Tesis 16. El Concilio de Nicea

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Tesis 16: El Concilio de Nicea 1

TESIS 16: EL CONCILIO DE NICEA

Esquema sintético de la tesis1

1. Herejía, historia y teología previa al Concilio


1.1. Herejías trinitarias y cristológicas.
 Triteísmo, monarquianismo, adopcionismo, ebionismo, docetismo,gnosticismo y
marcionismo.
1.2. Historia. El paso de la Iglesia martirial a la Iglesia de Constantino.
1.3. Teología previa al Concilio.
2. Biblia y filosofía
2.1. Biblia.
2.2. Filosofía.
2.3. Arrio y su doctrina.
2.4. Concilio de Nicea.
• El origen y el desarrollo.
• Las afirmaciones teológicas.  Los anatemas.  El término
“homoousios”. Apreciaciones, valores y limitaciones.

3. Significación hermenéutica y valor permanente de la fórmula conciliar


3.1. Significación hermenéutica.
3.2. Valor permanente de la fórmula conciliar.
• Ámbito teológico.
• Ámbito soteriológico.
• Ámbito eclesiológico.

1. Herejía, historia y teología previa al Concilio

1.1. Herejías trinitarias y cristológicas


Triteísmo. Herejía según la cual la Trinidad es una comunidad integrada por tres dioses. Se
ponen de acuerdo para salvar a los hombres. Así como en Dios hay tres personas distintas, hay

1 Referencias bibliográficas. ALOIS GRILLMEIER, Cristo en la tradición cristiana: desde el


tiempo apostólico hasta el concilio de Calcedonia (451), Ed. Sígueme, Salamanca 1997;
JAVIER PAREDES (ED.) Y AA.VV., Diccionario de los Papas y Concilios, Ed. Ariel,
Barcelona 1998; OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, Ed. BAC,
Salamanca 2008, pp. 230ss.; HEINRICH DENZINGER – PETER HÜNERMANN, El
magisterio de la Iglesia, Ed. Herder, Barcelona 1999, nº 125 y pp. 92-93; GERHARD L.
MÜLLER, Dogmática. Teoría y práctica de la teología, Ed. Herder, Barcelona 2009, pp.
328ss.
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también tres esencias o naturalezas, y –por consiguiente– tres dioses. Para el triteísmo el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo son sencillamente tres dioses que forman sólo una unidad
conceptual. Es una herejía antigua, pues ya la menciona expresamente el Papa S. Dionisio en
su célebre carta a S. Dionisio de Alejandría, atribuyéndola a Marción.

Monarquianismo. Asegura que solo existe un único principio divino (monos + arjé =
monarchia). Hay tres tipos de monarquianismo, que son el modalismo, el subordinacionismo y
el monarquianismo dinámico. El 1º asegura que los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo
designan solo modos bajo los cuales la divinidad se ha presentado, según sus funciones en la
historia. El 2º indica que el Hijo está subordinado al Padre, siendo inferior a Él. Es la 1ª
creación de Dios, diferente de Dios; es la mejor de la criaturas. El Hijo es un dios de 2º orden,
que actúa de intermediario entre Dios y el mundo. En el 3º, Pablo de Samosata afirma que el
Hijo es dynamis (=potencia) del Padre, sin personalidad propia. Cree en el monarquianismo
dinámico o adopcionista.

Adopcionismo. Su autor es Teodoto de Bizancio. Herejía según la cual Jesús no es Dios por
naturaleza, sino un hombre sobre el que ha descendido el Espíritu o el Verbo, y al que Dios ha
aceptado y adoptado por Hijo. Dios le ha conferido una potencia divina para que pueda llevar a
cabo su misión en el mundo.

Ebionismo. Extendido dentro del judeocristianismo. Niega la divinidad de Cristo. Existen dos
sectas ebionitas: una rechaza el nacimiento virginal de Jesús y la otra lo acepta. Jesús es un
mero hombre, excelso en su moralidad, en su honda doctrina y en su profetismo radical.
Rechaza la trascendencia divina de su persona. Acaba derivando en adopcionismo.

Docetismo. Niega la verdadera humanidad de Cristo. Origina graves consecuencias morales


(encratitas). Atribuye a Cristo un cuerpo aparente (dokeo = parecer) y no real y niega los
diversos dogmas relativos a la encarnación y a la redención. Busca explicar racionalmente el
misterio de Cristo.

