Y Si Nos Volvemos A Enamorar - Estefania Scioli
Y Si Nos Volvemos A Enamorar - Estefania Scioli
Y Si Nos Volvemos A Enamorar - Estefania Scioli
Estefanía Scioli
Éste libro está dedicado a
mi amada sobrina:
Camila Rocío López.
.
SINOPSIS
*¿Y?
Miro el mensaje de texto que acaba de llegarme.
¿Quién puede mandar un “y”?
Obviamente no voy a contestar porque no sé
quién es.
Mientras ordeno los nuevos libros que acaban de
llegar, que por cierto son casi las ocho de la noche.
Un poco tarde se acordaron de mí, como siempre…
Escucho a Ricardo Arjona, mi cantante preferido en
todo el mundo.
Amo ir a verlo cuando viene para Argentina.
Hace dos años fui tres veces… ¡Tres! Estaba
enamorada.
-Te sabías el popurrí del kamasutra y
burlábamos la ley de gravedad. Intentábamos de
todo sin preguntas y mentíamos con toda
honestidad. No había reloj ni presupuesto, la piel lo
que traíamos puesto y nos bastaba. Besos y
croissants por desayuno, sudor, gimnasia y piel
para cenar. Homosapiens en pleno silo veintiuno,
trogloditas del amor al natural. Se nos dio un
fideicomiso por unos días el paraíso para los dos.
¡Cavernicolaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!, ¡Eso
fuímoooooooos! Sin patria, sin futuro, sin hogar.
Éramos dos y nos bastaba, quién sabe Dios que nos
gustaba… ¡Vivir asíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
El volumen de la música se baja y me doy vuelta,
segura de que me voy a encontrar con Camila. Odia
a Arjona.
-¿Por qué siempre tenes que…
Otra vez. Segunda vez en el día que viene. ¿Es
costumbre o qué? Ya me está dando un poco de
miedo.
-No contestaste mi mensaje.- Dice, mientras me
muestra una bolsa con botellas de cerveza Corona.
-Bueno, creo que vos tampoco contestarías si te
envían una “y”… Puede significar muchas cosas.
Me acerco y lo saludo con un beso. Cuando me
alejo me mira de arriba abajo, y sonríe. Si se está
burlando de mi vestido azul con lunares blancos,
saquito de hilo rosa fucsia y zapatos amarillos, voy
a matarlo.
-¿Algo para decir?- Le pregunto, mientras con el
encendedor destapo las botellas.
-Estás muy linda.
-Amigos… Vamos a ser amigos. Punto final.
Asiente y le da un sorbo.
-De eso quería hablar… Perdón. Se me fue la
mano.
Una imagen viene a mi cabeza al escuchar
mano… Recuerdo que me agarró de mis muñecas y
me preguntó si me gustaba. No me animo a
cuestionarle por qué lo hizo.
-Sí, a mi también. Yo fui la que empecé así que
es mi culpa. ¿Amigos?
-Totalmente amigos.
-¿Por qué bajaste el volumen?
-Porque no sabía quién cantaba peor si vos o el
muchacho.
-Yo canto bien y el muchacho, Ricardo, canta
mejor.- Le contesto. Sonando ofendida.-
Tendríamos que ir a un karaoke, creo que moriría
de risa con vos. Siempre y cuando, si estamos un
poco entonados. Sobria ni loca.
Niega con la cabeza y sonríe. Apoya el culo en el
filo de mi escritorio.
-Estuve pensando algo… No quiero que te lo
tomes a mal…
-¡Me olvidaba! ¿Queres que te muestre cómo
cierra mi nueva cortina?
Sonríe.
-No, ya sé cómo trabajan los chicos. Me dijeron
que le diste café y propina.
-Sí bueno, estaban muertos de frío e hicieron un
trabajo tremendo. Creí que la cortina iba a caerse.
Me dijeron que tengo que cambiarle, porque está
vieja.
-Tengo una cortina en mi casa…
-¡No! No quiero una cortina que seguramente
vas a comprar. Yo puedo comprar una y llamarlos
para que vengan a instalarla.
