38 Las 70 Semanas Final

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IGLESIA CRISTIANA REMANENTE ESCOGIDO.

Pastor: Olaff Román Saavedra Ayala. Escatología Bíblica.

38. Las 70 Semanas de Daniel 6. Daniel 9:27.

La clase del día de hoy daremos por terminada la serie de enseñanzas dirigidas a las 70
semanas de Daniel, como lo hemos visto, este tema de las 70 semanas está íntimamente
ligado a la escatología, al menos así es para los dispensacionalistas que interpretan el
texto de Daniel 9:24-27 de manera futurista.

XIII. Aclaraciones previas. Llegados a este punto, y para poder continuar, hay que
considerar y refutar otras tres objeciones a la interpretación histórico-mesiánica de
Daniel 9:24-27.

1) Se dice que el mismo Señor Jesucristo afirmó que la septuagésima semana era
aún futura. Así lo afirman las notas de la Biblia Anotada de Scofield. Desde luego,
el Señor Jesús nunca afirmó explícitamente semejante cosa. La hipótesis
dispensacional se basa en la suposición de Scofield y de sus seguidores de que la
triple pregunta registrada en Mateo 24:3: ¿Cuándo sería la destrucción de
Jerusalén? ¿Qué señal habría de la venida de Cristo? y ¿Qué señal habría del fin del
mundo? es respondida por Lucas 21 en su primera parte, y por Mateo las otras
dos. En lugar de admitir que los tres Evangelios Sinópticos son complementarios, la
Biblia Anotada de Scofield y su versión más reciente The New Scofield Reference
Bible, supuestamente revisada, retuercen y hacen violencia a las Escrituras para
hacer que, en el mismo discurso apocalíptico, Jesús diga una cosa en Mateo y
Marcos, y otra diferente en Lucas. Si los versículos pertinentes se colocan a la par,
resultará evidente que Mateo, Marcos y Lucas están hablando de lo mismo:

Por tanto, cuando veáis en para tomar su capa. que esté en el campo, no
el lugar santo la Mateo 24:15-18. vuelva atrás a tomar su
abominación desoladora Pero cuando veáis la capa. Marcos 13:14-16.
de que habló el profeta abominación desoladora Pero cuando viereis a
Daniel (el que lee, de que habló el profeta Jerusalén rodeada de
entienda), entonces los Daniel, puesta donde no ejércitos, sabed entonces
que estén en Judea, huyan debe estar (el que lee, que su destrucción ha
a los montes. El que esté entienda), entonces los llegado. Entonces los que
en la azotea, no descienda que estén en Judea huyan estén en Judea, huyan a los
para tomar algo de su a los montes. El que esté montes; y los que, en
casa; y el que esté en el en la azotea, no descienda medio de ella, váyanse; y
campo, no vuelva atrás a la casa, ni entre para los que estén en los
tomar algo de su casa; y el

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campos, no entren en ella. Lucas 21:20-21.

Como ya lo dijimos en el Tema 13: El Final De Una Era, el propio registro bíblico deja ver
claramente que la abominación desoladora y Jerusalén rodeada de ejércitos no son, a la vista
del Señor, dos cosas diferentes como pretende Scofield. Recordemos que, según la regla
básica de la analogía, se trata exactamente de la misma cosa. La sutil diferencia se da ya
que Lucas está escribiendo a un cristiano no judío (Teófilo) y, por lo tanto, no
familiarizado con el AT, así que intenta ser más explícito que Marcos, el más primitivo, y
que Mateo que fue escrito para un público versado en las Escrituras del AT.

