SOFONIASKEV

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LIBRO DEL PROFETA SOFONÍAS

Sofonías contiene solo tres breves capítulos, pero estos están


repletos de las imágenes más vívidas del castigo de Dios que
podemos hallar en la Biblia.

La profecía de Sofonías deja bien claro que Judá y sus países circunvecinos sentirán el ardor de la ira de Dios.
Profetizó en Judá durante el tiempo del rey JOSÍAS.
La profecía de Sofonías deja bien claro que Judá y sus países circunvecinos
sentirán el ardor de la ira de Dios. Profetizó en Judá durante el tiempo del
rey JOSÍAS.

Sofonías comprendía que el Señor utilizaba a otras naciones para traer


juicio sobre su pueblo rebelde. Estaba espantado de que, después de la
catástrofe de las tribus del norte, el pueblo de Judá todavía mantenía la
prepotente noción de que Dios no era capaz de hacer ni bien ni mal (1:12).

Profetizó el juicio venidero sobre cinco naciones extranjeras: Filistea, Amón,


Moab, Etiopía y Asiria (2:14-15).

El uso repetido del término “el Día del Señor” indica que el libro de
Sofonías contiene un mensaje sobre el fin de los tiempos. El Día del Señor
equivale a un tiempo, o al día determinado, cuando Dios cumplirá su
propósito para la humanidad y la tierra. El justo será recompensado con
eterna bendición y el impío será castigado con eterna condenación.
PROPÓSITO: Estremecer al pueblo de Judá a fin de que abandone su
indiferencia e instarlo a volver a Dios

AUTOR Y FECHA: Sofonías, y la mayoría de los especialistas fija su fecha


de redacción entre los años 630 y 627 a.C. Entre sus contemporáneos
estaban Jeremías y Nahum.
BOSQUEJO:

I. El día de la ira de Jehová (1:1-18)

II. Juicios contra las naciones vecinas (2:1–15)

III. El pecado de Jerusalén y su redención (3:1-20)


MARCO HISTÓRICO:

El marco histórico se encuentra en 2 Re. 21–23. La nación había sufrido un


gran decaimiento espiritual después del reinado de Ezequías y del ministerio
del profeta Isaías.

El rey MANASÉS volvió a levantar los altares de Baal (2 Re. 21:3),


derramó mucha sangre inocente (2 Re.21:16) y Amón dio el mismo ejemplo
y orientación al pueblo (2 Re.21:1–23). Este período duró cincuenta y dos
años. Entonces comenzó el reinado de Josías, cuando este tenía apenas ocho
años de edad. Dieciocho años más tarde se encontró el libro de la Ley y
comenzó la gran reforma. Pero ni siquiera aquel breve período de
avivamiento pudo detener la ola de paganismo y adoración falsa que
condujo a Judá a la destrucción. El castigo llegó en 586 a.C. cuando los
ejércitos de Babilonia destruyeron a Jerusalén y se llevaron cautivos a sus
principales ciudadanos
CARACTERÍSTICAS PARTICULARES:

Este libro tiene una revelación extensa acerca del futuro “día de Jehová
El profeta Sofonías demuestra que conoce bien la ciudad de Jerusalén (1:10-
11). Como era descendiente de reyes, probablemente vivía en Jerusalén.
Tiene que haberle sido en extremo doloroso anunciar el castigo de Dios
contra su amada ciudad.

Como sucede con la mayoría de los profetas, los escritos de Sofonías tienen
tres componentes:

1. El pronunciamiento de juicios específicos, y a veces universales, por el


pecado.

2. Un llamado al arrepentimiento, porque Dios es justo y está deseoso de


perdonar.

3. Una promesa de que el remanente que ha hecho de Dios su refugio será


salvo.
EL DÍA DE LA IRA DE JEHOVÁ (1:1-18)

CAPÍTULO 1

1:1 Sofonías profetizó en los días de Josías, rey de Judá (640–609 a.C.).

