Legumbre
Legumbre
Índice
Principales legumbres
Composición
Proteínas
Hidratos de carbono
Fibra dietética
Micronutrientes
Lípidos
Precauciones
Contaminación con gluten
Forma de preparación de las legumbres
Importancia de las leguminosas
Historia de las legumbres
Sociología de su consumo
El problema de la flatulencia
Consumo mundial
Véase también
Referencias
Enlaces externos
Principales legumbres
Las principales legumbres consumidas en la alimentación humana
son:
Alfalfa (Medicago)
Almorta (Lathyrus)
Guisantes arveja, alverja o chícharo (Pisum sativum)
Fríjol poroto, judía, alubia o habichuela (Phaseolus
vulgaris)
Garbanzos (Cicer arietinum)
Habas (Vicia faba)
Ejote judía verde, chaucha, vainica, vainita o poroto
verde (Phaseolus vulgaris) Vainas de arvejas.
Lentejas (Lens culinaris)
Lupino o chocho (Lupinus)
Maní cacahuate o cacahuete (Arachis hypogaea)
Soja o soya (Glycine max)
Arveja (Vicia sativa)
Composición
Las legumbres han sido cultivadas durante siglos por una gran variedad de culturas. Se pueden considerar
alimentos nutricionalmente recomendables teniendo en cuenta su composición en proteínas, hidratos de
carbono, lípidos, fibra, minerales y vitaminas.
Las legumbres son bastante parecidas entre ellas en su composición de nutrientes, el cual varía un poco en
el cacahuete y la soja ya que el contenido de lípidos en estos puede alcanzar el 18 %, frente a un 4 % en el
resto de legumbres.
Proteínas
En la mayoría de los casos las legumbres poseen entre el 20 % y el 25 % de su peso en proteínas; pero esta
cantidad es más alta en los cacahuetes y en la soja llegando hasta el 38 %. Debido a este alto porcentaje de
proteínas o sustancias nitrogenadas, las semillas de leguminosas han constituido el complemento más
utilizado para aumentar el contenido en proteínas de las raciones
concentradas que se suelen administrar a aves, cerdos y conejos y
otros tipos de alimentación del ganado.
Hidratos de carbono
Como todo alimento que proporciona calorías, su «capacidad» de engordar está directamente ligada a las
cantidades que se ingieran y al «acompañamiento» o «sacramentos», es decir, los alimentos que se ingieran
con ellas, como chorizo, panceta, oreja, etcétera.
Los hidratos de carbono no son imprescindibles para el hombre pero sin ellos, la dieta no es correcta. Desde
el punto de vista nutricional, prescindir de las legumbres en individuos sanos supone una mala
alimentación. Solo hay que adaptar las dosis a cada variedad de legumbre. En el caso extremo y poco
recomendable de que se eliminen, se debe aumentar la cantidad ingerida de grasas o proteínas para así
aportar la energía necesaria al organismo. Las judías verdes, guisantes y habas cuando se comen tiernas,
tienen un valor calórico inferior que el mismo peso en seco, porque la cantidad de agua es más elevada,
aunque en general su composición es muy parecida.
La idea de que las legumbres se digieren mal es errónea ya que el proceso de digestión se realiza en su
práctica totalidad en condiciones normales en individuos sanos, con la gran ventaja de que son
carbohidratos de lenta asimilación. La causa de esta creencia puede estar originada en los síntomas que se
presentan en el intestino grueso, con formación de gases y dilatación. Estos se deben a la fermentación de
los azúcares no digeribles (hidratos de carbono complejos y fibra), que en personas con trastornos
gastrointestinales pueden acentuarse por el alto contenido de proteínas en las legumbres.
Fibra dietética
Las legumbres son una fuente rica de fibra dietética ya que los hidratos de carbono complejos, como la
celulosa, forman parte de la estructura de la pared celular de los vegetales y que no son absorbidos por el
aparato digestivo humano. Las legumbres poseen entre el 11 y el 25% de fibra dietética y son, junto con los
cereales, la principal fuente de esta. Este nutriente tiene efectos preventivos frente a la obesidad, diabetes
mellitus, estreñimiento, diverticulitis y el cáncer de colon. Se ha
demostrado que elevadas dosis de fibra alimenticia reducen el nivel
de colesterol.
