TP 3 Familia SOLARI

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TRABAJO PRACTICO FAMILIA N° 3

Tamara Bellera Rabanal


1.Enumere las causales de extinción del régimen patrimonial del matrimonio.
El régimen patrimonial del matrimonio —o régimen de bienes— es el conjunto de normas
jurídicas que regulan las relaciones patrimoniales (económicas) de los cónyuges entre sí
y de éstos en relación a terceros.
El CCyC concede un mayor grado de autonomía de la voluntad a los cónyuges quienes
podrán optar por alguno de los dos regímenes que prevé: el régimen de comunidad o por
el de separación de bienes, sabemos ya que a falta de opción los cónyuges quedan
sometidos al régimen de comunidad de ganancias según lo dispuesto por el artículo 463.
Al analizar las causales de extinción del régimen patrimonial del matrimonio cabe
distinguir las que corresponden a uno u otro régimen, como también a las causas comunes
de extinción de ambos.
Señala el art. 475: "La comunidad se extingue por:
a. la muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges
b. la anulación del matrimonio putativo
c. el divorcio
d. la separación judicial de bienes
e. la modificación del régimen matrimonial convenido".
Las causales de extinción del régimen patrimonial del matrimonio son taxativas, pues no
existen otras que las expresamente contempladas por la ley.
Las partes no pueden extinguir el régimen patrimonial por alguna causa convenida o
acordada por ellos si no se halla prevista en dicha disposición legal. De ahí que las
causales revisten el carácter de taxativas.
Lo antedicho no debe confundirse con un criterio clasificatorio de la extinción del
régimen patrimonial, consistente en que algunas causales operan de pleno derecho y otras
requieren petición de parte interesada.
Las causales que operan de pleno derecho sin necesidad del pedido de parte son la muerte,
la sentencia que declara la nulidad del matrimonio, la sentencia de divorcio vincular y por
modificación del régimen patrimonial convenido.
En cambio, hay otras causales que dependen de la manifestación, requerimiento o
voluntad de los cónyuges para que se produzca la respectiva extinción del régimen
patrimonial. Son ellas, los casos de separación judicial de bienes (mala administración,
concurso y quiebra, separación de hecho sin voluntad de unirse y administración de bienes
por un tercero).

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En definitiva, todas las causales son legales, siendo que algunas provocan la extinción de
pleno derecho, mientras que otras requieren de la voluntad y manifestación de las partes.
Desde otro punto de vista, la extinción del régimen patrimonial puede acaecer
judicialmente o por circunstancias extrajudiciales.
Se requiere la vía judicial para extinguirlo en los casos de muerte presunta, de nulidad del
matrimonio, de divorcio vincular y de separación judicial de bienes.
En cambio, se extinguen por vía extrajudicial la muerte comprobada (también llamada
muerte natural) y por la modificación del régimen patrimonial convenido por los
cónyuges.
Por su parte, dice el art. 507: "Cesa la separación de bienes por la disolución del
matrimonio y por la modificación del régimen convenido entre los cónyuges".
El régimen de separación de bienes cesa en los casos de disolución del matrimonio o,
eventualmente, si los cónyuges modifican el régimen patrimonial convenido.
En cuanto a la primera de estas causales cabe acotar que conforme el art. 435 el
matrimonio se disuelve por:
 Muerte de uno de los cónyuges
 Sentencia firme de ausencia con presunción de fallecimiento
 Divorcio declarado judicialmente
Es decir que la causal de disolución del matrimonio que menciona el art. 507 comprende
a los incisos a y c del art. 475. Por otra parte, la anulación del matrimonio putativo también
se incluye en las causales de disolución del régimen de separación de bienes a tenor de lo
dispuesto en el art. 428 segundo párrafo en tanto señala que la sentencia firme disuelve el
régimen matrimonial convencional o legal supletorio, aunque en rigor, la disolución surte
efecto desde la notificación de la demanda
Atento a que es posible cambiar, durante el matrimonio, el régimen patrimonial, de darse
tal situación se produce la disolución del régimen. En aplicación de ello, podría suceder
que respecto de un matrimonio exista más de una disolución del régimen patrimonial
como consecuencia de sucesivos cambios de régimen.
Ciertamente que el cese del régimen de separación de bienes trae un menor impacto en
sus consecuencias patrimoniales que cuando se extingue el régimen de comunidad de
gananciales. No obstante ello, las consecuencias jurídicas son inevitables.
A pesar de que el régimen de separación de bienes no otorga derecho sobre los bienes
adquiridos por el otro, por el cese, sin embargo podría haber créditos o deudas de uno de

