A08.entrenamientodelosjonvenes - Navarro Fdo
A08.entrenamientodelosjonvenes - Navarro Fdo
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Artículo
RESUMEN
Para que un joven deportista logre un alto rendimiento es necesario un largo proceso de entrenamiento. Una intervención
adecuada sobre este proceso per- mite diseñar planes de preparación plurianuales o a largo plazo. Uno de los factores
determinantes en la evolución de este proceso es el conocimiento de las posibilidades y del ritmo de desarrollo de las
capacidades que intervienen en el rendimiento deportivo, ya que permite optimizar el proceso de entrenamiento durante
varios años, gracias a la planificación de cargas y trabajos adecuados a las distintas etapas significativas en el desarrollo
del deportista.
ABSTRACT
For a sports young man or woman to achieve a high performance a long training process is necessary. An adequate
intervention in this process allows us to prepare multi-annual or long term preparation plans. One of the determining
factors in the development of this process is a recognition of the possibilitiesand the rhythm of development of the abilities
that are involved in sport performance, because the process of several year training can be optimised thanks to the
planning of tasks that are adequate to the different significant stages in the sportsman's development.
INTRODUCCIÓN
Parece obvio que la planificación a largo plazo está íntimamente relacionada con el entrenamiento de los jóvenes. En los
foros de discusión sobre el entrenamiento de jóvenes, no es extraño observar, con relativa frecuencia, signos del desagrado
o la desaprobación de numerosos pediatras de este país e, incluso, de colegas nuestros, profesores de Educación Física.
Sin embargo, en mi opinión, creo que esto ocurre porque se relaciona el entrenamiento con casos en los que se han
conocido esfuerzos máximos y, a veces, incluso, exagerados, en entrenamientos con niños y jóvenes a cargo de personal no
capacitado y, en algunos casos -me atrevería a señalar- sin escrúpulos.
El entrenamiento de niños y jóvenes es posible y recomendable siempre que se ajuste a las posibilidades y limitaciones de
cada edad y sexo. Para ello, es absolutamente necesario el respeto a los principios de adaptación a la edad y a la
individualidad, lo cual implica considerar en todo momento las posibilidades biológicas, el talento, la motivación y la
disposición del niño para lograr resultados óptimos.
Un programa de entrenamiento bien organizado y planificado que comprenda varios años permite, a largo plazo, alcanzar
resultados deportivos de alto nivel. En estos últimos años, se ha podido ver con mayor claridad que sólo es posible alcanzar
un rendimiento máximo cuando se sientan las bases para ello en la infancia y la adolescencia. La preparación consecuente,
sistemática y a largo plazo del deportista para alcanzar un máximo rendimiento deportivo ha adquirido, por ello, una
importancia considerable.
El objetivo de este artículo es facilitar al lector una revisión comprensible del esta- do actual de las posibilidades de
desarrollo de las capacidades físicas en los niños y jóvenes. Para lograr este objetivo, el entrenamiento ha de estar
adaptado a los jóvenes, y es necesario:
ENTRENAMIENTO SEGURO
En el entrenamiento de competición, no es inusual que los deportistas jóvenes entrenen mucho. Sin embargo, un régimen
de entrenamiento inadecuado o estresante puede ser perjudicial para la salud si el joven deportista está en pleno proceso
de maduración de sus capacidades y sistemas biológicos. Son numerosos los estudios que señalan la fragilidad de las
articulaciones de los jóvenes. Éstas son muy sensibles cuando se hace de ellas un uso excesivo. En consecuencia,
demasiadas repeticiones pueden -incluso si la intensidad es baja- ocasionar lesiones o daños en el sistema locomotor. Estas
dolencias no siempre aparecen combina- das con síntomas de fatiga, razón por la cual el entrenador debería anticiparse a
la tensión locomotora local facilitando variaciones en los patrones de movimiento. En los jóvenes deportistas, el riesgo de
lesión se identifica claramente con algunos ejercicios específicos de entrenamiento (Tabla I). Hace ya algunos años, la
Federación Internacional de Tenis aceptó un informe de una comisión especial (Schonborn, l985) que recomendaba el
establecimiento de restricciones en la participación de menores de l6 años en el circuito mundial, la prohibición de que los
menores de l4 años entraran en el campo profesional y la abolición de los torneos internacionales para menores de l2 años.
En otras federaciones internacionales deportivas, se han ido asumiendo medidas similares, aunque no sin resistencia por
parte de numerosos países, que continúan realizando competiciones nacionales para niños menor
es de l0 años.
Tabla 1. Nivel de utilidad de diversos tipos de entrenamiento para deportistas jóvenes en relación con los factores fisiológicos y
morfológicos que representan una limitación y el riesgo de lesiones
El Dr. Ommo Gruppe (l988) de la Universidad de Tübingen suscitó la controversia sobre el modo en que la juventud se
involucra en el deporte con su presentación "Los Deportes de Alto Nivel en los Niños desde una Visión Educativa", duran-
te la conferencia sobre niños y deporte celebrada en Urbino, Italia. En ella, señalaba que con la participación de los niños
en el deporte no se pretende contribuir a su educación y desarrollo, sino retenerlos en el sistema de alta competición para
así poder mejorar continuamente el rendimiento deportivo tanto por motivos relacionados con el propio sistema, como por
razones políticas, ideológicas y comercia- les. No parece que el principal problema de los programas de entrenamiento de
los jóvenes deba ser la reducción de las lesiones, el descubrimiento de nuevas maneras de enseñar que permitan una mejor
adquisición de las habilidades, la búsqueda de mejores métodos de entrenamiento o el empleo de técnicas motivacionales
innovadoras. Si deseamos mejorar las condiciones de participación de los niños en los deportes, debemos primero cambiar
la filosofía de los programas y de los responsables de implementarlos.
