Revista Orsai N14

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Editorial

MINUTO A MINUTO

H
ace muchos años en este pueblo había noventa y nueve casas y cada una
tenía un televisor que emitía un solo canal. Las empresas no sabían qué
programas se veían en los hogares, ni en qué horarios poner sus anuncios.
¿Qué ve la gente? Ni idea. ¿Invertimos en este informativo, en este show
o en esta serie? Ni idea. Entonces los empresarios buscaron un sistema
de medición: le pidieron a la Compañía de Cloacas los datos del consumo diario de
aguas residuales del pueblo. Si en una determinada franja horaria la gente meaba
menos o cagaba menos, el programa de la tele había sido interesante. Si la gente no
cagaba ni meaba ni se bañaba, el programa de esa franja era un éxito y las empresas
ofrecían millones para aparecer en él. Cuando llegó el segundo canal de televisión al
pueblo, esa manera de medir la audiencia quedó obsoleta. ¿Estaban viendo el canal
uno o el canal dos los que ayer se aguantaron las ganas de ir al baño? Las empresas
dejaron de revisar las cloacas y pusieron medidores en las antenas, para saber qué
canal miraba cada familia. Esto funcionó muy bien hasta que alguien construyó la
casa número cien, y después la ciento diez, y después la casa número mil. El costo
de poner medidores en cada nueva antena no era rentable. Las empresas pensaron
de este modo: «Si en quinientas casas viven quinientas familias pobres, pongamos
el medidor en una sola casa pobre. Si en las otras quinientas casas viven quinientas
familias ricas, pongamos el medidor en la antena de una sola familia rica; en el
fondo, todos tenemos costumbres parecidas». Hicieron esto y el truco funcionó
durante años, porque la propia televisión le indicaba a los ricos y a los pobres qué
costumbres tener. Cuando llegó al pueblo la tecnología personal, los habitantes de
las casas empezaron a grabar sus programas preferidos de televisión para verlos a
cualquier hora; pero las empresas siguieron confiando en la proporción del encendido.
Cuando llegó al pueblo la tecnología móvil, los habitantes de las casas empezaron a
llevar sus pantallas a cualquier parte, incluida la calle; pero las empresas siguieron
confiando en los medidores de antena fija. Cuando llegó al pueblo la tecnología de
red social, los habitantes de las casas empezaron a interesarse más por sus propias
tecnologías personales que por los anuncios de la televisión. Entonces las empresas
se reunieron, muy preocupadas, y buscaron un cambio en la estrategia: «Volvamos al
sistema antiguo de medir las cloacas, pero esta vez hagamos públicos los resultados;
las redes sociales conversarán sobre cuánta gente va al baño», dijeron. Desde ese
día, los presentadores de la televisión empezaron a informar, minuto a minuto,
cuánta gente no cagaba por estar viéndolos a ellos. Y el pueblo empezó a crear
tendencias de conversación en sus redes sobre el minuto a minuto de sus propias
aguas residuales. Lo que ocurrió desde ese día fue vertiginoso: se dejó de hablar de
deportes o de política y se empezó a hablar de cuánta gente iba a mear mientras se
emitían los deportes o la política. Se eliminó el análisis, que ocupa párrafos enteros,
y se encumbró a la síntesis, que ocupa ciento cuarenta caracteres. Y se mantuvo en
la sombra a la inteligencia, que es digestiva, para alumbrar al cinismo, que mantiene
a la gente constipada. En ese pueblo global, infectado por la ansiedad, hacemos una
revista Orsai cada dos meses, sin anuncios, con relatos largos sobre temas que no
están en la agenda de nadie. Ojalá encuentres la serenidad para leernos en el baño.

Hernán Casciari

Me gustan las ideas que eligen pocas cabezas para manifestarse. | 3


Cartas de lectores

En esta edición, los lectores explican cómo conocieron Orsai. Recuerdan


viejas revistas infantiles. Se quejan de encontrar cerrado el bar. Mandan
currículum para poder entrar a la Universidad. Cuentan desayunos lloro-
nes con la revista. Se quejan de nuestro centralismo porteño. Se mandan
mensajes privados como si esto fuera un puterío. Y se dan de baja del
papel para abrazar el PDF.

Abducida Un recuerdo trabando, justo en la pila que me


por Orsai para Humi había tocado a mí (en ese enton-
Señor Director: Hace Señor Director: Hace ces nos dividíamos el botín en
tres años Diego (en unos meses me pa- cuatro pilas de revistas prohibi-
ese momento mi saron sus cuentos das más o menos parejas, para
flamante novio) me introdujo al en versión de audio y, como de que nadie chille; si se repetía, se
«mundo Orsai». Recuerdo que lo costumbre, me los pongo a es- barajaba y se daba de nuevo).
primero que me leyó fue el capí- cuchar en el auto cuando puedo, Me puse a leer ese material y
tulo de España, decí alpiste en el o cuando espero a mi mujer que me pareció que no era para pi-
que describís las edades de los haga un mandado. Trabajo en bes, que la Humi tenía un vuelo
países... Fue un viaje de ida: de una siderurgia y, cuando pongo mucho más groso, que escapaba
ahí a pedirle el libro y luego, sin los mensajes, la monada que no de la frivolidad, de la poesía fácil
escalas, a llevarme también El es muy afín a la palabra despo- de la primera hoja del Anteojito
pibe que arruinaba las fotos. Me jada del cencerro y el sintetiza- y del fastuoso consumismo del
sumergí de lleno en toda esa lo- dor, me hincha para que saque a Billiken solo reservado para los
cura: videos en YouTube de «la (cito textual) «ese drogadicto que pudientes. Era como poner a la
Nina» incluidos («papá gordo, la va de progre y se fue a Espa- revista Péndulo junto a la Caras
mamá pelotuda...»). «¡Este gordo ña y se debe estar cagando de y a la revista Gente. En la Humi
es un capo!». Era mi conclusión... hambre o está muy al pedo». Ese fue la primera vez que vi escri-
Pero, donde terminé de conven- es el rosario que se desencade- ta en letra de molde la palabra
cerme fue cuando leí «Hace seis na cuando pongo sus cuentos en «despelote» en una poesía, y me
años también era domingo». Soy audio. Pero esa no es la historia. pareció revelador («qué confu-
mina, romántica, bastante previsi- Resulta que me es muy contem- sión, qué despelote» rezaba la
ble también. De ahí en más, pasa- poráneo lo que escribís, me llega rima). No recuerdo tu chiste, no
ron muchas cosas... convivencia mucho por la época donde pasan te voy a mentir, pero la Humi me
incluida: por fin todos tus libros los temas y porque hablás sin sirvió para hacer un ensayo en
estaban en casa, ya no tenía que pelos, así, en crudo y de frente. la secundaria en el año ochenta
secuestrarlos ¡ni devolverlos! Nos Dos audios me llamaron mucho y siete acerca del lenguaje me-
suscribimos ni bien leímos en tu la atención, el de la tarántula (se diático y su influencia en la so-
blog el proyecto de Orsai... y con lo pasé a todos los que sufrimos ciedad. Ahí cito textualmente la
el primer número en mano, nos esa pérdida, y alguno me reflotó nota de la revista Humor, donde
fuimos a sacar la foto para enviar- mi segunda frustración que fue el cuenta la gloria y el ocaso de la
la como corresponde (¡qué copa- álbum de las figuritas del cisne revista Humi, en cuyo último cua-
do fue buscarnos y encontrarnos y Portugal). Y el otro, y que me drito se ve un portón cerrado de
después!). Bueno, no caeré en lo pegó más de cerca fue el de la la revista Humi y un canillita que
trillado, diciendo qué enamora- revista Humi. ¿Por qué me lle- gritaba «¡compre el lentecitoooo
da estoy y todo eso... pero quizá gó tanto? Más o menos fue por con el novedoso portachicle de
consiga, a modo de obsequio y esto. Cuando éramos púberes, regaloooo!!». Hernán, viejo, gra-
demostración de afecto, solo una nos juntábamos de canuto a leer cias por abrir este juego llamado
vez cada tres años, que me pu- en un galpón con los chicos del Orsai y por mostrar que si uno se
bliquen en «nuestra Orsai». ¿Será barrio, a leer Sex Humor. Era propone las cosas, pero si se las
cursi? Dale, Hernán: yo leí «Hace como algo cuasi prohibido, junto propone en serio, y le mete un
seis años...». ¡Gracias por ser par- con la revista Libre y Perfil (una cuarto de cabeza y tres cuartos
te de nuestra historia! de las dos exhibía por aquel en- de sudor, se puede. Un abrazo,
tonces dos enormes gambas de
Paula Gómez mina semiabiertas y un misil nu- Raúl Leiva
Cosuscriptora Nº 01386 clear apuntando directamente a Suscriptor Nº17343
su sexo). Entre esa literatura se
cayó una Humi, como de con-

4 | Cuanto menos explicás más libre sos.


[email protected]

Parroquiano no es el que dije recién, sino aquel veintisiete años, y hace casi dos
de bar cerrado que dice: «no hay dos sin tres». años estoy viajando por el mun-
Señor Director: Le es- Necesitaba entrar, completar mi do en busca de experiencias que
cribo desde un punto pertenencia a este grupo y tener me arranquen de lo cotidiano, me
cuatripartito ubicado mil fotos y alguna anécdota rara hagan crecer, conocerme fuera de
entre la decepción, la desilusión, el que me pasara adentro. No su- la zona de comodidad y me obli-
cansancio (que es problema mío) y cedió, sin embargo acá está mi guen a jugar dentro del laborato-
un poco de enojo. Hoy es un her- anécdota. Saludos desde el oeste rio de la vida. Pasé por Hawaii,
moso día de otoño en mi Mendoza de la Argentina, y espero alguna México, Cuba, Centroamérica, de
querida. Esta mañana me bajé de vez poder entrar y quedarme en nuevo Hawaii, Nueva York y aho-
un avión que me trajo, tras hacer un completo Orsai. ra Dublin, desde donde escribo.
algunos trámites, desde la Capital En los últimos dieciocho meses
Federal. Después de un jueves y Martín E. Giménez fui instructor de surf, camarero,
un viernes bastante agitados, ayer Suscriptor Nº 00562 baby sitter, estacionador de au-
sábado tuve por fin la posibilidad tos, fotógrafo en un all inclusive y
de dedicarme a recorrer y conocer jardinero. Mis viejos me preguntan
un poco la capital de mi país. Sali- para qué carajo me pagaron una
mos de Villa Urquiza y tomamos el Currículum universidad privada durante cua-
subte hasta Plaza de Mayo. Cami- para el master tro años y yo les explico que para
namos hasta Puerto Madero y de Señor Director: Me- darme las herramientas para salir
ahí, haciéndome un poco el tonto, diante la presente qui- a conocer el mundo y transformar
fui conduciendo al grupo hacia siera manifestarle mis mis vivencias en piezas de comu-
San Telmo. Una vez en ese pinto- ganas desesperadas por ser parte nicación: relatos, crónicas, fotos,
resco y bello barrio fue muy fácil del próximo master de Literatura videos, ficciones, monólogos,
llevarlos hasta la mismísima puer- y Ficción, solicitarle que tengan a actings y dibujos. Eso hago des-
ta del bar Orsai. Eran las cuatro de bien mantenerme al tanto sobre de hace algunos años en mi blog,
la tarde y estaba previsiblemente nuevas vacantes y contarle en un sitio que se destaca no tanto
cerrado. Uno lo entiende: es un breves palabras quién soy y por por su contenido, sino por no ha-
bar/pizzería y lo más probable es qué deposito tantas ilusiones en ber podido quitar el «blogspot»
que esté abierto, como bien se su flamante universidad. Tengo del dominio en los últimos cuatro
indica en la web, en horas de la una gran admiración por su obra años. Encuentro en la literatura
noche. No dije nada, pedí que me y por el universo que creó en los y la ficción la más acogedora de
tomaran una fotografía y propuse últimos años. Me resulta casi im- mis casas, mi mejor refugio, ahí
inocentemente «vengamos esta posible describirle mis sensacio- estoy bien. Cuando leo, cuando
noche a tomar algo…». Esa noche nes sin caer en las mismas pala- escribo, me voy derecho y sin es-
(anoche) volví a llevar a la comiti- bras pomposas de tantos otros calas a la cabaña de madera que
va al bar Orsai, con la promesa de lectores-seguidores que venimos alguna vez voy a tener, perdida en
las mejoras pizzas, un ambiente siguiendo cada una de tus trasno- algún bosque de la Patagonia o
amigable, bebidas y «un cacho de ches con el Chiri como si del otro de las montañas irlandesas, cerca
cultura». Tras un poco más de una lado de la Mac hubiera un nuevo de un lago, con huerta en el jardín
hora de viaje en el 111 y algunas mesías fumado y con buzarda, de atrás, un sillón con mesa rato-
cuadras caminadas llegamos, por por lo que prefiero resumir mis na frente a la chimenea siempre
segunda vez, al bar. Mi sorpresa sensaciones en esas siete pala- humeante, el mate al alcance de la
fue grande, muy grande, cuando bras: tengo una profunda admi- mano, los panes caseros calenti-
llegué y me encontré con la puerta ración por su obra. Orsai hoy es tos, los dulces caseros y la laptop
y las ventanas cerradas (otra vez). uno de los mejores alimentos que con wifi. Amo la ficción, la disfruto
Eran cerca de las once y media puedo darle a mi hambre literario y le da razón a mi vida (más aún
de la noche y mi desazón no tuvo y cultural y un potente combusti- cuando parece que no la tiene).
comparación. Decidimos enton- ble para mi arte y creatividad. Por Hoy estoy de viaje y con planes
ces, bah, decidieron entonces sobre todas las cosas, disfruto de seguir trotamundeando, reco-
comer algo en algún otro local y enormemente el Mundo Orsai, y rrer Europa en bici, instalarme con
tratar de levantarme el ánimo con esto es uno de los regalos más mi novia en algún pueblo pesque-
algunas cervezas y otros brebajes. grandes que recibí en el último ro de Irlanda, ir a la India, cultivar
Después de la cena pedí, imploré, tiempo. Difícil de explicárselo a mi la tierra en una granja orgánica,
supliqué me dejaran desquitarme novia y a mi madre, para quienes dedicarnos a la construcción sus-
y pudiéramos comprobar que «la usted no deja de ser un «gordo tentable en Suiza, rodar un docu-
tercera es la vencida». Eran las falopero». Intento sin descanso y mental dentro de una comunidad
dos de la mañana cuando a mí, de las maneras más ingeniosas espiritual en Escocia. Los planes
después de más de mil kilómetros explicarles que lo suyo es historia, son miles, todos lejos de Argen-
recorridos, finalmente se me cum- pero no me entienden. Mi nombre tina para el pesar de la nona. Y
plió un refrán. Lamentablemente, es Manuel Gutiérrez Arana, tengo todos podrían desaparecer de un

El instinto sabe más que cualquier biblioteca. | 5


Cartas de lectores

plumazo si llegara a ser parte del resulta más fácil), alegremente Acuérdense
máster de Pedro. «¿Vos me querés emocionado dijo «sí, ¡la del cuento del interior
decir que todos nuestros sueños de Santana!» y también el libro de Señor Director: No
se van al tacho porque un gordo Charlas con mi hemisferio derecho voy a publicar ningún
falopero y un cuentacuentos de- de su autoría. Como era sábado a elogio a la revista en
cidan convocarte para un cursito la noche, y uno tiene esa «obliga- ninguna parte de este texto, por-
de solo dos horas semanales?». ción social» de salir por lo menos que además de ser un sentimien-
Yo le digo que sí, que para mí ser un rato a tomar algo, no pudimos to ya sobreentendido en todos los
parte de este quilombo creativo, ojear ni la revista ni el libro hasta suscriptores, les aumentaría más el
literario y artístico sería jugar en hoy al despertar, aunque nos es- ego, por lo que tiendo a balancear
primera, sería una oportunidad de tuvimos atando las manos durante la cosa. Me podría calificar como
la ostia, una excusa perfecta para el resto de la noche para no sacar- un impulsivo consciente, hacién-
dejar de juntar vasos y por fin de- la de la bolsita (esto sucede cuan- dole caso siempre a cualquier lo-
dicarme de lleno a mi vocación, a do los bienes son de la pareja, en cura del momento, estirando las
lo que amo, a lo que me mantiene este caso la Orsai se lee juntos o posibilidades y los riesgos justo
vivo, dar a luz a todos los perso- no se lee). Vuelvo: me levanté y hasta un milímetro antes del caos.
najes que habitan en mí y no me fui a hacer unos cafés con leche. Gracias a esto fui a Barcelona dos
hago de parirlos, darles de comer, Cuando volví a la cama desperté veces (mi mayor locura hecha de
dejar que me tomen de la mano y a Ezequiel, y ya con los ojos abier- un mes para otro), conocí personas
me lleven; le explico —mientras le tos le puse la revista enfrente de que nunca creí que iba a conocer,
acerco las carilinas— que por fin su cara como para avisarle que ya fui a lugares que no sabía ni de su
estaría rodeado por una manada era tiempo de ojearla, él me dio existencia y me animé a cosas que
de talentos y colegas del mismo el ok. La empecé a ojear de atrás ni siquiera sabía que me animaba.
palo, de inspiración y estímulo, le para adelante, y llegué a un texto Y así fue como emocionado por
explico que la vida es una y ya no del señor Casciari, corto, titulado una de las últimas novedades de
quiero que se me vaya laburando «Timbre a las tres», y como dura- Orsai (prometí no elogiar, no lo ha-
para pagar las cuentas, le digo ba dos carillas comencé a leerlo gas...) casi me embarco a un viaje
que sueño con ser escritor y que en voz alta para ir intercalándolo a Buenos Aires para establecerme
toda esta gente me ayudaría mu- con el desayuno. ¡Gordo hijo de durante un par de meses en algo
chísimo. Y por más que parece puta!, ¡no pude terminar de leerlo que ansiaba, algo que pudieron
empezar a entenderme, ya pasa- sin llorar! y peor, porque cuando poner no solo en palabras, sino en
ron más de dos semanas y ella si- uno tiene lágrimas en los ojos es hechos, que no podía expresarlo.
gue sin enroscarse en mis piernas más difícil leer, así que tardé más, Nunca me convencieron los talleres
como hacía todas las noches. hice una pausa, le comenté a Eze- literarios, tampoco el contactarme
quiel «voy a llorar», Ezequiel me con gente que escribe para que me
contestó «yo también»... y entre pase consejos, de la misma forma
Manuel Gutiérrez Arana sollozos y moqueo terminé de leer que no he buscado libros que en-
Suscriptor Nº 23877 el texto como prólogo al cuen- señen este hermoso arte, sea de
to «La historia del Power Ranger escritores o de académicos. Escri-
rojo» que estaba del otro lado de bo sin considerarme escritor, quie-
la hoja. Terminé, como pude, en ro una especie de crecimiento, de
Desayuno lacrimoso voz alta el último párrafo, imagi- incorporación de cosas, de guía,
Señor Director: Sien- nando a Juan leyendo esas mis- pero fuera de lo reglado, de las
do las dos y un minu- mas líneas, llorando tanto o más cosas empaquetadas. Apareció la
to de la madrugada que yo, emocionado tanto o más propuesta de la Universidad Orsai.
del día domingo doce que yo... Gordo, sos de lo que no Me inscribía, me presentaba, me
de mayo en la ciudad de Buenos hay... Y ahora acá en la compu, iba. No se vaya a pensar que me
Aires, le escribo para contarle lo escribiendo esto, que al igual que sobra el tiempo: trabajo, estudio,
siguiente: me levanté hace aproxi- Juan, no sé si llegarás a leer... Solo tengo varios proyectos en marcha,
madamente una hora, esquivé a por el impulso y la necesidad de pero mi «impulsividad consciente»,
mi novio en la cama que dormía contarle al autor de un llanto mati- como siempre, superaba todo. Lo
profundamente y me fui hasta la nal de domingo lo gratificante que planeé, lo calculé, combiné todas
cocina para hacer dos cafés con es leerlo cada vez que se puede. las posibilidades, armaba y de-
leche. Ayer a la noche por fin, lue- Simplemente: ¡Gracias! Abrazo sarmaba y volvía a armar el rom-
go de una larga caminata por el desde el otro lado del charco. pecabezas de mi vida para poder
laberinto que es la Feria del Libro, lograrlo. Podría finiquitar este texto
logramos encontrar el puesto Or- con lamentos, suspiros, victimiza-
sai. Felices nos llevamos la N9 Anita Akel ción, pero no, no me frustré por no
que no la teníamos porque mi Suscriptora Nº 23041 haberlo logrado. Ustedes son los
novio (a quien llamaré de ahora cancheritos innovadores que cada
en adelante Ezequiel porque me año nos sorprenden por su total

6 | Para el fracasado no hay día de descanso.


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falta de previsibilidad, mejor que estantería. Es esa niña que en su números del 1 al 13 de la revista en
los mejores giros de los mejores li- adolescencia se dejó impresionar la pequeña biblioteca de mi hogar,
bros. Los del interior somos menos por El amor en los tiempos del có- me da satisfacción pasar al lado
y estamos más dispersos, pero lera y que al releerlo diez años des- de las mismas, abrirlas, ojearlas,
no tenemos nada que envidiarle pués creyó entender que Fermina y recordar, alegrarme con una frase
a los de la capital, así que ahora Florentino se equivocaron, que per- aislada o un pie de página, pero el
los quiero ver solucionándonos (y dieron un tiempo que nunca jamás maldito capitalismo —sumado a
hablo por varios, a los cuales no pudieron recuperar. Desprenderse ciertos reveses económicos— ha
conozco ni nos hemos contactado de un libro —me vuelve a insistir— decidido que los futuros números
jamás) el tema este de que tam- es como ceder una parte de ti, es solo pueda disfrutarlos a través de
bién nos merecemos una especie regalar un recuerdo a alguien que un monitor y una PC. Sé que no
de Universidad Orsai en algunas no lo vivió. Cuando le prestan una será sencilla la tarea por venir, ten-
ciudades del interior. novela escribe la fecha en que em- dré que pelearme con mi mujer y
pezó a leerla en la contraportada mi hijo por el poder de la máquina.
Pablo Zavi y sabe desde la primerísima hoja Con ella tratando de convencerla
Suscriptor Nº 0 9422 que nunca la devolverá. Porque si de que mueva el culo de la silla y
le piden que devuelva un préstamo deje de boludear en Facebook para
da largas excusas y solo si insisten ponerse a hacer algo productivo,
compra uno nuevo para hacerles y con mi pibe de cinco años para
Mensaje secreto callar. Porque el que ella leyó ya es que deje de pavear con cuanto
Señor Director: A la suyo, sus manos sustentaron ese juego online fabriquen con respec-
chica que colecciona lomo y sus dedos repasaron uno to a Ben 10 y los Power Rangers.
libros la conocí hoy, por uno todos los bordes inferiores Yo suelo consumirlos en el tren o
en un bar del centro, de las páginas que ya nunca se po- en el baño, y ambas tareas, para
cuando fui a entregarle la Orsai que drán leer por primera vez. Como le alguien que no está preparado
se cruzó en nuestro camino. Tiene dije, señor Director, a la chica que tecnológicamente para ello (como
ojos color avellana, precioso pelo colecciona libros la conocí hoy, es mi caso que aún conservo mi
negro y labios finos que envuelven en un bar del centro, cuando fui a Nokia 1100 como celular porque
una sonrisa que bien podría ser entregarle la Orsai. Me dijo que la tiene una hermosa linternita en la
una vocación. Piel perfecta y mira- leería de atrás hacia adelante por- punta) son prácticamente impo-
da intrigante. Pómulos ligeramen- que le gusta ser diferente, aunque sibles. Igual tengo que retarlos un
te enrojecidos sobre una camisa intentar se diferente no tenga nada poco, si uno llega a este extremo
abotonada hasta el final. Medallón de especial, añadió. Nuestra con- de la relación, al engaño vil y cruel
de plata, anacrónico y sencillo, versación no duró más de lo que del que voy a ser culpable, se debe
colgando de un precioso cuello en dura una cerveza pero en el metro en gran medida por culpa de us-
el que se esconde una juguetona de vuelta a casa no dejé de pensar tedes. Sí señores, ¿quién los man-
peca que me guiñó un ojo —aso- en la chica que colecciona libros y da a publicar un PDF de la revista
mada entre su pelo— cuando ella en esas conversaciones que hacen completa en  forma gratuita y de
se volteó a saludar. La chica que que todo valga la pena. Para verla alta calidad, eh? Es como que mi
colecciona libros es una mezcla de nuevo tendré que esperar hasta señora contrate una mucama pa-
entre el rostro perfecto y «la mujer la entrega de la Orsai N14, donde raguaya con grandes tetas y pre-
de mi vida», pero yo soy incapaz de ojalá esté este mensaje anónimo tenda que no le esté relojeando el
describirlo mejor. Mi literatura no da escondido, solo para ella. escote a cada rato, la tentación la
para más. La chica que colecciona están poniendo ustedes al alcance
libros jamás se deshace de lo que (El distribuidor de Orsai de nuestras manos, uno tampoco
lee, dice que al ser leído pasa a for- prefirió no firmar este mensaje) es de fierro. Siento en lo más pro-
mar parte de ella. Nunca tiró, rega- fundo de mi ser esta decisión, sé
ló, perdió o devolvió un solo libro. que en un futuro no muy lejano me
Ayer liberó sus peces de colores arrepentiré de la misma, pero la
en el estanque pero sería incapaz Se baja del papel billetera no deja de sangrar hace
de deshacerse de un ejemplar de Señor Director y aso- tiempo y no está en condiciones
Kundera. La chica que colecciona ciados: esta carta está de sufrir más puntazos capricho-
libros recorta revistas y los domin- dirigida a ustedes para sos de su dueño, así que señor
gos impares dedica horas y horas confesarles mi infideli- Director, lo dejo, pero solo por un
a montar un collage que luego ol- dad. No pude evitarlo muchachos, ratito, hasta que me habilite el PDF.
vidará. Porque lo material solo es mil disculpas pero a partir del nue- Atentamente,
importante durante un mes, dos vo número de la revista dejaré de
como mucho, luego es prescindi- estar suscrito al papel para empe- Diego Rondina
ble. Pero no te equivoques —me zar a consumirlos a través del PDF. Suscriptor Nº 01558
dijo— el libro no es algo material, Soy lector del blog anterior al inicio
es un trocito de mí olvidado en una del proyecto, tengo atesorados los

Los pobres son el souvenir del progresismo. | 7


crónica periodística

escupir
el asado
A finales de mayo un grupo de amigos, asadores aficionados,
fue invitado a un desconocido mundial de barbacoa en
Marruecos. Salieron cuartos y la prensa argentina los lapidó.
El director de Orsai estuvo allí por casualidad.

escribe hernán casciari


| Escupir el asado

L
a fábula es corta y la voy a resu- mundial de barbacoa. La contaré porque estuve
mir en el primer párrafo: unos ex- en Marruecos durante esos días, sin saber que
compañeros de colegio abrieron aquello podía convertirse en metáfora social.
una página en Facebook en la que Fui al mundial de barbacoa porque soy gordo y
filmaban sus parrilladas y ofrecían me gusta comer animales muertos quemados, y
secretos de cocción de la carne. Como la web conocí a los integrantes del equipo argentino en
tuvo rápidamente muchos seguidores, el grupo el lobby del hotel: ellos no sabían armar buenos
fue invitado a un ignoto mundial de barbacoa cigarros de hachís y les tuve que enseñar.
en el norte de África. La invitación fue fortuita,
una gran casualidad que propició internet. Los
chicos aceptaron la invitación, fueron a Ma-
rruecos, se divirtieron como chanchos, salieron
cuartos en la competición y cuando volvieron
E n realidad no sé por qué decidí ir al nor-
te de África. Desde que soy sedentario y
viejo mis arrebatos por volar a la aventura son
al país la prensa los linchó con salvajismo. Lo contradictorios. Cuando falta un mes tengo mu-
interesante es que, hasta dos meses antes, nadie chísimas ganas de ir a cualquier parte porque
sabía de la existencia de tal competición. Pero mi cerebro sospecha que sigo siendo joven y
los titulares, de repente, parecían informar so- nómada. Saco el tema en las reuniones, les digo
bre el evento gastronómico más esperado del a todos a dónde iré y fantaseo con que la pasa-
año: «Papelón argentino en el Mundial del Asa- ré mejor que nunca. Cuando falta una semana
do», dijo el canal de televisión Todo Noticias. empiezo a dudar: recuerdo que me cuesta con-
«El equipo argentino no subió ni al podio», ti- versar con extraños, que no sé defenderme en
tuló Clarín en letras de molde. «Nos ganó hasta ningún idioma, que me aburren los aeropuertos
Liechtenstein», se burló el Canal 26. Muchos y que en los hoteles me deprimo. Cuando falta
usuarios de Twitter, arrastrados por la prensa, un día para el vuelo me gustaría que explota-
también se envalentonaron: «Ahora van a decir ran todos los aeropuertos del mundo para poder
que la achura no dobla», dijo alguien desde un quedarme en casa, acurrucado en posición fetal
sofá. «Si van al mundial de surf, lo pierden con mirando tele, y empiezo a buscar excusas para
Bolivia», dijo otro desde una oficina sin ven- escapar de mis promesas. Entonces, zácate, un
tiluz. Las redes sociales, la radio, la televisión e taxi me está llevando al aeropuerto. Tengo un
internet masacraron al grupo hasta el cansancio, bolso con ropa, tengo indicaciones de mi mujer
o hasta que otro tema les ocupó la agenda. en un papelito, y sobre todo tengo tanto malhu-
Los seis componentes del equipo argen- mor dentro del taxi que no puedo entender por
tino leyeron cada uno de estos comentarios to- qué acepté salir de mi casa. Para peor, esta vez
davía en Marruecos, mientras hacían las valijas me metí yo solo en la boca del lobo.
para volver a Buenos Aires. Hasta ese momen- Un mes antes de volar estábamos en Bue-
to, ellos estaban convencidos de haber pasado nos Aires organizando la grilla de la Orsai N14.
seis días inolvidables en el norte de África, con Tirábamos temas posibles, buscábamos histo-
todo pago, divirtiéndose y cocinando junto a rias divertidas y autores que las pudieran con-
otra gente del resto del mundo. La prensa argen- tar. Alguien dijo, en la reunión, que existía un
tina, que nunca viajó hasta allí, les informaba evento llamado World Barbecue Championship.
desde internet que no, que de ninguna manera —¿Un mundial internacional de barbacoas?
habían pasado seis días maravillosos, sino seis —Sí señor.
días horribles y llenos de vergüenza. La prensa Nadie sabía dónde iba a ocurrir, ni cuán-
les informaba que eran unos perdedores. do, pero lo habían escuchado por la radio y pa-
Esa es la versión corta, y alcanza para con- recía inminente. Aún había poca información,
vertir en realidad una metáfora muy transitada. sin embargo un dato nos sedujo: por primera
En Argentina la frase «escupir el asado» signi- vez, en los doce años que tenía el mundial, ha-
fica estropear con mala intención los planes de bían invitado a un equipo argentino.
otros. Ese linchamiento mediático fue, exacta- —Tenemos que cubrir eso —dijo Chiri
mente, el regreso de la metáfora a su forma li- emocionado.
teral. Lo que pasó a finales de mayo de 2013 en Yo estuve de acuerdo enseguida; siempre
Marruecos se puede narrar ahora como una fá- estoy de acuerdo cuando se trata de hacer cró-
bula perfecta de la agresividad que se vive, tam- nicas frívolas. Google nos dio la información
bién, en otros ámbitos menos frívolos que un que faltaba:

10 | Conozco mucha gente que me está esperando con los brazos cerrados.
—Acá dice que es en Marruecos, el último —¡Miren la luna, loco, parece un queso!
fin de semana de mayo. ¿A quién mandamos? —dijo, y más de cien personas miramos la fron-
Y entonces dije algo que suelo decir cuan- tera entre el cielo y el mar y dijimos la palabra
do pierdo de vista que estoy viejo y que todo «luna» cada uno en nuestro idioma, y enseguida
me aburre. el monosílabo «oh» en un idioma general.
—Voy yo. Fue la única vez que los irlandeses, los ho-
En general me condeno siempre con dos landeses, los marroquíes, los belgas, los austría-
o tres palabras. cos, el público, los árbitros y los corresponsales
Chiri me miró con dudas. Sabe que el pun- de prensa dejamos de mirar el tremendo fuego
to más alto de mi vehemencia ocurre cuando con leña del equipo argentino.
la idea está en pañales, cuando es fácil abrir la Era un mundial de barbacoa —esa rareza
boca y fantasear, y que ese ímpetu mengua día europea de carne veloz y pragmática—, y los
tras día hasta que se convierte en el desgano argentinos estaban haciendo un asado de leña
más grande del mundo. con corderos en cruz, a campo abierto. Un des-
propósito: era como si apareciese un tiburón
de mandíbula tremenda en el consultorio de un

L o mejor de un viaje a África es decir que


se irá y escribir que se ha ido. Lo insopor-
table es tener que ir yendo. Pero una vez ahí,
dentista y se comiera a la secretaria. Ningún ex-
tranjero podía creer lo que estaba pasando en
esa playa, con semejante viento.
cuando el aire trae olor a carne asada, a hachís Ellos, los extranjeros, con su termodiná-
quemándose en el tabaco rubio y uno está tran- mica para cocer dócilmente un churrasco, veían
quilo viendo a unos chicos cocinar animales por primera vez el origen de asar de verdad un
muertos, todo se vuelve agradable y cercano. animal crucificado. Veían la prehistoria de la
Lo pensé con fuerza la noche mágica de los cocción. Lo que para mí eran seis chicos pa-
corderos en cruz. recidos a cualquiera de mis amigos de hace
En el Mediterráneo africano eran las nue- veinte años, distribuyendo la brasa y pintando
ve de la noche del veinticinco de mayo (fecha de chimichurri el costillar, para el ojo foráneo
patria) y todos esperábamos, en la playa, que era un acontecimiento ancestral subrayado por
apareciera la luna detrás del mar. Desde la ma- el paisaje africano.
ñana se rumoreó, en el hotel, que esa noche ha- Pude leer los labios de Felipe:
bría luna llena, pero fue una sorpresa cuando —¡Mirá dónde estamos, Chino!
apareció porque nadie la vio salir por el hori- Un grupo de turistas españolas los mima-
zonte. En un momento no había nada y en otro ba con caídas de ojos. Un fotógrafo portugués
momento ya estaba toda. La vio primero Joaco, los enceguecía con el flash. Una televisión de
el asador argentino encargado del carbón: Argelia los entrevistaba en inglés. Eran dioses.

La vida me dijo: «No va a pasar nada que vos quieras». | 11


| La ceremonia del adiós

Y o me había alejado un poco para armarles


cigarros y pensaba que unos años antes,
en 2011, estos chicos se pasaban las noches
tar. Una noche colgaron en Facebook fotos de
sus parrilladas. Chorizos en camisón de pan-
ceta, morrón al huevo frito, achuras doradas y
organizando parrilladas en sus casas sin fanta- costillares interminables. Le pusieron a la pá-
sear con el norte de África. Eran y son antiguos gina «Locos por el asado» y diseñaron un logo
compañeros del secundario, hermanos mayores en donde el «por» es una equis formada por un
y amigos comunes. Algunos viven en la Patago- cuchillo y un tenedor. De repente, cien seguido-
nia y otros en el norte de Buenos Aires, pero se res nuevos en la página.
juntan como un rito desde hace años en la casa Ni el logo ni las fotos eran espectaculares,
del que sea. Unos son de Boca, otros de San Lo- sino más bien amateurs, y justamente por eso
renzo o de River, y no todos son oficialistas ni otros grupos de amigos (también aficionados a
todos opositores, pero las sobremesas de carne la carne) se sumaron a la página. Un «Me gus-
y vino los reúnen igual. ta» atrás de otro, y así durante semanas enteras.
Hay miles de grupos así en cualquier par- A los dos meses se despertaron de una borra-
te de Argentina; no se pelearon a muerte como chera y tenían más de mil seguidores. Encanta-
parece asegurar la sensación térmica. Se llaman dos de saberse con público, empezaron a subir
Joaco, Felipe, Rocco, Laucha, Chino y Rama; videos de un minuto con recetas de cómo asar
pero podrían tranquilamente llamarse Micho, mejor el costillar, el matambre o la bondiola.
Tito, Negro, Gordo y Cabezón y ninguna locu- Cincuenta mil seguidores y tres asados por se-
tora de radio notaría la diferencia. Son esa clase mana. No eran videos artísticos ni las recetas
de grupo cerrado de varones jóvenes que elige el tenían grandes secretos gastronómicos. Sin em-
asado a cualquier otro deporte, y que solo faltan bargo, ochenta mil seguidores.
a las citas del vacuno cuando la novia es nueva. Los que filmaban, a veces, estaban más
Les gusta el fernet y la conversación. Les borrachos que los que improvisaban las rece-
gusta el fuego: mirarlo, estirarlo y verlo crepi- tas, pero eso, en vez de quitarle valor a las imá-

12 | Me encontré cara a cara con mi destino y se hizo el que no me conocía.


Hernán Casciari |

genes, lograba que cada video resultara más


divertido que el anterior. Cien mil seguidores.
Llegó un momento, a finales de 2012, en el que Son antiguos
ya no sabían si organizaban cuatro asados por
semana porque querían charlar entre ellos, por- compañeros del
que tenían hambre, o para nutrir de contenidos
la fanpage de Facebook. Una tarde les llegó un secundario, hermanos
mail en inglés. Era una invitación formal des-
de la World Barbecue Association, con sede en
mayores y amigos
Estocolmo, Suecia. comunes. Se llaman
Todo esto me lo contaban ellos mismos en
la habitación del hotel donde se concentraban Joaco, Felipe, Rocco,
para el match contra Marruecos, esa noche de
luna llena. Laucha, Chino y
—Imagináte que estás jugando a la pelota
con tus amigos en el patio, aparece una limu-
Rama; pero podrían
sina, se baja un tipo y es Michel Platini que te tranquilamente
invita al Mundial.
Sabían que era imposible ganar ese tor- llamarse Micho,
neo, porque lo que se evalúa allí es, entre otras
cosas, la higiene y la tecnología. Ellos estaban Tito, Negro, Gordo
allí como invitados de honor, para que los ex-
tranjeros conocieran cómo es cocinar a pelo.
y Cabezón.
Se les inflaba el pecho de orgullo cuando me
lo contaban.

No quiero ser feliz, merezco algo mucho mejor | 13


| Escupir el asado

E l World Barbecue Championship se lleva


a cabo desde hace doce años en diferentes
países de Europa. Los organizadores tienen ca-
a cabo en Bélgica y ganó Austria por penales.
No sé qué significa por penales, pero me ima-
gino que involucra embocar chorizos en una
miones provistos con parrillas preinstaladas, canasta.
consiguen sedes paradisíacas, hay árbitros in- Sin embargo, algo más ocurrió a finales de
ternacionales, stands con marcas de ketchup y 2012: uno de los fundadores de la WBQA des-
un gran despliegue culinario. cubrió una página en Facebook llamada «Lo-
En la página oficial, WBQA.com, dicen cos por el asado». Una página de Argentina, el
que son una organización fraterna que promue- país de la leyenda del fuego a campo abierto, el
ve los valores de unir a los países alrededor del sitio donde nacen y mueren las mejores vacas,
fuego y otro montón de boludeces en inglés la tierra del gaucho carnívoro. La página tenía
para conseguir mejores auspiciantes, pero la entonces más de cien mil seguidores.
verdadera historia es mucho más divertida. En Como quien tira una botella al mar, los
realidad son unos gordos suecos, holandeses, gordos europeos mandaron un mail invitando
irlandeses y de otros países a los que les encan- a Argentina —con todo pago— al siguiente
ta comer, cocinar barbacoas y reunirse en gru- World Barbecue Championship, que se llevaría
pos chillones. Todos tienen un montón de plata a cabo en Marruecos a finales de mayo de 2013.
y se la gastan en ir y venir por el mundo con sus La respuesta desde Buenos Aires tardó cuatro
supercombis y sus parrillas móviles, tomar cer- minutos, y no dos, porque los chicos no querían
veza hasta morir y conocer gente nueva a la que parecer ansiosos. Esto me lo contaban los orga-
le guste lo mismo: asar carne, emborracharse, nizadores en el hotel, entre risas y cervezas, en
charlar y comer. Lo vienen haciendo así desde un castellano torpe:
hace quince años. —Es como si organizamos mundial de
En una sobremesa de 1999 a uno de es- rugby amateur europeo, y descubrimos webpa-
tos gordos de panza ovalada y cogote colorado ge de All Blacks en Nueva Zelanda y decimos,
se le ocurrió hacer un campeonato mundial de bah, invitemos a venir, no perdemos nada. Y
barbacoa. Lo dijo en chiste, pero otros gordos ellos dicen yes. ¡Es un sueño!
se rieron fuerte y empezaron a idear las reglas
de una posible competición internacional. ¡Ah,
qué hermoso ser europeo y gordo y rico y pasar-
se una tarde organizando un mundial de comer!
Cuando la cerveza se les terminó, uno de los
S e cruzaron varios mails. Los de cogote co-
lorado les mandaron pasajes y los chicos ar-
gentinos viajaron al mundial. El primer encuen-
gordos ya tenía diseñado el logo. Siempre las tro físico entre los dos contingentes fue muy
mejores cosas empiezan cuando alguien dibuja gracioso. Cuando el equipo argentino llegó a
un logo en una servilleta. Pusieron plata entre Marruecos y fue recibido por los organizadores
todos y armaron, a los trompicones, el primer del mundial, ambos grupos creían que los pro-
mundial en Estocolmo. fesionales eran los otros.
La primera edición la ganó Reino Unido, El equipo argentino viajó en vuelo directo
en una final muy trabada contra Holanda. Les desde Buenos Aires a Roma, de Roma a Tánger
gustó tanto la experiencia que no pararon nunca en un Airbus, y de allí en un tren tumultuoso
más. Cada año eligen una sede distinta y per- hasta Saïdia, donde acaba Marruecos y empie-
feccionan la organización: hubo mundiales en za Argelia. Ninguno de los seis conocía África
Austria, Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca ni las costumbres islámicas del norte. Descu-
e incluso un año saltaron a Sydney. Cada nueva brieron en el tren, entre otras cosas, lo fácil que
competición tiene reglas más claras y mejores es conseguir hachís en esa zona del mundo y
empresas patrocinadoras. llegaron a la sede del campeonato mundial alte-
Actualmente, el match principal es país rados y felices.
contra país y se llama «a canasta cerrada». Cada El resto de los equipos europeos había lle-
equipo nacional recibe exactamente los mismos gado en aviones directos, mientras sus trailers
cortes de carne —cordero, vaca, pollo y otros cruzaron Gibraltar y llegaron por tierra. Los
animalitos de Dios— y hay un tiempo límite holandeses tenían una autocaravana gigantesca,
para asarlos con la técnica de cada región. Des- equipada con tecnología de punta. Los austría-
pués los jueces prueban los manjares y emiten cos, parrillas hidráulicas y termómetros para
un veredicto. El año pasado el mundial se llevó medir la temperatura de la brasa. Cada uno de

14 | Soy fuerte porque me sostengo sobre toda esta debilidad.


Hernán Casciari |

Los holandeses tenían


una autocaravana
gigantesca, equipada
con tecnología de
punta. Los austríacos,
parrillas hidráulicas
y termómetros para
medir la temperatura
de la brasa.

los países expertos en el mundial había conse-


guido, con los años, competir sobre todo en ve-
locidad de cocción y en higiene. Los argentinos
llegaron con seis bolsos, una guitarra y dos ban-
deras: una albiceleste de Argentina, y otra roja
de la ciudad de Trevelin, en Chubut.
El contraste con el resto de seleccionados
era notorio no solo en el equipamiento, sino
también en las edades y la contextura física.
Casi todos los europeos eran cuarentones ma-
cizos de pelo chestertoniano y barriga osten-
tosa; el combinado argentino se componía de
jóvenes flacos y altos con un promedio de edad
de veinticuatro años. Vestían camisetas blancas
con el nombre de su país detrás, en celeste, y en
la pechera el auspicio de vinos Don Valentín y
Buscapina.
Cuando los organizadores les pregunta-
ron qué tipo de equipamiento y herramientas
necesitaban para asar los corderos, la respuesta
del equipo argentino rebotó en las paredes del
complejo, se hizo rumor en los pasillos y los
comentarios en los jardines del hotel duraron
todo el día:
—Quieren asar diez corderos en la playa
y no les importa el viento —decía alguien en
francés.
—Parecen indios, pero qué cachondos
que son —escuché decir a una barcelonesa.
—Solo necesitan leña y algo a lo que lla-
man fernet Branca —decía otro en alemán.

