Fugellie (2009) "La Catarsis...
Fugellie (2009) "La Catarsis...
Fugellie (2009) "La Catarsis...
DELA IMAGEN
INGRID FuG ELLIE
I ..____
ARTE
LA CATARSIS DE ORozco*
Ya no hay hombres· no má
manidad pegados d l s _que trozos de hu-
ecua quier modo.
JOSÉ CLEMENTE ÜROZCO
e
En New School for Social Research (Nueva York)
, 1 1· . 'en 1930 .
muros al fresco segun os meam1entos de Jay Hamb'd 1 , Ptntó vario
método. Estaba interesado en conocer (en la práctic g)eh, autor de dich~
. . . y pos1'b'l'd
eran útiles sus pnnc1p1os d
1 1 a es. 3 Al concluir
a asta qué Punto
. .
dona el procedimiento, conservando 1o que considereste trabaJ·o aban-
.
planteamiento, para lanzase a 1a busqueda
, de nuevos caa esenci
. ª1 de su
·
do de la szmetria ' . más a11'a de suministrarle minos · El tnéto-
' d'mamzca,
ayuda al descubrimiento de nuevas maneras de estructurunaª d?~ula, le
· ry 1stnb · l
superficie mural. 4 Durante ese mismo afio pinta su famoso p uir a
el refectorio de Pomona College, California. rometeo en
Como se puede ver, el periodo que antecedió a la eiecució d C
. · n e atar
sis fue intenso en cuanto a realizaciones y experiencias. En 1932 Or -
'J
co visitó Europa con la única intención de ver pintura y, durante 1' oz-
, .. ., .. ostres
meses que duro e1viaJe, recorno 1os pnncipa1es museos y templos
., fr . euro-
peos, a la vez que conocio 1.os escos mosaicos de la Villa de los Mis-
terios en Pompeya. En la citada Autobzografla, refiere que allí aprend'.
"muchas cosas re1erentes a1arte de pmtar . ,, .s Se impresionó
. enonnemen- io
te con la obra mural de la Capilla Sixtina y con la pintura del Greco en
Toledo.
Otra vivencia decisiva la constituyó la gran crisis, el crash de la Bol-
sa de Nueva York en 1929. El pintor vivía en dicha ciudad en la referida
época, por lo que fue testigo inmediato de un sinnúmero de aconteci-
mientos desastrosos. Al respecto, escribe:
Wall Street y sus alrededores eran un mare magnum infernal. Muchos es-
peculadores ya se habían arrojado a la calle desde las ventanas de sus ofi-
cinas y sus restos eran recogidos por la policía. [...] Millones y millones
de gentes perdían su dinero y cuanto tenían, en pocos minutos. Los valo-
res de la bolsa bajaban hasta cero. 6
148
ork en plena depresión económica, y en el centrO .
Yi . . enazaba con el colapso total. Los m mismo de un siste
que 111 • • • uertos (1931 ) ma
. dad estremecida, con ed1fic1os de formas t . nos muestra la
ctU d ., d . re orc1das y , .
desgarran, eJan onos a 1a vista un panoram b orgamcas que
se . d 1 h h . . a ur7 ano desol d
ble, testimomo e os ec os v1V1dos por el pintor. a o y terri-
Ternáticamente hablando, Catarsis vincula v •
verso eidético y conceptual de Orozco, y contrib:yoes aspectos del ~ni-
·b·1· l d a crear una fus1,
ue (literalmente) post ·1 1ted a escarga
1 total de sus · . on
tmpu1sos creativos
q
El gran fresco
· 1 11de1Padlacto, e Be
, las • Artes constituye una sm , tes1s
• de todo·
este rnatena , evan . po aun mas leJOS
. sus profecías de desinte grac1on. •, En
palabras de Octav10 az, 1a mencionada obra constituye:
Raquel Tibol define al mural como "el escarnio más violento a la so-
ciedad actual'',9 mientras Alma Reed afirma que la obra "pinta un bu-
llente infierno en el cual el hombre, explotado y embrutecido, pierde
todo sentido de dignidad humana y se vuelve esclavo de la lujuria Y la
codicia" 10
Los eiementos iconográficos que integran • ·Catarsis
· logran describir,
os muestra en la
paso a paso, los focas de interés que, con insistencia, n . .
totalidad de su obra. Al mismo tiempo, constituye una evidencia~
fformas narrativas
• que caracterizan el discurso de su autor,
irtUal de cuyo ª
la escena un
1
tsmo (eJe unificador esencial) confiere al Pano v
poder retórico indiscutible.
