Antigua Literatura Judía

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 23

Antigua Literatura Judía

I. Introducción

LOS cuatro siglos de historia judía desde la conquista de Alejandro Magno (332 a.
C.) hasta la destrucción de templo (70 d. C.) fueron un período de considerable
actividad religiosa, política e intelectual. No es, pues, sorprendente que también se
caracterizaran por un notable conjunto de producciones literarias, muchas de las
cuales aún existen. Esas obras son de naturaleza religiosa, pues la religión estaba
entretejida en todos los aspectos de la vida judía. Al mismo tiempo reflejan
acentuadamente las tendencias políticas e intelectuales de ese tiempo. La
literatura de este período está constituida por: (1) Libros conocidos como
"apócrifos" y "seudoepigráficos", que consisten de literatura sapiencial, relatos
patrióticos, hechos históricos y obras apocalípticas; (2) los escritos de la
comunidad de Qumrán (probablemente esenios), la mayoría de los cuales
provienen de las cuevas descubiertas cerca de mar Muerto; (3) los tratados
alegóricos de Filón de Alejandría, el teólogo-filósofo helenístico; (4) las obras de
Josefo. Después de la destrucción del templo, y más aún después de que fue
sofocada la revolución encabezada por Barcoquebas (132-135 d. C., ver p. 80), la
vida y el pensamiento de los judíos experimentaron profundos cambios. Como
habían terminado tanto el ritual del templo como su existencia como entidad
política, los judíos concentraron sus energías intelectuales en un esfuerzo para no
ser absorbidos cultural y racialmente por el mundo gentil; y lo hicieron dando
énfasis a los aspectos legales de su vida religiosa y ocupándose minuciosamente
en ellos, tendencia que ya tenía una larga historia, especialmente entre los
fariseos. Si bien es cierto que al principio sus disposiciones legales fueron
preservadas mayormente mediante la tradición oral, desde comienzos del siglo II
tomaron una forma literaria definida, y en el siglo VI ya se habían convertido en lo
que ahora se conoce como el Talmud, la compilación tradicional de la ley judía.
junto con el Talmud surgió un extenso comentario tradicional judío de las
Escrituras conocido como el Midrash (o Midrás). Una buena parte de esto resultó
de la exposición del Antiguo Testamento en las sinagogas. La literatura
proveniente del Midrash no alcanzó su forma final hasta aproximadamente el año
1000. En las páginas siguientes se tratará brevemente cada uno de estos tipos de
literatura judía. 85

1
II. Los apócrifos
La palabra "apócrifos" se refiere en griego a las cosas que están "ocultas". Los
eruditos han sugerido que cuando este vocablo fue aplicado al principio a ciertos
libros religiosos, se hizo así para indicar que no debían estar al alcance del público
en general debido a que su mensaje era de una naturaleza misteriosa, que sólo
debía presentarse a los iniciados. Para los protestantes actuales, el término
apócrifos comprende los libros del período del Antiguo Testamento que estuvieron
incluidos en la LXX, pero que no fueron aceptados como parte de las Escrituras
por los judíos de Palestina, ni fueron incluidos en el canon hebreo del Antiguo
Testamento. Los libros apócrifos por regla general no son aceptados por los
protestantes, y por eso no se incluyen en sus ediciones actuales de la Biblia; pero
sí son considerados como deuterocanónicos por los católicos romanos y
ortodoxos, y suelen aparecer en las Biblias católicas. Presentamos a continuación
los libros apócrifos.

Primero de Esdras.
Este libro precede al de Esdras en la LXX. En seguida aparecen Esdras y
Nehemías formando un solo libro conocido como 2 Esdras. Pero en la Vulgata
latina, Esdras y Nehemías tienen el título de 1 y 2 Esdras, y este libro apócrifo se
conoce como 3 Esdras. Lo omiten la BJ y demás Biblias actuales autorizadas por
la Iglesia Católica. La parte más extensa de este libro consiste de elementos que
también se encuentran en 2 Crónicas, Esdras y Nehemías. Entre lo que es propio
de este libro, lo más importante es un relato anacrónico de un joven guardián que
se gana el favor del rey persa Darío, y facilita el retorno de los judíos para la
reedificación de Jerusalén. No se sabe cuándo se escribió este libro.
Tobías.-
Este es un relato novelesco que narra las aventuras de Tobit, un judío que, junto
con su hijo Tobías, se supone que fue llevado cautivo a Asiria por Salmanasar. Se
narra que Tobías, guiado por el ángel Rafael en forma humana, hizo un viaje de
Nínive a Ecbatana, en Media; le sacó el hígado y la vesícula a un pez feroz en el
Tigris, y quemando el pez con incienso ahuyentó a un demonio asesino; y más
tarde curó la ceguera de Tobit soplando polvo de la vesícula en los ojos de su
padre. Los eruditos piensan que este relato fue escrito en el siglo II a. C.

Judit.
Este relato patriótico cuenta cómo un rey asirio, Nabucodonosor (completamente
desconocido para la historia), envió a su general Holofernes para que invadiera a
Palestina. Cuando sitió la ciudad de Betulia, Judit -una viuda acaudalada, piadosa
y bella se propuso liberar la ciudad. Entró en el campamento de Holofernes, ganó
su confianza haciéndole creer que era una refugiada que huía de los judíos y que
le comunicaría el secreto para vencerlos. Pero después de un banquete en el que
se embriagó Holofernes, ella entró en su dormitorio y le cortó la cabeza. Esto
animó tanto a los judíos que hicieron huir a los asirios en fuga desordenada. Los
eruditos no católicos por lo general sitúan la redacción de Judit en Palestina, a

2
mediados del siglo II a. C., y consideran que este libro es un relato patriótico pero
novelesco que tuvo el propósito de despertar el fervor nacionalista durante las
guerras de los M acabeos contra Antíoco Epífanes.

Añadiduras a Ester.
Estas añadiduras consisten de seis pasajes que se han insertado en varios
lugares del libro canónico de Ester. Incluyen un sueño de Mardoqueo en el cual
tuvo un presentimiento de la amenaza que se avecinaba a los judíos, las
oraciones de Mardoqueo y de Ester cuando supieron el decreto de Amán, y una
melodramática descripción de la audiencia concedida por Asuero a Ester. Estas
añadiduras parece que se insertaron para acrecentar el tono religioso del relato de
Ester. 86

Sabiduría.
Este libro está dividido en dos secciones. La primera trata de la sabiduría y la
segunda es histórica. En esta última se establece un contraste entre la vida y la
religión de los egipcios con las de los israelitas. En todo el libro se destaca la obra
del Espíritu de Dios. Enseña que el hombre está compuesto de cuerpo, alma y un
espíritu inmortal, y que posee libre albedrío. Aunque no dice nada del Mesías, el
autor de esta obra presenta un día de juicio para los impíos y los justos. Tanto los
eruditos católicos como protestantes por lo general sostienen
que este libro es un producto del judaísmo helenístico del siglo II o I a. C.
Probablemente fue escrito en Alejandría.

Eclesiástico.
El nombre latino Ecclesiasticus fue dado a este libro en los primeros días del
cristianismo pues se lo consideraba apropiado para ser leído en la iglesia (Gr.
ekklesía; latín ecclesia), aunque no está en el canon hebreo. En la LXX
generalmente aparece con el título de Sabiduría de Siraj, mientras que el Talmud
lo llama sencillamente por el nombre de su autor: Ben Sira' o Ben Siraj. Se trata de
un libro extenso de 51 capítulos que contiene muchos proverbios y muchas
instrucciones acerca de la sabiduría. El autor cree que no hay salvación fuera de
las buenas obras del hombre y que el pecado es el resultado del ejercicio del libre
albedrío. Cree en sacrificios de toda clase y los cuenta junto con las fiestas
religiosas como de primordial importancia entre las buenas obras del hombre.
Para él la sabiduría es una dádiva gratuita de Dios que se debe obtener mediante
la observancia de sus mandamientos. Según se declara en el libro, el Eclesiástico
fue escrito en hebreo por un judío palestino llamado Jesús (o Josué), "hijo de Sirá"
(BJ), y fue traducido al griego por su nieto, quizá alrededor del año 132 a. C.

Baruc.

3
Este libro declara que fue escrito por Baruc, el secretario de Jeremías (Jer. 36:4).
El ambiente histórico de este libro corresponde con la Babilonia del cautiverio, y
comienza con una carta enviada por los judíos cautivos a sus parientes que
quedaron en Palestina después de la destrucción de Jerusalén. La mayor parte del
libro consiste en una confesión de los pecados de ellos, una súplica de perdón, un
reconocimiento de la sabiduría de Dios y un recuerdo de sus promesas de
restauración. La obra está escrita parte en prosa y parte en verso. Parece que
contiene una inexactitud histórica, pues ordena a los judíos que oren "por la vida
de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de su hijo Baltasar [Belsasar]"
cap. l: 11, BJ), lo cual significa que Belsasar era príncipe heredero cerca del
tiempo cuando Jerusalén fue destruida en el año 586 a. C. La arqueología ha
demostrado sin lugar a dudas que sólo en una fecha posterior en varias décadas a
586 a. C. pudo Belsasar haber sido considerado príncipe heredero (ver la Nota
Adicional de Dan. 5). Los eruditos no católicos sostienen, por regla general, que el
libro de Baruc fue escrito después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.
C. para reanimar a los desolados y exiliados judíos de ese tiempo, y para
recordarles la resignación y fidelidad de sus antepasados en el cautiverio
babilónico.

