Reforzamiento Diferencial
Reforzamiento Diferencial
Reforzamiento Diferencial
componentes y variantes1
Lic. Mauro Colombo2
Brenda es una niña de siete años que asiste a la escuela primaria. Presenta diversos problemas
de conducta que el análisis funcional indica están mantenidos por la atención de sus maestros,
entre los que se destacan gritar, lanzar útiles escolares al piso y proferir groserías a sus
compañeros. Sus maestros coinciden en la importancia que tiene su interés en los adultos, pero
consideran que debería expresarlo de otra manera y no por medio de esos comportamientos.
En sus terapias, Jonathan, quien tiene un diagnóstico de TEA, ante estímulos que desconoce
pregunta en forma repetida “¿Qué es?” Sus terapeutas, que responden cada pregunta, han
llegado a registrar hasta diez repeticiones sobre el mismo elemento. Es un objetivo deseable
que pregunte cuando encuentra algo en su contexto que desconoce, pero tanto el equipo como
la familia están de acuerdo en que constituye un exceso comportamental que repita la
pregunta en tantas oportunidades ante el mismo elemento.
Introducción
Dentro del repertorio de herramientas y procedimientos analítico-conductuales para la
reducción y/o eliminación de conductas problemáticas, existe una amplia gama de estrategias
que pueden ser aplicadas para dichos fines. Si bien aquellos basados exclusivamente en castigo
y extinción reportan beneficios, su utilización debe ser tomada con mucha cautela por las
siguientes razones (Bados y García- Grau, 2011):
Suponiendo que un niño ha aprendido a obtener la atención de sus padres por medio
de emitir gritos en forma aguda y frecuente. Diseñar una estrategia de castigo o poner bajo
1
Texto escrito para la Diplomatura en Análisis Conductual Aplicado en Trastornos del Neurodesarrollo,
dictada en la Universidad Abierta Interamericana. Buenos Aires, Argentina.
2
Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Especializado en ABA en Trastornos del
desarrollo.
extinción sus gritos ignorándolo eventualmente hará que deje de emitirlos; sin embargo, el
deseo de obtener atención por parte de sus progenitores permanecerá.
Otro punto que no puede dejarse de lado son las implicaciones éticas que
procedimientos basados en la extinción, pero en especial sobre el castigo, poseen. Dentro del
código de ética del Behavior Analyst Certification Board de hecho, los procedimientos basados
en castigos se encuentran limitados solamente a aquellos casos en donde las alternativas
basadas en el reforzamiento positivo se hayan agotado, y en donde la o las conductas pongan
en riesgo a uno mismo o a terceras personas (BACB, 2014).
Reforzamiento diferencial
El reforzamiento diferencial es un procedimiento conductual en el cual una clase de
respuestas son reforzadas, a la vez que otra clase de respuestas que el organismo emite no se
refuerza, es decir, es puesta bajo extinción (Miltenberger, 2013; Cooper, Heron y Heward,
2017). Esto en términos prácticos significa que aquellos comportamientos puestos bajo
extinción (los problemáticos) desaparecen o reducen su frecuencia, intensidad y/o duración,
mientras que los reforzados aumentan la misma. Es por estas características un procedimiento
de modificación de conducta muy eficaz, utilizado en diversos ámbitos y ante variedad de
problemas. Es preciso mencionar que por sí mismo el reforzamiento diferencial no es un
procedimiento de enseñanza de nuevas conductas, sino que es deseable que aquellos
comportamientos a incrementar se den, al menos ocasionalmente. Lo que se hará es
incrementar la frecuencia con la cual se emitan. Para la enseñanza de nuevos
comportamientos existen otro tipo de estrategias como modelado, moldeamiento,
encadenamiento, entrenamiento en habilidades conductuales (Caballo, 1995; Colombo y
Panelli, 2020; Starke, 1987); los cuales pueden abandonarse luego de cumplida su labor para
reforzar diferencialmente alguna habilidad adquirida, en caso de no estar en el repertorio del
sujeto previamente.
Un ejemplo de RDA podría ser el asignar a dos jóvenes que han tenido discusiones
entre sí a realizar alguna tarea que requiera la cooperación por parte de ambos. El reforzador
en este caso se dará por la finalización de la misma y por los pasos previos bien logrados. Si
bien el trabajar en un proyecto en común no es incompatible con discutir, de hecho es factible
que para lograr acuerdos en algunos puntos difieran en su opinión y debatan, sería esperable
que los comportamientos cooperativos por un fin común, reduzcan aquellos que originan la
intervención. Es decir, aumentan las conductas de cooperación a la par que se reducen las de
discusión.