Gnosticismo. La gnosis afirma que la materia es radicalmente mala; como consecuencia


inmediata, es imposible que Dios, espíritu purísimo, se contamine realmente con ella. Rechaza
la unión del Hijo de Dios con el hombre Jesús. Habría 2 Cristos: uno superior y trascendente
(Verbo); otro inferior y de envoltura exterior (hombre Jesús). Posee diversas variantes: unas no
admiten en Jesús ninguna realidad humana; otros sí aceptan la encarnación, pero no los
sufrimientos de la cruz; otros le atribuyen un cuerpo privilegiado, sin miserias. Gnósticos son
Basílides y Valentín.
Marcionismo. Separa radicalmente el Dios del AT del Dios predicado por Cristo. El 1º es
violento, malo e iracundo; el 2º es Dios misericordioso, bueno y Padre de Cristo. Rompe la
unidad de la historia salvífica, con sus claves de creación-salvación.

1.2. Historia. El paso de la Iglesia martirial a la Iglesia de Constantino


Libertad. La época prenicena es testiga de un nuevo escenario histórico y social para la Iglesia.
Nace la libertad, frente a las violentas persecuciones y a los martirios del pasado (narrados en
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las Actas, Passiones y Martyria). Se articula el Edicto de la tolerancia (311) y el Edicto de


Milán (313). Aparece el ejercicio de la libertad religiosa en el foro externo. Se da una unión
considerable entre la Iglesia y el Imperio, que se concreta en: la responsabilidad del emperador
para todos los asuntos de este mundo; la aparición de una concordia de la Iglesia dependiente
de la estabilidad del Imperio; el nacimiento de una teología política, que quiere legitimar con el
monoteísmo teológico la monarquía imperial; la necesaria autoridad del emperador, para hacer
nombramientos de obispos y para convocar concilios, para llevar adelante decisiones
conciliares…

Estabilidad. En cuanto al concilio de Nicea, el emperador Constantino (que por estas fechas
aún no se ha bautizado) facilita la participación de los Obispos, poniendo a su disposición los
servicios de postas imperiales para que hagan el viaje, y ofreciéndoles hospitalidad en Nicea de
Bitinia, cerca de su residencia de Nicomedia. De hecho, considera muy oportuna esa reunión,
pues –tras haber logrado con su victoria contra Licinio en el año 324 la reunificación del
Imperio– también desea ver unida a la Iglesia, que en esos momentos está sacudida por la
predicación de Arrio. Desde el año 318 Arrio se ha opuesto a su obispo Alejandro de
Alejandría, y ha sido excomulgado en un sínodo de todos los obispos de Egipto. Arrio huye y
se va a Nicomedia, junto a su amigo el obispo Eusebio. Atendiendo a todas las fuentes
disponibles se puede decir, ciertamente, que Constantino propicia la celebración del Concilio
de Nicea e influye en el hecho de su celebración, prestando todo su apoyo. Desea la estabilidad
eclesial.

Comunión. Para solucionar la controversia en torno a Arrio, el emperador Constantino, poco


después de haberse convertido en soberano único (324), convoca este “primer concilio
ecuménico” de la historia de la Iglesia. Anhela la comunión. Al principio Ancira es el lugar en
el que se va a celebrar, aunque se opta finalmente por Nicea, que está más próxima a la
residencia imperial en Nicomedia. El ser ecuménico se debe a dos elementos: decide con
carácter obligatorio-universal un problema que afecta a la totalidad de la iglesia; en su
composición se representa a toda la Iglesia. El emperador Constantino lo inaugura
solemnemente, en persona, en el salón principal de su palacio (20 de mayo del 325). El concilio
dura probablemente hasta el 19 de junio del 325, con la celebración de los veinte años de
gobierno (vicennalia) del Emperador Constantino. Se supone que se redactan actas del
concilio, pero no nos han llegado.

1.3. Teología previa al Concilio.


La teología prenicena contiene argumentos defensores de la divinidad del Hijo. No faltan
posturas puntuales de subordinacionismo.

Justino. 2 Apologías y Diál. con Trifón. El Logos divino sólo aparece en su plenitud en Cristo.
Todo hombre posee un Logos spermatikós (semilla del Logos). Distingue entre Logos
endiathetós (Palabra interna coexistente con el Padre) y Logos prophorikós (Palabra
pronunciada, Dios manifestado en la creación). Cristo es Verdad en persona.

Melitón de Sardes. Cristo es Dios, preexistente. Le llama “Padre”. Sí a la encarnación.


