Necesidades Académicas VS Necesidades Emocionales
Necesidades Académicas VS Necesidades Emocionales
Necesidades Académicas VS Necesidades Emocionales
Existe la tendencia a percibir cómo son los demás seres humanos de una manera un
tanto distorsionada. Esa distorsión viene determinada en gran medida por toda una
serie de sesgos de tipo cultural que, aunque en algún momento de nuestra vida nos
hayan hecho expresar nuestro lado más rebelde, llega un momento en el que nos
rendimos y acabamos asumiendo todas esas premisas (me atrevería a decir incluso
que algunas anti-natura) como válidas.
Este hecho nos hace repetir el mismo error del que tanto nos hemos venido quejando a
lo largo de una serie de años, especialmente en aquellos sobre los que recaía el peso
de estos sesgos... cuando uno es niño (o no tan niño) tiende a pensar en la injusticia de
tener que vivir bajo unas normas que no se ajustan a las necesidades reales, e incluso
llega a jurar y perjurar que "eso jamás lo haré yo con mis hijos... cuando los tenga". Esa
es una etapa de la vida que en ocasiones se tiende a tildar de egocentrista. El egoísmo
del adolescente en nuestra cultura... así lo llamamos. No estaría de más recordar no
solo estas palabras sino también todos esos sentimientos que se tenían cuando uno
crece en un ambiente (y no me refiero solo al familiar, de hecho, la mayoría de las
veces no tiene que ver con la familia)...un ambiente que no se esfuerza por adaptarse a
tus necesidades. No siempre la experiencia es un grado, especialmente cuando
difuminamos de manera tan abrumadora nuestros sentimientos como parte de nuestra
memoria. Y entramos en un círculo vicioso, una espiral en la cual, nuestras sociedades
repiten una y otra vez los mismos errores. Ya R.Sternberg, dentro de su Teoría
Triárquica de la Inteligencia, entiende la capacidad intelectual como el arte de
adaptación al medio. El individuo integrado en la sociedad. Pero en su definición de
inteligencia contextual, no se queda ahí y habla también de la necesidad de adaptar el
medio a las propias necesidades. Un suerte, por tanto de quid pro quo. Una mezcla en
armonía entre el yo te doy y el tú me aportas....
¿Qué entendemos por "un@ niñ@ buen@"? ¿Acaso es quien toma decisiones,
protesta contra las injusticias y realiza preguntas reiteradamente hasta hallar un sentido
en las respuestas? Más bien se tiende a definir como "niñ@ buen@" a aquél o aquella
que obedece, acata las normas con una sonrisa, no me da disgustos, saca buenas
notas y ayuda a las personas adultas que le rodean.... en fin, o lo que es lo mismo, se
tiende a considerar como niñ@ buen@ en realidad un niñ@ inexistente. Cuando
hablamos de altas capacidades, y olvidamos el aspecto emocional, caemos de nuevo
en ese mismo sesgo: tendemos a hablar y trabajar sobre sus necesidades de tipo
académico, interpretadas frecuentemente bajo el estigma del "démosles más", cuando
en realidad lo que necesitan es "ofrezcámoselo mejor". Y si es@ niñ@ se rebela a
edades tempranas contra esta especie de anti-sistema, no es buen@ niñ@. Incluso le
podemos colocar la etiqueta pertinente de TDAH, asperger o trastorno desafiante, y de
esta forma ya se brinda la oportunidad de convertirlo en "buen@ niñ@", de llevarle por
el redil.
Pero es que en la vida hay muy pocas cosas seguras acerca de las que poder realizar
afirmaciones de manera taxativa y rotunda, salvo en una: es@ "buen@ niñ@" CRECE.
Y llega un momento en que no basta la pastilla para concentrarse mejor o no es
suficiente la terapia para ayudarles a relacionarse con los demás (sin considerar cómo
se comportan los demás con él) y adaptarse a un mundo que está siendo injusto con él
o con ella.
Es en ese preciso momento cuando nos percatamos que sus "necesidades" no eran
exclusivamente académicas. En este punto, quisiera finalizar lanzando una pregunta:
¿qué pasaría si le hubiésemos preguntado acerca de qué es lo que considera "ser
feliz"?
