Estimulación Cognitiva: Una Revisión Neuropsicológica

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ESTIMULACIÓN COGNITIVA:

UNA REVISIÓN NEUROPSICOLÓGICA

Sara Villalba Agustína y Raúl Espert Tortajadab

Fechas de recepción y aceptación: 1 de abril de 2014, 23 de abril de 2014

Resumen: Investigaciones recientes ponen en evidencia la capacidad que tienen las


neuronas para regenerarse y establecer nuevas conexiones. Por ello, las personas ma-
yores con un envejecimiento fisiológico, con deterioro cognitivo leve o con demencia
en fase leve-moderada necesitan una terapia específica temprana, llamada estimulación
cognitiva, para restaurar habilidades cognitivas, ralentizar la progresión del deterioro y
estabilizar su estado funcional. Actualmente se sabe que dicha terapia, pautada de forma
estandarizada y de forma científica, afecta al cerebro potenciando los mecanismos de
plasticidad cerebral, la neurogénesis, la reserva cerebral y la angiogénesis.
Palabras clave: estimulación cognitiva, plasticidad cerebral, neuropsicología, enveje-
cimiento.

Abstract: Recent studies demonstrate the ability of neurons to regenerate and make
new connections. Therefore, older people with physiological aging, mild cognitive im-
pairment or mild to moderate dementia in an early stage need specific therapy called
cognitive stimulation to restore cognitive abilities, slow the progression of deterioration

a
Facultad de Psicología, Magisterio y Ciencias de la Educación de la Universidad Católica de Valencia “San
Vicente Mártir” y Unidad de Neuropsicología del Hospital Universitario Dr. Peset. Valencia. España
Correspondencia: Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”. Calle Guillén de Castro, 175.
46008 Valencia. España.
E-mail: [email protected]
b
Facultad de Psicología, Departamento de Psicobiología, de la Universitat de València y Unidad de Neurop-
sicología del Hospital Clínico Universitario de Valencia.

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and stabilize their functional status. We now know that this therapy affects the brain
by enhancing the mechanisms of brain plasticity, neurogenesis, angiogenesis and brain
reserve.
Keywords: cognitive training, brain plasticity, neuropsychology, ageing.

1. Introducción

El ser humano tiene una serie de capacidades cognitivas, funcionales, motoras, emo-
cionales y psicosociales que le permiten adaptarse al entorno. Estas capacidades son
susceptibles de poder ser mejoradas a través de la práctica y la experiencia, mediante la
estimulación cognitiva (EC).
La EC se define como el conjunto de técnicas y estrategias que pretenden optimizar
la eficacia del funcionamiento de las distintas capacidades y funciones cognitivas (per-
cepción, atención, razonamiento, abstracción, memoria, lenguaje, procesos de orienta-
ción y praxias) mediante una serie situaciones y actividades concretas que se estructuran
en lo que se denominan “programas de entrenamiento cognitivo”. La EC no solamente
se centra en la parte cognitiva, sino que aborda otros factores, tales como la afectividad,
la esfera conductual, social, familiar y biológica, buscando intervenir sobre la persona
adulta de forma integral1.
EC son todas las distintas actividades que permiten estimular las capacidades cog-
nitivas existentes con la finalidad de mejorar el funcionamiento cognitivo y disminuir
la dependencia del adulto mayor. Es de resaltar que una de las principales funciones de
la EC es trabajar las capacidades que aún se conservan en el adulto mayor y no las que
ya ha perdido, logrando así evitar la frustración del adulto. Todo esto contribuye a una
mejora global de la conducta y estado de ánimo como consecuencia de una mejora de
autoeficacia y autoestima. La EC se dirige de un modo más específico a mejorar el fun-
cionamiento cognitivo de las personas con deterioro cognitivo o demencia, potenciando
las capacidades y habilidades cognitivas todavía preservadas, así como enlenteciendo el
proceso de deterioro. Es necesario destacar que esta terapia no se dirige a recuperar de-
finitivamente o frenar procesos degenerativos, aspecto terapéutico hoy por hoy inalcan-
zable desde cualquier aproximación terapéutica. Esta disciplina tiene su base científica
en el cuerpo de conocimientos que aportan la neuropsicología, la psicología cognitiva,
así como las teorías y principios existentes sobre el aprendizaje y la motivación humana2.
Entre las ventajas de este tipo de tratamiento, destaca que no produce efectos se-
cundarios ni interacciones farmacológicas y además facilita el contacto personal con el
terapeuta y otras personas, lo cual interviene positivamente en el comportamiento del

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sujeto mejorando sus habilidades y no solamente las funciones cognitivas, como sucede
con los fármacos; por último, puede resultar más económica.
Entre sus objetivos prioritarios se encuentran conseguir un aumento de la calidad de
vida y del bienestar personal3.
Actualmente estas terapias se consolidan como una herramienta útil, versátil y con
un razonable coste-efecto para mejorar las manifestaciones clínicas y la calidad de vida,
tanto de la persona con demencia como de sus cuidadores. Dicha intervención terapéu-
tica actúa sobre las capacidades cognitivas que muestran una alteración clínicamente
significativa y se fundamentan esencialmente en la reserva cerebral, la neuroplasticidad,
la capacidad de aprendizaje, la redundancia y la dependencia de uso4. En los siguientes
puntos se van a describir las bases científicas sobre las que se asienta la estimulación
cognitiva.

2. Bases neurobiológicas de la EC

A continuación describimos los principales conceptos asociados a las bases neurobio-


lógicas de la EC.

