Documento de Referencia 1 Comunicación
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El cerebro humano es un órgano principal y complejo que forma parte del sistema nervioso, controla las
funciones vitales del cuerpo humano y todo lo relacionado con los sentidos, los pensamientos, los
movimientos, las conductas y el razonamiento.
El cerebro se encuentra protegido por los huesos del cráneo en la parte anterior y superior de la cavidad
craneal, donde está rodeado por el líquido cefalorraquídeo que cumple una función inmunológica y de
amortiguación mecánica.
El cerebro es la parte más superior y voluminosa del encéfalo. Aquí es donde ocurren los procesos
cognitivos, la memoria, las emociones y se integra la información que viene de todas partes del cuerpo. En
realidad, el cerebro es solamente una de las estructuras que forman el encéfalo.
Si observamos desde una vista superior, el cerebro se divide en dos hemisferios: izquierdo y derecho
ambos están conectados por el cuerpo calloso. Cada hemisferio está compuesto por 4 lóbulos: frontal,
parietal, occipital y temporal.
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Lcda. Karin J. Padilla G.
Cuerpo calloso
El cuerpo calloso es una lámina de substancia blanca que se encuentra en la base del cerebro, que conecta
a los dos hemisferios cerebrales entre sí.
Lóbulos cerebrales
El cerebro tiene cuatro lóbulos que son los siguientes:
PROCESOS CEREBRALES
Los procesos cerebrales tienen un papel muy importante en la regulación de nuestras actividades
cotidianas. Específicamente, hay varias zonas del cerebro que se encargan de organizar las capacidades y
actividades lingüísticas que son necesarias para comunicarnos.
Tres de las zonas más estudiadas en relación con el lenguaje son el Área de Broca, el Área de Wernicke y
la circunvolución angular.
El cerebro y el lenguaje
Uno de los temas que más ha atraído a especialistas y no especialistas de las neurociencias y las ciencias
cognitivas, ha sido cómo el cerebro humano regula la actividad lingüística y comunicativa.
Obviamente, tal como ocurre en todas las actividades que realizamos, para que el lenguaje y la
comunicación sucedan es necesaria la participación del cerebro. Pero esta participación no pasa sin un
orden específico, sigue una serie de patrones dependiendo de la acción.
Es decir que, a nivel cerebral, el lenguaje es un proceso que sigue una serie de patrones cuya regulación
se ha ubicado en distintas zonas. El neurólogo Antonio Damasio (cit. por Castaño, 2003) nos dice que hay
tres sistemas principales encargados de esto. Uno de los sistemas es instrumental (encargado de la
ejecución), otro es semántico (encargado de la codificación) y el otro es un sistema intermedio que sirve
para mediar
Área de Broca
El área de Broca forma parte del sistema instrumental del lenguaje. El área de broca está relacionada con
la capacidad de ordenar fonemas para crear palabras y luego oraciones. Por eso mismo está también
vinculada a el uso de verbos y de otras palabras necesarias para interactuar. Cuando esta zona se
encuentra dañada, se presenta también una dificultad sintáctica (relativa al orden, la combinación y la
relación entre las palabras).
Se llama área de Broca por la persona que inició su estudio (Paul Broca) en 1861. Lo que hizo fue analizar
el cerebro de una persona que había tenido dificultades muy importantes para expresarse verbalmente,
mientras que su comprensión del lenguaje era en apariencia funcional. Encontró un tumor en una parte del
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hemisferio cerebral izquierdo, y bautizó el cuadro clínico como “afemia”. A partir de entonces, esta zona
de hemisferio cerebral izquierdo se conoce como área de Broca y se relaciona con trastornos en la
facultad expresiva del lenguaje verbal, por ejemplo, la “afasia de Broca”.
Área de Wernicke
El área de Wernicke también forma parte del sistema instrumental de lenguaje. Ayuda a evocar y
vocalizar conceptos, y se encarga también de procesar los sonidos para combinarlos creando unidades
capaces de tener significado.
No se encarga directamente de regular la actividad semántica (la de dar significado a las expresiones
lingüísticas), sino de descodificar los fonemas. No obstante, cuando hay un daño en esta zona cerebral, al
producir dificultades para la discriminación y el procesamiento de los sonidos, sí se ve afectado el campo
semántico.