Ante todo, hay que considerar al deportista como persona, por encima del logro o la victoria. Sólo cuando los entrenadores
adopten esta perspectiva, podremos esperar que la experiencia del deporte ayude a los jóvenes a transformarse en seres
humanos autónomos y responsables (Martens, l988).
La composición del programa de entrena- miento depende no sólo de la seguridad en el entrenamiento, sino también de la
edad biológica de los deportistas. Dependiendo de la maduración biológica de los deportistas el efecto del entrenamiento
puede, incluso, variar cuantitativamente -puede producirse el mismo efecto pero en mayor o menor medida- o
cualitativamente -puede producirse otro efecto.
Por ejemplo, si consideramos la variación cuantitativa del efecto de entrena- miento, el tiempo de reacción, la flexibilidad y
la técnica pueden entrenarse bien desde temprana edad (5 a 8 años). Un entrenamiento exitoso de la capacidad de
resistencia es posible desde los 7 años. Ya en l967, Ikai demostró que los muchachos de entre ll y l4 años son más sensibles
al acondicionamiento aeróbico, ya que observó que las mayores diferencias en resistencia aeróbica entre muchachos
entrenados y no entrenados se manifestaban principal- mente justo antes de la pubertad y durante ésta (Ikai, l967).
Otros aspectos del acondicionamiento, como la fuerza máxima, la resistencia a la fuerza y la potencia anaeróbica sólo
pueden entrenarse con resultados plenamente satisfactorios a partir de los l6 años, si se trata de chicas, y de los l8, si se
trata de chicos (Olbrecht, 2000).
Por otro lado, en lo que atañe a la variación cualitativa del efecto de entrena- miento, la investigación ha demostrado que
los deportistas jóvenes no reaccionan del mismo modo que los adultos a cierto tipo de entrenamiento -se aprecian, por
ejemplo, variaciones en la adaptación de nadadores jóvenes y adultos al entrena- miento aeróbico (Navarro, 200l).
Cuando el desarrollo es normal, la edad cronológica y la biológica concuerdan, pero cuando los jóvenes retrasan o aceleran
su nivel de maduración, los efectos sobre el rendimiento son manifiestamente diferentes y ajenos a causas relacionadas
exclusivamente con el entrenamiento. Existe una gran coincidencia en la opinión de que el éxito en los deportes de niños
puede atribuirse al desarrollo fisiológico (Thomas, l980). La mayoría de los niños en los que se aprecia una maduración
temprana tiene más tejido muscular, huesos más largos y más fuerza, y muestra una elevada coordinación motora. En
consecuencia, general- mente, estos niños ocupan las primeras posiciones en los deportes individuales o están en las
alineaciones iniciales en los deportes de equipo, mientras los niños de maduración tardía se sientan en el banquillo.
Tal vez por este motivo resulta difícil creer que los niños que son tardíos en su maduración puedan ser buenos deportistas
en el futuro. Sin embargo, existen investigaciones que demuestran que los jóvenes de maduración tardía tienden a lograr
una altura ligeramente mayor y llegan a ser más fuertes en la edad adulta (Carmichael, l990). Tal como afirma Clarke
(l97l), el éxito temprano en un deporte no garantiza que este se mantenga una vez alcanzada la edad adulta (Clarke, l97l).
En la mayoría de los deportes, los niños compiten con aquellos que tienen su misma edad cronológica, lo que favorece a los
niños de maduración temprana y perjudica a los de maduración tardía. Lo más correcto sería, si no nos pareciese utópico,
agruparlos según su nivel de maduración en el mismo período (Navarro, l986).
Desde el punto de vista de la posible influencia del entrenamiento en la maduración no existe prueba experimental que
permita creer que un entrenamiento deportivo regular acelere o retarde la maduración esquelética del niño. Estudios
Es obvio que un estudio cuidadoso de las características más representativas del desarrollo de los niños será una ayuda
importante a la hora de formular los pro- gramas según las necesidades, los intereses y las capacidades de desarrollo de
gran parte de los jóvenes, pero no de todos. Lo importante es que una enseñanza y un entrenamiento individualizado
permitan a los técnicos deportivos darse cuenta, siempre que sea posible, de las diferencias individuales.
El éxito en el deporte competitivo de alto nivel se debe, no solamente a lo que se hace en el momento, sino también a lo
que se haya hecho en el pasado (Counsilman y Counsilman, l99l).
Un deportista de alto nivel es capaz de mantener ciertas capacidades físicas duran- te amplios períodos de tiempo sin
entrenar tanto como en las etapas anteriores de su preparación deportiva. Esto se debe a que estas capacidades se
conservan como "reservas de entrenamiento" o "reservas de adaptación", también conocidas como efecto residual de
entrenamiento (ERE). Así pues, el ERE apoya el concepto de que una amplia y extensa estimulación física -especialmente si
se trata de entrenamiento físico y técnico- posibilita que las cualidades físicas se mantengan posteriormente, cuan- do el
estímulo físico ya ha cesado.