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Ireneo de Lyón. Unidad esencial de Dios e identidad con el Dios del AT. Generación eterna
del Hijo. Afirma la perichoresis o circumincessio. Cristo recapitula todas las cosas. Dios se ha
manifestado por el Hijo. Hay un solo Cristo, el Hijo, el Logos.

Hipólito de Roma. Relación del Logos y el Padre en términos subordinacionistas. Verbo


generado en tres fases. La encarnación hace al Logos el “Hijo perfecto”.

Origenes. El alma preexistente de Jesús une el Logos infinito y el cuerpo finito de Cristo. Es el
1º en hablar de “Dios-Hombre”. Unión estrecha de las 2 naturalezas en Cristo. Enseña la
communicatio idiomatum. Incluye en cristología griega términos como physis, hypostasis,
ousia, homoousios y theanthropos.

Tertuliano. Apología. Es el primer escritor que utiliza los términos latinos como Trinitas,
aplicado a las 3 divinas personas. Identifica a la Sabiduría con el Verbo. Afirma claramente las
2 naturalezas en la única persona de Cristo. No hay transformación, fusión o combinación de la
divinidad en humanidad. El Espíritu Santo “es” del Padre por el Hijo. Le llama la “tercera
persona”.

Novaciano. De Trinitate. Dice que el Logos estuvo siempre con el Padre: lo envió para crear el
mundo. Resalta la unidad de la divinidad (no emplea el vocablo trinitas). Cristo está siempre
sometido al Padre (es el ángel del gran consejo). No es diteísta, pero sí subordinacionista. El
Espíritu Santo es inferior al Hijo y hace a la Iglesia perfecta.

2. Biblia y filosofía
2.1. Biblia
Textos bíblicos utilizados por Arrio. Los textos bíblicos en los que Arrio se basa para
defender sus planteamientos son: Prov. 8,22 (Sabiduría creada [el Señor me hizo al principio de
sus obras]); 1 Cor 1,24 (Cristo es potencia de Dios y sabiduría de Dios); Jn 14,28 (el Padre es
mayor que yo); Col 1,15; Heb 1,4; 3,2; 1Pe 3,15; Hch 2,36 (textos en los que el concepto
“hacer” lo interpreta para demostrar que el Logos es criatura); Mc 13,22 ([leído en tono
subordinacionista] el Hijo del hombre no conoce el día del juicio]); Jn 14,28 (el Padre es mayor
que yo).
Textos bíblicos de orientación nicena. Afirman la divinidad de Cristo. Entre ellos están textos
bíblicos como: “en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra
era Dios” (Jn 1,1); “por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus
compañeros” (Sal 45) ; “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28). La fe recta de
Nicea prueba que Jesús y Cristo no son dos sujetos distintos, sino uno y el mismo. Él es el
único Señor (1 Cor 12,5), el único mediador (1 Tim 2,5), el uno y único Hijo del Padre (Rom
1,3), el que en la existencia humana asumida se ha sometido a la humillación y a la exaltación
(Flp 2,611). El Logos es Jesús, el Cristo (Jn 1,14-18). Alejandro de Alejandría (obispo) apoya
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la fe nicena en textos sobre el “Hijo propio, amadísimo del Padre” (Mt 3,17; 17,5; Ps. 2,7;
109,3).

2.2. Filosofía
Filosóficamente algunas posturas no favorecen el surgimiento de la fe de Nicea:
Filosofía helenista. Indica que la idea de un encuentro real entre Dios y el mundo en el curso
de la historia era ajena a los mitos paganos, a los sistemas sincretistas y a la filosofía.

Celso, en su Discurso verdadero contra los cristianos. Opone a una verdadera encarnación la
tesis de la inmutabilidad de Dios: o bien Dios se mudo realmente (como los cristianos afirman,
a un cuerpo mortal, sujeto a padecimientos) o no se mudó, sino que hizo creer que había
cambiado (sería mentiroso y esto es contrario a la divinidad). Hace una crítica filosófica a la
teología de la encarnación. La inmutabilidad de Dios, para la cultura griega y para Celso, hace
inviable el encuentro de Dios con el mundo.

Filón de Alejandría. El Logos está entre el Dios uno y los hombres. Es el arquitecto del
Universo, el instrumento de la creación y un ser producido por Dios inmediatamente y con
anterioridad a la producción del mundo. El Logos es un intermediario entre Dios y la materia.

Porfirio. Se niega a aceptar a Cristo como el Hijo de Dios hecho hombre, venido en carne y en
carne resucitado.

