Resumen Morgan

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La invención del pueblo

Edmund S. Morgan
Primera parte
Todo gobierno descansa en el consentimiento, obtenido de alguna manera,
de los gobernados. A la larga la fuerza no constituye base suficiente para
inducir el consentimiento. Por lo tanto este debe ser sostenido por
opiniones.
Los pocos que gobiernan se ocupan de alimentar esas opiniones que a
menudo se diferencian de los hechos observables. Así pues, el éxito de un
gobierno requiere aceptación de ficciones (suspensión voluntaria de
incredulidad). Esto tanto para gobiernos libre como populares militares o
despóticos.
Todo gobierno debe hacer creer en algo y para ser viable para cumplir con su
propósito, las ficciones implicadas deben tener cierta semejanza con los
hechos. Estás son necesarias por lo tanto a menudo nos esforzamos en
cambiar los hechos con el propósito de que coincidan con la ficción. A esto lo
llamamos “reforma”, la ficción asume el mando y modifica la realidad.
Estás ficciones limitan tanto a gobernados como gobernadores, podría
decirse que son reformados por las ficciones de las que su autoridad
depende. Es más la libertad podría depender de las propias ficciones que
sostienen la autoridad. Por lo general a las ficciones se las denomina como
verdades evidentes por si mismas (no son discutibles). Lo que implica nuestro
compromiso con ellas y a su vez las protege de todo desafío.
Propósito del autor: Explorar el hecho de que la mayoría de nosotros se
somete voluntariamente a ser gobernada por una minoría de nosotros.

1 El derecho divino de los reyes


La monarquía siempre ha necesitado estrechos lazos con la divinidad (en el
mundo occidental la política con la teología). Los reyes fueron concebidos a
imagen de Cristo o del Dios padre.
En Inglaterra, en la primera mitad del siglo XVII la contrarreforma estaba en
apogeo y el derecho divino de los reyes se había convertido en una ficción
necesaria en los países protestantes.
Jacobo I reinó en Inglaterra desde 1603 hasta 1625 se lo reconoce como el
campeón del protestantismo al demostrar que Dios no tenía trato alguno con
el Papa. Sino que Dios confería la autoridad directamente a los gobernantes
legítimos. Dato que Jacobo informaba a sus súbditos acreditando la enorme
autoridad que sobre ellos le daba Dios al designarlo rey.
Así el derecho divino del rey se convirtió en una declaración de
independencia, en la base de la libertad de Inglaterra ante una potencia
extranjera.
El rey era supremo entre los ingleses. Todos los demás eran súbditos. Pero
estos tenían derechos. Y era acerca de esos derechos que el rey y los
comunes a veces discutían. El rey El rey insistía que esos derechos eran
favores concedidos por él o por sus predecesores. Los comunes aseguraban
que los derechos eran derechos asegurados por leyes que podrían derivar su
autoridad del lugarteniente de Dios, pero que de todas maneras lo obligaban
a él porque eran justos incluso si pensara de otra manera.
Las luchas entre el rey y los comunes en las primeras 3 décadas del siglo XVII
fueron reflejo de divisiones que existían en la propia corte del rey o en las
filas de las oligarquías locales. Los representantes gobernados como
gobernantes actuaban como una rama del gobierno, no pudieron librarse de
su condición de súbditos. Por lo que estaban obligados a considerar al
gobierno algo separado, respecto de lo cual era posible disentir y
enfrentarse.
Había dos reglas básicas el lugarteniente de Dios no podía equivocarse y
todos los demás eran súbditos. La atribución de la divinidad del rey
posiblemente haya estado motivada por el deseo de constreñirlo a acciones
dignas de un Dios. En 1690 los comunes lo exaltaron a una altura tal que le
impedía moverse sin riesgo de fracturar su divinidad. Pero debe tenerse en
cuenta que tanto el rey como los comunes actuaban de acuerdo con una
ficción. Ej. Jacobo I y su hijo Carlos I no estuvieron a la altura del carácter que
se atribuían, ni se asemejaban a un Dios.
La “gentry” (grupo social de propietarios rurales ubicado por debajo de la
alta nobleza) estaban ascendiendo políticamente. El aumento del poder real
en Inglaterra en el nivel local se había producido en gran medida
aumentando la cantidad y las funciones de los jueces de paz en todos los
condados a expensas de las instituciones locales. Pero los jueces no eran
burócratas eran aficionados, que prestaban su propio peso en sus
comunidades para respaldar la ley y el orden de los que dependían su
prosperidad y la autoridad del rey. Durante los siglos precedentes la gentry
se había hecho cargo de la Cámara de los Comunes. Los monarcas de
Inglaterra ampliaron el número de bancas en la Cámara de Comunes y
ampliaron el número de jueces en los condados, para conseguir el apoyo de
la gentry en la reforma política y religiosa de todo el país.
