Tesis 16. El Concilio de Nicea
Tesis 16. El Concilio de Nicea
Tesis 16. El Concilio de Nicea
también tres esencias o naturalezas, y –por consiguiente– tres dioses. Para el triteísmo el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo son sencillamente tres dioses que forman sólo una unidad
conceptual. Es una herejía antigua, pues ya la menciona expresamente el Papa S. Dionisio en
su célebre carta a S. Dionisio de Alejandría, atribuyéndola a Marción.
Monarquianismo. Asegura que solo existe un único principio divino (monos + arjé =
monarchia). Hay tres tipos de monarquianismo, que son el modalismo, el subordinacionismo y
el monarquianismo dinámico. El 1º asegura que los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo
designan solo modos bajo los cuales la divinidad se ha presentado, según sus funciones en la
historia. El 2º indica que el Hijo está subordinado al Padre, siendo inferior a Él. Es la 1ª
creación de Dios, diferente de Dios; es la mejor de la criaturas. El Hijo es un dios de 2º orden,
que actúa de intermediario entre Dios y el mundo. En el 3º, Pablo de Samosata afirma que el
Hijo es dynamis (=potencia) del Padre, sin personalidad propia. Cree en el monarquianismo
dinámico o adopcionista.
Adopcionismo. Su autor es Teodoto de Bizancio. Herejía según la cual Jesús no es Dios por
naturaleza, sino un hombre sobre el que ha descendido el Espíritu o el Verbo, y al que Dios ha
aceptado y adoptado por Hijo. Dios le ha conferido una potencia divina para que pueda llevar a
cabo su misión en el mundo.
Ebionismo. Extendido dentro del judeocristianismo. Niega la divinidad de Cristo. Existen dos
sectas ebionitas: una rechaza el nacimiento virginal de Jesús y la otra lo acepta. Jesús es un
mero hombre, excelso en su moralidad, en su honda doctrina y en su profetismo radical.
Rechaza la trascendencia divina de su persona. Acaba derivando en adopcionismo.
Estabilidad. En cuanto al concilio de Nicea, el emperador Constantino (que por estas fechas
aún no se ha bautizado) facilita la participación de los Obispos, poniendo a su disposición los
servicios de postas imperiales para que hagan el viaje, y ofreciéndoles hospitalidad en Nicea de
Bitinia, cerca de su residencia de Nicomedia. De hecho, considera muy oportuna esa reunión,
pues –tras haber logrado con su victoria contra Licinio en el año 324 la reunificación del
Imperio– también desea ver unida a la Iglesia, que en esos momentos está sacudida por la
predicación de Arrio. Desde el año 318 Arrio se ha opuesto a su obispo Alejandro de
Alejandría, y ha sido excomulgado en un sínodo de todos los obispos de Egipto. Arrio huye y
se va a Nicomedia, junto a su amigo el obispo Eusebio. Atendiendo a todas las fuentes
disponibles se puede decir, ciertamente, que Constantino propicia la celebración del Concilio
de Nicea e influye en el hecho de su celebración, prestando todo su apoyo. Desea la estabilidad
eclesial.
Justino. 2 Apologías y Diál. con Trifón. El Logos divino sólo aparece en su plenitud en Cristo.
Todo hombre posee un Logos spermatikós (semilla del Logos). Distingue entre Logos
endiathetós (Palabra interna coexistente con el Padre) y Logos prophorikós (Palabra
pronunciada, Dios manifestado en la creación). Cristo es Verdad en persona.
Ireneo de Lyón. Unidad esencial de Dios e identidad con el Dios del AT. Generación eterna
del Hijo. Afirma la perichoresis o circumincessio. Cristo recapitula todas las cosas. Dios se ha
manifestado por el Hijo. Hay un solo Cristo, el Hijo, el Logos.
Origenes. El alma preexistente de Jesús une el Logos infinito y el cuerpo finito de Cristo. Es el
1º en hablar de “Dios-Hombre”. Unión estrecha de las 2 naturalezas en Cristo. Enseña la
communicatio idiomatum. Incluye en cristología griega términos como physis, hypostasis,
ousia, homoousios y theanthropos.
Tertuliano. Apología. Es el primer escritor que utiliza los términos latinos como Trinitas,
aplicado a las 3 divinas personas. Identifica a la Sabiduría con el Verbo. Afirma claramente las
2 naturalezas en la única persona de Cristo. No hay transformación, fusión o combinación de la
divinidad en humanidad. El Espíritu Santo “es” del Padre por el Hijo. Le llama la “tercera
persona”.
Novaciano. De Trinitate. Dice que el Logos estuvo siempre con el Padre: lo envió para crear el
mundo. Resalta la unidad de la divinidad (no emplea el vocablo trinitas). Cristo está siempre
sometido al Padre (es el ángel del gran consejo). No es diteísta, pero sí subordinacionista. El
Espíritu Santo es inferior al Hijo y hace a la Iglesia perfecta.