,. rteamericanª
7 • •ión de la cnt1ca no . ,
Do Alma Reed, biógrafa de OroZCo, tra11scnbe la opio urificant• que alflbU1aD los
.ro!by Grafly, para quien "el arte de QroZCo pasee la fuer7,ll pdia. la esperan"' del mail•·
!'.?~ ª la tragedia (...] se esfuer,.a en crear, a trav_és de " ' ; ~ no violen_11o Y~:~;
tori~ dma Reed, Orozco, pp. 104-1 05. Para ()clavlO paz, 8 afirfllación ttá8 ""· eodoS pro-
que a e Orozco se resuelve en ciertos momentos_ en una vfctim•· De aD'~ : de ()IOZ·
vn.,. parece en su pintura es un victimario Ytambién unl -60 y deseubrinuent
""'ª nuestra ira
co"
• .
y nuestra piedad." Octav10 paz,
"OCº tac•
77
':1;blo• privilegios de la vista. Tomo UI, P· · , 0,,ie,nPo',;.
Id,, p. 101. ÉPo"ª .,oJerillJY
'1ea Raquel Tibol, Historia general del arte ,nexicanD·
9
,p. 156
10 • ¡49
A. Reed, op. cit., p. 299.
E
L idea de aniquilamiento de la civilización (am
estructura por fuerzas atávicas incontrolables) enaz.alda desde su
propia • tr , , es levada
. a sus últimas consecuencias, a aves de una verd d en Ca.
tars 15 • • c. 1 a era av 1
ee
lementos que, sm. tapuJOS
h'b
,onna es, 1b
nos muestra el caos y la da ancha
d. , n Esta característica ex i e, en pa a ras de Cardoza Ar , estruc.
c10 . . . Y agon " 1
que nos recuerda el barroq01smo san~ei_ito de nuestras culturas ' . a_g~
s" y no obstante, preserva un equihbno entre espontan 'd d Pnm111.
va , 11 " 1· ei a y cál
1 Esto que podríamos amar rea 1smo profundo" h 11
o. 1 , . ) c. . • . , a evado acu. l
1
crítica (venga de quien venga a re1enr msistentemente la p . a
' · d 1 l'd d O " resenc1a de
una visión tragica e a rea tfunad. 'd rdozco , ~e hunde en lo oscuro del
hombre" ' 12 escarba en sus pro• · 1 pa es mittcas para exhibir lo tem'ble
que puede llegar a ser la existencia. or momentos esta visión se 1
,. . d bl 11 . . vue ve
grotesca, sat1nca e m orna e, y nos eva, sm consideraciones a l
bia y a la decepción. Una mirada que (al poner al desnudo
de la humanidad, y no pretender otra cosa que la desmitificación de la
aparentes virtude~ y valores a~t?~~o~ _de la sociedad maquinal), ca'.
racteriza con claridad una pos1c1on n1h1hsta trascendental, signo de la
época.