Platón. Son importantes sus obras Timeo y Critias. Explica la creación del mundo a partir de
un demiurgo que emana del Unum.

Plotino, en sus Enéadas. Habla del Uno, del intelecto y del alma universal. Jamás menciona a
Cristo, a pesar se inspirarse en los gnósticos cristianos. Neoplatónico que abre la filosofía a la
mística. Concibe tres hipóstasis universales, formadas por el Principio o Único, por la Razón
(procedente del Principio como el rayo del sol) y por el Alma.

Estoicismo. Ve al Logos como anima mundi (logos interior / logos exteriorizado). La


naturaleza entera se halla gobernada por una "razón" providente y divina (Logos) que dirige
providencial y sabiamente el "destino" de las cosas y de los hombres. El Logos divino es
inmanente a la naturaleza; está disperso y difuso entre la realidad.

Anotación. Antes de Nicea no hay una exacta comprensión de los conceptos ousia e
hypóstasis; essentia y substantia; natura y persona; individualidad numérica y genérica; no
creado y no engendrado. Filosóficamente no se distinguían clarísimamente.
2.3. Arrio y su doctrina
Jesús no es Dios. Arrio dice (contra su obispo Alejandro de Alejandría) que Jesús no es
propiamente Dios. Los partidarios de Arrio creen que en cuanto expongan sus puntos de vista
la asamblea les dará la razón. Sin embargo, cuando Eusebio de Nicomedia toma la palabra para
decir que Jesucristo no es más que una criatura, aunque muy excelsa y eminente, y que no es de
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naturaleza divina, la inmensa mayoría de los asistentes nota, en seguida, que esa doctrina
traiciona la fe recibida de los Apóstoles.

El Logos de Arrio. La obra de Arrio es Talía. Su pensamiento se centra en torno a la


controversia sobre la divinidad del Logos. Arrio, presbítero alejandrino (256- 336) tiene en
cuenta las tensiones entre el monarquianismo y el subordinacionismo. Quiere ofrecer una
solución: para ello indica que el Logos, Jesucristo, no es Dios verdadero. No es eterno y no
tiene igualdad esencial con el Padre. Es el primogénito de toda la creación, la más excelsa de
las criaturas, pero nada más.

Cosmología descendente. Arrio parte de una filosofía y de una cosmología descendente:


estamos ante el platonismo medio, para el que Dios y el mundo son incomunicables. Necesitan
la mediación de un ser intermedio. Este platonismo postula que hay un Dios (Uno supremo,
Mónada, Primera hypóstasis, que es Dios en sentido real); hay dos hypóstasis creadas (que son
el Hijo [Logos, Intelecto, Nous] y el Espíritu), intermediarias entre Dios y el mundo terreno; y
se da la existencia del mundo de la materia (=hylé), la realidad más baja.

Unicidad de Dios. Arrio pretende preservar el monoteísmo –con la absoluta unicidad, la


absoluta trascendencia y la absoluta inmutabilidad–. Según Arrio la igualdad esencial entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu desembocaba en una especie de duplicación o triplicación del
protoprincipio ingénito. Esto distorsionaría el monoteísmo y lo deformaría en un biteísmo o
triteísmo. Si Dios es ingénito e inmutable, entonces laPalabra nacida de Él ha de ser posterior
en el tiempo, y en modo alguno de la misma esencia que Dios. Dios, indica Arrio, sólo es Padre
en el momento que crea al Hijo. Aduce que si el Padre hubiera comunicado totalmente al Hijo
su esencia divina, se habría visto obligado a renunciar a una parte de su divinidad. Se habría
destruido la monas (=unicidad) de Dios.

+Mediador demiúrgico. Jesús es el Logos, el ser intermedio. Es el mediator demiúrgico entre


Dios y el mundo, más que el revelador del Padre. Arrio asegura que sólo el Padre es no
engendrado. El Hijo es engendrado como primera creatura, que no existía antes de su
engendramiento. Como creatura ya es distinto de la sustancia o de la esencia del Padre. Arrio
señala que sólo el Padre es Dios en sentido extricto y verdadero. El Hijo es Dios sólo por
participación y por creación, en sentido análogo, pero sin ser “Dios verdadero”. Al Hijo lo
podemos llamar Dios, pero sólo como título honorífico (por ser el 1º de todas las criaturas).
Todo esto –dice Arrio– nos exige concluir que el Hijo es desemejante (=anomoios) al Padre.