En general, se consideran "efectos del entrenamiento" los cambios que ocurren en el organismo como resultado de dicho
entrenamiento, y estos no se manifiestan de manera independiente, interaccionan mutuamente. El ERE es el efecto de
entrena- miento más complejo de todos, ya que se ve afectado por el resto de los efectos del entrenamiento de varios
modos (Figura 1). El ERE tampoco está limitado a un solo sistema físico, ya que el ritmo de las ganancias y las pérdidas
varía en función del sistema.
El logro del efecto residual o de las reservas de entrenamiento depende, además, de los efectos acumulativos del
entrenamiento (Navarro, l994), es decir, de:
Figura 1. Relación de los distintos efectos del entrenamiento sobre el efecto residual (NAVARRO, l994)
Un método de entrena- miento puede ser beneficioso para un sistema o una capacidad y, sin embargo, resultar negativo
para otro sistema u otra capacidad física, con lo que su utilización sería contraproducente. Aunque la ciencia del deporte
ha formulado directrices simples y claras sobre la transferencia del entrenamiento, no es fácil delimitar la transferencia
directa del entrenamiento y predecir su efecto sobre el rendimiento. Para hacerlo hay que tener en cuenta, las necesidades
del deporte y, sobre todo, las necesidades del deportista. Por eso, aun- que se sabe, por ejemplo, que las cargas elevadas
de fuerza pueden tener efectos negativos sobre la resistencia, las ganancias de fuerza pueden mejorar los resulta- dos de
resistencia de un nadador, un corredor o un remero y permitirle alternar la activación de unidades motoras, aumentar la
eficiencia energética y mejorar la propulsión total de cada brazada, zancada o palada. Por otro lado, una ganancia excesiva
de fuerza puede producir hipertrofia muscular, y, en consecuencia, aumentar la resistencia en el agua (en el caso del
nadador) y reducir la densidad capilar en los músculos que han de realizar el trabajo (Counsilman y Counsilman, l99l).
Las transferencias positivas o negativas de los efectos del entrenamiento no siempre se producen en ambas direcciones.
Así, si bien el trabajo de fuerza puede afectar negativamente a la resistencia, el trabajo de resistencia no tiene
necesariamente efectos negativos sobre la fuerza. El "volumen de entrenamiento" que se lleve a cabo con cada tarea será
un factor decisivo para que adquiera más importancia el desarrollo de una capacidad de entrenamiento que el de otra. Por
esta razón, si lo que se pretende es desarrollar unas reservas determinadas, deben establecerse las prioridades. En
estudios recientes, se ha puesto de manifiesto que el desarrollo aislado de la resistencia o de la fuerza puede resultar más
provechoso que la ejecución de un programa combinado que lleve a cabo una distribución "equilibrada" o "compleja" del
trabajo de fuerza y resistencia.
Así pues, las transferencias de entrena- miento pueden dar lugar a combinaciones muy complejas. Existe una gran
controversia sobre este tema, si bien todo el mundo está de acuerdo en que el deportista no puede dotar al músculo de la
fuerza, la resistencia y la velocidad máximas al mismo tiempo. Este concepto es uno de los factores que determinan la
división del entrenamiento en períodos. Aunque algunos sistemas de entrenamiento están basados en la teoría del
desarrollo multilateral-que se apoya en el concepto de que la fuerza, la resistencia y la velocidad pueden ser desarrolladas
de forma proporcionada la mayoría de los sistemas de entrena- miento multilateral modifican el volumen o la dosificación
de cada tarea de entrena- miento para ajustarse al principio de orientación funcional. Este desarrollo viene dictado por el
"heterocronismo" de la adaptación al entrenamiento de cada cualidad física.
El logro de reservas de entrenamiento depende también de la predisposición relativa e inicial del deportista a adquirirlas y
mantenerlas. La predisposición "inicial" señala el punto a partir del cual un deportista comienza a tratar de mantener una
marca o un rendimiento, mientras que la predisposición "relativa" indica los cambios que no se deben totalmente al
entrena- miento, aquellos en los que influye la higiene mental y física, etc. El término "pre- disposición" indica algo innato -
por lo general el potencial genético- que causa cambios que pueden ser afectados por el entrenamiento. Factores como la
altura, la constitución física, la distribución del tipo de fibra muscular, la agudeza visual, etc. suelen ser resultado de una
disposición innata. Esta información es la base de una teoría de entrenamiento: los deportistas de elite poseen cualidades
que les permiten alcanzar reservas de entrenamiento, que pueden ser mantenidas más tiempo, perdidas más lentamente y
recuperadas más rápidamente que las de los deportistas que tienen menos base de entrenamiento y menos predisposición
para el rendimiento de elite.
La predisposición para el desarrollo puede explicar por qué algunos deportistas experimentan un incremento relativamente
elevado de sus capacidades físicas sin apenas entrenamiento.