Micronutrientes
Sin embargo las legumbres no presentan cantidades apreciables de vitamina C, excepto cuando germinan o
están verdes.
Lípidos
Las legumbres tienen bajo contenido en grasas. Se ha demostrado que una dieta variada y rica en
legumbres ayuda a bajar el nivel de colesterol en la sangre, aunque no se ha demostrado cómo es el modo
de actuación. Se cree que este efecto se debe a la presencia de saponina y de determinados esteroles
vegetales, de los que son ricas, por lo que pueden obstaculizar la absorción de colesterol, también a que la
persona deja de consumir alimentos de origen animal por lo tanto no consumen colesterol.
Precauciones
Latirismo: El consumo continuado de harina de almorta, así como de diversas variedades
de lupín, es responsable de la acumulación de neurotoxinas en el sistema nervioso que
provoca latirismo, una enfermedad que ocasiona una parálisis grave. Esta dolencia, que se
presentó en España en los años cuarenta,1 está latente en zonas pobres de la India.
Fabismo: Es una enfermedad típica de la cuenca mediterránea y asociada a las legumbres
que produce un tipo de anemia hemolítica. Está producida por la ingestión de habas
(generalmente verdes), o por el polen de sus flores, y tiene su origen en la deficiencia
hereditaria de una enzima que interviene en el metabolismo de los glúcidos.
Intoxicación por aflatoxinas: Los cacahuetes se deben comer sin la envuelta que protege
los frutos bajo la cáscara porque puede estar contaminada por un moho que produce
aflatoxinas que son unas sustancias muy tóxicas. El problema se extiende a la ganadería si
se utilizan tortas de cacahuete infectado como componente de los forrajes.
Las legumbres con frecuencia contienen contaminación con gluten debida a la colindancia con cultivos de
cereales y la práctica habitual de rotación de cultivos, y al uso compartido de los equipos de recolección y
transporte y de los silos de almacenamiento. Asimismo, pueden contaminarse durante su elaboración en
fábricas que utilizan equipos de producción compartidos para alimentos con y sin gluten.2 3 4 Este hecho
se produce principalmente en las lentejas, si bien es un tema poco conocido y que resulta normalmente
inesperado, al tratarse de alimentos en principio libres de gluten.3
El Codex Alimentarius admite un máximo de
un 1 % de materias extrañas de origen
mineral, animal o vegetal en las legumbres,
entre las que se incluyen semillas de otras
especies.5
Lo más incómodo y menos popular de estos alimentos es su larga preparación, condicionada por un remojo
de varias horas previo a una cocción prolongada. Sin estos preparativos culinarios no se podría disponer de
féculas y proteínas en condiciones de ser incorporadas al organismo a través del aparato digestivo. Las
recomendaciones en el consumo de legumbres son:
1. Ponerlas a remojo unas doce horas antes con agua lo más pura posible sin añadirle sal ni
bicarbonato que ralentiza el ablandamiento y altera el sabor, pero una pequeña cantidad de
bicarbonato de sosa no tiene manifestación organoléptica alguna y al debilitar las fibras de
celulosa de la cubierta de las legumbres las hace menos indigestas y además aumenta la
permeabilidad al agua.
2. La cocción no necesariamente debe hacerse en ollas a presión o con cerrado hermético,
aunque suelen ser buenas para acortar el tiempo de cocción y conservar las propiedades
nutritivas.
3. Se debe añadir sal en el último momento para evitar que las pieles se endurezcan.
4. Se recomienda consumir legumbres dos veces por semana, sin perder este hábito en
verano, por ejemplo en ensaladas frías o cremas mezcladas con verduras.
Muchas de las desventajas de la cocción y de su remojo inicial se han eliminado hoy en la actualidad ya
que es posible adquirirlas envasadas en latas o en tarros de cristal, que por regla general poseen largos
periodos de conservación (oscilan entre los cinco y seis años desde su envasado).