Me mira, mientras achina los ojos.
-Lo siento mucho Emma, pero la semana que
viene van a venir de nuevo a colocar la cortina que
tengo en mi casa sin usar. Sé que no debería pero
me llamaron y me….
-¡¿Por qué?! ¿Por qué tenes que hacer esto? Ojo,
me encanta que lo hagas. Me encanta, de verdad.
No voy a mentir y decirte que puedo hacer todo yo
solita, porque de verdad no podría. Pero, no hace
falta que gastes dinero en mí…
-No me importa gastar plata en tu librería.-
Contesta, mientras termina su cerveza.
-Pero a mí sí me importa. No quiero deberte
nada.
-¿Quién dijo que estás en deuda conmigo?
¡Vamos, Emma! Hiciste que gane un contrato
millonario y te quejas porque compre un motor y
una cortina para tu librería. Es lo menos que puedo
hacer. Además de la cagada que me mandé anoche.
Iba muy bien. Juro que iba bien hasta que dijo
que anoche se mandó una cagada.
-¡Ahora soy una cagada! Bien. Gracias.
-Emma…
-No, está bien. Supongo que tenes razón. Yo sé
que estuve mal pero tampoco como para decirte
que sos una cagada.
-No sos una cagada. Es una forma de decir…
Perdón.- Dice y noto que suena afligido.
-Ya fue… No me interesa lo que opines de mí.
-Emma…
-No te hagas problema. Somos amigos y… Vos
te cagas en mí. Me parece bien.
-Emma…
Suspiro.
-¿Qué ibas a decir antes de que te quiera
mostrar la cortina?
-Estuve pensando una cosa… No quiero
quedarme hasta tarde en la oficina y cuando llego a
casa, no me siento muy cómodo. El otro día,
mientras esperaba a Oli… Bueno, me sentí cómodo.
¿Puedo venir todas las tardes a terminar trabajo
pendiente?
¿Por qué querría venir a una tienda de libros a
terminar su trabajo? Miro mi librería… Piso de
madera lustrada. Una vidriera de tres por tres con
varios libros acomodados en el piso, arriba de una
alfombra color amarillo patito. Cuatro góndolas de
siete metros cada una y en el final una tarima de
madera que uso de escenario y mesas apiladas en el
fondo que las abro los sábados por la noche. En las
paredes hay cuadros que tienen fragmentos de
libros que me gustaron mucho y decidí escribirlos
para que los demás los vean. Las paredes de
ladrillos a la vista y un entrepiso de madera donde
está mi pequeño departamento.
¿Por qué querría venir acá? Un espacio tan
chico… Teniendo su casa… Su oficina…
-¿Por qué acá?
-No lo sé… Me gusta… Puedo concentrarme.
-Está bien.- Le contesto, sin saber por qué.
Este es mi lugar… Mi lugar preferido en todo el
mundo. No entiendo por qué otra persona lo
elegiría para trabajar. Por qué él.
-¿A qué hora vendrías?
-A las seis… De seis a ocho, como mucho.
Asiento con mi cabeza y me tomo lo que queda
de mi cerveza.
-No va a volver a pasar lo del otro día. ¿Queda
claro?- Le digo.
-Clarísimo.
-Bien.
Yo:*Eso quisiera.
No puedo creerlo.
Es como si esto no fuera real. Pero lo es… Y
desde que nos mudamos juntos, trato de vivir cada
momento con él como si fuera el último segundo de
mi vida. Vivo el día a día, disfrutando de su
compañía, de sus risas, de nuestras conversaciones
cuando llego de la librería y cuando cenamos, de la
serie que comenzamos a ver antes de irnos a
dormir, de lo que cocina para mí, de compartir una
cama y despertarme entre sus brazos, con sus
caricias y mimos.
Disfruto del amor que siente por mí porque vivo
con el miedo constante a perderlo de nuevo…
¡Dios!
Me quedo con la mirada perdida en la vereda.
Recuerdo todo. Absolutamente todo.
Fin.
Agradecimientos