Actividad Golpe Del 30
Actividad Golpe Del 30
Actividad Golpe Del 30
- La industrialización
Una de las consecuencias positivas de esta política fue la industrialización por
sustitución de importaciones. No fue algo planificado, pero como no había divisas para
importar, y los precios de las manufacturas extranjeras habían aumentado mientras que
nuestras materias primas habían descendido en su rentabilidad, la industria comenzó a
ser una inversión rentable. Las industrias surgieron alrededor de las grandes ciudades,
donde comenzaron a asentarse precariamente pobladores que venían debido a la
crisis, desde el interior, a buscar trabajo. Además de la derivación de capitales
nacionales del agro a la industria, vinieron capitales extranjeros. Estos dominaron en
forma casi monopólica la industrialización del país: frigoríficos, usinas eléctricas,
compañías de gas, cemento, armado de automotores, elaboración de artículos de
caucho, seda artificial, tabaco, petróleo, conductores eléctricos, radiotelefonía,
farmacéutica, galvanización de chapas de hierro, ascensores, etcétera. Federico
Pinedo, Ministro de Hacienda, admitió que era abogado o asesor de todas las grandes
empresas del país, defendiendo sus intereses.
- Autoritarismo y fraude
Los militares que dieron el Golpe (encabezado por el general Uriburu y Justo) tenían
dos ideologías distintas, y un objetivo en común: derrocar a Yrigoyen. Evidentemente,
el Golpe era totalmente ilegal (por contravenir la Constitución) e ilegítimo (por no haber
surgido de la mayoría de la población). La
Suprema Corte de Justicia trató de legalizar el
Gobierno de Facto aduciendo razones «de
orden público», reconoció a las nuevas
autoridades como un «Gobierno de Hecho» y
otorgó validez a sus actos: «cualquiera pueda
ser el vicio o deficiencia de sus nombramientos
o de su elección». A José Félix Uriburu le
interesaba reformar la Constitución, porque su
intención era modificar el sistema
parlamentario representativo por uno
corporativista: quienes estuvieran en el
Congreso deberían ser «delegados de las
fuerzas vivas de la Nación» lo que significa que
ya no surgiría su nominación de los partidos
políticos, sino que debían ser propuestos por
los grupos de poder que el Gobierno
considerara importantes -Ejército, Iglesia,
Sindicatos, empresas-. Es decir, quería
reemplazar el sistema democrático por uno
fascista, pero no tuvo apoyo suficiente para imponerlo. Había disuelto el Congreso
Nacional e intervenido las provincias, hecho que fue aceptado como situación
provisoria por los otros golpistas. Pronto fue presionado por el sector liderado por
Agustín P. Justo, que prefería la fachada liberal, convocando a elecciones para la
restauración del Congreso y de los gobiernos provinciales. Cuando Uriburu pensó que
el radicalismo ya no tenía suficientes adeptos, convocó a elecciones libres el 5 de abril
de 1931. Se equivocó: ganó el radicalismo. Uriburu anuló los comicios, porque no
había llevado a cabo el Golpe de Estado para admitir a los radicales nuevamente en el
gobierno, aunque sea el provincial. Es por ello, por lo que al convocar nuevamente a
elecciones -esta vez presidenciales- vetó el nombre de Marcelo T. de Alvear y se
preocupó de asegurar los resultados por medio del fraude. Durante su Gobierno de 17
meses, los jueces opositores fueron exonerados. Los militares participantes fueron
ascendidos y los defensores de la legalidad fueron castiga-dos con prisión o
destitución. El Estado de Sitio duró por primera vez un año y medio. El general Uriburu
implantó la «Ley Marcial», reimplantando la pena de muerte. También impuso la
clausura de diarios y la prisión del director del periódico Crítica, Natalio Botana. A los
opositores los castigó con la cárcel, que muchas veces incluía torturas. Deportó a
ciudadanos. Intervino doce provincias, caducando los tres poderes en las mismas.
También se inter-puso en las Universidades, reduciendo su presupuesto y nombrando
profesores por decreto. Con el fraude electoral llegó al Gobierno el 20 de febrero de
1932 el golpista Gral. Agustín P. Justo, su Vicepresidente fue el hijo del ex presidente
Julio A. Roca, que se llamaba como su padre. Las elecciones de 1937 tuvieron esas
mismas características, y por medio de la violencia y el fraude asumieron la
Presidencia, Roberto M. Ortiz y la Vicepresidencia, Ramón S. Castillo. Éste debió
hacerse cargo del Gobierno en 1940 debido a licencia por enfermedad de Ortiz (que
muere en 1942). Ortiz había querido comenzar a limpiar los procedimientos
electorales, y desde su lecho de enfermo denunció la permisividad de Castillo frente al
fraude en las elecciones provinciales. Ramón Castillo prefería los métodos que
aseguraran la continuidad a un régimen oligárquico: propiciaba como próximo
Presidente al terrateniente salteño conservador Robustiano Patrón Costas. Es por eso,
por lo que, en el año de las elecciones, un grupo de oficiales nacionalistas, el GOU -
del que hablaremos más adelante- lleva adelante un Golpe Militar de signo ideológico
opuesto al que detentaba el poder.
- El Pacto Roca-Runciman
Durante la Presidencia del general Justo, se firmó el Tratado de Londres entre nuestro
vicepresidente Roca y el representante inglés W. Runciman en 1933. El pacto fue
llevado a cabo para beneficiar a un solo sector social (los exportadores ganaderos),
pero perjudicó a todo el resto del país. Según el escritor Arturo Jauretche, el «Pacto
Roca-Runciman» puede ser considerado como el «Estatuto legal del coloniaje», es
decir, la disposición legal mediante la cual aceptábamos ser colonia. En julio de 1932
Gran Bretaña se reunió en Ottawa con los integrantes del Commonwealth o
«Comunidad Británica de Naciones» (conjunto de países vinculados por lazos
históricos y culturales con Gran Bretaña, casi todas sus ex colonias). Éstas le
reclamaban a Inglaterra un trato preferencial frente a la crisis: querían que les dieran
prioridad para venderle a la madre patria sus productos -que eran los mismos que
nosotros le exportábamos: carne y cereales-. El Pacto de Ottawa, así firmado, era una
barrera defensiva que afectaba a la Argentina, reemplazada como principal proveedor
no perteneciente al Commonwealth. A fin de que Inglaterra nos tuviera en cuenta,
nuestro Vicepresidente no tuvo empacho en afirmar: «La República Argentina, por su
interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte
integrante del Imperio Británico».
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