No autocomunicación de Dios. Arrio rompe el vínculo de trinidad inmanenteeconómica.


Excluye una autocomunicación de Dios. Imposibilita un encuentro auténtico del hombre con
Dios, en gracia y en inclusión interna en la vida divina.
Helenismo. La doctrina arriana es denunciada porque tergiversa la fe, ya que ha claudicado
ante la filosofía helenística. No obstante cuenta con textos bíblicos para cimentar sus
afirmaciones: “el Señor me hizo al principio de sus obras” (Prov. 8,22), para deducir la
condición de creatura del Logos; “el Hijo del hombre no conoce el día del juicio” (Mc 13,22),
para deducir un subordinacionismo esencialista.
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Derivaciones. La doctrina arriana originó pronto dos bandos: de un lado los arrianos; del otro
los defensores de la ortodoxia, con San Atanasio a la cabeza. No es equivocado pensar que
junto a las diferencias teológico-dogmáticas existían también antipatías personales, rivalidades
de obispos, litigios de escuelas, intereses políticos…

2.4. Concilio de Nicea


El origen y el desarrollo.
Origen.
La división de la Iglesia creó una división de la sociedad. Constantino quiso restaurar la
concordia, y convocó el concilio. El mismo Constantino pidió la inclusión del homoousios en
la confesión de fe. El conflicto de Nicea es, ante todo, un conflicto de interpretación y de
hermenéutica de los textos bíblicos referidos a Cristo. El concilio de Nicea es el primer
concilio ecuménico, es decir, universal. En él participaron obispos de todas las regiones donde
había cristianos. Tuvo lugar cuando la Iglesia pudo disfrutar de una paz estable y disponía de
libertad para reunirse abiertamente. Se desarrolló del 20 de mayo al 25 de julio del año 325.
En él participaron algunos obispos que tenían en sus cuerpos las señales de los castigos que
habían sufrido por mantenerse fieles en las persecuciones pasadas, que aún estaban muy
recientes. Nos acercamos a Nicea afirmando que este concilio estuvo ocasionado por las
afirmaciones de Arrio, según las cuales Cristo ha sido “creado”. El concilio afirma que el
Verbo encarnado es de la misma substancia (o(moou/sioj/ homoousios/ consubstancial) que el
Padre, Dios nacido de Dios. Este concilio es el modelo de todos los concilios posteriores (por
la representatividad que tuvo y por su desarrollo). En las sesiones conciliares se pretende la
interpretación auténtica de la Escritura, a la luz de la regula fidei.

Desarrollo.
• Los Padres conciliares. Constatamos que entre los padres conciliares se contaban las figuras
eclesiásticas más relevantes del momento. Estaba Osio, obispo de Córdoba, que según
parece presidió las sesiones. Asistió también Alejandro de Alejandría, ayudado por el
entonces diácono Atanasio. También fueron Marcelo de Ancira, Macario de Jerusalén,
Leoncio de Cesarea de Capadocia, Eustacio de Antioquía, y unos presbíteros en
representación del Obispo de Roma, que no pudo asistir debido a su avanzada edad. No
faltaron amigos de Arrio, como Eusebio de Cesarea (su protector), Eusebio de Nicomedia y
algunos otros. Participaron unos 300 obispos. Entre los protagonistas, Osio de Córdoba
(actuó en Nicea como persona de confianza del emperador y como representante oficial del
Obispo de Roma); el Patriarca Alejandro de Alejandría, con su diácono-sucesor Atanasio (alma
opositora del arrianismo); el Patriarca Eustacio (que en el año 330 debió ir al destierro por su
rotunda actitud nicena); el Obispo Eusebio de Cesarea (que jugó un papel político importante
en la búsqueda razonable de una vía media entre el arrianismo y el nicenismo inflexible).
• La interpretación recta del kerigma. Los Padres Conciliares tenían mucho interés en
preservar e interpretar de modo recto el kerigma bíblico. Desconfiaban por principio de los
términos no bíblicos y echaban mano de ellos con muchísima moderación (sobre todo al
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hablar de las tres personas divinas, de la substancia divina –del Padre y del Hijo–, de la
relación de la divinidad y la humanidad en el Hijo…).

Las afirmaciones teológicas.


Decisiones conciliares. Las decisiones del concilio han llegado a nosotros por sendas
indirectas. Emanaron del concilio cuatro documentos: una confesión de fe (Symbolum), que
sólo Arrio y sus secuaces se negaron a suscribir, por lo que fueron desterrados a Iliria; un
decreto sobre la fecha correcta de la Pascua, fecha que era obligatoria para la Ecumene; veinte
cánones sobre cuestiones disciplinares; una carta sinodal que comunicaba a las Iglesias
hermanas los resultados del concilio.