Las regiones que componen esta área se relacionan con otras dos zonas cerebrales, encargadas de regular
la actividad motora y premotora. El área de Wernicke y las zonas de la actividad motora se conectan a
través una vía directa cortico cortical, y una vía cortico subcortical. La primera vía es la que regula el
aprendizaje asociativo en una dimensión más consciente y voluntaria; y la segunda está vinculada a las
conductas automáticas como los hábitos.
Esta área se ubica en el hemisferio izquierdo del cerebro, alrededor de la cisura de Silvio y junto a la
corteza de ínsula. Ha sido estudiada desde mediados del siglo XIX (con lo que hay varias propuestas
sobre dónde se ubica) y fue bautizada así en honor al neurólogo Carl Wernicke.
Circunvolución angular
El cerebro está cubierto por numerosos pliegues o relieves que tienen funciones muy importantes y aún no
del todo conocidas. Estos pliegues o relieves se llaman circunvoluciones. Una de las circunvoluciones que
participa en la regulación del lenguaje es la circunvolución angular, también conocida como giro angular o
área 39 de Broadmann (AB39). Además del lenguaje, esta zona participa en la actividad de la memoria
episódica y semántica, en las habilidades matemáticas, la lectoescritura y la atención espacial.
Las lesiones en esta zona se han relacionado con la afasia semántica. Por su relación con la actividad
comprensiva del lenguaje y la comunicación, muchos científicos consideran que esta circunvolución es una
extensión o una parte de Área de Wernicke.
Un área de Brodmann es una región de la corteza cerebral definida con base en su cito arquitectura.
La cito arquitectura de la corteza cerebral es la disposición de los somas de las neuronas que constituyen
la corteza cerebral
ÁREAS DE BRODMANN
No. de UBICACIÓN/FUNCIÓN
región o
área
1 Justo después del surco central o cisura de Rolando. forma parte del área somatosensorial primaria y trabaja con la
información somestésica procedente del cuerpo.
2 Esta área es también parte de la corteza somatosensorial primaria, poseyendo las mismas funciones que la anterior.
3 Junto a las dos anteriores, forma parte de la corteza somatosensorial primaria. También recopila y procesa información del
estado y sensaciones somestésicas como el tacto o propiocepción.
4 Esta área cerebral se corresponde en gran medida con el área motora primaria, siendo de gran importancia a la hora de enviar
a los músculos esqueléticos la orden de contraerse o dilatarse.
5 Esta área de Brodmann forma parte del área somatosensorial secundaria, contribuyendo al procesamiento de la información
somestésica.
6 Región en la que se encuentra el área premotora, gracias a la cual podemos planificar nuestros movimientos antes de
realizarlos y en la que se almacenan varios programas básicos de movimiento
7 Al igual que la 5, el área 7 forma parte de ella corteza somatosensorial secundaria, ayudando a procesar e integrar la
información de la corteza somatosensorial primaria. Permite el reconocimiento de los estímulos al captar y permitir la
comprensión de características generales de éstos.
8 Forma parte de la corteza motora secundaria, en este caso teniendo especial relevancia en el movimiento de los músculos que
controlan los ojos.
9 Esta área forma parte del prefrontal, concretamente estando en ella el prefrontal dorsolateral. Muy vinculada a las funciones
ejecutivas y a la sensación de autoconciencia, trabaja con aspectos tales como la empatía, memoria, atención, procesamiento y
gestión emocional. En parte es también un área motora terciaria, influyendo por ejemplo en la fluencia verbal.
10 Al igual que la anterior, forma parte del prefrontal (siendo su parte más anterior) y concretamente a la región frontopolar.
Se vincula a aspectos como planificación, introspección, memoria y capacidad de dividir la atención.
11 Al igual que la 9 y la 10, el área 11 es un área de asociación terciaria que forma parte del prefrontal, participando en funciones
y habilidades cognitivas superiores. Concretamente forma parte de la región orbitofrontal, vinculada a la gestión de nuestra
interacción social y la gestión y adecuación de nuestra conducta, inhibiendo y controlando por ejemplo la agresividad.
12 Esta área también incluye parte del orbitofrontal, al igual que la anterior.
13 Esta área cuenta con la particularidad de que puede ser difícil de ver a simple vista. Y es que forma parte de la ínsula, en su
parte anterior. Ayuda a coordinar los movimientos necesarios para el lenguaje. También conecta el prefrontal y el sistema
límbico, relacionándose con la conducta sexual y emocional.