Los indicadores de que el libro fue escrito a principios del reinado de Josías
son:

1. No se menciona la reforma de Josías en el 621 a.C.

2. Nínive (2:13–15) fue destruida en el 612 a.C., justamente tres años antes
del fin de su reinado.

La profetisa Hulda fue llamada cuando el libro de la Ley fue hallado en el


templo (2 Re. 22:14).
Josías buscó a Dios y durante su reinado se halló en el templo los libros de
la Ley. Después de leerlos, Josías comenzó un gran avivamiento religioso en
Judá (2 Re. 22:1–23:25).

Sofonías ayudó a este avivamiento al advertir al pueblo que vendría juicio si


no abandonaba su pecado. A pesar de que este gran avivamiento llevó a la
nación a Dios, no eliminó del todo la idolatría y solo duró un corto tiempo.
Doce años más tarde, Babilonia conquistó a Judá y la envió al cautiverio.

1:4-6 Cuando los israelitas llegaron a la tierra prometida, no la limpiaron


por completo de sus habitantes cananeos paganos, quienes adoraban ídolos.

Poco a poco los israelitas comenzaron a adorar los dioses de los cananeos.
A pesar de que había muchos dioses, Baal era el principal; simbolizaba
fortaleza y fertilidad. Dios se enojó grandemente porque su pueblo se alejó
de Él para adorar a Baal.
La historia está llena de ídolos e idólatras, y la idolatría prevalece incluso
hasta en nuestros días. Un ídolo es cualquier cosa que reverenciamos más
que a Dios. Sin embargo, a la larga todos los ídolos demuestran su carencia
de valor y el verdadero Dios prevalecerá.

1:5 El pueblo se convirtió en politeísta, adoraba a Dios y a todos los demás


dioses de la tierra. Uno de estos dioses era Milcom o Moloc. Era el dios
nacional de los amorreos. La adoración a Moloc incluía el sacrificio de
niños, un pecado abominable (Lv 18:21; 20:4-5). Desde los tiempos de
Moisés, a los israelitas se les advirtió acerca de la adoración de este falso
dios; pero se negaron a escuchar.

1:7 Estas profecías tienen un doble cumplimiento, uno para el futuro cercano
(muy poco después de esta profecía) y otro para el futuro distante (quizás
durante el fin de los tiempos). Ocurrió un día de juicio y de gran matanza
durante la vida de este pueblo cuando los babilonios invadieron la tierra.
Algunos eruditos entienden que estas profecías de juicio se refieren
totalmente al futuro. El profeta vio estas profecías como sucesos futuros, pero
no pudo ver cuándo ni en qué orden se llevarían a cabo.
Día, en hebreo yom: el período diurno o lo que tiene lugar en un lapso de 24
horas, es decir, un amanecer y un atardecer. También se refiere a un período
de tiempo específico. yom se menciona más de 2,200 veces. Esta palabra
contiene una variedad de significados. La encontramos por vez primera en
Génesis 1.5, donde Dios llama a la luz “día”. El resto del versículo muestra
que el día no sólo es el período diurno, sino también el lapso que transcurre
entre el anochecer y la mañana. (Como Dios colocó el anochecer antes que
el amanecer a lo largo de toda la semana de la creación, el día judío
comienza a la caída del sol.) yom puede representar un período de tiempo o
la ocasión en que ocurre algo de especial importancia.

1:8-10 Usar vestidura pagana implicaba que deseaban los dioses y estilos de
vida extranjeros. Los líderes que debieron ser un buen ejemplo para el
pueblo, adoptaban las prácticas extranjeras y por lo tanto, mostraban su
desprecio hacia el Señor y pasaban por alto sus mandamientos en contra de
adoptar la cultura pagana.
Los que visten vestido extranjero no lo hacían sólo para lucir costosas
vestimentas, sino para imitar las modas de los pueblos paganos.

1:9 Los que saltan la puerta: Probablemente para imitar la costumbre


filistea de no pisar el umbral, debido a que la cabeza y las manos de su ídolo
Dagón cayeron al ser cercenadas delante del arca (1 Sam. 5:5).