Epístola de Jeremías.
Aunque esta epístola es una obra aparte en la LXX, en la Vulgata y en las
versiones castellanas de la Biblia (Bj, Bover-Cantera, Nácar-Colunga Straubinger,
etc.) aparece como un apéndice de Baruc o último capítulo de este libro. Es una
corta exhortación que consta de un breve preámbulo y 72 versículos (en las
versiones castellanas). Afirma que la epístola fue escrita por el profeta jeremías a
los judíos que serían llevados cautivos a Babilonia, y es mayormente una
amonestación contra la idolatría. Este libro da evidencias de haber sido escrito
originalmente en griego, probablemente entre los siglos IV y II a. C.

Añadiduras a Daniel.
En la LXX hay varias añadiduras al libro canónico de Daniel, y son: el "Cántico de
los tres jóvenes", la "Historia de Susana" y la "Historia de la destrucción de Bel y el
dragón". 87 El "Cántico de los tres jóvenes" consta de dos partes principales. La
primera es una oración atribuida a Azarías (es decir, Abed-nego) mientras
caminaba en el "horno de fuego ardiendo" (cf. Dan. 3:19-25); la segunda es un
canto de alabanza atribuido -sin base alguna- por el autor anónimo a los tres
hebreos mientras estaban en el horno, y que se parece mucho al Sal. 148.
En la "Historia de Susana" se narra que dos jueces judíos vieron a una bella y
irtuosa mujer, Susana, que se bañaba en su jardín, y se enamoraron de ella.
Cuando ella rechazó sus proposiciones, ellos, en venganza, la hicieron
comparecer ante un tribunal donde la acusaron falsamente de adulterio. Susana
fue condenada a muerte; pero cuando se encaminaba al lugar de su ejecución, la
encontró Daniel, y éste pidió que se examinara de nuevo el juicio. Daniel interrogó
por separado a los dos jueces, y demostró la inocencia de Susana debido a las
contradicciones de ellos. Los dos fueron ejecutados y Daniel fue muy ensalzado.

4
La "Historia de la destrucción de Bel y el dragón" consta de dos relatos. En el
primero, como en el caso de Susana, se alaba a Daniel por haber demostrado un
engaño. Cuenta cómo él puso en evidencia que un ídolo del dios babilonio Bel
(Marduk) no comía alimento alguno como se pensaba que lo hacía. Esparció
ceniza en el piso del santuario de Bel, y demostró a la mañana siguiente -por las
huellas de pisadas en la ceniza- que los sacerdotes habían entrado en el templo
del ídolo por la noche y se habían comido el alimento dedicado al ídolo. Entonces
el rey mandó matar a los sacerdotes e hizo destruir el templo. El segundo relato
habla de la forma en que Daniel aniquiló a una serpiente (dragón) que era adorada
por los babilonios. Le dio a comer una mezcla de brea, grasa y pelos que hizo que
la serpiente reventara y muriera. Como venganza, el pueblo de Babilonia arrojó a
Daniel en un foso de leones, pero las fieras no le hicieron daño, y el profeta
Habacuc le trajo alimento, el cual fue transportado milagrosamente por el aire,
desde Judea, por un ángel. Tan impresionado quedó el rey ante estos milagros,
que liberó a Daniel y aniquiló a sus perseguidores. Los eruditos católicos y
protestantes están de acuerdo en que estas añadiduras originalmente no
formaban parte del libro canónico de Daniel.

Oración de Manasés.
Esta corta obra de sólo 15 versículos asegura que es una oración del rey Manasés
de Judá cuando estuvo prisionero en Babilonia (2 Crón. 33:9-13). No está entre los
libros aceptados por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento, y en las ediciones
autorizadas de la Vulgata se la coloca como un apéndice de los apócrifos.
Originalmente la incluían tanto la Biblia alemana de Lutero como la KJV. Esta
obrita parece ser un salmo penitencial escrito quizá en el siglo I a. C.

Primero de los Macabeos.


En contraste con el carácter mayormente fabuloso de los libros hasta aquí
descritos, 1Macabeos se considera como un documento primario que abarca la
historia de las luchas de los judíos por su independencia en el siglo II a. C. Traza
la historia del período desde el encumbramiento de Antíoco IV Epífanes al trono
seléucida en 175 a. C., hasta el comienzo del reinado del reysacerdote asmoneo
Juan Hircano en 135 a. C. (En las pp. 30-33 se encuentra la historia abarcada por
este libro.) Se desconoce el autor de 1 Macabeos; pero los eruditos están
convencidos de que fue un saduceo palestino muy familiarizado con los sucesos
de los cuales escribió. El libro fue escrito en hebreo quizá alrededor del año 100 a.
C.

Segundo de los Macabeos.


Este libro no es una continuación de 1 Macabeos, sino que también comienza con
la entronización de Antíoco IV Epífanes y narra las luchas de los judíos para
liberarse de los sirios. Su relato sólo llega hasta la victoria de Judas Macabeo
sobre el general sirio Nicanor en Bet-horón (1 62/161 a. C.). Aunque abarca un
período mucho más corto que 1 Macabeos, en algunos lugares da más detalles, lo

5
que determina que a veces parezca ser sólo literatura y no una historia 88 seria.
En 2 Macabeos se introducen nuevos conceptos doctrinales que no se hallan en el
primer libro, pues se registra la forma en que judas Macabeo presentó una ofrenda
por los pecados de los muertos y oró para que fueran liberados de sus pecados
con la esperanza de la resurrección (cap. 12:43-45). Por su introducción este libro
parece haber sido escrito en Palestina alrededor del año 124 a. C. (cap. 1: 10), y
es un compendio de una obra mayor escrita por un tal Jasón de Cirene (cap.
2:23).

Los seudoepigráficos
La palabra "seudoepigráficos" significa literalmente "escritos que llevan un título
falso". Los eruditos aplican este nombre a un conjunto de escritos religiosos
atribuidos falsamente a famosos personajes del pasado. Los libros
seudoepigráficos son de la misma época de los apócrifos y similares a éstos en
muchos sentidos; pero no han sido aceptados como canónicos ni por los judíos ni
por ninguna iglesia cristiana. Los autores católicos clasifican estas obras como
apócrifas. Trataremos brevemente estos libros.

Tercero de los Macabeos.


Libro que sólo consta de siete capítulos y está incluido en algunos manuscritos
importantes de la LXX. Como es evidentemente una obra folklórica la clasificamos
como seudoepigráfica. Relata minuciosamente la victoria de Tolomeo IV Filopátor
sobre Antíoco Magno en la batalla de Rafia (217 a. C.) y los excesos cometidos
por el rey victorioso. El libro fue escrito indudablemente para mostrar cómo Dios
liberó milagrosamente a la nación judía en un tiempo de ambiciones personales e
intrigas internacionales.

Cuarto de los Macabeos.


Este libro, como 3 Macabeos, también está incluido en algunos manuscritos de la
LXX, pero no es aceptado por la Iglesia Católica. Es un sermón a los judíos acerca
de la supremacía de la razón inspirada sobre la pasión. De acuerdo con este libro,
las pasiones son implantadas por Dios y no deben ser desarraigadas sino
dirigidas. Logran mejor la rectitud, Injusticia, el valor y la temperancia los que han
sido instruidos por la Torah.

Jubileos.
Esta obra fue escrita en hebreo indudablemente por un fariseo o esenio durante la
segunda mitad del siglo II a. C., aunque se han sugerido fechas tanto anteriores
como posteriores a ésta. Es un extenso comentario de Génesis y Éxodo escrito
con un enfoque legalista. Es de particular interés su enseñanza acerca del reino
mesiánico venidero, que es concebido como una evolución gradual hasta que el
hombre y la naturaleza alcancen la perfección, la felicidad y la paz. Los hombres
alcanzarán entonces a vivir mil años, y cuando mueran, sus espíritus entrarán en

6
un estado de eterna bienaventuranza. Se descubrió un fragmento de esta obra
entre los manuscritos del mar Muerto en la caverna I de Qumrán.

Primero de Enoc (Enoc Etiópico).


