Cómo Consolidar La Opción Vocacional
Cómo Consolidar La Opción Vocacional
Cómo Consolidar La Opción Vocacional
Oración: Jn 1, 35-42
Introducción
La vocación es una llamada a ser y a realizarse en la fidelidad al propio ser: una
invitación al hombre para ser cada vez más hombre. Es una llamada a la comunión con Dios,
el hombre es portador, mediador y artífice de una comunión universal, en una comunidad de
fraternidad que es la Iglesia. Nace de la libre y gratuita iniciativa del amor divino. Es un Don
que hace Dios al hombre con intención de salvarle.
Si la vocación es una llamada que implica la respuesta libre y consciente de la persona,
podemos hacernos la pregunta ¿cómo consolidar la opción vocacional?, puesto que la opción
vocacional necesita afianzarse, para después ser perseverante y fiel. A continuación,
presentamos una serie de medios que son necesarios para consolidar la opción vocacional.
1. Experiencia de Dios (Encuentro con Dios)
Es aquella realidad de reconocer la presencia de Dios en nuestra vida (2 Cor 1, 21-22).
Es el Padre quien toma la iniciativa “Nadie puede venir a mí si el Padre no le trae” Jn 6, 44.
Siendo Cristo la Palabra definitiva del Padre, es quien llama. Escucharlo equivale a
encontrarlo y unirse a él con todo el ser, hasta el punto de sentirnos transformados en El. Dirá
Pablo “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” Gal 12, 20. 1
Sin encuentro personal con Cristo, no se puede llegar a la madurez vocacional, a concretar la
vocación, podría haber teoría, pero no vida. se necesita de la teoría y de la vida para afianzar
la vocación. Entonces hay un primer encuentro que toca la vida, no obstante, siempre habrá
encuentros.
2. La Oración y el discernimiento
Existe una estrecha vinculación entre oración y discernimiento. La oración es la elevación
del corazón a Dios. Cuando un hombre ora entra en una relación viva con Dios bajo la
presencia del Espíritu Santo. Por tanto, se trata de recapitular la vida en Cristo. Asumir mi
participación en la historia de salvación. Esta oración tiene algunos rasgos:
Oración centrada en la Palabra, escucha de la Palabra.
Oración desde la propia verdad, ante Dios se descubre la verdad, es un ejercicio de
reconocimiento y aceptación de vida, para orientarla a Dios.
Oración que descubre la oblación, la entrega, el servicio; y confronta mi realidad.
Oración en, por y desde la comunidad, se pertenece a la Iglesia y se siente con ella.
Oración que pone la vida delante de Dios para que el disponga de mí lo que quiera.
1
Cf. Pigna A.; La vocación, teología y discernimiento, p. 51-54
Esto mismo nos lleva al discernimiento:
Puesto que el hombre se encuentra con un Dios personal que le da a conocer su voluntad y
lo llama a cumplirla, debe dar una respuesta. Discernir es comprender el significado salvífico
de la experiencia de Dios que tiene lugar en el combate entre la gracia y el pecado. Por tanto,
el discernimiento necesita de ciertas condiciones previas2:
Actitud de fe que obra por la caridad.
Libertad y recta intención de obrar la voluntad de Dios.
Actitud que necesita de la luz del Espíritu Santo.
Escucha del director espiritual con humilde obediencia.
Sinceridad y honestidad, con Dios, conmigo y con el director.
Aceptación con confianza y humildad de la voluntad de Dios, aunque pueda pasar por
la noche oscura y por la cruz.
3. La experiencia apostólica
El apostolado es un ámbito privilegiado para concretar la opción vocacional, porque en
él se ponen en práctica los valores de la fe, la realidad de la persona y se vislumbran las
posibilidades de realización personal en un camino vocacional específico.
Para considerar que exista la autenticidad en el servicio, la verdadera entrega al Señor y a la
Iglesia, libre de intereses y preocupaciones.
Para identificar las conductas en medio del servicio público, que sea en orden a la misión de
Dios y no afán de protagonismo, activismo, individualismo, poder, etc…
Conocimiento práctico de la realidad eclesiástica, de la comunidad, de la parroquia y del
presbiterio.