2. Biblia y filosofía
2.1. Biblia
Textos bíblicos utilizados por Arrio. Los textos bíblicos en los que Arrio se basa para
defender sus planteamientos son: Prov. 8,22 (Sabiduría creada [el Señor me hizo al principio de
sus obras]); 1 Cor 1,24 (Cristo es potencia de Dios y sabiduría de Dios); Jn 14,28 (el Padre es
mayor que yo); Col 1,15; Heb 1,4; 3,2; 1Pe 3,15; Hch 2,36 (textos en los que el concepto
“hacer” lo interpreta para demostrar que el Logos es criatura); Mc 13,22 ([leído en tono
subordinacionista] el Hijo del hombre no conoce el día del juicio]); Jn 14,28 (el Padre es mayor
que yo).
Textos bíblicos de orientación nicena. Afirman la divinidad de Cristo. Entre ellos están textos
bíblicos como: “en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra
era Dios” (Jn 1,1); “por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus
compañeros” (Sal 45) ; “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28). La fe recta de
Nicea prueba que Jesús y Cristo no son dos sujetos distintos, sino uno y el mismo. Él es el
único Señor (1 Cor 12,5), el único mediador (1 Tim 2,5), el uno y único Hijo del Padre (Rom
1,3), el que en la existencia humana asumida se ha sometido a la humillación y a la exaltación
(Flp 2,611). El Logos es Jesús, el Cristo (Jn 1,14-18). Alejandro de Alejandría (obispo) apoya
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la fe nicena en textos sobre el “Hijo propio, amadísimo del Padre” (Mt 3,17; 17,5; Ps. 2,7;
109,3).
2.2. Filosofía
Filosóficamente algunas posturas no favorecen el surgimiento de la fe de Nicea:
Filosofía helenista. Indica que la idea de un encuentro real entre Dios y el mundo en el curso
de la historia era ajena a los mitos paganos, a los sistemas sincretistas y a la filosofía.
Celso, en su Discurso verdadero contra los cristianos. Opone a una verdadera encarnación la
tesis de la inmutabilidad de Dios: o bien Dios se mudo realmente (como los cristianos afirman,
a un cuerpo mortal, sujeto a padecimientos) o no se mudó, sino que hizo creer que había
cambiado (sería mentiroso y esto es contrario a la divinidad). Hace una crítica filosófica a la
teología de la encarnación. La inmutabilidad de Dios, para la cultura griega y para Celso, hace
inviable el encuentro de Dios con el mundo.
Filón de Alejandría. El Logos está entre el Dios uno y los hombres. Es el arquitecto del
Universo, el instrumento de la creación y un ser producido por Dios inmediatamente y con
anterioridad a la producción del mundo. El Logos es un intermediario entre Dios y la materia.
Porfirio. Se niega a aceptar a Cristo como el Hijo de Dios hecho hombre, venido en carne y en
carne resucitado.
Platón. Son importantes sus obras Timeo y Critias. Explica la creación del mundo a partir de
un demiurgo que emana del Unum.
Plotino, en sus Enéadas. Habla del Uno, del intelecto y del alma universal. Jamás menciona a
Cristo, a pesar se inspirarse en los gnósticos cristianos. Neoplatónico que abre la filosofía a la
mística. Concibe tres hipóstasis universales, formadas por el Principio o Único, por la Razón
(procedente del Principio como el rayo del sol) y por el Alma.
Anotación. Antes de Nicea no hay una exacta comprensión de los conceptos ousia e
hypóstasis; essentia y substantia; natura y persona; individualidad numérica y genérica; no
creado y no engendrado. Filosóficamente no se distinguían clarísimamente.
2.3. Arrio y su doctrina
Jesús no es Dios. Arrio dice (contra su obispo Alejandro de Alejandría) que Jesús no es
propiamente Dios. Los partidarios de Arrio creen que en cuanto expongan sus puntos de vista
la asamblea les dará la razón. Sin embargo, cuando Eusebio de Nicomedia toma la palabra para
decir que Jesucristo no es más que una criatura, aunque muy excelsa y eminente, y que no es de
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naturaleza divina, la inmensa mayoría de los asistentes nota, en seguida, que esa doctrina
traiciona la fe recibida de los Apóstoles.
Derivaciones. La doctrina arriana originó pronto dos bandos: de un lado los arrianos; del otro
los defensores de la ortodoxia, con San Atanasio a la cabeza. No es equivocado pensar que
junto a las diferencias teológico-dogmáticas existían también antipatías personales, rivalidades
de obispos, litigios de escuelas, intereses políticos…
Desarrollo.
