Escuela de La Fe - Lectio Divina. Manual Del Formador
Escuela de La Fe - Lectio Divina. Manual Del Formador
Escuela de La Fe - Lectio Divina. Manual Del Formador
Sesión 1
1
Introducción al curso de la lectura orante
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan que la Biblia para los cristianos
es el libro de verdad, vida y salvación; que a través de él entablamos con Dios
un diálogo personal.
Esquema de la lección
Enlace: Comentar con los alumnos la siguiente pregunta: ¿Qué les sugiere la
expresión: Lectura orante de la Biblia?
El formador explicará que la Sagrada Escritura puede ser vista como objeto de
ciencia. Puede considerarse también como un libro extraordinario de cultura.
Hasta puede leerse por simple curiosidad intelectual, para conocer el libro de la
religión judía y del cristianismo. Nosotros tomamos la Escritura como libro de
verdad, vida y salvación; como libro que permite entrar en la historia de la
salvación, permanecer dentro de ella y desde ella entablar con Dios un diálogo
personal en el que escucho palabras de vida eterna.
2
San Benito de Nursia nos recuerda que el amor verdadero y absoluto hacia
Cristo se manifiesta de manera significativa en la oración.
El alma espera cada día con amor la Palabra de Dios y la estudia con ferviente
interés; para conversar con Dios, para dirigirnos a Él con sus mismas palabras,
para que pensemos como Él piensa; en resumen, para que vivamos su vida.
Tanto los Padres y monjes de Oriente como los de Occidente son muchas veces
maestros de lectura orante. En Oriente, por mencionar alguno, sobresalen el
gran Orígenes y su discípulo Evagrio Póntico, y junto a ellos los santos
capadocios (san Basilio, san Gregorio de Nisa y san Gregorio Nacianceno), al
igual que san Juan Crisóstomo. Entre los Padres y monjes de Occidente
mencionar san Jerónimo y san Agustín, al papa san Gregorio Magno, a san
Ambrosio de Milán y a san Cesáreo de Arlés, a san Benito y a san Bernardo.
3
primacía de la Escritura Sagrada sobre cualquier otro libro en la vida de unión
con Dios y en el progreso espiritual. 1
En efecto, “la Palabra de Dios es viva y eficaz, cortante como espada de doble
filo” (Heb 4,12). “Es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios que es, en
verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento
del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual” (DV 2).
1 Cf. La Palabra de Dios (Dei Verbum) n. 25; El orden de los presbíteros (Presbyterorum
4
“Algunos de Ustedes dicen: yo no soy monje, pero en esto se equivocan, porque
creen que la Escritura interesa solamente a los monjes, mientras que es más
necesaria a ustedes, los fieles que están en el mundo” 6
La Palabra de Dios debe ser la primera fuente que inspira la vida espiritual de
la comunidad en sus aspectos prácticos, como los ejercicios espirituales, los
retiros, las devociones y las experiencias religiosas. Importante objetivo, y
criterio de autenticidad, es hacer madurar a cada uno en la lectura personal de
la Palabra en óptica sapiencial y en vista de un discernimiento cristiano de la
realidad, de la capacidad de dar cuenta de la propia esperanza (Cf. 1 P 3, 15) y
del testimonio cristiano de la santidad.
El Cardenal Carlos María Martini ha llegado a decir que “La lectura orante es
un derecho de todo bautizado y debe hacerse accesible a todos” 8 .
7 SAN CIPRIANO. A Donato, 15.
8 CARD. MARTINI CARLO MARÍA, In principio la Parola, p.56.
9 Conferencia Episcopal Italiana, “Nota pastoral de la Comisión Episcopal para la Doctrina de
la fe y la catequesis”, n. 29.
5
Se advierte, por otra parte, la necesidad de una adecuación de la
forma clásica a las diversas situaciones, teniendo en cuenta las
posibilidades reales de los fieles, en modo de conservar la esencia de
esta lectura orante, pero al mismo tiempo favorecer su calidad de
alimento nutriente para la fe de todos.
II. Conclusión
Concluir que como todo método necesita conocerse en los elementos que lo
componen y practicarse pacientemente durante un tiempo hasta lograr una
cierta familiaridad con él. Es un método de hacer oración, por lo tanto requiere
unos presupuestos y unas disposiciones orantes, sin los cuales el método será
un instrumento mecánico, sin vida y sin frutos. Es un método que pueden
aplicar todos sin distinción, cada uno a su modo, en su circunstancia. Todos, sin
embargo, habrán de lograr el mismo resultado sustancial: la unión con Dios por
medio de la Escritura Sagrada.
Resumen
10 Cf. SÍNODO DE LOS OBISPOS, Instrumentum laboris, n. 38. 2007.
6
actividades cotidianas. El alma espera cada día con amor la Palabra de Dios y
la estudia con ferviente interés; mediante una aplicación vital.
La Palabra de Dios debe ser la primera fuente que inspira la vida espiritual de
la comunidad en sus aspectos prácticos, como los ejercicios espirituales, los
retiros, las devociones y las experiencias religiosas.
Para recordar
“Es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios que es, en verdad,
apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento
del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual” (DV 2).
Lecturas complementarias
La “lectio divina”, obediencia dócil al Dios que habla (I). 22 de Agosto de 2008.
Fuente: www.zenit.org
7
Bibliografía
Autoevaluación
8
5. Menciona cuál es la novedad de la lectura orante, que se analizó en el
pasado Sínodo de los Obispos.
La novedad de la Lectura Orante en el pueblo de Dios exige una oportuna
pedagogía de iniciación, que ayude a comprender bien de qué se trata y
contribuya a aclarar el sentido de los diversos grados y su aplicación fiel
y sabiamente creativa.
9
Sesión 2
Método
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan los pasos o métodos para
practicar la lectura orante.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. Propuesta
Dinámica: Pedir a los alumnos que escriban y describan el método que ocupan
para orar. Comentar con ellos.
I. Introducción
10
II. Propuesta
El formador pedirá a un alumno que lea Santiago 1,18-25 y luego explicar que
del texto de Santiago deducimos un esquema de lectura orante en tres etapas u
operaciones sucesivas: acoger la Palabra, meditar la Palabra, poner por obra la
Palabra.
1. Acoger la Palabra
2. Contemplar la Palabra
11
La Escritura, dice san Gregorio Magno, “es una carta de Dios omnipotente a su
criatura; en ella se aprende a conocer el corazón de Dios en las palabras de
Dios”.
La Biblia nos ofrece una imagen plástica que resume todo lo que se ha dicho
sobre meditar la Palabra: la del libro comido, según se lee en Ezequiel (2,9 -
3,3).: “Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo, y me dijo: "Hijo de hombre,
aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy". Lo comí y fue en mi boca dulce
como la miel”
12
Resumen
La Biblia nos ofrece una imagen plástica que resume todo lo que se ha dicho
sobre meditar la Palabra que debe convertirse verdaderamente, como decía san
Ambrosio, en la sustancia de nuestra alma, aquello que informa los
pensamientos, plasma el lenguaje, determina las acciones, crea el hombre
espiritual.
Para recordar
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
13
1. ¿Cuáles son las fases fundamentales de la lectura orante?
Acoger la Palabra, meditar la Palabra, poner por obra la Palabra.
14
Sesión 3
Naturaleza
Objetivo Doctrinal: Los alumnos conocerán cómo se desarrolla la lectura orante
de la Palabra de Dios.
Esquema de la lección
Enlace: Comentar con los alumnos la siguiente pregunta: ¿será lo mismo orar
que rezar?
Dinámica: Pedir a los alumnos que escriban una estrofa o el coro de un canto
que hable sobre la oración. Posiblemente alguno lo desee cantar o tal vez todos.
Es preparada con la ascesis, con este término indica la ausencia de todo afecto
hacia las criaturas que distraiga del amor de Dios y del sentido de su presencia.
