Szilasi, Wilhelm - Introducción A La Fenomenología de Husserl

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Introducción a la

fenomenología
de Husserl
Wilhelm Szilasi

Amorrortu editores
Buenos Aires
Director de la biblioteca de filosofía, antropología y A modo de homenaje a Wilhelm Szilasi
religión, Pedro Geltman
Einführung in die Phanomenologie Edmund Husserls Gerhard Funke
Wilhelm Szilasi, 1959
Traducción, Ricardo Maliandi

Unica edición en castellano autorizada por Max Nie-


me yer V erlag, Tubinga, y debidamente protegida en La fenomenología de Husserl, que representa uno de
todos los países. Queda hecho el depósito que pre- los movimientos intelectuales más fecundos y trascen-
viene la ley n 9 11.723. © Todos los derechos reser- dentes del siglo :xx, ha hecho posibles muchas varie-
vados por Amorrortu editores S. C. A., Luca 2223, dades de investigación filosófica. Junto a la dirección
o.rigin~r~a -orientada primero [1900 y sigs.] en sen-
Buenos Aires.
~Ido ~og1co y luego [ 1913 y sigs.] en sentido general
La reproducción total o parcial de este libro en for- tdeatiVo-abstractivo-- prevaleciente en Gotinga se en-
ma idéntica o modificada, escrita a máquina por el cuentran la fenomenología axiológica de Max Scheler
sistema multigraph, mimeógrafo, impreso, etc., no y su círculo en Colonia (1919 y sigs.], la fenomenolo-
autorizada por los editores, viola derechos reservados. gía psicológico'-descriptiva de la escuela de Geiger y
Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Pfander en Munich (1921 y sigs.], la hermenéutica
fe~omenológica de .Martín Heidegger en Marburgo y
Industria argentina. Made in Argentina. Fnburgo [1923 y s1gs.], la historia metafísico-concep-
tual. de la filosofía, de Dietrich Mahnke (1926 y sigs.],
Y.• !~almente, el propio Husserl acentúa su vieja po-
sicton en una fenomenología completamente trascen-
dental, entendida como ciencia de los fundamentos en
Friburgo de Brisgovia [1916-1938]. '
Wilhelm Szilasi nació el19 de enero de 1889 en Bu-
dapest y murió el 19 de noviembre de 1966 en Lo-
camo. Poco después de la Primera Guerra Mundial
y ~i~n~o profesor de Filosofía en Budapest, se ligó, po;
tmcta~IVa de Husserl, . a la escuela de fenomenólogos
de Fnburgo, a la que enriqueció con su orientación
científico-natural. En Friburgo actuó junto a Husserl
y enseñó con Martín Heidegger [n. 1889], Oskar Be-
cker [1889-1964], Edith Stein [1891-1942], Fritz
Kauffmann [1891-1958] y Roman Ingarden [1893-
1970]. Desde 1932 vivía en Brissago (Suiza). El na-

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cionalsocialismo lo obligó a quedarse allí como emi- donó ---'Como lo hicieron Ludwig Landgrebe [n. 19021
grado. Consiguió soportar la época de crisis recurrien- o Eugen Fink [n. 1905]- la philosophia trascenden-
do a sus posibilidades en la industria. De 1947 a 1961 talis de Husserl.
ocupó la cátedra que el sucesor de Husserl, Heideg- Su intención era, en primer lugar, hallar una síntesis
ger [1928 y sigs.], tuvo que abandonar después de la productiva de las técnicas trascendental-fenomenoló-
Segunda Guerra Mundial. gica y fundamental-ontológica. En segundo término,
Pocos meses antes de su muerte, el6 de mayo de 1966, pretendía revelar los conceptos básicos de la ciencia
Szilasi, condenado por una larga y grave enfermedad, .válida entendida como «filosofía no explícita», es de-
escribió al autor de estas lineas: «Probablemente se cir, interpretar la «ciencia como filosofía», como
necesita para morir una madurez aún mayor que para lo indica el título [Wissenschaft als Philosophie,*
vivir». Durante toda su vida dio. pruebas de esa ma- 1945 J de su obra más conocida, y como también
durez propia de una existencia cabalmente humani- lo intentan sus trabajos sobre «Filosofía y ciencia na-
taria. La manifestó ante todo cuando, a pesar de su tural» (Philosophie und Naturwissenschaft, 1961),
duro destino personal, poco después del fin del Tercer que han allanado el camino hacia una metafísica. El
Reich, en una época caótica, regresó a Friburgo sin tema es allí el de la experiencia y el saber, por lo cual
resentimientos, y, con todo su prestigio de alemán por la atención se concentra, desde el punto de vista histó-
opción y de ciudadano sin culpas politicas, ayudó a rico, en Kant, Schelling, Hegel y Husserl.
sus viejos y a sus nuevos amigos, así como a sus dis- Al científico-natural Szilasi le importaba, en definiti-
cípulos, a encontrar en la gran herencia filosófica ale- va, investigar los esquemas actuales de la física, la fi-
mana una nueva y firme orientación vital. Y a en siología, la biología, la psiquiatría y el psicoanálisis,
Macht und Ohnmacht des Geistes [1946] había hecho considerándolos en sus estructuras a priori, desde una
comprensibles para la época diversas interpretaciones crítica de la conciencia y una analitica existencial. A
de Platón y Aristóteles; pero constantemente retomó partir de ese. interés específico, colaboró estrechamen-
a la fenomenología de Edmund Husserl y a la elabo- te [1951 y sigs.] con el analista existencial Ludwig
ración de una concepción racional de la vida y de la Binswanger [1881-1966]. La obra de homenaje a Szi-
ciencia en nuestro tiempo. Los rasgos fundamentales lasi, Beitrage zu Philosophie und Wissenschaft [1960],
de esa concepción han sido expuestos por él en su Ein- da testimonio, desde la perspectiva de sus amigos, del
führung in die Phiinomenologie Edmund Husserls amplio horizonte de sus investigaciones, y lo mismo
[ 1959 J, interpretando esa fenomenología como una hace la laudatio brindada por la Universidad de
filosofía constitutiva y trascendental, y mostrando Francfort del Meno al otorgarle el grado de doctor
también su conexión con los planteamientos kantianos honoris causa.
de fundamentación científica. Wilhelm Szilasi, extraordinario y agudo sabio de vie-
Szilasi se mantuvo abierto al método hermenéutico de jo estilo, fue un maestro de auténtico calor humano,
Heidegger y a partir de él logró, más allá de la pura
teoría de la ciencia, un acceso a la ontología funda- * Qué es la ciencia, México: Fondo de Cultura Económica,
mental y a la metafísica. Sin embargo, nunca aban- 1966.

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de encantadora franqueza y amable naturalidad; un Prólogo del traductor
hombre de filosofar espontáneo y vivo, de investiga-
ción puramente consagrada al fenómeno, de lenguaje
gráfico y cautivante, y de un dominio científico to-
talmente preciso de los problemas. Fue amigo de sus
amigos y participaba vivamente de las preocupaciones
humanas, profesionales, políticas o económicas de sus
compañeros. Tuvo conciencia de haber terminado su La obra de Szilasi que ahora presentamos a los lec-
obra. Cuando su vida, tras largo padecimiento, llega- tores de lengua española es, como lo indica su título,
ba a su fin, expresó: «No sé en absoluto qué espero una «introducción» a la fenomenología husserliana.
todavía». Pero se trata de una introducción directa, resuelta,
Pero el mundo cientifico, la investigación fenomeno- una especie de zambullida en el núcleo del pensamien-
lógica y la filosofía trascendental esperan aún, para to fenomenológico y los más estrictos aspectos de su
todos, el completo acceso a los resultados de su tra- problemática. No es de lectura fácil: carece de ador-
bajo, la fertilización de sus métodos en el ámbito inter- nos estilísticos y requiere una atención concentrada y
disciplinario y la resonancia mundial de su actitud permanente; 'Está escrita, sin embargo, con criterios
ejemplar como ser humano. y propósitos didácticos, ya que contiene el texto de
un curso dictado para estudiantes de la Universidad
de Friburgo. Nos hallamos ante exposiciones sistemá-
ticas, cuidadosamente eslabonadas desde el comienzo
hasta el final del libro. El lector que se interese en
estos temas advertirá pronto, sin duda, que las dificul-
tades no arraigan en ningún tipo de oscuridad deli-
berada, sino en la complejidad misma del contenido.
El esfuerzo de Szilasi está dirigido, por una parte, a
destacar las características centrales de cada uno de
los tres períodos -el «descriptivo», el «trascenden-
tal>> y el «constitutivo»- de la fenomenología de
Husserl, y, por otra parte, a mostrar en ellos las mu-
tuas conexiones temáticas y el proceso ascendente que
representan en su conjunto. Tales consideraciones le
sirven a Szilasi como fundamento. para su afirmación
de que la fenomenología de Husserl no desemboca,
como suele pretenderse, en un «idealismo trascenden-
tal>>, sino que se resuelve, más bien, en una «indife-
rencia» o <<neutralidad» con respecto a toda toma de

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posición. El trabajo de Szilasi apunta además -y de
modo expreso-- a «retomar el hilo de la investigación entre sujetos que llevan a cabo una «función trascen-
fenomenológica» (que, según él, había sido abandona- dental», y que se comportan, por tanto, como «sujetos
do) , y a continuarlo en su dirección originaria es de- trascendentales». Su actividad no es «subjetiva», ya
.
c1r, en la manera husserliana.
' que depende de circunstancias y «estados de cosas»
Con respecto al primero de los períodos de Husserl (Sachverhalte) reales, y, en definitiva, del sistema de
-el de la «fenomenología descriptiva»-, Szilasi ana- la naturaleza y del sistema del mundo. Naturaleza y
liza los conceptos de «intencionalidad», de «intuición mundo se constituyen de la manera más unitaria po-
categorial» y de «intuitividad de lo a priori», en los sible. La «constitución» (Konstitution) del mundo
cuales, y pese a todo el desarrollo ulterior, están ya (del único mundo del que pueden tenerse experien-
latentes los demás temas capitales. El período corres- cias) se capta, a su vez, por medio de una distinta
pondiente a la «fenomenología trascendental» destaca forma de experiencia, que recibe el nombre de expe-
problemas decisivos, como el de la «evidencia», cuyo riencia constitutiva. El análisis de esta experiencia es
cabal sentido debe entenderse teniendo en cuenta su central en el tercer período de la fenomenología hus-
origen en la fundamentación apodíctica. Salen tam- serliana, llamado por eso «constitutivo». También se
bién ahora a la luz los diversos estratos del yo. A habla aquí de filosofía «genética», o «egológica», es
través de la reflexión y de la reducción (en sus diver . . decir, referida a las efectuaciones del ego puro. Es
sos pasos) se alcanza la instancia fundamental del ego este quien tiene las experiencias «constitutivas», que
puro. Los conceptos trascendentales -por ejemplo, los están dirigidas a las experiencias «trascendentales» y,
de naturaleza y mundo-- implican la aprehensión de a través de ellas, a las experiencias «descriptivas». En
sistemas unitarios, apodícticamente fundamentados. el ejemplo del ferrocarril, lo constitutivo se refiere a
Existe una experiencia trascendental, que no solo tras- la «Conveniencia» o «adecuación al fin» (Zweckmiis-
ciende la experiencia empírica, sino que sirve justa- sigkeit) : el sistema se construye según las condiciones
mente para interpretarla y hacerla comprensible. Szi- trascendentales, pero es necesario decidir también
lasi, retomando una imagen de Husserl, se complace cuál es el mejor modo de realizarlo, o sea, es necesa-
en ejemplificar esa relación por medio de la experien- rio lograr la experiencia constitutiva de lo que Leib-
c~a de un observador hipotético que contempla, empí- niz llamaba composibilidad, y que alude nuevamente
ncamente, las salidas y llegadas de trenes en una es- a las condiciones empíricas. La problemática de la
tación de ferrocarril, a las que interpreta y comprende «constitución» se vincula estrechamente con la de la
por medio de la experiencia trascendental del sistema intersubjetividad y la del «mundo de la vida» (Le-
general del ferrocarril. Este sistema, sin embargo, está benswelt), a las cuales Szilasi dedica también una es-
construido por los hombres. No puede decirse lo mis- merada atención.
mo del sistema de la «naturaleza», ni del sistema del Acorde con su ya mencionada preocupación por la
<<mundo». Hay que ver, no obstante, en qué sentido fundamentación de las ciencias, Szilasi ha puesto el
«Construyen» los hombres un sistema de ferrocarril. acento en los propósitos epistemológicos de las inves-
Dicho sistema está construido mediante un acuerdo tigaciones de Husserl, es decir, en la aspiración de al-
canzar una scientia prima que permita aquella fun-
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damentación. Husserl buscaba, en efecto, una base se- Id: Ideen zu einer reinen Phiinomenologie
gura para todas las ciencias, y que proporcione al und phiinomenologischen Philosophie,
hombre una certidumbre general, no solo en su conoci- primera parte, 1ra. ed. alemana, publi-
miento teórico, sino también -y sobre todo-- en su cada en el ]ahrbuch für Philosophie und
vida práctica. Colocado en una línea filosófica que Phiinomenologische Forschung, vol. 1,
podría trazarse a través de Descartes, Leibniz y Kant, , 1913. (Ideas relativas a una fenomenolo-
Husserl ocupa un puesto cardinal que ha sido decisivo gía pura y a una filosofía fenomenológi-
en todo el pensamiento contemporáneo. La conver- ca, México: Fondo de Cultura Económi-
gencia ulterior de propósitos polemizantes, influencias ca, 1962.)
diversas y criterios discrepantes ha desviado a veces,
sin embargo, la originaria dirección fenomenológica LU: Logische Untersuchungen, Halle, 1ra.
husserliana. La presente obra de Szilasi ofrece las in- ed., 1900-1901. (Investigaciones lógicas,
vestigaciones de un discípulo que, con fidelidad al Madrid: Revista de Occidente, 2 vols.,
maestro, intenta recuperar aquella dirección. 1967.)
Se han mantenido en el texto las abreviaturas usadas
por Szilasi para sus citas de obras de Husserl. Aunque
se trata de abreviaturas corrientes en alemán, convie-
ne aclarar que son las siguientes:

CM: Cartesianische :NI editationen, 1ra. ed.


alemana. (Meditaciones cartesianas, Mé-
xico: El Colegio de México, 1942.)

Erf u Urt: Erfahrung und Urteil (Experiencia y


juicio) , 1ra. ed. alemana.

FTL: Formale und transzendentale Logik. lra.


ed. alemana. (Lógica formal y lógica
trascendental, México: UNAM, s. f.)

Hu a: Husserliana (denominación general de la


colección de volúmenes con las Obras
completas de Husserl, que edita M. Nij-
hoff, de La Haya) .
Introducción

La presente publicación contiene el texto de las clases


que dicté durante el semestre de invierno de 1958-59
en la Universidad de Friburgo, excepto el último ca-
pítulo, cuyo lugar estuvo ocupado en dicho curso por
un intento de tratar la relación entre el pensamiento
de Husserl y el de Heidegger. Ese trabajo se publicará
en otro sitio. Aunque en las exposiciones que siguerí
me ocupo de muchas cosas ya suficientemente sabidas,
paréceme justificado publicarlas también porque son ·
necesarias para la fundamentación de lo nuevo que yo
pueda añadir. He puesto el acento en el problema de
la trascendencia. Husserl ha cambiado muchas veces
de posición en el curso de sus repetidos abordajes al
problema de la experiencia de lo trascendente. He
procurado escoger, entre los más diversos pasajes,
aquellos que, según mi interpretación, responden me-
jor a sus propósitos más profundos. He procurado ex-
traer más rigurosamente sus consecuencias, y conti-
nuar desarrollando la fundamentación .de un idealismo
constitutivo en el sentido de un positivismo trascenden-
tal. Creo no haber entrado en oposición con Husserl,
y sí, en cambio, haber honrado de la más digna ma-
nera su memoria tomándome tal libertad.
En general, las citas se hacen aquí según la colección
Husserliana [Hua], o bien de acuerdo con las edicio-
nes originales. Las abreviaturas de títulos son las co-
rrientes. He omitido las bastardillas de Husserl. Las
que aquí aparecen, lo mismo que los corchetes, fueron
puestos por mí.

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La bibliografía sobre Husserl ha sido compilada muy El 8 de abril de 1959 se cumplieron cien años del na-
a menudo (si bien nunca de manera completa). El cimiento de E. Husserl. Esta fecha no es, en sí misma,
índic·;_: más importante es el de J. Raes [Revue I nter- importante, más que como oportunidad de una gra-
nationale de la Philosophie, 1950], completado, según ta conmemoración. En nuestro caso, empero, reviste
supe sólo después de entregar mi manuscrito, por L. gran significación, ya que vuelve patente una pro-
Ely [Zeitschrift für philosophische Forschung, vol. 13, ximidad temporal. Husserl ha muerto hace veinte
n 9 2; este número contiene exclusivamente artículos años. Desde el punto de vista histórico-espiritual, ape-
sobre Husserl, en homenaje a su centésimo aniversa- nas estamos alejados de él. Los problemas de cuya elu-
rio]. Entre las muchas publicaciones quisiera desta- cidación hizo la tarea de su vida introdujeron una ra-
car aquellas de las cuales más he aprendido, aun sin dical reorientación en la filosofía. Quienes hemos asis-
¿ompartir sus conclusiones: Th. W. Adorno, Sobre la tido a ese cambio experimentamos con la mayor in-
metacrítica de la teoría del conocimiento.* Las notas tensidad su fuerza. Notable situación esta, la de ser
críticas de E. Fink enSeinJ Wahrh eitJ Welt (Ser, ver- contemporáneos y discípulos. Ella significa mayor in-
dad, mundo) [La Haya, 1958, caps. 7-8], son muy timidad, pero también menor perspectiva. Quizá la
instructivas. Han aparecido dos escritos sumamente significación de Husserl sólo se pueda juzgar más tar-
ilustrativos para la fenomenología, de uno de los más de, desde una mayor lejanía. A esto hay que agregar ·
antiguos discípulos de Husserl, W. Schapp: In Ge- que sus exposiciones, inacabadas en los detalles, si-
schichten verstrickt. Zum Sein von Ding und M ensch guen constituyendo hoy problemas que nos tocan di-
(Envuelto en Historias. Acerca del ser de la cosa y el rectamente. No han perdido su fuerza vital. No podían
hombre) [Hamburgo, 1950]. (Cf. , sobre esa obra, la ciertamente convertirse en cuestiones históricas, cuyo
hermosa reseña crítica de H. Lübbe: Das Ende des planteo originario fuera preciso buscar penosamente.
phiinomenologischen Platonismus -El final del pla- Por lo contrario: cuando hoy hablamos de filosofía, lo
tonismo fenomenológico-, en Tijdschrift voor Philo- hacemos en el sentido en que él la concebía.
sophie, vol. 16, n 9 4, págs. 639-66 y Philosophie der Frente a ello está el hecho de que Husserl, con su ge-
Geschichte (Filosofía de la historia) [Leer, 1959], que nialidad y su objetividad serena y concienzuda, en cier-
he conocido sólo ahora, mucho después de la termina- to modo condujo a su remate, ya clásico, a una gran
ción de mi texto. Lamentablemente tampoco pude época de la filosofía que comienza con Descartes y
utilizar el volumen 8 de Husserliana (segunda parte Leibniz y alcanza su culminación con K ant -o con el
del curso sobre Erste Philosophie -Filosofía prime- idealismo alemán-, y, a la vez, inició una nueva épo-
ra- [1923-24]), que acaba de aparecer. Las intro- ca filosófica. Prueba de esto es que empieza por una
ducciones y ordenaciones de escritos póstumos conte- fenomenología descriptiva radical y da cima a su tra-
nidos en esa edición, así como, en especial, las clases bajo científico con su propia filosofía trascendental
y los escritos de M. Heidegger, revisten la máxima llevada hasta el fin. Cabe, si bien no muy exactamen-
utilidad para el aprendizaje de la fenomenología. te, distinguir tres períodos en su obra. El primero se
cierra en 1901 con las Investigaciones lógicas, que con-
* Caracas: Monte Avila, 1970. tienen los elementos básicos de la fenomenología des-

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criptiva. El segundo corresponde a la elaboración de teriores reciben de los posteriores su adecuada ilumi-
los problemas de la fenomenología trascendental, cuya nación. Esto vuelve penoso el estudio de las obras, pe-
primera manifestación literaria es Die Idee der Phii- ro atestigua la viviente pasión que las anima. Hay,
nomenolo gie (La idea de la fenomenología) [H ua, por tanto, razones de peso para mantener, en la expo-
vol. 2 ( 1907)]. La exploración de las ricas posibilida- sición, la ya indicada división en tres períodos.
des abiertas le insume alrededor de quince laboriosos Los documentos más importantes están hoy a nuestra
años, durante los cuales redacta las Ideas para una fe- disposición gracias a la excelente edición de las obras
nomenología pura y una filosofía fenomenológica completas, aún no acabada. Entre los escritos que por
[1913; ahora en Hua, vol. 3]. Ya en esa época supera primera vez se han vuelto asequibles gracias a esta
el tema inicial. En lugar de la ontología de la concien- edición, se cuentan la segunda y la tercera partes de
cia trascendental aparece la doctrina del ego puro, la las IdeasJ las lecciones sobre La idea de la fenomeno-
egología trascendental, cuyo desarrollo comprensivo logía [1907], así como todos los apuntes de clase de
está contenido en Lógica formal y trascendental [1929] Husserl. Estos escritos ofrecen una imagen más nítida,
y en las Meditaciones cartesianas (publicadas en ale- en comparación con la que teníamos los discípulos, de
mán por primera vez en 1950 [Hua, vol. 1]. El último la marcha de los pensamientos, así como de su profun-
trabajo que el propio Husserl alcanzó a publicar par- didad y trabazón. Creo que ahora se aprende a com•
cialmente es La crisis de las ciencias europeas y la fe- prender y valorar los propósitos últimos de Husserl de
nomenología trascendental [las partes 1 y 11 apare- manera muy distinta a la que era posible antes.
cieron en 1936, y el resto en Hua, vol. 6, 1954]. La Quisiera señalar, entre estos tesoros ahora descubier-
obra de su vida, al menos en sus grandes trazos, se cie- tos, uno que puede parecer secundario pero que es muy
rra allí y se incorpora a la historia del pensamiento. Es- conmovedor. Se trata de una anotación hecha duran-
te último período (como quizá también el que precede te 1906, el año capital de la transición del ámbito de
a la publicación de las Investigaciones lógicas) se ex- problemas de las Investigaciones lógicas al de las
tiende igualmente durante unos quince años. Podemos, Ideas) y que Walter Biemel ha publicado en el pró-
pues, discriminar tres períodos de igual duración en logo del volumen 2 de Husserliana. Dice:
sus investigaciones. Los manuscritos inéditos dan idea
de la devoción e intensidad que colmaron cada una «En primer lugar mencionaré la tarea general que ten-
de las etapas. go que llevar a cabo si pretendo llamarme filósofo.
Los cortes entre fenomenología descriptiva, trascen- Me refiero a una crítica de la razón. Una crítica de
dental y egológica (llamada también fenomenología la razón lógica y de la razón práctica, de la razón va-
genética o constitutiva) no son tajantes. En cada lapso, lorativa en general. No podré vivir de un modo ver-
la infatigable labor de examinar, sopesar, explorar y dadero y auténtico mientras no me aclare a mí mismo,
reformular continuamente las cuestiones avanza de tal en rasgos generales, lo concerniente al sentido, la esen-
manera que el período siguiente se anuncia ya en plan- cia, los métodos, los puntos de vista principales de una
teos incompletos, búsquedas terminológicas y autoexá- crítica de la razón; mientras no haya pensado, traza-
menes ininterrumpidos. Y, a la inversa, los escritos an- do, comprobado y fundamentado un esbozo general

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de ella. He soportado ya suficientemente las torturas
I:
de falta de, claridad, y de las dudas que vacilan de l. La fenomenología descriptiva
aqm para alla. Tengo que llegar a una firmeza inte-
rio;.. Sé que ahí han naufragado grandes genios, y si
qmsiera yo compa~arme con ellos, tendría que deses-
perar desde el comienzo». [Nota del 25 de septiembre
de 1906.]
l. La situación inicial. Nuestra primera tarea consis-
te en ligar los comienzos filosóficos de Husserl con los
grandes problemas de la historia de la filosofía. Es
característico de la filosofía moderna considerar, apar-
tándose de la tradición y poniéndose límites, la funda-
mentación de las ciencias como su tarea principal. Esa
meta es ya decisiva para Aristóteles, pero se impone
verdaderamente solo desde comienzos del siglo xvn,
con Descartes, Leibniz y Kant. Este empeño incluye
la pregunta por la condición de posibilidad del cono-
cimiento en general. El conocimiento, el saber, la cien-
cia poseen dos polos: el que conoce, el hombre que se
ocupa de la ciencia, en cuanto sujeto, y lo cognoscible,
lo enfrentado (Gegenstand) o el objeto (Objekt) *
de la ciencia. Ambos polos nos ofrecen una serie de
problemas muy importantes. Por un lado, la tarea in-
mediata consiste en la determinación del ser del suje-
to. Hasta Heidegger, esa tarea no había sido abordada
de manera radical. Por otro lado, incumbe a la filo-
sofía la aclaración de la esencia de lo enfrentado u
objeto ( Ob jekt). Vuélvese manifiesto que no podemos
utilizar ambas denominaciones como equivalentes. Lo

* Como el autor destaca la distinción entre Gegenstand y Ob-


jekt, optamos por traducir el primero por «objeto» o giros como
«lo enfrentado», según el contexto. Objekt se traduce siempre
como «objeto» y se agrega, entre paréntesis, ,la expresión ale-
mana. Lo mismo vale para los derivados como «objetividad»,
«objetivo», etc. Por lo demás, el sentido de esa distinción con-
ceptual se aclara eri el texto de manera inequívoca. (N. del E.)

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23
enfrentado (Gegenstand) es todo aquello con que nos
en~ntramos e.n el mundo. Si tales objetos han de con-
a aquello para lo cual sirven. En ningún campo del
vertirse en objetos (Objekte) de conocimiento de las análisis de las capacidades humanas podemos prescin-
ciencias,_es preciso prepararlos para este fin, descom- dir de la pregunta por aquello que suscita esa capaci-
ponerlos y recompo~er~o~. En tal sentido distinguimos, dad, es decir, que le permite ser tal.
cuan~? hablamos hlosohcamente, entre objetos ( Ge-
¿Qué es lo que provoca nuestra capacidad de saber?
ge~stande) y objetos ( Objekte). Los segundos son los
En general contestamos: El mundo, con todas sus cues-
pnmeros en tanto se configuran según las exigencias tiones, y los fenómenos, relaciones y procesos que en
de la ciencia. él se encuentran. Aún no sabemos qué constituye su
Vuél~ese claro también que, junto al sujeto y al objeto
objetualidad (Gegenstiindlichkeit) ,* su ser en cuanto
(ObJ~kt), debemos mencionar aún un tercer término:
objetos. Solo sabemos que son objetos ( Objekte) del
las eXIgencias de la ciencia. Justamente, es lo más im- saber, cuestionados en correlación con nuestras capa-
portante que hemos de considerar. En efecto' estas cidades de saber.
. . .
eXIgencias, que tlenen su origen tanto en la amplitud No somos nosotros esos objetos ( Objekte), ni siquiera
del ~undo objetivo (ob jektive W elt) como en la pro- cuando el saber se ocupa de otros hombres y sus cua-
f~didad de la voluntad cognoscitiva del sujeto, dis-
lidades, o de la literatura y el arte, que son productos
tmguen la captación iY;refl,e:üva, descuidada e ingenua de actividades humanas. El cuestionamiento de la ob-
del mundo, del saber Cientlfico. Y este constituirá nues- jetividad (Objektivitiit) de tales objetos no puede, de
tro tema principal. ninguna manera, reducirse a un puro cuestionamiento
~a ya citada nota de Husserl testimonia cuánto lo apa- de las capacidades cognoscitivas. Las preguntas no son
siOna, -como cuestión vital, la incontrastable ineludi- inmanentes, sino que traspasan a fenómenos de exis-
~1~ ;jecución de su ~area: alcanzar, mediant~ la expo- tencia, que se enfrentan al sujeto como objetos ( Ob-
SICion. de las capacidades humanas que posibilitan el je kte) ; por eso, justamente, se llaman trascendentes.
conocimiento, las condiciones de un saber firmemente La filosofía, en cuanto pretende fundamentar el sa-
fundamentado en todos los ámbitos. Esta aspiración ber, el conocimiento y la ciencia, se encuentra de in-
lo lleva, al comienzo de su trabajo científico con la~ mediato colocada ante estas parejas de opuestos: su-
Investigaciones lógicas, a conquistar un fundamento jeto-objeto ( Ob jekt), inmanente-trascendente. Desde
inicial s.e~ro mediante la descripción de los procesos Descartes, ha intentado superar la aparente falta de
COgnOSCl tiVOS. transición de estas contraposiciones.
En la primera aproximación investiga el sujeto del sa- Cuando el acento se pone en las capacidades del co-
ber, nuestro entendimiento y nuestra razón. En tal me-
dida, sigue Husserl la tradición que arranca de Kant.
* Optamos por traducir de este modo Gegenstiindlichkeit. Lo
objetual denota lo enfrentado como tal; incluye estados de co-
Podem~s llamar inmanente a esta investigación, ya sas, objetos, etc. El autor pone como ejemplo la atención pres-
que el mtelecto que la realiza permanece dentro de tada por los alumnos en una clase, que no es un objeto ( Ob-
sí mismo. Pero resulta claro que el examen de las ca- jekt), aunque sí algo objetual. Podríamos agregar que objetual
pacidades inmanentes no puede realizarse sin atender es lo que se nos enfrenta en cada una de nuestras intenciones
(en sentido fenomenológico). (N. del E.)

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nacimiento, como si la fuente de la verdad del saber expresión. Kant entiende por investigación trascenden-
sólo pudiera hallarse en el sujeto y en sus productos tal aquella que convierte en tema de la filosofía, no
-las ideas-, solemos hablar de idealismo. Si, en cam- los datos de la experiencia, ni tampoco los de las ac-
bio, las condiciones del saber se hallasen en que lo ciones de la libertad y los procesos creativos, sino la
trascendente, por virtud propia, guía y domina nues- facul~~d huma~~ - ~n.:-~~\l~!!!Q _ ~~!~-~~~~~~~1, la
pOSíOdsiTII:d_~~ -ª~_;eahz~:r:._e:x.;p~~i.~!!!::!.i:l~..L.!?.hmr.....Q?.nJiber-
tras aptitudes, y, por tanto, se espera de él los criterios
decisivos, hablamos entonces de realismo. 1
ta . a. m~esttgación trata, en definitiva, de exponer
la conciencia como facultad pura considerada en su
2. Crítica a Kant. También Husserl penetra en ese plenitud y complexión.
dilema de idealismo y realismo ya desde el primer pa- En opinión de Husserl, Kant ha quedado a mitad de
so, cuando quiere, concienzudamente, empezar por lo ca:rnino con respecto a estos propósitos. La conciencia
primero. Es decir, ya en lo que él llama fenomenología pura en su totalidad no podía ser ya realmente su te-
descriptiva de los procesos en los cuales se realizan ma, puesto que, en la marcha de sus investigaciones,
las primeras formas de la aprehensión cognoscitiva de Kant permaneció atado a la lógica forma tradicional.
los fenómenos. El significado de «fenomenología» es, Ello se manifiesta desde su pregunta básica: ¿Cómo
por ende, doble: es preciso describir como fenómenos son posibles los juicios sintéticos a priori? C~n este
las acciones subjetivas de conocimiento -que él lla- planteamiento, el tema «conciencia» queda reducido
ma «actos»-, pero también lo aprehendido por el co- a la facultad de juzgar. «Juzgar>> significa mostrar un
nocimiento, es decir, el fenómeno que se ofrece desde estado de c~osas (Sachverhalij. A semeJante--poder de-
sí mismo en la aprehensión cognoscitiva, el fenómeno be precederle una capacidad más originaria de la
que se muestra. La distinción inmanente-trascendente conciencia, pues el poder-mostrar tiene como prerre-
no desempeña, por lo pronto, ningún papel. Está ya quisito poseer la visión (Einsicht) del estado de cosas
superada, porque los procesos de la aprehensión cog- que ha de ser mostrado. Por lo tanto, ya ese problema
noscitiva son descriptos en unión con el análisis de lo --como tal- presenta dimensiones de profundidad
aprehendido por el conocimiento. El acto elemental de previas en las que Kant no penetra.
la aprehensión cognoscitiva es designado por Husserl Podemos soslayar el hecho de que la división de las
«acto intencional». Con tal denominación quiere in- facultades _<f_~ Jª ~onf!~c!ª,en s~nsibilidad, entendi-
)di~_que la descripcíbnteríomenológic~_]Q-ei;-:~tinto mientoy :r:az_~ll -~stá prefigurada tamblén -éñ~íilógica
tradici~nal, que es incapaz de vincular esas partes en
deL~?9o::ae 1~ a·pr.~~e!i~i_ó_~-co@gsc[t!y_~-- ~<2-Illº-- de lo
.··aprehendido adecuáaam<;J1te_p<:)~ _el conoci:rpi~nto. Te- una ~ru~ad. Al margen de eso, el poder propio de la
nemos que considerar, primero, la interpretación de conciencia es erróneamente adjudicado a la ·aptitud
la filosofía trascendental que está en la base de este de formar categorías y de ligar con ellas, en la expe-
cambio, y preguntar cómo entiende Husserl el concep- riencia, los meros datos sensibles. Pero las categorías
to de conciencia trascendental. se obtienen siguiendo el hilo conductor de una tabla
El concepto de «conciencia trascendental» proviene ~e los juicios. Con lo cual la lógica, que p.QJJ!f:: some-
de Kant, aunque él no utiliza de buen grado esa nueva tida a la crítica trascendental; resulta el hilo conduc-

27
tor p~~_<!_lajpyestig~.c~?.ll . trascei1?ental. Ella es admi- no en oposicióny en relación con objetos (Objekte) ·
tida sin examen, eii sU validez ingenua. Aun cuando siñ~~at§.~~~~~T~- J~!i~g~§l~~~1ó[),l_~j~· :éii?~~des:
los correspondientes desarrollos llevan el título de ló- ro
ESta ffiVlSte de su complexiOn (Verfassung) corres-
gica trascendental, lo cierto es que, respecto a los pro- pondiente, y lo capacita para conocer, actuar y crear,
cesos lógicos mismos, Kant no cuestionó su condición en suma, para tener un mundo, que él constituye se-
'de posib~~_idad. N9 _Jos soiñiil[j!J, ~~~ñien.traséeñden­ gún sus propios esquemas.
t~!:. :g~l:)idci . ~u;¡v~--~.Qnfi,~P.ª..e.I1J~__i9ealida<t·:~<>f..ístiea Propio del auténtico sentido de la filosofía trascenden-
de las leyes lógicas. La fundamentación mediante po- Ta
tal'es'Tairibién trascender ·coricierida; en fa medida
siHvl'd'adé's"apriorísticas, tal como ocurre en todas las en queesra-sé~1!~)1g~..!_1a réfacióñ s~~to=ohjeto
ciencias naturales por medio de definiciones, axiomas ( Oli}ekt). Solo tal reOa.§.a..miéñ'iQ:'§Q.fioüC~ -aJi'filo~
e incluso también por hipótesis, no constituye una fun- fía trascendentat Es lo único que vuelve posible cap-
damentación a partir de las posibilidades de la con- tar'TaCoñCieñCiá"pura en su peculiaridad, y exponerla,
ciencia pura. Por el contrario: ella hace visible la ne- a través de la descripción fenomenológica, en su aca-
cesidad de una fundamentación trascendental. <<Lo gy.e bada plenitud.
poseemos ~mo conocimiento en _l.a.:s - ~i_e._~~~~IN>írig¡.s L.a_.ful.l.<>l!lC::!!Q~<?g!ª1 <~I!!!?.I!<?es, va más allá de Kant, por
es'CoñStñt1éio' ''eñ 1as'a'" 'ioiies"Cle la conciencia ura,
. . ..........,............__ .,..l.... .... . .. ·· ··-· -- -C~...............,..... . -.......... . . ,~ ............. ~-- el hec~~...~~, ,_qu_e.. ~Llffii'- ª1itéiiiica · aritología· irascen-
j~E!~.~!LJit..~QXJ:~JRQ!lQi~n,t~Jg,g,~~~·r [Cf., FTL, cap. deñ.t:;'I..~~. . I~. ~ºnciencia. ~i siq~i~ra se ?et_iene en la
7'; LD, vol. 11, secc. 2, parág. 66; 1:1.ua, vol. 7, págs. descnpclOn trascendental de las maneras ae· sef' d~ la
377-406: suplementos XIX-XXI; según el editor, da- conciencía'.püra·:-S1i.hi.rea principal consiste ·en funda-

:~~~~~::;~tf~~~~?f~J~ti i{~a~:ili~: s~~~a- ~~:~~~~


tan posiblemente del año 1908.]
La filosofía trascendental kantiana no alcanza su pro-
pósito, en segundo lugar, porque no aclara la relación ofrece, para la interpretación de las ciencias, un co-
sujeto-objeto ( Objekt). Las capacidades de la con- mienzo absolutamente fundamentado en evidencias
ciencia pura son examinadas solo en cuanto ella ela- ( Einsichten) últimas. «Así es que no fue de ninguna
bora lo dado en la receptividad desde un «mundo ex- manera algo casual --dice Husserl- que la fenome-
terior». Pero si las fuerzas de la conciencia solo se ejer- nología, ya en su origen, emprendiera el camino que
citan por referencia a la sensibilidad, ya no se trata de va de la evidenciación de la idealidad de las formacio-
conciencia pura. nes lógicas hasta la investigación de su constitución
Tal concepto de sujeto resulta insuficiente, en parti- subjetiva, y, solamente desde aquí, hasta la captación
cular si con él se pretende determinar más precisa- de la problemática constitutiva como problemática
mente la conciencia pura. Leibniz ha indicado que la universal, no meramente referida a las formas lógicas»
afección no es la ocasión necesaria de la percepción. [FTL, pág. 235].
La denominación «sujeto» contiene más de lo que se
mienta cuando simplemente se lo confronta con obje- 3. La tarea poskantiana. Existen, desde Kant, dos
tos ( Ob jekte). 1;-~~~bj~_!i~~c:l_~~ es la man~:~. c;Ie_ser de posibilidades para la investigación trascendental. La
un ente particular, al que teneiños~ qiie llama_r sujeto, primera, cumplida por Kant con gran agudeza, con-