El ser humano es para compartir un ratito y nada más, después aburre. | 15


| Escupir el asado

E l equipo argentino sabía que, de a poco, sus


técnicas empezaban a generar expectativa.
Estaban concentrados en una de las habitacio-
y la excitación que tenían metida en el cuer-
po. Pero también, a causa de la resaca, ahora
no me acuerdo bien qué cara le corresponde a
nes del complejo hotelero, donde también se qué nombre. No sé cuál es Micho, ni sé cuál es
realizaba el mundial. Yo me alojé en el mismo Tito. Lo que sé —y esto lo sé muy bien— es
sitio, más que nada porque no había otro lugar cuánto se divirtieron en ese mundial de barba-
decente en la ciudad donde poder dormir. Nun- coas europeas, sobre todo inventando cantitos
ca había estado en un complejo así. Ese hotel de guerra. Me retumban todavía algunos de los
parecía cualquier cosa menos África: parecía versos, con música de tribuna, que prepararon
Cancún o algún destino vulgar del Caribe, era para intimidar a los rivales:
un oasis de turismo pavote en el medio del de-
sierto, cercado por la pobreza de los pueblos Yo hago asado de chiquito,
islámicos de alrededor. carbón y leña y nada más.
No tengo tiempo ni ganas de describir el Vos tenés parrilla móvil,
derroche de confort innecesario, pero el lec- se te arrebata el costillar.
tor que quiera puede googlear «Oriental Bay ¡Gringo, tu asado es moderno,
Beach» y mirar la majestuosidad espantosa del prendés el fuego con campingás!
sitio. Ahí estaban los asadores argentinos, en
ese ambiente de lujo islámico. Y ahí también Y me queda grabada la risa de los adversa-
estaba yo, caminando por los pasillos y oyendo rios gordos y colorados al conocer la traducción
a los gordos europeos, de cogote encarnado y de esas estrofas.
bermudas caqui, ansiosos por ver al exotic team —Oh, my god, cámpingas, my god —decía
que había llegado de las pampas. un irlandés riéndose con la boca abierta, y pare-
Para ir de mi habitación a la del equipo cía que le fuera a explotar la panza.
argentino debía caminar kilómetros, atravesar No había competencia, sino camaradería
jardines paradisíacos, piscinas y campos de y largas noches de alcohol. Gente reunida alre-
golf. Un peligro tremendo que casi me convier- dedor del fuego con ganas de pasarla bien. Así
te en un chancho burgués. Pero me gustaba ir ocurrió durante los días que duró el encuentro.
a la habitación del combinado nacional porque Fiestas nocturnas, almuerzos opíparos y un re-
tenían, escondida entre el colchón y la mesa de guero de cerveza fresca para el calor agobiante
luz, una pelota de hachís que habían comprado que sopla en el ecuador del mundo.
en el tren Tánger-Saïdia. Las noches terminaban muy tarde, cuan-
El hachís de Marruecos es el mejor del do el último país cantaba la canción que dice
mundo y yo no había podido conseguir nada «Dame la G / te doy la G, / dame la E / te doy
desde el aeropuerto al hotel. Descubrí rápido la E» y que termina con el grito «¡Germany!».
que el equipo nacional no tenía la menor idea Eran más de treinta países y se cantaban
de cómo se arman los cigarros de hash. Pensa- todas las canciones patrias. La enorme mayoría
ban que era porro paraguayo, le ponían dema- de los cocineros se quedaba hasta el final, dele-
siada resina al papel y se drogaban muy mal, treando el nombre de cada país, incluida la in-
con grandes lagunas de resaca. terminable y ripiosa canción de Liechtenstein,
La primera tarde que les hice cigarros que era complicadísima.
buenos con mi papel, con mi tabaco y, sobre En ningún momento nadie se preocupó
todo, con mi fantástica velocidad para el arma- por las estadísticas del torneo. La excusa era el
do, me convertí inmediatamente en la mascota mundial, claro, pero el objetivo estaba en las
del equipo. sobremesas y se cumplía cada noche. A todo el
mundo le daba igual si ganaba Bélgica o Nue-
va Zelanda, mientras los camareros marroquíes

M ientras ellos tejían estrategias gastronó-


micas, yo les armaba un cigarro atrás del
otro, tanto en la habitación donde se concentra-
siguieran trayendo cerveza fría y las turistas eu-
ropeas llegaran a la discoteca nocturna del hotel
vestidas igual que en las piscinas diurnas.
ban, como en la playa donde hacían los asados. Me fui de Saïdia el domingo por la maña-
Gracias a esa franquicia que les ofrecí me de- na, con la cabeza como un tambor. Los árbitros
jaron deambular con ellos y los pude conocer darían su veredicto por la tarde, y ni siquiera me
en la intimidad, escuchar sus conversaciones importó quedarme a verlo.

16 | No existe la amistad entre el hombre y la razón.


Juan Forn

C uando llegué a Barcelona tenía la panza rí-


gida de tanto comer carne y ya se empeza-
ban a conocer los resultados del torneo. Había
te a la del veinticinco de mayo, cuando la luna
llena en Marruecos los iluminó a los seis para
que asaran la carne como lo hacían sus padres
ganado Dinamarca, con ahumadores portátiles, y sus abuelos.
seguido muy de cerca por el equipo alemán. Cuando salió esa luna yo me alejé del ca-
Los argentinos quedaron cuartos y me pareció lor de los diez corderos en cruz para conseguir
muy bien. la perspectiva que conviene tener en las gestas
Entré a Facebook para revisar la página ajenas. Ellos estaban viviendo un momento úni-
de los chicos, quería saber si ya habían infor- co y se les notaba en la cara. Les habrá pasado
mado de los resultados a sus seguidores, y fue por la cabeza el secundario completo, la amis-
entonces cuando vi que los estaban masacran- tad y las borracheras. Los seis se miraban a los
do. Me descolocó un comunicado del embaja- ojos, se abrazaban y se decían cosas de amor
dor argentino en Marruecos pidiéndole «calma al oído.
a los medios». Abrí un diario, y después otro. Allí fue donde pude leerle los labios a Fe-
De repente, en cada sitio de la prensa nacional lipe cuando dijo: «¡Mirá dónde estamos, Chi-
se hablaba de traición y derrota. Fue una expe- no!». O quizá fue el Chino que se lo decía a
riencia extraña, porque yo todavía tenía en las Felipe. Pero podíamos haber sido Chiri y yo
zapatillas arena marroquí y las voces felices de hace veinte años, por eso me emocioné cuando
los cantos de tribuna en la cabeza. el otro lo abrazó y se sintieron inmortales.
Me costó al principio entender la agresivi- Bailoteaban y le echaban leña al fuego.
dad que llegaba desde el otro lado del Atlánti- Bebían y pintaban los costillares con agua y sal.
co. Era saña y era bronca. Los periódicos online Se dejaban sacar fotos. Medían la temperatura
deliraban de patriotismo mancillado. La basura de la carne con las manos para hacerles ver a los
del trendic topic funcionaba a cuatro motores. daneses la inutilidad de comprar termómetros
Escuché una entrevista telefónica de radio hidráulicos. «¡Gringo, tu asado es moderno, /
Mitre a uno de los chicos. El pobre quería expli- prendés el fuego con campingás!», cantaban a
car que había sido una experiencia única, pero los gritos mientras asaban y bebían.
la entrevistadora le decía que no, que deberían Si en ese momento me hubiera llevado
estar tristes, que había sido una vergüenza. aparte a cada uno y, por turno, les hubiera pre-
guntado dónde querrían estar en ese momento,
haciendo qué, los seis habrían dicho lo mismo.

S entí una enorme compasión por esos chicos,


a los que había dejado bailando y cantando
el sábado por la noche. Ahora era lunes, habían
«En África, con mis amigos».
No tenían la menor idea de lo que iría a
decir la prensa en Argentina dos días después.
pasado nada más que cuarenta y ocho horas, Mejor que no lo supieran. Mejor dejarlos así,
pero el mundo parecía otro. El que hablaba por congelados en el abrazo. ¿Para qué aguarles la
la radio, creo que era Rocco, tenía la voz que- fiesta con noticias del futuro? ¿Con qué objeto
brada y quería disimularlo. Era una voz diferen- escupirles el asado de esa noche perfecta? x

Hay algunos que no abren la cabeza para no perder la garantía. | 17


sobremesa

asado
participio del verbo hacer

E
stoy a favor del asado nacional —me dice reivindicativo. Cómo se nota que los años de vivir
Chiri—. ¿Pero sabés lo que no soporto? La afuera te arruinaron la conciencia nacional.
pelotudez de que nadie se puede meter en —Ok, no vas a conseguir que me enoje —le
la parrilla cuando otro está haciendo el asado. Me digo—. Además es muy gracioso que creamos
parece una competencia idiota entre machos alfas. que el asado es un invento nuestro, cuando toda
—Es verdad —le digo—. En Argentina vos na- la vida la humanidad cocinó carne a las brasas.
cés sabiendo que si movés una costilla de lugar —Pero no todos los países del mundo adoran
cuando el asado lo está haciendo otro, el parrille- el ritual como nosotros —me dice Chiri—. Pensá
ro tiene el derecho de agarrar el cuchillo y cortarte que en Argentina hay una película que se llama
un dedo. El asadito y su único argumento es que se juntan
—Igual te felicito —me dice Chiri—, por fin le- unos amigos en una terraza a comer un asado.
vantaste el culo de la silla y fuiste a alguna parte... No hay más conflicto que ese. El cine francés no
¿Cuánto hace que no salías de tu casa? tiene esos detalles.
—Cuatro años, seis meses y doce días. —Es verdad.
—¿Y qué tal, te gustó? —O pensá, sin ir más lejos, en la foto más fa-
—No mucho. Es todo luminoso y raro. Nadie mosa de Marcos López, «Asado en Mendiolaza»,
está pendiente de lo que te pasa. Cuando decís que estuvo expuesta en medio mundo y es una
«Nina, poné la mesa», o «Cristina, pasame el cu- parodia de la Última Cena en formato asado.
chillo tramontina», los extraños no hacen caso. —Cierto. Pero me parece exagerado creer que
—Oíme, ¿vos comiste asado en África al final? el copyright de la carne con fuego sea nuestro.
—Claro. ¿Por qué? —Ustedes los gringos pueden decir lo que
—Porque no contás esa parte… quieran, pero en ningún lugar del mundo la carne
—La crónica inicial estaba planteada de otra sabe como en la pampa. Preguntále a los indios.
manera —le digo—, era el relato de un gordo que —¿A qué indios?
va a contemplar sabores, a desmenuzarlos, ¿te —A los indios que se comieron asado a Juan
acordás? Pero después pasó todo eso en la pren- Díaz de Solís. Preguntáles, a ver qué piensan…
sa y me pareció mejor contar la metáfora social. —Esos indios no solo se comieron a Díaz de
La pasaron realmente mal esos chicos con todo Solís, también se comieron a los soldados espa-
lo que se dijo de ellos. ñoles que bajaron del barco con él —le digo—.
—Todo bien con los pibes, eh, todo muy lin- Eso lo cuenta Saer en El Entenado.
do —me dice Chiri—, ningún problema con ellos, —Qué linda novelita —me dice—. ¿Ese libro
pero para competir con los gringos gordos de co- lo perdí yo o lo perdiste vos?
gote colorado yo hubiera llevado gente gorda de —Creo que yo —le digo—. Saer cuenta muy
cogote morocho, bien autóctona. bien esa comilona. Los indios quedan pipones,
—¿A quién hubieras llevado? —le pregunto. medio aturdidos, igual que nosotros después de
—No sé. A los gordos de la CGT, ponele. comer una parrillada contemporánea.
—A los gordos de la CGT les dicen así porque —Yo creo que ese fue el primer asado multitu-
son los que tienen la mayor cantidad de afilia- dinario que registra la historia argentina.
dos… «Gordos» por «grandes». —Mmmm —le digo—. Gallegos crocantes
—¡Pero son gordos de verdad! —dice Chiri—. con chimichurri... Habría que probar.
Y se la bancan con cualquiera. Vos sabés que —Costilla de madrileño a la mostaza...
cuando se trata de defender la camiseta yo me —Matambrito de catalanes...
pongo muy bilardista. No se nos pudo haber es- —Decile a tu hija que ponga la mesa, y a tu
capado esa medalla. Fue un desastre. mujer que te pase un cuchillo. ¡Convertite en indio
—¡No entendiste nada! —le digo—. Estás di- de las pampas, Jorge! ¡Cométe a tu familia espa-
ciendo las mismas pelotudeces que decían los ñola a la parrilla!
diarios. ¿Vos leíste lo que escribí? —¿De verdad? —le digo— ¿Puedo?
—Sí, demasiado sensible para mi gusto. Muy —¡Gozá, putita! x

18 | El deseo es una boca que muerde para adentro.


cinismo ilustrado, por Salles |
policiales

cuatro
mujeres
muertas
escribe
javier sinay
Fue conocido como el «cuádruple crimen de La Plata».
Ocurrió a finales de 2011 y causó conmoción. Un periodista
de Orsai investigó el tema con tal profundidad que consiguió
que el principal imputado hablara con la prensa por primera
vez desde la tragedia.

A
las siete de la mañana del vein-
tisiete de noviembre de 2011,
un muchacho llamado Facundo
González abrió la puerta de su
casa —iba a trabajar— y quedó
de cara a un pasillo lleno de huellas rojizas. El
corredor unía los cinco PH que formaban parte
del condominio de departamentos, y las pisadas
—oscuras, salpicadas, confusas— salían de la
javier sinay
puerta contigua, la de sus vecinas del timbre 5.
Buenos Aires, 1980 Era domingo y el silencio en la ciudad de
La Plata era total.
—Che, papá… Mirá lo que hay acá…
Estudió Ciencias de la Comunicación —le dijo Facundo a su viejo.
en la Universidad de Buenos Aires.
Es escritor y periodista especializado
El hombretón apareció por detrás. Se lla-
en sucesos policiales. Colabora con maba Rubén, y lucía ojeroso y despeinado. Ha-
las revistas Rolling Stone y Hombre. bía dormido mal. En el medio de la noche se
Trabajó para el suplemento «Sí» de había despertado escuchando gritos y lamentos,
Clarín y ha colaborado con diferentes y se había desvelado pensando en el origen del
medios gráficos como TXT, Crítica,
ruido. Había dos explicaciones viables. Podían
D-Mode, Gatopardo, Zona de Obras
y Alma. Participó en la producción ser las nenas del vecino: dos chiquillas que llo-
de los programas de televisión raban por cualquier cosa y que se peleaban en-
Forenses, Fiscales y Ser Urbano. tre ellas todo el tiempo. O podían ser las ratas:
Ganó tres veces el Premio Perfil en los últimos tiempos habían aparecido algu-
a la Excelencia Periodística en las
nas en el condominio y los vecinos les habían
categorías «Mejor investigación»,
«Mejor exclusiva de policiales» y declarado la guerra. El mismo Rubén había ca-
«Mejor entrevista a personaje». zado dos adentro de su casa. Las había tenido
También ganó el Premio TEA que acorralar detrás de un mueble; no había
Estímulo. Coordinó junto a Diego sido fácil. Eran bichos veloces, incluso astutos,
Galeano el «Coloquio sobre delito,
y era probable —había pensado Rubén aquella
memoria urbana y escritura en
Argentina: a 100 años de los noche— que los golpes y los sollozos respon-
crímenes del Petiso Orejudo» dieran a una cacería doméstica.

| 21
| Cuatro mujeres muertas

A la mañana siguiente, sin embargo, la hi- —con las que había intentado defenderse— y
pótesis cambió. O se confirmó. en la cabeza —donde asomaba el hueso del
Lo cierto es que Rubén se asomó por de- cráneo— había recibido varios golpes con un
trás de su hijo, siguió con la mirada las huellas palo de amasar que fue hallado por los foren-
del pasillo y se detuvo en la entrada de sus ve- ses sobre una mesita de la sala, al lado de unas
cinas, a un metro de su propia nariz. La puerta estatuillas de porcelana y de unos retratos fa-
estaba entreabierta. Y permitía ver un charco miliares. Había más: un relámpago de puño le
de sangre en el descanso del ingreso al depar- había desprendido un diente; al caer sobre una
tamento. No había nada más. O mejor dicho: mesa de vidrio —o ser golpeada contra ella a
Rubén no quiso ver nada más. En cambio entró propósito— se había cortado la cara; y el filo
a su casa y levantó el teléfono. Discó 911. del puñal había pasado setenta y seis veces por
—Señorita, acá hay algo raro… —le dijo su cara, su cuello, su torso, su abdomen, los
a la operadora de la policía. brazos y una de sus piernas. El agresor —podía
Era raro, por cierto. Y atroz: sus vecinas deducirse— había iniciado el ataque de frente
estaban muertas y faltaba poco para que los y lo había continuado por detrás: el reguero de
agentes llegaran y descubrieran los cuerpos. sangre con el que Bárbara había salpicado la
Susana de Bartole, de sesenta y tres años, pared —una estampa de microgotas en spray—
yacía en la cocina —el ambiente contiguo al daba cuenta de que la mujer se había inclinado
descanso de entrada— sobre un gran charco de o se estaba cayendo cuando llegó una cuchilla-
sangre. Los peritos advirtieron que había sido da mortal al cuello. Después el asesino conti-
golpeada en la cabeza con un elemento volumi- nuó apuñalándola en el piso. Ocho veces más.
noso y pesado, tal vez un palo de amasar o un La masacre siguió.
pisapapeles. También notaron que había recibi- Micaela, la hija de Bárbara, de once años,
do algunas trompadas y varias puñaladas en el había sido alcanzada en una de las habitaciones:
cuello, en el tórax y en uno de sus brazos —con la policía encontró su cuerpo recostado sobre la
dos cuchillos diferentes y con un destornilla- cama matrimonial, frente al televisor. La nena
dor—. Y que debajo de sus uñas había restos había sido golpeada y apuñalada dieciséis ve-
de piel arrancada en un rasguño: «ADN perfil ces en el tórax y en los brazos. Por debajo de
NN1», en el léxico desangelado de los forenses. ella quedaba un celular con el que había disca-
En el comedor, siguiendo el recorrido de do 9111: había querido llamar a la policía, pero
la casa, apareció el cadáver de Bárbara Santos, había discado un número de más. La llamada,
de veintinueve años: la única hija de Susana. que no se concretó, quedó registrada a las 00:07
Podía suponerse que para ella el horror había del domingo. La niña fue la única víctima que
comenzado en el baño. Allí había sido sorpren- no fue pasada a degüello.
dida, después de la ducha y justo antes de lavar- La última en morir, Marisol Pereyra, re-
se los dientes —el cepillo había quedado con la cibió el mismo tratamiento que el resto de las
pasta en el lavatorio—. Bárbara había corrido víctimas adultas: puñaladas y cortes en todo el
unos metros, pero no había tenido suerte: fue cuerpo, el cuello incluido. Marisol era una ami-
la más castigada de las víctimas. En las manos ga joven de Susana de Bartole y su presencia en

Entrada. Pasillo que conduce al timbre 5. Prueba. El palo de amasar hallado por los forenses.

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Javier Sinay |

la casa a la medianoche era difícil de explicar.


Quizás había llegado de visita, por casualidad
y mientras ocurrían los asesinatos, y luego de
E l mismo domingo, poco después del ha-
llazgo de Facundo y Rubén González, un
muchacho llamado Osvaldo Martínez amanecía
haber sido recibida por el homicida había sido en su casa de Melchor Romero, una localidad
liquidada. Como fuera, Marisol estaba echada ubicada a veinte kilómetros del centro de La
en la cocina, con su cabeza sobre el zócalo de la Plata. Su noche —diría después— había sido
heladera. Uno de sus pómulos había sido frac- tranquila, casi desangelada: había visto una pe-
turado con una trompada y tenía la marca de lícula (Agente Salt, con Angelina Jolie) y con
ocho puñaladas —la salpicadura roció el techo un mensaje de texto le había reprochado a su
y dos paredes—, y así y todo en el medio del novia su desapego: «Otro sábado que me de-
ataque había alcanzado a defenderse y a rasgu- jaste solo, me voy a acostar, ya no me vas a
ñar a quien tenía enfrente: debajo de sus uñas mandar mensaje».
también se hallaron restos de piel. Su novia era Bárbara Santos, una de las
Había, entonces, rastros. Y no solo en las mujeres muertas.
uñas de las víctimas. Después de tres años, Bárbara se había
En la cocina fue hallado uno de los cuchi- convertido en la primera chica que Martínez
llos utilizados para la masacre —la punta estaba tomaba por novia formal. Sin embargo, la re-
manchada de sangre y el resto de la hoja ha- lación tenía ya sus altibajos. Bárbara se queja-
bía sido lavada— y también había pisadas. En ba de los celos de Martínez y a él le molestaba
un intento por ordenar la escena del crimen, el que ella no lo tuviera en cuenta. Pero aun así
asesino había dejado sus propias huellas apre- seguían juntos y tenían buenos momentos. Dos
suradas y confusas cerca de los dormitorios y días atrás, el viernes veinticinco de noviembre
del baño, como si hubiera estado meditando de 2011, él le había regalado un ramo de flores
qué hacer. O como si hubiera estado buscando y una caja de bombones para su cumpleaños, y
algo —un teléfono quizás: el de Marisol Pe- habían pasado toda la tarde jugando con Micae-
reyra nunca fue hallado—. Había también un la —la niña de ella— al Reto Mental, un juego
guante en el comedor, señalado por los forenses de dados y preguntas. Pero el sábado veintiséis
con el patrón genético «ADN perfil NN1», y es- todo se había vuelto opaco: de noche, ella no
taban también las últimas pisadas del homicida, había llamado y Martínez había vivido ese si-
esas que iban por el pasillo y que llegaban a la lencio como un abandono.
vereda, hasta desaparecer en el cordón. Allí, es- A pesar de esa distancia, al día siguiente
timaron los peritos, el homicida se había subido Martínez organizó la jornada pensando en Bár-
a un auto. bara. Después diría que había querido hacer un
La casa lucía, al final, como una gran cié- plan con ella. Es por eso que a media mañana
naga. Era el feroz escenario del «cuádruple cri- del domingo veintisiete se subió a su Fiat Uno
men de La Plata»: uno de los casos más escan- para buscar a su novia y llevarla a una fiesta
dalosos y enigmáticos de los últimos años en la familiar, al cumpleaños de su sobrina. Pero el
criminología argentina. plan no se concretó: cuando conducía por la ca-
lle Treinta y dos, una camioneta repleta de poli-

Marisol Pereyra. La cuarta víctima. Bárbara Santos. La novia del Karateka.

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| Cuatro mujeres muertas

cías le cerró el paso. Martínez pensó que había do en movimiento —y no en su casa— durante
un error, hasta que uno de los vigilantes le abrió la medianoche de los crímenes, y que el nivel
la puerta del auto y le ordenó bajar. de agresión que había sufrido Bárbara —quien
—¿Vos sos Martínez, Osvaldo? ¡Asesina- tenía el doble de puñaladas que las demás vícti-
ron a tu novia! —le dijo, mientras lo hacía subir mas— convertía a la mujer en el eje de la masa-
a la camioneta y le pedía que indicara el camino cre. Para Garganta, se trataba de una verdadera
a su casa, que muy pronto sería allanada. historia de amor con final trágico.
Pocas horas después el novio salió de su
hogar encapuchado y detenido, en el marco
de una operación ordenada por el fiscal Álva-
ro Garganta. El funcionario dijo más tarde que
Martínez mentía cuando decía que la noche an-
L a hipótesis —que mostraría varias fisuras
con el paso del tiempo— sorprendió a todos
los que conocían a Martínez. A los veintisiete
terior se había quedado mirando una película años, el muchacho no encajaba con el arquetipo
y durmiendo. Y que, en cambio, había estado de un asesino múltiple. Había sido criado en el
manipulando un cuchillo y abriendo canales seno de una familia de clase media trabajadora
de sangre. La hipótesis del fiscal —que apun- del suburbio de Berisso —una localidad cer-
tó a Martínez como el principal acusado— de- cana a La Plata— y había alternado el estudio
cía que los celos enfermizos sobre Bárbara se —cursaba la carrera de ingeniería electrome-
habían desatado cuando Martínez se había en- cánica en la Universidad de La Plata— con el
terado de que su novia se iría a bailar con sus trabajo —tenía un empleo en la petroquímica
amigas, y que ese rapto de furia lo había llevado Repsol YPF— y con el deporte: había practi-
a matarla —y a acuchillar a todas las demás mu- cado karate durante diez años en los que había
jeres para no dejar testigos—. forjado dos brazos largos y duros, y un temple
Esa versión tenía, en un principio, algún moldeado por los preceptos del arte marcial.
sostén: los vecinos de Bárbara se preguntaban El apodo tampoco calzaba con el perfil de un
por la ausencia de Martínez la noche del sába- homicida: lo llamaban «Alito», un sobrenom-
do —«Qué raro que no estuviera ayer; siempre bre que venía de «Ale», un nombre árabe que
dormía con ella», decían— y eso llevó al fis- la madre de Martínez había querido ponerle de
cal Garganta a hacer foco en el novio. Después acuerdo a sus tradiciones y que no había sido
Garganta armó un esquema de femicidio que aceptado en el registro civil.
apuntaló primero con algunos mensajes de tex- En cualquier caso, el asunto del apodo
to de Martínez (más reproches hacia Bárbara), resultó una transformación simbólica para
con las palabras del chofer de remís Marce- Martínez en el momento de ser detenido. Y es
lo Tagliaferro (un testigo que juró haber visto que apenas se lo acusó de la masacre, «Alito»
al acusado en la escena del crimen), y con un pasó a ser una contraseña para los íntimos; el
informe que señalaba la personalidad tenaz y resto de la sociedad lo conoció desde entonces
prolija de su acusado. A través de una pericia como «el Karateca», un alias hoy célebre en
telefónica, y a lo largo del tiempo, el fiscal tam- La Plata, donde Martínez es visto por algunos
bién intentó demostrar que Martínez había esta- como un temible exterminador de mujeres; y

Osvaldo y Bárbara. Una relación con altibajos. Masacre. El fiscal en la escena del crimen.

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Javier Sinay |

por otros como una víctima del Poder Judicial


de la provincia de Buenos Aires, que lo detuvo
dos veces y dos veces lo liberó por falta de
A Susana de Bartole le gustaba mantener el
orden. Apenas llegaba del trabajo se qui-
taba la ropa cara con la que ingresaba a Tribu-
pruebas. nales, agarraba un plumerito viejo y se ponía a
Si el Karateca fue o no el autor de la masa- repasar. Recién al terminar se permitía un des-
cre es una pregunta que quizá nunca encuentre canso. Cuando caía la tarde solía cruzarse a uno
respuesta. Como sea, la guerra de versiones co- de los departamentos de adelante, donde vivía
menzó en la hora cero. El fiscal y el juez apoyan Silvia Matsunaga, una vecina más joven a la
la hipótesis de que fue un crimen pasional. Pero que conocía desde que había llegado al condo-
también están todas las otras versiones: muchas minio, dieciséis años atrás, y que se había con-
de ellas hacen foco en la figura de Susana de vertido con el tiempo en una amiga íntima. En
Bartole, la madre de Bárbara. De ella se han esos primeros días, Susana ya estaba separada
dicho principalmente dos cosas: que su traba- del padre de Bárbara —un policía que se ha-
jo como secretaria de un juez la podría haber bía marchado a Mar del Plata— y la soledad la
expuesto a cierta información inconveniente. Y había llevado a tender lazos. Pronto nació una
que su afición al juego le podría haber dejado costumbre: Susana aparecía cada noche con sus
un dineral —ganado en el bingo— atractivo cigarros Le Mans en la casa de la vecina y fu-
para los asesinos. maba con ella en la ventana.
—Yo estoy convencido de que todo gira Mientras hablaban, Susana solía contarle
en torno a mi suegra —dice Osvaldo Martí- a Silvia sobre su agujero económico. El tema
nez. Es septiembre de 2012 y está sentado en la era recurrente en los últimos tiempos: una de
mesa de un bar de La Plata, luego de haber re- las hermanas de Susana había quedado a la in-
cuperado la libertad por segunda vez. Martínez temperie con la muerte de su marido y ella la
tiene ya veintinueve años, y sin embargo viene había ayudado, pero después ella misma había
a la entrevista acompañado por su madre. La caído en desgracia. El dinero no le alcanza-
señora se llama Herminia López, es empleada ba. No había terminado de pagar su departa-
de un hospital y es sobre todo una mujer fuerte. mento; la herencia recibida de sus padres —y
Ella fue la principal opositora al fiscal Garganta compartida con las dos hermanas— no había
y al juez que confirmó los cargos contra su hijo. sido suficiente y además un amigo la había
—A mí me investigaron por completo y si traicionado pidiendo un crédito a su nombre
estoy acá, libre, es porque soy inocente —sigue e incumpliendo las cuotas. Por todas estas ra-
Martínez—. Este no es un crimen pasional y yo zones Susana tenía retenida una parte de su
quiero conocer la verdad. Todos nos merece- sueldo y estaba embarcada en una vida que se
mos conocerla. También las chicas. había vuelto angosta. Al final había tenido que
«Las chicas», dice Martínez. Su madre renunciar a los paseos de compras, a la ropa
—ojos negros, rulos morenos— asiente con la nueva y a las tragamonedas del bingo al que
cabeza. tanto le gustaba ir.
Así y todo, seguía encontrando formas de
divertirse.

Susana de Bartole. La madre de Bárbara. Bingo. En estas tragamonedas solía jugar Susana.

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| Cuatro mujeres muertas

—Susana era una mujer moderna y sin


compromisos, y estaba muy bien para la edad
que tenía —dice Silvia Matsunaga, una mujer
E s un hombre pequeño y moreno, el albañil.
Una médica forense anotó un año atrás que
medía un metro con sesenta y cinco centíme-
de rasgos japoneses y sonrisa generosa—. He- tros y que pesaba setenta y dos kilos, pero hoy
mos salido juntas y vi cómo se divertía y cómo Javier Quiroga parece más delgado. Y su rostro
conocía gente. Pero le conocí pocos novios for- ajado —primero por el sol del Norte, después
males. La mayoría quedaba fuera de casa por- por el trabajo fatigoso del obrero, finalmente
que no quería compromisos: su prioridad era su por el drama policial— desmiente los treinta y
nieta, Micaela. cinco años que lleva en su documento.
Después del crimen, sin embargo, la vida —Me causa dolor hablar de esto… Es
íntima de Susana de Bartole perdió toda reser- algo que quiero olvidar hasta el día de hoy…
va: en el expediente judicial del caso, un abul- —vacila Javier Quiroga en esta, la primera en-
tado papelerío que roza los dos metros lineales, trevista que concede a la prensa después de un
hay toda clase de historias y de rumores —difí- largo silencio.
ciles de probar— sobre su vida íntima. Por el parecido que tenía con el boxeador
Que practicaba el culto Umbanda y gusta- Rodrigo Barrios cuando se rapó el cabello, una
ba del ocultismo, se dijo. Que pedía créditos sin vez y hace tiempo, a Quiroga todavía le dicen
parar y que estaba gravemente endeudada con «Hiena». Sin embargo su aspecto —doblega-
una docena de acreedores. do— hoy no parece estar a la altura de su apo-
Que se jugaba lo poco que le quedaba en do. En una sala de la cárcel de Magdalena, a
el bingo.Que era ludópata. Que el sexo casual unos cincuenta kilómetros de La Plata, Quiroga
era uno de sus grandes placeres. Que el sexo fuma y habla de olvidar. Pero después recuerda.
pago era uno de sus grandes recursos. Intenta explicar la suma de —dice él— injusti-
Que el juez Blas Billordo —su jefe— era cias que lo llevan a ser el único detenido por el
su amante. Que el suicidio del juez —con un cuádruple crimen, y que lo dejaron entre rejas el
balazo en la sien, apenas un día antes de la ma- dos de mayo de 2012.
sacre— no tenía que ver con el cáncer que lo Quiroga fue capturado a seis meses del
estaba carcomiendo sino con algún asunto ca- asesinato, cuando el resultado de las pericias
liente que pasó por sus manos y por las de su sobre el «ADN perfil NN1» lo señaló culpable.
secretaria Susana, y que podría haber derivado La piel que había debajo de las uñas de Susana
también en la masacre de las cuatro mujeres. y Marisol era la del albañil, y también eran su-
Que el albañil Javier Quiroga —que ha- yos los dieciocho rastros de sangre que habían
bía hecho varias tareas de refacción en la casa sido recolectados dentro de la casa de La Plata.
y que el día del crimen había trabajado allí— Quiroga, sin embargo, tenía una explicación. Y
también era su amante. la dio la misma noche en la que lo capturaron.
Y que el albañil Javier Quiroga había sido, El albañil se reconoció inocente y acusó a Mar-
además y por último, su asesino. tínez —el Karateca— de haber orquestado la
masacre. Su testimonio, que resultó clave en la
investigación, derivó en la segunda detención

Preso. Javier Quiroga, el albañil acusado. Panorámica. La cárcel de Magdalena.

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Javier Sinay |

del Karateca —quien ya había sido liberado una


vez por falta de pruebas—, pero no salvó al al-
bañil del encierro: lo acusaron de coautor del
múltiple homicidio. Al principio estuvo cautivo
en el pabellón psiquiátrico del penal de Mel- El albañil se reconoció
chor Romero —donde comenzó a limpiarse de
la adicción al alcohol y a las drogas en la que
inocente y acusó al
había caído por la depresión de un divorcio y el Karateca de haber
horror de la masacre—, después en el de Olmos
y finalmente acá. orquestado la masacre.
Su temporada a la sombra no fue fácil:
cargar con la muerte de una niña no es la mejor Su testimonio derivó en
credencial para entrar a una cárcel, dice Qui-
roga y se limpia las lágrimas. Tiene las manos
la segunda detención
esposadas. Hace unos minutos dos guardias lo del Karateca, quien
trajeron sin delicadezas a esta oficina —retirán-
dolo de las tareas de carpintería que hace en el ya había sido liberado
penal—, y le dieron un rato para hablar. Esta es
su versión de la masacre, contada por primera una vez por falta de
vez ante un grabador y un periodista.
—Era sábado a la tarde —comienza—.
pruebas, pero no salvó
Martínez vino a mi casa a eso de las cuatro y al albañil del encierro:
me encontró soldando rejas para un trabajo que
estaba haciendo. Llegó caminando y se presen- lo acusaron de coautor.
tó, porque yo al principio no sabía quién era.
«Soy el novio de Bárbara» dice que le
dijo. Quiroga apenas lo recordaba: lo había
visto una sola vez, durante un trabajo previo
en la casa de Bárbara y de Susana, pero en
aquella oportunidad Martínez ni siquiera lo ño y proveniente de una familia de albañiles—
había saludado. Esta segunda vez era distinta: notó que la cerveza que había estado bebiendo
el novio le habló con una confianza amistosa durante el trabajo ya se había acabado, y deci-
y hasta le encargó una nueva tarea. Martínez dió ir a comprar otra. Martínez lo acompañó.
—dice Quiroga— le propuso juntarse ese mis- En el camino hablaron de sus mujeres: los dos
mo sábado, a las ocho y media de la noche, estaban en la cuerda floja. «Yo ando medio pe-
para convenir un arreglo en los cielorrasos de leado, voy a ver si con esto arreglo un poqui-
la casa. Le dijo que había prisa, que quería em- to mi situación», le dijo el novio de Bárbara.
pezar ese mismo lunes. «Sí, te entiendo, yo también ando en la misma:
Mientras charlaban, Quiroga —formose- tengo un pie afuera y otro adentro», respondió

Primer sospechoso. La policía detiene al Karateka. Otros tiempos. Bárbara y Martínez.

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| Cuatro mujeres muertas

Quiroga, según su versión. Luego se despidie- albañil le dijo que no y fue a buscar una silla
ron frente al kiosco. para subirse a ver el techo.
—Pero antes de irse me regaló una rodaja —Ahí fue que escuché un golpe; ahí em-
de merca —sigue el albañil, y se muestra sor- pezó todo.
prendido—. No sé si él sabía que yo consumía, En la declaración ante el fiscal, Quiroga
pero en un momento me dijo: «¿Vos tomás?». Y contó que después de escuchar ese golpe Martí-
yo no sabía para qué lado lo quería llevar, porque nez apareció sorpresivamente con el rostro de-
hay gente sana que le dice «tomás» a tomar alco- sencajado, calzando guantes y con un arma en
hol, y hay otra gente que sabe que «tomar» es to- una mano y un cuchillo en la otra.
mar cocaína. Él me dijo que él no tomaba y que le Martínez se había convertido en «el Ka-
habían regalado esa rodaja. ¿Un regalo de esos en rateca».
la calle? ¡Era raro! Yo creía que me quería sobor- «¡Corréte para allá, hijo de puta!» le ha-
nar por el trabajo, para que le cobrara menos, y bría ordenado entonces al albañil, para luego
me causaba gracia… Después pasé a saludar a un meterse en el baño a buscar a Bárbara.
amigo que cumplía años y le comenté lo que me La masacre había comenzado.
había pasado. Él se rio y me dijo que tenía suerte. Y mientras ocurría a su alrededor, Quiroga
Un rato más tarde Quiroga llegó en su bi- se asustó de tal forma que —lo jura— no supo
cicleta hasta la casa de Bárbara y tocó el timbre, qué hacer. No pudo hablar ni moverse. Duran-
según cuenta. Salió Susana, la madre, y se mos- te unos minutos estuvo de pie, pero después se
tró sorprendida: no sabía nada de los arreglos le vencieron las piernas y se quedó arrodillado
en el techo. detrás de una mesa, mirando y a la vez tratando
—Pero la señora confiaba en mí y me hizo de no mirar. Quiroga sentía un terror primario
pasar; siempre prefería pagar un poquito más y que —dice—contrastaba con la frialdad del
tener alguien de confianza en la casa —sigue el Karateca, que iba de un lado a otro de la casa
albañil—. Nos quedamos un rato tomando mate ejecutando su plan sin abrir la boca.
y charlando, y después apareció Bárbara. Mien- —Solo vi uno de los homicidios. El de
tras esperaba que llegara Martínez me puse a Bárbara —dice Quiroga.
arreglar unos cajones por pedido de Susana y… Los demás ocurrieron en otros ambientes,
en eso llegó él… y… pasó lo que pasó. asegura, aunque podía escuchar los ruidos y al-
Martínez —dice Quiroga— ni siquiera lo gunos —pocos— gritos.
saludó: siguió de largo y se puso a discutir en Entonces sonó el timbre.
voz baja con su novia. Cuando terminó con el Era Marisol, una enfermera de treinta y
arreglo, Quiroga se quedó esperando a que el cinco años: la última de las víctimas.
otro le dijera qué hacer con el techo, y aprove- Marisol tenía pocas razones para estar
chó el rato para llamar a su mujer y avisarle que allí. Se había acordado de su amiga Susana de
iba a llegar tarde. Un instante después Bárbara Bartole apenas un rato antes, cuando el remís
se metió en el baño a tomar una ducha y recién en el que viajaba había pasado por delante del
entonces apareció Martínez para preguntarle a edificio de los Tribunales en el que trabajaba la
Quiroga si ya había comenzado a trabajar. El señora. El chofer, Marcelo Tagliaferro, tiem-

Escena del crimen. El guante de Quiroga. Testigo. Marcelo Tagliaferro, el remisero.

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Javier Sinay |

«Flaco, andate que la chica se queda y después


pido otro remís». Este testimonio convirtió a
Tagliaferro —manos rudas, ojos claros— en
un personaje de alto perfil, halagado por el fis-
Parecía que me cal, impugnado por los abogados defensores
decía «me estoy del Karateca, festejado por sus seguidores de
Facebook y —dada su locuacidad, a veces ex-
muriendo, hacé cesiva— mimado por el periodista y animador
televisivo Mauro Viale.
algo, hacé algo»… Sin embargo, la declaración parece tener
fallas: Tagliaferro solo vio la cara del tipo de
y yo en ese momento noche y reflejada en el espejo lateral izquier-
no podía hacer do, y recién asoció el rostro con el del Karateca
cuando vio una foto de Martínez en el diario.
nada ni siquiera Por este tipo de cosas, ahora Tagliaferro está
siendo investigado por falso testimonio. Y solo
por mí… se puede afirmar lo evidente: que Marisol bajó
de su auto y que entró en la casa de La Plata.
Adentro de la vivienda, la masacre estaba
llegando a su fin cuando el timbre —dice Qui-
roga— los sorprendió a él y al Karateca, que se
miraron extrañados entre los cadáveres.
«¡Correla de los pies, hijo de puta!» dijo
uno.
po atrás —antes de la entrevista en el penal de Era el Karateca. Según Quiroga, le orde-
Magdalena— recordó la escena de esta manera: naba mover a su novia moribunda para dejar el
—Pensó en Susana y en Bárbara, y qui- paso libre.
so ir a la casa. Intentó por teléfono: llamó dos Después el Karateca abrió la puerta prin-
veces y le cortaron, pero decidió ir igual. ¡Un cipal.
capricho, el destino de la vida! —Entonces Bárbara me mira como pi-
Luego de la masacre, Tagliaferro se trans- diéndome auxilio… —vacila Quiroga en la cár-
formó en un testigo fundamental. Según contó, cel—, y yo… trato de tocarla, porque ni siquiera
Marisol se había bajado sin pagar —pensando la moví, y en eso escucho que él entra y vuelvo
que tal vez nadie la iba a recibir y que iba a de nuevo a mi lugar, escondido… No la moví…
tener que seguir viaje— y él se había quedado Pero ella se movió para tratar de agarrarme a
estacionado y esperando el dinero. Así fue que, mí. Parecía que me decía «me estoy muriendo,
aseguró, vio dos veces al Karateca en la casa: hacé algo, hacé algo»… y yo en ese momento
una, cuando el acusado salió a abrirle a Marisol. no podía hacer nada ni siquiera por mí…
Y otra, cuando se acercó a su coche y le dijo Cuando Marisol entró y vio la escena ya

Vecinos. El día después. Mauro Viale. El periodista que mimó a Tagliaferro.

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| Cuatro mujeres muertas

Sí recuerda lo otro: sostiene que aden-


tro de la casa, y con la masacre consumada, el
Karateca se le acercó con el cuchillo, como si
fuera a matarlo, pero en cambio tomó su mano
y forcejeó con él hasta que le abrió un tajo pro-
Quiroga dice que fundo en uno de sus nudillos. Quiroga ahora
deja ver su cicatriz. Dice que el Karateca lo
el Karateca lo obligó a punta de pistola a dejar su sangre en
el cuchillo, el palo de amasar y buena parte de
obligó a punta de la casa. Y que regando todo con la sangre de
pistola a dejar otro, el Karateca estaba haciendo una fabulosa
puesta en escena para los peritos.
su sangre en —Antes de irse me amenazó para que no
hable… —sigue Quiroga—. Me dijo que si yo
el cuchillo, el palo abría la boca me iba a matar a mí y a mi familia.
No supe qué hacer... No sabía si irme o que-
de amasar y buena darme. Y me quedé, no sé, veinte o treinta mi-
parte de la casa. nutos… No tengo noción del tiempo. Esperaba
que viniera la policía y no venía, no venía… Y
con lo que él me había dicho y además teniendo
en cuenta que hacía pocas horas que había esta-
do en mi casa, esa misma tarde, cuando me vino
a buscar para el trabajo del techo… lo conside-
ré. Le creí. Y al final, por miedo, decidí irme y
era demasiado tarde: el Karateca la empujó, la quedarme callado.
golpeó y se la llevó a rastras hasta la cocina. Hay, eso sí, otras versiones.
Allí la apuñaló y la dejó echada en el suelo. O Un preso que compartió una celda en la
al menos eso dice Quiroga, en el marco de una cárcel de Olmos con Quiroga pidió declarar
versión que se choca contra los peritajes. Y es en la causa. Fue en enero de 2013, en el medio
que el «ADN perfil NN1» que se encontró de- de la modorra judicial. Daniel Oscar Peña De-
bajo de las uñas de las mujeres no es del Kara- vito —tal era su nombre— dijo que guardaba
teca Martínez, sino del propio albañil: un dato una verdad incontenible: que la Hiena le había
que de todas formas no excluye al Karateca. El revelado que el cuádruple homicidio era obra
fiscal de la causa sostiene en sus alegatos que propia y exclusiva, y que el Karateca nunca ha-
Quiroga formó parte en un múltiple homicidio bía participado. Pero el fiscal Álvaro Garganta,
que no podría haber sido cometido por menos alegando que la investigación que él había con-
de dos autores. ducido ya estaba cerrada, no lo quiso escuchar
—No sé… no tengo idea. No me acuerdo y les dejó la tarea a los miembros del tribunal
—dice Quiroga en la cárcel y en voz baja. que algún día juzgará a los acusados.