Es una compilación de las obras de varios autores fariseos, y parte se escribió en
hebreo y parte en arameo. Hoy se conoce como "Etiópico" porque sólo se ha
preservado una versión etíope. De particular interés son sus enseñanzas acerca
del reino venidero y la vida futura. Aparentemente declara que el gobernante
trascendental de ese reino estuvo escondido con Dios desde antes de la creación
del mundo (cap. 46: 1-2; 48: 6; 62: 7). Varios títulos que se dan a este gobernante
se aplican a Jesús en el Nuevo Testamento. Es llamado "Su [de Dios] Ungido [o
Mesías]" (cap. 52: 4); "el justo" (cap. 38: 2; cf. Hech. 3: 14); "el Elegido" (1 Enoc
40: 5; 45: 3-4; cf. Luc. 23: 35); y "el Hijo del Hombre" (1 Enoc 46: 3-4; 62: 5). Las
diversas partes de 1 Enoc -escritas por diferentes autores- indican que existían
varios puntos de vista entre los judíos del siglo I a. C. en cuanto al reino
mesiánico. Los cap. 1-36 enseñan que ese reino existirá eternamente en la tierra
después del juicio final; los cap. 37-71, que perdurará por la 89 eternidad en la
tierra y en el cielo, y que comenzará con el juicio final; y en los cap. 91-104 se
enseña que el reino mesiánico será transitorio, estará en la tierra y será seguido
por el juicio final.
También se da importancia a Azazel, identificado como el que "ha enseñado toda
injusticia en la tierra y ha revelado los secretos eternos que estaban (guardados)
en el cielo, los cuales los hombres se esforzaban por conocer" (cap. 9: 6). El juicio
final de Azazel se declara con estas palabras: "El Señor dijo a Rafael: 'Ata a
Azazel de pies y manos, y échalo a las tinieblas; haz una abertura en el desierto,
el que está en Dudael, y échalo ahí dentro. . . Y en el día del gran juicio será
echado en el fuego. . . Toda la tierra ha sido corrompida por las obras que enseñó
Azazel; atribúyele a él todos los pecados' " (cap. 10: 4-8). Aunque la identificación
de Azazel con Satanás no se puede probar por la autoridad del libro de Enoc, su
nombre aquí muestra lo que entendían los judíos acerca de Azazel en el siglo I a.
C. 1 Enoc señala el fermento del pensamiento escatológico que predominaba en
ciertos sectores del judaísmo precisamente antes del período del Nuevo
Testamento y durante él. La profecía de Enoc registrada en Judas 14 tiene mucho
parecido con 1 Enoc 1:9. Los especialistas difieren en cuanto a las fechas
atribuidas a las diversas secciones de este libro; pero por lo general se cree que
todo el libro circulaba, por lo menos, a mediados del siglo I a. C.

Segundo de Enoc (Enoc eslavo).


Sólo ha sobrevivido la versión eslava de esta obra. En algunos puntos es similar
con 1 Enoc (Etiópico) y quizá conserve elementos del antiguo pensamiento
mesiánico judío. También es similar en muchos puntos con la literatura cristiana
más antigua, lo que podría deberse a citas de 2 Enoc empleadas por algunos
padres de la iglesia, o a elementos de Enoc tomados de ellos, lo cual depende de
la fecha cuando se compuso esta obra. Un grupo de eruditos sitúa 2 Enoc en el
siglo I d. C., en tanto que otros lo hacen antes del siglo VII.

7
Segundo de Baruc.
Este libro es una compilación de varias obras. En él se declara que el hombre
puede cumplir la ley, y que los justos son salvados por sus obras. Enseña que el
reino mesiánico se establecerá pronto, y que entonces Israel será un imperio
mundial con Jerusalén como su capital. Este libro probablemente fue escrito
durante los siglos I o II d. C. Existe completo únicamente en una versión siríaca.

Tercero de Baruc.
Este libro apoya la creencia de que hay siete cielos y tres clases de ángeles que
interceden por tres clases de hombres. Su autor cree que el árbol prohibido fue la
vid y que la desobediencia de Adán se debió a Satanás, que sentía envidia de
Cristo. En este libro pareciera haber influencia cristiana, y probablemente fue
escrito no antes del siglo II d. C.

Cuarto de Esdras.
Para favorecer las creencias fundamentales del judaísmo, el autor presenta un
concepto escatológico de Dios. Dios es uno y único; no tiene instrumentos
intermediarios; únicamente él es el juez final. Los israelitas son una raza elegida, y
la ley es una dádiva especial para ellos después de haber sido rechazada por
otros mundos. Como el amor de Dios por Israel excede a su amor por cualquier
otro pueblo, los israelitas son sus verdaderos representantes para la humanidad.
En este libro hay también un relato fabuloso (cap. 14:19-48) donde se dice que
Nabucodonosor quemó la ley durante la destrucción de Jerusalén, pero que
Esdras dictó, por inspiración divina, un nuevo ejemplar de ella a sus escribas. Se
cree que 4 Esdras fue escrito a fines del siglo I d. C.

Testamentos de los doce patriarcas.


En esta obra se proclama la salvación de los gentiles, que serán salvados por
medio de Israel. Presenta al Mesías como descendiente de Leví, no de Judá, y
relaciona a la tribu de Dan con el anticristo. En esta obra se anticipa una
resurrección tanto de justos como de impíos, los cuales serán 90 divididos en
grupos diferentes. Se ha sugerido que los Testamentos fueron escritos por un
fariseo o esenio durante el apogeo de la prosperidad de los asmoneos, cuando
Juan Hircano asumió los títulos de profeta, sacerdote y rey, y fue reconocido por
los fariseos como el Mesías. Sea como fuere, generalmente se reconoce que en
su redacción actual esta obra contiene interpolaciones cristianas. Se ha renovado
el interés en los Testamentos desde que se descubrió un fragmento de una de sus
secciones -el Testamento de Leví- entre los Rollos del Mar Muerto, en la caverna I
de Qumrán. También se ha hecho notar que hay similitudes entre el Testamento
de Leví y el Comentario de Habacuc y los llamados Fragmentos sadoquitas.*(13)

Oráculos sibilinos.

8
Esta es una obra que comprendía originalmente 15 libros y varios fragmentos. Se
compone de oráculos elaborados por judíos y quizá por autores cristianos desde el
siglo II a. C. hasta quizá el siglo V d. C.

La asunción de Moisés.
Esta obra tal vez originalmente consistía de dos libros diferentes: el Testament de
Moisés y La asunción. El autor, fariseo, trató de llevar a sus compatriotas de
nuevo a las antiguas sendas de obediencia implícita a la Torah. Movido por su
patriotismo, esperaba el regreso de las diez tribus y creía que el deber de Israel
era guardar la ley y orar para que Dios interviniera en favor de la nación. Esta obra
parece haber sido escrita durante el siglo I d. C. Los primeros autores cristianos
relacionaron el vers. 9 de Judas con este libro. Sin embargo, las palabras de
Judas no se encuentran en las secciones de La asunción que existen ahora.

Carta de Aristeas.
Esta carta declara que fue escrita por Aristeas, funcionario de la corte de Tolomeo
II Filadelfo (285-246 a. C.), a su hermano Filócrates, y relata la preparación de la
LXX. Debido a los muchos anacronismos que contiene, los eruditos han dudado
generalmente de su veracidad. Sin embargo, es una fuente valiosa de información
de las opiniones existentes en la antigüedad acerca del origen de la LXX.

Libro de Adán y Eva.


El autor de esta obra narra el relato de Adán y Eva desde la creación hasta su
expulsión del huerto del Edén, y anticipa la destrucción de la tierra, primero por
agua y después por fuego. Probablemente fue un judío de la diáspora quien lo
escribió en algún momento dentro de los primeros cuatro siglos de la era cristiana.

Martirio de Isaías.
Este libro declara que el rey Manasés condenó al profeta Isaías por decir que
había visto a Dios (Isa. 6: l), pues de acuerdo a Exo. 33:20 nadie puede ver a Dios
y vivir.

Pirké Abot (Dichos de los padres).


Es una colección de máximas morales y religiosas expresadas por dirigentes
judíos durante un período de varios siglos cerca del comienzo de la era cristiana.
Ellos creían que injusticia de Dios se revela en la misma forma en que se
manifiesta la justicia en un tribunal terrenal: recompensa de paz y felicidad para el
observador de la ley, y castigo para el violador de sus preceptos. En realidad
usaban la palabra Torah -ley o instrucción- como un término aplicable a Dios. Esta
obra está incluida en la Mishnah (ver p. 100).

Salmos de Salomón.