28 29
iiste en deducir y legitimar los momentos trascen- estratos, y, por otro, en tratar de comprender el mo-
dentales del objeto puramente como productos de la tivo del ascenso gradual por las tres tendencias de
facultad subjetiva. Kant distingue, así, en el ámbito investigación. Habrá que averiguar, además, por qué
de lo enfrentado ( Gegenstande) en general, los fenó- la transición entre ellas resulta en cierto modo inevi-
menos y los objetos (Objekte) que, entendidos como table. La comprensión de esas transiciones nos con:
«cosa en si», no admiten ningún ingrediente constitu- ducirá entonces al rriás singular de los problemas:
tivo puesto por el sujeto (idealismo trascendental). cómo aprovechar, para nuestra orientación filosófica,
;r;"a otra posibilidad de la consideración trascendental el hecho de que la obra de Husserl no pueda clasifi-
consiste en sostener, si, la actividad del sujeto, a tra- carse exactamente como idealismo trascendental ni
vés de la cual este construye los objetos trascendenta- tampoco como. objetivismo trascendental, sino que
les como fines del conocer mediante diversos trabajos a.c?be en una smgular indeterminación, o, dicho po-
de reedificación categorial, pero en demostrar, tam- SitiVamente, en una neutralidad trascendental.
bién, que esta actividad de reedificación no responde Las cuestiones típicas de 1~ fe~om.~nolqgí~ de~~rip~iya
a leyes subjetivas sino a las que valen para los objetos sue?-an co~o l~II?-as: 1~ diL~~~{m_g~_.l[,l.lltrocio­
en si, y que son exigidas por estos. Esa demostración nah~~-~, 1~ _I!lt~~~!.é!l categq_n~l y la reformulación del
vie-ó roblema de 1 riori. --·-~-.,~-- .... ~.. ,. '~"'· . . ... _
_es más difícil. ~..si:ri~IDQ_jQpje,~~i_~i~mus) _j:;r:as- J . p .....·• .........QJJ..Jl
'e<!l$-~l!k:IJ.~.gu, .mm.iD.ar.los~procesos. ex~ JOS..f!la- Comenz.aremos por la recapitulación de aquello que
~}~- ~<!Pª~iga,(}_ C:~_gt:t()~C~t!Y~ por así decir. reconstruye hemos de tener siempre presente en lo que atañe a
élo~jeto dado previamente se~_!~~JÍI1~.9~l co:qQ~er. la intencionalidad de los actos de la conciencia. Y lo
Y luego debe··aem()straf ·que la apropiación final, a haremos así, en primer lugar, porque la intenciona-
través qe la constitución, objetifica (Objektiviert) los lidad estaba desde mucho antes preparada en la tra-
objetos en el proceso de .~onocimiento tal como ellos dición; en segundo lugar, porque la esencia de la in-
son en sí. (La denominación «objetivismo trascenden- tencionalidad provocó en los círculos filosóficos de
tal» quieredecir q\le los objetos (Objekte) del mundo entonces las mayores dificultades de comprensión, y,
y los o1Jjetos g~L~onocer..sé..idelltifkan.) en tercer lugar, porque es, en cierto modo lo más
apropiado para aclarar la marcha de la inve~tigación
4. Nuestra tarea. No tengo la intención de tratar, husserliana.
en mis exposiciones, todos los detalles de la fenome-
nología. Es cierto que no podemos renunciar a consi-
derar brevemente las cuestiones principales de cada l. El problema de la intencionalidad
período. Pero queremos dirigir nuestra atención hacia
los rasgos generales que han cobrado los respectivos 5. El primer paso de la exposición. Cuando inten-
períodos -!! f~~!!l~~<?.J~g.í~..2c:sc!iJ?tiva, la trascen- tamos aclarar la intencionalidad, es decir, captarla en
lo que ella es, no ~os es lícito..~lo.~consiga­
de!!.~L Y.Jª ..co.JJSututiva- en las investigaciones de
Husserl. Nuestra tarea principal deberá consistir en- mgs,.g~g_?~Pe COJ?:~~!l~-.s!~finiGiQ!l!l2illi1J~l. La fenome-
tonces, por un lado, en hacer ver el nexo entre los tres nología exige, contra toda especulación, atenerse a las

30 31
cosas mismas. Pero esto implica un cuidadoso trabajo para encontrar mi lugar, para adecuar mis apuntes a
"''Ue permita abrirse paso hasta las cosas y verlas. los oyentes. Mientras éstóy ~quí diciendo esto, percibo
La palabra i~~-~.1.!-~!q. -~ig!Üf!c::a ... «f.iirigirs~. _Toda vi- ª». la fila de barltoS";·ms·"perCibO a ustedes, sus rostros, la
veñcia~·-t:o~.~-·~SJ!TI!!!. ~e!!Í,W!<:~~-- .s~. -~i:ig~J?:... ~.Jtlgo. La atenci6I1.. gúe prestan: ·tndu~ percibo -sin que us-
percepéión"es, en cuanto tal, percepci6n «de algo», y tedes pronlm.cien üiíii:"8ola p~J~l?:r..a- si me han com-
lo misfl1o 'ocu'rre' cóif'la' 'represenfaci6I1: recuerdo, ·er prendidO: · ..... · ···
el juicio~ 'l:f~cónjetiira, 1a .expectativa, la esperanza, el c~~do hablamos de percepción estamos, por tanto,
amor. 'Siempre 'se trata. dé d~f~nnfuadas Jorm-ª~ de designando una cadena sintética de referencias, como
'condllc~'a-que ·se"(lifi[eri"á--a1~o. Ustedes pensarán aho- la que acabamos de hacer. Más tarde la considerare-
ra' que'' esto' noM''es' ''iimgun' grandioso descubrimiento, mos detenidamente. Por ahora debem()~ tener. exu;uen-
sino una trivialidad tal, que todos pueden advertirla. ta la pe<:uli3;ridad ?e gué'~(J<<aigo>>"cie'"l~ proP()sición
Indaguemos; sin embargo, esta trivialidad. «toCiá.~f:lércelldon en cuant? t~(~.~.E~!'~~J?9.ión.4~.·-ª!go»
Imaginémonos un comportamiento típico, una per- n~~~,t~#~!:~~. ª·····~Q.S,.~ ( J)'tnge) . .9,!!~..!1:2.~g.!E()S ~~f.~!llos,
cepci6n .concreta, natural. Por ejemplo, la percepci6n sino a .estados d~ cosas .· (Saehver haZte) c:lR~.-~.al?.!.ftmos .
de esta rriesa. * Yo percibo c6mo está ubicada, o c6mo cogñoscitivamerite. ·Es· ·así como percibo, mientras es-
la encuentro cuando entro al aula; y percibo quizá toy 'ñao1anao;·. t¡i'··«atenci6n» o la «comprensi6n» de
también, si se interpone en mi camino, c6mo la em- ustedes. Ambas tienen una manera de ser distinta a
pujo al pasar. Este «empujar», y el papel que en ello la de esta silla.
desempeña la percepci6n, es particularmente impor- Quien sufre alucinaciones percibe también, quizás en
tante porque muestra que no hay un «percibir» en- una estricta síntesis de referencias, tal como el hom-
tendido como un mero fijar la mirada. Por eso es to- bre que percibe normalmente. Pero esa percepción no
t~<mt<:.J~J~~~-~a..,?.~~!Y.~.9.§n..ªt~l!i.<!~.. f.ie perc::epCiones, está dirigida, de ningún modo, a entidades reales exis-
ya sea ~llJ<i ps~c:;()l()gíª, ,en _l_a .~}siol()_gía o tarnbién, na- tentes fuera de mí.
turalmente, e11. la fell()menologia tal como la entienden O bien aquel caso que Platón describe tan brillante-
la Illayoriá ·de los hiyestigªdores q~e se sirven de ella.
.
L_jj?_~i.~R<A~l!..~~tª i11.!11t;!:~GI:-~J?-}a _C()~r,i~llte natllral de
mi vivir. Transcurre con ese fluir y siempre única-
mente en el Filebo: Lleno de miedo, durante la· no-
che, percibo allá, en el bosque oscuro, la figura ame-
nazadora de un hombre donde en realidad s6lo hay
ment~ con él. El percibir no es un estudio ni una con- un arbusto. Mi miedo (predisposición) determina una
sideraci6n de las cosas que se baste a sí misma, sino un percepción engañosa.
momento auxiliar y coordinador en la realízaci6n de Por tanto, percibimos: 1) objetos (Objekte) reales,
la existencia. Realizo
........
percepciones para orientarme,
'""""'-~'· ~ ---. -····-··- -·' - -
- .
·-·
en la plenitud con la que ellos desempeñan un papel
en la realizaci6n de mi vivir; aquí coinciden lo ob-
* Recuérdese que las presentes páginas contienen el texto de jetual (Gegenstiindliches) y lo objetivo (Objektives);
clases dictadas por Szilasi. A menudo se hallarán referencias 2) lo objetual que no es objeto (Objekt), como, por
a la mesa, al aula, a los estudiantes que lo escuchan, etc.
(N. del T.)
ejemplo, la comprensi6n de ustedes. 3) Objetos que
ni siquiera existen, y 4) los objetos ( Objekte) que

32 33
en su objetualidad me confunden, me engañan. Pero cosas, y tienen carácter intencional. Todo el nexo del
todos tienen en común el hecho de que, en la medida vivir está determinado por estas estructuras.
en que son mis percepciones, hay un algo que es su A partir de aquí podemos entender la precisión ter-
contenido y que desempeña un papel en las sucesivas minológica del «acto», que cumple un importante pa-
referencias sintéticas de mi existencia. Esto es válido pel en la fenomenología. <<Acto» no designa meramen-
también para las alucinaciones, los espejismos, y los te acción, actividad o proceso, sino la propia relación
_errores en general. intencional. Los actos son acontecimientos de concien-
Si se tiene presente el sentido corriente de estas formas cia que tienen el carácter de la intencionalidad.
de conducta, prescindiendo de todo supuesto gnoseo- ¿Cómo podemos hallar una guía que nos permita ver
lógico, se ve que en la conducta misma reside eJ «di- esta estructura en su contenido?
rigirse a». No se trata de que una percepciOn,.eñCUa.ñ:··
tó vivencia psíquica, se convierta luego en intencional 6. El segundo paso: Diferencias en la captación de lo
a través del hecho de que a ella, como proceso psí- percibido. Volvamos a nuestra cuestión inicial: la
quico, le corresponda un objeto ( Objekt) real. .L~ percepción de lo percibido. Como ejemplo nos setvirá
P.._e~~.~P.fJ§Il. es, más bien, en SÍ misma y desde Slf orf:: esta mesa. Ya hemos visto lo que podemos predicar de
g~!l;_Eers:~-ª§!i.11s:~!i9· úel modo más''riítii:lo lo~'ve~ ella si seguimos tan solo, sin prevenciones, la dirección ·
mcis en1a percepción engañosa, o sea, en la percepción de nuestro propio estar dirigidos a la mesa. Al margen
de aquello que es, realiter, de otro modo. Ese auto- de lo que ya se mostró, podemos aún indicar algo en
engaño es posible porque toda percepción, en cuanto la percepción natural de la mesa. «Esta mesa deter-
tal, está ya dirigida en una dirección determinada. minada», «en esta aula», «con esta mancha» o «Con
Debemos tener en cuenta que, con respecto a la inten- estas partes defectuosas», etc. . . . ¿ Qué estoy diciendo
cionalidad, no puede hablarse de «interior>> ni de «ex- en tales expresiones?
terior». La cuestión de la inmanencia o la trascenden- N o estoy narrando otra cosa que la muy especifica
cia no aparece aquí para nada. La solidez de Husserl -aun cuando insignificante- historia de la mesa,
reside justamente en la minuciosa descripción de los en la cual ella está aquí permanentemente presente
procesos de la conciencia. Con tal descripción, hay cada día, aquí se la ensucia, se la daña, se la arre-
muchas preguntas que pierden todo sentido. Lo que gla, etc.
por lo pronto hay que tener en cuenta es el sencillo A lo percibido en la percepción lo llamamos, en tal
hecho de que la estructura del comportamiento con- sentido, la cosa del mundo circundante: una cosa del
siste en un «dirigirse a ... ». mundo en que me encuentro.
Se trata, por cierto, de una determinación vacía. Pero Pero a esto se añade todavía un nuevo aspecto. Al po-
ya se puede advertir claramente que el nexo estructu- ner mi atención en la mesa puedo prescindir totalmen-
ral debe considerarse primero libremente, es decir, sin te de mí. Entonces, prosiguiendo la descripción, puedo
el transfondo de teorías realistas o idealistas acerca de también decir ·que la mesa pesa tanto, tiene esta o
la conciencia. Tales relaciones (cosa-percepción) lo aquella forma, o está hecha con tal o cual material.
son de maneras de comportamiento, no de plexos de En este caso ya no describo la mesa como la cosa de

34 35
mi mundo circundante, sino como cosa del mundo er. decir que a esta cosa vista en la percepción le corres-
general. ponde algo así como la materialidad, y que a la ma-
O bien, en otra dirección, puedo decir que hi mesa terialidad le corresponde la extensión. Más aún: que
es desarmable; o que, si se le prende fuego, se quema, todo lo extenso está coloreado de algún modo, y que
y que los productos de la combustión son CO, Ceh y también el color tiene una extensión. Ahora hablamos
ceniza. Puedo disolverla en ácido, y los productos son, de la cosidad como tal. Examinamos las estructuras
entonces, lignina y celulosa. Ahora he descripto esta que constituyen la cosidad de la cosa (cuestiones on-
cosa del mundo circundante, previamente dada, como tológicas) .
cosa natural. En esto hay que tener presente que las diversas es-
Al hablar corrientemente de las cosas no nos atene- tructuras · que he puesto de relieve no son puntos de
mos a estas diferencias. En la misma descripción des- vista que yo adjudique subjetivamente a la mesa, sino
cribimos esta mesa sin transiciones muy a menudo en aspectos estructurales de la cosa misma, contenidos
una misma conversación, como cosa del mundo cir- cósicos que se ponen de relieve a partir de lo dado:,
cundante, como cosa del mundo en general (cosidad) Cosa del mundo circundante, cosa natural, cosidad
y como cosa natural. (de las cosas naturales y de las cosas del mundo cir-
cundante) son las determinaciones que he extraído de
7. La unidad de lo encontrable. ¿Hemos alcanzado lo unitariamente percibido como uno. Se trata de la
ya, con esto, lo que la fenomenología en sentido es- aprehensión de aquello que encuentro y veo en lo per-
tricto designa como lo percibido? ¿Cómo es la rela- cibido mismo.
ción entre las tres estructuras cósicas que, curiosamen- Cuando uso la palabra <<Ver» me refiero a la aprehen-
te, pertenecen a lo percibido de la misma mesa? v
sión, nor cierto a la sirñple-·apreheñSí6ii~de1o encon-
Vamos a considerar, primero, la relación entre cosa traolt."'Sirecordañios~esto:~y:a. ··ña··es··aifícircürñl>render
del mundo circundante y cosa natural. Para esta con- la trase: «veo que esta mesa es producto de fábrica»
sideración son muy ilustrativas las transiciones entre como una frase de percepción. Aquí no extraigo nin-
cosidad natural y cosidad del mundo circundante. guna consecuencia, no hago ninguna investigación. Si
Los caracteres de la cosa del mundo circundante es- se me pregunta, sólo puedo contestar: «ello salta a la
tán relacionados a mi historia y al papel que en ella vista». El campo de aquello que es encontrable en la
desempeña la historia de la mesa. Los caracteres de simple aprehensión abarca mucho más que lo que
la cosa natural no se dan de modo directo, sino por puede verificar una teoría de la percepción que se
el rodeo de determinados caracteres de cosas del mun- atenga a la mera sensibilidad. Pero con esto se despoja
do circundante: por ejemplo, la dureza entendida co- de su base a la filosofía tradic1ónaTc1e1a-fazoll,'que,
mo incomodidad. partiendo de la receptividad, pretende constituil:l
Pero al describir podemos ir aún más allá y sin em- ( konstituieren) lo percibido.
bargo movemos todavía en dirección a lo percibido Todo lo que hemos enumerado, incluyendo la cosidad,
mismo. la materialidad,la extensión, etc., se percibe, es decir,
En una consideración apropiada de la mesa, podemos pertenece a la percepción de lo percibido, aunque es-

36
tos aspectos no impresionen la sensibilidad. Son nexm 9. Percibir presencialmente, representar, mentar va-
entre caracteres generales. Estos no se inventan, no se cío. Lo presencial es más que lo «ello mismo». Si
construyen especulativamente. Puedo verlos, no en el pensamos ahora en la catedral de Friburgo, podemos
sentido de un acto místico, sino en la simple represen- ciertamente representárnosla pero no la tenemos pre-
tación de estructuras que se pueden advertir en lo sencialmente ante nosotros. La presencialidad (Leib-
dado. haftigkeit) es un modo sobresaliente en que las cos~
se dan a sí mismas. Pero puedo referirme a la catedral
B. El tercer paso: Las diferencias en el «tener-pre- de tal manera que no me la represente como ella mis-
sente». Pero debemos ser cautelosos en el examen ma, ni en el darse a sí misma. Por ejemplo, si nos
de cómo se dan los contextos cósicos en la percepci9n. pusiéramos ahora a conversar sobre la historia de su
Podemos también «imaginamos» esta mesa. También construcción. Ahí no se nos presenta la catedral de un-
en tal caso estamos referidos a toda la cosidad del ma- modo intuitivo concreto, pues yo no me la represento.
terial, pero no en su perceptibilidad: sí en su imagi- Hablo.. ·.so·b·· re la c.at.edral. La e(rY...~ei!~'?-~. .Pero en·
nabilidad. Pero esta distinción no
~-------·-""-*'"'" '···---- ....... ..conciem~.,..al
'"'' ..
',,~-··
ente el y¿;!?;!~s!o...9.~l-m!.r!Ltl!~~,YftCÍo eermeznen) . En esta
percibido.c;D.§J! CoPJ~nid.o fáctico, sino .al modo en que manera de hablar se mueve la mayor parte de nuestra
se ]['capta. Con ello señalamos determinaciones to~ comunicación natural. En el mentar vacío lo mentado
talmente nuevas, que no se obtienen --como las ante- está directa .y simplemente mentado, pero sin expe-
riores- de esta mesa, sino que, en cuanto. posi}:¡ilidades riencia intuitiva.
di~rsas d~-~~~:c~l?.t~QQJ.... tt:élP:s!~!fiiaíi .4~.1!ll3Jl~ii. GP- El mentar vacío, la mera representación (Vorste-
se ca~.·.·...<l:~."".Es~e tipo_
. d~. ,slife-
llung) , la percepción presencial son diferencias estruc-'
rresjJoñ'(:l'íe···
reñ.Cias .correspoñ(rfij{¡
tente. too
·... ....
o ·..·fo. .que:jñiatéi . turales que no corresponden a las cosas ni a los hechoc;,
D~s!:_ni@i!ñ6S'2p~~M~~-·~~~~ce.r_ ...P~~~9~... JJ ..~l-~~te sino a la intención actual, ligada a la situación. El
mtsmo en cuanto cosa del munño Circundante o cosa objeto (la catedral) es siempre el mismo. Pero lo ob-
3Y
riatÜrai; I)"la 'cos1dad~ ' y. ~r~~i~' §egful.ia mªñ~ra jetual en la captación es distinto, y se adecua a la mo-
de·-su-ser-interitadci · · dificación de la intención. Es propio de la intención
Estas mañeias"son también diversas: ser percibido, tener la posibilidad de variar el adónde de lo mirado.
imaginado, amado, odiado, deseado, mentado, pen- Ella mantiene a veces el adónde del tener-ante-sí pre-
sado. sencial, a veces el del representar, a veces el mentar
'Pero Husserl revela aún otros aspectos simples. :{¿J?~r­ vacío, para mencionar tan solo las variaciones princi-
C<E,E!i~c!~s!.9-~JQ•.llC••I.~!.b.iQ.Q. PY~9-~J~!!~f,l(l_ PaE!icular pales.
caractenstica de que lo perci}:¡ido. I:!Sté ~:lado presen- En esta abundante enumeración se muestra ya la pro-
cialrtléíite.* · ·
«en carne y hueso». En el presente texto, nos ha parecido con-
* El adjetivo «leibhaft» tiene vinculación con el sustantivo veniente destacar el carácter de la presencia de lo percibido, y
((Leib» (cuerpo orgánico) y se usa especialmente para indicar por tal motivo recurrimos al vocablo «presencial». Con el mis-
la presencia in corpore, «en persona», o, como suele decirse, mo criterio, traduciremos el sustantivo «Leibhaftigkeit» como
«presencialidad». (N. del T.)

3
fy.sión contenida en lo que llamamos conciencia. Con que ver con su fabricación; es vendida y tiene su pro-
el simple descubrimiento de la intencionalidad se hace pio «destino». En cambio, el <<Ver» y lo «Visto» no
visible la multiplicidad de posibilidades en las cuales pueden separarse uno de otro. «Yo he visto, (por eso)
el mismo mentar, el mismo estar~dirigido-a varian, se veo», dice Aristóteles. Del mismo modo, podemos de-
transforman. La dirección del acto (que Husserl llama cir: «Yo he deseado (he cumplido un acto de deseo) ,
forma del acto) cambia, frente a un contenido inalte- por eso deseo».
rado (que Husserl llama materia del acto) , de acuerdo La intención, por lo tanto, no es relación, ni siquiera
una relación entre sujeto y objeto ( Ob jekt), sino un
c~.!!..!~>'~:!~.~~~-~,SL~~!!i~~?_,,~.~l,!,,~~tación\ Se ti~ne, carácter de ser de la conciencia. -·--- ·
por 10 pronto, 1a 1mpreswn ue que esta"Ti'q\leZa casi no
puede llevarse a reglas claras, aun cuando, por otra cüñ-oti:a~::E~!~!it~~-:._la mt:eriéio11alid~_d ·. caract~riza y
parte, las diferencias fundamentales que hemos enu- des1gna~Iá manera ae
se'i':"de'la'ooricieiíCia; eS'sü·aspéfto
merado retienen algunas líneas que ordenan visible- eseíicíar.No.sal>eiños-éú'át<:!s-e1···~~ttó'"esencial'Gé1ós
mente la multiplicidad. dibSeS o de las plantas, y, por tanto, no podemos de-
trajo esta impresión hay que preguntar si es suficiente terminar tampoco la conciencia por medio de una dis-
la interpretación lograda por Husserl de la intención tinción o una identificación con aquellos. La intencio-
como relación del acto de la conciencia con aquello a nalidad no caracteriza la conciencia subjetivamente,
lo cual este se dirige. Seguramente no. Es preciso aña- como relación con objetos ( Objekte), ni objetivamen-
dir algunos complementos. te ( objektiv), como un tener, ni tampoco como algo
que en el mundo se adecua al objeto (Objekt). Hus-
10. Complemento para interpretar la intención. La serl rechaza la determinación esencial cartesianaoe
novedad que· aportan las comprobaciones de Husserl la -crmfieñcrn·c()mo''cogziaizo;·~()n argumento de que el
no consiste en que toda acción de la conciencia está tal deflf:i!é~¡f~~f~~~fupl~t~ 1- p~~s es preciso hacer vj-
dirigida en un sentido determinado, sino en que la de- sible la unida(I de ~~gito ycogztatum. Esto quiere de-
terminación procede, en cada caso, de una concreta cir que _la iiota:·~,[~f!siar de la conciencia no es el co-
situación vital, y cambia con el cambio de esta. En tal gito, sirio hiillten<;io11alidad.
sentido, lo que caracteriza la intencioualidad esJa uni- La ac66ñdeT;;~üriaencia es intentio, es decir: el pro-
datf "(le- iiñá'''acdón··a~ ·ra:· ""éoñci~~~~a .con Jo que se ducto está contenido en el acto productivo.
produce en _ella. La ex¡iresion habitual «aquello a lo Por <.>!~~ pa_~t_e,.ff!t.e._t!:!!g designa el «;s~~~---~Frjg!.~g_}~»
cuar ella está dirigida» no caracteriza con precisión propio d~~- 1 - a· cºm~i~D~!i. L~.!JSSifu!i.,~~..~Jl""cierto
el verdadero estado de cosas, porque antes de la acción moao;-un señalar hacia afuera. La intencionalidad
ta~bién:··cresr·-·-a···emonces-cüñ'·res~e·a¿;·,a:··ra: 'cü~éien-
no hay nada a lo cual ella pueda dirigirse. La expre- ._,_,.....,.-""""-........,~~-·-·.... .......~.-.~-- ·, ... - . ~ ....-,. .-.~l>t.t.~~....:-..u~"~ ------·--::-.:·--e --- -- - ~
sión «lo que se produce en ella» requiere, asimismo, cia, e,L~s.~ar,. fl1~~.:a d~.-~L!!:t~~~~.a .~.!i:;~g'ij~Uo .s9P:i:fJo cual
una ulterior aclaración. No se trata de una «fabrica- se ~~~~~~ .aq~~ll9. qg~K~~ibc.gp,t.ePJ~:lQ,.P~ .1ª, ~<;ción. ].1
ción>> en el sentido en que, por ejemplo, se fabrica una «estar permanentemente fuera de sí» no concierne a
mesa. En tal proceso no hay una unidad indisoluble. la accioli'm'ísíria;··;~";·~ra:·láciilíad·q~~ la.hace posi-
Por lo contrario: la mesa terminada ya no tiene nada ble. La capacidad de la conciencia que posibilita sus

41
acciones productivas consiste en estar siempre fuera turales, y la ingenuidad del proceder científico ( COJ:!
de sí misma. ~n virtud del estar fuera de sí, la activi- respecto a la teoría) . El hombre natural vive en fa~
dad de la conciericia"semanifiesfácomoconoccr:- ac- miliaridad con su mundo. No tiene otras preguntas
tüa'r:JiiigaT:"etc~Eñcoll~ecueñCia;··Ia"iñteñéióñaltdad que las de su vida cotidiana, ya se trate de sus necesi-
n~~i".9iffi}.!l.~v!i~- ~ino·. re!acióñé6sic;"·~ritr700sas, dades o de sus quehaceres. Las preguntas de este tipo
ni't9.!P~. ~Ul<l .propiecl'ad 's{ibretiV·a'Inmañentedela con- ya fueron enumeradas por Aristóteles al abordar las
ciencia, mediante la cual esta superase el abismo entre categorías. En una segura vista de conjunto, este las
ella misma y las cosas. Por virtud de la intencionali- presentó, con derecho, sin deducirlas: Qué, con qué
dad nos hallamos, desde un comienzo, cabe las cosas, cualidades, de qué tamaño, dónde, en qué posición,
_y_atrapados en la trama de estas. cuándo, etc. Ellas están formuladas dentro de la fami-
S~l~.~!,~,l..Il.!f.!J.U:ÚU:1~!l.~i!?.~~!...~~-!~~gncj~nci~~P-ermite liaridad natural (la intimidad pertenece ya al nivel
a ~CE...'UltQ!!.ªr.s.e..GQn resp.ecto_a..sum.smª.de ~roodo trascendental) con el mundo de la vida (Lebens-
trascendental. Ella es la condición de posibilidad de welt) .* «¿Cuándo viene el tren?», «¿Qué hora es?>>,
la fiTosofianas~nttet1tal;~~roo:.a
-...._ _ -··-··
..Ia:;mveisa.
__._, .,...,. _._._.~ ,- -,-.~ -~ -~--
etc. No es necesario enumerarlas todas. Todas estas
preguntas se basan en la indubitabilidad de un mundo
11. La explicitaci6n de la intencionalidad con refe- dado y del «saber a qué atenerse» con él. Ninguna
rencia a la problemática trascendental. Sin el des- filosofía puede perturbar radicalmente tal indubitabi-
cubrimiento de la intencionalidad y la investigación lidad: a lo sumo por un momento surgen dudas; pero
de su estructura esencial, era imposible superar la in- incluso entonces el dudar permanece todavía dentro
genuidad de la conciencia natural, científica o lógica. de la ingenuidad misma. Su aclaración, su guía y su
Esta ingenuidad consiste en que la posibilidad de la punto de apoyo están en la lógica, tal como la enten-
ciencia, de la teoría y de la verdad se admiten sin día la filosofía prekantiana: la lógica de las proposi-
examen, como un supuesto. Para comprender esta in- ciones y las deducciones, la lógica que, también por
genuidad desde su base, rio basta la crítica del poder virtud de la ingenuidad, se llama lógica formal.
de la razón. Husserl se propone la tarea de realizar una Es esta un auxiliar tan .ingenuo de la confianza inge-
fundamentación de la ciencia a partir de evidencias nua en el mundo que apelamos a ella mucho más rara-
absolutas y primeras. Para ello, es necesario excluir mente en la ciencia que en nuestras vivencias cotidia-
también los últimos restos de ingenuidad, lo cual solo
puede lograrse si la problemática trascendental se ex- * El vocablo Lebenswelt, que se traduce a veces como «mundo
de la vida», es uno de los términos técnicos centrales en la
plici~a más decididamente que hasta ahora. 'I!.L~?<-PJi­
fenomenología husserliana. La mencionada traducción no re-
ci taciÓn a t_aíi~~"! la iJ!t~I!~~!C?PJ!Iidad~u~!L.e.lliL!22!.1~--f.l~ fleja cabalmente el sentido con que usa Husserl el término, y
manifiesto 1a conciencia en__, _uau.t.Q. es l,a_tr.ascenden- por eso se suele optar, en traducciones o en comentarios en
ci~_-_ijíís!E~; ·él~~~€~!:~í?-~~ii:i9.da~JQ.~Q_Jn~.9Lª-~~--~ español, por el empleo directo de la palabra alemana (de
es~~r fuera de s1 misma cabe _las . CO§Y. modo similar a lo que ocurre, por ejemplo, con el término
Vale la pétla"deéir'oreveniente-iilgo acerca de en qué Dasein en los escritos de o sobre Heidegger). Nos adherimos
aquí a ese criterio. (N. del T.)
consiste la ingenuidad del aprehender y el actuar na-

42 43
nas, como.por ejemplo en las disputas o en la política. II. La intuición categorial
Aquí dominan expresiones tales como «él no piensa
con lógica>~, o exigencias: «sea usted lógico». En cuan- 12. Qué entendemos por ial. Pasaremos ahora a tra-
to las ciencias examinan lo que hacen, no se conten- tar la intuición categorial. Ante todo pongámonos de
tan con consecuencias lógicas, y son cautelosas en el acuerdo acerca de lo que Husserl entiende po~
sentido de investigar primero las razones que legitiman mas categori,ale~» o .«f~~~a~gorial~.~>, es decir,
t~les consecuencias lógicas. Sin esta precaución, la ló- por «Categoría». En primer lugar, es más fácil enun-
gica formal es más perjudicial en las ciencias que en . ciar lo que ellas no son. No son elementos de la nomi-
la vida natural. Paradójicamente podría decirse: a la nación de algo enfrentado (Gegenstand) sino elemen-
capacidad de juzgar le son inherentes pre-juicios (en tos de una proposición que vincula nombres distintos
sentido positivo). de diversas maneras. A aquello a lo cual se refiere una
Tales pre-juicios pertenecen a la lógica trascendental. proposición no lo llamamos .(<Cosa» (Sache), sino «es-
No fue un desac!~r!Q ..de..Hussed.~Q.Uae.t..fnndaUKntar tado de cosas» (Sachverhalt). Cada .Q!.Q.l22,~icióu..e~la

:~:J~~tfo~_ ~inW~~:~~~~~tr~:ñ.~~~i :~~~


1
~~l~l¡]~¡r~~¿~kli~~~~~<i~i!i~=~~=~~t~
~~~~!:~!Lc!~d).
~~
Sobre todo, en un instante en que la -fi- cióri-~P.~r.~~E~~~~-~.~~~~bles. Podem?~ ver esto inm~dia-
losofía trascendental estaba ya realizada a grandes tamente si comparamos la proposiCIÓn con una mera
rasgos -mediante la investigación de la intenciona- designación significativa, como lo es un sustantivo, por
lidad- en el volumen 1 de Ideas. Per<L.ili.iSL,9J!~.l~ ejemplo, «Friburgo», «Catedral de Friburgo», <<me-
Cf!,J)Qi~,9~ UQ~ibilidad _c;k~~~!ra_~~~~d.e~~al sa>>, «pizarrón», o bien un término nominal, como
es la mtencmnalidadJ...Y..,nO a la . mversa. "Es deCir, la «triángulo». El sustantivo no ·es, por cierto, una verda-
~enCÍonaTI~illiple_ é'[verdadérOfC~~ng.!;Gtán­ dera fuente de conocimiento. Pero tiene cumplimiento
to- :ae la positii]dad
- -- - - - -- -
in~~!:!!ª'
.· . •
como ''de todo lo cósico
.._.....,...,.,,._._..,...,..........,.
~- ..J~, ~..---· ···,... ··,.;.;s------ -
inmediato en las correspondientes percepciones origi-
e~~e!:!.-ª0<? e!L!:.la. Husserl esperaba -como Hegel an- narias. El nombre <<Friburgo» tiene una función sig-
tes que él- de una lógica trascendental, entendida de nificativa: despierta una multitud de representaciones
manera nueva, la exposición de la progresiva autorre- -aunque oscuras- que cambian de modo calidoscó-
flexión de la conciencia sobre sus posibilidades de efec- pico. Tales representaciones están, sin embargo, loca-
tuación en unidad con lo efectuado. La lógica trascen- lizadas -u orientadas- de tal manera, que se refieren
~~l~~mOQQ>...~L~i~.!~IDª - -d~~:!~;QñtplQgía _de a percepciones ya efectuadas y que pueden volver a
la concienc!ª~en la medida .en que. la.. determinaci6n efectuarse. A pesar de esa facilidad de cumplimiento,
de:Il,í..Jfi-~bL].íieli~ii>:iiiil~d- fundamenta 1~ ·QOsi- el sustantivo no ofrece una unidad de significación
bilidad del trasce;Qder. -·- · --··~· _,__, -·"- --- - para el conocimiento. Solo se obtendría un conoci-
~ _,_..... ...,..,..A•
.-..~ ... .._........,
~

miento con proposiciones como: «Friburgo está situa-


da en la entrada de la Selva Negra», o «está rodeada
de pequeñas colinaS», o «tiene una Universidad», o
«provee de productos industriales a las aldeas de los

44 45
alrededores». Todas estas frases contienen elementos das las partes y formas de la significación correspon-
significativos, como «Friburgo», «colina», «ciudad», den, de ninguna manera, partes y formas de la per-
«aldea», «producto industrial», etc., que, de alguna cepción.
manera, tienen cumplimiento en percepciones sensi- Si oímos nosotros, aquí en Friburgo, el nombre «cate-
--~les. Pero contienen también una cantidad de elemen- dral», ese nombre propio mienta la iglesia de nuestra
tos informativos no verificables --o sea, no suscepti- ciudad, tal como ella es. «La . perceec.~2~. s~R!~_J].ace
bles de ser cumplidos- en una percepción sensible.
Pero la proposición como un todo comunica eviden-
cias. y contenidos cognoscitivos claros. Hus~~a
~~~llf~r::hÍ~i~&?I~~\~};rf~~~~~-r~ti:
tiva, y tal esta lQ.JDJCnta» [LU, vol. 11, secc. 2,
rnmn
e~ ti : de . iaL~®.lii,J2llla~r.U~ll!twJ.zo. pág."T!ffj~~.M:;.x,,_,._
-o · tmción
.
es eviden~~.; __!;;U~t ª-con.-~<::-~.~ll,.tlJ.Qgro,
~ ---•-r- •-..,.,~_..., _.,,, _,...,~.,,.,;,.-,¡¡•;u·---.·-·--..c,: -·¡-.·.,.-_._,_._o;;~.~ - 1-i"•,IO;-,--- · · •··-.- .. <> •• ~ ,_.,_.- ,. , " Pero si hablamos del portal Norte, las proposiciones
en ~§i9n..d.e..~§,~ !!t~~~!.~ss!2:fl· Pero, ¿como es posi- no conciernen inmediatamente al portal Norte; tam-
bfé que los contenidos no susceptibles de cumplimien- poco a la catedral o a una parte de ella, sino a la tota-
to en la percepción tengan, no obstante, evidencia? lidad del objeto mismo, aunque por cierto de una
Repitámoslo: . La proposición es una función sintética manera distinta a como lo hacen el percibir, el repre-.
en el ámbito de los actos objetivantes ( ob jektivie- sentar o el mentar vacío.
renden), en que se· construyen los objetos (Objekte) Tener un portal configurado de tal o cual manera eri
de conocimiento/ Pero. ella no se refiere a algo enfren- el lado norte; tener --es decir ser- vinculación con
tado, como ocurre con el percibir sensible, sino a un es- la catedral -y no como parte de ella, sino como as-
tado .de cosas. Los objetos se cumplen en la percep- pecto constitutivo de su «ser-catedral»--; la posición
ción. La expresión del estado de cosas tiene elementos del portal en su configuración espacial externa e in-
que. no pueden cumplirse en ninguna percepción, por- tema; su función arquitectónica, todos estos son ele-
que son ·fórmas categoriales tales como «un», «el», mentos no susceptiblea.de ser colmados en la percep-
«y», «o», «si», «así», «todo», <<ningún», «algo», «~a­ ción serui61Z ·
da>>, etc.; o categorías como «ser», «tener», «funciO- Una analogía nos ayudará mejor. «Lo que el objeto
nar», «pertenecer a un lugar determinado», «cumplir sensible es respecto a la percepción sensible, lo es tam-
una tarea», «representar algo», etc. Se puede ver el bién. . . el estado de cosas respecto de la percepción
polor, pero no el ser-color. Vemos un vestido blanco o del estado de cosas», dice Husserl [LU, vol. 11, secc:
un vestido rojo; pero no vemos el «o». La proposición 2, pág. J 40]. Elementos como «tener», «esto y aque-
«no veo, de lejos, si la flor es blanca o rosa» se ex- llo», «ser», «pertenecer», «ocupar una posición», «~un­
tiende más allá de los elementos perceptibles -y por cionaD>, son elementos del estado de cosas, del objeto,,
ende susceptibles de ser colmados- tales como «flor», aun cuando este nunca esté presente de otra manera¡
«blanco», «rosa», y contiene elementos como «sh>, que en la multitud de semejantes determinacionesL
«o», «no», «es», que desempeñan un papel significa- Ellos deben encontrar su propio cumplimiento en l~
tivo, pero que no son perceptibles por los sentidos ni percepción del estado de cosas, esto es: en la intui J.,
pueden reducirse a nada perceptible. Tampoco a to- ción. Los elementos son categorías o formas categoria-,

46 47
les. «Tiene que haber . . . un acto que preste a los ele- Kant caracteriza la sensibilidad como receptividad,
mentos categoriales de significación los mismos servi- y las acciones del entendimiento como espontaneidad.
cios que presta la mera percepción sensible a los ele- La espontaneidad del entender es el principio configu-
mentos materiales» [ibid, pág. 142]. rador de una materia recibida. Mas, por el contrario,
Las categorías no se cuentan, por tanto, entre los pro- es preciso comprender que la intuición categorial da
ductos puros, es decir, no sensibles, del entendimiento objetos, que no hay formas categoriales o maneras de
puro. No son formas del pensar, sino su experiencia configuración, sino solo objetos que se hacen visibles
intuitiva, hasta tal punto que la adecuación del pen- inmediatamente en determinados actos y de una ma-
sar judicativo a los actos categorial es -a saber: a sus nera peculiar. No existen formas categoriales que,
contenidos- determina la verdad o exactitud de la creadas por el sujeto, se impongan a los datos sensi-
proposición. Por supuesto, tampoco puede excluirse bles. Por cierto, no se alude aquí a las categorías ló-
·de esta operación la intuición sensible. Por eso, de gicas, que se dividen en categorías de significación y
modo muy __g~fi.~t~!,~}~lt~mos··que-··'eomprooar""que la categorías formalmente ontológicas [LU, vol. 1, parág.
intuidoli Sensible y la cafégoria1 ··~~m~'"Uñidas''eir una 67; Hua, vol. 3, pág. 28, nota 3]. No se trata de que
~i~ma ·· oriéiitaciórrñacta-los· 6oje1os:"·"''"-·-~>·-- el ente real sea modificado en sí a través de uná con-
.Lascategofíás---ño·s·on · mera~;" formas, sino contenidos. figuración. La intuición categorial muestra una nueva
LOs M contenídos'-categóriales"'::::Cñ•"'éiüiñtts"·'móffieñfos objetualidad. Entendido intencionalmente, esto quiere
materiales de la determinación objetual-, así corno decir que ella da, en verdad, la cosa misma simple-
las categorias, se captan receptivamente. Su origen mente dada. No la altera, sino que presenta su llamado
reside ·en la· trama de las cosas. ser-en-sí. No se trata de que la actividad del enten-~
No se puede imaginar uria ruptura más radical con la dimiento ordene y componga en un «mundo» los datos
tradición que la contenida en estas comprobaciones. exteriores, la multitud de sensaciones o el caos de afec-
Ellas afirman que las cosas mismas están estructura- ciones. Es cierto que el uso de las viejas expresiones
das categorialmente, por lo que las intuiciones no con- «materia», <<forma», «entendimiento», favorece estos
tienen solo datos sensibles. Lo percibido sensorialmen- malentendidos. Pero materia, o materialidad, no sig-
te se encuentra impregnado por elementos intuidos nifican que deba conformarse y que nada sea sin la
categorialmente. Sólo el análisis de las intenciones pue- forma. La materia es una cosa previamente dada, que
,.,,.__.. .,. .,.,,',-H,en•,.- •• la··recepCi6ri~
de distinguir,
.··r .·--· ,~.·-·---···- , •-f•~-- ,
,,. ,.
o
lo
sensible de](;-·cate-
' , • - - ·· • ' - • ' ---
se explicita en las intuiciones categoriales. La vigencia
15:2!!.~. de conceptos como materia y forma --que pertenecen
H~~g:l dice, ..q>!!.!l?.?o ..E.~I~_cho: «~.'?~~,~! .§"e· ~p_p.ciben al mobiliario de la filosofía- es, por cierto, tan fuer-
los actos categoriales como intuiciones.. se muestra con te, que Husserl no podía abolirla de un golpe. Ellos
rea(transparencia la''iel~ción erltre el ~I1Sar y el in- quizá sigan siendo todavía hoy eficaces. Pero es obvio
tuir, ht cualrio había. Sido sufiéiCñteínente aclarada que son muchas las dificultades de la filosofía que
hasta ahor::t. ~!.: ni,n.gt~ll.a crítica .deLconocimiento ..X simplemente desaparecen cuando nos atenemos, con
con ello se hace comprensible el conocimiento mismo, imparcialidad, a la descripción de los procesos de la
en su esencia y -operadon)> [Huá,"vol. 7, pág. 146]. conciencia.