Symbolum. El objetivo principal del concilio era clarificar teológicamente y fijar de modo
vinculante, para toda la Iglesia, la fe en la Trinidad (en confrontación con la teología de Arrio).
Nicea emana el Symbolum y da un paso, porque hasta entonces sólo habían existido Symbola
de las Iglesias locales. El contexto en el que nacieron fue la liturgia bautismal. Al decidir en
Nicea este “Credo obligatorio”, la confesión bautismal se convierte en regula fidei ortodoxa
para la Ecumene. La profesión de fe consta de tres miembros (sobre el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo). Los Padres Conciliares decidieron redactar –sobre la base del credo bautismal
de la iglesia de Cesarea– un símbolo de fe que reflejara de modo sintético y claro la confesión
genuina de la fe recibida y admitida por los cristianos desde los orígenes. Todos los Padres
Conciliares, excepto dos obispos, ratificaron ese Credo, el Símbolo Niceno, el 19 de junio del
año 325. El credo de Nicea (que puede verse en DH 125) afirma lo siguiente: “Creemos en un
solo Dios, Padre omnipotente, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo
Señor, Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del
Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no hecho,
consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que
hay en la tierra, el cual por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se
encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, [y] subió a los cielos, y viene a juzgar
a los vivos y a los muertos, y en el Espíritu Santo”. Aparece una serie de elementos finales que
fueron introducidos contra Arrio (esto se hizo con precisión y con frases que excluyeran al
máximo la visión arriana).

Decreto sobre la fecha de la Pascua. Se unifica la fecha para celebrar la Pascua, ya que Roma
y Alejandría tenían sus diversos sistemas de cálculo y de cómputo pascual. Se fija la
celebración en el 1er domingo después del 1er plenilunio de primavera, siguiendo la praxis
habitual en la iglesia de Roma y en muchas otras.
Cánones. Se propusieron 20 cánones conciliares. Los temas que trataron (no de forma
sistemática) son las estructuras eclesiásticas, la dignidad del clero, la penitencia pública, la
readmisión de cismáticos y herejes, las normas litúrgicas… Por lo que respecta a las estructuras
eclesiásticas, se buscó una constitución eclesiástica más universal, para superar el aislamiento
de las comunidades locales. Se habló del modo de consagrar obispos (siempre con la
confirmación del metropolita). Se hizo hincapié en la prohibición de movilidad del clero, de
una diócesis a otra. También se procuró salvaguardar el honor y la dignidad sacerdotal. Se
fijaron cuatro cánones en relación a las formas de penitencia pública; en este sentido, la
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disposición de Nicea se mostró más benévola que la del concilio de Elvira (303), donde se
niega la absolución a algunos pecadores que están, incluso, a punto de morir. Nicea tuvo que
reglamentar también la cuestión de la readmisión de los grupos cismáticos y herejes (suceso
que estaba al orden del día). Como dato curioso indicar que el canon nº 20 rechazaba la
práctica de doblar la rodilla los domingos y los días de pentecostés.

Carta sinodal a las Iglesias hermanas. Comunica a las iglesias hermanas los resultados del
concilio. Se ha conservado la enviada a Alejandría y la mandada a Egipto.

Teología sobre la Trinidad. El concilio de Nicea puede ser visto desde la teología trinitaria.
Según comenta Olegario González de Cardedal, las afirmaciones sobre el Padre recogen
fórmulas tradicionales. Las afirmaciones sobre el Espíritu no añaden nada substancial a la
fórmula bautismal. El artículo sobre el Hijo es ampliado con la intención de responder a las
afirmaciones de Arrio. El punto de partida es la designación bíblica de Cristo como “Hijo de
Dios”. Ella fue siempre el fundamento y el punto de partida de la cristología.

Teología sobre el Hijo. Según el concilio de Nicea el Hijo es engendrado por el Padre, de su
esencia. Es “engendrado” y “no creado”. El Hijo procede de la misma esencia del Padre: es
Dios como Él, luz como Él, Dios verdadero como Él. No es una “criatura intermedia” entre
Dios Padre y el mundo o como un medio creador del resto. En este sentido homoousios
significa de la misma esencia-sustancia-naturaleza del Padre. La encarnación-
descensohumanación del Hijo no ha sido causada por la indigencia divina. Viene por una
finalidad soteriológica: “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. El artículo del
Credo sobre el Hijo se amplía para responder a las afirmaciones de Arrio.