9
Es una colección de 18 salmos que describen la justicia de Israel en comparación
con las naciones circunvecinas. Se describen dos clases de judíos: los justos, a
los cuales pertenece el autor; y los injustos, que son profanos y agradan a los
hombres. Estos salmos fueron escritos originalmente en hebreo, quizá a mediados
del siglo I a. C. 91

El relato de Ahikar.
Se trata de una novela ubicada en tiempos de Senaquerib, rey de Asiria. Ahikar,
ministro de Senaquerib, es acusado falsamente por su sobrino Nadán y
condenado a muerte. Pero como Ahikar una vez había salvado de la muerte al
verdugo, éste mata a un criminal en lugar de Ahikar, quien huye a Egipto. Cuando
Senaquerib supo que estaba vivo, lo hizo volver; y cuando Ahikar regresa, pide
que se castigue a Nadán, el cual es condenado a morir de hambre en una prisión.

La literatura de la comunidad de Qumrán

En el t. I, pp. 35-38, el t. IV, pp. 128-130, y el t. V, pp. 55-56, hay información en


cuanto a la historia y los descubrimientos de la arqueología en la comunidad de
Khirbet Qumrán.

El Documento de Damasco.
En la geniza o guenizá (recinto para depositar manuscritos en desuso) de una
sinagoga de El Cairo se descubrieron, a fines del siglo XIX, muchos valiosos
manuscritos judíos de los comienzos de la Edad Media. Había allí dos textos
parcialmente idénticos, de una secta judía cuyos miembros, a falta de un nombre
más exacto, han sido llamados "sadoquitas" o "pactantes de Damasco". Cuando
Salomón Schechter, su descubridor, los publicó en 1910, causaron muchas
controversias entre los eruditos, pues eran algo único en su género dentro de la
literatura judía. Los eruditos llegaron a la conclusión de que los autores de esta
obra pertenecían a una secta que se separó del núcleo principal de los judíos por
considerar que ese núcleo se había apartado de la Ley. Los miembros de la secta
se unieron entre sí mediante un "Nuevo Pacto" y practicaban su propia forma de
vida y de ritual. Posteriormente salieron de Palestina y emigraron a Damasco.
Unos pocos eruditos opinaron que la secta había sido fundada en el siglo VII d. C.;
pero la mayoría de los investigadores que se expresaron en cuanto a este tema
situaron su origen entre el siglo II a. C. y 70 d. C. La estrecha relación de estos
manuscritos con el seudoepigráfico Testamento de los doce patriarcas, el Libro de
los jubileos y el Libro de Enoc indican que tuvieron su origen en la época de los
Macabeos o a comienzos del período romano. El Documento de Damasco
contiene admoniciones y reglamentos. El sábado debía guardarse de acuerdo con
las mismas reglas que observaban los fariseos del período del Nuevo Testamento.
Debía evitarse la contaminación causada por baños ritualmente inmundos o
alimentos prohibidos, por trato con los gentiles y por fornicación, mientras que se
encomiaban la monogamia y la confesión de los pecados. También es evidente

10
que se creía con mucha firmeza en la doctrina de la predestinación, en ángeles
buenos y malos, en un Mesías esperado y en una vida eterna.
El descubrimiento y estudio de obras antes desconocidas que eran propiedad de
la comunidad de Qumrán en las proximidades del mar Muerto, han puesto en
evidencia que el Documento de Damasco provino de esa comunidad y que
debiera ser clasificado con la literatura de Qumrán. Entre los Rollos del Mar
Muerto aparecen fragmentos de este Documento, a los cuales se ha llamado
Fragmentos sadoquitas.

Literatura de Qumrán.
Entre los Rollos del Mar Muerto se encontraron numerosos fragmentos de textos
no bíblicos; sin embargo, sólo unos pocos están relativamente completos. Aunque
estos manuscritos no proporcionan demasiada información histórica, describen la
vida y las creencias de quienes vivían en Qumrán, y son por lo tanto, de gran
importancia para comprender el pensamiento religioso de los tiempos de Jesús.
Los principales documentos encontrados y publicados pueden dividirse de la
siguiente manera:
1. Comentarios bíblicos. En la cueva número uno se encontró una copia casi
completa 92 de un comentario sobre los dos primeros capítulos de Habacuc.
También se han conservado fragmentos de comentarios sobre Salmos, Isaías,
Nahúm y Miqueas. Estas dos obras muestran un tipo especial de interpretación
bíblica en la cual se aplican las palabras de los profetas a la secta y los tiempos en
los cuales ésta floreció. Con frecuencia se denomina "Maestro de justicia" a su
dirigente, y "Sacerdote impío" a su principal antagonista. Los caldeos de Hab. 1:6
son denominados quitim, y se insinúa que son los romanos. Además de los
comentarios de libros bíblicos han aparecido colecciones (florilegios) de pasajes
bíblicos con sus correspondientes comentarios.
2. Reglas de la secta. Un manuscrito bien conservado, comúnmente llamado
manual de disciplina, contiene reglamentos de vida y conducta para los miembros
de la secta. Se ve que debían vivir en estricta obediencia a la ley de Moisés. Estas
reglas señalan claramente que la secta de Qumrán es la misma que aparece en el
Documento de Damasco. El Manual de disciplina presenta una sociedad religiosa
bajo un gobierno democrático, con dirigentes escogidos por votación. No existía la
propiedad privada. El dinero era guardado y gastado por el dirigente máximo en
beneficio de la comunidad. En el Manual se señalan diferentes pecados y el
castigo que merecían: estaba prohibido hacer declaraciones falsas o necias,
calumniar o dañar a un vecino, interrumpir el discurso de otro, o dormir durante
una reunión de la comunidad. El Manual de disciplina concluye con un himno. Un
fragmento de dos columnas de otro documento menciona mujeres y niños, por lo
cual puede deducirse que, por lo menos, algunos de los esenios se casaban.
3. Documento sadoquita. En Qumrán se han encontrado fragmentos de los
documentos sadoquitas, los cuales sugieren que ese documento originalmente
perteneció a la comunidad de Qumrán.
4. Regla de guerra. Este documento fue llamado por el profesor E. L. Sukenik,
Una guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas". Describe la
guerra que los miembros de la secta de Qumrán tenían que pelear contra el
mundo impío. Se bosquejan las reglas que gobernarían esta guerra y se presentan
los himnos que debían cantarse una vez que se conquistara la victoria.

11
5. Salmos de gratitud. Es una colección de unos 40 cánticos espirituales,
compuestos de frases de Isaías, Jeremías y Job, pero que muestran una estrecha
relación con los salmos canónicos. Su autor, posiblemente el "Maestro de justicia",
aparece como un hombre perseguido, consciente de sus pecados, pero a la vez
confiado de que está lleno del Espíritu Santo, y de que le han sido revelados los
secretos de Dios para capacitarlo como dirigente de sus seguidores.
6. Apócrifos y seudoepigráficos. Entre los documentos apócrifos se han
encontrado copias fragmentarias de Tobit, Eclesiástico y la Epístola de Jeremías.
En la segunda categoría, han aparecido copias del libro de jubileos, del libro de
Enoc y del Testamento de los doce patriarcas. También puede clasificarse como
seudoepigráfico al Génesis apócrifo, que es una versión legendaria y elaborada de
los relatos de los patriarcas. Otra obra de la cual se han encontrado fragmentos de
diversos manuscritos, describe la Jerusalén celestial. En otra obra hay salmos de
Josué. También aparecen una visión de Amram (padre de Moisés) y una oración
de Nabonido, en la cual agradece al Dios Altísimo por haberlo sanado de una
enfermedad de siete años de duración.
7. El Rollo de cobre. En este rollo de delgada hoja de cobre aparece una larga
inscripción que describe los escondites de grandes tesoros de incienso y metal
precioso. Se discute si este documento es un registro histórico o una ficción.
8. Rollo del templo. Este manuscrito se divide en cuatro secciones. La primera 93
tiene que ver con la pureza ritual; la segunda, con las fiestas religiosas; la tercera,
con la construcción del templo -de donde obtuvo su nombre-, y la cuarta, tiene por
tema el rey y el ejército de Israel.
9. Misceláneos. Entre los documentos misceláneas se encuentran obras de
carácter litúrgico, proverbios, una obra que se refiere a la rotación de las familias
sacerdotales en su servicio, y horóscopos. Además de los elementos ya
mencionados, han aparecido cartas, ostracones inscritos y contratos.
Los documentos de Qumrán presentan las instrucciones en cuanto a los rituales
de la ceremonia de iniciación, cuando se pronunciaban fuertes maldiciones contra
quienes se desviaran de lo reglamentado, pero también se pronunciaba una
bendición basada en Núm. 6: 24-26: "Te bendiga él con todo lo bueno y te guarde
de todo mal. Ilumine él tu corazón con prudencia vivificadora, y te conceda
conocimiento eterno. Levante él su amante rostro a ti para paz eterna" (Manual de
disciplina ii. 2-4). Los miembros de la secta debían purificarse mediante la
inmersión en agua, comer juntos, estudiar la ley constantemente y vivir una vida
santa y piadosa. Entre los manuscritos de Qumrán se han encontrado todos los
libros del AT, excepto Ester, y de varios hay más de una copia. Esto, más el
número de comentarios bíblicos, subraya la importancia que la comunidad le daba
al estudio de la Biblia. Los reglamentos del Manual de disciplina son similares a
los que, según Filón (Que todo hombre probo sea libre 75-91), y Josefo
(Antigüedades xviii. l. 18-22; Guerra de los judíos ii. 8.2), tenían los esenios. Por lo
tanto, se ha aceptado que la secta de Qumrán era esenia o tenía alguna relación
con los esenios. Puesto que Juan el Bautista vivió en las cercanías de Qumrán, y
vivió una vida de ascetismo y practicó el bautismo por inmersión, algunos eruditos
han sugerido que los esenios influyeron en él. También se han señalado algunas
relaciones entre la literatura de Qumrán y el Evangelio de Juan. Es notable el
contraste entre "el espíritu de verdad y el del error" y "entre la luz y las tinieblas"
que aparecen tanto en el Manual de disciplina como en el cuarto Evangelio