48 49
13. La intuitividad de las categorías. La comparaci6n experiencia. Kant obtiene su tabla de una manera no-
con Kant. [FTL, parág.lOO; Hua, vol. 7, suplemento tablemente formal, siguiendo el hilo conductor de una
XX a la lección 27.) ¿Cuáles son las consecuencias clasificación extrínseca de las formas del juicio, y no
del descubrimiento de la intuición categorial? -como Locke o Hume- según los tipos fácticos de
La Ibejor manera de aclarar el problema es hacer una conocimiento. La distinción entre cosa en sí y fenó-
comparación con Kant. Las categorías son, en Kant, meno, que Kant establece de esta manera, es mera
conceptos del entendimiento. La conciencia está cons- consecuencia de los supuestos de que parte. Si es pre-
truida de tal modo, que es afectada «desde fuera» por ciso entenderla de un modo radical, como una real
las cosas: estas afecciones suscitan sensaciones, las que separación, implica entonces una demarcación para
a su vez se ordenan como intuiciones mediante la fa- el conocimiento. Pero no hay fundamentación para
cultad de la sensibilidad, en el espacio y el tiempo, y ello. Kant tampoco la intenta; por lo contrario: pro-
se configuran, mediante las categorías, como cosas de cura más bien legitimar la aplicabilidad de la catego-
experiencia. Todas estas funciones configuradoras se ría, como función pura del entendimiento, al mate-
ajustan a leyes; podemos comprobar esto en nuestros rial de las intuiciones. A pesar de ello utiliza la demar- .
conocimientos. cación para destruir la metafísica.
Es posible que tal contextura sea inherente a nuestra Pero si tal separación entre cosa en sí y fenómeno no
naturaleza, y también que esas acciones configurado- significara una demarcación radical, sino tan solo que
ras caractericen el ser-sujeto propio de la conciencia. la cosa en sí es fenómeno en la medida en que es ob-
En Kant ello no está· probado ni puede probarse. Ante jeto de conocimiento, es decir, en que designa una
todo, es:Im¡josible probar que los entes, fuera de noso- mera trama funcional, entonces ya no sería lícito ex-
tros, se nos presenten solo por medio de impresiones traer de esa caracterización conclusiones más amplias.
sensibles, y de ninguna otra manera. Sobre la base Ante todo, si esa separación es válida, no está claro,
de lá descripción fenomenológica, llegamos más bien cómo es posible que haya en general conocimiento y
a la conclusión de que, justamente, nunca tenemos im- saber. «Saber no solo de lo que se encierra en el fenó-
presiones sensibles aisladas. Las impresiones sensibles meno momentáneo, sino de aquello que, apuntando
son abstracciones analíticas y, como tales, correspon- intencionalmente más allá de los datos inmediatos, al-
den a la psicología, no a la ontología de la conciencia. canza algo que en sí mismo no está dado. Y, por lo
Pueden desempeñar, incluso, un papel muy útil en la tanto, ¿cómo es posible en general la ciencia, puesto
fisiología, particularmente en la fisiología del sistema que ella no consiste meramente en poner el dedo sobre
nervioso. Pero las comprobaciones psicofisiológicas va- algo fenomenológicamente dado, sino en hacer com-
len dentro de una ciencia especial, y tienen, como ta- probaciones objetivas ( objektive) que van más allá
les, dudosa significación filosófica. De ningún modo de la conciencia momentánea?» [Hua, vol. 7, pág.
pueden fundamentar las operaciones cognoscitivas de 380].
la conciencia y su valor de verdad. Tampoco se han Ya la primera descripción del simple acto intencional
observado nunca -ni por parte de Kant ni posterior- muestra que en el cumplimiento fáctico de nuestro
mente- funciones categoriales desprendidas de toda vivir no son posibles una percepción o una intuición

50 51
aisladas. Es inexacto hablar de «acto de percepción», pronto, el oficio propio de la conciencia humana. El
puesto que, ·como ya vimos, la percepción, por ejem- oficio, el ergon, puede caracterizarse como actividad
plo de esta mesa, se transforma con el mismo acto en subjetiva, si bien esa caracterización solo mienta un
una serie de referencias y también en una serie cerra- lado del proceso. El otro lado, sin el cual el hacer
da de variaciones. En esa descripción no se postuló artesanal pe~anecería incomprensible, señala lo que
hipótesis alguna, ni se ejecutó un salto especulativo: ha de confecciOnarse y el material que se debe elabo-
la descripción capta lo fáctico de la conciencia [Hua, rar. N~da nos, prohíbe hablar de «subjetivo». ¿Pero
vol. 7, pág. 390]. Ni siquiera planteamos la pregunta po~ ~ue debenamo~ hacerlo? ¿Es acaso subjetiva la
acerca de cómo son posibles estas operaciones de la actl~Ida.d del carpmter~? ¿No es también objetiva
conciencia. La pregunta por la -posibilidad, dentro de ( obJektw), ya que trabaJa con la madera, está ligada
ese planteamiento descriptivo, tendría que atenerse a a la ~dole de esta, y aquello que produce es un objeto
la plenitud fáctica. Sería pueril imaginar otras posi- (ObJekt)? ¿No es más correcto hablar simplemente
bilidades de la conciencia. Con ello sólo se la aislaría de «productividad», ya que las otras notas son indife-
innecesariamente, como si tuviera un ser aislado para rentes? Si la subjetividad ha de signar el plan (pro-
sí y de libre elección. Tales aparentes precisiones des- yecto), hay que pensar que lo planeado, cuya materia
truyen la evidencia de aquello que es. La conciencia se extrae de un nexo objetivo, tiene que retomar a di-
tiene una inmensa plenitud de efectuaciones, pero solo cho nexo. Husserl quiso aprender a conocer mediante
en conexión y en entretejimiento indisoluble con una repetidos intentos y de manera más íntima' cada vez
situacióz:t fáctica y, en la referencia cada vez más am- todas las operaciones de la conciencia, las cuales est~
plia de las situaciones, con un mundo fáctico. No se la en consonancia con el universo de los entes. De ahí
puede citar ante un tribunal, no solo porque ella mis- p:oc~de su reiterada insistencia en la teleología de las
ma debería constituirlo, sino, fundamentalment e, por- Ciencias.
que sería grotesco acusarla como único culpable ajeno La siguiente comprobación (y se podrían citar mu-
a la comunidad del mundo, cuando en realidad todo chas) expresa acabadamente la actitud fundamental
lo que es, es su cómplice. La pregunta por el origen de de Husserl: La tarea de la fenomenología trascenden-
la experiencia, del saber y de la ciencia resulta ociosa. tal consiste en demostrar «los orígenes de la objetivi-
La descripción de los procesos de la experiencia y, en dad (Objektivitiit) [de la subjetividad trascendentalj
definitiva, del saber científico y filosófico, debe volver en la subjetividad trascendental» [Hua, vol. 7, pág.
comprensibles a estos como fundantes para una evi- 382]. Y, a continuación: «La fenomenología merece
dencia y fundamentabilida d de las acciones mismas, el nombre de "trascendental", pues resuelve las si-
así como de su validez trascendental. De otro modo, guientes cuestiones : elucidación de la posibilidad de
la ciencia, la moral, el arte, la religión (que son siem- un cono~i~iento objetivamente ( objektiv) válido, de
pre productos fácticos de una trama productiva) se- un conocimiento que, en cuanto conocimiento es "suh-
. . '' '
J~tl~? , y. qu~, por otra parte, atañe a un ser "obje-
'

rían nada más que un juego excitante, quizá estimu-


lante, quizá deprimente. tivo ( obJektwes), un ser en sí e independiente de la
La fenomenología descriptiva quiere conocer, por lo subjetividad» [Hua, vol. 7, pág. 386].

52 53
En este contexto debemos tener en.cuenta, ante todo, mismo. A pesar de las aparentes dificultades, en cuan-
que la descripción intencional del acto de percepción to hay en la proposición un excedente de aspectos no
apunta más allá de una percepción o una intuición respaldados por la intuición sensible, podemos hablar
aisladas. En otras palabras: no hay percepción aisla- de un cumplimiento adecuado con respecto a la cosa
da. Pero tampoco hay percepción sensible pura: ella percibida. Esto tenemos que demostrarlo en detalle
forma siempre una unidad con la intuición categorial. [LU, vol. 11, secc. 2, parágs. 45-52].
Y a sabemos, por cierto, que esa unidad de intuición Volvamos por lo pronto a la captación originaria de
sensible y categorial no puede acontecer independien- la cosa misma en la percepción. ¿Cuál es la relación
temente, sino que debe entenderse o bien como fun- de la percepción sensible simple con la intuición cate-
damento o bien como ingredieJlte funcional de la pro- gorial, que en el mismo acto intencional se vincula con
posición, o sea: del primer resultado cognoscitivo in- ella para formar la unidad de lo mentado?
dependiente. Sin embargo, estamos obligados a aclarar Podemos esclarecer esto respecto de un acto particu-
esta unidad considerándola en sí misma. Para esto son · lar : el llamado acto fundado. Para ello tenemos que
necesarias algunas reiteraciones. emprender de nuevo la caracterización de los actos
sensibles, y preguntar: ¿Qué significa, propiamente,
14. El cumplimiento de la intuición categorial en el la caracterización del acto de la percepción como
estado de cosas. Hemos mostrado ya las tres princi- «simple» ( schlicht) ? Los actos categoriales no son
pales maneras de la intención: la presencial --o per- actos simples, sino actos fundados. Con el esclareci-
cepciónoriginar ia-, la representación y el mentar va- miento del ser-fundado del acto, estaremos en condi-
do. Con ello se mencionaron, precisamente, las distin- ciones de entender la objetualidad, tanto de la percep-
tas maneras del cumplimiento (Erfüllung). «Cumpli- ción simple como de los actos fundados, en su carácter
miento» o «ser colmado», como término técnico, sig- de objetualidad unitaria. Y puesto que tal unicidad
nifica que la intención se legitima en una adaequatio prevalece, tenemos que ver también cómo esa percep-
con el objeto. Los datos sensibles ejercen un control. ción simple -que se acostumbra a designar como per-
Este control es, en última instancia, la captación ori- cepción sensible- está ya, en sí misma, impregnada
ginariadel estado de cosas. Si hablamos de la catedral, de intuición categorial. Es decir: la intencionalidad
aprehendiéndola por tanto en la intención del mentar de la captación perceptiva es, por cierto, sencilla y
vacío, podemos, en caso de que no estemos de acuerdo simple, pero la sencillez de la percepción no excluye
acerca del «estado de cosas», ir hasta la catedral y un carácter altamente complicado en la estructura del
contemplarla. acto como tal. A esto ha y que agregar que el acto pue-
Esta descripción del cumplimiento muestra, sin em- de ser complicado y el objeto, no obstante, sencillo.
bargo, que a este no le bastan los datos captable!!
sensorialmente. Lo que queremos refrescar cuando va- 15. El acto «simple». Aclaremos en primer lugar el
mos en este caso a la catedral no son las impresione!! carácter de la simplicidad. Como ya vimos, en la des-
sensibles sino el estado de cosas. Con ello aparece, cripción de la presencialidad (Leibhaftigkeit) de la
por pri~era vez, un claro basamento de lo categorial percepción lo así presente se mantiene en el transcur-

54 55
so del acto perceptivo. Si camino alrededor de la mesa pesar de los condicionamientos subjetivos de la ejecu-
y la miro desde los distintos lados, tengo una serie ción del acto, y a pesar de la necesidad de la unión de
continua de actos de percepción, pero veo siempre la los distintos actos, el objeto es captado con indepen-
misma mesa. Los actos aislados no se reúnen ulterior· dencia de toda subjetividad. Hay que tener presente
mente por medio de un acto totalizador, como si yo esta importante posición inicial de Husserl, ya que ul-
-por así decir- viera la mesa sólo cuando he dado teriormente él convierte la condicionalidad subjetiva
vueltas en tomo de ella y reconstruido las imágenes in- en problema central de la fenomenología trascenden-
tuitivas aisladas. Lo que realmente ocurre es que cada tal. Las Ideas son todavía vacilantes a este respecto.
fase aislada de la percepción es en sí misma, dentro Pero ya en las lecciones sobre Erste Philosophie (Fi-
de la integridad de la secuencia continua del percibir, losofía primera) [1923-24], y particularmente en los
una percepción de la cosa. Puedo detenerme en cual- importantísimos suplementos (todos ellos publicados
quier momento de la trama serial de percepciones por primera vez como volumen 7 de Hu a) se opera el
plenas y ver, sin embargo, la mesa misma, no mera- cambio decisivo. Debemos aclarar ante todo la apa-
mente un pedazo de ella. Cada fase de la percepción rente contradicción que reina en este punto. Ella ha
es ya una percepción plena. En cada fase la cosa se extraviado considerablemente, hasta aquí, la aprecia-
muestra presencialmente y como ella misma. No com- ción de la fenomenología trascendental.
pletamos ninguna síntesis de los datos aislados me-
diante una acción cosificadora pura del entendimiento, 16. El acto fundado. El objeto de la percepción sim-
sino que la serie se detiene en uno de sus grados. Todas ple es el objeto real. En el aprehender simple --es
las fases tienen el carácter del simple tener-ahí de lo decir: a través de la percepción inmediata- está la
mentado. totalidad objetual (Gegenstandsganzheit) de la cosa
«Simple» caracteriza, por lo tanto, contra el criterio percibida, en su presencialidad y mismidad. Las par-
tradicional, a la percepción como unidad inescindida tes y los momentos que se dan a través de cada una
de los meros datos sensibles con la captación de la de las fases están allí, primero, indiferenciados, solo
unidad de la cosa, de tal modo que en cada grado del implícitos. Pero son diferenciables en nuevos actos.
acto se consuma la percepción total, y cada momento, Una percepción simple -esto es: su producto- pue-
como también cada fase, es una percepción completa. de, de esta manera, convertirse en fundamento de nue-
«Simplicidad» designa, según esto, unicidad (Einshaf- vos actos que se construyen sobre ella -esto es: sobre
tigkeit), inexistencia de actos graduados, que solo pos- su objetualidad.
teriormente se unificasen. Un acto de percepción sim- Tenemos que preguntar, entonces, en qué consiste e1
ple puede ser complicado, y, sin embargo, el objeto nexo de construcción entre los actos simples (de un
mentado -esta mesa- captarse de modo simple y solo grado) y los actos graduados; o, correlativamen-
sencillo, sin síntesis ni transformaciones. A tales ob- te cuál es la relación de construcción entre la objetua-
jetos, que se muestran simple y llanamente, los llama ' real y la fundada en los actos graduados.
lidad
Husserl objetos reales. Trátase de una extraña, pero Lo categorial es, por lo pronto, ca-intuitivo ( mitan-
clara concepción de la realidad, Es extraña porque, a schaulich). Pero en nuevos actos podemos desprender-

56 57
lo de la totalidad. Pensemos, por ejemplo, en una ala- de modo inmediato. El mismo tipo de generalización
meda o en una bandada de pájaros. Aprehendemos que muestra la percepción fundada de una alameda
una alameda en el paisaje como unidad simple de con respecto a los árboles individuales, es visible tam-
un objeto real. Lo mismo ocurre con la figura de la bién cuando es un solo objeto individual el que se ha-
bandada de pájaros que vemos en el otoño. Decimos lla ante nosotros. Digo, por ejemplo: «Aquí hay una
también inmediatamente: ahí vemos una alameda ve- mesa». Pero aquí no hay una mesa cualquiera, sino
mos una bandada de pájaros, vemos una hilera de' ca- una mesa perfectamente determinada. Existe una mul-
sas (o, análogamente : vemos mundo) . ¿Hasta qué tiplicidad muy grande de mesas distintas. Nosotros
punto está fundada esta percepción simple? En ella mismos conocemos muchas que apenas si tienen entre
8e perciben los árboles individuales de una alameda sí alguna cualidad común. Pero miramos esta y deci-
' mos: «Una mesa». Vemos lo que en todas las mesas
aun cuando no necesito caminar alrededor de cada
árbol individual para percibirla. Del mismo modo, constituye lo invariante. Reconocemos esta mesa como
está la posibilidad de contemplar cada uno de los ár- tal porque vemos lo invariante [LU, vol. II, secc. 1,
boles en sí mismo. Pero no vemos una determinada segunda investigación J.
cantidad de árboles, sino algo nuevo, una nueva figu- Por tanto, si observamos estos dos grupos de la intui-
ra, que no se presentaría si yo anduviera de árbol en ción categorial -la intuición categorial en su carácter
árbol diciendo: Otro árbol, y otro más, etc. Veo dos de síntesis y la intuición categorial de lo general, o
hileras de árboles, dispuestas una con relación a la 3ea la ideación-, vemos que ambos tienen las siguien-
o~~a. Este ver está fundado en la percepción cognos'- tes determinaciones comunes: 1) Son actos fundados.
citiva de los árboles, y lo fundado es algo sintético: Presuponen algo previamente dado, y solo son posibles
el ser alameda. Este acto sintético es una de las ma- iObre la base de la captación previa de algo dado.
neras de la intuición categorial. Con pleno derecho 2) Los actos ca tegoriales, en su carácter de actos de
hablamos aquí de «intuición», pues vemos este nuevo intuición, son actos donantes, es decir, indican nuevos
fenómeno con la misma sencillez con que vemos cada objetos intuitivos que no están contenidos en los actos
uno ~e los árboles en la percepción simple, no funda- fundan tes. 3) En los actos categoriales están co-men-
da. Sm embargo, hay algo que se agrega -lo sinté- tados los objetos fundantes de manera diversa en cada
tico- y que, por cierto, intuimos; para tal intuición caso.
sin embargo, no contamos con un cumplimiento en lo~
datos sensibles. · 17. Diferencias en la fundación. No obstante, es pre-
Otra manera de la intuición categorial se denomina ciso observar que, con respecto al modo en que están
«ideación». Al mirar la alameda decimos: «Esos son co-mentados los objetos ·fundamentales, existe una di-
árboles». Y al mirar la bandada; «Son pájaros». Nin- ferencia esencial entre los actos de la síntesis y los de
gún árbol y ningún pájaro son idénticos entre sí. No la ideación.
consideramos las diferencias. No vemos lo individual Dentro de los actos de la síntesis distinguimos: 1) La
sino lo general. Lo general no se obtiene a través d~ relación real, que puede expresarse en una proposi-
actos lógicos. Es cierto que está fundado, pero es visto ción con ajuste al estado de cosas. Por ejemplo: a es

58 59
más luminoso que b. 2) El nombre que se da a la re- unidad ideal de la species es una unidad de la identi-
lación: magnitud, luminosidad. Aquí se convierte la dad invariante.
relación misma en objeto temático, es decir, surge un De este modo debería haberse aclarado la exposición
nuevo tipo de objeto. 3) La función conjuntiva y dis- provisional de la diferencia entre el acto simple ,y el
yuntiva de «Y» y de «O». Los actos correspondientes a acto fundado. Todas las intenciones contenidas en la
dicha función proporcionan, con respecto a lo que proposición se consuman intuitivamente solo en un
mientan, la base para la intuición del agregado. Esta acto fundado, es decir: impregnado de intuición cate-
función conjuntiva la hemos ya visto en el aspecto fi- gorial en la percepción sensible. Esto significa que la
gura! (alameda, bandada de pájaros). intuición concreta, expresa, dadora de objeto, nunca
El acto de la ideación se distingue del acto de la sín- tiene un solo grado, sino que siempre es graduada. Y
tesis en que, si bien construye sobre objetos fundantes, solo la percepción concreta, en cuanto graduada y ca-
no los mienta. El acto de la ideación es intuición de tegorialmente determinada, constituye el cumplimien-
lo general. En cuanto intuición, se da un objeto. Lo to posible para la proposición que expresa lo percibido
que él da, se designa como «idea», species. Los actos de esa percepción. Por tanto, si se pregunta por la ver-
de la intuición de lo general dan, justamente, lo que dad de una tal proposición, no cabe restringirse aisla-
<Se ve primero y de modo simple en las cosas, la spe- damente a la aprehensión de los momentos cósicos rea-
cies, es decir: lo general previo a la individuación. En les, e interpretar todo lo demás como ingredientes
una cantidad de tonos rojos individuales veo inmedia- subjetivos y modos de función del entendimiento. Por
tamente que todos ellos son «rojo». Eso lo veo incluso el contrario: es preciso ver cómo en la intención de la
antes que el rojo morado o el rojo azulado, es decir, proposición se mienta algo objetual, que no se halla
lo particular. Aquello a lo cual miro al comparar las junto al objeto real en otro campo de objetos, sino que
distintas superficies rojas es aprehendido aisladamen:te tiene la peculiar función de presentar de manera ex-
en su puro estado de cosas. Ese estado de cosas al que presa el objeto dado simplemente.
llamamos «rojo» es aquí completamente indiferente Destaquemos, por otro lado, que los actos categoriales
a toda individuación determinada. No importa en son actos fundados, es decir, que todo lo categorial se
cuáles objetos concretos, ,en qué matices se individua- apoya, en definitiva, en la intuición sensible. Sin una
liza el rojo. La species reviste el carácter de la indife- sensibilidad fundante, el pensar es un contrasentido.
rencia frente a las individuaciones posibles. Con esto se ha establecido un nuevo -y mucho más
Con esto hemos averiguado cuatro cosas para aclarar radical- punto de partida en el problema de la cate-
el sentido del objeto de la intuición categorial en , lo goría. La razón pura, entendida COillO fuente de las
que respecta al tipo de la ideación: 1 ) La ideación categorías, se muestra como un concepto absurdo. Hus-
está fundada; se refiere a una datidad sencilla y ob- serl encontrará un nuevo sentido para la «razón pura»
jetiva, que da previamente algo. 2) El ámbito de las en el ego trascendental puro, que plantea la cuestión
individuaciones concretas es indiferente. 3) Incluso la trascendental de una manera nueva. Sí tiene sentido,
relación del contenido cósico de la idea con el ámbito en cambio, el concepto de un acto categorial puro. En
posible de sus individuaciones es secundario. 4) La efecto, hay actos de conciencia que son capta_bles feno-

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ménicamente y que pueden describirse con claridad, la base para el esclarecimiento de la estructura de los
los cuales, aunque dependen de la intuición individual objetos ideales, es decir, para la elaboración de las ca-
simple, no se refieren justamente a lo mentado en el tegorías. Con el descubrimiento de la intuición catego-
mentar individual. La ideación constituye* un nuevo rial se ha logrado por primera vez el camino concreto
objeto. para una investigación auténtica y demostrativa de
En la constitución hay diversos grados. La intuición las categorías. (Lask-Scheler). 3) La objetualidad
puede, no solo excluir todo lo individual, sino también que se brinda en las intuiciones categoriales es, en sí
eliminar todo lo sensible del contenido del objeto. En- misma, una manera objetiva en que la realidad en sen-
tonces hablamos de intuiciones categoriales puras. tido estricto se vuelve efectivamente objetual. Es de-
También hay intuiciones categoriales mixtas: en esta!! cir que, al mostrarse esas estructuras categoriales, se
se pone de relieve una idea sensible pura, como por ha ensanchado la idea de la objetividad ( Objektivi-
ejemplo la idea del ser-coloreado. tat). La objetividad ( Ob jektivitat) es mostrable en
Todo principio geométrico es, por cierto, categorial, la investigación cabal de las intuiciones correspondien-
pero está determinado con el auxilio de la sensibilidad tes y de sus contenidos. En la investigación fenome-
(la espacialidad en general). Intuiciones categoriales nológica que se emprende de ese modo, se alcanza el
puras son: la unidad, la pluralidad, la relación. La tipo de investigación que buscaba la ontología gene-
lógica puratrabaja con intuiciones categoriales puras. ral. La ontología científica no es otra cosa que feno-
Si comprendemos esto plenamente, obtendremos una menología.
interpretación más profunda de la sensibilidad. No se Si hemos tratado en primer lugar la intencionalidad,
trata de un mero sensualismo. «Sensibilidad» designa ello se debe también a que la intuición categorial no
la subsistencia total del ente, previamente dada en su puede exponerse sin haber comprendido aquella. Pero
contenido fáctico. Así, pues, la intuición «espacio» co- ahora nos encontramos con que la compresión de la
rresponde a la sensibilidad, lo mismo que la «exten- intuición categorial aclara retrospectivamente a la in-
sión» (parte anterior y parte posterior) , aun a falta tencionalidad.
de todo dato sensible. Este nexo nos conduce a la tercera comprobación de
Lo decisivo en la intuición categorial es entonces lo Husserl, es decir, a la de lo a priori material (intui-
siguiente: 1 ) Hay actos en los que se muestran com- tivo).
ponentes ideales. Tales componentes ideales no son
funciones del sujeto, ni algo hecho por éste. 2) La
posibilidad -ya demostrada- de ese tipo de intui- III. La intuitividad de lo «a priori»
ción, y de lo que en esas intuiciones se presenta, ofrece
18. Nueva interpretación de la esencia de lo «a prio-
* Emplearemos el verbo «constituir» exclusivamente como tra- ri». El tercer descubrimiento, la elaboración de lo a
ducción de «konstituiren», de especial importancia en la feno-
menología. Téngase en cuenta lo mismo con respecto a otros
priori, sólo es posible en virtud de la interpretación de
términos vinculados con aquel, tales como «constitución» la intuición categorial. A priori significa prius, es de-
(Konstitution), «constitutivo» (konstitutiv), etc. (N. del T. ) cir, lo anterior. A priori es, por lo tanto, lo que es ya

62 63
previamen te, desde antes. Lo a priori en algo es aque- Esa inte_rpreta~ión dt:)o a_ priori. PI~!lpone una géne-
llo que en ese algo está ya siempre antes. sis de la exp~riencia .~ . parti.r. _9,e impresiones sensibles
Desde Kant -y, en realidad, desde Descartes - se individuales que, mediante la actividad del espacio y
atribuye ese calificativo, en primer lugar y con la ma- el tiempo, se . configH!,~ ~~fu() percepciones aisladas,
yor frecuencia, al conocer. Conocimiento apriorístico las que, por 1~ actividad de.J'!.s funciones categoriales,
es el que no remite a un procedimie nto empíricam ente son ligadas como'fej?.restintaciones de cosas. Para la
inductivo, es decir: al conocimiento de lo real como fenomenología, tá!ñi't erpietaéi6n ' carece de sentido,
instancia básica. Se lo entiende tradicional mente como justáirieirte "pofqiiEel'ñieñciOñaao·mpúesto~·no"' encuen;f
el conocimiento menesteroso de experiencia. Para Des- tra legitimación en la descripción fenomenológica di-
cartes, puesto que, según él, la certeza de la res cogi- recta. N~~.?~~~-~~·~S~i~nsible
tans precede a toda experiencia, el saber menesteroso aislada, y ~~p<?,~.9,JJPil...l2U~<uS.Ji~. Lo que la
de experiencia es aquel en el cual la res cogitans se descripci6n encuentra primariam ente son estados de
¡Eefiere a sí misma, o sea, permanece en sí misma. El cosas (Sachverhalte). Ent~es~?.~2 .1~nki~.ns:@. ,~n­
~conocimiento apriorístico es, por lo tanto, según la in- cuelltra situaciones objetivas ( Sachlage) J~.~!},!1;wles,
terpretació n gnoseológica de Descartes, aquel que úni- que ~~m- a.·É~~ár!.en l~. ,q\l~J~sP,ecta a su. ,V.¡t!i~~~ nece-
camente es susceptible de encontrars e en el sujeto en saria. 1Jna tal Situacwn objetiva, como por eJemplo
cuanto tal, y que se vuelve evidente en la reflexión del «2 < 3», se nos da plenament e en sí misma de modo
sujeto sobre sí mismo. En todo conocim.ientp de lo real intuitivo. Si bien «en esta situación objetiva no está
e~ d;ci!¿ ~~-~~~--~~.~-ªiii!~~s~ : -~~~~~endirit'.l~ J~!I. -~i incluida la menor posición de realidad (Wirklichkeits-
s,~::nu(i_iLQ"~ _q!les~_.e}i.\!~e)nas allá dtL~weto), esta setzung) de ningún factum individual», lo apriorístico

~~;~é~~~~~~9c:~k~~~f~~~·t;t~··j:[~;J:!~at¿f~n~: P;~~
es allí inmediatam ente intuible, y por cierto como esa
situación objetiva misma. ~.h~Y-9E~?E.!~arl?J....gl!es,
es a przorz todo comportam iento subjetivo en cuanto en una capacidad anter:io:r . ªJª. !2.11!~. ge ~2.QQqquento
tal, ya se trate del conocer o de cualquier otro com- dttHi ..situación objetiva [Hua, vol. 7, pág. 402].
portamient o, antes de que se sobrepase el límite de la He- aquna pregunta fenomenológica: ¿Qué es lo que
Jnmanenci a. También para Kant lo a priori es un ras- puede verse en el estado de cosas, de antemano, como
go propio de la esfera subjetiva. A partir de bases sin- contenido de ese estado de cosas? Para responderla,
gularísimas se formula la pregunta que sirve a Kant disponemos de dos indicaciones dirigidas en el mismo
c?m,o punto d~ p~rtida: ¿Cómo son posibles los juicios sentido: En primer lugar, comprobam os q:tJ.~ . 1.2.. ~!l;li­
smteticos a przorz? En efecto, solo los juicios sintéticos ble .Cl: _Priori, en todo estado de . cosas, __ t;~--1.2.~,s;.neral,
amplían el saber. Ellos se apoyan en la experiencia. sobre cu}>i&~~§~~$-i apr~heíi<:Je lo esp'ecHico. En segufldo
La posibilidad de conocimientos sintéticos a priori lugar, la e~ú~.m;{iª ap:rio:risti~~ se mu.estJ;a..-omo una
p~ede basarse, por tanto, solo en evidencias que con- experienci a _q:qe ..se dirige a esencias . (Essen.z&n) gene-
Ciernen a la pura capacidad de conocimiento ' en sí rales -y..que'toma su validez pur~ente a partir de la
.
misma, o que se fundament en en ella y no dependan esenciaJW esen) [Hua, vol. 2, pág. 51; cf. toda la ter-
de la experiencia. cerli]ecció n ].

64 65
La más importante y más clara de estas determina- que permanecen ocultos desde cierta perspectiva. La
pones es la primera. ~~~<~.n.?~?~Í~--"~!!~J?.S.. .9.,1!S. ver solicitación misma (a Husserl le gustaba hablar de
di~~<;Jft~.~-ll.!Q~.!l...É!!o_.':.! ~~-~~-I~f~EfL <J.~!q.t,2ríge­ «invitación») no es otra cosa que el a priori intuitivo.
ne.~.$!9esAr. d.~~~~.,e,!isoli.itQs~, y,_por Cierto, «con La solicitación es intuida de manera inmediata. Cua,n-
la species aprehensible en la visión de lo general y con do explicitamos esta intuici~n de~E~~.~!!I..~~-~21-~té­
los estados de cosas apriorísticos, que se constituyen en mi:ae JOS:procesos rtifiJili9S del aparecer contmuo»,
cuanto inmediatamente visible sobre la base de sí mis- como lo es en nuestro caso -éi sistema~ec-
:o;:~-f~;t.'!~~~j¿~. ti~~ i!!ltri~ii~ñillrri!,~i.~~.il"~}¡i:"~~~r.ili!w.2~ Wl
. !d~"~ f¿~~~~~f'i~~ri~~!!l.P~~!~
9
~~
~-~'f.:,..,_.~_. ..,.,;.. -..~ _,_.,..~-·~-· .-·U·· ·"•-•-o-·. /f~, ~. -
PQLª-t.m.~~~~..PP.!,.I!':f.~!9.,g~s.~E,.c1.2n~FLqp._,.groon~!La
<•·•"'P "J ' ·. . ....... ....... ,.. • ..... ... ••---.
~:t~Iif~~~Y.:J~il~~a-~~t¡fJTeTe!!i~~~~~a!~
(Selbstgegebenheit), ~pJ~.J~~~-~~-~~~:r:l, I~:t.~Y~Hªf~Q~ Y dime€~~~'ª~~:9fri~j"~· · e~·:4f~~-!9i~'!m¡pte
~~1?~~~~~-ie 1~!,.,!:2!1-.~.<;J?.tq~ -.YJ~Y~§.,~y J~ .~- 1~ regio~ p<>~ ~a, .· f:'f~.~Ji,~_!.si~!!.~~I)fl~B [H ua, vol.
et!~.é! .~li. ~IQrqg¡a..que..se.,pr.esent.an. .pr.etenclieRdo. una 3, pág."351; Id, 1, pág. 297].
significación origi~~ri.a>> [Hua, vol. 2, pág. 52]. Un continuo de fenómenos que puede servirnos como
. .., ....•. , __ r· ""' ·-··•' "''"• "·'"""' "....,-t;o;.t·, ;;..-· ··
ejemplo es el contorno en el cual se halla esta mesa en
19./ntuición empírica de lo «a priori». Trataremos el espacio, a saber: en un aula, con lo cual, para quien
..de·atenuar la dificultad de estas comprobaciones. Para entre en ella, se vuelve reconocible como una cátedra.
ello debem9.s tene! siem re en cuen~~!~. ~~IE-.1?~2~~i?~l Husserl lo llama «dadidad adecuada de la cosa (Ding-
fuñ'aaiñentam enom~~Q.~gu~: que no }~ncgntra- gegebenheit) ».
I?!~~~).~'U?S.~IJ.9i~JX>r tañ~o¡·en.:ª c!m~~~?- Resulta, enton<:~fu.~~-.§R~<?.... ~n ..x.irJ~cL~~......!!.l!.iori
t<2 nmguna a preii.eJl~JQfl~.fQS!!OSCI t1va . ~A~ . /2!"}.giJ;?-aria
qilfTi.t~eiTsfaéfo de cos~s. iiitenTto dirigida al es- La'. :~:~1~~~=~t-~~~~i~l2~é~~-Ea~·iit~~~~~
Yado de
'cosas se lla:riüi' iioesis; y el estado de cosas co- nes''sehsi0Tés~iña1viduales, que se pueden ensamblar
rrespondiente a la noesis, noema. Estos nuevos tér- de una u otra manera. Lac~tación de la cátedra se
minos tienen una gran importancia. La noesis es el
acto intencional, en el que se co-efectúan también la~ produce in~!~,~~~~~f4~;~·Éri~~~~~=·~ol~a:~ ~:l~~:~
intuiciones del marco apriorístico. El noema es el pro- ~~: ~~·
q ... •!,.{~~~~~;:~¡;·y;«~~-
_ ,. . , ,, "'1<'~·"--'~"¡_. .,.,.,
1 ,. .-I, ·J:.~. . ;,"'-; ,,., . . , ,•;,O,.;. ·" f¡.¡';¡".;&, /< J!.'· .;1~;¡~~~qu~l1o
.. ;- ...-· :,., .,._.,,;>.,. ,,_.,;~~"·e'-: • ,., ,.· ~:,,,. _..., .Joqu~
,,>-< . ...,::., ,. H'> !"
••! . , , ..

ducto correspondiente, es decir, el concreto estado de col!!!;ni:t9..49.~.L~~relltié!!.I.$l!~) E'or tanJ9J....':i.!!fula


cosas, plenamente aprehendido. Al tratar los proble- s~J~~~~!!~~!.l.!.~nt~ , t<<?~~~. l9~~..f<:!.UQJ!!~,~"·~~ !!!_.EC..2seso
mas de la intentio y de la intuición categorial, vimos infinito.
que todos los momentos de la experiencia -incluido~ Es~'iiifinitud fáctica es la causa de que pueda decirse
los que llamamos percepción- están mutuamente vin- que «hay por principio solo objetos que aparecen de
culados en una cadena continua de referencias. Res- modo inadecuado (y por tanto, que son inadecuada-
PeCto ·de ello, lo más característico fue la percepción mente perceptibles)», porque el sistema de los pro-
de esta mesa, con la solicitación de dar vueltas alrede- cesos reclamado nunca está fácticamente concluido.
dor de ella, lo cual era una indicación hacia los lados Si pensamos en el aula y vemos la cátedra, no parece

66 67
convincente la afirmación de que se trata de algo no basa en un a iori · tuitiy..Q -~i.<i§lL!k12..$e:
concluido, o no concluible. Pero si tenemos en vista ~~ . ~..Y.!!!Y;.:- - . C!!a.l.S?!S!.i! .•~§P~~t~. ~~~~~ e.,s,
una unidad tal como <<naturaleza», en la cual se halla Justa!!!.,t;.~l~..téf..fl~};!~J.Q,.K!C!l~!g.J. La Cfíterenc1a entre
de alguna manera cada uno de nosotros, o como «mun- la Kreac1ón y la intuición de lo a priori en lo general
do», que también de modo intuitivamente apriorístico consiste en que esta se dirige a la cadena infinita de
reclama una vinculación de fenómenos que se suceden todo el estado de cosas, y no solo a esta cosa particular
en forma continua, se hace comprensible que hay cier- entendida como el objeto de la percepción. En el es-
tos objetos --entre los cuales «se hallan todos los ob- tado de cosas total, esta mesa no es solo una configu-
jetos trascendentes, todas las ccrealidades", que reciben ración especial de aquello que es inherente a la esen-
la denominación de naturaleza o mundo- que no cia de la mesa, y de lo que se presenta, en la percep-
pueden darse en ninguna conciencia cerrada en plena ci~n, ~omo S9U~ación de la, esencia, sino que es,
determinación y en plena intuitividad». «Pero -agre- ~~s b1~n, ~~ .C::~!.~9P.· Pero la catedra no es una espe-
ga Husserl- en cuanto idea (en sentido kantiano) cificaciÓn de fa esencia mesa. Ser cátedra es más bien
está, sin embargo, trazada de antemano su completa una especificación de la función de la mesa, no de su
dadidad>> [Hua, vol. 3, pág. 351; Id, I, pág. 297]. configuración.
Idea, en sentido kantiano, es imagen intuitiva del todo. Lo que la configuración designa, es decir, aquello que
La inadecuación de la percepción consiste solamente una cosa muestra en cuanto configurada, se denomina
en la fragmentariedad, no en una adulteración ni en eidos. La mesa puede estar configurada de maneras
un enmascaramiento de lo que se capta como verda- diversas. Ella varía, según eso, eidéticamente. En tal
dero. sentido hablamos de <<Variaciones eidéticas». La idea-
Es fácil advertir que ahora hablamos de percepción ción contempla lo invariante de las variaciones eidé-
en un sentido mucho más amplio. Percibir significa ticas. Lo a priori intuitivo muestra, en cambio, las po-
ahora, lo mismo que en Hegel, captar lo verdadero. sibilidades generales de la función de esta mesa (o
Pero justamente este captar es efectuado por la per- sea, todo lo que ella puede ser) : Se trata, pues, no de
cepción, aun cuando no dejemos de tener en cuenta las posibilidades eidéticas de variación, sino de las noé-
todos sus aspectos intuibles de manera sensible y cate- ticas. Sólo cuando en algo se ve, de modo intuitiva-
gorial. No importa hasta qué punto esté incluida la mente apriorístico, para qué puede servir, qué puede
percepción de esta mesa --o esta cátedra- en el pro- efectuar, o qué puede ser, la visión de tales posibilida-
ceso de las apariciones continuas en lo a priori intui- des permite conocer qué es ese algo. No hay duda de
tivo: siempre se tratará de esta mesa particular aquí que aquí cumple algún papel la distinción ontológica
aristotélica de ~'Úva¡u~ y EVÉQYBta. Pero lo decisivo es
. ~ Y ahor~. X~ .~~!Jl~lte.9.J~5!:2~ .<it.1~.J~,~9_2n_~~~~~,g.?tial- el hecho de que lo a priori intuitivo -su aprioridad y
~ :~~~~~~~~~;!,:efl~nii~;!i~1lii¡!~·~~~~iti~~~~~~: su intuitividad- revela la verdad del mundo. O, para
dªa;~:. ~~·ífecir~,lfa~e~e~~.i~.:4.~·,xª .m~á:::sfno •fu~iª-.-~sí, decirlo de una manera más restringida : La intuición
de lo a priori no está ligada a datos sensibles, sino a la
no podnamos ci~:S!fi~ada.~utreJ~~!!!esas. Pero. ad~más
\ de ~sto· ·~s· ij~~~~~E~C?... ~".~I.:...!~!UJ:li~n~éleadón-se_ verdad del mundo.