• Los Padres conciliares. Constatamos que entre los padres conciliares se contaban las figuras
eclesiásticas más relevantes del momento. Estaba Osio, obispo de Córdoba, que según
parece presidió las sesiones. Asistió también Alejandro de Alejandría, ayudado por el
entonces diácono Atanasio. También fueron Marcelo de Ancira, Macario de Jerusalén,
Leoncio de Cesarea de Capadocia, Eustacio de Antioquía, y unos presbíteros en
representación del Obispo de Roma, que no pudo asistir debido a su avanzada edad. No
faltaron amigos de Arrio, como Eusebio de Cesarea (su protector), Eusebio de Nicomedia y
algunos otros. Participaron unos 300 obispos. Entre los protagonistas, Osio de Córdoba
(actuó en Nicea como persona de confianza del emperador y como representante oficial del
Obispo de Roma); el Patriarca Alejandro de Alejandría, con su diácono-sucesor Atanasio (alma
opositora del arrianismo); el Patriarca Eustacio (que en el año 330 debió ir al destierro por su
rotunda actitud nicena); el Obispo Eusebio de Cesarea (que jugó un papel político importante
en la búsqueda razonable de una vía media entre el arrianismo y el nicenismo inflexible).
• La interpretación recta del kerigma. Los Padres Conciliares tenían mucho interés en
preservar e interpretar de modo recto el kerigma bíblico. Desconfiaban por principio de los
términos no bíblicos y echaban mano de ellos con muchísima moderación (sobre todo al
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hablar de las tres personas divinas, de la substancia divina –del Padre y del Hijo–, de la
relación de la divinidad y la humanidad en el Hijo…).
Symbolum. El objetivo principal del concilio era clarificar teológicamente y fijar de modo
vinculante, para toda la Iglesia, la fe en la Trinidad (en confrontación con la teología de Arrio).
Nicea emana el Symbolum y da un paso, porque hasta entonces sólo habían existido Symbola
de las Iglesias locales. El contexto en el que nacieron fue la liturgia bautismal. Al decidir en
Nicea este “Credo obligatorio”, la confesión bautismal se convierte en regula fidei ortodoxa
para la Ecumene. La profesión de fe consta de tres miembros (sobre el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo). Los Padres Conciliares decidieron redactar –sobre la base del credo bautismal
de la iglesia de Cesarea– un símbolo de fe que reflejara de modo sintético y claro la confesión
genuina de la fe recibida y admitida por los cristianos desde los orígenes. Todos los Padres
Conciliares, excepto dos obispos, ratificaron ese Credo, el Símbolo Niceno, el 19 de junio del
año 325. El credo de Nicea (que puede verse en DH 125) afirma lo siguiente: “Creemos en un
solo Dios, Padre omnipotente, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo
Señor, Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del
Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no hecho,
consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que
hay en la tierra, el cual por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se
encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, [y] subió a los cielos, y viene a juzgar
a los vivos y a los muertos, y en el Espíritu Santo”. Aparece una serie de elementos finales que
fueron introducidos contra Arrio (esto se hizo con precisión y con frases que excluyeran al
máximo la visión arriana).
Decreto sobre la fecha de la Pascua. Se unifica la fecha para celebrar la Pascua, ya que Roma
y Alejandría tenían sus diversos sistemas de cálculo y de cómputo pascual. Se fija la
celebración en el 1er domingo después del 1er plenilunio de primavera, siguiendo la praxis
habitual en la iglesia de Roma y en muchas otras.
Cánones. Se propusieron 20 cánones conciliares. Los temas que trataron (no de forma
sistemática) son las estructuras eclesiásticas, la dignidad del clero, la penitencia pública, la
readmisión de cismáticos y herejes, las normas litúrgicas… Por lo que respecta a las estructuras
eclesiásticas, se buscó una constitución eclesiástica más universal, para superar el aislamiento
de las comunidades locales. Se habló del modo de consagrar obispos (siempre con la
confirmación del metropolita). Se hizo hincapié en la prohibición de movilidad del clero, de
una diócesis a otra. También se procuró salvaguardar el honor y la dignidad sacerdotal. Se
fijaron cuatro cánones en relación a las formas de penitencia pública; en este sentido, la
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disposición de Nicea se mostró más benévola que la del concilio de Elvira (303), donde se
niega la absolución a algunos pecadores que están, incluso, a punto de morir. Nicea tuvo que
reglamentar también la cuestión de la readmisión de los grupos cismáticos y herejes (suceso
que estaba al orden del día). Como dato curioso indicar que el canon nº 20 rechazaba la
práctica de doblar la rodilla los domingos y los días de pentecostés.
Carta sinodal a las Iglesias hermanas. Comunica a las iglesias hermanas los resultados del
concilio. Se ha conservado la enviada a Alejandría y la mandada a Egipto.