14 Esta área cuenta prácticamente con las mismas funciones que el anterior, si bien también se vincula al procesamiento de la
información olfativa y visceral
15 Vinculada con el procesamiento de la información de la presión sanguínea y la presión sobre la carótida, así como con los
ataques de pánico. Inicialmente Brodmann no encontraría este área (tampoco la anterior) en humanos pero si en otros simios,
si bien investigaciones posteriores han hallado que poseemos estructuras similares.
16 Esta área ocupa la mayor parte de la ínsula, ayudando a procesar aspectos como el dolor, la temperatura, la información
fonológica o la capacidad de tragar.
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17 Área visual primaria. Se trata de la primera área de la corteza que empieza a procesar la información visual del núcleo
geniculado lateral, poseyendo además un mapeado o representación retinotópica del ojo y del campo visual que permite un
procesamiento posterior y más preciso. Obtiene también las primeras impresiones de color, orientación o movimiento.
18 Una de las cortezas extraestriadas que forman parte de la corteza visual secundaria. Permite la visión en 3 dimensiones y la
detección de la intensidad lumínica.
19 Es también una de las cortezas extraestriadas o visuales secundarias, y en este caso permite también el reconocimiento
visual de los estímulos al vincularse con la memoria.
20 Forma parte también de la vía visual ventral o vía del qué (que permite ver color y forma). En definitiva, permite saber qué
estamos viendo. Incluye la circunvolución temporal inferior.
21 El área 21 es un área de asociación auditiva, la cual forma parte de la conocida área de Wernicke. Participa pues entre otras
cosas en la comprensión del lenguaje.
22 Cuando pensamos en el área de Wernicke en sí, estamos pensando mayoritariamente en esta área. Se vincula pues a la
capacidad de comprensión del lenguaje, ayudando a transformar y vincular la información auditiva con su significado.
23 Forma parte del área de la corteza vinculada con la información emocional y la memoria, estando conectada al sistema límbico.
24 Al igual que la anterior participa en el procesamiento y percepción de las emociones y su vinculación con la conducta
(conectando con orbitofrontal y sistema límbico).
25 Situada cerca del cíngulo, en el área subgenual. Se vincula al movimiento que se produce por debajo de la rodilla, el estado de
ánimo, el apetito o el sueño. La parte más cercana al prefrontal se vincula a la autoestima.
27 Esta región cerebral, al igual que la anterior, se vincula a procesos relacionados con la memoria (estando cerca del
hipocampo), así como con las áreas cerebrales que permiten la percepción e identificación de los olores. De hecho, en ella se
encuentra parte de la llamada corteza olfativa primaria.
28 Corteza asociativa que al igual que la anterior participa tanto en procesos de memoria como en la integración de la
información de la percepción olfativa. También parte de la corteza entorrinal está en esta área, siendo esta última una región
que hace que la información del resto del cerebro pueda pasar al hipocampo y viceversa.
29 Esta área, en la parte retroesplenial del cíngulo, también se vincula a la memoria, siendo ejemplo de ello la evocación de
vivencias.
30 Área asociativa al igual que la anterior y con funciones semejantes. Situada en la parte subesplenial del cíngulo. Se vincula a la
memoria y al aprendizaje, así como al condicionamiento.
31 También en la circunvolución del cíngulo, esta área se vincula al procesamiento de la memoria y las emociones, participando en
la sensación de familiaridad.
32 Parte del parietal y casi del frontal, en la parte dorsal del giro del cíngulo, esta región participa en procesos cognitivos como
el de la toma de decisiones y la inhibición de respuesta.
33 Al igual que la anterior esta área se relaciona con la toma de decisiones, así como la percepción de dolor, el procesamiento
emocional y la planificación motora.
34 En esta región puede encontrarse el uncus. Se trata pues de un área que formaría parte de la corteza olfativa primaria. La
percepción del disgusto o la memoria olfativa y gustativa también son aspectos en los que participa.
35 En ella está la corteza perirrenal. Participa en la memoria, estando vinculada a los recuerdos inconscientes. También en el
reconocimiento de imágenes.
36 El área 36 de Brodmann ayuda a codificar y recuperar recuerdos autobiográficos. También ayuda a procesar la información
relacionada con la localización espacial. En ella está la corteza parahipocampal.
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37 Integra parte del giro fusiforme. Proceda información multimodal Esta área tiene vinculación con el reconocimiento de caras,
lenguaje de signos o la comprensión de metáforas, entre otras.
38 Otra área de asociación, vinculada tanto a la memoria como a las emociones. También al procesamiento semántico de la
información.