Masacre. El timbre 5 por dentro. Detalles. Una cartera y otros objetos en el piso.

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Javier Sinay |

Por este tipo de cosas, la defensa de Mar- un adicto, y que margine la palabra de la cien-
tínez se lleva muy mal con el fiscal Garganta. cia? No hay dudas de que acá la punta de lanza
Lo acusan de perder pericias que beneficiaban es Quiroga, pero no sé todavía en dónde encasi-
al Karateca y de descartar versiones que po- llar al fiscal. Porque en esta causa yo fui el que
drían liberarlo de culpas. La madre de Martí- estuvo más tiempo preso y el que ha sido más
nez llego a denunciar al fiscal por hostigar a investigado, y lo único que puede decir de mí el
Quiroga para que involucrara al Karateca y fiscal es que soy celoso y que hice karate.
se pregunta, además, si el remisero Marcelo Como si fuera una prueba, Herminia Ló-
Tagliaferro no es en verdad un testigo falso e pez —la madre del Karateca— abrió su cuader-
incluso un cómplice de la Hiena Quiroga. En no de anotaciones y sacó una foto. La colocó al
otras palabras, si Tagliaferro podría haber lle- lado del pocillo de café y entre los demás pa-
vado en su coche a Quiroga para apuñalar a las peles que había desplegado en la mesa del bar.
mujeres y, una vez cometida la masacre, reti- —Este es el Alito de antes —dijo final-
rarlo él mismo de la zona. mente, mientras miraba el retrato. En él se
En este nuevo escenario los celos no veía a Martínez sonriendo y con varios años
existen. Hay, por el contrario, otros móviles menos—. Mi hijo tenía una vida casi perfecta.
muy diferentes: asuntos de drogas, asuntos de Tenía una casa, un auto, una moto, una novia,
prostitución, asuntos de la corporación judi- una hija de afecto, un trabajo, una carrera uni-
cial. Asuntos de la plata grande que Susana de versitaria, una mamá, un papá, tres hermanos…
Bartole habría ganado alguna vez en el bingo. Se reía, era cariñoso. Pero ahora mi hijo es un
Según esta hipótesis, Marisol Pereyra, la cuarta chico triste; está tratando de juntar sus pedazos.
víctima, incluso podría ocupar el lugar de en- Y todo gracias a un fiscal que uno no sabe si es
tregadora. ¿Había conocido a Susana de Bar- un ingenuo manipulado o si es alguien a quien
tole en el bingo? ¿Fue ella misma —aunque la verdad lo perjudica.
después traicionada y asesinada— parte de la
banda? ¿Qué lugar ocuparía Tagliaferro en esta
trama? El remisero también iba seguido al bin-
go. Había llegado a jugar cinco días por semana
y había ganado el pozo en dos ocasiones. A la
A unque la causa está en manos del juez de
garantías Guillermo Atencio —cuya fun-
ción es velar por los derechos de los acusados—
larga, sin embargo, se había endeudado, había y del fiscal Álvaro Garganta, no fueron ellos los
perdido, había fracasado. Y quizás necesitara más requeridos por la prensa. El más buscado
recuperar algo del dinero. es un abogado penalista que no participó dema-
—No sé porque el fiscal me apunta, pero siado del proceso, pero que tiene influencia su-
cuando se responda esa pregunta se resolverá ficiente para asumir el centro mediático.
este enigma —decía Martínez en septiembre de Ahora que el sol cae sobre el horizonte re-
2012 en aquel bar, a poco de haber recuperado cortado por los suntuosos rascacielos de Puerto
su libertad por segunda vez—. En la casa no Madero, ese abogado está cansado. En su co-
hay rastros míos, ¿cómo puede ser que el fiscal queta oficina se acomoda el cabello, se plancha
tome en cuenta las palabras de Javier Quiroga, con las manos la camisa ajustadísima que deja

Julio Beley. El abogado de Martínez. Herminia López. La madre del Karateka.

| 31
| Cuatro mujeres muertas

de la provincia quede siempre bien parada. La


misma fábula termina con una moraleja: «Dime
de qué lado está Burlando y te diré de qué lado
está la verdad».
«Es cierto que tengo Él se ríe al escuchar esto. Su sonrisa es
radiante.
vinculaciones políticas. —Aparezco para resolver, y para comu-
La forma de llegar al nicar fácil y velozmente los casos intrincados
—dice—. De todas maneras, es cierto que ten-
éxito concreto en todo go vinculaciones políticas. La forma de ir a
fondo y de llegar al éxito concreto en todo es,
es, precisamente, precisamente, con este tipo de vinculaciones.
Burlando entró al juego del cuádruple cri-
con este tipo de men cuando lo convocaron Daniel Galle —el
vinculaciones». padre de Micaela— y la familia de Marisol Pe-
reyra. Y siempre sostuvo la versión del crimen
(Fernando Burlando, pasional a manos del Karateca. También se lo
vio cerca del remisero Marcelo Tagliaferro,
abogado) que en su condición de testigo no necesitaba un
abogado, pero así y todo había aceptado la re-
presentación de Burlando.
—El Estado lo dejó solo en el medio de la
selva y decidí ayudarlo —dice él.
Además de abogado, Burlando es un dis-
tinguido malabarista de periodistas. Y lo sabe.
adivinar sus pectorales trabajados a fuerza de Para él, la contienda de intereses políticos que
gimnasio, se echa hacia atrás en el sillón ergo- sacude a la industria periodística argentina
nómico y le pide a su secretaria que nadie lo tomó y trituró el caso del cuádruple crimen:
moleste al teléfono. los medios oficialistas y los opositores libraron
—Sí, señor Burlando —obedece la mujer. su batalla cotidiana en torno a la masacre, a las
En los círculos políticos se dice que Fer- víctimas y a los acusados teniendo en cuenta
nando Burlando —un comprador compulsivo y factores partidarios e intereses económicos.
un deportista que se jacta de dar todo en el polo, —Algunos le creyeron al Karateca y
en el fútbol y en el kitesurf— entra a los gran- otros, en guerra, descreyeron de su palabra
des casos de la mano del ministro de Justicia y —agrega. Burlando se refiere a una puja en-
Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Ri- tre medios nacionales y locales, y que podría
cardo Casal. La fábula cuenta que Casal le paga ejemplificarse con este caso: en la ciudad de La
millonadas y le exige a cambio que la policía Plata, el diario El Día —cercano al Poder Ju-

Burlando. Un abogado de sonrisa radiante. Casal. El responsable de la Seguridad bonaerense.

32 |
Javier Sinay |

dicial— miró sin demasiada simpatía al Kara- tarde Micaela no tenía ganas. Su mueca decía
teca. Y, en la vereda de enfrente, el diario Hoy que algo había cambiado. Que a Micaela le pa-
lo trató con algo más de compasión y estuvo recía que ya no podía seguir jugando a lo mis-
abierto a plantear hipótesis alternativas (una mo de siempre.
de ellas, que las muertes podrían estar relacio- —En realidad, ella ya era señorita —dice
nadas con información judicial que Susana de Laura y sonríe. Tiene dos grandes paletas y a
Bartole, secretaria de un juez, tenía consigo). ambos lados está el hueco dejado por los dien-
Burlando suspira; de repente se muestra tes de leche recién caídos. Laura acaba de llegar
apesadumbrado por el asunto. de la escuela y todavía tiene puesto el unifor-
—Yo ya tenía un interés por las cuestiones me. Parece liviana. Mientras su madre, Silvia,
relacionadas con la mujer. Una buena forma de evoca a Susana y a Bárbara, Laura busca y trae
buscar justicia es estando presente en los he- unas fotos con la naturalidad de quien hizo del
chos en los que las víctimas son mujeres y son crimen un asunto ordinario.
atacadas indiscriminadamente —Burlando res- En una de las imágenes aparecen ella y
pira hondo y luego suelta el aire: sus pectorales Micaela, abrazadas y sonrientes; en otra ambas
bajan—. Y ni hablar en el caso específico de la están mezcladas entre un grupo de chicas o ha-
nena, Micaela. Fue horrible. ciendo morisquetas a cámara.
—Estas eran nuestras amigas —dice la
niña, con una frescura que no remite a la muer-

S elena Gómez, la cantante de Disney y no-


via del popstar Justin Bieber, era la ídola de
Micaela: cuando Selena entonaba Shake it up,
te, sino más bien al apremio por llegar a un
olvido. Todos, en realidad, necesitan olvidar.
Hace algunos días Rubén González —el vecino
el tema de la serie A todo ritmo, Micaela —la del timbre 4— colocó dos plantas altas al lado
hija de Bárbara— cantaba y bailaba frente al de la puerta de la casa de Susana, intentando
televisor. Ese era uno de sus rituales favoritos neutralizar la energía mortuoria que mana de
de criatura de once años. ahí al fondo. Pero no es fácil. Los vecinos in-
Otras costumbres, en cambio, se estaban tuyen que el papel, el cartón, la tela, la ropa y
yendo. Así lo recuerda Laura —en esta historia, las frazadas —y, acaso, la comida que haya en
se llamará «Laura»—, su mejor amiga, a su vez la heladera cerrada— se consumen y generan la
hija de Silvia Matsunaga, la vecina de Bárbara putrefacción que atrae a los roedores, que a su
y de Susana. Laura tenía la misma edad de Mi- vez entran y salen por los agujeros de la puerta
caela y —por la proximidad de las casas y la de metal.
amistad de las familias— se había criado con Los vecinos ya capturaron, con espanto,
ella como si fueran hermanas. Pero un día an- varias ratas. Como Rubén González, trataron de
tes de la muerte, una novedad había abierto una arrinconarlas y de matarlas a golpes. x
pequeña grieta entre ambas. El veinticinco de
noviembre Laura fue a buscar a Micaela para
jugar al Reto Mental y se encontró con que esa

Madre e hija. Micaela tenía once años. Silencio. La puerta está cerrada desde el día del crimen.

| 33
sobremesa

secreto de sumario

Q
ué cosa más rara la cuestión de los apo- cian un estigma. Hay miles de ejemplos: el famo-
dos —me dice Chiri—. Después del cuá- so chef vasco Aitor Tilla, el temido jefe de la barra
druple asesinato de La Plata, Martínez brava de Boca Juniors, José Barrita…
dejó de ser «Alito» para empezar a llamarse «el —Elsa Pallero, la cantinera del club Comuni-
Karateca», porque a los medios no les servía te- caciones de Mercedes…
ner a un «Alito» como sospechoso. —Totalmente, salvo que Elsa tendría que
—Es que Alito suena a algo suave, inofensivo haber puesto una verdulería y no una cantina,
y hermoso. «Alito, dejá de volar entre las petunias pero igual le fue muy bien —le digo—. ¡Qué her-
y vení a tomar la leche». mosa mujer! ¿Sigue activa?
—Claro. En cambio «el Karateca» es mucho —Claro —me dice Chiri—. Pero ahora le da
más contundente para nombrar al sospechoso de de beber a los hijos adolescentes de nuestros
un crimen. Y todavía más, de un femicidio. amigos cuarentones. Me contaron que no perdió
—¿No se dice femi-ni-cidio cuando se matan las mañas: sigue corriendo a escobazos a los bo-
a las mujeres? rrachos que se ponen cargosos y se defiende a
—Antes se decía así, pero ahora parece que chorros de sifón desde atrás de la barra, como
hay tantos casos que lo acortaron para que la toda la vida. Una leyenda.
prensa lo escriba más rápido. Como a los Dago- —Volviendo al tema de los nombres —le digo
bertos, que les dicen Dago. a Chiri—, hay un libro que se llama Marcados por
—Lo que no puedo creer es que en Argen- el destino que recopila nombres raros. Es muy
tina haya un abogado que se llame Burlando —le divertido. Ahí conocí a las licenciadas Caldo y
digo, azorado—. «El doctor Burlando la ley». ¿Es Pappa, que trabajan en trastornos alimentarios.
una joda? Y a Norberto Garrote, un experto en violencia fa-
—Es la pura verdad. ¿Nunca lo viste? Entrá a miliar. Siempre la quise llevar a la Nina ahí, pero
su página personal, burlando.net, y vas a ver qué Cristina se niega.
maravilla. La web está en inglés y en español. —A propósito de garrotes: ¿te fijaste que en
—¡No te lo puedo creer! Acá lo estoy viendo. el caso del dentista Barreda y en este hay un
¿Pero quién es este muchacho? ¿Por qué se pei- cuádruple crimen de mujeres, y que los dos ocu-
na como un cantante melódico de los ochenta? rrieron en la misma ciudad?
¿Qué carajo está vendiendo, champú? —Es cierto, ¿qué raro no?
—¿Y el fiscal Garganta? —pregunta Chiri—. —Y los dos casos pasaron a la historia con
Los apodos y apellidos de este policial son muy apodos imperecederos: Conchita y el Karateka.
extraños, querido amigo gordo. —¿Por qué será que en los policiales quedan
—Bueno, por lo menos en esta historia Gar- resonando palabras clave que después sirven
ganta es fiscal —le digo—. En Mercedes hay un para identificarlos, como si fueran apodos de los
doctor que se llama Garganta y que es otorrino- propios hechos? —le digo—. El Karateka, Con-
laringólogo. chita, el Jarrón, la Valija, el Kilo Cien, el Pituto…
—Eso es mentira. —Pará ahí: ¿vos sabés si alguien encontró al
—Es verdad. Poné en Google, encomillado, «pituto», en el caso Belsunce?
«Dr. Juan Garganta» y lo encontrás. Atiende mar- —¡Qué buena pregunta, Christian Gustavo!
tes y jueves en la calle 22 entre 33 y 35. No tengo la menor idea. Pero sería bueno saberlo.
—¿Eso es cerca de tu casa, no? ¿Se te ocurre alguien que pueda escribir sobre
—A cinco cuadras. ese crimen?
—Yo lo que no puedo entender es que, si te —Por supuesto, querido amigo. Y creo que
llamás Garganta, quieras ser otorrino. ¿No hay cuando te lo diga te vas a sorprender mucho.
algo raro en eso? —¿Ya tenés algo pensado para el policial de la
—Nada raro —le digo—. Eso no es vocación, Orsai número quince?
es marketing. Estas personas saben aprovechar —No te puedo dar más información —me
las oportunidades que les regala la vida. Poten- dice—, está todo bajo secreto de sumario. x

34 | Los curas, en Semana Santa, no pueden comer chicos.


CARTA ABIERTA, por Liniers |

NOTA DEL EDITOR


El destinatario de esta carta de Liniers es Juan José Sáez Domper (Barcelona, 1972), más
conocido por Juanjo Sáez, un ilustrador de enorme trayectoria. A la vez que historietista,
realizó trabajos de diseño y publicitarios y abrió su propio estudio, al que le puso un nombre
buenísimo: «Familiares de Juanjo Sáez». El estudio está en el barrio barcelonés del Raval.
Recomendamos al lector no ibérico su último libro El arte. Conversaciones imaginarias con mi
madre. Se puede conseguir por internet.
crónica introspectiva

la ceremonia
del adiós
Lo que aprendemos entre todos, dice Forn
en estas páginas, es lo más valioso que
se puede aprender, porque significa que
no lo sabemos solos. Él aprende, en estos
tiempos, a convivir con la cercanía de la
muerte de su madre. Y nos lo cuenta de
una forma íntima e inolvidable.

escribe juan forn


ilustra sebastián dufour
| La ceremonia del adiós

M
i madre, que sospecho que se
ofendería un poco si la cali-
ficaran de lectora ocasional,
mandó durante muchos años
a encuadernar en cuero los li-
bros que por algún motivo quería conservar, y
los tiene todos juntos en una bibliotequita an-
gosta en su dormitorio. Son de una variedad ab-
soluta, descarada: hay libros que heredó (de ahí,
sospecho, el mandato de encuadernarlos); hay
Juan Forn
Buenos Aires, 1959
libros que están ahí no por su contenido sino
por su dedicatoria; hay un compendio de rece-
tas manuscritas en francés de su época del liceo
Escritor, periodista y traductor.
Comenzó a trabajar en el y otro de cálculo diferencial que usó mi padre
mundo editorial desde muy cuando estudiaba ingeniería (y que, como todo
joven: en Emecé fue primero lo relacionado con mi padre, muerto hace vein-
telefonista, luego corrector tiséis años, es sagrado para ella). Hay de todo
y finalmente asesor literario.
en esa bibliotequita, y casi todo ocupa su lugar
Desde 1990 hasta 1996 dirigió
las colecciones Biblioteca del allí desde que yo tengo memoria.
Sur y Espejo de la Argentina en Pero, con los años, mi madre ha ido redu-
editorial Planeta. En 1994 fue ciendo el stock de esos estantes. Lo hizo para
becado por el Wilson Center de intercalar entre los libros fotos de las personas
Washington para terminar su queridas que se le van muriendo. En el resto de
novela Frivolidad. Entre 1996
y 2002 trabajó en Página/12 su dormitorio hay enormes dibujos en colores
donde creó el suplemento de sus nietos, reina sin rivales la luminosidad
«Radar». En 2002, luego de y la alegría, pero en esa bibliotequita del rin-
sufrir una pancreatitis, se instaló cón mi madre se semblantea con la muerte a
en Villa Gesell, localidad de la su manera. Lo que quiero decir es que ella ya
Costa Atlántica argentina. Desde
2008 escribe una columna no puede leer esos libros; su vista no le da para
semanal en la contratapa de leer ni libros ni ninguna otra cosa, pero igual los
Página/12. Publicó las novelas considera parte suya, en todo sentido: cuando
Corazones cautivos más arriba regala uno es porque tiene que hacer lugar para
(reeditada desde 2002 como otra foto, lo que significa otro muerto, lo que
Corazones), Puras mentiras,
Frivolidad y María Domecq;
hace muy intenso recibir alguno de esos volú-
también el libro de cuentos menes cuando ella decide desprenderse de él,
Nadar de noche y las crónicas con un criterio tan particular como el que tuvo
La tierra elegida y Ningún para seleccionarlo.
hombre es una isla. En 2007, la Hace poco decidió darme una vieja edi-
Fundación Konex le otorgó el
premio Konex de Platino en la
ción de Emecé (1952) de Crónica de mi fami-
disciplina Periodismo Literario. lia, de Vasco Pratolini, un libro que a mí me

38 | No le pongas letra al silencio del otro.


Juan Forn |

partió al medio cuando lo leí por primera vez en cambio, había rebuscado cielo y tierra ras-
y sigue dejándome sin aliento cada vez que treándolo porque: «Tú eres el único que puede
vuelvo a leerlo. A ella, en cambio, solo le que- ayudarme a imaginarme a mamá, a imaginár-
da un vago recuerdo de que le gustó y de que mela viva».
fue un regalo (aunque no hay dedicatoria en el Para entonces, la guerra había dejado sin
ejemplar) y no agrega una palabra más sobre trabajo al mayordomo y el hermano de Vasco
el tema porque ese regalo data de los tiempos era tan pobre como Vasco. Por fin eran igua-
previos a que se casara con mi padre, y de eso les. Tan iguales, que el hermano enfermó igual
no se habla, ni siquiera ahora. Pero se ve que que Vasco. Pero no estaba acostumbrado a re-
era insistente el caballero que se lo regaló, y buscárselas solo, y no tuvo la resistencia o la
que apostó todas sus fichas a Pratolini, porque suerte de Vasco: murió jovencito. Era enero de
hubo otro libro de él en esa bibliotequita: uno 1945 y toda Italia celebraba el fin de la guerra
titulado Diario sentimental, que fue el primero salvo Vasco Pratolini, que estaba encerrado en
de Pratolini que yo leí (en mi adolescencia, sen- un cuarto de pensión, con las persianas bajas,
tado en el piso del dormitorio de mi madre, con tecleando en una máquina prestada su primer
la espalda contra la pared y las rodillas en alto, libro, Crónica de mi familia, que está escrito
para que funcionaran de atril). Mi madre dice en menos de un año, en carne viva, como mo-
que yo estoy loco, que ella nunca tuvo ni leyó nólogo al hermano muerto («Al morir mamá,
otro libro de Pratolini y que tampoco se acuer- tú tenías veinticinco días») con esta tremenda
da nada de Crónica de mi familia, así que ahí aclaración preliminar al lector: «Este libro no
mismo procedo a contarle la increíble historia es una ficción. Es un coloquio del autor con su
de Vasco y su hermano. hermano muerto. El autor trató solo de hallar
Le digo que la señora Pratolini murió dan- consuelo. Tiene el remordimiento de haber in-
do a luz al menor de sus dos hijos, que el padre tuido demasiado tarde la calidad espiritual de
estaba en la guerra, que la abuela no podía ali- su hermano. Estas páginas se ofrecen como una
mentar a los dos nietos, que el bebé era her- estéril expiación».
moso y rubio y se lo quedó el mayordomo del Por ese libro extraordinario (y por el res-
patrón, cuya mujer no podía tener hijos. Vasco to de su obra, pero por ese libro en particular),
vio año tras año cómo crecía su hermanito cria- Pratolini estuvo dos veces a punto de ganar el
do como un niño rico (la abuela y él tenían per- Nobel a principio de los años cincuenta. Pero
miso para ir a visitarlo a la casa grande un do- entonces el existencialismo francés destronó al
mingo al mes) hasta que se escapó a Florencia. neorrealismo italiano del centro de la escena
Allí vivió en la calle, aprendió a leer solo, hizo literaria europea y el rastro de Pratolini em-
la nocturna, enfermó de tuberculosis, lo manda- pieza a perderse a partir de ese momento. Sus
ron a un sanatorio de montaña, se curó, volvió a últimos libros ni se tradujeron; para 1970 ya
Florencia, consiguió trabajo de periodista en la era un autor olvidado. Las necrológicas que
difícil Italia de las camisas negras de Mussolini en 1991 anunciaron su muerte tenían todas en
y una noche, en un bar, reconoció a su hermano, común el mismo estupor ante el hecho de que
que lo estaba buscando. Vasco lo culpaba desde Pratolini siguiera vivo hasta entonces, sin pu-
siempre de la muerte de la madre. El hermano, blicar nada desde 1967. Ninguna de esas ne-

A lavar las culpas que mañana hay que usarlas de nuevo. | 39


| La ceremonia del adiós

crológicas sabía explicar qué le había pasado afortunado eres tú. Que tengas una buena vida,
durante todos esos años. amigo. Yo vuelvo a casa».
Pero en el Diario sentimental, que es un Mi madre me miró largamente cuando
libro que pocos recuerdan de Pratolini y trata terminé de contarle esto. Sé que pensó en mi
sobre sus años de primera juventud en aquel padre, y vaya a saberse en cuántas cosas más,
sanatorio para tuberculosos, Vasco contaba que pero no dijo una palabra al respecto. Solo se
había hecho allí un amigo de su edad, con el limitó a retirar suavemente de mis manos el
cual compartía los permisos para caminar por ejemplar de Crónica de mi familia que acababa
la montaña, preguntándose si la tuberculosis y de entregarme y, echándose hacia atrás en su
la guerra en ciernes les permitirían librarse de la sillón con el libro contra el pecho, dijo: «Voy a
virginidad antes de llevárselos. Un día el direc- elegir otro libro para darte. Este creo que me lo
tor convoca a los dos jóvenes a su oficina y así voy a quedar».
nos enteramos de que ambos tienen la misma
clase de tuberculosis y de que existe un trata-
miento que, si funciona, en menos de un año los
curará pero, si no funciona, acelerará los sínto-
mas. Cuáles son las probabilidades, preguntan
N o sé si dije que mi madre no quiere que
le lean desde que perdió la vista. Le ofre-
cí traerle audiolibros, le ofrecí conseguirle una
ellos. Cincuenta y cincuenta, dice el médico. A persona que le fuese a leer, y ocupar yo ese lu-
partir de entonces se produce un vuelco terrible gar los días que voy a Buenos Aires. Le ofrecí
en su amistad. Porque los dos jóvenes han ma- que encarásemos juntos los siete tomos de En
lentendido de la misma manera ese cincuenta y busca del tiempo perdido (yo leería cada noche
cincuenta: creen que, si uno muere, el otro se en Gesell hasta donde ella hubiera leído ese día
salvará. Y no pueden evitar desearle la muerte en Buenos Aires, y en mis días allá podíamos
al otro a partir de ese momento. seguir leyendo los dos juntos o comentar lo leí-
Desde mis diez años, mi padre me llevó do hasta entonces). Propuse Proust porque ella
todos los treinta y uno de diciembre al mediodía se ha jactado siempre de su ascendencia fran-
a un cóctel en casa de unos italianos muy finos cesa y nada le gusta más que conversar sobre
que hacían negocios con él. Cuando mi padre gente conocida: «¿Te acordás cuando el francés
murió, la invitación llegó igual, a casa de mi Dubois sobrevolaba con su avioneta la casa de
madre, y ella me pidió que fuese en represen- La Cumbre, para avisar que lo fueran a buscar
tación de él. Yo obedecí, estuve copa en mano al aeródromo (ella pronuncia la palabra con el
una larga hora en aquel opulento departamento acento grave, en la segunda o) y para que es-
racionalista del barrio de Recoleta, donde todo tuvieran listos los coloraditos cuando llegara?»
olía a fresco y a limpio y a vainilla, y terminé (el «coloradito» era el trago de rigor en aque-
hablando con uno de los ancianos anfitriones, lla casa, y todos los chicos pedíamos en vano
que me contó que había estado a punto de morir que nos dejaran sacudir la coctelera donde se
de tuberculosis en su adolescencia, que se sal- vertían dosis generosas de gin, Campari, ralla-
vó de milagro y llegó sin nada a la Argentina dura de limón, unas gotas de angostura y hielo
en 1938. «Los años pasaron. Yo fui afortunado. picado). Pero mi madre interrumpe mi recuer-
Mire a su alrededor: hemos formado una fami- do diciendo en monosílabos que Proust era un
lia, ¿no le parece?», dijo mi anfitrión. Yo me esnob. Por un instante asoma su vieja perso-
sentí incluido en ese plural. La luz que entraba nalidad, taxativamente pasional; es apenas un
por los ventanales parecía suspendida a su alre- chispazo pero tiene una gracia escalofriante ver
dedor con el expreso propósito de mantenerlo hasta dónde llega su influencia en mí: ¿por ha-
vivo para siempre. Él agregó: berle oído decir eso alguna vez yo no he podido
«Pasé todos estos años creyendo que mi leer nunca a Proust?
mejor amigo en el sanatorio, un muchacho Le propuse entonces encarar alguno de los
de mi edad, con mi mismo diagnóstico, había libros de su bibliotequita. Traté de tentarla con
muerto. Pero hace un par de meses recibí una Los gozos y las sombras, porque me acordaba
carta de Italia. Era de él. Usted quiere ser es- bien de cuánto había disfrutado ella los tres to-
critor, quizá conozca su nombre: Vasco Prato- mazos de la novela y la miniserie después (por
lini. La carta era muy breve. Vasco decía en eso se me ocurrió: porque me pareció que sería
ella: Uno se muere y el otro vuelve a casa, ¿re- una lectura bastante visual para ella, que creo
cuerdas? Hemos llegado a ese momento, y el que es lo que más añora), pero tampoco con-

40 | Me quiero quedar ciego de la manera de mirar, no de los ojos.


Juan Forn |

mí», se limita a decir entonces mi madre y se


interesa más por un profesor de religión lla-
mado Hull a quien le pasó algo peor cuando se
quedó ciego: su memoria e imaginación visual
Mi madre me miró empezaron a escurrírsele entre los dedos; cada
día perdía un rostro, un paisaje, un color. Es-
largamente cuando taba tan pendiente de esa pérdida que tardó en
terminé de contarle darse cuenta de cómo se le iban desarrollando
los otros sentidos. Hull dice que muy de a poco
esto. Sé que pensó empezó a «oír» los objetos silenciosos, los faro-
les de la calle o los autos estacionados: cuando
en mi padre, y vaya pasaba junto a ellos era como si se espesara la
atmósfera, los objetos le devolvían el sonido de
a saberse en cuántas sus pisadas.
cosas más, pero A una pianista húngara que sufrió una afa-
sia le pasó lo contrario pero a la vez lo mismo.
no dijo una palabra El afásico se despierta una mañana y no puede
hablar. Poco a poco descubre que también ha
al respecto. perdido el habla interna; ya no puede hablarse
a sí mismo tampoco. De pronto todo queda li-
mitado a lo visual: solo puede expresar sus pen-
samientos y sentimientos a través de gestos mí-
micos. Sin embargo, muchas víctimas de afasia
seguí interesarla. En cambio, para mi sorpresa, son capaces de desarrollar una intensificación
me pidió que le contara qué estaba leyendo yo, compensatoria de sus capacidades no lingüísti-
qué libro llevaba ese día en la mochila. Yo le he cas, sobre todo la capacidad para «leer» las in-
mentido descaradamente a mi madre a lo largo tenciones de los demás a partir de sus gestos fa-
de la vida, me llevó cincuenta años aprender a ciales e inflexiones vocales: tienen un don para
decirle lo que ella quiere escuchar. Y además detectar cuándo la gente miente, por ejemplo.
me parecía un despropósito contarle alguna de El escritor canadiense descubrió un día
las impresionantes historias sobre trastornos de que podía identificar las letras de a una, si tenía
la vista que cuenta el neurólogo Oliver Sacks en un lápiz en la mano o dibujaba mentalmente el
El ojo de la mente. Pero fui incapaz de mentir- signo (lo entendía con la mano: solo era capaz
le, de decir que no estaba leyendo ese libro por de «leer» al escribir). El profesor de religión
ella, por lo que le estaba pasando. cuenta que cuando perdió la visión central y
Creo que ella se dio cuenta enseguida pero se quedó solo con visión periférica descubrió
se interesó igual cuando empecé a contarle con cuánto la subvaloramos: lo que vemos con el ra-
cierta vacilación de un trastorno llamado alexia, billo del ojo lo vemos más distraídamente, pero
que es la incapacidad de leer. Uno se levanta es esa visión periférica, «rodeando» nuestra vi-
una mañana, abre el diario y es como si estu- sión central, lo que nos proporciona un contex-
viera escrito en cirílico (se puede «leer» la hora to. Lo mismo le pasó a la pianista húngara con
en el reloj, pero no por los números sino por la el oído. Lo que quiere decirnos Oliver Sacks es
ubicación de las agujas; se puede «leer» un du- que la identificación se basa en el conocimiento
razno pero no por su aspecto sino por el tacto, el y la familiaridad se basa en el sentimiento, y a
olor o el sabor). Un escritor canadiense llamado continuación cita una pregunta que se hace el
Engel se despertó un día así. Llegó desesperado profesor de religión Hull: si su pérdida de ima-
al hospital. Una enfermera le preguntó si podía ginación visual no habrá sido un prerrequisito
escribir y Engel descubrió, para su estupor, que para el desarrollo pleno de los otros sentidos.
sí, pero que no podía leer lo que había escrito. Miro a mi madre, que ha sido siempre
Engel miraba el cielo y veía azul, miraba la ca- muy religiosa, mientras repito lo que dice Hull.
lle y veía personas, como cualquiera de noso- Ella está con la cara vuelta hacia la ventana, ha-
tros, pero como escritor era ciego: debería pasar cia la luz dorada de la tarde. Le digo que el es-
de leer a escuchar, y de escribir a dictar. critor canadiense dice que la ceguera lo acercó
«Esa historia es más para vos que para a la naturaleza (los sonidos, los olores, el tacto).

Maduré tanto que la vida ya me pudre. | 41


| La ceremonia del adiós
Juan Forn |

Es de mala educación ser uno mismo. | 43


| La ceremonia del adiós

Le digo que el profesor de religión Hull tiene Mi madre y su hermana no podían ser más
la costumbre de hacer preguntas cuando lo sa- diferentes, pero hacían como que eran iguales.
can a caminar por la calle, y que esas pregun- Sus diálogos consistieron toda la vida en espe-
tas obligan al interlocutor a fijarse en cosas que rar que la otra parase a tomar aire para poder
había pasado por alto; lo obliga a ver mejor. El meter baza en la conversación, y mientras tanto
lenguaje sirve para ver, el oído sirve para ver, le acompañar el monólogo de la otra con una ba-
digo a mi madre que dicen Hull y Oliver Sacks tería de gestos faciales, que parecían reservar
y el escritor canadiense y la pianista húngara. solo para esas ocasiones. Pero algo empezó a
Mi madre está sonriendo tristemente. Entonces cambiar cuando se fueron quedando ciegas las
gira la cabeza hacia mí y dice: «¿No se está ha- dos. Mi madre aprendió a escuchar a su herma-
ciendo ya la hora de irte, mi querido? No quiero na cuando ya no podía verla. Hasta ella misma
que pierdas el ómnibus por mí». se daba cuenta, y espero de corazón que la cosa
Cuando Norman Mailer contestó el Cues- haya sido mutua.
tionario Proust, a los ochenta años, describió así La hermana de mi madre era un par de
cuál era su viaje favorito: «El de vuelta a casa. años mayor que ella, se casó muy joven (como
La visión desde el camino de las luces de mi correspondía), con un buen partido (como co-
casa de Provincetown». Yo vuelvo a casa cada rrespondía) y tuvo una parva de hijos y de per-
vez que salgo de la residencia donde vive mi sonal de servicio a su alrededor (como corres-
madre en Belgrano. Camino por esas calles ar- pondía). Mi madre, en cambio, prefirió trabajar
boladas hasta el subte que me lleva a Retiro, y rechazar pretendientes mientras tanto, en una
donde subo al ómnibus que me trae de vuelta a época en que estaba mal visto que una chica
Gesell. Esas calles arboladas son en cierto modo casadera trabajara, y mucho peor visto que si-
como la entrada a Gesell, el momento en que guiera rechazando pretendientes al llegar sol-
uno sale de la ruta por la rotonda, baja la velo- tera a los treinta. Pero mi madre quería casar-
cidad, abre la ventanilla y siente que ya está en se por amor. Trabajar, mantenerse sola, fue la
casa. Son hermosas esas callecitas de Belgrano. manera instintiva a la que apeló para legitimar
Sin embargo, no hay trayecto más crepuscular ese derecho.
que ese para mí, desde que salgo de la residencia Recién a los treinta y cuatro supo que mi
hasta que el fárrago y el apretujamiento del sub- padre era el hombre de su vida (y que ella era
te me distraen misericordiosamente, a codazos. la mujer de su vida para él: una cosa le resul-
Volver a casa. tó tan obvia como la otra, y así se lo hizo sa-
Eso quiere mi madre, eso queremos todos. ber inequívocamente a él). Pero no por casarse
dejó de trabajar: nos tuvo a mi hermana y a mí,
trabajando, y siguió trabajando cuando los dos

P asan unos meses. Como ya he dicho, la vista


de mi madre empeora semana a semana. Ya
no sale sola a la calle. Y un día hay que avisar-
nos fuimos de casa, cuando enviudó e incluso
cuando le llegó la edad de jubilarse. Yo la he
admirado siempre en secreto por eso. Pero para
le que acaba de morir la única hermana que le su hermana, y me temo que también para ella
quedaba viva. No pienso en Pratolini; no pien- misma, había algo inquietante y profundamente
so en el libro que mi madre me quiso regalar y equivocado en esas dos decisiones (y, por ex-
después se arrepintió hace unas semanas; solo tensión, en las demás decisiones que tomaba en
pienso en cómo va a reaccionar a la noticia. La su vida). Ese fue el tema subterráneo de cada
hermana de mi madre estaba más viejita y aún conversación entre ambas durante sesenta años:
más escorada que ella. Como le estaba pasan- que mi madre no supiera ser como su hermana,
do ahora a mi madre, había quedado ciega por que no pudiera.
glaucoma, un asunto hereditario en la familia, La opinión general (y convenientemente
pero seguía lúcida, postrada en cama perma- disimulada) de la familia ha sido básicamente
nentemente pero lúcida, así que las visitas que esa, siempre. En todas las familias hay una letra
se hacían ambas en los últimos tiempos eran chica que todos pueden leer y simular a la vez
puramente telefónicas, de una punta a otra de la que no existe. Hay, sin embargo, una faceta por
ciudad. Eso no redujo el nivel de comunicación la que mi madre es especialmente valorada en
entre ellas, que se caracterizó siempre por una su clan: por ser un auténtico bastión en la des-
beligerancia apenas visible debajo del cariño gracia, en los velorios, en las ceremonias del
animal que se tenían. adiós. No es una llorona, no lo ha sido nunca.

44 | Cuando estoy solo estoy mal acompañado.


Juan Forn |

Pero por algún extraño designio, intensificado ban. Desde que perdió la vista, mi madre ya no
desde la muerte de mi padre, tiene el don de mira a los ojos al que le habla: se pone sin darse
decir o transmitir lo verdaderamente indispen- cuenta levemente de costado, para escuchar lo
sable en esas circunstancias. En cualquier otra que antes veía en uno. Así nos cuenta cada foto
circunstancia de la vida es la cautiva de los sen- que le describimos. El álbum queda en sus ma-
timientos, la víctima de sus emociones, pero en nos, ella pasa distraída los dedos por el borde de
esos trances sale de ella algo que solo asoma en la foto mientras habla, con la mirada perdida.
esos momentos, y ese algo es —según me han Se habla a sí misma, aunque siempre hay uno
dicho muchas personas a lo largo de los años— de nosotros a su lado, mi hermana, sus hijos,
balsámico. mi hija, yo.
Uno piensa estupideces cuando teme por Así pasan las tardes. Va a ser una larga,
un ser querido. Yo me pasé todo el viaje desde y muy íntima ceremonia del adiós, y ella está
Gesell diciéndome que mi madre estaría en te- encontrando por fin las palabras balsámicas que
rreno seguro mientras durara el velorio: lo que alguien tiene que pronunciar en esas circuns-
me preocupaba era después. Desde que llegué a tancias para que empiece a ocurrir lo que debe
Buenos Aires paso cada tarde con ella. El pri- ocurrir. Ella está volviendo a casa.
mer día me pidió que le leyera las necrológicas
que salieron en el diario, asintiendo para sí y
murmurando el sobrenombre con que se co-
noce en la familia a cada pariente que figuraba
en las participaciones. El segundo día me dijo:
N o queda mucho que agregar. Algunos ha-
brán leído estas tres secuencias sobre mi
madre cuando aparecieron, en diferentes mo-
«No quiero que nos emocionemos» (un eufe- mentos, en mis contratapas de los viernes en
mismo nuevo en su vocabulario, emocionarse Página/12. Ella no sabía nada y, cuando se en-
como sinónimo de quebrarse, ella que ha vivido teró, no quiso que yo se las leyera en persona:
emocionada toda su vida y nunca pero nunca prefirió que se las mandara por mail a su amiga
se quebró, al menos en mi presencia). El tercer Chela. Fue ella quien se las leyó. Yo creo que
día, dijo, para mi sorpresa, que no quería hablar no habría podido hacerlo sin quebrarme, y sos-
del velorio (ella que me ha contado por teléfono pecho que mi madre no querría que pasara eso.
velorios enteros, interminables, a lo largo de los Bendita sea, prefiere que lo hagamos así.
años). Solo dijo que no vio a nadie, un poco En un libro extraordinario que leí hace
porque ya no ve nada pero esencialmente por- poco (De vidas ajenas), el francés descendien-
que se pasó la noche sentada al lado de la cama te de rusos Emmanuel Carrère dice que somos
donde velaban a su hermana. mejores personas cuando nos importa más lo
Incluso los hijos de la difunta entendieron que nos asemeja a los demás que lo que nos
lo que estaba pasando aquella noche. Por pri- distingue de ellos. El gran poeta español Jaime
mera vez en años, mi madre no era la que daba Gil de Biedma decía algo parecido en una de
consuelo: era el deudo principal. Y no había sus últimas entrevistas: «De joven te interesa
nadie como ella para acompañarla, para decirle lo que te parece único en ti. Pero, con el tiem-
las cosas que solo ella sabe decir en esas cir- po, cada vez te vas interesando más en lo que
cunstancias. Ayer me pidió que cuando pudiese tienes de genérico con los demás, porque lo que
le rescatara de casa de su hermana un álbum les ha pasado a ellos te ha pasado a ti». Lo que
de fotos de su infancia que quedó allá. Dice aprendemos entre todos, he descubierto con los
que quiere mostrárselas a sus nietos. El álbum años, es lo más valioso que se puede aprender,
estaba desde tiempo inmemorial en casa de la porque significa que no lo sabemos solos, sig-
hermana de mi madre. Y, como dije, mi madre nifica que otro lo sabe también, significa que
ya no ve nada. Pero uno le describe la foto y tenemos con quién hablar. En ese espíritu les
ella sabe enseguida quiénes son los que están ofrezco estas páginas. x
y qué hacían en ese momento y en dónde esta-

Sebastián Sebastián Dufour se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Colabora


Dufour permanentemente en el diario La Nación. Ilustra para libros, publicidad, revistas y
expone habitualmente sus obras. En 2008 publicó Samurai, una aproximación
Buenos Aires, 1971 plástica al fascinante mundo oriental. Tiene admiración por Picasso y Giacometti.

Mamá te llena de miedos, papá te obliga a negarlos. | 45


sobremesa

las
vanguardias

M
e estoy quedando ciego —le digo a Chiri. tarde —me dice Chiri—. Me causó gracia acor-
—La última vez me dijiste que te costaba darme de que el personaje del cuento le dice
ver de lejos, pero eso es normal a tu edad. «fumo» al porro. Muy de los ochenta.
—Ahora empeoré. Al principio pensé que eran —¿Dónde vive Forn ahora?
lagañas, porque me lavo poco la cara. Pero el otro —Se fue a vivir a la playa, a Gesell.
día me lavé porque tenía el aniversario de casa- —Cierto.
dos de mis suegros y no veía nada. No son laga- —A finales de los noventa le agarró un coma
ñas, es la ceguera que viene galopando. pancreático que casi lo fulminó, y entonces se
—¿Fuiste al oculista? desconectó de todo —me dice Chiri—. Colgó
—No, me da fiaca salir. «Radar», el suplemento de Página 12 que dirigía
—A ver, ¿cuántos dedos tengo? (y que también había creado) y se fue a vivir a
—En la pantalla del Skype veo todo nítido. El la playa con su familia. Lo más choto, como un
problema es cuando me siento a ver un partido campeón.
de fútbol en la tele. No veo cómo van, ni cuántos —Algo pasa con Gesell y los escritores, ¿no?
minutos faltan. El otro día en el aeropuerto de Ma- ¿Saccomano no vive ahí, también?
rruecos, veía las letras muy raras. No veo nada, —Me parece que sí. Y creo que hay un par de
me está pasando lo mismo que a la mamá de escritores más, o de gente del arte. Deben vivir
Forn. ¿Vos me vendrías a leer el suplemento «Es- más tranquilos, a otro ritmo, con la cabeza despe-
pectáculos» de Clarín cuando me quede ciego? jada. Los entiendo claramente... Aquella vanguar-
—¿Solamente eso? dia fue muy vertiginosa.
—Es todo lo que leo últimamente. —¿Te fijaste que en la época de los «planeta
—Yo estoy releyendo a Forn —me dice Chi- boys» eran casi todos varones? —le digo—. La
ri—. Después que nos mandó la «Ceremonia del posmodernidad de los ochenta y los noventa dio
adiós» fui corriendo a buscar Nadar de Noche, pocas narradoras. Ahora escriben muchas más
porque me quedé con ganas de leer más cosas chicas que antes. ¿O me parece a mí?
de él. Y por suerte estaba en la biblioteca de casa. —Yo creo que hay más, sin duda.
Medio hecho mierda pero estaba, en la edición de —Y escriben mejor que los varones actuales.
Biblioteca del Sur. —¿Cómo, mejor?
—Claro, en la famosa colección de tapa blan- —Más sueltas —le digo—. Fijáte la crónica
ca —le digo—. En la que publicaban todos los que viene ahora, la de Margarita García Robayo.
«planeta boys». Es imposible soltar ese relato.
—Forn era uno de ellos, de hecho creo que —Sí, está muy bien escrito —me dice Chiri—.
esa colección la dirigía él. Pero también es verdad que uno, que es chismo-
—Fresán también estaba ahí —le digo. so, está esperando todo el tiempo que hable de
—Sí, eran los modernitos de la época. No- Martín Caparrós, su última pareja.
sotros estábamos en la secundaria, veníamos —Ah, no sabía... ¿Y habla de él?
de leer a los escritores del boom y de golpe apa- —Claro, yo creo que es T. El personaje del fi-
recieron estos con otra tradición en la cabeza: nal. No te puedo creer que vos no leíste la crónica
Easton Ellis, David Leavitt, el primer Paul Auster. buscando ese momento.
—¡Los posmodernos, boludo! Los escritores —No, ni sabía que Caparrós estaba ahí.
de la Generación X —le digo—. Yo me acuerdo —Pero si justamente eso es lo mejor de la
del día exacto que descubrimos a Forn. vanguardia actual —me dice Chiri—: se meten en
—¿Sí? la cama de la vanguardia anterior y después lo
—Fue en el año ochenta y siete, en un suple- cuentan en Orsai.
mento «Verano» de Página 12. Con un cuento que —Me encanta, voy a leerla de nuevo, ¿dónde
se llamaba «Para Gaby, si quiere». pusimos ese relato en la grilla?
—¡Claro! Bueno, ese cuento está incluido en —Justo después del chiste de Boligán. Da vuelta
Nadar de noche, fue uno de los que leí ayer a la la página. x

46 | Amas a alguien cuando su olor te calma.