1. La reserva cerebral es la capacidad que tiene el cerebro para tolerar cierta canti-
dad de lesión cerebral sin que aparezcan síntomas cognitivo-conductuales. El estudio
de su naturaleza y de los factores que la determinan se ha convertido en una cuestión
de máximo interés científico y social. Si se incrementara dicha reserva, se produciría
un retraso en la expresión clínica de estos procesos neurodegenerativos. Se conoce que
aquellas personas que han tenido estimulación cerebral a lo largo de la vida en forma
de adquisición de conocimientos, actividades sociales o físicas tienen una mayor reserva
cerebral, es decir, sus cerebros son capaces de tolerar cierta cantidad de lesiones sin que
aparezcan los síntomas de una posible enfermedad neurodegenerativa, tal y como ha
demostrado David Snowdon en su famoso estudio de las monjas, sobre envejecimiento
y la enfermedad de Alzheimer5. En este misma área, otra serie de trabajos han mostrado
que una de cada tres personas mayores de 80 años fallecidas tienen lesiones típicas de
enfermedad de Alzheimer en sus cerebros, aun cuando no mostraran ningún síntoma de
esta enfermedad en vida6. La reserva cerebral se desarrolla como resultado de aspectos
neurobiológicos como el volumen cerebral (mensurable indirectamente a través del pe-
rímetro craneal) y/o de los efectos de las experiencias de vida, tales como la educación,
la complejidad laboral, la actividad física, las actividades de ocio, el estilo de vida, el
bilingüismo o la actividad cognitiva7.

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Otra línea de evidencia muestra que además de esta reserva cerebral de base puramen-
te anatómica, existen otros mecanismos que proporcionan una reserva más fisiológica.
Estos mecanismos estarían íntimamente relacionados con la capacidad cognitiva de cada
sujeto, de ahí el nombre de reserva cognitiva, y permitirían una mayor eficiencia funcio-
nal del cerebro que facilitaría la compensación de los efectos de las lesiones cerebrales8.
La capacidad cognitiva de cada sujeto también está en parte determinada genética-
mente, pero su desarrollo depende en gran medida del ambiente y de la conducta. La
reserva cognitiva de cada persona está directamente relacionada con el nivel educativo
alcanzado y con el grado de estimulación cognitiva que mantenga a lo largo de su vida
(actividad laboral, aficiones y actividades de ocio, relaciones sociales, etc.). Esta capaci-
dad de tolerancia o reserva actúa como un factor protector, de tal modo que durante el
envejecimiento, e incluso durante estadios iniciales de un proceso neurodegenerativo, se
pueden utilizar los recursos acumulados para compensar parcialmente la influencia de la
edad o de la neuropatología9.
Son ya innumerables los estudios que demuestran que aquellas personas con más
nivel educativo, y que desarrollan trabajos o aficiones con mayores requerimientos cog-
nitivos o que tienen más relaciones sociales que la media, tienen menos riesgo de padecer
enfermedad de Alzheimer u otras demencias que aquellas otras con menos estudios, con
trabajos y aficiones menos exigentes cognitivamente y con una red social más exigua. Se
explica así el hecho de que el analfabetismo y la soledad sean dos importantes factores de
riesgo para este tipo de procesos10.
Investigaciones muy recientes han mostrado su interés en objetivar el grado de reser-
va cognitiva a través de un cuestionario llamado CRC (Cuestionario de Reserva Cogni-
tiva), con la intención de establecer su relación con las funciones cognitivas con el fin de
obtener los valores normativos en la población española anciana cognitivamente sana.
Se ha concluido que la edad no tiene influencia significativa en la puntuación obtenida
en el CRC en ninguno de los grupos (55 controles cognitivamente sanos y 53 pacientes
con enfermedad de Alzheimer); sin embargo, los años de escolaridad sí que influyeron
significativamente. En ambos grupos se encontraron correlaciones significativas entre
la puntuación en el CRC y el rendimiento en pruebas neuropsicológicas que miden la
función ejecutiva11.

2. La neuroplasticidad se define como la respuesta del cerebro para adaptarse a las


nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado después de una lesión. Según Kolb
y cols. (2011), la plasticidad cerebral se define como la capacidad del sistema nervioso
para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida como reacción a la
diversidad del entorno. Aunque este término se utiliza hoy en día en psicología y neuro-
ciencia, no es fácil de definir. Habitualmente se refiere a los cambios en diferentes niveles

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en el sistema nervioso, desde eventos moleculares (tales como los cambios en la expre-
sión génica) al comportamiento. Las tres formas de plasticidad más importantes son la
plasticidad sináptica, la neurogénesis y el procesamiento funcional compensatorio12.
2.1. La plasticidad sináptica se logra a través de mejorar la comunicación en las sinap-
sis entre las neuronas. Estas vías o circuitos neuronales son construidos como rutas para
la intercomunicación de las neuronas y se crean en el cerebro a través del aprendizaje
y la práctica. La sinapsis permite la comunicación entre las neuronas y cada vez que se
adquieren nuevos conocimientos (a través de la práctica repetida), la comunicación o la
transmisión sináptica entre las neuronas implicadas se ve reforzada. Una mejor comuni-
cación entre las neuronas significa que las señales eléctricas viajan de manera más eficien-
te a lo largo del nuevo camino. La plasticidad sináptica es un concepto muy importante
para poder explicar la maleabilidad del cerebro13.
2.2. La neurogénesis se refiere al desarrollo y proliferación de nuevas neuronas en el
cerebro tras el nacimiento. Esta hipótesis fue negada hasta bien avanzada la segunda
mitad del siglo XX. Hoy en día se sabe que tanto las neuronas como las células de la
neuroglia se siguen produciendo por la diferenciación de células madre durante toda
la vida de los humanos. Desde 1944, pero sobre todo en los últimos años, la existencia
de la neurogénesis se ha comprobado científicamente, y ahora conocemos que cuando
las células madre se dividen en dos células (una nueva célula madre y otra célula que
evoluciona a neurona madura), estas nuevas neuronas migrarán hacia los bulbos olfa-
torios y la corteza prefrontal, donde son requeridas, permitiendo de esta manera que el
cerebro mantenga su capacidad neuronal14. Las últimas investigaciones en este campo
han abierto esperanzadoras vías a una nueva generación de tratamientos para combatir
enfermedades neurodegenerativas o asociadas al cerebro, como el autismo, la enferme-
dad de Alzheimer (EA) o la enfermedad de Parkinson.
2.3. La Plasticidad Funcional Compensatoria permite explicar, muchas veces, los ha-
llazgos clínico-neuropatológicos que se constatan en pacientes que no han estado en vida
clínicamente demenciados, pero que en el estudio postmortem sí que cumplen los crite-
rios neuropatológicos de una demencia senil tipo Alzheimer15. Se presupone que estos
pacientes presentan una cierta reserva cerebral, bien por la disposición de sus estrategias
cognitivas para la resolución de problemas, bien por un mayor número de neuronas o de
densidad en sus conexiones neurales, o por la cantidad de tejido cerebral funcional que
mantiene la persona. Todo ello posibilita preservar las capacidades cognoscitivas. Diver-
sos autores afirman que esta reserva cerebral o plasticidad reduce la expresión clínica de
la EA y fundamenta el hecho de que pueda incidirse en ella mediante la EC16.
La utilización de nuevos recursos cognitivos refleja una estrategia de compensación.
En presencia de déficits relacionados con la edad y la disminución de la plasticidad
sináptica que acompañan al envejecimiento, el cerebro, una vez más, pone de mani-