39 En esta área de Brodmann encontramos el giro angular, implicado en la comprensión del lenguaje tanto verbal como escrito o
en al cálculo.
40 En esta ocasión encontramos el giro supramarginal como una de las estructuras más relevantes. Permite junto al giro angular
la capacidad de vincular grafemas y fonemas, con lo que resulta imprescindible para la lectoescritura. También se vincula al
aprendizaje y reconocimiento táctil y motor.
41 Área que corresponda con la corteza auditiva primaria, primer núcleo de la corteza en procesar la información auditiva.
Detecta cambios de frecuencia y participa en la localización de la fuente de sonido.
42 Corteza auditiva secundaria, al igual que el área de Wernicke. Permite procesar a mayor nivel la información obtenida de la
corteza auditiva primaria.
43 Corteza auditiva secundaria, al igual que el área de Wernicke. Permite procesar a mayor nivel la información obtenida de la
corteza auditiva primaria.
44 Junto con el área 45 forma el área de Broca, permitiendo la producción del lenguaje a nivel hablado y escrito. El área 44 se
corresponde con el pars opercularis del área de Broca, vinculándose también a la entonación, a la gesticulación y a los
movimientos necesarios para producir el lenguaje.
45 Junto a la anterior forma el área de Broca, imprescindible para la producción del habla fluida. El área 45 incluye el pars
triangularis, vinculado al procesamiento semántico además de a la gesticulación, la expresión facial y la entonación.
46 En la circunvolución frontal inferior, forma parte del prefrontal dorsolateral, siendo relevante su papel en cuanto a la
atención y la memoria de trabajo.
47 También llamado pars orbitalis, también participa en el área de Broca y tiene una implicación importante en el lenguaje.
Concretamente en la sintaxis del lenguaje, así como la de la música.
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El lenguaje verbal o habla, aun cuando es exclusivo de los seres humanos, no comienza con la primera
emisión oral, ya que antes de esto hay un entrenamiento, un aprendizaje progresivo que lo va preparando.
Así, el llanto, el laleo, la masticación, los movimientos corporales y otros, son ejercicios preparatorios
puramente mecánicos y reflejos que progresivamente van facilitando la vocalización y la expresión verbal
del niño.
El habla, como una manifestación sonora o acústica del lenguaje, se desarrolla a expensas de otros
órganos y funciones anatómicas; es decir, como un sistema funcional sobreimpuesto. La producción y
emisión de los sonidos verbales se deben a la acción o funcionamiento secuenciado, sincronizado y
automático de los siguientes elementos:
Una corriente de aire, la cual es producida por los pulmones y los músculos respiratorios.
Un vibrador sonoro, constituido por las cuerdas vocales que se encuentran en la laringe.
Un resonador, conformado por la boca, la nariz y la garganta (o faringe).
Articuladores, conformado por los labios, dientes, paladar duro, velo del paladar, mandíbula.
Estos cuatro elementos generan los sonidos del habla en el siguiente orden:
En primer lugar, los pulmones suministran la columna de aire que, atravesando los bronquios y la tráquea,
van a sonorizar las cuerdas vocales que se encuentran en la laringe.
Es en la laringe donde propiamente se produce la voz en su tono fundamental y sus armónicos; luego sufre
una modificación en la caja de resonancia de la nariz, la boca y garganta (naso-bucofaríngea), en la que se
amplifica y se forma el timbre de voz.
Los órganos articuladores (labios, dientes, paladar duro, velo del paladar, mandíbula) van finalmente a
moldear esa columna sonora, transformándola en sonidos y articulaciones del habla; es decir, en fonemas,
sílabas y palabras.
Este modelo muestra las partes principales del aparato fonatorio vinculadas con la producción del habla.
Los pulmones hacen de fuente de energía acústica. La corriente de aire se desplaza por la tráquea y es
modulada en las cuerdas vocales que vibran haciendo de oscilador. Los sonidos sordos, esto es, no
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vocalizados, se producen cuando se cierran y abren abruptamente las cavidades laríngea, bucal y nasal. La
configuración del tracto vocal es también muy variable, porque lo son también las articulaciones,
mandíbula, lengua, labios, velo del paladar. Este último hace de válvula que controla la comunicación entre
el tracto bucal y el nasal.