PER SALTUM, por Boligán |
portada
Amar al padre

amar
al padre
La relación de la autora con sus parejas
(siempre hombres mucho mayores) es la excusa
para un ensayo sobre el amor a destiempo.

escribe margarita garcía robayo


ilustra sergio mora

48 | Xxx
Margarita García Robayo

Xxx | 49
| Amar al padre

UNO

Lo primero fue la piel de mi papá.


Era blanda y era tibia, y era color marrón
claro —como de blanco curtido o de negro
desteñido—. Recuerdo que me daban ganas
de hundir las yemas de los dedos en su cara y
después metérmelas en la boca para ver a qué
sabía. Mi papá tenía la misma piel que yo tengo
margarita garcía robayo ahora: delgada como el papel de arroz, hiper-
Cartagena, 1980
sensible al frío y al calor. Y al sol, sobre todo
Vive en Buenos Aires desde al sol. De chica me gustaba pensar que mi papá
2005, donde dirige la Fundación y yo teníamos pieles de vampiros. De chica me
Tomás Eloy Martínez. Es autora levantaba de noche y me metía en el cuarto de
del libro de cuentos Hay ciertas ellos con el sigilo de un insecto. Me paraba a su
cosas que una no puede hacer
descalza (Planeta, 2009), de los
lado y lo miraba dormir, estiraba los dedos para
libros de relatos Las personas tocar su cara pálida, pero no lo hacía porque
normales son muy raras temía despertarlo. Entonces tocaba mi propia
(Arlequín, 2011) y Orquídeas cara pálida y me lamía los dedos pero no sabían
(Nudista, 2012), y de la nouvelle a nada.
Hasta que pase un huracán
(Tamarisco, 2012). Participó en la
A la mañana, antes de irnos al colegio, mis
antología de las mejores crónicas hermanos y yo —medios cuerpos echados so-
de la revista Soho (Aguilar 2008) bre la mesa de la cocina—, retozábamos mien-
y en Región cuento político tras mi mamá revolvía huevos en un sartén. Mi
latinoamericano (Interzona, 2012). papá entraba recién bañado —oloroso a colonia
En Colombia fue columnista de
cine y coordinadora de proyectos
y al primer cigarrillo— y nos besaba en la fren-
de la Fundación Gabriel García te: uno, dos, tres, cuatro, cinco besos en cinco
Márquez. En Argentina trabajó frentes de cinco niños engendrados por él. Mi
para Clarín, donde creó su blog secreto era un guiño de ojo que me hacía al fi-
Sudaquía: historias de América nal del recorrido: tú y yo somos distintos, pero
Latina, y para el diario Crítica,
no se lo cuentes a nadie. Mi papá nos besaba a
donde escribió la columna La
ciudad de la furia. Acaba de salir todos, pero nadie besaba a mi papá. Ni siquiera
por Planeta su primera novela: mi mamá. Aunque besarlo a él era obedecer una
Lo que no aprendí. orden de ella: vayan a saludar a su papá, o va-

50 | Antes de tener un hijo pensá que se puede parecer a vos.


Margarita García Robayo |

yan a despedirse de su papá, o su papá cumple «Este te va a gustar». A mí me sorprendía que


años, ¿ya le dieron un beso? Uno no lo besaba supiera que me iba a gustar un libro en detri-
así porque sí, en un arrebato. Él era un señor mento de otros libros. Aceptaba todos y pedía
serio y mayor: a mi mamá le llevaba diecinue- más: «Ya terminé, dame otro». Él se reía pasi-
ve años y a mí me llevaba cincuenta y dos. Mi to y descansaba su mano pesada y nicotinada,
mamá siempre lo trató con la veneración de una sobre mi cabeza: «Mi niña chiquita sabe leer».
sierva, más que de una esposa —incluso cari- Sabía. Y lo hacía obsesivamente: busca-
beña—. ba en los libros, como en las sopas de letras,
Una vez, estando muy chica, tuve una alu- mensajes escondidos; subrayaba en vertical, en
cinación. Durante años dudé si era cierto o no diagonal, armaba frases a las que atribuía senti-
y, por suerte, me decidí por lo segundo. Entré dos disparatados: eran cosas que mi papá quería
al cuarto de mis padres y encontré a mi mamá decirme pero no podía.
arrodillada frente a mi papá, que ocupaba su si- Mi mamá también sabía leer, pero sobre
llón amplio y mullido de cara al televisor, de es- todo a Corín Tellado. Supe desde muy tempra-
paldas a la puerta. Pensé que le estaba rezando no que las novelas de Corín no te dejaban bien
y me asusté: solo se le reza a los muertos. Ella parada delante de mi papá. ¿Qué te dejaba bien
me miró con cara de terror, se levantó del piso, parada delante de mi papá? El diccionario. Así
gritando. Me agarró fuerte de un brazo, me sacó fue como aprendí a meter en frases banales la
del cuarto y cerró la puerta. Quedamos las dos palabra onomatopeya y la palabra tautología y
solas en medio del hall oscuro y polvoriento, la palabra emancipar. Los grandes se sorpren-
decenas de libros poblando las paredes, lágri- dían, me miraban perplejos. Mi mamá se aver-
mas que me corrían calientes por la cara. Ella se gonzaba, escondía la cara entre las manos y sa-
agachó, me tomó por los hombros: «Nunca más cudía la cabeza. Después me miraba con miedo,
entres sin tocar». Tenía la cara sudada, los ojos como si yo fuera un Gremlin a punto de saltarle
muy rojos, la respiración de un toro furioso. Te- al cuello y sacarle un bocado de garganta. Pero
nía un aliento salado y amoníaco. a mí no me importaba, porque mi papá, en cam-
Ahí, en la fantasía del olor de mi papá en bio, se esponjaba como un pavorreal y decía:
su boca —o sea mi olor y el de todos mis her- «Mi niña chiquita sabe hablar».
manos y el de ella misma después de haberse Me hice una pequeña genio ante sus ojos,
llenado tantas veces de él—, debió empezar ofi- una lectora voraz solo de sus libros, me hice una
cialmente nuestra competencia. Y se encarnizó niña vieja para estar más cerca de él. Los demás
cuando yo aprendí a leer y mi papá aprendió no me importaban: mi mamá, mis hermanos,
el vicio de elegirme los libros. Los sacaba de la muchacha del servicio, el perro, las paredes,
su biblioteca, me los llevaba a la mesita de luz: las calles del barrio, el colegio, los carros de la

Hay que ver qué libro escribís, qué hijo tenés y qué árbol plantás. La calidad es todo. | 51
Una noche abandoné el cielo raso
y me fui a una fiesta de 15...
Margarita García Robayo |

ciudad, el horizonte después el mar, las mura- día auxilio con gritos desesperados y mudos.
llas y el cielo. Todo era un decorado necesario Me levanté a la madrugada bañada en un líqui-
para que él y yo, y nuestro secreto expresado en do oscuro que era mi sangre. Fui al baño del
guiños matutinos, nos mantuviéramos a salvo. pasillo, me lavé y me cambié y salí de vuelta
para encontrarme de frente con mi papá, so-
bresaltado: ¿Qué pasó? Nada. Oí ruidos. Fui al
DOS baño. ¿Qué te pasa, estás bien? Ya estaba lim-
pia, pero me sentía sucia. Pensé que el bulto
Yo soy un dibujo enmarcado que cuelga de la de papel que me había puesto para contener la
pared de una casa grande, donde unos animales sangre se había mojado tanto que goteaba. No
raros caminan por los pasillos: la gallina azul fui capaz de mirar el piso, me imaginé parada
del caldo Maggi y un canguro enano que come sobre un charco rojo que avanzaba por las bal-
plátanos. Un hombre que es mi padre, pero con dosas del pasillo hasta cubrir todo el piso de la
la cara de otro, me mira desde afuera y yo trato casa, y salía a la vereda por debajo de la puer-
de saludarlo, pero no puedo porque soy un di- ta, y se desbordaba por las calles del barrio en
bujo. El hombre se baja la bragueta, se frota y un arroyo incontenible: se llevaba por delante
se viene con un chorro potente que se estrella casas, carros, edificios.
en el dibujo como en un cuadro de Pollock; el Me pareció ver en la cara de mi papá una
hombre se acerca y restriega la mano empegos- mueca de asco que me hizo agachar la cabe-
tada sobre su nueva obra: «Mi semilla es tuya». za, primero de vergüenza, después de rabia.
Entonces apareció mi mamá, traía un vaso de
Yo soy yo y mi papá es él, tal cual. Y me leche y una pastilla: me tomó del brazo, me
enseña a flotar en un lago color violeta. Mi acompañó a la cama. Ya había puesto sábanas
espalda descansa relajada sobre la superficie, nuevas, olorosas a Woolite. Me arropó y no
porque sus manos me sostienen por debajo del dijo una palabra.
agua. Mis ojos se fijan en sus ojos, que en el re-
flejo son los mismos. Él me dice no te muevas,
concéntrate, y que me va a sacar las manos de TRES
la espalda. Le pido que no me suelte, pero él
me suelta y me hundo, me ahogo, me muero Lo tercero fueron los besos de otros hom-
y resucito. Salgo del agua disparada como un bres: besos húmedos, espesos y nada dulces
cohete, llegó al cielo y encuentro un meteorito: —como mienten las canciones—. Fue una épo-
lo lanzo al lago violeta, donde mi papá sostiene ca marcada por la saliva ajena. Un momento de
por la espalda a una niña igual a mí. Todo vuela tránsito que debía soportar en pos de un futu-
en pedazos. ro que prometía saciarme de placeres. No sé de
dónde había sacado eso, pero estaba convencida.
Yo soy mi padre, pero soy mujer. Mi padre Mi mundo previo a los besos era algo así:
es mi hijo: un bebé hermoso al que amamanto chicas que odiaba, porque lloraban por chicos
por el pene. que eructaban en público y recibían ovaciones;
chicos que odiaba porque sufrían en silencio
por chicas que los miraban como plastas y se

L o segundo fueron los sueños.


A los once, doce años, mis sueños eran
el banquete de un psicoanalista. A los trece
reían de ellos en su cara. Un espejo redondo que
me hacía redonda. Y un cielo raso agrietado, mi
único amigo: gastaba buena parte del día echa-
todo cambió. Empezó una noche que me ha- da en la cama, boca arriba, mascando chicle,
bía acostado con dolor de barriga y mi mamá largando gruñidos.
me preparó un té de miel que me hizo dormir. Una noche abandoné el cielo raso y me
Soñé que paría un sapo gordo y baboso que, fui a una fiesta de quince. Ahí, entre esculturas
mientras lo expulsaba, iba mordisqueando las de hielo seco, comenzó mi colección de novios
paredes internas de mi vientre y el dolor no se grandes: se llamaba R, tenía veintidós y fuma-
parecía a ningún dolor previo. El sapo no que- ba. Le pedí que me diera una pitada y se negó.
ría salir, se aferraba con colmillos filosos a mis Le pedí que me besara y dijo ¿estás segura? R
entrañas —había leído la palabra entraña, por fue el primero que me preguntó eso que des-
accidente, en una novelita de Corín— y yo pe- pués me preguntarían C, F, D, F de vuelta, J,

El sexo entre perversos no crea lazos afectivos, sino lealtades. | 53


| Amar al padre

G, M, H y L. No todos fueron novios, algunos A los pocos días conocí a otro. Se llama-
no pasaron de un beso y, después de los die- ba G, tenía una guitarra y doce años más que
ciocho, algunos no pasaron de una noche. De yo. Sus besos eran a veces picantes y a veces
cualquier forma, todos me preguntaban lo mis- amargos, porque fumaba cigarrillos sin filtro. Su
mo, como un modo de curarse en salud: entre saliva era pastosa; se dejaba la barba crecida, lo
tú y yo hay siete, diez, trece, dieciséis, vein- que le daba un aspecto rudo. A G prácticamen-
titrés años de diferencia, ¿estás segura de que te lo obligué a violarme en un cuarto de motel
quieres? Y yo siempre quería. Cuando la luz es que olía a desinfectante. A pesar de las lágrimas
verde, los hombres mayores son la mata de lo que me encharcaron los ojos, vi todo el episo-
asertivo. Me gusta lo asertivo. Detesto el bal- dio en el espejo del techo: su cuerpo entre mis
buceo, la duda, el nervio visible, el «esto nunca piernas retorciéndose como un gusano, la cama
me pasó», el «ahora qué hacemos»: son los gér- enclenque y temblorosa, las sábanas gastadas,
menes del engaño. salidas en las puntas del colchón. Duró poco,
Entonces: me gustaban los novios gran- dolió mucho. La sangre que salió no se parecía
des por asertivos, sí, pero también —¿sobre a la sangre que solía salir de mí. Era otra sangre
todo?—, porque a ellos les maravillaba levan- más oscura, casi negra. Estuve un rato mirándo-
tarse a una jovencita como yo. ¿Y cómo era me en el techo: al principio con más repulsión
yo? Como todas, pero me creía mejor. Todavía que curiosidad, al final, verdaderamente fasci-
sabía decir tautología y, además, había apren- nada por mi nuevo cuerpo roto. Mientras yo me
dido a decir: segurísima. Mis amigas no en- miraba, G agarró su guitarra y cantó Angel, y
tendían: ¿pero cómo son los novios grandes?, de los otros cuartos nos gritaron porquerías. En
preguntaban, entre asqueadas y curiosas. Y yo adelante, casi no me tocó: se sentía culposo y se
decía: son como cualquier novio, solo que más portaba tan considerado que me recordaba a J.
afortunados. Lo dejé por M.
Me gustaban los novios grandes porque,
tras la sorpresa inicial, cerraban la boca, lla-
maban al mozo y seguían: ¿qué tomas? A los CUATRO
dieciséis era delicioso besarse con R y con C
—y sobre todo con F— pero la vida no se dete- Lo cuarto fueron los cuartos. Y en los cuartos
nía después de cada beso: ellos seguían siendo los amantes. Y en los amantes el sexo. El verda-
funcionales, gente que pide cafés, y la cuenta, y dero sexo, no esa tortura de la iniciación. Cuan-
que se portan como si eso mismo —besarse por do se descubre el sexo es mejor no describirlo
primera vez— les hubiera pasado mil veces, porque se corre el riesgo de caer en las detesta-
porque les pasó mil veces. bles metáforas bélicas. Es así, qué remedio: un
Mis amigas insistían en no entender: yo orgasmo es lo más parecido a una explosión.
despreciaba las primeras veces. ¿Qué son las Si la máquina de mirar los pensamientos fuese
primeras veces? Un trámite necesario. Años posible, el momento en que ocurre un orgasmo
después la mayoría coincidiríamos en que el extraordinario estaría, indefectiblemente, aso-
verdadero mito de la primera vez es más que un ciado al hongo de Hiroshima. El buen sexo ad-
trámite necesario: un castigo doloroso, un kar- quiriría un matiz de incorrección insoportable.
ma irrenunciable, un momento de mierda. Mi
verdadera primera vez, a pesar de mis novios
mayores, llegó bastante después que la de mis
amigas, acostumbradas a revolcarse con mu-
chachitos granulientos. Me acosté con J a los
E n una playa casi vacía, al lado de un desier-
to en el Caribe, un padre y una niña juegan
a nada: a corretearse, a tirarse agua, a reírse jun-
dieciocho: nos separaban ocho años y dos cua- tos. El padre la alza por los tobillos, la pone de
dras. Y yo no lo quería de novio, sino de sicario: cabeza, ella se desternilla de la risa. Después la
quería que hiciera el trabajo sucio, que rompie- baja y la toma por las manos y da vueltas rápi-
ra el himen y allanara el camino para los que das, la hace volar como un cometa alrededor de
vendrían después. Pero J lo hizo mal, fue pia- una órbita cuyo eje es él.
doso, se asustó con mis quejas de dolor y una Mi amante y yo reposamos los cócteles de
noche, cuando ya casi lo conseguía, se encogió media tarde. Él lee, yo miro al padre y a la niña,
como un feto y lloró: perdón, yo no puedo, que imagino lo que pasaría si en una de esas vueltas
lo haga otro. frenéticas, la soltara.

54 | El amor de tu vida se olvida con el otro amor de tu vida y así sucesivamente.


Margarita García Robayo |

A mi amante le llamo mi amante pero no


es tal cosa: ni él ni yo tenemos compromisos;
es decir, él tiene hijos, dos, pero casi no los
E l siguiente hombre no quiso ser mi amante,
no le gustaba ese título. A mí me encantaba,
era un homenaje a la que entonces era mi es-
ve porque viven en Berlín. En el día de hoy critora preferida. Le dije eso, pero no entendió.
hicimos esto: nadar, comer, reposar. Después Este se llamaba H, me llevaba diecisiete años y,
entramos a la choza que es nuestra habitación, en vez de un amantazgo, me propuso lo siguien-
y nos desnudamos. Mi amante me dijo que te: que le regalara una década, como máximo,
yo era una criatura hermosa y que el sol me de mi radiante juventud y, después, cuando mis
sentaba muy bien. Era mentira, el sol me sen- prioridades cambiaran y se me diera por querer
taba pésimo, pero él no lo sabía. Después de hijos o mascotas o un pene más nuevo, lo deja-
la siesta fuimos por más cócteles y llegamos ra. ¿Y yo que gano?, le dije. Nada, me dijo, tú
acá, a este momento en que el sol se zambulle ya lo tienes todo. Me pareció encantador.
en el agua como un Redoxón. ¿Te gustan las
vulvas lampiñas?, le pregunto. Él se ríe, pero
no contesta.
Nunca me había ido sola a ninguna parte
con ningún hombre. Este me llevaba once años
M i mamá se quejaba de mis relaciones. Era
raro porque ella no sabía nada de mis re-
laciones. Me había ido de la casa hacía un par
y me duraría tres días. de años, la veía los domingos con el resto de
la familia, o a veces sola, entre semana, para
un café. A mi papá solo lo veía los domingos,

T engo otro amante. Lo conozco en el bar de


un hotel, estoy en un viaje de trabajo en un
país donde hace frío. Tomo whisky, ya van dos
rodeado de hijos y nietos. No recuerdo una sola
conversación con él después de los trece. Re-
cuerdo en cambio que para ese momento me
veces que un mesero me pide la identificación. caía mal: en alguna cavidad de mi cerebro le
Creo que eso le gusta al que será mi amante. resentía algo, no sé qué. Una cavidad llena de
Me mira y se sonríe, alza la copa, hace cosas moho.
predecibles y sobre todo innecesarias. Esa Un día se me dio por contarle a mi mamá
noche terminamos en su habitación, pero no que estaba saliendo con un tipo grande. ¿Qué
tenemos sexo porque no se le para. Dice que tan grande?, preguntó. Muy. La verdad era que
nunca le pasa, pero que está nervioso por su no estaba saliendo con ningún tipo grande, ni
hija Jacqueline, que tiene dieciséis recién cum- con uno chico, ni con nadie, pero daba igual:
plidos, problemas de drogas y un novio punk. quería ver su reacción. Se escandalizó, dijo tres
Dice que cuando Jacqueline está angustiada se cosas: 1) que los hombres grandes se gastaban
arranca cachos de pelo. Después dice que lo rápido, que podían enfermarse… Cáncer, por
punk es retro. ejemplo, podía darles cáncer y una jovencita no
Acá un rasgo lamentable de los hombres quería ni podía lidiar con un cáncer; 2) que las
mayores: en general tienen hijos, en general ha- mujeres bellas como yo, con el colágeno intacto
blan de ellos con un grado de intensidad que y el culo en su lugar, tenían que salir con prín-
obliga a la atención y, a veces, a la intervención. cipes o salir con nadie, que los viejos no me
Te preguntan ¿a ti te parece que una chica de sentaban, que si me juntaba con viejos me iba a
su edad debería comportarse así? Y esperan que envejecer; y 3) que ni se me ocurriera usarla a
contestes. ella y a mi papá de excusa.
Yo le pregunto a mi amante fallido si al- ¿Por qué?
guna vez se calentó con Jacqueline a los ocho, Porque nosotros somos otra cosa. Tene-
nueve años. Me mira fijo, inexpresivo y dice mos otra historia. Todas las historias son únicas.
Nunca Jamás. Como el país de Peter Pan. Me Esa tarde, cuando nos despedimos, bajó
pregunta si yo me calenté con mi padre a esa la guardia. Dijo: sal con quien quieras, los
edad y le digo no sé, quizá. Él me toma de las hombres no importan tanto. No hablaba por
manos y me dice, con expresión agravada, que ella, claro, ni de sus hombres —mi papá y mi
es normal que las niñas se calienten con sus pa- hermano—, que eran todo en su vida. Hablaba
dres, pero que no es normal que los padres se por mí, porque me conocía. Y la verdad es que,
calienten con las niñas. Ya sé eso. vistos desde ahora, hasta mi último hombre
—llamado T— ningún otro me había importado
demasiado. El sexo tampoco. El sexo era una

El secreto de la belleza no es ser lindo sino cogible. | 55


| Amar al padre

instancia de la conversación que degeneraba en


la conversación misma y entonces empezaba la
mejor parte. Con los hombres grandes era así:
U na vez alquilamos un departamento en una
ciudad europea. Y reservamos un auto, y
compramos unos pasajes en tren. El plural es
primero iba el sexo y después lo demás. El sexo un sofisma: todo lo hizo H por internet. Cuando
era importante para romper el hielo, para esta- llegamos el dueño del departamento nos miró
blecer un punto de contacto, pero, después de perplejo y pidió disculpas: el departamento no
comprobar que todo estaba bien —sus partes está preparado. ¿Por qué?
y las mías, sus manos en mis partes— el sexo Estábamos en un monoambiente impeca-
nunca me pareció algo muy trascendental. Es ble y hermoso, con una gran cama y un ventanal
decir: he tenido polvos memorables; en la sarta que miraba a una calle empedrada. El hombre
de mitos sobre los hombres mayores hay uno balbuceaba: …no sabía que eran padre e hija,
que es innegable, el de la experiencia. La expe- perdón, me esperaba a una pareja, pero no se
riencia es un privilegio. Encontrar unas manos preocupen, ya mismo les consigo una camita
decididas equivale a encontrar la lámpara del adicional.
genio de los deseos infinitos. Pero mentiría si No era la primera vez que nos pasaba, pero
digo que el sexo es lo que me atrae de los hom- fue la primera que a H lo afectó. Anduvo todo
bres mayores: no es. Ni de los mayores, ni de el día de pésimo humor, yo intentaba animarlo
los menores, ni de la vida en general. con chistes nabokovnianos que empeoraron la
situación. Yo intentaba animarlo con chistes del
pasado: ¿te gustan las vulvas lampiñas? Se paró
cinco y se fue.
De tirar ni hablar.
Las relaciones. Eso es lo siguiente. Recuerdo un momento de la tarde, bellí-
H volvió con más ímpetu y reiteró su pro- simo y fugaz: H y yo sentados en una banca
puesta. Se dio cuenta de que una década, a los frente a un castillo medieval; yo recostaba mi
veinte, es lo mismo que una vida, así que la re- cabeza en su hombro y le contaba una historia
formuló: que el amor dure hasta que se acabe. que ya olvidé. Recuerdo que, en medio de mi
El amor duró tres años. historia, H me apartó por los hombros, se le-
H no tenía hijos, ni quería tener. Viajaba vantó de súbito y me quedó mirando: ¿por qué
mucho y en el último año se mudó de país. Eso te vistes así?
estaba bien porque evitaba la temible convi- Llevaba unas calzas de colores, un vestido
vencia. Una amiga de esa época —niña de su negro corte princesa y una cola de caballo.
casa, casada prematuramente— me había di- ¿Así cómo?
cho: ¿te gusta el caviar? Me encanta el caviar. La estupidez del casero pasó a ser mi cul-
Piensa que el amor es comer caviar, y cagarlo pa. Yo la había provocado: yo y mi disfraz de
es la convivencia: pero cagarlo en simultáneo falsa nymphet, a quien le han robado su chu-
con el otro, en una espiral de mierda que sale pete. De vuelta en el departamento me saqué el
de su culo y entra en el tuyo, que sale de tu vestido y lo despedacé. Me acosté boca abajo y
culo y entra en el de él. Y así, todos los días pensé en todas las cosas que podría decirle a H
de la vida. si me atreviera. Viejo frustrado, viejo de mier-
H y yo reemplazamos la convivencia por da, viejo marica, viejo impotente, viejo fofo,
los viajes y también era una mierda. Era ho- viejo bobo, viejo maniático, viejo, viejo, viejo.
rrible ir y venir, despedirse cada vez. También Me dolía mucho la cabeza.
era horrible viajar juntos. Él tenía la necesidad Antes de caer dormida pensé en mi cabeza
irrefrenable de controlar el camino, de decidir y en la cabeza de H y en las cabezas de todas
itinerarios y de elegir aquello que mis ojos de- las personas conocidas y desconocidas: pensé
bían mirar. Él había viajado tanto y yo nada. en cabezas como recipientes de palabras no
Él podía enseñarme el mundo, su mundo, y su dichas, de actos fallidos, de intenciones sepul-
mundo me aburría demasiado. tadas, de verdaderas intenciones, de rencores
Eso me generó un tic: llevarle la contra- inconfesos, de fantasías vergonzantes, de imá-
ria. Y una consecuencia: parecer más niña de genes que no existen más que allí. Me despedí
lo que era. de H en un aeropuerto enorme —cada quien
frente a un destino distinto— con las lágrimas
más dolorosas de las que tengo recuerdo.

56 | Me aburre coger porque ya sé cómo termina.


Yo había provocado al casero
con mi disfraz de falsa nymphet...
| Amar al padre

T odos los hombres mayores con los que tuve


una relación saltaron de furia o se desplo-
maron de tristeza cada vez que alguien confun-
que despreciaba, solo por complacerme. ¿Por
qué estaba conmigo? Porque yo sí era capaz
de ponerme a su nivel: de hablar de libros, de
dió el parentesco con la muchachita a su lado. política, de la poca autoestima de su hijo. ¿Por
¿Pero qué pretendían? A mí me gustaban los qué estaba yo con él? Porque me gustaba de-
viejos, no quería ser vieja. Sobre todo no podía. mostrarle que podía.
Nuestra relación duró poco, pero gracias a
él me convencí de algo que con H había pasa-
do por alto: la juventud prescribe. La juventud
como estado de ánimo, eso que el mito asig-
na arbitrariamente a todo tipo de personas con
cierto talante y actitud, se acaba cuando empie-
za a ser un esfuerzo. Era ridículo pedirle a L
¿Por qué estaba que fuéramos a bailar, a emborracharnos y dro-
garnos hasta el amanecer, porque ante los ojos
conmigo? Porque del mundo —pero sobre todo ante sus ojos y
yo sí era capaz de los míos— él no iba a ser el novio mayor, pero
cool, que le hace el aguante a la novia chica y
ponerme a su nivel: fiestera, que se pone a su nivel para complacer-
la; él iba a ser el viejo ridículo que hace un es-
de hablar de libros, fuerzo desmedido por no parecerlo.
Ahora, que hasta yo he envejecido, re-
de política, de la cuerdo a L con su pelo canoso, su sonrisa tran-
poca autoestima quila, su aspecto casi lúgubre pero satisfecho y
vuelvo a quererlo, a respetarlo e incluso a ad-
de su hijo. ¿Por qué mirarlo como no supe hacerlo entonces. Poca
gente domina el arte de saber envejecer, L hacía
estaba yo con él? parte de esa respetable minoría.
Porque me gustaba
demostrarle seis

que podía. Si mi primera relación importante fue con mi


papá, mi segunda relación importante fue con
T: un hombre que me llevaba más de veinte.
Veinte años es todo lo que el bolero per-
mite, después de ahí es corrupción —corrup-
ción: vicio o abuso introducido en las cosas no
materiales. Corrupción de las costumbres, co-

D espués de H estuve con L, que tenía un


hijo mayor que yo, cuestión que le hacía
ruido, pero esa no era la peor parte. La peor
rrupción de la moral—.
Dicen que el gusto por los viejos es un
vicio adquirido, que en estos terrenos no se im-
parte con L era su tendencia a confundir el lla- provisa. Una vez consulté a un psicólogo so-
mado aplomo con la falta de alegría. Con L las bre el tema y me dijo que, en general, las niñas
noches duraban menos, las fiestas no existían, edípicas lo han sido siempre y, si mantienen su
las madrugadas eran un recuerdo difuso de la fijación en edad adulta, es bastante probable
ya lejana adolescencia. L no bailaba, le pare- que hayan sido abusadas o expuestas en el cur-
cía una cosa de bárbaros. ¿Pero alguna vez so de la infancia a una relación semicarnal con
bailaste?, le preguntaba yo, vestida de noche, alguien próximo al núcleo familiar.
maquillada de brillos, indignada. No recuer- Puede que sea mi caso. O puede que no,
do. L no oía música porque tenía que pensar. pero no importa.
¿Pensar en qué? En ti. Bah. L no se reía, sal- Puede que T sea el final. O puede que no,
vo de Cantinflas. Yo odiaba a Cantinflas. L no pero tampoco importa.
sentía ninguna necesidad de hacer esas cosas No conozco el final.

58 | El que esté libre de pecado que no sea idiota y se ponga al día.


Margarita García Robayo |

E n casa tengo una foto brumosa que nos to-


maron a T y a mí el día que nos conocimos.
Estamos en un estrechísimo zaguán cartagene-
que los hombres, podría decir que yo entro ahí:
si fui vieja desde niña, si mi madurez le llevaba
ventaja a mi propia edad, debí buscarme hom-
ro, protegiéndonos de la lluvia. Íbamos camino bres acordes a las circunstancias. Pero es men-
a una charla que él daría en una Fundación don- tira. Yo no era nada madura, yo era agalluda.
de yo trabajaba. En la foto se ve que la humedad Soy. Me importa la edad porque me importa el
había dejado una pátina brillosa sobre nuestras tiempo: cuántas cosas caben en el tiempo de la
caras. En la foto él tenía cuarenta y seis y yo gente. Ya sé que nadie lo llena igual, pero suele
veintitrés; era flaca y altanera: melena hasta la pasar que entre más tiempo uno vive, más cosas
cintura, ceja alzada como quien domina el mun- ve, aprende, come, lee, descubre, pierde, y todo
do. T me mira y se sonríe. No hace una hora que eso te hace una persona más compleja.
me conoce y ya sabe que me tiene. No me tuvo Acá la segunda razón: a mí lo complejo
enseguida, pasaron meses, largos meses, pero me atrae. A mí la simpleza me parece estupi-
en esa foto él ya lo sabe. dísima.
Esa tarde la lluvia caía pesada y levantaba Lo atractivo de lo joven es: la belleza fres-
un olor fangoso que salía de la alcantarilla. La ca —que no se reparte indiscriminadamente y
calle estaba inundada y no podíamos avanzar. que, de todas formas, se acaba con el uso— y
No había mucho más que hacer que esperar. Yo la inocencia. Supongo que yo fui inocente. Es
dije odio la lluvia y T contestó: es solo agua. decir, que a esos hombres grandes que llamaba
Aunque después él lo recordaría al revés. Quizá amantes les gustaba lo mismo que yo despre-
fue al revés. ciaba en otros: para mí la inocencia es casi tan
Total, que llovía como llueve en mi ciu- estúpida como la simpleza. La inocencia es un
dad: en un persistente chaparrón que levanta los lastre del que los jovencitos y jovencitas de-
vapores del piso. Al cabo de un rato de estar en berían despojarse antes que de su acné. Diría
el zaguán, envueltos en ese calor sofocante, T entonces que me gustan los hombres grandes,
prendió un tabaquito marca Meharis y me pre- incluso si yo les gusto. Diría que me gustan,
guntó cosas: libros, películas, vicios, edad. El también, porque ya perdieron la inocencia y el
humo deformando su cara me hacía pensar en acné —y la melena en algunos casos, qué le va-
un espía soviético a quien le han encomendado mos a hacer— y ganaron otras cosas: densidad,
una misión de medio pelo en un país tropical. cohesión, solidez, espesor. Lo mismo que los
Al final terminamos hablando del que entonces caldos cuando hierven.
era mi tema favorito: los padres. Así supe que
su padre y el mío habían nacido el mismo año
y que tuvieron vidas tan distintas: mientras que
el mío era un abogado conservador y de provin-
cia, casado por única vez, el de él era un médi-
L a charla de T se canceló por lluvia y estu-
vimos hablando bajo el zaguán hasta que
escampó. El piso se había encharcado y es-
co español, anarquista y exiliado que tuvo siete tábamos replegados en una esquina, hombro
esposas. Supe que él también lo odiaba por algo contra hombro, para no mojarnos los zapatos:
indescifrable y que lo amaba por todo lo demás. T tenía alpargatas de tela y yo sandalias. T olía
Y que se llamaba como él: T. al tabaco que se había fumado y a un perfume
Con T, mi referencia se estrechó —lo que desconocido; miraba dentro de su bolso, bus-
ahora hace difícil extrapolar preferencias—: ya caba algo: sonaban objetos de consistencia
no me gustaban los hombres mayores, en gene- metálica. Canicas, pensé. Imaginé que estiraba
ral, sino T, con particular intensidad. Aun así, a mis dedos, los hundía en su cara y luego me los
la distancia, podría decir que gracias a T deduje chupaba. Imaginé que él me preguntaba ¿a qué
por fin que de los hombres mayores me atraían saben? Y yo le decía a sal y agua, y él decía ¿a
principalmente dos cosas, y que la una depen- mar? Y yo decía a mar. T sacó una cámara de su
día de la otra. bolso y me miró con esa expresión, entre ma-
La primera es la comodidad. liciosa y maravillada, que ya yo había visto en
Es así: me siento cómoda entre hombres otros ojos. Para él, en cambio, era todo nuevo:
mayores que yo, me siento incómoda entre con- él nunca había estado, ni imaginado estar, con
temporáneos. ¿Por qué? No estoy segura. Po- una mujer tan joven como yo. En ese terreno
dría sacarme del bolsillo esa dudosa estadística T era un novato y yo tenía toda la experiencia.
de que algunas mujeres maduramos más rápido Empezaba a escampar: pasaba por la ve-

Me amenazaron con quererme. | 59


Llegaré a los cincuenta con uno de veintipocos
y le diré: «tranquilo, ya se te va a pasar»...
Margarita García Robayo |

reda una señora que se había hecho un sombre- dos sentidos: la excitación del exotismo —una
ro con una bolsa negra. Detrás, una carreta de pareja dispar, diga lo que diga, siempre estará
verduras cubierta por un plástico. Y un perro cargada de exotismo— puede ser agotadora.
esquelético. Y detrás una pareja de turistas a La «normalización», en cambio, es paliativa.
quienes T les pidió que nos tomaran una foto. Hubo momentos en que, para mí, fue demole-
A ese día todavía le faltaban horas para dor saberme distinta, y saber, sobre todo, que
producir un beso y un par de años para produ- ser distinta era irremediable; lo que durante
cir algo bastante parecido a un matrimonio. Le mucho tiempo me pareció un ejercicio de po-
faltaban encuentros fortuitos y felices, visitas der que demostraba una excentricidad capri-
sorpresivas, hoteles de paso, sexo grandioso, chosa —miren: salgo con viejos—, ahora lo
sexo pésimo, mudanzas en conjunto, casas chi- reconozco como una diferencia genuina frente
cas, casas gigantes, hijos proyectados, hijos a una buena porción de contemporáneas. Quie-
descartados, hijos reemplazados por un gato. ro decir, no soy tan fea, ni tan tonta, ni siquiera
Le faltaban más mudanzas, un jardín con pa- tan gorda. O sea, me creería capaz de conse-
rrilla, amigos en común, peleas horrendas, sexo guir un novio joven y apuesto que me situara
de reconciliación, sexo sin ganas, temporadas en el equilibrio de mi hábitat generacional: las
sin sexo, sexo con otros, sexo con nadie más. fotos de Facebook donde mis amigas se mues-
Le faltaban enemigos, cumpleaños en familia, tran radiantes con sus vestidos de novia, sus
cumpleaños íntimos, regalos perfectos, regalos maridos mozuelos y, luego, indefectiblemente,
malísimos, aniversarios tristes por la ausencia sus bebés rosados y carnosos. Las veces que
del otro, aniversarios felices por la ausencia del lo intenté —las veces que me dije ok, quiero
otro, aniversarios olvidados. Le faltaban seis, ser como el resto—, seguí fracasando empe-
siete, ocho aniversarios. Y un auto chocado, ñosamente: hay algo frágil y volátil en la con-
dos, tres veces. Le faltaban decenas de viajes, sistencia de la relación que establezco con los
mudanzas en singular, encuentros fortuitos y hombres menores, que mi torpeza —inexper-
tristes, recuerdos felices para olvidar y el vacío tis— no permite que cuaje.
que resulta de sumar todo eso. A veces pienso que llegaré a los cincuenta
Pero, al mismo tiempo, a ese día no le fal- con uno de veintipocos y un día en el que me
taba nada. Tal como lo confirma la evidencia, sienta inusualmente generosa, lo miraré con-
en ese pequeño rincón brumoso, T y yo vivimos descendiente: tranquilo, ya se te va a pasar. Y
felices para siempre. le entregaré en ese gesto todo mi amor. O sea, a
veces pienso que a mí también se me va a pasar.
A mi madre no se le pasó, mi padre ya no está

S uelo decirme que ni los buenos ni los malos


ratos que pasé con T se relacionan con la
diferencia de edad, pero sé que es mentira. A
con ella y no solo lo sigue queriendo sino que lo
quiere más. Pero nadie dijo que el amor por los
hombres mayores se chupara del líquido am-
ver: si tuviera que atribuir una razón al éxito niótico: no soy mi madre, ni busco a mi padre,
—es decir continuidad— de mi relación con aunque este texto insinúe lo contrario. Proba-
T y al fracaso —es decir ruptura— de otras, blemente, de una manera muy distinta a la suya,
diría que tiene que ver con la conciencia ex- todo lo que quiera es llegar al final con la fan-
trema de la diferencia y la poca necesidad de tasía de que mi historia es única y que, aunque
disimularla. Y si tuviera que atribuir una razón el mundo esté lleno de muchachitas insolentes
al fracaso —es decir ruptura— de mi relación que enamoran viejos, ninguna será como yo, ni
con T y al éxito —es decir continuidad— de sus hombres como el mío, quien seguramente
otras, diría que tiene que ver exactamente con ya no vivirá para oír ese relato, salvo en mi re-
lo mismo. Lo de la diferencia funciona en los cuerdo magnificado. x

Sergio Trabaja como ilustrador y colabora con revistas de España, Holanda y Francia.
Mora Fue seleccionado en la Feria de Bolonia y en el certamen Figures Futur. Como
pintor expuso en galerías y ferias de arte en varios países. En la actualidad se
Barcelona, 1975 dedica a realizar cuadros mágicos por encargo. @MagicoMora

La división de bienes es así: yo me quedo con todo lo que imaginé y vos te llevás todo lo que sos. | 61
| SIN AFEITAR, por Gustavo Sala
ensayo

¿escriben las
mujeres solo
para mujeres?
El año pasado Melania Stucchi escribió para Orsai la sección
«Comedias románticas» y a sus amigos les pareció
literatura femenina. Con bronca masculina la autora
reivindica el derecho de escribir para todos los sexos posibles.

ESCRIBE melania stucchi


ilustra pupi herrera
| ¿Escriben las mujeres solo para mujeres?