68 69
20. e· Qué es lo que efectúa la intuición de lo «a prio- lo a priori. Kant y el neokantismo dedujeron, de ahí,
ri»? . Esto~ ~spléndidos descubrimientos tienen impor- que toda la geometría, y -en conexión con ella- la
tancia decisiva para la fundament ación de las cien- foronornía y la dinámica teóricas, eran efectuaciones
cias efectuada a partir de principios primeros absolu- de la razón, con independen cia de todo influjo de la
tamente evidentes. Y, del mismo modo la tie~en tam- experiencia. Con ello se abrió una brecha incompren -
bié~ pa:~ ~a determinac ión de aquello' que constituye sible en la experiencia. Los neokantian os la hicieron
la Cientificidad de la ciencia. Ya en las 1nvestigacio:. mucho más honda.
nes lógicas [LU, vol. 11, secc. 2, parágs. 65-66] com- La fenomenología descriptiva logró descubrir, en cam-
prueba Husserl que podemos comprende r perfecta- bio, la intuitivida d objetual de lo a priori, a diferen-
mente «por qué la idea de que el curso del mundo cia de la intuición apriorística del espacio y el tiem-
podría negar las leyes lógicas no es más que un contra- po. Con ello la geometría deja de ser una construcción
sentido». Las leyes lógicas son leyes trascendentes. de la razón pura. A este respecto son muy significati-
«El problema de la "significación real o formal de lo vas las siguientes afirmaciones de Husserl [Hua, vol.
lógic?", tomado tan en serio y tan a pecho por los gran- ~' pág. 350]: «Las determinac iones no vistas de una
d~s filósofos, es un problema absurdo. No se necesita cosa son -y esto lo sabemos con evidencia apodícti-
nmguna teoría metafísica ni de otro tipo para expli- ca-, al igual que las determinaciones cósicas en ge-
car la concordan cia entre el curso de la naturaleza y neral, necesariam ente espaciales: Esto constituye una
la legalidad ((innata al entendimie nto". En lugar de regla ---establecida según leyes- para posibles ma-
ello se requiere el esclarecimiento meramente fenomc- neras de compleme ntar espacialme nte los lados invi-
n~l~gico del significar, del pensar, del conocer, y de s;ibles de la cosa fenoménica. Trátase de una regla
la~ Ideas y l~yes que allí surgen» [LU, vol. II, secc. 2, que, totalmente desarrollada, se llama geometría pu-
pag. 199 y sigs.]. ra. Otras determinac iones cósicas son temporales, o
Estas afirmaciones y sus respectivos desarrollos son el son materiales : a ellas correspond en nuevas regla!
refuerzo de la tesis de que la aprioridad intuitiva del para complementaciones de sentido posibles (y, por
estado de cosas revela la verdad del mundo. Las con- lo tanto, no arbitrarias ), y, siguiendo así, para intui-
diciones fundament ales, ontológicas, de esa revelación ciones téticas (thetische) posibles, esto es, fenómenos.
solo s~ han hecho completam ente evidentes a partir Sea cual fuere su contenido esencial, o las normas que
de Heidegger . En el capítulo final nos ocuparemo s de rijan su materia, sus caracteres noemáticos (o bien
los problemas de la trascendencia. noéticos) de concepción posibles, ello está también ya
trazado a priori».
21. Lo «a priori» empírico y las ciencias teóricas. No Lo a priori intuitivo contiene, según esta descripción,
es sup~rfluo, sin embargo, hacer ya aquí algunas ob- un panorama de las posibilidades. (No está limitado
servaciOnes acerca de la fundament ación de la ciencia. a la intuición de lo general, entendida como prescrip-
La intuición de lo a priori no está ligada a los datos ción para las posibilidades de variación de lo especí-
sensibles. Es esta una comprobac ión extremada mente fico -o de lo individua l- en el estado de cosas.) La
importante . La geometría se basa en la intuición de geometría pura es lo a priori intuitivo de la regla de

70 71
los movimientos posibles, en cuanto movimientos en de las cosas, ya sea que estas se den en la experienci~
el espacio; Husserl traza un paralelo entre la intuiti- externa o en la interna. En segundo lugar, la captabi-
vidad de lo a priori en cuanto geometría y las reglas lidad intuitiva de la regla de las referencias, que es
de la complementación espacial de la percepción có- siempre anterior a la captabilidad del estado de cosas.
sica, que rigen para la aprehensión sensible. Aquí se Esta efectuación posibilita, por ejemplo, la geometría
advierte que interpreta el espacio y la espacialidad pura. En tercer lugar, la intuitividad de un ámbito
como intuición categorial basada en los datos sensi- que abarca las variaciones noemáticas posibles -pero
bles. La intuitividad de lo a priori fundamenta la no arbitrarias- de un estado de cosas captado. Ella
aprehensibilidad sensible de las reglas apriorísticas. Es posibilita, en primer término, las experiencias de la
justificable hablar de lo a priori sensible en relación física teórica.
a la geometría pura y en relación a la foronomía pu-
ra. Husserl habla de «estados de cosas apriorísticos,
que son directamente visibles y se basan en la species
que se capta en la visión de lo general» [Hua, vol. 2,
pág. 52].
La esencia de lo a priori intuitivo se aclara mucho más
a través de una pregunta que Husserl solía repetir en
sus .conversaciones: la de si alguien que fuera --de
nacimiento-- ciego, sordomudo y careciere de tacto,
poseería representaciones espaciales. Se pretende ave-
riguar si ese monstruo, sin ningún dato sensible, po-
dría construir de algún modo la geometría. Husserl ha
contestado, a veces, por la afirmativa. La respuesta
consecuente debería ser <<nO», porque a la representa-
ción geométrica del espacio le pertenece también lo
a priori sensible. Ello no es innato, sino que se logra
en la aprehensión de lo a priori del estado de cosas.
Una alusión a esa pregunta capciosa la encontramos
en Hua [vol. 2, pág. 38]: «¿No es posible deducir algo
a partir de existencias meramente sabidas, y no vistas?»
Provisoriamente podemos distinguir, por lo tanto, tres
ámbitos de efectuación propios de la intuitividad de un
a priori incluido en los estados de cosas. En primer lu-
gar, la captabilidad intuitiva de lo general, que es
siempre anterior al conocimiento de lo especial e in-
dividual. Esta efectuación posibilita la cognoscibilidad