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fiesto su plasticidad para reorganizar sus redes neurales. Esta plasticidad cerebral puede
activarse mediante el aprendizaje, el ejercicio físico mediante la producción de BDNF
(brain-derived neurotrophic factor) o el entrenamiento mental.

3. La posibilidad de realizar nuevos aprendizajes en las personas con EA se ha negado


hasta hace pocos años. Se pensaba que se producía una merma esencial en la capacidad
de aprender, verificado por la disminución de la memoria inmediata y de fijación que
aparece en los primeros estadios de la enfermedad. Por tanto, se pensaba que cualquier
intento de intervención cognitiva presentaría efectos muy reducidos o nulos. Sin em-
bargo, en los últimos años se ha comprobado que aquellas personas diagnosticadas de
EA en fase leve o moderada, aunque de forma limitada, también desarrollan mecanis-
mos de aprendizaje. Por lo tanto, salvo casos de afectación y/o deterioro cognitivo muy
graves, los sujetos son capaces de aprender17,18. Las bases biológicas de esta capacidad de
aprendizaje proceden de la amplia evidencia empírica sobre la capacidad de las neuronas
lesionadas para regenerarse y establecer nuevas conexiones. Esta plasticidad del sistema
nervioso (neuroplasticidad) existe en el cerebro anciano, incluso en el de aquellos que
están cursando una demencia en fase leve o moderada; aunque no ocurre lo mismo en
fases graves de la enfermedad, debido a la gran pérdida de neuronas y falta de conexiones
sinápticas19.
El aprendizaje es un proceso múltiple que suele involucrar diversos mecanismos per-
ceptivos, motores y asociativos o relacionales. Los distintos tipos de aprendizaje pueden
verse afectados de manera diferencial. Mientras que la memoria explícita muestra una
gran alteración en pacientes demenciados y amnésicos, la memoria implícita puede estar
esencialmente intacta y es aquí donde pueden centrarse las intervenciones no farmaco-
lógicas en las personas con demencia. A lo largo de la vida de todo ser humano existe
una capacidad de aprendizaje, más o menos limitada, que se pone de manifiesto en los
posibles cambios de conducta, en la adecuación a nuevos estímulos y ambientes, en
la mejora de las habilidades instrumentales y en la adquisición de nuevas estrategias y
esquemas cognitivos. Dicha capacidad de reserva o almacenaje cognoscitivo se basa en
la plasticidad adaptativa que posee el cerebro, es decir, el encéfalo tiende a modificarse
estructural y funcionalmente mientras aprende o reaprende. Sin embargo, bien la poste-
rior recuperación de un material aprendido o bien la máxima eficacia de una capacidad
cognitiva depende de su grado de utilización.
Basándose en dichas premisas, Mahieux y Gely-Naergeot postularon el concepto de
dependencia de uso. Según los autores, las únicas sinapsis neuronales que persisten en
el tiempo son las que se activan de manera regular al presentarse reiterativamente una
respuesta cognitiva o emocional, mientras que aquellas sinapsis que no son utilizadas
se degeneran por falta de uso, y en consecuencia son eliminadas. Por tanto, bajo dicho

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supuesto, cabe esperar que la estimulación de las funciones cognitivas residuales en el


paciente con demencia retrase su degeneración por el uso de los circuitos neuronales
implicados20.

4. Otro de los aspectos sobre los que se fundamenta la rehabilitación neuropsicológi-


ca es el concepto de redundancia de sistemas, consistente en que una misma función cog-
nitiva puede ser ejecutada por diversos subsistemas cerebrales. El término redundancia
fue propuesto por Luria en 1976 y postula que cuando se produce una lesión cerebral y,
en consecuencia, un déficit cognitivo, este podría compensarse, bien tras la recuperación
espontánea o bien tras la rehabilitación o estimulación cognitiva, por la activación de
otros subsistemas corticales o córtico-subcorticales conservados o no dañados, que po-
drían sustituir a las estructuras cerebrales lesionadas y ejercer un control sobre la función
neuropsicológica para su preservación o recuperación.