El efecto "total" o "global" del entrenamiento residual se apoya en un número amplio de sistemas biológicos y físicos. Estos
sistemas tienen variados efectos sobre el rendimiento deportivo. De acuerdo con el concepto de "heterocroneidad" del
entrena miento, los distintos sistemas tienen diferentes ritmos de adaptación. Además, el sistema también experimenta
variaciones en lo referente a la retención y el ritmo al que disminuye y se incrementa la preparación, y a los efectos
acumulativos que definirán la reserva de entrenamiento residual global o total. Algunas reservas de entrena- miento se
pierden en unos días, mientras que otras se mantienen casi indefinidamente. Para ilustrar este punto, se ha desarrollado
un modelo que refleja la magnitud y el ritmo de retención y pérdida de cada sistema físico (Figura 2). Si bien no debe
esperarse que este modelo funcione por igual en todos los deportistas -ya que el ritmo de pérdida de preparación en cual-
quiera de estos sistemas es siempre individual-, se sabe que existen algunos sistemas que normalmente muestran mayor
consistencia, una mayor capacidad para permanecer estables.
Figura 2. Modelo que representa las magnitudes teóricas de reservas de entrenamiento para diferentes sistemas físicos y sus ritmos
de pérdidas (NAVARRO, l994)
No existe una forma simple de establecer una secuencia definida que determine por qué se produce la retención o cual es
el ritmo al que se producen las ganancias en cada sistema. Esto se debe a que la mayoría de los sistemas están determina-
dos por complejos factores hormonales y neurogénicos. Además, los sistemas tienden a influir unos en otros. Aunque los
efectos del entrenamiento se miden por cambios en los sistemas físicos, es en el sistema nervioso donde se aprecian en
mayor medida los efectos de los estímulos del entrenamiento. Es también en el sistema nervioso donde reside, por lo
general, la mayor parte del potencial para adquisición o la conservación de las reservas de entrenamiento. El sistema
nervioso permite almacenar y recuperar la importante información formada bajo la influencia de las reservas de
entrenamiento. De este modo, puede, a su vez, dar lugar a una sucesión de factores neurogénicos y hormonales que puede
afectar a la retención de pará- metros físicos. Esta cuestión no ha sido suficientemente tratada por los fisiólogos del
ejercicio. Uno de los conceptos formulados y que están relacionados con las reservas de entrenamiento inducidas desde el
sistema nervioso es la "recuperación fisiológica" (Counsilman y Counsilman, l99l), según el cual, si la base del deportista es
suficientemente amplia, puede recuperar la preparación perdida más rápido que otros sujetos con bases más reducidas de
entrenamiento. El ritmo de recuperación fisiológica está directamente relacionado con la magnitud de la reserva de
entrenamiento. Es totalmente posible que la recuperación fisiológica no necesite ser inducida desde el sistema nervioso,
especialmente a nivel microvascular. Una vez los capilares "vestigiales" han sido abiertos por efecto del entrenamiento
crónico, para reabrirlos, solamente se requerirán cambios fisiológicos, y no será necesario que se produzca estimulación
neural.
Así pues, con el fin de lograr una óptima y duradera reserva de entrenamiento es recomendable:
-como las cargas de resistencia- deben aumentar progresivamente cada año, pero la magnitud del incremento debe
coincidir con los cambios que se produzcan en el ritmo al que se incrementa el potencial de fuerza consecuencia de la
maduración. Por lo general, llega un momento en el que el ritmo al que aumenta la fuerza decrece. En deportes donde la
fuerza máxima es complementaria, debería dedicarse
-a partir de ese momento- más tiempo al desarrollo de cualidades propias de la especialidad y específico-competitivas. Para
estos deportes, el hecho de continuar aumentando progresivamente el trabajo de fuerza máxima y alcanzar una cierta
maestría deportiva puede tener, eventualmente, efectos contraproducentes.
1. Que el desarrollo de las capacidades ligadas a la velocidad está vincula- do al desarrollo del sistema
neuromuscular y de las propiedades contráctiles del músculo. En un entrena- miento a largo plazo de las
capacidades de velocidad, el objetivo deseable no es tanto el desarrollo de una reserva de velocidad, como la
prevención de una barrera de velocidad. En los primeros años de entrenamiento, la aparición de una barrera
de velocidad se previene garantizando que la preparación técnica del deportista le permita ganar destreza
de movimiento, y que esta ganancia se equilibre con el correspondiente aumento tanto de la fuerza, como de
la resistencia. Cuando el deportista madura, la evitación de la barrera de velocidad estará cada vez menos
relacionada con las limitaciones técnicas, y más con la eficacia, con un entrenamiento más específico de las
capacidades reactivas y elásticas del músculo, que enfatice el desarrollo de la fuerza-velocidad del
deportista y de sus cualidades de velocidad-movimiento.
En resumen, las reservas de entrena- miento -el efecto residual- se logran mediante la acumulación, y están determinadas
por el contenido de la carga. El con- tenido del entrenamiento debe modificarse para ajustarse a la complejidad que se
deriva de la necesidad de desarrollar diferentes capacidades. En los primeros años o en las primeras fases de
entrenamiento, debe hacerse más énfasis en el desarrollo de las capacidades físicas o los sistemas que requieren un
desarrollo más largo, pero también mantienen sus efectos durante más tiempo. A lo dicho por aquellos técnicos que
abogan por la reducción de la carga de entrenamiento, total y de la frecuencia de entrenamiento y por la eliminación de
ciertos métodos de entrenamiento, se opone la teoría de la adaptación a largo plazo, que trata de evitar la disminución del
efecto acumulativo del entrenamiento y, por tanto, la reducción la magnitud de las reservas de entrenamiento necesarias.