Es libertad total en orden a una dedicación total a Dios. Y es una lectura en
diálogo. Es decir, consiste en un diálogo con Dios, pues es Dios quien habla. En
este diálogo se busca ante todo la voluntad de Dios en obediencia y
disponibilidad absoluta.
15
La Sagrada Escritura constituye un libro básico de la ‘lectura espiritual’, pero
no el único. A él se añaden los escritos espirituales de los Padres, y de los
‘maestros espirituales’ de la época medieval y moderna. La lectura espiritual
tiene por fin la adquisición de conocimientos, la base para las convicciones y el
estímulo para una donación generosa. El fin, en cambio, de la lectura orante es
la unión con Dios en la fe y en el amor.
Es una lectura comunitaria, en la que cada miembro del grupo aporta a los
demás el fruto de su comprensión del texto bíblico, enriqueciéndose así unos a
otros. Siendo comunitaria no se pierde en el anonimato, sino que toca de modo
personal a cada uno de los participantes.
III. Acogida como Palabra de Dios, es decir, entablando una conversación con
Dios
Comentar que la Palabra que leo, es la Palabra que Dios pronuncia, y no sólo
estoy de frente a un libro que narra acontecimientos pasados, sino que es Dios
quien me está hablando aquí y ahora, concretamente a través del texto que
estoy leyendo. Acogida, escucha y meditada con corazón ardiente, a ejemplo de
María y de los discípulos del camino de Emaús.
Leer es ya, en cierta manera, escuchar una palabra, una voz del pasado o del
presente, que me habla desde un texto escrito
16
La escucha es una dimensión antropológica de gran relieve (en el principio de
la vida humana está la escucha y, con frecuencia, también al final de la
misma). Saber escuchar forma parte de la educación humana, y también de la
educación cristiana. Podemos afirmar que ser cristiano es estar configurado,
conformado por la Palabra que escuchamos a lo largo de nuestra vida.
La Palabra también nos hiere, porque es una espada afilada que penetra hasta
las junturas del alma. Si doy acogida a la Palabra, muere mi yo aislado y
estéril, y nace el nosotros de la alianza fecunda, la alianza esponsal entre Dios
y el ser humano. Cuando se escucha la Palabra de Dios, ha de hacerse en el
ámbito de la fe que le es propio: bajo el velo de las palabras de la Escritura está
presente el Espíritu Santo. Fuera de ese ámbito, se oirán palabras escritas en
la Biblia, pero en modo alguno la Palabra de Dios.
17
El primer escalón es la lectura: “Mira que estoy a la puerta y toco”. Es el
esfuerzo personal para comprender que es Cristo quien está llamando a
nuestra puerta, para identificar su voz y su tono.
Conclusión
11
GUIGO EL CARTUJO. Carta a su amigo Gervasio, sobre la vida contemplativa, II.
18
Resumen
Para recordar
Lecturas complementarias
19
Bibliografía
Autoevaluación
20
Y cuarto escalón es la contemplación: “Y cenaremos con él”. Momento de
máxima intimidad y convivencia.
21
Sesión 4
Actitudes
Objetivo Doctrinal: Los alumnos conocerán cuál deberá ser su posición ante la
lectura orante de la palabra de Dios.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. La fe de que la Biblia ha sido inspirada
III. La unidad de los dos Testamentos en el misterio Pascual de Cristo
IV. La comunión con la Iglesia
V. La conversión continua
VI. El don del Espíritu Santo invocado en la oración comunitaria que sea
concorde
Dinámica: Pedir a los alumnos que escriban tres pasajes del Antiguo
testamento y tres del Nuevo que se puedan ocupar para la lectura orante.
I. Introducción
22
II. La fe de que la Biblia ha sido inspirada
Comentar que cuando tomamos en nuestra manos la Biblia, hay que partir de
una actitud de fe, es decir, creer que la Biblia ha sido inspirada por Dios. ¿Qué
quiere decir que la Biblia ha sido inspirada? Quiere decir que cuando el autor
sagrado escribe, el Espíritu Santo le garantiza que no cometerá errores que
tengan que ver con la fe. Pero, como decía Orígenes, esto significa que el
Espíritu Santo está en la Escritura.
Por otro lado, la liturgia nos hace adoptar ante las Escrituras una actitud muy
clara: venerarlas, incensarlas, besarlas. Ponerse ante ellas es, pues, dejarse
iluminar por la luz del Espíritu Santo que las ha inspirado y está en ellas.
Mientras no estemos absolutamente convencidos de esta verdad, nos resultará
muy difícil.
Se trata de una lectura espiritual, es decir hecha bajo el influjo del Espíritu
Santo, gracias al cual toda Escritura es inspirada por Dios.
Nuestro camino debe ser progresivo. Los escolásticos decían que la gracia
supone la naturaleza; si no hay recipiente, no hay contenido; Pasa lo mismo que
con la encarnación del Verbo de Dios, pues para captar y reconocer en la fe al
Hijo de Dios, hemos de reconocer primero al hijo de María, Jesús de Nazaret,
como Mesías y Señor.
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Que los dos Testamentos son uno significa, pues, que es el mismo Espíritu el
que se revela en los hechos, personajes y palabras de uno y de otro. Por eso,
como dicen los Padres, si vemos el Antiguo y el Nuevo Testamento a la luz de la
muerte y de la resurrección de Jesús, detectamos dónde están las sombras y las
distinguimos de la verdad.
La luz del misterio de la pascua de Jesús hace que se superen todos los
obstáculos, parcialidades, deficiencias y referencias al contexto cultural tanto
del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento no es nada
raro encontrarse con situaciones a primera vista incomprensibles e
inaceptables desde una visión cristiana de la vida (violencias, maldiciones,
etc.).
El criterio a emplear para discernir estos textos es, una vez más, la muerte y
resurrección de Jesús de Nazaret.
24
V. La conversión continua.
Hay que vaciar el corazón para que la palabra de Dios pueda llenarlo con su
riqueza. ¿Qué otra cosa puede perseguir una comunidad sino tratar de purificar
su corazón, de eliminar de su mente todo lo innecesario y superfluo para
poderla llenar con la palabra de Dios?
VI. El don del Espíritu Santo invocado en la oración comunitaria que sea
concorde
Por muchas técnicas que utilicemos, por grande que sea nuestra disciplina, sin
el don del Espíritu Santo, el libro de la Biblia está cerrado para nosotros. Ni la
técnica ni la ascesis lo revelan por sí solas. El sentido profundo de la Sagrada
Escritura es un profundo secreto que sólo el Espíritu Santo conoce y que sólo
revela a quien quiere, y cómo, dónde y cuando quiere.
Si el Espíritu nos otorga este don, conoceremos las cosas del Espíritu; pero si no
nos lo da, no las conoceremos. Es un don, no algo que se nos deba; por de-
25
finición es gratuito. Si alguien se empeñara en obligar a venir al Espíritu, se
desesperaría; al Espíritu no hay quien le obligue.
Hay que pedir insistentemente el don del Espíritu. Y hay que pedirlo en
nombre de aquel que garantiza que el Padre escucha nuestra oración. Sólo se
escuchará la oración hecha en nombre de Jesús y en comunión con los
hermanos. (Cf. Mt 18, 19-20). No basta una petición individual, sino que debe
ser fruto de la concordia que existe en la comunidad.
Sólo cuando somos voz genuina del Espíritu, éste nos acoge, porque él es quien
mueve a invocar y él mismo es el objeto de nuestra invocación. Así pues, para
captar el sentido profundo de la Escritura hay que orar, pero sabemos que esta
oración es auténtica y cabe esperar que el Padre la escuche, si procede de una
comunidad que vive en concordia y se hace en nombre del Señor.
Resumen
Cuando tomamos en nuestra manos la Biblia, hay que partir de una actitud de
fe, es decir, creer que la Biblia ha sido inspirada por Dios. Se tiene la
convicción de que el Espíritu inspira desde las Escrituras, habla a través de
ellas y está presente realmente en los libros santos.