Una variante de RDA que reviste especial importancia es aquella en la que la respuesta
reforzada es una conducta de comunicación. Este tipo de RDA se conoce como reforzamiento
diferencial de la comunicación o entrenamiento en comunicación funcional (Carr y Durand,
1985; Carr, McConnachie, Levin et al., 1993). En el mismo, el sujeto que presenta la conducta
problema aprende una que es funcionalmente equivalente, es decir, que posee la misma
función que el comportamiento problemático. En tanto el alternativo produce las mismas
consecuencias que producía el comportamiento problemático, este último deja de emitirse. A
su vez, las contingencias naturales de reforzamiento (el acceder a lo comunicado por parte de
la comunidad oyente) producen que la conducta comunicativa se mantenga en el tiempo
(Skinner, 1957).
Al entrenamiento en comunicación funcional lo podemos considerar, como se dijo,
una forma de RDA en lugar de un reforzamiento de conducta incompatible, por las razones
expuestas a continuación. Supongamos el caso de un niño donde la conducta a disminuir sea
un golpe de puño que da a sus padres, que el análisis funcional ha determinado posee la
función de pedir galletitas (reforzamiento social positivo). Durante la intervención se ha
enseñado al pequeño a verbalizar la palabra “galles”, el comportamiento alternativo que será
reforzado por sus padres entregándoles las mismas. No obstante, puede suceder en algunos
momentos, en especial al comienzo de la enseñanza, que el pequeño diga galles mientras en
simultáneo golpea a uno de sus progenitores. Por supuesto que este tipo de comportamiento
no debería ser reforzado si queremos extinguir los golpes de puño. No obstante, sirve para
clarificar la distinción entre una conducta alternativa (un pedido, en este caso) de una
incompatible, donde no podrían ejecutarse ambas al mismo tiempo.
Como en cualquier intervención basada en análisis del comportamiento, el análisis
funcional es la herramienta imprescindible para determinar la función del comportamiento
problemático, y a partir de allí en qué tipo de comunicación será en la que se entrene al sujeto.
Definido eso, si la función del comportamiento era llamar la atención, se entrenará alguna
forma no disfuncional de hacerlo. Si la función era escapar de alguna demanda, por ejemplo,
se reforzarán pedidos apropiados de escape. Esto lleva a otra de las posibilidades que ofrece el
RDA como procedimiento de modificación de conducta, y es la posibilidad de trabajar tanto en
comportamientos que estén mantenidos por reforzamiento positivo como por reforzamiento
negativo.
Aunque algunos autores ubican a RDI como una variedad de reforzamiento diferencial
de conductas alternativas (Miltenberger, 2014), otros lo colocan como una variante propia
(Martin y Pear, 2008; Cooper, Heron y Heward, 2017). Si son procedimientos distintos o son
variantes del mismo es un debate lícito. La realidad es que en ocasiones es difícil establecer
con precisión si el comportamiento elegido para reforzar es incompatible con el extinguido, o
solo una alternativa al mismo. Al respecto, Cooper, Heron y Heward (2017) puntualizan que si
la conducta <<alternativa>> seleccionada no puede ocurrir simultáneamente con la
problemática, el procedimiento en cuestión debe considerarse como RDI.
Seleccionar reforzadores potentes. Puede suceder en RDI y RDA que el mismo reforzador que
ya no aparezca ante la conducta problemática vaya a ser contingente frente al
comportamiento adaptativo. En estos casos, el análisis funcional del comportamiento habrá
permitido generar hipótesis que indiquen cuál es dicho reforzador. Pero también podría
suceder que se utilicen otros reforzadores, en cuyo caso habrá que identificarlos por otros
métodos, como las evaluaciones de preferencias (Virués-Ortega et al., 2014). Existen distintos
procedimientos que ayudan a señalar que estímulos pueden ser potenciales reforzadores, así
como también indican el gradiente de interés que la persona muestra hacia ellos, entre ellos el
procedimiento de operante libre, de evaluación de estímulo único, de evaluación por pares de
estímulos y de evaluación de estímulos múltiples, con y sin reposición.
Usar el reforzamiento intermitente para mantener la conducta objetivo. Una vez que los
comportamientos deseados empiezan a presentarse de manera consistente y los inapropiados
escasamente, es factible pasar de un programa de reforzamiento continuo a uno intermitente.
Este pasaje hará que la conducta apropiada sea más resistente a la extinción, propiciando
mayores posibilidades de éxito a la intervención de RDI/RDA.