• Se rechaza la postura arriana, afirmando la plena divinidad del Hijo.


• “Nacido del Padre antes de todos los siglos”. El Hijo es eternamente engendrado por el
Padre. Dios fue siempre Padre, y nunca existió el Padre sin el Hijo. Padre e Hijo
coexisten desde siempre.

• “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. Debido a la procesión de
la esencia misma del Padre, el Hijo es Dios verdadero.

• “Engendrado, no creado”. Es engendrado en acto constituyente, y no por voluntad


ocasional. El Hijo no es criatura pensada por Dios como intermedio entre Él y el mundo
o como un solo medio creador del resto.
• “De la misma naturaleza (homoousios) que el Padre”. Ésta es la fórmula de Nicea, la
declaración “antiarriana” por antonomasia. El Hijo participa de la misma
esenciasustancia-naturaleza del Padre. Con el término homoousios el concilio quiere
traducir el término bíblico “Unigénito del Padre”.

• “Por quien todo fue hecho”. Se afirma el papel de mediador en la creación junto con el
Padre.

• “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. El Hijo Unigénito, de la misma
naturaleza del Padre, se ha acercado a nosotros. Ha descendido a nuestro mundo,
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haciéndose carne y hombre, viviendo, sufriendo, resucitando, subiendo al cielo y siendo


nuestro porvenir. La razón de la vida y de la misión del Hijo es soteriológica.

Los anatemas.

Se anatematiza una serie de postulados: “hubo un tiempo en el que (el Hijo) no fue”; “(el Hijo)
antes de ser engendrado no existía”; “(el Hijo) ha sido hecho de la nada”. También se
anatematiza a “los que dicen que Dios es de otra substancia o esencia, o cambiable, o
mudable”. Conviene consultar DH 126.

El término “homoousios”. Apreciaciones, valores y limitaciones.


Apreciaciones.
• Estamos ante un término que no es bíblico, sino filosófico. Fue difícil introducir el
lenguaje filosófico en el interior de la confesión de la fe.

• La teología no hace una “helenización” de la fe. Inicia un proceso de deshelenización de


las categorías filosóficas, dándoles un nuevo significado, en su contacto con la
originalidad de la fe cristiana.

• Homoousios es la traducción filosófica de la reciprocidad de conocimiento, de amor, de


autoridad y de juicio entre Dios y Jesús, que afirma el NT. Se va de la función del Hijo
(NT) al ser (filosofía).

• La introducción de este término es legítima, porque la evolución dogmática de la Iglesia


es la tensión entre la tradición y la interpretación actualizadora, en los problemas del
tiempo y en las categorías de la cultura.

• En situaciones límite hay que recurrir a palabras concretas. Sólo si Jesús es Dios
mismo, entonces nos alcanza la salvación.

• Hay peligro de que prevalezca el interés metafísico (trascendencia de Dios) sobre el


interés soteriológico (Dios, en cuanto salvador), por seguir esquemas griegos.

Valores.
• +Mantiene el equilibrio entre la tradición y la interpretación, al no perseguir una
especulación abstracta; estamos más bien ante una confesión litúrgica, que se inspira en
la tradición bíblica y eclesial.
• +Posee un interés primariamente soteriológico. Si Jesús no es verdadero Dios, entonces
no hemos sido redimidos.

• +Formula y aquilata la relación que guarda el Hijo respecto al Padre, y deja abierta la
relación del Espíritu Santo respecto al Padre y al Hijo.

• +El concepto homoousios supone un avance, con el que se acepta la divinidad del Hijo,
contra todo tipo de subordinacionismo. Además afirma la verdadera unidad de Dios,
contra todo triteísmo.
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Limitaciones.
• Se da una falta de precisión especulativa en el homoousios.
 Estamos ante un término ambiguo, por la ambigüedad de la ousía, que puede
indicar: a) la esencia individual, que llevaría a dos ousías distintas, una del Padre y
otra del Hijo, desembocando en el triteísmo; b) la esencia común a todos los seres
de un mismo género, que llevaría a entender que el Hijo viene de la misma sustancia
del Padre, como si fuese una única ousía, con dos manifestaciones
(monarquianismomodalismo). Para muchos el homoousios era el “caballo de Troya”
del monarquianismo.