La liturgia nos hace adoptar ante las Escrituras una actitud muy clara:
venerarlas, incensarlas, besarlas. La praxis litúrgica proclama el Texto
Sagrado del Antiguo Testamento como página esencial para una comprensión
completa del Nuevo Testamento.
Para recordar
26
El Espíritu que inspiró el Nuevo Testamento y que se encuentra en él, es
el mismo que inspiró y está en el Antiguo.
Lecturas complementarias
Bibliografía
1. CARLO MARÍA CARD. MARTINI. Il ruelo centrale della Parola di Dio nella
vita de la Chiesa. La Civiltá Cattolica IV 24-35. 2005.
Autoevaluación
27
4. ¿Por qué es real la presencia del Espíritu Santo en las Escrituras?
Se tiene la convicción de que el Espíritu inspira desde las Escrituras,
habla a través de ellas y está presente realmente en los libros santos.
8. ¿Por qué se debe estar en comunión con la Iglesia para leer las
Escrituras?
Decían los antiguos: la Iglesia es quien posee y lee el libro de las
Escrituras. Por lo tanto, si no eres Iglesia, no puedes pretender poseer el
libro de las Escrituras y mucho menos puedes tener la osadía de leerlo.
28
Sesión 5
Ambiente
Objetivo Doctrinal: Los alumnos conocerán que la liturgia eucarística, y las
demás acciones litúrgicas de la Iglesia, constituyen el ámbito por excelencia de
la lectura orante.
Esquema de la lección
I. La comunidad eclesial
II. La vida litúrgica
III. La labor y progreso espiritual
IV. Los factores externos
I. La comunidad eclesial
Explicar a los alumnos que aunque la lectura se realice en la propia casa, será
siempre comunitaria, porque el destinatario de la Palabra orante, es el pueblo
de Dios. La Biblia es un don de Dios a la Iglesia, no a individuos aislados, y su
lectura se lleva a cabo dentro de la comunidad creyente. La Iglesia posee y lee
el libro de las Escrituras.
29
privada de las Escrituras ha de considerarse como una anticipación o una
prolongación de la proclamación litúrgica, por lo que participa de la eficacia
sacramental que la Palabra de Dios tiene cuando se proclama solemnemente en
una celebración sagrada. Es sumamente recomendable usar los textos bíblicos
que nos propone la Iglesia en su ciclo litúrgico.
El nexo tan estrecho entre lectura orante y liturgia permite aplicar a aquella la
triple finalidad de la lectura de las Escrituras en la celebración eucarística:
Comentar que este manjar está presente en la mesa de quienes cultivan la vida
espiritual y tienen voluntad de progresar paso a paso hacia las cumbres de la
santidad. Sin esta voluntad de progreso difícilmente se hará, aunque se lean y
se estudien las Escrituras Sagradas.
30
Poseer la Sabiduría de Cristo es un don del Espíritu Santo. Toda la Escritura
nos habla de Cristo y en toda ella Cristo nos habla. Consiste sencillamente en
responder con nuestro ser entero y con nuestra vida a Cristo que desde la
Biblia nos interpela con amor de padre, amigo y hermano.
Como la mejor hora del día se sugiere al inicio de la mañana que ilumina
la jornada entera, o al final de la tarde para en actitud de adoración dar
gracias al Señor, según convenga a las ocupaciones de cada uno. Sin
embargo, cualquier hora es buena, si se logra el clima de silencio y
recogimiento interior para que la Palabra de Dios resuene en nuestra
alma y crezca en nuestra inteligencia y corazón.
31
La duración ideal es difícil de limitar, pero no puede practicarse
tranquilamente en menos de una hora, y puede llegar a cansar cuando
sobrepasa las dos horas.
Incluso para quien vive metido en el trajín del mundo y en los quehaceres
diarios de la vida familiar y profesional, es hasta recomendable separar en
varios momentos los diversos pasos. De ese modo se prolonga interiormente a lo
largo de todo el día, y va penetrando nuestra vida más allá de la superficie,
hasta su meollo y sustancia.
Resumen
Para recordar
32
La liturgia eucarística, y análogamente las demás acciones litúrgicas de
la Iglesia, constituyen el ámbito por excelencia de la lectura orante.
Del diálogo de Dios con el hombre, iniciado en las lecturas, se llega hasta
la íntima comunión con Él, fin último.
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
33
3. Menciona algunos nexos que existen entre la lectura orante y la liturgia.
La lectura privada de las Escrituras ha de considerarse como una
anticipación o una prolongación de la proclamación litúrgica, por lo que
participa de la eficacia sacramental que la Palabra de Dios tiene cuando
se proclama solemnemente en una celebración sagrada.
8. Las tres lecturas que la Iglesia nos propone para la celebración dominical
de la Eucaristía, y también el salmo, tienen entre sí vínculos espirituales,
especialmente la segunda lectura y el Evangelio. Tomando como guía las
lecturas del siguiente domingo trate de encontrar por si mismo la unidad
de la Palabra de Dios.
En la liturgia la comunidad convocada se convierte en comunidad que
escucha e interpreta la Palabra celebrada y venerada en el sacramento. A
la digna proclamación de la Palabra en las lecturas sigue la homilía, en
la que el predicador medita con el pueblo cristiano y agradece el don
recibido, y deduce las exigencias positivas que de él se derivan para la
salvación de los hombres.
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Sesión 6
Lectura
Objetivo Doctrinal: Los alumnos aprenderán que para hacer una verdadera
lectura orante debe ser de calidad, atenta, asidua y con la iluminación del
Espíritu Santo.
Esquema de la lección
Enlace: Comentar con los alumnos la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de lectura
gustan ustedes? Ficción, novela, etc. Si una lectura nos gusta, se nos hace fácil
leerla.
Dinámica: Pedir a los alumnos que busquen en sus biblias el siguiente pasaje:
Jn. 15, 11-31 “El hijo pródigo” si se tuvieran fotocopias del texto para cada
alumno pedirles que con un marcador resaltador de textos señalen las
palabras que sean claves para ellos. En caso de no tener fotocopias, pedirles
que tomen sus biblias y que copien en un cuaderno o carpeta las palabras que
sean claves para ellos. Después de cinco minutos, pedirles a algunos que las
lean espontáneamente y comentar con ellos brevemente esa técnica de lectura.
Comentar con los alumnos que a los ojos humanos cuenta mucho la calidad de
un regalo, de una persona, de un trabajo. Todos solemos apreciar la calidad.
Cuando ésta falta, no sólo nos damos cuenta de ello, sino que nos pesa su
carencia. La lectura tiene que ser de calidad tanto para que dé fruto como para
que resulte atrayente. La calidad de la lectura es una actividad que reclama
poner lo mejor de sí mismo en el ámbito cierto y misterioso de la acción del
Espíritu Santo. Limitándome a aquellas que parecen ser las más relevantes,
presento a continuación cuatro:
a) Lectura atenta
b) Lectura asidua
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c) Lectura difícil
d) Lectura espiritual en la carne de la letra.
1. Lectura atenta
Cualquier actividad humana que se quiera hacer bien exige atención para no
descuidar ningún aspecto y detalle. El texto sagrado se leerá con mentalidad de
investigador que busca hasta los más mínimos pormenores. Cada palabra tiene
su propio esplendor, y hay que estar muy atentos para captarlo y quedar
iluminados, si el Espíritu de Dios, nos lo concede.
Hemos de ir más allá de las palabras de la Escritura hasta el núcleo mismo del
mensaje, y esto no puede realizarse en la disipación de la mente sino en
recogimiento atento y sereno del alma en oración.
2. Lectura difícil
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corazón forzándome a leer la Escritura; pero un dolor de cabeza me lo impide, y
hacia las nueve de la mañana me he dormido con la cabeza sobre el libro. 12
3. Lectura asidua
Hemos de perseverar a toda costa en la lectura porque sólo así seremos capaces
de descubrir cosas nuevas, profundidades ignoradas, alturas hasta el momento
inalcanzables, anchuras que antes nos parecían inasibles o inabarcables.