E
l problema empezó cuando mi gran
amigo Diego me dijo: a ver, vos,
que escribís esas historias para chi-
cas… Nunca llegó a decirme cuál
era la pregunta que le seguía a esa
afirmación. ¡Momento!, ¿yo escribo para chi-
cas? Sí, ¿no?, me dijo como si fuera algo obvio.
Mmm…no sé, yo escribo de lo que me gusta,
bueno, sí, soy mujer, supongo que algo de eso
Melania Stucchi me saldrá cuando escribo. Me empecé a empan-
Buenos Aires, 1976 tanar en la respuesta. Mi inestabilidad dio pie
Escritora, guionista, y profesora
a que avanzara con su hipótesis: yo creo que
universitaria de cine, literatura a tus textos los puede disfrutar y entender mu-
y guion. Comenzó a escribir cho más una mujer que un hombre, no lo digo
cuando aún no conocía el como algo malo, pero veo mucho más claro a
alfabeto. Escribía garabatos una mujer leyéndolos. Algo me perturbaba de
en donde, según ella, había
historias que luego le leía a su
su enunciado, pero no podía detectar qué era,
familia, quienes la aplaudían y así que opté por preguntas básicas y concisas:
le aseguraban que era genial. ¿por qué creés eso? La respuesta tuvo gusto a
Luego, el colegio le puso los knock out: Tenés una onda Carrie Bradshaw, un
puntos. Se licenció en Letras estilo Sex and the city.
en la UBA. Un día vio Los
simuladores y decidió que
también quería ser guionista. Por
eso, empezó a estudiar guion La ultracorrección
con el que por aquel entonces
era jefe de guionistas de dicha Existe un fenómeno lingüístico llamado ultra-
serie, Patricio Vega, y con quien
trabaja en la actualidad. Hace
corrección que consiste en decir mal una pala-
colaboraciones autorales con bra o construcción correcta por creer equivoca-
distintos guionistas. La última damente que es incorrecta. Para que se entien-
fue con Juan José Campanella. da: el típico caso del dequeísmo. Mucha gente
Desde el 2010 vive entre sabe que decir «creo de que Juan no está» es
Buenos Aires y Barcelona. En
incorrecto. Se dice «creo que». Tanto nos en-
Barcelona hizo un Máster en
Creación Literaria. Tiene un blog, señaron que el «de que» está mal, que muchas
melaniadospuntocero.blogspot. veces caemos en otro error: el queísmo. Enton-
com, y una cuenta de Twitter, ces, alguien dice «estoy seguro que Juan está»
@melaniastucchi. Es socia cuando la forma correcta es «estoy seguro de
fundadora de Casa de escritura,
que». Eso es la ultracorrección.
escuela on-line de escritura
creativa. Algo parecido me pasó a mí cuando Diego
me trató de Carrie Bradshaw. No es que tenga

66 | Si vas a plagiar, probátelo antes, no vaya a ser cosa que te quede grande.
Melania Stucchi |

nada en contra de «escribir para mujeres», al blema de este país, que las mujeres son más
contrario. Solo que yo quiero ser universal, si es machistas que los hombres. Está perfecto que
que tal cosa existe. Entonces empecé a pensar obliguen a una empresa o a una lista a incluir
historias que pudieran ser protagonizadas por un porcentaje de mujeres. Pensá que si no es
Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone. por obligación, no están. De algún modo se em-
No, mejor que eso todavía: que pudieran ser pieza. Ya llegará el día en que sea por elección.
protagonizadas por Chuck Norris. Vale, ya sé, Pero si ahora no es por elección que sea por
eso tampoco es ser universal. Pero algo me es- obligación, pero que sea de algún modo.
taba molestando de todo esto y tenía que descu- Peronista tenías que ser, Pablo...
brir qué era. La verdad es que, cuando recuerdo esa
conversación, por momentos siento que algo de
razón tenía mi amigo. Yo tiendo, sin querer, a
Experiencias personales caer en idealismos y es cierto que muchas ve-
ces la realidad necesita de medidas prácticas sin
Hace ya un par de años, estaba en casa con mi tanta vuelta. Quedamos empatados: un punto
amigo Pablo, un judío súper progre, kirchneris- para cada uno.
ta y sensiblón. Hablábamos sobre los espacios La siguiente situación fue un año después.
que ocupa la mujer hoy en día y las posibilida- Yo ya estaba haciendo el máster en Barcelona
des que tiene. Yo le dije: y sentí que, en algunos aspectos, los españoles
—Lo que pasa es que a mí me molesta que eran más machistas que los argentinos. Tenía
incluyan a una mujer por ser mujer. Me parece todos profesores hombres y leíamos solo a au-
absurdo. Dame trabajo porque soy buena en lo tores hombres. No caía el nombre de una mujer
que hago, no por ser mujer. Como esos luga- en ningún programa ni por casualidad. En una
res que tienen que tener un cuarenta por ciento clase, un profesor preguntó sobre críticas que
de mujeres en los puestos de trabajo o en las tuviéramos sobre su curso o los otros. Todos se
listas electorales. Dejame de joder. Eso es dis- quedaron callados porque los estudiantes uni-
criminación positiva. Como los que tienen un versitarios son así, defenestran a los profesores
porcentaje de mogólicos trabajando para inser- a sus espaldas pero nunca les dicen nada a la
tarlos socialmente. No quiero que me incluyan cara, ni siquiera cuando tienen la oportunidad.
por «ser mujer», porque, de algún modo, eso Yo levanté mi mano y, a riesgo de sentir que
sigue siendo discriminación. todos me tomarían de feminista, expresé mis
Pablo me miraba. La tarde caía en la ciu- dudas con respecto a la falta general de inclu-
dad y mi departamento empezaba a oscurecer. sión femenina tanto en el profesorado como en
Yo estaba en una punta, sentada en el sillón de las lecturas. Lo primero que hizo el profesor fue
la computadora. Él estaba en la otra punta, sen- reírse. Dijo que no lo hacía a propósito y que,
tado a la mesa con los pies sobre otra silla y a en su caso, daba los textos en los que él se había
medida que me escuchaba se indignaba con mis especializado sin pensar en el género de quie-
palabras. nes lo escribían. Una respuesta sensata.
—Nena, no entendés nada. Ese es el pro- Quiso el destino que el mismo profesor

El ego es fácil de alimentar porque come cualquier cosa. | 67


| ¿Escriben las mujeres solo para mujeres?

tuviera que dar otro curso en el máster. Algo de hombre en la cama, es buena madre, no debe
mi crítica había quedado en su memoria porque sentir culpa por dejar a sus hijos por irse a tra-
en las dos clases en que habló de escritoras hizo bajar, si es soltera nunca debe sentirse mal por
referencias burlonas a aquella intervención. estar sola, tiene un grupo de amigas con las que
«Nombremos a mujeres para que las chicas no sale los jueves, no tiene complejos, ni miedos
se enojen». Al año siguiente de mi egreso incor- y es segura de sí misma. La contradicción salta
poraron a una mujer entre los profesores. Por a la vista: ¿cómo puede ser seguro de sí mismo
ahí Pablo tenía razón y a veces hay que decirlo, alguien que no tiene espacio para equivocarse,
hacerlo notar, para que las cosas sucedan. alguien que tiene que ser un diez en todos los
La tercera historia sucedió en un chat de aspectos de su vida? Me encantaría encontrar
Gmail con mi amiga Cecilia. Compartimos con una revista que dijera: sentite mal y bancáte-
Ceci una historia en común que yo siento que la por sentirte mal. Sentirse mal es parte de la
me une a ella de una manera especial. En mar- vida, a todos nos pasa, en lugar de evitarlo tratá
zo-abril de 2009 ambas tuvimos con nuestras de fijarte qué te pasa y ver si podés aprender
respectivas parejas una crisis matrimonial muy algo con eso. No digo que haya que hacer una
fuerte y por causas muy parecidas. Estoy en apología del sufrimiento o la imperfección. Al
condiciones de afirmar que, a partir de ese mo- contrario, me gusta que la gente se sienta bien.
mento, tanto para Cecilia como para mí el con- Pero si hay algo que sé es que para estar bien es
cepto de «pareja» cambió, mutó, se transformó necesario aprender a estar mal.
en otra cosa. Sin embargo las resoluciones de Hubo una época en que esas mismas re-
las historias fueron completamente opuestas. vistas enseñaban a coser, a planchar, a cocinar.
Yo me separé, revolucioné muchos aspectos de Las mujeres estábamos destinadas a ser amas
mi existencia y me vine a vivir una temporada de casa, dependientes económicamente y sin
a Barcelona. Ceci volvió con su marido, rea- sexualidad. Los hombres eran los que trabaja-
firmó su vínculo y juntos decidieron tener una ban, se iban de putas e, incluso, los únicos que
hija hermosa que se llama Sofía. Otra cosa que se masturbaban.
siento es que las dos estamos felices tanto por la Pasaron los huracanes de los sesenta, los
decisión propia como por la decisión de la otra. setenta, los ochenta y, en los noventa, llegó la
Tenemos una especie de admiración mutua y chic lit con El diario de Bridget Jones y Sex and
las dos sabemos que hoy podríamos ser la otra. the city a la cabeza.
Este sentimiento me lo confirmó el último chat ¿Qué es la chic lit? Historias para chicas
que tuvimos hace poco. modernas, donde la protagonista es una trein-
Ella: Boluda, estoy cada día más feminista. tañera exitosa en su profesión pero con serios
Yo: Sí, yo también. No sé por qué, ¿será problemas para encontrar el amor. También
la edad? puede pensarse como una especie de comedia
Ella: No te creas, mis amigas están cada romántica aggiornada a un nuevo modelo de
día más entregadas a sus maridos, sus hijos y su mujer que ya no espera a su príncipe azul bor-
vida familiar. Como que dejaron de tener vida dando manteles en su casa, sino que lo espera
propia. mientras trabaja y se compra zapatos.
Yo: Insisto, puede que sea la edad. Es Nunca me gustó Sex and the city. Lo sien-
decir, a esta edad te terminás de definir al res- to, pero nunca me gustó. Estoy rodeada de ami-
pecto: o te entregás completamente o te volvés gos y amigas que la defienden, que me dicen
revolucionaria a full. que está bien hecha, que es inteligente, que hace
Después me contó de un negocio que juegos de palabras en inglés que son brillantes.
quiere fundar en su plan mujer emprendedora. Intenté verla. Y sí, no está mal, pero no. Solo
una vez escuché un argumento que me conven-
ció: «sí, es frívola en muchos aspectos, medio
A mirar películas, o series pelotuda con el tema de la ropa, los peinados y
los Cosmopolitan (o un comercial sofisticado)
Las revistas femeninas te enseñan que la mujer pero tiene un mérito: es la primera que muestra
actual es delgada, tiene el culo parado a base mujeres que no dependen económicamente de
de dieta sana, ejercicio físico y agua, viste a la nadie. No será genial, pero no es poco». Y es
moda, es exitosa laboralmente, sexualmente ac- cierto, la independencia económica genera un
tiva, tiene muchos orgasmos y vuelve loco a su cambio de paradigma que hace tambalear mu-

68 | Hay gente que disimula su falta de inteligencia, trabajando, casándose y teniendo hijos.
chos de los roles, tanto femeninos como mas-
culinos, que teníamos —y un poco tenemos—
reproducidos en nuestras cabezas. Démosle el
mérito de representarlo a la endemoniada serie.

Mejor mirar las que me gustan

El caso que más me gusta es el de Tina Fey, crea-


dora de la gran serie 30 Rock. Allí interpreta a
Liz Lemon, guionista neurótica encargada de un
show de humor, que trabaja bajo las órdenes del
genial Jack Donaghy (Alec Baldwin). Liz es de-
mócrata, defiende los derechos humanos, quiere
un mundo más justo y, por lo tanto, es feminista.
En contraste, Jack considera que todas las deci-
siones importantes en el mundo son tomadas, y
está muy bien que así sea, por hombres, blan-
cos, conservadores, mayores de cincuenta años,
heterosexuales y millonarios. En todas las tem-
poradas hay algún capítulo en el cual se ironiza
sobre «ser mujer» o «el mundo femenino». En
la última temporada, por ejemplo, el capítulo 3,
«Stride of pride» (con guion firmado por Tina
Fey) se basa en una discusión que tiene Liz con
Tracy (otro de los protagonistas de la serie). Tra-
cy afirma que las mujeres no pueden ser gracio-
sas, lo que, por supuesto, irrita a Liz. Sin em-
bargo, lo más interesante del capítulo (además
de graciosísimo) es el dilema de Liz ante este
desafío. Por un lado, ella sabe perfectamente que
las mujeres pueden ser graciosas, tiene miles de
ejemplos para dar. Pero, por otro lado, se resiste
a demostrarlo. ¿Por qué las mujeres deberíamos
demostrar que somos «capaces de»? Que cada
uno piense lo que quiera y pueda, «yo» no tengo
que ir a demostrarle nada a nadie. La resolución
por la que opta es genial, pero no la cuento por-
que prefiero que vayan a ver el capítulo.
Otra serie que impresionó a nuestro pe-
queño mundo de adictos teleseriales fue Girls,
de Lena Dunham con producción de Judd Apa-
tow para HBO. Chicas post-postmodernas de
veintipocos, residentes de New York, con pro-
blemitas sentimentales, sexuales y monetarios.
Lo primero que me llama la atención y que
destaco es lo siguiente: estamos acostumbra-
dos a ver hombres feos y miserables en la tele.
Sin ir más lejos, mi amado Larry David. ¿Pero
cuántas mujeres feas y miserables vimos? Lena
no solo es gorda, también tiene un cuerpo de
mierda: casi no tiene tetas, es culona en el peor
de los sentidos. Y la chica aprovecha todas las
oportunidades que tiene para desnudarse ante la

Xxx | 69
| 69
cámara. Pero como si eso fuera poco, también
muestra todas sus «imperfecciones» interiores.
Es caprichosa, egoísta, quiere lo que no tiene, se
subestima. Al principio de la temporada persi-
gue a un looser que se da el gusto de ningunear-
la. Y ella insiste y lo persigue, incluso cuando
él le manda mensajes de texto eróticos y un mi-
nuto después le aclara que se equivocó y que no
eran para ella. Luego, avanzados los capítulos,
logra que el pibe se decida a ser su novio. En-
tonces prefiere abandonarlo porque siente que
tiene que poner en orden su vida. De sus ami-
gas, aunque alguna más linda, no se salva nin-
guna en su manera de actuar. Una virgen que no
para de hablar; otra, aburrida y obsesionada con
la perfección; otra, irresponsable, impulsiva,
drogona. Y todo esto con una dosis de cinismo
y humor del crudo que la transforma en un caso,
como mínimo, para dejarnos pensando.

Un caso literario

Siri Hustvedt es una escritora estadounidense


que en el 2012 escribió una bella novela lla-
mada El verano sin hombres. Cuenta la historia
de Mia, una mujer que enloquece luego de que
su marido le dijera que quería poner una pausa
a su matrimonio de treinta años. Claro que la
«pausa» es una francesa, joven y con buenas
tetas. Luego de su brote psicótico, Mia regresa
al pueblo de su infancia para pasar el verano.
Es un pueblo de mujeres o, por lo menos, ella
tiene contacto solo con mujeres: sus alumnas
adolescentes que toman con ella un curso de
poesía; las amigas de su madre, un grupo de oc-
togenarias que viven en un barrio para ancianos
independientes; una vecina joven con dos hijos
pequeños. La novela es una especie de comedia
con muchas reflexiones y muy lindas.
Para el que no lo sabe, Siri Hustvedt es la
esposa de Paul Auster. Y parece que, en la vida
real, fue Paul el que puso una pausa francesa. Sin
embargo, más allá del chusmerío, cuando a Siri
le preguntaban sobre lo autobiográfico de la no-
vela, ella respondía con una defensa de género.
Dice Siri en una entrevista hecha por Xavi
Ayén que publicaron en la revista Ñ hace un par
de años: «¿Le preguntaría eso a un hombre? Si
lo hubiera escrito Paul Auster, ¿le preguntaría
si le ha sucedido a él? Tengo la sensación de
que si lo escribe una mujer la gente imagina que
es algo que le ha sucedido, y si lo cuenta un
hombre forma parte de su talento imaginativo
Melania Stucchi |

Una para niñas

Brave es la película de Pixar que ganó el Os-


«Tengo la sensación car este año. La historia va de una niña, Mé-
rida, hija de reyes, que no desea cumplir con
de que si lo escribe los mandatos que le son impuestos. Es decir,
no quiere dedicarse a coser y bordar, ni tener
una mujer la gente buenos modales, ni, mucho menos, casarse con
imagina que es el muchachito que le quieren enchufar. Mérida
es una experta de tiro con arco y una verdadera
algo que le ha aventurera. Por supuesto, a lo largo de la pelí-
cula arma un lío terrible que, finalmente, logra
sucedido, y si lo solucionar.
Tengo que ser sincera. Cuando la vi espe-
cuenta un hombre raba mucho más. Desilusiona un poco, le falta
forma parte de su bastante gracia. Sin embargo, es otra cosa la
que me interesa contar.
talento imaginativo Resulta que ahora, los amigos de Disney
hicieron una versión de Mérida un poco más
como escritor. Yo crecidita en donde se la ve como una más de
las típicas princesas de Disney. Es decir, con
también tengo mucha cuerpito de Barbie y vestido ceñido al cuerpo
imaginación». (algo de lo que la pequeña Mérida se quejaba,
ya que no le permitía moverse como quería
(Siri Hustvedt) para desplegar su arco y flecha). A su creado-
ra, Brenda Chapman, ya la han echado. Parece
que sus quejas y objeciones no fueron muy bien
recibidas. Pero Chapman, tal vez ingenua, tie-
ne razón. Mérida fue creada para romper con el
como escritor. Yo también tengo mucha ima- modelo de Princesa Disney. Sin embargo, los
ginación. Todos los escritores trabajamos con nuevos dibujantes le hicieron un par de cirugías
material autobiográfico, y la magia de la ficción estéticas y un cambio en maquillaje y cabello.
es que eso se presenta de un modo en que ya De la gran máquina generadora de estereotipos
no importa qué es lo que proviene de la vida parece que incluso, hoy en día, es difícil que
real y lo que no. Le respondería que la pregunta nos salvemos.
muestra que la imaginación se ha vuelto algo Pensé tanto que terminé soñando.
problemático, el tema de las historias reales es Dicen que en nuestros sueños el incons-
un gran debate que tenemos en Estados Unidos. ciente empieza a solucionar problemas no re-
Parece que los libros valen según si es cierto lo sueltos. Anoche soñé. El sueño parecía una pe-
que cuentan. Conozco a un editor que, en una lícula. Primero se veía a mi amigo Diego que
novela sobre una mujer violada, hacía notar que leía, apasionado, mis notas de Orsai. Luego
la autora realmente había sido violada y que es- el plano se abría. Yo estaba sentada a su lado,
taba dispuesta a hablar de la violación real con vestida con una falda de tul rosa y zapatos de
los medios de comunicación, como si eso hicie- Jimmy Choo. Yo le contaba parte de este texto
ra el libro más auténtico». y él me miraba y me decía: otra vez escribiste
Yo solo puedo agregar: Siri, te queremos. para mujeres. Entonces, me desperté. x

Pupi Ilustradora autodidacta. Trabajó como directora de arte, escritora, animadora y


Herrera escultora de cortos de animación. Publica ilustraciones e historietas en la revista
de antología La Murciélaga, donde además trabaja como consultora creativa. Es
Córdoba, 1985 diseñadora de conceptos y animadora en numerosos proyectos.

Soy muy básico: soporto únicamente lo que me gusta. | 71


crónica narrativa
Xxxxxxxx
Xxxxxxxx

mi tía
chus
Esta es la crónica de llorar de esta edición,
así que cuidado. Un relato íntimo del
periodista español Nacho Carretero sobre su
tía. Solamente eso, nada demasiado especial.

escribe nacho carretero


ilustra maría wernicke
N
o es fácil para Chus subir las es-
caleras del autobús por la maña-
na. Su rollizo cuerpo pelea por
encaramarse a cada escalón: pri-
mero una pierna, después la otra.
Ella a su ritmo, el mundo a otro. Que se espere.
Chus es pequeña, redondeada y se balancea al
caminar sobre unos diminutos pies en los que,
curiosamente, posee una asombrosa fuerza.
También sus manos son pequeñas. Se aferran
NACHO CARRETERO
a los laterales para completar el ascenso. Sabe
A Coruña, 1981
qué movimiento debe hacer casi de memoria
Periodista, escritor y fotógrafo. porque apenas ve nada. Chus nació ciega de
Comenzó a escribir desde niño un ojo y en el otro está perdiendo la visión. Al
por consejo de su abuela, que llegar a su asiento se deja caer a plomo. Una
le decía que lo hacía muy bien.
trabajadora social le coloca la horquilla que
Inició su carrera en Radio Coruña
Cadena SER, luego en Radio sujeta su pelo mientras le da los buenos días.
Nacional de España y más tarde El autobús arranca y Chus —que en realidad se
en el diario deportivo Marca. A llama María Jesús pero todo el mundo la llama
los veinticuatro años se mudó a Chus— frota con lentitud sus manos enrojeci-
Madrid y realizó dos posgrados
das por el frío. Echa un vistazo alrededor, en
en periodismo y literatura que,
según él mismo cuenta, combinó la cara lleva una sonrisa —suele portarla donde
con «la noble profesión de va— y después vuelve a su mundo interno, in-
camarero». Comenzó a trabajar descifrable, profundo, mientras el autobús sale
para el Grupo Vocento y a de la ciudad. Afuera la lluvia helada de la ma-
publicar en todos los medios ñana moja las ventanillas.
gráficos que, al igual que Orsai,
vieron en él un inmenso talento: «El pediatra nos llamó por teléfono y nos
Jot Down Magazine, Kl Semanal, pidió que fuéramos a verle al día siguiente»,
Yo Dona, Frontera D y Destinos. cuenta mi abuelo, serio, sentado en una butaca
Es miembro del colectivo de de su salón. Era el año 1958. Habían pasado tres
periodistas GEA Photowords. meses desde el nacimiento de Chus. Cuando
Tiene un blog en donde
almacena su labor mis abuelos llegaron a la consulta, el médico no
nachocarretero.net y una cuenta dio demasiados rodeos.
de Twitter @NachoCarretero. —Creo que esta niña es mongólica.
Actualmente vive en Nueva York —¿Qué es eso? —preguntaron.
y trabaja como free-lance. Su —¿No sabéis lo que es mongólica?
objetivo en la vida —nos dice—
es tan sencillo como complicado: —No.
vivir de escribir. —¿No la veis diferente?

76 | Mi vida tomó otro rumbo. Pobre infeliz, sin mí no va a saber qué hacer.
—No.
—Estos son niños que no van a estar bien
y tienen retraso. Hubo un silencio.
E l autobús llega a su destino: el centro ocupa-
cional Aspronaga Lamastelle. Detrás, cuatro
autobuses más de los que salen decenas de chi-
—¿Es tonta? —preguntó mi abuelo. cos y chicas con distintos grados de discapa-
—Médicamente es idiota. Tiene idiocia. cidad. Se saludan, gritan, ríen, alguno va casi
Mis abuelos se echaron a llorar. Y eso dormido, otro parece enfadado. Encogen los
que mi tía Chus, de idiota, no tiene un pelo. El hombros para protegerse de la lluvia. La unidad
problema —uno de ellos— es que todavía fal- de Chus es la de tercera edad y hacia allí ca-
taba un año para que Jérôme Lejeune diagnos- mina despacio, muy despacio. En realidad todo
ticara el síndrome de Down tras detectar una lo hace despacio, Chus vive atrapada en la cá-
alteración en el cromosoma veintiuno, que se mara lenta y sus movimientos están empapados
duplica parcialmente. En ese momento ni mis de parsimonia. Y cada vez más: va a cumplir
abuelos, ni el médico ni en realidad nadie sobre cincuenta y cinco años, no está para carreras. El
la faz de la Tierra conocía tal hallazgo. Por eso cumpleaños, por cierto, lo celebrará como todos
se atrevían a llamarle idiota. y cada uno de sus cumpleaños: con chocolate
Cuando salieron de la consulta, Martín con churros. No hay forma de que lo festeje de
Pou y Lucrecia Romay (así se llaman mis abue- otro modo. «¿Qué quieres hacer este año en tu
los, lo que pasa es que a mi abuela todo el mun- cumple, Chus?». «Chocolate con churros». No
do la conoce como Chicha, excepto, por cierto, insistan. Como decía, cincuenta y cinco años es
mi abuelo, que la llama Chola, a saber por qué), una gran marca para una persona con síndrome
cuando salieron de la consulta, decía, fueron a de Down, de modo que ya no trabaja como hacía
casa de mis bisabuelos. Chus iba en una peque- hasta no hace mucho y como sí hacen la mayoría
ña cuna de mimbre, ajena, claro, a todo lo que de sus compañeros, más jóvenes. Son trabajos
la rodeaba. «Nos acaban de decir que Chus es de manufactura, sencillos, pero que cumplen
tonta». A Coruña, ciudad de provincias de por con una efectividad asombrosa. En eso consiste
entonces ciento cincuenta mil habitantes, año Aspronaga Lamastelle: dar ocupación a personas
1958. Lo que mis abuelos acababan de lanzar con discapacidad para ayudar a su integración.
no era una noticia, era una maldición. Mis bi- A cambio reciben un sueldo simbólico, pero
sabuelos preguntaron: «¿Puede afectar al resto obviamente ese no es el objetivo. En el caso de
de hermanos?». Entonces Chus tenía cuatro la unidad de Chus se trata de ocupar el tiempo de
hermanos mayores (uno de ellos, mi madre). los mayores y dotarlo de la máxima calidad de
Era una duda —si acaso razonable— que se vida posible, que no es poco. Ni fácil. Envuelta
instaló en la casa. Lo que ya no les pareció tan en su abrigo, sin abandonar la sonrisa pese a la
razonable a mis abuelos fue el consejo que re- lluvia, entra en el taller y da los buenos días a sus
cibieron a continuación y que les instaba a no compañeros. Otra trabajadora social la saluda
dejarse ver en público con Chus, por el bien de desde la puerta: «¿Qué tal el fin de semana,
toda la familia. «Hay que entender que era otra Chus?». Responde automáticamente mientras se
época, otra mentalidad», justifica mi abuelo. quita la bufanda: «Muy bien». Para Chus todo

Cuidado con lo que deseás porque se le puede cumplir a otro. | 77


| Mi tía Chus

78 | El peor lugar para esconder un secreto es en otro ser humano.


Nacho Carretero |

está muy bien siempre. Si se queja, si algún día lo. Alguien fue un amigo, un familiar, un mé-
alguien la escucha quejarse, entonces es que algo dico… El consejo era que viviera en una habi-
realmente grave está ocurriendo. Chus cuelga el tación y que no tuviera contacto con nadie. De
abrigo, se estira con su apenas metro y medio este modo evitarían problemas. La realidad es
para alcanzar la percha. Tiene todas las carac- que en ese momento, en la ciudad, había cientos
terísticas que distinguen a una persona con sín- de niños considerados idiotas encerrados en ha-
drome de Down: extremidades pequeñas, rasgos bitaciones, aislados en las profundidades de las
mongólicos, problemas psicológicos, tendencia casas. Las familias no querían ver mancillado
a la obesidad y reducida esperanza de vida. su honor o, simplemente, no querían que el res-
También, y debido a su edad, la mente de Chus ya to de hermanos se contagiara de idiocia. Esa era
está maltrecha: gira sobre sí misma encerrándola la espesa y oscura realidad de no pocos niños en
cada día más en su mundo interior. En cuanto a lo ese momento. Mis abuelos se negaron.
importante —ya les iré contando— tiene todas Otro alguien les advirtió que no tuvieran
las características que distinguen a una persona más hijos, ya que podrían nacer igual que Chus.
maravillosa. Por fin logró colgar el abrigo. Se Mis abuelos llegarían a atener cuatro niños
dirige a su sitio y, de nuevo, se deja caer sobre más, haciendo un total de nueve. Ninguno de
la silla a mitad de trayecto. Lo que le faltaba, ellos, por cierto, con síndrome de Down o cual-
tener que guardar las apariencias cuando por fin quier otro tipo de discapacidad.
ha logrado encontrar un asiento. Un tercer alguien, miembro del Opus Dei,
«Lo que ahora a los jóvenes os cuesta en- les dio consejos tan abyectos que mis abuelos
tender —explica mi abuelo— es que entonces se levantaron y salieron de allí con un cabreo
no sabíamos nada, no había nada de información. histórico. «Yo después no podía parar de llo-
Era como un túnel negro en el que entrábamos rar, escuchamos cosas terribles», dice otra vez
y no sabíamos cómo avanzar, ni a dónde íba- mi abuela con voz tambaleante. «¿Pero estabas
mos, ni nada…». Un túnel negro. Mis abuelos, llorando todo el tiempo, abuela?». Mi abuelo
sentados en un sillón, en desolado silencio, con- irrumpe: «Todo el tiempo. Se pasó toda aquella
templaban a Chus en su cesta de mimbre. En ese época llorando». Y mi abuela le mira, minúscu-
momento en Europa no existía un solo país que la, desde su butaca.
legislara o dedicara especial atención a perso- Un cuarto, médico, recomendó internar a
nas con discapacidad intelectual. Sencillamente Chus en un centro especializado. Allí le darían
eran niños o adultos enfermos para los que no todos los cuidados que necesitaban las personas
había cura. Inútiles sociales que caían como un como ella. Mi abuelo fue a visitar uno de estos
hechizo sobre las familias. No solo porque eran centros, sopesando la posibilidad. La descartó
una carga, también suponían un estigma. Mis nada más poner un pie en el primero de ellos.
abuelos estaban perdidos. «Yo recuerdo que no «Era como un manicomio, las camas tenían co-
podía parar de llorar», añade mi abuela con un rreas, había barrotes, las paredes acolchadas…
hilo de voz, sentada en su butaca, menuda, frá- horroroso». Mi abuelo, tal vez imaginando a
gil, como si el sillón fuera a tragársela. «Creo Chus en un sitio como ese, lo rememora escan-
que entré en depresión». No sería hasta un año dalizado.
después —coincidiendo con el diagnóstico del Un quinto y último consejo llegó a través
síndrome de Down— cuando los países nórdi- de otro médico que se desmarcó con un expe-
cos, con Dinamarca a la cabeza, comenzarían a rimental tratamiento de vacunas recién llega-
regular el trato hacia estas personas. Diez años das de Alemania. «Tengo que decirte que mi
después, en 1968, se constituiría en Jerusalén la padre me dejó el dinero para pagarlas», añade
Liga Internacional de Asociaciones en Pro de la mi abuelo para desquitarse de su anterior crí-
Deficiencia Mental, un hecho que contribuiría tica. No solo por caras aquellas vacunas eran
de manera definitiva a impulsar los derechos de especiales. El tratamiento que mi abuelo encar-
las personas con discapacidad intelectual. Hasta gó prometía la curación de Chus. Se trataba de
entonces, palos de ciego. Para mis abuelos co- unas inyecciones de, atención, células vivas de
menzó el rosario de consultas a médicos, ami- cabra. La primera dosis llegó al pequeño aero-
gos y conocidos en busca de respuestas. puerto coruñés proveniente de Berlín. Mi abue-
Alguien les dijo que encerraran a Chus. Y lo fue con Chus, todavía con meses, a que una
cuando digo alguien no digo un tipo despistado enfermera le pusiera la primera de las inyec-
que pasaba por la calle y se giró para comentar- ciones. «Sacó una jeringuilla enorme, recuerdo

No hay nada más equitativamente distribuido que la estupidez. | 79


| Mi tía Chus

una aguja muy larga», relata mi abuelo. «Y se la y su compañero —que también lo había ol-
inyectó directamente en la cabeza». De los ojos vidado— estallaba de nuevo. Así una mañana
de mi abuela brotan lágrimas al escucharlo. «Yo entera, en un tragicómico remolino. Esta inca-
no vi aquello, no quise ir», susurra. Mi abuelo pacidad para retener la realidad a corto plazo
abandonó el tratamiento tras la segunda inyec- impide a Chus desarrollar una vida normal, no
ción. Chus no recibió más vacunas. puede mantener conversaciones como hacía an-
tes y hay que guiarla a través de las palabras,
dándole la mano, ofreciéndole cuestiones sen-

E n la unidad de la tercera edad están senta-


dos en círculo, haciendo ejercicios de me-
moria. Chus espera su turno acomodada en una
cillas y evitando cualquier giro en la charla.
Por ello la mayoría de respuestas que da están
automatizadas y por eso, cuando se le exige,
silla, con sus rechonchas piernas estiradas, sus cuando se le obliga a recordar, sus esfuerzos
manos en los bolsillos huyendo del frío y sus son encomiables. Lo curioso es que las esca-
pensamientos, sus profundos pensamientos, sas veces que está enfadada (enfadada es una
apartándola de la realidad. El ejercicio consis- palabra sin duda muy grande para describir sus
te en ir diciendo un objeto cada uno, de modo enojos, pero valga para entendernos) es cuando
que cuando les llega el turno, además del que se más lúcida está, cuando más y mejor responde.
les ocurra, deben repetir todos los que se hayan Yo de vez en cuando la enfado —amagando con
dicho antes. Hoy se trata de prendas. Cuando que voy a beberme su refresco, por ejemplo,
le toca a Chus ya se han dicho cuatro prendas, esto la saca de quicio— porque quiero traerla
no está nada fácil. En un sublime gesto de con- a este mundo unos minutos y poder disfrutarla,
centración, Chus apoya su pequeña mano en la pero sin que se entere mi abuela, claro. Sé que
frente y se pone a pensar con tanta intensidad he logrado molestarla si me llama «tremendo».
que se puede palpar el esfuerzo: «Jersey, pan- Si Chus dice que alguien «es tremendo», es que
talón, bata… y camisa». Lo consigue. Sonríe. está realmente mosqueada.
Chus, ya lo dije, siempre sonríe. Tras el rosario de asesores desubicados y
Desde hace diez años, aproximadamente, sus disparatados consejos, mis abuelos seguían
la demencia senil devora insaciable su memo- tan o más perdidos que antes de las consultas.
ria. De un tiempo a esta parte Chus ha perdi- Como siempre puede ser peor, apareció un
do sus facultades para recordar, hasta tal punto nuevo problema: se le detectó un glaucoma en
que ni siquiera recuerda lo que hizo ayer. En su ojo sano, en el único que le ofrecía visión.
muchos casos olvida lo que acaba de suceder, Había que operar. Y, aquí sí, toca hablar y muy
por lo que suele entrar en bucles, preguntando bien de los médicos. El que operó a Chus lo hizo
o diciendo lo mismo una y otra vez. Cierto día, sin cobrar una peseta de las de la época. Quería
comiendo en mi casa, Chus repetía incansable ayudar a Chus y a mis abuelos, y también llevar
una misma idea (no recuerdo qué decía exac- a cabo una operación de extrema ambición para
tamente) hasta que mi madre intentó cortar la un cirujano. Hasta les pidió permiso para grabar
retahíla: «Chus, las cosas se dicen una vez. No en vídeo la intervención. Era delicada al máxi-
repitas más ¿vale?». A lo que Chus respondió: mo: un error de apenas milímetros al intervenir
«Vale, ya no repito más». Y medio minuto des- en el globo ocular y quedaría ciega para toda la
pués dijo: «Ya no repito más». Y otro medio vida. Salió bien y la familia del médico acogió
después, «ya no repito más», y así entró en un a Chus y a mi abuela durante el posoperatorio
bucle, repitiendo que no repetiría, digno de la en su casa de Santiago de Compostela, ciudad
mejor paradoja. Otros días Chus revive hechos en la que tuvo lugar la exitosa intervención.
pretéritos —se remonta años y años— y los «Recuerdo a Chus con los ojos vendados y ata-
comenta (de nuevo en bucle) como si acabaran da con los brazos en cruz a la cama. Qué ima-
de ocurrir. Sucedió un día, en su unidad, que no gen más horrorosa», rememora mi abuela. Pero
dejaba de repetir que le habían subido el suel- salió bien. Chus, aunque con gafas y solo de un
do (no era verdad, muy al contrario, y debido a ojo, pudo contemplar el mundo a lo largo de
la crisis, a la mayoría se lo habían rebajado). A toda su vida. Y se empeñó en hacerlo. Cuando
su lado, un compañero también con demencia era joven y quería leer acercaba con parsimonia
senil estallaba en enfado cada vez que la escu- su cabeza al libro, señalaba con el dedo la línea
chaba: «¿Cómo que te lo han subido?», gritaba. a leer y arrancaba avanzando sobre las letras a
Ella rectificaba, pero al cabo lo volvía a decir trompicones. Al terminar levantaba la cabeza

80 | Le enterré un cuchillo al optimista; le voy a preguntar si tiene la mitad adentro o la mitad afuera.
Nacho Carretero |

anormal (mongólico) se les invita a una reunión


para tratar asuntos de mucha importancia para
este colectivo. Esta reunión tendrá lugar, D. m.,
el próximo día 12 martes a las 19 horas en el
El pequeño local social de Cáritas Territorial, sito en la ca-
lle Teresa Herrera número 12 de esta capital. La
anuncio del Coruña, 9 de marzo de 1962. Martín Pou Díaz».
pequeño periódico El anunció gritó con estrépito en medio del
inmenso silencio social: en el local aparecieron
de la pequeña ciudad en la fecha señalada cien personas. «Me quedé
asombrado», dice mi abuelo. Aquel anuncio fue
que mi abuelo decidió como un salvavidas arrojado a familias que se
ahogaban en soledad. Llegaron de todos los rin-
lanzar al vacío fue cones de la ciudad ansiosas de respuestas y de
la ventana en las comprensión. Querían hablar de lo que ocurría
en sus casas, querían preguntar, reventar el yugo
habitaciones oscuras del tabú. El pequeño anuncio del pequeño perió-
dico de la pequeña ciudad que mi abuelo decidió
donde estaban lanzar al vacío fue la ventana en las habitaciones
encerrados los niños. oscuras donde estaban encerrados los niños. Fue
una vida nueva para toda una generación.

buscando la aprobación de su oyente. Escribía


del mismo modo. Sí, Chus leía, escribía, pin-
L a mejor parte en el día de trabajo de Chus
es la comida. Chus es glotona por natura-
leza, no le dice que no a ningún bocado ex-
taba y escuchaba música. Porque, a pesar del cepto —misterio— a los pimientos rojos. No
negro túnel en el que seguían inmersos mis le gustan. «¿No te gustan los pimientos rojos,
abuelos, no se rindieron. Avanzaron contraco- Chus?». «Nada». Por lo demás no hay remilgos.
rriente bebiendo cada gota de información que Rechoncha en su silla del comedor acerca con
se derramaba. «Recuerdo haber leído horas y lentitud el tenedor a su boca y degusta. Cierto
días, buscar todo tipo de información», dice mi día, hace años, desayunaba Chus una taza de
abuelo. Con los meses las cosas fueron toman- cacao con bizcochos en la cocina cuando la olla
do forma y, poco a poco, empezaron a entender a presión que cocinaba un guiso a pocos metros
a qué se enfrentaban, qué ocurría. Cuando Chus de ella comenzó a pitar. Nadie en casa le hizo
cumplió cuatro años comprendieron —y asu- caso, y menos Chus, centrada exclusivamente
mieron— que la cuestión no era curar a Chus. en los bizcochos. Unos tras otros iban siendo
Por el simple hecho de que Chus no estaba en- engullidos al mismo ritmo que el pitido de la
ferma. Fue un paso crucial. De modo que vira- olla crecía en volumen. Hasta que ocurrió, cla-
ron su rumbo en pos de la luz al final del túnel: ro. La tapa de la olla saltó y con ella parte del
si Chus tenía que convivir con su cromosoma contenido del guiso, que llegó hasta el techo y
parcialmente duplicado entonces lo prioritario —cuenta la leyenda— alguna habichuela hasta
era que conviviese con plenitud y felicidad. quedó flotando en la taza de cacao de Chus. Ella
Comenzó la lucha. siguió desayunando, sin inmutarse. A quién le
El nueve de marzo de 1962 mi abuelo de- importan las explosiones cuando hay bizcocho.
cidió publicar un anuncio en El Ideal Gallego, En el comedor rebota el estruendo de las
entonces el periódico local más importante. conversaciones, las risas y los cubiertos contra
Estaba seguro de que en A Coruña había mu- los platos. Hay caldo gallego y filete. De postre,
chos más padres, muchas más familias, con ni- mandarinas. Chus comparte mesa con varios
ños como Chus, escondidos, aislados, atemori- compañeros. Lorena es fanática del cantante
zados. Quería conocerlos, quería asociarse con David Bustamante. Es monotemática desde la
ellos y discutir cómo avanzar. El anuncio decía primera cucharada hasta el último gajo de la
lo siguiente: «Aviso importante: a todos los pa- mandarina. «Pues según vi el otro día, en una
dres y familiares que lo sean de un niño o niña revista, le dijo a su novia que quería otro hijo,

Desarrollé la habilidad de pestañear en un abrir y cerrar de ojos. | 81


| Mi tía Chus

porque él, que es muy tranquilo, pero yo sé graves. Aquellos niños y niñas contaban con el
que quiere muchos hijos, había dicho…» y así. desprecio de mucha gente y mis abuelos, y el
Su grado de discapacidad es el más leve de la resto de luchadores que comenzaban en aquel
mesa, por lo que impone su ley. Fernando es camino, lo iban a vivir. Aún y con eso, la idea
más callado, pero no hay más que azuzarle con de mi abuelo fue acogida con entusiasmo por
el fútbol para que se haga hueco. Fanático del la mayoría de los padres. En sucesivas reunio-
Deportivo, se le ve preocupado por el devenir nes se fundó la asociación, se redactaron unos
de su club. «¿Y viste ayer el Barça?», pregun- estatutos y se nombraron dirigentes y vocales.
ta. «¿El Barça? ¿Pero tú no eres del Dépor?». A continuación se decidió que el objetivo pri-
«¡Es del Barça!», acusa algún desalmado desde mordial, que la necesidad más apremiante, era
la distancia, voz en grito. Y Fernando se agarra fundar un colegio para que estos niños tuvieran
un cabreo que le dura todo el almuerzo. Chus posibilidad de integración social. El primer paso
se centra en comer. Igual que Toñito, el chico para que tomara forma fue acudir al gobernador
de su lado, también con síndrome de Down. A civil de la ciudad, entonces perteneciente, como
propósito de esto, el término persona con dis- el resto de ciudades de España, al régimen del
capacidad intelectual es relativamente nuevo. general Franco. «Tenía muchos locales vacíos
A lo largo de la vida de Chus las personas con en la ciudad así que fuimos a visitarle para ver si
discapacidad han recibido una enorme cantidad nos dejaba uno y comenzar con la asociación».
de denominaciones, digamos, médicas. De he- Sentados en su despacho, mi abuelo y otros dos
cho, el nombre ha cambiado cada cinco años padres le explicaron su iniciativa. La contesta-
desde su nacimiento. Cuando ella nació era de- ción del gobernador fue inmediata: «¿Sabes lo
nominada idiota. Después, tarada. Oligofrénica, que te digo? Que a tu hija y a los demás como
mongólica, subnormal, minusválida, deficiente, ella a donde tenéis que llevarlos es al Castillo
incapaz, discapacitada, dependiente psíquica, de San Antón». Cabe explicar que el Castillo de
persona con discapacidad psíquica y —la ac- San Antón es una antigua cárcel coruñesa. Mi
tual en España— persona con discapacidad in- abuelo se quedó congelado en la silla, después
telectual y del desarrollo. Insisto en que a ella se levantó y se fue casi corriendo mientras le
todo el mundo le llama Chus. gritó a la secretaria del gobernador: «¡Tienes un
Tras la reunión convocada a través del pe- jefe loco!». Solo lloró al llegar a casa. Toda la
riódico comenzó a tomar forma una idea que ha- noche. «Sinceramente creo que era una buena
cía tiempo rondaba la cabeza (ya sin pelo enton- persona, pero víctima de una sociedad equivo-
ces) de mi abuelo. Esta idea surgió tras un viaje cada», dice mi abuelo.
a Valencia en el que mi abuelo se entrevistó Tras varios fracasos de similar talla en
con el presidente de la Asociación de Personas los que no vale la pena recrearse (otro político
Anormales (hasta grabó la entrevista con un vie- —esto es verídico— le dijo a mi abuelo que an-
jo magnetófono que se acabaría estregando en tes de invertir mil pesetas en un proyecto para
un incendio años después). De ahí, y tras com- niños anormales se encendía un puro con un
partir sus experiencias con los demás padres en billete de ese valor. Y procedió a hacerlo). Tras
la reunión, nació el proyecto: fundar una aso- varios fracasos, decía, llegó el milagro. «Es que
ciación igual en Galicia. Un proyecto que desde fue un milagro», dice mi abuela. «Estaba yo tra-
ese instante se tornaría en el sentido mismo de la bajando —continúa mi abuelo— cuando vino a
vida de mis abuelos y cambiaría la de cientos de visitarme Julio Casares Rivera (mi abuelo siem-
niños con discapacidad. Pero no iba a ser fácil. pre dice nombre y dos apellidos cuando habla
Nada fácil. Algunos padres dejaron la carrera de coruñeses). Me pidió que si podía ayudarle
nada más darse la salida. «Yo no te voy a decir con la venta del chalé familiar de su padre, que
nombres —dice mi abuela, prudente— pero co- acababa de morir, ya que por entonces yo traba-
nozco familias que los tuvieron encerrados en jaba en Hacienda y conocía a gente interesada
una habitación toda la vida. Hasta hace no mu- en invertir». En ese momento mi abuelo lo vio
cho». Sin justificarlo cabe ponerlo en contexto. claro: situado muy cerca del centro de la ciudad,
Lo que estaban a punto de emprender aquellos ese chalé podría ser la sede perfecta para el co-
padres era un desafío a una sociedad cerrada, legio. Negociaron y acordaron la venta por dos
conservadora y, en gran medida, ignorante. millones y medio de pesetas (quince mil euros).
Desconocían cuáles iban a ser las consecuencias Mi abuelo agarró su abrigo y se dirigió a la ofici-
y en cualquier caso les auguraban perjuicios na de la Caja de Ahorros de La Coruña para pe-

82 | En cuestión de segundos perdí un minuto.


Nacho Carretero |

Qué sería de la fe sin las montañas. | 83


| Mi tía Chus

dir el crédito que necesitaban. «Su director era Chus se enfunda otra vez su abrigo y regresa a
Antonio Lorenzo Pérez (otra vez dos apellidos), casa de nuevo en el autobús. En la parada le es-
a quien conocía personalmente». Y he aquí el pera Eli, una trabajadora social contratada por
milagro. Lo que a priori iba a ser un crédito más mis abuelos encargada de cuidarla desde que
que difícil, o lo que podía haber sido otro desaire a ellos les falta la fuerza. Con Eli —a quien
para con Chus y los niños como ella de la talla Chus considera una amiga— da un paseo, di-
del encendedor de puros, mutó en lo contrario. buja, escucha música o juega al parchís. Esta
Don Antonio Lorenzo Pérez tenía un hijo con tarde van a ir a dar una vuelta y a Chus le apete-
discapacidad intelectual y desconocía el movi- ce un helado. «¿Un helado?», le dice mi abuela
miento que estaban llevando a cabo mis abuelos mientras le coloca la bufanda. «No Chus, hace
y otros padres. El crédito fue concedido con en- mucho frío, un helado hoy no». Y ella me mira,
tusiasmo, además de otro personal de trescientas y después mira a mi abuela. «¿No?». «No. Otro
mil pesetas y el compromiso de que los intereses día, ¿vale?». «Vale». Yo me sumo: «Qué frío,
serían donados por la propia Caja de Ahorros. no me tomaría un helado hoy ni loco». Ella me
Milagro completado. Había colegio. mira de nuevo, arquea una ceja: «Yo tampoco»,
El once de mayo de 1963 se firmaron las me dice. Nunca se queja, nunca protesta, nunca
escrituras del chalé ante notario y comenzaron se encapricha, nunca se enfada. Chus es la bon-
las obras para adecuarlo. «Recuerdo aquellos dad en estado puro, sin artificios, sin pretensio-
meses como de los más atareados y ocupados nes, la bondad inconsciente de sí misma. Antes
de mi vida. Necesitábamos veintiséis horas al de irse se sienta un rato a mi lado mientras mi
día en lugar de veinticuatro», explica mi abuelo. abuela termina de contarme una historia que vi-
Pintaron toda la estancia, ampliaron y adecua- vió pocos días después de la inauguración del
ron la cocina y compraron muebles de todo tipo. colegio. Aunque la meta había sido alcanzada,
Entre los muebles había unos sillones tapizados. todavía quedaba mucho por derribar, mucho
«Hubo personas que me dijeron que no tenía por avanzar. La mayoría de prejuicios seguían
mucho sentido tener sillones tapizados porque se intactos. «Era por la tarde y cogí un autobús con
acabarían estropeando con las babas de los ni- Chus para regresar a casa. Nos subimos y nos
ños», dice mi abuelo. «Pero de eso se trataba, de sentamos junto a una señora —relata—. Esta
que esos niños estuvieran en un lugar normal y miró a Chus, se levantó y se fue a sentar a otro
aprendieran a vivir en él». Si nos basamos en que sitio. Después le oí que decía “mongólica”».
los sillones solo se cambiaron cuando pasaron de Mi abuela exhala tristeza mientras Chus y yo
moda, muchos años después, puede decirse que escuchamos. Yo comprendo las palabras, Chus
el trabajo en el colegio fue un éxito. Más de un parece comprender el fondo porque su mirada,
año después llegó el ansiado día: el catorce de aun sin saber de lo que estamos hablando, es
septiembre de 1964 se inauguró Aspronaga. Tras triste, como si pudiera sentir lo que sucede. Yo
una testaruda insistencia de mi abuelo —sabe- la miro y le digo: «Es tremenda la gente, ¿eh
dor del beneficio mediático que supondría— al Chus?». Y ella me responde, «tremenda».
acto asistió nada menos que Carmen Polo, mujer Esta capacidad para intuir qué está ocu-
del general Franco. En un principio había dicho rriendo sin comprender qué sucede es una es-
que la experiencia de ver aquellos niños podría trategia definitoria del carácter de Chus. Ante
resultarle demasiado dura, pero mi abuelo volvió sus limitaciones, Chus siempre ha dispuesto un
a la carga repetidas veces e incluso le llegó a de- arsenal defensivo para superarlas. Es raro (al
cir a un general que si a la Señora (como le lla- menos lo era) verla bloqueada, siempre burlaba
maban) le impresionaban unos niños anormales, el obstáculo, siempre conseguía no caerse de un
qué se podía esperar de la sociedad española. El mundo que gira mucho más rápido que ella. A
general le miró desafiante, pero se ve que tomó veces con una inteligencia y socarronería (galle-
nota. La Señora estuvo allí el día de la inaugura- ga) asombrosas. Si le preguntabas qué ponía en
ción y donó sesenta mil pesetas. Aspronaga era algún sitio y no podía leerlo se limitaba a respon-
una realidad. Lo habían conseguido. der: «¿Estás ciego?». Si no se acordaba qué ha-
bía para cenar, simplemente decía «¿De cenar?
Secreto». Y si directamente no entendía lo que le

L a jornada laboral de Chus termina a las cin-


co de la tarde. Es a esa hora —después de
una imperdonable y generosa siesta— cuando
estabas diciendo, zanjaba: «No me torees».
El del autobús fue uno de los cientos de
malos momentos que tuvieron que pasar mis

84 | Estoy seguro de que la vida me confundió con otra persona.