3. Efectividad de la EC

A partir de la década de los setenta comienzan a aparecer los primeros programas de


rehabilitación cognitiva en la práctica clínica, dirigidos a pacientes con daño cerebral,
que parten de la neuroplasticidad como base biológica de la rehabilitación o interven-
ción cognitiva.
Una de las metas esenciales de las investigaciones ha sido determinar si la modifi-
cación y potenciación de la plasticidad puede suponer un beneficio terapéutico en el
tratamiento de los déficits cognitivos. La respuesta a esta cuestión es que, si bien son
muy escasos los estudios que han logrado demostrar objetivamente la existencia de cam-
bios neuroplásticos a partir de la intervención cognitiva, muchos sí han demostrado la
efectividad de estos programas en el plano cognitivo y funcional; es en este punto donde
vamos a centrar nuestro trabajo. Los primeros estudios para cuantificar los beneficios
de la estimulación cognitiva presentaban importantes limitaciones por la falta de grupo
control y el tamaño reducido de la muestra. A ello había que añadir las dificultades
metodológicas propias de estos estudios, como son la heterogeneidad del síndrome y
el control de variables intrínsecas y extrínsecas. Por estas razones había pocos estudios
metodológicos que demostrasen su efectividad y calidad.
En este sentido, en la actualidad, existe una controversia sobre la efectividad que
tienen los programas de estimulación cognitiva en personas con EA. Algunos estudios
han concluido que la utilización de estimulación cognitiva ayuda a reducir o detener el
deterioro cognitivo21-23, mientras que otros no han encontrado mejorías de los pacientes
a corto o largo plazo ni tampoco señalan una mejoría global del estado cognitivo24, 25.

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Esta mejoría solo la han encontrado en diferentes áreas cognitivas específicas, en concre-
to en el recuerdo diferido de una lista de palabras y en la propia valoración subjetiva de
la memoria. Asimismo, otros autores no encuentran mejora en las pruebas de memoria
visual, dígitos auditivos y sí en la velocidad de procesamiento y medidas de satisfacción
de la ejecución26.
Recientemente, se estudió el efecto de un programa de estimulación cognitiva en
38 pacientes con deterioro cognitivo leve. Dicho programa consistía en tres sesiones
semanales de 90 minutos cada una y con una duración de 8 semanas en grupos de 10-
12 pacientes, con varias sesiones de seguimiento durante dos meses. El análisis de los
resultados mostró una mejoría en el deterioro cognitivo general, mediante los resultados
obtenidos en el MMSE de Folstein, test de los 7 minutos y lista de palabras, siendo esta
la variable más capaz de predecir un mayor rendimiento tras la estimulación cognitiva27.
Otro estudio fue realizado con 52 pacientes diagnosticados de EA. Estos se dividieron
en dos grupos: uno recibía EC durante 9 meses en 2 sesiones semanales de 120 minutos
cada una, y el grupo control no realizó la terapia. Se observó que los pacientes que ha-
bían recibido EC mantuvieron sus puntuaciones estables en el estado cognitivo general
(MMSE) y en la fluencia verbal, frente al grupo control, que registró un descenso en
estas puntuaciones28.
En la actualidad, la EC se está utilizando conjuntamente con el tratamiento far-
macológico con muy buenos resultados. En un estudio llevado a cabo por Matsuda y
cols. (2007) con 30 pacientes diagnosticados con EA –a quienes dividió en grupos de
tratamiento combinado (farmacológico y EC) y tratamiento farmacológico (donepezi-
lo)– y tras un año de seguimiento, los resultados mostraron una menor tasa de deterioro
cognitivo en el grupo que recibió el tratamiento combinado que en el que recibió solo
tratamiento farmacológico29.
En esta misma línea, el metaanálisis de Olarazán y cols. (2010) muestra la eficacia
de la EC para mejorar el funcionamiento cognitivo y la calidad de vida de los pacientes
que reciben este tratamiento, frente a los que solo reciben tratamiento farmacológico30.
Otro estudio analizó la incidencia de un programa de estimulación cognitiva para los
adultos mayores institucionalizados en el Hogar Santa Isabel del municipio de Envigado
en las funciones cognitivas de memoria y atención. El programa se aplicó a doce pacien-
tes durante un semestre académico. En el estudio se observó un aumento significativo
en las puntuaciones del Test Mini-mental y específicamente en las tareas de memoria y
atención, comparando los resultados de pretest y postest31.
En los últimos años, los programas de EC se han desarrollado con el fin de abordar
las preocupaciones expresadas por los ancianos al considerar el deterioro mental como
una condición patológica y no como cambios inherentes en el proceso de envejecimien-
to. El estudio llevado a cabo por Fernández-Prado y cols. (2012) analizó la influencia de

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un programa de EC aplicado a 53 sujetos con pérdida de memoria relacionada con la


