su pequeña
mascota lo recibiera como cada día.

— ¡Tannie! Te extrañé también... ¿Te portaste bien con Minnie?

—Se comportó totalmente, tienes un perrito muy agradable, Tae.

— ¿Seguro no te molesta verlo, Jiminnie? Podría llevarlo a la veterinaria...

—Oh, no te preocupes; me gusta cuidarlo ahora que estoy sin trabajo, me


acompaña también mientras espero a Nam.

Taehyung sonrió, levantando a su perro para acariciarlo y darle la atención que


por su trabajo, era incapaz de darle durante el día. —Aw, te amo tanto, Yeontannie.

— ¿Y a mí no? Nos conocemos hace casi cinco años y hasta me encargas a tu


hijo, me dueles, vecino.

—También a ti, Jiminnie. No sé qué haría si no te tuviera a ti; supongo que a


Jungkook no le molestaría que estuviese Tannie en el trabajo... Seguro hasta le
regalaría una de sus jodidas sonrisas.

Jimin rió. —Claro, el veterinario sin emociones... ¿Otra vez fallaste?

— ¡Ni siquiera se da cuenta de mis jodidos coqueteos! No soy nada feo, pero el
muy idiota parece un robot.

El pelirrosa sonría divertido, recordando cada historia que el castaño contaba


sobre su amor no correspondido por su jefe. Ladeó su cabeza por unos segundos, su
mano acariciando con suavidad a Yeontan que seguía en los brazos de Taehyung.
—Quizá estás enfocándote de mala manera.

— ¿Ah?

—Ya sabes... Bueno, puede ser que no funcione, pero no perderías nada en
probar...

El castaño mordió su labio, mirando con curiosidad a su vecino. — ¿De qué


hablas?

—Ven, deja contarte mientras bebemos algo, ¿Sí?

Taehyung asintió, entrando al apartamento de su vecino con la curiosidad


aumentando con cada segundo. Jimin tenía razón en algo... Nada perdía en probar
nuevas estrategias, después de todo siempre y podía renunciar.

Esperó en el sofá, jugando con su cachorro hasta que Jimin volvió con una caja
en sus manos, sonriendo con diversión.

— ¿Y eso?

—Para ti, un regalo —dijo sentándose junto a Taehyung y abriendo la caja; una
carcajada escapó de sus labios al ver al castaño sonrojarse—, no te preocupes, sólo
te daré esto, sin devolución, ¿Eh? Está nuevo.

—Yo...

—Vamos, me queda claro que te gusta lo que ves.

—Es lindo, pero...

— ¿Te acobardaste?

Taehyung frunció el ceño. —No...

—Entonces vuelve a tu apartamento y haz lo que tengas que hacer —Jimin rió,
tomando a Yeontan en sus brazos con cuidado—, Yeontannie dice: ¡Fighting!

Taehyung exhaló con fuerza, cerrando sus ojos por unos segundos para darse
ánimo. —No puede empeorar... ¿Cierto?

—Cierto.

—Gracias... —dijo sonriendo con algo de timidez, sintiéndose un idiota por


siquiera estar considerando lo que haría.
Luego de despedirse de Jimin, volvió a su apartamento, sosteniendo las cosas con
fuerza y suspirando. Dejó todo sobre su cama apenas entró a su habitación,
sintiéndose algo idiota por avergonzarse.

Decidió que lo mejor sería una ducha rápida para después arreglarse lo mejor que
pudo; se miró al espejo y sus mejillas ardieron, golpeándola suavemente para no
acobardarse. Buscó su teléfono y con dedos temblorosos, marcó el número del
pelinegro, rogando que no fuese a odiarlo por estar llamando a las dos de la mañana.

Escuchó el tono sonar demasiadas veces, y cuando estuvo resignado a que no


contestaría, la voz de Jungkook llegó a sus oídos, notoriamente rasposa por el sueño.

— ¿Taehyung?