 Nicea no había modificado la teología subordinacionista de muchos obispos


orientales, debido a las confusiones entre los términos “homos” (=igual) y
“homoios” (=semejante). Después de Nicea se distinguen diversas tendencias:
anomoianos (arrianos puros, que dicen que el Hijo es desigual [an-homoios] al
Padre); homoiosianos (el Hijo es semejante [homoios] al Padre); homousianos (son
los nicenos, para los que el Hijo es consubstancial [homo-ousios], de la misma
naturaleza que el Padre).

 Un problema era que los términos “ousía” e “hypóstasis” eran comprendidos por
Nicea como términos sinónimos. Occidente traducía hypóstasis por substancia.
Entonces la afirmación de “tres hypóstasis”, suponía afirmar tres substancias
divinas, desembocando en el triteísmo. Oriente tenía dificultades para entender la
distinción que hacía Tertuliano entre natura y persona; traducían persona por
prósopon (=máscara), evocando así el modalismo.

 ···> Progresivamente la confusión se va clarificando, con la ayuda de los Padres


Capadocios (Basilio, Gregorio de Nisa y Gregorio de Nacianzo). Se admite como
nicena la fórmula “una ousía y tres hypóstaseis”. Esto acaba convirtiéndose en la
bandera de la ortodoxia de Constantinopla II (553).

• Se queda abierto el “cómo” de la procedencia (distinción) del Hijo respecto del Padre,
en la unidad de naturaleza.

• Apenas se habla del Espíritu Santo.


• No se acentúa la misión y el papel de Mediador de Cristo.

3. Significación hermenéutica y valor permanente de la fórmula


conciliar

3.1. Significación hermenéutica


• La fórmula conciliar responde a las nuevas cuestiones a la luz de la fe y de la tradición,
utilizando términos filosóficos. Transporta el sentido bíblico a un universo filosófico
nuevo. He aquí un buen ejemplo de diálogo entre la fides y la ratio.
Tesis 16: El Concilio de Nicea 12

• No estamos ante la helenización de la fe; sí ante una extensión de las palabras y


conceptos humanos. Se significa algo no adivinado por la razón humana hasta entonces.
• Si Dios es hombre, las palabras del hombre son “capaces de decir a Dios”.
• La Iglesia crea nuevas palabras, porque la repetición mecánica no es suficiente.
• Al mismo tiempo la Iglesia conserva como sagradas, necesarias y obligatorias las
palabras que una vez forjó para fijar una dimensión del Misterio.
• Nicea no es suficiente para decir toda la fe cristológica. Es necesaria, irrenunciable,
pese a su origen no bíblico y a tener un horizonte cultural distinto del nuestro.
• Nicea nos enseña que la interpretación ha de hacerse con precisión terminológica y
teológica. Nos es obligado aquilatar mucho los términos y utilizar palabras exactas para
aludir a los distintos misterios y conceptos de la fe.

3.2. Valor permanente de la fórmula conciliar


Ámbito teológico. Nicea enseña que ya no es posible una comprensión cristiana de Dios que
prescinda de Cristo como Hijo. Nicea nos persuade de que Dios es comunicación de amor en sí
mismo y comunicación hacia el exterior de sí. No hay eternamente Dios sin el Hijo. No hay
Dios sin el Verbo, que revela la comunión intratrinitaria en el mundo por la encarnación.

Ámbito soteriológico. La salvación humana se fundamenta en la persona divina y encarnada


del Hijo. El Hijo es Dios y hombre. La consubstancialidad con el Padre y con nosotros en
nuestra humanidad funda la salvación cristiana. El Hijo restaura la humanidad, haciendo nueva
la existencia humana, desde dentro de la misma historia.

Ámbito eclesiológico. El acceso a la Verdad pasa por una comunidad (Ecclesia) con autoridad
para interpretar la Biblia y para decidir su contenido. La verdad de Cristo y sobre Cristo se
encuentra en la comunidad de Cristo, explicitada por los apóstoles de Cristo y por sus
sucesores. La Biblia no tiene una existencia autónoma respecto de la Iglesia. La confesión
cristológica de Nicea es la 1ª definición dogmática de la Iglesia. Sigue siendo el texto eclesial
de mayor autoridad. Expresa la concepción cristiana de Dios. La aprobación por el Papa y la
recepción por los concilios ulteriores harán de él la piedra de toque de la fe cristiana. La “fe
católica” es la “fe de Nicea”.

Todos los textos posteriores sólo quieren ser su interpretación autorizada y actualizada.

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