Se trata de un arte hecho para aplastar, para generar desilusión y eno-
jo, rasgo performático que podría explicar su indiscutible vigencia ape-
sar del transcurso de los años. A diferencia de otros pintores que fueron
sus contemporáneos, el trabajo de Orozco guarda intactos sus poderes
subversivos. 13 Sabemos que el artista tenía plena concienda de la impor-
tancia de este aspecto en la obra artística, al afirmar que lo que da vigen-
cia en el tiempo no es ciertamente el tema, sino lo que llama su valor in-
trínseco.14 La suya es una visión simbólica tanto de la historia como de
la realidad humana, cuya violencia, intensidad y seco dramatismo ~e ha
valido la calificación de "terrible". Al analizar la poética orozqUiana,
Luis Cardoza y Aragón escribe:
Orozco es único: pertenece a la familia de los escultores que tallaron,ª
Coatlicue, Diosa de la Tierra y de la Muerte. Plasmó la época en aq~~-
llos Yadquirió tal perpetuidad que esos ídolos están vivos aún_ Yparti~
pan en nuestra vida con la tremenda fuerza poética que encierran• él
obra de Orozco ha sido· el mejor conductor poettco
, · [....] Perdura
, . arenpara
algo de la grandeza antigua, algo de ese poder de expresion unP
150
oger la pasión contemporánea Oro . ·
rec · ZCO Stnf10•
el espíritu del
.
arte precortesiano "arte t
' remendo"
Y traspuso las e:1
ormas
biografía, sm.tener .
nada que
1 ,
ver, como r .
e11era muy , nos dice en la A '
uto-
con el exprestomsmo a eman: es un inge·ni.1o y mile . gastado lugar com ,
• un,
en donde hasta Ios eIementos circunstanci 1 , .nano expresionism
. . I . , a es pohttco o
sus meJ~res eJ~mp os, a tmagenes poéticas ue 1 .s son elevados, en
utilidad mmed1ata y su efimeridad. 15 q e quitan su carácter de
El arma rota
--- L_a______
tre
2-:-2
1922
.,
trinchera, el conocido fresco que pmto en •~ E~cue ª
l Nacional Preparatori~ en-
1
establece el fusil, en
el e 926
•1 , se encuentra organizado a partir del eJe diagona que
entro de l 1 re-
23 "A. composición. le en la obra de Orozco, a p
sencia d Partir de la década de los años 30 se hace palpa~ 1 la máquina y las bayo-
netas ue algunos aspectos formales del futurismo, por eJe~~:;;10 destrUyendo su cruz
(Dart~oe se ven en el trasfondo de muchas de sus o~ras- 154 _
uth College) o en Katharsis". R. Eder, en op. cit.. p.
153
co ecuencias el poder devastador.que. le constituye, para mostrar, en el
ºs del tétrico panor~ma~ ~u recia s11ueta de madera y metal.
centro
Orozco denuncia la mut1hda~ de la guerra. En toda la extensión del
plano: tipos humanos estremecidos y deformados por el drama fr
mentos disociados de realidad,
. tYuna llama damenazante
, .. en el fond~-' pie-
~g-
zas de un rompecabezas g1gan e:sco y, para OJtcamente, no dificil de _
mar. Catarsis intenta hablar d-? lo catastr~fico, inútil e inevitable de~a
guerra en condiciones de desigualdad, siendo un llamado, al mismo
tiempo, a la búsqueda de la paz y de un orden nuevo, humanamente más
justo y libertario.
El fuego
24 L
•
eardoza YAragón, Pintura contemporánea ue mexzco, PP· 2ss-262.
.,J lf.' •
25
A. Reed, op. cit., p. 309.
154
d
t .,,,a del Apocalipsis (texto favorito del m d'
E1 e,.. . e 1oevo y c
. toria de la cultura visual de Occidente) asoc.1 d . onstante en
7 ,
taco ,. .
1
°
lahis nciencia del inevitable desmoronamie~to de ª1 ª ~ruedo, el caos
a rea11dad es
Y ente en la poet1ca orozqu1ana. Genera lo que s h d , . asunto
recurr · · e a escnto como
''clima de desastre 1nm1nente que, por contraste hac , . .
un ,. • ' e mas melud1ble
el Proposito de , mantener vivo e fuego de la concienci· a esp1ntual".26
..