Sin estas reservas de entrenamiento será difícil desarrollar todas las cualidades físicas deseables, especialmente aquellas
que permiten que el contenido de entrena- miento sea modificado sin que esto implique carencias en la preparación.
Para entrenar adecuadamente al joven deportista, es necesario conocer cuales son las condiciones necesarias para obtener
un óptimo rendimiento deportivo. Éstas, además ser muy diversas, pueden ser de carácter personal -las condiciones o los
factores influenciados por el entrenamiento, como la técnica, la condición física o la táctica- e impersonal -las condiciones
atribuibles al entorno, como las condiciones sociales o materiales.
El estudio de las características de acuerdo con las cuales se desarrollan las capacidades deportivas ha llamado la atención
de muchos investigadores del deporte y de numerosos expertos en metodología del entrenamiento, especialmente en los
últimos 20 años. Sin embargo, los resulta- dos son contradictorios, como consecuencia, sobre todo, de las diferencias que
se derivan del momento en que se ha realiza- do cada una de las investigaciones. Si tenemos en cuenta que los jóvenes de
hoy se entrenan actualmente como los adultos de hace 20 años e, incluso, en algunas disciplinas, superan los resultados de
los campeones de hace l0 años, es evidente que debemos interpretar con cierta cautela determinadas investigaciones,
realizadas a partir de muestras que pueden ser escasa- mente representativas de la actual situación del deporte. De ahí
que debamos plantear- nos la descripción de cada capacidad con la suficiente atención y el máximo rigor.
El rendimiento deportivo del joven depende -como el del adulto- del adecuado desarrollo de un gran número de
capacidades. Sin embargo, para optimizar el desarrollo de estas capacidades en los jóvenes hay que identificar y utilizar
períodos adecuados. Si se considera el rendimiento como una consecuencia de la autorregulación del organismo, que
puede modificarse estructural y funcional- mente, es absolutamente necesario que los mecanismos internos de dirección y
autorregulación de los jóvenes no resulten perturbados. Para hacer referencia a las posibilidades de llevar a cabo este
proceso en las mejores condiciones y con eficacia para que los jóvenes puedan adaptar- se, empleamos el término
"entrenabilidad,, (Figura 3).
Sin embargo, no es fácil establecer en qué medida el rendimiento de los jóvenes está determinado por el entrenamiento o
por la maduración. Esta dificultad es, en parte, consecuencia de la clara interacción que, a la hora de lograr un
determinado nivel de rendimiento deportivo, se produce entre la edad y el entrenamiento (Figura 4) .
También es necesario conocer que las distintas capacidades -la velocidad, la resistencia, la fuerza, la flexibilidad, el
dominio de la técnica, etc.- se desarrollan a un ritmo diferente. Muchos consideran que existen fases sensibles durante las
cuales el organismo está especialmente predispuesto a desarrollar estas capacidades. Para lograr el máximo rendimiento
dentro de las posibilidades genéticas de cada individuo, parece evidente que es necesario aprovechar óptimamente estas
etapas.
Sin embargo, existen opiniones divergentes. Algunos (Baur, l99l) no consideran admisible que se establezca una ecuación
entre fases sensibles específicas y maduración. En este caso, la opinión del autor es que las tasas de mayor incremento de
la capacidad motriz pueden estar relacionadas con una lógica estructural de desarrollo de la motricidad, aunque haya que
atribuir al factor social un papel relevante. Cuando se afronta el problema de las fases sensibles en el desarrollo de la
motricidad deportiva es referencia obligada Reinhardt Winter (Winter, l986, l987). Este autor define las fases sensibles
como aquellos períodos "delimitados" del desarrollo durante los cuales los seres humanos reaccionan de modo más intenso
que en otros ante determinados estímulos externos, dan- do lugar a los correspondientes efectos.
Asimismo, Winter entiende por fase crítica, un período "delimitado" dentro de una fase sensible, durante el cual deben
aplicarse estímulos si aún se quieren obtener los efectos de desarrollo deseados. Sin embargo, el mismo Winter se muestra
escéptico en lo que concierne a la posibilidad de pro- bar científicamente la existencia de estas fases y afirma que parece
prematuro querer fijar ya hoy fases sensibles para determinar clases de edad y capacidades. Las afirmaciones que se
pueden hacer sobre este problema en el momento actual sólo permiten definir períodos más favorables para el
entrenamiento dirigido hacia la formación de capacidades y habilidades deportivas... (Winter, l986). Sin embargo, esta
cautela no es compartida por otros autores (Hahn, l988; Martin, l99l), que consideran que la existencia de fases sensibles
está ampliamente comprobada. En nuestro caso, preferimos mantener una postura ecléctica, y considerar las fases
sensibles como etapas en las que es recomendable llevar a cabo el entrenamiento de ciertas capacidades con el fin de
evitar riesgos y favorecer que se consolide una reserva de entrenamiento duradera.
No obstante, para estimar la capacidad de rendimiento hemos de distinguir, en cada caso, entre la edad cronológica y la
biológica. La evolución biológica en función de la madurez de las capacidades coordinativas y condicionales en niños y
jóvenes sigue, en resumen, el siguiente proceso:
1. las estructuras coordinativas básicas "maduran" a partir de los seis años, y alcanzan su desarrollo máximo a
los ll/l2 años;
2. a partir de los ll-l3 años aproximadamente, se inician las fases sensibles en las que se desarrollan y
construyen las capacidades relacionadas con la condición física (Grosser, Brüggemann, y Zintl, l989, p. 2l2).