72 73
2. La fenomenología trascendental fenómenos de la conciencia. Ajustamos el cumplimien·
to de la proposición a la cosa real, es decir, al estado
f!!.?.<:!q)_ ~~ hace
de cosas que corresponde a ella. :Q~. t~__
evidente la identidad de la estructura del ent~s..Qn..S.l
c~iíteñícfo. «;;~J.~. .E!.?P~~~si.óJI..t~-- ·---~ --- --
Eí_i Iooos su~-~~ri!?s1_!!.!!.~~~rl.~e. ..9fYP-ª.. d:el pro~lem.a
de Ia-evi(Iencia .(E videnz)..J~S~JJJJlULa ..la.mtencl.Ollah-
22. La transición a la fenomenología trascendental. dac!, __ªJ~fri.ij~'i;Ii).~i'paC Es fácil comprender por qué.
Para hallar la transición de la fenomenología descrip.. Desde siempre han estado vinculadas mutuamente es_..
tiva a la fenomenología trascendental, debemos ahora tas dos preguntas: ¿Qué es lo que constituye la eviden-
pasar revista a las evidencias logradas hasta ahora. cia de una intelección?, y ¿en qué se basa la verdad
~9s )1_;~~~--~~~él~?. Y.~ _g~_Jo.L~!"e~ .t~ma.s 1J.rip_~ipales de una proposición? La concepción clásica dota a la
qe la _repome!_lología desc!iptiva: Jntencionalidad, in- verdad de una proposición de un índice psíquico, a
tyi_c;j-J.~- ~~t~~~rial y e~encia de lo a priori intuitivo. Es saber, la constricciónQ~ .é:l.C:~P!élr ineyitable_q¡~_I]Je lo
obvw que, en la totalidad de esa trama, lo más impor- inteligi~~-j59~ vtª .<;le___razonamiento: ~t2!9~~a..;~ -~~-
tante es la ac.La.r.ación de _la inteJ:].cioQªJigªd, es decir,
d!-.1.2.~~·-¡meñ~ioñ~les· ·coñ ...s'i.I correspondiente in-
_ ··_.o____.P._ y.. e_.§~__e__l_.~-. .dlr....~.sa._.c__on~!~~c;~~~!~~~~~ ~1
cep_-__H_f_I_~-.~
apela a la ~vigfn~i'\ ..cua_ny,.Q.m.tenta.,w;.uwtªr. unª evt·
tentum. ···· d~.ncf.~~:Yi$iit,e. Incluso Descartes pone a prueba la
COmo ya se mostró en ese contexto, no pueden man- verdad del saber mediante una evidencia última, la
tenerse en pie las antiguas contraposiciones entre su- evidencia de la perceptio clara y distinta, para excluir
jeto y objeto ( Ob jekt), o entre trascendencia e inma- así tOdas las afirmaciones que no correspondan a esa
nencia. Los objetos constituidos en los actos intencio- evidencia fundamental. Desca_r_te.s..ru>...adviertt.. qy~,. aT
na ~es son objetos ( Ob jekte) reales. La constitución ca- proced~r.._g~_ese__P.J.<;>_d~, y¡ñc~iél. lo Qs~q~i~o..~?1! ta. .teo-
tegorial, o apriorística, no es una efectuación de la ría-de la verdad. Y, sobre ·todo, no advierte que el ca-•
razón pura (libre de lo empírico). La constitución co- rácter psiqúiéó-subjetivo' de' la P.~r.cep~-p~ :cr¡¡j~e'í per-
rresponde al ser objetivo ( Ob jektiv) de los objetos: fecta rio_~úEqf,....cl~ _n._i.ng.t.I!l~ . rn(l!J:e.ra,,.,~~~F~-~3:?!iz~ una
concernientes. La descripción fenomenológica encuen- . vaJiaez-~y.]!:gV-ª...LQlJj~kti-g) '--~~~}.él..~l!~l;,__s,J? e!l:l~ar~o.,
tra, en las relaciones de fundación propias de las es- no ]labr!it¡>~r~..~?.s()t,~s-~n.~-~ .':'~_r.qad» [FTL,, !?ag.
tructuras de los actos, la misma estratificación cons- : 247}:'(Por cierto, con respecto a esta y a otras cnt1cas
titutiva que en los objetos. La parte posterior de la · a Descartes, hay que señalar que Husserl habla de las
mesa no es algo completado por mí. El carácter de «magníficas meditaciones» de Descartes [Hu a, vol. 4;
alameda, propio de los dos grupos de árboles, o lo Id, 11, pág. 103].) ..-
amarillo-verdoso de la mesa, que veo primero, aun sin Todos es~q~_.desan:ollQ.~ .ªe_b~sªn enJa~jgrociª 9:.~ una
haber visto en qué se distingue de otras superficies verda{i.~"ªge,~~~~~..y .~J:>s?.l!J.ta.:.Jlr<:;t~!!P~.!! . ~~~e.el~c;~rse,
amarillo-verdosas, no son fenómenos subjetivos. No!'! por mec;ljo de. la evidencia que ks es iJ;I4e.rente, como
atenemos a lo fáctico que expusimos al describir los fundamento inquebrantable del saber. Pero si com-
74
prendemos que las verdades absolt,~!~~L _y definitiva- mismo». «Dicho más exactamente, ella es la fornia
Iñm::IT::.J:1?ñªf.~~élas· ·soiCíiñp§~i~1~~{' (:{_q~~~~--~Es2-rdo {)'eneral y eminente de la "intencionalidad" de la Hcon-
t¿xigir~a,s), d~~p~r~~fé.!:~~ª~l!!~!l_tg P.~!~ ..YWf4!i!!Ja ~iencia de algo", en la cual lo objetual que ~n ella ~s
~~~~idoi-Iª~foi~~~ª~_ ;ytJ,;~s1;:~~~~;~~r.~-~f~ consciente, lo es en el modo de lo aprehendtdo en-SI-
mismo, de lo visto-en-sí-mismo, del ccestar-cabe-eso-
-está en que Des.cartes localiza la eVIdencia en las m-
mismo" según ccconciencia"» [FTL, pág. 141].
teleccioñes d.entíficas, pero no en la experiencia, que,
En otro contexto, en lugar de emplear ese dramáticó
justamente -es confusa y oscura. Sin embargo, es fác~
comprende~ que precisamente la experiencia posee la. «estar-cabe-eso-mismo» (Bei-ihm-selbst-sein), die~
Husserl: «La evidencia es, en el sentido más amplio,
mayor evidencia posible. Si yo veo una mesa, esta me-~
sa que tenemos aquí, es entonces evidente _que yo lá, una experi~cia d~Í :~~te y -~el ser así (Soseiendes);
es un «llegar-a-ver:eflo-mismo-intelectualmente» [CM,
veo, y que ella está aquí. «Veo una cosa; la percibo.
pág. 52]. El <<Iléga_r:.:a-:vé~=én~-mi~?:intelectualm~n­
Veo la cosa, no la existencia de la cosa. P~!?. ~~go 1~ te» significa qué 1~ evidencia depenoe de la medtda
evidencia de que lacosa es» [Hua, vol. 3, supl. XXVII,
·---x·m·--. .
pág. '1' • ~·,~-_ ",,. ,...._r<.. en quedesté_~P.r!!h~!!d~~-~ - .!~~ r~li~ad dt: la .'?osa o del
estado e·cosas.
No puede haber una evidencia m~yor .. El argumento Et1. esto fá.é-tico nada se altera por el hecho de que nin-
cartesiano de .que puedo tener alucmacmnes, o de que
guna experiencia de la realidad de_ la cosa o de~ est~­
mis sentidos pueden engañarme, o hasta el recurso al_
do de cosas pueda ser adecuada. N mguna expenencta
genio ~aligno que acaso ~uiere confundirme, n? con~,
está concluida : la realidad experimentada lo es de
duce a riada. «Para cualqwera, excepto para el filósofo:
extraviado' es absolutamente obvio que la cosa percibi...; modo inadecuado. Pero es patente que las dis!~lltas
. . . . ..
da en la percepción es la cosa mzsma, en su existencia:
evidencias están .comoiñadas entre .sí de . una: ·manera
propia, y que, si las percepciones son engañosas, e~lo":
descnptibl~: -Ñ(;.Sülo'en cüañto nf eVideiicia de un de-
terñiiiiadó nivel o grado de la experiencia se entrelaza
significa que ellas se contraponen a nuevas percepclo-:
con operaciones de evidencia superiores, sinb también
nes, · que muestran con certeza lo que es real -y no'
en cuanto se conectan con «no-evidencias», y «perma-
ilusorio-» [FTL, pág. 248].
nentemente se producen modificaciones esenciales»
Se pone de relieve, pues, el hecho. de que toda percep-\
fFTL, pág. 255].
ción originaria es evidente. Son evtdentes todas las per-;
Es decisivo que «la experiencia, así esencialmente con-
cepciones en que las cosas y los estados de cosas r~spec­
figurada en horizontes, señale hacia ~tras po~ibles .ex-
tivos están presentes en el modo d~ lo «eso ~tsmo>>.
periencias confirmatorias, pero que deJe tambtén abier-
[CM, pág. 52]. Según esto, la meJor tradu_~ciÓ? de
ta en esencia la posibilidad de que se .produzcan ex-
«evidente» ( evident) es «obvio» (selbstverstandlzch). '
periencias antagónicas que conduzcan a correcciones,
Lo evidente mismo, en cuanto comprensible, y, pot
cambio de determinación o eliminación total ( apa-
cierto, en cuanto real, es sin, d?da existente . .,.t~ - ~~tq, riencia) » [FTL, pág. 248]. «La ex~eriencia, la evi-
se ve gue__~_ellidencia no est;a liga?a-a la proposiclon.;.
dencia da el ente_ y lo da a él mismo; ímperfectamen-
Eila «designa la operación mtencmnal del darse a si ' ,
te, si ella es experiencia imperfecta; de un modo mas
76 77
perlecto, si ella ... se perfecciona, es decir, se amplía produce la afección, y solo secundariamente, en una
en la síntesis de la concordancia» [ibid]. refracción reflexiva», lo hacen las evidencias que fun-
cionan respecto de ella [FTL, pág. 254]. La función
23. Apodicticidad y evidencia. ¿Qué significa, en- significa que las evidencias cooperan -en distintas
tonces, evidencia? ¿En qué consiste su efectuación, si graduaciones de la claridad- para producir la inte-
ella no garantiza la verdad? Solo en la investigación ligibilidad de lo que se hace visible en lo que se da a
de la esencia de las experiencias mismas podemos ha- sí mismo. En este sentido, las evidencias subordinadas
llar una respuesta. Muéstrase entonces que la eviden- son explicitaciones de sí misma de una certeza inten-
da no es una convicción o intelección adicional, que cional originaria : la certeza de tener aquello que está
venga a añ~dirse al contenido de la experiencia, sino contenido en el acto intencional y en sus referencias.
que «ser-evidente» y «ser-experimentado» son deno- Con ello se hace comprensible la afirmación de que
minaciones idénticas. Lo gue se expe~iJnenta es. eo «la evidencia es la unidad de una posición de la razón
con lo que la motiva según la esencia» [Hua, vol. 3,
ie~o ,~~_ir]~te, es);~nªj!?:ffi~~~i~~--ª~que . sé Y~-~11 ·I~C? pág. 336; Id, I, pág. 284]. Por eso, lo que está presen-
~per_~~J.'l~~do, ~s gec::tr., ..d.~. Jq.q~~.,~J.'l !:lJ.() saJta a la
~18.'ta!. La evidencia es, según esto, una función del ex-
cialmente consciente no es solo un fenómeno unilate-
perimentar, y llega tan lejos como lleguen en sus ho- ral e incompleto, sino simplemente esta cosa misma
rizontes abiertos, las referencias conductor~s de las dis- [ibid y CM, pág. 54].
t~nta~ int~ciones exper~enciales graduadas. La expe-
La proposición es evidente cuando coincide con la
nencia es, mcluso, la evidencia que fundamenta todas situac~ón objetiva·....·. L.a... cosa__e_ s ~yi_cl~nte cuando es rea~ ·, .
las evidencias contenidas en ella. Cuando destacamos es decu, cuando en ella está contenido todo lo que en
C?nst~ntement~ el ~arácter imprescindible de la expe- ella se C::li.E~l1. 2.t1~:I.v~~árq~ll!e_, . ,$';r:l.e.Ua ..se .c apta todo lo
nencia en la ciencia, entendemos que solo ella es evi- que en ~!.!~~s~-~..SQntenido. En esta distinción está ya
dente en sentido decisivo [FTL, pág. 144]. inchiíclá la obligación de continuar desarrollando, en
Podemos explicarlo diciendo que las evidencias son la dirección de la filosofía trascendental, los problemas
funciones [FTL, pág. 254]. Para comprender ese fun- atinentes a la evidencia y la experiencia.
cionamiento quizá baste un ejemplo. Toda Qbjetuali- Esa obligación se vincula, como ya lo he indicado bre-
dad es evidente en tanto se halle mentaCrá~d~ modo in- vemente, con el hecho de que no es posible, por medio
tencional. La evidencia incluye en sí una multitud de de la fenomenología descriptiva, asegurar la certeza
motivos, aprehensibles en una intención subordinada de lo cogitatum. Pero con la palabra «evidencia» en-
:porque la intención originaria de la percepción del ob-' tendemos que, en el cumplimiento natural de la exis-
Jeto conduce a ella. Todo objeto se presenta, por ejem- tencia, la realidad de la cosa y la verdad de la propo-
plo, con una perspectiva, con un determinado color sición se confirman sin interferencia alguna, de modo
y matiz, en un ambiente determinado y que lo deter- convincente y a problemático; tal recíproca confirma-
mina. Lafunción de la evidencia ~sla.. determinación ción • impone a la filosofía, por lo tanto, el deber de o-a- b

de lo determinable y, en primer lugar; cl.e lo individuaL rantlzar esta evidencia.


En efecto, originariamente «la cosa es lo primero que Las dos cuestiones que entraña la evidencia atañen a

78 79
lo mismo que la exigencia cartesiana de la duda. Ga- l. La realidad de la cosa depende de las mismas con,;;
rantizar la evidencia natural mediante una fundamen- d{~iones que la verdad de la proposición. Por cierto,
tación filosófica es ya la tarea cartesiana. El propósi- este enlace no es suficiente, pues hay ocasiones en que
to de Husserl, como el de Descartes y Leibniz, consi~­ la verdad de la proposición va más allá que la realidad
te en la fundamentación de la ciencia. La cuestión de de lo mentado en la proposición. Pero, para la tarea
la evidencia inquiere cuáles son las condiciones bajo de fundamentar la ciencia, basta esa equiparación.
las cuales se garantiza absolutamente el ser de la ver- 2) Entendida claramente tal identidad entre las cori-
dad y el ser de la realidad. Apartándose de Descartes, diciones, tenemos, para continuar, dos posibilidades:
la respuesta de Husserl dice lo siguiente: No solo es a) o bien exam~ar las con9i~l~~-~s_ ~-~ _ J?()~~b.!JiQ..é!c:! _de
evidente el ego cogito, sino que lo son tanto el ego la.... proposición verdadera, .?.}l~:ll.. kl...h~.C~.!~C? n.C~!l. las
como el cogito por sí mismos. Pero, en primer lugar, es o
condiciOne.L(l~fll?.H~ª~a e la realidad de las cosas.
evidente lo co gitatum. En efecto, en la medida en que HllS.SeiíéScoge este segundo ca~p_2,_ ~1_ J:!!.~s Aif.ícil.
nos atenemos a los preceptos de la fenomenología des- 3~-} doiñó -· hil() ··conducfór-·para .-laborar este ·inmenso
criptiva, hay siempre certeza sobre lo intentum, mien- cámpo sirve la intelección de la identidad de las con-
tras que la intentio no se manifiesta, y mucho menos diciones, tanto de la realidad de las cosas como de la
el ego. verdad de la proposición, y de aquello que fundamen ·
ta esta intelección: la certeza del ego cogito, enten-
24. La evidencia de la experiencia trascendental. diendo el cogito como acto intencional, que incluye,
Puesto que Husserl parte de la intención, la cuestión por lo tanto, la realidad de lo cogitatum. Es claro que,
de la evidencia apunta en dos direcciones: hacia el de este modo, tenemos que abandonar la mera des-
acto y hacia lo intentum (correlato del acto) . La evj- cripción -en sí y por sí evidente- del acto de la
de~_4~Pescartes_ es 1_ª -~~r!~~-- de!__~_~g~es­ conciencia. T~a pregl!_l:!!.~PQ!:J~ -.C.~.!~~~L~l set del
cirt~s __excluye la_certeza inmedi~.!~. de lo cogitatum. ente es una pregüiifa"'irascendental. En mucho mayor
~o se puede decir si todos los cogitata-poseen'certeza. meoiOaw·es si"'I~Ccerteza-·n.o--debe buscarse primaria-
.Pero aquellos que puedo inteligir con seguridad y de mente en la capacidad de conocimiento, sino en la
modo claro están asegurados por la providencia de complexión de ser del ente.
Dios, así como por Su bondad. Para Husserl, lo más 4. La vincu,lación de la proposición trascendentalmen-
import~!Jt.<;:_ ~~Jg ~ogitatum. Pero,··¿ cómo- se·p~e<Ié]us­ te subjetiva con el estado de cosas trascendental-
tificár- la . segtt_r!dad de lo c_Cigit_{J,_turr¿ si.l a clar1qªQ.. y mente objetivo ( objektiv), y su raíz común en el acto
Iá- aístinción no bastan y no podemos- recurrir a la intencional, determinan el primer paso de la investi-
volüntad de Dios? ·· gación fenomenológica: 1~ consideración de todQ~_}9s
Lá cuestion de la certeza, la aspiración hacia un fun- Co..J,Ítata en cu~~~--~- ~?.~J:>~ntanJ.2E.te. tpd~_<;:_qmo
damentum inconcussum, tiene que dirigirse a lo cogi- contenidos intenciOnales de actos intenciOnales.
tatum. «¿Bajo qué condiciones tengo yo la seguridad ~~Y-q'iie-utiü;~;-ere-;caffie~<fe ..ia-evidencia
de que la cosa pensada (es decir, mentada) es real?» como criterio de si los contenidos intencionales corres-
Hay que tener en cuenta lo siguiente: ponden al estado de cosas. De si, por ejemplo, la per-

80 81
de la efectuaci611
cepción no contiene menos o más que lo que, en el
estado de cosas, está previamente dado al acto de la
d~aa:a. · - - ----------- - . nto
la conciencia, sino el aseguramie · ···-..·----.. . . .
·· ····
-··· .
percepción. Antes de Husserl, esto captado en el acto L"apregillita .ontológica de Husserl no concierne a la
de la percepción se interpretab a de un modo estrecho. manera de ser del Dasein humano. Se dirige, como la
Es manifiesto que las categorías y lo a priori corres- ontología de Aristóteles, a la realidad objetiva ( ob-
ponden a la cosa a que se refiere la intención o a lo jektiv). Como en Descartes, se trata de la pregunta
que se da en el estado de cosas aprehendido esto es por el «es» verdadero (o sea, por el «es» acerca del
que c<;>-constituyen (mitkonstituieren) la objetividad ' ' cual se tiene certeza). Husserl se .P.~~[t1.!!!~- ~-l!!!l:9-.Q, y
de lo ,zntentum en la manera de la fundación. bajo qué ~ondiciones_. _Q<lgeii!~-~decir que tenemos una
~L . expeneñci a''illdubitable del ser._ de-ün"enl~"-para-esta­
o mas Importante, entonces, es ver que los actos in-
tencionales son actos constitutivos. Esto no ha de en- ble-cer;· a:·-part:ír ·ae-Ia certidüíñoré •dees~- ~".P~i.ievcia,
tenderse como si la conciencia, en sus funciones coo-- otr.asTundamenticion'es que garanticen las ciencias.
noscitivas, fuera arbitraria. La constitución (Konsti-
tution) se atiene a la estratificación que está dada en 25. Resumen. Debemos tener constantemente en
el estado de cosas mismo. Este atenerse está en cierto cuenta que la fenomenología descriptiva se refiere a
modo predispuesto, en la intuición categorial, por la Ja conciencia empírica. Esta se caracteriza, en primer
estructura del ser. La vinculación de los actos inten- lugar, por el hecho de que realiza experiencias en la
cionales corresponde a las referencias fácticas. actitud natural y las transforma, según determinadas
-En El ser y el tiempo* Heidegger ha hecho, a este reglas, en conocimientos científicos. La investigación
respecto, una observación crítica a la fenomenología: de la intencionalidad muestra que la conciencia em-
Que Husserl nunca aclara la manera de ser de la in- pírica trabaja continuamente con actos intencionales
tencionalidad. De ese modo -sostiene - permanece y con sus implicaciones. Además muestra como lo úni-
oculto también el ser de la conciencia y, en general, co evidente el ser constitutivo de la experiencia. El
el ser del Dasein. Según esto, ninguna de las determi- terna no es la indubitabilidad del ego cogito, sino pre-
naciones que adjudica Husserl al ser del hombre sería cisamente el ego en su infinita riqueza de actos cons-
apropiada: ellas serían, en parte, naturalistas y, en titutivos. La acción actuada en los actos es cierta. El
parte, teóricas. Con ello, toda la fenomenología se mundo constituido en estas acciones es verdadero. Pe-
asienta sobre bases muy débiles. ro ahora se ve que el yo empírico, con todas sus accio-
Esa crítica se justifica, pero es desmedida. A la tarea nes, permite una multitud de descripciones del mun-
que Husserl se P!()J?.!:l.S.Q. n9)~ _corre§ponde ~t;;--c~sa do, pero resulta insuficiente para garantizar la certeza
q~.g:~~~t~s~6J:l..?~ -~a__C:<?:'?~ie~cí,a e.n)~..totalidad de de lo cogitatum y, por lo tanto, para fundament ar las
su actlvi~f!d __<:,o_gJ:}oscitiVa, .Y..~L<:J~.scy}jri!lliento de las acciones empíricas del yo empírico. Para alcanzar el
r~giones . trascendentales de efectuación propias""de. ia ego constituyente es necesario excluir todas las posicio-
actividad descripta. El tema no -es la manera-de ser de nes reales, incluso la del yo en cuanto real. Solo debe
conservarse el ámbito de actividad propio del ego
* México : Fondo de Cultura Económica, 1968. constituyente, del ego puro.

82 83
Por eso, para Husserl, el problema ontológico no es el de relieve en una unidad, y esto -incluso-- solo a los
Dasein, como exige de él Heidegger, sino lo cogitatum. fines de la descripción, no de la fundamentaci ón. Se-
También el propio Dasein es cogitatum. Solamente en gún una hermosa frase de Husserl, se cuenta, entre las
cuanto tal está en cuestión. «ciencias empíricas, objetivas ( ob jektiv), ( ... ) tam-
Es necesario anticipar aquí programática mente algo. bién una ciencia de la subjetividad, pero de la subje~
Para comprender los propósitos fenomenológicos en tividad objetiva, de la subjetividad correspondien te al
su · totalidad es decü:ivo aprender a ver que en el yo, mundo» [CM, pág. 68].
en cuanto fenómeno central, pueden observarse tres
estratos. El tema de la fenomenología descriptiva es el 26. Transición del yo empírico al sujeto trascenden~
yo empírico, el polo de las experiencias naturales, en tal. Consideremos · entonces la primera transición:
el que nos orientamos como fenomenólogos. El segun~ del yo empírico al sujeto trascendental. En lo que res~
do estrato es el del yo trascendental o, como también pecta al yo empírico, podemos remitimos a lo ya acla-
se lo llama, del sujeto trascendental o del ego trascen~ rado en la fenomenología descriptiva. En primer lu~
dental. Sus acciones hacen comprensible la legitimi~ <Yar es preciso desmontar los diversos estratos de fun-
dad de los procesos empíricos de la experiencia. Esta o '
dación ,
que ocultan al yo trascendental . El meto d
opa-
primera distinción de los dos estratos del yo ha sido ra ello se designa con los términos «epojé», «puesta
ya aclarada por la crítica de la razón pura. Lo nuevo entre paréntesis», «reflexión», «reducción».
en Husserl es el descubrimien to del tercer estrato, el Reparemos en lo siguiente: El yo empírico halla co-
del ego puro. La subjetividad trascendental queda al sas empíricas, estados de cosas empíricos; fenómenos
descubierto en la fenomenología trascendental y así se espirituales, empíricos también. Estos no muestran, en
hace comprensible su efectuación. En ella también se la índole de su ser ni en la de su aprehensión, diferen-
pone al descubierto la egología pura. Para esto tene~ cias con respecto a las cosas del mundo en general,
mos que realizar una segunda transición. A pesar de como casas, árboles, estrellas, etc. Lo mismo vale para
que hablamos expresamente de «estratos» y de «tran~ los actos intencionales. Son acontecimientos del mis-
siciones», nunca será superfluo precavemos contra mo mundo natural que el de las cosas materiales. La
un dogma que conciba tres «yo» distintos. Siempre se totalidad de ese conjunto de acontecimientos se llama
trata de un yo único, aun cuando con una complicada flujo individual del conocimiento. En el flujo del co~
complexión de ser que se manifiesta en las actividades nacimiento se encuentran las percepciones de objetos
fundantes o en las fundadas. reales que acontecen en el mundo, incluidos el yo y
Ni siquiera se trata del yo solo, sino de la realidad to~ los otros hombres.
tal, en la cual el yo se designa simplemente como un Permanecemo s en la actitud natural, o, dicho más ca-
polo. Es desacertado inferir de aquí que Husserl in~ balmente, efectuamos experiencias en la actitud natu~
troduce entonces de nuevo la ya rechazada separación ral, en cuanto nos orientamos directamente a esos ob~
entre sujeto y objeto (Objekt). Habla solamente de jetos. Nos entregamos a las vivencias, a la trama de
un «polo-yo» y un «polo-cosa», no de ámbitos separa~ estas: a nuestra propia trama, tal como transcurre
dos. Señala meramente, por lo tanto, partes puestas realiter. Si adoptamos la nueva dirección y no vivi~

84 85
mos ya, de manera inmediata, en las vivencias natu- ción de la cosa-mesa no contiene en sí a la cosa per-
rales, tal dirigirse sobre sí es un nuevo acto llamado cibida. En este acto, el ente percibido no pertenece al
reflexión. En el acto de la reflexión encontramos algo ser real del percibir. Esta cosa, la mesa, no es arras-
objetual que tiene el mismo carácter que las vivencias: trada realiter, por así decir, en la corriente de viven-
ser «conciencia de algo». «Partimos de lo que se mues- cias, sino que está fuera de toda unidad esencial con
tra directamente -porque el ser que se muestra no es la vivencia.
otra cosa que lo que señalaremos (a partir de princi- Una vivencia, por lo tanto, solo puede unificarse con
pios esenciales) como "vivencias puras", "conciencia otras vivencias. La esencia total de la unidad que ellas
pura", con sus correlatos puros de conciencia, y, por forman abarca las esencias particulares: reflexión, ac-
otro lado, con su uyo puro"-; partimos del yo, de la to, percepción. La esencia total está fundada, en cada
conciencia, de las vivencias que nos son dados en la caso, en la esencia individual. La totalidad de una
actitud natural» [Hua, vol. 3, pág. 70; Id, I, pág. 58]. corriente de vivencias está, por tanto, cerrada en sí
En la reflexión experimentamos actos cumplidos; po- misma, y se determina exclusivamente a través de
demos describirlos, tal como describimos antes el con- los contenidos particulares de las vivencias;
tenido de la percepción, de la imaginación, del mentar De esta totalidad de la corriente de vivencias -en
vacío, etc. Sin embargo, existe una importante dife- cuanto totalidad cerrada en sí misma- queda exclui-
rencia: cuando cumplimos actos de reflexión, nos di- da toda cosa trascendente, todo objeto real, y por lo
rigimos hacia actos, no hacia cosas. Aquí observamos tanto, en primer lugar, todo el mundo material. Frente
algo muy particular: el acto y el «hacia dónde» del a la región de las vivencias, el mundo material es lo
acto pertenecen a la misma esfera del ser. La obser- extraño, lo otro.
vación del acto y el acto mismo desembocan uno en Mediante esta observación hemos averiguado dos co-
otro, están contenidos realmente uno en otro, perte- sas. Vemos, por un lado, que la corriente de vivencias,
necen al mismo flujo de vivencias. en cuanto acontecer real, está asociada con el mundo
Esta inclusión real del objeto de la intención en la real en una unidad real. Por ejemplo: con el cuerpo
aprehensión misma y en la unidad de la misma rea- humano, en la unidad de la estructura psicofísica. Por
lidad, de la misma manera de ser, es lo que llama- otro lado, se hace también visible entre la conciencia
mos inmanencia. Tal denominación -que ya utiliza- -como región de las vivencias- y la cosa, existe un
mos en sentido general- cobra, así, una significación abismo. Por un lado, la totalidad de las vivencias (la
precisa: tiene el sentido de la conjunción real de la corriente de vivencias) se identifica realiter con el
reflexión y lo reflexionado. La conciencia y sus con- mundo en la concreción de la vida fáctica del hombre.
tenidos -es decir, la reflexión y el acto en cuanto Pero, al mismo tiempo, queda separada del mundo por
objeto de la reflexión- forman en este caso una uni- un abismo, como lo muestra toda percepción de cosas.
dad individual, compuesta puramente a través de la De acuerdo con esto, tenemos que ver ahora la inma:..
vivencia. Es evidente que el estado de cosas (Sach- nencia y la trascendencia de un modo distinto a como
verhalt) es aquí distinto que en el caso de las percep- lo habíamos hecho. Tenemos que verlas en una nueva
ciones, por ejemplo, de una cosa material. La percep- unidad de descripción. Esta separación de las esferas

86 87
del ser, designada como inmanencia y trascendencia, mente a lo percibido sino a la percepción, aun cuando
se caracteriza por el hecho de que la esfera de la inma- se trate, por cierto, de la percepción de esa determi-
nencia --esfera de vivencias- determina la posibili~ nada cosa percibida. La relación a lo trascendente no
dad de que el mundo trascendente, separado por un puede desaparecer por completo; ella determina ]a
abismo, se vuelva objetual. particularidad del acto. Husserl dice, brevemente:
Los hombres nos experimentamos a nosotros mismos «La relación a lo trascendente mantiene algo aprehen-
en un enlace doble: por un lado como seres vivientes sible en el fenómeno puro» [Hua, vol. 2, pág. 46], aun-
dentro de la unidad real de la naturaleza o del mun- que yo sólo puedo aclarar la esencia del conocimiento
do y por otro lado, dentro de ese enlace, en la unidad si lo contemplo en mí mismo y si se me da, en ese con-
referencial de inmanencia y trascendencia, a pesar templar, tal como es. Así, la distinción entre lo inma-
del abimo real. En vista de este doble enlace, cabe nente y lo trascendente se vuelve más o menos irrele-
preguntar: ¿Cómo es posible que la región de las vi- vante para la reflexión. Pero el acto reflexivo no es
vencias --es decir, la región «conciencia»-- se des- nunca una aprehensión trascendente de la cosa misma.
taque de la unidad continua. como algo en sí cerrado? En la reflexión no participo en la percepción concre-
Ya vimos al comienzo que la región de .vivencias ·se ta; no vivo en la percepción de la mesa, sino en la apre-
caracteriza por la intencionalidad. El mundo trascen- hensión reflexiva inmanente de la percepción de la
dente está, en cierto modo, presente en las vivencias, mesa. No participo en la posición temática de lamesa
en virtud de la intencionalidad de estas. Este ser-ob- aprehendida. Este no participar de la posición del
jetual del mundo trascendente no debe entenderse ne- mundo material es el sentido de la epojé. La reflexión
cesariamente como un ser-aprehendido. La aprehen- fenomenológico-trascendental considera el acto sin
sión cognoscitiva es solo un determinado modo de participar en él; no sigue su dirección temática: lo
acto. Otros modos de acto son, por ejemplo: el ale- convierte en tema. En la epo jé persiste el objeto del
grarse, el amor, etc. Lo amado no es objeto en el sen- acto primario, pero solamente con referencia a su ser
tido del objeto conocido; para presentarlo es menester intentado, es decir: con referencia al modo en que
una nueva modificación de la intención. A fin de no mi acto --el que yo observo- (pongamos por caso
restringir el concepto de la intencionalidad, hay que el acto de la percepción) contiene el objeto de su in-
tener siempre en cuenta que el conocer no es la ma- tención (por ejemplo: en la manera del ser-perci-
nera única -y ni siquiera .la privilegiada- del «diri- bido). Lo percibido ya no se capta en cuanto conte-
girse a ...», sino solo un modo particular, y no nece- nido, sino en el cómo de su ser. Esta modificación sig-
sariamente predominante, del referirse intencional- nifica que el estado de cosas objetivo (Sachverhalt)
mente (Intendieren). · está puesto entre paréntesis ( eingeklammert). La pues-
ta entre paréntesis de los estados de cosas no significa
27. La reflexión. Al reflexionar sobre una determi- suponer que ellos no existen. El cambio de la mirada
nada vivencia en el transcurso del flujo continuo de tiene más bien el sentido de aclarar justamente el ca-
vivencias --es decir: sobre un acto determinado como rácter del ser del ente. Esta exclusión de la thesis tras-
la percepción de cosas-, no estoy dirigido temática- cendente (es decir, de la thesis de lo trascendente),

88 89
tiene justamente la función de hacer presente al ente actos. «Trascendente» significa lo objetual a que se
en cuanto a su ser. «Primero se debe perder el mundo dirigen los actos intencionales primarios, y que es pues-
mediante la epojé», dice Husserl, «para recuperarlo to entre paréntesis con el único fin de que los actos de
en la autorreflexión universal» [Hua, vol. 1, págs. 39, la conciencia se presenten en su peculiaridad.
183].
29. Reducción del flujo individual de vivencias a la
28. «Epojé» y reducción. La epojé puede realizarse,
conciencia pura. El campo del flujo individual de
en principio, con respecto a todos los posibles com-
vivencias, empero, es sometido todavía a una segunda
portamientos de conciencia. Por medio de la epojé
reducción. Esta se llama «eidética». Los actos y los ob-
puedo representarme la conciencia de modo tal que
jetos de los actos no se investigan en ella como ~asos
yo vea sólo los actos que constituyen la conciencia,
concretos de mi propio ser concreto en ~ant~ fluJo de
pero no los objetos contenidos en los actos. Tomo en
vivencias, sino que se considera ahora Ideativamente
consideración las maneras de ser que la conciencia
la unidad de ese flujo. Se prescinde de todos !os .a~:..
distingue, es decir, la esfera de actos señalada por las
pectos que determinan lo individual. en c?anto mdiVt-
referencias de los diversos actos. dual. Con otras palabras: en las vivencias concretas
La obtención de esta esfera de actos y de los objetos
se contempla solo la estructura que corre~ponde, :po.r
que se determinan en esa esfera,. es llamada por Hus-
ejemplo, a la percepción, a la rel?resentaci~n. o al JUI-
serl reducción. En ella reduzco el nexo concreto de
cio como tal, prescindiendo de SI es~ percibir, repre:
vivencias de mi vida a los aspectos inmanentes de sentar o comprender es el mío, y de SI se cumple en m1
mi corriente de vivencias. Después de la reducción
situación concreta y particular.
siempre me queda todavía ese nexo concreto de viven-
En esta segunda reducció~ se hace vi~ib~e .el campo de
cias, que es el mío. Pero lo tengo de modo tal que ya
la conciencia pura, a partir del caso mdividua! --c~p­
no estoy absorbido por el mundo, ya no sigo la direc-
tado previamente - de un flujo personal de vivencias.
ción objetual de los actos, sino que tengo presentes los
Al deslindar la realidad de la cosa con respecto a la
actos de la conciencia en cuanto estructuras de actos.
realidad del flujo de vivencias, mostramos ya que la
Después de la reducción trascendental, el campo re-
realidad trascendente del mundo no pertenece a la to-
ducido es también el campo de algo que ocurre una
talidad real de dicho flujo. La mesa misma no es una
sola vez, es decir, el propio del flujo de mi conciencia.
cosa vivencia!: su manera de ser es distinta de la ma-
Aquí tenemos que recordar nuevamente a Kant. Tam-
nera de ser de la vivencia. Pero, por otra parte, el con-
bién él llama «trascendentales» a los actos en cuanto
tenido intencional de la percepción reflexiva pertene-
posibilidad de uso de la conciencia, y «trascendente»
ce a la misma manera de ser que el acto de percep-
a todo lo que en ellos queda excluido. Sin embargo,
ción. Por eso el objeto del segundo acto reflexivo está
es evidente la gran diferencia con el procedimiento de
dado absolutamente. El flujo de vivencias es una re-
Husserl. Lo trascendental ya no designa el uso de la
gión del ser accesible a una apre?,ensión absoluta ..L.a
conciencia. «Trascendental» significa la conciencia
parte trascendente de la per~epc10~ c~pta lo per~Ibi­
con prescindencia de los contenidos mundanos de sus
do en su presencialidad ( Lezbhaftzgkez t). Pero siem-
90
91
Se trata del concepto de los ferrocarriles. Quisier~
pre existe la posibilidad de que lo así captado care~ca
de existencia fáctica, mientras que, en la captaciÓn ahora presentarlo en dos vari~nt~s. Supongamos, pn~
mero que alguien se sienta dtanamente, durante al-
inmanente de la vivencia, esta se da como ente, en lo
que es ella misma en sentido absoluto. La reflexión
guna~ semanas en la estación ferroviaria de Friburgo.
sobre la percepción se encuentra siempre con un ente · Qué percibirá. directamente en la actitud natural?
que, por principio, no puede ser negado. O, como dice Que los trenes llegan y parten con el mismo desri?o
y siempre a las mismas horas. Es ~sta una percepciÓn
Husserl: «Todo lo cósico dado presencialmente puede
originaria, una percepción cumphda, y, por lo tanto,
también no ser; nada de lo dado presencialmente pue-
de no ser».* évidente. Ahora no queremos observar todos los nexos
de referencias. Por más que los observemos, en la ac-
Se advierte, de tal modo, que la esfera de la inmanen-
titud natural no lograremos explicar el fenómeno de
cia se distingue por el carácter absoluto de su manera
los trenes qu~ llegan con el mismo destino a la misma
de darse. Por «absoluto» entendemos el estar desvin-
hora. Falta el nexo de fundación. Vemos que faltan
culado de toda condición o atadura previa. La esfera
también otros aspectos. El observador no podrá per-
de la conciencia alcanzada a través de la doble reduc-
manecer todo el año sentado en la estación. La expe-
ción -la trascendental y la eidética- se distingue
riencia no podrá, por lo tanto, proporcionarl_e la cer-
por su carácter de absolutamente dada. La conciencia
teza acerca de si los trenes llegan y parten szempre a
«pura», hecha a prehensible a través de los dos pasos
la misma hora, incluyendo los domingos y día_s feria-
de la reducción, es la esfera del ser absoluto. dos, en verano y en invierno. Sabemos muy bien que
no es este el taso. Pero ello no se puede comprobar en
30. Ejemplo ilustrativo de la relación entre la expe- observaciones aisladas y casuales, ni tampoco a través
riencia descriptiva y la trascendental. Tenemos que de una inferencia inductiva. Además, el observador
aclarar estas proposiciones programáticas. Para expli- tendría también la sorpresa de que, de pronto, los tre-
car la experiencia trascendental quisiera proponer nes no llegan a la hora prescripta. Es posible que pre-
una analogía, un ejemplo que puede hacemos com- gunte entonces por las causas. Pero,. a partir de l~s
prender mejor la concepción fundamental de Husserl datos con que cuenta, no puede averiguarlas. Esa si-
en la medida en que no lo confundamos con aquello tuación solo cambiará si vamos -en la medida en que
que Hustra y no desviemos la atención de las cuestio- podamos hacerlo- más allá de 1~ experiencia descri~
nes fundamentales en cuya dilucidación nos encontra- ta y nos informamos acerca del s~stema del ferrocarnl
mos empeñados. o del principio que rige el horano y de la manera en
que está organizado. Sabremos, entonces, por qué los
* Hemos subrayado «c6síco» (Dingliche -adjetivo sustantiva-
do-) y «dado» ( Gegebenes - participio sustantivado-) para trenes llegan o parten cada día con el mismo destino a
destacar el sentido de lo que en esa frase de Husserl esta ex- la misma hora ; sabremos en qué se basa ese f~n?~c­
presado mediante otro recurso, a saber, por el contraste entre no. Solo en virtud de la intelección de las postb~h~a­
el participio gegeben usado con función de adjetivo (Alles . . . des incluidas en el principio del sistema ferroviano,
gegebene Dingliche) y el mismo participio convertido en sus- podemos indicar qué causas pueden considerarse res-
tantivo (kein ... Gegebenes). (N. del T.)

92 93
roja levanta un pequeño bastón/· y en seguida se po-
ponsables de un atraso, y conocer entonces la causa nen en movimiento algunos centenares de toneladas.
realmente efectiva. ¿Por qué no cree que se trata de un milagro, como
Utilicemos ahora este ejemplo colocando la primera probablemente lo haría un primitivo? Porque ve lo a
experiencia del observador de la estación en el lugar priori del esquema trascendental, que sobrepasa lo que
de la experiencia natural, y la segunda en el lugar de es inmediatamente manifiesto; ve todo el conjunto que
la experiencia reducida, trascendental. Entonces es construye a ese sistema. Distinguirá entre fenómeno
más fácil comprender cómo interpreta Husserl el ne- (Erscheinung) y cosa en sÍ; El hombre con chaqueta
xo entre ambas experiencias. Ya hemos hablado de las azul y gorra roja, que levanta un pequeño bastón y
acciones (actividades, actos) de la conciencia. Res- pone con ello en movimiento la masa, es fenómeno.
pecto a ellas, no es necesario que nos dirijamos a una La cosa en sí es el estado de cosas, el hecho de que no
oficina extraña de información. La conciencia perma- es ese pequeño bastón levantado sino la afluencia del
nece en sí misma, inmanente. Cuando se practica la vapor en la locomotora lo que pone en movimiento la
reducción respecto de las experiencias naturales, in- enorme masa; y el hombre de chaqueta azul y gorra
mediatas, se vuelven visibles las relaciones trascenden- roja sólo da la señal para que se accione el paso del
tales básicas que permanecen inmanentes, las cuales vapor.
fundamentan los estados de cosas perceptibles sensi- Si interpretamos el ejemplo de ese modo, y colocamos
blemente. Precisamente, exponerlas es la tarea de la en el lugar de la supuesta aprehensión del fenómeno
reducción. la intuición sensible, y en el lugar de la comprensión
Pensemos ahora en lo que ocurre en la oficina donde de la cosa en sí la experiencia trascendental que la
se proyecta el sistema de tránsito. Allí no solo se cons- vincula y la determina en su contenido objetivo ( ob-
truye un esquema del servicio de trenes sino que se jektiv), vemos entonces, en sus rasgos fundamentales,
consideran también los detalles reales : si es necesaria el funcionamiento unido de la experiencia, descriptiva
la tracción eléctrica, si se colocan coches livianos o y trascendental.
pesados, si hacen falta coches dormitorios, etc. Es in- Pero guardémonos de incurrir en los habituales malen-
dudable que, en vista de la experiencia del ferrocarril, tendidos. La experiencia descriptiva no puede enten-
la conciencia pura está vinculada -a pesar de su pu- derse en un sentido demasiado estricto. La a menudo
reza- con los detalles experienciables cósicamente. criticada «inmediatez» significa que la intuición no es
mediada por ninguna otra experiencia que sea más
31. La otra interpretación. Pero ya dije que pode- directa o más evidente, y que el estrato trascendental
mos emplear el ejemplo también en otra dirección. revelado por la reducción tampoco desempeña ningún
Podemos preguntar de dónde sabe el mencionado ob-
servador que esas masas extrañamente construidas son * La chaqueta azul y la gorra roja caracterizan en Alemania
coches de ferrocarriL Lo sabe, por supuesto, en virtud el uniforme de los empleados que dan las señales para la par-
tida de los trenes. El «pequeño bastón» alude al implemento
de su experiencia mundana, que es evidente, incues- usado para tales señales (un disco con los colores rojo y verde
tionable. Pero he aquí lo único que él ve de modo di- en cada una de sus caras, al que sigue un mango). (N. del T.}
recto: un hombre vestido con chaqueta azul y gorra
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papel intermediario. La inmediatez de la intuición no ción de la mesa, no de percepción de algo indiferente
se menoscaba por el hecho de su fundabilidad en es- o desprovisto de significado, que sólo lo obtuviera por
tratos trascendentales. La mediación y la fundamen- medio del sujeto. La descripción necesitaba ser acla-
tación son distintos estratos de la conciencia. La per- rada, porque la comprensión del «ser mesa» (lo mis-
cepción de la cosa-vagón, de la cosa-estación de la mo que cualquier otra comprensión) sólo se vuelve
cosa-funcionario de tránsito, etc., en cuanto cosas, no «comprensible» mediante una fundamentación tras-
puede reducirse a la percepción de una cosa neutra, o, cendentalmente acorde con la experiencia.
por así decir, puramente lógica, que no existe. Los da- La denominación «noesis - noema» caracteriza en el
tos hyléticos --como los llama Husserl- constituyen cabal sentido la intencionalidad de las acciones tras-
los criterios de que la cosa percipiente pertenece al cendentales en cuanto se las ve en su unidad con las
mismo nexo que la cosa percibida. El tren del ejem- acciones de' la experiencia --obvias en la actitud in-
plo no es una cosa experimen tada de modo menos in- genua- fundament adas por ellas. En los escritos pos-
mediato e intuitivo que una cantidad material. Sólo el teriores, «noesis - noema» se emplea incluso cuando
nexo de lo percipiente con lo percibido es distinto, de sería más adecuado usar intentio e intentum. Es irme-'
acuerdo con la diversidad de las intenciones. gable que la utilización cambiante de ambos pares de
Ya hemos visto que la percepción de una cosa no ~ términos ha traído como consecuencia, con toda ra-
funda en impresiones sensibles, como se infiere de la zón, algunos malentendidos. Sin embargo, debe. quedar
exposición kanliana. Los intenta de los actos intencio- claro que, si bien Husserl parte de los principios con-
nales de percepción son elementos reales de una por- ductores kantianos, la interpretación fenomenológica
ción real de mundo, tal como dichos actos. Es inexacto, de la experiencia trascendental es tan radicalmente
evidentemente, que nuestra experiencia esté compues- distinta que, a través de ella, obtiene el propio idea-
ta, a partir de los materiales, a la manera de un mo- lismo fenomenológico sus primeros preceptos.
saico. También una empiria pura constituye una abs- Las explicitaciones van aún más allá. En lugar de las
tracción innecesaria, falsificadora del estado de cosas; acciones y sucesos del ferrocarril, pensemos en las ac-
una abstracción (como decía Husserl) de filósofos eón- ciones naturales de la conciencia, en las cuales acaece
fundidos. La experiencia descriptiva coincide siempre la experiencia natural. Estas acciones, en su totalidad
con la experiencia trascendental. Solo en el procedi- -percepci ón, asociación, ideación, etc.-, tienen que
miento fenomenológico se hallan separadas para el en- ser trascendidas en la reducción, al igual que todo el
tendimiento: por un lado, toda la abundanci a concre- mundo natural debe serlo junto conmigo, como hom-
ta de lo aprehendid o intuitivamente, y, por el otro, el bre natural, y junto con los otros hombres, en cuanto
estrato trascendental fundante, asequible mediante la seres mundanos naturales, es decir: toda la multipli-
reducción. En la actitud natural este estrato no es vj- cidad de los contenidos puestos en las acciones de
sible. Solo la fenomenología trascendental lo hace evi- la conciencia. Las acciones naturales inmediatas de la
dente, pero sería absurdo sostener por eso que dichc conciencia y los contenidos intencionales correspon-
estrato no existía desde siempre. dientes deben mostrar, en el proceso reductivo, cómo
También en la descripción hemos hablado de percep- funcionan las acciones trascendentales que los fundan.

96 97
Para expresarlo en los términos de nuestra compara- De este modo llegamos a conocer descriptivamentc
ción: Representémonos los actos descriptivos de la los tres grandes ámbitos. de las act~vid~~t;s de la c~n­
conciencia como si ellos cumplieran el papel que des- ciencia: los actos intenciOnales, la mtmc10n categonal
empeña la aprehensión intuitiva completa del movi- y las formas de experiencia propias de lo a priori em-
miento de trenes en la percepción del observador. La pírico (intuitivo). Con ello tenem?s y~ una gran por-
experiencia trascendental revela la esencia del siste- ción de la vida simple de la conciencia.
ma del ferrocarril. Pero los nexos naturales de ser, así obtenidos, resul-
Al llegar a este punto, nos vemos obligados a resumir taron de nuevo insatisfactorios como respuesta frente
brevemente lo obtenido hasta ahora y a reflexionar a los deseos originarios de una fundamentac ión .rigu-
sobre el estado actual de nuestra investigación. rosa. Los conocimientos descriptivos mostraron, Justa-
Ya conocemos el elevadísimo proyecto, al que Husser1 mente en su peldaño más alto, cuán insatisf?ctorios
se mantuvo fiel durante toda su laboriosa vida: lograr son y cómo no hacen sino aumentar la necesidad de
una fundamentac ión incuestionable, absoluta, de todo hallar respuesta a la pregunta acerca de cómo nues-
el saber humano y de todas las ciencias. Ese proyecto tras capacidades pueden llegar a conocer el mundo Y
no es nuevo. Desde Aristóteles, toda una serie de gran- configurar las ciencias.
des filósofos vio en él la única tarea de la filosofía.
Husserl quiere incluir las cuestiones productivas de 32. El estado de la investigación y la próxima tarea.
esa historia en la nueva concepción. Ellas se refirieron, A través de las páginas del diario llevado por Husserl
desde siempre, a la estructura de la conciencia huma- nos enteramos de la pasión interior que puso en la or-
na. Así lo fue, del modo más radical, en Descartes, denación y la refundamenta ción de !a filo~fía_. _Se
Leibniz y Kant. Lo nuevo y revolucionario de Husserl propone nada me~os _que ~rigir, a P?rtlr de pr~cipios
consiste en que no investiga la complexión de ser de evidentes una sczentza przma que sirva para siempre
la conciencia sino su actividad, procurando luego in- ' . . y que,
como fundamento seguro a todas las ciencias
terpretar lo efectuado por las actividades descriptas. justamente por ese medio, proporcione al hom~r: com-
Este propósito postula una distinta actitud frente a la prensión de las acciones morales ~ las actl~Idades
antigua posición de la filosofía, frente al idealismo o creadoras. El camino que toma esta ya prefigurado
al realismo epistemológicos, frente a la filosofía tras- por la filosofía trascendental, que --con una bien de-
cendental y a la negación de esta, es decir, al positi- sarrollada conciencia del problema en lo que respecta
vismo. Surge de una autorreflexión radical y obliga a a la fuente de las acciones productivas del espíritu-
una exposición descriptiva de las actividades de la vuelve la mirada hacia las acciones puras de la con-
conciencia, con el propósito de utilizar la realización ciencia y considera exclusivamente la capacidad de la
ele los actos particulares de la conciencia, y su traba- razón, sea cognoscitiva, moral o ?fectiva.
zón, estrictamente como hilos conductores para descri- .
La originalidad de Husserl constste en que descnbe
bir -sin prejuicios especulativo s- solamente lo que primero las experiencias en el marco de la}enomen?.: ·
estos actos y nexos de actos muestran por sí mismos logía empírica, y_sólo después trata de a~t~~~ar ~~a­
en cuanto fenómenos ( Phanomene). Jes son las capacidades trascendentales ~ue cond1c10-
98
99
nan tales experiencias en toda su riqueza. Para ello ción de la subjetividad trascendental no tiene antece-
estudia la capacidad de la conciencia puramente en dentes en la historia de la filosofía. Es verdad que
ella misma, sin atender a los productos, pero no ex- parece próximo al de Kant. Pero a partir del mero
cluyéndolos sino meramente poniéndolos entre parén- delineamiento de la trama de capacidades de la ra-
tesis en la abstención (e po jé) . Esa mera puesta entre zón, tal como lo emprende este pensador, jamás se
paréntesis, en lugar de la exclusión, caracteriza el paso hace visible la riqueza de lo que es capaz la concien-
más productivo de Husserl. En efecto, es imposible cia en su inmensa plenitud.
describir en qué consiste, por ejemplo, la aptitud de La fenomenología tiene propósitos totalmente distin-
tocar bien el piano, si no se tiene en cuenta la eje- tos. «Ella permite», como dice Husserl, «que, por me-
cución. Esto es lo que constituye la dificultad en Kant dio de las reducciones, se ofrezca un dominio de entes
y en Fichte. infinito, cerrado en sí y absolutamente autónomo, a
Husserl la resuelve, como hemos visto, por medio de un saber: la subjetividad pura o trascendental. Todos los
recurso genial. Con la caracterización de la «inten- sucesos del mundo que eran antes asequibles en la
cionalidad» establece primero, de modo descriptivo, actitud natural están aquí reemplazados por los co-
el curso empírico de las acciones de la conciencia. Las rrespondientes fenómenos puros o trascendentales»
estructuras intencionales y sus implicaciones propor- [Posfacio a Id, vol. 1; Hua, vol. 5, pág. 145].
cionan un hilo conductor que hace posible ordenar la Más adelante volveremos a ocupamos de esta caracte-
plenitud aparentemente inabarcable de los procesos de rización de la fenomenología trascendental. Pero des-
la conciencia. Bástenos recordar la ordenación de los de ya es manifiesto que Husserl descubre aquella di-
actos téticos y sintéticos, fundantes y fundados, de que mensión que funda trascendentalmen te todas las im-
anteriormente nos ocupamos -y seguiremos ocupán- plicaciones fácticas de la conciencia empírica en su
donos. actividad natural, dentro del mundo natural y con la
Solo una vez descripta esa plenitud de implicaciones, riqueza de sus experiencias, cualquiera que sea su ran-
y caracterizados los esquemas según los cuales pueden go, tanto en sí mismas cuanto en su explicitación.
reconstruirse los actos --de acuerdo con las referen- Por eso es posible que el estrato de conciencia descu-
cias-, cabe, según Husserl, investigar los fundamen- bierto proporcione la legitimación, no solamente de las
tos trascendentales correspondientes. La reducción re- acciones actuales de la conciencia dentro del actual
duce toda la plenitud de ejecuciones empíricas a la desarrollo de las ciencias, de las formas actuales de
capacidad trascendental respectiva, pero de modo que la convivencia moral o social y de la configuración
las relaciones de esa capacidad con los procesos empí- afectiva en la religión, el arte y la literatura, sino tam-
ricos no son omitidas, sino solamente puestas entre pa- bién de toda posible acción de la conciencia, sin espe-
réntesis. «La conciencia fáctica» (que así obtenemos) cificación temporal. Por eso es lícito suponer que las
«es, en la reducción fenomenológica, un determinado acciones de la conciencia cumplirán las mismas efec-
curso de la conciencia» [Hua, vol. 7, pág. 390]. Por tuaciones también en el desarrollo de las ciencias fu-
ese medio se preserva lo propio de la capacidad, en turas, de las formaciones sociomorales y de las crea-
cuanto anticipa el producto. Este tipo de determina- ciones afectivas futuras.

lOO 101
3~: Cómo se realiza la reflexió n. La segunda refle- vamos más detallad amente estas experiencias cerni-
x.zon. De acuerdo con estas perspectivas program á- das por el sujeto trascendental, vemos que ellas en nin-
ticas, se nos present an ahora las dos siguientes tareas: gún caso están libres de elementos mundanos ; por lo
1 J Tenemos .que señalar, con algún ejemplo concreto, menos no lo están en sentido radical. Y a la mención
como debe eJecutarse la reducción, la epojé, la puesta '
de los datos sensibles, la solicitación del «dar vueltas en
entre paréntesis, y 2) mostrar lo que queda como lo- tomo de», etc., remiten a aspectos merame nte mun-
gro una vez cumplida la reducción. danos. Al ejecutar nuestra reflexión, nos encontramos
Como. paradig ma de acto de conciencia elegimos la primero con un estrato mundano-trascendenta~, q~c
refleXIón. Lo característico en ella es que la intentio ofrece por cierto muchos datos para la expenenc1a
y lo intentum pertenecen al mismo flujo de la con- trascendental, pero estos no pueden usarse para la fun-
ciencia. Cuando reflexiono sobre la percepción de la damentación trascendental. Tenemos que poner entre
mes~, no estoy ocupánd ome de la mesa, sino de la per- paréntesis, por lo tanto, toda esa serie de elementos
cepciÓn, aunque se trate de la percepción de una cosa, mundanos incluidos en la reflexión. ¿Pero qué ocurre
de su .e;tensión, de su materialidad, de su peso, etc. si aplicamos la reducción también a la reflexión im-
Tambie n puedo ocuparm e de la percepción en cuanto purifica da por lo mundano? Realizamos, en tal caso,
percibir de una idealidad como el color, la igualdad, una reflexión sobre la reflexión. Comprobaremos que
etc. La reflexión sobre el percibir me dice, entonces, la reflexión sobre la percepción muestra diversas posi-
que este se aplica a la cosidad, la materia lidad el ca- bilidades en la intencionalidad del poder-percibir. Ob-
, de cosa natural, etc.
racter Tambié n me dice ' que el servemos lo que hacemos ahora. Con la reflexió n sob.re
percibir tiene una dimensión que se extiende desde la la reflexió n, después de efectua r la epo jé de todos los
referencia a «esto que está aquí» hasta la percepción elementos mundanos propios de la primera reflexión,
de qué es esto, y de cómo es. Propia del percibir es, obtenemos el ámbito de la posibilidad del percibir. No
además, su vinculación con los datos de los sentidos estamos ya ligados a un percibir real de ningún tii?O·
pese a que estos desempeñan un papel mínimo en
marco de la efectuación perceptiva, comparados coú
ei No estamos referidos a ninguno de sus aspectos obJe-
tivo-reales entre los que se hallan a) el decurso físico
la síntesis indicativa y presentativa, con la intuición y b) lo percibido en su determinación aquí y ahora.
categorial y la aprehensión de lo a priori intuitivo Hemos obtenido un horizonte abierto: el horizonte de
(materi al). Por otra parte, los actos de percepción son lo posible.
actos monotéticos o bien actos sintéticos. Los actos Si nos movemos dentro de ese horizonte, ejecutaremos
sintéticos, que solo en el «dar vueltas en tomo de» un movimiento distinto al del vivir que tiene experien-
ofrecen la totalidad, pueden convertirse de nuevo en cias naturale s del mundo o cualquier otra clase de vi-
actos monotéticos. vencias simples. El movimiento de este vivir está cons-
Todo esto, y aún mucho más, muestra la reflexión tras- tanteme nte interesado en el mundo. El movimiento
cendental: todo un ámbito de experiencias a las que que se hace en el ámbito del horizonte ya despejado,
es preciso denominar trascendentales, porque no mues- pero dentro del cual se ha puesto entre paréntesis toda
tran objetos sino procesos de conciencia. Pero si obser- la mundan idad, se caracteriza por efectuar un «desdo-

102 103
?lamiento del yo» (1ch-S paltung). Más allá del sujeto mina «subjetividad trascendental». La denominación
mgenuamente interesado, establece el sujeto trascen- «trascendental» indica la unidad entre los actos de
dente, el cual se desinteresa de las determinaciones conciencia de esta región y los actos intencionales de
mundanas. la primera región.
La reflexión eidética retrocede hasta las posibilidades La subjetividad trascendental es, en cada caso, la mía
de las variaciones a que está sometido todo intentum propia. Este aspecto mundano de lo que pertenece al
ya tomado en consideración. Las posibilidades del ser individuo es puesto entre paréntesis en una nueva re-
de una mesa, de una percepción, de un sentimiento, ducción -la tercera-, y así se descubre (en forma
etc., son, en cada caso, posibilidades de variación de similar a como lo haría un arqueólogo, según gustaba
algo idéntico. Lo idéntico es la esencia; las variaciones decir Husserl en sus clases) la estructura no individual
son las modificaciones eidéticas. El ámbito que ofrece de las acciones trascendentales de la conciencia.
la reflexión reductora, que pone eidéticamente entre Debemos también tomar en cuenta las reflexiones
paréntesis, es la contemplación de las esencias puras. practicadas constantemente en el curso de los procesos
«La contemplación de las ideas es ella misma un aná- totales de la experiencia. Ya conocemos la diferencia
logo de la experiencia simple, en la medida en que es entre lo inmanentemente trascendente (objetos de la
una conciencia evidentemente superior y activamente reflexión que tienen la misma manera de ser que el
productiva, en la cual se produce la donación de sí flujo de vivencias) y lo trascendentemente trascen-
misma de una nut;:va objetualidad ( Gegenstiindlich- dente (objetos que no se hallan en el flujo de viven-
keit)» [Erf u Urt, págs. 435-36]. cias, lo cual significa que aún contienen elementos
mundanos). La tercera reducción es la primera que
34. La tercera reflexión (eidético-trascend ental). está dirigida a la reflexión. La reduce a los objetos
Para no complicar innecesariamente nuestras exposi- inmanentemente trascendentes y pone entre paréntesis
ciones, ahora que entramos a un plano más profundo los elementos trascendentement e trascendentes. La si-
de la investigación, queremos aquí catalogar, por así guiente reducción -la cuarta, es decir: la segunda
decirlo, nuestros términos. que se practica en la reflexión ya reducida una vez-·-
En la cadena de las reducciones practicadas siempre descubre la intuición de esencias, que está siempre la-
de nuevo, esclarecimos hasta ahora tres acciones re- tente ya en todo acto total de la conciencia.
ductivas. La primera concernía a la actitud de la ex- Este inconcluso catálogo debe entenderse sólo como
periencia ingenua, natural. La puesta entre paréntesis tal, sin asignársele una significación más honda, que
de todos los objetos mundanos constituye la reducción induciría a usar una retórica enrevesada. Es una guía
trascendental. Esta pone al descubierto las acciones de las estructuras estratificadas de un edificio único
puras de la conciencia, las que fundamentan los actos -llamado conciencia-, así como de los diferentes ám-
intencionales de la percepción natural, de la intuición bitos de problemas que requieren --en cada caso--
y de su estructura arquitectónica, de acuerdo con las métodos de investigación específicos, pero también la
referencias reales que contiene lo intentum de cada fuerza de la visión panorámica de la totalidad, que si-
intentio simple. El campo temático obtenido se deno- gue siempre sus propias vías de efectuación.

104 105
Retomemos el hilo de nuestro pensamiento. Si me- La reducción eidético-trascendental conduce, por cier-
diante la segunda reducción de la reflexión prescindi- to, a una región pura en el sentido tradicional; pero
mos de todo lo que interesa mundanamente a la con- vemos que ella sigue siendo una mezcla de componen-
ciencia y obtuvimos así la conciencia trascendental, tes inmanentcmente trascendentes, como los de las ac-
depurada de intereses, debemos ahora tener presente ciones del yo puro, y componentes trascendentemente
que esta no es todavía pura en el sentido fenomeno- trascendentes, como los de las relaciones de esencias.
lógico. Tenemos que separar los aspectos inmanente- En la intentio dirigida a la relación de esencias, lo in-
mente trascendentales de los aspectos trascendente- tentum no pertenece a la misma corriente de vivencias.
mente trascendentales, y poner estos entre paréntesis. Por ejemplo: la intentio de la presentificación, de la
Por medio de la puesta entre paréntesis reducimos la retención y de la protención. Así, pues, los conceptos
conciencia trascendental mixta a la pura. puros del entendimiento de Kant -las categorías-
Así como en la aprehensión de los objetos individuales son, por cierto, conceptos trascendentales, pero puede
(particulares) se impone la diferencia entre lo inma- comprobarse que a la causalidad y a la sustancialidad,
nentemente trascendente y lo trascendentemente tras- por ejemplo, corresponden diferencias esenciales en
cendente, lo mismo ocurre con respecto a las esencias cuanto a orden, que no son inmanentes a la acción de
correspondientes. Por tanto, «cosa», «figura espacial», la conciencia. Es lo que ocurre con «antes» y «des-
«persona», «propiedad de carácter» y otras semejan- pués», en el caso de la causalidad, o con lo «subsis-
tes son esencias trascendentes (vale decir: presencias tente» y lo «presente», en el caso de la sustancia, que
extrañas en el flujo del vivir, que deben ser constitui- no son sino momentos trascendentes de los actos de la
das). A la teoría puramente descriptiva de la esencia conciencia eidéticamente reducidos (reflexivos) .
no le corresponde «ninguna de las esencias trascen-
dentes, cuyo lugar lógico se hallaría, más bien, en la 35. Nueva depuración de la conciencia pura. Lle-
teoría de la esencia de las objetualidades trascendentes gamos así al más difícil problema del método fenome-
respectivas, es decir, en su ontología» [Hua, vol. 3, nológico: aclarar la ejecución de toda la cadena de
pág. 143; Id, I, pág. 114]. pasos de la epojé (es decir, de las distintas puestas en-
«Las regiones y disciplinas eidético-trascendentes no tre paréntesis) , su orden de sucesión y sus respectivas
pueden aportar, en principio, ninguna premisa para efectuaciones. Esos pasos se refieren constantemente a
una fenomenología que quiera ligarse verdaderamente los componentes que, después de ejecutada la reduc-
a la región de las vivencias puras. Ahora bien, como ción, permanecen todavía en cuanto elementos que no
nuestra meta es justamente fundar la fenomenología proceden de las efectuaciones productivas propias de
en esta pureza ( ... ) y como del desempeño comple- la conciencia. Constantemente permiten también re-
tamente consciente en esta pureza dependen también ducir cada grado fáctico de la conciencia a una mayor
los máximos intereses filosóficos, extendemos enton- pureza. Lo que ocasionó a los contemporáneos las ma-
ces expresamente la reducción originaria a todos los vores dificultades de comprensión se aclara reparando
ámbitos eidético-trascendentes y a sus respectivas on- ~n que Husserl, dentro de un mismo nexo trascenden-
tologías» [Hua, vol. 3, pág. 143; Id, I, pág. 114]. tal, podía hablar de aspectos trascendentes e inmanen-

106 107
tes, aun cuando lo habitual era entender por «tras- se corresponden «consecuentemente» entre sí- y dis-
cendente» lo cerrado, por principio, a la experiencia yuntivos -los que se hallan accidentalmente en la tra-
y al saber, es deéir, lo incognocible (el ser y la esencia bazón fáctica de la corriente-. Yo puedo sufrir ahora
de Dios, la inmortalidad del alma, la finitud o infini- dolor de cabeza o ser molestado por ruidos, oír el es-
tud ·del cosmos). En síntesis: todo lo que es tan irre- trépito de la calle, sentirme estimulado por la aten-
cusablemente inaccesible a la capacidad humana, que ción de mis oyentes o incomodado por su distracción.
Kant concibió la problemática insoluble del pensa- Todos los aspectos del dolor o del bienestar, del sen-
miento como caracterizada por el planteo de pregun- tirme interrumpido o estimulado, y, además, toda cla-
tas de este tipo y el esfuerzo por responderlas. se de ideas que se me ocurren de modo inesperado,
Parece evidente que el interés máximo de la filosofía entran en el fluir de la corriente permanente de viven-
reside en lograr la pureza de lo que se denomina «ra- cias, en una multiplicidad casi incalculable de elemen-
zón pura» o «entendimiento puro», o, en su totalidad, tos que se acompañan entre sí o de aspectos mutua-
«conciencia pura». Pero, ¿qué es lo que hay que de- mente entretejidos. Pero siempre aparecen conjuncio-
purar aún en la subjetividad pura? Esta designa ya, nes y disyunciones determinadas objetivamente (sach-
tradicionalmente, la pureza suprema. ¿En qué me- lich). Captarlas como tales es la eminente tarea feno-
dida puede volver a aplicarse la reducción a todos los menológica. La buscada y siempre anhelada pureza
ámbitos eidético-trascendentes, cuando precisamente de la conciencia dependerá de la medida en que se
estos son la buscada subjetividad pura? ¿Cómo pode- consiga distinguir la actividad conjuntiva de la dis-
mos encontrar todavía en este ámbito puro elementos yuntiva dentro del fluir puro de la conciencia. Es inú-
que deban ponerse entre paréntesis? til separarlas, porque justamente a la facticidad de la
Es preciso tener en cuenta que Husserl habla de «re- conciencia pura y trascendental corresponde la estruc-
gión de vivencias», caracterizándola como «corriente tura específica de la unicidad disyuntivo-conjuntiva
de vivencias». Esta caracterización reviste gran impor- concreta, propia de la corriente de conciencia real,
tancia. En efecto, la tradición entiende por concien- ' subjetiva. La unidad es lo viviente. Los elementos par-
cia, en cierto modo, el nucleo de una proposición, como . ticulares se hacen sombra mutuamentej es decir, cada
«mesa» o «ser vivo», es decir, algo delimitado. Husserl, uno proyecta sobre los otros sus sombras de significa-
en cambio, no alude a nada estable, a nada permanen- ción. Es preciso por lo tanto superar, con respecto al
te, a nada fijado con un nombre. Tampoco a la mera sujeto puro, trascendental, el límite de lo conjuntivo
unidad de las vivencias, como se ha interpretado erró- y lo disyuntivo.
neamente a fin de acercar Husserl a Dilthey sobre la A esto se agrega aún lo sig-..Iiente: El flujo de la con-
base de dicha interpretación con gran énfasis y apa- ciencia es en cada caso el mío propio, personal. Así
rente éxito. Husserl alude a la unidad fáctica y flu- como no hay una conciencia trascendental, general,
yente de la conciencia, un permanente estar en ~ovi­ subsistente, asubjetiva, sino solo una corriente de vi-
miento en el que los elementos acarreados se unen con vencias en continuo fluir entendida como conciencia,
otros solo a través de la corriente. En este viviente fluir así tampoco hay una conciencia pura que no pertenez-
se desplazan elementos conjuntivos -es decir, los que ca a nadie. Ella es siempre algo propio de alguien, y,

108 109
a~emás, en cada caso, algo actual, un aquí y ahora, ahora, está ligada con un horiwnte indeterminado de
hzc et nunc, inconfundible con toda otra conciencia la retención y con un horizonte igualmente indetermi-
individual, inconfundible incluso en su status en cuan- nado de la protención. «<ndeterminación» es una de-
to situación de conciencia personal-y-propia, de aquí- signación no-específica. En el hablar pensante lo re-
y-ahora. tenido está ya informulado, oscuramente articulado,
Vemos, por lo tanto, que no tenemos aún la última y lo protendido está todavía informulado e inarticu-
pureza alcan~a.ble de la conciencia. No depende de la lado. Lo que en la marcha de mis pensamientos ya st:
s?la productividad de la conciencia el que ella esté ha vuelto retentivo está indeterminado, se deshace ya
l~g~da al entr~tejimiento de conjuntividades y disyun- en la inarticulación es un «haber» ( H abe) , pero no
tividades y SUJeta a una determinación actuaL hic et es una presentación expresamente efectuada. Es muy
~~. . correcta la denominación que da Husserl a toda la
¿Cómo P?ede. una ult~rior re?ucción captar y poner plenitud de lo desde siempre retenido de mi corriente
entre parentes1s estas vmculacmnes concretas y su ori- del pensar: habitus, esto es, el «haber>> ( H abe) total.
gen? El hecho de que este «haber>> de toda una vida cons-
tituya también mi habitus de pensamiento, mi ·idiosin-
36. Elementos histórico-biográficos en las retenciones crasia, mi comportamiento (Gehabe), queda bien ex-
Y protenciones. Observemos mejor cuáles son las vin- presado en las dos significaciones que tiene aquella
culaciones no creadas, en el sentido más estricto. en palabra.
el cumplimiento, por ejemplo, del flujo del pensar. Más indeterminado aún es el horizonte de la proten-
En todo proceso del pensar hay, en primer lugar, una ción. Mientras mi pensar se efectúa ahora y aquí, ·co-
presentación (Priisentation), un tener a la vista el nozco yo el ámbito de aquello hacia lo cual avanzan
tema acerca del que estoy hablando. Lo último que mis pensamientos, hacia lo cual ellos conducen. Pero
acabo de decir ha sido justamente aquello para mí este horiwnte es indetenninado. Al pensar, mi pensa-
«presente» (Priisente). Debo mantener a la vista todo miento se mueve de aqui para allá en pequeños movi-
lo que dije antes y que corresponda esencialmente a mientos de zigzag, como el vuelo de una mosca, siem-
1~ dicho .ah~ra, pues de otro modo no sería posible pre en un avance pre-pensado, el cual, sin embargo,
nmguna IlaciÓn de pensamientos comprensible y re- sólo se habrá cumplido cuando yo haya formulado mis
presentable. Existe, por tanto, una retención. Pero yo pensamientos. Entonces entran estos ya en el hori-
sé ta~bién de antemano lo que diré inmediatamente, wnte de la retención. El que oye tiene un horiwnte
es d~c1r: ya lo t~go a la vista. Husserl llama «pro- de protención aún más indeterminado, aún menos
~enctón» (Protentzon) a este fenómeno. En ningún cumplido o colmado que el que habla. El corresponde
mst~nte de la prese~tación me es lícito perder las re- a su proceso de comprensión, incluso en el modo de
tenciOnes y protencmnes. De lo contrario, no podría- la indeterminación no colmada. Lo tiene en el grado
mos hablar de una conciencia pensante. Presentación en que comprende, por ejemplo, esta clase. Puede te-
protención y retención forman siempre una unidad. ' ner ya las conclusiones o el núcleo del tema, si bien
Pero esto significa que la presentación clara, aquí y de manera no explícita, no susceptible de resolución

110 1!1
y expresión en palabras antes de que estas hayan sido trascendental su respectivo pasado, que sólo es acce-
pronunciadas. sible mediante el recuerdo? Pero, ¿puede exigirse a
Hay que demostrar ahora que esta vinculación de los este una evidencia apodíctica?» [CM, pág. 61].
tres horizontes, que fluye de manera unitaria, no de- «¿Hasta dónde puede el yo trascendental engañarse
pende de la productividad inmanente del poder-pen- acerca de sí mismo y h~sta dónde llegan los compo-
sar. La demostración es sencilla. Tenemos que exigir nentes absolutamente indudables a pesar de ese posible
apodicticidad y evidencia a todos los contenidos de la engaño?» [CM, pág. 62].
subjetividad pura. Pero ambas, apodicticidad y evi-
dencia, faltan en los tres horizontes. Es imposible decir 37. Una nueva reducción conduce al ego puro. Solo
que lo «habido» de modo retentivo se halle ante mí una nueva reducción puede preparar el terreno para
con plena evidencia. Ya no está presente; y estar pre- el tratamiento de ese problema. Se trata de una reduc-
sente es, por esencia, un propio contenido evidente. ción distinta de las que hemos practicado hasta ahora.
Por «evidencia» entendemos la coincidencia de lo El olvidarse, el acordarse, el engañarse que pertenecen
mentado y lo habido. Disponemos de lo retenido de a la subjetividad trascendental menoscaban la pureza
un modo tan poco evidente que solo a medias podemos de esta. Son aspectos concretos, fijados de modo his-
acordarnos del contexto. Es posible que hayamos per- tórico-biográfico, que no comparten con el yo tras-
dido por completo el pensamiento en cuestión. Y si no cendental la misma apodicticidad ni idéntica eviden-
es así --es decir si aún lo recordamos-, resulta even- cia. En general, es importante advertir que la descrip-
tualmente imposible una repetición equivalente. Uno ción del yo trascendental en toda su riqueza no puede
se dice a sí mismo: «No puedo hallar ya una formu- ser llevada a cabo sin recurrir a descripciones que tie-
lación tan buena; mi formulación se me ha escapado». nen el máximo parentesco con las referidas a opera-
Ello es. aún más difícil en .el caso de la protención. ciones del alma. Incluso si lográramos las descripciones
Mi .expectativa puede ser a menudo defraudada. No correspondientes de una psicología fenomenológica
consigo colmar el horizonte indeterminado tal como que aún está por hacerse, es decir, una psicología
yo «justamente ahora» me lo imaginaba. [Cf. Hua, que haya cumplido los pasos de la reducción, siempre
vol.6, págs. 267-68.] contendrían fijaciones temporales y otros momentos
Pensemos en lo que decimos con esto. Hablamos del característicos del yo psiquico-fenoménico. La doctri-
sujeto trascendental puro, que puede recordar, olvi- na de la esencia de la subjetividad trascendental tiene
dar, engañarse. Tales proposiciones, si las pensamos necesariamente elementos mundanos, debido a que «el
estrictamente en el sentido de Kant, son completa- yo trascendental es el mismo que, en la mundanidad,
mente absurdas. ¿Qué diría Kant de ese sujeto tras- es el yo humano» [Hua, vol. 6, pág. 268].
cendental puro? Y, sin embargo, si Husserl es correcta- «Según esto, es menester, frente al primer paso de la
mente entendido, existen el olvido y el desengaño en- epojé, un segundo paso, o sea, una transformación
tre las posibilidaües del sujeto puro. consciente de esta mediante la reducción al ego abso-
Husserl dice: «<nmediatamente surgen dudas: ¿No le luto en cuanto centro funcional finalmente único de
pertenece acaso de modo inseparable a la subjetividad toda constitución» [Hua, vol. 6, pág. 190]. Trátase,

112 113
en cierto modo, de una reducción interna dentro de
dificultad se hace aún mayor porque el propio Hus-
la subjetividad trascendental, cuyo fin es poner entre
serl no es consecuente en el uso de los términos : a
paréntesis todos los elementos que tienen alguna refe-
menudo llama «ego puro» también al sujeto trascen~
rencia al yo mundano, o sea, al yo de la comunidad
dental o escribe sólo «ego» o «yo puro» allí donde
humana, donde yo no desempeño más que la función
alude 'al ego puro, o usa «ego» para referirse al yo
de un yo trascendental entre los otros. Del mismo
modo deben invalidarse todas las fijaciones temporfl- mundano.
Trataremos de volver evidentes estas diferencias me-
les histórico-biográficas. Es fácil comprender lo pe-
rentorio de esta exigencia. Pensemos solamente que a diante algunas consideraciones.
El ego puro es un mero centro fu~cional, sin ningun~
lo recordado, a lo pasado [lo que tiene el sentido exis-
explicitación de sí; es, por así dec1r, mudo. Tal expl~­
tencial (Seinssinn) de un presente pasado], le corres-
citación de sí sobreviene en el campo y en las combi-
ponde también un yo pasado de aquel presente, mien-
naciones propias de la subjetividad trascendentaL. «~1
tras que el yo originario «es el de la presencia (Prii-
ego [puro] puede explicitarse a sí mismo en .lo mh-
senz) actual» y «se constituye en la temporalización
nito y de un modo sistemático [sól?] por medw de la
de sí mismo en cuanto perdura a través de "sus" pa-
experiencia trascendental» [CM, pag. 70]. Esta ;<es un
sados» [Ilua, vol. 6, pág. 189].
reino infinito cerrado en sí y absolutamente autonomo
Solo mediante la puesta entre paréntesis de todos es-. ' .
del ente ( .. , ) Todos lo~ sucesos mundanos pre;Iamen-
tos momentos podernos captar el ego puro, que sólo
te accesibles en la actitud natural están alh repre-
por un equívoco se llama yo trascendental. «Es pro~
sentados por los correspondientes fenómenos puro~ o
píamente el yo-originario (Ur-Ich), el ego de mi epo-
trascendentales» [Hua, vol. S, págs. 145-~6, .posfacw].
,!é, que nunca puede perder su individualidad ni su. En el ejemplo del sistema del ferrocar:~l vimos una
indeclinabilidad personab> [Hua, vol. 6, pág. 188], y
analogía de este tipo de «represent~c~on» (V ert:e-
que a partir de sí mismo constituye, dentro de la sub-
tung). Examinemos, an~e. todo, la .actividad profesiO-
jetividad trascendental , el yo mundano, la comunidad
nal de quienes han planificado el Sistema del fe:roca-
mundana y la objetividad del mundo. «Yo no soy un
rril como tal. Si lo hacen correctamente, constituyen
yo que mantenga siempre en cuanto validez natural
( konstituieren ) una humanida.d f~tu~a, ~on activida-
su tú, su nosotros y su comunidad de co-sujetos. La
des y necesidades de intercambiO d1stnbu~das de de~er­
humanidad toda, y toda la división y ordenación de
minada manera: Hombres en cuanto sujetos de tran-
los pronombres personales, es algo que, en mi epojé,.
sito mercancías en cuanto objetos de tránsito, forma-
se convierte en fenómeno, incluyendo la preeminencia
ció~ de ciudades, reagrupamien to de colonias Y otras
del hombre-yo entre otros hombres» [Hua, vol. 6, pág.
cosas semejantes. Ellos mismos, los que co?struyen
188]. esos sistemas del Lebenswelt humano y de la mtersub-
No es fácil, por cierto, llevar a cabo este último paso
jetividad, no pertenecen al nex? constituido. En tal
de la reducción. El yo-originario, el ego puro, es má~
medida, son egos puros. Generalizando esto ~1 mundo
fácil de observar en sus acciones constitutivas que de
es preciso entenderlo así: . «Yo est~y por encui?a de la
discernir dentro de la subjetividad trascendental. La
existencia natural, que tiene sentido para mi, Y soy
ll 4
115
el polo-yo de la respectiva vida trascendental, en la gundo grado de la investigación fenomenológica con-
cual por lo pronto el mundo tiene sentido para mí cerniría entonces justamente a la crítica de la expe-
puramente como mundo» [Hua, vol. 6, pág. 188l Los riencia trascendental y luego a la del conocimiento
planificadores del sistema del ferrocarril constituyen trascendental en general» [CM, pág. 68]. La crítica
algo que aún no existe, algo que sólo pasa a ser a significa, en su sentido originario, la separación, la ex-
partir de la constitución, pero que con ello entra ya clusión de todo lo extraño a la experiencia trascen-
en una realidad existente. Están sujetos a los elementos dental, es decir, de elementos trascendentes. Husserl
mundanos concretos solo en la medida en que los vuel"' llama también «toma de posición» ( «Stellungnah-
ven comprensibles. me») a la operación propia del ego trascendental,
Del nuevo sistema constituido de ese modo proceden [Hua, vol. 4, pág. 112] con respecto a la adecuación
las directivas para aquellos que construyen la ordena-' de las experiencias trascendentales a los nexos men-
ción total, edifican las obras pertinentes o establecet1 tados en ella. Como se recuerda, «trascendental» sig-
las regulaciones del tránsito. Estos tienen ya que con· nifica para Husserl «el replanteo de la pregunta por
tar con elementos que no se hallan en su poder, es las fuentes últimas de todas las formaciones cognosci-
decir, que son trascendentes con respecto a su activi· tivas, del reflexionar de quien conoce sobre sí mismo
dad. Tales elementos son, por ejemplo, el curso de los y sobre su vida cognoscente, en la cual todas las for-
ríos, las condiciones del suelo, las formaciones de la mas científicas válidas para él se han producido de
superficie de la tierra, etc. Los ingenieros tratan todos acuerdo con sus fines, se han conservado como logros
estos elementos como piezas inmanentes de trabajo~ y se han vuelto libremente disponibles» [H ua, vol. 6,
sin tener en cuenta la distinción entre lo inmanente pág. 100].
y lo trascendente.
También se podría mencionar la relación que medi~ 38. Las referencias históricas facilitan la interpretación
entre la invención de un nuevo procedimiento química del ego puro. Podemos dar todavía otro paso en la
y el proyecto de su aplicación industrial como ilustra.. interpretación. Ya he señalado que Husserl relaciona
tiva del carácter del ego puro en contraste con la sub'! el ego puro con la mónada de Leibniz. Esta conexión
jetividad trascendental. Pero toda ilustración de este no llega hasta los últimos detalles de la Monadología ;
tipo puede conducir a errores. En las M editacioneJ es perseguida solo en la medida en que Husserl traza
Cartesianas caracteriza Husserl ambos grados. [Cf. 1~ un paralelo entre el ego puro y el alma en la consi-
segunda «Meditación», esp. parágs. 12 y 18.] En el deración psicológica. Con ello de todos modos, se alu-
primer grado es preciso recorrer en la reduc;ción fe .. de a la ontología animista de Leibniz. Pero cuando
nomenológica el inmenso reino de la experiencia tras.. Husserl habla de la «mónada en nosotros» no lo hace
cendental de sí, es decir, la experiencia del sujeto tras-· en el sentido de Leibniz. El «ego puro en nosotros» es
cendental. «Primero, en una mera entrega a la eviden.. la designación correcta, y expresa que tenemos a la
cia que le es inherente en el transcurso concordante. vista toda la estructura de st:, · de la conciencia en su
y, por lo tanto, postergando las cuestiones de una crí- carácter de mónada. En consecuencia, las reducciones,
tica última, atenta a principios apodícticos». «El se-· reflexiones y reducciones de reflexiones ya efectuadas

J16 JI7
cumplen solo la tarea de poner a la vista la conciencia conciencia determina sus acciones de modo correspon-
como un «todo» y de fundament ar las operaciones diente a su especificidad. Sus propios rasgos distinti-
de esta una vez descriptas. La fundament ación última vos configuran lo asequible para ella. De acuerdo c?n
de todas las operaciones debe hallarse en las acciones esto Husserl considera la intenciona lidad (es dec1r,
del ego puro. Este representa algo así como el alma las ~cciones de la conciencia) y la intuición eidética
de la conciencia, de modo que, para decirlo en térmi- (que trae a luz las configuraciones apropiadas a la es-
nos aristotélicos, vendría a ser la entelequia de los fac- pecificidad de la conciencia) como los problemas ca-
tores organizados de la conciencia. Podríamos decir, pitales de la fenomenología.
por lo tanto, que el ego puro, en el camino hacia su Sigamos considerando la definición que da Locke del
propio cumplimiento, pone en marcha la organización alma como tabula rasa. Las objeciones de Leibniz son
de la conciencia. El ego puro vivifica la conciencia bien conocidas. En modo alguno se trata de una pi-
para aquello a lo cual ella está destinada: el conocí- · zarra sobre la cual pueda escribirse lo que se quiera.
miento del mundo y la fundament ación de la eviden- Es, más bien, una pizarra recalcitran te que solo acel?-
cia de lo conocido. No es lícito hablar de entelequia ta aquellos signos de escritura admitidos por su prop!a
también en el sentido de que el conocimiento, aunque complexión de ser. La pizarra efectúa una seleccwn
no alcanza jamás una perfección última, tampoco activa en la cual solo son aceptados los signos concor-
abandona un camino transitable hacia esa perfección. dante~ con su disposición receptiva. Par~ seguir u~il.i­
Existe de tal modo una constante inadecuaci ón, Ta zando la imagen, supongamos que se debieran escnb1r
cual, no obstante, reside solo en la imperfección y se en esa pizarra ciertos textos chinos para los cuales la
vuelve ininterrum pidamente más perfecta en el sen- pizarra careciese de receptividad. La piza.rra acepta-
tido de la adecuación. ría solo los signos que pertenecen a la escntura gnega
La operación crítica del ego puro se dirige, según lo 0 latina. Tampoco en este caso la pizarra transforma -
que acabamos de ver, hacia la elaboració n de una ría arbitrariam ente lo recibido. Pero no aparecería
adaequatio «inadecuad a». Ella se refiere, en primer ningún texto legible. Sin embargo, nuestra concienci.a
lugar, a la subjetivida d trascenden tal. ¿En qué sentido tiene siempre un texto de experiencia legible y conti-
podemos hablar de esa adecuación? ; Cuáles son las nuo, un texto coherente, en el que ella puede leer el
posibilidades de colmación de las acciones trascenden- mundo y sus nexos y puede leerse también a sí mi~ma.
tales? La actividad crítica del ego puro procura, en pnmer
Pensemos en la disputa entre Leibniz y Locke. La com- lugar, que los textos de la subjetivida d trascenden tal
probación radical de Locke afirma que nada hay en sean, en general, legibles; y, en segundo lugar, que la
la conciencia que no provenga de los datos semibles. realidad del mundo se muestre en una cercanía cada
La respuesta de Leibniz reza: nisi intellectus ipse, es vez mayor a la adaequatio. De este modo, el ego puro
decir, «excepto el intelecto mismo». Dicho con otras vivifica la conciencia y convierte a los factores aislados
palabras: La conciencia, con su complexión interna, en órganos. En cuanto instancia crítica, proc.ura la
se pertenece a sí misma antes de toda afección. Hus- disciplina de la subjetivida d trascenden tal, cmdando
serl podría aceptar esta comprobac ión de Leibniz. La que la conciencia se restrinja a textos «legibles». Los

118 119
principios de eliminación son adecuados a estas restric- 3. La fenomenología de la constitución
ciones en la exclusión de todo lo trascendente, o sea, trascendental
en la constitución de su inmanencia.
Posiblemente el ego puro tenga aún otra función den-
tro de la subjetividad trascendental: la explicitación
de la receptividad. Esta se muestra en los esquematis-
mos, cada vez mejor formados, a través de los cuales
se fundamentan la realidad empírica y la evidencia 39. Elucidación del ego puro y de su operación ex-
creciente.
periencia[ constitutiva. Estamos ahora ante nuestra
La elaboración de la legibilidad de los textos del inun- tarea final. En las exposiciones anteriores hemos v~el­
do corresponde a lo que Husserl denomina constitu- to inteligible toda la complexión de ser de la concie~­
ción en sentido estricto. Su efectuación consiste en que cia, explicitado su posibilidad de efectuar el conoci-
todo lo que es primeramente trascendente se capta de miento de la realidad del mundo y fundamentado su
modo inmanente.
evidencia. Ahora tenemos que volver a nuestro punto
Podemos, por lo tanto, hablar de subjetividad solo en de partida, es decir, a la descripción de las acciones
sentido gramatical, en tanto tenemos en vista al sujeto de la conciencia empírica en el ámbito del mundo de
de una acción, pero nunca en contraposición a la rea- acciones empírico admitido presuntivamente. Tene-
lidad del mundo. mos que describir de qué manera es activa la concien-
cia ahora captada en su totalidad con respecto al mun-
do empírico -o dentro de él-. Tenemos, por tanto,
que poner nuevamente en práctica ul!a fenomenolo-
gía descriptiva. Pero ella no es ya la rmsma que era al
comienzo. Y a no es ingenua. Mediante su saber acer-
ca de la conciencia la descripción se ha apoderado
ahora de una perspectiva abarcadora y ya no está obli-
gada a proceder siguiendo el hilo conductor de l.os ~e­
tos intencionales individuales. La nueva descripciÓn
es amplia, pues describe las acciones de la conciencia
incluyendo su función trascendental:

A. El ego puro, o bien su modo de experiencia, la ex-


periencia constitutiva, es lo más difícil de hacer visi-
ble. Esta experiencia no puede ordenarse en una es-
cala ascendente junto a la experiencia descriptiva y la
experiencia trascendental. Ella se refiere a ambas. El

120 121
ego puro constituye la unidad del yo empírico-mun- que conviene al fin. La planificación central es el con-
dano ~on .el yo tr~sc~ndental, del mismo modo que la sejo acerca de las posibilidades; la decisión empírica
expenencia constitutiva proporciona la unidad de la se refiere a la ejecución. La discusión constitutiva se
experiencia empírico-mundan a con la experiencia tras- mueve examinando lo «mejor», es decir, lo que más
cendent~l. Con el término «constitución» hay que en- conviene al fin.
tender Siempre dos cosas: Constitución de la unidad No obstante, hay que preguntar si es correcto que el
del yo y experiencia constitutiva del mundo unitario. consejo acerca de Ja constitución más conveniente al
En rigor bastaría hablar de experiencia constitutiva fin del universo del ferrocarril se refiera tanto a la
ya que la unidad del yo se muestra también en est~ planificación central como a la ejecución de los de-
experiencia particular. A pesar de esta ambigüedad talles empíricos. ¿No es exagerado este «tanto ...
conservo aquí la terminología de Husserl para no apar- como»? La indagación de lo más conveniente se rela-
tarme de su texto. ciona, en primer lugar, con la planificación central,
Para aclarar la experiencia constitutiva y su sujeto es decir, con el proyecto trascendental. Es un examen
-el ego yuro- volveré a utilizar el ejemplo de los crítico de sus posibilidades. Solo después de atravesar
ferrocarnles. Las interpretaciones anteriores han de- la experiencia trascendental la discusión se dirige a los
satendido un aspecto esencial: Para entender total- detalles individuales.
mente el sistema del ferrocarril no basta vincular los Aquí debemos adoptar de nuevo una actitud reflexiva
fenómenos descriptibles con su fundamentación tras- y preguntarnos si eso es así realmente. En la medida
cendental. Los hombres que se han asesorado acerca en que se busca la solución más conveniente al fin,
de la instalación del sistema del ferrocarril lo han ¿no se debe tener a la vista en primer lugar los datos
hecho ta~bién acerca de la mejor instalaciód posible. empíricos y, a partir de la conveniencia de estos, bus-
La necesidad de asesorarse acerca de cuáles instalacio- car las planificaciones correspondientes? Parece im-
nes son las mejores (es decir, las pertinentes) concierne perar una reciprocidad, la que exige una adecuación,
tanto a la planificación total como a los detalles em- una coordinación de los dos ámbitos. Con respecto a
píricos; a la organización central, trazado de las vías la experiencia, que no se refiere a lo elaborado por mí
medidas de seguridad, sistema de horarios como a 1~ sino a lo que existe por sí mismo, ella significa la ade-
elecci~n de los mejores (es decir, los más ~ertinentes) cuación de la experiencia trascendental con la empí-
~~~enales para la ejecución, la más adecuada dispo- nca.
sicwn de cada uno de los objetos de la instalación Para poder evaluar nuestro ejemplo debemos pregun-
dentro del todo, la configuración y elección de lo que tarnos qué significa esa ominosa expresión: «conve-
corresponde en cada caso, e inclu'io a la decisión sobre niencia al fin» (Zweckmassigkeit) . El punto de vista
el sistema de iluminación o el de calefacción o el ta- de la finalidad en la interpretación de las conexiones
pizado de los asientos, pero también a los pas'ajes sub- naturales e históricas ha sido particularmente despres-
terráneos, las salas de espera, los restaurantes de esta- tigiado por Kant y a partir de él. Kant ve en él una
ción, etcétera. necesidad anímica del pensar, que tiende a evitar que
Todas estas consultas conciernen a lo oportuno, a lo la comprensión científica sea, en comparación con la