1
, ta es la atmosfera, que prevalece en Catarsis' y tambi'e'n en 1os mura1es
Es .
de la Iglesia de Je sus (reahzad~s e~tre 1942 y 1944), proyecto inconclu-
so del p~~tor. Fu~g?, y Apocahps1s, per_m_a~ente retorno al caos y a la
destrucc1on; cond1c1on, a la vez, para el 1mc10 de un nuevo ciclo creador
capaz de reinstaurar el orden y la justicia.
Lo inevitable de este pasaje es el rasgo que confiere a la obra de Oroz-
co su particular acento trágico. Se trata de un señalamiento explícito y
sin maquillajes del carácter contradictorio de lo humano. Para alcanzar
estadios superiores en el orden del universo es necesario, para el artista,
destruir el estadio previo, lo cual implica no sólo esperanza en la reno-
vación, sino enormes cargas de dolor. Aquí se habla de fidelidad a una
conciencia de destino supremo, el cual emerge como el fuego en Catar-
sis, por sobre las miserias de la condición humana. 27
Los planteamientos nihilistas contenidos en la obra de Orozco, que lo
han vinculado no pocas veces al pensamiento filosófico de Nietzsche, 28
encuentran también asidero en la presencia del elemento ígneo en su ca-
rácter destructivo. La tendencia reiterada a cuestionar el orden social
·(~ue lleva implícito un planteamiento de tipo político), supone necesa-
namente un proyecto alternativo, el cual muchas veces asume ras~os
anarquizantes. Orozco presenta el drama humano desde la perspectiva
de lo material; no hay en su obra visos de soluciones inmateriales Ye~er-
nas. Todo cuanto se muestra es susceptible, por lo tanto, de medida,
cambio o destrucción. El fuego aparecería, entonces (en la obra que se
26 F d Orozco" en Xavier
M aust0 Ramírez, "Artistas e iniciados en la obra mura1 e '
oyssén (ed) O
· , rozco: una relectura, p.
100 • . , urificación y transmu-
27 p
ta . ara Fausto Ramírez, el fuego, como símbolo de creacion~ /bid 99.
6
c\8°;, constituye un elemento de incuestionable raigambre esotenca· tor d·e• PE·/ nacimien-
Al fl'
to d l u I izar tales frases uno no puede menos que pen .
saren e1.au
toda su vida a rectifi-
e a tra d' · dedicó casi
car las . ge za, ~t~o nihilista y a la vez teólogo, qm~n datos ni buscar tampo-
I
co exp͡td?sas m1ttficaciones idealistas sin depurar nt orrlenrb: de 0rozeo citadaS ~r
Revuet~c!ones. Nietszche podía haber hecho suyas las pa~idad pegados de cualQlller
lllOdo'" · Ya no hay hombres; no más que trozos hum 5 Luis Cardoz.a Y~ón
nos h b.Teresa del Conde J. C. Orozco. Antología crmca, p. 15 . ·--rional, irón.1co y
a la de" , ti . al carácter tu- M/ 1·co
delirante _un amor un tanto nietzscheano" al re en~e a contemPoránea de ~ '
P. 284. manifiesto en su arte. L. Cardoza y Aragón, p,ntur
155
comenta), como único medio de purificación y transforma . ,
llo que se ha corrompi'do y a1·1enado. pod.emos pensar en c1on. de aque-
. . 1 'b' un intento d
ritualización a la manera origina, y perci 1r el deseo de actua . e
.d . ., 1 h eiones e
Paces de otorgar senti o e. integracion a o umano . Podemos tambi,a-
traducir el anhelo del artista del fin de la tragedia interminabl d en
pueblos por su li'beracion · ' de la utopía Ue e los
· ' y, a 1a vez, 1a concrec10n .
. . . . • nrezno
de abundancia, JUst1c1a y paz.
No son escasas las asociaciones del fuego con la creación y el arte. El
mito de Prometeo (que modela en barro el cuerpo del hombre par .