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ellos hacia el otro que deban resolverse al momento de la disolución del matrimonio. En
efecto, dado el deber de contribución de cada uno de los cónyuges (art. 455, CCyC) o de
pagos realizados a terceros, podría suceder que existan créditos entre ellos que deberán
ser efectuados al momento de su cese.
En cuanto a las causales comunes a ambos regímenes podemos señalar:
 La muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges.
 El divorcio.
 La anulación del matrimonio putativo.

2. Requisitos de las uniones convivenciales. Explique la hipótesis de impedimento de


ligamen.
Las uniones convivenciales, al igual que el matrimonio, han recorrido un largo camino
hasta imponerse en nuestro derecho positivo.
Este modelo de familia está protegido por la CN en el art.14° bis y en el 75° inciso 22) en
virtud de los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional. El Dr. Néstor Solari
se refiere a esto1 y señala: “En la nueva etapa -que estaríamos transitando luego de la
reforma constitucional de 1994-, y en virtud de la incorporación de los tratados
internacionales de derechos humanos, la tendencia de incluir a miembros de la
sociedad en el grupo familiar, que no tienen estrictamente un vínculo de parentesco,
surge claramente. Lo que conlleva contemplar como miembro de la familia a quienes
ostentan vínculos afectivos, más allá de los legales, propiamente dichos.
En efecto, los tratados internaciones de derechos humanos contemplan y admiten la
diversidad de modelos familiares, debiendo los Estados reconocerlos y protegerlos en
sus correspondientes ordenamientos internos. Se inicia, de esta manera, una tendencia
hacia una mayor apertura del concepto de familia, comprendiendo diversos modelos
que, desde lo social, han preexistido y se van dando con los avances científicos y las
costumbres sociales”
La convivencia de pareja, sin celebración de matrimonio, constituye un modelo de familia
alternativa al matrimonio que representa un fenómeno sociológico en aumento.

1
Artículo “Familias interespecie” subido en la plataforma “Facebook” el día 31 de julio de 2019, disponible
en formato digital enfile:///C:/Users/Usuario/Downloads/FAMILIAS%20INTERESPECIES.pdf

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Aunque la vida en común, de hecho, constituye una práctica social histórica, los distintos
ordenamientos jurídicos, al tiempo de la codificación, han contemplado distintas
soluciones que expresan el sentir de una sociedad en una época y momento determinados.
Vélez Sarsfield ha guardado silencio sobre las distintas consecuencias que puedan
derivarse de la unión estable entre un hombre y una mujer.
Aquella omisión originaria del Código Civil argentino no impidió planteos judiciales
entre convivientes, encontrándose los jueces en el deber de resolver, de acuerdo con los
principios generales del derecho, los numerosos problemas derivados de la convivencia.
Ahora bien, el Código Civil de Vélez Sarsfield no regulaba explícitamente las uniones
convivenciales como modelos de familia. Se hacía referencia a las mismas con términos
como “uniones de hecho”, “uniones libres” o “concubinatos”, y solamente se
contemplaban y reconocían algunos aspectos. Pero, como dijimos, la realidad social fue
abriendo camino a esta nueva modalidad de familia. Con el nuevo código civil y
comercial aparece un grupo de normas jurídicas que las reconoce expresamente (artículos
509 al 528 CCyC).
Al incorporar este nuevo modelo de familia en el Código Civil y Comercial de la Nación,
no se definió la expresión” unión convivencial”. Esto obedece a que, de hacerlo, podía
ocurrir que los cambios culturales y sociales avanzaran tan vertiginosamente que
resultaran contrarios a la definición dada. Por ello, se buscó conceptualizar a las uniones
convivenciales mediante “elementos y requisitos” que deben cumplirse para poder
determinar si se está o no frente a dicha figura jurídica. Encontramos esos elementos y
requisitos en los artículos 509 y 510 CCyC.
El artículo 509 establece; “Ámbito de aplicación. Las disposiciones de este Título se
aplican a la unión basada en relaciones afectivas de carácter singular, público, notorio,
estable y permanente de dos personas que conviven y comparten un proyecto de vida
común, sean del mismo o de diferente sexo.
El título comienza por enumerar las características que reúnen las uniones convivenciales,
sin dar una definición legal al respecto. Es decir, opta por indicar los elementos
constitutivos de dichas uniones lo que, de alguna manera, permite extraer una idea
conceptual de tales uniones.
De acuerdo con ello, no cualquier unión entre dos personas constituye legalmente una
unión convivencial en los términos y alcances contemplados por la ley.