12
(Manual iii. 13-iv. 26; Juan 8: 12; 11: 10; 12: 35; 14: 17; 15: 26; 16: 13). Se han
visto otros paralelos entre los escritos de Qumrán y los de Pablo. De especial
interés es el uso de los términos "misterio" y "conocimiento", palabras importantes
en el vocabulario de Pablo, que anteriormente se creía que eran de origen gentil
(ver Manual de disciplina iii. 2. 6; xi. 3. 6; Rom. 16: 25; 1 Cor. 2: 7; Efe. 3: 3). Ahora
se sabe que estos términos se usaban en el culto entre los judíos, lo cual arroja
luz sobre el uso que Pablo les dio. Aunque ya han pasado décadas desde que
comenzaron a aparecer los materiales de Qumrán y de las cuevas vecinas, no se
ha completado el estudio y la publicación de todos los fragmentos; sin embargo, el
gran volumen de material ya estudiado ha proporcionado valiosa información
sobre la secta de Qumrán, y, por lo tanto, sobre el judaísmo de los tiempos de
Cristo y ha sugerido interesantes relaciones con el NT.

La Septuaginta (LXX), Filón y Josefo


Además de algunos de los apócrifos y seudoepigráficos que fueron escritos
originalmente en griego, y que son representantes del judaísmo helenístico, hay
otras obras judías importantes en idioma griego. Entre éstas son especialmente
importantes la Septuaginta -conocida con el símbolo LXX- y las obras de Filón y
Josefo.

La Septuaginta.
En el t. I, p. 43 se estudia el origen y la historia de esta versión, la más antigua
traducción del Antiguo Testamento. Hay varias características que distinguen a la
LXX cuando se compara con el texto masorético del Antiguo Testamento hebreo.
Una de ellas es la presencia de parejas o sinónimos colocados juntos para traducir
una sola palabra hebrea; otra es que la LXX repetidas veces evita la 94
representación antropomórfica de Dios. Esta tendencia era muy característica de
algunos judíos de Alejandría de mentalidad más filosófica. Otra diferencia entre la
LXX y el texto masorético es la disposición de algunas secciones. Hay una
secuencia diferente en el material de Exo. 35-39, 1 Rey 4-11 [3 Rey. en la LXX], la
última parte de Jeremías y el final de Proverbios. Esta tendencia de la LXX
también se extiende a la disposición de los libros, que difiere del orden tradicional
hebreo de la Ley, los Profetas y los Salmos (ver t. I, p. 40). Aunque los
manuscritos de la LXX varían algo en detalles en cuanto a su orden, por lo general
siguen la disposición que se conserva en las Biblias actuales en castellano. En
cuanto a los libros apócrifos, 1 Esdras precede a Esdras; Sabiduría, Eclesiástico,
Judit y Tobías preceden a Isaías; Baruc sigue a Jeremías, y los libros de los
Macabeos siguen a Malaquías. Job se halla entre Cantares y Sabiduría; Ester, con
sus añadiduras apócrifas, está entre Eclesiástico y Judit, y Daniel está
acompañado por Susana, y Bel y el dragón (ver pp. 85-88).
La diferencia más interesante de todas entre la LXX y el texto tradicional hebreo
es, quizá, que algunos pasajes que aparecen en griego no existen en hebreo,
mientras que otros que se han conservado en hebreo no aparecen en griego. La
extensión de esas variantes difiere: en el Pentateuco los dos textos son muy
similares, pero en el libro de Daniel la LXX es muy diferente del texto masorético
hebreo. Debido a esta gran discrepancia, la iglesia primitiva rechazó la traducción

13
de la LXX de Daniel y en su lugar colocó la traducción hecha por Teodoción en la
última parte del siglo II d. C. El libro de Daniel en la LXX se usaba tan poco, que
hoy sólo han quedado dos manuscritos griegos: una copia entre los papiros de
Chester Beatty, del siglo II o III, y el manuscrito o Códice Quisiano,
aproximadamente del siglo X. La presencia en la LXX de material que no está en
el texto hebreo tradicional comprende no sólo pasajes aislados sino también libros,
pues la LXX contiene los libros que ahora los protestantes conocen generalmente
como apócrifos (ver pp. 85-88). Sin embargo, la inclusión de esos libros añadidos
al parecer no se debe a un canon hebreo diferente del masorético, sino a que los
judíos helenísticos aceptaron los libros que fueron rechazados por sus hermanos
de Palestina que eran más conservadores. Los descubrimientos de manuscritos
en Khirbet Qumrán (ver p. 9 l) han despertado un nuevo interés en el estudio de la
LXX, pues allí se encontraron varios fragmentos hebreos del Antiguo Testamento,
cuyo texto está mucho más cerca de la LXX que del texto tradicional hebreo
conservado en otros Rollos del Mar Muerto y por los masoretas. Si bien es cierto
que todavía debe determinarse el significado pleno de estos hallazgos de textos
hebreos semejantes a la LXX, esto parece indicar que por lo menos algunas de las
diferencias entre los textos griego y hebreo hasta ahora conocidas no son
meramente el resultado de malas traducciones o de una tarea hecha con
descuido, sino que más bien se basan en originales hebreos diferentes. Es
evidente que por lo menos ya en el siglo I a. C. circulaba más de una clase de
textos hebreos. Esto hace suponer, además, que uno de ellos representaba el que
se conserva en la LXX, y otro, al que se encuentra en la mayoría de los Rollos del
Mar Muerto y en el texto masorético; sin embargo, las conclusiones finales acerca
de la relación de estos textos deben esperar una investigación más amplia.

Filón.
Filón (o Filón Judeo) es uno de los mejores ejemplos de los eruditos y filósofos
judíos que actuaron bajo la influencia del helenismo. Era un hombre de carácter
noble y mente amplia. Filón nació en Alejandría, quizá entre los años 20 al 10 a.
C., creció en la atmósfera de una cultura cosmopolita y de los mejores modelos
judíos de pensamiento y estudio, tal vez pertenecía al linaje sacerdotal y pudo
haber sido fariseo. Murió alrededor del año 50 d. C. 95
Moisés fue para Filón el más grande de los antiguos como pensador, legislador y
exponente de la verdad divina. Creía que Moisés era el exponente fidedigno de
verdades que la filosofía vehementemente había procurado en vallo desarrollar.
Para Filón, el resultado deseable del estudio filosófico era comprender la
enseñanza de Moisés como la revelación de Dios y la base de la verdad. El
propósito de Filón fue destacar esa verdad que él creía que en parte estaba
claramente presentada en el libro de Moisés, y en parte sólo en forma
embrionaria. Filón, para lograr esto, en su exégesis de las enseñanzas mosaicas
aplicó el método alegórico que ya se cultivaba en los círculos literarios
alejandrinos; con frecuencia llevó esta alegorización a su expresión extrema la
influencia del pensamiento filosófico no judío, especialmente el de Platón, dominó
fuertemente a Filón. Las referencias a Dios como a un Ser con pies, manos o
rostro eran para él un puro antropomorfismo, es decir, era atribuirle características
humanas sólo como figuras de dicción. Filón procuró eliminar todo esto pues creía
que no era literalmente verdadero. Dios era "el Ser por esencia", absolutamente

14
simple, en el cual no se debía pensar como una realidad material sino espiritual, o
más bien metafísica. Para Filón la verdadera razón era el Logos. No personificó al
Logos, sino que evidentemente lo reconoció como el Espíritu de Dios. Filón nunca
unió las ideas del Logos y del Mesías en una persona divina como lo hizo en
forma tan decidida Juan (Juan 1: 1-3, 14). La enseñanza moral de Filón, influida
por la Torah y por el estoicismo, presenta, humanamente hablando, una
quintaesencia de lo mejor de la interpretación que se había ido acumulando de la
ley judía. Creía que el fin supremo del hombre es investigar la voluntad de Dios y
cumplirla. Sostenía que la familia, la comunidad y el desarrollo mejor logrado del o
son oportunidades para que todo hombre de espíritu correcto se ejercite en el
bien. La influencia de Filón fue tan extensa, que las enseñanzas de los cristianos
platónicos Clemente y Orígenes de Alejandría muestran su impacto cerca de dos
siglos más tarde.