122 123
experiencia natural-ingenua del mundo, un «mal ne- rio. Los sujetos de la empiria, de la planificación de)
gociO». proyecto y del consejo en torno de la conveniencia al
La aversión contra la explicación según la finalidad fin representan el yo empírico, el sujeto trascendental
se basa, en gran parte, en un malentendido. La inter- y el ego puro. La experiencia constitutiva consiste en
pretación usual, según la cual los sucesos tienden a una el ulterior volver comprensible la adecuación perma-
meta que se halla fuera de su propia trama, o realizan nentemente dirigida a lo conveniente al fin o a la
fines desvinculados de esta, no acierta con la significa- composibilidad, así como la unificación de la experien-
ción de lo aquí aludido. ¿Acerca de qué se aconsejan cia empírico-mundana con la experiencia trascenden-
estos hombres de que hablamos cuando buscan la so- tal. En este volver comprensible el carácter unitario
lución mejor, es decir, la más apropiada, la más con- de la experiencia es cancelada, mediante la constitu-
veniente al fin? Solo tratan de averiguar en qué dis- ción, la contradictoriedad entre lo inmanente y lo tra'i-
posición se complementan mejor, es decir, son mutua- cendente.
mente compatibles en grado máximo las instalaciones La experiencia de la unidad constitutiva es la expe-
necesarias. Esto se denomina filosóficamente «com- riencia constitutiva (también llamada «genética»). El
posibilidad» (Kompossibilitat) y ha alcanzado con sujeto que la realiza es el ego puro. La operación pro-
Leibniz importancia filosófica. La mejor disposición pia del ego puro consiste en constituir el yo total y,
posible es la composible. También se puede invertir con ello, conseguir la adecuación de la experiencia uni-
esta proposición: La composibilidad significa la me- taria a la complexión existencial unitaria del mundo
jor disposición posible. Con ello está ya dicho que solo real.
es posible una disposición, a saber: la fácticamente Con otras palabras: El ego puro aprehende lo que no
real, o sea, aquella en la cual todos los elementos son es aprehensible por medio de la experiencia empírica
compatibles, se hacen lugar mutuamente. Un elemen- ni de la experiencia trascendental, a saber, la unidad
to que no sea composible con los otros se elimina, es de los tres estratos del yo, la unidad de los tres grados
aniquilado. En el mismo sentido habla Leibniz del me- de la experiencia y -en ella-la unidad de la trama
jor de los mundos posibles, así como nosotros habla- del mundo en sí, real. Con ello se alcanza la adecua-
mos de las más apropiadas instalaciones del sistema ción de lo inmanentemente experimentado con lo tras-
ferroviario. cendente experimentable.
Prueba de que no nos referimos a «fin» y «meta» en
este sentido, es que incluimos en la composibilidad B. El ego pu"'ro es el verdadero yo de la conciencia.
también los gastos de instalación y los de mantenimien- Pero en nuestras anteriores exposiciones es el yo de
to o de funcionamiento. La palabra «mejor>> no ex- nadie. El ego puro sólo tiene vida en cuanto pertene-
presa tampoco una valoración, sino solo la comproba- ciente a mí, al individuo. Sólo en cuanto vida puede
ción del principio de la disposición fáctica en cuanto el ego puro edificar un mundo propio. Con ello alu-
la única cuya existencia es posible. dimos ya al más importante problema de la consti-
Esta ilustración ha de haber aclarado lo siguiente: La tución, a saber, cómo se constituye mediante el ego
experiencia es la imagen del asesoramiento origina- puro el yo que me pertenece y, en unión con ello, cómo

124 125
se constituye el mundo empírico que me es propio. De partir de la nada. No es un yo absoluto desprendido
una manera formal, podríamos decir que hemos con- de toda actividad mundana sino, justamente, algo úni-
siderado el ego, el cogito y lo cogitatum. El sum que- co con esa actividad. Solo que el campo de su actividad
daba desatendido. El ego puro es el yo concreto sólo a no es idéntico al mundo experiencia! total, extraordi-
partir del momento en que yo, en cuanto viviente, lo nariamente colmado, común, sino que es una imagen
experimento como perteneciéndome; me pertenece y «descubierta», constituida como por medio de una ma-
es mi peculiaridad, en cuanto yo mismo. De este modo triz (que soy yo mismo) y «destacada» sobre el fondo
queda planteada la tarea de describir el yo empírico de un dibujo confuso.
del hombre. Nuevamente hablamos ahora del yo em- Efectuamos así una nueva, notable reducción, cuyo
pírico, del mundo empírico que me es propio, pero que sentido es por así decir opuesto al de las anteriores, a
ahora está constituido por medio del ego puro (en mí través de la cual no se reduce el yo empírico al sujeto
mismo). trascendente ni este al ego puro, sino que el mundo
Husserl es el primero que vio esta tarea de la estruc- empíricamen te posible es reducido al mundo trascen-
turación concreta y la desarrolló ampliamente como dente, constituido propiamente como el mío propio. La
fenomenología de la constitución. El segundo y el ter- reducción tiene aquí un sentido totalmente literal. El
cer volumen de las 1de as se ocupan de la descripción mundo que me es propio es mucho más pobre que las
de las constituciones, lo mismo que las Meditaciones posibilidades configuradoras de mundo consideradas
cartesianas cuarta y quinta y gran parte de la Crisis.* en su universalidad. Por eso, no solo tenemos que ha-
El idealismo alemán no se precavió de la oscuridad blar de mundo circundante o de mundo profesional
que implicaba el no haber distinguido entre un «yo (Berufswelt) con respecto a los diversos tipos de hom-
soy>> abstracto -o bien la abstracta posibilidad de de- bres -según su existencia históricamente condiciona-
cir «yo soy>> ( Fichte)- y el «yo soy>> concreto que da-, y a las distintas profesiones sino también, en
sólo yo mismo, en éuanto individuo determinado y ple- cierto sentido, con respecto a los animales. Es claro
namente concreto, puedo decir de mí. que, en esto, el ego puro hace jugar su esencia propia
La conciencia que construye el mundo que me es pro- en las intenciones, maduradas en lo objetivo, que le co-
pio, es ya la mía propia, y se vuelve cada vez más pro- rresponden.
fundamente mi pertenencia cuanto más acabadamen- No incumbe a la fenomenología descriptiva trascen-
te es construido mi mundo propio. La actividad cons- dental la tarea de mostrar los tipos posibles de confi-
tructiva ( Aufbautatigk eit) del ego puro operante en guración del propio Lebenswelt. Dicha tarea recae en
la conciencia que me está destinada no constituye a ciencias como la historia o la historia de la literatura
y del arte, pero también en la biología, la antropolo-
* El título completo de esta obra es La crisis de las cienciar gía, la psicología y la psiquiatría (si bien, como ya ve-
europ.eas y la fenomenología trascendental (Die Krisis der eu- remos, solo sobre la base de la intersubjetividad tras-
ropiiischen Wissenschaften und die transzendentale Phanome-
cendental) . Para que ellas cumplan con el requisito
nologie). Se publicó originariamente en 1936; la primera
edición completa, a cargo de Walter Biemel, apareció en 1954 de la cientificidad y alcancen una evidencia adecuada
como volumen 6 de Husserliana. (N. del T.) es preciso que formen conceptos correspondientes a las

126 127
reglas trascendentales de la constitución. Es este un ( Lebenswelt )- es un proceso que consiste en ser per-
tema del que volveremos a ocuparnos. manentemen te capturado por momentos puramente
trascendentes.
40. La exigencia de la intersubjetivi dad. No quere- En razón de la trascendencia inmanente, todo yo tie-
mos anticiparnos. Trátase aquí, ante todo, de la des- ne su propio mundo primordial (trascendencia pri-
cripción del primer grado de la constitución. Su im- mordial). Así ocurre incluso con el hombre patológico
portancia consiste en que revela una nueva manera de (el melancólico, por ejemplo), en cuanto él reduce
lo trascendente. El Lebenswelt que me es propio, es correlativame nte la plenitud mundana de la actividad
decir aquel que yo mismo como conciencia he cons- de su ego puro al Lebenswelt que le es propio. Para
truido en mí y para mí ya a priori ha jo la dirección la fenomenología de la constitución sería muy instruc-
del ego puro y que he transformado con cada cambio tivo investigar esos pasos de la reducción. (El mundo
de mi mismidad, vale decir, de mi complexión aními- es doblemente inadecuado: en primer lugar por la im-
ca, contiene una serie de elementos trascendentes. Para perfección de la adaequatio y, en segundo lugar, por
la conciencia, trascendente es todo lo que no posee la la reducción que cada cual practica de la plenitud del
~a~era de ser propia de mi vida anímica, del flujo mundo al Lebenswelt.)
VIviente de esta y de las motivaciones que en ella re- Para cada uno, su Lebenswelt es el 'mundo objetivo
siden. Entre lo trascendente se halla incluso mi yo psi- ( ob jektive) ; el mundo del otro es lo trascendente de
cofísico, mi organización corporal y todas las configu- modo secundario. El mundo objetivo ( ob jektive) mío
raciones sensoriales del juego de los sentidos combina- propio sólo puede obtener validez general sobre la ba-
dos. Nada de eso forma parte de la corriente de acti- se del acuerdo general, es decir, de la intersub jetivi-
vidad del ego constituyente. Incluso la propia biogra- dad. Para ello tiene que poder ser trascendido el Le-
fía es trascendente respecto de la de observación de sí benswelt propio, con todas sus inmanencias y trascen-
mismo, y no solo por su contenido sino ya meramente dencias. Quien no logre este rebasamiento no tendrá
por .el hecho de ser historia. Comienzo , fin , el fluir acceso al mundo del otro: Su propio Lebenswelt per-
contmuo entretejido con elementos mundanos no son manecerá incomparable con el Lebenswelt del otro.
solo mi acción constitutiva sino también lo extraño a (De ello suele hablar la psiquiatría. La psiquiatría
mí que penetra en mi mundo mediante la constitución analítico-existencial de Binswanger se propone expre-
de lo que me es propio. (No sería tan ambiguo ni tan samente la tarea de suprimir esa incomparabil idad.)
engañoso hablar de «vivencia» en la historia de la li- Si solo tenemos en cuenta la trascendencia inmanen-
teratura, si se tuvieran en cuenta estos nexos fenomé- te del respectivo Lebens7pelt mío propio, nos encon-
nicamente trascendentales.) Se puede describir paso tramos con que todo individuo tiene el carácter de una
a paso cómo lo trascendente respectivo se vuelve in- mónada con su propia plenitud perceptiva. Husserl
manente en el fluir continuo de la historia biográfica. designaba al ego puro como «la mónada en mí». Aho-
A la trascendencia inmanente la llama Husserl «ope- ra la mónada significa el yo psíquico-trascendental.
ración primordial de la constitución». La construcción Ello tiene sus razones: El yo psíquico es el ego puro
del mundo mío propio --o sea, del mundo de mi vida mundanizado, singularizado por su pertenencia a mí.

128 129
En cuanto tal, la plenitud de las percepciones (Per- mundo es una efectuación colectiva de todas las mó-
zeptionen) lo caracteriza mejor que a la mónada de nadas, de modo que Husserl, al igual que Leibniz, tie-
Leibniz. Las percepciones son aquí las maneras aprio- ne que postular una armonía apriorística de la comu-
rísticas de captar la pertenencia a mí. Las innumera- nidad monádica.
bles mónadas se distinguen entre sí por la riqueza y la Antes de entrar a describir la constitución de esa ar-
claridad de los contenidos inmanentemente trascen- monía debemos, sin embargo, continuar el camino
dentes. La pertenencia a mí es lo primero fácticamen- prescripto por la fenom~nología d~s~rip~i;o-trascen­
te aprehensible. La constitución del yo en mi «soy» por dental y describir las acciOnes de ed1hcaciOn de mun-
medio del ego puro propone un extenso e importante do (constitutivas) , del ego que me es propio, en las
tema de investigación. La psicología descriptiva solo que se constituye lo extraño a mí -en cuanto otro-,
adquiere carácter de ciencia auténtica cuando investi- pero como ego, como alter-ego. «D;be pl~ntearse a
ga esta constitución. Lo mismo ocurre, ciertamente, continuación la pregunta acerca de como m1 ego, den-
con la psiquiatría. tro de su mismidad ( Eigenheit), puede, bajo el título
de experiencia de lo otro, constituir justamente lo
41. Exigencia del mundo común a todos nosotros. I.a otro» [Hua, vol. 1, pág. 126].
problemática expuesta conduce a una nueva. La tras- Aquí se pone de relieve una operación extrao~din~ria.
cendencia inmanente, el Lebenswelt propio, no es ob- Su punto culminante es la quinta de las M edztaczones
jetivo ( objektiv) universalmente. Pasa a serlo median- cartesianas. Husserl dice, por cierto, que «la tarea no
te el acuerdo y la evidencia generales. Para exponer consiste en explorar el ser trascendente sino en com-
esto, he invertido aquí el orden fáctico. En realidad, prenderlo mediante el develamiento de la constitución
mi Lebenswelt propio se edifica sobre la base del mun- como algo que acontece en la subjetividad trascen-
do objetivamente ( ob jektiv) trascendente. La exigen- dental» [CM, pág. 192]. No obstante, se lleva a cabo
cia de la reducción se refiere al material del mundo una exploración del ser trascendente. Consecuente-
que es inmanentemente trascendente de manera ob- mente se demuestran su posibilidad para el yo del Le-
jetiva ( ob jektiv). Según la comprobación de Husserl benswelt, y el modo en que este lo realiza. La experien-
esto es lo secundariamente trascendente, que se cons- cia ingenua lo sabe: ella no se deja intimi?ar por la
truye sobre el mundo primordial. La trascendencia distinción filosófica entre cosa en sí y fenomeno [cf.
objetiva ( ob jektive) e inmanente del mundo exige Hua, vol. 3, pág. 214; Id, vol. 1, pág. 177]. Ella expe-
la constitución de la intersubjetividad. Solo por medio rimenta por así decir en su propia piel, cómo lo que le
de ella se edifica el mundo experimentable, esto es, es ajen; los «secretos» de todo el universo, envuelven
se hace posible la experiencia de ese mundo. A él per- al yo del hombre y se expresan en él. Discurriendo de
tenecen también, en efecto, los otros hombres y la co- igual manera, aclara Leibniz con la palabra «expr~­
municación con ellos. Tal edificación constituye la co- sión» lo que él llama «reflejo de la mónada». El refleJo
munidad de las mónadas individuales: una comuni- es expresión: En todos los reflejos -~s decir, ~n. el
dad monádica. En esta cooperan los egos puros en la distinto divisar desde distintas perspect1vas, en dlstm-
constitución de un mundo experimentable común. El tas proyecciones- se expresa la misma invariante, «la

130 131
misma» en cuanto no es otra cosa que todo el universo. En primer lugar, debemos señalar el carácter intencio-
La trascendencia objetivamente ( ob jektiv) inmanen- nal de la autopercepción de mi yo dentro del mundo
te --o sea, lo trascendente en su inmanencia objetiva que me es propio. Nunca estoy presente ante mí mis-
( ob jektiv)- es nuestro ambiente natural, es el más mo como yo puro en la abstracción sin contenido, co-
natural de los ámbitos de experiencia, en el que lo ex- mo se concebía al yo trascendental en el idealismo
perimentable nos sale al paso. Lo misterioso del mundo alemán.
consiste en que él es nuestro ámbito de experiencia. Él El ego puro está presente primero, desde un comienzo,
no es demasiado amplio, sino más bien demasiado es- en su carácter concreto de lo que me es propio, en la
trecho para la inconmensurable amplitud de nuestra plenitud de mi propio Lebenswelt, organizado espa-
operación experiencia!. La inmanencia de lo trascen- cial y temporalmente. Ya he destacado qué extraordi-
dente ofrece, en efecto, horizontes abiertos. El mundo nario logro constituye el que la fenomenología, desde
es tanto lo que nos sale al paso trascendentemente co- un comienzo, ponga al yo trascendental con tal pleni-
mo lo constituido inmanentemente. Los dos aspectos tud. Incluso, hasta Dilthey, la psicología consideraba
coinciden. la vida anímica concreta como si se edificase a partir
de elementos constantes ordenados a manera de mo-
42. La constitución (experiencia constitutiva) del al- saicos y no mediante la unidad sistemática de inten-
ter-ego. La constitución del mundo que me es propio ciones.
abarca la constitución de los otros que están conteni- Husserl lleva aún más lejos la investigación de la cons-
dos trascendentemente en mi mundo. Ellos son incluso titución. El yo nunca es incorpóreo. En los actos cons-
los contenidos vivenciales más trascendentes, puesto tituvos debe hacerse evidente que el yo se encuentra,
que el otro, en su propio Lebenswelt, es también un en todos los grados de la autoobservación, «apareado»
ego puro, en el cual las trascendencias que le pertene- (gepaart) a elementos psicofísicos.
cen están constituidas primordialmente. Entre esas Esta nueva palabra -<<apareamiento» (Paarung)-
trascendencias estoy también yo, entendido como el ,: traduce el término «asociación». Pero su significación
otro en relación a él. De modo que el alter-ego co- : se ha modificado. «Ella es una forma originaria de
constituido en mi mundo es doblemente trascendente aquella síntesis pasiva que llamamos asociación para
para la constitución fenomenológica. La descripción : distinguirla de la síntesis pasiva de la identificación»
de la constitución debe demostrar en qué actos inten- [CM, pág. 142]. La síntesis pasiva de las asociaciones
cionales y síntesis de actos alcanza este elemento tras- . liga entre lo ca-presentado analógicamente y la pre-
cendente una trascendencia inmanente. sentación originaria.
El único acceso posible al otro es la explicitación de Uno de los grandes triunfos de la fenomenología con-
lo mío propio. Por lo tanto, si una cosa corpórea tiene siste en haber hecho asequible a la filosofía teórica la
para mí la significación de otro ego, la tiene solo en corporeidad orgánica en unidad con todos los actos
razón de la interpretación sistemática del sentido de intencionales. En la unidad intencionalmente sistemá-
lo que me es propio hecha en la trama de las referen- tica de la corriente de vida que me es propia lo corpo-
cias intencionales. ral está ca-presentado en todos los actos de la expe-