·
marlo, postenormente, con e1 fu ego de 1os dioses)
· ' ª ani-
contiene claras al _
siones a la escultura, y confiere al personaje mítico el carácter de oto~-
gante e impulsor ~el arte. El don prometeico del fuego también puede
vincularse al trabaJO artesanal de los metales y a la alfarería, simbolizan-
do, al mismo tiempo, el despertar del ser humano al ámbito de la inteli-
gencia, a la producción de ideas. En otra versión del mito, la que subraya
el carácter rebelde y de sacrificio al que debe someterse el héroe por esa
misma causa, relaciona la fuerza de espíritu que arde en este personaje
con la concepción romántica del artista, capaz de anteponer incluso la
propia existencia al cumplimiento de su tarea trascendental.
Una vez más, Orozco recurre al símil de la caja fuerte. 29 El duro obje-
to metálico que sirve para guardar tesoros materiales está vacío. Desapa-
recieron las riquezas ocultas de su interior, para ir a dar a las arcas del
poder. La corrupción en su inagotable sed ha vaciado el metal, h~ desga-
rrado la riqueza de nuestros países, ha vuelto inocua la capacidad ad-
quisitiva de los pobres, y ha creado la falaz mentira del ahorro Yla se~-
ridad. Un continente que simboliza el robo y la usurpación de la que ª
clase trabajadora es víctima. Receptáculo y depósito, a la vez, de espel-
• . · ofrece os
ranza: la caJa que desde los laberintos del sistema financiero el
"benefi cios
· " de una deuda que no se acabara, Jamas,
· , trªgando hasta de
'l . tuvo 11ena
u timo centavo de los desposeídos. La caia que una vez es 'dad
·¡ . . 1 ta vacu1 .
i usiones, y que muestra ahora su más descarnada YVIO en
. tóúl
29 •
1924 0rozco pin ..
En uno de los muros de la Escuela Nacional Preparatoria, en ' leillento sittl
alean ' "- ' ·
. cia, un uesco sobre muro directo que inaugura las referencias a este e
bóhco del ahorro Ysus asociaciones con la pobreza.
156
rostitutas
ias P
a rimera. etapa del trabajo artístico
.d de Orozco dio por resu1tado una
L de
serie P dibuJOS y acluare1asdcolnoci a ~on .~l nombre de La casa del llan-
cual aborda e tema e a prostttuc1on en la Ciudad d M , . 30
to, la . d d d ll , . e ex1co.
Estos trabaJOS, ota ?s e un se o caractenst1co de síntesis expresiva,
economía de traz~, vigorosa estructura Y. marcada transparencia emoti-
va, revelan su oficio en el ~a~po de la can~atura y el periodismo gráfico.
JuanAcha nos habla del dibuJo como medio de comunicación de lama-
nera siguiente:
El dibujo, en c~n:1bio.[lo ~o~para con la ~otografia], trae consigo una elíp-
tica (o esquemat1ca) 1comc1dad y sus vac1os o enrarecimientos nos incitan
a fantasear, como si buscásemos llenarlos, participando activamente en
su lectura o interpretación con las vivencias personales que traemos sobre
31
nuestras espaldas.
30 "En la última década del régimen de Díaz, cuando Orozco, que apenas _pasaba de
º
los 2 años, llegó a darse cuenta por primera vez de la magnitud de la tragedia hum~
[...], la prostitución era una excrescencia cancerosa hondamente arraigada en 15 la vida
mexicana[ ... ] el 12 % de las mujeres de la Ciudad de Méxieo entre las edades de st .Y JO
años eStaban inscritas por la Inspección de Sanidad como prostitutas. Aunque e ~ ~ume-
ro repr b . . . or del que existia en-
tonces esentap a una proporción aproximadamente
. . diez
[ veces
] mayho mayor( ...] el doctor
en arís, [...] el número efectivo, no registrado ··· era mue . 1O. 20 mil el
8~ º l. Gastélum, entonces jefe del Departaffiento de Salubridad, 79sefta en
0 ~:"° de prostitutas en la Ciudad de México". A. Reed. op. cit., P·116 ·
3 Juan Acha, Teoría del dibujo. Su sociología y su estética, P· ·
2
T. del Conde, op. cit.,
33 F · p. 45 . . nnotaciones de sumi-·
sión austo ~irez señala que el tema de la prostituta permite eo ocupó primero a
los s·ª Iboamateria, esclavitud de la carne y vocación al mal, asunto qbue p_reón general propia
•m listas Y luego al expres1omsmo.