12 JUAN CASIANO, Collationes, 10,10
37
Para el alma orante no puede haber letra sin espíritu o espíritu sin letra. La
lectura literal es fundamento de la espiritual, y la letra llega a su pleno
florecimiento sólo en el sentido espiritual.
La Iglesia, madre y maestra, brinda a sus hijos, como ayuda, una serie
de instrumentos preciosos que ha conservado a lo largo de los siglos. San
Benito en su Regla aconseja la lectura de los Padres de la Iglesia y de los
Padres monásticos (capítulo 73).
III. Técnicas
38
c) Análisis gramatical y el estructural: Por medio de este tipo de análisis se
busca captar fielmente la letra o el sentido literal. Valorizar cada letra del
alfabeto en virtud de su valor numérico y simbólico. Prestar atención además a
cada palabra porque cada una tiene su identidad, su radical inicial, con el que
se emparienta con otras palabras hasta formar un campo semántico, que
brinda al orante un rico acervo de significados.
Resumen
La lectura tiene que ser de calidad tanto para que dé fruto como para que
resulte atrayente.
Tiene ser una lectura atenta, esto implica dos elementos: evitar todo aquello
que pueda obstruir el esfuerzo de la atención, como las distracciones
provenientes de los sentidos externos e internos, las que brotan de los estados
anímicos o de la intensidad de sentimientos. El segundo elemento es la
concentración del orante en el texto sagrado. En este primer paso del método
solamente interesa el texto concentrándose en él toda la atención de quien
practica la lectura.
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Para recordar
“La Palabra de Dios puede exigirme hoy una cosa que no me exigió
todavía ayer. Debo permanecer abierto y atento para escuchar lo que me
exige” (Hans Urs von Balthasar, La oración contemplativa, 18).
Lecturas complementarias
Fuente:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/angelus/2007/documents/hf_be
n-xvi_ang_20070107_battesimo_sp.html
Bibliografía
Autoevaluación
40
3. ¿Qué dificultades pueden encontrarse dentro de la lectura bíblica?
El cansancio, el sueño, el tedio, la pereza, son realidades demasiado
humanas que crean también dificultad. La lectura de la Biblia es una
lectura dura y austera en muchísimas de sus páginas.
41
Sesión 7
La lectura (2)
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan que es importante para hacer
una buena lectura orante de la palabra de Dios, tener dos actitudes: de
búsqueda y de escucha.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. Condiciones
III. La organización de la lectura
IV. Niveles de la lectura
Enlace: En algún momento esta sesión nos hablará de dos términos: búsqueda
y escucha; ¿A qué se referirán?
Dinámica: Pedir a los alumnos que elaboren una lista de las bondades que
encuentran en la Biblia, que encuentran de bueno en ella para ellos. Comentar
posteriormente brevemente.
I. Introducción
Explicar a los alumnos que los autores hablan de la lectura con fórmulas
variadas, pero sustancialmente coinciden en el contenido: leer para conocer,
asimilar y dejarse tocar por la Palabra del Dios vivo mediante las palabras de
la Escritura. Para unos un examen detenido de la Escritura realizado con
espíritu atento. Es una lectura de las Escrituras, que tiene por finalidad no
tanto conocer o comprender, cuanto recoger mensajes, sugerencias,
inspiraciones que emanan del texto sagrado y nos vienen al encuentro. Para
otros es ante todo una escucha de la Palabra musitada externamente, escucha
del eco interior de esta Palabra, que resuena en nosotros como el murmullo del
Espíritu.
II. Condiciones
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La riqueza inagotable de la Escritura;
Dios como objeto de toda la Escritura;
La lectura como obra del hombre entero; y, al menos, dos actitudes: de
búsqueda y de escucha.
San Efrén se pregunta: “¿Quién será capaz de captar toda la riqueza de una
sola de tus palabras, Señor? Lo que logramos captar es muy poco respecto a lo
que se nos escapa”.
La lectura no la hace sólo una parte del ser humano, aunque sea la más noble
como la inteligencia, sino todo el ser humano en su espiritualidad y
corporeidad. Todo él debe tomar parte: memoria, fantasía, entendimiento,
voluntad, corazón, sentidos, cuerpo. El cuerpo ha de tener aquella postura que
más ayude a los sentidos externos e internos a captar la sobreabundancia de la
Palabra orante que se da en cada migaja.
Los sentidos han de estar prontos para percibir particulares nuevos o sentir con
más intensidad y gozo lo ya tantas veces percibido. Las facultades han de estar
dispuestas a ejercitarse con deleite en el conocimiento y amor de Jesucristo y
del misterio que Él nos ha revelado.
Buscar y encontrar es una bipolaridad que bien puede tenerse por una clave de
lectura de toda la Biblia. El orante, en la lectura, no puede olvidarse de esta
estructura dinámica de la misma Biblia. En definitiva, busca la Palabra orante
en las pobres palabras de los hombres. Y en la búsqueda de Dios, busca por
consecuencia el propio ser y la propia identidad.
43
El lector es también discípulo que escucha y aprende, en el trato personal con el
Dios vivo, la música maravillosa de su mensaje, siempre el mismo y siempre
nuevo, eternizado en su Palabra y que toma carne en el lector que se deja
envolver por su encanto.
44
es practicarla a partir del texto original para captar todas las particularidades
de cada autor sagrado.
IV.Niveles de la lectura
El aprendizaje pide, por una parte, fidelidad al método y a las técnicas que le
son propias; por otra, exige una cierta adaptación al sujeto que ora, a su
personalidad, a su historia espiritual, a su circunstancia actual. Una vez que el
orante ha llegado a adquirir un buen dominio del método y sus técnicas,
entonces podrá, con el consejo de su instructor, determinar su propio modo.
Respetando los lineamientos generales la adaptará en aspectos particulares a
las características y circunstancias de su existencia.
Resumen
45
La Escritura tiene por objeto a Dios y, desde Dios, nos habla del hombre y del
mundo. Es entrar en contacto con el misterio de Dios revelado en Jesucristo y
por Jesucristo: el misterio del Dios uno y trino.
Para recordar
Leer para conocer, asimilar y dejarse tocar por la Palabra del Dios vivo
mediante las palabras de la Escritura.
“¿Quién será capaz de captar toda la riqueza de una sola de tus palabras,
Señor? Lo que logramos captar es muy poco respecto a lo que se nos
escapa”. (San Efrén).
La Escritura es como una carta que Dios mismo nos escribe para
revelarnos su persona y el misterio de su voluntad.
Lecturas complementarias
Bibliografía
46
1. H. DE LUBAC. Exégesis medieval. 1959.
Autoevaluación
47
Sesión 8
Meditación
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan que la meditación conlleva a
una asimilación gradual y permanente de las Escrituras.
Esquema de la lección
I. La meditación en imágenes
II. El concepto de meditación
III. María, mujer meditativa
Enlace: Comentar con los alumnos la siguiente pregunta: ¿Qué les dice la
palabra meditación? ¿a qué tipo de meditación se referirá?
Dinámica: Pedir a los alumnos que busquen en sus biblias el texto de Mc. 4, 3-
9 “La parábola del sembrador” y que traten de compararla con sus vidas;
ubiquen qué tipo de semilla son. El objetivo es que confronten su historia
personal con la Palabra de Dios como un ejercicio introductorio a la
meditación..
I. La meditación en imágenes
El Lagar
Guigo II, el Cartujo recurre, primeramente, a la imagen del lagar en la que se
exprime la uva para producir el licor que sacia la sed que el orante tiene de
Dios.
La Chispa
48
A continuación, usa la imagen de una chispita que, mediante la meditación
hace brotar el fuego del amor en el corazón del orante hasta llegar a ser un
incendio.
El yunque
No podía faltar la imagen del yunque en el que el hierro del texto, se hace
incandescente en la fragua del alma orante, y el Espíritu Santo, en el yunque
de la meditación, va logrando que el texto manifieste toda su potencialidad
escondida.
Lo importante es martillar para que del texto salten chispas de luz sobre una
verdad de fe o de moral, sobre una actitud de vida, sobre una situación del
alma; y salten además chispas de fuego que enciendan el alma del orante en el
amor de Dios.