Se ha investigado poco acerca de cuales son las consecuencias de una especialización muy temprana de los deportistas. En
todo caso, hay un factor central que merece la pena considerar: el incompleto desarrollo biológico de los jóvenes
deportistas. Según Tschiene (l988), cuando se considera el futuro del entrenamiento de los jóvenes deportistas es
importante tener en cuenta que: Las condiciones específicas no deben trabajarse antes de la pubertad, ya que la base
técnica y la anatomía funcional del deportista están desarrollándose. En la llamada segunda fase de la pubertad (l4-l5 años
en mujeres y l5-l6 en hombres), se recomienda frenar el incremento, porque -según lo observado en algunas experiencias
soviéticas- no es conveniente turbar la consolidación del proceso justo cuando se están desarrollando las estructuras
biológicas.
1. La construcción de un sistema funcional específico para el deportista hace que tengamos que enfocar la
preparación teniendo en cuenta tanto la "multilateralidad" y su soporte para el movimiento futuro, como las
condiciones del deportista. Un máximo de ofertas multilaterales -que permita realizar ejercicios de muchos tipos de
deportes- no garantiza que los más jóvenes logren un máximo progreso deportivo. Más bien se produce el efecto
contrario, ya que la limitada reserva "adaptativa" de los jóvenes obliga a seleccionar para el entrenamiento
ejercicios que favorezcan el incremento la velocidad, la potencia y la coordinación de los movimientos y las
situaciones
2. El hecho de que las competiciones se empleen cada vez con mayor frecuencia como parte de la preparación está
cambiando el papel y el significado de éstas, que -cada vez en mayor medida- son consideradas como parte del
entrenamiento. Esto facilita que el deportista se sienta más motivado a la hora de realizar el trabajo específico y
viva sus prime- ras experiencias en situaciones de competición, que aportan un control oficial del rendimiento
(Tschiene, l988).
Quizás, en el entrenamiento de los jóvenes, lo más conveniente sea hablar de una "multilateralidad" orientada, es decir,
referida a un deporte, tal como exigen la teoría de la acción y de los sistemas, y el desarrollo -a largo plazo- de la
prestación deportiva.
Sin embargo, no hay que temer las consecuencias de la creación de un fundamento especial temprano, porque el potencial
funcional individual, la capacidad para adaptarse a ciertos estímulos, es más importante que la edad. Los jóvenes pueden
desarrollar capacidades y destrezas a un ritmo mayor que los adultos (Espenchade y Eckert, l967). El adecuar la intensidad
de la práctica deportiva al potencial individual conduce a que el organismo del joven realice ajustes especiales para
adaptarse a las necesidades y características del deporte. Esto crea los fundamentos fisiológicos necesarios para realizar,
más adelante, un entrenamiento especializado. Para resolver estos problemas, hay que prevenir que los niños soporten
cargas excesivas, y no intentar obtener resultados deportivos. Los niños "deben jugar a los deportes". Pero tampoco hay
que olvidar el importante papel educativo y emocional que desempeñan las competiciones, incluso para los niños más
pequeños, aunque la duración y el carácter de las cargas competitivas deben responder a las posibilidades de los niños, y
han de tener en cuenta sus características individuales y su edad.
En el entrenamiento de los jóvenes deportistas, a la hora de planificar la relación anual de la preparación general y
específica, es necesario tener en cuenta que -en el deporte de alto nivel- el acondicionamiento general no permite
garantizar su desarrollo o su uso como soporte de su sistema funcional (especialización); mientras -en los jóvenes- esto sí
es necesario. Sin embargo, en función del tipo de deporte que se realice, esta relación puede variar, ya que las propias
características definitorias que permiten alcanzar el éxito en cada deporte son diferentes (Figura 5).
En el deporte de alto nivel, se ha demostrado que, si prevalecen las cargas intensivas y específicas adecuadas a las
características del modelo de la actividad de competición que se realiza, se pueden alcanzar resultados destacados
(Bondarchuck, l988a, l988b). Sin embargo, en la preparación de los jóvenes, la preparación general es un factor
fundamental de la modulación del sistema funcional, aunque también deba prestarse atención a la preparación específica.
Podríamos decir que el hecho prestar más atención a una de ellas que a la otra puede provocar resulta- dos no deseados.
De éste modo, Tschiene señala -acertadamente- que pueden producirse alteraciones en los resultados de los jóvenes a
corto y largo plazo como consecuencia de (Tschiene, l992):
En principio, los deportes pueden ser clasificados como deportes de especialización temprana o deportes de
especialización tardía (Balyi y Hamilton, l999). Algunos deportes -como la gimnasia artística, la gimnasia rítmica, el
patinaje artístico, los saltos de trampolín o el tenis de mesa- requieren una temprana especialización específica para ese
deporte en el entrenamiento.
Los deportes de especialización tardía -como el atletismo, el deporte de combate, el ciclismo, los deportes de raqueta, el
remo y todos los deportes de equipo- requieren la utilización de un sistema generalizado para el entrenamiento temprano.
En estos deportes, el entrenamiento debería prestar especial atención al desarrollo de destrezas generales, motoras y
técnico-tácticas funda- mentales. Si se revisa la literatura existente, se llega a la conclusión de que los deportes de
especialización temprana requieren un modelo de desarrollo del deportista a largo plazo que consta de cuatro fases,
mientras que el de los deportes de especialización tardía consta de cinco.