- RDO de intervalo
- RDO de momentos específicos
El RDO presenta algunas diferencias con respecto a los dos procedimientos descritos
con anticipación. En caso de implementarlo, las siguientes consideraciones deben ser tenidas
en cuenta (Miltenberger, 2014):
Seleccionar el reforzador que será utilizado por la ausencia del problema de conducta. Dado
que la otra cara del reforzamiento diferencial es reforzar conductas no problemáticas (o en
RDO, la ausencia de las mismas), debe elegirse un reforzador lo suficientemente potente. Las
consideraciones presentes en RDI y RDA respecto de las evaluaciones de preferencias para
detectar potenciales reforzadores, son pertinentes para el RDO también.
Estipular el intervalo inicial del RDO. Para la elección de este intervalo, es preciso tener en
cuenta la frecuencia del problema de conducta. Si este es muy frecuente, el intervalo deberá
ser corto. El objetivo en la elección del tiempo es que el sujeto acceda a una alta tasa de
reforzamiento por la no emisión de la conducta problema. Suponiendo que la conducta de un
niño de golpear se produzca cada 10 minutos en promedio, en principio debería establecerse
un intervalo menor, para que así el pequeño tenga mayores posibilidades de acceder al
reforzador. En la medida que la frecuencia general vaya disminuyendo, este lapso podrá
extenderse en forma gradual.
Incrementar la duración de los intervalos. En la medida que el sujeto cumple con los criterios
establecidos de tiempo sin presentar la conducta problema, estos pueden prolongarse
gradualmente. De esa forma, la frecuencia del comportamiento problema se irá reduciendo.
Ferster y Skinner (1957, citado en Cooper, Heron y Heward, 2017, P. 563) hallaron en
laboratorio que la presentación de reforzador como consecuencia de una respuesta, la cual
había sido precedida por intervalos de tiempo cada vez mayores sin respuesta, produjo una
disminución en la tasa total de esa misma respuesta. A diferencia del RDO, donde los
intervalos se van extendiendo pero se refuerza la ausencia de conducta, en el RDTB el
reforzamiento es contingente a un tipo de respuesta y no a otra, pero el objetivo es mantener
la misma en niveles más bajos de los cuales se viene emitiendo. Por esa razón si bien son
considerados ambos variantes de reforzamiento diferencial, también son procedimientos
distintos tanto en cuanto a su implementación, como en cuanto a sus objetivos.
Dentro de la literatura se pueden hallar distintas variantes del RDTB (Deitz, 1977),
entre ellas:
Cooper, Heron y Heward (2017) señalan una serie de pautas que es conveniente tener
en cuenta a la hora de seleccionar algunas de las variantes de RDBT para una intervención.
Reconocer las limitaciones de este procedimiento. Si lo que se busca es reducir uno o varios
comportamientos en forma rápida, este no es el procedimiento indicado, ya que suele ser
lento. La misma precaución si lo que se desea es reducir conductas autolesivas, hetero
agresivas o que supongan algún tipo de peligro para uno mismo o terceros.
Seleccionar el RDBT más adecuado. De los tres RDBT analizados, solo el de respuestas
espaciadas proporciona el reforzamiento de forma contingente a la conducta. En los de sesión
completa e intervalos, el reforzamiento no es contingente a la conducta, sino a la finalización
de la sesión o intervalo, respectivamente. A su vez, en estos dos últimos no es necesario que
ocurra la respuesta para que se acceda al reforzador, sino simplemente haber cumplido con el
criterio durante la sesión o intervalo, de acuerdo a cual se haya utilizado. Por otro lado, en los
RDTB de respuestas espaciadas y de intervalo se accede al reforzador con mayor velocidad que
en el de sesión completa. Esto puede ser especialmente ventajoso frente a problemas de
conducta graves, por lo cual es una variable a tener en cuenta en esos casos.
Conclusiones
Los procedimientos basados en reforzamiento diferencial son una familia de
intervenciones que en esencia tienen en común el poner bajo extinción una o varias conductas
consideradas inapropiadas para el sujeto y/o terceros, y reforzar la emisión de otras
alternativas, incompatibles o incluso la no emisión de la conducta problemática.
Es muy versátil tanto en la forma en la que puede aplicarse como en los ámbitos
donde puede ser de utilidad, destacando instituciones escolares, centros médicos y el hogar,
entre otros. Cada una de las variantes descritas posee ventajas y características propias, que es
preciso tener en cuenta a la hora de diseñar una intervención eficaz para reducir
comportamientos problemáticos. También, dependiendo de los objetivos planteados, cada
variante tiene limitaciones que no deben dejarse de lado en el proceso de selección de
procedimiento. De acuerdo a las metas planteadas, puede revestir importancia el hecho de
reforzar un comportamiento alternativo de uno incompatible, por ejemplo, o no desear una
eliminación completa de una determinada respuesta, sino quizás una reducción en la misma.
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