de la é
. . "d tro de la o ses•
Todo esto, .en
'
b , de resolverse( ...] me-
diante poca, por el conflicto o polaridad espíritu-matena, que hal nfia. •·ento y lo orientara.
una confl • . al do por e su nm
Ya redi· . agrac1ón general que purificara mun cit. PP· 79-80.
mido al e lt' . . , . " F D,unfrez, en op. '
' u 1vo y victoria final del espmtu • · f'AI"
157
traer tas imágenes descarnadas que nos ha legado de ese univer
Autobiograjla comenta: so. En su
34
J. C. Orozco, en op. cit., p. 33.
35
ldem.
36 " • fatal" que en
Resulta evidente aquí la referencia simbolista del tema de la mujer d~dente
su ver~ión de puta vieja, agresiva y grotesca, seftala un aspecto particulannen!e 1 La aso--
del umverso temático que caracterizó a las poéticas modernistas de fines de si~ º· la hu·
· '6 aquejan a
ciaci_ n de la miseria moral que encarna el personaje con los males que son todos
mamdad, Yel materialismo que signa y esclaviz.a al hombre contemporáneo_, 0 a estas
ele
. men tos claramente s1mbohstas,
• . . pensar que 0 rozco no fue ajen
y nos penmten
ideas.
37
A. Reed, op. cit., p. 80.
158
oductos están inexorablemente desti'n d
pr , a os a la 1·
Vn orden que, en sus mas sofisticados d a 1enación y a 1 b
, 1 esarroUo h o anal
acto en espectacu o, y todo espectáculo e 1 s,. a transformado t d .
·, 1 n a sustttu · , oo
ge nuina re 1ac1on con e mundo. En el pan orama de ec1on virtual
. de una
tutaS nos muestran el cuerpo magnificado de los la atarszs, las prosti-
y el consumo, y hacen de esta obra una ima P teres, la pomografia
pesar del paso del tiempo. gen P enamente vigente, a
La mujer
39
T. n c,·1 p 70
del Conde' 0y•
40 ., • '
R. Oonzález Mello, en op. cit., p. 56. 63
41
L. Cardoza YAragón, Pintura contemporánea de México, P· 2 ·
160
El pintor nos muestra el trágico destino d
ontrª unas fuerzas que no le son ajen e la hlltnanidad
e isillº de su "agria truculencia" (parafras. Catarsis ubica en'Y slu lucha
J1l • d d h aseando C e centr0
el enfrentamiento e os .ombres ' que n .
o constitu a ardoza
. y Ar .