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De ahí que sea importante determinar, a los efectos legales, los caracteres que definen la
unión convivencial. Tanto la doctrina como la jurisprudencia han ido elaborando una serie
de caracteres que constituyen estas uniones y que, de alguna manera, han sido
recepcionadas por el Código Civil y Comercial.
Los elementos característicos que contiene la llamada unión convivencial son: la
singularidad; la publicidad y notoriedad; la estabilidad y permanencia; indiferencia del
sexo, y un proyecto de vida en común.

El artículo refiere también a la idea de “proyecto de vida en común” y “convivencia”. Al


respecto es importante mencionar que algunos doctrinarios cuestionan el requisito de la
“convivencia” dado que, en algunos casos y por circunstancias diversas e incluso por

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decisión de los integrantes de la pareja, conviven en diferentes lugares. En ese sentido,
sostiene parte de la doctrina, que la idea de compartir el proyecto de vida en común
debería ser el elemento determinante que define a una unión convivencial. La norma
finaliza expresando que los convivientes pueden ser del mismo o de distinto sexo, es decir
que está en consonancia con la Ley N° 26.618 de Matrimonio Igualitario del 15/07/2010.
Respecto de los requisitos, y para dar cumplimiento a la consigna dada, nos remitimos al
art. 510 que señala; “Requisitos. El reconocimiento de los efectos jurídicos previstos por
este Título a las uniones convivenciales requiere que:
a. Los dos integrantes sean mayores de edad;
b. No estén unidos por vinculo de parentesco en línea recta en todos los grados, ni
colateral hasta el segundo grado;
c. No estén unidos por vínculo de parentesco por afinidad en línea recta;
d. No tengan impedimento de ligamen ni esté registrada otra convivencia de
manera simultánea”.
El Dr. Solari explica muy claramente en su artículo de editorial La Ley2, el obstáculo
legal que encierra el impedimento de ligamen del inciso d). Al respecto refiere que
“Quedan fuera de la protección legal de las uniones convivenciales aquellas
convivencias en las que uno o ambos integrantes de la pareja tienen impedimento de
ligamen (conf. Inc. D, art 510 CCyC). Es decir, dichas uniones no estarán amparadas
por las protecciones establecidas en el Título respectivo. En realidad, el impedimento
de ligamen debe ser utilizado en la legislación cuando se pretende registrar la unión,
no cuando de hecho conviven, pues en esta última hipótesis tienen que tener los
derechos reconocidos a los convivientes.
En este punto, al quedar excluidas de la protección legal aquellas convivencias en las
que uno o ambos integrantes tengan impedimento de ligamen, las disposiciones
contempladas constituyen un retroceso significativo respecto del régimen anterior.
Ello, porque distintas leyes, en el derecho argentino, incluyen a todos los convivientes
-tengan o no impedimento de ligamen-. Este “recorte” que hace el código Civil y
Comercial y que no lo hacen otras leyes, provocará la exclusión de un sinnúmero de
familias, que de hecho conviven”.

2
“Uniones Convivenciales y Derechos Humanos”. Dr. Solari. Publicado el 28 de Agosto de 2015, 1 – La Ley
2015 –D, 1195 Cita Online: AR/DOC/2776/2015)