La tiroides se observa a través de la piel como un cuerpo duro que sobresale en la garganta, al cual
comúnmente se le conoce como la nuez de Adán. Si usted se coge la garganta, es decir, la nuez de Adán,
está sujetando el cartílago tiroides que tiene la forma de un libro abierto hacia atrás. Detrás de este
cartílago se encuentran las cuerdas vocales.
Estas cuerdas vocales no tienen la forma de las cuerdas que comúnmente observamos en los instrumentos
musicales como el violín o la guitarra, sino que son repliegues o labios en número de cuatro: dos repliegues
superiores que son las cuerdas falsas o bandas ventriculares, y dos repliegues inferiores que son las
verdaderas cuerdas vocales. Entre éstas existe una hendidura o espacio vacío que los limita, al que se
llama glotis.
Los dos repliegues inferiores, que son las cuerdas vocales verdaderas, son las que producen las primeras
características del sonido:
a) Si dichas cuerdas se aproximan y vibran se origina un “sonido sonoro”, pero si no vibran será un
“sonido sordo”.
b) La vibración provoca una onda sonora o tono fundamental y unos armónicos que filtrados (en la
cavidad bucal y en la nasal) producen el timbre del sonido.
c) Al pasar el aire hacia las cuerdas vocales con mayor o menor energía se produce la intensidad de
voz.
d) La duración se produce por un impulso psicomotriz a través del nervio recurrente hacia el
diafragma. Este comprime los pulmones el tiempo necesario para la duración deseada.
EL APARATO FONADOR
La voz se produce por la corriente de aire que llega a la laringe, generada por el “fuelle” pulmonar, en el
que juega papel importante el diafragma, que es un músculo grande en forma de cúpula que separa el
tórax del abdomen. Naturalmente que muchos músculos más entran en acción, aunque no son tan
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importantes como el diafragma. Este músculo es mucho más eficaz para la inspiración que para la
espiración. Esta observación tiene importancia relevante para aplicar en los ejercicios para corregir
ciertos defectos del habla.
Cabe indicar, también, que no se debe confundir la respiración vital con la respiración destinada para la
emisión sonora. Por eso, una cosa es respirar para vivir y otra cosa es respirar para hablar. Nosotros
corrientemente realizamos la inspiración seguida de la espiración y sus respectivas pausas. Ocurre que, en
el habla, y más aún en el canto, la espiración se prolonga más que la inspiración.
Una vez que el aire llega a la laringe se ponen en funcionamiento las cuerdas vocales, vibrando las mismas
bajo la influencia del sistema nervioso y como consecuencia del deslizamiento ondulatorio de la mucosa
que recubre los músculos de dichas cuerdas, produciendo el aspecto sonoro o fónico del lenguaje.
Ese sonido producido por las cuerdas vocales es muy débil, similar al “pío” de un pollo recién salido del
cascarón, o parecido a un zumbido, el cual se amplifica y adquiere el timbre en los resonadores nasal,
bucal y faríngeo; es decir, el sonido que sale de la laringe sufre una modificación resonancial naso-buco-
faríngea, que consiste en el aumento de la frecuencia de ciertos sonidos y la desvalorización de otros,
dando lugar al timbre de voz y la calidad vocal, que son peculiares o característicos en cada persona.
Por otro lado, los resonadores también influyen en formas distintas en las características de la emisión
sonora. Por ejemplo: el resonador bucal, cuando se pronuncian los sonidos manteniendo la lengua inmóvil en
un determinado lugar de la boca, sirve para fijar o sostener la constancia del sonido. El resonador
faríngeo, en cambio, sirve para cambiar la sonoridad, ya que cuando se pronuncian las vocales se dilata o
contrae y, como consecuencia, aumenta o disminuye la sonoridad dando lugar a la formación de las sílabas.
De esa manera, la variación sonora de las sílabas (cuando se pronuncian uno o más sonidos verbales)
depende del resonador faríngeo y la constancia o prolongación sonora del resonador bucal. Pero, cuando
se pronuncian otros sonidos como la /m/, actúa un tercer resonador, que es el nasofaríngeo. En este caso,
los sonidos adquieren un timbre nasal y el resonador no cambia su forma ni su cavidad como lo hacen los
otros resonadores.
Otro elemento importante en las características de la emisión vocal del lenguaje es la cantidad y la
presión de aire que entra en los resonadores, especialmente en el bucal y en el faríngeo. La capacidad de
estos resonadores varía y, como tal, para la pronunciación del lenguaje es necesario que cambie también la
cantidad y presión de aire que a ellos llega.