El rumiar
La imagen más recurrida es la del masticar del hombre o principalmente del
rumiar del buey. En primer lugar, se recoge el alimento, y luego se rumia
durante largo tiempo, de modo que, gracias al rumiarlo, pueda ser asimilado
mejor y más rápidamente: “La lectura pone el alimento sustancial en la boca, la
meditación lo mastica y tritura” 13 . Consta de dos partes: repetir
continuamente una palabra (por ejemplo cruz, gloria, amor) o un texto (Yo soy
la luz del mundo; Señor, aumenta mi fe; Amaos los unos a los otros como yo os
he amado); y la segunda saborear y asimilar interiormente esa Palabra, en el
lento pasar de las horas del día.
La hormiga o la abeja.
Los maestros consideran al orante como una hormiga que se dedica a recoger
en tiempo de siega, todo el grano de la Escritura de que es capaz, lo acumula en
el granero de su alma y de esta manera asegura el alimento a su vida espiritual
en todo momento del día. Al modo de una abeja, no sólo recoge el néctar de los
diversos libros de la Biblia, sino que elabora con ellos la rica miel que alimenta
y endulza la vida del alma.
La criba
Con la que se separa la paja del trigo. No sólo recoge grano, sino que también
recoge muchas pajas, a lo largo de las actividades y ocupaciones del día. El
alma separa el grano del trigo, confrontando la luz que proviene de los textos
acumulados de la Palabra de Dios, con tantas cosas superfluas y oscuras que,
aun sin quererlo, van entrando en ella y distrayéndola de lo esencial, es decir,
van alimentando el alma con paja en lugar de trigo.
13
GUIGO EL CARTUJO. La escalera claustral I, 3.
49
La meditación conlleva indudablemente una asimilación gradual y permanente
de las Escrituras haciendo que afloren de la memoria inconsciente a la
contemplación consciente a su tiempo, es decir, cuando se lee otro texto que
guarda alguna relación con los ya conocidos o cuando un acontecimiento pide a
gritos ser iluminado con la luz de la Palabra.
II. El concepto de meditación
50
Sobre este fundamento lucano la iconografía desde muy antiguo, y sobre todo la
escultura y pintura renacentistas, representan la anunciación del ángel Gabriel
a María, mientras ella meditaba las Escrituras. La Virgen repasaba en su
corazón todo aquello que había oído y sabía de las Escrituras.
Sí, verdaderamente ella escucha, memoriza, medita, escruta, ora, contempla la
Palabra de Dios en la Escritura y así está preparada para acoger todo mensaje
que le venga de Dios.
Son tres los verbos que utiliza Lucas para subrayar la actitud meditativa de
María.
Resumen
51
abundantísimo agua que, según la experiencia espiritual de cada uno, el alma
va extrayendo poco a poco con el cubo de la meditación.
Para recordar
Porque (María) era santa, había leído las Sagradas Escrituras y conocía a
los Profetas. Lo que Gabriel había dicho, Isaías lo había profetizado.
María lo había leído y lo había comprendido. Ahora veía a su niño
recostado en un pesebre. Y ella confrontaba lo que había escuchado y lo
que había leído” (San Jerónimo).
Lecturas complementarias
Bibliografía
52
1. CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y LAS
SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA, Potissimun Institutioni, 2 de febrero de
1990. Orientaciones sobre la formación en los institutos religiosos, n. 76.
Autoevaluación
6. ¿Cuáles son los 3 verbos que usa Lucas para subrayar la actitud
meditativa de María? y Explícalos brevemente.
syn-eterei, dia-terei y sym-ballousa.
53
Sesión 9
Meditación (2)
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan algunos modos de hacer la
meditación como un medio de encontrar el “gusto de Dios” (Sta. Teresa)
Esquema de la lección
I. Ámbito vital
II. La actitud del alma meditativa
III. Algunos modos de llevar a cabo la meditación
IV. Frutos de la meditación
Dinámica: Pedirles a los alumnos que busquen en sus biblias el siguiente texto
y pedirles que hagan una breve meditación sobre él. Salmo 63 “Mi alma tiene
sed de Ti”. Comentar brevemente.
I. Ámbito vital
Explicar a los alumnos que son varios los modos de hacer la meditación. De
alguna manera, el modo depende del ámbito. Está el espacio de la oración
personal, en la intimidad de un oratorio o de una habitación. La liturgia es
también un gran espacio en el que encuentra su coronamiento la oración
personal donde se entra en comunión meditativa con toda la Iglesia de Dios.
54
después de una larga búsqueda encuentra un tesoro que le hará rico para toda
su vida: Con la lectura se busca, con la meditación se encuentra.
Es la alegría, que Santa Teresa de Jesús llama gusto de Dios, a diferencia del
contento, que se refiere a las alegrías naturales, fruto de las satisfacciones que
la misma naturaleza nos otorga.
a) Preguntar.
El arte de hacer preguntas forma parte del modo de especular acerca de las
profundidades de la realidad, y apunta hacia la capacidad filosófica de todo ser
humano.
55
b) Personalizar.
Las palabras del salmista, de los profetas y, sobre todo de Jesús de Nazaret,
resuenan frescas, en mis oídos y en mi alma, como recién pronunciadas y
dirigidas a mí personalmente.
c) Comparar.
Importa mucho recordar que este comparar no es una acción técnica, sino
espiritual y orante. En definitiva, es una comparación que se efectúa más que
con la cabeza con el corazón. Se comparan los diversos textos bíblicos para
amar más a quien en ellos se nos revela y generosamente se nos da.
56
una constatación basada en la propia experiencia espiritual, y en los
testimonios que han dejado los numerosos santos de los maravillosos efectos
producidos por la lectura orante en el conjunto de sus facultades y de su
existencia
Esta purificación del corazón constituye una premisa indispensable para los
siguientes pasos de la lectura orante, en especial para la contemplación, porque
sólo “los limpios de corazón verán a Dios” (Mt 5, 8).
57
permanente que, paulatinamente, irá transformando su alma hasta el máximo
grado en un alma semejante a Dios
El Espíritu Santo, con su mano delicada, instila en el alma del orante gotas de
sabiduría que la invaden y llenan de vida y de vitalidad. Entre más meditemos
la Palabra de Dios, más la gustaremos, mejor asimilaremos la sabiduría orante.
El gusto de Dios, propio del alma sapiente, surge de la fascinación que ejerce el
rostro bello de las Escrituras, que en definitiva, no es otro que el rostro de
Cristo en todo el esplendor de su belleza. Es una sabiduría y un gusto que en
Dios tienen su origen, su camino y su último destino.
Resumen
58
La pureza de corazón en la meditación, es la condición indispensable para
acceder a la alta comprensión de los misterios espirituales e incluso a la misma
visión de Dios.
Para recordar
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
59
Personalizar: en la Palabra de Dios, según la medito, voy encontrando mi
propia historia y la de los hombres con quienes convivo.
Comparar: no es una acción técnica, sino espiritual y orante.
Sesión 10
60
Oración
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan que es en Jesucristo que el alma
orante encuentra el rostro humano de Dios, a quien dirigirse para saciar la
necesidad vital de Dios.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. Admiración por la obra orante
III. Arrepentimiento por la miseria humana
IV. Alabar el nombre de Dios
V. La oración de obsecración
Dinámica: Pedir a los alumnos que se agrupen según el número que convenga,
luego pedir a los distintos grupos que uno escriba una oración de alabanza, otro
una oración de acción de gracias; otro de petición, otro de perdón y otro de
adoración. El objetivo es distinguir los diferentes tipos de oración.
I. Introducción
Explicar que en el libro de los Salmos, que es el compendio más alto de oración
en la Biblia hebrea, descubrimos que el hambre y la sed de Dios es algo
connatural al ser humano por su dependencia original a Él. El orante es un
gran buscador del rostro de Dios, y ya desde el mismo despertar desea saciarse
de su presencia.