132 133
:iencia. ~omo lo trascendente por excelencia. Bajo la relación a ellos, soy yo el caso normal y ellos son para
1~pres10n de esta trascendencia, alma y cuerpo fueron mí lo infranormal. Lo que nosotros llamamos su mun-
siempre separados, en contra de toda experiencia. do circundante sólo puede entenderse como mi cons-
Ni de manera originaria ni de ninguna otra puedo titución -interior a mi mundo- de una unidad psico-
hacerme evidente lo psicofísico de mi organismo. Pero física sin accesibilidad de su ego, que me es trascen-
mis dolores de cabeza, mi nerviosidad o' en general ' dente. En relación a los otros egos, yo soy para mí la
.
m1s enfermedades -ante todo las enfermedades men- constitución originaria. Expresado en una fórmula sen-
tales- se enlazan con mi yo puro en la constitución cilla: Yo estoy presente a mí mismo como yo puro. Mi
de mi estado, tanto en una determinada actualidad determinación psicofísica me está ca-presentada. El
como en la constitución de toda mi historia biográfica. otro me está presente en esa determinación. Su carác-
El agrupamiento egótico-psico-fisiológico está ca-pre- ter de «yo» me está ca-presentado. En el terreno de la
sente en todos los actos intencionales de la observación autoconstitución que me es propia, me está ca-presente
de sí. La falla en cuanto a fundamentación y, por lo su constitutividad en cuanto autoconstitución. Y, a la
tanto, a toda posible evidencia del punto de vista lla- inversa, dado que yo capto al otro como un yo-mismo,
mado psicofísico, por ejemplo en la medicina psico- me he constituido para él como el alter-ego. Esta in-
física, proviene de que desatiende lo egótico y pierde versión hace que el otro esté para mí allá, y que yo
de vista el cabal apareamiento de la constitución de esté para él acá. Lo que yo soy allá para mí (en una
lo mío propio que ya hemos expuesto. «Apareamien- mismidad), lo es él para mí acá. De ese modo, la auto-
to» no designa un nexo de fundamentación, el cual experiencia de mi ego concreto y, a la recíproca, del
no podría obtenerse, sino un agrupamiento indisolu- alter-ego experimentado apresentativamen te en la
ble. En las formas de la observación de sí (o bien de nueva manera asociativa de aparición, efectúa la esfe-
la autoexperiencia) hay siempre productos de los ac- ra adjudicada al otro. En esta yo soy el alter-ego y esto
tos intencionales que no están motivados por intuición sucede con todos los otros. La comunidad intermoná-
originaria, sino por el apareamiento. dica existe entre mí mismo, es decir, la mónada pri-
El ego está primordialmente presente a sí mismo den- mordial para mí, y la mónada constituida en mí co-
tro de su mundo propio. La constitución psicofísica, mo extraña y, por lo tanto, como siendo para sí, y
es decir, la del cuerpo orgánico, está ca-presente, y que me es comprobable solo apresentativamente.
ello de modo asociativo. El otro, en cambio, está por
lo pronto presente como cosa-cuerpo (Korperding). 43. Constitución (experiencia constitutiva) del mun-
Su constitutividad, entendida como corporeidad orgá- do objetivo (objektiv) común a todos nosotros. A
nica, está a-presente ( appriisent). La ca-presentación primera vista, este modo de explicar la subjetividad
asociativa está motivada por la experiencia de su as- resulta algo grotesco. En efecto, nada es para mí más
pecto exterior, de sus movimientos, de sus actividades, obvio que el hecho de que conozco a mis semejantes,
de su buen humor o de sus accesos de cólera, todos a mi madre, a mi mujer, sin recurrir a tan complica-
ellos presentificables. Esta ca-presentación de algo das constituciones. Toda experiencia ingenua del mun-
constituido es válida también para los animales. En do tiene que sentirse sorprendida si se le dice que la

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filosofía cree que es necesario probar ese conocimien- cripción de cómo el yo se apropia de lo que no me es
to. Y esto de tal modo, que tengo que procurar esas propio. En esa descripción el yo individual es aislado
pruebas sobre cuerpo, cuerpo orgánico y experiencia metódicamente en cuanto yo del vivir.
asociativa como si yo clasificara primordialmente a ca- Por la misma razón trata Leibniz de explicar cómo es
da uno de los otros hombres como una cosa-cuerpo en posible que las mónadas individuales entren en contac-
mi propio Lebenswelt y sólo secundariamente -mer- to entre sí. Su respuesta echa mano al reflejo recípro-
ced a la experiencia constitutiva y añadiendo particu- co. La posibilidad de este presupone que todas las mó-
lares elementos intencionales- convirtiera esa cosa- nadas individuales posean la misma complexión en
cuerpo en un ser psicofísico animado, para recién en- cuanto a su ser distinguiéndose únicamente por la ri-
tonces conocerlo en su carácter de otro yo. queza de sus percepciones. Que poseen la misma com-
Esto que todos aceptan como obvio es la mejor prueba plexión en cuanto a su ser significa, en el lenguaje de
del estado de cosas que Husserl quiere mostrar. Eso Husserl, que todas ellas son egos puros. Sin embargo,
obvio es algo que debe ser comprendido. Si se hicier::t continúa siendo cuestionable cómo es posible la comu-
evidente que el otro es para mí en algún sentido lo nicación entre ellas, dado que cada una es, para sí,
extraño --o sea, lo trascendente-, la actitud ge- inafectable, es decir inaccesible a todo influjo extraño.
neral de oponerse a describir una constitución sería la Todas conservan ese carácter, incluso si las considera-
mejor prueba de que, mediante la constitución, lo tras- mos dentro de la comunidad de mónadas. Ninguna de
cendente se experimenta inmanentemente. las mónadas padece influjos; cada una ejerce solo una
Los pasos que Husserl establece deben por lo tanto actividad: reflejar a todas las otras. Todas son refle-
interpretarse, en primer lugar, en el sentido de que jan tes y reflejables.
justamente en ellos y por ellos vuelve patente la tras- Pero ese tipo de respuesta no puede servirnos de nada.
cendencia (lo ajeno) de los otros. Logrado esto y de- Tampoco nos sirve el supuesto de que los otros hom-
mostrada tal trascendencia, aquella oposición general bres son también egos puros (mónadas) y de que yo,
que mencionamos basta para proporcionar la prueba como mónada originaria, justamente por eso puedo
deseada. expresarlos. El método de la fenomenología procede
De todos modos, es preciso tener en cuenta algunas a la inversa. Mi «poder expresarlos» tiene que pro-
cuestiones. Toda la investigación fenomenológica es- barse, y ello de modo tal que yo los capte también
triba en la pesquisa de la actividad de la conciencia como egos puros (como seres monádicos) . Mi efectua-
en cuanto a sus operaciones. Es ya un gran progreso ción constitutiva ha de preceder al reflejo. Tal reflejo
que a la conciencia operante (o el ego puro) no se la contesta la pregunta por la intersubjetividad (o bien
deje en la anonimidad de lo «en general» sino que se por lo intermonádico) desde el punto de vista de la
la constituya como lo que me es propio. Con ello se ontología.
logra, en lo posible, que la tarea de romper el aisla- Para la fenomenología, empero, se trata de mucho
miento pueda cumplirse siguiendo el camino ya ini- más. Su tarea es mostrar toda la conciencia, en su vivir
ciado de la constitución de lo inmanentemente trascen- intramundano, como unidad de acción. El vivir intra-
dente. Siguiendo el camino, por lo tanto, de la des- mundano es una efectuación de la constitución. El

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vivir intramundano es incompleto si le falta la comu- Mi ego no puede, por sí solo, lograr el mundo propio
nicación con los otros. La constitución de estos, en- común. Puede, dentro del mundo que me es propio,
tendida como la que no me es propia, y su transfor- llevar a cabo la constitución del alter-ego, algo tras-
mación en lo inmanentemente trascendente correspon- cendente que resulta inquietante en su inmanencia.
den también a mi Lebenswelt. La constitución del mundo objetivo ( ob jektiv) es obra
La constitución prueba el ser ajeno e incluso el ser de la comunidad de mónadas, de la comunidad de los
trascendente del ego individual en la trama de la ex- egos puros. Para Leibniz, la configuración necesaria
periencia del otro, trama que es propia, constituida de la comunidad de mónadas estaba dada claramente
por mí, y a la inversa. Queda aún por demostrar cómo en la esencia de las mónadas individuales, en cuanto
ellos constituyen su contacto recíproco. cada una de ellas refleja a todas las otras. El reflejo
Los pasos constitutivos prueban que los otros son .m~­ es la expresión del mundo común invariante único. Su
nadas iguales a mí. Pero esto no basta para supnrrur tarea es la constitución del mundo común. Trátase de
lo mutuamente extraño, la recíproca trascendencia una efectuación sencilla, porque los distintos mundos
con respecto al Lebenswelt, y ni siquiera basta para propios de cada mónada individual se apartan del
que a uno se le abra el Lebenswelt del otro en lo que mundo común solo en cuanto al modo de proyección,
a él pertenece como propio. . . Por más que complazca a Husserl remitirse a la mona-
Lo que a mí me es inmanente son m1s percepciOnes, dología, lo cierto es que la fenomenología de la cons-
mis intuiciones categoriales y las intuiciones de lo a titución no puede satisfacerse con ese procedimiento.
priori. Mis percepciones no son las del ot~o, ni sus I?er- Tendremos que exponer cómo mi ego puro constituye,
cepciones son las mías. Ellas no pueden mtercambiar- en el camino de la constitución del alterego, el mundo
se de uno a otro flujo de conciencia. Esto tampoco que nos es común (o, dicho más exactamente, la tras-
puede efectuarlo la psicología apriorística e intencio- cendencia objetivamente ( objektiv) inmanente enten-
nal de la vida anímica. Pero no es eso lo que importa. dida como mundo).
Las dificultades que entraña el dar cuenta de la ex-
periencia propia para la cabal apropiación del otro 44. Nuevo punto de partida para la explicitación. La
no son algo que pueda sortearse. No hacen sino ap~n­ constitución del mundo común se efectúa también me-
tar a la adecuación perfecta del presuponer, que p- diante la acción de la apresentación. La acción está
más es alcanzada; este límite, que ya conocemos, se fundada en la simple presentación con su respectiva
agrava en cuanto a la constitución del sentido que los retención y protención.
otros tienen para mi, es decir, a la constitución de lo Debemos, por lo tanto, investigar descriptivamente
inmanentemente trascendente del estar-unos-con-otros. cómo mi ego, dentro de la constitución del Lebenswelt
Lo que la próxima constitución tiene que lograr es la que me es propio, añade a las presentaciones inten-
objetividad ( Ob jektivitiit) del mundo, es decir, la co- cionales aquellas apresentaciones en las cuales se cons-
munidad constitutiva dentro de los distintos Lebens- tituye la objetividad ( Ob jektivitiit) del mundo común.
'welten, que siempre son otros, pero en cada caso el La apresentación se produce según las referencias in-
mío propio. tencionales y en nexos de consecución evidentes.

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Consideremos algunos de esos nexos. Ahora, mientras ego extraño- es lo común que constituye conjunta-
estoy leyendo, la hoja de papel en la cual escribí mis mente el mundo objetivo común (lo objetivamente
anotaciones me está «presencialmente» (leib haft) pre- ( ob jektiv) trascendente), o bien lo vuelve asequible
sente. Mientras yo escribía sobre este papel, me era por medio de la experiencia constitutiva.
apresente su calidad, lo mismo que el negocio donde Mientras ustedes se concentran en el contenido de la
lo compré, o también una comparación con hojas que clase, este contenido es para ustedes el tema del pensar
yo había adquirido en algún otro lugar. Mi encende- actual. Les está a ustedes, ¡x)r lo tanto, presente, cons-
dor me está presente mientras enciendo mi pipa; pero tituido en múltiples retenciones y protenciones, el mun-
está apresentado el amigo que me lo regaló. La silla do que les es propio, en la corriente del vivir que les es
tiene su lugar junto a mi mesa. La hoja de papel, el propia. Al mismo tiempo, están ustedes, en cuanto
encendedor e incluso la silla vacía me están presentes oyentes, en cuanto estudiantes, apresentes para uste-
de modo tal que me a presentan a los otros (otros al- des mismos. En cuanto tales, me están también a mí
teregos) . Las referencias intencionales que conducen apresentes (no me están presentes como egos propios,
a la apresentación son por un lado de tipo cósico y, porque la vida anímica de ustedes me es inaccesible).
por otro, de tipo histórico-biográfico. Las presentacio- Si ulteriormente resultara que aquí no había más que
nes pertenecen a la corriente de mi vivir, junto con unos muñecos de cera a los cuales yo hablaba, sería yo
sus elementos inmanentemente trascendentes. Lo a pre- víctima de una ilusión sensorial, como se dice vulgar-
sentado es accesible en un parcial rebasamiento de la mente, o de una alucinación. Para describir este fenó-
corriente de mi vivir. De todos modos, mi ego consti- meno en su utilidad científica, tenemos que admitir
tuye, mediante lo apresentado, una fracción de mun• que mi presentación no era demostrable con evidencia,
do común. es decir, no era real. La apresentación correspondiente
Esta constitución se aclarará mejor con el siguiente carecía de sustrato, no era inherente a nada, estaba
ejemplo. En cuanto yo del vivir, yo me estoy presente suspendida en el aire.
en todas las acciones de la conciencia. Pero puedo (y Aquí debe advertirse lo siguiente. En primer lugar: La
éste es con frecuencia el caso) estarme presente acom- así llamada «ilusión sensorial» no concierne a los sen-
pañado por apresentaciones. Por ejemplo, ahora me tidos; no está motivada por una supuesta inexactitud
estoy presente junto con la apresentación de profesor de los datos sensoriales. La protención correspondiente
de filosofía que dicta una clase. Es cierto que para us- a la presentación o sea mi confianza en que me encon-
tedes, como oyentes, estoy presente de otra manera a traría aquí con oyentes, estaba motivada por lo aprc-
como lo estoy para mí, pero estoy en la misma apre..: sentado y no por la evidencia de las referencias de la
sentación, es decir, como alguien que dicta una clase1 presentación. Este caso nos muestra el predominio de
Lo que ustedes tienen presente es distinto a lo que ten~ la apresentación adjuntada de manera natural.
go yo, pero en ambos casos se trata de algo acompaña- En segundo lugar: El mundo de la alucinación no
do por la misma apresentación. Eso idénticament~ puede ser esgrimido como argumento para la depre-
apresentado por ustedes -que son para mí alteregm ciación escéptica de los conocimientos empíricos inme-
extraños- y por mí -que soy para ustedes un alter~ diatos, como lo hace Descartes, por ejemplo, con su

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recurso al genio maligno engañador. Sobre lo presen- evidencia tan extrema que el L ebenswelt que me es
te se ha construido un estrato secundario trascendente. propio primordialme nte constituido apenas pued~ im-
Es el estrato del mundo objetivo (objektiv) que pro- poner su evidencia fundante a pesar de su. caracter
cede de las determinaciones que nos son comunes --es originario. El hecho de esta pre~onderancia .de las
decir, de las determinaciones objetivas- (objektiv) apresentaciones habitu?les dete~mma que nadie ten-
relativas al ámbito de la actualidad. Si una imagen tal ga un mundo propio, m los despiertos m los .que duer-
como la de estudiantes que esperan o escuchan me men.
estuviera presente durante las vacaciones, o -mejor Quisiera describir aún un tercer fenómeno. Si al llegar
aún- en un lugar neutral que nada tuviera que ver al aula encuentro sobre el atril un cuaderno que no
con la Universidad, entonces las apresentaciones habi- es el mío entonces el cuaderno presente me apresenta
tuales serían más fuertes que lo presente. Yo tendría, la perso~a del otro en el modo de su necesidad de to-
en lugar de la presentación de mi yo, la apresentaci6n mar notas, porque es olvidadizo, como yo. Podemos
del profesor que va a dar una clase. En consecuencia, señalar numerosos fenómenos similares. Ellos muestran
lo que me estuviera actualmente presente quedarla que nuestro ego no solo experi_menta c?nst!tutivam ~I]­
oculto por la apresentación de los estudiantes que es- te un mundo objetivo ( ob Jektzv) comun smo tambien
peran para escuchar la clase. En la alucinación, la un ego común, de modo que cada cual es intercambia-
apresentación que ya se ha vuelto habitual suprime a ble con todo alterego constituido de la misma manera
la presentación actual que debe llevarse a cabo siem- [FTL, pág. 210].
pre de nuevo. El «mundo objetivo ( objektiv) y co- . .
El mundo objetivo ( objektiv) es ~1 constitmdo por~~­
mún>> se constituye por medio de las apresentaciones da cual. Es un mundo empobrecido, en comparacwn
comunes. La habitualidad de estas es la causa de las con el L ebenswelt que me es propio, y este empobre-
alucinaciones. Los sueños son, en este sentido, más cimiento depende de la medida en que me está cerrada
«objetivos» ( objektiv), porque quien sueña no tiene la puerta del L ebenswelt propio de ustede~ ( inadecua-
nada presente y solo se enfrenta con apresentaciones damente accesible). La Naturaleza accesible para to-
habituales. Los fantasmas y los ensueños tampoco son dos los egos en la constitución común --o sea, la natu-
meros espejismos (Trugbilder} . Su realidad, o su ver- raleza objetiva (objektiv) de cada cual, el campo de
dad, debe investigarse en el modo ya expuesto de Ja investigación de las ciencias naturales- es algo .toda-
fenomenología de las constituciones , que aísla las in- vía mucho más pobre. Los grados correspondientes
tenciones. (La intención se aísla porque yo no sigo las pueden ser indagados y deben serlo a fin de poner .a
referencias contenidas en lo presente.) Todo lo demás la vista la intimidad con la Naturaleza que es propta
es arbitrario y carece de sentidl>. de mi L ebenswelt (inmanente a ella), en cuanto es-
Este ejemplo nos muestra que el mundo objetivo (lo trato primordial. Deben ser indagados también para
objetivamente trascendente) , aun cuando el ego lo comprender los momentos sustraídos, con lo que per-
constituya por medio de las a presentaciones que acom- manece evidente la validez de verdad y de reahdad
pañan a las presentaciones de nuestro propio Lebens- propia de la Naturaleza «abstracta» de las ciencias
w elt como motivaciones del mundo propio, logra una
naturales.

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45. Resumen. Recordemos las palabras de Husserl un eterno ocultamiento. Lo trascendente no puede ser
que ya he citado: «El idealismo fenomenológico no de ninguna manera absorbido por las efectuaciones de
niega la existencia efectiva del mundo real (y, ante la conciencia. Pero todo ente es, en cuanto a lo que es,
todo, de la Naturaleza), como si sostuviera que se tra- comprensible en las efectuaciones de mi conciencia de
ta de una apariencia a la que estarían sometidos tan- manera tal que a través de ellas todo saber y todas las
to el pensar natural como el pensar científico positivo. ciencias obtienen su dirección, su evidencia y su fun-
Su única tarea y su único logro consiste en aclarar el damentación absoluta primera.
sentido de este mundo, justamente el sentido en el cual
el mundo es válido para cada cual como existiendo
realmente, y válido a título real. Es completamente
indudable que el mundo existe, es decir, que está dado
como universo existente en la experiencia que con-
verge en forma continua e ininterrumpida hacia la
concordancia universal» [Posfacio a Id, I, 1930; Hua,
vol. 5, pág. 152].
Espero que se haya comprendido tal indubitabilidad y
que la fundamentación se haya vuelto inteligible. Pa-
ra ello sirvió, por un lado, el develamiento fenomeno-
lógico del ego puro en la plenitud de la constitución
del yo-mismo trascendental (concretamente conside-
rado en el vivir de mi propia conciencia), y, por otro
lado, el develamiento de los co-sujetos que se me mues-
tran de un modo inmanentemente trascendental (es
decir, que son experienciables en su trascendencia) y
que están en la comunidad del nosotros que se co-
muestra. Demostramos la manera de efectuación pro-
pia de las acciones trascendentales constitutivas del
ego puro y respondimos la insoslayable pregunta acer-
ca de cómo es posible exponer fenomenológicamente
la constitución del mundo objetivo (objektiv) común
de modo tal que su realidad se vuelva evidente.
Hemos expuesto, así, el ámbito total de las efectuacio-
nes de la conciencia en su unidad sistemática. «Efec-
tuación de la conciencia» no significa que a través de
ella se invente o se produzca la trascendencia. Tampo-
co significa que lo trascendente se le contraponga en

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4. El problema de la trascendencia mándolas desde el principio no encuentra ninguna
legitimación en lo que, de hecho, ha .si~o la obra ~ la
manera de trabajar de Husserl. Qmza fuera posibl.e
poner la conciencia -una ~e~ ~berada de. toda factl-
cidad- en un estado prehistorico, como si se tratara
de un recién nacido, y hacerla comenzar de nuevo.
Husserl no lo hizo, pero no renunció a la historicidad
de la conciencia. Las ciencias válidas, las estructuras
46. Observaciones introductorias. En mis exposicio- sociales de la humanidad que han adquirido carácter
nes he insistido en señalar que Husserl alcanza, en la histórico, sus fijaciones nacionales y --dentro de e~­
cuestión de la trascendencia, una posición fundamen- tas- sus efectuaciones culturales no están canceladas
talmente nueva. Como ya conocemos a grandes rasgos sino tan solo puestan entre paréntesis. Incluso las m~<:
la fenomenología de la conciencia en su totalidad y elevadas ambiciones de Husserl no pretendían más que
también la referencia a las efectuaciones que ella de- fundamentar estas configuraciones y hacerlas com-
sarrolla con su actividad, es ahora posible exponer la prensibles desde su base. _
situación de la conciencia en su nexo con todo lo tras- Estos propósitos sobrios, y, en particular, el de propor-
cendente. cionar a las ciencias un fundamento sólido, expresan
No podemos tener aquí en cuenta los distintos puntos algo que, desde la muerte de Husserl, se ha ~elto aún
de vista, cambiantes o que cristalizaron lentamente, más urgente, debido al desarrollo de las cienc~as na~­
adoptados por Husserl. Son decisivos aquellos pasajes rales y a sus requerimientos de fundamentaciÓn. M1s
en los cuales se aclaran las consecuencias de la inves- exposiciones pretenden también efectuar un aporte
tigación, pero interesa, en particular, la fase final de al respecto. Quisiera que retomásemos el hilo de la
las Meditaciones cartesianas. Me parece que Husserl investigación fenomenológica, que interrumpimos ha-
ha alcanzado con esta obra su punto culminante y ha
ce algún tiempo. . . ..
resumido con un panorama de suprema claridad el re- Para la fundamentac ión de la ciencia es decisivo el
sultado de su largo camino de investigaci6n de una problema acerca de en qué manera ~s ~sible conocer
manera más completa que nunca. El tratado sobre la los objetos ( Gegenstiinde) de las ciencias, tal como
Crisis cumple otra tarea: Es historia del espíritu con ellos son. La pregunta, formulada con criterio histó-
referencia a cómo este alcanza claridades últimas en rico de la manera más simple y menos prejuiciosa po-
una autocomprensión creciente y a través de sí mismo. sible, es la siguiente: ¿Cómo está? di~puestas la~ pro-
N o es mi intención indagar las muy elevadas exigen- piedades cognoscitivas de la concienCia y en que me-
cias en que ha insistido particularme nte Fink sobrepa- dida son aptas las acciones de esta según su comple-
sando las intenciones de Husserl. Me parece que una xión de ser para conocer el ente temático, que les es
«interpretació n constitutiva del mundo» o una ciencia extraño en adecuación con la realidad objetiva ( ob-
fundamental del «origen del mundo» ocupada en re- jektiv) 'del mismo? Las preguntas. 9-~e atañen a la
solver las «eternas preguntas de la humanidad» reto- conciencia de acuerdo con sus posibilidades de efec-

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tuación se llaman «trascendentales»; lo extraño, que apresentación en la percepción de lo ajeno. Pero lo
debe ser aprehendido en su ser, es lo «trascendente». que verdaderamente caracteriza a la conciencia es su
El problema de la trascendencia se formula, por tanto, receptividad activa (o, como dice Husserl, «espontá-
así: ¿Cómo posibilitan las acciones y potencialidades nea»). La vinculación de determinaciones tan contra-
trascendentales de la conciencia el conocimiento de lo puestas no puede significar sino que la conciencia esco-
trascendente en su realidad objetiva ( ob jektiv) ? Hus- ge espontáneamente lo que se le aparece como digno
serl mismo caracteriza su filosofía trascendental, de de recepción. Esta recepción se llama trascendental
acuerdo con esto, como «teoría trascendental del co- porque lo que le es receptible depende de la capacidad
nocimiento trascendente» [FTL, pág. 223]. de efectuación de la conciencia. Con el mismo derecho,
Si las demás metas postuladas por la fenomenología Husserl habla también de «experiencia trascendente».
son, en definitiva, alcanzables, lo serán solo sobre este Esta consiste en la receptividad para los objetos ( Ob-
fundamento seguro. jekte) trascendentes. La crítica del conocimiento pre-
Como punto de partida me sirve la denominación que tende poder omitir «la posibilidad de la objetividad
Husserl usa a menudo para referirse a su posición: ( Objektivitat) trascendente del conocimiento» [Hua,
«idealismo fenomenológico». Esta designación despier- vol. 2, pág. 38]. Esto no puede alcanzarse «mediante
ta expectativas falsas. El término «idealismo» despier- suposiciones trascendentes y argumentos científicos».
ta asociaciones históricas. Sería legítimo si nos a tuvié- Tengo que poder contemplar. «Es imposible deducir
ramos a la frase de Schelling según la cual el idealismo a partir de existencias meramente sabidas y no con-
trascendental es el verdadero realismo. templadas» [ibid.]
Propio del idealismo en su configuración histórica es, Al llegar a este punto decisivo se habla también de
en primer lugar, la acentuación de la espontaneidad · «COntemplación» ( «Schau»), una forma de receptivi-
de la conciencia. La receptividad tiene una significa- dad que excluye todas las operaciones de fundamen-
ción subordinada: ni siquiera basta para aclarar la tación espontánea. Esta receptividad trascendental de-
experiencia. El tema capital de Husserl es la intencio- : signa la posibilidad experiencia} de la configuración
nalidad. Como esta designa actos, actualidades, accio- trascendente del conocimiento, en tanto ella es inma-
nes de la conciencia, se produce también con respecto ; nentemente aprehensible en las relaciones trascenden-
a Husserl la impresión de que para la fenomenología tales de la capacidad cognoscitiva misma. Se trata, por
el tema es la unidad de las espontaneidades de la con- lo tanto, de una receptividad mediada, es decir, de la
ciencia y la motivación de estas. De ese modo se la capacidad de aprehensión de las referencias trascen-
comienza ya a interpretar erróneamente. Las acciones dentes en las acciones trascendentales propias.
descriptas por la fenomenología -intención, intuición
categorial de lo a priori, modos de constitución- son 47. El positivismo trascendental de Husserl. Esta si-
todas receptivas. Sin embargo -y esto es lo notable-- tuación nos obliga a repensar a partir de la fenome-
son trascendentalmente receptivas; es decir, no lo son nología todos los términos tradicionales. Se ha hecho
en el sentido de la pasividad. Es cierto que también se notar a menudo, con intención crítica, que la fenome-
describen procesos pasivamente receptivos, como la logía es, realmente, un positivismo extremo. Aquí es

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decisiva la asevcracwn de Husserl: «Si posttlvtsmo cwn trascendente prepara lo ajeno a la conciencia
quiere decir tanto como fundación absolutamente im- convirtiéndolo en propio de la conciencia y lo concibe
parcial de todas las ciencias en lo "positivo", o sea, en en esa preparación. Toda concepción «subjetiva» en
lo originariamente aprehensible, entonces somos noso- el sentido de la relativización queda eliminada.
tros los auténticos positivistas» [Id, vol. I, pág. 38;
Hua, vol. 3, pág. 46]. Sin embargo, debemos hacer 48. La nueva significación del término «trascenden-
una distinción. El positivismo ingenuo, que conoce- te». Con lo anterior, la denominación «trascendente»
mos en la historia de la filosofía, está guiado por el pierde su significación originaria. Lo trascendente no
supuesto acrítico de que el mundo, excluyendo la cues- es aquello de lo cual no se puede tener ninguna expe-
tión de la trascendencia, es tal como se presenta a la riencia sino aquello de lo cual no hay experiencia in-
consideración ingenua. Husserl no alude a ese positi- mediata. Lo único inmediato es la percepción corpo-
vismo ingenuo, al cual en cambio critica apasionada- ral originaria. Todas las otras formas de captación
mente y de modo particular en cuanto se inspira en son «fundadaS>>.
la ingenuidad psicológica de las ciencias respectivas. También esta expresión padece malentendidos. «Fun-
El positivismo psicológico es para él la fuente de todas dado» significa la seriación de las acciones de la con-
las posiciones ingenuas del mundo en unión con la in- ciencia, en la cual lo que está mezclado en forma cre-
terpretación naturalista del mundo. El positivismo de ciente con elementos trascendentes, hasta llegar a lo
Husserl atañe a las estructuras trascendentales del yo trascendente puro, se constituye, de acuerdo con su
que han pasado por la reducción, y a los contenidos estructura cósica, como lo captable. La fundación en
del ego puro. Es un positivismo trascendental. Es de- el grado cada vez más alto perfecciona la posibilidad
cir, que la filosofía se refiere a algo positivo, pero no a de la experiencia de lo trascendente. La perfección, es
algo puesto de modo ingenuo, sino a lo positivo obteni- decir, la entelequia, es la más profunda peculiaridad
do en las reducciones, o sea al objeto ( Objekt) tras- de la conciencia; es su propia manera de ser (lo mismo
cendente que la conciencia ha purificado y convertido que para Leibniz) .
así en algo enfrentado ( Gegenstand) receptible. Es aquí donde cambia el sentido de la distinción entre
Encontramos de nuevo, por lo tanto, la unión de ca- inmanente y trascendente. Dicha distinción se relati-
racteres opuestos en grado extremo. Así como ocurrió viza. N os encontramos con la expresión «inmanente-
antes entre la espontaneidad y la receptividad, se pro- mente trascendente». Sería mejor hablar de «trascen-
duce ahora la unidad entre positivismo y filosofía tras- dente de manera inmanente», y, como su paralelo, de
cendental. Por eso, en la fenomenología trascendental, «trascendente de manera trascendente».
todas las acciones de la conciencia son de tal modo que El nexo de esas dos determinaciones permite ver con
aprehenden lo trascendente. También se ha criticado toda claridad cómo ellas se vinculan con la constitu-
la palabra «aprehender>> (erfassen) por ser demasia- ción. En Lógica formal _y trascendental [FT L, pág.
do plástica. Con ella se alude a la recepción trascen- 222] dice Husserl: «El mundo, juntamente con to-
dente, es decir, la manera de captar el ente en sí, a la das sus realidades, entre las que se halla también mi
cual la conciencia se adapta en sus acciones. La recep- ser humano real, es un universo de trascendencias

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constituidas». La constitución aprehende trascenden- dentro de los cuales se orientaba la tradición filosófi-
cias, y ello no se modifica por el hecho de que el ego ca. Sentía su obra como un recomienzo radical, libre
puro, entendido como subjetividad constituyente últi- de influencias de todo lo que, antes de él, había sido
ma (es decir, que hace su experiencia de modo consti- dogmatizado por la especulación filosófica. Con fre-
tutivo) preceda a ese mundo constituido. Esto es de cuencia expresó este sentimiento, y, a veces, de un mo-
suyo comprensible. do demasiado pleno de pathos. Pero el sentimiento no
Más sorprendente aún es la vinculación de oposiciones lo engañó. Su pasión por el pensar desprejuiciado era,
tales como «racional» e «irracional». Husserl no admi- al mismo tiempo, indiferencia frente a las distinciones
te la validez de la distinción habitual según la cual solo fundamentales, que, según pensaba, habían impedido
la ratio puede efectuar la evidencia clara e inteligible; a la filosofía ser una ciencia estricta. No entendía por
no admite que ella logre más evidencia que la intui- tal una ciencia junto a las otras sino el control del co-
ción, que renuncia a demostraciones. Por el contrario: mún acuerdo que debe ser obligatorio para todos los
él localiza la fuente de toda evidencia en la simple pensadores. Su actitud es caracterizable como indife-
contemplación. Esta no se desarrolla en inferencias rencia trascendental, y su efectuación lo es como po-
lógicas sino siguiendo las referencias que se hallan en sitivismo trascendental, si se tienen en cuenta las opo-
ella y que a su vez solo pueden experimentarse por siciones extremas que él ha vinculado con una conse-
medio de la contemplación. La contemplación no es cuencia digna de admiración.
una acción racional ni se la puede entender racional- También tenía razón en pensar que había abierto un
mente sino, a su vez, solo mediante contemplación. amplio campo de investigación, demasiado amplio pa-
Un rasgo irracional atraviesa toda la representación ra poder estudiarlo a fondo él solo. La unión de los
constitutiva de la conciencia, la cual se realiza consti- contrarios implica una extraordinaria dialéctica. El no
tuyendo trascendencias, es decir, constituyendo lo que consiguió exponer esta dialéctica latente. Es cierto que
le es más extraño, y lo hace mediante «receptividad se sentía obligado a hacerlo, pero su aversión por la
espontánea», como dice Husserl. El trascender es tan deducción lo hizo abstenerse de llevarlo a cabo. En ge-
radical que la conciencia en cierto modo se rebasa a neral no confiaba en las leyes formales del pensar. Su
sí misma. Al seguir los pasos constitutivos, el fenome-
' '
mayor talento era entre otros, la descripción, así como
'

nólogo se encuentra de pronto fuera de la conciencia, aquel rasgo positivista-trascendental -que tiene tan
como una segunda conciencia, un segundo yo obser- poco que ver con lo empírico natural como las des-
vador. Este nuevo obsezvador no está dotado de una cripciones mismas-. Pero la exposición de la dialéc-
nueva conciencia trans-yoica. Él se va constituyendo tica espera a futuros investigadores. Yo quisiera aña-
a sí mismo en la medida en que va rebasando todo lo dir algo más, particularmente con respecto a la fun·
que cierra el paso a la conciencia. damentación de la investigación científica. Pero antes
La mejor manera de comprender las intenciones últi- hay que acometer otra tarea.
mas de Husserl es a partir de la vinculación audaz que
él establece entre todas las determinaciones contra- 49. Afinidad con la monadología de Leibniz. Tra-
puestas que antes habían correspondido a los límites taremos de aprovechar las referencias que hace Hus-

152 153
serl a la monadología leibniziana para interpretar ~u uno desde el otro, con todas las formaciones de habi-
propio concepto de trascendencia. Para una mejor tualidades. El contenido de ser real del yo trascenden-
comprensión tengo que retomar algo de lo ya tratado. tal es la forma de unidad composible y universal, pro-
Vimos en qué sentido la fenomenología de las consti- pia del fluir en la cual todas las particulari dades se
tuciones es fenomenología genética. Con respecto a ello clasifican a ~í mismas como fluyendo en él. Con la re-
hay que considerar ahora lo siguiente. A pesar de to- ducción logramos la legalidad formal de una .g~nesis
dos los equívocos de Husserl, tenemos que aferramos universal. Dentro de esa forma transcurre el VIVIr.
a una terminología estricta y conforme al sentido. El El grado más profundo que se revela a la reducción
primer estrato que se destaca concierne al yo empírico. es el ego puro. Este puede destacarse del sujeto tras-
Este es un factum, y lo es entendido como mi propio cendental del yo, o del ego, en la medida en que per-
vivir, como un particular tipo individual, una corrien- mite man~ener el eidos ego frente a la facticidad em-
te en la que todos los elementos se siguen motivada- pírica de mi yo trascendental. Ambos son idénticos, si
mente unos a otros en un desarrollo que muestra dis- solo atendemos al hecho de que toda conciencia tras-
tintos tipos dentro de mis conexiones vitales. Mi infan- cendental realiza fácticamente un determinad o tipo a
cia es una conexión genética con detalles típicos que partir de una selección posible de posibles variaciones.
le pertenecen. Mi vida científica es una conexión flu- Mediante la autovariación de mi yo trascendental, lo-
yente de otros tipos hacia la cual se ha desarrollado gro el eidos ego y puedo llevar a cabo una fenom~no­
mi vida infantil sin que en su conexión hayan sido logía puramente eidética. Así resulta compren~ble
constitutivas las mismas motivaciones que en mi vida que la reducción y la intuición eidética sean l~s ms-
científica. Todos estos facta empírico-trascendentales trumentos más importante s de la fenomenolog1a. El
retoman en el grado superior del yo trascendental. ego puro, en cuanto eidos, expresa la base unitaria de
Husserl piensa, incluso,.que se trata de los mismos con- todas las posibles variaciones que corresponden a cada
tenidos. Si queremos restringir esto, podemos decir yo trascenden tal de una maner~ determinad a. El ~go
que se trata de las mismas posibilidades. La reducción puro no designa por lo tanto mz yo trascendental, smo
ha invalidado todos los acontecimientos fácticos y to- que es el que lo revela y lo hace comprensible -se-
da conexión fáctica de motivaciones. Por eso se hacen gún las reglas de las posibilidades de variacióir - como
visibles las leyes esenciales de la composibilidad: las algo determinado. «Aunque mi verdade,ro .~t<:rés, des:
reglas del coexistir-simultáneamente, del sucederse- pués de la reducción trascendental, este ~m?1do ~ mt
uno-al-otro, del poder-coexistir-simultáneamente y del ego puro, al develamiento de este e?'o .factlco, d1~ho
poder-sucederse-uno-al-otro. La riqueza genética, en develamiento sólo puede volverse autentlcam ente Cien-
la cual está constituida mi propia vida, está reducida, tífico recurriendo ( ... ) a los principios apodícticos
en la región de la subjetivida d trascendental, al uni- pertenecientes al ego, es decir, a la~ generalidades
verso de las conexiones de reglas. En estas tienen su esenciales y a las necesidades por medio de las cuales
legalidad formal, por un lado, las concreciones vitales el factum [del sujeto trascendental] está referido ( ... )
empíricas, según tipos y posibilidades de coexistencia a sus fundamentos racionales, con lo cual se vuelve
de los tipos, y, por otro lado, también el desarrollo del objeto de ciencia» [CM, pág. 106].