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Claramente el código civil y comercial de la nación -Ley 26.994/2015- está incurriendo
en un acto discriminatorio. Pareciera entonces, que si los integrantes de la unión
convivencial tuvieran impedimento de ligamen, no serán reconocidos como familia
conforme la actual legislación, lo que sería muy grave habida cuenta de que para nuestro
ordenamiento jurídico, todos los modelos de familia gozan de protección y
reconocimiento legal. Con lo cual podría caber la posibilidad de solicitar la declaración
de inconstitucionalidad del artículo en cuestión.
En definitiva, el impedimento de ligamen solo debería ser utilizado en la legislación a la
hora de pretender una registración, donde sí tendría sentido jurídico. Al unir el nuevo
código las uniones registradas y las de hecho, mezcla dos fenómenos sociales distintos
cuyos resultados, concluye el Dr. Solari, es “una familia menos con protección legal”.
Otras de las reflexiones finales del Dr. Solari en el citado artículo, es que “Es indiscutible,
en el estado actual de las normas constitucionales, que la convivencia en relación de
pareja -uniones convivenciales- constituye una forma de familia que debe ser
reconocida y protegida por el ordenamiento jurídico, en consonancia con los tratados
internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional”.
Recordemos en este sentido, que la reforma y unificación del Código Civil y Comercial
de la Nación, se propuso entre otras cosas, constitucionalizar el derecho privado.
Tampoco serán consideradas uniones convivenciales, cuando alguno de los integrantes
de la misma tenga registrada otra unión convivencial.
La exigencia es lógica ya que jurídicamente no podría una misma persona estar en
convivencia con dos personas. Es similar al caso del matrimonio en donde no puede
celebrarse válidamente el acto en tanto existe impedimento de ligamen; o sea mientras
haya un matrimonio anterior al subsistente.

3. Los bienes adquiridos durante la unión convivencial tiene algún régimen especial.
Indique su opinión al respecto.
El art. 515 del CCyC señala que “los pactos de convivencia no pueden ser contrarios al
orden público, ni al principio de igualdad de los convivientes, ni afectar los derechos
fundamentales de cualquiera de los integrantes de la unión convivencial”.
El principio general de la autonomía de la voluntad consagrada en la materia, tiene como
límite, además de lo señalado en las normas específicas indicadas en el art. 513 CCyC;
“…este pacto debe ser hecho por escrito y no puede dejar sin efecto lo dispuesto en los

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artículos 519, 520, 521 y 522.”, el respeto del principio de igualdad de las partes y la
protección de los derechos fundamentales de los integrantes de la unión.
Se trata de un resguardo en ese “umbral mínimo” para reglar sus derechos y obligaciones
derivados de la convivencia.
Este piso mínimo que protege la norma se refiere a:
 El deber de Asistencia; art.519
 Obligación de contribuir a los gastos del hogar; art 520
 Responsabilidad por deudas frente a terceros; art 521
 Protección de la vivienda familiar; art.522
Se puede concluir que en las uniones convivenciales impera la autonomía de voluntad de
las partes como regla general, salvo estas cuestiones que son inderogables y que no
pueden pactar.
De acuerdo con el art. 518: "Las relaciones económicas entre los integrantes de la unión
se rigen por lo estipulado en el pacto de convivencia. A falta de pacto, cada integrante
de la unión ejerce libremente las facultades de administración y disposición de los
bienes de su titularidad, con la restricción regulada en este Título para la protección
de la vivienda familiar y de los muebles indispensables que se encuentren en ella".
De conformidad con lo establecido en el art. 514, los convivientes pueden pactar las
normas que regirán durante la convivencia en materia patrimonial. Si así se hiciere, las
cláusulas por ellos previstas serán las que resulten aplicables a la unión.
También de acuerdo y coherente con lo determinado en el art. 528, la convivencia, por
prolongada que fuere, no genera derechos patrimoniales entre ellos, pues no hay ningún
régimen patrimonial aplicable a tales uniones.
Por ello, la administración y disposición de los bienes, que integren el patrimonio de cada
uno de los integrantes de la unión, no encontrarán otras restricciones legales que las
contempladas para la vivienda familiar y de sus muebles indispensables.
Los efectos derivados de la ruptura de la unión convivencial son: la compensación
económica (arts. 524 y 525), la atribución de la vivienda familiar (arts. 526 y 527) y la
distribución de los bienes (art. 528).
El art. 528 del Código Civil y Comercial establece: "A falta de pacto, los bienes
adquiridos durante la convivencia se mantienen en el patrimonio al que ingresaron,
sin perjuicio de la aplicación de los principios generales relativos al enriquecimiento
sin causa, la interposición de personas y otros que puedan corresponder".