Debido a que existen pocos deportes que puedan ser caracterizados como deportes de especialización temprana, este
documento se centrará en los deportes de especialización tardía.
Uno de los períodos más importantes del desarrollo motor de los niños se produce entre los 9 y los l2 años (Balyi y Way,
l995; Viru et al., l998). Durante este tiempo, los niños están ya en condiciones óptimas para adquirir las habilidades funda-
mentales del movimiento que constituyen la piedra angular de todo el desarrollo deportivo (desplazamientos, lanzamientos,
saltos, giros, etc. ) y las capacidades moto- ras básicas (agilidad, equilibrio, coordinación, velocidad) que les permitirán
sentar las bases de la posterior excelencia deportiva.
Las habilidades fundamentales del movimiento deben ser practicadas y dominadas antes de que se introduzcan las
habilidades específicas del deporte. El desarrollo de estas habilidades bajo condiciones positivas, amenas y divertidas
contribuirá perceptiblemente a los logros deportivos futuros. También debe introducirse la participación en una amplia
variedad de deportes. Este énfasis en el desarrollo motor permitirá formar deportistas con una mejor "entrenabilidad" y, a
largo plazo, facilitará el desarrollo específico del deporte. Si el entrenamiento fundamental de la habilidad motora no se
desarrolla entre los nueve y los doce años, las habilidades no se podrán recobrar totalmente con posterioridad y esto
limitará las posibilidades de éxito.
La fase fundamental ha de estar bien estructurada y debe ser divertida. Hay que prestar especial atención al desarrollo
global de las capacidades físicas del atleta, las habilidades fundamentales del movimiento, y las capacidades motoras -
agilidad, equilibrio, coordinación y velocidad. Ha de fomentarse la participación en tantos deportes como sea posible. La
velocidad, la potencia y la resistencia deben desarrollar- se utilizando juegos divertidos. Las técnicas correctas de carrera,
salto y lanzamiento tienen que ser enseñadas y dominadas de forma correcta.
El entrenamiento de la fuerza durante esta etapa debe incluir ejercicios en los que se utilice el propio peso corporal del
deportista, balones medicinales y ejercicios con el balón suizo. Hay que animar a los jóvenes deportistas a conocer y
respetar reglas simples y la ética de los deportes. No hay que establecer períodos de entrena- miento, pero es necesario
estructurar y supervisar todos los programas. Las actividades se estructuran en función del año escolar y, durante las
vacaciones de verano y de invierno, se recomiendan los "campus multideportes". Si los deportistas y los padres muestran
una determinada preferencia hacia un deporte determinado, puede recomendarse su participación en él una o dos veces
por semana, pero sin abandonar la práctica de otros deportes (tres o cuatro veces por semana), ya que esto es esencial
para la futura excelencia. Si los deportistas deciden más adelante abandonar la línea competitiva, las habilidades que han
adquirido durante la etapa funda- mental aún podrían aportarles ciertos beneficios a la hora de realizar actividades físico-
recreativas que mejorarán su calidad de vida y su salud.
Durante la etapa de "entrenamiento para entrenar", los jóvenes deportistas aprenden cómo entrenar y, también, las
habilidades básicas de un deporte específico. Asimismo, se inicia en las destrezas básicas técnico/tácticas y aspectos
complementarios -como el calentamiento y la vuelta a la calma, los estiramientos, la nutrición, la recuperación y la
regeneración, la preparación mental, el afinamiento y la puesta a punto, las rutinas integradas de pre-competición y la
recuperación de la post-competición.
Respecto a la participación en las competiciones, el acento debe ponerse en el aprendizaje de los fundamentos, y no tanto
en la preparación para la competición. Se debe optimizar la proporción entre la cantidad de tiempo dedicada al
entrenamiento y a la competición, ya que, demasiadas competiciones suponen desperdiciar un tiempo valioso de
entrenamiento y, por el contrario, sin suficiente competición se inhibe la práctica de habilidades técnicas y de aprendizaje
sobre la forma de hacer frente a los desafíos físicos y mentales que se presentan durante la competición.
Durante la etapa de "entrenamiento para entrenar", los expertos recomiendan una proporción de 75% de entrenamiento y
25% de competición (Balyi y Way, l995). Sin embargo, estos porcentajes varían de acuerdo con las necesidades específicas
individuales y del deporte. Los deportistas que emprenden este tipo de preparación serán, a corto y largo plazo, más aptos
para la competición que los atletas que se centran solamente en ganar. Durante esta etapa, el deportista entrena
diariamente en situaciones competitivas, ya que se realizan prácticas simuladas de partidos o juegos competitivos.
La etapa de "entrenamiento para entrenar" pretende aprovechar los períodos sensibles del desarrollo físico y la habilidad
de los movimientos. Quienes omitan esta etapa del entrenamiento nunca desarrollarán por completo su potencial, ya que
no puede suplirse con un programa compensatorio. El estancamiento de tantos deportistas durante la última etapa de sus
carreras deportivas se debe, principalmente, a que, durante este importante período de su desarrollo deportivo,
compitieron en exceso en vez de centrarse más en el entrenamiento.