El orante está también sediento de Dios: “Como anhela la cierva los arroyos, así
te anhela mi ser, Dios mío. Mi ser tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal 42, 1-3).
El hombre puede intentar saciar su hambre con otros alimentos que no sean
Dios y su sed con otras aguas que no broten del manantial divino, pero, si obra
así, el hambre y la sed irán en aumento y en el corazón crecerá el desasosiego y
la insatisfacción, la inquietud y la desesperanza.
61
En Jesucristo encuentra el alma orante el rostro humano de Dios, a quien
dirigirse para saciar la necesidad vital del Dios vivo. Por eso, la oración
cristiana se hace siempre “por Jesucristo, nuestro Señor”.
El alma que ora tiene los ojos limpios, purificados por el colirio de la fe, para
admirar sin cansancio la obra de Dios en la naturaleza, en la historia y, sobre
todo, en la interioridad humana.
62
arrepentido, porque “un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias”
(Sal 51, 19).
V. La oración de obsecración
La Palabra de Dios nos ha abierto los ojos ante nuestra situación miserable, no
para hundirnos en la impotencia y desesperación, sino para que nos dejemos
consumir por el fuego del amor divino, que purifica al alma de sus miserias y la
permite recobrar su más pura esencia.
63
hasta quedar limpio, lávame hasta blanquear más que la nieve. (Sal 51, 9-11).
“Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu
firme”(Sal 51, 12-14).
En la oración hasta las almas más santas se ven pecadoras ante el esplendor de
la santidad de Dios; hay aquí una paradoja difícil de explicar: muchos
pecadores no se consideran tales, mientras que los santos no cesan de
proclamarse grandes pecadores.
Resumen
El hombre puede intentar saciar su hambre con otros alimentos que no sean
Dios y su sed con otras aguas que no broten del manantial divino, pero el
hambre y la sed irán en aumento y en el corazón crecerá el desasosiego y la
insatisfacción, la inquietud y la desesperanza.
Para recordar
El orante está sediento de Dios: “Como anhela la cierva los arroyos, así te
anhela mi ser, Dios mío. Mi ser tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal 42,
1-3)
“Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que
crea en mí, no tendrá nunca sed” (Jn 6,35
64
“Si alguno tiene sed, que venga a mí, y beba. El que cree en mí, como dice
la Escritura, de su seno correrán ríos de agua viva” (Jn 7, 37-38).
“es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es
Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo
que El es.” (CEC 2639).
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
65
Sesión 11
Oración (2)
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan con mayor profundidad los
distintos tipos de oración cristiana.
Objetivo vivencial: Que los alumnos conociendo con mayor amplitud los tipos
de oración los pongan en práctica.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. La acción de gracias
III. La oración de súplica
IV. La oración de intercesión
V. La oración de ofrecimiento
VI. La adoración a Dios
Enlace: Comenta con los alumnos la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las
similitudes y diferencias entre los distintos tipos de oración?
Dinámica: Pedir a los alumnos que mencionen algunas citas bíblicas donde
podemos identificar los distintos tipos de oración.
I. Introducción
66
II. Oración de acción de gracias
San Pablo, por ejemplo, suele comenzar y terminar sus cartas con una acción de
gracias a Dios Padre y a Jesucristo el Señor. “En todo momento damos gracias
a Dios por todos vosotros, (1Ts 1,2). “En todo dad gracia" (1Ts 5,18).
67
El alma cristiana en oración no puede olvidar las palabras de Jesús en el
Evangelio: “Pedid y recibiréis” (Mt 7, 7-11).
En la intercesión el que ora no sólo pide por los demás, sino que además hace
de puente entre Dios y los hombres. Se pone del lado de los hombres en cuanto
que es su hermano, y los lleva ante Dios con la confianza de un hijo que todo lo
espera de su padre y con la seguridad de que su oración será escuchada.
La mediación intercesora del orante se verifica ante todo con los pecadores, que
sienten vergüenza de su pecado y se consideran indignos de elevar sus ojos a
Dios; también con los pecadores empedernidos, para que Dios les ablande el
corazón y se conviertan a Él.
Cristo es el único intercesor ante el Padre a favor de todos los hombres, de los
pecadores en particular. La figura de Jesús intercesor es el siervo de Yahvé,
que “llevó el pecado de muchos e intercedió por los rebeldes” (Is 53,12). Ya que
“está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7,25).
68
V. Oración de ofrecimiento
En base a este texto bíblico, el catecismo nos enseña que desde el primer
instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de salvación en su
misión redentora: “mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y
llevar a cabo su obra”. Jesucristo, “aceptó libremente su pasión y su muerte por
amor a su Padre, y a los hombres que el Padre quiere salvar: ‘Nadie me quita la
vida; yo la doy voluntariamente’” (Jn 10,18). De aquí la soberana libertad del
Hijo de Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte. El sacrificio de
Cristo ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al
Hijo para reconciliarnos con Él. Ofreciéndose al Padre por amor, Jesús repara
por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados.
15 SAN IGNACIO DE LOYOLA. Libro de los Ejercicios espirituales, n. 98.
69
Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y
Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso, adorar a Dios
es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la ‘nada de la criatura’, que sólo
existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo,
como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho
grandes cosas y que su nombre es santo.
Resumen
70
Para recordar
“En la súplica, hay que ser insistente pero con toda humildad y paciencia,
porque sólo en la paciencia la súplica produce fruto” (Guillermo de Saint-
Thierry, Carta de Oro, nº 176).
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
71
4. ¿Qué es la oración de súplica?
Lo que caracteriza la súplica es la insistencia y constancia filiales en
pedir a Dios lo que se quiere obtener de su generosa bondad de Padre,
sea para sí sea para los demás.
5. Menciona según Santo Tomás, ¿cuáles son las 4 condiciones para que la
súplica sea escuchada?
Una súplica a favor suyo, de algo necesario para la salvación, llena de
piedad filial y perseverante.
9. ¿Qué es la adoración?
Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor
y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso,
adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la ‘nada de
la criatura’, que sólo existe por Dios.
72
Sesión 12
Contemplación
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan con mayor profundidad la
oración contemplativa.
Esquema de la lección
I. Introducción
II. La Contemplación en general
III. La contemplación en la lectura
Enlace: Hacer la siguiente pregunta a los alumnos y luego comentarla: ¿En qué
sentido hablamos de la contemplación?
I. Introducción
Explicar a los alumnos que la omnipotencia del Espíritu Santo se ejerce en toda
la lectura orante, sin que, por parte del Espíritu, haya mayor intensidad en su
acción según se va subiendo la escala desde la lectura a la contemplación. El
Espíritu no cambia: su presencia y su potencia es siempre la misma; a lo más
se adapta a las disposiciones interiores del orante. Quien cambia, en el
seguimiento de los diversos pasos, es el alma orante. Según va avanzando, el
alma está más abierta a descubrir, acoger, secundar la acción del Espíritu,
siendo dócil a sus luces e inspiraciones y colaborando con sus mociones.
73
límites, ni reservas. Por parte del orante no es un límite la poca preparación
bíblica o teológica. Contemplar es posible a todo cristiano porque
ultimadamente se contempla el Amor y éste es un valor universal, que todo ser
cristiano puede alcanzar.
74
trabaja en la oración y en el movimiento dinámico hacia Dios, es Dios mismo el
que trabaja en el hombre con la potencia de su santidad y de su amor sublime.
Imágenes
El hierro incandescente, que sin dejar de ser hierro, es ya todo fuego, todo calor.
Nada hay en el alma que no esté habitado y penetrado por el fuego divino.
El aire todo él luminoso cuando el sol lo atraviesa con los rayos de su esplendor.
La luminosidad no le es propia al aire, sino que la recibe gratuitamente del sol
naciente, que la esparce por la atmósfera con generosidad. La luminosidad que
irradia el alma espiritual le viene del sol divino que se la otorga con creces.
Resumen
75
San Ignacio habla de “ejercicio de las tres potencias, memoria, entendimiento y
voluntad”.