edad en comparación con un grupo control de 51 sujetos sin entrenamiento cognitivo.
También estudiaron la relación entre los cambios cognitivos y la variación en la calidad
de vida percibida de las personas mayores en ambos grupos. Los resultados muestran
cambios estadísticamente significativos en el grupo experimental, con mejor rendimien-
to cognitivo y de percepción de la calidad de vida32.
Cada día se va incluyendo más la EC como una terapia importante en el tratamiento
de la EA. Un grupo de neurólogos, geriatras y psiquiatras de distintos centros públicos
de España (Madrid y Barcelona) y Estados Unidos ha realizado un estudio dirigido por
la Fundación María Wolf para valorar los efectos de la estimulación cognitiva y motora
en los pacientes con Alzheimer. Este estudio fue realizado con 84 pacientes en los es-
tadios 3, 4 y 5 de la escala de Reisberg (que equivalen al deterioro cognitivo leve, a la
demencia leve y a la primera fase de la demencia moderada). El tratamiento consistía en
dos sesiones semanales de 3,5 horas de duración cada una. Los resultados del estudio,
publicados en el último número de la prestigiosa revista Neurology, mostraron que al
cabo de un año los pacientes que habían acudido a las sesiones de estimulación cognitiva
y motora presentaban una situación afectiva más positiva, menos problemas conductua-
les y gozaban de una calidad de vida superior, con menos episodios de agitación, menor
irritabilidad y mejor relación con otras personas. A su vez, las funciones cognitivas de
los pacientes que recibieron la estimulación se mantuvieron estables, mientras que las de
los pacientes que no las recibieron habían declinado. Además, este tratamiento se debe
realizar en las fases iniciales, considerando a la estimulación cognitiva una terapia de
primera línea33.
Una de las primeras alteraciones que se producen en la enfermedad de Alzheimer es
el déficit mnésico. Por este motivo, un número importante de estudios de EC se ha cen-
trado en los trastornos de la memoria y en el efecto de algunas técnicas para su compen-
sación. Un estudio llevado a cabo por Provencher y cols. (2008) utilizó la técnica de AsE
(aprendizaje sin error), consistente en impedir que los sujetos cometan errores durante el
aprendizaje de una nueva tarea o la adquisición de una nueva información, dándoles las
respuestas correctas en cada momento. Esta técnica se estudió en una paciente con EA
de 77 años para el aprendizaje de rutas hasta la residencia en la que vivía. Los resultados
mostraron que las rutas que había aprendido a partir del AsE las recordó mejor34.
En otro trabajo, realizado por Bier y cols. (2008), se utilizó la técnica de AsE para el
aprendizaje de asociación rostro-nombre en 15 pacientes con EA y 15 controles sanos.
Los resultados mostraron que la técnica de AsE benefició tanto a los pacientes como a los
controles, siendo mejor, sin embargo, el desempeño de los participantes sanos35.
En un estudio más reciente, Hawley y cols. (2008) utilizaron la técnica de retención
espaciada (RE), que consiste en la presentación de estímulos con un intervalo creciente

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con el fin de ir incrementando la retención y evocación de información específica a


través del tiempo. Durante nueve sesiones a lo largo de tres semanas se entrenaron a 12
pacientes con EA a asociar nombre y rostros de personas reales. Los resultados mostraron
que la técnica de RE ajustada (incremento o decremento de los intervalos de evocación,
según el desempeño del sujeto) consistentemente superó a la RE uniforme en las medi-
das de evocación inmediata y diferida, el reconocimiento de la información aprendida y
la tarea con los rostros reales36.
Cada vez son más los estudios que van centrándose en que el efecto de la estimula-
ción cognitiva se extiende a otras áreas, y no solamente a la cognitiva. A una muestra de
317 adultos con más de 64 años (240 con envejecimiento normal y 77 con deterioro
cognitivo), se les aplicó una batería de pruebas que valoraban cuatro dominios princi-
pales (estado mental general, afectividad, calidad de vida y actividades de la vida diaria).
Posteriormente, fueron asignados a grupos de terapia no farmacológica (TNF) en fun-
ción de sus capacidades o a otras actividades no específicas. Se valoró el beneficio tras 9
meses de TNF con la misma batería de pruebas. Los resultados evidencian una mejora
del estado mental general en el envejecimiento sano y ausencia de progresión en el en-
vejecimiento patológico37. En los dos grupos, la afectividad (ansiedad y depresión) y la
calidad de vida autopercibida resultó beneficiada por la TNF. No obstante, no parecen
mejorar otros aspectos habitualmente incluidos entre los objetivos terapéuticos, como
la independencia en las actividades de la vida diaria. Aunque cada día existe un mejor
conocimiento y desarrollo de las técnicas de EC, se presentan dificultades metodológicas
que no permiten determinar su eficacia específica, lo que requiere investigación futura38.

4. Efectos positivos de la EC sobre el cerebro

Uno de los efectos positivos que tiene la estimulación cognitiva sobre el cerebro es
inducir la plasticidad cerebral. El cerebro, cuando se entrena mediante una estimulación
apropiada y constante, a partir de la práctica y la repetición sistematizada, es susceptible
de modificar su estructura y su funcionamiento bajo condiciones apropiadas. Si dichas
condiciones se producen, aumenta el número de conexiones entre las neuronas, y eso se
manifiesta en una mayor y mejor adaptación del individuo al medio.
La estimulación cognitiva produce neurogénesis, es decir, nacimiento y proliferación
de nuevas neuronas, al mismo tiempo que se incrementa la reserva cognitiva, ya que
mediante entrenamientos específicos se mejoran o se restauran capacidades cognitivas,
de modo que el deterioro puede ralentizarse y también retrasar sus efectos sobre el fun-
cionamiento en la vida diaria del paciente. La estimulación cognitiva reglada induce la
angiogénesis y la generación de neurotrofinas que favorecen la supervivencia de las neu-

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ronas. Estas proteínas son capaces de unirse a receptores de determinadas células para
estimular su supervivencia, crecimiento o diferenciación.

5. Rehabilitación cognitiva

El término estimulación cognitiva ha recibido denominaciones diversas que han sido