1:10 La puerta del Pescado estaba en el muro nororiental de la ciudad. Se le


llamaba así porque el pescado capturado en el Jordán y el mar de Galilea
pasaba a través de ella. La segunda puerta (mishné, en hebreo) comunicaba
con la parte de la ciudad habitada por la clase alta, cercana al centro
comercial de Jerusalén, y desde la cual podía divisarse el templo.

1:14-18 El gran día de Jehová estaba cerca; pronto los babilonios vendrían
y destruirían Jerusalén. La conquista babilónica ocurrió tan cierta y
horriblemente como lo predijo Sofonías.
2:1–3 Todavía había tiempo para evitar el juicio. Simplemente el pueblo
tenía que volverse de sus pecados, humillarse y obedecer a Dios. Los
profetas del Antiguo Testamento anunciaron destrucción, pero también
ofrecieron el único medio de escape y protección: volverse del pecado y
caminar con Dios.
El juicio de Dios en contra de Judá llegó con una larga advertencia, y el
pueblo no tenía excusa alguna. Dios les dijo lo siguiente:

1. Que oraran juntos,

2. Que rogaran para ser salvos,

3. Que humildemente hicieran lo bueno.


2:4–15 Esta es una serie de sermones dirigidos contra varias naciones
vecinas. Se propone dejar establecida la soberanía de Dios sobre todas las
naciones.
:4 Las cuatro ciudades mencionadas aquí se encontraban en Filistea, nación
localizada al suroeste de Judá y a lo largo de la costa del Mediterráneo.
Siendo enemigos antiguos de Israel, desde los días de Josué, se conocían por
su crueldad. Dios los juzgó por su idolatría y sus constantes burlas sobre
Israel. Estas ciudades eran cuatro de las cinco capitales. La quinta (Gat) ya
había sido destruida.

2:8 Los moabitas y amorreos vivían al este de Judá y a menudo la atacaban.


Estas naciones, cuyos antepasados procedían del incesto de Lot con sus hijas
(Gn. 19:36–38), adoraban a Quemos y a Moloc (1 Re. 11:7).

El rey de Moab sacrificó una vez a su hijo en el muro de la ciudad para


detener una invasión (2 Re. 3:26, 27). Dios las juzgaría por su maldad y por
el trato que daban al pueblo de Dios.
2:9 Las naciones de Moab y Amón comenzaron con Lot y sus hijas después
de que escaparon de la destrucción de las perversas Sodoma y Gomorra (Gn.
19). Es irónico que Moab y Amón enfrentaran la misma clase de destrucción
que Dios envió a aquellas ciudades malvadas. Sodoma y Gomorra
simbolizan la destrucción total, tan completa, que se desconoce hasta la
fecha su exacta ubicación.

2:12 Etiopía, al extremo sur del Mar Rojo, controlaba a Egipto en este
tiempo. Sofonías mencionó una gran nación al sur y luego una nación al
norte, Asiria.
2:13 Asiria, a pesar de su decadencia, seguía siendo la potencia militar más
poderosa de esos días. Dominó al mundo durante tres siglos, destruyendo
todo a su paso. Nínive, su gran ciudad capital, se consideraba impenetrable.
Los babilonios la borraron en el año 612 a.C., los que se convertirían en la
siguiente potencia mundial.
2:15 Nínive era el centro cultural, tecnológico y de belleza del Cercano
Oriente. Tenía bibliotecas, edificios y un vasto sistema de irrigación que creó
exuberantes jardines en la ciudad. El muro de la ciudad tenía 96 km de
largo, 32 m de altura y alrededor de 9.6 m de ancho y estaba fortificado con
1,500 torres. Aun así, toda la ciudad fue destruida de una forma tan
completa que se cuestionó su misma existencia hasta que se descubrió, con
gran dificultad, por arqueólogos del siglo XIX. El área donde reinó el
esplendor se convirtió en pastizal.