Taehyung carraspeó. —Ah... Sí... Yo lamento llamarte a esta hora... P-Pero no


sabía qué más hacer... —mintió, sintiéndose culpable y tentado a cortar la llamada.

— ¿Estás bien?

—Sí... ¡No! Yeon... Yeontannie está enfermo, Jungkookie...

"¡Mierda!"

— ¿Tu perro?

—Ajá... Podrías... ¿Podrías venir? Yo no sé qué le sucede, no quiso comer y ahora


está decaído... Por favor, por favor ven... —guardó silencio, rogando mentalmente
que su mentira hubiese soñado medianamente creíble—, ¿Jungkook?

—Si es que comió algo, intenta inducir el vómito —habló seriamente, haciendo
que Taehyung mordiera su labio ante el aparente fracaso en su plan. Era obvio,
Jungkook no aceptaría algo tan idiota, y al final sólo quedaría como una llamada
molesta de su recepcionista—, haz eso mientras tanto, envíame tu dirección por
mensaje.

"Mierda, mierda, mierda, mierda... ¡Funcionó!"

— ¡Yo...! Quiero decir... Inducir el vómito... M-Muchas gracias, Jungkook, te


envío la dirección.

~•~•~

Jungkook estacionó su auto, tomando su bolso luego para dirigirse a la entrada


del edificio. Movió su cuello para deshacer en parte el nudo que se formó al recibir
la llamada de Taehyung. No era la mejor hora, pero el castaño era una persona
agradable y si había tenido la urgencia de llamar a esa hora, no iba a negarle la ayuda.
Mucho menos si se trataba de un animalito.
Era veterinario por una profunda vocación, y lo que menos quería era que el
pequeño cachorro de su empleado sufriese por su falta de empatía.

Subió por el ascensor, revisando el mensaje nuevamente con un suspiro.


Taehyung le había dado la clave de la cerradura electrónica para no molestar a sus
vecinos con el timbre. Era raro... Pero luego de pensarlo, era algo factible. Nadie
quería escuchar un timbre casi a las tres de la mañana.

Con algo de nerviosismo, presionó los números en la cerradura y entró con


timidez, frunciendo el ceño al no escuchar a nadie.

— ¿Taehyung? —Llamó luego de cerrar la puerta.

—A-Acá...

Caminó por el corto pasillo, siguiendo la voz de Taehyung, sus ojos recorriendo
con curiosidad el apartamento de su recepcionista.

— ¿Dónde está tu...? Mierda...

Se quedó en su lugar sin saber cómo reaccionar; su bolso tembló en su agarre y


tragó con dificultad, incapaz de alejar sus ojos de Taehyung.

Jungkook no era idiota.

Tampoco era ciego.

Sabía que Taehyung era apuesto; nunca tuvo duda de aquello, sumado al hecho
de que el castaño era jodidamente agradable. Pero era su recepcionista, no se suponía
que debiera verlo de otra forma. Por eso, solía ignorar aquellas sonrisas que
removían todo en él, o la forma en que el castaño lo observaba cuando creía no estaba
prestando atención.

Taehyung era atractivo... Pero ahora, el pelinegro estaba teniendo serios


problemas para recordarse por qué era una muy mala idea mirar en demasía a su
empleado.

El chico se encontraba arrodillado en el sofá, sus manos descansando también


sobre la superficie y su labio atrapado entre sus dientes. Jungkook tuvo que
recordarse el volver a respirar cuando el castaño se movió ligeramente, estirando su
mano para llamarlo.

No se suponía que su relación laboral pasara de eso, pero ver al castaño usando
aquellas orejas de gato, vistiendo nada más que un jodido choker con un cascabel
que tintineaba suavemente con el movimiento y una jodida cola que claramente sólo
tenía una forma de estar sosteniéndose, no estaba ayudando a su autocontrol.
—Gukkie... —llamó suavemente, su voz sonando casi como un ronroneo que
envió un pinchazo de placer a su entrepierna. Inconscientemente, el pelinegro dejó
caer su bolso, acercándose hacia Taehyung, parando a una distancia prudente. Su
respiración volvió a detenerse cuando el castaño restregó su mejilla contra su
abdomen, bajando ligeramente ayudado por la posición.