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Conforme al mismo, a pesar de contemplarse un régimen integral sobre las uniones
convivenciales, no se han previsto consecuencias jurídicas patrimoniales por los bienes
adquiridos durante la unión.
En el matrimonio no resulta contradictorio que haya un régimen presumido de comunidad
de ganancias y otro optativo de separación de bienes. Luego, en las uniones
convivenciales, directamente se omite toda presunción en lo patrimonial, como si ello
fuera contradictorio con la autonomía de la voluntad de las partes.
La voluntad de las partes puede extraerse en forma expresa o en forma tácita.
Sin embargo, si las partes, en ejercicio de la autonomía de la voluntad pretenden que los
bienes adquiridos queden bajo la titularidad de cada uno de ellos, sin que la convivencia
importe llevar adelante una suerte de affectio en lo patrimonial, entonces la ley podría
contemplar que las partes manifiesten su voluntad expresa en tal sentido. La autonomía
de la voluntad quedaría resguardada, dando la posibilidad de que, en los bienes
adquiridos, no haya ninguna consecuencia legal.
Tal criterio responde a un criterio común de presumir, normalmente, la idea del esfuerzo
común en lo patrimonial y, ante la voluntad expresa de los convivientes hacer cesar dicha
affectio en lo patrimonial.
De conformidad con lo preceptuado en el art. 528, sin perjuicio de que la mera
convivencia, por prolongada que fuere, no hace nacer ninguna presunción respecto de los
bienes adquiridos por los integrantes de la unión, establece que los mismos serán regidos
por los principios generales relativos al enriquecimiento sin causa, la interposición de
personas y otros que puedan corresponder.
Al recurrir al Código Civil y Comercial Comentado bajo la dirección del Dr. Ricardo
Lorenzetti, se puede apreciar que el principio a aplicar al momento de la disolución de la
unión convivencial y con relación al destino y división de los bienes que a ella ingresaron
es el de prevalencia de la autonomía de la voluntad de los convivientes.
Así, el Código no regula un régimen legal supletorio en materia de bienes,
circunscribiendo todo régimen patrimonial a los supuestos de uniones matrimoniales.
La razón de esta decisión de política legislativa responde a la necesidad de diferenciar
en los efectos jurídicos las dos formas de organización familiar como lo son los
matrimonios y las uniones convivenciales. El eje diferenciador entre estas figuras ha
sido reconocer a ambas derechos fundados en los derechos humanos. En este marco,
ni el régimen de bienes ni el hereditario constituyen efectos jurídicos que comprometen

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directamente ese tipo de derechos, por ello su expresa exclusión al tratarse de uniones
convivenciales.
Uno de los contenidos del llamado pacto de convivencia que los miembros de la unión
pudieron haber suscripto está dado, según lo dispuesto por el artículo 514, inciso c, por
la previsión acerca de "la división de los bienes obtenidos por el esfuerzo común, en
caso de ruptura de la convivencia". Esta autonomía durante la vida en común y que
aparece reflejada en el artículo 518 —"Las relaciones económicas entre los integrantes
de la unión se rigen por lo estipulado en el pacto de convivencia. A falta de pacto, cada
integrante de la unión ejerce libremente las facultades de administración y disposición
de los bienes de su titularidad, con la restricción regulada en este Título para la
protección de la vivienda familiar y de los muebles indispensables que se encuentren
en ella"- se vislumbra también en ocasión del quiebre de la unión, actualizándose la
autocomposición cómo mecanismo preferente por sobre la determinación legal
supletoria que formula el artículo en comentario.
El art. 528 sostiene que la regla en materia de distribución de los bienes tras el cese de
la convivencia es la autonomía de la voluntad de los miembros de la pareja, y fija como
solución supletoria —sólo ante la ausencia de pacto- que el patrimonio se repartirá
conforme el sistema de separación de bienes (es decir, los bienes adquiridos durante la
convivencia se mantienen en el patrimonio al que ingresaron). Todo ello, sin perjuicio
de la aplicación de los principios generales relativos al enriquecimiento sin causa, la
interposición de personas y otros que puedan corresponder, cuestión que era
innecesario aclarar porque rigen al respecto las demás normas y principios que nutren
las relaciones entre particulares que regula el Código.3
La opción del legislador fue criticada por algún sector de la doctrina, que puso énfasis en
que de este modo se desprotegen los intereses de las personas más débiles y se corre la
vista de los principales planteos que aquejan a los tribunales tras la ruptura de la
convivencia en pareja, cuales son los vinculados con la distribución de los bienes. En este
sentido, el Dr. Solari entiende que "no es desacertado que la ley presuma una sociedad
de hecho entre ellos, por la mera convivencia. Negarlo es desconocer otra forma de