A diferencia de los Lores los miembros de la Cámara de los Comunes no
ocupaba su lugar por derecho propio. Ellos eran representantes de todos los
súbditos. Y por tanto la representación es una ficción lo que deriva en
limitaciones a su accionar. A su vez se tiene en cuenta que luchaban por los
derechos de todos los representados pero no todos gozaban de los mismos
derechos.
En la petición de Derechos de 1628 se afirmaron los derechos de todos los
súbditos del rey a no tener que pagar impuestos ni a ser encerrados sin “el
consentimiento común por ley del Parlamento” y el “debido proceso legal”.
El rey fue obligado a aceptarla de manera que debió incluirla en los libros de
leyes, junto con la Carta Magna.
Al poner la autoridad del rey en el plano de la divinidad, la Cámara de los
Comunes negaba la posibilidad de que cualquier otro mortal compartiera
esos atributos reales negaba la posibilidad de que el rey los transfiera a otro
súbdito. El rey podía delegar autoridad pero no podía transferir su
“participación con Dios”.
 Montagu era un clérigo que había argumentado que la iglesia de
Roma y de Inglaterra estaban menos apartadas que Cristo y el
Anticristo, y podrían un día reconciliarse. Los comunes lo pusieron
en prisión, lo censuraron por sus doctrinas, las cuales, tuvieron el
cuidado de señalar, eran contrarias a la demostración hecha por el
rey Jacobo de que el Papa era el Anticristo. Los Comunes se
disponían a castigarlo pero el rey Carlos I lo nombró su capellán.
Los Comunes castigaban a los demás súbditos y daban por supuesto
que sabían lo que quería el rey mejor que sus funcionarios y mejor que
el mismo rey. Pues ya que el rey deseaba siempre lo mejor para sus
súbditos seguramente ningún súbdito estaba más capacitado para
saber lo que era mejor para todos que los representantes de todos los
súbditos del rey reunidos.
Los miembros del Parlamento eran súbditos que habían sido investidos
con la responsabilidad de representar a sus iguales. Si tarea era liberar
al rey de los falsos consejos ofrecidos por súbditos malévolos. E
informar al rey de cualquier abuso. Castigando a quien engañara al rey.
Durante los reinados de Jacobo I y Carlos I la Cámara de los Comunes
se mantuvo ocupada castigando a hombres malvados, los súbditos más
temibles eran los propios ministros y los favoritos del rey. En 1621
enfrentaron a sir Giles Mompesson, favorito de Jacobo I, o entregaron
a la Cámara de los Lores, ésta respondió con una condena a cadena
perpetua pero Mompesson huyó del país. Así, la Cámara de los
Comunes se lanzó tras los peces gordos. Después que Carlos ascendió
al trono y concedió al duque de Buckingham toda una serie de cargos
que ofendían a la Cámara de los Comunes. Se perfeccionaron en el
proceso de acusación y comenzaron los procedimientos contra él en
1625 pero Carlos lo salvó disolviendo el Parlamento. En 1628 se
reunieron y presentaron la Petición de Derechos y luego volvieron con
Buckingham. Prepararon un memorial de reivindicaciones acerca de
todo lo que fallaba en su reino, innovaciones en religión, en el
gobierno, etc. El origen de todos estos problemas era el duque de
Buckingham.
Después de 1629 Carlos se las arregló para no llamar al Parlamento
pero en 1640 necesitaba fondos por lo que convocó al Parlamento
Largo por lo que la Cámara de los Comunes volvió a la tarea de derribar
a quienes habían subido por encima del lugar adecuado de los
súbditos. Pero ambiguamente poner a los otros súbditos en su lugar
había comenzado a elevarlos a una altura que no correspondía a un
súbdito.
La Ley Trienal consiguió su aprobación, de ahí en más el rey ya no
podría evitar la compañía del Parlamento, el cual iba a reunirse cada
tres años se los convocara o no.
Como conclusión el derecho divino de los reyes nunca había sido más
que una ficción, y usado como lo hicieron los Comunes, condujo a la
ficción que lo reemplazo, la soberanía del pueblo. Así, al aceptar el
derecho divino del rey al elevarlo hicieron lugar para el ascenso de los
humildes, para las nuevas ficciones de un mundo donde todos son
creados iguales y los gobiernos obtienen sus poderes de aquellos a
quienes gobiernan.