La altura de los sonidos verbales, en cambio, depende de las oscilaciones de las cuerdas vocales, mientras
que la fuerza o intensidad depende de los cambios de presión de aire en la región de las cuerdas vocales,
de la laringe y de la boca.
Todos los elementos entran en funcionamiento cuando se habla, produciéndose cambios rápidos (0,10 y
0,05 segundos), exactos y regulares en el aparato del lenguaje verbal. Así, las cuerdas vocales se
extienden y se relajan, cambian de forma los resonadores, se modifica la situación del velo del paladar, de
la mandíbula inferior, de los labios, se eleva y desciende el diafragma, se mueve el tórax, todo esto en una
forma sincronizada, automática y secuencial.
Los efectores, son los mecanismos fisiológicos que dan lugar a la producción sonora del habla, los mismos
que se encuentran regulados y controlados por el sistema nervioso central, específicamente por el centro
motor del analizador del lenguaje, ubicado delante de la circunvolución del hemisferio izquierdo de la
corteza cerebral.
Así, cuando se habla ininterrumpidamente, el analizador motor capta los impulsos procedentes de los
órganos del lenguaje a través de señales cinéticas (Luria, 1974; Launay, 1976). Estos impulsos son
componentes del segundo sistema de señales encargado de analizar, sintetizar y controlar la información
(Input) a nivel cerebral, para seguidamente enviar órdenes a los efectores (output) que van a poner en
movimiento los órganos del habla.
En esta producción sonora el oído desempeña un papel importante como regulador en el funcionamiento
coordinado de los resonadores bucal y faríngeo. La pérdida parcial o total de la audición altera dicho
funcionamiento. El tono nasal del lenguaje de los sordos se debe, en parte, por ejemplo, a la falta de
control auditivo en la regulación de los movimientos de la lengua y del analizador faríngeo.
Cabe finalmente señalar que la regulación nerviosa de los movimientos de la faringe, de la laringe y de los
bronquios, tiene una vía común, lo cual permite que los cambios en la capacidad del resonador faríngeo se
reflejen inmediatamente en el aparato respiratorio y, como tal, se regule la corriente de aire que pasa
entre las cuerdas vocales. Esta regulación en los mecanismos de emisión del sonido permite que la
pronunciación verbal tenga una modulación diferenciada.
Se ha señalado que la producción del lenguaje articulado es una cualidad exclusiva del hombre, el cual se
correlaciona con un conjunto de peculiaridades morfológicas y mecanismos fisiológicos, los cuales influyen
de manera decisiva sobre las características del habla. Por eso ciertos rasgos fonéticos son comunes a
todas las lenguas y muchos otros son altamente frecuentes.
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La musculatura facial del hombre tiene una estructura y disposición anatómica diferente y muy superior a
la de cualquier primate. Esta superioridad no sólo es morfológica, pues su intrincado entrelazamiento
muscular facilita la emisión y articulación de los sonidos del habla. El músculo risorius de Santorini es
privativo del hombre; los músculos de los labios (orbicularis oris) y las fibras que rodean el margen de la
boca (pars marginalis).
Según Lenneberg (1967), la musculatura facial del hombre es determinante para la producción de los
sonidos del habla. La boca pequeña, extremadamente móvil y con labios poderosos, permite una
acumulación rápida del aire, el cual, al ser liberado instantáneamente cuando se abre en forma brusca la
boca, genera las consonantes oclusivas como la /b/, la /p. Si la apertura es menos brusca y se mantiene el
cierre en presencia de la vocalización, se produce la consonante /m/. La anatomía estructural de la boca
es también necesaria para la producción de todas las vocales, las labiodentales y otras.
Esto significa que aun las formas de vocalización más frecuentes y de más temprana aparición se basan en
estos aspectos generales de organización neuromuscular, estructuras que filogenética y
ontogenéticamente han mostrado un mayor valor adaptativo.
Por otro lado, la estructura de la laringe en el hombre presenta una serie de peculiaridades, las que
favorecen a la producción y emisión del sonido verbal.
Según Lenneberg, la configuración del aparato fonador influye y condiciona las características acústicas
del habla, interviniendo dos factores fundamentales para la elaboración de los sonidos:
a) La naturaleza de la estructura general del aparato fonador, que incluye los espacios geométricos
del tracto vocal que funciona como un sistema de resonancia y, también, el carácter de los
movimientos de los articuladores que permiten modular los sonidos fundamentales y sus armónicos.
b) La fisiología de la inervación y la estructura de la coordinación motora son las que permiten la
realización de los movimientos necesarios para que el aparato fonador opere cambios permanentes
en forma rápida pero precisa.