3
Código Civil y Comercial Comentado. Dr. Ricardo Lorenzetti. Editorial Rubinzal publicado: Enero
2015 | Materia: Derecho de Familia / Derecho Civil General / Derecho Comercial General.Análisis crítico
y exegético de los artículos 446 a 593 del Código Civil y Comercial de la Nación.

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familia distinta al matrimonio, reduciéndola a determinados efectos asistenciales"4
Postura esta con la cual coincido.

4. Explique en qué condiciones puede pedir la atribución de la vivienda familiar un


conviviente, en caso de muerte de uno de ellos.
Ante todo, cabe recordar que la protección de la vivienda familiar está enraizada a la
Constitución Nacional en su art 14 bis, el cual garantiza la protección integral de la
familia, y el acceso a una vivienda digna. Del mismo modo encontramos su fuente en los
Tratados Internacionales con jerarquía constitucional (art. 75 inciso 22° CN). No se limita
al matrimonio sino a todas las formas de familia, incluso a la unión convivencial.
Desde esta perspectiva, señala el Dr. Solari, resulta indiscutible la necesidad de
contemplar disposiciones legales internas que protejan y garanticen la vivienda familiar
de los convivientes.
El artículo 522 dice que “Protección de la vivienda familiar. Si la unión convivencial
ha sido inscripta, ninguno de los convivientes puede, sin asentimiento del otro, disponer
de derechos sobre la vivienda familiar, ni de los muebles indispensables de ésta, ni
transportarlos fuera de la vivienda. El juez puede autorizar la disposición del bien si es
prescindible y el interés familiar no resulta comprometido. Si no media esa
autorización, el que no ha dado su asentimiento puede demandar la nulidad del acto
dentro del plazo de caducidad de seis meses de haberlo conocido, y siempre que
continuase la convivencia. La vivienda familiar no puede ser ejecutada por deudas
contraídas después de la inscripción de la unión convivencial, excepto que hayan sido
contraídas por ambos convivientes o por uno de ellos con consentimiento del otro”.
Pareciera ser que el artículo 522 CCyC otorga derecho a la protección de la vivienda
familiar solamente cuando la unión convivencial está registrada. Lo que nos explica éste
artículo es que ninguna de las partes puede realizar acciones sobre el hogar /vivienda
familiar sin el consentimiento del otro.
La norma determina que el derecho a la protección de la vivienda familiar solamente será
aplicable para las uniones que se hallen registradas; coincido con el Dr. Solari en que el
derecho humano a la vivienda y su debida protección familiar no puede estar supeditado
a la inscripción de dicha unión convivencial, sino que, en todo caso, tuvo que haberse
previsto un Registro especial de inscripción para tales situaciones, si se quería proteger la

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Solari, Néstor E., "Las uniones convivenciales en el Proyecto..."

