Crítica de Libros Martin Lutero

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CRÍTICA DE LIBROS

UNA FORTALEZA FIRME ES NUESTRO DIOS, MARTÍN LUTERO

[Eine feste Burg ist unser Gott].  Himno evangélico de Martín Lutero (1483-
1546), impreso por vez primera en la colección Himnos de Wittemberg en 1529.
Es una refundición del Salmo 46. Escrito cuando los turcos, invadida ya Austria,
estaban junto a las murallas de Viena, el himno se resiente de todos aquellos
años tan llenos de acontecimientos trágicos para la nación y para Lutero en
particular; luchas intestinas y amenazas externas; enfermedades y trastornos
espirituales. «Es una firme fortaleza nuestro Dios; nuestra mejor armadura y
espada. Él nos libertará de todas las angustias que nos oprimen. El viejo y
terrible enemigo hoy nos amenaza. Un gran poder y una gran astucia son sus
crueles armas. Nadie en el mundo puede hacerle frente. Aunque el mundo
entero estuviese lleno de demonios y quisiese tragarnos, nosotros no por esto
temeríamos…; Somos nosotros los que venceremos… Tan vana es nuestra
fuerza que henos ahí perdidos.

Pero por nosotros combate el hombre que el mismo Dios ha escogido.


¿Preguntas quién es? Es Jesucristo, el Señor de los angélicos escuadrones
(Sabaoth). No hay más Dios que Él. Es Él el que nos traerá la victoria. Que
maten nuestros cuerpos, que nos arrebaten nuestros bienes, las hijas, las
esposas; incluso dejad que todo se vaya; de nada de esto gozarán. Al fin de
todo el Reino será nuestro». Más rico en sentido dramático que en íntima
espiritualidad, y adecuado para un pueblo de fe aún medieval, el himno fue
concebido como himno popular y como tal ha quedado: como himno, sobre
todo, de crisis nacionales, como el himno inglés Dios salve al Rey, más antiguo
y con el cual tiene alguna analogía. La autoridad de su compositor, la amplitud
de concepción que lo adapta a pueblos y circunstancias diversas, su armazón
simbólica y mística, le predestinaron para ser, letra y melodía, el himno
protestante de todas las Iglesias y denominaciones, especialmente en la hora
de las grandes decisiones, de los grandes sufrimientos públicos y de las
grandes calamidades nacionales.

G. Pioli

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