agon)
earácter dua1que caractenza a lo humano. Uno d yen l sino el símboIo de1'
se muestra desnudo, clava un pufial en la e lde os personajes el qu
" l" spa a de qu.1 ' e
ropas. Es e1·hombred natura en su lucha contra el homb en"aparece .. con
cual tenn1na por errotar. Aquí las fuerzas destructo re ·c1v11izado"'
al y establecen dominio sobre aquéllas de , d
der ras _eJercen el po-
' m o1e creativa · ·1·
toria. Se. trata
• de un hombre
· que se enfrenta a si' mismo
. consc1entciv1diza-
discontinuidad
. esencial,
fu de su naturaleza fragmentana, . ' de su mcapac1-
. e e s~
dad para
. . integrar
d erzas
El destructuralmente antagónicas Y, no obstante
constitutivas e su ser. rama de una contienda que enfrenta a lo hu~
mano desde lo h~mano, p~ra transfo~ar las potencias en choque en
verdaderos actos irreconc1hables. El bien y el mal, la vida y la muerte, la
pasión y la razón enfrentados; pares binarios en un discurso que (por su
insistencia en adjudicar la derrota a uno de los dos polos), se pierde a sí
mismo en un debate sin salida, puesto que no concede a los complejos
territorios que nos constituyen el peso relativo que les corresponde, en el
juego de los encuentros y desencuentros dialogales con el mundo. Oroz-
co mismo, en su desolada amargura, muestra el choque de su anhelo co~
la realidad, constituyendo éste uno de los rasgos más acusados de su psi-
cología·42 . b' , funciona como motor
Sabemos' sin embargo' que el conflicto tamdien nflagrac1ones . que n0
de la humanidad. Una humanidad no exenta e co +.w;Jr (desde
• 'fi · nte de fachada Ymosu-
11egan•a término , al cambiar arti ciosame l s atravesando las mortíferas Y
e1antiguo puñal hasta las annas nuc eare ' lo perverso de lo
silentes
. garras de la pandemia), que. el límite que sepn~ e apartados.de la
1
mocuo es frágil como la barrera misma q d, n ,v"1 0 nsiderac ones
1 ' · d freu e V
ocura y de la muerte. Al respecto, Sigtn~ 191 5) escribe:
de actualidad sobre la guerra y la muerte ....,.;i1 n_ salvo en
. os enucu-., 11
1
, íntimos y uern ' estiJJlular a
Todos nuestros cariños, hasta los mas h tilidad que puede corno
contad'1s1mas
. . . a.lnft'r1e de os . no nacen
s1tuac1ones, un \.UUª.. ta ambivalencia 1. la cual nos ya,
deseo
•
inconsciente de muerte.
. •
Pero ydelaesét1·ca, sino la ne~
'da ps1quh,s,. nonnal·
,.Q
...
0
en tiempos remotos, el anunism ente en la V1
pennite también adentrarnos muy hoorlant
· d'ivisan
Nuevamente el carácter profético del artista · do el umbral de
los efectos (hasta ahora,presentes con su cauda de enfermedad Yroediu~r-
' , ro
te), de lo que fue el lanzamiento de bombas atómicas en Japon a us
dos de1sig· 1o XX. Una destrucción tan eficaz como imma 5
· · gm·able en ulta
consecuencias; el horror implícito en su capacidad mortífera que, oc
43 • la muerte"
Sigmund Freud, "Consideraciones de actualidad sobre la guerra Y
09!_¡), en Obras Completas. Tomo II, pp. 2116-2117.
A. Reed, op. cit., p. 209.
45
!bid., p. 44.
162
presente bajo la puesta en escena de 1
1
eJl e la "limpieza" de la alta tecnología para i°s argumentos mediáticos
so~d amenaza en el traspatio de una huma:-::rra en la contempora-
ne1t y' derrotada. No dejemos de mencionar la1 t ,c~da vez más impo-
ten e d ., es ettca espe ta 1
scenas de muerte y estrucc1on, cada vez m, c cu ar de
las e l . as recurrentes tr .
ara seres que, ta como escnbiera Walter 8 . . Y a acti-
vas P , . . enJamm en 1935
qul·eren de estos esttmu os para vivir en un mundo amenazante: , re-
1
El cine es la forma
d h artística que corresponde
· al creciente pe1tgro
. en que
los hombres e oy vemos nuestra. ;ida. La necesidad de exponerse a
efectos de choque es una acomodac1on del hombre a los pel'1gros que 1e
amenazan. 46
---4 6-:------
D; Watter Benjamin "La obra de arte en la época de su reproductt l •
scurso · '
'bTdad técnica", en
47 R. s mterrumpidos I, p. 52.
193
48 L · Gonz.ález Mello en on cit p 69
a,, b /' ' r· ., . . 'ó en &.iOnna de libro en º• Y
• 'ó I re-
en septie e e zón de las masas de Ortega y Gasset aparee,' lista de Hitler adqwn e p
donii ... · mbre de ese mismo afio el Partido Nacional socia
.. i10 en Al . J. Barnitz,' en op.cit., p. 11 4 .
emama.