En la emisión de los sonidos del lenguaje se aprovecha la misma fuente de aire utilizada en la espiración.
Para esto se dispone de mecanismos adaptativos que permiten la expresión del habla al mismo tiempo que
se conserva una respiración normal y una utilización adecuada del aire.
La modulación del aire en los pulmones constituye la fuente básica para producir todos los sonidos del
habla, interviniendo en el control del volumen del aire tres mecanismos fundamentales:
1. La acción del diafragma, que es el músculo respiratorio situado en la base de la caja toráxica.
2. La acción de los músculos intercostales, que intervienen también en la respiración levantando y
aumentando el volumen de la caja toráxica.
3. La acción de los músculos espiratorios, que son los más importantes para la producción de los
sonidos del lenguaje. Los músculos intercostales internos hacen descender a la caja toráxica y
disminuyen su volumen, obligando al aire a circular hacia el exterior. El aire al salir de los pulmones
atraviesa la glotis dirigiéndose hacia la cavidad nasal durante la respiración normal, o hacia la
cavidad oral durante el habla.
De esta forma, en la producción del sonido del habla participan una serie de mecanismos de adaptación
respiratoria, los cuales permiten mantener la oxigenación normal en el sujeto, a pesar de que el habla se
mantenga durante horas sin producir un grado excesivo de fatiga.
Algunos especialistas consideran que la presión ejercida a través de la glotis (presión transglotal) se
relaciona positivamente con la intensidad, así como con la frecuencia fundamental de la señal verbal.
Igualmente, a la intensidad de la señal sonora hay que agregar el tono fundamental del lenguaje dado por
la frecuencia de la vibración de las cuerdas vocales y la presión ejercida por el aire procedente de los
pulmones.
De lo dicho se colige que los factores básicos que afectan la frecuencia fundamental de un sonido están
dados por modificaciones en la longitud, espesor y tensión longitudinal de las cuerdas vocales. Cuando las
cuerdas se cierran, se interrumpe momentáneamente el flujo de aire y cuando se abren se libera la
presión acumulada, repitiéndose cíclicamente este proceso de acuerdo con la fonación adoptada. En los
fonemas sonoros las cuerdas vocales se aproximan (aducen), en tanto que en los sonidos sordos se
separan (abducen), de manera tal que no vibran con el flujo del aire.
Desde las cuerdas vocales el aire pasa al tracto vocal constituido por los resonadores bucal, faríngeo y
nasal. Esto permiten la producción de sonidos diferentes, dependiendo de la forma en que el aire es
obligado a circular a través del tracto vocal.
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Para la emisión de las consonantes, el aparato fonador crea determinados obstáculos o barreras a la
salida libre de la corriente de aire, produciéndose la emisión de distintos fonemas y la articulación de los
mismos. Algunas consonantes como las oclusivas no se pueden producir sin la presencia de un sonido vocal,
refiriéndose la consonante a la posición inicial o final adoptada por el aparato fonador para la producción
del fonema.
Debido a que durante la producción de las consonantes el flujo de aire es obstruido en algún sitio del
aparato fonador, es posible clasificarlas de acuerdo con el punto de articulación que actúa de obstructor
o modificador de la corriente de aire.
El control y la regulación del lenguaje articulado depende del sistema nervioso central, específicamente
de la corteza cerebral. El control expresivo del lenguaje se origina en la región motora de la corteza
cerebral (Luria, 1980). El lugar específico que participa en la organización secuencial de los movimientos
efectuados durante la expresión verbal es el área de Broca. Tal control es ejercido a través de los
nervios craneales: el trigémino (V), el facial (VII), el glosofaríngeo (IX), el vago (X), el accesorio del par
XI y principalmente
el hipogloso, originados a nivel del romboencéfalo.
No obstante, la acción de estos nervios no es suficiente para dar total cuenta de la actividad
neuromuscular requerida durante la emisión del aspecto acústico del lenguaje; ciertos nervios espinales,
por ejemplo, desempeñan también algún papel en tal actividad, aunque de manera secundaria. Igualmente,
los músculos implicados en la respiración están controlados por los nervios cervicales y toráxicos del
tracto piramidal y naturalmente el control respiratorio es de importancia primaria para la expresión del
habla.