Quizá por eso, hasta que este tipo de problemáticas se solucionen, no va a llegar el cambio
que las familias en las que la alta capacidad está presente en nuestras vidas estamos pidiendo
(cada una con sus matices, por supuesto, he ahí la famosa "heterogeneidad" de la que tanto se
habla).
Y es que la sociedad adolece de un concepto que, paradójicamente, debería venir implícito en
nuestro funcionamiento, y que es la noción de HUMANIDAD. En su sentido más amplio:
corazón, sentimiento, empatía, autoconcepto y autoestima. Una sociedad, en definitiva, donde
importen más cada una de las personas que la componen que el provecho "social" que
podamos extraer de ellas.
Digo esto en este momento con conocimiento de causa. Empezaba aludiendo al momento
estival, y el motivo fundamental de ello es la oportunidad que me da de implementar mi
formación en el tema de las altas capacidades, aunque no solo desde la autoformación (hecho
que recientemente estoy experimentando y por cierto me encanta), sino también poder tener la
oportunidad de escuchar a otras personas, algunas de ellas consideradas auténticas
eminencias en este campo... y que conste que desde mi opinión, unas con una fama
absolutamente merecida, y otras... en fin, como hubiese dicho un@ maestr@ en mi época
estudiantil, de "Necesita Mejorar".
Me estoy llevando una impresión general un tanto ambigua al respecto: siempre va a haber
nuevo conocimiento desconocido que entra y se acomoda, ideas que cambian fruto de las
aportaciones externas y el trabajo de reflexión interno, y otras ideas que se mantienen y
refuerzan, especialmente después de haber tenido la oportunidad de conocer a personas con
las que poder compartir experiencias e impresiones que van más allá del ámbito más
puramente académico, por la cercanía que da el estar sentados al lado, como ha sido el caso
más reciente en La Rioja. Personas maravillosas con las que se habla, a las que se apoya y se
recibe apoyo, que sin necesidad de poseer un nombre reconocido a nivel académico y/o
institucional, están empapadas de auténtico conocimiento de lo que realmente implica poseer
alta capacidad o de convivir con ella. Cómo no... somos las personas, las familias. Ese es el
lado más humano y especial de todo este, llamémosle, fenómeno.Ese es el lado más humano y
especial de todo este, llamémosle, fenómeno. Este es el aspecto conceptual, que algunos
teóricos deberían de molestarse en conocer en auténtica profundidad, desterrando prejuicios
como que "madres y padres sobre-estimulamos a nuestr@s hij@s desde edades tempranas y
por ello hay tanto "falso positivo" o "fraude", especialmente por encontrarse dedicad@s a
profesiones vinculadas a la enseñanza". No es una frase inventada. Ha sido real.
Me alegró tener la oportunidad en Donostia escuchar a Dña. Izaskun Etxebarria hablar de sus
conclusiones sobre el aspecto emocional en la alta capacidad después de haberse zambullido
en ella a través de las personas directamente implicadas (tanto que escuchar su intervención
me emocionó profundamente).Y me alegró de la misma forma en La Rioja escuchar cómo la
profesora Luz Pérez habló de la práctica en la escuela, poniendo ejemplos de qué se puede
hacer y de hecho se hace. Hablando también de la importancia que tenemos padres y madres
en la DETECCIÓN de la alta capacidad. Y no fue la única persona que mantuvo esta
afirmación, de hecho, traspasa fronteras: la propia Joyce Van-Tassel Baska hizo no solo
mención sino también hincapié en este aspecto.
Y es curioso, porque suele ser más probable llevar a cabo la detección (o en todo caso poseer
una fuerte sospecha) cuando lo observamos en nuestr@s hij@s que incluso cuando hablamos
de la propia detección en un@ mism@. Por otro lado, no es de extrañar en absoluto, porque en
la alta capacidad intelectual, no solo hay un gran cerebro que funciona de manera espectacular
a nivel cognitivo, sino que hay un gran corazón que hace que se mueva no solo el organismo
particular, sino también el mundo. Al menos "nuestro" mundo.