Esta etapa del desarrollo se inicia cuando las metas y los objetivos de la etapa del "entrenamiento para entrenar" se han
alcanzado. La proporción entre el entrena- miento para el desarrollo de las capacidades del deporte y el entrenamiento
específico para la competición cambia. Ahora, aproximadamente un 50% del entrena- miento se enfoca el desarrollo de
habilidades técnicas y tácticas, y las mejoras físicas, mientras que el 50% restante se dedica específicamente al
entrenamiento de competición.
En la etapa de "entrenamiento para competir", se proporciona, durante todo el año, un entrenamiento de alta intensidad
individual y específico para el deporte. Durante el entrenamiento, los deportistas, que ya son expertos en la ejecución de
las habilidades básicas y específicas del deporte, aprenden a ejecutar estas habilidades bajo una amplia variedad de
condiciones competitivas. Se pone especial atención en la preparación óptima a la hora de modelar el entrenamiento y la
competición. Los programas de condición física, los programas de recuperación, la preparación psicológica y el desarrollo
técnico se confeccionan, en mayor medida, de forma individual. En la preparación individual, se pone especial énfasis en
los puntos fuertes y débiles de cada atleta.
Esta es la etapa final de la preparación deportiva. Todas las capacidades físicas, técnicas, tácticas, mentales y
complementarias del atleta están ya completamente establecidas y en el entrenamiento la atención se centra en la
optimización del rendimiento. Los deportistas son entrenados para lograr los mejores resultados en las principales
competiciones. En el entrenamiento, el volumen es relativamente alto y la intensidad elevada. Además, las relativamente
ETAPA 5: RETIRADA/RETENCIÓN
Esta etapa hacer referencia a las actividades llevadas a cabo por el deportista una vez se ha retirado permanentemente de
la competición. Los ex-atletas se mueven en áreas relacionadas con el deporte: el entrena- miento, el arbitraje, la
administración del deporte, las pequeñas empresas, las competiciones máster, los medios de comunicación, etc.
1. Los programas de entrenamiento de los jóvenes deportistas deben considerar los principios de desarrollo
propios de la infancia y la adolescencia, no pueden ser un reflejo del entrenamiento de los adultos. Es un
error hacer caso omiso a las condiciones óptimas para el entrenamiento que se dan durante los períodos
"sensibles" o "críticos" del desarrollo del deportista -sólo alrededor del 2% de los entrenadores utiliza
medidas antropométricas para identificar la velocidad pico de altura, la velocidad pico de fuerza y la
velocidad pico de peso y optimizar los períodos de adaptación acelerada al entrenamiento. Por tanto, los
jóvenes atletas no adquieren las habilidades en el momento en que, desde el punto de vista del desarrollo
biológico y psicológico, estarían mejor dispuestos para aprenderlas.
2. Los componentes básicos de la preparación deportiva deben ser imple- mentados de una forma sistemática.
3. Los programas de entrenamiento deben atender a las diferencias de crecimiento y desarrollo existentes
entre ambos sexos.
4. El sistema de competiciones debe responder a una planificación cuidadosa del calendario competitivo, y
eliminar tradiciones e improvisaciones. Una excesiva participación en competiciones o la inexistencia de un
sistema de competiciones puede inhibir el entrenamiento óptimo y afectar al rendimiento a largo plazo. En
ocasiones, se dedica demasiado tiempo a competir y poco al aprendizaje y dominio de las habilidades básicas
y específicas del deporte.
5. El sistema deportivo debe introducir el proceso de preparación a largo plazo.
Debido a las deficiencias en el desarrollo de los deportistas durante el "entrenamiento fundamental", el "entrenamiento
para entrenar" y el "entrenamiento para competir", muchos deportistas nunca alcanzan sus niveles óptimos de rendimiento
o su potencial/techo genético. A pesar de la sofisticación de los programas de apoyo, estos no compensan las deficiencias
en el sistema señaladas anteriormente. Así pues, los Centros Nacionales de Alto Rendimiento no serán capaces de cumplir
su función a menos que, en el sistema deportivo, se realicen los cambios necesarios para introducir la preparación en los
primeros años.
1. A este nivel, el entrenamiento requiere la presencia de entrenadores experimentados que posean los conocimientos
necesarios para ejecutarlo correctamente y que demuestren habilidades para los niños. Los mejo- res entrenadores
suelen trabajar con la elite del sistema deportivo. Paradójicamente, los entrenadores con menos formación llevan a
cabo el "entrenamiento fundamental" y el "entrenamiento para entrenar", que son precisamente los más críticos
para el desarrollo a largo plazo. Aquellos que entrenan en estos niveles también deberían conocer bien los patrones
de desarrollo fisiológico, cognoscitivo y emocional de los niños y los adolescentes. El daño que puede producir la
incompetencia durante el entrenamiento durante el "entrenamiento funda- mental" y el "entrenamiento para
entrenar" no podrá ser reparado completamente mediante el "entrenamiento para competir" y el "entrenamiento
para ganar".
2. Se deben crear verdaderos programas de apoyo para el desarrollo del deportista. Cuanto más alto es el rendimiento
del atleta, mejores son los programas de apoyo. Sin embargo, existe muy poco o ningún apoyo para el desarrollo del
deportista.
1. En los programas de entrenamiento de los jóvenes, se debe poner una atención preferente en el desarrollo.
Si se da más importancia a ganar, que al desarrollo, se condiciona la prepa- ración del deportista en
formación.
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