La Cooperación Del Acreedor Siempre Debe Estar Presente para Que El Deudor Pueda Cumplir Con La Obligación

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¿La cooperación del acreedor siempre debe estar presente para que el deudor pueda cumplir con

la obligación?

Lo usual en una relación acreedor-deudor es que el acreedor muestre siempre interés en la


ejecución de la prestación y que las eventuales complicaciones se originen más bien por la parte
deudora. Esta tendencia natural en las relaciones obligacionales es lo que justifica la mayoría de
las instituciones del derecho de obligaciones, como el cumplimiento forzoso, la cláusula penal, etc.
Ahora reflexionando con la lectura de Lilian, respecto a la importancia que tiene la cooperación del
acreedor para el cumplimiento de la obligación del deudor, podemos comprender teniendo como
base el derecho romano, que en efecto si es precisa, para que tanto como el acreedor y deudor
puedan tener un beneficio en el cual no perjudique sus objetivos, por lo cual la colaboración de
ambas partes es esencial. Si bien encontramos la cooperación de acreedor en varios aspectos o
teorías como sería como “la cooperación al cumplimiento como deber secundario de conducta”,
“la cooperación en sentido técnico”, “la cooperación al cumplimiento como facultad del acreedor”
y “la cooperación al cumplimiento como carga sobre el acreedor”.

Aunque la cooperación del acreedor desde la perspectiva individual no tiene por qué ser
participativa. La falta de la cooperación por parte del acreedor produce unos diferentes efectos en
las relaciones de obligatoriedad, pues ya que tomando como ejemplo no sería lo mismo en donde
un señor que exigió algún tipo de transporte a tal hora y no se presenta, que aquel arrendador que
no se presenta el día que recoger el dinero de la renta. En el primer caso se estaría extinguiendo la
obligación y en el segundo aun estaría vigente. Por lo cual se podría estar generando un sinfín de
posibilidades para la aplicación de la regla en general.

Ahora bien, de las diferentes teorías podemos determinar que la “carga” es la teoría que en gran
parte de los casos se presenta, ya que este si quiere ver satisfecha la propia prestación, pero
también presenta una obligación o bien como un deber secundario de conducta. Ahora bien,
estaríamos frente a un “deber” en los casos de buena fe contractual que impondrá al acreedor a
través de un contrato las obligaciones que deberá de ejecutar las prestaciones, en los demás casos
este deber no nace. Por lo cual podemos ver que la buena fe contractual puede transformar la
“carga en “deber”, cuando la prestación constituya un interés jurídicamente relevante del deudor.

Ahora bien, teniendo en cuenta la “carga” y el “deber”, el acreedor no podrá ser obligado de
prestar su participación, en aquellos casos que sea considerado una carga, por lo cual no tendrá
una obligación de resarcimiento. En cambio, cuando haya existido un deber que se basa en la
buena fe contractual, este acreedor también responderá por los perjuicios que sufra el deudor.

Ahora bien, como sabemos la cooperación del acreedor es esencial para el cumplimiento de la
obligación, pero su falta actúa como una eximente de responsabilidad. El incumplimiento no es
imputable al deudor. Además, la cooperación constituye una obligación del acreedor ya que,
desde la resolución contractual, la falta conlleva a el resarcimiento del daño en los mismos
términos que el incumplimiento de la prestación propiamente tal. En este caso el acreedor no se
exonera en el límite del apreciable sacrificio, sino que tendría que demostrar ausencia de culpa,
esto sería un impedimento ajeno a su control.

CONCLUSIONES:

 En conclusión, podemos ver que los casos de la cooperación del acreedor en gran parte
opera como una “carga” en que el único interesado en prestarla es el mismo, teniendo el
deudor suficiente con verse liberado del vínculo obligatorio, además en aquellos casos en
que la cooperación del acreedor es relevante para salvaguardar los intereses del deudor,
la buena fe impone “el deber de cooperar”, con límite del apreciable deudor.
 La falta de cooperación da lugar al reembolso de los gastos sufridos y eventualmente al
resarcimiento del daño, en casos en que debía contractualmente protegerse del deudor.
Asimismo, el deudor tiene derecho a la contraprestación, pero en los límites del
enriquecimiento sin causa.

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