consideradas como sinónimas: rehabilitación cognitiva, entrenamiento cognitivo, inter-
vención cognitiva, etc. Aunque en ocasiones se utilizan de manera indiferenciada, no
significan lo mismo y es importante tener presentes las diferentes matizaciones de los
términos.
La rehabilitación cognitiva se define como el conjunto estructurado de actividades
terapéuticas especialmente diseñadas para reentrenar las habilidades de aquellos indivi-
duos que han sufrido algún tipo de déficit cognitivo tras una lesión o enfermedad (sea
daño cerebral estructural o funcional). Se trata de una función que se ha desarrollado
adecuadamente pero que, en un momento determinado, se pierde, por lo que el traba-
jo se orienta a recuperar lo perdido. El término rehabilitación no sería adecuado para
aplicarse a enfermedades neurodegenerativas, en las que la intervención va destinada a
enlentecer lo más posible el proceso, pero no a recuperar lo perdido. El entrenamiento
cognitivo tiene como objetivo ejercitar las distintas capacidades cognitivas y sus com-
ponentes, mediante la combinación de técnicas de rehabilitación del aprendizaje y ac-
tividades pedagógicas. Se interesa de forma secundaria de las dimensiones emocional y
conductual. La intervención cognitiva, también llamada psicoestimulación o programas
de intervención, proviene fundamentalmente del campo de la psicogerontología y de las
demencias.
Los programas de intervención hacen referencia al conjunto de métodos y estrategias
cognitivas que pretenden optimizar la eficacia del rendimiento de este tipo de pacientes,
abarcando todos los aspectos cognitivos, emocionales y conductuales del sujeto. La in-
tervención no se reduce a ejercicios de rehabilitación de las capacidades neuropsicológi-
cas. En algunos programas se utilizan los ejercicios cognitivos no solo para incrementar
las capacidades cognitivas, sino como un soporte de dinámica de grupo, facilitando la
expresión de los recursos cognitivos, afectivos y sociales de los participantes39.
Derivado de esta definición, podemos concluir que cualquiera de nosotros podemos
beneficiarnos y utilizar la EC para mejorar nuestras capacidades y ser más hábiles men-
talmente. Esta línea de intervención estaría relacionada con su utilización desde un pun-
to de vista muy importante: la prevención del deterioro cognitivo. Vamos a centrarnos
en el papel terapéutico de la EC para actuar sobre personas que manifiestan algún tipo
de retraso, alteración, déficit o deterioro cognitivo significativo. En el caso de las de en-

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fermedades neurodegenerativas como la EA, la EC es una de las técnicas de intervención


cada vez más consolidada. Como objetivos terapéuticos de intervención en el área de las
demencias39, se establecen los siguientes:

1. Estimular y mantener las capacidades mentales.


2. Evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.
3. Dar seguridad e incrementar la autonomía personal del paciente.
4. Estimular la propia identidad y autoestima.
5. Minimizar el estrés y evitar reacciones psicológicas anómalas.
6. Mejorar el rendimiento cognitivo.
7. Mejorar el rendimiento funcional.
8. Incrementar la autonomía personal en las actividades de la vida diaria.
9. Mejorar el estado y sentimiento de salud.
10. Mejorar la calidad de vida del paciente y de los familiares y/o cuidadores.

La estimulación cognitiva presenta unas características específicas de intervención.


Se sustenta en una base científica y teórica, con un claro propósito terapéutico donde la
programación individualizada se convierte en el eje principal de la planificación. Se dife-
rencia claramente de aquellas actividades que buscan el entretenimiento de las personas
y donde predomina la improvisación.
El carácter global e integral de la intervención va dirigido a los diferentes niveles del
individuo, como son el funcional, cognitivo, psicoafectivo y relacional. El funciona-
miento cognitivo en el ser humano no es independiente del resto de los niveles, por lo
que esta terapia debe incluir y tener en cuenta en su diseño las diferentes dimensiones
del ser humano y la interacción continua que se produce entre ellas. De esta manera, una
tarea concreta programada en una sesión de psicoestimulación suele actuar poniendo en
marcha distintos sistemas, y llevando a cabo una estimulación más global al trascender a
los componentes más específicos de las diferentes funciones cognitivas.
En la programación individualizada, se siguen los principios de la individualización
de la intervención. Para el establecimiento de un diagnóstico neuropsicológico, una con-
dición indispensable es la realización de una evaluación individualizada. Esta evaluación
neuropsicológica nos dará información acerca de los procesos cognitivos preservados, los
procesos perdidos, los procesos alterados, así como el tipo y grado de alteración de estos
últimos. También permitirá la selección de tareas adaptadas a las características persona-
les de cada participante y, posteriormente, deberá realizarse un seguimiento periódico de
la evolución de cada persona con el objeto de ir revisando y ajustando las actividades y
tareas al grado de deterioro y evolución psicoafectiva. Por último, cabe señalar el carácter
especializado de la intervención; la EC o psicoestimulación es una terapia especializada

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Estimulación cognitiva: una revisión neuropsicológica 85

y debe estar diseñada y supervisada por profesionales especializados en el campo de la


neuropsicología. Se pueden delegar actuaciones en otros profesionales, como pueden ser
educadores, personal de enfermería, o terapeutas ocupacionales16.

6. Funciones cognitivas y envejecimiento

En la etapa de envejecimiento se produce un declive cuantitativo de las funciones


cognitivas. La pérdida de funciones cerebrales no es ni homogénea ni afecta de igual
manera (con las mismas características cuantitativas o cualitativas) a todas las personas.
Este declive es muy variable, e incluso en algunas personas no llega a manifestarse. Pare-
ce que las capacidades cognitivas comienzan a deteriorarse una vez alcanzada la madu-
rez sexual. Sin embargo, en esta época y hasta aproximadamente los 65 años ocurre el
proceso contrario y algunas capacidades se incrementan, como son las relacionadas con
la creatividad (pintura, música, etc.), autocontrol o capacidad de integración.
El hecho de que no todas las facultades se afectan del mismo modo y de que, como
hemos comentado, algunas no se afectan en absoluto parece sugerir que los mecanismos
neurobiológicos que subyacen al envejecimiento cerebral son múltiples y variados y se
fundarían en alteraciones tanto estructurales como funcionales. Por lo tanto, se deben
aprovechar las ventajas que supone el mantenimiento de estas capacidades y su relación
con nuevos aprendizajes.
La precisa localización cerebral de muchas funciones cognitivas y sus bases neuroa-
natómicas no está claramente definida, pero se considera que las regiones más afectadas
por el proceso de envejecimiento son principalmente el córtex prefrontal, estructura en
la que residen las funciones ejecutivas y planificación de actividades; otras zonas son el
córtex temporal, el hipocampo y el sistema límbico40. Estas regiones están implicadas,
entre otros procesos, en los de memoria y aprendizaje.
El empleo de técnicas neurofisiológicas y del diagnóstico por la imagen –tomografía
axial computerizada (TAC), resonancia magnética (RM)– para la detección precoz del
deterioro cognitivo pone de manifiesto que se produce una reducción del parénquima
cerebral a lo largo del proceso de envejecimiento, y que este declive, aunque más marcado
en esta etapa final del ciclo vital, ya puede ser percibido en edades más tempranas de la
vida adulta. Los cambios morfofuncionales asociados al envejecimiento se traducen en
variaciones que pueden ser medidas por las diferentes pruebas neuropsicológicas espe-
cíficas para valorar cada una de las habilidades que subyacen en ellas. Muchas de estas
correlaciones se basan en el hecho de que determinadas alteraciones en estas regiones se
traducen en registros característicos en las pruebas neuropsicológicas. Se describen a con-
tinuación las principales funciones cognitivas que se ven afectadas por el envejecimiento.