En algunos escritos mediorientales como la Biblia se habla de las legumbres en la dieta del pueblo judío, lo
que refleja que éstas han estado presentes en la alimentación mediterránea desde tiempos memorables.6 En
el Libro de Génesis, por ejemplo, se narra la historia de Esaú, quien vendió sus derechos de primogenitura
por un guisado de lentejas.7 También es en la Biblia en la que se registra la primera dieta vegana de los
seres humanos. En el Libro de Daniel, Capítulo 1, se relata cómo el rey de Babilonia, Nabucodonosor II,
ordenó que se criasen en su palacio algunos hijos de israelitas cautivos, entre ellos el que sería el profeta
Daniel, y que se les diese una ración diaria de la comida del rey. En el relato, Daniel pidió al príncipe
permiso de no contaminarse con la comida pagana. Al final del período presentaban mejor aspecto que los
que seguían la alimentación del rey.
Prueba, ahora, con tus siervos diez días, y dennos de las legumbres a comer, y agua a beber.
Parezcan luego delante de ti nuestros rostros, y los rostros de los muchachos que comen de la
ración de la comida del rey; y según que vieres, harás con tus siervos. Consintió, pues, con
ellos en esto, y probó con ellos diez días. Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos
mejor y más gordo de carne, que los otros muchachos que comían de la ración de la comida
del rey. Así, fue que Melsar tomaba la ración de la comida de ellos, y el vino de su beber, y
les daba legumbres.
Daniel 1:12-16, Sagradas Escrituras (1569)
En el relato se narra como se siguió con esta alimentación y cuando fueron conducidos ante el Rey
Nabucodonosor, este «no encontró entre todos ninguno como Daniel y sus compañeros». Por su parte, una
de las sentencias del libro de Proverbios de Salomón, declara que: «mejor es la comida de legumbres donde
hay amor, que de buey engordado donde hay odio».8
Por otra parte, los antiguos egipcios tuvieron en alta estima a las lentejas, cultivándolas extensamente y con
mucho cuidado. Fueron también muy apreciadas por los romanos; se dice que en el barco especial en que
se transportó un obelisco desde Egipto a Roma, durante el reinado de Calígula, se transportaron
840 toneladas de lentejas. Sin embargo, las habas fueron consideradas por los egipcios como alimento
despreciable. Los sacerdotes no las comían, aunque el pueblo llano sí. Tampoco eran estimadas por los
griegos y los romanos. La causa tal vez haya que buscarla en que pueden provocar fabismo (véase también
latirismo). El guisante (o arveja) era alimento habitual en Roma, aunque tampoco muy apreciado. Fue en el
siglo XVII cuando se popularizó su consumo en verde y se convierte, en la corte de Luis XIV, en «una
moda y una locura» en palabras de Madame de Maintenon.
La judía, cultivada en toda América desde tiempos remotos, se trajo de América a Europa en el siglo XVI ,
constituyendo al principio un lujo extraordinario, accesible sólo a la mesa de los ricos.[cita requerida]
Desde el cultivo de lentejas y garbanzos en la civilización egipcia y con la incorporación después de las
alubias blancas y rojas que llegaron procedentes del Nuevo Mundo, se instauraron en las comidas y guisos
mediterráneos en la dieta mediterránea.
Corresponde a la soja el orgullo de ser la primera leguminosa de la que se dejó constancia escrita: en los
libros de Shen Nung, que datan del año 2800 antes de Cristo, se describen los cinco cultivos principales y
sagrados de China: arroz, soja, trigo, cebada y mijo. Con ella los antiguos elaboraban preparados de alto
contenido proteínico (requesón, salsas, quesos, pastas) utilizadas para condimentar y enriquecer su
alimentación básica en cereales. Es alrededor del siglo IV antes de Cristo cuando idearon métodos para
extraer su aceite.
Sociología de su consumo
A las leguminosas secas se les ha llamado «la carne del pobre», designación que tiene interés desde varios
puntos de vista:
1. En primer lugar, por su alto contenido proteínico ya que la mayor parte de las leguminosas
sobrepasan el 20 % de proteínas en sus semillas. Ya en tiempos medievales la Iglesia
católica recomendaba el consumo de legumbres durante la Cuaresma.
2. En segundo lugar, se asocian las leguminosas con la idea de pobreza frente al consumo de
carne animal, símbolo de riqueza. Esta asociación viene de antiguo, siendo conocida y
familiar en la antigua Grecia clásica. Así en Pluto, de Aristófanes, uno de los personajes
comenta, hablando de un nuevo rico: «ahora ya no le gustan las lentejas».