Todo este complejo sistema de neuromecanismos intervienen en la articulación y emisión acústica del
lenguaje verbal, y es de suponerse que la alteración en cualquiera de los eslabones de dicho sistema
origina dificultades específicas en su expresión.
Definición: Sucesión lineal continua de sonidos tal como se dan en el habla, independientemente de que
conozcamos o no su segmentación y significación.
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La cadena del habla es una secuencia de fonemas o sonidos emitidos. Los fonemas al agruparse sufren
ciertos cambios que dan como resultado la palabra y la frase, proceso que algunos estudiosos del tema han
denominado fonosintaxis.
La sílaba se constituye como una unidad superior al fonema y la palabra una unidad superior a la sílaba, en
virtud de que está constituida por ella. Un concepto importante ahora es el de sirrema que consiste en la
agrupación de dos o más palabras conformando unidad tonal, unidad de sentido, y además unidad sintáctica
intermedia entre la palabra y la frase.
Las palabras que conforman un sirrema permanecen siempre intrínsecamente unidas, no permitiendo la
realización de una pausa interior. Forman sirremas las siguientes partes de la oración:
Artículo y sustantivo: el carro, las mesas
Pronombre átono y el elemento que en la cadena hablada viene continuación de él o al que se une: le
dijeron que se comiera el pan, dile que venga…
Adjetivo y sustantivo o viceversa: el perro blanco.
Sustantivo y complemento determinativo: el perro de Luis.
Los tiempos compuestos y los verbos: he comido muy bien.
Los elementos constitutivos de las perífrasis o frases verbales: hemos dejado de ser nosotros
mismos.
Adverbio y su verbo, adjetivo o adverbio: pasaron bien los más destacados alumnos.
Conjunción y la parte del discurso que introduce: Juan y Pedro.
La preposición con su término: la cama de Antonio, voy con Juan.
LA CADENA DE LA AUDICIÓN
La audición depende de una serie de pasos complejos que convierten las ondas sonoras que viajan por el
aire en señales eléctricas. Estas señales llegan al cerebro a través del nervio auditivo.
MEDIOS DIAGNÓSTICOS DE LA COMUNICACIÓN Y EL LENGUAJE
DOCUMENTO DE REFERENCIA No.1
Lcda. Karin J. Padilla G.
Las ondas sonoras entran al oído externo a través de un pasaje estrecho llamado “conducto auditivo” que
llega hasta el tímpano. El movimiento de las ondas sonoras hace que el tímpano vibre y a la vez transmita
estas vibraciones a tres huesecillos diminutos del oído medio. Estos huesecillos se llaman martillo, yunque
y estribo.
Los huesecillos del oído medio amplifican o aumentan las vibraciones de sonido y las envían a la cóclea en
el oído interno. La cóclea tiene forma de caracol y está llena de líquido. La cóclea tiene una membrana
elástica a lo largo de su estructura que la divide en dos secciones: superior e inferior. Esta membrana es
conocida como “membrana basilar” porque sirve de base para estructuras clave del sistema auditivo.
Una vez que las vibraciones llegan hasta el líquido dentro de la cóclea, se forman ondas que viajan a lo
largo de la membrana basilar. Las células ciliadas, que son células sensoriales sujetas a la superficie de la
membrana, “bailan” con el movimiento de la ola. Las células ciliadas cerca de la parte ancha de la cóclea
(en forma de caracol) detectan sonidos de tonos más altos, como el llanto de un bebé. Las células ciliadas
cerca del medio detectan sonidos de tonos más bajos, como el ladrido de un perro grande.
Al moverse las células ciliadas hacia arriba y hacia abajo, unas proyecciones microscópicas parecidas a
cerdas (conocidas como estereocilios), que se encuentran encima de las células ciliadas, se topan con una
membrana sobresaliente y se inclinan. Esta inclinación hace que se abran unos canales que parecen poros,
que están en las puntas de los estereocilios. Cuando esto sucede, ciertas sustancias químicas entran en las
células, generando así una señal eléctrica.
El nervio auditivo lleva esta señal eléctrica al cerebro, que la convierte en sonidos que podemos reconocer
y entender.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Rosselli, M., Ardila, A. & Bernal, B. (2015). Modelo de conectividad de la circunvolución angular en el
lenguaje: metaanálisis de neuroimágenes funcionales. Revista de Neurología, 60: 495-503.
Trejo-Martínez, D., Jiménez, F., Marcos-Ortega, J., et al. (2007). Aspectos anatómicos y funcionales
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