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1. Atención y tiempo de reacción. Con el envejecimiento se produce una pérdida de


la capacidad atencional. Las personas mayores necesitan una focalización de la atención
más detallada que las jóvenes para captar mejor los estímulos. Esto repercute negativa-
mente en su habilidad para reconocer la información que es relevante de la que no lo es y
poder emitir una respuesta. Para que el proceso se realice de manera correcta, la atención
precisa de un estado de vigilia o arousal que nos sirve de preparación fisiológica para
percibir estímulos del entorno, ya sea externo o interno41.
El envejecimiento afecta a algunos tipos de atención más que a otros42. La atención
dividida (capacidad de atender o realizar dos o más tareas de manera simultánea) se
ve afectada con el envejecimiento incluso en las tareas más simples. De igual modo, la
atención mantenida (vigilancia) disminuye su potencialidad. Se han sugerido diversos
mecanismos para explicar esta disminución del nivel de atención relacionados con el
descenso de los potenciales sensoriales evocados, la potencia relacionada con la fuerza
del estímulo o por el incremento de la capacidad de distracción de las personas mayores.
La disminución de la capacidad de atención selectiva con el envejecimiento está ligada
a una alteración en la capacidad de inhibición del control del comportamiento en estas
personas. La capacidad de distracción se incrementa con la edad por el efecto negativo
que representa la presencia de información no relevante en el contexto de las tareas de
memoria. Sin embargo, la atención visual y los cambios que esta implica no están muy
influidos por el envejecimiento.
Esta afectación del envejecimiento sobre las distintas redes atencionales ha sido el
tema de una investigación compuesta por dos grupos de estudio: jóvenes y adultos ma-
yores saludables. Como instrumento para evaluar la atención se utilizó el test de redes
atencionales Attention Network Test (ANT). Los resultados obtenidos en este test indi-
can respecto al tiempo de reacción ante las diferentes condiciones que se dan (sin clave,
clave central, clave espacial, congruencia e incongruencia) la existencia de diferencias
significativas en todas ellas entre ambos grupos (p < 0,001). En cuanto al análisis de re-
des, estas no mostraron diferencias entre ambas muestras. Los datos obtenidos muestran
que existe una disminución en la velocidad de procesamiento en las personas mayores.
En el caso particular de la red de orientación, parece que los mayores requieren un in-
tervalo temporal mayor para emplear las claves espaciales, aunque posteriormente tras
cierto entrenamiento pueden beneficiarse de estas casi al mismo nivel que los sujetos
jóvenes43.
Desde la presentación de un estímulo hasta que se emite una respuesta existe un
tiempo de reacción (TR) que se ve incrementado con la edad. No obstante, las personas
de todas las edades con la práctica mejoran, e incluso pueden reducir este tiempo. Lo
interesante es el hecho de que con un entrenamiento adecuado las personas mayores

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Estimulación cognitiva: una revisión neuropsicológica 87

reducen el TR, lo que abre la puerta a las tareas de neuroestimulación para evitar o ra-
lentizar el deterioro cognitivo.

2. Velocidad de procesamiento. Con el envejecimiento, se produce un enlentecimien-


to más o menos generalizado a nivel sensorial, motor y cognitivo, junto a la presencia
de alteraciones atencionales y dificultades para inhibir estímulos distractores. A mayor
velocidad de proceso aumentará la capacidad de manejar la información. Se pueden
identificar varios mecanismos neuropsicológicos asociados al envejecimiento, como son
una disminución de la velocidad de transmisión entre las vías debido a una pérdida de
mielina o pérdidas de células que enlazan los circuitos neuronales, así como un retraso en
la propagación del impulso nervioso para conectar diferentes unidades. También se dan
cambios degenerativos en la sustancia blanca (leucoaraiosis), que son los responsables de
la disminución de la velocidad de procesamiento en el envejecimiento.

3. Funciones visoespaciales, visoperceptivas y visoconstructivas. Las funciones visoespa-


ciales se relacionan con la capacidad para relacionar la posición, los movimientos o la
dirección de puntos en el espacio. Son una habilidad que nos permite detectar, diferen-
ciar y seleccionar determinados estímulos visuales entre sí, y entender la localización de
estos estímulos con respecto a nosotros mismos. Durante el envejecimiento se produce
un declive de estas capacidades a partir de los 80 años. Estas funciones comienzan a
sufrir antes el deterioro, ya que su declive es a partir de los 65 años. Están implicadas
en la distinción de estímulos simbólicos o verbales y configuraciones estimulares, como
por ejemplo identificación de una figura a la que le falta una parte, figuras enmascara-
das, etc. Las deficiencias de estas funciones con el envejecimiento son menores que las
visoespaciales.
La capacidad constructiva combina la actividad perceptiva con la respuesta motora
y siempre tiene un componente espacial. La habilidad constructiva (praxia constructi-
va o capacidad visoconstructiva) hace referencia a la capacidad para dibujar o realizar
construcciones bidimensionales o tridimensionales. Es una habilidad perceptivo-motora
muy compleja que implica la integración de las regiones frontal, parietal y occipital.

4. Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que permiten la


anticipación y el establecimiento de metas, la formación de planes y programas, el inicio
de las actividades y operaciones mentales, la autorregulación de las tareas y la habilidad
de llevarlas a cabo eficientemente. Estos procesos cognitivos se vinculan al funciona-
miento de los lóbulos frontales. Las principales funciones ejecutivas son la capacidad
para formar conceptos, el razonamiento lógico y abstracto, la flexibilidad cognitiva, la

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solución de problemas, la toma de decisiones, el proceso inhibitorio y el atencional.


Además, son muy importantes para el control emocional y la conducta socialmente co-
rrecta. Estas capacidades se encuentran localizadas en las estructuras orbitales y mediales
de la región prefrontal y es en estas regiones donde se produce un deterioro cerebral más
pronunciado. Estas zonas prefrontales son las que primero sufren un declive relacionado
con el envejecimiento. Los estudios de Launer (2005) han mostrado que el lóbulo fron-
tal es una de las primeras áreas cerebrales que sufren el proceso de envejecimiento, y que
los marcadores de deterioro cognitivo y de la EA pueden aparecer ya a los 40 años40. Los
cambios que se producen en estas capacidades ejecutivas están asociados con la degene-
ración de la sustancia blanca frontal subcortical y de los ganglios basales.

5. El lenguaje es la función cognitiva que menos parece deteriorarse con el envejeci-


miento normal. El componente léxico parece preservado o incluso puede mejorarse. Las
dificultades más frecuentes están relacionadas con el acceso al léxico o denominación,
disminución de la fluencia verbal y dificultades en la comprensión de estructuras grama-
ticales complejas. También suelen aparecer con frecuencia latencias (momentos vacíos
o dubitativos al hablar) y fácilmente se tiende al uso de circunloquios como estrategia
compensatoria. Estos problemas, que se conocen como el fenómeno o estado “punta
de la lengua”, han sido ampliamente estudiados científicamente y se definen por una
incapacidad temporal de producir una palabra aun teniendo la certeza absoluta de que
se conoce la palabra y su significado44.

6. La inteligencia es una de las funciones cognitivas que menos afectada parece estar
con el curso evolutivo. Podemos diferenciar dos tipos de inteligencia, la inteligencia
fluida, que se refiere a la capacidad de adquirir nuevos conceptos y de adaptarse a las
nuevas situaciones, y la inteligencia cristalizada, que hace referencia a la utilización de las
habilidades intelectuales ya aprendidas. Los estudios psicométricos realizados durante el
envejecimiento sugieren que es la inteligencia de tipo fluido la que se ve alterada en este
proceso, mientras que la cristalizada se mantiene más o menos estable45.
Inteligencia es también saber adaptarse a las nuevas situaciones que el entorno nos
presenta. En este sentido y como probable mecanismo de compensación a la pérdida de
capacidades intelectuales fluidas, a mayor edad mejor es el conocimiento de las técnicas,
habilidades y estrategias sociales para el logro de metas. Además, se incrementa la habili-
dad para optimizar el esfuerzo físico que se emplea en cada actividad concreta y asimis-
mo se produce una mejora en la capacidad de organización y planificación de las tareas.

7. La personalidad y la conducta tienen su asiento neuroanatómico en las áreas ce-


rebrales frontales y prefrontales, siendo estas las que primero sufren un declive con el

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Estimulación cognitiva: una revisión neuropsicológica 89

envejecimiento. Los lóbulos frontales desempeñan un papel fundamental en la conducta


adaptativa.
Avanzar en las diferentes etapas de la vida supone tener una capacidad de adaptación
a cada nuevo estado y, fundamentalmente, en el envejecimiento, donde las capacidades
generales tienen una reducción de sus niveles. Esto hace que la conducta de una persona
de edad se adapte peor a las variaciones del ambiente y presente una cierta rigidez en su
personalidad. Por eso anticiparse a los cambios que vienen, prevenirlos si no son favora-
bles y si esto no es posible adaptarse a ellos es una función que se altera con el proceso
de envejecimiento.

7. Conclusiones

La EC abarca todas aquellas actividades dirigidas a estimular y mantener las capaci-


dades cognitivas existentes. La atención, la memoria, el lenguaje, las funciones ejecuti-
vas, las praxias, las gnosias son, entre otros procesos neuropsicológicos, susceptibles de
ser estimulados y potenciados mediante técnicas de EC.
Se ha constatado la importancia de una adecuada estimulación para el cerebro, ya
que permite mejorar la calidad de vida de la persona y, en este sentido, existen me-
taanálisis recientes con evidencias30. Esta mejora se produce gracias a la obtención de
objetivos más específicos, tales como el mantenimiento de las capacidades mentales el
máximo tiempo posible, la potenciación de la autonomía y la autoestima de la persona,
la mejora de la interacción de esta con su entorno y la disminución de la ansiedad y la
confusión, así como otras reacciones psicológicas adversas. Por otro lado, la EC empieza
a ser entendida como un tipo de gimnasia cerebral (brainfitness) pautada y programa-
da con claros objetivos que repercuten sobre el cerebro en forma de neuroplasticidad,
neurogénesis, compensación cerebral o reserva cerebral. Si el envejecimiento implica
una merma fisiológica de funciones cognitivas, la EC se erige como una técnica de gran
pujanza (junto con el abordaje farmacológico) para compensar o prevenir dichos déficits
asociados a la edad.

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