5 La revolución cautelosa
La década del radical experimento de gobierno en Inglaterra llegó a su
fin en 1659, cuando lo que quedaba del Parlamento Largo, disuelto en
1653, se reunió en Westminster. El ejército había creado a este
Parlamento en 1648, cuando el coronel Pride purgó la Cámara de los
Comunes de todos los miembros que apoyaban seguir reconociendo al
ya debilitado monarca. En 1660 en menos de un mes se disolvió a sí
mismo para dejar lugar a un nuevo Parlamento al estilo antiguo. Fue
llamado Convención porque no había sido convocado por un rey. Por
lo tanto un parlamento restaurado requería un rey restaurado. Por ello
hicieron proclamar a Carlos II en Londres.
El Parlamento Convención dio muestras de algo de la vieja
independencia parlamentaria. Se aprobaron proyectos para abolir la
posesión feudal de la tierra y para confirmar tanto la Carta Magna
como la petición de Derechos. En 1661, las nuevas elecciones
produjeron un parlamento cuyos miembros, mostraron una deferencia
hacía el rey que pareció significar la muerte de la soberanía popular.
Por una ley específica dejaron sin efecto la Ley Trienal y restauraron a
la iglesia de Inglaterra la preeminencia disponiendo severos castigos. El
clero d la iglesia restaurada respondió con gratitud con reafirmaciones
del derecho divino del rey. El pueblo en esta etapa no podía inferir
poder a nadie porque él mismo no lo tenía. Las leyes diseñadas por los
representantes del pueblo en el Parlamento obtenían toda su
autoridad solo del monarca que las aprobaba. Solo el rey poseía
soberanía.
Era tentador para el rey y sus ministros creer que podían conducir a
Inglaterra hacía la clase de gobierno que los monarcas del continente
europeo, libre de Parlamentos, habían ido creando. Por lo que se
dirigieron en la misma dirección, si hubieran tenido éxito se podría
haber convertido en un satélite de Francia, con un monarca despótico
cuyo derecho divino provendría de Roma, vía París. Aunque no
tuvieron éxito les tomo casi 30 años convencerse de que la
supervivencia de la antigua constitución requería una vez más el retiro
del monarca reinante. En 1689 el derecho divino de los reyes murió.
Sin embargo era tan fuerte la repugnancia que seguía produciendo la
buena y vieja causa de las décadas de 1640 y 1650 que los hombres
que destituyeron a Jacobo II fueron cautelosos en cuanto a la
afirmación de la soberanía popular.
Diversas circunstancias salvaron a Inglaterra de seguir el mismo camino
que Francia la diferencia fundamental que distinguió a la política
inglesa de la francesa fue el hecho de que la restauración había
restaurado al Parlamento y fue el Parlamento el que restauró al rey y
continúo sosteniéndolo.
El fanatismo religioso o intolerancia, había sido un fuerza motriz en el
surgimiento de la soberanía popular. Los monarcómanos del siglo XVI
no pedían la libertad religiosa si no la eliminación de religiones
equivocadas. Los representantes del Parlamento de Jacobo I
encontraron que su celo no era suficiente estricto en la persecución de
los católicos. Los Parlamentos de Carlos I también lo consideraron
demasiado permisivo.
Cuando Carlos II regresó para recuperar el trono, el Parlamento
promulgó leyes adicionales para castigar cualquier tipo de disenso con
la restaurada Iglesia de Inglaterra. Pero su objetivo era obtener
libertad del movimiento tanto de la iglesia como del Parlamento. En
1662 suspendió la vigencia de leyes contra el disenso católico y
protestante de la iglesia de Inglaterra, asociando así la libertad
religiosa. Diez años después, la Cámara respondió con una resolución
de “que leyes parlamentarias penales, en temas eclesiásticos, solo
pueden ser derogadas por el Parlamento” además impusieron a todos
los funcionarios públicos renunciar totalmente al catolicismo y sus
doctrinas.
Ninguna afirmación de soberanía popular acompaño este despliegue
de poder parlamentario.
Nadie se mostraba demasiado en recurrir a las doctrinas que habían
conducido a 1649, y los Comunes trataron de insistir por controlar al
rey dentro de los límites que habían respetado en 1620, cargando las
culpas de todo a los malos consejeros.
División del país a causa de q el rey Carlos no permitía que se alterara
la sucesión. Dos bandos whigs quienes apoyaban la exclusión y tories,
quienes tenían miedo de alterar la Constitución interfiriendo en la
sucesión superando así su miedo a un rey papista. El clero era
mayoritariamente tory y con otros tories inundaron las imprentas con
un diluvio de sermones y folletos alabando el derecho divino en
general y la sucesión hereditaria en particular. Fueron los whigs los que
revivieron la soberanía del pueblo. Los whigs temían que Jacobo un vez
en el trono eliminara todas las barreras constitucionales contra el
catolicismo. Por lo tanto su única garantía era excluir del trono a
cualquier católico. En la busca de su objetivo los whigs debieron
quitarle el carácter sagrado a la sucesión, situando los orígenes tanto
del gobierno como de la monarquía en la elección o el contrato
popular. El tipo de soberanía popular de los whigs hacía hincapié en la
adhesión a la antigua Constitución (rey, Cámara de los Lores y Cámara
de los Comunes). Los tories afirmaban que la autoridad legislativa
derivaba únicamente del rey.