Nacho Carretero |

capacidad. A las mejoras en el colegio se le unió,


con el paso de los años, la inauguración de un
centro laboral para adultos (llamado Lamastelle,
donde trabaja Chus) y una residencia de día para
Yo la miro y le digo: personas con grados de discapacidad muy pro-
fundos, que fue bautizada como Ricardo Baró en
«Es tremenda la honor a uno de los padres que, junto a mis abue-
gente, ¿eh Chus?». los y el resto, luchó por hacer realidad la idea
de Aspronaga. El éxito fue rotundo y se extiende
Y ella me responde, hasta nuestros días: hoy Aspronaga —todas sus
instituciones— funciona sin descanso. Cientos
«tremenda». de niños y de adultos suben y bajan cada día de
los autobuses, entre ellos Chus, agarrándose
con sus pequeñas manos a los laterales para po-
der alcanzar el asiento sobre el que se desplo-
mará. Hoy cabe recordar que, detrás de lo que a
abuelos y, probablemente, todos y cada uno de ojos de las nuevas generaciones es simplemente
los padres de la época. «Recuerdo en el fútbol un centro para personas con discapacidad, está
—dice mi abuelo, otro fanático del Deportivo la pelea colosal de un puñado de padres.
cuyos gritos cuando los centrocampistas pierden «Yo la verdad es que no he podido hacer
la pelota son ya legendarios— que una señora más», dice mi abuelo. «Hemos dado nuestras
que estaba sentada detrás de mí en Riazor le gritó vidas». Mi abuela me mira. «Los hermanos»,
al árbitro: “¡Subnormal! ¡Vete a Aspronaga!”». me dice. «Lo de sus hermanos ha sido increíble,
Mi abuelo se giró y le dijo que él tenía una hija cómo la han cuidado, cómo la han protegido.
en Aspronaga y que no entendía qué tenía que Ninguno de ellos me preguntó jamás qué le
ver el árbitro con eso. La señora, seguramente pasaba a Chus, ni de pequeñitos. Simplemente
ajena a este tipo de prejuicios y simplemente la cuidaron, notaron desde niños que tenían que
arrastrada por la ferviente excitación futbolera, hacerlo y la cuidaron», termina. «¿Y a cambio?
le pidió perdón y le dio un abrazo. Todavía tu- ¿Qué os ha dado Chus?», les pregunto. Se que-
vieron que pasar muchos años hasta que la pre- dan callados, pero no porque estén pensando,
sencia de Chus en la calle fuera algo normal y a sino porque lo tienen claro: «Somos mejores.
ello iba contribuyendo, sin duda, el crecimiento Nos hizo mejores». La charla termina, cierro
imparable de Aspronaga. Los padres implicados la libreta, llena de tachones que son recuerdos,
no dejaban de trabajar para que el desarrollo fue- heridas, vivencias y hasta un milagro. Antes
ra veloz. Durante el primer año realizaron una de alcanzar la puerta mi abuelo me llama, con
serie de folletos para dar a conocer el colegio, era prudencia, como temeroso de que lo que va a
la manera de hacer publicidad en aquella época. decirme pueda molestarme. «Si escribes algo de
Uno de aquellos folletos está hoy en casa de mis esto —me dice susurrando— que no parezca
abuelos. «¿Puedo verlo?». El papel, que se repar- que queremos dar pena o que exageramos ni
tía por la ciudad, contiene el siguiente mensaje: nada de eso. Simplemente lo que hemos querido
«La Coruña por Aspronaga. ¡Niño subnormal! siempre para Chus es lo mismo que cualquier
¡No estarás por más tiempo solo!». Sobra decir padre quiere para sus hijos. Y punto».
que hoy en día el eslogan no funcionaría del todo En la calle Chus y Eli regresan del paseo.
bien. Mis abuelos también comenzaron a dar Mañana toca trabajar, madrugar de nuevo y es-
charlas y participar en reuniones para dar a cono- perar el autobús. «Chus, voy a escribir una his-
cer el centro. Hablaron con padres, enfermeras y toria sobre tu lucha y la de los abuelos, ¿vale?»,
hasta médicos. Volcaron sus vidas en dar a cono- le digo sin la menor intención de que me com-
cer un problema hasta entonces sumergido en la prenda. Ella me mira, sonríe y me dice orgu-
vergüenza. Pronto las solicitudes superaron a la llosa: «No tomé helado». x

María Ilustró numerosos libros para editoriales de Argentina, Brasil, España y México.
Wernicke En 2006, editó su primer trabajo como autora integral: Uno y Otro; en 2010, Un
señor en su lugar y en 2012, Hay días, los tres reconocidos como mejor libro-
Olivos, 1958 álbum por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina. @MariaWerni

Todo lo que da miedo está más cerca de la verdad. | 85


sobremesa

políticamente incorrecto

¿T —¿Cuál?
e acordás de la anécdota que siempre
contaba tu viejo y nos hacía cagar de
risa a todo el mundo menos a vos?
partido de Boca, Marcelo Araujo le dijo «Corky»
al colorado Mac Allister, y el Colorado se calentó
como un chico.
—Mi viejo decía, muy en serio, que yo no era
—La del cheque —me dice Chiri. mogólico de casualidad, que había tomado líqui-
—No. do amniótico en el útero de Chichita pero no lo
—La del cajero del Banco Provincia que te suficiente. Que mi cerebro había zafado pero mi
confundió con un chico mogólico. cara y mi manera de patear penales no.
—¡Es verdad! Me acuerdo. Pero si tu idea —Esos chistes ahora serían incorrectos.
es humillarme no lo vas a lograr, querido amigo, —Yo creo que incluso entonces eran un
porque conté esa anécdota entera en un post de poco incorrectos, pero en casa entraban y salían
Orsai que se llamó «El gran secreto de mi vida». mogólicos todo el día. Roberto era el tesorero de
—No era la idea humillarte, para nada —me CAIDIM y mi mamá estaba en la Cooperadora.
dice Chiri—. Y ya sabía que la contaste en el blog, Me parece que no se puede hacer chistes sobre
y la publicaste en un libro también. Incluso algu- algo cuando ese algo te da impresión, o miedo, o
nos lectores pensaron que no era cierta. te escandaliza. Pero cuando los monguis entran
—Es muy cierta —le digo—. Un cajero del y salen de tu casa todo el día, no pasa nada. Ni
banco me dio plata de más, como quinientos pe- siquiera hay que caretear palabras como «insufi-
sos, y no me la reclamó porque pensó que yo era ciente mental» o esas cosas.
un nene mogólico de CAIDIM. —Esa misma sensación causa la crónica de
—El Centro de Apoyo Integral del Insuficiente Nacho Carretero, ¿no?
Mental de Mercedes. —Claro —le digo—. Es buenísima por eso.
—Exacto. ¿Y sabés por qué algunos lectores —Qué lindo homenaje que le hace a su tía
pensaron que la anécdota era falsa? Chus, y sobre todo a la lucha de sus abuelos.
—¿Por? —Y lo mejor de todo es que lo haya escrito
—Porque cuesta creer que uno mismo se así, sin eufemismos ni boludeces. Y nosotros
ponga en el lugar del mogólico. Pero si lo pensás poder reírnos con las reacciones de Chus sin
bien, en la escuela el Chino Silvestre tenía cara de problemas, sin que nadie ponga el grito en el cielo
chino, por eso le decíamos Chino. El Ruso Kosicki ni nos tilde de insensibles.
tenía cara de soviético y un apellido con muchas —Genial el abuelo de Nacho, cuando le dice
«k», por eso le decíamos Ruso. El Colorado Ulmer a la secretaria del tipo que lo maltrató «¡Tienes un
era colorado... Y yo tenía cara de mongui, todavía jefe loco!». Y después la grandeza de esta refle-
la tengo. Soy gordo y con los ojos juntos... El ca- xión: «Sinceramente creo que era una buena per-
jero del banco tenía razón. sona, pero víctima de una sociedad equivocada».
—Además en esa época además estaba de —Me emocionó muchísimo este relato —le
moda Life Goes On, que en Argentina se llamó digo—. Los padres de esa chica luchando a brazo
Corky, la fuerza del cariño. partido en una época de ignorancia absoluta...
—Claro, con la canción insoportable de Whit- —Me imagino —me dice Chiri—, a vos te
ney Houston que Telefé usaba como cortina. Para debe pegar más fuerte ese tipo de gesta, siendo
mí ahora es imposible no asociar ese tema con la que tomaste líquido amniótico en la panza de tu
cara del pibe que hacía de Corky. mamá cuando naciste.
—¿Conocés a alguien en la vida real que haya —No sos gracioso.
visto esa serie? —En un porcentaje alto, los padres de Chus
—La verdad que no. Lo que me acuerdo es estaban peleando también por tus derechos.
que mucha gente decía que el mensaje no era —A mí papá le quedaban bien esos chistes, a
bueno, que estereotipaba a los pibes con sín- vos no te quedan bien.
drome de Down y esas cosas. —And I... will always love you, oohh...
—Puede ser. Una vez, mientras relataba un —Basta. Cantás horrible. x

86 | En caso de amor rompa el vínculo.


Planeta Tute, por Tute |

| 87
televisión

adiós
al cinismo
La verdadera revolución creativa de esta época no está en
los libros, sino en las ficciones de la tele. Y en ese ámbito, un
gordo pelirrojo llamado Louis Szekely está componiendo la
gran comedia negra de estos tiempos: Louie.

escribe diego papic


| Adiós al cinismo

L
o primero que vemos es a un tipo pe-
lado, pelirrojo, barba candado, remera
negra y un jean medio caído debajo
de la panza, saliendo de una estación
de subte mugrienta en Greenwich Village, un
barrio bohemio de Nueva York. Suena una ver-
sión de Brother Louie, un rhythm & blues in-
glés de los setenta. El tipo, de unos cuarenta y
pico, camina por la calle con una expresión que
Diego Papic
Buenos Aires, 1977
fluctúa entre una incomodidad cansada y una
curiosidad entusiasta. Es de noche.
Entra en una pizzería y se come una por-
Estudió Letras en la Universidad ción de pizza parado en la puerta, mirando hacia
de Buenos Aires, periodismo afuera, con la actitud de estar cumpliendo una
en TEA y cursó el Máster en
Periodismo de la Universidad
rutina, con porte humilde y la mirada despierta.
de San Andrés. Es uno de los Detrás de él, un tipo en bermudas y ojotas habla
directores de cinenacional. por celular. Da un último mordisco generoso a
com —el sitio de internet más la pizza y mientras mastica tira el resto en un
importante y completo sobre tacho de basura, se limpia la boca con el dorso
cine argentino—, colabora ha-
bitualmente en el suplemento
de la mano y sigue camino.
«Espectáculos» del diario Clarín Unas cuadras más y llega al Comedy Ce-
y fue cronista de cine y tele- llar, uno de los clubes de comedia más conoci-
visión en el programa Quizás dos de Nueva York. Saluda a un tipo en la puer-
mañana, de la primera mañana ta con un apretón de manos y entra al club. La
de Nacional Rock 93.7. Desde
2003 escribe en su blog (blog-
canción Brother Louie sigue sonando con la le-
dedieguez.com.ar) sobre cultura tra cambiada: en lugar de «Louie, you’re gonna
pop y política, siempre con una cry» («Louie, vas a llorar») dice «Louie, you’re
veta humorística, y desde 2009 gonna die» («Louie, vas a morir»).
participa activamente en Twitter La secuencia, con una edición ágil y elíp-
con el usuario @dieguez_, en
donde ha aprendido a pelearse
tica, dura menos de un minuto y es la presenta-
cada vez menos con la gente. ción de Louie, la serie de TV escrita, protago-
Vive en el barrio porteño de nizada, dirigida —y sí, también editada— por
Palermo con su gato Rocco y Louie C.K., un comediante de stand up bastante
cree que los mejores inventos atípico que, después de una experiencia fallida
de la humanidad hasta ahora
son el aire acondicionado,
en HBO con la sitcom Lucky Louie, se consa-
el whisky, el salamín picado gró con esta serie —que de sitcom solo tiene su
grueso y las tetas. duración: estrictos veintidós minutos— tan am-

90 | La inteligencia debería calificar como un genital más.


Louie puede virar de un realismo desbocado
a una extrañeza surrealista en apenas un segundo,
sin perder la coherencia; que va de la ternura al
humor negro sin caer jamás en el cinismo.

bigua y extraña como su mirada mientras come conectadas. Esa es otra de las ambigüedades y
esa porción de pizza. contradicciones que le dan a Louie esa profun-
Como en la «intriga de predestinación» didad que no tiene hoy —y quizá no tuvo nun-
que definió Roland Barthes, según la cual en el ca— ninguna serie de veintidós minutos.
comienzo del relato clásico se encuentran sus
claves principales, en estos cincuenta segundos
se puede percibir en gran parte el tono de Louie. Matar a Seinfeld
Porque en esto es en lo que se destaca: en su
tono ambiguo, que puede virar de un realismo Louie lleva tres temporadas en el aire —en
desbocado a una extrañeza surrealista en ape- mayo de 2014 empieza la cuarta— y uno de los
nas un segundo, sin perder la coherencia; que últimos arcos narrativos evocó en cierta forma
va de la ternura al humor negro sin caer jamás aquel capítulo autorreferencial de Seinfeld en el
en el cinismo. que le proponen hacer un piloto para la NBC.
Al relatar la premisa de la serie confirma- En el capítulo triple «Late Show», Louie
mos en la práctica una de las más grandes ver- C.K. tiene una reunión con Lars Tardigan, el di-
dades de las ficciones: no importa tanto el qué rector de la CBS, interpretado por el legendario
sino el cómo o, para decirlo más claro, en la for- productor y director Garry Marshall, responsa-
ma está el fondo. Porque la premisa de Louie, ble de Mork y Mindy y Extraña pareja, entre
contada en forma despojada y desnuda, es la otras series. Tardigan le ofrece lo que podría ser
siguiente: un comediante de stand up de Nueva un giro definitivo en su carrera: reemplazar a
York hace de sí mismo y alterna fragmentos de David Letterman. Le dice que tienen en vista a
monólogos de sus shows con escenas de ficción Jerry Seinfeld pero que es muy caro y que si él
que aluden a lo que cuenta en esos monólogos. puede hacerlo, mucho mejor, porque les saldría
¿Suena un poco a Seinfeld? Quizá no haya «un millón, quizás menos».
dos series más diferentes entre sí que Louie y Entonces Tardigan lanza una feroz defini-
Seinfeld —en su tipo de humor, en su visión del ción de Louie: «Vos sos un comediante de clase
mundo— pero a la vez más subterráneamente trabajadora de Boston. Hacés stand up. Ganás

Una vida es poco tiempo para indignarse por todo. | 91


| Adiós al cinismo

dice, otra vez, con esa sonrisa suya tan carac-


terística, como burlándose, condescendiente,
como salido de su propia sitcom de los noventa.
Luego veremos que Jerry miente y todo es una
Si cada capítulo trampa para que Louie fracase.
de Seinfeld podía Ver a Jerry Seinfeld actuando de acuerdo a
la sensibilidad de Seinfeld —la serie— pero in-
ser visto como una serto en el contexto de Louie no hace otra cosa
que mostrarnos más intensa su maldad, como
canción pop perfecta, a través de una lupa que apunta a su carácter,
y quitarle toda la gracia que podía tener en
un mecanismo de Seinfeld. Louie discute con Seinfeld y parecie-
relojería impecable, ra decirle: el fracaso no es gracioso, la muerte
no es graciosa; yo tampoco voy a esquivar esos
Louie es un solo temas, lo que sí voy a esquivar es el cinismo.
Louie sabe que Jerry es, o fue, el mejor
de jazz que empieza —«él sale doce millones, a vos te puedo conse-
guir por uno o menos», le dice Tardigan— pero
de una manera y en «Late Show» parece querer despegarse adre-
nunca sabemos cómo de, matar a la influencia reconociendo hasta
dónde lo influyó y desde dónde va a partir para
puede terminar. entrar en un terreno novedoso, desconocido y
que será, al fin, mucho más complejo.

La era del jazz

Si cada capítulo de Seinfeld podía ser visto


unos ochenta mil dólares al año con las fechas como una canción pop perfecta, un mecanismo
en los clubes pero ya estás en la segunda mitad de relojería impecable, Louie es un solo de jazz
de tu carrera y salvo por algún que otro especial que empieza de una manera y nunca sabemos
en el cable creo que... hace cinco años quizá cómo puede terminar; cuyo ejecutante recorre
fue tu mejor momento y ahora estás esperando, todas las teclas del piano desde la nota más gra-
preguntándote si algo va a pasar antes de que se ve hasta la más aguda, paseando sus dedos en
ponga embarazoso». apariencia arbitrariamente pero dejando la este-
Esta verdad que dispara Tardigan nos re- la de una música perfecta, por momentos triste,
cuerda un poco a aquellos dictámenes impla- por momentos alegre, siempre conmovedora.
cables que le arrojaba Jerry Seinfeld a George Louie juega con los extremos. El episodio
Costanza («sos mucho peor que Ted Danson») «Telling Jokes/Set Up» abre con una escena de
pero la función en el relato es completamente Louie comiendo con sus hijas —dos hermosas
diferente: mientras que en Seinfeld el diálogo nenas rubias— y unos diálogos repletos de ter-
se decía con una sonrisa burlona y su objetivo nura. Sigue con la historia de una cita a ciegas
final era la comicidad directa, en Louie nadie que termina con Louie recibiendo una fellatio
ríe, el destinatario de la diatriba la recibe con un en su auto y negándose a corresponder con un
rictus de amargura y la banda sonora no teme cunnilingus. Esto provoca la ira de su pareja
darle play a un pianito melancólico. circunstancial.
Hacia el final de la historia de «Late LOUIE. —Es algo muy íntimo.
Night» aparece el propio Jerry Seinfeld, com- LAURIE. —Y que yo te chupe la pija ¿no
petidor en el puesto para reemplazar a Letter- es íntimo?
man. Louie está nervioso, preparándose para LOUIE. —Bueno, aparentemente no. Te-
hacer la prueba de cámara, y Jerry entra al ca- nemos distintos valores.
marín para decirle que ya firmó el contrato a la LAURIE. —Esto no tiene que ver con los
mañana, que le hacen hacer la prueba para no valores. Te acabo de chupar la pija, vos me te-
decirle la verdad y que lo lamenta mucho. Lo ner que chupar la concha.

92 | Odiar es sano; hacerse el bueno es patológico.


Louie se autodefine
con una sinceridad
brutal. La serie no
busca la carcajada
constante, no
sacrifica nada en
función de un gag,
elige otro camino:
el de la libertad y
la honestidad.
| Adiós al cinismo

La belleza y la fealdad conviven a veces en un mismo


fotograma, igual que la vida y la muerte, que el sexo
y la soledad. El resultado por momentos alcanza una
extrañeza que hace de Louie una de las experiencias
más singulares de la televisión actual.

El diálogo va escalando hasta que Laurie puede dar el gusto de un prólogo extrañísimo en
(que no es otra que la gran Melissa Leo) le pega el subte en el que un mendigo se asea con una
una trompada y lo obliga a practicarle un cun- botella de agua mineral mientras un violinista
nilingus a la fuerza. La escena final vuelve a de traje musicaliza la escena con las Czardas de
Louie comiendo con sus hijas en un tono exa- Monti y después soñar con ser el héroe de todo
geradamente edulcorado. el vagón por limpiar un charco de Coca Cola de
El cambio abrupto de tono a veces se da uno de los asientos.
incluso dentro de una misma escena. En el epi- La belleza y la fealdad conviven a veces
sodio doble «Daddy’s Girlfriend», Louie tiene en un mismo fotograma, igual que la vida y la
una cita con Liz (Parker Posey). Caminan de muerte, que el sexo y la soledad. El resultado
noche por la ciudad en una escena amable que por momentos alcanza una extrañeza que hace
bien podría pertenecer a una comedia románti- de Louie una de las experiencias más singulares
ca indie. Pronto Liz cuenta que tuvo cáncer a de la televisión actual.
los catorce y la cosa amaga con virar al humor
negro. Pero el relato de Liz se va poniendo cada
vez más detallado y cruento («se me cayeron Pero, ¿es una comedia?
los dientes, vomitaba por la quimioterapia y mi
mamá enloqueció»), y la sonrisa se le congela a «Sos el comediante menos gracioso del mundo»,
Louie y también al espectador. le dice Pamela, interpretada por la actriz Pamela
El relato transmite una sensación de anar- Adlon, productora también de la serie. «Sé gra-
quía y de libertad. Medio capítulo puede trans- cioso, vamos, haceme reír. Tres, dos, uno, ¡ya!»,
currir dentro de un auto con sus hijas yendo al le exige Jack Dall (encarnado por David Lynch,
campo a visitar a una tía y de pronto tomarse nada menos), el encargado de entrenarlo para la
tres minutos para cantar Who Are You, de The prueba de cámara en la CBS, y Louie se queda
Who. O puede terminar con un largo diálogo de petrificado. «No soy así de gracioso, no puedo
siete minutos con Joan Rivers hablando sobre la hacerte reír a la cuenta de tres», se excusa.
comedia y las desventuras del comediante. O se Louie se autodefine con una sinceridad

94 | Cojo mal para que no se enamoren de mí.


Diego Papic

brutal. La serie no busca la carcajada constante, La serie también tiene mucho de surrealis-
no sacrifica nada en función de un gag, elige ta y ahí hay otro eje sobre el cual pivota en su
otro camino: el de la libertad y la honestidad. El ambigüedad: lo real y lo irreal. Porque hay un
final de la tercera temporada es el mejor ejem- hiperrealismo en las locaciones —las calles su-
plo. A diferencia de Seinfeld —otra vez, la com- cias y las estaciones de subte reconocibles para
paración es inevitable, aunque sea para resaltar cualquier neoyorquino— y en el registro casi
el enorme contraste— la muerte no es gracio- documental, pero en el momento menos pensa-
sa y la perplejidad que provoca solo puede ser do algún elemento onírico o extraño entra para
transmitida mediante ese epílogo en China, me- desbaratar el paisaje: desde su vecino con la
lancólico y extraño. Y la honestidad es eso: la cabeza de conejo hasta Doug, su representante,
muerte de Susan en Seinfeld, inevitablemente, que parece un adolescente.
estaba fuera de campo pero la de Liz no, la ve-
mos en la plenitud de su drama.
Pero Louie es una comedia, aunque no sea El fin de la sitcom clásica
solo una comedia. Porque el humor es un pris-
ma a través del cual vemos la realidad, un pris- Este tono particular que hace de Louie algo
ma que a veces la deforma o enfoca con mayor tan original le pertenece por completo a Louis
nitidez y que sirve para ver las cosas desde una C.K., un comediante de stand up que no es
óptica original y diferente. Y de eso se trata esta ni judío ni neoyorquino, que vivió en México
serie. Muchas veces su humor genera carcaja- hasta los siete años y que aceptó una propues-
das —la pelea entre los taxistas, el balbuceo de ta económica muy modesta de la señal FX a
Louie cuando trata de decirle al bañero que no cambio de tener el control absoluto sobre su
es gay— que provienen de la sorpresa, pero mu- serie y poder hacer lo que quisiera. Louie re-
chas otras veces esa sorpresa troca en perpleji- cibe el dinero y entrega el capítulo termina-
dad y nos deja solo con una sonrisa amarga: los do, que edita él mismo en su laptop. Ningún
ojos muertos de la tía Ellen, los ojos tristes de ejecutivo lee el guion, no hay un equipo de
Delores comiendo los arándanos. guionistas. La soledad que muchas veces pin-

Naufrago en setenta por ciento de agua que somos. | 95


| Adiós al cinismo

ta la serie en la ficción es también la soledad Entonces el director le dice «pero eso no es gra-
del creador. cioso» y Louie dice «¿cómo que no? ¡Es gra-
Seguramente la experiencia fallida de ciosísimo!», dejando perfectamente claro que
Lucky Louie le enseñó que era mejor morir con su humor no pasará por «decir cosas lindas»
la suya antes que intentar encajar en el clási- sino por la honestidad de pintar una realidad
co formato de sitcom. Aunque él no reniega de agridulce, por no escamotear verdades en favor
Lucky Louie, aunque también fue su creador y de la risa fácil y superficial.
el motivo por el cual duró una sola temporada
no haya sido la falta de rating —cosa que nunca
le importó tampoco a HBO, la cadena que la Un mundo agridulce
emitía—, lo cierto es que vista hoy parece la
sitcom de un pasado remoto. Louie está divorciado y vive la mitad de la se-
Y la paradoja es que el nuevo terreno ex- mana con sus dos hijas de seis y diez años. La
plorado por Louie es el que arrojó a su pre- otra mitad sale con mujeres de mediana edad
decesora al pantano de lo viejo conocido. No con las que —si hay suerte— tiene sexo. La
era mala Lucky Louie y sin dudas era muy gra- soledad es una constante y su relación con per-
ciosa, pero el formato de grabación con esce- sonajes tan solitarios como él la multiplica ex-
nografía y público en vivo, junto a la historia ponencialmente. Suele tener sexo con mujeres
remanida de padre de clase trabajadora con frágiles, psicológicamente inestables, divorcia-
una mujer más linda que él —la misma Pamela das o solteras. La cancha en la que se juega el
Adlon que luego en Louie no le corresponderá partido de la seducción es una jungla.
con su amor— y una hijita adorable ha queda- Los personajes solitarios y torturados con
do, forzosamente, en el pasado. Su estilo y su los que se cruza Louie no solo son sus amantes
tono son para sitcoms menores como The Big ocasionales. En el capítulo «Eddie», Louie se
Bang Theory o How I Met Your Mother, que reencuentra con un viejo colega con el que em-
permanecen porque tienen público pero que no pezó a patear los clubes de comedia cuando eran
harán historia. jóvenes y que ahora, ya con cuarenta años, tiene
Y si bien Louie C.K. ha dicho en entrevis- que aceptar el fracaso de su carrera. Mientras
tas que no reniega de Lucky Louie, algo de su Louie es conocido en el ambiente del stand up,
opinión real se puede ver en el episodio «Oh, Eddie apenas logra mostrar su material en clubes
Louie/Tickets», de la segunda temporada de amateurs «a micrófono abierto», de esos en los
Louie, cuando vemos un flashback en el que que cualquier persona del público puede subir.
protagoniza una sitcom al estilo Lucky Louie. Deambulan por la noche tomando un gin
Su personaje hace un comentario estúpido y del pico y finalmente Eddie revela sus intencio-
quien interpreta a su mujer dice «Oh, Louie, te nes: se va a suicidar y lo buscó a Louie porque
amo» y el público emite un alarido de ternura. era la única persona que tenía para despedirse.
Entonces Louie corta el clima y pregunta «¿Por Otra vez lo que era hasta ese momento un ama-
qué dijiste eso? Acabo de decir algo muy es- ble reencuentro, nostálgico pero simpático, se
túpido». El director corta la grabación y Louie transforma en un drama existencial. «Louie,
se queja: «Pensé que íbamos a hacer una serie miráme a los ojos y decime que tengo una bue-
honesta, verdadera». na razón para vivir», le dice Eddie, y Louie le
Por si hiciera falta, Louie sienta las bases dice que no, que no va a jugar a ese juego. Louie
éticas de su show y se despega no solo de Lucky vuelve a entrar en ese terreno frágil que podría
Louie sino también de gran parte de las sitcoms caer en el cinismo o en la autoayuda edulcorada
clásicas. Louie le grita al público: «¿Ustedes y lo resuelve con sencillez porque la honestidad
verían una sitcom como esta?» y todos gritan: no es algo a lo que se propone llegar con es-
«¡Siiiii!». Es la forma —honestísima— de re- fuerzo, sino la cualidad desde la cual parte para
conocer que no importa qué es lo que quiera el encarar la historia.
público, no importa que a The Big Bang Theory Las preguntas existenciales que se hace
la vean quince millones de norteamericanos to- Louie —y que nos hace a nosotros— finalmen-
dos los jueves en un canal de aire y Louie solo te quizá sean el punto central de la cuestión.
a veces llegue al millón en un canal de cable. Invitado a un talk show para debatir sobre la
El director le pregunta «¿qué querrías que masturbación con una militante católica, en el
dijera ella?» y Louie dice «me voy, te dejo». medio de la discusión ella le suelta: «Te mas-

96 | Morirse es cagarse en las ganas de matarte que tienen los otros.


Diego Papic |

turbás y estás solo. ¿Alguna vez fuiste feliz? En todas estas explicaciones excesivas, en
¿Sos feliz ahora?». Louie se queda perplejo y la definición del dinero como «energía» y en el
nosotros también: otra vez lo que parecía ir para chiste del nuevo pene se percibe cierta culpa por
un lado —la burla a la militante antimasturba- el hecho de ganar dinero. Su decisión de aceptar
ción— termina yendo para otro. Louie está la propuesta de la señal FX por poca plata, el
solo, todos estamos solos. ¿Alguna vez fuimos personaje Louie que tiene solo siete mil dólares
felices? ¿Somos felices ahora? en la cuenta y el contraste de eso con un Louis
C.K. cada vez más exitoso y millonario parecen
incomodarlo.
La ética del dinero A diferencia de Seinfeld, que se jactaba
de su éxito y de su dinero, Louie parece estar
La honestidad de Louie está muy presente en su atado a esa ética y honestidad que pregona en
tratamiento del dinero, tanto en la serie como su show. Como queda explícito hacia el final
en la vida real. En el capítulo «Moving», Louie de «Late Night», Seinfeld es malo y Louie es
quiere comprar una casa para que sus hijas es- bueno. Mientras Seinfeld podía besarse con
tén más cómodas los días que pasan con él. Una su novia viendo La lista de Schindler, Louie
visita a su contador le dará un baño de realidad: es incapaz de masturbarse mientras la radio
tiene siete mil dólares en la cuenta. «¿Y qué anuncia una matanza en África. Y he aquí otra
puedo hacer con eso?», pregunta Louie, con de las tantas novedades de Louie: su humor no
verdadera curiosidad. «Podés comprarte una proviene de la ya gastada incorrección políti-
casa de siete mil dólares», contesta su contador ca, ni de la burla, ni de la parodia, pero a la
con sinceridad brutal. Y aunque esa escena es vez tampoco es ingenuo ni inocente. Su humor
muy graciosa, subyace una amargura en la ex- es otra cosa, algo nuevo, algo que Louie acaba
presión de Louie. Hacia el final, sin embargo, de inventar.
hay una nota optimista: sus hijas y él pintan,
juntos, el departamento en el que ya viven.
Para Louis C.K. la ética del dinero es todo Adiós al cinismo
un tema. «Aprendí que el dinero puede ser mu-
chas cosas —dijo una vez—. Puede ser algo Los hombres que promediamos los treinta
para acumular, por lo cual pelear, algo que pro- años y que abandonamos la adolescencia de la
teger o robar o retener. O puede ser como una mano de Seinfeld, despojándonos gracias a él
energía alimentada por el deseo, la voluntad, del idealismo de la juventud, vemos en Louie la
el interés creativo y la necesidad de reír de un compañía perfecta para ir entrando en los cua-
gran grupo de personas». renta. Louie es nuestro futuro, un futuro en el
Lo dijo después de uno de sus últimos ex- que el comienzo de la decrepitud física y los
perimentos: la producción y venta totalmente fracasos amorosos nos obligarán a abandonar el
independiente de su penúltimo show de stand cinismo despreocupado del que disfrutábamos
up, Live at the Beacon Theatre. En aquella oca- a los veinte.
sión decidió producirlo él mismo y ponerlo a la Pero Louie es más que una serie genera-
venta en su sitio web personal a cinco dólares, cional. Es un paso adelante en las comedias de
evitando todo intermediario, no solo cadenas veintidós minutos que será imposible desandar.
como HBO o FX, sino también sitios de strea- De la misma forma que ya no se pueden hacer
ming online como Netflix o Hulu. sitcoms clásicas después de Seinfeld, después
La prueba dio resultado y apenas cuatro de Louie los límites se extendieron conside-
días después de la publicación del video, Louis rablemente y todos tienen tierras nuevas para
C.K. había recaudado más de medio millón explorar y trabajar. Empezó Lena Dunham con
de dólares y emitido el comunicado en el que, Girls —también deudora de otro ícono de los
entre otras cosas, define al dinero como «una noventa como Sex and the City— y seguramen-
energía». Unos días después fue invitado al te vendrán muchos más.
programa Late Night with Jimmy Fallon, en el Y aunque el pasado reciente permanezca
que reveló que ya había recaudado más de un ahí para ser todavía disfrutado, la luz que irra-
millón, de los cuales donó casi trescientos mil a dia Louie con su talento y originalidad nos hace
la caridad y bromeó que, con el resto, se com- verlo en sepia, tallado en mármol, tan respeta-
praría un nuevo pene. ble y tan muerto como el busto de un prócer. x

Matar con la indiferencia no deja rastros. | 97


| Me is beautiful, por Manel Fontdevila

98 |
sobremesa
black and white

¿P
para nada.
or qué estamos charlando en la página
derecha? —me dice Chiri—. Es más in-
cómodo. No se me acostumbra el ojo
—No, boludo. El que yo te digo es el gordo de
The Killing, el papá de la chica asesinada.
—Es verdad, son muy parecidos.
—¡Son iguales! —me dice—. Y tampoco hay
—Porque acabamos de entrar en un pliego ninguna diferencia entre ser mecánico en Bos-
blanco y negro, y no tiene sentido que el dibujo ton o trabajar en una empresa de mudanzas en
de Manel vaya a un color y nosotros vayamos a Seattle, como el gordo Stan… ¿The Killing no
cuatro colores. será también una ucronía de la vida de Louie?
—¿Y María ya lo sabe? —Creo que es un gran descubrimiento el que
—Lo debe estar descubriendo ahora —le acabás de hacer —le digo—. Patentálo.
digo—. Y no me gusta eso de «¿Y María sabe?». —¿Cuánto creés que le debe Louis C.K. a
Ella es la diseñadora, el director soy yo. George Carlin? —me pregunta Chiri.
—Pero yo soy el esposo, y generalmente hace —Me parece que los chistes del colorado ha-
lo que quiero. Y yo estoy incómodo a la derecha. brían sido distintos sin su influencia. ¿Viste alguna
—Sería de malos anfitriones no darle los cua- vez el monólogo de Carlin sobre el medioambien-
tro colores a Manel... Además, nuestras sobreme- te? —le pregunto.
sas siempre son en blanco y negro. —«Saving the planet». Es muy bueno.
—Como Louie. —¿Y el que hizo sobre el aborto?
—Louis C.K. es colorado. —No, ese no lo vi.
—La serie Louie. —Empieza así: «¿Por qué la gente que está en
—Es a color —le digo. contra del aborto es gente que de todos modos
—Es a color cuando la ves, pero cuando te nunca te querrías coger?». ¿No es genial? A Car-
acordás de un capítulo es en blanco y negro. lin le chupaba todo un huevo. No tenía el menor
—¿En serio? —me sorprendo. reparo en meterse con cualquier tema.
—Hacé la prueba, pensá en una escena. —Igual que Louis, que se caga de risa de los
—¿A ver? —hago fuerza y pienso en la escena putos, de los antiputos, de los católicos, de los
de Halloween, cuando un ladrón asalta a Louie y a judíos, los mogólicos, los enanos...
sus hijas—. ¡Es verdad! Blanco y negro total. —A propósito. Lo que no entiendo es cómo
—Yo creo, aunque no estoy seguro, que en nadie se dio cuenta de que Pamela Adlon, la ac-
la segunda temporada, o en la tercera, hay algún triz petisa que trabajaba en Lucky Louie, y que
episodio emitido realmente en blanco y negro, y también produce Louie, es una de las minas más
nadie se dio cuenta. lindas del mundo. ¿Vos también estás enamorado
—¿Sabías que antes de dedicarse a la come- de ella?
dia Louis C.K. era mecánico en Boston? —La verdad que no —dice Chiri.
—No sabía, pero tampoco me extraña —me —¿Sabés de cuál te hablo? La que hace de
dice—, me lo imagino muy bien arreglando autos. esposa del pelado calentón en Californication.
Es más, ahora que me decís esto me acuerdo que —Sé perfectamente de quién me hablás, pero
en Lucky Louie (su serie anterior en HBO) su per- no estoy enamorado de ella en absoluto.
sonaje trabajaba justamente de mecánico. —Mentira. Decís que no estás, pero estás —le
—Yo creo que lo que hizo Louis C.K. en Lucky digo—. La voz que tiene es terriblemente perver-
Louie fue contar cómo habría sido su vida de no sa. No podés no estar enamorado.
haber triunfado en la comedia. Y en parte lo mis- —Yo no me enamoro de las voces —me nie-
mo sigue haciendo en Louie: es una especie de ga—. Y además solamente estoy enamorado de
ucronía con entorno doméstico. mi señora esposa.
—Puede ser —dice Chiri—. Y ahora que lo —¿Estás diciendo esto porque ella diseña la
pienso, no hay mucha diferencia entre el perso- página de las sobremesas y querés que ponga
naje Louie y Stan Larsen, ¿no? esto a la izquierda, no?
—¿El escritor sueco? —Odio que me conozcas desde la infancia. x

Hoy estuve a un sí de coger. | 99


cuento inédito

la gran
estafa
escribe rafa fernández
ilustra matías tolsà

1955

—No. No vamos a grabar ninguna. Todas las


canciones que nos has traído son una soberana
mierda —dijo el ejecutivo de la compañía de
discos al joven Elvis Presley que, sonrojado,
había ido a verlo a su despacho—. Para conver-
tirte en el mejor artista de todos los tiempos, en
el que más discos venda, necesitas componer te-
rafa fernÁndez mas propios. No podemos basar tu carrera sim-
Canarias, 1974
plemente en que interpretes los éxitos popula-
Ganó el premio al mejor blog res de los putos negros, esos animales. La gente
en español con Micabeza.net, ha de admirarte. El público ha de verte como
otorgado por el periódico 20 un portento de la música. Tienes que convertirte
Minutos. En 2011 publicó dos en el orgullo del pueblo americano. Lo tienes
novelas pornográficas 20 Polvos y
todo para triunfar: físico, voz y personalidad...
Diarios secretos de sexo y libertad
y, en 2012, la novela de terror Solo te falta lo que marcará la diferencia con el
con cómic Un bebé. Actualmente resto de intérpretes: la genialidad del composi-
prepara dos títulos para el 2013: tor puro. Que de tu garganta salgan canciones
El comedor de coños y Prostituto nunca antes escuchadas, vomitadas directamen-
de extraterrestres de ciencia
te por tu corazón. Así es como te convertiré en
ficción. Ha trabajado en cine como
asesor de guion en Torrente 4. una leyenda de la música a los ojos del planeta.
Luego de colaborar en Orsai N1 Elvis Presley tenía un temperamento fuer-
con su relato «Monstruos igual te. Mientras escuchaba hablar a ese ejecutivo
que yo», decidió también patear racista deseó saltar de la silla y machacarle la
tablero y fundar su propia editorial. cabeza por decirle la verdad sin tapujos: porque
En Orsai 14 apostamos otra
vez por Rafa Fernández y su él también sabía que sus composiciones eran
cuento «La gran estafa». una soberana mierda; solo servía como altavoz

100 | Vengo del futuro: todavía seguimos explicando las ironías.


del ritmo inventado por la gente de color, tan de —Nunca firma las canciones. No de-
moda en el país: el rock and roll. No obstante, sea que nadie repare en él. Tiene un pasado...
se limitaba a seguir con la cabeza gacha y darle complicado: no desea que se le conozca en el
la razón: porque aquel ejecutivo racista le había mundo del show business. Sin embargo, todo el
dado a la discográfica diez hits rotundos y se- mérito de lo que compongáis juntos será exclu-
guidos. Crítica y público habían adorado esas sivamente tuyo ante la ley. Aquí tienes la direc-
canciones: se habían convertido en clásicos ins- ción de su casa. Te espera mañana, a las nueve
tantáneos desde que la radio las había emitido de la noche. No vayas antes porque su piel no
por primera vez. Un éxito sin precedentes. Ese soporta la luz del sol. Lleva tu guitarra. No le
ejecutivo tenía un olfato colosal para la música. digas a nadie a dónde vas. Es muy importante
Conocía el secreto del éxito. Y se había acerca- lo que te estoy diciendo: si quieres no solo que
do a Elvis asegurándole que le convertiría en el esto funcione, sino seguir con vida, no le digas
artista más famoso de todos los tiempos. a nadie a dónde diablos vas y con quién te vas
—No puedo hacerlo mejor —repuso El- a reunir. Esto no es una advertencia. Te estoy
vis, dolido en el orgullo—. En estas composi- amenazando de muerte.
ciones he dado lo mejor de mí. Se lo dije cuan- Elvis advirtió que aquel ejecutivo no bro-
do me ordenó que le trajera canciones propias. meaba, que era un asesino, que había asesinado
No soy un compositor. Solo soy un buen intér- con anterioridad y que eso no le quitaba el sue-
prete de rock and roll. ño: matar era parte de su vida, así resolvía las
—Irás a ver al Señor Tarareador inme- complicaciones que se le presentaban.
diatamente —ordenó el ejecutivo racista de la —¿A qué artistas ha ayudado el Señor Ta-
compañía de discos—. Te reunirás con él y vol- rareador hasta ahora? —preguntó Elvis.
verás aquí con grandes éxitos debajo del brazo. —A los últimos diez número uno seguidos
El Señor Tarareador es milagroso: te convertirá que le he conseguido a esta compañía —contes-
en el artista que más venda en el mundo. tó el ejecutivo racista—. El Señor Tarareador
—¿El Tarareador? ¿Quién es ese? —pre- es el secreto de mi éxito. Para conservarlo a mi
guntó Elvis Presley—. ¿Por qué si es tan grande lado soy capaz de cualquier cosa.
jamás he oído hablar de él? Era la segunda vez que el ejecutivo le ame-

Detrás de toda culpa hay algo que nos dio un inmenso placer. | 101
nazaba de muerte. Si mantener la boca cerrada
sobre aquellas reuniones —pensó Elvis— era
el único precio que debía pagar para convertir-
se en la mayor estrella de todos los tiempos, no
veía dónde cojones estaba el problema: él no era
ningún bocazas. Estaría encantado de componer
canciones junto a un genio en el que no recaería
nada del mérito ni de la gloria que merecía.
Para demostrar que estaba de acuerdo con
el trato y que no se sentía intimidado por sus
amenazas, Elvis bromeó:
—Antes dijo que ese Señor Tarareador no
soporta la luz del sol. ¿No estaremos hablando
de un vampiro, verdad? Ja, ja, ja.
—¿Un vampiro? No digas gilipolleces,
Elvis Presley. Esto es la vida real. Y la vida real
siempre supera a los personajes que imaginan
los escritores chiflados.