163
e
164
erra) alcanza un sentido trascendental y t .
Ygu el artista constituyen la denuncia y la es'per~º encta los rasgos que
para , nza.
vna vez mas, 0 rozco emp1ea pares antitéticos P h
una muestra de lo que se puede crear con pintura,3:an::r fe su obra
anifllall ideas profundas de humanidad. ª artista le
La paleta de Catarsis
consistentemente,
., Orozco nos trasmite la lección del valor expre SlVO
·
del color: Tamb1en ?ºs mues~ra que artista no puede traicionar sus de-
mandas mtemas, sino asumir sus ra1ces y referencias legítimas. Como
creador, está interesado en hacer una pintura que lleve aspee.tos constitu-
tivos de identidad, en una expresa voluntad de originalidad. "En Orozco,
afinna Cardoza y Aragón, no hubo nunca aceptación de ninguna escuela
ni sujeción a tendencia alguna". 52 El pintor no oculta su desprecio por
las concepciones epigonales y, explícitamente, condena tanto los53códi-
gos "afrancesados" como las copias serviles del arte prehispánico.
Su deseo de originalidad, fuertemente asociado a una actitud de resis-
tencia crítica y rebelde, incluye al color como uno de los más valorados
recursos expresivos y constructiyos. "El color, como la composición con
esas patéticas construcciones diagonales, no es complemento de las otras 54
virtudes sino nueva virtud en la belleza final", afirma Cardoza y Aragón.
En este sentido, Catarsis constituye una especie de compendio. Contras-
tes violentos cargados de matices disonantes (especialmente en el trata-
miento de las figuras femeninas), de innegables resonancias expresionis~;
los infaltables grises de la paleta orozquiana que, en este mural, contn-
buyen a otorgarle intensidad y dramatismo al todo (a la vez que traducen
co~otaciones de muerte, palidez, angustia, metal Y ~?);" fi~ente
las tterras, que caracterizan también el universo cromattco del pmtor Y
262
52
s3 ''N . y Aragón, Pintura contemporánea. de México,
L. Cardoza
1
P· exicana.
· 01. 1a preh"1s-
o le importaba para nada el 'renacer' de ninguna cu tura m 1. t
pánica ni la colonial [...] tampoco le importaba apaiwse--porlo menos ':"nsc : ; : :
con los grandes artistas del Renacimiento ni mucho menos con su temát~- las nuevas
:_~bio [...] la creación de un arte nuevo, americano, del nuev~ mun º•cal~' Jorge Al-
·~ d" · , artística gene ·
rt ' Mque sólo
· muy difusamente reconociera una tra icion(ed ) 0rozco · una relec'"'"ª "º •
be ~s. annque, "Orozco y la Critica", en Xavier Moyssén · •
p. ·
1
: ~- Car_doza y Aragón, Pintura contemporánea de Mh:ico, !,.!f.y
la deffOtB. que en
los es El gns es muchas veces, para 0rozco, el eolor de_ la unPo uidaS namas para abri-
ga, tra~s superiores del mural es transformado en cielo de Uq 3
1os signos de la pureza y la esperanza". R. E<ter, en op. czt., p. 15 .
165
que aquí suman valores tectónicos a un discurso en el .
calor se ubican en pnmens1mo p ano.
· ' · 1 cua 1 Poten · y
c1a
Dentro de la gama de las tierras, el rojo, de irrefutable ex . .
· 1mente
asociado convenc1ona · a 1'deas de v10 · muerte prestv1dad
•. Ienc1a, ., ,Y
. •, 'd . .
viste una evidente connotac1on 1 eo16g1ca para el pintor. Ro. . Y -Pas1on , re-
. . , que proyectaba ser mensu
el único número de una publ 1cac1on ']o se llamó
- -
T. del Conde "S0 b én (ed,),
co: una re/ectu ra,p.52.
' re la personalidad de Otozco", en Xavier Moyss
166
Bibliografía