—T-Tae… —. Pese a llamarlo, ni siquiera estaba seguro de qué era lo que quería
decir. Mientras Taehyung se restregaba ahora con más ganas, su espalda se curvó
excesivamente, era casi obscena la forma en que su cuerpo se movía para acercarse.
La mano del pelinegro acarició suavemente el cabello de Taehyung, cerrando sus
ojos cuando sintió la boca del castaño presionar por sobre su ropa, mordiendo con
suavidad—. Eres un buen chico...

Taehyung gimió al escucharlo, separándose ligeramente; sus labios entreabiertos


y sus pupilas dilatadas; antes de pensarlo, el pelinegro sostuvo el cabello del castaño,
tirando de él para acercarlo en un beso hambriento. Su lengua moviéndose con ansias
dentro de la boca de su empleado, succionando con avidez de sus labios y dejando
que Taehyung restregara su cuerpo, ahora sin nada de vergüenza, contra el suyo.
Gimiendo en su boca y vagando con sus manos por debajo de su sudadera.

El castaño se deshizo de la parte superior de la ropa de Jungkook, jadeando al ver


lo que por tanto sólo imagino, deslizando sus uñas hasta marcarlo para luego seguir
con su boca. Lamiendo y succionando por toda su piel hasta llegar hasta la cinturilla
de aquel pantalón deportivo; relamió sus labios al notar el bulto bajo la tela, una de
sus cejas arqueándose al notar que no traía ropa interior. Sonrió ante esto,
entendiendo que el llamado en medio de la madrugada había requerido que Jungkook
saliera con rapidez de su casa.

Cuando el pelinegro se desnudó por completo, dejando su ropa desordenada en el


suelo, gimió al sentir una de las manos de Taehyung apoderarse de su erección,
acercando su rostro y presionando su mejilla contra ésta, ronroneando y gimiendo
ante la anticipación. Necesitaba sentirlo, por lo que no tardó demasiado en que su
lengua comenzara a jugar, moviéndose en círculos para seguir recorriéndolo por
completo antes de que sus labios rodearan su miembro, succionando suavemente.

Taehyung comenzó a mover su cabeza, relajando su garganta para tomar el


máximo de su miembro, gimiendo cada vez que las caderas de Jungkook embestían
contra su boca. Poco le importaban las pequeñas estelas de saliva que abandonaban
su boca, podría haber estado de esa forma por horas, pero el tirón en su cabello le
indicó que Jungkook no pensaba igual.

Con renuencia, se separó del pelinegro, lamiendo una última vez antes de observar
a Jungkook.

—Gírate... Sé un buen chico y obedece, Tae.


El castaño sonrió, obedeciendo en silencio, dándole la espalda a Jungkook y
dejando que el pelinegro empujara su cuerpo, obligándolo a arquear su espalda y
alzar sus caderas. Taehyung hundió su rostro entre sus brazos, jadeando cuando
sintió los labios de Jungkook hacerse camino por su piel, sus manos acariciando la
parte interna de sus muslos, presionando sus dedos para separar sus piernas aún más.
Sintió el aliento de Jungkook golpearlo, y antes de poder hablar, un gemido escapó
de su boca cuando el pelinegro movió la cola, presionando aún más el buttplug en
su interior por un momento, retirándolo lentamente luego de unos minutos.

Jungkook llevó dos de sus dedos a su boca, lamiendo hasta humedecerlos antes
de penetrar a Taehyung con ellos con facilidad gracias al accesorio que Taehyung
usaba antes; sus dedos se curvaron, encontrando rápidamente la próstata del castaño,
disfrutando de la cadena de palabras ininteligibles que Taehyung dejaba escapar
entre gemidos desesperados, rogando por más. Jugó con él por minutos que se
volvían tortuosos, usando su mano libre para masturbarse ante la imagen de
Taehyung totalmente entregado a él.