E l Señor Tarareador vivía en una casa mo-


desta, en el sur del centro de San Francisco.
Elvis Presley tocó, puntual, en la puerta de la
casa: eran las nueve de la noche. El sol ya esta-
ba muerto... «hasta el día siguiente, en caso de
que haya día siguiente», pensó.
Elvis estaba ansioso por convertirse en el
cantante más famoso del mundo. América ne-
cesitaba un héroe blanco que destronara a los
negros de ese maravilloso ritmo que habían
creado y él sabía que el primer blanco en con-
seguirlo sería coronado como el «rey del rock».
Cuando la puerta se abrió, Elvis pudo ver por
primera vez a la persona que lo convertiría en
eterno: el Señor Tarareador. Le causó espanto.
Su aspecto era como el de los supervivientes
de un terrorífico incendio, pero sin rastro de las
cicatrices rojizas u oscuras en la piel. Parecía
como si ese hombre hubiera ardido en un gran
fuego... blanco. El Señor Tarareador era un
hombre muy alto. El tono rojizo de sus labios
había desaparecido. Toda su cara estaba decolo-
rada; su piel —arrugadísima— era de un color
blanco antinatural. Tenía dos agujeros en lugar
de ojos. Elvis pensó que de meter sus dedos por
aquellos agujeros podría tocarle los globos ocu-
lares, porque a simple vista no se veían, pero el
Señor Tarareador no era ciego. Su cara producía
repugnancia. Era un deformado, un monstruo.
«Haría muy bien en llevar una máscara que le
oculte el rostro. Me va a costar mirarle a la cara
sin que advierta asco en mis ojos», pensó Elvis.
—Así que tú eres Elvis —saludó el Señor
Tarareador.
Rafa Fernández |

—Así es. canción ya sería mía. Da igual que ese chaval


—Gracias por traer la guitarra. Si me lo firme un contrato con Tamla Records mañana
permites te tararearé una canción. Es una can- por la noche o cuando sea. La canción será mía
ción que no necesita casi acompañamiento. Con y solo mía si la registro ahora mismo.
una guitarra y unos pocos coros bastará para —Por supuesto... No asesines a nadie si
convertirse en un súper éxito. Si de verdad te no quieres. Pero en la organización a la que per-
gusta y te atreves a hacer lo que te voy a decir, tenecí nos enseñaron a no dejar testigos ni ca-
la canción será tuya. Solo tuya. bos sueltos cuando cometemos un delito. Dejar
—¿A qué se refiere? cabos sueltos trae problemas siempre. Esto es
El Señor Tarareador lo invitó a pasar al in- un robo que podría traer consecuencias. Piensa
terior del salón de su casa. Tenía una salud deli- en esto: imagina que tú eres un escritor. Imagi-
cada, se movía como un viejo de noventa años. na que escribes un libro durante años, con mu-
Cerró todas las ventanas y se sentó en el mismo cho trabajo. Lo terminas y comienzas a enviar
sillón en el que estaba Elvis. Aclaró su garganta copias del original a editoriales, esperando que
carraspeando y, sin más preámbulos, comenzó alguna te descubra y lo publique. Pero a las se-
a cantar una mágica canción. Algunas partes manas lees en una revista una reseña de un libro
parecían no tener letra aún (o el Señor Tararea- que está batiendo éxitos en ventas. Es un libro
dor no las recordaba) así que en esos momentos que se titula igual que el tuyo. Incluso tiene la
canturreaba un «ta, ta, ta». Era bellísima. Un misma trama. Vas a una librería, lo compras.
canto de amor estremecedor. Una canción que, Compruebas que es tu libro. Que lo han plagia-
sin duda, se convertiría en la banda sonora de do palabra por palabra. Da igual que lo hayas
millones de historias de amor. registrado. Hay un registro de la propiedad in-
—Se llama Love me tender —dijo el Se- telectual anterior al que tú hiciste, en beneficio
ñor Tarareador. de otra persona. Te han robado tu libro. Solo tú
Elvis Presley gritó emocionado: lo sabes. Si lo dices en voz alta, para el resto del
—¡Qué gran canción! ¡Sí! ¡Será mi primer mundo serás un mentiroso. Seguirás viviendo
gran éxito mundial! ¡Es fabulosa! ¡Es la puta en la miseria mientras otro tipo, el que te robó,
hostia! ¡Cántala otra vez! ¡Es justo lo que nece- vive en un castillo riéndose de ti. ¿Cómo te que-
sito! ¡La quiero aprender! ¡La quiero estrenar! darías? ¿Qué harías?
—¿Te gusta Love me tender? ¿De verdad? —Supongo que me volvería loco.
—¡Claro! —¿Y cómo reaccionan los locos?
—¿Tanto como para matar por ella? —pre- —No sé. Los locos son impredecibles.
guntó el Señor Tarareador. —Son un cabo suelto. Lo mejor es elimi-
—¿Qué... estás queriendo decir? nar a ese niño ahora. Es negro y pobre. La poli-
—Yo no soy el autor de esta canción. El cía no se preocupará ni investigará demasiado.
autor es un muchachito de diecisiete años lla- Toma —dijo el Señor Tarareador extendiéndole
mado Reynoldo Doforno. Ayer le hizo por un trozo de papel—, esta es su dirección. Ahora
primera vez el amor a la chica de su vida y en mismo está solo: no tiene hermanos, su madre
este mismo momento está componiendo Love murió y su padre es un músico de blues que tra-
me tender con las palabras que ella le dijo an- baja en un bar toda la noche. Tienes vía libre.
tes de tener sexo. Si le matas hoy, esta canción Para un hombre fuerte como tú ese chico no
se convertirá en un éxito tuyo. Si no, mañana será oponente. Más aún si vas armado.
Reynoldo Doforno la cantará en una fiesta don- Elvis tomó el papel con la dirección de
de, por casualidad, habrá un amigo de un amigo Reynoldo Doforno y salió de la casa sin hacer
de un cazatalentos de Tamla Records. Firmará ninguna pregunta más. Aquel tipo estaba loco.
un contrato con esa compañía en las próximas Muy loco. Elvis Presley no sabía qué hacer y
semanas. Reynoldo Doforno será un artista de decidió llamar por teléfono al ejecutivo, direc-
un solo éxito, jamás conseguirá componer otra tor de su carrera artística:
canción de tanta calidad, pero obtendrá la in-
mortalidad en la historia de la música gracias a —Le llamo para advertirle que el Señor
esta única canción. Tarareador está loco. ¿O me va a decir que
—¿Me estás tomando el pelo? Esto es un debo ir a la casa de Reynoldo Doforno y matar-
disparate sin pies ni cabeza. Mira: si eso fuera lo por ser el autor de la canción que me acaba
verdad podría registrarla ahora mismo y esta de tararear?

Somos mortales porque nos lo tenemos merecido. | 103


—Es tu elección aceptar su consejo o no. siempre les pertenezca y nunca pueda irme de
Tienes dos caminos. Ir a la oficina del registro la compañía. No voy a caer en esa trampa. No
de la propiedad a hacer esa canción tuya y ol- soy tan imbécil como para cometer asesinatos
vidarte del verdadero creador o ir a asesinarle por sus canciones. Por muy buenas que sean».
para que en el futuro no te traiga problemas. Yo
no me voy a meter en tu decisión. A mí me da
igual. Si el Señor Tarareador te ha dado los da- Un año antes
tos de ese niño, es una cortesía de su parte. Lo
ha hecho por ti: para que los cabos sueltos no te El ejecutivo racista sabía que el Señor
den problemas en el futuro. El Señor Tarareador Tarareador no era un loco. Era una persona
es un profesional, sabe de lo que habla. Si no muy inteligente, estaba en su sano juicio. Era
quieres esa canción se la daremos a otro. evidente que, por su mala salud, ansiaba dine-
—No, por favor. Me la quedo. Todo está ro para poder llevar una vida agradable. Hacía
bien. cuatro meses que se habían reunido en su des-
Elvis pasó toda la noche practicando Love pacho por primera vez: unas semanas después
me tender, completó las partes de la letra que de que el Señor Tarareador le hubiera tarareado
faltaban y las transcribió en una partitura. Por la el primer gran éxito a uno de sus artistas. Ese
mañana, nada más levantarse, fue a registrarla a día fue cuando conoció su historia:
la oficina de la propiedad intelectual. La prime- —Trabajé para la CIA durante años.
ra vez que Elvis tocó esa canción en el piano, Agente secreto. Del nivel más alto que existe.
sus músicos no podían creer el súper éxito que Me refiero a alto secreto de verdad. Bombas
estaban escuchando. atómicas, creación de virus mortales, tecnolo-
No fue la primera vez que Elvis elegía el gía extraterrestre.
camino de la oficina del registro de la propiedad —¿Tecnología extraterrestre? ¿Me estás
intelectual, ni la única vez que salía de la casa tomando el pelo? —sonrió el ejecutivo racista.
del Señor Tarareador con grandes éxitos como —Tal como lo oyes. De vez en cuando
Heartbreak Hotel o Don’t Be Cruel (y también nuestras fuerzas aéreas consiguen localizar y
con el nombre y la dirección de los supuestos derribar naves extraterrestres. Y dentro de una
compositores). Estaba claro que Elvis jamás de ellas encontramos una máquina del tiempo.
mataría a ninguno, al contrario de lo que el Se- —Estás chalado.
ñor Tarareador le aconsejaba. Ni siquiera inves- —Piensa lo que quieras. Los hechos ha-
tigó si realmente existían esas personas. blarán por sí solos y terminarás descubriendo
«Posiblemente sí que existan», se decía que no miento.
Elvis. «Seguramente son negros que le caen —Si no fueras el cocreador del súper éxito
mal o hijos de alguien con el que ha tenido pro- musical que ha salvado mi culo dentro de esta
blemas: él o el ejecutivo racista de la compañía. compañía te sacaría de aquí a patadas. Prosigue.
Querrán que les asesine yo para incriminarme —La CIA me propuso el honor de ser el
y tenerme agarrado por los huevos: para que primer ser humano que viajara por el tiempo: al

104 | Sé que te debo una explicación, ¿te puedo pagar con excusas?
pasado y al futuro. Por supuesto, acepté. ¿Quién Decenas de esas misiones tenían rumbo al futu-
no ha soñado con hacer algo así? Ya habían pro- ro. Cuando regresaba de los viajes por el tiem-
bado la máquina varias veces con diferentes ani- po, me registraban minuciosamente. Temían
males y estos habían regresado en perfecto esta- que trajera al presente una prueba de que los
do físico y psíquico. O eso creían. Lo cierto es viajes estaban sucediendo: por ejemplo un al-
que se creó un nuevo departamento. «Agente de manaque de resultados deportivos, un periódi-
campo de viajes en el tiempo». Hice decenas de co, fotografías, etcétera. Cuando me jubilaron
esos viajes. Las misiones que me ordenaron fue- debido a mi enfermedad, les hubiera encantado
ron una decepción. Nada de traer a Jesucristo al borrarme de la memoria todos mis recuerdos
presente o matar a Hitler cuando era un niño. Me pero no hay nada aún inventado para borrar la
encomendaron misiones de espionaje que tenían memoria. Salvo un tiro en la cabeza, claro. Me
como único objetivo convertir a los Estados Uni- advirtieron que si utilizaba mis recuerdos del
dos de América en la primera potencia económi- pasado o del futuro para revelar a la prensa lo
ca mundial. Y vamos camino de conseguirlo, ya que estaban haciendo, enriquecerme o dar in-
ves cómo están las cosas actualmente. formación al extranjero, me localizarían y me
—¿Y qué tiene que ver la música con pegarían ese tiro en la cabeza.
todo esto? —Sigo sin entender qué tiene que ver toda
—A los pocos meses de usar la máquina esa fantasía con la música y conmigo.
vimos que los animales que habían utilizado —¿Sabes? Me encanta la música. Soy de
en las pruebas comenzaban a sufrir daños en la los que tienen las emisoras musicales puestas
pigmentación de la piel. Sus caras se deforma- todo el rato. En aquellas misiones yo no para-
ban: se derretían como si estuvieran hechos de ba de escuchar la radio. Si hubiera sabido que
cera. También empezó a ocurrirme a mí. Cuando me iban a jubilar tan pronto, habría memoriza-
empecé a sufrir esos efectos de deformación en do los resultados deportivos de los siguientes
la piel y me debilité físicamente me despidie- años. Pero nunca me ha gustado el deporte. En
ron. Continuaron haciendo viajes en el tiempo, cambio, soy un fanático de la música. De toda la
pero solo uno por agente. Comprobaron que vida. Memoricé, sin propósito alguno, solo por
así no enfermaban. Me «jubilaron», me dieron placer, un montón de canciones. Y recuerdo el
una cantidad de dinero humilde pero suficiente nombre de sus cantantes. Soy un agente secreto
como para que no tuviera que trabajar por el res- de la CIA: tengo una memoria asombrosa. Re-
to de mi vida. Sin embargo, todo ese dinero no cuerdo un montón de canciones que aún no han
compensa la enfermedad que sufro y que me ha sido compuestas y que van a convertirse en clá-
convertido, físicamente, en una abominación hu- sicos. Puedo cantar esas melodías para tus músi-
mana. La «enfermedad del viajero del tiempo» cos. Ellos pillan la canción con sus guitarras y la
es dolorosa, no tiene cura. Me han jodido la vida. cantan antes de que el artista original ni siquiera
—Es una historia cautivante, sin duda, la haya compuesto. No quiero publicidad ni salir
pero sigo sin entender qué... en los créditos de las canciones. Para eso te nece-
—... ¿tiene que ver esto con la música? sito a ti. Sé que eres un tipo peligroso. Trabajaré

Cada vez que una negrita abraza a su muñeca rubia, Hitler gana la guerra. | 105
para ti, con tus músicos y me pagarás por debajo —Un bate de béisbol.
de la mesa. Si alguno de tus músicos habla de —Bueno. Como quieras. Solo era una su-
mí tendrás que asesinarlo. Tengo memorizadas gerencia. También me sé otras canciones, más
más de treinta canciones. Recordar esos número melódicas. Muy mal lo tienen que hacer tus
uno puede darnos tanto dinero como si recorda- cantantes para estropear las canciones que les
ra quién va a ganar la liga de béisbol cada año. voy a tararear, para evitar que se conviertan en
¿Quién se dará cuenta de lo que estamos hacien- clásicos con sus voces.
do? Ningún compañero de la CIA repite viaje al
futuro. Ninguno sabrá que el creador de la can-
ción ha cambiado. No van al futuro para escuchar
música sino para realizar misiones de espionaje
económico. Y si un día reparan en ello estoy se-
E l ejecutivo racista llegó a creer al Señor Ta-
rareador cuando este le consiguió su sépti-
mo hit consecutivo.
guro de que ya habré muerto de esta enfermedad —Ningún ser humano puede tener tanto
o de viejo. Espero ser el más rico del cementerio. talento —se dijo—. Maldita sea... ¡Me ha toca-
—Bueno. Si esa es tu locura... no voy a do la lotería! Esto hay que explotarlo bien. Si le
ser yo quien te la cure. Adelante. Mañana te doy todos esos hits a muchos grupos diferentes,
mandaré a unos cuantos músicos para que les desaprovecharé esta oportunidad. Si le diera to-
tararees nuevas canciones. dos a un solo cantante, este se convertiría en un
—Pero has de prometerme que si alguno fenómeno de masas, en una máquina de hacer
va hablando por ahí de mí le asesinarás. Yo ya dinero: ventas de discos millonarias, películas,
no tengo fuerzas para encargarme de eso perso- conciertos por todo el mundo, colonias en su
nalmente. honor, camisetas con su cara, exclusivas en re-
—Ok. Lo prometo. vistas... El mundo entero le admiraría. ¡Millo-
—Si no lo haces, desapareceré para siem- nes y millones de dólares!
pre y dejaré de darte hits. Y el elegido, ya que tenía voz de negro y
—Sin problemas. le gustaba el rock and roll, fue Elvis Presley. El
—Hay un movimiento musical, que han Señor Tarareador le surtió de canciones y Elvis
inventado los negros, que va a tener mucha re- se convirtió en un mito viviente. En el «Rey
percusión. Me refiero al rock and roll. Me sé del rock».
unas decenas de canciones de esas. Si puedes
mandarme negros...
—¿Negros? Ninguno de mis grupos son
de negros, me dan asco los putos negros. No
trabajo con ellos. Huelen mal.
S in embargo, en 1962, el ejecutivo racista fir-
mó un contrato en exclusiva con Parlophone
para surtir de canciones a un grupo con mucho
—¿Qué tienes contra los negros? potencial: The Beatles.

106 | Yo vine a darte inseguridad nomás, vos llamálo Amor si querés.


Rafa Fernández |

sueltos. Se limitaron a estrenar aquellas cancio-


nes como propias y vender millones y millones
de discos. La Beatlemanía golpeó al mundo
como antes había golpeado la Elvismanía.

1964

Por no pagar el precio que el ejecutivo ra-


cista pedía, el Rey del rock se quedó sin cantar
todos los grandes éxitos que encumbraron a The
Beatles. Grabó nuevas canciones, pero medio-
cres si se comparaban con los sencillos de The
Beatles. Su declive comenzó a agudizarse aún
más cuando decidió abandonar la música rock y
entregarse por completo a la canción melódica.
The Beatles se convirtió en un fenómeno inter-
planetario; Elvis, en un espectáculo más de Las
Vegas. Naturalmente se enteró de que el ejecuti-

—D os muchachos del grupo, Paul y


John, volarán desde Manchester
para verte regularmente, Señor Tarareador.
vo racista y, por lo tanto, el Señor Tarareador tra-
bajaban en exclusiva para The Beatles. Presley,
en un ataque de envidia, declaró a un medio de
Olvídate de Elvis Presley. Ya no le verás nun- comunicación que The Beatles ejemplificaban
ca más. lo que él concebía como una tendencia «anti-
—¿Por qué? estadounidense» y que realizaban una apología
—Se ha convertido en tal estrella que los del uso de las drogas, asunto que podría perjudi-
mejores compositores de la industria le ofrecen car a toda una generación de compatriotas.
sus mejores canciones. El desagradecido ya no —Deberían prohibir sus discos en Esta-
nos quiere pagar lo que le pedimos por nues- dos Unidos —declaró.
tros grandes éxitos. Dice que no nos necesita. Los odiaba a muerte. Todos esos gran-
Con esta discográfica inglesa hemos firmado des éxitos deberían haber sido suyos. Se había
un contrato por el doble de dinero a cambio de equivocado al no pagar lo que le había exigido
cada número uno que les consigamos. el ejecutivo racista para que aquel chiflado con
—Perfecto. Voy a hacer a esos chavales ansias asesinas le siguiera tarareando grandes
más famosos que a Jesucristo —dijo el Señor éxitos. Ahora, debido a ese contrato en exclu-
Tarareador. siva con Parlophone, nada podía hacerse. Su
Y en los meses siguientes el Señor Tarare- mala decisión le había condenado, sin remedio,
ador tarareó para Paul McCartney y John Len- a comenzar el declive de su carrera.
non: She loves you, I want to hold your hand, —Hijos de puta...
Something (Paul y John le regalaron la autoría En un concierto, celebrado en 1970, Elvis
a otro de los integrantes del grupo: George Har- Presley dejó de pensar que el Señor Tarareador
rison), A hard day´s night, Help, Strawberry era un chiflado. Interpretaba Love me tender
fields forever, All you need is love, Hey Jude, cuando cuatro hombres irrumpieron en el esce-
Get back, Come together, Here comes the sun nario donde celebraba uno de sus conciertos. El
y Let it be. También les dio el nombre de los equipo de seguridad privado reaccionó de for-
verdaderos compositores de todos esos grandes ma inmediata, logrando detener a tres de ellos.
éxitos para que los asesinaran. No al cuarto. El cuarto, de raza negra, llevaba
—Hay dos tipos de criminales —les ins- un cuchillo. Derribó a Elvis, lo tiró al suelo y
truyó el Señor Tarareador—: los que dejan ca- se puso encima de él para hundírselo en la gar-
bos sueltos y los que no. A los que no dejan ca- ganta. Elvis necesitó de todas sus fuerzas para
bos sueltos les suele ir bien. Los otros siempre frenar el movimiento del cuchillo que trataba
terminan con problemas. de acabar con su vida.
Al igual que Elvis, ni Paul ni John deci- —¡Yo compuse esa canción! —le gritó
dieron que era necesario ocuparse de esos cabos el negro a la cara— ¡Love me tender es mía!

Capitalismo: las putas que cobran son más respetadas que las que cogen por placer. | 107
¡Todos los que me rodeaban creyeron que yo
era un fraude! ¡El amor de mi vida me aban-
donó! ¡Arruinaste mi vida! ¡Tú me mataste, tú
me mataste!
Dos forzudos músicos se lanzaron sobre
el hombre que no paraba de gritar. Consiguie-
ron, con mucha dificultad, apartarlo del Rey del
rock. Más tarde la policía lo identificó como
Reynoldo Doforno, un pobre enfermo que vivía
en la calle junto a otros mendigos.
—¿Lo conoce de algo, señor? —le pre-
guntó la policía, divertida—. Este pobre alco-
hólico asegura ser el autor de Love me tender.
¿Le robó usted esa canción?
—No. Por supuesto que no le conozco de
nada —mintió Elvis—. Jamás he escuchado ese
nombre en mi vida.
No obstante, recordaba ese nombre como
si se lo hubieran dicho el día anterior.
A partir de ese momento Elvis Presley
se volvió inestable, desconfiado, paranoico.
No tenía a quién contarle lo que le atormen-
taba una y otra vez: temía que, en cualquier
momento, los verdaderos compositores de sus
grandes éxitos se le tiraran encima con cu-
chillos para asesinarlo por haberles robado la
vida de fama y riquezas que les correspondía.
Cualquiera podía ser uno de esos composito-
res: quizá su chofer, quizás el jardinero, quizás
el camarero que le servía una hamburguesa en
un bar. Elvis se sintió un farsante, un timo, un
cantante más sin talento. Como todos. Comen-
zó a necesitar Demerol y otros fuertes tran-
quilizantes para poder conciliar el sueño. En
1973 Elvis Presley mezcló una sobredosis de
estos tranquilizantes con alcohol y murió. En-
contraron su cuerpo tirado sobre un vómito, en radio sin saber que él es el compositor original
el suelo de uno de los camerinos donde iba a de esta obra inmortal.
realizar un concierto. La canción era demasiado buena y a las
oportunidades las pintan calvas. Paul —repleto
de codicia— registró esa canción solo a su nom-
1965. Más cabos sueltos bre. No importó que, tras el monumental cabreo
que sufrió John Lennon, se publicase en el disco
John Lennon sentía mucha envidia de Paul «Help!» firmada por los dos. Se había corrido
McCartney. De cara al público, ambos eran los la voz: todo el mundo sabía que el verdadero
grandes compositores del grupo musical con autor de Yesterday, la canción más popular de
más éxito de la historia. Cuando el ejecutivo The Beatles, había sido compuesta por Paul Mc-
racista lo indicaba —tras recibir el correspon- Cartney en solitario. Este golpe bajo originó la
diente pago desde Parlophone—, ellos volaban primera de las muchas discusiones que provoca-
en secreto desde Manchester hasta la casa del rían que The Beatles se disolviera en 1970.
Señor Tarareador; entonces él les canturreaba Fue tras la disolución de la banda cuando
uno o dos clásicos del futuro y más tarde, en John Lennon se presentó en la casa del Señor
la habitación del hotel donde se hospedaban, Tarareador y le ofreció diez millones de dólares
la recomponían con sus guitarras. La tarde en a cambio de una canción que lograra sobrepasar
que el Señor Tarareador tarareó Yesterday, John el súper éxito de Yesterday.
Lennon estaba fumado, borracho y disfrutando —Quiero una canción que demuestre al
de sexo con dos jovencitas californianas en la mundo que soy mejor compositor que Paul Mc-
habitación del hotel. Paul decidió no faltar a la Cartney —le pidió Lennon.
cita que les habían fijado. Acudió a ver al Se- El Señor Tarareador aceptó el reto sin
ñor Tarareador solo, traicionando así el acuer- pestañear:
do pactado con John de que ninguno de los dos —De acuerdo. Será la última canción que
acudiría, nunca, por separado a aquella casa. tararee y luego desapareceré para siempre. La
—Esta canción pertenece a un pobre he guardado para el final porque es la mejor de
hombre de Pensilvania —indicó el Señor Tara- todas. Es una canción que se convertirá en un
reador—, a quien su mujer abandonará dentro himno mundial, solo sobrepasado por el cuarto
de un año. Si la estrenas ahora, no tendrás que movimiento de la novena sinfonía de Beetho-
preocuparte por los cabos sueltos pues, como te ven. Se titula Imagine y está compuesta por un
digo, ni siquiera ha sido compuesta aún. Esta tal Mark David Chapman, que vive en la ca-
canción se hará tan popular que es imposible lle Leelistraat número nueve, en Texas. Harías
que ese hombre no la escuche en algún mo- bien en matarlo. Nunca se sabe lo que puede
mento antes de que el dolor le haga sentarse a pasar con estos cabos que quedan sueltos.
componerla. Escuchará ese súper éxito por la El Señor Tarareador comenzó a tararear

Si no sabés leer una ironía sos un invertebrado. | 109


Imagine y Lennon comenzó a llorar de emo-
ción. Cuando terminó pagó los diez millones al
Señor Tarareador y se despidieron para siem-
E n 1999, el músico George Harrison (a
quien Paul y John le habían regalado la
autoría del tema Something) salvó su vida
pre. Sin embargo, Lennon tenía unas fuertes milagrosamente tras ser atacado dentro de su
convicciones antirreligiosas, antinacionalistas mansión situada en las afueras de Londres. Un
y anticapitalistas y decidió modificar la letra hombre trató de apuñarlo. El agresor, Michael
original de la canción para ponerla al servicio Abram de treinta y tres años, fue reducido por
de su ideología. el propio Harrison y su esposa, la mexicana
Imagine apareció por primera vez en el Olivia Arias, que también resultó herida. Mi-
álbum del mismo nombre en 1971, producido chael Abram tenía sus facultades mentales
por Phil Spector. Sin embargo, quizá por los gravemente alteradas. Su madre confesó que
cambios en la letra, no se convirtió en un súper estaba obsesionado con The Beatles y que ase-
éxito ni en un himno para la humanidad hasta guraba que George Harrison le había robado el
que el verdadero autor de la composición ajustó súper éxito titulado Something.
cuentas con John Lennon.
El ocho de diciembre de 1980 Mark Da-
vid Chapman esperó a John Lennon fuera de un
edificio de apartamentos donde el artista se hos-
pedaba. Cuando el cantante apareció, Mark le
—D emasiadas coincidencias —pensó
alguien desde la CIA. El ejecutivo
racista y Paul McCartney no tuvieron otro re-
disparó cinco veces, alcanzándole cuatro veces medio que confesar; al fin y al cabo ellos no
en la espalda. Lennon cayó fulminado. Mark eran culpables de nada, el delito que habían
David Chapman no huyó. Permaneció al lado cometido no existía. Un año después el Señor
del cuerpo agonizante de Lennon hasta que fue Tarareador apareció muerto de un tiro en la ca-
arrestado por la policía. Mark David Chapman beza en un hotel turístico de las Islas Canarias.
se declaró culpable del delito. Aunque se abrió una investigación policial por
—¿Por qué lo hiciste? —le interrogó la parte de las autoridades de la isla, jamás, por
policía. supuesto, se encontró a su asesino.
—Porque John Lennon me robó la melo-
día de mi canción Imagine y no me dio ni las
gracias.

110 | Hay que desconfiar más de lo evidente que de lo sospechoso.


Venganza tas. A los seis años ya podías rivalizar en baile
con el mismísimo James Brown. Interpretabas
En 1978, Berry Gordy (presidente de la las canciones como si fueras un adulto al que
Motown Records) citó en su casa a un joven le hubieran roto el corazón mil veces. Sabes
Michael Jackson para narrarle la historia de un que yo te trataba como si fueras mi hijo. In-
crimen en el cual había participado: cluso te viniste a vivir a mi mansión un tiem-
—Aquel ejecutivo de Parlophone era el po, con algunos de tus hermanos. Por aquel
mayor cerdo racista de la historia —comenzó a entonces ya pedías el mismo deseo, una y otra
explicar Berry Gordy—. Dios sabe que merecía vez. Cada vez que te tirabas en la piscina lo
la brutal tortura a la que le estábamos some- pedías en voz alta, como si creyeras que Dios
tiendo en el garaje. Había violado y asesinado o el mundo de la magia te escucharían solo en
a la mujer de un amigo «por puta, por haberse ese momento. ¿Qué pedías? ¿Lo puedes repe-
casado con un negro». Le secuestramos entre tir para mí, ahora? ¡Era algo que me encantaba
cuatro y decidimos hacer justicia. Yo no sabía oírte decir!
que mi amigo planeaba matarlo tras torturarlo. —Lo mismo que continúo pidiendo cada
O quizá sí. Sea lo que sea ese ejecutivo hijo de día antes de lanzarme en mi piscina. Ser el autor
puta de Parlophone merecía morir. No juzgo a del disco más vendido de todos los tiempos.
mi amigo. Cualquiera con sangre en las venas —Ese racista, para que no le matáramos
y con tanta cocaína en la nariz hubiera actuado nos contó una historia con la cual podíamos con-
del mismo modo. vertirnos en las personas más ricas del universo.
—¿Por qué me cuentas esto, Berry? Aseguró que tras mucho trabajo de investiga-
—preguntó Michael Jackson, horrorizado—. ción había conseguido localizar a un ingeniero
Sabes que odio la violencia. No quiero escuchar retirado de la CIA. Un ingeniero que había sido
historias de esas. el encargado de reparar... prepárate Michael:
—Porque te conozco desde que eras un una máquina del tiempo extraterrestre.
niño. ¿Recuerdas, Michael? Los ojeadores de —¿Bromeas? —preguntó Michael ma-
la Motown te descubrieron, a ti y a tus herma- ravillado. Amaba las historias de fantasía y
nos: los Jackson Five. Quincy Jones dijo que ciencia ficción. Entendió por fin por qué Berry
ibas a ser el mayor descubrimiento de la hu- Gordy le estaba contando todo aquello: para en-
manidad desde la invención de las patatas fri- tretenerlo como más le gustaba.

El órgano sexual más importante es el otro. | 111


—Déjame terminar, Michael, y te mara-
villarás más aún. Según él, ese ingeniero, tras
tanto arreglar y estudiar la máquina del tiem-
po extraterrestre, sabía cómo crear una nueva
partiendo de cero. El ejecutivo racista tuvo
que pagar cientos de millones de dólares para
que el ingeniero tuviera todo lo que necesitaba
para su fabricación. Y, tras un año de trabajo,
ya estaba terminada y funcionando. Nos dio
su localización. Ninguno de los otros negros
que estaban allí creyó a ese tipejo. Pero algo
me decía que un hombre en inminente peli-
gro de muerte no podía idear una mentira tan
imaginativa sobre la marcha. Nos contó que,
con esa máquina, había surtido de hits a Elvis
y The Beatles. Mi amigo —a quien el ejecu-
tivo racista le había violado y asesinado a su
esposa— disfrutó muchísimo matando a ese
cabrón: le cortó la lengua, el pene se lo me-
tió en la boca. Se lo hizo comer cuando aún
estaba con vida. A la mañana siguiente, tras
deshacernos del cuerpo, fui solo hasta el lu-
gar donde el ejecutivo racista aseguró, entre
gritos de dolor, que guardaba la máquina del
tiempo. ¿Qué tenía que perder? Durante los
años sesenta mi discográfica estuvo casi en la
cúspide. Tenía a los mejores compositores tra-
bajando para mí. Y solo conseguíamos que un
artista o un grupo, como mucho, tuviera cinco
grandes éxitos. Y de esos cinco grandes éxitos,
realmente canciones excelentes nunca eran
más de dos. Yo miraba de reojo todos los nú-
mero uno que conseguían Elvis y The Beatles
y pensaba «¿De dónde sacan tantas canciones
maravillosas?». Llegué a la dirección que nos
había proporcionado: un hangar en las afueras
de Alburquerque. Forcé la entrada y allí esta-
ba, lo que he traído hasta aquí y te regalo aho-
ra, Michael Jackson. ¡Una máquina del tiempo
extraterrestre!
Por supuesto, Michael no creyó que aque-
llo fuera una máquina del tiempo hasta que la
utilizó por primera vez. Berry Gordy le hizo
viajar al futuro con un billete de diez dólares.
—Viaja por el tiempo y entra en unos
grandes almacenes de 1988; compra un casete
de grandes éxitos. Luego haces tu propia ma-
queta con las canciones que elijas y se la das a
M ichael Jackson se coronó Rey del pop en
1991 con el lanzamiento de «Dangerous»,
su octavo álbum en solitario. Aun así su am-
Quincy Jones para que te la termine de produ- bición no encontró límites. Siguió realizando
cir. Michael, lo tienes todo para triunfar: voz, viajes en el tiempo, en busca de grandes éxitos
cuerpo, baile, personalidad, una arrolladora para sus siguientes trabajos, aun cuando notó
presencia sobre el escenario... y hoy por hoy, que su piel enfermaba. El sano color rojizo de
tu carrera se está yendo a pique. No has con- sus labios desapareció: para que se le advirtie-
seguido un gran éxito desde hace diez años. ran los labios debía pintárselos con carmín. Su
No sabes lo que me duele verte fracasando... piel negra se decoloró del mismo modo que la
Con un repertorio de grandes canciones llega- del Señor Tarareador. La luz del sol le provoca-
rías a ser una leyenda mayor que Elvis y The ba un daño inmenso. Su rostro comenzó a de-
Beatles juntos. formarse. No tuvo otro remedio que recurrir a la
cirugía estética para ocultar la deformidad que
le causaba la «enfermedad de los viajes en el

M ichael Jackson regresó del año 1988 con


un casete de grandes éxitos. De ese casete
sacó las canciones y las ideas con las que com-
tiempo». Era tanto el dolor que sufría que preci-
saba de una gran dosis diaria de tranquilizantes
para conseguir tener una vida medianamente
pondría «Thriller». Normalmente un disco que normal. Dicen las malas lenguas que se volvió
se convierte en un súper éxito vende dos o tres majara y que comenzó a beber sangre de niños
millones de copias. «Thriller», en cambio, fue para intentar sanar. Esto nunca se confirmó. Mi-
el disco más vendido de la historia de la músi- chael Jackson murió el veinticinco de junio de
ca: sus ventas alcanzaron los cien millones de 2009, a la edad de cincuenta años, debido a una
discos. Los entendidos de la música aseguran sobredosis de Demerol: el mismo tranquilizante
que nadie podrá sobrepasar ese récord jamás, que le trajo la muerte a Elvis Presley. La má-
que es un récord imbatible. quina del tiempo se encontró en el sótano de
—¿Qué quieres a cambio, Berry? —pre- su rancho, Neverland. Nadie supo que era una
guntó Michael Jackson. máquina del tiempo. Berry Gordy decidió ca-
—Michael. Soy un hombre inmensamente llar: no estaba interesado en que se descubriera
rico. No me hace falta más dinero. Lo único que el secreto del éxito de Michael Jackson, a quien
quiero es ver cómo cumples tu sueño... y termi- quería como a un hijo.
nar de vengarme de ese ejecutivo racista. Ese ti- Hasta que algún ambicioso músico o
pejo robó un montón de canciones a un montón ejecutivo de una discográfica no descubra esa
de negros para que Elvis Presley consiguiera máquina del tiempo, el mundo no volverá a co-
coronarse rey de la música. Eran canciones que nocer a un portento de la música capaz de gene-
habían creado nuestros hermanos. Ahora con- rar tantos grandes éxitos como lo consiguieron
viértete tú en el rey de la música que los blancos los extraordinarios —o quizá no tanto— Elvis
han hecho popular: el pop. Presley, The Beatles o Michael Jackson.
Ahora tú conoces la verdad. x

Matías Ilustrador y caricaturista. Como su padre Ermengol, es miembro fundacional


Tolsà de la revista e ilustra los cuentos de Orsai desde la N1. Vive en Cataluña desde
Villa Constitución, chico. Ilustrador-caricaturista freelance, publica en varios medios y coordina
1983 una nueva escuela de dibujo en Cataluña.

Gustarle a cierta gente me ofende. | 113


sobremesa

plagia que algo queda

E
s una vergüenza... ¿Te parece que lo hagamos tuyo. Y no de cualquier persona, además, sino de
también en la revista? —me pregunta Chiri—. un héroe de la televisión.
Si la cagada te la mandaste en el blog. —Yo era muy chico cuando tuve en la mano
—No es un tema de «me parece» —le digo—. esos guiones por primera vez, ni siquiera sabía
Me están obligando por vía legal, por eso se llama quién era Abel Santa Cruz.
«Solicitada»... Me lo están solicitando. Además —Pero cuando empezaste a publicar «Lucas
no fue solo en el blog. Acordate que en el primer & Alex» en tu blog ya eras grande...
año de la revista también publicamos a «Lucas & —No me castigues más —le digo—. Ayudáme.
Alex» en formato historieta. En papel. Mi escarnio será público y con eso tendré bastante.
—Jorge querido, puedo creer tranquilamente —¿Te hacen pagar, además?
que hayas plagiado la obra de otra persona, —Sí —le digo—. El sobrino nieto de Santa
porque sos un mercenario. Pero no me cierra que Cruz quiere sesenta mil australes. En efectivo.
nunca me lo hayas contado a mí. Dice que no le interesa la moneda actual, que pre-
—Estuve a punto de contártelo muchas ve- fiere la plata de antes. No sé de dónde voy a sacar
ces, pero me daba vergüenza. toda esa guita en australes.
—¡Y ni siquiera fue un pacto, como en el —¿Sabías que te cagaste la carrera de escri-
cuento de Rafa! Ni siquiera hiciste plata como El- tor, no? Teníamos una revista honesta, Jorge. No
vis. Podrías haber muerto gordo y lleno de anfe- nos levantamos más...
taminas, pero no... El tuyo fue un robo triste. —¿Te dicto?
—¿Me vas a ayudar con la solicitada o no? —Dale.
—No quiero quedar pegado en esto. —«A raíz de un bochornoso suceso que me
—Me estoy haciendo cargo solo —le digo—, involucra, y que vio la luz a principios de año...»
solamente te pido ayuda en la redacción. No sé —No puedo creer que estemos pasando por
qué decir, con qué cara mirar a los lectores. esto. Mi vieja a veces nos lee. Tenemos hijos...
—Lo hubieras pensado antes de publicar un —Shh —le digo—. Calláte y escribí. x
guion de otra persona haciéndolo pasar por algo

SOLICITADA URGENTE

A
raíz de un bochornoso suceso que me involucra, y que vio la luz a principios de año, el Juzga-
do en lo contencioso Nº3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires indica que: «La obra dramá-
tica conocida como “Lucas & Alex”, que el escritor Hernán Casciari publicó como propia en
varios soportes digitales y/o físicos, pertenece en realidad al Sr. Abel Santa Cruz, autor de otras obras
similares con personajes infantiles como “Jacinta Pichimahuida” o “Señorita maestra”. Santa Cruz
escribió las primeras versiones de este drama infantil a finales de los setenta y, al ser rechazado el
proyecto televisivo por Goar Mestre (entonces director general del antiguo Canal 13) olvidó la única
copia en un taxi que conducía el por entonces muy joven Tío Macho, de quien Casciari es sobrino.
Esos guiones fueron leídos por Casciari en su juventud y los mantuvo en su poder hasta que, en 2004,
los empezó a publicar como propios en su blog, cambiando algunos parlamentos para despistar. Tras
la denuncia efectuada por un sobrino nieto de Abel Santa Cruz, y tras ser verificado el plagio, se con-
mina al Sr. Hernán Casciari a pagar las costas del juicio y a publicar en sus medios de comunicación,
tanto digitales como físicos, la disculpa oportuna a los descendientes de Abel Santa Cruz y los facsí-
miles originales de dicha obra, en tantas partes como crea oportuna». Con la vergüenza y las disculpas
del caso, comienzo a purgar mi condena en las siguientes páginas de Orsai N14. Perdón a todos.

114 | Los putos salen del closet para que los bisexuales entren a cambiarse.
LUCAS Y ALEX

“EL ALBA CELESTE”

---

Guión original de
Abel Santa Cruz

- 115 -
// Lucas y Alex

La escena se desarrolla en el
arenero de un jardín de infantes
de la época actual y participan

LUCAS.........Marcelo Marcote, 5 años


ALEX ........ Pablo codevilla, 5 años

Al final de la escena
también aparece

LUISITO ........... Luis von Ahn, 3 años

pero este último casi


no tiene parlamento.

--- x ---

(Los pequeños actores de-


ben estar sedados y haber
aprendido sus parlamentos
mediante fonética o hip-
nopedia.)

- 116 -
episodio 137 //

ALEX
No te puedo creer que todavía no hayas pro-
bado el Alba celeste, Lucas.

LUCAS
¿Vos te pensás que no quiero? La huelo todo
el día, la aplasto con el dedo gordo, care-
teo que hago ceniceros para regalar, pero la
señorita tiene muy vigilado el tema plas-
tilina.

ALEX
Tenemos cinco años, chabón, estamos en la
edad del todo a la boca. ¿Vos te pensás que
vas a tener Alba celeste a mano toda la
vida? 

LUCAS
No. Ya sé...

ALEX
¿Cuándo vas a comer plastilina? ¿Cuando
tengas nueve y sea desarreglo psicológi-
co? Hasta los seis, comer plastilina o barro
prescribe al toque. Desde los siete es refle-
jo de succión retrasado y cagaste la fruta.

LUCAS
¿Te empastillan?

ALEX
A full te empastillan. Pero lo peor no es
eso. Te mandan dos veces por semana a hablar
con un señor que tiene juguetes arriba del
escritorio y tu mamá se tiene que quedar
afuera. Enfocá el escenario y soñámelo esta
noche.

- 117-
// Lucas y Alex

LUCAS
¿Vos estás seguro de que el futuro es así?

ALEX
En primaria, tolerancia cero. Tengo data de
un primo que la está pasando muy jodido...
¡Van a querer que escribamos, boludo! Vos no
sos consciente de lo que se nos viene. ¿Vis-
te lo que hacen los grandes cuando quieren
dibujar?

LUCAS
Unas hormigas en fila.

ALEX
Eso. En la primaria te hacen dibujar hormi-
gas en fila medio año, y el otro medio año
te obligan a que entiendas lo que dicen las
hormigas.

LUCAS
Me da miedo crecer. Alex.

ALEX
¡Por eso te lo digo! (Lo agarra de los hom-
bros, lo zarandea.) Estamos en tercero de
jardín, chabón. ¿Sabés lo que nos envidia
mi primo? Podemos cagarnos encima y no de-
cir nada hasta que nos hagan upa, podemos
olerle la concha a la maestra fingiendo que
la queremos abrazar, podemos comer plasti-
lina porque nos cabe el olor. “¿Que por qué
como Alba celeste, señorita? ¡Porque me cabe
el olor!”.  

LUCAS
Dicen que el Alba celeste es mejor que morder
goma de pan recién comprada...

ALEX
Olvidáte de todo lo conocido, Lucas. El Alba
celeste no pertenece al mundo de lo recrea-
tivo... ¿Vos te acordás el año pasado, en este

- 118 -
episodio 137 //

mismo arenero, que discutíamos si era más


rico el pebete de jamón crudo o eso que se
junta en el ombligo después de correr?

LUCAS
Nunca nos pusimos de acuerdo... Dos sabores
nobles.

ALEX
Bueno, olvidáte. Con la llegada del Alba
celeste esa discusión perdió sentido. Y ojo,
porque hay otras ventajas además del gusto.

LUCAS
Alex, estás poniendo voz de propaganda.

ALEX
Probá Alba celeste y al otro día cagá. Vas
a ver colores que nunca viste salir de vos
mismo.

LUCAS
¡Qué ganas me diste! ¿Vos cómo hacés para co-
mer Alba celeste sin que te vean?

ALEX
Le pido a mi señorita de ir a hacer pis. 

LUCAS
A nosotros no nos dejan ir al baño en clase.

ALEX
Lo sé. Es un estatuto nuevo que bajó de re-
gencia en marzo, pero hay una grieta le-
gal. Tenés que pedir pis mientras bailás y
te agarrás fuerte el pito. Las señoritas te
dejan ir a cualquier lado si hay riesgo de
limpiar el enchastre ellas.

LUCAS
¿Cómo entendés tanto de señoritas?

- 119 -
// Lucas y Alex

ALEX
Concentráte, Lucas, no te distraigas. Ya pe-
diste de hacer pis y te dijeron que sí. Salís
del salón bailando y agarrándote el pito,
no pierdas al personaje. Cuando estás por
llegar, hacés cuerpo a tierra y te arrastrás
quince metros a la derecha.