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seguridad jurídica. Como consecuencia solamente tendrán protección legal aquellas
uniones convivenciales registradas, quedando desprotegidas las que no los están.
La transcripción de la disposición legal contempla la necesidad de asentimiento del
conviviente que no tiene la titularidad del bien, para que su titular pueda disponer del
mismo. El conviviente no titular debe prestar su conformidad a la celebración del acto.
Ahora bien, ese asentimiento debe cumplir algunos requisitos;
a. Deben ser actos de disposición del bien o el acto de sacar ese bien del inmueble y
trasladarlo a otro lugar.
b. Debe tratarse de derechos sobre la vivienda familiar, sobre los muebles
indispensables que hay en ella, o de la posibilidad de transportarlos fuera de la
vivienda familiar
c. Puede ser un bien que se halle en dominio o en condominio.
En caso de que el titular no cuente con el asentimiento de su conviviente, podrá recurrir
a la vía judicial y obtener la autorización del juez que reemplazará la falta de asentimiento.
El juez sólo podrá autorizarlo siempre que el bien no sea imprescindible y no afecte el
interés familiar.
Cuando aún sin el asentimiento del conviviente el titular del bien dispusiera de él, el
conviviente que no asintió podrá pedirla nulidad del acto. Además, el artículo establece
que procederá dicha acción siempre que “continuase la convivencia”. Es decir que, si la
pareja ya no convive, aun cuando se haya dispuesto de un bien sin el asentimiento
correspondiente, el pedido de nulidad no procederá.
Siguiendo al Dr. Solari, “De la redacción parecería que la ley protege de igual manera
al matrimonio y a la unión convivencial, en las circunstancias previstas en la norma.
Mas ello no es así, pues existen diferencias sustanciales entre ambas hipótesis. En el
matrimonio quedan comprendidos ambos cónyuges; en la unión convivencial,
solamente aquellas uniones que se encuentren registradas. Los convivientes no
registrados —que constituyen la mayoría— no están amparados por la manda legal.
En el matrimonio el asentimiento se exige tanto durante la normal convivencia de los
cónyuges, como durante su separación de hecho. En tanto que en la unión convivencial
la exigencia del asentimiento rige mientras exista plena comunidad de vida; cesada
esta, por cualquier circunstancia, ya no será necesario dicho asentimiento”.
Sigue Solari, “Finalmente, y ello constituye una diferencia relevante, cuando se hubiere
realizado el acto sin el correspondiente asentimiento, la acción de nulidad prevista por

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Tamara Bellera Rabanal
la ley como sanción legal tiene la siguiente particularidad: en el matrimonio el cónyuge
no titular tendrá la legitimación activa, cualquiera fuere la situación de los cónyuges
con posterioridad al acto (esto es, que mantengan la normal convivencia; se separen
de hecho o soliciten el divorcio). En cambio, para que el conviviente no titular se
encuentre legitimado para la acción de nulidad del acto, se exige la vigencia del
vínculo, pues la norma otorgará acción “siempre que continuase la convivencia”
(conforme segundo párrafo del art. 522, Cód. Civ. y Com.). Parece una diferencia sutil,
pero es decisiva. En efecto, el acceso a la justicia del cónyuge para reclamar el derecho
violentado depende de sí mismo, no pudiendo el cónyuge titular restringir o impedir el
planteo judicial, según siga o no vigente el matrimonio. Contrariamente, el acceso a la
justicia del conviviente dependerá de la conducta del conviviente titular del bien, pues
si este hace cesar la unión convivencial (que puede serlo en forma unilateral), el otro
ya no tendrá la acción de nulidad del acto. En tal contexto, si el conviviente titular
hubiere obrado en contra de la ley, tendrá el recurso legal de hacer cesar la unión
convivencial (registrada) para impedir al otro el reclamo de su derecho. De ahí que la
acción de nulidad del conviviente se traduce en una hipótesis simbólica, porque su
protección no dependerá de sí mismo. En otras palabras, el conviviente titular del bien
decidirá unilateralmente si su conviviente afectado y perjudicado tendrá legitimación
activa para plantear la nulidad del acto”.5
Ahora bien, en cuanto a la atribución de la vivienda en caso de muerte de uno de los
convivientes, el artículo 527 del Código Civil y Comercial establece: "El conviviente
supérstite que carece de vivienda propia habitable o de bienes suficientes que aseguren
el acceso a ésta, puede invocar el derecho real de habitación gratuito por un plazo
máximo de dos años sobre el inmueble de propiedad del causante que constituyó el
último hogar familiar y que a la apertura de la sucesión no se encontraba en
condominio con otras personas. Este derecho es inoponible a los acreedores del
causante. Se extingue si el conviviente supérstite constituye una nueva unión
convivencial, contrae matrimonio, o adquiere una vivienda propia habitable o bienes
suficientes para acceder a ésta".