—Por favor... Por favor...

Jungkook rió apenas, su voz ahogada por gemidos. — ¿Por favor, qué?

—Dios... No más juegos, por favor fóllame —. El pelinegro gimió cuando


Taehyung empujó sus caderas contra sus dedos en busca de profundidad,
desesperado—. Soy un buen chico...

—Lo eres... —gimió retirando sus dedos, recibiendo un sollozo lleno de


angustia—, dime que estás limpio... Yo lo estoy.

Su empleado gimió un sonido afirmativo, su espalda arqueándose mucho más


cuando Jungkook ubicó su miembro contra su entrada, moviéndose en falso y
rozando apenas, para luego empujar lento, penetrándolo por completo y maldiciendo
ante la sensación de estar siendo aprisionado por el castaño. Se movió sin separarse
por completo, volviendo a empujar, ahora con más fuerza, Taehyung moviéndose
para encontrar sus movimientos, sus gemidos aumentando el volumen conforme los
minutos avanzaban.

Los dedos de Jungkook se enterraban en sus caderas para sostenerlo, el sonido del
cascabel el su cuello mezclándose con los gemidos de ambos y sus cuerpos brillando
por la ligera capa de sudor que los cubría.

El castaño sentía su cuerpo arder, tan cerca de su orgasmo que su mente se


nublaba. Una de sus manos viajó hasta su miembro, moviéndose con torpeza primero
hasta encontrar un ritmo que se acompasara al que Jungkook le imponía; la sobre
estimulación lo hizo temblar, y estuvo seguro que de no ser por el firme agarre del
pelinegro, su cuerpo no hubiese resistido aquel violento orgasmo que lo golpeó.
Sintió a Jungkook gemir, embistiendo un par de veces más y ayudado por los
espasmos de Taehyung que aumentaban la fricción de cada movimiento, terminó
aquel encuentro. El castaño relamió sus labios, conteniendo la respiración cuando
Jungkook se separó, el exceso de fluidos escapando de su cuerpo y resbalando por
sus muslos; el peso de Jungkook se recargó contra su cuerpo, sus labios
presionándose sobre su cuello de manera suave.

Taehyung rió con cansancio. — ¿No vas a felicitar a tu gatito?

Jungkook suspiró, ayudando a Taehyung a girarse para quedar frente a frente,


tirando de su labio inferior y besándolo con lentitud ahora.

—Eres un buen chico, precioso.

—Y podría ser el mejor… —. El pelinegro sonrió ampliamente y Taehyung sintió


su corazón saltarse un par de latidos ante esto; de cerca, su sonrisa era mucho más
perfecta de lo que pensó—. Ay... Me sonreíste... Tú nunca sonríes a no ser que sea
para los pequeñitos que atiendes...

—Te equivocas... Cada vez que sonrío, es porque mi sexy recepcionista está
suspirando mientras me vigila.

— ¡Yo no te vigilo! Bueno... —. Sus mejillas ardieron—. ¡Hey! ¿Cómo sabes


eso?

—No eres nada sutil, Kim Taehyung.

—Qué vergüenza... —. Taehyung gimió totalmente mortificado, pero Jungkook


simplemente presionó sus labios en un beso suave.

—Sigue haciéndolo, me gusta... Y por cierto ¿Realmente tienes un perro?

—Bueno, sí... Mi vecino está cuidando de él...

—Eso es bueno... Porque realmente quisiera volver a cuidar de ti, gatito...

Taehyung se sonrojó, extendiendo su cuello cuando Jungkook lamió lentamente.


Tendría que agradecerle luego a Jimin por su idea… Y definitivamente iba a
comprar juguetes nuevos. Después de todo, su pelinegro era un veterinario de
excelencia, debía darle sólo lo mejor.

Fin

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