3. En tercer lugar la expresión «carne de pobre» es despectiva en el sentido de que constituye
un alimento de «segunda clase». [cita requerida]
El problema de la flatulencia
La generación de gas en el aparato digestivo como consecuencia del consumo de legumbres se debe a las
grandes cantidades de hidratos de carbono que contienen algunas de ellas (especialmente, la soja, el frijol
blanco y el frijol de media luna). Dado que las enzimas digestivas humanas no pueden transformarlos en
azúcares asimilables, esos hidratos salen del intestino superior inalterados y entran en las zonas inferiores
del intestino, donde las bacterias residentes realizan la función que deberían haber hecho esas enzimas. Las
variedades de hidratos de carbono que son las principales responsables de la producción de gas son los
oligosacáridos, el dióxido de carbono y el hidrógeno.9
Consumo mundial
Actualmente, el consumo de leguminosas varía desde los tres
gramos/persona/día en Suecia, Alemania, etc. y los setenta y un
gramos en la India. Este consumo es inverso al consumo de
proteínas de origen animal.
El consumo de legumbres en España ha descendido de forma acusada a partir de los años sesenta. Las
causas son múltiples, entre las que se encuentran el desarrollo del sector ganadero, que ha favorecido la
producción de alimentos propios para los animales, la ausencia de procesos de investigación eficaces para
ofrecer semillas de calidad a los agricultores, el escaso interés del sector industrial en cuanto a su
comercialización, a pesar de que se encuentran platos tradicionales en conserva como la fabada o el cocido
y la tendencia de los consumidores a elegir proteínas de origen animal. Otra causa del descenso del
consumo de legumbres es el aumento del nivel de vida que ha incrementado el consumo de otros alimentos
y el estilo de vida: la mujer y el hombre trabajan fuera de casa y ninguno de ellos dispone de mucho tiempo
para cocinar.
Véase también
Morfogénesis de los nódulos radiculares en leguminosas
Caraotas negras
Referencias
1. http://www.historiacocina.com/gourmets/venenos/almortas.htm
2. «Questions and Answers: Gluten-Free Food Labeling Final Rule. What does gluten cross-
contact mean in the context of the final rule?» (https://www.fda.gov/Food/GuidanceRegulatio
n/GuidanceDocumentsRegulatoryInformation/Allergens/ucm362880.htm). Food and Drug
Administration (FDA). 12 de diciembre de 2017. Consultado el 23 de marzo de 2018.
3. Verma AK, Gatti S2, Galeazzi T, Monachesi C, Padella L, Baldo GD, Annibali R, Lionetti E,
Catassi C (febrero de 2017). «Gluten Contamination in Naturally or Labeled Gluten-Free
Products Marketed in Italy» (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5331546).
Nutrients (Revisión) 7 (9): 2. PMC 5331546 (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5331546).
PMID 28178205 (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28178205). doi:10.3390/nu9020115 (https://dx.doi.org/10.
3390%2Fnu9020115).
4. FAO. «What is the best cropping sequence for the farm?» (http://www.fao.org/docrep/006/y51
46e/y5146e0a.htm). Consultado el 31 de mayo de 2017.
5. FAO y OMS (2007). «Codex Alimetarius. Cereals, Pulses, Legumes and Vegetable
Proteins» (http://web.archive.org/web/20170518205518/ftp://ftp.fao.org/codex/Publications/B
ooklets/Cereals/CEREALS_2007_EN.pdf). Consultado el 31 de mayo de 2017.
6. Pilar García Lorda, Josep M. Sànchez (2005), "La Alimentación y la nutrición a través de la
historia", Editorial Glosa, S.L., pag 148
7. Génesis 25:34 (https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+25%3A3
4&version=DHH)
8. Proverbios 15:17 (https://www.biblegateway.com/passage/?search=Proverbios+15%3A17&v
ersion=DHH)
9. Cf. Harold McGee, La cocina y los alimentos. Enciclopedia de la ciencia y la cultura de la
comida, Círculo de Lectores, Barcelona, 2007, págs. 512-513.
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