Tanto su estrategia como la aplicación de la soberanía del pueblo sobre
la que se apoyaba requerían la cooperación de un monarca reinante
que no hubiera perdido su derecho al trono.
Los whigs estaban liderados por el conde de Shaftesbury cuya idea de
soberanía popular asignaba un papel principal en el gobierno a la
nobleza. Él sostenía que había dos maneras de que un monarca
sostenga su poder, con un ejército permanente o con la nobleza.
En 1681 la soberanía del pueblo requería que cualquier cambio fuera
hecho legalmente como pretendían los whigs. La crisis de exclusión
alentó a por lo menos otros dos whigs Locke y Sidney a escribir
defensas más radicales de la soberanía popular. Locke escribió ambos
tratados entre 1679 y 1681 (salvo por algunos párrafos añadidos luego)
y fueron pensados para justificar la exclusión.
Carlos tomó medidas para que cualquier futuro Parlamento fuera
dócil, tuvo un ambicioso proyecto para reducir y controlar lo cuerpos
ejecutivos y el electorado de los municipios “regulando” sus cartas.
Esto y las irregularidades en los whigs ayudo a qué al suceder Jacobo al
trono lo hiciera sin problemas.
Como resultado el rey Jacobo actuaba como se lo esperaban por lo
tanto whigs y tories se unieron para derrocarlo. Por lo tanto se intentó
que Guillermo esposo de María (hija de Jacobo) llegara al trono. Este
detallo una lista con todas las irregularidades del rey Jacobo y convocó
a un Parlamento libre con los antiguos requisitos electorales
restituidos. Esto terminó en la huida de Jacobo a Francia. Por lo cual
Guillermo asumió momentáneamente el mando. Se convocó una
Convención (Convención ya que un Parlamento solo puede pedirlo el
rey oficial) para pedir que Guillermo quedará oficialmente en la trono.
 Distinción entre una comunidad sin gobierno y un estado
establecido con un gobierno era que la disolución del gobierno
no destruía los lazos de la comunidad ni reducía a la gente al
estado de naturaleza que existía antes de que se asociara por
medio del contrato popular. Igualmente importante es insistir en
que el gobierno estaba disuelto y necesitaba ser reconstituido, y
a mismo tiempo en que la comunidad no estaba disuelta y que
podía actuar a través de su Convención.
Sawyer: la Cámara de Convención no representa al total de
súbditos porque no representa ni a mujeres, niños y criados. Esta
más bien era un tercer estado en el gobierno. A esta acusación los
whigs respondieron que la Cámara representaba la parte valiosa y a
todos aquellos que merecen participar del gobierno.
Los whigs insistían en que las acciones de Jacobo fueron las que
dejaron el trono vacante. Y esto tenía implicaciones inaceptables
para los tories. Al declarar vacante el trono se asumía que el rey
moría legalmente, el pueblo a través de la Convención tenía
autoridad para nombrar un sucesor.
Una vez ascendido Guillermo establecieron la antigua Constitución.
Los tories instaron a proclamar una declaración de derechos que
limitara a los futuros reyes. Fueron los whigs quienes como
representantes del pueblo ataron al nuevo rey a las nuevas leyes
fundamentales. Antes de acceder al trono debían asegurar la
religión, leyes y libertades y una lista con los agravios a corregir (23
agravios la comisión y 5 más la Cámara). Se promulgó como una
declaración de Derechos la cual estaba minuciosamente redactada
sin afirmaciones sobre María y Guillermo para que los tories no la
desaprobaran. Estos principios eran los mismos que Guillermo
estableció como acusación hacia Jacobo. Una vez en su cargo
Guillermo pidió fondos a la convención por lo que está debió
transformarse en Parlamento y lograr recaudar dinero necesario
para los gastos de la corona. Los tories querían una nueva elección
pero los whigs aceptaron la transformación.
La soberanía del pueblo era una ficción conveniente, quizá para una
Convención empeñada en desenredar y desplazar a un monarca
cuyas creencias y conducta ofendían a la vasta mayoría de sus
súbditos. Pero la soberanía del pueblo como otras ficciones
perdería su utilidad si se la tomaba literalmente. Cuando Sawyer
decía que la Convención no podía ejercer la soberanía del pueblo
porque las mujeres, niños y criados no habían participado en si
elección estaba exigiendo un cierto grado de literalidad.
Así se establece que la soberanía popular en Inglaterra desde un
principio fue ejercida por el Parlamento o más precisamente por la
Cámara de los Comunes.

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