154 155
Volviendo la mirada desde el yo puro, a través del unitaria se separan corrientes individuales que son
sujeto trascendental, hacia el yo empírico del vivir vinculadas mediante nuevas reglas de constitución. El
resulta evidente que la fuente de las reglas de la cons~ ego puro, en cuanto eidos, revela que las distintas con-
titución es el ego puro. Desde él es comprensible la figuraciones constituidas son variaciones adecuadas al
completa constitución del yo como mónada. «Yo me tipo, que pertenecen a un eidos invariable y que solo
estoy dado para mí mismo y a mí mismo continua- son comprensibles desde él. La afinidad con la teoría
mente por medio de la evidencia experiencia!. Esto de las mónadas se manifiesta en que todo universo em-
es válido para el ego trascendental y para el ego en pírico del yo sólo es concebible como un tipo «de lo
todo sentido [o sea, también para el ego psicológico, mismo», al igual que toda mónada leibniziana simple
es decir, para el yo empírico]. Puesto que el ego mo- expresa lo mismo desde su propia perspectiva. Esto
nádico concreto [alude al yo empírico] abarca todo el «mismo» determina para cada mónada lo que le es
vivir efectivo y potencial de la conciencia, es entonces absolutamente propio, poniéndola en el lugar que le
claro que el problema de la explicitación fenomenoló- corresponde dentro de la organización universal. Esto
gica de este ego monádico [es decir] el problema de «mismo» une en sí a todas las posibilidades constitu-
su constitución para si mismo, debe abarcar en si to- tivas.
dos los problemas constitutivos en general. Como re- El recurso de Husserl a la teoría de las mónadas al-
sultado de esto, se sigue la coincidencia de la fenome- canza, empero, su verdadero rigor solo cuando tene-
nología de esta autoconstitución con la fenomenología mos en cuenta que, según Leibniz, no hay otra reali-
en general>> [CM, parág. 33, pág. 102]. dad que el universo de las mónadas. Aun cuando para
Estas exposiciones son sumamente esclarecedoras. Te- cada mónada individual las otras mónadas constituyen
nemos que referimos ahora á lo que se sigue de ellas. una realidad trascendente y a la inversa, su trascen-
dencia mutua se consume completamente en el reflejo
50. Consecuencias de esa afinidad. La consideración mutuo, o en la expresión «de lo mismo». La trascen-
que estamos haciendo tiene a la vista la conciencia dencia de las otras es inmanente a cada una. Cada una
en su unidad. Las diferencias de estratificación solo refleja lo en-sí, pues cada una refleja las mónadas que
tienen significación genético-funcional. La conciencia, la reflejan a ella misma. La historia de la filosofía
en su unidad de acontecimientos históricos, tiene resi- designa, según esto (aunque inexactamente), la posi-
duos, no consecuencias que desaparecen. Esos residuos ción leibniziana como «realismo trascendental».
no permanecen rígidos sino que siguen partid pan do Pero para Husserl hay aún otro aspecto de suma im-
en cada acontecer. Lo que conocemos de modo empí- portancia en la referencia a la monadología. Cada
rico es históricamente distinto entre un individuo y mónada es para sí no solo sustancia simple, sino tam-
otro. La determinación que es propia de cada indivi- bién el sujeto simple de sus actividades. El reflejo
duo lleva a Husserl a hablar de mónadas en sentido mutuo y la posición de las mónadas individuales sim-
Jeibniziano. La especificidad de cada corriente moná- ples, mantenida por medio de ese reflejo, es la consti-
dica de vivencias es provocada por la constitución par- tución básica, aún acósica, aún no-objetual ( ungegens-
ticular de la mónada. Incluso dentro de su constitución tandlich) de las perspectivas. La constitución de los

!56 157
agregados de mónadas, en la cual se constituyen cuer~ 5. Fundamentación filosófica
po-alma, unidad psicofísica y también la naturaleza de la ciencia
y los procesos naturales [carta a Des Bosses, del 19 de
agosto de 1715; Gerh. phil., vol. 11, pág. 294], es com-
prensible a partir de las reglas de constitución que se
cumplen en las mónadas simples.
La intelección de estas relaciones eidéticas fundamen-
ta la citada aseveración de Husserl según la cual es 51. La idea de la ciencia. Refiriéndose particular-
claro «que el problema de la explicitación fenomeno- mente al eidos «ego» dice Husserl en la cuarta Medi-
lógica de este ego monádico [el problema de su cons- tación [parág. 34 J: «El eidos mismo es algo general
titución para sí mismo, o, en otras palabras, su auto- contemplado, o contemplable, puro, incondicionado,
constituciónJ debe abarcar en sí todos los problemas es decir no condicionado por ningún factum. . . Pre-
constitutivos en general». cede a ~odos los conceptos en el sentido de significa-
En la medida en que Husserl contempla el ego puro ciones, que más bien deben formarse como conceptO!!
y ve en él la fundación originaria de las constitucio- puros adecuándose a él» [pág. 105]. En este contexto
nes tiene derecho a denominar su modo de conside- se nombra la palabra «cientificación» (V erwissen-
ración «idealismo fenomenológico» (lo que, a este res- schaftlichung) [CM, págs. 105-106]. Alúdese con ella
pecto, hizo por primera vez en la cuarta Meditación al recurso a los principios apodícticos del sistema de
cartesiana) . Este idealismo se distingue por el hecho reglas de la constitución contenido en el eidos ego.
de que no contiene ninguna oposición. Ha incluido en Ahora se añade la afirmación de que los conceptos
sí al positivismo trascendental; su aclaración lo pone deben formarse adecuándose al eidos ego. ¿Qué clase
en marcha. de ciencia es la que sirve aquí de fundamento?
Quedémonos en el marco de la fenomenología. De ella
s; sigue una fundamentación radical de la ciencia que
parte de las determinaciones de ser de la mónada Y
que tiene como hilo conductor las posibilidades de
apropiación inmanente de lo trascendente. Ella se nos
presenta del modo más ostensible en la fundamenta-
ción de la biología científica. Para Leibniz, la ciencia
natural no tiene la tarea de comprobar nexos mensu-
rables entre magnitudes mensurables sino que es, en
primer lugar, constructiva. Para la e:cperiencia c~ns­
tructiva tienen que encontrarse medios matemáticos
propios, tal como estaba planeado en la C~ar~cte­
ristica magna. Las constituciones de la expenencia se

158 ]59
adecuan a la construcción del ser en sí del nexo de las máticos de las ciencias, o incluso ciencias enteras, como
mónadas. las ciencias físicas de la naturaleza y la psicología, en
Según los propósitos expresados por Husserl muy a regulaciones fácticas, acordes con la esencia, propias
menudo con gran énfasis, la fenomenología debe fun- de la conciencia trascendental» [Hua, vol. 5, pág. 78].
damentar todas las ciencias a partir de evidencias úl- Por «dogmáticO>> tenemos que entender aquí textual-
timas. Falta, sin embargo, la ejemplificación cohe- mente aquello que ya se ha convertido en dogma tra-
rente de la nueva fundamentación. Disponemos de dicional de la ciencia. El término «disolución» (Au-
muy pocas perspectivas, si no es que la doctrina de la flosung) se aclara en las exposiciones siguientes.
~ncia de la conciencia trascenden talmente depurada
--que Husserl ha desarrolla do-- contiene en sí, de 52. La marcha gradual del saber. Tenemos que ha-
modo inexplícito las normas de fundamentación, ha- cer sin embargo, algunas observaciones previas. Ya
bilitándolas para la práctica científica del futuro (de nos' referimos a lo que hay que entender por «realidad
modo similar a como la Crítica de la razón pura * trascenden talmente objetiva» ( objektiv). Al trabajo
debía hacerlo para casi doscientos años) . Solamente científico le corresponde lograr «juicios de realidad
la fundament ación de una psicología fenomenológica objetivamente ( ob jektiv) válidos». También hemos
ha sido expuesta detalladam ente, y ello porque, en visto que esta designación de tareas tiene para Hus-
primer lugar, Husserl intentó distinguir la psicología serl una significación distinta que la tradicional.
de la fenomenología. . . Sin embargo, con su esquema de la génesis de la cien-
Atendiendo a la importanc ia de la cuestión y al hecho cia sigue Husserl, por lo pronto, la concepción aristo-
de que hoy lamentable mente carecemos de una fun- télica. Todo saber parte del saber de la experiencia;
dación de las ciencias, que se desarrollan tumultuosa- todas las ciencias dependen de la experiencia. Aristó-
mente, voy a tratar de exponer, con espíritu fenome~ teles establece su ordenación gradual según el predo-
nológico, algunos rasgos básicos de una fundament a- minio relativo del carácter teorético. La escala es: ex-
ción de la ciencia. No es necesario insistir expresa- periencia, orientación técnica, orientación en asuntos
mente en el hecho de que, para esta tarea, debe te- humanos, teoría, ciencia, filosofía. El grado supremo
nerse presente la teoría trascendental de la conciencia, es para Aristóteles el nous, o sea la intelección espiri-
tanto en su totalidad como en cada uno de sus pasos. tual, que, para Husserl entendida como intuición noé-
Husserl dice: «La fenomenología ( ... ) como ciencia tica, desempeña a su vez un importante papel. Lo
de la conciencia trascendental en el marco de la intui- mismo que para Aristóteles, es también para Husserl
ción inmediata de esencias es el gran organon delco- obvio que la filosofía fundament a el carácter científi-
nocimiento trascenden tal en general ( ... ) de todo co del saber. La manera de interpretar el ser del ente
conocimiento en general, que, más allá de lo inmedia- determina la correspondiente teoría en cuanto al modo
tamente contemplado, exprese verdades para la con- en que las particulares aspiraciones al saber definen
ciencia trascendental, o que disuelva contenidos dog- su campo temático y en que forman conceptos básicos
-{) axiomas básicos- adecuados a la definición. De
* Madrid: Ibéricas, 1970. las intelecciones teoréticas se siguen necesariamente

160 161
pretada por Husserl se crea siempre un campo con-
las prescripciones metódicas. El esquema de la funda-
tinuo. Tal experiencia contiene, asimismo, caracteres
mentación de la ciencia vincula por lo tant~,, la ~n~o­
Jogía, la teoría del ámbito temático, la donac10n basica apriorísticos de referencias que señalan primero hacia
a través de conceptos básicos y axiomas y la elabora- ámbitos experienciales aislados ingenuamente y, lue-
ción de los métodos correspondientes. Pero hay que go, a ámbitos de saber aislados de modo· precientífico
y que solo una reflexión ulterior determina como ám-
tener en cuenta, en sentido inverso, que el tipo ?e
ber modelado por la filosofía plantea a la expenencia
s~­ bitos científicos. Es necesario añadir desde un comien-
w a cada ámbito del saber constituido en las referen-
exigencias nuevas en cada estadio del desa:r?llo.
cias intencionales una particular experiencia natural
Husserl se atiene a este esquema de las transiCiones. Al
metódica. Ello es también preciso en el caso de que la
igual que la Metafísica de Arist?teles, el sistema d~ la
experiencia originaria sea ingenua, es decir, que ca-
fenomenología vuelve comprensibles los pasos median-
te los cuales la aprehensión ingenua, natural, es con- rezca de reflexión sobre las particularidad es que solo
pueden ser interpretadas por una teoría de las cien-
ducida --en Husserl, por cierto, siguiendo el hilo c~n­
cias respectivas. Esa experiencia natural metódica-
ductor de las reducciones y reflexiones- hasta las m-
mente regulada se encuentra, sin duda, en toda vida
telecciones filosóficas puras.
profesional, aunque prescindamos de todo elemento
Para nuestra tarea debemos invertir esa génesis. Man-
del saber que trasciende la experiencia inmediata. In-
teniendo a la vista la experiencia trascendentalmente
cluso dejando de lado las articulaciones de la vida pro-
constitutiva ya formada, tenemos que volver a ~on­
fesional, descubrimos la misma condición metódica
templar la experiencia científico-natural y la .expenen-
previa en el modo como, por ejemplo, un hombre ha-
cia científico-técnica. Al hacerlo, es necesano mante-
bla psicológicamente acerca de otro o de cuestiones
ner el añadido del adjetivo «científico» dentro de la
políticas de su comunidad. En ambos casos lo hace sin
fenomenología, aun cuando él, aparentemen te, ya nos
intelección científica, pero sobre la base de experien-
anticipa aquello que debe _ser aclara~o. ~ero la expe- cias ordenadas. Si continuamos examinando los funda-
riencia natural tal como sirve a la ciencia --en com-
mentos de la experiencia que son aclarados por la fe-
paración con la experiencia natural «ingenu_a»-- está
nomenología trascendental constitutiva como tal, y
ya modificada por el hecho de que no preciSa p~esu­
que son encontrados de manera inmediata como cam-
poner un mundo dado, pero se a~iene a. u?- contmuo po de experiencia por el científico, tenemos que com-
del campo de experiencia ~ue e~ta c~nstltmdo por las probar entonces lo siguiente:
referencias propias de las mtenc10nahdade~. I?e. m~do La experiencia, de la cual depende toda ciencia, se re-
que la experiencia natural es,_ ~es~~ el prmci¡.no, m- fiere ya de antemano al terreno de experiencia for-
genua, pero metódica. Esta d1stmc10n. ?"o ~a s1~0 ob- mado en la constitución. La continuidad de este te-
servada en ninguna otra fundamentac10n filosófica de
rreno está formada y limitada de un lado por una
la ciencia, porque siempre faltó la visi?n ~ara la es- necesidad ingenua de causalidad y, del otro, por una
tructura intencional propia de la expenenc1a natural,
ingenua necesidad de teleología. La continuidad es
para sus referencias y relaciones d_e fu~dación. E~ pro- completamen te homogénea. En cada lugar pueden
crrlimiento metódico de la expenenc1a natural mter-
163
Jf)2
señalarse índices. Se trata de índices funcionales que está asentado sobre ellos en la diferenciación de las
rotulan los lugares como determinadamente causados, constituciones tiene que aclararse, en cuanto a la teo-
determinadamente causantes, determinadamente ser~ ría y el método de la ciencia, en una ontología de
vidores y determinadamente servidos. Bien entendido: ámbitos. Dice Husserl: «Todo lo que nos ofrecen las
estas maneras homogéneas de vinculación de un con- ciencias de los onta, las ciencias racionales y las em-
tinuo corresponden a la constitución del campo natu~ píricas (en sentido amplio todas ellas pueden llamar-
ral de experiencia determinado del cual se ocupa la se ontologías en cuanto se advierte que están referidas
ciencia respectiva. La experiencia exigida por la cien~ a unidades de la constitución) , se resuelve en lo feno-
cia no se identifica con la experiencia ingenua de cada menológico» [Hua, vol. 5, pág. 78].
cual. A ello se agrega que la experiencia científica se Con ello queda dicho lo siguiente: Toda ciencia es una
lleva a cabo, en cada ciencia especial, en esquemas re- particular ontología de ámbito. La mutua separación
ducidos de maneras diferentes. entre las ciencias no es casual. Sin embargo, las clasi-
ficaciones de las ciencias según factores casuales son
53. El saber científico. Delimitación de ontologías re~ . inevitables cuando falta la consideración fenomeno-
gionales. Vamos a pasar por alto el grado corresp.on- , lógica. La fenomenología constitutivo-trascendental
diente al saber técnico. Lo decisivo es la caractenza~\ debe mostrar que las ontologías de ámbitos, en cierto
ción por la cual el saber científico, considerado desde modo, se separan por sí mismas y, en el fondo, tienen
la fenomenología constitutiva, se distingue de las ma- que ser meramente aprehendidas por la razón cientí-
neras naturales de experiencia. Ante todo, no nos es fica en su propia circunscripción fija.
lícito hablar de ciencia en general. La experiencia to- . Dicho de un modo general: La separación de las cien-
tal efectuada por la labor científica separa unos de cias particulares «corresponde con exactitud a la · fun~
otros, ya en el proceso de la constitución, los ámbitos dación de las realidades respectivas» [Hua, vol. 5,
particulares de la ciencia. Solo la fenomenología tr~~~ pág. 19]. Estas nos son ya conocidas como efectuacio-
cendental efectúa la división misma, o sea, la clasth'-; nes del ego puro, en la manera en que fueron descu-
cación de las ciencias. Cada ciencia se ocupa, de modo biertas por medio de la fenomenología de la consti-
temático de otros entes, o bien --en caso de que hayá: tución.
una rela~ión con el mismo ente desde distintas pers· ·
pectivas- toma en cuenta. al mism? ente desde .dis~ 54. La clasificación de las ciencias. Ya nos hemos
tintos ámbitos de constituciÓn. Constderando conJun,. , referido a esas categorías de la realidad que se fundan
tamente esta determinación y esta movilidad, Husserl) unas en otras, como por ejemplo esta serie de funda-
da a las distintas ciencias, diferenciadas por teorías ción: materia - cuerpo - cuerpo orgánico ~ unidad
constitutivas específicas y por los métodos que de estas psicofísica ~ alma - yo anímico. Cada una de estas cate-
dependen, el nombre de «ontologías regionales». Est~ gorías de la realidad es una categoría de ámbito, pro-
denominación se legitima por el hecho de que se ~ratá pia de una ontología regional, es decir, de una ciencia
de ámbitos distintos (constitutivamente establectdos) . particular. No hay una teoría única (un pensar teo-
de entes (onta) y, en consecuencia, todo lo que y,a rético de fundamentación) que valga para todas las

164 165
ciencias, como tampoco hay un método único. «Su la experiencia actual, es decir, la intuición originaria-
tema propio consiste en discutir cuáles. métod~s ?an mente donante e indiscutiblemente donante pone una
de exigirse para lograr juicios de reahdad obJetiva- realidad individual» [ibid]. Prescindiendo del hecho
mente ( ob je ktiv) válidos (y cuáles condiciones de po- de que toda la sistemática conceptual lógica -enten-
sibilidad de tales juicios tienen que estar trazadas de dida como una sistemática no fundada mediante la
antemano en la esencia de la experiencia misma)» intuición originariamente donante- cae bajo ·la epo-
[Hua, vol. 5, pág. 5]. .. jé, ella admite, a pesar de todo su rigor, la arbitrarie-
La primera dificultad -yla mayor- es clasificar las dad del punto de partida. Es fácil hallar pruebas de
ciencias de modo evidente, es decir, obtener la tota- esto en todas las construcciones sistemáticas, tan fre-
lidad de las ontologías de ámbitos. Ello no se consigue cuentes y tan difundidas, y a las que la ciencia viva
por medio de ninguna dedu~c~ón, ni . s~quiera de la repudia como no científicas: la gran serie de seudo-
deducción trascendental. La umca posibilidad de cla- ciencias, cuya estructuración y cuyas consecuencias
sificar ámbitos esenciales consiste en indagar las rela- son, por lo común, más rigurosas que las de las cien-
ciones fenomenológicas de fundamentación. Con las cias estrictas. Es muy instructivo estudiar este tipo de
nuevas fundaciones surgen nuevos tipos básicos de in- construcción arbitraria, propio de las seudociencias.
tuiciones donantes. Toda fundación remite a actos de Lo característico en ellas es el hecho de que algunos
conciencia originariamente donantes. En la esencia de componentes que se muestran en la intuición origina-
estos arraigan separaciones cardinales según tipos bá- ria varían en la fantasía libre, y por este camino con-
sicos que pueden investigarse sistemáticamente. A cada . ducen a ht integridad lógica, sin que los elementos sean
uno de esos tipos básicos corresponde patenteme nte investigados en la experiencia originaria ni· delimita-
un concepto regional (que delimita la forma sehsi~le dos en su integridad como un tipo básico de experien-
de la intuición donante) y también en consecuencia, cia de modo tal que el ámbito contuviera en sr todas
una región de objetos. . . . . las determinaciones particulares en referencias origi-
Las clasificaciones anteriores de las distintas ciencias narias [Hua, vol. 5, pág. 33].
especializadas se habían realizado . sobre la ~ase dC:l . Nuestras clasificaciones corrientes de las ciencias co-
nexo lógico de los conceptos respectivos. Esa sistemati- mienzan con determinaciones particulares generaliza-
zación del «pensar lógico» proporcionaba conceptos · das, o sea, utilizan lo múltiple, lo diverso, a partir de
comunes, articulados según género y especie. La exi- lo cual las realidades se constituyen como una unidad.
gencia lógica queda satisfecha si los conceptos ~omu­ Como este procedimiento es a posteriori, no hay ga-
nes solo contienen componentes tales que «se aJusten rantía contra el empleo de distinciones accidentales
como expresión pura de un componente del noema in- como fundamento de la sistemática. Necesarias a prio-
tuitivamente dado» [Hua, vol. 5, pág. 26]. Los com- ri son solamente las realidades que se vuelven com-
ponentes posibilitan una clasificación según el domi- prensibles en la fundación, que obtienen su necesidad
nio respectivo. . . y su evidencia apodíctica a partir de la aprehensión
Esta validez lógica no debe confundirse con la vahdez de lo objetivamente ( ob jektiv) trascendente. Las se-
ontológica, que solo entra en consideración «cuando paraciones a las que nos atenemos con las distintas ca-

166 167
tegorías de ámbitos deben ser halladas en la constitu- estaba entre paréntesis: lo trascendente. Transitoria-
ción trascendental. mente, por lo tanto, pondremos entre paréntesis todo
lo puramente conciencial, aunque sin eliminarlo. En
55. Fundamentación de la ciencia: Inversión de las lo noemático (es decir, en el objeto [Objekt] trascen-
reducciones, puesta entre paréntesis de lo no trascen- dente aludido) permanecen visibles las referencias a
dente. El trazado de ese nuevo mapa del saber hu- las actividades de la conciencia, pues de otr-o modo
mano es una tarea reservada al futuro. Nosotros solo sería incomprensible toda relación noética. En tal caso,
podemos concretarlo provisionalmente, volviendo a en definitiva, no podríamos interpretar las ciencias
dirigir nuestra atención, en lo que respecta a la fun- como empeño humano total, en el cual participan la
damentación de la ciencia,. hacia el curso de la cons- conciencia en su totalidad (no solo las capacidades
titución fenomenológico-trascendental. Disponemos de particulares) , el yo físico, psicofísico, anímico y espi-
los recursos ya conocidos: epojé, reducción, reflexión. ritual, el sujeto trascendental y el ego puro. Hay que
Sin embargo, ahora el sentido en que han de aplicarse comprender perfectamente que la ciencia no consiste
es otro. Husserl dice: «La epojé puede tener dos di- en una actividad aislada, ya sea intuición, identifica-
recciones: puede ser puesto algo trascendente [es de- ción, conjunción o disyunción, pero tampoco solo en
cir, todo lo que no es en sí una vivencia o un correlato la escala de las reducciones con las reflexiones corres-
de vivencias] poniendo luego entre paréntesis toda pondientes, sino que es todo ello en su unidad, inclu-
toma de posición (Stellungnahme) ». Esta dirección yendo la fundamentación trascendental y la critica
es la que viene al caso. para la fundamentación de la egológica pura.
ciencia: a ella corresponden todas las ontologías. En En todo este campo, por lo tanto, debe ponerse entre
cambio, si «la reflexión s.e dirige a la vivencia misma paréntesis lo noético. Con el propósito de comprender
y al yo que tiene la vivencia, ella encuentra entonces la fundamentación de las ciencias, y con miras a la
al sujeto psíquico y a los estados psíquicos» [Hua, epojé, reunimos todas las estructuras de la conciencia
vol. 5, pág. 76]. Estos caen bajo la reducción. caracterizándolas como «noéticas», o bien -valiéndo-
He aquí un recurso brillante. En la descripción de la nos de la denominación ingenua- como aspectos
conciencia hemos puesto entre paréntesis, paso a paso, «subjetivos», y las ponemos entre paréntesis.
Jos momentos que trascienden la corriente de viven- Conservamos solo lo noemático, con todos los estratos
cias, para volver así visibles las actividades puras de que en ello han constituido los diversos estratos de las
la conciencia. Por medio de la epojé obtuvimos esas actividades ahora puestas entre paréntesis. Partimos
actividades de modo puro, pero referidas a lo trascen- del objeto-noema ( Ob jekt-Noema) total que hemos
dente, porque la puesta entre paréntesis no corta esas obtenido desde lo noético cada vez más depurado en
ligaduras. De otro modo, ninguna relación noemática sucesivos pasos, y lo desmontamos estrato por estrato.
sería comprensible. Este desmontaje se llama análisis.
Para interpretar la praxis científica del yo empírico Tratamos analíticamente los objetos ( Ob jekte) noe-
debemos proceder a la inversa, es decir, desplazar el máticos. Nuestro camino conduce, por lo tanto, desde
.~ccnto. Ahora no.<; ocupa justamente aquello que antes las imágenes de la representación en las cuales es cap-

1';n 169
tado inmanentemente todo lo trascendente que se ha cias naturales como orgánicas e inorgánicas. Es tam-
vuelto comprensible de modo trascendental, hacia bién contingente la sistematización morfológica en las
atrás, hacia los trascendentes puros que están aún con- biologías, como lo es la sistematización según con-
tenidos como cuerpos extraños en las intenciones de la cepto de sustancia y atributos.
conciencia, para indagar así la estructuración noemá- Incluso en las ontologías que la fenomenología propor-
tica de los objetos ( Objekte) de la ciencia. De este ciona hay que descubrir los elementos noético:.subje-
modo podemos volver inteligible la fundamentación tivos y someterlos a la epojé.
absoluta que parte de la fenomenología constitutivo- A lo objetivo ( objektive) más nudamente real lo po-
trascendental. dríamos llamar, paradójicamente, lo inmanente a la
La fenomenología se desprende, en su primer paso, de cosa, pues la reducción aplicada ahora pone entre
todas las ontologías, para recuperarlas luego siguien- paréntesis justamente los elementos inmanentes a la
do la síntesis completa de los estratos del objeto noe- conciencia como elementos extraños a los objetos ( Ob-
mático que primero se habian separado analítica- jekte) reales. Por ejemplo: el ser percibido es extraño
mente. respecto del ser luz. Ahora bien, si en los fenómenos
Este procedimiento tiene ventajas inmensas. Todos percibidos ponemos entre paréntesis el percibir, los
los grandes dilemas que agitan constantemente la as- aprehendemos en su pureza, en su pureza constitutiva
piración humana de conocimiento, como por ejemplo, ciertamente, en la medida en que seguimos la cadena
si la explicación causal o la interpretación teleológica de reducciones y tenemos en cuenta que ella sirve para
nos acercan más a la verdad de la Naturaleza, caen poner entre paréntesis lo «subjetivo». Al percibir, en
bajo la epojé provisional. Ambas son -para calificar- su carácter de noesis, tenemos que considerarlo como
las sumariamente- aspectos subjetivos de la experien- lo extraño en lo «percibido», del mismo modo que al
cia natural. Ambas -tanto la causalidad como la te- proceder descriptivo en los «hechos descriptos», o a la
leología- son puntos de vista de la actividad humana. constitución de los estados de cosas en los «estados de
A pesar de su consagración teológica (Dios creador, cosas constituidos». Tenemos que poner todas estas de-
Dios planificador, Dios dominador) solo han alcanza- nominaciones entre comillas porque carecemos de un
do seudo-objetividad ( Pseudoob jektivitiit). Otra cosa, nombre para designar los «objetos para la conciencia»
sin embargo, ocurre allí donde ellas fundamentan la desprendidos de las operaciones de la conciencia. «En
composibilidad. la Ontología, por el contrario, efectuamos posiciones
Bajo la epojé subjetiva (puesta entre paréntesis de lo actuales, que, en lugar de estar dirigidas a los corre-
inmanente a la conciencia con respecto a lo trascen- latos y objetos entre comillas, lo están a los objetos sin
dente) cae toda sistematización efectuada por el pen- más» [Ilua, vol. 5, pág. 88].
samiento como logización o -también podría de-
cirse- como racionalización. Todo sistema puesto 56. ¿Qué está fuera de la puesta entre paréntesis?
ingenuamente se apoya en deducciones lógicas. Las Perspectiva de la fundamentación de la ciencia. Con
delimitaciones son más o menos contingentes como respecto a estas puestas entre paréntesis que hemos
ocurre por ejemplo con la sistematización de las cien- ido efectuando desde el grado o nivel integral de ]a

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fenomenología trascendental hasta aquellos actos que tradicionales. Y a Leibniz las suprime, oponiéndose así
tienen una carga máxima de elementos trascendentes, a Descartes. Es muy tentador recurrir al ejemplo de
podemos preguntar: ¿Qué resta fuera de la puesta Leibniz y trazar una analogía entre la «cosa>> y una
entre paréntesis? Un indicio en relación con ello nos laguna llena de peces. El agua que está allí «entre los
lo proporcionan las designaciones ontológicas de ám- peces» no es un agua «animada», pero se encuentra
bitos, tal, ante todo, «cosa» (Ding). «Cosa» no sig- en una relación unitaria de animación con los peces,
nifica ahora la cosa mentada, lo mismo que «esencia» en la medida en que «sirve» dentro de ese todo orgá-
no significa la esencia mentada. Cosa es la denomi- nico. «Cosa», en tal sentido, es una designaci6n del
nación de lo trascendente en su máxima pureza. «Po- complejo autónomo de relaciones entre el servir y el
ner cosas de modo actual no es poner lo mentado de la ser-servido. Pero el mismo término puede también de-
cosa, no es poner lo puesto de la cosa como tal. De signar otros complejos de relaciones, correspondientes,
igual manera: Poner esencias de modo actual no es en cada caso, al tipo de la concreción, es decir, de la
poner lo mentado de la esencia como tal» [Hua, vol. unificación de las determinaciones que se han separado
5, pág. 88]. Por eso res eS, en Descartes, una designa- conceptualmente.
ción para el ámbito ' ontológico total. Por eso también Si tenemos esto en cuenta podemos dar otro paso. En
la posici6n límite para la efectuación trascendental es esta fundamentación de la ciencia, hecha a partir del
en Kant Ja «cOsa en si». noema, las ciencias particulares comienzan por no es-
Pero n:o·nt>S es lícito detenemos en esta caracterización tar separadas, como tampoco lo están lo animado y lo
ontológica. · Nuestras ontologías solo admiten ser con- inanimado en la Monadología de Leibnh:. El universo
sideradas ·\::n el dombllo ' total de la fenomenología entero es entendido como complejos estructurales de
trascendental. ·. DebemOs tener siempre en cuenta que complejos diversos que, a su vez, están ya estructu-
lo que 1lamáínos rosa muestra su objetalidad (Objekt- rados. Para exponer las conexiones estructuradas en-
tre unidades cualitativamente estructuradas hay que
haftigkeit) trascendental;;real en la epojé que pone
entre paréntesis· los elementos inmanentes de la con- elaborar un nuevo tipo de mathesis, una characteris-
ciencia. Por lo tanto tal como ya lo hicimos en la di- tica universalis que caracterice de modo cualitativo.
rección originaria, tenemos ahora que ejercer la re- Las modernas ciencias naturales ya la insinúan.
flexión correspondiente sobre la epojé. «Cosa», en esta Pero no continuaremos ocupándonos de esta vaga con-
reflexión, no es una categoría de ámbito, sino lo ab- secuencia. Baste con decir que la cosa no es una sus-
solutamente autónomo, de mOdo tal que todos sus mo- tancia; ante todo, no es una sustancia separada, y, por
mentos vuelven posible el desmontaje para una expli- tanto, tampoco es sustrato de atributos. «Cosa» signi-
cación inmanente en las ciencias. «Cosa» es, dentro de fica, en la medida en que reflexionamos sobre la epo jé
la plenitud de percepción propia de la mónada indivi- de las acciones subjetivas del conocimiento (es decir~
dual, lo reflejo, es decir, algo no material ni animado. sobre los hilos no cortados sino solo invalidados de la
Esta distinción científica aparentemente decisiva de- noesis en la fenomenología trascendental) lo que se
saparece por efecto de la fenomenología, lo mismo objetiva ( Objektivierende) a sí mismo. En el auto-
que ocurre con toda la serie de las otras distinciones objetivar (Selbstobjektivieren) tenemos un hilo con-

172 173
ductor que muestra cómo la cosa debe ser empleada nología constitutiva. «La fenomenología, en nuestro
en cuanto aclaración y factor de elucidación para la sentido, es la ciencia de los "orígenes", de las ~·J]la­
fundamentación rigurosa de la ciencia [Hua, vol. 5, trices" de todo conocimiento, y es el suelo materno de
pág. 25]. Trátase de todos los «conceptos objetuales todos los métodos filosóficos ... ». En cuanto «los con-
regionales». Estos no pueden ser inferidos «en el sen- ceptos básicos de todas las ciencias (dogmáticas) Jle-
tido de una deducción trascendental a partir de algún cesitan una aclaración, una vuelta a sus orígenes, todo
postulado ( ... ) y, sin embargo, sí según un claro hilo lo que aquí se siente como carencia encuentra siempre
conductor trascendental. Siguiendo este, no podemos su cumplimiento último en la fenomenología, y tal
deducirlos sino hallarlos a ellos mismos y captarlos aclaración conceptual problemática es solo un paso
pasó a paso en actitud contemplativa». El hilo conduc- para la aclaración fenomenológica y para la investiga-
tor de las acciones de la objetificación (Verobjektivie- ción de esencias que se desarrolla fenomenológicamen-
rung), mantenida en la autonomía, conduce a deter- te dentro del marco de los problemas de la constitu-
minaciones de esencia, tales como extensión, configu- ción fenomenológica» [Hua, vol. 5, pág. 80 y sigS·]·
ración espacial, posición espacial, lugar, cambio de
lugar, movimiento, aspiración ( appetitio) ; todas ellas
categorías de ámbito. Todo momento esencial así de-
signado es una fundamentación absoluta de una cien-
cia determinada. Las categorías de ámbito son las de-
signaCiones para diversas ontologías de ámbito, libres
de las contingencias a que están sometidas las clasifi-
caciones corrientes de las ciencias. -
Será arduo desarrollar esas ontologías de ámbito, par-
ticularmente si tenemos en cuenta que hacerlo requie-
re la marcha de la fenomenología trascendental desde
la experiencia originariamente donante hasta las efec-
tuaciones constitutivas del ego puro. La tarea consiste,
con otras palabras, en seguir estas fundamentaciones
de los objetos ( Objekte) reales en los nexos de funda-
ción que forman paralelo con los nexos noéticos de
fundación.
Cuestiones análogas se plantean con respecto a las
ciencias del espíritu y a sus correspondientes onto-
logías.
Pero lo más importante, y que no se debe olvidar, es
que todas las ontologías se disuelven finalmente re-
gresando a la conciencia constituyente en la fenome-

174 l 75
6. Conclusiones un concepto preconcebido de la verdad para medir
se~ el la~ fW?-ciones del conocimiento, ni tampoco
partu de discusiones formales de distinto origen. Ob-
tenemos los criterios de verdad inmediat amente en las
funciones de conocimiento que se legitiman a sí mis-
mas, es decir, partiendo del cosmos total de las efec-
tuaciones de conciencia que regresan a sí mismas. Es-
En mis exposiciones he querido dejar establecido que t~s; captándo.se a sí mismas, captan a la vez las posi-
la marcha de las investigaciones de Husserl solo es bilidades de Juzgar según criterios autónomos.
comprensible en su totalidad . Propónese indagar ex- Ningún argumen to aplicado desde afuera puede aquí
clusivamente la actividad consecuente y demostra ble a~terar nada. Ni las cuestiones tradicionales ni las pro-
en cada paso de la capacida d cognoscitiva. Surge de la pias de una especul,ación de vasto alcance son capaces
trama real misma el que las otras actividades igual- de romper ese caracter de totalidad cerrada. Si una
mente importan tes de la conciencia sigan el mismo meditación más profunda encontra ra nuevas posibili-
curso. El método para estudiar ese curso parte de la dades de fundame ntación para responder la pregunta
experiencia ingenua del mundo, ya dada, e investiga por el saber, no quedaría afectado con ello el globus
sus condiciones en la experiencia trascende ntal que, husserliano de la conciencia. Tales nuevas cuestiones
por su parte, es una investigación de la arjé (a Husserl podrían tratarse ~ambién sobre la base establecida por
le gustaba usar en la conversación la expresión arjelo- Huss.erl. .Esta ~m?ad total de actividad, propia de la
gía). Y con el conocimiento de las condiciones regresa concie~cia, es Siffillar a la de un ser viviente elemental.
al punto de partida. En este regreso, la experiencia Es posible introduci r en ella todas las cuestiones no
natural se vuelve -median te su enlace con la expe- contenidas en sus contornos ya delineados. Ella las ad-
riencia constitu tiva- comprensible y evidente de una mitirá orgánicamente en la organización de la con-
manera totalmen te distinta a como lo era antes del ciencia.
trabajo de las reducciones y reflexiones. Estas hacen Esta autointer pretación del propio Husserl era correc-
visible la legitimación del «empleo» de la experiencia t~. La fenome~olo?ía trascendental constituye algo vi-
trascende ntal dentro de la experiencia mundana . Nos VIente, cuya eficacia se puede probar en todas las nue-
familiarizamos así con la actividad de la capacida d vas tareas de las que ella se apropia. La crítica solo
cognoscitiva y tenemos un panoram a de sus funciones puede ser, por así decir, una crítica biológica. Se trata
en el contexto formado por la experiencia misma. de ~rob~r si y có~o están concertadas las partes de or-
En esta familiari dad -y no antes- comprendemos g~n~ación que eJecutan tal apropiación, en qué esta-:
la efectuación objetiva ( Objektiv ) del conocer, y ello d10s mtermedios y mediante qué transformaciones ocu-
en el sentido de la positividad trascendental. Solo en rre esta. Solo las pruebas así entendidas son cuestiones
¡·-; t:• autolegitimación puede plantears e la pregunta críticas adecuadas.
1•or 1:t ,..-n hd. No nos es
lícito, por lo tanto, partir de La fundación originaria efectuada en la fenomenolo-
gía trascendental -aun cuando solo de manera esque-
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mática- no se desbarata, sino que, en un nuevo me- Podríase también objetar que la conciencia, en este
dio, es conducida a nuevas cuestiones para las cuales bosquejo propio, parece ser ahistórica. A esto hay que
su organización está ya preconfigurada. Es probable contestar que ella debe hacer su historia : está por sí
que con ello se simplifiquen indebidamente todas las misma predispuesta para eso.
cuestiones futuras a fin de asimilarlas. Desde el punto Esa historia es dialéctica, no solo en la secuencia his-
de vista de la fenomenología trascendental, podría dar- tórica, sino también según el propio acaecer fáctico.
se una doble respuesta a esta posible objeción: En pri- Ello está condicionado por el hecho de que lo contra-
mer lugar, una simplificación de los momentos de la dictorio no es el pensar sino las cosas, tal como ellas,
conciencia que se han vuelto nebulosos en la literatu- en su ambigüedad derivada de su imprecisión, enfren-
ra filosófic~ actual por obra de una complicación con- tan a la conciencia. Justamente el hecho de que el pen-
tinua sería provechosa para la investigación. En segun- sar haga frente a esa ambigua imprecisión muestra
do lugar, la unidad de la conciencia, habilitada para su aptitud trascendente. El medio propio de su confir-
una actividad múltiple, se enriquecerá sin menoscabo mación es la historia biográfica de la conciencia, es
de su estructura, o bien se podrá acrecentar de acuer- decir, la historia de lo experimentado en la experien-
do con la autenticidad de las cuestiones que se le plan- cia, de lo pensado en el pensar.
teen. Pero tal autenticidad implica la correspondencia
entre las cuestiones y la estructura básica de la unidad
total de los motivos de ejercicio de la conciencia que
se fundamentan mutuamente.
Se podría pensar que toda la concepción está presen-
tada de modo excesivamente naturalista. A ese respec-
to hay que decir que la fenomenología trascendental,
en su esclarecimiento de la estructura de la experien-
cia, o de la conciencia, muestra cada paso como el re-
sultado necesario del paso anterior. Su seguridad solo
resultaría afectada Si a tal necesidad le faltara la com-
probación exigida y si se pudiese comprobar su inexis-
tencia. Incluso en esos casos, la fenomenología podría
controlarse a sí misma y reorganizar las deformaciones
sin dañar su unidad estructural. Esta, tal como está
delineada por la fenomenología trascendental, presen-
ta un carácter tan puramente nuclear, que es suscep-
tible de incremento según su propia entelequia. Este
núcleo, por cierto, no está desarrollado. Carece aún
de una gran diferenciación de caracteres, pero se tra-
ta de un núcleo sólido e indisoluble.

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Indice

7 A modo de homenaje a Wilhelm Szilasi, Ger-


hard Funke
11 Prólogo del traductor
17 Introducción
23 l. La fenomenología descriptiva
74 2. La fenomenología trascendental
121 3. La fenomenología de la constitución tra~-
cendental
146 4. El problema de la trascendencia
159 5. Fundamentación filosófica de la ciencia
176 6. Conclusiones

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