Para recordar
No son las obras las que se contemplan, sino a Dios que obra y que de esa
manera nos manifiesta el esplendor de su amor infinito.
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
76
Sesión 13
Contemplación (2)
Objetivo Doctrinal: Que el alumno conozca cómo el alma contemplativa a
través del contacto orante con la Palabra de Dios puede llegar a obtener una
extraordinaria elevación.
Esquema de la lección
Enlace: Comentar con los alumnos la siguiente pregunta: ¿En qué sentido
hablamos de elevación del alma?
Dinámica: Preguntar a los alumnos: ¿Han escuchado alguna vez sobre alguna
aparición de la santísima Virgen María?¿dónde? ¿cómo? Comentar brevemente
el caso de los videntes de Fátima.
“La contemplación –escribe Guigo II, el Cartujo- es una elevación por encima de
sí misma de la mente suspendida en Dios, que degusta las alegrías de la eterna
dulzura”.
77
La voluntad sube por las palabras hasta la Palabra y se adhiere a ella, no con
la potencia natural solamente, sino con una fuerza de atracción superior que le
viene dada desde fuera pero que la colma de energía.
Al igual que las capacidades superiores, son elevados también los sentidos
externos, especialmente la vista y el oído. Los maestros espirituales mencionan
también los sentidos del olfato (perfume de ungüentos preciosos), del gusto
(dulzura celeste) y del tacto (el toque divino).
Los ojos ven realidades materiales y seres humanos, pero la mirada espiritual
trasciende el espesor de la realidad en sí para elevarse a la realidad en Dios y a
Él contemplarle. El alma orante ya no tiene oídos para escuchar las voces de
las cosas o de las personas, sino sólo oídos interiores para percibir la resonancia
de.
El alma ha sido elevada por la contemplación a una nueva visión. El orante que
hemos dejado postrado en adoración ante el Señor, abre su mirada a la
majestad soberana de Dios que se le muestra en la frescura del encuentro. No
se trata, de la visión natural, sino de esa visión sobrenatural con que el alma
está capacitada desde el bautismo al recibir la infusión de las virtudes
teologales, y que es actuada de formas muy diversas por el bautizado.
Se habla de visión interior o espiritual como una función intelectual del ser
humano. “Ver” es dejar que lo que vemos traspase nuestra mente, y llegue a
nuestro corazón “teologal”. La mente humana en su totalidad es iluminada y
queda como envuelta en la visión de la Luz orante.
78
“ojos de la mente” sino también “ojos del corazón”, término que abarca toda la
interioridad de la persona. Son, en otros términos, los ojos del Espíritu que todo
lo comprende y todo lo abarca, y que el mismo Espíritu otorga al orante en la
contemplación.
El alma orante se sitúa en esa tesitura de la visión beatífica, pero sin poder
llegar a ella porque se lo impide la limitación e imperfección de su ser temporal
y mundano. Tal visión, procede según un doble movimiento: uno ascendente por
el que el alma ve todas las cosas en Dios y otro descendente por el que ve a Dios
en todas las cosas.
Esta visión ascendente no es ajena, sino que parte de ella hasta llevar al alma a
ensimismarse en Dios y en su misterio.
El alma orante busca plenitud, que suele manifestarse como del deseo de Dios y
que atraviesa toda la historia bíblica y eclesial hasta nuestros días.
El salmo 41 lo expresa como sed del Dios vivo y anhelo de ver el rostro de Dios.
Dios que es la misma Plenitud, al donarse en la contemplación, hace partícipe
al alma de su plenitud. Gozar de plenitud para el alma significa no tener
necesidad de nada, porque está llena de Dios. La plenitud de Dios indica
vaciamiento de todo lo que no sea Él. Un vaciamiento que de ninguna manera
es considerado empobrecimiento, sino capacidad de plenitud orante.
79
Plenitud orante. Así el alma, mientras permanezca en este mundo, puede ir de
plenitud en plenitud. Esa plenitud orante abarca todo: el pasado, el presente y
el futuro; el tiempo y la eternidad; la naturaleza y la historia; la materia y el
espíritu.
Resumen
El alma contemplativa ya no tiene ojos para otra cosa sino para ver a Dios en
todo y por encima de todo. El alma orante ya no tiene oídos para escuchar las
voces de las cosas o de las personas, sino sólo oídos interiores para percibir la
resonancia de Dios que ellas poseen y que solamente se escuchan cuando los
oídos espirituales están bien agudos y despiertos.
El alma orante busca plenitud, que suele manifestarse como del deseo de Dios
que es la misma Plenitud, al donarse en la contemplación, hace partícipe al
alma de su plenitud.
80
Para recordar
“De su plenitud hemos recibido todos, y gracia tras gracia” (Jn 1,16).
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
1. ¿Qué es la elevación?
Se refiere a la elevación del orante dentro del mundo en el que el hombre
vive y habita. Se opera además una elevación que, aun experimentando
el peso de la realidad mundana, hace vivir al orante una experiencia de
un mundo divino, al que es introducido por el mismo Espíritu Santo.
81
Sesión 14
La actuación
Objetivo Doctrinal: Que los alumnos conozcan como cada uno de los pasos de la
lectura orante produce frutos en el alma.
Esquema de la lección
I. El sentido de actuación
II. Relación entre oración y la actuación
III. Relación entre la contemplación y la actuación
I. El sentido de la actuación
82
La acción afecta primeramente a nuestras facultades superiores y con ello a
nuestras actitudes más profundas. Los pensamientos del orante, sus decisiones
y emociones van siendo transformados por el Espíritu de Dios.
Los mismos sentidos del que ora son tocados por el Espíritu y van siendo
transformados para que perciban todo, no según la carne, sino según el
Espíritu de Dios. Al cambiarse a sí mismo, el orante cambia la sociedad en la
que vive.
Cuando se agradecen los beneficios recibidos de las manos amorosas del Señor,
se toma conciencia de que lo que más le agrada es que se le agradezca no tanto
de palabra, sino con las obras y con la voluntad, tomando una fuerte
determinación de actuar así.
En la oración de ofrecimiento, ¿qué otra cosa se hace sino ofrecer todo el ser y
todo el obrar al Señor?
83
La purificación y afinamiento espiritual de los sentidos que se lleva a cabo en la
oración se manifiesta también en la actuación diaria de los mismos. Poco a poco
el que ora va dejándose tocar por el Espíritu Santo y le ofrece su total
disponibilidad. Poco a poco va adquiriendo también el don de tocar a otras
personas, mediante su palabra y sobre todo el testimonio de vida, y hacerlas
entrar en los designios de Dios.
Las acciones de los sentidos van cambiando en el alma del orante; éstos van
siendo ejercitados cada vez más según Dios y al servicio de su plan de
salvación.
Cada uno de los pasos de la lectura orante produce frutos en el alma orante.
Cada paso produce fruto porque nos pone en contacto con Dios, fuente de vida,
de la que el alma bebe desde el inicio mismo. Según se van subiendo los
escalones del método, el alma va siendo capacitada para dar con más
abundancia frutos de santidad y de apostolado en el ir y venir de cada día.
Los frutos, aunque sean pequeños y nada aparentes, no por eso dejan de ser
divinos. Lo importante es tener una clara certeza de que los frutos no son
nuestros. Es por ello, muy necesario, nunca separar al árbol del fruto, como
tampoco al fruto del árbol. Tal separación, si se opera, es sumamente
perjudicial para el alma y para la misma vida de oración.
84
el Espíritu puede ayudar para que el mismo Espíritu realice en otras almas la
misma labor transformadora. Ella, al estar ya desposeída de sí por la acción
orante, tiene sólo a Dios para dar y lo da con totalidad.
El orante da lo que tiene y tiene sólo a Dios, por eso puede realizar la misión de
la forma más completa y perfecta. Sin quitar peso a sus cualidades,
preparación, personalidad, todo eso vale menos para la misión que su unión a
Dios y su transformación en Jesucristo.