Josefo.
Flavio Josefo, el escritor judío más conocido y más ampliamente citado de este
período, fue sacerdote, erudito, oficial del ejército por accidente, e historiador de
gran importancia. Nació alrededor del año 37 d. C. de una noble familia sacerdotal
de Jerusalén, y decía que era de ascendencia asmonea (ver pp. 31, 76). Después
de familiarizarse con las tres sectas judías más importantes de sus días -fariseos,
saduceos y esenios- se hizo fariseo a los 22 ó 23 años.
Cuatro años más tarde fue a Roma donde intercedió en vano por algunos, judíos
que habían caído en desgracia con Félix, el procurador de Palestina. Mientras
estaba en Roma quedó tan impresionado con el poderío del imperio, que cuando
la gran revolución de los años 66-73 d. C. estaba a punto de estallar, Josefo, como
Herodes Agripa II, procuró con todo fervor convencer a los judíos de la inutilidad
de rebelarse contra Roma. Era en realidad un conservador que, por principio, se
oponía a una revolución. Pero los judíos rechazaron el consejo de Josefo por lo
que, cuando tenía unos 30 años, se vio implicado en la revolución que culminó con
la destrucción de Jerusalén. Cuando los judíos lo nombraron gobernador de
Galilea, encabezó las tropas de esa provincia contra los romanos, pero fue
derrotado, capturado y retenido como prisionero durante dos años. Cuando Josefo
fue llevado ante el general romano Vespasiano, profetizó que este general llegaría
a ser emperador; y cuando en el año 69 d. C. Vespasiano fue elegido emperador
por sus tropas, Josefo fue puesto en libertad bajo palabra. Como tributo a la
protección del emperador, Josefo tomó el nombre de Flavio, que era el nombre de
la familia de Vespasiano. Los romanos lo enviaron como emisario ante los judíos
revolucionarios antes de la destrucción de Jerusalén, 96 a fin de inducirlos a que
se rindieran. Cumplió su misión con buena voluntad, pero sin éxito.
Josefo vivió en Roma la mayor parte del resto de su vida. Allí recibió una pensión
la ciudadanía romana, así como el obsequio de una propiedad en Judea. Dedicó la
última mitad de su vida a escribir. Durante ese tiempo produjo cuatro obras
principales.

Guerra de los judíos.


Es la más antigua de las obras históricas de Josefo. Fue escrita primero en
arameo y después fue traducida al griego por peritos lingüísticos bajo su

15
supervisión. Tan sólo ha quedado la traducción griega. La escribió alrededor del
año 79 d. C. y consta de siete libros. Narra la historia de los judíos desde que
Antíoco Epífanes tomó a Jerusalén hasta el fin de la gran guerra romana en el año
73 d. C. La primera parte de esta historia se basa principalmente en la obra de
Nicolás de Damasco; la segunda parte consiste más o menos de las propias
observaciones de Josefo, a las que sin duda añadió elementos que estuvieron a
su alcance en los registros de Roma. Al escribir esta obra, Josefo quizá esperaba
persuadir a los judíos de Mesopotamia para que no intentaran sublevarse como lo
habían hecho sus hermanos de Palestina con trágicas consecuencias.

Antigüedades judaicas.
La segunda gran obra de Josefo, escrita durante los años 93 y 94 d. C., es una
breve historia del pueblo de Dios desde la creación hasta los comienzos de la
guerra romana en el año 66 d. D. La primera parte de esta obra sigue muy de
cerca el relato bíblico de acuerdo con la LXX, aunque a veces Josefo presenta
como hechos algunos elementos de las tradiciones de los fariseos. En lo que
respecta a la parte de su obra que trata del período que sigue al Antiguo
Testamento, Josefo aparentemente usa como fuente 1 Macabeos y los escritos de
Polibio, Estrabón y Nicolás de Damasco. Los resultados testifican de la verdad de
su confesión que hacia el final de su obra se sentía cansado de su area. En
Antigüedades se hace referencia a una cantidad de personajes judíos que también
aparecen en el Nuevo Testamento, tales como Juan el Bautista (Antigüedades
xviii. 5. 2), Santiago, el hermano del Señor (Id. xx. 9. l) y Judas el galileo (Id. xviii. l.
6). También hay un párrafo (Id. xviii. 3. 3) en donde Jesús de Nazaret es descrito
en términos sumamente favorables, con una referencia a su crucifixión y
resurrección. Ese pasaje declara acerca de Jesús que "El era [el] Cristo". El
consenso general de los eruditos es que este pasaje contiene interpolaciones
cristianas que no expresan el pensar de Josefo mismo.

Contra Apión.
Es una defensa de las enseñanzas de los judíos. Apión era un enemigo de los
judíos que para Josefo llegó a ser el gentil típico. Refiriéndose a él hace una
apología del judaísmo, y puesto que Josefo era fariseo, es esta la clase de
judaísmo que defiende. Esta obra también es importante por los fragmentos que
conserva de los escritos perdidos del historiador babilonio Beroso y del historiador
egipcio Manetón. La vida es la autobiografía de Josefo. Fue escrita principalmente
como respuesta a un tal justo que había acusado a Josefo de ser el espíritu
propulsor de la revolución judía. En toda la obra el autor se presenta como
partidario de los romanos, punto de vista. que difícilmente se confirma con su
relato de Guerra de los judíos. Las obras de Josefo han sido muy examinadas por
los críticos, y con resultados adversos, pues no estuvo exento de partidarismos.
Favoreció a los romanos en contraposición a los judíos rebeldes, y favoreció a los
judíos en contraposición a los gentiles. Un proceder tal es comprensible en un
escritor que vivió en un tiempo de intensas divisiones; que trató de hacer la
apología de un pueblo cuya conducta lo había llevado a la derrota y a quedar
subyugado, pero cuyo espíritu aún estaba intacto. Cuando Josefo en algunos
puntos es sometido a la prueba de la arqueología y de escritores menos parciales

16
y que tratan las mismas cuestiones, se descubre que a 97 veces fue descuidado al
escribir sobre aspectos históricos. Sin embargo, permanece el hecho de que sin la
obra de Josefo habría amplias brechas en el conocimiento que existe no sólo de la
historia de los judíos sino también de los romanos. Josefo murió alrededor del año
100 d. C.
Los tárgumes

Así como los judíos del mundo romano fuera de Palestina llegaron a sentir la
necesidad de una traducción griega del Antiguo Testamento, así también muchos
judíos en Palestina –en los siglos posteriores al exilio- se dieron cuenta que no
podían entender la Biblia en hebreo y que necesitaban una traducción al arameo.
Movidos por sus tendencias más conservadoras, durante siglos se abstuvieron de
hacer esta traducción, pero sí dependían de traducciones orales de los pasajes
bíblicos que eran leídos durante los servicios sabáticos en las sinagogas (ver p.
57). Después de que un pasaje era leído en hebreo, se lo traducía al arameo.
Esas traducciones orales quizá comenzaron a escribirse antes del tiempo de
Jesús, y con toda certeza en el siglo I d. C. Se las conoce como tárgumes o sea
"interpretaciones". Puesto que éstas son pruebas documentales del carácter del
texto hebreo que se traducía, los tárgumes tienen cierto valor en el estudio textual
del Antiguo Testamento. También son importantes porque con frecuencia revelan
cuáles pasajes del Antiguo Testamento eran considerados por los judíos como
profecías mesiánicas, ya que los tárgumes no sólo consisten de traducciones sino
también de paráfrasis y comentarios. En esta forma revelan cómo interpretaban
los judíos hace 15 o más siglos ciertos textos que no pueden ser entendidos
fácilmente por el texto hebreo existente. Los tárgumes más antiguos quizá fueron
los que tratan de la Torah o los cinco libros del Pentateuco. El tárgum mejor
conocido acerca del Pentateuco es el de Onkelos, o Tárgum Babilónico. Onkelos,
tradicionalmente considerado como el autor de este tárgum, frecuentemente es
identificado con Aquila, el famoso alumno del rabino Akiba. Aquila es autor de una
traducción muy literal del Antiguo Testamento al griego. El tárgum de Onkelos
también es sumamente literal, aunque contiene algunas secciones que son
parafraseadas. Aunque está en duda su verdadera paternidad literaria, parece que
originalmente fue escrito en Palestina y editado más tarde en Babilonia. Otro
tárgum del Pentateuco que es bien conocido es el del Seudo-Jonatán, llamado así
porque se le atribuyó erróneamente a Jonatán ben Uzziel, el más distinguido
alumno de Hillel; y también se le da el nombre de Yerushalmi I, pues fue
compuesto en Palestina quizá después del siglo VII. Es una traducción con mucha
paráfrasis que introduce varias ideas legales y filosóficas. Otro tárgum palestino
parafrástico del Pentateuco es el Yerushalmi II, también llamado Tárgum
Fragmentario porque sólo se han conservado porciones de él.
El tárgum de los profetas que mejor se conserva lleva el nombre de Jonatán, pero
los eruditoshan encontrado evidencias de que fue preparado en Babilonia por el
rabino José en el siglo IV d. C. Los tárgumes de los "escritos" -la tercera sección
de la Biblia hebrea (ver t. I, p. 40)- aparecieron mucho más tarde. Parece que
nunca se escribieron tárgumes de los libros de Daniel, Esdras y Nehemías.