Un judío cristiano, conocedor de las profecías de Daniel, sabría inmediatamente que la


abominación desoladora debía referirse a una horrible blasfemia contra lo que se
consideraba más sagrado, es decir, el templo o la ciudad del Gran Rey. Sin embargo, para
un cristiano procedente del paganismo, la referencia carecería de significado. Lucas
explica de qué se trataba: de Jerusalén rodeada por ejércitos paganos. Jesús aplicó la
expresión abominación desoladora de Daniel al sitio de Jerusalén por los romanos; así lo
entendió la Iglesia primitiva, y así lo testimonia la Biblia. La mencionada destrucción
ocurrió históricamente en el año 70, dando expresión visible y concreta al juicio divino ya
decretado sobre aquella generación. Daniel 9:26b-27b. Mateo 23:36. Mateo 24:2.

2) La segunda objeción es que la destrucción de la ciudad se coloca, en el texto de la


profecía, antes de la confirmación del pacto. La interpretación dispensacional
soluciona este presunto obstáculo mediante el recurso de hacer intervenir a un futuro
Anticristo romano que hará un pacto y luego lo romperá, y que además destruirá el
templo, previa reconstrucción de éste y la ciudad, etc.

La interpretación histórico-mesiánica, fiel a la exégesis literal, resuelve la infundada


objeción simplemente reconociendo la estructura literaria del pasaje, y deduce que si en
dos ocasiones, en un mismo pasaje, en un mismo intervalo, se refiere la destrucción de la
misma ciudad y del mismo templo entonces, obviamente se trata del mismo suceso en
ambas oportunidades; este suceso tuvo cumplimiento histórico en la destrucción total y
completa de Jerusalén y del templo en el año 70.

La profecía dice que la ciudad y el templo serían destruidos y que su fin sería como una
inundación (BVP) o en un cataclismo (BJ), es decir, que serían completamente arrasados. Así
ocurrió ya, en abril del año 70, al mando de unos sesenta mil hombres, el general Tito
sitió Jerusalén, en julio capturó la fortaleza Antonia, construida por Herodes el Grande, y
el 26 de agosto quemó el templo. Pero no concluyó allí la obra destructiva. Flavio Josefo lo
narra de la siguiente manera:

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El 26 de septiembre ya se encontraba toda la ciudad en manos de Tito, quien la hizo arrasar


totalmente, no dejando en pie más que las tres torres del palacio de Herodes en el muro
occidental, con parte de la muralla misma. Cuando los romanos tomaron el área del templo,
con el santuario todavía en llamas, los soldados metieron sus estandartes en el recinto
sagrado, aclamando a Tito como imperator o comandante victorioso, ofrecer tales sacrificios
en el patio del templo del Señor era el colmo de la blasfemia. Este acto, que sucedió después
del cese del sacrificio diario ocurrido tres semanas antes, tiene que haberles parecido a
muchos judíos, como evidentemente le pareció a Josefo, un nuevo y definitivo
cumplimiento de la profecía de Daniel sobre el cese del holocausto continuo y la
instauración de la abominación desoladora.

3) La tercera objeción es que la destrucción de Jerusalén ocurrió fuera del plazo de


las Setenta Semanas. Aunque a primera vista lo parece, en realidad esta no es una
objeción importante, por cuanto la destrucción de Jerusalén no correspondía a ninguno
de los objetivos que, según la interpretación histórico-mesiánica, fueron cumplidos en
Cristo. La venida de Cristo pone fin a la iniquidad, instaura la justicia eterna y hace cesar
los sacrificios como medio de acercarse a Dios. Pero la destrucción, al no ser parte de
estos objetivos, se puede deducir que ocurriría después de los sucesos relativos al Mesías
indicados en los vv. 26a y 27a; pero no se especifica cuánto después.

La caída de Jerusalén con el incendio del templo es la ratificación externa


de la falta de significado de los sacrificios tras la muerte del Señor
Jesucristo.

Jesucristo mismo afirmó que los que vivían en su tiempo verían la destrucción esto en
Mateo 24:34. Este juicio divino fue demorado hasta cuarenta años después de la cruz de
Cristo, con el fin de que muchos miles de judíos pudiesen oír el significado de la cruz de
Cristo y fuesen salvos por medio de la fe y del arrepentimiento, entendido de este modo,
el Salvador resume el hecho de que las setenta semanas de Daniel terminan, no en una
persecución, postrera y posterior a la iglesia, de judíos en Israel, sino con el rechazo de
Cristo y sus consecuencias para Jerusalén. Con todo lo anterior aclarado podemos pasar a
explicar el final del v. 27 de Daniel 9.