Teología sobre la Trinidad. El concilio de Nicea puede ser visto desde la teología trinitaria.
Según comenta Olegario González de Cardedal, las afirmaciones sobre el Padre recogen
fórmulas tradicionales. Las afirmaciones sobre el Espíritu no añaden nada substancial a la
fórmula bautismal. El artículo sobre el Hijo es ampliado con la intención de responder a las
afirmaciones de Arrio. El punto de partida es la designación bíblica de Cristo como “Hijo de
Dios”. Ella fue siempre el fundamento y el punto de partida de la cristología.
Teología sobre el Hijo. Según el concilio de Nicea el Hijo es engendrado por el Padre, de su
esencia. Es “engendrado” y “no creado”. El Hijo procede de la misma esencia del Padre: es
Dios como Él, luz como Él, Dios verdadero como Él. No es una “criatura intermedia” entre
Dios Padre y el mundo o como un medio creador del resto. En este sentido homoousios
significa de la misma esencia-sustancia-naturaleza del Padre. La encarnación-
descensohumanación del Hijo no ha sido causada por la indigencia divina. Viene por una
finalidad soteriológica: “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. El artículo del
Credo sobre el Hijo se amplía para responder a las afirmaciones de Arrio.
• “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. Debido a la procesión de
la esencia misma del Padre, el Hijo es Dios verdadero.
• “Por quien todo fue hecho”. Se afirma el papel de mediador en la creación junto con el
Padre.
• “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. El Hijo Unigénito, de la misma
naturaleza del Padre, se ha acercado a nosotros. Ha descendido a nuestro mundo,
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Los anatemas.
Se anatematiza una serie de postulados: “hubo un tiempo en el que (el Hijo) no fue”; “(el Hijo)
antes de ser engendrado no existía”; “(el Hijo) ha sido hecho de la nada”. También se
anatematiza a “los que dicen que Dios es de otra substancia o esencia, o cambiable, o
mudable”. Conviene consultar DH 126.
• En situaciones límite hay que recurrir a palabras concretas. Sólo si Jesús es Dios
mismo, entonces nos alcanza la salvación.
Valores.
• +Mantiene el equilibrio entre la tradición y la interpretación, al no perseguir una
especulación abstracta; estamos más bien ante una confesión litúrgica, que se inspira en
la tradición bíblica y eclesial.
• +Posee un interés primariamente soteriológico. Si Jesús no es verdadero Dios, entonces
no hemos sido redimidos.
• +Formula y aquilata la relación que guarda el Hijo respecto al Padre, y deja abierta la
relación del Espíritu Santo respecto al Padre y al Hijo.
• +El concepto homoousios supone un avance, con el que se acepta la divinidad del Hijo,
contra todo tipo de subordinacionismo. Además afirma la verdadera unidad de Dios,
contra todo triteísmo.
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Limitaciones.
• Se da una falta de precisión especulativa en el homoousios.
Estamos ante un término ambiguo, por la ambigüedad de la ousía, que puede
indicar: a) la esencia individual, que llevaría a dos ousías distintas, una del Padre y
otra del Hijo, desembocando en el triteísmo; b) la esencia común a todos los seres
de un mismo género, que llevaría a entender que el Hijo viene de la misma sustancia
del Padre, como si fuese una única ousía, con dos manifestaciones
(monarquianismomodalismo). Para muchos el homoousios era el “caballo de Troya”
del monarquianismo.
Un problema era que los términos “ousía” e “hypóstasis” eran comprendidos por
Nicea como términos sinónimos. Occidente traducía hypóstasis por substancia.
Entonces la afirmación de “tres hypóstasis”, suponía afirmar tres substancias
divinas, desembocando en el triteísmo. Oriente tenía dificultades para entender la
distinción que hacía Tertuliano entre natura y persona; traducían persona por
prósopon (=máscara), evocando así el modalismo.
• Se queda abierto el “cómo” de la procedencia (distinción) del Hijo respecto del Padre,
en la unidad de naturaleza.
Ámbito eclesiológico. El acceso a la Verdad pasa por una comunidad (Ecclesia) con autoridad
para interpretar la Biblia y para decidir su contenido. La verdad de Cristo y sobre Cristo se
encuentra en la comunidad de Cristo, explicitada por los apóstoles de Cristo y por sus
sucesores. La Biblia no tiene una existencia autónoma respecto de la Iglesia. La confesión
cristológica de Nicea es la 1ª definición dogmática de la Iglesia. Sigue siendo el texto eclesial
de mayor autoridad. Expresa la concepción cristiana de Dios. La aprobación por el Papa y la
recepción por los concilios ulteriores harán de él la piedra de toque de la fe cristiana. La “fe
católica” es la “fe de Nicea”.
Todos los textos posteriores sólo quieren ser su interpretación autorizada y actualizada.