El Talmud

17
El conjunto de leyes civiles y canónicas de los judíos está contenido en una obra
muy extensa conocida como el Talmud, palabra que significa "enseñanza". El
Talmud se originó en la traducción oral que fue desarrollándose a través de varios
siglos y comenzó a escribirse aproximadamente a comienzos del siglo III d. C.,
con 98 la codificación de su parte básica: la Mishnah. En los dos siglos siguientes
se elaboró y codificó un gran conjunto de comentarios sobre la Mishnah, que se
conoce como la Guemara (o Guemarra). Estas dos colecciones constituyen el
Talmud y suministran la estructura del judaísmo tradicional (ver p. 100).

Tradición oral.
Los rabinos de la era apostólica afirmaban que la tradición oral judía era del
mismo origen divino que la revelación escrita de la Torah. Esta tradición fue
transmitida a las generaciones sucesivas hasta que a comienzos del siglo III d.C.,
aproximadamente, llegó a su forma escrita como la Mishnah y se convirtió en la
norma de conducta para los judíos ortodoxos. La tradición judía aún florecía en
forma oral cuando se escribió el Nuevo Testamento, y se ocupaba principalmente
de la exégesis de las Escrituras hebreas, la cual se conocía como Midrash. Esta
exégesis no tenía un enfoque lingüístico o histórico en el sentido moderno, sino
era más bien una búsqueda de nuevo conocimiento, y el texto bíblico sólo se
usaba para dar orientación e inspiración. Esta exégesis se basaba en deducciones
lógicas, en combinaciones de pasajes relacionados entre sí e interpretaciones
alegóricas. El Midrash que trata de temas históricos o dogmáticos recibe el
nombre de Haggadá ("expresión"), o Midrash haggádico, y la parte que trata de
asuntos legales se llama Halaká (literalmente "camino", es decir, "una norma" o
"una regla") o Midrash halákico. El término Haggadá se refiere a materiales no
bíblicos y a la exégesis de los temas poéticos, históricos y otros asuntos no
legales de la Biblia hebrea. Era la forma corriente que se usaba en la sinagoga
para explicar la Biblia por medio de símbolos, alegorías, fábulas y parábolas. La
Haggadá no estaba sujeta a reglas estrictas de exégesis y permitía el uso de casi
cualquier recurso que dejara en el oyente una impresión duradera. La voluminosa
y legendaria literatura judía del medioevo es principalmente el resultado de la
exégesis haggádica de la Biblia. Sin embargo, sólo una pequeña parte del Talmud
debe su origen a la Haggadá.
El término Halaká se refiere a los reglamentos religiosos basados principalmente
en las secciones legales de la Biblia. La Haggadá era el sistema de exégesis que
se usaba principalmente en los servicios de las sinagogas, en tanto que la Halaká
se estudiaba en las escuelas religiosas más avanzadas. Si era posible hacerlo, se
le daba una base de las Escrituras a los reglamentos halákicos; pero muchas
reglas para las cuales no había base bíblica eran defendidas apoyándose en la
pretensión de que habían sido entregadas a Moisés en el Sinaí sólo en forma oral.
La Halaká fue codificada sistemáticamente, y la máxima ambición de cada judío
erudito en la ley (los "escribas" del Nuevo Testamento) era aprender y entender
todas las reglas halákicas relacionadas con la vida religiosa y secular de un judío
escrupuloso.
Los maestros supremos de la Halaká fueron Hillel el Anciano (murió c. 20 d. C.) y
Shammai. Ambos elaboraron sus enseñanzas en las últimas décadas del siglo I a.
C., y sus seguidores formaron escuelas separadas. Hillel era famoso por la
dulzura de su carácter, que se manifestaba en reglamentos más liberales que los

18
enunciados por Shammai. Si bien concordaba con Shammai en que la letra de la
Torah debía cumplirse literalmente, la interpretaba de tal manera que sólo debían
cumplirse los requerimientos mínimos de la ley; en cambio Shammai era estricto y
exigía a sus seguidores los requerimientos máximos de la ley. Para los no judíos
con frecuencia deben haber parecido artificiales las diferencias entre las escuelas
de Hillel y de Shammai. La naturaleza de los puntos de vista halákicos y las
diferencias entre Hillel y Shammai se ilustran con el siguiente ejemplo. Shammai
dictaminaba que no era permitido vender cosa alguna a un gentil o ayudarlo a
cargar su bestia si iba a viajar con esa carga en sábado; Hillel no veía 99 ningún
mal en permitir esto (Mishnah Shabbath l. 7). Un ejemplo bastante extremo de la
minuciosidad de Shammai, era su insistencia en que cuando se buscaban aves
para sacrificar en un día de fiesta, no se podía mover una escalera de un palomar
a otro, sino sólo de una abertura a otra del mismo palomar; en cambio Hillel
permitía ambas cosas (Mishnah Bezah l. 3). Sin embargo, hay unos pocos casos
en los cuales las reglas de Hillel parecen más estrictas que las de Shammai. Por
ejemplo, permitía que se comiera un huevo puesto en sábado; pero Hillel lo
prohibía argumentando que las restricciones para preparar alimento en sábado se
aplicaban no sólo a los hombres sino también a las gallinas (Mishnah 'Eduyyoth 4.
l). Después de que Tito destruyó a Jerusalén, se fundó una academia de
conocimientos judaicos en Jamnia, al sur de Jope. Aquí también se reorganizó el
sanedrín. El primer director de este centro de sabiduría judaica fue el rabino
Johanán ben Zakkai. El fue quien logró conservar la tradición judaica para la
posteridad, haciéndola -después de las Escrituras hebreas- el centro de todo el
pensamiento y la vida de los judíos ortodoxos. El más famoso de sus sucesores
fue el rabino Akiba (c. 50 d. C. - c. 132), uno de los principales pensadores judíos
de todos los tiempos. De acuerdo con las opiniones de los rabinos, Akiba logró
una comprensión más profunda y más penetrante de la ley que Moisés mismo.
Los primeros años de la vida de Akiba están velados por la oscuridad, pero se
sabe que era de origen humilde y que no comenzó sus estudios hasta que fue un
hombre maduro. Como aprendió a leer y a escribir siendo adulto, mantuvo un
respeto temeroso y místico hacia la escritura. Esa reverencia se manifestó en una
exégesis que daba sentido no sólo a las frases y las palabras, sino también a las
letras y a las partes de éstas. Consideraba que su principal tarea era la de hallar
una base bíblica real o supuesta para cada halaká mediante una deducción lógica,
con lo cual logró dar un orden sistemático a la gran masa de material halákico. Así
creó la primera recopilación completa de la Mishnah. Aunque ese material todavía
no había sido registrado por escrito, es posible que algunas pequeñas
recopilaciones halákicas fueran escritas bajo su dirección. El rabí Akiba es,
además, importante porque fue uno de los líderes del Concilio de Jamnia (c. 90 d.
C.), donde se tomaron importantes decisiones acerca del canon y del texto hebreo
de la Biblia (ver t. I, p. 47), y también porque apoyó al revolucionario Barcoquebas
como al Mesías prometido, durante la guerra que comenzó en 132 d. C. (ver t. V,
p. 90). Es evidente que fue hecho prisionero por los romanos aun antes de que
estallara la guerra. Murió como mártir, al final de la guerra. El más ilustre de los
discípulos de Akiba fue el rabino Meïr, que continuó y completó el sistema legal de
su maestro. Su importancia es evidente por el hecho de que en la Mishnah es
citado más que cualquiera de sus predecesores.