XIV. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta


que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador. Para poder comprender mejor veamos varias traducciones del mismo texto:

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 Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
(RVR).
 Y en el ala del templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina
decretada se derrame sobre el desolador. (BJ).
 Y habrá en el santuario una abominación desoladora, hasta que la ruina decretada
venga sobre el devastador. (BNC).
 El devastador colocará el abominable ídolo en el templo, hasta que la ruina decretada
por Dios caiga sobre el devastador. (BLA).
 Y pondrá sobre el ala el ídolo abominable hasta que el fin decretado le llegue al
destructor. (NBE).
 Y un horrible sacrilegio se someterá, ante el altar de los sacrificios, hasta que la
destrucción determinada caiga sobre el autor de estos horrores. (BVP).
 Y sobre el ala del templo estará la abominación de la desolación, hasta que el
exterminio decretado se derrame sobre el desolador. (LPD).

La frase la muchedumbre de las abominaciones es particularmente oscura. La palabra


muchedumbre es kanap ( ‫ ָּכנָף‬, H3671) significa literalmente ala, pero de las 107 veces que
aparece en el AT, sólo en diez se la utiliza con referencia a las aves; es mucho más
frecuente el uso figurado. En este sentido, algunas posibilidades son:

1) El término alas podría aludir al hecho de que la ciudad y templo serían cubiertos
de abominación. Del mismo modo que en otras partes el cubrir con las alas es símbolo
de protección Salmo 17:8. En la misma manera, como las alas eran símbolo de presteza,
puede haber aquí una alusión a lo repentino de la destrucción.

2) Según algunos eruditos, el pasaje debe traducirse literalmente: y sobre el ala de


abominación está un desolador. El famoso físico y matemático Sir Isaac Newton, quien
dedicó los últimos años de su vida al estudio de las profecías, sugirió que las alas podrían
ser una referencia a las águilas, signo del poder imperial romano. Los soldados romanos
ofrecieron sacrificios a sus estandartes en la puerta del templo cuando Jerusalén fue
tomada.

3) Otros ha sugerido que kanap alude al pináculo del templo, y por lo tanto la
expresión se referiría a la contaminación permanente, hasta el fin, del templo y
consecuentemente al golpe de gracia asestado al sistema sacrificial, ya invalidado
por el sacrificio de Jesucristo. También se apoya la aplicación al templo de Jerusalén,
basado en un manuscrito medieval hebreo con la lectura variante y en el templo del Señor
habrá abominación. Asimismo, la más antigua versión griega, la Septuaginta, traduce y

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sobre el templo estará la abominación de asolamiento; una traducción similar –siguiente la
Septuaginta- puede hallarse en la antigua Vulgata latina, y en las modernas versiones en
español BJ, BNC, BLA, BVP y LPD.

En todo caso, aunque la expresión no sea clara, existe un consenso general


acerca de que se trata de un horrible sacrilegio, de una profanación
espantosa contra el templo y la Santa Ciudad.

Éste es el sentido de desolados en hebreo shamem ( ‫ׁשמֵ ם‬,


ָ H8074), que aparece en otros
tres pasajes del libro, siempre con referencia a una profanación. Daniel 8:13; 11:31 y
12:11. En el caso particular que nos ocupa, la referencia del Señor a la abominación
desoladora en Mateo 24:15 y su paralelo en Lucas 21:20, Jerusalén rodeada de ejércitos,
permite concluir que:

Daniel alude a la profanación de la ciudad y del templo por parte de un


ejército pagano.