Conclusión
Resumen
La actuación como todo efecto producido en el alma orante tiene que ver
directamente con su persona o se refiere en particular a las actividades de su
vida cotidiana, en la familia, en la profesión y en el lugar que sea.
Poco a poco el que ora va dejándose tocar por el Espíritu Santo y le ofrece su
total disponibilidad. Va adquiriendo también el don de tocar a otras personas,
mediante su palabra y sobre todo el testimonio de vida, y hacerlas entrar en los
designios de Dios.
Cada uno de los pasos de la lectura orante produce frutos en el alma orante,
pero éstos son más evidentes y significativos en los dos últimos pasos del
método. Los frutos, aunque sean pequeños y nada aparentes, no por eso dejan
de ser divinos.
85
Para recordar
El alma que ora afina el oído para escuchar cada vez mejor la voz de
Dios.
Las acciones de los sentidos van cambiando en el alma del orante; éstos
van siendo ejercitados cada vez más según Dios y al servicio de su plan
de salvación.
El orante da lo que tiene y tiene sólo a Dios, por eso puede realizar la
misión de la forma más completa y perfecta.
Lecturas complementarias
Bibliografía
Autoevaluación
86
El primer fruto de la contemplación se realiza en las facultades mismas
del orante y en toda su persona. Es un fruto interior con fuerza
transformante en las operaciones espirituales del alma contemplativa.
Esa transformación interior tiene una repercusión en los modales y
gestos de la persona y sobre todo en sus acciones cotidianas.
87
Sesión 15
Esquema de la lección
I. Introducción
II. Santa María
III. Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz
IV. Beata Teresa de Calcuta
V. Exégesis de los santos
VI. Conclusiones
Dinámica: Pedir a los alumnos que en tres minutos escriban el nombre del
santo de su predilección y anoten las virtudes por las cuales más destacaron.
Puntualizar que la vivencia de la voluntad de Dios descubierta por ellos a
través de la lectura orante de la Biblia los llevó a vivir de manera heroica esas
virtudes.
I. Introducción
Los santos han sido oyentes atentos de la Palabra y han hecho de sus vidas una
respuesta pronta a la Palabra. La Palabra de Dios es vida y el texto se
comprende en su profundidad sólo en la medida en que se vive y se pone en
práctica. A la escucha y al saber ha de seguir el buen obrar. En la vida de los
santos, el encuentro con la Palabra de Dios, mediante la lectura de la Sagrada
Escritura, cambia radicalmente su existencia.
88
La tradición de la Iglesia transmite también la práctica de la lectio divina como
una contemplación deleitosa de la Sagrada Escritura, a la manera de María,
que meditaba en su corazón todos los misterios de Jesús.
Frente al lector orante de la Palabra de Dios se alza María, la madre del Señor,
que conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón, encontrando el
vínculo profundo que une eventos, actos y cosas, aparentemente desunidas, con
el plan divino.
Hay en ella una verdadera pasión por escrutar las Escrituras y por descubrir
en ellas los secretos de la Palabra de Dios, pero no lo hace nunca como una
intelectual, tiene horror a lo expresado y va directamente a lo vivido. No trata
tampoco de hacer síntesis y construir hermosas teorías, medita sencillamente
la Escritura para descubrir en ella el pensamiento del Señor:
89
humillan y testimonian a Dios su agradecimiento por permitirles tomar parte en el
banquete de un alma a quien él se digna enriquecer con sus gracias. 17
«Para mí no encuentro nada en los libros fuera del Evangelio. Este libro me
basta » (Novissima Verba, Cuaderno amarillo, 15-5-97).
«Trataba de conocer a Dios, de descubrir, por decirlo así "su carácter> (C. y R.,
111, 31.39).
Teresa sabía ver a Cristo hablando y actuando a través de los textos, se sentía
interpelada por la palabra del Señor y como entre ella y el circulaba una
profunda corriente de amistad, recogía las palabras de Cristo con avidez.
“Tengo sed”, decía Jesús en la cruz, cuando fue privado de todo consuelo,
muriendo en la pobreza absoluta, abandonado y despreciado, y roto en cuerpo y
17 SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS. Historia de un alma, Manuscrito C, v 19.
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alma. El habló de su sed, no de agua, sino de amor, de sacrificio. Jesús es Dios:
por tanto, su amor, su sed es infinita. Nuestro objetivo –decía la madre- es
saciar esta sed infinita de un Dios hecho hombre. ¿Por qué dice Jesús: “Tengo
sed”? ¿Qué significa? Algo tan difícil de explicar en palabras: Tengo sed es algo
mucho más profundo que si Jesús dijera simplemente: Te amo. Hasta que no
sepan en lo más profundo de su interior que Jesús tiene sed de ustedes, no
pueden empezar a saber quien quiere ser él para ustedes o quien quiere el que
ustedes sean para él.
A ellos deben escuchar los teólogos Santa Teresa del Niño Jesús sabía que su
camino de infancia espiritual era un ejemplo para imitar, y san Pablo, en la
Biblia cristiana, se pone a sí mismo como ejemplo.
VI. Conclusiones
Verificar el modo de lectura de las Escrituras de los Santos nos puede conducir
al descubrimiento de modos de lectura de las Sagradas Escrituras, que sin ser
pues del todo nuevos, han caído un poco en el olvido. Como ejemplo nos puede
ser útil la lectura franciscana de la Biblia que sin duda se presenta
sorprendente, si la miramos desde el punto de vista de los actuales criterios
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científicos de interpretación y desde el punto de vista de los frutos de fe que
esta lectura proporcionó. Uno de los signos característicos de esta lectura fue el
principio de sin glosa. Se trataba de la acogida de la Palabra de Dios tal como
está escrita en la Sagrada Escritura, sin comentarios académicos. Según San
Francisco la verdad Divina no está objetivada en las palabras y frases de la
Biblia, no está siempre a disposición como una respuesta para todos los
problemas. Se puede descubrir solamente en el contexto íntegro y personal, no
se concentra sobre la materia del texto, sino sobre el actuar de Dios.
Resumen
Los santos han sido oyentes atentos de la Palabra y han hecho de sus vidas
una respuesta pronta a la Palabra. En la vida de los santos, el encuentro con la
Palabra de Dios, mediante la lectura de la Sagrada Escritura, cambia
radicalmente su existencia.
Los santos contemplan con los ojos del Espíritu las profundidades de Dios que
emergen de la Sagrada Escritura. En la historia encontramos muchos hombres
y mujeres que han leído la Sagrada Escritura de una manera tal que los ha
llevado a una reorientación total de sus vidas; a un cambio en sus formas de
pensar y de actuar o al menos a encontrar una nueva razón para dar a la
propia posición de fe.
Para recordar
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La Palabra de Dios es vida y el texto se comprende en su profundidad
sólo en la medida en que se vive y se pone en práctica.
Lecturas complementarias
XII Asamblea general Ordinaria del Sínodo de los Obispos. La palabra de Dios
en la vida y e la misión de la Iglesia. Octubre 2008. Proposición 22
Bibliografía
Autoevaluación
2. Explica qué significaba para Santa Teresita del Niño Jesús, la lectura de
la Sagrada Escritura.
Teresa sabía ver a Cristo hablando y actuando a través de los textos, se
sentía interpelada por la palabra del Señor y como entre ella y el
circulaba una profunda corriente de amistad, recogía las palabras de
Cristo con avidez. Encuentra en el Evangelio el alimento para su
oración.
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Su misión comenzaba cada día, antes del alba, delante de la Eucaristía.
En el silencio de la contemplación, la madre Teresa de Calcuta sentía
resonar el grito de Jesús en la cruz: «Tengo sed». Este grito, recogido en
lo profundo de su corazón, la impulsaba por las calles de Calcuta y de
todos los arrabales del mundo, en busca de Jesús en el pobre, en el
abandonado y en el moribundo. Hasta que no sepan en lo más profundo
de su interior que Jesús tiene sed de ustedes, no pueden empezar a saber
quien quiere ser él para ustedes o quien quiere el que ustedes sean para
él.
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Bibliografía general
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