19
Mishnah.
La Mishnah (literalmente "repetición") es la codificación de la ley tradicional de los
judíos. Contiene reglas y requisitos formulados a través de muchos siglos por el
sanedrín, por Hillel, Shammai y por otros famosos rabinos. Contiene conclusiones
tomadas de decisiones acerca de casos nuevos en los cuales las reglas antiguas
necesitaban ser reinterpretadas o modificadas. Por eso las reglas y las
prohibiciones rituales religiosas constituyen la mayor parte de la Mishnah.
El que preparó la Mishnah fue Judá, hijo de Simón (c. 135 d. C. - c. 220 d. C.),
conocido comúnmente como Judá ha-Nasi ("Judá el Príncipe"), o simplemente
como Rabino. El dirigió la preparación de la primera edición completa de la ley
tradicional judía en forma escrita. Judá ha-Nasi era un erudito sumamente agudo.
Estudió griego, latín y astronomía 100 con maestros seculares, y las enseñanzas
de la ley judaica con varios destacados eruditos de su tiempo. Pronto aventajó a
todos sus instructores y llegó a ser una autoridad tan reconocida en halaká, que
sus decisiones fueron colocadas por encima de las del sanedrín, cuyos
reglamentos se consideraban obligatorios sólo si el rabino Judá los sancionaba.
Por ser presidente del sanedrín recibió el título de hanasi, "el Príncipe"; y por sus
estrictos hábitos de vida se lo consideraba haqqadosh, "el santo". Siguió los pasos
de Akiba y de Meïr, y puso orden en las muchas reglas halákicas y las agrupó en
temas tales como días de fiesta, ofrendas, purificación, etc. Esa obra fue
terminada alrededor del año 200 d. C., y se ha convertido en la Mishnah oficial del
judaísmo. La Mishnah se convirtió después del Antiguo Testamento en la principal
fuente de estudios religiosos judaicos, y con frecuencia su autoridad lo ha
reemplazado. También llegó a ser el vínculo espiritual que unió a los judíos
esparcidos en muchas naciones. Después de que la Mishnah se convirtió en
norma de vida, lo cierto es que el sanedrín y los dirigentes judaicos fueron casi
superfluos. Según la distribución hecha por Judá ha-Nasi, la Mishnah está dividida
en seis sedarim, u "órdenes" que contienen 63 opúsculos, cada uno con un
nombre que indica su contenido. Las seis "órdenes" son:
1.Zera'im ("semillas"): contiene 11 opúsculos, y trata principalmente de agricultura
sus productos.
2.Mo'ed ("fiestas establecidas"): contiene 12 opúsculos y presenta reglas en
cuanto al sábado y las fiestas.
3.Nashim ("mujeres"): contiene 7 opúsculos y trata principalmente de reglas del
matrimonio y la vida conyugal.
4.Nezikin ("daños"): contiene 10 opúsculos y trata de las leyes civiles y criminales.
5.Kodashim ("cosas santificadas"): contiene 11 opúsculos y trata de las ofrendas.
6.Tohoroth ("limpiezas"): contiene 12 opúsculos y se ocupa de reglas en cuanto a
las cosas limpias e inmundas.
La Mishnah rara vez trata de temas puramente teológicos y contiene poco material
haggádico. La excepción más digna de destacarse es el opúsculo 'Aboth, o Pirqe
'Aboth (el opúsculo noveno de Seder Nezikin), que es una colección de aforismos
edificantes de los más famosos eruditos judíos desde alrededor de 200 a. C. hasta
200 d. C. Ninguna otra parte de la Mishnah se ha traducido e impreso tan
frecuentemente.

Guemara (o Guemarra).

20
La codificación de la Mishnah dio fin a una era en la historia de los judíos, pues
significó la terminación de la obra de los Tanna'im, los "tradicionalistas", que
habían transmitido la Halaká oralmente de una generación a otra. Durante el
período siguiente, los eruditos de la ley judía son llamados 'Amoraim,
"pronunciadores" o "exégetas". Consideraban que su tarea era estudiar la Mishnah
para interpretarla y resolver sus contradicciones reales o aparentes. Los 'Amoraim
trabajaron intensamente durante los siglos III y IV de la era cristiana, y su material
nuevo -que consiste de una esmerada exégesis de la Mishnah- fue codificado
durante los siglos IV y V. En ese tiempo, este material exegético fue llamado
Talmud ("enseñanza"); sin embargo, en épocas posteriores llegó a conocerse
como Guemara, "terminación", y con frecuencia ahora se aplica la palabra Talmud
a la Mishnah y la Guemara combinadas. En la Guemara se incluyen Baraitas o
declaraciones de la Halaká que no encontraron lugar en la Mishnah.
La Mishnah era una obra unificada escrita en hebreo y aceptada por todos los
judíos, pero la Guemara de los eruditos palestinos -conocida como el Talmud de
Jerusalén- era notablemente diferente del de sus colegas babilonios, que es
llamado el Talmud Babilónico. El Talmud de Jerusalén incluye la Guemara de 38
opúsculos de 101 las primeras cuatro órdenes de la Mishnah y de un opúsculo de
la sexta orden. La Mishnah fue escrita en hebreo, pero la Guemara del Talmud de
Jerusalén fue compuesta en un dialecto arameo occidental. El Talmud Babilónico
incluye la Guemara de 34 opúsculos de la Mishnah, de las órdenes segunda a
quinta, y de un opúsculo de la primera orden y de la sexta. Tanto en el Talmud
Babilónico como en el de Jerusalén, la Mishnah está en hebreo; pero la Guemara
el primero de ellos está en un dialecto arameo occidental, mientras que la del
último está en un dialecto arameo oriental. El Talmud de Jerusalén tuvo poca
aceptación fuera de Palestina; pero el Talmud Babilónico se ha convertido en la
norma aceptada por los judíos ortodoxos desde su edición final c. 500 d. C.

Tosefta.
La Tosefta, que significa "extensión", "adición", es una colección e interpretación
de sentencias halákicas que no se encuentran en la Mishnah ni están citadas
como Baraitas en la Guemara. De manera que en realidad no es una parte del
Talmud. A semejanza de la Mishnah, la Tosefta está dividida en seis órdenes,
pero en total sólo abarca 59 opúsculos en comparación con los 63 de la Mishnah.
No se conocen con exactitud sus recopiladores originales, pero deben haber
hecho su obra antes de que se completara el Talmud.

Comentadores posteriores
La obra de los eruditos judaicos respecto a los escritos bíblicos y no bíblicos no
cesó cuando se completó el Talmud. Durante los siglos siguientes se produjeron
numerosos comentarios del Talmud, como también comentarios acerca de la
Biblia hebrea. Hasta el siglo X toda la interpretación judaica del Antiguo
Testamento (Biblia hebrea) se efectuó con la ayuda de la Haggadá o de alegorías.
Las interpretaciones alegóricas también estuvieron en boga entre los "padres"
cristianos. Sin embargo, la influencia posterior de la erudición arábiga trajo un
cambio que indujo a los eruditos judaicos a que dieran a sus estudios un enfoque

21
gramatical y lexicográfico más sólido, y se logró una comprensión más racional de
la Biblia hebrea. Los comentadores más antiguos que merecen esta designación
fueron Saadia ben José (m. 942), Samuel ben Hofni (m. 1034) y Moisés ibn
Gikatilla, que vivió en la última parte del siglo XI. Sin embargo, las lumbreras
máximas entre los comentadores judaicos trabajaron en los siglos XII y XIII. Entre
éstos se cuentan Rashi (o Raschi), Ibn (o Abén) Ezra, David Kimhi y Maimónides,
cuyas obras no sólo han influido en el pensamiento religioso judío hasta el día de
hoy sino también, en menor grado, en el pensamiento de los comentadores
cristianos. Rashi (1040-1105), rabino francés, escribió comentarios acerca de la
Biblia y del almud. Su comentario bíblico ha sido impreso en la mayoría de las
Biblias rabínicas, y su comentario sobre el Pentateuco es muy usado entre los
judíos. Ibn Ezra (1092-1167) fue un judío español que viajó mucho en la zona del
Mediterráneo, por lo que adquirió un conocimiento enciclopédico tan grande que
sus comentarios acerca de los libros bíblicos fueron valiosas fuentes de
información. David Kimhi (1160-1235) pertenecía a una familia de eruditos judíos
de Francia. Su mayor obra exegética es un comentario de los libros proféticos del
Antiguo Testamento; sin embargo, tuvo más influencia como gramático y
lexicógrafo. Su famosa gramática hebrea, que contiene una lista de raíces
hebreas, durante siglos constituyó la base de la escritura gramatical hebrea tanto
para los judíos como para los cristianos.
Maimónides (1135-1204) fue el más notable de todos los eruditos y filósofos judíos
de la Edad Media. Nació en España y se hizo famoso como líder del judaísmo en
Egipto. Su comentario arábigo sobre la Mishnah dio verdadero significado a 102
muchas frases oscuras de los antiguos rabinos, y extrajo de ellas valores éticos y
dogmáticos. Sus obras influyeron tanto en los escolásticos cristianos como en los
filósofos musulmanes. Tomás de Aquino, Meister Eckhart y aun el filósofo Leibnitz
dedujeron ideas filosóficas básicas de Maimónides.

REFERENCIAS

Ampuero Mata, Víctor. Comentario Bíblico Adventista tomo 5. Pacific Press


Publishing Association, California, EE. UU. 1987. Págs.. 84-103

Diseño de contenido
Lic. Daniel Hernández Vital

22
Producción
UM virtual

23

También podría gustarte