Es sabido que, por causa de su exclusivismo religioso, los judíos gozaban de ciertas
prerrogativas y consideraciones especiales por parte de los ocupantes romanos. Una de
ellas consistía en que los romanos no introdujeran insignias ni efigies de sus
emperadores ni en la ciudad ni mucho menos en el templo. Cuando, al principio de su
gestión, Poncio Pilato tuvo la mala idea de colocar una noche en el templo las insignias
imperiales, la reacción popular le obligó a sacarlas de inmediato. Por esta razón, la única
forma en que una bandera pagana podía ondear en Jerusalén era mediante la fuerza
bruta y tras una guerra a muerte, e implicaba una devastación total de la ciudad y del
templo.

Precisamente esto es lo que predice el v. 26b, y nos da otra razón más para considerarlo
parte de la predicción del mismo acontecimiento al que se refiere el v. 27b. La
devastación y la guerra continúan hasta el fin, hasta la abominación y el horror final, la
destrucción completa de la ciudad santa.

La última frase del v. 27b, lo que está determinado se derrame sobre el devastador, como
traducen la mayoría de las versiones, sugiere que el agente causante de la destrucción
está también a su vez condenado, y será inexorablemente destruido. Sin embargo, la
versión inglesa King James (KJV), traduce la frase como sigue: Hasta la consumación, y lo
que está determinado se derrame sobre lo desolado.

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Parece también acertado pensar que la frase indica no la destrucción del invasor, sino lo
severo y terminante del decreto divino, destacando lo completo de la destrucción y lo
terrible de la devastación. Esto fue precisamente lo que ocurrió. No solamente fueron
tomados y destruidos la ciudad y su templo, sino que toda Judea fue devastada por causa
de quienes rechazaron al Mesías de Israel.

A mi parecer, el versículo 27b señala, quizá más que ningún otro pasaje de la profecía de
Daniel, lo desacertado de la interpretación futurista, ya que la profecía concluye
anunciando la destrucción total de la ciudad y del templo, y obviamente de sus
habitantes, sin que se mencione, ni tan siquiera se insinúe, ninguna intervención divina
para evitarlo. Para quienes rechazaron al Mesías, no se da ninguna esperanza, excepto
una horrenda expectación de juicio. La profecía concluye no con bendición, sino con la más
severa maldición.

La parte final de la profecía habla de lo que ya establecimos hace tiempo,


la destrucción de Jerusalén y el templo como juicio por parte del Señor.

Después de analizar detenidamente los puntos de la profecía:

I. Significado del término Semanas: son de 7 años: heptenas de años.


II. El tiempo es fijo: no hay movilidad de años.
III. Objetivos Proféticos de las 70 Semanas: es una profecía mesiánica.
IV. Su cumplimiento: se da en el Nuevo Testamento.
V. Inicio de las 70 semanas: con el decreto de Artajerjes a Esdras en el 457 a.C.
VI. Hasta el Mesías Príncipe: el bautismo del Señor Jesús.
VII. Se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos: así fue la
reconstrucción del templo y los muros.
VIII. Mesías será cortado: la muerte vicaria de Cristo.
IX. Mas no por sí: la inocencia del Señor en su juicio.
X. El pueblo de un Príncipe que ha de venir: anuncia el juicio sobre Jerusalén.
XI. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos: la predicación desde Cristo
hasta la muerte de Esteban fue solo a los judíos.
XII. A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda: con la muerte del
Señor Jesús ya son innecesarios los sacrificios cruentos en el templo.
XIII. Aclaraciones previas.
XIV. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre
el desolador: habla de la destrucción de Jerusalén como juicio por parte del Señor.

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Pastor: Olaff Román Saavedra Ayala. Escatología Bíblica.
Concluimos que, al menos para nosotros, la postura histórico-mesiánica, en la
interpretación de dicha profecía es la que más está en armonía con la Escritura en
general, y al mismo tiempo nos alejamos por completo de la interpretación futurista que
el dispensacionalismo sostiene de este pasaje.

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