5
Doctrina, La Ley; “la vivienda familiar”, Solari Nestor; BUENOS AIRES, ARGENTINA - JUEVES 15 DE
AGOSTO DE 2019;

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El derecho previsto en la disposición consiste en un derecho real de habitación del
conviviente supérstite. Incluye el derecho positivo, de esta manera, la protección de la
vivienda familiar para después de la muerte de uno de los convivientes.
Tendrá este derecho, entonces, el conviviente supérstite en las condiciones de la norma.
A tales efectos, no tendrá el derecho a solicitar la misma cuando la unión estaba
constituida por uno o ambos integrantes con impedimento de ligamen (art. 510), pues no
conforman una unión convivencial en los términos de la ley.
Para acceder al derecho contemplado en la norma se deben cumplir determinadas
condiciones.
 Fallecimiento del conviviente.
 Petición de parte interesada. El derecho previsto en la norma no opera de pleno
derecho por el hecho de la muerte del conviviente, ni puede ser fijada de oficio,
sino que requiere petición de parte interesada, es decir, del conviviente supérstite
no propietario del inmueble en cuestión.
 Carecer de vivienda o bienes suficientes. Se requiere que el peticionante, al
momento de la muerte de su conviviente, carezca de vivienda propia habitable o,
en su defecto, de bienes suficientes que aseguren el acceso a ésta.
 Inmueble propiedad del causante. El inmueble en cuestión debe ser propiedad del
conviviente prefallecido.
 Ausencia de condominio. Tampoco corresponderá el derecho real de habitación,
en los términos de la norma, si el conviviente prefallecido tuviere el derecho de
propiedad, pero en condominio con otra u otras personas.
 Sede del hogar común. Se requiere que el bien inmueble haya sido sede del hogar
común al momento del cese de la convivencia. Cualquier otro bien que haya
constituido anteriormente la sede del hogar común, será intrascendente a tales
fines, aunque se cumplan los demás requisitos.
 Gratuidad. La característica principal del derecho real de habitación consiste en
su gratuidad por el tiempo en que se le atribuye el respectivo uso y goce del bien
en cuestión.
 Plazo máximo. En principio, el tiempo de la atribución será fijado por el juez de
la causa, teniendo en cuenta las circunstancias y particularidades del caso. Sin
embargo, la norma fija un plazo máximo para el beneficio desde la muerte del
causante. En tal sentido, se fija en dos años.

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TRABAJO PRACTICO FAMILIA N° 3
Tamara Bellera Rabanal
El derecho real de habitación del conviviente supérstite es inoponible a los acreedores del
causante.
Sin perjuicio del plazo fijado por el juez para usar y gozar del bien inmueble, se
contemplan casos de extinción del derecho antes del cumplimiento del plazo.
Se extingue el derecho si el conviviente inicia una nueva unión convivencial. También se
extingue el derecho, si durante el ejercicio del mismo el conviviente supérstite adquiere
una vivienda propia habitable.
Finalmente, se produce la extinción del derecho real de habitación cuando el conviviente,
aun sin tener una vivienda propia habitable, se demuestra que adquirió bienes suficientes
para acceder a ella.
Así, la previsión protectora establecida mediante la adjudicación del uso del inmueble
sede del hogar familiar a la ruptura de la unión convivencial se complementa con similar
tutela que se reconoce para el caso de muerte del compañero convivencial, si bien el
derecho es incorporado con ciertos límites y recaudos que en rigor no hacen más que
compatibilizar los intereses en juego.
Con el artículo 527 del CCyC se complementa el panorama de protección integral de la
familia, sin distinción entre diversos tipos familiares.

Tamara Bellera Rabanal


DNI 42.340.595

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Tamara Bellera Rabanal
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DE CONSULTA
 Artículo “Familias interespecie” subido en la plataforma “Facebook” el día 31 de
julio de 2019, disponible en formato digital en
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/FAMILIAS%20INTERESPECIES.pdf )
 “Uniones convivenciales y derechos humanos” Dr. N. Solari. Publicado en La Ley
el 28 de agosto de 2015, 1 – La Ley 2015-D, 1195 Cita Online:
AR/DOC/2776/2015.
 Doctrina, La Ley; “la vivienda familiar”, Solari Nestor; BUENOS AIRES,
ARGENTINA - JUEVES 15 DE AGOSTO DE 2019;
 Constitución de la Nación Argentina.
 Código Civil y Comercial de la Nación Comentado - Dirección Dr. Ricardo
Lorenzatti. Editorial Rubinzal. 1° Edición Octurbre de 2015. Tomo III
 SOLARI, Nestor E., Derecho de las Familias, 2a ed. ampliada y actualizada, La
Ley, 2017, Buenos Aires.

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