Homero
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(…) Finley insiste en que Aquiles y Héctor, los campeones de los ejércitos aqueo y troyano
respectivamente, sabían que tendrían una vida corta, pero aun así continuaron combatiendo
motivados por el código del héroe, el cual situaba al honor por sobre todo. Esto no significa
que no hubiera divergencias de opinión, pero éstas consistían en desacuerdos acerca de cómo
actuar o alternativas tácticas, no una discusión extensa sobre si arriesgar la vida asumiendo
la condición de héroe y obedeciendo el designio de los dioses o no. Finalmente, si en algún
momento un héroe se atemorizaba, era suficiente amonestarlo para que recobrara el ánimo;
sobre todo cuando se le comparaba con una mujer, dada la posición inferior que ésta tenía en
la sociedad griega en los tiempos micénicos.
En la Edad Antigua se esperaba que el héroe combatiera en primera fila dando a conocer
su valor, como también dirigiendo y alentando a las tropas. El comportamiento heroico, junto
a su noble origen y sus dotes físicas y/o intelectuales eran las características distintivas de los
héroes. Eran los únicos capaces de realizar grandes portentos, llegando hasta la temeridad
como Aquiles o conservando la prudencia como Ulises y Néstor.
(...)El código del héroe coincidía, así mismo, con la creencia de los griegos en el destino
ineludible incluso para los dioses o ananké. Todo esto quiere decir que el héroe combatía por
un ideal superior a sí mismo, es decir, por una forma de concebir la vida como una constante
lucha para obtener poder y gloria, ante la cual valía la pena abandonar el calor del hogar y el
amor de la familia.
Además de la guerra, el héroe homérico demostraba su valentía en la caza y en los juegos.
Estas nobles actividades cumplían los propósitos de mantener al varón en forma para la
guerra, entrenándolo para los rigores del combate, la fatiga, el frío, el calor, la lluvia, el
hambre y la incomodidad; cultivando su carácter, disciplina y compañerismo, cualidades
fundamentales para una sociedad bélica. Igualmente, eran oportunidades para obtener fama
y reconocimiento, e, incluso, demostraciones de poder y riqueza.
La calidad de héroe, empero, no se contradecía con actitudes hoy minusvaloradas.
Hermes, dios de los ladrones, había obsequiado a Autólico2 el don del engaño, cualidad que
heredó Ulises, quien en la Odisea recibe epítetos como: “el héroe paciente”, “fecundo en
ingenios”, “el de heroica paciencia”, “el rico en ingenios”, “divino” y “fértil en trazas” (Canto
VII).
Ingenioso, locuaz y resistente, eran éstas las cualidades excelentes para quien cruzaba
mares, topaba con gentes muy diversas en tierras extrañas y debía afrontar espantosos
peligros: monstruos, magas, tormentas… Ulises no podía, como Heracles, superar esos retos
con la simple fuerza, sino que tenía que emplear todas sus habilidades para escapar como
fuera; no pretendía obtener triunfos gloriosos o un gran botín, sino sólo sobrevivir y continuar
su viaje. Heracles se vestía con la piel del león; Ulises debía usar la del zorro.
(...) A diferencia de otras culturas, los aqueos, debido a su carácter guerrero y nobiliario,
se asentaban por la fuerza en lugares indefensos. Tomar una ciudad, destruirla, saquearla,
asesinar a los hombres y esclavizar a las mujeres y, algunas veces, a los niños, era honorable.
(…) Queda claro, de esta manera, que la sociedad micénica era guerrera y aristocrática. Por
tal motivo, valoraba tanto el honor que, como hemos visto, no se contradecía con actividades
hoy desprestigiadas como la piratería. Del mismo modo, consideraba natural la esclavitud.
Ahora bien:
En la naturaleza del honor está que tiene que ser exclusivo, o por lo menos jerárquico. Si todos
adquieren igual honor, no hay honor para ninguno. Así, el mundo de Odiseo era necesariamente de
fiera competencia, porque cada héroe luchaba por sobrepasar a los otros. Y como los héroes eran
guerreros, la competencia era más feroz donde se trataba de ganar el más alto honor, en combate
individual en el campo de batalla. Allí, el mérito definitivo del héroe, el significado de su vida, pasaba
su prueba final en tres partes: con quién luchaba, cómo luchaba y cómo terminaba.
Los héroes eran, así, reconocidos como valientes por su sociedad y hasta se les divinizaba.
Su dominio no era cuestionado por las otras clases, porque se pensaba que era la voluntad de
los dioses y a causa de estimarlos como garantes del orden. El historiador italiano Luigi Pareti
explica:
Se trata, pues, de seres intermedios entre el hombre y el dios, de superhombres o semidioses, que
habitaron la Tierra en época remota, hijos de dioses o emparentados con ellos. Después de la muerte,
el héroe sigue ejerciendo todavía una acción propia, benéfica o maléfica, alrededor de su tumba,
sobre la que se efectúan sacrificios propiciatorios, por el estilo de los que se dedican a las divinidades
del mundo infernal, porque la mayor parte de ellos eran divinidades ctónicas, o de la tierra, decaídas .
F.AC-GC 004 V04
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Según Pareti, a éstos se suman los seres humanos ponderados como superiores al resto de
los mortales. Antiguamente, los griegos creían que el monarca era de origen divino,
convicción que se mantuvo en zonas periféricas como Esparta, Epiro y Macedonia, en donde
continuó la monarquía. Esta idea sería adoptada más tarde por las familias ilustres.
Finalmente, se encuentran los héroes considerados ficticios, dentro de los cuales están los
héroes epónimos, vale decir, aquellos que dan nombre a pueblos, estirpes, ciudades, ríos y
montañas.
Este conjunto de creencias respecto a los héroes y la estructura social elitista, feudal y
patriarcal de los griegos de la Antigüedad se ve reflejada, de igual manera, en la concepción
de los dioses, ya estudiada, como seres superiores, con un monarca (Zeus) y una familia (los
Olímpicos), asignándoles el rol de custodios de la luz frente a las fuerzas de las tinieblas
representadas por los Titanes y monstruos. De esta manera, tenemos una metáfora del triunfo
del poder civilizador del heleno frente al poder destructivo del bárbaro.
ACTIVIDAD
1. Lectura grupal del texto con toma apuntes de él en tu cuaderno.
Desempeño 1 – Textual
Aplica adecuadamente en sus producciones textuales normas ortográficas y
gramaticales básicas (acentuación, signos de puntuación y uso de mayúsculas).
2. Identifica las ideas principales de cada párrafo y con ellas construye un esquema que te
permita responder los siguientes puntos:
¿Cuál es el tema del texto?
¿A cuál tipología textual corresponde? Argumenta guiándote por aspectos
como el léxico, las características y estructura del texto.
¿De qué manera esta información te ayuda a configurarte como lector?
Construye una respuesta de mínimo un párrafo (8 a 12 líneas)
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Desempeño 2 – Semántico
Comprende el papel de la intertextualidad contrastando textos seleccionados, atendiendo
a temáticas, características formales, estructura interna, léxico y estilo.
Desempeño 3 - Semántico
Construye textos argumentativos relacionando temas, categorías y conceptos de otros
textos en sus producciones