3:1-5 Se refiere específicamente al juicio que aguardaba a Jerusalén: Sus


pecados son más abominables que los de Nínive, porque Dios le había
revelado su justicia.
3:1 Después de predecir la destrucción de las naciones circunvecinas,
Sofonías regresó al problema presente, el pecado en Jerusalén. La ciudad de
Dios y su pueblo se volvieron tan pecadores como sus vecinos paganos. El
pueblo pretendió adorar y rendir devoción a Dios, pero en su corazón lo
rechazaba y continuaba siendo indulgente con su pecado. Ya no les
preocupaba las consecuencias que enfrentarían por apartarse de Dios.

Mediante Sofonías, Dios reprende todo tipo de liderazgo en Jerusalén:


jueces, profetas y sacerdotes, debido a su desobediencia, irresponsabilidad e
insensibilidad al pecado.

3:5 Los israelitas no tenían excusa alguna para sus pecados. Jerusalén,
donde se encontraba el templo, era el centro religioso de la nación. Pero aun
cuando el pueblo no seguía a Dios, Él estaba “dentro de la ciudad”, presente
en medio de la corrupción, persecución e incredulidad.
3:7 Podemos preguntarnos cómo los israelitas tuvieron advertencias tan
claras y aun así no se volvieron a Dios. El problema no se debía a que no
tuvieran conocimiento, sino que permitieron que el pecado los endureciera
tanto, que ya no se preocupaban por seguir a Dios. Se negaron a escuchar
las advertencias de Dios y rechazaron el arrepentimiento.

3:9–13 Esta sección es una promesa de salvación para todos los pueblos y
para el remanente de Israel. Dios purificará y unificará el idioma para que
su pueblo proveniente de todas las naciones lo adoren al unísono. En la
nueva tierra, los creyentes hablarán el mismo idioma, la confusión del
lenguaje en la torre de Babel será revertida (Gn. 11).

A lo largo de las Escrituras, los profetas que mencionan juicio para el pueblo
de Dios continúan con la promesa de redención.

3:12 Dios se opone a la soberbia y a la altivez de todas las generaciones. Sin


embargo, los pobres y los humildes recibirán bendición, tanto física como
espiritual, debido a su confianza en Dios. La confianza en uno mismo y la
arrogancia no tienen lugar entre el pueblo de Dios ni en su reino.
3:14–20 Similar por su estilo a los Salmos 47, 95 y 97, esta sección final ofrece una
esperanza. Habla de otros aspectos positivos de aquel futuro Día del Señor. Habrá
cánticos, exclamaciones y regocijo (v. 14), liberación de sus enemigos (v. 15), y la
exaltación del pueblo de Dios (v. 20). De nuevo, esto se cumple parcialmente a través
del reinado de Jesús en la Iglesia y se consumará en el mundo por venir.

3:17 Sofonías describe la victoria de Dios y su regocijo junto al pueblo


redimido. Como vencedor, él salvará. Su amor se presenta como un
sentimiento profundo (callará de amor). La satisfacción con su pueblo se
expresará con cánticos de alegría (se regocijará sobre ti con cánticos).

3:20 “Delante de sus propios ojos” no significa que esta promesa se


cumplirá en la generación de Sofonías. Más bien significa que la
restauración de Señor será una obra obvia.
El mensaje de condenación al inicio del libro se vuelve al final un mensaje de
esperanza. Habrá un nuevo día cuando Dios bendecirá a su pueblo. Si los
líderes de la iglesia de hoy tuvieran que escuchar un mensaje de un profeta
de Dios, el mensaje tal vez se parecería al libro de Sofonías. Bajo las
reformas religiosas de Josías, el pueblo volvió a Dios en apariencias, pero su
corazón estaba muy lejos de Él. Sofonías alentó a la nación a que se uniera y
orara por salvación.

LOS PROFETAS DESPUÉS DEL EXILIO BABILÓNICO

Los profetas post-exílicos son tres: Hageo, Zacarías y Malaquías. Los tres
motivaron a la reconstrucción; tanto al remanente que regresó de Babilonia,
como a aquellos quienes habían quedado. Principalmente hablaron de su
necesidad espiritual y religiosa. Tuvieron como centro de su mensaje la
reconstrucción del templo.

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