4. La visión de la propia historia de Vida
Se trata de atender aquellos acontecimientos que han marcado la propia personalidad;
para tener una visión más unitaria y armónica de la propia personalidad; una capacidad de
leer esa historia con gratitud y de encontrar en ella un sentido con responsabilidad, para
construir algo mejor. Esto es un reflejo de la Historia de Salvación, en donde el hombre
adquiere la certeza de que es Dios quien conduce su historia, y que todo lo ocurrido en ella
ha sido para su bien.
Esto implica un retomar y revivir los acontecimientos; encontrar los dones de la gracia sea
bajo el signo del gozo o del dolor. El revisar el conjunto dan clave de toda la personalidad,
se da un significado a lo que parecía sin sentido; se integra la historia en una sola, dividida
por un “antes y después”; se concluye con la alegría del avance y la esperanza de mejorar,
reconocimiento de la misericordia de Dios con gratuidad.3
2
Cf. Migoya F.; Vocación: Gracia y Misterio; p 209-214.
3
Cf. Sacerdotes operarios Diocesanos, Curso de discernimiento vocacional, p. 171-174.
5. El proyecto personal
Se trata de la vida del candidato, que abra su vida a la voluntad de Dios. Así se refiere a
la integralidad de la persona, debe incluir todas las dimensiones de la personalidad:
Espiritual: pone atención a la relación con Dios y a la imagen que se tiene.
Humana: todo lo que implica la formación al interior y al exterior de la persona.
Apostólica: valor del apostolado en su integración personal.
Intelectual: la formación académica, cultural, social, en dirección al servicio.
6. Los acompañantes y la comunidad
Este medio busca ahondar en las motivaciones de las conductas objetivas y sociales para
purificarlas y profundizarlas, de modo que están en línea con la opción vocacional. Los
acompañantes, son un referente significativo, podemos señalar al menos tres figuras de
acompañamiento:
Formador Humano: le corresponde dar un juicio sobre la idoneidad fundándose en
las conductas objetivas y en el conocimiento que consiga de las motivaciones.
Formador Espiritual: cuida el proceso espiritual; escucha y anima a responder a la
voluntad de Dios sobre su vida.
Psicólogo y otros especialistas: ayudan a la configuración científica de la
personalidad del candidato con las herramientas de las diversas disciplinas.
Con ello el candidato aprende a escuchar opiniones diversas y equilibradas desde su identidad
personal, se apoya de estas referencias para integrar su personalidad y forma su propio
criterio.
La comunidad:
Ella tiene una gran importancia en el proceso. Todo llamado de Dios es acogido en un grupo
y para un grupo. La comunidad estimula el compromiso personal y da forma al esfuerzo que
el candidato realiza. En ella se crea un ambiente cultural específico, lo que se clarifica en la
persona se concreta en el grupo. La comunidad es la referencia de la Iglesia. Las actitudes de
las personas en la comunidad son como un indicio y un ensayo de sus actitudes ante la
comunidad cristiana.
7. Los ejercicios espirituales
En tanto que “son tiempo de profunda revisión en el encuentro prolongado y orante con
el Señor, vividos en un clima de recogimiento y de silencio, deben tener continuidad, durante
el curso del año, en los retiros periódicos y en la oración personal cotidiana. De esta forma,
por la acción del Espíritu, se manifestará y se consolidará gradualmente en el corazón del
seminarista el deseo de gastar, con generosidad, la propia vida en el ejercicio de la caridad
pastoral” (Ratio fundamentalis 108).
8. La Iglesia
la pertenencia a una institución concreta es necesaria para todo llamado de Dios. Nadie
es llamado en solitario, sino para formar parte de una comunidad recreándolo
constantemente. La Iglesia necesita clarificar, desde el Espíritu el modo en que
participaremos de la misma. Todos somos responsables de su caminar y de cómo responde a
las necesidades actuales. La persona ya no se comprende a sí misma como independiente,
sino en continua relación con la comunidad y en función de sus necesidades.
Mi opción se concretiza cuando:
Mantengo el interés por todas las obras de la Institución, aunque no me corresponda
colaborar directamente.
Asumo toda su realidad, por medio de mi personalidad: dones y carismas.
Soy obediente, acepto y apoyo a quien es mi autoridad (Obispo). Manifiesto respeto
y gratitud.