LUCAS
¿Al gimnasio?

ALEX
¡A la derecha, Lucas! ¿Cómo podés entender la
idea “quince metros” y no saber cuál es la
derecha?

LUCAS
¿Al depósito de los útiles?

ALEX
Claro, boludín. La derecha es siempre donde
tenemos el dedo quebrado.

LUCAS
Yo no tengo dedo quebrado.

ALEX
¿A ver? (Lo mira largamente.) Es verdad. No
tenés... ¿Y otra cosa? ¿Un lunar o algo?

LUCAS
Tampoco.

ALEX
¿No tenés ningún truco del cuerpo para sa-
ber cuál es la derecha y cuál la izquier-
da? (LUCAS NIEGA.) Qué simétrico que sos, te
aburguesaste...

LUCAS
No importa, seguime indicando que te estoy
entendiendo perfecto.

- 120 -
episodio 137 //

ALEX
No... Es al pedo. No vas a poder comer Alba
celeste si no tenés sentido de la orienta-
ción.

LUCAS
Entonces quebrame un dedo, Alex.

ALEX
¿Vos sos loco, sabés la fuerza que hay que
hacer para quebrar un dedo?

(ENTRA LUISITO Y SE PONE A JUGAR EN EL ARE-


NERO.)

ALEX
Mirá qué atrevida esta criatura de Sala
Rosa... Entrando sin pedir permiso
(A LUISITO.)
¿Vos quién sos?

LUISITO
(CON ACENTO CENTROAMERICANO.)
Me llamo Luis.

LUCAS
Uy, extranjero... Parece más inteligente que
nosotros y usa anteojos culo de botella.

ALEX
Y tiene cara de Rana René… ¿No te dan ganas
de hacerle bullying hasta que caiga el sol?

ALEX
Sí, Lucas. Vamos a arruinarle la infancia.
Aprovechemos ahora porque en el futuro es-
tos son los que se van a comer el mundo.

LUCAS
Vos agarrálo de las orejas que yo le aprieto
los huevitos.

CORTE A:
VARIOS AÑOS DESPUÉS Xxx | 121
perfil
luis
el guatemalteco que

von
equilibra el mundo

ahn
Si se pudiera apostar por las personas como se
apuesta por los resultados del fútbol, en Orsai
apostamos cinco a uno a que este chico, dentro
de cien años, estará en los libros de Historia.

escribe karina salguero-moya


fotos de esteban chinchilla
| El guatemalteco que equilibra el mundo

L
a primera vez que supe del matemá-
tico Luis von Ahn fue en un video
que circulaba por internet. Hay va-
rias versiones de sus charlas TED,
en diferentes partes del mundo, en
donde el prodigio guatemalteco aparece con
sus gafas enormes, hablando en español o en
inglés. Su biografía en la Wikipedia en español
tiene brevísimas doscientas palabras. En la ver-
sión inglesa, más de mil quinientas. El tipo es
karina salguero-moya delgado, demasiado caucásico para ser chapín,
Costa Rica, 1970
y viste con ropa semiejecutiva. En sus charlas
Estudió literatura y comunicación se dirige a la audiencia con la actitud inicial de
en la Universidad de Costa Rica. un nerd pálido que desea que los matones del
Ha trabajado como corresponsal recreo no le den una paliza porque sí.
para diferentes medios —Quiero empezar haciéndoles una pre-
internacionales. Trabajó como
gunta —dice Luis von Ahn en esos videos—:
editora para Latinoamérica de
libros de tecnología de la serie ¿cuántos de ustedes han tenido que llenar un
For Dummies. También trabajó formulario en el que deben ingresar unas letras
como editora ejecutiva de las distorsionadas?
revistas Azul, Nature Landings, Se refiere a esos caracteres engorrosos que
Soho y Su Casa. Desde 2012
debemos teclear cuando queremos descargar
pertenece al comité de selección
de los proyectos locales para la una película en Cuevana, o acceder a sitios de
Bienal Iberoamericana de Diseño internet con una información interesante. Se re-
(BID) que se realiza en Madrid. fiere al Captcha. En la platea, la gente levanta la
En 2013 fue contratada como mano con rabia: muchos pierden cada día diez o
Directora de Comunicación
veinte segundos con esa barrera de acceso.
en la Universidad Veritas. Es
editora de la revistas Orsai y —¿Y cuántos de ustedes odian hacerlo?
Rara. Da clases de Literatura en —dice Von Ahn.
la Escuela de Animación Digital La audiencia levanta la mano todavía más
de la Universidad Veritas y forma alto. Luis von Ahn también levanta la suya, y
parte de la Junta Administrativa esto causa gracia a los oyentes. Después hay un
y de la Fundación del Museo de
Arte y Diseño Contemporáneo. silencio teatral, y Luis von Ahn dice:
Es directora creativa de —Pues bien, eso lo inventé yo.
la Feria Internacional del Y en el público hay más risas, pero tam-
Libro de Costa Rica. bién sorpresa.

124 | ¿Por qué no escriben directamente los Captchas en japonés?


Karina Salguero-Moya |

¿Q uién es ese hombre? En rigor, yo no sa-


bía nada de Luis von Ahn. El tipo había
a mitigar la culpa que le producía que medio
mundo tuviera que perder tiempo tecleando le-
disertado en el TEDx Río de la Plata de 2011, tras para ver una película en Cuevana o descar-
justo antes de que Hernán Casciari diera su gar un PDF.
charla sobre los intermediarios. Su exposición Von Ahn descubrió que —desde que su
había sido tan deslumbrante que el director invento se hizo popular— las personas de todo
de esta revista, unos días después, me lo co- el planeta tecleaban doscientos millones de
mentó. «¿Conocés a este guatemalteco?», me Captchas por minuto. También supo que cada
preguntó por mail. Como soy costarricense, y usuario perdía diez segundos en cada tecleo.
Casciari cree que Centroamérica es un barrio, Entonces hizo una multiplicación sencilla (diez
sospechaba que yo tenía que conocerlo. Pero segundos por doscientos millones) y el pobre
yo no había escuchado nunca sobre él. Enton- Luis entendió que el mundo desperdiciaba qui-
ces me metí en la web y di con esos videos. El nientas mil horas humanas ¡por día! por culpa
hombre —tranquilo, hábil en el manejo de au- de su invento.
diencias— era nada menos que el primer cien- La tarde que Von Ahn descubrió esto
tífico del mundo en hablar de «computación quedó estupefacto: eran demasiadas horas
humana» y el inventor de varias herramientas como para desperdiciarlas de esa manera. Ese
digitales revolucionarias, empezando por el tiempo de trabajo debía tener alguna utilidad.
Captcha: el dispositivo con el que los portales ¿Pero cuál?
de internet se aseguran de que somos humanos, —Si miramos los proyectos más grandes
y no máquinas. de la historia de la humanidad —dice Luis en sus
Ese pequeño invento es, hasta hoy, el charlas—, como el de las pirámides de Egipto,
mejor escudo que existe contra el fraude ci- el viaje del hombre a la Luna o la construcción
bernético. Y con ese artilugio —que después del Canal de Panamá, veremos que todos se lo-
evolucionaría hasta convertirse en algo increí- graron con un número similar de personas: unas
ble— Luis von Ahn ganó en 2006 el premio cien mil. ¿Por qué siempre esa cifra?
MacArthur, también conocido como el «pre- Y él mismo lo responde:
mio del genio». —Porque antes de internet, coordinar a
Tenía veintisiete años. más de cien mil personas era improbable. Pero
ahora, con internet, vemos que podemos coor-
dinar, si queremos, a un millón de personas. O

L a invención del Captcha le dio a Luis von


Ahn cierta fama en los círculos de la inteli-
gencia moderna y también bastante presupues-
más. Entonces la pregunta es: si podemos poner
a un hombre en la Luna con el trabajo de cien
mil hombres, ¿qué podríamos hacer con un mi-
to para seguir investigando. Con el dinero que llón de personas trabajando en lo mismo?
ganó gracias al premio MacArthur se dedicó

¿Los que cierran su cuenta en Twitter es porque ya les dieron el alta? | 125
| El guatemalteco que equilibra el mundo

E n busca de la respuesta, Von Ahn pensó


en los libros. Puntualmente, pensó en los
programas que escanean y digitalizan libros
antiguos. En estos procesos automáticos, las
computadoras descifran las páginas escaneadas
Cada letra, cada
y las transforman en palabras. Pero el sistema número y cada signo
tiene un problema grave: cuando el libro está
deteriorado —con páginas amarillas, rayones de puntuación que
o tinta borrosa—, las computadoras no logran
descifrar la información. En los libros que tie-
se tipea en el mundo
nen más de cincuenta años de antigüedad, por está ayudando a
ejemplo, el treinta por ciento de las palabras no
puede ser descifrado por las máquinas. digitalizar todos los
«Ey», pensó Luis von Ahn, «yo inventé
justo lo contrario: el Captcha necesita palabras libros de la historia
que las máquinas no entiendan para demostrar
que el que las teclea es humano».
de la humanidad.
Y así descubrió algo tan apasionante que
dan ganas de levantarse de la silla y aplaudir:

126 | La falta de conexión a internet superó en dramatismo al vacío existencial.


Karina Salguero-Moya |

Von Ahn construyó una utilidad colectiva para Nadie, lo harán por placer o por necesidad. El
el Captcha. nuevo proyecto de Luis von Ahn se llama Duo-
Este nuevo giro en el invento resultó ser lingo: recuérdenlo, porque la revolución cultu-
un ejemplo perfecto del llamado crowdsour- ral será completa.
cing, un término que se usa para definir la so-
lución de problemas entre usuarios múltiples.
Un área en la que este matemático también se
registra, oficialmente, como pionero. Y ade-
más fue un negocio fructífero para él. Apenas
L a primera vez que vi en persona a Luis von
Ahn fue en mayo de 2013. El matemáti-
co viajaba de Brasil a Pensilvania, pero había
Google se enteró de su existencia, desembolsó aceptado hacer una escala para dar un par de
varios millones, le compró la idea, y la puso conferencias en Costa Rica —mi país— y deci-
en marcha. Esto significa que, actualmente, dí contactarlo. Lo busqué en el hotel donde se
hay muchísima gente digitalizando a toda hospedaba y lo llevé hasta el lugar donde daría
hora alrededor de cien millones de palabras la charla.
diarias, lo que equivale a dos millones de li- Se le veía cansado: había dormido poco en
bros al año. el avión. Pero incluso así su rostro me resultó
Desde hace un par de años, cada vez que joven, casi infantil, y guardaba cierta actitud de
alguien quiere ver una película en Cuevana (o maestro universitario: lentes de líneas simples
donde sea) teclea un código de acceso, pero ya —aunque de diseño—, aspecto austero, pocas
no cualquier código al azar, sino dos palabras palabras.
específicas de un libro antiguo que las máqui- —Rechazo la mayoría de conferencias
nas no han podido comprender. Cada letra, cada —me dijo, agotado por el viaje—. Me pongo
número y cada signo de puntuación que se tipea como meta un máximo de una por mes.
en el mundo —en esas quinientas mil horas dia- En esos días, Luis von Ahn viajaba de un
rias que desvelaban tanto a Luis— está ayudan- lugar a otro hablando ya no solo del Captcha y
do a digitalizar todos los libros de la historia de del ReCaptcha, sino de su nuevo invento, Duo-
la humanidad. Y casi nadie lo sabe. Millones lingo. Y su nueva charla empezaba otra vez con
de personas, día tras día, desconocen que están una pregunta:
mejorando el mundo. —¿Cómo podemos hacer para que cien
A esta nueva versión de su invento Von millones de personas traduzcan sin fallos, y
Ahn la llamó ReCaptcha, y de este modo mitigó gratis, la internet completa a los diez mayores
su culpa. idiomas del mundo?
Todavía no había cumplido los treinta años. Primero se le presentaron dos obstáculos:
no hay cien millones de personas bilingües en
el mundo; y aunque las hubiera, no tendrían la

L a mayoría de los genios de la historia des-


pués de dejar semejante legado se van a
dormir, se cortan una oreja, se emborrachan o
motivación económica suficiente para traducir
internet a un segundo idioma.
Y entonces apareció la idea del ReCapt-
se mueren. Luis von Ahn, tras vender su idea cha, pero de otro modo. Luis von Ahn sabía
revolucionaria, ya tenía en mente otro proyecto algo: que hay mil doscientas millones de per-
mayor: traducir todas las páginas de internet a sonas queriendo aprender otro idioma. Solo en
todos los idiomas posibles, sin la intermedia- Estados Unidos, por ejemplo, más de cinco mi-
ción del dinero. Si se podía digitalizar toda la li- llones de personas pagan quinientos dólares en
teratura de la humanidad en dos o tres años, sin software para aprender otro idioma. Otros van
gastar un centavo, ¿por qué no traducir internet a profesores particulares, otros intentan viajar.
a todas las lenguas y para siempre? La idea de Duolingo es unir la necesidad y la
Esto va a ocurrir. O, digámoslo mejor, emergencia. Se pregunta Luis en su charla:
está ocurriendo. De aquí a no mucho tiempo ¿Por qué no hacemos que esos miles de millo-
podremos leer en español cualquier blog o pe- nes que quieren aprender un idioma, lo hagan
riódico italiano, inglés o árabe, con solo hacer gratis mientras traducen toda la internet?
un clic. Pero cuidado: no serán esas traduccio- La web de Duolingo está online desde
nes automáticas con las que nos defendemos hace más de un año, y cada vez tiene más usua-
ahora. Serán traducciones humanas llenas de rios. Mejor que explicarlo sería que cada lec-
sentido. ¿Y quién pagará a los traductores? tor entre un segundo allí y vea su simplicidad.

O entrás a Facebook a mostrarte como sos, o a buscar amigos: las dos no se puede. | 127
| El guatemalteco que equilibra el mundo

El que quiere aprender inglés de cero busca el ellas, alrededor de ochocientos cincuenta millo-
nivel más bajo, como en un videojuego. Apa- nes están aprendiendo inglés. Todos los demás
recen palabras en inglés: dog, table, teatcher. idiomas combinados son trecientos cincuenta
El usuario las va escribiendo en español. Y así millones. Es el inglés el de mayor demanda.
va pasando pantallas, subiendo el nivel. Has- Aunque nuestras oficinas están en Estados Uni-
ta llegar a frases compuestas, verbos, jergas o dos, el estadounidense no representa un porcen-
frases hechas. taje importante en el aprendizaje de otra lengua.
Todo lo que el usuario escribe se computa, El segundo idioma es el español. Al menos entre
las respuestas fallidas y las correctas. Las falli- los angloparlantes, la mitad prefiere saber cómo
das se eliminan de Duolingo, pero las correctas hablar español antes que cualquier otra lengua.
traducen la web. Segundo a segundo. —Hablas siempre de millones de perso-
Me dice Luis que tiene docenas de pro- nas para esto, y para aquello, pero, ¿cómo se
yectos parecidos, pero que el de Duolingo es llega a ese volumen de audiencias?
hoy el que más lo apasiona. —Hay que invertir en estudiar los compor-
tamientos humanos frente a las computadoras.
Hace una semana subimos la aplicación para

E s verdad que Centroamérica no es un barrio,


pero también es extraño que poca gente co-
nozca a Luis von Ahn en el mundo de habla
Android. Desde ese lanzamiento, medio millón
de usuarios han bajado la aplicación. Tiene un
rating perfecto. Lo que más me gusta es que se
hispana, y que en cambio tanta gente conozca, está modificando la variedad de usuarios del si-
digamos, a Luis Miguel. Luis von Ahn nació en tio, al tener más acceso en países en desarrollo.
Guatemala, fue estudiante de honor en la Ame- Me conmueve saber que con Android llegamos
rican School y, una vez terminada la secunda- a gente que realmente necesita una mano con la
ria, decidió completar sus estudios fuera del educación. Por diferentes razones Android está
país. Muchos compatriotas lo hacían —algunos más extendido que iPhone en naciones en desa-
podían pagarlo y otros, como Von Ahn, pedían rrollo. Especialmente en Latinoamérica.
becas— para formarse en carreras exactas. Von —¿Cómo aprenden los estudiantes en Duo-
Ahn solo podía especializarse en Matemáticas lingo? ¿Con teléfonos, tablets, computadoras?
en algunas escuelas de Estados Unidos. No —Hoy en día, el treinta y ocho por ciento
pudo estudiar en nuestro idioma. Así que fue a accede desde un iPhone. El treinta y cinco por
Yale. Allí, mientras se cansaba de explicar a los ciento viene desde un dispositivo con Android.
gringos que «Guatemala no es Guantánamo», Y el resto, que es como un veintisiete por ciento,
se graduó con honores para luego hacer un doc- son personas que eligen aprender sentados frente
torado en la Universidad Carnegie Mellon de a sus computadoras. Todo lo demás son tablets.
Pittsburgh. Lo acabó en 2005: un año antes de —¿Ya está todo hecho en Duolingo?
inventar el Captcha y de empezar una carrera ¿Ahora solo hay que esperar que la web se tra-
productiva que hasta ahora no encuentra techo. duzca sola?
Hablamos durante un trayecto que duró —No... Siempre nos hacemos preguntas
veinte minutos y muy pocos kilómetros. A lo nuevas en la oficina. ¿Qué tan pronto hay que
largo de ese lapso —en el que millones de usua- aprender el plural en inglés?, por ejemplo. Y
rios estarían digitalizando libros antiguos o tra- entonces surgen eventos inesperados. Les pre-
duciendo la web sin saberlo— Von Ahn no se guntamos a los expertos de enseñanza de se-
mostró igual que en sus charlas públicas. Tiene gundas lenguas cuándo se debía enseñar el plu-
un sentido del humor absolutamente natural en ral en gramática y todos teorizaban, daban giros
el escenario, pero es austero en persona. Con- técnicos... Sin embargo ninguno nos contestó.
versa bajo presión. Es generoso en compartir Nadie sabe de manera cuantitativa cuándo es
lo que sabe y sensato cuando toca decir que no más eficiente proponer a los estudiantes el uso
tiene la menor idea de algo. del plural al singular. Entonces decidimos hacer
Me interesó, sobre todo, hacerle una pre- un currículum inicial con las personas que esta-
gunta: ban usando Duolingo. En realidad hicimos un
—¿Cómo se aprende una segunda lengua experimento. Dividimos un grupo de usuarios y
sin ninguna experiencia? a la mitad no le agregamos el plural; con la otra,
—Hay más de mil millones de personas lo incorporamos muy pronto. En la marcha nos
en el mundo aprendiendo otros idiomas y, de dimos cuenta en qué fase se aprende más rápi-

128 | No sé vos pero yo a Twitter vine a reírme del mundo, no a cambiarlo.


Karina Salguero-Moya |

Es verdad que Centroamérica no es un barrio, pero


también es extraño que poca gente conozca a Luis von
Ahn en el mundo de habla hispana, y que en cambio
tanta gente conozca, digamos, a Luis Miguel.
| El guatemalteco que equilibra el mundo

do. La respuesta correcta es que no es necesario


enseñarlo tan pronto como lo hacen todos los
métodos tradicionales.
Luis von Ahn se lo pregunta todo, recopila
todos los datos. Luego contrasta. Sus hallazgos «No sé si alguna
son igual de sensibles que de excéntricos, como
el último gran descubrimiento que me confiesa
vez voy a estar
con acento monótono: contento —dice
—Las mujeres italianas aprenden inglés
más rápido que los hombres italianos —me le Von Ahn—. Estaría
quedo mirando con gesto asombrado, y dice—:
no sabemos por qué... Pero lo descubrimos. satisfecho el día que
Von Ahn siempre toma el camino largo, es
un rasgo centroamericano. Aprendió a no espe-
cualquier persona
rar que sea el mundo el que resuelva las brechas pueda aprender sin
sociales que le quitan el sueño, sabe que para
eso está la ciencia. Para acelerar el tiempo, in- tener que pagar.
ventó una herramienta que lo logra. Va más allá
de querer que la educación sea gratuita, eso no Nadie debe pagar
basta y Luis lo sabe: «la educación, además de
gratuita, tiene que ser excelente», me dice.
por aprender».
—¿Con cuánta gente trabajas?
—Somos treinta personas entre diseña-
dores y expertos en enseñanza de lenguas. El
ambiente es muy internacional. En Duolingo
trabajan amigos de China, Suiza, Alemania,
Italia, Estados Unidos y Guatemala. Algunas de buscar al panadero del pueblo y se internaba allí
las personas que trabajan allí son viejos conoci- a aprender. La Revolución Industrial masificó
dos guatemaltecos a quienes desde siempre he ese proceso e hizo que desapareciera el modelo.
respetado mucho. Eso me hace feliz. La com- Ahora, dice Von Ahn, se puede volver.
petencia más importante que conocemos es una En la oficina del sitio Duolingo se em-
transnacional enorme. Ellos tienen una planilla plean muchas horas de laboratorio para contro-
de personal gigante, en la que cerca del seten- lar la deserción de estudiantes. Ese es un tema
ta por ciento de los empleados trabaja en mer- prioritario. A diferencia de los gimnasios prepa-
cadeo y ventas; en desarrollo e investigación gos, el sitio no puede permitirse bajar el ritmo
tienen menos gente que la nómina completa de traducciones por segundo. Se debe traducir
de Duolingo. Un ochenta y cinco por ciento de toda la web y hay que entregar avances a quie-
nuestro equipo de trabajo se dedica al contenido nes compran los servicios de traducción.
e investigación. —¿Cómo se motiva a un estudiante para
que no abandone?
—Emulando los videojuegos —dice—.

—S i se piensa la educación actual como Cuando alguien está alejándose de su rutina te-
un modelo de negocio —explica Luis nemos una mascota, un búho verde, que llora.
von Ahn en una de sus charlas—, lo claro es Su llanto se incrementa de manera proporcional
que los incentivos están enfocados en el pago. al abandono. Apelar a las emociones es el mejor
Primero se paga y luego se educa. Primero se camino. Sabemos fehacientemente que cuando
paga y después se aprende. Es como la matrí- el búho llora hay una reacción inmediata.
cula en un gimnasio. Lo más conveniente para —Es decir, se apela a la culpa.
los propietarios es que tú pagues y no vayas —Claro. La culpa sigue siendo el mayor
nunca a quemar calorías. En el caso de Duolin- recurso de persuasión. Esto lo aprendimos de las
go necesitamos que los estudiantes se queden. madres judías a lo largo de la historia. Los estu-
Una manera de pensar más moderna es cómo diantes vuelven para que el búho deje de llorar.
refrescar, recuperar y restaurar el modelo del —¿Ya hay empresas utilizando Duolingo?
aprendiz. El chico que quería ser panadero iba a —Está el caso de CNN en inglés. Ellos

130 | Me monstruo como soy.


Karina Salguero-Moya |

nos pagan por la traducción y nosotros usamos dinados, encontrando errores en sus programas.
sus recursos en las prácticas de Duolingo. No Pero no sé si es aplicable a todo.
le cobramos al estudiante por la enseñanza y el —En Orsai hablamos mucho de la de-
aprendizaje funciona, porque indirectamente saparición de los intermediarios. Desde tu trin-
están leyendo las noticias del día. En este mo- chera, ¿hacia dónde vamos con eso?
delo de negocios, las empresas o instituciones —Una cosa que vamos a ver es que,
grandes que pagan por un buen servicio, como mientras nos civilizamos cada vez más, em-
CNN, nos ayudan a financiar el sitio. pezaremos a tener acceso a mayores ventajas,
—En el camino de lo colectivo, ¿cuá- como la educación, o la comida. Todavía no ha
les son los riesgos? —quiero saber—. Porque ocurrido, y no sé cuántos años nos tomará, pero
hasta ahora has logrado encontrar un buen fin eso va a pasar.
a tus proyectos. Pero alguien podría hacer lo —Trabajás en un proyecto permanente-
mismo hacia una dirección más oscura. mente complejo. ¿Hay algo más que el desa-
—Realmente podría organizarse a mucha rrollo de Duolingo?
gente para actuar en proyectos grandes y colec- —No. Estoy totalmente obsesionado con
tivos y sin saberlo, actuar en contra. Yo todavía mi trabajo. Para mí trabajar no es trabajar. Me
no he visto un solo caso. Creo que en general gusta mucho lo que hago. Son raros los días en
las personas que actúan en cooperaciones masi- que descanso. Mi esposa me reclama, dice que
vas en línea saben hacerlo muy bien. me casé con mi trabajo y no con ella.
—ReCaptcha para digitalizar todos los —Pobre, tu esposa...
libros que existen, Duolingo para traducir la —Ella es la que me fuerza a salir de la ofi-
web a cualquier idioma. ¿Ya estás satisfecho? cina. Es fundamental. Sin embargo a ella tam-
—No sé si alguna vez voy a estar conten- bién le gustan mucho mis proyectos, entonces
to. Estaría satisfecho el día que cualquier per- siempre hablamos de ellos en casa.
sona pueda aprender sin tener que pagar. Nadie —¿Con qué vas a continuar una vez que
debe pagar por aprender. Me gusta que cual- Duolingo camine libre?
quier persona que quiera aprender otra lengua —No sé. Hay dos cosas que me llaman
lo pueda hacer rápido en Duolingo. Que todos mucho la atención: una es la educación. No
lo estén haciendo porque es gratis. No sé si esto solo educación de idiomas. Sino otros tipos de
llegará a suceder con la educación, pero es lo educación. El otro tema es el estado de la baja
que quisiera que pasara. seguridad en varios países de Latinoamérica.
—En tu modelo de negocio paga quien Pero no estoy seguro. Es algo que me preocupa
puede pagar y se beneficia el que no tiene ac- mucho, pero aún no tengo ninguna buena idea.
ceso fácil a la información. ¿Crees que este —¿Cómo medís tu trabajo?
sea un nuevo modo para que las economías —Lo que me da mayor satisfacción en la
comiencen a moverse? ¿O es un caso aislado? vida es saber que estoy ayudando a personas.
—No creo que sea un caso aislado, pienso Me gusta recibir cientos de correos dándome las
que hay otros casos en los que se puede aplicar gracias. Saber que hice un cambio positivo para
esto. Por ejemplo, hay otros tipos de educación. el mundo me hace feliz. Una vez oí algo que me
Para mí esto se puede aplicar a la educación de pareció bueno, no sé quién lo dijo: «Preferiría
programación, siempre alrededor de los siste- haber fundado la Wikipedia, que no dio mucho
mas y las computadoras. Se puede enseñar a las dinero pero mejoró el mundo, que haber sido el
personas a programar gratis y que las que pa- CEO de un gran banco que ganó mucho dinero
guen sean empresas de software. Los estudian- pero que no ayudó a nadie». x
tes estarían, mientras tanto, aprendiendo coor-

Esteban Fotógrafo, escritor y productor audiovisual. Estudió Ciencias Políticas en la


Chinchilla Universidad de Costa Rica; escribió un libro de poesía, Carpintería, publicado
por la Cooperación Cultural Española en Costa Rica en 2013, y uno de cuentos,
San José, 1978 Grandes distancias. Dirige la editorial Ambigú.

Vos tendrás mucha calle pero yo tengo oscuridad. | 131


educación
Xxxxxxxx

modern
school
El periodista Daniel Riera estudió catorce años en un colegio
privado. «Asistí —dice— a un plan sistemático para convertirme
en un fascista hijo de puta». ¿Habrá fracasado el plan?

escribe daniel riera


ilustra matías tolsà
Daniel Riera |

N
o sé qué delirio de grandeza
tenían mis padres cuando me
anotaron en el Modern School
de Lanús, provincia de Buenos
Aires, Argentina. Era un colegio
privado, carísimo, de doble escolaridad, donde
aprendí inglés a cambio de que me limaran el
cerebro. No sé por qué extraña y estúpida iner-
cia cursé allí en jardín de infantes, preescolar,
Daniel Riera toda la escuela primaria y toda la secundaria
Buenos Aires, 1970 hasta la primera semana de quinto año, cuando
Ventrílocuo, escritor y periodista, me echaron. Mis padres me preguntaron más de
en el orden que ustedes una vez —a lo largo de esos catorce años— si
quieran. Es autor de los libros quería cambiarme de escuela. El miedo a lo des-
Vas a extrañarlo, porque es conocido, el apego a tres o cuatro compañeros
justo, 2002 (reeditado en y a una chica que me gustaba —aunque jamás
2011); Sexo telefónico, 2005;
El carácter Sea Monkey, me diera bola— me llevaron a quedarme. Hace
2007; Buenos Aires Bizarro, poco, mirando una vieja foto, conté a los que
2008; Familia y propiedad/ hicieron todo el recorrido en el mismo lugar.
La vergüenza nacional, 2009; Somos nueve. Tengo cuarenta y tres años: eso
Evangelios y Apócrifos, 2010; quiere decir que cursé toda la primaria y el pri-
Nuestro Vietnam y otras
crónicas, 2010, Ventrílocuos. mer año de la secundaria en dictadura. Cuando
Gente grande que juega con llegó la democracia, en el Modern no se notó, al
muñecos, 2012. Acaba de menos mientras yo estuve.
terminar un libro sobre Sandro. Hace poquito, Jimena, una excompañera
Es coautor de otros tantos libros de colegio, escribió lo siguiente en su muro de
y dirige una colección de crónica
periodística para la editorial Facebook:
argentina Libros del náufrago. «Desenmascarando la hipocresía: un re-
Trabajó en varias revistas a lo cuerdo desagradable de mi colegio, cuando una
largo de su vida. Desde 2009 de las autoridades de mayor jerarquía nos pidió
es ventrílocuo: formó el dúo que el uniforme que ya no usáramos lo cortá-
Paco y Oliverio con su muñeco
Oliverio. A Paco y Oliverio los
ramos con el objetivo de que los chicos pobres
acompañan ahora una banda que pudieran abrigarse con el mismo no le hi-
de rock llamada Los Oliverios y cieran mala propaganda al colegio... qué feo!!!
la directora de teatro Milagros (Tengo testigos)».
Ferreyra. Se autodenominan La No conocía la historia que contó Jime-
Vanguardia de la Ventriloquia.
na, pero no me sorprendió en absoluto. En los

No hay que preguntar nada porque la democracia se pone nerviosa. | 133


134 | Xxx
Daniel Riera |

comentarios a su post, otros excompañeros di- 1978. No fuiste vos. La señorita Susana
jeron exactamente lo mismo que digo ahora: encarga una «redacción» para escribir en casa,
que no conocían la historia, pero que no los ya no recuerdo sobre qué, pero sí que el tema
sorprendía en absoluto. Otra excompañera dijo me entusiasma y que nada me gusta más que
con humor que los pobres no se habían perdido escribir «redacciones». El día señalado, entrego
nada, porque si algo no hacía aquel uniforme de la mía. La señorita Susana me la devuelve con
mierda era abrigar. Me consta: en las mañanas un cartelón en rojo. El cartelón dice «Rehacer,
más frías de invierno, mi madre solía «refor- se pedía un texto original, no uno copiado de
zar» la delgadísima bufanda escocesa del uni- un libro». Yo no lo había copiado de un libro.
forme con una de lana que me protegía un poco Se lo digo, pero no me cree. Resignado, escribo
más. Quiso la casualidad que un día mi madre la redacción más estúpida que puedo, justo lo
entrara al colegio a pagar la cuota en el momen- que la señorita Susana espera de mí. Esta vez la
to exacto en que la dueña del colegio me esta- calificación es «Excelente».
ba gritando por usar esa segunda bufanda, que 1980. Quinto grado. La señorita Aída me
desacreditaba a la oficial. Le dijo, simplemente, grita: «¡Parecés un subversivo!». Con el tiem-
«¿Por qué le grita a mi hijo?» y la dueña se puso po, pierdo la causa de su enojo. La frase, en
pálida. La dueña y la directora del colegio eran cambio, me queda grabada para siempre. Un
sujetos intercambiables, autoridades a las cua- subversivo de diez años, eso soy para ella.
les debíamos respetar y obedecer. 1980. Quinto grado. La señorita Norma
pide una redacción. En el menú de temas está
«El patio de mi escuela». Escribo que el patio de
1978. Tercer grado. Dibujo libre. La señorita mi escuela es hermoso, lástima que esté dividi-
Susana acostumbraba a pedirnos, a principio de do en dos áreas separadas, una para nenes y otra
cada mes, que dibujáramos lo que ella llamaba para nenas. Escribo que el patio de mi escuela
«la carátula». A partir del mes de julio, comien- es hermoso, lástima que no nos permitan jugar
zo a dibujar siempre lo mismo, la escena más a la pelota. Escribo que el patio de mi escuela
feliz que un chico de ocho años al que le gusta es hermoso, lástima que no me permitan correr.
el fútbol podía vivir en 1978: un jugador con Escribo que el patio de mi escuela es hermoso,
la camiseta de la Selección argentina define un lástima que no nos permitan jugar a las cartas.
Mundial. Mes tras mes dibujo el tercer gol de Escribo que el patio de mi escuela es hermoso,
Daniel Bertoni a Holanda, los jugadores holan- lástima que no nos permitan jugar a las figuritas.
deses con las manos en la cintura, el arquero en Al día siguiente devuelven todas las redaccio-
el suelo, vencido, una línea de puntos que marca nes corregidas, cada cual con su correspondien-
la trayectoria de la pelota hasta que entra en el te nota, excepto la mía. La señorita Norma dice
arco. En el mes de octubre, mi madre es citada a que no la encuentra, que le dé un par de días
una reunión donde la señorita Susana, fastidiada porque no sabe dónde la puso. Mientras tanto,
porque en el mes de octubre no había dibujado a la señora Celeste de Tapia, directora de la pri-
la Santa María, la Niña y la Pinta descubriendo maria del Modern School, cita a mi madre. Le
América, le anuncia que yo no soy un chico nor- pregunta si soy feliz. Mi madre, sorprendida por
mal, que tengo una fijación y que no soy capaz la pregunta, dice que sí, que a veces seré más fe-
de dibujar carabelas en octubre. liz, a veces menos, como todos los chicos, como
1978. Tercer grado. Fuiste vos. La señori- todo el mundo. La señora Celeste puntualiza: le
ta Susana me acusa, porque sí, de haberme tira- pregunta si soy feliz en el colegio, porque si no
do un pedo feo y oloriento en medio de la clase. lo soy, tal vez lo mejor sería que me fuera. Le
Unos treinta chicos se ríen de mí. La crueldad notifica a mi madre que mi redacción ha sido
es una tentación muy grande para cualquier chi- retenida por mi seguridad personal, porque si la
co, y ni hablar si está avalada por la maestra. La leyera una inspectora de las que frecuentemente
señorita Susana también se ríe, hasta que una visitan el colegio, me harían desaparecer.
compañera junta coraje y le dice que fue ella, 1981. Se me ocurre llevar al colegio un
que la disculpe, que no fue su intención, que libro satírico llamado ¿Todo empezó con Marx?
se siente mal. La señorita Susana autoriza a mi (ahora, mientras escribo esto, lo googleo y des-
compañera a pasar al baño y continúa la clase cubro que su autor es un norteamericano llama-
como si nada, satisfecha por haber hallado a la do Richard Armour). Con el tiempo descubriré
nena que se había tirado un pedo. que el libro, dentro de su tono livianito, es muy

Marginalidad es perder un dedo en una fábrica o tener suegros antes de los dieciocho. | 135
| Mi tía Chus

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Daniel Riera |

anticomunista. A los once años no entiendo Noche de los lápices, de la cual justamente ese
nada de esas cosas. Lo único que entiendo a los día se cumplen diez años. La respuesta, lacó-
once años es que tiene dibujitos muy divertidos. nica, burocrática, es «No está en el Calendario
Lo único que entiende Miss Miriam, la maes- Escolar». Un compañero, profético, me dice:
tra de inglés, es que el libro tiene la palabra «Estás loco. Quedaste marcado».
«Marx» en mayúscula imprenta en la tapa, y un Marzo de 1987. Me presento al primer día
dibujito de un señor con barba. Miss Miriam de clase del último año de la escuela secundaria
me secuestra el libro, al grito de «¡Nene, nene, con el cabello largo. El rector del colegio me
no traigas esto al colegio!». impide la entrada. Al día siguiente, me presento
Mayo de 1982. Séptimo grado. La Argen- con el cabello un poco más corto. Un preceptor
tina está en guerra con Inglaterra. El Modern me saca de la clase. María Marta —aquella pro-
School ha dejado de llamarse así. Ahora es el fesora de Filosofía que dijo que las Madres de
Instituto Moderno de Educación Integral. La se- Plaza de Mayo tenían a sus hijos en Europa—
ñorita María Emilia (o algo así, su nombre se me me tira de la lengua, me trata como si fuera su
escapa) pide un «artículo periodístico» futuris- hermano menor para que entre en confianza, me
ta, tema libre, para aplicar las técnicas del oficio pregunta cómo estoy, qué me anda pasando. Le
aprendidas en clase. Escribo entonces uno fecha- digo que me apena que en este sitio la discipli-
do en agosto de 1982, en el cual el general Gal- na sea más importante que la educación. Al día
tieri exhorta a la población a defender Buenos siguiente, mi madre es convocada a una reunión
Aires, el último bastión de la resistencia contra en la cual le comunican que han decidido dar-
los ingleses. La señorita María Emilia invita a me el pase libre, y que esperaban que aceptara
la directora al aula a leer mi artículo. La señora la oferta porque de lo contrario no iban a tener
Celeste de Tapia me dice, delante de mis compa- más remedio que expulsarme.
ñeros —quiere que todo el grado escuche— que No sé qué delirio de grandeza tenían mis
es «de malos argentinos» suponer siquiera que padres cuando me anotaron en el Modern School
podemos perder la guerra. Me ordena romper de Lanús, provincia de Buenos Aires, Argentina.
mi trabajo frente a mis compañeros y escribir Era un colegio privado, carísimo, de doble esco-
otro más optimista. Un mes después, como to- laridad, donde aprendí inglés a cambio de que
dos sabemos, la Argentina pierde la guerra de me limaran el cerebro. Entré a los cuatro años,
Malvinas y Charly García escribe una canción en 1974. Salí poco antes de cumplir los dieci-
inmortal llamada No bombardeen Buenos Aires. siete, en 1987. Terminé mis estudios en el Ins-
1986. La señora Cristina se acerca al aula tituto San Juan, un colegio privado de Banfield,
de cuarto año a notificar que está permitida y mucho más barato que el Modern, donde iban
que es bienvenida la formación de un Centro a parar todos los repetidores y expulsados del
de Estudiantes en el colegio, pero que en dicho conurbano bonaerense. Una vez, ya adulto, me
centro estará terminantemente prohibida la rea- crucé por la calle con la señorita Susana, la de
lización de actividades políticas y gremiales. Le tercer grado. Me saludó muy efusivamente, per-
pregunto: «¿Y entonces para qué sirve?». Mis manecí en silencio y se fue, ofendida. Supe con
compañeros se ríen a carcajadas. La señora Cris- el tiempo que habían echado del Modern a la
tina me dedica una de esas miradas de odio que señora Aída por gritona, que la señorita Norma
todo aquel que las recibió no se olvida jamás. había muerto muy joven y que todas las humi-
Algún momento de 1986. La profesora de llaciones recibidas por aquellos años cada tanto
Filosofía, señora María Marta, alude a «esas mu- salen a flote. Supe que la profesora María Marta
jeres que tienen a sus hijos en Europa y andan con se convirtió en la directora del colegio. Ahora
el pañuelo blanco en la cabeza». La primera vez La noche de los lápices sí está en el Calenda-
que lo dice, permanezco en silencio. La segunda rio Escolar, pero ignoro si alguien se encarga de
vez, le digo, tímidamente, «No es así». Ella dice evocarla en el Modern. Asistí a un plan sistemá-
«No te quepa ninguna duda de que es así». tico para convertirme en un fascista hijo de puta.
Septiembre de 1986. El dieciséis de sep- Supongo que fracasaron, pero a veces me asusta
tiembre, antes de un acto escolar por el Día del pensar en los pequeños éxitos que puedan haber
Profesor, mi amigo Gustavo y yo pedimos a las tenido conmigo, en lo difícil que es desaprender,
autoridades de la escuela que hagan un minuto en las camperas que algún adolescente de clase
de silencio en homenaje a los estudiantes se- media estará tijereteando hoy, en su casa, para
cundarios desaparecidos durante la llamada que no las use ningún pobre. x

Ahora cualquiera es gay, cualquiera es nazi, cualquiera es genial. Qué mundo de mierda. | 137
La letra pequeña

ya somos señorita

H ace un tiempo, en la edición doce o trece, notamos cambios hormonales, pero nos
costó mucho separarnos del dibujo de tapa. Y a la vez nos parecía que teníamos
que probar. Para una revista de nuestra edad (tenemos catorce), pasar de dibujo a foto
STAFF

de portada es un momento clave de la adolescencia. Las otras revistas más grandes, Editor responsable
que ya usan foto en la tapa, te miran raro, te señalan con el dedo. Te dicen: «¿Nunca Hernán Casciari
probaste?», y después se ríen entre ellas. Ya no soportábamos la presión social, y nos
arriesgamos. Preguntamos quién era el mejor que podía hacerlo, nos dijeron que un Jefe de redacción
tal Marcos López. «Está un poco loco, pero te cuida, y si llorás te da Nesquik», nos Christian Basilis
dijeron. Y allí fuimos. Al principio fue horrible, porque en vez de pinceles había trípodes,
Dirección de arte
y la luz nos enceguecía. Pero Marcos López nos tranquilizó con formol. Cuando
María Monjardín
nos despertamos ya estaba el trabajo hecho. El resultado nos gustó muchísimo. Al
irnos, Marcos López nos dijo: «Ojo, que no se les haga vicio, todavía tienen mucha
Edición
adolescencia por delante».
Josefina Licitra

Entrevista
Karina Salguero-Moya

Novela Gráfica
Horacio Altuna

Arte y diseño
Ermengol Tolsà
Matías Tolsà

Marcos López Humor gráfico


Santa Fe, 1958 Alberto Montt
Ángel Boligán
Es uno de los Bernardo Erlich
grandes fotógrafos Eduardo Salles
latinoamericanos. Ha Gustavo Sala
conseguido crear un Juan Sáenz Valiente
mundo de imágenes Liniers
poderosas con sus Manel Fontdevila
fotografías que mezclan Miguel Rep
lo popular con la Tute
sofisticación del pop-
art. Integra el primer Corrección
grupo de becarios en la Florencia Iglesias
Escuela de San Antonio
de los Baños, dirigida En este número
por García Márquez. Marcos López
Javier Sinay
Juan Forn
Santiago Dufour
Aviso legal. Esta edición de Orsai en papel posee un microchip de localización por GPS escondi- Margarita García Robayo
do en el lomo. Si esta revista le fuese sustraída por un delincuente, el dueño deberá dirigirse a la Sergio Mora
sección Sustracciones de la página editorialorsai.com e ingresar el número clave de cinco cifras de Melania Stucchi
su carné de suscriptor. Una vez conectado, el dueño podrá ubicar la revista en un radio de ocho
Pupi Herrera
kilómetros o hacer que la revista emita un pitido intermitente. Los suscriptores premium (que han
comprado la suscripción completa 2013) extienden su radio de búsqueda a los treinta kilómetros y
Nacho Carretero
pueden hacer que la revista le explote en la cara al delincuente. Como estas mejoras están en fase María Wernicke
beta, Editorial Orsai SRL no se responsabiliza si la revista le explota en la cara a su propio dueño Diego Papic
o si el delincuente es quien emite un pitido. Instrucciones para el delincuente: esta revista tiene Rafa Fernández
integrado un sistema de localización por GPS, si usted ha sustraído la presente edición, puede Esteban Chinchilla
desactivar el rastreo leyendo en voz alta los parlamentos de la historieta de la página sesenta y dos. Daniel Riera
Instrucciones para el distribuidor: esta edición tiene activado un sistema de localización peligroso,
antes de entregar la revista a un cliente diga en voz alta y clara, con los labios cerca del lomo, las
Desarrollo web
palabras «paso y quiero». De este modo el sistema reconocerá que la revista pasa a manos de un
lector, y no de un delincuente. Nota técnica: el sistema de rastreo no funciona bajo el agua, ni en Guillermo Harosteguy
condiciones térmicas adversas (con la excepción de tornados). Los microchips y los ejemplares de
la Orsai número catorce, correspondientes a los meses de julio y agosto de 2013, se ensamblaron Administración
en imprenta Mundial, de calle Cortejarena 1862 de Buenos Aires, en el mes de junio de 2013. El Cristina Badia
depósito legal es el L-1382-2010. El ISSN, el 9772014015004-14. La marca «Orsai, Nadie en el Silvia Peralta
Medio» está registrada a fuego en el anca izquierda de la burocracia.

146 | Las frases al pie de esta edición son de @spinozo

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